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    Revista

    Poltica Internacional

    N 109Julio-setiembre 2013

    Academia Diplomtica del Per Javier Prez de Cullar

    ACADEMIA DIPLOMTICA DEL PER JAVIER PREZ DE CULLARPlanta Orgnica:

    Directora: Embajadora Liliana de Olarte de Torres-Muga

    Directora Adjunta: Ministra Mara Antonia Masana Garca

    Subdirector de Estudios: Ministro Consejero Luis Escalante Schuler

    Subdirector de Planes y Programas: Consejero Arturo Arciniega Caldern

    FUNDACIN ACADEMIA DIPLOMTICA DEL PERConsejo de Administracin:

    Presidenta: Embajadora Liliana de Olarte de Torres-Muga

    REVISTA POLTICA INTERNACIONAL:Consejo Editorial:(por designarse)

    Editor: Embajador Harry Belevan-McBride

    Diseo y diagramacin: Elka Saldarriaga Garca

    Depsito Legal: Reg. 92-1545

    Impresin: .....................

    Se autoriza la reproduccin de las colaboraciones contenidas en PI, siempre quese haga referencia a su origen y se remita a la Revista un (1) ejemplar de la publi-cacin o del medio con que se haya efectuado la transcripcin.

    Las opiniones vertidas en las colaboraciones publicadas en PI son de exclusivaresponsabilidad de los autores.

    Av. Jos Faustino Snchez Carrin 335, San Isidro - Lima - PerTelfono: (51-1) 204-3500

    [email protected]

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    Contenido

    La leccion nal de Ral PorrasCarlos Alzamora Traverso 7

    El Combate del 2 de Mayo de 1866 en su triple dimensin:Poltica, militar e internacionalTeodoro Hampe Martnez 17

    El Principio de Solucin Pacca de Controversias:Aplicacin de los medios jurdicos a los conictos internosAugusto Hernndez Campos 33

    Conclusin de los trabajos de mantenimiento y densicacinde hitos en la frontera terrestre peruano-ecuatorianaNicols Roncagliolo Higueras 48

    Carlos Garca Bedoya y el Grupo AndinoHumberto Umeres 83

    Relaciones Per-Mxico: una intimidad desconocidaAugusto Freyre Layzequilla 100

    La globalizacin y los mercados islmicosCarlos Vsquez Corrales 113

    Reexiones sobre una posible convergencia regional con la

    participacin de la Comunidad Andina y el Mercosur Lecciones de la experiencia integracionista europea

    Werner Miguel Khn Baca 153

    Actividades institucionales

    Relacin de actividades julio-setiembre 2013 203

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    Carlos Alzamora Traverso

    La leccin nal de

    Ral Porras

    Un da de comienzos de junio de 1959 las puertas de la casa mira-orina de Ral Porras Barrenechea se abrieron, de par en par,para dar paso al Presidente de la Repblica, Manuel Prado Ugarteche,que en gesto de deferencia sin precedentes acuda con sus ministros atomarle juramento ahora como Ministro de Relaciones Exteriores enel amante gabinete del Vice-Presidente Luis Gallo Porras, visto quesus mdicos alarmados por el avance de su dolencia cardaca habandesaconsejado su traslado a Palacio de Gobierno donde debera tenerlugar la ceremonia. Porras qued muy reconocido por el gesto del man-datario, normalmente tan apegado al protocolo, y nunca lo olvidara.

    Pero daba la circunstancia de que, por entonces, el gobierno republica-no del General Dwight Eisenhower y su Vicepresidente Richard Nixonhaba decidido deshacerse del recin instalado gobierno de Fidel Cas-tro, lo que aconsejaba, como primer paso, expulsar a Cuba de la OEA.

    La situacin se haba precipitado cuando, ante el creciente acoso nor-teamericano de Cuba, el 9 de julio de 1960 el Primer Ministro soviticoNikita Kruschev anuncia dramticamente que si Cuba es atacada, susartilleros misileros la defendern. Kruschev es consciente de los ries-gos de esa intervencin, pero por exigencia de su propia subsistenciaen el poder no puede permanecer indiferente ante el previsible aplasta-

    Embajador en el Servicio Diplomtico del Per. Fue Presidente de la PrimeraMisin Comercial a China. Secretario Permanente del Sistema EconmicoLatinoamericano. Subsecretario General de Naciones Unidas, Embajadordel Per en Estados Unidos y la ONU. Autor de los libros La capitulacin deAmrica Latina, La agona del visionario: la ltima leccin de Ral PorrasyMedio siglo por el mundo.

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    miento de una revolucin que se reclama socialista. Y Castro, que, anadvirtiendo la peligrosidad de esa declaracin, no puede darse el lujode descartar la contingencia de una ayuda tan poderosa, responde conuna alusin elogiosa a la amistad cubano-sovitica, que de inmediatoes exhibida como prueba de su contubernio con la URSS.

    Pero, para desvirtuar esa acusacin y aclarar las cosas, el Cancillercubano Ral Roa pide dos das ms tarde al Presidente del Consejode Seguridad de Naciones Unidas que convoque una reunin urgentedel Consejo a n de considerar la situacin planteada a su pas porlos reiterados actos de agresin del gobierno de Estados Unidos, queenumera. El gobierno americano se mueve rpidamente para bloquearla iniciativa cubana y, con el inesperado apoyo de la Argentina de Ar-turo Frondizi, niega al Consejo jurisdiccin para considerar un asuntoexclusivamente regional, sobre el que la OEA tiene la prioridad. Latesis resulta victoriosa el 19 de julio cuando el Consejo de Seguridadsuspende el examen de la cuestin hasta recibir un informe de la OEA,aunque expresando su preocupacin por la situacin existente entreCuba y Estados Unidos.

    Mientras tanto el Gobierno americano ha movilizado al del Per paraque solicite de urgencia una Reunin de Cancilleres Americanos a nde considerar el caso, con la obvia intencin de aprovechar la ofertade ayuda sovitica y su aceptacin por Cuba, para denunciarlas comouna amenaza extracontinental a la paz y seguridad del hemisferio ymarginar al rgimen cubano para poder derrocarlo con ms facilidad.

    Porras, liberal, nacionalista y antiimperialista y, como tal, profunda-mente comprometido con los principios de no-intervencin y libre de-terminacin de los pueblos, advirti con clarividencia que si Cuba eraexpulsada de la OEA para que Estados Unidos estuviera en mayor li-

    bertad de liquidarla, Castro que estaba hecho de otro pao y decididoa no rendir su revolucin no tendra otro camino que echarse en bra-zos de la Unin Sovitica, que era precisamente lo que torpemente sebuscaba evitar, y decidi no prestarse al juego y, en cambio, rendir unservicio a la causa de la unidad continental, consolidndola y mante-niendo as a la potencia sovitica y a su ideologa fuera del hemisferio.Prado acepta el pedido norteamericano e instruye a su Canciller a so-licitar la convocatoria de la Reunin de Cancilleres. Porras no puedeevadir el compromiso pero s puede como lo hace redactar una so-licitud imparcial, que no acusa a nadie y que utiliza un lenguaje tanamplio que cubre implcitamente todas las opciones incluso la de laconciliacin cuando precisa que los objetivos de la reunin que solicita

    son considerar las exigencias de la solidaridad continental o sea, lapreservacin integral de la unidad americana; la defensa del sistemaregional o sea la oposicin a la injerencia intra o extracontinental ylos principios democrticos que puedan afectarlos es decir, los de nointervencin y autodeterminacin.

    Pero el Consejo de la OEA al citar la Reunin para el 22 de agosto en SanJos de Costa Rica reacomoda el lenguaje de la convocatoria solicita-da por el Per y lo orienta hacia posiciones de reprobacin y condena deCuba, aunque sin nombrarla, mientras elimina la mencin de los prin-cipios democrticos citados por Porras, que por lo visto incomodaban.

    Era consciente Porras de que la suya no era la posicin de Prado nila del Primer Ministro Pedro Beltrn, rmemente comprometidos conEstados Unidos, pero conaba en que una demostracin inteligentede la irracionalidad contraproducente de lo que se intentaba hacer, yun apelo emocional a la solidaridad latinoamericana para corregir elrumbo, podran inclinar la balanza a favor de su tesis de promover lareconciliacin entre Estados Unidos y Cuba, y as preservar la unidadhemisfrica frente a la URSS. Pero tampoco la oculta y al salir de unConsejo de Ministros declara a la prensa que el Per va a San Jos aconciliar y no a acusar, a unir y no a separar.

    Tampoco se preocupa mucho el gobierno porque hay la impresin deque Porras no est en condiciones de salud para viajar, y que a la lar-ga presidir la delegacin el Embajador Guillermo Hoyos Osores, muycercano a Porras pero tambin a Beltrn. Pero Porras asegura a susprximos: Ir a San Jos aunque me muera. Porque su salud estaba,en verdad, gravemente deteriorada por su problema cardiaco y tuvoque hacer el viaje a Costa Rica acompaado de su mdico personal,hondamente preocupado por el posible efecto de las tensiones y frustra-

    ciones propias de esa difcil y delicada empresa.

    Al llegar a San Jos, Porras se entrevista con sus colegas latinoameri-canos, muchos de los cuales comparten su inquietud, y tambin tieneuna conversacin con el Canciller cubano, a quien interesa particular-mente sondear para conrmar o descartar sus temores sobre la inter -vencin sovitica, sin conarle en absoluto su posicin ni su propsito.

    Aunque la conversacin es delicada y difcil, la facilita el sinceramientopoltico de Roa y su carcter abierto y espontneo que divierte a Po-rras, como cuando le dice que tiene la dicha de haber llegado a la edadque tiene y al cargo que ocupa con el corazn sin canas, la mente sinarrugas y el carcter sin papada.

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    Sabe bien Porras que Roa es un declarado anticomunista que, an cua-tro meses despus de ser designado Canciller por Castro, ha publicadoen Cuba un artculo que dice lo siguiente: Si los brutales mtodos em-pleados por el ejrcito sovitico, para reprimir la patritica sublevacindel pueblo hngaro, han suscitado la severa repulsa de la conciencia li-bre del mundo, sus repercusiones en las zonas intelectuales sometidaso afectas al Kremlin, estn resquebrajando gravemente la dogmticaunidad del comunismo en el plano de la cultura. Los crmenes, ultra-jes y desmanes perpetrados por los invasores, han promovido enrgicacensura y numerosas denuncias, an entre las focas amaestrados y loslacayos parlantes de Mosc.

    Pero es tambin un nacionalista cubano, que antepone a todo la inde-pendencia y la soberana de su patria. Castro lo ha elegido precisamen-te para demostrar su independencia ideolgica, pero ese gesto ha pasa-do inocente o deliberadamente desapercibido en Amrica. Y Roa, queconoce bien a Castro y su decisin de aliarse hasta con el diablo con talde salvar a su revolucin, conrma los temores de Porras.Y se da comienzo a la Sptima Reunin de Cancilleres Americanos. Ascomo la Sexta, que acaba de condenar al gobierno dominicano de Tru-jillo por su injerencia en Venezuela que casi le cuesta la vida al Pre-sidente Rmulo Betancourt se ha caracterizado por la unanimidad desu posicin y sus resoluciones, en este caso de Cuba las posiciones es-tn muy divididas y es marcada la resistencia de los latinoamericanosa expulsarla, por lo que el Secretario de Estado Herter debe informaal Presidente Eisenhower al comenzar la sesin que Estados Unidos seencuentran muy aislado.Por ser el pas solicitante de la Reunin, le toca hablar en primer lugaral Per, pero al iniciarse la sesin, el Canciller venezolano, Ignacio Ar-

    caya, que comparte cerradamente la posicin de Porras, anuncia queel Canciller peruano est indispuesto y propone suspender la sesinhasta la tarde. Porras haba preparado a solas su discurso en su cuartode hotel, dictndoselo a uno de sus colaboradores, por lo que slo eraconocido por ste, lo que trastornaba a un miembro de la delegacin,que haca desesperados esfuerzos por tener acceso al texto y poderloinuir, pero Porras fue inexible.

    Informado de esto, el Premier Beltrn e incluso el Ministro de Guerra,general Cuadra Rabines, lo llaman repetidamente por telfono pararecordarle que la posicin del Per debe ser de condena a Cuba. Porrasno era tan ingenuo como para no advertir que su posicin no iba a reci-bir su respaldo poltico, pero se senta obligado por un compromiso de

    honor con el Per, con Amrica y consigo mismo a sostener la tesis dela concordia, y a defender hasta el nal sus posibilidades de aceptacin.

    Si, como an conaba, lograba con su argumentacin, con su integri -dad y con su verbo inclinar la Reunin a favor de la conciliacin, lehabra dado a la diplomacia peruana y a su trayectoria histrica deentendimiento y de paz una hermosa victoria que permitira preservarla unidad regional y continental y detener, a las puertas del hemisfe-rio, la intromisin de potencias ajenas. Si no lo lograba, l se apartarapara que el gobierno peruano integrara el consenso, que aprobara latesis de la condena y la marginacin de Cuba.

    La tensin al reiniciarse la sesin era palpable, pero Porras la electri-zar. El Canciller peruano luce fatigado y acezante, pero al comenzara hablar recupera la energa y el fuego de su oratoria. Comienza porevocar la vocacin unitaria y conciliatoria del Per, que arrancaba des-de muy lejos y tena las ms hondas races telricas, porque fueron losIncas los primeros en forjar una gran unidad poltica, sobre la basedel respeto a la personalidad de los pueblos incorporados a su inujocivilizador, del que brot tambin la vocacin de justicia y el sentido deequidad, que hizo realidad la utopa socialista de la igualdad econmi-ca entre los hombres, y la justa distribucin de la riqueza, creando eltupu, la medida de tierra igual para todos los sbditos del Imperio.

    Record que los delegados peruanos fueron los primeros en llegar en1826 al Congreso Anctinico de Panam, destinado, deca el delegadoperuano Vidaurre, a formar los eternos pactos de amistad y alianzaentre todas las Amricas; y que en 1847 el Per convoc al CongresoAmericano para aanzar la independencia, resguardar la integridadterritorial de nuestros pueblos, repeler la agresin extranjeras y uni-formar los principios del derecho internacional, de modo tal que Am-

    rica toda crezca como una sola familia; que el Per convoc tambin ala Unin y Confederacin Americana ante los asomos de intervencinextranjera en el siglo XIX, mientras dorman los Monroe dice Porras;y que reuni a los pueblos del Pacco para oponerse a la expedicinmonrquica de Flores apoyada por los albaceas de la Santa Alianza;que se opuso a las intervenciones en Mxico y Santo Domingo; que diosu apoyo pecuniario a Costa Rica para rechazar la intervencin libus-tera de Walker; y convoc a la solidaridad defensiva contra los inten-tos de reconquista espaola a Chile, Ecuador y Bolivia, que culminaragloriosamente en el Callao el 2 de mayo de 1866. Y reiter que el Perhaba mantenido desde entonces su adhesin obstinada a las solucio-nes de derecho y de paz, su acatamiento a los fallos internacionales, su

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    fe en la conciliacin internacional y su adhesin invariable al principiode no intervencin, venga sta de donde viniere.Por ello dice el Per ve con creciente preocupacin la agudizacinde las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, agravadas por la in-tromisin del Primer Ministro sovitico, cuyo objetivo evidente es elde atizar la discordia en el Caribe, desquiciar el sistema continentale impulsar la penetracin sovitica, y que por ello solicit el Per laconvocatoria de esta Reunin, en trminos de absoluta neutralidad ypropsito de conciliacin, sin ndice alguno de acusacin contra nadie ytendiendo a promover todo lo que nos une y no lo que nos separa.

    En ese afn de impulsar el entendimiento y la conciliacin, Porrasrecuerda que, por boca del Secretario de Estado Charles Evans Hug-hes. Estados Unidos ha reconocido en Amrica Latina el derecho a larevolucin, y que cada nacin puede gobernarse a si misma segn laforma que quiera y cambiarla a su arbitrio siempre que cuente con lavoluntad popular, mientras que Cuba ha asegurado en el Consejo deSeguridad de Naciones Unidas que est dispuesta a convivir en paz eincrementar sus relaciones, sobre bases de igualdad y respeto mutuo,con Estados Unidos.Termina Porras su histrico discurso expresando su conanza de quela revolucin cubana, que persigue una honda transformacin econ-mica, la mejora de los niveles de vida y una justa distribucin de lariqueza, no se desve de su camino original y su destino americano, yque con Estados Unidos, que ha declarado su voluntad de servir a lapaz y el bienestar de los pueblos americanos, hallen una frmula deentendimiento y conciliacin, para que segn la luminosa frase delEvangelio de San Lucas, que slo horas antes haba encontrado en laBiblia de su velador, en ese alto plano de amistad podamos convertir

    los corazones de los rebeldes a la prudencia de los justos, para bien deAmrica y de la humanidad.

    Mientras Porras hablaba, no se oa en el inmenso auditorio atestado degente un solo murmullo. Los delegados y el pblico seguan extasiados,en absoluto silencio, el brillo, la altura, la racionalidad y la elegancia dela exposicin peruana. Al nalizar Porras su intervencin, los delega-dos se ponen de pie y lo ovacionan fervorosamente por largos minutos.El Canciller Roa cruza la sala y lo abraza mientras exclama Al Pergeneroso. Los Cancilleres latinoamericanos se acercan a felicitarlo porsu extraordinaria elocucin.

    Porque en el fondo de sus corazones, la mayora de los latinoameri-canos no quiere excluir a uno de los hermanos y menos an a apare-cer impulsados a hacerlo por Estados Unidos que slo es primo. Hanbuscado desesperadamente un milagro, que los libre de la pesadilla detener que elegir entre el riesgo del comunismo y la humillacin de laintervencin revestida de interamericanismo, y creen que el plantea-miento del Per se los ofrece. De all el delirio y el alborozo solidario.Pero si Porras tiene alguna ilusin de poder cambiar con su discurso elcurso de los acontecimientos, ella se desvanece a las primeras palabrasdel Canciller colombiano Julio Csar Turbay, presidente de la Reuniny coordinador voluntario de la conjura contra Cuba, quien pronunciaun discurso que lleva al molino norteamericano todo el agua que puede,y que llega hasta la ingenuidad o incluso el cinismo cuando proclamasolemnemente que Ninguna nacin de este Hemisferio, para protegersu independencia y soberana, necesita de la ayuda poltica o militar deuna potencia extracontinental cuando el ya inminente ataque de Ba-ha de Cochinos slo ser derrotado porque Cuba contaba ya entoncescon las armas soviticas llegadas de justeza, mientras que la OEA nodir una sola palabra ni levantar un solo dedo ante el ataque armado.El Canciller Roa declara entonces que, aunque Cuba est acusada deser pen de la Unin Sovitica por la no solicitada oferta del PremierKruschev, ante la inminencia de un ataque armado Cuba no tieneporqu rechazar la ayuda de nadie porque est absolutamente desam-parada y tiene el deber elemental de sobrevivir. Por su parte el Secre-tario de Estado Christian Herter declara enfticamente que EstadosUnidos nunca ha tenido intenciones ni las tiene ahora de lanzar unataque militar contra Cuba, pese a que el ataque de Baha de Cochi-nos est ya a slo ocho meses.

    Pero la Reunin sigue su curso y produce nalmente la Declaracinde San Jos que, aunque sin nombrar a Cuba, condena la interven-cin o amenaza de intervencin de una potencia extracontinental enlos asuntos de las repblicas americanas as como su aceptacin porparte de un Estado americano, lo que obliga a la OEA a desaprobarlay rechazarla con igual energa.Porras se niega a rmar una declaracin tan opuesta a sus principios,y faculta al embajador en la OEA, Juan Bautista de Lavalle, a hacerlo,mientras que el Canciller Arcaya que comparte la misma era inde-pendencia que Porras tambin se niega y renuncia. Por su parte, elCanciller Tello de Mxico, que s la rma, declara elpticamente que ladelegacin de Mxico est convencida de que se trata de una resolucin

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    de carcter general, para todos los Estados miembros de la Organi-zacin, y de que en ninguna forma constituye una condenacin o unaamenaza en contra de Cuba. Pero la presin de los embajadores deEstados Unidos en las capitales latinoamericanas acaba con las dudasy todos la rman calladamente. No obstante, la prdica de Porras hahecho su efecto. Cuba no ser mencionada en la resolucin y le tomara Estados Unidos dos aos ms expulsarla de la OEA.

    Porras no renuncia entonces porque un importante senador ocialistalo ha llamado para comunicarle que el Presidente Prado desea seguircontando con sus valiosos servicios. Es una primera maniobra para evi-tar su renuncia y as atenuar as el impacto del escndalo poltico queha estallado en Lima, avivado por los feroces ataques que los diarios ylos sectores de derecha lanzan contra Porras. Su discurso sigue sin pu-blicarse. Y, para enfriar la crisis poltica, se lanza entonces en Lima laversin de que Porras no ha rmado por razones de salud. Porras, queno quiere que se desvirte su gesto, se lanza entonces al centro de SanJos en el mismo instante en que la Reunin aprueba la Declaracinpara que todo el mundo lo vea y as desmentir la versin falaz.

    Pero recibe el primer desaire ocial cuando al llegar de vuelta a Limano hay representante del Gobierno para darle la bienvenida. Las pocasdocenas de eles que lo esperbamos en Limatambo no pudimos re -primir un estremecimiento cuando, al abrirse la portezuela del avin,apareci Porras con la muerte retratada en el rostro. En las dos sema-nas de San Jos, la enfermedad ha hecho progresos impresionantes ylo obliga a recluirse en esta casona, aunque al da siguiente de su lle-gada ha acudido a Palacio y puesto el cargo a disposicin. Prado, que loaprecia y respeta, le pide que demore su retiro de la Cancillera y quecontine en funciones, pero la solucin poltica apremia y dos semanasms tarde Prado lo convoca a Palacio y tras una hora de conversacin,

    que ha quedado en el misterio, Porras declara a la prensa que hanhablado de su renuncia, presentada das antes, y al da siguiente sepublica el texto de la misma, en la que sustenta y justica indeclina-blemente su posicin en San Jos. Pero no se publicar la aceptacin dela renuncia ni el nombramiento de su sucesor, el Ministro de Trabajoembajador Luis Alvarado Garrido, hasta semanas despus, en gesto dedesacostumbrada deferencia que reeja los encontrados sentimientosque han debido atenazar a su viejo amigo, el Presidente Prado, en tanpenosa coyuntura.

    Pero Porras quiere que su ltimo acto como Ministro sea tomar el ju-ramento a los alumnos de la primera promocin de la Academia Di-plomtica del Per que apenas podan contener las lgrimas ante el

    Canciller moribundo para impartirles la conviccin de que en los j-venes est la renovacin democrtica del Per y rearmarles que Porencima de las prebendas, de los favores y de las ventajas personales,estn la dignidad de la Nacin y la dignidad personal.

    Volvera a Torre Tagle solo doce das despus, ya sin vida pero renacidoa la inmortalidad, para que la diplomacia peruana velara su ltimosueo terrenal.

    Porque en esos das nales, Porras ya no sale, y postrado como Palmaen un viejo silln y una manta en las rodillas, con las huellas del sufri-miento en el rostro y sacudido por una implacable tos cardiaca, recibecon esfuerzo a sus visitantes, entre ellos el intelectual y poltico brasi-leo Augusto Federico Schmidt, que nos ha dejado esta imagen:

    Sus manos parecan atravesar una bruma para ayudarlo a ser msconvincente en lo que me deca, sobre algunos problemas ligados aun mundo del que l se estaba desligando para siempre. Los cabellosrubios, casi blancos, eran agitados por una especie de viento intemporal.Guardaba lcida como nunca su inteligencia, pero con la muertepresente, visible a su lado.

    El n le llega slo dos semanas ms tarde en una noche de soledad, sinms compaa que la de su leal chofer y mayordomo Julio Acosta. Pesea la hora, la noticia corre como un reguero de plvora y acuden desdeel Presidente de la Repblica hasta el ltimo de sus discpulos. Ante sucadver, la ciudad se estremeci, el pas sobrecogido advirti de prontolo que haba perdido y el torrente de pasiones que se haba desatadocontra l se volvi de pronto remanso reverente, y desde entonces todofue recogimiento y desconsuelo.

    Porque Porras muri en su ley, alzado gallardamente ante Amricaen su pedestal de rebelda, libre y discrepante, pero dueo absoluto desu seoro espiritual y tambin de su verdad, que la historia recogeracomo pstumo desagravio al reconocer el acierto de su valiente ten-tativa de conciliacin en Costa Rica.

    Porque en 1975, y en el mismo San Jos que haba escuchado su visio-naria advertencia, los pases americanos declararon sin efecto la mar-ginacin de Cuba acordada en Punta del Este en 1962, y dejaron enlibertad a los Estados miembros para restablecer sus relaciones conCuba. Hoy, sesenta aos despus, solo Estados Unidos se resiste, pesea mantenerlas con todos sus enemigos histricos, Rusia, China, Viet-nam. Como Porras lo haba anticipado, Cuba debi someterse a la tu-

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    tela de la URSS pero sobrevivi cuando ni ella ni su apoyo existan ya,aunque reforzada luego por el petrleo venezolano.

    Su tesis de la conciliacin hubiera salvado a Amrica Latina de dca-das de inestabilidad y de costosos desgarrones en su unidad, y a Es-tados Unidos de la humillacin de la derrota en Baha de Cochinos ydel adverso efecto que para su imagen de superpotencia representara,durante ms de cincuenta aos, el desafo de un pequeo pas, que enun momento del acoso de Estados Unidos entonces s pudo poneren riesgo la vida de millones de sus ciudadanos cuando la crisis de losmisiles, por no hablar del fracaso de una poltica que en ms de mediosiglo no pudo consiguir sus propsitos.La asistencia masiva de los presidentes latinoamericanos y caribeos,y tambin la de los secretarios generales de la OEA y de Naciones Uni-das a la reciente Cumbre de la CELAC en La Habana la ms gran-de en la historia del Continente constituye una nueva reivindicacinpara Ral Porras.

    A su muerte, Luis Alberto Snchez previndolo escribi lo siguiente:

    Con la mano an trmula de haber llamado por ltima vez a su puerta,y la voz sorda de duelo, escribo estos comentarios para llamar la atencindel transente futuro de la Patria sobre esta gura menuda, traviesa,cordial y tajante, que llen un da el escenario poltico e intelectual denuestra tierra, y que lo ha de seguir encendiendo en la medida quese vaya descorriendo el velo que todava oculta desconocidos logros,ignorados aciertos y una leccin de dignidad y clarividencia.

    Porque nunca brill ms la difana honradez de Porras, su integridadinsobornable y su idealismo altivo y desdeoso, que en San Jos, cuan-do enfrentndose cara a cara con las dos superpotencias les enrostr su

    egosmo y sus inconsecuencias, y les demostr su decisin de ser libreante ellas, en ese heroico nal, enhiesto prlogo a su rebelde despedidade la vida.

    Medio siglo despus de esa leccin nal de dignidad y clarividencia, elrecuerdo de Ral Porras sigue inspirando a sucesivas generaciones deperuanos, desde su morada, que l haba anticipado tambin para RivaAgero:

    en la regin olmpica de verde esmalte,adonde no llegan la envidia ni el odio

    y lejos de toda escoria humana,donde su espritu resplandece bajo la mirada de Dios

    y dialoga ya con las sombras de la Patria.

    Nos abocamos a un conicto que es denominado de diversas formas,dependiendo de la historiografa de cada pas. En Chile y el Peres comn la denominacin de Guerra contra Espaa, mientras en Es-paa se le conoce como la Guerra del Pacco. Para diferenciarla de laposterior guerra de Chile contra Bolivia y el Per, que es denominadade la misma forma, tambin recibe el nombre dePrimera Guerra delPacco. En el contexto hemisfrico, debe sealarse que a partir de1860, comenzaron a producirse en Amrica Latina procesos tan gravescomo las incursiones del libustero William Walker en Nicaragua, lareincorporacin de Santo Domingo a Espaa, la intervencin francesaen Mxico y la ocupacin de las islas Chincha por Espaa. Todo ello

    haca ver, con carcter de urgencia, la necesidad de proseguir los acer-camientos entre las repblicas americanas y de eliminar las diculta-des o discordias existentes entre ellas. El gobierno peruano, apremiadopor su diferendo con Espaa, tom la iniciativa de materializar esteanhelo, y el 11 de enero de 1864 el ministro de Relaciones Exteriores,don Juan Antonio Ribeyro, dirigi una circular a varias cancillerasamericanas, invitndolas a hacerse representar en un congreso quehabra de celebrarse en Lima.

    Como bien sabemos, el Presidente Mariano Ignacio Prado dio luego pornulo el tratado Vivanco-Pareja, form la Cudruple Alianza con Chile,Ecuador y Bolivia y le declar la guerra a Espaa. Dos fueron los episo-dios ms importantes de sta: las victorias de los aliados en el combate

    Teodoro Hampe Martnez

    El Combate del 2 deMayo de 1866 en su tripledimensin: poltica,militar e internacional

    Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor ordinarioen la Pontifcia Universidad Catlica del Per y la Universidad Nacional Mayor

    de San Marcos. Secretario de la Sociedad Bolivariana del Per. Miembrocorrespondiente de la Academia Argentina de la Historia y la Sociedad Chilenade Historia y Geografa. Autor y compilador de una veintena de libros y ms de uncentenar de artculos publicados en revistas especializadas de Amrica y Europa

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    de Abtao (7 de febrero de 1866) y el denitivo en el Callao (2 de mayo de1866). El triunfo fue contundente, a pesar de los gastos que resintieronla economa peruana, y las naves espaolas se tuvieron que retirar.

    Antecedentes histrico-polticos

    El origen o pretexto de la absurda guerra con Espaa, producto delrenacimiento del conservadurismo europeo luego de las revolucionesde 1848 y su afn por reconquistar antiguas colonias, y de oscuros in-tereses econmicos particulares, fue la negativa espaola a reconoceral Per como pas soberano por no haberle cancelado la deuda de laIndependencia contrada en la capitulacin de Ayacucho (cf. Orrego,2000, p. 842 ss.).

    El historiador espaol Pedro de Novo y Colson (Historia de la guerra deEspaa en el Pacco, 1882) sealaba que los poseedores de los bonosde la deuda con Espaa eran peruanos en su mayora: Unase a estasconsideraciones la muy atendible de que en el caso de conseguir untratado verdaderamente digno de tomarse en serio, el pago de la deudaantigua o espaola, quedara en aquel territorio por ser peruanos casitodos sus tenedores. Se ha dicho tambin que algunos se proporciona-ran pinges ganancias con la cotizacin del papel de la deuda al solointento de negociar un tratado.

    En efecto, es sabido que muchos comerciantes u hombres de negocioscompraban valores de la deuda peruana para luego presionar al Estadoy lograr su consolidacin. De otro lado, el historiador Nicols Sn-chez-Albornoz (1968) ha analizado los graves problemas econmicosque atravesaba Espaa. Sostiene que en abril de 1864 surgieron di-cultades monetarias que provocaron la contraccin mercantil y luego lade las actividades industriales. Ambas originaron, a su vez, desempleo

    y vino un recargo a los derechos de consumo que provoc reaccionesadversas, a menudo violentas.

    Tambin es importante analizar si en el Per o en la Pennsula Ibricahaba grupos o personas que deseaban la restauracin colonial en Am-rica del Sur, o concretamente en nuestro pas. Una carta del ministroperuano en Washington, Federico Barreda, dirigida al Ministerio deRelaciones Exteriores en marzo de 1864, resulta interesante: Se haencontrado un pretexto (aunque malsimo) en el Per, el pas ms co-diciado de Amrica. Los retrgrados espaoles creen que el elementomonrquico es grande en nuestro pas y que slo necesita el pequeoapoyo que le preste una fuerza extranjera para apoderarse del gobier-no, destruir la Repblica y proclamar a un prncipe.

    El reconocimiento de la deuda era susceptible de muchas interpreta-ciones y dudas; poda ser muy gravoso para el Per por efecto de lasprobables falsicaciones o alteraciones que hicieran los interesados,tal como haba ocurrido con la cancelacin de la deuda interna. Quedaentonces por ventilar de una vez por todas, a travs de la investigacinen archivos espaoles y peruanos, los mviles econmicos y polticos,tanto pblicos como privados, que desencadenaron esta absurda gue-rra de los aos 1860, segn ha advertido el profesor Juan Luis Orrego(op. cit., p. 844).

    El hecho es que la histricamente conocida como Campaa del Paccose inicia el 10 de agosto de 1862, con la salida de Cdiz de la escuadraespaola que estaba formada por los siguientes buques de la Armada:las fragatas de hlice gemelas Triunfoy Resolucin, la corbeta de h-lice Vencedoray la goleta protegida Virgen de Covadonga. La escua-dra se hallaba bajo el mando del almirante Luis Hernndez-Pinznlvarez, descendiente directo de los hermanos Martn y Vicente Pinzn(capitanes de las carabelas que acompaaron a Cristbal Coln en eldescubrimiento de Amrica).

    Pinzn enarbola su insignia en la Resolucin, donde tambin va em-barcada la Comisin Cientca del Pacco. La Vencedorase uni a laescuadra ms tarde en Montevideo, mientras que la Virgen de Cova-dongaya se encontraba en el Ro de la Plata. Finalmente, partieronhacia el Pacco en abril de 1863, bordeando el cabo de Hornos. A na -les de mes la Vencedoraconsigue llegar a Valparaso, en tanto que lasfragatas arribaron a principios de mayo.

    En Chile, la escuadra fue recibida con cordialidad por las autoridadesy el pueblo. Durante su estancia, los espaoles recibieron un trato muycorts y correcto y observaron un gran progreso material y cultural en

    ese pas. Entre junio y julio los buques partieron hacia el Per (Anni-mo, 1941, p. 15).

    Tras dejar las costas peruanas, la escuadra se dirigi a Guayaquil ya la ciudad de Panam. En esta ciudad, el almirante Pinzn recibilas primeras noticias sobre un incidente ocurrido en la hacienda deTalambo, aunque los detalles no los conoci hasta que se reuni con losociales de la Virgen de Covadongaen el Callao. El conicto diplomti-co entre el Per y Espaa dio comienzo con ese famoso incidente, en elque se produjo una pelea entre peones espaoles de dicha hacienda y elterrateniente peruano Manuel Salcedo, y que acab con dos muertos yvarios heridos. Las noticias que llegaron a la ota y, posteriormente, aEspaa eran confusas y exageradas, por lo que el gobierno espaol soli-

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    cit explicaciones. La falta de entendimiento entre el gobierno peruanoy el enviado espaol, unida a la informacin errnea proporcionada porste a la escuadra, llev a la posterior ocupacin de las islas Chincha(vase Garca Salazar, 1928).

    Sucede que el 4 de agosto de 1863 el colono Marcial Miller se encontrcasualmente con el hacendado Salcedo, que iba a caballo, plantendolela conveniencia de solucionar sus diferencias. El mayordomo de la ha-cienda, acompaado de un grupo de peones armados, solicit que Millerse entregara. Los colonos lo impidieron, se desenfundaron las armas yen el tiroteo que se cruz resultaron muertos un vasco y un peruano yvarios heridos de ambos grupos. El juez del pueblo de Chepn ordenque los heridos fueran trasladados al hospital y el resto de colonos per-manecieran detenidos mientras se iniciaba el sumario correspondien-te. En primera instancia, dos vascos fueron condenados, pero la CorteSuperior de La Libertad anul la sentencia y mand capturar y enjui-ciar al hacendado Salcedo, como tambin procesar al juez de Chepn.En nueva apelacin, esta vez de Salcedo, la Corte Suprema declarnula la anterior sentencia y restituy las cosas a su estado anterior.

    En medio de esa revuelta situacin, los mandos de la ota espaolaprotestaron por la muerte de su compatriota ante el gobierno peruano.Las primeras noticias llegaron a Madrid entre septiembre y octubre de1863. La informacin era confusa, hablndose al principio de asesina-tos. Incluso se lleg a publicar un folleto titulado Horrorosos detallesde los asesinatos de espaoles en el Per, recibidos por el ltimo correo (cf. Dulanto Pinillos, 1954, p. 310).

    Mientras la Escuadra del Pacco abandonaba el Callao y llegaba aValparaso, entr en escena Eusebio Salazar y Mazarredo, quien seofreci para llevar la correspondencia ocial a Espaa. De all volvi a

    Lima con el cargo de Ministro de Su Majestad en Bolivia y Comisarioextraordinario para el Per y solicit una reunin con alguna auto-ridad competente del gobierno. El canciller Juan Antonio Ribeyro leindic que la entrevista sera condencial, pues no le reconoca el cargode Comisario, a lo que Salazar respondi indignado que no aceptaba yse march al encuentro del almirante Luis Hernndez-Pinzn, coman-dante general de la Escuadra del Pacco.

    El Congreso Americano de Lima (1864-1865)

    Con referencia a las exageradas denuncias del Comisario regio, donMariano Moreyra, cnsul del Per en Madrid, sealaba en una expo-

    sicin al Congreso Nacional: Las pretendidas persecuciones y los tre-mendos relatos en que el enviado de Espaa se pintaba como vctimade tantos y tan oscuros proyectos de crimen sobreexcitaron de nuevola opinin pblica hasta el punto de imponer al gobierno espaol nue-vas miras y deseos. Los peridicos fueron entonces lugares propiciospara que algunos personajes, por crditos que se hallaban en manosde algunos capitalistas que eran el alma del negocio y los primeros ini-ciadores de la guerra (Bermejo, 1872), desembocaran sus iras contrael Per.

    Salazar y Mazarredo entreg a Pinzn las instrucciones complementa-rias, segn las cuales el arreglo de paz estaba condicionado a la resolu-cin justa del caso de Talambo, y en las que se armaba que quedabajusticado el uso de la fuerza en el caso extremo de atentado contra laseguridad de los barcos, su personal o el honor nacional. Aunque Pin-zn solicit el resto de las instrucciones, Salazar le indic que no eranen verdad relevantes. Y el 14 de abril de 1864 la escuadra espaolaocup las islas Chincha.

    En este contexto se produjo la convocatoria al Congreso Americano deLima, sobre la cual hemos referido al inicio de esta disertacin. La can-cillera chilena design como su delegado ocial a don Manuel Monttcon el ttulo de Ministro plenipotenciario, con la esperanza de quelograra imponerse ante las diversas facciones que dividan al Per yorientara de algn modo la conducta de los mandatarios de este pas.Se esperaba tambin que pudiese aunar la actitud de los gobiernos quese hicieran representar en Lima, para as inuir y obligar a la pruden-cia a las ambiciones espaolas en el Pacco.

    El 31 de octubre de 1864, a los tres das de haber entrado en funciones,el Congreso decidi enviar una nota al jefe de la escuadra espaola, la

    cual fue llevada por el diplomtico chileno Ignacio Zenteno. La nota re-marcaba la urgencia de que Pinzn desocupara las islas guaneras y lasdevolviera al Per, en atencin a que haban pasado ms de seis mesessin que Espaa hubiese hecho demanda alguna y a que la acumulacinde fuerzas solo llevaba a hacer la situacin ms incierta y alarmante.La respuesta de Pinzn fue negativa, basndose en que para complacera los delegados no bastaban los deseos del Congreso, sino que para elloeran necesarias instrucciones precisas de su gobierno.

    Entonces, el 24 de noviembre siguiente, el Congreso Americano reco-mend por unanimidad que dentro del plazo de ocho das la escuadraperuana debera atacar a la espaola. Pero el Presidente de la Rep-blica, general Juan Antonio Pezet, sabedor de que la escuadra nacional

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    no estaba en condiciones de realizar el ataque, plante este problema alos delegados. Frente a tal hecho, se dispuso que no se realizara ningnacto de guerra.

    Al entrar en funciones el nuevo jefe de la escuadra espaola, almiranteJos Manuel Pareja (6 de diciembre de 1864), ste dej establecido queEspaa no procuraba lesionar la independencia del Per, pero decaque rehusaba entrar en negociaciones con el Congreso Americano y quesolo se entendera en forma directa con el gobierno de Pezet.

    Una nueva acta dirigida por el Congreso a Pareja determin que esterecordara que el conicto era hispano-peruano y que, de proseguir losdelegados en su insistencia, comprendera a sus respectivos pases enlas graves y funestas consecuencias que pudieran sobrevenir. A partirde ese momento el gobierno peruano continu por cuenta propia lasgestiones con Pareja.

    A continuacin, el 30 de diciembre, se realiz la primera conferenciaentre el almirante Pareja y el general Manuel Ignacio de Vivanco,dando lugar a arreglos que culminaran con la redaccin del tratadoVivanco-Pareja (27 de enero de 1865). Este documento estipulaba elintercambio de embajadores, el saludo a los respectivos pabellones, lareprobacin ocial a Salazar, la desocupacin de las islas Chincha yel pago a Espaa de 3 millones de pesos como indemnizacin por losgastos causados.

    El mariscal Ramn Castilla, entonces presidente del Senado, protestde manera airada y directa, en una spera discusin con Pezet, quese haba presentado en la Cmara para explicar la situacin. El 28 defebrero de 1865, en Arequipa, se sublev el coronel Mariano IgnacioPrado. Desde diversos puntos del pas, muchos militares y civiles lo se-

    cundaron enseguida (cf. Juan Gualberto Valdivia, Memoria de las revo-luciones de Arequipa, reprod. en Sociedad Fundadores, 1941, p. 17-18).

    Casi sin resistencia, los sublevados arribaron hasta la plaza principalde Lima. Aqu trabaron una dura lucha con la guarnicin del Palacio deGobierno. La batalla del 5 de noviembre de 1865 dur hasta las 10 dela noche. Las tropas leales a Pezet slo se rindieron cuando ya habanperdido tres cuartas partes de su contingente; las puertas de la sedepresidencial se abrieron y una multitud enfervorizada entr, principal-mente para entregarse al saqueo.

    Desarrollo de la guerra con Espaa

    Mientras el conicto entre Espaa y Per empezaba a surgir con fuer-za, en Chile la opinin pblica se exalt y comenzaron actos hostilescontra los espaoles residentes. El gobierno de Santiago decidi en-tonces negar todo apoyo logstico a las unidades navales espaolas enpuertos chilenos. La Moneda intervino en el conicto negndose a abas-tecer a los buques visitantes primero y declarando la guerra a Espaadespus, el 25 de septiembre de 1865. En los meses siguientes, tambinel Per declar la guerra a Espaa (12 de enero de 1866), unindose alpoco Ecuador (30 de enero) y Bolivia (22 de marzo).

    El almirante Pareja, nombrado ministro plenipotenciario de Espaaen Chile, presion al gobierno de este pas para que levantara las res-tricciones impuestas a su escuadra. Ante la negativa chilena, el co-mandante general de la ota del Pacco declar toda la costa chilenaen estado de bloqueo (24 de septiembre). Aunque, debido a los pocosbuques espaoles, ste se redujo a Coquimbo y Caldera.

    Pareja envi a la goleta Covadongaen direccin al puerto de Coquim-bo para bloquearlo, pero frente a Papudo se enfrent con la corbetachilena Esmeralda, que termin logrando su captura. Este hecho sig-nic un gran revs para los espaoles. El comandante general habapermitido la salida de la Esmeralday haba ordenado la partida de lapequea Covadonga, de tan slo tres caones, en solitario, a pesar delas quejas de parte de la Junta de ociales. Se dice que el sentimientode culpa llev al almirante Pareja a suicidarse. A ste le sucedi en elmando don Casto Mndez Nez, quien realiz algunas infructuosasexpediciones para recuperar la Covadonga.

    El 28 de noviembre de 1865, por presiones de asambleas populares y

    por decisin del ejrcito, el coronel Prado asumi de factola presidenciade la Repblica con el ttulo de Jefe Supremo de la Nacin. Prado, el 13de diciembre, anunci la ruptura de relaciones con Espaa, lo que re-presentaba virtualmente una declaracin de guerra. El 14 de enero de1866 se rm el Tratado de Alianza ofensiva y defensiva, suscrito porel secretario de Relaciones Exteriores del Per, Toribio Pacheco, y elministro plenipotenciario de Chile, Domingo Santa Mara. El tratadoinvitaba a otras repblicas sudamericanas a unirse para enfrentar ala escuadra espaola. Poco despus Bolivia y Ecuador se sumaron a laalianza (cf. Dellepiane, 1931, vol. 1).

    La ota chileno-peruana se compona para entonces de la fragata Apu-rmac, las corbetas Uniny Amrica, la goleta Covadongay los vapo-

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    res Lautaroy Maip, y se encontraba al mando del capitn peruanoManuel Villar Olivera.

    Mientras tanto, en Valparaso el almirante Mndez Nez exiga aChile la devolucin de la Covadongaa cambio de levantar el bloqueo yrestituir las presas hechas por la escuadra espaola. Chile contest alintermediario, el estadounidense comodoro Rodgers, que no devolverala Covadonga. Mndez Nez anunci entonces el bombardeo de dichopuerto, advirtiendo con mucha antelacin sus intenciones, con el pro-psito de facilitar la evacuacin de civiles. El 31 de marzo se procedi albombardeo, causando grandes daos en Valparaso. Hubo dos muertosy aproximadamente 10 heridos, porque unos 40.000 habitantes, casi lamitad de la poblacin, avisados de antemano, haban abandonado sushogares y los otros se refugiaron convenientemente.

    Entonces Mndez Nez, espoleado por los reproches vertidos hacia elataque contra Valparaso, puso rumbo al Callao, que se consideraba elpuerto mejor defendido de Sudamrica.

    La Escuadra del Pacco lleg a la isla de San Lorenzo, frente a las cos-tas del Callao, el 26 de abril de 1866. Al da siguiente, Mndez Nezanunci al cuerpo diplomtico acreditado en Lima que dara un plazode cuatro das para la evacuacin de la ciudad antes del bombardeo.Este lapso de tiempo fue aprovechado por las autoridades peruanaspara ultimar la organizacin de las defensas de la ciudad y de los cuer-pos auxiliares, como las brigadas de bomberos formadas por extranje-ros residentes en el Callao.

    Antes de proceder al ominoso bombardeo, Mndez Nez hizo circularuna nota de maniesta soberbia: El gobierno de Su Majestad Catlica,que supo guardar la ms digna neutralidad en la contienda civil de que

    ha surgido en el Per la Dictadura, sabe tambin la obligacin indecli-nable que le impone la honra e intereses de su pas, y en tal concepto,ha ordenado en el Pacco, imponga al de la Dictadura el castigo quede motu propiose ha buscado, ordenando a cabo a las fuerzas de sumando, todas las hostilidades que a este n pueden conducir. [...] Ental virtud, esas fuerzas van a obrar sobre el Callao y sus forticacio-nes, y para que los sbditos extranjeros residentes en dicha poblacinpuedan ponerse a salvo con sus intereses, ha dispuesto darles un plazode cuatro das contados desde esta fecha, declarando al mismo tiempoculpable de las prdidas que las hostilidades puedan ocasionarles, algobierno de Lima, que hollando hasta los principios ms elementalesdel derecho de gentes, ha dado a Espaa justo e incontrastable derechode llevarlas a cabo (cit. en Cornejo Bascop, s/f).

    Combate del Callao (2 de mayo de 1866)

    La Escuadra del Pacco estaba compuesta, el da del combate, poruna fragata blindada (la Numancia), cinco fragatas de hlice (Blanca,Resolucin, Berenguela, Villa de Madridy Almansa), una corbeta dehlice (la Vencedora) y siete buques auxiliares (los vapores de trans-porte Marqus de la Victoria,Paquete del Maule, Uncle Samy MatasCousioy los transportes a vela Mataura, Maray Lotta and Mary).La Escuadra contaba en total con 272 caones: 270 montados en losbuques de guerra y las embarcaciones menores y 2 inservibles, quehaban explosionado en el transcurso del combate de Abtao.

    De acuerdo con las investigaciones del historiador naval espaol JosRamn Garca Martnez, el monto detallado de los miembros de la RealArmada que participaron en el combate del Callao es el siguiente:

    Primera Divisin: Numancia598 (buque de la insignia) + Resolu-cin471 +Blanca438 = 1.507 hombres.

    Segunda Divisin:Berenguela410 (repetidor, cabecera) + Villa deMadrid602 = 1.012 hombres.

    Tercera Divisin: Almansa 661 (repetidor, cabecera) + Vencedora139 = 800 hombres.

    Total de combatientes: 3.319 hombres.

    En el Combate del 2 de Mayo participaron nicamente los siete buquesde guerra ya mencionados, quedando los restantes vapores de trans-porte y buques a vela como auxiliares en tareas de socorro o de aloja-miento para los refugiados espaoles huidos del Callao. Aunque casitodos los estudiosos de este combate (Iriondo, Novo y Colson, RomeroPintado) coinciden en hablar de 245 caones, Garca Martnez en suobra El Combate del 2 de Mayo de 1866 en el Callao (1999) concluye

    que, aparte de las 245 piezas mayores que montaba la escuadra, estdocumentado el uso de otras 7 piezas menores. As que por parte espa-ola participaron un total 252 caones, la mayor parte 126 piezasde a 68 libras.

    Por la parte peruana, la defensa del Callao consista en una serie debateras que se haban emplazado al norte y sur de la poblacin y en elmuelle, en tanto que los buques de guerra (los monitores Loay Victoriay los vapores Tumbes, Sachacay Coln) se situaron en el centro, a lasrdenes del capitn de navo Lizardo Montero Flores. La comandanciade las bateras del Norte la tena el coronel Jos Joaqun Incln; en lasdefensas de este sector sobresalan la torre Junn y el fuerte Ayacu-cho, colocado cerca de la estacin del ferrocarril. En el sector Sur, al

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    mando del general Manuel de la Cotera, las principales defensas eranel fuerte Santa Rosa y la torre de La Merced.

    Los valientes defensores hispanoamericanos contabilizaban un totalde 69 caones, 56 en las bateras y 13 en los buques de guerra. De estetotal, pueden obviarse los 6 caones de la batera Zepita, pues no par-ticiparon en el combate por estar orientados a la Mar Brava. Entre las63 piezas de artillera cabe destacar los llamados caones monstruo-sos: cuatro Armstrong de a 300 libras y cinco Blakely de a 500 libras.Tambin se colocaron una serie de torpedos jos delante de las baterasde la zona sur, seis canoas-torpedo en la zona norte y un torpedo debotaln sujeto al vapor Tumbes, atracado en el muelle.

    Los patriotas de nuestra Amrica peruanos, chilenos, bolivianos,ecuatorianos y otros sumaban alrededor de 8.150 hombres. Al res-pecto, se puede mencionar que el decano del combate del Callao fueel longevo coronel del Ejrcito del Per don Manuel Demetrio BezadaIparraguirre quien, en el 75 aniversario de la referida contienda bli-ca, el 2 de mayo de 1941, a los 90 aos de edad, recibi el tan necesariocomo apasionado homenaje de sus connacionales, entregndosele en-tonces las insignias militares de la Gran Orden de El Sol de Ayacucho.Bezada Iparraguirre se encontr en el Callao el ao 1866 en calidad desubteniente alumno del Colegio Militar. Tena a la sazn el grado dealfrez de caballera y particip como individuo sin destino (GarcaMartnez, 2007, p. 62-63).

    Era el mircoles 2 de mayo de 1866, a las once y quince de la maana,cuando la escuadra espaola, tendida en una lnea en forma de V, seacerc desaante al puerto del Callao. A la derecha, al sur del puerto,estaba la Numancia, seguida por las fragatasAlmansay Resolucin. Elsector de la izquierda o del norte, estaba formado por las fragatas Villa

    de Madrid, Berenguelay Blanca. La corbeta Vencedoraera el puntode interseccin de la pirmide. Los barcos ms pequeos se situaronatrs. Ciertamente era, en conjunto, la escuadra ms formidable quehaba navegado hasta entonces las aguas del Pacco sudamericano.

    La ciudad del Callao luca embanderada y haba sido abandonada portodos aquellos que no eran combatientes. El general Juan Buenda,comandante de la divisin del Norte, haba agrupado varios batallonespara impedir un posible desembarco espaol. Entre el Callao y Bella-vista se concentraban los bomberos limeos y chalacos. Cerca de all,los bomberos italianos, franceses, ingleses y alemanes portaban susrespectivas banderas nacionales.

    En el sector sur del Callao, se prepararon las defensas desde la torre deLa Merced, el fuerte Santa Rosa y la batera Chalaca, improvisadaen 24 horas por una multitud. En la zona de la Mar Brava se erigi labatera Zepita para evitar un posible desembarco. La lnea del norte,al mando del coronel Incln, estaba formada por el fuerte Ayacucho yla batera Independencia. En el centro, se hallaban los barcos perua-nos Loa, Victoria, Tumbes, Sachacay Coln, de poca o nula fuerza militar.

    Al medioda, la Numancia, la mejor embarcacin de la poca, se pusoal frente de las naves espaolas y lanz dos caonazos que fueron res-pondidos por La Merced y las dems bateras. La Villa de Madridfuela primera baja espaola, puesta fuera de combate a las 12:20, conuna granada con la que perdieron la vida 13 hombres y que abri unenorme agujero en la nave. Luego, fueron averiadas laBerenguelay laBlanca.

    Despus de aquella explosin, la torre y los alrededores exhiban unterrible cuadro de sangre, ceniza, tierra y retazos de uniformes. Sinembargo, la catstrofe no abati a los defensores del Callao. La luchasigui incesante y los actos de herosmo tambin. Una a una fueroncayendo las naves enemigas afectadas por los ms de 200 disparos efec-tuados desde las torres. Aunque los espaoles declararon luego quehaban disparado dos mil granadas, ninguna lleg a neutralizar lasbateras peruanas (cf. Orrego, s/f).

    A las 2 de la tarde la Villa de Madridabandon la lucha y fue remol-cada por la Vencedora. Poco despus, se retir tambin la Berenguelaque, anegada, comenz a recostarse sobre su costado a babor. A las 3de la tarde la Resolucinse retir con serios desperfectos y la Almansacon agua e incendio a bordo. Quedaron la Numanciay la Vencedora,sta con disparos eventuales. A las 5 de la tarde, la nave capitana de

    los atacantes dio seal de cesar el combate y orden la retirada despusde dar vivas a la Reina doa Isabel II. Los peruanos siguieron dispa-rando hasta que los buques espaoles estuvieron fuera del alcance delos caones de sus bateras. Entre otros, tuvieron destacada actuacinen el combate el coronel Jos Joaqun Incln, patrono del arma de Arti-llera del Ejrcito, el coronel Leoncio Prado y el teniente coronel PedroRuiz Gallo.

    Segn el Historiador de la Repblica, Jorge Basadre, las destruccio-nes materiales en el Callao se redujeron a la prdida de la torre deLa Merced, al desmonte de una batera y a algunos daos en ediciosy a un corto nmero de incendios, que pronto fueron extinguidos. Lasuspensin del fuego parti de la escuadra enemiga antes de que ter-

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    minara el da, cuando ella emprendi la retirada, habiendo quedadoimposibilitada de inmediato para una nueva accin ofensiva (y si lahubiera emprendido, habra encontrado nuevamente porada resisten-cia). Adems, los barcos atacantes no tuvieron tiempo para dedicar-se a bombardear la poblacin, que as no sufri daos considerables(Historia de la Repblica del Per[1961], t. IV, reprod. en ComisinNacional, 1966, p. 24).

    El hroe peruano: Jos Glvez

    El Secretario o Ministro de Guerra y Marina, don Jos Glvez Egsqui-za (n. Cajamarca, 1819), se haba posicionado en la torre de La Mercedpara dirigir el combate. Al parecer, en la torre imperaba el desordeny la impericia de ciudadanos poco conocedores del arte de la guerra.A las 12:55 una explosin ocurrida en este lugar mat a 27 personas,entre ellas, al Secretario de Guerra; al ingeniero colombiano CornelioBorda, jefe de la torre; al coronel graduado Enrique Montes; al capitnde artillera chileno Juan Salcedo; al coronel Toribio Zavala, hermanodel ministro de Marina de Espaa. Nunca se supo el origen de la explo-sin. Se dijo que fue una bomba del enemigo, una bomba de la bateraZepita o una bomba de la misma torre que explot accidentalmente.

    Un sobreviviente de la tragedia cont, segn las crnicas de la poca,que durante el combate cay un sirviente de las piezas de artillera.Fue entonces que se llam a un reemplazo para poder seguir alimen-tando los caones. Presuroso se adelant el teniente coronel del ejrcitomexicano, Csar Zubira. Pero cuando se alistaba a subir a la fatdicatorre donde humeaban los caones, un joven vestido de camisa roja ygorro azul se adelant y dijo: Yo soy peruano; a m nadie me toca!.En ese preciso instante, cuando el bombero voluntario Antonio Alarco

    Espinoza se dispona a alimentar los caones, un estrpito se sinti y27 hombres, incluyendo a don Jos Glvez, perecieron.

    La muerte del Secretario de Guerra fue muy lamentada y dio lugara manifestaciones de sincero dolor. Un da despus del combate, lasautoridades del gobierno dictatorial de Prado ordenaron el reconoci-miento del cadver, que se encontraba en la iglesia de Bellavista. Elinforme que presentaron los mdicos es de enorme valor documental.Expresaba que Glvez muri sin duda alguna por efectos de la combus-tin causada por el incendio de una cantidad de plvora.

    El cadver del heroico combatiente fue trasladado a Lima en la nochedel 6 de mayo, es decir tres das despus de su reconocimiento. La capi-

    lla ardiente fue preparada en el saln de sesiones del Congreso, haciadonde fue llevado el fretro desde la estacin de Desamparados. JosGlvez Egsquiza haba sido profesor del colegio de Nuestra Seora deGuadalupe y, quiz, el poltico liberal ms importante de su tiempo.Fue uno de los padres de la Constitucin promulgada por el generalCastilla en 1856. Sin embargo, frente a todo su liberalismo, cuentanque debajo de su uniforme de coronel improvisado, se encontr un cor-dn franciscano (aunque no menciona este hecho la sntesis biogrcade Becerra Palomino, 1989).

    La Escuadra espaola del Pacco tuvo en el Callao 43 muertos, 83heridos y 68 contusos. Del lado peruano no se sabe con exactitud elnmero de muertos y heridos, por lo que las cifras varan segn lasfuentes desde las 200 hasta las 2.000 bajas. El 10 de mayo de 1866,despus de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y reparar susnavos en la isla de San Lorenzo, los espaoles dividieron su escuadra.Por una parte, las fragatas Numancia, Berenguelay Vencedoray lostransportes Marqus de la Victoriay Uncle Sam se dirigieron hacialas Filipinas (entonces administradas por Espaa) para avituallarsey desde all continuar su viaje hacia Cdiz. El resto de la escuadra, esdecir la Resolucin, laBlanca, la Villa de Madridy laAlmansa, bajo elmando de Mndez Nez, navegaron hacia el Atlntico sur.

    Diecisis aos despus del combate, en 1882, en el transcurso de lacruenta Guerra del Pacco, la Sociedad Espaola de Benecencia ob-tuvo el beneplcito de las autoridades chilenas de ocupacin militaren Lima para rescatar los restos de los marinos espaoles de su ente-rramiento provisional en San Lorenzo, dndoseles respetuoso sepulcroy el honorable homenaje de dos descargas de fusilera por parte delEjrcito de Chile en un multitudinario acto celebrado en el cemente-rio general de Lima (hoy Presbtero Maestro). All descansan en sus

    nichos, dentro de una cripta de piedra grantica que fue erigida por elMinisterio de Marina de Espaa en 1966, al conmemorarse el centena-rio del combate del Callao.

    Dimensin internacional: consecuencias de la guerra

    A decir verdad, el anlisis de los resultados obtenidos en el Combatedel 2 de Mayo diere segn el punto de vista de cada una de las partes.Para Espaa la victoria fue suya, pues era una operacin de castigo yno una invasin. Para el Per, Chile y nuestros aliados, nosotros ga-namos, pues los buques espaoles terminaron retirndose de las aguasdel Pacco meridional.

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    Lo cierto es que la participacin extranjera en el combate fue muy im-portante porque se unieron en defensa del territorio peruano soldadosecuatorianos, chilenos, bolivianos y hasta mexicanos, cuyos interesestambin estaban en juego. Los aliados del Per celebraron la jorna-da del 2 de Mayo como un gran triunfo. El canciller de Chile, lvaroCovarrubias Ortzar, transmiti a su homlogo en Lima, don ToribioPacheco y Rivero, la gran alegra de sus connacionales por la victoriaperuana en la guerra hispano-sudamericana.

    Para Chile, la guerra tuvo unas nefastas consecuencias econmicas, yaque signic la prdida de casi toda su ota mercante y de su hegemo-na comercial en el Pacco (con la destruccin de los almacenes scalesde Valparaso), aunque con el pasar de los aos se recuper gracias alresurgimiento de los puertos de Valparaso y San Antonio. Espaa,por su parte, no obtuvo tampoco benecio alguno con este conicto. Alos gastos que ocasion el mantenimiento de la expedicin, se sum lacrisis econmica que azotaba Europa y que se dej sentir con fuerza enla Pennsula.

    Pedro de Novo y Colson (1846-1931), un historiador, poeta y marinoespaol, fue autor de la Historia de la guerra de Espaa en el Pacco(1882). Contemporneo de los integrantes de la escuadra de su pas,fue un agudo crtico de la actuacin hispana en el Pacco. Censur queel almirante Pinzn, en agresin injusticada y arbitraria, se hubie -ra apoderado de las islas Chincha, sin autorizacin de su gobierno, ycalic de loco al agente espaol Salazar y Mazarredo (cf. Garibaldi,2010).

    Novo y Colson destaca la valenta de la marina espaola, en condicio-nes aparentemente inferiores de combate. Dice que la Escuadra delPacco compuesta de naves de madera, a excepcin de la blinda -

    da Numancia, no contaba con un solo can de gran calibre paraenfrentar a los nueve caones Armstrong y Blakely, de monstruosoy extraordinario alcance, que posea el Per y que podan atravesaruna nave blindada con planchas de hasta 19 centmetros. Sostiene esteautor que los espaoles se batieron en psimas condiciones: los murosde madera de las naves fueron traspasados por las balas sin dicultad.Las fuerzas aliadas chileno-peruanas quedaron reducidas a una dci-ma parte de lo que fueron al comenzar el combate, mientras las espao-las continuaron con el mismo nmero de buques. Las fragatas espao-las, despus de cinco horas de fuego a cortsima distancia de los fuertesde tierra con sus poderosos caones, pudieron darse a la vela ocho dasdespus, todas unidas, para atravesar 3.000 leguas de ocano.

    Por n, en 1871 se rm en Washington, un convenio de armisticio portiempo indenido entre Espaa y sus cuatro enemigos declarados: Bo-livia, Chile, Ecuador y Per. El 14 de agosto de 1879, en Pars, Espaay nuestro pas suscribieron nalmente un tratado de paz y amistad,por el que se reconoca la independencia peruana y se establecan re-laciones diplomticas entre ambas naciones. El Per fue representadoentonces por don Mariano Goyeneche y Espaa, por don Mariano Rocade Togores, marqus de Molins.

    Durante los aos siguientes, similares tratados de paz se rmaron demanera bilateral entre cada pas sudamericano y Espaa: en 1879 conBolivia, en 1883 con Chile y en 1885 con Ecuador. A travs de la glorio-sa gesta del Callao, el Per sellaba denitivamente la independenciade Amrica del Sur. Fue una victoria de todo el pueblo americano, y delpueblo peruano en particular.

    Se ha dicho que el 2 de mayo de 1866 fue como si el alma popular hu-biese escrito un canto pico. Desde el punto de vista moral, resulta evi-dente que ante el combate se produjo una unanimidad sin precedentesen el fervor pblico peruano y que su belicosidad no se enerv despus,sino, al contrario, se intensic y se prepar para nuevas luchas.

    El ilustre historiador Jorge Basadre ha escrito al respecto: En vez dehacer sufrir humillaciones o castigos, Mndez Nez logr sin preten-derlo, robustecer el espritu nacional antes del 2 de mayo, a lo largo detodo ese da y durante algn tiempo despus. Por eso, despus de Aya-cucho, el 2 de mayo de 1866 es el da cumbre de la historia republicanadel Per y ms que una jornada militar, es una jornada cvica. A pesarde las balas, del estruendo y de la sangre, asomarse a las calles delCallao ese da llenaba de jbilo. La ciudad era como un solo ser joven,gallardo, potente, fervoroso. En todos los presentes en aquella jornada

    palpit el sentimiento eterno en que cada hombre se ve redimido yencumbrado, ese instinto profundo de la dignidad humana que da es-plendor a los rostros ms obscuros... (Historia de la Repblica del Per[1961], t. IV, reprod. en Comisin Nacional, 1966, p. 25).

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    El Combate del 2 de Mayo de 1866 en su triple dimensin

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    Augusto Hernndez Campos

    El Principio de SolucinPacca de Controversias:

    Aplicacin de los MediosJurdicos a los Conictos

    Internos

    Doctor en Derecho y Ciencia Poltica. Profesor Asociado de la Facultad deDerecho de la UNMSM y profesor de Derecho Internacional Pblico. Miembro

    de la Sociedad Peruana de Derecho Internacional. Profesor de la AcademiaDiplomtica del Per (ADP). Este trabajo ha surgido como parte del dictado declases por el autor en el curso de Solucin de Controversias en la ADP y en elDoctorado de Derecho de la UNMSM.

    Introduccin

    La importancia del Principio de Solucin Pacca de Controversiases fundamental para el mantenimiento de la paz y seguridad in-ternacionales que es funcin suprema de las Naciones Unidas. Desdeque la mayora de los conictos armados en el mundo lo constituyen losconictos armados internos, reviste una vital importancia la aplicacinde dicho principio a los conictos internos en el sistema internacional.Aplicacin que tena como primer obstculo la naturaleza del DerechoInternacional, que regula los asuntos internacionales y no los asuntosinternos, lo que se concreta en el art. 2, par. 7, de la Carta de la ONUque consagra el principio de no intervencin en los asuntos internos de

    los Estados. Dado que la utilizacin del principio de solucin pacca esvital para el mantenimiento de la paz, es necesario tambin el anlisisde sus medios.

    Por ello, la nalidad del presente trabajo es examinar la aplicabilidadde los medios de solucin pacca de controversias internacionales a losconictos internos, sean armados o no.

    Para tal n hemos dividido el trabajo en dos partes: en la primera par-te se examinar al arbitraje y en la segunda al arreglo judicial, y suaplicacin a conictos internos. En este ensayo, evaluaremos la apli-cacin y la utilidad de los medios de solucin pacca en relacin alos conictos internos. No realizaremos un anlisis en extenso de cada

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    medio, pues el objetivo es examinar su relacin con la solucin negocia-da de los conictos intra-nacionales. Desde, que el Principio de Solu-cin Pacca de Controversias puede aplicarse a los conictos internos,tambin pueden utilizarse sus medios. Sin embargo, algunos tipos demedios poseen mayor facilidad que otros para serles aplicados 1.

    Como lo demuestran los hechos, los medios diplomticos y los de lasorganizaciones internacionales se aplican mutatis mutandis con granfacilidad a los conictos internos. Infante seala acertadamente que:

    "En la prctica, dadas las caractersticas del orden internacional,los Estados recurren a una variedad de medios de solucin, con unapreferencia por los medios diplomticos por sobre los jurisdiccionales".2

    Respecto a los medios judiciales, debido a su naturaleza, su aplicacinen los conictos internos ha resultado mucho ms limitada.

    En cuanto a la aplicacin de los medios, sta se basa en la libertad deeleccin de medios por las partes (que puede restringirse voluntaria-mente por las propias partes mediante un acuerdo para establecer unrecurso obligatorio3, lo que conrma la libertad de eleccin) y en la po -sibilidad de una aplicacin sucesiva o yuxtapuesta de diversos medios.

    Los medios de solucin pacca de conictos internos se clasican entres categoras: diplomticos, jurdicos y de las organizaciones interna-cionales4.

    Los medios jurdicos son llamados tambin medios jurisdiccionales,adjudicativos o jurdicos, son el arbitraje y el arreglo judicial. En el ar-bitraje, las partes eligen y crean libremente una instancia y acuerdanel rgimen legal aplicable (si las partes no se ponen de acuerdo serel Derecho Internacional) al caso sometido a solucin. En el arreglo

    judicial, las partes no tienen tal eleccin: deben concurrir obligatoria-mente a un tribunal permanente que resolver el conicto mediante laaplicacin de normas generales de derecho. El resultado (sentencia) esobligatorio para las partes.

    No obstante, la dicultad de aplicar los medios judiciales a los con-ictos internos obedece a diversas razones. Tericamente, desde queel principio de solucin pacca puede aplicarse a conictos internos,todos sus medios de solucin pacca pueden ser utilizados ipso factoatales conictos.

    Empero, un primer obstculo lo podra constituir la antigua teora dela separacin entre las controversias polticas y las controversias ju-

    rdicas del siglo XVIII, planteada por vez primera por Emmerich DeVattel5.

    Segn aquella teora, los medios jurdicos se aplicaran a las controver-sias jurdicas (conictos que estn en relacin con una norma comn-mente reconocida por las dos partes, como las diferencias en la aplica-cin o interpretacin de un tratado o de una norma internacional). Deotro lado, no se aplicaran los medios jurdicos a controversias polticas(conictos que surgen en ausencia de una norma comnmente reco -nocida por las partes, como las guerras internas para crear un nuevogobierno o Estado o por la modicacin del orden jurdico existente).

    Por lo tanto, conforme a esta teora, si los medios jurdicos slo se apli-can a las controversias jurdicas y si consideramos como controversiapoltica al conicto interno, en consecuencia, los medios jurdicos noseran aplicables a los conictos internos.

    Sin embargo, en realidad, la distincin entre controversias jurdicasy polticas no es segn la describe la citada teora. Algunos autoresconsideran que dada la voluntad de las partes de someterse a un ve-redicto judicial, cualquier conicto es susceptible de arreglo por proce-so judicial6. Todas las controversias comprenden un aspecto jurdico opueden analizarse en dichos trminos; y pocos arreglos carecern deconsecuencias polticas7.

    En suma, no existen controversias de una sola categora, sino combina-da (aunque con preponderancia de una u otra naturaleza), ergo, los me-dios jurdicos (como los dems tipos de medios) pueden aplicarse a lascontroversias internas. Una causa adicional, de ndole subjetiva, quelimita la utilizacin de medios jurdicos en conictos internos, obedecea que las partes desean participar directamente en la solucin. Estas

    son renuentes a permitir que un tercero decida sobre sus intereses8

    .

    El recurso a los medios judiciales (basado, al igual que con los me-dios diplomticos, en la libertad de eleccin) puede ser de dos clases:facultativo (si lo deciden las partes despus de surgido el conicto) uobligatorio9(si est acordado ex ante, para resolver controversias fu-turas que surgieren). El resultado (la sentencia arbitral o judicial) esabsolutamente obligatorio para las partes.

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    1. Arbitraje

    Es el medio jurisdiccional ms antiguo10. Histricamente, el arbitrajefue el primero en desarrollarse en desarrollarse y en proporcionar lainspiracin para la creacin de instituciones judiciales permanentes.11

    La denicin que goza de mayor aceptacin es la de la I Convencin deLa Haya de 1907 para la Solucin Pacca de Controversias Internacio-nales (art. 37), la cual seala que "El arbitraje internacional tiene porobjeto resolver los litigios entre los Estados, mediante jueces por elloselegidos y sobre la base del respeto del derecho."12.

    1.1 Naturaleza del arbitraje

    El arbitraje es un medio pacco de solucin de controversias legal-mente obligatoria hecha por jueces de eleccin de las partes, segn lasnormas establecidas por ellas y en base de un sometimiento voluntarioy respeto al Derecho.

    El arbitraje es una tcnica de adjudicacin internacional o solucin ju-dicial. Diere de la solucin judicial strictu sensu porque las partesnormalmente tienen la libertad de elegir los rbitros13y de determinarel procedimiento y el rgimen aplicable. Mas, como la solucin judicial,el arbitraje incluye tambin una decisin obligatoria, conocida como"laudo".

    El consentimiento a someter a arbitraje una controversia especca yaexistente se formaliza en un acuerdo llamado compromiso o compro-mis d'arbitrage, por el cual las partes se obligan a someterse a unasolucin arbitral para resolver la controversia que les est oponiendo.14Este acuerdo tambin estipula el objeto, los trminos bajo los cuales el

    tribunal funcionar, las reglas de derecho aplicables, posiblemente lafacultad para decidir ex aequo et bono, el procedimiento a seguirse ycualquier otra medida considerada como deseable por las partes.15

    Cuestiones no tratadas en el compromiso (incluyendo la competenciadel tribunal a determinar su propia jurisdiccin), deben ser soluciona-das por el propio tribunal. En este caso, se entiende que es un recursofacultativo al arbitraje.

    Para futuras controversias, el consentimiento puede ser expresado me-diante:a) Un tratado de arbitraje por el cual las partes se comprometan a

    someter a arbitraje todas o alguna clase de controversias.

    b) Una "clusula de compromiso" en otro tratado que se reera a con-troversias que surjan respecto a la interpretacin y aplicacin deltratado en cuestin el cual ser solucionado por arbitraje (clusulacompromisoria).

    Empero, los tratados generales de arbitraje y los tratados con unaclusula compromisoria an requieren la conclusin de un compromisopara someter a arbitraje cualquier controversia que surja con relacinal tratado.

    Las clases de arbitraje son: rbitro nico o comisin mixta. Cuando setrata de un rbitro nico puede tratarse de un jefe de un tercer Estadoque delega su cargo a expertos. Tambin puede ser un cuerpo colegia-do, que es generalmente una comisin mixta de un nmero impar, com-puesto por rbitros o comisionados seleccionados en igual nmero porlas partes; por ejemplo, dos por cada parte segn las reglas de la CortePermanente de Arbitraje16y un rbitro elegido por los rbitros (desig-nado por las partes) o por las partes mismas, el cual podra dirimir encaso de empate y sera ex ofcioel presidente del tribunal arbitral.

    1.2 Aplicacin a los conictos internos

    Aunque con muchos obstculos, el arbitraje puede llegar a ser aplicadoa una controversia interna.17

    1.2.1 Recurso obligatorio: solucin de cualquier conicto

    futuro

    El recurso obligatorio (arbitraje obligatorio) al arbitraje es difcil puesest limitado a posibles conictos inter-tnicos, por cuanto se requiereuna cierta estabilidad y permanencia de las partes. Esto es, debido a

    que el recurso obligatorio lo establecen dos partes por el cual se com-prometen a someter a arbitraje una hipottica disputa futura o con-troversia que surgiera en el transcurso de sus relaciones bilateralespaccas.

    Si bien esta premisa es vlida en el sistema internacional para rela-ciones entre Estados (que gozan de estabilidad y permanencia a largoplazo), no lo es plenamente en el sistema interno. No lo es plenamenteporque de las dos grandes clases de conictos internos (conictos dergimen interno y conictos intertnicos) slo sera aplicable a los con-ictos intertnicos. Esto se debe a que las partes de un conicto de rgi-men interno (gobierno contra insurgentes en guerra civil por el controldel gobierno y del sistema poltico de un Estado) son provisionales (si

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    gana el gobierno desaparece la insurgencia, si gana la insurgencia stees el nuevo gobierno). En cambio, las partes de los conictos tnicos(que representan la lucha de una etnia separatista contra otra que go-bierna) son permanentes, pues las comunidades tnicas son permanen-tes, aunque no sus representantes polticos (que pueden desaparecer).Este factor de permanencia es condicin sine qua nonpara el recursoobligatorio. El compromiso de someter sus diferencias futuras a arbi-traje implicara continuidad futura en las relaciones paccas entre lasdos partes de un conicto interno (intertnico).

    En caso de una guerra interna para crear un nuevo gobierno (conictode orden interno de un gobierno contra un grupo insurgente que pre-tende sustituirlo), este medio es inaceptable para un Estado, pues envirtud de su soberana interna slo se reconoce como autoridad nacio-nal nica a su gobierno.

    Segn el Derecho Internacional, un Estado tiene un solo gobierno. As,un gobierno no se puede permitir mantener relaciones futuras pac-cas estables permanentes con un grupo insurgente y, subsecuente-mente, acordar con este grupo someter posibles futuras diferencias quesurgieran, en el marco de sus relaciones bilaterales, al arbitraje.

    Quiz la nica forma de establecer un recurso de este tipo, sea en elcaso que el grupo insurgente se convierta en partido poltico (como conel Frente FMLN, Farabundo Mart de Liberacin Nacional, convertidoen partido poltico desde 1992 en El Salvador o el rebelde M-19 inte-grado al sistema poltico en Colombia) y este partido acuerde con elgobierno tal recurso. Por ejemplo, si surgiera diferencias futuras de in-terpretacin del acuerdo de paz. Empero, un factor que haca discutibleesta alternativa es la posibilidad de desaparicin del partido poltico,porque si desaparece el partido poltico (e.g., por disolucin decidida

    por sus miembros) desaparece el arbitraje acordado.

    Las partes debern tener cierta permanencia y posibilidad de convi-vencia, como lo representan dos segmentos de la poblacin de un Es-tado (como en Suiza, Bosnia, Canad o Rusia) que podran llegar aconstituir un potencial conicto inter-tnico o comunal. En virtud deaquella permanencia y con la anuencia del propio Estado (para conju-rar aquel conicto armado interno potencial), partes pueden acordarun compromiso de solucionar, a travs de este medio, cualquier contro-versia futura que surgiese entre ellas.

    Una situacin ilustrativa sobre el recurso obligatorio al arbitraje comomedio de solucin en futuras controversias internas lo representa el

    caso de Chipre cuando, en las negociaciones realizadas antes de la in-dependencia de 1960, aceptaron las dos comunidades tnicas de la isla(greco-chipriota y turco-chipriota) acudir al arbitraje para solucionarfuturas diferencias inter-comunales18.

    Por tanto, slo puede darse el recurso obligatorio al arbitraje en algu-nos supuestos; especialmente, en Estados que puedan afrontar poten-ciales conictos intertnicos o intercomunales.

    1.2.2 Recurso facultativo: solucin a una controversia presente

    La situacin es diferente cuando surge una controversia interna por-que ello presupone la existencia concreta actual, no potencial hipot-tica, de un grupo insurgente opuesto al gobierno, tanto para crear unnuevo gobierno como para crear un nuevo Estado, esto es, en conictosde orden interno o intertnicos latu sensu.

    Una vez que llega a surgir una controversia entre dos partes dentrode un Estado, es posible acudir al arbitraje facultativo para solucionarpaccamente esta diferencia existente; sobre todo, para prevenir elestallido de un conicto armado interno. Tambin puede ser utilizadopara solucionar o contribuir a solucionar una controversia interna quese ha convertido en un conicto armado.

    1.3 Casos de recurso al arbitraje

    Algunos casos de recurso al arbitraje, como medio de solucin en con-ictos internos, son:

    (a) El caso de arbitraje como recurso obligatorio en Chipre:Chipre fue una colonia britnica (1878-1960). En marzo de 1955, co-

    menzaron las actividades de un movimiento insurgente greco-chipriotapara lograr la independencia y realizar el enosis19.

    Para impedir la particin20, el Primer Ministro britnico, AnthonyEden, invit a Grecia y Turqua para realizar negociaciones en el mar-co de una conferencia tripartita en Londres (1955). En 1959, los prime-ros ministros de Grecia y Turqua negociaron en Zrich y formularonun esquema de una constitucin para Chipre, como Estado indepen-diente. Poco despus, los lderes de las comunidades greco-chipriotay turco-chipriota, el arzobispo Makarios y Fazil Kutchuk, respectiva-mente, negociaron en Londres, bajo auspicio ingls. All, Makarios yKutchuk aceptaron la frmula de Zrich, lo que signic el acceso a laindependencia el 16 de agosto de 1960.

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    Los Acuerdos Zrich-Londres fueron, junto a la constitucin de Chipre,los tres tratados que limitaron el ejercicio de la soberana del nuevoEstado. El Tratado de Garantacomprometa a Gran Bretaa, Greciay Turqua a respetar la soberana del Estado; en l, una clusula ope-rativa, segn interpretacin, permita la intervencin de los garantes.El Tratado de Alianzasancionaba la presencia de fuerzas limitadas delos garantes, pese a la denuncia de Chipre en 1964, ste sigue en vigor.El Tratado de Establecimientoreconoca la independencia de Chipre,aseguraba a todos los ciudadanos las libertades contempladas por laConvencin Europea de Derechos Humanos y comprometa a las poten-cias garantes a recurrir al arbitraje para solucionar las controversias.

    En efecto, el art. 10 del Tratado de Establecimientoestipulaba que lascontroversias concernientes a la interpretacin del tratado seran re-mitidas a un tribunal arbitral, compuesto por representantes del Go-bierno de Chipre, de los tres Estados garantes y un neutral, designadopor la CIJ. Este procedimiento jurdico poda haber proporcionado unarespuesta razonable a la violencia intercomunal. Sin embargo, nuncafue invocado debido a la profundizacin del conicto21.

    (b) Casos de arbitraje como recurso facultativo: IndonesiaEl Consejo de Seguridad de la ONU, respecto a la guerra de indepen-dencia de Indonesia, adems de otros procedimientos paccos, reco -mend el arbitraje mediante su resolucin 27 (1947) del 1 de agostode 1947, basndose en que las partes haban acordado previamente,mediante convenio (Acuerdo de Linggadjati del 25 de marzo de 1947entre Holanda, la potencia colonial, e Indonesia, la colonia insurgente),usar este medio22.

    (c) Casos de arbitraje como recurso facultativo: Bosnia (1995)El Corredor de Posavina, cuya ciudad principal es Brcko y tiene un

    ancho de 5 km., tena en 1991 (antes de la guerra) un 50% de croatas,30% musulmanes, y 20% serbios23. Durante la guerra, los serbo-bosniostomaron Brcko en mayo de 1992 y efectuaron la operacin de "limpiezatnica". A partir de la primavera (boreal) de 1996, llegaron millares derefugiados y desplazados serbios.

    Segn el Acuerdo de Paz de Dayton, se estableca lo siguiente: dichoCorredor permanecera en control poltico serbio-bosnio (aunque bajosupervisin de la OTAN) y sera sometido a arbitraje internacional so-bre su futuro para 1996.

    Esta ciudad bosnia fue la nica a la que hubo que excluir expresamentede los acuerdos de Dayton, pues fue duramente disputada por ambas

    partes24. Finalmente, se decidi constituir una comisin de arbitrajeespecial para Brcko, lo que impidi el fracaso de la conferencia de paz.Conforme a lo prescrito en Dayton, la comisin arbitral debi haberemitido su sentencia el 14 de febrero de 1997 sobre la pertenencia de-nitiva de la ciudad, pero la complejidad del caso hizo que aplazara sudecisin por 13 meses (hasta marzo de 1998).

    La comisin internacional de arbitraje, presidida por el diplomticoestadounidense Robert Owens, inici una reunin a puerta cerrada el5-12 febrero de 1998 en Viena para decidir el futuro de Brcko. A estaconferencia asistieron: el alcalde musulmn de la ciudad (en el exi-lio), Munib Jusufovic; el comisionado especial para Brcko de la comu-nidad internacional, Robert Farrand; representantes de la SFOR (dela OTAN en Bosnia); una delegacin de la ONU; una representacinde la Repblica serbia de Bosnia y una delegacin de la Federacincroato-musulmana, encabezada por su presidente el musulmn EjupGanic. Los croata-bosnios, que desconaban de Ganic, enviaron su pro-pia delegacin encabezada por Vladimir Soljic (ex-vicepresidente de laFederacin croato-musulmana)25. La comisin deba emitir el laudo enmarzo de 1998 sobre la adjudicacin de la ciudad. Empero, la decisinconsisti en posponer la sentencia arbitral por otro ao ms, por ter-cera vez, (se posibilitara que ms refugiados retornasen a la ciudad).

    El 5 de marzo de 1999, la comisin pronunci su sentencia arbitral so-bre Brcko. El fallo estableca que el rea deba convertirse en zona neu-tral con autogobierno y habra una administracin conjunta de las trescomunidades tnicas de Bosnia (serbia, croata y musulmana). Con estearbitraje, naliza la ltima cuestin pendiente de Bosnia desde 1995.26

    (d) Caso de arbitraje como recurso obligatorio: Federacincroato-musulmana, Bosnia (1995)

    En marzo de 1994, el gobierno bosnio (musulmn) rm el acuerdo conlos croata-bosnios para una soberana conjunta y crear as la federa-cin despus de casi un ao de guerra civil entre musulmanes y croatasde Bosnia. En Munich, el 5 de febrero de 1995, despus de meses defebriles negociaciones, las dos partes acordaron someter sus litigios alarbitraje obligatorio de una comisin internacional.

    2. Arreglo Judicial

    Examinaremos, latu sensu, las nociones generales sobre el arreglo judi-cial como medio de solucin pacca de controversias internacionales ysu posibilidad de aplicacin a las controversias intra-nacionales.

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    2.1 Naturaleza

    El arreglo (adjudicacin o solucin) judicial es la solucin de contro-versias entre Estados por un tercero imparcial mutuamente consenti-do, que es un rgano permanente, y colectivo, el cual dicta sentenciaobligatoria basada en el Derecho Internacional despus de un procesoregulado por un reglamento establecido.

    Las cortes internacionales, esto es, instituciones judiciales interna-cionales permanentes, irrumpieron en la vida internacional