Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

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Análisis sobre el estatus de los campesinos en la Antigua Grecia.

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,FACULTi\DDE FILOSOFIA y LETRAS UNIVERSIDAD DE BUENOS , AIRES

DECANO

DI: Félix Se/¡uster

VICEDECANO '

DI: Hugo Trinchero ,

SECRETARIO ACADÉMICO

Lic, Carlos Cullen Soriano

SECRETARIA DE INVESTIGACIÓN

De, Cecilia Hidalgo

SECRETARIA DE POSGRADO

Lie,Elvira Narvaja de Arnoux

SECRET.j,RIO DE SUPERVISIÓN ADMINISTRATIVA

Lie, Claudio Guevara

SECRETARIA DE TRANSFERENCIA 'Y DESARROLLO

Lie; ' Silvia L1omovatte

SECRETARIA DE EXTENSIÓNUNI\fERSITARIA Y BIENESTAR ESTUDiANTIL

Pro! Renée Girardi

SECRETARIO DE RELACIONES INSTITUCIONALES

tic, Jorge Gugliolla

PROSECRETARIO DE P UBLlCAClQNES

Lie, J(Jrge Panesi

COORDINADORA EDITORIAL

Julia Zullo

CONSEJO EDlTOR

Aleira Bonillci" Amé/'leo Cristófalo - Susana Romanos Myrialll Feldfébel' - Laura Limberti-Gonzalo B/mieo - Marta Gamarra de Bóbbola

INSTITUTO DEHISTORIAANTIGUA y MEDIEVAL ' "PROFESOR JOSÉ LUIS ROMERO" "

DIRECTOR

-' j;;ÓlrlosAstarita

SECRETARIA

En,~emoria de

Ignacio Lewkowicz

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L

La publicación de este libro, así como la investigación de la que deriva, contó con el

apoyo financiero de la Fundación Antorchas, mediante un subsidio de inicio de carre­ra (Ref. N° 14116-114) otorgado al proyecto El campes inado y la comllnidad aldeana en la Grecia amiglla.

También contó con aportes procedentes del proyecto UBACyT (Ref. F 179): La ciudad en el IIl1/ndo greco-romano, radicado en la Universidad de Buenos Aires, institución que financió asimismo parte de esta investigación mediante el otorgamiento de una be­ca " René Hugo Thalmann" en el año 200 l.

Nuestro agradecimiento a todas las instituciones que posibilitaron este proyecto .

, INDICE

PREFACIO ..... . ........ .. ....• ............ .... -............ ......... -.- .. .... ..•. ... .... -...... .. . 11

INTRODlICCIÓN ......•...... ... ... ...... _ ....... . _ ................ .... _ . .... .... ..• _ .... __ .... _ 15

1. CAMPESINOS GRIEGOS: DE ALDEANOS A CIUDADANOS ._ ........... .

l. El sllIgillliellto del estado griego: integración de la al­

dea. 22 2. ¿ Residellcia //lIeleada o grG/ljas aisladas? La aldea ima·

gina ria, 34 3. Hogar -" pecine/ario mral: la agricllltura y su contexto, 41 4. Del encllentro aldeano a la política asal11blearia, 47

21

11. PERÍOIKOI LACEDEMONIOS: ¿CIUDADANOS PASIVOS? . ... _ ...... _..... 51

1. Las póleis periecas y la cilldadallía lacedel11onia , 52 2. Una estm ctu/'{/ social de base agraria, 61 3. La función e/e los periecos en la organización l11ilitw: 70 4. La inelusión polífica e ideológica de los periecos, 78

lB. ZEUGiTAl ATENIENSES: ¿CIUDADANOS ACTIVOS? _ .. __ .. ... _ ...... _..... 89

l . Aldeas, poblamiento mral y diferenciaciól/ social arcai· ca, 90

2. Atellas después de Salón: I/lIa "democracia" agraria, 100 3. Pueblo mral, pueblo I/rbano: la democracia radical, 114 4 . La capacidad política de los campesinos ateniellses, 126

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IV. EL·CAMPESINADO · y I,A CIUDAD GRIEGA · •• c ............................ c

l. El modelo de la póJiSySHS bases agrarias, 133 2. El estado. losdi.úritoscívicos )' las aldeas rurales, 139 3. Loscalnpesillos y le/ciudad cOlIsumidora, 144 4. Agr¡cultoresy .'oldados en el gobierno de la ciudad, 156

. CONCLUSIÓN _ ..... ~ .. ... .. . : .............•................................................... _~

GI,OSARIO: .. c •••.••••• •• •••••••• , ..•• " ••• : ••• : • ••••• ••••••••• - ••• ,............................. 163

AORE"IATURAS .... .•.. •.• : ........ , ... >:. .. :._, ....................................... _ ... , 69

BmLlOGRAFÍA .•..... ....... ..•. :, .. ~ ....... ............. c ..... c •••• _ •••••••••••••••••••• _ •• _ (73'

PREFACIO

Esté libro es producto de un largo recorrido, temporal e intelectual, que to­davía seguimostransiLando. El punto de partida se halla en una investigación

sobrelascomunidad~sdeperiecos en la Esparta c1ásica,iniciada siendo aún

estudiante, cuyo lratami~nto debía servir de contraparte a los análisis que pa­

ralel an'ien te empezaba a desarrollar mi amigo Ignacio Lewkowicz l sobre el régimen demográfico de los hómoioi2 espartanos. Pero hubo un impulso pre­

vio para la investigación, que consistió en una serie de notas acerca de los conccptosdecomunidad antigua, modo de producción antiguo, etc., plantea­

dos a partir de Marx,impulso del que también formó parte, además de Igna­

cio y yo,. mi amigo Carlos García Mac Gaw3. Entre los tres proyectamos, en

algún momento,una:suerte de balance historiográfico y teórico -al que de­nominamos un poco presuntuosamente El fill del esclavismo- cuya publica­

ción nllncallegó a concretarse. Este horizonte marcó de distintas maneras no

sólo e] desarrollo de las. indagaciones sino, sobre todo, la elección de ciertas opciOnesconceptuales .ymetodológicas que orientan este volumen.

Por otra parte, el despl.iegue de los problemas e hipótesis que conforman

este Iibr() se realiza de una manera que hemos considerado totalmente ade­cuadadeacuerdo con nuestra propia incursión en el ámbito de estudio que

aqufÚ transita. Nos refetimosa la análoga importancia que otorgamos tanto

al examen propiamente histórico como a :Ia reseña, la discusión y el balance

historiográficos. En efectó, el abordaje del campesinado libre y sus aldeas

I Cf.TEwKi~wlcz (1996):(1998): (2000).

2 Sobre los términos grieg"s (transliterados) usados en e.ste·líbro,ver el ·~Glosario··.en 'erque se da una so·

mera definic)ón de los vocablos· más"~ep~~~enlati\·os.

3Cf. bARC!AMACGAw (1990): (2003).

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Camrcsillos en la ci udad. Bases agrarias de la pó/is griega y la infan tería horlilil

-grupo al que se presta exc lusiva atenció n en estas páginas-, tal como aq uí

se conci be y se ll eva a cabo, no hubiera sido posib le de no ser por el renova­

do empuje que recibieron los análi sis sobre el mundo rura l e n la Grecia anti­

g ua durante e l último c uarto de s igl04. Confolllle a esto, a lo largo de es te

volumen la bibliografía especiali zada constituye un soporte fundamental.

Desde un punto de vista más insti tuci onal , las ex plorac iones que aquí se

prese ntan se desplegaron en distintas etapas, con e l apoyo de diversos orga­

nismos que d iero n sustento fin anciero al proyecto medi ante el otorgamiento

de diversas ay udas económi cas. En primer lugar, la Universidad de Buenos

Ai res. que me conced ió varias beeas de investigac ió n para desalTollar di ver­

sos planes de trabaj o: entre 1987 y J 989, una beca de investigación para es­

tud ia ntes ; entre 1990 y 1993 , una beca de inic iación a la in vesti gación;

durante 2002 , una beca ex terna "Ren é Hu go Thalmann" para formac ión do­

cente e investigaci(ín , ejercida en la Universidad Complutense de M adrid .

Asimismo, desde el año 2002 cuento con el apoyo instituc ional y finan ciero

de l Consejo Naci o nal de In vestigac iones Científicas y Técnicas de Argentina

(CONICET), que me ha admitido como parte de su plantilla de inves tigado­

res y me ha permitido investi gar sobre las líneas de trabajo que este libro tra­

ta de concretar. Por últim o, a pani r del año 2003 hasta el presente , la

Fundac ión A ntorchas me ha otorgado un subsidio tri anual de inicio de carre­

ra de investi gador en hi storia que me ha dado la posibilidad de financi ar to­

dos los aspectos inherentes a esta investigac ió n, incluyendo la edición de es te

libro. Agradezco a todas las institucio nes me nci onadas, así como al perso nal

adm ini s tra tivo y académico de las mismas, la ayuda brindada y e l trato di s­pensado e n cada instancia.

También quiero agradecer a los alumnos que animaron los varios semina­

rios. conferencias, conversac iones, que desde 1990 has ta hoy en día he teni ­

do la oportunidad de llevar a cabo, e n especial, en e l Departam ento de

Hi stori a de la Fac ultad de Fi losofía y Letras de la Universidad de Buenos Ai­

res, pero tambi én en e l de la Universidad Nacional del Centro de la Provin ­

cia de Buenos Aires, Tandil, y en el Departamento de Histori a Antigua de la

Universidad de Sevilla. El agradecimie nt o se hace as imismo extensivo a los

colegas y alumnos que participaron y plantearon sus cuesti one s en los diver­

sos congresos en los que se presentaron versiones preliminares de las distin­

tas parles o aspectos de este libro. No quiero dejar de expresar mi gratitud

.j CL G ·\LL EGO (lOO Ice ): (l oo.l e ).

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Juli án Gallego

hacia: César Fornis y Miriam Valdés, colegas españoles que han tenido la

amabilidad de leer los capítul os II y IlI , respectivamente , y me han hec ho lIe­

"ar sus valiosas sue:e rencias; Marcelo Campagno, que enc ontró enteramente

~iable una lectura de la si tuac ión de Hesíodo a partir de la conjunci ón de las

prác ticas de parentesco y las prácticas estatales (prob lema que él ha es tudi a­

do con detenimiento en rel ac ión con el E gipto antiguo) , dando así sustento al

desarrollo de es ta c ue sti ón; los integrantes del proyec to UBACyT (FI79) ac­

tualmente en c urso sobre la c iudad en e l mundo antiguo (Carl os García Mac

Gaw, Eisa Rod ríguez Cidre, Héctor Francisco) y otros colegas invitados

(Eleonora De ll' E lici ne, María José CoscolIa), que han leído la versión que

s irvió de base para el capítulo 1 y han planteado sus comentarios . Quiero

igualmente manifestar mi agradec imiento a Raúl M andrini por apoyal1lle de

di versas maneras -entre las c uales no ha resultado algo menor el que me

aconsejara hace más de quince años que mi terreno de investigació n estaba

e n la Grecia antigua-, a Domin go Plácido y a Ana Iriarte por estar siempre

di spuestos a abrir las puertas necesarias para que mi trabajo pueda llevarse a

cabo, y a Luis Alberto Romero por haber confiado en mi s posibilidades y ha­

ber dad o su apoyo a mi trabajo de investigador; y, de igual m odo, a María

Inés Carzolio por alen tanne e n cada momento. A E leonora DelI'Elicine y a

s u padre , Edgardo DelI 'Elicine, mi reconoc imiento por su ayuda con los tex­

tos e n alemán .

Como siempre, Paola ha sido esencial para que el proyecto pudiera des a­

rrollarse, comparti endo conmigo muchas de las e tapas durante las c uales es­

te libro se fue plasmando. Y en los últimos meses la presencia de Valentina

ha res ultado una fu erza vital inigualable, que ha resignificado mis proyectos

con sentidos anteriormente inesperados.

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INTRODUCCIÓN

Hablar de campesinos el/ la ciudad puede parecer Ulla paradoja. no sólo

pUl"quc. como es lógico,.Ia libicación obligada de los agricultores debería ser

en ' clcampo 1, sino sobretodo porque uno de los modelos más difundidos " , .

acerca del campesiliado lui postulildouna distancia infranqueable entre la vi.

da agraria y el mundo urban02. EnLiéndasenos bien: no decimos aquí que, de

acuerdo con el modelo aludido, no haya relación alguna entre los campesinos

." la ciudad, todo lo contra'rio. Pero lo que esta visión alimm, en realidad,es

la su!JordillQción de los labi'adores al sistema urbano, y c~be incluso resaltar

quces dehido a esta sumisión que el campesinado como tal hace su aparición hist¡írica:1: '

"Laintcrdcpcndcncia cconÓmica de la aldea campesina y lacíud,ad halla expre. sión política en las instituciones de cOlllrol de la comunidad local por el poder ejercido dcsde la ciudad. Las relat~iones establecidas entre la aldea campesina y cll11undo urbano son tanto políticas como económicas, Donqela comunidad lo·

, cal. cSloclavía más o menos tribal, el controlurbano puede ejercersc mediante ex·, [iedicioncs punitivas. reales o potenciales. pero cuando el campesinado está plenamente presente, el control secular e impersonal de la ciuct,ad es continuo y preciso"

r. Las 'nociolu:'S de agricultor. culri"adnr. labriego. labrador,etc., o las de peqlle~o : p'r?quc tor. peqllcñnposee­dúr."pequeilo propietario. etc .. . qUenBi¡recernn a lu largo del libro. serán tomadas co'mo :sj~ón;mos con unfin me­ramente ' de~criplivn y en funci6n ele. ,evitar ,la rei,teraciónde vocablos. La atenci6n se ' centrariÍ sólo en ,105

té rníino'~ 'campesino (pea.wmt) y granjero ((armer). aceptando la pertinencia de: p~T~,lero c~mlO concepto válido para.,.lt:l Grecia ::mligua. Cf. i'a;·(l~ - Cap. ' I ; ' rip. 3.

2 . S, trata dela conocida postura de REDAELD (1953). 31-40; er. (1956), Con respecto a su interpretación. d, illlh" Cap , IV. ap , ~.

~ , RWflEUJ (tl)5~). 34-35'.

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Ca ll1pL ~i no~ en la ciudad. Bases agrarias de las póJis griega y la in runtería hO[llila

Desde eSla perspec ti véI . pues , la c iudad resulta un rol o de roder que defi ­ne .11 campesino. Este traha distintas relacioncs con ese polo, empezando r or la Pl lsibilidad de l'olol'ar allí sus excedentes \'endibl cs, La ciudad también pucdc permitirle. hajo ci ert<ls condicion es, desrl egar un conjunto de relacio­ncs ligadas a consideraciones de índole es tatutaria . Formas culturales, valo­rl'S deri vmlos dc la civili zaci ón urbana, etc., puedén trans formarse en factores quc s iJ'\an de re ferencia para la propia defini ción del campesino. Pero todos los l' klllcntos dcll11ocJcl o lienden a subrayar que, m<Ís allá del conjunto de in­tcracciones producidas entre cll11undo rural y el urban o, e l cnmpcsin o no for ­Ill a pa rtc de eSlC último sino que se define en un contrastc necesari o con é l.

Ahl1ra bien. ¿. qué es lo lJuc la Grecia antigua ruede mostrarnos de singular c"n respél' lO a esta perspecti va') Ciertamente , el ámbito griego tnmbién nos prese nt a contrastes entre lo urbano y lo rural así como puntos de vi s ta igual­ment e denigrantes de l mundo elc los rústicos-l. Sin emhargo, la cultura de la e lit e urhana no debe hace rnos olvidar que la pólis en tanto que soc iedad se e.'itahkci lí fundamentalmente n rartir de sus bases agrarias5 En la mayoría de las comunidades heléni cas de la Grecia clás ica, ser campesino imrlicó tomar part e del proceso gubernamental. decidiendo políti eamcnte y sirviendo mili­tarm ente. En muchos casos, los robladores de la ciudad no eran ot ros que los lahradores , cuyas casas permanellles solían hallarse en el centro urbano , des­de el cual sal ían diariamente hacia los campos para llevar a cabo las faenas agrícolas. En otros casos, como los que aq uí se analizan6, la mayor parte de los 'lgricultores vivía en el campo. Pero lo que importa de los camresinos en la ciudad no es tan stí lo su presencia l'ís ica o su residencia allí, sino sobre to­do e l hecho de que a lo largo de la era arcaica lograran convertirse en ciuda­dan os. pues to que, en tanlO núcleo urbano. la ciudad era generalmente el centro de un a comunidad rolíti ea que incluía por igual lo urbano y lo rural. La idea de campesinos en la c iudad remite entonces a la dimensión política e in.'i titucional al can zada r or nquell os que se definían con alTeglo a su modo de vida vinculado a la agricultura.. En este sentido, no interesa tanto la rosiblc res idencia de los labradores en el centro urban o -mús allá, ror supuesto, de que esto ekcti "amente sueediera-, sino la facultad que detentahan de r oder ser r art e del rroceso político que se desarrollaba en la ciudad. Al igual que en otras sociedades, los campesinos griegos podían vincularse con la pobla­c ión urbana de la forma señalada por el modelo descrito antes. Pero a difc-

~ . ('1' i,,/ i·u . Cap. 111. "p. o. s. V~¡ LSC H '\~s().' ( 1995), 1-.2 2. Que hUlICI110S I!SIC i.lS p~C It ) úd .:nfo4l1c de:! i..IulOr 110 si gni fi ca 'lIle compar-

1:1I1hl!\ Sll htl sqll ~d<l (k Ii! r;. lfr~ s dr: In r i,'ili zación occ idell tal a panir c.kl desnrrn ll o d~ 1 "agrar¡smo" de la J)lí lis

(, . CI. in/á/. Cap. ti y 111.

16

~p.·~r_.,*mmm .. ··

.1ul iún Gallego

n:ncia de los fac tores que habitualmente se han señalado como característi­co,; de ese lazo , los campes inos gri egos se vinculaban con la ciudad integrán­dose al IlI'l lCCSO dc dec isión rlllítica . Es este aspecto vital de la col/fxirí l/ de los campes inos Clln la ciudad lo que organ iza el eje central de renexi ón que este lihl'll rrorone.

El primer capítulo se plantea el problema búsico del des,llTollo de la pólis a partir de la congregac ilín de co munidades aldeanas, es decir, la ullificación dc segmentos semejantes en una entidad mayo r regiJa por la lógica política, dan cll ) cuenta de este proceso a partir de las elucidaciones contemporáneas dd suruimiento del cst'ldo. En es te marco , el lugar sociopolítico que pasaron a oc up:u' los cil mpes inlls griegos resulta fundamental, pues la interpretación que se presenta hace hin capié rrimordialment t: en la singularidad del estado griego en tanto que comunidad política que incorpora a los agricultores libres l'l llllO miembros ele rlenos dert:cllOs. Correlativamente , la aldea rural se con­sidera como una rartc segmentaria del es tad o-pólis. de manera que el ámbi­to propio de la vida social campesina y sus fOlllla s organi7.ativas fun cionaban COl1l 0 ck'lllentos del (mlen rolftico, sirviendo incluso de antecedentes para la di ,; pc):;i c i('ln de I<l a;; amhlea ciudadana ell la piÍlis7

El ,;cgulldo capítulo aborda uno de los modelos pos ibles de vinculación de ¡"S ,H!ricultores y sus nldeas con el sistema global de la pólis . Se trata de las Ví,b de inserl'i ón habilitadas rara los labradores horlitas e n aquellos estados que son generalmente caracterizados COlllO olig,írquicos, al menos desde e l siulu V a.e. en adel 'lnte. Se examina en este contexto si corresponde consi­d: rarlos ciudadanos del estadL1 pero con derechos reducid os, esto es, con un papcl rasivo. o si la noción de ciudadano debería restringirse a los que deten­tan el ejercici o pleno del conjunto de las capacidades políticas, cívicas, mili­tares , religiosas, d c. La situación analizada en este sentido es la de las poblaciones conocidas como los reriecos lacedemonios. En tanto se ha plan­teado caracteri zar a sus comarcas como es tados sin autonomía dentro de l es­t,ldo lacedemonio, o bien como subdivisiones cívicas de es te último, se

7, El ¡ex !n q\l ~ s~ pr~!.~ 11I a ~s una versió lI abrt!\'iaoa de un arlículo en vías de publi caci ón: GALLEGD (en rfl: llSa ( ~ )L Irrlh¡¡jo qu~ hu!\¡,;a sinl t: l izar las línens centra les de un libro en elaboración so~r~ El ("(1II1/ )e.\"i,~(/{lfI

f ' Ij la Gn.'f'ia t/I/I;g uu . ~!' lUd i n del que este \'nlumt! 1l CS , a su vez, una suene de desprendlOlI t! nlll con enflda,d

propia. Algllnos l' nnt~niJos dI!! capitul o fut!ron preselltados en 2004 con el títul o: ,"Comunidad aldeana.y ~a l ­

.... ai t::s rurales t! n la Jl, j/is gri~g ;J ··. en el XII COII.~ rL's.\"O tia Ft:tlemrwJ JIJlt'mll cuJlJal ,le E.wlHlos e /moSteOS

((I [eJ. Oum Pr~ltl . mienlras (tUl! o tros se presenl ru;.on en 2005 con ellítulo: "Campesinos en la ciudad . Ras­~()S n l d~ ~Ln os de la /uíl is" , en \as X l om ad(/ s ¡JIfa Escudas I D e/wrfllllwlI/lJS de His/orill . Facultad de Huma­

~l idad~s \' Anó, U lli v~rs itlad Nadonal de Rosario. Cierlas iJ~;)s ini cinks habían sido plan{~ad as en la r\ lIll': Il C i <L~ "EI ~· ;) l11 rl;s i ni.ldú y el funóonamienro d~ la comunidad rural ~n la Grecia amigua", kíd~ en 1.991 en la :o- /JI ./III"1/1u /as I lIIe,. E\Tlfdas / J)e/w r'1l1ll('1I1o.,· d(.' flisw n'CJ. Facultad úe Filost)fía y Letras, Unl\·ersldau dI.!

13 11 l! llo S /\¡re s.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de las griega y la infanlería hoplita

aborda enloncesel estatuto de dichas comunas al Ínterior del estado que las incluye. El Illodel.o propuesto en este caso se basa en la inserción institucio­nal de estos agricultores a partir de su rol militar como hoplitas8.

Ellercer capítulo busca servir de contraste con el anterior, trazando un aná­lisis ud campesinado bajo la condición de ciudadanía plena,. Se parte en es­le caso de la situación cle Iapólis ateniense, reconocida últimamcnte como una sociedad cuya organización política democrática se basó en la presencia de agricultorcs ciudadanos que controlaron la mayor parte de la tierra, cons­tiluyeron la mayoría del cuerpo cívico y tuviáon un rol determinante en el funcionamiemo del.gobierno. Los esbozos aristotélicos enreIación con la de­mocraciaagraria son tomados como posibles elementos aplicables, bajo cier­tos límitcs. a la acti viciad política ateniense en algunos períodos. Conforme a esle patrón. se analiza el modo de incorporación de las aldeas rurales a la es­tructura del estado, la relación de los labradoteshoplitas tanto con los aristó­~Tatas terratenientes y otros aspirantes al liderato como con las clases sociales situadas debajo de los labriegos. y la participación política real que éstos pu­dieron desarrollaren las distintas etapas de la historia ateniense. El modelo Formulado en este caso propone la inserción institucional y la intervención política de los granjeros como ciudadanos plenos, tanto de los hoplitas como de los rangos in feriores a éstos9.

El capítulo cuarto, finalmente, intenta otieiarde conclusión al volumen, proponiendo en primer lugar un modelo generalconrespectoa las condicio-

R. ESlc capítulo esla ver~i6n española. ampliada;_ de una ponenciaJeída en inglés ene! 2ff" COl/lJt¡IW ¡nter­l/l/túJllol el/! G/N.t.i\ (Grollpe lnternaliorlal de Recherche sur )'.Esclavagedaf!srAn(jqué) •. Departamen'[o~eAn­lmpología Social e Hisro~ia. UníversidaddeJEgeo~ Mitilene:,cr"L~EGo'(2005c). Por otraparte~. el punto de p;Jrlida de e.qe examen reITIite a la tesis de grado, que. con el tÍlulo: u/s conmnhlolles de periecos en el ,,"is/e-11/(/ social espo,.,ano (e. 55U-370 a.c.)" fue defendida en juliode 1989 enIa Facllllad de FiJos.ofía y Letras, Ulli\'crsidad tll', HUCIIOS Aires. Durante 1988. uístintos aspectos del'estudio'se presentaron en. las PrÚJlrmS Jor .

. J/mlos dc Rccarios de In\'¿,srigaóúll UllA de Filmpli'a y Letras (síntesis publicada en actas,. pp. 59-60), en la }onllldll lId C/"/f{1o h/rclllisciplilluno de prc~re.wr(!s de Historia de Europa. FacuJtmJ de Fil(lsoffa y Letras, Universidad de Oucnos Aires, yen las I .Iomod(/s [lile,. E.\"Cuelas IDl'{J(//lUl1ieIlIOS dé H;storia, Facultad de Humanidades y CiellciiL,'de la Edllc¡¡ci(~n,. Universidad Nncional de l..aPlata. Varios artículos derivados dees­Illslrahajos fueron uherinrrnente puhlicados.: GALLEG() (1 990/9J:): 09921; (1993). Salvo por el trabajo docu­menlal. el presente textoconstitllye unenfoqlle totalmente renovado.

9. Ellexto d~ este capítulo conslituye u~areelaboración de ciertas líneas'ueanálisispláhteadas en la tesis doctorado que fuera defendida en agosfOdel999 con el título: UI asomhlllu lIteJiiense.r los cUscursos de

la democracia. Lo c(}/~fl".,i/(fciú'l de "I/,sltiero 1)(II[r;co _el! la Are/U/.Y ele laseglllllla :,flilad di'! siglo V n.C..Fa­cultad de FilosotTa y Letras. Universidad de Buenos Aires. Dicha'sIíneasfueron luego incluida:s en la publica­ción de la indagaci(íILGf\LLEGO (2003h), 65-94. capítulo cuya versión preliminar, con el título: '''Lns reformas de Efialles. Asamhlea, soheranía popularyla emergencia de ladeniocraciaradical en la Alfl1asc1ásica'". fue leída en 1947 en el Crmgll'Jo IlIIenwcionul: "LL,Pnlír;ca en el J\1wuloAnrigllo Clásico: Representaciones y PmYl!Ccfollt.'S", Facultad de Ciencia Política y Relaciones InternaCiOnales, Universidad Nacional de Rhsario. Tamhién!'c rC{Qman aquíalgunos aspeclosde GALLEGO (1997); (2002L Una versión del npartado 2 de este ca­pítlllo seha puhlicadll CDn)n artículo: GALLEGO (2005a).

18

Juli5.n Gallego

nes agrarias de la pólis griega, para retomar después de esto las discusiones planteadas en los capítulos anteriores sobre el rol de las aldeas rurales en la Grecia antigua COI1\O subdivisiones cívicas del estado-pólis~ Por supuesto, las articulaciones institucionales entre las comunidadeS aldeanas y el estado poclíanmanil'cstarse de maneras diversas conforme a CÓmO se hubiera dado su integración en cada pólis a partir dcl proceso de surgimiento del estado. El asunlo a considerar es que, en tanto que parte del estado, la aldeaconlri­buía a la consolidaci6nclemográfiea, lerritorial, religiosa. política. militar, de cada póli,\'. Con estos elementos en mente, se analiza posteriormente el modelo de la ciudad eonslllllidora -que ha marcado IQS enfoques presenta­dos por importantes interpretaciones y las sucesivas discusiones sobre la ciudad greeorromana-, pondcnmdo centralmente, aun dentro de este mode­lo, la imporlancia de la aldea para la vida social de los campesinos. El cÍe­rre del capítulo y del libro deslaca, en suma, aquello que en alguna medida organiza el desarrollo del conjunto: laarlÍculación entre agricultura, po'Hti­cayguerra. haciendohincapié en el rol de los labradores soldados en elgo­bierI10 de la púlis,con sus diferentes grados de inserción según cada caso, y l11ostrando la simbiosis entre el desarrollo de la falange hoplita y el avance instilucÍlll)al del campesinado 10.

I O,La $ccciún dcdicadá ,~Ia ciudad consumidora desarrolla en profundid¿~.d lóesbozado sucintamente en

el apartadorinal de GALLEGe)'(enprensa (a)).

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CAPÍTULO 1

Campesinos griegos: de aldeanos a ciudadanos

La incorporación de los labradores a la vida política y militar de la pólis, con plenos derechos para tomar decisiones, supuso la conformación de un es­tado en el que las jerarquías sociales no constituyeron el principal punto de anclaje. Una de las razones de esta singularidad del estado griego se halla en el modo en que no sólo el campesinado sino sobre todo las pautas de la co­munidad aldeana se convirtieron en soportes de la organización política de la

pólis, pues a diferencia de otros procesos, en el mundo griego el estado no emerge como una instancia jerárquica sino como una organización segmen­taria que parte de la generalización de principios aldeanos que conservan su vigencia en el nuevo orden institucional!. Bajo la idea de comunidad aldea­na englobamos aquí una serie de formaciones sociales que se integran al in­terior de un estado y que en los textos antiguos pueden aparecer identificadas con distintos nombres (démoi, komai, etc.), cuyas inscripciones políticas e institucionales podían presentar diferencias significativas según la configura­ción histórica y el funcionamiento de cada pólis. Por ende, la integración y la persistencia de la aldea al interior de la pólis y la libertad distintiva del cam­pesinado dentro de sus instituciones, que habilitarían su inserción en el orden político y militar como ciudadano-soldado, hicieron de la comunidad aldea­na un elemento del estado capaz de colaborar en la integración del territorio y la población, el empadronamiento de los habitantes, la organización de los

1. Sobre e l surgimiento del e5lado como una eSlruclUra jerárquica, véase MAISELS (1990), 203-18, que en­

cuadra los difer~nles modelos en dos categorías: (a) administración (l1/unager;al) y (h) tensión (stress) , anali­zanuo bajo la primera la leoría de Service, por un lado, y las de Flannery y Wirrfogel, por Olro, y bajo la

segunda los enfoques de Carneiro y Diakonoff. respectivamente. En conjunto. estas visiones muestran una cemralización política que:: opera en favor de una elite dominante, ya sea por vía de los beneficios, ya sea por vía de los conflictos. El contraste entre estos mode los y la formación de la pólis y la idea de un estado seg­mentario son proposicionr:s de MORR(S 11994a), estudio sobre el que volveremos luego.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrariasde lapo/is griega y la ¡nf;mtería hoplita

cultos religiósos, etc . En este marco agrario,la agricultufl~ familiarin\ensiva se trilJlsfomJ3ría cnunadc las bases productivas de la pólís, 10 cual propor­cionaríacaracterísticasdcterrninadas a muchos paisajes rurales, organizados en muchos casos a partir de parcelas relati\iamenteregulares,frecuentemen_ te fragmentadas y con terrazas, terrenos en los que se entremezdaba~ sem­brndíos arabJes,cultivosarbóre~s, frutales, el huerto y la cría de ganado menor. t\ lo largo de eSlecapítulo trataremos de establecer ciertas' líneas de interpretación en torno a los problemas planteados, realizando un recorrido por una scrie de tópj¡.:os sin perder de vista el ejcmedular de nuestra propues­ta centrada en la aldea.

1. El surgimiento del estado griego: integración de la aldea

Lasideas recién indicad~s proponen que sí bien el ordenamiento de/a pó­lis operaba com(> marco estatal global, sin embargo, era la organización ,de la aldea )a queen cada caso aportaba el ámbito concreto de las prá~ticas campesinas. Este'espacio formaba parte deja pólis, s e había integrado en ella, pero cC)Hocía también UlJa existencia previa y/p independiente2, Esta anterioridad de la'aldeaasí como su permanencia al interior de la ciudad Son posibilidadesque aparecclI mc~cionadas por Aristoteles de manera explíci­ta en el libro [ deja Política 1. En efecto, alhablar de los divúsós tipos de SOlllunidad,entreel hogar (ofkos) y la pólis, el filósofo intercala a la aldea (kóme) como UlJ componente específico que slIbraya la existencia de ciertas formas de organización social que complementan pero se distinguen de la casa y de la ciudad. En efecto, ésta no aparecería c()mo un conjunto inme-diato de hogares sino COmo launión de un CbTllplejo de aldeas, siendo cada lIna de éstas a su , vez un ¡;onglomerado de casas. El filósofo plantea una re­lación inmediata entre los hogaresy.la aldca al indi~ar que la aldea eSUna colonia (apoikía) de la casa (oikía). Pero el paso delas aldeas a la pólis su­pone ya un elemento nuevo que nos condUce al próblema fundamental del

advenimient() detcstado. . . . ;

' Así pues, la organización de las comunidades griegas implicaría tres nive­les básicos: por un lado, el hogar asociadoconla posesióndc un lote, que,coe

mo veremos enelpr6ximoapartado podía significar, tanto una propiedad agraria comoellugarde residencia familiar; por otro lado, la aldeaconstitui­da según pautasdeintegra¡;ió ndetenninadas, pues los hogares nose 'encOn-

2. Así parel'~ 4ue dd",mos interprelar";n i'raglllemode FER~CRATES. Sail·(/je.l'; fr' :IO, Kock (= ATENEO. VI, 2i\.1bJ, ell el yll~ 1,1 referenci~ a la aldea Ikrim e) implicaría una evocación deun tiempo previo al desarrollo de 1"1'''li, . Sobre el pasaie.c f-VID,\I.·NAQI.H (1983), 207: LÉVv (l986); 120: CASEvrrz (1986), 129,

J. A.IST(¡TElES. P,,¡i,ic<I. 1152b 12-28. Para lo que 'sigue, GALlEG(,¡2005b).

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Julián Gallego

trahanca6ticament~ c1ispersos en los territorios que ocupaba.n; finalmente, la ciudad, quc no eraunaúnidad indivisa sino que se hall~ba mte~rada?or al­deas c~ torno de las cuales se nucleaban los hogares. Estos, mas alla d~ su autonomía , no se encontraban enteramente librado~, a ,su su~rte en"el .teITIt~,­riode la pólis: entre la ciudad y el hogar, entre lo p~bltco y lo privado., scpercihe el papeLarticulador que cumplía la com.unlgad.aldea~a, quea dl­ferenci;ldel hogarclestinado a satisfacer las necesIdades mmedlata.s ~e ma­nutención de sus integrantes mediante la producción y e1consumo dlanos, no resolvía estas exigencias sino aquellas dcrivadas del lazo entre los hogares por el parentesco, los antepasados comunes, etc.

Eltestimonio de Aristóteles no ha tenido una aceptaciónunáni,:"e en lo.que respecta a su reconstrucci6n del surgimiento de la póli~, que ha SIdo conSIde­rada como totalme/lte especuJativa4. Por otro lado, qUIenes han aceptado, su .. , han h' c"ho hincapié en la idea de un sinecismo fundamentalmente ftSI-vlslon , ~ I T

co de comunidades · ald~anas5. Pcro el sinecismo de lasaldeas.en, apols ~.o supon~la desaparición de aquéllas. Si bien es ci~rto ~ue~n ~~stoteles la .' I~ da aldeana (katá kómas) aparece como un estadIO m":,, pnmltlv~ q,ue la Vid en pólis, dc esto no se deducc que la unificación aludIda por Arlstot~le.s f~:-

f· . ente fís ica. Sin adentrarnos aquí en los detalles de la dls¡;uslon ra Olzosam , ", . . , " I t ' hisloriogrMica,a nuestro entender más que un smeclsmo flSlCO o que :s a;la prescnteensu forhluIa'ción abstracta sería la idea general de una cont>r~oa­ci6npólítica de las alde¿¡s6. Por lo demás; como v~remos en bre.v~ a partIr d~ IascircuIlstancias'puntualizadas por HeslOdo, la VIda ~Idea.~a, ligada ~n bue na \hedida ala condición campcsina, no impli¡;a una sltu~clOn necesariamen­te iiwaIitaria desde. el punto de vista social, aunque SI tal. v~: desde una .ersVpeetiVaimaginariaque se entroncaría con to~a unatradlclOn de pe:n~a­~ientoantiaristoCiatico.Esto es lo que había analizado Donlan en la poctlca (TrÍeoatemprana, concluyendo: .. , e e :, ,', , . t 'd Y bien articulada tradlclon ..... El hecho de que hubIera una temprana, sos cm a " .

antiaristocrática, aéophida con un énfasis conscIente ~~ losvalor~s del hombre 'común, es significatí vo para cualquier valoración histonca de la aSI llamada «re-

4 'CAVANA@(1991).98; ver SNODGRASS (1 986a). 24-42; (l993a). . '

. - ' ' :,' los DEMAND (1990), 9-27. Pam visiones crílicas del uso de Anstóleles 5. Para una Slmesls de los argumen . 'l' H <LO (1995b) 52~61 con los atinados reparos de . ' .. I ' nes de la p,us ANS~. , . ,

como fuente para el 51OeCIsmo y ~s onge ' . De :lJ1d ' No obstante ver SAKELLARIOU ' ' 88 Cf MORGAN (2003), 7.172, que sIgue" m . '. "

EDWARDS (2004) 16 _' n. " , .,,' : . 'tado Arislóteles eSlárespondiendo a la prelll,lsa so­(1989), ' 24,4 ,' 46. Segun DAVIEs(l997), 26-27. enel pasEa]e el u'd mucho 'del-pensamienlo nn slolélico re­

' 1 " " ' fi . al no natural n esle sen o, fí~ tj"ca · de, qlJe el orden sO~la", ,es ~I lel'.. .,,' o de su forma de'. concebir el orden: dar con la ~ ' " , - - ' to q e la narurahzaclOn es un rasg ' . I

veslirr¡¡ eSle caracle~. pues , u ,, _ . L (1994) 30-72. Respeclo dellugar de la natura eza naturaleza "de algo slgn~fica desenlranar sus causas, EAR •

en la P;','iiúm, véase Mllll"R (1995).

6: DEM','ND (1990).26: ver CAVANAGH (199\), 105-10; MORGA N (2003), 172-73.

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Cam pesinos en la ci udad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

volución social » del período arcaico. La ex istencia de es ta tradición dual impli ­ca que la base para el camhio social estaba profundamente arraigada en un fi rme sel1!ido de identidad y au[oest ima de la clase campesina, y, además , que un sen­timiento de justicia. de igua ldad y de dignidad común formó un est rato de orien­tación democrática que encont ró constante expresión pública durante los siglos V II y VI" 7

En este contex to podríamos retomar aquí la interpre tac ión de Morris del

alud ido pasaje de Ari stóteles, q ue ha señalado una compatibilidad entre los argumentos del fil ósofo y al gunos rasgos que mues tran las comunidades de los poem as homái cos ~. Según el autor, e n el s iglo VIII el despeg ue del es ta­

do se reali zó en mu chos lugares de Grec ia a panir de la ge ne rali zac ió n de los principios del s imple encue ntro aldeano, lo cual explicaría po r qué la pólis , segú n su vi s ión, se parece ría a un a corporac ión campesina , por qué fue per­

sistenteme nte un sistema social más igualitario que o tros del M editerráneo

orient ¡:¡J y por qué de Homero a A ri stóteles se la conside ró como una estruc­

tura seg lllentaria más que jerárquica. Donlan plantea afinidacjes con este ra­

zonami en to al formular que "e l estado-pólis emergió a partir de comunidades

establec idas de granjeros libres, con una anti gua tradic ión de derechos ciuda­

danos dentro de l derllos"9, lo cual supone el funcionamiento de congregacio­

nes aldeanas en las que esas viejas prerrogativas del pueblo se m anifes tarían concretamente a través de las asambleas populares.

7 . DONLAN ( 197,). 154. Al hablar de constante «presión pú blica el auto r se refe ría a poe tas ta[es como:

Ale man. Anacreonte. Ana nio . Arqui[oco. Cal ina. Focílides. Hiponacte, ¡ enófanes. Semónides. Salón. Tirleo.

t:5{O es. un vas to conj unto.

8 . MORRI' ( 1 994a) . Para su interpre tación el aUlOr se apoya (p. 52) en HOMERO, I/íml" . l. 22· 25. ,76-79 ; 11 .

2~J -77 ; XVIII. S03-~ ; Odisea. l. 272; 11, 6-8, 14,26-28. 192-93,239-40,257; VI. 267. entre OI ros pasaj es. y se­

ña la que es la aldea la que bri nda la imagen de la organización social. a pani r de [a asamb lea o encue nl ro al­

ueano. Por aira parte , si bien no considera que ARIST(¡TELES. Políliea. 1252a l - [25 'a39. se base en un

conoci mi e nJo hislórico exaclo (p. 50). es posible que su visió n le[eológica se apoyara en opiniones sobre [a

es truc tura de l est ado que eran comunes en el siglo IV; cf. id, ,,, (1 987). 6-7; (1 99 [). sobre el su rgimienlo de l

es tado. En CU3n lO a las forma s de organización po1ítico~ lnsti(ucional que se observan en los poe mas homé ri~

coso POSNER ( 1979); SCULLY ( 198 1); RUNCIMAN (1 982); HALVERSON (1985) ; ([ 986 ); EDWARDS ( 1993). Para un

examen me Jieu loso y razonado de las fu entes escritas sobre e l despegue de la I"il;s. ver RAAFLAu8 ( 1993) .

9 . DOf\LAN ( 1997), 40 Y pus,\"im, Esta coinc idencia eOlre ambos se da, si n embargo. j unto con una disiden­

cia mayor. Donlan des laca las cominuidades entre las organizaciones pre-es talales y los pri meros eSlados. po­

sición ¡ambi¿n sosle nida por QUILLER (1 98 1). aunque su planleo es menos laxal ivo : la rec iprocidad sobre [a

que se basaban los tJClsilei.\' homéricos conl iene las semillas de su Iransfonnación en las nuevas re laciones so­

c iales de la prí/is. En ca mbio. MORR IS ( 1987). 8-9. 9.' ·96. 17 1·2 10. 21 6- 17. priv ilegia la disconl inuidad que

supone e l surg imi ento de la ptIli ... , a la que ve como una invención que permile superar las desigualdades eco­

nómi cas entre ttgmlllJí y kakoí mt:di ante la igualdad polít ica, incorporando a los úhimos a la c iudadanía: ef.

¡ti"", ( 199 1): ( 1 99~a) : (2000); lambien FO"REST (1966). 45-66; WHITI.EY ( 199 1). 39-45 . FINLEY ( 1984). 10,­

:n. ya había señalado este asunto, que es soslenido ahora con fuerza por HANSON (1995), a unque con Otro en­

foq ue. Cf. TA"OY (l9Y7)./lCI.I'.I';¡¡¡. [ ·6. y THALMANN ( 1998), 25)·55.272·81. que hacen especial hincapié en

los poe n1<..ls homéricos priv ilegiando lo que podría denomi narse una visión "dt:sde arriba", ya que , con di stin­

ras pl.! rspect i \·as . subrayan los pri \'ilegios qut: adquirió y consolidó la aris locracia .

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. ' .~ .

~t

Juli án Gall ego

Según esta perspecliva. el modelo segmentari o aris totélico acerca del sur­gimie nto del estado griego tendría elementos impo rtantes q ue apo rt arnos res­pecto de l análi s is de este proceso histó ri co 1o E n tal se ntido, la percepc ión de Ari s tóte les de los albores de la pólis podría ser relacionada no sólo con Ho­mero sin o tambi é n con Hesíodo. El pu nto de art ic ul ac ió n entre ambos residi­ría en la relac ió n entre pális, Iwsileía y kóme, aunque la ponderac ión de estos términ os sea di fere nt e en cada caso . En e fecto, los Trabajos y días permiten percibir el mo mento en que la aldea es confrontada co n la c iudad, marco en e l que los mecanismos aldeanos, yen especial una Imagen IgualItan a de b a­se agrari a, serán in vocados como pil ares del func io namiento de la CiUdad JUs­ta 11 . La Política, por su parte, asume el proceso desde e l punto de vIsta del

res ultado, postulando la bondad de la exi stencia de la pólis para la vida hu ­

mana as í como para sus partes integrantes: aldeas y casas .

E n Hesíodo, la !Josileía resulta un factor singular para entender la organi­

zac ió n de las prác ticas sociales de comienzos del arcaísmo. E n efecto , la pólis hes ilÍdica se prese nta como una comunidad comandada por los a~i s tó­eratas (bClsileis) en el marco del ágora, las di sputas, las delIberaclOnes

1- . Pe­

ro lo anteri or no comport a una situac ión que otorgue cabida plena a los campes inos sino una relac ió n de preeminencia de los nobles en la c ual aqué­ll os se ven obli oados a gratifi car a és tos mediante regalos l 3, contorme a una lóoica rec iproc i~ari a, por el ejerc icio de una func ión de carácter judicial e n la q:e parecen ll evar a cabo un arbi traje entre las partes en disputa 14 . A l hablar

de este arbitraje con el idioma propio de la reciprocidad l5, Hesíodo parece

10. Sobre la pe rtinencia de la ime rpre ración ar istoté lica del surgimiento de la I'ólis según los datos ~queo­IM icos, C()WSnEA~t (l 984a): (l 984b). Véase asimismo [a imeresanle asociación, desde una perspectiva fi­

l o~ófica. entre [a Ore"' ;,, de Esquilo y el pensumie lllo de Ari Slólelcs eslab lecida por BATES (200,).

11. CL HESíODO, Tm},oios.r día.\", 225-J7 .

12. HES1000, Tmhajos y rlías. 29-~O. 280, 402: lIgorá , dgorelÍo; 29·30, 33,35. 332: lleik (lS', lIeike~ítJ: 222.

227. 2 .. m. 269, 517: páJi ... . Según LORAUX (1 997),20. Hesiodo traza una equi va lencia e ntr~ (.180m y nelkos. en­

lre el [uear del debale de palabras y [os conniclos. encarnac ión lamenlable de la mala Ens.

1,. ~ESI(l[)O. TmlJUjos r tlí"". W . 22 1. 264 : ¡/oml'luígoi. Como indicaba F, NLEY (l98~ 1. 170-7 L .Ia idea de

onli cac ión exislía fall lO en los vínculos asiffit! tricos como en los simétricos, s iendo el don una expreslOn de es 10 .

1"'4. HESÍODO, TrctbcJjos y clí"s. 792-9:\. En T~og(JlJia. 80-93,434, se indica e.' rol.de: J.os.bu.eno~ hasi/ei.o.: q~e, inspirados por las f\ ·l lIsas , interpre lan las leyes di\'inas y dictan rectéis se,ntencllls ( lfhelt!sl dlk t!:~m ) e~ unn.dIS­

pUla lll t' íko.\"). compensamJo a h)5 Illl lllbres cuando sufren ofensas en el agora. eL HO.ME~() , IIllldll, XV t1l , ~97 -508 . T HiJR ( 1996) )' CANTARELLA (200)1. 284-88. ambos con bibliog rafía prevIa: tnte rpre.'an al 11."'10' mencionado en este pasaje como una fig ura separada de los ancianos. aunque por d! stlnlOS moti VOS. Al Igual

que lllÜr. eslOy conve nc ido de que es entre los géro rl l t'S donde debe buscarse a aquel que s~ IAleva el regaJo, y

nn enlre ' o .; propios lili games co mo cree Can tare lla. Los ancianos provendrían de los baslle ls. y. por ende se

"semejarian a oqlle ll os que Hesíodo veía como ¡/oml'luígo;. Ver GERNET ( 1980), [90·94 ; LlIRAUX ( 1997). 19·

20 . 15. El caso de los hllSilt'Ís doropl1dgoi parece corresponde rse con la noción de reciproci dad negativa acu­

'. d GOULONER ( 1960) 172. RespeclO de eS le problema . ver también las ideas de SAHLlNS (1 978).2 14-n.1 a por ' ' . . .. \V ES ( 1998) ?O 2,·14' DONLAN 2~ . En ClIanto al uso de estas nocIOnes en el comex.to gnego a nu guo , VA" E . , - ",

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de lapólis griega y la infanteríllhl)plita

quer~r destacar .la a!teración que 'ialógicareciprodtaria estaría sufriendo,he­cho que se sUlna a la perversidad con la que se caracteriza' al esp~cio de la

. pális. El aldeano.observa el ma~do impuestbpórlos nobles deSde la ciudad cOmo algo exiCrno a su propiá comunidad que es la aldea: aquélla represen-taría una instancia dedominaéión sobreéstal6. .

La perspectiva de una inclusión de la aldea deAscra en la ciUdad de Tes­pias ha sido objetada por Edwardsen su reciente examen de la cuestión, aun­que sus reparos no se dirigerí exactamente a lo que aquí sostenemos.EI .autor parte de una crítica de las p()sturas que han visto en Hesíodo los síntomas de un proceso de pauperización de losIabradoresl7 como antesala de su subor-dinación conrespeclo a un~ aristocracia que,paralelamente, selransformaen la elite dirigente de la pólis naciente. El autórsostiene que ni una cosa ni la otra se pueden afimm)" a partir de los elementos que presentan ló~ Trabajos y (fías: según Su. visión, no sólo no habría una explot~ción del campesinado si­no que, además,la kÓllle deAscranose .haIlaríabajo la .órbitadepól¡s .de Tespias. "El contraste entr~aldeayciudad -dice Edwarcls- está, de hecho, expuesto como un. efecto indirectodelcontlicto entre aldeanos, a saber: He­síodo y Perses, y es específico a esa circunstancia"18. La naturalczaYla in­dependencia de la primera en relación con la segunda suponen que sus habitanles no puedan ser definidos c9mo campesinos, Para sostener esto, Ed­wards apela expresamente a la concepción d~sicaquedice quesólo 'se 'pue-

o de hablar de campesinos cuando una elite domina y explota a los productores ~rales directos, yque esto se da, generalmente,apar:tírde la articulación del campesinado, entanto que p~l·tede una sociedad,con una ciudad cercana 19.

. Por ende,la intervención de Io.s bFsileis en la disputa entre HesÍodoy Perses sólo acontecería por causa deunrequerimiento voluntario de .IOsaldeanosy no como algo impuesto a lacomunidadaldeanadesde afuera, ">

0991\).55. n. 5;ZANKER(¡998), 88-89;EoYJ~RDS (2004). 88'J02;verasinúsmo SEAffiRD .(I994); MrrcHELL (Í997) ' . . . o' • • • •

f6. ESla silu;lción ha ,sido recienlemenle analizada por TANDY ·(200I).rev¡¡lorizando. posiliv¡,ni~nle el mo­

'.: delo de la ciudad consumido,", y la noción de campesinado como cI.ase.sujela a dependencia y exploración.

Cf. ;lIt;-,,: Cap IV.ap. J . · . ... . ..... .' . .

17 . Cf Éd. WII.L (/957).12-24; DEllENNE 096J). 15-27.TanibiénAusllN & VIDAL,NAQUET(1986), 65-.. 68; FINLEY (1974), .141-4J. 149-50; FE~NÁNDEZ UBII'IA (1977) .. 86-91; GSCHNl1ZE~(I987). 7J~·81; MossÉ

(19M J.97-99;PERYSIi'lAK/S·{ 1986). Will planteaba una continuidad entre la sjtuación de Hesfodoy la que So-Ión soluciollaría en la Alenas arcaica. sobrelo cual véase WrXlD 098'8). 89-98 .

Ihiel .. 5. 163. Se trata. "n verdad. <jela conocidaidea de REDFlELO (956). 2J-40, que analiza a los cam-

, 26

Julián .Gallego

< Cie~tmnente , el autor esiáa mi entender en lo cierto en cuanto .a que n,o exi~­te un sistema de explotación del cainpesinado fundado en un<t: ,econ,omJa poh­ticaorganizada conárreglo a lOs intereses de la aristocraci~ terratelllent~.:ero el hecho deque dos .aldeanos acu(:rden en pedir el arbitraje de lo.s basl~els de la ciudad supone que. aun cuando esto ocurra de manera voluntana, la clUd,ad, el.ágorayel accionar de los nobles sea algo que y~ est~ o~era.ndocomo am­bito de intluencia sobrela aldca20.Se pucde recumr al arbItraje ono, . p~ro la refen~ncia ya está dada y la aldea empieza a quedar englobada~~ el ám~lto de la pólis. Es cierto que Hesíodo no se siente parte del engranaje de la cIUdad, y puede entonces h~lc~r reféTencia a hipotéticos jueces ~apaces d~ d.a; sente~­cias justastanto para residentes como para forasteros, slCndoo slOtlendose el mismo tal vez un exirañocón respecto alapólis en tanto centro, urbano y .p()­lítico. Pero más allá.dé su visión "desdeaftiera", el hecho?e q;ue ~c.epte uo a~­bitrajedesde Tespias,pam juzgar ' una .' situación . que, eÍ1 pnnel~lo, debena resolverse en la aldea,loincluye. P?tencialmente en ~l~~r?ctdel a~ora'rJlor ende la autonomía de Ascracomlenzaa quedar restnnglda~ •. Esto constJt~ye, c~mb vimos, un modo drsinecismo: la inclusión de la ~ldea . d~Ascra baJOIa Órbita de Iaciudad deTespias. El problema de Edwárds,c?mo el de m~chos estudiosos, es la definición ·de campesino adoptada como punto de p~rlJda22, qf.J~ excluye necesariamente a la aldea deAscra car.acter¡zad~ ~~r.Hcsl,odo:o­mo una situación plausible de ser encuadrada en dicha defimclon, ASI lo dIce el propio autor alsost~ner que la aldea hesiódic.a supone Lin mu~do muy pe­queñb que "pennaflece no jerarquizado ni regimentad(),po~ el slstem~ df.~~a pólis! porlanecesidad. dcenlrega,r un.exc~~entc ~~nbast!eLlS'o a u~~ ellt,e , -, ~ Péro no debemos pensar que la dommaclOn pohtlca y lae~.pl?taclon e~ono mica sonelemenlO¡; necesa~amente correlativos al pred?rn~~I.o ... ~~ la Ciudad arcaica controlada por lo~anstócratas sobre una aldea c¡¡mpeSloa,

2(). EDWARDS (2004).41. descarr;tla ~sociación establecid¡¡porGAGARIN (I914)en~e ~I artJitrajehoméri­

c6 (//;",10. XVlII. 508) y lan\Uy plausible alusión hesiódica ¡rdichaprá~llca (!~abaJos ~:{/¡a .. , 37-39).E~pr~. b~ble que hay. en cada c~ió diferentes miradas: Homero: desde la practIca JudiClall11lsnlll en manos e los

líderes; Uesiodo. según los :padecimientos q~e .dicha prácuca le provoca ". .

" " h" l' ti · ·· ·de ·Eow·Ros (2004) 165 'de.que ·"laúnica inflü.enda'c1ara·ejercida enA. sera 21. Dehec o. aa "maclDn . ~ ,., . . . ' . . 'd " r Tes ias es el rol de los 'reyes como jueces" -aunque luego la circunscnba señalando que su aulonda .e:-

~Iimil~da a disputas que sonllevadas.anle ellos de maneravolunlaria~~upone un~ capa~,dad de.los "a.!,/~IS. perO .iempre desde las inSliluciones de .la p,i/iJ. El problema es sab~rslesa auro~da~ ~s d~;.aract~: ::ie7.k nen" o. no. Lir queja hesiódica contra las. sentencias torcidas de la CIUdad parec';""" ar c .'10 a ~nai';;plantación de dichas práclIcas m~s allá de la .voluntad delos aldeanos.

22: Cf. infrrr_ este capílt\lo. ap). .

h EOWAROS (2004), 166, . .' ... ' ." . "

24. Ihid .. 68-69. De los arguinertlosdeEdwards parece eJ<traer~~que el sinecismo supone una domlDaclOn

arj~tocrática :que implica. _dmc1~yentemente, una dOIlÚnación "pohtlcaaI nusmo uempo .~~e una de~_~dencla económica de: los campestn.os.

21'

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Ca mpesinos en la ciudad. Bases agrarias de 1,1 pólis griega y la infantería hoplita

El auto r también descarta un vínculo es table entre Tespias y Ascra, como aldea incluida en lo que denomina economía política, pero supone - aunque parece no haber mucha ev idencia para esto- que los aldeanos de Ascra recu ­n-ir ían a Tesp ias y en espec ial a los ari stóc ratas en caso de cri sis de subsiste n­c ia o desas tres naturales25 ¡, Por qué motivo responderían los basi/els a estos pedidos si luego no podrían ejercer ninguna inlluencia más o menos es table o benefi c iosa para ellos26? Si como dice Edwards, la búsqueda de so luc iones a problemas que no podían resolverse al nive l de la aldea no era aloo sis te-

e mático que im pli cara la jurisdicc ión de Tespias sobre Ascra, s ino que depen-día del acc ionar puntual de los aldeanos, que pondrían en manos de un ex tranj ero la pos ibilidad de arribar a un punto de soluc ión para proble mas propIOS de los aldeanos , podría pensarse entonces que ex istía allí la pos ibil i­dad de que los nobles come nzaran a penetrar en la aldea medi ante la coopta­ción de indi viduos. Hesíodo y Perses serían, en tal caso, paradi gmas de conductas en contra ya fav or de los dispos iti vos que la ari stocrac ia había em­pezado a desplegar, produciendo como un o de sus efec tos un proceso de si­necismo que pondría a Ascra bajo el cont rol de Tespias27 La base de esta socavac ión vendría dada, como dice e l propio Edwards, por la difere nc iación interna de la aldea m isma entre e l granjero próspero y e l pobre_ La supuesta imparc ialidad en virtud de la cual se recurriría a árbitros externos, seoún la ex pl icac ión del autor, no cuadra con la visión que tiene Hesíodo sobre l~s ba­si/els devoradores de dones que dan sentencias torcidas. Y esto invalida su ar­

gum ent o de que no hubo medi ación entre Perses y Hesíodo, porque, incluso s i cabe pensar en imparcialidad, Hesíodo se quej a de haber su frido un fall o arbit rario. En def initi va , podríamos de limitar el proceso como una subordi ­nac ión de aldea, que no inhibe su persistenc ia, y un a ruptu ra de la reciproc i­dad aldeana, en princ ipio más moral que materi al.

En el razo namiento de Ari stóte les, la pólis consumada surge, como ya v i­mos, de la congregación (koil/onía) de varias aldeas (a las que denomina kóme o apoikía) , que se caracte rizarían por form as de poder (basi/eía) y vÍn -

25 . ¡/¡iel .. 69.

26 . /bid., 70-7 1. Edwan.Js reconoc~ la posibil idad de l patronazgo como una d<! las razones que los ari stó­cralas podían te ner para ilHc fvenir como 5rbi lros en los contlieros . Esa red de palro~azgo de IOl que hJb la el

autor no s¿ daría , si n embargo. COIl1O "Igo imli vi dua l e nt re patrón y c1i enle sino de Ol <lne!ra in stit uc ionalizada . a Ir:l\'t!S dd ágora y de las prác ti cas judiciales que tenían lu gar e!n la plaza pública .

27. Ibicl .. 173 -75: eL 176-8·l Edwards argum!!nla qUI! Ht:síodo tiende! a hace r dt:sapare!cer, re tóricamente.

¡¡ la ci uJad )' a confi nar el co ntli CIl1 ~on Perse!s excJu sinl ll1enlt: al interior de la a ldea co mo uni verso íme2.ro

ai slado y i.1u losuliciellle . Pc!ro juslamellle es te mismo argumenlo nos indicaría que los esfuerzos de Hes í~d~ por restaurar b integridad. d ais lamie nto y la autosufi ciencia de la aldea lo que pondrían de re lie ve. en rea li ­

dad . sería un efecro rt:ac ri\'o an te lo que ya no es o es tá dejando de ser: los va lores de la a ldea autónoma. co­mo hien dice EJwan..ls (ibid .. 29 ). ('O ll stilU yen una cosa de l pasad l1 .

28

JuliiÍn Gall ego

cul os de pare ntesco (sy¡;¡;hleia) similares. Según eSlO, el sinecismo resulta­ría de la uni ó n de enti dades con una rac ionalidad se lllej an te. Pero así como el tráns ito de l hogar a la aldea implica el paso de las neces idades cotidi anas a las no cotidi anas, as í también el tránsito de la aldea a la pólis tcm1inará in ­c luye ndo UIl término nuevo: la vida bue na, que se abri rá fin almente al espa­cio del ser político ( ZOO Il polirikólI )n En este proceso, el ejerc ic io de l poder por medi o de la "asi/d a, que se veri fica en los tres planos de o rga ni zación socia l (o fkvs, kÓlIle, pólis), debería necesariamente abrirse a una dimensión nueva e n la medid a en que se asocia CO Il la instauració n de la pó/is , En He­síodo, c iertamente, el tipo de mando a l que se alude es e l poder colecti vo de los nobles o basi/efs. Podría objetarse, en cambi o, que en Ari slóteles el voca­bl o basildo aplicado al mando dentro del hogar por parte del may or, y por deri vac ión a la situaci ón de la aldea y la pólis , avalaría la idea de un gobier­no monárqui co. Sin embargo , la remisión a Homero que realiza Ari stóteles29

y la interpretac ión del contexto hi stórico de los poemas homéricos en lo re­ferente a las caracterís ticas propias de los basi/efs30 nos llevan a pensar que se puede estar aludiend o no únicamente al poder monárquico sino sobre to­do al poder de un a clase aristocrática. Así, la permanencia de la basileía apa­recería como un trasfondo de continuidad sobre el que se produciría un desplazamiento del pare ntesco, definido a l ni vel de la casa y la aldea, a lo po­lítico como lo propio de la pó/is. Lo interesante es que a lo largo de toda su reflex ión Aristóteles trabaja siempre con e l esquema de una lógica segmen­tari a: se trata en cada caso de la uni ón de segmentos comunitarios semejan­tes. ya sea de los hogares en la aldea, ya sea de las aldeas en la ciudad . Esta transferencia de rasgos de la comunidad doméstica a la aldeana y de ésta a la comunidad política podría servir para explicar por qué se ll ega a enunciados en los que la pó/is se piensa como una gran casa31 , y volvería enteramente

28 . ARISTÚ1UES, PIi¡íricu , 1252b 15-30.

29. HOMERO, Odi . ..,' . IX. 114. Algo similar se lee en PLATÓN, Ley<.' , 680b·68 1 a, que alude a los vv. 11 2· 11 5,

de donde Arislóleles parece eSfar cXlra)'endo lanlo e l vocabulario que utili za como la propia re ferencia homérica.

30 . En su libro sobre la ¡",sild" en la Grec ia geomél rica , DREWS (l 983) argumenla a favor de que las co­

munidades que luego dJ rían pLI SO a las I'últ: is estuvieron rl!g idas por gru pos de líde res he reditarios más que por re)'l!s. En su libro de más largo ah..'ance sobre la hLHileía , CARLlER ( 1984). 503-5 , critica e SIa idea. DON­

LA" (1 9\!7). 3~·44 , prefiere hablar de ¡" ,,-il';,, superiores y subordi nados en e l marco de sociedades de rango

co n j e faturas marcadns por desigua lJ ades de poJe r y .H all/S, que duranle el siglo VIII se convierte n en socie­

dadt: s estratificadas en las qut." las familias dirigemes logran un acceso diferencial a los med ios de subsisten­

cia y un poJer de coerción que ames no te nían. La vis ión de Donlan sobre este proceso prese nta puntos de

comaclo con la que desarro lla STARR (l986), 15-5 1. Por olra parle . los aspee..,s que llevan a la ",ulación de l

s iglo VIII son companidos por Q UILLER ( 1981 J, 134-35 , que es segui do de ce rca por SEAFOR!J ( 1994), 19 1-92

31 . G ALUNT ( 1991 l, 170. basándose en ARISTÓfANES. AswllhldslCls. 673·75 , señala qu e e l gran " ikas co­

mo meliÍfora de la comu nidad se halla en e l corazón de la anligua noción griega de ¡)(íli.l'. LUDW IG (2002 ). 2, 18. 343. indica que el intento de converti r e l gobierno (poliry) en un gran hogar se basa en la unión de las c iu­

dadanos mediante lazos de afecto mutuo, asunto central a lo largo de su lib ro.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la p6/is griega y la infantería hoplita

cOlllpatibleestil visión con lairnagenaldeanadela pólis, pues en rigor am­bas ideassecOlTcsponderían con la misma matrizsegmentaria.

Sobre csta.base segmentaria empiezan, pues, a aparecer entidades más abarcativas .. sinccisJIlo mcdiante el cual las aldeas preexistentes comienzan a unirse políticamcnte, tal vez no físicamente, en torno a un centro común, dec lineándose así un tipo nuevo deorganizadón socioespaciaJ32.Esto da lugar a notables diferencias de tamaño entre las ciudildesAebidoa las cambiantes condicíones históricas, sociales,gcogrMicas,reHgiosas, bajo tasque se forja en cada caso la ullión 33

. El ejemplo deArgos muestra lo que podría denomi­narse un caso típico de sinecismo.Los grupos aristocráticos se desplazan ha­cia el centro urbano. Paralelamente, Tirinte y Micenas son absorbidos, Asine

destruida durante el sometimiento de la llanura argiva y elllaArgólide se da una colonización cuy()S pobladores provendrían de la propia llanura argi­va.Ahora bicn, según cabe concluir de los análisis de las fratríasy las aldeas argivas34

, una vez que Argosseorganiza políticay territorialmente enforma unificada, las aldeas siguensiendoel ámbito de residencia de la población ru­ral. El sincciSITIo atenicnse se. da indiscutiblcmentc a raíz de la unió de cOlllunidadcspreexistentes, muchas de elIasgcnerádas por la expansión dc­mogrMica, de manera que el territorio ateniense sería el producto de una uni­ficación típica de aldcasuotras organizaciones semejantcs35. Otros casos como los de Megara y Esparta revelan tambien que, habida cuenta de sus di­fercncias concretas, la unificación política y territorial terminó porengcndrar entidades ITI,ís abarcadorasdeltipo de lapólisen regiones donde previamen­te evolucionaban comunas de basealdeana36. Pero estas organizaciones tame

bién podían participar de otras formas de identidad política, religiosa y territorial (lo que los griegos llamaban éthnos), asociándose en confedera" dones en las que podían tener cabida éthne,póleis y komai en diversas posi­ciones jerárquicas con uno o varios centros ejerciendo o luchando por el liderazg037

. Algunas póleis sólo se unificaron en plena época clásica,como

12. CL MOGGI (1976). Ver las sugerencias de VAN EFFENTERRE (1985), 168'92:

11. Véase la síntesis de BllRH1RD (1991).18-19.

14. PIERART (1 981!:»; CHARNEUX (1984). Sobre la formación de laciudad"estado argiva.cf. VIRET BERNAL (1992). y últimameOleel análisis dd propio PIÉRART(2oo1); también sllapOrte (1997)en elCopenhagen Po. lis Cenlre.

15. Cf. ilifm. Cap. m.ap. 1. En Argos yla llanura argiva severificaria.lambién un proceso afín:cf. VAN ANDEL & RllNNELS (1987). 104-7.

36. Véase la información reunida por Moc.Gr (1976). 16-26, 29-J4. paraEspartayMégara..respectivamen.

te. OOMfNGliEZ MONEDERO (1999). 53·64. a~aliza diversas fuentes literarias y sintetiza varias interpretaciones referidas al s¡necismo en Atenas. Argos. Esparta y Mégara. Cf.ll,f10I)ES (1993).162-64.

37. Véase ahora MORGAN (2003). Cf. el casode la F6cide estudiado por MclNERNEY (1999).86-119. 186-230; tamhién MORO,IN ( 1991 ). apoyándose en el caso de Acaya. sobre las articulaciones entre etnicidad y étimos.

30

luIrán Gallego

Élide, I-Ierea, Mantineay Tegea, así como Egio y Dime, y Argqs recién pudo incorporar a la por entonces· aldea de Micenastras las guerras médicas38. 'f~­do esto supone la persistencia de entidades aldeanas basadas ~n sus propios derechos, aunque condicionadas porIa presencia de estados p~derosos a su alrededor.Esto confil'Jl1aqu~ la organización del espacio agrario se basaba en la existencia de territorios ligados a las aldeas, posteriormente agrupadas con elsinecismo. Indudablemente, existen muchos ejemploscomo los que indica Estrabón39 en los que el sinecismo se produjo en una época rnástardía40. :Pe­ro como propone Osborne4I , si bien el geógrafo está pensando en términos de movimientos poblacionales desde las aldeas a un centro único, sin embar­go, .el propósito de sus consideraciones no es describir los cambios en la na­turaleza de los asentamientos en el campo sino explicar la formación de unidades políticas, esto es, los orígenes de la ciudad clásica.

A partir de estos procesos, la pólis seinstituy6 como propietaria principal de laticlTa, de cuya autoridad los ciudadanos extraían ~usprerrogativas pri­vadas sobre las parceIas42, Sin embargo, en lo anterior sólo se está haciendo hincapié en los "extrernos"de la situación: el poder general deja comuniclad sobre la tierra: la utilización privacla de la. m.ismaen función de la labranza. Pero podría decirse que, dentro de la póUs, la aldea seguía oficiando de inter~ mediaria43. En este sentido, importadestacar no tanto la preexistencia de la aldea respecto de la ciudad como su persistencia en el marco de la organiza­cíóncívica. Estas aldeas podían ocupar un lugar centraloperiférico,segúnJa evoluciónde cada pólis.En Atenas todos los miembros de las aldeas se con­virtieron en ciudadanos, mientras que en Esparta alcanzaron el.estatuto de pe­riecos. En Argos, como vimos, la unificación impuesta por I<\aristocraciano eliminó sino que transformó al conjunto de las komai integradas en partes de la organización del estado argivo. Lo central de estos datosradica en la.irn-portancia asignada a las comunas rurales, porque tanto en uno como en otro

38. MOGGI (1976). 140-66. recoge la infonl1ación·literaria. Para·ManlÍnea.·HoD!ONSON & HODKINSON (1981), 261-65. 286-91: JOST (1 986). 155-57. Para Élide. Roy (1997a). 286-89, y su reciente trabajo sobre el

tema (2002). NtEL~EN (2002),12·22.137-38,171-75, analiza y pone al día los cuatro primeros casos.

39, ESTRABÚN. VIlI, 3. 2.

40. ER. el de los periecos lacedemonios enépocahelenística; KENNELL (1999).

41. OSBORNE (1987). 55.

42. BURFORD (1993) 16-17; ISAGER & SKYDSGAARD (1992),121.

4~t- Esdenotar la escasa:i~p0l1anda:adquiridap~r eltérmlno kóme en comparaci:ón con _Jósotros dos. pó­lis y áikos, efecto. en parte.: de la propia construcción imu.ginaria de losgriegos:(aunque._s~bretodo, atenien: se)'y. en pane. de los aspectos privilegiados porlos estudiosos contemporáneos. Cf. HUMPHREys(1983).l c21;

STRAUSS (1990): Roy (1999a). Como señala OSBORNE (1990). 268. cf. 277: "En la delllocracia ateniense clá­sica la división primaria del dénws (cuerpo ciudadano) era el démos (demo -la aldea oelbamo-)'". El demo.

que en Atenas era claramente una kñme, es el que brinda el modelo dominante de organización.

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Campesinos en la ciudad. l3ases agrarias de la !Júlis griega y la infanlería hoplita

caso (como déll/oi, kOl1la¡4-1, o incluso póleis que dependían de otra pólis) su función era fundamental para controlnr el espacio. Si bien algunos ejemplos pueden resultar inusuales en rel ación con el conjunto de la Grecia antigua, no por el lo dejan de constitui r pruebas signifi cat ivas de la presencia de la aldea en tanto fOlll1a de organ izac ión ag raria . Estas situac iones nos muestran , pues, su lugar y su significación parn In constituc ión y la fijac ión de los límites te­ITitori ales de la pólis. A su vez, ésta se nos aparece como una totnlidad cuyas panes son I<ts aldeas y las unid ndes domésticas . Por otra pane, es necesario tener presente la advertenc ia de Finley con respecto a que, en realidad, mu­chas ciudades griegas no emn más que aldeas-15 Pero estn configuración nos indiCaría que estas pequeñas póleis también man te ndrían vigente dentro de sí la base aldeana, puesto que la kÓllle no siempre es un a parte de una pólis o una ent idad que no es una pólis sino que puede tratarse perfec tnmente de una pólis pequeña o dependiente46 Lo cual explica a su vez el papel central de la aldea en la consolidac ión del territorio, as í como la relevancia y las pren oga­ti vas adq uiridas por los agricultores griegos. En efecto , el ascenso de una cla­se de granjeros libres basados en una agricultura intensiva, a partir de Ins luchas y los cambios soc iales y políti cos que acotaron el poder aristocráti ­c047 , resulta algo inseparab le de la conformación de la pólis con las carac te­rísticas apuntadas .

Queda claro, pues, que la agregación de las aldeas rurales en torno a un centro común y la constitución material de un espac io unificado es lo que ter­mi nará conformando la base rural de la pólis de la época clásica. De lo cual se extrae que los campesinos no se hallaban dispersos y aislados entre sí, si­no agrupados en comunas aldeanas integradas a la vida de la ci udad. Como veremos en el próx imo apartado, esto no significa considerar que vivieran ne­cesariamente nucleados, sino que el centro aldeano operaba como refe rente subjetivo para todos los aldeanos que formaran parte de una localidad deter­minada. No obstante las lóg icas diferencias en las formns de estructumción e integración del espaci o, de hecho, de un modo u otro , el proceso le otorgó a la pólis una morfología detelll1inada. Los cultos religiosos tuvi eron una inci­dencia esencial en el agrupamiento, la unificac ión y la configuración defini­tiva del tenitorio rural como espacio político, así como también la tuvo la

-1-1 . JIlNES (1987).387-88: " lndex 1: Unils" . clasifica 3-1 tipos de unidades. de las cuales: 8 remiten al pa­

r~ nt t:scn II olras il sociaciones fami liarc::s: 10 rerni tc::n a entidades lerrimriales: 6 remilt!n a designaciones numé ~

ricas cole:e li vils: 5 re:miten a dc::s ignaciones numéricas parti tivas: 3 rc:: miten a designacionc::s que denotan unn asoc iación: 2 remi tt:n a dc::signacionc::s de carácter miliwr; d . ilIem (2004), 17- 19.

-IS . FI ~LEY ( 197-11. .15. Cf. PA USAN!.'S. x, 4.1: ESTR A8()N. 111. -1 .13. U "y (1986), 118-21.

46. HAKs E" ( 1995b). 7-1.

-17 . HANSIIN (l995i. 23- 178: cf. STARR (1977).156-61: DOSLAN (1997) .

32

'\::.

Julián Gallego

guerrn, o al menos su posibil idad48 . El resultado fue una organi zación com­puesta por una serie de aldeas rural es que no se diluían sino que seguían sub­sisti endo dentro de la nue\a entidad establecida. Por consiguie nte, aunque sea cierto que el desatTollo de la pólis a partir del sinecismo supuso la articu­lación en torn o a un centro común, esto no dehe h¡¡cern os perder de vis ta que el elemento bás ico de la vida social ngrari a seguía siendo la comunidad de al­dca 4Y, cuya presencia res ultn visihle a panir de la época oscura'io. En esta orientación, y según el ni vel de análi sis que aq uí proponemos, el .:statuto po­lít ico adquirido por la aldea rural dentro de la ci udad-estado no resultn un fac­tor exc lu yente para su definición como núcleo de In vida soc iocultural del campesinado. Es cierto que la transformación de las aldeas en municipios con un gohierno local y un pnpel políti co ac tivo -tal el caso ateniense- o sin ad­quirir un rol institucional similar -como sucedió en Eretria y Mileto51 - de­terminaba configu rac iones precisas y desarrollos hi stóricos circunsc ritos que deben ser tomados en cuenta. También deben considerarse las diferencias exis tentes entre las comunidndes cuyos campesinos participaban como ciu­dadanos plenos -se hall aran o no sus aldeas integradas a la vida institucional de la pólis- y aquellos poblados que, como en Élide o en Esparta52 , se defi­nían como periecos, los que si bien podían tener sus márgenes de autonomía y un gobierno local, de todas maneras, no formaban parte del andamiaje po­lítico: sus miembros carecían de la ciudadanía plena y, consecuentemente, no participaban del gobierno de la pólis.

48 . Sobre las di ferencias entre unos procesos)' a iras y e l ro l de los cultos agrarios y la guerra en la confor­

mación del espaci o cív ico·rura l. DE POUGNAC (198-1): (1 994): d . lambién ANTONAC'CIO ( 1995).245· 68 .

49. VAN EFFENTERRE ( 198.1) v DAVERIO R()CCHI (198 1) analizan la importancia de las aldeas para las épo­

,'as arcaica y clásica. respecti v;mente. Para un análisis global del problema de la a ldea en el mundo griego.

que dt!s[aC;) su cank'tt!r agr.uio y su ddinición en relación con )a ciudad. v¿ase LE "y (1986).

50. Para VAN EFFE"TERRE ( 19851 ha habido una conlinuidad mayor que la usualmente reconocida enlre las

sociedades tj ue se desarrollaron en el ámbilo helénico dUranh! d segundo milenio y ILlS qUI! florecieron en d primero. Según eSla imerpretación. a la que aquí no adherimos. potlrúl argumentarse una persistencia tempo­ral aún más eXIt!odida en lo referido a la presencia de las aldeas rurales en 1!1 mundo griego. Sobre la comuni· dad aldoana en la sociednd micénica. en tro otros , LEJEUNE (1965); BER"EJIl BARRE RA (1978 ): HALSTEAD

( 1992al: ( 1991bl. ESla persistencia indicada por van Effenterre ha sido soslenida hace poco por FOXHALL

( 1995) . Cf. últimamenle PALMER (100 1); KUURnu (2003). Analizando el marco hi stórico )' social de Ascra en

los Tmb,,;ox \. ,litIS. EDWARDS (1004 1. 7. 28-29. 78·80. 125-16. 174·75. ha enfati zado la importancia de la al ­

d~a como forma pro\·eni~n t e de la edad oscura.

S l . Sobre la presencia de demos en diferentes ciudades griegas. cf. VON SCH(iFFER (19m). 33-:14. 12 1-3 1. Y p rd~rc.!ntc!lllt:nt~ ]ONES lI987). 387 , S. l ', "llemos", cuyas entradas remiten al análi sis de cada caso. Respt!clo de

Erel ria . \VAL LACE (1 947). Y fundamentalmente KNOEPFLER (19971. que eSlabkce. seg ún mi punto de vista. que

los demos <staban organizados a llí sobre una base a ldeana . Acerca .je Mile to. PI ÉR ART (1983a): (1985). que

marca las difercllcills l!XiSlenles rl!speclO de Alenas. En eslos casos, igualmenle. el uso de: un demnlikoll . es de· cir. una dc!nmninación que indica la pl!rlent!ncia a un demo, no supone que los demos fuaan unidadt!s localt!s dI! "obierno Ii (l udas al pOlkr centralizado en d esrado. De manen.l general, sobrt! las dift:rencias eorre l\lt!nas y o;ras ciudad~s respectu de los lazos entre las aldeas y el centro político. ver OS811RNE (1987 l. t 2~-32 .

52 . Sobre Esparla. cf. ¡"/¡.,,. Cap. 11. Para Élide. Rllv ( 1997a): (2001). 15 t -53.

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Campesinosellla ciudad. Hases'agrariasdelapólis griega y la infanteÍíahoplita

No obstante esto. en todÓsloscasosencontramos unas fOrmas . d~ organi­zación social que responden a la especificidad própiadelimitada por la pre­senciude la. comunidad aldeana ' que, comocbrljUntoconfomiado por la articlllacióno~un~s prácticas.sociales y ciertos modos de apropiación del suelu. forjahamodalidadesconcretas de estructuracióilde1 espacio rural. Lo anterior. pone en cIaro que la aldea se hallaba en la base de lospl"oc~sos so­ciales de la ciudad-estado .. puesto que la ciudad no puede divorciarse de su campo. Estae;x:telldida presencia de 1<\ aldeaenla pólísimplicaba l1na base calnpesina deja sociedad5\ .A~f pues, .muchos de los . rasgosagr.arios típicos eran compal:tidos por la In~yoríade las ciUdades griegas;enlas que las w­munidades aldeanas , ocupaban un papelcentralen' la organizaciól1 social del territorio agrícola así como en la formación de un imaginario basado en cos­tumhres ,. valores, pautas y conductasque erancomunesalcaJTI.pesinado. La pólis . por 10tanlO. se confon1l6morfológicaysocialmente con arreglo a la con'. u nidaddealdea. puestoqueésta aportóa laciuda"d-estado siJinfraestruc­tura dpacial y demográfica; es decir, tanto una unidad local con su consi­guiente ordenación del . territorio cOmO el grupo humano quelahabit~b<\ con ;usformas específicas oe vinculación social. Ciertamente, la. cOl)formación de la 11ólis traería aparejada consigo transform<\ciones (unificapdo c<?munas, promoviendomigraciOnes,etc.). Pero de unaJhanera u otra, las condiciones aldeanas seguirían operando bajo las nuevascircunstaÍlcias establecidas.

2. ¿Residencia nudeada o granjas aisladas? La aldea imaginaria

La caracterización esquemática de la granja. del agricultor griego esbozada en las IíneasinIJ'oductorias de este capítuló.par,ecet'íaapunrarála plena auto­nomía del oikos o unidad económica familiar,hécho que, en ciertoscontex­tos, ~e ha relacionado condetenninadasPllutas de,T~sidencia·rurªI.Entre los elemen¡osexaminados porlosautores que han analizado lacuesti6nd,f!bemos consideraÍ', principalmellte, .. 1as. construccioneshalIadas en el c~n1po . griego PO)' las prospecCiones arqueológiéas. ¿Erarrinstalácionesagríc()lasdestinadas ~<Í lo al almacenamiento,; o usos similares,oserví.an .lambién como viviendas permanentesde los labradbres en sus propiasgranjas?Elproblernahaque­dado centrado en saber si éstos vivían diseminadospofel campo,en .granjas aisladaf. y dispersas , o ~grupados en alde<\scoen los centros urbarios en el caso de ciudades pequeiias~, desde donde salían cada día hacia sus tierras pa­ra reali zúr lasTacnas agdcolas .

En c; contexto presentado, ele aso del Ática ha sido elque más debates ha generado: Hace más de tres décadas, por ejemplo, Jan Pecirka manifestaba

5 ~·. ().' !::UIRNL(-19g7). I ~ y 193. resp.ect i-"amenle:.

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Julián Gallego

susdudas'acerca de htexi;,tencia o no de granjas aislada~en e1campoático, aunque afirmaba c1ar~nj~nte esta posibilidad para otras póleis. Por.otra pa~­te, unos quince años después, ElIen Wood atinnaba tenninantemente, reto~ mando 'las ,conclusiones de 'Robin Osbome, hi rareza CIegranjas aisladas trabajad~spor granjeros quúesidían en el campo fuera d~asentamieritos nu­cIeados54,Podría señalarse que, de todos modos, para lo~ :griegos era,posible pensar-aunque más. nofueraen ' el plano de las representaciones- engranjas ais.\ndüs con10 la del campesino de la EleCtm de Eudpides,esposo . de la híj~ dcAoa~l~nón , cuyo problemáno parece ser el habitar uriagranjaaislada SIc nolaCralta delazos p[ó,~'imosconlos veciilússs. Sófocles: brinda una imag~n compatiblecbn cstoatde~ir:"jgual que un campesino quchlltomado unatiee rradela~orale.iada yla yeexclusivamenle .en los momentos de la siembray la cosecha"56, aunque de su texto no se deduce habitación pennanente: Una . situación semejante también se desprende del ordenamiento id~al del territo­rio de la pófis recomendado porArislóteles57 , pues cada ciudadano contaría con una parcela cerca d~ la ciudad y otra cerca de la. frontera. Sin embargo, la P?sibi Iidad de que Io~campesinos poseyeran parcelas fragmentadas n()se oponc .~todolo contrario-á que el hábitat agrupado en aldeas y centros ure banos f~lera la pauta dominante. Descát encuentra en Lisiasünf\-ilustración de este fen\')menoparaAiel]asS8. Pero de todas maneras, como veremos aconti­nuaciÓn, ,ia prospecciÓn arqueológica ha posibilitado, y .siguepennitiendo, reconocer la existencia de fincas aisladas tantoenel Ática comoenotras par­tes de Grecia, hecho que supone una relación inmediata con I~ agricultura. No obstante ~ como tratáremos de demostrar, la existencia de estas granjas na­daindi¿a en favorde la ideá de que sus propietarios vivierarisocialmente> apartad~s de las illde<\s, sin intervenir en los lazos de sociabílidadcaracteiís-ticosde eHas. .

.' ;"',,' "

Urprimera eviden¿iaarqúeqlógica sobr~qs<\s ruralesql.le~ebeindicarse proviene de las torres halladasenel norte del Ática59. El a'1álisisde los sitios . implica la ' posibilidad ; de que en algunos c,asos dichos edificios hayan sido usados como,instalacionesagrícolas.Pero las . pruebas no ,sonconc1uyenles, ' . y porJ() general puede que las torres. ¡:ncontradas hayan "servicio de refugio para lapoblación local o ql.le directamente fueran edificios militares. De mo-

54.éf.PE("RK,.\(197~), D3, 37; w,)ÍJ[) (1988), 102.

55;. El!RfPJOEs, .Electra. 169.25r-5~ . n30-3 J; cf.ROY (1.996).

56. S(¡FOCLES, Traq/lillias, 32-33 ; cf. SNOOGRASS (1990).81-106:

57. ARISTclTtLES, Política, U30a 9-18,

58. LlSIA~ : C",ít'" El'lItlÍste;/ts, (X 1\.): cf. DESCAT (1 995a). 320.

59. OBER (1985).135. D8, 150. 159; 166-67.171 . 1;3-75.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

do que a partir de estos datos no puede concluirse categóricamente que las inslalaciones pudieran haber servido como casas en granjas aisladas. En efec­to. la presencia de una torre (p.\;rgos) puede ser una evidencia de una granja aislada sólo s i se tiene en cuenta la función y la localización de la casa, don­de la torre se rviría para el resguardo de las provisiones agrícolas, el equipo ele labranza. e incluso la gente: la torre seríu el elemento más característico

de la casa rurul sólo si se asocia con factores agrícolas tales como tierras ara­bles cercanas. pisos de trilla y restos de equipamiento agrurio60 Sin embar­go. el argumento contrario también ha sielo esgrimido: según Morris , antes de considerar que las torres rurales tuvieron un rol público, defensivo -opuesto

a la seg uridad privada- , es preferible tener en cuenta su carácter de asenta­mientos residenciales y agrícolas, puesto que el uso militar de las torres

requiere de un contexto histórico específico y un lugar explícitamente estra­tégico61. De todos modos , aunque aceptemos que las instalaciones del norte

del Ática fomlaron parle de granjas, esto no permite deducir que hubieran si­do usadas por los labradores que eventualmente las poseyeron para su resi­dencia permanente en fincas aisladas. Como advierten Jameson, Runnels y

van Andel:

.. Es dudoso que los usos de lodos nuestros sitios puedan determinarse con cer­lez,l. ESle estado de cosas se debe en parte a dificultades de interpretación de los dalos arqueológicos, pero es en gran medida el resultado de los usos cambiantes de los sitios mientras estuvieron ocupados. Sitios de un solo componente que es­tuvieron en uso por brevcs períodos de tiempo pueden haber cumplido varias funciones diferellles. La granja con su torre puede llegar a ser una fortificación, luego puede convertirse en un corral para los animales y finalmente llegar a ser un lugar conveniente para los vertidos"62

Otros ejemplos también del Ática resultan más decisivos para verificar la existencia de edificios agrarios que pudieron servir de vivienda permanente de los propietariosó3. Tal parecen ser los casos de la casa Dema y la ubicada

cerca de la cueva de Pan en Vari o Ambas edificaciones, debido a la distancia que las separaba de las aldeas más cercanas, indicarían la presencia de mora­

das continuamente habitadas desde las cuales sus ocupantes saldrían cada día a cultivar las tien'as de las inmediaciones de su hogar y llevarían a pastar el

60. JAMESON (1990). 101-3: ef. LOHMANN (1 992). 39-48; ISAGER & SKYDSGMRD (1992). 68-69; HANSON

(199~1. 7';,. ~~,.

61. ~ 10RRIS (200 11. .140. que se apoya en los argumenlos de LOHMANN (J 992). 40.

62. J."'E."'S. RL'NNELS & VA" ANDEL (1994 l. 248 .

6:1. CJ'. JUNES (2004 ). 17-47 .

36

-"";' .-.

. ~.'

Julián Gallego

ganado en las colinas contiguasÓ4 Y algo similar podría deducirse a partir de

la llamada granja de Timesio situada en el sur del Ática, más específicamen­

te en la zona minera de Laurion enclavada cerca de cabo Sunio, finca cuyo análisis se ha enriquecido gracias al hallazgo de unas inscripciones65 Esta

última hacienda se encuadraría en el contexto analizado por Young , trabajo

pionero en el estudio de las fincas aisladas de la zona de Suni066 Claro que

en estos casos, como en otros, surge el problema adicional de saber si aque­

llos que salían a trabajar cotidianamente las granjas eran los propios labrado­

res o los esclavos de propietarios acaudalados67 .

Las prospecciones de Silios que se con'esponderían con granjas , que ha­

brían estado buena parte del año o permanentemente ocupadas por los labra­

dores. han tenido un lugar importante fuera del Ática, y también en estos ejemplos la evidencia recogida avalaría la hipótesis de que la granja aislada

constituyó una pauta de asentamiento representativa de la antigua Grecia68

Se ha comprobado que, en general, el desarrollo de esta pauta resulta un fe"

nómeno del período clásico, aunque no se debe excluir la presencia de gran­

jas aisladas ya en la era arcaica. Y se ha afimlado, como hem os visto, no sólo

la posibilidad de que tales fincas existieran como fenómeno ligado a un cre­

cimiento demográfico importante, sino también que su extendida ocurrencia

constituiría un patrón de asentamiento con rasgos propios que se asociaría

co n un sistema agrícola intensivo, libre de explotación y vinculado al merca­

do, sistema desarrollado en gran medida por los granjeros agricultores69

64. JONES. SACKETI & GR AHAM (1962); (1973). A partir de estos <Sludios BURFORD (1993). 61. señala que

estas dos casas no senan granjas {jarml!mfses} . Pero sintetizand o sus propios eSludios, dice ]flNES (1 974). 3 12: "en cu,:mto al propósito de CSI<l5 dos casas, se sugiere. que ambas eran básicamcnre granjas (túrmllOlI!it!s)".

65 . L ANGDON & WATROüS ( 1977); cf. WATROUS (1 982); WICKENS (1983).

66 . YOL1NG (19)6). analiza seis lorrt:s íllas que con sideru. sal\'o ~n un caso. edificios agrícolas centrales pa­ra la geslÍón producti va. y propone (p. 138) que 1<.1 base estru ctural de las fincas consistía en torre (p'\~rg()s).

muw (m¡{i!) y C;J5 il (nikÉC/) .

67 . f\10RRIS (2005). analiza las torres mrales -en tanlo lugar de residencia- en relación con la panicipación de esclavos en una agricultura. inlensiva en trabajo.

68. Para Mil<lo. el Ática . DeI"s y Quersoneso. haciendo énfasis en el último. PECIRKA (1 97.1); para ~kta­ponlO. AOA'IESTE.'NL' ( 197.11: CAR'ITR (19811; (1990). 408· 12: para Melos. RENFREW & WAGSHFF ( 19821.

246-6.1: para [leoCla. BI"TLlfF & S" ODGRASS ( 1985 1. 1.19-45; (1988). 60·68; SNODGRASS (1991 J. 1.1 ; para

Quios. LA>lBRINllUOAKIS (1986); para Tasos. OSBORNE (1986); para la Argólide. VW ANDEL & RUNNELS

(1987). 158-65; JAMESON. RUNNELS & VAN ANDEL (1994). 24X-52 . .175-85: A CHESON (19971. 171·78: para Ca­

risria eu Euhea. KEL LER & WALLACE ( 1988); para Delos. [)RUNET (1990): para el Norte de Ceos. CHERRY. DA­

VIS & ~hNTZ"LR."" (19~1 J. 2R5·98; para Leucas. DOUSOUGLI & M ORRIS (19941; t\.IORRIS (2001). En su

estudi o sob,.e Olintll, N EVETI (19991.36-.17.8.1·85.9';,-98. 151-52. se centra en el "ie"" y lo relaciona con al­

guna, de las granjas aludidas . Cf. la reciente síntesis de WHITLEY (2001). 376-99.

69. A l respecto, ,,¿ase PECIRKA ( 197.1).11 4; VAN ANDEL & RUNNELS (1987).164·65 ; JAMESON ( 1990). 94·

95; J."'ESIlN. RL'NNELS & VAN ANDEL (19941 . .18 1-94; HANSON (19951.127·78.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería'hoplita

!l\(~~ eSlainforlllaciól1~specialmentearqucológiea pero también literaria y eplgratIea. pa~'((ce no habersido suficiente para desalentar alos que han viSlo ~~, e 1 ~lslentanlIC~1!<) nucleado en aldeas y ciudades el modelo básico de oeupa­clOn .: t~rnto~IO .. rcchaz~ndo la pauta de la granja aislada o restringiéndola a un eplfcnolllcno clrcuns:nto a ciertas regionesyperíodos70.Así,Osborne, au­tor particularmente sensIble a los matices de la documentación, ha sostenido que el modo de residencia en el Ática yen>buenapaI1e delaGrecia continelJ­tal habría sido el de la aldea nucleada, yque lapresencia de construcciones rurales no IIlsInllaría una pauta de habitaci6naislada sino un uso másintcnsi­vo del t.crritorio. Aunque reconoeequeenJas islas las aldeas serían más bicn l:aras. sIendo más frecuentes las granjas aisladas 71. Para Osbornc, el patrón atleo centrado en la ,aldeanueleada no seveünpugnado porelpat1icular de­san'ollo del sur dd Atica, que obedecería a la'denJanda agrícola generada por I.~I e~r:ccntrae~ón de man(~ de obra esclava entorno ala región mineradeLau~ 1I0n -. Con diversos matiCes. el modelo de asentamiento nucleado haobtcni­do la aprobación de varios estudiosos que han seguido sus propios jUicios o ~ue han adoptado los de Osborne: desdela;era oscura, y más aún durante las epocas aremea y clásica, los griegos habrían vi vidó en aldeas ,nucleadaslo cual hari'a de las viviendas rurales aisladas algo fuera de lo común73. '

Pero tan resucIta como esta postura es la de aquellos que paralelamente han. vU:I,to a destacar que la granja aislada constituyó la pauta principal de hahlta.clUll en el campo. Ro)' concentra. su discusión en elContra Calicles atrIbuIdo a Dem(ístencs74, Su interpretacipngiraentorno alaseparación

70. PIlIRK' (1973).115-12. habínhecho est~comprobaciÓn .1 sintetizar las posiciones sostenidas en tor­n~ al a~u~to. posl.uland? la ne.cesldad de analizarla granja.aislada CO~O :~h-típo in~:e'peridiente deéstableci­mlcnto. U. por eJemplo. explicaciones tan disímiles como las de. SEMPU: (1931), 539, Y FINLEY (J 952),62. quecnmclden ~1Il embargo. en afirmar que la población rural no'vÍvÍa en sus- propias-granjas.'sino.en aldeas (los lahradol"t'sJ (l cludade~ (1(lS terratenientes).

71. ChB()RNE 11985.).17-42. 19()-95: (I9R5b): (J987); 53'74; ([992);(1998),82. Cf.C¡IERRY. DAV¡S & M'~TZO''''ANI.( 1991).327:47. qu" encu~ntran que enelNone de la isla de Ceos, en el territorio de lo que fue la p(Jh~ ~~e COIeso, el, ~atron d~ re.')ldencJa aIslado no fue nec~sariament~:~1 predominante. "[)ebido ai reduci­d(~ taman~ de esta p(~hs, la resldenciL! pennanente se dio en ~r m~co d~l centro_ utbano y-no en aldeas. Y lo m,sm;, s<"n,¡I" ~I propIO O'BORNE. en CHERRY. DAVIS & MANTZ(¡l'RANI (1991), 319-25,al analizár la evidencia epl!!~afica ~e C:artea .. otr~ de las ptÍ/('is ~e la isla de Ceos. En ~efinitiva.--la relación entre cada pólis y su res­pectrvo Il'rrl!uno vanaba Je un C<lSO antro. Cf.infra, Cap. IV. 'ap'- 2 ..

72. OSBIIR'E< 1 98Sal.. 11-.14. estudia la teoría de Youngsobre las fincas de.Sunio.

7J. H'JMPHREYS (19781. UO-Ji: GALLANT (1982). 118-19; DoNLAN(l985), 301'2: MORRrs (1987) 5' WlK\D (1988).102: HODK'NH'N(:>1J03). 140-41: JAMESON (1990). 93,94. . ' ,

74. RIl\" (1988). remi,i"ndo a l)<;B'IRI'E 0985a), 17-18.Ver DEMÚSlCNES. Contra Calícle.' (LV), 3A; 10-16;

10-2(: 2:··26: d. PLATON, Leres. H4-\c; TEOFRAsm, Caracteres, 4. A partir de los dalos, que brinda el teatro atemense. en especial la Eleclro de Eurípide., y lascomedias de Menandro, Roy (1 996)ha vuelto sobre el pro­blema de las gnmJas msIa(jas con nueV¿lS críticas a Osbome.

Julián Gallego

establecida en la oración demosténicaentre los vocablos tierra (k/wríon) y casa (oikía), y propone queel documento resulta una prueba significativa dc que existían granjas aisladas en el Ática.Langdon argumenta que el ca­so. aten iense, al posibil itar una articulación. pertinente entre evidencia lite­raria, arqueológica y epigráfica, permite señalar conmayor,certeza que pata otros casos la existencia de granjas habitadas por sus propietarios, en­fatizando que las expresiones griegas khorío/l y agrós son,las quemejorse corresponderían con la ideá de granja ifarnz)7S, A partir de la informaciÓn que aportan los casos de Delosy Tasos,Brunetha reflexionado sobre los

. peligros de generalizar lo qUe sería propio del modelo ateniense,conclu­yeúdoquela diversidad sel'ía toearacterístico de los paisajes griegos, con­ICXtoen> el cual la pauta del hábitat disperso resulta. un Jactorde suma importancia76. Por su parte, Lohmann ha vel'ificado toqo.estocon nuev9s datos procedentes del suidelÁtica, y señala que en estategiónla pauta de asentamiento sería similar a la establecida para los demás .casos,. lo cual avalaría finnementela conjetura de que los hibradores habrían utilizado el patrón de residenciaen granjas aisladas 77. .

El argumento más radical a favor del modelo de residencia aislada en el campo ha sido el de Hanson78. Sin dejar de reconocer que hubo sectores que viviel'on en caseríosnucleados.aldeasrurales o centros urbanos (¡"os que no tenían relación direciaconla agricultura, oJos pobres quepóseían pequeños lotes, o la vieja aristocracia que seguía teniendo sus propiedades cerca de las ciudades). el autor sostiene taxativamente que los labradores dediCados a la labranza intensiva adoptaron el patrón de asentamiento en su propia finca. El conjunto de la documentación sería para Hanson prueba incuestionable de que, en lo que se refiere alos granjeros independientes, lápreferencia habría sidoIa granja aislada. Estollo implica descartar total y palmariamente lapo­sibilidad de que una parte de los labriegos viviera de manera nucleada. Si

75. LANGD()N (199 1). Respecto de la interpretación de lalerminología referida. a la granja.es denotar la.di­vergencia de opiniones o traducciones respecto del voCablo agl"tís. Considérense:lo.s-pasaje~ de TUCfOIDE.."·(I1.

14,2: l6, 1) enlos que se dice que los atenienseshabian vivido en tOIS agrof.,. ¿SÚrata de una referenciage· neral que deberíamos rraduc.ir "in (he Jield,,", o mástécnicamertte "ill thecOlill/l)''', ·comodice BURFORD (1993). 59. aunque sin deseanar la posibilidad de que la expresión implique que muchos de los agricultores afenie-nses no vivían en aldeas·sino e,n su- tierra? ¿O se·trata más resueltamente de: traducir lirpalabra llgrás co­mo gmnja. e interpretar pofende que el pasaje significa "in tlrefa/TIlS". como indicaHANsoN (l995). 453. n. 6? Para ·OSBORNE (1 985a), 20 y n.17, cuando en los textos epigráficos aparece la palabra agrós(cf.1G,; 13, 427, 70). '10 hace con el sentido ·de "in the" clIIlIltr,r". Cf. JONES (2004). 42-44. Elasunto sigue abieno.

76. BRUNET (1992), crítica de OSBORNE (l985a);(l985b); (J 986); (1981); (1988).

77. LÜHMANN (1992): con una debate posterior entre el autor y Osborne. En un artículo destinado a ponde· rar sus :ideas. el propio Os BORNE (1996);·a casi diez años de publicarse su libro (1987 );.hare'spondido alas crí­ticas- que hemos expuesto.

78. HANSON(l995). 50-60; cf. (1998).44-48,214-17.

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hien ratifica la importancia de la vida permanente en la propia hacienda, in­sinúa asimismo al menos tres patrones de residencia: aldeas nucleadas, agru­pamientos en caseríos de pocas familias labradoras, habitación en el centro urbano de la pális. Y así como Hansoll concede lo anterior, Os borne hace lo mismo al indicar las dos pautas de asentamiento ya vistas, según se trate de las regiones continentales (donde predominó la aldea nucleada) o de las islas egeas (donde prevaleció la finca dispersa). Pero además de esto, el autor tra­za un balance de los factores a favor y en contra implicados en ambos tipos de residencia: hahitar en granjas aisladas supone explotar extensiones com­pactas de terreno usando una fuerza de trabajo más variada pero con mayo­res riesgos : vivir en aldeas entraña una posesión fragmentada en la que el paisaje es trabajado menos eficazmente, dado que los lotes cercanos reciben m.ís atención que los lejanos , pero con un rendimiento más parejo a lo largo de los años 79 .

Preciso es concluir, pues , que el problema no radica en privilegiar un mo­do de poblallliento rural sobre otro, por más que haya ejemplos en los que por una 1I otra ra zón un model o se halle más extendido que otro. En un cuadro general, el modelo mixto parece corresponderse mejor con los testimonios y las diversas interpretaciones abordadas. Todo depende de los datos que se po­sean para cada caso; pero aun así, no se puede dejar de reconocer el peso que tienen las interpretaciones e hipótesis que los autores han propuesto en la pre­sentación de sus investigaciones. Como vimos, el caso del Ática se ha pres­lado a diferentes explicaciones. Según ha señalado Burford:

"Algunos ase ntamientos aan los centros culturales, sociales y administrativos de los dell/os , que muy a menudo eran aldeas, como generalmente se entiende el tér­mino. Pero el uemo era también el distrito o la parroqu ia en el sentido inglés , dcntm del cual las familias poseían la tierra; y hay indicaciones de que podía exi,tir más de un asentamiento clentro de ellos. con poco o ningún reparo por la residencia en un punto focal. Éste pouía consistir de un centro de culto, un lugar de t:ncucntro. el men:ado si había uno; los establecimientos de los artesanos po­dían perfectamente estar en otra parte co n otras viviendas"gO

Sin embargo, todas estas discusiones con respecto a las pautas de asenta­miento no resuelven un asunto que nos parece medular: la aldea en tanto pun­to de articulación de las relaciones sociales, tal como se observa en el caso

79 . OSBORNE t 1987). 68-70: eL ( 1996).59-60. oonde el autor insiste. an te las criticas que sus aná lisis han

recihido. ell que lo suyo no su ponc un mndclo exclusivo sino que se trm[l en todo momento de atender a la va­

ril:!{bd de situat:ionl:!s que prcseOla el uso del campo griego.

80. BURFORD (199:1), 59 (subrayado original): cf. 56-62, para tooo el examen. Sobre la coexisrencia de pau­

tas . VA~ A~lJEL & Rl;"NELS 09871. 16-1-68: ISAGER & SKYOSGAAI<O ( 1992), 67-82 : JAM ESON (990), 9:1-95,

IOJ: ( 199-1) , 61. n. OJ .

40

Julián Gallego

ateniense, no tiene por qué significar que los labradores tengan que vivir ne­cesariamente juntos. Si este es o no el caso, esto no cambia el funcionamien­to que podía tener la aldea como ámbito de la vida campesina y como centro religioso y ad ministrativo. La unidad de la comunidad aldeana no vendría da­da por la rcs idcnci" llucleada si no por los vínculos de pertenencia que los in­tegrantes de la misma construían con respec to a aquello que oficiaba de polo identificatorio, esto es, la institución de una identidad colectiva que como tal no deja de ser en ningún momento de carácter imaginari o. Si el centro tenía una existencia material independiente de los lazos subjetivos que los miem­bros de una aldea desplegQban entre s í, o si IQ unidad comunitaria carecía de materialidad visible y dependía enteramente dt: las interconex iones religio­sas, políticas, culturales, personales, etc., que los aldeanos desarrollaban, es­to no cambia para nada el hecho de que hubiera un nivel de pertenencia que, de un Illodo u otro, permitía identificar a un conjunto social, yeso es lo que hacía de ese conjunto una unidad hacia adentro y hacia afueragI La granja ais lada no implica que el granjero no compartiese con sus semejantes un mo­do de vida similar, una misma cultura, una cosmovisión análoga sobre el mundo y los dioses, todo lo cual se manifestQba en sus hábitos sociales y agrícolas. Sin que fuera necesari o que los labradores viviesen en aldeas nu­cleadas, las costumbres compartidas constituyen una forma de percibir cómo se organizaba el sentido de pertenencia a una cOlllunidad.

3. Hogar y vecindario rural: la agricultura y su contexto

En el marco que hasta aquí hemos esbozado es necesario situar el desan·o-110 de la agricultura griega82 , hecho que supone una serie compleja de pro­cesos y de condiciones que la configuran como un elemento vital de la organización de la pólis. A partir del contexto ecológico y medioambiental mediterráneo, se desencadena un despegue agrícola atribuible, al menos des­de el siglo VIII a.c., a la presencia de labradores intensivos83 . En este mar-

81. Observense las precisiones de MARX (1971), 436-44, sobre las comunidades de tipo illltiguo )' oe tipo

germánico. cuya diferc::ncia central radicaría en la prt:sencia o no de un cl!nl ro urbano. que serviría pam iden~

liti ear a la comunidad vista ';desde afuera" pero no para generar entre aquellos que la integran un mayor n me·

nor grado dI! idenrificílcilln con los valores comunitarios. En una entidad cuyas relaciones se definen cara a caru. las no rlllas y pautas morales, los dell!rminanres ideológicos. tienen lanlO peso como las construcciones

cOlllunilarias o b residenciLl caojunt;]. Mi l!mras qUe! en la comuna anti gua eslOs valores se mareri :::l. lizan e spa·

ci:::l.1 y arquilt!clónic:::l.lllt!"Te. en la germánica la unidad viene dada por los vínculos imaginarios. invisibles si só-

lo se observan las hue llas materialmente tangibles de las fomlas de asenlamiento en el campn. ~

8 2. Este apartado se basa en I:::l.S conclusiones alcanzadas a panir de in vesligaciones desarrolladas en di\'er·

sos "niculos : GALLEGO (2001,): (200Ib): (200:1a): (2004): (en prensa (b)). No se trata de volver sobre lo ya

estudiado en eslOs Irab:::l.jos si no de art icular los problemas que aquí vamos a indicar sinlélicamente con el pro­

ceso de apólri ción de lil/uíliJ y la importancia de la aldea en dicho marco históri co.

83 . El modelo de agricuhura intensiva que aquí e"ponemos tamhién fue propueslO para la época prehisló·

rica y la eu"d del nronce: d . HALSTEA lJ (1 98 1),327-33: (1987): (1989): (1992a): 0992bl. Por su pane, Fox-

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Campesinos en la l:iudad, B;lsesagrariasdela P91lsgriega y la infanteií~ hoplita

co. Hesíodoaparece cOffio'unrepresenta.nte ejemplar que vienéa indicar la importancia de esta claseasÍcOInola identidad específica ue\mundo de la al­dea dOllde la vida campesinasedesenvuelve84.Pero más'alládeesto, el mun­do hcsíódico n,O estuvo al margen del horizontecotiflictivo deja era arcaica85, en laque el aumento poblacíonal se Iigarú~alas 'posibilidadesdeacceso ala tierra y usufn;cto de la 'misma, tanto en la vieja Grecia como e 1,1 las zonas de recienteo¡;upn¡;ión pnrparte de los colonos griegos. A partirde la búsqueda de la igualdad-reslJltante.tomo ya veremos, de ciertos factbresaldeanos- y el avance dela labranzafmniliar intetisiv¡;i,losculti'vadoresse constituirían en protagonistas fundamentales de las transforl,11aCiones que: sacudieron el es­pacio mediten'áneo.

En estas circunstancias tuvleronlugarcieltos desarrollostécnicosque resultaron adquisiciones plenas de los agricuhoresjndependientes -por ejem- ' pln. mejora de las semillas mediante procesos de:selección,perfeccionamien­to del instrumental para molergranos"'-,signds de un progreso tecnológico que permitió allos labriegos aumentar la productividadagraria86 . .una de las elecciones centrales de estos productoresraditab~ en las . especies a cultivar, ' en su combinación. diversifIcación e intensificación. Estos avances se dieron , en el marco deunos sistemas agrícolas cuyas condiciones medulares consis­tían ell pautas relativam~nte equitativas de acceso ala tierra e inexistencia de cargas tributarias , contexto ~n el cual los campesinos de¡;idíanlas estrategias de labranza.buscando mayores rendimientos,organizando la producciÓn en ' [unción de un mejor aprOvechamiento del tiempo y los recursos , .ytratando de evitarlas crisis agrarias o estar encondicion~s de superarlasprontamen­leS7 El aumento de la productividad se b,asgencuna mayor~xpl6tación del

HALL (1995) indica 1I.na continuida,,' ;,ntre los~istemas agríc¿lasdelas economías palatinas micénicas y los de ':

la edad oscura. con las elites locales. que antes actuaban iniennediandoentre el palado y: las comunas rura-It's. usufructuando de ciertos benetlcios : , .. " . - . ' .

Ú Para es!~, IÍlri;;'o es esencial ~lIL~ETI (1984): véase también ela~álisis co~parativode WALCOT( 1970> • . , ~, 13·1 S. EOWAROS (2004). 3-8, 127-58. ha puesto en duda la idea de que Hesíodop.!ecL1 ser considerado un

' t:ampesillo y bacriti~ad.l; , también la _inlcrpre~ación que, per~ibe~:ñ .. los, T~(Jl?ajns y dí(IS elemeritos ¿ó~patibles con u~a agrieu'lrura intensiva. Como,vimos(ci. sl/pra. n. 50); el a utor haresaltado al mismo tiempo la impor·

lant'in de la soc.iedad ~l<leana ~escrita por H~sí.odo: relacio~á.nd.~lac~¡,..ro~a.s. "e vid~ pr~p.~as de~ la edad 05- -

85 . MILI.ETT (1984}; 86. 93; OsnoRNE (1998),173"74; TA~DY(997). 206; NELSON (199iü.36.39: THOMAS

& CONANT (1999). 149·51; MARSll.IO(2000), 2 ¡·24, que aponan disrintasvisiones al problema de ia existen· . eia real de lleslodo. V~r también FRANClS (1945): REDF1ELD (1956), 105·42; WALCOT (1970). 12-15.

86 t\~I()URE1TI (1986). 239·55 y parte Ir: para loqueconciernealas técricas deelabo¡'aéión del pan y el aceite: también MORITZ (1958). 1-6 \. Sobre la evidencia arqueológica para la producción a~eitera y elinstru· 'mental !lsado, FORBES (1991); (1993); FI))(HALL( 1993); (1996). 258·62; AUlT(l994);(l999i, 559·64.

. . .

87 . Sobre las eSlrategias adaptatj\'as delos'pequeños labi'l\dbres.B,'oR.LETT (1980) . .

42

W L,_Aa.k 'W4

Julián Gallego

. trabajo familiar y laaclopciÓn de prácticas de labranza que buscaban la inten­sifÍcación .a través de la cómbinaCiÓn deculÜvos, la críadegé)nado menor y la disminución del \:lUrbedlOen función deponer en labor la mayor cantiqad delierrasposible88. . ..' . . '.

~er<) el desatTollo'de 'la agricultura griega no Supuso un simple fenónieno ecológico o económico, sino que constituyó una de las pasesquedierdn sus­tento.a la pólis comó organización sociaL Los propios c.omienzos de la pólis se acoplan con los il)icios de. la expansión 'de prácticas agrícolas intensivas li­gadas ala granja fainiliar,que ·caracterizarán una parte relevante de la base econÓmica de la ma:yoríade lasciudades .griegas entrelossiglbS VIII y IV.

• En este sentido, la importancia adquirida ,por los campesinos independientes , durante la era arcaicáocasionó transformaciones que no quedaron éircunscti­ta.sa menísopciones productivas, pues la viabilidad 'alargo plazo del cultivo intensivo familiar sólo pudo asegurarse a partir de los ¡;ambios socio-políti­coS veldiseño relativa¡{¡enteigualitario que fueron adquiri~l1do las comu­nida'des griegas: Afi~nzaaa la presencia ' prot.agónicadeJosgranjeros

autónómoscon la conforITiación de lasnuevas 'pólt;'is y 'l~ refonna delasya existentes; este renovado Illatco política; milItar, jurídiCóe. ideológico resul­tó vital para que el impulso agrario señaladoseconstituye(a~.n un soporte ,de la singularexperiencia histórica que tuvolugaren la Greciaantigua. Si el in­Cremento demográfÍc9 pudo ser uno de los factores di~am.izadores de . la situación arcaica89, lo que explica las respuestas adoptadás' es la nueva or~a­nización social configurada' a partir de la incorporación oe )os labradores jun~ to con la vieja aristocracia terrateniente : deritro de las mismos ámbitos

8S. Ver HAL'TEAD (1987). 81 , 83:GARNSEY (1996). 135-37; (1998). 206·11: GALLAl<~ (t99l), 52-56; BUR' FORO (i9Sn¡, 121'25; cf. JAMESON (197mS), 12S·31 ; (\994),56, HANsoN(l995), 63-68, 74~79. Véase Ins im·

pugn"~ionesde IsAGER& SkYOSGAAR.O (1992), 22·24, 49, J08-14: SKYOSGAARD (1988), SI;S3.Sobrelas distintas' alternatil'as. AMOURETIl (1986),51,57 . destaca la importancia de las legumbres en lad,et> de losan·

tiguos griegos y su relación cOri .. cl barbecho bienal. OSBOttNE (.1 987l. 41, se muestra cauto. respecto de si la rO· taciÓn dé cultivos limitó el barbecho bienal; cí. (1995).32. SALLARES (\991). 385c86.sostleneque el barbecho

bienal era algo regular . .. .' " .

89. Al re'speclo,eL SNODGR.ÁSS t1986a). 20·23: (1991), .14,16. Véas~ tambiél1 SA~LARES(I991), 42,?93; WH\n:~Y (1990: 41-43; TANOy(1997). 23-24. 46·58.MoRRIS(1987). 23. 57·109~' 156·67 •. comge los calc~­los excesivamente optimistas de Snodgrass respecto del crecimiento poblacion~J'yno atri>buye el ~umerito d~1 material funerario hallado a partir dél~iglo VIII exc\usiva\f1ente a una expanSlon'demogralica SinO a lo pOQna tlal~ars~ , unnsuerte: dc "igualad.~n" " en- e1. uso de bienes funerarios y fonnas conmemorat¡-vas hast.a entonces

rese""idos .~ laerite. OSBOI!NE (199S).91·I 11, no cree en una explosión demográli.ca durante el Siglo VIII y conecla :el ~umentb de la evidencia.'nrqueológica (enterramientos) con una serie; .. decambios en las pnícti~as funerar 'ns yeldesarrollo y orga~ización de un poder cO\f1unitario que impone pautas sociales diferentes sobre

su'"m'icmbros ; d.eii\f1itación más precisa ,delasfun~iones .. comuDales; reglas más .estrictas en. tomo a ' lo que

puédé ylo que no puede hacerse en .el ámbito privadoasr.como en 'el público; etc. En definitIva. hubo crecI­

miento pero 'de modo lento ydesdeimte~del siglo VIII. Ullimamente. ScHEIDEL (~()()3). 126.31 , had,"sarr?· liado un embate que prelende ser definitivo conrr~ el hecho de que .Ios enrerralTllentos .sean una eVldeo"!a

sóliélripara el aumenlll pablationa!. ; · · ... .

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.¡ :

Campesinos en la ciuJ Jd. Bases agrarias de la pális griega y la infantería hoplita

político-institucionales. Los campesinos se convirtieron así en protagonistas centrales del desarrollo de la pólis.

Por otra parte , el análisis de la sociedad griega a partir de sus determinan­tes agrarios implica adentrarse en el problema de la especificación de los ac­tores sociales. En estos últimos años la discusión de esta cuestión ha girado en torno a la caracterización aportada por los términos campesino (pensallt)

y granjero (jár/ller), que son las nociones usualmente aplicadas al análisis de los labriegos helénicos. El problema no es una mera cuestión de nombres si­no que consiste en la definición de la clase social y el tipo de unidad produc­tiva que se está examinando. El punto de partida de dicha controversia ha sido la definición del campesino, que implica en fonna sumaria cuatro aspec­tos básicos: la unidad de explotación familiar como modo principal de orga­nización social; el trabajo agrícola junto con la cría de ganado como primordiales medios económicos; una cultura tradicional específica derivada de la vida dentro de pequeñas comunidades rurales; la subordinación ante el dominio de poderosos agentes externos a las aldeas90 Excepto en lo referido a la domi­nación desde afuera, los demás elementos parecen ser comunes tanto al cam­pesinado griego como a otras sociedades de pequeños labradores. Insistamos en esta diferencia: la pertenencia del campesinado a la pólis como integran­te de pleno derecho para intervenir en la política fue un fenómeno enteramen­te nuevo'l J; esto no resulta pues algo meramente accesorio sino un elemento fundamental para la comprensión adecuada del asunto. Tomando en cuenta la definición consignada, dos son las posturas que se han propuesto para com­prender la lógica de la agricultura familiar griega: un modelo de economía campesina centrado en la minimización del riesgo de hambre a partir de es­trategias diversas de producción, almacenamiento y consumo; otro modelo de labranza intensiva establecido en función de la maximización de exceden­tes vendibles , incorporando esclavos como parte de la fuerza laboral familiar. Pero en el mundo griego organizado a partir de la estructura de la pólis autó­noma, ninguno de estos modelos puede considerarse exhauslÍvo, sino que ha­bría una diversidad de situaciones que podrían encuadrarse en un marco que iría desde el pequeño poseedor pobre92 -que producía para la subsistencia, desarrollaba intercambios comerciales ocasionales pero prefiriendo los inter­cambios recíprocos, y se empleaba circunstancialmente como jornalero tem-

90. er. SH.'~I~ (1971): (1976): GALESKI (1977). 45-162: WnLF (1971): WORSLEY (1984). Los dos últimos

siguen e/l algun" medida las ideas de REnFIELD (1956).

91 FIN LEY (19741. 1 :12. Volveremos sobre este problema en e l último apartado .

92. A pesar de lAMESO~ (1994 l. 61-62. que citando a OSHORNE (1985bl. 127. dice "para el pobre simple­

mente no tenemos e"idencia" (arqueológicamenJe agrego yo l. ef. HODKtNS(JN (200~). 140-41; FOXH.'LL (1992).1:\7.

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Julián Gallego

porario- hasta el agricultor rel ativamente próspero93 -que poseía algunos es­clavos y se integraha plena y nOllnalmente en los mercados a partir de cierta especial izac ión de la producción-o De uno al otro polo del espectro lo carac­terís ti co fue la inexistencia de una explotación habitual y sistemática, ID cual evitó que los labriegos tuvieran que producir excedentes regulares para los miemhros de una elite social o política. Sobre este punto de partida común, derivado del suceso excepcional ya indicado que significó la incorporación de los agric ultores a la comunidad cívica con capacidad para la participación institucional , podemos postular diferentes circunstancias que se planteaban dentro de un espectro móvil.

En este Sentido, es posible señalar, en primer lugar, la existencia de una di­ferencia entre hogares rurales más grandes o más pequeños según el tamaño de la propiedad y la cantidad de miembros que componían la familia. Los cultivadores que podían disponer de algunos esclavos -que trabajaban a la par de los componentes de la familia- los consideraban parte de la familia, más allá de que a veces necesitaran venderlos94 Pero, en segundo lugar, es­ta diferencia de tamaño no tiene que ser pensada como algo fijo e ilTeversi­ble sino que podía existir una movilidad derivada de los ciclos de vida del hogar campesino: fornlación con el matrimonio, nacimiento de los hijos, adultez y partida de éstos, ancianidad y fin de la unidad; a medida que crece la unidad puede incorporar más tierras, y cuando decrece, a la inversa. Esto no debe interpretarse como la inexistencia de diferencias entre agricultores ricos y pobres. Sin embargo, en el marco global la diferenciación podía dar paso a una equiparación, debido a la partición de las unidades más ricas y la extinción o fusión de las más pobres. De manera que, tanto desde el punto de vista del ciclo vital como desde la perspectiva del movimiento económico, las tendencias centrífugas de la diferenciación y las centrípetas de la nive­lación se compensaban a través de movimientos multidireccionales y cícli­cos'l5, fases ascendentes y descendentes que nos llevan a modificar esa imagen fija que sólo da cuenta de los extremos del arco social, esto es, el la­brador pobre que suplía los ingresos empleándose como jornalero, o el agri­cultor rico que poseía algunos esclavos y producía excedentes para vender en los mercados. Bajo estas condiciones, la minimización del riesgo en función de hacer frente a las necesidades de subsistencia no tiene por qué contrapo­nerse a la maximización de la ganancia por medio de la producción y venta

9~ . JAMESll~ (1994). 58 : " La impresión que uno recibe. y por ahora no podemos ir mucho más allá de im­

presiones. es de granjeros acomodados que apuntiUl a producir significativamenle más que para 'as necesidil­des <k subsistencia de sus familias" ,

94 . GALLANT (1991 l. 11-12. ~O-~3. 127·28.

95. Sobre eSIOS movimientos. SHANtN (I98~). 97·172.

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Campesinos la ciudad. Bases agrarias delapólís griega y lainfantería'hoplita

de excedentes. EnefeCI~J, segtln los ciclos mencionados los pequ<iíios produc­tores agl'arios pódían p()rmomentos disponer de inásremanentesvendib\es, o tener una menor inserción en el mercado y utilizar las reservas para hacer frente a los riesgos de hmnbre:mientraslosh()gares más pobres se centraban ením sistema intensivo de cultivo paraaSegllrarla subsistenCia, los másri­cos adoptaban los métodos deproducciónintensivaen función de conse<tuir una ganancia. Entre unoy otro comportamiento había toda una gama de "'po_ sibilidades. según los momentos de 10sCiclosyaquellas circunstanci¡¡s consi­deradas comoaleatoria~ desde el punto .de vistadé las economías familiares, porque carecían de capacidad de conirol sobteellas. Todo esto nos vuelve a conclUl:iral problema de laautonomía de fa .econ()mía doméstica ysu posible relación con Iq presencia de granjas aisladas y dispersas. Pero c()ll1oya vi­mos, este tipo de asentamiento no inhibfa la posibilidad de que los labrado­respl1rticiparan con sus pares de las rnismas formas de vida social, cultural. religiosa, etc. , que se desplegaban en costumbres y hábitos .en común que ar­ticulaban la pertenencia a unacomunidad .dcterminada.

El análisis.de la org¡lnización concreta de estas comunidades agrarias de la Grecia antigua conlleva observarlos momentos de su constitución efectiva a partir de determinadas pnlcticasde diversclíndole, todas el)¡isorganizadas de acuerdo con unas pautas: culturales ,que le conferían su sentido social pr~ciso. A nuestro entender, los .conceptos másápropiad~s . para encuadrar dichas prácticas son los de. "habitus"96 e imaginario social ; dado que la agricultura campesina griega implicaba tanto prácticas seculares como rituales religiosos medianteloscúales los labradores establecían una asociación entre sí: al mise mo tiempo que entraban en comunión con los dioses: las tradicion~s y los vínculosdesolidaridad,l.os modos de cooperación y ayUdamutua, las pautas de identidad local, los lazosdeamistad,~()n algllnos de los patrones sociales que colaboraban en la institución de una identidad,un universo mentalcolec­tivo que semani fes taba de modo pleno pormedio de fiestasycelebráciones religiosas, bodas y ritos de fecundidad y fertihd~d,juegos,canciones y dan­zas. Estas ceremonias, así,coInolos pleitosydisputas, no~ hablarí de unmun­do cOlnpartido:participarde él significaba insertarse enlaserie de prácticas de sociabilidad mencionadas. De este modo,Jos campesinos. se veían y eran vistos, se reconocían entre sí como compañeros y reconocían a los otros en tanto que extraños. Invitar al prójimo a participÍlf de una comida; por ejem­plo, era unaforma de deÚmitarescrupulosamente al vecino delque riÓ lo era, pero también distinguira) buenvecinodel malo, al hombre vírtuosodel co-

• c •

96. S"bre elcuncepto úe "hal;itus", B()liRD'EU (1991). 91-111 , 137-65. Para el uso deest~concepto en un contexto agrario.TfI()Mrso~ (1995) .. 1 ¡"S-212 . .

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Julián Gallego

rrupt(). Tales comportamientos otorgaban,felevancia a determinadas ideas en torno a I() justo y lo injusto, lo legítimo ylo ilegítimo, elementos que nos muestran las creencias/los valores morales vigentes en las pequeñas locali­dades aldeanas. Eran, pues, estas práCticas de sociabilida'cÍlásque instituían ala comunidad aldeana como tal, y no, como hemos visto ene1apartado an­terior, eLhecho de hab.itaraislada o conjuntamente, por , más que en ciertas circunstancias esto último pudiera tener su peso enelplánode las formas de sociabilidad.

4. Delencuentro aldeano a la pólítica asarnblearia

Conforme a lo planteado en el primer apartado, las .prácticas agrícolas ylas relacionesdesociabilidad definidas al nivel de lacomuni<;ladaldeana comen­zaron a quedar encuadradas en la pólis .colTlo ,entidad de .~uevo tipo en 'lo que respecta aSlIconfiguración como estado. Esto no significó, sin embargo, que los factores aldeanos'sufrieran una mutación.de raíz en lo concerniente a sus características constitutivas básicas: Al contrario, muchos dejos rasgos al­deanos se transmitirían alapólis.Si bien los procesosde.unificación territo­rial anteriores al siglo \11 implicaron la centralizadón política de comunidades con esos rasgos aldeanos previamente autónomas, dicha; ¡mificación no dio paso Je inmediato a lo quehasido definido COlDoun estádocciudadano97: Es comoconsecuencia de las luchas que tiem;nlugararaíz del monopolio aris­tocrático de las esfenlspolíticas de la nueva organización establecida, y dela cO!isigúiénte exclusióndelcampesinadQ, que el derecho de ciudadanía yel cuerpo cívico se desenvuelven, permitiendo la inclusión de nobles.y labrado­res en ).lila instancia común que deja de la~olapolarización arcaica .. En efec­to,sila apafición de'lapólis puede interpretarse como la generalización del encucntroaldeano -locualexplica su carácter relativamente igualitario y segméntario-, dichag~neralización nose,da por la simple sumatoriade¡¡l­deas y la adopción d,¿ sus dispositivos pQlíticos a escala más amplia. El mo~ do por 'él cual las instituciones igualitarias9.8seestablecencomo pauta de gobierno de las com1Jnidades griegas implica una revolución99:la emergenc ciadelapráctica política como actividad nueva encarnada en la idea de ciu­dadanía; que organiz;aelcoIljunto social en torno a la intcryención colectiya en laS decisiones. EI ·ri1Odel .o .~ela organización aldeana es de algún modore, tomado en este otro plano, pero tras una serie de conflictps y mutaciones que

97. R~NCI~(AN(l990). 348.Cf .. injin, Cap. IV. ap. 2 . .

98.CfRnBI~S()N (l997). ' 65-7~:que habla del igualitarismo griego como pterreqllisitopara el desarrollo

de las' di ferenies tlem"krarílli. Se, trata. -pqr e~de. de ~n~ condición que añiec~d~. a la-detTl?cracia ~ que . . nece­s:lriamente.' debe-hacerse e~te~slva lamblén a ofras páleis ~yos _gobiernos pudi~ron no se:r democrátícos.: :

99. En el sentido en que FtNLH (1990) precisa la idea para el mundo antiguo.

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, ..

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C~lllfle si l1os en la ciudad. Bases agrarias de la I'ó/is gri ega y la infantería hoplita

posi hilitan la instauración de la igualdad a la escala más amplia de un gobier­

no territorial e inclu yendo a la ari stocracia y al campesinado dentro del es ta­do rccientemente formado.

E l sinccislllo de las a ldeas di spersas en unidades mayores nucleadas en tor­no a un centro político común, que delinea la estructuración socioespaci al de la ciudad-estado, no se agota pues en la so la convers ió n de l e ncue ntro aldea­Illl en pdclica política de la pr5/is. Se trata de un a inno vación marcad a por las luchas quc aparecen implícitas en las críticas ya vistas del campesino Hes ío­do hacia la ciudad ari stocr,íti ca. Por otra parte , es evidente que esta configu­

ració n ya está operando en el imagi nari o soc ial al momento de la fundación ex novo de (lpoikíai!OO, dad o que, de otro modo, no podría comprenderse Có­

lll O y por qué el armazón de la pólis fue adoptado por los colonos griegos al es tah lecerse en nucvas tierras I(n A lo largo del mundo griego se desaITolla

un proceso que, más a llá d e los dife re ntes ritmos temporales que adquiera en

cada s iti o específico, conduce al surgimi ento, conformación y organizació n

de la pó/is, que se convertirá en la forma princ ipal de colectividad y asenta­mi ento dc los g riegos en el ámbito medit e lTán eo.

La comunidad centrada en la participació n ciudadana no es e ntonces la me­ra agregación de aldeas en una unidad mayor, sino que es e l producto de la

prescn tac ión de un elemento nuevo con respecto a la si tuaci ón anterior. Yese

e lemento excedentario es la políti ca. La historia de fa Grec ia arcaica nos mu es tra , justamente, las luchas sociales que durante su transc urso encontra­

rán una vía de so luci ón en las reformas que establecen la participación e n la política como un plano de igualdad entre los m iemhros de la pá/is. Junto al

menc ion ndo caso de Hes íodo tambi én podemos recordar en este contexto, co­mo o tro ejempl o de la exclus ión de los desposeídos en la comunidad arcaica la s ituación del Ática previa a Solón, donde este probl ema se manifestaba ba~ jo la forma de la dependenci a por deudas de los pobres y su venta como es­

clavos en e l exterior l02 Pero no fue ésta la úni ea situación conocida en el mundo griego en que una parte de la poblaci ón interna es taba bajo la depe n­

dencia de los nobles, para posteriormente lograr liberarse e incorporarse con pl enos derechos a la comunidad ciudadana. El papel ac tivo en este proceso

lo desempe ñaron los campesinos, no sólo debido a su lucha contra las di ver­sas fo rmas de depe ndencia y de suj ec ión económica, sino también a partir de

su rol en la guerra, como componentes fundame ntales de las falanges de in-

100. Sobre la importancia de este imaginario. véase SNODG RASS ( 1986b).

10 1. D OMiNGUEZ ~hINEDERO (1 99:1). 98-101. cr. GRAHAM (1964). 25-68: DOUGHERTY (1993),15-:10: 05-BORN E ( 1998). 141-5R. 2:15--17 . 275-86.

101. cr. ¡n/ia. Cop o 111. ap. 1

48

Juli án Gallego

fantería hop lítica (hop/rro i) que comenzaron a afirmarse aquí y allá transfor­m ándose e n los referelllcs militares de las pó/eis en desarroll o 103. Los agri­

culto res se convirtieron así en sujetos de su prop ia suerte, en col aboració n con o tros actores, como los ari stócra tas, que en la o rganización de la falange

no presentaban diferenc ias visibles.

L a aparición ele la com unidad política impli có , pues , un a invención , la

emel'!zencia de un a fu erza social capaz de produci r una alteridad radical res­pecto~ de las condiciones que imperaban en las comunidades de la Grecia os­

cura. El su rgillli en to de la po lítica es, en e fect o , lo que permite co nfi gurar

otra s ituaci ón cen trada desde entonces en la soberanía y la pa rtic ipac ión di­recta, asambleari a, del cuerpo ciudadano !()4 , puesto que los integran tes de la

comunidad ya no se de finen sc!!ún la propiedad, la riqueza, la jerarquía y las relac iones d~ depe ndenci a , sin; a partir de su pertenencia al cuerpo cívico, es

dec ir, por e l hec ho de de tentar el derecho de c iudadanía y las prerrogati vas

políticas que los co nvie rten en ciudadanos con pos ibilidades reales de ejercer el !!obierno de la c iudad . Esta irrupc ió n de la po lítica es en sí misma la emer­

ge~c ia de determinadas fuerzas socia les - el dél11 os, la plebe rllral, e l campe­sinado-, que afirmarán su presencia efectiva de ntro de l cuerpo colectivo de

los c i udadanos I 05

L a comunidad aldeana aparece, as í, como punto de partida de las configu­

raci ones adoptadas por las organi zaciones sociales griegas en el desarrollo conduce nte al nacimien to del es tado. La pólis que emerge con estas transfor­

mat:iones se!!uirá rec orriendo un largo trecho s ignado por luchas internas , guerras por I~s fro nteras y la defensa del territorio, búsqueda de nuevas tie­

rras , refoITnas in stituci onales y políticas . El cuadro que finalmente podemos hacernos en pkna épot:a chísica - un cuadro no care nte de matices- se funda

firm emente en torno a la igualdad como principio ordenador de la ci udad-es­tad o. Esta igualdad re mite a la base agraria de la soc iedad a ldeana reconfigu­

rad a a partir de su integraci ón en el marco políti co más amplio de la pólis. De

esta fOITn a, mi entras que la pujante presencia de l campesino granjero e n el corazón del ordenamie nto político y milit ar griego nos recuerda sobre qué pi­

lares se in stitu ye la pólis social y económicame nte hablando, al mi smo tiem­

po , este ro l no debe desligarse de la persis tenci a de la aldea en el estado que surge después del sinecismo. Y esto explica asimismo la vigencia de un ima­

ginario igualitari o de cuño agrari o que e l ideal del campesino-ciudadano-sol­

dad o viene a sintetizar de manera notable _

10:1. Cf. ¡"/r,, . Cap. IV, ap . 4.

l()..l . FrN LEY (l98:1 a): (l986a): cf. M ErER (1985). 9-5:1 : DARBO-PESCHANSKI \1996).

t 05 . RespeclO de eSlo cuestión. véase MEIER (1988). 53-148.

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Campesinos en.la ciudad. Bases agrarias de laf'ólisgriega y la infantería hoplita

. . . , En cfectq,elcal'áctei' igualitario que usualmente adquirieron las relaciones

'. entre los ciudadanos en la Grecia antigua ilOdeperidió 'solamente de la pecu~ liar articulación entre instituciones políticas yestructllras económicas, sino tambi6n de la construcc ión ideológica de la ciUdadanía. Partiendo de una rai­gambre primordialmente rural , muchas representaciones siinbólicas de los lazos políticosllegaron a formular una imagen aldeana de lapólis, una.iden­tidad igualitaria de base agrariayuna comunidad. de intereses .en laque el ideal delcampesiilo-ciudadanoantes mencionado seríajustamenteel que ser­viría de sustento. para la participación de los labnidores. Este sentido de per~ tenencia nO sería en verdad algo dado sino un espacio que se construiría

. contlictivarnentecreandouna serie de normativas tendientes ¡¡ Conservarla situación patrimonial, política y legal de las granjas familiares conlO sostén de buena parte de los ciudadanos.

Todo lo anterior se orgallizaría como una ideoIQgíac()hnunitariaunificado_ fa derivada en últimainstanciade la singular situación a partir de la .cual apa­

. rcce la pólis en tanto que t:stado de tipo segmentarioen el que, como vimos, . la sociedad aldeana no desaparece nise subordina, sino que se transforma en cierto sentido en un referentedelalógicadel conjuhto, asociando la posesión :de la tierraconla rarticipación política YHliliiáry hacieildodeestas condi c

,ciones los requisitos necesarios para la pertenencia a la pólis como comuni­dad conformada por la congregáci6n de aldeas.y hogares rurales.

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CAPÍTULO II

Períóikoi lacedemonios: ¿ciudadanos pasivos?

La ft'Írmulaque propone que Jos aglÍclllto¡-es cOnforrriabanla base política deJas ciudades griegas, con ser globalmente viable, no I.-esulta aFhcable de io-ualln0do a todos los casos. Hubo póleisenlas que laclUdadanla plena:er~ deteiltada por una elitelerrateniente que vivía a expensas de una clase servJl sometida al pago regular .deexcedentes.EI) otros casos; lamanode ob,ra pa­ra las grandes propiedadespodíaseraportada por l?s es~Iavos"merca~cJa)e­rode una forma uoti;a; aHí donde esta clase latlfundlstarnonopohzaba el poder del estado, constituyendo un gobierno cerradoq.lIeexc\uía alos gran­jeros libres de la participación política directa, es plausIble que nos eneontre­nioscon grupos que en un sentido amplio pertenecían aJaeom~l1I?ad, y por ende. poseían cierta~prer:.~~aiivasen el plano cí;ri.co, fero earecJan de plenos der~chos y poder de declslon .en los .asuntos pohtlcos .

Uno de estos grupos eselquelas foentescatalogan comope/:ío~koi2. Cier­tamente,Su condicit'Ín puede haber sido muy diferente ,en los dlStll1tos ca~os para los que se tiene' inforlllación sobre su presenci~, ~d(!m,á~ de no ser bien conocida excepto tal vez en Esparta y en menor medlda .en Ehde. E? e.ste sen­tido, podría proponerse que en la Gi-ecia antigua, más allá delas po/els en las que los granjeros se sumarOn al cuerpo políti.c~ como budadanos de pl~~os derechos -y precisamente por esta razón partiCipaban en la toma de declslo-

L Cf.PASCUAL GONZALEz (1997l, 244-45. •

2. Sobre esta categoría. LARSEN (1938), que consigna la ¡nfonnación para los casos de Argos, Creta. Elide, Esparta "Tesalia. También GscHNmER (1958),146-51, Y GAUTIltER (1988); que a Mere.ncIa del ant~no:.

iensa qrie perieco connota siemp¡e no sólo una dimensión topográfica, en el ~en'.'do de veclOO, SIOO algun '.'­p .d d · ···d " . CI' SH,'PLE' y' (1997)' 196-98 217-23 para el empleo del te.nmno en contextos no esparta-po e· epen enCla. . . • • '. '. . L' 'd nos . Ver SN<;DGRASS (1986a). 73-75, sobre losgnopos dependJentes en Argos. Cre.ta: ,:,pana. oene y Tesalia. Para el análisiS de distintos casos puntuales, GYGAX (1991 l, para los penecas hClOS. Rov (1 99h), pa­ra .los periecos e leos;

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Campesinos en la ci udad. Bases ag rarias de la I'ólis griega y la infantería hoplita

nes, conform aban el grueso del ej ército hoplita y poseían en conjunto buena parte dc la tierra dc la ciudad-, hubo otras en las que su es tatuto sc defin ía top(~gráficm~e nte co mo períoikoi, es decir, "Ios que vi ve n alrededor". Tal po­slclon su poma, en aque ll os casos en que tratamos con hombres Ii bres3 un a re lac ión de subord inac ión res pecto de un centro políti co a la vez que un~ for­ma de inclusión en e l es tado que no les otorgaba voz y voto pero sí una tarea militar importante a partir de s u condi ción de propietari os de tien·as capaces de poseer el annamento de l soldado de infantería (hóplol/ ). Este pape l di stin ­tIVO de los pen ecas co mo labradores soldados se ajusta bien a la imagen que se c~ns l gue del c il ado caso espartano, pero también a partir de los da tos so­bre Elide y su ali anza de periecos (sY/11l1lakhía)4. Sin dejar de lado cie rta de­pende nc ia implícita en la prop ia idea de se r conside rados periecos5, se puede postul ar que e n los casos rec ién aludidos la incorporac ión al es tado se daría por la vía militar, es deci r, med iante la instituc ionali zac ión de una fonna de

r.c rt~nencia a la comu nidad en la que el papel como hoplitas sería el que de­hm na e l lugar que los labriegos y sus aldeas pasarían a ocupar en el sistema soc ial que los incl uía co mo pe riecos6

1. Las póleis periecas y la cil/dadanía lacedemonia

D ive rsas evidenc ias nos in forman que los periecos hab it aban en comarcas ll amadas póleis7 , de las que Heródoto indica la ex istenc ia de un a multitud . Tucídides también habla de e ll as, y aunque el pasaje no es cl aro, el hec ho de que el autor re late que las tropas de Esparia aú n se hall aba n de nt ro de las fronteras lacedemoni as ce rti fica nuestra int erpretac ión8 Jenofo nte al igual que Heródo to alude a la ex istencia de muchas póleis, que Es trabón es tim a­ba en un centenar, probableme nte siguiendo a A ndroción. Pero se ha pe nsa­do que ochenta sería una c ifra más prec isa en cuanto al número de comunidades. Con todo, en la ac tualidad las nuevas prospecc iones de Laco-

-~ . No son de nuesrra incumbencia aqu í los casos en los que el término períoikn,r; denota unn fanna de de­pc:ndenciD. que puede asimilarse a la de los hilaras en Esparta, como parece haber sucedido en las pólei,'i ere­¡e oses. donde f.:onstil uían una mano dt: obra explolada. y lal vez en Argos . Con res pecIO a Creta. véase GUAROU,CI (1936): sobre el caso d< Arg os, ver ANDREWES (1990).

-l. RoY (1 997a). 292·9~: eL (2002).

~. GAUTHIER (1988), 30·3 1

6. GSCHNITZER ( 1958 ), 1-19·50, señala qu< hablM de los periecos supone re ferirse si<mpre al siSlema desde d cual se lus considera como t a l ~s , es decir, los periecos lacedemonios. los pl!riecos eleos, Jos pa iecos ere. II:!IlSes. )' ns í sucesivamente.

7 . H~RÚDO:O .. "ti . 2;:\~. 2; T uciDIDES, v, 54, 1: JENOFONTE. Rep,;hli,'" de lo.'i Jm:edt:/I/tmios , x v. J; Agt:silll() , 11. 2-1: el . He/nl/COJ. VI. ), 2 1, 32: ESTRA B(¡N. ""1. -1 , 11 : A¡';OROCl(lN. FGH . .124, fr. -19 .

8. Cf. HA"'''L (1937).5 ·6: SHlPLEY (1 997). 208.

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. '.'

Jul ián Gallego

ni a y Mese ni a han veri ficado la prese nc ia de 136 ti pos di fe rentes de si ti os (pólis, kÓlllf , etc.)9

El as un to central es tud iado ahora por Shipley es que los pob lados periecos

serían póleis no sólo en un sentido puramente desc riptiv o (e n referencia al

núclco urba no o a los campos circund antes), sino sobre todo en tanto que es­tados j() E l auto r usa di versos c ri terios para establecer e l carác ter de estado­

pólis de las comarcas pe riecas, tomand o en cuen ta las pautas aportadas por el Copenhage n Poli s Centre y princ ipalmente por Mogens Hansen11, que subra­ya la importancia de factores tales como lo étnico en e l diseño de la identi­

dad de un a pólis, cuya aplicac ión a las póleis periecas permitiría comprender su naturaleza de comunidades po l í ti casl ~. Según esta perspectiva, tampoco

debería desecharse ver a las comunas periecas como póleis porque su des­

cripción se aj uste más a la de las komai o se las considere como aldeas J3. Por

o tra parte, dada la depende nc ia de los periecos respecto de Esparta, es ta fa l­

ta de autonom ía no afec taría al hecho de que sus organi zac iones puedan ser

consideradas estados-pólú, porque el principio de autonomía no sería intrín­secamente necesario para defini r a un a pólis en tanto que estado l-l. Esto jus­

tificaría la analog ía de Isócrates ent re las póleis periecas y los demos áticos l5 ,

pues to que es tos últim os han sido vistos tan to como aldeas cuanto como pó­le is en microcosmos 16

9. El pUniD ha sido replanl<ado complelamenle por SHIPLEY ( 1997), 190·96,223-7 1; cf. idem (1996). El au· lOr brinda también el catálogo al día de! los sidos (/ui/fis. kómai y arras) asociados a los periecos en las épo· ras arcaica. clásica. helenística y romana, incluyendo los indicados en Homero y mUores pos leriores. Una anli gll" aproximación al asunlO puede v<cse en elleXlo de NI ESE (1906). Cf. BUSOLT & SWOBODA ( 1920/26).

66.1: OLl V.' ( 1983). 6 1: CARTLEDGE (1 979). \85.

10. SHIPLEY (1997). 206·1 1.

I 1 . CL infá .. Cap. IV, ap. 1

12. Habría varios casos en los que las pó/eis periecas se enconlrarian fegis lradas de acuerdo con sus desig· nac iones élnicas . Véase SHIPLEY (\ 997), 209. Y las enlradas 12 a 21 de SU catálogo. Sobre lo élnico y la /,ó{is,

HANsEN (1 996a): (2oo-lc).

U . SHIPLEY (1997), 195-96, jUnio con las enlradas 1. 16.22, .10.58,65, 96· 102 . CL HANsEN (1 995bl. so·

bre las di fe re ncias entre kóme y páli.'i.

I~ . SHIPLEY (1997), 210· 11. Cf. HANSEN (1 995c), sobre el tema de la aUlonomía. El aulor discule de modo peninente la apl icación mecánica de la noción moderna de estado. como ent idad independienle. a la púlis grie­ga. ÉSla podía ser un estado autónomo pero lambién uno dependiente según la s ituación de cada comuni dad.

15 . ISÓCRATES. XII, 179. Cf. GLOTZ (1929), 32. El leslimonio de Isócrates ha sido puesto en duda por dife· reOles mOli\"os , Por una pane, el orador también compara la situ ació n de los periecos con In de los hilotas (XII . 178: cf. 10-1), lo cual invalidaría la posibilidad de que sus {JlUei.\" se asemejaran a los demos álicas. Por a ira parle, ilfl rm3 en airo discurso que la única pti/is verdadera es Atenas mientras que las demás no senan más que ktimlli (XV, 2991 Ver HANS'" (200-lb). 16 1.

16. OSBOR';. ( 1985,,) . .17·-1 1: WHlTEHEAD (1986). XV II I. CL infm. Cap. 111.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de lapólis griega y la infanteriahoplita

Sin embargo, la comparaciónde Isócrates puede dar lugar a otrainterpre­tación en laque 10 que se destaque no sea el carácter de póleis dependientes

las comunidades periecassinosu rol como aldeas. Esto es lo que ha pro­puesto Andrey Eremin, que indica que las comunidades periecas eran 10 que los griegos mismos llamaban k6mai, aun cuando algunos autoresllntiguos las denominaran p(51eis. Este carácter aldeanoflleju~tamente el que posibilitó que posteriormente. en los períodos helenístico y romano, pudieran darse en ciertos casos procesos de sinecismo quederivarfan en el desarrollo de nuevas póleis I 7Norbert Mertens también expresa su desacuerdo con la idea de que las comunidades periecas fueran estados-pólisJ 8, criticando la categorización de Hansen sobre cómo debe entenderse la pólis l9 .Si Mertens estáen lo cier­to. entonces. másnllá ele que recibieran el nombre de póleis, lascomunida_ eles periecas serían en realiclad"subdivisiones cívicas"20, es decir, partes integrantes dd estado lacedemonio, y por consiguiente no cabría hablar de "póleis dependientes"21. Mcrtens .descarta, por un motivo similar,Ja visión de J onathan. Hall que esboza una doble pertenencia: por un lado, un sistema "monocéntrico" o "vertical" conforme al cual los periecos junto con los es­partanos for1l1aban parte del cuerpode ciudadanos .lacedemonios pero con un estatuto político inferior; porel otro, un sistema "policéntrico" u "horizontal" confo1111e al cual eran ciudadanos de sus. propiasciudades-estad022. Si bien la interpretación de Hall sobre dos sistemas de pertenencia puede Ser viable, para Mertens sólo lo seríaenel sentido deque,al igual que los atenienses con respecto a las alcieas áticas yla pólis en su conjunto. los periecos se hallarían integrados a alguna de las numerosas comunidades locales esparcidas por el territorio lacedemonio pero fOIlllarían parte de Una pólis lacedemonia única. Esto resulta sumamente significativo porque supone que, desde el punto de vista morfológico, no habría diferencias en cuanto allugat yla función de los

áticos y de las póleis periecas, aunque sí habría diferencias de grado O distintos niveles de integración. Dentro de la estructura global de la pólis, las comunidades periecas se encontrarían, según Mertens, en un rango más bajo de insercicínque los demosáticos,puestoque mientras queloscompo-

17. EREMIN (1002). Cf.KENNELL (1999).

IR. MERTENS (2002).

19. Cf. HANsEN (1996b); (1997b): (1 997c). El propio HANSEN.(2004b)harespondido alas diferentes críti­cas que Mertens .ha hecho tamo a la jnterprelación de los periecos como 'a la visión. sobre la pólis del Copen­hagen Polis Centre_o

20. Tal C0l110 éstas han sido detinidas por el propio HANSEN (1997a). 31,que en este aspecto sigue a JONES (1987). 3-11 Y p(/.I"si",.

21. Según la clasificación de las comunidades periecas dada por HANSEN (1 995b), 74; (l995c).25: (1 997a): cl". SHIPLEY (1997).

22. HALL (2000). 80-81.

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Julián Gallego

nentes de los demo$poseían prenogativas plenas para tomar parte de los asuntOs del estado ateniense, los periecos, en cambio, no tenían derechos de participación en las .decisiones del gobierno espartan02J.

Lo anterior nos Ileya a preguntarnos si justamente en esto noresidiría la de­pendencia de los pel'iecos: podría hablars.e de estados d¡;:pendientes en tanto que las comunidades periecas eran póleis, pero cabría también pensar en una forma especHica de dependencia respecto de Esparta que haría de las comar­cas periecas subdivisiones cívicas del.estado lacedemonio, que incluía a los periecos ysus organizaciones aldeanas en el plano militarperolosexcluíade las decisiones políticas, las cuales eran tomadas sólo por los espartanos. Es­to nos lleva a su veza replantear la propia definición de ciudadanía, que con· fOIllleaMertens se hacía con respecto a la pólislacedemonia incluyendo a espartanos y a periecos, aunque en una posición subordinada. El autor propoc necuatroelementos para determinar el carácter de la ciudadanía lacedemonia detentada por ambos: parentesco dentro de la unidad lacedemonia; integra" cióndentro de un ejército ciudadano; prácticas cultual es comunes; limitacio­nes y regulaciones públicas. Pero los periecos no detentaban el derecho de participación política plena24. Esta categorización ubicaría a los periecos en una posición análogaalo qUe en forma general se ha definido como ciuda­dallospasivos25 . Pero el hecho de que se pueda. aceptar q~e las comarcas pe­rieca.s actuaban corriosubdivisiones CÍvicas no indica queforz()samente los periecos. fueran considerados ciudadanos .. La· evidencia revela no sólo. la identidad lacedemonia.sino también una separación considerable entre la si­tuación singular de los espartanos y la posición general enla que permane­cían en!"!lobados los periecos. El texto de Heródoto que cita Mertens es un si!"!noclaro de esta distancia entre lospares o semejantes (hómoioi) esparta­n;s v los otros lacedemonios, que si bien eran vistos c()mo valerosos (aga­fl1Or) .no se los consideraba pares. En otro pasaje, Heródoto distingue claramente a los espartiatas del conjunto de los lacedemonios. Tucídides tam­bién diferencia a unbs de otros dentro de la identidad lacedemonia. Ylo mis­mo háce. Jenofonte, que habla de los lacedemonios c()mo. un todo pero destaca a continuación la presenciade los espartiatas, y algunas veces los dis~

23. Para lo anterior y para lo que $igue, cf. illfra, Cap. IV, ap. 2.

24. MERTENs(2002). 28q-88. El autor sigue visione$ previa$: HAMPL (I937), 1-2.21,4. 33; GSCHNITZER (1958):SHIPLEY (1997). 201-6: HALL (2000l, 79-80 .. Según DAVERIO RoccHI (1993).350, los periecos no erilO ciudadanos ni una categoriaintermedia. sino similares a los aliados (.UII",akIJoi). Para EREMIN (2002), 276.

los periecosnodetentabanlaciudadaníalacedemoniaporque no pertenecí~ a nin~"ún ~rupo de. CU~sl-p~en­tesco del tipo de las I'ln·¡aí. LEyY (2003). 142-49, indica, por su parte, que los perrecos no eran CIudadanos

plenos.

25. Al. respecto, cf. MOSSE (1979a): FINLEY (1 983b ). 37.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la póli.\· gri egn y la infantería hoplitn

crimina explícitamente de los periecos26 La separación entre espartiatas y periecos es, pues, una COlllllllll1is opinio en nuestras fuentes principales sobre el tema. Puede argüirse por ende que hómoios y espartiata serían equivalen­tes de ciudadano, y que esto constituiría la base para la definición de la ciu­dadanía en Esparla~7

Como ha indicado Stephen Hodkinson, el derecho de ciudadanía implica­ba en Esparta cuatro aspectos, que claramente excluían a los periecos28 En primer lugar, los háll/oioi participaban de comidas en común a las que debían aportar una Cuota tIja de alimentos. En segundo lugar, sólo ellos podían po­seer la tierra espartalla y los hilotas (I¡eilúfes), cuya producción les pemútía hacer las contribuciones obligatorias a las ya mencionadas comidas sin tener que trabajar. En tercer lugar, sólo ellos tomaban parte de las asambleas don­de se resolvían las decisiones políticas. En cuarto lugar, los espartanos parti­cipaban de un modo de vida público exclusivo. En este marco, la definición de la ciudadanía debería restringirse a la comunidad espartana. Las funciones de las cOIllunidades periecas como subdivisiones cívicas -idea que revisaría su caracterización como estados-pólis- no supone que en este caso sus inte­grantes deban considerarse ciudadanos, porque cuando se los considera de esa manera es necesario en todo Illomento aclarar su falta de derechos políti­cos plenos para participar en las dccisiones políticas, o explicar que se halla­ban subordinados a los espartanos . De todas maneras, el problema sigue abierto, y remite a la ambigua situación del pueblo en las oligarquías, en es­te caso, los periecos, que aparecerían al mism o tiempo como incluidos y ex­cluidos: los espartiatas serían una minoría dentro del estado lacedemonio y los periecos compondrían el pueblo (dalllos), de modo que si se introducían en éste a nuevos integrantes (Ileod(//Ilódeis), éstos se transfo1ll1aban en lace­demonios , no en espartanos, con un estatuto semejante al de los periecos29

Por otro lado, si los aportes de Eremin y Mertens son correctos, entonces tal vez sea necesario plantear un sentido más matizado para la idea de póJis

que el que el Copenhagen Polis Centre ha transformado en ortodoxia. En efecto, si muchas fuentes hablan de póleis periecas es porque para los pro­pios griegos esta idea resultaba aplicable a organizaciones como las de los

26. HER{)Olln>, VII. 2.14, 2: IX. ~8. (Eslos lIgmhoí referirían a Jos periecos que eran enrolados en el ejérciw

pero no a la 10lalidad de ellos .) TuciolDES. IV. 8. t; 38. 4-5; 53. 2; JENOFONTE. HdélliClls. VI. 4.15; 5. 21; VII . ~. 27

27. el. F()RNIS (1003). 145: cf. 259. Véase asimismo LÉVY (2003), 47-4 9.

28. H()OKINSON (2000). 3.

29. SHIPLEY (1997), 101·6; cf. MERTIONS (2002), 288. ¡SÓCRATES, XII. 177-8 1. es una de las fuentes CCntra­I~ s para la id~a de q UI! los periecos constituían el pueblo; ef. sl/jJm. n. 15. Ver las indicaciones de Ruzt (1997), 2 11·17.

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Juliún Gallego

periecos. Pero el hecho de que no deba interpretárselas con la noción ,de es­tado-pális sino como aldeas o subdivisiones cívicas , que a veces podlan In­

cluso ser denominadas IJl/lwi , no supone que tengamos que corregll· a los

antiguos por haher utilizaoo el término pólis. En determinados contextos p~­líticos, sociales, militares, la idea de pólis podía llegar a tener un senudo mas descriptivo -un núcleo urbano y cI espacio rural cOITespondiente-. ~l propio Hansen nos permite percihir el rol intercamhiable que a veces podnl eXistir entre JaJIII{/i y póleis dentro de una ciudad-estado que incluía a ambos tipoS de organizacionesJO Pero aun si suponemos que las cOll1umdades penecas ruero~ en algún sentido estados, cabe preguntarse si la dinámica y la evolu­ci6n del pro~eso dc control no pudieron convertir a una pólis depenoiente en una subdivisión cívica. Políticamente hablando, las póleis periecas serían co­munas aldeanas intcgradas en un estado que, como el lacedemonio, las colo­caba cn una pos ición de de pendencia o subordinación. En otros casos, esta misma descripción morfológica recibía el nombre de ciemos o k Ólll e , cuyos micmbros estahan completamente incorporados al cuerpo político. En todos los cusos, se puedc hablar dc una pertenencia dual: una local al nivel de la al­clea, v otra global en relación con el conjunto de la pólis. El problema consIs­te en-cómo ~debería definirse el estatuto de los miembros de las comunidades aldeanas con rcspecto a la totalidad del estado cuando no son ciudadanos ple­

nos . Por eso. se trata nO sólo de dilucidar lo quc las comunidades periecas pu­dieran ser en sí mi smas sino tamhié n de comprender cómo funcionaban dentro del sistema espartano como un todo, puesto que éste les daba su lugar y su jerarquía.

En este sentido, una aproximación a los esquemas de asentamiento de los periecos podría ser útil para entender no sólo las maneras de ocupación de la liCITa v hahitación del espacio sino justamente las vías por las cuales los pe­riec os-llegaron a ser un grupo subordinado al estado espartano. El desarrollo de la cues~ión presentada conlleva considerar tres aspectos fundamentales del fenómeno perieco cn la sociedad lacedemonia: en primer lugar, los potencJa­Ics orígenes dc las comunidades de periecos en un cuadro que, como, vere­

mos , no puede ser más que hipotético; en segundo luga;, las ca;actenstIc~s de los asentamientos tanto desde la perspectiva y el mteres estrateglco del es­tado espartano como desde el punto de vista de los propios ,perieco:>~ por ú.l­timo, la definición de las organizaciones penecas como pole/s o kOIllCll sm que, como vimos, constituyan tipificaciones mutuamente excluyentes.

La situación de las comunidades periecas no tien e un único punto de parti­da ni se genera en un mismo momento sino que es el resultado de una homo-

JO. HA"'EN (1995b).

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Campesinos en la ciuJa?: Bases ¡igrarias de:la ¡'plisgriega y la infantería hoplita

geneización impuesta por el podel: esp:1rIano.Tal unifonnidad no. supone que las cOlllarcas periecas fUeran iguales entre sí. Al contrario. más alláde cier­tos rasgos rclati vamente comunes (confolTlle a ciertas pautas .de ocupación del espacio, uso de la tiém( organización política, etc.),esesperahle una im­portante divers,idad en cuantoalas identidades específicas, lo cual daría lu­gar a desarrollo~ étnicos .. )' culturales que habrían permitido a .Ios periecos identificarse ünos con otros presumiblemente porlos elhnikáde susrespec­tivos pohlados31 . Pcro estas identidades no serían perceptibles desde el enfo- . que global deL estado espartano, cuyo interés consistía en integrar alas comunidades d~ acuerdo con suspropios objetivos polfticos,en (unción de la inclusi011 de los periecos~n la identidad lacedemonia. '. .

Paul Cartled~e ha propuesto ciertas ideassóbre los orígenes de I~s perie­cos que resultan atracti vas32 . Además de la. posibilidad de qu.e Esparta asen­tara en . algunas . comunas 'a refugiados33, . ex is{en ·tres . formas .pljusibles de ' entender la transfonnación en periecos de los hhbitantes de las ' locáfídades guedurante la época clásica estaban bajo la tutel~ espartana .. L~prim~ra al­ternativa radica en la conquista o el sometinl.ieÍliÓ político por alg'ún otro pro­cedimiento. o ,incluso tal vez la subordinación a lasoberanúl .espartana de manera voluntaria·H . UnsegundQ mecanismo sería la fundación exnihilo de pohlados que detentarían de entrada el est~~uto pe~ieco .o más' bien protope­rieco. La terceraf6nnula, .según Cartledge ia ·~ás .común, represef\taría una

, suerte de colonización de .focos aldeanos preexistentes mediante el asenta-miento de colono~ dorios sobre poblaciones'predorias que se con~ertirian en el estrato dirigente de las comunidades asícontroladas. El proceso de instau­ración de las comunidades periecas fue algo que demandó variossiglos35 . No

·,obstante. este conjunto de probabilidades n6responde por qué en ciertos ca­sos no se transformó a los grupos sometidosenJ1ilotas en vez de periecos, en

. especial en aquell'as circunstancias en lasquelá incorporaci6nsedio de un

31. SHIPLEY (1992). 225 .

J2. CARTLE~E (I979)~: 97-98 . Cf. OLIVA (l9~3). 57-61. que b~nda un~síntesis de las interpretaciones pre­"ias sobre el problema de los orígenesétnicosy soc'iales de los periecos. Véase asimismoias recient~s pun­tuali zaciones de VA N' Wf'ES (2003). 48-53 . L1S tres formas iildicadasde conversión en. periecos deben

. c'9mpletarsc! con la imponanle sugerencia. que luego. veremos. de .que.eJlos ~ran ya-lacedemonios anl~s de,caer e:n dependenda. lo eua) sup0n~ un conl,exto predo¡;io. " ,

33. Como. parece llaber sucedido en Asine de Mesenia en una etapa· tan t~mpranacomo fines del siglo VIII ): en 'Iirea con el estable2imiento de loseginetas expatriados por los atenienses haciael año 431. Cf. TucfOl-DES, 11 . 27 . 1: IV. 56. 2, " . . .

34. Lo cllal no significa espontánea. como aclara SHIPLEY (19921. 214,

35. Tal 'como lo se ~ala H()~KINSON (2ooOl. 139, apoyándose en Ca~ledge y Shipley, ~itados~nlasnotas '. previas. y ell los mapas de SIlIPLEY (1996), 268.70: que revelan el progresivo aumento de loS siti.os en Laco~

nia durante los per~od6s protogeométrico: ~eométrico, arc.1.Íco y Clásico.

58

JuliánGallego

modo coercitivo por medio de la conquista, o aun en lassitüaciones. en las que los colonizadores dorios se establecieron sobre un suS.lráto pÍedono, a~o ser que esto se diera \/oluntariamente. Es ver~ad que en. algunos ~asos la ~~­Ionización significÓ Ja expulsión de los antiguos habItantes, écomo habna aCQntecidocl; Geforitras36, lo cual pudo posteriormente dár lugar a una intei:­venciónmayor por parte oe Esparta sobre las colonias c~tableci~as. y algo SI­milar pudo haber sucedido con las comuni?ades ~o~i~ o.predpnas: p~ctosen un pie de igualdad oun reconocimiento desde elllllclo de la:supenondad es­partiaia. Pero de un¡nodouotro, e,stos "alia~os" acabaronh~ados a la auto­ridad.espartana, reconociéndola incluso medIante tratadosma~ fonnales. En la mayoría de los casos las9om,unasse b~\Iaban e~ lugaresaleFd~.s de3~aco­nia y Mesenia. lo cll~1 expllcana por que se les dIO el estatuto pelleco

. Tal vez coristituva:'una respuesta la meno( fertilidad y I¡¡ exte~sión redut;:~~ dade los tei-ritorio~s periecos en compai'acióncon las tierras de las Ilanur~s d~ los ríos E~rotas enLaconiá y Pamiso en Misenia, puestoqu~ s~tratan~ ,de, pequefíOS territorios 'Con escasas tierras ar~bles38. S~gún eS~~l~\~rpretaclOn ~ la localizadóñ de las tierras de las comullldade's penecas d¡fenna\otalmen~ te de la 'de los espartiatas; yáque éstóslendiían sus posesiones enlo que constituía la tierra espartariá '(ge Spartlatike) en los fértil~s ,suelos del Eu~o­tas .y enl ils planicie~ pe Esteniclaro y Macaria39. Los periecos:. en cambIO, tendría~ s~s tenencias en hi perioikís, esto es, en las zonasa.ledll.nas,e~lguas, marginales y menos¡:irod~ctlvas que los espartanos habrían dejado. Slll oc~~ par al inst~larse en ei Peloponeso. Si bien esto pU~c1e res~ltar?proplado pala muchas comunas periecas de Laconia y de l'1esellla4°, nos deja en l~ duda .Ia situación de varias c<)m~rcas periecas notables. En efecto,la presencia deco­munas próxiinas a Esparta como Pdana41 ,Gerontras y 0gas enclavadas en zonas explotadas por los espartanosdirecta~ente co~? Bnseasy Croce~s" y aunoiras más alejad'ls comoCiparisia42 ,elllc1uso Gltlón43,representarla un pai~aje agrario en ei que l~sgranjas espartanas Y las periecas seentremezc1a-

3~ . ó'. PAUSANtAS, 111. 2. (i: ~:í . 6.:

37. FÓRREST(1968). 30-% .. . . 38 . I S(jCRA~. XII , 179-80. Ver H,\ MPL (1937). 25, 31. 39; RIOLEY (1974). 288. 291; CARlLEllGE (1979). 1~5 . 39. Cf. Bi)LTI: (1929). 132 i .40. qllc planteaba una rígida demarcación entre territorios espananos Y pene-

coso Pero véase SHtPLEY (1992), 217 . Y en especial HOOKINSON (2000).139. .

40 .. Que eran m\lc~as menós que las laconias y generalmenle cosIeras .

41. Quizis con otroS poblados vinculados. como ocurriría con Belmina. , . . "

42. Ubíc:ida al noroe"e de· la penílÍsúla de Malea. una de las áreas cultivables más amplias de wda Laco-

nia. ap;te de ¡a llanura espartana yla planicie. d~ Helos. . . . . ' , .

43, Que tal vez formase un: subsistema atrayendo a olras' comunidades de la 'región; aúnque Esparta busea- .

ha inhibir tales uniones.

59

l' I

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplira

rían. Si la hipóte.sis de Graham Shipley es cOITecta, en estas zonas el límite entre los territorios espartanos y los periecos no seguiría cánones rígidos e Impermeables como para establecer fronteras precisas entre unas áreas mm~ y

El sistema de comunidades periecas estaba conectado por medio de una vasta red de rutas y calTeteras controladas por Esparta. Esto le pelll1itía al es­tado establecer una rápida comunicación tanto dentl'o de La ' o . . ,c ma como con ~esema " así c?mo desplegar una estricta vigilancia sobre los pasos que Ile­

~ ab~n ma~ ,a 11 a ,de la frontera norte lacedemonia hacia los estados vecinos y sobl e los estrateglcos emplazmmentos portuarios sobre las costas laconias al este. sobre las mesenias al oeste v sobre los puertos en los aolf'os la ' .

.. . ~5. .' e como y mesemo ' . PeJO esto constltuye sólo un lado del problema, puesto que desde

el ~unto d~ vista de los periecos la situación de cada comunidad no se defi­l1Ir1a a partir de las estrategias de supervisión telTitorial de los espartanos. Por

:~ ~~ntrano , cada comuna t ~ ndría sus propios intereses ligados en primer lu­c:al a su entorno medIOambiental y ecológico, esto es, las regiones topo(Trá­

ll ca~ y los recursos localmente disponibles para las comarcas peri:cas con! arme a la zona en las que se hallaran enclavadas46 El 1 . , .. . emp azanllento geograhco de los sitios permite percibir la cantidad y calidad de telTeno en manos de cada comuna y si contaba con otros recursos (metales mármol pesca, etc.) que pudieran ser explotados para beneficio propio o en i'nterés dei

estado espartano, a 10 cual se sumaba el valor de ciertas costas por los puer­

tos que pudieran aloJarse. Por supuesto, el punto en común reside en la exis­tencia de plal1lcles mayores o menores que daban a las comunas su carácter rural, puesto que los poblados periecos eran básicamente aldeas aarícolas con cierta capaCidad de gestión de sus asuntos internos, siendo la ad;inistración

de los terrenos adscriptos a cada localidad uno de los más importantes.

4~ . SHIPLEY (199 J ) 217, JO H)' POOO . . _ . _ . (DKINSON _ ). 139·41 , apona la imponante deducción de que habría hi · 10las en la pen,"sula de Malea (cf. TuciolDES, VII 26 2' 8 4' JENOFONTE I 2 18) E . je d . ' , , , , , " . sto supone que el prusa· . e gr[lIlJas espanan~s y periecas entremezcladas se extendería lal vez más allá de Ciparisia lIelZando cercó} ~.e I ~ n ~o~erna Neupohs. ESla pauta entremezclada no ína en contra de la organización imaginilfi; del terrilO· liD espartano . Como ,propone CARTLEDGE (2001), 9·20, una serie de santuarios alrededor o cerca de la ciudad dI:! Esparta constHlllnan una especie de frontera sagrada que al mismo riempo delimilaría los t ~nilOrio d 1

espa~t"nos de los de los periecos. Más allá del espacio así delimitado habría granjas espartanas que s~ e~tr~~ mez.l...lannn con Ins penec~s . pero denrro del le~torio cuyos límites habían quedado sancionados rdigiosamen· tI! solo los espananos tentan derecho ue posesIón. y esto constiluía ta ge Spa,,¡arike.

45 . Sobre la red de cami nos y su relación con las comunas periecas . C.' RTLEDGE (1979), 185-93. Respecto de las IrOlueras del lerntono lacoOlo. DAVERIlI Rocc HI (1988). 195-203 .

46. SHIPLEY ( 1992). 214·23, analiza las evidencias literarias. geográfi cas y arqueológi cas. estab leciendo su-breg~ones sobre la basl! de las formas del rdit:ve y encuadrando los Silios reconocidos como . propiO conle xto . penecos en su

60

Julián Gallego

2. Una estrllctura social de base agraria

Las comunidades periecas eran entidades esencialmente agrícolas. Esto su­pone una organización social en la que sus miembros tenían acceso al usu­fructo de la tieITa bajo ciertas formas de apropiación del suelo, el control de

los distintos instrumentos productivos así como del proceso de trabajo en su conjunto. La alusión a la existencia de tierras arables cuando en alguna fuen­te se menciona el saqueo de los campos de alguna comuna supone, ciertamen­te, la posesión de la tieITa por parte de los periecos47 y lo mismo puede afirmarse si se consideran los lotes que recibían los reyes espartanos en mu­chas ciudades periecas4&. Esto no significa que Esparta controlara las tierras de la perioikís en su totalidad sino el reconocimiento de la posesión perieca de las áreas restantes49 Pero esto no dice nada sobre la tenencia de lotes (k le­mi). La única fuente que habla explícitamente de la propiedad de la tierra de los periecos es Plutarco, que utiliza el término klel'Os para referirse a los lotes de los periecos, transmitiendo así la idea de una división del suelo en tenen­cias individuales50. Esto implica la división de la tielTa arable en posesiones individuales y, por ende, la constitución de propietarios privados dentro de las comunidades periecas ; a su vez, para que cada perieco pudiera acceder al usu­fructo de una parcela era necesario que, previamente, fuera reconocido como integrante de alguna comunidad aldeana en particular. En este sentido, los pe­riecos (aunque no todos, como ya veremos) no se hallaban subordinados eco­nómicamente a nadie, al menos en 10 fom1al. Su dependencia respecto de

Esparta se daba, principalmente, en el plano político y militar.

Algunos autores han deducido de esto que los periecos eran campesinos li­bres pero pobres que vivían en sus propias aldeas , hecho que sustentaría la idea de una aparente homogeneidad social51 . Sin embargo, Jenofonte señala que muchos periecos aristócratas (kaloi kagathof) formaban parte del ejérci­to lacedemonio. Plutarco también se refiere a " los m ás apreciables (khariés­tatoi) de los periecos", que fueron incorporados a la ciudadanía tras las reformas de Cleómenes52 . Esto supone la existencia dentro de cada comuni­dad perieca de una elite cuya base sería, seguramente, la posesión de una ri­queza en tierras mayor que el resto. "Los periecos - propone Oliva- no eran

47. Tuc iDIDES. JI. :\6. 6: Prasias: IV. 56. 2: Epidauro Limera: VI. lOS. 2: ambas .

...l.8. JENoFn"TE. Rt'IJlíhlit:o lit: los 11IcetlclIlon;os, xv. :. .

49. CL SHIPLEI' (1992 ). 222 .

SO. PLUT.-)"RCl). Lil" lI r~tJ. V III . 3; Ah;"" VIII. 2.

SI. Cf. Gurrz (192.\ ). 3:\5 : (19191. :12- :13 : AUSTIN & VtDAL·NAQUET 09861. 87 .

52. JENOFONTE. Heh;lIicI IS . v. ~ . 9: PLl1TARCO. CfelÍmelles . X I, 3.

61

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Campesinos en la ciudad. Base.~ agrarias de la pólisgriega y la infantería ho'plita . . -.. ' . - . . - - .' - . .- . . " .. .. . . " '" .

un grupo s()cialmente hOTl1ogén~().Existía un gobierno municipal e induda-blelllent~ di ferencias entrelasdi versas ciudades, mientras en el interior:de las

,ciudades habíadíferenciación . s.oeial"53 . Esto. rnismoindica CanÍédge, que además sostiéne que existían dosfácciones dt:poderosos enelseno delasco­

.nlunidades: los .nohles y aquellos quesin ,sernohlt;s se. ubicaban: en Io~ más . altos rangos .soci~ks porlariqtiezaque habfanac.umul~d054. . . . .

El carácterfundamentaJmenie agrario delascomunidades p~i'mitiría con-· jeturar que la mayoría de lósreri~cos eran IabradQres establecido~en lastie-· .ITas de la perioikís. lo cualno implica qu~ entodas'lasregioneslos periecos

tUvieran las mismas posibilidades: habrí~comunascuya tierra arable era es­casa y otras qucporSlI cercanía 'a Esparta cOJJlpartían; como viiilos, los terre-

· nos cultivablcsen un entrelazado degranjasesparÚínás y periecas?5.En un Ilwcoasí.la uniformidad socia.lresulta imposible. Además, rrijentras que al­gunos periecos seguramente se enriquecieron y pose§eron. u[1a hase . más am-plía de tierras. otros , en cambio, al verse privados.de tillas debieron dedicarse

al . trabajo artesamit () al cornercio56. Esta Pefcep~jó~ .. de la soci~dad perieca • se corresponde con .la que hanyenido proponiendo varios estJdiosos desde · hace tiempo. tal como se aprecia enlos trabajos deLarsen, para quien lasco­;Uunas pcriecasestaban dominadas por una aristocrácia téA"~te~ienteala vez que algunos realizaban tareas. artesanales ycomerciales57. Ehrenberg, sin émbargo. postulaba que estas~ctividadesestaban poco extendid~s en Espar­ta y quc los periecos eran en su IlJayorpartelábradores, destac'ándose entre dIos una aristoc;'acia local que controlaba las comunas58. Fonest reconoció estas diferencias sociales entre los periecos lacedembriios expresando qlleun perieco "podía sen rico o pobre,aristócrata~ granjero, artesano. o cómercian~ ' te"59. Retomandorazonamientos anteriores, R idleY . ha señalado .que los pe-

:riecos eran básicamente lahradores y que muchos poseían suficiente riqlleza para amwse como hoplitas, existiendo ademásuna¡u:istocraciabasada en la

. tierra, por lo quc'~tcllemos evidencia para la ,diversidad .social . y econ6mica de los períoikoi: y 'la visi6n lod~víaestándar de que ellos eran uná'cIase bá­

. sicamente industrial y comercial)'a nose sostiene". Pero a pesar de este pre­dominio agrícola, el autor reconOcequelos periecqs .podían también pastar

: ' : " o , ',' ,::'.

, ' .,', .

53 OLIVA ( 1983'), 64.

54. CAIITLEDGE (1979). 179.

55 SHIPLEY (1992).217;223-

56. Cf. HAMPL (1937) 25, 31·:12.

·57. LARSEN( 1938 ). 822; (1949),665 .

58. [HRE"UERG ( 19141, 51.

59. FORREH (! 9681. 30.

]utiánGallego

ganado; péscar, producir algf1nas artesatlíasy quizás comerciar sus productos cÓIlvecinos o extranjeros60 . . ' . . . .

De Id anterior secqlige que en las corriu'nidades periecas habría tresg(an­eles grupos sociales,do~ de ellos ligados a la agricultura: terratenientes; labra­dores; anesanosy tenderm;. Es~asdiferem;: i¡ts sociales notendríáncaLJsas muy distilltaS'de las que llevaron a muchas otrás ciudades griegas a mostrarse po­larizadasdurante laS épocas arcaica y c\ásjpa. LaestructurasocÍl'i1 señaladáno tielle que ~onsideraJlse comouna con~tante , aplicablea todas las comunas pe­riecas sino como un modeldplausible. S~guramente; habrá hílbidocomarcas

'. con. mayorpresenciadypropietarios acompdados, mÍentrasqlle en otras/ de '" acuerdo con los recursosdisponibles y la ubicación estratégica de dichas 're­

giones (e.g. puertos), pUddhabermás artesanos y tenderos61 ;, ~eroen líneas generales,<e\ . sector económica, socialYPo,líticameflte predommante parece haber sidóel de los 'granjeros. Las póléi~périecas, según Shipley,

"; .. deben haber sido Gomuhidades esencial.mente campesinas,quemaximizahan lapro~;lcción de 01 ¡vo y .céreal donde era posible~ pero constreñidas; por la .ne~e­sidad de diversificntión a fin de minimizar los azaresderivadosde las vanacl.()­nes de 'Ias cosechas .. ~a mayor parte de ellas ' disfrutaba probable,mente de una mezcla de labranza de cuItivósY pastoreo; eón recursos adicionales en ciertosea-. 'sos; tales como la pesca. íael((racción en canteras )'Ia produccióndediferelltes

frutas y frutos secos,;62.. . . . . ..... ' . . ' . '. ....... . . ..... .. .. ... • . . . Ahora bien , es probable qUe en las c"ómunidades en las qu~la diferenci.a;-

éión. agraria derivó en la presencia de terratenientes y campes!n()s hubie~adi­versas fonnas de oraanización de la prodúcción.Estosignificaria que tanto las relaciones labúr~les establecidas ' en ·las unidades econónlicas •• comO la fu?rza de trabajo u~ada encada.caso serían :distintas segúnseiralase de~a­ciendasmayores o de' fi ncas medianas o pequeñas, sifimpre yc~ando estasú}­timas fueran capaces de sustentara una familia campesina. En la GrecIa clásica el uso de esClavos en la producción era algo habitual. Puesto que los aristócrat~ perieco$ no tendrían acceso a la mano de obra hitota monopoli­zadaporlos espartanos, no ha de extraf1arque utilizara~esclavoscomprad~s . Varios son los autores que h~nsugerido esto último, slend~C.artledge . qUJen mejor ha explicado ¡arelación existente entre el ser'terrateni:entej el explo~. ta~ esclavós dentro de las comunidades periecas6J.

60. RIDLEY (974). 288. 291.

tSl.Ó: la deséripciónde las regiones de Laconia de SHIPj.EnI992). 216·20.

62. ¡hiel. ; 221; cf. 225. . . .' . .'

63.ÜR1l..Et>GE (1979).179.80:(1987): 178; cf.EHRÉi-¡¡iERG (924).40, 51;?UVA (1983), 176. n. 58Pe·

ro lanto p;a HAM~L (1937).24, 33'15 .. como para SHIPLEY. (.1 997). 203, que lo SIgue. cab.e.,que en algunas re, ; giones los perle.cos utilizaran hilolas, según se desprendería deTuclDIDES; VII. 26 •. 2. Más ambIgua resultaJ.

posición de Dl)CAT (1990a); 189·91. Cf.ahora HODK1NSON (2000), 141.

63 · '.

1

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

Ciertos textos atestiguan para Esparta la existencia de esclavos como un grupo diferente de los hilotasll4 . Una conjunto de inscripciones permite aso­ciar a estos esclavos con las comunidades periecas. La primera hallada en Gi­ti ón. de mediados del siglo V a.c. , consigna una prohibición que se aplicaba a homhres libres y a esclavos. Otras cinco, de entre fines del siglo V y prin­cipios del IV, encontradas en el templo de Poseidón en Ténaro permiten conjeturar que los liherados en honor al dios eran esclavos-mercancía manu­mitidos por particulares65 Las evidencias literarias también corroboran la presencia de esclavos entre los periecos. Las incursiones enemigas en teITi­torio espartano no dejaban de afectar a las comunidades periecas, tomando prisioneros a los periecos y sus esclavos66 Además , los periecos que integra­ban el ejército estarían asistidos por escIavos67 . Todo esto permitiría inferir que, en líneas generales, e l proceso productivo, en particular de las hacien­das terratenientes , se organizaría a partir de un sistema esclavista, desligan­do a los propietarios de la intervención directa en la producción. En las granjas campesinas la cuestión se presentaría de modo diferente. En estas unidades la familia aportaba la mano de obra básica, aunque en ciertas con­diciones algunos esclavos podían sumarse a la fuerza laboral doméstica. Por ende , algunos de los esclavos presentes en las comunas periecas podrían ha­ber fomlado parte de las granjas campesinas, tal como ocurría en otras partes de Grecia donde los labradores utilizaban dependientes para complementar el trabajo familiar68

Pero el hecho de que las sociedades periecas fueran organizaciones agra­rias no supone que no existieran otras actividades económicas adicionales (recolección, caza, pesca, explotación minera). El uso de los recursos local ­mente disponibles es algo esperable, hecho que conlleva el despliegue de los medios para hacerlo según la demanda existente. La cuestión radica en el én­fasis que se ha hecho en el carácter marcadamente industrial y comercial de los periecos . Pero que esta imagen estándar deba ser criticada69 no significa

64. PLl:V,RCO. Comp. Licurgo NlIllJa , 11 , 7: {PLATÚN]. Alcibíades, 1, 122 d.

6). IG. \'. l . 11 55; IG. v. 1. 1228 ' .11. Subre eSlas inscripciones, DUC.'T (l990bl. César Fornis me ha rccor­

daJu qu~ en T¿naro SI:! reclutaban mercenarios)' que era un lugar sagrado que servía a los hilotas de refugio:

eL PUCIO" (19Y4J. Es to podría hacer pensar que los manunlllidos pudieron ser hilotas. FORNIS (200}¡. 266-

67. S~ muestra es;.:¿ptico sobre la presencía de esclavos entre Jos periecos.

66. POLlBIO. I\' , .14. 9: I X. 34, 9: PLUTARCO, Ch:'t1I11t!Jles . XV III , 3. L3 interpretac ión de es lOS pasajes ha resul­

taJ0 cnntnwcrrida . OLIVA (1 983), 234-35, n . 5, reseña las diversas posiciones y arguye que en los territorios

periecos arrasados los etolios capruraron a libres y esclavos. C..\RTLEDGE (1979), 180, rampaco Juda en afir­

mar <.tUI! los pri sioneros eran los p~riecos y sus esclavos.

67. HERt\Dom, IX, 28. 2: 29: 6 1. 2; TUCIDIDES. I\', 16. 2.

68. CL S/lI'''', Cap. 1. ap. J.

69. Cf. R,DLEY <" 1974 ,. 291 : SHIPLEY (1992). 221 Y n. 67 .

64

Juli án Gallego

que deba dejarse de lado la existencia de artesanías y comercio como activi­dades de una parte de los periecos . Responder a la pregunta de quiénes eran los que ejercían dichas tareas no resulta sencillo. Algunos debieron provenir de inmigrantes que se asentaron en una aldea detenninadn en la que no po­dían tener acceso a la tien'a . Otros provendrían de aquell os que habían per­dido sus tierras transformándose en jornaleros, artesanos, comercianles 70.

Estas ocupaciones también podían ser desempeñadas por labriegos cuyos lo­tes fueran insuficientes para la subsistencia familiar. En verdad, este conjun­to conformaba lo que ha sido considerado apropiadamente como la parte no

campesina de una sociedad campesina.

Muchos artesanos periecos llevarían a cabo sus tareas en la órbita de su propia aldea o poblado. Según Jenofonte, en las ciudades pequeñas un mis­mo artesano podía fabricar camas, puertas, arados, mesas7 1 Cabría esperar que en el seno de sus comarcas los artesanos periecos rt:alizaran sus activi­dades y negocios de modo similar, o quizá comerciando entre distintos pobla­dos cercanos 72, o aprovechando el impulso económico derivado del comercio que tenía lugar a través de puertos como Gitión , Citera, Prasias , Epidauro Li­mera 73 . Por otra parte, los intercambios usuales entre productores rurales y trabajadores artesanales, con los límites propios que la naturaleza aldeana de estos mercados imponía a los tratos 74, no serían desconocidos dentro de las comunas periecas'!). Si bien tanto terratenientes como agricultores inscribi­rían sus conductas en el ideal de autarquía, habría productos que por la espe­cialización requerida para su fabricaci ón y el carácter ocasional de su demanda no se producirían en las fincas , lo cual reforzaría los intercambios

periódicos entre artesanos y productores agrarios.

Por otra parle, puesto que los ciudadanos espartanos tenían prohibido en teoría trabajar manualmente o comerciar, siendo su ocupación esencialmen-

70. Cf la informaci ón que nos brinda JENOFOl'oíE. Re/J/ihlica de IOJ lacedemollios, VII, 5: XI, 2, Y PLUTAR­

C(l . Lic/fr¡.:(). IX. 7; Agi.\'. VI, 4.

71. JEMl FO:-ITE. Ciropedia, VIII, 2, 5.

72. Esto es aloa que podría haberse dado perfectamente, por ejemplo en el context o de la influenc ia que

Gi ti ón eiercería s~)bre las pequeñas comunidad~s cercanas (Croceas, al norte , y Teutrone y Elijo en la anrigua

penínsuia dI! Ténaro), Il! niendo en cuenlJ d mraclivo que r~pres l!ntaría CC'l nlO merc~do local para las produc­

cintles de eslOS poblad'" CL SHIPLEY (1992). 21~. 73. Sobre puerros en zonas perkc~s: TucioIDES, 1\', 3. 2-3: Pilos: IV, 53. 3: Ci lera; JENOFONTE, Helénicas.

\'11,2 , 2:.3: Praslas: ¡hiel .. 1. 4, \ 1: VI, 5. 3 \ : POLlBIO, v. 19.8: Gitión. Olros sitios l:lInbién podían pres tarse pa-

r~ func io nar t:Onl0 puertos.

74. CL G.'LL EGO (e" prensa (b)).

75. RIDLEY (\974), 291 : cf. EHRENBERG (1960).37.

65

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Campesinos,en la ciudad. Basesagrariás de Iil 'T .. ... l ' :"' j '. 'j ' . '. ' . pOlS griega y a mfanlena hoplila . - -, - -: . . ~. ~ ~: . - -. - . -- - . . . : - ' -, - - -: -,

te la mili la.-76

, el lrahajoart~sanal yel~~mercio quedarían .......... ' ....• te en rn~nos d .. e los pe.riecos. Esta. situa:ci-<n .. · .. '. . l. . en su "1a~or par-

. • ' . •... .... • ':> .parece V1S umbrarsea par!" d pa~<ue de ~en<:>tonle en el que serelaciónaría.a Jos ri . . . • '<: .1 r e un se comcrclandn77 Al '.' . . .' ' . . " . . .. pe ecos cqn.el ennquecer~

• .., .... l ' . gunos autores hanmebcado queenEsart I . , . detentaban una especie •. de monop·.olio. vl:rtua.I.··d· "1 ' '.. . PI'. a os, penecos. P ..- ". .. . . . .' . e. comerclO y. as arte f 78

OI su p<l:rte'lJampl relacion6 I~s actividadesma.nufactureras delossan

.as.; Con aquellos que no realizaban trabajos agrari6s 79 'E t .' .. < p:necos que - . d . . ... . ~ .. ' ..... . .. .. . s os artesanos senan pe_o . nospl o . uclores quesesustentabarirnedi t .. . .. '" .• •.... .

un sistema mercantil sim l . . .. , ane su proplOtrabaJ()basad9s en . . .. ,. . . , . p e, comoocuma.cn otras ,zonas de Gre . 80 .

p. r.o .. duclos. pr .. I.n .. c .. ·.lpales pero no lo's" ' . . ' . , : ........... CIa .. . Sus .. UIllCOS senan l ' ,. "1 " rida por el túército81 y, en especial el '" . ' .. ..... .... aceraml~~~c6nicaprefe_ n. io .. Ridley haJlamado'l .. ···· t . ' " , ·'·b

arynam. e~to~arael ejercIto lacedemo.-

. '. .... a a enClOnso re Iacuestl6 d , . . . '. , • penecos el hie.tro o la arcilla ' de ué .,. '. ne, como .obtelllan los losespartanos81 No exist r, bq

. modo I.osproductos eran entregados a r . . ' '.' . e~ ~flle as que nos pennitanhacer tiria afirmaci6n o.tunda, pero en cuanto al h~err(),--decapital Ímórtimci " . . < : < . "

m.I.I.llar esparta .. n .. a- cabe la. po" s' 'I"b' l'. I.·d . d.'d ... .. p . • . a Para .la orgalllzaclO. n , . . ... . '. ' :"',' , 1 a . e que contratistas" , ' . . ...

•. pleanan trabaJo esclavo tu.v/ .. ·.eran .. asu c . . arÍTo la' 'e·.···x· ·tr· :: .. , d" " JP~necos queem-l .' l h .. . . . <.... .... . '. '" ' . acclOn e metal Con el q ueg~ . os. erreros ~enecos f~bficaríanel · armaITI~rito (las Iriinas se h II b ue

en Ldconla,en ... t.eITIto.r.lO ... p .. e.rieco) ... Pu.ede q"'ue .los .. e' sp" • Ita' .... • " a a an P d t ' ' . . .. ' .. ' .' . . .... , a nos pagaran por los

ro uc os, pero nunca una suma elevadá 'Háb" , .,." ... .......... ; ...... .; '. .' dI ' ·, '. . "" ....•. . .• . ' . na en estesentldouna suert >

eexp otaclOn de los arlesanos: Espárta • '/. d' : " ' . ' e excedentesen manos de est(;~periecos siri~~Ou~,I~~~~:, 1::~~:u~:cl~n d~ duc. to confonn.ea las pautUl .. sde un mercadoh.· b.r .. e83 'Tam·bl'e"n' .. ·h .. ·. b'" . e .pro

á ·d······· ., , . . .. . I. a na penecos en car cter e artesanos en las ,c~mpañas nylitares84: ' " . .

. 76. Cf. HERÓOOllJ.u. 167. 1' 2' PIlJTAR~) lic 7 ' ' . , .. .. ' . ..... .-; LES. Pnlílim. 1278a. • ' . •.•.. /lrgo. IV.; XXIV. 4; Comp: licurgo NU;'l(J,"n, 6; ARISTÚTE.

77.JEM'FONTE R '/;/ . , I ' : '.. .. ' .• ".; •. ' " .• ' . . -.:, __ .' -I!PIl .- ~ccrue nX/cI(;eJem{)!Ufls;.VI'- 5 S··· · - :1' : . . ;: '.' '-'.: . ; qUIen. en 511 edic.ión. de l. a obm .propo ... "".· modifi .' ' 1' . ' ~~I~osa sugerencia de F. ROHLITeubner. 1912). S . '. R" '. ..' .... . ' . cae e pasaje Citado en la certeza de 'h" '.' .

.• ": .. e~un IIhl. en vez de IlI'palabra t"imítnis~et>t: . colocarSe ellérinirio perioíknis. que se: •. ana adultC1"~do: .• 8, FINLEY (1977). 250. 254.257: eL GLúri(1925) l ' . . . .. ' .

.. .. ( 1979).180.85: (I987). I7X discute 1 "d' d ' . . .. : 5~. R~DLEY(l974). 285"87, Y CARTI.EDGE (976)' .. ' . .... . n al ea e unmonopoho V1rIual de .. ... " dades . ' . ... •

'. de los penecos. y creen posible que los propios ciudada;lOs es .. ' .. ... , ~ actJYI artesanales por parte • ras: ef. BERIllIAN. NE (.1976). 'Pero a nuestro .. e. n. le 'd . l " '1" . partanos. pudieran fabricar al!;unas manufaclU ..

I . . '.' . n er, a reg a era que los pen0 ecos aJí '. l'" . . . n~a es y .105 tratoscomercial.es nms importanies, . . .' . . . . re zaran os trabaJos ma·

79. HAMP~ (/937) 32.n. 3. '

80. Cf. I'INLEY (1984). '215.11.

81. PWTARCO.Ucllrxo. IX, 7 . .. . .•.•. :.

82. RIDI.EY (1974). 288"91; cr. FINLEY (1977). 257,

. H Sobre estosa'!!~me"",., CARll.EDGE(19,F);178; SHI~Ú(199~P23-24. '. 84. Cf.1F.NUR'>Ii1t: Repúh/iclI de los lac~d~~;o~ios XI 2 .

_. - - , :: ~ - - , . ;,'". - . ' , '

.0,. ,".,

MiMt¡Q4W¡;h;;;;W~ %M!,-#,#p" ,;;a;e,

.' Julián Gallego ::':,>' 'T.

Ste.Ó()ixha sugerido que entre las formas de explotaciófI colectiva indi­recta de los'pequeños productores por parte del estado se; halliilaÚplotaciÓn de cIases fOTmalment~Iibres' quetrabajanp()t su cuenta enelcómercioy las artesaníás85,: hip6tesis 'queseajustaría a lo .esbozadosoore lá relaci6nentre el estado. espartano y los artcsanos periecos:' AJ-serlos que desempeñaban las hibores téc~icas qued()s espartanos tenían censurádas, los herreros periecós te.nnina~arrsiendo explotados a través de:fonnas de mercado corÜroladaspor el estado, que extraería aSÍ.exceaentes a sus expensas. El control estatal so­bre ¡a acumulación de excedentes porparte,.~eartesanosycoíneri:iantes cer-' c.enaba parte de la autonomía quedetentatíanlas comunaspetiecaseil 'eJ manejo de "sus asuntosintel'flos. Sinembargo,.si seconsideraeFpredomiri:iÓ <,te 19spropietarios agrícolas junto coneJ.hecho de que los artesariosenm so­cialTriente Secundari6Sdeiltrode las comunidades, todo estola) ·.vez atenuara In: perccpción de loqlle . sjg~¡ficaría la. intervencjóne~partiatásóbte deterrrti~ nadas>esferasde la economíaperieca; .

- ': "':. .

Pero··la .. illtromisióneconófuica deEsp'artaen'.iaScOníunidad·esj:>eríecas·. pa- ' rece. no haberse limitado al trabajoartesanalsinpque irtduiría't~,fl)bíén la()b~ ' tenci6n de excedentes, agrarids. Existetdres ' testimoni()sene~te; ~entido qué han dado lugar a variasintefpretaciolles:'pi-imero, lalierrá :pÜ~eidap()rlosre~ yes espart~nos en m~chasc()munas penecas, hecho yaref~rido . a partir de Jenofonte86; segundo, Ja renta real (basilikosphóros) aportaqa 'p()r los lac~­demonios ~egÚn un .diálogo atribuido a Platón87; tercero, la carga que se les habría ordenadopagár.(sYlltekfll) a los p.eriecos, indÍl.:ada potÉforo~n un fragmento extraído de Estrabón88 . Entre es~asjnfonnacionespareceno haber relaciÓn alguna, pero~ según mi criterio cabesonjeturar una articulación razo~ nableenlre la posesiQn de tierras porlos ~eyesen muchas~omarcasperiecas; , las rentas r~~les y el hecho de que losp~rie~os tributaran a E.sparta89;

. Se pbdríaalegarque: lascargas ~que losreyes espal1anosrecogfande 10sÜl~ cedemonios (i. e. los periecos J¡ procedenari de las parcelasqudíabfan recibi­doenlaspolImnas periecas. Las posesiones reales formaban :parte de los territoriqsdelas aldeaSJacedemonias, y, por, consigtliente, pue4eque en (Jtros

85, DE STE. CROIX (981), 205.

86. JENORINTE, Rel'líbli~(l d~Jos/aádenrollios, xv, 3.

87. [1'LA~). Alci¡'¡ade,. 1 •. 123 ~ .. PrereriJÍlo~ hablar de ;!ení'ay, no de triliQto porqÍrec~mo -se verá a ~onti, · nuación.~1 pago 'que los periecos realizaban ibá a manós d~propielanos privados y no .¡¡el estado.

88.ÉR>RO. F;gH.70, fr .. lit!: ESlRAB¿~, VIn,S, 4). ~IOlalJlbién pareeeeslar:sugerido; aunque de ma.ne' ra poeodar.i: erillna glosa de HESIQUIO (s. v. kalánre) yen. unpál"rafo. de PuJúN.Rel',íblifa , 547b·c .

89: Lapósesión <le lie...;. en .íerrilorio perieco por los re~ espananos ha sido amjJliamenteaceplada. En cruribio,la idea~ que los ~riccos pagaran algún tribulo al estado espartano ha sido. podo general. des.echa. da. Para un resUmen de las posluras sobre el particular. OUYA(l983). 62; ef. CARTLÉDoE(1919). 180 ..

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33/104

Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pó/is griega y la infantería hoplita

tiempos hubieran sido una posesión de las comunas afectadas o de miembros particulares de las mismas . Shipley ha conjeturado que, en virtud de su cer­canía con ESJlarta, pero principalmente debido a la cantidad de tierras de que disponía, la comunidad de Pelana habría sido una de las regiones donde los reyes tuvieron sus haciendas (temél1e), y tal vez sucediera lo mismo en Ge­ron tras y en la más lejana Ciparisia, con una de las áreas cultivables más ex­tensas de Laconia. También propone que los periecos labrarían las fincas reales entregando lo producido a los reyes, es decir, pagando rentas90 .

¿En virtud de qué derecho gozarían los reyes espartanos de dichas prerro­gativas') Por otra parte, si como indican Éforo y Estrabón los periecos debían pagar cargas a Esparta , ¿sólo los reyes recibirían parcelas o podía ocurrir que otros espartanos también las obtuvieran? Sobre el primer punto, según se des­prende de Tucídides cuando dice que Esparta permitió a los eginetas expul­sados por los atenienses asentarse en la comuna perieca de Tirea y cultivar sus tierras91 , parecería que el estado espartano controlaba el territorio de la perioikís. o al menos una parte. Busolt y Swoboda creían que en telTitorio pe­rieco había algunas lielTas desocupadas controladas por Espartan. Glotz también señaló el punto, opinando que las mejores tierras periecas las acapa­raban el estado. los dioses o los extranjeros privilegiados93 El tema tampo­co pasó inadvertido para Hampl94, que retomaba las sugerencias de Busolt y Swoboda y proponía que si los reyes obtenían parcelas en zonas periecas era en virtud de que la tierra lacedemonia capturada era un conjunto unitario ga­nado por las armas y. por ende, libremente disponible para los espartanos. Shipley revisa esta explicación indicando que Tirea en Cinuria y Asine y Me­ton e en Mesenia eran zonas sojuzgadas en fechas relativamente recientes, debido a lo cual los espartanos disponían de estos telTitorios para alojar a ex­tranjeros. Pero esto no prueba que toda Laconia fuera una posesión esparta­na. Para Shipley es perfectamente posible que al verse presionadas ciertas aldeas periecas, que no habían sido conquistadas sino integradas mediante una suerte de proceso de sinecismo, ternlinaran cediendo terrenos, sin que ello significase que toda la tierra era espartana. En tanto lacedemonios, los periecos debían entregar lotes para aquellos que eran también sus reyes95 . Sobre el segundo punto , el propio Shipley deja abierta la duda al indicar lo

90. SHIPLEY (19921. 217, 219. 12.1: cf. H()OKI ~S()N (2000), 78-79,139, .152.

91 TuciDIOES. 11, 27. 2: IV, 56. 2.

92 . BUSClLT & SWClBOOA (1920126),6.14.

9.1. GulTZ (1925) . .1S5.

9 ... HAMPL (1937). 7-8: eC RIDLEY (1974), 288: OLIVA (1983), .16-37.

9.1 . SHIPLEY (1997) . 204-.S .

68

Julián Gallego

revelador que sería saber si además de los reyes hubo otros espartanos con kleroi en comarcas periecas, pero su respuesta no va más, allá

96, Justamente

en este punto tal vez pueda resultar útil el testimonio de Eforo retomado por Estrabón sobre el pago de cargas a Esparta, Si los periecos eran responsables

por la labranza de las tierras que los reyes tenían en Sus~0l1lunas y debían en­tregarles rentas. en caso de que otros espartanos tamblen reCibieran lotes de

manera similar a los reyes, entonces las rentas no sería~ excluslvame~te rea­les sino que también beneficiarían a otros espartanos. Este es el sentido que

podría dársele al pasaje de Éforo: los periecos fueron obhgados a pagar a Es­parta, pero esto no significó un tributo al tesoro público sino el pago de ren­

tas a los espartanos que obtuvieron lotes en las tielTas periecas97

Sobre lo que no podemo~ decir mucho es con respecto a la forma en q,ue

los periecos labrarían las parcelas y si sería responsabilidad de todos o solo de una parte de ellos realizar el trabajo. Lo más razonable es pensar que esta

última fuera la alternativa utilizada, implicando quizás a los labradores pene­cos más pobres , cuyos lotes resultaban insuficientes Y que tal vez obtUVieran alQo cultivando las tierras ajenas98 Pero lo que sí podría argumentarse SI da­

m~s crédito a la situación descripta es que la misma significaría una intro~l~­sión espartana dentro de las comunas periecas. Por un lado, ,la penolkls

aparecería como un terreno en el que algunos espartanos (los mas neos) po­

dían poseer tierras, percibir rentas y acumular riquezas99, ,Por ,otro lad~, las contribuciones extraídas a una parte de los periecos slgmÍlcanan una torma de explotación agraria que afectaría a la estructura social perieca!OO:. mien­tras que muchos periecos hallarían vías de participación en I~s beneftclos que el sistema producía para la elite dirigente! n!, otros aportanan a la acumula­ción de los ricos, Pero una visión plena del asunto nos lIeva .a la esfera pnn­

cipal de articulación: el rol militar de los periecos.

96. S.lIPLEY (1 992), 217. 97 . Sobre la ilcumulnción de ti erras periecas y c!l cobro de! rentas por parte de los reyes y los ariSló~rat;s~

& S . (1970/76) 665 ' EHRE~aERG (1924), 47-49: LARSEN (1 938), 820: OLIVA (19831, _6-,7,

B USOLT . \\oSOOA - - . • .' d- d \ F'~LEY (198 .. ),257 Y n. 66. O. HOO,INSON (2000), 78-79, 188. sobre el earácler privado de la prop.e " ye

pago <l los n:yes y no al lt!snro público. . .. 98. CARTLEDGE (1987). 178, indica la posibilidad de que la mayoría de lospenecos pobres fue rao campe-

"h de ellos emkudl.ldos (on los más ricos y <llgtlnos incluso redUCIdos a dependenCia por deu~as. s1nos. ,n u ... \)$ r . I d cción en las haClen-No t!S imposible! que de est<l clase sali eran los tr~bajador~ S rurales que r~~ lZanJn a pro 11

das ~srartanas ~n ti~rras p~ri~cas . AlInqu~ wmbh!n cabe que S~ usaran hiloHls .

9~. ASHER' (1%1 J. 47. n . 6: cf. EHRENBERG (960), 28.

100 O. C.'RTLEOGE (19871.177.

101 er. SHIPLEY (1992), 224.

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Page 34: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

34/104

·,,: .,.

3: ta jil'lICióh de IQ.lpe;i~{osenla organiZaCión militar

~;:, leva de hoplitas pt:riec(Jsera~nfact0/~~¡~ordjal en el funcionamiento ~nlh~a¡-.:aceden~cmo, I~O s?l ci porIo. que .~y pr;s'é[lcia, en l~S)I:opa~pddíasig­.~I11(;~'.dn!) por~ "le e.1 am~lt~mlhtar,férre~mente, organizado y c()ntrolad()' por ".1 eS' dclIJ_era~w , Instancia hmdamentaldl:!¡¡rnclJla<:iónentre Iascolllunas pe-necas y ell'égllll!n espartano: El rol militar.aé; lo~ periecos ~parece cJararnen~ . ¡cc(>ns,gnado~1: .Ias principales fuentes ' durante las guerras médica ' ' 1 .' "uel I 1 PI ' . ',.. ... . . . , '. . ... ". s, en a :, ,>T~t ce; e .0P(·~cso ydespué~de ésta __ '~egúnJIeródoto, en\a:batalhldePla-:,_a dl~ 4HJos~c ~Ieco$ cons~ltuJan)a I l1 ltád"delejército lacedemonio; aunque , -epaJ,!d, )s.dela~ .ropas proplamenteespartanas,102, y pone en boca de Dema-

::ltQ:IJclos otro::; lacedetnonios'i reriecos,~randistingtiidos(agatho{) y pro­" en~:tn demuchfl ; clUda~le~'Tucídldestambjéndjée que1asdúd<tdesperiecas (nvhtl,an soldadc.s al e.;,er~lto, : ycada vez:quese refiere a éllo Ilál1lalac~dC­

. ; I,nonltl !ncJu.ye~C'o a ~~pa~anos y ~riecoslº3, J~nofonte habladelejéicito la­(ed~:nol!IJo co~,o ~I ejerCIto de ¡a CIUdad {las tropas de ~sparta),englobando en e a . os IJeI:leos, y poneasiniísmo de relieve"4n punto m\JY signifícativo: los.nollkspene<;:/ls estaban voluntariament~en eI,ejército,y re.cibirían la edu­cacl6~ e~tal~1 q,W! se I.~s :jmpartía a Jos ci!ldada!1Os .espartanosl04, Pltitárco tan)bH:n mdlc~el papelmililar delos'periecos Yi;ilJ igual que fIer6dotoyJe­nofonte, se refler,:, a la '!xistencia ~e periecosiluslres;además,permi'té supo-' ner.que cntre los',I-1cedelTloniosque .noTealiiabal1~jngún " trabajp . mánual había

, penecos (segwa~ tente IÍco~), que formabah:partédel ejércitoi05,: .. ,

Lo~ periec~s j rc()rp{)rados: ri lejército er~npr¿pjetarios'de tierrri~,y Car­lledge acota~~e', l ~iuchos esta~airdesligadosdeJa producción directagracülS a , lae;,jl.l~taclOn ,ce escIavos-~ercanCía~06. ,Elhecho de que, fueranposeedo­n s .de 1Ic..rras,y ,que hllblera 1?c!uso.anstócratasentreellos, presume la ca­~aCld; ' d ~Ie arml.·rse c omo hoplitas, ya. que ,'pQr surique?:an() tenfan Hlcon vemcnteser· hacer!oasí l 07, Además,: COmb parecein<;li<:arJ enofonte;

lO4.,J¡¡"'''ON'rE.Nden'cos. IV. 4. ;19: v. 1 9;4,41-42; Vt, 5,11; VII: 4, n 105. /,uq.\n¿ ,. Agi"; \ IIL 2:A "a!r. XXX\';1I ; 2:C/e;;/IIe"i,1: ~;:i~g~Silao. ~VJ, 5. S9~~~ li cuesti6n del

nmuual.$uIPl.E:'f:(.':.997), "202 .=" .':. : .'.: .. ....... , . ." . .. .

','. 106. ( ) ,RTCEI>GE, (979). 179: (f BUSOLT &S\\iO¡'ODA092W26).¿64-65·HAMPL (19l 7¡ 1J : Ú ' LA (1 t ¡~7 ). R? : : : I tj~9).665; ')IJVA(l9H3). 61 -62;RIDLEy(l974). 288. " • -'; • - ' :. RSEN

107.\'~r Bus'li:r&sw. 'SODA o9io/26),úi y en especial C~RTLEOOE (1987) 40 e" : .. .... . . I . e "" .' ' , ' '" . . ' , . ' . ' lenamente. como dI­

ce ·, pro,.... ARR EDGE (1979).) 79. setni,I,~~adeuna elite. aUnque bastante ampiía pof(i~eno s~ agotarla e~

70

Julián Gallego ':.. . . .. . :

puede ,que • participaran' el1"]a instrucción · militar espartan~, paralacuaLse ha'" lIarían,habilitados justálllentepornotener n~cesidad -de trabajar lO8;De esta: 1Í1aner~; a tnivés de su inserciónen las prácticas de formacióngllcrrera, los: ~rie2(js' más, distinguid6s qued~banjncluidQs en las instancias ,~ducativas y, de ,p~ogfamaci6n ideoI6gicad~1,. ~stado , espartanol 09.

No" es ', iTIl~robableque . ,~ftinción IIlilitarde!()s perieé<?s'obedeciera noa unacoyunturadelermina~asinoa razones estructuráles propiasdelful1dona; mientodeI'sistema espartan'o;Esto quizás se 'relacidne con' líl1i~tTíáda "revo: ·lució,n.del siglo VI" ,que dio lugar aunareorganización delestadoespartano sobn:~asei ~nteramente" militaresIJO~ EIl este. contexto, la e~casezrelativade ' ciudadanos espartanos habilitados para:cumplir con el servicio militar hizo ' facfibll qué 'desde épocatempranalos~periecos fueraninc,orporados al ejér-< ' citol1LEn efecto, si unodeIosqbjetiyo~ pJ:incipalesde\as.tropaslacedemo~ nias 'eradcoIltrol de los hilotas,elreclutamientode los periecos tenía que · servir esencia.lmenteaeste fin, .hecho,que haría' deIosperieco~tillareserva ' territorialconlra los ' h.ilota's, locuat; conseC.t,lentemente, los ' hanaen ,cierta ' medida responsables por laopresión d~éstos" De la cual se'sigtie que los pe~ ' riecos, ()alm~nos una:partédel:!lIos. también,obtenfanalgúntipo'de benefi,'·; cio dd '~isteriHld,~ dominación organizado por Espruta l12, .

Laqus~lidád estructuraI.,que'·diopaspa la cooptación de'to~PFiiecqs 'aco; > modados radicaba, por ende, é!tla falta de ciudadanos adpito~, qUtt actuara!)

• • . ¡ . . . ;'~. . • • . •.. . . :"; • • . ... ...,

':. la nobl~z,a ' $ino que incluiria a 'losc:ampesioos. SIBPL!'Y (1992),:224. il!dica que J<\idea'deque los hpplila~ constituían unaeliie depende deIa posición lidoptada. . . . . • ' . ". '.'.

. 108: ESto es lo <l~esucederl~Con los trófimÓs.eÍltriínj~rósrehden!es de;de niñ~ o~át¡d~sen Esp~aque . recibíanl~misma :educ"ción que los ,~iudadañcis.PÍlr' eslo.HoóiONSON (2000); 353 y n~~. quediCeque el ' tratodlido a los niños de los perieco~ másprominenles: de Laconia y Meseniaserla similar ai dado a l!lo xéno;" " y IÓsiró¡;/¡f¡uoi; lo cual implica!>au"a fo('nad~ patronazgo Por la cual los hijos de P!'riecos po~Iesrecibían I~ ' , educaCiÓ," para cU/11plir de por vida ~on él 'rol militar. 'ftindando Lazos que seguían enIaadul!ez; Cf<::~RTLE~ GE.(1987)..42. ,. .... : • . . , " . , C" " . . .- . .

109: S'óbre l~iducacióne~p;ut~na: KÉNNÉÚ (1995); que muestra que eI térmi~o' ag;'g¡;" der'l~eaquí jus'-" !ame'1le prescio<íimos en r;';'ón desu 'argumeO!o; no es de ~po<:a. clásica sino poslerior. ef. HODlUNSON (1997); .' i eARTLEIJdÉ(2001)~ 79-<)0. ' . ' ., . . ,; ,,>' "

no: R.espec,ode ,esla cuestión.~crFl~EV(19Ti). 248-52; ' Moss~ (1973b): CARTLEDGE (1979). 131-59; H(JDKI~SON (2000); 2-4; FORNlS(200.l). 72-74.

11 L CARTLEoc,E (1 987l,40¡ habla de una brecha que fue salvlida con el aponrde los l?"~~cos,Segúnse" des prendé de I"s Porcentajes y lasp;oporciones dadas por FlGUEtRA (l986l.212-13;elnúmerode periecos cree ció dé on50% . ~ . iniCios del 'sigió y a un 70% a comienzos del IV. Por otra parte,. se hato'1!'ldo COIll9 posible evidenCi¡i de la p~e$e;'cj ad~ hopli"¡s periecos en el ejército espartano desde épocat~mpra~~~lhall~gode fi, guras de. ¡'~oncey estelas funeráriás e~ zonas periecas; cc. eARTL.EDGE (197~). i 79,"Para HODK.INSON(2000). 222-23_I~s figurina~h"lIadas ens'",'tuarios de Laconia y Mesenia representarían ahOplilasespartanos, .....•

112, CARTLEDGE (1979), 180;(19&7). ,16;177: cL SHlPtEy (1992), 224. questilalaqueél botín de guerra

tras IIn"c~mpaña exitosapodfaSe,r uno de los beneficios obtenidos por los perieC9s. -'.

71

Page 35: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

35/104

Campesinos en la ciudad . B ases agrarias de la pólis griega y la infanLería hoplita

como soldados (oligallt/¡ropía), como lo indica Aristótelesl13 E t " . de e ' , .t" . t . . s a caJencla

S[JaI la as era estructural (aunque alounos creen qu~ so'l h' . . . l '" '- o se IZO eVlden-le lL as e terremoto de los aiios 460) 114 lo' I t .' . .

b ' " ' eua rala InconvenIentes al ejérci-10. o lIgando a Incorporar a los periecos que pudieran costearse el e' . I: ~) pllla . Eran , pues, las propias pautas de reproducción de la cIase de q~de~ ~spartana las que, montadas sobre la estructura social de las ) '1 ' . l' , dP nl 'IS detelllli ah l ' I . . 10 el,\ ace emo­.. ,' ',-. ,., n an e lec utaJTIlento de los periecos ricos. El modelo de dife-lencl,ac~o~l, sO,clal aplIcado a los periecos reviste un rasgo generalizador, dado que ~ I ca~ actel de las fuentes no pelll1ite un análisis pormenorizado ue con­sldele las dlvergencI<1s eX Istentes entre las comunidades Es fa ' t'bl

q 'll uuna ' " ' ,. . e I e que en '., '" d ' SI comunas penecas las desigualdades sociales no fueran tan marcadas sIen u os la bradores el sec tor preponderante. '

Por otra parte , tenemos información significativa que permite ve 'f' . aluunos ' I l ' n Ical que , '" pel leeos la )Ian lIel!ado a ocupar puestos de I'ele ,', l' " T ,. ~ vanCla en e eJerCl-10 . . , uCldlde~ comenta que. Ilabía un comandante navaL Diníadas, que era e-l leca: lo mIsmo que Fnnls que actuaba como informador lacedemonio I~.'i Jenotonte reve la aSImIsmo que un perieco llamado Dex' I b' .'d . d' d IpO la la SI o coman-:lIlte ~ ando a e~llender que tamhién en otras situaciones hubo cargos rele-

,antcs desempenados por periecos 11 6 Conociendo I ' , . , as caractensllcas de l eJel CI to espartano y conSIderando que los periecos aca udalados d l' d de todo tipo d t b . ' " es I!!a os . o . e ra aJ O, eran lo,s que recibían la educación militar esta~al, es se~uro que aquellos que acced lan a la oficialidad formaban parte de las eli­te ~ dilIgentes p~rLecas . De esta forma, los aristócralas periecos quedaban InclUIdos en el reglmen espartano a través de las instituciones militares con­t (: ladas por el estado, que impregnaban y mediatizaban el conjunto de las re­aClOnes SOCIales, ocupando así el lugar de esfera dominante de la soc iedad

espartana y cumplIendo un papel ideológico totali zador.

· ~tend~endo al aspecto imaginario de esta dominancia de lo militar, esta es­tela debla bnndar la Imagen y los valores Co n los que la sociedad se miraba

11 3 .. "\R ISTOTELES. Político, 1270" 29- .l."

1 a Sobre 1" (aha de ciudadanos « parlonos los d ' . . I L 068). 13 L ·.17 : C.'RTI.EOGE I 1979) .. 10'7-18: ( 19:7), 37 .1~;~s~:,:n~:.lees en el anólis is de sus causas. F(]RREST I 1 ~8~ 1: I 1 9~.11. 1 ~8·49 167.7 L . ("0001 199.¡..¡ - E h' .. ~ ELL (1983). FIGUEIR.' (1986) : HOOKI"SON

. '. - . . - ) . SIl! InCap h! ~n el carácter eSlru 'tu I d i" no .llllp li c~ dL!scnnocer el LlOrw .. lIlliC:JlI ) c:1 bl ti . 1.: r Ol e u tJ Igwlfhropl{/

· c:- L l pro C: n1a a lnt!s dc: l Siglo V Es t!\' idc!nt (' • n1CH1 SOS Se hicieron norar c uando Esp ' l' • ..' t: qU e! sus ell!CI05 mas pc:r·

· _ " af a t! mpc: zo a \"t:!rsc: Implicada en más e J1" ,¡ 46) y la poslt!(illf re \'uelta hilo"" cuya rc:prc!sión termi nó genaanJo la ruplUra u:

e ; cl~I~'. Iras ~ Il'! rrc:mo lO de:

dC:SLllToJlO de! una ri víJlid¡ld por ItI suprclllací<l que sólo SI! ft! 501vt!ria Con Uc! a a I<j~za (On .~lcnas y el \'eZ ll1<.Í s \'lISlaS, Queda claro qU e! en h prillle!ri1 década d I g rras y operacIOnes mllllare!S (.'nda

baJO pot encia l humano sino qU e!, ndc~lás , se ':abín re!dLl C~d Oa ;:[~;I~I:~l~n~e! I;)POnc so, E~purt<J no S? ll~ l ~ní<J un lllogr,ítlcíJ qUe! I!ra previa al con ni clO, CUyíl OL.: LJlTt:!ncia ayudó a imensifi,:. o cual rl!11llle ¡j una dlnamlGl de-

L L .\ . T UClO/DES. " /11 . 2e. 1: 6 . . 1.

I J 6. J E~·OF()~TE . AlUíhllSis, \ ', l. 15: cf. v. J. 4; 6. 36: VI. 4, 11 : HdéIlÚ .. :IIS. 111 . 1. I J: VII , J. 25 .

72

Juli án Gallego

a sí misma, entre ellos , In perspec tiva del asce nso social. Si el ejército era una vía (h:: promoción, resultn factible entonces leer n través de las jerarquías mi­litares espartnnns ciertos síntomns de la es tratificación del régimen bce­dcmonio. En efec to, cabe pensar que los periecos acomodados, excluidos institucionalmente de la tOllla de decisiones políticas espartanas , hallaban a través del cj¿rcito unn forma de elevación y legitimación sociales. Puede que eSlC ascenso social habilitara la aceptación de tales periecos en las delibern­ciones políti cas, o tal vez ell las instancias previas. Pero esto serín algo excep­cional que no se aplicaría al conjunto de los periecos , aun cuando formnran parte de la pólis lacedemonia. La noc ión de ciudadanía se delineaba a panir de la comunidad espartana, y los periecos, que s<Í lo tenían prerrognti vas po­líticas rea les dentro de sus propias organizaciones, se definían política y ju­rídi camente con respec to a dicho centro de referencia. Así pues, a partir de la falta crónica de ciudadanos espartanos, las elites periecas fueron cooptadas por el estado sobre la base de su posición dentro de sus comunidades, obte­ni endo de esta forma posibilidades ciertas de ascenso social. En tal sentido, las desigualdades entre los periecos, al socavar la cohesión interna de las pó­leis, producían un grupo que se identificaba con el modo espartano de vida, actuando como compensador demográfico para el ejército lacedemonio.

Sin embargo, el elevado número de periecos con que Esparta podía contar en todo momento para enrolar en las filas hoplitas supone un potencial hu­mano que no se termi naba en la clase aristocrática. Si los 5.000 espartanos convocados para la batalla de Platea constituían unos dos tercios del total de ciudadanos en edad militar, podría conjeturarse a partir de esto que los 5.000 periecos significarían una proporción al menos similar con respecto al total disponible. Es to se ajusta bien a lo que parece haber sido la práctica habitual entre los aliados peloponesios: reclutar dos tercios de las tropas 117. Cabe con­jeturar que una vez agotad o el total de aristócratas, los demás hoplitas se re­clutarían en los rangos siguientes en los que se hall arían los granjeros acomodados, algunos con una riqueza tal vez no muy inferior a la de los no­bles, y los agricultores autosuficientes. Cuántos periecos eran capaces de cos­tearse el armamento hoplita, es algo imposible de saber. Pero si nuestras presunciones son apropiadas, el número de periecos debería ser tan siquiera igual al de los espartanos. Ahora bien, a medida que la caída poblacior.al de los hómoioi se agudizó , la cantidad de soldados periecos debió aumentar pro-

11 7. HERúocrro. IX, JO, 1: VII, 234, 2: 5.000 espartanos de 8.000 disponibles, lo cua l hace unos dos te,eios .

TUCIDlDES, 11 , 10, 2 : (]l. 15. 1: los lacedemonios y sus aliados ¡¡ponaban para las campañas dos .o,cios de sus

Iropas . Al '<spec lo. CASILLAS (2000). 1 I 5, 129. No debe deseaflarse en <s.e marco la idea de CARTLEDGE

(197'Ji. L 78· 79 . sob,e que los vínculos entre el estado esparJano y los periecos eran en algún sentido simila·

res a los de Esparta y Sll S aLiados de La Liga del PeLoponeso. Cabe. pues. que en La leva mili/ar lus paulas fue·

r;)n también las mi smas .

73

Page 36: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

36/104

.)

Call1pesinosen la eiudad. 'Báses·a·giarias dela o¡ 6l' " l' " . 0. ". · . .0;'0 '" .'. Jo. Isgnega y a llJ.fantería hoplita ., .... , ", .' . " .. -: '.':.

po rciollalmentc l1 8 sie . ""' ,, . , . " . . , . '." ,' .. mprn y uando estos ,no hubieran sufrido asu v o

l etl oceso deP.1.ograbco 119.: .E .. s .. próbbl " . ' . . l. . ' . ..... , ' . . ez un h 1" " . " . . .. ' .'. a eque .en , a guerra del Pelop 1 , op II .IS pene~os sobrepasaran a loS espartanosl20 P d'" . . ' 1 ~JOeso os

leelcra un aumenlo en terminos absolutos . ... :. ue e queln~ ~so .acon~ il ógica de que, ~ntes de r~clutar Ililqtlls"els:s~:~I~:::nlt::aot~~¡I~~;~ ndadda. penecos dispOnibles adtniliendoa . . '.' . ' . '> ." o a, la . e

Plila J21 E ' . ' . '. ' , '.: . campesmos que no llegaban al rango ho­

• . _st()~:penec()spodrtan IOcorporarse or ue tal v · '" '. . '.' . empezara '1 ser e' ost I · .. ·1··. " . " p. q ez el armame.nto ya • ' . , _ ea( o por.e estado, hecho ' u · ·b · .' ' . ' .. lar a parlirde"4

JS 'd "\ .... o' : ... . 9 e I a a conyerprse.enregu- ·

· . .' ~ c.udn . o os penecos fueran registrados 'Unto al I , . , y sc orgaOlzaran bngad,as de hilOtasy neodamodes. . J . .. . . oS , lOmoLOI

Con el correr del sig!ó V aum' e'nt ' " ' 1' " . .... : . . '. . _ o, pues a Importancia de'l I . de los periecos Más 11 ' l ' ' . '. ' '.' . . ree ulamlento

' . .' ',; a ace como se valore .eJde<;:live del oten . 1 h .

:~~.~~:~~á:i~~:;~~::~rJe~~:ple:raageUleerrsat dd~IPeloponesoef pr09!~~a~i:~I~ . .. . .... .. a o espartano En algun

posl ~nora ~a ~~cada d~460 , los periecosfú~rone~rolados.Ju~toa ~~ment~ lanos en las. JnIsmas bnaad.as y ya.no .ti ... .. . . '. ' . espar .. .' . . <:> . en Orma separa' d . , ". . batalla de Pla . . L ' . " . . . ' . " ... '. . a .como veJamos en la'

. . • tea. o mas probab.le es .qu.e .esta trans~orm . " . "'1 '. .' • . . ' . : . . . . . .. ' . 1' . aClOn en a est ' t-ra mllllar ocumera en torno al añó 425 ' '. ' .' ......'. '. ruc u además del nuev ' .' .' . . '. . .. ' p~esto.. que es por. ,esa fecha que

. o papel delospenecoscomo susututosd 1 '"h" l ' . ' . · , . . . ..' ..... ." " e os op Itas espar-

118 CA . .. '. '.' . ....". . . . Iffi.EDGE (1979). 254-57; analiza el número 10lal de . . " . ..', .. JUniO de comunidades periecas atesliguad ' . J ' p~necos . y Su proporc¡oD con respeclo al con·

l

. . . . . ....' . '. as para os SIglos V y IV'·a C· ef (1987) .n 4' S· . '.' ... ti ~ Ie rt(l al indicar quen'ucllJlDES v 68 1 d b'd' . ' . ' • • ' .... . " •• ' . ''''': ~:" " 1 el aUlor eSlá en

· . .....• " . ,. , e loa una confllslon ni lókl' • . . . . . la ~"I"Ú de los lac~demonio~ presenies en M~ntinea-más lo e '· .. ~ . re .. '~' Y '~',orar, esla contando sólo a .

.' all, se cuenlan debería.:n dupli~arsc .. De· .. " 'd' . l ' . ' . s .. SCtnlaS y los IIIPIJe/s-, .emonces los J .584 que . ' . sconta a a n/ora Inlegrada Id d " . . ,,' .

-unos I 024-, habría unos 6 .144 lacedemonios ' dé los ' .- l ' . 1 . . por,s? a os de Brasld;¡s y neodarrlOdes . se exlraelia de un pasa;e previo 1 v 64 11 l ' . • cua es ' a· mllad,<o,ncluso m;\s) sería.n Periecos. Según.'

' . . . . . . . ' . .. ' . . .... es e· numero de lacedemoruos d" .,.' . . Iolal. lo cual sup<¡ndría, que IDS periecos disponibles lIe' aria .... 1 ..••... compre~ ,'~~!nco sexlas partes del . Ir"pas se IIaoian dirigido a Oresteo yquélueoo 1 '. á g ' . . na .. 500 o 4.000. (Tucldldesdlce que lodas las " para lidefensa delpaí$) Cabe e , " " . os ~ sVlejosy.1()s m~s-jóvenes -la' sex'la parie- ";'gre~aron " ' . _ _ ,~ . < !\pt:ry..r, como ya senalamos, que el n íd· . .: ,.' .. ' supenor al de espananQs. v que no estuviera"n' . .' -,".,.' .. - ...... : . \m~.~ e: ~ne~~~ f.u~ra a estas· alturas

. . ... ..• " . presenles enOre>leo tOdos 1 . d" .' eumphan un mI de impo' rtallcia en ~I . u'd' 'd'" 'd' l' . . . .. . . ' . . o. pelleeos .. ISpombles. dado que

· . . . ' . ' e l a o e lemlono. Ver LAZENSY(1985) ro 4 '

.expllcaClon quila loda .¡mporla·n el'a m' ' 11'1 . 1 . . .• . ...... " 1-.4.3: .er. 14. 1.9, cuya .: . .• . I ar a os peneeos y descarta 'ti fll . ,. .. .. . .'. desde. 425. Pero su argumento 'sobrela lev d '1' .' ' , ' . . · ,9 e . eran ahSlados con los esparlanos

. '. . a e "'ponwone< Q descl.sad d ' " ' c.onvlnCt'nte que el que N.' 1slul. que e·s·. I ··S 1" ,.' ~ , 1" ~ . r" . o~ ,en yez· e , p~r~eco.s resu.lta·menos . ' . .. . r' " . o so lan ser e Com I . d ' 1 ' . . .... . res ' . CARUER (1994. ):(i996). Con re~pe 10 1 d: ' . p eme~lo:, e .. o.; espart~os: Acerca de los "iriferio:

. , .. ,.. .' e .aas ImenSJOnes del ejercllo 'éspalialio- 'cr"V ti ·· O '· 119."FIGUEIR. A (1986) 177-78 (20inl" 2 2" ': ñ l · .··· d "'" , . A . ANI~ .•. 996"

< . . ' • . . ' . ' . .1 , se a a que e lodos los gro d La' d" . • ueron los que sufri.eron· una menor b'a,'a" . bl ' . '1 . '.' pos e ce emoma. los penecos , • . po "Clona. .' . : '-, '

. 120. LtVY (2003),i53·54: cf. 145, Ver ¡)JCAT (1999), 41.

12L 'Aun ~i ac'ordnmos eonCAwKwEi.'L · (19~l) 190·95 ' . . .. . ' .. revue lta hilola porque se había.; ea"m16 la 'l~a'll ' 'd' "d' l' . , ~ n qu:e los .e.~partanos no tenfan por qué lemer lina . . ' , . , . a e os opnmtdos medianil ' . ... . .. ' .

· eslu solo parece cOlIstilUirse en una expli cación' 'sible'de 1;' . . " ' . e a.perspe.cllvadeh~censo social, : de 425. Por ende. resulta'. viable que Ilasla es'e enlPOn' .... . Incorporac.lón de' los bllolas ~I ejercito. a partir • '. < o ces, y a pesar de'q Iab' bl " . . · manl!'rn dl" re.!i olver el asunto siguiera 'siend ,., ," . . l ·. . ;.. . . . ue . aja po . nelOna1 ya era notable. la . ' reclulas. ...... orecumra o~ penecas· aumentando eventualmenle' el n~inero de :

• . 74

. tanosf~ltant~s tambiéns~ érnpiel;an a reclutar hi.\otas 122. Las tareas militares de los' periecos tendíaria aUluenta,r no. sólo porque ¡¡hora suplían ,alosespar­. táno~sino. también porque, 'alTIedida queésto~ disminuían;la ·lab.Qr de,aqué­'lÍos 'enelcontrol de los;hilotas (como reserv,a territorial y copartícipes en su

' ()presi,ón)te~ía que ser :aúnin¡1s sigruficativa que antesl23

, .

_ Esto ' uIIÍlnose deri)fa de ja flinci6il 'quecumplíael ' ejército lacedemonio. No IlQS Hev'aríai110suria 'imagen cornpleta de la cuestión ' sjsóloielacíonára~ mas: su c'ornetidocon lti intervención espartana en conflictos bélicos q~~ cabría llamar e x'-teI'ri os. El ejército lacedenlorúo desempeñaba una tarea bási­camente represiva con el fin de conservar el' orden i ntemo y contrOlar él los hilotás, lo · cual, sería pl'opio de ' un estado que ha sido calificado . como con~ quistadoj- 124. Finley argu)'~ que las funcioneS policiales rtpresivas ctbla l-ri i~ licia 'espariana tras la segunda guerra lXle~enia .entrañaban .unaconstricción fuerte sbbre la posibilidad de desarrollar una política militar eKterior. Con las güeri'as médicas, y en 'especiaLdurantela segunda mitad delsiglo.v,esto · co~ men'Úlría a cambiar125: El ejército espartano se vio solicit.adocada ve~ más y nlá~ . porlas contiendas fuera de sus fronteras 126 ,Pero e~~()l1Qoperaba en efv(léío: el temor a ul1a reQt':lión hilota 127 y una baja .demográfica. cada vez más acusada actuaban 'sobreJ¡¡ capacidad de, respuesta inlTIi;!diat¡l frente 'a. la ampliación de los requerimi~ntos bélicos. Ante esto, los periecos resultaban ul1áJ uerzll militara lit que siempre podía recurrirse sin que .generase dema

c

siadosobstáculos. Así, para poder hace,rse cargo del controjde lo.s hilQtas y delaguerraexierna,Esparta necesitó, en amb()s casos,. de 'la,<\~istencia de los periecos en 'Una medida difícil de estimar pero que segur~entecrecería .al , máximo posible en lasúltírna~ décadas de,lsig.\o V. La incorporaciQn de los ' periecOS dio á Esparta; déntrodeciertos lími~e~, la posibilidad de articular las nécesidade~represiva~ intérl)as con la áctllaciónen el frente externo: no de-

122 AÚS~N&. "IDAL.~AQUF.T (1 986); 8S,opinan que 'elallstamienlo de-periec6s~~ 1 :i;;'ilíi~rrias unid~deS ' que los esparlarios IUVO que pr~~uci rs~ ' poco después del sismo y la revuelta hilola,. Cf. .FORREST (1968), 132-

35. Para CARn:.EOGE (t 9791; Ú9;i 5 1 ~66, eslo debió ocurrir en 425 .

123. Cf. ANDREWE~ (197n . • I(¡~ : b~enaparte de la 'virtud mili lar espartana peit~Í1"ce~l~s periecos: SHl'

P~EY (1992)'- 223: .Ios periecos dedicaban mucho"s días a servir e hiel ejéiciio espartailo: •.. .... < • •

124. Al respec;o:;,éase las R!eciSi~nes:d~ Fi~EY (1986a), 8~: SNODGRASS (1986~);~5 : ~A)t":n,EDGE(19im, .

87: (1992): jA~\F.sON (20(m, 45.Cf. ahQm ,efan:lii si~ de VAN WEF.5 (2003). para una crjlica .de esla ~onc.ep- · , ción.LL'R"GHI . (2003 l .

l is. FINLEY (1977 ). 272. CÁ¡m.EDGE (1987),36.::17" b.ace del.juicio de Finley el punlo de partida de su li' ,0, bro. HnDKINSON (1993), 147,48. indic'a .que esla expli~adón no pondera' debidamente la relación' enlre facl o' "

reS inter'nos y <xIernos. que sí 'señala: C."RTLE.DG~ (.1987); .1.(>8, pero sin precisar ros lazos ·causales. Sobre el·"

impa~.I? de 10'- hilol'as en la política exlerior esparlana. cf. POWELL (1988); 98- l OO.

126.Sobre ' l ~s . accio~es bélicas ' enlre inicios y lines del 'siglo V,' HOLLADA'\' (1977b i: CARTLEDGE (1979\;' .

224-3'kPnwEÍ.~( 19'88), 96.1:3:5;fllRNIS (2003), 109·55.

127 . Cf.' TucflllOES, ,; ll!i, 2: 1,,: 55 . 2; .80,1-5 .

75

Page 37: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

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Cnmflcsinos en la ciudad . B ase~ agrarias de la pólis griega y la infantería hOfllila

,

.iaba así de tener Su vista sobre los hil otas ni rel a , . en el seno de la Li a'1 de l P I eoaba tdmpoco su hderazoo

e' e opones o y ademú ' . b l ' '" cientes pilra luchar por lil heoen o ; 'b G s, maneja a as tuerzas sufi-

, e 1 nla SO re rec lil .

Se ha dicho que los periecos destinaban mucho ' d ' _ . . querido para satisfacer las e" s las al adiestramien to re-. , xlgenclas que demandaba s' . ,

ejerci to espartanol~8 ¡.Implicaba esto algún ti '. u l~teg.raclOn e ~ el Clonilllllcnto interno de las comarcas e ~ . po d~ IIlcldenCla sobre el tun­en e l ideolóoico o en el eeon ' . '1 cP lIe~as, ya tuel a en el plano político, , . e omlCo. entrandose en este ' It" IIltllllil re!¡¡ción con la esfe ra militar. Marx ind o u Imo, aunque en na an tigua lo siguiente ' . Icaba can respecto a lil comu-

"La perduración de la comuna es la reflroducción de . ma como campesinos autosuficiemes cu 'o l. todos los miembros de la mis­flertcnece igualmente a la comuna L ) p ~strabaJ o, el trabajo de la guerra, etc., través de la propiedad de la c d··· ' adPrloPle ad del Profl lO trahajo es mediada a

on ICl on e trabajO -de la parc Id ' garallli zada a través de la ex iste l" di ' e a e tierra. a su vez

. I cla e a COlllunldad y , t plustrahajo bajo el servicio ouerrero t d i ' . es a a su vez a través del

. ,=, e e.. e os Illlembros de la comunidad"1 29 El plustrilbajo se detine aquí en rel ac ión con .' . .

propietario emplea en su parcel . el tJ abaja necesano que caJa . . . , a para su propia perpetuac ión. Pero I so espal tdno no estamos ante I '. . en e ca-

a comuna tgualttana pensada M . ilOle IIn il sociedad de clases qu h '. 1 . por arx, SIOO

. . e a surgluo a parlir de la . . 1 . renc laclón soc ial y los cont1ic t . "1 L conq uIsta, a dlfe-

, os CtVt es. a reoroanización d 1 'l ' srasis <lfcaica da paso a lo que h 'd d . e e a po IS tras la

. a SI o enomlllado no sin e' f' una comuna restilurada 130. es decir Id .' lert o eu emlsmo, cionando a partir de entonces Conl , el euedrpo. e Ciudada nos espartiatas run-

. o case omtnante De la c . . , dos condiciones indicadas' podl'I'a" . onjunclon de las . ,plesumlrse que lo . ' . . . los periecos represen tarían un plu t b' s se rVI CIOS mtlllares de

. . . s ra aja entregado al estado pos lbilllilría la reproducción de I 'd d . espartano que los subordin ados a su poder coma ~omu.n l a espartlata y su dominio sobre tanto que una pane s i cr nifi c~tiva ¡ lOS pi OpIOS penecas y los hilotas. Pero en d e e os penecas partiCipaba de 1 b t·· ·

el sistema espartano la reprodu " dioS ene ICIOS , CClon e estado en la que lo . h

tas periecos colaboraban debía también sianif s P:OPIOS opli-munas agrarias. e Icar la perpetuaclon de sus co-

Desde un punto de vista teórico d . tar de los periecos dentro de l .. po emos IOterpretar la conscripción mili -

as lormas que de Ste Croix lid . la noción de ex plotación colectiva indirec ta: . la ana Iza o baja

118. Cf. SHIPLEY ( 1992). 223.

129. M.'RX ( 197 1 J. 1. ~ .19 .

1.10. P.-\DGUG ( 198 1) alude con eSle nombre a la comuna u . la comuna antigua. modelo ideal propueslO por t ... larx . q e se crea tras el qUI ebre de 10 que habría sido

76

Ju li án Gallego

"Por formas de explotación «i ndirec ta y colectiva» yo enti endo aquellos pagos o sen'icias que no se entregaban de individuo a individuo sino que eran extraí­dos por la uutoridad del estado a panir de lOda una comunidad (una aldea. por ejemplo) o de indi viduos. Normalmente lomarían un a de estas tres fo rmas prin­cipales : (1) trihuto, en dinero o en espec ie; (2) conscripción militar; o (3 ) pres­taciones sen 'iJes COlllflulsi,·as"t:1l.

Se ha sugerido incluso que la dominac ión espartana sobre los periecos po­dría ser encuadrada entre los modos de imperiali smo desplegados a lo largo del mundo grecorromano J32 Pero estas proposiciones generales no alcanzan para percibir de 1"0 1111 a discriminada la situac ión de las diferentes clases pe­ri ecas . Seguramente, la clase dirigente espartana se serviría de las desigual­dades entre los periecos para desplegar sus estrategias de dominación. De hecho, la pos ibilidad del reconocimiento social a partir de la cooperación mi­lit ar es algo que beneficiaría especialmente a los periecos nobles, que podían ser ad mitidos en la educac ión estatal, cumplir funciones destacadas en el ejército, ser acogidos como protegidos por familias espartiatas, ser invitados incluso a las mesas comunes. Además , los servicios militares de los peri ecos ricos Il O implicarían para ellos una expl otación. De hecho, no puede decirse que durante el reclutamiento estos periecos entregaran un plustrabajo, pues­to que eran sus esclavos los que realizaban las tareas productivas que los ex­ceptuaba de la producción direc ta.

Con respecto a los demás periecos que formaban parte del ejército, esto es, los labradores de rango hoplita, si bien entregaban un plustrabajo a través de las operaciones militares, su situación no sería muy distinta de la de los cam­pesinos de otras póleis. Ciert amente, el hecho de estar excluidos al igual que los ari stócratas periecos de la toma de decisiones políticas, y probablemente de las vías de promoción soc ial que éstos sí podían utilizar, colocaba a los la­briegos en una posición más parecida a la teorizada por de Ste. Croix al hablar de formas de ex plotac ión colectiva. Puede que se aplicara a los agri­cultores peri ecos lo que Tucídides ponía en boca de Pericles al hablar de los pelopones ios: eran productores libres (autourgo¡) que se armaban a sí mis­mos y que privilegiaban las guerras breves y locales, subordinando su parti­cipación militar a los tiempos de las cosechas. Es cierto que Tucídides separa explícitamente a los lacedemonios de los peloponesios 1:13, y por ende los granjeros periecos de rango hoplita deberían ser excluidos de los que según Tucídides se mostraban renuentes a acudir a la convocatoria militar. Pero si

131. DE SIT. C.<lIX (1981).205·6.

132. FI~LEY (1 978), 2: DE STE. CRlIlX (1981) . +1 : C AR1U DGE ( 1987 ). 87 . 177 .

133 . T üc iDIDES.1. 141. 3-5 : e f. 11 1. 15. 2.

77

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,-: "- .--",<-'- , ': :-' ..

Campesinos en la ciudact .. Hases ágrariasdela pólis griega y la int'riri t~ría oplita : :: '", " ,~ :' , , ,.' , ;.: -, - . - " .

. hay algováhdo en lo a~teriÓr, esto podría'aplicarse a los petie~6sdesdeel momentoengúe!a"s cargas bélicas se hicietonc'adaveZ máspe$adas ante la dislll inllci6nd~1 númerode eSpartanos. T<iVvezfueraenlóhCescuando. los campcsinoshoplitas se siriiieron abrumados e indinados a eY~dir: la leva mi­

·Iitar. Pero no debe olvidarse que, según Jenolonte; cuando las levas militares ~e hicieron más' intensasycontinuas, lIluchosperiecos arisfóÚatas(kaloi ka­galhoí¡ siguieron colabofé1ndO v6111ntariamentel34~ ¿Por qllé; :entonces, los periecos fueronJleles a Esparta )'m¿¡ntuvieronconellaIazos' e .ngeri~ral pa­cíficos en un marco que, según vimo!¡,fuedefinidocomodeexPlqtaciónim_ perialista? La próxima sección iritentarárespondera esto: .'

4. La inc/usiÓl1 política e ideolÓgica de,losjJeriecos

COTllO ya hemos . ViSlo, él} d!~erSas fuent~sjascomunidad~~pCriecas . son denominada, póll'is , y segun varios autores' asíhabría que considerarlas no sólo por la organización desu espacio(ciud~d)'canlpo) sino porel hecho de ser estados. Pero el poder.(!sp(lrtano sobre ellasilIlplicabaqlle.Clirecieran de autonoll1ia, siendo por endepól~isdep(!ndientes.Se ha sugerido 'lambién que la relación entreEsparta yIos periecos sería]silnilarala existe!lte'entreaque_ lIa y sus aliados de la Lig¡¡qe\Peloponeso, yque los vínculos que eIestado espartano estableció Con las aldeas lacedemonias sirvieron de .rnodel ° para la

.• organización posterior de la Liga, Perohabía~naqiferencj¡i . ese~cíal: mien-,:trasque losaliados tenían voz'j voto en lasresolucionesd~ láLigá,en'cam~

' biolós periecos no participaban ,en ' Iosámbjto!¡ ,de decisjón. d~1 e~tado espartano 135. Tenían ciertamenie su propia yiqa política, un .gobi~i-noloc,t1, sitios. de culto yq:uizás llevaran las listas detserviCiomilitardeios periecos

, ~nro¡adosI36. Aur],cuando dejemos de lado la ideadeque:las COinllnas perie­c~s eran estados-p(5lis y aceptemosque la aplicacionde lanociÓlÍd~pó!is por los autores griego~ tenía un sentido descriptivo (núcleo urbanoycampos cir­

" cundantes), operando la~ comarcas periecas como subdivisiones cívicas del . ' :';:,:. ,. - "' .. ' ,:' :'. , ':. ," ,', :: - '.: ' , , ., """ ' ": -., , , '~ , " ' .. " .

D4. JENIlH'NTE: Helénico .•. v. 3. 'l .

. I JS CARTLEnGE (1979)f 178· 79; (1987)~ 16; sHíPlEY (1992);222;{1997J. 205·6; Esló'nO re~s~nla un es, ',,!lo federal delegado a los' espartanos. como plameaba LÁRSEN0949J.66-5. HUXUY(I962), :Hii;: n. 109. su­

'. geri. que las comurudadesperiecas má, cercanas a ESparta tenían fneno~a,!i\lllomíaque las. más .remolas y que sus imegra/ltes podrianfácilmenle haber sido facullados parn lomar Pane de las asambleas cOn la aprobaciÓn dcl gubierno espartano. Si tJien eSlo no ¡iása de u'M méra especulación poco plausible. ¡iue4eque existi!'rn la pÓsibilidad de que los periecos inf!uyer¡m,.no que paiticiparandiieclameme,.en decisiones qu~.Iosafeclaban

'. abienamenlc -<:omo la guerra-o leniendoen ~ue",ae;, especial la relaciÓn de palronazgo enlree$I'ananos po. '. dcrosos y periecos ricos. ce HnDKINSON (~OOO), 35;!·53c Sobre cierta influencia privada, SHIPLEY (I~~7). 205.

Para ." UZÉ (1997). 216· 17, e'pmbable qUe l()speriec?S de~lacados, queparticípaban en aClivíd~d~s sociales que se d~sm-Ol/aban en. la ciudad de Espana, pudieran participar,s; no deJa asamblea soberana, aJ menos sí de las deliberaciones previas. Sobre la Liga !leIPeloponeso. L~VY(2003). 219-37; FORNIS (2003), ~7,72.

136. SHIPLEY (1997).210. " . . .

'.· 78 . . .

; :~ , ,

. JuliánGallego . .

. . .., .. ,: ' ., . "· 1 . O 'quedichas comunasnece-estado lacedemonro,mcluso en este caso es c ar '"o., ," . . ' sililrían orga~izarsede algúnrnodo. · · .

' . . ...•.. .' ede' "c"onsideratse al margen de los dispositivos queJe pere Pero esto no pu . ..... . . . . "'d . . .. s 't' 'n' ' .. "a"1 ·e···s· tado espár. timo .. influir .directamente sobre lo~po .er.es pe. f . leco ,

mi la , ' . , . . I" d t o de las i . .. ,.... ueEsparta afeclabadecisivamente los lazossoclacs .en r .' . . . p~~~W ~riecas. En gcncral¡ sehacoincididó en que los espartanos, contr0la­. pofel. p ..., ~liánd6secon . ladase dirigente que 'l1~andaba en sus al-bda?~3~os;en,e~~~¿IOS gobiernos de las ciudades aliadassoIía,n t(!ner un . c,!s, ' . ' .a:~' . • ... ". ...... '1 ocuróaenlasocu::dadlace-cm'áCterohgarqU/coen cons.onancJa con o qu~ . . . . . . , 'Lo's terrate-

:d~~onia,~.lgo ~imilai ~~cedpe~~a e~oe:t!~~!~~l::~~o P:~ltZO:~itcj?n ~i\itar mentes penecos. coopta os . ... . . . .. E .. t " ues es-'. ,.,. .... .'. ue desempeñaban; serían los favoreCidos Po.~ . spar ~. p .. , . . pe~al1e~teq : . . ara~aóa en 'Ios gobiernos de suS i~spectlvas.pole!S te pequenogrupo se enc .' . ... . .. .. . ."

des~rrollando formas políticas afines a lasedspar~a~a~ ~~b~r; ~:~.:. :~?D~~ . . • í en todasla comunas, perO' la ten encJa e e, . . . . .... .. ()cUI:fI~ra a~ I . doen que :seconcretaríanlos tratados indlvld~alesentre el cono.cemos e. mo ••.••. .• .... . . ' . '.' . omoindicaCartledge, sus re-estadóespartano y cada c()ITlarca peneca, peroc .. . .' ' 138 .•..• lacionesmutuas no necesitan haber estado tan formalIzadas .

•. '. .• ce ' '. ' , .. 'l": '00" anizarsesi existía un cOn-. Estas formas de controlpolltlco so op .' Jan org . . : ' _ , . ' . _ . , .. . ". • •.. .. . .t "' loS "'g'rupos sub. alte.r nos. y las ehtesd.e Im;polels. p.e. r .. le senso·,mportanteen re · , '.' " , ' .' . I d '. " . ; . . .. " ':'\" I d sobre una baseconsell~,ua\l<n ,e marco . e :cas. -En Irneasgenerales, la.ea ,ta; . ., ; . , . .. . ds-

. " ' .' .'. ¡-"ico debi6 serIa sltuaclon mas comun,Per,o. p!Je equee. un gpblernoo Igarq~ '.' '. ', .' .~~ces el estado espartanQd~bierajntervelÍlr .to ·IÍO . ~Iempre ocurne'f' y 9,~e ~: .. " .. ' . •.•. ' '. a informaciónambiguapto­direCtalTlenle en 10sa.slIntos~pohhC?;S ~(!?ecos. Ue~ . Laced~moniahab¡a veinte . , ." d '" coho aPmdaro msmua que .. . ........ . .cede.n

te ~3~n es .••. obefrlacJbresespartanos. Las discusi()ne~ sobre .el pro­' .1Gr.J ... 1l0st(1l . •. , esto es, g : . ... c.., ...• d'" 140 CartledgeadlTilte,queloses-

.. '. h d do lugara nmgun acuer o . '. . ' . .... ' . blema.no ,. an a .. ,'" ' •........• ;. ...... ". eriecas . .,..citera, Tlrea,

.. ' '. .... . lobernadores en.a\gunascomunas p •. . ..... '. " . . part~nosrnsta ~ron g .' . <>. " " ;14( Pero puede que, eStoacontecle-Aulon~pefo solo P?,rrazoned~ ~~lfate~ólcasd' '. comunidades díscolas. Tucídid. e. s . . . -- . b' , . f nClon de la ommacl . n e. . . ' _ • '. 1 ra tam I(!nen u . .; . ' ;.. ; ' h' b' .' . ¡,.,therodrkesJ42 :~nvJado anua _ d· . ' . . 'tre los penecos de Cltera a la un n.) •• • IV

Ice que: e~ , . .... ..... ...... ... , 'ón hoplita' una inscnpclón del 'sJglo .. mente por, Espartaeon una guarnlcl , . ' .. . ".. .

m.CARlLEDGE (1987), . )6,177.78,

I 38.CARTu:DGE (1979),178. .

n9.Esc~Iioa PiNDARo,OlímpÚ:us. VI, 154 sqq. . .

. " .' . . . l toras preVIas a su lrabaJo. 140 · VéaseOLlVA(I983),63.~u~ resume aspos '.' . ..• ...

14': c..:RT1.EDGE (1979),179. cf. ME~nNS \2002), 293-94; UVY (2003), 147.

'142. ' Literalmente. un ')uezp",á Cilera".

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Campesinos en la ciuúaú. Bases agra ri as de la pólís gri ega y la infalllelÍa hoplita

hahla de un ¡wrIJ/Osrés presente allí 143 Lo interesante es que cuando en 424 Ci tera fu e atacada y lOmada por los atenienses, e l comandante Nicias entabló negoc iaciones con un grupo de peri ecos. Cartledge in fiere que, debido a los con fli ctos civ il es que se desarroll aban desde 427 144, "es tos quintacolumnis­tas c iterenses estaban en cierto se ntido dem ocráticamente inclinados" 1.:15 . Es­lo s igni ficaría que, en realidad, e l delegado es partano y las tropas podían es tar en Citera no só lo por cuesti ones eSl ratég icas si no también para controlar las incl inacio nes proate ni enscs de un sector de los peri ecos que allí habitaban 146

Hay otros datos que permiten avalar la idea de que Esparta establecía ¡wr-11 lOS ro í en co munidades periecas en las qu e se manifestaban c ienos rasgos de di sconformidad con la dominaci ón que sobre ellas se ejerc ía. Hac ia el año 470, los argivos habían erigido en su ágora una placa de bronce como tribu­to a Cnostas, perieco que representó los intereses argiv os (¡Jróxe/Jos) en la púlis perieca de Eno 147 És te no es el úni co caso de un peri eco representan­te de un a ciudad enfrentada a Esparta, como lo muestra un a lista de próxe/1oi de la c iudad de Ceos que data del siglo IV y que incluye a un perieco de Ci ­fanLa 148. Tales ejemplos supondrían que el trato con otras c iudades, que Es­parta se reservaba, es taba siendo transgred ido por indi viduos de c iertas comun as peri ecas: y aunque no podamos afirmarlo rotundamente, cabe pen­sar que qui zás ac tuaran con la anuenc ia de otros periecos . Empujados por Tegea y Argos, seg ún dice Vitruvio, los periecos de Cari as habían tomado du­rante las guelTas médi cas posiciones propersas l49, hec ho que supuso una seri a afrenta al monopolio espartano de la política exterior y los asuntos mi­litares. Carias aparecerá nuevamente dispuesta a desentenderse del dominio espartano en e l contexto de la invasión tebana l50. De los ejempl os comenta-

14.1 . TuCiDIDES. " .. 5.1 . .1: lC. v, 1,9.17 .

144 . Cont1iclos on los quo cada " úlis lrataba de ganarse el apoyo de Alenas o de Esparta ; cf. TuciDIDES, tII .

81. 1

14:i . CARTLEIX;E ( 1979). 144.

146. En el mi smo sentido de! lo qut! argum~ ntamos para Citera podría considerarse la indi cación de JENO­

FONTE. HeléJlicll.\', 111 , 3. 8. aca ca d~ que. ~Iuran le la conspiración de Cinac.lón. los gobernaOlc!s espartanos man­daron captu rar a al gunos au lo nitas. e!)IO es . periecos de Aulon. por sus acti vidades conspi ra livas.

147 . SECo 1.1 .2.19 ; eL CARTLEDGE (1979).116.

148. l e;. X II . 5 (1 l. 542. H.'NSEN 0004bl. 160-6 1. exlrao de la exislencia de prúxe /l('; periecos que las co­munas periecas a un efectivamente INilej.\". porque sólo una páli;¡ en lanlo que estado podía tener tales repre­senlames.

1-l9. V ITRt.:VICl, r, 1. 5.

150. JEN{)F{)NTE. lJelé"iws. VI, 5, 25 . También señala que Arquidamo degolló a lodos los de Carias que agarró LOn "ida cuando la «c"poró ( \'11 , l . 18). Tal vez se apli car.! en eslos casos lo dicho por IsOCRATES, XI(, 181. sobre que los éforos dahan muerl t:: a los pc!liecos sin juicio previo. aunque! Arquidamo no ~ra éfora sino hijo d~l rey Age­si lao. Vé¡¡"o BON"'ER & S' II '" (I 9~1 )" 121-2.1 ; FORREST (1 968l, 31, 145; OUVA (1983), 63; FIS HER (1 989). 43.

80

Julián Gallego

dos cabe concluir que el acc ionar de periecos inclinados a socavar el poder

espartano podía constituirse en un aporte para los intentos e n~ m~gos . El ~st ~­do espartano pudo tratar de vigilar es to estableCiend o ~obe l nadores" ~U) a

presenc ia no estaría motivada tan sólo por as untos estrateglcos , por ma~ q~e en todos los casos se traL;\I'a de la inje rencia de olra CIudad en ten ItOlIO

Iaccdemonio .

Pero esto no supone que los peri ecos en su conjunto fueran procl ives a re­

belarse contra el poder espartano. La interve nción de los pen ecas ~e Tuna y " I I . '"3 d ' 464 tras e l tenemoto tu vo nbetes etlll co-na-Etca en a revue ta mese nl e . _ .. , . , cionali stas y sólo in vo lucró a dos comun as 1) 1. La conJuraClon de. ClIladon,

por otra parte , no revela fehacienteme nte que los penecos estuvlel .~n a ~un­to de rebe larse l):!, aunque como dIJImos, una parte de e l~os qUIla se \Iera

. '1' d e ma)'ores1)~ Tal vez fueran sobrecargada con ex igenCIas mI Itares ca a v l .' " .

éstos los que promovieron que varias comal:cas pen ecas se alzaran ~o ntra ~s -I . ,., de Epaminondas1)4 La prese ncia tebana fue cletla-parta durante a III vaslon . .

mente importante para que al menos las comunas del norte de, Lacolll a quedaran fu era del poder espartano -aunque sólo fuese momentaneamen­te I55-. Pero no hay que olvidar que durante la guerra del Peloponeso mucho.s

. f d por Atenas y no obslante Sl-poblados costeros penecas ueron saquea os '. gui eron leales a Esparta l56 . Por otra parte , el caso de Canas antes apuntado

. o ). PLUTARCO, Ci", lÍ lI, XVI, 7" Cf. CARTI.EDGE (1979), 180, 220. 2,1: Y. panicularmen-I.í l . TUc(DIDES. 1, 1 1. - , . ( 1997) 1 9 ~-95; ALCtX:K (2002), 152-53 . En su reciente anahSlS del surgllluen­

te, tus p~rs~c!C II ~as de SHIPL.n • 100 h ar umenl ado en fa.,.·or de la importancia de los penecos In de! una ,denUdad mese",a. LURAGHI (- 2 ) . a g c' a tanto en la revuelta como en la posterior separa-

J ite dd Tai oe! lO atinllando su acllva presen I . aso nl a os a ocs . e ".' _ 169 Cf RAAfLAUB (2003a). 172.73, 1 8~-85 , que SIgue eión de Espana Y lu I!l ndaclon de Mose ne on el ano - " .

las explicaciones de Luraghi . . . , P 1" t'06b '\4-'\6 Sobre<sla consplraclOn. CARTLED-

152. JEM)FONTE. fld ¿l)icm. 111 , 3. 4- 11; ARISn)TE~~;9;) ~I~;NE (1'98;) ·Yéase ah" ra LAZENBY \ 1997). GE(l 9791.273_75 . .1 1 2 - 1~ : \1987 ) . 178 - 79: DAV(o( , A " - .. .

r ., d e! JENOFONTE Helemc.:as. 111 . 3. 6. JO-15.1. SHIPLEY (1992), 225, hace do eSIO la probable «p 1CaClbo~ e qu nto a CinaJ¿n y algo similar ",ñala

. dI o do los que estaban dlSpUOSIOS a re e arse JU " c1uyora a los penecas en r 1891) 19 .. Tal vez pueda ser éSlo el conlexto apropiado para inlorpre­lamblén DAVID (1979 ). 2~8. cf. GLOTZ ( - . - . RATES xu 177-8 1. Sobre oslOS punlos, véaso KAHRSTEDT lar los ambiguos pasajes. sobre los penecas en)~sl~ 21Y' o~ espeeial, HAMPL( 1937),25" L MOSSE (1977): ( 19 191.29 1; JIlNES\ 196)),8:SHI PLEY (l997),- , -,y LEVY (2003), 1 ,9-~ 1. 1 .j.-I ·~6 . aulOres que dan pleno credllO a esta fuo nle .

• . 5 11· \'U 2 1· PLUTARCO Age"iluo, XXXU. 7. Sobre la si-15-L J E~{)F()NTE. Agesiluo. 11 , 24-: Hel t! lI1cas. Vt, •• - . .• -, •

Il)uci ón esparlana J os pués Jo Leuclra . DWID \ 1980).

1 j) Véase CARTLEDGE (1987),177 ,200,233,384. 411 . .". " ".. 1 ' . - ~ 6· 111 7 1" 16 2' tV 54-57 : VI, 105,2; VII. 20, 2. Según la ¡nlerpretaClOn de

156. TU('\ DIDES, 11, -). l. )6 .. - . ' .' _., 'p~" 6)0- 78 pareeo aludir a los atuques alenienses sobre los EHR ENBERG (1 Y57). 127. (amblon ARISTOFANES. LO ¡ 1979; ) .. 9 deduce que tal vez hubieru ciorlo deseon­

p"riocos y olras ciuduJes Jol Peloponoso. CC·'RTLED(GIE9811 1i-~ o; pasaio no aluJe a los poriecos. Pero H.'R-1 . )r la euerra Para "ssto - . -, - . , (e! nLO en¡r~ os p~necos P{ .- . . ... .. ti 1 eliecos en la Pm si no ti.Hnbién en L,x,.\·/rtll(l,

VEY ( 199-ll. -l3, piens a que An stofanes no :;010 se n! lere a os p

1141 -H.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pÓlis griega y la i~fantelÍa hoplita

s~ dio en e Imarco ele lain\asi~n tebana del territorio lacedemonio que lleva­n~a. la de.rr0ta espartana, la pérdida de Mésenia yIa separaciónde algunas po 1m· penecas del norte de Laconia. Una de Hlsrazolies dé la falta de. accio.c •. nes colectivas de los periecos como grupo residiría erilascambi¡mtes con- ' d~ciones . loca.'es de las . distintas comunidades ·· asfconÍ(jen . las ~ .. abrupta;;· ~Istan~las en~reellas quejncentivaríanlos particularismosculturale~ yJas di­ferenclas,étOlcas. y si bi.en.la s~paraciónentrela propia ciudad de Espartay".: la mayorra de las comarcaspeflecas pudo haberl.imitado laintervención del. estado, los espartanos pudieronir sujetándolas Una por una, desaleÍltandoas( cualquier posibilidad de. unión entre com~nas periecas, lo cual hubieraau­mentado sufu~rza y su peso político dentro del estado, desarrollando un poe der capaz decompelIr con Esparta 157. . .. .<:

, ,,' . .:,.'· . c ·· · . . ·

Otra aproximación relevante alasformas.deindusiÓndeJÓ5 periecos radi­c.a en la supuesta unidad.étnicae,xistente erltre;espartiatasy perieco~ 158, con­sl.derados descendientcsde Lacedemón,unaniepasado. común a ambos. La ' importanc.iadc. este hecho reside en quer~fsrirí~ el origen de los grupos a un antecesor herOIco .. Recientemente, Ball há hecho la importante proposición de que, dadala eXIstencia deJa palabralácedemonio (ra-kecda-mo~/li-jo)159 en tablillaslTIic'énicas de lineal Bdel sigloXUr'procedentes d~ Tebas; es pro­bable que antes de convertirse en periecO~,es dt':cir, antes de caer en depen­denCIa, fueranya lacedemonios. Posteriormente, los eSpartanos se habrían apropIado de dicha identidad en función de proponerse como custodios del legado lacedemonio. Todo esto podría servir para explicar ciertainduloencia en el proceso de dominación espartana sobre lo~ periecos, asfcolllo la :xten­dida lealtad de éstos hacia Esparta hasta el, siglo IV: y Esparta justificaría así su predominio <1cntro de I~ idenÍidad lacedelTIoniaI60. '.' ' .

. Esta confluencia étnica iría de la mano conlareligiosa.ColTIo señala Par­ker, los dioses relevantesdela religión espartana: Ártemis, los Dióscuros

. : - .:" . . - ,

157. N1RREST (1968),30-34. indica lo remolo de la ubicacjón de muchas comunas perie~as respeCIO de Es­pana: SliIPLEY(l992), 221-22.223-24, deslacacómo influióaesto en una posible rebelión, laimp~itanciade las dlferenc,"s étmeas y culturales)' el heeho de que Espana !,udiera inlominando a'las ptileisperiecas una a una. CARlLEDGE. (1979), 185-87. plantea la . idea de un frenoespanano a la unión de coniunas periecas En cuanto a la existencia de diferencias entre las comunas, de modo general, ef. OUVA (1983). 61-64; LARSEN (1949). 665. . . . ..

1 58.CLHAMPL(l9J7).21 ~ 24: u~ elnia única.l.akedaimtinioi; que:abarca a ambosgrupOS:SHIPLEY (1997). 203.4: espartanos y periecos unidos bajo un paráguasétnico único.' OLIVA (983) 57-61, brindauna síntesis de los enfoques previos. ' ..

1-59 ." La palabra aparecería com~ un lopónimo. o un patronímico~ , ~:ro ',ciertamenre n~ ,Como una nombre &~Q . . .

160. HAlL(2000). 85-87; cL (2002),53.

82

JuliánGalJegO'

yen especíal Apolo, también lo eran para los perit:<cosI61. Resulta intp.rp."~lriteen este contt::xto una mención de Estrabón sobr~la celebracionde '. . ... . . bes anuales qué se asociarían aHecno de que Espart¡¡, según el au­

, tor,~ra"la de las cien ciudades" 162,en alusión al número dec.o¡;nuoidadespe-'. riecasque fonnaba~ paftcdélestado lacedem~mio. Si est~fiesta, .. aligualque

denominada Promaquial6\ ' denotaba una forma deinchú~al.subordinado • sin dejar de marcar Iasdistariciaséon 'él, entoncespu~Qeinterpretarse la renovación año tras año· de' este ntual'permitía al eslado espartariodar

•.•..•... un ' júgar y una jerarquía a lascomun¡¡s pcrieeas:integrabanEsparta, . estado . único al que las páleis peric~¡¡s debían responder. La rituaHzacjón de Iarel¡¡­

ciónentreespartanos.ypcriecosa través del culto de las divinidadessuponú. lJoaobJigaci6n religiosa y moral que éstos no podíáneludir sin ofender a los dio~cs y, seguramente, a los:.reyescuyamediaciónlitúrgicaeta central 164. LósTeyes tenían ascenrlCnciadivina; y según ' HeródotO, losperiécos debían rendirles hünorcs en sus fum;rales, remarcando así que no.s6Ic{eríin los reyes: de Ibsespartanos sinü tambiénlos 'suyos propios, a los que debían dar parte de sus tierras} bajo cuyasón)enes Josperiecos¿oncurtíanaca:~pañas milh taresqueerail tambiénlas suyas l65 . Todo lo cual fortaleceláidC<ideque los periecos adoptaban los valores culturales de ·sus' superiores 166. .

Hayunhecho relevante qu'ese encuadra en este marco. Se trata de ciertas '.' carreras hípicas realizadas en Laconiay Me~eni¡¡ en lasque participaríanes'c

partiatas y periecos, según se puede deducir de la inscripción deuntal Da~ mononl67, ganador dc 'muchas carreras. de carros y caballos. ParaCartledge no sedeb,edescartar "er en esto una de I,as "fomlassegúnlacual un esparta~

161. PARKER (1989),145 Y n. IS: los periecos leruan sus propios sanruarios, feSlivlllÚ; cOlttpetellcias, orá-, cilIos. El ~u'tor sigue la evidencia :que brinda PAUSANIAS. m, p~~sim, .y la arqueologí~ para la era arcaica en CARTI.EoGE (1979), 185-93. . .

162. ES~AB¡)N', VIII. 4, 11.

163. PARKER (1989), 145-46.segúnSOSIBlo. FGH. 595 fr. 4 (= ATENEO, 674 a·b).

164. HE~()lX)m. VI, 56-57: JEN()Fn~, . Rep,íhUca deios lac~demonios, XIII. 11; xv; 2; ARlSTÓTELI;S; Poli- " ficu . 1285a 6. PARKER (1989). 143-44. 1 ~2-54. ¡57-58.

165.HEi«ilXlTn~ VI. 58.2-4. Cf: CASILLAS (1993).

166. Esta idease ha impllestopiogresi~amente: HOLLAOAY (1977a), 123c 24; CARTLEDGE (1979),98, 19~; CAWKWELL (1983). 391: PARKER(l989). 145; contra. RIDLEY (1974), 187: Lo cual ,no significa que los perie­cos tuvieran intc~ses similares a los espartiatas. Es posible que algunos periecos supieran leer. algo despre:e

ci<ido por el siste,!,a culturalespanano. HOOKINSON (1994), 218. n. 9, sugiere que quizás algunos periecos

pudieron a:c.l~ar :como intermedlario~. l~trados entre Esparta y el mundo exterior, rol ,que )~_s: permitiría a ' loses~ paniatas'ólcceder' a'Ja esc.ritur3. ' E~ efecto. el . horizonte culturar. de los"periecos no tt.i~.o qu.~ haber sido necesa-. namente el de un espartiala promedio. Ver '!s(JCRATES, XII, 25 l.

161.1G, V, l . 213. traducida al inglés eOIl un análisis posteri"ren HOOIUNSON:(2000). 303-7; ef. asimismo, Cap. 10; passim. donde e¡'autorponderael valor de la posesión de caballos como símbolo de riqueza.

83

);

1

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:; ..

Campesi nos en la ciudad . Bases agrarias de la pólis gri ega y la in fa ntería hoplita

no podía sacar ventaja de la unificación política de Laconia y Mesenia y a la

vez. e n.~·a ti,z.ar su superioridad eco nómica sobre sus rivales y subordin ados pe­

necos lbS Las carreras hípicas permitían, pues, la inclusión de los periecos

(seguramente ar isl6c raws que podían criar caballos) e n los cá nones ideológi­

cos y soclil les espartan os. y también nos exhiben e l mod o en que las e lite s pe­

n ecas se subordmaban a las Jerarqu ías soci alm en te rec toras en Esparta ,

Fuera por la eficacia de la vigilancia espart ana sobre las com arcas s ituadas

en zonas es tratég icas o por e l e fecti vo control de las ac ti vidades de los perie­

cos dlscontormes, luera por la inh ib ición de las manifestac iones colectivas de

los peri ecos contra e l estado ¡1 causa de la separaci ón entre las comunas o,

m;ís sim plemente, por el éx ito de las elites dirigentes de las flóleis periecas

en gobe rn ar a los grupos suba lternos, el asunto re levante sigue s iendo que la

n.layor parte de los periecos no sólo no se rebe ló co ntra Esparta si no q ue fue

hel a sus polílicas y compartió sus valores culturales. reli g iosos, ideo lóoicos .

Según vim os, importantes sectores de los periecos asistían militann:nte a

Esparta partic ipando tambi én de los beneficios que obtenía la c lase dominan­

le espartana. El sis tema de póleis peri ecas fun c ionó durante varios s ig los en

una relación de dependencia co n respec to a l estado espartano, y sólo entró en

crisis como resu lt ado ele la ca ída de l imperio espartano, que s ignificó la cri­

s i~~ teml in al de Esparta misma, Si has ta entonces los peri ecos prácti camente

no habían mos trad o signos de deslealtad hacia Esparta, durante los sucesos

de 370/69 algunos comenzaron a concebir un a v id a autónoma respecto del

poder al que habían estado subordinados , una ruptura de las re lac iones insti­tuidas que hi zo que en ocasiones el vínculo llanamente desaparec ie ra 169.

E n e l 370 los teba nos in vadieron el telTitorio lacedemonio. Su entrada en

Laco nia se produjo a través de la zona ocupada por la comun a perieca de Ca­

rias -emplazada al nort e en la fro ntera con Arcadia l70_, cuyos hab itantes

franquearon el paso a las tropas de Epaminondas. Jenofonte indica que un os

pobladores de Cari as j unto co n algunos periecos (¿de otras comunas quizá'»

dial ogaron con los lebanos, aseg urándo les que apenas llegase n a Laconia se

se pararían de Esparta. y que se habían negado a enviar los hoplitas soli c ita­

dos cuand o e l estado mand ó a li sta r a los periecos. Este es e l único caso in­

formado de una póJis perieca q ue rompió sus vínc ul os con el poder es partan o

antes de la invasión tebana. Las divergenci as con el estado espartano ve nían

de antes, puesto que, com o vimos, los periec os de Carias habían tom ado du-

168 . CART1.EDGE (1~79). 2.'.~' \'éase COOK (1962). 158, PARKER ( 1989), 142.

169. 0'. OWI[) ( 1980).

170. TuCiDILJES, \'. 55 .. ~

84

Julián Gallego

rante las guerras médicas una postura propersa. Tampoco en es te caso los es­

partanos dejaron de dar respuesta a la afrenta de los de Carias : en 368 Arqui­

dam o uni ó sus fuerzas a las de Dionisia, tirano de Siracusa. "tomó Carias por la fuerza y degolló a los que agu lTó con vida·'1 71.

Siguiendo e l c riter io de Cart ledge 1n, e l caso de esta póJis perieca debería

se r encuadrado en las transformac iones políticas que empezaron a manifes­

tarse a in icios ckl sig lo IV y que hicieron posible la confi gurac ión de nuevas

a lian zas . Aprovechando esta s ituac ión, los pe ri ecos d isconformes con la su­

mi s ión a Esparta vislumbraron quizá la alternativa de realizar una vida polí­

tica independ ie nte. Pero es ob vi o que esto sólo podría concretarse con ayuda

externa, algo que los tebanos y sus aliados es tuvieron dispuestos a ofrece r pa­ra debi Ii tar a Es parta I n

Las incursi ones tebanas a lo largo de Laconia causaro n estragos y daños en

varias póleis periecas s in amurallar llegando por último a Gi ti ón tras pasar

por Helos. E l a taq ue sobre estas comunidades mues tra que habían seguid o

s iend o lea les a Esparta, aportando soldados y conservando arsenales milita­

res . Pero lo rel evante es que en este conte xto hu ho pe riecos que atacaron y m archaron con las tropas tebanas l74 . Esto pudo haber sido algo circunstan­

c ial , a l igua l que la deserción de los periecos que es taban en Carias, que quizá

no fueran de a llí. En e fecto, sabe mos que hacia 365 seg uía habi endo periecos

enrolados en las tropas lacedemo nias l75 Por ende, no podemos as umir que,

salvo a lgunas comunidades de l no rte de Laconia, las póleis pe riecas hubieran

desertado en masa sino que esto sólo sucedió en secto res determinados, lo

cual posiblemente obedec iera a que las elites periecas que diri g ían y contro­

laban los gobiernos comunales se mantu vieron fieles a Esparta .

Distinto es el caso de Mesenia. Jenofonte di ce que tras la batalla de Leuc­

tra muchos periecos se sepa raron 176, lo cual podría es tar rem.itiendo a la pér­

dida de l control por parte de Esparta sobre las comunidades asentadas en

Mese ni a , más algunas de Laconia como Carias, tal vez Belmina, e inclusive

171 . Cf. JENOFONTE. H,¡¿"icus, VI. 5. 25, VII. ¡. 28,

172 . CARTl.EDGE (1979), 29:1, cf. 297. donde argumen!a que !ambién la comuni dad de Be/mina pudo haber

st!guido I! I camino dI! Carias.

17"}¡ . PLL:V ,RCO, Agt!silao , XXV III. ] -2 .

17 4 . J E~tl F()NTE. Hdé,,;cCls. VI, 5. 2 1: 32: VII, 1,22: PUTTARCO, AgesillJo, XXXII, 6 .

175. Cf. JENIlF(J!\TE. H(!/¿n;c.:as. VII , 4 , 20: 27 . Es,a cuestión es confirmada por el hecho de: que. d u ra nle la

segunda mitad lkl siglo 111 . se ro n\"in ió a una parte de ellos en ci udadanos espartanos : PL UTARCO, A¡:is. V!I[, 2: Cll'tÍlII{' I/f!s . XI. ~ .

176. J Et'OF01'>IE. Héléllictls . ..... 11 , 2, 2: Agesiloo, 11 ,24.

85

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" I

Campesin(ls e~ la ciudad. Bases agrarias de lap6/is gnegayla infaqtel'ía hoplita -, ". __ ._ 0·- · -' -;

Selasia177. Davidhaceunaj~terpretación distinta, pues opina qye losperie­cos cumpl ieron con la pr(llllcsa hecha a losteb.anos de rebelarse contra los espartanos provocando la separación de muchascomunas; Perod~do que Je­nofonle dice que se hahían separado muchps periecos y todos loshilotas, los pasajes deberían referirse a los de Mesenia. Es claro que en Laconia los hilo­tas ' siguicro~ bajo cl pode)" espartano, lo mismO que .Ias póleis periecas · que fueron saqueadas 178. POI: lo tanto; Jenofonie hablaría detodos los que hasta cntonc~s eran hi lotas y Illuch()sde los. que eran periecos en Mesenia. y que tras el triunfo tebano se independizaron 179. r\.1ientras tanto, las comunidades de Laconia permanecieron leales a Esparta porque las elites que las goberna­ban estaban cooptadas poreI estado, ejercían algunos puest(?s .de jerarquía dentro del ejército mediaine el cual ascendían socialmente.recibían la edu­cación militar impartida por el estado y compart[ancon la ari~tocraciaespar­tan a los val ores idcológicosdom.inantes. Todo esto contribuí~ p~ra que la reproducciórl del régimensociopolítico lacedemonio significara, a la vez, la perpetuac ión deJ:ls elites peri~cas como gnlPotle poder. Deallfque és.tas ja'­más buscaran la separaci6nde Esparta; aLmenas hasta la batallade Leuctra;

A partircleloOesalTollado. " adq~iereun lrllpO~~ante contenido de domina­ci6n ideológicaía formaenguese definían los periecos en relaciÓn con Es­parta. Etimológicamente, .Ia palabra períoikol sigrÚficaba "las que habitan alrededor". Usada por losespartanos. esta idead<!lwtaría la posición relativa de los periecostal como eran vistos por aqu¿Ilos,180~ be este modo; los perie-cos eran conside.rados con~oniarginales corirespecto a(lugar cetJtral yfun­

'. dante que los espartanos ocupaban ya partir del cuatse definían, las posiciones .. relativas de lasdemás c1asessocialesdelaEspartaclásica: Yalgosimilar se

podría derivar del diyorci()el1tre ciudad y calTlpoexistente en Esparta 181; En . Atenas y otrasciudades. la~ comunidades aldeanas ....:semejantesen.más de un

sentido a pequeñas [Jóleis~ quedaron integradas a la estructura del. estado y sus habitantes pasaron a formar parte del cuerpo de ciudadanos. En Esparta. en cambio, las aldeas periecas jamás recibieron el estatuto de organizaciones

178. eL JEN(lFONlt.Hc¡"niClIs. \'1 , 5. 28-29:32 ..

179. DAVID 11980). 301-3. Acerca de estos periecos.CARTLEDGE (i979). 299: LURAGHr(2002). 62.y n. 9 8. no anali_za el pasaje lHdc;ucas. VII : 2. 2)de I(}mi:~rna má.?era. Segúnelau[or,~ 'a vjsión "generi.c.a que, brinda allí Jenafonr e no se condice con los daros que él mismo' da resP~ctode· los .6JlOO hilotas dispuestos á luchar. por Esparta ~aj" la promesa de .o;er liberados si lo hacían' bien (i/;id. , "1; '5, 29). . ,

180, Cc. S HIPl.E\· (1992),225 .

OSBORNE (1987), ·121 -23: cc. 96-97; ~

86

JulianGáUegÓ

;' : .

del estado; por más úecUlTlplierall funCiones prácticas inherentes alaS sub· di~ isionCs Cívicas qu~en- cierta medida puedenhaber sido análogas a las de los demos áticos. Por. esta razón. lás comunidades periec~s f~eron vistas .co-J1lopóleis, aun cuando pudierán funciollar como partescons.ti¡utivas de\es­tadolacedemonio,coIllO propuso Mertens: La c1emarcaciónestricta entre el asentamiento central de los espartanos y las áreas dOQde los periecos tenían sus aldeas implicó una conjunción de los nombres étnicos totalmentedistin­tá 'a la ocurrida en Atenas: mientras que allí cualquier Ciudadano se identifi­caba indistintamente como ateniense y como ático. en Laconia. en cambio, sólo los hómoioi enin al mismo tiempoespartanos y lacedemonios. en tanto los periecos sólo cran reconocidos coni~ lacedemonios que procedían de al­guna de las muchaspóleis que ellos habitaban y que los espartanos habían in­corporado .a la organización política que lideraban bajo condiciones de suhordinaCión mili tary cuIturaJl82. .

En este sentido, IGi ' situación de los periecos eleos' parece ser comparable corila lacedemonia; aunque el sistema de :póleis periecas nú "haya tenido en ÉIi&nilaestabilidad njladuración que sevetifica en el casO espartallO;En

.• prlmer'lugar, a final es del sigloVla.C. se había constÍ(uidouna alianza mi­· litarJ.iderada por los eleos quesupeditaba asu poder a un'~onjunt? depóleis, aunque seguían siendo tratadas como tales . En s'eguhdoJugar,' el carácter ru-ral :de.loses iableci lTIie nto~ periecoseleosestá cI aramen ie ind i'cado por J en 0-fo~t~al señalar que cuando Espartaveneió a Élideno le quitÓ 'dcontrolsobre Olimpia debido a qUe "los que se lo disputaban eran 'imoscampesinos(kh?­rÚai!'incapélces deadministrarlo"183; En tercer lugar, aunqUe no está claro si los e1eosconsideraball periecos a los habitantes de las pó(eisque habían Su­bordinado através de la citada alianza, diversas fuentessílo hacen, y Pausa­niasindicá que cuando Élide recibió elulümátum espartanb de dejar libres .a los periecos. replicó,que loharía cuando viera a las perióikídespóleis de Es­

. parta igualmente libres, lo cUal supone que los periecos eleos tenían ulla po­sición similar a los lacedeinoniosl 84, Otra comparación dela situación de los

182. CL SHrPLEv (1992), 223.

183.JENClHJm. H"énicds. nr, 2, 31.

184. (hid .• m. 2. 23:DI()QCI~i). r·V, 17,5; PAUSÁNI .... S . III. 8~ 3. Sobre tos peri.ei:osd~Élide. Rov (I997¡¡): CloCl2). 251-53~. que identifica a las ~omunasperiecas .. comprueba el carácter de'¡"i/e;s de estás organizaCio­nes Ylas .que per tenecían al estadoele~ propiamente dicho, da cuenla de las limitaciones al control eleo sobre los .perieeos y a naliza finalmente las relaciones de Étide con sus periecos (deberes ' fin ancieros. participación en cultos religiosos. ere:), haciendo especial hincapié en las obligaciones militaiesasumidas. por los periecos tra~ (aoreanización de ·Ia alÜinz.a lidera por Élide. CL también Roy (1997b). Recientemente el problema de la relación ;ntre Étide y los periecos ha sido reconsiderada por RUGGERI (2004). que estudia los efecros de la gue­rra entre Esparta y Élide. cuya consecuencia es la liberación de los periecos eleos gracias ata lntervenciónes­parta na. así como la posteri~( restau'ración del dominio de Élide sobre sus po/e;" periecas trasJa derrora de los

espartanos am~nos delos teb~nos isus aliados.

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Campesinos en la ciudad. B<ls~s agra rias de la I'ális griega y la infantería hoplil a

periecos lacedemonios se halla esbozada en P lut arco lgS, pero refir iéndose en este caso a la re lación de Tebas con las ciudades beocias a ella subordinadas . Varios pasajes de Jenofonte catalogan a dichas ci ud ades como periuikídes piÍ­

leis, lo cual tendría un signifi cado aparentemen te topográfi co l86 , pero no de­be descartarse cierta idea vi ncu lada con la situac ió n de los periecos en Esparta, comenzando por la fa lta de autonomía que caracteri zaría tanto a las I lIíleis lacedemonias como él las que Tebas avasallaría a través de la con fed era­

. ción heoc ia I g7 Según los tes tim on ios que se poseen para este caso, cabe de­cir que también aqu í lo militar sería el eje es tructurante del vínculo entre Tebas y las com unidades subordin adas.

De. lodos modos, más alhí de la condición que se les hubiera asig nado a las páll'is o a las aldeas que dependían de un es tado dom inador como Esparta ° Élidc, lo que asimila a ambas es el hecho de la excl usión de los habit antes l i­bres de di chas comunidades de la participación directa en las esferas de de­cisión política, a la vez que su integrac ión en las filas militares de acuerdo con e l patrón del labrador hoplita, que parece ser un modelo más ex tendido que el del granjero co n ciudadanía plena. Siguiendo este criteri o, cabe con­cl uir que los periccos lacedemoni os, en efec to, carecían grupalmen te de po­der para incidir sohre las resoluc iones que los espart anos lomaban en la asamhlea, pero esto no los d iferenciaba sobremanera de otras poblaciones que tamhién gozaban de la posibilidad de desarrollar una vida relativamente autogobernada den tro de sus organi zac iones comunit arias, aun cuand o fuera n dependiente s de un a pális mayor en el terre no po lítico-m ili tar.

185. PWTARCO, Agesi/ll{J, XXVI II . 1-2: d . PAUSANIAS, IX, 13, 2.

186. JE""FIlNIT, HeI¿lI iws, V, 4 ,46: 63; VI, 4, 6. SHIPLEY (1997), 210, 220-21.

187. Sobre la cOllfed~ración beocia, PASCUAL GONZÁLEZ (1997), 49-59: (200 1). En cuan 10 a las póleis beo­cias y el problema de su aUlOnonúa, véase la discusión eOlre Kas ( 1996) Y HANSEN ( 1996c): d . idem (1995a).

Es verdad que la reorganización de la confederación enlre medi ados del siglo V e inicios del IV supuso una part icipación censataria)' po nderada del conjunlo de los hi.l bilanles de las póleiJ que la imegraban. lo cual consliluye una diferencia nmoria entre Tebas y sus pcrioikídes púle;s y Espana y las suyas .

88

CAPÍTULO III

Zellgitai atenienses: ¿ciudadanos activos?

Se ha atri buido e l des31Tollo de la democrac ia de la Atenas clásica al hecho de que e l campesinado hubiera logrado fortalecer su posición soc ial en la pó­

lis luego de la cri sis presolo ni ana, manifeslada de manera vi olenta a comien­

zos de l sig lo VI a.c., pero cuyas raíces se retrotraerían por 10 menos al siglo

anterior. Por ende , la democrac ia ateni ense sería un efecto directo del lugar

que pasarían a oc upar los granjeros a la salida de la stásis l • Según esta inter­pretac ión, a partir de las reformas de Solón, que vinieron a poner fin de esta

f0ll11a a la lucha civi l arcaica, los agricu ltores atenienses vieron elevarse su

condi c ión social una vez que se les asig naron derechos en la comuni dad CÍ­

vica, esto es, c ierta parti ci pac ión en la toma de decis iones del gobierno. La image n de una Atenas habilada principalmente por campes inos libres, y de­finida políticamente en torn o a esta presencia2, res ultaría así de las transfor­maciones políticas instrumentadas por Solón. Sin embargo, la ohtención po r parte de los campes inos de estas prelTogativas políti cas no implicó que tam­bién consig ui eran mejoras socioeconómicas inmed ialas, tales como una re­distribuci ón de ti elTas . Pero a partir de entonces, y en virtud del derecho de

ci ud adanía, los labriegos atenienses no volverían a caer bajo la dependencia

directa de. los terratenientes. Mientras tanto, su situac ión soc ioeconómica ten­

dería a mejora r a lravés de medidas tendientes a limitar la influencia que los aristócratas pudieran ejercer sobre los campes inos, como acontec ió durante

la tiranía de Pisíslrato. En este escenario, C lístenes realizaría las reformas que se nt arían las bases de la condición soc iopolítica de las aldeas que impe-

1. W .. lO ( 19881. !,ilHim ; ef. OBER (1996),123·2-1,135-39.

2. FINLEY (19841. 103-23: DE STE. CROIX (198 1), 213. 225: OSBORSE (1985a). 142: CARTER (1986), 76-98: M ILLETT ( 19891: MARKLE (1990\ : H ANSOS (1995): (19961. 302·7: CARTLEDGE (1995); GARNSEY (1 9981, 93:

SAMONS (19981.

89

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. Campesinos en la¿iudad. Bases agrariasdeJa {Jolis.gr¡r;ga y la infante~a hoplita .: ', '" '::"";,:i,.:':· .. - .

::raría durante :lavigenciirde'Iasi~$tituciones de Iademocracia atehiense:-Io " : cuaL obviamente,' afectaría significativmuente alt<tmpesinád03....:¡. . .

, . -~ - ' . - , -- ': "';

: Partiendo de estas caracterizhc .io~es del estlildo yIl.I sociedad atenienses, a .' lo largo de este capítulo postularemos quela configuración territorial delÁti­ca sobre lá base de la pautadelatoiuunidad aldeana constituyó unóde; los

'soportes centralesde la experie~~ia democrática ateniense así cOmO delpa~ peI de .Ios . agricultores ell dicho proceso. En función de esto, seanalizaCl r,ecorrido histórico desde la situaéión social,polftica. y militar previáála~ re-formasde Solón hasta las consecuénciasdela guerra del Peloponesosobre el "

:cumpo ático, .los labradores yIos cámbiosen la política estatal COI1 respecto a la defensa del territorioruraL Tomando .encuenta la idea aristotélica.?e q'ué

< la mejor fornú. dedemocracia es aquella basadáenel pueblo campesino;:en- .· ·. treotras cosas porque,aun cuan99reúna las prerrogativas necesarias, noin~

terviene mucho ' en la tomadf' decisiones, sebuscademostrarque .Ios labriegos áticos tu vieron un~ol e~teramente activo ef •. el delineamiento de' las políticas del gobier~o ateniense, tantoene(pÍanolocalde 10s .demoscomO en el central de laasamblca, elconsejoy las magistraturas. Adiferencia de l~s periecos eIeos9 los lacedemonios queherno~ 'estudiado en eLcapítulo

..•.••.. anterior, en el caso de Atenas la incbeporaciónp(>lftica plena fue Iaforma oo~ minante que caracterizaría laarticulatión entrehs aldeéls campesinas y laes­tructura gubernamental.

" 1. A Ideas, p~blamiellto rrtral 'ydiferencuici~lt~oc.ia.i arcaica · .

Un breve cuadró de las condicioriessod?~lIÍstóricaSdela Ate~asarcaica4, que en general no diferiría de otras comunidadesdeLperíodo, nOS 'muestra cuatro característicClS ·centrales·. En primer lugar, sCverificalapreséncia de ~omunas ruralesenlas que se 'aglutinaban las propiedades agrarias familia- " res, aldeas cuyos orígenes se remontarían a la edad oscura o antes aÚn, a(lO" que muchas se instauraron dllr<int~ la 'era an;:aica:Estas comunidades, como

' v(!remos, terminarían congregánd~seen torno ¡IJa ciudad a partirdersinecis~ plO: Una vez llevado a cabo estep~oceso, Ia)1Ueva ~ntidadsurgida. articula­;ría su dinámica de,funcionmniénto sobre ciertos~pdllcipiosorganizadores .' • ligados a la comllnid,ú:l aldeanás·. Erisegundb IjJgár,.se debeconsignáfel de,: sarro 11 o de la urbanización Iigadcl'ala estructura(;íónde ciertas instituciones

3. Véase OSBn RNE (1985a) . 64-95: ef. (990). "

·.·.· 4.·ANDREWES (1982) brinda ~II'" lúcidaiméi¡j~t~ción de laAI~nas arcaica, desde la unificacic5nhastalilli­~.riia de Pisístrato. STANTIlN (1990l ·ha realiiado una valiosa compilación de las fuentes Iiterariasdisponibl~s 'Para el estudio del periodo. con traducciÓn al inglé~ )lcom¡'"tarioshislóric~s interesantes. '.

5. Cf. sU!,Ia.Cap. í.ap.<I. Sobre las formit~ ~dq~iridaspor estosestabledmieotos aldeanos, e¡¡especial'du. "

m~leel período .c1iísico.véase JON~ (2004)~9.I)p. que conforme ala doCumentación epigráfica propone

Julián Galle~() ."; ."

quetrazd.:filf.! una divi~ióncon respecto a lascostumbres másq¡ldicionales(el "prederecho") . y quc, de alguna manera, conlenzarían ~ instituir hljusticiay el ·derechgde .. la póli~6_ En't~rcerlugar,e.s~.epesario . mene iQl}ara las'grupps socialesde)a Atenas arcaica: por un lado; lOs . aristócratas terI'at~nientes(ew plItrídai) , que desde 'é) centro ' urballo cOf:ltrolabanel poderin~tÚucionai; por el otro,ún~ml1ltitud(pler/¡os) ' ~ásicame~te de campesino~q~eyiviríanen a~rupamientos rurales o colectivos de alde.a unidos a l~ciudad: araíz del si­neyismo 7,. .Por últim()~ se deben contelnpl~rdos sucesos qu~preSel1tandiv~r­sascollex iones con ::raórga.nización de Japólisateniense y;,su, cuerpo de ciudadanos: la conf0rrilaciónde la infant(!ríade soldadoshoplitasylayodi" ficación .délas leyes por. parte de Dracón. Aunque no es nuestra intenci.ón adenttarnosaquí en un' análisis específico de estoshechos8,cab'e señalar.glle ambasc~estiones aparecenarticuladaspor:é) autor de la COllstiÍiuiión de Afe~ . nas, dando a entendef.9ue Iaconstitución draconiana sería un factor impor­tanteen ' el "proceso ,de incorporación al ' cuerpO cívico ' de 'los "labradores aéonlod~~os capaces d~ poseer'arrnas,pues "la plena' ciudadanía 'se les . daba" alos que tenían su armamentO dehoplitas"9. Esto, porotraplllte;nos pemti~ tiría trazar. Una distinción alintedor de la .multitud decamp~siI~os: habrf4. quiénes por, su riqueia. cOllseguiríanel rangomilítar de hoplitaS y, a parii.rde finesdel~iglo VII. quedarían polítkamentei'ntegrados a laciudadanía. En es­te' sentido, la situaciónpolíti¿a de la Atenas ,arcaica no seríaJnuydiferented~ J¡i de otras póleis en)as que'losgranjerossoldadós lograron inserta.rseinsii­tucionalplcnte enlazando sll 'rolenlafalangecon su iriterven2ióhen lasd~li-beraciones ¡(l. . . .

; , ' .

Másal!áclel predQminio aristocrático antes señalado, resulta claro que la configuraeiónagrariade la Atenas arcaica obedeció al desarrollo de las co­munas aldeanas. Saberil0sque la situación del Ática posterior a los reinos mi-

tres posibl~sn;';délo .. conjilniosrelalivamente poco organizados de hogares individuales; comunidades inter· namente cohesi¡;nadas en las que la .Ide .. liene prioridad sobre el hogar y el individuo (aplicable a entidades alejadnsde.1 ~erirro urhano); comunidades "donnitoños" de urbanitas funcionales (aplicable .a enlidades cerca-

6. Sob';' e~ro,denlanera general.GERNET (1980),153-226.323-332. Respecl() de. la urbanización 'alenien­se_ DEMANO'( l 990), 18-19. V i' reorganización política y religiosa del ágora aleniense es eSludiada por VALOJ;s (2002);S;47. Porsu parte. HANS EN (2004dl ha planteado que, en las fuentes, pólis se refiere casi siempre al

est~d~ en reladón con el núcleo ~rbano como centro básicamente polílico.

7. Cf.GAl.L'EGO c2005b), 70.77·. ;obre el poder de la aristocracia a partir de sucontrol de las instituciones

políricasde hi ciudad. .

8. Cf. ill(;a.· Cap. IV, ap. 4\ resPecto <\e.la reforma hoplítica. Sobre las reforrnasdeI?r~"ón y elpr<1blema de · hi1iudadani~áteniense. MANVILLE (l990l. 78-82.

9, A·RisTÚTEr:.~ " C"nsrirución'de AI~nus, IV; 2.

1O.Cf. S"!"", Cap.!. ap.tYA.

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Campesinos en lJ ciudad. Bases agrari as de la pólis griega y la infantería hoplita

cénicos era la de un territorio poco habitado, y esto cont inuó s iendo así al me­nos a lo largo de los dos sig los subsiguientes al colapso de la sociedad pal a­ti na, pues la mayor parte de los habitantes, concentrados en la propia ci udad de Atenas - que en ese ent onces no era más que un congl omerad o de pobla­dos-, parece ha ber desistido d~ vivir en pequeñas aldeas 11. Los datos arq ue o­lógicos indican que duran k el s iglo VIII el Ática comenzó a poblarse. Según Snodgrass. etllre 780 y 720 a.c. la poblac ión ll egaría a multiplicarse por sie­te . E l estudi o de las tumbas hall adas en Atenas propiamente dicha y en el res­to de l Ática, le perm ite concluir que hubo un desplazamiento li gero pero neto de la c iudad hacia el camp()I~, dato e n verdad sintomático , puesto que Ate­nas participó escasa men tc de la expansión colonial en la que se embarcaron muchas comunidades gricgas en la era arcaica. Por es ta causa, la población ateniense no co noc ió, al menos en un primer momcnto, una falta de tierras que la impul sara a emigrar, cosa que sí experimentaron aquellos que tempra­namente tu vi eron que hacerlo.

El sinecismo de la A tenas arcaica se basa enteramente en la presenc ia de comunidades rurales que se expanden o se generan a raíz del aumento pobla­cional D Los habitantes de l Ática se aseguraron el control de los territori os medi ante la instalación de comunas agrari as l4 , lo cual impli có una suerte de col oni zac ión interna en la que los miembros de las aldeas hall aban un modo de acceso a la tierra t5 Este hec ho se perpetuó después de l s inec ismo, debido a lo c ual, como dice Tucídides, la mayo'ría estaba habituada a vivir en el cam­po (en IOIS agro/s) y no en la ciudad . Tucídides también habla del sinecismo ateniense asociándolo con una acc ión deliberada de Teseo l6 De su re lato se

11. Ver COLOSTREA" ( 1968). ~36 . Acerca del poblado urb"no de Atenas, SNOOGRASS (1986a), 29· 32. que

muestra que a comienzos del siglo VJII Atenas era un ct!ntro cuasi ~ urbano. poco más que un agru pamiento de al deas donde se refugiaba la población rural. lo cual supone una situación simi lar durante los siglos X y IX .

12. S"OOGRASS (1986a). 16·2.1 .

1.1 . VALOES & PL ÁCIDO ( 1998 ): PLACIDO (200 1): VA LOES (200 1): (2002 ). 107·.13, han guiado nuestras ideas .

ParJ una "isión contrari a a la aquí adoptada. que descree de un sinecismo temprano, véase ANDERSON (2003 ).

14. S~OOGR .' S S ( 1986a) . . 1.1·37.

15 . TRAILL ( 1975), 7.1 n. " alegaba que "todo el lern tonO del Ática. con un as pocas excepciones. debe ha·

ber eSlado :lsociado leóricamt!nle. si no realmt!nle . con uno u afro demo" , En general, las bases territoria les de los demos cl isl¿nicos se fijaron conforme a co ndiciones previas. dado que los centros aldeanos (más allá de

su di\'t!rsa consli tución) er~m una realidad langible y sus pohladores estaban ligados a una extensión de tierra ~slabl~cida. cuyas frulllaas geográficas n:lturales solían eSlar más o m~nos delern-unadas separando un área de o tm. Sobre 1" na luraleza tarilonal de los demos áticos, LANGOON (1985); OS"nR~E (1985"). 47· 63 : WHI·

TE HEAO t 1986).8·9.75·77 . 152·58; " simismo. NEM ES (1980): LIlHMANN (1992). Recientemente. cf. JONES

( 1999). 56·8 1.1.1'-4.1.

16. T UCIOIOES, 11. 14-16: PLUTARC<>. Te.te". XXIV·XXV: EsTRAB(lN. IX . 1. 21. La re lación , imaginan a, entre la

aClu ación de Tóco y los sucesos hislóricos qult se colocan bajo su égida es. obviamente . la forma lTÚtica Itn qu~ se piensa la fundac ión misma de la pólis en la propia Atenas. ESla construcción imaginaria puede \'~rs ~

operando ~ n di versas fU I!O[es literarias: d . ARIST( iTELES. COII.'i tifuciáll dt! Arel/us, XLI , 2. Y algunos fragmentos

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Juli án GJllego

extraería que el Á ti ca como base territorial del estado ate ni ense sería el pro­ducto no sólo de una coloni zac ión interna si no tambié n de un sinecismo típi­co q ue unificaría a las aldeas e incluso a otras organi zaciones que propendían ya hacia fo rmas políticas, religiosas y espaciales propi as de un a pólis 17 La expansión territoria l se habría atenuado durante una parte del siglo VII a cau­sa de los problemas agrari os de la época, pues e l campes inado habría comen­zado a ver restringid a su movilidad social y espacial a raíz del avan ce de la

aristocrac ia, aunque también debería considerarse la presencia de gra nj eros acolllodados , aq uell os que, en tanto hopli tas , en el último tercio del siglo fue­ron incorporad os a la ciudadanía l 8

En efec to, la ac umul ación econó mica y política de la aristocracia en detri ­

mento de un campesinado degradado se hace bien ev idente a lo largo del mencionado s iglo l 9 Este poder de los terrateni entes se percibe fund amental ­mente en el hecho de que una gran masa de pobres rurales había caído bajo s u dominación a través de una rel ación que los sometía a la s ituación de es­c lav itud por deudas, lo c ual implicaba que los campes inos empobrecidos

quedaran excluidos de una serie de prerrogativas, hecho cuyo punto extremo se comprobaría en el caso de los ve ndidos como esclavos fuera de Atenas. De alguna manera, la pertenencia plena a la pólis arcaica -s i es que esto puede ser pl anteado as í- se establecía según la posición de los individuos con res­

pecto a la propiedad de la tierra, elemento que ponía de m ani fies to el carác­ter conservador de la organ izac ión política, "pues su constitución era en tod o oligárq uica"~O Como ya hem os visto, en época de Dracón sólo los que tenían

hacie ndas libres y un mínimo determinado de propiedad log raban acceder al

derecho de ciudadanía. Quedaba as í delineada una doble impli cac ión : sólo se conseg uía ser miembro pleno de la comunidad siempre y cuando se alcanza­ra e l censo es tipulado, pero, a su vez, sólo se podía ser poseedor de hac ien­das libres si se pertenecía a la ciudad. El desarrollo de la esclavitud por

del pri ncipio. DIAM.'NT ( 1982). analiza el prob lema de Teseo y ta unificació n del Álica en e l marco de )a era

"reaica. WALKER (1 995), 14·15,195·96 . plantea que ya en el siglo Vl1l Teseo se había convenido en un refe ·

re nte de la unidad enlre Atenas y el Álica. Cf. MI LLS (1997),12·13,26-27.97·98: lambién VALD~S (1997).

G() USCHI N (1999 ) Sitll3 en el milfCO del sig lo V la revalorizaci ón de Teseo )' d sinecismo. Al respeclo, ANDER­St>~ (200.1). 48-51,134· 36.174·77 : asimismo CONNOR ( 1996).

17 . Ver COLOSTREAM (1 977). 135: MOR ROS ( 1987). 195 : WHIl1.EY 11991),58·59. Cf. as imismo CAVANAGH

( 1991 ). 10 7·8.

IR . Sobre ~ S l a ctlestión. C OLDSTREAM (1968). 362. En lOmo a la desacc!eración de la ex.pansión demográ­fica. ~lc" . c.",p Il (1979), 400 1\ . ID. ESlos dos elementos sugie ren que e l Alica pudo absorber el aumento

poblacional y qu ~ la nobleza rural comenzó a compelir con el campesinado por el control dellerrilorio, lo cual produciría una merma ell el movimiento de ocupadón de: la kltú,." .

19 . Cf. GSCHNITlER 11987), 106-19.

20. ARISTOTELES. COIl.'il;mcióll dt! AIt! IlUS. 11, 1-J. Cf PLUTARCO . Soló". XI II , 4-5.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias dela pólis griega y la illfantelÍahoplita

deudas reSulta un ejemplo evidente de esto, puesto que aquellos que caían en esta situación dejaban en términos positivos de integrarla comunidad, yeIlo por dos motivos: por un lado, habían perdido los requisitos efectivos de usu­fruCío aut6nomo de la tiel;¡-~:poreI. ptro,habíanperdidola coridició~d~ liber­

tad. 21 . Ens.u. po.c s. ía, Solón .... ma.n .. .. ifi.esta c.lar.am .. e. n.te .. q .. u.' e losc. a. ído. s.·e. n. e. sclav.itud no · tenían demasiados den:ch?s. ~ lo que a los filles prácticos debiÓ significar lisa y llanamente la exc\usióllde lacomunidad.Todoestopr~scribía [as po­tcncialidadesdc 'un conflicto ¿¡~il,que finalmente estallaría de manera vio-lenta cuando él pueblo se' levillltó contra los nobles22. . .

. . "'

Lo anterior nos estaría .mosttando laexc1'usión;cle los campesinos -funda­mentalmente)os que se halIab',lIlpor debajó delCensohoplila-de. las ésferas políticas e institucionales de laciudad, míenttasquelosagricúltoreshoplitas, entanlo lograran mantener su posición, no .se verían inevitablemente alean­zados por estasi~uación.Enereéto,aligual que en otras póleís\enAte~aslos problemas socioeconómicos sc manifestaría~entrelas clases agrarias empo­brecidas; en cambio, los labradore.s acomo(!adoshabíanempezado a lograr

;; una inscrcióninstitucional·Illcjor. Acasofuera por emular a éstos,e~tr~ otros . factores, que uml generación después de laactuaciónde 'Dracón aquéllos se

. '. rebelaron. dando: lugar a las reformas de Salón. sobre la esclavitud, las deu­das,la tierra y,endeJínitiva, la ciudadanía. ~nesteTl1arco, ;podrfam'~senton­ces 'argumentar qUe si bienlasald~ascampesinaspodían estar ya ' integradas. ;en una entidad mayor y tuteladas desde el centrourbano;dehecho~ ~1 menos :hasta la segunda ~itad d"e1 'sigloyU,loscornp()n~ntes de las cOlllUnasaÍdea­

no se verían a sí mismos como formando parte de la organización global la pólis, percibiendo a las instituciones de la ciudad comoalgoextemo a

sus propias fonnas cOlllunitarias; .

A partir de las políticas 'deSolón yPisístráto 'sc'produjounanueva acele­ración deIproceso de instala(;i6nde aldeas en el campo ático : Atenas apare- '

. . ci6entonces como una suerte de sociedad campesina, lo cual ; nosupone oh v i amerlte9 lleno exí sti eran dí spari dadessoci aJes entre los aterüeilses; Más aIlá de la mermaantes menciollada, el continuoestablecimientodealdeashi~ zo posible queeiltre los siglos VIII y VI la cmnunaruralseconsÚtuyera en un modo de poblamiento de la khóra,a .lavezquéen una forma precisa de organización social del espació agrario. Al comenzar Jaguerra del Pelopone­

'. so, Tucídides coÍTobofélba la vigenCia aún de esta .condiciónentte los atenien­ses: si bien habían acatado lapolíti!;ade Peric\es de protegerse dentro de las ,murallas de la ciudad, "este, traslado involuntario les resultó muy penoso,

Julián Gallego

pues la mayoría de ellos estaban habituados a vjvir en el campo". En efecto,

segúnloque consignabael propio Tucídides un poco antes:

· ·• ... Losatenicnses disfrutaron, por mucholiel11po de esta modalidad de asenta-. l~ien¡oautónomo en .el campo, yaún :despué~de que se produjo el sirtecísmo, por' haber nacidoy habe(seacos,tI,Irnbrado la m?-yoríade los antiguosy' sus posterio: ' re~descendjentes hasta esta gllerra de ahora a vjviren elc¡lmpo, sigl,liendo latra-.·

' diciÓn.,. Es;taban apesadumbrados. y soportában c~ngran 'dolor abando.nar por cornp]e!o sus casas y sus templos, que habían sido tradicionalmente suyos por siempre, desde tiempos de laantigua constiillción, y verse a punto de cambiar su . tipo devida. tras haber tenido que abandonar cada uno algo que representaba no , oiracosa que su propia ciudad"23. . .

. - - . - '. :

Esen este contextddonde el historiador.serefiere al ya' mencionado sine~ cismode Teseo, que habrÍa producido una centralización del poder tanto ell el orden polílico comp 'en el reJigioso.perosin cambios en las maneras reales de ()cupa:ción del espac;io. Tucídides había percibido cÍertasdiferencias elltre Atenasyelresto de las ciudades, y argumentaba que "los demás pueblos no alcanzaron. un desan'ollo igUal a cliusa de las migraciones" .• EIl otras.ciudac des ,lasluchashabríaifsidomásagudas que en Atenas, a raíz delocual, los hombres:'expulsadosde otra región de Orecü¡' por la guerra o por una revuele tainterna.: se'refugiaban ellAtenas por considerarla un lugare~table, y hac ciéridose al ,punto ciudadanoscontribuyerondcsde antiguo .a engrandecer aÚn rnás'\aciudad por el númerod~ sus habitantes"24. Sobre estabaseAtenas Co"

nocería suexcepcionaÍ desarT()Uo político, pues a partir (!~CIí;tenes las cOc muriasaldeallas adquirirían un papel estatalfundamental25 ; '.

". ' - -' '- .- .. - . - - . " .

Pero antes de avarizar en esta dirección es menester abordar el suceso singular producidppÓ[ja política soloniana, en la que la delimitación ' dela ciuóadanía xel ascensosqciopolíticodel campesinado se'entrelazan constl­tuyéndoseeri el soporte delapólÚ ateniense e , inclusodeIde~<.lrrolloposte:. '. rior· de .· la.primera demoCracia. Ciertamente, la acción de Solón debería concebirse como Ía"efecluación de un imaginario político; enel.quela pólis se estabJece .como la ' vigencia del ·, principio ' de ' pertenencia a 'la'comunidad " ciudadana} partir de lálibCrtad de sus llÚembros. Dicho deotrómodo, la pó­lisentrañala participación de todoslos 'hombreslibies nacidos en Atenas y esto es lo que comandará laproductividad(\el acontecÍmieryto. La figura del .

23; eL TuclmDE.~. 11. 14-16, lloRGEAl!Il (1993). 330-31: PLÁCl[)() (1997), 144-57.

24: TuCtDIDES; 1, 2.4-5.

25. THOMPsO" (1971), 720 ':Los demos,er.n incuestionab1ef1lente unidades lo~a1es,per() eso. no significa que tuvieran límites fonnalesQ 'queeslos,1írrutes fueran de. a1gunasig~ificaci6.n en ,las refonnas de Clístenes" ·. Por consiguiente. cabe suponer:junro con el autor •. que Clistenes ."lrat6 a los. demos~omouna serie de aldeas nisladas,no como bloques de t~rritorio". · . '. .

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Campesinos en la ciudad. Bases ¡¡grari¡¡s de la l'iÍlis gri ega y I¡¡ infantería hoplita

legislador cs. en este sen tido, la traza subjetiva del advenim iento de la polí­ti ca popular.

En efeclO. en la Atenas de finales del siglo VII aflora con fu erza la stásis pola ri zando a la ciudad en dos sectores contrapuestos: la aristocrac ia terrate­nie nte y la muched umhre ele los campes inos dependicntes. Aristóteles indica que los nohles habían somet ido a la mayoría del pueh lo a una si tuación de es­clav itud por deudas. siendo esclavos tn nto los pohres como sus familias yen­contrándosc compromctida la propia tierra en esta situación. La solución a cs ta strísis será , COItlO dij im os, la elahoració n políti ca de lapólis, según la for­ma que ésta adquiri rá n in ic ios del siglo VI como resultado del accionar de Solón. eleg ido árbitro y arconte parn que diera nuevas leyes y reorgani zara la ciudad26

Hemos hahlamos de dos aspectos inhere ntes a las refom1 as solonianas: ciu­dadanía y campesinado. ¿En qué sentido lo decimos? En un pasaje fund a­mental p,n'a la situac ión sociopolítica de la Atenas arcaica, Solón señala con respecto a esto lo que es ya conocido por todos:

.. La madre ilustre de los dioses olímpicos, la excelsa, la negra Tierra, de la que ot rora yo arranq ué los mojones hincados por todas partes. La que antes era escl a­va. es ahora libre. Y conduje de nuevo a Atenas. su patria fundada por los dioses, a mu~hos vendidos unos justa y otros injustamente, y a aquell os huid os por ur­g~ lllc necesidad que la lengua del Áti ca ya no hablabaJl , de taJlto deambular por doq ui er. Y a los que aquí padecían humillante esclavitud. temerosos de sus amos. los hice lihres"c7

Se trata, ciertamente, de la remoción de las cargas o abolición de las deu­das (se isákhth eia). No es nuestro objetivo aquí volver sobre los diversos ele­mentos asociados con es te controvertido asunt028 , pero sí proponer una lectura del te xto de Soló n en clave del problema del acceso a la tierra y la pre-

26. ARISTI'¡TELES. COllslÍf/l cirin de ArenllS. 11: IV, 5: v. 1~2; VI. 1.

27 . SOL()N. fr. 24 (Dieh\), 4-15 .

28. La bibli ografía t!5 t!x lensísima y no sería atinado abordarla en un eSlUdio de las caracterís fi cas de este

capítulo. Citamos aquí los lrilbajos qut!, tanto en d acuerdo como en el desacuerdo. han sido úti!t:s para nues­

tros tines : C.'TAUDELLA (1966), 7·127. con la críti ca de Éd. W tLL (t 969). Sol:lrc la situación de los campesi­

nlls en re lació" de dependencia rural , \'ON KRITZ ( 1940); ( 194:1). M ás recientemente. cl". A:-<DO ( 1988); RIBEIRO

FERREIRA (19R9): RIHLL ( 199 1); M OLlN.' (1998). Un est udio introductorio al tema de los ¡"íroi puede verse en

GERNET (t 9RO). :11 :1-22 . En su a"ális is del tema. FIN LEY (198.+). 169-88. infería que según su origen había di­

\'~ rsos tipos de: dependit!nles (esclavos por deudas, IIt!la¿momi, ¡Jt'lcírc/;)~ .... ¿use MossÉ (1979c) y. en ~sp~cia l.

~ 10RRlS (2002), 31-4 1. Sobre ICJs cUll dicion~ s e!conómicas g~naales, la propiedad de la tierra. la fuerza de tra­l:Iajo dopendiente. cL FRENCH (1956) ; ( 1962): HA"M"~D (1940); ( 1961); CASS"LA ( 1964). Respeclo de la le­

gislación agran" solon iana. L EWIS ( 1 9~ 1); M URRAY 098:1). 165·R2; W'XlD ( 1988), 89·98; L'HoM"E-WERY

(200·1); asimismo H.'RRIS ( t 997); D""INGUEZ MONEDERO (200 1 J, 19-2:1, 51-57. Tanto GALLANT (1982) como

FO:\HALL (1997) aportan, de distintas maneras. imponantes aná li sis de! los sistemas ag rarios en re lac ión con

las r~fonHas so loniJ nas .

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Juli án Gallego

sencia política del campesinado tras la acción del leg islador. El primer ele­mento que convoca nuestra atención rad ica en la atribución, por parte de So­lólt , de situac iones de esclavi tud o libertad a la tierra divinizada. En efec to, no es él un hombre al que el poeta político convocaría en caso de requerirse un hipotético tes timonio sino a la propia tierra, que a partir de su interven ­ción va a dejar de ser esclava y se hará libre . Como ha planteado Paola Mi­celi para otro cOlltexto hi stóri co, si hien la tierra no es la portadora de un derecho, todo ocurre como si la tierra se considerara como una suerte de re­servorio de las prác ticas que sus habitantes o usufructuarios desanoll ¡lIl:

"Es el la. m<Ís allá de los que la habitan, la que posee dichos hábitos: sus morado­res son meros inslrumentos de la tierra que se comporta como estructura. como reservorio de un conjultto de reglas que los hombres deben respewr. Los hombres en tanto habitantes de ese territorio devienen pract icantes de un orden jurídico que les precede ... Instituida como reservorio de las normas todo ocurre como si la tierra fuera la institución que instrumentaliza a los hombres en tan to apéndices orgánicos de la naturaleza inorgánica"29

¿Qué implicaciones puede tener lo anterior en una interpretación de la si­tuac ión del campes inado y su relación con la ti erra después de las reformas solonianas') La cualificación de la ti elTa como esclava entraña, conforme a la propuesta de Miceli, que quienes habiten esa ti elTa serán también esclavos, en tallto que se trata de un orden al que los hombres deben atenerse . El ca­rácter instrumental de los moradores del territorio esclavo los convierte a ellos mismos, apéndices de la tierra, en esclavos. Por analogía, cuando la tie­rra deviene libre, la cualidad de instrumento de los habitan tes hace que ellos adquieran , por añadidura, una característica semejante. El orden sigue atrihu­yé ndose a la madre suprema de los dioses, la negra tierra. Es en un segundo lugar en que hall amos mencionada la condición humana: vendidos , exiliados. esclavos. Pero todos parecen cambiar su estatuto una vez que son arrancados de la lielTa los mojones hincados por doq uier, que mostraban la esclavitud que la identi ficaba. Una derivac ión importante de este análisis es que si tan ­to antes como después de Solón la ti erra transmite su condición a los hom­bres , pasando una y otros de la esclav itud a la libertad, habría entonces una con tinuidad con respec to a los habitantes de la ti erra. En ge neral, se ha coin­cidido en que el legislador no realizó reparto de ti en-a alguno. Aceptamos aquí esta idea. Pero la eliminación de las cargas pudo haher significado el re­conocimiento de que las tierras amojonadas eran de aquellos que, como se señala en la Constitltción de Atenas, garanti zaban los préstamos con sus cuer­pos , implic::l ndo a sus prop ias familia s. Según el relato posterior, Solón ha-

:21}. t\I ICELI (t!n prt!llsal. De algún modo, s~ trata de e nt~nda los versos solonianos 1l1e!(afón camente, pt! ro

en forma diti!r~nl~ a l a qUI! plant t!a HARRI~ ( 19971. 1Q.4-7.

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Campesinos en.la ciudad. Bases agrarias de .la pólis griega y .la infantería hop.lita

bría expuesto a algunos lo que iba a hacer. Esta información sehabría divul­gado, y, aprovechándose, muchos compraron tierras con préstamos, de ma­nera que al llegar la cancelación de los mismos se enriquecieron30.)vIás allá de la veracidad del relato, lo quelógicamentese sigue es que las tierras con préstamos eran vendibles yque al eliminarse las cargas quedaban en manos de quienes hasta entonces habían respondido por las mismas pero libres de deudas,.fuerandueños nuevos o los moradores hasta entonces esclavizados, justamente envirtud de los préstamos contraídos. De los dos argumentos de­sarrollados se concluiría que, en real ¡dad, los pobres endeudados y sometidos a esclavitud habrían conseguido controlar las tierras en las que estaban asen­tados: la liberación de la misma fue la suya propia; una y otros permanecían ligados.

Por otra parte, poco antes de las refonnas de Salón todos aquellos que pu­dieran armarse como hoplitas pasaron a ser ciudadanos. Es de esperar, como ya dijimos, que esto se aplicara fundamentalmente a los granjeros acomoda­dos . Y también es factible pensar que no fueran éstos los que habían sido so­metidos por los nobles terraterúentes31 . Tras las reformas de Salón, los labradores hoplitas habrían quedado englobados en el nivel censal de los zell­

gitai, es decir, "los dueños de unayunta de bueyes"32. Por ende, al producir­se la liberación de los atenienses esclavizados, y puesto que su situación estaba ligada ala tierra de la que se habían removido las cargas, aquéllos ha-

· brían adquirido la condición de pequeños labriegos libres, probablemente -aunque no forzosamente'-- comprendidos en la clase de los theres, debido a sus magrosingresos33. Si destatuto de los pobres se define a partir del cam­bioen situación de la tierra, elactor de esta mut¡¡ción no es otrO que el pro-

' pio Salón, que al.tera radicalmente elordensociaJ al decretar la abolición de la esclavitud y la correlati va instauración dela libertad del pueblo:

"Eso con mi aut6ridad, combinando la fuerza ylajusticia, lo realicé,y llevé a ca­bo lo que prometí. Leyes a un tiempo para el rico y el pobre, encajando a cada uno una recta sentencia, escribí. Si otro, en nú lugar, tlenela vara, untipo malé-

.30. ARISTÚTELES. :Cofl.srifHcitlll de Atenas;· u; 2:lv, "S: VI. 2.

31. er. HANSON (1995) . 122-25. ,

32. La asociación emre :el/gira; yhoplilashasido últimamente crilicada por ROSIVACH (2002), al opinar

· que no se' deduc-e de las fuentes. ef. también WmfEHEAD(l98!); MURRAY H 983), 177; HANSON (1995), 111-

12: FOXHALL (1997), 131;.

· 33. C f. FOXHALL (1997). 131-32. que concJuyeque la mayor pane de la población debió haber estado en­globada en la clase de los ¡lIé¡eJ. de ,de aquellos con un diminulo trozo' de hueno hasta· los hoplitas : propiela-

.. rios de tierra lipo kulnk , Las estimncionesde otros aUlores señalan. en: realidad. una mayorpresenda -de, los

mésoi. enlre los que se conlarían lo, agricultores hoplitas: véase entre Olros, MORRIS (1987), 94, 206: HANSON

(1995),479: DONLAN 0 ( 97). 45-46.

98

Julián Gallego

volo y codü.:ioso de bienes, no hubiera contenido al pueblo. Si yo decido un día lo que a los unos les gustaba entonces, y al otro lo que planeaban sus contrarios, esta ciudad habría quedado viuda de muchos de SLIS hombres. Frente a eso. sa­cando vigor de todos:lados me revolví como un lobo acosado porperros,,34.

Serrata de un suerte de balance retrospectivo, que no debe hacernos perder de vista que estamos, ante todo, frente a una invención producto de. una de­cisión que hubo de sostenerse con fuerza implicándose subjetivamente. ¿Cuáles fueron los efectos de la ellllomra? Esta invención consistió en soste­nerque todos los atenienses eran iguales en tanto que hombres libres35, de modo talque todos e'ran ciudadanos, pues, al pertenecefaLmismo conjunto cívico, todos los miembros reconocidos de la comunidad t¡:ndrían asegurada su libertad y la de sus familias . La reforma de la pólis ateniense como frulo de la elaboración política del cuerpo cívico, si bien fue el emergente de un conflicto so<;ial articulado a partir de la contradicción entrelá aristocracia y el campesinado, de todos modos no se dedujo de la propia lucha. Revuelta social e ilTupción política no son lo mismo. El propio legislador destaca que sus medidas no fueron ni 10 que unos ni laque otros esperaban, y que para sost.ener su propuesta tuvo que moverse con vigor "como un loho entre los perros" . En definitiva, según indica Solón:~'Yo me coloqué como un mojón en una especie de tierra de nadie entre dos bandos" 36. La stásis arcaica, que implicó por cierto una lucha de masas, fue así el contexto en el que se produ­jo almismo tiempo lain:upción del demos rilral en la escena política de la ciudad. La Iegislaciónsoloniana sentó las líneas primordiales quemarcaron el desarrollo de un orden cívico, que giraría en torno al eje de la participación en el derecho de ciudadanía de todo hombre libre nacido en la comunidad, donde la posición iba a estar indicada como lugar en las relaciones y jerar­quías políticas. Esta apertura política de lapólis ateniense no resolvió ni anu­ló la contradicción entre la aristocracia y el campesinado perO instituyó un télmino que posibilitó que, en la situación transformada porel acontecimien­to, el conflicto ya no fuera socialmente antagónico,

Ciertamente, desde Salón en adelante los que poseían tierras por debajo del censo hoplita, o los que directamente no las tenían, serían considerados igualme'nteciudadanos:el derecho de ciudadanía implicaríála pertenencia

34: SO(ON, fe. 24 (Diehl). 15-27. . - . . 35. Sobre l~ política de Solón, VLASTOS (\946): FERRARA (19 64). FISHER (1987) Y MURRAY (1987) han des­

lacado la importancia de las leyes solonianas para controlar la h.Ybris que amenazaba arruinar la poli". er. MAqOU'X (1988): ARRIGHETTI (1990). Con especto a las prácticas polílicaspropiamente dichas, ver LoRAUX (1984): (1988): t.ombién BLAlsE(l995). Cf. GALLEGO (2003b). 269. .. . .

36, So U)N. fe. 25 (Diehl) , 9-- 10. O como 10 dirát.ambién en otra parle, fe. 5 (Diehl), 5-6: "Me alcé enabor­

¡ando-mi eséudo entre unos y_CitroS. y .no les dejé vencer a ninguno injustamente",

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la ¡;ólis griega y la infantería hO[JJila

política y la lihertad inalienahle para cada ateniense varón adulto. Sin embar­go. las clases censatarias de Solón muestran que, en tanto las diferencias eco­nómicas determinaran el acceso al poder político, en Atenas el gobierno seguiría sujeto a las jerarquías sociales 37 . El principal efecto político de la ell-1101l1 {a soloniana consistió, pues , en la elaboración y organización política de la póli~· . Esta configuración política de la comunidad dio lugar a la aparición de un campesinado libre , produciendo un cambio trascendental en las condi­ciones socioeconómicas38 Finley lo ha sostenido en más de una ocasión , proponiendo con claridad lo que las reformas solonianas supusieron:

"El campesinado había obtenido su libertad personal y su derecho a la tierra no sin luchas. en que también había conquistado la ciudadanía, el derecho de ser miembro de la comunidad . de la ¡;ólis. Esto en sí mismo era radicalmente nuevo en el mundo .. .'·39

2. Atenas después de Solón: una "democracia" agraria

En la Po/{tica , Aristóteles se refiere a las reformas de Solón como la fun­dación en Atenas de la democracia ancestral (pátrios demokratía), régimen político (politeía) que sustituyó a una oligarquía muy violenta poniendo fin a la esc lavitud del pueblo, cuya moderación se asentaba en una relación equi­lihrada entre los gobernantes virtuosos (epieikeis), que integraban el consejo del Areópago o ejercían los cargos electivos, y el pueblo (esencialmente los t/¡etes), que podía elegir y controlar a los dirigentes40. En efecto, según el fi­lósofo el pueblo elegía a los magistrados y les hacía rendir cuentas al finali­zar sus mandatos. Cuando Aristóteles alude a los ciudadanos que podían ser elegidos para los cargos recurre al típico lenguaje griego para referirse a la elite: los distinguidos y los ricos (gllórimoi kal elÍporoi), a quienes inmedia­tamente asocia con las tres primeras clases según el censo fijado por el legis­lador, esto es, pentakosiomédi/1ll1oi, caballeros (hippeis) y propietarios de una

37 . Sobre las clases censmanas de Solón, cf. THIEL (1950) ; VAN DEN Ol!D EN RIJN ( 19521. La permanencia de eSfa tipificación en la época clásica ha sido estudiada por WILLlAMS (198,:\). Ver ahora FOXHALL (1997), con

bibliografía actuahzada.

38. La nueva condi ción del campes inado no implicó igualdad de derechos polílicos para lodos pero sí per­rene neja a la comunidad y libertad personal de Jos atenienses. Varios estudios han subrayado esto: por ejem­plo. VLASTllS (1946): WATERS (1960). Y se ha hablado incluso de "juSticia social": cL MURRAY (1983), 165-82.

39. FINLEY (1982l. 114.

~O . En lo que sigue no desconocemos la problemática propia de la Alenas del siglo IV en lorno a la plÍtrio,V jJoJiuitl y a Solón como fundador de la pálrios demokralfa , Si bien es cierto que las ideas de Aristóteles ue­ben sil uarse en este contexto, estimamos que pueden hallarse en sus textos elementos relevantes sobre la hi s­toria polÍlica ateni ense. 10 cual trmaremos de probar en las páginas siguientes. Sobre Solón y la consütución ancestral, FiNLEY (1977),45-90; WALTERS ( 1976); LEvY (1976), 173-208; Musst (1978b); (1979b): HA~SEN (1989); (199 11, 296-300. Acerca del aná li sis aristolélico en lorno a Salón, WEIL (1965), 165-68.

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'.'

"

Juli án Gallego

yunta de bueyes (::.e ICgíta i)''.I, mientras que los tlletes no tenían participación

alguna en ellos42 La organi zac ión hacía hincapié en la riqueza agraria , en

particular la propiedad de la tierra, como requisito para la participación, fi­

jando un mínimo censal moderado que incluiría a los labri egos43 , Conside­

rando el contrapeso de poderes postulado por el fil ósofo entre el consejo de l Areópago , oligárquico, los magistrados electivos, aristocráticos, y los tribu­nales, democráticos, el hecho de que la llamara democracia sig nificaría que esta etapa de la hislOria ateniense se estaría evaluando desde la perspecti va de lo que él mismo catalogaba como el mejor tipo de democracia, la rural, debido a la mesura que la caracterizaría. Esto difiere marcadamente de su perspectiva sobre el régimen político que se crea con Efialtes y Pericles , la

democracia moderna (11."' 11 del1lokratía), que ya no se encuadra entre las for­mas de la democracia rural sino entre las que no imponen ningún tipo de ca­

lificación censataria, y en las que el puehlo llano -en este caso los marinos44-

se convierte en el sector fundamental. Lo característico de esta forma es el

dese nfreno, en tanto que las leyes ya no oc upan el lugar central sino los de­cretos del pueblo, ni son los mejores los que ejercen el poder sino los dema­gogos-l:i.

En efecto, en el marco de su examen de los regímenes políticos, Aristóte­les traza diversas distinciones al interior de uno u otro tipo de politeía a par­tir de las funciones o actividades que podrían preponderar en uno u otro caso,

Confoffi1e a esto, en el punto de partida de la clasificación, el primer grupo aludido como parte de las ciudades es la multitud relacionada con la alimen­taci ón (peri tel! troplléll)46, sector que aparece también insinuado cuando se

señala la coincidencia existente entre el servir de hoplita y el ser labrador (ho­

plitelÍei/l kal georgeíll)47, o al señalar en primer lugar a los campesinos (hoi

georgot) entre las distintas clases de puebl048 , Claro que entre la mención,

por un lado, de los dedicados a la manutención, y, por el otro, de los agricul­tores, Aristóteles ha introducido ya todo el problema de las dos clases princi-

41 . Cf. \VALLACE (1985), 48-69. Es necesario enfatizar que la confluencia efecli," enlre las Ires primeras clases uel censo so lonin.no sólo acontecerá cinco años después de las reformas de Efialtes, momento en el que los cellRirui le'gran acceder al arconlado )' al consejo del Are<ipago. CL RIHLL (1995 l. 90-91 .

42 . ARISTMuES, Po/iriClf , 1273b 35-1274a 21.

43 . /I>iJ , 1291b 39-41.

4-1 . I/>id , 129 1b 20-24 .

45 . /I>iJ .. 1292a 4-37: 1292b 41 -93a 10: 1298a 28-33; 1305a 28-32 ; 1319a 24·b 32.

46. /hid .. 1 290b 40.

47 . /I>id, 129 1a 30-31.

48 . /hid , 129 1b 18.

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Campesinos en la ciudad, Bases agrarias de iapólis griega y lainfantería'hoplita

,pales y los regímenes político~correspondientes" puesto queJos labriegos son no sólo una parte de la ciudad sino también una clase o fracción dentro de los muchos y pobres que constitúyen el pueblo. El reiterado primer lugar que ocupan los Jabradoresen las enumeraciohes de la Política no resulta va­no sinó que se Jiga directament~con un tipo de democracia, la primera, me­jor y más antigua de todas, aquella basada en el mejor pueblo"elcampesino (demos ho georgikós). que vive de la labranza oel pastoreo (ap()georgías e I/omes):

" En efecto. dado que no tienen mucha propiedad (ufe¡Jollell ousrwll.están ocu­padosláskho!os). y por consiguiente a menudono,asisten ala asalTlplea; y dado que no tienen lo neces<lriopasaneltiempo en sus trabajos y no codician lo aje­no. sino ¿lue Iesresult¡~ más grato trabajar queparticiparenpolíticay gobernar (l'OlileÚeslhni kaí ál'khein). siempre que en lós cargos el ingresohO sea grande, Pues los muchos (llOi polloí)aspiran más a Ia,ganandaque alhonór"49.

Arislólelesreconocerá inmediatamente que estásÍluación eslambiéri com­patible con formas de tiraníáy oligarquía, siempre ycuandb se le,spermita a

,los labradores trabajar y no se les ,quite nada, Los' matices que ,sedesprendeil de esta ambigüedad sociopolíticase deben a que este tipo de pueblo presta­ría su consentil,nrento tanloen Hcaso de podei: elegir autoridadesy.hacerIes rendir cuentas cqmo en eJcaso ' d(!participa~rotativamenteenlaeJección de los cargos, en ta~to que seIesreconozcaa los muchos la capacidad de deli­berar. Y esto es jtlstamente lo que le permite al filósofo alegarqueéste, es, un tipo de democracia50• probablem~mte ligado a Ias..fonnas ,más antiguas, .que

'habría estado vigente en muchas CiudadeseQlasque esestableci~ron dispo­siciones que ligaban la posesión ,de deterrninaqé:l extensión de terreno,la cer­canía con respectoaJ centro urbano, la irÍalienabilidadde los lot(!s, etc~,con la participación en el gobierno51 . La síntesis másabstractade susobservacio­nes sobre este sistema Aristóteles nos la brinqaeneIJibroTV,al iniciar el aná-

" lisis de los diversos regímenes: , ~

"Si la clase labradora (lO g(!Orgikóll) y la poseédorade Umi propiedad moderada (lo keklelllénolllliel/'Íall ousíi:m) son soberanas del régimen político, segobiernan según las leyes; ya que los quetrabajan tienen que vivir, no pueden estarociósos

"(skllOlázein). de modo que corifiados(epistésantes) eril~y asisten a la'sasambleas

49, 11,;,1.. Im~ 6·17: AI respecto, vépseLI~'-(1992). "26, Cf~Pofír;c(/. 1305a 18·20; "Además. como -'ento nces !;IS ciudades no. eran gr~mdc5. ;s.ipo , q~e· el: pueblo vivía en .,los, campos (epi ton agro,,)' e~ta~do ocupa":

do con su, trabajos .. .'':; IJ 19a ,0·320 "Los que cultivanla tierra (hnigeorgo"n'es) al estar diseminados por el campo (dit'S/JCí,·iJ¡a; k~ffd ten kluiran) nó 'se, enc~entran ni tienen laoJ~i..sma ~ecesidadde ésta -rcunió.n (sytJ(ídou) [la o"1mb"'"j", ' ' , , ' , ,

50,¡";",. 1.11Rb 18·27:

7 AA 4

Julián Gallego

necesárias; y para los demás está permitido participar si obtienegel censo (klé·

sO/l/rJi 10 tímema) determinado por las leyes, Pues en general ,eln(),estar permiti- , do a lodos es oligárquico. yerestar permitido a todos esdel11ocrático; de aquí que esté permitido participar a todos íos que lo hubieran adquirido (klesal1lé­

lIlois). peroles es imposible estar ociosos porna tener ingresos. Por ende. en vir­tud de e~[as causas. ésta es unafotmade democracia"S2

Esta breverevisión de la clefiriición aristotélica de la democi-ac;'ia rural nos presenta algunos elementos que son compatibles con 1.a descripción hecha por elfilósofo respecto de la situacióninstaurada a partIr de las~efonnasd~ Solón 'enNenas y otros elementos9ue nose encuadran pl<::n.alilente53. SI bielrt~as la aciuación'del legislador la participación en los dife~entes órganos del'aobierno ateniense estaría basada en un censo econólT\ico, ,a diferencia de lad~scripdón genér¡¿avist~recién, en Atenas se había admitidoJa inte,n:en-ciónpoIítiqi de aqueUosque, en realidad, no tenían que lo~rar ~ens? ,rtlUlImO alguno, pues los thetesse incluían en un rango censal queIballlpotetIca~en­te de Oa200 medimt)os, Es aeste grupo al que sele concedIÓ la capaCIdad de elegir yhacer rendirc;uentas a los dirigentes, facuItad que' ,~nla democra- , cia agraria, 'el filósofo¡1gabacon la aCtuaciÓn poI ítica del puebl~ labrador, en , la nledida en que se contentaracorí elegir y controlaralosmaglst~ado~. Est~. dive'ruencia s,e vería ac;entuadapor el hecho de que a lo lar~() d~l pasaje cón , que i,';iciamos esta se¡;ciém, puebloremiteíndefeetiblementea losthé,tes-que, en el marco de las guerrasmédicas se haoríaritránsforrnado en causa del .po­

der naval-,y prescinde, de loszeúg¡tai,quepo,?rí~msere~cua~~~d()s. p~rf~ct~: , merite en las caracterizaciones del pueblo labrador que VIIT1,os , e~10,s dIStlntos fragme~tosde la Política enfósquese habl,a d~ él .. Adem~~; ~i ?i~n a lo la~~ go del texto aristotéliyo quedas~fieient~mente claro ,que erj\tenasla derno" craciamoderna es la , que se"cIasificaen otros párrafos yomo,}a del cuarto tipo,ocomo la última.() cOfTlQI~ más r~cieriteS4, ho, és.igu~lrp:~nwci~rtoqu~ lademocracja ancestr,al soloitiana se corresponda estrIctamente con aquella en laque predominanl6scainpesinos, al menos confof1lle a los criterios de

Aristóteles que hasta aquí hemos comentado.

52, lIúd" 1292b 25·34 , '" , " , ' . " " .' ' ' 53, Anal'izondo el te<to aristotélico sobre las reform;sde.Soi,Qn apartirdel eon':ept~ ,1~constituciónmi~­

to. L¡NTTOT (2000), 156·57. propone que si bien ¡¡oeslegalme.n.te:una demo~raeIa yophtlca.s~, .t~ara al menO$ de una fonna po\ílicaen la que los hoplir¡¡stuvieron un rol do~nante, T~mh~éD senalaque Anstoteles nodes~ cribe la constiluci~n de Sol6n corno ':I:na pofiteía. pero como vimos. el t:nruno e~ .menclOnado c.uando s: ha bla de la mezcla eorreCla del régimen político (mltallla kaloHen politeu,n). que J~st~mente I,e SIrve a LIOUot par~ ' ~ó . ~n·Ólisis de· la constitudó·n mixta. :El .autor tarilbién : de~taca que .en~la era ~c(llca. seg~n _ ARISTl}~~ES. Poi'íl;co.1297b 22. 25' (Linttol comete un desliz en los números de las líneas citadas): "' '',debIdO al c,recuroen. tode las ciudades yal fortaleci'núento ddos hopliras.Ia,participací,ól\ en el régl~enpohUco fue mas ampha,

Por ~~.~. -I~~que -ahora lIamamos · phlite{i~i 1()5 antiguos lasllam~baij democracias

54, ¡"id .. 1298028·3,; 1292b 41 ; 1305a 29: 1319b lo

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Cmnflesin os en la ciudad. Bases agrari as de la ¡'ó lís griega y la infantería hOfll ita

Algunas consideraciones del propi o Aristóteles acerca del proceder de Sa­lón tal vez puedan echar algo de luz sobre esto. La primera hace referencia a la prohi bición establec ida por el leg islador con respec to a la cantidad de tie­ITaS que podía adq uiri rse, lo cual sólo sería posible dentro de ciertos límites. Resulta interesan te Cons tatar que esta menc ión aparece en el marco del aná­lisis de las disposiciones indicadas en ciertos tratados para regul ar la magni_ tud de las hac lcndas )' la repercusión que ello tendría en el funcionamiento dcl s i s [en~¡~ político, eva luación que le hará postular la importancia del térmi-' no medio» . La segunda reJlexión gira también alrededo r de este último pun-' to , al : ubl?yar que, al Igual que los mejores leg isladores, Solón pertenecía a los lII es{¡ /:>6 Más ¡¡l lá de las dificultades que entraña la idea de clase media o qyé, podía significar e l hecho de que el legislador formara parte de ella (q u~ el fJlosofo dice dedUCir de la propia poesía soloniana)57, 10 importante es la Imagen que ambas observaciones nos brindan: la regulación de las hac iendas de,bería tomar en considerac ión la búsqueda de un equilibrio, hecho que ha­bna Sido una preocupación significativa de Salón en tanto que legislador pro­cedente de la clase media. Por otra parte, la caracterizac ión aristoté li ca de los lII ésoi nos brinda un argumento a favor de la asimilación de éstos con los la­brad ores: ni un os ni otros codician lo aje n058 . Conforme a todo esto, si reto­ma~1?S a,hora la tipifi cación de la antigua democracia ateniense propuesta por el fil osofo, cabe ded UCir que la índole oligárq uica del consejo de los Areopa­git as supone el grupo res tri ngido de los pocos )' ricos -y así sucedía de he­cho-, mientras que la .integración de los rh ites en los tribunales con ll eva, por el contran o, la partlclpacl ón sin cuali ficació n de los muchos)' pobres. Es pues en e l desempeño de los cargos electivos que debería buscarse e l punto de equJll bno, es dec ll·. el término medio: habría una exigencia de cualifica­ci<Ín basadn en la propiedad pero que se situaría en ni ve les moderados , habi­IlIandoasí a los ::.eltgira i , usualmente vis tos como hoplitas, a ser parte de esas InstanCJaS de deci sión políti ca.

. Por o tr~ parte, cabe advertir cierta difi cultad en la delimitación de la pro­Pledad mllllma de los labradores as í como en la ubicación en su clase re spec-

55. lI'id .. 1266 b 14-28

56. lbid .. 1296a 18-20.

57 . Sohre e l probkma de los /IIésoi en Ari sróteles. cL LtNnTlT (1992). 126 Y n. 25: (2000). 161. 165-66. Respeclo de I:l '"la bil idad de una clase media en IJ~ I}(jlt'ix griegas. ver MEIER (1 98B ,. 117~27 . Y las críticas de

F!~'LE \' ( 1986<1),22-23. 6-J n. 48. que hace una lecrura lora lmenh! opuesta. Úhimamenre la presencia de los l1Ié­.1''', en el desarro llo de las /,,;/ci1 ha sido ddendida por H AKSON ( 19951. 108-26: Dtl~LAN (1997 ,. 46-47 : Mu­RRt' eO()(J), 109-66: E[)\\,.'R[)S (20041. 76. 125-26.

58. ARISntTELES. PlJ/frico. 1295h 30: ()tfft' ... ,tm ul/m,,[oll ... t'/}irilYll/mi.\'ill: 13 18b 14 : {(i n aIJor,(oJ/ ol/k

"/Ji¡IIYllloúsin . Evj{knremenre. en ambos casos las expresiones utilizadHs Son similares. lo cual reforzaría la asoc i~l c ión esrabJeciua.

104

Juli án Gallego

tiva seoún las clasificac iones aristotélicas . Habíamos visto, en efecto, que la ciase I:bradora y los poseedores de una propiedad moderada (merría ollsía)

~o podían es tar oc iosos (0 11 (Nllallta i skho/úz.eill) sino que tenían que tr,aba­jar para viv ir:W, o, di cho de otra manera, al no tener mucha propiedad (me po­

lIe ollsía) ni lo necesario solían estar ocupados (áskholos) )' pasar el tI empo ~n su trabaj o60 Sin embargo, estas mismas cualidades van a ser usadas por el filósofo para distinguir, dentro de los diferellles tipos de pueblo, a los cam­pesinos (hui georgoí) de las otras clases popul ares, entre las cuales cncont ra­mas a aquell a que al poseer una propiedad peq ueña (mikr{¡ ollsía,) es incapaz de es tar oc iosa ( lil e (NI/osrhai skho/áze ill )6 1 Tal vez la separaclOn que se ha establecido en es te ú¡;imo ejemplo no sea relevante en cualllo a las derivacio­nes políti cas ocasionadas por las mencionadas condiciones soc ioeconómicas para los sec tores enumerados: en todos los casos, la pro plcdad (modcrada, no mucha, peq ueña) generil una fa lta de ocio que deterll1l11a el tIpO de part~clpa­ción cívica que es tos grupos pueden desarroll ar. En este punto, podna ser ilustrativa la perspectiva aristotélica acerca del último tipo de democrac ia, cronológicamente hablando, que en Atenas es la que reemplaza a la democra­cia ancestral:

"Por haberse vuel to las ciudades mucho más grandes que al principio y por te ~ e r

a di sfl osición una abundancia de recursos, todos participan del régimen polítiCO debido a la preponderancia de la multitud, y toman parle y gob l ern~n porque es flosible estar ocioso (cNllasilloi s/.:/¡olázeill ) y porqu~ los pobr~s (Op OroIlS ) ga~an

Ull salario (//lisilIÓIl ). Y la multilud (¡,Ie/hos) de esta IIldole es la enteramente OCIO­

sa. pues el cu idado de las cosas privadas no los ata (empodíze i ) en absoluto, pe­ro ata a los ricos (¡J/O/lsíO/lS) . de modo que a menudo no toman parte de ,l as asambleas ni del acto de juzgar. Por eso la mu]¡itud de los pobres llega a ser so­berana del régimen polílico, pero no las leyes .. 62

De manera que en la concepc ión del fil ósofo, existe toda una gama diver­sa de sec tores que viven de sus propios recursos63, y no de lo que pueda proveer el es tado, circunstancia que los torn a vulne:ables a los requlsllos ec~­nómic os derivados de la gestión de sus fincas (baslcamente agrafias), mas all á de que éstas puedan ser grandes - como la ci ta previa parece denotar en

59 Ibid" 1292b 25-28.

60. lbid" ¡:\l Sb 11-1:\ .

6 1 Ibid .. 129 1b 17-26.

62. lbid. 1 29:1a 2- 10.

63. Acaso le cupie ra il este conjunto heterogéneo de productores agrarios la forma de adquisición de bie­

nes ligada a la oikOl/IJlllía defonida por ARISTC)TELES. Po/íliClJ. 1256b 26-39. que el fi tó'.ofo conecla con una

máxima solo niana: "ningún límüe vis ible de riqueza está estable~ido para ~o~ hombres . El marco para es te

rdrán es la definición de autosuficiencia (ll urlÍrkeill ) de la comumdad domesti ca.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la p6lúgriega y la infán;ería hoplita

relación con Jos ricos- , Illedianas o pequeñas -de acuerdo conIo vistoante­t:lOrmcnte;-:. A partir de esto cabría disting~irdOscuestiones: pórunlado, un teConOClmtento, hecho a la pasada por parte de. AristóteJes de la .. ' t . I . " .' . ' . . .' , exts enCla (e Isbnegos ubIcados soci.almente por debajode'(os campesinos que consti-tuyen el meJor~tpo de pue?lo, pero que cOmpartirÍan cO I1 éstos la exigencia de un trab.a¡osm c1audlcactOnes;.por el oti-o, la posibilidad deénmarcara las Ires primeras clases censatarias de las reformas sOlonianas dentro de l . . de propietarios referida ¡¡ntes,mientrasqlfelas tranSfOnllaciones llev:;:;I: c<lbo por Haltes tPericles producirían el ascenso político deun pueblo que al cobrar u~ salano por su participación institucional se'encuadraría dentro de esa multitud OCIosa definida porAristóteles,

Podría decirse entonces que, hasta la actuación de estos líderes el m d I político operante en Aícnas habría sido lo que el filósofoconside';a el p~i;e~ tipo de democracia, la ancestral, asentada principalmente en el elemento campeslllO, pos~cdor de .una propiedad moderada; políticamente habilitado para gobernar y apto paráarmarse con lapallopliahoplila, percf que partici­p~ ?OCO de la actl:'ld~d cívica P9[SU falta de tiempo ocioso asícomo por el hecho dequeeleJerctctOd:19scargoseStáfijadQ según un censo económi­co, de modoq~e los m,ísaltosrecaensobrelosdemayorríquezay así suce­slvamenle64.Sm embargo, en el lapso asignado paralavigencia de las reformas de Solón quedan afuera la tiranía de Pisíslrato y 'Ias medidas de Clísten

. '. , . . .. ' '.' .' .... ' es, aco,ntcclmlentos,lInponantes que introducen modificaciones en el régimen POlttICO. La tlrama, obvlam~nte, supone unamulación, adjudicada a lafornla

· auqutrlda ~o~laantigua as~ciaciónde IasfigurasdeJ demagogoyel estrate­go ,en un.'l mlSlllapersona. Este será elmarcoparala actuación,de PisÍstralo. ASI , la tIranía se. daría en ~I contexto de ciudades no muy grandes , con un pueb~o ocupado en sus tareas agrícolas yconduCloh!s del pueblo (prostátai) plOCltvcS a la behcost~ad('5. Ahora bien, el tipo de pueblo al que se alude aqUí es el mIsmo que constttuyela base de la democracia antigua, cuya dedicacion a ,la labranza .es alabada P?f Aristóteles y que es capaz de tolerartanto tira­nJascomo oligarquías si no se les impide trabajar sus tierras ni se les quita nada

66. Notemos.que en el pasaje de la demócraciaalatiranía'labasepopu_

1m: del gobler~~s.tgue stetido agraria~ Esto supone un cambio de enfoque Con re~pecto al analtsls de las ~eformas solonianas, en las que, como vimos, el tér­mInO pueblo relllite siempre aIosthhes, . grupo que se constituirá en ,el sosc tén 'político de la. democracia reciente; Tal vez fUera por este sentido de la ___ o. . _: _.

65. ARIST<'lTELES. Política. 1305a 7-9, 18:24 . . 66. Ibld, 1.\ 18bn-20.

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Juliá~ Gallego

disquisición aristotélicaquesólo se hable de pueblo en relación con este gru­po: Elhecho de que latíranía se asiente sobre el pueblo rural, comono podía ser .deotramanera, debe pues alterar nuestra perspectivaaceica de quiénes formarían el puebloenépocasoloniana. Esta'continuidaddelpueblo agríco­la es un elemento a tener en cuenta ensu visión de larga dUración sobre la constitució!J soloniaria.En . estesentidó,de acuerdo con lo indicado . en el apartado pl:evío. como consecuencia de la Jíberación potpmtede Solón de los pobresiurales caídos en .dependencia, la cualidad agraria sería en cierta me~'idacompartida tanto por los zeugftaicomo por lostheres, ál in'enos has­ta fines del siglo VI () hasta Jaconclusiónde las guerras médicas inClusive.

Por otra parte, las refoffilasdeClístenes, que tal vez n'o cercenaran el po­derlradicional de los Areopagitas, fueron S,egún laexpresióliaristotélicamás democráticas que las ,de Solón67;y según se desprende del contextoen el que son .analizadas en la 'Políticadeberíamosasociarlas conl~últimaforma de dethocracia68 Pero encasos como éste, Aristóteles considera útil el hecho de quesecreen más tribus (p{¡y[aí) y fralrÍas,se . restrinjan los rit()s cultuales' a unos pocoscomunes'y se mezcle a los ciu'dadanos. PosiblelTlent~, Aristóteles no tuviera una visión,del todo contraria a la:actuación clisteniana69; dadoque hay revolufiones queJlevandela democracipncestral a la. más reciente, des­de ese momento "los cargos son electivos.(fÚ¡iretat), pero no con arreglo a un censo (apOtimemátoÍl),y e\pueblo ~Iige", y ocurre entonces que ~~ los líderes populares que ambicionan los cargos (deirwgogountes hoispouqal*hiontes) hacenhincapié en esto, de manera que el pueblbes también soberano de las Ieyes';.Para que esto, no suceda o suceda en menor grado, la s91ucióna adop­tar,según Aristóteles sería que las tribus a4juciiquen los cargos y noel pueblo en su conjUnl070. Asípues, si bieri' las resol!Jciones de ClísteneslIevan al úl­

'. timo tipo d~democr~cia, su órganizacióndéJas tribus podríaserconvenien-

67; ARlsT(rrELES, CO/lstltució/l de Ate/l~s. 111, 1'6; IV. 4;V1n, 1-4; XLI, 2, Cf. WALtACE (1985). 70-77. Según se deduce de la ar2umentación de RHOOEs(2000). I 23-24,.Ias·reformas de Clfslerie.s.n'o alteraron los poderes del consejo del .";';;"pago. lo cuaneiminaría influyendo en la coyuntura posterior cuando los AreopagitaHO­marOn '¡mponantes decisiones judiciales que favorecieron a Cim6n. Si suponemos, en cambio,queel consejo de ex arcontes adquirió podetesadicionales que luego Efialtes hubo de remover.; entonces dichos poderes de­

bieron adicionarse tras las refonnas de Clistenes. Ce. también RHoOES (1992), 72'73. '

6$. ARIST<)TELES, pólítlclf, IJI9b .1-2, 19-27.

69. Sobrelahmhigüedad delas n¡~dida.s de Clístene.según'a perspectiva aristotélica,cC: PLÁCIDO (1995.\,): si bie n setiala de1Jn cambio 'quecon>Olida .lapo/iteía, es 'lambién el momenlo en que se sientan· las bases ¡ia­raqilese pueda participar políticamente sin tener acceso a la posesión de la klróríi. L3.visión del filósofo es­taría~iatcada porla crisisdela democracia y el sistemahoplftico durimle el siglo IV: cuando los labrador,es entran en una situación de d~c;:¡dencij).

70lbld.,130Sa 28-32. Se recordará en este contexto que HERÓDOTO (VI. 13 t;'I) es ell'rimero que hace de CIí~tenes el fuAdador de la dFmocratia ateniense, .a.sociando es le hecho con la creación de la.s tribus. cr. GA­LLE¿(j (2003b " 262-71 .

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Camres illos en la ciudad . Bases agrarias de la I'ólis griega y la infantería hoplita

te para modificar los desvíos de este sistema . Por o tra parte, quizá sea escl a­

recedor de la situación ateniense la diferenci a entre la actitud de la multitud

del cí gor~ . qu e acude habitualmente a la asamblea, y la de los la bradores, que no te ndnan la mi sma neces idad de reunirse. E n las ciudades con orandes te­rritorios, que por fu erza ti enen a bue na parte de la multitud v i v i~ ndo en el campo (epI ron (/gro,, ), aun c uando exis ta una muchedum bre que frecuente el ágora es posible es tabl ecer una buena dem ocrac ia (del/lokrarfa k/¡resré) si no se reali zan asambleas s in el pueblo rural (kara re" kh rí ran )7 l, Esto reve laría que , aun siend o esquel1l cí tica, la imagen de la democrac ia antiQua trazada en

la Po/frica res ulta válida, Si la ex pos ición prescinde de la tira;ía de Pis ístra­lO y de las refonnas de C líste nes es porque, en algún sentido, ciertas cond i­ciones no ~abrían vari ado: el poder de l co nsejo del Areópago, que tras las guerras medicas seguiría siendo el g uardi án del régimen político (Tés p o li­

reías /1//."/oké)72 , aseguraría la conservac ió n de la democrac ia antigu a, mi e n­tras q ue la importanc ia del pueblo agríco la representaría un equil ibri o para el

liderato de los ri cos y dis tinguid os 73; sum ado a todo lo anterior habría c ier­lOs cargos qu e se proveerían a partir de la organización por tribus .

E l rol de los campes inos atenienses resulta entonces un elemento fund a­me ntal para comprender los desan'ollos soc iopo líticos del último si olo de la

época arcaica , Examinando los problemas de la autorid ad y el pat~on azgo, F ll1l ey apu ntaha que tras las refoffil as de Solón las disputas por el poder en­tre las principal es famili as aristocráticas se concentraron en los demos, vecin­

dan os rurales donde aquéllas y Jos campesinos poseían sus fin cas an cestrales yen los que los líderes promoverían sus calTeras políticas despleoando su ri ­queza en fun ción de un patronato local74 Pi sístra to y Clístenes bu~carían res­tri~ g ir o po ner fi n a es te mOdel? En fun ción de esto, el primero instituyó prestamos para los campesInos7) y jueces de los demos con e l propósito de

controlar las situacio nes allí mismo, que brando así el poder jurisdiccio nal de

7 1. ARIST'iTELES, Política. 1.119 .. 28-38.

72. /t/(!IIl, COJ/slifllc ión d~ AleIlCl.\'. XX\', 2; cf. 111. 1·6: IV, 4. En lorno a es ta cuesri ón, CAWKWELL (l 98B ); RIHLL (1 9951, 88-90: cf. DE LAIX ( 197 .1), 29-30.

7.1 N.o prl!(~~ <..Iem~s ~~ra nada confundir el carácter de las reformas de Solón con el de las de Clístenes. Las ml!d l~as de e SI!! Sl~nt hcaron un cambi o no únicamenle en relación con la tironía sino también con respec­(O a las I~et orn~as del primero. Como ya dijimos (e( . . wpru. n. 40 ), Aristóreles (eL COlIstitución de Ale/lUS. XX IX.

3) era I nbu~an~.de la concepción del siglo IV sobre laptÍfrios ¡WlilefU , que hacía de Solón el padre fundador ~e . 1a conSlltUClOn. lo cual era claramente t!x presado por JS()CRATES. Areopuxi'¡co, J 6: "Argumenlaré que el

umeo modo de re pílrar .n~esl~os . preselllcs rnales y evitar otros riesgos fUlUros consiste en desear que se res­laure aquell a de mocracia IOslIlulcJa por Sa lón ... y restablecida por Clístenes".

74. Véase '" r<cienle anális is del prob lema en J"~ES (200~ 1. 55-85.

75. Posiblemente , como seguro de s u bsisre~c ¡ a en épocas dI! cris is agraria para que vivieran de la labran. za, desiJ lentando así las re laciones en lrc! p,tl ronos y cl¡emes.

108

J uli án Gallego

la ari stocrac ia76 Resulta s intomáti co que el a utor de la COlIsritLIció" de Ate­" as no se prive de alabar por dos veces a Pi sístrato, no sólo al introducir las observaciones que a continuación transcribimos sobre los labradores ocu­pados en el campo, que dejan a los polít icos el manejo de la ciudad y los asuntos públi cos , sino también al manifestar que Pisístrato gobernaba mode­radamente ( l1Ietríos ), más cív ica que tiránicamente (mli /lo ll polirikos e tV!'GII ­

nikos). Y res ulta asimi smo interesante co nstatar en la mi s ma fuente la típica mul etill a aris toté lica sobre la situació n campesina as í como un lenguaje to­talmente semejante al utili zado en la Política para habl ar de las mismas cues­tiones:

"Hizo esto [dar préstamos] por dos moti vos, para que no pasaran el tiempo en la ciudad (en ro ásrei ) sino diseminados por el campo (diespClrmél1 oi kOlá lell k/¡ó-1'( 11 ). Y para que, teniendo una abundancia mesurada (el/poro/tilles lO" lIl ell'Íon )

y estando dedicados a las cosas privadas, no codiciaran ni es tu vieran oc iosos (lIl é,. epifhvmosi méfe skholázosin) para preoc uparse por las cosas cOlllu nes,,77

Las refonnas de Clístenes, a su turno, mantuvieron la d ispersión de las al­deas, pero las transfonnaron en subdivi s iones cívicas del es tado ate niense78 , produc ie nd o la elevac ión de las comunas campesinas al rango de dem os, es deci r, poderes políticos y ten-itoriales de base li gados al gobierno central79 , Es to debió producir alteraciones en el pl ano de las comunidades local es y e n los linajes ar istocráticos, afirmando la unidad del cuerpo cívico y quitando a la ari stocrac ia un a cuota importante del poder que detentaba sobre la base de la estirpe: desde entonces la filiació n ya no se haría según e l gentilicio s ino a través de los demos80. Esta nueva func ión tendía a constituirlos en una suer-

76. ARISTÚ1UES, Constitución de Atenas. XV I, 2-5 : FtNLEY (1986a). 66-68 . La interpretación de és te aUlOr

supone que se Irata de prés tamos estatales. puesto que el tirano es el es tado. No obstante, el conjunto del pa­

saje podría dar lugar a una interpretación diferente : los préslamos los realizaba el propio Pisíst rato adelantan­

do a los pobres los medi os para (rabajar y sustentarse culli vando la lierra; a raíz de esto extraería un décimo que le habría pernli tido a.umentar los recursos, una suene de reOla que lo llevaría a compaIlir con los labrie­gos pobres a los que ayudaba los derechos concretos sobre la tierra . Tal vez los jueces de los demos tuvieran

por [unción el cO Olrol de este sislema, aunque en lal caso la organización dependería del estado. Ver CASSO­LA (1973): SAJ'CISI-WEERDE~BURG ( 1993), 25- 29. Sobre Pisíst rato. de manera general. cL Mosst (1 969). 49-

78 .

77. ~RIST()TELES. Cml.'i lil1l ci'-;1I de AlelllH, XI V. 3; XV I, 2-:'.

78. Il>id., XXI, ~-6. Los exámenes sobre estas refonoas son profusos; para nues tros objelivos aquí han sido

de ulilidad los siguientes: HIGNETT (I 952). 12~-58; OLlVER (1 960 ); LEWIS (1963); OSlWALD (1 969). 96- 173;

(1988): ANDRE\\olOS (1977): STANTON (1984); MEIER (1988). 53·1 -18. Recientemente, véase OSBOR NE (1 998),

3~4 -6 1 ; ANDERSON (2003). 34-40. Con res pecto a la noción de subdivisiones cívicas como segmentos inSlitu­

cionales de la !,,¡¡is , cf. JONES (19871. 3- 11.

79. Sobre los demos áticos, además de los libros imprescindibles de Osboroe y de Whitehead que citamos

repe tidas veces a lo largo de estos dos pri meros apartados del capítulo , véase TRAILL (1 97 5); (1986). Cf. as i-

nUsmo WOOD (1988), 98-11 0: STOCKTI1N (1990), 57-67; FRnsT (l99~ ) . •

80. Véase OSBORNE (1 9850). 11 -14: WHITEHUD (1986), 67-75: también KEARNS (1 985): l UNES ( 1999),5 1-

57,297-300.

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Campesinosen la ciudad: Bases agrarias de lápólis griega y la infantería hoplita

te de póleis Cnmlcrocosmos através de un modelo de organización dominan­te en el que los demos no modelaban su funcionamiento a partir de la pólis s}no que aportaban lo suyo para cjue ésta funcionara como una aldea. En el Atlca, pues , la;col1~una ruralera.una entidad que se desdoblaba en un plano rnterno, el aUlogoblernolocaI,y otro externo.Sú lugar institucional en rela­ción Con é l poder central: Estopone de manifiesto el lugar de \aaldea en la base de la pólisateniense, .y es justamente mediante su existencia que pode­mosentender la especial disposición .del territorio ático como espacio políti­c0

81. Es este rol en cuanto al gobierno local lo que le confirió a los d ,. .. . .. . .. .. . .. ' emos

~trcos su célrá~ter,único, p.uescon sus reformasClístenes "politizó el campo atlcO y arralg~alll la Identidad política"82. Desde entonces, la integración en­tre campo y CIudad adqui~iría una forma orgánica porlacuallosvínculos en­tre ,las cOll1uni.dad.es locales y la sociedad global Se regirían porlos lazos pOlttlCOS e InstltuclOnales,83. Lo que también se obsei"va claramente es el nue­vo rol políticoque desde ese morrientocomíenzaa desarrollaren forma efec­tiva el campesinado, pues "es fácil de imaginarlaatracciónde la propuesta de que los grup~s de vecinos y familiares no sólo manejarían sUs .propios asuntos locales SInO que tomarían parte en los asuntos del estado"84. Esto su-

.8 LWHITEHEAD 09861. XVIU; <2OÓI); OSBOI<NE (1990), 277 ; MORRIS;;99~a), 5I. Ensuiecie~i~ rrabajo, decrdlda~e.nre moderntzante. sobre lo que el autor .designa "la nación ateniense~', COHEN (2000), 104-28, cri­lI~a no solo la Ideade que Atenas pueda considerarse . unn sociedad car;a-a--cara - lo cmil. como indiC(l el pro­

pIO Cohen. yo había sido objetado por Os BORNE (1 985a). 64-65, yOBER (1989), 3hentre otros-, si no también

la ImpommcJa de la aldea como socie'dad cara-a·cara. Si bien sus argumentos están planteadOs pr'efe~enre _ ti ' 1 IV . . . .. . men e pam e. #slg o ,-exIstr n c.uesuone~ que _podrían corresponde,rs.e con etapilS p~evias .. En esú~ sentido. su in-

lerprelaclon d~ que __ ~os arren~amienlos COnslanles y por lapsos breve_s , ~upo-nían Una moy-¡iidad permanenle de

.~s mTendalanos ~ue_por ende iban na~~adándose de un demo a -otro sin establecer lazos fi'~nles con otros ha­bltames del miSmO demo, o ni siquiera establecerlos en absoluto- tiene como punto de partida la aseveración de que la mayor parre de la tierra era poseída por una elite rica, absenlista, relarivameme pequeña, que con­trolaba lores dISPersos y fragmemados. Basa sus ideas en FOXHALL.(l992), que llega a conclusión de que ca_

s'. el 5~'70 de .Iauerra estaba en manos de un 10'70 de hogares, y Os BORNE (1991): (1992); (1995). Pero la dlscuslOn que queda elidida es quiénes eran y qué ocuma con losque conirolaban la otra mitad de las tielTIls

de}a~or -sob~e. las que Foxhall y Os borne conceden qUe estaban en mános de pequeños labradores-. y Cómo ,"cld.a sobre es~os el arrendarruemo y la movilidad espacial. Hemos propuesto en otra parteque los campesi­

n~s gnegos podlan llegar a reUnir lIn~ cantidad, d,e tierras suficientes paras~s estrateg~as agricolas no sólo me­diante la herenda.oinc1uso la dote ~e.,:"enina.sino tambí~n d~end~miento. lo 'cual derivab~ . en un p.atrón frag,mentad~ dellso del terreno; eL GALLEGO (2004), 20. Además, como ya vimos (cf. slIpra; Cap. 1, ap. 2), segun Os BOR NE (1987),68-70; (1996),59-60, dicho palrón se relacionaría con Una residencian~c1eadajusta_ mente en los demos. Todo esto nos lleva a concluir que si bien hubo grupos poblacionalesatramente móv' l

existió también un importante Secror que, más aná de parriciparde formas que .Ie permirían lograr un ade;::: do ~:ceso a las tiermsnecesarias. trataba - de - mante~er sus lotes ~nc.estrales ~ los que podía surTúu otros. Su re­laclOn de pertenencia a la aldea. por ,.otra parte. no suponía unaresidenc; ia forzosamentenucieada 's ino un vínculo que ~ c0n,l0 yadijimos. se defiflí.aimaginariamente. inclusoen lo~ c,as~s , en que,setrataba 'de! granjas que clammente ,, ~umpl_ían con el Pillr6n.deasentamientQ 'ais lado.

82. OSe<lR~E (1 985al. 189.

83. Sobre el Tundororal en la democracia aleniense, JÓNES(2004).pa&iim . .

84. ANDREIVES (1977), 243; cr. OSBOR~E (l985a). 127.53.

110

Julián Gallego

puso .un límite a los habituales modos de integración del campesinado y las aldeas en las sociedades agrarias, en las que la elite o el estado suelen deter­minar el proceso en favor de su dominio sobre la~ clases rurales subalter­nas85, abriendo la posibilidad de una ins,erción activa de 10sJabradores en la vida política y restringiendo la influencia aristocrática gracias al poder polí­ticode la aldea. Las reformas de Clístenes corroboraron "ese fenómeno nueVo, y pocas vecesrepetido de la antigüedad clásica: la incorporación del can1pesinado a la comuna política como miembro con todos losderechos'~86.

AhQl;a bien. más allá d~ su nuevo rol político, por logencia! los demos no dejabandeser comunas agrarias, dado que solían basarse en las aldeas rurales preexistentes87. Cada demo contenía ensí mismo los requisitos necesariospa­ra funcionar, en cierto modo, en forma autárquica. Aunque esto, obviame~te, no debe hacernos perder de vista que para entender hiStóricamente su dinámi­ca Sea menester vincularla con el sistema de demos que corno una malla daba existencia concreta a ia pólisateniense88 , articulando un tipo determinado' de integraciÓn social del territorio con un ordenamiento global específico .. La: au­tonom ía que poseían Iosqemosdentro de esta red política implicaba que nosó­lo fueraf! subdivisiones del poder central sino también unidades locales basadas en instituciones, autoridades, reglas, y con sus propios der~éhos que lespermi­tían administrar sus propiedádes y tierras comunes, recaudar y gastar sus ingre­sos;. organizar los cultos locales y festivales89. Los dernos 'actuaban como todo y corno parte al mis~o tiemp090. La persistencia de la comunidad 10c~lcomo foco. de la nueva organización política del 'territorio rural ateniense significaba fundamentalmente que cada hombre se registrara en su propiaaldea.Así, jun­to cOflla conformación de una población según quedaba inscrita en cadademo, se delimitaba paralelamente el propio espacio agrario de ,las aldeas de acuerdo con ladialéctica del topo y la parte ya indicada91 ,

85. cL ALAvI (1973): también SHANlN (1971): (1983). 274-98. GALLEGO (2oola) trata más ampliamente

esta cuestión e.n el marco de la Grecia antigua.

86. FINLEY (1974), 132. Ver WO<io (1983), 8-9; (1988), 53-54.

87, Cf. OsBoRNE (l985a), 15~46 . 190-95; WHITEHEAO(l986), 3-38, 364-68.

88 . Véas~ÜvEQl!E & VrDAL,NAQUET (1964),123-46 .

. 89. Sobre los diferenles aspebros señalados, ver MlKALSON (1977); NEMES (1980), Cf. WHrTEHEAD ((982)

y, en especial, (1986). 65-252. donde seanalizan exhaustivamente los elementos que formaban el a"togobier­no locál. desde la población y la organizaciónpolítica :hasra·eltipo de sociedad:constituidaen los demos, con­

siderando rambién los gastqs y las fuentes de ingreso y la· organización religiosa.

9Ó:Estae; la tesis centrard~l trabajo de HAUSSOULLIER(J884); (1892). Comohi! reconocidoWHITEHEAD

(1 986).XXVI: "El valor durable .de Linoi. municipalede Haussoullier,y la explicación más simple de. por qué no ha sidci aún remplazado. radica en su clara e insistente conceptualización de la·naruraleza dual del demo

c1isténico. simultáneamente como iodo Y parte·'. Cf. OSBORNE{1985a), 72-87.

91. THOMPSON (1971),74. 'ANlJREWES (1977), 243,.sigue· la idea de Thonipson; cf.LEWrs (1963), 26-33:

VAN EFFENTERRE(l976); OSTWALD (1988), 309-19.

111

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Cnl1lpesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

Recapitulando, el régimen político instaurado por Solón había delimitado el derec ho de ciudadanía de modo de constituir un cuerpo cívico que inclu­yera él grupos hasta entonces relegados. No obs tante, éstos no obtuvieron un poder importante. Como vimos , Aristóteles des tacaba que en esta cl ase de de­mocrac ia agraria los agricultores solían concurrir lo necesario o directamen­te no ti'ecuentar las reunioues de la asamblea92 , dejando los asuntos del

estado en manos de la aristocracia. E sta ideali zaci ón de los valores aorarios adqu iere con e l fil ósofo la 1'0l1113 de una opción política presen tada c~mo la más moderada de todas, pues e l campesinado, por hallarse ocu pado co n sus

labores de cultivo, deja a los que saben el manejo de los asuntos públi cos. Es­ta visión que pone en man os de las clases superiores el manejo del estado , en realidad, desdeña la inserción real de los labradores en los instancias institu­cionales. presentánd olos C01l10 políticamente apáti cos, es decir, ciudadanos

pasivos, pero por razones de fuerza mayor. Aristótele s, ciertamente, prefería ver a los labriegos al ejados de las actividades políticas; pero e l análisis de los

demos áticos muestra que los campesinos actuaban y tenían incidencia real y efectiva eu los as un tos públi cos . Existió igualmente una con fl uenci a entre la elite y la plebe rural que sin llegar a ser lo que Aristóteles pretendía, nos si­túa ante un fenómeno importante en la vida rural ateniense: el cliente lism093 .

En este sentido, el hecho de que las carreras políticas de los aristócratas se promovieran en las comunidades aldeanas es un dato relevante, porque la búsqueda del apoyo político del campesinado remitiría al peso que podía estar ad quiriendo. Como consecuencia de esto se percibe el desarrollo de for­mas de c1iente lismo basadas ell los vínculos propios de las sociedades agra­rias -tal vez profundizándose el uso de mecanismos preexistentes-o Como argüimos, la intervención de Pisístrato apuntaría a desarticular este tipo de re­laciones, y más aún la de Cl íste nes con toda su reorgan ización políti ca y te­rritori al de los dem os y las tribus. Pero el entramado c1ientelístico y el

patronato aristocrático so bre las masas rurales junto con la autoridad visible

del Areópago durante las guerras méd icas tenninaron por restringir e l peso de la participación popular, y con ello el poder del campesinad094 La situa­ción posterior a las refonnas de Clístenes habría derivado en una coyuntura hegemonizad o nuevamente por las familias nobles a nivel local, debid o a la

92. Sobre es le punlO. MANVILLE (1990), 145-46, 152, n. 76; Ruzt (1997), 350-58; cL también OSlWALD (1969 ), 156; STARR (1990). 7-10. En un anícu lo sobre la expresión déniDs plerh.l't:m en época de Solón, RVAN (1994) analiza di cha fó m1ula y señala qu e. en vinud de sus características y funciones, esta asamblea no de­bió-ser una reunión leg islativa sino una resolutiva en cuanto a los asuntos de guerra.

93. O . OBER (1989). In-247: lambi¿n, ROBERTS (986).

94. Véase STARR ( 1990),14-23. CL as imismo OSTWALD (1969),155-59; FORNARA & SAMONS (1991), 55-56.

112

'-' . .

Julián Gallego

co ntinui dad ele las relaciones c1ientelísticas, así como en el plano central, en tanto que los Areopagitas se adj udicaron la capacidad de tener la última pa­labra sobre las decisiones, los decretos y las leyes ele la ciudad . As í, el patro­nazgo sobre las masas rural es que los aristócratas entretejían en el 11 mbito local permitía edi ficar lazos de solidaridad e integraci ón vertical con los cam­pesinos. La distribuci ón de bi enes y servicios dentro de la aldea estaría guia­da por la neces idad aristocrática de lograr el apoyo político de los componentes de los demos (demó tai) en función de poder desplegar una ca­rrera política en e l ámbito central. En efecto, como vimos, tras las reformas de Solón el vecindario aldeano se constituyó en cierta medida en soporte e fecti vo de las aspiraciones de la elite él partir del desp lieg ue de riqueza y e l patronato comunitario9S. Con sus redes de protección para el campesinado, la tiranía de Pisístrato y las reformas de Clístenes generaron nuevas posibili­

dades para que aq uéll os hall aran una inserción ge nuina en las instancias de participación política. Pero esto no anul ó la existencia de relaciones de patro­naz!!o. En este marco , el de Cimón es un caso tes ti go de plena ¿poca clásica que-se ap licaría a otras figuras de la elite96 Se d ice que sos ten ía con magni­ficencia los gastos litúrgicos y que alimentaba regularmente a muchos miem­bros de su demo con los frutos de sus fincas. Esta forma de c1ienle li smo mostraría de qué modo las relac iones soc iales agrari as estaban configuradas en torn o a las aldeas , y de qué modo también los teITatenientes actuaban en ese marco instituyendo re laciones de patronato sobre los labradores. Las re­ferencias de Iseo y Li sias sobre la conces ión de liturgias en favor del conjun­to del dcm097 , o las ayudas a detenninados miembros o grupos de la aldea que no podían afro ntar los gastos deri vados de ciertas necesidades, como, por e jemplo, annarse como hoplit as o, más concretamente, lograr la subsistencia cotidiana , van en e l mi smo se ntido que e l pape l cumplido por Cimón , Como Finley ha dem ostrad o, esto le otorgaba a la elite predicamento social, moral y, por supuesto, políti c098

Pero esto no supone que los zeugítai y los demás agricultores fueran ciu­dadanos pasivos a la manera imaginada por Aristóteles. Lo visto anterior-

95 . La falaci a de los trabajos que planlean el ámbilo tribal como base de las acruaciones polílicas de los po­derosos reside en qUe:! re legan el rol de la comuna aldeana. el demo, en estos procesos ; cf. por ejemplo, BRA·

DEEN (! 955); FROST (19761.

96. ARIST(}TELES, COIlSÚliICÍÓ" ele Alelllls, XXVII, 3; er. PLlITARCt), CimrJll, X. 1·3; Paie/e.,'. IX. 2. ef. RHO·

DES (1981 l. 338-40: (1986), 135-38; MILLETT (1989),23-25; Moss t (1994-95); PLÁCIDO (19950),82·84. ZEL· NICK-ABRAMO\'ITZ (2000). ha arl iculado la cueslión de l palronaro con el problema de la phi/í". En general. CONNOR (J 97 1 1, 3-8-1 : DWIES 098 1 bl. 88- 1 3 1; HU MPHREVS (1983>. 22-32 .

97. ISEO. n. 31 : :16; -12; 44: L1sr.,s, XVI, 14; XXX I, 15.

98 . FINLEY (J 986"1. 39-70. Ver en general los Irabajos reunidos en GELLNER er ,,/. (1985),9-16,35-77, 153-76. CL WOLF (1966): POWELL ( 19701: LANDE (1977).

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mente nos permile entender la fonna en que los campesinos, que en su ma­yoría vivían .en el campo, pudieron comenzara intervenir activamente, elegir y serelegidos,dehatir y votarlasuecisiones enlas asambleas , etc. Por con­siguiente, no puede argumentarseque su expedenc;ia poIíticafuera escasa, pues los demos eran poderes institucionales de base y, en cierto sentido, "es~ cuelas" de adiestramientO' político. El campesinado no desconocía ni se de­sentendía de lo que significaba el gobierno yIaparticipación. La presencia de los demos supuso. pueS. una forma de. organización y funcionamiento es­trechamente conectac\acon el complejo de prácticas institucionales de la democracia ateniense, lo cual dio lúgar a hconstrucción de un pooer sin pre­cedentes que empezaría a ser identificado con el nombre de del1lokratía99 .

Apelando a unafórmula bl"eve, cabe conclui~ con Mossé que "eldémos cons­tituía una célula muy viva, con sus cultos, su~ asambleas y sus fiestas cam-pestres: era el núcleo mism'o de la democracia ateniense" 100. .

3. Pueblo rural, pueblo urbano: la democracia radical

Como hemos visto. AristótelesestabIecía una marcada diferencia en la evolución de las instituciones atenienses entre la situación previa a Efialtes y la que se abría a partir de sus reformas y las de Pericles. Mientras que la pri­meraetapa resultaba lo más parecido a una república de campesinos, que par, ticipaban del poder pero queordenadal11entese encolumnabilll detrás de gobernantes moderados, en cambio, la segunda implicaba una corrupción de la primera, pues el pueblo llano se hacía del poder y optaba entonces por mae

.' los iíd€res capaces de rcalízarCualquier cosa con tar de que el pueblo no les . quitara sus favores. .

Aristóteles señala que, en virtud 'del rolquecumplía en los tribunales, la multitud terminó adquiriendomás poder anulando paulatinamente el de los

. ricos y distinguidos que controlaban las magistraturas. Los integrantes de los tribunales eranse\eccionados por sorteo, marca distintiva de su carácter de­mocráticolOl , lo .cual daba al pueblo la posibilidad de actuaren política. En

. este contexto, Aristóteles se ve Hevado a introducir 'una interesan\e adara­

. , ción: ante los. reproches. a Solónpor posibilitar que el pueblo obtuviera más

VLASTOS (1953) sostenla que .demokmréa comen~óa usarse .en la segunda

mitad del siglo V, mientras que iSOIlOlllíase articulaba directam~nte c~n las refonTIas de CHstenes. Ver OST­

WALO (1%9). 96-136: FU"LEY (1984). 103-23: SEALEY (1987), 98-\02;MEtER (1988), 155,289-92.369-70. Pa­ra HANSEN (1994c). 27-28, la voz demokraréase habría usado ya afine~del siglo VI o inicios del V SANCHO

ROCHER (1991); (997). 194-96. dice quela isonomía fue cread~ por los que fuerolimásallá .de la ellnoméa. mientras que demokratía fu e el nombre del régimen basado en la soberaóra del deTllo.< (todos los ciudadanos) frente o la preten<!ido por los pocos. CL RHODES (200m. 122 y n. 14. .

100. MOSSE (1980). 85.

101. ARIS1ÚTELES, Rerorica. L165b 30-J 1: eL H ER(JooTO.m; 80, 6.

114

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poder que la elite, contesta que, en realidad, "esto no ocurrió en virtud del propósito de Solón, sino más bien por una casualidad -pu~s el pueblo al con­vertirse en causa (aítiosgelló/1/enos) del poderío naval en las guerras médi.-. cas, adquirió conciencia de su fuerza, y siguió a malos demagogos (deI11agogOlI.\· phatílous) en oposición ala política de los virtuosos (awipoli­telloméiloH rtm epieikr}n)HI02. Para Aristóteles la situación previa se basaba en unequilibl:io entre: tres elementos que se .controlabanentresí generando un gobierno modcrado peróconun marcado predominio aristocrático. El sig­nificai'iv() clesempeñode lostíleres en Salamina se acrecienta yse reafirma conlaorganÍzación dé la ligadélico-ática.Su preferencia política consistirá en la elección del liderato de los demagogos. Cabe resaltar en este .contexto que la termin()logía utilizada por Aristóteles para enmarcar los regímenes po­líticos y las elecciones del pueblo no sóloimplica un intento de catalogar a · los actores mediante una evaluación sociopolítica de las clases y sus intere­ses sino ante todo uncalil'icación moral: hay . gobiernos virtuosos y los hay corruptos, así como hay clases que son más. aptas y otras menos aptas para mand·ar. A partir de Efialtes, Atenas sería dirigida por las peores clases y su. régimen político seríauna especie de tiranía popular (tyránno todémo)I03 .

En laCollstitllción de Atenas, las reformas de Efialtesse incluyen en un cuauromás preciso ydelil11itado que el que se ve en la Política. Se dice que hasta las guerras médicas la pólis y la democracia progresaron conjunta y paulatinamente l04, pero qUe tras las guen-as el Areópagoapareci6de modo visible al frente del gobiernodela ciudad debido al prestigio que adquirió a) impulsar eldesenlace del conflicto .en.!a batalla de Salamina l05; Si bien,co~ mo se afirma en la Política, fue el pueblo el queconsumó.la victoria naval, la estrategia para conci'etar Ji\ batalla parece haber sido del Areópago que sOSc tuvo a los estrategos en las naves cuando éstos empezaban a desesperarse, Esto le valió el reconocimiento de su autoridad "y los atenienses fueron muy bien gobernados en aquel tiel!lpo;'106. No está claro en el contexto si la ime posición délpoder del Areópago intelTumpióel avance de la democracia o fue para el autor de nuestra Juente su culminación. Lo que síes evidente es que, a $usojos, su poder aparecía como unbuengobierno, Se puede conjetu" .. rar apartir de lo queseñalam()spreviamente que, en realidad, el prestigio ad- ,

\02. ARIST(JTELES, Política , 1274011-15.

103', J/';,l..I?74a 6 . Ver los trabajos reünídos por MORGAN (~d . 2003), en especiaj.·R~AFL.'UB, (2oo3b): KA­

LLET (2003): cf. ·también OOER(2003).· .

1M. Sobre esta etapa. \'er HIGNETT «(952), 173-9{ FORRF.5T(19661, 204-20. Recientemente, véase BRUL~ (1995).153-61. ME.tER (1996), 240' 96.

105 .. Cf WALLACE (1985); 77,8.1 . .

106 ~ '"AR,sT(rffitEs.-C(ln.,'rílU flón _lle Atellos, XXIII. I ~2.

115

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quirido por el Areópago se añadió a las funciones que siguió desempeñando

no sólo tras las reformas de Solón sino también durante la tiranía de Pisístra­lO e incluso después de Clístenes.

Algunos hi s toriadores hacen coincidir la actuación de Efialtes con la emer­gencia de la democrac ia ateniense lO7 , porque a partir de entonces adquiere vigenci a plena la soberanía popular que lleva a lo que ha dado en llamarse democraci a radical. Se ha hablado incluso de una revolución ateniense, pues­

to que desde las reformas de Efialtes la asamblea adquiriría un poder y una libertad de acción muy palpables, convirtiéndose en la institución soberana que daba al pueblo la posibilidad cierta de decidir la política lO8 El su rgi­miento de la democracia ha sido también explicado como un re-comienzo

porque , de alguna manera, el pueblo habría recuperado a partir de Efialtes el

comienzo de la democracia diseñada por Clístenes, una ruptura que estable­ció una efectiva participación igualitaria 109 Esta idea supone un cambio de

perspec ti va que modifica la visión acerca de que la emergencia de la demo­

cracia se ha de atribuir necesariamente a las reformas de este último. Es por

esto que se ha afirmado que Clístenes no habría establecido la democracia

misma si no unas bases organizativas y territoriales que posteriormente se rían retomadas por la instaurac ión de la democrac ia 110

Ahora bien, la distinc ión entre bases estructurales de la democracia y la de­mocraci a misma implica un desdoblamiento que alude, respectivamente, a la

organización de un sistema político y a la emergencia de una práctica política capaz de utilizar el sistema ya instaurado en pos de una soberanía popular efecti va. En este sentido, Efialtes radicalizaría las derivaciones de la interven­

ción de Clístenes. No se trataría de una mera restaurac ión de las innovaciones de este último sino de un ataque al consejo del Areópago y la asignación efec­

tiva del poder político al pueblo. A partir de Efialtes, el Areópago sólo ejerce-

107. Cf. HIGNETT (1952), 2 14-51 ; JONES (1987). O'NEIL (1995). 57-71. analiza el problema y da su pers­pecliva sobre IJS rdomas de Efialtes y Pericles.

108. DWIES (1981 al, 54-56. 60. El aUlor señala lambién la imporJancia de la fórmula de Temístocles sobre

la políti ca exterior ateniense tras el fracaso de Cimón en Esparta. ligándola con di cha revolución . ef. COLE (1974); WOLSK I (1989).

109. LOR AUX (1979); (199:11. 84-85.2 11-16. Cf. VIDAL-NAQUET (2000). 159-80. Esta asociación entré am­

bos sucesos nos planlea el problema de la invención de la política bajo el modo democrático. Pero la cuesrión delnucimiento de la democracia se duplica. teniendo su pumo de panida en una doble ruptura , Se trata, en de~ finiriva , de comprender la conexión eOCre las mutaciones inducidas por Clístenes y la actuación de Efiahe!S. así

como el marco histórico previo y sus derivaciones. Sobre esre ciclo, MARllS (1974); FORNARA & SAMONS (1991), :17-75.

110. Cf. por ejemplo. Mosst (1981). 28; FINLEY (l98:1a). 144; (1990). 79-80; SEAGER (1982); STARR

(1990). 17 . Además dc señalar e l carácte r posilivamenle revoluc ionario de los años 510 al 506 a .c., OOER ( J 996), .l2-52. pos tula lambien que allí residi rían los orígenes de la democracia ateniense.

11 6

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ría funci ones judiciales, mientras que la asamblea, el consejo y los tribunales realizarían de modo prácti co los principios del poder popular lll .

En este nuevo marco , Pericles desarrollará una forma de desplazar el pa­tronazgo y la autoridad de líderes como Cimón 112 Se ha dicho que al no te­ner la riqueza de Cimón. Pericles utili zó entonces las arcas estatales para generar el apoyo de las masas 1 U Pero puede conjeturarse que el efecto prác­tico fue un cambio de política: Pericles dio un salto del ámbito local al cen­tral en materia de liderazgo, desarroll ando así una especie de patronato público estatal que telminaría beneficiando al pueblo urbano, mientras que e l patronazgo rural perdería peso en relaci ón con esta nueva formal 14 Los Ihe­les confollllaban ahora una masa ante todo urbana, lo cual tuvo que signifi­car un cam bio respecto de la situación apenas posterior a las reformas solonianas. En efecto, según hemos argumentado, durante el siglo VI la ma­yor parte de los atenienses pobres ubicados por debaj o de los z.eugitai hopli­las habrían sido pobres rurales. Pero la incorporación a la ciudadanía de esclavos y extranjeros por parte de Clístenes 115 y los ingresos del imperio que Atenas empezó a obtener tras las g uelTas médicas alterarían, en un cuar­to de siglo. la condición preferentemente agraria de los pobres atenienses l16 . De esta manera, la política impulsada por Temístocles en la coyuntura de la guelTa contra los persas, e ¡ aito naval en Salamina y la formación de la liga

délico- ática -que haCÍa de la marina ateniense un elemento fundamental del poder poI ítico-militar de la ciudad 11 L, todo esto se vio consolidado a partir del accionar de Efialtes y Pericles, que terminarían por trazar una cesura en­tre la vieja y la nueva política 118 Así, mientras Cimón había asentado su ca-

111 DE BnUYN (19951, 87-110. aduce que, a pesar dé las " ·[,, rmas de Efialres. el Areópago no babría per-

dido la capacidad de vigilar el funcionamiento de la póJis.

112. Respeclo de eSl"s formas de liderazgo. VEYNE (1 984).154-77.

11~ . Cf. ARIST(lTELES , CO/Istil/lcirín de Atenas. XXVII, 4: PLUTARCO, Perie/es. XII.

114. Esto babía llevado a algunos aUlores a usar la noción en eXlremo incorrecta de "socialismo de cSla·

do"; cf. por ejemplo CIlHEN (196 1).73-82; CH."'ELET (1 969). 16J-67. En ri gor. lo que hay que tener en c uen­

ta es el uso de los ingresos del imperio concebido por Pericles, y cómo ello repercu tió en la políti ca aleniense

y la constru cción del Iideraro. Parle de es te proceso se desarrolló antes de que Efiahes y Pericles actuaran. So­

bre eSlos punoos. FINLEY (1 986al. 58-61. Más ampliame nte. C()NN()R (l97 1), 8.~- I 98. Cf. SI/pra, n. 96. donde

se cila mós bibliografía.

115. AnISTo'>TELES . P"lític{I . I 275b :14-J 7. Sobre la incorporación 'de nuevos ciudadanos. c f. PLÁCIDO

(1995b). ANDERSON (200:1). 41-42, asocia el gran incremeDto del número de atenienses con el primer regis tro

real de los hubiwntes del Ática como ciudadanos. Como vi mos, el autor alega que el sinecismo del Álica se produjo a raíz de la unificación políti ca provocada por las reformas de Clíslenes.

116. ARlsn'lTELES, COflsriwción de Atenas, XXIV, 1-3.

117 . Cf. HASS (1985).

118. Así parece indicarlo el que Cimón fracasara en su expedición a Esparta llevando consigo a 4 .000 ho­plitas. es decir. propielarios ricos y granjeros acomodados, cuya ausencia fav orecería el cambio constilUcio­nal dé Efialtes.

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Campesinos en!a ciudad.I3asesagrarias delapólisgriega y la infahteríahpPlita

ITera política en el elemento rural , en cambio, Perieles la fundaría sobre el ~Ieme~~o urbano ~in guees,lo implicase la anul~ción de lo ruraJ,puesto que este nllcleo tamblen quedana Incorporado dentro de las nuevas reglas dejue­go.Pcro en el recon'ido el Centro de gravedad iría cambiado de lo rural a lo urbano.

Es claro que 16 que se eSláposlulando bajo una perspectiva de esta índole es una divergencia entre el pueblo campesino y los sectores populares urba­no~. DIversos lestllllolllOsTeBejanvarias circunstancias en las que el pueblo rUI al cm)Jlezaaser dI ferenctado del urbano) 19, lo cual supondríauna suerte de contradi<;ción entre khóm y ásty. Una de lasfórmas en que esto ¡¡parece ~s,la OPOSICI,611 entre el dominio de los mares y el cuidado de los campos. La cntI:a del vlewOllgarca al respecto señala queAtenas se comporta como duena del.mar pero no tiene condiciones favorables para ello, ya que es inca­paz de delcndersus tIerras de las devastaciones de los enerriigos.Comoresul_ tado, los agricultores y los~icossehallan á mercedde los at'aques enemigos, ~Ientras que el pueblo urbano sabe que nada de 10 suyo va a ser incendiado Il\ arrasado 120. Para Aristóf~nes una oposición siniilar se revela cuando es ne­cesario decidir sobre los gastos del estado: mientras que a los pobres les pa­rece bien botar naves. a los Tic os y a los campesinos todo lo contrario 121 ,

Algo semeja!1Ie se observa asimismo en Tuddides: laest'rategiamarítima ate­iliense produjon() sól.o la devastación de los campos del Ática por losejérci-tos enemlgOS ___ llue afeCIÓ apropietarios pequeños ygrandes-',sino también el abandono de los campos por parte de los carripesinos para instalarse den­tro~el reCInto mnuralladod~ la ciudad,. Se trafadeuna nueva ideología que TUCllbdes P?ndrá cn boca. de Pericles, compendiando de manera' notable el cambIO operado:

"La posesión ~eunas casas y la ti~rra. que tantoeS(imáis al estar privados de ellas. n.o mamhesta vuestro auténtico poder. Tampoco esrazonabJe apenarse por cllas. silla conSIderarlas corno el jardín de una casa, coino un lujoso adorno des-deñable comparado con vuestroimperio" 122. .

La coincidencia de intereses entr~ ricos y campesinos que niuestran lbS do­cumentos Teciéncitados es . unadelas caras ·de un problema qlle merece un ·

~--'-'_._--

119. Ver HA~SEN (2004a). 31. que refiere a EURlpIDES. Ore5"5, 917-22; ARISTÚFANES. Pal, 1172.90';JENO. rO~TE. EC(Jnún~ic(J, VL6. Volveremos sobr~ eSfa informadónmás, adelante. :Con respecto a> Ia's Iíneas ',de aná­lISIS que a contJnllnción.plareamos. véaseel indispensable analisis de FOUCHARO (997), 343.58. que examina el conJunto eJe la documenrJción disponible. - '.

120 [JENOFO"lTE], Rel'lÍhliCfl d~ losare!,iensex. !l . . 11·14; cf. TliC tOID ES. l. 142·43. Sobre fai masas rurales yUfoanas en el Viejo Oligarca. LEDUC (1976).177.98. ,

121. ARlm"¡FANF.s. Asum!J/eútas. 197.'98.

122. TucIOIDES. 11, 65., 1·2; 16. 1·2; ·62.3: respectivarnenle ..

118

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análisis Illás detenido l23 . En los demos áticos, por encima del común del carripesinado sobresalí;lel grüpo de los que hacían las ptop'uestas y, sobre to-' do,aquellos que recibían honores por parte de su demo porhabeTrealizado algún servicio comunitario. Esto hace referencia a la inflUencia de ciertos personajes que prevalecían,entre otras cosas, sobre labasedesu riguezagas­tadapúblicamente124. Así, más allá dela extensión de la organización uela democracia yel igualitarísmo, había quienes de hecho desc()llabanen la so, ciedad del demo 125. Esto pued~ confirmarsea:través de la ais(ribución de los penfak()sioniedimnoí, a quienes hallamos en los demos más distantes 126. Por consigui·ente , si esto ocurría así COI1 esta clase és lógico asumir entonces una prese~cia mucho más dilatada de los caballeras en los demos áticos. La con" vivencia de éstos con los zeugftai resulta, pues, un elemento insoslayable. Si tomamos en cuenta que la legislación soloniana, establecía una separación eS7 tricta entre caballeros y labradores según el ingreso anualde cada clase, ve" mosque esta norma resultaba ambigua al separar según· rangos rígidos de riqueza a sectores que en realidad no se hallaban, socialmente hablando, tan , lejosentresLEn efecto, si 10sJabradores conunayuntaeran los que obtenían entre 200 y 300 medimnosy los caballeros entre 300 Y 500127, ciertamente, la diferencia real aparecía Ínucho más marcada entre los que conseguían in­gresos cercanos a lapriineray la última de las cifras dadas, Pero quienes se hallaban en el límite superior de riqueza de la clase labradora o en la parle in­ferior de la de los caballeros, no se encontrarían, en verdad; en situaciones muy distintas. Por supuesto, había una distancia notable entre el caballero que poseía caballos y, el campesino 128 . Pero entre el granjero acomodado)' el caballero no muy rico ladesigualdad podía ser escasa, lo cual habilitaba una posible cont1uenciade intereses.

Varios testimonios, incluyendo los citados anteriormente, apuntan en esta dirección. Aristófanesh'ace decir a Diceópolis, el granjero protagonista delos Acarníénses, "amo por esa acción a los caballeros", ya que habían obligado a Cleón, demagogo vapuleado por Aristófanes en varias obras, adevolverla

1i3. Cf. FOUCHARD (1997),.349-53;

12'kVade sllyo que estos dlSpositivoscomunitarios de consumo de riqueza privad~constituye'; un com­

plemento de las relaciones de patronazgo y el c1ienteli.mo.

125. WHlTEHEAO (1986), 234·52; cL también (983).

126, ·ef. THoMPSON (1970) .. Se'trala,como se recordará. del grupo ubicado encima de los caballeros o "ip­pe;s y de los labradores con una xunl. o :ellg;((/i, usando · la clasificación consagrada por el Ordenamiento de

las clases censatarias de Solón.

127.ARIST(lTEL.ES. CO/ls/itúciú/I de Atenas, VII, 3-4.

128. Cf. ARIST()lHES. Po/irica. 1 289b 33-35. Sobre la dislancia enlJl! el noble que criacaballos y el que no

loes ni puede re~lizar esla cria~za.GERNF.T (1980).293. .

119

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Campesinos en la ciudJd. Bases agrarias de la I'ólis griega y la infanlería hoplita

suma de c inco ta lentos Ohte nida por soborno 1 29. El contrapunto e ntre el co­

ro y Demo de Pnyx , el protagoni sta de los Caballeros de finido como un ser

con hum or de lab rador (ágroikos ) 130, nos pone n uevamen te ante la posi ble

ce rcanía entre los citados secto res de la Ate nas cl ásica. Dem o de Pn y x es, en

realidad, una entidad colectiva que aparece cons ig nada si guiend o los crite­

ri os utili zados para la denomin<lc ió n de los ciudad<lnos tras las refomlas de

C líste nes, es to es, p rimero su nombre (Dcmo) y luego la indicaci ón del de­

mo en el que se hall a regi strado (Pnyx). Pero Dem o es la palabra para desi g­

nar a l pue blo en g riego , mi entras que Pnyx alude a l lugar en el que se reun ía

la asamblea dc ciudadan os en Atenas . Se tra ta, por consigui ente, de una refe­

rencin al pu cblo e n asam b lea cali ficad o bajo su carácter campes in o (ágroi­kos). que pam A ris tcí fanes sería e l e lem c nto principal de la democrac ia ateni ense. En este contexto, e l coro de los caballeros emerge ría como un sec­

tOr que , seg ún la in tl uenci a q ue pudi e ra llegar a tene r sobre las dec is io nes del

pue blo c ampes ino, podr ía para Ari stófanes transformarse en un refe rente de

un gohiern o justo y cn sinónimo de equilibri o 131 E n cambi o, seg ún su pu n­

to dc v is t<l . los campes inos se encontraban e n realid ad sometidos a la arbitra­

ri edad de las deci sion es de los de magogos, en especial sobre la guen'a y e l

reclutamiento militar, pero añoraban la paz y el trabajo agrícola y percibían

todo lo que tu viera re lac ió n con la ciudad como contrario a sus intereses 132

Sófocles atestigua tambi én en el mismo sen tid o que hemos arg üido , pues pone en boca de Tesco la ape laci ó n a que todo e l pueblo se lance a pie o a

caball o contra Creo nte y los teban os que se llevan a las hij as de E dipo. L a

con voc atoria milita r pone de relie ve , e n prime r lugar, la conjunc ió n e ntre e l

pueblo todo y los ho mbres de a pi e o a caball o , ya que se tra ta evidenteme n­

te de los que conforman la in fantería y la caballería. Es importante s ubrayar,

en segundo lugar, que la esce na transcurre e n Colo no, un dem o áti co , lo cua l

permite conj e turar que en las ald eas a teni enses ambos grupos convivían y,

consec uentemente, participaban de víncul os es trechos dentro de la comuni­

dad local 133 En este conte xto deberíam os ubicar los testimonios de T ucídi­

des sobre e l patrioti smo de los integrantes del dem o de A cames 134, hech o

que también se observa en c ie rtos pasajes de los di sc ursos de Lisi as que ha-

129. AR1STOFANES, ACLl m it' tI .\"t'S. 7-8.

1 JO. Idelll. Cuhul/eros, 40.42.

131. Ihid., 1111·50. Véase FORO JR. (1965). Cf. úhimamenle H ENOERSON (2003 ), 160-6 1. 165.68; K ALLET (200J), 137-40

132. A RISTliFANES, PlIZ. 11 27-90.

1 J J . SliFOClES. Edil'" e ll COIOII O, 900; cf. 58·62. 668-719.

1.'4. Tvelolo ES. 11 , 2 1, J, hecho que d ebe ponerse en relaci ón con la descripción sobre l os componemes de esta aldea álica en los AcarniclIse.\' de Aris[ófanes .

120

Juli án Gallego

cen re feren c ia a la colaborac ió n entre algun os personajes sobresali entes y

sus compatri o tas del demo a partir de diversas contribuc iones . Efec tivamen­

te. las !:!entcs de los lie mos reputadas como excele ntes ciudadano~ y pa­

triotas ~celos()s pod ía n ser ayudadas por los m ás poderosos l 3) Esta

co ncordanc ia de \' alores, a pesar de la ev idcnte dife re nciac ió n soc ial entre

c aba ll el'lls y lahrado res, es tamhié n subrayada por Je nofo nte q ue imagina un

dominio ideal e n manos de un caball ero, que utiliza trabajo esclavo para cul­

tivar la tierra , pe ro c uyas no rmas mora les se apl ican ig ualme nte al campesi­

no 136 Esta vi s ió n id ea lizad a de los va lores agrari os se tran sformará, según

vim os en Aris tó tel es , en un a e lección políti ca que nos coloca, en rea lidad,

ante los límites de la con ve rgenc ia entre caba lle ros y labriegos al desestim ar

la inclusión de éstos en el es tado. De todos modos, la contluencia entre la

elite y el pueblo rura l nos sitúa ante un hecho cardin a l de la v ida soc iopolí­

tic a aten ien se.

Otro aspecto de la o pos ición aludida se ve en Acamienses en las c ríticas de

Diceópolis a la c iud ad y su añoranza de la patr ia local:

"M iro haci a el campo (e is ton agrÓ¡I ) , enamorado de la paz; denostando la ciu­dad (ás t \') \' añorando mi demo. que jamás me dijo: «compra carbón», o vinagre, o aceite': q;l c ni siqui era conoce eso de «compra» , sino que era él quien me lIe-

. . ,,117 vaba todo y lo de «co mpra» no eX lstl a . .

L a idea de compra que el labrador rec haza se liga explícitam ente con la an­

títesi s entre lo urban o y lo rura l. Si eventualmente el campesi no lleva sus pro­

d uc tos a l mercado , la finalid ad de es te comerc io no radi ca en la búsqueda de

gananc ia sino en la satisfacci ón de necesidades de consumo, es decir que pri-~ b' 138 S· b ma la IÓQ ic a de l val o r de uso sobre la del valor de calll la . III em argo,

la qu eja del labrador denota un aspecto interesante, pues m ás allá de su .obje­

tivo pa rece vi slumbrarse en realidad una supremacía del valo r de cam bIO so­

bre el valor d e uso. Po r o tra parte, el comerc io se hallaba sUj eto a dISpOSItIVOS

de control po lítico que afectaban su desarro llo . En es te marco, .las p~~abras

que aparecen e n boca de Diceópolis son ilu strativas de la s lgl1\fica~IOn del

ágo ra y las regulacio nes so bre e l com erci o para l.os agncultores, y ~omo ,sus valo res se asociaban no con el mercado urbano SIllO con la autarqul a agnco-

135. LISIAS, XVI . 14: XXX I. 15.

136. JENOFOi'lTE, ECllmi", ico, IV, 2: V, 4-5: U : 19: V1 , 7; 9; XV , 4; 10·11 : XIX, l7- 18: XX, 2-4; 14. VERNA~T 11985 ). 258-60: cf. sin embargo OSBORNE (987),1 8. Véase POMEROY (1 989 ) y, en espeCIal, (1 994); lamblen

M .'REIN 1199J): 119971.

\3 7. AR rSTÚF.l,. r-.: ES, AC!lmit' /I .H:.\", 32-36. Sobre los problemas económi cos inherentes a esta concepción, ver SCHA PS 1 200~), 16J- 74: GALLEGO (en prensa (b»).

1.18. T HORNER ( 1971 ), 207 . Cf. THO"PSON (1995 ), 379-92 .

121

Page 60: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pó¡'s griega yla infant<,;ría 'hoplita

la 139 . Deallflaaíloranza del labrador aristofánico Con una orie t' . . lar se habl . ' .. '.' . . . . ' n aClOn Slml-

, '< a en .~n . pasaje del Contra Calicles atribuido a Demóstenes que des-taca la ",JloraclOll que eUabrador hace de su tierra yla \"ida rural

con la postura del que. a~n poseyendo una Ji nca, es un 'hOJnbr~~: I~o:it:~~~ que pi e[lere el modo de vida urbano (ast ' .) . ' ." . , I >'.. 140 ' .. elOS ,pues siente averslOn total a los ugares campestres .

Por. \',~ri.adosmotivos, encontramos una ; otra vez en .Ias distintas comedias de Allstotanes la chstanc¡a. queenAtenas separa a·los·ho b 'd'l Id' . " . . . '.' . .' .. m res e campo de os e la ciudad. SI bIen aquéllos parecen tener una mirada -sobre la ciudad

semeJante en .algunos aspeclos ala de Hesíodo,detodos modos Con el de la era arcaica a la época clásica la aldea se ha co t 't 'd . ' .... paso

. . ' . .... " "~ " " ns 1. UI o en una entidad que ha adquJrJdo presencia propiadentr.o dela/?ólis: la separac·.· · '.. .. . t I \"alo' dI" Id ' . . .... . .. . .. Ion en re os . les ~ , a ~IUUI y lo,s del campo es real, pero el campesino ¡Jartici a de

ambas II1stanCI::lsl41

, La.fon~a ~~s consumada de ·este contraste de valo~es la .' enc~~Iral,nosenel ~roplO Anstotanes, que defiende las costumbres antiguas, el acclol::lr de I?s hderesde antaño y las tradiciones campesinasl42, y consi-dera al campesino como, el verdadero elemento de la cilIdad,elverdadero sol~~do. En contraP?SICIOn, ataca a los sofistas y sus innovaciones en la edu­c~clon ,los m~dos ate~lna~os de Ja vida urbana y los demagogos y eL pueblo ~Id~o que actuan C~l el ambl.todela ciudad J43,. PerO hayuna especie de para-

0Ja cn .Ias con;edJas?e Anstófanes, pues álcriticar la situación de su tiem­p~) tenllma por orgalllzar discursivamente lIna oposición entre lo rural I UI bano que hasta entonces tal vez nO había adquirido una expreSión tan ~ca~ bada. El d.esplazaJllJento ocurridO adquiere en sus comedias una claridad no-t~na. el cam~eslllado , que hastala migración forzosa a la ciudad y los sc\queos e~el~Igosdurante la guerra del Pel.oponeso había vivido en el cam­

po y con~tJtUJa el eje de I,a ~rganización sociopolítico ateniense, deja enton­ces de sel el elemento mas Importante, El poder cae en manos.de líderes de

. Pitall~~~sH:~:~ i~~~~~~;~::~~a~~ol:~~:t~~i~i:~~t~:.e::~I~s d~ncap~tal me~canlil en las sociedades preca. h1d"lIf 817. ) l' "Como 1 b ' d'd . ' . ee . ómlca. ASlse ve en -ARIST(lFANES. Asam·

'" ':. ,- -: - _ " 13 la -ven • ,0 , unas U\'3s-. -me marché Con la boca llena d _ d . .'- - .

el _ .jg~ra en busca de .harina. Pero Ile~ó elheral_~,o voceando.que: nadfe .en" adefrinte:c:;t:~e a~l:~e~:~n~: :~~~ ,ce . «I".puesusam~~ monedas de plata!," "; Lo SU,alse ', manifeslaba también en el a el de.ios,·1rlS

· mercado (eL Acllrll/enus. 723-25, 81'8·19. 909-25). Ver BURElLJ (197:\); lONGO (~:S7), 120-31. pe~tores de

140. DHI()SrrNEs. LV, I L

OS~(~~~~~I ~~~;;,. C~p. 1. ap.~. La dicotonúaenlre lo urbano y !o ""al está, por cierto, sujeta aldevenir. Cf. ' . . .. • /JUJ.flm , que esarrolla SU argumento apartir 'de la idea de que la ciudad estaba plenamenté

· condl:lOnada pur el campo y la base campe.sina de la sociedad. Sobre la Alenas clásica, WOOD( 1988). 81-172.

14_. Tales como la educación ene.l .ho.g .. ar y .. I.a difusión del respel.o.·· a los ma . .• . . . yores.

· . 143. Al respeclo, ver HANSON (1995),132.)3,215.17; FOUCHARD(l997), 291-95; WILKJNS 2 . l-Para los eelllas que !Tatar¡lOS aquí, GALLEGO(2003a). ' . ';' . (000). 10. 7.

122

Julián Gallego

iiuevo tipo, asentados principalmente sobre. los sectores urbanos, Por cierto c.stavisión nostálgica deAristófanestienebastante en común con la de­

mocracia rural que vilTIos en Aristóteles; y coincidiría e'nel caso ateniense tOn laantiguademocracia de Salón, la primacía del Areópago, el pOder de lí­derescomo Cimón y todas sus buenas costumbres 144. No obstante, estos "buenos viejos días" no parecen haber sido tan pacíficos y bucólicos como el comediógrafo y el fii6sofosuponían 14\ Lo que importa. destacar, de todas man¡¡ras,CS la coincidencia de intereses entre los agricultores y los ricos que estas posiciones están postulando, al igual que Aristóteles lo propOnía para la democracia soíoniana enla que las tres clases superiores serepartían el ma­nejo del gobierno .

PodemosinterpretarJatransformación aludida argument~ndo que la exis­tenciadel ciudadano se desarrollaba a dos niveles: como demótesen el plano local del demo y como políteso ciudadano enel plano centraldela ciudad. Habría pues dos niveles de pertenencia, siendo el último plano ilque,clcsde Clístenes, establcceríaIa índole política del primero146.EI mayor protagonis­mo del pw~blourbano ' parecellevar a qué eltérminodemóres,vaya asocián-. dose gradualmente conágroikos, que se convertirá finallTIente en un mote peyorativo que dcnotaní rusticidad y vulgaridad, mientras que la)dea de po, lítes va a terminar ligándose con lade aste/os, en virtud de lo cual irá adqui~ riendo una valoración positiva connotando urbanidad, inteligencia, refin¡¡miento 147 . Por ende, la contradicción señalada entrelo urbano y lo ru~ ral se traduciría en una división de .Ia comunidad cívicadeacLierdo con dos sectores del pueblo que en este caso aparecerían contraponiéndose: campesi­nos y pobres urbanos : Dentro de los sectores populares, la.dicotomía parece- . ría darse, entonces, según su rol como demótai, masas rurales, o como polltai, masas urbanas: mientras que aquéllos se asociarían a la falange ho­plítica, en cambio, éstos se asociarían al desarrollo de la flota. Esta contrapo-

144. DE Srr. CROlx (1972), 355' 76, considera a Aristófanesun "cimoniano".

145. Véase FiNLEY (1986a). 152.

146, Cf. ¡1I{ro.Cap.IV. ap. '.Z ,

147. Tales valores se delirn!tarían, por cieno, dentro de las clases dominantes, cuyos modos de vida social poco tienen que. ver con la siluacicSnde los seclores popularés. Sobre ágroikos y aSleios"BoRGEAUD (l99?); HARTOG (1999), 167-73; FouCHARD (1997),343-49; demó"s como plebeyo, JelNES (1999), 11. La asociación

entre los .\'ocablosl'o/íles y IIsleíos remite a la establecida entre la primera palabra y crsttis;Jáfonna sustmiti­va del úhimo . Últimamenle, COHEN (2000),50-63, ha discutido la habilual.correspondenciaentre ambos tér­

minos señalando -que aSlo! h~cí~ refer~nci.a los habilantes locales residentes en el Á.tica por oposición a los"· foráneOs, mlermas que los polítai serían una parle de aquéllos, es decir quehabñ~ ?SloíqUe no serían polilai. Propone inclusO un lectura lit~ral de las fuentes en función de interpretar que los hijos delosasloí residentes

en el Aticase convenían en ciudadanos conforme a la· ley de ciudadanía de perjcles· Nues.lra interprelación hace .hinc'api"é: '~~. I.as connot.a~¡ones cuI~urales .de las vocesa$tósy aSleios. enJas qu~ se.ha ,visto ,un cQlor más

aristo.crá\ico Sobre eseo. UVY (] 985).

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~. J.

Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infanteiÍa hoplita

sición irá tomando cuerpo durante prácticamente todo el siglo V 148 Pero una distinción categórica entre ambos sectores puede resultar engañosa 149 Los ze/lgl/(l¡ hoplitas y los /héres, sugiere Hanson, lograron hallar formas de es­tablecer empresas y aspiraciones comunes t50 Sería esta coincidencia entre ambas clases la que posibilitaría que los pobres sin liciTas convergieran ideo­lógicamente con los labradores hoplitas, en un sentido estrictamente político m,ís que militar.

Además, hasta el comienzo de la guelTa del Peloponeso en el año 431, la may or parte de la población había seguido viviendo en el campo 151. Y aun cuando la guerra hubi era causado estragos y penurias entre los labradores, re­sulta factible inferir que al final de la misma éstos seguirían siendo mayoría dentro del cuerpo cívico, puesto que, según parece, sólo una quinta parte de la población no poseería tierras 152 Por otra parte, desde un punto de vista es­trictamente político , no es la división entre sectores populares urbanos y ru­rales la que marcaría acabadamente la res olución de los confl ictos en la asamblea, aun cuando en di versas circunstancias esto pudo haber tenido pe­so. Puede suponerse que, en verdad, más allá de la compleja situación de las clases agrarias durante la guelTa del Peloponeso seg ún se desprende de las críticas del Viejo Oligarca, Aristófanes o Tucídides, los labriegos aceptaron la estrategia de Pericles, de la misma manera en que lo habían hecho en las guelTas médicas cuando los persas invadieron el Ática l53 . El discurso de Pe­rieles, del que previamente citamos un pequeño fragmento, señala no sólo un

148 . Oposición que a la larga, segun ha dicho HA NSON (1 995). :127-55, mostraría a los ;;hoplitas como di­

nosaurios",)' que habría sido lemprílnamente percibida por Esquilo (cf. Vida de Esquilo , 10) al preferir que en su epitafio figurara Maralón y no Salamina. Véase PLÁCU)() (1997), 11 9-43, y. en especial. PRoST( 1999): tamo

bién LE\'É()UE ( 1978). Sin embargo. ver FOUCHARD (1997). 200-5.

149. OS OORNE (1990): HANSEN (1991). 106- 16. cr. MossÉ (1 995), 86-108: lambién HUMPHREYS (1970):

DWIES (198Ial. 89- 115.

150. VéaSe H.'~SON (l996).l'anim y. en especial, 291-92. 305-7: cr. (1995), .157-403. que reúne la infor­

mación y desarrolla un sólido análisis sobre estos punws .

151. TuciDtDES , [l. 14. 2.

152 . Esto es lo que cabe conjeturar de un supu esto decreto de un lal Fonnisio, que habría propuesto res· uin gir la ciudadanía a los propietarios de lierras, pueslo que de haberse aprobado sólo unos 5.000 habrían que· dado ex.cluidos: ef. DIO~ISO DE HALlCAR NASO, Argfll1lenlLlI11, en LI SIAS, XXXIV (Sobre tu constiTUción

lIIICe,,'I'<I/ ): MARKLE (1990). 158-59. No está claro si el mínimo de propiedad exigido excluía a los atenienses

que lu vieran una propiedad moderada por debaj o del rango hoplita, asociado en general con los :et/gira;. Se escoge como base una población de ciudadanos adultos de entre 25.000 y :10.000, cifra que se induce de di ­

versoS cálculos: ver HANSEN (1981): (1982); (1985): (1991), 90-94: eL Wt LUAMS (1983) y, en especial, CnR­VtSIER & SUDER (2000). :17-41. En su análisi s de la población ateniense, GOMME (1933),26·27, desechaba el documento. pero el número total que daba se acerca al consignado aquí. Por supuesto, hay que considerar la mortalidad causada por la guerra y cómo pudo afectar de un modo diferente a hoplitas y ,lIetes: al respecto. BRULÉ (1999). Ver lambién HANSON (1 995). :157-403.

153. CL HERÚDllTO. VU[, 40-41.

124

Julián Gall ego

cambio de mentalidad que contrapone los intereses marítimos del imperio

con los del campo, sino también la aceptación de esta política por los secto­res populares , comprendiendo a los campesinos dentro de este conjunto. De

otra manera , hubiera sido impos ible que la poblac ión rural se movi li zara pa­ra establecerse dentro de los muros de la ciudad. Es cierto que había grupos fastidiados con la estrategia, que querían repeler los ataques enemigos sobre el territorio rural ateniense, como ocurrió con muchos del demo de Acarnes. Pero de hecho , ellos también terminaron por aceptar el plan de acción esta-

blecido 1 54.

Esta cont1uencia aparece destacada de manera vaga por dos referencias. La

primera proviene de Jenofonte que , con un tono de explícita reprobación, de­ja ver que los integrantes de la asamblea conformaban una muchedumbre (ókhlos) de cardadores, zapateros, carpinteros, herreros, campesIllos , comer­ciantes, traficantes de la plaza pública y revendedores. El otro testim onio lo

aporta Platón , que también señala la diversidad so~~al de lo s ~ue habitual­mente participan de las reuniones de la asamblea 1)). Resultana, pues, una

"ran simplificación trazar una distinción tajante entre pueblo rural y pueblo o ' . . , . I bl 156 urbano, puesto que, en ngor, uno y otro constltuIan en conjunto e pue o . . Clasificar sus posibles ocupaciones económicas es viable, y es lo que le sIr­ve a Ari stóteles para realizar su tipificación de los diferentes tipos de demo­

cracia, pero no aclara demasiado respecto de la política democrática y las opciones resueltas en la asamblea l57 . Éste es uno de los aspectos más rele­

vantes de la política ateniense de la segunda mitad del siglo V. La transfor­mación radical en el estado de cosas de la Atenas clásica que conduce a la situación recién referida fue inducida por las reformas de Efialtes. Su ocu­rrencia marca a las claras un antes y un después tanto en relación con el ejer­cicio real del poder político como con respecto a las instituciones en las que el mismo se desen vuelve y los sectores capacitados para participar en ellas. Aparecen nuevas formas de liderato a la vez que se profundizan tendencias

que configuran más claramente a detenninados grupos sociopolíticos. El d~:­plazamiento de los líderes de viejo estilo por los demagogos y la dlstIllClon entre pueblo urbano y pueblo campesino son ejemplos de estas transforma­ciones. Existe , sin embargo, una dimensión que en la trayectoria que se abre

en 462 subsume esta serie de factores, dimensión ligada a la presencia del pueblo como sujeto político que instaura a la democracia no tan sólo como

154. CL TuciDtDES. u, 20-22.

155 . J Ef'{)F()~'TE , Mt!l1Iorobles, 111, 7, 6: PLATúN, Pmtágoras, 319 d.

156. Véase HANS EN (1991). 11-12: STARR (1990), 36-37.

157 . Cf. FINLEY (1986a). 112-23

125

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la ciudad. Bases agrarias de fa polis griega y la infantcrfa' ~oplita

unregImenroIítico con sus ba.ses estructurales sino sobre todo como una práctica política subjetivaenla que la soberanía es atributo del pueblo.

4. La capacidad política de los campesillosat~lIie1lses

¿Fueron los campesinos un sector que, durante el período q\IeVa desde la refoilllas de Solón hasta las innovaciones de Efialtes,participaba poco de las decisiones políticas, tal como lo presentaba Aristóteles al hablar deIa demo­cracia agraria, contexto en el que cabría situar ala llamada democraciaan­ceslral ateniense') ¿Sigui,eronsiendolos labriegos una clase pasiva lras las mutaciones producidas pprEfialtes, la democracia moderna que según Aris~ tóteles seextelldía hasta su propia época? Si concedemos encambio que du­rante lademocracia ancestraltuvieron.un papel activo, ¿perdieron dicho rol o lo mantuvieron cuandose produjo el desarrollo de la así llamada delnocra­cia raoical , momenlo enque el pueblo urbano adquirió un peso político cada vez mayor enlaasamblea donde sé tomaban todas las d'ecisiones? En defini­tiva, ¿fuel"Q1I los "eugfrai ciudadanospoIíticalTlente activos?

Los testimonios sobre el rol del campesinado ático parecen no serconclu­si vos con respecto a sus preferencias sociales. o políticas. Buenaparte de las evidencias nos presenta elementos que lo ubican junto con los ricos o ¡os ca­balleros. asumiendo supuestas posiciones moderadas; cediendóel protago­nismo poI ítico ,taquellosen quienes los labradores deberían reConocer a sus Iídcres naturales,/\. su turno, la contradicción con los gruposurbano~ seda-ría tanto en el plano político (aspiraciones y dirigel1tes distintos) C0ll10 en el ideológico (oposición entre ágmikos y asteios).Pero también, se ha podidO argumentar, en el marco lúismode la deinociaciaradical, .unanotoriaconco_

. mitancia entre agricultores hoplitas ypobresurbanos sin tierras, en un con­textoen el que los últimos buscarían emular alospdmeros. La composición de las reuniones de la asamblea pondría de manifiesto esta coexistencia así como la aprobación por panede los granjeros de.medidas políticas que su­puestamente tendían a reafinnar la prepondetallcia dei elemento urbano.

En varios pasajes Tucídideshace referencia a la irresponsabilidad' del pue­blo i"espectode las decisiónesque tomabal58. Aristófanes . revela . algo del mislI10 orden, aunque en este caso la crítica caeprinCípalmente sobre los po­líticos que confaciliúad engañaban. a los labradores atenienses, En efecto, se-gún su testimonio. los ' or.adoresde la ciudad, aduladores queJorm~laban elogios a los (;ampesinos, en realidad, solían engañarlos y tratarlos como

158. TL'CI [J1IlE.~.vII'. J, 1: ef. II !. 4\3,5. Véase POPE (1988). Sobre el problema del liderato en Tu:cídides. ver OSER (1998) .. 79,94. Algo similar se lee en AND(¡CIOES. Sobr~ su regreso. 27; al respecto.Mlss loli (1992). En cuanto al tema de la responsabilidad del pueblo, GIL (1970); UVY(1976), 29-47.

126

. ,

merc<lnCí~159, como lo ponía de manifiesto el Hermesaristbfánico hablando como Un ateniense más:

"Y cuando desde los campos (ektoll ag1't51t) sé reunió aquí la' masa labradora (hourgá¡(!s leós) , no st,Jpo que era traicionada de la misma manera, sino que es­tando sin sus uvas amadas y los, higos secos;dingió su mirada Iiacia l()s orado­res (1égoll{(ls); y éstos, conociendo bien a los pobres debilitados y carentes de alirnentos de harina de cebada, expulsaron a nuestra diosa por medio de agudos gritos" 160.

Así, los líderes logrílron que en la asamblea de los ateniensesse,votara en favor de ira Iaguerra. :En la dudad democrática, el campe~irio,ri1odelo ejem~ pIar de ciudadano y soIdadopataAristófalles l61 , aparecía svbordinadoa la elie te dirigente. Otras veces el engaño estribaJ:¡a ~n la manipulación de las listas de los. reclutados para ulla campaña, lo cual provocaba la .protesta exasperada del¿orifeo del coro de ancianos de la p~z: "Eso nQs hacen a nosotros los cam¡­pesinos (agrdíkolls); a; los de la,ciudad (ex ásteos),menos, .esos abandonaes~, cudos a los ojos de los dioses} loshombres"162. En el Orestes .de Eurípides setiet1etambién en buena estima al agricultor que def~enclelaciudady está dispuesto al diálogo frélnco, pero queraravezf¡:ecuenta la ci9dad.yel ágora y que lleva un género de vida Í1Teprochable I63.Noobstante es,tayisión positiva . del campesino, Eurípidesdestacaasimismoladistancia que lo separa de la eli~ te,plles según el heraldo de las SllpliC{mi~~, ~n la~rador miseraJ:¡leaunque no sea ignorant(! jamás podrá contemplar el bien común, siendq perjudicial para '. los hombres superiores el que un hombre de baja condición logre ganar' presc tigio en laé¡~dadl64. En la misma dirección apuntan las palabras de Héctor en el Resoatribuidoa Eurípides, puesto que para el héroe "la: grosería habita en el espíritU: de estos rústicos Cágrótais)";' lo ~iúilnoobsta p',araqué)n cieitas ocasiones puedan dedrcosasimportánt'~s , Rero la regla, }:¡:conocida en este ·· caso por el . propio pastor, es que los fÚsticossean groseros l65.

159. ÁRIS-rr)FANES, Acamiense." 370,76. Caballeros, poisim. muestra con c1arid~'d:cónio~oncibe el pOe(a la relación enlre el demagogo y el. pueblo.

160.ldem. PUé. 632,37.

161 . CfFouCHARD' (1997), ~53,58 Sobre la imagenaristofánicade los detilOsátiCos como ámbitos de s?~ . ciabilidad enlos que sus personajes c~pesinos desarrollan sus peripecias cómicas:de ciudadanos ejemplares;, véase WHITEHEAD (1986). 223 ,.34. 328,}8. y. en espeCial; Jor'lES (2004). 192-207. Cf. GALLEGO (2003a).

162. ARIST()FANES, PUé. 1179,86.

163.EVRiPI~ES. Ore-'Tes, 91 H23. Los vinuosidad que ;trib~yealeSposodeElect~\cf Electro. 298), que vi­ve alejado del ágora y sus avatares; van . ~~ 'el mismo sentido. ~to pare'" ser unantidpo de la idea de Aristótel~s ya an;Iizada acerca de la democ~áda rural, tema de impronta conservadora y elilista que por I~demás a,traviesa el conjunto del mundo grecorromano. Sobi'l!esto, véase SÁEZFERNÁNDEZ (l992) .. Pero, en reahdad.habJadlferen­cias de peso entre el campesinado ateniense y el romano, .respeclo de lo cual ver GARNSEY (1998), 91-105.

164. EunlplDES, Suplicante." 420·25.

165. [ELIRfPiDESI. Rem. 266:271,72.

127

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CJmpesinos en la ciudad. Bases agrarias de la I'ólis griega y la infantería hoplita

Una síntesis de este pensamiento anticampesino lo encontramos en Teo­ti·asto. quien consideraba que la subalternidad de los labradores era producto de su ineptitud e inferioridad, hecho que ponía de relieve lo que a sus ojos constituía una falta de manejo de los hábitos sociales propios de la ciudad por parte de los campesinos, pues "Ia rusticidad (agmikía) parece ser una cierta e indigna ignorancia" 166 Efectivamente, el campesino aparece en su razona­miento como un ciudadano vulgar. que si bien es capaz de asistir a la asam­blea, "desconfía de amigos y parientes pero, en cambio, hace partícipes a los criados de los asuntos más importantes y les cuenta a los jornaleros que tra­bajan a sueldo en su campo las deliberaciones de la asamblea". En este pun­to podría argumentarse un efecto de época: si una de las conquistas más importantes de fines del arcaísmo había sido Hel desarrollo del ideal de cam­pesino ciudadano" -dado que el labrador independiente había afirmado su posición económica, militar y política en la ciudad-, "en el siglo IV el ideal se corresponderá cada vez menos con la realidad, pues en gran parte delmun­do griego la clase campesina se debilitará" 167 Existe, por cierto, un encomio de la labranza y los labradores en la Atenas ele la época, pero dicho elogio trasluce en realidad una búsqueda de la concordia entre pequeños, medianos y grandes propietarios que tiende a beneficiar sólo a estos últimos. Al mismo tiempo, la configuración ele las ciudades ideales exhibe a un demos --cuyos integrantes son obviamente ciudadanos- que no puede realizar trabajo agrí­

cola alguno. Este pueblo idealizado no es concebido más que como una aris­tocracia. Así. la banalidad del elogio de la agricultura y los agricultores se acopla con una concepción, proveniente de la filosofía, fundada en el despre­cio de estos últimos, concebidos como esclavos o dependientes 168.

En este contexto, el Pitao de Aristófanes constituye una evidencia signifi­cativa para el análisis de la situación socioeconómica del campesinado, en especial el ateniense. El punto de partida propuesto por la comedia es justa­mente la decadencia y la estado de penuria de los labradores, puesto que a lo largo de la obra el tema central no dejará de ser en ningún momento el de la restitución de la visión al dios Pluto, la riqueza personificada, de manera tal que los agricultores, hombres honestos y trabajadores l69, logren el bienestar que se merecen y puedan expulsar a la funesta diosa Penía, la pobreza figu­rada, que los ha venido persiguiendo desde siempre, y mucho más todavía,

166. TB)FRASTC), Caracteres, IV, 1,6. Cf. MENANDRO, ú¡!Jmdor, fr. 3. Sobre nmbas visiones de los atenien­

ses dél campo. cf. ]ONES (2004). 111-14. 118-15.

167. AUSTIN & VIDAL-NAQUET (1986).147. Cf. PLÁCIDO (1991): (1989). 67-76.

168. Con respecto a este contraste entre las formulnciones imaginarias y las situaciones históricas, véase los minuciosos anólisis de FOUCHARD (1989); (1993).

169. ARIST(jFANES. PililO, 119, 12.1-14.

128

Julián Gallego

según cabe conjeturar, en la etapa posterior a la guerra del Peloponeso, hecho

que conlleva examinar sus consecuencias sobre la producción agrícola. Se trata, en verdad, de las circunstancias que atravesaban las "pobres gentes (pó­

l/emir' 170, asunto que se debe relacionar con la situación de los pequeños productores agrícolas del Ática de comienzos del siglo IV

En este sentido, un aspecto fundamental que se plantea cuando se examina el Pitao es el problema de la magnitud del impacto de la guerra sobre la eco­nomía agrícola, asunto que si bien la comedia no menciona, actuaría como contexto histórico de la misma. Esta relación entre gue1Ta y agricultura, en especial en lo que hace a la incidencia del combate militar sobre el desarro­

llo de la economía agraria, ha sido una temática muy debatida últimamente. Foxhall ha llevado a cabo un balance historiográfico que permite ponderar hasta qué punto la producción rural podía entrar en ruina y qué chances de recuperación tenían las granjas que habían sido afectadas por los ataques ene­

migos 171, Uno de los trabajos sobre los que la autora se explaya es el libro

de Hanson cuyo aporte fundamental renovó la fom1a de entender el rol de la

guerra y las estrategias de los agricultores para hacer frente a los estragos

causados por la misma sobre la economía agraria 172, Pero algunos aspectos

de su interpretación no han sido totalmente aceptados, en particular, la cues­tión de la magnitud del impacto de la guerra. Los efectos de la guerra del Pe­

loponeso sobre la economía ateniense han permitido realizar un examen más profundo del problema debido a las importantes evidencias que se poseen. Algunos análisis han sugerido que los constantes ataques espartanos sobre el

Ática, con sus saqueos de graneros, devastación de tierras de labor, destruc­ción de cosechas e instalaciones agrícolas, ocasionaron estragos irremedia­

bles para las granjas campesinas sumergiéndolas en una degradación social de la que nunca pudieron recuperarse, entrando así en un estado irreversible de pobreza 173. En cambio, para Hanson así como para otros estudiosos la re­

cuperación después de la guerra fue rápida y por consiguiente los granjeros

170. (hid., 165; cf. 903. Sobre este puma, véase KONSTAN & DILLON (1981): SOMMERSTEIN (1984); OLSON (1990)

171. FmHALL (200,).

171. HANSON (1998). Ver HARVEY (1986), reseña a la primera edición de 198.1.

17:'. Sobre esta situación del campesinado ateniense tras la guerra del Peloponeso a partir de las comedias arislOfánicas, EHRENBERG (1957), 115-16, 117-.13; DAVID (1984). Para visiones históricas globales, Mosst (197.1a): (1978a): (1998),96-111: AUSllN & VIDAL-NAQUET (1986),135-38, 147-48. Cf. PLÁCI?O (1997), 144-57. Recientemente, THORNE (200 1), passilll y, en especial. 248-52, sobre la devastación del Atica durante la guerra del Peloponeso, ha revalorizado apropiadamente el problema del impacto del sa,queo sobre la agricul­tura como instrumento militar viable para producir una coerción económica sobre la pobs atacada; SI bien no se pronuncia abiertamente sobre la sÜuación de los agriculrores áticos, de sus argumentos se seguiría que los efecros de los maques espartanos fueron negativos.

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Cam(lesinos en la ciudad, Basesa~rarias de la pófis griega y la infantería hoplita

110 habrían sufrido grand~~daños174. Otra visiónpropone una sÜt:rtede pers­pecti va intermedia /75: a causa dela guerra laprodLicción agraria tardó largo tiempo en reponerse (aproximadamente hasta mediados del siglo .IV), pero tras esta etapa los labradores se habrían recuperado convirtiéndose en la ba­se de la economía ateniense. Y habría sidcia causa de esto úItimOque Atenas Se volvelÍa una ciudad particularmente preocupada por el resguardo de su te­rritorio, cOncertando ,en funcíóllde ello unaestrategia militar de carácter defensivol76. Es evidente que una definiciónalrespecto resultaalgofu~da­mental.puestoquela visi'ón que se adopte en cuanto a las secuelasdela gue­rra sobre las campesinos , y elÁ tica determi na la interpretaciónq ue se haga del Plflfo de Aristófanes yde otros testimmúossobre el problema planteado.

Á partirdelódesarroll'ado precedentemente quizá sea útilreformular los interrogantes con los que abrimos este apartado. Silos granjerosfuemn ciu­dadanos activos tanto antes como después de las' innovaciones de' Efi al tes, ¿se volvieron pasivos tras la gueIl'a del PeIopon~so? O viceversa: si habían sido pasivos durante la ~egLil1damitad del siglo V, ¿,se transformaron ulterior­mente en ciudadanos actiVos? ¿Nos quedaremos, por lo demás, con la ima­gen que nos transmiten lasfúentes, tanto en;la alab¡¡,nzacomo en la diatriba, al sugerir que los campesinos atenienses, a pesar de sus derechos plenos, te­nían escaso interés en los asuntos de gobierno y limitada o ninguna influen­cia en la toma de decisiones? ¿ConCluiremos, sin más, que los agricultores no tenían pos ibilidades ciertas 'de participación, yafuer¡¡ por su automárginación o su exclusión, y¡¡, fuera debido ala manipulación por pa!tedela~lite?

Vayamos por partes, Los labradóresacomodados se hablan insertado en la ciudadanía~tenien se en elúltimo tercio del siglo, VII, gracias asu papelco­mo soldados de infantería pesada que poseían armas. Dejando de lado ,ahora la cuestióndeldesarrollo d~ la falange hopIíta, importa destacarque el nue­vo estatuto ' político de los , granjeros no fue una dQnacióngratuita de la elite eupátrida sinoel resultado de la presión que esta clase comenz6a realizar en pos de cambiitrsu condición soci9política,ó inclUso como forma de conser­var su situación de libeltad, cualquiera fuese el sentido de esta idea .en el contexto del arcaísmo ,177 .' Láconfirmación de la condición ciudadal1a del campesinado se produjo c~:m las reformas de Sol6rt: ahora no sólO' l()s labrac

174: H,,,sn!'l, ( 1998),1 29-73 Cf. ANOREYEV '(¡974). i 8-19;Ed, WlLL(l975). 301-4,

175. OBtR (1985). 13-31. Ver STRAUSsI(986). 43-45; CHANOEWN (1999),

176, OBER (1 985), po"s;/I/; MUNN (i993l. 3·33. 187'95; HAf:/SON(1998). 77-128: también GARl,AN(1989), 93-142 Cf. igllalmente GARNSEY (1996). cap. 9-10. ' . . . .

177. Respectt~ dt:1 estatuto del camp'esinado en l~s dudades arc~cas, ·sus luchas por mantener .o mejo!ar su :situación. la represelllación desvalorizada que la aristocracia tenía deellos. FOUCHARO '(l997). 77-88, Sobre el problema de los sentidos de la idea de libertad enla era ;u:caica. RAf-FI,.AUB (2004);.23.45:

130

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Julián Galle~o

dores hoplitas luchabanporsus derechos sino también aquellos que habían caíd,o en dependencia y que, muy probablemente, pasaran .a integrar la claSe de los fMles, después dela anulación de ,Ias ·deudas. Si bien.esverdad que la organiZ¡¡ción soloniana sepí:\raba a éstos de ,los zeugltai,.resulta asimisnio cierto que la Atenas del siglo VI seasentaríaenuna presencia fuerte del can] ~ pesinadoenel núcleo mismo del estado: los agricultores ' hoplitas ejerciendo ciertos cargos electivos, los labriegos pobres interviniendo en los tribunales ; eligiendo a los magistrados y. controlándolos. La participación campesina no debió serin$ignificante en esta etapa, habida cuenta de los resortes de poder quequedabanen sus. manos. Pero la aristocracia iba aseguir 'Operando COIUO

elite dirigente, pugnando por el poder y manejando recursos apartirdeme­canismoscIientelísticosque le permitirían subordinara bueilaparte de los la~ bradorespor medio de vínculos de patronato, .dispositivos de dominación conlra IQS que reaccionarían Pisístrato y particularmente Clístenes.

Con las transformaciones efectuadas po{elúItimo, losd~ri,os adquirierop una; significación central en el funcionkmie~to democráti¿'o, aunque siguie­ransiendoel ámbito de proyecci6n de las camras poIíticas de los aristócra­tas . Esas aldeas y pueblos tenfan su propia vidapoIítica, que con .Ias reform~s clisténicasquedó arti7ulad~ 'institucionalmente con la opera~oria del estadq. Dadoqueilosdemos,mayormenteturales, se convirtieronen el ámbito de se­lección de losconsejeros para el consejo de los Quinientos y confonne a las restricciones impuestas p¡¡,rasu ejercicio (ciudadanos conrnás de treinta añqs que sólo podían desempeñar el cargo doS veces en su vida pero nunca un maridatotras otro). es evidente que elpapel polftico de loscampesinos tu';o que ser forzosamenteactivo:Y su intervención en la asamblea debió darse de acuerdo con su superiorpeso institucional. Esto no tuvo por'qué alterarse con el desalTollo de la democracia radical, más allá del aumentó del peso políti~ codel pueblo urbano . Después de la guerra del Peloponeso, con la nuev.a estrategia defensi va cenirada en el resguardó del Ática, tanto por su partici~ ' paci6ndirecta como por la acrecentada significación ecoriómica qUe adqui­rió su aporte de producción agtícolapara el avituallamiento ateniense durante · elsigloIV, la trascendencia política delos labradores no pudo haber dismi­nuid~)sino todo lo contrario, Tambiénen estas circunstancias cabe; pues, con­jeturaruna activa presencia de los campesinos en las decisiones políticas atenienses.

Se haargumentad(yqlle por no residir en la ciudad, como sí sucedería en las póleis pequeñas /78, y, habida cuenta del 'tÍlmaño del ÁtIca, los ,agticulto­res atenienses pudieron haber sido una masa apática. Según,hem'Os ,tratado de

17R, CL,\'I/l'r(I ,. Cap. IV ap. 3 .

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

demostrar, y tal como lo han reconocido Hansen y Markle, entre otros, la par­ticipación política de los labradores áticos debió de ser amplia, en especial de aquellos cuyas aldeas se encontraban ubicadas alrededor de la ciudad, en el rad io definido por la distancia que separaba a la propia Atenas del puerto del Pireo l 79 . El análisis de M arkle de las pruebas referidas a la intervención en las asambleas y en los tribunales, proveniente básicamente de los siglos V y IV, no deja lug,n' a dudas en cuanto a la capacidad política de los granjeros, incluso los más pobres que durante la etapa de lo que Aristóteles llamó la de­mocracia moderna o reciente podían aprovechar los tiempos ociosos para ob­tener un ingreso extra a partir del salario cobrado por asistir a los tribunales (desde mediados del siglo V) o las asambleas (desde comienzos del IV)1 80.

En definitiva, los labriegos no estaban privados de una cultura y educación políticas, que provenían justamente de su experiencia práctica en los demos . Tampoco eran indolentes y, por lo general, tenían tiempo de asistir a las reu­niones políticas, sobre todo cuando se decidían temas vitalmente importan­tes , como los referidos a la guerra, asuntos en los que no podían dejar de intervenir, y de hecho así lo hicieron durante buena parte de la historia ate­niense l81

179. HANSEN (1 983).1-102; (1987). 9·10. 63·64: M ARKLE (1 990). 150.

180. M ARKLE (1990); cf. (1985). La discusión entablad. entre JAMES()N (l 977n8) y WOOD (1 983 ) en tor­

no a la esclavitud en b agricuhura atl!niens~ se sosliene en la aceptación dd carácter po lílicamentc activo de

los labradores áticos.

181. Cf. ARIST()fANES . Acamienses. 19-39. Ver FtNLEY (1986.). 99. 110· 11; también HANSEN (1 987). 7- 12: (199 1). 1"5-27; RuzÉ (19971. 418·25 .

132

.. '~ ..

CAPÍTULO IV

El campesinado y la ciudad griega

Las condiciones agrarias generales de la pólis griega constituyen, tras el re­corrido esbozado precedentemente, nuestro punto de llegada. Se trata de es­tablecer, primero , un modelo general que sirva de base para volver, después dc esto, sobre las discusiones planteadas en los capítulos previos con respec­to al rol de las comunidades aldeanas como distritos del estado griego. En tanto segmento del estado, la aldea hizo su aporte para que en cada pólis el afianzamiento territorial y poblacional, pero también político, militar, religio­so, fuera una realidad. La configuración de los vínculos asociativos entre las aldeas y el estado adquirió diversidad de formas, según el modo en que se lle­vara a cabo en cada pólis el proceso de sinecismo y, a partir de éste, el desa­rrollo del estado. Pero a pesar de esta pluralidad morfológica, el campo historiográfico ha estado organizado durante un largo tiempo por el modelo de la ciudad consumidora - con sucesivas perspec tivas dentro de este enfoque y con ulteriores discus iones sobre su pertinencia para la ciudad grecon'oma­na-o Este modelo y algunas de sus críticas no interesan aquí por sí mismos, sino por el lugar de la aldea como ámb ito soc ial campesino que permiten vis­lumbrar. Este lugar explica también, y se explica por, el lazo entre agricultu­ra, guerra y política, es decir, la mancomunidad entre el ascenso social del campesinado y el despegue de la falange hoplita y, con grados disímiles de inclusión según los casos , el rol de los agricultores soldados en la vida polí­

ti ca.

1. El modelo de la pólis y sus bases agrarias

En la Grecia antigua, la situación del campesinado y la del mundo rural en general remiten a un contexto histórico preciso que no podemos perder de vista: para los ¡mtiguos griegos el núcleo bás ico de la vida social era un tipo característico de comunidad cimentado en el modelo de la pólis o ciudad-es-

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Campcsin{)s en 1,1 ciudad Base{~grariaSdela pólLhrriega y la infantería 'hoplita . - - . . . - - . -.-.

~ tadoen lanl()qJe unidadH1dIvisible de un centro urbano (ásty) yelterritorio agrícob (khó/:a)I_·en el ~ualJo~ inte~rantes de la. comunidad ténían sus par­celas privadasL,puesto queciudildy campono podfanser separados3. En Uli

, estricto sentidcipolílico, el' centro urbano éra' lmeJe~ento car~cterístico de la' .·.·.' póli.I':· 'llgar.~neIque se desarroIlaba la vida cívica del cstado-ciudadan04.La ' existencú\ material de la ciud~dotorgabapresencia objetiva y pennan¿nte a . ' Ias inslilucionesgue gobcrnab,lllelsistema social ,. dentro de un esquema ha­

sadoclI "1I11a ruralización 'd¡:JaCiudad", como subrayaba Marx5,y noen un dominioelc " acit,dad sobrGeLc,mnpocomoel se~alado por el modslodela

.dudad de consumo que veremosposteriormente6. Esto implicabau~modb ". de articulaci6ndelas rel acioncs.sociales que comportaba la constitución de

una colecti\;idad POlílic~conj)oderesbien deliniitados, lo que éTitérminos . , . modernos podríamosdefinirc()Jn()un estado. Este estado se caracleriza.ba pcjr , la participacíóndirccta de los .. ciudadanos en Ios :asuntos públicos. y por la 'consecuent(i,nexistencia dCllÍlapurocracia. Por otra parte, la comunidad co~

.'. mo un lodó debía ellcargarse de los asuntos d~' lagu~rra,razón porla cualca-. ,da ciudadano propietario deuIl I?te se convertía él su vez en Un ~oldado que .' con sus propias armas y amladura debía defender I()s intereses ,~básicmnente

~grarios- de.lacoleclividadpani poder defender los ,suyos como poseedor de tieITas; y así re.producirse cOlllotal7.

Efectivame.nte.si bien la conlullidadse furidabasóbte la apropiación priva­da dcla tierra como uno delos eleI1lentosc\avedel sistema, el punto. irripor~ lante es que parancceder a la posesión de umloteyra necesarid previamenle pertenecer a lacOlllUnidad . De este modo, lácitidad se nos presenta como la unidad de cier(Clnúmero de propietarios de tierras que se reconocían cOrno ta­les entre sí. ESlaspropiedadesagrarias conslÍtuíariel patrimoniOdf:familias que geileraciÓntras generación seperpetuabalÍ.en el seno delac~munidad, a

. . través de la heren~ia y 1<ls tradiciones . ancestrales, y que en conjunto confor~ .maban la póliS según el IlIodoMorganizacióndelespacio entonces imperan-

1. MARTIN (1973); HU~IPHREYS (1978). 130·35;80-(0 & JAMESON(198 1). icf. LEP<.)RE(J97J), panilas co.

lonia.' griegas: M()G~I (19~71. para Turios:·C.mUDGE ( (998). pardEsP<ifla;OIEvrrARESE (7000), i :i4.81. P"

: . . . . - . . .

4 _Vo'vercl~los sOhre:- esta definición en :el. p~o~imo -.,parlado.

5. MARX (1971 J. 442 . .

6. el'. i"-"tI,.p.:·'. . '.' . . .' ...... '. ' '. ' . .' . ' .• 7 MARX (1971), 4~6-39. Respecto de susideas,HINOESS &HiRST(í979l. 86-95: FlNLEY.0986b), 104-32: .

GARLAN (1989). 209- 14: BRYANT (1990),-485·86,497. Sobre la gllerra en . .eI marco de las bases agrarias. de la "á/is. cf. i~rr", ap . e . , . '. .

Juli'án Galleg?

: - . -

te, cll~stiónque se puecl~percibir claramente en el imaginariq ,social griego ,en tonloa latierra. Si bien en ffiochoscasos la'pertehencia alac.o~unidad nO ,se circunscribiónl grupode'los que poseíantierras, sino q ue;i:esultó en cada ta-so de lasreglas de inclusión en la comunidad que fueron estable,c,iéndosedu­

. [ante.la formación deIas diferentes p6Ieis,e'stá Claro quel~ tenencia défin~as rurales ocupó un lugarfundmneritalenla fij~ción de la p<?siciór¡. s,oc;ial y lajn­

. serció~polftica., Pero como ya hemos visto, hubo situac,iones c01110 las de los periccosIacedemonioso los periecos eIeoseillas que la pos~sión .de tierras no

'fuéS\lticiente paralai~serción plena' de lo~ rropieiarios ell.I.acolJluniciadciu­'dadana,y otr~s comó lade laAtenasdemocrática en las quelafa,lta de tienas no fue motívo de exélusioncle los grüpos no propietarios8. · " .

'c ' : ' . : " .," '~ • , • , " , "

Bntrelas cuestiones centrales que cada pólis debía regular seen.contraba, entonces,elaccesódelosmiembros de la comunidad a las parcelas de tierra . En consecuencia, parapooeraGceder a la tierra resultaba necesario ser regls­trado'como;niembr6" COI] derechos, completos o reducicios,en la orgariiia­ción sociopolítica, locuafimplicabala existencia de prerrogativas reservadas para)()s .illtegrantes ·de/lacom\lnidad, privilegios que los' convertían 'encom­.ponentes del estado. Asíc;omo cada miembro d~ la comunidad poseía su lo­te de tierra particular,asílambién el estado -como personificación colectiva de la comUnidad ..... sereservaba el derecho de controlar el territorio cívico en general,tanto los lotes que estaban en poder de los particulares como las tie­rras comunales, ten'enos rio repartidos entre los ciudadanos que podían estar destinados' a los dioseS,a nuevos miembros, o simplemente<ser zonas noara­bIes . . EnÚecto, la pólis, en tanto opuesta a los poseedores individuales, ac­tuabapolítiCamente Com{)la propietaria principal de todos los bienes raíces dentro dé sus fro illéras , regulando el acceso de sus miembros a las parcelas por mediode disposilivosmás o menos igualitarios ligados a un marco polí­tico participativo,

La nitidez que presenta este proceso en el mundo colonial griegopermíte entender M qué estamos llablando. Se trata, evidentemente, dela producción de unespaCíoenel sentido social del términ09. La asignación de tierras a los pobladores .originariosde una comunidad que se estaba estableciendo, o a los nuevoS queseintegniban a una ya fundada, era llevada a cabo o bien por el fundridor(oikistés) Q.biéripor los magistrados de la ciudad~estado, quetam­bién p'adíari intervenir-si las circunstancias así lo justificaban- en la admi­nistraCión de una propiedad poseída por un hogar lO, Este reparto de lotes

8. Cf,·su"ru .. Cap. JI y 111.

9, O{POUGNAC (1984 J. lI8-2~ . ·

135

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67/104

Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplit a

geométricamente regulares y relativamente similares en tamaño ll se ha con­

siderado C01110 un síntoma de la relativa ig ualdad existente dentro de las pó­le/s gnegas l2 , lo cual proporcionó caracterís ticas preci sas a muchos paisajes

agrarros orgamzados a partir de parcelas uniformes . ¿A qué obedec ió es ta

equidad en la co nfiguració n del territori o ') Esto supuso, ante todo, que los

pnmeros emigrantes tuvieran a su disposición un modelo co n esos rasaos

igua litari os, al que por o tro htdo ayudaron a su vez a delinear más acabada­

mente 13 Se trata de la génesi s de lo políti co 14, que ha sido definida com o la

"elaboración creadora de la Grecia de las c iudades" durante la llamada edad

oscura. Esta gén esis fOlj ó, pues, una manera de producir el espacio que, en e l

caso de las comunidades de la vieja Grec ia tras la caída de los pal acios mi­

cénicos, puede a veces ser confundid a con una evoluci ón lenta y auto mática

-como si se trata ra únicamente de habitar un telTitori o ya dado de antema­

no-, pero que a partir de las fundaciones colonial es que empiezan en el siglo

VIII a.c. se muestra claramente bajo el modo de una invenc ión 15 .

En efecto, si bi en es verdad que esta nitidez de l mund o colonial no se co­

ITesponde con lo que podemos saber acerca de la adjudicación de ti erras en

la Grecia "p rimitiva", en partic ular en aquellas com unid ades en las que se ve ­

rifi ca una continuidad tanto de residencia como de pobl ami ento incluso des­

de antes de la edad oscura, está claro que es la lóg ica de fun c ionamie nto de

la pólis la que termina por im ponerse. En estos casos, tal como lo señala Bur­ford al analizar el asunto,

. es menos fáci l imagi nar cómo y cuándo la comunidad se convirtió en posee­dora en jefe. en tanto opuesta a los habitantes individuales, cuyas familias habían vivido durante generaciones en el lugar donde ellos disfrutaban del uso de la tie­rra . Pero aHí debió haber preponderado la mi sma clase de consideración que en los asentamientos ultramari nos nuevos" 16

11 Sobre e l carácter de los repanos de tierra, ver ADAMESTEANU (1973); CARTE R (1 98 1); YNTEMA (1 993).

Cf. S .• PRY KIN (1994),73·94. ASHERI (1971) ha indicado que muchas ciudades tenían un carácter excl usi,is ta en el acceso a la (¡erra en favor de los primeros colonos. lo cual no impide apreciar la condición igualilaria inaugura l de laJes colonjas.

12. En cuanJO al igualí raIÍs mo en el reparto de las tie rras en las colonias griegas. GRAHAM ( 1964), 59 ; LE­

PORE (1973), 25; MARTI N (197:1).103 ; 130m & JA MESON (1 98 1 J. 327. 336; H ANSON (995), 19~-95.

1.1. A esta época corresponde, justamente. el desarrollo de la planificación urbana en tanto que respuesta prácr ica a los problemas implicados en la fundación de las nuevas ciudades. aunque (ambién como forma de redi señar aquellas ya exislentes. Cf. OWENS (1991), 30-50; KIlLB (1 992), 95·111. DEMANJ) (I990), 14-27.

14. Cf. .I'lIpro. Cap. 1, ap. 4.

15. SCHNAPP· GOtJRBEILLUN (2002), 183 ·84. SNODGRASS (1986a), 15·70, ha hablado de una "revoluci ón es­tructural" para referirse a la instauración de la pólis (cf. igualmente [1 99IJ), oponiéndose a modelos conrinuis. ras de larga duración como el de VAN EFFENTERRE (985), que reaccionó a su vc:z conlra posluras como las del primero al considerarl as la híswria oficial O canónica de la póJis.

16. l3u RFllR D (1993), 17 .

136

Juli án Gallego

Lo cierto es que, de una manera u otra, la auto ridad de l estado resultó ine­

ludible, pues desde la e ra arcaica habitar era vivir en pólis. Es sol amente en

este contexto que se pueden entende r las distimas categorías en que podía

clasificarse la ti erra de una ci udad c lásica: común (koillé); pública o pertene­

cieme al estad o (dell/Osía, a veces como sinónimo de koíllé); sagrada o

correspondiente a los d ioses (híerá); pri vada (ídia). También aquí resulta di­

ficultoso saber cómo y cuándo tuv o lugar la di stribución en dichas catego­

rías l 7 Pero lo que sí se puede decir es que la respuesta a los dos interrogantes

planteados impli ca dete rminar la forma y e l mo mento en que la pólís, con to­

dos sus elementos constituti vos, se instaura como patró n de organizac ión ins­

tituc ional )' de ocupació n del espac io, lo cual nos conduce a su período

fOl1l1ati vo. Y tambié n supone entender por qué la pólis adquiere durante su

\'i gencia determinadas característi cas y no otras.

La diversidad de formas en que se plasman los espac ios de las d iferentes

póleís nos co nduce dec ididamente a esta cuesti ón. El mundo de las c iudades

griegas implica habitar bajo c iertas pautas que permiten di stinguir entre es­

pacio civili zad o, cultivado, y zonas incultas, silvestres. El primero , que es el

que ahora nos interesa, es aquel some tid o a la labran za por parte de los habi­

tantes de la pólis , de modo que, según nuestra percepción del fe nóm eno,

cultivado y civilizado remiten conjuntamente a l campo y a la ciudad como

el ementos de un mismo proceso de configuraci ón, y no a formas antagónicas

o fo rzosamente diferenciadas de uso del espacio por parte de distintos grupos

-aunque eventua lmente esto pudiera ocun·ir-. Es te m odo de habitar inscribe

e n el territorio una disposic ión subje tiva vinculada con el derecho de ciuda­

danía y la organizaci ón política de la comunidad: ser parte de la pólis, parti­

cipar en e l estado, comporta, como ya vimos, ser poseedor de una porción de

la s tierras de la comunidad -no importa aquí de qué tipo de propietario se tra­

te- , y esto úhim o entraña a su vez la organización de la labranza de los cam­

pos que sustentan a aquellos que toman parte de los asuntos de la ciudad. Así,

la apropiac ió n mediante el cultivo hace de la c iudad un ámbito ruralizado y

del campo un o civilizado, en tanto que e lementos de lapólis, en el se ntido de

que son la cultura po lítica y la cultura agrícola las que se moldean recíproca­

m e nte tanto en e l territorio urbano com o en el territori o agrario 1 8

Una fo rma de pensar los rasgos si ngulares de estos espac ios en la pólis grie­

ga es a través de las marcas simból icas de carác ter religioso. Dos diosas han

sido, en es te sentido, habitualmente centrales tanto para la delimitac ión del es-

17 . Para la clasificación señalada. vor ISAGER & SKYDSGA ARD (1992). 121.

18. Dentro de la imponante producción reciente. véase BRUNET (ed. 1999); GALLO (1999). Ce. V ALLET

(1968); FI 1'LE\' (1974 ).173-208; KOLB (1992), 60·95

137

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68/10412 al

Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de lapólisgriega y la hifantería hoplita

pacio de la pólis.como para la construcción imaginaria del mismo, factorjus­tamen.te indispensable paraque cada comunidad instaurase sus prácticas sobre eltemtorio: Artemis y Deméter l9.Estaúltima era,podlía decirse, el operador del p~nsamientore1igioso con respecto a los espacios en los que los griegos practicaban la agricultura, como lo muestran los distintos epítetos que reci­bía

20, los sacrificios, festivales y materiales votivosquele eran ofrendados y,

sobre todo, la elecci6n de los sitios paralos santuarios consagrados a ella a tra­vés del campo -algunos delos cuales habríal1 estado originariamente relacio­nados con aldeas campesinas-, ° entre el centro urbano y el enclave agrícola, o en las fronteras territorialesde la pólis, o incluso dentro de la propia urbe. En todos los casos, la identif¡caciónde Deméter es.con la tierra,utilizando los emplazamientos naturales recreándolosadificialmente en el Ínteriorde la ciudad. Ártemis, por su parte. inscribía en el territorio la concepción de .los griegos acercade las zonas limítrofes de la ciudad, que muchas veces se con­vertían en regiones en disputa entre ciudades .. También en este caso los epí­tetos ~dmitidos dejan ver su ligazón con el espacio ruraJ2l, aunque no necesariamente con la agricultura: asociada con los márgenes esla diosa de la caza; con los pantanos, de la fertilidad. Pero también es posible vinculara Ár­temis con fomws· de simbolizarla pólis ysu organización de los .. enclaves agrarios: transiciones del mundo natural alesp~cio civilizado; límites perifé­ricos del tcrritorio agrícol~y la soberanía política. Todo Iocual traduce una misma preocupaciÓn: el control del paisaje por parte de una comunidad polí­ticamente configurada. La localización de lostemplos respondía a estas parti­cularidades: reflejar el carácter de la tierra y enfatizar la relación del territorio político con los pa¡s~es naturales, hecho que también ocurría cuando los san­tuarios se encontraban en el centro urbano. Ártemis brindaba así protección a las tienas fronterizas, las unía con el centro y preparaba alascomunidades pa­ra las crisis militares en los lugares vulnerables. Si algo resulta cIara apartir del rol de ambas diosas es que las cClmunidadesgriegas practicaron y pensa­ron la organización del espacio en relación con el orden social dela pólis, tra­tando de garantizar religiosamente su soberanía política sobre los territorios

19. Para lo 'I ue aquí desarrollamos acerca del papel de ambas diosas en Iaconstrucción del espacio de la l'''li.l", ver CrlLE (1994J: (2004). 178-97: cí, 198-230. cuyos argumentos hemos seguido. Sobre los .rituales aso­Clados a Deméter, BRUMF1ELD (1981), Acerca de los sitios y funciones de Ártemis, VERNANT (1986). 19'31.

20, Entre otros. Aquea ("Segadora"). Cloe ("Retoño Verde"). Hamaloforo ("Que Produce Manojos de Gra­no"). Himalis ("Abundancia"). Julo ("Diosa de los Manojos de Grano"). 0mpnia eAlimentadora con Gra­no··J. Polusoro ("Rica en Cúmulos de Grano"). Sito ("Grano"). Soritis ("Donadora de Pilas de Granos"). etc. Para una relación más completa de losepftetos. OlLE (1994). 201"2,

21. Agrotera ("Silvestre'). Cariatis ("de los Nogales·).Cedreatis ("de los Cedros"). Cipansia ("de loS Ci­preses"). Coritea ("de la Cumbre"). Limnatis ("Pantanosa"). Limne. o Helia ("del Pantano·').etc.Ver COLE (2004). 181. 191: cf. también ihid .• "[ndex". 269-70. s.v. "Arte mis", donde selistan una enorme cantidad de epírftos.

138

Ji 2k¿>#.4P .. ¡I4LQUI4S0ASQS

Ju¡'¡án GaIlego

agrícolas. La correspondencia entre centro y periferia se construía así, en for­ma simb6lica, tanto espacial como cívicamente22. Estas representaciones reli­giosas del espacio político van a empezar en determinado momento, en espeCial durante el siglo Vla.C., a desarrollarse en cierta concordancia con una geo­mctrizaci6n de las fOlnlas de la pólis, que hará hincapié en la significación del centro, en slIdisposiciónigllalitaria, a Ctlyo alrededor seorgantzarán las rela­ci(lnesisonómicas, un espado caracterizado por la simetría2J.

2.EI estado, los distritos cívicos y las aldeas rurales

Las formas de organización del espacio de la pólis, las representaciones simbólicas de tales formas, el carácter eminentemente político de estos as­pectos, nos conducen al problema de las vías concretas de articulación el1tre elestado y el territorio en el marco de la pólis. El argumento fundamental es­grimido; lo largo de este libro ha sido que, en el punto de acoplamiento en­tre ambos elementos, la comunidad aldeana tuvo en la Grecia antigua un rol primordial, otorgando al estado gríego el carácter segmentarioque ya hemos analizado24. Por otra parte, en los dos capítulos anteIiores hemos estudi~do las situ;Jciones particulares en las que se hallaban las comunidades aldeanas en dos . formacionessoci~les específi~as. Cabe señalar, cletodos modos,. qlle ambos casos podrían ser considerados C0l110 atípicos,. habida cuenta,entre otras cosas, del tamaño excepcional tanto de Esparta como deAtenas25.Por otra parte, en cada una de ellas las relaciones entre ciudad y campo se daban de modo muy distinto, al plinto tal que se ha cuestionado la pertinencia para Esparta de los criterios habitual~ednte utilizadobsparpa definir ,a URna pól~~, puesto que se ha dicho quecarecla .e centro ur ano. ero, segun ansen , la diferencia entre ambas ciudades no radicaría en esto, dado que a su enten­der Esparta sí poseía elementos característicos deun centro urbano con funciones políticas. La disparidad fundamental residiría en las pautas de fun­cionamiento: mientras que Esparta podría encuadrarse en el modelo de laciu­dad consumidora, en cambio, Atenas no reuniría los elemeptos inherentes a estacondición27 . En este contexto, tal vez no resulte un elemento menor, al

22. Para una perspectiva. sobre el problema, DE POLlGNAC (1984),42-85; (1994).

71 VerVERNANT (1965). 78-81.96-104: LMQUE & VIOAL-NAQUET (1964).63-89: cf. VERNANT (1985), 218-41. Véase asimismo DETIENNE. (1965): (1981). 89~103.acerc~ de la simetría en tomo de la noción decen­rra (es mé.wn).

24. CE. SlIpra, Cap. 1, apl L

25. Véase GSCHNITZER (1987). 96-97, que deslacajusmmente este hecho.

26,HANSEN (2004a). 22: cE. idenr(2004d). Para una síntesis de la visión tradiCional de Esparta, ver Aus­n~ & VIDAL:NAQUET (1986).81-84. Con respecto a laf'altade núcleo urbano, cf, STARR(l986), 36: WALLA-CE-HADR¡L~ (1991), XII/.

27.HANSEN (2004a). 21~25. Volveremos sobre esto en el próximo apartado.

139

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!

Campesinos en la ci udad . Bases agrari as de la pólis griega y la infanlería hoplila

hablar de los vínculos entre ciudad y campo, el lugar que ocuparon las com u­nidades aldeanas en cada una de estas ciudades. En los capítulos precedentes hemos desarroll ado dIversos aspectos vinculados con es ta cuestión. Nuestra I11tención es eXlraer aq uí algunas consecuencias .

. El papel que cumpl ían los déllloi del Ática en el estado ateniense ha sido sln le ll zado por Fi nley de la siguiente manera:

ó'Los campesinos alenienses no vivían en granjas ai sladas, sino en aldeas y pue­blo,. con sus plaza~ .. cemros de culros locales y asambleas de vez en cuando, con su propia Vida polItlca Itgada consti lu cionalmenle a la de la ciudad-eslado: los demos (municipios) regislraban a lo, ciudadanos y llevaban las liSias del servi­CIO Imltrar. y proporcionaban las relaciones de los hom bres que podían ser elegi ­dos anualmente por salteo para ser miembros del consejo y muchas magistraluras,,28

En cuanto a las pó/eis periecas de Lacedemonia, una formulación acorde a la anterior podría ser la planteada por Shipley:

"Las póleis periecas deben haber lenido eS ll1Jcturas admini slrat ivas inlernas ... El entrenami emo mililar ... lenía que organi zarse, y los ciudadanos deben haberse re­gistrado de alguna manera ... para que las levas espananas pudieran salisfacerse. Los diversos feslivales celebrados a Iravés de Laconia ... necesitaban ornaniza­ción. y el rituaL el cu ila y los proyec los de edificación en muchos lugares de cul ­to . ~ ~cales e? cludad:s Y.lerritorios periecos lenían que administrarse. ( ... ] Es dltI(1I ver como podIan ejercerse eSlas funci ones cív icas si n la elección de ma­glstr8dos y consejos cívi cos. Finalmenle, sería absurdo suponer que la vida en las ciudades p:riecas no diera lugar a la compelencia soc ial e incluso tal vez políti­ca: ¿de que otro modo. por ejemplo, se desarrollaría y reproduciría una elile ho­pltta, o emergerían Iíderes?"Z9

Al comparar cualitati vamente amhas fonnulaciones , la diferencia funda­memal que salta a la vista es que la vida política de las pó/eis peri ecas no es­laba ligada constitucionalmente a la del estado lacedemoni o como sí oc urría en Atenas con las aldeas áticas respecto del estado central. Anali zando el pro­bl~ma de manera general, Jones ha señalado la importancia de que en las po/e /s se estableCieran mecanismos constitucionales que segmentaran los te­rrll onos y las poblaciones rurales y que a partir de allí tales seomentos fueran regulados hasta cierto punto por la autoridad del estad o. Esto, ~iertamente no guarda una relac ión necesaria con los ase ntamien tos rurales ni con las inte~e­laciones entre territorio y población30. Se trata, en todo caso, de definir el pa­pel de esos segmemos desde el punto de vista del estado que los incluye.

28 . FI NL~Y (1 986a). 111 . Con respecto al debate sobre las granjas aisladas y las a ldeas nucleadas. cf. -",,,m. Cap. I. ap. _.

29. SHIPLEY (1997). 210.

,0. )ONES (2004). 17- 19: cf. ;"elll ( 1987)."".'-1' ;111 .

140

:~: :

Juli án Gallego

En este sentido, si bien no cabe ninguna duda de que las aldeas áticas eran partes constituyentes del es tado ateniense, cumpliendo la tarea de subdivi sio­nes cívicas del mismo, la di scusión planteada en torno a las pó/eis periecas abre la posibilidad de considerar para este caso un papel semejante al de los demos del Ática31. Volvamos brevemente a los análisis desarroll ados ante­ri ormente . Las comunidades de periecos, generalmente denominadas pó/eis en las fuentes, pueden ser entendidas como es tados en cuanto a su funciona­miento interno. eS lo es , en tanto que comunidades políticamente organizadas aunque carentes de autonomía. Ahora bien, en su vínculo con el estado lace­demonio, es tas pó/eis remodelarían su carácter asumiendo funciones propias de las subdi visiones cívicas. Los periecos, obviamente, tenían sus propias identidades espec íficas, pero se integraban como partes constitutivas del es­tado lacedemonio. Puesto que los periecos carecían de derechos plenos de participació n política, el grado de inclusión de sus comunidades dentro de la estructura global de la pó/is resultaba "más bajo" que el de los demos áticos en el estado ateni ense , cuyos miembros poseyeron en época clásica prerroga­ti vas plenas para participar en los asuntos de gobierno. En un plano es tructu ­ral, tanto los períoikoi lacedemonios como los demó/ai áticos formaban parte de alguna de las numerosas comunidades locales diseminadas por los territo­ri os - pó/eis en el caso de los primeros, démoi en el de los segundos-, a la vez que se encontraban integrados en una única pó/is, Lacedemonia y Atenas , respecti vamente. Esto tiene una gran significación y muestra que, aun cuan­do en cada caso hubiera grados o niveles disímiles de integrac ión, morfoló­gicamente hablando no habría divergencias entre ambas situaciones en lo que respecta a las condiciones y las operaciones de la aldea .

Pero el funcionamiento de las aldeas periecas como subdivisiones cívicas no signifi ca que sus integrantes deban ser vistos necesariamente como ciuda­danos en relación con la pólis lacedemonia en su conjunto, porque al consi­derarl os as í es menester pemlanentemente recalcar que careCÍan de derechos de participación plena en el estado , o explicar que se hallaban subordinados a los espartanos. La defmición de la ciudadanía debería, en este contexto, cir­cunscribirse a los espartiatas. Esta sería una diferencia fundamental en rela­ción con las aldeas áticas, cuyos miembros sí eran ciudadanos de la pólis ateniense en su conjunto. Por otra parte, hemos indicado la nece~idad de apli­car a la idea de pó/is un significado más matizado que el sentido taxativo que el Copenhagen Poli s Centre ha transfonnado en ortodoxia, bajo cuyos auspi­cios los colaboradores de sus publicaciones han concluido que el ténnino de­signaría, en más del 90% de los casos , tanto a un centro urbano como a una

, 1. CL ."'I,m. Cap. 11 . ap. I: Cap. 111 . ap. 2 .

\4\

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Campesinos enla ciudad. Basesagrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

comunidad política. En efecto. losamílisis realizados en el marcode la men­cionada institución con respecto a los significados del vocablopólis y aluso del COl1ceptode ciudad-estado resultan de singular relevancia. Desde hace más de una década este centro ha venido realizando un inventario sistemáti­co de las póleisgriegas en las etapas arcaíca y clásica, revalol'izandolaidea de ciudad-estado en relaci6n con la nocí6n depólisconforme a cómo ~sta es utilizada en las fuentes literarias durante los períoclos señalaclos32. Las sínte­sis aportadas por Mogens Hansen a partir de estas investigaciones plantean centralmente que, en prácticamente todas sus ocúrrencias, pólis designa tan­to un centro urbano COll1ouna comunidad poJítica3J.Por ende, toda pólis de­finida en un sentido pohtico debe haber tenido un núcleo urbano en tomo del cual se articulaban las relaciones instituciona1esentre los integrantes de la comunidad ysus\Ínculoscon el espacio ruraL Así pues, según se aprecia en sus. inferencias, el centro urbano es un elemento característico de la pólis. Previo al desarrollo de los análisis de Hansenysuscolaboradores, Runciman había propuesto que la púlisno debía serentendida como una' ciudad-estado sino como Ull esti\(jo-ciudadano. entre otras cOSas porque, según argumenta­ba, no siempre hemos de encontrar un centrourbano.dominandbun territorio rural; es mús, cabría decirque la idea deun dominiodela ciudad sobre el campo es en sími~ma algoraro para el mundogrieg034. En.esta línea, el pla­no fundamental de definición de la pólissería estrictamente el p()lítico: la vida del estado-ciudadano. El centro urbano,en todocaso,.debería ser enten­dido COInO el sitio en el que principalmentesedeslliTolIala vida del estado­ciudadano. Ahora bien, ¿qué sucede a partir de estas elucidaciones con la definiciólI de entidades conlO las comunidades deperiecos, que en las fuen­tes suelen ser llamadas póleis?

El uso por parte de los propios griegos del ténnino,pólis enreláciÓn con las comarcas periecas indica que, en primer lugar,.a susojoslaideaera adecua­da para dichas organizaciones. En el análisis de esta cuestión manifestábamos nuestras afinidades y discrepancias con losdíversosabordajes examinados35.

Avancemos ahora hacia un modelo más general. La aplicación de la noción de pólis a comunidades que dependen de o se hallan subordinadas a otra, que

32. El punto de partida' de estas indagaciones iniciadas a comienzos de los '90 se hal.la planteado en HAN­SEN (1994a); (1994b); entre los varios volúmenes editados por el'CPC; cf. HANSEN (ed. 1993); (ed. 1995); (ed.

1996); (ed 1997). Véase también L!>Nls (1983). que analiza la detiniciónde rapóli .. y el centro urbano o ósry a pallir de las inscripciones áticas; mirriísmo SAKELLARIOU (1989).

33.HANSEN (1 997bl: (1998); (2(~)O).

34. RUNC'MAN ( 1990). 348. HANSEN (199-') aprueba. en principio. la terminología rropuesta por Runciman. tomando después otros cam,nos. WHIlUY(200 1 ).165-68. sigue a Runciman y extrae las consecuencias de su concepción de la páli.r:

35. Cf. sIIpra. Cap. JI. ap.1.

142

JuliánGallego

también es definida como una pólis, abre un abanico deposibi}ida?:s.La elección de una de estas posibilidades estará sujeta a lacaracten:aclOn que se haga delvínculo entre las entidades dependientes y la que domIna. En~s­te purito,convendrá igualmente separaranalítícamente los ~Ianos de est.udlO, considerando, por un lado, la potencial definición de la enlldad subOl:dmada en símisma, y. por otr(), su redefinición en.relación con el polo que eJerc~ :1 dominio sobre ella. Ciertamente, la primera definición es unaconstrucclOn abstracta puesto quejen general, conocemos a estas ~omunidades en una po­sicion de subordinación. Laredefinicióndeestas entIdades conforme a la d?­minación que otra ejerce sobre ellas resulta asirnism.~ unaconstruc~lOn hipotética. en tanto que. opera sobre la pri~e~aabstrac~IO~. En. este sentI~o, las comunidades periecas bien podrían defImrse,en SI mIsmas, como es~~­doscpólis con arreglo a las disquisiciones aporta~~spor~ICopenh~~en Pol~s Centre. Pero en sus relaciones sociales conJa po[¡s dommante (pol.IlIcas, mI­li tares religiosas etc.) operarían en la posición, relati vade aldeas mtegradas en un ~stad~o que: al colocar a tales entidades en unasÍluación dedepend:n­cia osúbordinación, lasrede.finiría como. organizaciones quese.comp.orta;}.an como si fueran subdivisiones cfvicas. Así pues, desde el punto de VIsta I,n­terno"se las puede interpretar como estados-pólis, mien~asqucdesde,uno "externo" cabe pensarlas como distritos del estado que lasIncluy~, de alb q\le a veces se las viera no sólo como póleis sino también c?mok~mal36. En otros casos.el mismo tipo organización soCioinstitucionalrecibía,con~orme asu funcionamiento en el seno deuna pólis, el nOmbre de demos okome, como en Atenas y Argos, respectivamente. Pero en sus orígenes: éstosq,ue ahora eran distritos territoriales y administrativos de un estado, bien po~nan haber lIeaado a ser fonnassocialesdel tipo de la pólis,puesto que, prevIo a su e.m­pla~ámientoen la pólis que finalmente las inc.l~yó,pr~pendían.enun sent!do morfológico hacia ella, o podrían haber adqUlodo,ba]o otras CIrcunstancIas, los rasaos inherentesa unapólis37. Como dice Hansen:

"". E:tamos probablemente, metafóricamente hablan?~, en la zbnalimítrofe en'; tre la ciudad-estado y la municipalidad. El término polzsse usa tanto para depen-

'6· V' se HANSEN (1995b). 73-75; Helison era una kómede Mantinea. de la cual d~pendía, pero ~esde u,o _1,' ea, - - "., t ti t blén eran para estos ka,,: punto de vista-interno era uná-pólis; y,otras,polels _~_ommadas poe osman neo.s am, ,- ~. ,'1'"

ma; Algo similar cabe indicar de alg~nas comunidades de periecos lacedemomos que a~arecen comz!'o ~. v c~mo /di};w;': y así también para el caso de Egostena en la Megáride y para el de Estaglra en tanto ome e

Olintoen la C1acídica. Cf. ihid .• 56,<81. ' ... ' ..•.. _ . . _ . .. '. . P 'Á' . '··(2001)· 193- "La estructura ceeroplea ofrecena 37 Ensuanálisis del sin"cismo ateruense, dice L CID(] ". . . d'

- . . d' ·b· . - culiar· donde el pasado se ha adaptado a nuevas neceSidades. umticadoras, sm eJar pues una ISIn uCJOn pe ,. l _. fi í _ vor- áutonomía que de ofrecer los restos fósiles de pretéritas estructuras en que los teITItorio~ o ree an ~n~ m~. 11' j. e tal vez en ciertos casos al menos podrían considerarse pó[eis en Plltencla, protopolels, s'" que e o Imp Iqu

falta de relacionesentre ellaS:-:.

38.HANSEN(l995b).75.

143

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólisgriega y la infantería hoplita

dencias como para ciudades-estado independientes , y kÓll1e se usa tanto para ci u­dades-estado dependientes cama para municipalidades"38

En definitiva, un a vez producido el proceso de sinec ismo, el lugar de la al ­dea en la Grecia antigua pasa a ser siempre un lugar rel ativo a su posición dentro de la pális: a partir de ciertas características agrarias básicas. las co­munidades aldeanas pudieron recibir distintos nombres (pólis, demos, kóme, etc.) y adquirir, por ende, diferentes es tatutos, cuya signifi cación concreta ve­nía dada por su rol articulador entre el espacio social "i nterior" de la aldea y el espacio global del estado.

3. Los campesinos y la ciudad cOllsllmidora

Este rol articulador de la aldea en e l marco de la pólis es un punto que ya habíamos señalado al anali zar el lugar as ignado por Aristóte les a la kóme o apoi/.:ía con respecto a la pális y el Ol/.:OS, respec ti vamente39 Siendo así, y te­niendo en cuenta que "una /.:óllle solía ser a menudo una aldea: algo entre un puñado de casas y una pequeña urbe habitada por familias cuya ocupación pri ncipal era culti var los campos adyace ntes"4o, dicha función debe ría gene­ra r repercusiones desde el punto de vis ta soc ioeconómico, en particul ar, en el plano de las rel acio nes establecidas entre la ciudad y el territorio agrario. El análi sis de estos víncul os se ha abordado con diversos modelos de interpre­tación4

1, entre los cuales cabe destacar principalmente el de la ci udad como centro de consumo, que ha sido sos tenido vigorosamente por Finley en sus estudios de la ci ud ad grecorromana. En efecto, el autor ha planteado varias reflexiones sobre este modelo concediendo a la inserci ón de los campes inos en la ciudad un lugar (negativo en este caso) que debe ser tomado en cons i­deración )' que cons tituirá, justamente, nuestro punto de partida:

·'EI ca mpesinado loca l siguió siendo una constante; los hombres con pequeñas parcelas ... , aun los campesinos-ciudadanos libres, representan el mercado más ín fimo y menos elástico posible para la producción urbana .. . Por lo tanto, la pro­ducción puede aumentar de un salto hasta el puma y sólo has ta el punto en que haya mercados para la exportación , que en la amigüedad eran mercados accesi­bl es al tráfico marítimo o fluvi al. El difundido predomi nio de la autosuficiencia domésti ca bastaba para frenar la producción extensiva destinada a la exportación.

.1R. HA~SEN C1995bl. 7<' .

.19. Cf. ."'pr¡¡. Cap. 1, ap. 1.

40. HA"iSEN ( 199<, b ), 6 1

41 . Si bien aquí nos centramos en el modelo de la ciudad de consumo, e l problema en debate es mucho más

amplio y alañe a la caraclt!rización de la economía aOligua a panir de las concepciones "primiLivisras" y "mo­derni stas". Al respecto. ver de modo general. MEtKLE (1 995a), 147· 79; (1 995bJ; MOR LEY (1998); cf. MATTlNGLY

& SALMO:-l (200 1). V¿ase también BURKE (1992), que encuadra su perspec ti va de la econonúa atenie nse en el modelo primj[ j"isla; cOllfra. COHEN ( 1992). 3-25, pass;III, con la reseña dI! MORRIS o 994b).

144

Juli án Gal lego

Esto es lo que Max Weber tenía en mente cuando llamó a la ciudad ant igua cen­tro de consumo. no de producción".\2

Esta perspecti va sobre la articulación entre productores agrarios, centros urbanos y producc ión manufac turera se sosti ene en la hipótes is de la ciudad antigua como un ti po idea l confom1 ado por propietarios de tielTas y consu­midores, siendo residentes urbanos tanto una parte de los primeros -produc­tores directos as í como quienes viven a expensas de las rentas que obtienen de sus posesiones- como la mayoría de los segundos . Se trata de una confi ­guración que limita por sí misma el desarrollo del comercio y las manufac­turas debido él la men talid ad "campesina" predomi nante (i ncluso entre los terratenientes ) y la importancia as ignada al s!(lfL/s.\3. Si bien es verdad que es­ta concepción de la ciudad consumidora subsis tiendo a cos ta del campo reto­ma las ideas que había propuesto Max Weber, la noción en última instancia remitía a las exp li cac iones de Sombart, que aq uél hubo de contextuali zar pos­terionnente para el análisis del mundo anti guo, hecho que obviamente fue re­conoc ido y examinado por el propio Finley 4.\, Las tres vari ables del modelo presentado por Sombart son: l ) la ex istencia de una oposición entre pobla­ción rural y poblac ión urbana; 2) la poblac ión urbana sólo como una pequeña parte de la población total; 3) la población urbana como consumidora tanto en número como en intluencia45

Los últimos años han estado marcados por es ta interpretación general de la ciudad grecorromana, que comenzó a recibir significati vos reparos46, pero

42 FtNLE \" (1974).173-208 (cita en 194-95); (1984), 35-59.

4.1 cr. FlNLEY (1974 ), 150: "[ Los grandes terratenientes] tenían una pasión muy campesina por la autosu­

fic iencia en sus posesiones. por muy espléndidos que se mostraran en sus desembolsos urbanos"; ibid., 195-96: "En el cu rso de la hi storia antigua, el nivel de consumo ascendió a veces hasta alcanzar proporciones fabulosas ... De tiempo en tiempo. las autoridades trataron de conlener los excesos ... La mela siempre fue la nu sma: impedir la autodestrucción de la elite local, atrapada bajo tas poderosas presiones creadas por tos re­

querimientos del SI<1,.,.". Cf. BURFURO (1993), 8.1-88, 172 OSBORNE (2003) ha rechazado la idea de aclitudes

campes inas de los terratenientes en el marco de la Alenas clásica: la elite ¡n venía en negocios que co nsi dera­ba « ntables buscando obtener benetlcios. lo cual entraña algo disti nto de la mentalidad de un campesinado de subsislencia.

-1-1 FINLE\' t t 984).48 -56. Con respecto a la vis ión weberiana de la ci udad-es tado griega, ver idem ( 1986b), 1.1.1-<,6 .

-15 HANSEN (200-la). 9- l l . brinda una síntesi s de la evolución del concepto y presenta de manera sumari a

el mode lo de Sombarr , siguiendo en eSle punto los análisis que al respecto han llevado a cabo P. HORDEN & N. PURCELL. Tln' corru/Jli"g seu. A J/fldy o/ Med'-terra lJ ellll lJiswry. Oxford. 2000. en especial . 105-8.

-16 LE\'EAU ( 198.1a); (1 98.1b); ENG ELS ( t 990); ANDREAU (1995), 954-55; MATTlNGLY el al. (ioo t ); WtLSON

(200 1). Tal vez el ataque más acabado a la ·'ortodoxia finleyiana" sea e l recieOle libro sobre ta ciudad griega

de BRESStlN (2000), 26.1-.107, pan·im , que, como observa HARRts (2001) en su reseña, supone un desafío a la

idea de ciudad consumidora proponiendo desde el propio lílulo la noción de ciudad mercantil. Para airas en­foques que también han limitado, si no en un todo al menos en parte, los argumentos de Finley, DES.CAT

(1995bl ; c f. itlem ( 1987). Para un análisis del rol económico de la ciudad griega en tanto que es tado, vease

SAL ~tIJN (1999). que destaca la importancia de lo polít ico.

145

Page 72: Gallego, J.; Campesinos en la ciudad

72/104

Campesinos en la ciudad. Basésagrarias ddapólis griega y la infantería hoplita , .. , ,", ~ " ' : . " .

también"arios¡lpoyos47,YUún.>siguedando que hablar a lose ter' . ····d ( ' d JI" . .. ... . .. .. ...... '. ... . s U 10505 e an Iguc a( .C<\Slca Enej~clo,. cóndistiÍit'tsnl()tivaciones y6bjelivosei mo-delo drla cludadconSUIl]ld?nIQ ciudaci de COnSUJJ10 ha encOf\trado mievote­rren,o. ~rlll ene] marcl) dela :antiguaGreeia,repitíéndose taÍn.hién aquítanto el n::eh.lZO COlllo la aceplaclOl1. Una reeienleimpügnacióÍ1ál viene del anális.i" .de Hallse .. n .. s.ó .. b .. re su .. aplica. Ció.·.rt. a 'la por . . ,. e.()flee.

pt. t~ pro­, l " '. . ,. .... . •. > .. . . IS gneg~, tra JaJO en_

c?aCl.ado en los s l s telJlatlco~ esfuerzos del autor y del Cdp.t":nhagenPolis Cenll ~ pOI eScIar~ccr el. sentId? delténllinopplis en las fUentes griegas4X• Hansen se propone "enftear sllasvanables' del modelosombartiano . _ plen > le" . d' . . '. '. .. . . . .~e eum

. en . ¡¡ .JfecJa antigua, . e modo tal que el mismopuedaseouirutilizándo_ see~ re~acI6n. con el funcionamiento.de Jap6lú.49.Susconclu~iones apuntan, ObVI'~llt:nte ~aIq maplieablhda.d de dlchomoc.leIoa pal1irde di\'ersas pruebas quck pernlltenestablecer: I) qu~ la mayor parte de la población vivíaenel centro urbano, talvel en.una .p. roporciónde 2: l ' respecto dI · ·· . '1'2')' • 'h ' . • . ' . . .' . ". e aTura , . que

'. Inu~ o~eran Iabl adores CIUdadanos quevivfanen la urbe pero trabajaban •. fuel: de las. ~ur~'las (c_neL campo), slen~oampli~mayoríaen !aspóleispe­

que.nas.un sectOI slgllIllcatl~'oenlas medlanasyaun importantesén las éa~­dcs, ~) que, en consecuencia, la mayoría de la población urbana no estaba C()nstllUl~a ~pr Jos consumidores sino por 10sagrÍ,c:ultores (junto con ~esca­

.. dores, al tes<lIlos) lenderos), Siendo los te(1"~Il'enientes que 'Ylyían .de 'rentas <tina pe~ueíia fracciónde los habitantes ur~anos.T~Lvez el p¡¡ntomás impor­

.... tan te del argumetllO radique en, lageneralizacióilde ciertos resultados obte:

1lI(~OS r.0r I~s . ren~lJtes prospecciones . arqueológicasintensiv~sdel paisaje palaa/llmal lalde,} ~Iegue la ma~orpartede!apoJjlación Cra urbana,cnglo­

. bando a Ia~Iase socJal, polít!c~ ydemográficamente significativ¡¡de los la­brad,ores. quesaIían por lan},a~ana paralabrar.losCampos y regresaban al anochecer. El razonmllIentoapartirde losdatospareceirrefutablet . d _

ría a reforzar I~ idea de que la mayoríadeJas póleisestuvierbh~O~:tit~~d:s por gnlllJcrosclUdadanos50. .... '. . .

'. Lo que p(;r nu~stra panequisiéraIl1osdest~~ar.esehol del modelo aldeano en el contcxto de lo desarrollado por Hansen, quernás allá de reconOC;er la

47HoPKINS (1 ?78):~RUIINS (1985): (1996), propone ciertas ¿orrecciJ rtes a la in;e'l'rera~ipnque se ha h·e. cha de. Weoer. et estado ,conSidera a sus ha~ltantes como ~onsuqIidores y su función consiste en abastecerlos yasIstl'los: ver BRléIiNS& N,' PPEL (1987·89): WHlnAKER (I9?:l), cap. 8,9:' cr.CARn.Etx:iEÓ<J(2). 26.

48 Véast' las consider~~innes expue~ias . al, re~pec(o en él a~aJ~do :'pr~~¡o. ; .. , 49 HA~SENI2004a);. 1.1-2 \ eL idem(l997d). 32-54, donde;~ e,,:runa·'a .Utilidad dell)lpdel6 de Weber

.~.ar~ 1~ /JO/H ~~ega. revtsa~do. los prob~ema~ de .la articulaci6.n·. eO'tre:s"t.ls · ~sB~.ctospolítiso. -Y.. urba·n~, sud'efini­c,óncomo ,,,,,edad cara}-car:,. la aphcación de la idea de citidádc¡)n,u'midora, eUllg~ de Igeconoi~í. de s~.b s ,slenc," )' el d,e la .. c.onom,. de ,"crcado. ctc. , como otros laoito~ inod!,los empleados en era'~álisis de I polu gnegil. . .. ... . ' .. .... , .. , . . .. _ .. a

146

JuHún Gallego

existenci~, dC1 patrón de resi,del1cia en granjas aisladas tetmina~seña\¡¡ndo la preponderimcia de I¡\ pilUla' nucIcadade asentamieJltoSl ~ En primetlugar, si en laspr;leís pequeñ,ís ia pqblación vivía generalmente vucIeaqa ..-hecho que podría resul tal' lógicbteniendo en cuenta ' I~s escasas distancias 'cntreel ' cen­lro .urhanó y las zorúis dewltivO:-, esto ,.podría igualmcntcob~decer al '.'ca-¡:ácteralde;:mo" dc tales ciudades, tantoen'to ~tin~nte 'LSU. c'onformación a

partir de los principios aldeanos . según el n:lOde.lo segmentaliode surgimien~

toclel . eslado grieg<l como en ' lo concemiente; a ' la semejanza morfológita eÍltreest~S: pe4ueñO~ estadtis 'y la estructura de la aldea. Com.aya "inios, mu­chasciud"des griega:sl1unca llegaron a ser más que aldeas52, o fueron consi­

deradask9mai en situación de depcndenciarespecto de una lJólis pero que intername'ntereunirían t()dos)os requisitos propios de unapÓlis~3.configura­ción (¡uenos indicarí;llavígencia defa b ase aldeana. .' ... . ','

En segundo lugar, en las p6leis medianas el sinecismono sierúpre supuso la en-adicati6n de las aldeaspreexistentes54-estotambiéll sería áplícáblea

lusciudades pequeñ <is·en el ~aSQ de haber surgido por sinecismb de var¡~sal­deas~: enalgunas ocasiones ello. pudo . efectivamente ocurrir; niientras que ~n otras las . aldeas plidieronconservarse. El caso de Mantinéaanalizado por Hansen s upone, en . det:initíva,que la .estructura de' la alMa siguiera vigente

dentro d¡'!Iaordenaci6n de la pólis55.Jenofontenos brindasutestimonioal relatar la segmentación de.Mantineaen ehiño 385·trasla derrotá queIe .infIl-giera.Espárta: t ' .

"Despu~spe que se destruyóla muralla,se dividió Mantineaencuatro, como vh víanantigÚamente. ALprinéipio estabanmoJestos porque debían destruirlas ca­sasque tenían y ~onstruir otras, pero Jutigo', como los que: tetiían:)ropiedade5 vivían más cerca de las fincas que poseían a:liededor de las aldéas(k8;úai), se ser- .

51H;NSEt" <2<)04a), 11·1 6.

52 Cf . . <"Im,; Cap.!. ap. I ~

53 Hemos desarrollado esté ¡:mnt()ertel apartado previo.;

54Ln p~;ltir~ de Hansen conrespectoa eSJo se deriva 'de-soiidéa dequeelsi~ecismÓ j~¡Ílic6 s(o siünifi­caciÓnfísic~ v 'traslado de la 'población al centro ,urbano; CQÓl.O, ya vimo~, HANSEI'I'( 19956),52-61 , descan" el modelo aris,~,élíco del surgirilienlo de fa p<Ílis ~o sólo por su carácter teórico sino porque su argumenlo sobre el Iugarde lak"me en el ,inecismo apunta a dejar de lado lada posibilidad de sinecismo político. Su pers~c­tivaeSext,-em~ ' alsuponerqueel sinecisma. político implicaría sí o. sí que las comurúd;rdes que se unifican quedarúin absolutamente coni9 están excepto en el hecho de que ceden su autogobierno para ¡nslaurar un con· junto deins.lÍtuéiones polític~s en 11110 de los asentamientos. Entiendo que existe trurtbiénsinecismo político cuando unapá¡j.~, comoseñalamos para el caso de Tespias en relación con Ascra(cf . .I"up~lli. <::ap. 1, ap. ·I ), su­bordí'n~ a u.tia · ~Idea u otra l1'¡/is .. vecina pero' tanto unaC?Jll~ or~ per.sisten como núcJ;e?s· de ~enlamie~to •. ,Qr-

g~ni~a~ión del ' espacio rura!. Acc;esoa l~ :ro~i~~ades a~tar¡"aS~ etc. ". .. '.: .<, . . , " . . . :

55 HA~SENO 995h). 7 5-78., considér¡jqu~ eri' ésteYOlros :casosias aldeas ,(ko';!!!;) son,creadas a partir' de la segmentación (diaiki.mllís);.de unaprilis. entantoque el. s.üíeéismo .físico previo!,D,virtuit,del cual é.sta se , había formap,) . . ruvo necesriri 5.mente q~e significar, seg~~el :~utor, la de~aparicióD de las aldeas.

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73/104

Campesinos en la ciudad. Bases ag rarias de la pólis griega y la infantería hoplita

vían de un régimen aristocrático y estahan libres de los pesados demagogos. que­daron contentos con la nueva situación"56

Digamos. en primer término, que el sinecismo por el que emerge Mantinea conforma un caso de unificación territorial propio de la época clásica (año 470r'i7 De todos modos, lo importante es que tanto este proceso como la pos ­¡erior ruptura (dioikislllós) de la unidad de la pólis que vemos a partir de le­nofonte no altera definitivamente la pauta de asentamiento en la región. Por eso pudieron retomar el modo de vida aldeano. Tal vez ocurriera que en la ciudad viviera sobre todo la totalidad de los terratenientes, pero no la mayo­ría de los labradores, para los que las aldeas seguirían siendo su medio social. En este ejemplo, los propietarios, esto es, la aristocracia y los granjeros que pudieran eventualmente vivir en la ciudad , pero también los ciudadanos sin fincas rurales así como los esclavos y los extranjeros . debieron abandonar las

pautas de vida urbana cuando se vieron obligados a instalarse en las aldeas

en cuyos campos cercanos se encontraban las posesiones agrarias de aqué­llos. Una vez instalados allí, los propietarios lograrían prevalecer, sobre todo

los más grandes, valiéndose entonces de un gobierno aristocrátic058 . Cabe pensar asimismo que, más allá de este coyuntural desplazamiento de pobla­ción desde la ciudad hacia el campo, el modelo mixto ya examinado de resi­dencia en aldeas y en granjas59 sería también la pauta vigente en Mantinea,

pero con la aldea actuando como núcleo de la vida social agraria. El resulta­do sería una organización compuesta por un conjunto de aldeas rurales que

no se diluían sino que seguían subsistiendo dentro de la ciudad-estado esta­blecida.

Puede apreciarse, en segundo término, que en la base de la pó/ú' confonna­da tras el sinecismo las aldeas debieron seguir existiendo, puesto que de otro modo no podría entenderse cómo los lacedemonios pudieron tener referen­

cias para hacer volver a los mantineos a su antigua vida en las aldeas. Podría­mos, al menos, suponer que éstas seguían actuando como organizaciones a

través de las cuales se accedía a la propiedad y al usufructo de la tierra, pues­to que la propia noticia de lenofonte de que los propietarios se hallaron vi­viendo más cerca de sus posesiones situadas alrededor de las aldeas entraña, indiscutiblemente, la continuidad de las granjas tras la partición pero también

la continuidad anterior de las aldeas tras la unificación. Y debemos asimismo conjeturar que la persistencia de las comunidades aldeanas hasta el momen-

56. JENOFONTE. Hd¿ll;caS, v, 2. 7 . CL DIODORO SfCULO. XV. 5, 4; PLATÓN, Ballqllete, 193a.

57 . ESTRABÚN, VIII , 3. 2. Sobre el sint!cismo de Mantinea, ef. supm. Cap. l. ap. l.

58. BURFORD (1993), 63; PLAcrDO (en prensa).

59. CL slIp,a, Cap. !. ap. 2.

t48

Julián Gallego

to en que la ciudad fue destruida, resultaba un efecto directo de la perpetua­ción de un campesinado que, a pesar de las transformaciones sucedidas, no había cambiado sus pautas de asentamiento ni sus formas de sociabilidad vin­

culadas con la existencia de la aldea60

Por otra parte, los argumentos de Hansen en contra de la supuesta perspec­tiva de Finley, que vería a los propietarios residentes en la ciudad como te­rratenientes absentisras, no resultan convincentes por diversos motivos. Ante todo , Finley habla de propietarios de haciendas rurales que preferían vivir juntos en el centro urbano. Es verdad que la expresión /allded esfafes utiliza­da por este último implicaría la idea de grandes propiedades de tierra; pero también cs cicrto que al volver sobre el pasaje su interés volvió a estar pues­to en el hecho de que Mantinea fuera el centro de residencia de propietarios dc tierras (/alldoll'lIill g residellts) relacionando esta situación eon la referida

por Cicerón al hablar de los aglicultores que cultivaban directamente las tie­rras de Campania y que tenían su lugar de residencia en la ciudad de Capua6t . Finley no se aparta aquí de la noción weberiana de ciudad de consumo que veíamos en su cita de más arriba. Por otra parte, Hansen apunta a demostrar que la población no sólo estaba constituida por telTatenientes absentistas si­no también por granjeros, artesanos y tenderos. Finley no hubiera estado en desacuerdo con esto a juzg;,,¡ por lo que él mismo decía inmediatamente des­

pués de la referencia ya mencionada: "Webcr no había 01 vidado los cientos de artesanos que hacían una variedad infinita de cosas, no men os variadas en calidad. Pero atinadamente los colocó dentro de la estructura de la ciudad"62.

Con respecto al lugar de residencia de los labradores cabría hacer aquí al­guna retlexión a partir de ciertas .hipótesis sobre la población de Mantinea que el propio Hansen propone63 El número total que plantea para la pobla­ción urbana es de unos 10.500 residentes -en un cálculo conservador según el aUlOr64_ , considerando que un 56% de la superficie total de 124 ha, esto

60. ARIST<'lTELES. P,,/iIÍCit. 1318b 6·27. destaca la imporlancia del campesinado en Maminea al referirse a las formas de democracia, y uhica a dicha I'ólis en el prim~r lugar de su clasificación. que va del mejor al peor

¡ipo. siendo el pueblo labrador (demos gt'orgikás) su base sociaL ef. Sl/jJrcI. Cap. 1Il. ap. 2.

61 . F'NLE\' ( 19661.55-56, (198~), 57 . Cf. OCERON, 5"b, .. /" ter "gra"¡". '. 88.

62 . Idem (1974). 195

63 . HASSEN (2~a). 19·20.42-43.

64 . Sin embar"o. en su análisis del problema HODKINSON & HODKlNSON (1981),263 Y 286. respectivamen­le, eswblecen pa;a el celllro urbano entre 14 .000 personas (descontando del total de 124 ha un 25% para uso

público. y suponiendo que las 93 ha reSlantes estaban totalmente ocupadas con una densidad de 150 personas por hal y 6 .000· 7 .200 personas (suponiendo en es'e último caso una densidad de entre 65-77 pers~nas por ha). En el primer caso, los autores estiman la cifra dt:masiado alta en relación con el total de poblaclOn que Man­tinea babría tenido duranle el período clásico y con el total de hogares exis,entes (unos 3.0(0). En el segun· do. ambos son co nscientes de la bnja dt:nsidad postulada. aunque creen viable que ello permitiera la existencia

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Campesinos en ciudad. Bases agrarias dela p6/isgriega y la infantería hoplita

es, 70 ha.estaba habitado,COIl una densidad de 150 personas por ha.Pode­mos acordar con sus conc1usionesacercade que por lo meno~la,mitacl de la población o incluso más vivía en el centro urbano. Pero, ¡,residían en laciu­ciad la mayor parte de los labradores de rango hoplítico que labraban la tierra porsí mismos? Hansen realiza diversos cálculos, con arreglo adistintas con­jeturas. partiendo de un pasaje de Lisias en el quese dice que losmantineos no llegaban a 3.00065 . Suponiendo que Mantinea aleanzóuna densidad de población medianamente alta. tal como ocurrióenotras póleis durante la épo­ca clásica66, tomaremos en cuenta el modelo 3deléls estimaciones sugeridas por Hansen, que con fonl1ea un orden decreciente ocupa el tercer I ugar entre los slcte modelos propuestos en cuanto al número total de ciudadanos de am­bos scxos y de todas las cdades67.

El nwclelo propone COIlJO punto de partida que los 3.000 mantÍneos men­cionados por Lisias se reFieren,a una cifra poblacional, y supone que dicho número incluiría a todos Jos ciudadanos varones adultos qUe cumplían el censo hopIítico(entre 1 tj Y 80 años o más). A éstos seagregarían unos 2.000 mantineos varones adullos por debajo delccnsohoplítico (también entre, 18 y 80 años o más). Estos cinco mil adultos representarían el 57% de todos los

de unos 1.000-1.200 hogares ron acceso a pequeños lotes usados para cultivo en la forma de huertos trabaja­d?s Imenslvameute. y posihlemente con irrigación, Hansen p~ce estar- trazando un promedio a partir de las CIfras dada.\ por HodkinsúJ1 y Hodkinson.

65. LISIAS, XXXI\'. 7. La ponderación de estos 3.000 mantineossigue generando discusiones .• HANSEN (I997d). 42, supone que se retiere" ciudadanos adultos de rango hoplítico. HODKINSON & HODKJNSON (1981).

275. concluyen que las. estimaciones que creen que los 3.000 hmían referencia a hoplitas conjeturan una pobla­

ción imposiblemellle alta para la cantidad de tierra arable contro"lda por Mantinea. Roy (1999b), 375. n. 140.

pone en claro que Hansen incluye en los 3.000 a toda la población hoplita. tanto a los que efectivamente cum­plían el papel militar como a los demasiado viejos ya los inhabilitados para el servicio.

66. C{)mpru·ativamen~~ hablando, los números aquí consicleritdos no estarían Jejos. para el mismo periodo; las "lngnitudes esbozadas para la población de Coresia en la isla de Ceo, por CHERRY, DAvls.& MANTZOU­

RAM (1991 J. 236-37. 279·80, Y para la población de Hermione y Halieis en la Argólide, par JAMESON, RUN­

¿~~~:t,~~~io&~~(l994). 549-53. Sobre.'as prospecciones del paisaje y las estimaciones demográticas, véase

67. La adopción aquí deeste modelo a instancias de LISIAs, XXXIV, 7, no resulta antojadiza, puesto que HANSEN 1 1 997d). 42. USa esta estimación para llegar al número total de mamineos (ca. 20.(00) y de personas

(ca 30.000. incluyendo a extranjeros y esclavos) que habrían h~bitado ,en Maminea. y supone que un tercio viVIÓ en el centrollrbano; Sobre la población de Maminea ver Jas estimaciones de HODKJNSON & HODKINSON

).271-79. Su perspectiva loma como marcola aseveración ya vista de ARlSTÚTELES,Polílica.1318b 6-deque Maminea se encuadraría en el primertipo de demacracía basada en el. pueblocampesino: y den­de eSlo la existencia de un ntÍmerd importanle de hogarespobres,Iocual, comodestacaRoy (1999b).

:174-75. n. 137. se ve refleiado en la asignación de entre 875 ha yl.649 ha' para entre. 1.315 Y 1.184 hogares subhoplilas. Como plantea el propio Roy (ihid., 341, ynn. 138)'140). a partir de las estimaciones de Hod­

kin,ony Hodkinson cabña suponer que las 9000 ha de área cultivable podñan dar cabida a más población de mngo hoplítico. mientrasqlle otras formas alternativas de ganarse lavida podñan servir para lapoblación sub­hoplítica (pasloreo. artesanía. elc.). No obstante. Roy presenta dudas acerca de que la economíamantinea brin­dara posihilidades realespara Iln gran número de ciudadanos -sin tierras~

150

Julián Gallego

varones, e incluyendo a todas las edadesseJlegaría a un totaI.de8.700, que sumado alas mujeres daría un total de 17.400 de población ciudadana68 .

Hansen conjetura que.los terratenientes ricos sumarían entre ello y el 15% de la población urbana69;teniendo en cuenta que su estimación para dicha población es de 10.500 personas, esto representa aproximadamente entre 1.050yl.600 mantineos ricos70. Por otra parte, si discrinlÍnamosdel total ge­neral a los mantineos que se hallaban por debajo del rangohoplítico. conclui­remos que éstos sumarían unos 6.950, contabiliZando a ambos sexos y a todas las edades, mientras qUe los de rangohoplítieo serían unoslO.450, in­cluyendo a los mantineos más ricos. Este número de 6.950 representaría el total deJabradores subhoplitas, artesanos, tenderos, jormileros y pastores 71.

Si estimamos que entre un25 y un 35% de dicha cifra correspondería a resi~ dentes rurales (algo hipotétic(72), obtenemos que entre 4.500 y 5.200 debe­rían ser residentes urbanos. A lo anterior deberíamos sumar a esclavos y extranjeros, que Hansen estima entre un lOyun 20% del total de la pobla­ciónciudada,na,lo cual supone entre 1.750 y3.500. Podemos estimar, hipoc téticamente, que sólo un tercio viviría en la ciudad, entre600yL15073. De

68; Para ser un poco más exactos. 8.770 y 17.540. respectivamente. Seguiremos usando las cifras de Han­

sen.

69. El aUlor intiere esta proporción de HODKINSON & HODKINSON (1980. 279-86.

70. Hemos seguido aqllí la afirmación de Hansen. que señalajustamente queemre un 10% o IIn 15% de la poblaci6n-.urbana estaba constituida por los mantineos más ricos, aunque considerando otros cálculos sobre

este sector en ()tras !,ti/á" sería más adecuado pensar este porcentaje en relación con el tOIal de población ciu-­

dadana. DONLAN (1997). 45-46. Y nn. 23-25, postula una población de elite dentro de estos rangos y permite

pensar que los porcentajes de población de granjeros hoplitas: de subhoplitasyde pobres sin üerras se ajusta'

rían a:10 propúeslO.

71. Deducimos. esto a partir'de las inferencias de Hansen que. en relación con la condición socioeconómi­ca,adoptalas sugerencias de HODKlNSON & HODKINSON (1980. 273-,77. en cuanto a quena .todos los manlÍ­neos señan labradores propietarios de tierra arable; habría, pues. artesanos. tenderos, rhéres. sin tierras -salvo quizás unpequeño huerto- y pasIores que se sustentaban a partir de pequeños rebaños de ovejas o cabras que

pastaban durante una parte del año en las tierras incultas. Sobre esto último, cf,Roy (1999b), 341, quien es seguido por Hansen. .

72. Básicamente, una panede los labradores subhoplitas, los pastorcs -tomand~en consideración sólo a aquellos dedicados a esta tarea, pueslo q'ue otras actividadeS'; Sdh corrtpiúibles corlel pasloreó:durante ciertos

períodos del año- y muy pocos artesanos, tenderos y jornaleros ,..teniendo en cuenta en este .último caso que' los campesinos más pobres solían actuarcomomano de obra temporaria adicional ... _ H'JOKINSON (2003).168-71. conjetura que la población dedicada al pastoreo debió de ser baja en aquellas regiones y etapas en las que

la alta densidad de población presionaba para poner en cultivo la mayor cantidad de tierras posible y en las' que las póleis resguardaban celosamente sus fronteras ímpidiendo que se organizara la trashumancia como

mecanisrno econLÍmíco. El pastoreo tendió a restringirse al interior de la propia pó/ís y el tamaño de los reba­ños debió de ser reducido lo mismo que la cantidad de personas dedicadas a la actividad pastoril. Cf. idem (1990l. que subraya el a!cancedel contexto sociopolítico para entender las contiguraciones de las prácticas de

pastoreo". en-la Grecia arcaica y'clásica:

73. A pesar de la baja densidad de población que proponen, HODKJNSON & HODKINSOI'I(l98l), 286, esti-, man una cifra de esclavos urbanos (en/Ce 1.000 y 2.400) bastante alta si hemos de tomar en cuenta los porcen­

tajes de Hansen (er,tre 10.1' 20%)-ysihemos de considerar que una parte importante-eran esdavos rurales.

151

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'" ' . o " . ,

Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infalllería hoplita

todo lo anterior se deduciría que de los 10.500 residentes urbanos, entre

1.050 y 1.600 serían terratenie ntes absenti stas, entre 4.500 y 5.200 proven­

drían del rango sllbhoplítico y entre 600 y 1.1 50 se rían esclavos y extranje­

ros. Por ende. entre 2.550 y 4.350 serían labradores de rango hoplítico

residentes en la ciudad, que representarían entre un mínimo del 25% y un má­

xi mo de l 469c de este sector, cuyo total oscilaría entre 8.850 y 9.450, una vez

deducidos los terratenientes de los 10.450 de población hoplítica. A partir de

los guar ismos ohtenidos del modelo 3 acerca de los labradores cuya riqueza

los ubicaba en el rango hoplítico cabría concluir que entre el 54% como mí­nim o y e l 7S'lc como máximo res idirían en las zonas rurales. M ás allá de es­

tas especulaciones numéricas , cabe concluir junto con H odkinson y Hodkinson lo siguie nte:

"Parect! que a pesar de la posibilidad de cierta migrac ión a la ciudad. las aldeas habrían retenido poblaciones considerl bles. Una población en la ciudad de 1.000-1.200 hogares habr ía dejauo todavía 1.350- 1 A50 hogares residiendo en el campo. o alrededor de 340-360 hogares por aldea (asumiendo qu e eran cuatro las aldeas que persis tían y que no había habitac ión dispersa). Esto equivaldría a una población de aprox imadamente 1.500-1 .600 [por cada aldea], excluyendo a los t!sc lavos. Estas indi caciones co ncu erdan co n la modesta cant idad de eviden­cia arqueológica y literari a para la supervivenci a de las aldeas durante los perío­dos de si nt!c ismo. Las aldeas mantineas aparentan equip¡¡rarse a algunas de las aldeas corinti as que parecen haber sobrevivido a distancias simil ares dd centro urbano.,74

E n definiti va. aunque podamos disminuir el porce ntaj e señalado como mÍ­

nimo y estim ar en me nos de la mitad a los labradores hoplitas que residían

en el campo, había a nuestro entender una parte importante de la població n

rural conformada por campesinos. El hecho de que los autores comparen la

situación de las aldeas de Mantinea con la de las aldeas corintias no hace más

que reforzar e l argumento que hemos presentado: el sinecismo no m odific ó

radicalmente las pautas de asentamiento rural, por más que una parte de la

población se hubiera movido de l campo a la ciudad75 . Es plausible suponer

74. HODKINSOl' & H, IDKINSON 1198 t J. 286 . Véase también JOST (1986). que realiza un pormenorizado amí­lisis dI! las ktmwi en Arcadia . eswJia lo que:: suct:de con e l estalulo de la aldea antes y después de l sinecismo

producido por la fundación de Megalópolis y lo compara con lo que ocurre en Mantinea. Su conclusión es elo­

cuente : si bien sólo en este caso son claros los I.azos t:ntre aldea. hllbi tan les y tit:rras cultivables de la k!u'ra.

en Meg'-l lópoli s la a ldea conser\'a imponanles funciones reli giosas. seguramente pre!e ~ i s le nte s. que incluso

permilirían q ue los de Lil:osura no fueran ajusticiados al oponerse a la unificación tras haber dado anterior­

mente su consentil1liento (P.-\USA!\'IAS. VIII. 27.6). Desde una perspectiva estructural.amo los asemumie nlos

que pudieron seguir s iendo !'ti/ei.\" como aque llos que se habían transformado en aldeas de Megalópoli s no pre­

senraban diferencias significativas . Lo cua l era de esperar debido a la morfología semejame .

75. Afirman HOOKINSON & H()OKlNSON (l9SI). 287 : "EI si necis l11 0 por sí mismo no marcó pues una dra­

mática Iransformación de la sociedad mantinea. Derechos socia les importantes tales como los de intercambios

152

Julián Gallego

en tonces que su lugar de residencia serían las aldeas, en caso de que el pa­

tró n de hahitac ión fuera nucleado, o las granj as aisladas en caso de que el

modelo de asentamiento utilizad o fuera el di sperso, s in que ambos represen­

taran , como ya dijimos, pautas mutuamente excluyen tes, puesto que la aldea

no se agota e n la forma de residencia sino que supo ne una unidad antes que

nada imaginari a 76 La existencia del campesinado se asociaba, pues, con la

permanen cia de las al deas después del s ineci smo , e incluso los labradores ho­

plitas que residían e n e l centro urbano seguramente entenderían a éste como el hábitat "aldeano" de su condición rural. En este sentido, al igual que ya lo se ñaláramos para e l caso de las póleis pequeñas, en las medianas la aldea se había convertid o en un fac tor constitutivo de la organizac ión de l espacio ru­

ral de la pólis .

En las páleis gra ndes, plantea Hanse n, en las que una parte importante de

la población es taba asent ada e n el campo, tomó cuerpo una idea de oposición entre e l hombre de la c iudad (asle/os) y el habitante del camp o (ágroikos)77.

Tal opos ici ón, cuyo registro doc umental es básicamente ateniense, no sería

propia ni de las peq ueñas póleis , en las que la mayoría de la poblac ión se

componía de productores agrarios reside ntes en la ciudad , ni de las medianas.

en las que exis tiría un COlllill//!II7/ entre la población urbana y la rural. Pero,

por lo general. en las ciudades grandes sería preponderante la res idencia ru­

ral. o como manifies ta el propio Hansen, un alto porcentaje de la pohlaci ón hahitaría permanenteme nte fuera del centro urbano mayor78 En estos casos, al igual que e n los de las póleis medianas , el modelo mixto de asentamiento rural en aldeas y granjas dehió estar a la orden del día , pero con la aldea ac­tuando como núcleo de la vida social agraria. Como ya hemos indicado acer­ca de los {/e,l/oi de Atenas así como los de Ere tria y Mileto, o en relación con

las ktJ/lwi de Argos, está claro que tras el sinecismo la aldea se transformó en

una parte integrante del estado-pólis. E incluso en aquellos casos en que los

habitantes dc las comunidades se convirtieron en periecos subordinados a o tra ciudad-estado, como vimos en Esparta y Élide, la posición relativa que

pasaron a ocupar transfomló a esas comunidades en una suerte de komai del

es tado que las subordinaba 79

mnlrimoniales entre hogares de diferenles aldeas y el derecho a poseer propiedades de li erra en cua lquier par­

te de la t ... 1antinica luera del ;l rea de la propia aldea ancestral si n dudas h::l brán existido ames de la fundac ión

de la ciudad. El limÍlado flujo de población hacia la ciudad puede, si n embargo. haber ayudado a incrementar

los intercLlmb ios Illiltrimoniales entre hogares de diferemes partes de la comunidad. y así intensificar los sen­

Timiemos de solidarid •• d" .

76 . Cr. ,\'I I} )/"(/, Cap_ 1. ap . 2

77 . O . s"pra. Cap. 111. ap. ,

78. HANSE~ 1200-1,,1. ,1-,2

79. Cf. s"pra. C"p. l. "p. 1, Cap. 11. ap. 1, Cap. 111. ap. 2: y este capitulo. ap. 2

153

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Campesinos en la ciudad. Ba~es aúarias de lapólis griega y la infantería hoplita

Cabe concluir entonces que. tanto con respecto a la relación entre la pobla­ción uroanay lapoblacilÍn .rural como c9nrespectoalvínculo entre ciudad y

calúpo que postllla el modelode la .ciudad consumidora, es necesario no per­der, de vista las características ,específicas de Iapdlis.Como ha señalado Os­borne co n respecto a esta cuestión :

"No es'simplemente que 1'1 posesi6n. de tierras fuera un acto SOCiopOlitico en la ciudad grieg.a. siml que las fuerzas sociopolíticasrivalizaban realmente con las

. más puras ruerzas económicas Esto se ve más gráficaíriente enla decisi6n de. los granjeros aClivosde vivir er lá éiud~d, lejos delastielias que poseen)' trabajan. Pero es también la prioridad de lo sociopolítico laque contribuye a esa comple­lllentariedad entre ciudad y' canipo qUe ha sído 'subrayada como la caraererística peculiarde [úciudau grieg~. De alIí'que la ciudad trabaje como un; al(¡éa am­pliada. que se 'relaciona coriel campo .tan simplemente como una aldea ,consus ' .

campos: ciudad Y' campo son inseparables, y [as cueslÍones de la alimentaci6ri de ' /;) ciuJad (l ~ I intercambio ~ntrecíudady campo simplemente riosurgen,:80.

'. ' ., ... . . .. -.

Ahora bien, sil;! poblaciÓÍ1urb.a~a ya no representa ,una .pequeñ~fracciÓn, consumidora, del conjunto ;dela ciudad-estadc:í;sien las póleis pequeñas,que

•. eran rriayoría cnel ,mundogdego,no hay posibilidad de distinguir entre una " ', población típicamente urbana y otra específicamente rural, puesto que los re,

,sidentes urbanos solían 'scr I(Js queposeían y 'ensumayoríatrabajaban por sí niismos los lotes de tierra erilrikhóra; sien las ciudades median~sexistíaun

. '.. coIltilllll/m clltrela población urbimay la rural, Con ' la mitad o 'talvez tres . " cuartas panes d~Jos labrador~s hopiitas residiendóenel campo. y e'I r~~ioen

la ciudad: si en Taspóleis gntrides había una significativa dmtidá'dde ciuda­

', danos que residíanen el cumpo:ytrabajabanporsucuenta sus propias gran­' jas: y si, finalmente, la sepataCiónentre ciudad y.carriporesulta eh lámayoría

de los casos i1l1procedente" debidó:al carácter aldeano de ,la pólisgriega: ¿se

puede hablarde la ciudad consumidoracomoaque\lacbmandadapórunapo­blación urbanacuyas econo.tTlfa yrélaciones de poder dependían de la riqueza

, generada por I()stributos yrentas que le llegaba'n de<los productores rurales directos que vivían en el campo?

.' . ~. '.

Estaesla idea que ha pri)¡:iuesto Tandy, en 'eicontexto de IQ~'i~idos de la ' pólis, al analizar. la perspecti,;a que, ofrécen los Trabajos)' 'días de Hesíodo a

la lu z dc la noci6n de ciudad' consunlidora y, correlativamente, alaplicai a la situación del labrador desniiapord poeta beocio el concepto de canlpesino ,

. entendido como un productor necesariamerite subordinado y explotado, En

,', efecto, según su enfoque el poema permitiría ver.;eraccíonardé una elite aris­, . ¡ocrática que desde la ciudad vivía a expensas de los excedentesqu~ extraía

8 0 . 0 SDIlRN! (200J i. 186,R7 .

154

Julián Gallego

de los campesinos asentados en las comunidades aldeanaS que la ciudad co­menzaba a slibordinar8t . Esta. visíón concerniente a la sitliacjón que refleja­rían los Trabaios y días se basa en alguna medida en el anáJ\sis 'deRedfiéJd, ' que proponía no sólo la inclusión de la aldea de Ascra en 'ei engninaje de [¡i. '

ciudad de Tespias, sino sobretodo la dependencia del campesinado con res~ , pectb a ÚletiteurbanaR2• Comb vimos; nuestro enfoque no na asumido los aspectos planteados por estos análisis, que presumen Unaexplotation siste­mática ,deJos campesinos desde la Ciudadcoritrolada por los ' aristócratas, si. ,. no que se ha basado en laidea de una inclusión de lbs labradores en la pólis como un hecho que, en principio, resulta extraño a los vtilores 'carripesinos, en tanto 'que altera y subsume á la lógicareciprocítaria de 'la aldea basada en' el parentesco por acción y efecto dela nueválógica polítita' ligada' a la deti, ' nición ' de la práctica estatal83, pero que en el devenir his(óricóde la era ar'­caica dará ' lugar a una mutación singular que llevará a un'¡¡.incorporación plena del campesinado' a la par de la elite en ,el plano político einstituciomiL

Taf vez .:esulte adecuado admitir, junto con Amouretti, queJa pólis griegíl

no puede amllizarse como u,na sociedad campesina84• puestoqueSI modelo griegono enGajaría en categorías soeiológicascomo ésta, o sociedad primiti-va, O ,sociedad industrial. Según la autora: .

, . "Lo que caracteriza IRinserción del modo de vida agrícola en-la so'ciedad 'gene­ral es el intermediado, de la pólis; 'Comunidad:de dudadanos ;,éstá' seteserva el derecho depropiedad as'í como el derecho político. Estas ciudades delaínañope­queño ,han ,defendido sus fronteras y limitado por esto la coherencia de una,so' .' ciedad campesina,,85 .

Sin ,embargo, esta 2onc~pción nos vuelve a poner frente 'a los mismos considerandos que hemos visto en las , pers'pectivas de otros , investigadores: paraquee~ista el campesinadq es necesario que las comunidades agrarias se abranpennitiendo as(elingreso de agentes <Jxtemos, es decir que no puedan '

8LTANOy'(200I). la preguntq planleada en el párrafo ,previo' retoma ideas del autor(pe 160. Cf. asimismb '. idem (997), 20>-.14.,' . ,

82 , REDFIEÚ' (t95J>.' 31·-4O: (1956i, 105-42. Esta perspecliva está también presente en el artículo previo. de FRANrts (945), c~yas idea~ fueron dir~cta o indircc,tamente,retomadasposteriormente,por·varios autores, enlre ios que cabe d,eslacar pri~cipalmente, a Éd. WltL (t957); .\VALCOT (1970), 94-t ,17; l'YI,ILLETI (1984) .

83 , CAMPAG~o(2002) annlizilel s~rgirnienlo del estado en ehntiguo Egipto úiilizandoc,riterios semejan- . ' les a los a,quí planleados. Por nues,irn parte. hemos ,iluSIrado la ,subordinación de la 'lógica reciprOcitaria de la ' aldea por I~ lógiCa política de¡'e~tad~-pó!is a .partir de 'las circunsIancias históricas que presenta Hesfodo ,en '

tos Tnd>"¡,, ,', y dill ,', Cf. SlIpra. Cap. L ap. L

84. Se recordará que. según MORRIS 0994a) el punto de partida de la pólis y' su carácler igu'alilano radica­ría en b s 'corporaciones campesinas de,la edad oscurn)' el arcaísmo, JilÍenlras que, pasaOSBQRNE (1987)~ 19J; el modelo agrruio de In ""lis proveeria a' ta sociedad de una liase campesina. Cf . . '''I,ra. Cap. 1, ap: 1,

o • •• •

85 . A"OllRETfI (1986). 199,

1 SS

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

o que no se planteen defender sus fronteras, admitiendo así la entrada de ex­traños a la comunidad. Esos extraños no serían otros que los poderosos de turno que, por medio del control político y la explotación económica, logra­rían extraer excedentes de los labradores para sostenerse como una elite diri­gente. Esta percepción entiende al campesinado como una "sociedad parcial", según la definición clásica de Redfield86 . Pero en el caso de la pólis griega la posición de los campesinos dentro de la sociedad global no se delimita conforme a los criterios esbozados por esta perspectiva, puesto que los labra­dores helénicos no se hallaban en situación de subordinación ni con respecto a una elite ni en relación con un centro urbano o con el estado. Y resulta igualmente insoslayable que la inserción de los agricultores en la pólis deri­vó en una situación inédita, desconocida e inusitada en relación con otras so­ciedades agrarias de distintas épocas y regiones. Este carácter inédito tendría que habilitar entonces una serie de redefiniciones de los conceptos disponibles.

4. Agricultores y soldados en el gobierno de la ciudad

La fomlación de la ciudad-estado con sus fundamentos materiales, espacia­les y económicos, con sus esquemas imaginarios y religiosos, con sus siste­mas militares, políticos y sociales, es un proceso que indudablemente se da en el transcurso de la era arcaica, aunque como tal el proceso no fmaliza ni

mucho menos a comienzos del siglo V. Se trata de un movimiento constante, dinámica que a veces resulta difícil de apreciar debido al carácter de la docu­mentación que poseemos, pero que cuando se exhibe, deja ver que el cambio está siempre produciéndose. Sea como fuere, lo que importa destacar es que con el sinecisl110 emerge la pólis como modo peculiar de organización social del mundo griego. Pero esto no se da linealmente, como se podría deducir de los argumentos de Mon'is analizados en el primer capítul087 . Según la expli­cación de Domingo Phícido sobre dicha mutación:

"Lo que caracterizaría la ciudad griega sería su formación como complejo de al­deas, lograda a través de los conllicros del arcaísmo, en que el primer sinecismo como apropiación aristocrática terminó por derivar hacia la unión segmentaria de las aldeas y el control colectivo del territorio en el ejército hoplítico. Las comu­nidades aldeanas, forzadas al sinecismo por la aristocracia, encuentran sin em­bargo en la pólis resultante el escenario de su participación política,,88

El proceso de formación de la pólis significó, pues, no sólo una unifica­ción territorial de las comunidades aldeanas y una organización política

86. REDFIELD (1956). 2.1-.19; ver POWELL (1974); WORSLEY (1984)

87. Cf. Sl/pm. Cap. I. ap. 1.

88. PLAclD() (en prensíJ l.

156

Julián Gallego

igualitaria derivada de la matriz segmentaria de la aldea, sino también la

conformación de la estructura militar típica de la ciudad-estado, definida por la falange hoplítica. Estos aspectos comportan otras tantas facetas de una si­tuación única que queda expresada en la figura del campesino en tanto que ciudadano y soldado, que detenta derechos de propiedad sobre un lote de tie­rra de la pólis, ocupa un lugar en las asambleas resolutivas y combate codo

a codo con sus pares enrolado en la infantería. La prerrogativa principal del ciudadano que pone de relieve esta configuración es la defensa del territo­

rio, que no es otra cosa que asegurar las condiciones de reproducción de la

pólis. De esta forma, cada ciudadano es a la vez un soldado que debe defen­

der su territorio si quiere que la comunidad se perpetúe, dado que, en teoría,

ello implica conservarse y reproducirse como propietario. Se percibe así que la guerra, defensiva o expansiva, resulta ser un factor vital para la apropia­ción del territorio y el desarrollo de las condiciones económicas de la ciu­dad-estad089 .

La aparición del ejército hoplítico se ha analizado como una reforma o re­volución producida a mediados del siglo VII que provocó no sólo cambios de

tipo militar sino también mutaciones políticas y mentales90. Paralelamente, a partir de diversos argumentos, se ha llegado a una conclusión que desafía la

consistencia de la explicación esgrimida por los adeptos de la primera postu­

ra: no hubo reforma hoplítica sino un desatTollo gradual de la falange, junto

con lo cual se producirían adaptaciones y cambios en el equipamiento de mo­

do de hacer más efectiva la fonna de combatir que se estaba desarrolland091 . En este contexto, lo más importante para nuestros propósitos aquí es la re­

consideración de los poemas homéricos en función de la inforrnación que ofrecen sobre las formas hoplíticas de hacer la guerra. Si en la lIíada se pue­den ver ya ejércitos que pelean en masa92 es porque, al menos desde el siglo VIII, la relación entre la aristocracia y el resto de la población, en especial los

89. GARLAN (1975). 86·93: FERRILL (1987). 133-54; UlNIS (1994), 109-22; SANTOSUOSSO (1997).7-23; VAN

WEES (2002), 99-102. 112·13.

90. Dislintos factoreS de la reforma o revolución hoplítica son destacados, en primer lugar, por SNOIX.iRASS

(1965); (1 993b); cl'. MURRA\' (198.1). 116·26: FINLEY ([983a), 117-18. Recientes defensas de esta interpreta·

ción se hallan en BRYANT (1990); CARTLEDGE (2001), 153-66. Ver los malices de Dt'CREY (1999),42--19.

91 Para los diversos aspectos de esta visión (cambio tecnológico en el armamento posterior al cambio tác­

(Íco en la forma de hacer la guerra; guerra hoplítica determínada por la base agraria de la sociedad; presencia de masas de combatientes en los poemas homéricos): ver DE'nENNE (1968); SALMON (977); HAN SON (1991);

(1995).221·.12.1; (2000). 3·51; BOWOEN (199.1); VAN WEES (199-1); MITCHELL (1996), 90·91; OSBORNE (l998),

206·11. RAAFLAeB (1997).

92. CL HOMERO. lIimla. 11, 361-66: tV, 446·56; Xt. 670-761; xvt, 210-20; 772·75; XVIII, 509--10. Sobre es·

lOS pasajes. SAGE (1996). 11-13: DUCREY (1999), 33-41; también Bowden. van Wees y Raaflaub en la nota

previa. Para la bibliografía sobre la guerra homérica y la aparición de la falange, Dt;CREY (1997 J, 128-3t.

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias dela pólisgriega y la infantería hoplita

labradores derango hoplítico, estaría estableciéndose sobre unos fundamen­tos sociopolíticosquc pCI'mitirían una equiparación. Es cierto que esto no inhibiría el predominio de la elitenobiliaria, pero sí haría posible que los agricultores hoplitasse constituyeran en ei grupo primordial entre los ciuda­danos de las póleis en formacióq. Como propone Kurt Raaflaub:

"1\. medida que la pális se desarrolló, los hombres qlle poseían la tierra pelearon en el ejército paradefcnder el territorio de la pólis y se sentaron en la asamblea para participar de sus decisiones. Estoshombres estuvieron políticamente inte­grados desde el principio, según ellímite posible y nonTlal parad momento. Al mismo tiempo. la allterior elite de losjefes aldeanos evolucionó hacia una aris­tocracia cstrati ficada. Pero. bajo las condiciones de la Grecia de la edad oscura, estos líderes tenían posiciones precarias y no permanecían por mucho tiempo al mando de sus hombres. En la pólis en desarrollo, ellos carecieron.también de oportunidades para constituirse en una clase distante, rígidamente separada"93

Por ende, de lamisma maneraen que los poemas homéricos han permiti­elo percibir una. estructura aldeana de basesegmentaria, cuya equidad se transforma ulteriormente en un rasgo cardinal de lapólis griega-haciendo ele los campcsinos autónomos el grupo principal de lanlisma-, así también, con la formación del estaelo a partir elel sinecismo y.los demás procesos que 10 acompañan, esa dinámica campesina relativamente igualitaria aparece. im~ pregnando las formas de organización militar. Si bien es verdad quejunto con la unificación elel espacio rural sobre la basealdeana.previa se da una con­fluencia aristocrática que busca, yen alguna medida logra, controlar en favor suyo la situación, de toelos modos, esto no dioJugar a una completa subordi­nación del campesinado en los términos tradicionalmente conocidos en mu­chas sociedades agrarias. sino que por distintas razones la aristocracia y los labradores ele rango hoplíticose integraron (en un proceso altamente conflicc

ti va, como ya hemos dicho) en un espacio igualitario que fue implantándose en las instituciones de buena parte de las póleis.Eneste sentido, laformación ele la falange hopIítica resulta, según Aristóteles, un proceso íntimamenteli­gado al desanol\o de la pólis temprana94. Las asambleas de gueneros, el re-

93. RAAFLAl'B (1997). 55. Todo su artícuto apuntá a demostrar cómo.se constituye el triple soporte de la

púlis .relativamenteigualitaria (granjeros que poseen·. sus .Iotes. integran la falange hoplítIca,Y participan :de·]as deciSIones). Para un desarrollo más amplio de este proceso. HANSON (1995); Cf.SAMONS 11(1998). Ver tamo bién STARR (19771. 3~-33.126-27. 178-80; (I 986). 53-54. ~

94. ARIST('TELES, Polir1,(/. 1297b 16-24: cf. 1279b 2-4. plantea una sllene de explicación histórica delavan· ce de la falange_ Si bien RAAFLAUB (1997). 58, n. 5. puede tener-razón-al considerar totalmente teórico su mo­

delo evoluóonista aplicado" la Grecia arcaica. no son para desechar las ideas de CARTLEDGE (2001). 159, acerca del "estricto isomorfismo entre poder político yfunción mílilar", dado. que usobre la base,:desu profun­da retlexión acer~~dey su: comprenslón- .anaH[ica de -Iapólisde su propia época [Aristóte1es]:encontrÓ «natu­ral» yútil formular un mo~elo ue su desmol1o histórico temprano ~.n térr:ni?os precisamente militares". Esta visi6n arislotélica debe considerarse de modo similar: a suya discutida percepción de la organización segmen­taria de la I"ílis. Cf. slIpra. Cap. I. ap. L

158

Julián Galtego

parto igualitario elel botín95, etc., parecen certificar que el igualitarismo al­deano, elevado posteriormente a la estructura segmentariade la pólis, se in1, pone asimismo -y a pesar ele .\a presencia .de los basilefs~en el orden del campo ele bata\1a. Yasí como en el plano político no existían en las ciuelades­estado cuerpos de expertos separados de los ciudadanos que concentraran en sus manos la tarea ele tomaLlas decisiones que la pólis necesitaba, sino que eran los • propios ciuelaelanos, por lo general cualificados a partirde la pose­siónde tierras, los que tenían la facultad eleelecidir, así también en el plano militar no había unaclase guenera especializada sino que eranlos ciudada­nos mismos. los agricultores. independientes que conformaban.el grupo más numeroso y significativo de la mayoría de. las póleis griegas,. los que comba­tían para defender sus tierras. Su absoluta identificación con sus posesiones agrarias, que les pemiitíanobtener la subsistencia así como detentar el rango ciudadano. prescribía su lugar en la batallahoplítica96.

95. ef. DETIENNE (1981). 87-10 1.

96. MrrcHELL (1996). 95-96: véase también Os BORNE (1987),138-49.

159

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CONCLUSIÓN

En definitiva, la inclusión de los campesinos en la ciudad griega fue un fe­nómeno histórico complejo, que si bien no se dio de una manera semejante en todos los casos, de cualquier modo exhibe elementos generalizables en torno a tres ejes fundamentales: la posesión de la tierra en forma autárquica y sin cargas tributarias o rentísticas; la integración en las milicias de la falan­ge hoplítica basada en las condiciones económicas habilitadas por la tenencia libre de la tielTa; la participación política en grados variables en los diversos aspectos del gobierno del estado-pólis (en todos o sólo en algunos). Los dos ejemplos que hemos abordado pueden, en tal sentido, servir de indicadores del rango de posibilidades que tuvieron las comunidades de labradores a lo largo del mundo helénico: incorporación completa al cuerpo de ciudadanos desalTollando una actuación política efectiva; inserción plena en el derecho de ciudadanía pero con un rol político más bien pasivo; inclusión política­mente restringida que pudo significar o bien que fueran ciudadanos con de­rechos reducidos o bien que no 10 fueran , y que, en consecuencia, la vía de integración de los granjeros fuera su Tol hoplítico, El conjunto de estas posi­bilidades, u otras que podían presentar alguna variante ubicada entre una y otra de las fónnulas consignadas, condicionó las formas de unificación del espacio de cada pólis en tanto que instituyó, al mismo tiempo, el modelo es­pecífico de articulación de las comunidades aldeanas en el marco de cada es­tado. Los campesinos griegos en la ciudad no fueron una clase políticamente dominada o económicamente explotada, más allá de que en circunstancias precisas estos elementos pudieran hacerse presentes. El carácter inusitado de su inscripción institucional (en lo político, en lo militar, en lo económico, en 10 religioso, etc.) constituyó un acontecimiento único, cuyos efectos queda­ron impresos en la propia estructura del estado griego.

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GLOSARIO

Agora: Designa, en. principio, tanto la reunión en asamblea de una comuni­dad corno Jos discursos que allí se profieren; conforme a esto, el término ta.mbiénse aplica para designar la plaza pública, espacio abierto donde la reunión aludida tiel1e lugar. Por añadidura, designa también la plaza de mercado y las actividades que allí acontecen.

Ágroiko.~ : Hace mencióna aquel que vive en el campo y,en consecuencia, al campesino. El términQ adquiere un sentido peyorativo en relación con el habitanterural, alquese percibe como rústico, ordinario, tosco.

Agrós:Can1Po. Puedefeferirse tanto al ámbito agrícola con el sentido gené­rico d.e campiña como a un espacio delimitado que podría coincidir con ~Iterrenó conespondientea una finca o granja.

Apoikía:Asentamiento le.íos del hogar, usualmente denominado colonia en las>i nterpretacion~s . contemporáneas. Se usa también para la migración, respecto dé lacuaJ eI asentamiento sería el resultado.

. . ." .

Astefos: Hace mención a aquel que vive en la ciudad, y en consecuencia al citaditioentanto que opuesto al ágroikos. El vocablo adquiere, justamen­te en. virtud de esta oposición, un significado elogioso con respecto al ha­bitante Urbano, en el sentido de refinado, elegante, culto.

ÁSly: Designa el centro urbano en el sentido material y puede, en este . con­texto.aparecer como lo opuesto de agrós. En tanto que urbe, puede opo­nerse también a pólis que remite al cuerpo cívico.

Autárkei(l :Autarquía,autosuficiencia.

AlIlollrgós:t:1 que vi\'edesupropio trabajo, o, dicho de otro modo, el que trabajápara sí mismo. Remite, generalmente, a aquel que trabaja su tierra por su cuenta.

Basileía: En.su acepcióticorriente el ténnino significa realeza. Puede enten­derse , asimismo, queenun sentido genérico hace referencia al poder y la dignidad de los basileís, la clase aristocrática que controla el proceso de decisión política y dejusticia en los inicios de la pólis.

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¡;

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pó/is griega y la infantería hoplita

Bosilefs (sing. basilelÍs): Generalmente en plural a lo largo de este libro, se

considera uno de los nombres que designan a los aristócratas como clase soc ial y de poder con intereses y objetivos en COlt1Ún.

Demos: Su se ntido más común es pue blo. Cuando se usa en contraposición

a vocablos que designan a la elite, remite al pueblo llano o los pobres. El términ o puede aparecer como sinónimo de democracia o gobierno del

pueblo (delllokmlía), o puede aludir a la asamblea popular ateniense (ek­klesía). En Atenas y en otras póleis constituye también un municipio , distrito territorial o subdivisión cívica del estado en el que se halla em­

plazado, que en este libro hemos consignado directamente con la voz de­mo.

Delllóles: En Atenas, miembro reconocido de alguno de los 139 demos, es

decir, ciudadano varón adulto inscrito políticamente una vez alcanzada la mayoría de edad. En ciertos usos adquiere el sentido de lo que podría in­terpretarse, según nuestro registro, como un paisano.

Dioikisllló.I': Disgregación de una pólis. Lo opuesto del syl1oikismós.

ÉI/mos: Pueblo o nación, vocablo muchas veces utilizado para designar a una

sociedad que no se organiza en pólis, por ejemplo, un gran reino, o regi o­nes que desco noce n la pólis. En realidad, las interacciones entre étImos y pólis se plantean hoy en día como mucho más dinámicas y, por ende, me­nos rígidas.

El.Il1ol7lía: Buen orden. Nombre con el que se denominan, en especial duran­

te la era arcaica, las refOlmas que ponen fin a las luchas civiles (s láseis). En época clásica, en Atenas, el ténnino es tomado por la propaganda oli­

gárquica para contraponerlo al poder del pueblo.

Ellporrídai: Los bien nac idos o los de buen padre, esto es, nobles. Se aplica, sobre todo en la Atenas arcaica, a aquellos que pertenecían a la clase aris­tocrática que controlaba el estado)' la sociedad.

GeOlgós: El que labra la tierra. Puede remitir tanto a aquel que labra su pro­pia tierra, es decir, un aUlOurgós, como al propietario acaudalado que la hace labrar por otros (esclavos, etc.). También puede aludir a un trabaja­dor libre , o a un esclavo, que labra la tiena de otro.

Harmoslés: Gobernador o magis trado instaurado por el estado espartano en las ciudades bajo su control durante y de spués de la guerra del Peloponeso. Fi gura también usada para vigilar a los periecos.

Hei/óles: Hilota. Fuerza de trabajo sometida a explotación por los espartanos, para la que se ha propuesto la idea de aparcería como modo de caracteri-

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Julián Gallego

zar una relaci ón económica en la que el producto se comparte a partes iguales entre el explotador y el explotado.

Heklél11oroi: Trabajadores dependientes de la Atenas presoloniana que deben

pagar un sexto de sus cosechas anuales, entregado en carácter de renta a los terratenientes que viven gracias a estos excedentes.

Hippefs: Caballeros. Segunda de las clases censatarias creadas por Solón. La integran todos aquellos que obtienen entre 300 y 500 medidas anuales de producción agrícola.

Hállloioi: En Esparta , Iguales o Pares, que integran la comunidad de ciuda­dan os esparliatas. Son hoplitas a tiempo completo que controlan el esta­do )' conforman la elite dirigente de la sociedad.

Hoplíles: Hoplita. Soldado de infantería pesada que posee armas y armadu­ra. armamento (hóp/olI) propio del sistema de falange.

H.,'bris: Orgullo o soberbia, implica en general un accionar violento .

Hvpol11eíones: Inferiores, c iudadanos espartanos desclasados, es decir, con derechos disminuidos , aparentemente en razón de sus dificultades econó­

micas para poder sufragar los apOrles obligatorios que deben hacer para

las comidas en común (syssítia).

¡sol/omín: Igualdad política, que si bien puede definirse como igualdad ante la ley, se precisa mejor como igualdad de todos los ciudadanos en función del ejercicio de sus derechos políticos. Se considera un principio intrínse­

co de la democracia griega .

K(l/o/ kagalhoí: Literalmente " hennosos y buenos", se aplica a la gente de bien por oposición a los pobres, y significa los ciudadanos de origen no­ble, que gozan de la mayor riqueza y la mejor educación.

Khóra: Territorio rural de una ciudad-estad o, se trata del espacio extra mu­

ros, la campiña que junto al centro urbano constituyen la pólis.

KllOfÍol/: Finca agraria o parcela de tierra, generalmente asociada con una ca­sa (o ikí(l ) y/o alguna otra estructura; el vocablo se ha asociado última­

mente con la existencia de granjeros que viven en sus granjas.

Klems: Lote de tierra, el témlino alude a la asignación mediante sorteo, y de­

riva en la idea de obtención de una parte de tierra en ulla pólis.

Koillol/ía: Comunidad o participación. Se emplea para describir diferentes

formas de asociación (pólis, olkos, kóme, etc.).

KÓl11e (pI. k6/1/ni): Aldea o comunidad aldeana. Se trata de una organización

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. Campesinos en la t iudad. Bases agrarlasdela p9fisgriega y la infanteríahop!¡ta

que, cco~óm¡¿amentc , SllPo~e ungí-upohumano~uyos integt~nt6sculti­van los c~r~lP9S en t~rnoala misma. P~cde también signiftcaruna parte de una polts.lanto SleSUI). distrito cívic:oreconocidoinstituciónalmente como si es una entidad dependiente de llnafJolisquépüéM, asu .vez, ser clla misma unapólis. . . . " '; / . .. . '

Mé.\'oi:Literalnlcnte, IOS '; I1l~d;anos".~ace alu¿ióna 10 que en ~Isentido COe mún cOl.1temponíneo se desi~n~. como la c1aselTIedia. Se trata del grupo que no tonml parte ni de. los. nobles ni de los pobres. ."

. Neikos: La pa)a~r~ designa bá~i¿aménteJalucha oe).altercad~: Puede tCner una inscripciÓlldiscursiva: el debate de. palabras; oen el plan9judicial: la dIsputa previa a un juicio;o ,en el militar: el corríbate. ',' " , .

Neodamád é is: ·· .. ~n · . Espart a, h i I ~tasJ iberad~~ .. ·S~ · :fran sfonnanen .n ti~vos , miembros del pueblo (damos ell dórico) , ysusituaciÓripareceasem~jar_

sea la de los periecos, Su aparición parece deberse a las necesidades mi-litares del estaqo espartanoanté la escasez dé. efectivos. .

qikía / O/kos: Engcneral , laprilllera pálabra alude.ala casa en el . selllido es­tricto de lugar qe residencia mientras que l~ segiiñda d~notanosólo la ca­sa sino también! laproriedad. Pero estadistincióllJ;!stá lejosdehaber sido plenamcnte~ceptada porlosautores griegQs. Los testimo~iosjndicanque oikía podíaconnotartantola ca~a como \¡lfamilia o la propiedad, super~ pO!llcndosu sentido cOII .el d(! ofkos. Conformealo anterior,setrata tan~ to de una casa solariegaysus bienes como delafarnilia y del personal que forma parte úe ella. . . ' -: '

Oikistés : Líderdcuna fundación toronial (apOikía) ,;tsel que lIevaacabo las condiciones. generales convenidas para elasent.arríieritb yejec:uta los ac- '

. tos rituales <I~I derecho al establecer lanuevapqlís; . .. ,.

()iko/loll/[a: Elarte de administrarUnoíkos oun¡d~d doméstica, operación que recaes obre la autoridad der~ogaLEljdees' elque dírigey gobierna al personal así " (lInO la propiedad. .

Oligallfl/lvpÍa: Escasez o faltad~hombres. Se . apliCáa ' la situació.norig'ina­da en la Esparta clásica araíz de. la cual el número de CiudadaÍlo~ e;par-tiatas dislninuye de modo drástico. . ,

p'elátai: Tral;~ador'cs (l jornaleros.Denotapor 'lo geri'efalunasituaciÓ.n de de­pendencia. Aparecen asociados a los /¡ektémoroi,'

Pel/takoSioll/é~Ii""lOi : Primera de lasclases ceri~atarJascn:adas por SOl<5ri', La integran todos aqueIlos que obtienen 500 medidas anuales oníás de pro­ducci6n agrícola,

Julián'Gallegp

Per¡o}kÍs:R~gióncircllnc1ante al territorio ,yspartano, al territorio eleo, etc" en:la que' habitan los periecos. ' ' ' ,

- . - - .

Pe ríoi koi: ,Úiteralmente,,"IÓs que habitan .alrededor' '';· esto es;' eola' perioikíS; conresp~cfo au n centro tomado COmO referencia, desde el cual se ejerce, generalm~nte, el control . o Jadomi?acióf! ' sobre ellos.Sofl, por ende, . d~7 pendientes y constituyen,S0!no en Esplifta oen Élide, Un grupo subordi~ nado a dichas póleis. ·' . " .' . . . ".

, '

Phylé:Designa u~~ subcliyisiónde la. pólis, y se la traduce generalmente por tribu, puestoque al igyal que el ténninó tribus en Rorna,' hace alusión a ' un . segmento de los ;cilldadanoscreadoiilstituciooalmente. Latraducción pLi¡:degénerar confusión, habida cuenta de que su asociación con 'Ia idea de ~'sociedad tribal"puedecrearinterferencias insalva~les .• .l-'.lplzylées un dispositivo de organización política del estado.

Pléthos: Larnasa, la multitud. El VOCilblosuele uti!ízarsecomÓsinónimo de ' demos y puede hacer referencia álfmeblb' lIa:no perotámbién alaasam­blea popular y, pmderiyación,a lamaypría.

Pólis(pq;óleis): Ciudad.Se usa paradesig~a,r tanto .a u~¡;entr(J ,urbano Xel túrltorio que locjrcunda"tomo ala, cOlTlunidadpolítica ~quetiene en di, > cha~agfOJneraciónéI:punto de referencia y organización d~l estado, aun, cuando la. mayoríáde los ciudadanosresid,an en el ca~po. Se habla en eS­te sentido de ciudad-estado. También se ha propuesto la idea de . estado­ciudadano, entendiendo que se trata de una organiZación basada en el derechode ciudadaníad6' sus integrantes. .

Polifé'Í(¡:Cof1\Únmenlese traduce como constitución; refiriéndose a la estruc- , tura. política de ' uriapÓ1is.Alude también aIrégimenpoIíti¡;oo forma de . gobierno en que lo~ ciudadanosejercen por sí mismos el poder. Designa en' este sentido efcuerpo cí~icoen su, conjuntó. En tartoquedescribe Ji ,' relación de los ciudadanos Con el estado, hace. iguaiiÓente referencia :al di~echo' d~ ciudadanía, . _ . .... , ~ .' . . < .. :t'

Polítes : Ciudadano. Remitegeneralmente~lvarón adulto,¿tiybsderechos va~ían de acuerdo conla/;OÚtt?íaespecíf~cade cadap,(Ílis: ,'. ' . l'

• - 0'0 ' ,"

Prostátds: Jefe o guía de un grupo, sector o clase. También puede adquirir:el ' selltidO depatronó con respecto a otro que aparece con,JOsu,protegido: L(L rClación ' suele tener un' caráct~r perrnané;nte. . " .

Próximos: Es aquel queCjercela proxellía, es decir, elque, .en su propiaciu­dad.asístc alos cilldadanosde otra ciu<;lad que lo ha elegido para tal fin, y toma a su cargo el cúidado de ,su's iÍli~~eses .

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Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita

Seisákhtheia: Literalmente, descarga del fardo. La expresión se usa en Ate­nas para designar la abolición de las deudas operada por Salón en bene­ficio de los trabajadores dependientes de la era arcaica.

Stásis: La palabra tiene una amplitud de sentidos notahle e indica, en un con­texto sociopolítico, una gama que va desde la agrupación política al con­flicto civil o la sedición, pasando por la lucha facciosa.

S\'ggélleia: Parentesco. relativo a los parientes o la familia .

Srlill1/ak/¡(a: Alianza, habitualmente de índole militar, que implica por lo ge­neral un pacto de apoyo y fidelidad.

S\'Iloikismós: Sinecismo. Proceso de congregación de comunidades previa­mente dispersas en una única entidad que adquiere la forma de la pólis .

Se habla, en consecuencia, de cohahitación. Pero esto puede tener un sen­tido más político que físi<;o: políticamente hablando, los que viven juntos lo hacen en torno a un centro único, en general, la aglomeración urbana principal, pero. en términos concretos, pueden seguir habitando en orga­nizaciones dispersas: aldeas, granjas, etc.

Thetes: Jornaleros. Cuarta clase censataria de Salón, integrada por los que ohtienen menos de 200 medidas anuales de producción agrícola.

TrújJhi/l/oi: Literalmente, "los alimentados" y, por ende, hijos pupilos. Se aplica en Esparta a los hijos de extranjeros que son criados allí y recihen la educación estatal, Esto supone lazos de amistad. hospitalidad o inclu­so patronazgo entre familias espartanas y foráneas.

2ellgltai: Literalmente. "los que poseen una yunta de bueyes". Su situación socioeconómica suele conesponderse con la de los labradores relati\'a­mente prósperos capaces de poseer elarmamento hoplita (llóploll). Terce­ra clase censataria de Solón, integrada por los que obtienen entre 200 y 300 medidas anuales de producción agrícola.

2601/ po!itikól/: La traducción de la expresión es "animal político", y se apli­ca a aquel que vive en pó/is, lo cual le da su carácter político . A veces se traduce como "animal social" , en parle por mediación de una traducción al latín a través de la locución al/illlal socialis , y en parte por la interpre­tación contemporánea que entiende que la vida en pá/is es lo que hoy en día llamamos vida en sociedad.

168

ABREVIATURAS

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AAl/tHIII/g

ABSA

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AHAM

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AlP/¡

Al/cSoc

AI/I/oles ESC

AI/I/oles HSS

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BCH

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C&M

CAH

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CIAI/t

CPII

Athens Annals of Archaeology

Acta Antiqua Academiae Scientiarulll Hungaricae

Annual 01' the British School at Athens

L' Antiquilé Classique

Acta Classica Universilatis Scientiarulll Debreceniensis

Anales ele Historia Antigua y Medieval

Aneient History Bulletin

American Journal of Ancient History

American Journal 01' Philology

Ancient Society

Annalcs. Économie, Société, Civilisations

Annales. Histoire, Sciences Sociales

Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa

Bulletin de l' Association Guillaume Budé

Bulletin de Correspondance Hellénique

Boletín de Historia Social Europea

Bryn Mawr C1assical Review

Classica et Mediaevalia

Cambridge Ancient History

Classical Journal

Classical Antiquity

Classical Philology

169

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Campesinos enla ciudad. Bases agrarias de la pólisgriega y la infantería hoplit;

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ClassicalQuartcrly

ComparativeStudies in Societyand History

Dialoguesd'Histoíre Ancíenne

Échos duMonde Classíque

Fragmente dergríechíschenHístoriker

. Grecce aild Rome

Gre~k, Romari and Byzantíne Studíes . . ,- .

Barvard SthdiesinClassícal P':lÍlolQgy

Journal cifFi e. Id Aí'chaeology .

Journal otth~History oí Ideas

Joi'unal ofHellenic Studíes

Journal ofMedíterranean Archaeology

journalofPeasantStudies

Jnscriptiones Graecae

LiverpoorClassical Monthly .

Museum Helveticum : ' :.<::,'

Memorias de Historia Antigllil

Memorie 'dell ' Instituto Lombardo

Ox ford Classical DictiOJ1ary

Oxford Journ~l ofArchaeology . . " ,. ,.

ProceedingsO(the Cambridge Philological SoCiety

Parola del Passato

Quaderllidéll'IstitutodiArchcologia e Storia AJ1tica

, Quadcrnidi Storia

" Real Encyclopiidieder klassischen Altertumswissenschaft

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REC

RFlC

RH

RSA

RSL

SEC

ZPE

Julián Gallego

RevUc des Études Anci(.!nnes

Révue des Études Greeques

RivistadíFilología e di Istruzíone Classica

Re~ue Historique

Rívista Storica dell' AJ1tichitil

Riyistadi Studi Liguri "

Supplemeritum EpigraphicurnGraecum

StlldiaHistorica. Historia Antigua

Sym'bolae Osloenses ,, )".: . .

Transactions añdProéeedings oí the AIriefiéaJ1 Philologi­cal Assocíation .

Z~itschrifi fürPapyrologíf und Epígraphik

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