PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA – FACULTAD DE ... · PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ......

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ANEXO 1 CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO. Bogotá, D.C., Fecha: 17 de noviembre de 2009 Marque con una X Tesis X Trabajo de Grado Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores: Yo (nosotros) Andrea del Pilar Amaya Porras y Karen Julie Cante Caicedo, identificado(s) con C.C. No. 1.032.359.448 y 53.031.279, autor(es) de la tesis y/o trabajo de grado titulado Pequeños gigantes: un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora, presentado y aprobado en el año 2009 como requisito para optar al título de Comunicador Social y Periodista; autorizo (amos) a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera: Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana. Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer. De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. Andrea del Pilar Amaya Porras Karen Julie Cante Caicedo C.C. 1.032.359.448 C.C. 53.031.279

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ANEXO 1

CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.

Bogotá, D.C., Fecha: 17 de noviembre de 2009

Marque con una X

Tesis X Trabajo de Grado

Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores: Yo (nosotros) Andrea del Pilar Amaya Porras y Karen Julie Cante Caicedo, identificado(s) con C.C. No. 1.032.359.448 y 53.031.279, autor(es) de la tesis y/o trabajo de grado titulado Pequeños gigantes: un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora, presentado y aprobado en el año 2009 como requisito para optar al título de Comunicador Social y Periodista; autorizo (amos) a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera:

Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.

Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer.

De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. Andrea del Pilar Amaya Porras Karen Julie Cante Caicedo C.C. 1.032.359.448 C.C. 53.031.279

ANEXO 2

FORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO: Pequeños gigantes: un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora. SUBTÍTULO, SI LO TIENE: ________________________________________________________ _______________________________________________________________________________

AUTOR O AUTORES

Apellidos Completos Nombres Completos

Amaya Porras Cante Caicedo

Andrea del Pilar Karen Julie

DIRECTOR (ES)

Apellidos Completos Nombres Completos

Valencia Nieto

Daniel Guillermo

JURADO (S)

Apellidos Completos Nombres Completos

Arboleda Castrillón Guarín

Tania Martha

ASESOR (ES) O CODIRECTOR

Apellidos Completos Nombres Completos

TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: Comunicador Social y Periodista FACULTAD: Comunicación y Lenguaje PROGRAMA: Carrera X Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado ____ NOMBRE DEL PROGRAMA: Comunicación Social CIUDAD: BOGOTÁ AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2009 NÚMERO DE PÁGINAS: 231 TIPO DE ILUSTRACIONES:

­ Ilustraciones ­ Mapas ­ Retratos ­ Tablas, gráficos y diagramas ­ Planos

­ Láminas ­ Fotografías X

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MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia o producción electrónica):

Duración del audiovisual: ___ minutos.

Número de casetes de vídeo: ______ Formato: VHS ___ Beta Max ___ ¾ ___ Beta Cam ____

Mini DV ____ DV Cam ____ DVC Pro ____ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____

Otro. Cual? _____

Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______

Número de casetes de audio: ________________

Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo de

grado): El CD anexo contiene diarios de campo, entrevistas, fichas de análisis y una audio galería.

PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial): _______________________________________________________________________________

DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se les orientará).

ESPAÑOL INGLÉS

Identidad Identity Trabajo infantil Child labour Explotación laboral Labour exploitation Entrevista Interview Etnografía Ethnography Niñez Childhood

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RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: Este trabajo es una investigación sobre la creación de identidad en los menores de edad trabajadores. En total, se realizaron cuatro crónicas que cuentan un poco la vida de cuatro menores de edad que actualmente trabajan en Bogotá. La base teórica se centró en el concepto de identidad, así como se muestran cifras sobre el trabajo infantil en Colombia y el mundo. El trabajo de investigación se centró en la narración de la vida de estos cuatro personajes, pero, el punto principal es cómo a partir de sus trabajos han desarrollado su personalidad y demás elementos que conforman su identidad. This work in an investigation about the creation of identity in people under age that actually have to work. In total, we realized four chronicles that talk about the life of four children that live and work in Bogotá. The theory of this investigation is focused in the concept of identity, as well as we show numbers about child labour in Colombia and the world. We narrated the life of each character, but, the main point was to see how they developed their own personality and other elements that conform their identity.

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

PEQUEÑOS GIGANTES: UN ANÁLISIS SOBRE LAS MÚLTIPLES

IDENTIDADES DE LA INFANCIA TRABAJADORA

AUTORES:

ANDREA DEL PILAR AMAYA PORRAS

KAREN JULIE CANTE CAICEDO

DIRECTOR:

DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO

Presentado para optar por el título de:

COMUNICADORA SOCIAL CON ÉNFASIS EN PERIODISMO

BOGOTÁ D.C 2009

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Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana

Artículo 23

“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus

trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y moral

católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes

bien, se vea en ellas el anhelo de buscar paz y justicia”

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Bogotá, 31 de Julio de 2009

Profesor

JURGEN HORLBECK

Decano académico

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Ciudad

Respetado señor:

Cordialmente presentamos a usted nuestro trabajo de grado titulado: Pequeños gigantes:

un análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora, realizado bajo la

dirección del profesor Daniel Guillermo Valencia Nieto, con el propósito de cumplir el

requisito académico final para optar por el título de Comunicador Social con Énfasis en

Periodismo.

Esperamos que el presente trabajo cumpla con las exigencias requeridas por la Pontificia

Universidad Javeriana y merezca su aprobación.

Agradecemos la recepción que tenga nuestro trabajo.

Atentamente

Andrea del Pilar Amaya Porras Karen Julie Cante Caicedo

C.C. 1.032.359.448 C.C. 53.031.279

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA – FACULTAD DE COMUNICACION

Y LENGUAJE

CARRERA DE COMUNICACION SOCIAL

RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO

Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado

que se presentan para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para

profesores y estudiantes. Es indispensable que el Resumen contemple el mayor número de

datos posibles en forma clara y concisa.

I. FICHA TÈCNICA DEL TRABAJO

1. Autor (es): (Nombres y Apellidos completos en orden alfabético).

Andrea del Pilar Amaya Porras

Karen Julie Cante Caicedo

2. Título del Trabajo: Pequeños gigantes: Un análisis sobre las múltiples identidades de

la infancia trabajadora.

3. Tema central: La identidad en los menores de edad trabajadores

4. Subtemas afines: Desarrollo de la personalidad, explotación infantil

5. Campo profesional: Periodismo

6. Asesor del Trabajo: Daniel Guillermo Valencia Nieto

7. Fecha de presentación: Mes: 31 de julio Año: 2009 Páginas: 231

II.RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO

1. Objetivo o propósito central del Trabajo: Realizar un trabajo de investigación

periodística, que permita conocer cuál es el tipo de identidad que forman los

menores de edad trabajadores que viven en Bogotá.

Contenido (Transcriba el título de cada uno de los capítulos del Trabajo)

Capítulo 1: Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías

Capítulo 2: Una risa apagada en el Mexican Circus

Capítulo 3: La conferencista de las charlas rodantes

Capítulo 4: Diego, entre papas y sin papás

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3. Autores principales (Breve descripción de los principales autores referenciados)

- Leonor Arfuch. Habla sobre la identidad como una construcción abierta a la

temporalidad.

- Manuel Castells. Presenta la identidad como una fuente de sentido y tres orígenes de

la construcción de la identidad.

- Pilar Martín Hernández. Habla sobre la identidad, la importancia de la imagen

corporal y la identidad social y personal.

- Zandra Pedraza. Muestra la percepción de la niñez y la problemática que enfrenta el

sector de esta población que trabaja.

- Organización Internacional del Trabajo. Presenta diferentes convenciones en cuanto

al trabajo infantil a nivel mundial y en Colombia, además, un recuento de la

problemática en los últimos años.

- Jorge Aceves Lozano. Habla sobre la historia oral contemporánea, la historia de

vida, la memoria, la identidad como clave en el proceso de reconstrucción de la

experiencia humana, entre otros.

- Francisco Sierra. Destaca el valor de la entrevista, da su definición y sus

características.

4. Conceptos clave (Enuncie de tres a seis conceptos clave que identifiquen el Trabajo).

Identidad, trabajo infantil, explotación laboral, entrevista, etnografía, menores de edad.

Proceso metodológico. (Tipo de trabajo, procedimientos, herramientas empleadas para

alcanzar el objetivo).

El trabajo que presentamos contiene como producto periodístico cuatro crónicas que relatan

la vida de cuatro menores de edad trabajadores. Para realizar este trabajo, nos basamos en

una investigación etnográfica y un trabajo profundo de observación y participación. La

entrevista fue nuestra principal herramienta, de una forma directa, pero también, a modo de

conversación logramos entablar contacto con los menores. Utilizamos grabadora de voz,

cámara fotográfica y de video.

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6. Reseña del Trabajo (Escriba dos o tres párrafos que, a su juicio, sinteticen el Trabajo).

Todo niño tiene derecho a vivir dignamente, sin embargo, diferentes factores obligan a que

un número elevado de la población infantil tenga una vida laboral activa desde temprana

edad.

La dualidad existente entre la niñez y la adultez es un estado que genera cambios en la

construcción de identidad de los menores de edad trabajadores, al tener que tomar

responsabilidades desde temprana edad.

La formación de identidad en los menores de edad trabajadores está influenciada por su

familia, amigos y las relaciones que crean en su espacio laboral. Cada vez son más los

niños y niñas los que recorren las calles de la ciudad en busca de un sustento. A esto se le

suma el desarrollo de diferentes técnicas de supervivencia para poder laborar en un mundo

competido por personas de su edad y adultos.

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DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO

Magíster en Análisis de Problemas Políticos, Económicos y Relaciones Internacionales,

Historiador, Comunicador Social, estudiante del Doctorado en Estudios Políticos de la

Universidad Externado de Colombia. Actualmente trabaja como Profesor Investigador de

la Pontificia Universidad Javeriana, en la Facultad de Comunicación y Lenguaje, donde ha

desarrollado investigación y publicaciones sobre el campo de la Economía Política de la

Comunicación y la Información, y donde tiene a su cargo el Seminario de Políticas Públicas

de Comunicación y Cultura en la Maestría en Comunicación, que ofrece esta Universidad.

Ha sido docente e investigador en la Facultad de Ciencias de la Educación de la

Universidad Externado de Colombia, donde participa en investigación sobre medios y

educación; tiene a su cargo el Seminario de Comunicación y Aprendizaje en la Maestría en

Educación que ofrece esa Universidad.

También ha sido profesor en la Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Bogotá

Jorge Tadeo Lozano, Universidad Central, y profesor visitante de la Universidad de

Manizales donde tiene a su cargo (desde 1998) el Seminario de Opinión Pública. Se ha

desempeñado como reportero gráfico y redactor de diferentes medios periodísticos.

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Agradecimientos

Este trabajo de grado es un homenaje a Solange Valencia, Diego Perdomo, Fernando Ávila

y Daniel Flórez, quienes nos permitieron acceder en su vida íntima. Además, nos

compartieron sus experiencias vitales sin ninguna reserva y exteriorizaron sus sentimientos

sin ningún interés y con absoluta transparencia.

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Tabla de contenido

I. Introducción

II. Marco Teórico

III. Enfoque Metodológico

IV. Capítulo 1: Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías

V. Capítulo 2: Una risa apagada en el Mexican Circus

VI. Capítulo 3: La conferencista de las charlas rodantes

VII. Capítulo 4: Diego, entre papas y sin papás

VIII. Conclusiones

IX. Bibliografía

X. Anexos

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Introducción

John Jefferson Bautista tiene 16 años, 12 muertos a cuestas y una experiencia laboral que

transita entre la legalidad y la ilegalidad. Empezó vendiendo droga a los doce años, luego

trabajo como sicario al servicio de las AUC y ahora intenta ganarse la vida lavando carros

en Chapinero.

Revela que el único juguete que recuerda de su niñez es un „fierro‟, y declara orgulloso que

no se arrepiente de haberse perdido de los típicos juegos de la infancia porque le parecían

aburridos. John Jefferson “no se la deja montar de nadie” y no siente miedo de perder la

vida porque nació para dos cosas: “morir o matar”.

Ahora decidió hacer una tregua con su vida: desde hace cuatro meses trabaja en un lavadero

de carros, porque quiere mantenerse fiel a la promesa que le juró a su hijo, David Snake,

de “ganarse la vida honradamente”.

Esta historia que John Jefferson compartió con nosotras en una cafetería a principio de

2009, es la que vive una gran cantidad de niños, niñas y jóvenes colombianos que han sido

víctimas de la pobreza y del conflicto armado. En Bogotá, la situación aumenta con el

desplazamiento de familias y, de paso, con una economía débil que fomenta el trabajo

informal y la participación de los menores de edad.

La motivación para realizar este trabajo de investigación, en torno a la creación de la

identidad en menores de edad trabajadores, nació una tarde caminando por la carrera

séptima con calle 32 en Bogotá. Dos niños, de 15 años aproximadamente, vestidos con

pantalones anchos, cadenas de oro falso y gorras de colores, caminaban sonriendo en

dirección opuesta a nosotras. Cuando pasaron por nuestro lado, vimos a uno de ellos

apuntando con su dedo hacia la calle, haciendo la forma de una pistola para contarle a su

amigo cómo había matado a un hombre. “Así le hice al maricón, pum!”, fueron las palabras

que alcanzamos a escuchar.

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A partir de ese momento, pensamos en cómo era posible que un ser humano de tan poca

edad pudiera hablar a este nivel y referirse a un asesinato como su acontecimiento del día,

posiblemente mandado a hacer por un adulto.

La muerte de una persona en manos del joven, fue la hipótesis que planteamos después de

este encuentro inesperado que duró menos de diez segundos. Posiblemente estos dos

amigos podrían estar hablando de algo que hubieran querido hacer en el futuro, de un juego

de video o de una película de acción. La ira que alcanzamos a percibir en su lenguaje nos

permitió preguntarnos cómo los niños que viven esta situación parecen llevar un pequeño

adulto interior que opaca su concepto de infancia, a causa de la sensación de poder que

genera un arma de fuego.

La delincuencia es una de las tantas categorías que implica la participación de menores de

edad. Sin embargo, el gran número de niños, niñas y jóvenes que hay en las calles, fábricas,

ventas informales y en otros casos peores como la prostitución, el reclutamiento armado y

doméstico y el sicariato, nos llevó a indagar a fondo esta situación a través de historias

reales que nos dieran una idea más amplia de cómo es la vida de un niño que debe cumplir

con obligaciones de un adulto, y qué tanto esto influye en su proceso de formación de

identidad.

El sociólogo británico, Anthony Giddens, señala que “La identidad es un concepto

polifacético, que en términos generales tiene que ver con la idea que las personas se hacen

sobre lo que son y lo que tiene sentido para ellas” (Giddens, citado en Martín, 2008, p. 200). Con

base en esta idea y pensando la identidad de los niños como un potencial en desarrollo,

comenzamos a buscar historias que nos mostraran un panorama distinto y más detallado de

lo que se muestra en los medios sobre el fenómeno de la explotación infantil.

El interés por saber qué impide a un niño o niña trabajador desarrollarse en un ambiente

propicio para tener un buen vivir, desató nuestra curiosidad en cuanto a su construcción de

la personalidad, que en su situación, habría que agregarle el tránsito entre la niñez y la

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adultez, desarrollado a más temprana edad y usado como estrategia para sobrevivir en esa

realidad que les correspondió asumir.

Como punto de partida para avanzar en el trabajo de campo, fijamos unos requisitos para

comenzar la investigación: que los trabajadores fueran todos menores de edad, que vivieran

en Bogotá y que su presencia dentro del mundo laboral respondiera a necesidades básicas

como vivienda y alimentación, y no por simple gusto o placer.

Con ese perfil de búsqueda salimos a recorrer sectores populares de la ciudad y lugares de

trabajo que, por su informalidad o el bajo grado de complejidad, se caracterizaran por

aceptar la presencia de niños como mano de obra.

En el camino nos encontramos con varios personajes como John Jefferson, que en un

principio se mostró dispuesto a colaborar en el trabajo de campo. Sin embargo, la

inestabilidad que caracteriza su vida impidió que las visitas superaran el primer encuentro.

Otra dificultad que se nos presentó en esta búsqueda fue la falta de cooperación de un gran

número de niños y sus jefes para participar en el proceso, ya que eran consientes de estar

desarrollando o permitiendo una actividad ilegal. El panorama no fue positivo en algunas

ocasiones; muchos de ellos temían que cualquier persona que se les acercara con la

intención de indagar sobre esta problemática, podría ponerlos en evidencia frente a las

autoridades.

En otra ocasión, renunciamos por voluntad propia al seguimiento de un niño reciclador.

Durante un recorrido que hicimos con él en un vehículo de tracción animal, percibimos que

la familia del menor podría poner en riesgo nuestro bienestar.

Después de estos intentos fallidos, los cuales nos sirvieron como un ejercicio de

observación del problema, encontramos en la plaza de mercado de Paloquemao a Diego

Perdomo, el primer menor de edad con el que desarrollamos los cuatro encuentros que

hicieron parte del trabajo de campo.

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Después de este primer hallazgo, fue menos complejo acceder a los demás personajes.

Nuestra búsqueda se convirtió en una cadena que nos unía siempre con una nueva historia.

Cuando empezamos los encuentros, los niños no se sentían lo suficientemente en confianza

para hacernos preguntas, así que todo el tiempo tratamos de mantener una conversación

basada en sus intereses, su vida familiar, las características de sus trabajos, sus gustos, etc.

Todos los menores de edad entrevistados tienen diferentes empleos. Lo que más los apega a

su oficio es el hecho de obtener experiencia, pero sobre todo, un aporte económico. En el

caso de Solange Valencia, quien trabaja en los buses, su personalidad extrovertida y el

manejo del lenguaje le ha servido para ser una vendedora que atrae fácilmente al público.

Además, sus ganancias le permiten ayudar en su casa y contribuir con el pago de su

universidad.

En el caso de Diego Perdomo, Daniel Flórez y Fernando Ávila, son niños que no necesitan

ejercer su capacidad de convencimiento para el éxito de sus trabajos, ya que cumplen con

un horario y tienen un jefe que les dice qué hacer, situación que no pasa con Solange.

A pesar de ser muy jóvenes para vivir en un mundo laboral competido por personas

mayores que ellos, nos dimos cuenta de que les gusta ser responsables con sus obligaciones,

sin embargo, algunos no sienten lo mismo a la hora de estudiar.

Hay que decir que la raza, el color, la nacionalidad o la cultura no son las únicas cualidades

predeterminadas que le dan significado al concepto de identidad. Es toda una construcción

que no tiene fin y que está abierta a la temporalidad. En otras palabras, es una

posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias (Arfuch,

2006, p. 24).

Durante los encuentros, tratamos de fijarnos todo el tiempo en cualquier detalle que nos

diera pistas sobre cómo era la personalidad de cada niño. A medida que los íbamos

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conociendo, comenzamos a crear conciencia de lo que ellos representaban en los lugares

donde compartían con gente.

Después de varios encuentros, notamos algunas similitudes con sus padres y tíos en cuanto

a su personalidad y percepción del mundo. Nos dimos cuenta de que la forma en que los

adultos piensan sobre su estilo de vida, influye en el desarrollo de los menores y en cuanto

a lo que esperan ser o hacer en un futuro.

Por ejemplo, Solange mantiene su fervor católico gracias a su madre, quien también trabaja

en los buses y vio en la voluntad de su hija una ayuda para tener más ingresos económicos.

En el caso de Diego, su proceso de formación no ha sido influenciado por su núcleo

familiar. Él mismo se dio cuenta de que el ritmo de vida de su madre no le aportaba

positivamente en su futuro, así que unos tíos maternos lo acogieron desde hace un tiempo.

“Ellos son personas de bien, trabajan y son responsables”, dice Diego al referirse a sus

familiares. Esta actitud ha hecho que el menor le halle importancia al estudio y al trabajo.

Daniel es el más pequeño del grupo. Dejó el colegio a los 12 años por dificultades de

atención y su madre no ve problema en que el menor lleve dos años sin estudiar, aunque

insiste en que vuelva al colegio. Para aprovechar el tiempo, labora en lo que su tío Rodolfo

le proponga. Uno de esos trabajos fue el del Mexican Circus. Su familiar le aseguró que

sería trapecista junto a él, pero que primero debía empezar limpiando y barriendo el circo

mientras se volvía más flexible. En su casa, Daniel sigue siendo el niño mimado de su

madre; una vez fuera, pareciera que el mundo se comiera sus palabras, y más cuando debe

ir a trabajar y enfrentar el carácter fuerte de su jefe.

Lo contrario pasa con Fernando, ya que Martín, dueño de la chatarrería donde trabaja, se

convirtió en un buen amigo que le regala comida, no lo molesta por llegar tarde al trabajo y,

de cierta forma, se identifica con su historia de vida. La violencia generada por los grupos

armados en el Putumayo, sumado a la muerte de su padre y el desamor de su madre, han

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llevado a que Fernando sea un andariego en la búsqueda de un sueño, una influencia de

vida y un soporte económico que le asegure un tiquete a un próximo destino.

Algo que nos pareció curioso cuando conversamos con él fue la repetición que hacía sobre

los consejos que le dábamos. “Sí, regresaré a mi casa en Putumayo para hablar con mi

mamá”, “Quiero volver a estudiar”, “Me voy a preparar duro para ser un campeón en

ciclismo”. Días después de haberlo conocido, partió rumbo a Cali a la casa de su abuela. En

una llamada repentina que nos hizo la siguiente semana, nos contó que allá se sentía mejor

y que iba a probar suerte.

Cada menor entrevistado tiene dentro de su familia un ejemplo a seguir. Esta imagen está

representada en sus padres, para unos, y en sus tíos y primos, para otros. Han capturado

detalles de los adultos que influyen en ellos, tales como su forma de hablar, la percepción

que tienen sobre su estilo de vida, sus sueños y lo que más les conviene dentro de sus

trabajos.

Estos cuatro personajes tienen identidades aún en proceso de construcción. El tiempo

compartido con ellos, nos hizo pensar que Solange es la que posiblemente tiene una

personalidad más definida, ya que sus responsabilidades, comportamiento y apariencia

física la hacen ver como una mujer adulta. Estas preocupaciones las mezcla con las que son

típicas a su edad: su cuerpo, su novio y una que otra fiesta a la que puede ir cuando tiene

dinero.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo infantil afecta

actualmente a 200‟000.000 de niños y jóvenes en el mundo y a 787.000 menores de edad

en el caso colombiano, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de

Estadísticas (DANE) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). La OIT

asegura que a esta cifra hay que sumarle los 841.733 menores que laboran al interior de sus

hogares. La Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, por su parte, retoma las cifras y

afirma que en Colombia trabajan 1‟628.300 niños entre los 5 y 17 años. Agence France Presse,

(2009), “Por pobreza y conflicto armado, un millón de niños trabajan en Colombia”, [en línea:], disponible

en: http://noticias.co.msn.com/articulo_afp.aspx?cp-documentid=20388753, recuperado: 11 de junio de 2009.

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Para tener una aproximación acertada de esta realidad, consolidamos un marco teórico

antes de realizar el trabajo de campo, y el cual se desarrolló en torno a los temas

principales: La identidad y el trabajo infantil.

Este acervo teórico nos dio la posibilidad de dimensionar, por un lado, la magnitud del

problema de la explotación laboral infantil en Colombia y el mundo, y en segunda

instancia, comprender las dinámicas de identidad colectiva e individual que revelan los

sentimientos, decisiones y la personalidad que caracteriza a este sector de la población.

Sólo de esta forma tuvimos la posibilidad de fijar una investigación sobre la infancia que,

más allá de enfocarse en la educación y el juego como sus espacios exclusivos de acción,

analizara las relaciones que desarrollan los niños con su familia, jefes, la sociedad y el

Estado.

Además de esto, tuvimos la posibilidad de evidenciar las habilidades que han desarrollado

los menores de edad trabajadores para sobrevivir en un contexto propio de los adultos y

reconocer el valor de su trabajo para el sostenimiento de sus hogares.

Este reconocimiento de las habilidades de los niños y el valor que tienen sus labores, no

pretende estimular el trabajo infantil, al contrario, quiere dar a conocer el valor simbólico y

social del esfuerzo de estos menores que se ha visto subestimado por el hecho de ser una

actividad ilegal (Pedraza, 2006, p. 6).

El enfoque metodológico que guía este trabajo de grado es el que brinda la historia de vida

por medio de sus dos técnicas principales: la observación participante de Rosana Guber y la

entrevista cualitativa de Francisco Sierra. Estas dos facilitan una comprensión profunda y

estructurada del fenómeno que nos concierne.

Para garantizar el éxito de este trabajo, fue necesario seguir minuciosamente la metodología

que le dio valor científico a nuestra investigación. De manera simultánea, compartimos con

los cuatro niños, sus jefes y familiares en un ambiente de confianza, informalidad y

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espontaneidad, casi que negando nuestro papel de investigadoras. De esta forma, los

encuentros se hicieron más amenos y los personajes se atrevieron a compartir sus

experiencias de vida con personas que acababan de conocer.

Gracias a los encuentros en los que participamos y que involucraban las actividades

cotidianas de los cuatro niños, comenzamos a ser percibidas con cierto grado de

familiaridad. Fue posible conocer de manera paulatina y progresiva los detalles de sus vidas

y los motivos que los obligaron a pertenecer al mundo laboral.

La mayoría de los menores de edad trabajadores tienen un grado de escolaridad bajo, por

consiguiente, acceden al saber por vías distintas a la educación formal de los colegios,

como el conocimiento oral (Pedraza, 2004, p. 4) y las diferentes habilidades que desarrollan

por medio de sus trabajos concretos.

Teniendo en cuenta ese valor de la oralidad como medio de expresión por excelencia de las

culturas populares, accedimos a la conversación para comprender cada una de las historias

de vida, ya que “es en las practicas conversacionales donde los individuos construyen su

identidad, el orden y el sentido de la sociedad según el contexto en el que viven” (Anguera,

1978, p. 297).

Para plasmar las historias de vida en un lenguaje periodístico, escogimos la crónica, ya que

con esta se hace posible “dar cuenta de las identidades contemporáneas gracias a su

capacidad de representación de la realidad caótica que desborda las categorías

tradicionales” (Lanza, 2004, p. 10).

Otro atributo de la crónica que nos motivó a valernos de este género para presentar las

cuatro experiencias de vida es la facultad intrínseca que hay en ella de asumir la vida como

relato “para contar la cotidianidad callejera, teniendo en cuenta la calle como un símbolo

paradójicamente ampliado de la ciudad” (Lanza, 2004, p. 14).

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De esta forma, presentamos las historias de vida de Diego, Solange, Daniel y Fernando,

como una apuesta por recuperar el valor de sus experiencias vitales, las habilidades que los

caracterizan y la hibridación entre su niñez y una adultez obligada.

Con este trabajo creemos haber logrado una interpretación adecuada de esa realidad que

conocimos personalmente, y que es el reflejo de una situación que afecta a un porcentaje

creciente de la población infantil en el mundo.

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Marco Teórico

El concepto de identidad

La identidad es un elemento que se desarrolla por la influencia del tiempo y el espacio en el

que se habita. Además de ser un concepto que involucra al ser humano y su

comportamiento, es todo un proceso del que nadie puede escapar.

Antes de abarcar el tema de la identidad, es oportuno decir que este término también es

definido como un derecho en la Ley 1098 de 2006, que es la misma Ley de Infancia y

Adolescencia. En el artículo 25 se dice: “Derecho a la identidad. Los niños, las niñas y los

adolescentes tienen derecho a tener una identidad y a conservar los elementos que la

constituyen como el nombre, la nacionalidad y la filiación conformes a la Ley. Para estos

efectos deberán ser inscritos inmediatamente después de su nacimiento, en el registro del

estado civil. Tienen derecho a preservar su lengua de origen, su cultura e idiosincrasia”.

Colombia, Congreso de Colombia (2006, 9 de noviembre), “Ley 1098 del 8 de noviembre de 2006, por la cual

se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia”, en Diario Oficial, núm. 46.446, 10 de noviembre de

2006, Bogotá.

Una de las necesidades básicas del ser humano, fuera de alimentarse, vestirse o los

sentimientos, es la identidad, pues, este término nos lleva a preguntarnos quiénes y cómo

somos para cada uno de nosotros y para el mundo.

Según Evelio Cabrejo Parra, psicoanalista, lingüista y Director del Departamento de

Lingüística de la Universidad París 7 en Francia, los procesos de identificación hacen parte

de la construcción del sujeto humano y la transmisión del mismo a través de generaciones.

“El ser humano es el resultado de un proceso de identificación. Para lograr esto, es

necesaria la existencia de otro. Cuando somos niños, nos volvemos una especie de

„ladroncitos‟ que robamos de otro ser humano algo de su forma de ser; uno hace como el

otro, pero al mismo tiempo es diferente”. Cabrejo Parra, E. (2009, 14 de julio), entrevistado por

Amaya Porras, A., Bogotá. Esa adquisición es la que luego se usa para construirse como

persona y de paso, la propia identidad.

25

Por otro lado, el psicoanalista y filósofo alemán Erich Fromm plantea sobre la identidad

que:

Esta necesidad de un sentimiento de identidad es tan vital e imperativa, que el hombre no podría estar

sano si no encontrara algún modo de satisfacerla". La identidad es una necesidad afectiva „sentimiento‟,

cognitiva „conciencia de sí mismo y del vecino como personas diferentes‟ y activa „el ser humano tiene que

tomar decisiones‟ haciendo uso de su libertad y voluntad. La identidad es como el sello de la personalidad.

La identidad tiene que ver con la historia de vida personal que será influida por el concepto de mundo

que se maneje y que predomine en la época y lugar en el que se vive. Hay una identidad personal y varias

identidades colectivas. No se habla de un solo „nosotros‟, sino de varios, no excluyentes. Es así como se

puede hablar de „nosotros los seres humanos‟ o de „nosotros los latinoamericanos‟. (Fromm, citado en

Guarisma, 2009).

Guarisma, rector de la Universidad Bicentenaria de Aragua, Venezuela, afirma que la

identidad está en un cambio permanente y a medida que evoluciona, se puede definir como

el centro de gravedad de la personalidad. Es una pregunta presente desde que se nace hasta

que se muere y que se trata de responder en imágenes, recuerdos, historias, relaciones con

uno mismo y con los demás.

Los personajes de este trabajo son todos menores de edad, lo que nos permite acceder a una

pequeña parte de su infancia, entendida como una adultez obligada, por el hecho de tener

que realizar labores de grandes. Su identidad, como afirma Guarisma, es un cambio

permanente, el cual es influenciado por el ambiente y las personas que los rodean, para así

definir su propio yo. Por esta razón, algunos de los entrevistados aún soportan sus ideas o

anhelos con la opinión de sus padres, familiares o amigos. Sienten que aún no pueden

tomar una decisión clara respecto a su futuro y, cualquier respuesta en cuanto a lo que

anhelan en la vida es la mejor salida.

Para Fromm, la identidad es el resultado del conjunto de identificaciones que una persona

va incorporando a lo largo de su historia. Las identificaciones son aquellos rasgos de

carácter que una persona toma de otra que en algún punto admira, idealiza o teme. Un

ejemplo de esto es el de Daniel Flórez, quien trabaja en el Mexican Circus. Su tío Rodolfo

es una gran influencia para el pequeño, a tal punto que su sueño es llegar a ser como él, ser

un empresario y vivir más o menos con las mismas cosas que su tío ha logrado adquirir en

la vida.

26

En la época actual, se ha vuelto más difícil encontrar personas modelos de las cuales un

sujeto pueda identificarse. Es una ola de crisis de valores que ha afectado el carácter y la

personalidad, sobre todo en la población joven.

Guarisma asegura que el sujeto construye en casi dos décadas de existencia una posición

básica de ser en el mundo:

Si tomamos en cuenta ahora en qué momento se define una determinada identidad, nos encontramos

que fundamentalmente se va edificando como hemos comentado a través de determinadas identificaciones

que el sujeto va realizando en interacción con las personas significativas de su ambiente hasta alrededor de

finales de la adolescencia (20 años aproximadamente y algunos más probablemente).

Esto significa que cada uno de nosotros tendremos determinados tipos de necesidades, impulsos,

motivaciones que satisfacer para sentirnos básicamente felices y realizados, a la vez que se estructura, en base

a esa identidad, un proyecto de vida lo cual incluye vocación, profesión, ocupación, sexualidad, un

conocimiento acerca de quién soy, qué necesito, implica auto evaluación, autoestima etc.

Así entonces hay una identidad como totalidad, que incluye la identidad sexual o de género, la

identidad física, la identidad psicológica, la identidad social, la identidad moral y la identidad ideológica.

(“Perspectiva de la identidad”, 2009).

Las personas son reconocidas por diferentes aspectos, como su voz, su lenguaje corporal, su

forma de escribir. Cuando la identidad está bien construida, la persona logra independizarse

de los demás, formando una identidad integral. Los menores entrevistados aún no viven

esta situación, ya que ninguno se ha independizado de su núcleo familiar, aun no han

terminado sus estudios, por ende, continúan en la etapa de construcción de identidad.

En la Enciclopedia virtual Wikipedia, el término de identidad se refiere a la distinción de

cualquier tipo entre cualquier persona, animal o cosa. Esta palabra involucra el entorno, la

historia y la voluntad de las personas; no es una característica dada sino que es potencial a

desarrollar y está referida a modos de existencia. También puede referirse a la conciencia

de ser uno mismo o como parte de un grupo. (“Identidad”, 2009).

Para Leonor Arfuch la identidad es como un „momento‟ identificatorio en un trayecto

nunca concluido. La mutación de la temporalidad como la „otredad del sí mismo‟ está en

juego durante este recorrido.

Identidades políticas no tradicionales, nuevas formas de ciudadanía, identificaciones etarias, culturales,

sexuales, de género, emergían con sus demandas en el espacio urbano y mediático, en pugna por derechos y

reconocimientos. Lógicas de la diferencia cuya proliferación puede considerarse positiva en términos de una

ampliación cualitativa de la democracia (Laclau, 1996), pero que no suponen en sí mismas un armónico

27

igualitarismo sino más bien un terreno de alta conflictividad, donde se libra una lucha hegemónica. (Arfuch,

2006, p. 21)

Para Arfuch (2006, p. 24), la identidad no es solamente un conjunto de cualidades

predeterminadas, como raza, color, sexo, clase, cultura, nacionalidad, entre otros. Es al

contrario, una construcción que no tiene fin y que está abierta a la temporalidad, la

contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las

diferencias.

Es necesario sustituir las preguntas que se tienen en cuanto a la existencia para conocer más

sobre los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de devenir más que de

ser. Cuestionar la forma en que nos representamos o cómo podríamos hacerlo, es una

acción que permite a la identidad ser un modelo de representación, que, en palabras de

Arfuch, es la narrativización –necesariamente ficcional- del sí mismo, individual o

colectivo.

La reflexión en torno de la identidad es un aspecto privilegiado en la obra del filósofo y

antropólogo francés Paul Ricoeur. El autor desarrolla la idea de la identidad narrativa

como una aprehensión de la vida en forma de relato, lo cual se puede entender como una

ayuda para comprender lo que es la „buena vida‟. El concepto de identidad se convierte de

gran ayuda en la obra de este autor, ya que es indispensable para la constitución de una

ética. (Ricoeur, citado en Casarotti, 2009).

Identidad tiene para Ricoeur el sentido de una categoría de la práctica, supone la respuesta a

la pregunta ¿Quién ha hecho tal acción, quién fue el autor? Respuesta que no puede ser sino

narrativa, en el sentido fuerte que le otorga Hannah Arendt: responder quien supone „contar

la historia de una vida‟.

“Toda identidad –o identificación-, en tanto relacional, supone otro que no es „lo mismo‟ y

a partir del cual puede afirmar su diferencia. Ninguna estará entonces determinada en sí

misma, en una clausura desde la cual se enfrentará a otras. Una identidad se basa en un

relato siempre abierto, susceptible de ser retomado en una fase ulterior” (Arfuch, 2006, p. 31).

28

Por otro lado, para Manuel Castells (1999, p. 28), la gente adquiere sentido y experiencia

gracias a la identidad. En cuanto a los actores sociales, el autor entiende el proceso de

construcción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de

atributos culturales. El resto de las fuentes de sentido no tendrán tanta prioridad como este

atributo.

Según el sociólogo español, la construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un

contexto que está marcado por las relaciones de poder. En total, son tres propuestas para

hacer una distinción entre las formas y orígenes de la identidad:

Identidad legitimadora: es un tema central en la teoría de la autoridad y

dominación de Sennet (1986). Las instituciones dominantes la implantaron para

dilatar su poder y dominio frente a los actores sociales.

Identidad de resistencia: aquellos que están en condiciones estigmatizadas por la

lógica de la dominación, crean trincheras de resistencia y supervivencia basándose

en principios opuestos a los que hay en las instituciones de la sociedad, como

Calhoun propone cuando explica el surgimiento de las políticas de identidad.

Identidad proyecto: a partir de materiales culturales propios, los actores sociales

crean nuevas identidades que redefinen su posición en la sociedad, pero, buscando

con esto transformar toda la estructura social. Un ejemplo puede ser cuando las

feministas hacen protestas por los derechos de las mujeres para desafiar el

patriarcado y, de paso, a la familia patriarcal y a toda la estructura de producción,

reproducción, sexualidad y personalidad sobre la que las sociedades han puesto sus

bases durante la historia (Castells, 1999, p. 30).

Giddens afirma que “la identidad propia no es un rasgo distintivo que posee el individuo.

Es el yo entendido reflexivamente por la persona en virtud de su biografía”. En efecto, “Ser

un ser humano es comprender […] tanto lo que se está haciendo como por qué se está

haciendo […] En el contexto del orden postradicional, el yo se convierte en un proyecto

reflexivo”. (Giddens, citado en Castells, 1999, p. 32, 33).

29

Por naturaleza, el ser humano se siente mejor cuando está en sociedad. Es por eso que

Castells (1999, p. 83) asegura que la gente se resiste al proceso de individualización, porque

tiene la tendencia a agruparse en organizaciones territoriales que generan, poco a poco, un

sentimiento de pertenencia y, en última instancia, una identidad cultural y comunal.

Al ser parte de grupos o tribus urbanas, las personas pueden llegar a reafirmar su identidad

personal y grupal, pues, se encuentran intereses en común como la ropa, la forma de pensar

o la música. Se comparte y se generan otras formas de pensar y de ver el mundo.

Los menores entrevistados no hacen parte del todo de este proceso de identidad grupal, ya

que la mayor parte de su tiempo están cumpliendo con sus labores académicas o de trabajo.

Nos dimos cuenta de que son pequeños que pasan poco tiempo en actividades lúdicas y

recreativas. Conviven con su familia y con sus compañeros de trabajo y el tiempo que

comparten con amigos o primos es reducido, si se compara con la vida de un menor que no

trabaja por necesidad.

Una de las fuentes específicas de identidades son las comunidades locales, construidas

mediante la memoria colectiva. Pero estas identidades, en la mayoría de los casos, son

reacciones defensivas contra las imposiciones del desorden global y el cambio de ritmo

rápido e incontrolable (Castells, 1999, p. 88). Por ejemplo, las pandillas de la mayoría de las

ciudades latinoamericanas son un elemento clave de sociabilidad en los barrios pobres, al

igual que lo son en Yakarta, Manila Mantes-la-Jolie (París) o la Meseta de Orcasitas

(Madrid). Las bandas son una vieja historia en muchas sociedades, sobre todo en los Estado

Unidos. Sin embargo, hubo algo nuevo en estos grupos de la década de los noventa, que

caracterizó a la construcción de la identidad como el espejo distorsionante de la cultura

informacional.

„La cultura de urgencia‟ es un término acogido por Magaly Sánchez e Yves Pedrazzini

(1996), y que Castells agrega en su estudio. Con este término se quiere explicar la idea de

que las comunas culturales que organizan la nueva resistencia surgen como fuentes de

identidad al separarse de las sociedades civiles y las instituciones estatales.

30

Estos dos autores, basándose en su estudio de los „malandros‟ o chicos malos de Caracas,

quieren con la cultura de urgencia dar a conocer la crisis que existe, sobre todo, en los

sectores marginados en cuanto al fin inmediato de la vida, no de su negación, sino de su

celebración. Por lo tanto, todo ha de probarse, sentirse, experimentarse, lograrse, antes de

que sea demasiado tarde, ya que no hay mañana (Sánchez y Pedrazzini, citados en Castells, 1999, p.

87, 88).

La identidad se puede clasificar como social y personal. La primera puede ser las

características que los demás dan de una persona. Cosas tan sencillas como decir que

alguien es diseñador y delgado, son características que dan a entender quién es y si

comparte atributos parecidos con el resto de individuos.

En cuanto a la identidad personal, es esta la que nos hace únicos, pues tiene en cuenta

nuestro desarrollo personal y nuestra relación con el mundo que nos rodea. Al tener

contacto con el exterior, la persona puede crear y conformar su propia su propia idea de

sujeto.

Solange Caicedo, la vendedora en los buses, puede ser de los demás personajes, la que tiene

un poco más estructurada su identidad. Es notorio este aspecto en ella, ya que es una

adolescente más madura, estudia y trabaja al mismo tiempo y responde por casi todo en su

casa: desde el aporte económico, hasta la salud y bienestar de su mamá y hermana.

Además, su trabajo le permite estar contacto con muchas personas, su apariencia es su carta

de presentación y la forma en que se comunica con los demás es el gancho para tener

buenas ventas.

Para Lagarde (1998, p. 15) se puede entender la identidad personal como “un conjunto de

significaciones y de referencias simbólicas sobre el ser del existente, la identidad es síntesis

de la historicidad del sujeto y, como tal, es una experiencia de la subjetividad. La

subjetividad tiene por territorio el cuerpo vivido, y es producto de la conformación del

sujeto como diversidad y síntesis psico-socio-cultural. Así, la subjetividad se aloja en y es a

la vez cuerpo histórico, significado social y cultural” (Lagarde, citado en Martín, 2008, p.

200).

31

Por su parte, Giddens (2002) señala que “La identidad es un concepto polifacético, que en

términos generales tiene que ver con la idea que las personas se hacen sobre lo que son y lo

que tiene sentido para ellas. Tales interpretaciones se desarrollan sobre la base de ciertos

atributos que prevalecen sobre otras fuentes de significado (por ejemplo el género, la

nacionalidad, etc.) (Giddens, citado en Martín, 2008, p. 200)

Otras características de la identidad son el trato que se le da al cuerpo y la imagen corporal.

Estos dos elementos son importantes dentro del desarrollo psicológico desde el mismo

instante en el que se configura la identidad personal y social (Pastor y Bonilla). La

identidad forma parte de nuestro auto-concepto, permitiéndonos tomar conciencia de

nosotros mismos, del lugar que ocupamos en el mundo y en relación a los demás

(McAdams 1995), (Martín, 2008, pg. 200).

Si no nos relacionáramos con los demás, seguramente el proceso de formación de identidad

no sería el mismo. Dos cosas que tampoco pueden faltar son el cuerpo y la imagen corporal,

pues, a partir de ellos se gesta el proceso de socialización y la identidad social y personal.

“En torno al cuerpo se construye una imagen de él mismo, una representación significativa

de lo que se es y de quién se es. En definitiva, se configura un modelo coherente e

integrado de identidad personal. De este modo, el cuerpo es un medio de realización y

desarrollo personal, que encierra nuestra identidad, la sustrae y se apropia de ella”

(Guerrero 2004, p. 2), (Guerrero, citado en Martín, 2008, p. 201).

Trabajo infantil

“Se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en

virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.

Organización de las Naciones Unidas. (1989), Artículo 1 de la Convención sobre los

Derechos del Niño. Nueva York.

32

El 20 de noviembre de 1989 se concluyó que todas las personas menores de 18 años tienen

derecho a ser protegidas y participar activamente en la sociedad, estableciendo que los

niños son sujetos de derecho.

Desde hace unos 160 años existe lo que se califica como „una infancia occidental

tradicional‟ en los últimos años del siglo XX. “En la Edad Media, por ejemplo, los niños

participaban diariamente en el mundo adulto y, como resultado, obtenían conocimiento de

las destrezas profesionales y vitales. En esta época todavía no se había desarrollado el

concepto de los niños como una clasificación particular de seres humanos que requieren

tratamiento especial diferente de los adultos” (Steinberg, 2000, p. 16).

Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la Conferencia

Internacional del Trabajo (2006, p. 22), la historia moderna del trabajo infantil en los países

industrializados comenzó con la revolución industrial de Gran Bretaña. Se planteó por

primera vez el problema del trabajo infantil como cuestión de política pública cuando

empezaron a percibirse las repercusiones de la revolución industrial.

A finales del siglo XVIII, apenas se estaba empezando a indagar sobre el trabajo infantil.

En el Reino Unido, como primera nación industrial, los niños y los jóvenes representaban

entre una tercera y dos terceras partes de todos los trabajadores de muchas fábricas textiles

británicas en 1833. Para 1842, eran la cuarta parte de la mano de obra de muchas minas, lo

que quiere decir que el porcentaje de menores trabajadores en este país era más elevado en

comparación a otros países en aquella época.

El auge de la infancia tradicional comenzó alrededor de 1850 y se extendió hasta 1950. En

este periodo todos los niños fueron retirados de las fábricas y entraron en las escuelas. De

esta forma se trataba de protegerlos de los peligros del mundo al que aún no pertenecían.

“En 1851 la tasa de participación de los niños de 10 a 14 años se cifraba en el 30 por ciento,

pero hacia 1901 había descendido al 17 por ciento. Los Estados Unidos también alcanzaron

una tasa de participación del 17 por ciento en 1900, mientras que el primer censo llevado a

33

cabo en Francia indicaba una tasa de trabajo infantil del 20 por ciento en 1896”. (OIT, 2006,

p. 22)

A finales del siglo XIX la idea de responsabilidad adulta por el bienestar de los niños

generó cambios en la conducta de los padres. Se logró desarrollar desde entonces el

prototipo de familia moderna.

Al parecer, el punto de transición crítico se produjo en torno a 1870, cuando se introdujo

por primera vez la educación pública. La preocupación sobre la educación en los niños

habría sido el primer paso en la construcción del concepto de infancia.

Shirley Steinberg (2000, p. 16), cuenta que hacia 1900, muchas personas no entendían bien el

concepto de infancia, así que creyeron que era un derecho de nacimiento. El resultado fue

la infancia como una definición biológica y no cultural. La autora contradice esta idea al

decir que “La infancia es un artefacto social e histórico, no simplemente una entidad

biológica. Muchos afirman que es una fase natural del crecimiento, del proceso de

convertirse en adulto. El concepto principal aquí atañe al formato de esta fase humana

producido por las fuerzas sociales, culturales, políticas y económicas que operan sobre ella”

(2000, p. 15).

Cabe decir entonces que el concepto de „infancia‟ es una construcción socio-cultural para

relacionar a los niños con su papel dentro de cada época.

Según el historiador francés Philippe Ariès, “el concepto de infancia sería un „invento de la

modernidad‟. Según esto, la época premoderna no habría tenido una concepción de la

infancia como un conjunto de espacios diferenciados, expectativas sociales hacia los niños

y un estatus específico que les otorgara una distinción frente a los mayores” (“Niño”, 2009).

Steinberg (2000, p. 16), reafirma en su texto la idea de Ariès, asegurando que “La infancia es

una creación de la sociedad que está sujeta a cambios cada vez que tienen lugar

transformaciones sociales importantes”.

34

Retomando la problemática en torno al trabajo infantil, la antropóloga de la Universidad de

Los Andes, Zandra Pedraza Gómez, (2004, p. 1) cuenta que mientras un porcentaje alto de la

población infantil era usado como mano de obra durante la revolución industrial, en

América Latina esta situación se vivía a otro nivel, ya que la problemática se ha mantenido

desde el colonialismo hasta la actualidad. Hoy en día esto se puede ver a gran escala en el

sector informal, sobre todo, en las ciudades principales.

La preocupación por la población infantil viene desde tiempo atrás, mucho antes de la

industrialización:

La concepción actual que se tiene de la infancia, como un sector de la población que por su

vulnerabilidad física y emocional y por su falta de desarrollo psíquico e intelectual requiere especial

protección, y además, una dedicación completa a la educación y al juego para poder desarrollarse, viene de la

historia europea del siglo XVI”. […] El comienzo de la toma de conciencia por la vulnerabilidad de los niños

y el rechazo por el trabajo que ellos desarrollaban, se dio al tiempo con el enfoque colonial de la economía a

nivel mundial y del proyecto expansionista de Europa del siglo XVI. (Pedraza, 2004, p. 2).

Las condiciones en el reino Unido y Europa comenzaron a mejorar para los menores que

estaban siendo explotados laboralmente. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo,

sobre todo en los sectores populares, campesinos e indígenas, la protección para los

menores no fue del todo aplicada. “Mientras que en Europa, los descendientes de los

asalariados europeos, reemplazaron el mundo laboral por el escolar, la infancia de América,

África y Asia siguió siendo víctima de la explotación laboral, en las modalidades de la

informalidad, el servilismo, la esclavitud y la producción artesanal”.

La situación de los pobladores colonizados no fue la mejor, pues quedaron en una posición

subordinada que se caracterizaba por la esclavitud y la pérdida de la responsabilidad de la

reproducción y educación de sus propios hijos. A estos pueblos se les negó la posibilidad de

acceder a formas organizadas en torno a la relación trabajo-salario que en Europa se

estaban consolidando desde el siglo XVI.

El trabajo en Europa logró ser más independiente y organizado, lo cual favoreció para

reemplazar las formas colectivas y familiares de producción. Por el contrario, el

estancamiento que sufrió América Latina, África y Asia, aumentó a comienzos del siglo

XIX al establecerse relaciones económicas inequitativas con Europa y Estados Unidos. Esto

35

hizo que la producción económica fuera a pequeña escala y poco dinámica. Por lo tanto, se

hizo inevitable eliminar a los niños trabajadores.

Hasta el siglo XIX se mantuvo este paralelo entre formas desorganizadas de producción

que incluían a los menores de edad dentro de las formas de producción, informales, serviles

y esclavizantes, y la evolución de la protección hacia la niñez por parte de Europa mediante

la eliminación del trabajo infantil y la protección por parte del sistema escolar y social.

En este contexto, la explotación laboral infantil está profundamente ligada con las

economías dependientes de la llamada „periferia‟, en las que el común denominador es el

trabajo informal y las pésimas condiciones salariales (Pedraza, 2005, p. 1, 2, 3).

“En este contexto de pobreza, es imposible concebir una sociedad sin niños trabajadores.

Por eso, la explotación laboral infantil es una escandalosa muestra del desequilibrio

económico que rige el sistema-mundo, de la jerarquización de las relaciones laborales y la

condición de colonialidad intrínseca a las economías subordinadas, que impiden el acceso

a los trabajadores del tercer mundo a las relaciones salariales.” (Pedraza, 2004, p.2)

Una de las consecuencias de este tipo de economía en los países latinoamericanos y que

sirve para ejemplificar la mala situación, es lo que en Colombia se llama La ley del

rebusque. Familias en una grave situación económica y personas desempleadas se han visto

en la obligación de recurrir a las ventas callejeras o a cualquier trabajo pequeño, que

implique una ganancia diaria para el sostenimiento del hogar.

Muchas veces el aporte económico de los padres no es suficiente para mantener a una

familia en donde hay muchos hijos, como es visto en varios hogares de bajos recursos. Un

gran número de hijos implica no solo a familias de escasos recursos, sin embargo, a causa

de una débil entrada monetaria o al desconocimiento de métodos de planificación, es

común ver familias numerosas en donde el dinero es escaso. Mujeres a muy temprana edad

ya son madres, teniendo que sacrificar, en ocasiones, su niñez o juventud para poder criar y

alimentar a sus hijos.

36

De esta forma, los más pequeños de la casa también se vuelven -sin quererlo-, en una

entrada económica que sirve mucho en donde hay poco. Con el tiempo, se convierten en

una nueva necesidad para sobrevivir.

Respecto al trabajo infantil, la OIT expone:

El trabajo infantil es un elemento descuidado de la trampa de la pobreza, parte del „pacto con el diablo‟

que los pobres se ven forzados a hacer a fin de lograr cierto grado de seguridad inmediata. Es a la vez un

resultado de la pobreza y una manera de perpetuarla. El trabajo infantil deshumaniza a los niños, al reducirlos

a un simple activo económico, lo cual a su vez genera un espiral de crecimiento de la población entre los

países con menor capacidad para hacer frente a ese problema. El hecho de cerrar los ojos ante los abusos

cometidos contra jóvenes trabajadores empobrece e incluso destroza el capital humano necesario para que la

economía pueda crecer en el futuro. (Organización Internacional del Trabajo, 2006, p. 1-2).

Todos los niños y niñas del mundo tienen derecho a acceder a la educación y a la

protección contra abusos, maltratos o la violencia. Para que esto sea posible, es necesario

considerar el trabajo infantil como un obstáculo que no permite el desarrollo de las políticas

en beneficio de los menores de edad.

Frente a este problema se dieron varias soluciones en las primeras naciones industriales. La

mano de obra fue reemplazada por máquinas sofisticadas que dieron la bienvenida a una

revolución también tecnológica. Gracias a esto, se optimizaron las condiciones laborales y

la demanda de trabajo infantil disminuyó. Otro factor que ayudó a que los niños y niñas se

salieran del mundo laboral adulto, fueron las leyes sobre trabajo infantil que regían la edad

mínima de acceso al empleo y las medidas correspondientes.

“Se incrementó una sensibilidad social por los niños, concebidos como sujetos

especialmente vulnerables y a los que no se les puede permitir acceder al mundo laboral,

porque esta actividad los privaría de las dos actividades en las que se tienen que focalizar:

la escuela y el juego”. (Pedraza, 2004, p. 1)

Al aumentar los ingresos de las familias, la contribución económica de los menores se

redujo. De esta forma, niños y niñas pasaron de ser una colaboración monetaria a una

inversión de los padres, pues estos se orientaron en la obligación y el derecho de sus hijos a

37

estudiar y de respetar los derechos que cambiaron la percepción de la niñez, como el

derecho a no trabajar.

Leyes y normas para erradicar el trabajo infantil

En 1919 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue creada como parte del

Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, la

acción de la OIT se ha basado en la estipulación de la edad mínima de admisión al mundo

laboral como criterio para definir y reglamentar el trabajo infantil.

En este mismo año, se realizó la primera reunión de la Conferencia Internacional del

Trabajo, en la cual se adoptó el primer convenio internacional sobre trabajo infantil: el

Convenio sobre la edad mínima que prohíbe el trabajo de niños menores de 14 años en la

industria. (“¿Qué es IPEC?”, 2009).

El 26 de junio de 1973 en la Conferencia General de la Organización Internacional del

Trabajo celebrada en Ginebra, Suiza, se adoptó el Convenio 138 sobre la edad mínima. En

el artículo 1 se dice “Todo Miembro para el cual esté en vigor el presente Convenio se

compromete a seguir una política nacional que asegure la abolición efectiva del trabajo de

los niños y eleve progresivamente la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo a un

nivel que haga posible el más completo desarrollo físico y mental de los menores”. (OIT,

1973, p. 28).

El punto 3 del artículo 2 de este convenio deja clara la edad en que los menores de edad

pueden empezar a trabajar, siempre y cuando se consulte antes a las organizaciones de

empleadores y de trabajadores interesadas. “La edad mínima fijada en cumplimiento de lo

dispuesto en el párrafo 1 del presente artículo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la

obligación escolar, o en todo caso, a quince años”. (OIT, 1973, p. 28).

En las recomendaciones sobre la edad mínima se deja claro que un buen manejo de las

políticas nacionales, se debe atribuir propiedad a la previsión de las necesidades de los

menores y a la satisfacción de dichas necesidades, así como a la extensión progresiva y

38

coordinada de las diversas medidas necesarias para asegurar a los menores y las menores

condiciones para su desarrollo físico y mental.

Otro acuerdo para combatir el trabajo infantil y que también fue adoptado en Ginebra por la

Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo en 1999, es el Convenio

182 sobre las peores formas de trabajo infantil. El artículo 1 dice “Todo Miembro que

ratifique el presente Convenio deberá adoptar medidas inmediatas y eficaces para conseguir

la prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de

urgencia”. Dentro del acuerdo, se ratifica que el término „niño‟ designa a toda persona

menor de 18 años. (OIT, 1999, p. 5).

El Artículo 3 presenta las peores formas de trabajo infantil. Estas son:

a. Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la

venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el

trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de

niños para utilizarlos en conflictos armados.

b. La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la

producción de pornografía o actuaciones pornográficas.

c. La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de

actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal

como se definen en los tratados internacionales pertinentes.

d. El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es

probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. (OIT, 1999, p. 6).

La Constitución Política de Colombia de 1991, se refiere en su artículo 44 a los derechos de

los niños, que prevalecen sobre los derechos de los demás:

Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la

alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y

amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda

forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica

y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y

en los tratados internacionales ratificados por Colombia.

39

La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su

desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la

autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen

sobre los derechos de los demás. Colombia, Congreso de Colombia (1991), “Artículo 44 de 1991”, Bogotá.

Desde el 2006 rige en Colombia la Ley 1098, que es la Ley de Infancia y Adolescencia.

Esta norma está fundamentada en el principio de la protección integral y el interés superior

del niño, niña y adolescente, ya que sus derechos prevalecen sobre los de los demás.

La Ley 1098 ratifica la obligación del Presidente de la República, de alcaldes y

gobernadores de diseñar, ejecutar y evaluar las políticas públicas de niñez y adolescencia y

que destinen los dineros para lograrlo.

A partir del 2006, se aumentó, con esta Ley, un año la edad mínima para trabajar y se

estableció en 15 años. Los adolescentes entre los 15 y 17 años requieren la autorización del

Inspector de Trabajo, del Comisario de Familia o del Alcalde municipal.

En algunos casos la autorización para trabajar puede darse a los menores de 15 años sólo

para desempeñar actividades remuneradas de tipo artístico, cultural, recreativo y deportivo

y no podrá exceder de 14 horas semanales.

En el artículo 35 de la Ley de Infancia y Adolescencia se habla sobre la edad mínima de

admisión al trabajo y el derecho a la protección laboral de los adolescentes autorizados para

trabajar:

La edad mínima de admisión al trabajo es los quince años. Para trabajar, los adolescentes entre los 15 y

17 años requieren la respectiva autorización expedida por el Inspector de Trabajo o, en su defecto, por el Ente

Territorial Local y gozarán de las protecciones laborales consagradas en el régimen laboral colombiano, las

normas que lo complementan, los tratados y convenios internacionales ratificados por Colombia, la

Constitución Política y los derechos y garantías consagrados en este código.

Los adolescentes autorizados para trabajar tienen derecho a la formación y especialización que los

habilite para ejercer libremente una ocupación, arte, oficio o profesión y a recibirla durante el ejercicio de su

actividad laboral.

Parágrafo. Excepcionalmente, los niños y niñas menores de 15 años podrán recibir autorización de la

Inspección de Trabajo, o en su defecto del Ente Territorial Local, para desempeñar actividades remuneradas

de tipo artístico, cultural, recreativo y deportivo. La autorización establecerá el número de horas máximas y

prescribirá las condiciones en que esta actividad debe llevarse a cabo. En ningún caso el permiso excederá las

catorce horas semanales. Colombia, Congreso Nacional de la República de Colombia (2006, 7 de noviembre),

40

“Ley 1098 del 8 de noviembre de 2006, por la cual se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia”, en

Diario Oficial, núm. 46.446, 8 de noviembre de 2006, Bogotá.

El 16 de mayo de 2008 se aprobó en Colombia la Resolución 01677, “Por la cual se señalan

las actividades consideradas como peores formas de trabajo infantil y se establece la

clasificación de actividades peligrosas y condiciones de trabajo nocivas para la salud e

integridad física o psicológica de las personas menores de 18 años de edad”. Colombia,

Ministerio de la Protección Social (2008, 19 de mayo), “Resolución número 01677 del 16 de mayo de 2008”,

en Diario Oficial, núm. 46.995, mayo 20 de 2008, Bogotá.

Niños trabajadores en el mundo

El trabajo infantil a nivel mundial ha logrado disminuir con los años, sin embargo, el

porcentaje de niños, niñas y adolescentes activos en el campo laboral aún es elevado.

“La tendencia al alza en el trabajo infantil en los años ochenta, y en particular la aparición

del fenómeno altamente visible de los niños que viven en la calle, empezó a atraer la

atención mundial y con ella, la participación de las organizaciones no gubernamentales

(ONG) y de organismos internacionales tales como la OIT y UNICEF”. (OIT, 2006, p.15).

“Más de 250 millones de niños entre los 5 y los 14 años trabajan en el mundo, de estos

entre 50 y 60 millones realizan labores peligrosas para su edad, según un informe dado a

conocer la semana pasada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”. (“Más de 60

millones de niños, trabajadores en alto riesgo”, 1999).

La cifra mundial de trabajo infantil disminuyó años después:

En 2004 había 218 millones de niños atrapados en situaciones de trabajo infantil, de los cuales 126

millones realizaban trabajos peligrosos. […] No obstante, el número de niños trabajadores disminuyó

globalmente en un 11 por ciento durante los últimos cuatro años, mientras que el número de niños que

realizan trabajos peligrosos disminuyó en un 26 por ciento. En el grupo de edad de 5 a 14 años la disminución

en la categoría de trabajos peligrosos fue incluso más drástica: 33 por ciento”. (OIT, 2006, p. xi-xiv).

Según la OIT, actualmente hay más de 200 millones de niños y niñas trabajadores en el

mundo, que realizan actividades que perjudican su desarrollo mental, físico y emocional.

Estos niños y niñas trabajan ya que sus familias dependen de ellos. La situación no es la

mejor, pues el trabajo infantil persiste aún donde ha sido declarado como ilegal. El silencio

41

y la indiferencia no han permitido que este problema se acabe. Sin embargo, la eliminación

del trabajo infantil es la meta de muchos países a largo plazo.

Las estadísticas por región presentadas en uno de los últimos documentos de la OIT

muestran que África Subsahariana tiene el porcentaje de niños trabajadores más alto de

todas las regiones. Alcanza un 26%, lo que representa cerca de 50 millones de niños.

En números absolutos, el índice más alto de niños trabajadores se encuentra en la región de

Asia y el Pacífico, con 122 millones de niños trabajadores, de 5 a 14 años de edad. En

América Latina hay solo un 5% de niños trabajadores, de 5 a 14 años de edad.

De cada 10 niños que trabajan, 7 lo hacen en el sector agrícola; el 22% trabaja en el sector

de servicios y el 9% en la industria, incluidas la minería, la construcción y la manufactura.

(OIT, “Trabajo infantil y educación-2008”, 2008).

El caso en Colombia

Desde la década de los años setenta se comenzó a hacer una investigación más profunda en

cuanto al trabajo infantil en Colombia. Diferentes trabajos y crónicas dieron cuenta de la

participación de menores de edad en distintas actividades económicas.

Ya en los noventa, se realizaron encuestas de hogares que sirvieron para registrar estudios

comparativos. Se propusieron los primeros análisis sobre la dimensión y características del

trabajo infantil:

Desde el punto de vista institucional y particularmente por la presión internacional sobre políticas y

programas relacionados con la abolición del trabajo infantil, se inicia entonces un proceso de coordinación

entre distintas instituciones, para obtener la información requerida y proponer programas de protección. Es así

como el DANE en 1992 aplicó un módulo sobre menores de 12 años de edad trabajadores y en 1996

desarrolló la Encuesta sobre Niñez y Adolescencia, con el apoyo del los Ministerios de Trabajo y Salud, el

ICBF, el DNP y la Consejería de Política Social. (ICBF, DANE, OIT, 2007, p. 10). (ICBF, DANE, OIT,

2007, p. 10).

En la presente década, con el apoyo de la OIT, se inició la medición del trabajo infantil a

nivel nacional. Se hizo la encuesta: de la Población entre 5 y 17 años en 2001 por parte del

DANE y del ICBF, y que dio inicio al Sistema de Información sobre Trabajo Infantil

(SITI).

42

En cuanto a las actualizaciones de las encuestas realizadas a los hogares:

La actualización de la información se ha asegurado mediante la aplicación de un módulo en la

Encuesta Continua de Hogares correspondiente al IV trimestre de los años 2003 y 2005 con el apoyo del

Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Ministerio de la Protección Social. El contenido de las

encuestas sigue el patrón establecido por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil

(IPEC-OIT), que permite las cuantificaciones y caracterización de las tres actividades básicas que realizan los

niños, niñas y adolescentes: estudiar, oficios del hogar y trabajar. (ICBF, DANE, OIT, 2007, p. 10).

El Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) -por sus siglas

en inglés-, fue creado en 1992 por la OIT como una ofensiva contra el trabajo infantil.

Gracias a este programa, se ha podido ejecutar acciones urgentes en las regiones más

afectadas por la presencia del trabajo infantil, con el apoyo de una gran cantidad de países.

Asia, África y América Latina son los continentes más afectados.

El objetivo principal de este Programa es impulsar el proceso de eliminación del trabajo

infantil a través de acciones conjuntas con gobiernos, organizaciones de empleadores, de

trabajadores, organizaciones no gubernamentales y otros grupos sociales. En Colombia, el

IPEC comenzó acciones en 1996.

Un año antes de implantar el programa en territorio nacional, se estimaba que había

alrededor de 2‟500.000 niños entre los 5 y los 17 años que hacían parte del mundo laboral.

En 1999, las últimas cifras disponibles sobre trabajo infantil en Colombia eran de 1995, lo

que es muestra de la poca atención que se la ha dado a esta problemática en nuestro país.

Para ese entonces se calculaba que unos 2‟500.000 niños entre los 5 y los 17 años trabajan

en territorio nacional. Entre las situaciones más preocupantes para esa época, se encontraba

el uso de la fuerza laboral infantil en las zonas rurales, sobre todo de niños menores de 12

años.

“Se calcula que en nuestro país uno de cada tres niños, entre los 10 y los 12 años está

obligado a realizar labores y uno de cada cuatro menores entre los 6 y los 9 años, se dedica

a actividades secundarias. A este problema se suma la gran cantidad de menores

involucrados en el conflicto armado en Colombia, y la alta participación de menores de

edad en la guerrilla”. (“Más de 60 millones de niños trabajadores en alto riesgo”, 1999).

43

Según cifras y datos extraídos de series estadísticas de la Unicef, la OIT y de las

organizaciones no gubernamentales Global March Against Child Labour y Child Labour

Coalition, en 2004 en Colombia existían más de 1‟500.000 niños que eran explotados

laboralmente, de los cuales 1‟100.000 no estudiaban. En cuanto a América Latina y el

Caribe, para ese año había un total de 17,4 millones de víctimas del trabajo infantil.

(“Trabajo infantil, azote de pobres”, 2004).

Colombia en cifras

Miles de menores de edad han tenido que recurrir a oficios o trabajos mal remunerados

como consecuencia de la pobreza, la exclusión, la discriminación, el desempleo y el

desplazamiento en Colombia.

En el último boletín de prensa publicado por el Departamento Administrativo Nacional de

Estadísticas (DANE) sobre trabajo infantil, se habla sobre la Gran Encuesta Integrada de

Hogares en el cuarto trimestre de 2007 y que se realizó en los estratos 1 y 2, mediante

convenios suscritos entre el DANE, el Ministerio de la Protección Social y el Instituto

Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). (DANE, 2008, p. 1).

En esta encuesta se incluyó el Módulo de Trabajo Infantil, lo cual representó una gran

ventaja para la medición de este aspecto en cada una de las 13 principales ciudades del país.

El total de la población encuestada entre 5 y 17 años fue de 11‟358.000 personas. En el

trimestre de octubre-diciembre de 2007, la población entre 5 y 17 años de edad,

representaba aproximadamente el 26,0% de la población total del país.

La población entre 5 y 17 años de edad reportada en el cuarto trimestre de 2007 en la región

Atlántica fue de 2‟649.000 personas, en la región Oriental de 2‟060.000 personas, en la

región Central de 2‟948.000 personas, en la región Pacífica de 2‟089.000 personas, y en

Bogotá D.C. de 1‟614.000 personas.

44

Por sexo, el mayor porcentaje de la población son hombres con 51,9% y mujeres con

48.1%. En cuanto a las tasas de no asistencia a la educación formal de los hombres, en el

2003 fue de 14,4%; en el 2005 fue 12,9% y en el 2007 fue 12,0%. Las mujeres registraron

una tasa de no asistencia escolar de 11,1% en el 2003, 11,6% en el 2005 y 11,2% en el

2007. El grupo de edad donde se presenta la mayor tasa de no asistencia escolar está entre

los 12 y 17 años de edad con respecto a los años anteriores.

Entre las razones principales por las que los niños, niñas y adolescentes no asisten a la

educación formal, las mayores tasas registradas están en „Costos educativos muy altos‟ con

24,6%, seguida de „No le gusta o no le interesa estudiar‟ con 20,0%, „Considera que no está

en edad escolar‟ con 14,5% y „Necesita trabajar‟ con 6,1%.

En cuanto a la tasa de trabajo infantil, en 2003 se encontró que 1‟181.000 niños, niñas y

adolescentes entre 5 y 17 años de edad, desempeñaban actividades en la producción de

bienes y servicios con una tasa de 10,8%, 1‟000.000 en 2005 registrando una tasa de 8,9%

y 787.000 en 2007 con una tasa de 6,9%.

En la tasa de trabajo infantil por grupos de edad es más elevada entre los 15 y 17 años, con

un 27,2% en 2003, 23,0 en 2005 y 19,3 en 2007.

Dentro de las cifras en la distribución porcentual de los niños, niñas y adolescentes

trabajadores, las razones: „Le gusta trabajar para ganar su propio dinero‟, „Debe participar

en la actividad económica de la familia‟ y „Debe ayudar para los gastos de la casa‟,

representan en 2007 el 79,6% de los motivos que aducen los niños, niñas y adolescentes,

para trabajar. „El trabajo lo forma y lo hace honrado‟ y „Debe costearse el estudio‟,

participaron con el 7,1% y 5,6% respectivamente.

En los niveles de ingreso recibidos por los niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que

trabajan en 2007 el 37,6% no recibían remuneración o ganancia, el 28,0% recibió hasta la

cuarta parte de un salario mínimo, el 28,1% entre la cuarta parte y un salario mínimo, y el

5,8% más de un salario mínimo.

45

En el 2007, el 38,4% de los niños, niñas y adolescentes que trabajaban eran independientes,

el 33,0% trabajadores familiares sin remuneración, el 24,9% eran obreros o empleados y el

3,6% eran trabajadores domésticos.

El porcentaje de horas trabajadas a la semana es elevado, pues, en el rango de menos de 24

horas hay un 49,6%, seguido de 25 a 48 horas con 33,6% y más de 48 horas con 16,8%.

La gestión del DANE en la problemática del trabajo infantil fue desarrollada con este

estudio estadístico y que fue, además, componente del Programa de Información Estadística

y Monitoreo en Materia de Trabajo Infantil (SIMPOC), de la Oficina Internacional del

Trabajo (OIT), administrado por el Programa Internacional para la erradicación del trabajo

Infantil (IPEC).

Según Lida Mora, Asistente Técnica del IPEC, las encuestas de trabajo infantil se realizan

cada dos años, razón por la cual las cifras de 2009 se harán públicas a mediados de 2010.

Mora, L. (2009, 24 de julio), entrevistada por Amaya Porras, A., Bogotá.

La problemática en Bogotá

La Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) dice que, según la OIT, entre el 15

y el 20% de los niños colombianos se encuentran trabajando actualmente. “En Bogotá, 64%

son vendedores ambulantes, 17% se dedican al robo. Entres estos niños, están los hijos de

los más de 3 millones de desplazados, trabajando en agricultura, minería, flores, comercio

informal, chircales, servicios, trabajo doméstico y prostitución” (CTC, 2009, p. 1).

Según esta publicación, en el 2006 trabajaban 88.000 niños y 160.000 estaban sin escuela

en Bogotá. “No iban a estudiar por falta de recursos, o porque la escuela está lejos, o

porque sus parientes consideran la escuela como un lujo inútil o simplemente porque

debían aportar a los magros ingresos de la familia” (CTC, 2009, p. 2).

En Bogotá se puede encontrar niños de todas las edades ofreciendo productos, sus historias

de vida o sus dotes acrobáticas por todos los sectores de la ciudad. Hay malabaristas,

46

vendedores de dulces en los semáforos y los buses, obreros de pequeñas empresas que

proveen a grandes firmas, recicladores, niñas del servicio, ayudantes en las plazas de

mercado, en las esquinas vendiendo su cuerpo, entre muchos otros.

Niños, niñas y adolescentes son víctimas a diario de la pobreza y las pocas oportunidades

de trabajos dignos para sus padres. Empresas grandes y pequeñas contratan mano de obra

barata, representada muchas veces en los menores de edad y, por ende, se cree que tampoco

constituyen una obligación social y económica.

La calle es otra fuente de empleo en donde se corren riesgos de todo tipo, además, es el

lugar en donde la gente se puede dar cuenta realmente de las falencias del gobierno, el

rechazo social y las pocas oportunidades que hay.

47

Enfoque metodológico

La subjetividad, que se exterioriza a través de los recuerdos, la memoria y hasta lo que se

olvida, es la materia prima de las historias de vida. Estos relatos adquieren valor porque dan

cuenta de fenómenos sociales, gracias al análisis que hacen de las experiencias vitales y el

sentido que a estas le otorgan los individuos.

Para mantener el brillo con el que estas expresiones humanas iluminan las historias de vida,

es de vital importancia darle un componente de objetividad a todo el proceso de producción

de este trabajo de grado.

Para lograr este objetivo, fue necesario seguir un protocolo científico de investigación

social tomado de una serie de textos de carácter antropológico que presentan autores como:

Rosana Guber, Jorge Aceves, Francisco Sierra y María Teresa Anguera.

El primer paso que estos autores recomiendan tener en cuenta antes de avanzar con la

investigación, es determinar de manera concreta el problema social que se pretende

desarrollar. En este caso particular, el planteamiento de entrada quedó estructurado así: “Un

análisis sobre las múltiples identidades de la infancia trabajadora”.

Después de haber establecido este planteamiento que, en adelante fue nuestra guía para no

perder el enfoque de la investigación, pasamos a la “construcción del entramado teórico que

orienta la investigación” (Aceves, 1998, p. 235) y que en este caso, gira en torno a dos temas de

fondo: el problema de los menores de edad trabajadores y la creación de identidad, como el

sello de la personalidad de los individuos y colectividades humanas.

Con esta aproximación al tema, partiendo del contenido teórico que lo integra, avanzamos a

la siguiente etapa que fue el trabajo etnográfico. Esta experiencia nos dio la posibilidad de

establecer contacto con los futuros protagonistas de las cuatro historias de vida.

48

Como trabajo etnográfico, nos basamos en lo que Rosana Guber interpreta sobre el tema:

La etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos

sociales desde la perspectiva de sus miembros entendidos como „actores‟, „agentes‟ o „sujetos sociales. […]Es

además, el conjunto de actividades que se suele designar como „trabajo de campo‟, y cuyo resultado se

emplea como evidencia para la descripción. Los fundamentos y características de esa flexibilidad o „apertura‟

radican, precisamente, en que son los actores y no el investigador, los privilegiados para expresar en palabras

y en prácticas el sentido de su vida, su cotidianidad, sus hechos extraños y su devenir. (2001, p. 12, 13, 16).

El primer menor trabajador lo encontramos en la plaza de mercado de Paloquemao, después

de haber recorrido varios sectores populares de la ciudad, como los alrededores de la

carrera séptima en el centro de Bogotá y el parque de Lourdes.

Después de este primer hallazgo, fuimos accediendo a las otras tres historias. Gracias a que

los personajes de las primeras nos permitieron establecer contacto con otros menores de

edad trabajadores y al hecho de que en los recorridos hacia los escenarios de trabajo de

campo nos encontramos con otras historias.

En esa etapa comprobamos la utilidad de la recomendación que hace Francisco Sierra de

“acceder a los sujetos de investigación por medio de sus redes sociales” (1998, p. 313), para

garantizar de entrada una disposición de los personajes a cooperar en el proceso de

investigación.

Esta estrategia nos funcionó con dos de los cuatro jóvenes, ya que accedimos a ellos por

medio de personas mayores como sus jefes y familiares que nos permitieron estar presentes

en sus hogares y lugares de trabajo sin ninguna restricción.

La única excepción de esta dinámica de trabajo la representa Daniel Flórez, el utilero del

Mexican Circus. Ya que, a pesar de haber tenido la colaboración activa de su madre durante

el proceso de investigación, el trabajo de campo en el circo lo desarrollamos de manera

clandestina, porque su feje nunca accedió a permitirnos trabajar con su empleado.

Para aproximarse a la subjetividad y a los detalles más dramáticos y emocionantes de la

vida de nuestros personajes, un solo encuentro no fue suficiente, por eso fue necesario

avanzar en un acercamiento constante y paulatino a la fuente.

49

Así lo ratifica la investigadora María Teresa Anguera (1978, p. 37) cuando explica que “En la

observación de una sola secuencia, nunca podrá llegar a conocerse un sistema socio cultural

determinado, el comportamiento y la interpretación subjetiva de un individuo”.

De esta manera, establecimos un promedio de cinco encuentros con cada uno de los cuatro

menores, para garantizar que a medida que aumentaran los encuentros, fuera posible

establecer un grado de confianza y complicidad que facilitara la disposición de los niños a

compartir sus experiencias.

La guía metodológica que estuvo presente desde el primer contacto con los sujetos de

investigación, fue la observación participante que Rosana Guber cataloga como la

herramienta más eficaz y menos invasiva para aproximarse a un fenómeno social desde dos

ángulos diferentes pero complementarios: la observación y la participación (Guber, 2001, p.

56).

Participar implica hacer parte de la población que se estudia, por medio de la intervención

activa en sus actividades cotidianas. Este método permite comprender la sociedad desde

adentro, partiendo de las experiencias compartidas.

Por su parte, la observación deja al investigador como un agente externo a la sociedad que

se mantiene vigilante, porque se preocupa en hacer un registro detallado de todo lo que

captan sus sentidos.

Rosana Guber recomienda, combinar estas dos estrategias de análisis para lograr un grado

considerable de comprensión del fenómeno social. De este modo es posible avanzar en la

observación para tener más elementos que faciliten la participación y viceversa. (Guber, 2001,

p. 57).

También deja claro que “el único medio para acceder a los significados que los sujetos

negocian e intercambian es la vivencia” que permite experimentar de manera personal la

realidad que el investigador está interesado en interpretar (Guber, 2001, p. 60).

50

El caso más característico de observación con un alto componente de participación activa

en nuestro trabajo de campo lo representa Diego Perdomo, el vendedor de papa en la plaza

de Paloquemao.

Después de haber establecido un primer contacto, optamos por compartir una jornada

laboral con él. Adoptamos esta estrategia porque nos dimos cuenta de que Diego cambiaba

su actitud cuando se sentía observado, y al trabajar a su lado era más fácil conocerlo sin

interrumpir su trabajo.

Otro componente de la observación que aplicamos en nuestro trabajo de campo fue la

neutralidad. Esta postura pretende “estudiar el comportamiento de los individuos en

circunstancias de la vida cotidiana” (Anguera, 1978, p. 48), buscando siempre que la presencia

del investigador no altere la naturalidad propia de estos espacios.

Los primeros encuentros con cada uno de los cuatro menores constituyeron una

observación exploratoria o preliminar que nos permitió ir perfilando “las categorías de

análisis sobre las que se ordenan todas las observaciones relevantes” (Anguera, 1978, p. 45), y

que encierran los aspectos más representativos de la vida de los menores.

A medida que avanzaba el trabajo de campo, estas categorías se fueron replanteando. Lo

primero que hicimos fue establecer un marco general de preguntas que respondían a cada

aspecto de la vida de los cuatro menores. Después establecimos interrogantes más

concretos, adaptados a la realidad de cada menor en particular.

Esta estructuración clara y definida de los diferentes aspectos de la vida de los menores en

categorías de análisis, y la determinación de las preguntas concretas que quedaban por

resolver para los encuentros posteriores, permitió que avanzáramos a una etapa de

observación definitiva que nos permitió aclarar las dudas que habían surgido en el camino.

Además de las categorías de análisis, el segundo aspecto que consideramos importante

durante el trabajo de campo, fue el registro de la información que se percibimos en las

jornadas de observación participante. Desarrollar esta recopilación de manera estratégica,

51

nos permitió empaparnos de una gran cantidad de información sin alterar la naturalidad y

espontaneidad de los encuentros.

Para lograrlo, la primera recomendación que aplicamos fue tomar nota de las observaciones

en el tiempo y lugar en el que estaban sucediendo. Según María Teresa Anguera, esta

estrategia permite “conseguir un mínimo de distorsión de la memoria al evitar datos

retrospectivos”. (Anguera, 1978, p. 38).

Cuando no fue posible registrar la información de inmediato, -ya que al hacerlo le

restaríamos naturalidad a nuestra participación y perderíamos aspectos significativos por

concentrarnos en la libreta de apuntes-, anotamos palabras claves para tener la garantía de

que no dejaríamos pasar aspectos significativos que anotamos en pocos segundos.

Otra estrategia que aplicamos para garantizar el abastecimiento de información completa y

objetiva, fue el uso de varios medios para registrar la observación. Así, recurrimos a la

cámara fotográfica, el video y la grabadora de voz, para que, con el apoyo de la

información registrada en la libreta, se configurara un espectro de información visual,

sonora y gestual que ampliaría nuestro horizonte de comprensión (Anguera, 1978, p. 45).

El hecho de ser dos observadoras fue una gran ventaja, ya que tuvimos la posibilidad de

captar las mismas situaciones de manera simultánea pero desde diferentes enfoques. De

este modo, repartirnos los roles, para que una de nosotras se encargara de observar,

mientras que la otra participaba en las actividades cotidianas del personaje.

En la aplicación de esta estrategia, siempre buscamos la manera de alternar nuestro papel

como investigadoras, para que las dos tuviéramos la posibilidad de analizar la realidad

desde estos dos ángulos diferentes.

Después de este proceso de observación, recomienda que cada observador haga “sus

informes de manera independiente, de tal manera que después puedan ser comparados”. En

nuestro caso, los primeros informes de cada visita fueron los diarios de campo, en los que

52

registramos inmediatamente después de los encuentros, toda la información en orden

cronológico. (Anguera, 1978, p. 47).

Fue importante hacer estos documentos al final de cada jornada porque, “ese es el momento

en el que se recuerdan con mayor claridad y detalles los aspectos significativos que no

quedaron registrados en la libreta o que se anotaron de manera escueta” (Anguera, 1978, p.

49).

En el trabajo que realizamos con Diego Perdomo y Solange Valencia, el diario de campo

fue una herramienta que no utilizamos, debido a que esta forma de recolección de

información la tuvimos en cuenta después de haber leído sobre su utilidad. En estos dos

encuentros realizamos anotaciones sobre los personajes, mas no llevamos el orden de un

diario y por esta razón decidimos no incluirlo en los anexos.

Después de haber compartido con los cuatro jóvenes un promedio de cinco encuentros que

nos permitieron establecer lazos de confianza y familiaridad “que es la condición sine cua

non que requiere toda comunicación interpersonal” (Sierra, 1998, p. 325) el siguiente paso fue

la entrevista cualitativa en profundidad.

Utilizamos esta herramienta de trabajo etnográfico, después de la observación con el

objetivo de resolver dudas que habían surgido durante las anteriores salidas de campo y

ampliar el grado de comprensión de las historias de vida.

Es cualitativa porque se desenvuelve como una conversación amena entre un grupo de

amigos, sin perder de vista los aspectos técnicos que requiere la entrevista para que sea

efectiva. Y se enfoca en la profundidad, porque busca ante todo investigar “la vida,

experiencias, ideas, valores y estructura simbólica del entrevistado” (Sierra, 1998, p. 299).

De entrada, le garantizamos a los entrevistados que no revelaríamos sus identidades, porque

al hacerlo pondríamos en peligro su bienestar, especialmente por el hecho de ser menores

de edad.

53

Al poner en evidencia esta actividad, habríamos corrido el riesgo de poner en peligro su

estabilidad laboral, y aunque esta actividad es reprochable, el rol que nos correspondía era

el de investigar, no de informar.

Para que la entrevista fuera productiva y su continuidad no se viera alterada por

interrupciones, siempre buscamos desarrollarlas en el tiempo libre de los menores. Debido

a que en esos instantes el niño está más liberado de las tensiones propias del trabajo, ya que

“el habla está mediada por la razón productiva, no libidinal” (Sierra, 1998, p. 315).

También fue de vital importancia buscar lugares que fueran cómodos, acogedores y

familiares para los entrevistados con el objetivo de favorecer el ambiente de confianza

durante la conversación. Cuando no fue posible hacer las entrevistas en el domicilio de los

menores porque ese no era el ambiente más cómodo para ellos, optamos por lugares

relacionados con sus aficiones y gustos personales.

Sierra (1998, p. 317) destaca la importancia de negar el rol de investigadores, en beneficio de

la espontaneidad. Por eso procuramos que la entrevista fluyera con la naturalidad que tiene

una conversación entre amigos.

Para lograr este clima de comodidad y confianza, evitamos los lenguajes especializados y

por el contrario, formulamos las preguntas en un lenguaje coloquial en beneficio de la

mutua comprensión. También ubicamos la grabadora de voz en lugares aislados, para evitar

el nerviosismo que siente la gente cuando es consciente de que está hablando frente a una

cámara o un micrófono.

La base para formular estas preguntas, surgió de una guía temática de las entrevistas en las

que estructuramos los tópicos generales sobre los que nos interesaba establecer el dialogo.

Esta guía no la utilizamos como una lista de preguntas que subrayamos después de haberlas

formulado, sino como una hoja de ruta que marcó el orden de la entrevista.

Más allá de buscar información concreta sobre la vida de los menores, que por lo demás ya

teníamos gracias a los primeros encuentros, esta etapa de la investigación buscó que los

54

entrevistados “exteriorizaran su subjetividad, hablando de lo que piensan, sienten y

recuerdan” (Sierra, 1998, p. 321) de las experiencias que han tenido que vivir por el hecho de

trabajar a tan temprana edad.

Para lograrlo el requisito fundamental, fue generar empatía, que “es la capacidad de

comprender la situación total del desarrollo de la conversación desde el punto de vista del

otro” (Sierra, 1998, p. 330) para evitar juzgar y formular juicios de valor sobre las acciones del

entrevistado.

Con toda la información que conseguimos gracias a la observación participante y la

entrevista cualitativa, empezamos a construir las fichas de análisis, que se estructuraron de

acuerdo a las categorías de análisis que contenían diferentes esferas de la vida de los

menores.

El contenido de estas fichas de análisis surgió de los diarios de campo que cada una de

nosotras fue construyendo luego de cada encuentro, y que comparamos para plasmarlos en

las presentes fichas.

La etapa final del trabajo de grado fue el proceso de escritura de las crónicas, que servirían

como una representación estética y creativa de la identidad, que caracteriza a los cuatro

jóvenes que compartieron con nosotras sus experiencias vitales.

La crónica, que viene del griego cronos o tiempo, nació como una técnica literaria “en

virtud de la cual el cronista relata los hechos históricos, según un orden temporal” (Martín,

2008, p. 123). Los primeros ejemplos de estos ejercicios literarios lo representan las

crónicas que escribieron los monjes europeos en el siglo V para narrar el origen de sus

países o de las familias más notables de la época.

Como género periodístico, la crónica se presenta como una “información interpretativa y

valorativa de hechos noticiosos actuales, donde se narra algo, al tiempo que se juzga lo

narrado” (Martín, 1973, p. 128). Ese permiso que da la crónica para interpretar la información

55

que el periodista tiene a su disposición, fue la que nos motivó a escoger este género para

plasmar las identidades híbridas que surgen de las experiencias vitales de los menores de

edad trabajadores.

Hay otros dos aspectos esenciales que nos hicieron pensar en la crónica como el estilo

narrativo más adecuado para el trabajo de grado. El primero de ellos es el lenguaje lírico y

casi poético con el que el periodista tiene la posibilidad de darle calidad estética y narrativa

al texto para alejarlo de la frivolidad que caracteriza a las noticias.

El segundo elemento, es la minuciosa recreación de cada detalle que hay en los personajes

y los escenarios en los que se desenvuelven los protagonistas de las historias y que Gay

Talese describe de la siguiente manera: “Siempre procuro percibir visualmente lo que voy a

escribir: veo escenarios, personajes, grupos de personas, como en una película de Fellini”

(Talese, citado en Samper, 2004).

Para avanzar en el proceso de producción de las crónicas, desde el trabajo de campo, hasta

la escritura, tomamos como referencia las pautas que Alberto Salcedo y Daniel Samper

ofrecen para garantizar que este trabajo se pueda llevar a feliz término.

Para el trabajo de campo, Salcedo sugiere una investigación preliminar del tema que se

pretende plasmar en la crónica, porque considera que así “es posible acumular

conocimientos que permiten explorar mejor a los personajes y desenvolverse en el entorno”

(Salcedo, 2005, p. 93).

De esta etapa, también destaca la importancia de observar de manera minuciosa, y

procurando ver más allá de lo aparente, para así tener las herramientas suficientes para

“describir a los personajes y los espacios en los que se desenvuelven” (Salcedo, 2005, p. 94).

Al igual que en el trabajo de campo de la investigación antropológica, desde el periodismo

es necesario tener la capacidad de sumergirse en el entorno de los personajes el mayor

tiempo posible. Esta inmersión ofrece las herramientas necesarias para entender a los

personajes y recrearlos de manera adecuada en la crónica.

56

Con la entrevista ocurre lo mismo, tal como lo recomienda la entrevista cualitativa de la

antropología, “muchos reporteros recomiendan darle un tratamiento menos formal y más

cercano a la conversación, a fin de que los personajes se relajen y entreguen información de

calidad” (Salcedo, 2005, p. 94).

Después del trabajo de campo avanzamos en el proceso de redacción de las crónicas, en el

que determinamos primero el eje central o conflicto alrededor del cual se iban a desarrollar

las historias. Luego, los subtemas que se iban a tratar a medida que avanzara el relato.

Con este esquema listo, la siguiente preocupación se concentró en el párrafo de entrada

“que es la clave para enganchar al lector y motivarlo a continuar con la lectura” (Samper,

2004, p. 34) y para el que Daniel Samper sugiere responder no todas, sino algunas de las

preguntas más importantes que enfrenta el relato.

Después de haber escrito las crónicas, siguiendo el orden de los temas que se había

establecido previamente en el esquema, fue necesario separar las distintas secuencias del

material para así mantener los cambios temáticos por medio de intertítulos (Samper, 2004, p.

34). Esto ayuda a tener una lectura más fluida y menos farragosa del texto.

El último paso fue concentrar nuestra atención en la construcción del final, que tenía que

ser tan atractivo como el lead, para mantener la atención del lector desde el comienzo hasta

este punto.

57

Capítulo 1

Fernando, el alfarero de chatarra y fantasías

Cinco cuadras separan la estación Patio Bonito de TransMilenio de la chatarrería de don

Martín. Cinco cuadras destapadas y polvorientas que recorren amas de casa, trabajadores

rasos y estudiantes, mientras se aferran a sus objetos personales para no dejarlos al alcance

de los ladrones que acechan en la Avenida Ciudad de Cali.

Después de coronar este trayecto convulsionado de ventas callejeras, sonidos urbanos,

olores a fritanga y escombros en las esquinas, se puede ver un local oscuro y desordenado.

Ahí está sentado don Martín, con su sonrisa bonachona y una cerveza en la mano. “Este

negocio se mueve solo, lo levanté sin inversión y no da pérdidas” comenta alegre, mientras

bebe un sorbo.

Pero si se mira bien, se puede notar que este negocio no se mueve solo. A sus espaldas, en

medio de la penumbra, una pequeña figura morena y de contextura gruesa, lucha con todas

sus fuerzas para desdoblar las oxidadas y viejas varillas que están alrededor suyo. Se trata

de Fernando Ávila, un campesino de 16 años, que desde hace un mes pasa días enteros

dándole forma a la chatarra que invade el local.

“Yo quisiera hablar de mi deporte -dice sorpresivamente-, para que la gente vea lo que he

logrado gracias al ciclismo, y se dé cuenta de que yo quiero salir adelante, pero que todo

esto quede grabado, sí, una grabación” confiesa Fernando con emoción.

Pero el repertorio ranchero con el que Albenis Yepes, más conocido como el „Gorrión de

América‟, está inaugurando el supermercado contiguo a la chatarrería, ahoga la posibilidad

de sostener una conversación fluida con Fernando.

Alrededor de esta cuadra, del barrio El Amparo, se respira un ambiente festivo; taxis de

diferentes empresas, carros engallados y camiones que traen comida de la plaza

permanecen estacionados, mientras tanto, sus conductores matan el tiempo al ritmo de

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cerveza y música popular. Sobre el andén, algunos niños del vecindario corren con sus

triciclos y bicicletas. Otros permanecen sentados jugando con muñecas desnudas y

maltrechas.

Una hora después, una pausa del „Gorrión de América‟ hace posible escuchar el acento

provinciano, lleno de palabras sin „S‟ y de frases incompletas que caracterizan a Fernando.

“Me parece aburrido este trabajo, pero si me quedo en la casa sin hacer nada, dirán que soy

perezoso. Por eso, pa‟ mí es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Así, cuando a uno se le

dañe la bicicleta tiene pa‟ arreglarla y si un amigo necesita plata, uno puede prestarle”.

Fernando se quita los guantes sucios que protegen sus manos del contacto con la chatarra,

pasa el brazo derecho sobre su frente para limpiar las gotas de sudor que impregnan su piel,

y sacude con fuerza otra varilla antes de pasarla por el rudimentario añillo metálico que la

endereza.

Aunque es evidente que su vocación está lejos de trabajar con chatarra, se muestra

agradecido porque los cinco mil pesos diarios que recibe después de seis horas de trabajo,

la comida y el afecto que le demuestra la familia de su feje, le han permitido mantenerse en

Bogotá.

“A mí me gusta la gente de esta ciudad, porque siempre ayuda a los demás y es muy

amigable. En cambio en Putumayo las personas mantienen peleando y como mi mamá me

trataba muy mal, eso era como estar en la guerra, mientras que aquí siento que vivo en

paz.”

De raspachín a guerrillero

Fernando permaneció sus primeros catorce años de vida en José María, un municipio de

veinte familias ubicado a media hora de Mocoa, en el departamento de Putumayo. Allá

aprendió a trabajar desde los ocho años, vivió en carne propia la amenaza de los grupos

guerrilleros y el rechazo de su mamá que se sentía frustrada por haber tenido un hijo varón.

59

“Cuando yo estudiaba, mi mamá me botaba los cuadernos al piso, ella me trataba mal y no

le importaba que yo no fuera a la escuela, en cambio sí se preocupaba por mis hermanas.

Por eso yo me desanimé y estudié hasta segundo de primaria. De esa época sólo me

acuerdo del uniforme que era pantalón azul, camisa blanca y zapatos negros, no me acuerdo

de más nada”.

Cuando las ofensas de su madre se hicieron más frecuentes que de costumbre, a Fernando

lo reconfortaba el apoyo de su padre, con quién empezó a trabajar desde los ocho años en

las plantaciones de coca que cubrían una extensión considerable de su finca.

“Mi papá me enseñó a raspar la hoja de coca con los dedos, y nos pagaban cuatro mil pesos

por cada arroba acumulada. Después de un tiempo, yo tenía que hacer el hueco pa‟ sembrar

la mata y ese negocio quedó para mí”.

La inseguridad que deben enfrentar a diario quienes se arriesgan a trabajar como

raspachines, llevó a que Fernando reemplazara los cultivos de coca por el timón de una

pequeña lancha que su papá le arrendó para que transportara gente y alimentos de un lado al

otro del río Putumayo.

“Yo me iba a un puerto cercano, recogía gente y pequeñas cargas de maíz y plátano que los

campesinos llevaban para vender en el pueblo. Por eso me ganaba mucha plata, cien mil

pesos al día, porque muchas personas necesitaban ese servicio y a veces, hasta se quedaban

por fuera porque no había cupo”, relata emocionado.

La satisfacción de estar en contacto con los amigos y conocidos que a diario se valían de su

pequeño bote, y el bienestar que recuerda haberle brindado a su familia con esta labor, se

fueron con la corriente después de ocho meses, por cuenta de la vigilancia de la guerrilla de

las FARC, que había prohibido la circulación de botes entre las cinco de la tarde y las seis

de la mañana.

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“Un día yo bajaba por el río y me lo quitaron porque eran las siete de la noche, pero ellos

no entendían que yo estaba varado y no podía bajar más temprano, eso no fue culpa mía”.

Con el tiempo, Fernando tuvo que aprender a vivir cerca de este grupo insurgente que,

durante varios años, hostigó sus espacios más íntimos, hasta el punto de privarlo de la

libertad. La única alternativa que le quedó a su familia, fue someterse a la voluntad de los

milicianos para poder sobrevivir, con el miedo latente de perder la vida en medio de una

guerra que no eligieron enfrentar.

“Casi a cuatro horas de la finca había cambuches de las FARC, en mi casa se quedaron solo

una vez. Ese día mataron una gallina y nosotros les preparamos la comida, después se

fueron a bañar, extendieron los uniformes y antes de acomodarse para dormir en la sala,

dejaron limpios sus fusiles.

A Fernando lo invadió el temor de que el grupo armado lo incluyera en sus filas, sin

embargo, los milicianos no lo intentaron. “Para esa época, ellos no me llevaron porque

estaba mi papá y yo era muy chiquito. Sí lo hicieron cuando ya crecí un poquito, a los

quince años.” Detalla Fernando. “Ese día yo estaba trayendo un veneno que me había

encargado mi papá para los cultivos, cuando sentí que alguien me estaba jalando, era José

Moreno, el amante de mi mamá que me llevó para el frente 32”.

Ya dentro del grupo insurgente, Fernando recuerda haber pasado por una serie de pruebas

físicas que era necesario superar como parte del entrenamiento que le imponía este frente.

“Me hacían pasar por una cuerda de un extremo al otro del río, con el miedo de que si me

demoraba más de la cuenta, me botaban al río o me daban pata por eso.”

Después de una semana, atestada de pruebas físicas y maltrato, le llegó la temida hora de

recibir su dotación: un revolver y una granada, que se convirtieron en tormentosa compañía

durante interminables caminatas nocturnas de hasta diez horas, dentro de la selva.

61

Tras esos largos recorridos, el grupo llegaba a dormir en angostos toldillos, que por lo

descubiertos eran despiadados con quienes los usaban para descansar. “Nosotros nos

acostábamos entre diez y once de la noche porque teníamos que guardiar un buen rato. A

veces me dejaban vigilando toda la noche, y si uno se dormía lo obligaban a cargar unos

200 palos de leña que después tenía que arrumar y cortar para hacer de comer”.

El temor más fuerte que angustiaba a Fernando cuando estaba en la guerrilla, era manipular

armas, y sobre todo que se le explotara una granada en la mano a causa de su inexperiencia

para usarlas. Recuerda que un día, en cuestión de segundos y sin haber tenido tiempo para

pensarlo, se vio involucrado en un combate contra el ejército en la vereda El Rosal.

“Con el revólver me tocó disparar dos veces, le disparé a un soldado y le herí una mano,

pero una sola vez y después sentí miedo. Yo apenas pillé el soldado quería entregarme y no

lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo quería desertar. Por ratos quería volarme,

tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y escaparme”.

Después de dos meses de maltrato y presión sicológica que soportó en silencio, ya que

cualquier queja le habría costado la vida, Fernando recuerda con satisfacción que logró

volver a su casa luego de que su papá le pagó a la guerrilla el millón de pesos que costaba

su libertad.

“Allá uno siente como si estuviera secuestrado, sufrí mucho maltrato, porque si uno no

cumple con lo que ellos piden, lo castigan, y uno no puede estar tranquilo porque todo el

tiempo tiene que apurarse para ir a volear trocha. Por eso, cuando vi a mi papá lloré de la

emoción porque con él yo trabajaba honradamente y éramos felices”.

Mientras sujeta otra varilla para devolverle su erguida forma original, el cuerpo de

Fernando se transforma: sus manos se estiran como si fueran de caucho, las venas de los

brazos se acentúan y remata con un gesto de furia que demuestra la fuerza magistral que

requiere el oficio.

62

“Por las tardes termino muy cansado, con dolor de espalda y me voy a la casa de mi amigo

Diego Torres. Él es ciclista como yo, y me está dando posada en su casa. Yo le colaboro

con algo de la plata que me da Martín, pero allá no tengo cama, tengo que acomodar los

cojines de la sala para dormir, porque como él vive con los papás y los hermanos, ese es el

único espacio que queda para mí”.

“Mi papá era morenito, delgadito… y se reía todo el tiempo”

Si Fernando estuviera viviendo junto a su papá en el Putumayo, tal vez estaría buscando

algún trabajo que le permitiera sobrevivir al lado de su familia, pero el 24 de febrero de

2007 su destino cambió de manera irremediable.

“Ese día mi papá se fue a sembrar maíz y yo estaba en el río trabajando, después de que

terminé mis cosas me fui a una fiesta, y allá me contaron que habían matado a mi papá y

que lo tenían en otra vereda. Cuando llegué a ese lugar y lo vi así, me puse muy triste

porque yo sé que si mi papá hubiera quedado vivo me habría dado lo mejor, y me habría

hecho entrenar para cada carrera, pero ese momento nunca llegó”.

Las versiones de los habitantes de José María de Putumayo y de miembros de la guerrilla

que opera en el municipio, confirmaron las sospechas que tenía Fernando de que su mamá

había ordenado la muerte de Abel Ávila, su padre. La razón del asesinato, resume

Fernando, era la necesidad que tenía su mamá de apropiarse de la finca para compartirla

con un antiguo peón de la familia, que pasó a convertirse en su compañero sentimental.

“Una semana después de que se murió mi papá, yo regresé a la finca y mi mamá ya estaba

viviendo con su amante. Apenas mi hermana mayor me vio, me dio un machetazo en la

mejilla y me dijo que me fuera porque el amante de mi mamá me estaba buscando para

matarme, por eso yo tuve que salir corriendo y me escapé por el río.”

Con los malos recuerdos y las cicatrices que el conflicto armado y familiar dejó a su paso,

Fernando se fue al municipio de Pradera, en el departamento del Valle, con la esperanza de

un futuro más amable. Allí fue recibido por su tía, Esmeralda Ávila.

63

“Aunque vivían pobremente, eran muy buenas personas. Además me dejaron trabajar en

construcción con mi tía, pero no aprendí nada porque yo sólo bajaba los ladrillos y los

acomodaba”.

En una tarde de descanso, en la que Fernando aprovechó para tomar el sol sentado sobre el

andén de la casa de su tía, vio a un grupo de jóvenes que avanzaban desenfrenados en sus

bicicletas luchando por el primer lugar de una competencia de barrio.

Ese día nació su amor por el ciclismo, una afición que lo animó a reservar cincuenta mil

pesos de su trabajo para comprar la bicicleta con la que, después de una semana de

entrenamiento, ganó su primera competencia aficionada.

Sus sueños avanzan sobre ruedas

Después de un año de combinar su trabajo como auxiliar de construcción con

emocionantes tardes de entrenamiento por las calles de Pradera, su tío Alcidiades Ávila,

padre del reconocido ciclista Edwin Ávila, se llevó a Fernando a Bogotá con la promesa de

apoyarlo para que empezara a entrenar en la liga de la capital.

Edwin Ávila

Fernando se sienta sobre un viejo repuesto de carro y, con sus enormes y maltratadas

manos, sujeta una botella de gaseosa y una barra de ponqué. En medio de este instante de

64

descanso, describe hasta los más pequeños detalles del deporte que le devolvió las ganas de

vivir. Cuenta que sueña con llegar a ser el mejor y por eso no ve la hora de brillar como

ciclista para que sus familiares y cómplices de carreras admiren sus hazañas.

“Todas las mañanas, antes de salir a trabajar, entreno en la casa de mi amigo Diego, hago

estiración de brazos, flexiones de pecho, rodillos en mi bicicleta, y todo lo que mi primo

Edwin hace para ver si algún día puedo llegar a ser tan bueno como es él en la pista, porque

lo mío es ser pistero”.

Fernando cuenta que entrenó un tiempo en la liga de Bogotá, gracias a la bicicleta

profesional que le regaló su primo, y explica que gracias a ese regalo, su registro de

competencias ganadas alcanzó a superar las cien.

Aunque su familia desmiente la magnitud de sus triunfos que, según ellos, se limitan a

competencias de barrio, Fernando agrega con total seguridad que después de triunfar en

Bogotá, su siguiente destino fue Italia, donde participó en una prueba contrarreloj de

ciclismo bajo techo. Afirma que no recuerda los detalles del viaje porque pasó del

aeropuerto a la pista.

De esta experiencia solo le queda un par de medias de la selección capitalina; el uniforme y

la bicicleta, los cambió por comida y un celular. Por eso trabaja todos los días en la

chatarrería, persiguiendo la ilusión de recuperar la bicicleta que, según cuenta, le ha

permitido mantenerse alejado de los vicios. Fernando se siente orgulloso de trabajar, porque

piensa que los consejos que le alcanzó a dar su papá, mientras compartieron jornadas de

trabajo en los cultivos de coca, le han servido para valerse por sí mismo. “Mi papá decía:

“Yo quiero que a usted en un trabajo nunca le dé pereza, que haga con ganas lo que le

pidan, para que salga adelante solo y algún día llegue a tener lo que usted quiere‟”.

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Capítulo 2

Una risa apagada en el Mexican Circus

Desde hace tres meses, Daniel Flórez sale de su casa en el barrio El Paraíso en Ciudad

Bolívar a las 12 del día. Antes de irse al paradero del bus, se despide de su mamá, sus dos

hermanas y su sobrina después de un almuerzo que es en realidad el desayuno. Al cerrar la

puerta, asegura que llegará temprano si John Freddy no lo hace quedar para recoger todo el

desorden después del show.

El recorrido desde la casa de Daniel hasta el barrio Alfonso López, donde se encuentra

instalada la carpa del Mexican Circus, dura aproximadamente dos horas. En el Portal del

Tunal de TransMilenio toma un bus que lo llevará al Portal de Usme. Cuando tiene suerte,

logra viajar gratis filtrándose entre la gente, gracias a su menuda contextura que no se

equipara a los 14 años que tiene. Lo han atrapado en más de una ocasión, razón por la cual

se volvió sospechoso para los guardias del sistema de transporte.

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Mientras Daniel camina las dos cuadras que separan el paradero de bus de la carpa del

circo, niños de todas las edades salen a jugar por las cuadras del barrio. Dos niños de

aproximadamente 10 años dan vueltas por las calles en una motoneta verde militar; un

pequeño de 2 años en pañales observa con curiosidad en la puerta de su casa cómo un perro

french poodle escarba desperdicios de una bolsa rota de basura; otros tres juegan a mirarse

sin parpadear. Ese sábado la cuadra se había convertido por unos instantes en una pequeña

ciudad infantil, donde Daniel parecía ser el único niño al que le llegaba la hora de trabajar.

“Bienvenido mi querido público de mil pesos”

El Mexican Circus es un pequeño circo que transita por diferentes zonas del sur de la

ciudad. Su propietario, John Freddy Gómez, lleva toda su vida trabajando en él. Cuando

pequeño fue trapecista, pero tras la muerte de su padre pasó a encargarse de la organización

y animación de cada espectáculo. Su personalidad ruda y poco afable hace que los demás

integrantes del circo, incluso sus hijos, se sientan intimidados antes de entrar en escena.

Los miembros del elenco son en su mayoría familiares de John Freddy, todos niños y

jóvenes que no superan los 20 años, a excepción de Rodolfo, el tío trapecista de Daniel que

ya supera los 30. La única integrante de la familia que no hace parte del espectáculo es

Rosa, la esposa de John Freddy, quien durante mucho tiempo fue la encargada del show de

magia, pero con los años pasó a ser una asistente más en la entrada de la carpa. Para no

hastiarse mientras espera que la gente entre, ahora vende crispetas con gaseosa y manzanas

que fueron acarameladas en la cocina de su casa.

Dentro de la carpa del circo los niños se dividen en dos grupos: los espectadores que ríen

junto a sus familiares y los que trabajaban para que ellos se divirtieran. Daniel es uno de

estos últimos, y aunque su labor en el Mexican Circus no es la de trapecista como su tío

Rodolfo le había prometido, al final del show se disfraza de Barney y comienza a jugar y a

bailar con los invitados al escenario. El niño ensimismado durante la mayor parte del

espectáculo, cambia por unos minutos, transformándose en un enorme dinosaurio morado

que actúa al son de la música que emana de una grabadora.

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Daniel sabe que para ser trapecista debe prepararse y mientras lo hace, barre y trapea el

piso antes de cada función y maneja el foco de luz que ilumina a los actores. Mientras está

todo listo para que la gente se acomode en las gradas, se pasea de un lado para otro mirando

qué puede faltar, al tiempo que tararea las canciones que John Freddy va alternando en el

DVD. Cuando empieza el espectáculo, la responsabilidad de Daniel se centra en enfocar la

luz a los acróbatas o payasos. Las dos horas del show las vive de forma diferente a los

demás niños. Su mirada se concentra en cada acto, pero no se ve impresionado por lo que

está viendo en escena. “Las atracciones del circo ya poco me causan gracia”, dice.

El repertorio del show es invariable: La voz de John Freddy brota tras bambalinas dando la

bienvenida a Spiderman, el acróbata de las alturas. Luego varía para presentar, con efectos

jocosos a Yolima, la dama mágica de América. A continuación, salen a escena los payasos

Rosquítar y Pecuequita, seguido del show de Las telas rusas, luego el de Los locos

acrobáticos y Brigitte, la danzadora en el aire. Para cerrar la función, Sara, la hija menor

de John Freddy, de once años, muestra su habilidad con quince aros que giran por todo su

cuerpo sin caerse.

Durante los descansos que hay entre cada presentación, Daniel vende dulces y juguetes

luminosos. Al final deja todo organizado después de la última función, que termina a las

10:30 de la noche. Las dos personas con las que más comparte durante su labor son su tío

Rodolfo y Carlos, uno de los hijos de John Freddy, encargado del show de las telas rusas.

“Mi tío es buena gente, pero es mentiroso. Me trajo al circo convencido de que yo sería

parte del show de saltos, pero después de tres meses todavía sigo haciendo aseo y

vendiendo vainas”.

Los trabajos varios de Daniel

Antes de entrar al circo, Daniel tuvo su primera experiencia laboral a los 12 años, en un

puesto de papa. Allí se encargaba de distribuir bultos en las diferentes tiendas del barrio con

la ayuda de un vehículo de tracción animal que él mismo manejaba. Por cada fardo recibía

600 pesos, y en total alcanzaba a recoger 8.000 pesos diarios y 10.000 cuando recibía

propina de los dueños de los asaderos. Al circo entró por influencia de su tío Rodolfo, quien

al igual que él empezó trabajar desde muy niño.

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La vida laboral de Rodolfo comenzó a los 10 años alimentando a los animales en varios

circos del país. En ese entonces, vivía con unos tíos maternos que no velaban de lleno por

su bienestar. Poco a poco fue ganando experiencia y se convirtió en parte del show con sus

presentaciones como saltimbanqui, labor que ahora desempeña en el Mexican Circus.

Fuera del trabajo en el circo, Rodolfo hace tatuajes de henna en las calles. Daniel se

encarga de ofrecerles a los transeúntes dibujos de tribales o dragones con una mezcla

natural que permite tener una bonita imagen por varios meses en la piel. “Mi tío me regaló

un tatuaje una vez. Me hizo un dragón en la espalda una chimba. Me duró un poco de

tiempo”.

La historia de Rodolfo con Daniel sucedió primero con Johan. Antes de que su hermano

menor empezara a trabajar en el Mexican Circus, él lo hizo con su tío en circos de otras

ciudades. Rodolfo convirtió a su sobrino en el errante que él siempre ha sido; comenzó a

controlar el dinero que él ganaba en los circos de los pueblos, hasta que al final, María

Sabina, tuvo que mandarle plata a su hijo para que se devolviera.

Años después, Rodolfo comenzó a fijar sus intereses económicos por los lados de Daniel.

Parece ser que ve en sus sobrinos unas pequeñas minas de oro que le consiguen plata para

vivir, comer y no trabajar tanto. “Un día me fui con mi tío para Villavicencio con la idea de

trabajar en otro circo. Eso creía yo, pues me engañó y me hizo disfrazar de mimo en las

calles para pegarle stickers a la gente. Lo que él quería era que yo llevara todas las noches

plata para el hotel y la comida. Lo estaba manteniendo y a la esposa también”.

Engañar a sus sobrinos con falsos trabajos parece ser costumbre de Rodolfo. María Sabina,

su hermana, cuenta que hasta hace tres años su hermano volvió a aparecer, después de siete

años sin noticias suyas. Cuando se reencontró de nuevo con su familia, aseguró que estuvo

recorriendo todo el país con diferentes circos. Poco a poco, el tío artista le fue contagiando

el gusto por las artes circenses no solo a los más pequeños, también a don Augusto, su papá

que tiene actualmente 63 años y con quien trabajó por más de un año de mimo en las calles

de Bogotá.

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Daniel asegura que el trabajo como mimo era bueno, pues en un día lograba recoger 20.000

pesos. Pero ese dinero siempre resultaba en otras manos. “Cuando me hacía más de 20.000,

me tocaba darle a mi tío 15.000 para el hotel, 8.000 para comer y para llamar, y así se me

iba la plata. Me quedó debiendo como 27.000 pesos”. Por su trabajo en el circo, en un fin

de semana le pagan la misma cantidad o un poco más, dependiendo qué tan robusta sea la

taquilla. No importa si a veces la suma es inferior, con tal de aportar algo en su casa para

comprar comida y para sus gastos personales.

Rodolfo siempre logra salirse con la suya, ya que su hermana María Sabina (mamá de

Daniel), permite que sus hijos se vayan con su tío por diferentes pueblos de Colombia

buscando trabajo. Ella sabe que no debería permitirlo por el provecho que su hermano saca

con sus niños, sin embargo, prefiere que hagan esto a que la sevicia callejera los transforme

en otros seres.

El padre de Daniel no representa una autoridad para él. Comparten poco tiempo algunos

fines de semana. En cambio, Rodolfo ha logrado que su sobrino haga lo que él le pida. Sus

necesidades se las vende de una forma „entretenida‟, para que Daniel le ayude

económicamente no solo a su mamá, sino también a él.

A pesar de todo, Rodolfo ha sido una gran influencia en la personalidad de su sobrino.

Daniel asegura que su él le ha enseñado a no dejarse „joder‟ de la gente. “Yo quisiera ser

como ese man cuando grande”, dice. Sin embargo, Daniel no muestra esa personalidad

desafiante que caracteriza a su familiar.

Un descanso que dura toda la semana

Los fines de semana son de trabajo para Daniel, mientras descansa el resto de días. Cuando

no tiene nada que hacer, se levanta a las once de la mañana o un poco más tarde; prende el

televisor y se queda viendo dibujos animados o programas en los canales de cable,

esperando a que su mamá lo llame para almorzar.

“¿Y ahora qué hago?”, piensa Daniel varias veces al día cuando se cansa de ver televisión o

cuando no sale a cumplir los mandados que le pone María Sabina. Ya no puede montar

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bicicleta como lo hacía hace unos meses. A la que tiene arrinconada en el patio de la casa le

falla el manubrio y el arreglo le cuesta mucho dinero. “Uy, yo era bueno pa‟ montar rápido

por todo El Paraíso. Pero ahora me vale como 13.000 pesos llevarla al taller de allí abajito”.

En los días que no va al circo, el día termina para Daniel en la cama de su mamá, viendo

novelas hasta las 11 de la noche. Le apaga el televisor cuando se queda dormida, se pone el

pantalón de la sudadera donde estudiaba antes y que ya no es de su talla, y abraza a su

hermana menor de vez en cuando para poder conciliar el sueño junto a ella.

Con trabajo hay dinero, con estudio, parece no haber futuro

Para estar más seguros, la familia Flórez casi siempre sabe dónde se encuentra cada

integrante de la familia. Jazmín, la hermana mayor, trabaja en un jardín infantil a 10

minutos de la casa; María Sabina, cuando no está haciendo aseo o preparando el almuerzo

para sus hijos, se va a pagar los servicios o baja a la avenida principal a mirar si le entra la

señal del celular, esperando alguna respuesta de los lugares donde ha dejado su hoja de

vida.

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Daniel, en cambio, se queda en la casa la mayoría del tiempo. A veces su mamá lo manda a

hacer diligencias o sino, se queda jugando con Laura, su sobrina de un año e hija de Jazmín

de 18 años. Mayerly, la menor, está haciendo un curso acelerado en el colegio que le queda

a 15 minutos de la casa. “Yo estoy haciendo ahorita cuarto y a mitad de año paso a quinto”,

cuenta la niña, haciendo saber que en un año cursa dos grados para terminar más rápido.

De todos los integrantes de la familia, la única que recibe dinero por parte de María Sabina

es Mayerly. Después de almorzar y de varios “Apúrele mija”, “Si no la dejan entrar al

colegio no es mi culpa”, “Muévase por favor”, la pequeña sale lista y bien presentada a la

vía principal para tomar el bus. “Yo le doy 1.000 pesos para que vaya y se devuelva. Como

los choferes ya la ven por ahí pues me la tienen que llevar por 500 pesos”, cuenta la mamá.

Johan y Mayerly estudian en el colegio distrital San Francisco. Daniel hizo allí hasta cuarto

de primaria. María Sabina había empezado a notar que su hijo era distraído y no le iba muy

bien académicamente. “A mí me da pereza estudiar. Es que no se me quedan tan rápido las

cosas en la cabeza, así que le dije a mi mamá que no quería volver al colegio. Pero sí tengo

como ganas de volver”, dice Daniel.

A raíz de este problema, María Sabina optó por los consejos que le dieron en el colegio y

llevó a Daniel donde una sicóloga que le recomendaron en la institución. La especialista

determinó que el menor tenía un retraso de dos años. “El otro día salió el alcalde en

televisión diciendo que los niños deben estudiar y que deben estudiar, pero hacer esas

vueltas en los colegios le ponen mucho pereque a uno. Daniel entraría a hacer quinto, pero

ya con 14 años, es muy difícil que me lo reciban”, asegura la mamá de Daniel.

María Sabina tiene experiencia en vigilancia y servicio doméstico, sin embargo, el

desempleo, sumado a las pocas ganas de estudiar de su hijo, han llevado a que él sea una

fuente más de ingresos. Con el poco dinero que le dan a Daniel en el circo, el que gana

Jazmín en el jardín infantil y el que manda de vez en cuando su ex esposo, esta familia de

cinco personas, se sostiene aunque sea de manera precaria.

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En cuestiones económicas, Daniel no cree que guardarse una parte del dinero que se gana

sea pecado; a su mamá le da casi todo lo que recibe en un fin de semana y lo que queda en

su bolsillo lo gasta en las maquinitas o en Internet, así no sepa muy bien cómo usarlo.

“Cuando tengo 400 pesos voy a echar Internet y cuando tengo 500 voy a echar Xbox un

rato”.

Según María Sabina, Daniel trabaja desde hace dos años por voluntad propia, nadie lo

obligó. Sin embargo, poner a su hijo a estudiar no parece ser una obligación para ella. “Yo

le dije a Daniel que averiguara los formularios de inscripción, pero ese no ha querido

hacerlo, yo tampoco le voy a hacer todo a él”.

En cambio, darle a su madre dinero para comprar comida parece una obligación que Daniel

quiso asumir. “Todos los días es lo mismo: papa, arroz, huevo, agua de panela. Por lo

menos le ayudo con un poquito pa‟ comer algo también por la noche, porque ni pa‟ un

pedazo de carne alcanza”.

A pesar de cumplir con labores que no corresponden a su edad, Daniel no deja de pensar en

volver algún día al colegio. Extraña tener más amigos, no solo los del barrio, pero, asegura

que también le ha gustado trabajar con su tío. “Si no lo hiciera, pues no tendría pa‟ gastar

de vez en cuando y pa‟ ayudarle a mi mamá”.

El domador del Circo Hermanos Flórez

María Sabina cuenta que de sus hijos, Daniel es el menos comunicativo. Esto se hace

notorio no solo cuando trabaja en el circo, también en su casa en donde vive rodeado de

mujeres. María Sabina lo consiente más con abrazos y besos que con palabras. A veces da

la sensación de que lo estuviera regañando cuando le pregunta alguna cosa, pero, se debe

más al tono de su voz.

La angustia y la responsabilidad que Daniel ha cargado desde que comenzó a trabajar, no

han sido impedimento para que él vea en cada labor una forma de diversión. El vehículo de

tracción animal que manejaba mientras era repartidor de bultos de papa, a ratos hacía las

veces de carro de carreras, en una competencia diaria con los perros del barrio.

73

Las espadas intergalácticas, las pipas mágicas y las varitas de neón que Daniel vendía en el

Mexican Circus nunca fueron recuerdos guardados en su habitación. Para compensar esta

falta de juegos y atracciones típicas de su edad, la creatividad llena las paredes de su cuarto.

Por algunos instantes, Daniel logra convertirse en un domador de tigres, un saltimbanqui y

hasta un ser sobrehumano, en una cartulina llena de animales e hileras de bombillos de

neón, que dan la bienvenida al Circo Hermanos Flórez.

Al acostarse en su cama, muchas veces este soñador funde su habitación en una atmósfera

circense, en la cual él es el único dueño de su fantasía por ser algún día dueño de un lugar

como este.

Sin embargo, él los ha reemplazado con afiches de Millonarios, dibujos del Circo

Hermanos Flórez que tienen la misma fachada de aquel en donde trabajó, peluches de su

hermana Mayerly y dragones que vomitan fuego en hojas calcantes hechas por su tío

Rodolfo con aceite de cocina.

***

Tres meses duró Daniel como empleado del circo. “Me tocó irme porque le echaron la

culpa a mi tío de un robo, y pues, si él se iba me tocaba a mí también”. No alcanzó a ser un

saltimbanqui como esperaba. Aun así, no se ha podido negar a los trabajos que Rodolfo le

ha seguido proponiendo y que fácilmente logran capturar su atención. “Es que trabajar es

ser alguien en la vida. Yo también he pensado en ser futbolista, para ganar mucha plata y

poder darle regalos a mi mamá. Aunque me gustaría también ser empresario de alguna

cosa, quiero ser así como mi tío que siempre tiene trabajo”.

74

Capítulo 3

La conferencista de las charlas rodantes

En una maratón diaria entre pandebonos, maní salado, desplazados y fragancias chiveadas,

Solange Valencia logra sacar ventaja gracias a su conocimiento sobre enfermedades letales

como el SIDA.

Tres años de experiencia tiene Solange en esta competencia que vive desde los 13 años en

los buses de Bogotá. Aprendió a ser vendedora de DVD sobre el VIH y SIDA, después de

vender libros de literatura infantil similares a los que leía en el colegio. “Le empecé a

ayudar a mi mamá que ha vendido de todo en los buses. Pero lo del SIDA sí me lo enseñó

hace dos años una amiga de ella que ya estaba metida con los CD sobre la salud”.

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Una chica coqueta

Todas las mañanas, Solange aprovecha para dictar sus charlas educativas de quince minutos

en el bus que la lleva desde su casa, ubicada en el barrio Bochica, a la Universidad Minuto

de Dios con sede en Soacha, en donde estudia Trabajo Social desde hace un año.

Poco antes de las seis de la mañana Solange está lista, lo único que no le gusta de su rutina

diaria es el momento de ducharse. “Es que imagínese la privada que uno se pega cuando

recibe ese chorro de agua helada a las cinco de la mañana. Ahí sí se me quitan las ganas de

ir a estudiar”. Para mitigar su problema, usa una bolsa de supermercado perforada con

pequeños huecos, que le permite que el agua fría salga por chorros delgaditos para que no

sea tan dura la bañada.

Unos jeans ajustados con camisetas de colores oscuros y que moldean su silueta gruesa, son

la vestimenta favorita de Solange. “La buena presentación personal es importante para que

los pasajeros confíen más en lo que uno está diciendo. Además, yo pago mi pasaje siempre

que me subo a un bus, y pido permiso para trabajar”.

Sol es como le dicen a Solange en la casa y en la universidad. Es bogotana, aunque de lejos

pareciera ser una representante de Quibdó o Buenaventura, pero al verla de cerca, sus

rasgos y color de piel no alcanzan a ser afrodescendientes, como sí lo son los de Gabriel, su

papá. Cuando camina entre los buses buscando una cara conocida en la ruta o una cara

amable, no dejan de decirle, “Súbase negrita, venga y trabaje”. “Yo no me dejo intimidar

por los choferes. Esos molestan y molestan pero yo siempre soy seria en mi trabajo”,

asegura.

Su piel morena, su cabellera larga y crespa controlada con media caja de gelatina de 500

pesos, y sus pestañas elevadas al cielo gracias a una cucharita tintera, estimulan a más de un

chofer y de un pasajero para que la alaguen, sin saber que en ese cuerpo y mente de mujer

adulta y coqueta, se oculta una niña que, a sus 16 años, juega a ser la mamá de Marisol, su

madre, y Paula Andrea, su hermana de 11 años.

76

Una nueva ayuda para Marisol

Solange nació cuando su madre tenía 25 años. Diez años después, su padre, Gabriel

Valencia, las abandonó una noche sin dejar claro el porqué de su partida. “La historia de mi

papá es algo que para mí aún es un misterio. Mi mamá cuenta que él sabía de magia negra y

le hizo brujería después de separarse”.

Según Marisol, debido a esas prácticas ocultistas, comenzó a tener problemas de salud que

luego desencadenaron en una artritis reumática y otra serie de males que le han restado

vitalidad y le han puesto en su rostro más años de los que tiene.

Después de que la artritis le quitó la posibilidad de seguir trabajando como operaria en una

fábrica de calzado y frente a la necesidad de conseguir el dinero suficiente para el

sostenimiento de su hija, Marisol decidió subirse a los buses a contar su historia y vender

libros infantiles, dulces y perfumes, para tener con qué comprar todos los días aunque fuera

una bolsa de leche y una libra de arroz. “En esa época le comencé a ayudar a mi mamá,

pero pocas veces, sobre todo cuando su estado de salud no era el mejor y no podía salir

sola. Nunca le he tenido miedo a hablar en público, así que me salió la oportunidad de

vender los DVD sobre el SIDA y a eso me dedico desde hace dos años”.

Luego de su entrenamiento y de un mes de investigaciones para entender lo que hay que

saber sobre el SIDA, Solange empezó a comercializar el material, haciendo pequeñas

conferencias de una hora para transporte intermunicipal y de quince minutos para transporte

urbano. “Yo le aprendí la técnica a mi mamá. Ella sabe cómo hay que entrarle a la gente

para que compre. Yo también soy recursiva para no dormir a los pasajeros y hacer que me

paren bolas”.

“Con bus fijo, las ventas comienzan a aumentar”

Cuando Solange trabaja dentro de la ciudad, se ubica en los paraderos de las principales

vías del sur de Bogotá. Mantener mucho tiempo entre trancones, buses, almuerzos a la

carrera y vendedores que se pelean el turno como fieras, ha hecho que su salud esté un poco

deteriorada. Su voz se escucha congestionada por cuenta de una rinitis que le altera el sueño

77

desde hace varios años, pero a ella poco le importa desde que pueda salir a trabajar. “Es

uno que otro problemita de salud que se me ha cruzado por el camino”.

Solange comienza sus labores mostrándole „el permiso‟ al conductor. En su caso, exhibe un

DVD como regalo. Otras veces solo pide que la dejen trabajar para poder subir al bus. Si el

conductor accede, le paga los 1.200 pesos. Cuando labora en el transporte intermunicipal,

en lugar de pagar el pasaje, le ofrece un regalo a los conductores, “Se les puede dar un CD

para que cuando me baje lo vayan escuchando durante el trayecto del viaje; también les doy

muñecos y hasta jugos porque de pronto vienen muy cansados y eso los motiva para que lo

dejen trabajar a uno”.

El voluntariado que hace Solange en la Fundación Amor por la Vida es su carta de

presentación ante los pasajeros de buses y flotas. “En realidad esa fundación me la inventé

para darle seriedad al trabajo, para que la gente crea que al comprarme los DVD está

apoyando a los miembros de ese lugar”.

Según Solange, esta táctica aprendida de la amiga de su mamá, le ha servido para

convencer a los pasajeros que esa institución en verdad está interesada en difundir

información sobre salud pública con un carácter preventivo. Gracias a voluntarios fingidos

como ella, la gente puede informarse y hasta resolver sus dudas con esta charla rodante que

no tiene nada de ficticio.

Después de presentarse, muestra el material como un documental original de su fundación y

describe en dos minutos el contenido del DVD.

A continuación desarrolla su charla sobre el SIDA con un tono de conferencia: Presenta

estadísticas a nivel mundial, información sobre la magnitud de este problema en nuestro

país y al final deja claro que la herramienta más efectiva para enfrentarlo es estar

informado. “Mi trabajo yo no lo siento como un obstáculo para mis estudios, es más, es un

buen complemento para mi carrera porque como tengo habilidad para vender los

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documentales, en las exposiciones de la U y en los trabajos o entrevistas siempre me va

bien”.

A medida que avanza la charla, Solange va formulando preguntas a los pasajeros acerca de

la información que ya ha dado, obteniendo, por lo general, respuestas acertadas. De este

modo logra involucrarlos con la charla para evitar que se distraigan y para lograrlo se vale

de un lenguaje sencillo y creativo. “Bueno vamos a ver si van conmigo: ¿Cuántas

conductas de riesgo descubrió el científico RJ Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién

me recuerda. “22”, responde la gente, “Correcto muchas gracias al caballero. Llevamos

cinco minutos. ¿De cuántas hemos hablado hasta el momento?”. Los pasajeros empiezan a

dar números al azar. “Se van a asombrar: hasta el momento hemos hablado de una: Salones

de belleza, se clasifican por lugares ¿sí me hago entender?”

Otra estrategia de la que se vale para vender, es asegurar que con la compra del material los

pasajeros pueden salvar sus vidas y las de los suyos porque al estar informados van a estar

en capacidad de prevenir un posible contagio. “Más o menos decirles que si no llevan la

información su vida está en riesgo, es crearles la necesidad”.

Para finalizar, Solange destaca el bajo costo de los DVD y la importancia que este producto

tiene para la humanidad. Los que no quieren el material lo devuelven, a veces sin haberlo

visto; en cambio otros, pagan un poco más del precio establecido. “En la ciudad son

tacaños y me piden que rebaje de 3.000 a 2.000 pesos. En los intermunicipales no pasa lo

mismo, porque la gente no se baja hasta la ciudad a donde van y el conductor le colabora a

uno apagando el radio para poder dar la charla. Además, es gente que lleva más plata en el

bolsillo. A veces aportan más plata de lo que vale el DVD”.

La experiencia se la ha dado el tiempo

El repertorio de Solange sobre el SIDA no ha cambiado desde hace dos años, aunque

siempre busca documentarse a través de la información que publican los medios de

comunicación.

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“Prensa, radio y la televisión han arrojado una estadística en lo que va corrido de este año.

En apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del síndrome de

inmunodeficiencia adquirida que es”…“SIDA”, responden los pasajeros. “Damas,

caballeros, jóvenes, miren nadie quiere tener SIDA ¿Sabes cuál es el problema?, que

nuestro país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial; lo antecede África, país continente,

Brasil y Estados Unidos en su orden”.

La seguridad que Solange demuestra en los buses también se nota en su personalidad y en

su casa. Si a su mamá le dan recaídas por la artritis, ella se encarga de cuidarla y comprarle

las medicinas. Lo mismo hace con Paula Andrea, su hermana de 11 años.

Solange lleva una vida como cualquier adolescente, sin embargo, su tiempo libre lo dedica

al arreglo de la casa, a su carrera y al trabajo dentro y fuera de la ciudad. Asegura que ha

perdido muchos amigos debido a que no le queda tiempo para salir o divertirse. “Mis

preocupaciones son las de cualquiera de mi edad, pero toca sumarle la plata que tengo que

llevar a la casa y pues estar muy pendiente de la salud de mi mamá y que Paulita también

esté bien”.

“Mi prioridad, fuera de mi familia y del trabajo es mi estudio. Aunque también mi novio

Daniel mi negrito hace rato que no lo veo”. Solange conoció a Daniel hace tres años en

Bochica y hasta hace año y medio decidieron formalizar por teléfono su relación. No se ven

mucho porque él está prestando el servicio militar como estafeta del Ministerio de Defensa,

entidad que le regaló una beca para acceder a la educación superior. “Ahorita está

reclutado, pero nos llamamos casi a diario cuando alguno tiene minutos”. Daniel parece ser

muy cuidadoso con Solange, pues, ella asegura que está enterado todo el tiempo de lo que

hace.

Los ingresos de alguien que trabaja en los buses no son fijos, tampoco el horario. En el caso

de Solange, a veces trabaja solo dos o tres veces al día, o puede hacerlo el día completo

desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche los fines de semana.

80

Desde que Marisol inició a su hija en el mundo de las ventas ambulantes, se encargó de

enseñarle en dónde es más barata la “merca” (como le dicen a los productos que venden),

en quién se puede confiar y cuáles son las mejores rutas de trabajo. Solange aprendió, con

el tiempo, a entrar en confianza con el que se volvería su gremio.

Hoy en día su trabajo no depende de su mamá. En cuanto a sus ganancias, una parte la

invierte en la quemada de los DVD y la compra de más mercancía. Prefiere ir a San

Victorino, en donde le sale más económico comprar en grandes cantidades. Otra parte del

dinero la aporta para la comida de su casa y la lonchera de Paula Andrea, que compra a

diario en una de las tiendas del barrio. El dinero restante lo guarda para completar el valor

de cada semestre en la universidad. “Estoy esperando cumplir los 18 para poder trabajar en

mi carrera. Me gustaría trabajar con viejitos o ayudando a los demás, porque esto de las

ventas de verdad que es duro”.

Una casita en una casa de tres pisos

Desde hace 12 años, Marisol y sus dos hijas viven en la casa de Lilia, su madre, quien la

dejó hacer una pequeña construcción prefabricada en la terraza de su casa. El hecho de que

ellas vivan con su familia, les ha facilitado recibir su colaboración en lo que tiene que ver

con alimentación y dinero cuando les hace falta, además no tienen que pagar servicios

porque son compartidos.

Su casa está hecha con placas de concreto y cubierta por dos tejas metálicas que se

sostienen una sobre la otra. Sobre la fachada gris quedaron miles de orificios pequeños,

como evidencia de las burbujas que deja el cemento mal mezclado. Al lado del espacio

donde está la casa se encuentra ubicado el patio de ropa, el lavadero y las cuerdas de luz y

teléfono de la calle que pasan por encima de la terraza del tercer piso.

La improvisación ha sido la herramienta más efectiva para abastecer lo que por falta de

dinero no han podido comprar. El mueble para guardar la ropa está en la sala y hace las

veces de repisa de un equipo de sonido dañado y de un televisor. Sobre la mesa tienen un

computador viejo “que no sirve sino de estorbo”, como dice Solange.

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Solange también le da gracias a Dios porque con los años han podido llenar los vacíos de su

casa. “La nevera que tenemos nos la regaló una tía; el jueguito de sala nos lo dejó mi

abuela; la pintura de las paredes la dio Marquitos el de la iglesia. Es que todos nos han ido

ayudando de a poquito con el favor de Dios”.

Las herramientas de estudio son pocas; cuando debe hacer los trabajos de la universidad

baja a la casa de su abuela para que su tía Grace, que también vive allí con su esposo y tres

hijas, le preste por un rato el Internet. A falta de un mueble adecuado, hay libros y

cuadernos regados por toda la casa y sobre ellos, peinillas, esmaltes, llaves, monedas,

sobres desocupados de champú y medias rotas del uniforme de Paula Andrea.

“El amigo que nunca falla”

El fervor católico de Marisol se ve reflejado en todas los rincones de su casa: figuras

religiosas en yeso, afiches con la “Bendición del creador” y “El amigo que nunca falla”,

Cristos puestos en las mesas de noche y escapularios colgados no solo en los cuellos de sus

hijas, también en las chapas de las puertas, muestran que esta familia lo hace todo “en el

nombre del Señor”.

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A diferencia de Marisol, Solange ha sabido equilibrar su fe hacia Dios. No es una religiosa

ferviente ni tampoco una fanática que espera milagros, como lo es en cierto modo su mamá.

“Ella va todos los días sagradamente a misa. Además la operó dos veces el hermano San

Gregorio”, cuenta Solange refiriéndose a aquel personaje venezolano que se hizo famoso

por sus “operaciones curativas”.

Paula Andrea también ha sido influenciada por su madre; cuando habla sobre las pocas

pertenencias que tienen o lo bien que le va en el colegio, concluye diciendo, “Todo ha sido

gracias a mi Dios”. Su gusto por las muñecas y los adhesivos que vienen en los chicles se

aúnan con la decoración religiosa que su madre ha instalado en su cuarto. “A mí me gusta

tener cositas de Jesucristo y la Virgen María. Mi mamá dice que a los que están cerca de

Dios siempre les va bien”.

Las prioridades de Solange

Después de un largo día de labores, Solange regresa a su casa con el cansancio que le dejan

los conductores hoscos, los malos clientes y las horas de estudio. Al cerrar la puerta, se da

cuenta de que la cama no está tendida y los platos de la noche anterior siguen en la mesa,

así que no le queda otra opción que seguir trabajando dentro de su hogar. “Con tanta cosa

que hacer no me queda tiempo ni de lavar la loza por la mañana”, dice mientras prepara la

comida de esa noche. “Me da mal genio ver la casa con tanta vaina regada por ahí”.

Pese a las dificultades en el trabajo y a las incomodidades en la casa, Solange se empeña en

sacar adelante su carrera para poder tener un trabajo que le garantice estabilidad y las

prestaciones que ofrece la ley. “Lo que más quiero es apoyar económicamente a mi mamá

para que deje de trabajar. Yo quiero que ella deje de vender en los buses y descanse”.

De momento, Solange sigue trabajando y pensando si en un mes logrará reunir un millón de

pesos, suma que le hace falta para completar el valor de la matrícula. Si se lo propone, en

este plazo que le da la universidad, más la ayuda económica que le brinda su abuela para

pagar la otra mitad de la matrícula, podrá seguir estudiando y demostrarle a sus compañeros

que “No todos los vendedores ambulantes son ladrones”, como piensan algunos de ellos.

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Capítulo 4

Diego, entre papas y sin papás

“A la orden, vecinito, ¿Qué papita busca? Aproveche que le estamos adelantando la

navidad”, le dice Diego Perdomo, con un marcado gesto de amabilidad, a un cliente que se

acerca curioso para medir al ojo las cualidades del tubérculo.

Su sonrisa revela una hilera de dientes que brillan de pulcritud, y su timbre de voz delata

los 15 años que no le conviene revelar frente a las autoridades de menores que permanecen

al acecho.

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El puesto de papa de Ricardo Guerrero, no tiene puertas ni ventanas, el límite está marcado

por decenas de bultos que permanecen abarrotados uno sobre otro como la barrera de

protección de un campo de batalla. Tampoco hay una vitrina que anuncie las promociones

del mes o que indique que el negocio está cerrado por inventario.

La fachada está compuesta por una hilera de pirámides edificadas con la calma y la

precisión de quien siente que su oficio es todo un arte. “Para que las pirámides queden bien

hechas se ubican las papas más grandes en la base y las más pequeñas y bonitas en la

punta”, explica Diego, mientras arroja dentro de un canasto de fique una papa podrida que

no clasificó.

Gracias al empeño con el que desarrolla su trabajo, los clientes de la plaza de Paloquemao

se sienten bien atendidos y Ricardo Guerrero, el jefe de Diego, vive tranquilo porque su

puesto de papa, con solo un mes de funcionamiento, vende bien y luce limpio y ordenado.

Aunque el ritmo de trabajo aumente, y Diego tenga que dejar a un lado sus pirámides para

atender a más de dos clientes al mismo tiempo, nunca se ve estresado ni de mal genio. “En

todos los trabajos que he tenido, generalmente me adapto y lo hago con gusto para hacerlo

cada vez mejor”, recuerda con voz pausada y tranquila.

Así transcurren sus jornadas de trabajo: edificando las pirámides de papa que los clientes

desarman una y otra vez, cargando y descargando bultos, pesando libras, kilos y arrobas de

ese alimento que años atrás se hastió de comer porque era lo único que su mamá le podía

brindar.

Esa escasez de comida que le tocó padecer por cuenta del abandono de su padre y el

desempleo de Linda Perdomo, su madre, lo empujaron, cuando apenas tenía 12 años de

edad, a las calles de Facatativá en busca de material reciclado, entre malolientes bolsas de

basura. Los escasos cinco mil pesos que alcanzó a reunir, debido a la excesiva cantidad de

trabajadores curtidos en el oficio y su inexperiencia a la hora de seleccionar el material que

realmente valía la pena, llevaron al fracaso sus intenciones de asumir los gastos del hogar.

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Después de este intento fallido, Diego renunció a la idea reciclar, pero dos meses después

se atrevió a empezar de nuevo, en compañía del esposo de su hermana mayor. “Cuando nos

vinimos a vivir a esa loma en Villa de los Alpes yo no tenía trabajo, entonces me fui con mi

cuñado y así aprendí lo que sé de cartón y de chatarra”.

Con la ayuda de una carretilla de madera recorrieron la ciudad entera de sur a norte,

recolectando el material reciclado que les servía para garantizar el sustento diario. “Nos

íbamos desde la casa hasta el norte a pie, y nos echábamos uno y hasta dos días reciclando,

por eso nos tocaba dormir en la calle, debajo de la carretilla; era feo porque a veces llovía y

nos mojábamos”, relata.

Cuenta que uno de esos días de largas caminatas, sosteniendo sobre sus hombros la pesada

carretilla, la recolección no fue tan fructífera como de costumbre, y el vacío de no haber

probado bocado alguno durante el día lo obligó a valerse de su sobrina de 3 años para pedir

comida en los restaurantes. “Llevábamos a la niña para que sintieran lástima y nos dieran

más comida, porque cuando uno llegaba a una parte con hambre no le quedaba más

remedio”.

La necesidad de ocuparse en un oficio más estable que le permitiera sostener a su familia,

lo animó a incrementar su ritmo de trabajo y gastar menos, para poder comprar en

compañía de su cuñado un puesto ambulante de arepas. “Yo sabía que tenía que buscar la

forma de ayudarle a mi mamá y nos fue tan bien que conseguimos otro carrito, pero

después mi cuñado me empezó a quitar la plata y mi mamá no me dejó seguir”.

Entonces, Diego recordó la invitación que le había hecho el propietario de una bicicletería,

cuando lo veía recolectando material reciclado en las calles de la ciudad. Se animó a

desengrasar, limpiar y reparar bicicletas en un taller ubicado en el barrio San Carlos, en el

sur de Bogotá. “Allá sí me tocaba matarme las manos, porque me machucaba martillando y

la gasolina me pelaba la piel. Por eso, tengo tantas cicatrices”.

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Al agotamiento físico que implicaba esta labor, se sumaron las excesivas jornadas de

trabajo y la presión de un jefe que se valía de ofensivos llamados de atención, cuando su

pequeño empleado de trece años cometía una equivocación. Todo a cambio de un sueldo

irrisorio.

“Mi jefe me pagaba sesenta mil pesos mensuales por trabajarle todos los días, a veces hasta

muy tarde, y me decía que me pagaba poquito porque en ese momento estaba aprendiendo”.

El tedio que le producía el hecho de tener que ganarse la vida de esa manera, y el miedo de

que la inseguridad de la noche lo convirtiera en una víctima más de los ladrones, lo

obligaron a renunciar, con la impotencia del no poder remediar las necesidades de su casa.

Dice que por fortuna la ansiedad duró poco. Después de unos meses de apreturas

económicas, los buenos oficios de su tía Nubia hicieron posible que fuera contratado como

auxiliar en el puesto de papa de la plaza de Paloquemao.

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Así pasó de maltratarse las manos, arreglando bicicletas en un cuarto oscuro y solitario, a

trabajar en un mercado, donde la intensidad de los colores de las legumbres y el aroma de

las frutas frescas se complementaban con la amabilidad de los vendedores, para convertir

esta plaza en un lugar en el que ya no sería un martirio trabajar.

Todos esos instantes de su vida cargados de pequeños logros y derrotas, en los que le habría

sido de gran utilidad la compañía y el apoyo de su papá, los tuvo que superar en soledad.

Por eso la imagen que tiene de él es incompleta y difusa. Sólo recuerda haberlo visto una

vez hace tres años, cuando viajó a Villavicencio con la esperanza de recuperar el tiempo

que habían perdido, pero se encontró con un hombre frío y despreocupado. “Por ahí me dio

unas cosas pero nada de plata y no me reconoció. Por eso, el mismo día me devolví para

Bogotá”.

La relación con su mamá es similar. Desde que ella está viviendo en una enramada en el

barrio Villa de los Alpes, en el sur de Bogotá, se ven en contadas ocasiones porque Diego

no se siente a gusto con el hecho de que ella no acepte vivir en un lugar más adecuado.

“Mi mamá está viviendo por allá en una loma. Eso no es una casa sino unas latas y en lugar

de baño hay una letrina, pero ella ya se siente dueña del lote y no lo quiere perder”.

A Carolina, la hermana mayor que se encargó de cuidarlo cuando era un bebé y con la que

compartió años de juegos y complicidad, no la ve desde hace tres años, y desde entonces el

único referente que tiene de ella es una foto que conserva con recelo en su billetera, a pesar

de que está arrugada y descolorida. Con su hermano mayor sucede lo mismo, los problemas

económicos los alejaron y ahora solo se ven para las fiestas de fin de año.

A pesar de ser el menor de los tres hermanos, Diego es el único que reserva parte de sus

ingresos para la manutención de su mamá. “A veces le doy treinta a mi mamá y cojo treinta

para mí y por ahí compro ropa, ahorro o compro mis cosas de aseo personal”. Con el dinero

adicional que obtiene en una chatarrería, en la que trabaja eventualmente, colabora con los

gastos más urgentes que se presentan en la casa de su tía Nubia.

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Diego cree que los sesenta mil pesos que se gana después de un fin de semana, se los debe a

la experiencia que ha logrado conseguir reciclando, en el puesto de arepas y en el taller de

bicicletas. “Me va bien porque ya tengo idea de cómo hay que tratar a la gente, y además

este no es mi primer trabajo”.

Pese a que en algunos momentos siente la necesidad de estar cerca de su familia, dice que

hizo el sacrificio de separarse de ellos porque no representan un ejemplo a seguir. “A mi

mamá no le gusta hacer nada, se queda en la casa y ni siquiera se arregla y mi hermano

mayor se la pasa metiendo vicio”, por eso evita frecuentarlos.

Ahora su nuevo hogar es el que le ofreció su tía Nubia, una de las siete hermanas de su

mamá. Un lugar que, a diferencia de su casa materna, se caracteriza por la amplitud y

comodidad de los espacios, aunque el lugar que le dejaron para dormir no es el más

confortable; su habitación está ubicada en un rincón al lado de la sala.

Desde que vive en la casa de su tía, dice que se siente más feliz. “Ella sí trabaja, se busca

las cosas y Giovanni, el esposo, también hace lo mismo, además ellos tienen dos hijos

gemelos que son mis parceros”.

Mientras otros niños de su edad aprovechan el fin de semana para dormir hasta tarde, Diego

se levanta a las cuatro y media de la mañana para llegar a tiempo a su trabajo. Lo hace con

satisfacción, porque a pesar de que su empleo no es estable, y con frecuencia tiene que

esconderse de los policías de menores que sorpresivamente visitan la plaza, siente que

gracias a su trabajo puede mantenerse honradamente.

Diego pregunta con curiosidad para qué sirve la universidad y cuánto tiempo dura, porque

desde que empezó a trabajar hace tres años se desconectó del colegio. Es consciente de que

necesita avanzar en su educación para cumplir el sueño de manejar su propia empresa. Para

lograrlo, está estudiando su primer año de bachillerato en jornada nocturna.

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No todo en su vida es trabajo. Los sábados después de las cuatro de la tarde, cuando se

cierra el mercado, Diego se quita los guantes de caucho y su ropa de trabajo; se viste con

los pantalones anchos y los sacos de capota que caracterizan a los seguidores del Hip hop.

Entonces, sale a bailar break dance con sus primos gemelos y las noches del barrio Bochica

se convierten en una sola fiesta al ritmo de las líricas raperas que para Diego “hablan de la

cultura callejera y de la injusticia social”. Esa injustica de la que él es víctima y por la que

un día se vio obligado a reemplazar sus cuadernos por una carretilla de madera y un costal

para reciclar.

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Conclusiones

El trabajo realizado con cada niño durante el primer semestre de 2009, nos permitió

involucrarnos dentro de la realidad de cuatro familias de bajos recurso que viven en el sur

de Bogotá.

Trabajamos con niños entre los 14 y 16 años. Los cuatro trabajan actualmente en lugares

concurridos, como un circo, una plaza de mercado, una chatarrería y en los buses. Cada

espacio lo visitamos con el fin de conocer la forma en que ellos interactuaban con sus jefes

y compañeros, además, les hicimos seguimiento dentro de sus casas y con sus familiares.

A medida que los fuimos conociendo, ellos también tuvieron la oportunidad de hacernos

muchas preguntas en cuanto a nuestra labor. Algunas veces mentimos sobre nuestro nivel

educativo. Decíamos que estábamos en el colegio y que sería un trabajo muy sencillo para

una materia. Sin embargo, al final se terminaron enterando de la verdad a medida que

entrábamos en confianza y ellos también.

Al comenzar la búsqueda de los niños, fue un poco difícil soltarnos del todo en cuanto a la

forma de abordar a los menores. Sin embargo, después de leer sobre la manera de

entrevistar a un niño, entendimos que no es lo mismo que entrevistar a un adulto. Puede

haber menores muy tímidos y no hablan, así como otros que no paran de preguntar cosas.

En nuestro caso, el primer menor con el que hablamos fue Jefferson Bautista. Tiene 16 años

y trabaja en un lavadero de carros. Nos impactó la confianza que nos tuvo para contarnos

en tres horas su vida criminal y el número de muertos que lleva encima. Tomamos sus

datos, pero, lamentablemente nunca volvió a aparecer y su celular sonaba siempre apagado.

Seguimos la búsqueda y encontramos en la plaza de Paloquemao a Diego Perdomo. Al

proponerle el trabajo, se ofreció a ayudarnos, sin embargo, su actitud en la plaza siempre

fue seria. Pensamos en que sería difícil hablar con él, pero, al conocerlo fuera del contexto

laboral, entendimos que esa actitud le gustaba mantenerla frente a su jefe, mas no con

91

nosotras. Solange Caicedo es lo opuesto a Diego. Debido a su trabajo, la fluidez verbal la

caracteriza hablando sobre el SIDA en los buses, pero también sobre su diario vivir. Es una

joven abierta que no demuestra desconfianza hacia los extraños y que está dispuesta a

hablar de su vida personal.

Al contrario de Solange, Daniel Flórez, que es el más pequeño de los entrevistados, tuvo

una actitud positiva al momento de conocerlo, pero, sus gestos y lenguaje corporal nos

dieron a entender otra cosa desde un comienzo. Es un poco retraído mientras trabaja en el

circo, nunca habla y se mantiene serio, al igual que Diego. Ya en su casa, nos sorprendimos

un poco al ver que Daniel era uno de los consentidos de su madre y que, como todo niño,

aún lo regañan, lo obligan a comer rápido y a no ver tanta televisión.

Fernando Ávila fue el último niño que encontramos para nuestra investigación. Se puede

decir que es el más independiente del grupo, ya que no vive con su familia y, a causa de no

tener un guía o una orientación en su vida, viaja por el país, instalándose en casas de

familiares por largos periodos de tiempo.

Estas cuatro historias se fueron enriqueciendo a medida que encontrábamos cosas en

común. Por ejemplo, Diego y Fernando no viven con sus mamás y aseguran que no quieren

tener novia en este momento; el papá de Diego, Solange y Daniel los abandonaron hace

muchos años, a diferencia del papá de Fernando que fue asesinado; Diego y Daniel han

trabajado en plazas de mercado vendiendo papa; Diego y Solange son los que más se

preocupan por su apariencia personal, etc.

Otro aspecto que une a estos cuatro personajes y que representa fuertemente su realidad de

niños y jóvenes trabajadores, es la inestabilidad económica que viven en sus hogares.

Debido a esto, se han vuelto expertos moviéndose por el sur de Bogotá, pues, casi todos

aseguran que no conocen esa otra ciudad que hay fuera de sus lugares de trabajo y sus

casas. En otras palabras, Diego, Solange, Daniel y Fernando sólo conocen lo que es más

próximo a sus necesidades; la gran ciudad en la que viven es vista desde lejos a través de un

92

pequeño orificio del cual les es difícil salir. La periferia es su realidad, su mundo y lo que

ellos más conocen y saben describir.

Después de conocer estos aspectos de la vida de cada personaje, abordamos más a fondo la

construcción de la identidad en cada uno de ellos, el cual es el punto clave y que da origen a

nuestra investigación.

Fuera de ser un derecho o una necesidad básica del ser humano, la identidad remite a la

pregunta de quiénes somos y cómo nos vemos para cada uno de nosotros y para el mundo.

Cada personaje se ha convertido, con el tiempo, en un representante importante dentro de

su núcleo familiar. Si bien, es cierto que “La identidad tiene que ver con la historia de vida

personal que será influida por el concepto de mundo que se maneje y que predomine en la

época y lugar en el que se vive” (Fromm, citado en Guarisma, 2009).

En cada hogar que conocimos, es notoria la necesidad económica en la que viven y que ha

hecho que estos menores se conviertan en un ingreso más. El significado de trabajo para los

entrevistados connota el hecho de ayudar a sus madres, en otros, ayudarse a sí mismos;

razón por la cual han sacrificado una parte de su infancia y adolescencia, para darle paso a

las responsabilidades del mundo adulto.

En el caso de Solange y Daniel, ellos han aprendido de sus familiares los oficios que

realizan actualmente. En su personalidad es posible identificar aspectos que los relacionan

con la forma de ser de sus parientes. Por ejemplo, la asunción de responsabilidades básicas

como la alimentación de su familia, el hecho de cumplir un horario laboral, hablar de lo

duro que es su oficio, ser religiosos como sus parientes, etc.

El psicoanalista y lingüista colombiano Evelio Cabrejo, se refiere a estos procesos de

identificación como parte de la construcción del sujeto humano y la transmisión del mismo

a través de generaciones. “Cuando somos niños, nos volvemos una especie de „ladroncitos‟

que robamos de otro ser humano algo de su forma de ser; uno hace como el otro, pero al

93

mismo tiempo es diferente”. Cabrejo Parra, E. (2009, 14 de julio), entrevistado por Amaya Porras, A.,

Bogotá.

Los niños y niñas se caracterizan por ser espontáneos, alegres y curiosos por el mundo. En

el caso de Daniel, su forma de ser no demuestra sorpresa ante su diario vivir; es sosegado

cuando habla de todo lo que quisiera hacer en el futuro y ve pocas oportunidades en lo que

representa para él el estudio. El desinterés suyo y el de su madre por volver al colegio, han

hecho que desde hace dos años Daniel vea más oportunidades en el campo laboral que

académico.

Gracias a los recorridos que hicimos por las casas y lugares de trabajo de los cuatro

protagonistas, pudimos conocer esa otra Bogotá vista, para muchos, desde la lejanía de la

sala de televisión de sus casas. Recorrimos distintos barrios de Ciudad Bolívar, Patio

Bonito, Bochica, la Marichuela, Alfonso López y Zona Quinta.

Todos estos sectores visitados eran desconocidos por nosotras desde un principio. Nos

dimos cuenta de que en estos lugares hay mucho comercio informal, los andenes están

colmados de ventas de todo tipo de accesorios y es más elevado el número de menores de

edad trabajadores en comparación con otros sectores de la ciudad.

Los trabajos de los niños protagonistas de nuestra investigación no hacen parte de lo que la

OIT califica en el Convenio 182 como „Las peores formas de trabajo infantil‟. Ninguno de

ellos ha sido víctima de explotación sexual, ni ha trabajado en el servicio doméstico o

vinculado a la minería artesanal. No obstante, otra de las peores formas de trabajo infantil

es la vinculación de menores de edad al conflicto armado. En un capítulo de la vida de

Fernando Ávila, la guerrilla de las FARC lo tomó prisionero de su grupo. Con arma y

granada en mano, duró dos meses disparando sin razón hasta que su padre pago la “vacuna”

que le exigió este grupo.

Niños y niñas vinculados en cultivos ilícitos es otra de las peores formas de trabajo infantil

y en la cual Fernando vuelve a ser protagonista. A los ocho años comenzó como

94

“raspachin” de coca en la finca de su papá. Al principio, raspar esta hoja era para él lo

mismo que desyerbar otras plantas, o cultivar yuca y papa. El contexto ilícito lo vino a

relacionar mientras estuvo en la guerrilla.

Las estadísticas realizadas por el DANE en Colombia son importantes. Gracias a estas se ha

podido identificar el problema del trabajo infantil de manera específica, para que las

instituciones y entidades responsables tomen medidas al respecto.

Las últimas cifras publicadas por el DANE y el ICBF respecto al trabajo infantil, dicen que

en el 2007 había en Colombia 787.000 niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años de

edad que desempeñaban actividades en la producción de bienes y servicios.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cifra total de niños, niñas y jóvenes

colombianos trabajadores varía:

Por la naturaleza clandestina de esa situación, las cifras difieren: el estatal Instituto de Bienestar

Familiar (ICBF) indica que 787.000 niños laboran, pero la Organización Mundial de Trabajo (OIT) advierte

que a ello hay que agregar 841.733 menores que cumplen esas funciones en los hogares. La Central Unitaria

de Trabajadores (CUT), la principal organización sindical del país, retoma las cifras y asegura que en

Colombia laboran 1.628.300 niños, entre los 5 y 17 años […] El trabajo infantil en América Latina está

altamente ligado al desarrollo económico y social del país, por lo que Colombia presenta cifras más altas que

las que se registran en Brasil, Argentina y Chile, pero por debajo de Bolivia y Perú. (“Por pobreza y conflicto

armado, un millón de niños trabajan en Colombia”, 2009).

El trabajo infantil es posible erradicarlo con políticas públicas que se ajusten a las

necesidades de los menores de edad y no solo a cubrir momentáneamente las carencias de

esta población. Es difícil ser ajeno a esta realidad, ya que, según la OIT, existen

actualmente 200 millones de niños, niñas y jóvenes trabajadores a nivel mundial.

En las principales ciudades de Colombia, esta situación pareciera no tener ojos ante los

organismos nacionales e internacionales encargados de que los más pequeños no estén en

las calles o fábricas trabajando.

Anualmente se publican balances y resultados positivos que han beneficiado a miles de

niños; se habla de los “Objetivos de desarrollo del Milenio” para erradicar la pobreza, el

hambre y de paso el trabajo infantil para el 2015; el porcentaje de niños trabajadores

95

disminuye considerablemente, pero, los factores que generan esto aún persisten y, como

consecuencia, se ve a diario niños en los puentes, semáforos, andenes y buses.

La discriminación y la exclusión social no han dado paso para que en nuestro país no se

sufran las consecuencias que traen la violencia, la pobreza y la injusticia. En otras palabras,

las cifras sobre el trabajo infantil se reducen con los años, pero aún hay jóvenes que dejaron

la guerra para vivir en las calles, campesinos e indígenas sobreviviendo de la limosna, niños

y niñas sin una educación básica gratuita que se refugian en lo que la calle o la suerte les

ofrezcan.

La economía informal y desequilibrada que caracteriza a Colombia ha hecho que un gran

número de niños, niñas y jóvenes se involucren en el mundo laboral. Una vez empiezan a

conseguir dinero, no rinden lo suficiente en sus obligaciones académicas. En el caso de los

menores que no estudian, el monto económico que logran por varias horas de trabajo

representa el cubrimiento de algunas necesidades, pero también, de permitirse comprar y

gastar cuando el dinero alcanza. Asumen el rol del adulto trabajador que consigue con su

esfuerzo aquello que les permite ser un poco más independiente de sus padres.

En la conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil de 2009, Ilva Myriam

Hoyos, representante de la Procuraduría General de la Nación, afirmó que el Estado, la

familia y la sociedad deben asumir una posición de garantes de los derechos de la infancia.

Las normas y leyes que proscriben el trabajo no son suficientes, hay que crear políticas

públicas dirigidas a mejorar las condiciones de los sectores más desprotegidos de la

población. En definitiva, Hoyos asegura que los colombianos debemos tomar más

decisiones en función del bienestar de los niños, niñas y jóvenes. Hoyos, I. M. (2009, 12 de

junio), “Conmemoración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil-Colombia 2009” [conferencia], Bogotá.

Los menores involucrados dentro de dinámicas de producción han tenido que injerir en su

desarrollo biológico, sicológico, social y cultural, el hecho de ser pequeños trabajadores, a

los cuales les cambia las reglas de juego respecto a su proceso de identificación.

96

Con Fernando Ávila, nos dio la sensación de que es aún un niño pequeño en el cuerpo de

un joven. Al no ser de Bogotá, para él todo era nuevo: la ciudad, el comportamiento de la

gente, la grabadora de voz con la que lo entrevistamos, la biblioteca con información sobre

ciclismo, el uso del computador. Su problema familiar, específicamente con su madre, ha

hecho que Fernando esté un poco desorientado en la vida. No tiene un rumbo fijo ni una

obligación específica. Lo único que quiere es dedicarse a su deporte y a salir en televisión

cuando sea un ciclista profesional como su primo Edwin Ávila.

“Toda identidad –o identificación-, en tanto relacional, supone otro que no es „lo mismo‟ y

a partir del cual puede afirmar su diferencia. Ninguna estará entonces determinada en sí

misma, en una clausura desde la cual se enfrentará a otras. Una identidad se basa en un

relato siempre abierto, susceptible de ser retomado en una fase ulterior” (Arfuch, 2006, p. 31).

Todos los entrevistados tienen ideales respecto a lo que quisieran hacer en un futuro. Daniel

quiere ser futbolista, Fernando ciclista, Diego aspira a tener su propia empresa y Solange

desea cuidar de la tercera edad. Estas conclusiones respecto a su futuro han sido ideadas por

la influencia de sus familiares, que, en algunos casos, han ejercido los oficios y deportes

que ellos anhelan desarrollar con el tiempo.

Cada uno sabe que esos sueños que anhelan se podrían realizar con esmero y dedicación.

Por ahora, existe una brecha entre sus ideales y la realidad que les ha tocado vivir. Aquellos

que representan un ideal de vida para los menores entrevistados, en varias ocasiones no son

la mejor opción. Llegan a formar una concepción positiva de una persona influyente, que en

realidad, no representa del todo lo que los niños quieren imitar.

Algo similar pasa con Daniel Flórez y la relación con su tío Rodolfo. Este último ha sido

una influencia no muy positiva dentro de la vida del pequeño, ya que lo ha obligado a

trabajar con él dentro y fuera de Bogotá; lo ha amenazado con llevarlo al ICBF si se llega a

escapar, etc. Sin embargo, al preguntarle a Daniel con quién se identifica y qué quiere ser

cuando grande, responde que su sueño es ser un empresario como su tío Rodolfo, porque

siempre tiene trabajo.

97

Solange Caicedo, por el contrario, se puede decir que es la más madura del grupo. Tiene

claro que después de terminar su carrera de Trabajo Social, se quiere dedicar a cuidar y

trabajar con personas de la tercera edad. Creemos que toda esa ayuda que ella quiere

brindarle a los demás la ha aprendido a valorar en su trabajo en los buses, con sus

familiares que a veces le dan dinero para sus gastos, y en general, con su espíritu

filantrópico contagiado por su madre.

Los tíos de Diego han sido un modelo a seguir para su sobrino. A causa de tener una madre

despreocupada, decidió irse a vivir con los papás de sus primos gemelos que son también

sus amigos más cercanos. Su tía Nubia, trabajadora y bien presentada, no se compara con

Linda, la mamá de Diego, quien no está pendiente de conseguir un trabajo o un bienestar

para su hijo.

El trabajo de cada uno de los personajes de nuestras historias representa una actividad

ilegal, ya que ninguno trabaja con un permiso dado por un Inspector de Trabajo. No

obstante, es una actividad que no hay que rechazar por el hecho de estar prohibida.

Para Pedraza (2004, p. 6), el rechazo al trabajo infantil, por el daño que genera estas

actividades a los niños, hace que también se rebaje el reconocimiento simbólico y social de

esta actividad y que, en consecuencia, se reduzca el sentido de identidad del niño

trabajador, porque su actividad carece de reconocimiento.

El contexto actual deja ver una infancia que se ha visto obligada a cumplir con el reto de

trabajar. Los niños que participan en este mundo retan a las sociedades a encarar el modelo

tradicional de infancia para pensar de formas alternativas las posibilidades de realización

del mundo de la niñez. Se quiere enfocar la atención en las habilidades, las motivaciones,

experiencias y conocimientos adquiridos en cambio de centrarse en el carácter deficitario

de la infancia.

Los menores desarrollan destrezas en sus trabajos que los convierten casi en adultos.

Cuando se replantee este contexto del trabajo infantil, será posible ver a la infancia en

98

función de las habilidades que sacan a flote en sus labores, mas no en función de lo que

carecen.

Con lo que Pedraza plantea, es necesario que la noción de infancia sea diferente, más

ajustada a la realidad. De esta manera, se podrá dimensionar el problema de una forma

distinta y crear políticas para erradicar el trabajo infantil.

Para Pedraza (2004, p. 7), es difícil implantar políticas sociales y programas para la

erradicación del trabajo infantil en los países en vía de desarrollo, cuando no se ven las

condiciones familiares y sociales que encierran estas actividades.

Una consecuencia de mantener la concepción europea sobre la vida escolar y lúdica de los

menores de edad, es que se deja de lado la condición de los niños como agentes

económicos y pone en duda las relaciones de poder que guían la organización social, es

decir el Estado, la familia y el niño. En un país pobre, es difícil concebir una sociedad sin

niños trabajadores.

Aceptando esta realidad, la cual perjudica a unas regiones más que a otras, es importante

decir que los personajes de las cuatro historias que presentamos en este trabajo, han

construido y sentado las bases de lo que cada uno es a partir de las actividades que realizan

dentro y fuera de su casa. La variedad en sus trabajos ha hecho que cada uno forme una

personalidad única, influenciada siempre por las preocupaciones del hogar y de su qué

hacer diario.

La identidad personal es la que hace a las personas únicas, ya que tiene en cuenta el

desarrollo personal y la relación con el mundo. Al tener contacto con el exterior, la persona

puede crear y conformar su propia su propia idea de sujeto. (Martín, 2008, p. 15).

Si la meta es erradicar definitivamente el trabajo infantil, entonces, se debe pensar en que

una de las soluciones es la educación básica gratuita, de calidad y que pueda cubrir los

elementos necesarios para estudiar. El conocimiento transmitido por vía oral es de gran

99

importancia en los países en vías de desarrollo, sin embargo, otros saberes tan necesarios

como aprender a leer y escribir también se convierte en un mecanismo para salir del

estancamiento en que hemos estado durante siglos.

Con las crisis económicas, las guerras, los conflictos internos y los desastres naturales, ha

quedado confirmado que el trabajo infantil aumenta a gran escala, incluso en sus peores

formas. La solución para esto es generar un ambiente de diálogo social entre los países,

pues, sus malas acciones o decisiones, repercutirán en grandes y pequeños.

Las razones por las cuales niños, niñas y jóvenes trabajan son varias: las razones sociales se

concentran en una educación deficiente, la falta de acceso a espacios recreativos y

culturales y la violencia intrafamiliar. En las razones culturales, se tiene la idea sobre el

trabajo como formador de identidad, además, hay oficios que los menores hacen por

tradición familiar. Por último, están las razones económicas: pobreza, existencia de mano

de obra infantil y consumo de lo producido gracias a este, la desregularización de la

economía y el privilegio de los factores económicos sobre los sociales. OIT (2008, 2 de julio),

“Programa de erradicación del trabajo infantil” [en archivo digital], Bogotá.

Una de las consecuencias de todas estas desigualdades y carencias se ha notado, con el paso

del tiempo, en el estado de salud de los personajes de las crónicas. Por ejemplo, Solange

sufre de rinitis desde hace algún tiempo debido al humo de los buses, la contaminación del

aire y de paso, horas de sueño interrumpidas. Diego se ha quejado de la espalda en varias

ocasiones, ya que tiene que estar de pie todo el día en el puesto de papa, o si no, agachado

organizando los bultos.

A causa del trabajo que Diego realizaba antes en la bicicletería, sus manos tienen signos de

resequedad y cicatrices, como las manos de Fernando, debido a la fuerza que hace para

enderezar las varillas. Al contrario de ellos, Daniel no presenta molestias por su trabajo,

pero si posee un grado de desnutrición y por ende, un desarrollo físico lento.

100

Estar en un mundo de niños, por su edad, y en uno de adultos, por su trabajo, ha hecho que

todos ellos tengan síntomas de varias molestias que no deberían desarrollarse a su edad.

Con tal de trabajar, su estado de salud pasa a un segundo plano, y conseguir dinero, la razón

para seguir en este orbe que los seduce cada vez más.

La desescolarización es otro resultado que afecta actualmente a dos de los personajes:

Daniel y Fernando. Esto se debe a la falta de recursos económicos para continuar

estudiando. En el caso del Daniel, hay que sumarle su problema de distracción a la hora de

aprender.

La sociedad colombiana aún tiene rezagos esclavistas y de servidumbre que no permiten

que el trabajo infantil desaparezca del todo.

Para la CUT, “la cantidad de niños que nacen sin ser reconocidos por su progenitor, los

hogares desintegrados, el hacinamiento y la promiscuidad con el consecuente abuso sexual

por parte de los mismos familiares, el maltrato a que son sometidos los niños en la familia,

la imposibilidad de acceder a la escuela por carencias económicas o distancia o la

ignorancia de los padres, son, además de la pobreza, factores que abren el camino al trabajo

infantil” (CTC, 2009, p. 2).

Para eliminar el trabajo infantil es necesario arremeter contra las causas que lo generan. Los

niños tienen la capacidad de retener con más facilidad aquello que capta su atención, y, si

no tienen una persona que los oriente durante su formación, terminarán anhelando bagatelas

que trascienden sobre la importancia de la identidad y la construcción social.

La identidad de los cuatro niños entrevistados se puede definir desde diferentes puntos: la

inseguridad que aún tienen ante la vida, la inexperiencia en las relaciones sociales, la

inconformidad familiar y económica, la ausencia de un modelo a seguir –en algunos casos-,

entres otras razones. Algunas de estas razones hacen que los cuatro personajes se conecten

debido a su situación laboral, pero, que se diferencien en cuanto a la búsqueda de aquellas

101

identificaciones que, según Fromm, son los rasgos de carácter que una persona toma de otra

que en algún punto admira, idealiza o teme. (Fromm, citado en Guarisma, 2009).

Todos los personajes de las crónicas han tenido un contacto temprano con la calle y los

peligros que esta implica. A pesar de esto, nos dimos cuenta de que trabajar en las ventas

ambulantes o en pequeños oficios mal pagos, no necesariamente implican una mala

formación personal. Con excepción de John Jefferson Bautista, que desde muy pequeño

sufrió de maltrato por parte de su madre y una inestabilidad emocional respecto a lo que era

su niñez, las historias que desarrollamos se caracterizan por no tener contacto con la

malicia, al contrario, han sido niños y jóvenes preocupados por ellos mismos y por sus

familias y que, de maneras recursivas, ayudan económicamente en sus hogares.

Todos los niños y jóvenes, exceptuando a John Jefferson, aseguraron que no les gustaba el

vicio. Diego y Fernando nos contaron que tienen familiares que les gusta la marihuana y el

alcohol. Ellos han tratado de alejarse de esto buscando refugio con sus parientes.

El trabajo infantil implica la violación de los derechos de los niños, pero, es algo que no es

del todo malo. Estando en contacto con los cuatro niños y jóvenes, pudimos notar que sus

actividades han aportado en su preparación para la vida. No se muestran débiles a la hora

de hacer labores y siempre están pensando en conseguir algo mejor pago. Lo malo de esto

en algunos casos es que, el dinero que ganan no es suficiente para cubrir una buena

alimentación o educación, que sería lo más ideal.

Se han creado organizaciones como el Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores

Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC) en Perú y el Movimiento Latinoamericano y del

Caribe de niñas, niños y adolescentes Trabajadores (MOLANATS), que operan en varios

países del continente para estimular la activación de servicios que mejoren las condiciones

de vida de los menores que trabajan.

Los menores tienen quién los proteja más allá de las normas y leyes que obligan a

respetarlos. Para Gustavo Triana, Vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores de

102

Colombia, “Lo importante no es entrar en discusión sobre las cifras de trabajo infantil, sino

ver si esto tiene responsables. Los gobiernos neoliberales son altamente responsables de

que las cifras de trabajo infantil hayan crecido, porque donde se presenta el trabajo infantil

hay un abaratamiento de la mano de obra y desplazamiento del trabajo formal. […] En una

nación en donde cerca del 48% de los hogares viven en niveles de pobreza, es difícil que

los niños se puedan eximir del trabajo”. Triana, G. (2009, 12 de junio), “Conmemoración del Día

Mundial Contra el Trabajo Infantil-Colombia 2009” [conferencia], Bogotá.

Los planes y programas que existen para la eliminación del trabajo infantil no se deben fijar

solamente en asistir a los menores de edad. Detrás de ellos hay familias enteras que también

necesitan una protección integral y que, al igual que sus pequeños colaboradores, requieren

oportunidades para dejar de batallar a diario con las desigualdades de la sociedad.

103

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106

Anexos

Diario de Campo de Daniel Flórez

Primer encuentro:

Lugar: Mexican Circus, ubicado en el Barrio Alfonso López de la localidad de Usme.

Fecha: sábado 14 de marzo de 2009

Hora: desde las doce del día hasta las siete y media de la noche.

Circo azul, blanco y rojo. Figuras pintadas de payasos, toro y torero (nietos de Rosa cuando

fueron y era un man disfrazado pensaron que era de verdad el toro), banderas rojas.

„Por primera y única vez, el mejor evento familiar‟. Estrellas amarillas, queda en un potrero

al lado de la quebrada Yomasa.

Circo pequeño, la entrada comenzó en 3.000 pesos, después 2.000 y al final les toca dejarla

en 1.000. Venden crispetas americanas, gaseosa de litro y la sirven en vasos plásticos.

Atiende una señora mayor.

Abierto: sábado, domingo y festivos. Funciones: 3.30 pm, 5:30 pm y 7:30pm. Cubierto el

circo por una cuerda con bombillos.

Mamás con bebés esperando función de 5:30 pm. Mamás jóvenes, bebés de brazos y niños

no mayores de ocho años jugando en el pasto.

Olor feo de la quebrada, estaba llena de basura, un colchón viejo, cuando llueve muy

seguido, el potrero donde está el circo se inunda y alcanza a inundar casas cerca.

En los recesos del circo venden „bombas intergalácticas‟, las réplicas de Barney, es un

gancho para que papás le compren a los hijos.

Hay manzanas acarameladas servidas en bandeja y las reparte la mamá de John Freddy el

dueño del circo, ella también trabajó, hacía show de cristales.

107

Alrededor de 200 bombillos rodean el circo y se mantienen alumbrados aunque sea de día.

Ese día alrededor de 20 personas esperaban afuera en la entrada del circo. Los niños se

pasan por la quebrada Yomasa, más de uno se ha mojado. Edwin Cuervo fue el contacto

para poder ir al circo. Ese día estaba ya pintado sus cachetes rojos y el pelo mono las

puntas. Él hace show de trapesismo y de bufón.

John Freddy el papá de la niña que hace el ula ula al final del show, al principio fue muy

enfático en decirnos que no le gustaba la idea de hacer el trabajo ahí. Ha tenido problemas

con la Secretaría de Gobierno y la Alcaldía porque no dejan que trabajen menores de edad,

pero sus hijos serán los herederos del circo, además ellos estudian y ensañan en sus ratos

libres. Dice que lo que hace su hija no es arriesgado y es una actividad de tradición. John

Freddy aprendió porque su padre también era dueño de un circo.

El primer día que fuimos en la búsqueda de Jas Leidy, estaba ella con sus primos, una niña

de unos 11 años y un niño de 10 años gordito, y Daniel. Estaban despegando las letras de la

dirección del circo. Les ayudamos pensando en hablar con la niña, pero al darnos cuenta de

que vive bien, estudia…Nos fijamos en otro niño que no estuviera en las mismas

condiciones. Jas Leidy respondía a todo lo que le preguntábamos y sus primos también.

Daniel era el único que no hablaba. Sentimos un poco de sobrades en la actitud de la niña,

en el hecho de que sus respuestas eran concisas. No le da pena presentarse ante un público

grande, pero sí le da pena hacerlo en el colegio porque allá la conocen todos.

Después de habernos dado cuenta de que el perfil de Jas Leidy no se ajustaba a las

necesidades de nuestro trabajo, pensamos en Daniel y hablamos nuevamente con John

Freddy para consultar con él la posibilidad de hacer el trabajo con este utilero. Pero su

respuesta fue enfática: “él no tiene nada que ver con nosotros”

Daniel vimos al principio que es el que maneja el foco para dar luz al centro de la arena

donde se hace el show.

Palabras de John: „Que el gran arquitecto del universo descienda sobre sus corazones‟.

108

Durante el intermedio Daniel y una compañera de trabajo de la empresa de logística,

adecuan el escenario para la siguiente función. El uniforme es pantalón rojo y camisa

amarilla, en la espalda tienen el nombre y teléfono de la empresa.

Los trapecistas hacen las veces de utileros.

Ese día el circo estaba casi lleno. Se sientan en tablas de madera, se veía un poco peligroso

pues son delgadas.

John Freddy es el animador, tiene buena voz para el contexto del circo, es atrayente y

fuerte, siempre habla de las maravillas del circo o del siguiente show, sin embargo, es un

hombre tosco, un poco difícil de hablar, regaña feo al hijo de 14 años que hace „Las telas

rusas‟. Lo regañó porque no había ensayado antes de la función „Güevón de mierda, por

qué no ensayó‟. John se puso histérico.

John sale vestido de mariachi mexicano, al final canta rancheras. El show trata de ser como

el de los Hermanos Gasca, pero en una versión mucho más simple. El Gasca mayor sale

con caballos al final muy bonitos, John sale con ponys que se ven un poco mal cuidados,

también canta rancheras. En el circo Gasca durante los recesos se hacen bromas o

actividades con el público, en el circo de Freddy solamente se espera el siguiente show, hay

uno de payasos que sí interactúan con el público.

La parte de arriba de la carpa parece ser el cielo de noche, lleno de estrellas.

El circo tiene marcado la entrada y la salida, hay extintores y rutas de evacuación.

El público se acomoda en graderías, adelante alrededor del escenario hay una especie de

VIP con sillas Rimax rojas. Sin embargo, en las dos oportunidades que fuimos nunca se

ocupó este espacio.

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Los bafles están ubicados estratégicamente en cada extremo del escenario. Después de 10

minutos, el público se acomoda, ponen al principio música de suspenso.

Esa noche había un niño de unos 9 años en silla de ruedas acomodado en la entrada del

VIP. Daniel nos contó al final que el niño se puso a llorar porque se asustó.

John Freddy: „Sin más preámbulos, bienvenidos al Mexican Circus‟.

Al comienzo todo estaba oscuro adentro, una farola amarilla y la música le daban un aura

de misterio al espectáculo que se acercaba. Pusieron música mexicana, la gente comenzó a

aplaudir. Apareció de primeras el show de „Spiderman, el acróbata de las alturas‟. Juega

con el trapecio, asusta al público haciendo que se va a caer y queda colgando.

„Buena perro‟, „Qué bacano‟, „Uy severo‟…decía el público mientras veían a Spiderman.

Gritaban cada vez que se balanceaba, John estaba siempre atrás de la gran cortina roja

animando y diciendo cosas arriesgadas de Spiderman.

Luego de Spiderman se presentó „Yolima, la dama mágica de América‟. Tenía un traje

plateado, muy maquillada y con movimientos glamurosos, su show era de magia. Siempre

sonríe después de cada truco, esperando que el público aplauda.

„Buena china‟, „Bacana la verrionda‟…decía el público de Yolima.

Show de 2 payasos: „Buenas tardes mi estimadísimo público de 1.000 pesos‟. La mayoría

de los que trabajan en el circo son hombres.

Shows: 1. Spiderman, 2. La maga Yolima, 3. 2 payasos, 4. Acróbatas, 5. Saltimbanquis

(locos acrobáticos), 6. Bufones, 7. Acrobacia aérea, 8. Plaza Sésamo, 9. Telas rusas, 9. Ula

ula.

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Poesía de uno de los payasos:

-Que viva España, que viva Pamplona, que viva su hermana la barrigona

-Para el rico hay alegría, para el pobre hay trabajo

El Mexican Circus es pequeño, rústico en la gradería, los shows si se compara con el de

Gasca, es un entretenimiento básico.

La niña que hace la acrobacia aérea se llama Brigitte y es hermana de John Freddy. Ese día

estaba vestida con una trusa blanca, muy femenina en sus movimientos en el aro.

Al comienzo creímos que Brigitte era la hija de John Freddy. Sin embargo, Edwin Cuervo

nos dijo que tenía 9 años, Brigitte aparentaba tener 18 o más. Cuando se presentó, le

lanzaban muchos chiflidos, piropos, su trusa tenía aberturas en el ombligo y piernas.

John Freddy: „La recreación es parte de la vida sana y Mexican Circus se la brinda‟

En los recesos la mayoría de los que hacen shows, varios son familiares de John Freddy,

vendían varitas fluorescentes, globos multicolor, la pipa mágica, la espada galáctica

multicolor.

A veces cuando ponen la música para cada show, John se equivocaba. Trabaja con un mini

DVD.

El show se cierra con la niña que hace ula ula. Es la hija menor de John Freddy, se llama

Jas Leidy. Ese día salió con una trusa azul, con orificios como la trusa de Brigitte.

Después al final volvieron a salir los payasos haciendo bromas:

-San Cocho, el santo que da más hambre

-san Cudo, el santo que no deja dormir

-San Marco, el santo más cuadrado

-San Wich, el santo de la comida

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John despide el show cantando rancheras con su traje de mariachi, es la única vez que sale.

Muestra los ponys que tiene, los tiene domados, los muestra como uno de sus mayores

posesiones, salen bien peinados, aunque se ven opacos, poco cuidados.

Segundo encuentro:

Lugar: Mexican Circus, ubicado en el Barrio Alfonso López.

Fecha: domingo 15 de marzo de 2009

Hora: desde las doce del día hasta las seis de la tarde.

El domingo 15 de marzo volvimos al circo para esta vez ver a Daniel trabajar.

Antes de comenzar el show, llegó Daniel, se puso el uniforme y comenzó a trapear la

entrada, estirar el forro del escenario.

Daniel llegó a las 2:30pm a trabajar el domingo. Comenzó extendiendo el impermeable de

la entrada; luego encendió la iluminación. Ayudó a ubicar a la gente en la gradería. Trapeó

la entrada. Ese día fue el regaño de John al hijo por que no había ensayado.

El jefe lo regañó un poco porque las luces no estaban listas. Daniel se mostró sumiso y le

dijo al jefe que había un corto en alguna parte de la iluminación. John le pregunta de

manera agresiva el por qué huele a quemado.

Antes del show van pasando Daniel, el primo gordito de Jas Leidy y otros vendiendo

palomitas, la abuela de Jas Leidy vende manzanas acarameladas en una bandeja.

Daniel no ofrece los productos, es algo tímido. Solo pasa y muestra el producto para que lo

compren. Mira a la gente cuando pasa, Daniel se ve serio.

La hermana de Daniel fue ese día a acompañarlo. Un tío de Daniel trabaja de bufón, se

llama Rodolfo. Él fue quien metió a Daniel en el negocio. Cuando comenzó el show, la

hermanita se sentó en una de las sillas del VIP.

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Mientras está todo listo para que la gente entre, Daniel se pasea por ahí mirando qué puede

faltar. Tatarea las canciones que ponen como „Sí, cantemos más fuerte‟,

Hubo media hora de retraso porque la gente no se acomodaba como debía ser en las gradas.

Salió John Freddy con tono regañón a decirle a la gente que se acomodara rápido. Esta vez

la música que puso John para abrir fue de toros.

Cuando empieza el show, Daniel se ve concentrado en cada acto, por ejemplo, con el show

de Spiderman, estuvo todo el tiempo mirando con detenimiento.

Canción: „Tu sonrisa esconde el dolor que hay dentro de ti‟.

La espalda de Daniel es encorvada. Se sienta desgarbado.

En los recesos, Daniel hace paneo con el foco de luz que maneja frente al escenario. Él se

encarga de enfocar con la luz a los personajes de cada show, al final de cada uno mueve de

un lado a otro la luz, para que se vea el público.

En cada show, Daniel estaba sentado en la grada que no se llenó. Mira concentrado cada

show, con las manos entrecruzadas. A veces se metía las manos entre la camisa por el frío

que hacía.

Mira el show de magia de Yolima, sentado en las tablas vacías, a veces el primo gordito de

Jas Leidy se sentaba junto a él y le hablaba sobre cosas del trabajo, por sus gestos e

indicaciones le decía sobre la repartición de las crispetas y los demás productos. El otro

niño también ayudaba a repartir.

El niño gordito se trajo una bolsa de maíz pira y le dio un poco a Daniel. Se lo echó entre la

camiseta amarilla. Jason es el nombre del niño gordito primo de Jas Leidy. Él también

come de la camiseta de Daniel.

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Cuando terminan los shows, Daniel siempre apaga el foco de luz.

Durante el show de los payasos no se rió, tal vez porque ya debe conocer los chistes o

puede ser que tampoco le causen tanta gracia.

Se muerde los dedos mientras ve el show.

En pocas ocasiones molestaba a la hermana con el foco, se lo ponía a ella en la cara.

Cuando abrieron las cortinas para que salieran los saltimbanquis, atrás se veía las rejas del

circo y detrás dos niños mirándolos saltar y mirando qué más alcanzaban a ver adentro del

circo.

En el show de los bufones, hay uno que es el tío de Daniel que es el que más salta y

molesta. Cuando Daniel se sentó en una de las sillas VIP, el tío pasó el le cogió la cabeza y

lo despelucó. Rodolfo estaba con un disfraz verde, no se le veía toda la cara, no se podía

reconocer.

Después del regaño de John al hijo, este salió sonriendo y haciendo su show de telas rusas.

En los intermedios Daniel hace paneo al público con la luz. John: „Directamente del Canal

Tv Azteca‟. Cuando va a ofrecer productos, se queda mucho mirando unos palitos que

tienen luces de neón, los mira arto.

Los intermedios se vuelven un mercado. Daniel cuando vende si alguien que está sentado

arriba quiere algo, él se sube entre la gente para entregar las espadas galácticas

multicolores.

„Tres mil pesos‟, es lo único que dice cuando le preguntan el precio de las barras. Es seco a

la hora de vender, no es entrante con la gente para que le compren. También venden „la

pipa biónica‟. No ofrece las espadas, solamente las mira, les da vueltas con la mano porque

prenden luces de varios colores. Camina despacio con las barras en la mano.

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„Daniel es solicitado en la otra gradería‟, le dijeron por el micrófono para que atendiera a

otra gente que quería comprar las barritas.

John Freddy nos contó que la localidad de Usme fue muy mala. Ese domingo era la última

función ahí, duraron como dos meses. „Los papás prefieren irse a tomar que traer los hijos

al circo‟.

¿Será que Daniel le gustaría estar en el lugar de alguno de los del show? ¿Haciendo de

payaso, acróbata, bufón o dueño del circo?

Tercer encuentro:

Lugar: Circo Mexican Circus, ubicado en el Barrio La Marichuela

Fecha: lunes 23 de marzo de 2009

Hora: 2 pm en la localidad de USME

Aunque la cita con Daniel era en el circo, nos encontramos con él de casualidad en la fila

de espera del alimentador de Marichuela, que es el que nos conduciría a la nueva sede del

circo. Fue bastante fructífero haberlo encontrado antes de llegar a su trabajo debido a que

no queremos que su jefe se entere que decidimos hacer nuestro trabajo con él

Durante el recorrido nos contó que tiene bastante facilidad para moverse por la ciudad

porque desde que comenzó a trabajar ha tenido que defenderse solo. Nos contó que en este

nuevo lugar tampoco le ha ido bien al circo y por eso van a tener que vender la boleta a mil

pesos. También nos contó que al final de la jornada se devuelve a su casa en compañía de la

doctora que el circo tiene contratada.

Finalmente acordamos nuestro próximo encuentro que sería esa semana y al preguntarle por

sus actividades favoritas nos habló de los videojuegos, el fútbol y la pintura, nos contó que

su mamá ya sabe que queremos hacer un trabajo sobre su historia de vida y que no tiene

ningún problema si queremos ir a su casa.

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Cuarto encuentro

Lugar: portal El Tunal

Fecha: jueves 26 de marzo de 2009

Hora: 9:45 am

El tercer encuentro fue el jueves 26 de marzo en la casa de Daniel. El día anterior hablamos

con María Sabina, su mamá, y con ella cuadramos la visita. Nos advirtió que debíamos

llevar el carné de la universidad. Ese día nos bajamos en el Portal del Tunal y al coger el

alimentador, Daniel subió corriendo porque casi lo dejaba el bus. Fue la segunda vez que

nos encontramos de casualidad. Él venía de la casa de su papá en el barrio Danubio Azul,

porque esa noche se quedó con él ya que le iba a mandar una plata a la mamá. Ellos están

separados. Ese día estuvimos toda la mañana con él, su mamá y su hermana menor.

El jueves 26 de enero a las 9:45 de la mañana nos encontramos por segunda vez con Daniel

por pura casualidad en el portal de El Tunal, el nos recibió con una amable sonrisa apenas

se subió al alimentador, nos contó que venía de la casa de su papá ubicada en el barrio

Danubio Azul, allí había pasado la noche anterior porque su mamá lo había mandado a

pedirle dinero prestado y prefirió quedarse porque ya era muy tarde.

El trayecto desde el lugar donde lo deja el alimentador hasta su casa no supera los diez

minutos pero esa tarde se hizo más largo porque visitamos cerca de cuatro tiendas para

comprar lo del almuerzo. Al preguntarle por lo que come generalmente es nos respondió

que comen arroz, papa y huevo.

Cuando le preguntábamos que quería comer para su almuerzo, no nos hizo ninguna

exigencia, solo nos dijo que le compráramos lo que nosotras quisiéramos. Las calles del

barrio son empinadas y angostas, como se ven limpias y en su mayoría están pavimentadas

reflejan un buen aspecto.

Las casas de diferentes tamaños, formas y colores y el sol de esa mañana le dan un

ambiente de festividad a la jornada, a medida que nos vamos acercando a su casa vamos

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sintiendo como la falta de aire hace nuestros pasos más lentos que de costumbre, pero

Daniel sube las montañas de cemento con la agilidad de un felino.

Luego de 40 minutos de recorrido desde el portal hasta su cuadra, llegamos al apartamento

que le tienen arrendado en el barrio Jerusalén ubicado concretamente en el sector del

Paraíso. Allí nos recibió María Sabina, su mamá, una mujer seria y sencilla de contextura

gruesa y pelo ensortijado que aparenta más años de los que en realidad tiene (33).

La fachada de la casa es de color amarillo y está muy bien arreglada, apenas entramos

Sabina nos hace seguir a la primera habitación en la que está su cama y un juego de sala

azul en pana que está en muy buen estado. Enseguida, al lado derecho del largo pasillo que

conecta todo el apartamento hay dos habitaciones cerradas que pertenecen a otra inquilina,

la mamá de Daniel nos dice que ahí viven una señora que trabaja de noche y su pequeño

hijo.

Más adelante encontramos la habitación de David y sus dos hermanas, tiene dos camas, en

una de ellas duerme Daniel con su hermana de 11 años y en la otra que es más amplia

duerme su hermana de 18 años con su bebé de un año. La habitación es amplia tiene un

armario, un televisor viejo y muchos peluches pequeños y desaliñados.

La noche anterior su mamá nos había pedido que lleváramos nuestras identificaciones por

seguridad y por eso apenas nos instalamos en el apartamento lo primero que hicimos fue

mostrarle nuestras identificaciones. Luego le dimos el mercado que habíamos traído para

hacer el almuerzo de ese día.

Andrea le preguntó a la mamá porque Daniel no estudiaba y ella nos comentó que su hijo

tiene un retraso de dos años y que el año pasado o antepasado lo había matriculado en el

colegio pero él no asistió. Nos cuenta que debido a este retraso ha tenido muchas

dificultades porque a la edad que tiene (14 años) no lo reciben para cursar quinto de

primaria.

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También agregó que Daniel trabaja por voluntad propia, que nadie lo obligó pero es

evidente que en este momento el dinero que Daniel y el de su hermana mayor son la única

fuente de ingresos de la familia Flórez.

Después de esta conversación, le mostramos a Daniel una serie de materiales como

cartulinas, lápices y témperas para que hiciera el dibujo que él quisiera. Como en su casa no

hay un comedor o un escritorio su mamá la extendió la mesa de planchar como una

improvisada mesa de estudio.

Teniendo en cuenta que tardó mucho tiempo en optar por alguna opción, Andrea le propuso

dibujar el escudo de su equipo preferido, Millonarios, a Daniel le gusto la idea pero cuando

empezó a hacer los primeros trazos de papel sobre la cartulina se mostró un poco

desilusionado con la idea.

Entonces le propusimos que dibujara un circo, el que él quisiera y con ánimos renovados

empezó con nuevos trazos sobre otra cartulina. Trazada pequeñas líneas diagonales y las

corregía con extrema minuciosidad, no importaba si tenía que borrarlas. Tardó más de

media hora dibujando su pequeño circo a lápiz.

Todo el tiempo trabajó de pie y con su espalda haciendo un arco con su espalda para estar

más pegado a su dibujo. Su hermana empezó a hacer sus tareas del colegio sentada en uno

de los muebles de la sala y al igual que su hermano menor agachaba tanto como podía su

espalda para mirar muy de cerca sus actividades escolares.

Poco a poco el pequeño y insípido dibujo de Daniel fue tomando forma y vida gracias a los

colores de con destreza aplicó sobre la cartulina, para ese momento era evidente que estaba

haciendo una réplica del circo en el que trabajaba. y nos dimos cuenta porque retrato con

maestría detalles como los bombillos, las figuras de los payasos convertidas en canecas y la

entrada de su lugar de trabajo.

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Solo había una pequeña pero importante diferencia que separaba el circo real de la pequeña

escala que Daniel había tardado tanto tiempo en dibujar, este último tenía en la parte

inferior un colorido aviso que decía “circo hermanos Flórez” no era cualquier circo, era el

de su familia.

Mientras Daniel desarrollo esta actividad una de nosotras se fue con su mamá a preparar el

almuerzo, esta actividad nos permitió conocer muchos detalles sobre la familia de Daniel

que él mismo tal vez no nos habría contado.

La primera y la más evidente es que su madre está desesperada porque lleva tres meses

desempleada, y comentó que hasta ha pensado en el suicidio en medio del desespero que le

causa saber que no tiene una fuente de ingresos.

Sabina nos cuenta que Daniel le ayuda con el oficio de la casa aunque en ocasiones lo haga

a regañadientes. También nos cuenta que su hijo mayor fue el primero que empezó a

trabajar en circos con su hermano. Comenta que viajaron a varias partes del país, pero le

permitió llegar hasta Cartagena porque, su tío prácticamente le estaba robando las

ganancias y ella tuvo que girarle el dinero de regreso.

Dice con tristeza que lo vio llegar flaco y mal vestido y que estuvo a punto de demandar a

su hermano por haber cometido ese abuso. Daniel lleva 20 días en el circo y ella no está

muy contenta porque dice que el pago por el trabajo de su hijo no es el adecuado. “muchas

veces no tengo ni para mandarlo al trabajo y él se tiene que colar en el TransMilenio”.

El problema, dice Sabina, es que ya lo tienen fichado y ya le dijeron que si sigue haciendo

eso se lo van a llevar quien sabe donde para que yo vaya y lo reclame y entonces él se

devuelve con los ojos aguados y tenemos que conseguir quien nos preste para los buses.

A pesar de su difícil situación no le exige al papá de sus hijos que le colabore porque según

ella él ya tiene nuevas obligaciones y recuerda que muchas amigas le han aconsejado

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demandarlo para obligarlo a cumplir con sus obligaciones pero ella dice que si no lo hizo

después de que se separaron, menos lo va a hacer ahora.

Además así lo demande no tiene forma de colaborar porque en este momento también está

si empleo. Otro de los soportes económicos que le aligeran la carga a Sabina, es su

compañero sentimental con quien lleva más de cuatro años. Él les colabora con el pago del

arriendo y ella asegura que se entiende bien con sus hijos y los respeta.

Entrevista a Daniel Flórez

Ayudante del Mexican Circus

1. ¿Háblame del viaje a Villavicencio que hiciste con tu tío?

Mi tío me dijo que me iba a llevar a trabajar supuestamente a un circo, pero me llevo a

trabajar de mimo, me tocaba ayudarle a él y a la mujer. La verdad es que paseo no fue,

todos los días me tocaba trabajar de lunes a domingo comenzaba a las nueve y por ahí hasta

las ocho de la noche.

2. ¿Por qué te saliste del Mexican Circus?

Mi tío se salió del circo y John Freddy se puso bravo porque supuestamente se le habían

perdido algunas cosas y nos echaron la culpa de eso, entonces me tocó irme con él.

3. ¿Cómo aprendiste a actuar como mimo?

Mi tío me pintaba y me tocaba arremedar a la gente, era como un desvare, por decirlo así,

porque mientras él estaba sacando las cosas, los volantes y los afiches de un supuesto

espectáculo, yo trabajaba para hacer lo de la comida de los tres (Daniel, su tío y la esposa) y

cuando llegaba por la noche ellos me decían que estaban montando el circo, pero mentiras.

Mi tío con la excusa de los volantes, se la pasaba era echado en la cama, yo trabajaba para

mantenerlo a él, para pagarle el hotel, la comida, todo, yo me cansé porque no teníamos ni

siquiera un sticker de caritas felices para trabajar.

120

4. ¿Cuánto dinero te hacías diario?

Depende de cómo estuviera el día, cuando me iba bien me hacia veinte o treinta mil pesos,

sobre todo cuando trabajaba en el semáforo.

5. ¿Qué parte de esa plata le entregabas a tu tío?

Yo le daba casi todo, porque él a veces me decía: “Présteme para el hotel”, entonces eran

quince mil pesos que me tocaba sacar, de comida eran nueve mil, por la comida de los tres

que a mí me tocaba pagar, y era de préstamo en préstamo y así se me iba la plata y,

después no me devolvió nada.

6. ¿Cómo hiciste para regresar a Bogotá?

Él me decía, consígase plata usted solo si se quiere devolver a Bogotá y una vez me

amenazó con llevarme al bienestar familiar por tantas ganas que yo tenía de irme.

7. ¿Qué has hecho desde que llegaste a Bogotá?

Al comienzo nada, después ya comencé por allá…. -Mira a la mamá y se queda callado- es

que donde yo trabajaba antes en la papa tienen mucho chino, porque él -el dueño del

depósito de papa- consigue solo chinos -menores de edad-. Entonces por eso todavía no he

conseguido trabajo.

8. ¿Cuando tienes trabajo, que haces en tu tiempo libre?

A veces le ayudo con el oficio a mi mamá y me acuesto a ver televisión y si consigo plata

por ahí 400 pesos, me voy a echar internet y si tengo 500 –pesos- me voy a echar Xbox.

9. ¿Tienes alguna amiga en especial?

Antes era Lisette, pero ahora no, porque se volvió como toda creída.

10. ¿Te gusta Bogotá, que partes conoces?

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Lo que más me gusta es el centro, es muy chévere yo me lo conozco bien y lo que más me

gusta es el comercio. Del sur me gusta Paraíso, Alfonso López, casi todo lo que recorrí con

el circo. Yo por acá no me pierdo y puedo salir solo y me defiendo bien por TransMilenio.

11. ¿Qué significan para ti las siguientes palabras?

Amor: um…. No sé. ¿Qué es lo primero que se te ocurre o en quién piensas? Cómo en

amigos de allá, la verdad no sé.

Trabajo: Trabajo significa ser alguien en la vida, tener trabajo para ayudarle a mi mamá.

Pero ahora como están las cosas estoy buscando trabajo por allá arriba pero no me sale para

ayudarle a mi mamá y eso.

12. ¿Qué estilo de ropa te gusta?

La ropa Hopper porque es ancha y también porque me gusta el rap, en lucero, cuando

vivíamos allá hace dos años, ensayaba break dance y una vez hicimos una presentación con

un amigo.

13. ¿De toda la gente que conoces hay alguien que es tu modelo a seguir?

No, no tengo.

14. ¿De los trabajos que has tenido cuál es el que más te ha gustado?

El del circo, por los saltos, por los saltos que hacía mi tío. Él me alcanzó a enseñar cuando

estábamos en el circo y yo creo que ya salto igual que mi tío.

15. ¿Te gustaría volver al circo?

No sé, de pronto.

16. ¿O tal vez con un jefe que no sea tan gruñón?

Yo como no le ponía cuidado a lo que me decía John Freddy.

122

17. ¿Dejaste algún amigo en el circo?

Carlos, el hijo de John Freddy, el que hace el número de las telas rusas en el circo, tiene

como 17 años.

18. ¿Cómo empezaste a trabajar en el circo?

Mi hermano ya trabajaba allá, y empecé ayudándole a pasar los instrumentos a los artistas.

Después, cuando se fueron los del proyector, John Freddy me dijo que lo intentara a ver

qué tal me iba, y eso me gustó más o menos.

19. ¿Cuáles son tus sueños?

La verdad, mi sueño es casi igual que mi tío, tener mis cosas, mi casa. Tener bien a mi

mamá y tener un buen trabajo.

20. ¿En qué te gustaría trabajar?

Con lo de una empresa, ser como un empresario o algo así.

21. ¿Quién es tu mejor amigo?

Mi mejor amigo es Alex, nosotros le decimos flaco, hace 3 años lo conozco, desde que

llegamos a este barrio. Él está estudiando y yo voy a la casa de él y salimos a montar cicla

hasta bien tarde, es chévere el chino.

22. ¿Cómo es un día normal para ti desde que te despiertas hasta que te acuestas?

Ahora que no tengo trabajo, me levanto y me acuesto a ver televisión, me levanto a las diez

de la mañana, me lavo la boca, se va mi hermana, hacemos desayuno y también el

almuerzo, yo ya sé preparar arroz y otras cositas por ahí.

23. Háblame de tu papá.

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Él es maestro de obra, trabaja con contratistas, ahora está trabajando con el hermano. Él

casi no nos ayuda, a veces nos lleva a almorzar y nos compra zapatos pero no más.

24. ¿A ti te anima el colegio o te da pereza?

-La mamá interrumpe-, “él solo va a jugar a él no le gusta estudiar.

25. ¿Qué es lo que no te gusta?

Ser nuevo.

26. ¿Cuál era tu materia preferida?

Ciencias.

Ficha de análisis de Daniel Flórez

Nombre: Daniel Flórez

Ciudad de Origen: Bogotá

Edad: 14 años

Aspectos de análisis

I. Trabajo:

La primera experiencia laboral de Daniel fue a los 13 años en una pequeña plaza de

mercado, más concretamente en un puesto de papa. Allí, Daniel se encargaba de distribuir

bultos con el tubérculo en las diferentes tiendas del barrio con la ayuda de una zorra que él

mismo manejaba. Por cada bulto, Daniel recibía 600 pesos, y en total alcanzaba a recoger

entre 8.000 y 10.000 pesos diarios. Lograba esta última suma cuando recibía propina de los

dueños de los asaderos.

Más adelante, entró a hacer parte del “Mexican Circus” un pequeño circo que transita por

diferentes zonas del sur la ciudad y al que entró gracias a Rodolfo Flórez, un tío materno

que comenzó a trabajar desde los 11 años en diferentes circos del país. Su vida laboral, a

124

diferencia de Daniel, comenzó cuando se escapó de la finca de sus tíos y empezó a ganarse

el sustento haciendo diferentes oficios en estas carpas itinerantes. Con los años fue ganando

experiencia y se fue convirtiendo en parte del show, con sus presentaciones como trapacista

y saltimbanqui.

Desde hace siete años, después de estar varios años recorriendo el país sin dar noticia

alguna, Rodolfo se reencontró con su familia. Mantuvo su trabajo como artista de circo, y

poco a poco fue motivando a sus familiares para que se integraran en esta actividad. El

primero que se dejó contagiar por este trabajo fue su papá, con quien trabajó como mimo en

las calles de la ciudad durante un año. En un álbum hay una foto que recuerda esta época,

en la cual aparece Rodolfo, su papá y un niño de diez años, que pronto sería reemplazado

por dos de los cuatro hijos de su hermana María Sabina.

Jason, el hijo mayor de María Sabina, fue el primero de los dos hermanos que se unió a

Rodolfo para hacer diferentes oficios dentro de los circos. Se convirtieron en unos errantes,

recorriendo varios pueblos del país. A medida que se alejaban de la ciudad, Rodolfo

comenzó a controlar el dinero que ganaba su sobrino. María Sabina se enteraba de la

situación de su hijo por las quejas que este le daba cuando lograba tener algunas monedas

para llamarla.

Después de varios meses, Jason logró volver a su casa gracias al dinero que su mamá le

envió para que tomara el tiquete de regreso. María Sabina lo vio llegar con el rostro

demacrado, su figura más delgada y la ropa desgastada. Era evidente que su hijo había sido

explotado laboralmente por su tío.

Años después, lo que había vivido John Freddy con Rodolfo se repetiría en Daniel, quien

hasta hace poco dejó de trabajar con su tío después de darse cuenta de los abusos que su

hermano también había vivido.

125

Daniel comienza a trabajar

En febrero de 2009, Rodolfo convenció a Daniel de trabajar junto a él en el Mexican

Circus, que debe su nombre a un conocido circo mexicano que, a diferencia de su copia

colombiana, viaja por varios países de Norte América. En el caso colombiano, John Jairo,

dueño y voz del establecimiento, logró viajar por varios barrios del sur de la ciudad, entre

ellos, la Marichuela, Alfonso López, Bochica, entre otros.

En febrero de 2009, Rodolfo convenció a Daniel de trabajar junto a él en el Mexican

Circus, que debe su nombre a un conocido circo mexicano que, a diferencia de su copia

colombiana, en lugar de moverse alrededor de una ciudad, viaja por varios países de Norte

América.

Daniel fue contratado para manejar el proyector de luz con el que iluminaría a los artistas

del circo. Además de esto, hizo las veces de todero, cumpliendo con los mandados que le

encomendaba su jefe, aseando el circo, vendiendo comida y juguetes durante los recesos y

la más curiosa: disfrazándose de Barney o toro de feria que, para los más pequeños, parecía

ser un animal real.

Daniel repetía todas estas actividades los fines de semana, incluyendo los festivos. A

cambio recibía un promedio de veinte mil pesos por los tres o cuatro días que tenía que

trabajar, todo depende de lo ingresos del circo, que no siempre eran estables. Por ejemplo,

en el barrio Alfonso López, donde conocimos a Daniel, la entrada costaba tres mil pesos el

primer fin de semana. Pero dada la escasa afluencia de público, se vieron obligados a seguir

bajando el precio de la boletería hasta que terminaron cobrando la entrada a mil pesos.

La estrategia del circo para compensar los reducidos ingresos era vender una variada oferta

de juguetes y comestibles que daban a conocer al público antes de que empezara la función

y durante el receso de cada espectáculo. Aunque era evidente el éxito de los productos que

ofrecían, el sueldo de Daniel nunca aumentaba y, por el contrario, cada vez era menor.

126

Un día en el Mexican Circus

El sábado catorce de marzo llegamos al circo que para ese momento estaba ubicado en el

barrio Alfonso López, en donde no hay que pedir permiso para entrar, como en otros

sectores cercanos controlados por pandillas y grupos armados.

Ese día íbamos para entrar a la función de las 3:30 p.m. El sol cubría todo el barrio, sin

embargo, ruanas y bufandas cubrían a la mayoría de los transeúntes, a pesar de estar

acostumbrados a vivir en un sector frío alejado de esa otra Bogotá calurosa y colmada de

transeúntes.

Minutos antes de la función, ya se podía ver niños atravesando la quebrada de Yomasa que

separa el circo de los barrios que quedan sobre la loma. Había un camino más seguro para

llegar al circo, sin embargo, los pequeños preferían correr el riesgo de golpearse con alguna

piedra, que llegar al parque por el mismo recorrido de siempre.

Una vecina del sector nos contó que en temporadas de invierno, esa quebrada que ahora

está llena de escombros y basura, se rebosa hasta el punto de inundar el potrero donde está

el circo y las casas que están a su alrededor.

Cuando por fin lograron atravesar la quebrada, el grupo de niños se encontró con una carpa

gigante adornada con telas de colores azul, blanco y rojo y unos doscientos bombillos que

rodeaban el circo y se mantenían alumbrados aunque fuera de día/ aún siendo de día.

Después de haber dejado atrás la quebrada con su pestilente olor, una familia de payasos

pintados sobre la fachada, le daban la bienvenida a este grupo de niños, con sus exageradas

y descoloridas sonrisas.

Pero el panorama cambió con el aviso escrito en letras grandes y coloridas que anunciaba:

„Por primera y única vez, el mejor evento familiar‟. Y remataba con la imagen de un toro

que miraba desafiante a un torero flaco y desgarbado.

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La entrada del circo, cubierta con una especie de tapete rojo por donde entrarían los

espectadores, estaba siendo cuidadosamente acomodada y limpiada por un pequeño niño

que parecía no superar los trece años. Nos llamó la atención su extremada delgadez y

porque para la edad que aparentaba tener habría sido más común verlo comprando boletas

para la próxima función que como empleado del circo.

Antes de comenzar la función, un arlequín de mejillas rosadas y el cabello pintado de

amarillo en las puntas, se nos acerco para decirnos que ya podíamos hablar con su jefe. Se

trataba de Edwin Cuervo, quién nos ayudó a contactar a Daniel.

Edwin nos advirtió que John Freddy, su jefe, era extremadamente malgeniado. Por eso,

para lograr una entrevista nos hicimos pasar por unas primas lejanas interesadas en conocer

a un menor del circo para un trabajo del colegio.

Desde el comienzo, John Freddy fue muy enfático al decirnos que no le gustaba la idea de

que hiciéramos el trabajo en el circo, ya que ha tenido problemas con la Secretaría de

Gobierno y la Alcaldía que no deja que trabajen menores de edad. A pesar de esto, sus hijos

de once y quince años hacen parte del show, pero no como un trabajo obligado, pues, según

su padre, es lo que ellos van a heredar cuando él ya no pueda trabajar y así lograr mantener

la tradición que comenzó su padre y que siguieron sus hijos y nietos.

Después de darnos cuenta de que la persona que más se ajustaba a nuestro perfil de

investigación era Daniel, el utilero, hablamos con John Jairo para consultar con él la

posibilidad de hacer el trabajo con Daniel. Pero su respuesta fue radical: “él no tiene nada

que ver con nosotros”. Fue tan amenazante su rotundo no, que preferimos no volver a

conversar con él, pues logró intimidarnos.

Para ese momento, madres embarazadas, familias enteras y grupos de jóvenes esperaban

impacientes a que el circo abriera sus puertas. Algunos compraban crispetas con Coca-cola;

los más pequeños daban brincos sobre el pasto y las mamás se paraban en puntas para

intentar ver qué pasaba con el espectáculo.

128

Adentro, el panorama no mejoraba. John Jairo, que segundos antes se había dirigido al

público de manera amable y juguetona para anunciarles que faltaba poco para que

empezara el espectáculo, acababa de estallar de ira porque faltaban varios detalles para que

empezara la función.

El sonido no estaba listo y lo que era peor, su hijo, el acróbata de las telas rusas había

dejado de ensayar por jugar fútbol con sus nuevos amigos del barrio. Después de muchos

llamados, por fin llegó y el regaño no se hizo esperar: „Guevón de mierda, por qué no

ensayó, es que cree que esta mierda se arregla sola, que le he dicho, vaya y se cambia que

no lo quiero ver”.

Como si fuera poco, surgió otro inconveniente. Esta vez se trataba de Daniel, que le dijo a

John Jairo que había un corto en el proyector. El regaño no se hizo esperar: “¡Qué qué

huele a quemado, diga a ver hermano! ¡Por eso es que le digo que lo tiene que mover así y

no así hermano!” Daniel se mostró sumiso, y atendió las explicaciones de su enfurecido

jefe. Esto no afectó el comportamiento de Daniel, al contrario, aceptó más adelante que las

malas palabras de su jefe no lo afectaban emocionalmente.

Cuando por fin abrieron las puertas del circo, los encargados de la organización del

espectáculo no estaban coordinados y la gente se empezó a sentar en las graderías de

manera desordenada. Este hecho volvió a desatar la ira de John, quien en varias

oportunidades salió a advertirles de manera tosca y agresiva a los asistentes que si no se

acomodan bien, tendría que suspender el espectáculo.

Después de diez minutos y a regañadientes, todo el público logró acomodarse sobre las

delgadas y altas tablas de madera, que además de ser incómodas eran peligrosas para

aglomeraciones de este tipo. Ese día el circo estaba sin una silla vacía/tenía lleno total y con

las luces apagadas, la parte superior de la carpa parecía ser un cielo lleno de estrellas.

Entre tanto, los empleados más pequeños del circo, incluyendo a los hijos y sobrinos de

John Jairo, pasaban de gradería en gradería vendiendo palomitas de maíz y manzanas

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acarameladas. Daniel no ofrecía los productos, solo pasaba y mostraba de manera tímida el

producto para que lo compraran.

“Que el gran arquitecto del universo descienda sobre sus corazones‟, fue el saludo de

bienvenida de John, el mismo que minutos antes trató mal a su hijo y se dirigió a los

espectadores en tono desafiante. Y remató con voz melodiosa y juguetona: “Sin más

preámbulos, bienvenidos al Mexican Circus”.

En seguida todo quedó oscuro y lentamente se empezó a vislumbrar una farola amarilla y

música gitana que le daban un aura de misterio al espectáculo que se acercaba. La gente

empezó a aplaudir mientras salía al escenario „Spiderman, el acróbata de las alturas‟.

Con su disfraz lleno de telarañas pegado al cuerpo empezó a dar vueltas sobre el trapecio,

haciendo creer que se iba a caer de manera accidental, pero justo cuando el público se

queda inmóvil pensando en lo peor, el „acróbata de las alturas‟ quedó colgando de los pies,

despertando la emoción del público que lo aplaudía.

Los comentarios no se hicieron esperar: „Buena perro‟, „Qué bacano‟, „Uy severo‟, gritaba

la gente mientras el personaje se balanceaba como si estuviera saltando de edificio en

edificio. Mientras tanto, abajo en las graderías, alguien miraba el show con asombrosa

quietud, se trata de Daniel que no le quita la mirada a los movimientos de Spiderman/

Daniel observaba con atención los movimientos de Spiderman en las alturas.

Apenas el hombre araña bajó del trapecio, Daniel corrió apresurado a iluminarlo con su

foco, el cual manejaba como si fuera el timón de un barco. Acto seguido hizo un giro de

ciento ochenta grados para iluminar el final del espectáculo. Se detuvo en el centro del

escenario para darle la bienvenida al siguiente show: „Yolima, la dama mágica de

América‟.

Tenía un traje plateado, su rostro estaba iluminado por la escarcha dorada que tenía

adherida a la piel. A medida que avanzaba hacia el centro del escenario complementaba sus

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divertidos trucos de magia con movimientos glamurosos que invitaban a más aplausos y

nuevamente se escuchaba a lo lejos: „Buena china‟, „Bacana la verrionda‟.

Entre tanto Jason, un pequeño regordete que también trabajaba en el circo, compartía un

paquete de palomitas de maíz con Daniel, mientras concretaban el recorrido para vender los

comestibles y se repartían las manzanas acarameladas que tenían que vender durante el

receso.

Para ese momento el circo se convirtió en un mercado: utileros, trapecistas y payasos se

dispersaron por todas las graderías del circo para ofrecer espadas intergalácticas, pipas

mágicas y réplicas de Barney. A Daniel le dieron unas pequeñas varitas de neón, que

miraba con atención mientras las ofrecía de manera tímida y silenciosa.

“Tres mil pesos” era lo único que decía cuando le preguntaban por el precio de los juguetes,

que logró vender en muy poco tiempo. De varias partes del circo lo llamaban para

ofrecerlas y fue hábil a la hora de recibir el dinero y entregar las vueltas.

Después del receso, nuevamente apagaron las luces. Daniel retomó su lugar junto al

proyector de luz, detrás del escenario, John Jairo reprodujo música de suspenso que

alternaba con notas más divertidas para poder ambientar la salida de dos coloridos

personajes que saludaban al público diciendo: „Buenas tardes mi estimadísimo público de

1.000 pesos‟. Eran dos payasos que se empujaban entre ellos; bailaban, brincaban y se

caían por accidente, mientras los pequeños estallaban en carcajadas.

“Que viva España, que viva Pamplona, que viva su hermana la barrigona”, recitaban los

payasos y para terminar cerraban con una selecta lista de los santos más destacados: “Oiga

Rosquitar ¿Usted sabe cuál es el santo que no deja dormir? No Pecuequita, dígame cuál es

ese santo… pues san…cudo! Bueno Pecuequita a que no me adivina quién es el santo de la

comida… dígame usted rosquitar… pues San…dwich. Jajaja”.

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Después de ese espectáculo, Daniel hacía maniobras con el proyector para iluminar al

público que aplaudía con expectativa, la llegada de los saltimbanquis anunciados por John

Jairo como los locos acrobáticos.

El trío de bufones hacía giros como si fueran uno solo, luego se desenredaban y empezaban

a saltar juguetonamente. Uno de los tres era el que siempre se caía, el torpe del grupo, pero,

había otro que se destacaba por su facilidad para bailar y animar al público; aplaudía

mientras se balanceaba por los alrededores del escenario y luego hizo una pausa para

molestar a Daniel, su sobrino, le sacudió la cabeza y luego abandonó el escenario.

Las luces se apagaron nuevamente/ Mientras sonaba de fondo la banda sonora de Titanic/ al

tiempo que empezaba a sonar de fondo la banda sonora de Titanic. John Jairo decía con

acento de payaso: „La recreación es parte de la vida sana y Mexican Circus se la brinda‟. En

ese momento salió Brigitte, una joven de figura moldeada que tenía puesta una trusa blanca

adornada con brillantes.

/Aquella silueta, la cual ascendía sentada en un aro antes de que Daniel la iluminara, era la

sobrina de John Jairo. Se fue acomodando delicadamente y al estar ubicada a quince metros

de altura, comenzó a jugar con sus brazos y sus pies, alrededor del aro escarchado. Ya no

era un juego de payasos, no había risas o chiflidos. El público atendía, sin dejar de mirar el

foco de luz, a aquella mujer que por momentos asustaba al público con movimientos que

parecían en falso, pero bien pensados.

Se acomodaba delicadamente sobre un aro a medida que era elevada a quince metros de

altura y empezaba a moverse alrededor del aro como si fuera una bailarina profesional.

Brigitte movía sus brazos con delicada armonía al tiempo que hacía peligrosas acrobacias

suspendida en el aire. El público no le quitaba la mirada de encima, la contemplaba con la

minuciosidad de sus movimientos.

Al final, John Jairo despidió el show cantando rancheras en un espectáculo que según él,

viene directamente del Canal TV Azteca. Entonó a todo pulmón los éxitos más recientes de

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Vicente y Alejandro Fernández, mientras exhibía un grupo de ponys flacos y desgarbados

que él paseaba por el escenario como si fueran su mejor muestra equina.

Después de haber visto el espectáculo, se puede confirmar con facilidad que el show de dos

horas que ofrece el Mexican Circus es una copia de un circo que por tradición ha visitado

varias localidades de la ciudad, el Circo Hermanos Gasca, un negocio familiar que nació en

México y se caracteriza por ser pomposo y seductor a los ojos de niños y adultos. Cañones

gigantes, elefantes en dos patas y perros saltarines son algunas de las atracciones.

Por eso, una de las diferencias más evidentes de este reconocido circo mexicano con el de

John Jairo, es que este último es de bajo presupuesto. Por ejemplo, su traje de mariachi no

es tan luminoso y sus caballos no alcanzan a ser bestias europeas de paso fino, como los de

Raúl Gasca, quien además, tiene la posibilidad de vender su voz en CD con las mejores

canciones de los reyes de la ranchera mexicana.

Dos horas antes de la media noche, luego de haber recogido parte del desorden que dejó la

jornada, Daniel salió de la carpa. Su ropa de trabajo la cambió por unos jeans y un buzo

negro delgado. Sus tenis eran los que usa para jugar fútbol, pues estaban un poco rotos y

sucios. Fuimos bajando la loma para tomar en alimentador junto a Jeimy, la enfermera del

lugar. Ella es la compañera de viaje de Daniel cuando la soledad de la noche puede en

riesgo su seguridad.

Pero, por lo general viaja solo y no le queda difícil, lleva muchos años desplazándose por

varios sectores de la ciudad y dice que ya sabe defenderse. Lo que sí le preocupa es

conseguir el dinero para desplazarse porque con lo que le pagan solo le alcanza para los

gastos de su casa.

La única alternativa de Daniel es colarse en TransMilenio pero como ya lo tienen fichado,

todo es cuestión de suerte. Por eso, en ocasiones su delgada silueta pasa inadvertida en los

pequeños espacios por los que se puede colar, pero en otras tantas, tiene que devolverse a

su casa “con los ojos aguados” como nos cuenta su mamá.

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II. Conducta en el trabajo:

En el circo, Daniel cumple con sus labores de manera tímida y silenciosa. Mientras está

todo listo para que la gente entre, se pasea de un lado para otro mirando qué puede faltar al

tiempo que tararea las canciones que John Jairo va alternando en el DVD.

En medio de cada presentación, cuando no tiene nada que hacer, se sienta en las graderías

que están desocupadas y mira concentrado cada espectáculo. No muestra ningún tipo de

emoción, tal vez porque ya ha visto tantas veces el mismo espectáculo que se lo sabe de

memoria y no le causa ninguna sorpresa.

Las dos personas con las que tiene más empatía son su tío y Camilo, unos de los hijos de

John Jairo encargado del show de las telas rusas. Daniel habla con ellos de vez en cuando,

pero la mayor parte del tiempo permanece solo haciendo su trabajo.

III. Aspecto físico:

Daniel mide aproximadamente 1.50 centímetros; tiene piel morena y una figura flaca y

desgarbada. Es evidente que para sus catorce años tiene problemas de peso y estatura. Su

cabello es negro, pero está iluminado por un mechón rubio de agua oxigenada en la parte de

adelante.

En ocasiones deja al descubierto una tímida sonrisa que permite ver unos pequeños dientes

blancos y torcidos. En la mano izquierda tiene una L tatuada, se trata de la inicial de Lizet,

su última novia con la que duro un mes y terminó porque se fue a la casa de su tío Rodolfo

en el barrio Alfonso López y durante esos ocho días nunca la llamó.

Su uniforme de trabajo es un pantalón rojo y una camisa amarilla que dice: “eventos

empresariales, alquiler de carpas 317-4744717” ese aviso es el que le dan a él y a el resto

de utileros del circo, como si quisieran dar a entender que estas personas no pertenecen al

circo. Su ropa es sencilla, pero no se ve ni rota ni sucia. Lo hemos visto con jean y

Converse ya gastados, una camiseta azul oscura y chaqueta de sudadera naranja.

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IV. Personal:

Según su mamá, Daniel trabaja desde hace dos años por voluntad propia; nadie lo obligó,

pero es evidente que en este momento el dinero de Daniel y el de su hermana mayor son la

única fuente de ingresos de la familia Flórez.

Al parecer gran parte del dinero que recibe Daniel se lo entrega a su mamá para los gastos

de la casa, pero Daniel guarda un pequeño porcentaje para él a escondidas de su mamá.

Suponemos eso porque la suma que, según ella, Daniel había ganado el fin de semana

pasado, era inferior a los treinta y siete mil pesos de los que nos habló él en días pasados.

Como Daniel no estudia, se puede levantar a cualquier hora, por eso varios días a la semana

duerme hasta el medio día. Le gusta ver televisión cuando se despierta y como tienen

parabólica, aprovecha para ver sus canales favoritos: Nickelodeon y Cartoon Network.

Después de levantarse hace aseo en su cuarto y le ayuda a su mama con los quehaceres de

la casa.

Daniel nos contó que le gusta jugar fútbol pintar con vinilos y montar en bicicleta. Pero

últimamente no la ha podido usar porque tiene dañado el manubrio y le cuesta mucho el

arreglo. Antes de que se dañara se la pasaba montando por todo el barrio “Uy, yo era bueno

pa‟ montar rápido”, dice Daniel.

Después de saber qué tipo de planes le gustan a Daniel fuimos a su casa a compartir un día

con él y su familia y le llevamos cartulinas, lápices y témperas para que hiciera el dibujo

que él quisiera. Como en su casa no hay un comedor o un escritorio su mamá, le extendió la

mesa de planchar como una improvisada mesa de estudio.

Teniendo en cuenta que tardó mucho tiempo en optar por alguna opción, le propusimos

dibujar el escudo de su equipo preferido, Millonarios. A Daniel le gusto la idea, pero

cuando empezó a hacer los primeros trazos de papel sobre la cartulina se mostró un poco

desilusionado.

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Después optó por dibujar un circo, y desde el comienzo estaba más animado de hacer este

dibujo. Trazaba pequeñas líneas diagonales y las corregía minuciosamente, no importaba si

tenía que borrarlas. Tardó más de media hora dibujando su pequeño circo a lápiz.

Todo el tiempo trabajó de pie y con su espalda formando un arco para estar más pegado al

dibujo. Su hermana empezó a hacer sus tareas del colegio sentada en uno de los muebles de

la sala, y al igual que su hermano menor, se agachaba tanto como podía para mirar muy de

cerca sus actividades escolares.

Poco a poco el pequeño e insípido dibujo de Daniel fue tomando forma y vida gracias a los

colores que con destreza aplicó sobre la cartulina. Al terminar el dibujo, nos dimos cuenta

de que su dibujo era una réplica del circo en el que trabajaba, porque retrató con habilidad

detalles como los bombillos, las figuras de los payasos convertidas en canecas y la entrada

de su lugar de trabajo.

Solo había una pequeña pero importante diferencia que separaba el circo real del dibujo que

Daniel había tardado tanto tiempo en hacer: Este último tenía en la parte inferior un

colorido aviso que decía “Circo Hermanos Flórez”, y no era cualquier circo, era el de su

familia …. „Circo Hermanos Flórez‟ era la mención que Daniel hacía en la parte inferior del

circo dedicado a su familia.

Daniel se quedó terminando su dibujo mientras preparábamos el almuerzo junto a María

Sabina. La pequeña sala ubicada al lado de la cama de María Sabina sirvió de comedor a la

hora de comer. Pasta con jamón y queso fue el menú del día…El menú del día fue pasta

con jamón y queso. “Cuando hay plata comemos huevo con arroz”, nos contó Daniel horas

antes cuando hicimos un recorrido por las tiendas de su barrio en la búsqueda de los

ingredientes del almuerzo.

Cuando le servimos la comida, se sentó en la cama de su mamá, sostuvo el plato con la

mano manteniendo la posición encorvada que lo caracteriza. Encendió el televisor para

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buscar dibujos animados, pero apenas los encontró su mamá lo apagó porque, según ella,

“se concentra tanto viendo televisión que no come”.

Después del almuerzo, empezamos a tomar una serie de fotos para tener un registro visual

de la visita. Comenzamos con los detalles de la casa y al final les tomamos fotos a Daniel y

su familia.

Durante ese lapso de tiempo percibimos una actitud diferente en Daniel. Había dejado de

ser el empleado tímido y serio que desarrolla sus deberes en el circo de manera solitaria y

silenciosa, para convertirse en el niño consentido de su mamá. Estaba sentado al lado de

ella, la abrazo varias veces, jugueteaban juntos, se escondía de nosotras detrás de su

espalda. En ese momento Daniel era otro; su sonrisa dejaba ver la alegría que le produce

estar cerca de su familia y sentirse protegido por su mamá.

V. Familia

Daniel vive con María Sabina, su mamá. Ella tiene treinta y tres años y se llama así porque

le heredó el nombre a su mamá. Es de contextura gruesa y tiene una abundante cabellera

ensortijada. Por su aspecto físico en general, revela una mayor… más edad de la que dice

tener.

También vive con sus dos hermanas, Mayerly que tiene doce años y Jazmín Lorena de

dieciocho, quién a su vez…la cual tiene una bebé de un año de nacida. La foto de esta

pequeña fue lo primero que Daniel sacó de su billetera cuando le preguntamos por su

familia.

El papá de Daniel se separó de María Sabina hace más de cuatro años. Vive en el barrio

Danubio Azul en compañía de Jeison, el primer hijo varón de la familia Flórez, además

tiene una nueva compañera sentimental y dos hijos más. No frecuenta a sus otros hijos y,

según sabina, tampoco se preocupa por estar enterado de lo que pasa con sus vidas.

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Mientras Daniel estaba pintando el circo en la sala de su casa, una de nosotras se fue con su

mamá a preparar el almuerzo. Esta actividad nos permitió conocer muchos detalles sobre la

familia de Daniel que él mismo tal vez no nos habría contado.

Lo primero que manifestó con angustia es que está desesperada porque lleva tres meses

desempleada, y comentó que hasta ha pensado en el suicidio en medio de la ansiedad que le

causa saber que no tiene una fuente de ingresos. “Muchas veces no tenemos ni para comer

y por lo general el almuerzo es arroz, papa y huevo”.

A pesar de su difícil situación, no le exige al papá de sus hijos que le colabore porque,

según ella, “él ya tiene nuevas obligaciones” y recuerda que muchas amigas le han

aconsejado demandarlo para obligarlo a cumplir con sus deberes, pero ella dice que si no lo

hizo recién que se separaron, menos lo va a hacer ahora.

Además, así lo demande no tiene forma de colaborar porque en este momento también está

sin empleo. Otro de los soportes económicos que le aligeran la carga a Sabina, es su

compañero sentimental con quien lleva más de cuatro años. Él les colabora con el pago del

arriendo y ella asegura que se entiende bien con sus hijos y los respeta.

También nos cuenta que su hijo mayor fue el primero que empezó a trabajar en circos con

su hermano. Comenta que viajaron a varias partes del país, y alcanzaron a llegar hasta

Cartagena. Este fue el último destino junto a su tío, porque él le estaba robando las

ganancias y ella tuvo que girarle a Daniel el dinero de regreso. Dice con tristeza que lo vio

llegar flaco y mal vestido y que estuvo a punto de demandar a su hermano por haber

cometido ese abuso.

Frente a este panorama se puede entender que, aunque nadie obligó a Daniel a trabajar, la

necesidad sí lo llevó a buscar una fuente de ingresos. Y gracias a ese dinero, además del

que gana su hermana, esta familia de cinco personas, que ha sido víctima del desempleo y

la explotación laboral, se puede sostener aunque sea de manera precaria.

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VI. Vivienda:

El paraíso de Jerusalén

Para llegar a su casa, ubicada en el sector de Jerusalén, es necesario tomar un alimentador

que nos conduce al barrio El Paraíso en un trayecto que dura quince minutos. Las calles del

barrio son empinadas y angostas; la limpieza y el buen estado de los andenes permiten que

el barrio refleje un buen aspecto.

Las casas de diferentes tamaños, formas, colores y el sol de esa mañana le dieron un

ambiente festivo a la jornada; el aire estaba fresco y era mayor el flujo de bicicletas que de

automóviles, creando una atmósfera tranquila en el pequeño paraíso que representaba el

barrio de Daniel.

A medida que nos íbamos acercando a su casa, fuimos sintiendo cómo la falta de aire hacía

que nuestros pasos fueran más lentos que de costumbre, mientras que Daniel subía las

montañas de cemento con la agilidad de un felino.

Por fin, luego de un recorrido de una hora desde la avenida Caracas con calle cuarenta y

cinco, llegamos a una casa de dos pisos pintada de un amarillo intenso. La entrada es una

puerta blanca, adornada por la mitad con rejas redondeadas y un vidrio que nos permitía ver

por encima el apartamento que Daniel y su familia tienen en arriendo.

Al entrar…De entrada, lo primero con lo que nos encontramos fue con la habitación de

María Sabina en la que está su cama cubierta con un cubre lecho rosado y un juego de sala

azul en pana que está en muy buen estado. También tiene un mueble grande donde está el

televisor. La decoración es sencilla, con credenciales de cumpleaños y del día de la madre

colgados en la pared, un gorro de caza, además, en el mueble de la sala están las fotos de

los hijos de María Sabina y de ella.

Enseguida, al lado derecho del largo pasillo que conecta todo el apartamento hay dos

habitaciones cerradas que pertenecen a otra inquilina. La mamá de Daniel nos dice que ahí

vive una señora que trabaja de noche y su pequeño hijo.

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Más adelante encontramos la habitación de Daniel y sus dos hermanas; tiene dos camas y

en una de ellas duerme él con su hermana de 11 años, y en la otra que es más amplia

duerme su hermana de 18 años con su bebé de un año. La habitación es grande, tiene un

armario, un televisor viejo y muchos peluches pequeños y desaliñados.

En seguida de este cuarto está la cocina, y más adelante hay un lavadero y una puerta que

da a un pequeño balcón. Desde allí se pueden ver los patios de las otras casas. Hay unas

escaleras empinadas que dan a la parte de debajo de la casa. Allí cuelgan la ropa y tienen

guardados chécheres y cosas viejas. Daniel guarda ahí su bicicleta y un saltarín que le

regalaron.

El piso de la casa está en cemento pero está pintado de rojo y eso le da cierta calidez a las

habitaciones. El apartamento en general se destaca por su orden y limpieza; la losa está

limpia, todo está en su lugar y no hay malos olores.

En este primer piso hay solamente un baño para toda la familia Flórez y la otra inquilina

que vive con ellos. No hay decoración en este lugar, fuera del piso y paredes en cemento y

una ducha un poco zafada de su lugar y cubierta por una media que hacía las veces de filtro

para las goteras.

VII. Educación:

En este momento Daniel no está estudiando; alcanzó a cursar hasta cuarto de primaria.

Durante esos últimos años de estudio su mamá empezó a notar que él era distraído y le

empezó a ir mal, por eso le hicieron unas pruebas y una sicóloga de la Universidad Católica

determinó que tenía un retraso de dos años.

María Sabina nos contó que el año pasado o antepasado lo había matriculado en el colegio

pero él no asistió. Debido a ese retraso –y a su edad-, es muy complicado que lo reciban

ahora para cursar quinto de primaria. Su hija menor es la única que está estudiando, pero

debido a su atraso por haber perdido varios años, actualmente se encuentra validando.

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Diario de campo de Fernando Ávila

Primer encuentro:

Lugar: Chatarrería ubicada en el barrio Patio Bonito

Fecha: sábado 4 de marzo de 2009

Hora: desde las dos hasta las cinco de la tarde.

Para llegar a la chatarrería caminamos desde la estación Patio Bonito de TransMilenio

hacia el sur alrededor de cinco cuadras por la Avenida Ciudad de Cali. En ese recorrido nos

dimos cuenta que este barrio se caracteriza por su contaminación atmosférica y auditiva,

debido al alto flujo de vehículos de todo tipo que transitan por esta avenida y en parte

también por el comercio que abunda en la zona. Aunque no vimos ninguna situación

concreta en la que la vida o la seguridad de alguna persona estuviera en peligro, sentimos

cierto grado de temor por la presencia de algunas personas, tal vez por su extraña cercanía,

tal vez por su ropa andrajosa y la mirada perdida y en varios casos por los rezagos del licor

en distraído caminar. El sol brillaba más que de costumbre, la tarde sería agradecida con

nuestra labor.

Después de estas cinco cuadras por el polvoriento sector de la avenida ciudad de Cali que

bordea Patio Bonito doblamos una cuadra a la izquierda y nos encontramos con Martín, un

cálido señor de 45 años, quién con su voz ronca y bigotes disimulados nos dio la

bienvenida. Nos llenó de preguntas y nos habló de su negocio, que según él se mueve solo,

sin inversión y no da pérdidas. Pero esta pequeña chatarrería no es tan solitaria como

parece, (en realidad el negocio no se mueve solo) a sus espaldas podíamos ver una figurita

morena y de contextura gruesa que luchaba con todas sus fuerzas para desdoblar las

oxidadas y viejas varillas. Apretaba con todas sus fuerzas varillas más pequeñas que él pero

más fuertes que sus brazos (desordenadas,).

Después de cinco minutos Martín nos dejó con Fernando y se devolvió a la cantina de

enseguida a departir con un viejo amigo al son de una vieja rocola y unas cuentas cervezas.

Por fin lo vimos de cerca, antes el sol no dejaba ver más que su sombra, nos dio un fuerte

apretón con sus manos forradas por unos guantes sucios y mojados.

141

Le compramos un Chocorramo y una Coca-cola para que hiciera una breve pausa, se sentó

a un lado y antes de tomar su refrigerio pasó sus brazos sobre el bigote y la frente para

limpiarse el sudor de su piel morena. A pesar de que queríamos saber mil detalles sobre su

corta pero maltratada existencia tuvimos que conformarnos con verlo comer combinando la

Coca-Cola con el Chocorramo.

Era caso perdido entablar una conversación pausada y tranquila, debido a que tres casas

más adelante el Gorrión de América, Albenis Yepes estaba reinaugurando el supermercado

con las rancheras que como dice el afiche pegado a la entrada del „súper‟, evocan „el

sentimiento popular‟ y en parte también porque con ruido o sin él era evidente que

Fernando tenía problemas de audición. El gorrión de América canta: suénele duro

muchachos, póngale duro a ese gallo, no necesito que llegue el mes de mayo, yo necesito

mostrarle mi amor todos los días

Por eso tuvimos que conformarnos con conocerlo a través de su trabajo y nos pusimos sus

guantes para desenredar la maraña de varillas por medio de una máquina vieja e

improvisada y nos dimos cuenta que a pesar de lo fácil que parecía la labor, era necesario

tener una fuerza magistral para poder dominar la dureza de estos metales oxidados que se

estaban convirtiendo en el sustento de este caqueteño de 17 años.

Una breve pausa en el desafinado concierto del animador ranchero nos permitió escuchar a

Fernando y sentir su acento provinciano, lleno de palabras sin ese y de frases incompletas,

así a las cuatro de la tarde en medio de un sol que parecía el de las mañanas de su Caquetá

y sentado sobre un viejo repuesto de carro nos contó que ama el ciclismo y que solo sueña

con ser el mejor de los mejores que no ve la hora de sobre salir para que sus familiares y

cómplices de carreras puedan admirar sus hazañas.

También nos habló de su viaje a Italia, que parecía más una fantasía acabada de fabricar en

un cuento en el que él era el ganador. Al final cerró el capítulo de su cuento y nos habló de

su pesadilla, pero no de una que tuvo mientras dormía en la casa del amigo que le da

posada. Esta era horrorosamente real y él la quería contar.

142

Así, sin muchos detalles y descubriendo las múltiples cicatrices que rodean su cuerpo nos

contó que tuvo que huir por el río Caquetá en un temerario intento por salvar su vida de las

manos homicidas de su padrastro quién por órdenes de su mamá intentaba quitarle la vida.

Su padre no se pudo salvar de las manos asesinas de su padrastro un guerrillero del frente

33 de la guerrilla que con el tiempo pasó de ser un peón de la finca de los Ávila al amante

de su madre y el asesino de su padre.

De esta manera Fernando se escapó para dejar atrás a sus dos hermanas quienes según él lo

despreciaban y lo maltrataban al igual que su madre, según él porque ella no quería tener

hijos varones. A pesar de los desaires de su madre y de sus hermanas a Fernando lo

reconfortaba el apoyo y la compañía de su padre con quién empezó a trabajar desde los

ocho años en las plantaciones de coca de su finca en el Caquetá.

Por cuenta de esos trabajos llegó a segundo de primaria, dice que no extraña el colegio y

que no le interesa volver porque ahora concentra todo su tiempo y esfuerzo en convertirse

en campeón de ciclismo, su vida entera, sus sueños y la ganas de vivir y ser feliz a pesar del

dolor que rodea su pasado se lo debe a este deporte.

Una de las experiencias más fuertes que vivió Fernando antes de dejar su tierra natal, fue

su ingreso obligado al frente de la guerrilla de las Farc que operaba en su municipio. De

tiempo en el permaneció en la guerrilla cuando apenas tenía doce años, recuerda haber

hecho una serie de pruebas físicas que tenía que superar como parte del entrenamiento que

le imponía el grupo insurgente. También recuerda los malos tratos de los que fue víctima

hasta que después de dos meses su papá pagó un dinero para que lo liberaran. “duraba 10

horas voleando pata de noche con fusil”… “allá me enseñaron a usar el fusil y la granada”

Mientras este joven de baja estatura y labios gruesos sujeta otra varilla y la mete en un

rústico anillo de acero para enderezarla deja ver en su brazo derecho una cicatriz de medio

centímetro de diámetro por culpa de un pito que lo picó cuando vivía en su finca en el

Cauca.

143

Mientras nos cuenta que estuvo entrenando en la liga de Bogotá hasta que entró a trabajar

en esta chatarrería, se acerca un sujeto con ropa sucia y raída que sujeta con su mano y

apoya obre su boca una bolsa con bóxer, su presencia logra intimidarnos, pero como

Fernando está a sus espaldas no lo ve, después de darnos cuenta que está sentado a la

entrada de la chatarrería muy cerca de nosotras, le decimos a Fernando que tenemos que

tener cuidado pero él no nos escucha, es evidente que tiene problemas de audición.

Transcripción textual de los apuntes de la libreta:

APARIENCIA

La estatura aproximada de Fernando es un metro con cincuenta centímetros.

Sus dientes son muy blancos y no usa medias.

Cuando uno está cerca de él puede percibir cierto aroma a campo.

Cuando le decimos que a él el sol no le debe preocupar por lo moreno que está dice

“yo estoy negro pero del mugre”

TRABAJO

“el único deportista que trabaja es yo”

Su primer día de trabajo, laboró durante seis horas y le pagaron dos mil pesos.

su ropa de trabajo está compuesta por una gorra negra, una camiseta de color gris y

un pantalón verde que se ven sucios y algo raidos.

Cuando llegó un cliente a preguntarle el precio de una varilla, él le respondió “no

está el patrón”

No sabe nada sobre los precios de las varillas.

La chatarrería está en un local azul de aproximadamente dos metros por cinco

centímetros con tejas grises.

La entrada está adornada por una serie de barrillas cuadradas de tamaño pequeño

que al parecer son el resultado final del proceso recuperación que lo que llega como

chatarra.

El suelo del local está en cemento puro.

144

PERSONAL

De sus ratos de diversión recuerda que cuando tenía 14 años apostaba gallos finos y

así ganara o perdiera se emborrachaba y así se iba para su casa.

“me gusta dejarme querer de las personas”

“mejor me quedo en la casa para no coger vicio”

“excelente” es la palabra que más usa, para todo lo que le parece bueno o le gusta.

De hecho es la palabra que más repite.

50.000 pesos le costó la primera bicicleta que tuvo y con la que ganó su primera

carrera después de una semana de entrenamiento, a los 16 años.

“yo quisiera ser como Alberto Contador”

“yo si briego a tener mi buena cicla, con eso pa‟ que ma‟”

en una de las bases de la repisa que sirve para decorar el local con tres materas está

un accesorio de bicicleta, se trata del tensor que es lo único que conserva de la

última bicicleta que tuvo pero que vendió, porque según él ya no le servía. Él cuenta

que tuvo un accidente y que la mandó a pintar para dejarla como nueva y la pintaron

en un horno, este proceso daña el material de la cicla y él corre el riesgo de tener un

accidente. Asegura que aún no ha recibido la plata de ella. Pero su jefe dice que la

vendió sin justa causa y que ya se gastó la plata.

VIVIENDA Y FAMILIA

su padre se llamaba Fernando Ávila.

Tiene tres hermanas de dos, ocho y trece años.

La finca de su familia quedaba en los laureles en José María Putumayo, una vereda

de no más de veinte familias en plena selva, ubicada a media hora de Mocoa.

“en el Putumayo hay muchos amigos que me quisieron más que mi mamá”

vive con Diego Torres, un amigo de 19 años al que conoció por medio del ciclismo.

Cuando llegó a Cali a vivir en la casa de una tía le empezó el gusto por el ciclismo,

un día sentado en un andén se enamoró de ese deporte cuando vio a otros jóvenes

haciendo carreras.

¿Quién es tú mejor amigo? E mi mejor amigo… no me acuerdo, todos son mejores

para mí.

145

“si él (su papá) hubiera quedado vivo me habría comprado todo lo mejor, me haría

entrenar para cada carrera pero ese momento nunca llegó”.

EDUCACIÓN

“Del colegio yo ni me acuerdo ya”

Cuando le pedimos que leyera una de las etiquetas de las varillas nos dimos cuenta

que lee con dificultad y sin tener en cuenta las tildes.

Segundo encuentro

Lugar: Chatarrería ubicada en el barrio Patio Bonito

Fecha: Domingo 5 de marzo de 2009

Hora: desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde.

Ese día la cita era en la chatarrería, su apariencia era totalmente diferente a la del día

anterior, como no era un día laboral, tenía puesta una camiseta deportiva, un blue jean y

unos tenis blancos, su ropa se veía limpia y en buen estado y como se había quitado la gorra

que había usado el día anterior para trabajar se veía diferente, creo que así aparentaba

menor edad.

En Patio Bonito tomamos un bus rumbo al parque Simón Bolívar, pensamos en este lugar

porque, consideramos que es el más acogedor para un deportista como él, además en esa

zona está la biblioteca Virgilio Barco y nos parecía interesante ver su comportamiento en

este lugar, debido a que el dejó el colegio y es muy escasa la información que tenemos

sobre ese aspecto de análisis y su interacción con una biblioteca nos podría arrojar algunas

luces.

Ese día, domingo, Fernando se levantó a las seis de la mañana, lavó su ropa y se fue a la

casa de Martín, allá le dieron desayuno de restaurante. Desde que empezamos a hablar

confirmamos que hay una serie de inconsistencias en su relato y que es indeciso con temas

vitales. Por ejemplo en la visita de ayer nos contó que está ahorrando para viajar a Cali, dijo

146

que se sentía mejor allá porque estaban sus tías paternas y su abuela –a quién le dice

mamita- y muy seguramente estando allá no le iba a faltar nada.

Pero hoy nos dijo que tomó la decisión de no viajar porque según sus amigos tiene más

oportunidades en Bogotá que en Cali. “tengo muchos amigos que me quieren mucho y ellos

me dijeron que no me fuera para Cali porque acá voy a tener más oportunidades de

practicar mi deporte”

Además, anoche habló con su tío Milciades y este lo invitó a quedarse nuevamente con él,

es importante recordar que cuando establecimos contacto con Milciades para poder vernos

con Fernando, nos contó que ya no vivía con su sobrino porque se portaba mal. La versión

de Fernando es que se fue de la casa de su tío porque allí no había suficiente espacio para

él.

Ayer nos contó que no tenía celular porque el que había comprado se lo había cambiado a

su primo por un uniforme de la selección Colombia, pero hoy lo vimos con el celular y nos

dijo que se arrepintió del intercambio y le pidió el celular a su primo.

El primo es el hijo de Milciades, se llama Edwin y es el contacto más cercano que Fernando

ha tenido para practicar ciclismo. De hecho Edwin fue quién le regaló la última bicicleta

que tuvo, que fue la que vendió hace unos días. Sobre esa bicicleta dice: “mi primo ganó

100 carreras con esa bicicleta, yo gané 30”.

Sobre su trabajo en la chatarrería nos cuenta que a mitad de la jornada se agota de los

brazos, suda bastante y dice que se acuesta a dormir muy cansado. Por esta labor Martín le

paga cinco mil pesos diarios, pero si no hay trabajo no le paga. Pero sin importar lo

agotador que es su trabajo y la escasa remuneración que le dan se muestra agradecido por

su jefe. Martín nos cuenta que contrató a Fernando por ayudarlo, pero que él no vive de ese

negocio.

147

A Fernando ya no le interesa estudiar, nos contó que para él no es necesario, porque

muchos amigos ciclistas se pueden ganar la vida dependiendo solo de este deporte y no

estudian porque no les hace falta.

Martín, su jefe, ve en Fernando una repetición de lo que le tocó vivir porque él quedó

huérfano de mamá y, a los ocho años, cansado de los malos tratos de su papá y su

madrastra, se fue de su casa. Empezó recolectando café y poco a poco fue progresando.

Para Fernando el ciclismo es una disciplina que le permite mantenerse alejado de los vicios.

Cuando llegamos al parque nos contó que ya lo conocía porque había ido a practicar

ciclismo, recorrimos el parque y cuando estuvo cerca del lago nos contó con emoción que

cuando vivía en el Cauca su papá le había comprado el cupo de una pequeña lancha para

transportar gente y mercado.

Al escucharlo hablar de ese momento de su vida nos dimos cuenta de que cuando hay un

detalle de su vida que es cierto, es decir que no salió de su imaginación, puede dar muchos

detalles. Pero por el contrario cuando se trata de hechos como su viaje a Italia o la venta de

la bicicleta que le regalaron no profundiza en nada y no es claro a la hora de exponer los

pormenores y no lo explica de manera clara.

Le compramos un balón de caucho y buscamos un lugar despejado para jugar, y

empezamos a practicar voleibol. Durante el juego Fernando botaba el balón a lo lejos y no

iba por él, esperaba a que nosotras se lo recogiéramos, varias veces se mostró un poco

cansado. Para darle más dinámica al juego decidimos que cuando cada uno de nosotros

recibiera el balón dijera una palabra y luego se la pasara al otro. Pero Fernando muy pocas

veces pronunció alguna palabra, cuando recibía el balón se quedaba callado y decía “hay no

lo pensé.”

Pero cuando pensamos en ser más concretas con el juego le pedimos que en lugar de decir

cualquier palabra diera nombres de mujeres, y se le facilitó más, en esta oportunidad el

148

90% de los nombres que nos dio eran de ciclistas. Al final le pedimos que diera nombres de

animales y el cambio fue drástico porque mostró mucha facilidad, es más, nosotras nos

quedamos sin nombres mientras el seguía mencionando animales típicos del Cauca y de

zonas selváticas.

Después de haber jugado cerca de dos horas, fuimos a almorzar, a un restaurante que está

dentro del parque. Le describimos los diferentes platos que ofrecía el restaurante, no se

mostro exigente y pidió un arroz con pollo.

Al terminar el almuerzo, le propusimos ir a la biblioteca, le comentamos que quedaba a

veinte minutos de camino y se mostró reacio a caminar tanto, pero al final accedió. Al

llegar a la biblioteca no se mostró sorprendido por ver este lugar que es tan novedoso para

él. Nos sentamos con él en un computador y le enseñamos a buscar libros en el catálogo de

búsqueda.

Después de haber elegido cinco libros sobre ciclismo fuimos al primer piso de la biblioteca

a buscarlos, cuando los encontramos nos sentamos en el piso a revisarlos. Fernando se

mostró muy emocionado, pasaba las hojas con agilidad y cuando veía algún dibujo que le

parecía llamativo o familiar se detenía a explicarnos.

Había un libro en especial que tenía unas hojas muy gruesas y estaba lleno de fotografías,

ese fue el que más le llamó la atención y lo pasaba con mucha fuerza, tanta que las primeras

hojas quedaron arrugadas. Pero nosotras le explicamos que era necesario pasar las hojas

con más suavidad y así lo hizo.

Seleccionamos el material que más le gustó y le sacamos fotocopia, después de haber hecho

esto nos fuimos a dejarlo en Patio Bonito, se mostró muy contento por todo lo que hicimos,

nos dijo “menos mal me convencieron de ir a la biblioteca porque eso fue lo que más me

gustó”. Como le llamaron la atención los computadores nos pidió que cuando nos

volviéramos a ver le mostráramos videos de ciclistas y le presentáramos deportistas de

otros países por internet.

149

Entrevista a Fernando Ávila

Ayudante en local de varillas

El primer encuentro con Fernando fue el sábado 4 de abril de 2009 a las 3:00 p.m. Ese día

fuimos a visitarlo al local de Martín, su jefe. Hablamos toda la tarde con Fernando mientras

lo veíamos trabajar. Durante un rato largo se sentó con nosotras a hablar, me compramos

una Coca Cola con Chocorramo. No trabajó mucho, pues no es un trabajo que amerite estar

pendiente todo el tiempo, además, ese día Fernando fue porque quiso. De igual forma,

Martín le iba a pagar los 5.000 pesos que le da a diario. Nos quedamos hasta las 6:00 p.m.

con él.

El segundo encuentro lo hicimos el domingo 5 de abril en el Parque Simón Bolívar.

Recogimos a Fernando en su trabajo a las 10:30 a.m. y nos fuimos en un bus al parque.

Durante el día jugamos fútbol, caminamos por el parque, almorzamos, fuimos a la

Biblioteca Virgilio Barco después de almorzar y finalmente lo volvimos a llevar a su casa

en el barrio El Amparo.

La entrevista formal la realizamos en el parque antes de ir a almorzar, debajo de un árbol.

Antes de ubicarnos allí, Fernando se sintió muy curioso por la grabadora de voz. Esto dijo

cuando la vio: “Yo quisiera digamos de pronto hablar de mi deporte y que yo quiero salir

adelante y que quede todo eso grabado, si, una grabación”.

1. ¿Quieres que todo el mundo sepa lo que haces?

Sí, yo quiero que sepan cómo es mi mundo con el anhelo a mi deporte, que yo quiero salir

adelante, ser el mejor ciclista, o no mejor sino más o menos, ser igual a ellos digamos.

2. ¿Qué te gusta hacer en tus ratos libres?

Salir a entrenar deporte, divertirme con mis amigos, mis compañeros en el entrenamiento.

3. ¿Tus amigos de dónde son?

De Soacha, de Bosa, de Cundinamarca y de toda la ciudad. Conozco a todo mundo y ya, me

divierto con ellos a diario.

150

4. ¿Cómo se llama con el que vives?

Se llama Diego Torres. Lo conocí porque era amigo de mi primo, andaba mucho con mi

primo (el ciclista) y nos presentamos y fuimos buenos amigos. Él también es ciclista.

Entrena conmigo y con mi primo y los papás son buenas personas también porque me están

dando la vivienda ahí mientras tanto y estoy agradecido con ellos también.

5. ¿Vives con Diego y con quién más?

Con los papás y unos que pagan arriendo ahí y la prima y yo.

6. ¿Qué hacen los papás de Diego?

Trabajan en la panadería el papá y la mamá vive en la casa y tiene una hermanita de 9 años

que estudia en Britalia.

7. ¿Qué pensaste de la gente de Bogotá cuando llegaste?

La gente es muy chévere, muy formal, le gusta ayudarle a los demás y muy amigable.

8. ¿Cómo es la gente del Putumayo?

Allá? Son más buenos los de acá que allá, más diferentes, porque son buenas personas y

muy colaboradores y no mantienen con mucha guerra, sino, de bien.

9. ¿Por qué dices eso de la gente de allá?

Porque allá el Putumayo mantiene más que todo peleando, mucha guerra y mucha bronca y

mucha humillación y acá no, acá es diferente, hay más paz.

10. ¿Por qué te viniste de Putumayo?

Me vine de Putumayo porque mi mamá mandó a matar a mi papá. Lo de mi papá fue el 24

de febrero de 2007 y ahí yo comencé a trabajar. Antes de matar a mi papá, a mí me habían

jalado pa‟ la guerrilla, estuve 2 meses. Me vine porque mi papá pagó un millón y me

soltaron, salí de allá y me puse a trabajar y fue ahí que mataron a mi papá. Yo sospeché que

fue el mozo de mi mamá. Estoy seguro, porque después de sospechar supe que era cierto.

151

11. ¿Cómo fue ese día que lo mataron?

Ese día mi papá se fue a trabajar a sembrar maíz. Yo estaba en el río en otra parte

trabajando y había una fiesta. Yo llegué tranquilo a la fiesta y me dijeron, usted no sabe

nada de su papá? Y qué? Está enfermo o qué? Y me dijeron, no, lo mataron. Entonces yo

me puse triste, entonces me fui y dije dónde está? Y me dijeron que se lo llevaron pal

pueblo José María de Putumayo. Entonces yo salí y lo vi ya allá muerto. Me puse triste, a

llorar de una. Y mi mamá pues no se sentía triste ni se puso a llorar ni nada, como si no

hubiera pasado nada.

Y pues lo enterraron al otro día, y apenas lo enterraron yo a los 8 días me fui pa la casa. Mi

mamá ya estaba viviendo con ese guerrillero (el mozo). Él se llama José Moreno.

12. ¿Tus hermanas cómo reaccionaron con la muerte de tu papá?

Ellas no les hizo tan duro como yo, a mi me hizo más duro. Yo me hizo más duro a mi

papá, me dio desmayo, de todo. Me dio ganas de irme al hueco con mi papá. Así, diferente

a mí de la tristeza de mi papá.

13. ¿Cuál fue tu primer trabajo?

Mi primer trabajo fue volear machete, todos los días voleando machete de la hoja de coca.

Mi papá fue el que me enseñó. Después de aprender, me mandaron a raspar coca, que es

jalada con los dedos. La arroba la pagaban a 4.000 pesos. Ni me acuerdo ya cuánto me

hacía diario. A los 8 días me mandaron hacer hueco pa‟ sembrar la coca. Y ya de ahí fue el

trabajo mío y en lo que me mantenía yo por allá.

14. ¿Y no estudiabas?

Cuando mataron a mi papá dejé de estudiar. Hice hasta segundo de primaria. Después me

vine pal Valle donde otros familiares. A los 8 años comencé a trabajar, a esa edad no

estudiaba. Pero conocí el deporte y me interesó más, entonces no seguí estudiando.

Estudiaba por la mañana y trabajaba por las tardes y los sábados y domingos. Entré al

colegio como a los 10 años. Estudiaba, pero a veces duraba 15 días sin ir a la escuela

152

porque por allá se inundaban mucho los ríos y era peligroso. Si iba a caballo, mucho barrial

y si iba a pie lo mismo, se inundaba todo y le tocaba a uno nadar.

15. ¿Cuánto había de tu casa a la escuela?

Una hora a pie. Iba con mis hermanas, pero a mí me daba mucho miedo la montaña porque

po‟ allá existen los tigres y culebras, entonces a veces ni iba a la escuela. Mi papá me

mandaba y yo no iba. Estudiaba pero no terminaba.

16. ¿Te acuerdas de algo de la escuela?

Me acuerdo el uniforme, el pantalón azul y la camisa blanca y los zapatos negros. Me

acuerdo que a las 10 a.m. ya lo soltaban a uno a recreo y al rato ya entraban y a la 1 p.m. ya

salían pa‟ las casas. Y a las 8 a.m. teníamos que estar al otro día en la escuela.

17. ¿Qué decía tu familia porque comenzaste a trabajar tan pequeño?

La familia, pues estaban muy preocupados por acá porque eso es como estar, mejor dicho,

en la guerra, porque eso po‟ allá es muy duro, mucho sufrimiento y por mi mamá que me

trataba muy mal.

Yo trabajaba porque mi papá decía “Yo quiero que a usted en un trabajo nunca le dé pereza,

que le manden hacer un trabajo, con ganas y no se enseñe a ser perezoso, para que salga

adelante solo, algún día llegue a tener sus cosas, lo que usted quiere. Cuando usted esté

viejo, cuando ya no pueda ni con los pies, sabe que ya tiene con qué defenderse, aunque sea

solo, pero sabe con qué defenderse”, eso era lo que me decía.

18. ¿Qué decía tu papá de que te tratara mal tu mamá?

Él la cascaba, le daba duro porque no me quería a mí. Le daba mucha rabia porque no me

quería. Cuando se abrieron mi papá le dijo que dividieran la finca, la mita pa‟ él y la mita

pa‟ ella, pero mi mamá no quiso nada de eso. Ella quería toca la finca pa‟ ella, entonces ahí

fue que me dijeron que ella había mandado matar a mi papá, por quitarle la finca.

153

19. ¿Ella te dijo eso?

No. La guerrilla me contó. “Si nosotros hubiéramos matado a su papá, lo hubiéramos

matado delante de usted y delante de su mamá, nosotros hacemos eso cuando vamos a

matar a una persona, o si asiste a una reunión, lo matamos delante de la reunión, pero no lo

matamos en escondidas ni nada, de frente. Eso fue gente particular, alguno que le tiene

rabia, y nosotros sabemos que ninguno le ha tenido rabia a su papá por acá porque todo

mundo lo quiere. El único que sospechamos es su padrastro, el mozo de su mamá que

nosotros hace años lo conocemos y mantiene atrás de su mamá”. “Vamos a ver qué

hacemos”, dijeron, “Lo único que le decimos es que se puede ir pa‟ donde su familia y ya.

Cuando quiera entrar pida permiso”, eso fue lo que me dijeron.

20. ¿Cuál Frente opera ahí?

Cuando yo estaba, estaba el Frente 32, pero como eso lo cambian al otro lado del río o los

mandan pa‟ otro lado, no sé.

Los cambuches estaban a 4 horas de mi casa. Siempre pasaban por ahí cerca cuando había

reuniones. Cuando ellos llegaban que tenían que quedarse, se quedaban ahí donde nosotros.

Tocaba darles posada porque uno que le va decir a esos manes que no. En mi casa se

quedaron una sola vez no más. Llegaron y me dijeron que si podían matar una gallina y

nosotros les dijimos, sí, cójanla. La cogieron y les preparamos almuerzo, hicieron almuerzo

pa‟ ellos y se fueron a bañar, extendieron su uniforme, se fueron a limpiar el fusil y ya se

acostaron a dormir. A las 5 de la mañana se levantaron a hacer entrenamiento. Durmieron

todos en la sala.

21. ¿Qué sentiste en ese momento?

Nada, normal. Cuando eso estaba mi papá y yo estaba muy pequeño. De pronto pensé en

mí, que me llevaran obligado pa‟ la guerrilla, y los manes no hicieron intento. Pero sí

hicieron intento cuando ya crecí un poquito.

22. ¿A qué edad te llevaron?

A los 15.

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23. ¿Cómo fue?

Eso fue muy duro. Me jalaron un día. Yo estaba trayendo un líquido, un veneno que me

encargó mi papá pa‟ la yerba, cuando me jaló un muchacho y era el mozo de mi mamá. Me

jaló y me metió pa‟ la montaña y me llevo pa‟ la guerrilla. Llegué e hice entrenamiento, me

hacían pasar de una cuerda a otra cuerda por todo el río. La cuerda la templaban de un lado

a otro. Tocaba pasar por encima de eso y el río quedaba abajo. Si me caía perdía y me

castigaban o me cascaban, me daban pata por eso.

Estuve entrenando no más 8 días. Ya después seguí con el revólver, cargaba el revólver y

una granada y una bomba. Eso lo cargaba pa‟ defenderme. Algún día llegaba el ejército, me

rodeaban y tenía con qué defenderme. Tiraba una granada o una bomba y me alcanzaba a

volar. Porque cuando uno tira una granada y alcanza a tapar a los soldados, la candela que

levanta no los deja ver a uno.

24. ¿Sentías miedo?

Sí, claro, me daba miedo, porque de pronto por tirar la bomba me explotara en la mano.

25. ¿Qué hiciste durante los dos meses en la guerrilla?

Me tocó hacer entrenamiento.

26. ¿Estuviste en combate?

En combate en una vereda que le dicen El Rosal. Un combate que me tocó armar cilindros,

con minas y todo pa‟ los helicópteros y pa‟ los soldados. Sabíamos que ellos iban a pasar

por ahí y les armábamos minas.

27. ¿Tuviste que disparar?

Disparar, me tocó disparar dos veces no más. Le disparé a un soldado y le herí una mano no

más, pero una sola vez pero yo me sentí con miedo. Yo apenas pillé el soldado, yo quería

entregarme y no lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo tenía ganas de

entregarme. Por ratos quería volarme, tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y volarme.

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28. ¿Te gustó estar en la guerrilla?

A mí no me gusta estar en la guerrilla. Me gusta más estar en el ejército. Habían pelaos de

10, 11, 12, 13, 14 hasta 15 años. Cuando se enferman, el comandante les trae droga. El

mismo comandante aplica las inyecciones con la droga. Comíamos galletas, avena, caldo,

sancocho o gallina, arroz. Si alguien se enfermaba mucho, lo mandaban pal médico. Lo

vestían de civil y lo mandaban. Yo nunca me enfermé.

29. ¿Por qué tu papá no te reclamó antes?

Teníamos que esperar un momentico pa‟ poder que ellos pensaran si sí aceptaban esa plata

o no (1 millón de pesos). A los dos meses hubo una reunión y mi papá fue y ahí sí ya dio la

plata y ahí el guerrillero me entregó a mi papá y ya, normalmente.

30. ¿Qué sentiste al volver a ver a tu papá?

Tristeza y me puse a llorar y alegre, porque eso es como uno estar secuestrado, en la

montaña, sufriendo maltrato. Si uno no cumple con lo que mandan, lo castigan, y si uno

está comiendo tiene que comer caliente y comerlo ligero, porque ellos comen y de una

arrancan a volear trocha.

31. ¿Cómo dormían?

Dormían en unas camitas de palo que eso le tallan a uno en la espalda y una colchonetica y

toldillo negro y ya.

Nosotros nos acostábamos a las 10, 11 de la noche porque nos tocaba guardiar un buen rato.

A veces me dejaban guardiando toda la noche. Si uno se dormía lo castigaban. Lo ponían a

cargar unos 100, 200 palos de leña y arrumarlos y rajarlos para hacer de comer.

32. ¿Qué pensabas cuando no te cogía el sueño?

Me ponía a pensar en mi familia, en salirme de ahí y rezar. Si ellos se daban cuenta que yo

estaba pensando en otra cosa me castigaban, porque ellos quieren que uno esté pensando en

la guerra, eso.

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33. ¿Para ti la guerrilla es mala?

Sí, es mala, porque eso no es como en el ejército, porque en el ejército entra uno a prestar

servicio y si sale vivo, pues sabe que cumplió su servicio y le están pagando. Y allá no

(guerrilla), allá les pagan es con maltratos, todo eso.

34. ¿Cómo eran las caminatas?

La más larga fue de 15 horas. En un tarro cargábamos agua y tomábamos de camino, y con

una arroba de peso en la espalda. Si uno se cansaba, si se sentaba uno, lo echaban por

delante y lo empujaban con la mano, le decían que tenía que andar.

35. ¿Hiciste amigos en la guerrilla?

No, con ninguno.

36. ¿Qué otro trabajo tuviste?

En una lancha. Era un trabajo para acarrear gente. Yo tenía 12 años. Yo comencé a que un

señor me enseñara. Cuando aprendí mi papá me compró el turno y el motor. Yo me iba por

allá a un puerto, recogía gente, recogía maíz por allá pa‟ vender al pueblo, recogía

pasajeros, plátano, yuca. Más arriba recibía más gente, me hacían arrimar y me pagaban el

pasaje, todo. En el día me ganaba 100, 150 mil pesos. Había mucha gente, a veces me

tocaba dejar gente y decir que esperaran el otro turno del otro compañero. Yo hacía esos

viajes solo. El motor que usaba era un Yamaha 40. El bote era negro con azul. Nosotros lo

mandamos hacer pintar.

Con ese trabajo duré 8 meses. La guerrilla ya estaba jodiendo mucho porque después de las

5 p.m. y hasta las 6 a.m. no podíamos andar, nos quitaban el bote. Un día yo bajaba por el

río y me lo quitaron porque baje como a las 7 de la noche por bajar varao y no podía bajar

más temprano, venía varao y no tenía la culpa. Entonces eso fue.

37. ¿Qué hiciste después?

Después de eso me vine pal Valle. Vendí un caballo que tenía. Tenía 16 años. Me puse a

trabajar donde mi tía y me compré mi cicla pa‟ mi deporte. Trabajé con mi tía arreglando la

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casa. Ella trabaja en construcción, pinta y todo. Yo allá no aprendí nada porque yo solo

bajaba ladrillo y acomodaba y listo. En Cali duré un añito no más. Mi tío Alcidiades, el que

vive aquí en Bogotá me trajo del Valle. Él fue para el día de la madre, estuvo allá donde mi

mamita (abuela) y me trajo.

38. ¿Qué pasó con la bicicleta?

Se me partió un día en una carrera en el Valle, en la última carrera que hice en el Valle.

39. ¿Cómo se llama tu tía?

Esmeralda Ávila. Vivía con ella y con mi primito que tiene 6 añitos, los tres no más. Todos

los tíos que yo nombro son por parte de mi papá, él era el menor de 4 hermanos. El mayor

de todos es Alcidiades, el que vive aquí en Bogotá.

40. ¿Qué sentiste cuando llegaste a Bogotá?

No conocía esto. Me sentía pues contento porque ya conozco nueva ciudad, porque

nombraban mucho a Bogotá y todo mundo decía que Bogotá y Bogotá, y tiene que ser muy

grande y sí.

41. ¿Qué fue lo que más te gustó de Bogotá?

De Bogotá me gustó mucho el ciclismo, muchos aficionados al ciclismo, muchos

deportistas. El lugar que más me ha gustado es el centro, el Parque Simón Bolívar, el

Parque Soacha.

42. ¿Qué haces en tus ratos libres?

Me pongo a hacer ejercicio. Hago estiración de brazos, flexiones de pecho. Me pongo a

hacer rodillos en mi bicicleta, todo eso, eso es lo que más hago. O me voy donde mi tío a

hablar de deporte.

43. ¿Tienes algún apodo?

A mí me dicen „Calimeño‟, porque a mi primo le dicen Calimeño. A mí me dicen Calimeño

chiquito porque todos somos pequeños. Los amigos de deporte me dicen así.

158

44. ¿Qué piensas con la palabra Amor?

No sé.

45. ¿Para ti qué es la familia?

La familia quiere decir que unidos, estar unidos y estar feliz con ellos, y querernos entre

todos, nunca estar con egoísmos ni con peleas ni nada, estar juntos.

46. ¿Y trabajo?

Estar trabajando también unidos, juiciosos.

47. ¿Cómo es un día de trabajo tuyo?

Entro a las 11 a.m. y salgo a las 6 p.m., a mí me parece normalmente bien. Salgo aunque

cansado, pero sé que tengo trabajito a diario.

48. ¿No es aburrido?

Pues sí se me hace aburridor, pero para no estar haciendo nada, mejor uno trabaja que la

gente lo mire a uno por ahí sin trabajo y sin hacer nada. Dirán que uno es perezoso que no

hace nada. Es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Cuando se le daña la cicla a uno, sabe

que tiene un ahorro pa‟ arreglar la cicla, y si un amigo quiere que le preste, tiene uno pa‟

colaborarle a un amigo o a un familiar.

49. ¿Cómo es tu horario de trabajo?

A veces llego a las 12 m., 1 p.m. o 2 p.m. Él me dice que llegue a la hora que quiera,

aunque sea tarde. Me dice “Ahí tiene su almuerzo, y si no va a almorzar, espera pa‟ por la

noche y se lo come”. Si llego tarde, no se pone bravo, lo importante es que asista. El día

que no voy, lo llamo y le digo que no puedo trabajar y que quiero un permiso y él dice que

bueno.

50. ¿Qué no te gusta de tu trabajo?

Aunque no me gusta, pues ya me toca que me guste porque qué puedo hacer. Estar sin

trabajo no puedo. Me gustaría trabajar en un almacén aunque sea de zapatos.

159

51. ¿Cuál es tu sueño más adelante?

Mi sueño es ser buen deportista y ganarme mi plata en bicicleta.

52. ¿En qué te gastarías la plata?

Lo primero sería comprarme mi casa y lo segundo sería comprarme un almacén en donde

yo pueda defenderme en mi trabajo, que el día que yo me enferme, me ahorre mi plata en

mi negocio. Y lo tercero, comprarme un carro. Me gustaría tener un carro pa‟ viajar con mi

familia, con los amigos, ir a un paseo.

53. ¿Cuándo pequeño qué te imaginabas que harías cuando grande?

Lo que más me anhelaba era mi bicicleta desde pequeñito. Siempre me ha gustado.

54. ¿De qué fue la cicatriz en la cara?

Mi hermana de 13 años me pegó un machetazo hace un año, lo que tiene mi papá de

muerto. Mi mamá la mandó a que me macheteara porque, mataron a mi papá y ahorita me

quería dar a mí también.

55. ¿Por qué el mozo de tu mamá te quería matar?

Yo no sé. Tal vez por rabia o porque me parezco mucho a mi papá, por eso.

56. ¿Cómo era tu papá?

Era morenito, delgadito y peli lizo y cada rato mantenía riéndose.

57. ¿Qué sueñas para los niños que han estado en la guerra?

Pues, lo único que les digo es que de pronto se salgan de la guerrilla y los que se quieran

salir de la guerrilla que se entreguen. Eso es una buena salida para todo el país, pa‟ todo

Colombia.

58. ¿Tienes amigos que estén en la guerrilla?

Yo nunca tuve amigos allá, ni les supe el nombre ni nada.

160

59. ¿Quién es la persona más importante en tu vida?

A mi primo Edwin Ávila y a mi tío Alcidiades y a toda la familia de aquí de Bogotá. Ellos

son los que más anhelo, más que todo a mi primo.

60. ¿Y tu familia que está en el Putumayo?

No quiero recordar jamás, porque ellos fueron muy malos conmigo. Algún día que yo los

llegue a ver y de pronto me vean, pues que los disculpo, pero yo siento mucha rabia

también. Sentiría rabia, demandaría a mí mamá por ese mal camino que ella escogió y lo

que le hizo a mi papá y lo que me hizo a mí.

61. ¿Quiénes son tus familiares que viven en Cali?

Allá vive mi tío Alfonso, él vende pandebono en la calle, tengo unas primas que estudian

hijas de él. Tengo una tía en Pradera, que aunque muy pobres, ahí van, son muy buenas

personas y todo. Mi mamita (abuelita) vive con otra tía y los hijos y el yerno, y eso.

62. ¿Cómo era la finca donde vivías en Putumayo?

Teníamos 3 burros machos y dos caballos. Cultivábamos coca, plátano y yuca y maíz. Me

gustaba cultivar el maíz y la yuca.

63. ¿Cómo es la casa de tu amigo donde vives ahora en Bogotá?

La casa por fuera es de puertas blancas, las ventanas son blancas, adentro hay un mueble,

un comedor, a los lados están los trofeos míos y los de mi amigo, más adelante está del

baño y antes una cocina. Adelante hay dos piezas donde pagan arriendo y arriba vive la

mamá de él y el pelao. Yo duermo en la salita en un rinconcito. Cuando estaba con mi tío

Alcidiades, yo dormía en un rincón del almacén.

Sobre hijos de Alcidiades…La que está en la universidad tiene 25 años, la que está en

embarazo tiene 23, la menorcita tiene 20.

64. ¿Qué vez en televisión?

Me gusta ver en Caracol, Vecinos y Oye Bonita.

161

65. ¿Qué música te gusta?

Me gusta el vallenato, no me gusta bailar y no me gustaría aprender porque eso es un mal

pa‟ uno. De pronto, algún día que uno quiera salir con amigos, pero no todos los días, ni

tampoco el vicio.

66. ¿Qué hiciste la última navidad?

Ni me acuerdo ya. Me la pasé fue corriendo en Cali.

67. ¿Por qué los niños tienen que estudiar?

Para de pronto algún día ser buenos estudiantes y para tener un buen trabajo, para que no le

toque tan duro. Yo quiero seguir mi deporte, mejor que el estudio. Yo quiero mucho mi

deporte, más anhelo a mi deporte.

68. ¿Qué significa Bogotá para ti?

Me siento orgulloso. Bogotá quiere decir que, estando aquí ya tengo más oportunidades

para progresar en mi deporte.

Ficha de análisis de Fernando Ávila

Nombre: Abel Fernando Ávila

Ciudad de origen: José María de Putumayo

Edad: 17 años

Aspectos de análisis

I. Trabajo

El barrio donde trabaja Fernando Ávila se llama El Amparo, en el sector de Patio Bonito.

Para llegar a la chatarrería caminamos desde la estación Patio Bonito de Transmileno hacia

el sur alrededor de cinco cuadras por la Avenida Ciudad de Cali. En ese recorrido nos

dimos cuenta de que este sector se caracteriza por su contaminación atmosférica y auditiva,

debido al alto flujo de vehículos de todo tipo que transitan por esta avenida y en parte

162

también por el comercio que abunda en la zona. Aunque no vimos ninguna situación

concreta en la que la vida o la seguridad de alguna persona estuviera en peligro, sentimos

cierto grado de temor por la presencia de algunas personas, tal vez por su extraña cercanía,

tal vez por su ropa andrajosa y la mirada perdida y en varios casos por los rezagos del licor

en distraído caminar. El sol brillaba más que de costumbre, la tarde sería agradecida con

nuestra labor.

Después de estas cinco cuadras por el polvoriento sector de la avenida ciudad de Cali que

bordea Patio Bonito doblamos una cuadra a la izquierda y nos encontramos con Martín, un

cálido señor de 45 años, quién con su voz ronca y bigotes disimulados nos dio la

bienvenida. Nos llenó de preguntas y nos habló de su negocio, que según él se mueve solo,

sin inversión y no da pérdidas. Pero esta pequeña chatarrería no es tan solitaria como

parece, (en realidad el negocio no se mueve solo) a sus espaldas podíamos ver una figurita

morena y de contextura gruesa que luchaba con todas sus fuerzas para desdoblar las

oxidadas y viejas varillas. Apretaba con todas sus fuerzas varillas más pequeñas que él pero

más fuertes que sus brazos (desordenadas).

Fernando trabaja en una soldadora de varillas. Es un pequeño local que da a la calle. Es la

parte delantera de la casa de Martín, el dueño del lugar. Es un espacio pequeño, de paredes

azules y piso de cemento puro, aproximadamente de 2 metros por 5, de tejas grises. La

decoración es por cuenta del montón de varillas que reposan en el piso, esperando a ser

desdobladas por Fernando. Richard, el señor de la plaza le vende varillas a Martín, pues él

también tiene una chatarrería. Fernando, su nuevo trabajador, se encarga de enderezarlas

para revenderlas. Sin embargo, nos dimos cuenta de que él no es el que vende. Si no está su

jefe, le dice a los clientes que después. “El patrón no está, vuelva más tarde”.

El día que fuimos a conocer a Fernando, lo vimos trabajando: estaba parado frente a una

máquina que tiene un pequeño orificio que sirve de soporte para darle forma a las varillas.

Después de cinco minutos Martín nos dejó con Fernando y se devolvió a la cantina de

enseguida a departir con un viejo amigo al son de una vieja rocola y unas cuantas cervezas.

163

Por fin lo vimos de cerca, antes el sol no dejaba ver más que su sombra, nos dio un fuerte

apretón con sus manos forradas por unos guantes sucios y mojados.

Le compramos un Chocorramo y una Coca-cola para que hiciera una breve pausa, se sentó

a un lado y antes de tomar su refrigerio pasó sus brazos sobre el bigote y la frente para

limpiarse el sudor de su piel morena. A pesar de que queríamos saber mil detalles sobre su

corta pero maltratada existencia tuvimos que conformarnos con verlo comer combinando la

coca-cola con el Chocorramo.

Era caso perdido entablar una conversación pausada y tranquila, debido a que tres casas

más adelante el Gorrión de América, Albenis Yepes estaba reinaugurando el supermercado

con las rancheras que como dice el afiche pegado a la entrada del “súper”, evocan “el

sentimiento popular” y en parte también porque con ruido o sin él era evidente que

Fernando tenía problemas de audición. El gorrión de América canta: “suénele duro

muchachos, póngale duro a ese gallo, no necesito que llegue el mes de mayo, yo necesito

mostrarle mi amor todos los días”.

Tenían bafles y música a todo volumen. Rancheras y corridos. Había un presentador

disfrazado de campesino. El cantante tenía la apariencia de un llanero con su gorro café de

cuero, era flaco. Había un afiche de su propaganda pegado en la entrada de la tienda, muy

kitsch. Alrededor está la gente del barrio, parqueados en sus carros tomando cerveza,

riendo, los niños en bicicletas pasan, miran y se van. Taxistas parqueados también y

tomando. „Gran inauguración este 4 y 5 de abril, aquí en su fama y supermercado. Grandes

rifas, todo a mitad de precio. Los esperamos‟.

Tuvimos que conformarnos con conocerlo a través de su trabajo y nos pusimos sus guantes

para desenredar las varillas por medio de una máquina vieja e improvisada y nos dimos

cuenta de que a pesar de lo fácil que parecía la labor, era necesario tener una fuerza

magistral para poder dominar la dureza de estos metales oxidados que se estaban

convirtiendo en el sustento de este caqueteño de 17 años.

164

El hijo de Martín, su jefe, también es ciclista. El hijo se llama Civer Leiva. Mientras

hablábamos, el hijo de Martín entraba varias veces a mirar, curioso. Fernando dice que es

buena persona y hablan a veces. De Martín dice que es buen jefe.

El trabajo de Fernando no es tan pesado ni estresante. Su horario es flexible, pues Martín no

le exige estar todo el día en el local. Es un poco aburrido según Fernando, pues está solo

casi todo el tiempo; a Martín le gusta irse a tomar a la tienda con los amigos. “Entro a las

11 a.m. y salgo a las 6 p.m., a mí me parece normalmente bien. Salgo aunque cansado, pero

sé que tengo trabajito a diario”.

Fernando gana por día 5.000 pesos. Dice que no es mucho, pero que al menos tiene

trabajito. De esa plata le da algo a su amigo con el que vive. “El único deportista que

trabaja es yo”, dice Fernando. Su primer día de trabajo, laboró durante seis horas y le

pagaron 2.000 pesos. Cuando no hay trabajo, así Fernando vaya, Martín no le paga nada.

Nos contó que a mitad de la jornada se agota de los brazos, suda bastante y dice que se

acuesta a dormir muy cansado. Sin importar lo agotador que es su trabajo y la escasa

remuneración que le dan, Fernando se muestra agradecido con su jefe. Martín nos contó

antes de irse que contrató a Fernando por ayudarlo, pero que él no vive de ese negocio.

“Se me hace un poco aburridor este trabajo, pero para no estar haciendo nada, mejor uno

trabaja que la gente lo mire a uno por ahí sin trabajo y sin hacer nada. Dirán que uno es

perezoso que no hace nada. Es mejor ser un buen ciclista y trabajar. Cuando se le daña la

cicla a uno, sabe que tiene un ahorro pa‟ arreglar la cicla, y si un amigo quiere que le preste,

tiene uno pa‟ colaborarle a un amigo o a un familiar”, asegura Fernando.

Martin, su jefe, le regala de comer a Fernando cuando está trabajando. Si llega tarde a

trabajar, Martín no se pone bravo, pues para él lo importante es que su empleado asista, así

llegue tarde. Si Fernando no quiere ir un día, llama a su jefe y le dice que no puede ir a

trabajar. Martín no le discute por eso.

165

Durante nuestra charla en la chatarrería, Fernando nos contó que estuvo entrenando en la

Liga de Ciclismo de Bogotá hasta que entró a trabajar con Martín. Su tío Alcidiades lo

recomendó porque es amigo de Martín. Ellos dos fueron ciclistas anteriormente. Mientras

hablábamos, se acercó un sujeto con ropa sucia y raída que sujetaba con su mano. Se sentó

en la entrada de la chatarrería y daba la impresión de que le estaba hablando a alguien, pero

al momento nos dimos cuenta de que estaba alucinando a causa de la botella de bóxer que

traía en la mano. Su presencia logró intimidarnos. Fernando no se dio cuenta porque estaba

de espaldas. Paramos de hablar y le dijimos a Fernando sobre el sujeto, él lo vio y no le

importó. Le dijimos que debíamos tener cuidado, pero él no nos escuchó, es evidente que

tiene problemas de audición, siempre vuelve a preguntar moviendo la cabeza cuando le

decimos algo.

Dentro de su historia familiar, Fernando nos contó que su primer trabajo “fue volear

machete, todos los días voleando machete de la hoja de coca”. Su papá fue el que me

enseñó. “Después de aprender, me mandaron a raspar coca, que es jalada con los dedos. La

arroba la pagaban a 4.000 pesos. Ni me acuerdo ya cuánto me hacía diario. A los 8 días me

mandaron hacer hueco pa‟ sembrar la coca. Y ya de ahí fue el trabajo mío y en lo que me

mantenía yo por allá. A los 8 años comencé a trabajar, a esa edad no estudiaba. Pero conocí

el deporte y me interesó más, entonces no seguí estudiando”.

Según cuenta Fernando, el resto de su familia se preocupó porque él comenzó a trabajar

muy pequeño. “Eso es como estar, mejor dicho, en la guerra, porque eso po‟ allá es muy

duro, mucho sufrimiento y por mi mamá que me trataba muy mal”.

Cuenta que su padre fue de gran influencia para que el trabajo fuera algo que más adelante

le gustara, “Yo trabajaba porque mi papá decía “Yo quiero que a usted en un trabajo nunca

le dé pereza, que le manden hacer un trabajo con ganas y no se enseñe a ser perezoso, para

que salga adelante solo, algún día llegue a tener sus cosas, lo que usted quiere. Cuando

usted esté viejo, cuando ya no pueda ni con los pies, sabe que ya tiene con qué defenderse,

aunque sea solo, pero sabe con qué defenderse”, eso era lo que me decía”.

166

Cuando tenía 12 años, Fernando comenzó a trabajar en una lancha para acarrear gente. “Yo

comencé a que un señor me enseñara. Cuando aprendí mi papá me compró el turno y el

motor. Yo me iba por allá a un puerto, recogía gente, recogía maíz por allá pa‟ vender al

pueblo, recogía pasajeros, plátano, yuca. Más arriba recibía más gente, me hacían arrimar y

me pagaban el pasaje, todo. En el día me ganaba 100, 150 mil pesos. Había mucha gente, a

veces me tocaba dejar gente y decir que esperaran el otro turno del otro compañero. Yo

hacía esos viajes solo. El motor que usaba era un Yamaha 40. El bote era negro con azul.

Nosotros lo mandamos hacer pintar”.

Con ese trabajo duró 8 meses. La guerrilla lo jodía mucho porque después de las 5 p.m. y

hasta las 6 a.m. no podían andar, les quitaban el bote. “Un día yo bajaba por el río y me lo

quitaron porque baje como a las 7 de la noche, por bajar varao y no podía bajar más

temprano, venía varao y no tenía la culpa”.

Fernando fue retenido por la guerrilla cuando él tenía 15 años. “Eso fue muy duro. Me

jalaron un día. Yo estaba trayendo un líquido, un veneno que me encargó mi papá pa‟ la

yerba, cuando me jaló un muchacho y era el mozo de mi mamá. Me jaló y me metió pa‟ la

montaña y me llevo pa‟ la guerrilla. Llegué e hice entrenamiento, me hacían pasar de una

cuerda a otra cuerda por todo el río. La cuerda la templaban de un lado a otro. Tocaba pasar

por encima de eso y el río quedaba abajo. Si me caía perdía y me castigaban o me cascaban,

me daban pata por eso”.

“Estuve entrenando no más 8 días. Ya después seguí con el revólver, cargaba el revólver y

una granada y una bomba. Eso lo cargaba pa‟ defenderme. Algún día llegaba el ejército, me

rodeaban y tenía con qué defenderme. Tiraba una granada o una bomba y me alcanzaba a

volar. Porque cuando uno tira una granada y alcanza a tapar a los soldados, la candela que

levanta no los deja ver a uno”.

Lo que más miedo le daba a Fernando de estar en la guerrilla era que se le explotara las

bombas en la mano. Una vez estuvo en un combate en la vereda El Rosal. Allí le tocó armar

cilindros con minas para ponerlas a los helicópteros y a los soldados. “Con el revólver me

167

tocó disparar dos veces no más. Le disparé a un soldado y le herí una mano no más, pero

una sola vez, pero yo me sentí con miedo. Yo apenas pillé el soldado, yo quería entregarme

y no lo pude hacer porque la guerrilla ya sabía que yo tenía ganas de entregarme. Por ratos

quería volarme, tirar dos granadas al grupo de la guerrilla y volarme”.

Fernando afirma que le gustaría estar en el Ejército más que en la guerrilla. Nos contó que

mientras estuvo en ese grupo vio niños desde los 10 años. Tuvo suerte de no enfermarse

allá. Cuando eso sucedía, los vestían de civil y los llevaban al hospital del pueblo más

cercano. Si no era grave, el comandante les ponía inyecciones y les daba medicina.

Su dieta consistía en sancochos de gallina, arroz, avena, caldos y galletas. El grupo dormía

en unas camitas de palo que les tallaban la espalda, con una colchoneta de toldillo negro.

“Nosotros nos acostábamos a las 10, 11 de la noche porque nos tocaba guardiar un buen

rato. A veces me dejaban guardiando toda la noche. Si uno se dormía lo castigaban. Lo

ponían a cargar unos 100, 200 palos de leña y arrumarlos y rajarlos para hacer de comer”.

Para poder salir de la guerrilla, el papá de Fernando le tuvo que pagar al comandante un

millón de pesos. “Eso es como uno estar secuestrado, en la montaña, sufriendo maltrato. Si

uno no cumple con lo que mandan, lo castigan, y si uno está comiendo tiene que comer

caliente y comerlo ligero, porque ellos comen y de una arrancan a voliar trocha”.

Pensar en la guerra era uno de los propósitos de la guerrilla con los muchachos jóvenes. Les

querían inculcar ese pensamiento maléfico para que fueran fuertes a la hora de entrar en

combate o matar al enemigo. “En las noches, cuando no me cogía el sueño, me ponía a

pensar en mi familia, en salirme de ahí y rezar. Si ellos se daban cuenta que yo estaba

pensando en otra cosa me castigaban, porque ellos quieren que uno esté pensando en la

guerra, eso”.

Prestar servicio en el Ejército es bueno, porque, según Fernando, “uno sale vivo, uno

cumple con su servicio y le pagan. En cambio, en la guerrilla le pagan a uno con maltratos”.

Además, en la guerrilla, Fernando no hizo amigos. Apenas duró dos meses allí. “Duraba

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hasta 10 horas voleando pata de noche con fusil…”, “Allá me enseñaron a usar el fusil y la

granada”.

Durante los dos meses en la guerrilla, Fernando cuenta que nunca tuvo amigos, tampoco

supo el nombre de ellos cuando estuvo allá. “Lo único que yo pienso de los que están aún

metidos allá es que de pronto se salgan de la guerrilla y los que se quieran salir de la

guerrilla que se entreguen. Eso es una buena salida para todo el país, pa‟ todo Colombia”.

Después de eso, a los 16 años, Fernando se fue para el Valle. Vendió un caballo que tenía y

se fue del Putumayo. Se fue más exactamente a Pradera donde su tía, que aunque es muy

pobre, son muy buenas personas, dice Fernando. “Me puse a trabajar donde mi tía y me

compré mi cicla pa‟ mi deporte. Trabajé con mi tía arreglando la casa. Ella trabaja en

construcción, pinta y todo. Yo allá no aprendí nada porque yo solo bajaba ladrillo y

acomodaba y listo”. En Cali duró un año, hasta que Alcidiades, su tío de Bogotá fue de

visita a Cali para el día de la madre para visitar a su mamita (abuela de Fernando, así le

dice a ella) y se devolvió con su sobrino. En Cali vive su tío Alfonso, “Él vende pandebono

en la calle. Tengo unas primas que estudian hijas de él. Mi mamita vive con otra tía y los

hijos y el yerno, y eso”.

Cuando terminamos de hablar con Fernando, salimos de la chatarrería y nos encontramos

por casualidad con Martín. Él estaba tomando cerveza con unos amigos y nos invitó un

rato. Nos preguntó cómo nos había ido. Nos dijo que Fernando es un buen muchacho, pero

que es un poco mentiroso. Martín es viudo hace 12 años. Vive con su hijo de 19 años y su

hija de 17 años. Ella es la que hace de comer, estudia negocios internacionales, es muy

juiciosa.

La historia de vida de Martín tiene algunos elementos parecidos a la historia de Fernando, y

es tal vez por esta razón que Martín lo contrato, según él, porque sabe lo que le ha tocado

sufrir y porque él también sufrió cuando niño. A los 8 años se fue de la casa porque se la

llevó mal con su madrastra y se cansó del maltrato de su papá. Su madre murió cuando él

tenía año y medio. Martín ve en Fernando una repetición de lo que le tocó vivir porque él

169

quedó huérfano de mamá y. Empezó recolectando café y poco a poco fue progresando.

Vivió con sus tíos y primos.

Cuando Martín habla de Civer, su hijo, dice “Cada cabeza es un mundo”. El hijo es vago, le

ha mostrado sus manos a Martín y dice: “Estas manos no sirven para trabajar”. Martín

también fue ciclista cuando joven. Su hijo Civer también lo es. En el ciclismo hay 3

categorías: Juvenil, Sub23 y Élite. El hijo de Martín está en la Élite.

II. Conducta en el trabajo

Cuando fuimos a entrevistar a Fernando, la primera imagen que vimos de él fue parado en

su puesto de trabajo, tenía una varilla en sus manos ya casi derecha. Al comienzo se mostró

serio, pero cuando comenzamos a hablar, nos dimos cuenta de que su sonrisa está siempre

presente, tuvo una actitud positiva con dos nosotras, sin habernos conocido antes.

Cuando nos sentamos con él a hablar, nos contó muchas cosas de su vida, del problema que

tuvo en Putumayo, la muerte de su papá. Tuvimos que decirle que queríamos verlo trabajar.

Él no se mostró preocupado por su jefe, pues ese día –sábado-, Martín le había dicho que

fuera si quería.

Fernando ya es todo un experto con el manejo de las varillas. A simple vista se ve que es un

trabajo fácil, que no requiere de mucha fuerza. Sin embargo, al intentar hacer lo mismo, nos

dimos cuenta de que se necesita mucha fuerza para lograr buenos resultados.

Ese día Fernando trabajó muy poco en nuestra presencia. Un señor llegó a preguntar los

precios y Fernando no le hizo cara de recibirlo amablemente. Lo único que dijo era su que

su patrón no estaba. Estando solo, no tiene la oportunidad de entablar relación con algún

compañero de trabajo.

A Fernando le gusta hacerse querer de las personas. Gracias a esto su paso por este trabajo

ha sido para bien, pues hasta ahora no ha tenido problemas con su jefe ni con los hijos de

este. Fernando cuenta que el hijo de Martín nunca ha trabajado con varillas.

170

III. Aspecto físico:

Fernando tiene 17 años, mide aproximadamente 1.50 cms, lo cual es poco para su edad. Es

moreno, tiene cabello negro corto liso, su corte es de moda, tiene un mechoncito largo al

final, estilo cresta.

Su cuerpo está desarrollado, es decir, no tiene cuerpo de niño, sus brazos y manos

demuestran que ha trabajado mucho con ellos. Es delgado, atlético gracias al ciclismo. Nos

dimos cuenta de su fuerza porque al desdoblar varillas lo hace fácilmente, cosa que

nosotras no pudimos hacer.

La cara de Fernando no demuestra tristeza o mala vida. Al contrario, se ve como un joven

que a pesar de las complicaciones que ha tenido, le sonríe a su destino, a sus planes de vida.

En la mejilla derecha tiene una cicatriz debido a un machetazo que le dio una de sus

hermanas (o su padrastro). Según Fernando, su hermana de 13 años le pegó un machetazo

hace un año, lo que tiene su papá de muerto porque su mamá la mandó a que lo machetiara

porque mataron a su papá y ella le quería dar a él también.

Tiene otra cicatriz en el brazo izquierdo porque una vez lo picó un insecto, el „Pito‟ o mal

de chagas, animal que se mete en la piel y si no se saca a tiempo, puede llegar al corazón y

matar a la persona, según nos contó Fernando. Eso le sucedió cuando vivía en el Cauca.

Sus dientes son muy blancos, dejando ver casi siempre una agradable sonrisa. Su olor

corporal no es desagradable, pero permite percibir un cierto aroma a campo.

“Yo estoy negro pero del mugre”, nos dijo cuando le dijimos que a él el sol no lo debe

quemar mucho.

Fernando siempre usa gorra. Cuando no la tiene puesta se ve un poco mayor. Su fisonomía,

sobre todo, las manos y el pecho, son de adulto. Las venas de los brazos son salidas, sus

uñas muy cortas y dedos de adulto, pero también un poco maltratadas. Las manos de

171

Fernando no son de un niño que le ha tocado trabajar duro con ellas, muestran maltrato y la

forma son como las manos de personas que trabajan bastante con ellas.

El domingo cuando lo invitamos a pasear al Parque simón Bolívar, nos pusimos cita en la

chatarrería. Cuando llegamos estaba Martín con su hija y un amigo que estaba en un carro.

Estaban hablando y cuando llegamos nos presentó a su hija. Al rato llegó Fernando y lo

mandó comprar una botella de Coca-Cola para ofrecernos. La apariencia de Fernando ese

día era muy diferente. El día que lo conocimos tenía puesto un pantalón verde de sudadera

viejo, una camisa gris vieja con estampados, tenis y gorra negra. El día de la salida estaba

vestido con un blue jean, tenis blancos, una camiseta de la con el logo de la Alcaldía de

Bogotá. Estaba bien peinado sin gorra, lo que hacía ver mejor su cara.

IV. Personal

Fernando es un joven que se muestra siempre curioso por las cosas. Pareciera que vida

girara en torno solamente al ciclismo y en volverse una estrella en este deporte. Además de

su curiosidad, Fernando se muestra un poco desorientado, pues los últimos meses ha estado

viajando a casas de familiares, sin encontrar un rumbo fijo. Sueña en comprar su bicicleta y

los implementos para volver a entrenar.

Su gusto por el ciclismo nación en Cali, cuando vivía en la casa de una tía. Un día, sentado

en un andén se enamoró de ese deporte cuando vio a otros jóvenes haciendo carreras. Para

Fernando, el ciclismo es muy importante porque es una disciplina que le permite

mantenerse alejado de los vicios. “A mí me dicen „Calimeño‟, porque a mi primo Edwin le

dicen Calimeño. A mí me dicen Calimeño chiquito porque todos somos pequeños. Los

amigos del deporte me dicen así”.

La primera bicicleta que tuvo fue cuando tenía 16 años y le costó 50.000 pesos, con ella

ganó su primera carrera después de una semana de entrenamiento. “Yo quisiera ser como

Alberto Contador”. Fernando piensa que con tener una buena bicicleta y ganar carreras su

vida ya está completa, “Yo si briego a tener mi buena cicla, con eso pa‟ que ma‟”. “La

172

última bicicleta que tuve se me partió un día en una carrera en el Valle, en la última carrera

que hice en el Valle”.

Cuando lo entrevistamos en la chatarrería, nos dimos cuenta de que en una de las bases de

la repisa que sirve para decorar el local con tres materas, había un accesorio de bicicleta: se

trataba del tensor que es lo único que Fernando conservaba de la última bicicleta que tuvo

pero que vendió, porque según él, ya no le servía. Él cuenta que tuvo un accidente y que la

mandó a pintar para dejarla como nueva y la pintaron en un horno. Este proceso daña el

material de la cicla y él corre el riesgo de tener un accidente. Asegura que aún no ha

recibido la plata de ella. Pero su jefe dice que la vendió sin justa causa y que ya se gastó la

plata.

A pesar de no tener una buena relación con su mamá y hermanas, sí ha logrado estar bien

con sus demás familiares. Sin embargo, las veces que lo buscamos, siempre lo llamábamos

al celular del tío Alcidiades, del primo Edwin y del Martín, su jefe. En una ocasión,

llamamos a Alcidiades y nos dijo que Fernando se había ido de su casa porque le contestaba

mal y no hacía lo que lo mandaba hacer. Edwin, su primo, nos dijo algo similar, además,

nos contó que sus dos de sus tres hermanas se pelearon al final por culpa de Fernando. Ellas

y Edwin se fueron a hacer sus vidas en otro lado. Fernando se fue a vivir a la casa de un

amigo. Las hermanas de Edwin tienen 25, 23 y 20 años.

Su primo Edwin es el contacto más cercano que Fernando ha tenido para practicar ciclismo.

De hecho Edwin fue quién le regaló la última bicicleta que tuvo, que fue la que vendió hace

unos días. Sobre esa bicicleta dice: “Mi primo ganó 100 carreras con esa bicicleta, yo gané

30”.

El día que conocimos a Fernando, por la noche lo llamó su tío, quien lo invitó a quedarse

nuevamente con él. Es importante recordar que cuando establecimos contacto con

Milciades para poder vernos con Fernando, nos contó que ya no vivía con su sobrino

porque se portaba mal. La versión de Fernando es que se fue de la casa de su tío porque allí

no había suficiente espacio para él.

173

El sábado, cuando fuimos a conocer a Fernando, estaban inaugurando con música en vivo

una tienda al lado de la chatarrería. Una breve pausa en el desafinado concierto del

animador ranchero nos permitió escuchar a Fernando y sentir su acento provinciano, lleno

de palabras sin S y de frases incompletas. Así, a las cuatro de la tarde en medio de una

calurosa tarde, y sentado sobre un viejo repuesto de carro, nos contó que ama el ciclismo y

que solo sueña con ser el mejor de los mejores, que no ve la hora de sobre salir para que sus

familiares y cómplices de carreras puedan admirar sus hazañas. También nos habló de su

viaje a Italia, que parecía más una fantasía acabada de fabricar en un cuento en el que él era

el ganador.

Recordando su vida, Fernando cuenta que cuando tenía 14 años apostaba gallos finos y así

ganara o perdiera se emborrachaba y así se iba para su casa.

Algo bueno en Fernando es que no ha cogido vicios en la calle. Dice que no le gusta ir a

fiestas, a menos que sea el cumpleaños de un amigo o familiar. Él prefiere quedarse en la

casa para no coger el vicio. “En mis ratos libres me pongo a hacer ejercicio. Hago

estiración de brazos, flexiones de pecho. Me pongo a hacer rodillos en mi bicicleta, todo

eso, eso es lo que más hago. O me voy donde mi tío a hablar de deporte”.

Al día siguiente, domingo, pensamos en llevarlo al Parque Simón Bolívar, pues

consideramos que era un sitio acogedor para un deportista como él, además, en esa zona

está la biblioteca Virgilio Barco y nos pareció interesante ver su comportamiento en este

lugar, debido a que el dejó el colegio y es muy escasa su formación académica.

Ese día Fernando se levantó a las seis de la mañana, lavó su ropa y se fue a la casa de

Martín, allá le dieron desayuno de restaurante. Desde que empezamos a hablar

confirmamos que hay una serie de inconsistencias en su relato y que es indeciso con temas

vitales. Por ejemplo, en la visita del sábado, nos contó que estaba ahorrando para viajar a

Cali, porque se sentía mejor allá con su tía paterna y su abuela –a quién le dice mamita- y

muy seguramente estando allá no le iba a faltar nada. “Mi tía se llama Esmeralda Ávila.

174

Vivía con ella y con mi primito que tiene 6 añitos, los tres no más. Todos los tíos que yo

nombro son por parte de mi papá, él era el menor de 4 hermanos. El mayor de todos es

Alcidiades, el que vive aquí en Bogotá”.

El domingo, apenas nos vimos con él, nos dijo que había tomado la decisión de no viajar

porque, según sus amigos, él tiene más oportunidades en Bogotá que en Cali, “Tengo

muchos amigos que me quieren mucho y me dijeron que no me fuera para Cali porque acá

voy a tener más oportunidades de practicar mi deporte”.

Después de hablar con él, tomamos un bus en la avenida Ciudad de Cali. Durante el

recorrido, Abel Fernando miraba mucho los hombres que iban en sus bicicletas entrenando,

con uniformes de ciclistas. Él supo diferenciar bicicletas de montaña y todo terreno.

Hablando con Fernando, nos contó que le gusta el vallenato. Cuando vivía en el Valle con

su tía, una amiga de 17 años le dedicó un vallenato. Su primera novia la tuvo a los 12 años

cuando vivía en Caquetá. Fernando dice que no tiene un mejor amigo porque “pa‟ mi todos

son mejores”.

Al llegar al parque, nos contó que ya lo conocía porque había ido a practicar ciclismo.

Recorrimos el parque y cuando estuvo cerca del lago nos contó con emoción que cuando

vivía en el Cauca su papá le había comprado el cupo de una pequeña lancha para

transportar gente y mercado. Luego nos contó cuando trabajó haciendo acarreos de

personas.

Al escucharlo hablar de ese momento de su vida nos dimos cuenta de que cuando hay un

detalle de su vida que es cierto, es decir que no salió de su imaginación, puede dar muchos

detalles. Pero por el contrario cuando se trata de hechos como su viaje a Italia o la venta de

la bicicleta que le regalaron no profundiza en nada y no es claro a la hora de exponer los

pormenores y no lo explica de manera clara.

175

Mientras buscábamos un lugar para sentarnos, le dimos algunos consejos a Fernando. Él se

quedaba concentrado y serio mientras nos escuchaba. Es repetitivo con palabras como

“Exactamente”, “Naturalmente”, “Excelente”. Siempre las dice cuando nos cuenta algo o

cuando le preguntamos qué tal le parece algo.

Fernando piensa que una buena forma de ahorrar plata sería vendiendo zapatos y chanclas

como su tío Alcidiades. No ha pensado en otra forma de conseguir dinero.

Cuando lo entrevistamos con la grabadora, Fernando se mostró curioso por el precio y su

utilidad. Después dijo que quería ahorrar y comprar una grabadora para entrevistar a

ciclistas profesionales y después mostrarle eso a su familia. “Yo quisiera digamos de pronto

hablar de mi deporte y que yo quiero salir adelante y que quede todo eso grabado, si, una

grabación. Yo quiero que sepan cómo es mi mundo con el anhelo a mi deporte, que yo

quiero salir adelante, ser el mejor ciclista, o no mejor sino más o menos, ser igual a ellos

digamos”.

Compramos un balón de caucho y luego nos pusimos a jugar fútbol y hacer juegos con

palabras. Fernando tiene facilidad para decir animales, pero no para decir palabras con

letras del abecedario. Puede decir rápido nombres de personas, como ciclistas: Lorena

Salcedo, Carlos Salcedo, Diego (amigo donde vive), Leo (amigo del Cauca), Carmen Emily

(prima). No decía los nombres de su mamá o hermanas. “En el Putumayo hay muchos

amigos que me quisieron más que mi mamá”, dijo Fernando, cuando le preguntamos que

por qué no decía los nombres de ellos.

El apego a amigos o compañeros o gente conocida es muy notorio. Habla bien de toda la

gente que conoce, dice que todos son sus mejores amigos, algo que da a suponer una falta

de cariño por personas muy cercanas. ¿Quién es tú mejor amigo? “Eh, mi mejor amigo…

no me acuerdo, todos son mejores para mí”.

176

Fernando cuenta que le gusta salir a entrenar en su deporte, divertirse con sus amigos y

compañeros de entrenamiento, “Tengo amigos de Soacha, de Bosa, de Cundinamarca y de

toda la ciudad. Conozco a todo mundo y ya, me divierto con ellos a diario”.

Durante nuestro tiempo en el parque, miraba mucho su celular. Nos dijo que quería guardar

canciones, grabar, hacer videos de ciclismo, etc. El sábado nos contó que no tenía celular

porque el que había comprado se lo había cambiado a su primo por un uniforme de la

selección Colombia, pero el domingo tenía de nuevo su celular y nos dijo que se había

arrepentido del intercambio y le pidió el celular a su primo.

Cuando lo entrevistamos, nos contó la historia completa de la muerte de su papá. A pesar

de esto, mantenía la sonrisa al hablar de su papá muerto.

Fernando ha soñado que llega a su casa en Putumayo en un carro negro a visitar a su

familia. Su tío Alcidiades le dice que puede ser que sí va a tener de verdad su propio carro.

Cuando Fernando tenga plata, lo primero que compraría sería una casa, lo segundo sería un

almacén en donde él pueda defenderse trabajando, “Que el día que yo me enferme, me

ahorre mi plata en mi negocio”. Lo tercero sería comprarse un carro. “Me gustaría tener un

carro pa‟ viajar con mi familia, con los amigos, ir a un paseo”. El modelo a seguir para

hacer cosas a futuro en su tío Alcidiades. Cree que teniendo un almacén va a poder vivir

bien más adelante. “Pero lo que más he anhelado ha sido mi bicicleta desde pequeñito.

Siempre me ha gustado”.

Después de haber jugado cerca de dos horas, fuimos a almorzar, a un restaurante que está

dentro del parque. Le describimos los diferentes platos que ofrecía el restaurante; no se

mostro exigente y pidió un arroz con pollo.

Dentro de los gustos musicales de Fernando está el vallenato. “No me gusta bailar y no me

gustaría aprender porque eso es un mal pa‟ uno. De pronto, algún día que uno quiera salir

con amigos, pero no todos los días, ni tampoco el vicio”. Le gusta además ver Vecinos y

Oye Bonita, novelas del canal Caracol.

177

Fernando siente que la gente de Bogotá es muy chévere, muy formal, le gusta ayudar a los

demás y además es muy amigable. “Son más buenos los de acá (Bogotá) que allá

(Putumayo), más diferentes, porque son buenas personas y muy colaboradores y no

mantienen con mucha guerra, sino, de bien. Allá en el Putumayo mantienen más que todo

peleando, mucha guerra y mucha bronca y mucha humillación y acá no, acá es diferente,

hay más paz”.

Fernando solo conoce el centro de Bogotá porque un día acompañó a su tío Alcidiades a

comprar zapatos para su negocio de calzado. “No conocía esto. Me sentía pues contento

porque ya conozco una nueva ciudad, porque nombraban mucho a Bogotá y todo mundo

decía que Bogotá y Bogotá, y tiene que ser muy grande y sí”.

Fernando ya conocía el Parque Simón Bolívar; también el Parque de Soacha, “De Bogotá

me gustó mucho el ciclismo, muchos aficionados al ciclismo, muchos deportistas”.

¿Qué significa Bogotá para ti? “Me siento orgulloso. Bogotá quiere decir que, estando aquí

ya tengo más oportunidades para progresar en mi deporte”.

V. Familia

La familia de Fernando está integrada por la mamá, tres hermanas de dos, ocho y trece

años, y el papá que fue asesinado por el amante de la mamá. Los tíos, la abuela, los primos

y el resto de la familia de Fernando han sido de apoyo para él, pues lo han recibido en sus

casas cuando le ha tocado irse del Putumayo.

A Fernando le falta el cariño y el apoyo de una mamá. Es un andariego que llega a donde lo

reciban. Mientras lo entrevistamos en el parque, le preguntamos qué significaba para él la

palabra amor, “No sé”, nos respondió. Cuando le preguntamos por la palabra familia, dijo

“La familia quiere decir que unidos, estar unidos y estar feliz con ellos, y querernos entre

todos, nunca estar con egoísmos ni con peleas ni nada, estar juntos”.

178

El primer día que hablamos con Fernando, nos contó sus historias de ciclismo. Entró a un

mundo en que él era el ganador y hasta Italia nos llevó, pues, según él, el diciembre del

2008 fue a correr a este país con el equipo de ciclismo de Bogotá.

Sin muchos detalles y descubriendo las múltiples cicatrices que rodean su cuerpo nos contó

que tuvo que huir por el río Caquetá en un intento por salvar su vida de las manos

homicidas de su padrastro, quién por órdenes de su mamá, intentaba quitarle la vida. “Yo

no sé por qué ese man me quería matar a mí también. Tal vez por rabia o porque me

parezco mucho a mi papá, por eso”. Su papá era también moreno, de pelo lizo y se reía todo

el tiempo, tal y como es Fernando.

Su padre, también llamado Fernando Ávila, no se pudo salvar de las manos asesinas de su

padrastro, un guerrillero del frente 33 de la guerrilla que, con el tiempo, pasó de ser un peón

de la finca de los Ávila al amante de su madre y el asesino de su padre.

El asesinato fue el 24 de febrero de 2007. “Ese día mi papá se fue a trabajar a sembrar

maíz. Yo estaba en el río en otra parte trabajando y había una fiesta. Yo llegué tranquilo a

la fiesta y me dijeron, usted no sabe nada de su papá? Y qué? Está enfermo o qué? Y me

dijeron, no, lo mataron. Entonces yo me puse triste, entonces me fui y dije dónde está? Y

me dijeron que se lo llevaron pal pueblo José María de Putumayo. Entonces yo salí y lo vi

ya allá muerto. Me puse triste, a llorar de una. Y mi mamá pues no se sentía triste ni se

puso a llorar ni nada, como si no hubiera pasado nada. Y pues lo enterraron al otro día, y

apenas lo enterraron yo a los 8 días me fui pa la casa. Mi mamá ya estaba viviendo con ese

guerrillero (el mozo). Él se llama José Moreno”.

Cuando Fernando se enteró de la muerte de su papá, se desmayó, “Me dio ganas de irme al

hueco con mi papá”. Fernando dice que su mamá no lo quería; las hermanas aprendieron

eso de ella y no lo trataban bien tampoco. “Si mi papá hubiera quedado vivo me habría

comprado todo lo mejor, me haría entrenar para cada carrera, pero ese momento nunca

llegó”.

179

De esta manera Fernando se escapó para dejar atrás a sus tres hermanas quienes, según él,

lo despreciaban y lo maltrataban al igual que su madre, porque ella no quería tener hijos

varones. A pesar de los desaires de ella y de sus hermanas, a Fernando lo reconfortaba el

apoyo y la compañía de su padre con quién empezó a trabajar desde los ocho años en las

plantaciones de coca de su finca en el Caquetá.

Los papás de Fernando tenían problemas cuando vivían juntos, a causa del desamor de ella

hacia Fernando. “La cascaba, le daba duro porque no me quería a mí. Le daba mucha rabia

porque no me quería. Cuando se abrieron mi papá le dijo que dividieran la finca, la mita pa‟

él y la mita pa‟ ella, pero mi mamá no quiso nada de eso. Ella quería toda la finca pa‟ ella,

entonces ahí fue que me dijeron que ella había mandado matar a mi papá, por quitarle la

finca”.

La guerrilla le contó esa versión de los hechos a Fernando, pues ellos sabían que uno de

ellos andaba detrás de la mamá de él: “Si nosotros hubiéramos matado a su papá, lo

hubiéramos matado delante de usted y delante de su mamá, nosotros hacemos eso cuando

vamos a matar a una persona, o si asiste a una reunión, lo matamos delante de la reunión,

pero no lo matamos en escondidas ni nada, de frente. Eso fue gente particular, alguno que

le tiene rabia, y nosotros sabemos que ninguno le ha tenido rabia a su papá por acá porque

todo mundo lo quiere. El único que sospechamos es su padrastro, el mozo de su mamá que

nosotros hace años lo conocemos y mantiene atrás de su mamá”. “Vamos a ver qué

hacemos”, dijeron, “Lo único que le decimos es que se puede ir pa‟ donde su familia y ya.

Cuando quiera entrar pida permiso”, eso fue lo que la guerrilla (Frente 32 de las Farc) le

dijo a Fernando.

Fernando no tiene buenos recuerdos de su mamá y hermanas en el Putumayo: “No quiero

recordar jamás, porque ellos fueron muy malos conmigo. Algún día que yo los llegue a ver

y de pronto me vean, pues que los disculpo, pero yo siento mucha rabia también. Sentiría

rabia, demandaría a mí mamá por ese mal camino que ella escogió y lo que le hizo a mi

papá y lo que me hizo a mí”.

180

Durante su estadía en Bogotá, Fernando cuenta que las personas a las que más aprecia son

su primo Edwin y su tío Alcidiades y a toda la familia de Bogotá. “Ellos son los que más

anhelo, más que todo a mi primo”.

La última navidad se la pasó corriendo en Cali, ni se acuerda qué fue lo que hizo ese día.

VI. Vivienda

Fernando nació en la Vereda Los Laureles del Pueblo José María de Putumayo. La vereda

queda a 30 minutos de Mocoa, la capital. Allí solamente vivían 20 familias, en plena selva

colombiana. “En la finca teníamos 3 burros machos y dos caballos. Cultivábamos coca,

plátano y yuca y maíz. Me gustaba cultivar el maíz y la yuca”.

Cerca a la casa de Fernando en el Putumayo había cambuches de las Farc, más exactamente

a 4 horas a pie. “Siempre pasaban por ahí cerca a la casa cuando había reuniones. Cuando

ellos llegaban que tenían que quedarse, se quedaban ahí donde nosotros. Tocaba darles

posada porque uno que le va decir a esos manes que no. En mi casa se quedaron una sola

vez no más. Llegaron y me dijeron que si podían matar una gallina y nosotros les dijimos,

sí, cójanla. La cogieron y les preparamos almuerzo; hicieron almuerzo pa‟ ellos y se fueron

a bañar, extendieron su uniforme, se fueron a limpiar el fusil y ya se acostaron a dormir. A

las 5 de la mañana se levantaron a hacer entrenamiento. Durmieron todos en la sala”.

Ese día, Fernando sintió miedo de que se lo llevaran obligado a la guerrilla, sin embargo,

ellos no intentaron hacerlo. “Cuando eso estaba mi papá y yo estaba muy pequeño. Sí

hicieron intento cuando ya crecí un poquito”.

Fernando ha vivido en varias ciudades de Colombia en casas de diferentes familiares.

Cuando estaba en Putumayo, vivía en la casa de su mamá con sus tres hermanas. Ha vivido

en Cali, en la casa de una tía, con su abuela a la cual le dice „mamita‟.

En Bogotá vivió su tío Alcidiades y en la casa de Diego Torres, un amigo suyo del ciclismo

de 19 años. “Conocí a Diego porque era amigo de mi primo, andaba mucho con mi primo

Edwin y nos presentamos y fuimos buenos amigos. Él también es ciclista. Entrena conmigo

181

y con mi primo y los papás son buenas personas también porque me están dando la

vivienda ahí mientras tanto y estoy agradecido con ellos también”. En la casa de Diego vive

además una prima de él y una gente que paga arriendo allí. El papá de Diego tiene una

panadería y la mamá es ama de casa. Tiene una hermana de 9 años que estudia en Britalia.

La casa de Diego es típica de un barrio popular, “por fuera es de puertas blancas, las

ventanas son blancas, adentro hay un mueble, un comedor, a los lados están los trofeos de

ciclismo de Fernando y los de Diego. Más adelante está del baño y antes una cocina.

Adelante hay dos piezas donde pagan arriendo y arriba vive la mamá de él y el pelao. Yo

duermo en la salita en un rinconcito. Cuando estaba con mi tío Alcidiades, yo dormía en un

rincón del almacén”.

VII. Educación

El lugar donde vivía era un impedimento para ir a estudiar. Derrumbes o caminos

destruidos por el agua no lo dejaban cumplir con su deber escolar, “Estudiaba por la

mañana y trabajaba por las tardes y los sábados y domingos. Entré al colegio como a los 10

años. Estudiaba, pero a veces duraba 15 días sin ir a la escuela porque por allá se inundaban

mucho los ríos y era peligroso. Si iba a caballo, mucho barro.

“De mi casa a la escuela era una hora a pie. Iba con mis hermanas, pero a mí me daba

mucho miedo la montaña porque po‟ allá existen los tigres y culebras, entonces a veces ni

iba a la escuela. Mi papá me mandaba y yo no iba. Estudiaba pero no terminaba. De la

escuela solo mee acuerdo del uniforme, el pantalón azul y la camisa blanca y los zapatos

negros. Me acuerdo que a las 10 a.m. ya lo soltaban a uno a recreo y al rato ya entraban y a

la 1 p.m. ya salían pa‟ las casas. Y a las 8 a.m. teníamos que estar al otro día en la escuela”.

Hizo hasta segundo de primaria porque le tocaba trabajar. Cuando estudiaba, Fernando

recuerda que su mamá le botaba los cuadernos al piso, no le importaba que estudiara. “Del

colegio yo ni me acuerdo ya”.

182

Fernando dice que no extraña el colegio y que no le interesa volver porque ahora concentra

todo su tiempo y esfuerzo en convertirse en campeón de ciclismo. Su vida entera, sus

sueños y la ganas de vivir y ser feliz, a pesar del dolor que rodea su pasado, se lo debe a

este deporte. Él sueña con ser un buen deportista y ganarse la vida con su bicicleta.

Cuando le pedimos que leyera una de las etiquetas de las varillas que había en la

chatarrería, nos dimos cuenta de que lee con dificultad y sin tener en cuenta las tildes. A él

ya no le interesa estudiar, nos contó que para él no es necesario, porque muchos amigos

ciclistas se pueden ganar la vida dependiendo solo de este deporte y no estudian porque no

les hace falta.

Después de almorzar en el parque, fuimos a la Biblioteca Virgilio Barco para mostrarle a

Fernando libros sobre ciclismo. Al principio se mostró reacio, pues parecía estar cansado,

sin embargo le insistimos en ir para que conociera.

Al llegar a la biblioteca no se mostró sorprendido por ver este lugar que es tan novedoso

para él. Nos sentamos con él en un computador y le enseñamos a buscar libros en el

catálogo de búsqueda. Cuando veía implementos o modelos diferentes de bicicletas, le

quedaba fácil reconocerlos, así como su uso y cuáles eran las mejores marcas de estos

productos.

Después de haber elegido cinco libros sobre ciclismo fuimos al primer piso de la biblioteca

a buscarlos, cuando los encontramos nos sentamos en el piso a revisarlos. Fernando se

mostró muy emocionado, pasaba las hojas con agilidad y cuando veía algún dibujo que le

parecía llamativo o familiar se detenía a explicarnos.

Había un libro en especial que tenía unas hojas muy gruesas y estaba lleno de fotografías,

ese fue el que más le llamó la atención y lo pasaba con mucha fuerza, tanta que las primeras

hojas quedaron arrugadas. Pero nosotras le explicamos que era necesario pasar las hojas

con más suavidad y así lo hizo. Tal vez por la fuerza que implica su trabajo en la chatarrería

o en el manejo de la bicicleta, Fernando pasaba las hojas de los libros con fuerza.

183

Seleccionamos el material que más le gustó y le sacamos fotocopia, después de haber hecho

esto nos fuimos a dejarlo en Patio Bonito, se mostró muy contento por todo lo que hicimos,

nos dijo “menos mal me convencieron de ir a la biblioteca porque eso fue lo que más me

gustó”. Como le llamaron la atención los computadores nos pidió que cuando nos

volviéramos a ver le mostráramos videos de ciclistas y le presentáramos deportistas de

otros países por internet. Fernando nunca ha hecho uso de los computadores, pues, cuando

hicimos que buscara libros en línea en el catálogo de la biblioteca, no sabía cómo usar el

mouse, no movía la mano para mirar, esperaba que le dijéramos qué hacer.

¿Por qué los niños tienen que estudiar? “Para de pronto algún día ser buenos estudiantes y

para tener un buen trabajo, para que no le toque tan duro. Yo quiero seguir mi deporte,

mejor que el estudio. Yo quiero mucho mi deporte, más anhelo a mi deporte”.

184

Entrevista a Solange Caicedo

Vendedora en los buses

Escrito textual de la conferencia de Solange en un bus:

“Medios de comunicación: prensa, radio, televisión han arrojado una estadística en lo que

va corrido de este año, apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del

síndrome de inmunodeficiencia adquirida que es…. Los pasajeros responden: SIDA, nada

más, caballeros, jóvenes miren nadie quiere tener SIDA sabes cuál es el problema? Que

nuestro bello y hermoso país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial lo antecede África,

país continente, Brasil y Estados Unidos en su orden. Mi nombre Solange Valencia de la

fundación amor por la vida. Tengan todos ustedes muy pero muy buenas tardes”. Los

pasajeros responden: buenas tardes.

“Muchísimas gracias. Aclaro dos cosas. Primero le pago el pasaje al señor conductor por

respeto a él y a todos ustedes yo se que esta situación es algo incómoda para algunos.

Segundo. Que mi presencia aquí no es para pedir ninguna clase de colaboración miren

como se pueden dar cuenta yo estoy muy bien como todos y cada uno de ustedes. Yo les

hago una pregunta. ¿Será que este tema del SIDA nos confiere a todos, sí o no? Abra su

mente, afile su oído, no se vaya a asustar por lo que le voy a decir pero estoy segura que los

minutos a continuación le van a marcar la vida y al finalizar usted me va a decir si sí se la

puedo estar salvando a usted y a su familia. Mira el pasado once de noviembre en la ciudad

de México se llevó a cabo uno de los congresos mundiales acerca del SIDA ese mismo día

uno de los eruditos más grandes acerca del tema, el científico RJ Cooper estremeció al

mundo sobre el concepto de esta enfermedad. ¿Saben por qué? Porque descubrió veintidós

maneras en las que niños, jóvenes, adultos y ancianos están siendo infectados con el virus.

¿Saben qué es lo aterrador? Que ninguna de estas veintidós conductas tienen que ver con

sexo o cama como la mayoría de nosotros lo asemejamos, después les voy a dar algunos

ejemplos para que me comprendan mejor. Voy a empezar con los caballeros. Caballeros yo

me imagino que ninguno de ustedes ha sido infectado porque en el momento de ir a la

peluquería y poner la cabeza, antes compran su cuchilla unipersonal, de pronto le van a

arreglar el bigote, la patilla, la barba, la parte de atrás, toda la cabeza, antes exigen que esta

cuchilla sea cambiada por la que usted llevó. ¿Cuántos caballeros lo hacen, con sinceridad?

185

¿Ninguno, preocupante y alarmante verdad? Bueno las damas tampoco estamos inmunes

señoras cuantas de ustedes aquí presentes antes de hacerse manicure y pedicure compran y

llevan su kit unipersonal o en su defecto piden que todos estos instrumentos que tienen

contacto directo con la piel como es cortaúñas y corta cutículas sean esterilizados al calor o

con hipoclorito de sodio”.

“¿Cuántas damas lo hacen? ¿Ninguna? Preocupante y alarmante bueno quién de los aquí

presentes me podría decir como se hace para en una depilación con cera no ser infectados.

¿Alguien sabe? ¿No? ¿Pueden entender porque estoy aquí? Mira el SIDA nos está ganando

la guerra, todos cuando nos hablan de esta mortal enfermedad lo asemejamos con una

relación sexual o ustedes no han escuchado decir: “a mí no me va a tocar” ¿por qué?

Porqué le soy fiel a mi novio a mi novia a mi esposo a mi esposa. Cuantos de ustedes están

seguros de la fidelidad de su pareja en un 100%. ¿Ninguno? Preocupante ¿cierto? Bueno

pero muchos me van a decir: “mira Solange yo soy todo un varón yo para que necesito

hacerme una depilación con cera y muchas” otros me van a decir “no pero yo siendo una

dama para que necesito aprender a llevar una cuchilla si no tengo ni barba ni patilla” yo les

hago una pregunta. ¿Somos solos en el mundo? Qué pasaría si nuestro novio, novia, esposo,

esposa, son infectados, quién sería el siguiente en la lista, la pareja, pensemos en nuestros

hijos”.

“Bueno vamos a ver si van conmigo. ¿Cuántas conductas de riesgo descubrió el científico

RJ Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién me recuerda. La gente responde: 22 y ella

dice: correcto muchas gracias al caballero. Llevamos cinco minutos ¡de cuantas hemos

hablado hasta el momento? La gente empieza a dar números a la zar y ella dice. Se van a

asombrar: hasta el momento hemos hablado de una. Salones de belleza, se clasifican por

lugares ¿sí me hago entender? Bueno les voy a regalar otra conducta: hospitales, cuantas

mamitas aquí presentes le exigieron a su médico que les realizara la prueba del VIH SIDA,

bueno la dama es una, felicitaciones digna de admirar, quién más, contigo son dos

felicitaciones, mira en este momento la secretaria de salud y los hospitales están regando

esta gran información, toda madre que esté en estado de embarazo y sea portadora del virus

tiene la obligación de realizarse la prueba, para que su bebé se puede salvar ¿cómo?

186

Naciendo por la famosa cirugía prenatal pre parto, más conocida para ustedes y para mí

como la cesárea, se abstiene de darle lactancia, mire su bebé queda ileso de esta mortal

enfermedad. Yo les hago una pregunta. ¿Será que nosotros teniendo esta información es

justo que todos los días en Colombia aparezca un niño con SIDA. No cierto? El SIDA nos

está ganando la guerra. Yo les hago una pregunta ¿les parecen necesarias, pertinentes, estas

conferencias? ¿les gustaría tenerla completa? la conferencia dura dos horas ¿tienen tiempo?

no verdad, el tiempo no es nuestro mejor aliado, ¿trajeron lápiz y papel? Bueno ustedes no

sabían que yo iba a venir. Bueno nosotros sabemos que al intentar lanzar estas campañas en

estos medios masivos de transporte hay una connotación socio cultural diferente a cuando

vamos a un colegio o a una universidad, nos demoramos dos horas, tenemos ayudas

audiovisuales”.

“Aquí solo lo podemos hacer quince minutos pero la idea es que ustedes tengan todos esta

información en sus manos por eso yo estoy aquí, mira nosotros los voluntarios hemos

tomado una decisión, todos merecemos tener la verdad acerca del SIDA hemos probado la

información en formato dvd lo que les estoy haciendo entrega es el documental original de

nuestra fundación amor por la vida, yo les voy a comentar de que se trata: vamos a

encontrar la verdad acerca del SIDA (habla de todo el contenido del DVD pero no se

entiende porque está caminando de un lado al otro del bus) bueno yo les hago una pregunta

¿Cuántos de ustedes conocen a una persona con SIDA? Tú la conoces? ¿Cuántos conocen a

un niño con SIDA? Los invito a que vean el documental y van a conocer a Steven un niño

de siete años ya está muriendo de SIDA, le bombean la comida directamente al estómago,

él no va a conocer que es el amor, no va a conocer su cédula, no va a tener la oportunidad

de llegar estresado a su hogar por tener tanto trabajo como nosotros, ese no es el futuro que

queremos para Colombia”.

“Bueno nosotros hemos decidido entregar esta información a todos y cada uno de ustedes,

claro está a un costo, porque esta información no se puede regalar hay que recuperar lo que

es DVD, envoltura, empacarlo y que llegue a ustedes. En este momento estamos pidiendo

la colaboración de solo lo que es los materiales, irrisorios tres mil pesos yo les hago una

pregunta con toda sinceridad ¿les parecen caros tres mil pesos? No cierto, porque tres mil

187

pesos no vale nuestra vida, pero los invito a que salven muchas con esto. Bueno sobra decir

que lleve el documental hoy va a ser favorecida por qué porque si se pueden dar cuenta en

la parte posterior del documental no solo vamos a encontrar información acerca del SIDA

sino de los cinco flajelos que en este momento atacan nuestro país. SIDA, aborto,

alcoholismo, drogadicción y la educación sexual que fracasó en Colombia. ¿Recuerdan el

programa séptimo día del canal Caracol? Junto con PROFAMILIA y la secretaria de

educación, ¿sabe que estadísticas dieron? La educación sexual el Colombia fracasó, los

papitos le echamos la culpa al plantel educativo por los embarazos a temprana edad. Yo les

hago una pregunta ¿quién tiene la obligación de hablar de sexo con sus hijos? Nosotros, ¿en

donde empieza la educación? En casa cierto. Bueno vamos a hablar de alcoholismo y

drogadicción, yo les hago una pregunta con toda sinceridad. ¿quién leyó el periódico el

Espectador el domingo pasado? Vieron las noticias del alcoholismo, ¿saben quien ocupa el

30% de los alcohólicos en Colombia? Los menores de edad. ¿cuál es la generación que nos

espera? Ya se inflitraron las drogas en el colegio, están regalando las tres dosis de heroína

gratis a los chicos, ¿quién tiene la obligación de enseñarle los riesgos acerca de las drogas a

sus hijos? Los padres cierto, es triste darse cuenta como se llenan hospitales enteros de

niñas entre los 12 y 20 años jóvenes que abortan que no saben llevar su vida cuando ya

están destruyendo otra, por culpa de ellas, no mira por falta de información, de asesorías,

cierto que es triste”.

“Mira en este momento yo estoy aquí porque todos merecemos tener la verdad acerca del

SIDA, ¿quieren que les diga algo? En este momento a Colombia no la mata el SIDA, no

nos mata el cáncer, nos mata la indiferencia, la decisión está en todos y cada uno de

nosotros. ¿Quién ocupa el mayor porcentaje de las personas que están muriendo por SIDA?

Primero las amas de casa, segundo se lo compiten con los niños, simple desinformación. Mi

nombre: Solange Valencia de la fundación Amor por la vida. Me resta decirles: el SIDA no

tiene cura, la mejor vacuna hasta el momento es la información y ustedes la tienen en sus

manos, miren los invito a que no la desechen, muchísimas gracias por su atención, por su

cultura, que Dios los bendiga, espero volverlos a ver”.

188

“Bueno yo quisiera saber con qué personas cuento que van a llevar el material, les aseguro

que no se van a arrepentir”. Cada persona le dice: ya te recibo muchas gracias.

1. ¿Quién eres tú?

Mi nombre es Solange Giselle Valencia, tengo 17 años y vivo actualmente en el barrio Bochica

sur.

2. ¿Puedes describir el trayecto de tu casa al trabajo?

Yo para llegar al lugar al que salgo a trabajar diariamente cojo dos buses, uno de la casa a

la avenida Cali y otro hasta Soacha que es el lugar donde siempre empiezo a trabajar.

3. ¿Y más o menos cuánto dura ese recorrido?

Entre hora y hora y diez minutos.

4. ¿Desde hace cuanto tiempo estás trabajando en el transporte público y cómo

fue esa primera experiencia, si la puedes describir.

Trabajando de corrido por decirlo así de la manera en que trabajo, llevo dos años, pero la

primera experiencia la tuve a los trece años cuando mi mamá que toda la vida ha trabajado

en el medio de transporte a causa de la enfermedad que tiene en las manos, me convidó a

que la ayudara a vender unos libros de educación y que le explicara un poco sobre lo que yo

estaba viendo en el año. Yo acepté porque siempre me ha gustado colaborarle a mi mamá,

me acuerdo que eran unos libros de literatura y los ofrecí y me pareció pues una forma muy

honrada en que uno le aporta a las personas y las personas también nos pueden colaborar y

desde ese momento me gustó el trabajo.

5. ¿Lo hiciste por iniciativa propia o tu mamá te habló de la necesidad de

trabajar?

No mi mamá nunca ha buscado en sí que yo trabaje, incluso hoy día después del tiempo ella

me dice que le duele que le duele que yo trabaje porque ella quisiera darme todo y

189

desafortunadamente no lo puede hacer, pero yo lo hago por voluntad propia, me gusta

poder aportar.

6. ¿Por favor haz una descripción de lo que estás vendiendo actualmente y cómo

lo ofreces?

Actualmente yo vendo información sobre el SIDA, yo me subo al medio urbano de

transporte y ofrezco una serie de documentales doy unas pequeñas conferencias para las

que estoy capacitada y le hago entender a la gente que de pronto este es uno de los flagelos

que abarca nuestro país y esta información es necesario que la tengamos todos, pues

obviamente para que la gente adquiera el documental yo tengo que hacerles ver la

necesidad de que lo tienen que tener en su casa, pues esa es la manera en que los ofrezco.

7. ¿Entonces, cuál es la estrategia, crearles la necesidad?

Es más o menos decirles que si no llevan la información su vida está en riesgo, es crearles

la necesidad. Una persona que trabaja en el medio urbano no vende el producto sino que

vende el parlamento, una persona lo que vende es la capacidad de convencimiento que tiene

para que esa persona lleve el producto, usted nunca le garantiza que el producto esté bueno

pero sí le garantiza que a usted le dijeron lo convencieron para que lo lleve.

8. ¿Quién te enseñó ese parlamento del que hablas?

Para aprender a dar las conferencias del SIDA empecé hace dos años por medio de una

compañera que también trabaja de la misma manera, ella me motivó. Pues al principio yo

no quería, yo decía bueno pero a quién le va a interesar comprar una información del SIDA,

pero verdaderamente fue cuando aprendí a trabajar y me di cuenta que no interesa si uno

vende un CD o vende un dulce, es la capacidad que tenga de llegarle a la gente para que

esa persona lo compre y desde ese momento con este medio es que subsisto y gracias a esa

persona que me dio ese empujón.

9. ¿Cuál es el día que mejor te va y cuánto te haces?

190

Es relativo, actualmente yo trabajo en las flotas intermunicipales, todas las personas que

viajan al lado del sur, la gente que generalmente viaja en flota tiene dineros se le puede

cobrar caro.

10. ¿Cuánto cuesta cada CD?

Depende, cuando son días normales que no hay volumen de venta, son a tres mil, pero de

pronto uno motiva a la gente a que no sean tres mil sino que el aporte a criterio propio lo

que más pueda por esa nueva información, hay gente que a uno le dona los tres mil, gente

que le dona cinco mil, diez mil, veinte mil, según de pronto la clase de público que haya ,

por ejemplo las personas que viajan para lugares mas lejanos digamos si estamos hablando

hacia el sur como Cali, si estamos hablando de Neiva, Florencia, Pitalito es gente que

generalmente tiene más dinero entonces es gente que generalmente aporta más como que

colabora más a este trabajo en el medio masivo de transporte. Mientras que de pronto las

personas que viajan para más cerca de la ciudad de Bogotá como lo es fusa y eso

generalmente le dicen a uno hasta que se lo deje en dos mil, pero obviamente uno los

recibe.

Los días que a uno mejor le va, obviamente, son, trabajando en este medio, son los fines de

semana que es cuando la gente viaja más. Ahoritica también es relativo pero si es bueno el

trabajo por lo que es temporada, todos los jóvenes, niños, adultos salen a vacaciones a

diferentes lugares del país y ya que es un tema de educación todos estamos dispuestos a

capacitarnos.

11. ¿Cómo te reciben los pasajeros y el conductor?

Hay una diferencia entre el transporte intermunicipal y el transporte urbano. Es una

connotación socio cultural diferente, ya que tu en el momento de trabajar en una flota por

decirlo así tú te paras y tienes la certeza de que puedes durar hablando cierta cantidad de

tiempo y no se te va a bajar ningún pasajero del medio de transporte de pronto el conductor

le colabora a uno con no colocar música, los pasajeros están atentos, prestan atención,

mientras que en el medio urbano de la ciudad estamos hablando de que ya es un poco más

complicado porque la gente se sube se baja y no tiene de pronto el desfortuno, por decirlo

191

así de que puede quedar si un pasajero que llegó al paradero de pronto la gente que viaja en

el transporte urbano casi siempre los colombianos andan con lo del transporte entonces es

más complicado para que haya más volumen de venta.

12. ¿Qué te llevó a trabajar en el transporte público a tan temprana edad?

La verdad creo que primero el trabajo para los menores de edad está prohibido en nuestro

país, considero que es una regla necesaria porque en este momento hay muchos niños que

son sometidos a la explotación, pero en mi caso es diferente, vengo de una familia que es

madre cabeza de hogar desafortunadamente es una persona enferma que llegó a los buses

porque pasó de ser una de las mejores empleadas a ser una de las personas descalificadas

por su discapacidad física ya que tiene artritis deformativa, somos dos hijas ella nos ha

sacado adelante, ella con el tiempo ha perdido la agilidad en la voz, la agilidad en las

manos y no le permite trabajar de la misma manera. Yo siempre he pensado que no soy una

persona que no me tengo que quedar en los buses me quiero superar, quiero estudiar, quiero

hacer mi carrera profesional y pues la verdad yo llegué ahí porque no se, el flagelo de la

sociedad, mi madre se encontraba en un tiempo muy enferma, se vió la necesidad de llevar

para comer para la casa y si yo tenía la oportunidad de hacerlo pues obviamente no iba a

esperar a que otra persona me lo dijera creo que es más como un apoyo no considero que

sea obligada ni explotada como si lo son muchos niños de este país.

13. ¿Qué tan fuerte es la competencia hoy en día?

Demasiado, si estuviéramos hablando solo a nivel Bogotá hoy encontramos que la mayoría

de las familias colombianas entre estrato uno y tres subsisten a través de las ventas

ambulantes por decirlo así porqué porque el salario, la lucha de clases que estamos

viviendo ahorita es muy difícil porque hay personas que las someten doce quince horas por

un precio (sueldo) mínimo que tiene que sostener cinco o seis personas con su familia y

ellos lo que hacen es recurrir a otro medio para subsistir. Hoy día tú sales a la calle y

encuentras en la esquina desde la niña hasta la abuelita vendiendo dulces, encuentras

jóvenes, niños muchachos ancianos que se suben a los buses desde diciendo una gran

mentira para buscar unas monedas hasta buscar la manera de llegar a la persona y ofrecerle

algo para su vida y que de esa misma manera le puede sacar provecho entre eso estoy yo.

192

Por lo menos los vendedores nos clasificamos, no todos somos iguales, no es igual la

persona que se sube a vender dulces por la puerta de atrás que reciben una mala imagen de

los pasajeros a una persona como yo que paga su pasaje por respeto al conductor y a los

pasajeros, ofrece una charla respetuosa y ofrece un buen material. La competencia es

demasiada.

14. ¿Cómo se define quién es el vendedor que logra subirse a vender a una flota?

Pues mira es muy sencillo, los vendedores que trabajamos en las flotas intermunicipales no

pagamos pasaje, pero le damos un regalo al conductor , el regalo es el permiso para que el

nos deje trabajar, se le puede dar de pronto un CD para que cuando uno se baje escuche en

el trayecto del viaje, muchas veces se le dan muñecos para el adorno del carro, jugos

porque de pronto vienen muy cansados y eso motiva al conductor para que lo deje a uno

trabajar y en estas flotas hay un auxiliar ellos son muy importantes porque ellos son los

que le dan a uno el subsistir diario, son los que le permiten trabajar.

Cuando uno se baja en carretera, es diferente porque hay por decirlo así un lugar donde

todos nos bajamos, pero las flotas no paran, ellas siguen de largo, entonces nos hacemos así

como en fila, pero no mantenemos el orden, entonces viene una flota y todo el mundo saca

el permiso que tenga, el regalo que tenga y empieza a hacerle señas al conductor , el

conductor para y es el que más rápido corra a subirse al carro, el que llegue primero es el

que primero se sube.

Por lo menos algo diferente que hay de la ruta hacia el sur, o como la que hay por el norte o

por Villavo o por Mosquera es que por la ruta hacia el sur hay unos vendedores que son

“pandeboneros” ellos en este momento no son vendedores ambulantes pero sí son

independientes ya que tienen la autorización del Estado, están carnetizados y pueden

trabajar desde el peaje hasta Fusa. Ellos tienen la prioridad independientemente de que

nosotros nos subamos si se sube una persona a vender pandebono, tiene la prioridad de

empezar. Si uno va a la mitad de la conferencia y el se sube uno tiene que parar y darle la

prioridad igualmente eso es como un derecho para ellos y ellos hacen valer su derecho

muchas veces verbalmente o a la fuerza.

193

15. ¿Has tenido algún inconveniente o algún accidente que te haya hecho sentir

que no quieres continuar con este trabajo?

Bastantes o sea es, de pronto no puedo decir que sea algo desagradable, si he tenido

experiencias malas y experiencias buenas, desde que yo trabajo la flota intermunicipal he

tenido la experiencia de subirme y que al terminar de hablar los pasajeros me aplaudan me

feliciten, me digan que me admiran muchas veces, pero sí he tenido experiencias

desagradables donde primero muchas veces empezando por el conductor. Muchas veces

uno no comprende porque le regala el permiso a uno de trabajar y de pronto empieza a

subirle a la música a toda y uno no puede hablar, o a mitad de conferencia de pronto

también he tenido el inconveniente de que hay personas que se les hace un poco incómodo

esta situación de pronto porque nunca les ha faltado nada en la vida y nunca piensan que les

va a tocar y son un poco groseras por decirlo así. Me he llegado a encontrar con personas

que muchas veces se levantan, me dicen groserías y incluso me ultrajan, me pegan, sí

como por decirlo así atentan contra mi integridad, si me ha llegado a afectar demasiado

demasiado al punto de decir, no quiero volver, pero obviamente a uno la necesidad lo hace

continuar. También he tenido otros inconvenientes, de pronto también con los mismos

vendedores por la competencia, como te decía anteriormente, como de que las

circunstancias lo obligan a uno a enfrentamientos, pero igual esto no quiere decir que el

hecho de que uno pertenezca a un estrato bajo no quiere decir que tiene que muchas veces

ser la persona grosera o peleadora. Yo me considero una persona muy puesta en mi sitio,

muy respetuosa y pues no veo la necesidad de agredir a la otra persona, así lo haga, yo creo

que también todo se soluciona por la ley.

También hemos tenido otro problema y es que cuando nos vamos a bajar de las flotas, ellas

no paran, sino ellas disminuyen de la velocidad, incluso los carros, entonces lo que uno

tiene que hacer es saltar, entonces es complicado saltar en carretera y también me ha pasado

que de pronto he tenido en peligro también mi vida porque los carros en carretera vienen a

más velocidad que en la ciudad, de pronto caerme o cosas así, pero osas (a las) que uno ya

se acostumbra, de pronto en carretera como hay tantos accidentes que frenan muy duro que

uno se cae. Pero aparte de todo bien.

194

16. ¿Qué haces además de trabajar?

Bueno, inicialmente yo quiero trabajar en esto, pero no quiere decir que yo me quiera

quedar trabajando en los buses como la mayoría de personas. En este momento me

encuentro en la universidad estudio trabajo social que es la carrera que me apasiona y me la

pago a través del dinero que recaudo trabajando en los buses, en el medio masivo de

transporte. Estudio en la universidad Minuto de Dios pero en la sede de Soacha por eso

trabajo desde Soacha porque me queda asequible.

Es complicado darse cuenta como personas al llegar al medio masivo de transporte se

envician por el dinero , muchas veces uno encuentra formas de conseguir el dinero fácil, sin

hacerle daño a nadie pero haciéndose daño a uno mismo, en mi trabajo hay personas

profesionales con una carrera que se empeñan por trabajar en este transporte para conseguir

dinero más fácil, igualmente es plata que no luce porque muchas veces uno encuentra

personas que se pueden llegar a hacer hasta doscientos mil pesos diarios y al otro día si no

trabajan no tienen con que desayunar pero yo no quiero llegar a ser de esas yo si quiero

llegar a tener mi carrera, un trabajo estable con todas las de la ley por decirlo así, con

prestaciones, poder decir voy a ir a un restaurante digno con mi familia voy a sacar a mi

mamá del medio de transporte, esos son mis ideales, de pronto eso es lo que me diferencia

de los demás vendedores.

17. ¿Tus compañeros de la universidad saben que tienes este trabajo?

Bueno, desde el primer momento en que yo llegué a la universidad que todo el mundo le

pregunta a uno que qué hace y eso. Sí, yo les dije que yo trabajaba en el medio de

transporte y que de pronto no es el rechazo pero tampoco como la felicitación pues porque

encontramos diferentes clases sociales, verdad, de pronto hay gente a la que le parece el

trabajo indignante porque tienen la mayoría el concepto de que el vendedor ambulante por

decirlo así es ladrón. Por lo menos la mayoría de mis compañeros al principio les pareció

muy chévere incluso les he dictado conferencias, tengo compañeros que me han colaborado

comprando el documental, muchos me dicen que les gustaría verme, de pronto por la

agilidad que tengo para, como la destreza que tengo para vender estos documentales me ha

195

servido para destacarme de pronto en las exposiciones en las entrevistas dentro de la

universidad en los trabajos, entonces eso me ha servido mucho y la gente me busca por esa

destreza y se hace partícipe de esa manera de mi trabajo.

18. ¿Crees que tu trabajo te ha quitado tiempo para estudiar?

De cierta manera no, porque este trabajo se vuelve algo muy facilitador por decirlo así.

Siento que este trabajo en parte es ideal porque el día que yo quiero trabajo, el día que no

quiero no trabajo, si yo se que mañana no voy a trabajar hoy trato de trabajar más y de esa

manera mañana no trabajo y me puedo quedar haciendo las tareas de la universidad todo el

día de esa manera se me ha hecho muy fácil no me toca como a algunos compañeros que

tiene trabajo que les toca, trasnochar, madrugar, no poder dormir.

19. ¿Qué haces en tu tiempo libre?

Pues, a parte de trabajar y estudiar colaboro en la casa, saco tiempo para mi novio, he

perdido muchos de mis amigos porque a causa del trabajo y del estudio no le queda a uno

muchas veces tiempo, pero si a algunos les saco tiempo para „recochar‟ y eso como una

persona normal.

20. ¿Con quienes vives?

Con mi mamá y mi hermana.

21. ¿Cuántos años tiene tu hermana?

Mi hermana tiene diez años en este momento, mi mamá tiene cuarenta y dos años.

196

Ficha de análisis de Solange Valencia

Nombre: Solange Valencia Caicedo

Ciudad de Origen: Bogotá

Fecha de nacimiento: agosto de 1992

Edad: 16 años

Aspectos de análisis

I. Trabajo:

Solange empezó a trabajar en los buses a los trece años en compañía de su mamá. En esa

época le ayudaba a vender libros de literatura infantil parecidos a los que tenía que leer para

el colegio.

Para esa época ella acompañaba a su mamá de vez en cuando, o por lo menos cuando por

su delicado estado de salud era imprescindible la compañía de su hija. Pero desde hace dos

años, Solange reparte su tiempo entre la venta de los DVD y su educación.

En marzo de 2007, una amiga de su mamá le permitió a Solange acompañarla en sus

recorridos para que aprendiera una charla sobre el SIDA que sirve para impulsar la venta de

DVD informativos sobre este y otros problemas de salud.

Así después de su entrenamiento y de un mes de investigaciones para entender lo que hay

que saber sobre el SIDA, Solange empezó a comercializar este material, haciendo mini

conferencias de una hora para transporte intermunicipal y de quince minutos para transporte

urbano.

Cuando está trabajando dentro de la ciudad, se ubica en los paraderos de las principales vías

del sur de Bogotá, le pide permiso al conductor para que la deje trabajar, si el conductor

accede, ella le paga el pasaje. Pero cuando está trabajando con transporte intermunicipal, no

paga pasaje, pero le da un regalo al conductor “se le puede dar un CD para que cuando uno

se baje escuche en el trayecto del viaje, o les doy muñecos y hasta jugos porque de pronto

vienen muy cansados y eso motiva al conductor para que lo deje a uno trabajar”.

197

Cuando aborda estos buses y flotas, saluda a los pasajeros y se presenta como una

voluntaria de la Fundación Amor por la Vida que está interesada en difundir una

información de salud pública que tiene un carácter preventivo.

Pero en realidad tal fundación no existe, o si existe ella no hace parte del equipo de

„voluntarios‟. Pero sí utiliza su nombre “Para darle seriedad al trabajo, para que la gente

crea que al comprarme los CD está apoyando a los miembros de la fundación”. Acto

seguido presenta el material como un documental “original de su fundación” y describe en

dos minutos el contenido del DVD.

Después de esa breve información, desarrolla su charla sobre el SIDA casi que a modo de

conferencia, presenta estadísticas a nivel mundial, información sobre la magnitud de este

problema en nuestro país y al final deja claro que la herramienta más efectiva para

enfrentarlo es estar informado.

Finalmente vuelve sobre el producto, destaca el bajo costo de los DVD´S frente a la

importancia que tiene para quienes lo quieran comprar y pasa de puesto en puesto

recogiéndole el material a quienes no lo quieren comprar y recibiendo los tres mil pesos de

los que sí se decidieron.

Sabe que le va mejor en el transporte intermunicipal que en el urbano, porque tiene más

tiempo para convencer a la gente y porque por lo general los pasajeros que abordan

trayectos largos llevan más dinero que quienes hacen desplazamientos dentro de la ciudad.

¿Qué diferencia hay entre el transporte intermunicipal y el transporte urbano? En una flota

te paras y tienes la certeza de que puedes durar hablando cierta cantidad de tiempo y no se

te va a bajar ningún pasajero, de pronto el conductor le colabora a uno con no colocar

música. Mientras que en el medio urbano de la ciudad ya es un poco más complicado

porque la gente se sube se baja entonces es más complicado para que haya más volumen de

venta.

198

Sus mejores días, indiscutiblemente son los fines de semana “que es cuando la gente viaja

más” y en temporada de fin de año, porque según ella: “todos los jóvenes, niños, adultos

salen a vacaciones a diferentes lugares del país y ya que es un tema de educación todos

estamos dispuestos a capacitarnos”.

En consecuencia, el valor de cada DVD depende del día o la época y del tipo de transporte

que está abordando, “Cuando son días normales que no hay volumen de venta, son a tres

mil, pero uno motiva a la gente a que no sean tres mil sino que lo que más pueda, hay gente

que a uno le dona los tres mil, cinco mil, diez mil, veinte mil, según la clase de público que

haya. Por ejemplo las personas que viajan para lugares más lejanos: Cali, Neiva, Florencia,

es gente que tiene más dinero, entonces es gente que aporta más. Mientras que las personas

que viajan para más cerca de la ciudad de Bogotá le dicen a uno hasta que se lo deje en dos

mil, pero obviamente uno los recibe”.

Por ser un trabajo independiente, Solange no tiene un horario establecido, como tampoco

tiene que completar una determinada cantidad de dinero. En consecuencia, el suyo, es un

trabajo inestable, hay días en los que hace uno o máximo dos recorridos o simplemente no

sale a trabajar. Pero también hay días en los que es absolutamente necesario que trabaje

días enteros para reunir el dinero que necesita. Por eso no tiene sueldo fijo y tampoco tiene

claro el promedio de dinero que reúne por semana, siempre es diferente y depende del

tiempo que trabaje y de lo bien que le vaya.

El dinero que recibe lo invierte en más mercancía que compra semanalmente en San

Victorino, una popular zona comercial ubicada en el centro de Bogotá en la que a los

comerciantes les sale económico comprar en grandes cantidades. Manda a quemar los DVD

y compra los sobres en los que van empacados.

El dinero restante lo divide entre lo que le aporta a su mamá para la comida de cada día, la

lonchera de su hermana menor y si le queda algo, lo guarda para completar el valor de cada

semestre en la universidad.

199

Luego de haber acompañado a Solange en tres recorridos llevados a cabo en días diferentes,

fue posible observar que se vale de varias estrategias de alto nivel de complejidad para

tener éxito en sus ventas.

Para empezar, maneja bien su vocalización y tono de voz para lograr que la charla pueda

ser escuchada por todos los pasajeros del bus. Demuestra tener dominio del tema porque lo

desarrolla de manera fluida y con los términos adecuados.

Ella asegura que esa tranquilidad que tiene para expresarse se debe a que ya lleva dos años

desarrollando estas charlas y durante este lapso de tiempo, se ha documentado con toda la

información relacionada con el SIDA para poder responder a las preguntas que

eventualmente le puedan formular los pasajeros.

“Medios de comunicación: prensa, radio, televisión han arrojado una estadística en lo que

va corrido de este año, apenas once meses, han muerto ya 100.000 personas a causa del

síndrome de inmunodeficiencia adquirida que es…. (Los pasajeros responden) SIDA

damas, caballeros, jóvenes, miren, nadie quiere tener SIDA. ¿Sabes cuál es el problema?

Que nuestro país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial; lo antecede África, país

continente, Brasil y Estados Unidos en su orden”.

A medida que avanza la charla, Solange va formulándoles preguntas a los pasajeros acerca

de la información que ya ha dado y ellos responden, por lo general acertadamente. De este

modo logra involucrarnos con la charla para evitar que se distraigan y para lograrlo se vale

de un lenguaje sencillo y creativo.

Bueno vamos a ver si van conmigo: ¿Cuántas conductas de riesgo descubrió el científico RJ

Cooper el pasado 11 de noviembre? Quién me recuerda. (La gente responde) “22 “(y ella

dice) correcto muchas gracias al caballero. Llevamos cinco minutos ¿de cuantas hemos

hablado hasta el momento? (La gente empieza a dar números al zar y ella dice) Se van a

asombrar: hasta el momento hemos hablado de una. Salones de belleza, se clasifican por

lugares ¿sí me hago entender?

200

Otra estrategia de la que se vale para vender, es asegurar que con la compra del material,

los pasajeros pueden salvar sus vidas y las de los suyos porque al estar informados van a

estar en capacidad de prevenir un posible contagio. “Más o menos decirles que si no llevan

la información su vida está en riesgo, es crearles la necesidad”.

II. Conducta en el trabajo:

Tanto el conductor como los pasajeros la reciben de manera respetuosa y estos últimos la

miran con atención mientras avanza su explicación. Esto se debe al hecho de que ella paga

su pasaje, pide autorización antes de subirse al bus y tiene una buena presentación

personal.

La amabilidad con la que la reciben también se debe a que algunos vendedores ambulantes,

no saben dirigirse a los pasajeros y los habitantes de la calle que se suben a pedir limosna

intimidan a la gente. Mientras que ella con su manera de expresarse y su presentación

personal crea un lazo de confianza con los pasajeros.

En ese sentido también dejo claro que los vendedores se clasifican, que todos no son

iguales, debido a que no es lo mismo vender dulces a ofrecer charlas sobre un problema

mundial de salud pública.

“Por lo menos los vendedores nos clasificamos, no todos somos iguales, no es igual la

persona que se sube a vender dulces por la puerta de atrás que reciben una mala imagen de

los pasajeros a una persona como yo que paga su pasaje por respeto al conductor y a los

pasajeros, ofrece una charla respetuosa y ofrece un buen material”.

Pero estar en un nivel superior, de gozar de cierto grado de prestigio dentro del gremio de

los vendedores ambulantes, no es una garantía de éxito, ella sabe que no está sola en este

negocio al que según ella pertenece un amplio volumen de víctimas de la desigualdad

social, la explotación laboral y el desempleo que recurren a esta alternativa de trabajo como

una medida desesperada para sobre vivir.

201

Por eso, lograr subirse a una flota es toda una lotería que los vendedores persiguen como

fieras y defienden con las uñas. En los paraderos ahora convertidos en campos de batalla se

aglomeran todo tipo de vendedores exhibiendo el regalo o como ellos lo llaman “el

permiso” que le ofrecen al conductor.

Pero ellos no paran, entonces empieza la recta final, todos salen corriendo y solo el primero

que corone la meta, es el que se gana el derecho de vender en ese recorrido. Pero si durante

su charla, un „pandebonero‟ se sube “uno tiene que parar y darle la oportunidad” porque

estos vendedores están agremiados y tienen permiso estatal para trabajar, un permiso que

Solange ha visto defender a la fuerza en muchas ocasiones.

Con su trabajo concluido o interrumpido por la presencia del privilegiado vendedor de

pandebono, Solange tiene que mirar con cautela el momento más indicado para salir de la

flota, un descuido puede ser fatal. “Cuando nos vamos a bajar de las flotas, ellas no paran,

sino disminuyen la velocidad, entonces lo que uno tiene que hacer es saltar, es complicado

saltar en carretera y eso es peligroso porque los carros vienen a más velocidad que en la

ciudad”.

A pesar del riesgo que implica su trabajo y de los malos tratos que en ocasiones recibe por

parte de conductores y pasajeros, Solange recuerda con agrado los aplausos y felicitaciones

de quienes sí valoran su trabajo y se siente agradecida por llegar a su casa con algo de

dinero a cambio de haber compartido lo que sabe para salvar vidas.

Así transcurren sus días que empiezan “antecitos de las seis” cuando sale de su casa y toma

un bus que le deja en la avenida ciudad de Cali y de allí se sube en otro que la lleva al

punto de partida de su trabajo, el paradero ilegal de flotas ubicado en Soacha al que llega

después de una hora de viaje.

III. Aspecto físico:

Al verla se puede confirmar por qué su nombre parece sugerir una figura acaramelada por

el sol. Y aunque es bogotana, al verla contonear sus caderas de bus en bus pareciera estar

202

frente a una representante del Chocó o Buenaventura. Su contextura gruesa, edificada sobre

un cuerpo de un metro con setenta, está adornada por una abundante cabellera crespa y

remata con unos labios gruesos que brillan cada vez que sonríe, tiene braquets.

Le gusta usar ropa apretada y oscura, aunque sea un día de trabajo o una noche de rumba

con sus amigos del barrio, ella no descuida su imagen, antes de salir se encrespa sus

pestañas con una cucharita sopera, aplica pestañina y delineador y remata dominando la

rebeldía de sus crespos con una considerable capa de gelatina de quinientos.

Por cuenta de uno que otro problema de salud que se le ha cruzado por el camino o por falta

de una buena alimentación, sus labios siempre se ven resecos y su voz se escucha tapada

por cuenta de una rinitis que le quita el sueño desde hace varios años.

IV. Personal:

Desde que les pide permiso a los conductores, Solange se ve sonriente y despierta. Su

charla no suena a discurso recitado de memoria sino que fluye a manera de conversación

espontánea.

Gracias a que está apropiada del tema proyecta seguridad y tranquilidad durante su trabajo.

Es educada a la hora de recoger el producto y si en un recorrido no logró las ventas que

esperaba, no se ve desanimada o de mal genio.

A parte de sus responsabilidades laborales, Solange se concentra en lo ella cataloga como

su mayor prioridad en este momento, su estudio. El poco tiempo que le sobra lo dedica al

arreglo de su casa y a su novio con el que lleva un año y medio. Se llama Daniel, está

prestando el servicio militar como estafeta del Ministerio de Defensa, entidad que le regaló

una beca para acceder a la educación superior.

Mientras que compartimos días de trabajo y encuentros familiares, percibimos que está

muy unida a él, aunque en este momento esté reclutado. La llama constantemente y está

enterado de todo lo que ella está haciendo, se ve alegre cuando habla de él. “He perdido

203

muchos de mis amigos porque a causa del trabajo y del estudio no le queda a uno muchas

veces tiempo” pero asegura que a veces saca tiempo de más, para salir a bailar en compañía

de sus primas y amigos del barrio.

Le gusta su trabajo y es consciente de que puede llegar a ganar una cantidad considerable

de dinero si se lo propone, pero asegura que “esa plata no luce” porque a la gente no le

dura. Por eso se empeña en sacar adelante su carrera para poder tener un trabajo que le

garantice estabilidad y “las prestaciones de la ley”. Le gustaría trabajar con personas de la

tercera edad y lo que más quiere es apoyar económicamente a su mamá para poder “llevar a

mi familia a un restaurante digno” y sacar a su mamá del trabajo que tiene como vendedora

ambulante.

V. Familia:

Solange es hija de padres separados. Actualmente vive con su mamá, Marisol Caicedo, de

42 años y con Paula su hermana menor de 11 años. Las dos son hijas de diferentes padres,

el de Solange se llama Gabriel Valencia, se separó de Marisol cuando ella aún no superaba

los diez años.

Después del divorcio de este matrimonio de cinco años, se han tejido varias historias

alrededor del papel de Gabriel en la vida de su primera familia. La real es que desde que

abandonó a su esposa y a su pequeña hija, su colaboración económica ha sido escasa o casi

nula, y la que mezcla la fantasía con la superstición cuenta que Gabriel se valió de sus

conocimientos de magia negra para hacerle brujería a su ex esposa, Marisol.

Según ella, por cuenta de esas prácticas ocultistas ha venido presentando problemas de

salud que han desencadenado en una artritis reumática y otra serie de males que le han

restado vitalidad y le han puesto en su rostro más años de los que en realidad tiene.

Después de que esta artritis le quitó la posibilidad de seguir trabajando como operaria en

una fábrica de calzado y frente a la necesidad de conseguir el dinero suficiente para el

204

sostenimiento de su hija, Marisol decidió subirse a los buses a contar su historia, a vender

dulces y perfumes para cambiarlos por una bolsa de leche o una libra de arroz.

Con el tiempo, fue entrando en confianza con su gremio, aprendió donde era más barata la

“merca” en quienes no se podía confiar y cuáles eran las mejores rutas. Trabajó días enteros

cargando a cuestas una tula de color azul llena de fragancias chiveadas, rendidas y en

empaques ordinarios.

Después de dos años, se le presentó una oportunidad que la sacaría de las apreturas

económicas y el exceso de trabajo. Una compañera de trabajo muy cercana le propuso

viajar a Venezuela a vender un tratamiento en polvo para desmanchar los dientes que había

tenido total éxito en las ventas ambulantes y auguraba la misma suerte en el vecino país.

Sin echarle mucha cabeza y con todo el entusiasmo que este viaje amerita, Marisol reunió a

un par de sobrinos para que en menos de una semana empacaran un polvo gris en bolsas de

plástico selladas al calor con un cuchillo y para que etiquetaran cada sobrecito de cinco por

cinco con la imagen de una rubia sonriente y de dientes brillantes.

Después de ocho meses a la mamá de Solange el sueño venezolano se le convirtió en un

mal recuerdo difícil de olvidar. Lo que pasó exactamente es un misterio, lo único que se

sabe es que, al parecer, Marisol fue víctima de otro rezo malintencionado de su ex marido.

Marisol llegó anémica y triste y solo después de dos meses de cama, jugo de mora y mucho

hígado logró recuperarse para volver a subirse a los buses a vender lo que le quedaba de los

tratamientos dentales.

Fue para esa época de “vacas flacas” entre San Victorino y la Sevillana, en medio del ruido

ensordecedor del tráfico capitalino que Marisol encontró a Bernardo, un amigo fiel, un

apoyo incondicional y el futuro padre de su segunda hija: Paula Andrea “como la modelo”

dice Marisol.

205

En contra de los consejos de su familia y siguiendo con absoluta fidelidad lo que le decía su

corazón, se decidió a llevarlo a vivir a su casa, “un año completico se quedó” dice con

nostalgia, después empacó maletas, se despidió de Marisol, le besó su vientre de cuatro

meses de embarazo y nunca regresó.

Después de muchos “Ya estaba advertida mijita” sus padres y hermanas volvieron a su lado

para recordarle que no estaba sola. Su padre empezó a colaborarle con las cuotas de la casa

pre fabricada que tenia construida en la terraza de su casa; sus hermanas, del baby shower y

Solange, de cuidar a su mamá para la llegada de la bebé.

Fue en ese escenario en el que Solange decidió motivar a su mamá para que le permitiera

acompañarla a trabajar, para en un principio, poder aprender y colaborarle, pero con el

único fin de trabajar sola, como empezó su mamá, para “dejarla descansar”, como dice

Solange.

Gracias a que siempre ha vivido muy cerca de su familia y prácticamente en la misma casa,

ha tenido la fortuna de contar con el apoyo económico y emocional de ellos, ya fuera para

cuidar a su hija menor o para compartir con ellas algo de comida.

Otra red de apoyo que encontraron en el camino Solange y su familia, ha sido su fe y su

religión “mi mamá va todos los días sagradamente a misa y ha sido operada dos veces por

el hermano san Gregorio”. Sus palabras no son difíciles de creer, tienen figuras religiosas

en todas las habitaciones y hacen alusión a las “bendiciones del creador” mientras se llevan

la mano a sus escapularios la mayor parte del tiempo.

VI. Vivienda:

Solange vive, desde hace 12 años, en Bochica, un barrio ubicado al sur de la ciudad en la

localidad Rafael Uribe Uribe. Su mamá compró una casa prefabricada que ubicaron en su

casa materna.

206

El hecho de que ellas vivan con su familia, les ha facilitado recibir la colaboración de ellos

en lo que tiene que ver con alimentación y dinero cuando les hace falta, además no tienen

que pagar servicios porque son compartidos.

Para llegar a su casa, es necesario subir los tres pisos de la casa materna de la familia

Caicedo, al llegar, nos encontramos con una terraza, que en la mitad hace las veces de patio

de ropas, con lavadero y cuerdas de alambre negro que están extendidas en lo alto de la

construcción.

En la otra mitad de la terraza, está la casa prefabricada de Solange, compuesta por una

serie de placas de concreto unidas por parales de metal y cubierta por dos tejas metálicas

que se sostienen una sobre la otra. Sobre la fachada gris de concreto, quedaron miles de

orificios pequeños, como evidencia de las burbujas que deja el cemento mal mezclado.

Después de varios toques secos sobre la puerta de metal roja, aparece Solange con cara de

sorprendida, habíamos tardado casi una hora buscando la carrera 5 H No. 48M-21, manzana

cuatro, se le notaba que ya no nos esperaba.

Nos hizo seguir amablemente mientras quitaba con rapidez las montañas de ropa que

estaban sobre los muebles de la sala. A pesar de que las placas de concreto que en el

exterior se ven grises y acabadas, adentro estaban pintadas de verde menta y blanco

durazno, el frío intenso y el olor ha guardado dan la sensación de seguir en la calle.

Luego de un pequeño receso para darle tregua a la agotadora búsqueda de su casa, la

acompañamos a la cocina para conversar con ella mientras preparaba la comida. “eso si

perdonaran el desorden, es que con tanta cosa, a uno no le queda tiempo ni de tender la

cama”, y la verdad era que no teníamos mucho qué perdonarle, porque para el agitado

ritmo de sus actividades, apenas es de admirar que pueda cumplir con su universidad.

Pero tiene razón, la casa está totalmente desordenada, los platos del almuerzo siguen sobre

las mesas de noche de las dos habitaciones, la basura está arrinconada, sin botar, entre la

207

escoba y el recogedor y las docenas de baldosines cuadrados que cubren el baño ya no

lucen blancos sino amarillentos.

A falta de una biblioteca y un tocador hay libros y cuadernos abarrotados por todas partes y

sobre ellos, peinillas, esmaltes, llaves, monedas, sobres desocupados de gel y hasta un

zapatico de bronce que al igual que las medias del colegio de Paula, no tiene el otro par,

anda solo y perdido.

La improvisación ha sido la herramienta más efectiva para abastecer lo que por falta de

dinero no se puede comprar. El clóset de la ropa, un mueble de madera de casi dos metros

está en la sala y hace las veces de repisa de un equipo de sonido dañado y de un televisor,

sobre la mesa tienen un computador viejo “que no sirve sino de estorbo”, dice Solange.

En el baño, la ducha de agua caliente está cubierta con una bolsa plástica, azul con blanco,

de esas que dan en el supermercado, con varios huequitos que permiten que el agua fría

salga por chorritos delgaditos, “es que imagínese la privada que se pega uno cuando recibe

ese chorro de agua helada a las cinco de la mañana. Ahí si se me quitan las ganas de ir a

trabajar” dice entre carcajadas.

Cuando entramos a la habitación en la que duerme con su hermana menor, nos recibe en la

puerta “el amigo que nunca falla” como dice en la parte inferior el afiche que muestra a

Jesucristo con una bata blanca, una luz que bordea su silueta y los brazos abiertos de par en

par, como invitándonos a entrar.

En esa misma puerta, en la chapa hay un viejo tenis azul, colgando del cordón, la puerta

parece una galería callejera, además del afiche y el tenis hay una serie de grafitis que

confirman que allí duerme Solange: su nombre está escrito de todas las formas y tamaños,

pero el más curioso es el que tiene un sol dibujado y en seguida dice “I love you”.

Duermen en una cama sencilla de barandas metálicas pintadas de amarillo y azul, está

pegada a la pared izquierda de la habitación, “Paulita duerme al rincón. Donde la deje a la

208

orilla se me cae la chinita” cuenta Sol como le dice su mamá. Al lado derecho hay un

espejo roto parado sobre un mueble de madera blanco, “Este nos lo regaló Carmenza antes

de irse pa´ España”, hablando sobre una de las comadres de su mamá.

“La nevera que tenemos nos la regaló una tía, el jueguito de sala nos lo dejó mi abuela, la

pintura de las paredes la dio Marquitos el de la iglesia. Es que todos nos han ido ayudando

de a poquitos con el favor de Dios”, dice Solange mientras le sirve la comida a su mamá y

su hermana que vienen de misa.

Cuando vimos la habitación de Marisol confirmamos ese fervor católico con el que Solange

la describe. En su habitación tiene una pequeña mesita de noche que sostiene con debilidad

tres figuras de yeso: se trata de la imagen de la virgen María, un ángel que con una flecha

somete al que parece ser el diablo y en el centro, Jesucristo crucificado.

VII. Educación:

Actualmente está en segundo semestre de trabajo social en la Universidad Minuto de Dios.

Escogió esa carrera porque le gusta el servicio a la comunidad y se convenció de que esta

carrera es un medio para lograrlo después de ver a su prima más cercana tomando este

programa académico que en esta universidad es considerablemente más económico.

Tiene claro que su prioridad es el estudio, por eso le dedica mucho más tiempo a sus

actividades académicas que a su trabajo. No importa si para cumplir con sus obligaciones

académicas tiene que sacrificar el tiempo con sus amigos o familia o si tiene que dejar de

trabajar un día completo.

Dice que su trabajo, antes de ser un obstáculo, es un buen complemento para su carrera,

porque le ha permitido desarrollar habilidades como ella lo indica: “la destreza que tengo

para vender estos documentales me ha servido para destacarme en las exposiciones en las

entrevistas dentro de la universidad en los trabajos, entonces eso me ha servido mucho”.

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Su abuela materna le costea la mitad del valor de la matrícula, el resto sale del bolsillo de

Solange y su mamá, de hecho, la última vez que nos encontramos con ella para trabajar en

los buses, en diciembre de 2008, nos contó que tiene un mes para conseguir el millón de

pesos que le hace falta para completar el valor de la matrícula, la vimos angustiada.

Solange tiene tan involucrado su trabajo con su estudio que todos los días, trabaja en los

dos buses que tiene que abordar para desplazarse de su casa a la sede de su universidad

ubicada en Soacha, en Cundinamarca. Después de clase, se dirige al paradero de buses

intermunicipales y vuelve a trabajar.

Sus compañeros de la universidad saben que trabaja en los buses y, según ella, no todos lo

tomaron igual: “de pronto no es el rechazo pero tampoco la felicitación porque hay gente a

la que le parece el trabajo indignante porque tienen el concepto de que el vendedor

ambulante es ladrón, pero a la mayoría les ha parecido chévere, incluso me han pedido que

les haga la conferencia y me buscan por esa destreza y se hacen partícipes de esa manera

de mi trabajo”.

210

Entrevista a Diego Alejandro Perdomo Sánchez

Vendedor de papa en la Plaza de Mercado de Paloquemao

1. ¿Con quién vives ahora?

En este momento estoy viviendo con mi tía Nubia, mis primos y el marido de mi tía. Mis

primos son dos gemelos, son de 16 años y el otro es como de 23.

2. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo con ellos?

Bien, pues ahí llevo nueve años, sino que tuvimos unos problemas ahí. Mi mamá con el

marido de mi tía, nos tuvimos que ir, pero yo he ido constantemente ahí y ahorita que como

conseguí trabajo en la plaza yo les pedí el favor de que me dejaran quedar ahí mientras

tanto. Pues a trabajar y a ver si me ponía a estudiar.

3. ¿Estás contento ahí?

Sí porque es que allá en a casa todo aburrido en cambio con mis primos acá me distraigo.

4. ¿En qué barrio queda la casa?

En el barrio Villa Moral de Bochica.

5. ¿Cómo están distribuidos los espacios al interior de la casa?

Hay tres pisos, abajo hay dos piezas y cocina para arrendar, en el segundo hay un

apartamento, las piezas, una cocina para dos personas, con dos lavamanos y el baño. En

este momento estamos viviendo mis primos y yo y en el otro apartamento está viviendo un

inquilino y arriba hay otro apartamento y una pieza. En la pieza vive mi tía con el marido y

la otra está arrendada y la terraza.

Yo comparto una habitación con mi primo, pero ellos quieren, una para los tres para poder

arrendar la otra. Como abajo hay un garaje, como una pieza grande, entonces como que nos

van a mandar ahí a los tres. Para arrendar las otras dos, para que les llegue más plata.

211

6. ¿Y ellos viven de los arriendos?

Pues de eso y que ellos tienen como una empresa y que ellos toman tensión, hacen todos

esos exámenes y mi tía Nubia está trabajando en este momento con Yanbal y vende eso y

los productos naturales.

7. ¿Cómo es el trayecto de tu casa al trabajo?

Yo me levanto a las: 4:30, me alisto, salgo de ahí, cojo un bus, a veces cojo un bus bajando

hacia la 19 y después cojo otro bajando hasta la plaza o a veces cojo un bus que dice

paloquemao y me lleva directo a la plaza y normal, llego allá, tengo que entrar a las seis

8. ¿Cuánto tiempo dura este trayecto?

Media hora, cuarenta minutos, de venida si como una hora porque hay trancón.

9. Dónde está el resto de tú familia y cómo es tu relación con cada uno de ellos?

Mi mamá está viviendo por allá en una loma en Alpes, como no teníamos donde vivir

entonces allá teníamos un lote con unas latas ahí construidas entonces mi mamá como en

ese momento no tenia a donde irse y mi tía le dio plata para pagar arriendo, entonces ella

prefirió pagar el carreo hasta allá arriba que pagar el arriendo. Entonces se fue a vivir allá y

allá llevamos como cuatro años, sino que ella no se quiere trastear y allá no hemos podido

construir nada, no tenemos baños ni nada de eso entonces queremos construir pero todavía

no se puede queremos construir pero todavía no se puede.

Pues yo le digo a mi mamá que nos salgamos de ahí pero ella no quiere porque ella lleva

allá cuatro años, ella ya dice que el lote es de ella y no se quiere salir de allá. Ella tiene 48

años, se llama Linda Perdomo y bien normal, y allá vive con mis sobrinitas.

10. ¿Hablan seguido ustedes dos?

Pues ella antes iba todos los lunes pero ahora ya no va más y yo le compré un celular pero

ya no lo usa, no lo sabe manejar casi, yo la llamo y timbra y timbra y no contesta.

212

11. ¿Cuántos años tiene la sobrinita con la que vive?

Tiene tres años. Y viven ellas dos, sí las dos, por lo que mi mamá se encariñó con ella que

porque el marido la ponía a hacer oficio y la maltrataba entonces ella prefirió quedarse con

la niña y no se la dejó a mi hermana, entonces mi hermana después tuvo un niño pero se le

murió y entonces lo volvieron a intentar y tuvieron otra niña y se fueron a vivir por allá

donde la mamá del marido y ella si se perdió al fin porque no volvió a saber más de la niña

y ni se comunica ni nada.

12. ¿Cuántos años tiene?

Como 23.

13. ¿Cuáles son los mejores recuerdos que tienes de algo que hayas compartido con

tu hermana?

Hm… ya no me acuerdo… no pues no me acuerdo en este momento pero pues casi todos

los recuerdos son bacanos con ella. Pues peleas normales de hermanos pero no mucho así.

14. ¿Y tú hermano?

Él está en Tocancipá, ya tiene mujer, tiene una niña. Por allá trabaja, ese casi no le colabora

a mi mamá, el ya está con su familia y es aparte, por allá también vive mi tío, otra tía: mi

tío José, mi tía Rosa, ellos ya viven con sus hijo. La otra tía vive en Villavicencio creo, que

es mi tía Inés, la otra que vive en Arauca que es mi tía Marta, la otra que vive en Cali que

es mi tía Helena, un tío que se llama Agustín, otro se llama Álvaro.

15. ¿Se ven todos para fin de año?

Pues este año estuvimos con mi tía rosa, con mi tía Nubia, mi mamá, mi tía Helena, mi tía

Inés si no fue, mi tía Marta tampoco. A los que no he visto nunca es a mi tía Inés, ni a mi

tío Agustín, ni a mi tío Álvaro, eso si por lo que se distancian tanto, no vienen por acá y

casi no nos vemos.

16. ¿Qué has sabido de tú papá?

213

Bueno, que una vez no más que fuimos a Villavicencio, se llama Olivo y vive por allá. Me

acuerdo que una vez me iban a sacar un registro entonces mi mamá fue para buscarlo pero,

él ya tiene e hijos y familia por allá pero por ahí me dio unas cosas pero nada de plata y no

me reconoció y el mismo día nos vinimos y yo a él no vi nada más una vez hace como dos

o tres años.

17. ¿Tú naciste allá cierto?

Sí pero me registraron acá en Bogotá.

18. ¿Cómo se le dice a la gente que es de allá?

Quién sabe.

19. ¿Y qué te gusta de tu trabajo?

Pues sí, en general me adapto, en todos los trabajos que tengo generalmente me adapto y lo

hago como con gusto para hacerlo mejor.

20. ¿Háblanos de los trabajos que recuerdas que has tenido?

Pues el primero, que fue con una prima que nos fuimos por allá con cartón, eso fue en

Tocancipá, pero no, duré como una semana y me hice nada más cinco mil pesos. Pero

donde si aprendí más de cartón fue reciclando y después me vine para acá, para Bogotá y

como estábamos viviendo en esa loma y yo no tenía trabajo, entonces me fui con mi cuñado

y por allá nos pusimos a reciclar y allá fue donde aprendí de cartón de chatarra.

Eso fue hace como un año y después de reciclar nos pusimos las pilas a ahorra y él se

consiguió un carro de arepas y me dijo que si quería trabajar con él y yo le dije bueno, y

nos pusimos a trabajar, después conseguimos otro carro para mí. Entonces el tenia un carro

y yo tenia otro carro y fuimos avanzando y conseguimos otro carro, pero ese ya no

teníamos quien lo manejara y le dijimos a mi hermana que lo manejara, pero ella quedó

embarazada y no pudo trabajar más y luego empezamos a trabajar los dos y luego mi mamá

me dijo que no trabajara más con él y fue y me consiguió un trabajo en una bicicleteria y

dure como un año trabajando allá, engrasando las ciclas y arreglándolas.

214

21. ¿Cómo era el trato con la gente con la que trabajabas?

Pues mi jefe me regañaba mucho, y pues yo me lo aguantaba porque necesitaba el trabajo,

pero con la patrona si me la llevaba bien y con los hijos y él pues era buena gente sino que

era regañón y él tenia un hermano y me la llevaba más con el hermano porque él era el que

se la mantenía ahí y hacíamos todos los trabajos y gente, pues la gente que iba allá y

mandaba a despinchar las ciclas y era chévere porque a mi siempre me han gustado las

ciclas y allá fue donde más me amañé.

22. ¿Qué horario tenías?

Entraba a las doce y entre semana salía por ahí de siete a ocho, pero los sábados si salía de

ocho a diez, once y me pagaban poquito, que por lo que no sabia, me pagaban sesenta

semanal, a diez el día y me daban el almuerzo.

23. ¿Y podías ahorrar, que hacías con la plata?

Compraba ropa, cosas, para mi mamá, para la casa.

24. ¿Qué era lo que no te gustaba del trabajo de la bicicletería?

Pues que salía muy tarde y los peligros de la calle porque eso quedaba en San Carlos.

Además, me hacía daño en las manos, tengo un poco de cicatrices y manchas porque como

allá trabajan es con gasolina y como uno tiene que lavar con un poco de químicos eso le

pela a uno las manos.

25. ¿No usabas guantes?

No porque allá todo era a mano, engrasar, y con la caja de herramientas uno se ampollaba

las manos. Allá si es que me tocaba matarme las manos, me machucaba martillando, me

cortaba.

26. ¿Qué fue lo que te llevó a dejar ese trabajo?

Mi mamá me sacó, dijo que yo me estaba matando mucho, y me sacó de allá. Aunque ellos

me querían seguir colaborando y me dijeron que los siguiera llamando, al fin no los llamé

215

por lo que yo estaba reciclando entonces yo pasaba por ahí y ahí fue que el señor me vio y

me dijo que en lugar de estar en la calle que me fuera a trabajar con él.

27. ¿Llegaste a dormir en la intemperie?

Sí, por lo que llegábamos con el zorro desde la casa hasta el norte a pie y nos echábamos

un día de aquí allá, entonces se nos hacia muy noche y por allá nos quedábamos y nos

veníamos al otro día. O a veces nos quedábamos dos días por allá reciclando.

28. ¿Cómo se organizaban para dormir?

Encima de la zorra colocábamos un plástico, o a veces debajo, pero debajo era feo por el

frio del piso y a veces llovía y nos mojábamos y ahí dormíamos todos y a veces dormíamos

hasta con la niña, la que tiene mi mamá.

29. ¿Ella siempre los acompañaba a reciclar?

Casi no, pero una vez que tuvimos que salir a pedir comida, entonces llevábamos a los

niños como para que sintieran lástima y nos dieran más comida. Porque uno llegaba a una

parte y veía comida y uno con hambre, pues le tocaba hacer eso y luego llegó un primo de

Tocancipá y nos pusimos a trabajar también con él, pero él como era vicioso no nos gustó

eso por los niños y le dijimos que mejor se fuera porque se ponía a echar vicio en la casa y

le dañaba los pulmones a los niños.

30. ¿Cómo encontraste el trabajo de la plaza?

Un día que yo me quedé ahí donde mi tía, le dije que me dejara quedar y entonces me

quedé como una semana y los acompañé a trabajar por lo que ellos se iban por allá a la

plaza a tomar exámenes, de tensión y todo eso y a vender unos productos y entonces allá le

encargaron a una señora que si tenía un trabajo por ahí que yo estaba necesitado y dijo: si

claro, yo les ayudo. Y entonces me presentó y yo le dije: voy a colaborarle en lo que se

pueda y la señora es la que está ahí al ladito de don Richard y ella le preguntó que si no

necesitaba a alguien y él le dijo: sí claro yo necesito un chino para los fines de semana que

me ayude y entonces yo pasé y comencé al otro día. Y se me hizo fácil, no se me hizo tan

duro y me fui acostumbrando y ya.

216

31. ¿Qué es lo que más te gusta de esos trabajos?

No sé, pues por lo que antes estaba en la bicicletería encerrado y casi no salía, mientras que

allá como es como más abierto y uno habla con la gente.

32. ¿Qué de molesta de la gente a la que le vendes?

No pues lo único que no me gusta es que la gente pide una libra de papa y me derrumban

todos los bultos, para uno o dos libras de papa, entonces a uno le toca recogerlos y pues

sería mejor si cogen de un solo bulto, pero se ponen a coger de todos los bultos de resto no.

33. ¿Pero la gente en general es respetuosa a la hora de pedir cosas?

Sí, pues yo como no les hago mala cara ni nada, más bien como que yo les tengo paciencia

y no.

34. ¿Qué tan fuerte es la competencia con los otros negocios de papa?

Pues no mucho porque a don Richard le va muy bien, le compran más a él porque como

está en un sitio como esquinero, pues ahí le va bien. O sea que no es tan fuerte la

competencia.

35. ¿Qué haces en tu tiempo libre?

Pues entre semana, que es el tiempo que tengo libre, pues ahí en mi casa con mis primos o

como no tengo nada que hacer me voy a con mi tía a ayudarles por allá o me quedo en la

casa haciendo oficio y de vez en cuando salgo a dar vueltas por ahí en la cuadra y no más,

ahí en la casa.

36. ¿Cuáles son tus sueños y metas?

Pues todavía no he pensado nada de eso. No, todavía no se para dónde voy.

37. ¿conoces a alguna persona que sea tu modelo a seguir?

Pues dentro de mi familia yo creo que no quiero salir como ellos, porque por lo menos mi

tío y mi hermano, ellos echan vicio, pero lo controlan y todo, pero lo mismo, echan vicio.

217

Pues me gustaría si ser bien, tratar de conseguir mis cosas, una casa, pues no ser, tener un

trabajo estable, por ahí en una oficina o quien sabe en qué y ser gente bien, normal.

38. ¿En qué te gustaría trabajar más adelante?

Pues no he pensado nada de eso, pero pues ya cuando sea grande, por allá en una empresa o

algo así que uno ponte, para tener uno su propio negocio y trabajar en su propio negocio.

39. ¿Y qué te gusta o qué te gustaba cuando estabas en el colegio?

Pues no me acuerdo, pero en matemáticas me iba mal, en comportamiento también mal, y

en el resto sacaba notas normalito y pues yo lo hacía como por aprender.

40. Has una descripción de la casa de tu mamá.

Pues no es una casa, son como ocho latones y tejas y ya, pero el lote es de tres por dos de

grande pero son como… si como ocho latones más o menos, es chiquitico y consta de la

cama, el armario para ropa, tenemos unas tasas ahí para el baño, colocamos una tabla y ahí

encima el televisor y ya, es un espacio chiquitico, entra uno a la cama y sale a la puerta, es

chiquitico, por ahí de un metro más o menos.

41. ¿Has tenido problemas en ese barrio?

Pues no faltan los chinos de mi edad que me la quieren montar pero no, no más.

42. ¿Qué tan seguro crees que es el barrio?

Pues sí es como „regulimbis‟ porque allá hay mucho vicioso hay mucho ñero, allá si que

hay dañados en ese barrio.

43. ¿Crees que tus tíos y los hijos de ellos son gente con la que te sirve estar?

Claro sí, porque que mi tía es como…si a diferencia de mi mamá, pues mi mamá no se

arregla, no hace nada, se la pasa en la casa, en cambio mi tía si trabaja, se busca las cosas y

Giovanni también hace lo mismo.

44. ¿Qué fue lo que te pasó hoy con los policías?

218

Pues lo que pasa es que yo estaba trabajando en la plaza normal, cuando llegaron los de el

ejército y me preguntaron la edad y yo para que me dejaran trabajar les dije que tenia 17

años y entonces ellos me dijeron que todavía era menor de edad y entonces me dijeron que

los acompañara y yo les dije que no, pero a dónde, y me dijeron que me tenían que llevar a

donde los que lo mandan a él, los policías de menores y entonces que allá me tenían que

reclamar mis papás.

Cuando todo eso pasó, mi patrón salió y les dijo que yo trabajaba con él, que yo no me

mataba ahí mucho, por ahí colaborándole con lo de las papas, que yo solo trabajaba los

fines de semana y les dijo que yo estaba estudiando y que me dejaran trabajar por lo que yo

estudiaba y los fines de semana trabajaba por ahí por mis cosas y para ayudarle a mi mamá.

Entonces mi patrón les dijo que él había hablado con los de la administración de la plaza

para que me dejaran trabajar y ahí se puso todo bravo a pelear con los del ejército y les dijo

que llamaran a los que los mandan a ellos y hablaran y se fueron los soldados y entonces

me dijo que me fuera por ahí a dar una vuelta y entonces al ratico yo lo llamé y me dijo

que estaba la policía de menores y entonces me dijo que era mejor que no fuera allá por lo

que de pronto hay si me podían llevar y entonces me dijo que me fuera para la casa por lo

que los policías ahí están molestando , en ese momento me encontré con mis primos y les

dije que se fueran por la ropa que yo tenia en el trabajo y me la trajeron en el camino y nos

vinimos para la casa y ya desde mañana ir a trabajar normal. Pero de todas maneras los

policías siguen montándola.

45. ¿Qué piensas de lo que hacen los policías de menores?

Pues yo opino que a uno que está trabajando normal, que quiere salir adelante lo molestan,

pero ven a los niños que son mas pequeños que son más pequeños que yo robando y

echando vicio, a ellos si no les ayudan, deberían ponerlos a estudiar o algo así que no estén

en la calle durmiendo y ahí si no les dicen nada. Pero uno que si quiere trabajar por ahí y

salir adelante lo molestan que no trabaje pero los chinos que si están echando vicio los

dejan ahí y entonces eso es lo que no me gusta, que a uno no lo dejan trabajar, que uno

quiere salir adelante, ser juicioso, estudiar y trabajar para sus cosas y ellos que no que no

219

que no trabaje mientras que a los otros que si están por allá haciendo cosas malas, robando ,

a ellos si no les dicen nada, entonces eso es lo que no me gusta de eso.

46. ¿Qué opinas del estudio y la educación?

Pues por lo menos a mí que no termine de estudiar me gusta y yo quisiera terminar mi

bachillerato, de pronto por ahí entrar a una universidad o algo asi hacer una carrera, no se

de que pero de pronto por ahí

47. ¿Qué música te gusta?

Casi de toda.

48. Que te gusta del rap?

Pues que hablan de la cultura callejera, de lo que pasa, cantan como testimonios de la calle,

que la gente por ahí trabaja y no les ayudan y yo me siento identificado con esas letras y

por eso me gusta esa música.

49. ¿Y por qué te gusta la ropa rapera?

Pues yo me comencé a vestir así por mi primo y él se veía bien, entonces se me ocurrió

vestirme así, pues por mi forma de ser yo creo que me veo bien vistiéndome así y creo que

me gusta vestirme así.

50. ¿Tus primos son como tus mejores amigos?

Sí, porque yo casi no tengo amigos y ellos se visten así como yo, pues uno porque el otro se

está empezando a vestir como normal.

51. ¿Qué crees que tienes en común con tus primos para compartir tanto tiempo

juntos y la pasarla tan rico?

Pues primero por lo que somos de la misma edad, nos gusta la misma música, nos vestimos

igual, hablamos igual y pasamos casi todo el tiempo juntos y „recochamos‟, entonces por

eso es que me gusta estar tanto tiempo con ellos.

220

52. ¿Ellos son juiciosos?

Pues ahí más o menos,

53. ¿Consumen drogas?

Ah no, en ese sentido sí son juiciosos.

54. ¿Tienes novia?

Todavía no, por ahí tengo amigas y no más. Uno debe pensar primero en el estudio y

después en eso, de pronto por ahí más adelante.

55. ¿Qué tal te la llevas con tu tía?

Bien, la quiero mucho.

56. ¿Y ella qué tal se la lleva con tu mamá?

Pues la quiere arto, le dice Kika, pero le dice que se arregle, que busque trabajo, pero la

quiere arto y mi mamá también la quiere a ella. Han tenido problemas, pero se siguen

hablando.

57. ¿Qué haces con la plata que te ganas en la plaza?

Pues como trabajo solamente dos días en la semana, sábado y domingo, me gano cuarenta

mil o a veces me llaman desde el viernes y me hago sesenta. Entonces a veces le doy treinta

a mi mamá y cojo treinta para mí y por ahí compro ropa, ahorro o compro mis cosas de

aseo personal, jabón, cepillo, todo eso. O a veces también cuando tengo ahorrado le

colaboro a mi tía por ahí con la comida o con algo que necesite.

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Ficha de análisis de Diego Perdomo

Nombre: Diego Perdomo

Ciudad de origen: Villavicencio

Edad: 15 años

Aspectos de análisis

I. Trabajo:

Diego empezó a trabajar como reciclador cuando tenía doce años en el municipio de

Tocancipá (Cundinamarca). Este trabajo lo desarrolló con Natalia, una prima un año menor

que él. Pero como no les fue bien solo duraron una semana con esta labor. Luego, cuando

se fue a vivir al sur de Bogotá, retomó este trabajo con el esposo de su hermana mayor; fue

en esta oportunidad en la que aprendió lo que sabe sobre el tratamiento de materiales como

el cartón y la chatarra.

Con la ayuda se una zorra, empezaron a recoger el recoger el material que les servía en los

barrios que recorrían de sur a norte de la ciudad. Como los recorridos eran tan largos,

muchas veces se les hizo de noche lejos de sus casas y por eso se vieron obligados a pasar

la noche a la intemperie con una pequeña sobrina de tres años a quién utilizaban también

para pedir comida cuando el dinero que ganaban por reciclar no era suficiente.

¿Ella siempre los acompañaba a reciclar? “Casi no, pero una vez que tuvimos que salir a

pedir comida, entonces llevábamos a la niña como para que sintieran lástima y nos dieran

más comida. Porque uno llegaba a una parte y veía comida y uno con hambre, pues le

tocaba hacer eso y luego llegó un primo de Tocancipá y nos pusimos a trabajar también con

él, pero él como era vicioso no nos gustó eso por la niña y le dijimos que mejor se fuera

porque se ponía a echar vicio en la casa y le dañaba los pulmones a la niña”.

Después de un tiempo y con los ahorros que Diego y su cuñado tenían reservados,

compraron un carro para vender arepas en la calle. El negocio les funcionó al punto que

lograron comprar dos carros más para el mismo fin. Pero por alguna razón que Diego no da

a conocer, se retiró de este negocio por orden de su mamá.

222

Después de tres meses de permanecer desempleado, Diego logró conseguir trabajo en una

bicicletería. Allí, tenía que hacer reparaciones generales, limpieza y engrase de las

bicicletas desde el medio día hasta las ocho de la noche y los sábados hasta las diez.

En este trabajo Diego tuvo que soportar muchas condiciones adversas y excesivas jornadas

de trabajo en las que sus manos se veían maltratadas y manchadas constantemente a cambio

de sesenta mil pesos semanales y un jefe que lo reprendía constantemente con palabras

inadecuadas. A pesar de esto, Diego permaneció durante un año trabajando porque le

gustan mucho las bicicletas y además necesitaba el trabajo.

¿Qué era lo que no te gustaba del trabajo de la bicicletería? “Pues que salía muy tarde y los

peligros de la calle, porque eso quedaba en San Carlos”. ¿Y no te hacías daño? “Sí claro en

las manos, tengo un poco de cicatrices y manchas porque como allá trabajan es con

gasolina y como uno tiene que lavar con un poco de químicos eso le pela a uno las manos”.

¿No usabas guantes? “No porque allá todo era a mano, engrasar, y con la caja de

herramientas uno se ampollaba las manos. Allá si es que me tocaba matarme las manos, me

machucaba martillando, me cortaba”.

El dinero que le pagaban lo usaba para ayudarle a su mamá y siempre reservaba algo para

sus gastos personales. Pero después de un año, su mamá le pidió que dejara ese trabajo

porque, según él, ella veía que se mataba mucho.

Después de estar nuevamente desempleado, Diego visitaba con frecuencia a su tía Nubia y

sus primos gemelos, que viven a una hora de su improvisada casa en las lomas de la ciudad.

Ella fue quién le consiguió el empleo que Diego tiene actualmente en la plaza de mercado

de Paloquemao. Este trabajo consiste en organizar la papa armando pirámides en los

costales que hay alrededor del puesto. Esta es una técnica que le enseñó Richard, su jefe,

para que el puesto sea más atractivo a la vista de los clientes, lo cual/que facilita la venta

del tubérculo.

223

Para que las pirámides tengan una buena presentación, es necesario poner las papas más

grandes y más bonitas en la parte superior. Las que no pasan la prueba es porque se ven

muy feas o están en descomposición, así que Diego las deja en un balde.

Este trabajo lo desempeña todos los sábados y domingos y eventualmente los viernes desde

las seis de la mañana y hasta que se acaben los clientes –alrededor de las cuatro de la tarde-.

Su jefe, Ricardo Guerrero, le paga $20.000 por cada día de trabajo y este dinero lo divide

para ayudarle a su mamá, a su tía y para sus gastos personales.

¿Qué haces con la plata que te ganas en la plaza? “Pues como trabajo solamente dos días

en la semana, me gano cuarenta mil o a veces me llaman desde el viernes y me hago

sesenta. Entonces a veces le doy treinta a mi mamá y cojo treinta para mí y por ahí compro

ropa, ahorro o compro mis cosas de aseo personal, jabón, cepillo, todo eso. O a veces

también cuando tengo ahorrado le colaboro a mi tía por ahí con la comida o con algo que

necesite”.

Mientras está trabajando/Durante los fines de semana se tiene que levantar a las 4:30 de la

mañana para poder estar en su trabajo a las seis en punto. Él asegura que tiene que ser muy

responsable con este horario porque cualquier error le puede costar un descuento del sueldo

que recibe a diario. Diego asegura que se siente más a gusto con este trabajo porque tiene

más contacto con la gente y el ambiente es más agradable que el de la bicicletería.

En cuanto al trato con los clientes que frecuentan el expendio de papa, asegura que la gente

es respetuosa y amable y que él procura tenerles paciencia cuando es necesario. También es

evidente que el nivel de competencia de este negocio no es tan fuerte, porque el puesto de

papa de Richard/su jefe está ubicado en una de las esquinas más visibles de la zona.

Dos meses después de haber establecido contacto con Diego Perdomo, tuvo un incidente

con los miembros de la policía de menores que lo llevó a salir casi que escapado a la casa

de su tía. Este es el principal obstáculo que ven los niños, sus familias y patrones para

emplear a menores de edad. Vale la pena mostrar en detalle la explicación que Diego hizo

224

de los hechos: “Yo estaba trabajando en la plaza normal, cuando llegaron los de el ejército

y me preguntaron la edad y para que me dejaran trabajar les dije que tenía 17 años, ellos me

dijeron que todavía era menor de edad. Entonces me dijeron que los acompañara y yo les

dije no pero a donde y me dijeron que me tenían que llevar a donde los policías de menores,

que allá me tenían que reclamar mis papás”.

En ese momento, el jefe de Diego salió a aclarar la situación. “Don Richard les dijo que yo

trabajaba con él, que yo no me mataba ahí mucho, por ahí colaborándole con lo de las

papas, que yo solo trabajaba los fines de semana y les dijo que yo estaba estudiando”. Al

final les pidió que lo dejaran trabajar, porque su labor no interfería con su estudio y

representaba un apoyo para los gastos del hogar. Además, ya contaba con un permiso

especial que le había otorgado la administración de la plaza.

Para evitar que la policía se lo llevara, Richard le pidió a Diego que se fuera a la casa de su

tía, con la promesa de que al día siguiente podría volver al trabajo sin ningún problema.

Pero Diego dice que no puede bajar la guardia porque, según él, “De todas maneras los

policías siguen montándola”.

Diego califica este tipo de medidas como injustas debido a que, en su opinión, la policía

está más pendiente de evitar que los jóvenes que quieren salir adelante de manera honesta

trabajen y no les prestan atención a los jóvenes que viven en la calle, que han caído en la

drogadicción o que se dedican a robar.

¿Qué piensas de lo que hacen los policías de menores? “Pues yo opino que a uno que está

trabajando normal, que quiere salir adelante lo molestan, pero ven a los niños que son más

pequeños que yo, robando y echando vicio, y a ellos si no les ayudan. Deberían ponerlos a

estudiar o algo así, que no estén en la calle durmiendo”.

El segundo incidente que ha puesto el empleo de Diego en riesgo, lo tuvo con su jefe. Para

las fiestas de fin de año, Diego se fue a visitar a los familiares que tiene en Tocancipá

225

porque su jefe le dijo que no lo iba a necesitar, y como su celular estaba averiado, a Richard

no le fue posible contactarlo cuando vio que necesitaba su ayuda.

Diego reconoce que se descuidó porque no se preocupó por llamarlo, y cuando lo hizo, éste

le dijo ya le había conseguido reemplazo. Pero después lo volvió a llamar y hasta lo

contrató para que le ayudara en el negocio de chatarra que tiene en Fontibón. Por eso en la

actualidad tiene dos trabajos.

II. Conducta en el trabajo:

En uno de los encuentros con Diego trabajamos con él en el puesto de papa y sacamos las

siguientes conclusiones sobre su comportamiento.

Diego demuestra ser un niño tranquilo, serio y callado que se mantiene concentrado en su

labor. Tiene una relación respetuosa con su jefe y con William, su compañero de trabajo

que es cuatro años mayor que él.

Detalles como ayudarnos a levantar cosas pesadas, cedernos el puesto en una mesa, y

preguntar constantemente qué necesita la gente que está a su alrededor, hacen de Diego una

persona caballerosa y servicial, valores que seguramente heredó de la familia de su tía, pues

para él sus tíos y primos gemelos representan un modelo a seguir.

/Su amabilidad nos permite confirmar los buenos modales que tiene y que tal vez ha

aprendido en la casa de su tía, pues la relación con su madre no es muy buena. Pequeñas

cosas, como ayudarnos a levantar cosas pesadas, cedernos el puesto de la mesa o estar al

tanto de las necesidades de los demás, hacen de Diego un hombre caballeroso y servicial.

Esta forma suya de ser ha sido posiblemente aprendida en la casa de su tía; sus primos

gemelos representar para Diego un modelo a seguir.

También nos fue posible concluir que es tímido cuando no conoce muy bien a la gente, sin

embargo, a medida que entra en confianza, va dejando ver la curiosidad que le produce el

hecho de conocer gente nueva que hace cosas diferentes a las que él ha hecho en su vida.

226

Cuando está vendiendo le gusta usar diminutivos, como “Siga vecinita qué se le ofrece”

“Vecinito qué papita busca”, “Mil pesitos”, “La ñapita” y que, según él, permiten que el

cliente se sienta más en confianza y mejor atendido.

En ningún momento vimos a Diego estresado o de mal genio, aunque el ritmo de trabajo

aumentara a medida que la plaza se iba llenando. Creemos que es porque su jefe se muestra

como una persona tolerante y dispuesta a corregir a sus empleados con respeto cuando

cometen un error. También es importante destacar que es muy asertivo porque utiliza

estrategias parecidas a las de su feje para atraer y mantener a los clientes.

Si un comprador le pide descuento, Diego siempre le pregunta a su jefe, y si él lo aprueba,

se lo hace efectivo. No le da pena o miedo preguntarle cosas a él. Con la gente de los

puestos cercanos no tuvo contacto mientras estuvimos con él.

El día que le hicimos seguimiento a Diego y que le ayudamos a trabajar, Richard le regaló

3.000 pesos para que fuera a desayunar. Posiblemente este dinero puede ser usado por él

para otros gastos más importantes. En otras oportunidades Richard también lo invita a

almorzar en lugar de darle plata.

Antes de que saliera Diego a desayunar, Richard nos invitó a comer en uno de los puestos

más cercanos. Caldo de costilla, de pajarilla, huevos al gusto, carne asada con arepa, eran

algunos de los platos que vendía Don Pablo en la barra de su local. Nos acomodamos sin

mayor espacio entre las sillas, mientras Richard, con su tono coqueto, nos preguntaba

detalles de nuestra vida personal.

III. Aspecto físico:

Por su metro con setenta centímetros de estatura, Diego da la impresión de tener más de

quince años –su edad actual-, pero su contextura delgada y las facciones de su cara sí

revelan su corta edad. Su cabello es negro, tiene ojos color miel y piel morena, su voz aún

no refleja del todo los cambios de la adolescencia. Diego se preocupa por tener un buen

aspecto, se corta el cabello constantemente y utiliza gel todos los días.

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Para trabajar utiliza una camiseta que está un poco rota y sucia y un pantalón que está en las

mismas condiciones. Tiene un tic en su ojo izquierdo, pero no usa gafas ni manifiesta tener

alguna clase de molestia en su visión.

Para trabajar usa guantes de caucho, pues la tierra que traen las papas y el permanente

contacto con los pesados bultos de papa le maltratan las manos. Estas lucen secas y un poco

sucias debido a que uno de los guantes está roto, sin embargo, él lo tapa con un pedazo de

plástico. Diego asegura que quiere ser más precavido con sus manos porque en su anterior

trabajo en la bicicletería, sus manos se deterioraron de una manera que aún es evidente.

Cuando sale del trabajo se pone su ropa de cambio que se caracteriza por estar en buen

estado, su estilo es la ropa popularmente conocida como “Hopper” que se caracteriza por

ser grande y ancha. En general deja ver que se preocupa por su apariencia personal y que

ciuda su ropa porque está en buen estado.

IV. Personal:

Su tiempo libre, Diego lo dedica a compartirlo con sus primos y cuando ellos están

estudiando se va con sus tíos a colaborarles en sus trabajos. Es evidente que le divierte el

tiempo que puede compartir con los primos. De ellos recibió de ellos el gusto por la ropa

ancha y el rap.

De esta clase de música asegura que se siente identificado porque “hablan de la cultura

callejera, de lo que pasa, cantan como testimonios de la calle, que la gente por ahí trabaja y

no les ayudan y yo me siento identificado con esas letras y por eso me gusta esa música”.

Diego vive en el corto plazo, manifiesta no tener objetivos a largo plazo, solo sabe que le

gustaría trabajar en una oficina y hasta tener su propia empresa, pero siempre siendo una

persona de bien.

¿Cuáles son tus sueños y metas? Pues todavía no he pensado nada de eso. No, todavía no sé

para donde voy.

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En uno de nuestros encuentros con él y sus primos hablaron de trabajar los fines de semana

en las madrugadas vendiendo tinto con arepas, este tema ocupó la mayor parte de la

conversación, los vimos muy animados y Diego fue quién tomó la iniciativa para empezar

con este negocio.

Sus primos nos contaron que Diego alcanzó participar en un curso de preparación como

voluntario de la Defensa Civil, pero no pudo continuar porque le ofrecieron el trabajo de la

plaza. Pero consideramos que esta actividad demuestra que para Diego, la solidaridad es un

valor importante.

Al preguntarle si conoce alguna persona que sea un modelo a seguir, asegura que no, solo

sabe que no quiere ser como su familia porque varios de ellos consumen drogas. Para

nosotras es posible concluir que los familiares con los que vive son su modelo inmediato a

seguir, ya que él constantemente dice que le sirve vivir con personas trabajadoras. No tiene

novia, y eso no le preocupa porque según él antes de pensar en este tipo de cosas es

necesario estudiar.

V. Familia:

Diego nació en Villavicencio, pero a los tres años su madre, Linda Perdomo se vino a vivir

a Bogotá con Diego y sus otros dos hijos mayores. A su padre que se llama Olivo, solo

recuerda haberlo visto una vez hace tres años, cuando fue con su mamá a buscarlo a este

departamento. Pero este señor no accedió a reconocerlo y tampoco le ofreció ningún tipo de

ayuda. Hoy Diego solo sabe que su padre continúa radicado en este lugar al lado de su

nueva familia.

Actualmente el contacto de Diego con su mamá es poco frecuente. Anteriormente, ella iba

todos los lunes a visitarlo y ahora no va tan seguido y él dice que le compró un celular para

pudieran mantener contacto pero ella no lo sabe manejar y por eso nunca contesta. Cuando

se ven Diego le da parte de sus ganancias en la plaza, y eso junto con un mercado que le

proporciona una ONG actualmente son la base del sustento de Linda Perdomo y su nieta de

cinco años.

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Su hermana, de 23 años, vive con su compañero sentimental y otro hijo, y no trabaja ya

que su compañero es quién se encarga de trabajar. Su hermano, de 24 años, vive en

Tocancipá con su esposa y sus pequeños hijos y es empleado de una fábrica de maderas que

opera en este municipio.

Diego vive con sus tíos, quienes toman exámenes médicos en la plaza de Paloquemao. Su

tía también vende productos naturales y cosméticos. Por esta razón, Diego se siente a gusto

viviendo con ellos, porque sabe que son personas responsables.

Sus primos son sus mejores amigos, de ellos heredó el gusto por el rap y por la ropa

„Hopper‟, con ellos tuvo su primera borrachera hace un año, de la cual solo recuerda la

resaca del día siguiente. Durante los seis encuentros en los que compartimos con Diego en

los cinco primeros llegó en compañía de alguno de los dos primos, y en la última ocasión le

tuvimos que pedir que fuera solo para poder hacerle la entrevista.

Es evidente que aunque ninguno de los tres hijos de Linda Perdomo vive con ella, el único

que se preocupa por ella es Diego, ya que está en contacto con ella y, a pesar de ser el

menor y de no haber superado la mayoría de edad, es quien le ayuda económicamente. La

tía con la que vive Diego asegura que su hermana no trabaja por pereza y le molesta

bastante saber que teniendo la posibilidad de conseguir un trabajo se limite a pedirle dinero

a su hijo menor.

VI. Vivienda:

Luego de vivir en Villavicencio, Linda Perdomo, madre de Diego, se fue a vivir a la casa de

Nubia, una de sus siete hermanas. Allá vivieron varios años, pero luego de un

inconveniente entre Linda y su cuñado, Diego y su familia se vieron en la obligación de

dejar esta casa. Pero antes de dejarlos ir Nubia le regaló a su hermana algo de dinero para

pagar un arriendo.

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Linda prefirió utilizar este dinero para pagar un acarreo que le permitiera llevar las

pertenencias de la familia a un pequeño lote que tenían en los Alpes, un barrio deprimido

ubicado en las lomas del sur de Bogotá.

Diego describe este lugar no como una casa, sino como un espacio conformado por ocho

latones y tejas, que en su interior tiene una cama y un armario, unas tasas para el baño una

tabla que hace las veces de repisa y un televisor encima.

Diego nunca se ha amañado en este lugar por lo pequeño y peligroso. Por eso siempre

prefirió pasar el día en la casa de su tía y finalmente se fue a vivir allá cuando consiguió el

trabajo de la plaza. Su mamá sigue viviendo en este lugar.

“Ella no se quiere trastear y allá no hemos podido construir nada, no tenemos baños ni nada

de eso entonces, queremos construir pero todavía no se puede. Pues yo le digo a mi mamá

que nos salgamos de ahí pero ella no quiere porque ella lleva allá cuatro años, ella ya dice

que el lote es de ella y no se quiere salir de allá”.

La casa de su tía, por el contrario, es bastante amplia y cómoda, tiene cuatro pisos y alberga

en su interior cinco apartamentos que alquilan, los otros dos apartamentos los ocupan Diego

y el resto de la familia. Los primos de Diego que son un par de gemelos de 16 años

duermen en una habitación bien amoblada y con televisor y Diego tiene un colchón ubicado

en la sala en la que también tienen un televisor.

VII. Educación:

Diego tiene pendiente terminar su bachillerato, pero tiene la firme convicción de regresar el

año que entra, pero de noche y en un instituto que le permita validar los grados que le faltan

para así poder salir más rápido. De los años de colegio solo recuerda que le fue mal en

matemáticas y disciplina, pero que siempre procuró esforzarse para no perder ningún año.

Se muestra curioso por conocer los detalles de nuestra actividad académica, inclusive llegó

a preguntar para qué servía estudiar en una universidad, lo que da a entender que no tiene

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un proyecto a futuro aún en lo que tiene que ver con la educación superior. Pero tiene claro

que le gustaría llegar a este punto.

¿Y más o menos que te gusta o que te gustaba cuando estabas en el colegio? Pues no me

acuerdo, pero en matemáticas me iba mal, en comportamiento también mal, y en el resto

sacaba notas normalito y pues yo lo hacía como por aprender.