Vocabulario de arquitectura y construccion (spa)
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3
El id
ioma es el d
epositario d
e un inmenso caud
al de conocim
ientos. Toda la exp
eriencia de
siglos se halla codificad
a en ese conjunto de voces q
ue definen, m
atizan, acercan y separan los
conceptos y los elem
entos, las herramientas y las ob
ras. Los camb
ios técnicos que la construc-
ción ha experim
entado en este siglo han inutilizad
o gran parte d
e nuestro vocabulario trad
icio-nal, p
ero esa merm
a de su p
otencial no justifica el increíble d
esprecio q
ue los profesionales d
enuestro sector m
uestran por la p
recisión en la expresión técnica. O
tros sabrán exp
licar las razo-nes d
e esta evolución; pero es evid
ente que sin un vocab
ulario preciso no existe realm
ente elconocim
iento técnico; que únicam
ente las voces conocidas y acep
tadas p
or todos p
ermiten la
transmisión d
e algo que d
ebe ser im
aginado p
or unos, dib
ujado p
or otros, contratado p
or unosterceros, ejecutad
o por unos cuartos y usad
o por otros d
e más allá.
Alguien q
ue no distinga la d
riza de la escota nunca p
odría p
articipar en las lab
ores de una em
-b
arcación; sin emb
argo, entre nosotros, hasta los autores de la norm
ativa confunden cercha con
cuchillo, mam
perlán con b
ocel, o librillo con p
ersiana. Es cierto q
ue en todos los cam
pos el
lenguaje está sufriendo un serio d
eterioro, pero creo q
ue en el nuestro el prob
lema es m
ás graveaún q
ue en muchos otros. Tenem
os un vocabulario p
reciso que d
istingue el pernio d
e la bisagra,
la fayanca de la p
eana y el sofito del lacunario. Q
ue es poético cuand
o llama lucero a la ventana
alta, es irónico cuando am
plía el sentid
o de em
parrad
o a un desesp
erado p
einado m
asculinoq
ue oculta la calva bajo los p
ámp
anos de una sien, y es d
ramático cuand
o llama verd
ugada al
cardenón rojo sob
re la piel gris d
e un muro d
e pied
ra.
El am
or a nuestro trabajo d
ebería anim
arnos a utilizar mejor una herram
ienta tan indisp
ensable y
a buscar el ap
oyo que nos b
rinda, siem
pre tan sugerente.
Introducción
4
Preced
entes y agrad
ecimiento
s
Mi prim
er agradecimiento debe ser para todos los que trabajaron antes que yo redactando los
diccionarios que he utilizado. En realidad este libro es un centón, un patchw
ork diríamos hoy, de
todos esos libros anteriores. Debo destacar ante todo la deuda con M
aría Moliner cuyo inteligente
Diccionario de U
so tiene una estructuración en familias que ha facilitado inm
ensamente m
i trabajo.
Estos textos encuentran su origen en d
os viejas iniciativas: por una p
arte, la serie de artículos
pub
licados p
or Aviva en los años 1996 y 1997 q
ue glosaban algunas voces d
e la construcción,voces q
ue describ
ían elementos q
ue no merecían el olvid
o en que las tenem
os. El lam
breq
uín, elsob
rado o el acroterio sugerían no sólo la im
portancia y p
recisión de un léxico olvid
ado sino
tamb
ién la carga de la trad
ición y los valores que la m
odernid
ad hab
ía rechazado con ap
resurada
comb
inación de ignorancia y d
esprecio. A
unque la m
ayor parte d
e esos elementos se hayan
olvidad
o con su nomb
re, espero evid
enciar la persistencia d
el prob
lema q
ue resolvían y por lo
tanto el interés que tend
ría una recuperación d
e formas constructivas funcionalm
ente similares a
las olvidad
as. Mi agrad
ecimiento a Luis Fernánd
ez Galiano y A
dela G
arcía Herrera, p
romotores y
editores d
e esos artículos.
La otra iniciativa original fue un vocabulario gráfico q
ue intenté construir con la inapreciab
leayud
a de d
os fantásticos dib
ujantes montand
o láminas y d
os entusiastas colaborad
oras gene-rand
o fichas y más fichas. M
ucho de lo q
ue hay aquí tiene su origen en el trab
ajo de José A
ntoniod
e Dios, E
duard
Perm
anyer, Pilar C
árceles y Teresa Garreta.
Estructura d
el libro
Pero el lib
ro que el lector tiene en las m
anos no es ninguna de am
bas cosas, sino una tercera. E
suna am
biciosa com
binación d
e las anteriores que intenta reunir la lectura continua y m
ás om
enos amena d
e los prim
eros artículos con la voluntad p
edagógica d
el vocabulario gráfico, y
todo ello d
entro del corsé d
e un amb
icioso y estricto esquem
a geométrico.
El lector p
uede hojear el lib
ro y encontrará veinticinco capítulos d
edicad
os a otras tantas partes
del ed
ificio. Dentro d
e cada cap
ítulo se citan, definen y glosan unas cuarenta voces q
ue tienenen com
ún su proxim
idad
funcional o simp
lemente su vecind
ad en el ed
ificio. Otro criterio en la
formación d
e estos grupos ha sid
o tamb
ién que p
ara casi todos ellos existiese una tesis, una
argumentación razonad
a sobre la conveniencia d
e atender un d
eterminad
o aspecto olvid
ado,
recordar m
atices de unas voces o sugerir intenciones p
ara el futuro.
5
Pero tam
bién cada capítulo selecciona las voces más significativas que se identifican con ese tem
ao con esa parte del edificio. A
sí el libro va construyendo un vocabulario de un total de mil voces que
pueden consultarse alfabéticamente en el índice final y desde allí dirigirse al capítulo correspon-
diente, donde el lector encontrará no sólo esa voz, sino cuarenta más que le ayudarán a situarla.
Por últim
o, casi como un juego, se ha seleccionad
o una voz de cad
a grupo p
ara encabezar cad
auno d
e los capítulos, con la d
ifícil condición d
e que el conjunto recorra casi tod
o el abeced
ario.Los cap
ítulos se encabezan sucesivam
ente con Alb
enda, B
eata, Celaje... y así hasta veinticinco
iniciales alfabéticam
ente ordenad
as.
El d
esafío más d
ivertido d
e la redacción d
e este libro ha sid
o, evidentem
ente, la construcción de
ese voluntariamente rígid
o entramad
o. Seleccionar las m
il voces, agruparlas en los veinticinco
grupos unid
os por alguna relación funcional o física, asegurarse d
e que los veinticinco grup
osrecorren con interés relativam
ente homogéneo los p
roblem
as de la cub
ierta, la fachada, el hue-
co, etc., imaginar la tesis q
ue dará cohesión e intención al cap
ítulo, seleccionar la voz que rep
re-sentará a las d
emás en el ab
ecedario q
ue nos sirve de guión ha sid
o endiab
ladam
ente comp
lejoe interesante. ¿T
iene el alero entidad
para form
ar un grupo? ¿D
entro del cap
ítulo del alero, p
re-ferim
os sofito o lamb
requín p
ara encabezarlo? S
i me q
uedo con sofito, no p
odré utilizar sucu-
cho, tan interesante para exp
licar los prob
lemas d
e las concavidad
es del p
erímetro d
e contactocon el suelo en el p
aquete d
e temas d
e la forma exterior d
e la fachada. La F¿la ofrecerem
os aFayanca o a Falleb
a?
En los tem
as de creación las limitaciones son un excitante desafío m
ás que una pérdida de liber-tad, puesto que el cam
po total de posibilidades es infinito. Lo cierto es que no he podido evadirme
de la fuerza de esta red que se ha ido creando alrededor de mi de m
anera casi autónoma.
Confío q
ue el lector trate con indulgencia estas d
iversiones, pero sep
a que, en cualq
uier caso,d
ispone d
e tres lecturas posib
les:
- la lectura po
r capítulo
s. No soy op
timista resp
ecto a las posib
ilidad
es de una lectura continua-
da d
e este texto. La carga de las cuarenta d
efiniciones la hace muy d
ifícil. Sólo asp
iro a unascuriosas ojead
as desd
e las figuras hacia los textos. Quizás alguien p
reocupad
o por encontrar las
voces adecuad
as a una descrip
ción novelada o a un p
liego de cond
iciones se anime a la lectura
de un cap
ítulo. En fin, verem
os a ver, como d
ijo el ciego.
- la consulta al índ
ice temático
. Esp
ecialmente ind
icada si el lector está interesad
o en conocerel vocab
ulario referente, por ejem
plo, a los herrajes d
e la carpintería. A
llí, en el índice tem
ático,b
ajo el título de esp
añoleta, encontrará cuarenta voces relacionadas con los herrajes y d
oscien-tas q
ue tienen que ver con la carp
intería y el hueco.
- la consulta al índ
ice de vo
ces. Si se está interesad
o en el significado d
e una voz concreta, eneste índ
ice el lector encontrará las mil voces con una inicial y una cifra d
etrás que le llevarán al
capítulo y al p
árrafo dond
e esa voz se encuentra descrita entre otras m
uy próxim
as que p
ueden
tamb
ién ilustrarle.
En el texto las voces que se definen se im
primen en negrita. A
veces llevan un asterisco quesignifica que no están en el diccionario de la R
eal Academ
ia. En algún caso las precede un após-
trofe que explica que el diccionario las recoge pero no incluye el significado que aquí se les da.
Esp
ero que este texto, ad
emás d
e ser de alguna utilid
ad, transm
ita una mínim
a parte d
el interésy la d
iversión que a m
í me ha p
roporcionad
o.
Albenda
Las protecciones del hueco 9
Beata
La cubierta de teja17
Celaje
Los nombres de la ventana
23
Desván
Del sobrado al ático
29
Españoleta
Los herrajes de la carpintería33
Fayanca
Los mecanism
os de la estanquidad39
Guardapolvo
El agua en la fachada45
Hastial
Las formas de la cubierta inclinada
51
Imbornal
La evacuación de las aguas de lluvia57
JabalcónLos entram
ados estructurales65
LacunarioLa estructura de horm
igón73
LlaveD
el aparejo a la fijación79
Mam
perlánLa banalización de la escalera
85
Nudillo
Los interiores y las instalaciones91
Opa
Algunas voces de la obra
97
Partelu
zLa tectónica de los dinteles
105
Quijera
Del cuchillo a la celosía
111
Regata
Zócalos, regueros y cobertizos119
Sofito
Las cornisas y otros vuelos125
TelarEl perím
etro de los huecos131
Um
bralLos bajos de puertas y ventanas
139
VentosaP
atios, tubos y conductos145
Xaraiz
Muros, piedras y ladrillos
151
YesónD
el reciclaje a la sostenibilidad155
Zarpa
Los planos de la fachada161
Índice temático
165
Índice alfabético176
Bibliografía
180
Índice
8
RA
E R
eal Academ
ia Española: D
iccionario de la Lengua Española
MM
María M
oliner: Diccionario de uso del español. E
dición en CD
-RO
M.
MT
Mariano M
atallana: Vocabulario de Arquitetura C
ivil
BB
Benito B
ails: Diccionario de A
rquitectura Civil.
P José R
amón P
aniagua: Vocabulario Básico de A
rquitectura
T Instituto E
duardo Torroja de la Construcción y el C
emento: Léxico de la C
onstrucción
SH
Serra H
amilton: T
érminos ilustrados de arquitectura, construcción y otras artes y oficios
Abreviaturas
176
A hueso X
(6)A
la molinera M
(12)A
torta y lomo B
(6)Á
baco L (16)A
batidor A (4)
Abocardar T
(5)A
bocinar T (5)
Acequia R
(5)A
cera Z (10)
Acitara X
(9)A
codo G (8)
Acopiar O
(2)A
crótera I (13)A
croterio I (13)A
cuerdo Z (5)
Acuesto Z
(7)A
CV
Y (19)
Adarajas LL (4)
Agalerar R
(16)A
guas H (1)
Agüera R
(4)A
guilón B (9)
Aguilón S
(7)A
guja O (16)
Aireación V
(12)A
jarafe I (10)A
jimez C
(9)A
jimez P
(11)A
la Q (16)
Ala S
(2)Á
labe B (9)
Álabe S
(2)A
lacena N (3)
Alam
bor Z (7)
Alam
ud E (4)
Alar S
(2)A
laroz P (11)
Albanecar Q
(10)A
lbanega G (9)
Albañal V
(8)A
lbardilla H (15)
Albarrada X
(12)A
lbedén R (5)
Albenda A
(2)A
lbollón V (8)
Alcachofa I (7)
Alcantarilla V
(8)A
lcatifa Y (9)
Alcorque R
(8)A
ldaba E (4)
Aldabilla E
(5)A
ldavía J (11)A
lero corrido S (3)
Alero de m
esilla S (3)
Alero S
(2)A
lfardas Q (5)
Alfarjía U
(4)A
lféizar U (1)
Alfiz G
(9)A
lgorfa D (5)
Alguaza E
(9)A
licantina B (5)
Aliviadero I (8)
Aljibe V
(6)A
lma M
(12)A
lma Q
(16)A
lmacería D
(5)A
lmáciga T
(17)A
lmarbatar LL (2)
Alm
as O (11)
Alm
izcate V (5)
Alm
ohadón P (9)
Alm
ojaya O (7)
Alm
orzada Y (12)
Alpende D
(4)A
lpende R (15)
Alquitifa Y
(9)A
lzacortinas A (17)
Anaquel N
(3)A
ncla LL (8)A
nclaje LL (11)A
ncón S (6)
Andam
io O (4)
Andam
io tubular O (13)
Andana C
(12)Á
ndito R (2)
Anta Z
(4)A
ntecuerpo U (5)
Antefija I (14)
Antepecho U
(5)A
ntepuerta A (19)
Antosta Y
(5)A
painelado P (8)
Apaisada P
(14)A
parejos LL (3)A
placado Z (11)
Aram
bol M (11)
Araña LL (15)
Arbellón V
(8)A
rco adintelado P (9)
Arco de descarga P
(6)A
rco plano P (9)
Argam
asa L (3)Á
rido L (4)A
rimez Z
(3)A
rjeute B (6)
Arm
adura Q (2)
Arm
aduras L (4)A
rmella E
(16)A
rpón LL (7)A
rquitrabe P (5)
Arrabá G
(9)A
rrimadero N
(4)A
rtesón L (17)A
rticulación LL (14)A
ser J (12)A
sser J (12)
Asta X
(9)A
strágalo M (6)
Atajadizo N
(2)A
tarjea R (5)
Ático D
(11)A
toque M (6)
Azor X
(2)A
zotea I (10)A
zutea I (10)B
abero U (11)
Bahorrina G
(10)B
ajante I (5)B
ajante V (7)
Bajocubierta D
(1)B
alcón C (8 )
Balconera C
(8 )B
alda N (3)
Banco D
(7)B
anqueta Z (6)
Baqueta F
(9)B
aquetilla F (9)
Baquetón F
(9)B
aranda M (11)
Barandal U
(5)B
arandilla M (11)
Barbacoa D
(4)B
arbilla Q (15)
Barda H
(16)B
arro y tomiza L (8)
Basam
ento R (2)
Basculante F
(13)B
astidor F (4)
Bastidor T
(13)B
ateaguas G (10)
Batiente F
(3)B
eata B (8)
Belvedere R
(13)B
erenjeno O (18)
Bífora P
(10)
Bigem
inado P (10)
Bisagra E
(9)B
oarda D (3)
Boardilla D
(3)B
oca de lobo LL (4)B
ocateja B (9)
Bocel M
(6)B
olo M (12)
Bom
bo A (12)
Botonera J (9)
Bovedilla L (8)
Brandal M
(11)B
risoleil A (16)
Brochal L (10)
Buharda D
(3)B
uhardilla C (5)
Buhardilla D
(3)B
uhedera C (14)
Burlete F
(8)B
uzonera I (6)C
aballete H (6)
Cabecero T
(14)C
abezada M (3)
Cabio alto T
(14)C
abio bajo T (14)
Cabio J (12)
Cabios Q
(8)C
acera R (4)
Cachaba E
(16)C
adahalso R (14)
Cadena J (6)
Caja M
(2)C
aja y espiga Q (15)
Cajetín E
(13)C
ajetín N (10)
Calcina L (3)
Calderilla I (9)
Cám
ara ventilada U (10)
Índice alfabético
177
Cam
aranchel D (8)
Cam
aranchón D (5)
Cam
brón E (16)
Cam
ón C (8 )
Cam
pata J (4)C
an S (6)
Canal B
(4)C
anal maestra I (3)
Canaleja I (3)
Canalera I (3)
Canaleta N
(10)C
analiega B (9)
Canaliza B
(9)C
analón I (3)C
ancel A (22)
Canecillo S
(6)C
anoa I (3)C
antimplora O
(5)C
anto X (7)
Capa de com
presión L (9)C
apialzado A (12)
Capialzado alabeado T
(5)C
apialzado de Marsella T (5)
Capialzado T
(5)C
apirote G (5)
Capuchino LL (6)
Caracol M
(12)C
arena H (7)
Carenado H
(7)C
argadero P (4)
Cargo P
(4)C
arina H (7)
Carpa R
(17 )C
arpanel P (8)
Carrera J (5)
Cartabón Q
(10)C
artela Q (17)
Cartela S
(6)C
artón-yeso N (5)
Cascajo Y
(6)C
ascote Y (3)
Casetón L (17)
Catifa Y
(9)C
avedio V (6)
Caz R
(4)C
azoleta I (9)C
eja N (6)
Celaje C
(16)C
elosía A (8)
Celosía Q
(12)C
enador R (12)
Centonar O
(2)C
epo O (17)
Cercha Q
(3)C
erco T (13)
Cerradero E
(13)C
hambilla G
(8)C
hambrana G
(8)C
haperón S (5)
Charnela E
(9)C
harneta E (9)
Chaveta E
(11)C
hillado B (6)
Chim
enea V (1)
Chiribitil D
(8)C
huleta Y (12)
Cielo raso N
(11)C
ierro C (8 )
Cim
bra Q (3)
Cisterna V
(6)C
itara X (9)
Citarilla sardinel X
(10)C
laraboya C (6)
Clareo LL (12)
Claro P
(1)C
loaca V (8)
Cobertizo R
(14)C
obertor G (6)
Cobija B
(4)C
oche parado C (8 )
Coda Q
(17)C
odal J (15)C
ogote T (11)
Cola S
(5)C
oladera I (6)C
olanilla E (5)
Colector V
(9)C
olgadizo P (12)
Colgadura A
(17)C
oliso LL (13)C
olumna N
(16)C
ompás E
(8)C
ompensada M
(4)C
ompluvio V
(6)C
ompuerta A
(21)C
oncreto L (4)C
onductos V (4)
Condutal I (5)
Condutal V
(7)C
ontraescarpa Z (7)
Contrafuerte X
(4)C
ontrahuella M (3)
Contralecho X
(6)C
ontrapilastra Z (4)
Contraventana A
(4)C
ontraviento J (16)C
ontrazanca M (8)
Cordones Q
(12)C
ornezuelos Q (15)
Cornija S
(4)
Cornijal B
(9)C
ornijamento S
(4)C
ornijón S (4)
Cornisa G
(13)C
ornisa S (4)
Cornisam
ento S (4)
Cornisón S
(4)C
orona S (4)
Corral V
(5)C
orrala V (5)
Correas Q
(8)C
orredera F (13)
Cortina A
(17)C
ostal O (16)
Costero O
(15)C
ostilla O (17)
Coz S
(5)C
remona E
(17)C
resta H (6)
Crestería H
(6)C
restón H (6)
Crujía X
(3)C
ruz de San A
ndrés J (16)C
ruz de tensores Q (13)
Cuadral S
(7)C
uarterón A (7)
Cuarterón F
(5)C
ubreagua G (2)
Cubrejuntas B
(3)C
uchillo Q (2)
Cuello de cisne I (7)
Cuello O
(7)C
uento J (3)C
ulo de mona M
(11)C
umbrera H
(5)C
umbrera Q
(6)C
una O (9)
De borde B
(9)D
e copete B (9)
Deja Q
(15)D
elantal U (11)
Delfín I (9)
Dentellón LL (4)
Derram
e T (5)
Derram
o T (5)
Derretido L (3)
Desagüe I (6)
Desagüe V
(7)D
escafilar Y (11)
Descansillo M
(2)D
esembarco M
(2)D
eslizante F (13)
Desm
embrar Q
(16)D
espideaguas F (2)
Despidiente G
(10)
Despidiente O
(8)D
esplome Z
(7)D
esván D (2)
Desvío O
(8)D
iagonal Q (12)
Diente LL (4)
Dintel P
(2)D
oblado D (6)
Doblez H
(5)D
ovela P (7)
Duella T
(4)D
urmiente J (8)
Durm
iente O (11)
Écfora S
(5)E
co-high-tech Y (15)
Ecología Y
(14)E
jión O (12)
Ejión Q
(8)E
mbarbillado Q
(15)E
mbornal I (1)
Em
parrado R (9)
Em
plecton Y (7)
Em
plectum LL (5)
Em
plenta LL (5)E
ncaballado B (1)
Encachado Y
(9)E
ncadenado L (11)E
ncaje a gancho F (7)
Encascotar Y
(7)E
ncofrado O (14)
Endejas LL (4)
Engalabernar LL (2)
Enjarjes LL (4)
Enjuta G
(9)E
nramada R
(9)E
nrayado Q (8)
Enrejar O
(3)E
nruna Y (9)
Ensam
blaje LL (2)E
nsamble LL (2)
Entarim
ado N (14)
Entera P
(2)E
ntoldado R (16)
Entram
ado J (1)E
ntrega S (5)
Entrepaño F
(5)E
ntrepaño Z (2)
Entrepiso L (6)
Entrevigado L (8)
Enzoquetar Y
(8)E
scalera LL (4)E
scarpa Z (7)
Escarpiador I (5)
Escarzano P
(8)E
sconce T (4)
Escucha C
(13)E
scudete H (12)
Escupidor F
(2)E
scurridor T (19)
Espaldones Q
(15)E
spañoleta E (15)
Espárrago M
(12)E
spárrago R (9)
Espejuelo C
(15)E
spía J (16)E
spiga E (9)
Estilóbato R
(2)E
stor A (18)
Estriberón R
(8)E
stribo X (4)
Esviaje Z
(5)E
xtractor V (13)
Exutorio V
(12)Fachada de dos hojas U
(10)Fachada ventilada U
(10)Fajón G
(8)Faldeta H
(1)Faldón G
(2)Faldones H
(1)Fallanca F
(1)Falleba E
(16)Falsa D
(6)Falso techo N
(12)Fastial H
(2)Fastigio H
(2)Fayado D
(6)Fayanca F
(1)F
elpas F (10)
Fiador E
(14)F
iador I (3)F
ija E (9)
Fijación LL (11)
Forjado L (6)
Forjar L (5)
Fraguado L (5)Frailero A
(13)Fresquera T
(15)Frontal J (8)Frontera O
(15)Frontis H
(3)Frontispicio H
(3)Frontón G
(4)Frontón H
(3)G
afa LL (8)G
alápago I (7)G
alce F (7)
Galera R
(16)G
alería A (17)
Galería C
(11)G
allón Y (13)
178
Garabato B
(11)G
arbancillo Y (6)
Gargallo F
(7)G
arganta Q (15)
Gargol F
(7)G
árgola I (4)G
arra LL (8)G
arujo L (3)G
asón Y (4)
Gem
inado P (10)
Giralda V
(11)G
iraldillo V (11)
Glacis Z
(7)G
lorieta R (12)
Gobio E
(11)G
obio LL (7)G
olfa D (8)
Golfo E
(11)G
olpe y llave E (13)
Golpete E
(7)G
once E (10)
Gorrón E
(3)G
oterón U (6)
Gozne E
(10)G
rado M (3)
Grapa LL (8)
Grapón E
(6)G
rueso X (7)
Gualdera M
(8)G
ualderas T (14)
Guardaaguas G
(2)G
uardacantón U (17)
Guardacantón Z
(8)G
uardaguas H (11)
Guardalado U
(5)G
uardamalleta A
(15)G
uardamalleta S
(12)G
uardapolvo G (6)
Guardapuerta A
(19)G
uardasilla N (4)
Guardilla C
(5)G
uardilla D (5)
Guarnición F
(8)G
uillotina F (13)
Guinda Y
(8)G
uindola O (10)
Hastial H
(2)H
az Z (2)
Hijuela H
(14)H
ilada X (8)
Hilera Q
(6)H
oja F (3)
Hoja practicable A
(3)H
olgura LL (12)H
orcón J (4)H
orma X
(12)
Horm
igón L (3)H
ostigo X (3)
Hueco U
(2)H
uelgo LL (12)H
uella M (3)
Husillo M
(12)Im
afronte H (3)
Imbornal I (1)
Imbricado B
(1)Im
brice B (3)
Imperial M
(2)Im
pluvio V (6)
Imposta G
(12)Im
posta T (14)
Jabalcón J (13)Jabalón J (13)Jácena J (10)Jácena L (13)Jaire X
(11)Jairo X
(11)Jam
ba T (2)
Jambaje T
(2)Jem
esía C (15)
Jofre X (12)
Junquillo F (9)
Junta F (8)
Kiosco R
(12)Lacunario L (2)Lacunario S
(9)Laja B
(2)Lam
a I (10)Lam
as A (13)
Lambrequín S
(12)Laña LL (8)Larguero de fijas F
(4)Larguero de m
anos F (4)
Larguero F (4)
Lata por canal B (6)
Latiguillo O (17)
Launa I (10)Lecho X
(6)Lesena Z
(3)Librillo A
(11)Lienzo Z
(2)Lim
a H (5)
Limahoya H
(9)Lim
atesa H (8)
Limón M
(9)Lim
ón U (16)
Lindar U (15)
Lindel P (2)
Lindón H (5)
Lintel P (2)
Linterna C (6)
Lira O (8)
Llaga X (8)
Llave LL (6)Lom
barda Z (3)
Lomera B
(10)Lom
era H (5)
Lomo H
(5)Lonjeta R
(12)Losa L (12)Lucarna C
(4)Lucera C
(3)Lucerna C
(3)Lucernario C
(4)Lucero A
(7)Lucero C
(3)Lum
bral U (15)
Lumbre P
(1)Lum
brera C (4)
Luna F (11)
Luneta B (9)
Luneta C (13)
Luz J (4)Luz P
(1)M
acho X (4)
Machón X
(4)M
adero cojo L (10)M
aderos de suelo L (7)M
adrina J (4)M
ainel P (12)
Mallorquina A
(10)M
ambrú V
(10)M
ampara A
(20)M
amparas N
(9)M
amperlán M
(6)M
ampuesto X
(5)M
ancomunado V
(5)M
angueta Q (11)
Mangueta T
(14)M
anigueta E (12)
Manija E
(12)M
anilla E (12)
Manita LL (15)
Mansarda D
(9)M
ansarda H (13)
Marbete Z
(3)M
arco T (13)
Marquesina G
(2)M
arrano J (8)M
arrano O (11)
Marsellesa B
(5)M
asilla T (17)
Mástique T
(17)M
atanza Z (9)
Mazacote L (3)
Mazonera G
(7)M
echinal O (4)
Medianería X
(3)M
edianero X (3)
Medianil X
(3)M
edio punto P (8)
Meseta M
(2)M
esilla M (2)
Mesilla U
(5)M
ezanina C (11)
Migajón Y
(10)M
imbel I (11)
Mirador C
(8 )M
irilla C (9)
Mocheta T
(3)M
odillón S (6)
Mohinete H
(15)M
ojinete H (5)
Molinera Q
(6)M
olinete T (15)
Montante C
(13)M
ontante F (4)
Montante P
(10)M
ontera C (6)
Montera H
(5)M
orcillo H (8)
Mozo J (4)
Mucharabí A
(9)M
uro a sogas X (9)
Muro de arriostram
iento X (4)
Muro X
(1)M
uros cortina P (13)
Muslera B
(10)N
abo M (12)
Nariz E
(6)N
aya D (5)
Nervio L (16)
Nudillo N
(7)N
uégado L (3)O
ccino M (10)
Óculo C
(10)O
jo C (10)
Ojo de buey C
(10)O
jo M (3)
Olam
brilla N (13)
Opa O
(4)O
rejuela B (11
Oscilobatiente F
(13)P
aflón S (8)
Painel Z
(2)P
ala E (9)
Panderete N
(1)P
anel F (5)
Panel Z
(2)P
año Z (2)
Par e hilera Q
(6)P
ar y nudillo Q (7)
Par y picadero Q
(6)P
aral O (7)
Parapeto I (11)
Parasol A
(16)P
arástade Z (4)
Parastas Z
(4)P
ared X (1)
Paredaña M
(8)P
ares Q (5)
Parqué flotante N
(15)P
arqué N (15)
Parquet N
(15)P
arteluz P (10)
Pasador E
(9)P
asamano M
(11)P
asamuros O
(17)P
aso M (3)
Patín V
(3)P
atinejo V (3)
Patinillo V
(3)P
atio V (3)
Peana T
(14)P
echo Q (14)
Peinazo F
(5)P
eldaño M (3)
Penthouse D
(11)P
erconteo J (3)P
érgola R (11)
Pernicho A
(5)P
ernio E (10)
Perpiaño LL (5)
Persiana A
(10)P
ersiana de cuerda A (12)
Persiana enrollable A
(12)P
estillo E (13)
Peto U
(5)P
etral P (4)
Picaporte E
(6)P
ie Derecho J (3)
Pie X
(9)P
ilar J (2)P
ilarejo Q (11)
Pilastra Z
(3)P
isa M (3)
Pivotante F
(13)P
ivote E (3)
Placas de escayola N
(5)P
lafón S (8)
Platabanda P
(4)P
leita A (20)
Podio R
(2)P
olonceau Q (11)
Pórtico L (14)
Portier A
(20)P
ostigo A (4)
Practicable a la francesa F (13)
Practicable a la inglesaF (13)
Prelosa L (15)
Prem
arco T (9)
179
Previga L (15)
Prois J (16)
Puentes O
(11)P
uerca E (10)
Puerca F
(4)P
uertaventana A (5)
Pulpo LL (15)
Puntal J (3)
Puntal O
(20)P
untido M (2)
Punto Q
(12)Q
uebranto H (13)
Quebranto Z
(6)Q
uicialera E (2)
Quicio E
(2)Q
uicio U (15)
Quijera Q
(15)Q
uiosco R (12)
Quitagoteras H
(11)Q
uitamiedos O
(12)R
afe S (5)
Ram
al M (2)
Rana O
(17)R
angua E (3)
Rastrel N
(14)R
ebajado P (8)
Rebajo T
(4)R
eblar Y (6)
Reble Y
(6)R
ebosadero I (8)R
ecantón Z (8)
Reciclar Y
(18)R
educir Y (18)
Regata N
(6)R
egata R (6)
Reguero R
(5)R
ehenchido L (7)R
ehenchido Y (10)
Rejal O
(3)R
eleje Z (7)
Renvalso F
(7)R
esbalón E (13)
Respaldón X
(12)R
espiración V (12)
Respiradero C
(14)R
etallo Z (11)
Retenida E
(8)R
eticular L (16)R
etomedo M
(9)R
etranqueo Z (5)
Reutilizar Y
(18)R
evoltón L (8)R
igola R (5)
Rinconera Z
(8)R
iostra J (15)R
iostra Q (13)
Ripia Y
(2)R
ipio Y (2)
Ristrel N
(14)R
oblón B (10)
Rocalla Y
(8)R
odrigón J (4)R
omanilla A
(9)R
osa C (10)
Rosetón C
(10)R
ótula LL (14)R
oza N (6)
Saetera C
(14)S
almer P
(9)S
alvabarros S (1)
Sam
ba M (12)
Sardinel P
(4)S
auale R (9)
Sellar T
(18)S
emivigueta L (9)
Senos L (9)
Separador O
(17)S
erliana P (10)
Shunt V
(10)S
ilicona estructural F (12)
Sillar X
(5)S
illarejo X (5)
Sobaco G
(9)S
obradero I (8)S
obradillo G (3)
Sobrado D
(1)S
obreático D (11)
Sobrecejo G
(2)S
obrecielo R (16)
Sobrepuerta A
(19)S
obrepuerta G (2)
Sobrevidriera T
(16)S
ocarrén S (5)
Socarrena L (7)
Sofito S
(8)S
oga X (7)
Solado N
(13)S
olana I (10)S
olanar I (10)S
olape B (1)
Solapo B
(1)S
olera J (7)S
oliva J (12)S
ombrajo R
(9)S
opanda J (13)S
opanda O (21)
Sopar J (13)
Sopar Q
(17)S
oporte J (4)S
ordo N (1)
Sostenibilidad Y
(17)S
otabanco D (7)
Staff N
(12)S
ucucho Z (8)
Suelo técnico N
(16)S
umidero I (6)
Tabanco D (7)
Tabica M (3)
Tabica S (9)
Tabicón N (1)
Tabique colgado N (1)
Tabique de aldavía N (1)
Tabique N (1)
Tabla X (7)
Tacas T (5)
Taco de expansión LL (11)Taco LL (10)Taco quím
ico LL (11)Tajea V
(8)Talanquera E
(4)Talón B
(10)Talón LL (8)Talud Z
(7)Tam
banillo G (4)
Tambarillo G
(4)Tam
bor N (2)
Tao S (7)
Tapajuntas T (15)
Tapia X (1)
Tapiales O (15)
Tarabilla E (5)
Tarima N
(14)T
ástara Y (3)
Taujel O (19)
Techo L (6)Techo registrable N
(12)Teja árabe B
(4)Teja plana B
(5)Teja rom
ana B (3)
Teja vana B (6)
Tejamanil B
(2)Tejaroz G
(3)Tejaroz S
(2)Tejoleta Y
(10)Tejuela Y
(10)Tejuelo E
(3)Telar T
(1)T
émpano Y
(5)Tendal R
(16)Tendel X
(8)Tendido H
(1)Tentem
ozo J (4)Tepe Y
(13)Terrado I (10)Terraza I (10)Terrazo Y
(9)Terrón Y
(5)Testa X
(7)
Testero H (2)
Tím
pano G (4)
Tím
pano H (3)
Tím
pano P (6)
Tinglado R
(14)T
ingle T (16)
Tirador E
(12)T
irantilla O (17)
Tiro M
(2)T
izón X (7)
Tolerancia LL (12)Tornapuntas J (13)Torreta N
(16)Tortuga B
(9)Trabe J (10)Trabuco LL (6)Tractel O
(9)Tragadero I (6)Tragaluz C
(6)Tram
o M (2)
Trampilla C
(13)Tranca E
(4)Tranco U
(16)Tranquero T
(2)Tranquillo U
(16)Traslapo B
(1)Traviesa X
(3)Trenca E
(4)Trinquete E
(5)Tronera C
(14)Trujar N
(2)Tubos V
(4)U
mbela G
(6)U
mbráculo R
(10)U
mbral P
(3)U
mbral U
(14)U
mbralar U
(14)U
ñero E (17
Vaciadero V
(7)V
al V (9)
Vallas N
(9)V
ano P (1)
Vano U
(2)V
asar N (3)
Vasistas C
(9)V
EC
F (12)
Veleta V
(11)V
eneciana A (14)
Ventanal C
(7)V
entanera C (7)
Ventanillo C
(9)V
entano C (7)
VentosaV
(14)V
eranda R (15)
Verdugada X
(6)V
erdugo X (6)
Verduguillo O
(19)V
erga T (16)
Vertiente de cornisa G
(13)V
ertiente H (1)
Viaje Z
(5)V
idriera T (16)
Vidrio com
ún doble F (11)
Vidrio com
ún simple F
(11)V
idrio con cámara. F
(11)V
idrio flotado F (11)
Vidrio inastillable F
(11)V
idrio laminado F
(11)V
idrio templado F
(11)V
iento J (16)V
ierteaguas F (2)
Vierteaguas G
(10)V
iga J (10)V
iga L (13)V
igueta J (12)V
igueta L (7)V
ilorta R (16)
Visera S
(3)V
isillo A (17)
Vivo S
(4)V
uelo Z (6)
Xabalcón J (13)
Xácena J (10)
Xairado X
(11)X
airo X (11)
Xaraiz X
(11)Yesón Y
(3)Z
aborrero Y (4)
Zaborro Y
(4)Z
ahorra Y (4)
Zanca M
(8)Z
anco H (4)
Zancos O
(11)Z
anquín M (11)
Zapata J (9)
Zapatón J (9)
Zaquizam
í D (6)
Zarpa Z
(6)Z
ocalillo R (2)
Zócalo R
(2)Z
ócalo Z (10)
Zocata Y
(8)Z
oquete LL (10)Z
oquete N (7)
Zoquetería Y
(8)Z
ulaque T (17)
Zuncho L (11)
180
10AG
. Téllez10C
C. R
ichters12A
M. S
piluttini13A
J. Rossell
14CJ. M
onthiers16D
R. Feliu
20AG
. Téllez20C
J.A. de D
ios21D
D. M
alagamba
24AP. M
oreau26C
J. Azurm
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G. Téllez
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28AJ.M
. Monthiers
28DP. R
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Arxiu M
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R. M
artínez34B
F. Gordillo
35AE. M
annino35C
S. B
agnoli36A
J.A. de D
ios43C
J.Lipman
46DR
. Bryant
50ALl. C
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C. C
aldenby53C
P. Vivas
59CLl. C
asals64C
D. M
alagamba
Posiciones en las páginas
AS
uperior al margen
BC
entral al margen
CInferior al m
argenD
En columna de texto
Créditos fotográficos
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Diccionarios analizad
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A. de la S
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M. Levick
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J.A. D
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B. A
lbertini147A
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endi153A
A. M
oreno154D
de la Sota
157AP. M
oreau162B
U. S
chwartz
Bibliografía
9
Las transformaciones de la ventana podrían dibujar la historia de la
arquitectura de este siglo. Han cam
biado sus formas, sus m
aterialesy sus proporciones en la fachada. P
ero la transformación m
ás radicalha sido probablem
ente la que ha supuesto la pérdida de todos suscom
plementos. La ventana se ha desnudado de todas sus proteccio-
nes hasta quedar reducida a un mínim
o y escueto acristalamiento.
Los complem
entos de la ventana burguesa formaban a fines del X
IXun com
pletísimo paquete de recursos con los que podía diseñarse el
filtro más adecuado para cada estación, cada actividad, cada m
o-m
ento del día.
Alb
enda, la voz que encabeza este artículo, nos recuerda uno de los
más m
odestos, pero también uno de los m
ás eficaces recursos para laprotección del hueco: la cortina de lino dispuesta en el interior de laventana para reflejar la radiación solar e im
pedir su paso hasta el inte-rior del edificio gracias a su tram
a y color (recuérdese que el efectoinvernadero sólo afecta a la radiación em
itida por el cuerpo y no a lareflejada). La R
AE
la define como una «colgadura de lienzo blanco usada
en lo antiguo, con adornos a manera de red o con encajes de hilo...». S
uorigen está en la voz árabe de estandarte o bandera. B
ien, puesto quetodos estos tem
as han sido tratados ya en el primer tom
o de esta serie,La protección solar, aquí sólo com
probaremos el paralelism
o entre la re-ducción de esos com
plementos del hueco y la de nuestro vocabulario
para referirnos a ellos. Este capítulo recorrerá todas las protecciones
Albenda
Las protecciones del hueco
2A
lbenda3
Hoja
practicable4
Postigo
Contraventana
Abatidor
5P
ernichoP
uertaventana7
Cuarterón
Lucero8
Celosía
9R
omanilla
Mucharabí
10P
ersianaM
allorquina11
Librillo12
Persiana de
cuerdaP
ersianaenrollableB
ombo
Capialzado
13Lam
asFrailero
14V
eneciana15
Guardam
alleta16
Brisoleil
Parasol
17C
ortinaC
olgaduraG
aleríaA
lzacortinasV
isillo18
Estor
19G
uardapuertaA
ntepuertaS
obrepuerta20
Portier
Mam
paraP
leita21
Com
puerta22
Cancel
12
A
10
perdidas, o ignoradas, y reivindicará un análisis más serio de las exi-
gencias del hueco en la cultura y en el clima m
editerráneos.
Pero procedam
os ordenadamente y acerquém
onos a esa ventana denuestros abuelos. Im
aginemos una ventana acristalada form
ada por unao
má
s ho
jas
pra
ctic
ab
les
, es d
ecir, q
ue
pu
ed
en
ab
rirse. E
lacristalam
iento permite la generosa entrada de luz pero el prim
er com-
plemento será el que haga posible el oscurecim
iento de la habitación.La solución son unos tableros de m
adera que se articulan sobre la mis-
ma hoja y que tapan los vidrios. P
ueden disponerse por dentro o porfuera de las hojas. S
i bien la disposición interior es más cóm
oda para lam
anipulación de la hoja, la exterior proporciona más seguridad para el
vidrio. Los diccionarios son confusos a la hora de distinguir entre lasvoces que se utilizan para nom
brar ambas soluciones, pues se alternan
las voces que las localizan en el exterior y las que las sitúan en el inte-rior, o bien se m
uestran ambiguas al respecto.
Po
stigo
es la voz más interesante y la m
ás claramente localizada en el
interior de la ventana, (del latín postícum, form
ado con post, detrás).S
in embargo, para m
uchos es sinónimo de co
ntraventana, que, aun-que para M
atallana debería estar siempre en el exterior, para la R
AE
tanto puede estar dentro como fuera del vidrio. S
e usa menos, pero es
también interesante, la voz *ab
atido
r, que alude al gesto del tableroque cae sobre la luz reduciendo su intensidad. E
l abatidor puede utili-zarse tam
bién como captador de luz si su intradós está forrado de un
material reflectante y si el giro se hace de m
anera que se pueda conse-guir la reflexión adecuada. Las estrechas calles del casco antiguo bar-celonés todavía tienen testim
onios de esos viejos reflectores.
El postigo tenía m
uchas otras funciones además de las ya referidas de
oscurecimiento y protección del vidrio: reducía notablem
ente las pérdi-das térm
icas nocturnas al formar una cám
ara de aire con la hoja y con-tribuía eficazm
ente a la protección acústica y a la seguridad. El Torroja
cita *pernicho
como sinónim
o de postigo y la RA
E considera puertaven-
tana como idéntica a contraventana.
Po
stigo
con cuartero
nes en una ventanacaribeña.
Contraventanas de m
adera en una casa paraancianos en N
euenbürg, A
lemania (M
ahler,G
ünster y Fuchs).
345
A
11
Cuando hoy hablam
os de una ventana corredera nos referimos siem
prea la hoja que se desplaza en su propio plano, pero originalm
ente lacorredera era «la tabla o postiguillo de celosía que corre de una parte aotra para abrir o cerrar»
(RA
E). M
atallana confirma la antigüedad de esta
acepción: «tabla que se corre para cerrar una puerta o ventana».
En las buenas carpinterías, y para poder controlar m
ejor la iluminación,
se podían abrir algunos elementos m
óviles dentro de la hoja del postigo.S
e les llama a veces cuarterón porque se trataba de uno de los paneles
del mism
o nombre que form
aban el postigo. Antiguam
ente era habitualhacer practicable un cuarterón de los m
ás altos del postigo de manera
que se conseguía una eficaz entrada de luz sin pérdida de la intimidad. A
ese elemento se le llam
aba también lucero
, por razones evidentes: «pos-tigo o cuarterón de las ventanas por donde entra la luz»
(RA
E).
Com
o ha podido adivinarse, el principal inconveniente del postigo ocontraventana es su radicalidad. C
uando está cerrado no entra nada deluz y no se percibe lo que pasa en el exterior. U
n elemento bellísim
o vaa resolver el problem
a permitiendo m
atizar el exceso de luz y ver sin servisto: la celo
sía (de celos) o «enrejado de listoncillos de madera o de
hierro que se pone en las ventanas de los edificios y otros huecosanálogos para que las personas que están en el interior de la casa veansin ser vistas» (R
AE
). La celosía, jemesía dice algún vocabulario, es la
solución por excelencia para un hueco de planta baja que se abre a unespacio público, pues perm
ite una perfecta combinación de intim
idad,visión y ventilación.
Cuando la celosía form
a un paramento horizontal de cierta longitud se
llama ro
manilla, «cancel corrido a m
anera de celosía que se usa en lascasas de Venezuela, principalm
ente en el comedor»
(RA
E), y cuando cie-
rra por completo todos los param
entos de un balcón o mirador se llam
a-ba ajim
ez (del árabe: lo expuesto al sol), pero este nombre se ha trasla-
dado modernam
ente a la ventana geminada
(P), que verem
os en otrolugar. P
ara el Torroja la voz *mucharab
í es sinónima del antiguo ajim
ez:«balcón que sobresale al exterior, cubierto por celosías de m
adera».
Pero la celosía presenta la incom
odidad de impedir una relación directa
con el exterior, pues forma una especie de reja difícil de adm
itir en mu-
Lucero o frailero practicable en un postigo.
Ajim
ez o mucharabí de celosías en una vivienda
de Sitges, B
arcelona.
Celosía o jem
esía de diafragmas graduables en
el Instituto del Mundo Á
rabe, París (J. N
ouvel).
678910
A
12
chos locales contemporáneos. S
u sustituto es la persiana, la celosía
que puede retirarse del hueco e incluso graduar su opacidad: «especie
de celosía compuesta de un bastidor con varias tablillas m
ovibles dem
odo que entre el aire y no el sol» (MT
). El sistem
a de manipulación da
nombre a los diversos tipos de persianas: la m
ás tradicional es la que seform
a disponiendo tablillas inclinadas dentro de una hoja practicable yque en algunos lugares se llam
a ‘mallo
rquina.
Para ocupar m
enos espacio se utilizó mucho a fines del X
IX el plegado
de varios marcos verticales hacia los lados del hueco; se trata de la
persiana de *librillo
que caracteriza la vivienda de nuestros ensanches:«
se aplica a la hoja de una puerta o ventana que se dobla girando, y enla cual hay otra colgada que gira igualm
ente que ellas superponiéndoseesta parte de la hoja a la otra» (M
T). E
s una pena que la RA
E sólo reco-nozca el librillo del papel de fum
ar.
En construcciones anteriores o en am
bientes rurales, la persiana esta-ba casi siem
pre formada por tablillas sin m
arco, unidas por cadenillas oalam
bres que permitían el enrollado del conjunto en la parte superior
del hueco. Es la tradicional p
ersiana de cuerd
a. A partir de los años
vein
te se
difu
nd
e e
n a
mb
ien
tes u
rba
no
s la p
ersia
na
en
rolla
ble
manipulable desde el interior con una cinta y con recogida oculta en un
*bo
mb
o o cajón situado bajo el dintel. Lo que en M
adrid, por desplaza-m
iento del derramo volteado en el dintel, se denom
ina capialzad
o (el
significado de esta voz se estudia en el capítulo Telar).
Las tablillas a que nos estamos refiriendo eran de m
adera pero hoy seestán construyendo con plásticos (P
VC
) o con aluminio, y se suelen
llamar lam
as. Si las lam
as son fijas, como hem
os supuesto hasta aho-ra, el control de la luz y la visión serán escasos. P
ara poder ver el exte-rior sin abrir por com
pleto la persiana se utilizó una solución que recibeel nom
bre de frailero. E
n realidad es un nombre genérico para todos los
elementos practicables dentro de una hoja que tam
bién lo es. Incluiríapor lo tanto el cuarterón, pero el frailero se ha identificado un poco m
áscon los elem
entos de celosía o de persiana. Pueden verse fraileros en
persianas de cierto tamaño y sobre todo en celosías fijas.
1112
13
Persianas d
e librillo
en unas viviendas d
eB
asilea, Suiza (H
erzog y de Meuron).
Persianas enrollables en la calle de C
órcegade B
arcelona (Valeri Pupurull).
A
13
Pero para conseguir un control com
pleto de la luz y la visión, tendremos
que recurrir a las persianas de lama m
óvil. Algunas son idénticas a las
descritas como de m
arco practicable o de librillo, pero otras aportansoluciones especiales, com
o la *veneciana. Se trata de una persiana
formada por tablillas m
uy finas colgadas de unos hábiles cordoncillosque perm
iten tanto el apilado de las lamas en la parte superior de la
ventana como su libre orientación en cualquier posición del desplegado.
Esta persiana ha sido m
uy utilizada en el Levante y el sur de España.
Hoy está encontrando un nuevo desarrollo con las m
odernas lamas de
aluminio y los sistem
as mecánicos de plegado.
La veneciana se recogía en el dintel tras una pieza muy ornam
entada:la g
uardam
alleta, una lámina de m
adera calada, chapa perforada o,incluso, de fundición. E
l abandono de la persiana veneciana y el mal
trato recibido por algunas bellísimas guardam
alletas son un contrapun-to penoso en el precioso entorno del valenciano P
aseo de Ruzafa. R
e-sulta incom
prensible que no se haya encontrado en esta ciudad unam
anera de resolver unas protecciones contemporáneas de m
anera quepuedan recogerse en el cajón ya conform
ado por la guardamalleta en
vez de superponerse groseramente al m
ismo, com
o se hace con fre-cuencia.
No podem
os cerrar las protecciones contra el sol sin mencionar el gali-
cismo *b
risoleil. N
o lo citan muchos diccionarios pero se usa con bas-
tante frecuencia por influencia de la arquitectura del Movim
iento Moder-
no, que utilizó elementos constructivos com
o vuelos horizontales o pa-ram
entos verticales para impedir que el sol llegase a las ventanas. A
un-que para ese papel ya tenem
os el castellano paraso
l, éste se ha aso-ciado dem
asiado a quitasol o sombrilla. E
s previsible, pues, que se con-solide el éxito del brisoleil, pero no es deseable que am
plíe su campo a
variantes de la persiana que tienen nombres m
uy específicos en nues-tro idiom
a.
A estos elem
entos constructivos se añadían otros de carácter más
doméstico, com
o las pesadas cortinas que complem
entaban definitiva-m
ente la protección nocturna contra el frío, o como los inefables visillos
que matizaban la transparencia de los vidrios. Los tejidos han tenido
151617
Frailero
s p
racticables
en
un
a p
ersiana
contraventana de lamas fijas.
Veneciana con guardamalleta de m
adera.
14
A
una misión protectora m
ás importante de lo que hoy creem
os. María
Moliner, cuando los define, hace m
ención a ello (cortina: «pieza de tela
que se cuelga como adorno o para abrigo»; co
lgad
ura: «tela que sepone colgando para adorno o para evitar el paso del aire»). Las eficacescortinas penden de unas guías ocultas tras una caja de m
adera forradade tela, la g
alería, y se recogen lateralmente con el alzaco
rtinas, quecuelga de un gancho fijo a la pared. E
l visillo, por fin, im
pide la visióndesde el exterior y tam
iza la luz.
En la actualidad se ha añadido el esto
r, anglicismo ya reconocido por la
Real A
cademia com
o la «cortina de una sola pieza que se recoge verti-calm
ente». Se utiliza esa voz sobre todo para designar las cortinas de
tejido con una trama tal que perm
ite la observación del exterior y sinem
bargo protegen notablemente de la radiación solar. G
eneralmente
se enrollan en la parte superior del hueco, tal como especifica la R
AE
, ypueden colocarse en el interior o en el exterior del edificio.
Los diccionarios recogen voces como g
uardap
uerta «cortina que sepone delante de una puerta»
(RA
E); *antep
uerta, es sinónima para
María M
oliner pero no para la RA
E, que únicam
ente la entiende como la
segunda puerta de una fortaleza; o sob
repuerta, la «colgadura en for-
ma de volante que se pone sobre las puertas» (M
M). P
ero la voz quem
erece ser recordada por encima de todas ellas es la bellísim
a albenda,que da nom
bre a este capítulo.
Incluso se aceptan voces como la de origen francés p
ortier: «cortinapesada y lujosa, de las que se colocan delante de una puerta o balcón»(M
M). O
una de las acepciones de mam
para: «segunda hoja de puerta
que se pone aplicada a la principal y suple a ésta cuando queda abiertapor algún tiem
po, formada generalm
ente por un bastidor de tela o piel,oscilante», según M
aría Moliner. N
o querría olvidar las viejas persianasde esparto que he visto en tantos pueblos y que están hechas con tirasde p
leita, «faja o tira de esparto que cosida con otra forma esteras» (M
M).
El diseño de las hojas practicables de las puertas y ventanas tam
biénse ha sim
plificado mucho. P
or lo que se refiere a las puertas tradiciona-les las había que se abrían en dos m
itades superpuestas, como la
18
192021
Venecianas de lam
as metalizad
as en unaresid
encia de anciano
s de C
amp
devàno
l,G
irona (J. Ll. Mateo, J. A
vellaneda).
Estores de tejidos de fibras artificiales com
oprotección solar. S
ede de la CN
P en A
ngers,Francia (D
usapin & Leclerq).
A
com
puerta: «m
edia puerta que cierra solamente la parte inferior de al-
guna entrada, sólo para impedir el paso fácil de personas o anim
ales,sin interceptar el de la luz. E
n una puerta partida horizontalmente en dos
partes que pueden moverse independientem
ente, la parte inferior» (MM
).
La puerta principal exige soluciones más com
plejas. Uno de los elem
en-tos m
ás interesantes es la doble puerta como protección de la intim
idado contra la corriente de aire. H
oy utilizamos soluciones de este tipo, pero
pocos recuerdan qué es el cancel: «dispositivo añadido a una puertapara evitar las corrientes de aire dentro del recinto cuando ésta se abre;por ejem
plo, el formado por un techo y tres paredes, con puertas en las
dos laterales» (MM
).
Pero adem
ás todos esos filtros pueden interponerse a voluntad: en todom
omento puede el curioso asom
arse al exterior; el que limpia puede
ventilar la habitación; o el somnoliento, encerrarse en la m
ás absolutaoscuridad. Todos esos inteligentes filtros son graduables u orientables.La falleba alargada fija la distancia entre las hojas entreabiertas y perm
i-te ventilar sin perder la protección que proporcionan. Las persianas decuerda se proyectan por fuera de la barandilla del balcón para que el airepase por detrás de ellas. U
na hoja de librillo se despliega, la otra quizásno, para form
ar una pantalla frente a un sol que cae lateralmente. Las
lamas de las persianas m
ovibles se orientan abriendo las inferiores paraque entre m
ás luz sobre el plano de trabajo mientras que las m
ás altasquedan sem
icerradas para proteger del sol, permitiendo sin em
bargouna refrescante ventilación. V
isillos y cortinas se pliegan, levantan, pe-llizcan y recogen para conseguir la luz e intim
idad deseadas.
No será fácil que los sorprendentes vidrios que hoy se nos anuncian
consigan esa ductilidad en su papel de filtro y protección; nunca podránofrecer esa sutilidad de m
atices para que clima, sol, luz, vista e intim
idadse conjuguen para la m
ayor satisfacción de un individuo que en un mo-
mento específico del día y del año, en un estado aním
ico particular,realiza una acción concreta. La norm
ativa, que siempre llega del frío
porque siempre se m
ueve por los caminos que se le señalan en el norte
de Europa, difícilm
ente nos llevará a mejorar ese equipam
iento de nues-tras ventanas. E
l uso de contraventanas correderas, de venecianas en-
2223
24
Mam
para oscilante con gozne desplazado enla puerta del cancel de una iglesia m
enorquina.
A
16
tre carpinterías dobles, de las todavía caras venecianas orientables encám
ara de vidrio y otros muchos recursos convencionales serán fructí-
feros durante muchos años.
En cualquier caso sí se debe tener en cuenta que la elem
ental lámina de
vidrio que estamos usando con tanta liberalidad supone un gravísim
oretroceso respecto a las protecciones convencionales. E
stamos recurrien-
do a vidrios carísimos en situaciones en las que la sencilla albenda nos
ofrecería una solución eficaz por la calidad de la luz que la atraviesa, porsu altísim
a reflexión de la radiación infrarroja (que reduce radicalmente el
efecto invernadero), porque es útil tanto con la ventana abierta como
cerrada, por la facilidad con la que puede abrirse, o entreabrirse, cuandointeresa captar la radiación. R
ecuerden, albenda: cortina de lino...
25
Albenda en una vivienda de M
allorca.
A
17
El tejado es una obra de construcción m
uy elaborada que protege a losedificios de la lluvia conduciendo las aguas fuera de su planta m
ediantela yuxtaposición de unas piezas solapadas y de elaborado diseño: lastejas. S
olap
e es la palabra clave en esa construcción, en que cada pie-za protege el borde superior de la pieza siguiente m
ontando sobre ella.P
or e
so tie
ne
tan
tos sin
ón
imo
s: sola
po
, trasla
po
, imb
rica
do
yencab
allado
. Las tejas resuelven la tremenda contradicción entre la exi-
gencia de continuidad para evacuar el agua y la exigencia de libre dila-tación para perm
itir la deformación de unas piezas som
etidas a radica-les cam
bios de temperatura. La continuidad de la evacuación la asegu-
ran por solape, pero ese solape plantea problemas m
uy diferentes en elsentido de la pendiente y en el sentido que le es perpendicular.
En el sentido de la pendiente casi siem
pre se recurre al solape simple:
una pieza plana monta sobre la inferior unos centím
etros, más o m
enossegún la inclinación del tejado, el régim
en de lluvias, etc. Pero en el
sentido paralelo a la pendiente la cosa es más com
plicada. El solape
simple no suele bastar porque el agua, al ir bajando, puede m
overselateralm
ente e introducirse bajo la pieza vecina. Por ello las tejas total-
mente planas exigen que la junta entre dos piezas esté protegida por la
pieza de la hilada inferior, que se introduce bajo ellas cerrando ese hue-co com
pletamente. E
so supone grandes espesores, grandes consumos
de piezas y, generalmente, cubiertas m
uy pesadas. Es el caso de las
cubiertas de pizarra o de las lajas de piedra o, incluso, de madera, com
oel tejam
anil centroamericano («tabla delgada cortada en listones que
12 Beata
La cubierta de teja
1 Solape
Solapo
Traslapo Im
bricado E
ncaballado2 Laja Tejam
anil3 Ím
brice Teja rom
ana C
ubrejuntas4 Teja árabe C
anal C
obija5 Teja plana M
arsellesa A
licantina6 Teja vana Lata por canal A
rjeute
Chillado
A torta y lom
o8 B
eata9 A
guilón B
ocateja Luneta C
ornijal D
e borde D
e copete Á
labe C
analiega C
analiza Tortuga10 R
oblón Talón Lom
era M
uslera11 G
arabato O
rejuela
Losas d
e pizarra so
lapad
as en el edificio
Dom
us, La Coruña (A
. Isozaki, C. P
ortela).
B
18
34
se emplea com
o teja», según lo define María M
oliner), o de cerámica,
como las escam
as vidriadas del modernism
o catalán.
Si los bordes de una teja plana se levantan form
ando una bandeja, lasjuntas entre dos de ellas se podrá proteger con un sencillo tapajuntas.E
sa teja hoy vuelve a ser utilizada, pero pocos recuerdan que tiene unnom
bre específico, según recoge Paniagua: *ím
brice. La R
AE sólo cita
imbricado, del latín im
bricatus, cubierta de tejas. Lo valioso de esa voz,ím
brice, es que lleva en su raíz la idea de solape. La ímbrice es la teja
rom
ana, muy parecida a m
uchas de las empleadas en el R
enacimiento
italiano, donde, en algún caso, esa junta se cierra sencillamente con
mortero. H
abitualmente se tapa con una esbelta pieza en form
a de Uinvertida que calza sobre las dos bandejas: el *cub
rejuntas. (Los nom-
bres históricos de estas tejas, ya completam
ente olvidados, pero queaún constan en algún diccionario, com
o el de Paniagua, son *tégula,
*kalipter y *keramis).
El diseño de la teja árab
e lleva un paso más allá su sofisticado diseño y
soluciona ambas situaciones, bandeja y cubrejuntas, con la m
isma pie-
Lajas de piedra imbricadas en una cubierta
Ímbrices de cubierta en S
anta Maria dei Fiori,
Florencia (Brunelleschi).
Teja cana plana y cobija lomuda en una cubierta
del Renacim
iento.
B
19
za. Para ello la pieza se abom
ba y adopta una forma troncocónica, de
manera que unas piezas em
bocan dentro de las otras. La canal cumple
el papel de la bandeja romana; se sitúa debajo, con la concavidad hacia
arriba, y se enchufa dentro y sobre la inferior para solapar con ella. Laco
bija se coloca entre las canales, cubriendo la junta y envolviendo la
de la hilada inferior para conseguir su solape.
La que comúnm
ente se llama teja p
lana resuelve la escorrentía entretejas con un conjunto de pliegues y nervaduras que form
an unas cana-les que im
piden la progresión lateral del agua hacia el interior y la con-ducen fuera del área solapada, siem
pre sobre la teja inferior. La he oídollam
ar teja *marsellesa, quizás por influencia francesa. N
o obstante, ypuestos a utilizar gentilicios, serían preferibles los españoles y denom
i-narla *alicantina, com
o ya se hace en muchos lugares. E
n realidad,aunque es m
uy común en el Levante español, esa teja se usa en toda la
Península y no especialm
ente en lugares poco lluviosos (es muy fre-
cuente en Pontevedra, por ejem
plo).
La manera de colocar las tejas da nom
bre a los diversos sistemas de
cubierta. Si se apoyan en listones perpendiculares a la pendiente apo-
yando cada teja en uno arriba y otro abajo, se llama a teja vana. C
uan-do los listones son paralelos a la pendiente y cada teja-canal se disponeentre dos de ellos com
o en una camilla, se dice que está a lata p
or
canal. Cuando se parte de un plano general de cubierta, el *arjeute
(véase La carpintería de armar de E
. Nuere) o chillad
o (chilla: «
tabladelgada, de m
ala calidad», según María M
oliner). Las tejas puedenam
orterarse y se dice que entonces están colocadas a torta y lo
mo
.
En los dos prim
eros casos se da por supuesto que el espacio inferior noes habitable, es decir, que no reúne las condiciones de confort necesa-rias para ser ocupado durante la m
ayor parte del año. Sin em
bargo,colocada la teja a torta y lom
o, y en sus variantes contemporáneas de
colocación sobre forjados inclinados, que son hoy las más frecuentes,
se considera ese espacio como habitable. S
e puede recurrir entonces aaislam
ientos térmicos con m
ateriales muy eficaces, aunque se deben
tener en cuenta dos objetivos que difícilmente se conseguirán: la eva-
567
Disposición del tejado a lata por canal.
La teja beata para ventilación del bajocubierta.
B
cuación de las humedades que atravesarán la cerám
ica, nunca absolu-tam
ente imperm
eable de forma relativa, y la evacuación de los trem
en-dos calores que puede producir el soleam
iento veraniego.
Por ello es tradicional la sustitución de algunas tejas cobijas por unas
piezas especiales con una amplia boca a m
odo de bocina o toca monjil,
son las *beatas, que dan nom
bre a este apartado. Una voz que llegó a
ser popular pero que ha quedado asociada a las ventilaciones de cinc(T
) y que Serra H
amilton definió com
o «pequeñas piezas que protegenunas aberturas de los tejados o cubiertas para ventilación del espacioentre la cubierta y el últim
o techo o cielo raso».
El vocabulario del tejado es m
uy preciso, como se puede apreciar. La
pérdida de esos términos acarrea tam
bién el olvido de algunas de lasespecifidades de la construcción tradicional: las tejas de corte especialcom
o el aguilón, que se corta por ambos lados para acabar en punta el
vuelo de la limatesa. O
de colocación asimism
o especial, como la bocateja,
que es la primera de las tejas canales, la que vierte aguas al canalón, y
que según el Torroja también recibe el nom
bre de *luneta. O lo que po-
dría llamarse *cornijal o la teja *d
e bord
e, de difícil postura, que remata
lateralmente el vuelo de los aleros, y hace de lam
brequín y goterón. O la
teja *de cop
ete, que se coloca en el punto de intersección de variaslim
atesas no horizontales. O el álab
e, teja dispuesta en voladizo, a vecesen varias capas solapadas, para soportar el vuelo del alero. O
, por últi-m
o, la teja más alargada y estrecha con la que se form
an las canales: lacanaliega, «la teja m
ás combada que las otras» (R
AE
), que se emplea
para formar el canal de desagüe de los tejados. E
l Torroja distingue ade-m
ás una *canaliza, la teja usada en las limahoyas; y existe tam
bién unateja de tres brazos que sirve a la vez de canaliega y bocateja y a la que heoído llam
ar *tortuga (véase el diccionario de Corom
inas).
Pero incluso algunas partes de las tejas disponen de nom
bre, como
el lomo, o ro
bló
n, que es su parte convexa y abom
bada (MM
), o el*taló
n, que es su borde. E
l lomo da nom
bre asimism
o a la teja árabe,que a veces se denom
ina *lomera. E
n Argentina la llam
an *muslera, porque
tomaba su form
a aproximadam
ente troncocónica sobre el muslo del tejero.
8910
Teja aguilón en Cartagena de Indias, C
olombia.
Canalieg
as en una vivienda d
el Maresm
e,B
arcelona.
Álabes form
ando un alero leonés.
B
La disposición a teja vana suma al peligro del viento el del desplaza-
miento de las tejas sobre las latas o las chillas. P
or ello en este caso lastejas se fijan, com
o lo hacen siempre las pizarras, con un alam
bre quecalza su parte superior, bajo el solape, y desciende por detrás de ellashasta la lata. P
or el dibujo que ese recorrido exige al alambre se le llam
ag
arabato
, voz que los diccionarios sólo recogen como gancho para col-
gar algo. Algunas tejas, sobre todo las m
ás planas, tienen un salienteespecial con una perforación para facilitar su atado a los listones o cabios:es la o
rejuela, que la RA
E sólo cita para ollas y tazas.
Hoy este tipo de cubierta de larga y sabia elaboración no está de m
oda.La elem
entaridad geométrica difundida por el M
ovimiento M
oderno, lasexigencias de transitabilidad provocadas por la escasez de espacio y laim
agen abigarrada y lomuda de la teja árabe están dejando fuera de
concurso una solución segura y duradera, que es aún la más utilizada.
La pervivencia de la teja en la arquitectura culta parece estar condicio-nada a una geom
etría más tersa. A
lgunas formas de cubierta inclinada,
como las chapas m
etálicas, sustituyen a la teja árabe para conformar
superficies más planas. La teja plana, o alicantina, todavía tiene algún
11
12
La teja tortuga o teja de tres ramas.
La cubierta de teja plana del aeropuerto deS
evilla (R. M
oneo).
B
22
futuro por su sencilla volumetría. Q
uizás algunas formas nuevas de teja
romana o ím
brice puedan competir, con su noble plano de fondo form
a-do por las bandejas y el rayado ordenado de los cubrejuntas, en esteexigente m
undo de la tersura y planeidad.
Tejas planas modernas en busca de la planeidad
general del tejado (publicidad de Redland).
B
23
Dicen que los esquim
ales tienen decenas de voces para diferenciar lasform
as de la nieve, quizás tantas como nosotros hem
os heredado denuestros cam
pesinos para matizar las form
as de la lluvia. Sustantivos
como llovizna, chaparrón, chirim
iri, aguacero, matacabra, calabobos, chu-
basco... Verbos como chispear, lloviznar, diluviar, jarrear... A
dverbios como
torrencialmente, m
ansamente... E
xpresiones como chuzos de punta, a
cántaros, a mares... Lo que nos es tan próxim
o y tan necesario exige ysugiere m
il matices que m
erecen sus correspondientes nombres.
Pues bien, en este capítulo tratarem
os una parte del edificio tan concre-ta que está reducida a un sólo elem
ento, pero es éste tan rico y contantos m
atices, que él sólo nos permitirá cum
plir con las cuarenta vocesque nos hem
os propuesto tratar en cada uno de estos apartados. Nos
referimos a la ventana, el elem
ento constructivo más im
portante de laarquitectura, la negación del m
uro. Construir es levantar m
uros y cu-biertas que encierran espacios, unos espacios que no son habitableshasta que no perforam
os esas envolventes para buscar toda la luz, laventilación y las vistas que el exterior puede darnos. Y
hoy más que
nunca, la búsqueda de la transparencia y la liviandad hace que se pue-da decir que el hueco es ya la m
ateria mism
a, y casi la única, de laconstrucción y la arquitectura.
Los variados nombres de las ventanas aluden a sus diversas propieda-
des. De ellas, la m
ás importante, sin duda, es la de llevar luz a las habi-
taciones. Imagínese lo que pudo significar una entrada de luz en una
Los nombres de la ventana
Celaje
123
3LuceroLuceraLucerna
4LucernarioLucarnaLum
brera5
Guardilla
Buhardilla
6TragaluzC
laraboyaM
onteraLinterna
7V
entanalV
entanoV
entanera8
Balconera
Balcón
Mirador
Cierro
Cam
ónC
oche parado9
Ajim
ez
Mirilla
Ventanillo
Vasistas
10Ó
culoO
joO
jo de bueyR
osaR
osetón11
Mezanina
Galería
12A
ndana13
Montante
LunetaE
scuchaTram
pilla14
Respiradero
Buhedera
Saetera
Tronera15
Jemesía
Espejuelo
16C
elaje
C
24
cueva o en un sótano oscuro. Ese lujo increíble de tener luz en un
espacio protegido de las inclemencias del tiem
po justifica que el luce-ro
, «postigo o cuarterón practicable por donde entra la luz» (RA
E), com
-parta el nom
bre con un planeta más rutilante que las estrellas, Venus,
el lucero del alba. Pero la m
isma raíz tienen m
uchos tipos de ventanaque com
portan la idea de introducir la luz por la parte alta del espaciohabitable: lucera, «ventana o claraboya abierta en la parte alta de losedificios»
(RA
E), o lucerna, «abertura alta de una habitación»
(RA
E).
Capítulo aparte m
erecen las ventanas específicas de la cubierta, cuyo nom-
bre más generalizado no está reconocido por la R
AE: el *lucernario, «venta-
na en la cubierta» (M
M). La *lucarna y la lum
brera reciben definiciones impre-
cisas, pero puede deducirse que son voces muy próxim
as; Paniagua las
considera sinónimas, para él son ventanas verticales cubiertas por un plano
de cubierta que tiene una pendiente más baja que el resto del faldón «por
elevación de una parte de [...] la vertiente de un tejado». Quizá por esa
forma de desviación, de salida tangencial, la lucarna es tam
bién un aliviade-ro lateral en una corriente de agua, m
ientras que la lumbrera es la «abertura
por la que sale la viruta en el cepillo de carpintero» (T
).
4
Luceras en la casa Johnson en Wisconsin,
EE
.UU
. (F. Ll. Wright).
C
25
567
Entre las ventanas abiertas en la cubierta, no podem
os olvidar lam
ansarda, que se sitúa en el faldón inferior de un tejado de este tipo(véase H
astial) y la más tradicional *guard
illa, «abertura hecha en el teja-do, cubierta con una pequeña construcción que tiene form
a de casita,provista de ventana en su parte delantera» (M
M), aparato que el dicciona-
rio de la RA
E sólo acepta como b
uhardilla: «ventana que se levanta por
encima del tejado de una casa, con su caballete cubierto de tejas o piza-
rras, y sirve para dar luz a los desvanes o para salir por ella a los tejados».
En esa posición cenital, que privilegia la luz sobre todas las dem
ás fa-cultades de la ventana, se halla el evidente trag
aluz, voz que exhibe suglotona capacidad para introducir luz en el interior. M
ás importante, la
clarabo
ya, la poética claire voie, camino de luz, techo de cristales, por
ejemplo, sobre una caja de escalera (M
M). C
omo la m
ontera, «cubierta
de cristales sobre un patio, galería, etc.» (RA
E). A
ún más m
onumental, la
linterna: «especie de coronamiento en form
a de domo, con vidrieras,
calado o en belvedere y puesto en lo alto de un edificio», según el Torroja.
Por su tam
año la ventana adopta muchos nom
bres, pero el diccionariorecoge el grande, ventanal, y el pequeño, ventano
. Ventanera no esninguna form
a de abertura, sino la «mujer ociosa m
uy acostumbrada a
asomarse a la ventana para ser vista» (R
AE
). La ventana, efectivamente,
no sólo sirve para ver sino también para ser visto, aunque el diccionario
es evidentemente ofensivo. E
insiste: «hacer ventana una mujer es po-
nerse en ella para ser vista».
Para ver es im
portante que el hueco llegue hasta el suelo de la habita-ción, y entonces se le llam
a balco
nera. El diccionario de la R
AE define
así el balcó
n: «hueco abierto al exterior desde el suelo de la habitación,
con barandilla por lo común saliente». P
ero hoy reservamos esa voz al
plano en voladizo situado por fuera de la balconera y protegido por unabarandilla. La im
portancia de la observación del exterior se evidenciaen nom
bres tan enfáticos como m
irado
r, que es sinónimo de cierro
,«
mirador, balcón encristalado» (R
AE
). Da la im
presión de que los balco-nes se cerraron com
o hoy las terrazas. Se le llam
a también cam
ón,
quizá por la armadura de m
adera que permitía m
ontar en el balcón lacaja vidriada
(MM
). Es asim
ismo curiosa la expresión co
che parad
o, que
Montera de los alm
acenes Printem
ps, París.
Vidriera polícroma bajo la linterna del P
alau de laM
úsica de Barcelona (Ll. D
omenech i M
untaner).
8
C
26
11
se aplica «a un balcón o m
irador en un sitio muy concurrido», según
María M
oliner.
A veces, por el contrario, lo im
portante es ver sin ser visto. Quizás sea
para proteger la intimidad, com
o se consigue con las celosías. La vozajim
ez describía, hasta el siglo XIX
, una ventana a la que se adosabaun cajón de celosías para poder m
irar incluso hacia los lados. Otras
ventanas, por motivos de seguridad, hacen posible que se pueda ob-
servar al visitante sin permitir a éste ni el m
ínimo atisbo del interior, y
han dado lugar a todas las pequeñas aberturas en las puertas de acce-so que se llam
an mirilla o ventanillo
: «ventana pequeña o aberturaredonda o de otra form
a, hecha en la puerta exterior de las casas yresguardada por lo com
ún con rejilla, para ver la persona que llama, o
hablar con ella sin franquearle la entrada» (RA
E). E
s especialmente cu-
riosa debido a su corrupta etimología la voz vasistas citada por P
aniaguacom
o una distorsión del alemán W
as ist das (¿Q
ué hay?). Peralta ase-
gura que se trata de un término francés usado de form
a abusiva enlugar de m
ontante y ventanillo.
La ventana tiene un papel fundamental en la com
posición de la facha-da, y por ello ha adoptado form
as diversas y ocupado lugares significa-tivos que han dado lugar a otras tantas voces específicas. H
ablaremos
en otro lugar de la espectacular serliana, pero aquí podemos citar todos
los nombres de las ventanas circulares, com
o *óculo
, ojo
u ojo
de b
uey.R
osa o ro
setón son tam
bién ventanas circulares pero sobre todo esteúltim
o tiene nervios y forma calados con adornos.
De entre los elem
entos acristalados destaca la mezanina, según el
Torroja «el hueco apaisado o ventana que hay en los áticos, sotabancos,etc.», y para M
atallana «el vano que sirve de ventana en los áticos osobrados y es m
ás ancho que largo». Pero tam
bién la más próxim
ag
alería, palabra que encierra en la actualidad demasiados significados.
Galería viene de galilaea, de la región pagana de G
alilea, por ser lagalería o pórtico de las iglesias donde perm
anecía el pueblo en vías deconversión
(MM
). Una galería es cualquier espacio alargado bien ilum
i-nado, por eso sirve para habitaciones, pasos entre edificios, aditam
en-
910
Ajim
ez en el convento de San P
aio de Santiago
de Com
postela.
Galería m
adrileña.
C
27
1213
14
tos de planta baja, cuerpos volados en plantas altas y espacios insertosen el m
acizo edificado.
La indefinición sobre si se trata de un espacio abierto al exterior o cerra-do por una vidriera aún com
plica más las cosas. C
ada región ha utiliza-do esa voz para nom
brar unos elementos constructivos adecuados a su
clima y a su arquitectura popular. A
sí, llamam
os galerías a los amplios
miradores acristalados gallegos y a las solanas abiertas a oeste de las
masías catalanas. P
arece razonable, pues, reservar galería para cie-rres acristalados y recuperar solana, ándito, ‘logia, porche, etc. para losespacios abiertos. La agrupación ordenada de huecos tam
bién recibenom
bres como la and
ana, «la fila de ventanas o balcones que en cadapiso o alto de un edificio sigue una línea horizontal» (M
T).
Sobre las puertas interiores o exteriores es habitual colocar una venta-
na que ilumina el local aunque la puerta esté cerrada. E
s el mo
ntante(M
T), que se llam
a luneta cuando tiene forma sem
icircular (MM
). Una fun-
ción muy particular es la de la ventana abierta para escuchar sin ser
percibido; es la escucha: «la ventana pequeña que había en las salasdonde se reunían los consejos en palacio, por la que el rey podía escu-char lo que se trataba sin ser visto» (M
M). E
ntre los huecos especialesque se abren en el interior no podem
os olvidar a la popular tramp
illa:«ventanillo en el suelo para m
irar al piso inferior» (RA
E).
Algunas voces están específicam
ente relacionadas con la función deventilar los locales. La m
ás explícita es respirad
ero, «abertura o con-
ducto por donde entra y sale el aire» (RA
E), pero tam
bién debemos re-
cordar la buhed
era, «tronera, agujero», según el mism
o diccionario,aunque su raíz procede de bufar (soplar), según C
orominas. P
or último,
quedan algunas voces que recuerdan las aberturas en muros de defen-
sa, pero que hoy se usan para definir ventanas muy estrechas, com
o lasaetera, «ventanilla estrecha de las que se suelen abrir en la escalera yen otras partes» (R
AE
), o muy pequeñas, com
o la tronera: «ventana es-
trecha y pequeña por donde entra escasamente la luz», según la A
ca-dem
ia.
Rosa
Óculo en el edificio del Tribunal del condado de
Lister, en Sölvesborg, S
uecia (G. A
splund).
C
28
El hueco a veces no se llega a definir com
o una forma nítidam
entecontorneada sino que se trata de un conjunto de perforaciones o cala-dos que llevan, o no, un trasdosado de vidrios. E
s el caso de la jemesía,
que parece ser una celosía que se puede construir con materiales m
ásgruesos: «enrejado de piedra, ladrillos, yeso o m
adera para dar luz yventilación» (M
M), o del esp
ejuelo: «ventana, rosetón o claraboya, por lo
general con calados de cantería, cerrados con láminas de yeso trans-
parente» (RA
E).
Celaje, la voz que encabeza el capítulo, alude tam
bién a alguna forma
de protección. Celar es encubrir, ocultar, y celada, la pieza de la arm
a-dura que protegía la cabeza dejando descubierta la cara. P
ara celaje laR
AE tiene una acepción com
o «claraboya o ventana, o la parte superiorde ella». P
ero si nos acercamos a la prim
era acepción, «aspecto quepresenta el cielo cuando hay nubes tenues o de varios m
atices», pode-m
os imaginar que celaje aún sería útil para nom
brar los cerramientos
de vidrio opalizado que «encubren, ocultan el interior y dan una luzsim
ilar a la de un cielo cuando hay nubes tenues».
16C
elaje de guillotina en unas viviendas parisinas(M
. Mim
ram).
Tron
eras o
saeteras
en
la casa
Bo
gk.
Milw
aukee, EE
.UU
(F. Ll. Wright).
C
29
Este apartado tratará de las voces con las que se conoce lo que gené-
ricamente llam
amos el espacio *b
ajocub
ierta. Espacios m
ágicos, deluz polvorienta y form
as geométricas extrañas, llenos de trastos; o es-
pacios limpios, de am
plias terrazas y bellas vistas. De la larga lista de
voces que hacen referencia al espacio bajo cubierta, sob
rado
, aunqueno está entre las m
ás utilizadas, es una de las más atractivas, porque
hace referencia a un aspecto que encuentro especialmente significati-
vo: la de ser un espacio de más, un ám
bito que en realidad sobra, queno sería necesario en un estricto planteam
iento funcional del edificio.S
eg
ún
Ma
ría M
olin
er su
etim
olo
gía
pro
ced
e d
e su
pe
rad
ditu
m,
sobreañadido, sobredado. En la apretada ocupación de los espacios
construidos de la arquitectura de hoy, esta cualidad de sobrar me pare-
ce la más valiosa.
El diccionario de la R
AE recoge el sobrado en su quinta acepción com
osinónim
o de desván: «parte m
ás alta de la casa, inmediatam
ente deba-jo del tejado, que suele destinarse a guardar objetos inútiles o en desu-so». La etim
ología de esta voz más com
ún, desván, parece estar en losvocablos vano, vacío. M
aría Moliner lo define com
o «lugar vacío entre eltejado y el últim
o piso». Así que esta voz tam
bién parece insistir en lainutilidad aparente de ese espacio, aunque añade la idea alm
acenaje.U
n almacén poco visitado, ya que todo lo que se m
ete en el desván se"desvanece" en nuestra m
emoria.
De la im
portancia de ese espacio en la construcción tradicional dejaconstancia la interm
inable lista de voces con las que es descrito en
123
1B
ajocubiertaS
obrado2
Desván
3B
uhardillaB
uhardaB
oardaB
oardilla4
Alpende
Barbacoa
5G
uardillaA
lgorfaN
ayaC
amaranchón
Alm
acería
Desván
Del sobrado al ático
6FayadoD
obladoZ
aquizamí
Falsa7
Banco
Sotabanco
Tabanco8
Golfa
Chiribitil
Cam
aranchel9
Mansarda
11Á
ticoS
obreáticoP
enthouse
D
30
nuestro idioma. C
ada una de ellas va añadiendo un matiz a los concep-
tos, ya destacados, de sobradía y vaciedad. Una idea que suele ser
consustancial a estos espacios es la de ventilación, porque supone laevacuación de las hum
edades que pueda traspuar la teja o de los exce-sos de calor que se acum
ulen en verano. El origen de la com
ún buhar-
dilla es, según C
orominas, el respiradero para el hum
o que se abría enlos tejados. La b
uharda era la ventana abierta en el tejado. Tam
biénM
aría Moliner identifica los tém
inos buhar y bufar. La voz tiene versio-nes variadas com
o bo
arda y b
oard
illa.
Ese m
ismo sentido de espacio ventilado, no com
pletamente cerrado,
justifica la aplicación al sobrado de voces como alp
ende, que tam
biénsignifica porche o cubierta, o com
o barb
acoa, voz que en A
mérica alu-
de al desván pero también a una especie de pérgola de tablones.
Ya hemos hablado de la m
ención al almacenaje que acom
paña a lasvoces de sobrado y desván en el diccionario. E
ste componente justifica-
ría la transposición a guard
illa, «habitación contigua al tejado», de lavoz m
ás común buhardilla. E
n este mism
o sentido se utilizan otros tér-m
inos próximos, com
o algo
rfa (descrito por la RA
E como el «sobrado o
cámara alta para recoger y conservar granos»), *naya (que M
aría Moliner
describe como «alm
acén en la parte alta de un edificio» y también com
o«sitio alto en la plaza de toros»), cam
aranchón (que en el m
ismo dic-
cionario aparece recogido como «desván, debajo del tejado, donde se
suelen guardar cosas desechadas») y almacería (voz antigua con la
que, según la RA
E, se designaba el granero en el desván).
El desván suele surgir del aprovecham
iento de un espacio generadopor un sistem
a constructivo: la cubierta inclinada y semiocupada por
unos elementos estructurales, las arm
aduras de cuchillo. Eso le da un
carácter marginal, un m
archamo de subordinación al carácter del pro-
pio tejado, y quizás por ello en Galicia se le llam
a fayado
, de fayar,techar. E
n realidad es un espacio que aparece cuando se forma un
plano horizontal que une los tirantes de los cuchillos con los extremos
inferiores de los pares, lo que podría explicar el nombre de d
ob
lado
,que se usa en A
ndalucía. En algunos casos la solución constructiva
consiste en colgar el techo de una armadura de cubierta; el suelo es
456
Alpende castellano.
Barbacoa o pérgola en P
ueblo Ribera, La Jolla,
California (R
. Schlinder).
D
31
entonces muy poco firm
e, un entablonado realizado tal vez simplem
en-te con chillas. A
ello alude la voz zaquizam
í, que acoge dos acepciones,la de «vivienda o habitación m
uy pequeña» y la que se refiere al«enm
aderado del techo», definición esta última m
uy semejante a la que
ofrece María M
oliner: «especie de techo de madera o artesonado» (que
procede de saquef sami, techo de cielo). E
sa especie de “zulo”, de es-pacio disim
ulado bajo los planos de la cubierta, puede merecer asim
is-m
o el nombre de falsa (derivado de falso, según la R
AE), que es el habi-
tual desde Aragón a M
urcia.
Otras voces derivan de la im
agen del desván en la fachada y sugierenform
as de bajocubierta más habitables. E
l banco
era la hilada horizon-tal levantada sobre la cornisa con form
as volteadas o adinteladas, y quedio lugar a denom
inar sotab
anco al «piso habitable colocado por enci-
ma de la cornisa general de la casa» (R
AE
); un piso, pues, que se aso-m
aba al exterior a través de los huecos abiertos bajo el banco. Este
sotabanco ha dado lugar a varias voces, como el tab
anco, popular en
Centroam
érica, o la reducción simplem
ente a banco para expresar ahoraese espacio habitable.
La transposición urbana de este espacio tan útil en la construcción ruraltam
bién puede leerse en el diccionario. En C
ataluña, por ejemplo, la pre-
sión sobre la edificación para conseguir un mayor aprovecham
iento delescaso espacio de la ciudad no hizo desaparecer pero redujo drásticam
entela altura y la solidez constructiva de las originales *golfas. E
sta voz, común
en todo el Mediterráneo, describe, según C
orominas, un pisito general-
mente deshabitado (y destinado a guardar objetos y provisiones) inm
edia-to al techo de una casa. E
n la ciudad, las golfas se redujeron al sostre mort
(techo muerto). U
n espacio vacío bajo la azotea catalana que a lo largo dela segunda m
itad del XIX
pasó, de ser habitable, a apenas disponer dem
edio metro de altura; de estar entre dos techos independientes, a ver
reducido su límite inferior a un cañizo colgado de la estructura de cubierta.
Algo parecido a los castellanos chirib
itil, «desván, rincón o escondrijo bajoy estrecho» (R
AE
), y *camaranchel (M
M).
Para hacer m
ás habitable este espacio, el arquitecto francés J.L. Mansart
diseñó la estructura de cubierta de sección poligonal que ha dado lugar
789
Las golfas de la casa Milá de B
arcelona (A. G
audí).
Mansarda parisina.
D
32
en nuestro idioma a la voz *m
ansarda. E
sta voz nos introduce en elb
ajo
cub
ierta
mo
de
rno
qu
e exig
e u
na
s me
jore
s con
dicio
ne
s de
habitabilidad para rentabilizar los costes de suelo urbano.
La larga lista de voces nos confirma por una parte la am
plia tradición deeste tipo de espacio en toda la geografía nacional. P
or otra, nos recuerdalos conceptos que se le han asociado tradicionalm
ente: espacio que so-bra, que está ventilado, de construcción ligera, inm
ediata al tejado, porencim
a de la albañilería. Recobrar hoy un espacio con esas característi-
cas es realmente difícil debido a la presión para el aprovecham
iento delvolum
en edificable en las construcciones urbanas. Pero debem
os recor-dar que los m
ateriales que utilizamos en las cubiertas inclinadas, las
tejas cerámicas, alicantinas o árabes, no suelen ser absolutam
ente im-
permeables y que, por lo tanto, un espacio ventilado bajocubierta consti-
tuye la única garantía contra la entrada de agua por capilaridad. Por otra
parte, la cámara ventilada que este tipo de espacios constituía es la
mejor protección contra la radiación solar directa, la m
ejor garantía paraun control eficaz y sencillo de los aportes solares.
Conviene añadir adem
ás que los agradables espacios abuhardilladostan queridos de las revistas de decoración, suelen ser m
uy problemáti-
cos desde los puntos de vista de estanquidad y control térmico, porque
no responden a las condiciones de nuestros materiales y de nuestro
clima. H
oy estos espacios están más valorados que el resto del edificio,
y eso se traduce en la sustitución de las despectivas voces tradiciona-les que aludían a la ventilación o el alm
acenaje de trastos por otrascom
o ático, que en otro tiem
po era el «último piso del edificio, m
ás bajode techo que los inferiores, que se construye para encubrir el arranquede las techum
bres» (RA
E), y que ahora es el piso m
ás deseado de lacasa, generalm
ente retranqueado y del que forma parte a veces una
magnífica terraza. La repetición de ese retranqueo y algunas ordenan-
zas municipales generaron tam
bién el *sob
reático. M
uy modernam
en-te se está difundiendo el cóm
icamente pedante térm
ino anglosajón de*p
enthouse para cualquier espacio bajocubierta.
1011
La sublimación del sobrado en la arquitectura
modernista, en E
l Frare Blanc, B
arcelona (J.R
ubió y Bellver).
Casa R
odríguez en Roda de B
erá, Tarragona(J. B
ach, G. M
ora).
D
33
23
Las carpinterías que cierran los huecos plantearon un problema difícil a
la construcción: introducir en la obra, sólida y trabada, unos elementos
de otro orden que debían ser fácilmente practicables, tenían que poder
cerrarse para proteger y abrirse para comunicar, y todo ello con la m
a-yor facilidad para poder ser m
il veces repetido. Al parecer el problem
adebió ser m
uy serio y el mecanism
o parece que fracasó con frecuencia,o por lo m
enos así parece sugerirlo la cantidad de expresiones de usocom
ún que se asocian al fallo de la practicabilidad de las carpinterías.V
eremos algunas de esas expresiones m
ás adelante.
Los primeros sistem
as para conseguir que un tablero girara sobre uno desus lados abriendo y cerrando la puerta o ventana consistieron en prolon-gar el larguero correspondiente e introducirlo por arriba y por abajo ensendos agujeros practicados en el um
bral y en el dintel. Esos agujeros se
llamaban
quicios o
quicialeras
. No nos sorprenderá, pues, com
probarlas terribles consecuencias de “sacar de quicio” algo a alguien. Tam
biénes evidente que una persona “desquiciada” no puede funcionar correcta-m
ente. El quicial pasó a ser el larguero que sobresale del tablero, y por el
mom
ento dejaremos aquí su evolución, que tratarem
os con los elemen-
tos móviles de la carpintería
, dentro del capítulo titulado Fayanca.
En este apartado estudiarem
os únicamente los herrajes de esas car-
pinterías. Em
pezaremos por el herraje que sustituyó al quicial: una es-
cuadra metálica que se clava al larguero y al m
ontante inferior de unapuerta y que, cerca de su ángulo, lleva una pequeño cono, el p
ivote o
go
rrón, que entra en un agujero del suelo, el tejuelo
o rangua. E
l Torroja
2Q
uicioQ
uicialera3
Pivote
Gorrón
TejueloR
angua4
TrancaTalanqueraTrencaA
lamud
Aldaba
5A
ldabillaTarabillaC
olanillaTrinquete
6P
icaporteN
arizG
rapón7
Golpete
8R
etenidaC
ompás
9B
isagraF
ijaC
harnelaC
harnetaA
lguazaP
asador
Espiga
Pala
10G
ozneG
onceP
ernioP
uerca11
Golfo
Chaveta
Gobio
12T
iradorM
anijaM
anillaM
anigueta13
Pestillo
Cajetín
Cerradero
Resbalón
Golpe y llave
14F
iador15
Españoleta
16FallebaC
ambrón
Arm
ellaC
achaba17
Crem
onaU
ñero
Españoleta
Los herrajes de la carpintería
1
E
34
456
explica perfectamente el m
ecanismo cuando define el pivote: «herraje
para el giro de puertas muy pesadas que, en form
a de escuadra oestribo, abraza el m
ontante quizial y con un pezón o saliente que, intro-ducido en la rangua em
potrada en el umbral, perm
ite dicho giro».
Ya tenemos un tablero capaz de girar sobre uno de sus lados; ahora se
trata de conseguir que se quede cerrado aunque se ejerzan violentosesfuerzos desde fuera. P
ara ello la primera solución es la tranca
,*talanq
uera o *trenca: la estaca que asegura puertas y ventanas pasan-do por detrás de la hoja y em
potrándose en las jambas. A
veces es unabarra de hierro, y en ese caso se le llam
aba alamud
o aldab
a, aunqueesta últim
a voz se ha hecho más com
ún para nombrar el llam
ador.
Las versiones más sencillas de esos pasadores de cierre son la ald
a-b
illa, «una pequeña pieza de madera o de hierro que se sujeta por el
centro, de manera que pueda girar, en los m
arcos de las puertas oventanas, para sujetarlas cerradas» (M
M). E
s lo mism
o que la tarabilla,
un zoquetillo de madera que gira sobre un clavo central, m
ientras queen la co
lanilla el movim
iento es de desplazamiento: «pasadorcillo con
que se cierran y aseguran puertas y ventanas» (RA
E). E
n Andalucía se
la llama tam
bién trinquete, según el diccionario.
Todos estos elementos perm
itían manipular la puerta desde dentro,
pero para que pudiese ser accionada también desde fuera tuvieron
que llegar los picap
ortes: «dispositivo que sirve para m
antener cerra-da una puerta; consiste en una pieza alargada de hierro sujeta a lapuerta por uno de sus extrem
os por una varilla que pasa al otro lado dela puerta y en la que se inserta la m
anivela con que se acciona desdeese lado; la pieza principal se m
antiene en la posición debida mediante
una grapa clavada en la puerta, dentro de la cual esa pieza puedem
overse para encajar en otra pieza en forma de nariz clavada en el
marco, o salir de ella». E
sta definición tan completa de M
aría Moliner
incluye otras acepciones de uso frecuente: una, reduccionista, puesllam
a picaporte sólo al herraje con que se acciona el mecanism
o desdeel otro lado de la puerta; la segunda está justificada por la com
posiciónde la voz, pica-porte, y la confunde con la aldaba: «pieza de m
etal quese coloca en las puertas para golpear con ella para llam
ar». El diccio-
Gorrón o pivote en proceso de elaboración en
una herrería castellana.
Picaporte.
Golpetes de S
antiago. El m
ás próximo está en
la posición de retener la hoja. Está alzado y se
ha deslizado por el coliso de apoyo. Para que
caiga hay que elevarlo y girarlo hacia afuera.
E
35
nario citado define tam
bién la nariz, «hierro en forma de nariz donde
encaja el picaporte o el pestillo», y el *grap
ón, «pieza de hierro de for-
ma de grapa dentro de la cual se m
ueve el picaporte con que se cierranlas puertas».
Otro problem
a es sujetar la ventana o puerta abierta para evitar quegolpee. La tradición nos ofrece una gran variedad de herrajes, pero eldiccionario de la R
AE sólo incluye una voz: el g
olp
ete, «palanca de metal
con un diente, fija en la pared, que sirve para mantener abierta una hoja
de puerta o ventana». Sin em
bargo, los mecanism
os son muy variados.
Unos se fijan a la fachada, y entre ellos los hay m
uy cortos, que única-m
ente sujetan la hoja cuando está completam
ente abierta, mientras
que otros son unos ganchos de cierta longitud que permiten posiciones
intermedias. O
tros mecanism
os, más raros en E
spaña, se fijan a la hojay tienen unas perforaciones o dientes para sujetarse m
omentáneam
en-te al m
arco de modo que hacen posibles diversas aberturas.
Los países anglosajones tienen una rica variedad de diseños de ele-m
entos de este tipo, y todos ellos se pueden englobar también dentro
del nombre genérico de retenid
as, probablemente m
ás apropiado queel académ
ico golpete, que puede confundirse con los actuales meca-
nismos de golpe que verem
os más adelante. E
n nuestros días la vozm
ás utilizada es com
pás, un m
ecanismo form
ado por dos varillas arti-culadas que se abre con la hoja y lim
ita el ángulo de giro de ésta. Laventaja del com
pás es que se aloja en el juego de marco y hoja, y
queda oculto cuando la ventana está cerrada.
Pero volvam
os al giro de la hoja; hoy ya no existe el quicial y apenas seconoce la rangua en la construcción rural castellana. Los m
ecanismos
de giro son ahora siempre las b
isagras, fijas, charnelas, charnetas o,
incluso, alguazas (frecuente en A
ragón). Respecto al térm
ino bisagraM
aría Moliner ofrece la siguiente definición: «pieza form
ada por dosplanchas m
etálicas articuladas entre sí con que se sujetan dos piezas odos partes de una cosa, que, a su vez, deben ir articuladas; por ejem
-plo, una puerta o ventana y su m
arco». Generalm
ente la articulación selogra alrededor de una varilla central que se llam
a pasad
or o esp
iga, y
cada uno de los dos elementos articulados son las p
alas.
Charnela con enorm
e espiga en la cancela dela tienda G
avina, Bolonia (C
. Scarpa).
Retenida de una ventana londinense.
789
E
36
Go
zne se usa como sinónim
o de bisagra pero creo que sería más exac-
to reservar esta voz para la «combinación de dos anillos enlazados, o
de una espiga y un tejuelo, para formar el eje de giro de una puerta» (T
).E
n efecto, gozne viene de gonce, ya en desuso, y ésta del latín gomphus,
de una voz griega para clavo. Disponiendo de tantas voces para bisa-
gra, debería reservarse el gozne para la articulación que tiene un clavo,vástago o espiga que se introduce en una anilla o tejuelo fijo en la hoja.C
uando el gozne es muy grande se llam
a también p
ernio, pero el Torroja
precisa que en este último la espiga es solidaria con la pala que está fija
a la parte inmóvil, generalm
ente el quicial. En ese caso a la otra pala se
la llama p
uerca, vaya usted a saber por qué. Quizás porque se introdu-
ce en su interior el vástago de la espiga. ¡Señor, qué lenguaje!
Cuando las puertas o ventanas son anchas y pesadas, las palas que
fijan la puerta se alargan para anclarlas con mayor eficacia: son los
go
lfos, que se convierten en verdaderas arm
aduras de la hoja. Aunque
sólo sea para evidenciar las dificultades históricas de estos mecanis-
mos, podem
os recordar dos piececillas más que han pasado al lengua-
je común. U
na es de todos conocida, la chaveta, del italiano chiavetta,dim
inutivo de chiave (llave); para asegurarse de que un pasador, como
la espiga de la bisagra, nunca se saldrá de su sitio se puede usar estachaveta: «clavo o pasador que se pasa por un orificio hecho en el extre-m
o de un eje, una varilla, una espiga, un pernio, etc., para que no sesalgan las cosas m
etidas en ellos o para que no se salgan ellos del sitioen que se m
eten» (T). E
ste clavo o pasador generalmente está dividido
en dos ramas, que se separan después de colocado: ahora entende-
mos las consecuencias de “perder la chaveta”. N
os hemos quedado sin
un elemento clave de la carpintería, algo tan sencillo com
o una peque-ña horquilla y que, sin em
bargo, es el depositario de la seguridad de labisagra y de la hoja. U
nas cuantas bisagras sin chaveta y ya tenemos la
frase popular. Mucho m
enos conocido es el go
bio
: «la aguja o alfiler dehierro forjado que se clava a un m
ontante de puerta y alrededor del cualgira la hoja de un gozne» (T
). La voz gobio se asocia a una raíz italianaque significa jorobado. E
s de suponer que nombra objetos doblados
sobre sí mism
os hasta tomar form
a de gancho. La otra acepción degobio señala una grapa que une sillares (véase Llave).
11 10
Gozne excéntrico para estabilizar la hoja abierta.
Pernio y p
uerca en la puerta d
e la forzalezad
e Ibiza.
E
37
En el larguero opuesto al de fijas deberá existir algún m
ecanismo de
cierre de esas hojas que giran sobre las bisagras. Prim
ero será necesa-rio poder abrir la hoja; para ello se dispone del tirad
or, «herraje que
permite tirar de una puerta, cajón, etc.». S
i tiene una forma adecuada
para ser asido con toda la mano, se llam
a manija, m
anilla o manig
ueta.A
lgunos diccionarios incluyen manecilla o m
anillar, pero no son ade-cuados ni los reconoce la R
AE.
La manija o tirador suele accionar un p
estillo, «cerrojo pequeño o
pasador plano con que se asegura cerrada una puerta, una tapa, etc.»(M
M). Los pestillos quedan fijados contra el m
arco porque se alojandentro de un cajetín
o cerradero
, que puede ser de chapa o simple-
mente una hendidura abierta en el propio m
arco. El pestillo puede
tener el extremo saliente en form
a de plano inclinado y estar apoyadopor un m
uelle, de manera que al golpear la puerta contra el m
arco elpestillo se desplace prim
ero hacia dentro y luego hacia fuera quedan-do sujeto contra el m
arco. Esto es un m
ecanismo de resb
alón, que se
utiliza sobre todo en las puertas. Los modernos m
ecanismos de g
olp
ey llave son una form
a de evolución de este resbalón y permiten ade-
más asegurar el cierre contra intrusos.
Llega un mom
ento en la evolución de las carpinterías de ventana queadem
ás de poder cerrar y abrir con facilidad girando sobre esa eficazbisagra o pernio, el confort exige un cierre herm
ético: es, pues, necesa-rio poder com
primir la hoja contra el m
arco para impedir la entrada de la
lluvia o el viento. Para conseguir esa presión sólo parece haber dos
recursos: el más sim
ple es el plano inclinado, esto es, algún tipo depasador o fiad
or entra en un agujero de la jam
ba o en una horquilla fijaal m
arco. Si el plano de contacto es inclinado, de m
anera que cuantom
ás se pasa el fiador más se com
prime la hoja contra el m
arco, elproblem
a parece resuelto. A pesar de su aparente sim
plicidad, es unm
ecanismo de difícil control y que puede bloquearse. Q
uizás por eso noinspiró los m
ejores cierres de la cerrajería clásica.
El m
ecanismo m
ás brillante es el que utiliza el segundo de los recursos:la torsión; y tiene un nom
bre curioso: españo
leta. Se trata de una varilla
fija a la hoja capaz de girar sobre sí mism
a dentro de esas fijaciones
1213
14
Españoletas en hojas y postigos.
15
E
38
perforadas. En sus extrem
os tiene unos ganchos que se pueden intro-ducir en unas horquillas clavadas al m
arco. La forma de esos ganchos
es tal que resulta fácil introducirlos dentro de la horquilla, pero al irgirando el redondo vertical la zona del gancho que toca a la horquilla seacerca cada vez m
ás a ella comprim
iendo fuerte y progresivamente la
hoja contra el marco. A
l final del giro todo el redondo vertical ha queda-do torsionado y la elasticidad del m
aterial hace que la presión entrehoja y m
arco sea duradera y eficaz. Corom
inas considera que es unavoz catalana que pasó a Italia y desde allí consiguió difusión universal.
Lo cierto es que muchos diccionarios de otras lenguas reconocen esta
voz, espagnolette, mie
ntra
s la R
ea
l Aca
de
mia
sólo
reco
ge
com
oespañoleta un antiguo baile. S
egún su diccionario este maravilloso in-
vento se llama tam
bién falleba, voz hoy m
uy poco utilizada y que hatom
ado un sentido más general, que engloba los diversos sistem
as decerram
iento y fijación de la hoja. En el lenguaje del oficio cada parte de
la españoleta tiene un nombre: las fijaciones del redondo a la hoja son
los camb
rones, y los ganchos extrem
os que se introducen en las hor-quillas o arm
ellas fijas al marco son las cachab
as.
A pesar de su claridad funcional la españoleta está en desuso y ha sido
sustituida por un mecanism
o conocido como crem
ona: «cerradura for-
mada por dos pletinas dentadas que se m
ueven en sentido opuesto alhacer girar entre ellas una rueda con dientes, con la que am
bas pletinasentran en sus respectivas arm
ellas» (T
). Su ventaja es que se puede
empotrar en los largueros de la hoja y reducir los elem
entos vistos a lam
anija o el uñero que m
anipula las varillas.
En la actualidad la técnica es m
ucho más com
pleja y permite sofisticadas
manipulaciones; sin em
bargo el lenguaje es cada vez más escaso. E
xis-ten herrajes sofisticados para las ventanas oscilobatientes, o para ele-var las hojas correderas a fin de conseguir una m
ayor estanquidad, yaque caen con todo su peso presionando las guarniciones, pero apenastenem
os nombres ni para los nuevos ni para los viejos m
ecanismos.
161718
Falleba con agujero coliso y bordes dentadospara ser utilizada com
o retenida.
Crem
on
a d
e u
na
mo
dern
a ven
tana
oscilobatiente.
E
39
La fallanca es «el vierteaguas de una puerta o ventana» (RA
E). E
s unperfil clavado a la parte exterior del peinazo inferior de la hoja que pro-yecta el agua hacia el exterior y protege al m
arco con un pequeño goterón.E
n algunos otros diccionarios, aparece también com
o fayanca, aun-que, curiosam
ente, la Real A
cademia reserva esta segunda grafía para
otro significado: «postura del cuerpo en la cual hay poca firmeza para
mantenerse». La verdad es que la fayanca, com
o moldura añadida al
cuerpo de la carpintería y sometida a la m
ás directa incidencia de lalluvia y el sol, suele tener “poca firm
eza para mantenerse” ya que está
formada por un listón m
oldurado que se deforma con las lluvias y los
cambios de tem
peratura, y se despega de su soporte. Las mejores so-
luciones tradicionales exigen un engargolado en cola de milano o sim
i-lar para asegurar la fijación de la fayanca al resto de la hoja.
La fayanca es siempre una m
oldura en las carpinterías de madera, pero
existen voces casi sinónimas que pueden aplicarse a otros m
ateriales ysituaciones, com
o el desp
ideaguas descrito por M
aría Moliner con todo
detalle: «listón en declive, plancha de zinc o cualquier cosa semejante
que monta sobre la pieza inferior del m
arco, que se pone en las puertas yventanas para apartar el agua de lluvia y que no penetre por las juntu-ras». Todos ellos caben dentro del genérico vierteaguas, y en todos ellosla intención es la de evacuar hacia el exterior el agua que corre por losplanos verticales para de este m
odo proteger las juntas horizontales de lacarpintería. Tam
bién el término ‘escup
idor, sinónim
o vulgar y muy exten-
dido en Cataluña, expresa claram
ente la función de estos elementos.
1FallancaFayanca
2D
espideaguasV
ierteaguasE
scupidor3
Hoja
Batiente
4B
astidorLargueroLarguero dem
anosLarguero de fijasP
uercaM
ontante5
Peinazo
Panel
Cuarterón
Entrepaño
7G
alceG
árgolG
argalloR
envalsoE
ncaje a gancho8
Burlete
JuntasG
uarnición9
Baquetón
Baqueta
Baquetilla
Junquillo10
Felpas
11V
idrio común
simple
Vidrio com
úndobleLunaV
idrio flotadoV
idrio templado
Vidrio lam
inadoV
idrio inastillableV
idrio concám
ara12
Silicona
estructuralV
EC
13P
racticable a lafrancesaP
racticable a lainglesaP
ivotanteB
asculanteG
uillotinaD
eslizanteC
orrederaO
scilobatiente
12 Fayanca
Los mecanism
os de la estanquidad
Fayanca en una carpintería de madera, según
el libro Cóm
o debo construir, de P. Benavent
F
40
Todas esas voces son una primera m
edida de protección frente al pro-blem
a más grave que plantea una carpintería practicable: la estanquidad
de las juntas entre los elementos practicables y los fijos. P
ero antes deaproxim
arnos a ese problema vam
os a repasar la terminología de esos
componentes m
óviles de la hoja: «en las puertas, ventanas, biom
bos,etc., cada una de las partes que se abren y cierran» (T
). El b
atiente es lom
ismo, pero su definición acepta adem
ás otro significado en la carpin-tería, que según el Torroja hace m
ás confuso su uso: «parte del cercode las puertas y ventanas que detiene la hoja cuando se cierra».
Si analizam
os las piezas que forman ese batiente, la confusión conti-
núa. El b
astido
r es un armazón que sirve para bastir, construir, todo un
conjunto carpintero. Por lo tanto se puede usar tanto para el m
arco, fijoa la obra, com
o para el perímetro de la hoja donde se dispondrán los
elementos de relleno, vidriados o no. E
se bastidor de la hoja está forma-
do por unos elementos verticales y otros horizontales. Los prim
eros sonlos larg
ueros, «palos o barrotes que se ponen a lo largo de una obra de
carpintería» (T). La tradición, no obstante, distingue entre el larg
uero d
em
anos, el que se coge para abrir la hoja, y el larg
uero d
e fijas, aquél alque se atornillan las bisagras o fijas. E
n algunos diccionarios se llama
puerca al «larguero en el que estriba el quicio de una puerta»
(P). S
eráporque en él se fijan las puercas, los anillos m
etálicos en los que seintroduce un pivote o tejuelo para hacer de punto de giro de la hoja.M
odernamente se tiende a llam
ar ‘mo
ntantes a los largueros. Así lo
recomienda A
enor, por ejemplo, pero la R
AE considera que el m
ontantesólo es la «ventana sobre la puerta de una habitación». N
o parece ha-ber razón ninguna para sustituir al tradicional larguero.
Los listones horizontales se suelen llamar travesaños aunque la R
AE
dice que eso es «cualquier pieza de madera o de hierro que atraviesa
de una parte a otra». En realidad deberíam
os llamarlos p
einazos: «pie-
za que cruza de un larguero a otro de las puertas y ventanas, formando
las divisiones de ellas o cuarterones» (MM
). Y, en particular, es el peinazode cerradura el que soporta los m
ecanismos correspondientes. Las hojas
se completaban cerrando los espacios entre el bastidor y los peinazos
con unos paneles o cuartero
nes de madera. La voz entrep
año tiene el
345
Hojas practicables form
adas por dos largueros,seis peinazos y dos cuarterones.
FPerfiles de un prem
arco o peana
41
mism
o significado, pero también se puede usar para el lienzo de pared
entre dos pilastras.
Ahora ya podem
os volver al problema que nos preocupaba al principio
de este capítulo: la difícil estanquidad de las juntas entre los elementos
móviles y los fijos. C
omo hem
os visto, los vierteaguas y fayancas pue-den alejar gran parte del agua de las juntas horizontales, pero siem
prepodrá llegar a ellas la que se m
ueva horizontalmente im
pulsada por elviento. Tam
bién debemos recordar que para que la hoja sea practicable,
esa protección no puede cubrir toda la junta puesto que cerca del lar-guero de fijas la fayanca debe interrum
pirse. Por últim
o, deberemos te-
ner en cuenta que las juntas verticales también exigen algún tipo de
protección. La solución tradicional para todos estos problemas es la
cámara drenada. S
e trata de un mecanism
o muy eficaz e inteligente
que inutiliza los motores que m
ueven el agua hacia el interior del edifi-cio: la presión del viento y la capilaridad. C
onsiste en conformar una
cámara a lo largo de toda la junta entre perfiles m
óviles, fijos. Para ello
se asegura que ambos se tocan en sus planos exterior e interior, pero
se separan por el centro formando la cám
ara deseada. El agua, im
pul-sada por el viento y arrastrada por la capilaridad, puede atravesar laprim
era línea de contacto entre perfiles, pero, al llegar al amplio espacio
de la cámara, la presión se hace insignificante y adem
ás la capilaridaddesaparece. La gota de agua queda a m
erced de la gravedad y puedeser conducida nuevam
ente hacia el exterior si se disponen las pendien-tes y los drenajes convenientes.
Esa junta, de laberíntico dibujo, ha recibido diversos nom
bres y, aunqueen ninguna de las definiciones se hace m
ención explícita a la cámara
drenada, ésta existe en casi todos los casos y es, de hecho, su principalatributo. G
alce es la voz más genérica: «ranura que se hace en un cer-
co o marco para que sirva de tope a una puerta» (S
H). E
n general, seconsidera sinónim
a de gárg
ol o g
argallo
, pero es preferible reservaresas voces para la ranura que se hace en un perfil con el objeto de queencaje dentro de él el canto afilado de una tabla. U
na de las más ade-
cuadas es renvalso, «el rebajo que se hace en el canto de las hojas de
las puertas y ventanas para que encajen en el marco y unas con otras»
67
Galce de una carpintería tradicional. F
42
9
(T), una definición que alude explícitam
ente a la formación de una cavi-
dad a lo largo de todo el perfil de la junta. El vocablo m
ás concreto, perom
uy poco utilizado, es el encaje a gancho
, en el que el dibujo de lasección se hace m
ás complejo: «form
a de encaje usada entre los bor-des coincidentes de una puerta y su bastidor, cuando se requiere queésta se cierre sin dejar penetrar el aire ni el polvo; los bordes coinciden-tes de la puerta tienen un saliente que encaja en la correspondientedepresión del bastidor» (T
).
Las carpinterías contemporáneas en alum
inio o PV
C carecen de la elas-ticidad de la m
adera o de la presión de la españoleta para aseguraram
plios contactos entre los perfiles fijos y los móviles, y por esa razón
son cada vez más usados unos com
plementos, unas tiras de diversos
materiales que aseguran el contacto entre perfiles y am
plían las zonascom
primidas. S
u nombre genérico es b
urlete, «tira, generalmente de
materias flexibles, que se pone en los intersticios de las puertas o ven-
tanas para que no pase el aire» (T
). La confianza en las cámaras drenadas
está llevando a la eliminación de la fayanca. Todas las m
odernas carpin-terías de alum
inio y muchas de las de m
adera enrasan hoja y marco, y
dejan sin protección el clareo entre ellas. En el interior una junta m
áselástica lim
ita el fondo de la cámara de drenaje. Junta es una voz de
significado ambiguo pues alude tanto al espacio que separa dos piezas
como al m
aterial que lo llena. Dejarem
os la primera acepción, juntas de
deformación, y nos quedam
os aquí con las tiras de material deform
ableque establecen el contacto entre los perfiles de la hoja y el m
arco. Sería
más adecuado y m
ucho más preciso, llam
ar guarnicio
nes a estos cor-dones deform
ables. Guarnecer es «poner en un sitio accesorios y com
-plem
entos» (MM
), aunque también significa «revocar o revestir las pare-
des». En particular guarnición alude a tiras de adornos, y su uso en los
jaeces de las caballerías la acerca al mundo de la talabartería y los
cueros, cueros con los que se han hecho las mejores guarniciones.
Otro punto que m
erece especial cuidado para asegurar la estanquidades la junta entre los vidrios y los perfiles que los soportan. E
n la cons-trucción tradicional el tam
año de los vidrios obligaba a dividir la hoja envario
s rectá
gu
los: lo
s pe
rfiles q
ue
forma
n e
sta re
tícula
se lla
ma
nb
aqueto
nes, y el fino perfil que sujeta el vidrio contra ellos es la baq
ue-
8
Carp
intería
de
alum
inio
co
n
jun
ta d
eestanquidad tras la cám
ara drenada.
F
43
ta, baq
uetilla o junquillo
. Pero en la actualidad el tam
año del vidrio yano im
pone ninguna limitación a la hoja y los sistem
as de sellado hancam
biado por completo.
Las guarniciones también tienen su papel para cerrar las juntas de
las fachadas modernas. S
on perfiles de materiales plásticos diver-
sos que, una vez comprim
idos, aseguran la estanquidad. A lo largo
del tiempo, después de ser utilizados en la industria del autom
óvil,pasaron a los vidrios fijos e incluso a los paneles ligeros. La confian-za en estos sistem
as de cierre estanco de unas juntas absolutamen-
te desprotegidas desde el punto de vista geométrico está haciendo
crisis en la tecnología contemporánea. E
n la actualidad hasta losm
uros cortina con mayores prestaciones recurren a protecciones y
cámaras drenadas para asegurar la estanquidad de sus fachadas.
En las carpinterías correderas la estanquidad es m
uy difícil porquela hoja no puede com
primirse contra la guía y la estanquidad se en-
comienda a unas tiras textiles llam
adas felpas.
Las vidrieras tradicionales se organizaban con el vidrio
com
ún simp
le,o si era necesario, con el d
ob
le: los vidrios planos más sencillos (el
doble no se debe confundir con los vidrios con cámara, pues es éste
simplem
ente un vidrio de 3 a 3,5 mm
de espesor que puede llegar aform
ar hojas de hasta 250 x 170 cm). E
l vidrio que hoy en día más se
utiliza es la luna o vidrio
flotad
o, unos vidrios de gran perfección cuyo
nombre proviene de un anterior m
étodo de fabricación mediante un sis-
tema de flotación sobre un estanque de m
ercurio. Sus dim
ensionespueden llegar a algo m
ás de 6 m por 2,6 m
. Su fragilidad, no obstante,
ha dado lugar a que produzcan los vidrio
s temp
lado
s, un vidrio endu-recido térm
icamente, que cuando se rom
pe salta en mil pequeños frag-
mentos que apenas com
portan peligro. Otra técnica com
ún es la de losvid
rios lam
inado
s o inastillables: «tipo de vidrio [...] form
ado por dospiezas de vidrio plano con un m
aterial plástico intermedio» (T
). Por últi-
mo, para aum
entar la protección térmica, es decir, para reducir las pér-
didas a través de las finas láminas de vidrio, se ha difundido el vid
rioco
n cámara, un vidrio form
ado por dos láminas que encierran una cá-
mara de aire seco perfectam
ente aislado del exterior gracias a un cor-dón perim
etral de sellado.
1011
Guarniciones para la fijación de un vidrio con
cámara.
Colocación de guarniciones entre los vidrios de
las oficinas de la Johnson W
ax en Racine,
Wisconsin (F. Ll. W
right).
F
44
13
Los sistemas de fijación de los vidrios al soporte, con o sin m
arco, sonuno de los paradigm
as de la arquitectura contemporánea. La exigencia
por parte de los arquitectos de soluciones cada vez más tersas, lim
pias,transparentes y livianas está llevando a una verdadera revolución en lafijación del vidrio. U
n camino lo abrieron hace unos quince años un nue-
vo tipo de siliconas, con gran capacidad para soportar las tracciones ycon am
plia durabilidad. Por influencia norteam
ericana hemos dado en
llamarla silico
na estructural. Aún sin ser perfecto es preferible el térm
i-no francés, V
EC, acrónim
o de Vidrio E
xterior Pegado.
Para acabar darem
os un rápido vistazo a los nombres que reciben las
ventanas según la manera en que se abren sus hojas. La m
ás sencilla,la que gira sobre un eje vertical, la ventana p
racticable, que se dice que
es a la francesa si se abre hacia dentro y a la inglesa si se abre hacia
fuera. Si el eje de giro es vertical pero no está en el larguero de fijas, la
ventana se llama p
ivotante. Las que se abren sobre un eje horizontal,
cualquiera que sea éste, se denominan b
asculantes. La ventana deg
uillotina es la que tiene «dos m
arcos, uno superior y otro inferior, delos cuales, por lo m
enos uno, sube y baja a lo largo de las oportunasranuras del cerco» (T
). Las deslizantes o co
rrederas tienen «una o va-
rias hojas contiguas que se abren por traslación horizontal sobre supropio plano» (T
). Por últim
o, tenemos que citar algunas form
as combi-
nadas de practicabilidad, como la ventana o
scilob
atiente, con un com-
plejo mecanism
o oculto que permite su funcionam
iento alternativo como
practicable o como basculante.
12
Ventana de librillo de hojas vidriadas.
Nom
bre de las ventanas según la forma de
abrirse la hoja.
F
45
La apertura de un hueco en el muro de fachada plantea problem
as deborde ya que el m
uro debe ser modificado en el entorno del hueco para
hacer frente a las dificultades que la discontinuidad introduce. Algunas
de estas modificaciones sólo afectan al grosor del m
uro, que incrementa,
por ejemplo, su capacidad portante al colocar dinteles, etc. Tratarem
oseste tipo de adecuaciones de carácter m
ecánico en el capítulo que en-cabeza la voz U
mbral. A
quí recorreremos únicam
ente lo que modifica el
haz exterior del muro. S
e trata, en general, de elementos que tienen su
origen en la protección del hueco frente a las aguas que descienden porla fachada. C
on los años su diseño se ha ido modificando para contri-
buir a la conducción de la suciedad y para ordenar las manchas que se
producirán en el alzado del edificio.
Algunas voces designan los elem
entos más sencillos, los que sim
ple-m
ente proyectan el agua fuera del plano de fachada: el guard
aguas o
cubreag
ua, esto es, «tabla que protege la unión del marco o m
ontantecon el dintel [...] para evitar la entrada del agua de lluvia»
(T); o el ‘fal-
dó
n, «platabanda de madera que sustituye a la cornisa sobre puertas y
2G
uardaguasC
ubreaguaFaldónS
obrepuertaS
obrecejoM
arquesina3
TejarozS
obradillo4
Tambanillo
Tambarillo
FrontónT
ímpano
5C
apirote6
Guardapolvo
Cobertor
Um
bela7
Mazonera
8FajónA
codoC
hambrana
Cham
billa9
Alfiz
Arrabá
Albanega
Enjuta
Sobaco
10B
ahorrina11
Vierteaguas
Despidiente
Bateaguas
12Im
posta13
Cornisa
Vertiente de la
cornisa
El agua en la fachada
12 Guardapolvo
Guardapolvos de las escuelas de la S
agradaFam
ilia (A. G
audí). G
46
ventanas» (M
M), y su sinónim
o *sob
repuerta. U
n elemento m
ás impor-
tante parece ser el sob
recejo que, para M
aría Moliner, adem
ás del bor-de saliente de algo, «es el cobertizo que avanza sobre una puerta, es-calinata o andén para resguardarlo de la lluvia». P
or su proximidad te-
nemos que citar aquí la m
arquesina: «especie de alero o protección de
cristal y metal que se coloca a la entrada de edificios públicos, palacios,
etc.» (RA
E). E
s una voz que viene de la marquesa, el dosel que m
arcabala entrada en una tienda de cam
paña de cierto rango.
La manera m
ás natural de proteger no sólo la fachada sino también un
pequeño espacio vecino, un balcón, por ejemplo, es construir un tejadillo
encima. E
so es lo que explican voces como tejaroz o sob
radillo
. La pri-m
era hace referencia directa al tejado como solución constructiva, la se-
gunda alude al nombre general de los espacios bajocubierta, el sobrado.
Si ese tejadillo se organiza a dos vertientes, se evitará que las aguas
caigan por delante del hueco, algo bastante inadecuado en el caso deuna puerta de acceso, por ejem
plo. Ésta idea sugiere la form
ación deun pequeño frontón sobre el hueco que conduzca las aguas hacia fue-ra, pero tam
bién hacia los lados del hueco. Esta es la intención del
tamb
anillo o tam
barillo
(cruce de las palabras tímpano y tam
bor), des-crito por M
aría Moliner com
o el «frontón que corona una puerta o ven-
tana» y asociado a las voces que se refieren a su modelo original de
modo que lo adm
ite como acepción en las entradas correspondientes a
frontó
n y tímp
ano.
34
Vierteaguas o b
ateaguas en unas ventanasgallegas.
Los tambanillos del P
alacio Farnesio, Rom
a.
Marquesina del m
useo de arte de Stuttgart,
Alem
ania (J. Stirling).
G
47
Vestida de frontón, nuestra protección adquiere una dignidad que le
dará un papel importantísim
o en la composición de la fachada; sin em
-bargo, al m
ismo tiem
po en que se produce su desarrollo de esa funciónestética, se olvida su prim
igenia función constructiva. Los diccionariosson testim
onio de ese olvido, y así nos llega el capiro
te: «la cornisa conque regularm
ente se corona una puerta o ventana para su mayor orna-
to» (BB, M
T y T), voz en desuso y que parece acentuar los aspectos orna-
mentales del elem
ento. Com
o tantos otros, el tambanillo, un elem
entoconstructivo de sum
a difusión en la arquitectura popular, encontró suexpresión culta en la arquitectura del R
enacimiento, que hizo de él uno
de sus elementos com
positivos más significativos.
Entre todas las voces, no obstante, he preferido g
uardap
olvo
porqueen su definición los diccionarios parecen m
overse entre ambos extre-
mos, la protección y el ornato, y porque adem
ás introduce su objetivoen su propia construcción verbal: la protección frente a la suciedad. Losvocabularios tradicionales la acercan a la función decorativa del capiro-te, m
ientras que los más m
odernos le atribuyen una función protectoram
ás próxima al sobradillo. P
or esta ambigüedad y por su propia com
po-sición parece que es la voz m
ás próxima al elem
ento que queremos
describir: la moldura, cornisa o regata que nos ayudará a evitar las ex-
cesivas concentraciones de agua en las zonas de estanquidad más
delicada, los huecos, y que desviará la primera agua de lluvia cargada
de suciedad hacia las zonas escogidas. Recuérdese tam
bién su uso
56
La d
ispo
sición
de d
os cap
irotes u
nid
os
eviden
cia el olvid
o d
e su fu
nció
n en
laconducción de las aguas. E
n el punto de uniónel agua ha b
uscado salid
a destruyend
o elm
oldurado.
Tambanillo popular.
G
48
9 78
como: «prenda de vestir que se pone sobre los otros vestidos, por ejem
-plo para trabajar o, antiguam
ente, para viajar, para preservarlos de lasuciedad. C
ualquier cosa con que se cubre otra para preservarla delpolvo» (M
M). E
l mism
o tono tienen dos voces que cita Paniagua: co
ber-
tor, «cornisa volada sobre puertas y ventanas»; y um
bela, com
o sinó-nim
o de guardapolvo o como «doselete plano».
Las implicaciones estilísticas del elem
ento han sido tan importantes
que su diseño ha sido objeto de las más diversas intenciones expresi-
vas. Es significativo el caso del guardapolvo inverso de G
uimard, una
ranura bellamente dibujada en la piedra que debe conducir parte de la
escorrentía de la fachada hacia los macizos que enm
arcan la ventana.P
robablemente con la m
isma función protectora que el guardapolvo pero
más cerca de ser un sim
ple subrayado del perímetro del hueco, están
una serie de elementos que enm
arcan la ventana con alguna forma de
resalte, el más sencillo parece ser la m
azonera, descrita com
o regruesoen relieve que enm
arca la obra (MM
), aunque, en general, parece que laobra de m
azonería es cualquier obra de albañilería (masonería) abulta-
da o en relieve (P
).
Muy sim
ilar es el fajón, pero P
aniagua exige –curiosamente- que sea
realizado con yeso: «recuadro ancho de yeso que enmarca los vanos
de puertas y ventanas». La incorporación del término m
oldura a algu-nas de estas definiciones atestigua el increm
ento de la función decora-tiva; así sucede, por ejem
plo, con acod
o, descrita com
o «moldura re-
saltada que forma el cerco de un vano» (T
). También la cham
brana se
muestra ya totalm
ente decantada hacia esa función: «labor decorativadispuesta alrededor de puertas y ventanas», un vocablo que, segúnP
aniagua, proviene del francés chambrande. E
s curioso que esa pala-bra tam
bién defina «cada uno de los travesaños que unen las patas deuna m
esa o silla para darle mayor consistencia»
(P), y en ese sentido
parece introducir la idea de marco rígido. P
or fin, la chamb
illa añadeotra función m
uy precisa, la del «cerco de piedra que recibe y afirma
una reja de hierro» (T).
La arquitectura árabe organizó alrededor de la parte superior del huecouna serie de elem
entos decorativos en los que es difícil deslindar los
Cham
brana.
G
49
1011
aspectos funcionales de los que tienen como objetivo la ordenación de
la fachada o de los que son simplem
ente decorativos. Se trata de inser-
tar el arco de herradura en un gran rectángulo denominado alfiz, «m
ol-dura o resalte en recuadro que enm
arca el vano en arco» (P). E
sta vozencuentra su origen, según el autor, en al-ifriz (en árabe ornam
entoarquitectónico), y se considera sinónim
a de arrabá, que significa el cua-
dro. Cada triángulo com
prendido entre el alfiz y el arco es la albaneg
a,que puede estar adornada con toda clase de elem
entos decorativos;este térm
ino puede corresponder a las voces de origen latino enjuta oso
baco
(P), descritas com
o «cada uno de los espacios triangulares re-sultante de inscribir un círculo o un arco en un cuadrado» (M
M).
La protección frente al polvo y la suciedad que arrastran las primeras gotas
de lluvia es un aspecto olvidado en el diseño de la fachada moderna. La
tradición ha concebido múltiples elem
entos para esa protección y ha dadodiversos nom
bres a esa mezcla de agua y suciedad, entre ellos b
ahorrina,«suciedad revuelta con agua. C
ualquier clase de suciedad» (MM
).
En la arquitectura histórica aparecen m
uchos otros elementos cuya m
i-sión es reducir la cantidad de agua que corre por las fachadas, adem
ásde los que ya hem
os visto que se dedican específicamente a proteger
los huecos. Su nom
bre genérico, y el que mejor describe su función, es
vierteaguas. Lo hem
os citado también entre los elem
entos de carpinte-ría, pero su definición general lo asocia preferentem
ente a la albañileríay a la fachada: «elem
ento destinado a desviar el agua de lluvia impi-
diendo que ésta se deslice por el paramento de un m
uro. Moldura en
saledizo sobre puerta o ventana destinada a desviar el curso del aguaque se desliza sobre el param
ento» (P). O
también d
espid
iente: «cual-quier elem
ento que protege y evita que el agua de lluvia se deslicesobre otro o se introduzca en alguna parte» (P
). Definición m
uy similar a
la de bateag
uas, aunque, para el mism
o diccionario, ésta introduce unavisión m
ás general, útil para señalar elementos m
enos asociados alclásico resalte lineal de la fachada: «en general lo que sirve para cam
-biar el curso del agua de lluvia, im
pidiendo que ésta penetre o se desli-ce perjudicialm
ente».
Alfiz.
G
50
Otros dos elem
entos de gran importancia en la com
posición de la fa-chada inciden significativam
ente en la conducción de las aguas: laim
posta y la cornisa. La imp
osta, que originalm
ente era el apoyo de unarco o una bóveda (im
postar, poner sobre), se transforma en una «cor-
nisa o hilada en voladizo que, en la fachada de un edificio, acusa elplano horizontal de intersección entre dos plantas superpuestas» (P
).S
e trata, pues, de un elemento sim
plemente ordenador del alzado, pero
no puede evitar, con su resalte, convertirse en un despidiente, y paraconseguir ese resultado se dibuja su perfil y se ejecuta su labra en lacantería tradicional.
La cornisa, aunque será analizada con todo detalle al tratar el sofito,tiene un papel tan im
portante en la proyección de las aguas más allá de la
fachada que no puede dejar de ser citada aquí. Según P
aniagua, la corni-sa es «la m
oldura, o conjunto de ellas, que remata un elem
ento o uncuerpo. S
u función originaria es la de evitar que el agua de lluvia incidadirectam
ente sobre el muro o se deslice por el m
ismo». M
uchos dicciona-rios incluyen específicam
ente la expresión vertiente de la cornisa por la
importancia que tiene la evacuación del agua sobre la propia cornisa o
imposta. E
n algunos edificios esos planos horizontales entretienen el aguay producen hum
edades y filtraciones en el paramento superior.
La arquitectura moderna ha barrido de la fachada todos los elem
entoscom
positivos de sabor historicista sin mayor consideración hacia su fun-
ción, en este caso al servicio de la estanquidad de los huecos. Sólo la
posmodernidad ofreció algunas recuperaciones, quizá dem
asiado litera-les, del capirote neoclásico; pero lo cierto es que el problem
a de la conduc-ción de las aguas y del control del ensuciam
iento de la fachada sigue ahí.
12
1314
Guardapolvos en una escuela de Lloret de M
ar,G
irona (C. Ferrater, J. G
uibernau).
Cejas o rozas incisivas form
ando guardapovosen una fachada paisina (H
. Guim
ard).
G
51
Los planos inclinados que expulsan el agua en los tejados dibujan unageom
etría voluminosa y aristada que levanta la planta del edificio y la
explica en los alzados. Los rigores de la técnica y la geometría cualifica-
dos por esa importancia com
positiva han reunido numerosas voces para
explicar cada recoveco y cada perfil. Los propios planos de la cubiertaya se llam
an de maneras diversas. A
lgunas voces como fald
ones o
faldetas (T
) aluden a la de las faldas de la colina a esa forma genérica
de cono o pirámide. O
tras, como tend
ido
s, recuerdan los planos sobrelos que se tiende la teja. P
or último, vertientes o ag
uas nos recuerdansu función de conducción del agua de lluvia. A
sí, hay cubiertas de una,dos, tres o m
ás aguas.
Cuando dos vertientes o faldones que llevan las aguas en direcciones
opuestas se encuentran con una fachada perpendicular, dibujan el per-fil del tejado, con el ángulo de la cum
brera en su remate. E
se muro, en
general, es un ‘testero, pero cuando se rem
ata de esta manera se le
llama hastial o fastial, voces que según M
aría Moliner derivan del latín
fastigium, la cum
bre, el punto más alto. Tam
bién se usaba antiguamen-
te fastigio
, tanto para hastial como para la piedra m
ás alta del testero.
Esa
forma
trian
gu
lar e
s mu
y inte
resa
nte
de
sde
el p
un
to d
e vista
compositivo. E
n los edificios que tienen una cornisa de remate de la
fachada principal, esta cornisa, al llegar al testero, se ve obligada acam
biar su directriz hacia arriba para recorrer el perímetro del hastial,
siempre inm
ediatamente debajo de la cubierta, form
ando lo que ha dadoen llam
arse el frontó
n. Cuando la cornisa se desdobla y una de las
Hastial
Las formas de la cubierta inclinada
123
1FaldonesFaldetaTendidoV
ertienteA
guas2
TesteroH
astialFastialFastigio
3FrontónT
ímpano
FrontisIm
afronteFrontispicio
4Z
anco5
Lima
Cum
breraLindónD
oblezLom
oLom
eraM
ojinete
Montera
6C
restaC
restónC
aballeteC
restería7
Carena
Carenado
Carina
8Lim
atesaM
orcillo9
Limahoya
11G
uardaguasQ
uitagoteras12
Escudete
13Q
uebrantoM
ansarda14
Hijuela
15A
lbardillaM
ohinete16
Barda
H
52
ramas sigue horizontal, se form
a una superficie triangular, encerradaentre las dos ram
as y generalmente m
uy adornada, denominada tím
-p
ano. E
sta voz tiene un sentido general de mem
brana de taponamien-
to, que es el que justifica este uso. En efecto, el m
uro se ha acabado enla cornisa inferior, y el elem
ento opaco por encima de esa cornisa sólo
es un taponamiento del espacio ocupado por las arm
aduras de cubiertaque la sostienen. E
l tímpano, pues, puede ser una m
embrana poco
tectónica. La singularidad arquitectónica de ese conjunto lo ha converti-do en el rem
ate habitual de la fachada principal de muchos tipos
edificatorios y le ha dado nombres com
o frontis o im
afronte. E
n mu-
chos casos se ha organizado una cubierta especial, a dos aguas, en elcentro de grandes fachadas para dibujar en ese alzado del edificio unfro
ntispicio
monum
ental.
A partir de lo expuesto estam
os imaginando un edificio lineal en el que
la secuencia de los cuchillos, la simplicidad de la cubierta a dos aguas
y la presencia de los frontones han generado una solución arquitectóni-ca m
arcada por la direccionalidad. Es un tipo m
uy útil para las organiza-ciones espaciales unitarias con un recorrido lineal entre los testeros: esel caso de casi todos los tem
plos de la historia de la humanidad. S
inem
bargo, con frecuencia la arquitectura busca la perfección de unavolum
etría más isótropa, prefiere unos testeros sin frontones, una cor-
nisa que recorra horizontalmente todo el edificio y un espacio interior
más centrípeto y m
enos axial. Se debe recurrir entonces a la cubierta a
cuatro aguas, cuyo soporte será más com
plejo, puesto que exige paralos nuevos faldones una estructura bastante heterodoxa. E
sos faldonestriangulares de los testeros tienen un nom
bre específico y poco utiliza-do: los ‘zanco
s. El diccionario de la R
AE reserva faldón para este plano,
pero en el uso común esa voz se aplica a cualquier vertiente.
Entre los diversos faldones de cubierta tenem
os ahora dos tipos deencuentros o lim
as, los dos con forma convexa vistos desde lo alto. U
noes el encuentro entre las dos vertientes principales, una línea general-m
ente horizontal que se llama cum
brera o caballete. O
tras voces, me-
nos usadas, que citan algunos diccionarios son ‘lindó
n, ‘do
blez, ‘lo
mo
,*lo
mera, m
ojinete y ‘m
ontera.
45
Tímpano en un tem
plo clásico.
Zanco
de la casa Im
anolena en M
otrico
,G
uipúzcoa (L. Peña G
anchegui).
Hastial de la escuela C
arl Johan, Gotem
burgo,S
uecia (G. A
splund).
H
53
No es un punto fácil de solucionar. Las tejas norm
ales lo resuelvencon tosquedad, pues quedan m
uy altas al montar perpendicularm
entesobre las tejas cobijas. E
s habitual diseñar piezas especiales paraeste punto, las ‘crestas, ‘cresto
nes o
caballetes, «nom
bre aplicableen general a cualquier objeto, pieza o elem
ento de construcción for-m
ado por dos vertientes [...], cualquier clase de cubrimiento aplica-
do sobre esa unión» (MM
), e incluso dotarlas de adornos cerámicos
formando cresterías.
Es curiosa la presencia de la voz caren
a, que en el vocabulario náu-
tico es la parte sumergida del casco, pero que en catalán es ya el
perfil de la línea más alta de las m
ontañas y también la cum
brera deltejado. M
aría Moliner cita carena com
o cumbrera, y caren
ado
como
«cubrimiento de la arista de un tejado». C
lairac, a su vez, describe lavo
z *carina com
o «el nombre que daban los rom
anos a los edificioscubiertos con arm
aduras que se asemejaban en su form
a a un cas-co invertido» y de ellos tom
ó nombre un barrio de R
oma.
La otra línea de encuentro se forma en el perím
etro de los zancos,en los testeros. S
e trata de líneas inclinadas que van de los extre-m
os de la cumbrera hasta las esquinas del edificio. S
on las limatesas,
líneas de solución siempre incóm
oda pero que tienen, frente a lacum
brera, la ventaja de la pendiente, que asegura la escorrentía porsolape de las tejas. La abultada form
a de la construcción de esaprotección ha dado lugar a un nom
bre para describirla, aunque pocoutilizado, el m
orcillo
(derivado de murecillo, según M
aría Moliner).
Cuando la planta presenta concavidades en su perím
ero o cuandose form
a un frontón en una fachada que no es el testero, se produ-cen encuentros entre faldones que dibujan un diedro cóncavo haciael exterior. E
se encuentro se llama la lim
aho
ya y es uno de los pun-tos de m
ás difícil solución en cualquier cubierta inclinada. En efecto,
en las limas convexas que hem
os visto hasta ahora las canales arran-caban de ellas y se llevaban el agua hacia abajo. E
n este caso lascanales llegan a la lim
ahoya y hay que tomar el agua bajo ellas para
conducirla hasta el alero o la cornisa.
6789
Cum
brera ventilada moderna.
Morcillo en la casa B
atlló de Barcelona (A
. Gaudí).
Cum
brera en Tuy con protección del murete
sobre la canal.
H
54
10
11
La solución no es fácil porque las tejas canales se suelen apoyar en unplano de soporte, el chillado, arjeute o forjado de horm
igón. Por lo tanto,
cualquier cosa introducida bajo esas canales supondrá, si tiene un cier-to espesor, una m
odificación de la forma de ese soporte, la excavación
de una canal que será muy difícil de construir. La tradición rechaza las
limahoyas. R
ecuérdese, sobre este particular, la advertencia de FrayLorenzo en las O
rdenanzas de Ardem
ans: «el alarife no debe aconsejarque se haga una lim
a en el propio tejado, poniendo el inconveniente deque la lim
ahoya es un continuo enemigo, que con ella tiene un censo
perpetuo en la casa contra sí».
Cuando no queda otro rem
edio se recurre a los metales para form
aresa canal de poco grosor y gran durabilidad (tradicionalm
ente, el plo-m
o; h
oy, ch
ap
as d
e cin
c u o
tro m
eta
l). So
n la
s ‘gu
ard
ag
ua
s o*q
uitago
teras, trozos de plancha de plomo, cinc u otro m
aterial imper-
meable que se colocan debajo de las tejas. N
o obstante, tanto si bajo lalim
ahoya hay una viga de madera com
o si se trata de un forjado con-tem
poráneo, es muy difícil abrir un espacio para dar a esa protección
las formas que la geom
etría exigiría. Estas quitagoteras se utilizan tam
-bién en cualquier entrega difícil; por ejem
plo, en el encuentro con cual-quier cuerpo de albañilería que sobresalga por encim
a de la cubierta.
Guardaguas de cinc en una casona bilbaina.
H
55
1213
Son m
uy espectaculares en la construcción inglesa, pero entre noso-tros sólo están bien realizadas en el norte de E
spaña.
Cuando el faldón se ve interrum
pido por alguna forma -una gran chi-
menea, por ejem
plo- que interrumpe el libre discurso de las aguas en
cierta anchura, será necesario introducir unos pequeños faldones quedesvíen el agua y eviten el obstáculo. A
la forma que se genera se la
llama *escud
ete (T).
La cubierta puede cambiar de pendiente en m
edio de un faldón. Eso
ocurre por ejemplo cuando el cuchillo tiene una contrarm
adura; esecam
bio de directriz se denomina ‘q
uebranto
. Un diseño m
uy común de
cubierta quebrantada es la *mansard
a, una solución de cubierta quegana una planta habitable haciendo m
uy vertical el plano más cercano
a la fachada y cambiando la pendiente cuando se ha llegado a la altura
habitual de las viviendas. Debe su nom
bre a su primer diseñador, el
arquitecto francés J.L. Mansard.
Otra voz curiosa y casi olvidada es la ‘hijuela. O
riginalmente significaba
desvío o ramal de un cam
ino o acequia. A la construcción parece haber
llegado por el mundo de la carpintería, donde describe «la pieza que
cubre lo que falta en una ensambladura» (P
). En la cubierta es el ajuste
14
Albardilla de piedra.
H
56
del solape para adaptarse a una planta trapezoidal. Es decir, que las
cobijas se van cerrando sobre las canales para que el faldón puedatener diferente anchura en la cum
brera y en el alero.
No debem
os olvidar que cualquier elemento horizontal exterior es una
cubierta que debe proteger el elemento constructivo que tenga debajo.
Eso es cierto para m
uchos pavimentos, com
o vermos al hablar de la
regata, pero también para la parte superior de los m
uros exteriores. El
nombre m
ás común de esta pequeña cubierta es alb
ardilla, pero tam
-bién caballete, ‘lom
o o mo
hinete, definido por Benito B
ails hace dos-cientos años con una interesante anotación: «el caballete que se hacede sillería, ladrillo, etc. en una pared de cerca, cuyo destino es dar ver-tiente a la lluvia para que se escurra y caiga lejos del pie de la pared».E
n cualquier caso, las aguas depositadas sobre la albardilla puedenm
anchar la pared, por eso es conveniente que la evacuación no sehaga sobre la vertical del param
ento.
Hay albardillas o caballetes de ladrillo colocado a sardinel o de piezas
cerámicas especiales. E
n muchos lugares con am
plia tradición en eluso de m
etales para conseguir la estanquidad, se utilizan piezas decinc u otros m
etales para cumplir esa función. E
n la actualidad, las más
comunes en edificios de cierta im
portancia son las albardillas de piedraartificial. E
l término b
arda parece m
ás adecuado para la «cubierta desarm
ientos, ramaje, paja o broza, asegurada con piedras o tierra sobre
las tapias» (T), un vocablo que M
aría Moliner pone en relación con algorza,
bardagura y bardal.
15
16
Albardillas de chapa en el A
yuntamiento de
Säynätsalo, Finlandia (A
. Aalto).
H
57
Imb
ornal o em
bo
rnal, versión castellana de la mism
a voz catalana, esun térm
ino marinero. S
eñala los huecos que se abren en los trancaniles,la protección perim
etral de la cubierta del barco, para que el agua que lainunda al rom
per las olas en la amura vuelva rápidam
ente al mar. D
eahí su uso pasó a la edificación, y llam
amos im
bornal «al agujero de losque se hacen en la paredilla de las terrazas, para el desagüe del aguade lluvia»
(MM
). Según C
lairac, vendría de im-bornellus algo así com
o“por el tubo”.
El im
bornal tiene un valor muy interesante para nosotros: de la m
isma
manera que la am
ura se levanta sobre los imbornales hasta la regala
siguiendo las formas del casco, así tam
bién las fachadas se continúanpor encim
a de las azoteas con un murete de antepecho o una balaustra-
da. En am
bos casos, en la línea de encuentro entre ese plano prolongadoy la cubierta, aparecen unas perforaciones para evacuar las aguas, losre
pe
tido
s imb
orn
ale
s. Co
n e
llos, e
l cará
cter d
el e
dificio
cam
bia
sustancialmente: desaparece el pintoresco alero y la fachada se prolonga
hacia lo alto ocultando las contundentes formas de la cubierta exigidas
por la conducción de las aguas. El pequeño argum
ento de este capítuloserá ese com
bate entre cubiertas y fachadas que se concreta alrededordel im
bornal. Al hilo de su estudio evocarem
os las voces más significati-
vas que recogen nuestros vocabularios para describir los elementos que
resuelven la evacuación de las aguas en una cubierta inclinada.
La evacuación natural de las aguas en la cubierta inclinada tradicionales absolutam
ente libre: las tejas canales conducen el agua hasta más
La evacuación de las aguas de lluvia
Imbornal
1Im
bornalE
mbornal
3C
anal maestra
Canalón
Canaleja
Canalera
Canoa
Fiador
4G
árgola5
Bajante
Condutal
Escarpiador
6D
esagüeS
umidero
TragaderoB
uzoneraC
oladera7
Galápago
Alcachofa
Cuello de cisne
8A
liviaderoR
ebosaderoS
obradero9
Calderilla
Cazoleta
Delfín
10A
zoteaA
zuteaA
jarafeTerradoTerrazaLaunaLam
aS
olanaS
olanar11
Parapeto
Mim
bel13
Acroterio
Acrótera
14A
ntefija
12
Imb
orn
ales mo
nu
men
tales en u
n ed
ifciofortificado italiano.
3
I
58
7
allá de la fachada del edificio y desde allí caen libremente hasta el suelo.
La versión urbana de esta solución exigió una mayor protección de la
calle, y en el borde de las últimas canales se dispuso la canal m
aestra,canalón, ‘canaleja o canalera, «canal que recoge y vierte las aguas deun tejado» (R
AE
). Hay otras voces aún m
enos utilizadas de las que sólocitaré la curiosa canoa: canal de cinc en C
entroamérica. Las canales se
sujetan con los fiadores, «cada uno de los ganchos que sostienen por
debajo los canalones de cinc de los tejados» según el m
ismo diccionario.
La canal puede evacuar el agua lanzándola libremente desde lo alto o
bien conducirla hasta el suelo. En el prim
er caso se suele utilizar unag
árgo
la, «figurón en forma de dragón, tritón o serpiente que sirve para
arrojar o verter el agua en las fuentes, en las canales de los tejados o enotros puntos» (M
T). E
ste significado ha evolucionado durante casi dos-cientos años hasta la versión genérica actual de «canalón en m
énsulaque sobresale de la parte superior de un edificio y que arroja fuera elagua de lluvia» (T
).
El proceso de dom
esticar el agua, de controlar todo su recorrido, conti-nuó con la aparición a lo largo de la segunda m
itad del XIX
de unasordenanzas m
unicipales que fueron imponiendo el acom
pañar el aguahasta el suelo o incluso hasta el albañal. E
so dio lugar a la imposición
del bajante o co
ndutal. Tanto los bajantes com
o las canales se sujetancon escarp
iado
res, «horquilla de hierro que sirve para afianzar a unapared las cañerías o canalones cerrados» (R
AE
).
El punto m
ás delicado es el que establece el contacto de la canal y elbajante, lo que genéricam
ente llamaríam
os el desag
üe, que puede es-tar situado en la canal o en cualquier otra superficie que reciba aguasde lluvia, com
o la azotea o un patio interior descubierto. Existen otras
muchas voces que señalan este elem
ento tan delicado, alguna de usogeneral com
o sumid
ero o trag
adero
, pero también m
uchas voces loca-les com
o buzo
nera (empleada en Toledo, según la R
AE) o co
ladera (co-
mún en M
éxico, también según el m
ismo diccionario).
En cuanto aparece el bajante es necesario evitar que se obstruya. P
araello se utiliza el *g
alápag
o, «dispositivo especial que se coloca en el
456
Canal de recogida de aguas cerca del borde
de un faldón.
Gárgola de la C
atedral de Burgos.
Gárg
olas co
ntem
po
ráneas en
el Cen
troM
eteorológico de la Villa Olím
pica en Barcelona
(A. S
iza).
I
59
arranque superior de los bajantes de aguas pluviales con el objeto deevitar la entrada de cualquier m
ateria que pueda producir obstruccio-nes» (T
). Para la voz alternativa de ‘alcacho
fa se da una definición más
precisa: «rejilla de forma abom
bada que protege el sumidero» (T
). Lavoz m
orrión, muy utilizada en C
ataluña, no es citado ni por Paniagua ni
por el Torroja. Si el alero es im
portante y el bajante, como es natural,
está fijo a la fachada por los escarpiadores, aparecerá un tramo de
difícil diseño: el que une el sumidero con el bajante fijo a la fachada. U
nasolución m
uy tradicional es el cuello d
e cisne, formado por una curva y
contracurva que dan lugar a un sinuoso pero elegante dibujo en el aire,bajo el alero.
Estam
os suponiendo hasta ahora una recogida de aguas en el extremo
de un alero, pero si disponemos de una canal eficiente tam
bién pode-m
os colocarlo oculto en una cornisa. El cam
bio es sustancial: la cubier-ta retrocede hacia el interior, la fachada se apropia de la canal y eledificio queda rem
atado por la cornisa de una manera m
ucho más no-
ble. Pero esa disposición es m
uy delicada porque la canal no está en elaire sino sobre elem
entos de albañilería del edificio. Si el bajante se
obtura, el agua que desborde puede seguir recorridos peligrosos haciael interior del edificio, de m
odo que será necesario tomar m
ás precau-ciones, porque las consecuencias pueden ser m
uy graves. Es im
pres-cindible asegurarse de que en ningún caso el agua podrá alcanzar unnivel que le dé acceso a elem
entos no protegidos. Para ello la solución
es prever un punto de salida libre de las aguas situado por debajo deese nivel, un aliviad
ero, reb
osad
ero o ‘so
brad
ero. D
e las tres voces,prácticam
ente sinónimas, la prim
era es la más utilizada y probablem
en-te la que yo preferiría ya que contiene esa sugerencia de relajación deuna tensión gracias al vertido de unas aguas que reduce el peligro deinundación. E
n los diccionarios la definición de sobradero también es
clara: «desagüe cerca del borde en un depósito cualquiera para quedesagüe antes de rebosar» (M
M).
Cuando la canal queda situada sobre el m
uro de fachada o más hacia el
interior del edificio, su construcción debe cuidarse mucho m
ás. En una
situación delicada, la conexión entre canal y bajante exigirá un diseñom
uy previsor. Veam
os el que describe un texto ya clásico, la brillante
89
Cuello de cisne genovés.
Aliviadero o rebosadero del B
anco de España
en Girona.
I
60
versión española de Lino Álvarez del Tratado práctico de edificación, de
E. B
arberot. La canal desagua en una cubeta de cierta profundidad paraque el vertido desde aquélla a la cubeta se pueda realizar correctam
en-te (la cubeta dispone ya de un aliviadero que protege ese em
palme de
chapas). Si el sum
idero se obtura, el agua saldrá directamente a la calle
y avisará de la existencia de un obstáculo. La cubeta vierte su aguahacia una ‘cald
erilla, pequeña ‘cazoleta que forma la cabeza del bajante.
Por si el bajante se obturase en ese punto, la calderilla tam
bién tiene unaliviadero que dirigirá el agua hacia el exterior para evitar que se m
an-che la fachada. E
s curiosa la asociación que Matallana hace de la cal-
derilla y los vidrieros cuando la define como el «receptáculo que ponen
los vidrieros para recoger las aguas de los canelones», ya que hacerecordar que hasta hace pocas décadas los vidrieros eran tam
bién loshojalateros del pueblo. La calderilla es un elem
ento constructivo muy
utilizado en otros países, habitual en la construccion culta inglesa. En
su extremo inferior el bajante evacua las aguas sobre la acera y éstas
corren por la superficie hasta los imbornales de la acera. E
l codo inferiorestaba m
uchas veces decorado con la forma de un pez por cuya boca
salían las aguas. Eso dio lugar a la voz ‘d
elfín, de origen francés.
Los delicados problemas del desagüe del canalón se hacen aún m
áscom
plejos en las azoteas, puesto que no se trata ya de empalm
ar dosm
ateriales idénticos sino de resolver la unión estanca entre dos mate-
riales a veces incompatibles y de m
ovimientos absolutam
ente diferen-tes. La azo
tea, azutea, ajarafe es la «cubierta llana de un edificio, dis-puesta para poder estar por ella»
(RA
E), m
ientras que el terrado
es el«sitio abierto de una casa», definición que com
parte con terraza, queposee para la A
cademia otra acepción que nos es m
ás próxima: «cu-
bierta plana y practicable de un edificio...». Estas últim
as voces nosrecuerdan su construcción original con tierra, con la launa o ‘lam
a («ar-cilla m
agnesiana de color gris que forma con el agua una pasta hom
o-génea e im
permeable em
pleada en varias partes de sur de España
para cubrir techos y azoteas», según María M
oliner), o bien con mate-
riales sólo relativamente im
permeables que form
an soleras de rasillas opiezas sim
ilares. La solana o so
lanar añade otro aspecto funcional va-lioso: el «sitio donde el sol da de lleno» (R
AE
). Mejor que el m
odernosolarium
, ¿no?
10
Cald
erilla en la iglesia de S
an Francisco elG
rande en Madrid.
Aliviaderos, m
orrión y cazoleta, según Barberot.
I
61
En nuestros días se contruyen las azoteas con las m
odernas mem
bra-nas de estanquidad, que están pensadas para form
ar cubetas, receptá-culos cerrados por planos verticales perim
etrales de cierta altura. Lasaguas que recogen no se vierten por un lado, com
o sucede con la teja,sino que se evacuan por algún punto de su superficie interior. E
l borde dela tela se levanta unos centím
etros y se suelda al perímetro de planos
verticales o se introduce en ellos. Por lo tanto, en este tipo de cubierta, no
existe ninguna dificultad para levantar muretes o p
arapetos que oculten
terrados y áticos. El borde levantado de la tela está generalm
ente protegi-do por el tradicional *m
imb
el (T), una voz de claro origen catalán, única-
mente recogida por el Torroja: «pieza, generalm
ente de baldosín catalán,que resuelve por sí sola rodapié y escocia en el enlace suelo pared».S
egún Corom
inas, procede del verbo mim
bar, reducir el espesor de algo,y se usa para un elem
ento de sección o colocación esviada. Los diccio-narios catalanes se em
peñan en traducir el minvell por bim
bel, pero no heencontrado esa voz en ningún diccionario castellano.
Estas terrazas m
odernas con telas imperm
eables que forman una cu-
beta hacen necesaria una evacuación de seguridad: unos aliviaderosque perm
itan que el agua rebose directamente al exterior si los sum
ide-
11
Mim
bel.
Solanar d
el Disp
ensario Antitub
erculoso de
Barcelona (S
ert, Torres y Subirana).
Delfín en M
irepoix, Francia.
12
I
62
16
ros no tragan a la velocidad adecuada. Así se fija el lím
ite hasta el que elagua puede subir, y se evita que afecte a zonas no protegidas. C
uantom
ás escasos y distantes sean los sumideros, m
ás importante será el
papel del aliviadero. La normativa exige desde hace pocos años que exis-
ta esta evacuacion alternativa que proteja, por ejemplo, los um
brales delas puertas de acceso a la cubierta o los excesos de peso, por acum
ula-ción de agua, en los edificios de grandes luces y cubiertas ligeras.
En toda la exposición de este punto se debe haber percibido la lucha
entre la cubierta y el alero por el protagonismo del diseño en su punto
de
en
cue
ntro, u
n co
nflicto
qu
e vie
ne
a re
solve
rse e
n u
n p
acto
elaboradísimo entre la com
posición y la construcción, entre la fachaday la cubierta inclinada. E
s el pacto del acroterio
, «la elevación que suelehacerse sobre un cornisam
ento para disimular la altura del tejado»
(MM
).E
l acroterio toma su nom
bre de la acrótera, «cualquiera de los pedestalesque sirven de rem
ate en los frontones» (RA
E).
El acroterio se difundió en la arquitectura popular com
o un murete que
prolonga el plano de la fachada por encima de la cubierta inclinada.
Para no im
pedir el paso de las aguas, este murete se apoya sólo en las
tejas cobijas de manera que deja pasar librem
ente el agua por las cana-les. E
l murete venía a resolver un conflicto estético: la visión de una
cubierta inclinada, de abigarrada textura y pintoresca geometría, rem
a-tando una com
posicion de fachada ordenada según otras leyes. Su pre-
cedente histórico es la antefija griega: pieza de cerámica que ocultaba
la teja cobija y sus juntas, o incluso todo el frente del tejado.
Los franceses llaman a nuestro acroterio el chantepleure (P
erouse deM
ontclus), el mism
o nombre que dan a las perforaciones de los m
uros decontención para evacuar el agua acum
ulada tras ellos. A estos últim
os,nosotros los llam
amos cantim
ploras, como verem
os en el capítulo titula-do O
pa. El chantepleure (canta y llora) reconoce de alguna m
anera losdos papeles contradictorios del acroterio: por una parte, ser m
urete yocultar el tejado; por otra, ser calado y perm
itir la evacuación de las aguas.
El acroterio es el nom
bre cultísimo de un elem
ento constructivo queconstituye una tradición aún viva en todo el levante español y cuyo fun-
13
1415
Antefijas, según B
annister Fletcher.
I
63
cionamiento es sim
ilar al de los imbornales que hem
os descrito al ini-ciar este capítulo. E
sta similitud funcional y su distribución geográfica
en la franja costera del Mediterráneo oriental hacen pensar en una trans-
ferencia técnica de la marinería a la construcción, tan frecuente en toda
la historia. Fue probablem
ente en Génova donde em
pezó a utilizarseeste elem
ento constructivo en su versión más culta; allí se encuentran
monum
entales acroterios formados por grandes balaustradas levanta-
das sobre las tejas cobijas de los edificios más nobles y, en efecto, a
mediados del s. X
VI, éste era un recurso habitual en los grandes pala-
cios de esta ciudad, donde Galeazzo A
lessi lo utilizó sistemáticam
enteen sus obras.
En la arquitectura culta española sólo conozco una versión de este ele-
mento constructivo, la de las cubiertas de los cuerpos bajos de E
l Esco-
rial. Quizás fue el m
ismo G
aleazzo Alessi, uno de los arquitectos invita-
dos a colaborar en los proyectos del gran monasterio, el que introdujo
en nuestro país la idea. En E
l Escorial se hace un uso m
uy especial deeste elem
ento: la cubierta es de plomo y sobre este m
aterial se colocanlos pesados cuerpos de piedra que soportan entre ellos las balaustra-das de hierro forjado.
Pero en la arquitectura popular, desde R
osas hasta Cádiz, el acroterio
es un elemento tan tradicional que es difícil im
aginarlo como algo im
-portado. S
obre las tejas cobijas se levanta cualquier obra de albañilería,desde antepechos casi totalm
ente opacos hasta filigranas de celosíacerám
ica totalmente caladas.
¿Q
ué nos queda hoy del histórico acroterio? Un poco en las cubiertas
planas que levantan sus muros perim
etrales libremente, sin m
ás cuida-dos que atraversarlos correctam
ente con los aliviaderos; mucho en el
ejemplo de todos estos edificios que se esfuerzan en evacuar sus aguas
por el exterior de su perímetro incorporando la verticalidad de sus
bajantes a la composición general; y, sobre todo, el ejem
plo de la imagi-
nación que se movilizó hace siglos para hacer com
patibles las exigen-cias de la com
posición y la construcción.
17
1819
Acroterio calado del M
aresme, B
arcelona.
Acroterio en los patios de E
l Escorial, M
adrid.
I
64
La evacuacion libre, que tan explícita era en la cubierta inclinada conalero, es un sistem
a prácticamente proscrito de la construcción con-
temporánea. La geom
etrización de la imagen arquitectónica ha elim
ina-do, o reducido a una m
ínima expresión, todos los elem
entos salientes,rotundos, que la evacuación externa exige. La búsqueda de im
ágenesabstractas, con m
ás significación pictórica que arquitectónica, ha idoexcluyendo todos los elem
entos explícitos de la vergonzante funciónevacuadora. La gárgola, el galápago, la calderilla, el aliviadero y el del-fín han desaparecido hasta del vocabulario de la construcción.
20
I
65
Este capítulo recorrerá algunas voces tradicionales que todavía son de
interés para la descripción de los entramados m
etálicos. María M
olinerofrece una definición histórica de entram
ado
: «armazón de m
aderasunidas o entrecruzadas que sirve de soporte a una obra de albañilería»,pero el diccionario del Torroja ofrece un significado m
ás adecuado aluso actual del térm
ino: «conjunto de piezas enlazadas entre sí paraform
ar una estructura resistente. Se aplica especialm
ente al conjuntode vigas, cargaderos, etc. de un edificio, com
o entramado horizontal; y
a los soportes y vigas que los enlazan como entram
ado vertical». El
Torroja ya no asocia la voz a la madera e inscribe su uso dentro del
mundo de la edificación. Los entram
ados tradicionales se rellenabancon m
acizos de albañilería para conseguir su estabilidad y completar el
edificio. Difícilm
ente podrían considerarse como sistem
as separables.H
oy los e
ntra
ma
do
s me
tálico
s siem
pre
son
au
tosu
ficien
tes y lo
scerram
ientos se insertan entre sus barras sin colaborar en la misión
portante. Esa separación de sistem
as constructivos de soporte y decerram
iento, con sus inevitables deformaciones diferenciales, constitu-
ye el mayor problem
a de la construcción moderna.
Pero veam
os qué vocabulario nos ha dejado el entramado de m
adera.E
s interesante constatar que en la construcción tradicional muchos ele-
mentos se definen por su función genérica, no por su situación en el
edificio ni por su forma física; com
probaremos que carrera, solera, ca-
dena se parecen físicamente, que pueden ocupar el m
ismo lugar en el
entramado y, sin em
bargo, tienen nombres diferentes porque se les en-
comienda papeles distintos. P
ero procedamos con orden: em
pecemos
JabalcónLos entram
ados estructurales
1E
ntramado
2P
ilar3
Pie D
erechoP
untalC
uentoP
erconteo4
Madrina
Mozo
Tentemozo
Rodrigón
Horcón
Soporte
Cam
pataLuz
5C
arrera6
Cadena
7S
olera8
Durm
ienteFrontalM
arrano9
Zapata
Zapatón
Botonera
10JácenaX
ácenaTrabeV
iga11
Aldavía
12A
serA
sserC
abioS
olivaV
igueta13
TornapuntasJabalcónX
abalcónJabalónS
opandaS
opar15
Riostras
Codal
16C
ruz de San A
ndrésC
ontravientoV
ientoE
spíaP
rois
12
Entram
ado de madera, según E
. Nuere.
J
66
por los elementos verticales. A
unque en el entramado de m
adera no seem
plea nunca la voz pilar, puesto que queda reservada para los de
piedra o de ladrillo, se usa en nuestros días la expresión pilar metálico,
que resulta algo extraña cuando se dispone de tantas otras posibilida-des; am
bas estructuras comparten pocos térm
inos; quizás los únicossean pie derecho y puntal.
Em
pecemos por el ‘p
ie derecho
; en principio un pie puede ser, entrem
uchas otras cosas, la «pieza independiente que sirve de sostén aalguna cosa» (M
M) y, según la m
isma autora, el pie derecho es «el m
a-dero puesto verticalm
ente en cualquier construcción o estructura». Ésta
es prácticamente la m
isma definición que B
ails formulaba doscientos
años antes: «madero puesto verticalm
ente para hacer oficios de ma-
chón» (para Bails el m
achón siempre será de albañilería o cantería). E
nalgún caso se utiliza la voz p
untal para este elemento del entram
ado.P
untal añade las ideas de urgencia y profesionalidad, además de la de
su frecuente oblicuidad. Por todo ello no lo tratarem
os aquí sino en elapartado de obra, com
o los términos contrete, espeque o estam
pidor.La definición que M
aría Moliner incluye de cuento
(«pie derecho o pun-tal que se pone para sostener alguna cosa») m
uestra la confusión so-bre la voz puntal (la definición coincide con la del térm
ino perco
nteo,
empleado en A
sturias).
Mad
rina, mo
zo y tentem
ozo
son voces en desuso que añaden la ideade guía, tutor, que sostiene, o colabora con, el soporte. La m
ás simpá-
tica es ‘rod
rigó
n, que se usa para ambas cosas y tam
bién para «elcriado anciano que servía para acom
pañar a las señoras» (MM
). Seguro
que de la función de tutor de una planta el rodrigón pasó a sostener yguiar el paso de las señoras sin m
enoscabo para su honra y dignidad.Todavía nos queda el ho
rcón, que es claram
ente el madero ahorquillado
por arriba para calzar mejor la viga que soporta. H
oy la voz pie derechocom
parte popularidad con pilar y con sop
orte m
etálico, aunque es evi-dentem
ente la primera la que se debe preferir por ser específica y tradi-
cional del entramado estructural. R
elacionada con éstas, encontramos
la voz *camp
ata, «distancia entre dos soportes arquitectónicos» (P), que
hoy se ha sustituido sistemáticam
ente por la de luz estructural.
34
Pies derechos en una m
edianería madrileña.
Entram
ado metálico del M
useo Guggenheim
,B
ilbao (F. Gehry).
J
67
Veam
os ahora los elementos horizontales. La flexión parece poco im
-portante en los entram
ados. Las estructuras tradicionales de madera
no suelen plantear grandes problemas de cargas concentradas o de
flexión. Las cargas se repartían entre una malla de elem
entos verticalesy horizontales donde el conjunto, el relleno de los param
entos y la tra-bazón general eran los aspectos m
ás importantes. P
or eso hay unacierta discontinuidad entre las voces tradicionales y las que hoy usa-m
os. La carrera, por ejemplo, es la viga horizontal que sirve de apoyo al
forjado o que recibe las cabezas de las viguetas al mism
o tiempo que
ata los muros sobre los que se apoya, aspecto este últim
o absoluta-m
ente específico. La diferencia entre viga y carrera la marca la adscrip-
ción a un entramado vertical. Veam
os la explícita definición, fechada en1784, de P. J. M
árquez (citada por E. N
uere): «la carrera es el madero
grueso que se pone sobre los pies derechos de los entramados de
madera, donde sirve de arquitrabe para recibir las vigas de los suelos.
Las carreras son los maderos m
ás gruesos después de las vigas y seponen a veces en lugar de éstas». E
l hecho de que esté en el plano delm
uro concede prioridad a su papel de atado sobre su posible funcióncom
o elemento flectado.
La voluntad de atar todo el amasijo form
ado por el entramado y los m
urosse evidencia en voces m
uy expresivas, como trabe o cadena. La cad
enaoriginalm
ente era de piedra: «machón de sillería, por lo com
ún de mayor
y menor, que se echa a trechos en una fábrica de m
ampostería para
fortificarla» (BB
), aunque se usa la mism
a voz para la sucesión de made-
ros que cumplen la m
isma función. La cadena suele estar colocada sobre
los pies derechos y los rellenos, y su misión es trabar toda la arm
adura,zuncharla, en fin, encadenarla. P
aniagua añade ya la acepción «estructu-ra de m
aderos ensamblados sobre los que se levanta una obra de fábri-
ca» y María M
oliner es aún más concreta: «arm
azón de maderos fuerte-
mente ensam
blados, que sirve de soporte a una obra». Las trabes y losm
arranos también cum
plían esta función, como ya hem
os visto.
La limitada capacidad a la flexión de la m
adera y la inserción sistemáti-
ca de paramentos de albañilería entre, sobre y bajo las piezas del entra-
mado plantean problem
as de reparto de cargas concentradas que im-
plican la aparición de elementos específicam
ente destinados a asumir-
567
Carrera y cadena bajo y sobre las testas de los
maderos de suelo.
J
68
las. La solera adopta claramente una m
isión de reparto sobre una basesólida «transición entre fábricas y m
adera», dice E. N
uere. Evidentem
en-te se asocia con suelo, con la idea de elem
ento horizontal de apoyo.S
egún María M
oliner, tanto sirve para la piedra plana sobre la que secolchará un pie derecho com
o para el madero que se coloca sobre un
muro para recibir la carga de los elem
entos verticales superiores. Esta
última versión es la que aceptan la m
ayor parte de los diccionarios.
Más específico es el d
urmiente que «se aplica a cualquier m
adero olistón que se pone apoyado en toda su longitud sobre el suelo u otro sitio,para servir de apoyo a postes o puntales» (M
M). Frontal es un sinónim
om
enos utilizado, y marrano
se asocia a la idea de suelo embarrado: «con-
junto de maderos fuertem
ente ensamblados o trabados, que se asiente
en el suelo del pozo, o de la zanja que brota agua, para afirmar los ci-
mientos» (B
B). H
oy tiene una acepción más am
plia equivalente a durmien-
te, aunque en general colocado en contacto con la tierra.
La zapata es una de las m
uchas voces que se han caído del vocabula-rio de la construcción, porque, en efecto, en la actualidad designa unelem
ento que en el edificio está situado más abajo que el original, m
ien-tras que antiguam
ente la zapata, o zapató
n, se emplazaba encim
a delpie derecho, esto es, de la definición de «pieza de form
a prismática que
se coloca horizontalmente entre un pie derecho o una colum
na y la vigaque se apoya en ellos, para acortar el vano» (M
M), se ha pasado a la
concepción actual de «ensanchamiento de la base del soporte encar-
gado de repartir las cargas sobre el terreno» (T). E
n la madera tam
biéntiene nom
bre: la *bo
tonera, definida por este últim
o diccionario como
«la caja preparada en el zapatón o la basa para introducir la cabeza o labase de un pie derecho».
En esta estructura tradicional tam
bién aparecen piezas que trabajan aflexión porque no se insertan en el m
uro de entramado. La m
ás impor-
tante es la jácena -o xácena, su variante histórica- que se apoya sólopor sus extrem
os y que generalmente recibe la carga de otros elem
en-tos flectados. P. J. M
árquez la define como «la viga m
aestra de los sue-los y arm
aduras que, puesta horizontal de una a otra pared, sostienetoda la arm
azón». Las trabes, todavía usadas en G
alicia, son similares,
8910
Zapata.
J
69
pero añaden la misión de encadenar, atar los m
uros o elementos que
unen, como sugiere su etim
ología. Por su parte, la vig
a, aunque en laactualidad es la voz m
ás utilizada, originalmente no tenía un sentido tan
específico sino que aludía al elemento de m
adera flectado que podíacum
plir funciones de carrera o de cadena, según como se m
ontase.H
oy es simplem
ente «la pieza o elemento sobre dos o m
ás apoyosdestinada a trabajar principalm
ente a flexión» (T).
Su sinónim
o, muy poco utilizado, es la ald
avía, aunque en su versión histó-rica se debe asociar al soporte de la tabiquería que siem
pre iba enmarcada
en elementos especiales para independizarla de las deform
aciones delentram
ado: «especie de viga de ayre que sirve para hacer los tabiquescolgados. P
ara este fin hay una aldavía arriba y otra abaxo, y en ambas se
ensamblan los pies derechos del entram
ado del tabique, mediante lo cual
viene a estar como en el aire o colgado». E
l tabique funciona como una
viga en celosía de gran canto y total independencia mecánica.
Sobre las vigas, jácenas, carreras o m
uros se sitúan los elementos se-
cundarios flectados que van cerrando la trama del entram
ado para poderconstruir el suelo. Los nom
bres históricos, y que tenemos que dar por
perdidos, son *aser o el más antiguo *asser: «viga pequeña sobre la que
se apoya ya la tablazón». Nos quedan, sin em
bargo, el cabio, «m
aderom
enor que la carrera sobre la que se asientan los maderos de suelo» (T
),y la soliva, descrita por el Torroja com
o «cada una de las vigas de made-
ra en un forjado de piso cubierta» y que probablemente procede de so-
liviar, levantar por debajo (pues, por ejemplo, solivión es el tirón fuerte
que se da para sacar una cosa de debajo de otra). Según M
aría Moliner,
soliviarse es «levantarse un poco el que está echado o acostado», y asíllegam
os a soliviantar que, según la mism
a autora, significa «alborotar,hacer que alguien tom
e una actitud levantisca». Aser, cabio y soliva han
sido sustituidos por la popular *vigueta contemporánea.
La madera ve lim
itada su capacidad de asumir grandes luces o vuelos
debido a su acotada resistencia a la flexión. Por ello aparecen en los
entramados leñosos algunos elem
entos especializados en reducir esosm
omentos flectores. Los m
ás simples apean la punta de los vuelos para
formar unos triángulos estables y sin apenas flexión: son las tornap
untas
1112
13
J
70
o el jabalcón, xab
alcón o jabalón, que ha dado nom
bre a este capítulo,«pieza inclinada que trabajando a com
presión sirve de soporte a otroelem
ento» (T
). Los jabalcones sirven, pues, tanto para soportar vuelosapeando la punta del voladizo com
o para acortar la luz de algunas vigas.E
n este caso se suelen complem
entar con la sopand
a: «madero de re-
fuerzo de otro horizontal que se apoya en pies derechos y en jabalcones.R
efuerzo clavado en una viga que empieza a ceder» (M
M). S
opanda deri-va probablem
ente de *sopar, la pieza que se pone bajo otra que trabaja a
flexión, so-par, para aumentar su capacidad m
ecánica.
Bails hace m
uchos años ya se preocupaba por ser preciso al respecto ydescribía el xabalcón com
o el «madero ensam
blado a uno vertical paraapear otro horizontal o inclinado de m
odo que los tres formen un trián-
gulo». El xabalcón tiene por objeto dejar un hueco de paso, o suprim
iruno o m
ás pies derechos y las tornapuntas que forman, que son dos,
están ensambladas a cierta altura del pie derecho o m
uro, y no desde elpiso, com
o generalmente sucede con las tornapuntas propiam
ente di-chas, con las que se suelen confundir». C
lairac matiza la posición entre
las tornapuntas y el jabalcón: el primero sostendría un elem
ento verticalapoyándose en uno horizontal, y el segundo funcionaría al revés.
14
Tornapuntas en la nueva sede de Televisa enM
éxico D. F. (E
. Norten, B
. Góm
ez Pim
ienta).
Jabalcones d
e la estructura del aerop
uertod
e Stand
set, Cond
ado E
ssex, Gran B
retaña(N
. Foster).
J
71
En los entram
ados, será necesario tomar disposiciones para conseguir
la estabilidad general de la estructura. Para ello la solución clásica con-
siste en el relleno con albañilería que rigidiza los marcos en los que se
inserta. Pero aún será m
ejor disponer elementos diagonales, com
o lastornapuntas y jabalcones. E
sos elementos, que asum
en directamente
las acciones horizontales, pueden trabajar a compresión o a tracción, o
a ambas cosas a la vez. A
mbos podrían recogerse bajo el nom
bre ge-neral de rio
stras, que antiguamente eran las piezas «que puestas
oblicuamente aseguran la indeform
abilidad de un armazón» (R
AE
) y queahora designan im
propiamente la viga perpendicular a la jácena para
unir pórticos paralelos. No deberíam
os usar la voz riostra para ningunapieza que no colabore eficazm
ente en el arriostramiento general del
edificio. Las vigas secundarias sólo colaboran en la estabilidad horizon-tal si son de cierto canto y si sus nudos son capaces de transm
itir mo-
mentos, es decir, si están em
potrados. Los cod
ales son siempre piezas
que trabajan comprim
idas. Generalm
ente sirven para evitar que se acer-quen dos piezas paralelas que soportan em
pujes laterales, como los
muros de una entibación, pero se usan tam
bién entre las jambas de un
edificio en ruina o en cualquier lugar donde haya que acodalar cualquiercosa, lo que hace en definitiva el antebrazo cuando apoyam
os el codocontra algo para soportar un em
puje con la palma de la m
ano.
15
Sopanda y jabalcones aliviando una jácena.
Cruces de san A
ndrés en la Villa O
límpica de
Barcelona (G
. Burnshaft).
J
72
A tra
cción
y com
pre
sión
trab
aja
n la
s cru
ce
s de
Sa
n A
nd
rés o
*contraviento
s: «armazón de m
aderos cruzados diagonalmente entre
cada dos vigas». De los dos elem
entos cruzados, uno de ellos siempre
trabajará a compresión ante una acción horizontal. S
in embargo, los
vientos («tirantes de cuerda o alam
bre con que se sujeta una cosa, porejem
plo un poste, para que se mantenga vertical o en la posición con-
veniente», según María M
oliner) trabajan únicamente a tracción. E
l vo-cabulario náutico, tan rico en problem
as y voces relacionadas con elsoporte de las acciones horizontales, ha entrado desde hace siglos enesta área de la construcción y nos ha dejado el esp
ía: «cada una de lascuerdas o tirantes con que se m
antiene vertical un madero» (M
M), térm
i-no que procede de espiar: «halar de un cabo firm
e en algún sitio, parahacer m
overse a la nave en dirección a éste». Menos utilizado es el
‘pro
is, «viento con el que se ancla una estructura o parte de ella» (laam
arra en la proa de un barco o incluso en el noray), según el Torroja.
16
Vientos de soporte de los pies derechos en la
estructura del centro comercial U
sines Center
en Saint-H
erblain (R. R
ogers).
J
73
2Lacunario
3H
ormigón
Calcina
Derretido
Garujo
Mazacote
Nuégado
Argam
asa4
Árido
Concreto
Arm
aduras5
FraguadoF
orjar6
Forjado
TechoE
ntrepiso7
Vigueta
Maderos de suelo
Socarrena
Rehenchido
8E
ntrevigadoB
arro y tomiza
Dedicarem
os este capítulo a las voces que describen las estructuras dehorm
igón. Es curioso que en este caso, quizás debido a la im
agen pé-trea de la estructura de horm
igón, sí encontraremos m
uchas voces to-m
adas del vocabulario clásico y adecuadas a las nuevas formas. C
ase-tón, ábaco, nervio, capitel han transform
ado con toda naturalidad susignificado clásico para adecuarse a las técnicas m
odernas. La voz queinicia este capítulo, lacunario, no ha corrido esa suerte pero tiene senti-do reivindicarla para recordarnos algo que se está perdiendo: la jerar-quía tectónica de la estructura de horm
igón. Escondida en los recove-
cos de la tabiquería y oculta sobre los cielos rasos, la estructura haperdido todo su caudal expresivo en m
uchos edificios contemporáneos,
toda su capacidad ordenadora de la arquitectura.
El lacunario
es, según Paniagua, «la cavidad de form
a geométrica con
que se decora un sofito, el intradós de una bóveda o arco, o la carainferior de un dintel, originada a consecuencia del cruce de vigas ym
olduras». Y, por extensión, queda recogido como el «conjunto de cavi-
dades de un artesonado». Esa expresión de “cruce de vigas y m
olduras”es la que confiere valor a ese térm
ino, lacunario, para recordarnos laeficacia com
positiva de la expresión tectónica del hormigón, y por ello
parece merecer la titularidad de este capítulo.
Pero em
pecemos por el principio. Los vericuetos de la term
inologíaem
piezan aquí con la mism
a materia
de esta estructura: el horm
igó
n,que, según explica M
aría Moliner, procede del vocablo horm
igo[s], y porello m
uy probablemente de la voz horm
iga, y que en su diccionario apa-
1B
ovedillaR
evoltón9
Capa de
compresión
Senos
Sem
ivigueta10
Madero cojo
Brochal
11Z
unchoE
ncadenado12
Losa13
JácenaV
iga14
Pórtico
15P
revigaP
relosa16
Reticular
Nervio
Ábaco
17C
asetónA
rtesón
23 LacunarioLa estructura de horm
igón
Lacunario de jácenas y riostras en el Musée
des Travaux Publics, P
arís (A. P
erret).
L
74
rece recogido como la «m
ezcla de piedras menudas y m
ortero de cal ocem
ento y arena, empleada para la construcción». E
l éxito de esta vozes relativam
ente moderno, pues hace un par de siglos aún com
petíacon calcina, d
erretido
, garujo
, mazaco
te, nuégad
o o arg
amasa. Y
esque, en efecto, las diferencias parecen m
uy cortas: si el mazacote hace
referencia sobre todo a cimentaciones y grandes volúm
enes, el nuéga-do parece proceder de la pastelería, pues tiene en el M
aría Moliner la
acepción de «pasta hecha de harina, miel y nueces...» Todos ellos son
mezclas de cal y piedras, y así la argam
asa es presentada como la
«mezcla hecha con cal, alm
enarilla y rocallas» (BB
), y la calcina como la
«mezcla de cal, piedra m
enuda y otros materiales análogos» (M
T).
A fines del siglo X
VIII, el horm
igón podía ser la «mezcla de alguna m
ásconsistencia de la com
ún que se echa en la cara interior de los tapiales»(B
B). U
nas décadas después, para Matallana, ya es «la m
ezcla com-
puesta de piedras menudas, cal y betún, la cual se hace dura y firm
e, ytan fuerte y sólida com
o la piedra». Con el cem
ento portland, el hormi-
gón consigue las magníficas características que todos conocem
os yconsolida esta voz com
o la única adecuada a la modernidad. E
l hormi-
gón es un aglomerado constituido a partir de un árid
o: «arena piedra o
cascote que con el cemento y el agua form
an el hormigón» (M
M). E
nE
spaña no hay dudas: esta voz parece la idónea para el material que se
difunde durante el fin de siglo, pero en Centroam
érica el nuevo material
debió llegar con la voz concreto
, de raíz tan anglosajona, y así ha que-dado hasta nuestros días y de ese m
odo la ha recogido la Real A
cade-m
ia. Su debilidad frente a las tracciones se resuelve disponiendo unas
armad
uras de acero especialmente conform
ado para que tenga unagran adherencia con la m
asa de hormigón.
El horm
igón es un material que se conform
a en obra sin más lim
itaciónque la dificultad que plantee la elaboración del m
olde. Por eso C
asinellolo calificó de form
aceo. El proceso de conform
ación supone el endureci-m
iento de la pasta, proceso denominado frag
uado
, un proceso en elque el am
asijo de cemento, arena y grava se convierte en un sólido
resistente (fraguar: «hablando de la cal, el yeso y otras masas, trabar y
endurecerse consistentemente en la obra con ellos fabricada», según
la definición de la RA
E). En la m
edida en la que se trata de un proceso de
45
Lacunario del techo d
el Yale University A
rtG
allery, New
Haven, E
E.U
U. (L.I. K
ahn).
L
75
conformación se utilizó tam
bién para describirlo el verbo forjar, ya que
no sólo es dar forma al hierro caliente sino tam
bién juntar varios mate-
riales para conformar un nuevo elem
ento constructivo. Según M
aríaM
oliner, es sinónimo de construir, tradicionalm
ente descrito como «re-
llenar con bovedillas o de cualquier manera los espacios entre una viga
y otra para formar los suelos o separaciones de los pisos».
Forjar dio nombre al fo
rjado
para describir ese elemento constructivo
que forma el plano horizontal en los edificios de varios pisos. D
esgracia-dam
ente esa voz ha tenido tan amplio éxito que hoy se utiliza para
cualquier tipo de material y solución constructiva, y ha pasado a signifi-
car el elemento horizontal que separa dos plantas en una edificación en
altura, aunque sin referencia alguna al modo en que ha sido construido.
Quizás ha sido la falta de una voz específica para señalar ese elem
entolo que ha hecho posible el éxito del forjado. Las alternativas son la voztecho
, que el diccionario asocia siempre con la cubierta, y la voz entre-
piso
, muy oportunam
ente utilizada en Latinoamérica, pero que en el
diccionario describe únicamente a los altillos: «piso que se construye
quitando parte de altura a uno, entre éste y el superior» (RA
E). E
n cual-quier caso, hubiese preferido esta últim
a voz al inadecuado forjado, tanpróxim
o a una manera m
uy específica de construir y tan inadecuada,por lo tanto, para los actuales entrepisos m
etálicos o prefabricados.
El forjado, puesto que debem
os aceptar lo inevitable, está formado, hasta
el siglo XIX
, por unas viguetas, antes m
adero
s de suelo
, que se colo-can m
uy próximas entre sí para facilitar el relleno de ese espacio inter-
medio: la so
carrena, «hueco entre dos maderos de un suelo o un teja-
do», según recoge la RA
E. Martínez Á
ngel, en 1930, aún distingue elforjado del ‘rehenchid
o, pues en este últim
o el relleno se elabora conrestos de cerám
ica cocida.
El relleno de ese espacio, el entrevig
ado
, se realiza en algunas zonascon sogas de esparto y arcilla; son los techos castellanos de ‘b
arro y
tom
iza. En otras zonas con m
ás tradición de albañilería se salva el hue-co con una b
oved
illa o revoltó
n: «parte del techo, abovedada, que que-da entre cada dos vigas cuando éstas están al descubierto» (M
M). H
oytam
bién llamam
os bovedilla a unas piezas cerámicas o de horm
igón
678
Revoltones en una escuela de Lloret de M
ar,G
irona (C. Ferrater, J. G
uibernau).
Diversos tipos de forjados tradicionales. L
76
que salvan ese espacio que se debe rellenar, pero que además tienen
un intradós plano para poder enyesar un techo horizontal.
Para que todo el conjunto sea m
ás solidario, es conveniente que sevierta y fragüe en la obra el m
áximo volum
en posible de hormigón. P
ri-m
ero apareció la ‘capa d
e com
presió
n, pequeño grueso de hormigón
armado que se extendía por encim
a de todas las viguetas y bovedillas.La bovedilla poco a poco tom
ó una forma superior, m
ás combada, para
que entrase mayor cantidad de horm
igón en los senos, los espacios
entre ella y la vigueta. Por últim
o, la vigueta redujo su canto prefabrica-do para bañar parte de sus arm
aduras en el hormigón vertido in situ, y
con ello apareció la *semivig
ueta.
En algunos casos el ritm
o de la viguería queda interrumpido por algún
hueco, chimenea o pequeño patio; en esos casos la vigueta corta, m
a-d
ero co
jo se decía antes, debe apoyarse en otro elem
ento perpendicu-lar llam
ado bro
chal, término procedente de em
brochado: «madero que
se coloca en una armadura de tejado entre otros dos para servir a su
vez de apoyo a otros que, a fin de dejar un hueco, por ejemplo para una
chimenea, no han de llegar hasta el m
uro o final del entramado» (M
M).
A partir de los años treinta se em
pieza a usar en las estructuras de hormi-
gón una voz de larga tradición en la construcción de cúpulas: el zuncho.
Su objetivo es abrazar a un elem
ento constructivo para evitar que éste seabra. S
e usa en muchos casos, y por eso la definición de M
aría Moliner
es tan genérica: «abrazadera de hierro o de cualquier otro material resis-
tente con que se refuerza alguna cosa, por ejemplo un cañón, o se sujeta
fuertemente algo, com
o los palos del barco o las duelas de los *toneles».E
n las cúpulas clásicas los problemas eran de una escala tan grande que
se resolvían con cadenas de hierro, y eso nos explica la voz encadenad
oque todavía se usa. H
oy, en la construcción de estructuras de hormigón,
se debe entender como el elem
ento continuo y armado que recorre el
perímetro del forjado para atar sus com
ponentes y mejorar su capacidad
para transmitir esfuerzos horizontales, significado que, sin em
bargo, noaparece en ningún diccionario.
910
11
Brochal o m
adero cojo en un grabado de laobra de B
. Bails.
Encadenado.
L
77
El lím
ite de la evolución hacia el monolitism
o del forjado lo marca la
losa. La losa es tradicionalm
ente una piedra llana de grandes dimensio-
nes que se usa para pavimentar. S
ólo el Torroja alude a una «viga, dem
ucho ancho respecto al canto, que trabaja por flexión entre dos líneasde apoyos». Lo cierto es que hoy se entiende por losa el elem
ento hori-zontal plano y sin vigas que asum
e el papel de entrepiso.
Todos los elementos que hem
os descrito hasta ahora son capaces desoportar flexiones en un sentido, y deben apoyarse en unas líneas es-tructurales form
adas por muros o por líneas de pilares unidos por otros
elementos flectados de m
ayor porte. Estas últim
as piezas se llaman
jácenas o vigas. La jácena o xácena siem
pre ha sido una pieza dedim
ensiones mayores; M
atallana ya dice que es la «viga atravesadaque sostiene las dem
ás vigas menores».
Este conjunto de unos pilares en línea unidos por unas jácenas es lo
que se conoce como p
órtico
. «La arcada a lo largo de un muro» (M
M) de
los clásicos se ha convertido en «la estructura o parte de ella, constitui-da por un dintel que se apoya o em
potra sobre las cabezas de dos om
ás soportes o montantes» (T
). Lo cierto es que un pórtico hoy es todoel conjunto de pilares y jácenas o partes de forjado que colabora solida-riam
ente en la función estructural y que está situado en un mism
o planovertical.
La voluntad de aumentar la cantidad de horm
igón vertido en obra parain
crem
en
tar e
l mo
no
litismo
y el in
ten
to d
e su
stituir lo
s costo
sos
encofrados continuos por una serie de sopandas de apuntalamiento
nos llevó, hace ya un par de décadas, a la expansión de las *previg
as y*p
relosas. S
e trata de elementos de gran esbeltez, con grosores de
entre 4 y 8 cm únicam
ente, que se utilizan como encofrados perdidos y
activos, es decir, que llevan armaduras a la espera y reciben encim
a elresto de horm
igón que completa el elem
ento estructural.
Las vigas y jácenas introducen un orden espacial que pone a prueba lacapacidad de síntesis del proyectista. E
n muchos casos es im
posiblehacer coherente ese orden con la distribución de locales deseada osim
plemente con la expresión espacial del proyecto. S
i a ello sumam
os
1213
141516
Senos y sem
iviguetas en un forjado aligerado.(D
el "Tabibloc " de Vázquez de C
astro y Aroca)
Casetones d
e aligeramiento d
e un forjado
reticular en el Depósito de las A
guas, Barcelona
(Ll. Clotet, I. P
aricio).
L
78
el coste de encofrar esos elementos que quedan por debajo del forjado,
comprenderem
os el éxito contemporáneo de las estructuras sin vigas.
La más frecuente es la estructura ‘reticular, en la que los forjados están
constituidos por losas armadas en dos direcciones. La m
alla está for-m
ada por unas viguetas hormigonadas in situ y entrecruzadas denom
i-nadas ‘nervio
s. La retícula entre nervios se aligera para reducir peso.S
ólo al llegar a los pilares el punzonamiento obliga a m
acizar toda lalosa dando lugar a lo que se llam
a un ábaco
. Nom
bre que aún nosrecuerda a la «pieza de form
a de tablero que corona el capitel de lacolum
na», según María M
oliner.
El entrevigado se puede resolver con unas bovedillas especiales cua-
dradas o dejarse vacío. Para ello se usan unos encofrados recupera-
bles de plástico o acero que reciben el nombre de casetones. E
l case-tó
n era «cada uno de los espacios cóncavos en que queda dividido untecho» (M
M), pero la voz se ha trasladado al encofrado que lo form
a. Nos
queda también la voz artesó
n que se ha mantenido totalm
ente asocia-da a los techos artesonados de m
adera.
Com
o ya vimos al principio de este capítulo, el lacunario se puede utilizar
para nombrar ese techo texturado por vigas y nervios que pone en evi-
dencia la capacidad y el orden tectónico del edificio. Las dificultades queplantean los solares de geom
etría intratable, la minuciosa trituración del
espacio de los programas residenciales contem
poráneos, la comodidad
de un cielo raso terso y continuo que además oculta las instalaciones...
todo parece haberse conjurado para justificar el abandono de la capaci-dad ordenadora de un techo estructural. S
in embargo, es una pérdida a la
que no debemos resignarnos. Tenem
os que intentar recuperar el ordenexpresivo de los techos tectónicos,y eso es lo que se llam
a lacunario.
17
18
Artesones de m
adera en el Convento dels Á
ngelsde B
arcelona.
Lacunario de ábacos, nervios y casetones enla B
iblioteca británica, Londres (St. John W
ilson)
L
79
Bajo este título reunirem
os las voces que describen las soluciones quela construcción ha ido adoptando para unir y sujetar sus piezas, paraconseguir el com
portamiento solidario de los diversos m
ateriales y ele-m
entos que forman un edificio. G
eneralmente, son los diferentes tipos
de movim
ientos, de origen mecánico, térm
ico o higrométrico los que
van separando piezas que deberían estar unidas. Para hacer frente a
ese peligroso desmem
bramiento de los elem
entos constructivos se pue-de recurrir a la geom
etría y conformar el m
aterial de manera que las
piezas queden trabadas unas con otras. El caso m
ás perfecto es el dela m
adera, prácticamente el único de los m
ateriales tradicionales capazde soportar tracciones.
Los nudos o uniones entre elementos de m
adera, llamados ensam
bla-
jes o ensamb
les, tienen que hacer frente a exigencias muy difíciles: esa
capacidad tractora hace que sus uniones, a veces de pequeña sección,deban soportar la m
isma tracción que soporta el perfil que llega hasta
ella. La riqueza y variedad de ensamblajes es la m
ateria de todo unoficio y de un am
plísimo abanico de térm
inos que empiezan por el pro-
pio ensamblar, de la voz francesa para juntar, que con raíz árabe sería
almarb
atar, mientras que en C
entroamérica aún usan eng
alabernar.
Las uniones entre piezas de madera form
an un capítulo aparte en elm
undo de la construcción, capítulo que recorreremos brevem
ente bajoel título de Q
uijera. La capacidad de este material para asum
ir traccio-nes ha dado lugar a una gran riqueza de ensam
blajes. En el caso de las
fábricas de albañilería o sillería, la exigencia es muy diferente porque el
2E
nsamblaje
Ensam
bleA
lmarbatar
Engalabernar
3A
parejos4
Endejas
Adarajas
Diente
Dentellón
Boca de lobo
Escalera
Enjarjes
5E
mplectum
Em
plentaP
erpiaño6
Capuchino
LlaveTrabuco
7A
rpónG
obio8
Gafa
Grapa
123 LlaveD
el aparejo a la fijación
Ancla
Garra
LañaTalón
10TacoZ
oquete11
Anclaje
Fijación
Taco deexpansiónTaco quím
ico12
Holgura
Clareo
Huelgo
Tolerancia13
Coliso
14A
rticulaciónR
ótula15
Pulpo
Manita
Araña
LL
80
ladrillo posee una baja resistencia a la tracción y se trabaja en grandesm
asas. El único objetivo es la cohesión entre piezas, cohesión que se
favorece con unas uniones laberínticas que dibujan sus aparejo
s. Ladefinición de la R
AE para esta voz no es m
uy explícita: «forma y m
odo decolocar los m
ateriales en la construcción». De todas m
aneras hoy ya notienen ningún sentido para nosotros esos aparejos, con sus sutiles dife-rencias entre las diversas com
binaciones de ladrillos colocados a sogay a tizón por los que tanto interés tuvo la albañilería de los tratados.
Los problemas aparecen cuando hay que unir fábricas de diferente edad,
muros construidos en diferentes m
omentos. E
ntonces se ha recurrido alas end
ejas o adarajas (del árabe, escalón), o com
únmente d
ientes:son las form
as geométricas que intentan trabar am
bas fábricas dandouna form
a dentada a su unión. Existen pocas voces específicas que
describan una unión concreta aunque, según la RA
E, el dentelló
n es laparte de la adaraja que está entre dos vacíos. S
ólo puedo citar la adara-ja en b
oca d
e lob
o, que se hace cuando se disponen varios ladrillos
volando media soga cada uno y luego retrocediendo sim
étricamente, y
la de escalera, que consiste simplem
ente en ir retrocediendo al subircada hilada de m
anera que la obra futura siempre se apoye en el esca-
lonado anterior, sin introducirse nunca bajo obra vieja; únicamente pue-
de usarse cuando en una obra una parte tiene que subir más lenta que
la otra. Se usa tam
bién la voz enjarje pero no sé si su empleo es m
uycorrecto (según la R
AE es el «enlace de varios nervios de una bóveda en
el punto de arranque»).
En ocasiones tam
bién se deben unir dos hojas del mism
o muro: es el
caso del *emp
lectum clásico, form
ado por dos caras de mam
posteríacon un relleno de cascote. M
atallana llama ‘em
plenta a este m
uro om-
nipresente en la historia de la construcción, mientras que la R
AE usa
esta voz para las tapias. El problem
a del emplectum
es que las diferen-cias de com
portamiento entre las dos hojas y el núcleo producen con
frecuencia la desolidarización del conjunto. Para evitarlo se colocan unas
piezas a tizón que unen las dos hojas exteriores, atraviesan el núcleode relleno y que se llam
an perp
iaños. Los canteros gallegos llam
anperpiaño a cualquier pieza prism
ática alargada.
45
Enjarje en el arranque de los nervios de la Lonja
de Valencia.
Ensam
blajes de madera.
LL
81
La albañilería, que inicialmente no tenía problem
as de trabazón, los haido adquiriendo cuando sus hojas se han ido haciendo m
ás y más esbel-
tas. Dentro de los m
uros tradicionales, uno muy útil ha sido el m
uro capu-
chino, formado por dos hojas, generalm
ente de albañilería, unidas poralgunos ladrillos colocados de form
a dispersa o formando m
uretes per-pendiculares a las hojas. E
n ambos casos se habla de llaves de unión.
Cada uno de los ladrillos que form
a las llaves se llama ‘trab
uco.
Las llaves de ladrillo funcionan muy correctam
ente cuando las dos ho-jas están som
etidas a las mism
as acciones y cambios térm
icos, perono cuando se extrapola este sistem
a a las hojas libremente dilatables
de la fachada ventilada. La estabilidad de la hoja exterior, que quedasuelta para poder deform
arse libremente, no es fácil de garantizar, y
mucho m
enos cuando su espesor es cada vez menor. P
ara ello se utili-zan unas uniones m
etálicas cuyo nombre en castellano no ha acabado
de establecerse, a pesar de que tenemos una larga tradición de unio-
nes metálicas, que se han utilizado con otros fines. P
odríamos recurrir a
la cantería, que siempre ha unido las piedras con herrajes para dar
cierta resistencia a la tracción a las fábricas, con artilugios que intentanunir sólidam
ente dos piezas, pero esos herrajes no aceptan el compor-
tamiento diferencial que la fachada m
oderna exige. Su nom
bre más
genérico es arpó
n («
grapa metálica», según la R
AE) y el m
ás particular*g
ob
io, «
doble gancho de metal usado para unir piedras adyacentes»
(T). ¿
Tendrá este gobio algo que ver con el familiar agobiar, poner trabas
y limitaciones al libre com
portamiento? Lo que es seguro es que viene
del italiano y nos trae una idea de jorobado, doblado, acodado.
Quizás será m
ejor buscar para nuestras nuevas fachadas téminos m
ásgenéricos, que aluden a útiles que fijan cosas, com
o es el caso de gafa,
«gancho, o alambre o varilla doblado en form
a que sirve para agarrar osujetar, agafar» (M
M) o g
rapa (gram
pa), «pieza de alambre con las dos
puntas dobladas en la mism
a dirección, que se emplea para m
antenerjuntas varias cosas o dos partes o piezas de una cosa; por ejem
plo, lasque se usan con la m
aquinilla de coser papeles, las que se emplean
para unir las correas o las que se ponen para unir los pedazos de uncacharro roto» (M
M). Tam
bién ancla o garra, que aluden a grapas m
ás
67
Arpón o grapón en el brocal de un pozo.
Mu
ro
capu
chin
o
en
un
a co
nstru
cción
contemporánea con ladrillos huecos cruzados
como trabucos.
8
LL
82
10
robustas (T
), pero yo prefiero la laña, «pieza de metal que sirve para unir
o sujetar algunas cosas» (RA
E), «pequeña pieza de alam
bre fino conque se sujetan los trozos de un cacharro de barro o porcelana roto»(M
M), porque su desuso actual le daría m
ayor especificidad. En realidad,
cualquiera de esas voces nos vendría muy bien para nom
brar esos fi-nos alam
bres con los que unimos la hoja exterior a la interior para ase-
gurar su estabilidad. Para m
antener cualquiera de estas fijaciones a lam
asa de albañilería es necesario retorcerlas un poco de manera que
consigan más adherencia. E
se giro final en ángulo recto también tiene
nombre en las grapas tradicionales: taló
n.
La aparición de esos artilugios que permiten ciertos m
ovimientos evi-
dencia que la construcción ha cambiado sus objetivos. H
asta hace unsiglo los bajos m
ódulos de deformación m
ecánica y térmica de unos
pocos materiales tradicionales y los grandes volúm
enes de los elemen-
tos constructivos hacían natural la cohesión como objetivo de la cons-
trucción. En la construcción actual, en cam
bio, con variadísimos m
ate-riales de altos m
ódulos de deformación y esbeltos elem
entos, se impo-
ne un tipo de unión que permita ciertos grados de libre com
portamiento
a cada elemento: es la ‘fijación.
Las primeras fijaciones sujetaron los aplacados pétreos de fachada,
que tantos accidentes han causado en las últimas décadas por haber
sido colocados todavía amorterados sobre soportes cada vez m
ásdeform
ables y con espesores cada vez más finos. A
ctualmente dispo-
nemos de fijaciones de todo tipo: las casas especialistas tienen catálo-
gos con fijaciones adecuadas a cada tipo de soporte y a cada carga; sinem
bargo, el nombre que utilizam
os para nombrarlas es curiosam
entem
uy tradicional porque no ha entrado, aunque parecía lógico que lohiciera, el anglosajón fixing sino que nos hem
os quedado con el castizotaco
. Un taco no es m
ás que un pequeño tarugo o zoq
uete de madera,
al que algunas veces se daba forma troncotrapezoidal para que queda-
se mejor sujeto, que se recibía con yeso en una pared para poder afir-
mar sobre él cualquier otra cosa. La A
cademia nos ofrece una defini-
ción aún más am
plia: «pedazo de madera, m
etal u otra materia, corto y
grueso, que se encaja en algún hueco».
9
Llaves, anclas o lañas de la moderna fachada
ventilada.
Taco de expansión.
LL
83
Para que un elem
ento quede sujeto a un soporte pero conservandociertos grados de libertad serán necesarios dos m
ecanismos: el ancla-
je, que es el que moviliza la resistencia a la tracción del soporte, y la
‘fijación propiam
ente dicha, «sujeción, por su extremidad, de un ele-
mento m
etálico, generalmente a tracción, a un m
acizo o a otro elemen-
to», según el Torroja. En la actualidad todos los anclajes reciben el nom
-bre genérico de tacos, y tenem
os tacos d
e expansió
n, que se abrenintroduciéndoles un vástago roscado y se fijan así a cualquier soporte;ta
co
s qu
ímic
os, co
n co
las o
resin
as e
poxíd
icas q
ue
ga
ran
tizan
elevadísimas tracciones; etc.
El aspecto m
ás significativo de esas fijaciones no es la forma com
o sesujetan al soporte sino los grados de m
ovilidad que ofrecen a la libredilatación del m
aterial soportado. En ese sentido siem
pre han existidovoces que tenían en cuenta esos problem
as dimensionales; M
atallanaya nos habla de la ho
lgura: «el hueco o anchura que se deja en las
hojas de carpintería, que de otro modo acopladas, cuando se hincha-
sen, padecerían». Los diccionarios técnicos modernos hablan todavía
del clareo y el huelgo; el clareo es «la holgura que se deja en todo
elemento en el que hay que acoplar otro, con objeto de facilitar su colo-
cación y permitir su ajuste» (T
); y, más negativam
ente, el huelgo
, «espa-cio vacío que queda entre dos piezas que deberían ajustar unas conotras», según el m
ismo diccionario. H
oy ambos están siendo sustitui-
dos impropiam
ente por el genérico y más positivo ‘to
lerancia. La tole-rancia se refiere a los m
árgenes de error que deben preverse por lasim
precisiones de fabricación y montaje, pero el clareo y el huelgo si-
guen siendo útiles para prever movim
ientos posteriores, que es lo quesiem
pre han hecho.
En particular hoy es necesario perm
itir algunos grados de movilidad en
alguna dirección del espacio y cohibirlos en otras direcciones. Esto lo
logran los agujeros *coliso
s (del francés coulisse, corredera), perfora-ciones alargadas en el sentido en el que se desea hacer posible el m
o-vim
iento. La conjunción de agujeros colisos en varias direcciones delespacio consigue resolver las uniones de los deform
ables muros corti-
na con las rígidas estructuras de hormigón.
111213
Agujeros colisos para hacer posible la disposición
de los p
recisos vidrios tem
plad
os sobre la
siempre m
ás imprecisa estructura del edificio.
Juego de tres articulaciones en la cubierta dela estación de W
aterloo, Londres (N. G
rimsaw
).
LL
84
Si se desea perm
itir los giros, la solución serán las ‘articulaciones y las‘rótulas. U
na ‘articulación, según el Torroja, es «el enlace entre dos pie-
zas que permite el giro relativo de ellas en un plano»; la ‘rótula, en cam
-bio, es m
ás tolerante ya que es descrita como un «
dispositivo o de enlaceque perm
ite pequeños giros de las piezas en cualquier dirección» (M
M).
En nuestros días, la fijacion de los grandes vidrios contem
poráneos estáexigiendo algunas soluciones especiales de fijación. P
eter Rice diseñó
para el Museo de la V
illette en París unas fijaciones m
etálicas que podíansostener enorm
es vidrios gracias a una unión en rótula que no cohibíam
ínimos desplazam
ientos o giros. Cuatro de esas fijaciones se unen en
el punto donde convergen las esquinas de cuatro vidrios, lo que da lugara una pieza de soporte m
uy especial que se está difundiendo por todo elm
undo y cuyo apelativo aún no está perfectamente definido. H
e oído lla-m
arla pulp
o y manita, pero creo que araña tiene todas las de ganar por
la difusión universal de su equivalente inglés "spider".
Hoy, en el siglo de la construcción de libre com
portamiento frente a las
deformaciones de todo tipo, se tendrán que aprender a nom
brar todasestas nuevas previsiones o piezas, recurriendo siem
pre que sea posi-ble al vocabulario tradicional o introduciendo voces adecuadas cuandosea necesario.
15
16
Gigantesca articulación de la estructura del
Banco de S
hanghai y Hong-K
ong (N. Foster).
Soporte del vidrio m
ediante una fijación de cuatrorótulas. ¿P
ulpo, manita?... probablem
ente araña.
LL14
85
La mayor parte de las voces que se han ido desgranando en los capítu-
los precedentes habían sido olvidadas, como los elem
entos constructi-vos que señalaban, debido a la búsqueda de la abstracción geom
étricaque caracteriza la m
ayor parte de la produccion arquitectónica contem-
poránea. Sin em
bargo, el elemento que se glosa en estas líneas está
siendo barrido de nuestros proyectos por un agente externo implacable:
la normativa de seguridad frente al fuego.
La escalera, esa pieza clave de la composición interior del edificio,
está siendo objeto de un verdadero encarnizamiento norm
ativo. Lariqueza espacial, form
al y constructiva de la escalera está sufriendoun proceso de reglam
entación que está reduciendo sus variadas posi-bilidades a unos tipos elem
entales. El país que revolucionó las escale-
ras con la invención, en el Castillo de la C
alahorra (1509-10), de laescalera im
perial, ve reducidos los recursos de sus escaleras actua-
les y futuras en función de argumentos m
uy cuestionables. Por cierto,
que la escalera imperial es la que tiene «planta en E
cuyo tramo cen-
tral único se bifurca en dos laterales» (T), la prim
era escalera que dis-puso librem
ente sus tramos dentro de un único y am
plio ámbito espa-
cial. A este ám
bito se le llama caja de la escalera, y las series de
escalones son los tramo
s, ramales o tiro
s que se organizan entre laszonas de descanso que se llam
an descansillo
s, mesillas, m
esetas,p
untido
s (en la Rioja), o d
esemb
arcos, si en ellos se abren puertas
de acceso a otros locales (MT
).
Mam
perlánLa banalización de la escalera
2Im
perialC
ajaTram
oR
amal
Tiro
Descansillo
Mesilla
Meseta
Puntido
Desem
barco3
Ojo
Cabezada
Grado
Peldaño
Paso
TabicaC
ontrahuellaH
uellaP
isa4
Com
pensada6
Bocel
Mam
perlánA
strágalo
Atoque
8Z
ancaG
ualderaC
ontrazancaP
aredaña9
Limón
Retom
edo10
Occino
11B
arandaB
arandillaB
randalA
rambol
Pasam
anoZ
anquínC
ulo de mona
12C
aracolH
usilloA
lma
Nabo
Bolo
Espárrago
Sam
baA
la molinera
12
M
86
Una buena escalera tendrá un am
plio ojo
, «el hueco o vacío que sedeja en el centro de algunas escaleras ya para darlas luz ya para pro-porcionarles desahogo» (M
T), y sus tram
os se dibujarán de manera que
nunca molesten, por escasez de altura, la circulación por debajo o enci-
ma de ellos; en caso contrario, se dice que la escalera tiene cab
ezada.
Cada escalón se diseñará cuidadosam
ente para que las proporcionesperm
itan un cómodo recorrido tanto de ascenso com
o de descenso.Q
uizás por ello al escalón, grad
o o p
eldaño
, se le llama tam
bién paso
ya que sus dimensiones se m
iden por el paso de una persona. Se acep-
ta que 64 cm debe ser la sum
a de dos veces la altura del escalón, latab
ica o contrahuella m
ás una vez su anchura, la huella o ‘pisa.
Para ganar altura en las curvas y dar form
as elegantes a su dibujo en elespacio, las m
ejores escaleras eran com
pensad
as, es decir, que laplanta de cada escalón era trapezoidal, pero a una distancia adecuadade la barandilla las proporciones de huella y tabica eran las óptim
as.
4
Escalera com
pensad
a en la casa de John
Soane. Lincoln’s Inn Fields, G
ran Bretaña.
3
M
87
Hoy las escaleras com
pensadas o las de abanico, en las que la plantade las huellas tenía form
a de abanico, están prohibidas. Este proceso
se inició hace diez años cuando las medidas de protección contra el
fuego exigieron que todos los escalones de un tramo fuesen iguales en
todas las escaleras públicas, una disposión que barría, por lo tanto,toda posibilidad de escaleras com
pensadas.
Sin em
bargo, la impertinente realidad de algunas soluciones aberrantes
a las que se había llegado a principios de siglo no justifica la prohibiciónuniversal de cualquier tipo de com
pensación. La normativa de edificios
hospitalarios y docentes aún fue más específica: “no” a las escaleras
curvas. De resultas de todo ello, las m
ás brillantes escaleras de la histo-ria de la arquitectura acababan de convertirse en reliquias irrepetibles.
Hace pocos años la norm
ativa dio un paso más en C
ataluña. El D
ecreto100/84 endurece aún m
ás las condiciones para las escaleras de planta
56
Escalera sin contrahuellas en la escuela La
Llauna, Barcelona (C
. Pinós, E
. Miralles).
M
88
curva, ya que las prohíbe en todo tipo de edificios. Pero el detalle m
ásgratuito parece ser la prohibición de lo que la norm
ativa denomina b
o-
cel, y que quizás sería más preciso llam
ar mam
perlán, ‘astrág
alo o
atoq
ue (en Aragón). E
l mam
perlán, que da título a este artículo, es el«listón de m
adera con el que se guarnece el borde de los peldaños enlas escaleras de fábrica», según la R
eal Academ
ia. La definición nohace m
ención explícita a su forma y, en el uso, el tém
ino mam
perlán seha extendido a otros m
ateriales y a su vuelo sobre la tabica o contrahuella.P
or su parte el astrágalo, según Paniagua y otros, designa el «borde
superior de un escalón generalmente a m
edio bocel». He preferido la
voz mam
perlán a la de astrágalo porque ésta encuentra su primera
acepción en la moldura bajo el capitel de la colum
na dórica.
La normativa estatal de prevención del fuego ya prohibía el bocel en las
escaleras de evacuación ascendentes. La norma catalana de supresión
de barreras arquitectónicas exige que en todas las escaleras la huellano sobresalga ni presente discontinuidades en su unión con la tabica.La sofisticada sección del peldaño del P
alacio Farnesio, en Rom
a, aca-ba de quedar fuera de la ley. E
s ya imposible, incluso, la ejecución de
cualquier escalera que busque la transparencia y la ligereza constru-yendo sólo las huellas y elim
inando las tabicas.
La exigencia de que todos los escalones de un tramo sean idénticos
nos ha prohibido un recurso constructivo de amplísim
a tradición: el li-m
ón, otra de las voces que se ha desplazado físicamente por la cons-
trucción, moviéndose desde su sentido original de zanca hasta el ac-
tual, que analizaremos a continuación. P
ero ya que la hemos citado,
empecem
os por zanca, el elemento resistente que sirve de apoyo a los
peldaños de una escalera, «madero que se pone en las escaleras para
sostener los escalones que con él van entramados o ensam
blados ydonde se clavan las barandillas o se colocan los pasam
anos» (M
T). M
a-ría M
oliner adjudica también esta acepción a la m
ás genérica guald
era(de guarda), y el Torroja la ha recogido asim
ismo. La gualdera sirve
también para el larguero lateral de carros, cam
as u otros. Cuando la
zanca se adosa a una pared se la llama *co
ntrazanca o ‘pared
aña.
78
Mam
perlán de la escalera en una vivienda unifamiliar
en la calle del Dr. A
rce, Madrid (A
. de la Sota).
Zanca en la escalera de la fábrica Igus, Colonia
(N. G
rimshaw
).
M
89
La voz limó
n, que todavía es la zanca entre los franceses, se ha ido
desplazando hacia la parte inferior de la escalera y ha terminado alu-
diendo a la forma especial de los prim
eros peldaños que se abren haciael hueco de escalera. E
l diccionario del Torroja dice que el limón es «la
pieza que sirve de apoyo al arranque de una escalera, del lado del vano»,y añade: «suelen ser los lim
ones de madera o de piedra, de variados
contornos, lisos o bordeados de molduras y generalm
ente arrancan delos prim
eros escalones, los cuales están construidos con los mism
osm
ateriales y toman el nom
bre de gradas de limón». B
assegoda, en susequivalencias catalanas, la asocia com
o sinónima de *reto
med
o, que
no figura en el diccionario.
Ese arranque es un elem
ento difícil. La escalera, al llegar al suelo, for-m
a un ángulo agudo, define un espacio de altura cada vez más peque-
ño con un final prácticamente inaccesible, preocupación de todos los
bue
no
s arq
uite
ctos. E
n a
lgu
no
s caso
s el p
rob
lem
a se
solu
cion
am
acizando el intradós de todo el primer tram
o; en otros se forma un
macizo, una especie de podio de arranque, bajo los prim
eros escalo-nes. Traigo a colación este asunto porque M
atallana cita una voz paraese elem
ento: el *occino
, «en una escalera de madera es la curva que
sostiene a una escalera, por la parte de abajo, a manera de bóveda».
La protección lateral de la escalera la ofrece la barand
a, barand
illa ob
randal, en C
astilla también aram
bo
l. Esa protección se rem
ata con elp
asamano
, que nos acompaña dándonos seguridad al bajar e im
pulsopara subir. E
n la parte inferior puede aparecer una especie de zócaloque acom
paña el peldañeado y que recibe el nombre de *zanq
uín (T
).S
obre la barandilla, en el giro del limón, y a veces en todos los giros de
la escalera, se solía colocar una esfera que ayudaba al cambio de direc-
ción y que se llamaba, y se llam
a, el culo d
e mo
na: «los remates o
extremos que se ponen en los pilarotes de las escaleras»
(MT
).
La entrada en vigor de la normativa m
encionada supone la desapari-ción de m
uchos tipos de escalera, como la de caraco
l, que también se
conoce como *husillo
. Es curiosa la variedad de voces que señalan el
10
1112
Limón en la escalera de la casa dels O
us (J.M.
Jujol).
Culo
de m
ona en una resid
encia en East
Ham
pton, Nueva York (R
. Stern).
9
M
90
soporte central de la escalera de caracol: alma, nab
o, ‘b
olo
o ‘espárra-
go. O
tros tipos más dom
ésticos de escalera se van olvidando, quizá porla reducción de recursos del oficio de proyectar, com
o la escalera depeldaños alternados, o de ‘sam
ba, y la elegante escalera a la m
olinera,
que se apoya en una única zanca central.
Lo inquietante de estas normas es la contundencia en su parcialidad.
Proyectar es elegir entre las ventajas e inconvenientes de cada solu-
ción, sopesar opciones para seleccionar la más adecuada en cada caso.
En nuestras escaleras, adem
ás de los aspectos que la normativa aduce
(el bocel puede, por ejemplo, producir traspiés en el ascenso), se debe-
rían poder valorar otros componentes, com
o la luz natural que las tabicascegarán, la m
onumentalidad de algunos accesos o la sugerencia de
ciertas relaciones espaciales. La taxativa prohibición deja fuera de lugarcualquier consideración proyectual, cualquier valoración excepcional,de m
odo que todas las escaleras que reproducen las figuras de esteartículo están prohibidas com
o vías de evacuación por la normativa
correspondiente.
Escalera a la m
olinera en los apartamentos
construidos en las golfas d
e la Ped
rera de
Barcelona, hoy ya dem
olidos (B. C
orsini).
13
M
91
En este capítulo se reúnen algunas voces relacionadas con la organiza-
ción del espacio interior y el acabado de sus superficies. Las relacionaun argum
ento común: la creciente dificultad de esos elem
entos paraadecuarse al im
parable desarrollo de las instalaciones. Em
pecemos por
los tabiq
ues: tradicionalmente eran unos cerram
ientos secundarios, in-dependientes de los m
uros y de la estructura del edificio. Esa indepen-
dencia es fundamental, y exige una separación constructiva en su perí-
metro para que no asum
an, por su rigidez, unas cargas para las que noestán preparados. S
e distinguen dos escuelas históricas en la construc-ción de tabiques: la castellana, que respetaba esa norm
a y construye eltab
ique ‘co
lgad
o o el tab
ique d
e ‘aldavía (véase jabalcón), y la m
ásm
editerránea, que no sólo no buscaba esa independencia sino que mu-
chos casos parece que quería implicar al tabique en la estabilidad del
edificio y levantaba el pand
erete, «el construido con los ladrillos senta-dos de canto» (P
), y el tabicó
n, «tabique más grueso, de unos 9 cm
deespesor, form
ado por ladrillo hueco doble» (T). H
oy todos los tabiquesson independientes de la estructura y cada vez m
ás livianos. Las defi-ciencias acústicas se evidencian en el antiguo diseño del tabique so
r-d
o, «el que se construye con dos superficies de ladrillos verticales de-
jando un hueco en medio» (M
T).
En general, el tabique com
partimentaba un espacio m
ayor delimitado
por los muros; por eso se le llam
aba alguna vez atajadizo
, «tabique,paredilla, etc., con que se separa una parte de un local o espacio delresto» (M
M). La habitación así form
ada recibía el nombre de tam
bo
r:«departam
ento formado con tabiques dentro de otra habitación m
ayor»,
Nudillo
Los interiores y las instalaciones
1TabiqueTabique colgadoTabique dealdavíaP
andereteTabicónS
ordo2
Atajadizo
Tambor
Trujar3
Alacena
Anaquel
Balda
Vasar
4A
rrimadero
Guardasilla
5P
lacas deescayolaC
artón-yeso6
Roza
Regata
Ceja
7Z
oqueteN
udillo9
Vallas
Mam
para10
Canaleta
Cajetín
11C
ielo raso12
Falso techoS
taffTecho registrable
13S
oladoO
lambrilla
14E
ntarimado
Tarima
Rastrel
Ristrel
15P
arquéP
arquetP
arqué flotante16
Suelo técnico
TorretaC
olumna
12
N
92
según María M
oliner. En A
ragón incluso tenía nombre esa operación de
compartim
entación: trujar, descrita por la RA
E como «dividir por m
ediode tabiques una o varias habitaciones, o distribuirlas de otra m
anera».
Ese tabique tradicional, construido con delgadas piezas cerám
icas, sepodía utilizar para conform
ar muebles, hornacionas, estanterías...que
reciben nombres tan eufónicos com
o alacena, que es el pequeño ar-m
ario con puertas formado por m
uros o tabiques. En su interior se or-
ganizan unos estantes de cerámica o de m
adera, cada uno de los cua-les se denom
ina anaquel o b
alda, m
ientras que el vasar es el «poyovolado que hay en las paredes de cocinas y despensas y sirve paracolocar vasijas y utensilios diversos» (T
).
El tabique se protege de la erosión de la vida cotidiana con arrim
aderos
de madera o de cerám
ica vidriada. Si esa protección se localiza a la altu-
ra del respaldo de las sillas, es conocida como guard
asilla: «m
oldura dem
adera que se coloca en la pared para evitar el roce de las sillas» (MM
).
Durante las últim
as décadas los trabajos de construcción del tabique,ladrillo a ladrillo, y el enyesado por am
bas caras parecen ser inadmisi-
bles debido a las exigencias de productividad de la construcción con-tem
poránea. Aparecieron las ‘p
lacas de escayo
la de medianas (aproxi-
madam
ente 60 x 40 cm) o grandes dim
ensiones (aproximadam
ente 90
34
Guardasilla en una consulta m
édica, Nueva York
(R. S
tern).
5
N
93
x 280 cm) para construir unos tabiques prácticam
ente acabados. Sin
embargo, la solución que se ha acabado im
poniendo es de origen nor-team
ericano: el tabique formado por una estructurilla de chapa m
etálicaplegada forrada con unas placas de *cartó
n-yeso en las que dos hojas
de cartulina encierran una lámina de yeso de poco m
ás de un centíme-
tro. Esta solución se difundió rápidam
ente por su facilidad de construc-ción, bajo coste y fácil inserción de las instalaciones. V
eamos este pun-
to con mayor detalle.
En los tabiques tradicionales, las instalaciones, m
uy escasas, se empo-
traban practicando una roza, «surco o canal hecho en una pared, porejem
plo para las conducciones de agua o luz» (MM
). En algunas zonas se
llama ‘regata a estos surcos, pero no es correcto. S
í que es correcto, encam
bio, el uso de ‘ceja, según el Torroja, aunque no lo recoge la RA
E. Laapertura y cierre de esas rozas es una labor pesada y destructiva quedesaparece en los tabiques de cartón-yeso porque las instalaciones pa-san entre las dos lám
inas atravesando los montantes de chapa a través
de unas perforaciones dispuestas a ese efecto. El problem
a de esos tabi-ques es que el m
antenimiento o renovación de esas instalaciones es
tanto más com
plicado y costoso que en el tabique tradicional, por esoserá razonable llevarlas por otros cam
inos, como verem
os más adelante.
Otro problem
a del tabique es el soporte de cargas de estanterías, cua-dros, sanitarios, etc. E
n el tradicional tales cargas no suelen ser gravessi no se ha abusado de la esbeltez y de las rozas. E
n el lugar precisodonde se iba a recibir el clavo o cáncam
o de fijación se empotraba en la
obra un zoq
uete, «pedazo de madera corto y grueso»
(MM
). La voz más
precisa está en desuso: nudillo
, «diminutivo frecuente de nudo, em
-pleado especialm
ente en la acepción de bulto. Taco de madera em
po-trado en la pared para clavar o sujetar algo en él», según M
aría Moliner.
Colgar pesos es m
ucho más com
plicado en un tabique de cartón-yeso. S
e hace necesario disponer un perfil de chapa horizontalmente
entre dos montantes a la altura a la que se quiera fijar el peso en
cuestión (aunque para cargas bajas bastará un taco especial). Pues
bien, ese perfil también podría llam
arse nudillo, porque cumple la fun-
ción del nudillo tradicional y además porque tiene una disposición si-
678
Nudillo de chapa galvanizada en una tabiquería
de cartón yeso.
N
94
milar a la de éste. E
n cualquier caso, la voz nos ha servido para enca-bezar el capítulo y reivindicar la atención hacia estos problem
as en laconstrucción contem
poránea.
En los grandes edificios de oficinas, donde la exigencia de m
ovilidad dela
com
pa
rtime
nta
ción
es m
uy e
stricta, se
está
n u
tilizan
do
un
as
tabiquerías desmontables que posiblem
ente con los años se extrapolena otros tipos de edificios. Inicialm
ente se les dio el horrible nombre de
‘vallas de oficina, que sugería unos empleados ordenados en peque-
ños corrales vallados. La voz más utilizada en la actualidad, m
amp
ara,no tiene com
o podría suponerse un origen náutico sino que ya paraM
atallana una mam
para era «toda división hecha en las habitaciones
por medio de un bastidor cubierto de tela o con otra cosa portátil con
diferentes objetos». Es decir, que el térm
ino mam
para es exacto y suuso está perfectam
ente justificado por la tradición para referirnos a lastabiquerías desm
ontables.
Pero volvam
os a las instalaciones. Los cables, cada vez más num
erosos,tienden a salirse de los tabiques para ser de m
ás fácil acceso. No podría-
mos ya im
aginar una oficina con el cableado eléctrico empotrado. La so-
lución más sencilla es la disposición de los cables adosados a la cara del
tabique, agrupados y carenados por algún tipo de perfil hueco. No sé por
qué diablos hemos dado en llam
ar a ese perfil ‘canaleta si los dicciona-rios recogían, y recogen, una voz con m
ucha más solera, el cajetín: «lis-
tón de madera que se cubre con una m
oldura y lleva dos ranuras en lasque se alojan por separado los conductos eléctricos» (R
AE
y T).
Si a los cables les sum
amos los tubos y conductos, el repertorio de
soluciones se reduce, y se suele recurrir al techo como distribuidor de
las instalaciones. Y en ese punto la prim
era voz que hallamos es cielo
raso: «techo en el que no están las vigas a la vista» (M
M), que aparece
ya en los vocabularios tradicionales con términos específicos según cuál
sea el material em
pleado (chillado, encañizado, enlatado). Benito B
ails,por su parte, distingue el cielo, «la superficie superior de una pieza quela sirve com
o de cubierta, del cielo raso, el que es cuadrado y liso, yenlucido, sin m
adero alguno aparente» (a diferencia del volteado).
91011
Mam
para en una casa gallega.
Cajetín o canaleta.
N
95
Falso
techo es voz sinónim
a, según el Torroja, pero no se recoge en losdiccionarios generales y creo que sería m
ejor mantener la de cielo raso.
Hoy para construir uno de estos techos lisos y continuos, usam
os unaplancha de yeso que ha dado lugar a un nuevo nom
bre: la plancha*staff, «un galicism
o para significar cualquier pieza ejecutada con yesofino de m
oldear y estopa o arpillera, destinada esta última a form
ar unatram
a en el interior de la pasta y darle consistencia» (T). P
ero ese tipo detecho no nos resuelve el problem
a del acceso a las instalaciones parasu m
antenimiento y am
pliación. Por eso los techos de hoy están form
a-dos por placas independientes que se pueden desm
ontar con relativafacilidad a los que designam
os como ‘techo
s registrab
les. Aunque aquí
es posible que tenga más sentido utilizar la expresión falso techo.
La cantidad de cables que tienen que llegar hasta las mesas y la voluntad
de recobrar la textura de un techo tectónico -recuérdese el discurso dellacunario- están llevando las instalaciones hacia el suelo de los localesde oficina, donde poco a poco se van abriendo físicam
ente un hueco. El
solado
tradicional, voz que viene de solar y por lo tanto de suelo, intenta-ba reproducir en cada piso el confort acústico, la sensación de solidez y elgrosor del suelo original. N
o será necesario recordar las voces clásicasque definían cada capa de este suelo (contignación, ruderación yestatum
inación), ni tienen cabida las infinitas técnicas del solador, laespinapez, la alm
orrefa o la olambrilla. N
o resisto recordar que este últi-m
o nombre, olam
brilla, señala una solución todavía m
uy utilizada que esdescrita com
o «azulejo o pieza de mosaico de pequeño tam
año que seintercala com
binándose con otras piezas más grandes» (M
T).
Sin em
bargo sí que será útil detenerse un mom
ento para recordar lasvoces de los suelos de m
adera, porque su uso es cada vez más am
plioy variado. Tradicionalm
ente la madera se ha colocado com
o un entari-m
ado
, «pavimento [...] hecho con tablas ensam
bladas» (MM
), que a ve-ces se abrevia en tarim
a aunque este término se debería reservar para
las construcciones ligeramente elevadas. E
l entarimado hoy se utiliza
poco, porque su montaje sobre rastreles resulta m
uy laborioso. El rastrel
o ristrel es «cada uno de los listones gruesos de madera que se em
-plean para sujetar a ellos un revestim
iento de madera» (T
).
121314
Cielo raso de planchas m
olduradas.
Techo registrable del Aeropuerto de B
arcelona(R
. Bofill).
Olam
brilla en un p
avimento
de la B
ancaP
opolare de Verona (C. S
carpa). N
96
El p
arqué, la voz que se debe utilizar según la R
AE en lugar del francés
*parq
uet, tan difundida entre nosotros, supone unas piezas de menor
tamaño y m
ayor dibujo. Su construcción era difícil pues todas las piezas
han de gozar de cierta movilidad, y eso supone un laborioso encaje de
ensambles y engargolados. H
oy el parqué se coloca pegado a un sola-do inferior de m
odo que se evita todo ese trabajo de carpintería y porello es la solución m
ás frecuente, aunque cada vez se utilizan más los
sistemas ‘flo
tantes, en los que unos elementos de ciertas dim
ensionesform
ados por tablas previamente encoladas entre sí y m
ontadas sobrevarios estratos de m
ateriales diferentes se colocan machihem
bradassim
plemente extendiéndose sobre el solado.
En los edificios m
ás modernos las instalaciones pasan por el suelo,
bajo unos pavimentos de nom
bre impreciso, com
o falso suelo, sueloelevado, suelo registrable y, el que en m
i opinión tiene más posibilida-
des de prosperar, ‘suelo técnico
. Para facilitar el acceso a las instala-
ciones que corren por el suelo se levantan unos elementos verticales,
soportes de bases de conexiones de todo tipo, que han dado en llamar-
se ‘torretas, o ‘co
lumnas si llegan hasta el techo.
El proceso de ocupación del espacio arquitectónico por parte de los
tendidos de instalaciones está transformando las soluciones constructi-
vas de interior y es evidente que el vocabulario está siguiendo con gra-ves dificultades esa evolución.
15
17
Torreta como soporte de instalaciones.
Suelo técnico para el paso de instalaciones.
N
16
97
La obra cambia, y con ella los procesos constructivos. Las nuevas acti-
vidades o los innovadores elementos auxiliares exigen la introducción
de neologismos, pero m
uchas cuestiones generales siguen inmutables
y las viejas palabras pueden servirnos todavía para entender algunosproblem
as. De las innum
erables voces que nombran las operaciones
que se realizan en la obra tradicional hemos rescatado algunas que
tienen cierta continuidad en la situación actual: son las que hacen refe-rencia al m
ovimiento de m
ateriales, a los andamios y a la puesta en
obra del hormigón.
Uno de los aspectos m
ás importantes de la obra es el acopio de m
ateriales.A
lgo que exige orden y cuidado. Que supone toda una estrategia. La obra
clásica exigía grandes acopios en previsión de necesidades futuras o paraque los m
ateriales estuviesen a punto para ser utilizados, o simplem
enteesperando las fechas m
ás adecuadas para la construcción. Era habitual de-
jar pasar las heladas para ejecutar los procesos húmedos, se cubrían las
azoteas si no era primavera u otoño, se dejaban las piedras un par de años
para que adecuasen su humedad al am
biente, etc. Acopiar es «alm
acenar,reunir y guardar cierta cosa de que se tiene o puede tener necesidad»
(MM
).La reprochable costum
bre, hoy tan habitual, de «acopiar las cosas sin or-den»
(T) se calificaba con el verbo centonar. E
s una voz de concomitancias
curiosas, pues un centón es una «manta hecha de gran núm
ero de piececitasde paño o tela de diversos colores» (R
AE
); vamos, lo que los anglosajones nos
han enseñado a llamar patchw
ork. También es «la obra literaria [...] com
-puesta [...] de sentencias o expresiones ajenas» (R
AE
); es decir, amigo lector,
que estás leyendo un centón, quizás sin saberlo.
Opa
Algunas voces de la obra
2A
copiarC
entonar3
Rejal
Enrejar
4A
ndamio
Mechinal
Opa
5C
antimplora
7A
lmojaya
Paral
Cuello
8LiraD
espidienteD
esvío9
TractelC
una10
Guindola
11A
lmas
Zancos
Puentes
Durm
ienteM
arrano
12E
jiónQ
uitamiedos
13A
ndamio tubular
14E
ncofrado15
Costero
TapialesFrontera
16A
gujaC
ostal17
Separador
Pasam
urosT
irantillaLatiguilloR
anaC
ostillaC
epo18
Berenjeno
19V
erduguilloTaujel
20P
untal21
Sopanda
12
O
98
6
Unos acopios ordenados podían incluso suplir a la valla de obra. E
lrejal, «conjunto de ladrillos puestos de canto y cruzados unos sobreotros» (T
), es la mejor y una de las m
ás bellas maneras de acopiar ladri-
llo. Todavía se ven rejales en algunas fincas barcelonesas. Matallana
dice que enrejar «es poner los ladrillos unos sobre otros en filas decanto y bien ordenados y a disposición de poder hacer uso de ellos».
En el proceso de obra, una de las m
ayores dificultades la plantea eltrabajo a ciertas alturas. E
l recurso más sencillo consiste en apoyar las
plataformas de trabajo y de elevación de m
ateriales, los andam
ios, en
los mism
os muros que se están construyendo. P
ara ello se dejaban enellos unos agujeros, los m
echin
ales, un término que procede del
mozárabe m
echinar y éste a su vez del latino máchina, que significaba
máquina, andam
io. El m
echinal es el «agujero cuadrado que se deja enlas paredes cuando se fabrica un edificio para m
eter en él un palo hori-zontal del andam
io» (RA
E). M
ás genérica es la voz ‘op
a, que deriva di-rectam
ente de la expresión griega para agujero, y que quizás es la quedeberíam
os utilizar para señalar cualquier tipo de pequeña perforaciónen un m
uro.
En la práctica solem
os usar mechinal para señalar el agujero que se
deja en un muro de contención para evacuar las aguas que puedan
quedar retenidas tras él. En realidad ese agujero se debería llam
ar ‘can-tim
plora (palabra catalana, antes cantiplora, contracción de canta i plora;
posiblemente por el sonido que produce). Q
uizás el origen de la voztenga una interpretación un poco m
ás prosaica de lo que sugiere María
Moliner. Las vasijas cerám
icas lloran porque rezuman un agua que, al
evaporarse, roba calorías a la vasija y refresca el resto del líquido. Es la
teoría del botijo y la de las cantimploras de nuestras excursiones juveni-
les, aunque estas últimas exigían que se rem
ojase frecuentemente la
franela que envolvía al receptáculo metálico para conseguir el m
ismo
efecto refrigerante.
Aceptado el origen catalán de la voz cualquier vasija cerám
ica que exudaagua es un cántir que plora, vam
os, una cantimplora. P
ara realizar una opaen un m
uro, deberá formarse una reserva hueca en la m
ampostería que no
es fácil de construir sin algún tipode encofrado perdido y permeable, com
o
345
Opa en un opus tesselatum
pompeyano.
Cantim
plora en las Atarazanas de B
arcelona.
O
99
una de esas cantimploras cerám
icas. Una vasija con una boca hacia el
exterior evacuará fácilmente el agua drenada. E
n una torre de las Atarazanas
barcelonesas encontré hace años los restos de una disposición que seilustra en la figura y que m
e ha sugerido la interpretación anterior.
En los m
echinales se introducían unos maderos para form
ar sobre elloslos andam
ios. Cada uno de esos m
aderos se llama alm
ojaya o p
aral,«m
adero que sale de un mechinal [...] y sostiene el extrem
o de un ta-blón de andam
io» (RA
E), aunque la voz m
ás utilizada hoy en día es ‘cue-llo
, que es el madero que se coloca en voladizo en una terraza o un piso
con grandes contrapesos encima para poder colgar de su punta, tam
-bién en voladizo, el andam
io o cualquier otra carga, una acepción que,sin em
bargo, no aparece en ningún diccionario de los consultados.
El andam
io de ‘liras está colgado por sus dos extremos de unos cercos
de acero doblados de esa forma. P
ara mantenerlo separado del m
uroson necesarios unos tablones que se llam
an desp
idientes o d
esvíos:
«cada uno de los listones de madera que se sujetan horizontalm
ente enlos tablones de los andam
ios suspendidos y se apoyan en la fábricapara evitar el m
ovimiento de vaivén» (R
AE
).
Hoy se siguen utilizando los andam
ios suspendidos: consisten en unarm
azón metálico -generalm
ente unas plataformas que form
an el puente-que cuelga de unos cables en los que se interpone un m
ecanismo que
hemos dado en llam
ar el *tractel, aunque muy pocos diccionarios lo
reconocen. Sólo el pragm
ático Serra H
amilton nos explica que el tractel
es un «aparato destinado al trabajo de tracción o tensión empleado en
la construcción para elevar, atirantar, sostener, etc.». P
ara nombrar este
andamio suspendido podríam
os utilizar la voz cuna, que, según el Torroja,es el «andam
io móvil, tam
bién llamado jaula o puente volante». E
n rea-lidad esta acepción es derivada de la original reconocida por la A
cade-m
ia: «puente rústico formado por dos m
aromas paralelas y listones de
madera atravesados sobre ella».
Una de las pocas palabras que se han conservado corresponde a uno
de los aparatos más específicos: se trata de la g
uindo
la. Es una voz
que viene de guindar que, según el diccionario, es «subir una cosa que
789
Guindola.
10
O
100
ha de colocarse en lo alto», como la guinda del pastel, y tam
bién «des-colgarse de alguna parte por m
edio de cuerda, soga u otro artificio». De
ahí la guindola marinera, «un andam
io que rodea un palo», que todavíase utiliza en náutica para nom
brar el asiento de tela con correajes deseguridad sobre el que se sienta un m
arinero para ascender a cualquierpunto del palo. E
l Torroja ofrece su propia definición de la guindola con-tem
poránea en la edificación: «un pequeño andamio volante suspendi-
do por sus extremos, cuya altura puede regularse desde el propio anda-
mio», una definición im
precisa para lo que en la actualidad se entiendepor guindola, una cesta m
etálica, con capacidad para un par de perso-nas, colgada con cables de unos pescantes m
ontados sobre un carritoque corre por unas guías situadas en el borde de la cubierta y cuyosm
ovimientos están m
otorizados y son manipulables desde la m
isma.
Todos los grandes edificios contemporáneos con espectaculares facha-
das vidriadas disponen de una guindola con su correspondiente barqui-lla para la lim
pieza y mantenim
iento de esa fachada.
El andam
io, cuando nace desde el suelo, acostumbra a tener unos
maderos verticales, las alm
as o zancos, y otros, horizontales y cortos,
entre ellos, formando un pórtico. P
or último, otros, tam
bién horizontales,unen esos pórticos y form
an las plataformas de trabajo. E
stos últimos
son los puentes. P
ara el apoyo de los zancos sobre el suelo es lógicodisponer de un tablón que reparta la carga para im
pedir que el asientodiferencial de uno de ellos provoque deform
aciones, o incluso el colap-so de todo el conjunto. E
se madero en el suelo se llam
a durm
iente, om
ás específicamente, m
arrano.
Las uniones entre unos y otros maderos se hacían con sogas. H
abíaverdaderos especialistas en esos m
ontajes, pero después se usaronunas pequeñas piezas de m
adera: el ejión, un «tarugo, generalm
enteen form
a de cuña, que se sujeta a un madero vertical para que sirva de
apoyo a otro horizontal; por ejemplo, en una arm
adura de tejado o en unandam
io» (MM
). Los andamios y los perím
etros peligrosos de la obratienen un q
uitamied
os, voz recientem
ente aceptada por María M
olinercom
o «la cuerda o listón que se coloca en los andamios y sitios sem
e-jantes para dar algo de seguridad a los que trabajan o están en ellos».
1112
Jab
alc
on
es,
pa
rale
s y
pu
en
tes
en
u
nan
dam
iaje tradicio
nal.
O
101
Casi todo ese vocabulario se ha perdido; sin em
bargo hubiera sido muy
fácil conservarlo pues los elementos m
etálicos con los que hoy cons-truim
os los ‘andam
ios tub
ulares son muy parecidos a los tradiciona-
les. Las armaduras que se superponen introduciendo sus perfiles de
tubo en las cabezas de los inferiores podrían ser los zancos y las plata-form
as que los unen deberían llamarse puentes.
Por últim
o veremos cóm
o se ha traspasado el vocabulario de la puestaen obra, desde el tapial al horm
igón. En este recorrido por las voces
tradicionales de la obra puede ser útil acercarse a un proceso que noha cam
biado demasiado a lo largo del tiem
po: el moldeo de un m
aterialform
áceo. La necesidad de formar un enco
frado
, es decir, un molde en
el que verter y comprim
ir o vibrar la masa pastosa plantea una dificul-
tad prácticamente inalterada en los últim
os veinte siglos.
El encofrado se form
a con unos tableros, hoy constituidos por variastablas unidas por un perfil m
etálico en sus testas: son los costero
s otap
iales. Al llegar al canto, el borde, el lím
ite que siempre ofrece dificul-
tades de giro y de soporte, se usaba una tabla especial de nombre
adecuado: frontera «
tablero reforzado con barrotes con que se sostie-nen los tapiales que sirven para form
ar el molde de una tapia en los
finales y en las esquinas» (MM
).
13
14
En
co
frad
o m
on
um
en
tal e
n lo
s silos d
ela
co
mp
añ
ía d
e m
ina
s de
Le
ns, F
ran
cia
(F. He
nn
eb
iqu
e).
15
O
102
18
La mayor dificultad la plantea el m
antener estables esas caras de enco-frado y separadas por una distancia exacta, invariable ante las fuertescargas que ha de recibir. Y
todo ello concebido de manera que sea fácil-
mente desm
ontable cuando haya que trasladar el encofrado un poco más
arriba. El m
ecanismo tradicional está form
ado por unas agujas, palosque atraviesan el grueso del m
uro y cuyos extremos sobresalen dejando
vistos unos agujeros, como una gran aguja de coser, por los que se intro-
ducen los costales, que son «cada uno de los barrotes verticales que,atravesados por las agujas, sirven para m
antener en su posición los ta-blones del tapial» (M
M). A
sí, para desmontar un tapial, bastaba con quitar
los costales, montar el tapial en el nivel superior y pasar de nuevo el
costal aprovechando la aguja superior del nivel inferior.
Hoy los sistem
as son muy sim
ilares. Los tableros de encofrado se man-
tienen a la distancia exacta con dos elementos que sustituyen la vieja
aguja con cabeza perforada. Uno es el ‘sep
arado
r o ‘pasam
uros, un
tubo generalmente de plástico rem
atado por dos cabezas troncocónicaspara avellanar la huella. E
l otro es un redondo metálico, la *tirantilla o
‘latiguillo
, que pasa por su interior. El prim
ero trabajará a compresión,
el segundo, a tracción. Los tableros se afirman entre pasam
uros ytirantillas con unos aparatos de fácil desm
ontaje a los que se ha dadoen llam
ar ‘ranas: «dispositivo articulado que se em
plea para sujetar uncable o varilla al som
eterlo a tracción» (T). Los costeros se transform
anen unos poderosos perfiles, generalm
ente de acero, denominados ‘co
s-tillas. C
uando dos costillas se unen por su parte superior, más alla del
encofrado para evitar la deformación de los costeros el conjunto, reci-
ben el nombre de cep
o.
Todavía podríamos citar una voz curiosa, de etim
ología difícil, puestoque se ha conservado viva, el *b
erenjeno: «listón de m
adera de sec-ción en triángulo rectángulo, que se coloca en las esquinas de los gran-des encofrados para achaflanar los ángulos de vigas y pilares» (T
). En
realidad se usa para eso y, en los muros, para evitar pérdidas de lechada
en las juntas de hormigonado o, sim
plemente, para form
ar un dibujosobre la faz del m
uro que disimule diferencias de vertido. S
upongo queel berenjeno es el resultado del corte “berenjenado” o corte esviado.
1617
Berenjeno convencional de sección triangular.
O
103
Las berenjenas, como los em
butidos, se cortan frecuentemente de m
a-nera esviada, es decir, que el corte no es perpendicular al eje del bulto.A
sí se consiguen secciones o rodajas de mayor superfície. E
l corte “a laberenjena” es el que se hace «serrando un m
adero o tabla por la diago-nal de su escuadría» (M
T). U
n listón de sección cuadrada cortado así dalugar a dos listones de sección triangular, dos berenjenos.
Alguna vez se utiliza el térm
ino verdug
uillo en lugar de berenjeno, y así
lo atestigua, por ejemplo, S
erra Ham
ilton. Verdugo es una voz curiosa
que aparece frecuentemente en la construcción asociada a dos ele-
mentos m
uy alejados: el listoncillo de madera y la hilada form
ada conun m
aterial diferente que subraya una línea horizontal en un muro. E
sde suponer que am
bos tienen un origen común. E
l verdugo, en la penade azotes, utilizaba una vara verde y flexible con la que golpeaba laespalda del penado dibujando en ella unos im
presionantes trazos, losverdugones. E
l dramatism
o de unas imágenes, tem
idas y sádicas, de-bió em
pujar el vocabulario con tal fuerza que los pacíficos listoncillosdel vidriero o el encofrador se llam
aron verduguillos, y las hiladas deladrillo rojo insertas en la m
ampostería pasaron a ser verdugadas. D
eorigen próxim
o es el sinónimo latiguillo. P
ero existen también el junqui-
llo, más citado en carpintería de ventanas, y el taujel, de m
ayor seccióny utilizado sobre todo en las cubiertas de chapa para conform
ar la juntade listón o junta belga.
19
Apeos o puntales.
O
104
Los encofrados de techos también tienen una term
inología insuficientey dubitativa. N
os llegan de la tradición dos voces clave: el puntal y lasopanda. E
l puntal, genéricam
ente «el pie derecho que sostiene a otroselem
entos trabajando él a compresión» (T
). María M
oliner lo asocia pre-ferentem
ente con el derribo, pues dice que es «el madero hincado, ge-
neralmente en postura oblicua, con que se sostiene provisionalm
entealgo». H
oy el puntal es un tubo metálico con m
ecanismo telescópico
que se usa principalmente para soportar los encofrados horizontales.
Sobre el puntal se colocan unos perfiles horizontales que se llam
anso
pand
as, cosa muy razonable debido a la sim
ilitud con el refuerzo devigas que describim
os en el capítulo Jabalcón. Estas sopandas form
anun conjunto de líneas portantes paralelas entre las que se colocan lostableros de encofrado o los casetones del reticular. U
n mecanism
o es-p
ecia
l pe
rmite
de
smo
nta
r esto
s en
cofra
do
s con
serva
nd
o e
lapuntalam
iento que prestan las sopandas. El conjunto está todavía tan
mal diseñado que, aunque los casetones recuperables son cuadrados,
la aparición de la sopanda desmodula el ritm
o de los casetones, dem
odo que resulta costoso y difícil insertar el conjunto dentro de unatram
a modular bidim
ensional.
La huella de un berenjeno tradicional en el jardínd
e la fundación C
orini Stam
pallia, Venecia
(C.S
carpa).
2021
O
105
La ventana histórica, abierta en un muro, m
acizo y estructural, suele serm
ás alta que ancha. Así lo exige explícitam
ente Alberti y así lo im
poneel descenso de cargas en los edificios con m
uros de carga. Su anchura
está limitada por la capacidad portante del elem
ento que cubre el hue-co, una lim
itación contra la que la arquitectura ha luchado durante si-glos. E
l hueco abierto en el muro se asocia la idea de vaciado y por eso
se llama vano
, «parte del muro o fábrica en que no hay sustentáculo
para el techo o bóveda» (RA
E). P
ero también es el espacio por donde
llega la claridad exterior, y por eso también tiene el nom
bre de claro,
«cada uno de los huecos por donde entra la claridad en el edificio»,según el diccionario, e incluso de lum
bre, «espacio que una puerta,
ventana, claraboya, tronera [...] deja franco a la luz» (T
), y también luz,
voz que luego pasará a la estructura en general, y por eso hablaremos
de la luz de un pórtico o de un puente.
La parte superior del hueco ha recibido a lo largo de la historia nombres
de orígenes diversos, pero la voz más utilizada y de m
ás amplio signifi-
cado es dintel. T
érmino de laberíntica etim
ología pero que encabezauna fam
ilia de expresiones cuya raíz común se encuentra en la idea de
límite. P
ara María M
oliner dintel procede del lintel, francés antiguo quea su vez tenía origen en lim
italis. Éste, a su vez, es una form
a de liminaris,
de limen-inis, um
bral latino que venía de limes-itis, lím
ite. Esa com
plica-da evolución ha introducido un confuso am
asijo de voces para señalarla parte superior de un hueco: si dintel viene de lím
ite pasando porlintel, en el cam
ino se ha ido dejando un reguero de voces que el diccio-nario reconoce, com
o lindel y lintel. A
ún más curioso es el caso del
Parteluz
La tectónica de los dinteles
1V
anoC
laroLum
breLuz
2D
intelLindelLintelE
ntera3
Um
bral4
Petral
Platabanda
Cargadero
Cargo
Sardinel
5A
rquitrabe6
Arco de descarga
Tím
pano7
Dovela
8M
edio puntoR
ebajado
12
Carpanel
Apainelado
Escarzano
9A
rco planoA
rco adinteladoS
almer
Alm
ohadón10
Parteluz
Montante
Bífora
Gem
inadoB
igeminado
Serliana
11A
jimez
Alaroz
12M
ainelC
olgadizo13
Muros cortina
14 A
paisada
P
106
sinónimo entera, que todavía se conserva en León, y que según el dic-
cionario viene de lentera y ésta del latín liminaris, que está en el lím
ite(¿
no será simplem
ente que el dintel se forma con la piedra “entera” m
ásgrande de que se disponga?). D
e todo este galimatías etim
ológico, lom
ás interesante es el papel del hueco como lím
ite del espacio al que daacceso. La fecha de construcción, las arm
as nobiliarias y el lujo orna-m
ental convergen en ese dintel del hueco principal, en ese límite que
impresiona traspasar. H
asta en el infierno de Dante era el dintel el que
transmitía el terrible m
ensaje: “Dejad toda esperanza...”
A la confusión etim
ológica se suma la m
ovilidad de las voces en loselem
entos arquitectónicos, movilidad que ya hem
os constatado en otroslugares y que aquí ha perm
itido al umb
ral subirse hasta el dintel, sihacem
os caso de la acepción de la Real A
cademia: «m
adero que seatraviesa en la parte superior de un vano para sostener el m
uro que hayencim
a». ¿S
erá la facultad que tiene el dintel de crear sombra, de um
brar,lo que ha atraído a la voz um
bral hasta ahí arriba? Para evitar confusio-
nes reservaremos esa voz para la parte inferior de la puerta.
Si la noción de lím
ite es la más significativa en la generación de térm
i-nos de am
plio significado, comprobarem
os que el conjunto inmediato
en importancia es el que se preocupa por el m
aterial que va a permitir
salvar ese vano y soportar esas cargas: así, se llamará ‘p
etral o *plata-
band
a si es de piedra. Esta últim
a voz se ha hecho popular hoy parareferirse a las piezas de acero planas pero de cierto grosor. A
lgunasvoces aluden directam
ente a esa exigencia de capacidad portante quela caracteriza, y en ese sentido la m
ás frecuente es cargad
ero, pero
también se le llam
a cargo
en Salam
anca (M
M). E
l sardinel nos vuelve a
plantear un problema de am
bigüedad: puede ser un dintel si se volteasobre un hueco, pero el diccionario sólo reconoce para el sardinel unalocalización específica, la del um
bral. Es curiosa esta voz, cuya razón
sólo es la similitud de la sucesión de tizones con la im
agen de las sardi-nas prensadas en su barrica
(RA
E).
El dintel tam
bién se puede utilizar para cubrir un vano estructural queno sea una puerta o ventana: es el caso de la arquitectura adinteladaclásica, donde se le llam
ó arquitrab
e, «parte inferior del entablamento
345
Entera.
P
107
que descansa sobre las columnas o el m
uro» (MM
). En la actualidad
seguimos llam
ando dinteles a los cargaderos de cualquier material m
o-derno, com
o el hormigón o el acero.
Todos estos matices dejan bien claro que estam
os frente a un elemento
en cuyo diseño se han puesto grandes esfuerzos por razones de eco-nom
ía o para optimizar su capacidad de salvar luces. U
na solución inte-ligente, y tem
pranamente adoptada, consiste en desviar las cargas que
llegan al cargadero disponiendo sobre éste un arco d
e descarg
a. El
arco se apoya sobre las jambas, de m
anera que si el conjunto se cons-truye en el orden cronológico adecuado, el dintel sólo recibe la cargadel m
aterial que rellena el espacio entre arco y dintel, el tímp
ano.
Si el vano que se ha de cubrir es todavía m
ás ancho, se puede renun-ciar al dintel y form
ar un hueco con la parte superior volteada en arco.La form
a volteada combinada con el despiece radial de las d
ovelas, o
piezas que forman el arco, asegura que la línea de com
presión pasapor el núcleo central de inercia, es decir, que las juntas trabajan siem
-pre a com
presión. Quizás el hueco m
ejor diseñado para no producirgrandes tensiones localizadas en un m
uro sea el rosetón, ventana cir-cular de gran tam
año que se suele localizar en la fachada principal delas catedrales góticas.
Los arcos que se pueden disponer sobre un hueco tienen formas
variadísimas que recibieron nom
bres particulares cuando constituíanuno de los elem
entos más im
portantes de la construcción. Quizás hoy
nos bastará con recordar los arcos de med
io p
unto, o sem
icirculares;los reb
ajado
s, en los que el arco es menor de 180º; y los carp
aneles oap
ainelado
s, formados por tres o m
ás arcos de diferente radio. El
escarzano es un arco rebajado que cum
ple la condición de tener sucentro en el vértice de un triángulo equilátero cuya base es la línea queune los arranques.
En todos ellos la form
a de la carpintería se deberá adecuar a esa curva-tura. Q
uizás sólo para evitarlo existe el habilísimo arco
plano
o arcoad
intelado
, en el que las dovelas tienen su correspondiente junta radialpero sus cortes superior e inferior son horizontales y continuos. La pie-
6789
Arco plano en la casa de las Flores de M
adrid(S
. Zuazo).
P
108
za de arranque del arco suele tener un tratamiento geom
étrico especialy se llam
a salmer. S
u papel portante lo atestigua su etimología, que
arranca del mulo de carga en latín. La pieza en la que se apoya el
salmer, o un dintel, es el ‘alm
ohad
ón
(T) aunque la A
cademia lo confun-
de con el salmer.
Existe otra solución que ha perm
itido a muchas arquitecturas am
pliar elvano sin recurrir al arco: es el p
arteluz, el elemento portante vertical y
esbelto que da apoyo al dintel en el centro del vano partiendo literal-m
ente su luz en dos. Esta voz ha quedado asociada entre nosotros al
parteluz de las portadas góticas, que sostiene el pesado dintel cargadopor el grupo escultórico del tím
pano. Este parteluz o m
ontante pétreo
ha dado lugar a soluciones muy diversas que van yuxtaponiendo hue-
cos. En la construcción gótica era m
uy utilizada esta solución, y se lla-m
aba ventana bífo
ra al vano gem
inado
o ventana dividida. Incluso apa-rece en los diccionarios la ventana b
igem
inada, «de vano dividido en
cuatro partes por un elemento divisorio central m
ayor y dos lateralesm
ás pequeños» (P). E
n algunos casos se combinan form
as arqueadas yadinteladas sobre los vanos soportados por el parteluz, com
o sucedeen la ventana serliana, de tanto éxito en la historia de la arquitectura.D
el arquitecto y tratadista Sebastiano S
erlio (1475-1554), «dícese delvano en general, y de la ventana en particular, tripartito en sentido ver-tical, cerrado en arco de m
edio punto el central, que apoya sus arran-ques sobre arquitrabes soportados por colum
nas, arquitrabes que a suvez cierran los dos vanos laterales» (M
M).
El ajim
ez, que a veces aparece como sinónim
o de parteluz, es una vozdesplazada a partir del siglo X
IX, pues su significado original era el de
ventana protegida por una caja de celosías, de manera que podía obser-
varse ampliam
ente el exterior. La etimología que cita P
aniagua pasa poral-sim
asa, ventana de yeso. Hoy el ajim
ez es lo mism
o que el parteluz yse ha olvidado com
pletamente su significado original. Tam
bién se usaalaroz: «larguero fijo que divide el hueco de una puerta o ventana. A
rma-
zón de madera con que se reduce el hueco de una puerta para poner una
mam
para» (MM
). Sin em
bargo, como se puede com
probar en esta defini-ción de M
aría Moliner, se trata de una voz que se debería reservar a las
divisiones de madera, sin carácter estructural, utilizadas para reducir el
1011
Alm
ohadón o salmer de la entrada del alm
acénM
orris en Maiden Lane, E
E.U
U. (F. Ll. W
right).
P
109
tamaño de las carpinterías. É
se es un elemento para el que tam
bién te-nem
os la voz mangueta, aunque ésta se debe usar cuando en ese m
on-tante o alaroz se fijan las bisagras de puertas y ventanas (véase telar).
El parteluz ha m
erecido encabezar un capítulo porque tiene un brillanteporvenir en la arquitectura contem
poránea. Quizá no sea la voz m
ásadecuada debido a esas connotaciones que la acercan a la portadagótica, pero aún nos queda su sinónim
o mainel que, ya sin los com
po-nentes m
onumentales del parteluz, puede servir para un uso contem
-poráneo. ¿
Por qué esta reivindicación del m
ainel o parteluz? Porque es
la respuesta más razonable que la construcción puede dar a una exi-
gencia de la arquitectura moderna: la fenêtre en longeur de Le C
orbusier.E
l entusiasmo por la libertad recién conquistada en la com
posición dela fachada, gracias al traspaso del descenso de cargas a la estructuraporticada, propició una solución de ventana rasgada horizontalm
enteque obviaba las servidum
bres mecánicas de la propia fachada. P
erosiem
pre hay que soportar el pequeño y alargado lienzo de pared quequeda entre la ventana y el forjado superior. E
sa especie de colg
adizo
ha sido resuelto pésimam
ente en estos últimos años, porque ese lienzo
rígido de albañilería soporta mal las flexiones del techo del que cuelga.
El parteluz tom
a su carga, la lleva hasta el antepecho y reconstruye lacontinuidad tectónica del m
uro.
Mainel es sin duda la voz m
ás adecuada para describir los perfiles metá-
licos verticales que se adosan al borde de los forjados para construirsobre ellos los ‘m
uros cortina. Esos perfiles ya no soportan las cargas de
los pesados colgadizos de albañilería pero sí que parten la luz de losgrandes lienzos de las fachadas para que se inserten entre ellos, y sopor-tados por ellos, todos los elem
entos de cerramiento, vidrios, paneles,
tableros o chapas. Este sistem
a constructivo constituye lo que hemos
dado en llamar un m
uro cortina, si el conjunto pasa por delante de losforjados, aunque actualm
ente se está reduciendo el uso de esta nomina-
ción específica en beneficio de la más genérica de fachada ligera.
Los maineles servirán, pues, para construir fachadas ligeras, m
uros cor-tina y ventanas ap
aisadas. P
or cierto que siempre m
e había hecho son-reír la obsesión paisajista del form
ato landscaped inglés, hasta que me
1213
14
Parteluces o m
aineles en el carmen R
odríguezA
costa de Granada.
Co
lgad
izo
de
las vivien
das
de
laW
eissenhofsiedlung, Alem
ania (Le Corbusier).
P
110
di cuenta de que la formación de nuestro apaisado es absolutam
enteparalela; sólo nos faltaría decir “apaisajado”. Y
ese calificativo vale, como
para los ingleses, aunque hablemos de la posición de una hoja de pa-
pel. La Academ
ia dice «forma rectangular en la que la base es m
ayorque la altura a sem
ejanza de los cuadros donde suelen pintarse paí-ses». Q
ué difícil, ¿no?, pintar un país.
Los elementos m
etálicos verticales que recorren las fachadas ligerastam
bién deberían llamarse m
aineles. Desde los perfiles o los m
uroscortina de M
ies van der Rohe a los m
odernos soportes de fachadas devidrio de la high-tech, todos esos m
al llamados m
ontantes tendrían queser m
aineles.
15
Maineles de los edificios satélites del A
eropuertode H
eathrow, Londres (N
. Grim
saw).
Main
eles en
lo
s m
uro
s co
rtina
de
los
apartamentos de Lake S
hore Drive, C
hicago(M
. van der Rohe).
P
111
Bajo este epígrafe vam
os a recorrer los términos que describen algu-
nos elementos de la carpintería de arm
ar tradicional, para valorar suproxim
idad con los elementos de la actual construcción de grandes vi-
gas en celosía. El elem
ento más interesante y com
pleto de la carpinte-ría de arm
ar es el cuchillo, como dem
uestra el más de un centenar de
voces que describen todos sus elementos y los de los techos que sobre
ellos se forman. S
in embargo, tendrem
os que dejar de lado casi todasellas ya que conform
an un sistema cerrado y m
uy lejano de las formas
de construcción actuales, aunque lo hacemos con la tranquilidad de
que el lector encontrará en La carpintería de armar, de E
nrique Nuere,
un magnífico vocabulario, m
uchísimo m
ás completo que el que podría-
mos intentar aquí. E
n este breve capítulo sólo veremos aquellas voces
de significado tan abierto o tan próximo a la situación actual que pue-
dan servir de guía para el enriquecimiento de nuestro léxico cotidiano.
Una arm
adura es un conjunto de barras organizadas de m
anera tal queconform
an un elemento de gran capacidad estructural. La A
cademia ha
admitido recientem
ente una acepción en este sentido: «armazón hecha
con maderos ensam
blados y tablas con que se cubre una parte de edi-ficio en condiciones de recibir sobre sí el tejado». E
n el siglo del aceroes una definición un tanto anticuada, pero m
ás vale eso que nada. En
particular, una armadura de cuchillo
es la que tiene un alzado triangu-lar de m
anera que, además de conseguir un m
omento flector m
áximo
en el centro, permite form
ar dos faldones de cubierta, dos planos incli-nados que, ayudados por la gravedad, im
pulsan el agua fuera del perí-m
etro del edificio.
Quijera
Del cuchillo a la celosía
2A
rmadura
Cuchillo
3C
erchaC
imbra
5P
aresA
lfardas6
Molinera
Cum
breraP
ar y picaderoP
ar e hileraH
ilera7
Par y nudillo
8C
orreasE
jiónC
abiosE
nrayado10
Cartabón
Albanecar
11P
ilarejoM
anguetaP
olonceau
12C
elosíaC
ordonesD
iagonalP
unto13
Riostra
Cruz de tensores
14P
echo15
Garganta
Quijera
Cornezuelos
Espaldones
Caja y espiga
Barbilla
Em
barbilladoD
eja16
Alm
aA
laD
esmem
brar17
Cartela
Coda
Sopar
12
Del vocabulario de La carpintería de arm
ar deE
. Nuere.
Q
112
6
El vocablo cuchillo debe ser decididam
ente defendido frente a la actualinvasión de la cercha. H
asta hace muy pocos años una cercha no era
una armadura de cubierta, y tam
poco hay razón alguna para utilizarlapara nom
brar una armadura de perfiles rectos. La palabra cercha deriva
del francés antiguo cerche y significa listón, palo o tabla curvada. En
castellano se ha asociado siempre a las costillas de las cim
bras curvas
sobre las que se construían los arcos y bóvedas (M
M). S
e ha usado tam-
bién para nombrar las costillas curvas form
adas por una sucesiónpoligonal de piezas de m
adera con que se sostienen algunos cañizosde cielos rasos. E
l diccionario de la RA
E es definitivo: no sólo son curvaslas siete acepciones que nos ofrece sino que adem
ás nos explica quecercha viene de cercho, del latín circulus. D
ejemos, pues, la cercha
pa
ra lo
s grue
sos y to
scos e
lem
en
tos a
uxilia
res d
e form
a cu
rva y
retomem
os cuchillo para los elementos definitivos de form
a triangular ygran esbeltez.
Esta form
a triangular tenía dos aspectos funcionales muy positivos: su
doble idoneidad para la flexión y para la conducción de las aguas, aspec-tos que, sin em
bargo, no fueron evidentes a lo largo de su historia. El
templo griego, por ejem
plo, tenía una estructura portante formada por
pares de madera dispuestos sobre cualquier recurso portante, m
uros odinteles de piedra y vigas de m
adera. Esos pares no form
aban una arma-
dura, un sistema estructural organizado, sino que sim
plemente consti-
tuían los planos inclinados de la cubierta, sobre apoyos de diversa alturay con el auxilio de algunos pies derechos, tam
bién de madera.
La cubierta más elem
ental se forma únicam
ente con los pares, unas
maderas inclinadas apoyadas en dos elem
entos situados a diferentealtura, a las que tam
bién se les llama alfard
as, del árabe al farda, unade las dos partes de un todo, de un lado; quizás porque casi siem
pre seha aprovechado el elem
ento de soporte más alto para apoyar en él dos
familias de pares, una hacia cada lado.
Esos elem
entos de apoyo de los pares pueden ser unos muros parale-
los, de alturas de coronación diferentes. Cuando los pares se apoyan
sobre estos muros se dice que form
an una cubierta a la mo
linera. Si el
elemento central, el m
ás alto, es una viga de madera, la cum
brera, el
345
Cercha.
Cubierta de par e hilera (E
. Nuere).
Q
113
conjunto se llama arm
adura de par y p
icadero
, o armadura de p
ar ehilera. La diferencia entre am
bas denominaciones de arm
adura no estám
uy clara en los diversos tratados porque las diferencias parece queestán en los apoyos y en la m
anera de estabilizar el par frente a unposible deslizam
iento. En el caso de la arm
adura de par y picaderoparece que los pares se apoyan claram
ente en la cumbrera, el picadero;
mientras que en la de par e hilera los pares se acodalan contra los
estribos, es decir, contra la hilera y se encuentran dos a dos en la cum-
brera, donde se conectan entre sí y con sus vecinos gracias a un ele-m
ento de cumbrera que no es específicam
ente portante.
El em
puje que el par transmite al estribo puede ser excesivo; por eso,
para contenerlo, se dispone un elemento que une dos pares enfrentados.
Si la unión se hace a una altura situada en cualquier punto de la m
itadsuperior del par, y el resultado es una arm
adura de par y nud
illo, pues el
nudillo al fin y al cabo es un tirante elevado. Si se sitúa en el extrem
o delos pares, uniendo los estribos, tendrem
os un cuchillo convencional.
Entre los pares, y perpendicularm
ente a la línea dependiente, se tiendenlas correas: unos m
aderos escuadrados que al apoyarse sobre el bordesuperior inclinado del par quedan siem
pre escorados. Para sostenerlos
se estriban lateralmente con una pieza m
ás o menos triangular que se
clava en el par, es el ejión. Si las piezas de cubierta que se han de soste-
ner son de pequeño tamaño, convendrá form
ar aún un tercer sistema de
barras, ahora paralelas a la pendiente y a los pares: los cabios. S
u dis-tancia debe ser ya la adecuada para soportar las tejas o piezas de cerá-m
ica machihem
brada, entarimado, etc. E
s frecuente todavía colocar so-bre las correas o los cabios un enrayad
o: «m
aderamen horizontal para
asegurar los cuchillos y medios cuchillos de una cubierta»
(RA
E).
Hasta aquí hem
os supuesto una sencilla cubierta a dos aguas. Sin
embargo, si querem
os evitar la aparición de la forma triangular de la
cubierta en la fachada tendremos que form
ar una tercera o incluso unacuarta agua. E
l encuentro entre esos nuevos planos inclinados con elsistem
a direccional de disposición de los cuchillos generará algún con-flicto geom
étrico. La preocupación por dar nombre a elem
entos que notienen la realidad física de una pieza concreta sino que son relaciones
78
Cubierta de par y nudillo (E
. Nuere).
Cuchillo con pares y tirante en G
ranada.
9
Q
114
geométricas, com
o ángulos entre planos o incluso abatimientos de esos
ángulos, evidencia las dificultades con las que se encontraron y nosm
uestra los caminos seguidos para su solución.
El m
ás sencillo es el cartabó
n, «ángulo que forman en el caballete las
dos vertientes de una armadura de tejado»
(RA
E). S
e trata de un elemen-
to esencial en la definición de la cubierta, que proporciona seguridadcontra la entrada de agua, la altura total del edificio y la relación entre laluz que se debe cubrir y la longitud de los pares. O
tro elemento geom
é-trico con nom
bre propio es el albanecar, «triángulo rectángulo form
adopor el par toral, la lim
a tesa y la solera» (R
AE
), con el que es posibleconstruir en taller la lim
a tesa (hipotenusa) a partir del par (un cateto) dem
edida conocida y la longitud de la solera o distancia entre el pie delpar toral y la esquina del edificio (otro cateto). E
s pues el triángulo quehay que añadir a un plano rectangular de cubierta para que tom
e laform
a trapezoidal que le impone la aparición de la tercera agua con su
faldón perpendicular. Según M
ariátegui, su bonito nombre viene de al-
banica, «la pieza triangular que se pone en las camisas, sobre los hom
-bros, y en general, toda pieza de form
a triangular [...] que se añadepara com
pletar [...] algo».
10
Cuchillo P
olonceau modificado en el C
onventdels À
ngels de Barcelona (Ll. C
lotet, I. Paricio).
Q
115
Ese control geom
étrico de la armadura de cubierta no se corresponde en
absoluto con un conocimiento del funcionam
iento mecánico de sus ba-
rras. Que el tirante sólo debe trabajar a tracción lo niegan piezas com
o elp
ilarejo, o mangueta, el puntal apoyado en el tirante. La disposición m
e-cánicam
ente ordenada de las barras aparece en el Libro III de Palladio,
donde se recogen sus famosos puentes, pero el diseño ordenado de los
cuchillos no se desarrolla hasta la primera m
itad del XIX
, cuando se cul-m
ina una etapa con la famosa arm
adura de Polonceau, que W
arr cita en1851 (G
. Fiden W
arr: Dynam
ics, construction of machinery, equilibrium
ofstructures and the strength of m
aterials, Londres, 1851).
Desde hace dos o tres décadas la situación ha cam
biado completa-
mente. La difusión de las cubiertas con lám
inas de estanquidad, basa-das en m
ateriales absolutamente im
permeables, com
o la tela asfáltica,ha roto la fructífera asociación de aguas y m
omentos flectores, pues la
mayor parte de las cubiertas de cierto tam
año son prácticamente pla-
nas y están construidas con armaduras de gran canto, con alzado casi
rectangular en el que se dibujan las triangulaciones de las barras. Son
las vigas de ‘celosía. E
n el perímetro superior e inferior de la viga se
alinea una sucesión de barras que se llaman ‘co
rdo
nes. Los elementos
inclinados en vez de tornapuntas se llaman d
iago
nales, y las verticales
1112
Pilarejo o m
angueta.
Las celosías del gimnasio M
aravillas tienen elcordón superior recto y el inferior curvo (A
. dela S
ota).
Q
116
pueden llamarse m
ontantes. El ordenador perm
ite cortar y ensamblar
las barras con medidas distintas, de m
odo que se le puede dar al cor-dón superior cierta inclinación para form
ar una suavísima pendiente a
dos aguas; es el punto
que se le da a la armadura.
Las vigas perpendiculares son correas, como siem
pre, si son de pe-queño canto. S
i son de un canto similar a la arm
adura principal, seránarm
aduras secundarias o riostras, porque contribuyen a la estabiliza-
ción lateral de la principal. La estabilidad general del conjunto se sueleencom
endar a elementos diagonales situados en el plano de cubierta
que forman, con la cum
brera y la carrera o las correas, unos marcos
rígidos. Es un nom
bre, el de diagonales, muy poco específico, y quizás
se debería usar uno más próxim
o a su función, como cruz d
e tensores,
por similitud con la cruz de S
an Andrés, aunque en este caso los ele-
mentos no puedan trabajar a com
presión.
En los nudos el uso de elem
entos metálicos ha generado un nuevo
vocabulario poco conocido y siempre m
ás impreciso que el tradicional.
Resulta sorprendente que a pesar de la vertiginosa rapidez con que en
la actualidad se difunde la información no se haya conseguido estable-
cer una terminología tan estricta com
o lo hizo hace siglos la carpinteríade arm
ar. Por ejem
plo, cuando en el cuchillo tradicional el par se en-cuentra con la cum
brera, se deberá recortar su cabeza de manera que
calce a la cumbrera adaptándose a su form
a rectangular, que tiene loslados no paralelos al eje del par. E
l plano inferior horizontal sobre el quela cum
brera se apoya se denomina p
echo.
El tipo de uniones entre perfiles de m
adera o de acero tiene algo encom
ún: ambos buscan un am
plio contacto entre las dos piezas que hande ser unidas. E
n la madera se trata de aum
entar la superficie de fric-ción o de encolado; o el brazo, para resistir flexiones. E
n el caso delacero, se am
plía el perímetro de contacto para increm
entar la longitudde soldadura. P
ara conseguir esa relación geométrica los perfiles de
madera se recortan de m
anera que uno abraza al otro en el nudo; elvocabulario tradicional es riquísim
o y distingue matices que hoy nos
sorprenden en las formas de conseguir ese abrazo. P
or ejemplo, es
muy razonable que en un encuentro en T
de piezas de madera se distin-
13
1415
Vigas en celosía con riostras del m
ismo canto
de la fábrica Sim
ón, en Olot, G
irona (Ll. Clotet,
I. Paricio).
Q
117
ga si el perfil continuo -la barra horizontal de la T- es el que abraza o elque es abrazado. S
upongamos la m
isma sección para am
bos perfiles:si el continuo, y horizontal en la T, es envuelto por el perfil vertical, elprim
ero tendrá que adelgazarse y perderá sección lateral de modo que
formará una ‘g
arganta; m
ientras que el vertical tendrá una hendiduracentral, la q
uijera, que estará rematada lateralm
ente por los ‘cornezueloso esp
aldo
nes: «parte maciza y saliente que queda en un m
adero des-pués de abierta una entalladura»
(RA
E). P
or el contrario, si el perfil conti-nuo y horizontal envuelve al vertical, tendrem
os una unión de caja yesp
iga. S
i el encuentro no es ortogonal, la espiga se llama b
arbilla; y el
encuentro, emb
arbillad
o. Las partes del perfil que no se rebajan para
formar las gargantas o las espigas y barbillas se llam
an dejas, puesto
que el perfil se deja con su sección completa. La quijera nos ha servido
para dar título al capítulo y para recordarnos -una vez más- la precisión
de la terminología tradicional.
En la construcción m
etálica contemporánea los problem
as son muy pa-
recidos. Los cordones superior e inferior suelen estar formados por unos
perfiles continuos que se deben unir sólidamente con las diagonales y
montantes. S
upongamos el caso, frecuente, de que un cordón esté cons-
truido con dos perfiles separados por una distancia suficiente como para
que por la hendidura pueda entrar el plano central, el alma, de las
diagonales. Para que esa alm
a se pueda introducir tendrán que recortarselas alas de esa diagonal en el extrem
o. En fin, que para buscar el m
áxi-m
o contacto los perfiles de acero de hoy también se d
esmem
bran, pero
no tenemos un vocabulario adecuado para describir esos cortes.
Para lograr un m
ayor perímetro de soldadura en los nudos de las celo-
sías metálicas se suelen disponer unas pequeñas chapas que sirven
para dar continuidad a las almas de los perfiles, con independencia de
la sección completa de cada uno de ellos. E
sas chapas de unión suelentener form
a más o m
enos triangular, y quizás por ello se ha dado enlla
ma
rlas cartelas. Ta
mb
ién
se p
od
rían
llam
ar co
das, q
ue
seg
ún
Paniagua era «la pieza de m
adera de forma triangular para reforzar el
enlace o la unión de dos piezas de madera cuando lo hacen en ángulo».
Y, en este sentido es frecuente reforzar –en el centro y con una platabadao con otro perfil- un cordón o un perfil para que pueda asum
ir una ten-
1617
Quijera.
Q
118
sión o un mom
ento mayor. E
se refuerzo, que en la actualidad carece denom
bre específico, se llamaba so
par en la carpintería de arm
ar: «piezade refuerzo adosada generalm
ente a la cara inferior de un par» (P).
Es significativo reconocer que los recortes de la estructura m
etálicacontem
poránea, fundamentales para el perfecto diseño de los nudos,
no tienen una tipología ni una terminología tan precisa com
o la queaporta la quijera, con su garganta, cornezuelos, barbillas y dejas, a pe-sar de su sim
ilitud de objetivos y geometría. S
in embargo, el desplaza-
miento hacia el diseño y la valoración de la autoría frente al oficio han
generado una larga lista de vigas con nombre propio: G
erber, How
e,N
ielsen, Pratt, W
arren... con diferencias a veces insignificantes que novale la pena describir aquí.
18
Codas y perfiles desm
embrados en el pabellón
del C
anadá d
e la Exp
osición Universal d
eM
ontreal.
Ensamblaje de perfiles lam
inados en la Estaciónde O
riente en La Cartuja, S
evilla (I. Calatrava).
Q
119
Este capítulo reunirá las voces que definen algunos elem
entos del en-torno del edificio. N
os interesaremos por dos tem
as: las formas de pro-
tección frente al sol y la lluvia, por una parte; y los recursos para laconducción de las aguas, por otra. E
mpecem
os por estos últimos.
Recordem
os que el edificio clásico se levanta sobre el estilób
ato o p
o-
dio
, una especie de plataforma de m
ayor tamaño que el edificio que
cumplía las funciones de b
asamento
. Si ese basam
ento forma un co-
rredor que rodea el edificio en gran parte, se le llama ánd
ito. La palabra
zócalo
que hoy utilizamos frecuentem
ente como rodapié tiene tam
biénsu origen en esta función de gran dado de basam
ento. La pared lateralde ese basam
ento en las partes del edificio, en las que no hay escale-ras, es ya un podio o zócalo, que seguram
ente dio el nombre al zo
calillo,
que es como deberíam
os llamar al rodapié. E
ste zócalo forma una su-
perficie plana y pavimentada, a veces de gran tam
año (Zócalo se llam
ala plaza m
ayor de la capital mexicana), superficie que plantea de inm
e-diato un difícil problem
a de evacuación de las aguas. Cualquier pavi-
mento exterior es una cubierta; quizás no sea im
portante si tiene o nogoteras, pero debe evacuar eficazm
ente el agua que recibe.
El tem
plo griego resuelve con radicalidad el problema: todo el estilóbato
adopta la forma de una superficie esférica de enorm
e radio para eva-cuar hacia el perím
etro exterior las aguas de lluvia. Pero en ningún otro
edificio se vuelve a encontrar esa perfección geométrica y, por lo tanto,
la evacuación debe recurrir a otras soluciones. Me hizo reflexionar so-
bre el tema una visita a la im
presionante Catedral de Jaén, que tiene un
Regata
Zócalos, regueros y cobertizos
2E
stilóbatoP
odioB
asamento
Ándito
Zócalo
Zocalillo
4C
aceraC
azA
güera5
Atarjea
Reguero
Acequia
Albedén
Rigola
6R
egata8
Alcorque
Estriberón
9S
ombrajo
Espárrago
Sauale
Enram
ada
Em
parrado10
Um
bráculo11
Pérgola
12C
enadorLonjetaG
lorietaQ
uioscoK
iosco13
Belvedere
14C
obertizoC
adahalsoT
inglado15
Alpende
Veranda
16TendalS
obrecieloE
ntoldadoG
aleraA
galerarV
ilorta17
Carpa
123
La evacuación de las aguas de un templo griego
(Dibujo Ó
. Tusquets). R
120
majestuoso podio que se im
pone a la agitada topografía de la ciudad.E
n esa enorme plataform
a, Vandelvira resolvió m
uy inteligentemente la
evacuación de las aguas: la superficie del zócalo es absolutamente pla-
na pero una red de canales recogen el agua de manera que, con pe-
queñas pendientes de poca superficie y una ordenada disposición decanales bastante próxim
os, se consigue una apariencia totalmente pla-
na y una garantía total de fácil evacuación.
Nuestro estudio utilizó este recurso en el pavim
ento exterior de ladrillodel B
anco de España, en G
irona, y en el patio de márm
ol del Convent
dels Àngels, en B
arcelona. La red de canales, en el primer caso, se
forma rehundiendo una hilada del sardinel del pavim
ento y dándole aese fondo la pendiente necesaria para llevar el agua hacia el perím
etro.S
ólo así conseguimos que la fachada del edificio tuviese, en esa zona,
un perfil de arranque completam
ente horizontal. Esos canalillos debe-
rían tomar su nom
bre de las miles de voces de que disponem
os paraello, voces que vienen de las técnicas de riego árabes com
o cacera,caz o ag
üera.
La atarjea es ya una pequeña obra de albañilería que forma ese canalillo
de desagüe; el reguero, por su parte, sólo se debe utilizar cuando elcaudal de agua es m
uy pequeño y la acequia, en cam
bio, cuando es muy
importante. E
l exótico Vocabulario (1926) de R. P
eralta, general de inge-nieros, recoge la voz *alb
edén, y dice: «
no figura en el diccionario estenom
bre de las canales o goteras de los pavimentos de los patios, que no
tiene sinónimo, y por lo tanto es necesario»
. Es cierto que no tiene sinó-
nimo, y nos queda por lo tanto la posibilidad de recoger la invitación del
general, o la de utilizar alguno de los canalillos huertanos que sugería-m
os. Un caso especial es la *rigola, no adm
itida por la RA
E pero definidapor el Torroja com
o «faja de adoquines, losetas, etc., que se coloca en un
firme, junto al encintado, para servir de caz a las aguas llovedizas»
.
De entre todas ellas yo preferiría la voz regata, térm
ino que María M
olinerasocia a surco y el Torroja a reguero pequeño. C
uriosamente, en el
castellano que hablamos en C
ataluña, ese vocablo se está utilizando,creo que m
uy inadecuadamente, para señalar lo que se deberían lla-
mar rozas. La roza es, según el Torroja, el «canal abierto en una pared
456
Regata form
ada vaciando sillares.
R
121
para empotrar o em
butir una conducción». María M
oliner también da
preferencia a esta idea, pero en su segunda acepción recuerda su ori-gen de canalillo. A
mbas voces, regata y roza, tienen su origen en la
conducción de las aguas exteriores, pero ha sido la segunda la que haencontrado reconocim
iento general para nombrar las canales que alo-
jan instalaciones en las paredes.
Una delicada red de regatas, o rozas, caceras, regueros e incluso
albedenes, puede, pues, evacuar las aguas de un pavimento, que con-
servará así su necesaria planeidad general y, sobre todo, la de las aris-tas en contacto con el edificio. La solución no es tan evidente com
o lalectura de estas líneas podría hacer pensar: ¡cuántos pavim
entos se haresuelto con superficies inclinadas que m
ueven el agua de manera
descontrolada, incapaces de ofrecer una línea de encuentro horizontalcon los edificios que se levantan sobre ellos!
Sólo dos voces m
ás: una relacionada todavía con el agua, y muy co-
mún, alco
rque, «hoyo que se hace al pie de las plantas para detener el
agua en los riegos» (RA
E). La otra, relacionada con el pavim
ento, y pordesgracia com
pletamente olvidada, el estrib
erón
, «resalto colocado atrechos en un paso difícil, por ejem
plo en pendiente muy pronunciada,
para que sirva de apoyo a los pies» (MM
).
Otro problem
a de nuestros exteriores será protegernos del sol. Este
propósito, tan importante en el M
editerráneo, ha generado mil form
asarquitectónicas que el lenguaje ha ido m
atizando y el diccionario reco-giendo. A
lgunas aluden directamente a su función, com
o el humilde, y
expresivo, som
brajo
: «arreglo hecho con medios rudim
entarios paraproporcionar som
bra» (MM
). Lo rudimentario de esos m
edios de soporteha debido de dar lugar a tantos accidentes que al final se ha hechopopular la expresión “caérsele a uno los palos del som
brajo” para des-cribir el desconcierto que debe de producir el cam
bio espacial y el des-orden incontrolable que supone tanto m
aterial medio caído. P
or ciertoque esos palos, de hecho cualquier otro palo derecho que sirva parasostener algo, se denom
ina espárrag
o, y el tejido de cañas que quizás
forme el som
brajo es el sauale. Está m
uy próxima al som
brajo la vozenram
ada, «cobertizo hecho de ram
as de árboles» (RA
E), para adorno o
789
Estriberón en las cubiertas del H
ospital de Sant
Pau de B
arcelona (Ll. Dom
enech i Muntaner).
Som
brajo o enramada.
R
122
12
para hacer sombra según M
aría Moliner. E
l emp
arrado
es un sombrajo
muy particular porque está form
ado por plantas vivas que se guían paraform
ar una amplia superficie protectora. La ironía popular ha encontra-
do otra acepción para esta voz: «peinado de los hombres hecho para
encubrir con pelo de los lados de la cabeza, la calvicie de la parte supe-rior». ¡Q
ué preciso y qué cruel asociar esa laboriosa peluquería de cadam
añana con la popular parra que va tapando las calvas del sombrajo!
La mism
a inmediatez funcional que el som
brajo tiene la voz umb
ráculo,
aunque evidentemente alude a form
as constructivas más elaboradas.
La Real A
cademia ofrece una definición no m
uy afortunada de umbráculo:
«sitio cubierto de ramaje o de otra cosa que da paso al aire para res-
guardar las plantas de la fuerza del sol». La vegetación de hoja caducaconsigue que el um
bráculo, o el emparrado, se haga opaco cuando es
necesario, en verano, y que sea prácticamente inexistente en invierno.
Sin em
bargo, durante el siglo pasado la moda rom
ántica de introduciren los parques plantas de difícil aclim
atación dio lugar a unos edificiosespecíficos en cuyos interiores la luz cobraba form
as bellísimas: edifi-
cios formados exclusivam
ente por lamas de m
adera que tamizaban el
sol, dentro de los cuales se cultivaban esas plantas de sombra. M
aríaM
oliner, siempre m
ás sugerente, alude en su definición a ambas m
ane-ras de entender el um
bráculo: «dispositivo con que se da sombra a un
lugar; particularmente, arm
azón cubierto de follaje, y tambén sitio cu-
bierto en esta forma, para tener plantas, para estar las personas, etc.»
.
Muy cerca de los anteriores térm
inos, se sitúa el de pérg
ola, «arm
azóncon colum
nas, barras, etc. que sostiene un tejadillo o plantas de som-
bra en un jardín o en un paseo» (MM
). La pérgola se asocia hoy a unaestructura de cubierta form
ada por vigas paralelas que delimita un es-
pacio exterior y lo protege del sol. Las pérgolas las imaginam
os siempre
en jardines y paseos, pero no deberíamos olvidar que tam
bién es unapérgola «el jardín que tienen algunas casas sobre la techum
bre» (RA
E).
Es m
ás, esta última acepción está probablem
ente más cerca de su sig-
nificado original pues pérgola viene del latín pergula, el balcón.
Otras voces añaden com
ponentes funcionales, como el cenad
or, lo
n-jeta o g
lorieta: «espacio en un jardín, cerrado y cubierto de plantas
1011
Um
bráculo de Barcelona (J. Fontseré).
Belved
ere Georgina, A
mp
urdán, G
irona (Ll.C
lotet y Ó. Tusquets).
R
123
enredaderas sostenidas por una armazón adecuada» (M
M). P
ara estaúltim
a voz existe otra acepción significativa recogida por el diccionariode M
aría Moliner: «plazoleta en un jardín». E
n este mism
o contexto elq
uiosco
o kiosco
es una construcción aislada en un paseo, un parque,etc. A
lgunos están a cierta altura sobre el suelo, con un techo sostenidopor colum
nas, y sirven, por ejemplo, para que se instale una banda de
música para dar conciertos al aire libre (M
M).
Ningún diccionario recoge el *b
elvedere, voz italiana m
uy utilizada en Es-
paña que describe el pequeño quiosco desde el que, como es evidente, se
goza de una bella vista. El estudio P
ER
contribuyó a su difusión entre nues-tros arquitectos con su popular B
elvedere Georgina, vivienda construida
en el Am
purdán, en Cataluña, bajo una espectacular pérgola-m
irador.
Ni intentarem
os referenciar todas las voces que se pueden usar paranom
brar una protección genérica contra la lluvia formada por unos pila-
res y una cubierta: cob
ertizo, cad
ahalso, ting
lado
y mil etcéteras en
sus variantes regionales: en Álava, portegado; en G
alicia, alboyo; enG
uadalajara, taina; en León, vestecha; en Salam
anca, carretera yguango; en S
antander, socarreña; en Andalucía, recova; en G
uatemala:
chinama; en otros lugares de H
ispanoamérica, galera, galerón, galpón,
jacalón; y en Filipinas, tapanco.
Dos espacios cubiertos y abiertos, construidos com
o partes del edificio,tienen nom
bres especiales: el alpend
e es el porche o cualquier forma
de cobertizo adosado a un edificio, y la *veranda, voz no reconocida por
la RA
E, pero que el Torroja define como «galería cubierta o descubierta
añadida al exterior de un edificio. Pórtico abierto con tejadillo soportado
por pilares y una balaustrada o barandilla».
Y si nos referim
os a protecciones exteriores temporales, tenem
os querecordar los populares toldos, tend
ales o sob
recielos andaluces, que
se tienden entre dos fachadas para proporcionar sombra a las propias
fachadas y a la calle. Cuando se trata de proteger espacios m
ás abier-tos, el toldo tendrá un entram
ado de soporte: los entold
ado
s (envelats,en catalán) que cubrían espacios públicos para las fiestas populares ylos protegían del sol y la lluvia, y que alcanzaron técnicas m
uy comple-
13141516
Veranda alrededor de las viviendas de la UVA
del Pilar, M
adrid (F. Higueras).
Toldos en un mercado rom
ano.
R
124
jas de soporte y montaje. La voz galera, o galerón, sinónim
a de cobertizoo tinglado, com
parte raíz con los entoldados sobre las carretas sujetascon unas varas curvadas. Y
puesto que los problemas siem
pre dan lugara palabras y, en el caso de los toldos, las acum
ulaciones de agua en unbolsón pueden ser un problem
a muy grave, existe el verbo agalerar: «dar
a los toldos por una y otra banda la inclinación conveniente para quedespidan el agua en tiem
po de lluvia» (RA
E). La m
anipulación del toldo esposible gracias a las am
plias anillas que cuelgan las telas de los cables ycorren por ellos. E
sas anillas tienen nombre ya en el M
atallana: vilorta(«el anillo que se form
a del [...] ramo verde de algún árbol, el cual, en
secándose, se mantiene en aquella figura, y sirve para que corran fácil-
mente por él las cuerdas que se tiran para sostener o m
over alguna cosa,com
o los toldos»). El diccionario actual ha m
antenido esa voz tanto con elsignificado de vara para hacer aros com
o con el de abrazadera de hierro,lo que nos autoriza a reivindicar la vilorta para cualquier tipo de aro uollado que perm
ita la manipulación del toldo.
Los circos nos trajeron de Am
érica las carpas, del quechua carppa, un
término que em
pieza a ser aceptado para designar la tienda de campa-
ña o el tenderete de feria. De su aceptación da cuenta el hecho de que
haya sido reconocido por la Academ
ia, sustituyendo injustificadamente
al clásico entoldado.
17
Toldos enérgicamente agalerados junto al río
Delaw
are, EE
.UU
.
R
125
Este capítulo estará dedicado a un punto especialm
ente conflictivo deledificio: el encuentro entre dos elem
entos constructivos de concepciónhasta hoy absolutam
ente diversa: la fachada y la cubierta. En la cons-
trucción tradicional, y para asegurar la inmediata evacuación de las
aguas, la cubierta volaba sobre la fachada ofreciéndole protección. Es
muy probable que esa protección se haya infravalorado. H
oy sabemos
que sin ella las turbulencias que produce el viento junto a una fachadaconducirán una gran cantidad de agua a su parte m
ás alta. El aspecto
empapado de la zona m
ás alta de nuestros edificios después de la llu-via no se explica por la pequeña aportación de las albardillas. E
s muy
probable que el alero no sólo proteja geométricam
ente sino que tam-
bién cambie la distribución de la presión del viento. E
n cualquier caso, laprim
era voz que citaremos para nom
brar ese vuelo pondrá de nuestraparte el testim
onio de la tradición: ‘salvabarro
s es el nombre que el
Torroja da a esa protección.
A lo largo de la historia ese vuelo se realizaba sim
plemente prolongan-
do la estructura de la cubierta, los cuchillos con la contraarmadura, o
más habitualm
ente los cabios que apoyan sobre las correas. Es el alero
de la arquitectura tradicional. Una voz que procede de ala, por su form
a,y que el diccionario define com
o «la parte inferior del tejado que salefuera de la pared y sirve para desviar de ella las aguas llovedizas» (R
AE
).La im
portancia de su papel ha dado lugar a palabras sinónimas, todas
constituidas a partir de la mism
a raíz: alar, ala y álabe. A
simism
o la raízde teja nos proporciona otra voz, ésta en desuso: el tejaro
z.
Sofito
Las cornisas y otros vuelos
1S
alvabarros2
Alero
Alar
Ala
Álabe
Tejaroz3
Alero de m
esillaA
lero corridoV
isera4
Cornisa
Cornijón
Cornija
Cornijam
entoC
ornisamento
Cornisón
Corona
Vivo
5R
afeC
haperónS
ocarrén
Écfora
Cola
Entrega
Coz
6C
anC
anecilloM
odillónA
ncónC
artela7
Aguilón
Cuadral
Tao8
Sofito
Paflón
Plafón
9TabicaLacunario
12Lam
brequínG
uardamalleta
12
S
126
Con las azoteas y cubiertas planas su construcción se com
plica, y sesuele resolver con un vuelo de las viguetas del forjado, lo que da lugar aun saledizo plano que se llam
a alero d
e mesilla; y, en general, cuando
el muro no tiene cornisa se habla de alero
corrid
o. E
l vuelo lateral deltejado, es decir, el que form
an las correas sobre el hastial o testerorecibe el nom
bre de ‘visera.
La cornisa, por el contrario, está asociada al m
uro, y ha sido descritacom
o el «conjunto de molduras que form
a el remate superior de un
edificio, debajo del tejado» (MM
). Se trata generalm
ente de un trabajo enpiedra, albañilería, etc., y el resultado está m
ás próximo a una gran
imposta que a un vuelo del faldón de cubierta. E
s una voz con múltiples
variantes, como co
rnijó
n, co
rnija, co
rnijam
ento
, corn
isamen
to o
cornisó
n, todas reconocidas por la Academ
ia pero con alguna vacila-ción en las form
as con J, porque también sirven para nom
brar la esqui-na. La voz co
rona se adm
ite como rem
ate del conjunto del edificio engeneral pero su significado m
ás preciso es el de la moldura plana y
ancha que, según Paniagua, se sitúa bajo el cim
acio y, según el Torroja,está en el sofito, para actuar com
o goterón. Por fin M
atallana, llama
vivo al extrem
o del vuelo de una cornisa, pero según la Academ
ia es engeneral «el borde, canto o extrem
o de alguna cosa».
Cualquiera de am
bos, alero o cornisa, cuando está profusamente deco-
rado se llama rafe. C
uando, simplem
ente, forman un elem
ento que so-porta, y generalm
ente envuelve el canalón, se le llama chap
erón. La
dificultad mecánica que plantean estos vuelos, sobre todo si no están
asociados a la cubierta o al forjado, ha llevado a dar nombre a esa
dimensión; lo hace de una m
anera genérica y popular la voz socarrén,
«parte del alero que sobresale de la pared» (T) y de una m
anera más
culta y precisa la voz *écfora, «vuelo total de un elem
ento arquitectóni-co contado desde el eje del sólido sobre el que descansa», según elTorroja. E
n el mism
o sentido aparecen algunas voces que llaman la
atención especialmente sobre la parte del elem
ento que está anclada,em
potrada, en la obra y que equilibra el voladizo: la cola o entreg
a, «loque se da de entrega a un sillar, sillarejo, voladizo o repisa a fin de queel peso de su vuelo no lo deje caer»
(MT
). Cuando se trata de un elem
en-
345
Visera.
Chaperón.
Cola o entrega.
S
127
to lineal Matallana lo llam
a coz: «el contravuelo de cualquier pieza de
madera colocada horizontalm
ente».
El vuelo del alero o de la cornisa puede estar soportado por unos ele-
mentos diferenciados sobre los que se apoyan otros perpendiculares o
bien estar construido de manera que cada elem
ento soporte en voladi-zo su propio peso. E
n el primer caso los elem
entos lineales en voladizose llam
an canes o canecillos, sean de piedra o de m
adera. Las cabe-zas de las piezas en voladizo se tallaban para proteger una testa tanexpuesta. E
sa talla evolucionó hacia una forma cercana a la de una
cabeza de perro y dio nombre al elem
ento. En m
uchos casos esos so-portes son sim
ulados y entonces deben llamarse m
od
illones. C
uandoun hueco está justo debajo del alero pueden aparecer a sus lados unossoportes específicos: los anco
nes. En el extrem
o opuesto se halla elgenérico cartela, que tam
bién se usa para cualquier soporte triangularde un voladizo, aunque según la R
AE debe tener m
ás altura que vuelo.
En la cubierta a cuatro aguas la esquina plantea un delicado problem
am
ecánico. Cada cabio o par, vuela por su fachada pero al llegar a la
esquina la distancia entre los dos cabios extremos de cada fachada es
excesiva, y además el vuelo se hace en direcciones perpendiculares.
Para sostener la esquina se form
a una estructura especial, un elemento
diagonal, el aguilón, vuela sobre el muro. P
ara soportar su vuelo otroelem
ento, el cuadral, lo sujeta por el interior disponiéndose perpendicu-
larmente al m
ismo y anclado en los dos m
uros de fachada. Otra solución
posible es formar una estructura de vuelos entrecruzados con canes per-
pendiculares entre sí, a la que se debe llamar tao
, «cruzado de zapatas ycanecillos cuando se colocan en un ángulo y juegan a dos fachadas»
(MT
).
La parte inferior del alero o de la cornisa adquiere una gran importancia
visual, pues desde abajo su vuelo ocupa un ángulo visual importante y
se convierte en el remate de toda la fachada. P
or eso siempre ha sido
un elemento m
uy cuidado en todas sus versiones constructivas. Su nom
-bre genérico es so
fito. E
l contenido de esta voz tiende a reducirse al«plano inferior del saliente de una cornisa o de otro cuerpo voladizo»,com
o dice Casares. C
reo que sería preferible conservar su más am
pliosentido original e incluir, entre los elem
entos que designa, a todo tipo de
678
Cuadral y aguilón (E
. Nuere).
Tao de una construcción porteña (V. Nadal).
Sofito guatem
alteco de azulejos.
S
128
techos sobre espacios abiertos. Así lo hace A
lberto Serra H
amilton cuan-
do considera que se puede calificar de sofito a cualquier superficie infe-rior de un elem
ento arquitectónico, incluso esos cielos rasos exteriores.S
ofito sería, de acuerdo con este criterio, equivalente a pafló
n o plafó
n,descrito por M
aría Moliner com
o el «plano inferior de una cornisa o –añade la autora- de otro elem
ento». Se trata de un térm
ino que procedede la palabra francesa plafond, com
puesta de plat (plano) y fond (hon-do), que designa tam
bién a veces, el «intradós de un arco, a la carainferior del dintel de una ventana o puerta, a la superficie inferior de unaescalera, etc. arquitectónico en voladizo». O
, en palabras de Bails, «el
plafón es la parte interior de [...] un techo adintelado; y además significa
también lo m
ismo que sofito».
El sofito de la cornisa queda lim
itado por el plano de la fachada y por elextrem
o de su vuelo. En am
bos lugares aparecen unos elementos m
uyespeciales: en el plano de la fachada son necesarias las tab
icas, tablillasque cubren los huecos que quedan entre las vigas o canecillos; y en elextrem
o del vuelo se debe resolver el problema del goterón, es decir, es
preciso formar un plano vertical que im
pida que el agua retorne hacia lafachada. E
ste plano cuelga pues, más que el sofito y éste queda rehundi-
do hacia arriba. Al estar atravesado por los vuelos de las viguetas entre la
corona, las viguetas y las tabicas se forma una especie de casetonado.
Com
o en los tantos otros casos de este breve vocabulario, la reivindica-ción de la voz se acom
paña con la sugerencia de la corrección construc-
9
Sofito con lacunario cerám
ico en el Pabellón
de Deportes de la Vall d’H
ebron (E. M
iralles).
S
129
tiva del elemento que describe. E
l sofito era un elemento de la arquitectu-
ra clásica que explicaba y exhibía el orden tectónico del techo. Y ese
texturado relieve se llamaba lacunario
, como vim
os en el capítulo queecabeza esta voz. E
l lacunario, con su vaciado de artesones y casetones,aligeraba el peso del elem
ento constructivo y dibujaba la subdivisión delplafón dentro del orden estructural de los arquitrabes o dinteles.
Esta tradición clásica se asom
a a la arquitectura culta de este siglo, como
muestra la cornisa construida por O
tto Wagner para la iglesia de S
t.Leopold. Tam
bién la cornisa popular mantiene ese orden estructural de
llenos y vacíos combinando vigas y entablados. S
in embargo, la cons-
trucción contemporánea, m
ás convencional, ha impuesto, bajo cornisas,
vuelos y balcones, unos sofitos de tablillas de madera o delgas m
etálicasque esconden el desorden estructural pero arriesgan la durabilidad deunos elem
entos exteriores de importancia para la im
agen del edificio.
Pero es en el sentido m
ás amplio del térm
ino donde más penosa es la
evolución. La ordenada expresión estructural de la cantería clásica o de laviguería popular ha desaparecido en cuanto se han llevado a los techossobre plantas bajas abiertas las m
ismas soluciones constructivas que se
utilizan en los cielos rasos de los pisos superiores. Los modernos sofitos
de yeso o lamas de alum
inio ofrecen una imagen de poca durabilidad y
difícil mantenim
iento, indigna frente a la tradición del lacunario artesonado.
Antes de abandonar estos vuelos sobre la fachada debem
os prestaratención a otro elem
ento del alero del que se ha prescindido con exce-siva facilidad: cuando la cubierta y su vuelo son ligeros, el borde delalero debe ser m
uy sencillo, pero tiene que responder a las mism
asexigencias que cualquier cornisa: evitar el retorno del agua form
andoun goterón y solucionar la ocultación de los cantos de las diversas ca-pas que suelen form
ar esa cubierta ligera. Aparece entonces el lam
bre-
quín, una voz de origen flam
enco (en opinión de Paniagua) que es,
según el Torroja, «el adorno recortado, colgante y continuo, general-m
ente de cinc o de chapa, que se coloca debajo de un alero, canalón ofriso». T
iene un sinónimo en la voz g
uardam
alleta, más difundida en
Castilla la V
ieja. Clairac entiende por guardam
alleta «el adorno de ma-
dera calada que se suele poner en el borde inferior de los tejados para
10
1112
Lambrequín riojano.
So
fito co
n lacunario d
e la Iglesia d
e San
Leopoldo, Viena (O
. Wagner).
S
130
formar un rem
ate a modo de pabellón de tienda». Tam
bién se llama así
la «plancha calada de madera o palastro situada en lo alto de un hueco
o ventana». Su origen está evidentem
ente ligado a la protección prime-
ro de los cortinajes interiores y después de las persianas exteriores.E
ste último elem
ento constructivo fue muy utilizado en casi toda E
spa-ña en la segunda m
itad del XIX
, y de hecho el término no es recogido
por autores anteriores a Clairac, que publicó su cuarto tom
o del Diccio-
nario General de A
rquitectura Civil e Ingeniería en 1888.
El recuerdo de este térm
ino nos va a servir para señalar las carenciasde los bordes de las cubiertas inclinadas en la arquitectura actual y lariqueza de térm
inos -y evidentemente de recursos técnicos- de la cons-
trucción tradicional. Cuando la cubierta inclinada vuela m
ás allá del pe-rím
etro de los muros, sea en el testero o en las fachadas principales, su
borde se muestra difícil de resolver con los propios recursos de la teja,
e incluso de las chapas metálicas. Las diversas capas que form
an lacubierta necesitan un rem
ate lateral que las cierre y proteja; especial-m
ente en el testero, que exige una protección lateral y un goterón infe-rior, debido al agua que el viento conduce hacia el borde de la cubierta,que es paralelo a la pendiente. E
l lambrequín decim
onónico cumplía
todas esas funciones.
El vehículo de difusión m
ás importante fue, sin lugar a dudas, la arquitec-
tura ferroviaria. Edificios de estación, cubiertas de andenes, urinarios,
almacenes, todo se rem
ataba con el afrancesado lambrequín. E
l lambre-
quín se exportó a Norteam
érica, donde fue utilizado tanto en solucionesde gran sobriedad y elegancia hasta en casos, com
o el de la arquitecturavictoriana, en los que se llevaron al lim
ite sus posibilidades ornamentales.
Pero com
o en tantos otros elementos, el papel com
positivo del elemento
se mantuvo m
ás allá de la comprensión de las exigencias constructivas
que satisfacía. Este vetusto lam
brequín o guardamalleta puede todavía
sernos útil. Y no sólo por recordarnos unas voces que pueden contribuir a
la precisión y riqueza del lenguaje profesional, sino porque este elemento
constructivo, que ocultará los entresijos de la cubierta y despegará lasaguas en los vuelos, es necesario para la calidad constructiva y porqueenriquece los recursos de la com
posición arquitectónica.
13
14
Lam
breq
uín
en la arq
uitectu
ra victorian
anorteam
ericana.
Lambrequín de m
adera en Puigcerdà, G
irona.
S
131
El térm
ino telar tiene su origen en «el conjunto de maderas que circun-
dan un vano», como dice M
atallana. Pero su significado pasó de la m
a-dera a la piedra y sustituyó a alféizar en la definición de aquellos planosque cortan el m
uro para delimitar el hueco. E
n efecto, el mism
o autor, ytam
bién Bails, ofrecen ya com
o acepción primera para esta palabra la
de «parte de un vano de puerta o ventana que está desde el alféizarhasta el param
ento exterior, con el cual suele estar a esquina». En ese
mom
ento de su peregrinaje por el hueco, el alféizar era lo que hoy lla-m
amos m
ocheta. Paniagua, siem
pre tan preciso, aclara la versión con-tem
poránea: el telar es la «superficie (interior) de las jambas de un vano
de puerta o ventana. Cuando el vano tiene m
arco y éste divide en dosverticalm
ente esta superficie, la que forma ángulo con la parte exterior
del muro se llam
a telar exterior y la otra, telar interior».
La historia de los edificios de cantería nos permite constatar cóm
o lafachada, al llegar al hueco, cam
biaba su aparejo: sustituía la mam
pos-tería o el sillarejo por una piedra careada de m
ayor tamaño. E
l conjuntode sillares que form
an unos elementos de m
ayor resistencia a ambos
lados del hueco son las jamb
as: «cada uno de los elementos que, a
manera de pilar, sostienen el arco o dintel en un vano» (P
). A su vez, las
jambas y el dintel, con o sin el um
bral, forman el jam
baje o cham
billa. El
origen tectónico de la voz es claro en su etimología francesa de pier-
nas, pero hoy se usa a veces hablando de los elementos verticales de
carpintería. Los sillares que constituyen el jambaje se llam
an tranqueros.
El tranquero es la «piedra labrada con que se form
an las jambas y din-
teles de puertas y ventanas con su esconce para que batan» (RA
E). E
s
TelarEl perím
etro de los huecos
1Telar
2Jam
baJam
bajeTranquero
3M
ocheta4
Rebajo
Esconce
Duella
5D
errame
Derram
oA
bocardarA
bocinarC
apialzadoC
apialzadoalabeadoC
apialzado deM
arsellaTacas
9P
remarco
11C
ogote13
Bastidor
Marco
Cerco
14G
ualderasC
abeceroP
eanaC
abio altoC
abio bajoIm
postaM
angueta15
TapajuntasFresqueraM
olinete16
Vidriera
Sobrevidriera
Verga
Tingle
17M
asillaM
ástiqueA
lmáciga
Zulaque
18S
ellar19
Escurridor
12
T
132
probable que el papel que esos sillares tienen en la fijación de los ele-m
entos que atrancan las puertas explique el origen de esta voz.
Entre el telar exterior y el telar interior, la carpintería va buscando una m
ejorprotección contra la entrada de agua. Las piedras que confirguran ese pla-no se tallan, de m
anera que se forme un rebajo paralelo al plano de facha-
da que, como vim
os, se llamó prim
ero alféizar y más tarde, hasta hoy,
mocheta. E
n esta mocheta se alojaba, pues, ya protegida, la carpintería.
No obstante, las definiciones de los diccionarios resultan confusas, porque
intentan mantener la generalidad de la idea de m
ocheta como diedro de
encuentro de elementos diversos. La m
ás precisa, y por ello la que creoque debem
os conservar, es una de las acepciones citadas por Paniagua:
«rebaje en forma de ángulo entrante que se practica en las jam
bas de unvano a fin de encajar en él el m
arco de una puerta o ventana».
La mocheta es un elem
ento clave, pues no sólo fija el plano en el que sedebe colocar la carpintería sino que form
a una junta laberíntica entrepiedra y m
adera, y asegura la estanquidad de esa difícil unión de mate-
riales tan diferentes. Esa im
portancia en la historia de la construcciónes la que le ha otorgado nom
bres diferentes, como el genérico reb
ajo,
el curioso esconce (del francés escoinz, el rincón) o el m
ás preciso, ycreo que el que debe usarse, d
uella: «rebaje hecho en el muro con
ladrillos especiales, para la implantación de los m
arcos de puertas yventanas» (M
M), aunque no lo reconoce la A
cademia. La voz duella su-
pongo que tiene gran tradición porque está relacionada con duela, tablaconform
ada para formar un barril, y con dovela, pieza de un arco voltea-
do. Es posible que la duella sea sólo una dovela y que su significado se
haya concretado primero en la dovela con m
ocheta y luego en la mocheta
mism
a, aunque sea de un tranquero. En efecto, tanto dovela com
o due-la vienen del francés dovelle (M
M), y ésta del latín tardío doga, tonel.
Vim
os cómo el telar o plano perpendicular al m
uro que forma el perím
e-tro del hueco se abre, generalm
ente hacia el interior, para buscar más
luz. Eso es el d
errame o d
erramo
. También es posible que sirva para
abrir más las ventanas, com
o dice María M
oliner. El dar a un hueco
mayor anchura por un lado que por otro se llam
a también ab
ocard
ar oab
ocinar. C
uando esa forma abierta llega al dintel se generan una serie
345
Tranqueros formando el telar exterior y el interior
separados por la mocheta.
Esp
ectacular telar de b
ronce co
n amp
lioderram
o en el edificio central de Correos de
Mejico D
.F.
T
133
de geometrías diferentes, según el tipo de cargadero, pero, en general,
todas ellas se pueden llamar cap
ialzado
. En particular se denom
inacap
ialzado
alabead
o o d
e Marsella el form
ado por una superficie re-glada con dos líneas que la definen: una respeta la línea horizontal ex-terior del hueco y la otra sigue la curva del arco del intradós del hueco.A
demás el telar puede alojar otros elem
entos, como las pequeñas ala-
cenas vaciadas en su plano, denominadas tacas.
La difusión del muro aparejado de ladrillo y el econom
icismo de finales
del XIX
dieron lugar a grosores en el muro de fachada de sólo un pie de
espesor. Para sim
plificarlo, las carpinterías se situaban enrasadas conla cara interior y los ladrillos que form
aban ese ángulo, denominados
ladrillos de mocheta, tenían un rebajo en ángulo recto. D
e resultas detodo ello, con estas fachadas desapareció el derram
e interior. La casade las F
lores, de Secundino Z
uazo, es un magnífico ejem
plo de usom
oderno de la tradición de diseño del espacio definido por el telar, yaque en ella la carpintería se m
onta a medio pie del haz exterior de la
fachada, y es ese medio pie el que perm
ite voltear un arco plano en laparte superior que oculta la caja de persiana: el nuevo capialzado; porúltim
o, el grueso del muro se recoge bajo el alféizar para form
ar unantepecho de m
enor grosor donde se inserta el radiador de calefacción.
El telar ha ido perdiendo toda su im
portancia como objeto de atención
en el diseño a partir del mom
ento en que la fachada se ha adelgazadogracias al recurso de los m
ateriales especializados y a las técnicas defachadas ligeras. S
in embargo, en la m
edida en que hoy en día reivindi-cam
os la importancia del grosor en las fachadas, vale la pena traer el
telar a este vocabulario crítico porque sigue siendo un factor de granim
portancia en las relaciones entre el interior y el exterior del edificio. El
telar contemporáneo ha quedado reducido a un plano perpendicular a
la fachada dentro del cual, generalmente sin m
ocheta, se aloja la car-pintería. La renuncia al diseño de ese plano de intersección del huecocon el grueso de fachada supone un em
pobrecimiento evidente de las
posibilidades constructivas y expresivas del edificio.
Las fachadas modernas de albañilería ofrecen nuevas e insospecha-
das posibilidades al telar. Desde que se inició la difusión de la fachada
67
En la taca o pequeña alacena de este telar del
Palacio de Topkapi en Estam
bul se ha dispuestohasta un lavam
anos.
El telar d
e la casa de las Flores d
e Mad
rid(S
.Zuazo).
8
T
134
de dos hojas con cámara ventilada se puso en evidencia la posibilidad
de que ambas hojas, la portante interior y la exterior de cerram
iento,tuviesen diferente planta y no quedasen enrasadas en el telar. E
ste re-curso se puede utilizar para ocultar las carpinterías avanzando la hojaexterior hacia el hueco, de m
odo que se recupera la antigua mocheta.
Tal solución se está utilizando frecuentemente en la arquitectura de hoy,
tanto si la hoja exterior es de ladrillo como si es m
etálica o de piedra. Lanecesaria y previsible difusión de la fachada con cám
ara ventilada abreésta y m
uchas más posibilidades de diseño a los nuevos telares.
Un telar con m
ocheta para alojar la carpintería garantiza la estanquidadporque exige al agua un recorrido laberíntico en su m
ovimiento hacia el
interior del edificio. Toda la construcción tradicional es un ejemplo de
ello. En la actualidad, podem
os utilizar la voz telar como sinónim
a de*p
remarco
, puesto que el premarco se coloca en la obra antes de le-
vantar la albañilería y sirve de límite o galga para su construcción. Los
premarcos de gran anchura form
an un conjunto de planos que delimi-
tan exactamente la geom
etría del primitivo telar y su papel principal
sigue siendo la definición física de los huecos. En el proceso de obra
tradicional los premarcos preceden a toda la albañilería y sirven para
garantizar la perfección del replanteo ya que todos los cerramientos se
construyen entre esos premarcos de m
adera.
En la obra con fachadas ventiladas los prem
arcos se hacen cada vezm
ás complejos y asum
en un papel cada vez más im
portante en el pro-ceso constructivo y en su com
portamiento posterior. E
n efecto, no sóloordenan el proceso constructivo sino que rem
atan el canto de las diver-sas hojas, tom
an el papel de dintel y organizan el montaje, en su inte-
rior, de la compleja urdim
bre de carpinterías, vidrios y protecciones denuestros huecos. P
or todo ello no parece demasiado arriesgado propo-
ner una recuperación de la voz telar para sustituir el convencionalprem
arco. En la fachada de dos hojas el prem
arco se desdobla y seestira para llegar a cubrir el retorno del m
uro desde el haz exterior de lafachada hasta el plano, a veces m
uy lejano de la carpintería. Llamar
premarco a ese conjunto de superficies parece m
enos exacto que recu-perar el original telar.
910
El p
remarco
o telar d
e chap
a de la Illa
Diagonal,B
arcelona (R. M
oneo, M. d
e Solà
Morales).
T
135
El prem
arco conlleva algunas voces que se usan demasiado poco; por
ejemplo, una que aludía a uno de los m
odos de fijación de los cercos ala obra. Los perfiles del cerco se dejaban sin cortar y form
aban unasprolongaciones m
ás allá del perímetro del m
arco que penetraban en laobra y facilitaban su com
portamiento solidario: los co
go
tes, «pedazode m
adera que sale fuera de [...] los cercos de una puerta o ventana»(T
). Hoy podem
os llamar cogotes a los flejes o perfiles que salen del
premarco para buscar su anclaje en los forjados.
Por otra parte, un telar bien estudiado puede dar lugar a una organización
de la ejecución de la fachada a partir de unos premarcos que localizan los
huecos y ordenan la disposición de la albañilería. Un caso paradigm
áticode este uso es el edificio de la Illa D
iagonal, en Barcelona, de R
. Moneo y
M. S
olá Morales, donde el prem
arco es una chapa de acero inoxidableque tiene una profundidad igual a todo el grosor de la fachada. Losprem
arcos/telares de esta obra se colocaron cuando sólo se había ejecu-tado la estructura, fijándolos con patas a los forjados. E
ntre estosprem
arcos/telares se levantó la albañilería, y sobre ella se dispusieronlos aislam
ientos, cámaras y lienzos exteriores de travertino. E
l haz exte-rior de este travertino enrasa con el canto del prem
arco de acero.
El prem
arco o nuevo telar forma parte de la obra y crea las condiciones
ideales, como la antigua m
ocheta, para recibir la carpintería, y dentrode ese telar se coloca el b
astido
r, marco
o cerco. Q
uizás bastidor es lapalabra m
enos adecuada de las tres, porque sugiere que es origen deuna labor en su interior (bastir, construir), pero M
aría Moliner da una
definición más abierta que deja en buen lugar esa acepción: «arm
adura[...] que deja en su interior un hueco sobre el que se tiende o sujetaalgo». E
l Torroja, por su parte, insiste en que el bastidor es el marco, y
sólo permite su utilización para referirse a la carpintería de la hoja cuan-
do ésta es una vidriera.
Dentro del m
arco cada pieza tiene también uno o varios apelativos. D
eform
a genérica, los elementos verticales se llam
an guald
eras, que estam
bién como se nom
bran «las piezas laterales de algunos armazo-
nes» (RA
E). A
veces se les llama jam
bas, pero conviene recordar que esm
ejor reservar el término para los elem
entos verticales pétreos del
111213
14
Los cogotes del telar d
e chapa p
legada y
galvanizada d
e unas viviendas en S
olsona,Lleida (Ll. C
lotet, I. Paricio).
T
136
perímetro del m
uro. Así pues, las gualderas pueden ser definidas com
ocada una de las piezas laterales de las que form
an el hueco de unapuerta o ventana. Tanto las gualderas com
o la puerca, (Véase fayan-
ca), son voces antiguas muy poco utilizadas. S
i vale la pena recordar yrecuperar el cab
ecero (T
), elemento horizontal superior del m
arco y,sobre todo, la p
eana (P
), que es el elemento horizontal inferior. E
staúltim
a pieza cumple un papel m
uy importante en la conducción de las
aguas entre la hoja y el alféizar, y por ello tiene una sección muy ela-
borada. Am
bos, cabecero y peana, se pueden llamar tam
bién cabio
salto
y bajo
, respectivamente
(T). E
n algún caso, en ventanas muy altas
con dos hojas de practicabilidad diferente, aparece una imp
osta, «m
ai-nel horizontal que divide en dos el cerco de una ventana com
puesta»según el m
ismo diccionario. P
or último, la m
angueta, «listón de m
ade-ra en que se aseguran con goznes las puertas vidrieras, celosías,etc.» (R
AE
), sugiere algunas construcciones sin marco donde sólo una
madera soluciona la fijación de las bisagras.
En la construcción convencional el cerco se suele dejar enrasado por el
interior con el yeso, lo que da lugar a una junta que es casi imposible
realizar con perfección; por ello se utiliza el tapajuntas: «listón que se
coloca para tapar la unión o juntura del cerco de una puerta o ventanacon la pared» (T
). En el perím
etro de la carpintería o en los antepechosciegos se disponían unos com
plementos que vale la pena recordar. U
noera la fresq
uera, «especie de armario generalm
ente situado debajo dela ventana de la cocina, abierto al exterior y protegido con tela m
etáli-ca»
(MM
). El otro, el m
olinete, «m
olinete con aspas, generalmente de
hoja de lata, que se pone en la vidriera de una habitación para que,girando, renueve el aire de ésta» (T
).
En algunos casos, cada vez con m
ayor frecuencia en la arquitecturacontem
poránea, los cercos reciben directamente a los vidrios, y form
angrandes vid
rieras. En las vidrieras antiguas, las de las catedrales góti-
cas, por ejemplo, era norm
al proteger los delicados vidrios con una malla
metálica que se llam
aba sob
revidriera. E
n este sentido conviene noolvidar que los vidrios sufren deform
aciones térmicas de cierta im
por-tancia, razón por la cual tienen que estar perfectam
ente separados delm
arco, para que estas deformaciones sean libres y para que no les
1516
Perfiles de un prem
arco o peana.
T
137
afecten las posibles deformaciones del cerco o de la obra. P
or ello siem-
pre han existido productos o sistemas de fijación m
uy especiales; unode ellos era el entram
ado de plomo, m
aterial muy m
aleable que se ave-nía a cualquier deform
ación diferencial. El m
aterial llegaba a la obracom
o verga: «tira de plom
o o cinc con ranuras en los cantos que sirvepara asegurar los vidrios en las ventanas» (M
M). P
or cierto que hasta laherram
ienta que servía para abrir el canal de plomo en el que se aloja el
vidrio tiene un nombre: la ting
le.
Los vidrios comunes se fijaban al cerco con los junquillos citados o con
la masilla de vidriero: producto tam
bién llamado betún de vidriero, cons-
tituido por «un 41% de carbonato de plom
o, 41% de blanco de E
spañay 18%
de aceite de linaza puro [...] sirve para la fijación de los cristales»(R
AE
). Esa voz define pues un producto m
uy concreto, y por ello, paradefinir los productos m
odernos, se están utilizando términos de conte-
nido más genérico. P
rimero fueron los m
ástiques, por influencia del fran-cés m
astic. En el diccionario de la R
AE un m
ástique, es una alm
áciga;pasta de yeso m
ate y agua de cola, para igualar las superficies que sehan de pintar. E
l Torroja, con ánimo de contem
porizar, añade: cualquierproducto bitum
inoso, resinoso o análogo, de consistencia plástica quese utiliza para rellenar juntas. La verdad es que la alm
áciga, resina
natural del tronco del lentisco, queda muy lejos de nuestras posibilida-
des actuales. Curioso m
undo el de las masillas tradicionales; una voz
tan eufónica como zulaq
ue es un «betún o masa com
puesta de cal,aceite, estopa y otros ingredientes que sirve para [...] afirm
ar las pie-dras y ladrillo entre sí en obras que han de estar en agua y aún suelenechar teja m
olida, escorias y pelos de cabra», según varios autores.
Quizás la com
plejidad de todo ese recetario justifica la elección de se-llado para nom
brar en general los productos que solucionan el proble-m
a de las relaciones elásticas entre vidrio y marco. S
on productos decom
posiciones químicas m
uy variadas, pero que tienen en común su
gran elasticidad bajo pequeñas cargas y su capacidad de adherencia am
ateriales variados. Sellar, según el Torroja, es «cerrar, tapar, cubrir [...]
Hablando de una junta, acabar de cerrarla con un m
aterial plástico».Los sellados tienen que com
binar su adherencia a los labios de la juntacon la elasticidad suficiente para asum
ir, sin despegarse ni romperse,
1718
Fijación de hierro en forma de uña que sujeta el
armazón form
ado por la verga de plomo. La
junta ha sido reparada con algún mástique o
almáciga.
T
138
los movim
ientos que los cambios térm
icos o mecánicos im
pondrán alos m
ateriales que llegan a esas juntas. Los productos que se suelenutilizar, y cuyos nom
bres están sustituyendo al genérico de sellado, man-
tienen su adherencia y elasticidad durante algunos años. Tengo queaceptar, y m
e cuesta hacerlo, que cada vez más años.
En algunos casos no se sella todo el perím
etro del vidrio sino que éstese coloca de m
anera que su perímetro inferior queda separado del cer-
co, un poco más hacia el exterior, dejando una fina ranura de ventila-
ción. Este dispositivo, m
uy utilizado en las claraboyas, que permite eva-
cuar el agua de condensación de manera que se vierta en el exterior, se
denomina ‘escurrid
or (M
T).
19
So
lape o
traslapo
entre los vid
rios d
e laclaraboya del restaurante A
zulete, Barcelona
(Ó. Tusquets, I. P
aricio).
T
139
Dedicarem
os este capítulo a estudiar las voces que se refieren a la parteinferior de los huecos y a los problem
as de estanquidad que en ella seplantean. E
mpezarem
os por las ventanas y, dentro de ellas, por el alféizar.E
sta voz, hoy de uso común, ha cam
biado totalmente su significado res-
pecto a su uso histórico. Com
o muchas otras voces de la construcción, se
ha movido, se ha desplazado por la zona de los huecos de fachada por lo
menos un par de veces en su historia. E
n su acepción original se trata deuna palabra árabe que alude a vacío. E
n algunos diccionarios todavía sedefine com
o el hueco de fachada, y es probable que ese vaciado originaltenga m
ucho que ver con un proceso de construcción norteafricano queconsiste en levantar las paredes de la casa com
o muros ciegos, para luego
abrir en ellos los huecos, vaciándolos, ahuecándolos.
Obsérvese que vano
y hueco, sinónim
os de ventana, son palabras quetam
bién aluden al vacío, como si lo único im
portante fuese el hecho deque se ha perforado el m
uro y como si las carpinterías ya nunca pudie-
sen llegar a cerrar esa perforación. Hasta tal punto es im
portante elm
uro y secundaría la carpintería en la construcción histórica. Esta eti-
mología justifica la prim
era de las tres localizaciones del alféizar: el con-junto de los cuatro planos que cortan el m
uro para abrir el hueco, unaprim
era versión que hoy aún contemplan algunos diccionarios (com
o elde Julio C
asares), pero que está completam
ente en desuso. Hoy no
tenemos una palabra precisa para expresar esa idea; la voz telar, ana-
lizada en el capítulo anterior, se acerca a su significado pero con mati-
ces difíciles de introducir en la construcción actual.
Um
bralLos bajos de puertas y ventanas
1A
lféizar2
Vano
Hueco
4A
lfarjía5
Antepecho
Mesilla
Guardalado
Peto
Antecuerpo
Barandal
6G
oterón10
Fachada de doshojasC
ámara
ventilada
12
Fachadaventilada
11B
aberoD
elantal14
Um
bralU
mbralar
15Lum
bralLindarQ
uicio16
TrancoTranquilloLim
ón17
Guardacantón
U
140
6
En su segundo significado histórico, el alféizar se localiza en un pliegue
de esos planos que lo definían hasta ese mom
ento. En los diccionarios
de fines del XV
II el alféizar parece identificarse progresivamente con lo
que hoy llamam
os mocheta. La versión clásica de B
ails es clara: «rebaxoen ángulo recto que form
a el telar de una puerta o ventana con el derra-m
o, donde encaxan las hojas de carpintería con que se cierra».
Muy m
odernamente la voz adquiere su tercera localización dentro de
esos planos de corte, y desciende para aposentarse en la parte inferiordel hueco. A
sí llega a su significado actual de alféizar: «plano que deli-m
ita el hueco de una puerta o ventana y deja al descubierto el gruesodel m
uro. Generalm
ente sólo se dice del horizontal que sirve de corona-ción al antepecho de una ventana»
(T). E
stos desplazamientos alrede-
dor del hueco resultan curiosos, y mucho m
ás los variados caminos que
adoptan en los países de habla castellana. En C
olombia, por ejem
plo,llam
an al alféizar alfarjía, que para nosotros sería el madero de escuadría
adecuado para construir el marco.
En su im
parable descenso por la fachada, el alféizar se está empezan-
do a confundir con todo el cuerpo de fachada que queda por debajo dela ventana. E
s una confusión imperdonable que deja casi anónim
o unelem
ento muy delicado de la arquitectura y lo confunde con otro para el
que ya tenemos una voz m
uy adecuada: antepecho
. El alféizar será
sólo su plano de coronación, o la pieza que lo forma. M
aría Moliner
empieza a aceptar esa confusión cuando adm
ite para antepecho la si-guiente definición: «pretil o barandilla que se pone en el borde de lospuentes, balcones, etc., para evitar la caída desde ellos y para poderapoyarse. C
orte liso en la parte inferior de las ventanas, donde es posi-ble apoyarse». E
ste papel de poyo que ofrece el alféizar ha dado lugar aun sinónim
o: mesilla, funcional pero m
enos sugerente. Pretil se usaba
también antiguam
ente como antepecho, pero hoy ha quedado reducido
a la protección en puentes o carreteras. Otras voces para ese m
uretebajo el hueco son g
uardalad
o, p
eto, antecuerp
o e, incluso, b
arandal.
Nos conviene conservar la especificidad actual del alféizar porque es
un elemento con problem
as de diseño muy particulares y de solución
nada fácil. Debe ser la cubierta del m
uro de antepecho y conducir el
345
U
141
agua desde el plano de la ventana hasta el haz exterior de fachada. En
sección tiene, pues, un problema claro: recoger el agua que baja por la
ventana calzándose debajo del vierteaguas de la peana, y otro más
complejo: asom
arse a la fachada para verter las aguas sobre ella. El
alféizar histórico es bastante simple: se proyecta hacia el exterior for-
mando un g
oteró
n sobre la fachada. Recuérdese que para que ese
goterón sea eficaz el dibujo de su sección ha de tener en la parte infe-rior algún plano que obligue al agua a subir contra la gravedad en suprogresión desde el extrem
o del vuelo hasta el plano de fachada.
El punto m
ás delicado del alféizar es el encuentro con los planos vertica-les laterales, las jam
bas. La solución clásica consiste en introducir la pie-za de alféizar en el m
uro lateral, bajo los tranqueros. Mejor aún si adem
ássus extrem
os se levantan para proteger completam
ente esa delicadaentrega de su plano inclinado con el plano vertical del telar. A
sí el aguaque se acum
ula en ese rincón no puede progresar hacia el interior por-que la junta entre am
bos elementos está m
ás elevada. Se trata de una
solución clásica en los mejores diseños de la cantería tradicional pero
que se adapta perfectamente a las m
odernas soluciones moldeadas.
En este punto se plantea otro aspecto problem
ático: la suciedad quealm
acena el plano inclinado del alféizar es arrastrada por el agua delluvia y se deposita irregularm
ente sobre la fachada. La formación de
manchas depende de factores m
uy complejos, pues se m
ezclan efec-tos de lavado y depósito que dependen de la porosidad del m
aterial y lafrecuencia e intensidad de las lluvias. E
n un punto determinado de la
fachada, esa zona estará cada vez más lim
pia si el efecto de lavado delagua provocado por el paso del agua de lluvia es m
ás eficaz en sufunción lim
piadora que el efecto de depósito de la suciedad que arras-tra. S
i no es así, estará cada vez más m
anchada. Este problem
a no esdem
asiado importante en las fachadas de m
ateriales muy poco poro-
sos; con vidrio o granito oscuro y pulido el problema es inexistente por-
que la suciedad difícilmente se deposita.
La situación es más grave con piedras, horm
igones o ladrillos muy po-
rosos en los que la absorción detiene el agua de escorrentía y la polu-ción form
a inmediatam
ente una costra. La duda siempre planea sobre
789
U
142
12
la eficacia de un goterón que vierte el agua sucia de las primeras
gotas tan cerca del propio plano de fachada. La solución más radical
para evitar ese arrastre de agua sucia es recogerla dentro de la plantadel alféizar y evacuarla por un sistem
a independiente. Existen algunos
precedentes históricos de esta idea, pero su planteamiento contem
-poráneo parece que arranca de las ventanas de la B
anca Popolare de
Verona, de C
arlo Scarpa, donde los huecos son perforaciones circula-
res en la piel de la fachada; entre ese plano y la profunda situación dela carpintería se form
a un espacio en el que el agua de lluvia se reco-ge y evacua m
uy por debajo del alféizar con un desagüe a fachada am
odo de pequeña gárgola.
La difusión de la fachada d
e do
s hojas está introduciendo nuevas difi-
cultades en el diseño del alféizar. En esta construcción, las dos hojas de
albañilería que forman la fachada convencional desde hace casi un si-
glo se separan radicalmente: una, la interior, se inserta entre los forja-
dos; y la otra, exterior, debe ser libremente deform
able. Entre am
bas seform
a una cámara ventilad
a, que permite evacuar las hum
edades quepuedan atravesar la hoja exterior. P
or ello a esta nueva solución cons-tructiva se la llam
a también fachad
a ventilada.
La indispensable deformabilidad de esa hoja exterior de la fachada
moderna deja en situación com
prometida a nuestro tradicional alféizar,
puesto que debe asegurar la estanquidad de la parte inferior del huecoy a la vez perm
itir que la hoja exterior se mueva. Las dificultades son
máxim
as si, como es habitual, la carpintería se coloca a haces interio-
res. Es conveniente que el alféizar sea solidario con la hoja interior, la
única que puede ofrecerle un soporte firme, pero debe volar m
ás allá dela hoja exterior para form
ar el goterón. En estos casos es habitual ase-
gurar la estanquidad disponiendo debajo de él un bab
ero o d
elantal, esdecir, una lám
ina imperm
eable, antes de plomo y hoy de tela asfáltica,
que conduce las aguas que puedan llegar a la cámara hasta el plano
exterior de fachada.
El papel del alféizar es tanto m
ás importante cuanto m
ayor distancia hayentre el plano exterior de la fachada y el plano en el que se colocan lascarpinterías. C
uando el régimen de lluvias es im
portante, resulta habitual
1011
Exp
ulsión por gárgola d
el agua recogida en
el alféizar oculto, Banca P
opolare d
e Verona(C
. Scarp
a).
Fachada ventilada fachada de dos hojas.
U
143
ver cómo se anula esa distancia para evitar la aparición de un elem
entoque, en rigor, lo único que hace es entretener el recorrido de las aguas.A
sí, por ejemplo, la ventana clásica en S
antiago de Com
postela tiene unahoja vidriada situada en el haz exterior de la fachada. E
s evidente que eneste caso los problem
as se trasladan al borde superior de esa hoja, peroallí son m
uy fáciles de resolver con un guardaguas. En este tipo de venta-
nas no se confía en la estanquidad de la relación hoja, marco, obra, pues-
to que el agua puede penetrar por detrás de la hoja exterior vidriada perosin la presión del viento ni la ayuda de la capilaridad, el agua cae al alféi-zar interior, que la recoge y la evacua por un canalillo excavado en lapiedra y un tubito a m
odo de gárgola.
La fachada ligera o aquélla en la que el vidrio avanza hasta situarse ahaces exteriores para ofrecer una im
agen más tersa del edificio hacen
desaparecer el alféizar de la arquitectura moderna. S
in embargo, se
plantean problemas de m
uy difícil solución cuando se intenta que esam
isma fachada, som
etida a las deformaciones m
ecánicas y térmicas
correspondientes, sea la garantía de estanquidad del edificio. La solu-ción gallega es m
ucho más m
oderna en este sentido.
La mayor parte de lo dicho para alféizar vale para el um
bral. E
l término
umbral está asociado con lím
ite. La compleja etim
ología que cita María
Moliner lo acerca al latín lim
inaris del que habría perdido la ele, quepasa al artículo. S
in embargo para B
ails, el autor del más antiguo de los
diccionarios consultados, sólo existe una acepción: «el madero que está
asentado sobre las jambas o largueros de un vano». M
atallana incluyelas dos versiones aunque tom
a como prim
era acepción la localizacióninferior. N
o obstante, umb
ralar es colocar una viga en una pared maes-
tra para luego poder vaciar el macizo inferior.
En cualquier caso es una voz que sugiere una entrada en un lugar deli-
mitado, pero cuya situación es confusa, pues tanto sirve para señalar la
«pieza, empotrada o no, o escalón, que form
a la parte inferior de unapuerta», com
o para nombrar «la viga que atraviesa un vano para soste-
ner un muro». E
l Torroja deshace el equívoco y decide dar una únicaversión: el um
bral está abajo, contrapuesto al dintel, dice. En su larga
evolución etimológica, um
bral ha dejado algunas voces que hoy son de
13
1415
Ventana de S
antiago
de C
om
po
stela con
expulsión inferior del agua de la mesilla.
Babero en una fachada de dos hojas. U
144
escaso uso: lumb
ral, que es umbral pero m
ás cerca de la raíz latinalim
inaris, y lindar, que asim
ismo es sinónim
a de umbral pero m
ás cercade la llinda catalana, siem
pre con la idea de límite. N
o podemos dejar
de citar otra vez el quicio
pues también se usa com
o «rincón formado
por la puerta y el muro en la parte donde gira la puerta [...] A
currucadoen el quicio de la puerta» (M
M).
Es curiosa la acepción de um
bral que tiene la voz tranco. S
u primera
acepción es «paso o salto que se da abriendo mucho las piernas». P
eroen la segunda ya aparece el «escalón, pieza o parte del suelo que cons-tituye la parte inferior del hueco de una puerta» (M
M). E
n algunas regio-nes de E
spaña (Albacete, A
ndalucía y Aragón), tranq
uillo tam
bién valecom
o umbral. Tranco puede pues asociarse tanto al tranquero o la tran-
ca como a esa zancada. E
l limó
n, adem
ás de su acepción en la escale-ra, tiene aquí tam
bién una muy olvidada, sinónim
a de tranco: es el es-calón de acceso a un interior que lo protege de las aguas.
Por últim
o, recordemos el guard
acantón, que no sólo existe en las esqui-nas del edificio sino que tam
bién es la pieza de piedra, hormigón o m
etá-lica, asegurada en los m
uros, en las puertas de las cocheras o en losportales practicables para carruajes, destinada a im
pedir que las ruedasde los m
ismos tropiecen con las aristas de las puertas y sus cercos
(T).
1617
Guardacantones y lim
ón con mam
perlán.
U
145
Iniciaremos este capítulo dedicado a las instalaciones com
unes comen-
tando la voz chimenea. S
u significado tradicional es el de «cañón o con-ducto para que salga el hum
o que resulta de la combustión»
(RA
E), pero
modernam
ente se está desplazando hacia su segunda acepción, el ho-gar, y se dice que “tiene un salón con chim
enea”. Todavía tiene otra acep-ción poco significada que sin em
bargo señala un elemento cada vez m
ásnecesario en la arquitectura contem
poránea: la chimenea de instalacio-
nes. En ningún lugar aparece explícitam
ente con ese contenido; en algúncaso se reconoce la form
a de chimenea de ventilación: «patio m
uy estre-cho, que sirve para proporcionar ventilación pero no luz, en un edificio»(M
M). Las restantes acepciones reseñadas por la R
eal Academ
ia sugierenun uso general de chim
enea como conducto que en general pone en
contacto con el exterior. Quizás la versión m
ás interesante para nosotroses la recogida por M
aría Moliner, quien tras dejar constancia del origen
francés del término (chem
inée, derivado del latín caminus), lo define com
oel «conducto destinado a la salida del hum
o del fuego de la cocina o -agrega para nosotros- de cualquier otra cosa».
Lo cierto es que en los edificios contemporáneos la proliferación de
instalaciones ha alcanzado tal nivel que es necesario prever conductosespeciales por los que corran los cables o tubos que conectan cadalocal con el exterior, sea el subsuelo o el terrado. E
sos conductos verti-cales son absolutam
ente necesarios para albergar las instalacionescom
unes a las que se debe poder acceder para el mantenim
iento om
ejora de las instalaciones de cualquier planta sin molestar a los ocu-
VentosaP
atios, tubos y conductos
1C
himenea
3P
atioP
atínP
atinilloP
atinejo4
TubosC
onductos5
Alm
izcateM
ancomunado
Corral
Corrala
6C
avedioC
ompluvio
Impluvio
Cisterna
Aljibe
7B
ajanteD
esagüeC
ondutalV
aciadero
8A
lbañalA
lbollónA
rbellónTajeaA
lcantarillaC
loaca9
Val
Colector
10S
huntM
ambrú
11V
eletaG
iraldaG
iraldillo12
Aireación
Respiración
Exutorio
13E
xtractorV
entosa
12
V
146
pantes de los demás pisos. Llam
arlas chimeneas de instalaciones m
ues-tra la voluntad de no confundirlas con los viejos patinejos.
La presión de la escasez de superficie en la vivienda urbana ha provo-cado una curiosa cascada de dim
inutivos. El p
atio es «el espacio des-
cubierto o cubierto de cristales que queda en el interior de un edificio, alque dan las ventanas de las habitaciones interiores» (M
M). Y
como el
tamaño de ese patio no ha hecho m
ás que reducirse a causa del incre-m
ento del coste del espacio habitable no es de extrañar la aparición dela voz p
atín, como dim
inutivo. Pero incluso la voz patín debió de quedar
grande para los ridículos conductos que se llegaron a construir en laposguerra, y tal vez por ello se adoptó su dim
inutivo patinillo
. La vozp
atinejo, que la R
eal Academ
ia no distingue de la anterior, tiene en elm
undo de la arquitectura un sentido más próxim
o al de conducto o chi-m
enea de ventilación.
Sin em
bargo, aunque los patinejos de los años sesenta no servían paraventilar, sí cum
plían un importante papel en el edificio: se utilizaban
para disponer los conductos de instalaciones verticales de manera que
una persona podía circular por el patinejo y acceder al mantenim
iento oam
pliación de los mism
os. Su engañoso papel com
o elementos de ven-
tilación les hizo fracasar. Negados por la norm
ativa, y con toda la razón,com
o elementos de ventilación de locales, desaparecieron de nuestros
edificios. Con ellos se elim
inó también esa posibilidad de recorrido ver-
tical, de modo que en la actualidad la reparación de un bajante puede
implicar a los propietarios de varias viviendas superpuestas. La chim
e-nea de instalaciones vendría a recuperar esa posibilidad tan necesariaante la continua innovación y expansión de nuestros tubos, cables yconductos. (D
e una manera un tanto arbitraria, pero m
uy útil, se hadado en llam
ar tubo
s a los conductos de líquidos y cond
uctos a los
que sólo conducen aire.)
Las formas m
ás tristes de esos pequeños patios en los que la viviendapierde toda intim
idad acústica, visual y olfativa son los patios que seorganizan entre dos edificios diferentes, patios que antiguam
ente sellam
aban almizcates: «patio entre fincas urbanas para el uso com
ún depaso, luz y agua» (R
AE
) y hoy patios manco
munad
os. La m
isma voz
345
Patio abierto o utilizado com
o chimenea de
instalaciones en un edificio d
e servicios enS
chlumberguer, P
aris (R. P
iano).
V
147
patio, tal como la hem
os tomado del M
aría Moliner, es ya una reducción
de acepciones más generosas. La versión de M
atallana tiene un airem
ás rural: «el espacio cercado de tapias o galerías, y descubierto engeneral por arriba, que suele haber en las casas y en otros edificiospara dar luces a las piezas interiores y otros usos». Los “otros usos” alos que alude M
atallana en su definición estaban, como es lógico, rela-
cionados con los animales dom
ésticos. No es extraño que se llam
e tam-
bién corral al «patio de una casa de vecindad» (M
M). E
l acceso a diver-sas viviendas a través de una galería alrededor del corral dibuja la corrala,tan frecuente en el M
adrid histórico, y da nombre al teatro de corral
como lugar de representaciones.
Es curioso que la preocupación haya pasado de la luz a la ventilación.
En realidad el patio original estaba preocupado por otra cosa: la lluvia.
El caved
io, «patio de la casa rom
ana», se organizaba alrededor delco
mp
luvio, «abertura en el centro del tejado de las casas rom
anas,que proporcionaba luz a toda la casa por el interior de ella, y por la cualse recogía la lluvia caída sobre el *tejado» (M
M). Y
también el espacio del
patio alude a la lluvia: el imp
luvio (del latín im
plúvium, del latín vulgar
plóvere, llover), «espacio descubierto en medio del atrio de las casas
6
Impluvio de la biblioteca de Fuencarral, M
adrid(A
. Perea).
Corrala granadina.
V
148
romanas, por donde entraban las aguas de lluvia, que eran recogidas
en un pequeño depósito situado en el centro del atrio», porque, en efec-to, el agua recogida en esos patios se conducía hasta la cisterna oaljib
e, «depósito, generalmente subterráneo, donde se recoge y guarda
agua procedente de lluvia o de un manantial» (M
M).
Por esos patinejos, ahora chim
eneas de instalaciones, pasa uno de loselem
entos más delicados de la casa, el encargado de la evacuación de
aguas: la voz más com
únmente utilizada en la actualidad es b
ajante,aunque tam
bién se usa la más genérica de d
esagüe, y se suele distin-
guir si es de aguas pluviales o fecales. En el segundo caso la voz bajante
es la más utilizada; para el prim
ero se podría recuperar el olvidadoco
ndutal, «conducto por donde se evacuan las aguas pluviales» (M
M).
Según los diccionarios tam
bién es correcto el término vaciad
ero.
Esa delicada conducción, que lim
ita el recorrido de los residuos colecti-vos o el de los im
previsibles caudales de las aguas pluviales, en la más
estrecha vecindad con la vida cotidiana, ha recibido toda clase de nom-
bres, que aunque no se asocian específicamente a la disposición hori-
zontal se usan sobre todo en esos casos porque han sido los más rele-
vantes en la historia de la construccón. El alb
añal es «el cauce o con-ducto por donde desaguan aguas sucias o residuales» (M
M), pero tam
-bién se puede llam
ar albo
llón, arb
ellón, tajea, alcantarilla o clo
aca.
En algunas voces, com
o val, se alude específicamente a la condición
de canal abierto de esa conducción. En la actualidad el térm
ino más
utilizado para designar la alcantarilla urbana es el de colecto
r. No obs-
tante, estas voces, y como sucede con todas las que aluden a activida-
des consideradas como socialm
ente repugnantes, son reemplazadas
periódicamente por otras m
ás neutras que, sin embargo, no tardan en
teñirse de connotaciones desagradables y por ello son de nuevo susti-tuidas (retrete, váter, inodoro, servicio...).
Por esas chim
eneas de ventilación deben pasar también las ventilacio-
nes de algunos locales, aparatos o tuberías que así lo exigen, como,
por ejemplo, ventilaciones de los pequeños locales de baño que se en-
comiendan frecuentem
ente a conductos especialmente diseñados que
78910
Un m
ambrú con auténtico aire m
ilitar.
V
149
utilizan el efecto Venturi y la convección térm
ica para mover el aire inte-
rior. Les llamam
os *shunts, del inglés to shunt, conectar, enchufar, por-que el diseño de los conductos consigue que las plantas se vayan co-nectando sucesivam
ente a un único conducto colectivo sin grave peli-gro de intercom
unicación. Para m
ejorar la succión venturiana se dispo-nen rem
ates de cubierta con formas especiales, y entre ellas un diseño
espectacular y de larga tradición que es el mam
brú. A
algún lector estenom
bre le habrá recordado una canción infantil, la del famoso M
ambrú
que se fue a la guerra, “mire usté, m
ire usté que pena”. En efecto, m
ambrú
no es más que la corrupción del nom
bre del general inglés Marlborough,
cuya popularidad llegó hasta darle nombre a un rem
ate de chimenea
cuya aleta, para hacer de veleta, le hace asemejarse a un casco m
ilitar.
En realidad, el m
ambrú es un capuchón que protege del viento la salida
de humos, orientándose siem
pre contra él gracias a esa lámina añadida
que hace de veleta. Dice el diccionario que cuando una veleta tiene figura
humana o de anim
al se llama girald
a. La torre sevillana toma este nom
-bre por el girald
illo que la remata, aunque la espectacular im
agen delarcángel no m
erecía el diminutivo, que tam
bién recoge el diccionario.
En la actualidad se habla a m
enudo de aireación, distinguiéndola de la
ventilación debido a la menor velocidad del aire. S
e podía haber recu-perado la tradicional de resp
iración
(MT
). Por últim
o, debemos recordar
otro neologismo curioso. La prevención de incendios ha im
puesto unosm
ecanismos de apertura, generalm
ente automática, para garantizar la
evacuación de los humos a los que los autores de la norm
ativa bautiza-ron com
o exutorio
s. Les debemos agradecer que echaran m
ano deldiccionario español y no del inglés pero a uno se le dibuja una sonrisa,helada eso sí, cuando lee su definición: «úlcera que se deja abiertapara que supure con un fin curativo». La etim
ología, no obstante, esrazonable, del latín exuere, extraer.
Cuando se exigen caudales m
ayores, se recurre a las ventilaciones for-zadas con aparatos de extracción, los fam
osos extractores de cocina,
cuyos resultados están siempre com
prometidos por la altura de la co-
lumna de aire que deben m
over. En pocos casos se plantea la extrac-
ción colectiva, que exigiría un mantenim
iento comunitario de los ventila-
111213
Giraldillo de la catedral de S
evilla. V
150
dores. Pero olvidam
os frecuentemente la ventilación de los desagües,
un olvido grave porque los sifones se desceban con la caída de lasdescargas del inodoro. La tradición siem
pre ha exigido la ventilación delos puntos altos de la red de desagües, y tiene para ello una voz que esla que ha dado título al capítulo: la vento
sa, «abertura que se hace enalgunas cosas para dar paso al aire y especialm
ente la que se deja enlos puntos m
ás elevados de una cañería. También se llam
a así el tuboque sirve para la ventilación de las atarjeas»
(MT
). Esta definición, con
más de ciento cincuenta años de edad, evidencia la larga historia de
una protección tan simple y tan olvidada.
Exutorio.
V
151
La escueta definición que del término m
uro formula el diccionario de la
Real A
cademia rem
ite a otras dos entradas: pared o tapia. Si las consulta-
mos, com
probaremos que la p
ared es la «obra de albañilería vertical que
cierra o limita un espacio»; y que tap
ia, en su tercera acepción, es una«pared form
ada por tapias», siendo estas tapias las descritas en la primera
acepción, esto es, «cada uno de los trozos de pared que de una sola vez sehacen con tierra am
asada y apisonada en una horma». D
ejaremos aquí la
tapia, cuyo proceso de construcción se ha descrito en otro punto (Opa),
para seguir con las voces directamente relacionadas con el m
uro.
En la definición de la A
cademia se echa en falta alguna consideración
sobre su papel portante que, si bien es cierto que no es indispensable,sí es m
uy significativo. María M
oliner define el muro com
o: «obra dealbañilería hecha de piedra, ladrillo, adobes, etc., form
ando una placavertical, que se construye para cerrar un espacio, sostener una techum
-bre, etc.»
. El térm
ino azor es un antiguo sinónim
o de muro que citan
algunos diccionarios, pero que está totalmente en desuso.
Por su situación o papel en el edificio los m
uros reciben nombres diver-
sos como m
edianero
, med
ianil o de med
ianería «cuando separa dosviviendas o edificios contiguos»
(T); m
uro de fachada -de situación ob-via
- y mu
ro traviesa
, «p
are
d m
ae
stra q
ue
no
está
en
fach
ad
a n
im
edianería» (R
AE
). Es digna de ser recordada la voz ho
stigo
, «parte dela pared o m
uralla expuesta al daño de los vientos y lluvias» (RA
E). Y
también la im
presionante evolución etimológica con que M
aría Moliner
ilustra la palabra crujía, procedente de la italiana corsia, creada a partir de
Xaraiz
Muros, piedras y ladrillos
1M
uroP
aredTapia
2A
zorM
edianeroM
edianilM
edianeríaTraviesaH
ostigoC
rujía4
Muro de
arriostramiento
Estribo
Contrafuerte
Macho
Machón
5M
ampuesto
Sillar
Sillarejo
6LechoC
ontralechoV
erdugadaV
erdugoA
hueso
7S
ogaT
izónG
ruesoTablaC
antoTesta
8H
iladaTendelLlaga
9A
staP
ieC
itaraA
citaraM
uro a sogas10
Citarilla sardinel
11X
araizX
airadoX
airoJairoJaire
12R
espaldónJofreH
orma
Albarrada
123
X
152
corsio, corriente, y derivada a su vez de corso (y aquí la autora remite al
término curso), que recibe el influjo del verbo crujir, «porque en las galeras
se hacía pasar a los soldados castigados por ese pasillo recibiendo losgolpes de los galeotes sentados a uno y otro lado». D
espués de tales expli-caciones, M
aría Moliner ofrece la siguiente definición: «cada una de las
secciones en que queda dividido un edificio de un lado a otro por los muros
de carga o las filas de pilares». La Real A
cademia, por su parte, proporcio-
na una descripción adecuada para nuestros usos, aunque sólo como cuar-
ta acepción: «el espacio comprendido entre dos m
uros de carga», porqueen la prim
era, también arquitectónica, se lee: «tránsito largo de algunos
edificios que da acceso a las piezas que hay a los lados».
No distinguen, sin em
bargo, los diccionarios entre el muro de carga y el
muro
de arrio
stramiento
, el que se construye para estabilizar una es-tructura frente a las acciones horizontales. P
ero si que incluyen vocesreferidas a diversas form
as de arriostramiento, com
o estribo
o contra-
fuerte: «pilar o arco (o macizo) adosado a un m
uro para reforzarlo osostenerlo» (M
M). U
n término antiguam
ente conocido como contrahorte,
o como m
acho o m
achón: «pilar de fábrica que sostiene un techo o [...]
se ingiere del todo o en parte en una pared para fortalecerla» (T
).
Los muros pueden ser de tapia, com
o ya hemos visto, o de piedra o
ladrillo. Los de piedra a su vez pueden ser de mam
puestos, sillarejos osillares. Los m
amp
uestos (vocablo com
puesto con los términos m
anoy puesto) no tienen una labra especial: «piedra sin labrar que se colocacon la m
ano. Se aplica a las piedras o m
aterial empleado en las obras
de mam
postería» (T). E
l sillar, sin embargo, es un paralelepípedo de
cierto tamaño: «en general piedra escuadrada» (P
). El sillarejo
, por fin,es de un tam
año más reducido y puede m
overlo un hombre solo, pero
debe estar bastante escuadrado, por lo menos por la cara vista y las de
contacto: «sillar que no ocupa todo el espesor del muro»
(MM
).
Las piedras se colocan generalmente en hiladas horizontales super-
puestas, sobre todo los sillares y sillarejos. La piedra se debe situar conla m
isma relación con la horizontal que tenía en la cantera, pues así
será mucho m
ás resistente. Por ello en la cantera se m
arcan las piedrasindicando cuál es su lecho
, su cara de apoyo, y su contralecho
, su cara
456
X
153
superior. El orden de las hiladas garantiza el com
portamiento solidario
en los muros de sillería; pero en los de m
ampostería es habitual dar
más trabazón a la obra disponiendo espaciadam
ente unos ladrillos atizón que unen las caras con el núcleo. Verd
ugad
a o verdug
o: «cual-
quier hilada de ladrillos que se pone horizontalmente una fábrica de
mam
postería o de tierra de trecho en trecho» (MT
). Muy raram
ente laspiedras se colocan sin m
ortero, y en este caso se dice que la pared estáhecha a hueso
, «piedras, baldosas o ladrillos perfectamente unidos y
sin mortero entre sus juntas o lechos», según la
RA
E.
Cuando el m
uro es de ladrillo, los nombres a él referidos describen su
espesor o su aparejo. Recordem
os los que aluden a las dimensiones
del ladrillo: sog
a, la mayor longitud, el largo; tizó
n, la longitud interme-
dia, sensiblemente igual a la m
itad de la soga en los ladrillos normales;
grueso
, la menor de las dim
ensiones. Y los que señalan a sus caras:
tabla, la m
ayor, la que forman soga y tizón; canto
, la intermedia, la que
forman soga y grueso; testa, la m
enor, la que forman tizón y grueso.
La hilada, ya m
encionada, es la «serie horizontal de ladrillos o piedras
en un edificio» (R
AE
). Com
o es obvio, el nombre viene del hilo que se
tiende entre dos reglones para facilitar la colocación perfectamente ho-
rizontal de los ladrillos. Ese hilo se llam
a tendel, una denom
inación quecom
parte con el mortero, que se tiende sobre una hilada para colocar la
siguiente. Porque tam
bién tienen nombre específico las juntas no sólo
este tendel horizontal sino también la llag
a, junta vertical entre ladrillosde la m
isma hilada.
Los nombres de los m
uros en función de su espesor son: asta, muro de
una soga de espesor, también llam
ada muro de un p
ie; citara o acitara,m
uro de un tizón de espesor, asimism
o conocido como de m
edio pie om
uro a so
gas porque esa m
áxima dim
ensión es la que muestra el ladri-
llo en las caras del muro. E
l término citara, llano y por lo tanto sin acen-
to, proviene de la voz árabe para velo, y en general lo que oculta algo alas m
iradas (R
AE
). No obstante, nos cuesta im
aginar que una pared dem
edio pie, de doce o quince centímetros, sea la m
enor de las proteccio-nes, la que únicam
ente protegía de las miradas.
789
Verdugadas y llaves en un muro de ladrillo en
oficinas en Tláhuac, México (M
éndez, Pérez, Ruiz).
X
154
La citarilla sardinel es un aparejo m
uy raro, totalmente en desuso: «pa-
red hecha con ladrillos puestos alternativamente de plano y de canto u
oblicuos formando ángulo uno con otro, de m
odo que quedan en la obrahuecos que se dejan así o se rellenan con argam
asa» (MM
).
En cuanto a la form
a del muro, la voz m
ás curiosa es la que da título aeste capítulo: *xaraiz, que aparece en los diccionarios de P
aniagua ydel Torroja com
o «pared en obra circular», pero que no figura ni en el dela R
eal Academ
ia ni en el de María M
oliner. La citada definición es, noobstante, recogida en los m
ismos térm
inos en las Voces de origen ára-be de C
eán Berm
údez para la palabra xarahiz. Es, sin em
bargo, Soto
Hidalgo el que concede una m
ayor importancia a esta extraña raíz y
quien cita -además de xaraiz- otras dos voces: xairad
o, «se dice del
rincón redondeado», y xairo, «oblicuo, en esviaje». E
se significado laacerca a la voz jairo
, que aparece en muchos diccionarios com
o esviado.M
atallana, por ejemplo, cita jaire com
o «la línea curva o sobrante quese hace a la pieza de m
adera que se ha de ensamblar con otra».
También existen innum
erables voces para los muros exteriores o de cer-
ca. Algunas se distinguen por su función, com
o el respald
ón, que es unm
uro de contención; y otras por su construcción, como el jofre, la horm
ao la alb
arrada, que son paredes de piedra seca, paredes sin argam
asa.
10
1112
Xaraiz en una vivienda de la calle del Dr. A
rce,M
adrid (A. de la S
ota).
X
155
El sentido com
ún y la escasez de medios han llevado a planteam
ientosm
uy razonables y han dado mil usos sucesivos a los m
ismos edificios,
utilizando los materiales m
ás próximos y realim
entándose siempre con
los restos de las construcciones anteriores. Este natural reciclaje se ha
hecho muchas veces con m
uy buen sentido pero también ha servido
para introducir en la obra materiales de bajísim
a calidad. Por ello m
u-chas de las voces que verem
os tienen cierto aire despectivo, pero todasellas evidenciarán la im
portancia que el reciclaje ha tenido en la historiade la construcción y la m
anera en que podemos aprender de toda esa
experiencia en la situación actual.
Em
pecemos por rip
io. S
u primera acepción es la de «desperdicio de
algo», aunque los diccionarios técnicos sólo adoptan la segunda acep-ción: «cascajo o fragm
ento de ladrillos, piedras u otros materiales de
obra de albañilería desechados o quebrados. Se utiliza para rellenar
huecos de paredes o pisos». La tercera, la más com
ún, remite a guija-
rro. La cuarta, curiosa: «palabra o frase inútil o superflua que se emplea
viciosamente con el solo objeto de com
pletar el verso». María M
oliner laglosa: «palabras o expresiones de relleno en cualquier escrito o discur-so». C
on ripios se rellenaban los interiores de los muros y grandes pila-
res en los que la hoja exterior era de sillería o de mam
puestos; la ideade relleno y de baja calidad, pues, son com
unes a los ripios literarios ya los constructivos. E
l vocablo ripio adquiere tanta importancia com
om
aterial de deshecho que se llama rip
ia al costero del madero aserrado
que conserva restos de la corteza.
Yesón
Del reciclaje a la sostenibilidad
2R
ipioR
ipia3
Cascote
YesónT
ástara4
Zaborro
Gasón
Zaborrero
Zahorra
5TerrónT
émpano
Antosta
6C
ascajoG
arbancilloR
ebleR
eblar7
Em
plectonE
ncascotar8
Zoquetería
Enzoquetar
Zocata
Rocalla
Guinda
9A
lcatifaC
atifaA
lquitifaE
nrunaE
ncachadoTerrazo
10R
ehenchidoM
igajónTejoletaTejuela
11D
escafilar12
Chuleta
Alm
orzada13
Gallón
Tepe14
Ecológico
15E
co-high-tech16
Sostenibilidad
17R
educirR
eutilizarR
eciclar18
AC
V
12
Y
156
Los diccionarios establecen una auténtica taxonomía del escom
bro; enefecto, dice R
afael Peralta en su curioso diccionario que los escom
brosdeben ser clasificados, de m
ayor a menor, en cascote, yesón y tástara.
El casco
te «se aplica a los fragmentos de ladrillos, etc. de una obra de
albañilería derribada. Esos fragm
entos son utilizados como m
aterial derelleno o para hacer argam
asa», aunque María M
oliner no parece deacuerdo en que el cascote sea especialm
ente grande. Por lo que se
refiere al yesón
, Matallana lo dota de m
ayor volumen, pues lo describe
como el «pedazo de tapia, pared u otra fábrica de yeso de que se suele
servir en lugar de ladrillo o piedra para una fábrica nueva». ‘Tástara es
una voz sólo reconocida como escom
bro por Peralta pues la R
eal Aca-
demia únicam
ente lo recoge como un polvo de ladrillo para crisoles.
La realidad es que existe un sinnúmero m
ás de voces, cada una con supropia notación generalm
ente relacionada con el material de origen del
escombro. P
or ejemplo, zab
orro
o gasó
n son sinónim
os de yesón. El
primero ha dado un calificativo aragonés y riojano, popular y sim
pático:zab
orrero
, la persona poco limpia y pulida en sus actividades o traba-
jos. También en la m
isma zona zaborra se usa por zaho
rra, que hoyusam
os como revoltijo «de gravas de distintos calibres m
ezcladas conarena», aunque sólo S
erra Ham
ilton ofrece esa definición. Oficialm
entees un lastre de arena, y de ahí parece venir su nom
bre (según María
Moliner, del catalán saorra hoy sorra).
El terrón es «el pedazo de tierra form
ado de partes menudas de los es-
combros y cascotes de una dem
olición», según la autorizada definición deM
atallana, mientras que tém
pano es cada uno «de los trozos o pedazos
sueltos de construcción o tierra unida». Cercano al yesón se halla tam
biénla antosta, «fragm
ento de tabique o de techo desprendido y caído al sue-lo» (R
AE
), aunque para Matallana la antosta era el tabique entero.
Volviendo al vocabulario referido al tamaño, parece que para las piezas
de tamaño pequeño deberíam
os usar cascajo: «fragm
entos menudos
de cualquier cosa dura; por ejemplo, de cáscaras de frutos de vasijas
rotas o de ladrillos» (MM
). Una entrada que incluye una segunda acep-
ción, la de grava o guijo: «conjunto de fragmentos pequeños de piedra,
o piedra menuda, que se em
plea, por ejemplo, en la construcción de
3456
Gigantesco zaborro o tém
pano de una obrade m
anpostería.
Y
157
pavimentos. E
n lenguaje propio de la construcción se aplica especial-m
ente a la piedra más gruesa que la grava y m
enos que los cantosrodados» (M
M). C
uando es más pequeño, se puede usar g
arbancillo
:«cascajo del tam
año de los garbanzos aproximadam
ente» según elm
ismo diccionario. E
l reble es sinónim
o de ripio, y ha dado lugar alverbo reb
lar, utilizado para designar la acción de rellenar.
Así pues, con todos esos m
ateriales se rellenan muros y grandes pila-
res. La voz *emp
lecton, según V
itrubio, «relleno o núcleo interior de unm
uro, a base de mortero o fragm
entos de piedra, que sirve para trabarlos dos param
entos exteriores fabricados de sillería» (P
) describe la más
común de las construcciones. M
uchos verbos describen la acción deañadir escom
bro a la obra o a la pasta más o m
enos aglomerante; así
sucede con encascotar, que es «rellenar un hueco con cascote, o po-
ner cascote en la argamasa después de extendida para reforzarla» (M
M).
Cada oficio tiene sus desperdicios, y si son utilizables poseen nom
bre.E
n la carpintería es la zoq
uetería, «el montón de zoquetes y pedazos
de tabla que se desperdician en el taller, pero que se pueden aprove-ch
ar p
ara
otra
s cosa
s» (M
T). Z
oq
ue
te d
a lu
ga
r tam
bié
n a
la vo
zenzo
quetar: «poner zoquetes para evitar el pandeo». E
l retal de loscerrajeros se llam
a zocata (M
T). La ro
calla, realmente tam
bién es undesperdicio, el de los canteros: «conjunto de trozos de roca desprendi-dos espontáneam
ente al tallar las piedras» (MM
). Un térm
ino con un ori-gen probablem
ente idéntico al de la guind
a: «cada uno de los bloquesde gran tam
año que se colocan en la masa fresca de horm
igón paraform
ar el hormigón ciclópeo» (S
H).
Los elementos constructivos horizontales tam
bién se rellenaban. Si se
trata de pavimentos, todo vale. La alcatifa, catifa o alq
uitifa es la «bro-za o cascote que se em
plea como relleno para allanar antes de pavi-
mentar o tejar» (M
M). E
n particular, la enruna es el «cascote, escombros
o desperdicios que sirven para solar» (RA
E). U
na voz de uso habitual ennuestros días es encachad
o, que es «la capa de cim
entación en elpavim
ento de las carreteras formado por cascajo apisonado» (M
M). E
scurioso que el Torroja, necesariam
ente más técnico, nos diga que se
trata de un «pavimento form
ado por trozos irregulares de piedra o lo-
789
Guindas en el horm
igón ciclópeo de Taliesin,E
E.U
U. (F. Ll. W
right).
Alcatifa sobre las bóvedas de la C
asa de laC
aritat de Barcelona.
Y
158
sas, recibidos con mortero de cem
ento», ya que en el uso común el
encachado es una base de pavimentos, una cim
entación, como apunta
María M
oliner; ahora bien, si se trata de un pavimento y adem
ás se hapulido, lo que obtenem
os es un terrazo: «piedra artificial de horm
igón,prefabricada o construida in situ» (T
). En síntesis, un pavim
ento hechocon chinas y restos de m
ármol incrustados en un m
ortero que se puleen obra o fábrica.
Pero si nos acercam
os a los elementos de techo, el problem
a es más
delicado. Es conocido el relleno de los senos de las bóvedas con vasijas
cerá
mica
s, au
nq
ue
du
ran
te sig
los ta
mb
ién
se h
an
relle
na
do
los
entrevigados. La característica de esos rellenos es que tenían que serm
uy ligeros, pues el peso, favorable en general en el relleno de elemen-
tos verticales, es aquí un problema grave. P
ara designarlos se utiliza lavoz rehenchid
o (según el Torroja, «dícese del m
uro que tiene el inte-rior», o m
igajó
n, «de distinto m
aterial que los paramentos»), que no es
otra cosa que el relleno, razón por la cual el término tam
bién es válidotanto para los m
uros en emplecton com
o para los recrecidos de unsuelo. Los elem
entos de relleno cerámicos son descritos por voces que
aluden al desecho de la tejería, como tejo
leta o tejuela, «trozo de teja ode cualquier objeto de barro cocido» (M
M).
También se reutilizan los m
ateriales más elaborados, los que tenían
una forma definida en el edificio anterior. E
so es fácil con los pequeñosm
ateriales, como los ladrillos o las baldosas, y disponem
os de una vozespecífica para los trabajos que exigía esa recuperación: d
escafilar,definida com
o «limpiar los m
ateriales viejos, como cuando las baldosas
levantadas se aprovechan otra vez y se las quita toda la tierra que tie-nen pegadas a ellas por la parte que estuvieron sentadas» (M
T). S
inem
bargo, no he encontrado ninguna voz específica para la reutilizaciónde piezas significativas de cantería, o incluso elem
entos escultóricoscom
o fustes y capiteles, como los que tantas veces encontram
os enedificios m
onumentales.
En otro orden de cosas, he conocido dos palabras que no puedo evitar
recoger aquí. Una es chuleta, una voz citada por casi todos los diccio-
narios como «la pieza delgada de m
adera con que se rellena alguna
10
1112
Restos m
onumentales utilizados en un m
urodel convento de S
an Martín P
inario. Santiago
de Com
postela.
Y
159
13
1415
Alm
orzada.
grieta» (M
M), pero que se usa en el oficio de albañilería com
o la «piezairregular que se coloca en una obra para rellenar un hueco» (T
). La otraes la encantadora alm
orzad
a, «porción de cualquier cosa, líquida o des-m
enuzada que se coge en el hueco de las dos manos juntas»
(MM
).
Otro recurso histórico en el terreno de la econom
ía de medios consiste
en la utilización de los elementos m
ás cercanos para poder construir sintransportar m
aterial. Se usa la piedra local para los m
uros, la grava, latierra e incluso la hierba, y así lo testim
onian términos com
o galló
n otep
e, con los que se aludía a los muros hechos con trozos de tierra a los
que las raíces del césped daban cierta cohesión (MM
).
El diccionario evidencia la im
portancia que tiene en el lenguaje cons-tructivo la reutilización de m
ateriales y de edificios. Lo que hoy se nospresenta com
o un modelo para el futuro está m
uy próximo a lo que los
diccionarios nos cuentan cuando entramos por el prefijo re-: relabrar,
retejar, revocar, remozar, retundir, rem
endar, rehabilitar, reforzar, refir-m
ar, refaccionar, recuperar, restaurar, recubrir reconstruir, recalzar... sontodas operaciones que suponen la m
ejora o conservación de algo, siem-
pre unidas al sentido común y la econom
ía de medios de la construc-
ción tradicional. Hace unos años se popularizó un concepto proveniente
del mundo de la biología, y una voz -eco
lóg
ico- para señalar todo lo
que suponía respeto al medio am
biente y economía de m
edios, sea porsu bajo im
pacto en el paisaje, por el uso de materiales locales o el bajo
consumo de energía. La m
anipulación de estos conceptos para aprove-char su popularidad ha dado lugar a verdaderas aberraciones.
Una de ellas es la acuñación de térm
inos como eco-high-tech, verdade-
ro monum
ento al oxímoron. R
ecordemos el bachillerato: el oxim
orón es lafigura literaria que explota com
o recurso la contradicción de los términos.
Con todo m
i cariño a los navarros tengo que recordar un ejemplo de
oxímoron atribuído a B
aroja: la cabecera del periódico El pensam
ientonavarro, que, según la anécdota, no puede ser: o es pensam
iento o esnavarro. P
ues bien, la arquitectura, o es ecológica o es high-tech. Si
algo define la alta tecnología es, precisamente esa altura, su distancia
frente a la construcción normal y local; su exigencia de concentración
de recursos técnicos que provienen de áreas muy especializadas, cos-
Y
160
17
18
tosas y de gran nivel. En ningún caso se debería consentir que el hecho
de añadir al proyecto algún gadget energético permitiese calificar de
ecológicas esas exhibiciones de poder.
En la actualidad los objetivos exigibles a la tecnología se enm
arcandentro de la idea de la so
stenibilid
ad. S
e dice que un modelo, ciudad,
proceso es sostenible cuando cubre las necesidades de las generacio-nes presentes sin hipotecar las de las generaciones futuras; es decir,cuando utiliza los recursos locales y renovables, y cuando sus dese-chos se vuelven a incorporar al proceso y no contam
inan (extraído delInform
e Brundtland
).
Tres verbos que, cómo no, em
piezan por re- señalan, de mayor a m
enoreficacia, el cam
ino de la sostenibilidad. Red
ucir los consumos, confor-
marse con la satisfacción de las necesidades sin despilfarrar los recur-
sos. Reutilizar esos recursos, en nuestro caso, los edificios, algo que no
consume recursos ni genera desechos. R
eciclar, utilizar los desechospara form
ar nuevos materiales. R
eciclar limita la producción de dese-
chos y puede introducir ciertas economías globales. La construcción
tradicional, no la emblem
ática, siempre ha seguido la norm
a de las treserres, com
o hemos podido ver por la cantidad de voces que han aludido
a la reutilización y el reciclaje, y no digamos al uso de los m
aterialesabundantes y locales.
Para term
inar un acrónimo: el A
CV
, el análisis del ciclo de vida. Es un
proceso objetivo para evaluar las cargas ambientales asociadas a un
producto, proceso o actividad. Trata de identificar y cuantificar tanto eluso de la m
ateria y energía como los vertidos de residuos de todo tipo
en el entorno. El estudio del A
CV
incluye el ciclo completo del producto,
proceso o actividad teniendo en cuenta las etapas de extracción y pro-cesam
iento de las materias prim
as; producción, transporte y distribu-ción; uso, reutilización y m
antenimiento; reciclado y disposición final.
16
Y
161
Los planos de la fachada
Zarpa
2H
azP
añoE
ntrepañoP
anelP
ainelLienzo
3P
ilastraA
rimez
LesenaM
arbeteLom
barda4
Parástade
Parastas
Anta
Contrapilastra
5R
etranqueoA
cuerdoV
iajeE
sviaje6
Banqueta
Zarpa
Vuelo
7D
esplome
Alam
borA
cuestoTaludE
scarpaC
ontraescarpaR
elejeG
lacis8
Sucucho
Guardacantón
Recantón
Rinconera
9M
atanza10
Zócalo
Acera
11A
placadoR
etallo
123
La
fach
ad
a tra
dicio
na
l reso
lvía su
com
po
sición
con
un
os ju
eg
os
geométricos m
uy sutiles. Condicionada por las exigencias del descenso
de cargas, sólo algunos elementos salientes o pequeños cam
bios deplano podían ordenar los grandes param
entos de fachada y encuadrarel dibujo de las ventanas. C
ada uno de esos elementos tenía sus m
ati-ces, y una o m
ás voces para nombrarlos.
Prim
ero los planos. La cara exterior de la fachada, el haz exterior, quecuando form
a un plano entre otros elementos m
ás llamativos recibe el
nombre de p
año o entrep
año, «trozo seguido de m
uro situado entredos huecos, puertas o ventanas» (M
M). Las voces, p
anel y painel, «cada
una de las porciones lisas, limitadas por m
olduras, pilares, etcétera»según M
aría Moliner, son prácticam
ente sinónimas, aunque se usan
preferentemente en elem
entos decorativos o de interior. Por el contra-
rio, el término lienzo
, que viene del espacio de muralla com
prendidoentre dos torreones, suele aludir a toda una fachada com
pleta o com-
prendida entre dos elementos m
uy significativos.
Los elementos que enm
arcan esos paños de pared suelen ser fajas ocam
bios de plano verticales, como las p
ilastras. Éstas pueden ser de
sección rectangular o poligonal, pero deben estar siempre adosadas al
muro, aunque algunos diccionarios actuales no lo especifican y llam
anpilastras a los pilares. S
u función, inicialmente portante, evolucionó ha-
cia formas decorativas, y las pilastras acabaron siendo las depositarias
de los grandes órdenes del Renacim
iento. Prácticam
ente sinónimo de
pilastra, pero con raíz árabe, tenemos al arim
ez (originado en la pala-
Z
162
6 45
Paneles en un paño entre lesenas de la fachada
del guardamueble de M
obiliario Nacional, P
arís(A
. Perret).
Pilastras o lesenas en la fachada de un edificio
de viviendas en Berlín (K
ollhoff & Tim
merm
ann).
Zarpa.
bra al-imad, el sostén, según P
aniagua). Cuando la pilastra se hace m
ássutil y es m
eramente decorativa se denom
ina *lesena, y si es todavíam
ás elemental, com
o una faja sin capitel ni base, se llama m
arbete (para
la RA
E «orilla perfil, filete»). La ‘lomb
arda, por fin, es la pilastra de algunos
edificios románicos, generalm
ente coronada por los arquillos lombardos.
Las pilastras se suelen asociar con las columnas y se sitúan detrás de
ellas para enfatizar el orden del muro o para colaborar m
ecánicamente
reforzándolo allí donde le llegan las vigas que también cargan sobre la
pilastra. Este elem
ento es designado con la voz parástad
e (derivada dela latina p
arastas, y ésta procedente de la forma griega que significaba
arrimo), que es descrita por la R
AE com
o la pilastra que hay en el muro
justo detrás de una columna. P
aniagua nos recuerda su origen estruc-tural y dice que deberíam
os reservar el término para la pilastra situada
en la esquina del edificio. Nos queda una penúltim
a voz, de raíz latina yde uso m
ás frecuente: el anta, una pilastra que se sitúa en unos puntosm
uy particulares «bien detrás de una columna, bien en los extrem
os delm
uro o bien a los lados de una puerta» (MM
). Por fin, la co
ntrapilastra es
la faja paralela por sus dos lados a la pilastra que le da mayor resalte.
En sentido horizontal, la fachada suele tener fajas de diversos tipos,
pero como su m
isión principal es la evacuación de las aguas ya lasvim
os al tratar la voz guardapolvo.
Abordarem
os ahora los cambios de plano que afectan al grosor del m
uro.La voz m
ás utilizada en la actualidad es el genérico retranqueo
que,com
o el más tradicional retallo, alude al desplazam
iento del haz exteriorde un m
uro hacia el interior, sea en planta o en sección. Según P
aniagua,el segundo afectaría al grosor del m
uro, mientras que el prim
ero no.C
uando la unión entre dos planos de fachada no se hace con retranqueossino disponiendo una superficie que conecta los bordes de los dos pla-nos que deben ser unidos, se acostum
bra a designar como un acuerd
o.
Si una parte del m
uro no es paralela al resto de la fachada, se dice queestá en viaje o esviaje, «oblicuidad de un m
uro o del eje de una bóvedacon respecto a la fachada del edificio» (M
M).
Son m
ás importantes los retranqueos horizontales producidos en general,
en la construcción histórica, por la pérdida de espesor del muro con la
Z
163
78
Talud o escarpa en el castillo de Ibiza.
Sucucho rom
ano.
altura. Se les puede llam
ar banq
uetas, pero sólo una tiene un nombre
específico: la que forma el cim
iento que siempre es de m
ayor anchura queel m
uro para repartir mejor las cargas sobre el terreno, la zarp
a, y realmen-
te las piedras que transmiten la carga del m
uro al nuevo ancho del cimiento
sobresalen como zarpas sim
étricas a los canecillos. En algún caso, rara-
mente, el m
uro de una planta sobresale respecto al haz del paramento
inferior; y en ese caso a ese movim
iento de la fachada se le llama vuelo.
La pérdida de verticalidad de un muro es el d
esplo
me, aunque es un
término que sólo se suele em
plear cuando todo él se ha inclinado poraccidente. A
lamb
or o acuesto
se pueden utilizar también cuando el
muro ha sido construido así. C
uriosamente el m
ovimiento de fachada
con más nom
bres es uno que se utiliza muy poco en nuestro tiem
po: elplano exterior inclinado hacia el interior de m
anera que se reduce pro-gresivam
ente el espesor del muro. S
e le llama norm
almente talud
, perotam
bién escarpa. E
n realidad, esta es una voz militar que señala el
muro inclinado de un foso. Frente a la escarpa al otro lado del foso se
levantaba otro muro de inclinación opuesta, la contraescarp
a. Para m
edirla im
portancia de esos desplazamientos se usa la voz releje: «lo que la
parte superior de un paramento en talud dista de la vertical que pasa
por su pie» (RA
E). C
uando la escarpa se hace muy horizontal y su ángulo
con la horizontal llega a ser menor de 45º, se le llam
a glacis, aunque
para la Academ
ia la definición es más circunstancial: «en una fortifica-
ción [...] declive desde el camino cubierto hasta el cam
po».
Por últim
o, podemos citar algunas otras voces significativas, com
o su-cucho
que es el rincón, el ángulo entrante que forman dos m
uros oparedes
(T), algo que con tanto cuidado se evitaba en el perím
etro exte-rior de las plantas bajas de los edificios tradicionales y que actualm
entese descuida, con consecuencias, al parecer inevitables, de acum
ula-ción de suciedad y deterioro constructivo. Ya M
aría Moliner al definir
sucucho decía: «rincón, ángulo entrante que forman dos paredes. C
u-chitril». E
l ángulo simétrico, el convexo, tiene el problem
a opuesto: losdaños producidos por los golpes en la esquina, y por ello solía dotarsede un g
uardacantó
n o recantón (T
), de mayor o m
enor prestancia. Laarquitectura tradicional de la vivienda sevillana ha hecho del guarda-cantón un elem
ento representativo y característico del paisaje urbano.
Z
164
91011
Incluso el lienzo situado entre el rincón y la primera ventana tiene un
nombre especial, la rinco
nera, «parte de un muro com
prendida entreuna esquina y el prim
er hueco» (M
M).
Al llegar al suelo el m
uro se encuentra con problemas geom
étricos, nosólo en planta sino tam
bién en alzado. Si el soporte, o el plano de arran-
que del muro, no es horizontal, convendrá cuanto antes recuperar la
horizontalidad de las hiladas. Para ello se debe organizar la m
atanza,«conjunto de hiladas de ladrillo de longitudes crecientes que se escafilansobre el plano inclinado de arranque hasta conseguir la continuidad enhorizontal del resto de la fábrica» (T
). Supongo que es lícito utilizar esa
voz para el mism
o escafilado cuando se hace en la coronación de lafachada, puesto que aunque se trata de un caso frecuente, no conozcoque se le dé ningún nom
bre específico.
La parte más baja de la fachada sufre especiales agresiones, ya sean
golpes, humedades ascendentes u otras que es m
ejor no nombrar. P
orello se suele revestir con m
ateriales de la mejor calidad form
ando lo quese ha dado en llam
ar un zócalo
, tal como veíam
os cuando nos refería-m
os a la regata; y entre ellos, el más com
ún ha sido la losa de piedradispuesta com
o un aplacado. Cada una de esas losas se llam
aba ace-ra; y por extensión todo el param
ento del muro. S
ólo más tarde la acera
fue una fila de fachadas sucesivas y luego el borde empedrado yuxta-
puesto a esa fila de casas.
Pues bien, en nuestros días las fachadas se revisten de losas de piedra
que se cuelgan de unas fijaciones especiales dejando detrás una cámara
ventilada: son los aplacad
os, tan frecuentes en la arquitectura contem-
poránea. La hoja exterior de este tipo de fachadas puede ser de muy
diversos materiales; su única condición es encerrar la cám
ara ventilada.Y, sobre este particular, los arquitectos están utilizando frecuentem
enteun recurso que consiste en com
binar materiales de espesores diversos
para explicar la construcción de esa hoja exterior y sugerir nuevos órde-nes a la com
posición. No hay duda de que a esas diferencias de espesor
deberíamos llam
arlas retallos, según recuerda la Real A
cademia en su
definición del término: «resalto que queda en el param
ento de un muro
por el diferente espesor de dos de sus partes sobrepuestas».
Z