Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

download Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

of 138

Transcript of Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    1/138

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    2/138

    otation

    ouis Bromfield nos ofrece un mundo de personajes, pasiones humanas, sentimientos y tragedia en las veinticuatro horas que viven unos amigos despus de haberse reua dada por uno de ellos. Cada cual por su camino, reanudando una vida interrumpida en torno a un anciano que se cree en peligro de muerte, empieza a contar las horasa existencia. A solas con sus pasiones, dominadas o dominadoras, este grupo de personajes crea por s solo una de las mejores obras que ha producido la novelstica actamrica. Louis Bromfield autor ya inolvidable entre nosotros, maneja con su habitual maestra los hilos de la mltiple intriga encerrada en Veinticuatro horas. Cada pmbre o una mujer arrancados de la realidad viva y diaria. Nada de ellos ha sido falseado con el pretexto de crear en el lector un clima de inters. Al contrario, el autor ar, redescubriendo a los hombres y situndolos en el mundo de una ficcin que es simplemente la realidad cotidiana.

    Louis Bromfield

    PRIMERA PARTECAPTULO PRIMERO

    1234567

    CAUPTULO II12

    CAPITULO III12

    CAPITULO IVCAPTULO V

    123

    4CAPITULO VI123456

    CAPITULO VII12345

    CAPITULO VIII12

    34SEGUNDA PARTECAPITULO IXCAPITULO X

    12345

    CAPITULO XI12

    CAPITULO XII1234567

    CAPITULO XIII123

    CAPITULO XIV12

    CAPITULO XV123

    CAPITULO XVI1234

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    3/138

    CAPITULO XVII1234

    CAPITULO XVIII12

    CAPTULO XIX12

    CAPITULO XX123

    CAPTULO XXI

    12CAPITULO XXII

    12

    CAPTULO XXIII123

    CAPTULO XXIV1234

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    4/138

    uis Bromfield

    inticuatro HorasTtulo original: TWENTY FOR HOURSTraduccin del ingls por XAVIER F. DE ORCILS

    EBRERO DE 1954

    Sybil Coljax, artista y amiga

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    5/138

    IMERA PARTE

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    6/138

    AP TULO PRIMERO

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    7/138

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    8/138

    ntent prestar atencin a lo que Melbourn comentaba con Ftfipe y Jim Towner, pero slo fragmentos de dilogos lo graron penetrar la nube de su depresin y poner smunicacin con ellos. Se daba cuenta de que Melbourn estaba relatando, con una especie de indiferencia desdeosa, las negociaciones que fue necesario hacer antes dse podido firmar el cheque ms importante que jams se haba librado. Se daba cuenta asimismo de que Jim Towner, de natural no muy despejado y menos an ahora, do por las bebidas, no entenda jota de lo que se trataba; y de que a Melbourn, por su parte, le importaba un comino que le entendieran o no. Felipe s, escuchaba; roso y atractivo rostro luca una mirada de intensa admiracin por aquel hombre que, relativamente joven, intervena en factoras y talleres y minas y hasta ciudadesa de puntos del globo. El inters del muchacho llegaba a ofender al viejo, porque Hctor, en su snobismo, solamente consideraba distinguido vivir de un capital rcia y aumentado ao tras ao sin plebeyo y vulgar esfuerzo. Como vieja gruona se repeta a s mismo que Melbourn no era un caballero, como si la asercin pudiera ccertidumbre odiosa de que este pas suyo y esta gran ciudad no eran sino lugares de incesantes cambios y baranda donde las familias ascienden a la riqueza y los honoeneracin y se hunden en la pobreza y oscuridad a la siguiente. Mas conocedor de su propia inferioridad y desamparo, el viejo Hctor dara la bienvenida slo adad que fuese completamente feudal e inexpugnable y estuviese atrincherada en privilegios. Le molestaba que su sobrino nico admirase al advenedizo Melbnuacin se deca a s mismo que nicamente por la parte Cbanv pin de su sangre Felipe era un hombre distinguido, y que su ordinariez le vena del padre, Patrick Dano que haba hecho su fortuna Dios saba por qu procedimientos, con cualquier cuadrilla de sujetos que robaban I los ciudadanos de Nueva York.ero este pensamiento slo serva para entristecerlo ms porque de sbito arrastraba toda una cadena de recuerdos que, a travs del largo corredor de los aos, desembopasado, en el cual procuraba no pensar, en parte por lo viejo que le haca sentirse; pero ms an porque reviva emociones de bochorno y de pesar que le agigantzaban el temor de su prxima muerte. A l se le haca ya tarde para vivir. Cuando fue an bastante joven para haber vivido, haba vuelto una y otra vez la espalda a la ntarse con el preciosismo de cuadros y tapices, de aejos manuscritos y piezas de jade y de porcelana que ahora, en la vejez, tenia a su alrededor. Ahora lo habra campor un poderoso fragmento de vida.l pensar en Patrele Dantiy le trajo sbitamente el recuerdo de su figura: alto, moreno, con el rostro encendido y los ojos azules, tan parecido a Felipe, qu estaba all, hando a Melbourn. Era como su hijo, como Felipe, quizs ms fogoso y de ms brusco proceder con las mujeres, porque Patrick haba tenido el temperamento romnteses y una especial aptitud para incurrir, sin mancharse, en aventuras amorosas de toda especie. Nunca parecieron afectarle. No; Felipe no tena el ardor de su padre. Nguir todas las cosas que apeteca, como su padre las haba conseguido. Felipe era . un Patrick Dantiy apagado, embotado, deficiente.lo ahora, a los setenta aos, el viejo Hctor alcanzaba a comprender que lo que para l siempre haba sido imposible, para Patrick Dantry no era ms complicado que trago una copa de coac. Y as, Hctor, que cuando joven haba llevado una vida de satlite respecto a su amigo, aceptaba todas sus confidencias, lo reverenciaba y ay

    s conquistas. Patrick Dantry haba sido cuanto Hctor no logr ser y todo lo ms que hubiera querido ser; y as el prestigio ganado ante sus ojos por Patrick Dantry r olvidar que Patrick Dantry era hijo de un cualquiera enriquecido por medios inadmisibles. Pero a la sombra de la extraa amistad, Hctor haba estado muy cerca dey an ahora, una generacin despus, no poda perdonar del todo a una hermana por haberse casado con su amigo y a la otra por haber alejado de l a Patrick para siem

    que de s mismo Patrick Dantry expanda un atractivo irresistible para cuantos se llamaban Champion.Nunca estaba seguro de si haba o no perdonado a Patrick Dantry, y, en su memoria, Patrick Dantry era una extraa mezcla de sufrimientos y de alegra, de cario y de ouriosa sensacin de destino incompleta y frustrada. En su, soledad, le pareca Patrick Dantry la nica persona que en realdad haba conocido, y que no haba sido sino l

    do recibi el telegrama anunciando que Patrick Dantry yaca muerto en el fondo de una grieta en un glaciar, cerca de Grindelvald. Pero quedaba su hijo, Felipe, ahora unsemejante a su padre que a veces se le ocurra que Patrick Dantry, en modo alguno haba muerto. Y en cierto modo a Felipe lo senta como de su propia carne, puesto e su hermana. En la mente infeliz, atormentada, del anciano, tales reflexiones se aproximaban a algo parecido a un deseo de haber nacido mujer. Su afecto por el desapk Dantry tendra una finalidad.

    De su hermana Mara no se acordaba con precisin; pero la otra, Nancy, que an viva en Inglaterra, acudi en fiel representacin a su memoria. Haba sido siempre la mante de las dos. Mirando atrs no dejaba de imaginar que acaso Patrick siempre estuvo prendado de Nancy y que si se cas con Mara fue porque Nancy tena ya maridonoci. Ms tarde, oscuras e ignotas fuerzas haban actuado, ablandando al obeso y amargo viejeclio, como si su carcter, a la vez que su cuerpo, poco a poco se hubieantando. All sentado, mientras aparentaba escuchar la charla de Melbourn, lamentaba no haber perdonado ya mucho antes a Nancy. Le hubiera consolado ahora podern busca de simpata. De Felipe no pretenda esperar simpata ni compenetracin. No hubiera sido razonable que el maltrecho anciano lo pretendiese del mozo que empeSe daba cuenta de ello; no era falta de buena voluntad en Felipe, Sencillamente, era incapaz de comprender qu es ser viejo y estar enfermo y slo tener la vida toda dei.

    Observando las facciones regulares del atractivo perfil del joven Felipe, se preguntaba si podra ser verdad la fantstica historia sobre el cadver de Patrick Dantry: quempo, movido el glaciar por sucesivos deshielos en primaveras y veranos rpidos, se encontr, al fin, el cadver, encerrado en hielo transparente, joven y tan hermoo era su amigo, viva con su hermana y muri despeado. Si aquello era verdad, el cadver qued maravillosamente idntico al joven Felipe; slo que estara fro y muctor) poda estar fro y muerto antes de fin de ao. Y sinti de pronto la idea de preguntarse cmo se encontrara ahora Nancy, cmo de cambiada; porque se habra hechaba envejecido l, mientras el cuerpo de Patrick Dantiy, encerrado en el hielo, permaneci hermoso y joven.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    9/138

    l sentimiento de las cosas posedas estaba en Hctor fuertemente arraigado. Amaba con pasin su plata, su jade, sus cuadros y sus tapices; pero ahora empezuparle qu sera de todo ello cuando l hubiese muerto. No tena a nadie a quien dejarlo sino Felipe, y Felipe no apreciaba esas riquezas porque, lo mismo que ido a su padre, estaba demasiado interesado por las cosas llenas de vida para preocuparse lo ms mnimo de las inanimadas, por bellas que fuesen. Hctor se daba cuenara Felipe aquella coleccin no sera sino una carga, y que aos despus, cuando Felipe juzgase transcurrido un cierto tiempo decoroso, estaba seguro de que la vendn prosaica subasta, donde sera adjudicada pieza por pieza y desparramada entre extraos. As que lo mejor era legar las cosas ms bellas, los tapices y los Boucheolds y los Ingres, al Museo Metropolitano; pero an all pens con amargura pasaran inadvertidos para las ignaras multitudes que preferan las cosas de Cot y diezas menores habra que venderlas, a menos que Felipe decidiera conservar algunas de ellas, Felipe, ltimo vstago de los Champion y que ni an llevaba su apellidoarrogante irlnds, un don nadie sin escrpulos y con puntas y ribetes de bribn.as esplndidas copas de cristal para el borgoa figuraban entre los tesoros de Hctor. Las haba trado de Beaune, dieci: sis aos antes; eran veinticuatro, y por m

    e haba roto. Con regodeo, sola decir a sus comensales que el secreto de hacer aquel cristal se haba perdido largo tiempo atrs. Era un cristal finsimo como papel, y actil, que se podan oprimir los bordes de las redondas copas hasta poner sus crculos marcadamente ovalados. Era ste un truco que suscitaba curioso inters en las e infantiles como la de Jim Towner; pero un truco que el viejo Hctor no dejaba ensayar reservndolo para s mismo, porque slo sus blandos, rosados y sensitivoan el punto hasta donde el sutilsimo cristal admita ser oprimido sin quebrarse. Y poco a poco, a travs de los aos, el no haberse roto ninguna de las copas, haba hecsinuosa mente la supersticin de que si una se rompiese habra de ser agero nefasto.

    Aquella noche, mientras se esforzaba en superar el terror de la muerte y aventar el pasado que insista en volver a l contra su voluntad, los blandos dedos rosados acaamente las grandes copas de Borgoa que se alzaban ante l, an con leves gotas de rub en el fondo; y el incesante apretar y aflojar de sus dedos en el fino cristal a proporcionar una especie de alivio a su cerebro atormentado.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    10/138

    Hctor tena mucho de voyeur, y esta tendencia se manifestaba por deseo de fisgar en las vidas ajenas.Ultimamente, su aficin se haba polarizado con apasionado inters en la cara de las gentes, inters a menudo tan vivo que, en la calle, en el teatro o en el restaurante, a v

    ba mirando fijo, como hipnotizado, la cara de un extrao, mientras se concentraba con un esfuerzo por penetrar los secretos de la vida que en cada ser se escondan. Eie de curiosidad en extremo enojosa para quien la sufra, y recientemente haba dado ocasin a incidentes ingratos. Una vez estuvo a punto de sufrir la escandalosa intepolica.ero aqu, en su propia casa, poda entregarse a su rara obsesin. El sonido de la voz de Melbourn, atravesando sbita el muro de su pensamiento, le llev a fijar

    entemente sobre la imagen que Melbourn reflejaba en el espejo. En aquel momento, Melbourn escuchaba un confuso y obtuso relato que Jim Towner se empeaba enla invariable expresin de su desdn, mantena la cara en reposo, indefensa a la contemplacin. Hctor aprovechando esta oportunidad, acometi su estudio.

    Mostraba un semblante extrao, a la par sensual y asctico. La frente, alta e intelectual, era cuadrada y conformada como una caja sobre la nariz, levemente aquilinae, breve, la antinmica boca se descubra fuerte, sensualsima. La lnea de la mandbula se rompa en ngulo casi brutalmente, detrs de la oreja, y terminaba en una osa. Las orejas, grandes y bien trazadas, caan demasado bajas en la cabeza, dando as la expresin toda del rostro, aspecto un tanto violento y deprimido. Lmente azules, brillaban con un fuego de inextinguible inteligencia y vitalidad animal. En torno suyo y en las comisuras de la boca, finos surcos denotaban su edad. El cbien proporcionado, con una fortaleza enteramente distinta de la fuerza de Felipe. Era el cuerpo de quien ha llevado carga encima y ha trabajado con sus manos. Los mban su vigor an a travs del impecable smoking, cortado pens Hctor maliciosamente con el expreso designio de ocultar una musculatura de origen no preccrtico.nteramente absorto contemplaba Hctor el rostro, sobre el espejo, se preguntaba qu tragedias, qu pasiones, qu fuerza de voluntad lo haban modelado; reflexionab

    o es que la gente fabrique sus propias caras. Surgen los rostros, se hacen, con la vida de quienes los llevan y aquella cara sin duda era producto de un destino duro y ven ella un leve matiz de fatiga. La cara pens de un hombre poderoso, a un tiempo quiz sensual y fro, cuyo poder resida en el desprendimiento y en la sagacid

    a de una voluntad formidable y despiadada. Y de pronto comprendi por qu Fanny Towner haba perdido el dominio de s misma en la comida y acometido aingham, ponindose en evidencia torpemente y enajenndose la simpata de todos. Comprendi que era hombre en extremo peligroso para las mujeres, para una muj

    y, educada tan cuidadosa y honorablemente para casarse con un hombre amable como Jim Towner. Qu poda saber Jim Towner de las reacciones de una mujer enamouda su tcnica del amor sera tan diestra y an menos apasionada que su manera de coger el vaso de whisky. El viejo Hctor, de pronto, se dio cuenta, con intensidad o Melbourn entraba en un saln causaba sensacin entre las damas. Comprendi por qu se sonrojaban, por qu se matizaba el brillo de sus ojos, por qu mientras las

    ostraban ridiculas y coquetas, las bellas parecan ms bellas y las listas dechados de talento. Aquel hombre resuelto y bruto era acaso capaz de esa suavidad que nar a las mujeres. Y aquella noche Fanny se desesperaba porque tema, y miraba con terror a la seora Wintringham. Tena motivo, porque la seora Wintringham era minda; sobre todo ms serena. Tena un sentido de la dignidad de la reserva que era un arma de acero contra el desequilibrio e histerismo de Fanny, lo cual resultaba to teniendo en cuenta que Fanny haba sido educada como una dama y la otra era de baja extraccin y como Melbourn una especie de aventurera. Tena que ser m

    Fanny. Una mujer como ella, amada primero y abandonada por un hombre como Melbourn, poda irse completamente al diablo, sobre todo cuando rondaba la' cuarentena de muchos aos ante s.

    Hctor experiment un maligno inters en dar vueltas y ms vueltas a la intriga de su mente. Comenz imaginando el cortejo de Melbourn a Fanny, obsesionndola; y daban punto de reposo oprimiendo la copa, tan violento, que el cristal despidi un tenue sonido musical de aviso, y los rosados dedos se aflojaron con presteza.e pregunt si Jim Towner sospechara de su mujer, de aquel hombre que le estaba escuchando con tan patente mueca de desprecio. Hctor haba conocido a Jim desdera un nio. Le haba visto crecer y hacerse un guapo mozo. Ahora se lo encontraba empezando a declinar y perdiendo la lnea, desdibujada por la grasa y la disipantaba si el mucho beber de Jim era lo que haba alejado a Fanny, o si el saber Jim su conducta fue lo que le haba llevado a la bebida. Resultaba divertido comparar la on la de Melbourn. Nacido, el uno, rodeado de todo bien imaginable: riqueza, posicin, prestancia; favorito en los clubs, desde el colegio, y cuando Fanny se cas con o; y ahora, quince aos despus, convertido en aquel hombre pesadote y maduro, de rostro cada vez ms informe, dbil y marchito. El otro, nacido quizs entre la naddo el camino opuesto. Su rostro estaba esculpido tan firmemente como si se hubiera moldeado en bronce a fuego. No era extrao pens, que Fanny se hubiera dejado ce las mujeres resultaban mucho ms primitivas que los hombres y detrs de sus trajes delicados y de su fina piel y sus aires seoriles, lata un impulso primitivo hacia ur como Melbourn.l viejo Hctor recordaba a muchos muchachos que siguieron la senda de Jim Towner. Los que de los veinte a los treinta aos haban sido populares, brillantes y pletivo, parecan en cierto modo, deslucirse en repentina madurez incolora y mortecina, cuyos nicos chispazos brillaban en reuniones de clubs, donde de nuevo, efmen a ser el simptico Fulano, y recobraban un momento su perdido prestigio juvenil. As Jim Towner. Tal vez la desesperacin por su oscurecimiento fuera la causa da la bebida. Cuando su seduccin juvenil y animal empez a deslustrarse, no le qued nada...Quiz se daba cuenta de que aburra a la gente.

    Y entonces, sin motivo alguno, de pronto, asalt a Hctor la idea de que Felipe era el Jim Towner de quince aos antes, apuesto, atractivo, un poco bobo, y querido poo. Tal vez Felipe seguira la misma ruta. Tal vez Felipe haba de casarse con una mujer como Fanny, que hiciera de su vida un infierno. Y procur no pensar que Fa, porque le era insoportable este pensamiento.

    De cuantos rodeaban la suntuosa mesa, slo la cara de Felipe pareca an joven y no marcada por el tiempo. Todo se le ofreca en su camino. Y de pronto en el viejo Hu un repentino y apasionado deseo de infiltrarse en el cuerpo de Felipe, pero sin perder su propia identidad, de convertirse en Felipe, pero siendo Hctor; de tal sura vivir en Felipe y a su travs experimentar toda la vida. Era un deseo que ltimamente le haba rondado con creciente frecuencia.

    No dejaba de darse cuenta de que un muro lo apartaba sin remedio de Felipe. No era el muchacho como su padre, confidente sin reservas de cuanto le aconteca. Mo y reticente, y haban sido intiles cuantos intentos ensayara Hctor para conocer cmo pensaba su sobrino, cmo era en realidad su vida, a quin amaba. Slo sabacrea que era una actriz, a la que Felipe vea frecuentemente; pero ni conoca su nombre, ni se atreva a interrogarle, temeroso de hacer an ms alto e impenetrable el mrtaba del muchacho. Pens que, despus, de todo, y pese a no haber conocido a otro padre que a su to, Felipe no era tan suyo como de aquel Patrick, enterrado en elesapareci abandonndolo cuando era un nio de apenas dos aos. Y aun ahora poda pertenecer a aquella actriz a la que el viejo Hctor no haba visto nunca, cuyo nomra conoca. Y se qued diciendo: No ha de ser suyo. Lo guardar hasta que muera. Ya no ser mucho tiempo.

    Y de pronto enrojeci al ver que Felipe le estaba mirando con ojos que parecan rebelar lo que bulla en la mente de su to; pero casi al instante vio que Felipe trataba dmejor sera ir a reunirse con las seoras. Felipe no tena semejante poder de penetracin. Jams vera nada bajo la superficie.l viejo Hctor asinti, y se dispuso a levantarse; pero en el mismo momento vio la silueta de su criado Soames, hombre alto, amarillo y cenceo, que semejaba u

    dista y andaba con pasos silenciosos. Soames traa en bandeja de plata el sobre blanco y azul de un radiograma. Aunque la nica persona en el mundo a quien el viejocario estaba all, sentada justo enfrente de l, se sinti invadido violentamente por la sbita impresin de un suceso aciago que le hizo concentrarse en el sobre azul yosados dedos se contrajeron con fuerza y otra vez reson el musical quejido de la copa oprimida. El exquisito cristal se quebr, y sobre el breve montn de pedacitos deo tallo que* d recto, coronado por irregulares ptalos transparentes.

    Con leve temblor tom el sobre y lo abri con un cuchillo de plata para fruta. Se daba cuenta de que ahora eran los dems quienes le miraban a l, y en lo profundo de suor, murmuraba la sorda irritacin de ser observado por ellos mientras lea... El simple sonido del papel al rasgarse se le haca insoportable para sus hostigados nervios. Rle pareci empresa inacabable. Lo abri y ley:

    HCTOR CHAMPION

    , Sutton Palace Nueva Yorklegar maana Mauritania. Puedo ir tomar t? Contesta Hotel Ritz,

    Nancy.

    o ley dos veces antes de estar seguro de no haber perdido la razn. Al cabo de veinticinco aos, no era posible que Nancy telegrafiase as, como si se hubiera marche das antes y no hubiese sucedido nada. Pero un segundo despus vio que era ms que posible. Exactamente lo propio de Nancy. Jams le impresion cosa algunntara tal vez como si nada ocurriera, como si se hubieran visto ayer tarde y no veinticinco aos atrs.ntonces repar en que los otros le estaban contemplando; se volvi a Soames y dijo: Est bien. Hizo una bolita de papel con el radiograma y lo lanz al fuego encennea Luis XV. Fue a levantarse, pero de pronto sinti un mareo y de nuevo tuvo que sentarse.

    Creo mejor que vayamos con las seoras se oy a s mismo. Sabina quera jugar al bridge.l pasado le pareci emerger como una niebla y envolverle. Insisti en que los dems pasaran por la puerta antes que l, todos menos Felipe, que, mirndolo, solcito, le

    Te has cortado, to.e mir y vio una gota de sangre en uno de sus rosados dedos. Lo envolvi cuidadosamente en un pauelo y entonces se dio cuenta, con enojo, de que Felipevndolo. Se volvi y traspuso la puerta. En veinticinco aos no haba hablado nunca a Felipe de la ta Nancy, y ahora, simplemente, no poda articular las palabras. Haya maana. Maana inventara algo.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    11/138

    Decidi, no obstante, decrselo a Sabina. Necesitaba alguien que le ayudase a hacer frente a Nancy, y con Sabina poda contar. Sabina era el ingenio hecho carne. ento le asalt otro pesar. Lament no haberse casado cuando ella quiso hacerlo aos atrs. Pero el pesar se esfum pronto, aventado por el terror de la copa quebrada. Atos aos, el precioso juego de veinticuatro copas se haba desparejado y por su propia mano.

    Record tambin que haba sido Sabina quien ayud a Nancy y a Patrick. En su saln se encontraron y lo planearon todo. Y de nuevo se sinti descaecido, viejo, y sba Sabina, que era su ms antigua amiga, porque haba contribuido a que l perdiese para siempre a Patrick Dantry.Me voy a volver loco, pens.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    12/138

    n el saln, Sabina Jerrold estaba sentada en el sof, erguida y majestuosa, vestida de raso negro con un dorado cin turn y adornada con los brillantes de los Jerron sido famosos a fines de siglo, pero que ahora, junto a los brillantes artificiales de Fanny Towner, parecan pobres y anticuados en sus pesadas monturas de oro. Nada anacrnica seora, lleva ya brillantes verdaderos.abina, vieja solterona, con sus sesenta y siete aos, pesaba doscientas cincuenta y ocho libras. Llevaba los cabellos, escasos y grises, recogidos en un moo en lo alto

    gente cabeza, y muy huecos de rizos a los lados, para dar impresin de abundancia.Nunca fue una mujer enteramente corriente, y desde que haba engordado hasta alcanzar una tremenda obesidad, ya no volvi a ocuparse de engalanar su torso; pero cad

    arrostraba horas de tortura en manos del peluquero para obtener las ondas artificiales con las que honradamente crea dar una esplndida impresin de hermosa cabin estaba intensamente orgullosa de sus pies, tan pequeos que estaban fuera de toda proporcin con su cuerpo disforme. Calzaba las ms ricas y frgiles chinelas, orebillas como joyas, y siempre se sentaba de tal modo que sus pies apareciesen exhibidos en la postura que ms le favoreca. Pareca como si se diera cuenta de que su l no dejaba lugar a la esperanza, y por eso cuidaba solcita ambos extremos. Aquella noche estaba furiosa porque se encontraba vestida con lujo de mal tono, con to

    ntes, y porque Hctor haba tenido el mal gusto de invitar a Jim y Fanny Towner a la vez que a Melbourn, sin contar con la seora Wintringham, de quien empezaba a staba all tan fuera de su sitio como los otros. Porque Sabina era conservadora por naturaleza y no le sentaba bien la moda de las comidas organizadas para pcin. A menudo deca: No me importa el nmero de amigos que tenga una mujer, con tal de que no moleste a la gente con sus enredos. Y as estaba tranquilamente sis de estrangular a Fanny Towner por haberse mostrado deliberadamente spera con la seora Wintringham y conducido con ordinariez y bajeza. Ha estado terrible, ssaba que pareca mentira que no se avergonzase de s misma y que seguramente su ta, Alida Parsons (que viva con Sabina), no dejara de reprocharle su conducta.abina olvidaba que en otro tiempo, treinta aos atrs, y cuando ella estaba enamorada, no se haba quedado corta en tal sentido.

    Hablaba y hablaba, diciendo cosas sin sustancia, a las que Fanny contestaba con las ms insustanciales respuestas, de ver en cuando, intervena con alguna palabra suea Wintringham, a quien Fanny cuidaba de no dirigirse. Era como en un pique familiar pens Sabina, en que dos miembros de ufa familia no se dirigen la palde un tercero. Y entre tanto, Sabina contemplaba el bello rostro fatigado de Fanny y se preguntaba por qu una mujer que lo tena todo hermosura, riqueza y

    able, se haba descompuesto la vida de tan amargo modo. Aquella noche pens Sabina Fanny representaba ms edad de la que tena, con esa fatalidad que persmujer cuando lucha por conservar a un hombre. Le haban salido arrugas, no se sabe de dnde, y bajo sus ojos azules tena dos sombras violceas, grandes como ostra

    con ojos azules, una linda y menuda nariz y rizados cabellos pajizos, que llevaba cortos.A Dios gracias se dijo Sabina, yo nunca fui guapa ni rubita. El ao en que Fanny fue presentada en sociedad, todo el mundo la llamaba Nena. Por qu se a se haba pintado as, como vina colegiala, si le hace la cara dura como un vaso? Por qu las mujeres guapas no se enteran jams de que no tienen toda su vida diec

    Hablaron de la pera, y Sabina se distrajo examinando con minuciosa atencin a la seora Wintringham, preguntndose, como Hctor lo haba hecho, quin era en ra mujer, y de dnde en realidad habra salido. Llevaba un traje de gasa negra que flotaba en torno a su esbelta figura, ya celndola, ya descubrindola, y, a la par realzz de su rostro y el rojizo matiz de sus cabellos, de un dorado profundo. Rodeaba su garganta un solo hilo de enormes perlas artificiales. Su voz era agradable y hablao suficiente, sin afectar nunca conocer a quienes no conoca y eludiendo intervenir en la conversacin cuando Fanny de propsito la encaminaba, una y otra vez, a com

    parientes y amigos que no pertenecan al crculo de relaciones de aqulla. Fanny pens Sabina est hecha una... Pero la seora Wintringham tena sobre ella toas. Era ms joven. No del estilo de las que se esfuman de prisa. Era tranquila, amable y magnficamente serena, y tena el aspecto de quien sabe esperar. Sabina pensuiere, Melbourn acabar por acceder. Le pareca la mujer que Fanny hubiera sido y no era. Sus trajes, su dominio de s, su belleza, su equilibrio: he ah sus armasuy que nada haba en ella sin inters. Emanaba algo oue incitaba curiosidad, y detrs de su serenidad tranquila arda un fulgor. Tratando de conservar su' mentrsacin, dijo en voz alta:

    Lo fastidioso es que todos tenemos demasiados amigos y conocidos. Podemos ir de sitio en sitio demasiado fcilmente. Cualquiera puede telefonearle o telegrafiarentro que esta vida se ha convertido exactamente en un barullo. La vida en Nueva York ya no vale un cupronquel. Se reduce a correr de una a otra persona, de uno en otroolt el bastn que llevaba, porque eran sus pies demasiado pequeos para soportar un cuerpo tan pesado, y encendi un cigarrillo, esperando que alguna de las otes reanudararan la conversacin y la llevaran adelante; pero no sucedi as, y maldijo a Hctor en su interior, por centsima vez, por haberle colocado en la posicin d

    casa en una reunin inaceptable.Me podrn llamar vieja anticuada, pero, a mi juicio, la gente ya no es como era. Encuentro el mundo muy superficial y distinto; las mujeres ansiando ir de una fieosas de no estar siempre en los mejores sitios, en las fechas sealadas, y los hombres, tan cansados, que todos ellos piensan en tomarse unas copas o en aprovechailidad de irse a la cama, exclusivamente y sin otro propsito que el de dormir.

    Melbourn no es as diio Fannv desafiadora. Bueno, es diferente. Tiene bastante vitalidad. He ledo un libro que dice que la vitalidad depende de las secrecionelo haba pensado antes, pero supongo que hay una buena parte de verdad en ello.

    Mucho observ la seora Wintringham, tranquila.abina pens: Si Hctor no viene con los hombres inmediatamente, no me contengo ms y les hago una escena. Soy ya demasiado vieja para sufrir semejante martirio

    y corta. Resolvi, en su interior, que ella odiaba y despreciaba a todas las mujeres, con sus procedimientos felinos y celosos y su capacidad para convertir granos de aas, y que la pobre Fanny era, en lo femenino, la apoteosis de la falta de sentido comn.ra tan caprichosa, histrica y exagerada, que no encon traba extrao el que Jim Towner se hubiese dado a la bebida De buena gana pens Sabina, le daba una pal

    mismo momento, en la cansada y linda cara de Fanny sorpren di la sombra de una mirada tan llena de angustia y desespe ranza, que Sabina se avergonz de s misma a sin por la muchacha. Aunque Fanny tena treinta y ocho aos Sabina la vea siempre como una muchacha.e esforz en continuar hablando de bobadas, hasta que e 1 aburrimiento se hizo tan intenso que apenas se daba cuenta de lo que deca. La habitacin comenz a py a desvanecerse ante sus ojos, pero a travs del aburrimiento segufc viendo la triste y angustiada cara de Fanny y pensaba: Si este es una pasin, no lamento no h

    ido. Esa cosa qu llaman amor cada vez me parece ms lata. Dios me libre de semejante calamidad.a seora Wintringham se puso de pie, de pronto, y echc a andar para mirar por la ventana.

    Qu le pasa al viejo Hctor? pregunt Fanny de re pente. Parece enfermo y triste.No tengo la menor idea.Pues crea que si alguien pudiera saberlo sera usted.S, en realidad, supongo que as debera ser; pero l nme ha dicho nada y no es cosa en la que una pueda tomar 1iniciativa tratndose de l.

    a seora Wintringham, de pie junto a la ventana, hable de pronto:Ha empezado a nevar dijo; est nevando tanto qu no se ve la otra orilla del ro.

    abina, repentinamente, decidi ir al comedor y traerse los hombres a la fuerza, porque detestaba estar charlandc hasta cuando la conversacin era interesante; solamenla mesa de bridge. Opinaba que tena ya sesenta y siete aos, que desde mucho antes haba gastado todas sus conver saciones de sobremesa y que durante muchos aohecho ms que repetir las cosas. Se lanz penosamente con si gran peso sobre sus lindos y menudos pies, y en el mismo rao ment se abri la puerta y los caballeros endido de Melbourn, que pareca fro, duro e irritado. Detrs, Jim, con ojos de pescado y un poco vacilante, y luego Hctor, que le pareci a ella ms blanco todava que dda y con un dedo envuelto en un pauelo de seda; y el ltimo de todos, el joven Felipe, con tan buen color y tan guapo que Sabina se olvid hasta de su aburrimiento y r en su padre, Patrick Dantry, y en cmo su propio sentido comn le haba salvado a ella de enamorarse rabiosamente de Patrick como lo estaban la mitad de las muj

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    13/138

    Al entrar los caballeros en la habitacin, Hctor vio que Fanny, inquieta y con cara de tedio, miraba inmediatamente a Melbourn, quien prefiri no darse por enterado. EHctor, se interes en seguida por la seora Wintringham. Ella estaba cerca de la ventana, un poco de perfil y en una especie de inconsciencia que acapar por compa. Algo haba en el equilibrio de la preciosa silueta al destacarse en el negro azulado de la noche, entre las cortinas carmeses, que excitaba su extremada sensibilidao exquisito y perfecto. Tambin ella estaba mirando a Melbourn, pero ms reposadamente oue Fannv, v Melbourn asimismo la miraba a ella.abina se puso en pie y se sent a la mesa de bridge, fasti dida porque Hctor haba invitado a comer a siete personas; no era posible formar sin molestias ni u de bridge. Volvi una carta y dijo:

    Vengan a sacar. Hemos gastado ya harto tiempo en la charla.ero el viejo Hctor, que, generalmente, haca trampas, para estar seguro de ponerse en el sitio que le gustaba, dijo que se senta cansado y que no tena ganas de jugaa Wintringham confes tranquilamente que no jugaba bastante bien y que prefera hablar. Al decir esto mir a Sabina, y entre las dos se cruz un instantneo destello deor un momento, las convirti en aliadas. Fue un destello que a Sabina le deca: Me doy perfecta cuenta de que esta reunin no tiene remedio y de que si me siento a anny Towner habr una escena, porque ella est decidida a armarla. Lo que he dicho es ingenuo. Juego bastante y me gusta jugar, pero no en estas circunstancias.os otros comenzaron a declinar unos en otros con falsa sinceridad y derrochando un tiempo precioso, hasta que Sabina con viveza, dijo:

    Vamos a no porfiar. Estoy segura de que Hctor y la seora Wintringham no quieren jugar. Ven, Fanny; t y yo jugaremos con dos de stos seores.abina comprenda que Fanny no tena que jugar, ni con su marido ni con Melbourn y se daba cuenta ahora de que Hctor haba descuidado sin escrpulos la onndole a ella el cuidado de conducirla a puerto seguro. Estaba impaciente y obsesionada con su bridge, porque de costumbre jugaba seis horas diarias y era capadad y su vitalidad, de conseguir la victoria, pese a las peores cartas y al ms bobo compaero.

    As, pues, los tres hombres sacaron y los naipes decidieron que jugaran juntos Melbourn y Jim mientras Felipe quedara de mirn. Sabina baraj con gran revoloteo la agresivamente la baraja a Jim para cortar.l viejo Hctor dijo a la seora Wintringham: Vamos a sentarnos en la biblioteca, donde podremos hablar sin molestar a los otros.

    Caminando detrs de ella, al cruzar la puerta, fue sbitamente impresionado por la belleza de la fisura y de su espalda tan generosamente expuesta a la admiracin por stido, y experiment una repentina onda de casi fsica excitacin que no brotaba del deseo porque en verdad nunca haba deseado a la mujer de modo genuino, sinnacin. Pens lo excitante que deba de ser para un hombre joven, como Felipe, y el pensamiento de Felipe y de la seora Wintringham untos levant una vez moso e imposible deseo de introducirse en el ser de Felipe, de modo que oudiese experimentar, a travs de l, todas las excitaciones que por s mismo no haba conocideseaba permanecer siendo el mismo, de modo que pudiese gozar el placer de sus sentidos con un desinters que los hombres jvenes, en el calor de la juventud, en. Era un deseo complicado, grotesco, y otra vez se dijo a s mismo que deba de estar no slo enfermo, sino loco.a seora Wintringham se acerc al reducido fuego que arda bajo el retrato de Ingres, que era como una joya colocada en un estuche formado por la belleza de la peosa habitacin. La recorri de una ojeada y dijo:

    Es una habitacin preciosa. Qu suerte tiene usted: buen gusto y dinero para satisfacerlo.n un mundo para el cual belleza y riqueza parecan cosas naturales y corrientes, no lo era tal observacin, y halag al gordo y plido viejo, que, por un momento, se

    r agradable y simptico. La cumpliment por su traje, y de nuevo pens cun exquisita y completa era desde el oro y carmes de sus chinelas hasta el pauelo de gasa neles carmeses arrollado a su mueca y la diminuta pitillera de esmalte con cierre de zafiros, de la que ella tomaba un cigarrillo. De pronto codici la pequea caja conavaro, y conjetur que objeto tan precioso tena que ser un regalo de Melbourn. Era una de esas menudas insignificancias que tienen que haber costado una pequea for

    Hctor dijo:Cmo va la tienda?Muy bien.

    ncendi el cigarrillo y mir por la ventana, como si su atencin estuviese lejos de all.Es muy divertido el negocio de antigedades dijo Hctor.S.

    e sonri repentinamente y en su sonrisa haba una dbil sombra de burla y amargura. Advirti de pronto que haba en ella algo duro, de lo que antes no se haba dado specie de completo dominio de s misma que poda haber nacido en el mismo manantial que la dominante seguridad de Melbourn. Hctor estaba acostumbrado a a y la insinuacin de la seora Wintringham le turb, porque senta en cierto modo que ella, como Melbourn, sentan un tranquilo desdn por l, por Jim Towner, Fansemejante; todos ellos, en realidad, nacidos de una vida blanda.

    Casi de pronto dijo ella:Voy a hacerle una pregunta algo impertinente: Por qu me ha invitado usted esta noche?Hctor no estaba acostumbrado a la franqueza y la pregunta le sobrecogi de tal suerte que por un momento se sinti incapaz de contestar. Despus dijo, suave y sinceraPorque es usted hermosa y encantadora y enriquece y adorna cualquier reunin.

    videntemente, ella no dio crdito a esta respuesta, pues sigui preguntando:No ha sido simplemente para humillarme?De nuevo se qued perplejo y acert solamente a murmurar:Humillarla...? Por qu?Porque soy una extraa.

    oco a poco comenz a ver en la mente de ella. Pensara que la comida haba sido una conspiracin para hacerla aparecer torpe y fuera de lugar delante de Melbourn. Tenta sospecha de que se le tendi una trampa. Haba algo en ella que reclamaba probidad. l haba sido hipcrita y suave tanto tiempo que serio normalmente se conviro apto slo para aumentar el espesor de la cscara de soledad que rodeaba su alma autntica.Voy a ser completamente franco. Estaba lleno de curiosidad por usted. Deseaba conocerla mejor.De nuevo sonri ella.Eso es muy sonjero. No hay mucho que conocer. Se sent en la amplia mecedora y aadi: Supongo que debo de parecer una especie de aventurera. De pra rer y dijo: Esto no lo haba pensado nunca. Me figuro que las aventureras no piensan en serlo, puesto que todo ello les parecer enteramente natural.Hctor crey advertir entonces profundidades en aquella mujer, la ndole de profundidades que no suelen encontrarse en personas como Fanny, que era todo superficie, nmple y hbil Sabina, que era transparente como cristal. Haba en la seora Wintringham algo misterioso que l supuso surgido de su pasado, fuese cual hubiese sid

    ente conoca nada acerca de ella, sino que vesta muy bien y que haba estado casada por lo menos dos veces, que posea una tienda bajo el nombre Quince y Wintringque venda antigedades, y tambin que tena amigos entre las gentes ms aventureras y menos recomendables del mundo elegante y conservador en que Hctor se mras la observaba arrellanada blandamente en la gran butaca, con el resplandor del fuego iluminando sus cabellos de oro rojizo, se sinti sumir en las ms noulaciones, sin darse en absoluto cuenta de que ella haba arrancado de su mente el fastidio del reciente telegrama de Nancy y hasta su terror de morir. Se enriando malvolamente su cara, tratando de penetrar ms all, para descubrir a la verdadera seora Wintringham detrs de todo aquel dominio de s, de aquella cautelagencia vigilante. Una mujer que ha de desenvolverse en el mundo tiene que ser precavida se dijo a s mismo. No puede vivir como Fanny.staba claro que ella no tena intencin de seguir confesndose, porque cambi de pronto, y se ocult tras una nube de trivialidades acerca de sus cuadros, sus tapicelanas, y mientras l le hablaba, otra parte de su cerebro estaba acechndola y pensando cun perfectamente simbolizaba aquella mujer los cambios sufridos por el mundud de Hctor, una mujer como aqulla hubiera sido pura y simplemente cortesana; pero ahora una mujer poda hacer carrera respetable mediante el matrimonio, arran

    arido, con ayuda de la ley, mucho ms dinero que hubiera podido obtener de la devocin o la indulgencia de un amante. Se haba casado dos veces, decan. Por lo tantaberse divorciado y obtenido el dinero con que compraba aquellos costosos y lindos vestidos.

    No poda tener mucho ms de los treinta aos, es decir, tena ante s toda la vida. An era tan joven que ni siquiera su cara revelaba nada acerca de ella. Sencillamente, uon el brillo de juventud que l deseaba tan apasionada y amargamente y que ya nunca podra recuperar.

    Afuera la nieve caa ms y ms de prisa, hasta que, a travs de los millones de menudos copos, las luces del ro se haban convertido en titubeantes globos rosas, amo, el fuego arda tranquilamente y los criados entraban y salan con tanta suavidad en la pequea habitacin, que uno apenas se daba cuenta de que nuevamente haban as. Aquella tranquila y preciosa mujer actuaba favorablemente sobre los nervios de Hctor. Poco a poco comenz a sentirse en paz. l no haba tenido idea de que las ran ser de aquella suerte.

    Oy como le deca:Se ha cortado usted en el dedo.Y esto le hizo fruncir el seo, porque trajo de nuevo a su mente el recuerdo de Nancy (maldita fuera!), y su telegrama

    la idea de que los doctores podran decirle, al da siguiente, que slo le quedaban de vida breves semanas. Si al menos no hubiera roto la copa...a seora Wintringham se levant, arroj su cigarrillo" al fuego, y, tranquila, cruz la habitacin para mirar por la ventana una vez ms hacia el ro, que pareca

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    14/138

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    15/138

    im Towner haba desaparecido del saln. Quiz, pens el viejo Hctor, porque le habra parecido penoso y ridculo jugar al bridge en la misma mesa con su mujer y Me se senta demasiado ebrio para estar presentable ms tiempo. Era an lo suficiente caballero para desaparecer antes de ponerse en evidencia.

    Una depresin extraa pareci haber cado sobre todos los circunstantes, incluso sobre la slidamente firme Sabina, y todos se mostraban silenciosos como si esdos y esperando algo. En el centro de la mesa haba un pequeo montn de billetes de Banco. Melbourn rellenaba un cheque. Felipe, sentado, apticamente silencioso,u imaginacin evidentemente a mil leguas.anny pareca sbitamente cansada y lamentable, con grandes crculos bajo los ojos y duros surcos en torno de su boca.elipe rompi el silencio. De pronto, se dio cuenta de su actitud y nerviosamente dijo:

    Las seoras han ganado. Todo... Sabina nunca pierde.l viejo Hctor, cuidando de su dedo herido, experiment dentro de s un sbito y amargo deseo de golpear a alguien. La pobre y delicada Fanny fue la vctim

    volencia cuando l dijo:Los caballeros parecen haber sido terriblemente afortunados en amores.

    or un instante, Fanny pareci no enterarse, y despus, de pronto, se mordi los labios y los ojos se le llenaron de lgrimas.abina, de pie junto a Hctor, murmur con acento brusco:

    Eres inmundo, Hctor!A veces le odiaba. Quiz, pens l, porque ella no olvid nunca la humillacin de aquel da en el jardn de Staatsburg.Meibourn haba echado el cheque encima de la mesa y se puso a escribir algo en un pedazo de papel que haba arrancado del cuaderno de bridge. La mirada de Fannsia el movimiento del lpiz, y apenas l se dio cuenta de que le estaban espiando, arrugo el papel bruscamente y se lo meti en el bolsillo, diciendo:

    Apuntaba una cosa para que no se me olvide.Y se puso de pie.

    n el vestbulo, mientras recoga el abrigo, Hctor de pronto record que no haba dicho nada a Sabina acerca del regreso de Nancy y que necesitaba su ayuda. Por treancy se pusiera, estaba seguro de poder contar con la ayuda de Sabina.

    Y entonces, en voz baja, dijo:Nancy vuelve a Amrica.Nancy? repiti ella con sonora voz. Qu Nancy?Mi hermana Nancy.

    abina, que estaba ponindose el abrigo se detuvo en el ademn y dijo, asombrada:Te refieres a Nancy Carstairs?Ahora se llama Nancy Elsmore.Hctor no haba querido que los dems oyesen la noticia, pero la profunda voz de Sabina le haba traicionado. Ahora todos estaban escuchando y no tena ms reme

    ar:Mi hermana viene a Nueva York. Ha estado ausente muchos aos. Por esto Sabina se muestra sorprendida.or supuesto, Meibourn y la seora Wintringham nunca haban odo hablar de ella.

    De pronto, Hctor se fij en la cara de Felipe. Se haba quedado sin color. Felipe le miraba.Te refieres a la ta Nancy?S.

    l caso era agudo, teniendo en cuenta las relaciones de Nancy con el padre de Felipe; pero an esto no explicaba el sbito cambio de fisonoma en el muchacho. No era e acordase de Nancy. No la haba visto desde los dos aos.ntonces, Meibourn dijo:

    S, yo conozco a lady Elsmore. He comido con ella en Londres. Sir John viene a Nueva York para tratar conmigo de un asunto de minas. Lo que yo no saba es qana de usted. Tenemos que reunimos un da en casa a comer.Y entonces, suavemente, Sabina dijo:Llvala maana a tomar el t conmigo, Hctor.Todos volvieron a despedirse y Sabina ofreci a la seora Wintringham el ascensor. Todo ello fue muy tranquilo. Todos parecan cansados.

    ra Fanny, despus de todo, la que haba vencido, porque Meibourn le ofreci llevarla a casa. Y entonces Hctor sorprendi el momento en que Meibourn deslizaba enseora Wintringham el papel que haba arrancado del cuaderno de bridge, y vio que la seora Wintringham lea lo que en l estaba escrito, tapndose con la somo de pieles. Hctor sinti de nuevo tal violento ataque de curiosidad que de pronto volvi a sentirse mareado.

    a, puerta del ascensor se abri silenciosamente y todos menos Felipe, fueron tragados por l y descendieron los veinte pisos hacia la tempestad de nieve que estaba cubdad con espeso manto blanco. Felipe se puso el sombrero y el abrigo, pero se qued como esperando algo.e volvi hacia su to y dijo:

    Te sientes mal, to Hctor? Puedo hacer algo por ti?l viejo ansiaba apasionadamente gritar: No te marches! Qudate conmigo. Me estoy muriendo y no puedo soportar quedarme solo mientras t te vas a la ciuda

    s. Ya s donde vas... A ver a esa mujer.ero se limit a fruncir el entrecejo, diciendo:

    No, estoy cansado. No te preocupes por m.No poda interrumpir la marcha de Felipe dentro de la vida.Ests seguro? pregunt Felipe, mirndolo con atencin.Completamente seguro.Oye... A propsito de ta Nancy: viene aqu?No. Ir al Ritz. Ha vivido en el Ritz tanto tiempo... Yo creo que se siente ms en su casa en esos hoteles. Una ola de amargura le invadi y dijo: Ya comprendes, tilo de vida tanto tiempo, que aqu se aburrira con nosotros.elipe se ruboriz repentinamente:

    Me alegrara verla.Naturalmente que la vers.

    l muchacho encendi un cigarrillo y dijo: Bueno, si no me necesitas, me voy.Y Hctor pens: Hace lo que debe. Se muere de ganas de marcharse. No es aqu donde desea estar. Es con esa chica. El ascensor apareci de nuevo y Felipe dir tarde, pero tengo mi llave. Lo mejor que puedes hacer es acostarte ahora.e cerr la puerta y ya se haba marchado. El viejo sinti vivo deseo de gritar: No te vayas! No me dejes! Pero giied silencioso, e inmediatamente se sinti tan marde sentarse en el gran arcn de talla. Sus pensamientos eran sumamente confusos. En aquel momento no estaba por completo seguro de que quien acababa de marcharsel padre de Felipe, Patrick Dantry, ni de que era l quien en aquel momento acababa de encontrarse con Nancy; pero al instante record que ahora l era viejo ymente enfermo y que toda aquella historia haba sucedido casi treinta aos antes.

    As fue como Soames le encontr cuando, con leve y silencioso paso, atraves el vestbulo. El criado fue a buscar un vaso de whisky, y se qued mirndolo con ta, que el viejo Hctor molesto, grit:

    No me he muerto, todava! Estoy perfectamente. No me importune. An no se va a quedar usted sin colocacin. Y despus suavemente aadi: Diga a la serviduacostarse; no esperen a Mr. Felipe.

    Y Soames se march, preguntndose por centsima vez si debera decir algo a Mr. Felipe acerca del viejo, porque sospechaba que desde haca algn tiempo tena algo ecabeza. Haba veces que tena la idea de que el viejo estaba proyectando algo terrible.Cuando Soames se march, Hctor, levantndose del arcn, pens amargamente:Todos esos, todos menos Sabina, que es, como yo, demasiado vieja, se van a la ciudad, a vivir. Felipe en busca de su chica, y Melbourn entre esas mujeres, que luchan Towner, segn se dice, entretiene a una cantante.inti ardientes deseos de seguir a cada uno de ellos y ver qu les ocurra cuando cruzaban su puerta.ara llegar a su propia habitacin tena que pasar por la puerta del ascensor, y en el camino advirti un pedazo de pa pe arrancado del cuaderno de bridge. Aingham se le debi caer inadvertidamente y al abrir el ascensor para entrar Felipe, debi de haber salido al vestbulo. Apoyndose en el cierre de la puerta para sosten y lo recogi. Lo abri y ley: Espreme en su casa. Ir aunque sea muy tarde. Necesito hablarla.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    16/138

    As que, despus de todo pens, haba sido la pobre Fan ny la vencida por aquella extraa e inquietante mujer, que, en realidad no era nadie. Y entonces el pasae nuevo Nancy y Patrick, y el terrible telegrama de la muerte de ste en la grieta cerca de Grindelvald, y Sabina en el jardn de la vieja Juliana Sloane, en Staatsbuones en Newport, y los inviernos en Roma. Ahora Newport estaba lleno de gentes vulgares, ahora nadie pasaba ya inviernos en Roma. Y l era un anciano. Igual poo.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    17/138

    AUP TULO II

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    18/138

    ran ms de las once cuando Jim Towner abandon la reunin del viejo Hctor y baj en el ascensor de bronce y cristal. En el vestbulo, abajo, fue saludado por el porterba Pat Healy y luca suntuosa librea adornada de cordones y galones dorados, elegante y costosa como la casa entera. Era un sujeto voluminoso de hombros podes que haba adquirido al precio de vivir fcilmente y de su carcter pastueo desde que cumpli los cuarenta. Sonrea sin cesar y gozaba de gran popularidad donde quontrase.

    Al observar los ojos de Jim Towner, inyectados en sangre, y su vacilante andar, sonri y dijo, con animoso acento:El coche, Mr. Towner?

    ero Jim sacudi su bella y robusta cabeza y replic:No, no voy a tomar mi coche.Un taxi?No, gracias. Voy a ir andando. El aire me sentar bien. Ech a andar titubeando, pero se volvi, como si hubiera olvidado algo, y dijo:Qu tal ese asma, Pat?Mejor, seor. Siempre va mejor cuando hace fro. Continu mirando a Jim Towner con discreto inters, y otra vez, con tacto y buen humor, le dijo:Hace una noche muy mala. No sera mejor que le bus case un taxi?No, estoy perfectamente. Me iba poniendo malo. He taido un amago de indigestin. El aire me sentar bien.

    e encamin hacia la puerta, y de nuevo volvindose, como si hubiera olvidado algo, dijo:Cuide, cuide ese asma, Pat; el asma es mala cosa.

    at le sonri y, empujando lentamente la puerta giratoria, dijo:Muchas gracias, Mr. Towner; lo har.Con el cuidado de ser discreto, Pat Healy esper en la sombra de una de las grandes columnas contiguas a la puerta hasta que vio a Jim Towner cruzar la calle sin incidenuna suerte pens que no pasen muchos automviles en semejante noche con un viento del diablo y la nieve cayendo en todas direcciones. Un tipo tan curda nose a caminar solo con tan fuerte tormenta.

    Cuando Jim Towner hubo desaparecido por la calle Cincuenta y Siete, Pat volvi a entrar en el portal.Maana vamos a tener un buen montn de nieve dijo al ascensorista.S; a lo mejor no vas a poder irte a Corona.Dijo esto deliberadamente para atormentar a Pat, porque Pat estaba casado haca poco y su mujer le esperaba en Corona, e iba a tener un nio de un momento a otro.Despus de comprobar que no haba nadie por all, Pat sac un cigarrillo y ofreci otro al del ascensor. Ambos encendieron en silencio el cigarrillo, y entonces Pat dijo:Es un to simptico este Mr. Towner. Lstima que empine tanto el codo.

    l ascensorista contempl la punta de su cigarrillo, sumindose en la abstraccin.Sabes lo que estoy pensando, Pat? Estoy, pensando en que la mayor parte de ellos no tienen bastante qu hacer y eso les pone los nervios de punta.

    or ellos entenda toda aquella corriente de hombres y mujeres, jvenes y viejos, vidos y arrogantes, deshechos y aburridos que entraban y salan por la puerta de Be. l y Pat conocan a todos los que vivan all y a la mayor parte de los que entraban y salan como invitados o visitantes. Sin conciencia de s mismo lean las columndicos dedicadas a las idas y venidas del mundo rico, elegante y a veces llamativamente vistoso, en el cual desempeaban el papel de espectadores.Fjate en la seora Barty y en Mr. Tevis observ el ascensorista. Y un poco ms cerca, en voz baja, aadi: Sabes t lo que pienso? Que ella toma cocana. S, siasar ocho horas diarias trabajando, gastaran el resto de su tiempo en algo ms que beber y andar con zorras. Nueva York no tiene sitio para un hombre sin ocupacin fij

    Quedaron en silencio, rumiando el estilo de existencia de las gentes que desfilaban ante ellos. Y ahora Healy empez a pensar en la casita de Corona y en Ester, que le esa. Es una buena cosa estar casado y con la vida arreglada. Ya bastaba haber sido alocado de joven, con chicas por todas partes; pero llega una edad en la que ya no eendo. Cada uno tiene que ponerse entonces a pensar en su salud y en regularizar sus horas y montar una vida slida para la vejez, y en tener chicos que miren por uno cuamasiado viejo para seguir trabajando. Qu haran, si no tuvieran hijos?Al pensarlo, Pat se sinti un poco avergonzado de no haber hecho algo por ayudar a su viejo padre. Lo nico que hicieron sus hermanos Tim y Jerry, fue darle disgustose port bien fue su hermana Rosie. Mantuvo al viejo fuera del asilo de Ward Island. Rosie fue quien se ocup de todos ellos y los libr de complicaciones. Y ahora a, y ya no se llamaba Rosie Healy, sino Rosa Dugan, y tena un cabaret que llevaba su nombre.at dej a sus pensamientos seguir vagando indolentes.e haba disgustado pensar en Rosie y en su modo de vivir, hasta que una noche ella se sent en el rincn de su cuarto y dijo:

    Mira, Pat; ya estoy harta de ti y de toda mi cochina familia cargndome con sermones sobre cmo vivo. Tengo perfecto derecho a hacer lo que me d la gana, tanto coy, porque, despus de todo, nunca hice nada por el estilo de Tim que pudiera llevarme a la crcel.

    Aun cuando fuese mujer, tena derecho a hacer lo que le diera la gana. No lo haba hecho tambin l, despus de todo? En fin de cuentas, march derecha hacia un fin

    ca y viva acomodadamente. Y, bien mirado, alguien en la familia tena que ser quien ganase para que el viejo no tuviera que i r al asilo, ni Tim a la crcel.areca Rosie tan sensible, que l pens en que tal vez tuviera razn. A lo mejor vala ms vivir confortablemente con dinero en el bolsillo y automvil que pasarse el datanos de Macy, con los pies hinchados, como lo haba hecho Ester, que siempre estaba demasiado rendida para poder disfrutar de nada. La vida era una cosa

    moniadamente difcil decidir lo que estaba bien y lo que estaba mal. Despus de todo, de Rosie no se poda decir que nunca hubiera tenido gran suerte ya que empez ues le naci un chico cuando tena diecisiete aos. Entonces era muy guapa y resultaba muy bien cuando se vesta elegantemente. No poda uno censurarle su aficinos y las joyas. Despus de todo, a lo mejor slo era culpa de aquel obrero italiano, Tom Bruzzi, que fue quien la meti en jaleo, y al que despus se llevaron a Sitaba fantstico lo chiflada que estaba por l, tanto que hasta quera ir a la crcel tambin ella, como si eso le sirviera a l de algo.

    An deba de seguir chiflada por l, porque cuando Pat le pregunt una vez si haba vuelto a tener noticias, se puso furiosa y dijo:Djalo en paz! No tengo ganas de hablar de l. Eso es cosa ma. T no vuelvas a acordarte.Y una mujer que se pone como ella se puso cuando dijo aquello, tena que seguir estando chiflada por el obrerillo italiano, aunque no le hubiera visto haca un montn deNo; a lo mejor Rosie estaba en lo cierto. A lo mejor ella haba sido hecha para esa clase de vida. Ahora tena dinero y un cabaret con su nombre, era generosa con

    re consegua sacar a Tim de la crcel. Adems les haba comprado a l mismo y a Ester una casita en Corona. No, no se poda decir nada; se haca uno un lo. Ciertahaba hecho cosas feas, pero era feliz y haca falta a un montn de gente.

    A la noche siguiente estaba libre y decidi que alquilara un traje de etiqueta, ira al cabaret de Rosie y la oira cantar. Para ella deba de ser estupendo dar el golpe. Ademoso, porque a nadie se le haba ocurrido nunca que ella fuera capaz de cantar ni poco ni mucho.Y como consecuencia de sus pensamientos, Pat di jo entonces, en voz alta:La vida es una cosa rara, Bert.S, una cosa rara. Tambin yo lo estaba pensando. El viejo est ms hecho polvo cada da.Tu padre?No; muri hace diez aos. Me refiero al viejo Champion, el que vive en el piso veinte. ltimamente ha empeorado y empeora cada da.Oh! Ese... dijo Pat, y un amplio desprecio matiz su voz.S, esta noche me ha armado una bronca porque el ascensor lleg un minuto tarde.Siempre ha sido un to asqueroso. Nunca he odo hablar bien de l a nadie. Mi to fue cochero suyo cuando el viejo viva en la calle Treinta y Seis. Hace un rato ddo los coches de caballos.

    S..., un rato largo.Parece ms de lo que es.S, mucho ms largo. Debe de ser por lo de prisa que todo se mueve en esta condenada ciudad.Y Pat, de nuevo, se sumi en sus pensamientos sobre la casa de Corona y sobre Ester, que le oira entrar y se levantara y le preparara algo caliente para comer cuaa a casa a las dos. Era agradable pensar que un da de estos seran dos los que le esperaran, en vez de uno, y que el otro sera una mitad Ester y otra mitad l mismo. Y eir por dentro un grato calor y una sensacin interna de plenitud. Se pregunt si quera un chico o una chica. Si era chico le llamaran Patrick y si era chica, Rosie. Aiment un tibio bienestar. Se sent y se qued mirando delante de s.l cigarrillo quemaba sus dedos y el ascensorista dijo:

    De qu porra te ests ah riendo?Nada replic Pat. Estaba pensando solamente.Cmo podra l decirle a Bert, que ni siquiera estaba casado, en qu estaba pensando? Era algo que otro no poda entender si no le haba sucedido a l mismo. Le hacse importante y acomodado. La cosa poda ocurrir en cualquier momento. A lo mejor, aquella misma noche,

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    19/138

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    20/138

    Con gran cuidado, concentrndose mucho, Jim Towner sigui caminando tenaz en direccin oeste, a travs de la calle Cincuenta y Siete, en lucha contra la ventisca do su amplio pecho de largas bocanadas de aire fro batido por la nieve. Era casi tan bueno como un bao helado, especialmente despus de todo el aburrimiento y la fancialidad de la cena en casa de Hctor. Estar solo con una mujer, estupendo; pero estar rodeado de mujeres le haca sentirse como un toro en una tienda de porcelanas.e haba encasquetado su flexible gris hasta los ojos y levantado el cuello de su abrigo todo lo alto que pudo para resguardarse del viento y de la nieve. Sinti su cabeza lla los pensamientos danzaban confusos de un modo absurdo, de tal manera que no poda pensar nada a derechas, seguido. Tena un pensamiento, y antes de que pucuenta, otros venan y ocupaban el sitio de aqul. Se limit a bajar la cabeza y dej a su mente divagar. Era como si estuviera medio dormido.

    Un poco ms all de la Avenida Lexington se par de pronto, al darse cuenta de que casi haba tirado al suelo de un empujn a una vieja. Por un momento se qued mireguro de si estaba despierto o si todo aquello era algo que soaba. La mujer era vieja, flaca y encorvada, de rostro muy arrugado, casi enteramente oculta por un chal anba los pies envueltos en trozos de arpillera. Inclinada sobre un montn de basura, escarbaba entre las latas viejas y los restos, rebuscando. No pareci darse cuentncia de Jim. La mente de ste se aclar y en el acto despert una vieja costumbre dando fe de s misma. Cada vez que se encontraba ante alguna calamidad o asin por alguien, su movimiento instintivo era dar dinero, quiz porque era la nica cosa que l poda dar. Con dedos vacilantes desaboton su abrigo, busc en el un billete de diez dlares. Pero la vieja estaba tan absorta en su rebusca que tuvo que llamarla. Le tendi el dinero y sinti inmediatamente impulsos de echar a andacomo pudiera; pero la vieja no tom el billete de primera intencin y se qued mirndolo fijamente. Cuando la vieja recibi el dinero, cogi tambin la mano enguantaimi con una fuerza increble en tan vieja y maltrecha criatura... Jim no logr desasirse y andar como quera, mientras ella farfullaba para s y al fin exclamaba:

    Dios le bendiga, seor.ntonces le solt y l, tambalendose, dijo con solemne ademn:

    No tiene importancia, pobre mujer.Hubiera querido decir algo ms, pero le fue imposible acordarse de lo que iba a decir, y dando rpidamente la vuelta, sigui su camino, sintindose torpe y avergonzao.egn iba andando se deca que era horroroso una pobreza tal en ciudad tan rica y magnfica. Haba que hacer algo sobre aquello. Hablara con Sabina. Uno siemprr con la vieja Sabina. A ella se le ocurrira algo. Deba haber tomado el nombre y direccin de la vieja. Pero, bien mirado, a lo mejor ella no era sino la madre de alguini nombre ni direccin y dorma en un stano o bajo el puente.De todos modos, retrocedi para hablar con ella, pero cuando lleg al montn de basura, la vieja haba desaparecido. No pudo descubrir ni sus trazas. Ni huellas en la

    o que alcanz a ver, aunque vio todava sus propias huellas medio borradas ya por la nevada, que segua. Un gato se le qued mirando desde un portal sobre el qudo en letras borrosas: Entrada familiar. Se volvi, y el gato, arqueando el lomo, lanz un bufido y desapareci.or un instante no record ni adnde iba y, apoyndose contra una barandilla, se dijo a s mismo que lo que l necesitaba era echar otro trago. Era la nica cosa qulo de la horrible depresin que ya le amenazaba. De nuevo ech a andar en lnea recta hacia el oeste, en direccin al cabaret de Rosie, y de pronto se sinti algo mee aclaraba un poco la cabeza.n la Quinta Avenida torci hacia el Sur, y al hacerlo sinti vagamente que haba algo extrao y solitario en el espectculo de una gran avenida iluminada de punta a pun

    de la nieve agitada por el viento. Esto lo estremeci, porque era hombre que no poda soportar la soledad y que slo se encontraba contento y a gusto, rodeado de genteos.Careca de vida interior. Slo responda a influencias externas y jams haba pensado ni sobre su alma ni sobre su carcter, porque estas cosas, como todos los elemiales de la existencia, le parecan siempre arreglados para l y determinados antes de que l naciera, y por eso cuando estaba solo no saba qu hacer de s mismo, combeber o dormir.a medianoche en una gran arteria ciudadana que para l exista como una ligera lnea de tiendas y de gente y que ahora encontraba cerrada y sola, le produjo de nue

    cin depresiva y a su pesar reflexion sobre cosas que habitual mente dejara de lado y olvidara.egn iba andando comenz a ver lo que ya saba, sin querer admitirlo: que su vida se haba convertido en un embrollo colosal y que cuanto en ella haba de sliddo a pedazos en torno suyo. Vio que habra de hacer algo con todo ello, pero le fue imposible discutir qu sera lo que poda hacerse. Los destrozos, como en un barcoce en la arena movediza, se han sucedido tan despacio se dijo ebriamente que no se haba dado cuenta de ello hasta que fue casi demasiado tarde. En rependor de claridad intent decirse a s mismo que todo, en realidad, era culpa suya, pero la misma claridad mental no le permiti creer en esto. La actitud caballeresca s toda la culpa; pero por ms que intentaba hacerlo, no lo consegua. Se dijo que haba descuidado a Fanny muchos aos. Qu se puede pedir a un hombre cuando a suta tener relaciones con gentes rarsimas: escritores cuyos trajes estn llenos de manchas de comida y que se emborrachan slo con oler el corcho de whisky ; actorepintores y un montn de gente que no eran sino modestos horteras que hablaban de arte, de filosofa y otras bobadas? Toda aquella gente no senta simpata por l censurarles por tal cosa. De qu podra hablarles? La cosa era que tampoco Fanny les gustaba a ellos. Probablemente, a sus espaldas le censuraban que los recibiese or slo darse tono de amiga de intelectuales. En cuanto a ellos, concurran porque les gustaba la buena comida y, con toda su charla artstica, no eran sino advenedizosedizos de segunda clase. Les gustaba conocer a Mr. Towner y acudir a su casa de la Avenida del Parque. Todo el mundo poda ver esto, menos Fanny. Comenz a habl

    mo, sintindose magnfico y elocuen te y rebosante de verdad y de sentido comn. Dijo en voz alta: El caso es que todos ellos estn exactamente tan desaliados dentras como lo estn por fuera. Por qu no tienen un poco de instinto sano en vez de hablar de sus esmirriados asuntos amorosos? En cuanto a m, malditas las ganas que tles estas cosas.

    Continu dicindose que ellos tenan enredos con mujeres de aspecto y maneras ms aborrecibles aun por el tintineo de sus joyas de bisutera. Luego le contaban a unsas como si a uno le importase un comino cualquiera de ellas. Algunas de las relaciones de Fanny le parecan como alambres llenos de ropa mal lavada flotando al vie

    undo tan dudoso y mediocre... Y, sin embargo, Fanny pensaba que todos ellos eran personas brillantes, inteligentes. Bueno, despus de todo, a lo mejor una de entre cnas vala algo, pero las otras cuarenta y nueve eran el montn de fracasados o quizs lo fuera l, que no tena capacidad bastante para darse cuenta de lo inteligentes queQu puede uno esperar cuando a su mujer le gusta semejante gnero de vida y cuando uno, por el contrario, es aficionado a caballos y... bueno,... a chicas guapas, casque uno debiera?n la esquina de Santo Toms cruz la calle con todo cuidado y dndose vagamente cuenta de que la nieve llegaba ya bastante alta en la hermosa puerta de la Iglesia. s sigui preguntndose qu era lo que haba sucedido con Fanny. Ella no era as cuando se casaron. Ella no era as ni siquiera cuando tena poco ms de treinta aos y pse asentado un poco. Haba sido ltimamente cuando empez a hablar de lo vaco de su vida, como si dos hijos y un marido y todos los amigos que ella tena entre las ptes y civilizadas no fueran bastante para llenar su vida cuanto pudiera desear.n medio de sus pensamientos oy que alguien gritaba: Eh, Jim! Se volvi para mirar y no vio a nadie; luego, en la acera de enfrente, vislumbr la figura de u

    hando rpido en direccin opuesta a la suya. Torpemente trat de descubrir quin era y no pudo descubrirlo por lo tupido de la nevada. Dio la vuelta y de nuevo cono.1 y Fanny tenan que volver a unirse, pasara lo que pasara, o aquello sera el final para los dos. Y avergonzaba ver una muchacha tan linda como Fanny yndose al diablta cerca de los cuarenta aos, y le pareca tener que apresurarse. Ya no se preocupaba de lo que la gente pudiera decir o pensar de ella. El hombre que lo llam, hac

    ento, quienquiera que fuese, probablemente ira diciendo maana: Jim Towner no tiere arreglo. Otra vez lo vi anoche completamente borracho.e di jo a s mismo que no estaba borracho. Era curioso cmo el chismorreo circulaba por una ciudad tan grande como Nueva York. Hasta ahora nadie haba dicho nadsie. Al menos de esto tena l que felicitarse. Rosie era una chica buena. Saba cmo hacer feliz a un hombre, y cuando ella le amaba a uno esto resultaba la cosa ms undo. No como Fanny, para quien siempre era algo de lo que haba de sentir vergenza.

    Andando ms despacio, comenz a mirar, uno tras otro, los portales de las casas de piedra, parda que se extendan hasta perderse de vista en los torbellinos de la nievee ellas montonamente igual a la inmediata. Fue pasando una tras otras con vacilacin hasta que lleg a una que en el escaparate ostentaba este rtulo: Madam.e acerc. Otro trago, eso era lo que l necesitaba.

    Toc el tiembre y esper; pero no contest nadie. Se qued de pie apoyado contra la verja de hierro que cubra el escaparate y a la incierta luz vio que haba manchas en amente al lado de la puerta. Volvi a llamar y, examinando las manchas con inters perezoso, descubri de sbito la desagradable certeza de que era sangre. Alguien seall o haba sangrado por las narices.

    Al fin, se abri la puerta tras la verja de hierro y asom una cara inquisitiva.Soy yo, Towner dijo Jim.Una voz que l reconoca, contest:Estamos justamente cerrando, Mr. Towner. Lo siento mucho, pero estamos ya cerrando.

    a gruesa voz de Jim Towner contest con mal humor:No quiero ms que un refresco. No voy a quedarme ni dos minutos.Espere; voy a ver dijo la voz, y desapareci.Otra vez Jim Towner se puso a observar las rojas manchas en la nieve, y un momento despus la puerta rechin al abrirse. Jim pas al vestbulo y luego a una estancia qu

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    21/138

    un da el hall de servicio de aquella respetable casa de pardas paredes. Era una estancia triste, con los muros cubiertos por descolorido papel pardo, en el que las manzos resaltaban a la luz fra y violenta de unas lmparas sin pantalla. Haba tres mesas, algunas sillas y un aporreado piano. El hombre que abri la puerta tena una cabezama de huevo y adornada con ralo pelo rojizo y ojos fros y plidos, como un pez. Tena hombros estrechos y caderas desgarbadamente anchas y llevaba un delantal blane rojo y azul.im Towner lo mir con agrio gesto de borracho y dijo:

    Poco negocio esta noche, Frank?S. Con esta noche perra... Qu va usted a tomar?

    Whisky y soda.rank desapareci y otra vez asaltaron a Jim Towner sus mortferos pensamientos sobre Fanny. Trat de pensar en ella tal como cuando se casaron. Haba sido una granel mundo lo haba pasado en ella muy bien. Los amigos del Club cantando y bebiendo. Aquellos tos s que saban beber y no los amigotes de Fanny, deleznables y ebios de gafas enormes!inti repentina nostalgia de los das amables, su poca dorada, cuando l fue el hombre ms popular del club. Ech de menos los golpes de sus amigos en la espalda, m

    a decir: Este gran Jim!Todo haba ido esfumndose de un modo u otro, imperceptiblemente, sin que l se diese cuenta, hasta que desapareci por completo, dejndole a l solo y sin amparo

    ni aun jugar bien al polo desde que haba empezado a engordar y perdido agilidad.n aquel tiempo Fanny estaba muy bien; para ella l era el nico hombre en el mundo. Pero ahora, al ponerse a pensar en Fanny, no acababa de ver por qu se haba c

    la de no ser porque ella era guapa y porque todo el mundo la supona un buen partido.Nunca le haba hecho sentir lo mismo que Rosie, una verdadera y ardiente pasin. Nunca haba deseado estar con Fanny como deseaba estar con Rosie. Bueno! A lode aquel embrollo poda ser culpa suya. Quizs era l quien habra hecho descubrir a Fanny que no era el hombre ms admirable de este mundo. Tena gracia que a se un hombre ordinario, un don Nadie sin amigos, ni clubs, que ni siquiera fuese un caballero.mpez a sentirse impaciente por lo mucho que tardaba Frank en servirle el whisky. En medio de su irritacin, oy una voz en la habitacin, detrs, que deca:

    Es natural. Cualquiera puede ver que no hay nada que hacer.Est acabado? pregunt otra voz.Acabado.Pobre Sam.Y estuvo esta noche precisamente diciendo que iba a dejar la combina.Una de las voces habl an ms bajo:Quin lo ha hecho?De sobras sabes t quin lo ha hecho.Dago Tony?Claro! Se carg del mismo modo a Dusty Moran... Desde la ventanilla de un taxi. Ha tenido que estar esperndolo en la calle.Hijo de mala madre!Bueno! Se acab Luchy Sam.

    e oy entonces ruido de partir hielo y en seguida la primera voz prosigui:Sangra como un cerdo degollado.S. Una bala le ha partido la arteria. Es terrible!

    e oy el ruido de un vaso al posarlo en una bandeja.Lo que debis hacer es ir por un cubo de agua. No conviene que queden aqu seales.Qu vais a hacer con l?Bueno; todava no est muerto...No..., pero despus...Lo podemos poner en el taxi de Harry y tirarlo en cualquier parte, en el Bronx o al ro. En una noche como sta se le puede tirar en cualquier parte. Supondrn que algel paseo.rank apareci de pronto en la puerta, la cruz y puso el whisky junto a Jim Towner. Jim lo miro y pregunt:

    Qu es lo que pasa?Nada. Un to que se ha cado por la escalera y se ha roto la cabeza.im puso dos dlares en la mesa y dijo: Est bien! No hizo ms preguntas, porque estaba aturdido y no seguro de lo que haba escuchado.

    Un hombre pas por el fondo, llevando una escoba, trapos y un cubo con agua. Frank pregunt:Desea usted algo ms, Mr. Towner?No.

    rank se volvi y sali de la habitacin y a la vez se oy un rumor cercano, como si alguien fregara.im encendi un cigarrillo, le supo mal, y se bebi otro vaso de whisky. Las palabras y el ruido de fregar que haba confusamente percibido se borraron, empujaddad que siempre provocaba en l pensar en Melbourn.Trat de no recordar y, como un nio, se empe en arrojar la idea de su cabeza, como si sta pudiera aniquilarlo.Una y otra vez intent hacerse creer a s mismo que en realidada nada serio exista entre Fanny y l; pero algo profundo dentro de s no le permita creerlo y de este m

    disipar su ansiedad.e desagradaba la verdad, ms porque su existencia le haca aparecer en posicin ridicula e impropia de un caballero, que porque sintiera ni poco ni mucho los celupaban, en realidad. Pero saba que un caballero tiene que hacer algo en relacin con el honor de su mujer y con el suyo propio, y por ms que pensaba no poda dar code hacer.

    Nunca haba hablado de esto a Fanny, pero hay que fijarse se dijo en que no se trataba de cosa que se pueda hablar in cidentalmente, como se habla del tiempo qua aos que l y Fanny no hablaban nunca de nada ms ntimo o profundo que el tiempo que hace, o de adnde iran a comer o a pasar el fin de semana. Por primrendi lo enormemente distanciados que estaban el uno del otro y que, en realidad, se haban convertido mutuamente en dos extraos. Si despus ella se hubiese confoasar la mayor parte del tiempo en el campo, haciendo vida sana, con caballos, golf y los nios, las cosas podan haber ido de otro modo; pero ella siempre tena prisa pmaldita ciudad, a correr en pos, ya de ste o del otro, con los nervios en punta, como si estuviera tratando de encontrar alguna cosa que slo Dios sabra cul era. Sa temiendo perderse algo. Jim advirti que ahora cada uno tena diferentes amigos y les gustaban diferentes cosas, y hasta tenan ideas diferentes que se ocultaban elon una especie de mutua reserva hostil. Ni siquiera se preocupaban demasiado de tener disputas violentas. Todo ello era muerto simplemente, inerte, una beta. Porq

    n de Fanny por las escenas melodramticas no poda llamrsele disputar. A Fanny le gustaba lanzarse adrede en accesos de clera. Por supuesto, todas las mujeres, suan lo mismo... Todas las mujeres, menos Rosie.Con chocante desinters sbito, se pregunt si ella podra tener escenas con otro como las haba tenido con l toda la vida. Le asalt la idea de que Melbourn no era ere que se da por vencido y cede ante tonteras, no dara su brazo a torcer por una escena, cosa que l haba hecho siempre. Y se le ocurri que si l hubiera tenido buen conerse a las majaderas de Fanny, en vez de limitarse a seguir la corriente, las cosas podran estar mejor ahora.l whisky lo enton, y al principio le despej mucho la cabeza. Se daba cuenta de que la verja de hierro se haba cerrado otra vez y que una persona que llevaba una

    y unos trapos haba pasado hacia el fondo de la casa. No pudo ver el agua en el cubo, pero, con desagradable certidumbre, saba que el agua estaba roja. Y de nuevo oyhabitacin inmediata, a travs de la sucia cortina:

    Ya est.Querr un cura?No es judo?Hubo entonces un murmullo de voces apagadas, y una de ellas dijo:Bah! Est demasiado trompa para haber odo nada.Al instante se sinti mareado y aturdido. Se levant y anduvo de prisa por el pasillo hasta la calle. El suelo estaba ahora lavado y limpio por la nieve recin cada. Lan desaparecido. Baj los escalones con presteza y, agachando la cabeza contra la borrasca, ech a andar otra vez hacia el oeste.egn andaba, todo pareci aclararse de nuevo en su cabeza. Decidi que, para obrar como un hombre, lo que proceda era poner manos a la obra y actuar con firmeza..na..., antes de que fuese demasiado tarde y ocurriera algo tremendo que aplastara sus vidas y, a la vez, las de los nios.

    Al da siguiente, a la hora del t, ira a buscar a Fanny y le dira: La culpa ha sido ma, pero los dos tenemos quponer nuestra parte para estar de acuerdo y volver a entees debido, y esto, tanto por nosotros como por los nios. De ellos es de quien tenemos que preocupamos. Nosotros nos vamos haciendo viejos, pero ellos estn empeHar en todo tu gusto. Hasta me conformar con esas gentes raras que te empeas en traer a casa.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    22/138

    Y en seguida se dio cuenta de que lo que cuanto se propona decir estaba equivocado. Ella dira que precisamente porque los nios tenan la vida entera ante s, mientraque daban tan slo unos aos de juventud, debera sacar de esos nios todo el partido posible. Y cuando l dijera que se estaban haciendo viejos, ella perdera los e

    ara una escena, y cuando l hablase de sus gentes raras, ya sera el colmo y todo se pondra peor que estaba. Ya saba lo que hara ella. Cambiara el sentido de tol dijera, lo retorcera para que significara otra cosa y se las arreglara para que l resultase un bruto y ella una mrtir. Dira que todos los amigos de l eran medio iles y que no haban sabido pasar de estudiantes de bachillerato. Y comprendi que toda aquella conferencia a la hora del t no servira para nada.

    Quiz lo nico que cabra era abandonar a Rosie, y se dijo que abandonarla con todo lo que le costase hacerlo, valdra la pena si de este modo poda tener un hogable que de verdad pudiera llamar suyo. Se repiti con insistencia que pese a todos los bobos caprichos de Fanny, haba en ella algo sin duda estupendamente buenre se mostraba desde su ngulo peor y aparentaba ser completamente tonta, pero bajo todo eso no haba ms que oro puro. Indudablemente, sera una cosa magnficad pudiera l quebrar todo lo que les separaba antes de que fuera demasiado tarde.i rompa con Rosie, intentara vivir de nuevo en armona con Fanny, y quererla del modo que un hombre debe querer a su esposa, y no como un hombre quiere a mujer, porque, naturalmente, eran dos cosas muy distintas. Pero, desde luego, le costara horrores, porque siempre Fanny se las arreglara para que todo lo divertido del amoricio suyo, mientras que con Rosie era una cosa estupenda, de la que cada cual participaba y lo pasaban bien. Despus de Rosie no poda imaginar satisfaccin algunde Fanny. Ah estaba lo malo. En este negocio.no se puede volver atrs. Hay que ir adelante y ms adelante, siempre en busca de algo nuevo o mejor y que ms interesao peor de todo: e avanza, se avanza hasta que se llega Dios sabe adnde. El amor respetable sera aburrido despus de haber conocido a Rosie. Con todo, a lo meja que volver verdaderamente a Fanny, y a lo mejor ni tena que dejar de verdad a Rosie.

    Y de sbito otra vez se encontr todo hecho un lo y sin salida en el embrollo. Se puso a imaginar a Rosie, de pie en una mesa iluminada por un crculo de luz amarilla, ca

    a de fiestas llena de gente, o en el piso de la calle Treinta y Cinco, justo detrs de la casa de Sabina (slo que Sabina jams sospech lo que all ocurra.) Era Rosie lasentirse otra vez impetuoso y joven como en sus tiempos de estudiante. Fanny era una cosa artificial, mientras que Rosie era carne y sangre, clidas carne y sangre.A medida que se iba acercando a Rosie, el ltimo vaso de whisky comenz a hacer su efecto. La horrible comida en casa de Hctor Champion se esfumaba en la lejao, y la mesita en un rincn, detrs del biombo, con Rosie y una botella de whisky, se haca ms realidad. Aquel era un mundo en el que no haba despropsitos. T

    no y sencillo, cada uno senta lo que estaba diciendo y cada cual iba para pasar un buen rato, y Rosie, en el centro de todo ello, vivificaba el conjunto. Comenz a sentirosie. Le hara sentirse mejor.

    A travs de la espesa cortina de nieve, apareci, enfrente, un resplandor tenue y difuso que cobr forma segn se fue acercando y dibuj las palabras: Rosa's Plento portero le reconoci y salud:

    Buenas noches, Mr. Wilson.inti un momento el impulso de borracho de protestar diciendo que el no se llamaba Wilson, sino Towner; luego record, pesadamente torpe, que en el mundo de Ro

    Wilson.Al entrar, hall las familiares cortinas de pana roja, y durante un momento luch pesadamente con sus pliegues para encontrar la abertura. El portero la encontr

    ando la cortina le dej paso. La muchacha del guardarropa le salud, diciendo:Buenas noches, Mr. Wilson. Bueno, regular de buenas con este tiempo.Y le ayud en su lucha con el gabn para quitrselo.

    e mir al espejo hasta comprobar que su corbata estaba derecha y su smoking en orden. Detrs de otras cortinas rojas alguien tocaba un piano suave y gilmente, cogioso. Entonces empez a orse una cancin, a media voz, cantada con timbre clido y gutural, levemente ronco. Era una voz singular que produca escalofros en todo

    m Towner y de un buen nmero de otros hombres al otro lado de las cortinas rojas.a voz cantaba:

    can't give you anything but love, aby.

    Una nueva clase de agitacin, mucho ms fuerte que la excitacin del whisky puro, enardeci todo su cuerpo. Sinti como si hubiera encontrado lo que habra buscadoj con impaciencia las cortinas, y entonces, al abrirlas del todo la vio.staba sentada al borde de una mesa en el centro del recinto, bajo la luz caliente de un reflector amarillo. Tras ella, en la sombra, aparecan borrosas, grises, las carastadores junto a las mesas. Los msicos de la jazz-band escuchaban, sosteniendo en sus rodillas los instrumentos. Ella continuaba sentada y con la cabeza ligeramente y los ojos entornados, cantaba sin esfuerzo, con una voz que apenas poda llamarse voz. Vesta un no muy flamante traje de raso blanco v se adornaba el brazo derechsin de gruesos brillantes. Pareca indiferente a todos los que, alrededor de las mesas, la contemplaban. Era como si estuviese completamente sola, cantando. Enosamente decorada, en el ai re denso, no se oa un rumor. Todos escuchaban. La voz, extraamente seductora, cantaba:

    Ge, I'd ike to see you tooking swell, Baby Diamond bracelets Wooworth do esn't setl, Baby.No; imposible dejar a Rosie. Hubiera sido como pedirle que muriera.

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    23/138

    APITULO III

  • 8/10/2019 Veinticuatro Horas - Bromfield Louis

    24/138

    Desde el momento en que la vieja Sabina Jerrold, ms que gruesa informe y setentona, entr en el saln de Hctor y vio a la seora Wintringham, ninguna otra personaMelbourn, que siempre le daba a ella que pensar, lleg a inspirarle el ms dbil inters. Y cuando cambi con la seora aquella sbita mirada de inteligencia, s sellado y destinado a ser permanente, Sabina era vieja y experimentada y su colosal inters por la vida haba empezado a desvanecerse un poco. Haba comprobad

    nas que le interesan a uno de primera intencin, no tienen en s substancia bastante para hacer deseable o provechosa una intimidad ms intensa. Saba que el pozo se sedemasiado pronto y una intimidad que prometa mucho termina de repente porque no ofrece nada ms que esperar. Y Sabina tena un sistema de apoderarse de la

    rarla y agotarla que haba llegado a constituir verdadera costumbre.a mirada le hizo comprender que la seora Wintringham se haba dado perfecta cuenta de todo lo sucedido relativo a ella y de que tena una capacidad para mantcia que la defenda como una coraza y la dejaba inmune, ya contra el colosal aburrimiento de la mal combinada comida de Hctor, o contra los directos ataques der. Le hizo tambin adivinar que en la seora Wintringham haba profundidades cada una ms honda que la otra, y que quizs pocas personas haban descubierto. Soaba varias seoras Wintringham. Pero exista otro motivo ms decisivo para que Sabina sintiese, no ya mera curiosidad, sino fascinacin autntica. Resultaba coa Wintringham fuera una apoteosis de todo cuanto Sabina escogera ser si pudiera nacer de nuevo. Porque la seora Wintringham era hermosa y Sabina haba sido s, gris desmaada. La seora Wintringham gozaba de Una coraza de reserva que la protega contra las contingentes pas de la existencia, y en cambio la pobre Sabia una conmovedora e impulsiva cordialidad que toda su vida la haba lanzado sin reflexin a amistades de las que sala generalmente magullada, herida y confusa. Slode la edad madura fue cuando se las arregl para protegerse a s misma con una especie de afectada franqueza, por cierto no muy convincente. Sabina sospech que lseora Wintringham era lo que ella siempre dese que su propia vida fuese.orque Sabina, como el viejo Hctor, haba nacido en un mundo en el cual su futuro estaba perfectamente en orden, regulado y cercado de tradiciones, formalidades y denvidiaba a las mujeres como Ruby Wintringham la despreocupacin de una vida que apareca libre de todas aquellas limitaciones. Mucho tiempo antes, cuando Sa haba veces en las que ardientemente anhelaba liberarse de todos sus. primos, tos y tas; de las cosas que le aburran y de un mundo que le pareca a ella sumergido, moco por la protectora monotona del ritual. En aquella poca haba ella sucumbido a accesos de violenta depresin, que su familia calificaba ligera y cmodamente de no darse por enterada de las murrias, los tos, las tas y las primas se las haban arreglado lenta y efectivamente para sofocar su causa, es decir, un apasionado apetar y rebelarse, enteramente impropio de una Jerrold. Enfrentndose con ella, podan haberla conducido a una accin abierta, y, por ella, a salvarla de la poco profunda e se resuma su ftil vida. Pero se limitaron a tratarla como si fuera una Jerrold un poco rara y extraa, a la que haba que tomar en broma, y la misma Sabina, al n, siempre se encontraba cercada por intangibles e invencibles dificultades.

    Deseaba escaparse, pero no saba adonde escapar. Si hubiera nacido en el Sur o en el Oeste se deca ella a s misma, poda haber escapado a Nueva York, o, si huo en Europa, poda haber escapado a Amrica. Intent una vez partir para Europa durante ao y medio, encontrndose con que all no haba, en realidad, sitio para ella,ndo de la sociedad, y se haba sentido aburrida y volvi. En Europa efa una evasin que no atraa a su naturaleza dinmica. Y ella no poda escaparse de Nueva York aporque en tanto permaneciese en la ciudad, aun si se esconda en la ms inmunda vivienda del distrito Este, siempre habra primos, tos y tas que la buscaran y la visitmo se las iba componiendo; que la espiaran, comentasen sus rarezas, bloquearan cada cosa que ella intentase hacer y que trataran suave, pero firmemente, volverla al r

    opio crculo. No pareca haber salida, mirase donde mirase. Ella hubiera disfrutado ante una buena batalla, pero no vea probabilidades de tal cosa, porque las fuetraba siempre oponindosele eran tan tenues e imprecisas que no haba nada con qu combatir. Era como ser asfixiada por ptalos de rosa. Familia, riqueza, prestigio sas que las buenas hadas se supone otorgan a los nios buenos, eran simples venenos para Sabina. Desde los veinte aos, cuando su entrada en sociedad fue reconoun fracaso definitivo, slo haba deseado libertad, pasar inadvertida.

    Y por esto, al final, haba, intentado encontrar un arreglo tratando de interesarse en obras de caridad, en dar dinero a orquestas, y trabajar por el sufragio femenino, qsaba, a la verdad, demasiado, porque ella era tan esencialmente individualista, que no le preocupaba si otras mujeres votaran o no, y secretamente crea que si votaban ue para hacer en mayor grado embrollada una ya colosal confusin. Haba nacido demasiado pronto para encontrar una vlvula a sus energas ponindose al frentio, que era el destino claramente designado por Dios y la Naturaleza para su cuerpo sin gracia y su cerebro inteligente. Nunca pudo escapar al hecho de que ella era un e haba ambicionado con ansia y esto lo descubri cuando ya era vieja hubiera sido la bendicin de haber nacido una Mary Smith en alguna vaga regin recnditara podido pasarlo bien! Entonces ella podra sentirse realmente americana. A los sesenta y siete aos le pareca que toda su vida haba sido malgastada a sorbitos,

    o de insulseces sinfn, y esta Ruby Wintringham, bella, duea de s y duea del xito y con un origen rotundamente ignorado, resultaba para ella una especie de diosa.orque ella como Hctor, que lanzaba miradas fijamente al resto de la gente nunca haba vivido por s misma y ahora tena un apasionado deseo de vivir por cueba conocer a la seora Wintr