PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA – FACULTAD DE ... · PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ......
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ANEXO 1
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.
Bogotá, D.C., Fecha: 17 de noviembre de 2009
Marque con una X
Tesis X Trabajo de Grado
Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores: Yo (nosotros) Andrea del Pilar Amaya Porras y Karen Julie Cante Caicedo, identificado(s) con C.C. No. 1.032.359.448 y 53.031.279, autor(es) de la tesis y/o trabajo de grado titulado Pequeños gigantes: un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora, presentado y aprobado en el año 2009 como requisito para optar al título de Comunicador Social y Periodista; autorizo (amos) a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera:
Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.
Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer.
De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. Andrea del Pilar Amaya Porras Karen Julie Cante Caicedo C.C. 1.032.359.448 C.C. 53.031.279
ANEXO 2
FORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO: Pequeños gigantes: un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora. SUBTÍTULO, SI LO TIENE: ________________________________________________________ _______________________________________________________________________________
AUTOR O AUTORES
Apellidos Completos Nombres Completos
Amaya Porras Cante Caicedo
Andrea del Pilar Karen Julie
DIRECTOR (ES)
Apellidos Completos Nombres Completos
Valencia Nieto
Daniel Guillermo
JURADO (S)
Apellidos Completos Nombres Completos
Arboleda Castrillón Guarín
Tania Martha
ASESOR (ES) O CODIRECTOR
Apellidos Completos Nombres Completos
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: Comunicador Social y Periodista FACULTAD: Comunicación y Lenguaje PROGRAMA: Carrera X Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado ____ NOMBRE DEL PROGRAMA: Comunicación Social CIUDAD: BOGOTÁ AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2009 NÚMERO DE PÁGINAS: 231 TIPO DE ILUSTRACIONES:
Ilustraciones Mapas Retratos Tablas, gráficos y diagramas Planos
Láminas Fotografías X
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MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia o producción electrónica):
Duración del audiovisual: ___ minutos.
Número de casetes de vídeo: ______ Formato: VHS ___ Beta Max ___ ¾ ___ Beta Cam ____
Mini DV ____ DV Cam ____ DVC Pro ____ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____
Otro. Cual? _____
Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______
Número de casetes de audio: ________________
Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo de
grado): El CD anexo contiene diarios de campo, entrevistas, fichas de análisis y una audio galería.
PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial): _______________________________________________________________________________
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se les orientará).
ESPAÑOL INGLÉS
Identidad Identity Trabajo infantil Child labour Explotación laboral Labour exploitation Entrevista Interview Etnografía Ethnography Niñez Childhood
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RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: Este trabajo es una investigación sobre la creación de identidad en los menores de edad trabajadores. En total, se realizaron cuatro crónicas que cuentan un poco la vida de cuatro menores de edad que actualmente trabajan en Bogotá. La base teórica se centró en el concepto de identidad, así como se muestran cifras sobre el trabajo infantil en Colombia y el mundo. El trabajo de investigación se centró en la narración de la vida de estos cuatro personajes, pero, el punto principal es cómo a partir de sus trabajos han desarrollado su personalidad y demás elementos que conforman su identidad. This work in an investigation about the creation of identity in people under age that actually have to work. In total, we realized four chronicles that talk about the life of four children that live and work in Bogotá. The theory of this investigation is focused in the concept of identity, as well as we show numbers about child labour in Colombia and the world. We narrated the life of each character, but, the main point was to see how they developed their own personality and other elements that conform their identity.
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
PEQUEÑOS GIGANTES: UN ANÁLISIS SOBRE LAS MÚLTIPLES
IDENTIDADES DE LA INFANCIA TRABAJADORA
AUTORES:
ANDREA DEL PILAR AMAYA PORRAS
KAREN JULIE CANTE CAICEDO
DIRECTOR:
DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO
Presentado para optar por el título de:
COMUNICADORA SOCIAL CON ÉNFASIS EN PERIODISMO
BOGOTÁ D.C 2009
6
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana
Artículo 23
“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus
trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y moral
católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes
bien, se vea en ellas el anhelo de buscar paz y justicia”
8
Bogotá, 31 de Julio de 2009
Profesor
JURGEN HORLBECK
Decano académico
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Ciudad
Respetado señor:
Cordialmente presentamos a usted nuestro trabajo de grado titulado: Pequeños gigantes:
un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora, realizado bajo la
dirección del profesor Daniel Guillermo Valencia Nieto, con el propósito de cumplir el
requisito académico final para optar por el título de Comunicador Social con Énfasis en
Periodismo.
Esperamos que el presente trabajo cumpla con las exigencias requeridas por la Pontificia
Universidad Javeriana y merezca su aprobación.
Agradecemos la recepción que tenga nuestro trabajo.
Atentamente
Andrea del Pilar Amaya Porras Karen Julie Cante Caicedo
C.C. 1.032.359.448 C.C. 53.031.279
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA – FACULTAD DE COMUNICACION
Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACION SOCIAL
RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO
Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado
que se presentan para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para
profesores y estudiantes. Es indispensable que el Resumen contemple el mayor número de
datos posibles en forma clara y concisa.
I. FICHA TÈCNICA DEL TRABAJO
1. Autor (es): (Nombres y Apellidos completos en orden alfabético).
Andrea del Pilar Amaya Porras
Karen Julie Cante Caicedo
2. Título del Trabajo: Pequeños gigantes: Un análisis sobre las múltiples identidades de
la infancia trabajadora.
3. Tema central: La identidad en los menores de edad trabajadores
4. Subtemas afines: Desarrollo de la personalidad, explotación infantil
5. Campo profesional: Periodismo
6. Asesor del Trabajo: Daniel Guillermo Valencia Nieto
7. Fecha de presentación: Mes: 31 de julio Año: 2009 Páginas: 231
II.RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO
1. Objetivo o propósito central del Trabajo: Realizar un trabajo de investigación
periodística, que permita conocer cuál es el tipo de identidad que forman los
menores de edad trabajadores que viven en Bogotá.
Contenido (Transcriba el título de cada uno de los capítulos del Trabajo)
Capítulo 1: Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías
Capítulo 2: Una risa apagada en el Mexican Circus
Capítulo 3: La conferencista de las charlas rodantes
Capítulo 4: Diego, entre papas y sin papás
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3. Autores principales (Breve descripción de los principales autores referenciados)
- Leonor Arfuch. Habla sobre la identidad como una construcción abierta a la
temporalidad.
- Manuel Castells. Presenta la identidad como una fuente de sentido y tres orígenes de
la construcción de la identidad.
- Pilar Martín Hernández. Habla sobre la identidad, la importancia de la imagen
corporal y la identidad social y personal.
- Zandra Pedraza. Muestra la percepción de la niñez y la problemática que enfrenta el
sector de esta población que trabaja.
- Organización Internacional del Trabajo. Presenta diferentes convenciones en cuanto
al trabajo infantil a nivel mundial y en Colombia, además, un recuento de la
problemática en los últimos años.
- Jorge Aceves Lozano. Habla sobre la historia oral contemporánea, la historia de
vida, la memoria, la identidad como clave en el proceso de reconstrucción de la
experiencia humana, entre otros.
- Francisco Sierra. Destaca el valor de la entrevista, da su definición y sus
características.
4. Conceptos clave (Enuncie de tres a seis conceptos clave que identifiquen el Trabajo).
Identidad, trabajo infantil, explotación laboral, entrevista, etnografía, menores de edad.
Proceso metodológico. (Tipo de trabajo, procedimientos, herramientas empleadas para
alcanzar el objetivo).
El trabajo que presentamos contiene como producto periodístico cuatro crónicas que relatan
la vida de cuatro menores de edad trabajadores. Para realizar este trabajo, nos basamos en
una investigación etnográfica y un trabajo profundo de observación y participación. La
entrevista fue nuestra principal herramienta, de una forma directa, pero también, a modo de
conversación logramos entablar contacto con los menores. Utilizamos grabadora de voz,
cámara fotográfica y de video.
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6. Reseña del Trabajo (Escriba dos o tres párrafos que, a su juicio, sinteticen el Trabajo).
Todo niño tiene derecho a vivir dignamente, sin embargo, diferentes factores obligan a que
un número elevado de la población infantil tenga una vida laboral activa desde temprana
edad.
La dualidad existente entre la niñez y la adultez es un estado que genera cambios en la
construcción de identidad de los menores de edad trabajadores, al tener que tomar
responsabilidades desde temprana edad.
La formación de identidad en los menores de edad trabajadores está influenciada por su
familia, amigos y las relaciones que crean en su espacio laboral. Cada vez son más los
niños y niñas los que recorren las calles de la ciudad en busca de un sustento. A esto se le
suma el desarrollo de diferentes técnicas de supervivencia para poder laborar en un mundo
competido por personas de su edad y adultos.
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DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO
Magíster en Análisis de Problemas Políticos, Económicos y Relaciones Internacionales,
Historiador, Comunicador Social, estudiante del Doctorado en Estudios Políticos de la
Universidad Externado de Colombia. Actualmente trabaja como Profesor Investigador de
la Pontificia Universidad Javeriana, en la Facultad de Comunicación y Lenguaje, donde ha
desarrollado investigación y publicaciones sobre el campo de la Economía Política de la
Comunicación y la Información, y donde tiene a su cargo el Seminario de Políticas Públicas
de Comunicación y Cultura en la Maestría en Comunicación, que ofrece esta Universidad.
Ha sido docente e investigador en la Facultad de Ciencias de la Educación de la
Universidad Externado de Colombia, donde participa en investigación sobre medios y
educación; tiene a su cargo el Seminario de Comunicación y Aprendizaje en la Maestría en
Educación que ofrece esa Universidad.
También ha sido profesor en la Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Bogotá
Jorge Tadeo Lozano, Universidad Central, y profesor visitante de la Universidad de
Manizales donde tiene a su cargo (desde 1998) el Seminario de Opinión Pública. Se ha
desempeñado como reportero gráfico y redactor de diferentes medios periodísticos.
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Agradecimientos
Este trabajo de grado es un homenaje a Solange Valencia, Diego Perdomo, Fernando Ávila
y Daniel Flórez, quienes nos permitieron acceder en su vida íntima. Además, nos
compartieron sus experiencias vitales sin ninguna reserva y exteriorizaron sus sentimientos
sin ningún interés y con absoluta transparencia.
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Tabla de contenido
I. Introducción
II. Marco Teórico
III. Enfoque Metodológico
IV. Capítulo 1: Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías
V. Capítulo 2: Una risa apagada en el Mexican Circus
VI. Capítulo 3: La conferencista de las charlas rodantes
VII. Capítulo 4: Diego, entre papas y sin papás
VIII. Conclusiones
IX. Bibliografía
X. Anexos
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Introducción
John Jefferson Bautista tiene 16 años, 12 muertos a cuestas y una experiencia laboral que
transita entre la legalidad y la ilegalidad. Empezó vendiendo droga a los doce años, luego
trabajo como sicario al servicio de las AUC y ahora intenta ganarse la vida lavando carros
en Chapinero.
Revela que el único juguete que recuerda de su niñez es un „fierro‟, y declara orgulloso que
no se arrepiente de haberse perdido de los típicos juegos de la infancia porque le parecían
aburridos. John Jefferson “no se la deja montar de nadie” y no siente miedo de perder la
vida porque nació para dos cosas: “morir o matar”.
Ahora decidió hacer una tregua con su vida: desde hace cuatro meses trabaja en un lavadero
de carros, porque quiere mantenerse fiel a la promesa que le juró a su hijo, David Snake,
de “ganarse la vida honradamente”.
Esta historia que John Jefferson compartió con nosotras en una cafetería a principio de
2009, es la que vive una gran cantidad de niños, niñas y jóvenes colombianos que han sido
víctimas de la pobreza y del conflicto armado. En Bogotá, la situación aumenta con el
desplazamiento de familias y, de paso, con una economía débil que fomenta el trabajo
informal y la participación de los menores de edad.
La motivación para realizar este trabajo de investigación, en torno a la creación de la
identidad en menores de edad trabajadores, nació una tarde caminando por la carrera
séptima con calle 32 en Bogotá. Dos niños, de 15 años aproximadamente, vestidos con
pantalones anchos, cadenas de oro falso y gorras de colores, caminaban sonriendo en
dirección opuesta a nosotras. Cuando pasaron por nuestro lado, vimos a uno de ellos
apuntando con su dedo hacia la calle, haciendo la forma de una pistola para contarle a su
amigo cómo había matado a un hombre. “Así le hice al maricón, pum!”, fueron las palabras
que alcanzamos a escuchar.
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A partir de ese momento, pensamos en cómo era posible que un ser humano de tan poca
edad pudiera hablar a este nivel y referirse a un asesinato como su acontecimiento del día,
posiblemente mandado a hacer por un adulto.
La muerte de una persona en manos del joven, fue la hipótesis que planteamos después de
este encuentro inesperado que duró menos de diez segundos. Posiblemente estos dos
amigos podrían estar hablando de algo que hubieran querido hacer en el futuro, de un juego
de video o de una película de acción. La ira que alcanzamos a percibir en su lenguaje nos
permitió preguntarnos cómo los niños que viven esta situación parecen llevar un pequeño
adulto interior que opaca su concepto de infancia, a causa de la sensación de poder que
genera un arma de fuego.
La delincuencia es una de las tantas categorías que implica la participación de menores de
edad. Sin embargo, el gran número de niños, niñas y jóvenes que hay en las calles, fábricas,
ventas informales y en otros casos peores como la prostitución, el reclutamiento armado y
doméstico y el sicariato, nos llevó a indagar a fondo esta situación a través de historias
reales que nos dieran una idea más amplia de cómo es la vida de un niño que debe cumplir
con obligaciones de un adulto, y qué tanto esto influye en su proceso de formación de
identidad.
El sociólogo británico, Anthony Giddens, señala que “La identidad es un concepto
polifacético, que en términos generales tiene que ver con la idea que las personas se hacen
sobre lo que son y lo que tiene sentido para ellas” (Giddens, citado en Martín, 2008, p. 200). Con
base en esta idea y pensando la identidad de los niños como un potencial en desarrollo,
comenzamos a buscar historias que nos mostraran un panorama distinto y más detallado de
lo que se muestra en los medios sobre el fenómeno de la explotación infantil.
El interés por saber qué impide a un niño o niña trabajador desarrollarse en un ambiente
propicio para tener un buen vivir, desató nuestra curiosidad en cuanto a su construcción de
la personalidad, que en su situación, habría que agregarle el tránsito entre la niñez y la
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adultez, desarrollado a más temprana edad y usado como estrategia para sobrevivir en esa
realidad que les correspondió asumir.
Como punto de partida para avanzar en el trabajo de campo, fijamos unos requisitos para
comenzar la investigación: que los trabajadores fueran todos menores de edad, que vivieran
en Bogotá y que su presencia dentro del mundo laboral respondiera a necesidades básicas
como vivienda y alimentación, y no por simple gusto o placer.
Con ese perfil de búsqueda salimos a recorrer sectores populares de la ciudad y lugares de
trabajo que, por su informalidad o el bajo grado de complejidad, se caracterizaran por
aceptar la presencia de niños como mano de obra.
En el camino nos encontramos con varios personajes como John Jefferson, que en un
principio se mostró dispuesto a colaborar en el trabajo de campo. Sin embargo, la
inestabilidad que caracteriza su vida impidió que las visitas superaran el primer encuentro.
Otra dificultad que se nos presentó en esta búsqueda fue la falta de cooperación de un gran
número de niños y sus jefes para participar en el proceso, ya que eran consientes de estar
desarrollando o permitiendo una actividad ilegal. El panorama no fue positivo en algunas
ocasiones; muchos de ellos temían que cualquier persona que se les acercara con la
intención de indagar sobre esta problemática, podría ponerlos en evidencia frente a las
autoridades.
En otra ocasión, renunciamos por voluntad propia al seguimiento de un niño reciclador.
Durante un recorrido que hicimos con él en un vehículo de tracción animal, percibimos que
la familia del menor podría poner en riesgo nuestro bienestar.
Después de estos intentos fallidos, los cuales nos sirvieron como un ejercicio de
observación del problema, encontramos en la plaza de mercado de Paloquemao a Diego
Perdomo, el primer menor de edad con el que desarrollamos los cuatro encuentros que
hicieron parte del trabajo de campo.
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Después de este primer hallazgo, fue menos complejo acceder a los demás personajes.
Nuestra búsqueda se convirtió en una cadena que nos unía siempre con una nueva historia.
Cuando empezamos los encuentros, los niños no se sentían lo suficientemente en confianza
para hacernos preguntas, así que todo el tiempo tratamos de mantener una conversación
basada en sus intereses, su vida familiar, las características de sus trabajos, sus gustos, etc.
Todos los menores de edad entrevistados tienen diferentes empleos. Lo que más los apega a
su oficio es el hecho de obtener experiencia, pero sobre todo, un aporte económico. En el
caso de Solange Valencia, quien trabaja en los buses, su personalidad extrovertida y el
manejo del lenguaje le ha servido para ser una vendedora que atrae fácilmente al público.
Además, sus ganancias le permiten ayudar en su casa y contribuir con el pago de su
universidad.
En el caso de Diego Perdomo, Daniel Flórez y Fernando Ávila, son niños que no necesitan
ejercer su capacidad de convencimiento para el éxito de sus trabajos, ya que cumplen con
un horario y tienen un jefe que les dice qué hacer, situación que no pasa con Solange.
A pesar de ser muy jóvenes para vivir en un mundo laboral competido por personas
mayores que ellos, nos dimos cuenta de que les gusta ser responsables con sus obligaciones,
sin embargo, algunos no sienten lo mismo a la hora de estudiar.
Hay que decir que la raza, el color, la nacionalidad o la cultura no son las únicas cualidades
predeterminadas que le dan significado al concepto de identidad. Es toda una construcción
que no tiene fin y que está abierta a la temporalidad. En otras palabras, es una
posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias (Arfuch,
2006, p. 24).
Durante los encuentros, tratamos de fijarnos todo el tiempo en cualquier detalle que nos
diera pistas sobre cómo era la personalidad de cada niño. A medida que los íbamos
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conociendo, comenzamos a crear conciencia de lo que ellos representaban en los lugares
donde compartían con gente.
Después de varios encuentros, notamos algunas similitudes con sus padres y tíos en cuanto
a su personalidad y percepción del mundo. Nos dimos cuenta de que la forma en que los
adultos piensan sobre su estilo de vida, influye en el desarrollo de los menores y en cuanto
a lo que esperan ser o hacer en un futuro.
Por ejemplo, Solange mantiene su fervor católico gracias a su madre, quien también trabaja
en los buses y vio en la voluntad de su hija una ayuda para tener más ingresos económicos.
En el caso de Diego, su proceso de formación no ha sido influenciado por su núcleo
familiar. Él mismo se dio cuenta de que el ritmo de vida de su madre no le aportaba
positivamente en su futuro, así que unos tíos maternos lo acogieron desde hace un tiempo.
“Ellos son personas de bien, trabajan y son responsables”, dice Diego al referirse a sus
familiares. Esta actitud ha hecho que el menor le halle importancia al estudio y al trabajo.
Daniel es el más pequeño del grupo. Dejó el colegio a los 12 años por dificultades de
atención y su madre no ve problema en que el menor lleve dos años sin estudiar, aunque
insiste en que vuelva al colegio. Para aprovechar el tiempo, labora en lo que su tío Rodolfo
le proponga. Uno de esos trabajos fue el del Mexican Circus. Su familiar le aseguró que
sería trapecista junto a él, pero que primero debía empezar limpiando y barriendo el circo
mientras se volvía más flexible. En su casa, Daniel sigue siendo el niño mimado de su
madre; una vez fuera, pareciera que el mundo se comiera sus palabras, y más cuando debe
ir a trabajar y enfrentar el carácter fuerte de su jefe.
Lo contrario pasa con Fernando, ya que Martín, dueño de la chatarrería donde trabaja, se
convirtió en un buen amigo que le regala comida, no lo molesta por llegar tarde al trabajo y,
de cierta forma, se identifica con su historia de vida. La violencia generada por los grupos
armados en el Putumayo, sumado a la muerte de su padre y el desamor de su madre, han
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llevado a que Fernando sea un andariego en la búsqueda de un sueño, una influencia de
vida y un soporte económico que le asegure un tiquete a un próximo destino.
Algo que nos pareció curioso cuando conversamos con él fue la repetición que hacía sobre
los consejos que le dábamos. “Sí, regresaré a mi casa en Putumayo para hablar con mi
mamá”, “Quiero volver a estudiar”, “Me voy a preparar duro para ser un campeón en
ciclismo”. Días después de haberlo conocido, partió rumbo a Cali a la casa de su abuela. En
una llamada repentina que nos hizo la siguiente semana, nos contó que allá se sentía mejor
y que iba a probar suerte.
Cada menor entrevistado tiene dentro de su familia un ejemplo a seguir. Esta imagen está
representada en sus padres, para unos, y en sus tíos y primos, para otros. Han capturado
detalles de los adultos que influyen en ellos, tales como su forma de hablar, la percepción
que tienen sobre su estilo de vida, sus sueños y lo que más les conviene dentro de sus
trabajos.
Estos cuatro personajes tienen identidades aún en proceso de construcción. El tiempo
compartido con ellos, nos hizo pensar que Solange es la que posiblemente tiene una
personalidad más definida, ya que sus responsabilidades, comportamiento y apariencia
física la hacen ver como una mujer adulta. Estas preocupaciones las mezcla con las que son
típicas a su edad: su cuerpo, su novio y una que otra fiesta a la que puede ir cuando tiene
dinero.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo infantil afecta
actualmente a 200‟000.000 de niños y jóvenes en el mundo y a 787.000 menores de edad
en el caso colombiano, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de
Estadísticas (DANE) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). La OIT
asegura que a esta cifra hay que sumarle los 841.733 menores que laboran al interior de sus
hogares. La Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, por su parte, retoma las cifras y
afirma que en Colombia trabajan 1‟628.300 niños entre los 5 y 17 años. Agence France Presse,
(2009), “Por pobreza y conflicto armado, un millón de niños trabajan en Colombia”, [en línea:], disponible
en: http://noticias.co.msn.com/articulo_afp.aspx?cp-documentid=20388753, recuperado: 11 de junio de 2009.
21
Para tener una aproximación acertada de esta realidad, consolidamos un marco teórico
antes de realizar el trabajo de campo, y el cual se desarrolló en torno a los temas
principales: La identidad y el trabajo infantil.
Este acervo teórico nos dio la posibilidad de dimensionar, por un lado, la magnitud del
problema de la explotación laboral infantil en Colombia y el mundo, y en segunda
instancia, comprender las dinámicas de identidad colectiva e individual que revelan los
sentimientos, decisiones y la personalidad que caracteriza a este sector de la población.
Sólo de esta forma tuvimos la posibilidad de fijar una investigación sobre la infancia que,
más allá de enfocarse en la educación y el juego como sus espacios exclusivos de acción,
analizara las relaciones que desarrollan los niños con su familia, jefes, la sociedad y el
Estado.
Además de esto, tuvimos la posibilidad de evidenciar las habilidades que han desarrollado
los menores de edad trabajadores para sobrevivir en un contexto propio de los adultos y
reconocer el valor de su trabajo para el sostenimiento de sus hogares.
Este reconocimiento de las habilidades de los niños y el valor que tienen sus labores, no
pretende estimular el trabajo infantil, al contrario, quiere dar a conocer el valor simbólico y
social del esfuerzo de estos menores que se ha visto subestimado por el hecho de ser una
actividad ilegal (Pedraza, 2006, p. 6).
El enfoque metodológico que guía este trabajo de grado es el que brinda la historia de vida
por medio de sus dos técnicas principales: la observación participante de Rosana Guber y la
entrevista cualitativa de Francisco Sierra. Estas dos facilitan una comprensión profunda y
estructurada del fenómeno que nos concierne.
Para garantizar el éxito de este trabajo, fue necesario seguir minuciosamente la metodología
que le dio valor científico a nuestra investigación. De manera simultánea, compartimos con
los cuatro niños, sus jefes y familiares en un ambiente de confianza, informalidad y
22
espontaneidad, casi que negando nuestro papel de investigadoras. De esta forma, los
encuentros se hicieron más amenos y los personajes se atrevieron a compartir sus
experiencias de vida con personas que acababan de conocer.
Gracias a los encuentros en los que participamos y que involucraban las actividades
cotidianas de los cuatro niños, comenzamos a ser percibidas con cierto grado de
familiaridad. Fue posible conocer de manera paulatina y progresiva los detalles de sus vidas
y los motivos que los obligaron a pertenecer al mundo laboral.
La mayoría de los menores de edad trabajadores tienen un grado de escolaridad bajo, por
consiguiente, acceden al saber por vías distintas a la educación formal de los colegios,
como el conocimiento oral (Pedraza, 2004, p. 4) y las diferentes habilidades que desarrollan
por medio de sus trabajos concretos.
Teniendo en cuenta ese valor de la oralidad como medio de expresión por excelencia de las
culturas populares, accedimos a la conversación para comprender cada una de las historias
de vida, ya que “es en las practicas conversacionales donde los individuos construyen su
identidad, el orden y el sentido de la sociedad según el contexto en el que viven” (Anguera,
1978, p. 297).
Para plasmar las historias de vida en un lenguaje periodístico, escogimos la crónica, ya que
con esta se hace posible “dar cuenta de las identidades contemporáneas gracias a su
capacidad de representación de la realidad caótica que desborda las categorías
tradicionales” (Lanza, 2004, p. 10).
Otro atributo de la crónica que nos motivó a valernos de este género para presentar las
cuatro experiencias de vida es la facultad intrínseca que hay en ella de asumir la vida como
relato “para contar la cotidianidad callejera, teniendo en cuenta la calle como un símbolo
paradójicamente ampliado de la ciudad” (Lanza, 2004, p. 14).
23
De esta forma, presentamos las historias de vida de Diego, Solange, Daniel y Fernando,
como una apuesta por recuperar el valor de sus experiencias vitales, las habilidades que los
caracterizan y la hibridación entre su niñez y una adultez obligada.
Con este trabajo creemos haber logrado una interpretación adecuada de esa realidad que
conocimos personalmente, y que es el reflejo de una situación que afecta a un porcentaje
creciente de la población infantil en el mundo.
24
Marco Teórico
El concepto de identidad
La identidad es un elemento que se desarrolla por la influencia del tiempo y el espacio en el
que se habita. Además de ser un concepto que involucra al ser humano y su
comportamiento, es todo un proceso del que nadie puede escapar.
Antes de abarcar el tema de la identidad, es oportuno decir que este término también es
definido como un derecho en la Ley 1098 de 2006, que es la misma Ley de Infancia y
Adolescencia. En el artículo 25 se dice: “Derecho a la identidad. Los niños, las niñas y los
adolescentes tienen derecho a tener una identidad y a conservar los elementos que la
constituyen como el nombre, la nacionalidad y la filiación conformes a la Ley. Para estos
efectos deberán ser inscritos inmediatamente después de su nacimiento, en el registro del
estado civil. Tienen derecho a preservar su lengua de origen, su cultura e idiosincrasia”.
Colombia, Congreso de Colombia (2006, 9 de noviembre), “Ley 1098 del 8 de noviembre de 2006, por la cual
se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia”, en Diario Oficial, núm. 46.446, 10 de noviembre de
2006, Bogotá.
Una de las necesidades básicas del ser humano, fuera de alimentarse, vestirse o los
sentimientos, es la identidad, pues, este término nos lleva a preguntarnos quiénes y cómo
somos para cada uno de nosotros y para el mundo.
Según Evelio Cabrejo Parra, psicoanalista, lingüista y Director del Departamento de
Lingüística de la Universidad París 7 en Francia, los procesos de identificación hacen parte
de la construcción del sujeto humano y la transmisión del mismo a través de generaciones.
“El ser humano es el resultado de un proceso de identificación. Para lograr esto, es
necesaria la existencia de otro. Cuando somos niños, nos volvemos una especie de
„ladroncitos‟ que robamos de otro ser humano algo de su forma de ser; uno hace como el
otro, pero al mismo tiempo es diferente”. Cabrejo Parra, E. (2009, 14 de julio), entrevistado por
Amaya Porras, A., Bogotá. Esa adquisición es la que luego se usa para construirse como
persona y de paso, la propia identidad.
25
Por otro lado, el psicoanalista y filósofo alemán Erich Fromm plantea sobre la identidad
que:
Esta necesidad de un sentimiento de identidad es tan vital e imperativa, que el hombre no podría estar
sano si no encontrara algún modo de satisfacerla". La identidad es una necesidad afectiva „sentimiento‟,
cognitiva „conciencia de sí mismo y del vecino como personas diferentes‟ y activa „el ser humano tiene que
tomar decisiones‟ haciendo uso de su libertad y voluntad. La identidad es como el sello de la personalidad.
La identidad tiene que ver con la historia de vida personal que será influida por el concepto de mundo
que se maneje y que predomine en la época y lugar en el que se vive. Hay una identidad personal y varias
identidades colectivas. No se habla de un solo „nosotros‟, sino de varios, no excluyentes. Es así como se
puede hablar de „nosotros los seres humanos‟ o de „nosotros los latinoamericanos‟. (Fromm, citado en
Guarisma, 2009).
Guarisma, rector de la Universidad Bicentenaria de Aragua, Venezuela, afirma que la
identidad está en un cambio permanente y a medida que evoluciona, se puede definir como
el centro de gravedad de la personalidad. Es una pregunta presente desde que se nace hasta
que se muere y que se trata de responder en imágenes, recuerdos, historias, relaciones con
uno mismo y con los demás.
Los personajes de este trabajo son todos menores de edad, lo que nos permite acceder a una
pequeña parte de su infancia, entendida como una adultez obligada, por el hecho de tener
que realizar labores de grandes. Su identidad, como afirma Guarisma, es un cambio
permanente, el cual es influenciado por el ambiente y las personas que los rodean, para así
definir su propio yo. Por esta razón, algunos de los entrevistados aún soportan sus ideas o
anhelos con la opinión de sus padres, familiares o amigos. Sienten que aún no pueden
tomar una decisión clara respecto a su futuro y, cualquier respuesta en cuanto a lo que
anhelan en la vida es la mejor salida.
Para Fromm, la identidad es el resultado del conjunto de identificaciones que una persona
va incorporando a lo largo de su historia. Las identificaciones son aquellos rasgos de
carácter que una persona toma de otra que en algún punto admira, idealiza o teme. Un
ejemplo de esto es el de Daniel Flórez, quien trabaja en el Mexican Circus. Su tío Rodolfo
es una gran influencia para el pequeño, a tal punto que su sueño es llegar a ser como él, ser
un empresario y vivir más o menos con las mismas cosas que su tío ha logrado adquirir en
la vida.
26
En la época actual, se ha vuelto más difícil encontrar personas modelos de las cuales un
sujeto pueda identificarse. Es una ola de crisis de valores que ha afectado el carácter y la
personalidad, sobre todo en la población joven.
Guarisma asegura que el sujeto construye en casi dos décadas de existencia una posición
básica de ser en el mundo:
Si tomamos en cuenta ahora en qué momento se define una determinada identidad, nos encontramos
que fundamentalmente se va edificando como hemos comentado a través de determinadas identificaciones
que el sujeto va realizando en interacción con las personas significativas de su ambiente hasta alrededor de
finales de la adolescencia (20 años aproximadamente y algunos más probablemente).
Esto significa que cada uno de nosotros tendremos determinados tipos de necesidades, impulsos,
motivaciones que satisfacer para sentirnos básicamente felices y realizados, a la vez que se estructura, en base
a esa identidad, un proyecto de vida lo cual incluye vocación, profesión, ocupación, sexualidad, un
conocimiento acerca de quién soy, qué necesito, implica auto evaluación, autoestima etc.
Así entonces hay una identidad como totalidad, que incluye la identidad sexual o de género, la
identidad física, la identidad psicológica, la identidad social, la identidad moral y la identidad ideológica.
(“Perspectiva de la identidad”, 2009).
Las personas son reconocidas por diferentes aspectos, como su voz, su lenguaje corporal, su
forma de escribir. Cuando la identidad está bien construida, la persona logra independizarse
de los demás, formando una identidad integral. Los menores entrevistados aún no viven
esta situación, ya que ninguno se ha independizado de su núcleo familiar, aun no han
terminado sus estudios, por ende, continúan en la etapa de construcción de identidad.
En la Enciclopedia virtual Wikipedia, el término de identidad se refiere a la distinción de
cualquier tipo entre cualquier persona, animal o cosa. Esta palabra involucra el entorno, la
historia y la voluntad de las personas; no es una característica dada sino que es potencial a
desarrollar y está referida a modos de existencia. También puede referirse a la conciencia
de ser uno mismo o como parte de un grupo. (“Identidad”, 2009).
Para Leonor Arfuch la identidad es como un „momento‟ identificatorio en un trayecto
nunca concluido. La mutación de la temporalidad como la „otredad del sí mismo‟ está en
juego durante este recorrido.
Identidades políticas no tradicionales, nuevas formas de ciudadanía, identificaciones etarias, culturales,
sexuales, de género, emergían con sus demandas en el espacio urbano y mediático, en pugna por derechos y
reconocimientos. Lógicas de la diferencia cuya proliferación puede considerarse positiva en términos de una
ampliación cualitativa de la democracia (Laclau, 1996), pero que no suponen en sí mismas un armónico
27
igualitarismo sino más bien un terreno de alta conflictividad, donde se libra una lucha hegemónica. (Arfuch,
2006, p. 21)
Para Arfuch (2006, p. 24), la identidad no es solamente un conjunto de cualidades
predeterminadas, como raza, color, sexo, clase, cultura, nacionalidad, entre otros. Es al
contrario, una construcción que no tiene fin y que está abierta a la temporalidad, la
contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las
diferencias.
Es necesario sustituir las preguntas que se tienen en cuanto a la existencia para conocer más
sobre los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de devenir más que de
ser. Cuestionar la forma en que nos representamos o cómo podríamos hacerlo, es una
acción que permite a la identidad ser un modelo de representación, que, en palabras de
Arfuch, es la narrativización –necesariamente ficcional- del sí mismo, individual o
colectivo.
La reflexión en torno de la identidad es un aspecto privilegiado en la obra del filósofo y
antropólogo francés Paul Ricoeur. El autor desarrolla la idea de la identidad narrativa
como una aprehensión de la vida en forma de relato, lo cual se puede entender como una
ayuda para comprender lo que es la „buena vida‟. El concepto de identidad se convierte de
gran ayuda en la obra de este autor, ya que es indispensable para la constitución de una
ética. (Ricoeur, citado en Casarotti, 2009).
Identidad tiene para Ricoeur el sentido de una categoría de la práctica, supone la respuesta a
la pregunta ¿Quién ha hecho tal acción, quién fue el autor? Respuesta que no puede ser sino
narrativa, en el sentido fuerte que le otorga Hannah Arendt: responder quien supone „contar
la historia de una vida‟.
“Toda identidad –o identificación-, en tanto relacional, supone otro que no es „lo mismo‟ y
a partir del cual puede afirmar su diferencia. Ninguna estará entonces determinada en sí
misma, en una clausura desde la cual se enfrentará a otras. Una identidad se basa en un
relato siempre abierto, susceptible de ser retomado en una fase ulterior” (Arfuch, 2006, p. 31).
28
Por otro lado, para Manuel Castells (1999, p. 28), la gente adquiere sentido y experiencia
gracias a la identidad. En cuanto a los actores sociales, el autor entiende el proceso de
construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de
atributos culturales. El resto de las fuentes de sentido no tendrán tanta prioridad como este
atributo.
Según el sociólogo español, la construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un
contexto que está marcado por las relaciones de poder. En total, son tres propuestas para
hacer una distinción entre las formas y orígenes de la identidad:
Identidad legitimadora: es un tema central en la teoría de la autoridad y
dominación de Sennet (1986). Las instituciones dominantes la implantaron para
dilatar su poder y dominio frente a los actores sociales.
Identidad de resistencia: aquellos que están en condiciones estigmatizadas por la
lógica de la dominación, crean trincheras de resistencia y supervivencia basándose
en principios opuestos a los que hay en las instituciones de la sociedad, como
Calhoun propone cuando explica el surgimiento de las políticas de identidad.
Identidad proyecto: a partir de materiales culturales propios, los actores sociales
crean nuevas identidades que redefinen su posición en la sociedad, pero, buscando
con esto transformar toda la estructura social. Un ejemplo puede ser cuando las
feministas hacen protestas por los derechos de las mujeres para desafiar el
patriarcado y, de paso, a la familia patriarcal y a toda la estructura de producción,
reproducción, sexualidad y personalidad sobre la que las sociedades han puesto sus
bases durante la historia (Castells, 1999, p. 30).
Giddens afirma que “la identidad propia no es un rasgo distintivo que posee el individuo.
Es el yo entendido reflexivamente por la persona en virtud de su biografía”. En efecto, “Ser
un ser humano es comprender […] tanto lo que se está haciendo como por qué se está
haciendo […] En el contexto del orden postradicional, el yo se convierte en un proyecto
reflexivo”. (Giddens, citado en Castells, 1999, p. 32, 33).
29
Por naturaleza, el ser humano se siente mejor cuando está en sociedad. Es por eso que
Castells (1999, p. 83) asegura que la gente se resiste al proceso de individualización, porque
tiene la tendencia a agruparse en organizaciones territoriales que generan, poco a poco, un
sentimiento de pertenencia y, en última instancia, una identidad cultural y comunal.
Al ser parte de grupos o tribus urbanas, las personas pueden llegar a reafirmar su identidad
personal y grupal, pues, se encuentran intereses en común como la ropa, la forma de pensar
o la música. Se comparte y se generan otras formas de pensar y de ver el mundo.
Los menores entrevistados no hacen parte del todo de este proceso de identidad grupal, ya
que la mayor parte de su tiempo están cumpliendo con sus labores académicas o de trabajo.
Nos dimos cuenta de que son pequeños que pasan poco tiempo en actividades lúdicas y
recreativas. Conviven con su familia y con sus compañeros de trabajo y el tiempo que
comparten con amigos o primos es reducido, si se compara con la vida de un menor que no
trabaja por necesidad.
Una de las fuentes específicas de identidades son las comunidades locales, construidas
mediante la memoria colectiva. Pero estas identidades, en la mayoría de los casos, son
reacciones defensivas contra las imposiciones del desorden global y el cambio de ritmo
rápido e incontrolable (Castells, 1999, p. 88). Por ejemplo, las pandillas de la mayoría de las
ciudades latinoamericanas son un elemento clave de sociabilidad en los barrios pobres, al
igual que lo son en Yakarta, Manila Mantes-la-Jolie (París) o la Meseta de Orcasitas
(Madrid). Las bandas son una vieja historia en muchas sociedades, sobre todo en los Estado
Unidos. Sin embargo, hubo algo nuevo en estos grupos de la década de los noventa, que
caracterizó a la construcción de la identidad como el espejo distorsionante de la cultura
informacional.
„La cultura de urgencia‟ es un término acogido por Magaly Sánchez e Yves Pedrazzini
(1996), y que Castells agrega en su estudio. Con este término se quiere explicar la idea de
que las comunas culturales que organizan la nueva resistencia surgen como fuentes de
identidad al separarse de las sociedades civiles y las instituciones estatales.
30
Estos dos autores, basándose en su estudio de los „malandros‟ o chicos malos de Caracas,
quieren con la cultura de urgencia dar a conocer la crisis que existe, sobre todo, en los
sectores marginados en cuanto al fin inmediato de la vida, no de su negación, sino de su
celebración. Por lo tanto, todo ha de probarse, sentirse, experimentarse, lograrse, antes de
que sea demasiado tarde, ya que no hay mañana (Sánchez y Pedrazzini, citados en Castells, 1999, p.
87, 88).
La identidad se puede clasificar como social y personal. La primera puede ser las
características que los demás dan de una persona. Cosas tan sencillas como decir que
alguien es diseñador y delgado, son características que dan a entender quién es y si
comparte atributos parecidos con el resto de individuos.
En cuanto a la identidad personal, es esta la que nos hace únicos, pues tiene en cuenta
nuestro desarrollo personal y nuestra relación con el mundo que nos rodea. Al tener
contacto con el exterior, la persona puede crear y conformar su propia su propia idea de
sujeto.
Solange Caicedo, la vendedora en los buses, puede ser de los demás personajes, la que tiene
un poco más estructurada su identidad. Es notorio este aspecto en ella, ya que es una
adolescente más madura, estudia y trabaja al mismo tiempo y responde por casi todo en su
casa: desde el aporte económico, hasta la salud y bienestar de su mamá y hermana.
Además, su trabajo le permite estar contacto con muchas personas, su apariencia es su carta
de presentación y la forma en que se comunica con los demás es el gancho para tener
buenas ventas.
Para Lagarde (1998, p. 15) se puede entender la identidad personal como “un conjunto de
significaciones y de referencias simbólicas sobre el ser del existente, la identidad es síntesis
de la historicidad del sujeto y, como tal, es una experiencia de la subjetividad. La
subjetividad tiene por territorio el cuerpo vivido, y es producto de la conformación del
sujeto como diversidad y síntesis psico-socio-cultural. Así, la subjetividad se aloja en y es a
la vez cuerpo histórico, significado social y cultural” (Lagarde, citado en Martín, 2008, p.
200).
31
Por su parte, Giddens (2002) señala que “La identidad es un concepto polifacético, que en
términos generales tiene que ver con la idea que las personas se hacen sobre lo que son y lo
que tiene sentido para ellas. Tales interpretaciones se desarrollan sobre la base de ciertos
atributos que prevalecen sobre otras fuentes de significado (por ejemplo el género, la
nacionalidad, etc.) (Giddens, citado en Martín, 2008, p. 200)
Otras características de la identidad son el trato que se le da al cuerpo y la imagen corporal.
Estos dos elementos son importantes dentro del desarrollo psicológico desde el mismo
instante en el que se configura la identidad personal y social (Pastor y Bonilla). La
identidad forma parte de nuestro auto-concepto, permitiéndonos tomar conciencia de
nosotros mismos, del lugar que ocupamos en el mundo y en relación a los demás
(McAdams 1995), (Martín, 2008, pg. 200).
Si no nos relacionáramos con los demás, seguramente el proceso de formación de identidad
no sería el mismo. Dos cosas que tampoco pueden faltar son el cuerpo y la imagen corporal,
pues, a partir de ellos se gesta el proceso de socialización y la identidad social y personal.
“En torno al cuerpo se construye una imagen de él mismo, una representación significativa
de lo que se es y de quién se es. En definitiva, se configura un modelo coherente e
integrado de identidad personal. De este modo, el cuerpo es un medio de realización y
desarrollo personal, que encierra nuestra identidad, la sustrae y se apropia de ella”
(Guerrero 2004, p. 2), (Guerrero, citado en Martín, 2008, p. 201).
Trabajo infantil
“Se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en
virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
Organización de las Naciones Unidas. (1989), Artículo 1 de la Convención sobre los
Derechos del Niño. Nueva York.
32
El 20 de noviembre de 1989 se concluyó que todas las personas menores de 18 años tienen
derecho a ser protegidas y participar activamente en la sociedad, estableciendo que los
niños son sujetos de derecho.
Desde hace unos 160 años existe lo que se califica como „una infancia occidental
tradicional‟ en los últimos años del siglo XX. “En la Edad Media, por ejemplo, los niños
participaban diariamente en el mundo adulto y, como resultado, obtenían conocimiento de
las destrezas profesionales y vitales. En esta época todavía no se había desarrollado el
concepto de los niños como una clasificación particular de seres humanos que requieren
tratamiento especial diferente de los adultos” (Steinberg, 2000, p. 16).
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la Conferencia
Internacional del Trabajo (2006, p. 22), la historia moderna del trabajo infantil en los países
industrializados comenzó con la revolución industrial de Gran Bretaña. Se planteó por
primera vez el problema del trabajo infantil como cuestión de política pública cuando
empezaron a percibirse las repercusiones de la revolución industrial.
A finales del siglo XVIII, apenas se estaba empezando a indagar sobre el trabajo infantil.
En el Reino Unido, como primera nación industrial, los niños y los jóvenes representaban
entre una tercera y dos terceras partes de todos los trabajadores de muchas fábricas textiles
británicas en 1833. Para 1842, eran la cuarta parte de la mano de obra de muchas minas, lo
que quiere decir que el porcentaje de menores trabajadores en este país era más elevado en
comparación a otros países en aquella época.
El auge de la infancia tradicional comenzó alrededor de 1850 y se extendió hasta 1950. En
este periodo todos los niños fueron retirados de las fábricas y entraron en las escuelas. De
esta forma se trataba de protegerlos de los peligros del mundo al que aún no pertenecían.
“En 1851 la tasa de participación de los niños de 10 a 14 años se cifraba en el 30 por ciento,
pero hacia 1901 había descendido al 17 por ciento. Los Estados Unidos también alcanzaron
una tasa de participación del 17 por ciento en 1900, mientras que el primer censo llevado a
33
cabo en Francia indicaba una tasa de trabajo infantil del 20 por ciento en 1896”. (OIT, 2006,
p. 22)
A finales del siglo XIX la idea de responsabilidad adulta por el bienestar de los niños
generó cambios en la conducta de los padres. Se logró desarrollar desde entonces el
prototipo de familia moderna.
Al parecer, el punto de transición crítico se produjo en torno a 1870, cuando se introdujo
por primera vez la educación pública. La preocupación sobre la educación en los niños
habría sido el primer paso en la construcción del concepto de infancia.
Shirley Steinberg (2000, p. 16), cuenta que hacia 1900, muchas personas no entendían bien el
concepto de infancia, así que creyeron que era un derecho de nacimiento. El resultado fue
la infancia como una definición biológica y no cultural. La autora contradice esta idea al
decir que “La infancia es un artefacto social e histórico, no simplemente una entidad
biológica. Muchos afirman que es una fase natural del crecimiento, del proceso de
convertirse en adulto. El concepto principal aquí atañe al formato de esta fase humana
producido por las fuerzas sociales, culturales, políticas y económicas que operan sobre ella”
(2000, p. 15).
Cabe decir entonces que el concepto de „infancia‟ es una construcción socio-cultural para
relacionar a los niños con su papel dentro de cada época.
Según el historiador francés Philippe Ariès, “el concepto de infancia sería un „invento de la
modernidad‟. Según esto, la época premoderna no habría tenido una concepción de la
infancia como un conjunto de espacios diferenciados, expectativas sociales hacia los niños
y un estatus específico que les otorgara una distinción frente a los mayores” (“Niño”, 2009).
Steinberg (2000, p. 16), reafirma en su texto la idea de Ariès, asegurando que “La infancia es
una creación de la sociedad que está sujeta a cambios cada vez que tienen lugar
transformaciones sociales importantes”.
34
Retomando la problemática en torno al trabajo infantil, la antropóloga de la Universidad de
Los Andes, Zandra Pedraza Gómez, (2004, p. 1) cuenta que mientras un porcentaje alto de la
población infantil era usado como mano de obra durante la revolución industrial, en
América Latina esta situación se vivía a otro nivel, ya que la problemática se ha mantenido
desde el colonialismo hasta la actualidad. Hoy en día esto se puede ver a gran escala en el
sector informal, sobre todo, en las ciudades principales.
La preocupación por la población infantil viene desde tiempo atrás, mucho antes de la
industrialización:
La concepción actual que se tiene de la infancia, como un sector de la población que por su
vulnerabilidad física y emocional y por su falta de desarrollo psíquico e intelectual requiere especial
protección, y además, una dedicación completa a la educación y al juego para poder desarrollarse, viene de la
historia europea del siglo XVI”. […] El comienzo de la toma de conciencia por la vulnerabilidad de los niños
y el rechazo por el trabajo que ellos desarrollaban, se dio al tiempo con el enfoque colonial de la economía a
nivel mundial y del proyecto expansionista de Europa del siglo XVI. (Pedraza, 2004, p. 2).
Las condiciones en el reino Unido y Europa comenzaron a mejorar para los menores que
estaban siendo explotados laboralmente. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo,
sobre todo en los sectores populares, campesinos e indígenas, la protección para los
menores no fue del todo aplicada. “Mientras que en Europa, los descendientes de los
asalariados europeos, reemplazaron el mundo laboral por el escolar, la infancia de América,
África y Asia siguió siendo víctima de la explotación laboral, en las modalidades de la
informalidad, el servilismo, la esclavitud y la producción artesanal”.
La situación de los pobladores colonizados no fue la mejor, pues quedaron en una posición
subordinada que se caracterizaba por la esclavitud y la pérdida de la responsabilidad de la
reproducción y educación de sus propios hijos. A estos pueblos se les negó la posibilidad de
acceder a formas organizadas en torno a la relación trabajo-salario que en Europa se
estaban consolidando desde el siglo XVI.
El trabajo en Europa logró ser más independiente y organizado, lo cual favoreció para
reemplazar las formas colectivas y familiares de producción. Por el contrario, el
estancamiento que sufrió América Latina, África y Asia, aumentó a comienzos del siglo
XIX al establecerse relaciones económicas inequitativas con Europa y Estados Unidos. Esto
35
hizo que la producción económica fuera a pequeña escala y poco dinámica. Por lo tanto, se
hizo inevitable eliminar a los niños trabajadores.
Hasta el siglo XIX se mantuvo este paralelo entre formas desorganizadas de producción
que incluían a los menores de edad dentro de las formas de producción, informales, serviles
y esclavizantes, y la evolución de la protección hacia la niñez por parte de Europa mediante
la eliminación del trabajo infantil y la protección por parte del sistema escolar y social.
En este contexto, la explotación laboral infantil está profundamente ligada con las
economías dependientes de la llamada „periferia‟, en las que el común denominador es el
trabajo informal y las pésimas condiciones salariales (Pedraza, 2005, p. 1, 2, 3).
“En este contexto de pobreza, es imposible concebir una sociedad sin niños trabajadores.
Por eso, la explotación laboral infantil es una escandalosa muestra del desequilibrio
económico que rige el sistema-mundo, de la jerarquización de las relaciones laborales y la
condición de colonialidad intrínseca a las economías subordinadas, que impiden el acceso
a los trabajadores del tercer mundo a las relaciones salariales.” (Pedraza, 2004, p.2)
Una de las consecuencias de este tipo de economía en los países latinoamericanos y que
sirve para ejemplificar la mala situación, es lo que en Colombia se llama La ley del
rebusque. Familias en una grave situación económica y personas desempleadas se han visto
en la obligación de recurrir a las ventas callejeras o a cualquier trabajo pequeño, que
implique una ganancia diaria para el sostenimiento del hogar.
Muchas veces el aporte económico de los padres no es suficiente para mantener a una
familia en donde hay muchos hijos, como es visto en varios hogares de bajos recursos. Un
gran número de hijos implica no solo a familias de escasos recursos, sin embargo, a causa
de una débil entrada monetaria o al desconocimiento de métodos de planificación, es
común ver familias numerosas en donde el dinero es escaso. Mujeres a muy temprana edad
ya son madres, teniendo que sacrificar, en ocasiones, su niñez o juventud para poder criar y
alimentar a sus hijos.
36
De esta forma, los más pequeños de la casa también se vuelven -sin quererlo-, en una
entrada económica que sirve mucho en donde hay poco. Con el tiempo, se convierten en
una nueva necesidad para sobrevivir.
Respecto al trabajo infantil, la OIT expone:
El trabajo infantil es un elemento descuidado de la trampa de la pobreza, parte del „pacto con el diablo‟
que los pobres se ven forzados a hacer a fin de lograr cierto grado de seguridad inmediata. Es a la vez un
resultado de la pobreza y una manera de perpetuarla. El trabajo infantil deshumaniza a los niños, al reducirlos
a un simple activo económico, lo cual a su vez genera un espiral de crecimiento de la población entre los
países con menor capacidad para hacer frente a ese problema. El hecho de cerrar los ojos ante los abusos
cometidos contra jóvenes trabajadores empobrece e incluso destroza el capital humano necesario para que la
economía pueda crecer en el futuro. (Organización Internacional del Trabajo, 2006, p. 1-2).
Todos los niños y niñas del mundo tienen derecho a acceder a la educación y a la
protección contra abusos, maltratos o la violencia. Para que esto sea posible, es necesario
considerar el trabajo infantil como un obstáculo que no permite el desarrollo de las políticas
en beneficio de los menores de edad.
Frente a este problema se dieron varias soluciones en las primeras naciones industriales. La
mano de obra fue reemplazada por máquinas sofisticadas que dieron la bienvenida a una
revolución también tecnológica. Gracias a esto, se optimizaron las condiciones laborales y
la demanda de trabajo infantil disminuyó. Otro factor que ayudó a que los niños y niñas se
salieran del mundo laboral adulto, fueron las leyes sobre trabajo infantil que regían la edad
mínima de acceso al empleo y las medidas correspondientes.
“Se incrementó una sensibilidad social por los niños, concebidos como sujetos
especialmente vulnerables y a los que no se les puede permitir acceder al mundo laboral,
porque esta actividad los privaría de las dos actividades en las que se tienen que focalizar:
la escuela y el juego”. (Pedraza, 2004, p. 1)
Al aumentar los ingresos de las familias, la contribución económica de los menores se
redujo. De esta forma, niños y niñas pasaron de ser una colaboración monetaria a una
inversión de los padres, pues estos se orientaron en la obligación y el derecho de sus hijos a
37
estudiar y de respetar los derechos que cambiaron la percepción de la niñez, como el
derecho a no trabajar.
Leyes y normas para erradicar el trabajo infantil
En 1919 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue creada como parte del
Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, la
acción de la OIT se ha basado en la estipulación de la edad mínima de admisión al mundo
laboral como criterio para definir y reglamentar el trabajo infantil.
En este mismo año, se realizó la primera reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo, en la cual se adoptó el primer convenio internacional sobre trabajo infantil: el
Convenio sobre la edad mínima que prohíbe el trabajo de niños menores de 14 años en la
industria. (“¿Qué es IPEC?”, 2009).
El 26 de junio de 1973 en la Conferencia General de la Organización Internacional del
Trabajo celebrada en Ginebra, Suiza, se adoptó el Convenio 138 sobre la edad mínima. En
el artículo 1 se dice “Todo Miembro para el cual esté en vigor el presente Convenio se
compromete a seguir una política nacional que asegure la abolición efectiva del trabajo de
los niños y eleve progresivamente la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo a un
nivel que haga posible el más completo desarrollo físico y mental de los menores”. (OIT,
1973, p. 28).
El punto 3 del artículo 2 de este convenio deja clara la edad en que los menores de edad
pueden empezar a trabajar, siempre y cuando se consulte antes a las organizaciones de
empleadores y de trabajadores interesadas. “La edad mínima fijada en cumplimiento de lo
dispuesto en el párrafo 1 del presente artículo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la
obligación escolar, o en todo caso, a quince años”. (OIT, 1973, p. 28).
En las recomendaciones sobre la edad mínima se deja claro que un buen manejo de las
políticas nacionales, se debe atribuir propiedad a la previsión de las necesidades de los
menores y a la satisfacción de dichas necesidades, así como a la extensión progresiva y
38
coordinada de las diversas medidas necesarias para asegurar a los menores y las menores
condiciones para su desarrollo físico y mental.
Otro acuerdo para combatir el trabajo infantil y que también fue adoptado en Ginebra por la
Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo en 1999, es el Convenio
182 sobre las peores formas de trabajo infantil. El artículo 1 dice “Todo Miembro que
ratifique el presente Convenio deberá adoptar medidas inmediatas y eficaces para conseguir
la prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de
urgencia”. Dentro del acuerdo, se ratifica que el término „niño‟ designa a toda persona
menor de 18 años. (OIT, 1999, p. 5).
El Artículo 3 presenta las peores formas de trabajo infantil. Estas son:
a. Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la
venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el
trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de
niños para utilizarlos en conflictos armados.
b. La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la
producción de pornografía o actuaciones pornográficas.
c. La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de
actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal
como se definen en los tratados internacionales pertinentes.
d. El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es
probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. (OIT, 1999, p. 6).
La Constitución Política de Colombia de 1991, se refiere en su artículo 44 a los derechos de
los niños, que prevalecen sobre los derechos de los demás:
Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la
alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y
amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda
forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica
y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y
en los tratados internacionales ratificados por Colombia.
39
La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su
desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la
autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen
sobre los derechos de los demás. Colombia, Congreso de Colombia (1991), “Artículo 44 de 1991”, Bogotá.
Desde el 2006 rige en Colombia la Ley 1098, que es la Ley de Infancia y Adolescencia.
Esta norma está fundamentada en el principio de la protección integral y el interés superior
del niño, niña y adolescente, ya que sus derechos prevalecen sobre los de los demás.
La Ley 1098 ratifica la obligación del Presidente de la República, de alcaldes y
gobernadores de diseñar, ejecutar y evaluar las políticas públicas de niñez y adolescencia y
que destinen los dineros para lograrlo.
A partir del 2006, se aumentó, con esta Ley, un año la edad mínima para trabajar y se
estableció en 15 años. Los adolescentes entre los 15 y 17 años requieren la autorización del
Inspector de Trabajo, del Comisario de Familia o del Alcalde municipal.
En algunos casos la autorización para trabajar puede darse a los menores de 15 años sólo
para desempeñar actividades remuneradas de tipo artístico, cultural, recreativo y deportivo
y no podrá exceder de 14 horas semanales.
En el artículo 35 de la Ley de Infancia y Adolescencia se habla sobre la edad mínima de
admisión al trabajo y el derecho a la protección laboral de los adolescentes autorizados para
trabajar:
La edad mínima de admisión al trabajo es los quince años. Para trabajar, los adolescentes entre los 15 y
17 años requieren la respectiva autorización expedida por el Inspector de Trabajo o, en su defecto, por el Ente
Territorial Local y gozarán de las protecciones laborales consagradas en el régimen laboral colombiano, las
normas que lo complementan, los tratados y convenios internacionales ratificados por Colombia, la
Constitución Política y los derechos y garantías consagrados en este código.
Los adolescentes autorizados para trabajar tienen derecho a la formación y especialización que los
habilite para ejercer libremente una ocupación, arte, oficio o profesión y a recibirla durante el ejercicio de su
actividad laboral.
Parágrafo. Excepcionalmente, los niños y niñas menores de 15 años podrán recibir autorización de la
Inspección de Trabajo, o en su defecto del Ente Territorial Local, para desempeñar actividades remuneradas
de tipo artístico, cultural, recreativo y deportivo. La autorización establecerá el número de horas máximas y
prescribirá las condiciones en que esta actividad debe llevarse a cabo. En ningún caso el permiso excederá las
catorce horas semanales. Colombia, Congreso Nacional de la República de Colombia (2006, 7 de noviembre),
40
“Ley 1098 del 8 de noviembre de 2006, por la cual se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia”, en
Diario Oficial, núm. 46.446, 8 de noviembre de 2006, Bogotá.
El 16 de mayo de 2008 se aprobó en Colombia la Resolución 01677, “Por la cual se señalan
las actividades consideradas como peores formas de trabajo infantil y se establece la
clasificación de actividades peligrosas y condiciones de trabajo nocivas para la salud e
integridad física o psicológica de las personas menores de 18 años de edad”. Colombia,
Ministerio de la Protección Social (2008, 19 de mayo), “Resolución número 01677 del 16 de mayo de 2008”,
en Diario Oficial, núm. 46.995, mayo 20 de 2008, Bogotá.
Niños trabajadores en el mundo
El trabajo infantil a nivel mundial ha logrado disminuir con los años, sin embargo, el
porcentaje de niños, niñas y adolescentes activos en el campo laboral aún es elevado.
“La tendencia al alza en el trabajo infantil en los años ochenta, y en particular la aparición
del fenómeno altamente visible de los niños que viven en la calle, empezó a atraer la
atención mundial y con ella, la participación de las organizaciones no gubernamentales
(ONG) y de organismos internacionales tales como la OIT y UNICEF”. (OIT, 2006, p.15).
“Más de 250 millones de niños entre los 5 y los 14 años trabajan en el mundo, de estos
entre 50 y 60 millones realizan labores peligrosas para su edad, según un informe dado a
conocer la semana pasada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”. (“Más de 60
millones de niños, trabajadores en alto riesgo”, 1999).
La cifra mundial de trabajo infantil disminuyó años después:
En 2004 había 218 millones de niños atrapados en situaciones de trabajo infantil, de los cuales 126
millones realizaban trabajos peligrosos. […] No obstante, el número de niños trabajadores disminuyó
globalmente en un 11 por ciento durante los últimos cuatro años, mientras que el número de niños que
realizan trabajos peligrosos disminuyó en un 26 por ciento. En el grupo de edad de 5 a 14 años la disminución
en la categoría de trabajos peligrosos fue incluso más drástica: 33 por ciento”. (OIT, 2006, p. xi-xiv).
Según la OIT, actualmente hay más de 200 millones de niños y niñas trabajadores en el
mundo, que realizan actividades que perjudican su desarrollo mental, físico y emocional.
Estos niños y niñas trabajan ya que sus familias dependen de ellos. La situación no es la
mejor, pues el trabajo infantil persiste aún donde ha sido declarado como ilegal. El silencio
41
y la indiferencia no han permitido que este problema se acabe. Sin embargo, la eliminación
del trabajo infantil es la meta de muchos países a largo plazo.
Las estadísticas por región presentadas en uno de los últimos documentos de la OIT
muestran que África Subsahariana tiene el porcentaje de niños trabajadores más alto de
todas las regiones. Alcanza un 26%, lo que representa cerca de 50 millones de niños.
En números absolutos, el índice más alto de niños trabajadores se encuentra en la región de
Asia y el Pacífico, con 122 millones de niños trabajadores, de 5 a 14 años de edad. En
América Latina hay solo un 5% de niños trabajadores, de 5 a 14 años de edad.
De cada 10 niños que trabajan, 7 lo hacen en el sector agrícola; el 22% trabaja en el sector
de servicios y el 9% en la industria, incluidas la minería, la construcción y la manufactura.
(OIT, “Trabajo infantil y educación-2008”, 2008).
El caso en Colombia
Desde la década de los años setenta se comenzó a hacer una investigación más profunda en
cuanto al trabajo infantil en Colombia. Diferentes trabajos y crónicas dieron cuenta de la
participación de menores de edad en distintas actividades económicas.
Ya en los noventa, se realizaron encuestas de hogares que sirvieron para registrar estudios
comparativos. Se propusieron los primeros análisis sobre la dimensión y características del
trabajo infantil:
Desde el punto de vista institucional y particularmente por la presión internacional sobre políticas y
programas relacionados con la abolición del trabajo infantil, se inicia entonces un proceso de coordinación
entre distintas instituciones, para obtener la información requerida y proponer programas de protección. Es así
como el DANE en 1992 aplicó un módulo sobre menores de 12 años de edad trabajadores y en 1996
desarrolló la Encuesta sobre Niñez y Adolescencia, con el apoyo del los Ministerios de Trabajo y Salud, el
ICBF, el DNP y la Consejería de Política Social. (ICBF, DANE, OIT, 2007, p. 10). (ICBF, DANE, OIT,
2007, p. 10).
En la presente década, con el apoyo de la OIT, se inició la medición del trabajo infantil a
nivel nacional. Se hizo la encuesta: de la Población entre 5 y 17 años en 2001 por parte del
DANE y del ICBF, y que dio inicio al Sistema de Información sobre Trabajo Infantil
(SITI).
42
En cuanto a las actualizaciones de las encuestas realizadas a los hogares:
La actualización de la información se ha asegurado mediante la aplicación de un módulo en la
Encuesta Continua de Hogares correspondiente al IV trimestre de los años 2003 y 2005 con el apoyo del
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Ministerio de la Protección Social. El contenido de las
encuestas sigue el patrón establecido por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil
(IPEC-OIT), que permite las cuantificaciones y caracterización de las tres actividades básicas que realizan los
niños, niñas y adolescentes: estudiar, oficios del hogar y trabajar. (ICBF, DANE, OIT, 2007, p. 10).
El Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) -por sus siglas
en inglés-, fue creado en 1992 por la OIT como una ofensiva contra el trabajo infantil.
Gracias a este programa, se ha podido ejecutar acciones urgentes en las regiones más
afectadas por la presencia del trabajo infantil, con el apoyo de una gran cantidad de países.
Asia, África y América Latina son los continentes más afectados.
El objetivo principal de este Programa es impulsar el proceso de eliminación del trabajo
infantil a través de acciones conjuntas con gobiernos, organizaciones de empleadores, de
trabajadores, organizaciones no gubernamentales y otros grupos sociales. En Colombia, el
IPEC comenzó acciones en 1996.
Un año antes de implantar el programa en territorio nacional, se estimaba que había
alrededor de 2‟500.000 niños entre los 5 y los 17 años que hacían parte del mundo laboral.
En 1999, las últimas cifras disponibles sobre trabajo infantil en Colombia eran de 1995, lo
que es muestra de la poca atención que se la ha dado a esta problemática en nuestro país.
Para ese entonces se calculaba que unos 2‟500.000 niños entre los 5 y los 17 años trabajan
en territorio nacional. Entre las situaciones más preocupantes para esa época, se encontraba
el uso de la fuerza laboral infantil en las zonas rurales, sobre todo de niños menores de 12
años.
“Se calcula que en nuestro país uno de cada tres niños, entre los 10 y los 12 años está
obligado a realizar labores y uno de cada cuatro menores entre los 6 y los 9 años, se dedica
a actividades secundarias. A este problema se suma la gran cantidad de menores
involucrados en el conflicto armado en Colombia, y la alta participación de menores de
edad en la guerrilla”. (“Más de 60 millones de niños trabajadores en alto riesgo”, 1999).
43
Según cifras y datos extraídos de series estadísticas de la Unicef, la OIT y de las
organizaciones no gubernamentales Global March Against Child Labour y Child Labour
Coalition, en 2004 en Colombia existían más de 1‟500.000 niños que eran explotados
laboralmente, de los cuales 1‟100.000 no estudiaban. En cuanto a América Latina y el
Caribe, para ese año había un total de 17,4 millones de víctimas del trabajo infantil.
(“Trabajo infantil, azote de pobres”, 2004).
Colombia en cifras
Miles de menores de edad han tenido que recurrir a oficios o trabajos mal remunerados
como consecuencia de la pobreza, la exclusión, la discriminación, el desempleo y el
desplazamiento en Colombia.
En el último boletín de prensa publicado por el Departamento Administrativo Nacional de
Estadísticas (DANE) sobre trabajo infantil, se habla sobre la Gran Encuesta Integrada de
Hogares en el cuarto trimestre de 2007 y que se realizó en los estratos 1 y 2, mediante
convenios suscritos entre el DANE, el Ministerio de la Protección Social y el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). (DANE, 2008, p. 1).
En esta encuesta se incluyó el Módulo de Trabajo Infantil, lo cual representó una gran
ventaja para la medición de este aspecto en cada una de las 13 principales ciudades del país.
El total de la población encuestada entre 5 y 17 años fue de 11‟358.000 personas. En el
trimestre de octubre-diciembre de 2007, la población entre 5 y 17 años de edad,
representaba aproximadamente el 26,0% de la población total del país.
La población entre 5 y 17 años de edad reportada en el cuarto trimestre de 2007 en la región
Atlántica fue de 2‟649.000 personas, en la región Oriental de 2‟060.000 personas, en la
región Central de 2‟948.000 personas, en la región Pacífica de 2‟089.000 personas, y en
Bogotá D.C. de 1‟614.000 personas.
44
Por sexo, el mayor porcentaje de la población son hombres con 51,9% y mujeres con
48.1%. En cuanto a las tasas de no asistencia a la educación formal de los hombres, en el
2003 fue de 14,4%; en el 2005 fue 12,9% y en el 2007 fue 12,0%. Las mujeres registraron
una tasa de no asistencia escolar de 11,1% en el 2003, 11,6% en el 2005 y 11,2% en el
2007. El grupo de edad donde se presenta la mayor tasa de no asistencia escolar está entre
los 12 y 17 años de edad con respecto a los años anteriores.
Entre las razones principales por las que los niños, niñas y adolescentes no asisten a la
educación formal, las mayores tasas registradas están en „Costos educativos muy altos‟ con
24,6%, seguida de „No le gusta o no le interesa estudiar‟ con 20,0%, „Considera que no está
en edad escolar‟ con 14,5% y „Necesita trabajar‟ con 6,1%.
En cuanto a la tasa de trabajo infantil, en 2003 se encontró que 1‟181.000 niños, niñas y
adolescentes entre 5 y 17 años de edad, desempeñaban actividades en la producción de
bienes y servicios con una tasa de 10,8%, 1‟000.000 en 2005 registrando una tasa de 8,9%
y 787.000 en 2007 con una tasa de 6,9%.
En la tasa de trabajo infantil por grupos de edad es más elevada entre los 15 y 17 años, con
un 27,2% en 2003, 23,0 en 2005 y 19,3 en 2007.
Dentro de las cifras en la distribución porcentual de los niños, niñas y adolescentes
trabajadores, las razones: „Le gusta trabajar para ganar su propio dinero‟, „Debe participar
en la actividad económica de la familia‟ y „Debe ayudar para los gastos de la casa‟,
representan en 2007 el 79,6% de los motivos que aducen los niños, niñas y adolescentes,
para trabajar. „El trabajo lo forma y lo hace honrado‟ y „Debe costearse el estudio‟,
participaron con el 7,1% y 5,6% respectivamente.
En los niveles de ingreso recibidos por los niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que
trabajan en 2007 el 37,6% no recibían remuneración o ganancia, el 28,0% recibió hasta la
cuarta parte de un salario mínimo, el 28,1% entre la cuarta parte y un salario mínimo, y el
5,8% más de un salario mínimo.
45
En el 2007, el 38,4% de los niños, niñas y adolescentes que trabajaban eran independientes,
el 33,0% trabajadores familiares sin remuneración, el 24,9% eran obreros o empleados y el
3,6% eran trabajadores domésticos.
El porcentaje de horas trabajadas a la semana es elevado, pues, en el rango de menos de 24
horas hay un 49,6%, seguido de 25 a 48 horas con 33,6% y más de 48 horas con 16,8%.
La gestión del DANE en la problemática del trabajo infantil fue desarrollada con este
estudio estadístico y que fue, además, componente del Programa de Información Estadística
y Monitoreo en Materia de Trabajo Infantil (SIMPOC), de la Oficina Internacional del
Trabajo (OIT), administrado por el Programa Internacional para la erradicación del trabajo
Infantil (IPEC).
Según Lida Mora, Asistente Técnica del IPEC, las encuestas de trabajo infantil se realizan
cada dos años, razón por la cual las cifras de 2009 se harán públicas a mediados de 2010.
Mora, L. (2009, 24 de julio), entrevistada por Amaya Porras, A., Bogotá.
La problemática en Bogotá
La Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) dice que, según la OIT, entre el 15
y el 20% de los niños colombianos se encuentran trabajando actualmente. “En Bogotá, 64%
son vendedores ambulantes, 17% se dedican al robo. Entres estos niños, están los hijos de
los más de 3 millones de desplazados, trabajando en agricultura, minería, flores, comercio
informal, chircales, servicios, trabajo doméstico y prostitución” (CTC, 2009, p. 1).
Según esta publicación, en el 2006 trabajaban 88.000 niños y 160.000 estaban sin escuela
en Bogotá. “No iban a estudiar por falta de recursos, o porque la escuela está lejos, o
porque sus parientes consideran la escuela como un lujo inútil o simplemente porque
debían aportar a los magros ingresos de la familia” (CTC, 2009, p. 2).
En Bogotá se puede encontrar niños de todas las edades ofreciendo productos, sus historias
de vida o sus dotes acrobáticas por todos los sectores de la ciudad. Hay malabaristas,
46
vendedores de dulces en los semáforos y los buses, obreros de pequeñas empresas que
proveen a grandes firmas, recicladores, niñas del servicio, ayudantes en las plazas de
mercado, en las esquinas vendiendo su cuerpo, entre muchos otros.
Niños, niñas y adolescentes son víctimas a diario de la pobreza y las pocas oportunidades
de trabajos dignos para sus padres. Empresas grandes y pequeñas contratan mano de obra
barata, representada muchas veces en los menores de edad y, por ende, se cree que tampoco
constituyen una obligación social y económica.
La calle es otra fuente de empleo en donde se corren riesgos de todo tipo, además, es el
lugar en donde la gente se puede dar cuenta realmente de las falencias del gobierno, el
rechazo social y las pocas oportunidades que hay.
47
Enfoque metodológico
La subjetividad, que se exterioriza a través de los recuerdos, la memoria y hasta lo que se
olvida, es la materia prima de las historias de vida. Estos relatos adquieren valor porque dan
cuenta de fenómenos sociales, gracias al análisis que hacen de las experiencias vitales y el
sentido que a estas le otorgan los individuos.
Para mantener el brillo con el que estas expresiones humanas iluminan las historias de vida,
es de vital importancia darle un componente de objetividad a todo el proceso de producción
de este trabajo de grado.
Para lograr este objetivo, fue necesario seguir un protocolo científico de investigación
social tomado de una serie de textos de carácter antropológico que presentan autores como:
Rosana Guber, Jorge Aceves, Francisco Sierra y María Teresa Anguera.
El primer paso que estos autores recomiendan tener en cuenta antes de avanzar con la
investigación, es determinar de manera concreta el problema social que se pretende
desarrollar. En este caso particular, el planteamiento de entrada quedó estructurado así: “Un
análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora”.
Después de haber establecido este planteamiento que, en adelante fue nuestra guía para no
perder el enfoque de la investigación, pasamos a la “construcción del entramado teórico que
orienta la investigación” (Aceves, 1998, p. 235) y que en este caso, gira en torno a dos temas de
fondo: el problema de los menores de edad trabajadores y la creación de identidad, como el
sello de la personalidad de los individuos y colectividades humanas.
Con esta aproximación al tema, partiendo del contenido teórico que lo integra, avanzamos a
la siguiente etapa que fue el trabajo etnográfico. Esta experiencia nos dio la posibilidad de
establecer contacto con los futuros protagonistas de las cuatro historias de vida.
48
Como trabajo etnográfico, nos basamos en lo que Rosana Guber interpreta sobre el tema:
La etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos
sociales desde la perspectiva de sus miembros entendidos como „actores‟, „agentes‟ o „sujetos sociales. […]Es
además, el conjunto de actividades que se suele designar como „trabajo de campo‟, y cuyo resultado se
emplea como evidencia para la descripción. Los fundamentos y características de esa flexibilidad o „apertura‟
radican, precisamente, en que son los actores y no el investigador, los privilegiados para expresar en palabras
y en prácticas el sentido de su vida, su cotidianidad, sus hechos extraños y su devenir. (2001, p. 12, 13, 16).
El primer menor trabajador lo encontramos en la plaza de mercado de Paloquemao, después
de haber recorrido varios sectores populares de la ciudad, como los alrededores de la
carrera séptima en el centro de Bogotá y el parque de Lourdes.
Después de este primer hallazgo, fuimos accediendo a las otras tres historias. Gracias a que
los personajes de las primeras nos permitieron establecer contacto con otros menores de
edad trabajadores y al hecho de que en los recorridos hacia los escenarios de trabajo de
campo nos encontramos con otras historias.
En esa etapa comprobamos la utilidad de la recomendación que hace Francisco Sierra de
“acceder a los sujetos de investigación por medio de sus redes sociales” (1998, p. 313), para
garantizar de entrada una disposición de los personajes a cooperar en el proceso de
investigación.
Esta estrategia nos funcionó con dos de los cuatro jóvenes, ya que accedimos a ellos por
medio de personas mayores como sus jefes y familiares que nos permitieron estar presentes
en sus hogares y lugares de trabajo sin ninguna restricción.
La única excepción de esta dinámica de trabajo la representa Daniel Flórez, el utilero del
Mexican Circus. Ya que, a pesar de haber tenido la colaboración activa de su madre durante
el proceso de investigación, el trabajo de campo en el circo lo desarrollamos de manera
clandestina, porque su feje nunca accedió a permitirnos trabajar con su empleado.
Para aproximarse a la subjetividad y a los detalles más dramáticos y emocionantes de la
vida de nuestros personajes, un solo encuentro no fue suficiente, por eso fue necesario
avanzar en un acercamiento constante y paulatino a la fuente.
49
Así lo ratifica la investigadora María Teresa Anguera (1978, p. 37) cuando explica que “En la
observación de una sola secuencia, nunca podrá llegar a conocerse un sistema socio cultural
determinado, el comportamiento y la interpretación subjetiva de un individuo”.
De esta manera, establecimos un promedio de cinco encuentros con cada uno de los cuatro
menores, para garantizar que a medida que aumentaran los encuentros, fuera posible
establecer un grado de confianza y complicidad que facilitara la disposición de los niños a
compartir sus experiencias.
La guía metodológica que estuvo presente desde el primer contacto con los sujetos de
investigación, fue la observación participante que Rosana Guber cataloga como la
herramienta más eficaz y menos invasiva para aproximarse a un fenómeno social desde dos
ángulos diferentes pero complementarios: la observación y la participación (Guber, 2001, p.
56).
Participar implica hacer parte de la población que se estudia, por medio de la intervención
activa en sus actividades cotidianas. Este método permite comprender la sociedad desde
adentro, partiendo de las experiencias compartidas.
Por su parte, la observación deja al investigador como un agente externo a la sociedad que
se mantiene vigilante, porque se preocupa en hacer un registro detallado de todo lo que
captan sus sentidos.
Rosana Guber recomienda, combinar estas dos estrategias de análisis para lograr un grado
considerable de comprensión del fenómeno social. De este modo es posible avanzar en la
observación para tener más elementos que faciliten la participación y viceversa. (Guber, 2001,
p. 57).
También deja claro que “el único medio para acceder a los significados que los sujetos
negocian e intercambian es la vivencia” que permite experimentar de manera personal la
realidad que el investigador está interesado en interpretar (Guber, 2001, p. 60).
50
El caso más característico de observación con un alto componente de participación activa
en nuestro trabajo de campo lo representa Diego Perdomo, el vendedor de papa en la plaza
de Paloquemao.
Después de haber establecido un primer contacto, optamos por compartir una jornada
laboral con él. Adoptamos esta estrategia porque nos dimos cuenta de que Diego cambiaba
su actitud cuando se sentía observado, y al trabajar a su lado era más fácil conocerlo sin
interrumpir su trabajo.
Otro componente de la observación que aplicamos en nuestro trabajo de campo fue la
neutralidad. Esta postura pretende “estudiar el comportamiento de los individuos en
circunstancias de la vida cotidiana” (Anguera, 1978, p. 48), buscando siempre que la presencia
del investigador no altere la naturalidad propia de estos espacios.
Los primeros encuentros con cada uno de los cuatro menores constituyeron una
observación exploratoria o preliminar que nos permitió ir perfilando “las categorías de
análisis sobre las que se ordenan todas las observaciones relevantes” (Anguera, 1978, p. 45), y
que encierran los aspectos más representativos de la vida de los menores.
A medida que avanzaba el trabajo de campo, estas categorías se fueron replanteando. Lo
primero que hicimos fue establecer un marco general de preguntas que respondían a cada
aspecto de la vida de los cuatro menores. Después establecimos interrogantes más
concretos, adaptados a la realidad de cada menor en particular.
Esta estructuración clara y definida de los diferentes aspectos de la vida de los menores en
categorías de análisis, y la determinación de las preguntas concretas que quedaban por
resolver para los encuentros posteriores, permitió que avanzáramos a una etapa de
observación definitiva que nos permitió aclarar las dudas que habían surgido en el camino.
Además de las categorías de análisis, el segundo aspecto que consideramos importante
durante el trabajo de campo, fue el registro de la información que se percibimos en las
jornadas de observación participante. Desarrollar esta recopilación de manera estratégica,
51
nos permitió empaparnos de una gran cantidad de información sin alterar la naturalidad y
espontaneidad de los encuentros.
Para lograrlo, la primera recomendación que aplicamos fue tomar nota de las observaciones
en el tiempo y lugar en el que estaban sucediendo. Según María Teresa Anguera, esta
estrategia permite “conseguir un mínimo de distorsión de la memoria al evitar datos
retrospectivos”. (Anguera, 1978, p. 38).
Cuando no fue posible registrar la información de inmediato, -ya que al hacerlo le
restaríamos naturalidad a nuestra participación y perderíamos aspectos significativos por
concentrarnos en la libreta de apuntes-, anotamos palabras claves para tener la garantía de
que no dejaríamos pasar aspectos significativos que anotamos en pocos segundos.
Otra estrategia que aplicamos para garantizar el abastecimiento de información completa y
objetiva, fue el uso de varios medios para registrar la observación. Así, recurrimos a la
cámara fotográfica, el video y la grabadora de voz, para que, con el apoyo de la
información registrada en la libreta, se configurara un espectro de información visual,
sonora y gestual que ampliaría nuestro horizonte de comprensión (Anguera, 1978, p. 45).
El hecho de ser dos observadoras fue una gran ventaja, ya que tuvimos la posibilidad de
captar las mismas situaciones de manera simultánea pero desde diferentes enfoques. De
este modo, repartirnos los roles, para que una de nosotras se encargara de observar,
mientras que la otra participaba en las actividades cotidianas del personaje.
En la aplicación de esta estrategia, siempre buscamos la manera de alternar nuestro papel
como investigadoras, para que las dos tuviéramos la posibilidad de analizar la realidad
desde estos dos ángulos diferentes.
Después de este proceso de observación, recomienda que cada observador haga “sus
informes de manera independiente, de tal manera que después puedan ser comparados”. En
nuestro caso, los primeros informes de cada visita fueron los diarios de campo, en los que
52
registramos inmediatamente después de los encuentros, toda la información en orden
cronológico. (Anguera, 1978, p. 47).
Fue importante hacer estos documentos al final de cada jornada porque, “ese es el momento
en el que se recuerdan con mayor claridad y detalles los aspectos significativos que no
quedaron registrados en la libreta o que se anotaron de manera escueta” (Anguera, 1978, p.
49).
En el trabajo que realizamos con Diego Perdomo y Solange Valencia, el diario de campo
fue una herramienta que no utilizamos, debido a que esta forma de recolección de
información la tuvimos en cuenta después de haber leído sobre su utilidad. En estos dos
encuentros realizamos anotaciones sobre los personajes, mas no llevamos el orden de un
diario y por esta razón decidimos no incluirlo en los anexos.
Después de haber compartido con los cuatro jóvenes un promedio de cinco encuentros que
nos permitieron establecer lazos de confianza y familiaridad “que es la condición sine cua
non que requiere toda comunicación interpersonal” (Sierra, 1998, p. 325) el siguiente paso fue
la entrevista cualitativa en profundidad.
Utilizamos esta herramienta de trabajo etnográfico, después de la observación con el
objetivo de resolver dudas que habían surgido durante las anteriores salidas de campo y
ampliar el grado de comprensión de las historias de vida.
Es cualitativa porque se desenvuelve como una conversación amena entre un grupo de
amigos, sin perder de vista los aspectos técnicos que requiere la entrevista para que sea
efectiva. Y se enfoca en la profundidad, porque busca ante todo investigar “la vida,
experiencias, ideas, valores y estructura simbólica del entrevistado” (Sierra, 1998, p. 299).
De entrada, le garantizamos a los entrevistados que no revelaríamos sus identidades, porque
al hacerlo pondríamos en peligro su bienestar, especialmente por el hecho de ser menores
de edad.
53
Al poner en evidencia esta actividad, habríamos corrido el riesgo de poner en peligro su
estabilidad laboral, y aunque esta actividad es reprochable, el rol que nos correspondía era
el de investigar, no de informar.
Para que la entrevista fuera productiva y su continuidad no se viera alterada por
interrupciones, siempre buscamos desarrollarlas en el tiempo libre de los menores. Debido
a que en esos instantes el niño está más liberado de las tensiones propias del trabajo, ya que
“el habla está mediada por la razón productiva, no libidinal” (Sierra, 1998, p. 315).
También fue de vital importancia buscar lugares que fueran cómodos, acogedores y
familiares para los entrevistados con el objetivo de favorecer el ambiente de confianza
durante la conversación. Cuando no fue posible hacer las entrevistas en el domicilio de los
menores porque ese no era el ambiente más cómodo para ellos, optamos por lugares
relacionados con sus aficiones y gustos personales.
Sierra (1998, p. 317) destaca la importancia de negar el rol de investigadores, en beneficio de
la espontaneidad. Por eso procuramos que la entrevista fluyera con la naturalidad que tiene
una conversación entre amigos.
Para lograr este clima de comodidad y confianza, evitamos los lenguajes especializados y
por el contrario, formulamos las preguntas en un lenguaje coloquial en beneficio de la
mutua comprensión. También ubicamos la grabadora de voz en lugares aislados, para evitar
el nerviosismo que siente la gente cuando es consciente de que está hablando frente a una
cámara o un micrófono.
La base para formular estas preguntas, surgió de una guía temática de las entrevistas en las
que estructuramos los tópicos generales sobre los que nos interesaba establecer el dialogo.
Esta guía no la utilizamos como una lista de preguntas que subrayamos después de haberlas
formulado, sino como una hoja de ruta que marcó el orden de la entrevista.
Más allá de buscar información concreta sobre la vida de los menores, que por lo demás ya
teníamos gracias a los primeros encuentros, esta etapa de la investigación buscó que los
54
entrevistados “exteriorizaran su subjetividad, hablando de lo que piensan, sienten y
recuerdan” (Sierra, 1998, p. 321) de las experiencias que han tenido que vivir por el hecho de
trabajar a tan temprana edad.
Para lograrlo el requisito fundamental, fue generar empatía, que “es la capacidad de
comprender la situación total del desarrollo de la conversación desde el punto de vista del
otro” (Sierra, 1998, p. 330) para evitar juzgar y formular juicios de valor sobre las acciones del
entrevistado.
Con toda la información que conseguimos gracias a la observación participante y la
entrevista cualitativa, empezamos a construir las fichas de análisis, que se estructuraron de
acuerdo a las categorías de análisis que contenían diferentes esferas de la vida de los
menores.
El contenido de estas fichas de análisis surgió de los diarios de campo que cada una de
nosotras fue construyendo luego de cada encuentro, y que comparamos para plasmarlos en
las presentes fichas.
La etapa final del trabajo de grado fue el proceso de escritura de las crónicas, que servirían
como una representación estética y creativa de la identidad, que caracteriza a los cuatro
jóvenes que compartieron con nosotras sus experiencias vitales.
La crónica, que viene del griego cronos o tiempo, nació como una técnica literaria “en
virtud de la cual el cronista relata los hechos históricos, según un orden temporal” (Martín,
2008, p. 123). Los primeros ejemplos de estos ejercicios literarios lo representan las
crónicas que escribieron los monjes europeos en el siglo V para narrar el origen de sus
países o de las familias más notables de la época.
Como género periodístico, la crónica se presenta como una “información interpretativa y
valorativa de hechos noticiosos actuales, donde se narra algo, al tiempo que se juzga lo
narrado” (Martín, 1973, p. 128). Ese permiso que da la crónica para interpretar la información
55
que el periodista tiene a su disposición, fue la que nos motivó a escoger este género para
plasmar las identidades híbridas que surgen de las experiencias vitales de los menores de
edad trabajadores.
Hay otros dos aspectos esenciales que nos hicieron pensar en la crónica como el estilo
narrativo más adecuado para el trabajo de grado. El primero de ellos es el lenguaje lírico y
casi poético con el que el periodista tiene la posibilidad de darle calidad estética y narrativa
al texto para alejarlo de la frivolidad que caracteriza a las noticias.
El segundo elemento, es la minuciosa recreación de cada detalle que hay en los personajes
y los escenarios en los que se desenvuelven los protagonistas de las historias y que Gay
Talese describe de la siguiente manera: “Siempre procuro percibir visualmente lo que voy a
escribir: veo escenarios, personajes, grupos de personas, como en una película de Fellini”
(Talese, citado en Samper, 2004).
Para avanzar en el proceso de producción de las crónicas, desde el trabajo de campo, hasta
la escritura, tomamos como referencia las pautas que Alberto Salcedo y Daniel Samper
ofrecen para garantizar que este trabajo se pueda llevar a feliz término.
Para el trabajo de campo, Salcedo sugiere una investigación preliminar del tema que se
pretende plasmar en la crónica, porque considera que así “es posible acumular
conocimientos que permiten explorar mejor a los personajes y desenvolverse en el entorno”
(Salcedo, 2005, p. 93).
De esta etapa, también destaca la importancia de observar de manera minuciosa, y
procurando ver más allá de lo aparente, para así tener las herramientas suficientes para
“describir a los personajes y los espacios en los que se desenvuelven” (Salcedo, 2005, p. 94).
Al igual que en el trabajo de campo de la investigación antropológica, desde el periodismo
es necesario tener la capacidad de sumergirse en el entorno de los personajes el mayor
tiempo posible. Esta inmersión ofrece las herramientas necesarias para entender a los
personajes y recrearlos de manera adecuada en la crónica.
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Con la entrevista ocurre lo mismo, tal como lo recomienda la entrevista cualitativa de la
antropología, “muchos reporteros recomiendan darle un tratamiento menos formal y más
cercano a la conversación, a fin de que los personajes se relajen y entreguen información de
calidad” (Salcedo, 2005, p. 94).
Después del trabajo de campo avanzamos en el proceso de redacción de las crónicas, en el
que determinamos primero el eje central o conflicto alrededor del cual se iban a desarrollar
las historias. Luego, los subtemas que se iban a tratar a medida que avanzara el relato.
Con este esquema listo, la siguiente preocupación se concentró en el párrafo de entrada
“que es la clave para enganchar al lector y motivarlo a continuar con la lectura” (Samper,
2004, p. 34) y para el que Daniel Samper sugiere responder no todas, sino algunas de las
preguntas más importantes que enfrenta el relato.
Después de haber escrito las crónicas, siguiendo el orden de los temas que se había
establecido previamente en el esquema, fue necesario separar las distintas secuencias del
material para así mantener los cambios temáticos por medio de intertítulos (Samper, 2004, p.
34). Esto ayuda a tener una lectura más fluida y menos farragosa del texto.
El último paso fue concentrar nuestra atención en la construcción del final, que tenía que
ser tan atractivo como el lead, para mantener la atención del lector desde el comienzo hasta
este punto.
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Capítulo 1
Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías
Cinco cuadras separan la estación Patio Bonito de TransMilenio de la chatarrería de don
Martín. Cinco cuadras destapadas y polvorientas que recorren amas de casa, trabajadores
rasos y estudiantes, mientras se aferran a sus objetos personales para no dejarlos al alcance
de los ladrones que acechan en la Avenida Ciudad de Cali.
Después de coronar este trayecto convulsionado de ventas callejeras, sonidos urbanos,
olores a fritanga y escombros en las esquinas, se puede ver un local oscuro y desordenado.
Ahí está sentado don Martín, con su sonrisa bonachona y una cerveza en la mano. “Este
negocio se mueve solo, lo levanté sin inversión y no da pérdidas” comenta alegre, mientras
bebe un sorbo.
Pero si se mira bien, se puede notar que este negocio no se mueve solo. A sus espaldas, en
medio de la penumbra, una pequeña figura morena y de contextura gruesa, lucha con todas
sus fuerzas para desdoblar las oxidadas y viejas varillas que están alrededor suyo. Se trata
de Fernando Ávila, un campesino de 16 años, que desde hace un mes pasa días enteros
dándole forma a la chatarra que invade el local.
“Yo quisiera hablar de mi deporte -dice sorpresivamente-, para que la gente vea lo que he
logrado gracias al ciclismo, y se dé cuenta de que yo quiero salir adelante, pero que todo
esto quede grabado, sí, una grabación” confiesa Fernando con emoción.
Pero el repertorio ranchero con el que Albenis Yepes, más conocido como el „Gorrión de
América‟, está inaugurando el supermercado contiguo a la chatarrería, ahoga la posibilidad
de sostener una conversación fluida con Fernando.
Alrededor de esta cuadra, del barrio El Amparo, se respira un ambiente festivo; taxis de
diferentes empresas, carros engallados y camiones que traen comida de la plaza
permanecen estacionados, mientras tanto, sus conductores matan el tiempo al ritmo de
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cerveza y música popular. Sobre el andén, algunos niños del vecindario corren con sus
triciclos y bicicletas. Otros permanecen sentados jugando con muñecas desnudas y
maltrechas.
Una hora después, una pausa del „Gorrión de América‟ hace posible escuchar el acento
provinciano, lleno de palabras sin „S‟ y de frases incompletas que caracterizan a Fernando.
“Me parece aburrido este trabajo, pero si me quedo en la casa sin hacer nada, dirán que soy
perezoso. Por eso, pa‟ mí es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Así, cuando a uno se le
dañe la bicicleta tiene pa‟ arreglarla y si un amigo necesita plata, uno puede prestarle”.
Fernando se quita los guantes sucios que protegen sus manos del contacto con la chatarra,
pasa el brazo derecho sobre su frente para limpiar las gotas de sudor que impregnan su piel,
y sacude con fuerza otra varilla antes de pasarla por el rudimentario añillo metálico que la
endereza.
Aunque es evidente que su vocación está lejos de trabajar con chatarra, se muestra
agradecido porque los cinco mil pesos diarios que recibe después de seis horas de trabajo,
la comida y el afecto que le demuestra la familia de su feje, le han permitido mantenerse en
Bogotá.
“A mí me gusta la gente de esta ciudad, porque siempre ayuda a los demás y es muy
amigable. En cambio en Putumayo las personas mantienen peleando y como mi mamá me
trataba muy mal, eso era como estar en la guerra, mientras que aquí siento que vivo en
paz.”
De raspachín a guerrillero
Fernando permaneció sus primeros catorce años de vida en José María, un municipio de
veinte familias ubicado a media hora de Mocoa, en el departamento de Putumayo. Allá
aprendió a trabajar desde los ocho años, vivió en carne propia la amenaza de los grupos
guerrilleros y el rechazo de su mamá que se sentía frustrada por haber tenido un hijo varón.
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“Cuando yo estudiaba, mi mamá me botaba los cuadernos al piso, ella me trataba mal y no
le importaba que yo no fuera a la escuela, en cambio sí se preocupaba por mis hermanas.
Por eso yo me desanimé y estudié hasta segundo de primaria. De esa época sólo me
acuerdo del uniforme que era pantalón azul, camisa blanca y zapatos negros, no me acuerdo
de más nada”.
Cuando las ofensas de su madre se hicieron más frecuentes que de costumbre, a Fernando
lo reconfortaba el apoyo de su padre, con quién empezó a trabajar desde los ocho años en
las plantaciones de coca que cubrían una extensión considerable de su finca.
“Mi papá me enseñó a raspar la hoja de coca con los dedos, y nos pagaban cuatro mil pesos
por cada arroba acumulada. Después de un tiempo, yo tenía que hacer el hueco pa‟ sembrar
la mata y ese negocio quedó para mí”.
La inseguridad que deben enfrentar a diario quienes se arriesgan a trabajar como
raspachines, llevó a que Fernando reemplazara los cultivos de coca por el timón de una
pequeña lancha que su papá le arrendó para que transportara gente y alimentos de un lado al
otro del río Putumayo.
“Yo me iba a un puerto cercano, recogía gente y pequeñas cargas de maíz y plátano que los
campesinos llevaban para vender en el pueblo. Por eso me ganaba mucha plata, cien mil
pesos al día, porque muchas personas necesitaban ese servicio y a veces, hasta se quedaban
por fuera porque no había cupo”, relata emocionado.
La satisfacción de estar en contacto con los amigos y conocidos que a diario se valían de su
pequeño bote, y el bienestar que recuerda haberle brindado a su familia con esta labor, se
fueron con la corriente después de ocho meses, por cuenta de la vigilancia de la guerrilla de
las FARC, que había prohibido la circulación de botes entre las cinco de la tarde y las seis
de la mañana.
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“Un día yo bajaba por el río y me lo quitaron porque eran las siete de la noche, pero ellos
no entendían que yo estaba varado y no podía bajar más temprano, eso no fue culpa mía”.
Con el tiempo, Fernando tuvo que aprender a vivir cerca de este grupo insurgente que,
durante varios años, hostigó sus espacios más íntimos, hasta el punto de privarlo de la
libertad. La única alternativa que le quedó a su familia, fue someterse a la voluntad de los
milicianos para poder sobrevivir, con el miedo latente de perder la vida en medio de una
guerra que no eligieron enfrentar.
“Casi a cuatro horas de la finca había cambuches de las FARC, en mi casa se quedaron solo
una vez. Ese día mataron una gallina y nosotros les preparamos la comida, después se
fueron a bañar, extendieron los uniformes y antes de acomodarse para dormir en la sala,
dejaron limpios sus fusiles.
A Fernando lo invadió el temor de que el grupo armado lo incluyera en sus filas, sin
embargo, los milicianos no lo intentaron. “Para esa época, ellos no me llevaron porque
estaba mi papá y yo era muy chiquito. Sí lo hicieron cuando ya crecí un poquito, a los
quince años.” Detalla Fernando. “Ese día yo estaba trayendo un veneno que me había
encargado mi papá para los cultivos, cuando sentí que alguien me estaba jalando, era José
Moreno, el amante de mi mamá que me llevó para el frente 32”.
Ya dentro del grupo insurgente, Fernando recuerda haber pasado por una serie de pruebas
físicas que era necesario superar como parte del entrenamiento que le imponía este frente.
“Me hacían pasar por una cuerda de un extremo al otro del río, con el miedo de que si me
demoraba más de la cuenta, me botaban al río o me daban pata por eso.”
Después de una semana, atestada de pruebas físicas y maltrato, le llegó la temida hora de
recibir su dotación: un revolver y una granada, que se convirtieron en tormentosa compañía
durante interminables caminatas nocturnas de hasta diez horas, dentro de la selva.
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Tras esos largos recorridos, el grupo llegaba a dormir en angostos toldillos, que por lo
descubiertos eran despiadados con quienes los usaban para descansar. “Nosotros nos
acostábamos entre diez y once de la noche porque teníamos que guardiar un buen rato. A
veces me dejaban vigilando toda la noche, y si uno se dormía lo obligaban a cargar unos
200 palos de leña que después tenía que arrumar y cortar para hacer de comer”.
El temor más fuerte que angustiaba a Fernando cuando estaba en la guerrilla, era manipular
armas, y sobre todo que se le explotara una granada en la mano a causa de su inexperiencia
para usarlas. Recuerda que un día, en cuestión de segundos y sin haber tenido tiempo para
pensarlo, se vio involucrado en un combate contra el ejército en la vereda El Rosal.
“Con el revólver me tocó disparar dos veces, le disparé a un soldado y le herí una mano,
pero una sola vez y después sentí miedo. Yo apenas pillé el soldado quería entregarme y no
lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo quería desertar. Por ratos quería volarme,
tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y escaparme”.
Después de dos meses de maltrato y presión sicológica que soportó en silencio, ya que
cualquier queja le habría costado la vida, Fernando recuerda con satisfacción que logró
volver a su casa luego de que su papá le pagó a la guerrilla el millón de pesos que costaba
su libertad.
“Allá uno siente como si estuviera secuestrado, sufrí mucho maltrato, porque si uno no
cumple con lo que ellos piden, lo castigan, y uno no puede estar tranquilo porque todo el
tiempo tiene que apurarse para ir a volear trocha. Por eso, cuando vi a mi papá lloré de la
emoción porque con él yo trabajaba honradamente y éramos felices”.
Mientras sujeta otra varilla para devolverle su erguida forma original, el cuerpo de
Fernando se transforma: sus manos se estiran como si fueran de caucho, las venas de los
brazos se acentúan y remata con un gesto de furia que demuestra la fuerza magistral que
requiere el oficio.
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“Por las tardes termino muy cansado, con dolor de espalda y me voy a la casa de mi amigo
Diego Torres. Él es ciclista como yo, y me está dando posada en su casa. Yo le colaboro
con algo de la plata que me da Martín, pero allá no tengo cama, tengo que acomodar los
cojines de la sala para dormir, porque como él vive con los papás y los hermanos, ese es el
único espacio que queda para mí”.
“Mi papá era morenito, delgadito… y se reía todo el tiempo”
Si Fernando estuviera viviendo junto a su papá en el Putumayo, tal vez estaría buscando
algún trabajo que le permitiera sobrevivir al lado de su familia, pero el 24 de febrero de
2007 su destino cambió de manera irremediable.
“Ese día mi papá se fue a sembrar maíz y yo estaba en el río trabajando, después de que
terminé mis cosas me fui a una fiesta, y allá me contaron que habían matado a mi papá y
que lo tenían en otra vereda. Cuando llegué a ese lugar y lo vi así, me puse muy triste
porque yo sé que si mi papá hubiera quedado vivo me habría dado lo mejor, y me habría
hecho entrenar para cada carrera, pero ese momento nunca llegó”.
Las versiones de los habitantes de José María de Putumayo y de miembros de la guerrilla
que opera en el municipio, confirmaron las sospechas que tenía Fernando de que su mamá
había ordenado la muerte de Abel Ávila, su padre. La razón del asesinato, resume
Fernando, era la necesidad que tenía su mamá de apropiarse de la finca para compartirla
con un antiguo peón de la familia, que pasó a convertirse en su compañero sentimental.
“Una semana después de que se murió mi papá, yo regresé a la finca y mi mamá ya estaba
viviendo con su amante. Apenas mi hermana mayor me vio, me dio un machetazo en la
mejilla y me dijo que me fuera porque el amante de mi mamá me estaba buscando para
matarme, por eso yo tuve que salir corriendo y me escapé por el río.”
Con los malos recuerdos y las cicatrices que el conflicto armado y familiar dejó a su paso,
Fernando se fue al municipio de Pradera, en el departamento del Valle, con la esperanza de
un futuro más amable. Allí fue recibido por su tía, Esmeralda Ávila.
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“Aunque vivían pobremente, eran muy buenas personas. Además me dejaron trabajar en
construcción con mi tía, pero no aprendí nada porque yo sólo bajaba los ladrillos y los
acomodaba”.
En una tarde de descanso, en la que Fernando aprovechó para tomar el sol sentado sobre el
andén de la casa de su tía, vio a un grupo de jóvenes que avanzaban desenfrenados en sus
bicicletas luchando por el primer lugar de una competencia de barrio.
Ese día nació su amor por el ciclismo, una afición que lo animó a reservar cincuenta mil
pesos de su trabajo para comprar la bicicleta con la que, después de una semana de
entrenamiento, ganó su primera competencia aficionada.
Sus sueños avanzan sobre ruedas
Después de un año de combinar su trabajo como auxiliar de construcción con
emocionantes tardes de entrenamiento por las calles de Pradera, su tío Alcidiades Ávila,
padre del reconocido ciclista Edwin Ávila, se llevó a Fernando a Bogotá con la promesa de
apoyarlo para que empezara a entrenar en la liga de la capital.
Edwin Ávila
Fernando se sienta sobre un viejo repuesto de carro y, con sus enormes y maltratadas
manos, sujeta una botella de gaseosa y una barra de ponqué. En medio de este instante de
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descanso, describe hasta los más pequeños detalles del deporte que le devolvió las ganas de
vivir. Cuenta que sueña con llegar a ser el mejor y por eso no ve la hora de brillar como
ciclista para que sus familiares y cómplices de carreras admiren sus hazañas.
“Todas las mañanas, antes de salir a trabajar, entreno en la casa de mi amigo Diego, hago
estiración de brazos, flexiones de pecho, rodillos en mi bicicleta, y todo lo que mi primo
Edwin hace para ver si algún día puedo llegar a ser tan bueno como es él en la pista, porque
lo mío es ser pistero”.
Fernando cuenta que entrenó un tiempo en la liga de Bogotá, gracias a la bicicleta
profesional que le regaló su primo, y explica que gracias a ese regalo, su registro de
competencias ganadas alcanzó a superar las cien.
Aunque su familia desmiente la magnitud de sus triunfos que, según ellos, se limitan a
competencias de barrio, Fernando agrega con total seguridad que después de triunfar en
Bogotá, su siguiente destino fue Italia, donde participó en una prueba contrarreloj de
ciclismo bajo techo. Afirma que no recuerda los detalles del viaje porque pasó del
aeropuerto a la pista.
De esta experiencia solo le queda un par de medias de la selección capitalina; el uniforme y
la bicicleta, los cambió por comida y un celular. Por eso trabaja todos los días en la
chatarrería, persiguiendo la ilusión de recuperar la bicicleta que, según cuenta, le ha
permitido mantenerse alejado de los vicios. Fernando se siente orgulloso de trabajar, porque
piensa que los consejos que le alcanzó a dar su papá, mientras compartieron jornadas de
trabajo en los cultivos de coca, le han servido para valerse por sí mismo. “Mi papá decía:
“Yo quiero que a usted en un trabajo nunca le dé pereza, que haga con ganas lo que le
pidan, para que salga adelante solo y algún día llegue a tener lo que usted quiere‟”.
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Capítulo 2
Una risa apagada en el Mexican Circus
Desde hace tres meses, Daniel Flórez sale de su casa en el barrio El Paraíso en Ciudad
Bolívar a las 12 del día. Antes de irse al paradero del bus, se despide de su mamá, sus dos
hermanas y su sobrina después de un almuerzo que es en realidad el desayuno. Al cerrar la
puerta, asegura que llegará temprano si John Freddy no lo hace quedar para recoger todo el
desorden después del show.
El recorrido desde la casa de Daniel hasta el barrio Alfonso López, donde se encuentra
instalada la carpa del Mexican Circus, dura aproximadamente dos horas. En el Portal del
Tunal de TransMilenio toma un bus que lo llevará al Portal de Usme. Cuando tiene suerte,
logra viajar gratis filtrándose entre la gente, gracias a su menuda contextura que no se
equipara a los 14 años que tiene. Lo han atrapado en más de una ocasión, razón por la cual
se volvió sospechoso para los guardias del sistema de transporte.
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Mientras Daniel camina las dos cuadras que separan el paradero de bus de la carpa del
circo, niños de todas las edades salen a jugar por las cuadras del barrio. Dos niños de
aproximadamente 10 años dan vueltas por las calles en una motoneta verde militar; un
pequeño de 2 años en pañales observa con curiosidad en la puerta de su casa cómo un perro
french poodle escarba desperdicios de una bolsa rota de basura; otros tres juegan a mirarse
sin parpadear. Ese sábado la cuadra se había convertido por unos instantes en una pequeña
ciudad infantil, donde Daniel parecía ser el único niño al que le llegaba la hora de trabajar.
“Bienvenido mi querido público de mil pesos”
El Mexican Circus es un pequeño circo que transita por diferentes zonas del sur de la
ciudad. Su propietario, John Freddy Gómez, lleva toda su vida trabajando en él. Cuando
pequeño fue trapecista, pero tras la muerte de su padre pasó a encargarse de la organización
y animación de cada espectáculo. Su personalidad ruda y poco afable hace que los demás
integrantes del circo, incluso sus hijos, se sientan intimidados antes de entrar en escena.
Los miembros del elenco son en su mayoría familiares de John Freddy, todos niños y
jóvenes que no superan los 20 años, a excepción de Rodolfo, el tío trapecista de Daniel que
ya supera los 30. La única integrante de la familia que no hace parte del espectáculo es
Rosa, la esposa de John Freddy, quien durante mucho tiempo fue la encargada del show de
magia, pero con los años pasó a ser una asistente más en la entrada de la carpa. Para no
hastiarse mientras espera que la gente entre, ahora vende crispetas con gaseosa y manzanas
que fueron acarameladas en la cocina de su casa.
Dentro de la carpa del circo los niños se dividen en dos grupos: los espectadores que ríen
junto a sus familiares y los que trabajaban para que ellos se divirtieran. Daniel es uno de
estos últimos, y aunque su labor en el Mexican Circus no es la de trapecista como su tío
Rodolfo le había prometido, al final del show se disfraza de Barney y comienza a jugar y a
bailar con los invitados al escenario. El niño ensimismado durante la mayor parte del
espectáculo, cambia por unos minutos, transformándose en un enorme dinosaurio morado
que actúa al son de la música que emana de una grabadora.
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Daniel sabe que para ser trapecista debe prepararse y mientras lo hace, barre y trapea el
piso antes de cada función y maneja el foco de luz que ilumina a los actores. Mientras está
todo listo para que la gente se acomode en las gradas, se pasea de un lado para otro mirando
qué puede faltar, al tiempo que tararea las canciones que John Freddy va alternando en el
DVD. Cuando empieza el espectáculo, la responsabilidad de Daniel se centra en enfocar la
luz a los acróbatas o payasos. Las dos horas del show las vive de forma diferente a los
demás niños. Su mirada se concentra en cada acto, pero no se ve impresionado por lo que
está viendo en escena. “Las atracciones del circo ya poco me causan gracia”, dice.
El repertorio del show es invariable: La voz de John Freddy brota tras bambalinas dando la
bienvenida a Spiderman, el acróbata de las alturas. Luego varía para presentar, con efectos
jocosos a Yolima, la dama mágica de América. A continuación, salen a escena los payasos
Rosquítar y Pecuequita, seguido del show de Las telas rusas, luego el de Los locos
acrobáticos y Brigitte, la danzadora en el aire. Para cerrar la función, Sara, la hija menor
de John Freddy, de once años, muestra su habilidad con quince aros que giran por todo su
cuerpo sin caerse.
Durante los descansos que hay entre cada presentación, Daniel vende dulces y juguetes
luminosos. Al final deja todo organizado después de la última función, que termina a las
10:30 de la noche. Las dos personas con las que más comparte durante su labor son su tío
Rodolfo y Carlos, uno de los hijos de John Freddy, encargado del show de las telas rusas.
“Mi tío es buena gente, pero es mentiroso. Me trajo al circo convencido de que yo sería
parte del show de saltos, pero después de tres meses todavía sigo haciendo aseo y
vendiendo vainas”.
Los trabajos varios de Daniel
Antes de entrar al circo, Daniel tuvo su primera experiencia laboral a los 12 años, en un
puesto de papa. Allí se encargaba de distribuir bultos en las diferentes tiendas del barrio con
la ayuda de un vehículo de tracción animal que él mismo manejaba. Por cada fardo recibía
600 pesos, y en total alcanzaba a recoger 8.000 pesos diarios y 10.000 cuando recibía
propina de los dueños de los asaderos. Al circo entró por influencia de su tío Rodolfo, quien
al igual que él empezó trabajar desde muy niño.
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La vida laboral de Rodolfo comenzó a los 10 años alimentando a los animales en varios
circos del país. En ese entonces, vivía con unos tíos maternos que no velaban de lleno por
su bienestar. Poco a poco fue ganando experiencia y se convirtió en parte del show con sus
presentaciones como saltimbanqui, labor que ahora desempeña en el Mexican Circus.
Fuera del trabajo en el circo, Rodolfo hace tatuajes de henna en las calles. Daniel se
encarga de ofrecerles a los transeúntes dibujos de tribales o dragones con una mezcla
natural que permite tener una bonita imagen por varios meses en la piel. “Mi tío me regaló
un tatuaje una vez. Me hizo un dragón en la espalda una chimba. Me duró un poco de
tiempo”.
La historia de Rodolfo con Daniel sucedió primero con Johan. Antes de que su hermano
menor empezara a trabajar en el Mexican Circus, él lo hizo con su tío en circos de otras
ciudades. Rodolfo convirtió a su sobrino en el errante que él siempre ha sido; comenzó a
controlar el dinero que él ganaba en los circos de los pueblos, hasta que al final, María
Sabina, tuvo que mandarle plata a su hijo para que se devolviera.
Años después, Rodolfo comenzó a fijar sus intereses económicos por los lados de Daniel.
Parece ser que ve en sus sobrinos unas pequeñas minas de oro que le consiguen plata para
vivir, comer y no trabajar tanto. “Un día me fui con mi tío para Villavicencio con la idea de
trabajar en otro circo. Eso creía yo, pues me engañó y me hizo disfrazar de mimo en las
calles para pegarle stickers a la gente. Lo que él quería era que yo llevara todas las noches
plata para el hotel y la comida. Lo estaba manteniendo y a la esposa también”.
Engañar a sus sobrinos con falsos trabajos parece ser costumbre de Rodolfo. María Sabina,
su hermana, cuenta que hasta hace tres años su hermano volvió a aparecer, después de siete
años sin noticias suyas. Cuando se reencontró de nuevo con su familia, aseguró que estuvo
recorriendo todo el país con diferentes circos. Poco a poco, el tío artista le fue contagiando
el gusto por las artes circenses no solo a los más pequeños, también a don Augusto, su papá
que tiene actualmente 63 años y con quien trabajó por más de un año de mimo en las calles
de Bogotá.
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Daniel asegura que el trabajo como mimo era bueno, pues en un día lograba recoger 20.000
pesos. Pero ese dinero siempre resultaba en otras manos. “Cuando me hacía más de 20.000,
me tocaba darle a mi tío 15.000 para el hotel, 8.000 para comer y para llamar, y así se me
iba la plata. Me quedó debiendo como 27.000 pesos”. Por su trabajo en el circo, en un fin
de semana le pagan la misma cantidad o un poco más, dependiendo qué tan robusta sea la
taquilla. No importa si a veces la suma es inferior, con tal de aportar algo en su casa para
comprar comida y para sus gastos personales.
Rodolfo siempre logra salirse con la suya, ya que su hermana María Sabina (mamá de
Daniel), permite que sus hijos se vayan con su tío por diferentes pueblos de Colombia
buscando trabajo. Ella sabe que no debería permitirlo por el provecho que su hermano saca
con sus niños, sin embargo, prefiere que hagan esto a que la sevicia callejera los transforme
en otros seres.
El padre de Daniel no representa una autoridad para él. Comparten poco tiempo algunos
fines de semana. En cambio, Rodolfo ha logrado que su sobrino haga lo que él le pida. Sus
necesidades se las vende de una forma „entretenida‟, para que Daniel le ayude
económicamente no solo a su mamá, sino también a él.
A pesar de todo, Rodolfo ha sido una gran influencia en la personalidad de su sobrino.
Daniel asegura que su él le ha enseñado a no dejarse „joder‟ de la gente. “Yo quisiera ser
como ese man cuando grande”, dice. Sin embargo, Daniel no muestra esa personalidad
desafiante que caracteriza a su familiar.
Un descanso que dura toda la semana
Los fines de semana son de trabajo para Daniel, mientras descansa el resto de días. Cuando
no tiene nada que hacer, se levanta a las once de la mañana o un poco más tarde; prende el
televisor y se queda viendo dibujos animados o programas en los canales de cable,
esperando a que su mamá lo llame para almorzar.
“¿Y ahora qué hago?”, piensa Daniel varias veces al día cuando se cansa de ver televisión o
cuando no sale a cumplir los mandados que le pone María Sabina. Ya no puede montar
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bicicleta como lo hacía hace unos meses. A la que tiene arrinconada en el patio de la casa le
falla el manubrio y el arreglo le cuesta mucho dinero. “Uy, yo era bueno pa‟ montar rápido
por todo El Paraíso. Pero ahora me vale como 13.000 pesos llevarla al taller de allí abajito”.
En los días que no va al circo, el día termina para Daniel en la cama de su mamá, viendo
novelas hasta las 11 de la noche. Le apaga el televisor cuando se queda dormida, se pone el
pantalón de la sudadera donde estudiaba antes y que ya no es de su talla, y abraza a su
hermana menor de vez en cuando para poder conciliar el sueño junto a ella.
Con trabajo hay dinero, con estudio, parece no haber futuro
Para estar más seguros, la familia Flórez casi siempre sabe dónde se encuentra cada
integrante de la familia. Jazmín, la hermana mayor, trabaja en un jardín infantil a 10
minutos de la casa; María Sabina, cuando no está haciendo aseo o preparando el almuerzo
para sus hijos, se va a pagar los servicios o baja a la avenida principal a mirar si le entra la
señal del celular, esperando alguna respuesta de los lugares donde ha dejado su hoja de
vida.
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Daniel, en cambio, se queda en la casa la mayoría del tiempo. A veces su mamá lo manda a
hacer diligencias o sino, se queda jugando con Laura, su sobrina de un año e hija de Jazmín
de 18 años. Mayerly, la menor, está haciendo un curso acelerado en el colegio que le queda
a 15 minutos de la casa. “Yo estoy haciendo ahorita cuarto y a mitad de año paso a quinto”,
cuenta la niña, haciendo saber que en un año cursa dos grados para terminar más rápido.
De todos los integrantes de la familia, la única que recibe dinero por parte de María Sabina
es Mayerly. Después de almorzar y de varios “Apúrele mija”, “Si no la dejan entrar al
colegio no es mi culpa”, “Muévase por favor”, la pequeña sale lista y bien presentada a la
vía principal para tomar el bus. “Yo le doy 1.000 pesos para que vaya y se devuelva. Como
los choferes ya la ven por ahí pues me la tienen que llevar por 500 pesos”, cuenta la mamá.
Johan y Mayerly estudian en el colegio distrital San Francisco. Daniel hizo allí hasta cuarto
de primaria. María Sabina había empezado a notar que su hijo era distraído y no le iba muy
bien académicamente. “A mí me da pereza estudiar. Es que no se me quedan tan rápido las
cosas en la cabeza, así que le dije a mi mamá que no quería volver al colegio. Pero sí tengo
como ganas de volver”, dice Daniel.
A raíz de este problema, María Sabina optó por los consejos que le dieron en el colegio y
llevó a Daniel donde una sicóloga que le recomendaron en la institución. La especialista
determinó que el menor tenía un retraso de dos años. “El otro día salió el alcalde en
televisión diciendo que los niños deben estudiar y que deben estudiar, pero hacer esas
vueltas en los colegios le ponen mucho pereque a uno. Daniel entraría a hacer quinto, pero
ya con 14 años, es muy difícil que me lo reciban”, asegura la mamá de Daniel.
María Sabina tiene experiencia en vigilancia y servicio doméstico, sin embargo, el
desempleo, sumado a las pocas ganas de estudiar de su hijo, han llevado a que él sea una
fuente más de ingresos. Con el poco dinero que le dan a Daniel en el circo, el que gana
Jazmín en el jardín infantil y el que manda de vez en cuando su ex esposo, esta familia de
cinco personas, se sostiene aunque sea de manera precaria.
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En cuestiones económicas, Daniel no cree que guardarse una parte del dinero que se gana
sea pecado; a su mamá le da casi todo lo que recibe en un fin de semana y lo que queda en
su bolsillo lo gasta en las maquinitas o en Internet, así no sepa muy bien cómo usarlo.
“Cuando tengo 400 pesos voy a echar Internet y cuando tengo 500 voy a echar Xbox un
rato”.
Según María Sabina, Daniel trabaja desde hace dos años por voluntad propia, nadie lo
obligó. Sin embargo, poner a su hijo a estudiar no parece ser una obligación para ella. “Yo
le dije a Daniel que averiguara los formularios de inscripción, pero ese no ha querido
hacerlo, yo tampoco le voy a hacer todo a él”.
En cambio, darle a su madre dinero para comprar comida parece una obligación que Daniel
quiso asumir. “Todos los días es lo mismo: papa, arroz, huevo, agua de panela. Por lo
menos le ayudo con un poquito pa‟ comer algo también por la noche, porque ni pa‟ un
pedazo de carne alcanza”.
A pesar de cumplir con labores que no corresponden a su edad, Daniel no deja de pensar en
volver algún día al colegio. Extraña tener más amigos, no solo los del barrio, pero, asegura
que también le ha gustado trabajar con su tío. “Si no lo hiciera, pues no tendría pa‟ gastar
de vez en cuando y pa‟ ayudarle a mi mamá”.
El domador del Circo Hermanos Flórez
María Sabina cuenta que de sus hijos, Daniel es el menos comunicativo. Esto se hace
notorio no solo cuando trabaja en el circo, también en su casa en donde vive rodeado de
mujeres. María Sabina lo consiente más con abrazos y besos que con palabras. A veces da
la sensación de que lo estuviera regañando cuando le pregunta alguna cosa, pero, se debe
más al tono de su voz.
La angustia y la responsabilidad que Daniel ha cargado desde que comenzó a trabajar, no
han sido impedimento para que él vea en cada labor una forma de diversión. El vehículo de
tracción animal que manejaba mientras era repartidor de bultos de papa, a ratos hacía las
veces de carro de carreras, en una competencia diaria con los perros del barrio.
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Las espadas intergalácticas, las pipas mágicas y las varitas de neón que Daniel vendía en el
Mexican Circus nunca fueron recuerdos guardados en su habitación. Para compensar esta
falta de juegos y atracciones típicas de su edad, la creatividad llena las paredes de su cuarto.
Por algunos instantes, Daniel logra convertirse en un domador de tigres, un saltimbanqui y
hasta un ser sobrehumano, en una cartulina llena de animales e hileras de bombillos de
neón, que dan la bienvenida al Circo Hermanos Flórez.
Al acostarse en su cama, muchas veces este soñador funde su habitación en una atmósfera
circense, en la cual él es el único dueño de su fantasía por ser algún día dueño de un lugar
como este.
Sin embargo, él los ha reemplazado con afiches de Millonarios, dibujos del Circo
Hermanos Flórez que tienen la misma fachada de aquel en donde trabajó, peluches de su
hermana Mayerly y dragones que vomitan fuego en hojas calcantes hechas por su tío
Rodolfo con aceite de cocina.
***
Tres meses duró Daniel como empleado del circo. “Me tocó irme porque le echaron la
culpa a mi tío de un robo, y pues, si él se iba me tocaba a mí también”. No alcanzó a ser un
saltimbanqui como esperaba. Aun así, no se ha podido negar a los trabajos que Rodolfo le
ha seguido proponiendo y que fácilmente logran capturar su atención. “Es que trabajar es
ser alguien en la vida. Yo también he pensado en ser futbolista, para ganar mucha plata y
poder darle regalos a mi mamá. Aunque me gustaría también ser empresario de alguna
cosa, quiero ser así como mi tío que siempre tiene trabajo”.
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Capítulo 3
La conferencista de las charlas rodantes
En una maratón diaria entre pandebonos, maní salado, desplazados y fragancias chiveadas,
Solange Valencia logra sacar ventaja gracias a su conocimiento sobre enfermedades letales
como el SIDA.
Tres años de experiencia tiene Solange en esta competencia que vive desde los 13 años en
los buses de Bogotá. Aprendió a ser vendedora de DVD sobre el VIH y SIDA, después de
vender libros de literatura infantil similares a los que leía en el colegio. “Le empecé a
ayudar a mi mamá que ha vendido de todo en los buses. Pero lo del SIDA sí me lo enseñó
hace dos años una amiga de ella que ya estaba metida con los CD sobre la salud”.
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Una chica coqueta
Todas las mañanas, Solange aprovecha para dictar sus charlas educativas de quince minutos
en el bus que la lleva desde su casa, ubicada en el barrio Bochica, a la Universidad Minuto
de Dios con sede en Soacha, en donde estudia Trabajo Social desde hace un año.
Poco antes de las seis de la mañana Solange está lista, lo único que no le gusta de su rutina
diaria es el momento de ducharse. “Es que imagínese la privada que uno se pega cuando
recibe ese chorro de agua helada a las cinco de la mañana. Ahí sí se me quitan las ganas de
ir a estudiar”. Para mitigar su problema, usa una bolsa de supermercado perforada con
pequeños huecos, que le permite que el agua fría salga por chorros delgaditos para que no
sea tan dura la bañada.
Unos jeans ajustados con camisetas de colores oscuros y que moldean su silueta gruesa, son
la vestimenta favorita de Solange. “La buena presentación personal es importante para que
los pasajeros confíen más en lo que uno está diciendo. Además, yo pago mi pasaje siempre
que me subo a un bus, y pido permiso para trabajar”.
Sol es como le dicen a Solange en la casa y en la universidad. Es bogotana, aunque de lejos
pareciera ser una representante de Quibdó o Buenaventura, pero al verla de cerca, sus
rasgos y color de piel no alcanzan a ser afrodescendientes, como sí lo son los de Gabriel, su
papá. Cuando camina entre los buses buscando una cara conocida en la ruta o una cara
amable, no dejan de decirle, “Súbase negrita, venga y trabaje”. “Yo no me dejo intimidar
por los choferes. Esos molestan y molestan pero yo siempre soy seria en mi trabajo”,
asegura.
Su piel morena, su cabellera larga y crespa controlada con media caja de gelatina de 500
pesos, y sus pestañas elevadas al cielo gracias a una cucharita tintera, estimulan a más de un
chofer y de un pasajero para que la alaguen, sin saber que en ese cuerpo y mente de mujer
adulta y coqueta, se oculta una niña que, a sus 16 años, juega a ser la mamá de Marisol, su
madre, y Paula Andrea, su hermana de 11 años.
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Una nueva ayuda para Marisol
Solange nació cuando su madre tenía 25 años. Diez años después, su padre, Gabriel
Valencia, las abandonó una noche sin dejar claro el porqué de su partida. “La historia de mi
papá es algo que para mí aún es un misterio. Mi mamá cuenta que él sabía de magia negra y
le hizo brujería después de separarse”.
Según Marisol, debido a esas prácticas ocultistas, comenzó a tener problemas de salud que
luego desencadenaron en una artritis reumática y otra serie de males que le han restado
vitalidad y le han puesto en su rostro más años de los que tiene.
Después de que la artritis le quitó la posibilidad de seguir trabajando como operaria en una
fábrica de calzado y frente a la necesidad de conseguir el dinero suficiente para el
sostenimiento de su hija, Marisol decidió subirse a los buses a contar su historia y vender
libros infantiles, dulces y perfumes, para tener con qué comprar todos los días aunque fuera
una bolsa de leche y una libra de arroz. “En esa época le comencé a ayudar a mi mamá,
pero pocas veces, sobre todo cuando su estado de salud no era el mejor y no podía salir
sola. Nunca le he tenido miedo a hablar en público, así que me salió la oportunidad de
vender los DVD sobre el SIDA y a eso me dedico desde hace dos años”.
Luego de su entrenamiento y de un mes de investigaciones para entender lo que hay que
saber sobre el SIDA, Solange empezó a comercializar el material, haciendo pequeñas
conferencias de una hora para transporte intermunicipal y de quince minutos para transporte
urbano. “Yo le aprendí la técnica a mi mamá. Ella sabe cómo hay que entrarle a la gente
para que compre. Yo también soy recursiva para no dormir a los pasajeros y hacer que me
paren bolas”.
“Con bus fijo, las ventas comienzan a aumentar”
Cuando Solange trabaja dentro de la ciudad, se ubica en los paraderos de las principales
vías del sur de Bogotá. Mantener mucho tiempo entre trancones, buses, almuerzos a la
carrera y vendedores que se pelean el turno como fieras, ha hecho que su salud esté un poco
deteriorada. Su voz se escucha congestionada por cuenta de una rinitis que le altera el sueño
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desde hace varios años, pero a ella poco le importa desde que pueda salir a trabajar. “Es
uno que otro problemita de salud que se me ha cruzado por el camino”.
Solange comienza sus labores mostrándole „el permiso‟ al conductor. En su caso, exhibe un
DVD como regalo. Otras veces solo pide que la dejen trabajar para poder subir al bus. Si el
conductor accede, le paga los 1.200 pesos. Cuando labora en el transporte intermunicipal,
en lugar de pagar el pasaje, le ofrece un regalo a los conductores, “Se les puede dar un CD
para que cuando me baje lo vayan escuchando durante el trayecto del viaje; también les doy
muñecos y hasta jugos porque de pronto vienen muy cansados y eso los motiva para que lo
dejen trabajar a uno”.
El voluntariado que hace Solange en la Fundación Amor por la Vida es su carta de
presentación ante los pasajeros de buses y flotas. “En realidad esa fundación me la inventé
para darle seriedad al trabajo, para que la gente crea que al comprarme los DVD está
apoyando a los miembros de ese lugar”.
Según Solange, esta táctica aprendida de la amiga de su mamá, le ha servido para
convencer a los pasajeros que esa institución en verdad está interesada en difundir
información sobre salud pública con un carácter preventivo. Gracias a voluntarios fingidos
como ella, la gente puede informarse y hasta resolver sus dudas con esta charla rodante que
no tiene nada de ficticio.
Después de presentarse, muestra el material como un documental original de su fundación y
describe en dos minutos el contenido del DVD.
A continuación desarrolla su charla sobre el SIDA con un tono de conferencia: Presenta
estadísticas a nivel mundial, información sobre la magnitud de este problema en nuestro
país y al final deja claro que la herramienta más efectiva para enfrentarlo es estar
informado. “Mi trabajo yo no lo siento como un obstáculo para mis estudios, es más, es un
buen complemento para mi carrera porque como tengo habilidad para vender los
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documentales, en las exposiciones de la U y en los trabajos o entrevistas siempre me va
bien”.
A medida que avanza la charla, Solange va formulando preguntas a los pasajeros acerca de
la información que ya ha dado, obteniendo, por lo general, respuestas acertadas. De este
modo logra involucrarlos con la charla para evitar que se distraigan y para lograrlo se vale
de un lenguaje sencillo y creativo. “Bueno vamos a ver si van conmigo: ¿Cuántas
conductas de riesgo descubrió el científico RJ Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién
me recuerda. “22”, responde la gente, “Correcto muchas gracias al caballero. Llevamos
cinco minutos. ¿De cuántas hemos hablado hasta el momento?”. Los pasajeros empiezan a
dar números al azar. “Se van a asombrar: hasta el momento hemos hablado de una: Salones
de belleza, se clasifican por lugares ¿sí me hago entender?”
Otra estrategia de la que se vale para vender, es asegurar que con la compra del material los
pasajeros pueden salvar sus vidas y las de los suyos porque al estar informados van a estar
en capacidad de prevenir un posible contagio. “Más o menos decirles que si no llevan la
información su vida está en riesgo, es crearles la necesidad”.
Para finalizar, Solange destaca el bajo costo de los DVD y la importancia que este producto
tiene para la humanidad. Los que no quieren el material lo devuelven, a veces sin haberlo
visto; en cambio otros, pagan un poco más del precio establecido. “En la ciudad son
tacaños y me piden que rebaje de 3.000 a 2.000 pesos. En los intermunicipales no pasa lo
mismo, porque la gente no se baja hasta la ciudad a donde van y el conductor le colabora a
uno apagando el radio para poder dar la charla. Además, es gente que lleva más plata en el
bolsillo. A veces aportan más plata de lo que vale el DVD”.
La experiencia se la ha dado el tiempo
El repertorio de Solange sobre el SIDA no ha cambiado desde hace dos años, aunque
siempre busca documentarse a través de la información que publican los medios de
comunicación.
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“Prensa, radio y la televisión han arrojado una estadística en lo que va corrido de este año.
En apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del síndrome de
inmunodeficiencia adquirida que es”…“SIDA”, responden los pasajeros. “Damas,
caballeros, jóvenes, miren nadie quiere tener SIDA ¿Sabes cuál es el problema?, que
nuestro país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial; lo antecede África, país continente,
Brasil y Estados Unidos en su orden”.
La seguridad que Solange demuestra en los buses también se nota en su personalidad y en
su casa. Si a su mamá le dan recaídas por la artritis, ella se encarga de cuidarla y comprarle
las medicinas. Lo mismo hace con Paula Andrea, su hermana de 11 años.
Solange lleva una vida como cualquier adolescente, sin embargo, su tiempo libre lo dedica
al arreglo de la casa, a su carrera y al trabajo dentro y fuera de la ciudad. Asegura que ha
perdido muchos amigos debido a que no le queda tiempo para salir o divertirse. “Mis
preocupaciones son las de cualquiera de mi edad, pero toca sumarle la plata que tengo que
llevar a la casa y pues estar muy pendiente de la salud de mi mamá y que Paulita también
esté bien”.
“Mi prioridad, fuera de mi familia y del trabajo es mi estudio. Aunque también mi novio
Daniel mi negrito hace rato que no lo veo”. Solange conoció a Daniel hace tres años en
Bochica y hasta hace año y medio decidieron formalizar por teléfono su relación. No se ven
mucho porque él está prestando el servicio militar como estafeta del Ministerio de Defensa,
entidad que le regaló una beca para acceder a la educación superior. “Ahorita está
reclutado, pero nos llamamos casi a diario cuando alguno tiene minutos”. Daniel parece ser
muy cuidadoso con Solange, pues, ella asegura que está enterado todo el tiempo de lo que
hace.
Los ingresos de alguien que trabaja en los buses no son fijos, tampoco el horario. En el caso
de Solange, a veces trabaja solo dos o tres veces al día, o puede hacerlo el día completo
desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche los fines de semana.
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Desde que Marisol inició a su hija en el mundo de las ventas ambulantes, se encargó de
enseñarle en dónde es más barata la “merca” (como le dicen a los productos que venden),
en quién se puede confiar y cuáles son las mejores rutas de trabajo. Solange aprendió, con
el tiempo, a entrar en confianza con el que se volvería su gremio.
Hoy en día su trabajo no depende de su mamá. En cuanto a sus ganancias, una parte la
invierte en la quemada de los DVD y la compra de más mercancía. Prefiere ir a San
Victorino, en donde le sale más económico comprar en grandes cantidades. Otra parte del
dinero la aporta para la comida de su casa y la lonchera de Paula Andrea, que compra a
diario en una de las tiendas del barrio. El dinero restante lo guarda para completar el valor
de cada semestre en la universidad. “Estoy esperando cumplir los 18 para poder trabajar en
mi carrera. Me gustaría trabajar con viejitos o ayudando a los demás, porque esto de las
ventas de verdad que es duro”.
Una casita en una casa de tres pisos
Desde hace 12 años, Marisol y sus dos hijas viven en la casa de Lilia, su madre, quien la
dejó hacer una pequeña construcción prefabricada en la terraza de su casa. El hecho de que
ellas vivan con su familia, les ha facilitado recibir su colaboración en lo que tiene que ver
con alimentación y dinero cuando les hace falta, además no tienen que pagar servicios
porque son compartidos.
Su casa está hecha con placas de concreto y cubierta por dos tejas metálicas que se
sostienen una sobre la otra. Sobre la fachada gris quedaron miles de orificios pequeños,
como evidencia de las burbujas que deja el cemento mal mezclado. Al lado del espacio
donde está la casa se encuentra ubicado el patio de ropa, el lavadero y las cuerdas de luz y
teléfono de la calle que pasan por encima de la terraza del tercer piso.
La improvisación ha sido la herramienta más efectiva para abastecer lo que por falta de
dinero no han podido comprar. El mueble para guardar la ropa está en la sala y hace las
veces de repisa de un equipo de sonido dañado y de un televisor. Sobre la mesa tienen un
computador viejo “que no sirve sino de estorbo”, como dice Solange.
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Solange también le da gracias a Dios porque con los años han podido llenar los vacíos de su
casa. “La nevera que tenemos nos la regaló una tía; el jueguito de sala nos lo dejó mi
abuela; la pintura de las paredes la dio Marquitos el de la iglesia. Es que todos nos han ido
ayudando de a poquito con el favor de Dios”.
Las herramientas de estudio son pocas; cuando debe hacer los trabajos de la universidad
baja a la casa de su abuela para que su tía Grace, que también vive allí con su esposo y tres
hijas, le preste por un rato el Internet. A falta de un mueble adecuado, hay libros y
cuadernos regados por toda la casa y sobre ellos, peinillas, esmaltes, llaves, monedas,
sobres desocupados de champú y medias rotas del uniforme de Paula Andrea.
“El amigo que nunca falla”
El fervor católico de Marisol se ve reflejado en todas los rincones de su casa: figuras
religiosas en yeso, afiches con la “Bendición del creador” y “El amigo que nunca falla”,
Cristos puestos en las mesas de noche y escapularios colgados no solo en los cuellos de sus
hijas, también en las chapas de las puertas, muestran que esta familia lo hace todo “en el
nombre del Señor”.
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A diferencia de Marisol, Solange ha sabido equilibrar su fe hacia Dios. No es una religiosa
ferviente ni tampoco una fanática que espera milagros, como lo es en cierto modo su mamá.
“Ella va todos los días sagradamente a misa. Además la operó dos veces el hermano San
Gregorio”, cuenta Solange refiriéndose a aquel personaje venezolano que se hizo famoso
por sus “operaciones curativas”.
Paula Andrea también ha sido influenciada por su madre; cuando habla sobre las pocas
pertenencias que tienen o lo bien que le va en el colegio, concluye diciendo, “Todo ha sido
gracias a mi Dios”. Su gusto por las muñecas y los adhesivos que vienen en los chicles se
aúnan con la decoración religiosa que su madre ha instalado en su cuarto. “A mí me gusta
tener cositas de Jesucristo y la Virgen María. Mi mamá dice que a los que están cerca de
Dios siempre les va bien”.
Las prioridades de Solange
Después de un largo día de labores, Solange regresa a su casa con el cansancio que le dejan
los conductores hoscos, los malos clientes y las horas de estudio. Al cerrar la puerta, se da
cuenta de que la cama no está tendida y los platos de la noche anterior siguen en la mesa,
así que no le queda otra opción que seguir trabajando dentro de su hogar. “Con tanta cosa
que hacer no me queda tiempo ni de lavar la loza por la mañana”, dice mientras prepara la
comida de esa noche. “Me da mal genio ver la casa con tanta vaina regada por ahí”.
Pese a las dificultades en el trabajo y a las incomodidades en la casa, Solange se empeña en
sacar adelante su carrera para poder tener un trabajo que le garantice estabilidad y las
prestaciones que ofrece la ley. “Lo que más quiero es apoyar económicamente a mi mamá
para que deje de trabajar. Yo quiero que ella deje de vender en los buses y descanse”.
De momento, Solange sigue trabajando y pensando si en un mes logrará reunir un millón de
pesos, suma que le hace falta para completar el valor de la matrícula. Si se lo propone, en
este plazo que le da la universidad, más la ayuda económica que le brinda su abuela para
pagar la otra mitad de la matrícula, podrá seguir estudiando y demostrarle a sus compañeros
que “No todos los vendedores ambulantes son ladrones”, como piensan algunos de ellos.
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Capítulo 4
Diego, entre papas y sin papás
“A la orden, vecinito, ¿Qué papita busca? Aproveche que le estamos adelantando la
navidad”, le dice Diego Perdomo, con un marcado gesto de amabilidad, a un cliente que se
acerca curioso para medir al ojo las cualidades del tubérculo.
Su sonrisa revela una hilera de dientes que brillan de pulcritud, y su timbre de voz delata
los 15 años que no le conviene revelar frente a las autoridades de menores que permanecen
al acecho.
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El puesto de papa de Ricardo Guerrero, no tiene puertas ni ventanas, el límite está marcado
por decenas de bultos que permanecen abarrotados uno sobre otro como la barrera de
protección de un campo de batalla. Tampoco hay una vitrina que anuncie las promociones
del mes o que indique que el negocio está cerrado por inventario.
La fachada está compuesta por una hilera de pirámides edificadas con la calma y la
precisión de quien siente que su oficio es todo un arte. “Para que las pirámides queden bien
hechas se ubican las papas más grandes en la base y las más pequeñas y bonitas en la
punta”, explica Diego, mientras arroja dentro de un canasto de fique una papa podrida que
no clasificó.
Gracias al empeño con el que desarrolla su trabajo, los clientes de la plaza de Paloquemao
se sienten bien atendidos y Ricardo Guerrero, el jefe de Diego, vive tranquilo porque su
puesto de papa, con solo un mes de funcionamiento, vende bien y luce limpio y ordenado.
Aunque el ritmo de trabajo aumente, y Diego tenga que dejar a un lado sus pirámides para
atender a más de dos clientes al mismo tiempo, nunca se ve estresado ni de mal genio. “En
todos los trabajos que he tenido, generalmente me adapto y lo hago con gusto para hacerlo
cada vez mejor”, recuerda con voz pausada y tranquila.
Así transcurren sus jornadas de trabajo: edificando las pirámides de papa que los clientes
desarman una y otra vez, cargando y descargando bultos, pesando libras, kilos y arrobas de
ese alimento que años atrás se hastió de comer porque era lo único que su mamá le podía
brindar.
Esa escasez de comida que le tocó padecer por cuenta del abandono de su padre y el
desempleo de Linda Perdomo, su madre, lo empujaron, cuando apenas tenía 12 años de
edad, a las calles de Facatativá en busca de material reciclado, entre malolientes bolsas de
basura. Los escasos cinco mil pesos que alcanzó a reunir, debido a la excesiva cantidad de
trabajadores curtidos en el oficio y su inexperiencia a la hora de seleccionar el material que
realmente valía la pena, llevaron al fracaso sus intenciones de asumir los gastos del hogar.
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Después de este intento fallido, Diego renunció a la idea reciclar, pero dos meses después
se atrevió a empezar de nuevo, en compañía del esposo de su hermana mayor. “Cuando nos
vinimos a vivir a esa loma en Villa de los Alpes yo no tenía trabajo, entonces me fui con mi
cuñado y así aprendí lo que sé de cartón y de chatarra”.
Con la ayuda de una carretilla de madera recorrieron la ciudad entera de sur a norte,
recolectando el material reciclado que les servía para garantizar el sustento diario. “Nos
íbamos desde la casa hasta el norte a pie, y nos echábamos uno y hasta dos días reciclando,
por eso nos tocaba dormir en la calle, debajo de la carretilla; era feo porque a veces llovía y
nos mojábamos”, relata.
Cuenta que uno de esos días de largas caminatas, sosteniendo sobre sus hombros la pesada
carretilla, la recolección no fue tan fructífera como de costumbre, y el vacío de no haber
probado bocado alguno durante el día lo obligó a valerse de su sobrina de 3 años para pedir
comida en los restaurantes. “Llevábamos a la niña para que sintieran lástima y nos dieran
más comida, porque cuando uno llegaba a una parte con hambre no le quedaba más
remedio”.
La necesidad de ocuparse en un oficio más estable que le permitiera sostener a su familia,
lo animó a incrementar su ritmo de trabajo y gastar menos, para poder comprar en
compañía de su cuñado un puesto ambulante de arepas. “Yo sabía que tenía que buscar la
forma de ayudarle a mi mamá y nos fue tan bien que conseguimos otro carrito, pero
después mi cuñado me empezó a quitar la plata y mi mamá no me dejó seguir”.
Entonces, Diego recordó la invitación que le había hecho el propietario de una bicicletería,
cuando lo veía recolectando material reciclado en las calles de la ciudad. Se animó a
desengrasar, limpiar y reparar bicicletas en un taller ubicado en el barrio San Carlos, en el
sur de Bogotá. “Allá sí me tocaba matarme las manos, porque me machucaba martillando y
la gasolina me pelaba la piel. Por eso, tengo tantas cicatrices”.
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Al agotamiento físico que implicaba esta labor, se sumaron las excesivas jornadas de
trabajo y la presión de un jefe que se valía de ofensivos llamados de atención, cuando su
pequeño empleado de trece años cometía una equivocación. Todo a cambio de un sueldo
irrisorio.
“Mi jefe me pagaba sesenta mil pesos mensuales por trabajarle todos los días, a veces hasta
muy tarde, y me decía que me pagaba poquito porque en ese momento estaba aprendiendo”.
El tedio que le producía el hecho de tener que ganarse la vida de esa manera, y el miedo de
que la inseguridad de la noche lo convirtiera en una víctima más de los ladrones, lo
obligaron a renunciar, con la impotencia del no poder remediar las necesidades de su casa.
Dice que por fortuna la ansiedad duró poco. Después de unos meses de apreturas
económicas, los buenos oficios de su tía Nubia hicieron posible que fuera contratado como
auxiliar en el puesto de papa de la plaza de Paloquemao.
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Así pasó de maltratarse las manos, arreglando bicicletas en un cuarto oscuro y solitario, a
trabajar en un mercado, donde la intensidad de los colores de las legumbres y el aroma de
las frutas frescas se complementaban con la amabilidad de los vendedores, para convertir
esta plaza en un lugar en el que ya no sería un martirio trabajar.
Todos esos instantes de su vida cargados de pequeños logros y derrotas, en los que le habría
sido de gran utilidad la compañía y el apoyo de su papá, los tuvo que superar en soledad.
Por eso la imagen que tiene de él es incompleta y difusa. Sólo recuerda haberlo visto una
vez hace tres años, cuando viajó a Villavicencio con la esperanza de recuperar el tiempo
que habían perdido, pero se encontró con un hombre frío y despreocupado. “Por ahí me dio
unas cosas pero nada de plata y no me reconoció. Por eso, el mismo día me devolví para
Bogotá”.
La relación con su mamá es similar. Desde que ella está viviendo en una enramada en el
barrio Villa de los Alpes, en el sur de Bogotá, se ven en contadas ocasiones porque Diego
no se siente a gusto con el hecho de que ella no acepte vivir en un lugar más adecuado.
“Mi mamá está viviendo por allá en una loma. Eso no es una casa sino unas latas y en lugar
de baño hay una letrina, pero ella ya se siente dueña del lote y no lo quiere perder”.
A Carolina, la hermana mayor que se encargó de cuidarlo cuando era un bebé y con la que
compartió años de juegos y complicidad, no la ve desde hace tres años, y desde entonces el
único referente que tiene de ella es una foto que conserva con recelo en su billetera, a pesar
de que está arrugada y descolorida. Con su hermano mayor sucede lo mismo, los problemas
económicos los alejaron y ahora solo se ven para las fiestas de fin de año.
A pesar de ser el menor de los tres hermanos, Diego es el único que reserva parte de sus
ingresos para la manutención de su mamá. “A veces le doy treinta a mi mamá y cojo treinta
para mí y por ahí compro ropa, ahorro o compro mis cosas de aseo personal”. Con el dinero
adicional que obtiene en una chatarrería, en la que trabaja eventualmente, colabora con los
gastos más urgentes que se presentan en la casa de su tía Nubia.
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Diego cree que los sesenta mil pesos que se gana después de un fin de semana, se los debe a
la experiencia que ha logrado conseguir reciclando, en el puesto de arepas y en el taller de
bicicletas. “Me va bien porque ya tengo idea de cómo hay que tratar a la gente, y además
este no es mi primer trabajo”.
Pese a que en algunos momentos siente la necesidad de estar cerca de su familia, dice que
hizo el sacrificio de separarse de ellos porque no representan un ejemplo a seguir. “A mi
mamá no le gusta hacer nada, se queda en la casa y ni siquiera se arregla y mi hermano
mayor se la pasa metiendo vicio”, por eso evita frecuentarlos.
Ahora su nuevo hogar es el que le ofreció su tía Nubia, una de las siete hermanas de su
mamá. Un lugar que, a diferencia de su casa materna, se caracteriza por la amplitud y
comodidad de los espacios, aunque el lugar que le dejaron para dormir no es el más
confortable; su habitación está ubicada en un rincón al lado de la sala.
Desde que vive en la casa de su tía, dice que se siente más feliz. “Ella sí trabaja, se busca
las cosas y Giovanni, el esposo, también hace lo mismo, además ellos tienen dos hijos
gemelos que son mis parceros”.
Mientras otros niños de su edad aprovechan el fin de semana para dormir hasta tarde, Diego
se levanta a las cuatro y media de la mañana para llegar a tiempo a su trabajo. Lo hace con
satisfacción, porque a pesar de que su empleo no es estable, y con frecuencia tiene que
esconderse de los policías de menores que sorpresivamente visitan la plaza, siente que
gracias a su trabajo puede mantenerse honradamente.
Diego pregunta con curiosidad para qué sirve la universidad y cuánto tiempo dura, porque
desde que empezó a trabajar hace tres años se desconectó del colegio. Es consciente de que
necesita avanzar en su educación para cumplir el sueño de manejar su propia empresa. Para
lograrlo, está estudiando su primer año de bachillerato en jornada nocturna.
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No todo en su vida es trabajo. Los sábados después de las cuatro de la tarde, cuando se
cierra el mercado, Diego se quita los guantes de caucho y su ropa de trabajo; se viste con
los pantalones anchos y los sacos de capota que caracterizan a los seguidores del Hip hop.
Entonces, sale a bailar break dance con sus primos gemelos y las noches del barrio Bochica
se convierten en una sola fiesta al ritmo de las líricas raperas que para Diego “hablan de la
cultura callejera y de la injusticia social”. Esa injustica de la que él es víctima y por la que
un día se vio obligado a reemplazar sus cuadernos por una carretilla de madera y un costal
para reciclar.
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Conclusiones
El trabajo realizado con cada niño durante el primer semestre de 2009, nos permitió
involucrarnos dentro de la realidad de cuatro familias de bajos recurso que viven en el sur
de Bogotá.
Trabajamos con niños entre los 14 y 16 años. Los cuatro trabajan actualmente en lugares
concurridos, como un circo, una plaza de mercado, una chatarrería y en los buses. Cada
espacio lo visitamos con el fin de conocer la forma en que ellos interactuaban con sus jefes
y compañeros, además, les hicimos seguimiento dentro de sus casas y con sus familiares.
A medida que los fuimos conociendo, ellos también tuvieron la oportunidad de hacernos
muchas preguntas en cuanto a nuestra labor. Algunas veces mentimos sobre nuestro nivel
educativo. Decíamos que estábamos en el colegio y que sería un trabajo muy sencillo para
una materia. Sin embargo, al final se terminaron enterando de la verdad a medida que
entrábamos en confianza y ellos también.
Al comenzar la búsqueda de los niños, fue un poco difícil soltarnos del todo en cuanto a la
forma de abordar a los menores. Sin embargo, después de leer sobre la manera de
entrevistar a un niño, entendimos que no es lo mismo que entrevistar a un adulto. Puede
haber menores muy tímidos y no hablan, así como otros que no paran de preguntar cosas.
En nuestro caso, el primer menor con el que hablamos fue Jefferson Bautista. Tiene 16 años
y trabaja en un lavadero de carros. Nos impactó la confianza que nos tuvo para contarnos
en tres horas su vida criminal y el número de muertos que lleva encima. Tomamos sus
datos, pero, lamentablemente nunca volvió a aparecer y su celular sonaba siempre apagado.
Seguimos la búsqueda y encontramos en la plaza de Paloquemao a Diego Perdomo. Al
proponerle el trabajo, se ofreció a ayudarnos, sin embargo, su actitud en la plaza siempre
fue seria. Pensamos en que sería difícil hablar con él, pero, al conocerlo fuera del contexto
laboral, entendimos que esa actitud le gustaba mantenerla frente a su jefe, mas no con
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nosotras. Solange Caicedo es lo opuesto a Diego. Debido a su trabajo, la fluidez verbal la
caracteriza hablando sobre el SIDA en los buses, pero también sobre su diario vivir. Es una
joven abierta que no demuestra desconfianza hacia los extraños y que está dispuesta a
hablar de su vida personal.
Al contrario de Solange, Daniel Flórez, que es el más pequeño de los entrevistados, tuvo
una actitud positiva al momento de conocerlo, pero, sus gestos y lenguaje corporal nos
dieron a entender otra cosa desde un comienzo. Es un poco retraído mientras trabaja en el
circo, nunca habla y se mantiene serio, al igual que Diego. Ya en su casa, nos sorprendimos
un poco al ver que Daniel era uno de los consentidos de su madre y que, como todo niño,
aún lo regañan, lo obligan a comer rápido y a no ver tanta televisión.
Fernando Ávila fue el último niño que encontramos para nuestra investigación. Se puede
decir que es el más independiente del grupo, ya que no vive con su familia y, a causa de no
tener un guía o una orientación en su vida, viaja por el país, instalándose en casas de
familiares por largos periodos de tiempo.
Estas cuatro historias se fueron enriqueciendo a medida que encontrábamos cosas en
común. Por ejemplo, Diego y Fernando no viven con sus mamás y aseguran que no quieren
tener novia en este momento; el papá de Diego, Solange y Daniel los abandonaron hace
muchos años, a diferencia del papá de Fernando que fue asesinado; Diego y Daniel han
trabajado en plazas de mercado vendiendo papa; Diego y Solange son los que más se
preocupan por su apariencia personal, etc.
Otro aspecto que une a estos cuatro personajes y que representa fuertemente su realidad de
niños y jóvenes trabajadores, es la inestabilidad económica que viven en sus hogares.
Debido a esto, se han vuelto expertos moviéndose por el sur de Bogotá, pues, casi todos
aseguran que no conocen esa otra ciudad que hay fuera de sus lugares de trabajo y sus
casas. En otras palabras, Diego, Solange, Daniel y Fernando sólo conocen lo que es más
próximo a sus necesidades; la gran ciudad en la que viven es vista desde lejos a través de un
92
pequeño orificio del cual les es difícil salir. La periferia es su realidad, su mundo y lo que
ellos más conocen y saben describir.
Después de conocer estos aspectos de la vida de cada personaje, abordamos más a fondo la
construcción de la identidad en cada uno de ellos, el cual es el punto clave y que da origen a
nuestra investigación.
Fuera de ser un derecho o una necesidad básica del ser humano, la identidad remite a la
pregunta de quiénes somos y cómo nos vemos para cada uno de nosotros y para el mundo.
Cada personaje se ha convertido, con el tiempo, en un representante importante dentro de
su núcleo familiar. Si bien, es cierto que “La identidad tiene que ver con la historia de vida
personal que será influida por el concepto de mundo que se maneje y que predomine en la
época y lugar en el que se vive” (Fromm, citado en Guarisma, 2009).
En cada hogar que conocimos, es notoria la necesidad económica en la que viven y que ha
hecho que estos menores se conviertan en un ingreso más. El significado de trabajo para los
entrevistados connota el hecho de ayudar a sus madres, en otros, ayudarse a sí mismos;
razón por la cual han sacrificado una parte de su infancia y adolescencia, para darle paso a
las responsabilidades del mundo adulto.
En el caso de Solange y Daniel, ellos han aprendido de sus familiares los oficios que
realizan actualmente. En su personalidad es posible identificar aspectos que los relacionan
con la forma de ser de sus parientes. Por ejemplo, la asunción de responsabilidades básicas
como la alimentación de su familia, el hecho de cumplir un horario laboral, hablar de lo
duro que es su oficio, ser religiosos como sus parientes, etc.
El psicoanalista y lingüista colombiano Evelio Cabrejo, se refiere a estos procesos de
identificación como parte de la construcción del sujeto humano y la transmisión del mismo
a través de generaciones. “Cuando somos niños, nos volvemos una especie de „ladroncitos‟
que robamos de otro ser humano algo de su forma de ser; uno hace como el otro, pero al
93
mismo tiempo es diferente”. Cabrejo Parra, E. (2009, 14 de julio), entrevistado por Amaya Porras, A.,
Bogotá.
Los niños y niñas se caracterizan por ser espontáneos, alegres y curiosos por el mundo. En
el caso de Daniel, su forma de ser no demuestra sorpresa ante su diario vivir; es sosegado
cuando habla de todo lo que quisiera hacer en el futuro y ve pocas oportunidades en lo que
representa para él el estudio. El desinterés suyo y el de su madre por volver al colegio, han
hecho que desde hace dos años Daniel vea más oportunidades en el campo laboral que
académico.
Gracias a los recorridos que hicimos por las casas y lugares de trabajo de los cuatro
protagonistas, pudimos conocer esa otra Bogotá vista, para muchos, desde la lejanía de la
sala de televisión de sus casas. Recorrimos distintos barrios de Ciudad Bolívar, Patio
Bonito, Bochica, la Marichuela, Alfonso López y Zona Quinta.
Todos estos sectores visitados eran desconocidos por nosotras desde un principio. Nos
dimos cuenta de que en estos lugares hay mucho comercio informal, los andenes están
colmados de ventas de todo tipo de accesorios y es más elevado el número de menores de
edad trabajadores en comparación con otros sectores de la ciudad.
Los trabajos de los niños protagonistas de nuestra investigación no hacen parte de lo que la
OIT califica en el Convenio 182 como „Las peores formas de trabajo infantil‟. Ninguno de
ellos ha sido víctima de explotación sexual, ni ha trabajado en el servicio doméstico o
vinculado a la minería artesanal. No obstante, otra de las peores formas de trabajo infantil
es la vinculación de menores de edad al conflicto armado. En un capítulo de la vida de
Fernando Ávila, la guerrilla de las FARC lo tomó prisionero de su grupo. Con arma y
granada en mano, duró dos meses disparando sin razón hasta que su padre pago la “vacuna”
que le exigió este grupo.
Niños y niñas vinculados en cultivos ilícitos es otra de las peores formas de trabajo infantil
y en la cual Fernando vuelve a ser protagonista. A los ocho años comenzó como
94
“raspachin” de coca en la finca de su papá. Al principio, raspar esta hoja era para él lo
mismo que desyerbar otras plantas, o cultivar yuca y papa. El contexto ilícito lo vino a
relacionar mientras estuvo en la guerrilla.
Las estadísticas realizadas por el DANE en Colombia son importantes. Gracias a estas se ha
podido identificar el problema del trabajo infantil de manera específica, para que las
instituciones y entidades responsables tomen medidas al respecto.
Las últimas cifras publicadas por el DANE y el ICBF respecto al trabajo infantil, dicen que
en el 2007 había en Colombia 787.000 niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años de
edad que desempeñaban actividades en la producción de bienes y servicios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cifra total de niños, niñas y jóvenes
colombianos trabajadores varía:
Por la naturaleza clandestina de esa situación, las cifras difieren: el estatal Instituto de Bienestar
Familiar (ICBF) indica que 787.000 niños laboran, pero la Organización Mundial de Trabajo (OIT) advierte
que a ello hay que agregar 841.733 menores que cumplen esas funciones en los hogares. La Central Unitaria
de Trabajadores (CUT), la principal organización sindical del país, retoma las cifras y asegura que en
Colombia laboran 1.628.300 niños, entre los 5 y 17 años […] El trabajo infantil en América Latina está
altamente ligado al desarrollo económico y social del país, por lo que Colombia presenta cifras más altas que
las que se registran en Brasil, Argentina y Chile, pero por debajo de Bolivia y Perú. (“Por pobreza y conflicto
armado, un millón de niños trabajan en Colombia”, 2009).
El trabajo infantil es posible erradicarlo con políticas públicas que se ajusten a las
necesidades de los menores de edad y no solo a cubrir momentáneamente las carencias de
esta población. Es difícil ser ajeno a esta realidad, ya que, según la OIT, existen
actualmente 200 millones de niños, niñas y jóvenes trabajadores a nivel mundial.
En las principales ciudades de Colombia, esta situación pareciera no tener ojos ante los
organismos nacionales e internacionales encargados de que los más pequeños no estén en
las calles o fábricas trabajando.
Anualmente se publican balances y resultados positivos que han beneficiado a miles de
niños; se habla de los “Objetivos de desarrollo del Milenio” para erradicar la pobreza, el
hambre y de paso el trabajo infantil para el 2015; el porcentaje de niños trabajadores
95
disminuye considerablemente, pero, los factores que generan esto aún persisten y, como
consecuencia, se ve a diario niños en los puentes, semáforos, andenes y buses.
La discriminación y la exclusión social no han dado paso para que en nuestro país no se
sufran las consecuencias que traen la violencia, la pobreza y la injusticia. En otras palabras,
las cifras sobre el trabajo infantil se reducen con los años, pero aún hay jóvenes que dejaron
la guerra para vivir en las calles, campesinos e indígenas sobreviviendo de la limosna, niños
y niñas sin una educación básica gratuita que se refugian en lo que la calle o la suerte les
ofrezcan.
La economía informal y desequilibrada que caracteriza a Colombia ha hecho que un gran
número de niños, niñas y jóvenes se involucren en el mundo laboral. Una vez empiezan a
conseguir dinero, no rinden lo suficiente en sus obligaciones académicas. En el caso de los
menores que no estudian, el monto económico que logran por varias horas de trabajo
representa el cubrimiento de algunas necesidades, pero también, de permitirse comprar y
gastar cuando el dinero alcanza. Asumen el rol del adulto trabajador que consigue con su
esfuerzo aquello que les permite ser un poco más independiente de sus padres.
En la conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil de 2009, Ilva Myriam
Hoyos, representante de la Procuraduría General de la Nación, afirmó que el Estado, la
familia y la sociedad deben asumir una posición de garantes de los derechos de la infancia.
Las normas y leyes que proscriben el trabajo no son suficientes, hay que crear políticas
públicas dirigidas a mejorar las condiciones de los sectores más desprotegidos de la
población. En definitiva, Hoyos asegura que los colombianos debemos tomar más
decisiones en función del bienestar de los niños, niñas y jóvenes. Hoyos, I. M. (2009, 12 de
junio), “Conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil-Colombia 2009” [conferencia], Bogotá.
Los menores involucrados dentro de dinámicas de producción han tenido que injerir en su
desarrollo biológico, sicológico, social y cultural, el hecho de ser pequeños trabajadores, a
los cuales les cambia las reglas de juego respecto a su proceso de identificación.
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Con Fernando Ávila, nos dio la sensación de que es aún un niño pequeño en el cuerpo de
un joven. Al no ser de Bogotá, para él todo era nuevo: la ciudad, el comportamiento de la
gente, la grabadora de voz con la que lo entrevistamos, la biblioteca con información sobre
ciclismo, el uso del computador. Su problema familiar, específicamente con su madre, ha
hecho que Fernando esté un poco desorientado en la vida. No tiene un rumbo fijo ni una
obligación específica. Lo único que quiere es dedicarse a su deporte y a salir en televisión
cuando sea un ciclista profesional como su primo Edwin Ávila.
“Toda identidad –o identificación-, en tanto relacional, supone otro que no es „lo mismo‟ y
a partir del cual puede afirmar su diferencia. Ninguna estará entonces determinada en sí
misma, en una clausura desde la cual se enfrentará a otras. Una identidad se basa en un
relato siempre abierto, susceptible de ser retomado en una fase ulterior” (Arfuch, 2006, p. 31).
Todos los entrevistados tienen ideales respecto a lo que quisieran hacer en un futuro. Daniel
quiere ser futbolista, Fernando ciclista, Diego aspira a tener su propia empresa y Solange
desea cuidar de la tercera edad. Estas conclusiones respecto a su futuro han sido ideadas por
la influencia de sus familiares, que, en algunos casos, han ejercido los oficios y deportes
que ellos anhelan desarrollar con el tiempo.
Cada uno sabe que esos sueños que anhelan se podrían realizar con esmero y dedicación.
Por ahora, existe una brecha entre sus ideales y la realidad que les ha tocado vivir. Aquellos
que representan un ideal de vida para los menores entrevistados, en varias ocasiones no son
la mejor opción. Llegan a formar una concepción positiva de una persona influyente, que en
realidad, no representa del todo lo que los niños quieren imitar.
Algo similar pasa con Daniel Flórez y la relación con su tío Rodolfo. Este último ha sido
una influencia no muy positiva dentro de la vida del pequeño, ya que lo ha obligado a
trabajar con él dentro y fuera de Bogotá; lo ha amenazado con llevarlo al ICBF si se llega a
escapar, etc. Sin embargo, al preguntarle a Daniel con quién se identifica y qué quiere ser
cuando grande, responde que su sueño es ser un empresario como su tío Rodolfo, porque
siempre tiene trabajo.
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Solange Caicedo, por el contrario, se puede decir que es la más madura del grupo. Tiene
claro que después de terminar su carrera de Trabajo Social, se quiere dedicar a cuidar y
trabajar con personas de la tercera edad. Creemos que toda esa ayuda que ella quiere
brindarle a los demás la ha aprendido a valorar en su trabajo en los buses, con sus
familiares que a veces le dan dinero para sus gastos, y en general, con su espíritu
filantrópico contagiado por su madre.
Los tíos de Diego han sido un modelo a seguir para su sobrino. A causa de tener una madre
despreocupada, decidió irse a vivir con los papás de sus primos gemelos que son también
sus amigos más cercanos. Su tía Nubia, trabajadora y bien presentada, no se compara con
Linda, la mamá de Diego, quien no está pendiente de conseguir un trabajo o un bienestar
para su hijo.
El trabajo de cada uno de los personajes de nuestras historias representa una actividad
ilegal, ya que ninguno trabaja con un permiso dado por un Inspector de Trabajo. No
obstante, es una actividad que no hay que rechazar por el hecho de estar prohibida.
Para Pedraza (2004, p. 6), el rechazo al trabajo infantil, por el daño que genera estas
actividades a los niños, hace que también se rebaje el reconocimiento simbólico y social de
esta actividad y que, en consecuencia, se reduzca el sentido de identidad del niño
trabajador, porque su actividad carece de reconocimiento.
El contexto actual deja ver una infancia que se ha visto obligada a cumplir con el reto de
trabajar. Los niños que participan en este mundo retan a las sociedades a encarar el modelo
tradicional de infancia para pensar de formas alternativas las posibilidades de realización
del mundo de la niñez. Se quiere enfocar la atención en las habilidades, las motivaciones,
experiencias y conocimientos adquiridos en cambio de centrarse en el carácter deficitario
de la infancia.
Los menores desarrollan destrezas en sus trabajos que los convierten casi en adultos.
Cuando se replantee este contexto del trabajo infantil, será posible ver a la infancia en
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función de las habilidades que sacan a flote en sus labores, mas no en función de lo que
carecen.
Con lo que Pedraza plantea, es necesario que la noción de infancia sea diferente, más
ajustada a la realidad. De esta manera, se podrá dimensionar el problema de una forma
distinta y crear políticas para erradicar el trabajo infantil.
Para Pedraza (2004, p. 7), es difícil implantar políticas sociales y programas para la
erradicación del trabajo infantil en los países en vía de desarrollo, cuando no se ven las
condiciones familiares y sociales que encierran estas actividades.
Una consecuencia de mantener la concepción europea sobre la vida escolar y lúdica de los
menores de edad, es que se deja de lado la condición de los niños como agentes
económicos y pone en duda las relaciones de poder que guían la organización social, es
decir el Estado, la familia y el niño. En un país pobre, es difícil concebir una sociedad sin
niños trabajadores.
Aceptando esta realidad, la cual perjudica a unas regiones más que a otras, es importante
decir que los personajes de las cuatro historias que presentamos en este trabajo, han
construido y sentado las bases de lo que cada uno es a partir de las actividades que realizan
dentro y fuera de su casa. La variedad en sus trabajos ha hecho que cada uno forme una
personalidad única, influenciada siempre por las preocupaciones del hogar y de su qué
hacer diario.
La identidad personal es la que hace a las personas únicas, ya que tiene en cuenta el
desarrollo personal y la relación con el mundo. Al tener contacto con el exterior, la persona
puede crear y conformar su propia su propia idea de sujeto. (Martín, 2008, p. 15).
Si la meta es erradicar definitivamente el trabajo infantil, entonces, se debe pensar en que
una de las soluciones es la educación básica gratuita, de calidad y que pueda cubrir los
elementos necesarios para estudiar. El conocimiento transmitido por vía oral es de gran
99
importancia en los países en vías de desarrollo, sin embargo, otros saberes tan necesarios
como aprender a leer y escribir también se convierte en un mecanismo para salir del
estancamiento en que hemos estado durante siglos.
Con las crisis económicas, las guerras, los conflictos internos y los desastres naturales, ha
quedado confirmado que el trabajo infantil aumenta a gran escala, incluso en sus peores
formas. La solución para esto es generar un ambiente de diálogo social entre los países,
pues, sus malas acciones o decisiones, repercutirán en grandes y pequeños.
Las razones por las cuales niños, niñas y jóvenes trabajan son varias: las razones sociales se
concentran en una educación deficiente, la falta de acceso a espacios recreativos y
culturales y la violencia intrafamiliar. En las razones culturales, se tiene la idea sobre el
trabajo como formador de identidad, además, hay oficios que los menores hacen por
tradición familiar. Por último, están las razones económicas: pobreza, existencia de mano
de obra infantil y consumo de lo producido gracias a este, la desregularización de la
economía y el privilegio de los factores económicos sobre los sociales. OIT (2008, 2 de julio),
“Programa de erradicación del trabajo infantil” [en archivo digital], Bogotá.
Una de las consecuencias de todas estas desigualdades y carencias se ha notado, con el paso
del tiempo, en el estado de salud de los personajes de las crónicas. Por ejemplo, Solange
sufre de rinitis desde hace algún tiempo debido al humo de los buses, la contaminación del
aire y de paso, horas de sueño interrumpidas. Diego se ha quejado de la espalda en varias
ocasiones, ya que tiene que estar de pie todo el día en el puesto de papa, o si no, agachado
organizando los bultos.
A causa del trabajo que Diego realizaba antes en la bicicletería, sus manos tienen signos de
resequedad y cicatrices, como las manos de Fernando, debido a la fuerza que hace para
enderezar las varillas. Al contrario de ellos, Daniel no presenta molestias por su trabajo,
pero si posee un grado de desnutrición y por ende, un desarrollo físico lento.
100
Estar en un mundo de niños, por su edad, y en uno de adultos, por su trabajo, ha hecho que
todos ellos tengan síntomas de varias molestias que no deberían desarrollarse a su edad.
Con tal de trabajar, su estado de salud pasa a un segundo plano, y conseguir dinero, la razón
para seguir en este orbe que los seduce cada vez más.
La desescolarización es otro resultado que afecta actualmente a dos de los personajes:
Daniel y Fernando. Esto se debe a la falta de recursos económicos para continuar
estudiando. En el caso del Daniel, hay que sumarle su problema de distracción a la hora de
aprender.
La sociedad colombiana aún tiene rezagos esclavistas y de servidumbre que no permiten
que el trabajo infantil desaparezca del todo.
Para la CUT, “la cantidad de niños que nacen sin ser reconocidos por su progenitor, los
hogares desintegrados, el hacinamiento y la promiscuidad con el consecuente abuso sexual
por parte de los mismos familiares, el maltrato a que son sometidos los niños en la familia,
la imposibilidad de acceder a la escuela por carencias económicas o distancia o la
ignorancia de los padres, son, además de la pobreza, factores que abren el camino al trabajo
infantil” (CTC, 2009, p. 2).
Para eliminar el trabajo infantil es necesario arremeter contra las causas que lo generan. Los
niños tienen la capacidad de retener con más facilidad aquello que capta su atención, y, si
no tienen una persona que los oriente durante su formación, terminarán anhelando bagatelas
que trascienden sobre la importancia de la identidad y la construcción social.
La identidad de los cuatro niños entrevistados se puede definir desde diferentes puntos: la
inseguridad que aún tienen ante la vida, la inexperiencia en las relaciones sociales, la
inconformidad familiar y económica, la ausencia de un modelo a seguir –en algunos casos-,
entres otras razones. Algunas de estas razones hacen que los cuatro personajes se conecten
debido a su situación laboral, pero, que se diferencien en cuanto a la búsqueda de aquellas
101
identificaciones que, según Fromm, son los rasgos de carácter que una persona toma de otra
que en algún punto admira, idealiza o teme. (Fromm, citado en Guarisma, 2009).
Todos los personajes de las crónicas han tenido un contacto temprano con la calle y los
peligros que esta implica. A pesar de esto, nos dimos cuenta de que trabajar en las ventas
ambulantes o en pequeños oficios mal pagos, no necesariamente implican una mala
formación personal. Con excepción de John Jefferson Bautista, que desde muy pequeño
sufrió de maltrato por parte de su madre y una inestabilidad emocional respecto a lo que era
su niñez, las historias que desarrollamos se caracterizan por no tener contacto con la
malicia, al contrario, han sido niños y jóvenes preocupados por ellos mismos y por sus
familias y que, de maneras recursivas, ayudan económicamente en sus hogares.
Todos los niños y jóvenes, exceptuando a John Jefferson, aseguraron que no les gustaba el
vicio. Diego y Fernando nos contaron que tienen familiares que les gusta la marihuana y el
alcohol. Ellos han tratado de alejarse de esto buscando refugio con sus parientes.
El trabajo infantil implica la violación de los derechos de los niños, pero, es algo que no es
del todo malo. Estando en contacto con los cuatro niños y jóvenes, pudimos notar que sus
actividades han aportado en su preparación para la vida. No se muestran débiles a la hora
de hacer labores y siempre están pensando en conseguir algo mejor pago. Lo malo de esto
en algunos casos es que, el dinero que ganan no es suficiente para cubrir una buena
alimentación o educación, que sería lo más ideal.
Se han creado organizaciones como el Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores
Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC) en Perú y el Movimiento Latinoamericano y del
Caribe de niñas, niños y adolescentes Trabajadores (MOLANATS), que operan en varios
países del continente para estimular la activación de servicios que mejoren las condiciones
de vida de los menores que trabajan.
Los menores tienen quién los proteja más allá de las normas y leyes que obligan a
respetarlos. Para Gustavo Triana, Vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores de
102
Colombia, “Lo importante no es entrar en discusión sobre las cifras de trabajo infantil, sino
ver si esto tiene responsables. Los gobiernos neoliberales son altamente responsables de
que las cifras de trabajo infantil hayan crecido, porque donde se presenta el trabajo infantil
hay un abaratamiento de la mano de obra y desplazamiento del trabajo formal. […] En una
nación en donde cerca del 48% de los hogares viven en niveles de pobreza, es difícil que
los niños se puedan eximir del trabajo”. Triana, G. (2009, 12 de junio), “Conmemoración del Día
Mundial Contra el Trabajo Infantil-Colombia 2009” [conferencia], Bogotá.
Los planes y programas que existen para la eliminación del trabajo infantil no se deben fijar
solamente en asistir a los menores de edad. Detrás de ellos hay familias enteras que también
necesitan una protección integral y que, al igual que sus pequeños colaboradores, requieren
oportunidades para dejar de batallar a diario con las desigualdades de la sociedad.
103
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106
Anexos
Diario de Campo de Daniel Flórez
Primer encuentro:
Lugar: Mexican Circus, ubicado en el Barrio Alfonso López de la localidad de Usme.
Fecha: sábado 14 de marzo de 2009
Hora: desde las doce del día hasta las siete y media de la noche.
Circo azul, blanco y rojo. Figuras pintadas de payasos, toro y torero (nietos de Rosa cuando
fueron y era un man disfrazado pensaron que era de verdad el toro), banderas rojas.
„Por primera y única vez, el mejor evento familiar‟. Estrellas amarillas, queda en un potrero
al lado de la quebrada Yomasa.
Circo pequeño, la entrada comenzó en 3.000 pesos, después 2.000 y al final les toca dejarla
en 1.000. Venden crispetas americanas, gaseosa de litro y la sirven en vasos plásticos.
Atiende una señora mayor.
Abierto: sábado, domingo y festivos. Funciones: 3.30 pm, 5:30 pm y 7:30pm. Cubierto el
circo por una cuerda con bombillos.
Mamás con bebés esperando función de 5:30 pm. Mamás jóvenes, bebés de brazos y niños
no mayores de ocho años jugando en el pasto.
Olor feo de la quebrada, estaba llena de basura, un colchón viejo, cuando llueve muy
seguido, el potrero donde está el circo se inunda y alcanza a inundar casas cerca.
En los recesos del circo venden „bombas intergalácticas‟, las réplicas de Barney, es un
gancho para que papás le compren a los hijos.
Hay manzanas acarameladas servidas en bandeja y las reparte la mamá de John Freddy el
dueño del circo, ella también trabajó, hacía show de cristales.
107
Alrededor de 200 bombillos rodean el circo y se mantienen alumbrados aunque sea de día.
Ese día alrededor de 20 personas esperaban afuera en la entrada del circo. Los niños se
pasan por la quebrada Yomasa, más de uno se ha mojado. Edwin Cuervo fue el contacto
para poder ir al circo. Ese día estaba ya pintado sus cachetes rojos y el pelo mono las
puntas. Él hace show de trapesismo y de bufón.
John Freddy el papá de la niña que hace el ula ula al final del show, al principio fue muy
enfático en decirnos que no le gustaba la idea de hacer el trabajo ahí. Ha tenido problemas
con la Secretaría de Gobierno y la Alcaldía porque no dejan que trabajen menores de edad,
pero sus hijos serán los herederos del circo, además ellos estudian y ensañan en sus ratos
libres. Dice que lo que hace su hija no es arriesgado y es una actividad de tradición. John
Freddy aprendió porque su padre también era dueño de un circo.
El primer día que fuimos en la búsqueda de Jas Leidy, estaba ella con sus primos, una niña
de unos 11 años y un niño de 10 años gordito, y Daniel. Estaban despegando las letras de la
dirección del circo. Les ayudamos pensando en hablar con la niña, pero al darnos cuenta de
que vive bien, estudia…Nos fijamos en otro niño que no estuviera en las mismas
condiciones. Jas Leidy respondía a todo lo que le preguntábamos y sus primos también.
Daniel era el único que no hablaba. Sentimos un poco de sobrades en la actitud de la niña,
en el hecho de que sus respuestas eran concisas. No le da pena presentarse ante un público
grande, pero sí le da pena hacerlo en el colegio porque allá la conocen todos.
Después de habernos dado cuenta de que el perfil de Jas Leidy no se ajustaba a las
necesidades de nuestro trabajo, pensamos en Daniel y hablamos nuevamente con John
Freddy para consultar con él la posibilidad de hacer el trabajo con este utilero. Pero su
respuesta fue enfática: “él no tiene nada que ver con nosotros”
Daniel vimos al principio que es el que maneja el foco para dar luz al centro de la arena
donde se hace el show.
Palabras de John: „Que el gran arquitecto del universo descienda sobre sus corazones‟.
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Durante el intermedio Daniel y una compañera de trabajo de la empresa de logística,
adecuan el escenario para la siguiente función. El uniforme es pantalón rojo y camisa
amarilla, en la espalda tienen el nombre y teléfono de la empresa.
Los trapecistas hacen las veces de utileros.
Ese día el circo estaba casi lleno. Se sientan en tablas de madera, se veía un poco peligroso
pues son delgadas.
John Freddy es el animador, tiene buena voz para el contexto del circo, es atrayente y
fuerte, siempre habla de las maravillas del circo o del siguiente show, sin embargo, es un
hombre tosco, un poco difícil de hablar, regaña feo al hijo de 14 años que hace „Las telas
rusas‟. Lo regañó porque no había ensayado antes de la función „Güevón de mierda, por
qué no ensayó‟. John se puso histérico.
John sale vestido de mariachi mexicano, al final canta rancheras. El show trata de ser como
el de los Hermanos Gasca, pero en una versión mucho más simple. El Gasca mayor sale
con caballos al final muy bonitos, John sale con ponys que se ven un poco mal cuidados,
también canta rancheras. En el circo Gasca durante los recesos se hacen bromas o
actividades con el público, en el circo de Freddy solamente se espera el siguiente show, hay
uno de payasos que sí interactúan con el público.
La parte de arriba de la carpa parece ser el cielo de noche, lleno de estrellas.
El circo tiene marcado la entrada y la salida, hay extintores y rutas de evacuación.
El público se acomoda en graderías, adelante alrededor del escenario hay una especie de
VIP con sillas Rimax rojas. Sin embargo, en las dos oportunidades que fuimos nunca se
ocupó este espacio.
109
Los bafles están ubicados estratégicamente en cada extremo del escenario. Después de 10
minutos, el público se acomoda, ponen al principio música de suspenso.
Esa noche había un niño de unos 9 años en silla de ruedas acomodado en la entrada del
VIP. Daniel nos contó al final que el niño se puso a llorar porque se asustó.
John Freddy: „Sin más preámbulos, bienvenidos al Mexican Circus‟.
Al comienzo todo estaba oscuro adentro, una farola amarilla y la música le daban un aura
de misterio al espectáculo que se acercaba. Pusieron música mexicana, la gente comenzó a
aplaudir. Apareció de primeras el show de „Spiderman, el acróbata de las alturas‟. Juega
con el trapecio, asusta al público haciendo que se va a caer y queda colgando.
„Buena perro‟, „Qué bacano‟, „Uy severo‟…decía el público mientras veían a Spiderman.
Gritaban cada vez que se balanceaba, John estaba siempre atrás de la gran cortina roja
animando y diciendo cosas arriesgadas de Spiderman.
Luego de Spiderman se presentó „Yolima, la dama mágica de América‟. Tenía un traje
plateado, muy maquillada y con movimientos glamurosos, su show era de magia. Siempre
sonríe después de cada truco, esperando que el público aplauda.
„Buena china‟, „Bacana la verrionda‟…decía el público de Yolima.
Show de 2 payasos: „Buenas tardes mi estimadísimo público de 1.000 pesos‟. La mayoría
de los que trabajan en el circo son hombres.
Shows: 1. Spiderman, 2. La maga Yolima, 3. 2 payasos, 4. Acróbatas, 5. Saltimbanquis
(locos acrobáticos), 6. Bufones, 7. Acrobacia aérea, 8. Plaza Sésamo, 9. Telas rusas, 9. Ula
ula.
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Poesía de uno de los payasos:
-Que viva España, que viva Pamplona, que viva su hermana la barrigona
-Para el rico hay alegría, para el pobre hay trabajo
El Mexican Circus es pequeño, rústico en la gradería, los shows si se compara con el de
Gasca, es un entretenimiento básico.
La niña que hace la acrobacia aérea se llama Brigitte y es hermana de John Freddy. Ese día
estaba vestida con una trusa blanca, muy femenina en sus movimientos en el aro.
Al comienzo creímos que Brigitte era la hija de John Freddy. Sin embargo, Edwin Cuervo
nos dijo que tenía 9 años, Brigitte aparentaba tener 18 o más. Cuando se presentó, le
lanzaban muchos chiflidos, piropos, su trusa tenía aberturas en el ombligo y piernas.
John Freddy: „La recreación es parte de la vida sana y Mexican Circus se la brinda‟
En los recesos la mayoría de los que hacen shows, varios son familiares de John Freddy,
vendían varitas fluorescentes, globos multicolor, la pipa mágica, la espada galáctica
multicolor.
A veces cuando ponen la música para cada show, John se equivocaba. Trabaja con un mini
DVD.
El show se cierra con la niña que hace ula ula. Es la hija menor de John Freddy, se llama
Jas Leidy. Ese día salió con una trusa azul, con orificios como la trusa de Brigitte.
Después al final volvieron a salir los payasos haciendo bromas:
-San Cocho, el santo que da más hambre
-san Cudo, el santo que no deja dormir
-San Marco, el santo más cuadrado
-San Wich, el santo de la comida
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John despide el show cantando rancheras con su traje de mariachi, es la única vez que sale.
Muestra los ponys que tiene, los tiene domados, los muestra como uno de sus mayores
posesiones, salen bien peinados, aunque se ven opacos, poco cuidados.
Segundo encuentro:
Lugar: Mexican Circus, ubicado en el Barrio Alfonso López.
Fecha: domingo 15 de marzo de 2009
Hora: desde las doce del día hasta las seis de la tarde.
El domingo 15 de marzo volvimos al circo para esta vez ver a Daniel trabajar.
Antes de comenzar el show, llegó Daniel, se puso el uniforme y comenzó a trapear la
entrada, estirar el forro del escenario.
Daniel llegó a las 2:30pm a trabajar el domingo. Comenzó extendiendo el impermeable de
la entrada; luego encendió la iluminación. Ayudó a ubicar a la gente en la gradería. Trapeó
la entrada. Ese día fue el regaño de John al hijo por que no había ensayado.
El jefe lo regañó un poco porque las luces no estaban listas. Daniel se mostró sumiso y le
dijo al jefe que había un corto en alguna parte de la iluminación. John le pregunta de
manera agresiva el por qué huele a quemado.
Antes del show van pasando Daniel, el primo gordito de Jas Leidy y otros vendiendo
palomitas, la abuela de Jas Leidy vende manzanas acarameladas en una bandeja.
Daniel no ofrece los productos, es algo tímido. Solo pasa y muestra el producto para que lo
compren. Mira a la gente cuando pasa, Daniel se ve serio.
La hermana de Daniel fue ese día a acompañarlo. Un tío de Daniel trabaja de bufón, se
llama Rodolfo. Él fue quien metió a Daniel en el negocio. Cuando comenzó el show, la
hermanita se sentó en una de las sillas del VIP.
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Mientras está todo listo para que la gente entre, Daniel se pasea por ahí mirando qué puede
faltar. Tatarea las canciones que ponen como „Sí, cantemos más fuerte‟,
Hubo media hora de retraso porque la gente no se acomodaba como debía ser en las gradas.
Salió John Freddy con tono regañón a decirle a la gente que se acomodara rápido. Esta vez
la música que puso John para abrir fue de toros.
Cuando empieza el show, Daniel se ve concentrado en cada acto, por ejemplo, con el show
de Spiderman, estuvo todo el tiempo mirando con detenimiento.
Canción: „Tu sonrisa esconde el dolor que hay dentro de ti‟.
La espalda de Daniel es encorvada. Se sienta desgarbado.
En los recesos, Daniel hace paneo con el foco de luz que maneja frente al escenario. Él se
encarga de enfocar con la luz a los personajes de cada show, al final de cada uno mueve de
un lado a otro la luz, para que se vea el público.
En cada show, Daniel estaba sentado en la grada que no se llenó. Mira concentrado cada
show, con las manos entrecruzadas. A veces se metía las manos entre la camisa por el frío
que hacía.
Mira el show de magia de Yolima, sentado en las tablas vacías, a veces el primo gordito de
Jas Leidy se sentaba junto a él y le hablaba sobre cosas del trabajo, por sus gestos e
indicaciones le decía sobre la repartición de las crispetas y los demás productos. El otro
niño también ayudaba a repartir.
El niño gordito se trajo una bolsa de maíz pira y le dio un poco a Daniel. Se lo echó entre la
camiseta amarilla. Jason es el nombre del niño gordito primo de Jas Leidy. Él también
come de la camiseta de Daniel.
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Cuando terminan los shows, Daniel siempre apaga el foco de luz.
Durante el show de los payasos no se rió, tal vez porque ya debe conocer los chistes o
puede ser que tampoco le causen tanta gracia.
Se muerde los dedos mientras ve el show.
En pocas ocasiones molestaba a la hermana con el foco, se lo ponía a ella en la cara.
Cuando abrieron las cortinas para que salieran los saltimbanquis, atrás se veía las rejas del
circo y detrás dos niños mirándolos saltar y mirando qué más alcanzaban a ver adentro del
circo.
En el show de los bufones, hay uno que es el tío de Daniel que es el que más salta y
molesta. Cuando Daniel se sentó en una de las sillas VIP, el tío pasó el le cogió la cabeza y
lo despelucó. Rodolfo estaba con un disfraz verde, no se le veía toda la cara, no se podía
reconocer.
Después del regaño de John al hijo, este salió sonriendo y haciendo su show de telas rusas.
En los intermedios Daniel hace paneo al público con la luz. John: „Directamente del Canal
Tv Azteca‟. Cuando va a ofrecer productos, se queda mucho mirando unos palitos que
tienen luces de neón, los mira arto.
Los intermedios se vuelven un mercado. Daniel cuando vende si alguien que está sentado
arriba quiere algo, él se sube entre la gente para entregar las espadas galácticas
multicolores.
„Tres mil pesos‟, es lo único que dice cuando le preguntan el precio de las barras. Es seco a
la hora de vender, no es entrante con la gente para que le compren. También venden „la
pipa biónica‟. No ofrece las espadas, solamente las mira, les da vueltas con la mano porque
prenden luces de varios colores. Camina despacio con las barras en la mano.
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„Daniel es solicitado en la otra gradería‟, le dijeron por el micrófono para que atendiera a
otra gente que quería comprar las barritas.
John Freddy nos contó que la localidad de Usme fue muy mala. Ese domingo era la última
función ahí, duraron como dos meses. „Los papás prefieren irse a tomar que traer los hijos
al circo‟.
¿Será que Daniel le gustaría estar en el lugar de alguno de los del show? ¿Haciendo de
payaso, acróbata, bufón o dueño del circo?
Tercer encuentro:
Lugar: Circo Mexican Circus, ubicado en el Barrio La Marichuela
Fecha: lunes 23 de marzo de 2009
Hora: 2 pm en la localidad de USME
Aunque la cita con Daniel era en el circo, nos encontramos con él de casualidad en la fila
de espera del alimentador de Marichuela, que es el que nos conduciría a la nueva sede del
circo. Fue bastante fructífero haberlo encontrado antes de llegar a su trabajo debido a que
no queremos que su jefe se entere que decidimos hacer nuestro trabajo con él
Durante el recorrido nos contó que tiene bastante facilidad para moverse por la ciudad
porque desde que comenzó a trabajar ha tenido que defenderse solo. Nos contó que en este
nuevo lugar tampoco le ha ido bien al circo y por eso van a tener que vender la boleta a mil
pesos. También nos contó que al final de la jornada se devuelve a su casa en compañía de la
doctora que el circo tiene contratada.
Finalmente acordamos nuestro próximo encuentro que sería esa semana y al preguntarle por
sus actividades favoritas nos habló de los videojuegos, el fútbol y la pintura, nos contó que
su mamá ya sabe que queremos hacer un trabajo sobre su historia de vida y que no tiene
ningún problema si queremos ir a su casa.
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Cuarto encuentro
Lugar: portal El Tunal
Fecha: jueves 26 de marzo de 2009
Hora: 9:45 am
El tercer encuentro fue el jueves 26 de marzo en la casa de Daniel. El día anterior hablamos
con María Sabina, su mamá, y con ella cuadramos la visita. Nos advirtió que debíamos
llevar el carné de la universidad. Ese día nos bajamos en el Portal del Tunal y al coger el
alimentador, Daniel subió corriendo porque casi lo dejaba el bus. Fue la segunda vez que
nos encontramos de casualidad. Él venía de la casa de su papá en el barrio Danubio Azul,
porque esa noche se quedó con él ya que le iba a mandar una plata a la mamá. Ellos están
separados. Ese día estuvimos toda la mañana con él, su mamá y su hermana menor.
El jueves 26 de enero a las 9:45 de la mañana nos encontramos por segunda vez con Daniel
por pura casualidad en el portal de El Tunal, el nos recibió con una amable sonrisa apenas
se subió al alimentador, nos contó que venía de la casa de su papá ubicada en el barrio
Danubio Azul, allí había pasado la noche anterior porque su mamá lo había mandado a
pedirle dinero prestado y prefirió quedarse porque ya era muy tarde.
El trayecto desde el lugar donde lo deja el alimentador hasta su casa no supera los diez
minutos pero esa tarde se hizo más largo porque visitamos cerca de cuatro tiendas para
comprar lo del almuerzo. Al preguntarle por lo que come generalmente es nos respondió
que comen arroz, papa y huevo.
Cuando le preguntábamos que quería comer para su almuerzo, no nos hizo ninguna
exigencia, solo nos dijo que le compráramos lo que nosotras quisiéramos. Las calles del
barrio son empinadas y angostas, como se ven limpias y en su mayoría están pavimentadas
reflejan un buen aspecto.
Las casas de diferentes tamaños, formas y colores y el sol de esa mañana le dan un
ambiente de festividad a la jornada, a medida que nos vamos acercando a su casa vamos
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sintiendo como la falta de aire hace nuestros pasos más lentos que de costumbre, pero
Daniel sube las montañas de cemento con la agilidad de un felino.
Luego de 40 minutos de recorrido desde el portal hasta su cuadra, llegamos al apartamento
que le tienen arrendado en el barrio Jerusalén ubicado concretamente en el sector del
Paraíso. Allí nos recibió María Sabina, su mamá, una mujer seria y sencilla de contextura
gruesa y pelo ensortijado que aparenta más años de los que en realidad tiene (33).
La fachada de la casa es de color amarillo y está muy bien arreglada, apenas entramos
Sabina nos hace seguir a la primera habitación en la que está su cama y un juego de sala
azul en pana que está en muy buen estado. Enseguida, al lado derecho del largo pasillo que
conecta todo el apartamento hay dos habitaciones cerradas que pertenecen a otra inquilina,
la mamá de Daniel nos dice que ahí viven una señora que trabaja de noche y su pequeño
hijo.
Más adelante encontramos la habitación de David y sus dos hermanas, tiene dos camas, en
una de ellas duerme Daniel con su hermana de 11 años y en la otra que es más amplia
duerme su hermana de 18 años con su bebé de un año. La habitación es amplia tiene un
armario, un televisor viejo y muchos peluches pequeños y desaliñados.
La noche anterior su mamá nos había pedido que lleváramos nuestras identificaciones por
seguridad y por eso apenas nos instalamos en el apartamento lo primero que hicimos fue
mostrarle nuestras identificaciones. Luego le dimos el mercado que habíamos traído para
hacer el almuerzo de ese día.
Andrea le preguntó a la mamá porque Daniel no estudiaba y ella nos comentó que su hijo
tiene un retraso de dos años y que el año pasado o antepasado lo había matriculado en el
colegio pero él no asistió. Nos cuenta que debido a este retraso ha tenido muchas
dificultades porque a la edad que tiene (14 años) no lo reciben para cursar quinto de
primaria.
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También agregó que Daniel trabaja por voluntad propia, que nadie lo obligó pero es
evidente que en este momento el dinero que Daniel y el de su hermana mayor son la única
fuente de ingresos de la familia Flórez.
Después de esta conversación, le mostramos a Daniel una serie de materiales como
cartulinas, lápices y témperas para que hiciera el dibujo que él quisiera. Como en su casa no
hay un comedor o un escritorio su mamá la extendió la mesa de planchar como una
improvisada mesa de estudio.
Teniendo en cuenta que tardó mucho tiempo en optar por alguna opción, Andrea le propuso
dibujar el escudo de su equipo preferido, Millonarios, a Daniel le gusto la idea pero cuando
empezó a hacer los primeros trazos de papel sobre la cartulina se mostró un poco
desilusionado con la idea.
Entonces le propusimos que dibujara un circo, el que él quisiera y con ánimos renovados
empezó con nuevos trazos sobre otra cartulina. Trazada pequeñas líneas diagonales y las
corregía con extrema minuciosidad, no importaba si tenía que borrarlas. Tardó más de
media hora dibujando su pequeño circo a lápiz.
Todo el tiempo trabajó de pie y con su espalda haciendo un arco con su espalda para estar
más pegado a su dibujo. Su hermana empezó a hacer sus tareas del colegio sentada en uno
de los muebles de la sala y al igual que su hermano menor agachaba tanto como podía su
espalda para mirar muy de cerca sus actividades escolares.
Poco a poco el pequeño y insípido dibujo de Daniel fue tomando forma y vida gracias a los
colores de con destreza aplicó sobre la cartulina, para ese momento era evidente que estaba
haciendo una réplica del circo en el que trabajaba. y nos dimos cuenta porque retrato con
maestría detalles como los bombillos, las figuras de los payasos convertidas en canecas y la
entrada de su lugar de trabajo.
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Solo había una pequeña pero importante diferencia que separaba el circo real de la pequeña
escala que Daniel había tardado tanto tiempo en dibujar, este último tenía en la parte
inferior un colorido aviso que decía “circo hermanos Flórez” no era cualquier circo, era el
de su familia.
Mientras Daniel desarrollo esta actividad una de nosotras se fue con su mamá a preparar el
almuerzo, esta actividad nos permitió conocer muchos detalles sobre la familia de Daniel
que él mismo tal vez no nos habría contado.
La primera y la más evidente es que su madre está desesperada porque lleva tres meses
desempleada, y comentó que hasta ha pensado en el suicidio en medio del desespero que le
causa saber que no tiene una fuente de ingresos.
Sabina nos cuenta que Daniel le ayuda con el oficio de la casa aunque en ocasiones lo haga
a regañadientes. También nos cuenta que su hijo mayor fue el primero que empezó a
trabajar en circos con su hermano. Comenta que viajaron a varias partes del país, pero le
permitió llegar hasta Cartagena porque, su tío prácticamente le estaba robando las
ganancias y ella tuvo que girarle el dinero de regreso.
Dice con tristeza que lo vio llegar flaco y mal vestido y que estuvo a punto de demandar a
su hermano por haber cometido ese abuso. Daniel lleva 20 días en el circo y ella no está
muy contenta porque dice que el pago por el trabajo de su hijo no es el adecuado. “muchas
veces no tengo ni para mandarlo al trabajo y él se tiene que colar en el TransMilenio”.
El problema, dice Sabina, es que ya lo tienen fichado y ya le dijeron que si sigue haciendo
eso se lo van a llevar quien sabe donde para que yo vaya y lo reclame y entonces él se
devuelve con los ojos aguados y tenemos que conseguir quien nos preste para los buses.
A pesar de su difícil situación no le exige al papá de sus hijos que le colabore porque según
ella él ya tiene nuevas obligaciones y recuerda que muchas amigas le han aconsejado
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demandarlo para obligarlo a cumplir con sus obligaciones pero ella dice que si no lo hizo
después de que se separaron, menos lo va a hacer ahora.
Además así lo demande no tiene forma de colaborar porque en este momento también está
si empleo. Otro de los soportes económicos que le aligeran la carga a Sabina, es su
compañero sentimental con quien lleva más de cuatro años. Él les colabora con el pago del
arriendo y ella asegura que se entiende bien con sus hijos y los respeta.
Entrevista a Daniel Flórez
Ayudante del Mexican Circus
1. ¿Háblame del viaje a Villavicencio que hiciste con tu tío?
Mi tío me dijo que me iba a llevar a trabajar supuestamente a un circo, pero me llevo a
trabajar de mimo, me tocaba ayudarle a él y a la mujer. La verdad es que paseo no fue,
todos los días me tocaba trabajar de lunes a domingo comenzaba a las nueve y por ahí hasta
las ocho de la noche.
2. ¿Por qué te saliste del Mexican Circus?
Mi tío se salió del circo y John Freddy se puso bravo porque supuestamente se le habían
perdido algunas cosas y nos echaron la culpa de eso, entonces me tocó irme con él.
3. ¿Cómo aprendiste a actuar como mimo?
Mi tío me pintaba y me tocaba arremedar a la gente, era como un desvare, por decirlo así,
porque mientras él estaba sacando las cosas, los volantes y los afiches de un supuesto
espectáculo, yo trabajaba para hacer lo de la comida de los tres (Daniel, su tío y la esposa) y
cuando llegaba por la noche ellos me decían que estaban montando el circo, pero mentiras.
Mi tío con la excusa de los volantes, se la pasaba era echado en la cama, yo trabajaba para
mantenerlo a él, para pagarle el hotel, la comida, todo, yo me cansé porque no teníamos ni
siquiera un sticker de caritas felices para trabajar.
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4. ¿Cuánto dinero te hacías diario?
Depende de cómo estuviera el día, cuando me iba bien me hacia veinte o treinta mil pesos,
sobre todo cuando trabajaba en el semáforo.
5. ¿Qué parte de esa plata le entregabas a tu tío?
Yo le daba casi todo, porque él a veces me decía: “Présteme para el hotel”, entonces eran
quince mil pesos que me tocaba sacar, de comida eran nueve mil, por la comida de los tres
que a mí me tocaba pagar, y era de préstamo en préstamo y así se me iba la plata y,
después no me devolvió nada.
6. ¿Cómo hiciste para regresar a Bogotá?
Él me decía, consígase plata usted solo si se quiere devolver a Bogotá y una vez me
amenazó con llevarme al bienestar familiar por tantas ganas que yo tenía de irme.
7. ¿Qué has hecho desde que llegaste a Bogotá?
Al comienzo nada, después ya comencé por allá…. -Mira a la mamá y se queda callado- es
que donde yo trabajaba antes en la papa tienen mucho chino, porque él -el dueño del
depósito de papa- consigue solo chinos -menores de edad-. Entonces por eso todavía no he
conseguido trabajo.
8. ¿Cuando tienes trabajo, que haces en tu tiempo libre?
A veces le ayudo con el oficio a mi mamá y me acuesto a ver televisión y si consigo plata
por ahí 400 pesos, me voy a echar internet y si tengo 500 –pesos- me voy a echar Xbox.
9. ¿Tienes alguna amiga en especial?
Antes era Lisette, pero ahora no, porque se volvió como toda creída.
10. ¿Te gusta Bogotá, que partes conoces?
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Lo que más me gusta es el centro, es muy chévere yo me lo conozco bien y lo que más me
gusta es el comercio. Del sur me gusta Paraíso, Alfonso López, casi todo lo que recorrí con
el circo. Yo por acá no me pierdo y puedo salir solo y me defiendo bien por TransMilenio.
11. ¿Qué significan para ti las siguientes palabras?
Amor: um…. No sé. ¿Qué es lo primero que se te ocurre o en quién piensas? Cómo en
amigos de allá, la verdad no sé.
Trabajo: Trabajo significa ser alguien en la vida, tener trabajo para ayudarle a mi mamá.
Pero ahora como están las cosas estoy buscando trabajo por allá arriba pero no me sale para
ayudarle a mi mamá y eso.
12. ¿Qué estilo de ropa te gusta?
La ropa Hopper porque es ancha y también porque me gusta el rap, en lucero, cuando
vivíamos allá hace dos años, ensayaba break dance y una vez hicimos una presentación con
un amigo.
13. ¿De toda la gente que conoces hay alguien que es tu modelo a seguir?
No, no tengo.
14. ¿De los trabajos que has tenido cuál es el que más te ha gustado?
El del circo, por los saltos, por los saltos que hacía mi tío. Él me alcanzó a enseñar cuando
estábamos en el circo y yo creo que ya salto igual que mi tío.
15. ¿Te gustaría volver al circo?
No sé, de pronto.
16. ¿O tal vez con un jefe que no sea tan gruñón?
Yo como no le ponía cuidado a lo que me decía John Freddy.
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17. ¿Dejaste algún amigo en el circo?
Carlos, el hijo de John Freddy, el que hace el número de las telas rusas en el circo, tiene
como 17 años.
18. ¿Cómo empezaste a trabajar en el circo?
Mi hermano ya trabajaba allá, y empecé ayudándole a pasar los instrumentos a los artistas.
Después, cuando se fueron los del proyector, John Freddy me dijo que lo intentara a ver
qué tal me iba, y eso me gustó más o menos.
19. ¿Cuáles son tus sueños?
La verdad, mi sueño es casi igual que mi tío, tener mis cosas, mi casa. Tener bien a mi
mamá y tener un buen trabajo.
20. ¿En qué te gustaría trabajar?
Con lo de una empresa, ser como un empresario o algo así.
21. ¿Quién es tu mejor amigo?
Mi mejor amigo es Alex, nosotros le decimos flaco, hace 3 años lo conozco, desde que
llegamos a este barrio. Él está estudiando y yo voy a la casa de él y salimos a montar cicla
hasta bien tarde, es chévere el chino.
22. ¿Cómo es un día normal para ti desde que te despiertas hasta que te acuestas?
Ahora que no tengo trabajo, me levanto y me acuesto a ver televisión, me levanto a las diez
de la mañana, me lavo la boca, se va mi hermana, hacemos desayuno y también el
almuerzo, yo ya sé preparar arroz y otras cositas por ahí.
23. Háblame de tu papá.
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Él es maestro de obra, trabaja con contratistas, ahora está trabajando con el hermano. Él
casi no nos ayuda, a veces nos lleva a almorzar y nos compra zapatos pero no más.
24. ¿A ti te anima el colegio o te da pereza?
-La mamá interrumpe-, “él solo va a jugar a él no le gusta estudiar.
25. ¿Qué es lo que no te gusta?
Ser nuevo.
26. ¿Cuál era tu materia preferida?
Ciencias.
Ficha de análisis de Daniel Flórez
Nombre: Daniel Flórez
Ciudad de Origen: Bogotá
Edad: 14 años
Aspectos de análisis
I. Trabajo:
La primera experiencia laboral de Daniel fue a los 13 años en una pequeña plaza de
mercado, más concretamente en un puesto de papa. Allí, Daniel se encargaba de distribuir
bultos con el tubérculo en las diferentes tiendas del barrio con la ayuda de una zorra que él
mismo manejaba. Por cada bulto, Daniel recibía 600 pesos, y en total alcanzaba a recoger
entre 8.000 y 10.000 pesos diarios. Lograba esta última suma cuando recibía propina de los
dueños de los asaderos.
Más adelante, entró a hacer parte del “Mexican Circus” un pequeño circo que transita por
diferentes zonas del sur la ciudad y al que entró gracias a Rodolfo Flórez, un tío materno
que comenzó a trabajar desde los 11 años en diferentes circos del país. Su vida laboral, a
124
diferencia de Daniel, comenzó cuando se escapó de la finca de sus tíos y empezó a ganarse
el sustento haciendo diferentes oficios en estas carpas itinerantes. Con los años fue ganando
experiencia y se fue convirtiendo en parte del show, con sus presentaciones como trapacista
y saltimbanqui.
Desde hace siete años, después de estar varios años recorriendo el país sin dar noticia
alguna, Rodolfo se reencontró con su familia. Mantuvo su trabajo como artista de circo, y
poco a poco fue motivando a sus familiares para que se integraran en esta actividad. El
primero que se dejó contagiar por este trabajo fue su papá, con quien trabajó como mimo en
las calles de la ciudad durante un año. En un álbum hay una foto que recuerda esta época,
en la cual aparece Rodolfo, su papá y un niño de diez años, que pronto sería reemplazado
por dos de los cuatro hijos de su hermana María Sabina.
Jason, el hijo mayor de María Sabina, fue el primero de los dos hermanos que se unió a
Rodolfo para hacer diferentes oficios dentro de los circos. Se convirtieron en unos errantes,
recorriendo varios pueblos del país. A medida que se alejaban de la ciudad, Rodolfo
comenzó a controlar el dinero que ganaba su sobrino. María Sabina se enteraba de la
situación de su hijo por las quejas que este le daba cuando lograba tener algunas monedas
para llamarla.
Después de varios meses, Jason logró volver a su casa gracias al dinero que su mamá le
envió para que tomara el tiquete de regreso. María Sabina lo vio llegar con el rostro
demacrado, su figura más delgada y la ropa desgastada. Era evidente que su hijo había sido
explotado laboralmente por su tío.
Años después, lo que había vivido John Freddy con Rodolfo se repetiría en Daniel, quien
hasta hace poco dejó de trabajar con su tío después de darse cuenta de los abusos que su
hermano también había vivido.
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Daniel comienza a trabajar
En febrero de 2009, Rodolfo convenció a Daniel de trabajar junto a él en el Mexican
Circus, que debe su nombre a un conocido circo mexicano que, a diferencia de su copia
colombiana, viaja por varios países de Norte América. En el caso colombiano, John Jairo,
dueño y voz del establecimiento, logró viajar por varios barrios del sur de la ciudad, entre
ellos, la Marichuela, Alfonso López, Bochica, entre otros.
En febrero de 2009, Rodolfo convenció a Daniel de trabajar junto a él en el Mexican
Circus, que debe su nombre a un conocido circo mexicano que, a diferencia de su copia
colombiana, en lugar de moverse alrededor de una ciudad, viaja por varios países de Norte
América.
Daniel fue contratado para manejar el proyector de luz con el que iluminaría a los artistas
del circo. Además de esto, hizo las veces de todero, cumpliendo con los mandados que le
encomendaba su jefe, aseando el circo, vendiendo comida y juguetes durante los recesos y
la más curiosa: disfrazándose de Barney o toro de feria que, para los más pequeños, parecía
ser un animal real.
Daniel repetía todas estas actividades los fines de semana, incluyendo los festivos. A
cambio recibía un promedio de veinte mil pesos por los tres o cuatro días que tenía que
trabajar, todo depende de lo ingresos del circo, que no siempre eran estables. Por ejemplo,
en el barrio Alfonso López, donde conocimos a Daniel, la entrada costaba tres mil pesos el
primer fin de semana. Pero dada la escasa afluencia de público, se vieron obligados a seguir
bajando el precio de la boletería hasta que terminaron cobrando la entrada a mil pesos.
La estrategia del circo para compensar los reducidos ingresos era vender una variada oferta
de juguetes y comestibles que daban a conocer al público antes de que empezara la función
y durante el receso de cada espectáculo. Aunque era evidente el éxito de los productos que
ofrecían, el sueldo de Daniel nunca aumentaba y, por el contrario, cada vez era menor.
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Un día en el Mexican Circus
El sábado catorce de marzo llegamos al circo que para ese momento estaba ubicado en el
barrio Alfonso López, en donde no hay que pedir permiso para entrar, como en otros
sectores cercanos controlados por pandillas y grupos armados.
Ese día íbamos para entrar a la función de las 3:30 p.m. El sol cubría todo el barrio, sin
embargo, ruanas y bufandas cubrían a la mayoría de los transeúntes, a pesar de estar
acostumbrados a vivir en un sector frío alejado de esa otra Bogotá calurosa y colmada de
transeúntes.
Minutos antes de la función, ya se podía ver niños atravesando la quebrada de Yomasa que
separa el circo de los barrios que quedan sobre la loma. Había un camino más seguro para
llegar al circo, sin embargo, los pequeños preferían correr el riesgo de golpearse con alguna
piedra, que llegar al parque por el mismo recorrido de siempre.
Una vecina del sector nos contó que en temporadas de invierno, esa quebrada que ahora
está llena de escombros y basura, se rebosa hasta el punto de inundar el potrero donde está
el circo y las casas que están a su alrededor.
Cuando por fin lograron atravesar la quebrada, el grupo de niños se encontró con una carpa
gigante adornada con telas de colores azul, blanco y rojo y unos doscientos bombillos que
rodeaban el circo y se mantenían alumbrados aunque fuera de día/ aún siendo de día.
Después de haber dejado atrás la quebrada con su pestilente olor, una familia de payasos
pintados sobre la fachada, le daban la bienvenida a este grupo de niños, con sus exageradas
y descoloridas sonrisas.
Pero el panorama cambió con el aviso escrito en letras grandes y coloridas que anunciaba:
„Por primera y única vez, el mejor evento familiar‟. Y remataba con la imagen de un toro
que miraba desafiante a un torero flaco y desgarbado.
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La entrada del circo, cubierta con una especie de tapete rojo por donde entrarían los
espectadores, estaba siendo cuidadosamente acomodada y limpiada por un pequeño niño
que parecía no superar los trece años. Nos llamó la atención su extremada delgadez y
porque para la edad que aparentaba tener habría sido más común verlo comprando boletas
para la próxima función que como empleado del circo.
Antes de comenzar la función, un arlequín de mejillas rosadas y el cabello pintado de
amarillo en las puntas, se nos acerco para decirnos que ya podíamos hablar con su jefe. Se
trataba de Edwin Cuervo, quién nos ayudó a contactar a Daniel.
Edwin nos advirtió que John Freddy, su jefe, era extremadamente malgeniado. Por eso,
para lograr una entrevista nos hicimos pasar por unas primas lejanas interesadas en conocer
a un menor del circo para un trabajo del colegio.
Desde el comienzo, John Freddy fue muy enfático al decirnos que no le gustaba la idea de
que hiciéramos el trabajo en el circo, ya que ha tenido problemas con la Secretaría de
Gobierno y la Alcaldía que no deja que trabajen menores de edad. A pesar de esto, sus hijos
de once y quince años hacen parte del show, pero no como un trabajo obligado, pues, según
su padre, es lo que ellos van a heredar cuando él ya no pueda trabajar y así lograr mantener
la tradición que comenzó su padre y que siguieron sus hijos y nietos.
Después de darnos cuenta de que la persona que más se ajustaba a nuestro perfil de
investigación era Daniel, el utilero, hablamos con John Jairo para consultar con él la
posibilidad de hacer el trabajo con Daniel. Pero su respuesta fue radical: “él no tiene nada
que ver con nosotros”. Fue tan amenazante su rotundo no, que preferimos no volver a
conversar con él, pues logró intimidarnos.
Para ese momento, madres embarazadas, familias enteras y grupos de jóvenes esperaban
impacientes a que el circo abriera sus puertas. Algunos compraban crispetas con Coca-cola;
los más pequeños daban brincos sobre el pasto y las mamás se paraban en puntas para
intentar ver qué pasaba con el espectáculo.
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Adentro, el panorama no mejoraba. John Jairo, que segundos antes se había dirigido al
público de manera amable y juguetona para anunciarles que faltaba poco para que
empezara el espectáculo, acababa de estallar de ira porque faltaban varios detalles para que
empezara la función.
El sonido no estaba listo y lo que era peor, su hijo, el acróbata de las telas rusas había
dejado de ensayar por jugar fútbol con sus nuevos amigos del barrio. Después de muchos
llamados, por fin llegó y el regaño no se hizo esperar: „Guevón de mierda, por qué no
ensayó, es que cree que esta mierda se arregla sola, que le he dicho, vaya y se cambia que
no lo quiero ver”.
Como si fuera poco, surgió otro inconveniente. Esta vez se trataba de Daniel, que le dijo a
John Jairo que había un corto en el proyector. El regaño no se hizo esperar: “¡Qué qué
huele a quemado, diga a ver hermano! ¡Por eso es que le digo que lo tiene que mover así y
no así hermano!” Daniel se mostró sumiso, y atendió las explicaciones de su enfurecido
jefe. Esto no afectó el comportamiento de Daniel, al contrario, aceptó más adelante que las
malas palabras de su jefe no lo afectaban emocionalmente.
Cuando por fin abrieron las puertas del circo, los encargados de la organización del
espectáculo no estaban coordinados y la gente se empezó a sentar en las graderías de
manera desordenada. Este hecho volvió a desatar la ira de John, quien en varias
oportunidades salió a advertirles de manera tosca y agresiva a los asistentes que si no se
acomodan bien, tendría que suspender el espectáculo.
Después de diez minutos y a regañadientes, todo el público logró acomodarse sobre las
delgadas y altas tablas de madera, que además de ser incómodas eran peligrosas para
aglomeraciones de este tipo. Ese día el circo estaba sin una silla vacía/tenía lleno total y con
las luces apagadas, la parte superior de la carpa parecía ser un cielo lleno de estrellas.
Entre tanto, los empleados más pequeños del circo, incluyendo a los hijos y sobrinos de
John Jairo, pasaban de gradería en gradería vendiendo palomitas de maíz y manzanas
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acarameladas. Daniel no ofrecía los productos, solo pasaba y mostraba de manera tímida el
producto para que lo compraran.
“Que el gran arquitecto del universo descienda sobre sus corazones‟, fue el saludo de
bienvenida de John, el mismo que minutos antes trató mal a su hijo y se dirigió a los
espectadores en tono desafiante. Y remató con voz melodiosa y juguetona: “Sin más
preámbulos, bienvenidos al Mexican Circus”.
En seguida todo quedó oscuro y lentamente se empezó a vislumbrar una farola amarilla y
música gitana que le daban un aura de misterio al espectáculo que se acercaba. La gente
empezó a aplaudir mientras salía al escenario „Spiderman, el acróbata de las alturas‟.
Con su disfraz lleno de telarañas pegado al cuerpo empezó a dar vueltas sobre el trapecio,
haciendo creer que se iba a caer de manera accidental, pero justo cuando el público se
queda inmóvil pensando en lo peor, el „acróbata de las alturas‟ quedó colgando de los pies,
despertando la emoción del público que lo aplaudía.
Los comentarios no se hicieron esperar: „Buena perro‟, „Qué bacano‟, „Uy severo‟, gritaba
la gente mientras el personaje se balanceaba como si estuviera saltando de edificio en
edificio. Mientras tanto, abajo en las graderías, alguien miraba el show con asombrosa
quietud, se trata de Daniel que no le quita la mirada a los movimientos de Spiderman/
Daniel observaba con atención los movimientos de Spiderman en las alturas.
Apenas el hombre araña bajó del trapecio, Daniel corrió apresurado a iluminarlo con su
foco, el cual manejaba como si fuera el timón de un barco. Acto seguido hizo un giro de
ciento ochenta grados para iluminar el final del espectáculo. Se detuvo en el centro del
escenario para darle la bienvenida al siguiente show: „Yolima, la dama mágica de
América‟.
Tenía un traje plateado, su rostro estaba iluminado por la escarcha dorada que tenía
adherida a la piel. A medida que avanzaba hacia el centro del escenario complementaba sus
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divertidos trucos de magia con movimientos glamurosos que invitaban a más aplausos y
nuevamente se escuchaba a lo lejos: „Buena china‟, „Bacana la verrionda‟.
Entre tanto Jason, un pequeño regordete que también trabajaba en el circo, compartía un
paquete de palomitas de maíz con Daniel, mientras concretaban el recorrido para vender los
comestibles y se repartían las manzanas acarameladas que tenían que vender durante el
receso.
Para ese momento el circo se convirtió en un mercado: utileros, trapecistas y payasos se
dispersaron por todas las graderías del circo para ofrecer espadas intergalácticas, pipas
mágicas y réplicas de Barney. A Daniel le dieron unas pequeñas varitas de neón, que
miraba con atención mientras las ofrecía de manera tímida y silenciosa.
“Tres mil pesos” era lo único que decía cuando le preguntaban por el precio de los juguetes,
que logró vender en muy poco tiempo. De varias partes del circo lo llamaban para
ofrecerlas y fue hábil a la hora de recibir el dinero y entregar las vueltas.
Después del receso, nuevamente apagaron las luces. Daniel retomó su lugar junto al
proyector de luz, detrás del escenario, John Jairo reprodujo música de suspenso que
alternaba con notas más divertidas para poder ambientar la salida de dos coloridos
personajes que saludaban al público diciendo: „Buenas tardes mi estimadísimo público de
1.000 pesos‟. Eran dos payasos que se empujaban entre ellos; bailaban, brincaban y se
caían por accidente, mientras los pequeños estallaban en carcajadas.
“Que viva España, que viva Pamplona, que viva su hermana la barrigona”, recitaban los
payasos y para terminar cerraban con una selecta lista de los santos más destacados: “Oiga
Rosquitar ¿Usted sabe cuál es el santo que no deja dormir? No Pecuequita, dígame cuál es
ese santo… pues san…cudo! Bueno Pecuequita a que no me adivina quién es el santo de la
comida… dígame usted rosquitar… pues San…dwich. Jajaja”.
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Después de ese espectáculo, Daniel hacía maniobras con el proyector para iluminar al
público que aplaudía con expectativa, la llegada de los saltimbanquis anunciados por John
Jairo como los locos acrobáticos.
El trío de bufones hacía giros como si fueran uno solo, luego se desenredaban y empezaban
a saltar juguetonamente. Uno de los tres era el que siempre se caía, el torpe del grupo, pero,
había otro que se destacaba por su facilidad para bailar y animar al público; aplaudía
mientras se balanceaba por los alrededores del escenario y luego hizo una pausa para
molestar a Daniel, su sobrino, le sacudió la cabeza y luego abandonó el escenario.
Las luces se apagaron nuevamente/ Mientras sonaba de fondo la banda sonora de Titanic/ al
tiempo que empezaba a sonar de fondo la banda sonora de Titanic. John Jairo decía con
acento de payaso: „La recreación es parte de la vida sana y Mexican Circus se la brinda‟. En
ese momento salió Brigitte, una joven de figura moldeada que tenía puesta una trusa blanca
adornada con brillantes.
/Aquella silueta, la cual ascendía sentada en un aro antes de que Daniel la iluminara, era la
sobrina de John Jairo. Se fue acomodando delicadamente y al estar ubicada a quince metros
de altura, comenzó a jugar con sus brazos y sus pies, alrededor del aro escarchado. Ya no
era un juego de payasos, no había risas o chiflidos. El público atendía, sin dejar de mirar el
foco de luz, a aquella mujer que por momentos asustaba al público con movimientos que
parecían en falso, pero bien pensados.
Se acomodaba delicadamente sobre un aro a medida que era elevada a quince metros de
altura y empezaba a moverse alrededor del aro como si fuera una bailarina profesional.
Brigitte movía sus brazos con delicada armonía al tiempo que hacía peligrosas acrobacias
suspendida en el aire. El público no le quitaba la mirada de encima, la contemplaba con la
minuciosidad de sus movimientos.
Al final, John Jairo despidió el show cantando rancheras en un espectáculo que según él,
viene directamente del Canal TV Azteca. Entonó a todo pulmón los éxitos más recientes de
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Vicente y Alejandro Fernández, mientras exhibía un grupo de ponys flacos y desgarbados
que él paseaba por el escenario como si fueran su mejor muestra equina.
Después de haber visto el espectáculo, se puede confirmar con facilidad que el show de dos
horas que ofrece el Mexican Circus es una copia de un circo que por tradición ha visitado
varias localidades de la ciudad, el Circo Hermanos Gasca, un negocio familiar que nació en
México y se caracteriza por ser pomposo y seductor a los ojos de niños y adultos. Cañones
gigantes, elefantes en dos patas y perros saltarines son algunas de las atracciones.
Por eso, una de las diferencias más evidentes de este reconocido circo mexicano con el de
John Jairo, es que este último es de bajo presupuesto. Por ejemplo, su traje de mariachi no
es tan luminoso y sus caballos no alcanzan a ser bestias europeas de paso fino, como los de
Raúl Gasca, quien además, tiene la posibilidad de vender su voz en CD con las mejores
canciones de los reyes de la ranchera mexicana.
Dos horas antes de la media noche, luego de haber recogido parte del desorden que dejó la
jornada, Daniel salió de la carpa. Su ropa de trabajo la cambió por unos jeans y un buzo
negro delgado. Sus tenis eran los que usa para jugar fútbol, pues estaban un poco rotos y
sucios. Fuimos bajando la loma para tomar en alimentador junto a Jeimy, la enfermera del
lugar. Ella es la compañera de viaje de Daniel cuando la soledad de la noche puede en
riesgo su seguridad.
Pero, por lo general viaja solo y no le queda difícil, lleva muchos años desplazándose por
varios sectores de la ciudad y dice que ya sabe defenderse. Lo que sí le preocupa es
conseguir el dinero para desplazarse porque con lo que le pagan solo le alcanza para los
gastos de su casa.
La única alternativa de Daniel es colarse en TransMilenio pero como ya lo tienen fichado,
todo es cuestión de suerte. Por eso, en ocasiones su delgada silueta pasa inadvertida en los
pequeños espacios por los que se puede colar, pero en otras tantas, tiene que devolverse a
su casa “con los ojos aguados” como nos cuenta su mamá.
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II. Conducta en el trabajo:
En el circo, Daniel cumple con sus labores de manera tímida y silenciosa. Mientras está
todo listo para que la gente entre, se pasea de un lado para otro mirando qué puede faltar al
tiempo que tararea las canciones que John Jairo va alternando en el DVD.
En medio de cada presentación, cuando no tiene nada que hacer, se sienta en las graderías
que están desocupadas y mira concentrado cada espectáculo. No muestra ningún tipo de
emoción, tal vez porque ya ha visto tantas veces el mismo espectáculo que se lo sabe de
memoria y no le causa ninguna sorpresa.
Las dos personas con las que tiene más empatía son su tío y Camilo, unos de los hijos de
John Jairo encargado del show de las telas rusas. Daniel habla con ellos de vez en cuando,
pero la mayor parte del tiempo permanece solo haciendo su trabajo.
III. Aspecto físico:
Daniel mide aproximadamente 1.50 centímetros; tiene piel morena y una figura flaca y
desgarbada. Es evidente que para sus catorce años tiene problemas de peso y estatura. Su
cabello es negro, pero está iluminado por un mechón rubio de agua oxigenada en la parte de
adelante.
En ocasiones deja al descubierto una tímida sonrisa que permite ver unos pequeños dientes
blancos y torcidos. En la mano izquierda tiene una L tatuada, se trata de la inicial de Lizet,
su última novia con la que duro un mes y terminó porque se fue a la casa de su tío Rodolfo
en el barrio Alfonso López y durante esos ocho días nunca la llamó.
Su uniforme de trabajo es un pantalón rojo y una camisa amarilla que dice: “eventos
empresariales, alquiler de carpas 317-4744717” ese aviso es el que le dan a él y a el resto
de utileros del circo, como si quisieran dar a entender que estas personas no pertenecen al
circo. Su ropa es sencilla, pero no se ve ni rota ni sucia. Lo hemos visto con jean y
Converse ya gastados, una camiseta azul oscura y chaqueta de sudadera naranja.
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IV. Personal:
Según su mamá, Daniel trabaja desde hace dos años por voluntad propia; nadie lo obligó,
pero es evidente que en este momento el dinero de Daniel y el de su hermana mayor son la
única fuente de ingresos de la familia Flórez.
Al parecer gran parte del dinero que recibe Daniel se lo entrega a su mamá para los gastos
de la casa, pero Daniel guarda un pequeño porcentaje para él a escondidas de su mamá.
Suponemos eso porque la suma que, según ella, Daniel había ganado el fin de semana
pasado, era inferior a los treinta y siete mil pesos de los que nos habló él en días pasados.
Como Daniel no estudia, se puede levantar a cualquier hora, por eso varios días a la semana
duerme hasta el medio día. Le gusta ver televisión cuando se despierta y como tienen
parabólica, aprovecha para ver sus canales favoritos: Nickelodeon y Cartoon Network.
Después de levantarse hace aseo en su cuarto y le ayuda a su mama con los quehaceres de
la casa.
Daniel nos contó que le gusta jugar fútbol pintar con vinilos y montar en bicicleta. Pero
últimamente no la ha podido usar porque tiene dañado el manubrio y le cuesta mucho el
arreglo. Antes de que se dañara se la pasaba montando por todo el barrio “Uy, yo era bueno
pa‟ montar rápido”, dice Daniel.
Después de saber qué tipo de planes le gustan a Daniel fuimos a su casa a compartir un día
con él y su familia y le llevamos cartulinas, lápices y témperas para que hiciera el dibujo
que él quisiera. Como en su casa no hay un comedor o un escritorio su mamá, le extendió la
mesa de planchar como una improvisada mesa de estudio.
Teniendo en cuenta que tardó mucho tiempo en optar por alguna opción, le propusimos
dibujar el escudo de su equipo preferido, Millonarios. A Daniel le gusto la idea, pero
cuando empezó a hacer los primeros trazos de papel sobre la cartulina se mostró un poco
desilusionado.
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Después optó por dibujar un circo, y desde el comienzo estaba más animado de hacer este
dibujo. Trazaba pequeñas líneas diagonales y las corregía minuciosamente, no importaba si
tenía que borrarlas. Tardó más de media hora dibujando su pequeño circo a lápiz.
Todo el tiempo trabajó de pie y con su espalda formando un arco para estar más pegado al
dibujo. Su hermana empezó a hacer sus tareas del colegio sentada en uno de los muebles de
la sala, y al igual que su hermano menor, se agachaba tanto como podía para mirar muy de
cerca sus actividades escolares.
Poco a poco el pequeño e insípido dibujo de Daniel fue tomando forma y vida gracias a los
colores que con destreza aplicó sobre la cartulina. Al terminar el dibujo, nos dimos cuenta
de que su dibujo era una réplica del circo en el que trabajaba, porque retrató con habilidad
detalles como los bombillos, las figuras de los payasos convertidas en canecas y la entrada
de su lugar de trabajo.
Solo había una pequeña pero importante diferencia que separaba el circo real del dibujo que
Daniel había tardado tanto tiempo en hacer: Este último tenía en la parte inferior un
colorido aviso que decía “Circo Hermanos Flórez”, y no era cualquier circo, era el de su
familia …. „Circo Hermanos Flórez‟ era la mención que Daniel hacía en la parte inferior del
circo dedicado a su familia.
Daniel se quedó terminando su dibujo mientras preparábamos el almuerzo junto a María
Sabina. La pequeña sala ubicada al lado de la cama de María Sabina sirvió de comedor a la
hora de comer. Pasta con jamón y queso fue el menú del día…El menú del día fue pasta
con jamón y queso. “Cuando hay plata comemos huevo con arroz”, nos contó Daniel horas
antes cuando hicimos un recorrido por las tiendas de su barrio en la búsqueda de los
ingredientes del almuerzo.
Cuando le servimos la comida, se sentó en la cama de su mamá, sostuvo el plato con la
mano manteniendo la posición encorvada que lo caracteriza. Encendió el televisor para
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buscar dibujos animados, pero apenas los encontró su mamá lo apagó porque, según ella,
“se concentra tanto viendo televisión que no come”.
Después del almuerzo, empezamos a tomar una serie de fotos para tener un registro visual
de la visita. Comenzamos con los detalles de la casa y al final les tomamos fotos a Daniel y
su familia.
Durante ese lapso de tiempo percibimos una actitud diferente en Daniel. Había dejado de
ser el empleado tímido y serio que desarrolla sus deberes en el circo de manera solitaria y
silenciosa, para convertirse en el niño consentido de su mamá. Estaba sentado al lado de
ella, la abrazo varias veces, jugueteaban juntos, se escondía de nosotras detrás de su
espalda. En ese momento Daniel era otro; su sonrisa dejaba ver la alegría que le produce
estar cerca de su familia y sentirse protegido por su mamá.
V. Familia
Daniel vive con María Sabina, su mamá. Ella tiene treinta y tres años y se llama así porque
le heredó el nombre a su mamá. Es de contextura gruesa y tiene una abundante cabellera
ensortijada. Por su aspecto físico en general, revela una mayor… más edad de la que dice
tener.
También vive con sus dos hermanas, Mayerly que tiene doce años y Jazmín Lorena de
dieciocho, quién a su vez…la cual tiene una bebé de un año de nacida. La foto de esta
pequeña fue lo primero que Daniel sacó de su billetera cuando le preguntamos por su
familia.
El papá de Daniel se separó de María Sabina hace más de cuatro años. Vive en el barrio
Danubio Azul en compañía de Jeison, el primer hijo varón de la familia Flórez, además
tiene una nueva compañera sentimental y dos hijos más. No frecuenta a sus otros hijos y,
según sabina, tampoco se preocupa por estar enterado de lo que pasa con sus vidas.
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Mientras Daniel estaba pintando el circo en la sala de su casa, una de nosotras se fue con su
mamá a preparar el almuerzo. Esta actividad nos permitió conocer muchos detalles sobre la
familia de Daniel que él mismo tal vez no nos habría contado.
Lo primero que manifestó con angustia es que está desesperada porque lleva tres meses
desempleada, y comentó que hasta ha pensado en el suicidio en medio de la ansiedad que le
causa saber que no tiene una fuente de ingresos. “Muchas veces no tenemos ni para comer
y por lo general el almuerzo es arroz, papa y huevo”.
A pesar de su difícil situación, no le exige al papá de sus hijos que le colabore porque,
según ella, “él ya tiene nuevas obligaciones” y recuerda que muchas amigas le han
aconsejado demandarlo para obligarlo a cumplir con sus deberes, pero ella dice que si no lo
hizo recién que se separaron, menos lo va a hacer ahora.
Además, así lo demande no tiene forma de colaborar porque en este momento también está
sin empleo. Otro de los soportes económicos que le aligeran la carga a Sabina, es su
compañero sentimental con quien lleva más de cuatro años. Él les colabora con el pago del
arriendo y ella asegura que se entiende bien con sus hijos y los respeta.
También nos cuenta que su hijo mayor fue el primero que empezó a trabajar en circos con
su hermano. Comenta que viajaron a varias partes del país, y alcanzaron a llegar hasta
Cartagena. Este fue el último destino junto a su tío, porque él le estaba robando las
ganancias y ella tuvo que girarle a Daniel el dinero de regreso. Dice con tristeza que lo vio
llegar flaco y mal vestido y que estuvo a punto de demandar a su hermano por haber
cometido ese abuso.
Frente a este panorama se puede entender que, aunque nadie obligó a Daniel a trabajar, la
necesidad sí lo llevó a buscar una fuente de ingresos. Y gracias a ese dinero, además del
que gana su hermana, esta familia de cinco personas, que ha sido víctima del desempleo y
la explotación laboral, se puede sostener aunque sea de manera precaria.
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VI. Vivienda:
El paraíso de Jerusalén
Para llegar a su casa, ubicada en el sector de Jerusalén, es necesario tomar un alimentador
que nos conduce al barrio El Paraíso en un trayecto que dura quince minutos. Las calles del
barrio son empinadas y angostas; la limpieza y el buen estado de los andenes permiten que
el barrio refleje un buen aspecto.
Las casas de diferentes tamaños, formas, colores y el sol de esa mañana le dieron un
ambiente festivo a la jornada; el aire estaba fresco y era mayor el flujo de bicicletas que de
automóviles, creando una atmósfera tranquila en el pequeño paraíso que representaba el
barrio de Daniel.
A medida que nos íbamos acercando a su casa, fuimos sintiendo cómo la falta de aire hacía
que nuestros pasos fueran más lentos que de costumbre, mientras que Daniel subía las
montañas de cemento con la agilidad de un felino.
Por fin, luego de un recorrido de una hora desde la avenida Caracas con calle cuarenta y
cinco, llegamos a una casa de dos pisos pintada de un amarillo intenso. La entrada es una
puerta blanca, adornada por la mitad con rejas redondeadas y un vidrio que nos permitía ver
por encima el apartamento que Daniel y su familia tienen en arriendo.
Al entrar…De entrada, lo primero con lo que nos encontramos fue con la habitación de
María Sabina en la que está su cama cubierta con un cubre lecho rosado y un juego de sala
azul en pana que está en muy buen estado. También tiene un mueble grande donde está el
televisor. La decoración es sencilla, con credenciales de cumpleaños y del día de la madre
colgados en la pared, un gorro de caza, además, en el mueble de la sala están las fotos de
los hijos de María Sabina y de ella.
Enseguida, al lado derecho del largo pasillo que conecta todo el apartamento hay dos
habitaciones cerradas que pertenecen a otra inquilina. La mamá de Daniel nos dice que ahí
vive una señora que trabaja de noche y su pequeño hijo.
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Más adelante encontramos la habitación de Daniel y sus dos hermanas; tiene dos camas y
en una de ellas duerme él con su hermana de 11 años, y en la otra que es más amplia
duerme su hermana de 18 años con su bebé de un año. La habitación es grande, tiene un
armario, un televisor viejo y muchos peluches pequeños y desaliñados.
En seguida de este cuarto está la cocina, y más adelante hay un lavadero y una puerta que
da a un pequeño balcón. Desde allí se pueden ver los patios de las otras casas. Hay unas
escaleras empinadas que dan a la parte de debajo de la casa. Allí cuelgan la ropa y tienen
guardados chécheres y cosas viejas. Daniel guarda ahí su bicicleta y un saltarín que le
regalaron.
El piso de la casa está en cemento pero está pintado de rojo y eso le da cierta calidez a las
habitaciones. El apartamento en general se destaca por su orden y limpieza; la losa está
limpia, todo está en su lugar y no hay malos olores.
En este primer piso hay solamente un baño para toda la familia Flórez y la otra inquilina
que vive con ellos. No hay decoración en este lugar, fuera del piso y paredes en cemento y
una ducha un poco zafada de su lugar y cubierta por una media que hacía las veces de filtro
para las goteras.
VII. Educación:
En este momento Daniel no está estudiando; alcanzó a cursar hasta cuarto de primaria.
Durante esos últimos años de estudio su mamá empezó a notar que él era distraído y le
empezó a ir mal, por eso le hicieron unas pruebas y una sicóloga de la Universidad Católica
determinó que tenía un retraso de dos años.
María Sabina nos contó que el año pasado o antepasado lo había matriculado en el colegio
pero él no asistió. Debido a ese retraso –y a su edad-, es muy complicado que lo reciban
ahora para cursar quinto de primaria. Su hija menor es la única que está estudiando, pero
debido a su atraso por haber perdido varios años, actualmente se encuentra validando.
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Diario de campo de Fernando Ávila
Primer encuentro:
Lugar: Chatarrería ubicada en el barrio Patio Bonito
Fecha: sábado 4 de marzo de 2009
Hora: desde las dos hasta las cinco de la tarde.
Para llegar a la chatarrería caminamos desde la estación Patio Bonito de TransMilenio
hacia el sur alrededor de cinco cuadras por la Avenida Ciudad de Cali. En ese recorrido nos
dimos cuenta que este barrio se caracteriza por su contaminación atmosférica y auditiva,
debido al alto flujo de vehículos de todo tipo que transitan por esta avenida y en parte
también por el comercio que abunda en la zona. Aunque no vimos ninguna situación
concreta en la que la vida o la seguridad de alguna persona estuviera en peligro, sentimos
cierto grado de temor por la presencia de algunas personas, tal vez por su extraña cercanía,
tal vez por su ropa andrajosa y la mirada perdida y en varios casos por los rezagos del licor
en distraído caminar. El sol brillaba más que de costumbre, la tarde sería agradecida con
nuestra labor.
Después de estas cinco cuadras por el polvoriento sector de la avenida ciudad de Cali que
bordea Patio Bonito doblamos una cuadra a la izquierda y nos encontramos con Martín, un
cálido señor de 45 años, quién con su voz ronca y bigotes disimulados nos dio la
bienvenida. Nos llenó de preguntas y nos habló de su negocio, que según él se mueve solo,
sin inversión y no da pérdidas. Pero esta pequeña chatarrería no es tan solitaria como
parece, (en realidad el negocio no se mueve solo) a sus espaldas podíamos ver una figurita
morena y de contextura gruesa que luchaba con todas sus fuerzas para desdoblar las
oxidadas y viejas varillas. Apretaba con todas sus fuerzas varillas más pequeñas que él pero
más fuertes que sus brazos (desordenadas,).
Después de cinco minutos Martín nos dejó con Fernando y se devolvió a la cantina de
enseguida a departir con un viejo amigo al son de una vieja rocola y unas cuentas cervezas.
Por fin lo vimos de cerca, antes el sol no dejaba ver más que su sombra, nos dio un fuerte
apretón con sus manos forradas por unos guantes sucios y mojados.
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Le compramos un Chocorramo y una Coca-cola para que hiciera una breve pausa, se sentó
a un lado y antes de tomar su refrigerio pasó sus brazos sobre el bigote y la frente para
limpiarse el sudor de su piel morena. A pesar de que queríamos saber mil detalles sobre su
corta pero maltratada existencia tuvimos que conformarnos con verlo comer combinando la
Coca-Cola con el Chocorramo.
Era caso perdido entablar una conversación pausada y tranquila, debido a que tres casas
más adelante el Gorrión de América, Albenis Yepes estaba reinaugurando el supermercado
con las rancheras que como dice el afiche pegado a la entrada del „súper‟, evocan „el
sentimiento popular‟ y en parte también porque con ruido o sin él era evidente que
Fernando tenía problemas de audición. El gorrión de América canta: suénele duro
muchachos, póngale duro a ese gallo, no necesito que llegue el mes de mayo, yo necesito
mostrarle mi amor todos los días
Por eso tuvimos que conformarnos con conocerlo a través de su trabajo y nos pusimos sus
guantes para desenredar la maraña de varillas por medio de una máquina vieja e
improvisada y nos dimos cuenta que a pesar de lo fácil que parecía la labor, era necesario
tener una fuerza magistral para poder dominar la dureza de estos metales oxidados que se
estaban convirtiendo en el sustento de este caqueteño de 17 años.
Una breve pausa en el desafinado concierto del animador ranchero nos permitió escuchar a
Fernando y sentir su acento provinciano, lleno de palabras sin ese y de frases incompletas,
así a las cuatro de la tarde en medio de un sol que parecía el de las mañanas de su Caquetá
y sentado sobre un viejo repuesto de carro nos contó que ama el ciclismo y que solo sueña
con ser el mejor de los mejores que no ve la hora de sobre salir para que sus familiares y
cómplices de carreras puedan admirar sus hazañas.
También nos habló de su viaje a Italia, que parecía más una fantasía acabada de fabricar en
un cuento en el que él era el ganador. Al final cerró el capítulo de su cuento y nos habló de
su pesadilla, pero no de una que tuvo mientras dormía en la casa del amigo que le da
posada. Esta era horrorosamente real y él la quería contar.
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Así, sin muchos detalles y descubriendo las múltiples cicatrices que rodean su cuerpo nos
contó que tuvo que huir por el río Caquetá en un temerario intento por salvar su vida de las
manos homicidas de su padrastro quién por órdenes de su mamá intentaba quitarle la vida.
Su padre no se pudo salvar de las manos asesinas de su padrastro un guerrillero del frente
33 de la guerrilla que con el tiempo pasó de ser un peón de la finca de los Ávila al amante
de su madre y el asesino de su padre.
De esta manera Fernando se escapó para dejar atrás a sus dos hermanas quienes según él lo
despreciaban y lo maltrataban al igual que su madre, según él porque ella no quería tener
hijos varones. A pesar de los desaires de su madre y de sus hermanas a Fernando lo
reconfortaba el apoyo y la compañía de su padre con quién empezó a trabajar desde los
ocho años en las plantaciones de coca de su finca en el Caquetá.
Por cuenta de esos trabajos llegó a segundo de primaria, dice que no extraña el colegio y
que no le interesa volver porque ahora concentra todo su tiempo y esfuerzo en convertirse
en campeón de ciclismo, su vida entera, sus sueños y la ganas de vivir y ser feliz a pesar del
dolor que rodea su pasado se lo debe a este deporte.
Una de las experiencias más fuertes que vivió Fernando antes de dejar su tierra natal, fue
su ingreso obligado al frente de la guerrilla de las Farc que operaba en su municipio. De
tiempo en el permaneció en la guerrilla cuando apenas tenía doce años, recuerda haber
hecho una serie de pruebas físicas que tenía que superar como parte del entrenamiento que
le imponía el grupo insurgente. También recuerda los malos tratos de los que fue víctima
hasta que después de dos meses su papá pagó un dinero para que lo liberaran. “duraba 10
horas voleando pata de noche con fusil”… “allá me enseñaron a usar el fusil y la granada”
Mientras este joven de baja estatura y labios gruesos sujeta otra varilla y la mete en un
rústico anillo de acero para enderezarla deja ver en su brazo derecho una cicatriz de medio
centímetro de diámetro por culpa de un pito que lo picó cuando vivía en su finca en el
Cauca.
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Mientras nos cuenta que estuvo entrenando en la liga de Bogotá hasta que entró a trabajar
en esta chatarrería, se acerca un sujeto con ropa sucia y raída que sujeta con su mano y
apoya obre su boca una bolsa con bóxer, su presencia logra intimidarnos, pero como
Fernando está a sus espaldas no lo ve, después de darnos cuenta que está sentado a la
entrada de la chatarrería muy cerca de nosotras, le decimos a Fernando que tenemos que
tener cuidado pero él no nos escucha, es evidente que tiene problemas de audición.
Transcripción textual de los apuntes de la libreta:
APARIENCIA
La estatura aproximada de Fernando es un metro con cincuenta centímetros.
Sus dientes son muy blancos y no usa medias.
Cuando uno está cerca de él puede percibir cierto aroma a campo.
Cuando le decimos que a él el sol no le debe preocupar por lo moreno que está dice
“yo estoy negro pero del mugre”
TRABAJO
“el único deportista que trabaja es yo”
Su primer día de trabajo, laboró durante seis horas y le pagaron dos mil pesos.
su ropa de trabajo está compuesta por una gorra negra, una camiseta de color gris y
un pantalón verde que se ven sucios y algo raidos.
Cuando llegó un cliente a preguntarle el precio de una varilla, él le respondió “no
está el patrón”
No sabe nada sobre los precios de las varillas.
La chatarrería está en un local azul de aproximadamente dos metros por cinco
centímetros con tejas grises.
La entrada está adornada por una serie de barrillas cuadradas de tamaño pequeño
que al parecer son el resultado final del proceso recuperación que lo que llega como
chatarra.
El suelo del local está en cemento puro.
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PERSONAL
De sus ratos de diversión recuerda que cuando tenía 14 años apostaba gallos finos y
así ganara o perdiera se emborrachaba y así se iba para su casa.
“me gusta dejarme querer de las personas”
“mejor me quedo en la casa para no coger vicio”
“excelente” es la palabra que más usa, para todo lo que le parece bueno o le gusta.
De hecho es la palabra que más repite.
50.000 pesos le costó la primera bicicleta que tuvo y con la que ganó su primera
carrera después de una semana de entrenamiento, a los 16 años.
“yo quisiera ser como Alberto Contador”
“yo si briego a tener mi buena cicla, con eso pa‟ que ma‟”
en una de las bases de la repisa que sirve para decorar el local con tres materas está
un accesorio de bicicleta, se trata del tensor que es lo único que conserva de la
última bicicleta que tuvo pero que vendió, porque según él ya no le servía. Él cuenta
que tuvo un accidente y que la mandó a pintar para dejarla como nueva y la pintaron
en un horno, este proceso daña el material de la cicla y él corre el riesgo de tener un
accidente. Asegura que aún no ha recibido la plata de ella. Pero su jefe dice que la
vendió sin justa causa y que ya se gastó la plata.
VIVIENDA Y FAMILIA
su padre se llamaba Fernando Ávila.
Tiene tres hermanas de dos, ocho y trece años.
La finca de su familia quedaba en los laureles en José María Putumayo, una vereda
de no más de veinte familias en plena selva, ubicada a media hora de Mocoa.
“en el Putumayo hay muchos amigos que me quisieron más que mi mamá”
vive con Diego Torres, un amigo de 19 años al que conoció por medio del ciclismo.
Cuando llegó a Cali a vivir en la casa de una tía le empezó el gusto por el ciclismo,
un día sentado en un andén se enamoró de ese deporte cuando vio a otros jóvenes
haciendo carreras.
¿Quién es tú mejor amigo? E mi mejor amigo… no me acuerdo, todos son mejores
para mí.
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“si él (su papá) hubiera quedado vivo me habría comprado todo lo mejor, me haría
entrenar para cada carrera pero ese momento nunca llegó”.
EDUCACIÓN
“Del colegio yo ni me acuerdo ya”
Cuando le pedimos que leyera una de las etiquetas de las varillas nos dimos cuenta
que lee con dificultad y sin tener en cuenta las tildes.
Segundo encuentro
Lugar: Chatarrería ubicada en el barrio Patio Bonito
Fecha: Domingo 5 de marzo de 2009
Hora: desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde.
Ese día la cita era en la chatarrería, su apariencia era totalmente diferente a la del día
anterior, como no era un día laboral, tenía puesta una camiseta deportiva, un blue jean y
unos tenis blancos, su ropa se veía limpia y en buen estado y como se había quitado la gorra
que había usado el día anterior para trabajar se veía diferente, creo que así aparentaba
menor edad.
En Patio Bonito tomamos un bus rumbo al parque Simón Bolívar, pensamos en este lugar
porque, consideramos que es el más acogedor para un deportista como él, además en esa
zona está la biblioteca Virgilio Barco y nos parecía interesante ver su comportamiento en
este lugar, debido a que el dejó el colegio y es muy escasa la información que tenemos
sobre ese aspecto de análisis y su interacción con una biblioteca nos podría arrojar algunas
luces.
Ese día, domingo, Fernando se levantó a las seis de la mañana, lavó su ropa y se fue a la
casa de Martín, allá le dieron desayuno de restaurante. Desde que empezamos a hablar
confirmamos que hay una serie de inconsistencias en su relato y que es indeciso con temas
vitales. Por ejemplo en la visita de ayer nos contó que está ahorrando para viajar a Cali, dijo
146
que se sentía mejor allá porque estaban sus tías paternas y su abuela –a quién le dice
mamita- y muy seguramente estando allá no le iba a faltar nada.
Pero hoy nos dijo que tomó la decisión de no viajar porque según sus amigos tiene más
oportunidades en Bogotá que en Cali. “tengo muchos amigos que me quieren mucho y ellos
me dijeron que no me fuera para Cali porque acá voy a tener más oportunidades de
practicar mi deporte”
Además, anoche habló con su tío Milciades y este lo invitó a quedarse nuevamente con él,
es importante recordar que cuando establecimos contacto con Milciades para poder vernos
con Fernando, nos contó que ya no vivía con su sobrino porque se portaba mal. La versión
de Fernando es que se fue de la casa de su tío porque allí no había suficiente espacio para
él.
Ayer nos contó que no tenía celular porque el que había comprado se lo había cambiado a
su primo por un uniforme de la selección Colombia, pero hoy lo vimos con el celular y nos
dijo que se arrepintió del intercambio y le pidió el celular a su primo.
El primo es el hijo de Milciades, se llama Edwin y es el contacto más cercano que Fernando
ha tenido para practicar ciclismo. De hecho Edwin fue quién le regaló la última bicicleta
que tuvo, que fue la que vendió hace unos días. Sobre esa bicicleta dice: “mi primo ganó
100 carreras con esa bicicleta, yo gané 30”.
Sobre su trabajo en la chatarrería nos cuenta que a mitad de la jornada se agota de los
brazos, suda bastante y dice que se acuesta a dormir muy cansado. Por esta labor Martín le
paga cinco mil pesos diarios, pero si no hay trabajo no le paga. Pero sin importar lo
agotador que es su trabajo y la escasa remuneración que le dan se muestra agradecido por
su jefe. Martín nos cuenta que contrató a Fernando por ayudarlo, pero que él no vive de ese
negocio.
147
A Fernando ya no le interesa estudiar, nos contó que para él no es necesario, porque
muchos amigos ciclistas se pueden ganar la vida dependiendo solo de este deporte y no
estudian porque no les hace falta.
Martín, su jefe, ve en Fernando una repetición de lo que le tocó vivir porque él quedó
huérfano de mamá y, a los ocho años, cansado de los malos tratos de su papá y su
madrastra, se fue de su casa. Empezó recolectando café y poco a poco fue progresando.
Para Fernando el ciclismo es una disciplina que le permite mantenerse alejado de los vicios.
Cuando llegamos al parque nos contó que ya lo conocía porque había ido a practicar
ciclismo, recorrimos el parque y cuando estuvo cerca del lago nos contó con emoción que
cuando vivía en el Cauca su papá le había comprado el cupo de una pequeña lancha para
transportar gente y mercado.
Al escucharlo hablar de ese momento de su vida nos dimos cuenta de que cuando hay un
detalle de su vida que es cierto, es decir que no salió de su imaginación, puede dar muchos
detalles. Pero por el contrario cuando se trata de hechos como su viaje a Italia o la venta de
la bicicleta que le regalaron no profundiza en nada y no es claro a la hora de exponer los
pormenores y no lo explica de manera clara.
Le compramos un balón de caucho y buscamos un lugar despejado para jugar, y
empezamos a practicar voleibol. Durante el juego Fernando botaba el balón a lo lejos y no
iba por él, esperaba a que nosotras se lo recogiéramos, varias veces se mostró un poco
cansado. Para darle más dinámica al juego decidimos que cuando cada uno de nosotros
recibiera el balón dijera una palabra y luego se la pasara al otro. Pero Fernando muy pocas
veces pronunció alguna palabra, cuando recibía el balón se quedaba callado y decía “hay no
lo pensé.”
Pero cuando pensamos en ser más concretas con el juego le pedimos que en lugar de decir
cualquier palabra diera nombres de mujeres, y se le facilitó más, en esta oportunidad el
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90% de los nombres que nos dio eran de ciclistas. Al final le pedimos que diera nombres de
animales y el cambio fue drástico porque mostró mucha facilidad, es más, nosotras nos
quedamos sin nombres mientras el seguía mencionando animales típicos del Cauca y de
zonas selváticas.
Después de haber jugado cerca de dos horas, fuimos a almorzar, a un restaurante que está
dentro del parque. Le describimos los diferentes platos que ofrecía el restaurante, no se
mostro exigente y pidió un arroz con pollo.
Al terminar el almuerzo, le propusimos ir a la biblioteca, le comentamos que quedaba a
veinte minutos de camino y se mostró reacio a caminar tanto, pero al final accedió. Al
llegar a la biblioteca no se mostró sorprendido por ver este lugar que es tan novedoso para
él. Nos sentamos con él en un computador y le enseñamos a buscar libros en el catálogo de
búsqueda.
Después de haber elegido cinco libros sobre ciclismo fuimos al primer piso de la biblioteca
a buscarlos, cuando los encontramos nos sentamos en el piso a revisarlos. Fernando se
mostró muy emocionado, pasaba las hojas con agilidad y cuando veía algún dibujo que le
parecía llamativo o familiar se detenía a explicarnos.
Había un libro en especial que tenía unas hojas muy gruesas y estaba lleno de fotografías,
ese fue el que más le llamó la atención y lo pasaba con mucha fuerza, tanta que las primeras
hojas quedaron arrugadas. Pero nosotras le explicamos que era necesario pasar las hojas
con más suavidad y así lo hizo.
Seleccionamos el material que más le gustó y le sacamos fotocopia, después de haber hecho
esto nos fuimos a dejarlo en Patio Bonito, se mostró muy contento por todo lo que hicimos,
nos dijo “menos mal me convencieron de ir a la biblioteca porque eso fue lo que más me
gustó”. Como le llamaron la atención los computadores nos pidió que cuando nos
volviéramos a ver le mostráramos videos de ciclistas y le presentáramos deportistas de
otros países por internet.
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Entrevista a Fernando Ávila
Ayudante en local de varillas
El primer encuentro con Fernando fue el sábado 4 de abril de 2009 a las 3:00 p.m. Ese día
fuimos a visitarlo al local de Martín, su jefe. Hablamos toda la tarde con Fernando mientras
lo veíamos trabajar. Durante un rato largo se sentó con nosotras a hablar, me compramos
una Coca Cola con Chocorramo. No trabajó mucho, pues no es un trabajo que amerite estar
pendiente todo el tiempo, además, ese día Fernando fue porque quiso. De igual forma,
Martín le iba a pagar los 5.000 pesos que le da a diario. Nos quedamos hasta las 6:00 p.m.
con él.
El segundo encuentro lo hicimos el domingo 5 de abril en el Parque Simón Bolívar.
Recogimos a Fernando en su trabajo a las 10:30 a.m. y nos fuimos en un bus al parque.
Durante el día jugamos fútbol, caminamos por el parque, almorzamos, fuimos a la
Biblioteca Virgilio Barco después de almorzar y finalmente lo volvimos a llevar a su casa
en el barrio El Amparo.
La entrevista formal la realizamos en el parque antes de ir a almorzar, debajo de un árbol.
Antes de ubicarnos allí, Fernando se sintió muy curioso por la grabadora de voz. Esto dijo
cuando la vio: “Yo quisiera digamos de pronto hablar de mi deporte y que yo quiero salir
adelante y que quede todo eso grabado, si, una grabación”.
1. ¿Quieres que todo el mundo sepa lo que haces?
Sí, yo quiero que sepan cómo es mi mundo con el anhelo a mi deporte, que yo quiero salir
adelante, ser el mejor ciclista, o no mejor sino más o menos, ser igual a ellos digamos.
2. ¿Qué te gusta hacer en tus ratos libres?
Salir a entrenar deporte, divertirme con mis amigos, mis compañeros en el entrenamiento.
3. ¿Tus amigos de dónde son?
De Soacha, de Bosa, de Cundinamarca y de toda la ciudad. Conozco a todo mundo y ya, me
divierto con ellos a diario.
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4. ¿Cómo se llama con el que vives?
Se llama Diego Torres. Lo conocí porque era amigo de mi primo, andaba mucho con mi
primo (el ciclista) y nos presentamos y fuimos buenos amigos. Él también es ciclista.
Entrena conmigo y con mi primo y los papás son buenas personas también porque me están
dando la vivienda ahí mientras tanto y estoy agradecido con ellos también.
5. ¿Vives con Diego y con quién más?
Con los papás y unos que pagan arriendo ahí y la prima y yo.
6. ¿Qué hacen los papás de Diego?
Trabajan en la panadería el papá y la mamá vive en la casa y tiene una hermanita de 9 años
que estudia en Britalia.
7. ¿Qué pensaste de la gente de Bogotá cuando llegaste?
La gente es muy chévere, muy formal, le gusta ayudarle a los demás y muy amigable.
8. ¿Cómo es la gente del Putumayo?
Allá? Son más buenos los de acá que allá, más diferentes, porque son buenas personas y
muy colaboradores y no mantienen con mucha guerra, sino, de bien.
9. ¿Por qué dices eso de la gente de allá?
Porque allá el Putumayo mantiene más que todo peleando, mucha guerra y mucha bronca y
mucha humillación y acá no, acá es diferente, hay más paz.
10. ¿Por qué te viniste de Putumayo?
Me vine de Putumayo porque mi mamá mandó a matar a mi papá. Lo de mi papá fue el 24
de febrero de 2007 y ahí yo comencé a trabajar. Antes de matar a mi papá, a mí me habían
jalado pa‟ la guerrilla, estuve 2 meses. Me vine porque mi papá pagó un millón y me
soltaron, salí de allá y me puse a trabajar y fue ahí que mataron a mi papá. Yo sospeché que
fue el mozo de mi mamá. Estoy seguro, porque después de sospechar supe que era cierto.
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11. ¿Cómo fue ese día que lo mataron?
Ese día mi papá se fue a trabajar a sembrar maíz. Yo estaba en el río en otra parte
trabajando y había una fiesta. Yo llegué tranquilo a la fiesta y me dijeron, usted no sabe
nada de su papá? Y qué? Está enfermo o qué? Y me dijeron, no, lo mataron. Entonces yo
me puse triste, entonces me fui y dije dónde está? Y me dijeron que se lo llevaron pal
pueblo José María de Putumayo. Entonces yo salí y lo vi ya allá muerto. Me puse triste, a
llorar de una. Y mi mamá pues no se sentía triste ni se puso a llorar ni nada, como si no
hubiera pasado nada.
Y pues lo enterraron al otro día, y apenas lo enterraron yo a los 8 días me fui pa la casa. Mi
mamá ya estaba viviendo con ese guerrillero (el mozo). Él se llama José Moreno.
12. ¿Tus hermanas cómo reaccionaron con la muerte de tu papá?
Ellas no les hizo tan duro como yo, a mi me hizo más duro. Yo me hizo más duro a mi
papá, me dio desmayo, de todo. Me dio ganas de irme al hueco con mi papá. Así, diferente
a mí de la tristeza de mi papá.
13. ¿Cuál fue tu primer trabajo?
Mi primer trabajo fue volear machete, todos los días voleando machete de la hoja de coca.
Mi papá fue el que me enseñó. Después de aprender, me mandaron a raspar coca, que es
jalada con los dedos. La arroba la pagaban a 4.000 pesos. Ni me acuerdo ya cuánto me
hacía diario. A los 8 días me mandaron hacer hueco pa‟ sembrar la coca. Y ya de ahí fue el
trabajo mío y en lo que me mantenía yo por allá.
14. ¿Y no estudiabas?
Cuando mataron a mi papá dejé de estudiar. Hice hasta segundo de primaria. Después me
vine pal Valle donde otros familiares. A los 8 años comencé a trabajar, a esa edad no
estudiaba. Pero conocí el deporte y me interesó más, entonces no seguí estudiando.
Estudiaba por la mañana y trabajaba por las tardes y los sábados y domingos. Entré al
colegio como a los 10 años. Estudiaba, pero a veces duraba 15 días sin ir a la escuela
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porque por allá se inundaban mucho los ríos y era peligroso. Si iba a caballo, mucho barrial
y si iba a pie lo mismo, se inundaba todo y le tocaba a uno nadar.
15. ¿Cuánto había de tu casa a la escuela?
Una hora a pie. Iba con mis hermanas, pero a mí me daba mucho miedo la montaña porque
po‟ allá existen los tigres y culebras, entonces a veces ni iba a la escuela. Mi papá me
mandaba y yo no iba. Estudiaba pero no terminaba.
16. ¿Te acuerdas de algo de la escuela?
Me acuerdo el uniforme, el pantalón azul y la camisa blanca y los zapatos negros. Me
acuerdo que a las 10 a.m. ya lo soltaban a uno a recreo y al rato ya entraban y a la 1 p.m. ya
salían pa‟ las casas. Y a las 8 a.m. teníamos que estar al otro día en la escuela.
17. ¿Qué decía tu familia porque comenzaste a trabajar tan pequeño?
La familia, pues estaban muy preocupados por acá porque eso es como estar, mejor dicho,
en la guerra, porque eso po‟ allá es muy duro, mucho sufrimiento y por mi mamá que me
trataba muy mal.
Yo trabajaba porque mi papá decía “Yo quiero que a usted en un trabajo nunca le dé pereza,
que le manden hacer un trabajo, con ganas y no se enseñe a ser perezoso, para que salga
adelante solo, algún día llegue a tener sus cosas, lo que usted quiere. Cuando usted esté
viejo, cuando ya no pueda ni con los pies, sabe que ya tiene con qué defenderse, aunque sea
solo, pero sabe con qué defenderse”, eso era lo que me decía.
18. ¿Qué decía tu papá de que te tratara mal tu mamá?
Él la cascaba, le daba duro porque no me quería a mí. Le daba mucha rabia porque no me
quería. Cuando se abrieron mi papá le dijo que dividieran la finca, la mita pa‟ él y la mita
pa‟ ella, pero mi mamá no quiso nada de eso. Ella quería toca la finca pa‟ ella, entonces ahí
fue que me dijeron que ella había mandado matar a mi papá, por quitarle la finca.
153
19. ¿Ella te dijo eso?
No. La guerrilla me contó. “Si nosotros hubiéramos matado a su papá, lo hubiéramos
matado delante de usted y delante de su mamá, nosotros hacemos eso cuando vamos a
matar a una persona, o si asiste a una reunión, lo matamos delante de la reunión, pero no lo
matamos en escondidas ni nada, de frente. Eso fue gente particular, alguno que le tiene
rabia, y nosotros sabemos que ninguno le ha tenido rabia a su papá por acá porque todo
mundo lo quiere. El único que sospechamos es su padrastro, el mozo de su mamá que
nosotros hace años lo conocemos y mantiene atrás de su mamá”. “Vamos a ver qué
hacemos”, dijeron, “Lo único que le decimos es que se puede ir pa‟ donde su familia y ya.
Cuando quiera entrar pida permiso”, eso fue lo que me dijeron.
20. ¿Cuál Frente opera ahí?
Cuando yo estaba, estaba el Frente 32, pero como eso lo cambian al otro lado del río o los
mandan pa‟ otro lado, no sé.
Los cambuches estaban a 4 horas de mi casa. Siempre pasaban por ahí cerca cuando había
reuniones. Cuando ellos llegaban que tenían que quedarse, se quedaban ahí donde nosotros.
Tocaba darles posada porque uno que le va decir a esos manes que no. En mi casa se
quedaron una sola vez no más. Llegaron y me dijeron que si podían matar una gallina y
nosotros les dijimos, sí, cójanla. La cogieron y les preparamos almuerzo, hicieron almuerzo
pa‟ ellos y se fueron a bañar, extendieron su uniforme, se fueron a limpiar el fusil y ya se
acostaron a dormir. A las 5 de la mañana se levantaron a hacer entrenamiento. Durmieron
todos en la sala.
21. ¿Qué sentiste en ese momento?
Nada, normal. Cuando eso estaba mi papá y yo estaba muy pequeño. De pronto pensé en
mí, que me llevaran obligado pa‟ la guerrilla, y los manes no hicieron intento. Pero sí
hicieron intento cuando ya crecí un poquito.
22. ¿A qué edad te llevaron?
A los 15.
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23. ¿Cómo fue?
Eso fue muy duro. Me jalaron un día. Yo estaba trayendo un líquido, un veneno que me
encargó mi papá pa‟ la yerba, cuando me jaló un muchacho y era el mozo de mi mamá. Me
jaló y me metió pa‟ la montaña y me llevo pa‟ la guerrilla. Llegué e hice entrenamiento, me
hacían pasar de una cuerda a otra cuerda por todo el río. La cuerda la templaban de un lado
a otro. Tocaba pasar por encima de eso y el río quedaba abajo. Si me caía perdía y me
castigaban o me cascaban, me daban pata por eso.
Estuve entrenando no más 8 días. Ya después seguí con el revólver, cargaba el revólver y
una granada y una bomba. Eso lo cargaba pa‟ defenderme. Algún día llegaba el ejército, me
rodeaban y tenía con qué defenderme. Tiraba una granada o una bomba y me alcanzaba a
volar. Porque cuando uno tira una granada y alcanza a tapar a los soldados, la candela que
levanta no los deja ver a uno.
24. ¿Sentías miedo?
Sí, claro, me daba miedo, porque de pronto por tirar la bomba me explotara en la mano.
25. ¿Qué hiciste durante los dos meses en la guerrilla?
Me tocó hacer entrenamiento.
26. ¿Estuviste en combate?
En combate en una vereda que le dicen El Rosal. Un combate que me tocó armar cilindros,
con minas y todo pa‟ los helicópteros y pa‟ los soldados. Sabíamos que ellos iban a pasar
por ahí y les armábamos minas.
27. ¿Tuviste que disparar?
Disparar, me tocó disparar dos veces no más. Le disparé a un soldado y le herí una mano no
más, pero una sola vez pero yo me sentí con miedo. Yo apenas pillé el soldado, yo quería
entregarme y no lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo tenía ganas de
entregarme. Por ratos quería volarme, tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y volarme.
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28. ¿Te gustó estar en la guerrilla?
A mí no me gusta estar en la guerrilla. Me gusta más estar en el ejército. Habían pelaos de
10, 11, 12, 13, 14 hasta 15 años. Cuando se enferman, el comandante les trae droga. El
mismo comandante aplica las inyecciones con la droga. Comíamos galletas, avena, caldo,
sancocho o gallina, arroz. Si alguien se enfermaba mucho, lo mandaban pal médico. Lo
vestían de civil y lo mandaban. Yo nunca me enfermé.
29. ¿Por qué tu papá no te reclamó antes?
Teníamos que esperar un momentico pa‟ poder que ellos pensaran si sí aceptaban esa plata
o no (1 millón de pesos). A los dos meses hubo una reunión y mi papá fue y ahí sí ya dio la
plata y ahí el guerrillero me entregó a mi papá y ya, normalmente.
30. ¿Qué sentiste al volver a ver a tu papá?
Tristeza y me puse a llorar y alegre, porque eso es como uno estar secuestrado, en la
montaña, sufriendo maltrato. Si uno no cumple con lo que mandan, lo castigan, y si uno
está comiendo tiene que comer caliente y comerlo ligero, porque ellos comen y de una
arrancan a volear trocha.
31. ¿Cómo dormían?
Dormían en unas camitas de palo que eso le tallan a uno en la espalda y una colchonetica y
toldillo negro y ya.
Nosotros nos acostábamos a las 10, 11 de la noche porque nos tocaba guardiar un buen rato.
A veces me dejaban guardiando toda la noche. Si uno se dormía lo castigaban. Lo ponían a
cargar unos 100, 200 palos de leña y arrumarlos y rajarlos para hacer de comer.
32. ¿Qué pensabas cuando no te cogía el sueño?
Me ponía a pensar en mi familia, en salirme de ahí y rezar. Si ellos se daban cuenta que yo
estaba pensando en otra cosa me castigaban, porque ellos quieren que uno esté pensando en
la guerra, eso.
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33. ¿Para ti la guerrilla es mala?
Sí, es mala, porque eso no es como en el ejército, porque en el ejército entra uno a prestar
servicio y si sale vivo, pues sabe que cumplió su servicio y le están pagando. Y allá no
(guerrilla), allá les pagan es con maltratos, todo eso.
34. ¿Cómo eran las caminatas?
La más larga fue de 15 horas. En un tarro cargábamos agua y tomábamos de camino, y con
una arroba de peso en la espalda. Si uno se cansaba, si se sentaba uno, lo echaban por
delante y lo empujaban con la mano, le decían que tenía que andar.
35. ¿Hiciste amigos en la guerrilla?
No, con ninguno.
36. ¿Qué otro trabajo tuviste?
En una lancha. Era un trabajo para acarrear gente. Yo tenía 12 años. Yo comencé a que un
señor me enseñara. Cuando aprendí mi papá me compró el turno y el motor. Yo me iba por
allá a un puerto, recogía gente, recogía maíz por allá pa‟ vender al pueblo, recogía
pasajeros, plátano, yuca. Más arriba recibía más gente, me hacían arrimar y me pagaban el
pasaje, todo. En el día me ganaba 100, 150 mil pesos. Había mucha gente, a veces me
tocaba dejar gente y decir que esperaran el otro turno del otro compañero. Yo hacía esos
viajes solo. El motor que usaba era un Yamaha 40. El bote era negro con azul. Nosotros lo
mandamos hacer pintar.
Con ese trabajo duré 8 meses. La guerrilla ya estaba jodiendo mucho porque después de las
5 p.m. y hasta las 6 a.m. no podíamos andar, nos quitaban el bote. Un día yo bajaba por el
río y me lo quitaron porque baje como a las 7 de la noche por bajar varao y no podía bajar
más temprano, venía varao y no tenía la culpa. Entonces eso fue.
37. ¿Qué hiciste después?
Después de eso me vine pal Valle. Vendí un caballo que tenía. Tenía 16 años. Me puse a
trabajar donde mi tía y me compré mi cicla pa‟ mi deporte. Trabajé con mi tía arreglando la
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casa. Ella trabaja en construcción, pinta y todo. Yo allá no aprendí nada porque yo solo
bajaba ladrillo y acomodaba y listo. En Cali duré un añito no más. Mi tío Alcidiades, el que
vive aquí en Bogotá me trajo del Valle. Él fue para el día de la madre, estuvo allá donde mi
mamita (abuela) y me trajo.
38. ¿Qué pasó con la bicicleta?
Se me partió un día en una carrera en el Valle, en la última carrera que hice en el Valle.
39. ¿Cómo se llama tu tía?
Esmeralda Ávila. Vivía con ella y con mi primito que tiene 6 añitos, los tres no más. Todos
los tíos que yo nombro son por parte de mi papá, él era el menor de 4 hermanos. El mayor
de todos es Alcidiades, el que vive aquí en Bogotá.
40. ¿Qué sentiste cuando llegaste a Bogotá?
No conocía esto. Me sentía pues contento porque ya conozco nueva ciudad, porque
nombraban mucho a Bogotá y todo mundo decía que Bogotá y Bogotá, y tiene que ser muy
grande y sí.
41. ¿Qué fue lo que más te gustó de Bogotá?
De Bogotá me gustó mucho el ciclismo, muchos aficionados al ciclismo, muchos
deportistas. El lugar que más me ha gustado es el centro, el Parque Simón Bolívar, el
Parque Soacha.
42. ¿Qué haces en tus ratos libres?
Me pongo a hacer ejercicio. Hago estiración de brazos, flexiones de pecho. Me pongo a
hacer rodillos en mi bicicleta, todo eso, eso es lo que más hago. O me voy donde mi tío a
hablar de deporte.
43. ¿Tienes algún apodo?
A mí me dicen „Calimeño‟, porque a mi primo le dicen Calimeño. A mí me dicen Calimeño
chiquito porque todos somos pequeños. Los amigos de deporte me dicen así.
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44. ¿Qué piensas con la palabra Amor?
No sé.
45. ¿Para ti qué es la familia?
La familia quiere decir que unidos, estar unidos y estar feliz con ellos, y querernos entre
todos, nunca estar con egoísmos ni con peleas ni nada, estar juntos.
46. ¿Y trabajo?
Estar trabajando también unidos, juiciosos.
47. ¿Cómo es un día de trabajo tuyo?
Entro a las 11 a.m. y salgo a las 6 p.m., a mí me parece normalmente bien. Salgo aunque
cansado, pero sé que tengo trabajito a diario.
48. ¿No es aburrido?
Pues sí se me hace aburridor, pero para no estar haciendo nada, mejor uno trabaja que la
gente lo mire a uno por ahí sin trabajo y sin hacer nada. Dirán que uno es perezoso que no
hace nada. Es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Cuando se le daña la cicla a uno, sabe
que tiene un ahorro pa‟ arreglar la cicla, y si un amigo quiere que le preste, tiene uno pa‟
colaborarle a un amigo o a un familiar.
49. ¿Cómo es tu horario de trabajo?
A veces llego a las 12 m., 1 p.m. o 2 p.m. Él me dice que llegue a la hora que quiera,
aunque sea tarde. Me dice “Ahí tiene su almuerzo, y si no va a almorzar, espera pa‟ por la
noche y se lo come”. Si llego tarde, no se pone bravo, lo importante es que asista. El día
que no voy, lo llamo y le digo que no puedo trabajar y que quiero un permiso y él dice que
bueno.
50. ¿Qué no te gusta de tu trabajo?
Aunque no me gusta, pues ya me toca que me guste porque qué puedo hacer. Estar sin
trabajo no puedo. Me gustaría trabajar en un almacén aunque sea de zapatos.
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51. ¿Cuál es tu sueño más adelante?
Mi sueño es ser buen deportista y ganarme mi plata en bicicleta.
52. ¿En qué te gastarías la plata?
Lo primero sería comprarme mi casa y lo segundo sería comprarme un almacén en donde
yo pueda defenderme en mi trabajo, que el día que yo me enferme, me ahorre mi plata en
mi negocio. Y lo tercero, comprarme un carro. Me gustaría tener un carro pa‟ viajar con mi
familia, con los amigos, ir a un paseo.
53. ¿Cuándo pequeño qué te imaginabas que harías cuando grande?
Lo que más me anhelaba era mi bicicleta desde pequeñito. Siempre me ha gustado.
54. ¿De qué fue la cicatriz en la cara?
Mi hermana de 13 años me pegó un machetazo hace un año, lo que tiene mi papá de
muerto. Mi mamá la mandó a que me macheteara porque, mataron a mi papá y ahorita me
quería dar a mí también.
55. ¿Por qué el mozo de tu mamá te quería matar?
Yo no sé. Tal vez por rabia o porque me parezco mucho a mi papá, por eso.
56. ¿Cómo era tu papá?
Era morenito, delgadito y peli lizo y cada rato mantenía riéndose.
57. ¿Qué sueñas para los niños que han estado en la guerra?
Pues, lo único que les digo es que de pronto se salgan de la guerrilla y los que se quieran
salir de la guerrilla que se entreguen. Eso es una buena salida para todo el país, pa‟ todo
Colombia.
58. ¿Tienes amigos que estén en la guerrilla?
Yo nunca tuve amigos allá, ni les supe el nombre ni nada.
160
59. ¿Quién es la persona más importante en tu vida?
A mi primo Edwin Ávila y a mi tío Alcidiades y a toda la familia de aquí de Bogotá. Ellos
son los que más anhelo, más que todo a mi primo.
60. ¿Y tu familia que está en el Putumayo?
No quiero recordar jamás, porque ellos fueron muy malos conmigo. Algún día que yo los
llegue a ver y de pronto me vean, pues que los disculpo, pero yo siento mucha rabia
también. Sentiría rabia, demandaría a mí mamá por ese mal camino que ella escogió y lo
que le hizo a mi papá y lo que me hizo a mí.
61. ¿Quiénes son tus familiares que viven en Cali?
Allá vive mi tío Alfonso, él vende pandebono en la calle, tengo unas primas que estudian
hijas de él. Tengo una tía en Pradera, que aunque muy pobres, ahí van, son muy buenas
personas y todo. Mi mamita (abuelita) vive con otra tía y los hijos y el yerno, y eso.
62. ¿Cómo era la finca donde vivías en Putumayo?
Teníamos 3 burros machos y dos caballos. Cultivábamos coca, plátano y yuca y maíz. Me
gustaba cultivar el maíz y la yuca.
63. ¿Cómo es la casa de tu amigo donde vives ahora en Bogotá?
La casa por fuera es de puertas blancas, las ventanas son blancas, adentro hay un mueble,
un comedor, a los lados están los trofeos míos y los de mi amigo, más adelante está del
baño y antes una cocina. Adelante hay dos piezas donde pagan arriendo y arriba vive la
mamá de él y el pelao. Yo duermo en la salita en un rinconcito. Cuando estaba con mi tío
Alcidiades, yo dormía en un rincón del almacén.
Sobre hijos de Alcidiades…La que está en la universidad tiene 25 años, la que está en
embarazo tiene 23, la menorcita tiene 20.
64. ¿Qué vez en televisión?
Me gusta ver en Caracol, Vecinos y Oye Bonita.
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65. ¿Qué música te gusta?
Me gusta el vallenato, no me gusta bailar y no me gustaría aprender porque eso es un mal
pa‟ uno. De pronto, algún día que uno quiera salir con amigos, pero no todos los días, ni
tampoco el vicio.
66. ¿Qué hiciste la última navidad?
Ni me acuerdo ya. Me la pasé fue corriendo en Cali.
67. ¿Por qué los niños tienen que estudiar?
Para de pronto algún día ser buenos estudiantes y para tener un buen trabajo, para que no le
toque tan duro. Yo quiero seguir mi deporte, mejor que el estudio. Yo quiero mucho mi
deporte, más anhelo a mi deporte.
68. ¿Qué significa Bogotá para ti?
Me siento orgulloso. Bogotá quiere decir que, estando aquí ya tengo más oportunidades
para progresar en mi deporte.
Ficha de análisis de Fernando Ávila
Nombre: Abel Fernando Ávila
Ciudad de origen: José María de Putumayo
Edad: 17 años
Aspectos de análisis
I. Trabajo
El barrio donde trabaja Fernando Ávila se llama El Amparo, en el sector de Patio Bonito.
Para llegar a la chatarrería caminamos desde la estación Patio Bonito de Transmileno hacia
el sur alrededor de cinco cuadras por la Avenida Ciudad de Cali. En ese recorrido nos
dimos cuenta de que este sector se caracteriza por su contaminación atmosférica y auditiva,
debido al alto flujo de vehículos de todo tipo que transitan por esta avenida y en parte
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también por el comercio que abunda en la zona. Aunque no vimos ninguna situación
concreta en la que la vida o la seguridad de alguna persona estuviera en peligro, sentimos
cierto grado de temor por la presencia de algunas personas, tal vez por su extraña cercanía,
tal vez por su ropa andrajosa y la mirada perdida y en varios casos por los rezagos del licor
en distraído caminar. El sol brillaba más que de costumbre, la tarde sería agradecida con
nuestra labor.
Después de estas cinco cuadras por el polvoriento sector de la avenida ciudad de Cali que
bordea Patio Bonito doblamos una cuadra a la izquierda y nos encontramos con Martín, un
cálido señor de 45 años, quién con su voz ronca y bigotes disimulados nos dio la
bienvenida. Nos llenó de preguntas y nos habló de su negocio, que según él se mueve solo,
sin inversión y no da pérdidas. Pero esta pequeña chatarrería no es tan solitaria como
parece, (en realidad el negocio no se mueve solo) a sus espaldas podíamos ver una figurita
morena y de contextura gruesa que luchaba con todas sus fuerzas para desdoblar las
oxidadas y viejas varillas. Apretaba con todas sus fuerzas varillas más pequeñas que él pero
más fuertes que sus brazos (desordenadas).
Fernando trabaja en una soldadora de varillas. Es un pequeño local que da a la calle. Es la
parte delantera de la casa de Martín, el dueño del lugar. Es un espacio pequeño, de paredes
azules y piso de cemento puro, aproximadamente de 2 metros por 5, de tejas grises. La
decoración es por cuenta del montón de varillas que reposan en el piso, esperando a ser
desdobladas por Fernando. Richard, el señor de la plaza le vende varillas a Martín, pues él
también tiene una chatarrería. Fernando, su nuevo trabajador, se encarga de enderezarlas
para revenderlas. Sin embargo, nos dimos cuenta de que él no es el que vende. Si no está su
jefe, le dice a los clientes que después. “El patrón no está, vuelva más tarde”.
El día que fuimos a conocer a Fernando, lo vimos trabajando: estaba parado frente a una
máquina que tiene un pequeño orificio que sirve de soporte para darle forma a las varillas.
Después de cinco minutos Martín nos dejó con Fernando y se devolvió a la cantina de
enseguida a departir con un viejo amigo al son de una vieja rocola y unas cuantas cervezas.
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Por fin lo vimos de cerca, antes el sol no dejaba ver más que su sombra, nos dio un fuerte
apretón con sus manos forradas por unos guantes sucios y mojados.
Le compramos un Chocorramo y una Coca-cola para que hiciera una breve pausa, se sentó
a un lado y antes de tomar su refrigerio pasó sus brazos sobre el bigote y la frente para
limpiarse el sudor de su piel morena. A pesar de que queríamos saber mil detalles sobre su
corta pero maltratada existencia tuvimos que conformarnos con verlo comer combinando la
coca-cola con el Chocorramo.
Era caso perdido entablar una conversación pausada y tranquila, debido a que tres casas
más adelante el Gorrión de América, Albenis Yepes estaba reinaugurando el supermercado
con las rancheras que como dice el afiche pegado a la entrada del “súper”, evocan “el
sentimiento popular” y en parte también porque con ruido o sin él era evidente que
Fernando tenía problemas de audición. El gorrión de América canta: “suénele duro
muchachos, póngale duro a ese gallo, no necesito que llegue el mes de mayo, yo necesito
mostrarle mi amor todos los días”.
Tenían bafles y música a todo volumen. Rancheras y corridos. Había un presentador
disfrazado de campesino. El cantante tenía la apariencia de un llanero con su gorro café de
cuero, era flaco. Había un afiche de su propaganda pegado en la entrada de la tienda, muy
kitsch. Alrededor está la gente del barrio, parqueados en sus carros tomando cerveza,
riendo, los niños en bicicletas pasan, miran y se van. Taxistas parqueados también y
tomando. „Gran inauguración este 4 y 5 de abril, aquí en su fama y supermercado. Grandes
rifas, todo a mitad de precio. Los esperamos‟.
Tuvimos que conformarnos con conocerlo a través de su trabajo y nos pusimos sus guantes
para desenredar las varillas por medio de una máquina vieja e improvisada y nos dimos
cuenta de que a pesar de lo fácil que parecía la labor, era necesario tener una fuerza
magistral para poder dominar la dureza de estos metales oxidados que se estaban
convirtiendo en el sustento de este caqueteño de 17 años.
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El hijo de Martín, su jefe, también es ciclista. El hijo se llama Civer Leiva. Mientras
hablábamos, el hijo de Martín entraba varias veces a mirar, curioso. Fernando dice que es
buena persona y hablan a veces. De Martín dice que es buen jefe.
El trabajo de Fernando no es tan pesado ni estresante. Su horario es flexible, pues Martín no
le exige estar todo el día en el local. Es un poco aburrido según Fernando, pues está solo
casi todo el tiempo; a Martín le gusta irse a tomar a la tienda con los amigos. “Entro a las
11 a.m. y salgo a las 6 p.m., a mí me parece normalmente bien. Salgo aunque cansado, pero
sé que tengo trabajito a diario”.
Fernando gana por día 5.000 pesos. Dice que no es mucho, pero que al menos tiene
trabajito. De esa plata le da algo a su amigo con el que vive. “El único deportista que
trabaja es yo”, dice Fernando. Su primer día de trabajo, laboró durante seis horas y le
pagaron 2.000 pesos. Cuando no hay trabajo, así Fernando vaya, Martín no le paga nada.
Nos contó que a mitad de la jornada se agota de los brazos, suda bastante y dice que se
acuesta a dormir muy cansado. Sin importar lo agotador que es su trabajo y la escasa
remuneración que le dan, Fernando se muestra agradecido con su jefe. Martín nos contó
antes de irse que contrató a Fernando por ayudarlo, pero que él no vive de ese negocio.
“Se me hace un poco aburridor este trabajo, pero para no estar haciendo nada, mejor uno
trabaja que la gente lo mire a uno por ahí sin trabajo y sin hacer nada. Dirán que uno es
perezoso que no hace nada. Es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Cuando se le daña la
cicla a uno, sabe que tiene un ahorro pa‟ arreglar la cicla, y si un amigo quiere que le preste,
tiene uno pa‟ colaborarle a un amigo o a un familiar”, asegura Fernando.
Martin, su jefe, le regala de comer a Fernando cuando está trabajando. Si llega tarde a
trabajar, Martín no se pone bravo, pues para él lo importante es que su empleado asista, así
llegue tarde. Si Fernando no quiere ir un día, llama a su jefe y le dice que no puede ir a
trabajar. Martín no le discute por eso.
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Durante nuestra charla en la chatarrería, Fernando nos contó que estuvo entrenando en la
Liga de Ciclismo de Bogotá hasta que entró a trabajar con Martín. Su tío Alcidiades lo
recomendó porque es amigo de Martín. Ellos dos fueron ciclistas anteriormente. Mientras
hablábamos, se acercó un sujeto con ropa sucia y raída que sujetaba con su mano. Se sentó
en la entrada de la chatarrería y daba la impresión de que le estaba hablando a alguien, pero
al momento nos dimos cuenta de que estaba alucinando a causa de la botella de bóxer que
traía en la mano. Su presencia logró intimidarnos. Fernando no se dio cuenta porque estaba
de espaldas. Paramos de hablar y le dijimos a Fernando sobre el sujeto, él lo vio y no le
importó. Le dijimos que debíamos tener cuidado, pero él no nos escuchó, es evidente que
tiene problemas de audición, siempre vuelve a preguntar moviendo la cabeza cuando le
decimos algo.
Dentro de su historia familiar, Fernando nos contó que su primer trabajo “fue volear
machete, todos los días voleando machete de la hoja de coca”. Su papá fue el que me
enseñó. “Después de aprender, me mandaron a raspar coca, que es jalada con los dedos. La
arroba la pagaban a 4.000 pesos. Ni me acuerdo ya cuánto me hacía diario. A los 8 días me
mandaron hacer hueco pa‟ sembrar la coca. Y ya de ahí fue el trabajo mío y en lo que me
mantenía yo por allá. A los 8 años comencé a trabajar, a esa edad no estudiaba. Pero conocí
el deporte y me interesó más, entonces no seguí estudiando”.
Según cuenta Fernando, el resto de su familia se preocupó porque él comenzó a trabajar
muy pequeño. “Eso es como estar, mejor dicho, en la guerra, porque eso po‟ allá es muy
duro, mucho sufrimiento y por mi mamá que me trataba muy mal”.
Cuenta que su padre fue de gran influencia para que el trabajo fuera algo que más adelante
le gustara, “Yo trabajaba porque mi papá decía “Yo quiero que a usted en un trabajo nunca
le dé pereza, que le manden hacer un trabajo con ganas y no se enseñe a ser perezoso, para
que salga adelante solo, algún día llegue a tener sus cosas, lo que usted quiere. Cuando
usted esté viejo, cuando ya no pueda ni con los pies, sabe que ya tiene con qué defenderse,
aunque sea solo, pero sabe con qué defenderse”, eso era lo que me decía”.
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Cuando tenía 12 años, Fernando comenzó a trabajar en una lancha para acarrear gente. “Yo
comencé a que un señor me enseñara. Cuando aprendí mi papá me compró el turno y el
motor. Yo me iba por allá a un puerto, recogía gente, recogía maíz por allá pa‟ vender al
pueblo, recogía pasajeros, plátano, yuca. Más arriba recibía más gente, me hacían arrimar y
me pagaban el pasaje, todo. En el día me ganaba 100, 150 mil pesos. Había mucha gente, a
veces me tocaba dejar gente y decir que esperaran el otro turno del otro compañero. Yo
hacía esos viajes solo. El motor que usaba era un Yamaha 40. El bote era negro con azul.
Nosotros lo mandamos hacer pintar”.
Con ese trabajo duró 8 meses. La guerrilla lo jodía mucho porque después de las 5 p.m. y
hasta las 6 a.m. no podían andar, les quitaban el bote. “Un día yo bajaba por el río y me lo
quitaron porque baje como a las 7 de la noche, por bajar varao y no podía bajar más
temprano, venía varao y no tenía la culpa”.
Fernando fue retenido por la guerrilla cuando él tenía 15 años. “Eso fue muy duro. Me
jalaron un día. Yo estaba trayendo un líquido, un veneno que me encargó mi papá pa‟ la
yerba, cuando me jaló un muchacho y era el mozo de mi mamá. Me jaló y me metió pa‟ la
montaña y me llevo pa‟ la guerrilla. Llegué e hice entrenamiento, me hacían pasar de una
cuerda a otra cuerda por todo el río. La cuerda la templaban de un lado a otro. Tocaba pasar
por encima de eso y el río quedaba abajo. Si me caía perdía y me castigaban o me cascaban,
me daban pata por eso”.
“Estuve entrenando no más 8 días. Ya después seguí con el revólver, cargaba el revólver y
una granada y una bomba. Eso lo cargaba pa‟ defenderme. Algún día llegaba el ejército, me
rodeaban y tenía con qué defenderme. Tiraba una granada o una bomba y me alcanzaba a
volar. Porque cuando uno tira una granada y alcanza a tapar a los soldados, la candela que
levanta no los deja ver a uno”.
Lo que más miedo le daba a Fernando de estar en la guerrilla era que se le explotara las
bombas en la mano. Una vez estuvo en un combate en la vereda El Rosal. Allí le tocó armar
cilindros con minas para ponerlas a los helicópteros y a los soldados. “Con el revólver me
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tocó disparar dos veces no más. Le disparé a un soldado y le herí una mano no más, pero
una sola vez, pero yo me sentí con miedo. Yo apenas pillé el soldado, yo quería entregarme
y no lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo tenía ganas de entregarme. Por ratos
quería volarme, tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y volarme”.
Fernando afirma que le gustaría estar en el Ejército más que en la guerrilla. Nos contó que
mientras estuvo en ese grupo vio niños desde los 10 años. Tuvo suerte de no enfermarse
allá. Cuando eso sucedía, los vestían de civil y los llevaban al hospital del pueblo más
cercano. Si no era grave, el comandante les ponía inyecciones y les daba medicina.
Su dieta consistía en sancochos de gallina, arroz, avena, caldos y galletas. El grupo dormía
en unas camitas de palo que les tallaban la espalda, con una colchoneta de toldillo negro.
“Nosotros nos acostábamos a las 10, 11 de la noche porque nos tocaba guardiar un buen
rato. A veces me dejaban guardiando toda la noche. Si uno se dormía lo castigaban. Lo
ponían a cargar unos 100, 200 palos de leña y arrumarlos y rajarlos para hacer de comer”.
Para poder salir de la guerrilla, el papá de Fernando le tuvo que pagar al comandante un
millón de pesos. “Eso es como uno estar secuestrado, en la montaña, sufriendo maltrato. Si
uno no cumple con lo que mandan, lo castigan, y si uno está comiendo tiene que comer
caliente y comerlo ligero, porque ellos comen y de una arrancan a voliar trocha”.
Pensar en la guerra era uno de los propósitos de la guerrilla con los muchachos jóvenes. Les
querían inculcar ese pensamiento maléfico para que fueran fuertes a la hora de entrar en
combate o matar al enemigo. “En las noches, cuando no me cogía el sueño, me ponía a
pensar en mi familia, en salirme de ahí y rezar. Si ellos se daban cuenta que yo estaba
pensando en otra cosa me castigaban, porque ellos quieren que uno esté pensando en la
guerra, eso”.
Prestar servicio en el Ejército es bueno, porque, según Fernando, “uno sale vivo, uno
cumple con su servicio y le pagan. En cambio, en la guerrilla le pagan a uno con maltratos”.
Además, en la guerrilla, Fernando no hizo amigos. Apenas duró dos meses allí. “Duraba
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hasta 10 horas voleando pata de noche con fusil…”, “Allá me enseñaron a usar el fusil y la
granada”.
Durante los dos meses en la guerrilla, Fernando cuenta que nunca tuvo amigos, tampoco
supo el nombre de ellos cuando estuvo allá. “Lo único que yo pienso de los que están aún
metidos allá es que de pronto se salgan de la guerrilla y los que se quieran salir de la
guerrilla que se entreguen. Eso es una buena salida para todo el país, pa‟ todo Colombia”.
Después de eso, a los 16 años, Fernando se fue para el Valle. Vendió un caballo que tenía y
se fue del Putumayo. Se fue más exactamente a Pradera donde su tía, que aunque es muy
pobre, son muy buenas personas, dice Fernando. “Me puse a trabajar donde mi tía y me
compré mi cicla pa‟ mi deporte. Trabajé con mi tía arreglando la casa. Ella trabaja en
construcción, pinta y todo. Yo allá no aprendí nada porque yo solo bajaba ladrillo y
acomodaba y listo”. En Cali duró un año, hasta que Alcidiades, su tío de Bogotá fue de
visita a Cali para el día de la madre para visitar a su mamita (abuela de Fernando, así le
dice a ella) y se devolvió con su sobrino. En Cali vive su tío Alfonso, “Él vende pandebono
en la calle. Tengo unas primas que estudian hijas de él. Mi mamita vive con otra tía y los
hijos y el yerno, y eso”.
Cuando terminamos de hablar con Fernando, salimos de la chatarrería y nos encontramos
por casualidad con Martín. Él estaba tomando cerveza con unos amigos y nos invitó un
rato. Nos preguntó cómo nos había ido. Nos dijo que Fernando es un buen muchacho, pero
que es un poco mentiroso. Martín es viudo hace 12 años. Vive con su hijo de 19 años y su
hija de 17 años. Ella es la que hace de comer, estudia negocios internacionales, es muy
juiciosa.
La historia de vida de Martín tiene algunos elementos parecidos a la historia de Fernando, y
es tal vez por esta razón que Martín lo contrato, según él, porque sabe lo que le ha tocado
sufrir y porque él también sufrió cuando niño. A los 8 años se fue de la casa porque se la
llevó mal con su madrastra y se cansó del maltrato de su papá. Su madre murió cuando él
tenía año y medio. Martín ve en Fernando una repetición de lo que le tocó vivir porque él
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quedó huérfano de mamá y. Empezó recolectando café y poco a poco fue progresando.
Vivió con sus tíos y primos.
Cuando Martín habla de Civer, su hijo, dice “Cada cabeza es un mundo”. El hijo es vago, le
ha mostrado sus manos a Martín y dice: “Estas manos no sirven para trabajar”. Martín
también fue ciclista cuando joven. Su hijo Civer también lo es. En el ciclismo hay 3
categorías: Juvenil, Sub23 y Élite. El hijo de Martín está en la Élite.
II. Conducta en el trabajo
Cuando fuimos a entrevistar a Fernando, la primera imagen que vimos de él fue parado en
su puesto de trabajo, tenía una varilla en sus manos ya casi derecha. Al comienzo se mostró
serio, pero cuando comenzamos a hablar, nos dimos cuenta de que su sonrisa está siempre
presente, tuvo una actitud positiva con dos nosotras, sin habernos conocido antes.
Cuando nos sentamos con él a hablar, nos contó muchas cosas de su vida, del problema que
tuvo en Putumayo, la muerte de su papá. Tuvimos que decirle que queríamos verlo trabajar.
Él no se mostró preocupado por su jefe, pues ese día –sábado-, Martín le había dicho que
fuera si quería.
Fernando ya es todo un experto con el manejo de las varillas. A simple vista se ve que es un
trabajo fácil, que no requiere de mucha fuerza. Sin embargo, al intentar hacer lo mismo, nos
dimos cuenta de que se necesita mucha fuerza para lograr buenos resultados.
Ese día Fernando trabajó muy poco en nuestra presencia. Un señor llegó a preguntar los
precios y Fernando no le hizo cara de recibirlo amablemente. Lo único que dijo era su que
su patrón no estaba. Estando solo, no tiene la oportunidad de entablar relación con algún
compañero de trabajo.
A Fernando le gusta hacerse querer de las personas. Gracias a esto su paso por este trabajo
ha sido para bien, pues hasta ahora no ha tenido problemas con su jefe ni con los hijos de
este. Fernando cuenta que el hijo de Martín nunca ha trabajado con varillas.
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III. Aspecto físico:
Fernando tiene 17 años, mide aproximadamente 1.50 cms, lo cual es poco para su edad. Es
moreno, tiene cabello negro corto liso, su corte es de moda, tiene un mechoncito largo al
final, estilo cresta.
Su cuerpo está desarrollado, es decir, no tiene cuerpo de niño, sus brazos y manos
demuestran que ha trabajado mucho con ellos. Es delgado, atlético gracias al ciclismo. Nos
dimos cuenta de su fuerza porque al desdoblar varillas lo hace fácilmente, cosa que
nosotras no pudimos hacer.
La cara de Fernando no demuestra tristeza o mala vida. Al contrario, se ve como un joven
que a pesar de las complicaciones que ha tenido, le sonríe a su destino, a sus planes de vida.
En la mejilla derecha tiene una cicatriz debido a un machetazo que le dio una de sus
hermanas (o su padrastro). Según Fernando, su hermana de 13 años le pegó un machetazo
hace un año, lo que tiene su papá de muerto porque su mamá la mandó a que lo machetiara
porque mataron a su papá y ella le quería dar a él también.
Tiene otra cicatriz en el brazo izquierdo porque una vez lo picó un insecto, el „Pito‟ o mal
de chagas, animal que se mete en la piel y si no se saca a tiempo, puede llegar al corazón y
matar a la persona, según nos contó Fernando. Eso le sucedió cuando vivía en el Cauca.
Sus dientes son muy blancos, dejando ver casi siempre una agradable sonrisa. Su olor
corporal no es desagradable, pero permite percibir un cierto aroma a campo.
“Yo estoy negro pero del mugre”, nos dijo cuando le dijimos que a él el sol no lo debe
quemar mucho.
Fernando siempre usa gorra. Cuando no la tiene puesta se ve un poco mayor. Su fisonomía,
sobre todo, las manos y el pecho, son de adulto. Las venas de los brazos son salidas, sus
uñas muy cortas y dedos de adulto, pero también un poco maltratadas. Las manos de
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Fernando no son de un niño que le ha tocado trabajar duro con ellas, muestran maltrato y la
forma son como las manos de personas que trabajan bastante con ellas.
El domingo cuando lo invitamos a pasear al Parque simón Bolívar, nos pusimos cita en la
chatarrería. Cuando llegamos estaba Martín con su hija y un amigo que estaba en un carro.
Estaban hablando y cuando llegamos nos presentó a su hija. Al rato llegó Fernando y lo
mandó comprar una botella de Coca-Cola para ofrecernos. La apariencia de Fernando ese
día era muy diferente. El día que lo conocimos tenía puesto un pantalón verde de sudadera
viejo, una camisa gris vieja con estampados, tenis y gorra negra. El día de la salida estaba
vestido con un blue jean, tenis blancos, una camiseta de la con el logo de la Alcaldía de
Bogotá. Estaba bien peinado sin gorra, lo que hacía ver mejor su cara.
IV. Personal
Fernando es un joven que se muestra siempre curioso por las cosas. Pareciera que vida
girara en torno solamente al ciclismo y en volverse una estrella en este deporte. Además de
su curiosidad, Fernando se muestra un poco desorientado, pues los últimos meses ha estado
viajando a casas de familiares, sin encontrar un rumbo fijo. Sueña en comprar su bicicleta y
los implementos para volver a entrenar.
Su gusto por el ciclismo nación en Cali, cuando vivía en la casa de una tía. Un día, sentado
en un andén se enamoró de ese deporte cuando vio a otros jóvenes haciendo carreras. Para
Fernando, el ciclismo es muy importante porque es una disciplina que le permite
mantenerse alejado de los vicios. “A mí me dicen „Calimeño‟, porque a mi primo Edwin le
dicen Calimeño. A mí me dicen Calimeño chiquito porque todos somos pequeños. Los
amigos del deporte me dicen así”.
La primera bicicleta que tuvo fue cuando tenía 16 años y le costó 50.000 pesos, con ella
ganó su primera carrera después de una semana de entrenamiento. “Yo quisiera ser como
Alberto Contador”. Fernando piensa que con tener una buena bicicleta y ganar carreras su
vida ya está completa, “Yo si briego a tener mi buena cicla, con eso pa‟ que ma‟”. “La
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última bicicleta que tuve se me partió un día en una carrera en el Valle, en la última carrera
que hice en el Valle”.
Cuando lo entrevistamos en la chatarrería, nos dimos cuenta de que en una de las bases de
la repisa que sirve para decorar el local con tres materas, había un accesorio de bicicleta: se
trataba del tensor que es lo único que Fernando conservaba de la última bicicleta que tuvo
pero que vendió, porque según él, ya no le servía. Él cuenta que tuvo un accidente y que la
mandó a pintar para dejarla como nueva y la pintaron en un horno. Este proceso daña el
material de la cicla y él corre el riesgo de tener un accidente. Asegura que aún no ha
recibido la plata de ella. Pero su jefe dice que la vendió sin justa causa y que ya se gastó la
plata.
A pesar de no tener una buena relación con su mamá y hermanas, sí ha logrado estar bien
con sus demás familiares. Sin embargo, las veces que lo buscamos, siempre lo llamábamos
al celular del tío Alcidiades, del primo Edwin y del Martín, su jefe. En una ocasión,
llamamos a Alcidiades y nos dijo que Fernando se había ido de su casa porque le contestaba
mal y no hacía lo que lo mandaba hacer. Edwin, su primo, nos dijo algo similar, además,
nos contó que sus dos de sus tres hermanas se pelearon al final por culpa de Fernando. Ellas
y Edwin se fueron a hacer sus vidas en otro lado. Fernando se fue a vivir a la casa de un
amigo. Las hermanas de Edwin tienen 25, 23 y 20 años.
Su primo Edwin es el contacto más cercano que Fernando ha tenido para practicar ciclismo.
De hecho Edwin fue quién le regaló la última bicicleta que tuvo, que fue la que vendió hace
unos días. Sobre esa bicicleta dice: “Mi primo ganó 100 carreras con esa bicicleta, yo gané
30”.
El día que conocimos a Fernando, por la noche lo llamó su tío, quien lo invitó a quedarse
nuevamente con él. Es importante recordar que cuando establecimos contacto con
Milciades para poder vernos con Fernando, nos contó que ya no vivía con su sobrino
porque se portaba mal. La versión de Fernando es que se fue de la casa de su tío porque allí
no había suficiente espacio para él.
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El sábado, cuando fuimos a conocer a Fernando, estaban inaugurando con música en vivo
una tienda al lado de la chatarrería. Una breve pausa en el desafinado concierto del
animador ranchero nos permitió escuchar a Fernando y sentir su acento provinciano, lleno
de palabras sin S y de frases incompletas. Así, a las cuatro de la tarde en medio de una
calurosa tarde, y sentado sobre un viejo repuesto de carro, nos contó que ama el ciclismo y
que solo sueña con ser el mejor de los mejores, que no ve la hora de sobre salir para que sus
familiares y cómplices de carreras puedan admirar sus hazañas. También nos habló de su
viaje a Italia, que parecía más una fantasía acabada de fabricar en un cuento en el que él era
el ganador.
Recordando su vida, Fernando cuenta que cuando tenía 14 años apostaba gallos finos y así
ganara o perdiera se emborrachaba y así se iba para su casa.
Algo bueno en Fernando es que no ha cogido vicios en la calle. Dice que no le gusta ir a
fiestas, a menos que sea el cumpleaños de un amigo o familiar. Él prefiere quedarse en la
casa para no coger el vicio. “En mis ratos libres me pongo a hacer ejercicio. Hago
estiración de brazos, flexiones de pecho. Me pongo a hacer rodillos en mi bicicleta, todo
eso, eso es lo que más hago. O me voy donde mi tío a hablar de deporte”.
Al día siguiente, domingo, pensamos en llevarlo al Parque Simón Bolívar, pues
consideramos que era un sitio acogedor para un deportista como él, además, en esa zona
está la biblioteca Virgilio Barco y nos pareció interesante ver su comportamiento en este
lugar, debido a que el dejó el colegio y es muy escasa su formación académica.
Ese día Fernando se levantó a las seis de la mañana, lavó su ropa y se fue a la casa de
Martín, allá le dieron desayuno de restaurante. Desde que empezamos a hablar
confirmamos que hay una serie de inconsistencias en su relato y que es indeciso con temas
vitales. Por ejemplo, en la visita del sábado, nos contó que estaba ahorrando para viajar a
Cali, porque se sentía mejor allá con su tía paterna y su abuela –a quién le dice mamita- y
muy seguramente estando allá no le iba a faltar nada. “Mi tía se llama Esmeralda Ávila.
174
Vivía con ella y con mi primito que tiene 6 añitos, los tres no más. Todos los tíos que yo
nombro son por parte de mi papá, él era el menor de 4 hermanos. El mayor de todos es
Alcidiades, el que vive aquí en Bogotá”.
El domingo, apenas nos vimos con él, nos dijo que había tomado la decisión de no viajar
porque, según sus amigos, él tiene más oportunidades en Bogotá que en Cali, “Tengo
muchos amigos que me quieren mucho y me dijeron que no me fuera para Cali porque acá
voy a tener más oportunidades de practicar mi deporte”.
Después de hablar con él, tomamos un bus en la avenida Ciudad de Cali. Durante el
recorrido, Abel Fernando miraba mucho los hombres que iban en sus bicicletas entrenando,
con uniformes de ciclistas. Él supo diferenciar bicicletas de montaña y todo terreno.
Hablando con Fernando, nos contó que le gusta el vallenato. Cuando vivía en el Valle con
su tía, una amiga de 17 años le dedicó un vallenato. Su primera novia la tuvo a los 12 años
cuando vivía en Caquetá. Fernando dice que no tiene un mejor amigo porque “pa‟ mi todos
son mejores”.
Al llegar al parque, nos contó que ya lo conocía porque había ido a practicar ciclismo.
Recorrimos el parque y cuando estuvo cerca del lago nos contó con emoción que cuando
vivía en el Cauca su papá le había comprado el cupo de una pequeña lancha para
transportar gente y mercado. Luego nos contó cuando trabajó haciendo acarreos de
personas.
Al escucharlo hablar de ese momento de su vida nos dimos cuenta de que cuando hay un
detalle de su vida que es cierto, es decir que no salió de su imaginación, puede dar muchos
detalles. Pero por el contrario cuando se trata de hechos como su viaje a Italia o la venta de
la bicicleta que le regalaron no profundiza en nada y no es claro a la hora de exponer los
pormenores y no lo explica de manera clara.
175
Mientras buscábamos un lugar para sentarnos, le dimos algunos consejos a Fernando. Él se
quedaba concentrado y serio mientras nos escuchaba. Es repetitivo con palabras como
“Exactamente”, “Naturalmente”, “Excelente”. Siempre las dice cuando nos cuenta algo o
cuando le preguntamos qué tal le parece algo.
Fernando piensa que una buena forma de ahorrar plata sería vendiendo zapatos y chanclas
como su tío Alcidiades. No ha pensado en otra forma de conseguir dinero.
Cuando lo entrevistamos con la grabadora, Fernando se mostró curioso por el precio y su
utilidad. Después dijo que quería ahorrar y comprar una grabadora para entrevistar a
ciclistas profesionales y después mostrarle eso a su familia. “Yo quisiera digamos de pronto
hablar de mi deporte y que yo quiero salir adelante y que quede todo eso grabado, si, una
grabación. Yo quiero que sepan cómo es mi mundo con el anhelo a mi deporte, que yo
quiero salir adelante, ser el mejor ciclista, o no mejor sino más o menos, ser igual a ellos
digamos”.
Compramos un balón de caucho y luego nos pusimos a jugar fútbol y hacer juegos con
palabras. Fernando tiene facilidad para decir animales, pero no para decir palabras con
letras del abecedario. Puede decir rápido nombres de personas, como ciclistas: Lorena
Salcedo, Carlos Salcedo, Diego (amigo donde vive), Leo (amigo del Cauca), Carmen Emily
(prima). No decía los nombres de su mamá o hermanas. “En el Putumayo hay muchos
amigos que me quisieron más que mi mamá”, dijo Fernando, cuando le preguntamos que
por qué no decía los nombres de ellos.
El apego a amigos o compañeros o gente conocida es muy notorio. Habla bien de toda la
gente que conoce, dice que todos son sus mejores amigos, algo que da a suponer una falta
de cariño por personas muy cercanas. ¿Quién es tú mejor amigo? “Eh, mi mejor amigo…
no me acuerdo, todos son mejores para mí”.
176
Fernando cuenta que le gusta salir a entrenar en su deporte, divertirse con sus amigos y
compañeros de entrenamiento, “Tengo amigos de Soacha, de Bosa, de Cundinamarca y de
toda la ciudad. Conozco a todo mundo y ya, me divierto con ellos a diario”.
Durante nuestro tiempo en el parque, miraba mucho su celular. Nos dijo que quería guardar
canciones, grabar, hacer videos de ciclismo, etc. El sábado nos contó que no tenía celular
porque el que había comprado se lo había cambiado a su primo por un uniforme de la
selección Colombia, pero el domingo tenía de nuevo su celular y nos dijo que se había
arrepentido del intercambio y le pidió el celular a su primo.
Cuando lo entrevistamos, nos contó la historia completa de la muerte de su papá. A pesar
de esto, mantenía la sonrisa al hablar de su papá muerto.
Fernando ha soñado que llega a su casa en Putumayo en un carro negro a visitar a su
familia. Su tío Alcidiades le dice que puede ser que sí va a tener de verdad su propio carro.
Cuando Fernando tenga plata, lo primero que compraría sería una casa, lo segundo sería un
almacén en donde él pueda defenderse trabajando, “Que el día que yo me enferme, me
ahorre mi plata en mi negocio”. Lo tercero sería comprarse un carro. “Me gustaría tener un
carro pa‟ viajar con mi familia, con los amigos, ir a un paseo”. El modelo a seguir para
hacer cosas a futuro en su tío Alcidiades. Cree que teniendo un almacén va a poder vivir
bien más adelante. “Pero lo que más he anhelado ha sido mi bicicleta desde pequeñito.
Siempre me ha gustado”.
Después de haber jugado cerca de dos horas, fuimos a almorzar, a un restaurante que está
dentro del parque. Le describimos los diferentes platos que ofrecía el restaurante; no se
mostro exigente y pidió un arroz con pollo.
Dentro de los gustos musicales de Fernando está el vallenato. “No me gusta bailar y no me
gustaría aprender porque eso es un mal pa‟ uno. De pronto, algún día que uno quiera salir
con amigos, pero no todos los días, ni tampoco el vicio”. Le gusta además ver Vecinos y
Oye Bonita, novelas del canal Caracol.
177
Fernando siente que la gente de Bogotá es muy chévere, muy formal, le gusta ayudar a los
demás y además es muy amigable. “Son más buenos los de acá (Bogotá) que allá
(Putumayo), más diferentes, porque son buenas personas y muy colaboradores y no
mantienen con mucha guerra, sino, de bien. Allá en el Putumayo mantienen más que todo
peleando, mucha guerra y mucha bronca y mucha humillación y acá no, acá es diferente,
hay más paz”.
Fernando solo conoce el centro de Bogotá porque un día acompañó a su tío Alcidiades a
comprar zapatos para su negocio de calzado. “No conocía esto. Me sentía pues contento
porque ya conozco una nueva ciudad, porque nombraban mucho a Bogotá y todo mundo
decía que Bogotá y Bogotá, y tiene que ser muy grande y sí”.
Fernando ya conocía el Parque Simón Bolívar; también el Parque de Soacha, “De Bogotá
me gustó mucho el ciclismo, muchos aficionados al ciclismo, muchos deportistas”.
¿Qué significa Bogotá para ti? “Me siento orgulloso. Bogotá quiere decir que, estando aquí
ya tengo más oportunidades para progresar en mi deporte”.
V. Familia
La familia de Fernando está integrada por la mamá, tres hermanas de dos, ocho y trece
años, y el papá que fue asesinado por el amante de la mamá. Los tíos, la abuela, los primos
y el resto de la familia de Fernando han sido de apoyo para él, pues lo han recibido en sus
casas cuando le ha tocado irse del Putumayo.
A Fernando le falta el cariño y el apoyo de una mamá. Es un andariego que llega a donde lo
reciban. Mientras lo entrevistamos en el parque, le preguntamos qué significaba para él la
palabra amor, “No sé”, nos respondió. Cuando le preguntamos por la palabra familia, dijo
“La familia quiere decir que unidos, estar unidos y estar feliz con ellos, y querernos entre
todos, nunca estar con egoísmos ni con peleas ni nada, estar juntos”.
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El primer día que hablamos con Fernando, nos contó sus historias de ciclismo. Entró a un
mundo en que él era el ganador y hasta Italia nos llevó, pues, según él, el diciembre del
2008 fue a correr a este país con el equipo de ciclismo de Bogotá.
Sin muchos detalles y descubriendo las múltiples cicatrices que rodean su cuerpo nos contó
que tuvo que huir por el río Caquetá en un intento por salvar su vida de las manos
homicidas de su padrastro, quién por órdenes de su mamá, intentaba quitarle la vida. “Yo
no sé por qué ese man me quería matar a mí también. Tal vez por rabia o porque me
parezco mucho a mi papá, por eso”. Su papá era también moreno, de pelo lizo y se reía todo
el tiempo, tal y como es Fernando.
Su padre, también llamado Fernando Ávila, no se pudo salvar de las manos asesinas de su
padrastro, un guerrillero del frente 33 de la guerrilla que, con el tiempo, pasó de ser un peón
de la finca de los Ávila al amante de su madre y el asesino de su padre.
El asesinato fue el 24 de febrero de 2007. “Ese día mi papá se fue a trabajar a sembrar
maíz. Yo estaba en el río en otra parte trabajando y había una fiesta. Yo llegué tranquilo a
la fiesta y me dijeron, usted no sabe nada de su papá? Y qué? Está enfermo o qué? Y me
dijeron, no, lo mataron. Entonces yo me puse triste, entonces me fui y dije dónde está? Y
me dijeron que se lo llevaron pal pueblo José María de Putumayo. Entonces yo salí y lo vi
ya allá muerto. Me puse triste, a llorar de una. Y mi mamá pues no se sentía triste ni se
puso a llorar ni nada, como si no hubiera pasado nada. Y pues lo enterraron al otro día, y
apenas lo enterraron yo a los 8 días me fui pa la casa. Mi mamá ya estaba viviendo con ese
guerrillero (el mozo). Él se llama José Moreno”.
Cuando Fernando se enteró de la muerte de su papá, se desmayó, “Me dio ganas de irme al
hueco con mi papá”. Fernando dice que su mamá no lo quería; las hermanas aprendieron
eso de ella y no lo trataban bien tampoco. “Si mi papá hubiera quedado vivo me habría
comprado todo lo mejor, me haría entrenar para cada carrera, pero ese momento nunca
llegó”.
179
De esta manera Fernando se escapó para dejar atrás a sus tres hermanas quienes, según él,
lo despreciaban y lo maltrataban al igual que su madre, porque ella no quería tener hijos
varones. A pesar de los desaires de ella y de sus hermanas, a Fernando lo reconfortaba el
apoyo y la compañía de su padre con quién empezó a trabajar desde los ocho años en las
plantaciones de coca de su finca en el Caquetá.
Los papás de Fernando tenían problemas cuando vivían juntos, a causa del desamor de ella
hacia Fernando. “La cascaba, le daba duro porque no me quería a mí. Le daba mucha rabia
porque no me quería. Cuando se abrieron mi papá le dijo que dividieran la finca, la mita pa‟
él y la mita pa‟ ella, pero mi mamá no quiso nada de eso. Ella quería toda la finca pa‟ ella,
entonces ahí fue que me dijeron que ella había mandado matar a mi papá, por quitarle la
finca”.
La guerrilla le contó esa versión de los hechos a Fernando, pues ellos sabían que uno de
ellos andaba detrás de la mamá de él: “Si nosotros hubiéramos matado a su papá, lo
hubiéramos matado delante de usted y delante de su mamá, nosotros hacemos eso cuando
vamos a matar a una persona, o si asiste a una reunión, lo matamos delante de la reunión,
pero no lo matamos en escondidas ni nada, de frente. Eso fue gente particular, alguno que
le tiene rabia, y nosotros sabemos que ninguno le ha tenido rabia a su papá por acá porque
todo mundo lo quiere. El único que sospechamos es su padrastro, el mozo de su mamá que
nosotros hace años lo conocemos y mantiene atrás de su mamá”. “Vamos a ver qué
hacemos”, dijeron, “Lo único que le decimos es que se puede ir pa‟ donde su familia y ya.
Cuando quiera entrar pida permiso”, eso fue lo que la guerrilla (Frente 32 de las Farc) le
dijo a Fernando.
Fernando no tiene buenos recuerdos de su mamá y hermanas en el Putumayo: “No quiero
recordar jamás, porque ellos fueron muy malos conmigo. Algún día que yo los llegue a ver
y de pronto me vean, pues que los disculpo, pero yo siento mucha rabia también. Sentiría
rabia, demandaría a mí mamá por ese mal camino que ella escogió y lo que le hizo a mi
papá y lo que me hizo a mí”.
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Durante su estadía en Bogotá, Fernando cuenta que las personas a las que más aprecia son
su primo Edwin y su tío Alcidiades y a toda la familia de Bogotá. “Ellos son los que más
anhelo, más que todo a mi primo”.
La última navidad se la pasó corriendo en Cali, ni se acuerda qué fue lo que hizo ese día.
VI. Vivienda
Fernando nació en la Vereda Los Laureles del Pueblo José María de Putumayo. La vereda
queda a 30 minutos de Mocoa, la capital. Allí solamente vivían 20 familias, en plena selva
colombiana. “En la finca teníamos 3 burros machos y dos caballos. Cultivábamos coca,
plátano y yuca y maíz. Me gustaba cultivar el maíz y la yuca”.
Cerca a la casa de Fernando en el Putumayo había cambuches de las Farc, más exactamente
a 4 horas a pie. “Siempre pasaban por ahí cerca a la casa cuando había reuniones. Cuando
ellos llegaban que tenían que quedarse, se quedaban ahí donde nosotros. Tocaba darles
posada porque uno que le va decir a esos manes que no. En mi casa se quedaron una sola
vez no más. Llegaron y me dijeron que si podían matar una gallina y nosotros les dijimos,
sí, cójanla. La cogieron y les preparamos almuerzo; hicieron almuerzo pa‟ ellos y se fueron
a bañar, extendieron su uniforme, se fueron a limpiar el fusil y ya se acostaron a dormir. A
las 5 de la mañana se levantaron a hacer entrenamiento. Durmieron todos en la sala”.
Ese día, Fernando sintió miedo de que se lo llevaran obligado a la guerrilla, sin embargo,
ellos no intentaron hacerlo. “Cuando eso estaba mi papá y yo estaba muy pequeño. Sí
hicieron intento cuando ya crecí un poquito”.
Fernando ha vivido en varias ciudades de Colombia en casas de diferentes familiares.
Cuando estaba en Putumayo, vivía en la casa de su mamá con sus tres hermanas. Ha vivido
en Cali, en la casa de una tía, con su abuela a la cual le dice „mamita‟.
En Bogotá vivió su tío Alcidiades y en la casa de Diego Torres, un amigo suyo del ciclismo
de 19 años. “Conocí a Diego porque era amigo de mi primo, andaba mucho con mi primo
Edwin y nos presentamos y fuimos buenos amigos. Él también es ciclista. Entrena conmigo
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y con mi primo y los papás son buenas personas también porque me están dando la
vivienda ahí mientras tanto y estoy agradecido con ellos también”. En la casa de Diego vive
además una prima de él y una gente que paga arriendo allí. El papá de Diego tiene una
panadería y la mamá es ama de casa. Tiene una hermana de 9 años que estudia en Britalia.
La casa de Diego es típica de un barrio popular, “por fuera es de puertas blancas, las
ventanas son blancas, adentro hay un mueble, un comedor, a los lados están los trofeos de
ciclismo de Fernando y los de Diego. Más adelante está del baño y antes una cocina.
Adelante hay dos piezas donde pagan arriendo y arriba vive la mamá de él y el pelao. Yo
duermo en la salita en un rinconcito. Cuando estaba con mi tío Alcidiades, yo dormía en un
rincón del almacén”.
VII. Educación
El lugar donde vivía era un impedimento para ir a estudiar. Derrumbes o caminos
destruidos por el agua no lo dejaban cumplir con su deber escolar, “Estudiaba por la
mañana y trabajaba por las tardes y los sábados y domingos. Entré al colegio como a los 10
años. Estudiaba, pero a veces duraba 15 días sin ir a la escuela porque por allá se inundaban
mucho los ríos y era peligroso. Si iba a caballo, mucho barro.
“De mi casa a la escuela era una hora a pie. Iba con mis hermanas, pero a mí me daba
mucho miedo la montaña porque po‟ allá existen los tigres y culebras, entonces a veces ni
iba a la escuela. Mi papá me mandaba y yo no iba. Estudiaba pero no terminaba. De la
escuela solo mee acuerdo del uniforme, el pantalón azul y la camisa blanca y los zapatos
negros. Me acuerdo que a las 10 a.m. ya lo soltaban a uno a recreo y al rato ya entraban y a
la 1 p.m. ya salían pa‟ las casas. Y a las 8 a.m. teníamos que estar al otro día en la escuela”.
Hizo hasta segundo de primaria porque le tocaba trabajar. Cuando estudiaba, Fernando
recuerda que su mamá le botaba los cuadernos al piso, no le importaba que estudiara. “Del
colegio yo ni me acuerdo ya”.
182
Fernando dice que no extraña el colegio y que no le interesa volver porque ahora concentra
todo su tiempo y esfuerzo en convertirse en campeón de ciclismo. Su vida entera, sus
sueños y la ganas de vivir y ser feliz, a pesar del dolor que rodea su pasado, se lo debe a
este deporte. Él sueña con ser un buen deportista y ganarse la vida con su bicicleta.
Cuando le pedimos que leyera una de las etiquetas de las varillas que había en la
chatarrería, nos dimos cuenta de que lee con dificultad y sin tener en cuenta las tildes. A él
ya no le interesa estudiar, nos contó que para él no es necesario, porque muchos amigos
ciclistas se pueden ganar la vida dependiendo solo de este deporte y no estudian porque no
les hace falta.
Después de almorzar en el parque, fuimos a la Biblioteca Virgilio Barco para mostrarle a
Fernando libros sobre ciclismo. Al principio se mostró reacio, pues parecía estar cansado,
sin embargo le insistimos en ir para que conociera.
Al llegar a la biblioteca no se mostró sorprendido por ver este lugar que es tan novedoso
para él. Nos sentamos con él en un computador y le enseñamos a buscar libros en el
catálogo de búsqueda. Cuando veía implementos o modelos diferentes de bicicletas, le
quedaba fácil reconocerlos, así como su uso y cuáles eran las mejores marcas de estos
productos.
Después de haber elegido cinco libros sobre ciclismo fuimos al primer piso de la biblioteca
a buscarlos, cuando los encontramos nos sentamos en el piso a revisarlos. Fernando se
mostró muy emocionado, pasaba las hojas con agilidad y cuando veía algún dibujo que le
parecía llamativo o familiar se detenía a explicarnos.
Había un libro en especial que tenía unas hojas muy gruesas y estaba lleno de fotografías,
ese fue el que más le llamó la atención y lo pasaba con mucha fuerza, tanta que las primeras
hojas quedaron arrugadas. Pero nosotras le explicamos que era necesario pasar las hojas
con más suavidad y así lo hizo. Tal vez por la fuerza que implica su trabajo en la chatarrería
o en el manejo de la bicicleta, Fernando pasaba las hojas de los libros con fuerza.
183
Seleccionamos el material que más le gustó y le sacamos fotocopia, después de haber hecho
esto nos fuimos a dejarlo en Patio Bonito, se mostró muy contento por todo lo que hicimos,
nos dijo “menos mal me convencieron de ir a la biblioteca porque eso fue lo que más me
gustó”. Como le llamaron la atención los computadores nos pidió que cuando nos
volviéramos a ver le mostráramos videos de ciclistas y le presentáramos deportistas de
otros países por internet. Fernando nunca ha hecho uso de los computadores, pues, cuando
hicimos que buscara libros en línea en el catálogo de la biblioteca, no sabía cómo usar el
mouse, no movía la mano para mirar, esperaba que le dijéramos qué hacer.
¿Por qué los niños tienen que estudiar? “Para de pronto algún día ser buenos estudiantes y
para tener un buen trabajo, para que no le toque tan duro. Yo quiero seguir mi deporte,
mejor que el estudio. Yo quiero mucho mi deporte, más anhelo a mi deporte”.
184
Entrevista a Solange Caicedo
Vendedora en los buses
Escrito textual de la conferencia de Solange en un bus:
“Medios de comunicación: prensa, radio, televisión han arrojado una estadística en lo que
va corrido de este año, apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del
síndrome de inmunodeficiencia adquirida que es…. Los pasajeros responden: SIDA, nada
más, caballeros, jóvenes miren nadie quiere tener SIDA sabes cuál es el problema? Que
nuestro bello y hermoso país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial lo antecede África,
país continente, Brasil y Estados Unidos en su orden. Mi nombre Solange Valencia de la
fundación amor por la vida. Tengan todos ustedes muy pero muy buenas tardes”. Los
pasajeros responden: buenas tardes.
“Muchísimas gracias. Aclaro dos cosas. Primero le pago el pasaje al señor conductor por
respeto a él y a todos ustedes yo se que esta situación es algo incómoda para algunos.
Segundo. Que mi presencia aquí no es para pedir ninguna clase de colaboración miren
como se pueden dar cuenta yo estoy muy bien como todos y cada uno de ustedes. Yo les
hago una pregunta. ¿Será que este tema del SIDA nos confiere a todos, sí o no? Abra su
mente, afile su oído, no se vaya a asustar por lo que le voy a decir pero estoy segura que los
minutos a continuación le van a marcar la vida y al finalizar usted me va a decir si sí se la
puedo estar salvando a usted y a su familia. Mira el pasado once de noviembre en la ciudad
de México se llevó a cabo uno de los congresos mundiales acerca del SIDA ese mismo día
uno de los eruditos más grandes acerca del tema, el científico RJ Cooper estremeció al
mundo sobre el concepto de esta enfermedad. ¿Saben por qué? Porque descubrió veintidós
maneras en las que niños, jóvenes, adultos y ancianos están siendo infectados con el virus.
¿Saben qué es lo aterrador? Que ninguna de estas veintidós conductas tienen que ver con
sexo o cama como la mayoría de nosotros lo asemejamos, después les voy a dar algunos
ejemplos para que me comprendan mejor. Voy a empezar con los caballeros. Caballeros yo
me imagino que ninguno de ustedes ha sido infectado porque en el momento de ir a la
peluquería y poner la cabeza, antes compran su cuchilla unipersonal, de pronto le van a
arreglar el bigote, la patilla, la barba, la parte de atrás, toda la cabeza, antes exigen que esta
cuchilla sea cambiada por la que usted llevó. ¿Cuántos caballeros lo hacen, con sinceridad?
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¿Ninguno, preocupante y alarmante verdad? Bueno las damas tampoco estamos inmunes
señoras cuantas de ustedes aquí presentes antes de hacerse manicure y pedicure compran y
llevan su kit unipersonal o en su defecto piden que todos estos instrumentos que tienen
contacto directo con la piel como es cortaúñas y corta cutículas sean esterilizados al calor o
con hipoclorito de sodio”.
“¿Cuántas damas lo hacen? ¿Ninguna? Preocupante y alarmante bueno quién de los aquí
presentes me podría decir como se hace para en una depilación con cera no ser infectados.
¿Alguien sabe? ¿No? ¿Pueden entender porque estoy aquí? Mira el SIDA nos está ganando
la guerra, todos cuando nos hablan de esta mortal enfermedad lo asemejamos con una
relación sexual o ustedes no han escuchado decir: “a mí no me va a tocar” ¿por qué?
Porqué le soy fiel a mi novio a mi novia a mi esposo a mi esposa. Cuantos de ustedes están
seguros de la fidelidad de su pareja en un 100%. ¿Ninguno? Preocupante ¿cierto? Bueno
pero muchos me van a decir: “mira Solange yo soy todo un varón yo para que necesito
hacerme una depilación con cera y muchas” otros me van a decir “no pero yo siendo una
dama para que necesito aprender a llevar una cuchilla si no tengo ni barba ni patilla” yo les
hago una pregunta. ¿Somos solos en el mundo? Qué pasaría si nuestro novio, novia, esposo,
esposa, son infectados, quién sería el siguiente en la lista, la pareja, pensemos en nuestros
hijos”.
“Bueno vamos a ver si van conmigo. ¿Cuántas conductas de riesgo descubrió el científico
RJ Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién me recuerda. La gente responde: 22 y ella
dice: correcto muchas gracias al caballero. Llevamos cinco minutos ¡de cuantas hemos
hablado hasta el momento? La gente empieza a dar números a la zar y ella dice. Se van a
asombrar: hasta el momento hemos hablado de una. Salones de belleza, se clasifican por
lugares ¿sí me hago entender? Bueno les voy a regalar otra conducta: hospitales, cuantas
mamitas aquí presentes le exigieron a su médico que les realizara la prueba del VIH SIDA,
bueno la dama es una, felicitaciones digna de admirar, quién más, contigo son dos
felicitaciones, mira en este momento la secretaria de salud y los hospitales están regando
esta gran información, toda madre que esté en estado de embarazo y sea portadora del virus
tiene la obligación de realizarse la prueba, para que su bebé se puede salvar ¿cómo?
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Naciendo por la famosa cirugía prenatal pre parto, más conocida para ustedes y para mí
como la cesárea, se abstiene de darle lactancia, mire su bebé queda ileso de esta mortal
enfermedad. Yo les hago una pregunta. ¿Será que nosotros teniendo esta información es
justo que todos los días en Colombia aparezca un niño con SIDA. No cierto? El SIDA nos
está ganando la guerra. Yo les hago una pregunta ¿les parecen necesarias, pertinentes, estas
conferencias? ¿les gustaría tenerla completa? la conferencia dura dos horas ¿tienen tiempo?
no verdad, el tiempo no es nuestro mejor aliado, ¿trajeron lápiz y papel? Bueno ustedes no
sabían que yo iba a venir. Bueno nosotros sabemos que al intentar lanzar estas campañas en
estos medios masivos de transporte hay una connotación socio cultural diferente a cuando
vamos a un colegio o a una universidad, nos demoramos dos horas, tenemos ayudas
audiovisuales”.
“Aquí solo lo podemos hacer quince minutos pero la idea es que ustedes tengan todos esta
información en sus manos por eso yo estoy aquí, mira nosotros los voluntarios hemos
tomado una decisión, todos merecemos tener la verdad acerca del SIDA hemos probado la
información en formato dvd lo que les estoy haciendo entrega es el documental original de
nuestra fundación amor por la vida, yo les voy a comentar de que se trata: vamos a
encontrar la verdad acerca del SIDA (habla de todo el contenido del DVD pero no se
entiende porque está caminando de un lado al otro del bus) bueno yo les hago una pregunta
¿Cuántos de ustedes conocen a una persona con SIDA? Tú la conoces? ¿Cuántos conocen a
un niño con SIDA? Los invito a que vean el documental y van a conocer a Steven un niño
de siete años ya está muriendo de SIDA, le bombean la comida directamente al estómago,
él no va a conocer que es el amor, no va a conocer su cédula, no va a tener la oportunidad
de llegar estresado a su hogar por tener tanto trabajo como nosotros, ese no es el futuro que
queremos para Colombia”.
“Bueno nosotros hemos decidido entregar esta información a todos y cada uno de ustedes,
claro está a un costo, porque esta información no se puede regalar hay que recuperar lo que
es DVD, envoltura, empacarlo y que llegue a ustedes. En este momento estamos pidiendo
la colaboración de solo lo que es los materiales, irrisorios tres mil pesos yo les hago una
pregunta con toda sinceridad ¿les parecen caros tres mil pesos? No cierto, porque tres mil
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pesos no vale nuestra vida, pero los invito a que salven muchas con esto. Bueno sobra decir
que lleve el documental hoy va a ser favorecida por qué porque si se pueden dar cuenta en
la parte posterior del documental no solo vamos a encontrar información acerca del SIDA
sino de los cinco flajelos que en este momento atacan nuestro país. SIDA, aborto,
alcoholismo, drogadicción y la educación sexual que fracasó en Colombia. ¿Recuerdan el
programa séptimo día del canal Caracol? Junto con PROFAMILIA y la secretaria de
educación, ¿sabe que estadísticas dieron? La educación sexual el Colombia fracasó, los
papitos le echamos la culpa al plantel educativo por los embarazos a temprana edad. Yo les
hago una pregunta ¿quién tiene la obligación de hablar de sexo con sus hijos? Nosotros, ¿en
donde empieza la educación? En casa cierto. Bueno vamos a hablar de alcoholismo y
drogadicción, yo les hago una pregunta con toda sinceridad. ¿quién leyó el periódico el
Espectador el domingo pasado? Vieron las noticias del alcoholismo, ¿saben quien ocupa el
30% de los alcohólicos en Colombia? Los menores de edad. ¿cuál es la generación que nos
espera? Ya se inflitraron las drogas en el colegio, están regalando las tres dosis de heroína
gratis a los chicos, ¿quién tiene la obligación de enseñarle los riesgos acerca de las drogas a
sus hijos? Los padres cierto, es triste darse cuenta como se llenan hospitales enteros de
niñas entre los 12 y 20 años jóvenes que abortan que no saben llevar su vida cuando ya
están destruyendo otra, por culpa de ellas, no mira por falta de información, de asesorías,
cierto que es triste”.
“Mira en este momento yo estoy aquí porque todos merecemos tener la verdad acerca del
SIDA, ¿quieren que les diga algo? En este momento a Colombia no la mata el SIDA, no
nos mata el cáncer, nos mata la indiferencia, la decisión está en todos y cada uno de
nosotros. ¿Quién ocupa el mayor porcentaje de las personas que están muriendo por SIDA?
Primero las amas de casa, segundo se lo compiten con los niños, simple desinformación. Mi
nombre: Solange Valencia de la fundación Amor por la vida. Me resta decirles: el SIDA no
tiene cura, la mejor vacuna hasta el momento es la información y ustedes la tienen en sus
manos, miren los invito a que no la desechen, muchísimas gracias por su atención, por su
cultura, que Dios los bendiga, espero volverlos a ver”.
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“Bueno yo quisiera saber con qué personas cuento que van a llevar el material, les aseguro
que no se van a arrepentir”. Cada persona le dice: ya te recibo muchas gracias.
1. ¿Quién eres tú?
Mi nombre es Solange Giselle Valencia, tengo 17 años y vivo actualmente en el barrio Bochica
sur.
2. ¿Puedes describir el trayecto de tu casa al trabajo?
Yo para llegar al lugar al que salgo a trabajar diariamente cojo dos buses, uno de la casa a
la avenida Cali y otro hasta Soacha que es el lugar donde siempre empiezo a trabajar.
3. ¿Y más o menos cuánto dura ese recorrido?
Entre hora y hora y diez minutos.
4. ¿Desde hace cuanto tiempo estás trabajando en el transporte público y cómo
fue esa primera experiencia, si la puedes describir.
Trabajando de corrido por decirlo así de la manera en que trabajo, llevo dos años, pero la
primera experiencia la tuve a los trece años cuando mi mamá que toda la vida ha trabajado
en el medio de transporte a causa de la enfermedad que tiene en las manos, me convidó a
que la ayudara a vender unos libros de educación y que le explicara un poco sobre lo que yo
estaba viendo en el año. Yo acepté porque siempre me ha gustado colaborarle a mi mamá,
me acuerdo que eran unos libros de literatura y los ofrecí y me pareció pues una forma muy
honrada en que uno le aporta a las personas y las personas también nos pueden colaborar y
desde ese momento me gustó el trabajo.
5. ¿Lo hiciste por iniciativa propia o tu mamá te habló de la necesidad de
trabajar?
No mi mamá nunca ha buscado en sí que yo trabaje, incluso hoy día después del tiempo ella
me dice que le duele que le duele que yo trabaje porque ella quisiera darme todo y
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desafortunadamente no lo puede hacer, pero yo lo hago por voluntad propia, me gusta
poder aportar.
6. ¿Por favor haz una descripción de lo que estás vendiendo actualmente y cómo
lo ofreces?
Actualmente yo vendo información sobre el SIDA, yo me subo al medio urbano de
transporte y ofrezco una serie de documentales doy unas pequeñas conferencias para las
que estoy capacitada y le hago entender a la gente que de pronto este es uno de los flagelos
que abarca nuestro país y esta información es necesario que la tengamos todos, pues
obviamente para que la gente adquiera el documental yo tengo que hacerles ver la
necesidad de que lo tienen que tener en su casa, pues esa es la manera en que los ofrezco.
7. ¿Entonces, cuál es la estrategia, crearles la necesidad?
Es más o menos decirles que si no llevan la información su vida está en riesgo, es crearles
la necesidad. Una persona que trabaja en el medio urbano no vende el producto sino que
vende el parlamento, una persona lo que vende es la capacidad de convencimiento que tiene
para que esa persona lleve el producto, usted nunca le garantiza que el producto esté bueno
pero sí le garantiza que a usted le dijeron lo convencieron para que lo lleve.
8. ¿Quién te enseñó ese parlamento del que hablas?
Para aprender a dar las conferencias del SIDA empecé hace dos años por medio de una
compañera que también trabaja de la misma manera, ella me motivó. Pues al principio yo
no quería, yo decía bueno pero a quién le va a interesar comprar una información del SIDA,
pero verdaderamente fue cuando aprendí a trabajar y me di cuenta que no interesa si uno
vende un CD o vende un dulce, es la capacidad que tenga de llegarle a la gente para que
esa persona lo compre y desde ese momento con este medio es que subsisto y gracias a esa
persona que me dio ese empujón.
9. ¿Cuál es el día que mejor te va y cuánto te haces?
190
Es relativo, actualmente yo trabajo en las flotas intermunicipales, todas las personas que
viajan al lado del sur, la gente que generalmente viaja en flota tiene dineros se le puede
cobrar caro.
10. ¿Cuánto cuesta cada CD?
Depende, cuando son días normales que no hay volumen de venta, son a tres mil, pero de
pronto uno motiva a la gente a que no sean tres mil sino que el aporte a criterio propio lo
que más pueda por esa nueva información, hay gente que a uno le dona los tres mil, gente
que le dona cinco mil, diez mil, veinte mil, según de pronto la clase de público que haya ,
por ejemplo las personas que viajan para lugares mas lejanos digamos si estamos hablando
hacia el sur como Cali, si estamos hablando de Neiva, Florencia, Pitalito es gente que
generalmente tiene más dinero entonces es gente que generalmente aporta más como que
colabora más a este trabajo en el medio masivo de transporte. Mientras que de pronto las
personas que viajan para más cerca de la ciudad de Bogotá como lo es fusa y eso
generalmente le dicen a uno hasta que se lo deje en dos mil, pero obviamente uno los
recibe.
Los días que a uno mejor le va, obviamente, son, trabajando en este medio, son los fines de
semana que es cuando la gente viaja más. Ahoritica también es relativo pero si es bueno el
trabajo por lo que es temporada, todos los jóvenes, niños, adultos salen a vacaciones a
diferentes lugares del país y ya que es un tema de educación todos estamos dispuestos a
capacitarnos.
11. ¿Cómo te reciben los pasajeros y el conductor?
Hay una diferencia entre el transporte intermunicipal y el transporte urbano. Es una
connotación socio cultural diferente, ya que tu en el momento de trabajar en una flota por
decirlo así tú te paras y tienes la certeza de que puedes durar hablando cierta cantidad de
tiempo y no se te va a bajar ningún pasajero del medio de transporte de pronto el conductor
le colabora a uno con no colocar música, los pasajeros están atentos, prestan atención,
mientras que en el medio urbano de la ciudad estamos hablando de que ya es un poco más
complicado porque la gente se sube se baja y no tiene de pronto el desfortuno, por decirlo
191
así de que puede quedar si un pasajero que llegó al paradero de pronto la gente que viaja en
el transporte urbano casi siempre los colombianos andan con lo del transporte entonces es
más complicado para que haya más volumen de venta.
12. ¿Qué te llevó a trabajar en el transporte público a tan temprana edad?
La verdad creo que primero el trabajo para los menores de edad está prohibido en nuestro
país, considero que es una regla necesaria porque en este momento hay muchos niños que
son sometidos a la explotación, pero en mi caso es diferente, vengo de una familia que es
madre cabeza de hogar desafortunadamente es una persona enferma que llegó a los buses
porque pasó de ser una de las mejores empleadas a ser una de las personas descalificadas
por su discapacidad física ya que tiene artritis deformativa, somos dos hijas ella nos ha
sacado adelante, ella con el tiempo ha perdido la agilidad en la voz, la agilidad en las
manos y no le permite trabajar de la misma manera. Yo siempre he pensado que no soy una
persona que no me tengo que quedar en los buses me quiero superar, quiero estudiar, quiero
hacer mi carrera profesional y pues la verdad yo llegué ahí porque no se, el flagelo de la
sociedad, mi madre se encontraba en un tiempo muy enferma, se vió la necesidad de llevar
para comer para la casa y si yo tenía la oportunidad de hacerlo pues obviamente no iba a
esperar a que otra persona me lo dijera creo que es más como un apoyo no considero que
sea obligada ni explotada como si lo son muchos niños de este país.
13. ¿Qué tan fuerte es la competencia hoy en día?
Demasiado, si estuviéramos hablando solo a nivel Bogotá hoy encontramos que la mayoría
de las familias colombianas entre estrato uno y tres subsisten a través de las ventas
ambulantes por decirlo así porqué porque el salario, la lucha de clases que estamos
viviendo ahorita es muy difícil porque hay personas que las someten doce quince horas por
un precio (sueldo) mínimo que tiene que sostener cinco o seis personas con su familia y
ellos lo que hacen es recurrir a otro medio para subsistir. Hoy día tú sales a la calle y
encuentras en la esquina desde la niña hasta la abuelita vendiendo dulces, encuentras
jóvenes, niños muchachos ancianos que se suben a los buses desde diciendo una gran
mentira para buscar unas monedas hasta buscar la manera de llegar a la persona y ofrecerle
algo para su vida y que de esa misma manera le puede sacar provecho entre eso estoy yo.
192
Por lo menos los vendedores nos clasificamos, no todos somos iguales, no es igual la
persona que se sube a vender dulces por la puerta de atrás que reciben una mala imagen de
los pasajeros a una persona como yo que paga su pasaje por respeto al conductor y a los
pasajeros, ofrece una charla respetuosa y ofrece un buen material. La competencia es
demasiada.
14. ¿Cómo se define quién es el vendedor que logra subirse a vender a una flota?
Pues mira es muy sencillo, los vendedores que trabajamos en las flotas intermunicipales no
pagamos pasaje, pero le damos un regalo al conductor , el regalo es el permiso para que el
nos deje trabajar, se le puede dar de pronto un CD para que cuando uno se baje escuche en
el trayecto del viaje, muchas veces se le dan muñecos para el adorno del carro, jugos
porque de pronto vienen muy cansados y eso motiva al conductor para que lo deje a uno
trabajar y en estas flotas hay un auxiliar ellos son muy importantes porque ellos son los
que le dan a uno el subsistir diario, son los que le permiten trabajar.
Cuando uno se baja en carretera, es diferente porque hay por decirlo así un lugar donde
todos nos bajamos, pero las flotas no paran, ellas siguen de largo, entonces nos hacemos así
como en fila, pero no mantenemos el orden, entonces viene una flota y todo el mundo saca
el permiso que tenga, el regalo que tenga y empieza a hacerle señas al conductor , el
conductor para y es el que más rápido corra a subirse al carro, el que llegue primero es el
que primero se sube.
Por lo menos algo diferente que hay de la ruta hacia el sur, o como la que hay por el norte o
por Villavo o por Mosquera es que por la ruta hacia el sur hay unos vendedores que son
“pandeboneros” ellos en este momento no son vendedores ambulantes pero sí son
independientes ya que tienen la autorización del Estado, están carnetizados y pueden
trabajar desde el peaje hasta Fusa. Ellos tienen la prioridad independientemente de que
nosotros nos subamos si se sube una persona a vender pandebono, tiene la prioridad de
empezar. Si uno va a la mitad de la conferencia y el se sube uno tiene que parar y darle la
prioridad igualmente eso es como un derecho para ellos y ellos hacen valer su derecho
muchas veces verbalmente o a la fuerza.
193
15. ¿Has tenido algún inconveniente o algún accidente que te haya hecho sentir
que no quieres continuar con este trabajo?
Bastantes o sea es, de pronto no puedo decir que sea algo desagradable, si he tenido
experiencias malas y experiencias buenas, desde que yo trabajo la flota intermunicipal he
tenido la experiencia de subirme y que al terminar de hablar los pasajeros me aplaudan me
feliciten, me digan que me admiran muchas veces, pero sí he tenido experiencias
desagradables donde primero muchas veces empezando por el conductor. Muchas veces
uno no comprende porque le regala el permiso a uno de trabajar y de pronto empieza a
subirle a la música a toda y uno no puede hablar, o a mitad de conferencia de pronto
también he tenido el inconveniente de que hay personas que se les hace un poco incómodo
esta situación de pronto porque nunca les ha faltado nada en la vida y nunca piensan que les
va a tocar y son un poco groseras por decirlo así. Me he llegado a encontrar con personas
que muchas veces se levantan, me dicen groserías y incluso me ultrajan, me pegan, sí
como por decirlo así atentan contra mi integridad, si me ha llegado a afectar demasiado
demasiado al punto de decir, no quiero volver, pero obviamente a uno la necesidad lo hace
continuar. También he tenido otros inconvenientes, de pronto también con los mismos
vendedores por la competencia, como te decía anteriormente, como de que las
circunstancias lo obligan a uno a enfrentamientos, pero igual esto no quiere decir que el
hecho de que uno pertenezca a un estrato bajo no quiere decir que tiene que muchas veces
ser la persona grosera o peleadora. Yo me considero una persona muy puesta en mi sitio,
muy respetuosa y pues no veo la necesidad de agredir a la otra persona, así lo haga, yo creo
que también todo se soluciona por la ley.
También hemos tenido otro problema y es que cuando nos vamos a bajar de las flotas, ellas
no paran, sino ellas disminuyen de la velocidad, incluso los carros, entonces lo que uno
tiene que hacer es saltar, entonces es complicado saltar en carretera y también me ha pasado
que de pronto he tenido en peligro también mi vida porque los carros en carretera vienen a
más velocidad que en la ciudad, de pronto caerme o cosas así, pero osas (a las) que uno ya
se acostumbra, de pronto en carretera como hay tantos accidentes que frenan muy duro que
uno se cae. Pero aparte de todo bien.
194
16. ¿Qué haces además de trabajar?
Bueno, inicialmente yo quiero trabajar en esto, pero no quiere decir que yo me quiera
quedar trabajando en los buses como la mayoría de personas. En este momento me
encuentro en la universidad estudio trabajo social que es la carrera que me apasiona y me la
pago a través del dinero que recaudo trabajando en los buses, en el medio masivo de
transporte. Estudio en la universidad Minuto de Dios pero en la sede de Soacha por eso
trabajo desde Soacha porque me queda asequible.
Es complicado darse cuenta como personas al llegar al medio masivo de transporte se
envician por el dinero , muchas veces uno encuentra formas de conseguir el dinero fácil, sin
hacerle daño a nadie pero haciéndose daño a uno mismo, en mi trabajo hay personas
profesionales con una carrera que se empeñan por trabajar en este transporte para conseguir
dinero más fácil, igualmente es plata que no luce porque muchas veces uno encuentra
personas que se pueden llegar a hacer hasta doscientos mil pesos diarios y al otro día si no
trabajan no tienen con que desayunar pero yo no quiero llegar a ser de esas yo si quiero
llegar a tener mi carrera, un trabajo estable con todas las de la ley por decirlo así, con
prestaciones, poder decir voy a ir a un restaurante digno con mi familia voy a sacar a mi
mamá del medio de transporte, esos son mis ideales, de pronto eso es lo que me diferencia
de los demás vendedores.
17. ¿Tus compañeros de la universidad saben que tienes este trabajo?
Bueno, desde el primer momento en que yo llegué a la universidad que todo el mundo le
pregunta a uno que qué hace y eso. Sí, yo les dije que yo trabajaba en el medio de
transporte y que de pronto no es el rechazo pero tampoco como la felicitación pues porque
encontramos diferentes clases sociales, verdad, de pronto hay gente a la que le parece el
trabajo indignante porque tienen la mayoría el concepto de que el vendedor ambulante por
decirlo así es ladrón. Por lo menos la mayoría de mis compañeros al principio les pareció
muy chévere incluso les he dictado conferencias, tengo compañeros que me han colaborado
comprando el documental, muchos me dicen que les gustaría verme, de pronto por la
agilidad que tengo para, como la destreza que tengo para vender estos documentales me ha
195
servido para destacarme de pronto en las exposiciones en las entrevistas dentro de la
universidad en los trabajos, entonces eso me ha servido mucho y la gente me busca por esa
destreza y se hace partícipe de esa manera de mi trabajo.
18. ¿Crees que tu trabajo te ha quitado tiempo para estudiar?
De cierta manera no, porque este trabajo se vuelve algo muy facilitador por decirlo así.
Siento que este trabajo en parte es ideal porque el día que yo quiero trabajo, el día que no
quiero no trabajo, si yo se que mañana no voy a trabajar hoy trato de trabajar más y de esa
manera mañana no trabajo y me puedo quedar haciendo las tareas de la universidad todo el
día de esa manera se me ha hecho muy fácil no me toca como a algunos compañeros que
tiene trabajo que les toca, trasnochar, madrugar, no poder dormir.
19. ¿Qué haces en tu tiempo libre?
Pues, a parte de trabajar y estudiar colaboro en la casa, saco tiempo para mi novio, he
perdido muchos de mis amigos porque a causa del trabajo y del estudio no le queda a uno
muchas veces tiempo, pero si a algunos les saco tiempo para „recochar‟ y eso como una
persona normal.
20. ¿Con quienes vives?
Con mi mamá y mi hermana.
21. ¿Cuántos años tiene tu hermana?
Mi hermana tiene diez años en este momento, mi mamá tiene cuarenta y dos años.
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Ficha de análisis de Solange Valencia
Nombre: Solange Valencia Caicedo
Ciudad de Origen: Bogotá
Fecha de nacimiento: agosto de 1992
Edad: 16 años
Aspectos de análisis
I. Trabajo:
Solange empezó a trabajar en los buses a los trece años en compañía de su mamá. En esa
época le ayudaba a vender libros de literatura infantil parecidos a los que tenía que leer para
el colegio.
Para esa época ella acompañaba a su mamá de vez en cuando, o por lo menos cuando por
su delicado estado de salud era imprescindible la compañía de su hija. Pero desde hace dos
años, Solange reparte su tiempo entre la venta de los DVD y su educación.
En marzo de 2007, una amiga de su mamá le permitió a Solange acompañarla en sus
recorridos para que aprendiera una charla sobre el SIDA que sirve para impulsar la venta de
DVD informativos sobre este y otros problemas de salud.
Así después de su entrenamiento y de un mes de investigaciones para entender lo que hay
que saber sobre el SIDA, Solange empezó a comercializar este material, haciendo mini
conferencias de una hora para transporte intermunicipal y de quince minutos para transporte
urbano.
Cuando está trabajando dentro de la ciudad, se ubica en los paraderos de las principales vías
del sur de Bogotá, le pide permiso al conductor para que la deje trabajar, si el conductor
accede, ella le paga el pasaje. Pero cuando está trabajando con transporte intermunicipal, no
paga pasaje, pero le da un regalo al conductor “se le puede dar un CD para que cuando uno
se baje escuche en el trayecto del viaje, o les doy muñecos y hasta jugos porque de pronto
vienen muy cansados y eso motiva al conductor para que lo deje a uno trabajar”.
197
Cuando aborda estos buses y flotas, saluda a los pasajeros y se presenta como una
voluntaria de la Fundación Amor por la Vida que está interesada en difundir una
información de salud pública que tiene un carácter preventivo.
Pero en realidad tal fundación no existe, o si existe ella no hace parte del equipo de
„voluntarios‟. Pero sí utiliza su nombre “Para darle seriedad al trabajo, para que la gente
crea que al comprarme los CD está apoyando a los miembros de la fundación”. Acto
seguido presenta el material como un documental “original de su fundación” y describe en
dos minutos el contenido del DVD.
Después de esa breve información, desarrolla su charla sobre el SIDA casi que a modo de
conferencia, presenta estadísticas a nivel mundial, información sobre la magnitud de este
problema en nuestro país y al final deja claro que la herramienta más efectiva para
enfrentarlo es estar informado.
Finalmente vuelve sobre el producto, destaca el bajo costo de los DVD´S frente a la
importancia que tiene para quienes lo quieran comprar y pasa de puesto en puesto
recogiéndole el material a quienes no lo quieren comprar y recibiendo los tres mil pesos de
los que sí se decidieron.
Sabe que le va mejor en el transporte intermunicipal que en el urbano, porque tiene más
tiempo para convencer a la gente y porque por lo general los pasajeros que abordan
trayectos largos llevan más dinero que quienes hacen desplazamientos dentro de la ciudad.
¿Qué diferencia hay entre el transporte intermunicipal y el transporte urbano? En una flota
te paras y tienes la certeza de que puedes durar hablando cierta cantidad de tiempo y no se
te va a bajar ningún pasajero, de pronto el conductor le colabora a uno con no colocar
música. Mientras que en el medio urbano de la ciudad ya es un poco más complicado
porque la gente se sube se baja entonces es más complicado para que haya más volumen de
venta.
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Sus mejores días, indiscutiblemente son los fines de semana “que es cuando la gente viaja
más” y en temporada de fin de año, porque según ella: “todos los jóvenes, niños, adultos
salen a vacaciones a diferentes lugares del país y ya que es un tema de educación todos
estamos dispuestos a capacitarnos”.
En consecuencia, el valor de cada DVD depende del día o la época y del tipo de transporte
que está abordando, “Cuando son días normales que no hay volumen de venta, son a tres
mil, pero uno motiva a la gente a que no sean tres mil sino que lo que más pueda, hay gente
que a uno le dona los tres mil, cinco mil, diez mil, veinte mil, según la clase de público que
haya. Por ejemplo las personas que viajan para lugares más lejanos: Cali, Neiva, Florencia,
es gente que tiene más dinero, entonces es gente que aporta más. Mientras que las personas
que viajan para más cerca de la ciudad de Bogotá le dicen a uno hasta que se lo deje en dos
mil, pero obviamente uno los recibe”.
Por ser un trabajo independiente, Solange no tiene un horario establecido, como tampoco
tiene que completar una determinada cantidad de dinero. En consecuencia, el suyo, es un
trabajo inestable, hay días en los que hace uno o máximo dos recorridos o simplemente no
sale a trabajar. Pero también hay días en los que es absolutamente necesario que trabaje
días enteros para reunir el dinero que necesita. Por eso no tiene sueldo fijo y tampoco tiene
claro el promedio de dinero que reúne por semana, siempre es diferente y depende del
tiempo que trabaje y de lo bien que le vaya.
El dinero que recibe lo invierte en más mercancía que compra semanalmente en San
Victorino, una popular zona comercial ubicada en el centro de Bogotá en la que a los
comerciantes les sale económico comprar en grandes cantidades. Manda a quemar los DVD
y compra los sobres en los que van empacados.
El dinero restante lo divide entre lo que le aporta a su mamá para la comida de cada día, la
lonchera de su hermana menor y si le queda algo, lo guarda para completar el valor de cada
semestre en la universidad.
199
Luego de haber acompañado a Solange en tres recorridos llevados a cabo en días diferentes,
fue posible observar que se vale de varias estrategias de alto nivel de complejidad para
tener éxito en sus ventas.
Para empezar, maneja bien su vocalización y tono de voz para lograr que la charla pueda
ser escuchada por todos los pasajeros del bus. Demuestra tener dominio del tema porque lo
desarrolla de manera fluida y con los términos adecuados.
Ella asegura que esa tranquilidad que tiene para expresarse se debe a que ya lleva dos años
desarrollando estas charlas y durante este lapso de tiempo, se ha documentado con toda la
información relacionada con el SIDA para poder responder a las preguntas que
eventualmente le puedan formular los pasajeros.
“Medios de comunicación: prensa, radio, televisión han arrojado una estadística en lo que
va corrido de este año, apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del
síndrome de inmunodeficiencia adquirida que es…. (Los pasajeros responden) SIDA
damas, caballeros, jóvenes, miren, nadie quiere tener SIDA. ¿Sabes cuál es el problema?
Que nuestro país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial; lo antecede África, país
continente, Brasil y Estados Unidos en su orden”.
A medida que avanza la charla, Solange va formulándoles preguntas a los pasajeros acerca
de la información que ya ha dado y ellos responden, por lo general acertadamente. De este
modo logra involucrarnos con la charla para evitar que se distraigan y para lograrlo se vale
de un lenguaje sencillo y creativo.
Bueno vamos a ver si van conmigo: ¿Cuántas conductas de riesgo descubrió el científico RJ
Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién me recuerda. (La gente responde) “22 “(y ella
dice) correcto muchas gracias al caballero. Llevamos cinco minutos ¿de cuantas hemos
hablado hasta el momento? (La gente empieza a dar números al zar y ella dice) Se van a
asombrar: hasta el momento hemos hablado de una. Salones de belleza, se clasifican por
lugares ¿sí me hago entender?
200
Otra estrategia de la que se vale para vender, es asegurar que con la compra del material,
los pasajeros pueden salvar sus vidas y las de los suyos porque al estar informados van a
estar en capacidad de prevenir un posible contagio. “Más o menos decirles que si no llevan
la información su vida está en riesgo, es crearles la necesidad”.
II. Conducta en el trabajo:
Tanto el conductor como los pasajeros la reciben de manera respetuosa y estos últimos la
miran con atención mientras avanza su explicación. Esto se debe al hecho de que ella paga
su pasaje, pide autorización antes de subirse al bus y tiene una buena presentación
personal.
La amabilidad con la que la reciben también se debe a que algunos vendedores ambulantes,
no saben dirigirse a los pasajeros y los habitantes de la calle que se suben a pedir limosna
intimidan a la gente. Mientras que ella con su manera de expresarse y su presentación
personal crea un lazo de confianza con los pasajeros.
En ese sentido también dejo claro que los vendedores se clasifican, que todos no son
iguales, debido a que no es lo mismo vender dulces a ofrecer charlas sobre un problema
mundial de salud pública.
“Por lo menos los vendedores nos clasificamos, no todos somos iguales, no es igual la
persona que se sube a vender dulces por la puerta de atrás que reciben una mala imagen de
los pasajeros a una persona como yo que paga su pasaje por respeto al conductor y a los
pasajeros, ofrece una charla respetuosa y ofrece un buen material”.
Pero estar en un nivel superior, de gozar de cierto grado de prestigio dentro del gremio de
los vendedores ambulantes, no es una garantía de éxito, ella sabe que no está sola en este
negocio al que según ella pertenece un amplio volumen de víctimas de la desigualdad
social, la explotación laboral y el desempleo que recurren a esta alternativa de trabajo como
una medida desesperada para sobre vivir.
201
Por eso, lograr subirse a una flota es toda una lotería que los vendedores persiguen como
fieras y defienden con las uñas. En los paraderos ahora convertidos en campos de batalla se
aglomeran todo tipo de vendedores exhibiendo el regalo o como ellos lo llaman “el
permiso” que le ofrecen al conductor.
Pero ellos no paran, entonces empieza la recta final, todos salen corriendo y solo el primero
que corone la meta, es el que se gana el derecho de vender en ese recorrido. Pero si durante
su charla, un „pandebonero‟ se sube “uno tiene que parar y darle la oportunidad” porque
estos vendedores están agremiados y tienen permiso estatal para trabajar, un permiso que
Solange ha visto defender a la fuerza en muchas ocasiones.
Con su trabajo concluido o interrumpido por la presencia del privilegiado vendedor de
pandebono, Solange tiene que mirar con cautela el momento más indicado para salir de la
flota, un descuido puede ser fatal. “Cuando nos vamos a bajar de las flotas, ellas no paran,
sino disminuyen la velocidad, entonces lo que uno tiene que hacer es saltar, es complicado
saltar en carretera y eso es peligroso porque los carros vienen a más velocidad que en la
ciudad”.
A pesar del riesgo que implica su trabajo y de los malos tratos que en ocasiones recibe por
parte de conductores y pasajeros, Solange recuerda con agrado los aplausos y felicitaciones
de quienes sí valoran su trabajo y se siente agradecida por llegar a su casa con algo de
dinero a cambio de haber compartido lo que sabe para salvar vidas.
Así transcurren sus días que empiezan “antecitos de las seis” cuando sale de su casa y toma
un bus que le deja en la avenida ciudad de Cali y de allí se sube en otro que la lleva al
punto de partida de su trabajo, el paradero ilegal de flotas ubicado en Soacha al que llega
después de una hora de viaje.
III. Aspecto físico:
Al verla se puede confirmar por qué su nombre parece sugerir una figura acaramelada por
el sol. Y aunque es bogotana, al verla contonear sus caderas de bus en bus pareciera estar
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frente a una representante del Chocó o Buenaventura. Su contextura gruesa, edificada sobre
un cuerpo de un metro con setenta, está adornada por una abundante cabellera crespa y
remata con unos labios gruesos que brillan cada vez que sonríe, tiene braquets.
Le gusta usar ropa apretada y oscura, aunque sea un día de trabajo o una noche de rumba
con sus amigos del barrio, ella no descuida su imagen, antes de salir se encrespa sus
pestañas con una cucharita sopera, aplica pestañina y delineador y remata dominando la
rebeldía de sus crespos con una considerable capa de gelatina de quinientos.
Por cuenta de uno que otro problema de salud que se le ha cruzado por el camino o por falta
de una buena alimentación, sus labios siempre se ven resecos y su voz se escucha tapada
por cuenta de una rinitis que le quita el sueño desde hace varios años.
IV. Personal:
Desde que les pide permiso a los conductores, Solange se ve sonriente y despierta. Su
charla no suena a discurso recitado de memoria sino que fluye a manera de conversación
espontánea.
Gracias a que está apropiada del tema proyecta seguridad y tranquilidad durante su trabajo.
Es educada a la hora de recoger el producto y si en un recorrido no logró las ventas que
esperaba, no se ve desanimada o de mal genio.
A parte de sus responsabilidades laborales, Solange se concentra en lo ella cataloga como
su mayor prioridad en este momento, su estudio. El poco tiempo que le sobra lo dedica al
arreglo de su casa y a su novio con el que lleva un año y medio. Se llama Daniel, está
prestando el servicio militar como estafeta del Ministerio de Defensa, entidad que le regaló
una beca para acceder a la educación superior.
Mientras que compartimos días de trabajo y encuentros familiares, percibimos que está
muy unida a él, aunque en este momento esté reclutado. La llama constantemente y está
enterado de todo lo que ella está haciendo, se ve alegre cuando habla de él. “He perdido
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muchos de mis amigos porque a causa del trabajo y del estudio no le queda a uno muchas
veces tiempo” pero asegura que a veces saca tiempo de más, para salir a bailar en compañía
de sus primas y amigos del barrio.
Le gusta su trabajo y es consciente de que puede llegar a ganar una cantidad considerable
de dinero si se lo propone, pero asegura que “esa plata no luce” porque a la gente no le
dura. Por eso se empeña en sacar adelante su carrera para poder tener un trabajo que le
garantice estabilidad y “las prestaciones de la ley”. Le gustaría trabajar con personas de la
tercera edad y lo que más quiere es apoyar económicamente a su mamá para poder “llevar a
mi familia a un restaurante digno” y sacar a su mamá del trabajo que tiene como vendedora
ambulante.
V. Familia:
Solange es hija de padres separados. Actualmente vive con su mamá, Marisol Caicedo, de
42 años y con Paula su hermana menor de 11 años. Las dos son hijas de diferentes padres,
el de Solange se llama Gabriel Valencia, se separó de Marisol cuando ella aún no superaba
los diez años.
Después del divorcio de este matrimonio de cinco años, se han tejido varias historias
alrededor del papel de Gabriel en la vida de su primera familia. La real es que desde que
abandonó a su esposa y a su pequeña hija, su colaboración económica ha sido escasa o casi
nula, y la que mezcla la fantasía con la superstición cuenta que Gabriel se valió de sus
conocimientos de magia negra para hacerle brujería a su ex esposa, Marisol.
Según ella, por cuenta de esas prácticas ocultistas ha venido presentando problemas de
salud que han desencadenado en una artritis reumática y otra serie de males que le han
restado vitalidad y le han puesto en su rostro más años de los que en realidad tiene.
Después de que esta artritis le quitó la posibilidad de seguir trabajando como operaria en
una fábrica de calzado y frente a la necesidad de conseguir el dinero suficiente para el
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sostenimiento de su hija, Marisol decidió subirse a los buses a contar su historia, a vender
dulces y perfumes para cambiarlos por una bolsa de leche o una libra de arroz.
Con el tiempo, fue entrando en confianza con su gremio, aprendió donde era más barata la
“merca” en quienes no se podía confiar y cuáles eran las mejores rutas. Trabajó días enteros
cargando a cuestas una tula de color azul llena de fragancias chiveadas, rendidas y en
empaques ordinarios.
Después de dos años, se le presentó una oportunidad que la sacaría de las apreturas
económicas y el exceso de trabajo. Una compañera de trabajo muy cercana le propuso
viajar a Venezuela a vender un tratamiento en polvo para desmanchar los dientes que había
tenido total éxito en las ventas ambulantes y auguraba la misma suerte en el vecino país.
Sin echarle mucha cabeza y con todo el entusiasmo que este viaje amerita, Marisol reunió a
un par de sobrinos para que en menos de una semana empacaran un polvo gris en bolsas de
plástico selladas al calor con un cuchillo y para que etiquetaran cada sobrecito de cinco por
cinco con la imagen de una rubia sonriente y de dientes brillantes.
Después de ocho meses a la mamá de Solange el sueño venezolano se le convirtió en un
mal recuerdo difícil de olvidar. Lo que pasó exactamente es un misterio, lo único que se
sabe es que, al parecer, Marisol fue víctima de otro rezo malintencionado de su ex marido.
Marisol llegó anémica y triste y solo después de dos meses de cama, jugo de mora y mucho
hígado logró recuperarse para volver a subirse a los buses a vender lo que le quedaba de los
tratamientos dentales.
Fue para esa época de “vacas flacas” entre San Victorino y la Sevillana, en medio del ruido
ensordecedor del tráfico capitalino que Marisol encontró a Bernardo, un amigo fiel, un
apoyo incondicional y el futuro padre de su segunda hija: Paula Andrea “como la modelo”
dice Marisol.
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En contra de los consejos de su familia y siguiendo con absoluta fidelidad lo que le decía su
corazón, se decidió a llevarlo a vivir a su casa, “un año completico se quedó” dice con
nostalgia, después empacó maletas, se despidió de Marisol, le besó su vientre de cuatro
meses de embarazo y nunca regresó.
Después de muchos “Ya estaba advertida mijita” sus padres y hermanas volvieron a su lado
para recordarle que no estaba sola. Su padre empezó a colaborarle con las cuotas de la casa
pre fabricada que tenia construida en la terraza de su casa; sus hermanas, del baby shower y
Solange, de cuidar a su mamá para la llegada de la bebé.
Fue en ese escenario en el que Solange decidió motivar a su mamá para que le permitiera
acompañarla a trabajar, para en un principio, poder aprender y colaborarle, pero con el
único fin de trabajar sola, como empezó su mamá, para “dejarla descansar”, como dice
Solange.
Gracias a que siempre ha vivido muy cerca de su familia y prácticamente en la misma casa,
ha tenido la fortuna de contar con el apoyo económico y emocional de ellos, ya fuera para
cuidar a su hija menor o para compartir con ellas algo de comida.
Otra red de apoyo que encontraron en el camino Solange y su familia, ha sido su fe y su
religión “mi mamá va todos los días sagradamente a misa y ha sido operada dos veces por
el hermano san Gregorio”. Sus palabras no son difíciles de creer, tienen figuras religiosas
en todas las habitaciones y hacen alusión a las “bendiciones del creador” mientras se llevan
la mano a sus escapularios la mayor parte del tiempo.
VI. Vivienda:
Solange vive, desde hace 12 años, en Bochica, un barrio ubicado al sur de la ciudad en la
localidad Rafael Uribe Uribe. Su mamá compró una casa prefabricada que ubicaron en su
casa materna.
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El hecho de que ellas vivan con su familia, les ha facilitado recibir la colaboración de ellos
en lo que tiene que ver con alimentación y dinero cuando les hace falta, además no tienen
que pagar servicios porque son compartidos.
Para llegar a su casa, es necesario subir los tres pisos de la casa materna de la familia
Caicedo, al llegar, nos encontramos con una terraza, que en la mitad hace las veces de patio
de ropas, con lavadero y cuerdas de alambre negro que están extendidas en lo alto de la
construcción.
En la otra mitad de la terraza, está la casa prefabricada de Solange, compuesta por una
serie de placas de concreto unidas por parales de metal y cubierta por dos tejas metálicas
que se sostienen una sobre la otra. Sobre la fachada gris de concreto, quedaron miles de
orificios pequeños, como evidencia de las burbujas que deja el cemento mal mezclado.
Después de varios toques secos sobre la puerta de metal roja, aparece Solange con cara de
sorprendida, habíamos tardado casi una hora buscando la carrera 5 H No. 48M-21, manzana
cuatro, se le notaba que ya no nos esperaba.
Nos hizo seguir amablemente mientras quitaba con rapidez las montañas de ropa que
estaban sobre los muebles de la sala. A pesar de que las placas de concreto que en el
exterior se ven grises y acabadas, adentro estaban pintadas de verde menta y blanco
durazno, el frío intenso y el olor ha guardado dan la sensación de seguir en la calle.
Luego de un pequeño receso para darle tregua a la agotadora búsqueda de su casa, la
acompañamos a la cocina para conversar con ella mientras preparaba la comida. “eso si
perdonaran el desorden, es que con tanta cosa, a uno no le queda tiempo ni de tender la
cama”, y la verdad era que no teníamos mucho qué perdonarle, porque para el agitado
ritmo de sus actividades, apenas es de admirar que pueda cumplir con su universidad.
Pero tiene razón, la casa está totalmente desordenada, los platos del almuerzo siguen sobre
las mesas de noche de las dos habitaciones, la basura está arrinconada, sin botar, entre la
207
escoba y el recogedor y las docenas de baldosines cuadrados que cubren el baño ya no
lucen blancos sino amarillentos.
A falta de una biblioteca y un tocador hay libros y cuadernos abarrotados por todas partes y
sobre ellos, peinillas, esmaltes, llaves, monedas, sobres desocupados de gel y hasta un
zapatico de bronce que al igual que las medias del colegio de Paula, no tiene el otro par,
anda solo y perdido.
La improvisación ha sido la herramienta más efectiva para abastecer lo que por falta de
dinero no se puede comprar. El clóset de la ropa, un mueble de madera de casi dos metros
está en la sala y hace las veces de repisa de un equipo de sonido dañado y de un televisor,
sobre la mesa tienen un computador viejo “que no sirve sino de estorbo”, dice Solange.
En el baño, la ducha de agua caliente está cubierta con una bolsa plástica, azul con blanco,
de esas que dan en el supermercado, con varios huequitos que permiten que el agua fría
salga por chorritos delgaditos, “es que imagínese la privada que se pega uno cuando recibe
ese chorro de agua helada a las cinco de la mañana. Ahí si se me quitan las ganas de ir a
trabajar” dice entre carcajadas.
Cuando entramos a la habitación en la que duerme con su hermana menor, nos recibe en la
puerta “el amigo que nunca falla” como dice en la parte inferior el afiche que muestra a
Jesucristo con una bata blanca, una luz que bordea su silueta y los brazos abiertos de par en
par, como invitándonos a entrar.
En esa misma puerta, en la chapa hay un viejo tenis azul, colgando del cordón, la puerta
parece una galería callejera, además del afiche y el tenis hay una serie de grafitis que
confirman que allí duerme Solange: su nombre está escrito de todas las formas y tamaños,
pero el más curioso es el que tiene un sol dibujado y en seguida dice “I love you”.
Duermen en una cama sencilla de barandas metálicas pintadas de amarillo y azul, está
pegada a la pared izquierda de la habitación, “Paulita duerme al rincón. Donde la deje a la
208
orilla se me cae la chinita” cuenta Sol como le dice su mamá. Al lado derecho hay un
espejo roto parado sobre un mueble de madera blanco, “Este nos lo regaló Carmenza antes
de irse pa´ España”, hablando sobre una de las comadres de su mamá.
“La nevera que tenemos nos la regaló una tía, el jueguito de sala nos lo dejó mi abuela, la
pintura de las paredes la dio Marquitos el de la iglesia. Es que todos nos han ido ayudando
de a poquitos con el favor de Dios”, dice Solange mientras le sirve la comida a su mamá y
su hermana que vienen de misa.
Cuando vimos la habitación de Marisol confirmamos ese fervor católico con el que Solange
la describe. En su habitación tiene una pequeña mesita de noche que sostiene con debilidad
tres figuras de yeso: se trata de la imagen de la virgen María, un ángel que con una flecha
somete al que parece ser el diablo y en el centro, Jesucristo crucificado.
VII. Educación:
Actualmente está en segundo semestre de trabajo social en la Universidad Minuto de Dios.
Escogió esa carrera porque le gusta el servicio a la comunidad y se convenció de que esta
carrera es un medio para lograrlo después de ver a su prima más cercana tomando este
programa académico que en esta universidad es considerablemente más económico.
Tiene claro que su prioridad es el estudio, por eso le dedica mucho más tiempo a sus
actividades académicas que a su trabajo. No importa si para cumplir con sus obligaciones
académicas tiene que sacrificar el tiempo con sus amigos o familia o si tiene que dejar de
trabajar un día completo.
Dice que su trabajo, antes de ser un obstáculo, es un buen complemento para su carrera,
porque le ha permitido desarrollar habilidades como ella lo indica: “la destreza que tengo
para vender estos documentales me ha servido para destacarme en las exposiciones en las
entrevistas dentro de la universidad en los trabajos, entonces eso me ha servido mucho”.
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Su abuela materna le costea la mitad del valor de la matrícula, el resto sale del bolsillo de
Solange y su mamá, de hecho, la última vez que nos encontramos con ella para trabajar en
los buses, en diciembre de 2008, nos contó que tiene un mes para conseguir el millón de
pesos que le hace falta para completar el valor de la matrícula, la vimos angustiada.
Solange tiene tan involucrado su trabajo con su estudio que todos los días, trabaja en los
dos buses que tiene que abordar para desplazarse de su casa a la sede de su universidad
ubicada en Soacha, en Cundinamarca. Después de clase, se dirige al paradero de buses
intermunicipales y vuelve a trabajar.
Sus compañeros de la universidad saben que trabaja en los buses y, según ella, no todos lo
tomaron igual: “de pronto no es el rechazo pero tampoco la felicitación porque hay gente a
la que le parece el trabajo indignante porque tienen el concepto de que el vendedor
ambulante es ladrón, pero a la mayoría les ha parecido chévere, incluso me han pedido que
les haga la conferencia y me buscan por esa destreza y se hacen partícipes de esa manera
de mi trabajo”.
210
Entrevista a Diego Alejandro Perdomo Sánchez
Vendedor de papa en la Plaza de Mercado de Paloquemao
1. ¿Con quién vives ahora?
En este momento estoy viviendo con mi tía Nubia, mis primos y el marido de mi tía. Mis
primos son dos gemelos, son de 16 años y el otro es como de 23.
2. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo con ellos?
Bien, pues ahí llevo nueve años, sino que tuvimos unos problemas ahí. Mi mamá con el
marido de mi tía, nos tuvimos que ir, pero yo he ido constantemente ahí y ahorita que como
conseguí trabajo en la plaza yo les pedí el favor de que me dejaran quedar ahí mientras
tanto. Pues a trabajar y a ver si me ponía a estudiar.
3. ¿Estás contento ahí?
Sí porque es que allá en a casa todo aburrido en cambio con mis primos acá me distraigo.
4. ¿En qué barrio queda la casa?
En el barrio Villa Moral de Bochica.
5. ¿Cómo están distribuidos los espacios al interior de la casa?
Hay tres pisos, abajo hay dos piezas y cocina para arrendar, en el segundo hay un
apartamento, las piezas, una cocina para dos personas, con dos lavamanos y el baño. En
este momento estamos viviendo mis primos y yo y en el otro apartamento está viviendo un
inquilino y arriba hay otro apartamento y una pieza. En la pieza vive mi tía con el marido y
la otra está arrendada y la terraza.
Yo comparto una habitación con mi primo, pero ellos quieren, una para los tres para poder
arrendar la otra. Como abajo hay un garaje, como una pieza grande, entonces como que nos
van a mandar ahí a los tres. Para arrendar las otras dos, para que les llegue más plata.
211
6. ¿Y ellos viven de los arriendos?
Pues de eso y que ellos tienen como una empresa y que ellos toman tensión, hacen todos
esos exámenes y mi tía Nubia está trabajando en este momento con Yanbal y vende eso y
los productos naturales.
7. ¿Cómo es el trayecto de tu casa al trabajo?
Yo me levanto a las: 4:30, me alisto, salgo de ahí, cojo un bus, a veces cojo un bus bajando
hacia la 19 y después cojo otro bajando hasta la plaza o a veces cojo un bus que dice
paloquemao y me lleva directo a la plaza y normal, llego allá, tengo que entrar a las seis
8. ¿Cuánto tiempo dura este trayecto?
Media hora, cuarenta minutos, de venida si como una hora porque hay trancón.
9. Dónde está el resto de tú familia y cómo es tu relación con cada uno de ellos?
Mi mamá está viviendo por allá en una loma en Alpes, como no teníamos donde vivir
entonces allá teníamos un lote con unas latas ahí construidas entonces mi mamá como en
ese momento no tenia a donde irse y mi tía le dio plata para pagar arriendo, entonces ella
prefirió pagar el carreo hasta allá arriba que pagar el arriendo. Entonces se fue a vivir allá y
allá llevamos como cuatro años, sino que ella no se quiere trastear y allá no hemos podido
construir nada, no tenemos baños ni nada de eso entonces queremos construir pero todavía
no se puede queremos construir pero todavía no se puede.
Pues yo le digo a mi mamá que nos salgamos de ahí pero ella no quiere porque ella lleva
allá cuatro años, ella ya dice que el lote es de ella y no se quiere salir de allá. Ella tiene 48
años, se llama Linda Perdomo y bien normal, y allá vive con mis sobrinitas.
10. ¿Hablan seguido ustedes dos?
Pues ella antes iba todos los lunes pero ahora ya no va más y yo le compré un celular pero
ya no lo usa, no lo sabe manejar casi, yo la llamo y timbra y timbra y no contesta.
212
11. ¿Cuántos años tiene la sobrinita con la que vive?
Tiene tres años. Y viven ellas dos, sí las dos, por lo que mi mamá se encariñó con ella que
porque el marido la ponía a hacer oficio y la maltrataba entonces ella prefirió quedarse con
la niña y no se la dejó a mi hermana, entonces mi hermana después tuvo un niño pero se le
murió y entonces lo volvieron a intentar y tuvieron otra niña y se fueron a vivir por allá
donde la mamá del marido y ella si se perdió al fin porque no volvió a saber más de la niña
y ni se comunica ni nada.
12. ¿Cuántos años tiene?
Como 23.
13. ¿Cuáles son los mejores recuerdos que tienes de algo que hayas compartido con
tu hermana?
Hm… ya no me acuerdo… no pues no me acuerdo en este momento pero pues casi todos
los recuerdos son bacanos con ella. Pues peleas normales de hermanos pero no mucho así.
14. ¿Y tú hermano?
Él está en Tocancipá, ya tiene mujer, tiene una niña. Por allá trabaja, ese casi no le colabora
a mi mamá, el ya está con su familia y es aparte, por allá también vive mi tío, otra tía: mi
tío José, mi tía Rosa, ellos ya viven con sus hijo. La otra tía vive en Villavicencio creo, que
es mi tía Inés, la otra que vive en Arauca que es mi tía Marta, la otra que vive en Cali que
es mi tía Helena, un tío que se llama Agustín, otro se llama Álvaro.
15. ¿Se ven todos para fin de año?
Pues este año estuvimos con mi tía rosa, con mi tía Nubia, mi mamá, mi tía Helena, mi tía
Inés si no fue, mi tía Marta tampoco. A los que no he visto nunca es a mi tía Inés, ni a mi
tío Agustín, ni a mi tío Álvaro, eso si por lo que se distancian tanto, no vienen por acá y
casi no nos vemos.
16. ¿Qué has sabido de tú papá?
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Bueno, que una vez no más que fuimos a Villavicencio, se llama Olivo y vive por allá. Me
acuerdo que una vez me iban a sacar un registro entonces mi mamá fue para buscarlo pero,
él ya tiene e hijos y familia por allá pero por ahí me dio unas cosas pero nada de plata y no
me reconoció y el mismo día nos vinimos y yo a él no vi nada más una vez hace como dos
o tres años.
17. ¿Tú naciste allá cierto?
Sí pero me registraron acá en Bogotá.
18. ¿Cómo se le dice a la gente que es de allá?
Quién sabe.
19. ¿Y qué te gusta de tu trabajo?
Pues sí, en general me adapto, en todos los trabajos que tengo generalmente me adapto y lo
hago como con gusto para hacerlo mejor.
20. ¿Háblanos de los trabajos que recuerdas que has tenido?
Pues el primero, que fue con una prima que nos fuimos por allá con cartón, eso fue en
Tocancipá, pero no, duré como una semana y me hice nada más cinco mil pesos. Pero
donde si aprendí más de cartón fue reciclando y después me vine para acá, para Bogotá y
como estábamos viviendo en esa loma y yo no tenía trabajo, entonces me fui con mi cuñado
y por allá nos pusimos a reciclar y allá fue donde aprendí de cartón de chatarra.
Eso fue hace como un año y después de reciclar nos pusimos las pilas a ahorra y él se
consiguió un carro de arepas y me dijo que si quería trabajar con él y yo le dije bueno, y
nos pusimos a trabajar, después conseguimos otro carro para mí. Entonces el tenia un carro
y yo tenia otro carro y fuimos avanzando y conseguimos otro carro, pero ese ya no
teníamos quien lo manejara y le dijimos a mi hermana que lo manejara, pero ella quedó
embarazada y no pudo trabajar más y luego empezamos a trabajar los dos y luego mi mamá
me dijo que no trabajara más con él y fue y me consiguió un trabajo en una bicicleteria y
dure como un año trabajando allá, engrasando las ciclas y arreglándolas.
214
21. ¿Cómo era el trato con la gente con la que trabajabas?
Pues mi jefe me regañaba mucho, y pues yo me lo aguantaba porque necesitaba el trabajo,
pero con la patrona si me la llevaba bien y con los hijos y él pues era buena gente sino que
era regañón y él tenia un hermano y me la llevaba más con el hermano porque él era el que
se la mantenía ahí y hacíamos todos los trabajos y gente, pues la gente que iba allá y
mandaba a despinchar las ciclas y era chévere porque a mi siempre me han gustado las
ciclas y allá fue donde más me amañé.
22. ¿Qué horario tenías?
Entraba a las doce y entre semana salía por ahí de siete a ocho, pero los sábados si salía de
ocho a diez, once y me pagaban poquito, que por lo que no sabia, me pagaban sesenta
semanal, a diez el día y me daban el almuerzo.
23. ¿Y podías ahorrar, que hacías con la plata?
Compraba ropa, cosas, para mi mamá, para la casa.
24. ¿Qué era lo que no te gustaba del trabajo de la bicicletería?
Pues que salía muy tarde y los peligros de la calle porque eso quedaba en San Carlos.
Además, me hacía daño en las manos, tengo un poco de cicatrices y manchas porque como
allá trabajan es con gasolina y como uno tiene que lavar con un poco de químicos eso le
pela a uno las manos.
25. ¿No usabas guantes?
No porque allá todo era a mano, engrasar, y con la caja de herramientas uno se ampollaba
las manos. Allá si es que me tocaba matarme las manos, me machucaba martillando, me
cortaba.
26. ¿Qué fue lo que te llevó a dejar ese trabajo?
Mi mamá me sacó, dijo que yo me estaba matando mucho, y me sacó de allá. Aunque ellos
me querían seguir colaborando y me dijeron que los siguiera llamando, al fin no los llamé
215
por lo que yo estaba reciclando entonces yo pasaba por ahí y ahí fue que el señor me vio y
me dijo que en lugar de estar en la calle que me fuera a trabajar con él.
27. ¿Llegaste a dormir en la intemperie?
Sí, por lo que llegábamos con el zorro desde la casa hasta el norte a pie y nos echábamos
un día de aquí allá, entonces se nos hacia muy noche y por allá nos quedábamos y nos
veníamos al otro día. O a veces nos quedábamos dos días por allá reciclando.
28. ¿Cómo se organizaban para dormir?
Encima de la zorra colocábamos un plástico, o a veces debajo, pero debajo era feo por el
frio del piso y a veces llovía y nos mojábamos y ahí dormíamos todos y a veces dormíamos
hasta con la niña, la que tiene mi mamá.
29. ¿Ella siempre los acompañaba a reciclar?
Casi no, pero una vez que tuvimos que salir a pedir comida, entonces llevábamos a los
niños como para que sintieran lástima y nos dieran más comida. Porque uno llegaba a una
parte y veía comida y uno con hambre, pues le tocaba hacer eso y luego llegó un primo de
Tocancipá y nos pusimos a trabajar también con él, pero él como era vicioso no nos gustó
eso por los niños y le dijimos que mejor se fuera porque se ponía a echar vicio en la casa y
le dañaba los pulmones a los niños.
30. ¿Cómo encontraste el trabajo de la plaza?
Un día que yo me quedé ahí donde mi tía, le dije que me dejara quedar y entonces me
quedé como una semana y los acompañé a trabajar por lo que ellos se iban por allá a la
plaza a tomar exámenes, de tensión y todo eso y a vender unos productos y entonces allá le
encargaron a una señora que si tenía un trabajo por ahí que yo estaba necesitado y dijo: si
claro, yo les ayudo. Y entonces me presentó y yo le dije: voy a colaborarle en lo que se
pueda y la señora es la que está ahí al ladito de don Richard y ella le preguntó que si no
necesitaba a alguien y él le dijo: sí claro yo necesito un chino para los fines de semana que
me ayude y entonces yo pasé y comencé al otro día. Y se me hizo fácil, no se me hizo tan
duro y me fui acostumbrando y ya.
216
31. ¿Qué es lo que más te gusta de esos trabajos?
No sé, pues por lo que antes estaba en la bicicletería encerrado y casi no salía, mientras que
allá como es como más abierto y uno habla con la gente.
32. ¿Qué de molesta de la gente a la que le vendes?
No pues lo único que no me gusta es que la gente pide una libra de papa y me derrumban
todos los bultos, para uno o dos libras de papa, entonces a uno le toca recogerlos y pues
sería mejor si cogen de un solo bulto, pero se ponen a coger de todos los bultos de resto no.
33. ¿Pero la gente en general es respetuosa a la hora de pedir cosas?
Sí, pues yo como no les hago mala cara ni nada, más bien como que yo les tengo paciencia
y no.
34. ¿Qué tan fuerte es la competencia con los otros negocios de papa?
Pues no mucho porque a don Richard le va muy bien, le compran más a él porque como
está en un sitio como esquinero, pues ahí le va bien. O sea que no es tan fuerte la
competencia.
35. ¿Qué haces en tu tiempo libre?
Pues entre semana, que es el tiempo que tengo libre, pues ahí en mi casa con mis primos o
como no tengo nada que hacer me voy a con mi tía a ayudarles por allá o me quedo en la
casa haciendo oficio y de vez en cuando salgo a dar vueltas por ahí en la cuadra y no más,
ahí en la casa.
36. ¿Cuáles son tus sueños y metas?
Pues todavía no he pensado nada de eso. No, todavía no se para dónde voy.
37. ¿conoces a alguna persona que sea tu modelo a seguir?
Pues dentro de mi familia yo creo que no quiero salir como ellos, porque por lo menos mi
tío y mi hermano, ellos echan vicio, pero lo controlan y todo, pero lo mismo, echan vicio.
217
Pues me gustaría si ser bien, tratar de conseguir mis cosas, una casa, pues no ser, tener un
trabajo estable, por ahí en una oficina o quien sabe en qué y ser gente bien, normal.
38. ¿En qué te gustaría trabajar más adelante?
Pues no he pensado nada de eso, pero pues ya cuando sea grande, por allá en una empresa o
algo así que uno ponte, para tener uno su propio negocio y trabajar en su propio negocio.
39. ¿Y qué te gusta o qué te gustaba cuando estabas en el colegio?
Pues no me acuerdo, pero en matemáticas me iba mal, en comportamiento también mal, y
en el resto sacaba notas normalito y pues yo lo hacía como por aprender.
40. Has una descripción de la casa de tu mamá.
Pues no es una casa, son como ocho latones y tejas y ya, pero el lote es de tres por dos de
grande pero son como… si como ocho latones más o menos, es chiquitico y consta de la
cama, el armario para ropa, tenemos unas tasas ahí para el baño, colocamos una tabla y ahí
encima el televisor y ya, es un espacio chiquitico, entra uno a la cama y sale a la puerta, es
chiquitico, por ahí de un metro más o menos.
41. ¿Has tenido problemas en ese barrio?
Pues no faltan los chinos de mi edad que me la quieren montar pero no, no más.
42. ¿Qué tan seguro crees que es el barrio?
Pues sí es como „regulimbis‟ porque allá hay mucho vicioso hay mucho ñero, allá si que
hay dañados en ese barrio.
43. ¿Crees que tus tíos y los hijos de ellos son gente con la que te sirve estar?
Claro sí, porque que mi tía es como…si a diferencia de mi mamá, pues mi mamá no se
arregla, no hace nada, se la pasa en la casa, en cambio mi tía si trabaja, se busca las cosas y
Giovanni también hace lo mismo.
44. ¿Qué fue lo que te pasó hoy con los policías?
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Pues lo que pasa es que yo estaba trabajando en la plaza normal, cuando llegaron los de el
ejército y me preguntaron la edad y yo para que me dejaran trabajar les dije que tenia 17
años y entonces ellos me dijeron que todavía era menor de edad y entonces me dijeron que
los acompañara y yo les dije que no, pero a dónde, y me dijeron que me tenían que llevar a
donde los que lo mandan a él, los policías de menores y entonces que allá me tenían que
reclamar mis papás.
Cuando todo eso pasó, mi patrón salió y les dijo que yo trabajaba con él, que yo no me
mataba ahí mucho, por ahí colaborándole con lo de las papas, que yo solo trabajaba los
fines de semana y les dijo que yo estaba estudiando y que me dejaran trabajar por lo que yo
estudiaba y los fines de semana trabajaba por ahí por mis cosas y para ayudarle a mi mamá.
Entonces mi patrón les dijo que él había hablado con los de la administración de la plaza
para que me dejaran trabajar y ahí se puso todo bravo a pelear con los del ejército y les dijo
que llamaran a los que los mandan a ellos y hablaran y se fueron los soldados y entonces
me dijo que me fuera por ahí a dar una vuelta y entonces al ratico yo lo llamé y me dijo
que estaba la policía de menores y entonces me dijo que era mejor que no fuera allá por lo
que de pronto hay si me podían llevar y entonces me dijo que me fuera para la casa por lo
que los policías ahí están molestando , en ese momento me encontré con mis primos y les
dije que se fueran por la ropa que yo tenia en el trabajo y me la trajeron en el camino y nos
vinimos para la casa y ya desde mañana ir a trabajar normal. Pero de todas maneras los
policías siguen montándola.
45. ¿Qué piensas de lo que hacen los policías de menores?
Pues yo opino que a uno que está trabajando normal, que quiere salir adelante lo molestan,
pero ven a los niños que son mas pequeños que son más pequeños que yo robando y
echando vicio, a ellos si no les ayudan, deberían ponerlos a estudiar o algo así que no estén
en la calle durmiendo y ahí si no les dicen nada. Pero uno que si quiere trabajar por ahí y
salir adelante lo molestan que no trabaje pero los chinos que si están echando vicio los
dejan ahí y entonces eso es lo que no me gusta, que a uno no lo dejan trabajar, que uno
quiere salir adelante, ser juicioso, estudiar y trabajar para sus cosas y ellos que no que no
219
que no trabaje mientras que a los otros que si están por allá haciendo cosas malas, robando ,
a ellos si no les dicen nada, entonces eso es lo que no me gusta de eso.
46. ¿Qué opinas del estudio y la educación?
Pues por lo menos a mí que no termine de estudiar me gusta y yo quisiera terminar mi
bachillerato, de pronto por ahí entrar a una universidad o algo asi hacer una carrera, no se
de que pero de pronto por ahí
47. ¿Qué música te gusta?
Casi de toda.
48. Que te gusta del rap?
Pues que hablan de la cultura callejera, de lo que pasa, cantan como testimonios de la calle,
que la gente por ahí trabaja y no les ayudan y yo me siento identificado con esas letras y
por eso me gusta esa música.
49. ¿Y por qué te gusta la ropa rapera?
Pues yo me comencé a vestir así por mi primo y él se veía bien, entonces se me ocurrió
vestirme así, pues por mi forma de ser yo creo que me veo bien vistiéndome así y creo que
me gusta vestirme así.
50. ¿Tus primos son como tus mejores amigos?
Sí, porque yo casi no tengo amigos y ellos se visten así como yo, pues uno porque el otro se
está empezando a vestir como normal.
51. ¿Qué crees que tienes en común con tus primos para compartir tanto tiempo
juntos y la pasarla tan rico?
Pues primero por lo que somos de la misma edad, nos gusta la misma música, nos vestimos
igual, hablamos igual y pasamos casi todo el tiempo juntos y „recochamos‟, entonces por
eso es que me gusta estar tanto tiempo con ellos.
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52. ¿Ellos son juiciosos?
Pues ahí más o menos,
53. ¿Consumen drogas?
Ah no, en ese sentido sí son juiciosos.
54. ¿Tienes novia?
Todavía no, por ahí tengo amigas y no más. Uno debe pensar primero en el estudio y
después en eso, de pronto por ahí más adelante.
55. ¿Qué tal te la llevas con tu tía?
Bien, la quiero mucho.
56. ¿Y ella qué tal se la lleva con tu mamá?
Pues la quiere arto, le dice Kika, pero le dice que se arregle, que busque trabajo, pero la
quiere arto y mi mamá también la quiere a ella. Han tenido problemas, pero se siguen
hablando.
57. ¿Qué haces con la plata que te ganas en la plaza?
Pues como trabajo solamente dos días en la semana, sábado y domingo, me gano cuarenta
mil o a veces me llaman desde el viernes y me hago sesenta. Entonces a veces le doy treinta
a mi mamá y cojo treinta para mí y por ahí compro ropa, ahorro o compro mis cosas de
aseo personal, jabón, cepillo, todo eso. O a veces también cuando tengo ahorrado le
colaboro a mi tía por ahí con la comida o con algo que necesite.
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Ficha de análisis de Diego Perdomo
Nombre: Diego Perdomo
Ciudad de origen: Villavicencio
Edad: 15 años
Aspectos de análisis
I. Trabajo:
Diego empezó a trabajar como reciclador cuando tenía doce años en el municipio de
Tocancipá (Cundinamarca). Este trabajo lo desarrolló con Natalia, una prima un año menor
que él. Pero como no les fue bien solo duraron una semana con esta labor. Luego, cuando
se fue a vivir al sur de Bogotá, retomó este trabajo con el esposo de su hermana mayor; fue
en esta oportunidad en la que aprendió lo que sabe sobre el tratamiento de materiales como
el cartón y la chatarra.
Con la ayuda se una zorra, empezaron a recoger el recoger el material que les servía en los
barrios que recorrían de sur a norte de la ciudad. Como los recorridos eran tan largos,
muchas veces se les hizo de noche lejos de sus casas y por eso se vieron obligados a pasar
la noche a la intemperie con una pequeña sobrina de tres años a quién utilizaban también
para pedir comida cuando el dinero que ganaban por reciclar no era suficiente.
¿Ella siempre los acompañaba a reciclar? “Casi no, pero una vez que tuvimos que salir a
pedir comida, entonces llevábamos a la niña como para que sintieran lástima y nos dieran
más comida. Porque uno llegaba a una parte y veía comida y uno con hambre, pues le
tocaba hacer eso y luego llegó un primo de Tocancipá y nos pusimos a trabajar también con
él, pero él como era vicioso no nos gustó eso por la niña y le dijimos que mejor se fuera
porque se ponía a echar vicio en la casa y le dañaba los pulmones a la niña”.
Después de un tiempo y con los ahorros que Diego y su cuñado tenían reservados,
compraron un carro para vender arepas en la calle. El negocio les funcionó al punto que
lograron comprar dos carros más para el mismo fin. Pero por alguna razón que Diego no da
a conocer, se retiró de este negocio por orden de su mamá.
222
Después de tres meses de permanecer desempleado, Diego logró conseguir trabajo en una
bicicletería. Allí, tenía que hacer reparaciones generales, limpieza y engrase de las
bicicletas desde el medio día hasta las ocho de la noche y los sábados hasta las diez.
En este trabajo Diego tuvo que soportar muchas condiciones adversas y excesivas jornadas
de trabajo en las que sus manos se veían maltratadas y manchadas constantemente a cambio
de sesenta mil pesos semanales y un jefe que lo reprendía constantemente con palabras
inadecuadas. A pesar de esto, Diego permaneció durante un año trabajando porque le
gustan mucho las bicicletas y además necesitaba el trabajo.
¿Qué era lo que no te gustaba del trabajo de la bicicletería? “Pues que salía muy tarde y los
peligros de la calle, porque eso quedaba en San Carlos”. ¿Y no te hacías daño? “Sí claro en
las manos, tengo un poco de cicatrices y manchas porque como allá trabajan es con
gasolina y como uno tiene que lavar con un poco de químicos eso le pela a uno las manos”.
¿No usabas guantes? “No porque allá todo era a mano, engrasar, y con la caja de
herramientas uno se ampollaba las manos. Allá si es que me tocaba matarme las manos, me
machucaba martillando, me cortaba”.
El dinero que le pagaban lo usaba para ayudarle a su mamá y siempre reservaba algo para
sus gastos personales. Pero después de un año, su mamá le pidió que dejara ese trabajo
porque, según él, ella veía que se mataba mucho.
Después de estar nuevamente desempleado, Diego visitaba con frecuencia a su tía Nubia y
sus primos gemelos, que viven a una hora de su improvisada casa en las lomas de la ciudad.
Ella fue quién le consiguió el empleo que Diego tiene actualmente en la plaza de mercado
de Paloquemao. Este trabajo consiste en organizar la papa armando pirámides en los
costales que hay alrededor del puesto. Esta es una técnica que le enseñó Richard, su jefe,
para que el puesto sea más atractivo a la vista de los clientes, lo cual/que facilita la venta
del tubérculo.
223
Para que las pirámides tengan una buena presentación, es necesario poner las papas más
grandes y más bonitas en la parte superior. Las que no pasan la prueba es porque se ven
muy feas o están en descomposición, así que Diego las deja en un balde.
Este trabajo lo desempeña todos los sábados y domingos y eventualmente los viernes desde
las seis de la mañana y hasta que se acaben los clientes –alrededor de las cuatro de la tarde-.
Su jefe, Ricardo Guerrero, le paga $20.000 por cada día de trabajo y este dinero lo divide
para ayudarle a su mamá, a su tía y para sus gastos personales.
¿Qué haces con la plata que te ganas en la plaza? “Pues como trabajo solamente dos días
en la semana, me gano cuarenta mil o a veces me llaman desde el viernes y me hago
sesenta. Entonces a veces le doy treinta a mi mamá y cojo treinta para mí y por ahí compro
ropa, ahorro o compro mis cosas de aseo personal, jabón, cepillo, todo eso. O a veces
también cuando tengo ahorrado le colaboro a mi tía por ahí con la comida o con algo que
necesite”.
Mientras está trabajando/Durante los fines de semana se tiene que levantar a las 4:30 de la
mañana para poder estar en su trabajo a las seis en punto. Él asegura que tiene que ser muy
responsable con este horario porque cualquier error le puede costar un descuento del sueldo
que recibe a diario. Diego asegura que se siente más a gusto con este trabajo porque tiene
más contacto con la gente y el ambiente es más agradable que el de la bicicletería.
En cuanto al trato con los clientes que frecuentan el expendio de papa, asegura que la gente
es respetuosa y amable y que él procura tenerles paciencia cuando es necesario. También es
evidente que el nivel de competencia de este negocio no es tan fuerte, porque el puesto de
papa de Richard/su jefe está ubicado en una de las esquinas más visibles de la zona.
Dos meses después de haber establecido contacto con Diego Perdomo, tuvo un incidente
con los miembros de la policía de menores que lo llevó a salir casi que escapado a la casa
de su tía. Este es el principal obstáculo que ven los niños, sus familias y patrones para
emplear a menores de edad. Vale la pena mostrar en detalle la explicación que Diego hizo
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de los hechos: “Yo estaba trabajando en la plaza normal, cuando llegaron los de el ejército
y me preguntaron la edad y para que me dejaran trabajar les dije que tenía 17 años, ellos me
dijeron que todavía era menor de edad. Entonces me dijeron que los acompañara y yo les
dije no pero a donde y me dijeron que me tenían que llevar a donde los policías de menores,
que allá me tenían que reclamar mis papás”.
En ese momento, el jefe de Diego salió a aclarar la situación. “Don Richard les dijo que yo
trabajaba con él, que yo no me mataba ahí mucho, por ahí colaborándole con lo de las
papas, que yo solo trabajaba los fines de semana y les dijo que yo estaba estudiando”. Al
final les pidió que lo dejaran trabajar, porque su labor no interfería con su estudio y
representaba un apoyo para los gastos del hogar. Además, ya contaba con un permiso
especial que le había otorgado la administración de la plaza.
Para evitar que la policía se lo llevara, Richard le pidió a Diego que se fuera a la casa de su
tía, con la promesa de que al día siguiente podría volver al trabajo sin ningún problema.
Pero Diego dice que no puede bajar la guardia porque, según él, “De todas maneras los
policías siguen montándola”.
Diego califica este tipo de medidas como injustas debido a que, en su opinión, la policía
está más pendiente de evitar que los jóvenes que quieren salir adelante de manera honesta
trabajen y no les prestan atención a los jóvenes que viven en la calle, que han caído en la
drogadicción o que se dedican a robar.
¿Qué piensas de lo que hacen los policías de menores? “Pues yo opino que a uno que está
trabajando normal, que quiere salir adelante lo molestan, pero ven a los niños que son más
pequeños que yo, robando y echando vicio, y a ellos si no les ayudan. Deberían ponerlos a
estudiar o algo así, que no estén en la calle durmiendo”.
El segundo incidente que ha puesto el empleo de Diego en riesgo, lo tuvo con su jefe. Para
las fiestas de fin de año, Diego se fue a visitar a los familiares que tiene en Tocancipá
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porque su jefe le dijo que no lo iba a necesitar, y como su celular estaba averiado, a Richard
no le fue posible contactarlo cuando vio que necesitaba su ayuda.
Diego reconoce que se descuidó porque no se preocupó por llamarlo, y cuando lo hizo, éste
le dijo ya le había conseguido reemplazo. Pero después lo volvió a llamar y hasta lo
contrató para que le ayudara en el negocio de chatarra que tiene en Fontibón. Por eso en la
actualidad tiene dos trabajos.
II. Conducta en el trabajo:
En uno de los encuentros con Diego trabajamos con él en el puesto de papa y sacamos las
siguientes conclusiones sobre su comportamiento.
Diego demuestra ser un niño tranquilo, serio y callado que se mantiene concentrado en su
labor. Tiene una relación respetuosa con su jefe y con William, su compañero de trabajo
que es cuatro años mayor que él.
Detalles como ayudarnos a levantar cosas pesadas, cedernos el puesto en una mesa, y
preguntar constantemente qué necesita la gente que está a su alrededor, hacen de Diego una
persona caballerosa y servicial, valores que seguramente heredó de la familia de su tía, pues
para él sus tíos y primos gemelos representan un modelo a seguir.
/Su amabilidad nos permite confirmar los buenos modales que tiene y que tal vez ha
aprendido en la casa de su tía, pues la relación con su madre no es muy buena. Pequeñas
cosas, como ayudarnos a levantar cosas pesadas, cedernos el puesto de la mesa o estar al
tanto de las necesidades de los demás, hacen de Diego un hombre caballeroso y servicial.
Esta forma suya de ser ha sido posiblemente aprendida en la casa de su tía; sus primos
gemelos representar para Diego un modelo a seguir.
También nos fue posible concluir que es tímido cuando no conoce muy bien a la gente, sin
embargo, a medida que entra en confianza, va dejando ver la curiosidad que le produce el
hecho de conocer gente nueva que hace cosas diferentes a las que él ha hecho en su vida.
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Cuando está vendiendo le gusta usar diminutivos, como “Siga vecinita qué se le ofrece”
“Vecinito qué papita busca”, “Mil pesitos”, “La ñapita” y que, según él, permiten que el
cliente se sienta más en confianza y mejor atendido.
En ningún momento vimos a Diego estresado o de mal genio, aunque el ritmo de trabajo
aumentara a medida que la plaza se iba llenando. Creemos que es porque su jefe se muestra
como una persona tolerante y dispuesta a corregir a sus empleados con respeto cuando
cometen un error. También es importante destacar que es muy asertivo porque utiliza
estrategias parecidas a las de su feje para atraer y mantener a los clientes.
Si un comprador le pide descuento, Diego siempre le pregunta a su jefe, y si él lo aprueba,
se lo hace efectivo. No le da pena o miedo preguntarle cosas a él. Con la gente de los
puestos cercanos no tuvo contacto mientras estuvimos con él.
El día que le hicimos seguimiento a Diego y que le ayudamos a trabajar, Richard le regaló
3.000 pesos para que fuera a desayunar. Posiblemente este dinero puede ser usado por él
para otros gastos más importantes. En otras oportunidades Richard también lo invita a
almorzar en lugar de darle plata.
Antes de que saliera Diego a desayunar, Richard nos invitó a comer en uno de los puestos
más cercanos. Caldo de costilla, de pajarilla, huevos al gusto, carne asada con arepa, eran
algunos de los platos que vendía Don Pablo en la barra de su local. Nos acomodamos sin
mayor espacio entre las sillas, mientras Richard, con su tono coqueto, nos preguntaba
detalles de nuestra vida personal.
III. Aspecto físico:
Por su metro con setenta centímetros de estatura, Diego da la impresión de tener más de
quince años –su edad actual-, pero su contextura delgada y las facciones de su cara sí
revelan su corta edad. Su cabello es negro, tiene ojos color miel y piel morena, su voz aún
no refleja del todo los cambios de la adolescencia. Diego se preocupa por tener un buen
aspecto, se corta el cabello constantemente y utiliza gel todos los días.
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Para trabajar utiliza una camiseta que está un poco rota y sucia y un pantalón que está en las
mismas condiciones. Tiene un tic en su ojo izquierdo, pero no usa gafas ni manifiesta tener
alguna clase de molestia en su visión.
Para trabajar usa guantes de caucho, pues la tierra que traen las papas y el permanente
contacto con los pesados bultos de papa le maltratan las manos. Estas lucen secas y un poco
sucias debido a que uno de los guantes está roto, sin embargo, él lo tapa con un pedazo de
plástico. Diego asegura que quiere ser más precavido con sus manos porque en su anterior
trabajo en la bicicletería, sus manos se deterioraron de una manera que aún es evidente.
Cuando sale del trabajo se pone su ropa de cambio que se caracteriza por estar en buen
estado, su estilo es la ropa popularmente conocida como “Hopper” que se caracteriza por
ser grande y ancha. En general deja ver que se preocupa por su apariencia personal y que
ciuda su ropa porque está en buen estado.
IV. Personal:
Su tiempo libre, Diego lo dedica a compartirlo con sus primos y cuando ellos están
estudiando se va con sus tíos a colaborarles en sus trabajos. Es evidente que le divierte el
tiempo que puede compartir con los primos. De ellos recibió de ellos el gusto por la ropa
ancha y el rap.
De esta clase de música asegura que se siente identificado porque “hablan de la cultura
callejera, de lo que pasa, cantan como testimonios de la calle, que la gente por ahí trabaja y
no les ayudan y yo me siento identificado con esas letras y por eso me gusta esa música”.
Diego vive en el corto plazo, manifiesta no tener objetivos a largo plazo, solo sabe que le
gustaría trabajar en una oficina y hasta tener su propia empresa, pero siempre siendo una
persona de bien.
¿Cuáles son tus sueños y metas? Pues todavía no he pensado nada de eso. No, todavía no sé
para donde voy.
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En uno de nuestros encuentros con él y sus primos hablaron de trabajar los fines de semana
en las madrugadas vendiendo tinto con arepas, este tema ocupó la mayor parte de la
conversación, los vimos muy animados y Diego fue quién tomó la iniciativa para empezar
con este negocio.
Sus primos nos contaron que Diego alcanzó participar en un curso de preparación como
voluntario de la Defensa Civil, pero no pudo continuar porque le ofrecieron el trabajo de la
plaza. Pero consideramos que esta actividad demuestra que para Diego, la solidaridad es un
valor importante.
Al preguntarle si conoce alguna persona que sea un modelo a seguir, asegura que no, solo
sabe que no quiere ser como su familia porque varios de ellos consumen drogas. Para
nosotras es posible concluir que los familiares con los que vive son su modelo inmediato a
seguir, ya que él constantemente dice que le sirve vivir con personas trabajadoras. No tiene
novia, y eso no le preocupa porque según él antes de pensar en este tipo de cosas es
necesario estudiar.
V. Familia:
Diego nació en Villavicencio, pero a los tres años su madre, Linda Perdomo se vino a vivir
a Bogotá con Diego y sus otros dos hijos mayores. A su padre que se llama Olivo, solo
recuerda haberlo visto una vez hace tres años, cuando fue con su mamá a buscarlo a este
departamento. Pero este señor no accedió a reconocerlo y tampoco le ofreció ningún tipo de
ayuda. Hoy Diego solo sabe que su padre continúa radicado en este lugar al lado de su
nueva familia.
Actualmente el contacto de Diego con su mamá es poco frecuente. Anteriormente, ella iba
todos los lunes a visitarlo y ahora no va tan seguido y él dice que le compró un celular para
pudieran mantener contacto pero ella no lo sabe manejar y por eso nunca contesta. Cuando
se ven Diego le da parte de sus ganancias en la plaza, y eso junto con un mercado que le
proporciona una ONG actualmente son la base del sustento de Linda Perdomo y su nieta de
cinco años.
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Su hermana, de 23 años, vive con su compañero sentimental y otro hijo, y no trabaja ya
que su compañero es quién se encarga de trabajar. Su hermano, de 24 años, vive en
Tocancipá con su esposa y sus pequeños hijos y es empleado de una fábrica de maderas que
opera en este municipio.
Diego vive con sus tíos, quienes toman exámenes médicos en la plaza de Paloquemao. Su
tía también vende productos naturales y cosméticos. Por esta razón, Diego se siente a gusto
viviendo con ellos, porque sabe que son personas responsables.
Sus primos son sus mejores amigos, de ellos heredó el gusto por el rap y por la ropa
„Hopper‟, con ellos tuvo su primera borrachera hace un año, de la cual solo recuerda la
resaca del día siguiente. Durante los seis encuentros en los que compartimos con Diego en
los cinco primeros llegó en compañía de alguno de los dos primos, y en la última ocasión le
tuvimos que pedir que fuera solo para poder hacerle la entrevista.
Es evidente que aunque ninguno de los tres hijos de Linda Perdomo vive con ella, el único
que se preocupa por ella es Diego, ya que está en contacto con ella y, a pesar de ser el
menor y de no haber superado la mayoría de edad, es quien le ayuda económicamente. La
tía con la que vive Diego asegura que su hermana no trabaja por pereza y le molesta
bastante saber que teniendo la posibilidad de conseguir un trabajo se limite a pedirle dinero
a su hijo menor.
VI. Vivienda:
Luego de vivir en Villavicencio, Linda Perdomo, madre de Diego, se fue a vivir a la casa de
Nubia, una de sus siete hermanas. Allá vivieron varios años, pero luego de un
inconveniente entre Linda y su cuñado, Diego y su familia se vieron en la obligación de
dejar esta casa. Pero antes de dejarlos ir Nubia le regaló a su hermana algo de dinero para
pagar un arriendo.
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Linda prefirió utilizar este dinero para pagar un acarreo que le permitiera llevar las
pertenencias de la familia a un pequeño lote que tenían en los Alpes, un barrio deprimido
ubicado en las lomas del sur de Bogotá.
Diego describe este lugar no como una casa, sino como un espacio conformado por ocho
latones y tejas, que en su interior tiene una cama y un armario, unas tasas para el baño una
tabla que hace las veces de repisa y un televisor encima.
Diego nunca se ha amañado en este lugar por lo pequeño y peligroso. Por eso siempre
prefirió pasar el día en la casa de su tía y finalmente se fue a vivir allá cuando consiguió el
trabajo de la plaza. Su mamá sigue viviendo en este lugar.
“Ella no se quiere trastear y allá no hemos podido construir nada, no tenemos baños ni nada
de eso entonces, queremos construir pero todavía no se puede. Pues yo le digo a mi mamá
que nos salgamos de ahí pero ella no quiere porque ella lleva allá cuatro años, ella ya dice
que el lote es de ella y no se quiere salir de allá”.
La casa de su tía, por el contrario, es bastante amplia y cómoda, tiene cuatro pisos y alberga
en su interior cinco apartamentos que alquilan, los otros dos apartamentos los ocupan Diego
y el resto de la familia. Los primos de Diego que son un par de gemelos de 16 años
duermen en una habitación bien amoblada y con televisor y Diego tiene un colchón ubicado
en la sala en la que también tienen un televisor.
VII. Educación:
Diego tiene pendiente terminar su bachillerato, pero tiene la firme convicción de regresar el
año que entra, pero de noche y en un instituto que le permita validar los grados que le faltan
para así poder salir más rápido. De los años de colegio solo recuerda que le fue mal en
matemáticas y disciplina, pero que siempre procuró esforzarse para no perder ningún año.
Se muestra curioso por conocer los detalles de nuestra actividad académica, inclusive llegó
a preguntar para qué servía estudiar en una universidad, lo que da a entender que no tiene
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un proyecto a futuro aún en lo que tiene que ver con la educación superior. Pero tiene claro
que le gustaría llegar a este punto.
¿Y más o menos que te gusta o que te gustaba cuando estabas en el colegio? Pues no me
acuerdo, pero en matemáticas me iba mal, en comportamiento también mal, y en el resto
sacaba notas normalito y pues yo lo hacía como por aprender.