Veinticuatro Horas en La Vida de Un Monasterio XVI XVII

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    Cuadernos de Historia Moderna. Anejos ISBN: 978-84-669-3073-42009, VIII, 199-227

    Veinticuatro horas en la vida

    de un monasterio de los

    siglos XVI y XVII1

    M Leticia SNCHEZ HERNNDEZ

    Patrimonio Nacional

    RESUMEN

    El presente estudio se propone realizar una aproximacin al complejo y fascinante mundo de la vidacotidiana en monasterios masculinos y femeninos de la Edad Moderna. A travs de un recorrido por

    los principales momentos del da y la semana monsticos, van apareciendo los espacios en los quetienen lugar las principales actividades de monjes y monjas. Tambin se deduce de la exposicin lasingularidad de esta forma de vida y los desafos a los que tuvo que hacer frente en la poca. La con-sideracin diferenciada de la clausura de las mujeres surgida en el Concilio de Trento, descubre uncondicionamiento de gnero que se prolonga hasta el presente.

    Palabras clave: Oficio litrgico; lectio divina; espacios claustrales; hbitos; clausura; lecturas; es-critura; actividades monacales, Concilio de Trento.

    ABSTRACT:

    The present study proposes to realize an approximation to the complex and fascinating world of thedaily life in masculine and feminine monasteries of the Modern Age. Across a tour for the principalmonastic moments of the day and the week, there are appearing the spaces in which there take placethe principal activities of monks and nuns. Also there is deduced of the exhibition the singularity ofthis form of life and the challenges to which it had to face in the epoch. The consideration separatedfrom the closing of the women arisen in the Council of Trent, discovers a gender conditioning thatextends up to the present.

    Key words: Liturgy o the hours; lectio divine; cloisters spaces; clothes; womens closes; readings;writings; monastic activities, Council of Trent.

    A raz de pelculas como El gran silencio2, mucha gente, y no solamente losespecialistas de la materia, se ha preguntado cmo discurre la vida de un monje o

    ________1 Este trabajo se integra en el proyecto I+D HAR2008-06131-C02-O1/HIST Privacidad y

    sociabilidad en la vida cotidiana. El mbito domstico y el espacio pblico en el Antiguo Rgi-men, dirigido por Gloria Franco Rubio.

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    de una monja dentro de las paredes de un monasterio, es decir, qu hay ms all dela visita a las salas abiertas al pblico, o de la asistencia a una celebracin litrgica.Ciertamente, la actividad no se limita slo a la oracin. En un monasterio hay untiempo para la oracin, un tiempo para el trabajo, un tiempo para el servicio comu-nitario, y un tiempo para los huspedes y el ocio. Qu se come en los monaste-

    rios? Cmo es la celda? Cmo se descansa? En qu consiste la indumentaria?En qu trabajan sus habitantes? Cmo se divierten? En definitiva, cmo se arti-culan los votos de castidad, pobreza y obediencia, que son la esencia del monacato,en el discurrir de la vida cotidiana de monjes y monjas?

    Generalmente se piensa que la vida cotidiana conventual es la yuxtaposicin deuna serie de momentos sin una necesaria relacin entre ellos. En efecto, la vidacotidiana conventual es, en su concrecin, captable y analizable por el estudioso,vivencia religiosa, y a su vez, esta vivencia encuentra su mejor expresin en locotidiano. Los muros de un convento son algo ms que un hbitat arquitectnico alservicio funcional de la existencia de sus moradores: son la expresin de toda la

    vida que acontece en su interior a la cual modela y al mismo tiempo da sentido. Porejemplo, la cocina de un convento no es, sin ms, la cocina de un palacio; de sobraes conocida la clebre frase de Santa Teresa:

    Pues, ea!, hijas mas, no haya desconsuelo, cuando la obediencia os trajereempleadas en cosas exteriores, entender que, si es en la cocina, entre los pu-cheros anda el Seor, y ayudndoos en lo interior y exterior (Libro de las

    Fundaciones).

    1. EL HORARIO

    Para comprender en profundidad cmo se estructuran las 24 horas de un mo-nasterio, hay que ponerse en contacto con una sabidura milenaria a travs de lafigura de Benito de Nursia, padre del monacato occidental, cuya regla ha vertebra-do la vida monjes/as desde el siglo VI hasta nuestros das, convirtindose en el

    ________2En 1984, el director alemn Phillip Grning pidi permiso a la Orden de los Cartujos para

    rodar una pelcula en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pron-

    to: quizs ms adelante. Diecisis aos despus recibi una llamada: haba llegado la hora.Los preparativos llevaron dos aos, el rodaje uno y la postproduccin dos ms. Han transcurri-do, por tanto, veintin aos hasta su completa finalizacin. El Gran Silencio muestra por prime-ra vez el da a da dentro del Grande Chartreuse, el monasterio de referencia en los Alpesfranceses de la legendaria Orden de los Cartujos. Presentada en el Festival de Venecia y premia-da en el Festival de Sundance (Gran Premio del Jurado) y en los Premios del Cine Alemn (Me-jor Documental), el film ha sido un gran acontecimiento cultural. Una pelcula austera, cercana ala meditacin, al silencio, a la vida en estado puro. Sin msica excepto los cantos de los monjes,sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. Ciento sesenta minutos de cine en silen-cio. El resultado de esta experiencia nica -y puede que irrepetible- es fascinante. Cine inslito,de una belleza extrema, arcaico, pero rabiosamente moderno, que reivindica la serenidad.

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    modelo a seguir por el resto de los fundadores de las rdenes religiosas3. El ele-mento fundamental de la vida religiosa es el orden, y por eso la jornada monsticaest estructurada en torno a las tres eles: liturgia, labor, lectio. Desde los orgenesdel monacato, el da est jalonado por el rezo de la liturgia de las horas. Muy carac-terstico es el oficio nocturno, llamado vigilia (los antiguos maitines), que tienelugar al comienzo, en medio o al finalizar la noche: se trata de un recitado de sal-mos, himnos y largas lecturas de la Escritura. Al despuntar el sol (las 6 de la maa-na), las comunidades van a laudes. La hora de prima suele rezarse sin solucin decontinuidad. A continuacin, los benedictinos suelen ir a la sala capitular a or unextracto de la regla de San Benito, y luego se retiran a la celda, la iglesia o el claustro

    para hacer la lectiodivina. A las 9 de la maana (tercera hora despus de la salida delsol) se acude a tercia; a las 12 del da, a sexta; y a las 3 de la tarde, a nona. Tercia,sexta y nona estn consideradas como pequeas horas destinadas a mantener la aten-cin de los monjes/as en Dios. Las actividades monacales se realizan en los momen-tos que transcurren entre las horas citadas. A las 6 o 7 de la tarde (al declinar el da)la comunidad va al coro para el rezo de vsperas4. Finalmente, 9 o 10 de la noche,despus de la colacin, se reza completas. Originariamente era una oracin que sehaca al pie de la cama, pero con el tiempo esta accin de gracias, junto con algunossalmos, pasaron a recitarse en comunidad; el da finalizaba, pues, con una oracincomunitaria, y la bendicin del abad que asperga a cada monje.

    Este reparto de horas no se aplica igual en las rdenes religiosas, ni tan siquieradentro de los monasterios de una misma orden. Ha habido muchas variantes a lolargo de la Edad Media y Moderna, incluso dentro de un monasterio es posibleobservar una evolucin entre los siglos XVII y XIX. La abada benedictina de So-lesmes (Francia) sigue la regla de San Benito, que divide la jornada en invierno yverano de la siguiente forma5: 5 levantarse; 5,30 vigilia (en este caso se realiza alfinalizar la noche); 7,15 laudes, desayuno (incorporado a partir del siglo XIX),oracin personal y lectura espiritual; 9,45 Misa conventual, lectura personal de laEscritura, trabajo; 13,00 sexta, comida; 13,50 nona, recreo, trabajo; 17 vsperas,trabajo, lectura espiritual; 19 charla del abad; 19,30 cena, tiempo libre; 20,30 com-

    pletas; 22,00 descanso. En total son 6 horas de oracin litrgica, 6 horas de trabajo,2 horas de oracin personal y lectura espiritual.

    ________3

    SAN BENITO,Regla.Abada de Silos, Burgos, 1993, caps VIII-XIX.4El nombre de laudesse debe a los salmos de alabanza que se cantan: en latn, lau. Tercia esla hora que recuerda la crucifixin. Sexta es la hora que evoca el descenso del Espritu Santosobre los apstoles: Pentecosts. Nona es la hora en la que se conmemora la expiracin de Cristoen la cruz. Vspera es el trmino que designa el momento en el que se enciende ritualmente lalmpara para pasar la noche. La lectiodivina es la lectura de la Biblia, que est entronizada deforma especial en las celdas, y que puede calificarse como una lectura sapiencial con cuatropasos: lectio(lectura), meditatio(meditacin), oratio(oracin), contemplatio(contemplacin).PENNINGTON, Basil:La vida desde el monasterio,Bilbao, Desclee de Brower, 1998.

    5Datos facilitados por la abada de Solesmes, descritos como, La journe monastique: ryth-me par la prire, pour lEglise et pour le monde, siguiendo la norma marcada por San Benito.

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    El Carmelo de Lisieux (a finales del siglo XIX, en tiempos de Teresa del NioJess)6organiza el horario de acuerdo a la regla dada por Santa Teresa de Jess7.4,45 levantarse; 5 oracin; 6 prima, tercia, sexta y nona; 7 Misa (los domingos a las8); 8 desayuno (suprimido los das de ayuno), trabajo; 9,50 examen de conciencia;10 comida; 11 recreo (fregar la vajilla en la cocina para las encargadas); 12 silen-

    cio; 13,00 trabajo; 14,00 vsperas; 14,30 lectura espiritual; 15,00 trabajo; 17,00oracin; 18,00 cena, 18,45 recreo (fregar la vajilla las encargadas); 19,40 comple-tas; 20,00 silencio; 21,00 maitines y laudes, examen de conciencia, lectura del

    punto de oracin del da siguiente; 22,30 descanso.Siguiendo la regla de Santa Clara adaptada por Santa Coletina Beulat en su

    reforma de clarisas8, las Descalzas Reales de Madrid distribuan la jornada de lasiguiente manera. 12, 30 de la noche maitines, lectura espiritual y oracin; 5,30(6 en invierno) levantarse, laudes, prima, misa rezada o misa de prima, tercia,oracin personal, labor; 8, sexta, nona, misa mayor conventual, labor; 11 (12 encuaresma y ayunos) comida, lectura, oracin; 13,00 actividades asignadas para el

    trienio; 15,00 vsperas, lectura; 16,00 trabajos cotidianos; 17,00 oracin; 18,00completas, colacin, oracin; 20,00 descanso.

    Las monjas de la Encarnacin y de Santa Isabel de Madrid distribuan el dade acuerdo a las normas dadas por la reforma recoleta de Mariana de San Jos9.4,30 (5,30 invierno) levantarse, oracin mental, prima, tercia, misa; 9 (9,30 in-vierno) sexta, nona, misa conventual; 10,30 (11 en invierno) almuerzo, oficiosdel trienio (recreo en ocasiones); 14,00 vsperas, completas, lectura espiritual,actividades; 17,00 oracin mental en el coro, maitines de Nuestra Seora, cena;21,00 maitines, laudes.

    La eucarista no siempre se ha celebrado a diario. En el siglo IV, los monjes de

    Egipto se congregaban el domingo a mitad de camino de sus celdas para la cele-bracin semanal. Tambin hay que tener en cuenta la diferencia que existe entre losmonjes y las monjas, porque mientras entre ellos haba presbteros (no todos los

    ________6 MEESTER OCD, Conrad de (dir), Teresa de Lisieux: vida, doctrina, ambiente. Monte

    Carmelo, Burgos, 1998, p.131.7DE JESS, Teresa: Constituciones, Bac, Madrid, 1988, cap 1: De la orden que se ha de te-

    ner en las cosas espirituales. Los maitines se digan despus de las nueve A en punto a lasonce hagan seal en la campana y se recojan a dormir En verano se levanten a las cinco, y

    estn hasta las seis en oracin. En el invierno a las seis, y hasta las siete estn en oracin Sedigan luego las horas hasta nona A las ocho en verano, y a las nueve en invierno se dir lamisa Un poco antes de comer se taer a examen En dando las dos se digan vsperas Enacabando vsperas tengan una hora de locin Las completas se digan en verano a las seis, y eninvierno a las cinco En dando las ocho en invierno y en verano se tanga a silencio. Se reser-vanlaudespara Pascua y los das de solemnidad rezados despus de maitines.

    8Constituciones de Santa Coleta Beuletexaminadas por el ministro de la orden de los frailesmenores, Guilln de Casal para Ganda. Impreso conservado en el Archivo de las DescalzasReales de Madrid (sin fecha).

    9Constituciones dadas por Paulo V el 13 de julio de 1619 , cap. I. Archivo Monasterio En-carnacin (Madrid).

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    monjes se ordenan), ellas dependen enteramente del sistema de capellanas. Losmonasterios de los siglos XVI y XVII pusieron en prctica la teologa dada en elConcilio de Trento, segn la cual la eucarista se entenda desde la perspectiva desacrificio expiatorio, dando lugar a la comprensin de la misa como devocin, y ala celebracin de misas ininterrumpidamente en todos los altares de un monasterio.Cuantos ms monjes presbteros tuvieran las comunidades masculinas, ms misas

    podran celebrar; cuanta ms dotacin tuviera una comunidad femenina para cape-llanas, ms posibilidad haba de establecer un alto nmero de misas.

    2. LOS ESPACIOS

    La jornada conventual se desarrolla en un espacio con una distribucin adecua-da para las prcticas oracionales y sacramentales. Sin embargo, a pesar de que con-ventos, abadas y monasterios tienen las mismas estancias -coro, celdas, refectorio,claustro, etc- no todos tienen la misma distribucin, ni disfrutan de iguales rique-zas10. Entre El Escorial y Duruelo -indudablemente son dos extremos- hay una pal-

    pable diferencia. Mientras que el complejo escurialense es la fundacin de FelipeII para panten real de los Austrias, dotado y decorado convenientemente11; Durue-lo es el primer monasterio de San Juan de la Cruz levantado de acuerdo con lasestrictas normas del Carmelo reformado:

    Tena un portal razonable y una cmara doblada con su desvn y una cocinillaYo consider que en portal se podra hacer la iglesia y en el desvn coro, y dormiren la cmara (T. de Jess,Libro de las Fundaciones, 13, 3).

    La portada principalde la casa muestra, a travs de la ornamentacin, datosque dan a conocer la identidad y el tipo de religiosidad que desarrollan sus morado-res. Los relieves hacen referencia a la advocacin monacal; y los escudos puedenhacer referencia a la orden que habita la casa y a los patronos, si los tiene. A los

    ________10 RODRGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso: La arquitectura conventual. Tipologas y

    espacios, Celosas: arte y piedad en los conventos de Castilla-La Mancha durante el siglo delQuijote, Albacete, Don Quijote de la Mancha, 2005, pp.75-84. SNCHEZ HERNNDEZ, M

    Leticia: Monasterios espaoles, surtidores de arte y fe. Imgenes de la fe, PPC Editorial, N412, abril 2007 y El mobiliario en el espacio conventual femenino, en VV.AA: El mueble delsiglo XVIII: nuevas aportaciones a su estudio.Barcelona, 2009, pp.75-88.

    11SIGENZA, Jos, Fr.:Fundacin del Monasterio de El Escorial.Madrid, Aguilar, 1963.Los veintids discursos de la primera parte relatan cmo surge el monasterio; y los veintitrsdiscursos que componen la segunda, se ocupan de describir las distintas partes del edificio contodo su ornato y con los artistas que intervinieron en su decoracin: los cuatro claustros con laspiezas ms notables; los captulos y las celdas; el colegio y el seminario; el aposento privado delrey; la librera; la iglesia; el coro; la capilla mayor; la sacrista y sus ornamentos; los relicarios;el refectorio; las piezas ordinarias de la casa como cantinas, desvanes, aljibes, fuentes, arcas deagua y conductos; la fbrica de las casas de servicio que estn alrededor; la botica.

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    lados de la portada o un poco retranqueadas suelen colocarse las torres y las espa-daasde las campanas que van marcando las horas cannicas y el tipo de celebra-cin que va a tener lugar, al tiempo que hacen las veces de reloj para el pueblo,

    puesto que es frecuente que tambin toquen las horas.El zagunsuele ser un patio cuadrado o rectangular al que se accede por un

    gran portn, que se abre bien en la portada de la casa, bien en un lateral, en el quese encuentran el torno y la puerta reglar. La portera reglares el primer espaciode la clausura que se encuentra detrs de la citada puerta reglar. Mientras que elzagun es un mbito mundano, es decir, abierto a todo el que se acerca al monaste-rio, la portera reglar es un mbito claustral, esto es, reservado exclusivamente a lacomunidad. Los encargados de las puertas y de los tornos son los porteros/as, tor-neros/as, que en el caso de las mujeres son siempre dos: primera y segunda.

    El temploes el centro de la vida comunitaria: all se celebra la eucarista y sereza el oficio. Las comunidades siempre utilizan el coro que, para las mujeres,suele estar en alto a los pies de la iglesia (las rsulas de Salamanca), o a la izquier-

    da del altar mayor (San Jos en vila) separado en ambos casos por una reja. Por elcontrario, los monasterios de varones suelen disponer el coro en la nave centraldelante del presbiterio (San Isidro de las Dueas, Palencia), o en torno al presbite-rio (Santa Mara del Parral en Segovia). Poseen silleras de 33 asientos, en recuerdoa la edad en la que cuenta la tradicin que muri Cristo, talladas en los respaldos,reposabrazos y misericordias con unos programas iconogrficos relativos a pasajesevanglicos, emblemas, alegoras y figuras fantsticas sacadas de los bestiariosmedievales y motivos relativos a la stira religiosa. Sobresale el asiento del prior/ao abad/esa por su altura y su situacin destacada sobre el resto de la comunidad: encoros cuadrados, el sitial est ubicado en el primer asiento a la derecha de la puerta

    de entrada (San Andrs de Arroyo en Palencia). En el centro del coro se ubica elfacistol o gran atril giratorio de madera destinado a mostrar de forma adecuada loslibros corales para la lectura. El modelo, por excelencia, es el diseado por Juan deHerrera para el coro del Monasterio de El Escorial. El rgano puede estar en elmismo coro o en un lateral de la iglesia orientado hacia la capilla mayor. A veceshay dos rganos enfrentados, como en El Escorial, que protagonizan un dueloentre dos organistas12. Aunque el origen del rgano hay que situarlo hacia el sigloX, en la actualidad los que se conservan son del siglo XVII en adelante, con laexcepcin de los llamados realejos y virginales, de los que hay una valiossimamuestra en la capilla dorada del Monasterio de Santa Clara de Tordesillas. Existe la

    figura del encargado/a de coro, llamado en algunos monasterios el ceremoniero, quees el que se encarga de que los oficios sean dichos convenientemente, se guarde en laestancia el debido silencio, y los libros de horas estn dispuestos. Asimismo, hay un

    ________12VV. AA.:La Msica en el Monasterio del Escorial. San Lorenzo del Escorial, Ediciones

    Escurialenses, 1992. CAPDEPN VERD, Paulino: La Capilla de msica del Monasterio delas Descalzas Reales de Madrid. Anales del Instituto de Estudios Madrileos, 37 (1997) 215-226 y Los maestros de la capilla del Monasterio de la Encarnacin de Madrid (siglo XVIII).Anales del Instituto de Estudios Madrileos, 36 (1996) 455-486.

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    organista y un maestro de capilla (es el monje que compone msica y dirige el corode nios); las mujeres tienen que buscar estos servicios fuera de la comunidad -igualque con las capellanas y el confesor- y segn sea la dotacin, el monasterio contarcon una buena capilla musical. Hay que destacar las capillas musicales de Las Des-calzas Reales y de la Encarnacin que, al estar dotadas por los reyes, disfrutaron de

    buenas voces, y buenos compositores. Veamos cmo describe Romero de Cepeda elir y venir de un coro monstico de finales del siglo XVI:

    Muchos das se detuuo Rosin en aquel conuento por persuasin y ruegos del Abad,que muy afficionado le era, con el qual muchas vezes comunicaua algunos secretos de

    philosopha natural, de que no poco se haza admirado el Abad viendo en vn pobrssimomancebo tantas seales de virtud. Por lo qual le rogaua ahincadamente quisiesse quedaren su compaa prometindole por ello mucho regalo y contentamiento.Vn da que los monjes se auan ydo a la huerta, que muy grande y frutfera era, atomar recreacin como tenan de costumbre los jueues en las tardes, Rosin pas-

    sendose por la yglesia mirando la manera del sumptuoso edificio y riqueza del re-tablo, altares y capillas, subi al coro que acaso estaua abierto en compaa de vnmoo que serua a la despensa. Y despus de auer mirado las sillas que a marauillaeran costosas, y la grandeza y polica de libros de canto con los quales se officiauanlos diuinos officios, entr a donde los rganos estauan, y dizindole al moo queconsigo lleuaua que le entonasse y alasse los fuelles para dar ayre, lo qual l muy

    bien saba hazer, comen Rosin a tentar las differencias del rgano haziendo contodas ellas tan estraa msica y de tanta suauidad y meloda, que al que le entonaua le

    pareci nunca auer odo cosa semejante.Pues como entre otras diferencias hallasse las flautas y flautado, commouido por ladulura de las bozes del rgano a leuantar la suya, desta manera a cantar comienza13.

    Hay dos espacios ntimamente relacionados con la iglesia: la sacrista y los re-licarios. La sacristacomunica con el templo mediante una puerta que se abre alaltar o a la nave lateral. Es el lugar destinado a la custodia y conservacin de lostextiles litrgicos y de las piezas de plata y metal empleados por el celebrante/es.Las telas se guardan en cajoneras amplias que se distribuyen a lo largo de una pa-red y la orfebrera en armarios empotrados en la pared. Las sacristas de El Esco-rial, Guadalupe, San Salvador de Oa en Len y las Descalzas Reales son ejemplosde la traza de estos espacios. En las casas de mujeres hay un torno que separa lasacrista de las monjas de la sacrista de los celebrantes por el que se sacan las pie-

    zas litrgicas, como es el caso de la Encarnacin de Madrid. La sacrista est alcuidado de los sacristanes/as que suelen ser dos, primero y segundo, a los que enbastantes conventos de mujeres se aade la figura de la hacedora de ramos de flo-res para los altares.

    Los relicarios o lipsanotecas son pequeas piezas destinadas a guardar encontenedores de diverso tipo las reliquias de santos y de personas veneradas. Por________

    13 ROMERO DE CEPEDA, Joaqun: La historia de Rosin de Castilla (1586). Publicadopor R. Arias, Madrid, CSIC-Instituto Miguel de Cervantes, 1979.

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    extensin, estos contenedores reciben el nombre de relicarios y pueden ser cofres oarcas, medallas, pequeos templetes de bronce, pinturas en cobre o piedra rodeadasde un marco que contiene huecos para los restos, y bustos tallados. Los materialesutilizados son muy diversos: maderas, plata, bronce, piedras duras, coral, marfil,tejidos, vidrio y papel. Las piezas ms interesantes proceden de los siglos XVI,

    XVII y XVIII destacando talleres espaoles, italianos, alemanes y holandeses. Alas piezas europeas, se unirn a partir del siglo XVI los objetos realizados por losartistas del Per y Nueva Espaa. Dentro de los relicarios conventuales espaolesms emblemticos hay que citar las Descalzas Reales, El Escorial, y la Encarna-cin de Madrid, as como el monasterio cisterciense de Caas en La Rioja, y SantoToribio de Libana en Cantabria. Los relicarios barrocos se encuadran en el climade fervor religioso contrarreformista promovido por los monarcas catlicos, que sededicaron a construir las grandes lipsanotecas destinadas a albergar las reliquiasms relevantes de la cristiandad, como signo de su lealtad a la Iglesia y de su pie-dad catlica. Los relicarios son uno de los mayores exponentes de la plasmacin de

    Trento, en el intento de contestar los puntos de la reforma protestante. El relicariode la Encarnacin es conocido por la descripcin de Luis Muoz:

    El relicario es una pieza cuadrada grande que est detrs del altar mayor de la igle-sia, y tendr la anchura del retablo. El suelo es de azulejos y las paredes estn chapa-das hasta los estantes; las puertas son de palo santo labrado. La bveda es la mayor yms hermosa que conserva la casa, con la representacin de la Trinidad rodeada pordos valos con dos ngeles en cada uno; hay otros seis valos ms pequeos en tor-no a los ya citados con seis santas vrgenes, Ins, Cecilia, Ursula, Catalina, Brbara yMargarita, que hacen referencia a la devocin que se siente hacia las mrtires roma-nas; lo restante est pintado y dorado en varios compartimentos con grutescos sem-

    brados de serafines -parte de esta pintura se conserva intacta, posteriormente fue re-tocada durante la remodelacin de la iglesia en tiempos de Fernando VI-; la cornisadorada; el altar est en medio con el Santsimo Sacramento, guardado en un gran sa-grario de paredes doradas sobre un peasco de plata sobredorada; en lo alto una pa-loma de oro y esmalte blanco con una corona imperial sobre la cabeza, que miraconstantemente al viril que, a su vez, est engastado en su cerco orlado de serafinesde oro. En la parte de adentro est el tabernculo cubierto el Santsimo Sacramentocon una cortinas de tela de oro encarnada, cercado de verjas de bronce dorado; secierra este adorno con un cuadro a pincel en tabla que representa el nacimiento -

    pintado por Luini- en la parte de adentro, y un cordero sentado sobre el libro en la

    parte de afuera; esta imagen aparece rodeada por nichos con vidrieras en las que apa-recen fijas diferentes reliquias; cierra el remate un cuadro de Mara dando el pecho alnio. Frente al altar una ventana rasgada que cae al jardn grande con mucha luz ymejor vista Entre las reliquias ms veneradas, se encuentra Santa Margarita virgeny mrtir; la espalda de Santo Toms de Villanueva colocada en una columna de cris-tal; la de San Felipe; destaca un gran relicario de plata sobredorada con ricas piedrasy esmaltes que tiene en medio la imagen de bulto de la virgen con su hijo en brazos,dada por Isabel de Borbn con motivo del hbito de Isabel del Espritu Santo, fueenviada desde Roma por Paulo V y tiene las indulgencias de San Carlos Borromeola pieza considerada como de ms digna adoracin es una cruz de plata que albergaun lignum crucis, unos clavos, un pedazo de caa, un trozo de vara, el velo de la faz

    de Cristo y una piedra del sepulcro... la reliquia de San Pantalen que se licua cada

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    ao y se guarda en una ampollita de cristal guarnecida de oro el sepulcro de Luisade Carvajal y Mendoza.14

    El claustroconstituye el nervio arquitectnico principal del monasterio y, portanto, es el eje de la vida cotidiana. Suele tener acceso desde la portera y desde laiglesia. Puede adoptar una forma cuadrada o rectangular, y disponer de una o dos

    plantas. En el centro se sita un jardn con pequeos parterres que convergen en unpozo o en una fuente. Desde el claustro se accede a la sala capitular, a las celdas ya otras dependencias monsticas, como el refectorio y la botica. El claustro de San-ta Mara de las Dueas de Salamanca vinculado a Rodrigo Gil de Hontan, y losdos claustros del sevillano monasterio de Santa Paula (siglos XVI y XVII) adorna-dos con azulejera andaluza son dos ejemplos de trnsitos modernos.

    La sala capitulares el lugar en el que la comunidad se rene de manera so-lemne para elegir los cargos de abad o prior, para revisar la vida diaria tanto reli-giosa como material, para confesar las culpas e imponer los castigos correspon-dientes o para acometer algn tipo de reforma de la regla monstica. Desde el sigloX se trata de espacios construidos en el lado oriental del claustro con una silleraadosada al muro en la que destaca en el centro el sitial del abad. A partir de la EdadModerna, las salas capitulares se sitan en una sala amplia en el interior del con-vento (El Escorial, La Vid en Burgos), porque en torno a las paredes del claustro

    principal suelen abrirse capillas devocionales destinadas a las capellanas particula-res (vase el claustro alto de las Descalzas Reales).

    Otro conjunto importante de dependencias es el formado por el refectorio, lacocina y las habitaciones destinadas a almacenaje de alimentos, siendo el mayor-domo el monje que se encarga de estos asuntos materiales. En origen se ocupabasolamente de la bodega y del avituallamiento de la casa, pero con el paso del tiem-

    po pas tambin a gestionar la economa, a rentabilizar los recursos, y a encargarsede los enfermos, los huspedes y los pobres que acudan a pedir limosna. En algu-nas rdenes recibe el nombre de ministro, y en muchas rdenes femeninas se lellama provisora. Debe tener sabidura, madurez, sobriedad en la alimentacin, yserenidad en las relaciones humanas.

    El refectorioes el lugar en el que la comunidad se rene para comer y est alcargo del refitolero/a. Tiene una planta rectangular presidida por un crucifijo y ungran lienzo que ocupa el testero que suele representar temas alusivos a banquetesneotestamentarios: la ltima Cena, las Bodas de Can, el Ungimiento de Jess en

    casa de Simn el leproso o Cristo en casa de Marta y Mara. Los asientos son ban-cos corridos que se adosan en los muros con las mesas exentas y fijas dispuestas enla parte delantera. Los comensales solamente ocupan el espacio comprendido entreel muro y los asientos para facilitar el servicio de las mesas. La mesa de la abad/esao prior/a y de los cargos principales del monasterio se sita en la cabecera y tiene

    ________14 MUOZ, Luis: Vida de la venerable Madre Mariana de San Jos.Imprenta Real, 1645, fols

    243-247.

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    como peculiaridad el disponer de una campana de mano para que el mandatarioindique el comienzo y la finalizacin de las colaciones. En uno de los lados de laestancia se ubica un plpito al que se accede por una escalera lateral, donde secoloca el lector que va a leer durante la comida: este oficio rota por semanas. Allado del refectorio suele haber una pequea habitacin llamada De Profundis, a

    la que acude toda la comunidad al or el taido de la campana para rezar el salmoque lleva este nombre; seguidamente, de dos en dos, se camina hacia el refectorio.Antes de sentarse, se colocan delante de las mesas para escuchar el Benediciteconforme al tiempo litrgico. Las comunidades disponan de plato o escudilla,cuchillo, cuchara (el tenedor es muy tardo), vaso y servilleta. En la vida religiosano son frecuentes los manteles. Asimismo, hay otra serie de utensilios complemen-tarios de barro, estao y cobre como son jarras, fuentes, tazones, saleros y pimente-ros y las mancerinas para las jcaras de chocolate. San Juan Bautista de la Concep-cin narra el arte de realizar los oficios comunes a comienzos del siglo XVII:

    pues ya enpiezan a representar officio de ngeles y pajes que sirven a la mesa delos siervos de Dios. Desta manera han de estar hasta que el prelado d segundo sni-to, porque el primero es para que enpiece el lector y el segundo es para los servido-res. Entonces, en habindoles dado este snito, hacen juntos una profunda inclina-cin y, si es verano, como queda dicho, el uno toma su cntaro de agua y enpieza aechar en sus jarras, y el otro el jarro de vino, si lo hay, y empieza a echar en sus ta-zas, tiniendo advertencia a la seal que cada uno le hace, por haber algunos que no

    beben vino o tan poco que casi es nada. Esto lo han de hacer con presteza.En este tiempo, el cocinero ha de estar echando en sus escudillas o platos el potaje ocomida. Acabado de echar la bebida, han de ir al servicio y tomar sus tablas en queest puesta la comida y entramos, parejos y a una, han de ir a repartirla, advirtiendo

    que en llegando en medio del refectorio han de hacer una humillacin en la formaque pudieren y luego empezar por la parte ms alta y dende el prelado a dar su co-mida, tiniendo cuenta al acommodar los platos en las tablas no los pongan con ordenque a su amigo o conocido le quepa el mejor; y avisar al cocinero, si fuere necesario,que no enllene las scudillas de suerte que se les vayan vertiendo, ni ellos carguentanto que no lo puedan llevar y den con todo en tierra. Cuando lleguen la tabla paraque el religioso tome su escudilla, acommdenla de suerte que no sea necesario le-vantarse para tomarla Suelen en el refectorio levantarse algunos a hacer algunasmortificaciones, como es besar los pies o pedir que les den algn bofetn o que lesden por amor de Dios. Cuando llegaren a besarles a ellos los pies, han de hincar launa rodilla en el suelo y darles el otro pie, y si es bofetn, hincarlas entramas y dar-le, como luego se dir.Suelen comer por alguna justa causa en nuestro refectorio algunos seglares, los cua-les tambin estn a cuenta de los servidores, que se debe advertir la calidad de la

    persona con quien, sin hacer estremo, se puede cumplir, dndole otra servilleta ms,un vaso en que beba u otro pan, tiniendo en el discurso de la comida alguna mscuenta con l, como es darle la comida en los platos de los enfermos o, en lugar del

    plato que no come, darle otra cosa si la hay.

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    Acabada la comida, mientras dan gracias, cesen los servidores, que no es bien andenatravesando por en medio. Importa poco que los que comen se guarden algo.Es of-ficio de los servidores echar si acaso entra, algn perro en el refectorio, particular-mente en los conventos de la Mancha, que los hay para guardar la casa15.

    Azorn en 1902 ofrece una descripcin que parece anclada en el tiempo:

    A las once la refitolera golpea el argentino cimbalillo. Y las monjas aparecen en lalejana del claustro. Las monjas entran en el refectorio. El refectorio es una espacio-sa estancia de paredes blancas. En las largas mesas, cada religiosa tiene dos serville-tas, una extendida y otra plegada, una cuchara de palo y un blanco jarro de Talavera.Entre cada dos puestos, hay una alcucilla vidriada con vinagre y un osero de porce-lana. Las monjas rezan arrodilladas un De profundis. Despus, mientras todas per-manecen en pie, con las manos modosamente recogidas en las mangas, la hebdoma-daria bendice la mesa. La abadesa se sienta; tras ella, por orden de antigedad, las

    dems monjas se van sentando. Es sbado. La abadesa da un golpecito con el cuchi-llo. Las novicias entran. Llevan todas puestas sus penitencias: unas garrotes en laboca, otras esterillas en los ojos, otras recios ladrillos colgados al cuello. En el refec-torio se postran de rodillas, y la ms antigua16.

    La cocinaera una estancia de amplias dimensiones para cobijar al principio elfuego con chimenea externa o pegada a la pared, y sucesivamente las cocinas decarbn, las cocinas econmicas, y actualmente las cocinas de gas y elctricas. Con-taban con espacios destinados al almacenaje prolongado de alimentos, como lasdespensas de las fanegas de trigo, de las tinajas para aceite y de las sacas de nieve

    para la conserva de pescados y refrescos; en los monasterios de varones, hay quecontar con las bodegas para el vino y la cerveza. El cuidado del almacenamiento dealimentos, la distribucin y contabilidad de los mismos estaba al cargo de los/as

    provisores. Igualmente, se disponen de otras estancias para la ubicacin del hornodestinado a la elaboracin del pan y de los asados, as como la carbonera para elcarbn, elemento fundamental hasta tiempos recientes tanto para guisar como parael sistema de calentamiento. Los utensilios de cocina han sido hasta poca recientesde cobre, hierro y latn, destacando perolos, calderas, ollas cazos y carameleros

    para el fuego, cacillos y espumaderas de diverso tamao para remover alimentos,chocolateras para la confeccin del chocolate, almireces para triturar especias, y

    besugueras para conservar el pescado en salazn. Los museos de las dominicas deToro y de las claras de Carrin de los Condes muestran una seleccin de objetos decocina y refectorio.

    ________15DE LA CONCEPCIN, San Juan Bautista:De los oficios ms comunes (1607). Recopila-

    do por J. Pujana, Madrid, 1999.16AZORN, (Jos Martnez Ruz):La voluntad (1902).Publicado por E. I. Fox, Madrid, Castalia,

    1989.

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    El oficio de cocinero/a puede ser fijo o puede rotar. La reforma de las rdenesreligiosas del siglo XVI recomienda que salvo los cargos elegidos trienalmente, elresto de los oficios roten y as se exponga semanalmente en la tabla de oficios. Sinembargo, esta idea de igualdad, que es recurrente en todas las reformas monsticas,

    pronto se acomoda a las costumbres sociales y terminan imponindose las/os legos

    para los llamados oficios ms viles (cocina, huerta, limpieza), llamados tambinmonjas de velo blanco o de voto simple en las mujeres.

    Estrechamente ligados con la cocina estn las huertas, que en zonas rurales po-seen grandes extensiones de terreno destinadas a la explotacin agrcola y ganade-ra. Durante los siglos XVI y XVII, los monasterios urbanos contaron con terrenossituados en las traseras de los edificios rodeados de vallas altas que impidieran el acce-so y la visin desde el exterior. En ellos se cultivaban hortcolas y frutales con el fin deque la comunidad pudiera ser autnoma; asimismo se construyeron aljibes que recog-an el agua de la lluvia (caso de las Descalzas Reales) o de los arroyos subterrneos(caso de Santa Isabel en Madrid, que recoga el sobrante de las aguas que iban hacia el

    Atochal y lo que es hoy Cibeles), con un sistema de caeras que permita la llegadadel agua a la cocina. Es conocido el inters que Santa Teresa demostraba por fundarconventos en lugares en los que hubiera agua, y por eso San Juan de la Cruz, en Gra-nada, construy un acueducto que traa el agua desde el Generalife hasta el monasteriode los mrtires; asimismo, se encarg personalmente del arreglo y cultivo de la huertade los carmelitas de Segovia, all junto a la Fuencisla.

    La alimentacin es un aspecto esencial en el discurrir de la vida religiosa,porque comer es un fenmeno que va ms all del placer pasajero, ya que afecta alas regiones ms profundas de la personalidad. Por eso, el yantar constituye unaclara manifestacin de la comprensin de la vida consagrada, en clara contraposi-

    cin con la vida mundana. Las exigencias de las dietas monacales coexisten con laevolucin de las pautas alimenticias, condicionadas, a su vez, por los conocimien-tos cientficos, por las costumbres de cada momento, y por las coyunturas econ-micas concretas17.

    Una vez ms, la regla de San Benito esboza una serie de normas relativas a laalimentacin. El abad de Montecasino plantea que todos los monjes tienen la obli-gacin de ocuparse de la cocina de acuerdo con los turnos rotatorios establecidoscada semana; el semanero atender la confeccin de la comida, la limpieza de co-cina y refectorio y el lavado de los utensilios; ninguno se excuse del oficio de lacocina a no estar enfermo, u ocupado en algn negocio importante para la utilidad

    del monasterios (Cap. XXXV). Asimismo ordena lectura obligatoria mientras losmonjes comen a cargo de un lector semanero de forma que en el refectorio existaun estricto silencio y se atienda solamente a la lectura (Cap. XXXVIII). Seguida-mente, se establecen dos ingestas al da realizadas a distintas horas dependiendo

    ________17SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia: La mesa conventual: entre la necesidad y la ora-

    cin, en VV. AA.:En torno a la mesa: tres siglos de formas y objetos en los palacios y monas-terios reales. Madrid, Patrimonio Nacional, 2000, pp.15-30.

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    del calendario litrgico: durante la pascua comern a la hora sexta (media maana)y cenarn al anochecer; desde Pentecosts hasta el final del verano, ayunarn losmircoles y viernes hasta la hora nona -tres de la tarde-, comiendo el resto de losdas a la hora sexta; desde el 14 de septiembre hasta el principio de la cuaresmacomern siempre a la hora nona, y durante la cuaresma ayunarn hasta la cena queser a la hora de vsperas -seis de la tarde- (Cap. XLI). Tanto en la comida como enla cena se tomarn dos manjares cocidos a base de hortalizas o legumbres y fruta,

    junto con una libra larga de pan al da; ser competencia del abad aadir ms si loconsiderara oportuno, pero, en cualquier caso, debe evitarse el exceso, porque nohay cosa ms contraria a un cristiano que el exceso en la comida; quedan total-mente prohibidas las carnes excepto para los dbiles y los enfermos (Cap.XXXIX). En cuanto a la bebida se permite beber una hemina de vino al da, perolos que han recibido de Dios el don de pasarse sin l, estn seguros de que recibirn

    por ello un particular galardn; el propio Benito reconoce que, aunque el vino estotalmente ajeno a los monjes, no se les puede persuadir en los tiempos que correnque renuncien a ello, convengamos en que beban algo, pero en corta cantidad, yguardando toda la templanza debida (Cap. XL). A partir del siglo XIX, se intro-duce una tercera comida, que es el desayuno.

    Estas disposiciones tendrn amplias resonancias en las constituciones de Tere-sa de Jess: Hase de ayunar desde la exaltacin de la Santa Cruz (14 de septiem-

    bre) hasta la pascua de Resurreccin, excepto los domingos...No se ha de comercarne perpetuamente sino fuere con necesidad y cuando lo mande la regla (Cap.3-1); Ninguna hermana hable en si se da poco o mucho de comer, bien u mal guisa-do. Tenga la priora y provisora cuidado de que se conforme a lo que hubiere...(Cap.6-2); En la hora de comer no puede haber concierto...en verano se taer acomer a las 10...fuera de comer y cenar ninguna hermana coma y beba sin licencia(Cap.6-4).

    La regla de Santa Coleta (clarisas reformadas) insiste en la supresin de la car-ne excepto en momentos de necesidad -como es el caso de las enfermas, las mozasy las flacas- (Cap.IV); tambin exige la ingesta de comida suficiente y no super-flua, as como el rechazo a vajillas y otros lujos (Cap. X); reivindica la realizacin

    por igual de todos los servicios (Cap.XII); y recomienda la lectura en el refectorio(Cap. XV). La recoleccin agustiniana ordena ayunar entre el 14 de septiembrehasta Navidad, y entre el domingo de septuagsima hasta Pascua de Resurreccin,as como los ayunos ordenados por la Iglesia -Cuaresma y Adviento-, las vigilias delas fiestas de la Virgen, y los mircoles, viernes y sbados de todo el ao (Cap.XV); dispone una comida pobre pero suficiente -indica que est bien preparada-,tomada en un refectorio de poco precio mientras se escucha la lectura (Cap.XVIII); finalmente, tambin se llama la atencin sobre la realizacin, por parte detoda la comunidad, de todos los oficios (Cap. XVII). Los jernimos adoptaron laregla de San Agustn, pero conocemos sus normas de vida gracias a cronistas como

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    el Padre Sigenza que, en su historia sobre la orden, narra los siguientes detalles18:deben abstenerse de manjares gruesos porque no les estragasen las voces y los

    pechos para sus msicas; y as coman Hysopillo y habas (P.261); La memoriade los pobres se atraviesa en cada bocado, esta los abrevia, y la salsa con que co-men la vianda es la consideracin de que estn otros aguardando lo que les so-

    bra...comen lo que se les permite, muchas veces no es ms que pan y agua, an enfiestas y domingos...a todos se pone igual, sin diferenciar el prior del novicio, pan yvino, muy poco vino, frutas, salsas, sal y vinagre (P.269); Los ayunos que insti-tuyen los Padres de la Iglesia son muchos, adems de los de la Iglesia -Adviento,Cuaresma, Tmporas y Vigilias- la mitad del ao no hay cena...los que cenan mu-cho se hacen indignos...les hace tardos, flojos e inhbiles para los ejercicios espiri-tuales (P.274).

    El monje montserratino, Efrem Ernst Compte da completa cuenta en sus escri-tos acerca de la dieta alimenticia del monasterio benedictino de Sant Cugat delValls: pan abundante, tres huevos por cabeza, vino abundante, dos platos de horta-

    lizas y de legumbres. Recomienda comer ligero y sin grasa. En Cuaresma, viernesy festivos eliminar la carne. Para los das de abstinencia la recomendacin es lasiguiente: carne por pescado, grasa animal por grasa vegetal, leche animal por le-che de almendras, uso de especias19.

    En principio la carne es un alimento excluido de la dieta, aunque se han hechomuchos ajustes desde la Edad Media. Se deca que la carne de cuadrpedo impedaenfrentarse eficazmente a las pasiones, pero sin embargo s se podan ingerir avesfuera de los tiempos de ayuno. Entre los siglos XVI y XIX los libros de cuentasmonacales hablan de todo tipo de aves, y desde finales del siglo XVIII ser fre-cuente la compra de carnero por ser barato. Hay que tener en cuenta que la regla

    del ayuno no se aplica a los huspedes, y por ello el hospedero rompe el ayuno parahonrar al visitante.

    Si las mujeres, en general, se consideraban como portadoras de una serie de de-fectos y debilidades, las monjas participaban de esta concepcin y, por eso, tantolas reglas monsticas como las justificaciones teolgicas y filosficas, decidieronaplicar severas normas que paliasen su naturaleza dbil. Por tanto no debe extraarque el vino, de resonancias fuertemente hedonistas, ligado secularmente a la exal-tacin de los sentidos, fuera, y siga siendo, un elemento rotundamente ausente de ladieta femenina, como algo impropio de la condicin de la mujer y especialmentede la religiosa. No as estuvo, y sigue estando, excluido de la dieta de los varones.

    Las caractersticas que rodeaban a la comida en las comunidades religiosas seconvirtieron, enseguida, -acentuadas- en las seas de identidad propias de los hom-

    bres y mujeres ms relevantes de las rdenes religiosas. Uno de los puntos comu-

    ________18 SIGENZA, Jos, Fr: Historia de la Orden de San Jernimo (1600). Madrid, Bailly-

    Baillire, 1909.19COMPTE, Efrem Ernest: The Customary of Sant Cugat del Valls: Study and Edition.

    Princeton, Princeton University Press, 1975, 2 vols. Muy sugerente para la comprensin deldevenir cotidiano de un monasterio benedictino masculino.

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    nes de las hagiografas consiste en presentar la figura del biografiado como personaextremadamente morigerada, e incluso, con autntica aversin hacia el comer. Estaconsideracin nos conducira a un tema que est siendo objeto de reciente trata-miento por parte de los estudiosos del fenmeno mstico, especialmente en lo quese refiere a las mujeres. Se trata de lo que se conoce como inedia, ayuno mstico oanorexia mstica, fenmenos extraordinarios de la vida mstica, que deben ser ana-lizados e interpretados distinguiendo los elementos mitificadores propios del gne-ro hagiogrfico, de las cuestiones relativas al contexto socio-histrico, mdico y

    psicoanaltico que ha de aplicarse a cada caso.Hay abundantes noticias sobre los alimentos que integran las dietas conventua-

    les, pero muy pocos recetarios de cocina anteriores al siglo XIX20. El paso deltiempo, y las vicisitudes acaecidas a partir de la guerra de la independencia -supresin de conventos, demoliciones de edificios, suspensin de las rentas etc.-oblig a las monjas a realizar actividades destinadas a mantenerse, ciertamentedentro de sus posibilidades materiales, y esta es una de las razones por las que apa-recen los famosos dulces realizados en los conventos con destino a la venta pbli-ca, es decir, es una aparicin decimonnica y por motivaciones puramente econ-micas. Todos los libros de cocina monacal que han ido apareciendo soncomposiciones recientes con un claro fin comercial. Destaco dos clsicos de lacocina monacal anteriores al siglo XIX: Altamiras y Sor Juana Ins de la Cruz.

    El franciscano aragons, Juan Altamiras21, dice que desea, escribir un pequeoresumen o cartilla de cocina para que los recin profesos, que del noviciado nosalen bastante diestros, encuentren en l sin el rubor de preguntar, que acuse suignorancia, cuanto pueda ocurrirles en su oficina. Seguidamente, da una serie derecomendaciones. 1) No desperdiciar cosa alguna y no hacer gastos superfluos. 2)El cocinero debe extremar la limpieza en el vestido y en el guisado: la limpiezaexterior es signo de la limpieza interior. Tener la cocina bien limpia barrindolafrecuentemente y sacando la basura. 3) Tener todo en su lugar. Guardar en la me-moria la especie, nmero y tiempo que tiene sus manjares en el fuego. 4) No fiarsede su habilidad en el desempeo de sus labores, porque Dios castiga a los que sefan vanamente de s mismos. Tener paciencia para tratar a todos; obrar con reglasde caridad y prudencia con enfermos y ancianos. 5) Nunca se haga cargo de lasllaves de los repostes; reciba siempre lo necesario con medida y peso para vivir conestimacin. Culmina la cartilla con tres remedios caseros: 1) para curar cortaduras:cortar uva de milano de los tejados (hierba), machacarla en un mortero, poner el zumoen una redoma y asolarlo; quedar como un aceite. 2) Para quemaduras, meter la manoen una vasija de vinagre virgen, o restregarse con una cebolla. 3) Para templar sartenes:

    ________20MAPELLI, Enrique: Ora et labora: la dulcera monacal de las monjas, en CAMPOS Y

    FERNNDEZ DE SEVILLA, J. (ed.):La clausura femenina en Espaa.San Lorenzo del Esco-rial, R.C.U. Escorial-Maria Cristina, 2004, pp.181-199.

    21ALTAMIRAS, Juan:Nuevo arte de cocina sacado de la escuela de la experiencia econ-mica.Barcelona, 1767.

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    una vez limpias, se calientan y se restriegan con una corteza de tocino; tambin una vezcalientes, se rocan con vinagre; tambin una vez calientes, se echan dos cascarones dehuevo. Entre las recetas que escribe destacan, escudilla de ngel, almondigas repen-tinas, nades para caminantes, sustancia para enfermos, huevos en espuma,sopa de cuaresma, o agua de aurora.

    Sor Juana Ins de la Cruz (1648-1695), monja jernima en el monasterio deSanta Paula de Nueva Espaa (Mxico), escribi un libro de cocina para sus mon-

    jas con unas 30 recetas, que se han descubierto 300 aos despus22. Es interesantever que las descripciones de Sor Juana estn imbuidas de meditaciones de fsicaexperimental sobre alimentos y utensilios, as como de reflexiones filosficas,

    puesto que el arte de la cocina no es sin ms una actividad mecnica y mujeril, sinoque el alimento y su confeccin tienen un sentido antropolgico y religioso muy

    profundo. En su libro se encuentran influencias del mundo europeo, tanto portu-gus (pollas portuguesas), francs (gigotes), hispano (buuelos) e ingls (los pud-dings se convierten en purines). Influencias del mundo turco (uso excesivo de pi-

    ones, nueces, pasas y acitrones, que se mezclan con maz, arroz y carne).Influencia del mundo mestizo, dulce por excelencia, con jiricayas, mangos, chico-

    pazotes. Finalmente, influencia indgena con los recuerdos de las cocinas de humode las haciendas, las recetas de madres y abuelas con moles y guisados prietos, omanchamanteles.

    La ropera es el lugar en el que se planchan y se confeccionan los vestidosde los monjes/as. El hbito monstico masculino era simple y sola corresponder-se con la regin concreta en la que se ubicaba el monasterio. Consista en unatnica con capucha (negra, blanca, marrn, etc.) ceida por la cintura con uncngulo de cuerda o una correa de cuero, un delantal llamado escapulario que se

    introduca por la cabeza y caa por el pecho y espalda, y una capa anudada alcuello para el fro llamada cogulla; en los pies sandalias. Como ropa interior se

    ponan camisas y polainas.

    El buen Angel que los guiaua: recibieronlos con alegria entendiendo el buen despa-cho. Fray Lope prosiguio en Roma sus intentos: procur dar buen exemplo, como loauia dado toda su vida; allegosele alguna gente, enamorados de la nueua manera devida, nueuo habito, nueua regla, y nombre de san Geronimo, tan antiguo y tan cono-cido en aquella ciudad. El primer monasterio que fundo (como hemos visto) fue elde la yglesia de san Alexo, y san Bonifacio en el monte Auentino. En el habito hizofr. Lope muy poca mudana. La tunica blanca y cerrada como la nuestra, escapularioy manto pardo, diuidio la capilla del escapulario, y dentro de casa no vsan della, sinosobre el manto, quando salen fuera. La cinta quiso que fuesse de cuero blanco, comoen la Cartuxa, y ya que se preciaua de hazerse tan Geronimo, pudiera hazerla de la-

    ________22Libro de Cocina del Convento de San Jernimo.Seleccin de Sor Juana Ins de la Cruz.

    Versin paleogrfica y prlogo de Josefina Muriel, Instituto Mexiquense de Cultura. Toluca,Edo. de Mxico. Gobierno del Estado, 1996.

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    na, como dize el santo doctor, que sea, porque no gaste la ropa. El manto hizo cerra-do por delante, como la cogulla de los monges Bernardos23.

    Las ropas monjiles se componan de un hbito de sarga para cubrir el cuerpoceido con un cngulo, una toca blanca que cubra la cabeza sobre la que iba elvelo, un manto del color del hbito y sandalias para los pies. Todas las rdenesreligiosas tenan sus peculiaridades como color, medidas, formas concretas etc.Haba un hbito para el verano y otro, el ms viejo, para el invierno24. El hbitocorriente de las agustinas era de pao blanco en sarga o sayal con un cngulo cei-do a la cintura de forma que la cada de la falda no hiciese cola. Debajo llevabanaquello que era necesario para dar calor al cuerpo, de media lana en color blanco.El pao de la cabeza era de tela y el velo negro. El manto era de la misma tela quela tnica, negro, y podan usarlo en invierno. Llevaban calzado y calcetines porrazones de honestidad. La cabeza estaba rapada a la manera de los varones, y no

    podan tener adorno alguno ni en el pelo ni en el vestido, y solamente se permita eluso de algn escapulario (entendiendo en este caso estampa) realizado con la mis-ma materia del cngulo.

    Las clarisas especificaban que el vestido deba ser vil y su reparto estaba a car-go de la abadesa, la cual entregaba tres tnicas con un manto a cada monja. Si al-guna estaba enferma, la abadesa, de acuerdo con las discretas, le procuraba ropa demejor calidad. El hbito constaba de dos piezas interiores por razones de honesti-dad, siendo la superior blanca, y la otra de pao comn basto y no de piel; la tnicatena un color ceniza o pardo, sin arrastrar por el suelo, con una anchura de 15

    palmos, ceido con una cuerda y las mangas largas; el manto era de pao comn,sin fruncir ni arrastrar; los paos de la cabeza se cosan de lienzo, con forma decofia para que cubriesen la frente, los carrillos y la barbilla, y despus, una toca

    blanca de vara y media de largo, prendida con tres alfileres y con una vuelta quetapaba la frente; finalmente, el velo negro, de dos varas de largo, que caa sobre laespalda, el pecho y la cara, encima del cual, llevaban una venda en memoria de lacorona de espinas; podan tener dos velos y tres paos para cambiarse. El velo es-taba siempre dispuesto delante de la cara, incluso para comer, pues, solamentedescubran el rostro ante las personas cuando la abadesa les conceda licencia, has-ta el extremo de que tampoco lo levantaban ni cuando entraban los patronos. Ibandescalzas de pie y pierna con alpargatas de esparto, todas iguales y sin distincin.Dorman vestidas en un jergn de paja puesto sobre el suelo, una almohada de an-

    geo llena de paja y una manta de pao25.________

    23SIGENZA, Jos, Fr.: Segunda parte de la Historia de San Jernimo (1600). Madrid,Baillo-Baillire e Hijos, 1907.

    24GARCA SANZ, Ana y SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia: Iconografa de monjas,santas y beatas en los monasterios reales espaoles, en VV.AA.: La mujer en el arte espaol,Madrid, Alpuerto, 1996, pp. 131-142.

    25 SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia: Patronato regio y rdenes religiosas femeninasen el Madrid de los Austrias. Madrid, Fundacin Universitaria Espaola, 1997, pp.244-247.

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    El monasterio de la Encarnacin de Madrid conserva un interesante conjuntode ropa monjil de los siglos XIX y XX, cuya tipologa es la misma que se utilizabadesde el siglo XVI. Tnicas (camisn de lana para dormir); camisas (piezas de hiloque se colocan encima del justillo); pauelos, pauelos de cuello, calzas (medias dehilo negro); talegos (sobre mangas de la misma tela que el hbito que cubren la

    parte del brazo comprendida entre el codo y la mueca); manguitos (rollo de telade lana en el que se introducen ambas manos); justillos (pieza similar a un corpio,de lienzo o lana, que se coloca debajo de la camisa y se ajusta mediante unos cor-dones que serpentean a travs de asillas: son los antecedentes de los sostenes);mandiles (delantales de lana negros); manteos (manto de lana negro atado el cue-llo); zamarra (jersey de lana negra sin mangas que se coloca encima del hbito);

    pauelos de puntas; polainas (medias de lana negras); enaguas; faltriqueras (bolsasde la misma tela que el hbito, negras, que se atan con una cinta a la cintura). Ropade cama (sbanas de hilo, almohadas de hilo, sbanas de lana, almohadas de lana);ropa de aseo (paitos, toallas, paos, paos de las manos); ropa de refectorio (ser-

    villetas, en la vida monacal no se usan los manteles); ropa de celda (cortinas desarga); ropa de limpieza (rodillas, rollo de sarga para arrodillarse y fregar el suelo).

    Todas las prendas eran repartidas por los roperos/as que se encargaban de re-coger las piezas sucias en el tiempo debido, de lavarlas, y de colocar lo limpio enlas celdas para que la comunidad no tuviese que ocuparse de este menester. La ropade la enfermera corra a cargo del enfermero/a, y los paos blancos de sacristaiban por cuenta de los sacristanes/as. Se han conservado lavaderos individuales de

    piedra y de barro, y lavaderos comunes compuestos por un gran piln en los que seacomodaba la tabla de frotar.

    Finalmente hay que destacar la existencia de las prensas de planchado. Se trata

    de mesas con un doble tablero liso que se apoyan sobre dos caballetes: el tablerosuperior se retira con el fin de colocar en el tablero inferior la ropa hmeda conve-nientemente plegada; una vez dispuesta toda la ropa, se coloca encima el tablerosuperior con una piedra de granito para ejercer presin sobre las telas, que perma-necern en este lugar ms de doce horas, y quedarn perfectamente secas y lisas26.As habla Sigenza de las roperas jernimas:

    En correspondencia desta piea [refitorio], que se miran de frente a frente, esta laropera, donde los religiosos, como en esta toman juntos la comida, en aquella elvestido, y tienen alli la ropa que su religion les da, para que todo sea vida comun y

    ________FERNNDEZ PEA, M Rosa: Sobre los hbitos de las monjas de clausura (desde los orge-nes al siglo XVIII), en La clausura femenina en Espaa, San Lorenzo de El Escorial, R.C.U.Escorial-Servicio de Publicaciones, 2004, pp.201-217.

    26Alexandra Uscatescu ha estudiado el sistema de planchado por prensa en el mundo roma-no (en este sentido son muy interesantes los frescos de Pompeya en los que se vislumbran lasgrandes prensas destinadas a este menester), y amablemente me ha indicado que el sistema quese utiliza en la Edad Moderna tiene su origen en la antigedad. Le agradezco el dato y la docu-mentacin proporcionada. Vid. USCATESCU, Alexandra: Fullonicae y tinctoriae en el mundoromano.Barcelona, PPU-Departament Filologia Llatina, 1994.

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    Apostolica, y ninguno diga cosa suya, ni el cuydado de los menesteres del cuerpoembaraze la quietud del alma. Es esta oficina de la misma forma del refitorio, aun-que por tener las ventanas al ciero no es tan clara, y del largo tiene treze pies menosque toma el transito, y el refitorio lo tiene dentro y esta piea fuera. Est adornadacon algunas pinturas de deuocion y los mismos hbitos de los religiosos, que estan

    cogidos y colgados en vnas perchas de hierro por sus distancias, debaxo de sus mis-mos nombres, la adornan mucho. Quando en algunas fiestas principales no se des-dean nuestros Reyes de comer en compaia de estos sieruos de Dios, sus capella-nes, se abren todas las puertas y ventanas de estas dos oficinas, refitorio y roperia, ycomo est todo tan niuelado, y con tan puntual27.

    Hay un elemento relacionado con el ajuar de las monjas, que es el bal de dote.En todas las clausuras femeninas se encuentran arcas, arcones, cofres y bales dediverso tamao destinados a contener diversas pertenencias de la comunidad, peroque en origen fueron el contenedor en el que las futuras monjas traan el ajuar.

    Estaban forrados en el interior con textiles, y en el exterior con piel o cuero clave-teado en latn formando dibujos geomtricos con cantoneras en las esquinas, asasde hierro en los laterales, y cerraduras con fallebas en el frente. En muchos casos,con los mismos clavos de latn se inscriba el nombre de la profesa: por ejemplo, elconvento de las Trinitarias de Madrid conserva un bal de cuero claveteado con elnombre de D. Isabel de Anda28.

    La celda. Originariamente, la celda o cellula no era el lugar del reposo, sinodel refugio (el ejercicio de la oracin, las penitencias, la lectura y la escritura, o lasactividades encomendadas por la abadesa o priora), existiendo para el descanso undormitorio comunal. Paulatinamente, las celdas se convirtieron en el dormitorio

    individual de los profesos. Las recreaciones de la celda de Santa Teresa en los mo-nasterios de la Encarnacin y de San Jos, y en museo Teresiano de la Casa Natal,as como la celda de San Juan de la Cruz en beda, o la celda en el convento mu-seo de las Bernardas de Alcal de Henares, muestran un catre de tablas apoyadossobre patas cortas de pequea altura en el que reposa el jergn de paja, una estera,una banqueta o silla de paja, y en algunos casos una pequea estantera y una mesade tablero liso sobre dos caballetes para escribir. Hasta el siglo XX no es frecuenteencontrar armarios en las celdas de los profesos.

    El noviciado es la parte de la casa destinada a la formacin de los/as futurosprofesos. Est al cargo del maestro de novicios, y aunque los novicios siguen el

    horario del resto de la casa y participan en el coro y en el refectorio, tienen susactividades especficas y algunos espacios que usan exclusivamente, como la bi-blioteca, un oratorio y, en algunos monasterios, una pequea cocina.

    La bibliotecafue concebida originariamente para satisfacer las necesidades dela lectio divina, pero con el tiempo se consider como la cantera de la bsqueda

    ________27SIGENZA, Jos, Fr. De, Tercera parte de la Historia de San Jernimo (1605). Madrid,

    Bailly-Baillire e Hijos, 1909.28CARDERO, Rosa:Clausuras.Madrid, Comunidad de Madrid, 2006, pp.264-265.

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    intelectual. Guardaba y guarda- dos tipos de impresos: los comprendidos entre elsiglo XV y 1900; y los que se editan a partir de este ao. Las bibliotecas estn alcargo del bibliotecario/a, en algunos conventos de mujeres se llama librera, quesirve los libros a la comunidad de acuerdo con el criterio marcado por el prior/a. Elestudio de los fondos bibliogrficos es fundamental para comprender la formacin

    de las mentalidades y su evolucin a lo largo de los siglos. Existe una radical dife-rencia entre lo que leen los hombres y las mujeres. Con la culminacin del Conciliode Trento, la Iglesia Catlica model un nuevo estilo de pensamiento y de sem-

    blante: el inters primordial se centr en reservar el saber teolgico y filosfico auna elite restringida. Las monjas lean y escriban, pero a partir de finales del XVIdejaron de aprender latn; tampoco reciban enseanzas filosficas y teolgicas, ydesde la entrada en vigor del ndice de libros prohibidos, se vieron apartadas de laBiblia y de los principales tratados teolgicos y filosficos que les impedan elacercamiento a las grandes controversias del momento. Mientras que las bibliote-cas masculinas no tenan ninguna traba para acceder a la Biblia y sus comentarios,

    las obras originales de todos los tratadistas de filosofa y teologa, historia, medici-na, ciencia, literatura y los autores protestantes -vanse las bibliotecas de El Esco-rial, Montserrat, San Esteban de Salamanca o San Pedro de Pastrana-, las bibliote-cas monacales femeninas tuvieron que conformarse con libros de espiritualidad,libros de oracin, vidas de santos, comentarios sobre autores msticos, comentariossobre determinados textos de la Biblia, el breviario, tratados sobre las virtudes de lamujer, la vida de la Virgen y de Cristo, y novenas. De esta prctica se deduce unaclara diferenciacin en la concepcin de la vida religiosa masculina y femenina,

    porque si una de las fuentes fundamentales de la lectiodivina -como hemos vistocolumna vertebral de la vida monstica- es la Biblia, ciertamente las mujeres vie-

    ron muy mermadas las posibilidades de desarrollar su vida espiritual en el devenirde su vida cotidiana29.

    El archivoes la dependencia que custodia los fondos documentales relativos ala casa y su entorno. Est al cargo de un archivero realiza la catalogacin y atiendea los investigadores. La documentacin de un monasterio consta, salvo prdidas, delas actas fundacionales y la dotacin de la casa; los libros propios de la comunidadque hacen referencia a las profesiones, visitas y defunciones; los libros de cuentasque permiten seguir el ritmo econmico; los libros de bufete que consignan da yhora de las celebraciones; los nombramientos de capellanes y confesores en el casode las monjas; el libro de fbrica; los inventarios; epistolarios; manuscritos de lite-

    ratura espiritual hechos por miembros de la comunidad; libro de entradas y salidas________

    29SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia: Las variedades de la experiencia religiosa en lasmonjas de los siglos XVI y XVII. Arenal, Vol 5, N1, 1998, pp.60-105; hago referencia a lasbibliotecas de los dominicos de San Esteban de Salamanca y a la de los carmelitas de Pastrana.AA.VV: Manuscritos e impresos del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.Madrid,Patrimonio Nacional, 1999. Id: Manuscritos e impresos del Monasterio de las Huelgas Realesde Burgos.Madrid, Patrimonio Nacional, 1999; e Id:Manuscritos e impresos del Monasterio dela Encarnacin de Madrid. Madrid, Patrimonio Nacional, 2002.

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    de la clausura; libro de los hechos notables de la comunidad y, lgicamente, laregla monstica con sus pertinentes reformas, entre lo ms relevante30.

    El microcosmos monacal se completa con la enfermera, la botica y la hospede-ra. La enfermeraha sido tradicionalmente uno de los mejores lugares de la casadesde el punto de vista de la situacin -siempre en una zona caliente en invierno yfresca en verano-, y de las condiciones adecuadas para la sanacin -ventanas ygaleras comunicadas con el jardn para facilitar aire puro y paseos-. La situacinaislada de muchos monasterios y la dificultad para encontrar personas apropiadas

    para la atencin sanitaria, impuls a los monjes a adquirir conocimientos mdicosbsicos y a familiarizarse con el cultivo de plantas y hierbas destinadas a la confec-cin de medicinas que administraban no slo a los moradores del monasterio, sinotambin a los habitantes del entorno. Es frecuente encontrar en los memorialesconventuales recomendaciones acerca de la conveniencia de que se encarguen de laenfermera las personas ms capacitadas desde el punto de vista mdico, por eso laenfermera est encomendada al enfermero/a, que en el caso de las mujeres suelenser dos monjas. Esto no excluye el que las reglas monsticas acenten de maneraespecial el trato preferente hacia los enfermos por parte de la comunidad y de losabades y priores. Adems de los enfermeros, muchos monasterios contaron conmdicos, sangradores, cirujanos y barberos (profesionales que tambin realizaban

    pequeas operaciones como la extraccin de muelas)31.Las dolencias ms frecuentes se pueden resumir con los siguientes trminos.

    Dolores y mareos; calenturas (fiebres, paludismo y en ltimo trmino insolacin);perlesas (parlisis acompaada de temblores producida, en algunos casos, por faltade calcio); tercianas (fiebre intermitente causada por el plasmodium vivax -

    paludismo- en que los accesos aparecen cada dos das separados por un da de api-rexia completa; las tercianas dobles son dos accesos cada dos das); parlisis loco-motora; clicos; dolor en el costado (trombo embolismo pulmonar provocado a

    partir de los cuarenta o cincuenta aos por problemas circulatorios); gota en lospies y en las manos con deformacin (se trata de una enfermedad reumatolgicaproducida por depsito de cido rico en las articulaciones y en zona de tejidoblanco periarticular); tabardillo, (fiebre aguda endmica sin causa aparente, quepuede confundirse con tifus y fiebre tifoidea); bultos en el pecho (cncer de mamao abceso, coleccin purulenta); flujos en el estmago (hemorragia digestiva porvmitos importantes, por lcera o por cncer gstrico); inflamacin de gargantacon garrote (el garrotillo es difteria en la laringe procedente de la infancia); flujosde sangre (posiblemente algn tumor maligno o benigno -mioma- en el tero);________

    30GONZLEZ CRISTBAL, Margarita: Inventarios documentales: Monasterios de SantaClara de Tordesillas: 1316-1936. Madrid, Patrimonio Nacional, 1987. GARCA LPEZ, Con-suelo: Archivo del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Madrid, Patrimonio Nacio-nal, 2003.

    31MAGANTO PAVN, Emilio: La Enfermera Jernima del Monasterio del Escorial. Suhistoria y vicisitudes durante el reinado de Felipe II.San Lorenzo de El Escorial, R.C.U. Esco-rial-Servicio de Publicaciones, 1995.

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    destilacin en el pecho extendida a brazos y manos (cncer de mama y linfedemadel brazo); cataratas; humor de los ojos (el tracoma era una enfermedad muy fre-cuente de los siglos XVI y XVII, caracterizada por una conjuntivitis granulosa que

    poda desembocar en ceguera); dolores en las rodillas (artritis reumatoide); hidro-pesa (ascitis que consiste en un lquido situado en el nivel de la cavidad peritoneal,

    de causa mltiple); llagas rodendole la cintura (herpes zona, llamado vulgarmenteculebrilla, que puede pudrirse o impetiginizarse, infectndose); caratn (enferme-dad de la piel sin especificar). Conviene destacar que las monjas no padecan pes-tes, porque el aislamiento que produce la clausura impeda la penetracin de loscontagios. Las monjas tampoco padecan los riesgos de los embarazos, los posiblesabortos, los partos y los puerperios, que fueron la causa de la mortalidad femeninadel antiguo rgimen.

    Los remedios ms frecuentes eran las purgas (medicamento hecho a base delaxantes tales como aceite de ricino, aceite de oliva, agua templada con sal mezcla-da con diferentes hierbas, destinado a provocar el vmito o la deposicin); extirpa-

    cin (extraccin de bultos, y amputacin de senos); aplicacin de aceites fuertes ycorrosivos para paliarle los ojos; vinagre y sal para las llagas; sangras (sistemadestinado a la evacuacin de sangre -reducir la presin sangunea- mediante laaplicacin de sanguijuelas o ventosas escarificadas en los brazos, cuello, ingles ytobillos, o por un corte en las venas (flebotoma)32.

    Tambin influa de forma notable en las enfermedades la dieta alimenticia. Deacuerdo con las noticias que poseemos, se aprecia una diferencia radical entre ladieta de los hombres y las mujeres, tanto en la cantidad y en el tipo de alimentosingeridos, como en las consecuencias dietticas de los mismos. Durante los siglosXVI y XVII se deduce que los monasterios femeninos, en conjunto, tenan una

    dieta alimenticia altamente favorable para una vida sana: los productos hortcolas -verduras, leguminosas y frutas- aportaban vitamina A, vitamina C, cido flico,vitamina B12 y oligoelementos; ingeran abundante pan con salvado, elementomuy importante porque aporta abundante fibra; segn las noticias que ofrecen lasDescalzas, disponan de huevos, carnero y algunas veces aves que paliaban la faltade pescado; no abundaba el dulce elaborado con manteca, cuestin especialmente

    beneficiosa para el colesterol, pero s el azcar; el nico problema era que carecande leche con la consiguiente falta de calcio que provocaba muchas enfermedadesde los huesos -osteoporosis-. A partir del siglo XVIII las mujeres toman bastantecarnero -se trata de una carne barata y fcil de conseguir- pero en unas cantidades

    adecuadas, posiblemente unos 100gr diarios, junto con garbanzos guisados conpescado seco que resultan ms sanos que guisados con cerdo. El dficit alimenticiono sobreviene porque sea una dieta pobre, sino por la escasez de alimentos causada

    por las penurias econmicas. Todo ello contribua a que las monjas fuesen personas

    ________32SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia:Patronato regio,255-260. Agradezco a la doctora

    Salas Prez del Hospital Gregorio Maran de Madrid, su inestimable ayuda para interpretar lasenfermedades y los remedios curativos.

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    longevas, puesto que muchas llegaban a los sesenta y setenta aos, convirtiendo elestado religioso femenino en una posible liberacin de las condiciones materialesde vida de los siglos XVI y XVII, y, especialmente, de aquellas que limitaban yconstrean la existencia de las mujeres. Los monasterios masculinos que han man-tenido dietas ms vegetarianas han disfrutado de mayor calidad de vida.

    Los monjes coman sustancialmente mejor que las monjas, considerado desdeel punto de vista gastronmico, pero su dieta era, comparada con las mujeres, muydesequilibrada e insana. Tomaban una dieta excesivamente rica en protenas - tngaseen cuenta que un adulto debe ingerir 1,5gr de protena por kilo de peso y da, y ellos tomaban msde 400gr- dando lugar a un cido rico muy elevado que provocaba artropata y ne-fopata gotosa (gota); al tratarse de carnes ingeridas con toda la grasa animal, hay,tambin, una subida del colesterol. Consecuentemente aparece la obesidad y elaumento de la arteriosclerosis o atenomatosis. Junto al exceso de ingesta de carnesdurante los periodos marcados, hay que sealar que el nmero de huevos estipula-do es desmesurado, porque debido a sus componentes proteicos y de colesterol,contribuyen a elevar los sntomas descritos. Hay una presencia mucho mayor queen las mujeres de dulce elaborado que favorece la aparicin de la heterognesis, laobesidad y la diabetes tipo 2. Por otra parte, la tambin excesiva ingesta de choco-late con el componente de teobromina, eleva la frecuencia cardaca, provoca reflujogastroesofgico por relajacin cardial, y produce cierta adicin: actualmente estsustituido por el t y el caf. Conforme se avanza en el tiempo, la dieta de los mon-

    jes, al bajar las cantidades de alimentos y reducir las carnes, se hace ms sana.Frente a las mujeres poseen dos ventajas: la ingesta de leche a travs del queso queayuda a paliar las carencias de calcio, y la frecuencia de los frutos secos, buenos enB12 y cido flico.

    Las autobiografas y los epistolarios son fuentes fundamentales para el conoci-miento de la vida cotidiana. En lo que a enfermedades se refiere, destaco el Libro dela Vida de Santa Teresa que puede definirse como un historial clnico de la poca:

    Qued de estos cuatro das de parajismo de manera que solo el Seor puede saberlos incompatibles tormentos que senta en mi: la lengua hecha pedazos de mordida;la garganta, de no haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que aunel agua no poda pasar; toda me pareca estaba descoyuntada; con grandsimo desati-no en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo sin poderme menear; ni pie, nimano, ni cabeza, ms que si estuviera muertaslo un dedo me parece poda me-

    near de la mano derecha. Pues llegar a mi no haba cmo, porque todo estaba tan las-timado que no lo poda sufrir slo tena que si no llegaban a mi, los dolores me ce-saban muchas veces, y a cuento de descansar un poco me contaba por buena y ansqued muy contenta de verme sin tan agusdos y continos dolores, aunque a los recios

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    fros de cuartanas dobles con que qued, ricsimas, los tenainsoportables; el hastomuy grande33.

    El epistolario que Mariana de San Jos, priora del Monasterio de la Encarna-cin de Madrid, lleva a cabo entre 1605 y 1638 expresa al inicio de todas las cartas

    la permanente existencia de enfermedades en las comunidades: tanto las padecidaspor ella misma como por el resto de las hermanas. As pues, es posible enumerarlas enfermedades ms frecuentes sufridas durante la primera mitad del siglo XVIIcon sus correspondientes remedios34. Las expresiones ms frecuentes que utiliza

    para describir su estado personal o el de sus compaeras son: apretada, mal para-do el natural (Medina del Campo 1605); ruin y dolorida (Valladolid 1608);Muy maltratada, no puede hacer los oficios (Palencia 1610); enfermas en losconventos de Valladolid y Madrid: flaquezas, temblores, purgas (Madrid 1611);sangrada y agotada, harto flaca (Madrid 1614); de 27 monjas slo dos han deja-do de estar enfermas en un ao (Madrid 1620); lectura de libros sobre el bien

    morir de tan acabada que est (Madrid 16126); recios dolores con desmayos,accidente de corazn; harto cuidado por la poca salud de todas; se ha administradoel vitico a cuatro (Madrid 1628); calenturas, vahdo, cabeza mal parada, era yael fin del destierro (Madrid 1629); las fuerzas muy acabadas, cadas continuascon vahdos, flaqueza de estmago, corazn y cabeza (Madrid 1630).

    Indefectiblemente unidas a las enfermeras y hospitales surgieron los estable-cimientos destinados a custodiar y elaborar medicamentos: las boticas. Especial-mente, fueron las casas de varones las que llevaron a cabo una medicina muy emp-rica transmitida de generacin en generacin, basada en el uso de las hierbas y las

    plantas como medicamentos primarios, que dieron lugar a cultivos especializados y

    a la construccin de los herbarios o habitaciones cubiertas de cajonera de maderaen la que se guardaban las hierbas. Tambin se establecern salas de destilacionesy laboratorios con aparatos especiales para la realizacin de las medicinas, comoalambiques, morteros, cortarraces, retortas o matraces; y salas con anaqueleras decermica o madera donde se disponan los botmenes de cermica y vidrio, como

    botes de can, orzas y frascos de diversas formas y tamaos, destacando los deloza dorada hechos por artesanos rabes en la Edad Media, los realizados en Tala-vera de la Reina, y ya en el siglo XVIII los del Buen Retiro; asimismo destacan las

    piezas hechas por los vidrieros de Recuenco, Coca, La Granja y todas las piezas

    ________33El onclogo Avelino Senra Varela ha analizado las dolencias de Santa Teresa en un suge-

    rente libro, SENRA VARELA, Avelino: Las enfermedades de Santa Teresa de Jess.Madrid,Ediciones Daz de Santos, 2006

    34Epistolario de Mariana de San Jos 1605-1638 (147 cartas). Archivo Monasterio de la En-carnacin. Accin integrada. Su estudio se encuadra en la Accin Integrada entre Espaa eItalia, Universit di Pisa. La escritura conventual femenina en Espaa en la Edad Moderna(MEC, HI2007-0159). Entidades participantes: Espaa- Italia. Duracin, desde: 2008 hasta:2009 Investigador responsable: Nieves Baranda Leturio (Facultad de Filologa-Uned) y Gabrie-lla Zarri (Facolt di letera e filosofia. Universit di Firenza).

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    importadas desde Alemania. A partir del siglo XIX, comenzar a ser frecuenteencontrar los primeros instrumentales quirrgicos de plata y acero franceses y ale-manes: erinas, pinzas, escalpelos, sondas, piezas para escayolar y trepanar, mbo-los etc. Paralelamente se desarrolla el instrumental de laboratorio para anlisis detodo tipo. Estas dependencias estaban fundamentadas en importantes bibliotecasque reunan libros recetarios,pharmacopeos, tratados diversos de plantas o manua-les sobre el cuerpo humano y sus enfermedades. Adems de los monjes sanitarios yfarmacuticos, enfermeras y boticas dispusieron de empleados especializados, nonecesariamente religiosos, como mdicos, cirujanos y sangradores. Boticas impor-tantes cuyos vestigios han llegado hasta nosotros son las de Silos, Oseira, LasHuelgas y El Escorial. La farmacia de Silos cuenta con un botamen de unos 420

    botes y orzas decorados con el escudo del monasterio en azul sobre fondo blancocon el nombre del medicamento en latn consignado en la cartela inferior; adems,todava puede contemplarse la antigua sala de destilaciones y la biblioteca. De lasHuelgas solamente se conservan las piezas adquiridas en tiempos de Isabel II aPars, pero las descripciones antiguas y la existencia de algunos botes de Talaveraindican que debieron existir conjuntos de loza dorada y piezas de los siglos XVI,XVII y XVIII, desgraciadamente perdidas. Finalmente, y aunque slo resten unasdiez piezas de lo que debi ser la magnfica e impresionante botica escurialense,dispersada a raz de la desamortizacin, todava puede admirar el visitante la gale-ra de convalecientes y las antiguas chimeneas de los hornos que instalara Felipe II,

    pioneros en su momentos en la investigacin y realizacin de medicamentos. Entodos los monasterios femeninos hubo botamen para la conservacin de las medi-cinas que se adquiran por diversos conductos -bien proporcionadas por el patrono,

    bien por otro enclave monstico cercano- y una serie de instrumental elementalpara la atencin de las enfermas35.

    3. LA CLAUSURA

    Existe una circunstancia que diferencia drsticamente la vida monstica feme-nina de la masculina condicionando radicalmente algunas partes de la arquitecturaconventual y de sus actividades: la clausura. El rigor de la clausura femenina, tal ycomo ha llegado a nosotros y es comprendido de forma general en la actualidad, esalgo que comenz a asentarse a partir de 1566 con la bula de Po V sobre la clausu-ra femenina (slo obligaba a las mujeres). Estas pautas no resultaban novedosas, yaque durante la Edad Media todas las reglas monsticas prescriban la clausura paralos conventos de mujeres, incluso existan importantes intentos por regularizar

    jurdicamente la situacin, sin embargo, la prctica diaria estaba an lejos de cum-plir las normas implantadas a partir del Concilio de Trento y en la legislacin post-

    ________35SNCHEZ HERNNDEZ, M Leticia: Conservado en el Real Monasterio de las Huelgas de

    Burgos: el botamen de la antigua botica del Hospital del Rey.Reales Sitios,94 (1987) 57-62.

  • 7/21/2019 Veinticuatro Horas en La Vida de Un Monasterio XVI XVII

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    M Leticia Snchez Hernndez Veinticuatro horas en la vida de

    Cuadernos de Historia Moderna.Anejos2009, VIII, 199-227

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    conciliar. Result fundamental para la Iglesia la ayuda de las monarquas para im-plantar frreamente este sistema, pero mientras que en Espaa los reyes se afanaronen hacer cumplir escrupulosamente el encierro perpetuo, obligando, incluso, a losinstitutos que no lo contemplaban en sus reglas, la monarqua francesa dej a lasrdenes hacer su propia organizacin. Esto tuvo unas consecuencias radicales, que

    todava se notan en nuestros das, de cara a la conformacin de los espacios y de lavida diaria36. Se recomendaba que solamente entrasen en clausura el confesor, elmdico y el capelln destinado a celebrar la misa para las enfermas que no pudie-sen acercarse al coro con el resto de la comunidad, entendiendo que se trataba deenfermas graves y moribundas. Tambin podan franquear el recinto monacal, lasdignidades eclesisticas que lo deseasen, siempre y cuando fuesen acompaadas

    por el confesor o el visitador, pero sin entablar conversacin con las monjas. Otrasexcepciones que permitan la entrada en el interior eran las obras de la casa, en lasque, lgicamente, tenan que entrar los obreros; el hortelano, que, en caso de en-fermedad de las monjas, se ocupaba de cavar la huerta; y los sepultureros encarga-

    dos de hacer las tumbas de las religiosas.Los condicionamientos materiales de la clausura preparaban un encierro perpe-

    tuo que permita la oracin y fusin con Dios. Los tradicionales elementos visiblesque caracterizan la clausura de las mujeres son los siguientes: las puertas reglaresson las que acceden al convento y slo disponan de una cerradura interior, cuyasllaves estaban custodiadas por las porteras. Los locutorios (parece que de origencluniacense) eran los lugares en los que las monjas reciban visitas, y tenan unagran reja de hierro provista de pas en la parte exterior y una lmina de acero en la

    parte interior protegida por una mampara de madera algo separada de la misma; anti-guamente la celosa de madera se cubra con un espeso velo negro. El corode las

    monjas posea una reja con pas de hierro en la parte exterior y una lmina de aceroen la parte interior; tambin exista una mampara de madera con paos de lienzonegro clavados, que siempre aparecan extendidos excepto en el momento en que secelebraba la misa; asimismo, las puertas