Mattelart a y Neveu E Introduccion a Los Estudios Culturales 2003

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    12 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALESLos EstudiosCulturales: una contribucin propiade Latinoamrica. . . . . . . . . . . . . .. usDe los Cultural Studies a los Estudios Cultura-les Latinoamericanos. 120

    La expansin temtica . 122iSiempre ms lejos! . . . 122iSiempre ms arriba! . . 124[La inflacin de las revistas1 125El desligamiento del compromiso de los investiga-dores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 126La poltica en levitacin. . . . . . . . . . . .. 126El teoricismo elegante e impactante como suce-dneo de compromiso . . . . . . 129El crac rampante. . . . . . . . . . . . 131Metadiscurso y deriva textualista. 131

    [El asunto Sokal-Social Tat] . 132El efecto Babel . . . . . . . . . . 135

    Introduccin

    5. La s condiciones de un a renovacin . . . . . .. 137Cul ha sido el legado de los aos de expansin? 138Una dcada de ciencia normal . . . . . . .. 138La profundizacinde los estudios de recepcin 139Los' estudios poscoloniales: cuestionar el logosoccidental. . . . . . . . . . . . . . . 141

    Cuestionar las mitologas de la era global. . . .. 143Lgicas de simplificacin. . . . . . . . . . .. 143El consumidorrey ,hroe de la posmodemidad. 147Las pequeas historias . . . . . . . 148[Madonna-Ioga?] . . . . . . . . . . . . . 151

    Explorar nuevas interdisciplinaridades . . . . 152Inmigrac iones, disporas, mixtos culturales 152[El multiculturalismo como ideologa] 155La geografa cultural como apertura 156

    Conclusin . . . . . 159BlbliograIlB. . . . . 163ndice de nombres. 173

    La nocin de cultura es una de las que, dentro de las ciencias sociales,han suscitado los trabajosms abundantes y tambin los ms contradictorios. El trmino tan pronto puede referirse a un panten de grandes obras legtimas como adquirirun sentido ms antropolgico, para englobar las formas de vivir, sentir y pensar propias de un grupo social (Cuche, 19%).1La Gioconda y la sociabilidadque se apodera de los asistentesa un partido de ftbol serviran para ilustraresos dos polos. Laidea de una cultura legtima tambin implica una segundaoposicin, esta vez entre las obras consagradas y aquellas quepertenecen a la denominada culturademasas, producida porlas industrias culturales. Proust frente a Mary Higgins Clark,Shostakovich frente a las canciones de Michael Jackson.

    1. Las referencias entre parntesis remiten a la bibliografa que figuraal final de la obra [los nmeros de pgina indicados son los de los originales consultados por los autores, no los de las obras traducidas, en su caso, alcastellano (N. del t.)].

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    14 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES INTRODUCCiN 15La forma de reflexionar sobre las culturas,de articularlas.tambin es tributaria de las tradiciones nacionales. AmricaLatina ha prestado mucha atencin a las mediaciones entreculturas populares y produccin cultural de masas. Menciorrdo a veces como ~ E s t a d o cultural, .el Estado francs hadesempeado, desde hace siglos, un papel destacado en el de

    sarrollo y la difusin de una cultura erudita, mediante la escuela, las academias e, incluso, la televisin durante los aossesenta. Literatura y filosofa se han beneficiado de una preeminencia simbolizada por la figura del autor. La importancia que esta cultura erudita tiene para la constitucin misma dela identidad francesa explica en cierta medida la defensa de laexcepcin cultural a cargo de los gobiernos franceses en losdebates de la Organizacin Mundial del Comercio, lo mismoque la vieja aversin de los intelectuales franceses a la hora deemprender un estudio serio de los productos de la cultura demasas.La audiencia y el prestigio de estas tradiciones nacionalesestn muy contrastados. Francia se ha propuesto convertir sucultura cientfica y los trabajos que sustentan su teora en unacontribucin con valor universal. La aportacin alemana tambin ha tenido una amplia difusin, ya se trate de Humboldt odeHerder, en el siglo XIX, o de la Escuela de Frankfurt ,en elsiglo XX. En Italia, el pensamiento gramsciano sobre la construccin de la hegemonaha ayudado a reconfigurar los anlisis del vnculo entre cultura(s) popular(es), pueblo e intelectuales. En el mbito socioantropolgico, tambin sobresale laprecoz aportacin de los investigadores norteamericanos, desde MargaretMead hastaClifford Geertz, a travs de la Escuela de Chicago. En Francia, curiosamente,aunque la contribucin britnica a la produccin- de obras de cul tura leg t imagoza de un amplio reconocimiento, las reflexiones procedentes del Reino Unido y relat ivas al estatuto de la cul tura y a susignificado son mayoritariamente desconocidas. Esta ignorancia, en el umbral del siglo XXI, resulta paradjica toda vez queuna tradicin reciente, consagrada con el mrchamo deCultu-ral Studies (estudios culturales), inspira en casi todo el plane-

    ta un flujo sin igual de trabajos y de teoras sobre el estatutocontemporneo de la cultura.LAS METAMORfOSIS DE UNA CORRIENTE DE INVESTIGACIN

    Qu hay detrs de este marchamo? Tiene sus antecedentes en el s ig lo XIX. Generalmente asociada a un pragmatismoalrgico a los esquemas tericos, la Inglaterra industrial, noobstante, pudo observar entonces cmo se desarrollaba un original debate sobre la cultura, entendida como instrumento dereorganizacin de una sociedad trastornada por el maquinismo, y de civilizacin de los grupos sociales emergentes,como argamasa de una conciencia nacional. Ese debate, queencuentra entonces su equivalente en el mundo intelectual dela mayora de los pases de Europa, ser el origen, al trminode la Segunda Guerra Mundial, de una empresa original. Laaparicin de los esjucos culturales puede calificarse entoncesde paradigma, de debate terico coherente. Se trata de considerar la cultura en sentido amplio, antropolgico, de pasar de. .una reflexin c ~ . p t r a d a e n el vnculoculture-nace.aUD.enfo-que de la cul tura de los grupos s ~ Aunque permanecesujeta a una dimensin poltica, el meollo de la cuestin consiste.. entonces en comprender de qu manera la cul tura de ungrupo, y sobre todo la de las clases populares.funciona comorechazo del orden social o, a la inversa, como fonna de adhesin a las relaciones de poder.Los aos setenta vern la expansin de estas temticas.La Escuela de Binningham explora las cul turas jvenes yobreras, los contenidos y la recepcin de los medios. Algunoshistoriadores exhuman las manifestaciones de mltiples resistencias populares. Estas investigaciones tienen un carcter especialmente precursor toda vez que an habr que espe ra runos veinte aos para que surja en Francia. gracias a la iniciativa de algunos investigadores como Marc Aug, una antropologa de los mundos contemporneos (1994) que se aventura por el metro, los parques de atracciones, los aeropuertos,

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    16 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES INTRODUCCiN 17los no lugares. Esta antropologa recupera para las llamadassociedades complejas las herramientas de observacin de lasculturas reservadas hasta entonces para las sociedades primitivas.Lo que alprincipio no era ms que un foco marginal de investigacin, entre el mundo universitario y las redes de la nueva izquierda britnica, experimentar a partir de 1980 una expansin considerable. Los trabajos se extienden gradualmentea los factores culturales relativos al gnero, a la etnicidady al conjunto de las prcticas consumistas. Adquieren una notoriedad planetaria. Pero esta expansin viene acompaada derupturas. Los rebeldes de ayer ocupan parcelas de poder en elmundo acadmico. Deudora del marxismo, su inspiracin terica ha de hacer frente a la devaluacin de este enfoque y enfrentarse al auge de nuevas ideologas y teoras, a los efectosde los cambios sociales; es decir, a la revalorizacin del sujeto, a la rehabil itacin de los placeres l igados al consumo demedios, al ascenso de las visiones neoliberales, a la aceleracin de la circulacin mundial de bienes cul turales. Aunquelos estudios culturales siguen siendo un paradigma,ste ya noes el mismo de los orgenes. A parti rde entonces ponen de relieve la capacidad crtica de los consumidores, cuestionan nuevamente el papel central de la clase social como factor explicativo, con el fin de revalua r los de la edad, el gnero o lasidentidades tnicas.Impulsados por la dinmicadel xito alcanzado,que se refleja, concretamente, en una inflacin de revistas, libros y manuales, as como en la creacin, en un creciente nmero de pases, de departamentos de estudios culturales, sufrirn nuevasvariaciones. stas se traducen en la incesante expansin de suterritorio, que abarca temas tratados hasta entonces por diversas ciencias sociales y humanas, tales como consumo, moda,identidades sexuales, museos, turismo o literatura. En lo sucesivo, los partidarios ms radicales de estas investigacionesreivindicarn el estatuto de una antidisciplina. El trminoseala el rechazo de los fraccionamientos discipl inares y delas especializaciones, la voluntad de combinar las aportacio-

    nes y los cuestionamientosresultantes de conocimientos hbridos , la conviccin de que la mayor a de los retos del mundocontemporneo ganan al ser cuestionados a travs del prismade lo cultural. La iniciativa tiene el mrito de alterar los efectos de encerramiento ligados a la hiperespecialzacin. Sinembargo, plantea algunos interrogantes. La palabra disciplinatambin signif ica ser iedad, control , respeto de las reglas.Cmo recusar las disciplinas - en su acepcin de especialidades - sin liberarse simultneamentede la disciplina -e n suacepcin de r igor en el t rabajo y en los mtodos- que puedeser su cara positiva?PENSAR EN LO CUI.TURAL

    Se impone, pues, un enfoque cronolgico por la propia na-turaleza de un campo de investigacin caracterizado po r susmutaciones: vaivenes en los cuestionamientos, institucionalizacin en el mundo acadmico, expansin planetaria. Estaintroduccin apunta hacia cuatro objetivos.El primeroes el de restituir trabajos y debates. De rebote,se tr ata de poner fin a un provincialismo francs que hacefruncir el entrecejo ante la mera enunciacin del misteriosotrmino de estudios culturales. Si bien los trabajos procedentes de esta joven tradicin han de ser debat idos, objetados aveces, su desconocimiento resulta chocante, tanto_ en razn desus aportaciones como por el hecho de que const ituyen el soporte de una parte esencial de los debates cientficos contem-porneos sobre la cultura.Esta obra tambin se propone introducir dos cuest ionamientos que se refieren a todas las ciencias sociales. Pretenderecordar que un compromiso crtico de los investigadores _ sise somete a los controles organizados de una comunidad cien-t fica- no es una concesin a una visin ant icuada del inte-lectual comprometido, ni tampoco un obstculo al conocimiento, pero puede constituirel motor de una comprensin delos hechos sociales. En una poca en la que investigadores e

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    18 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALESintelectuales son invitados a comportarse como expertos e ingenieros de lo social, en respuesta a las demandas de los poderes,en la que un empirismo instrumental se aprestara a descalificar los planteamientos sobre las condicionesde produccindel saber, una lectura genealgica no puede sino reintroducircuestiones esenciales.

    Esta deconstruccin de un legado de investigacin abre elcamino a un ltimo objetivo: comprender las metamorfosis dela nocin de cultura en el ltimo medio siglo, replantear tantolos modos de funcionamiento de la cultura en la era de la mundializacin como los riesgos de una vis in de la sociedad reducida a un calidoscopio de flujos culturales, hasta olvidarque nuestras sociedades tambin se rigen mediante relacioneseconmicas y polticas, un armazn social que no se reduce alas series televisadas de xito ni al impacto de los realityshows.

    1. La crtica cultural de la sociedad burguesa

    En el transcurso del siglo XIX, hace su aparicin en GranBretaauna tradicin de pensamiento conocida con el nombrede Culture and Society y difundida JX>r las figuras intelectuales del humanismo romntico. Ms all de sus diferenciasideolgicas, comparten la denuncia de los estragos de la vidamecanizada bajo los efectos de la civilizacin moderna.La identidad nacional se enfrenta entonces al triunfo de unamiddle class que ha descalificado el arte JX>r considerarlo unornamento no rentable, la prdida de influencia de la arstocracia hereditaria y la irrupcin de las clases populares. Elconcepto de cultura se convier te en la piedra de toque de unafilosofa poltica y moral. La literatura se convierte en su smbolo y en su transmisor. Se da por supuesto que la frecuentacin de las obras podr modificar el horizonte de sensibilidadde una sociedad encadenada a la ideologadel hecho. Haciafmales de siglo,la creencia en el poderpurificadorde la creacin imaginaria para difundir los valores cvicos entre lasclases emergentes encuentra su campo de aplicacin privile-

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    20 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRiTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 21giado en la implantacin de un mbito de estudios sobre literatura inglesa: los English Studies. Las controversias sobre sucontenido y el perfil de los pblicos a los que presumiblemente pueden dirigirse acompaarn la lenta gestacin de unaconcepcin sociohistrica de la idea de cultura que desembocar en la creacinde los Cultural Studes.

    Culture and Society en l a Inglaterra del siglo XIXCARLYLE: EL HOMBRE DE LETRAS COMO HROEE INTELECTUAL DE LA MODERNIDAD

    El Hroe como hombre de letras -c-seala, en 1840,Thomas Carlyle ( l 7 9 5 - 1 8 8 l ) ~ es ntegramente un producto delos nuevos tiempos; y mientras subsista el maravilloso artede la Escritura, o de la rpida Escrituraa la que llamamos Im-prenta, puede que veamos que ese hroe perduracomo una delas principales formas de Herosmo para todas las edades fu-turas. Persuadido de que la historia universal consiste esencialmente en las biografas reunidas de los hroes,de que es elresultado material de los pensamientos de los grandes hombres, Carlyle no ceja en buscar la categora de hombres providenciales aptos pararecrear una nueva alma del mundo conel fin de detener la crisis de civil izacin precipi tada por lamarcha forzada hacia una industrializacin precoz.

    Una nacin de hroes es una nacin que cree, que est animada por una rel igin. Pero no una rel igin que anuncia elglorioso regreso de un nuevo Cristo, sino un cuerpo de creencias cotidianas para los tiempos presentes. El que puede es -cribir un verdadero libro, para persuadir a Inglaterra, acasono es l el obispoy arzobispo,el primado de Inglaterra, de todaInglaterra? Los escritores de peridicos, de panfletos, de poemas, de libros, stos son la real, activa, efectiva Iglesia de unpas moderno (Carlyle, 1910, pg. 148). La imprenta es elequivalente de la democracia; la literatura,el nuevo parlamento. A los tres estamentos, nobleza, clero y pueblo, conviene

    aadirles un cuarto, con mucho el ms importante de todos, lagalera de los hombres de letras. Slo la fuerza vital de estosdesconocidos legisladores de la humanidad es capaz de reinsertar la sociedad dentro de la vitalidad natural, de frenar losmecanismos de la Mquina-mundo. de lograr la convergenciade los filamentos orgnicos del universal tejido del mundo al acelerar la circulacin venosa y arterial de un universo solidario, vvida expresin de una nueva comunin delos santos. Lo cual no impide que Carlyle pregone su escepticismo respecto de grupos, comits y otras formas de asociacin universal, celebre el Estado fuerte que, bajo la gidade un jefe, pondra la sociedad a trabajar, y se convierta, sesenta aos antes que Rudyard Kipling, en el heraldo de una razasajona predestinada, ascomo del entusiasmo imperialista.

    PA TRlMONlO LITERARIO y ROMANTICISMOHabr que esperar al transcurso del siglo XIX para que el

    desarrollo de una masa crtica de textos en lengua nacional leotorgue al trmino literatura su moderna acepcin y paraasisti r al mismo tiempo a una redefinicin nacional de los universos literarios. Las literaturas nacionales ponen en juego mitosy emociones en benefic io de los procesos de const itucin yreactivacin de las identidades nacionales (Thiesse, )999). Lanocin de clsico nacional establece la referencia de la legitimidad literaria, en virtud de 10cual se reconoce la literatura.Indisolublemente unido al destino de la lengua, el capital literario, conjunto de textos inventariados como nacionales eincorporados a una historia nacional, se convierte en recursodel espacio poltico (Casanova, 1999).Nacionalista, el siglo XIX es , simultneamente, el de unainternacional del sentimiento y de la intensidad. El valor literario se convierte en el reto de los intercambios y de las correlaciones de fuerza entre las culturas. Carlyle extrae sus referencias entre los escr itores y filsofos romnticos de unaAlemaniaen busca siemprede su identidad y que, por boca de

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    22 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 23Goethe, sita la cuestin del espacio literario de la nacin enel contexto competitivo de una Weltliteratur. Goethe y Fiehteaparecen como parangn del moderno hombre de letras. La fi-losofa de la his toriade la que se reclama el escritor ingls esun calco de la filosofa traseendentalista de Fiehte. De stetoma prestadala nocin de Idea divina del mundo desarrollada muy a comienzos de siglo en la leccin Sobre la naturaleza del hombre de letras (ber das Wesen des Gelehrten).Todo lo que vemos o hacemos no es ms que una suert e devestidura (vesture) o apariencia sensible (sensuous appearance) bajo la cual se manifiesta la Idea divina. Intrprete designado para revelar y representar la moderna Idea divina delmundo, el hombre de let ras tiene encomendada una misinde predicador. Mediante su palabra y sus actos,asume el relevo con la funcin de despertador que en pocas precedentes era de la incumbenciadel profeta, del sacerdote y de la divinidad. Esta aristocrac ia del t al en to i lust ra al hombreahogado en la masa, ajeno al hecho de la subterrnea realidadde esta Idea divina. Porque heroarqua rima con jerarqua,mando con obediencia.El reverso de la fascinacin de Carlyle por el espritugermnico es su prejuicio respecto al espritu francs y suculto de la lgica. El pathos frente allogos, lo vivido frentea lo concebido: las dos direcciones antagnicas del pensa,mientoalemn y de laRevolucin francesa reparten el espaciode la l iteratura y de la filosofa entre quienes lo relacionantodo con un gran principioorganizador y quienes invitan a unavisin contradictoria del mundo. El pensamiento excesivamente claro, lanza Carlyle, anula cualquier forma de actividadespontnea y reprime la expresin de las rdenes ciegas e inst in tivas de la vida. El movimiento de nacionalizacin de laculturaen Inglaterra (pero tambin en Alemania, toda vez queambas tradiciones se apoyan mutuamente) se oponeabiertamente a la influencia del universalismo de Francia y a la supremaca de su lengua. Ese rasgo deja entrever de forma ms precisael envite estratgico que, para la sociedad inglesa, representala self-niztional definition del espacio literario.

    El antiindustrialismo y la crticadel vnculo mercantilLa soberana otorgada por el humanismo romnticoa la imaginacin creadora en respuesta a las lgicas de

    la revolucin industrial est en el origen de lo que algunos de sus crticos han convenido en llamar la ideologa inglesa (Robins y Webster, 1987). Una ideologacuyo efecto fue el de tender.un cordn sanitario cultural alrededor de las fuerzas del desarrollo econmico- tecnologa, industria,comercio (Wiener, 1985). Otros,a este respecto, han preferido hablar de mal ingls enel que han visto una de las causas de la recurrente separac in ent re las dos culturas: la del hombre de letras, figura tutelar del intelectual, y la de los representantes de las disciplinas cientficas ligadas al procesoindustrial (Snow. 1960).As fustiga Carlyle la triunfante doctrina del librecambio comercial, defendida por los free-traders, agrupados en la Liga de Manchester. Denuncia a las dosprincipales fuerzas desencadenadas por sus idelogos:el culto al Becer ro de oro y el d il etant ismo de dob lefilo; por un lado los capitanes de industria cuyo evangelio es el beneficio y, por otro, la aristocracia ociosa yabsentista de los grandes latifundistas que hacen pasarhambre al pueblo. El principiodel individualismo ilust rado tan grato para Adam Smith (1723-1790) y laIlustracin escocesa se ha disuelto en la lgica de la leyde la oferta y la demanda. Slo subsiste el cash nexus,el pago en especie como nico vnculo entre un hombre y sus semejantes. Los hombres han perdido su feen lo invisible y trabajan en lo visible. Ha triunfadola concepcinmecnica del mundo. El universo es laimagen de una mquina de vapor, una mecn ica sinv ida, que no funciona s ino con mecanismos, pesas ycontrapesos (Carlyle, 191O;pg. 155). El materialismo

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    24 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 25pudo con la vieja sociedad orgnica, cuya moral solidaria ilustra Carlyle en Past and Present (1843), al establecer el paralelismo entre la vida idealizada de la comunidad monstica de San Edmundsbury en el siglo XIIy las plagas del sistema industrial. El ttulo de la edicinfrancesa de esta obra expresa claramente la nostalgia:Catedrales de antao y fbricas de hogao. El dilemacomunidad/sociedad formulado en Alemania (1887)por Tnnies reaparecer unos cuarenta aos ms tardeentre Jos fundamentos de los primeros debates sociolgicos sobre la naturaleza de la sociedad de masas.Surge un nuevo sentido comn que avala la filosofautilitarista de Jererny Bentham (1748-1832), esa doctrina que reduce la nocin de lo justo a la de lo til y convierte el inters bien entendido de cada uno en el principio del derecho y de la moral , en el cri terio de la mayorfelicidad. A travs de la crt ica del benthamismo yde sus seguidores, encabezados por John Stuart Mil i(1806-1873), Carlyle pone en entredicho su verdaderafuente: el racionalismo y el jacobinismo de los revolucionarios de 1789, culpables de haber ocultado con susesquemas geomtricos el bul licio de las diversidadesculturales labradas por la historia.El jacobinismo y el racionalismo constituyen tambin la doctrina de la industrializacin formulada por elsansimonismo en una Francia que, paradjicamente, adiferencia de Inglaterra, siempre est en busca de suporvenir industrial. Carlyle es el t raduc tor de la obrade Claude Henri de Saint-Simon (1760-1825), El nue-vo cristianismo, y mantiene intercambios epistolares consus discpu los . A propsi to de sus tesi s, en Past andPresent. hace suya la opinin de Goethe: El jacobinismo, al revelarse como sansimonismo, presagia muchascosas buenas: pero la cosa en s provocara lgrimas enun estoico. En lo esenc ia l, t odo los separa . Car ly lemira el futuro por el retrovisor. Saint-Simon sostieneque la edad de oro e st por l legar. Carlyle erige a los

    hombres de letras en garantes de l retomo a la sociedadorgnica. Saint-Simon pone en la picotaa los literatos,cuyo pensamiento negativo,en 1789,no logr sacar ala soc iedad f rancesa de su estado crt ico. Convier te ,pues, la alianza entre industriales y cientficos, portadores de l pensamiento positivo, en la condicin misma dela estrategia industrialista para la salida de la crisis de laorganicidad social. Postula que la his toria no puede seguir s iendo una de las ramas de la l iteraturay debe abrirpaso a una historia cientfica en la que la economa polt ica se definir como la ciencia propia de la industria.

    ARNOLD: LA CULTURA COMO SERVICIO PBLICOLa concepcin voluntarista de la salvacin mediante lacultura, y ms concretamente el texto, se formaliza en la eravictoriana con Matthew Amold (18221888), inventor de unafilosofa de la educacin. Crtico literario a la vez que crticosocial,ausculta el ethos de las nuevas clases ascendentes. Autorde numerosos ensayos sobre la igua ldad, la democracia, lafuncin de la crtica de la vida pblica,destaca sobre todo porsu obra,publicadaen 1869,Culture and Anarchy:An Essay in

    Political and Social Critique. Mientras que sus contemporneos Marx y Engels interpretaron las taras de la revolucin industr ial y el advenimiento del mercado-universo, bajo lagida del capitalismo que rompe los grilletes del orden antiguo y libera "las fuerzas productivas, Comoel reverso de unorden nuevo que abre perspectivas indi tas al proyecto universalista de revolucin social, Amold, que sigue las huellasde Carlyle, razona en trminos de anarqua, desorden ydesintegracin de la totalidad orgnica. No por ello com-parte Amold la devocin de su predecesor por el idealismoalemn. Galfilo, no oculta su admiracin por los logros de laRevolucin: la participacin de la intelectualidad francesa en

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    26 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 27la vida de la c iudad y el papel central del Estado, inteligenciacolectiva que trasciende las voluntades individuales y garantiza la idea pblica y nacional_Se interesa sobre todo porelsistema de educacin elemental francs, desarrollado porGuizot. Inspector de las escuelas durante treinta y cinco aos y,adems. profesor de poesa en Oxford, en 1859 emprende unviaje de estudios de cinco meses de duracin por el continente, que dar lugar, dos aos ms tarde, a un informe publicadocon el ttulo de ThePopularEducation in France.Este informe es un alegato para que el poder pblico instaure un sistema nacional de educacin, obligatorio, universaly sin vnculos con grupos religiosos. Al poner como ejemplola experiencia francesa, Arnold intenta demostrar la necesariaalianza entre un Estado racional y activo y las institucionesdemocrticas. Frente a los economistas liberales, Stuart Milientre otros, que anteponen el riesgo del dominio del Leviatnestatal a la formacin de las conciencias, sostiene que las escuelas pblicas son las nicas que pueden dar la mejor cultura de la nacin, la que ensea la nobleza de los sentimientosy del espritu. A falta de tal poltica, adviertede que Inglaterracorrera el r iesgo de americanizarse, de verse privada deuna inteligencia general, segn la expresin de Emest Re-nanoPasara por alto las cosas del espritu, la cultura y latotalidad, y dejara as el campo l ibre a la religin sectariadel puritanismo. En una palabra, permitiraqaela-ementalkadmecanizada de la c lase media impregnase el conjunto delcuerpo social.

    LA CULTURA PARA CIVILIZARLa antigua Inglaterraorgnica que Arnold ponepor las nu-

    bes es la sociedad isabelina y su principal figura, Shakespeare. Este referente refuerza su fe en el poderhumanizador de laalta literatura para instilar el espritu de sociedad (Voltaire)en las nuevas capas sociales.La diana de Culture and Anarchyes la middle class,a la que califica de filistea, que confunde

    grandeza con riqueza. Su comportamiento no acreditasino tosquedad: su fonna de vida, sus costumbres, sus modales, su tono de voz, la literatura que lee, las cosas que le sonplacenteras, las palabrasque salen de su boca, los pensamientos que alimentan las mentes. Beocia y utilitarista, es incapazde definirse como referente cultural, autoaislada como lo esten su carrera po r la hegemona comercial. Fascinados por lamaquinaria erigida como un fin en s misma, los filisteosson,a la vez ,los enemigos del universo de las ideas y del principio de la intervencin del Estado (especialmente en lo que serefiere al sistema educativo). La prioridad debera consistir encultivarlos, es decir, helenizados.Como el filistesmo co-rre parejo a la obtusa mentalidadpueblerina,la educacin literaria debera inyectar en esa clase un espritu cosmopolita, esdecir,exponerla a las ideas y a las perspectivas europeas. Porque si bien la revolucin industrial de finales del siglo XVIll haconsagrado su ascenso social, sta se ha venido preparandodesde el siglo XVII. En el preciso momento en que se inicia eldivorcio entre Inglaterra y el mainstream de la vida culturalde l continente, al mismo tiempo que la crisis de su espacio literario.Por los valores culturales y las normas estticas e intelectuales de los que son portadoras, las grandes obras artsticas yliterar ias son hijas de la luz. Los hombres de cultura sonlos verdaderos apstoles de la igualdad.Los grandes hombresde cultura son los que se apasionan por la difusin. para queprevalezcan, para que, de un extremo a otrode la soc iedad, sepropaguen el mejor conocimiento, las mejores ideas de nuestro tiempo; los que han trabajado para despojar a ese saber detodo lo queera spero, zafio,difcil, abstracto, profesional ,ex-c1usivo; para humanizarlo, para que resulte eficaz ms all dela camarilla de gente culta y erudita, sin que por ell o d ejede se r el mejor conocirriiento y el mejor pensamiento de lapoca, y, desde entonces, una verdadera fuente de templanza yde luz (Amold, 1993, pg. 79). Suavizar las costumbres es loque sugiere el ttulo del captulo central de Culture and Anarchy: Sweetness and Light, esos criterios de la civilizacin y

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    28 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA cRfnCA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 29de la perfecta belleza legados por los griegos y por el helenis-mo. La cultura,que es el estudio de la perfeccin, nos lleva aconcebir la verdadera perfeccin humana como una perfec-cin armoniosa, que desarrolla todos los aspectos de nuestrahumanidad; y como una perfeccin general, que desarrolla to-das las partes de la sociedad (ibid, pg. 192).

    Pacificare integrar. Este mensaje se dirige a la clase obre-ra o populacho.El historiadorJulesMichelet,al que Arnoldconoci durante su estancia en Francia. le deca que el pue-blo francs era una nacin de brbaros civil izados gracias alreclutamiento masivo. Nuestras masas -comenta Arnold-,son tan zafias e incultas como lo eran las masas francesas(lbid, pg. 84). A falta de serviciomilitar obligatorio en Ingla-terra, la escuela es la que debera servirles para el aprendizajede la disciplina y del sentido del espritu pblico.Como ob-serva irnicamente Terry Eagleton, terico de los estudios li-terarios y culturales, si a las masas no se les t ira alguna no-vela a la cabeza, corremos el riesgo de que nos lancen algunosadoquines (Eagleton, 1994, pg. 24). Resulta significativo quela institucionalizacin de los programas de enseanza de estaliteratura humanizadora comienza, a finales del siglo XIX, porlas escuelas tcnicas, los centros de formacin profesional ylos cursos de educacin permanente para adultos impartidospor las universidades. Ignorado por las altas instancias de lalite acadmica de Oxford y de Cambridge, que se decantanpor la filologa clsica, el estudio de la literatura inglesa hacepues su entrada por la puerta trasera.LA POLTICA DE LA A N G L I T U D ~ ~

    Antes que en la metrpoli , se experiment en el banco depruebas colonial. A partir de 1813, los estudios literarios in-gleses estructuran una estrategia de eontainment de los colo-nizados en una parte del imperio, como es el caso de la India.A travs de aquel los se construye y se propaga la representa-cin de un tipo ingls ideal, un ejemplo moral,contrapunto de

    la imagen negat iva que los autctonos podan tener del ocu-pante al observaren directo sus hechos y gestos. La poltica dela anglitud (Englishness) se adelanta a la poltica del orien-talismo, esa estrategia de integracin basada en la incorpora-cin de elementos de la cultura india que la administracincolonial se haba inventado hacia finales del siglo XVIlI parafacilitar la indigenizacin desus dirigentes (Viswanathan, 19W).El antecedente de este laborator io pedaggico hace que unhistoriador de los estudios culturales llegue a decirque se tra-ta de la metfora colonial que mejor expresa la coloniza-cin interior de las clases populares de la metrpoli por par-te de los English Studies, dada la pregnancia, un siglo mstarde, del vocabulario misionero y civilizador con motivo desu reimportacin (Steele, 1997).Los editores, por su parte, no aguardaron la entrada en lasaulas de los English Studies para aventurarse por el mercadode la nacionalizacin de la literatura. De ello se encargaron,durante la segunda mitad del siglo XIX, unas antologas desti-nadas al gran pblico, como English Men 01Letters, apoyadaspor el Oxford English Dictionary, para el que la celebracindel genius of the English language era una cuestin de ho-oor(Collioi,1991).De estos caractersticos debates del siglo XIX ingls cabedestacar tres aspectos: el primero hace referencia a la centrali-dad de una reflexin relativa al impacto de la revolucin in-dustrial en la cultura nacional, a las amenazas que representa-ra tanto para la cohesin social como para la preservacin deuna vida intelectual y de unas creaciones no sometidas al froclculo utilitarista que Dickens simboliza en el Gradgrind deTiempos difciles. El segundo se refiere a la responsabil idadque, ms all de sus contradicciones, los autores aqu evoca-dos atribuyen a los intelectuales, productores o difusores cul-turales en cuanto despertadores y educadores, vestales de unacultura nacional. Un tercer aspecto tiene que ver con las con-tradicciones de esta referencia a lo cultural y a sus retos de po-der. Inclusoentre los ms conservadores se observaunafonnade sensibilidad moderna, antropolgica, hacia lo cultural, que

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    Morris: una esttica para unanueva sociedad posibleWilliam Morris (1834-1896) establece la relacinentre el humanismo romntico y la causa de la clase

    obrera, que abraza a comienzos de la dcada de 1880,alconvertirse en eofundador de la SocialistLeague,ala izquierda del socialismo britnico, y redactor jefe de susemanario Commonweal.Morris es arquitecto y artista.Durante sujuventud estuvo vinculado a la Pre-Raphaelite Brotherhood, pequeo crculo de jvenes artistaspintores en rebelda frente al arte acadmico. Posteriormente constituy una empresa de decoracin cuyos tra-bajos anticipan el emodem style. Cre una editorial yse interes por las artes tipogrficas. No dejadedenunciarla civilizacin moderna y la esclavitud de la divisindel trabajo. Reflexionad a fondo en todo esto, le espeta a su aud ito ri o en un barr io popular de Manchester durante una conferencia pronunciada en noviembrede 1894 sobre la era del sucedneo (makeshift), mientras que la casa de un obrero siga siendo fea, no tienesentido querer hermosos cuadros (Morris, 1996, pg.132). Poco tiempo despus de su conversin socialista,publica un relato utpico, que se edita primero como fol letn en 1884 y, seis aos ms tarde, como libro con elttulo de Newsfrom Nowhere (1891). Describe una sociedad que ha resuelto la contradiccin entre la ciudady el camp . La tentacula r me trpo li l ondinense hadado paso a un modo de implantacin disperso en unamultipl icidad de puntos. El arte y la bel lezaestn en elpode".Morris considera que la arquitectura es la madre detodas las artes y, por otraparte,que es el arte que las contiene a todas (Mort is , 1996. pg. 96). La revuelta romntica adquiere paral las formas de una revuelta contra las artes visuales y arquitecturales maltratadas por el

    LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESAcaos industrial. Se sita en la l nea de Augustus W. N.Pugin (1812-1852), uno de los primeros en poner en entredicho la decadencia de la antigua unidad orgnica dela ciudad. En un libro titulado Contraste (1836), autntico manifiesto en pro del retorno a la arquitectura gtica, este arquitecto (que ha participado concretamente enel diseo de la abada de Westminster) haba comparado una ciudad cat lica en la Edad Media con la mismaen 1840.Los edificios religiosos contrastaban con la fbricade gas, el manicomio, la crcel y el vestbulo de la exposicin cientifica. El pensamiento fluctuante y contradictorio del terico del arte John Ruskin (1818-1900)tambin ha sido determinante para la formacin de laconcepcin artstica de Morris.La antigua nostalgia gtica de Morris, no obstante,cambia de sentido con su toma de conciencia poltica alleer las obras de Marx y Engels. Durante quince aos,su itinerario poltico y terico se inserta dentro de unaref lexin sobre la tica y la estt ica de una sociedadcomunista. Londres entonces es un foco de pensamiento socialista heterodoxo. El perodo de militanciaac tiva de Mor ris, en e fecto , es cont emporneo de laaparicin de un ncleo de reflexin cosmopolita -congregado en torno al geg ra fo anarquista ruso Pio trKropotkin (1842-1921), exilado en Londres- sobre elpostindustrialismo y el papel de las nuevas tcnicaselctricas de produccin y comunicacin en la construccin de una sociedad desconcentrada y descentralizada(MatteJart,I999).A juiciode los pioneros de los estudios culturales, lavisin potica de Morris representa un momento decisivo en la construccin de un pensamiento cr tico que seaparta del economicismo que marca la conflictiva historia del movimiento obrero. Para Raymond Williams,que le dedica un captulo entero en su genealogaCultu-re and Society (1958). su mrito es el de haber superado

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    32 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 33el distanciamiento entre visin poticay prctica poltica. En cuanto a EdwardW. Thompson, autor de una voluminosabiografa (1955) de Morris, lo considera comoel mayor diagnosticador de la alienacin que jamshaya producido una larga tradicin cultural propia deInglaterra.

    integra los estilos de vida, la esttica de la c o t i d i a n i ~ a d . Simultneamente, las humanidades, y concretamente la literatura nacional, aparecen como las privilegiadas herramientas decivilizacin y de comprensin del mundo, mientras que lasciencias, la economa o la naciente sociologa son observadascon recelo (Lepennies, 1985). Estos tropismos intelectualesperdurarn ms all del siglo.La consagracin acadmica de los English StudiesLEAVIS, o LA SOBERANA DEL TEXTO

    La entronizacin de los estudios ingleses en el plan normal de enseanza de las universidades no se producir realmente hastael perodo de entreguerras. Se aprovechar la experiencia acumulada en la formacin de adultos. Es necesariauna pedagoga centrada exclusivamente en el anlisis de lostextos de la literatura inglesa? D ms bien hay que intentarsustraer la enseanza literaria del aislamiento textual y volvera conectarla con las realidades sociales? stos son los tnninos en los que se plantean los retos intelectuales y polticossubyacentes en la definicin de los programas y de los pblicos. La corriente que se impone en el escenario acadmicoopta por la primera frmula. Esta eleccin se ajusta al informegubernamental, redactado en 1921 por sir Henry Newbolt, ti-tulado The Teaching in English in England, que ha asumidolas grandes lneas del pensamiento de Matthew Arnold sobreel hombre de cultura. En 1935, Culture and Anarchy, cuya

    circulacin,hasta entonces, haba estado circunscritaa los crculos informados, ser incluso editado para el gran pblico conel sello de la Universidad de Cambridge. Uno de los discpulos deArnold crea entonces escuela: Frank Rayrnond Leavis(1895-1978), hijo de uncomerciante de instrumentos musicales,representante por esta circunstancia de la pequea burguesaque por vez primera accede al sancta sanctorum de la aristocracia universitaria de Oxbridge. Su libro Culture and Envi-ronment, publicado en 1932, en colaboracin con DennysThompson, se convierte en la biblia de la nuevadisciplina. Lalectura metdica de Jos textos verdaderamente ingleseses el antdoto esttico-moral para la contaminacin de la lengua ordinaria por la sociedadmercantil.SCRUT1NY y LA RELACIN CON LA CULTURA DE MASAS

    El contexto poltico favorece la aparicin de un proyectocultural mesinico. El choque de la Primera Guerra Mundialsubraya la necesidad de un cultural revival de la nacin inglesa. Para ciertos sectores de la intelectualidad esta restauracincultural resulta an ms urgente toda vez que ronda el espectro de la revolucin bolchevique. La crisis del espritu (Valry), el derrumbamiento de los valores de la alta cultura heredados de la Ilustracin y la irrupcin de una cultura masivaproducida industrialmente, fenmenos todos ellos percibidosen la Europa de la posguerra, adquieren una especial resonancia en una Inglaterra en trance de cederle a Estados Unidos elpuesto clave que, en la economa-mundo, desempeaba desdelos comienzos de la revolucin industrial.En 1932, Leavis funda la revista Scrutiny. Este rgano delmovimiento leavisiano se convierte en la tribuna de una cruzada moral y cultural contra el embrutecimiento practicadopor los medios y por la publicidad. Para poner coto a la degeneracin de la cultura Scrutiny adopta la solucin idealista porque le repugna considerar una solucin poltica. Segnadvierte Terry Eagleton, la utilizacin de vuestras lecciones

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    34 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 35de literatura inglesa para prevenir a los alumnos contra lafuer-za de manipulacin de la publicidad o de la pobreza lingsti-ca de la prensa popular es ciertamente una tarea importante,mucho ms importante que la de obl igarlos a memorizar Lacarga de la brigada ligera...Pero tambin es posible explicar-le a los nios que la publicidad y la prensa popular no existenen sus formas presentes sino por razones de lucro. La culturade masas no es el p roducto inev itable de la sociedad in-dustrial,es el fruto de una forma especfica de industrialismoque organiza la produccin con vistas al beneficio (Eagleton,1994, pg. 34).Con el fm de restablecer los lazos con la sociedad org-nica,el equipo de Scrutiny propone someter la enseanza y laopinin a la dieta de la Gran Tradicin de la ficcin inglesa.Esta representacin de la anglitud exige una eleccin selectivade los autores que supuestamente encarnan esta Gran Tradi-cin, as como un desglose de sus obras . Se selecciona, pore jemplo , a D. H. Lawrence por su cr tica de la inhumanidaddel capitalismo, pero se silencian sus opciones de extrema de-recha respecto de la organizacin de la democracia. Apareceentonces a la luz del da un dilema que desdeCarlyleno ha de-jado de influir en la definicin de l clsico nacional y en elestablecimiento de las condiciones de ingreso en el pantendel espacio literario de la nacin. La publicacin de Scrutinyse interrumpi en 1953, es decir, un cuarto de siglo antes de ladesaparicin de Leavis. El humanismo liberal de este defensorde la gran literaturaen cuanto portadora de la saludmoral seha quitado la careta. Se ha deslizado hacia el rechazo obsesivode la sociedad tcnica, condenada por cretina y cretinizantey ha engrosado las filas de la reaccin poltica: Una gran hos-tilidad hacia la educacin popular, una oposicin implacable ala radio de transis tores y una profunda desconfianza ante laapertura de la enseanza superior a estudiantes embrutecidospor la televisin (Eagleton, 1994, pgs. 42.43).Ms all de las derivas elitistas y nacionalitarias de la ideo-loga leavisiana de la angli tud, una de las realizaciones msduraderas de los English Studies del perodo de entreguerras

    es su enfoque de la criticade los textos literarios. Es uno de loseslabones que permiten establecer una continuidad terica conlos estudios culturales.

    ENTRE LA MASA Y LACLASE QU PBLICO HAYQUE ELEGIR?El predominio acadmico de la corriente leavisiana nodebe ocultar, sin embargo, el debate entabladoen la prensa delos formadores que se dedican a la formacin de adultos en losambientes populares (Highways, Tutor's Bulletin), respecto alas visiones contradictorias de la pedagoga a adoptar (Steele,1997). Intervienen autores como Georges Orwell, Harold Laskio Herbert Read. A la hora deelegir el perfil de las enseanzas,hay que privil eg ia r a la masa o a la clase? La primeraopcin tiene el apoyo de los partidarios de una modernizacinde la educacin popular ms estrechamente vinculada al esti-lo univers itar io y centrada en las artes y las let ras. La otra l-nea, ms prxima a las realidades regionales, valora las tradi-ciones puritanas del movimiento obrero y milita a favor de unenfoque sociolgico,en sentido amplio, apoyndose en la eco-noma, la f ilosofa y la pol t ica e intentando movil izar a laspersonas ms destacadas de la clase obrera y formar a sus di-r igentes. El tema de una democracia de trabajadores frente auna aristocracia de personas cultas se suscita de manera recu-rrente en los debates. Los partidarios de las letras le reprochana la visin sociolgica su ceguera ante las formas mismas delos mensajes y de la cultura.Ms all de sus contradicciones, Carlyle, Amold y Leaviscomparten un interrogante sobre el papel de la cul tura comoherramienta de reconstitucin de una comunidad, la nacin,frente a las fuerzas disolventes del desarrollo capitalista. Losestudios culturales participan en este cuestionamiento, pero,despus de Mortis, lo sustituyen de forma decisiva por un en-foque a travs de las clases populares.

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    36 INTRODUCCIN A lO S ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 37En los orgenes de los estudios culturales: los padresfundadoresHOGGART: LA COTIDIANIDAD DE LA WORKING CLASS

    Laetapade, cristalizacin que representael reconocimientoinstitucional de los estudios culturales durante ladcadade 1960sera ininteligible si no se tuviese en cuentaun trabajo de maduracin que se inicia unos diez aos antes y que puede simbolizarse mediante las figura.s de los tres padres fundadores que, dehecho, a semejanza de los mosqueteros de Dumas, son cuatro.En 1957, Richard Hoggart publica un libro que los investigadores de los estudios culturales considerarn como la basede su campo de estudios: The Uses of Literacy: Aspects ofWorking-Class Life with Special References to Publicatonsand Entertanments, traducido al francs con el menguado ttulo de La Culture du pauvre. El autorestudia la influencia dela cultura difundida entre laclase obrera por los modernosmedios de comunicacin. Despus de haber descrito con muchasutileza etnogrfica el paisaje cotidiano de la vida popular,este profesor de literatura inglesa analiza cmo las publicaciones destinadas a este pblico se integran en este contexto. Laidea bsica que desarrolla es que se tiende a sobrestimada in-fluencia de estos productos de la industria cultural en las clases populares. Nuncahay que olvidar -escribe al concluir su.investigacin-, que estas influencias culturales ejercen unaaccin muy lenta sobre la transformacin de las actitudes yque a menudo son neutralizadas por fuerzas ms antiguas. Lagente del pueblo no lleva una vida tan pobre como lo que unalectura, profunda incluso, de su literatura pudiera dar a entender. No es fcil demostrar rigurosamente esta afirmacin,peroun contacto continuo con la vida de las clases populares bastapara que se tome conciencia de ello. Incluso si las modernasformas de ocio fomentan entre la gente del pueblo actitudesque pueden considerarse nefastas, es cierto que amplios sectores de la vida cotidiana permanecen ajenos a estos cambios(Hoggart, 1970, pg. 378).

    Pantlaemonium: el imaginario tcnicoEl choque de la Primera Guerra Mundial, adems de

    suscitar en Gran Bretaa una movilizacin en pro de larestauracin cultural entre los crculos de la intelectualidad conservadora, tambin provoca otros efectostales como la ampliacin del abanico de teoras y prcticas culturales entre los sectores crticos.As surge, enlos aos treinta,el movimientodel cine documental asociado al proyecto antropolgico - bautizado Mass b servation- de cartografa, mediante palabras e imgenes, del popularfeeling en la vida cotidiana.

    Bien es cierto que a lahora de hacer balance de estasiniciativas ancladas en una tradicin romntica revisitada, no hay unanimidad, ni mucho menos, entre los historiadores britnicos de la cultura y del cine (Pickeringy Chaney, 1986). Quedan los interrogantes que no handejado de plantear respecto de las formas de conceptualizar la cultura popular,el tejido ntimo del imaginario ydel mundo real as como los mtodos de observacinetnolgica empleados. Tambin queda la magistral tarea de una de las principales figuras de este movimiento, marcada por el surrealismo. Humphrey Jennings(1907-1950), autor de Pandaemonium, una obra que, apartir de los textos ms diversos, cartas, trabajos, artculos de revistas o peridicos, construye la historia imaginaria de la Revolucin industrial entre 1660 y 1886, o,como indica el subttulo, la llegada de la mquina vista por los observadores contemporneos. Para Jennings,lo mismo que para Morris, las lecciones de la historia no inspiran nostalgia ni reaccin (a diferencia demuchos de los partidarios de la tradicin "Culture andSociety"), sino la conciencia del "poderque viene" y delas posibilidades de creatividad e innovacin poltica eimaginaria (Robins y Webster, 1987, pg. 40). La empresa de Jennings es prcticamente contempornea del

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    38 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LACRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 39proyecto inacabado de Walter Benjamn de construiruna filosofa material de la historia del siglo XIX, cuyosfragmentos quedarn recogidos en el Libro de los pasajes: Parts, capital del siglo XIX.La llegada de numerosos intelectuales emigradosque huyen del nazismo, tales como Karl Mannheim,Karl Polanyi,Amold Hauser o Norbert Elias. contribuir a sentar una visin positiva de las ciencias sociales einfluir profundamente en la formacin de una sociologa de la cultura y de una ciencia de la sociedad.La atencin prestada a los receptores que desprenden losanlisis de Hoggart no impide que sus hiptesis estn profun" damente marcadas por la desconfianza hacia la industrializa!cin de la cultura. La idea misma de resistencia de las clases

    , populares que subyace en el enfoque de sus prcticas culturalesse basa en esta creencia. Los juicios devalor de los que advierte a sulector se reflejan en el empleo de trminos antinmicostales corno sano, decente, serio y positivo por unlado, y hueco, debilitante, trivial y negativo) por otro.WILLIAMS y THOMPSON: UNA HISTORIA MATERIALDE LA CULTURA

    La idea de resistencia al orden cultural industrial es consustancial a la multiplicidad de objetos de investigacin quecaracterizarn los mbitos explorados por los estudios culturalesdurante ms de dos dcadas. Hace referencia a la conviccinde que es imposible abstraer la cultura de las relaciones depoder y de las estrategias de cambio social. Este axioma compartido explica por otra parte la influencia ejercida en el movimiento por los trabajos de inspiracin marxista de otros dosfoundingfathers britnicos, que haban renegado de las teorasmecanicistas: Raymond Williams (1921-1988) y Edward P.Thompson (1924-1993), vinculados ambos a la formacin de

    RichardHoggart (1918-)Cualquier esbozo biogrfico de Hoggart tiene quehacer referencia a La Culture du pauvre, que es una descripcin del universo obrero en el que se desarrolla su

    infancia. Al trmino de la Segunda Guerra Mundial,durante la que es llamado a filas y participaen la campaade Italia, Hoggart se incorpora al mundo de la enseanza a travs de un circuito que, como ocurre con Williams o Thompson, no es tributario de Oxford ni deCambridge. Al principio ensea en el departamento extra-mural de la universidad deHull,trabaja durante cinco aos en el seno de las estructuras de formacin paraadultos en medios obreros (WEA). Muy influido porLeavis y la revista Scrutiny, sin embargo se distancia deellos, especialmente por la influencia intelectual de Orwell, y se vincula, de forma ms comprensiva, sin condescendencias, a las culturas populares. La traduccinde La Culture du pauvre y de una autobiografa intelectual (33, Newport Street) y los trabajos de J.-C. Passeron (1999) han contribuido a que Hoggart sea el autorde los estudios culturales ms conocido en Francia. Suproduccin cientfica, sin embargo, es ms extensa ycomprende numerosos artculos sobre culturas populares y sus evoluciones o la educacin en Gran Bretaa(Speaking to Each Other, 1970; Life and Time, 1988 y1990).De todos los founding fathers, Hoggart es el nicoque no ha ejercido comercio intelectual privilegiado alguno con el marxismo terico o poltico. Sus compromisos polticos sonms discretos,ms liberales que losde las otras figuras de los estudios culturales. En 1960interviene como testigo de la defensa frente al ministerio pblico en un proceso por obscenidad que pretendala prohibicin de El amante de Lady Chatterley. Entre 1960 y 1962 participa en la comisin Pilkington que

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    40 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRfTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 41contribuir a la defensa de la televisin pblica en GranBretaa. Intelectualmente. Hoggart reivindica una filiacin humanista, una adscripcin intelectual dentro deuna tradicin de estudios de la literaturay de la civilizacin, cuyos objetos y mtodos contribuye a redefinir alrecusar los apriorismos elitistas de la tradicin universitaria. Siempre ha insistido en su no pertenencia al mundo de los socilogos, pero, segn sugiere J.-C. Passeron,nos abstendremos de afi rmar que no l leg a produci rbuenos trabajos sociolgicos.Fundador del Centre for Contemporary Cultural Stu-

    L'ldies deBinningham, loabandonaa comienzosde losaossetenta para desempear durante cinco aos las funciones de asesor del director general de laUNESCOen Pars.A su regreso, ocupa un cargo en el Goldsmith Collegede Londres y pennanece un tanto retirado, desconectado de las evoluciones poltico-intelectuales de los estudios culturales durante los aos ochenta.adultos de las clases populares y en estrecha relacin con laNew Left, cuya aparicin en los aos sesenta supone un renacimiento de los anlisis marxistas.Thompson es uno de los fundadores de la New Left Re-view. Con Williams comparte sobre todo el mismo deseo desuperarlos anlisis que han convertido a la cultura en una variable sometida a la economa y que, adems de legitimar elestalinismo, han aplazado sine die la reflexin sobreJasformas culturales. Segn afirmaba Thompson en 1976, mi princ ipa l preocupacin a lo la rgo de toda mi obra ha sido la deabordar lo que para m es un gran silenciode Marx. Un silencio en el mbito de lo que los antroplogos llaman "el sistemade valores" [ ... ]. Un s ilencio en relacin con las mediaciones de t ipo cultural y moral. El trabajo de Thompson puededescribirse como el prejuicio de una historia centrada en lavida y en las prct icas de resistencia de las clases populares.Su obra ms conocida es The Making 01 the English Work

    Class (1963), clsico de la historia social y reflexin sobre lasociohistoria de un grupo social.Cinco aos antes, Rayrnond Williams haba publicadoCulture and Society (1958), una genealoga delconcepto decultura en la sociedad industrial, desde los romnticos hastaOrwell. Van desfilando autores tan diversos como StuartMill,Carlyle,Newman, Arnold (personaje central), Ruskin, Morris,D. H. Lawrence, T. S. Elioty Leavis.Al explorar el inconsciente cultural que conllevan los trminos de cultura, masas,mult itudes y arte, asienta la historia de las ideas sobreuna historia del trabajo social de produccin ideolgica. Lasnociones, las prcticas y las formas culturales materializan visiones y actitudes que expresan regmenes, sistemas de percepcin y de sensibilidad (structures otteettne, concepto elaborado en dilogo con los trabajos del socilogo de la l iteraturaLucien Goldmann). Esta primeraobra esboza una problemtica que se desarrollar en The Long Revolution (1961), que subraya el papel de los sistemas de educacin y comunicacin(prensa, estandarizacin de-la' lengua) yde Jos procesos de alfabetzacn dentro de la.dnamica de cambio social, y contribuye a.bosqnejar un programa democrtico de reformas de lasinstituciones culturales.Tanto en Williams como en Thompson se advier te unamisma visin de la historia, construida a parti r de las luchassocia les y de la interaccin ent re cul tura y economa y en laque la nocin de resistencia a un orden impuesto por el capitalismo como sistema es fundamental. La poca, entonces,sigue dominada. entre los intelectuales de izquierda por.el-debate sobre la sumaria antinomia que enfrenta a la base material de la economacon la cul tura, y que hace que esta ltimasea un mero reflejo de aqulla. Salirde este dilema imposibley reduceionista es uno de los desafos a los que habrn de enfrentarse los estudios culturales. Este esfuerzo de superacindesemboca en el redescubrimiento de las formas especficasque el movimiento social y el pensamiento socialista han adquirido en Gran Bretaa. De ah la rehabilitacin por parte deThompson de los escritos de Wil li am Morri s, en quien ve a

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    42 INTRODUCCIN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LACRfTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 43uno de los primeros crticos de un determinismo cerril que hallevado al empobrecimiento de la sensibilidad, a la primacadecategoras que niegan la existencia efectiva (a lo largo de lahistoria y en el presente) de una conciencia moral y a la exclusin de toda una zona de pasin imaginar ia . Esta mismaidea clave acompaa a Williams lo mismo en su tarea de cronista cultural de The Guardian que en el creciente inters queha prestado a los medios de comunicacin, en su arraigo histrico. Ya en 1962,en su obra Communications, se implicabaen el debate poltico, formulando propuestas para un controldemocrtico de los medios en el marco de un programa socialista, que se salan de la visin puramente instrumental de losmedios de comunicacin como instrumentos de influencia yagit-prop.El trio de los padres fundadores se comple tar con uncuarto hombre: Stuart Hall. Aunque ste slo tiene ochos aosmenos que Thompson, pertenece sin embargo a otra generacin, que no ha participado directamente en la Segunda G ~ e -ITa Mundial.Correa de transmisin de las revistas de la nueveizquierda intelectual, Hall tambin encarna esa distancia-generacional porel hecho de que su produccin cientfica no alcanza su madurez hasta el umbral de los aos setenta.EL ANCLAJE SOCIAL DE UNA EMPRESA POLTICO-INTELECTUAL

    Lo mismo que otras innovaciones intelectuales, los estudiosculturales no se explican slo por la accin de algunas personalidades. Ms all de su contribucin terica, los foundingfathers tambin son constructores de redes que hacen posiblela consolidacin de nuevas problemticas, como las encarnaciones de dinmicas sociales que afectan a extensas fraccionesde las generaciones nacidas entre finales de los aos treintay mediados de los aos cincuenta. Primero hay que recordarel contexto poltico de los aos cincuenta. 1956 es, a la vez, elao de Budapes t y el de Suez, el de una gran desilusin respecto del modelo comunista - Thompson abandona entonces

    el Partido Comunista- y el de una agresin que relanza lamovilizacin antiimperialista entre los intelectuales ingleses.Segn recuerda loan Davies (1995), el vocabulario polt icobri tnico acua la nocin de Butskellism, contraccin.de losapellidos de Butler, el tory de izquierda y de Gaitskell, el laborista centrista. La prdida de atractivo del laborismo y delcomunismo. el potencial movilizador de las luchas anticoloniales, la desconfianza ante las promesas de un consenso social milagrosamente alcanzado gracias a la abundancia suscitarn una serie de movimientos de reaccin en los mediosintelectuales. En un contexto de desarrollo del empleo terciario, los jvenes de las clases medias o populares encuentran enel sistema escolar un trampoln para una movilidad escendente hasta entonces poco accesible.Este relat ivo deshielo de las estructuras sociales, que seobserva bajo distintas formas en numerosos pases de Europahacia la mitad de los treinta gloriosos aos, est imular unflorecimiento crtico en los mbitos artsticos, polticos y de lavida intelectual. El mundo literario britnico de los aos cincuenta, en concreto, est marcado por la irrupcin de los jvenes airados (Angry Young Men) como los autores de teatroJohn Osbome y AmoldWesker,los escritores AlIan Sillitoe yKingsley Amis, cuyo libro de xito Lucky Jim (1954) pone enescena a un recin llegado, despistado en el mundo universitario. Sus obras y sus personajes expresan una rebelin contralo que perciben como el peso de las tradiciones y de las jerarquas sociales, como las rut inas hipcri tas de su sociedad.Tambin sugieren cierto malestar, cierta frustracin ante laexperiencia de una movil idad social ascendente. Tambinpuede observarse, concretamente en la coleccin de relatos deSillitoe, que esta corriente, que se disgregar durante los aossesenta, introduceenla literatura una descripcin realistade lacotidianidadde los sectores populares. En poltica, laNew Leftes un hervidero que ref le ja esos cambios y los articula mediante revistas que hacen las veces de puentes entre espaciosde investigacin heterodoxa en el mundo universitario (Ken"y, 1995).

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    44 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LA CRTICA CULTURAL DE LA SOCIEDAD BURGUESA 45se es uno de los resortes del despegue y del impacto delos estudios culturales. La conversin de las culturas populareso de los est ilos de vida de las nuevas clases en objetos dignosde una sabia inversin tambin puede leerse en su dimensin de acompaamiento de una movilidad social inconfortable para las nuevas generaciones intelectuales o como cuestin de honor para continuar la lucha poltica en el terrenoacadmico. A propsi to del mbito de Influencia de la NewLeft, Hall observa: Esto surgi en aquella poca concreta delos aos sesenta en que se produca una notable evolucin enla formacin de las clases. Haba un montn de gente en transicin entre las clases tradicionales. Haba gente con orgenespopulares, escolarizados por primera vez en colegios o en art

    schools, que accedan a puestos dirigentes, se convert an enprofesores y dems. La New Left estaba en contacto con lagente que se mova entre las clases. Un montn de nuestrosclubes estaba en ciudades nuevas donde muchos tenan parientes que podan haber sido trabajadores manuales, aunquehaban tenido mejor educacin, haban ido a 1&1 universidad yregresaban como docentes (en Morley y Kuan-Hsing Chen,1996, pg. 494). No se trata de una reconstruccin retrospectiva toda vez que, en 1958, Hal l publicaba su primer texto:Un sentido de falta de pertenencia a una clase (classlessness).MARGINALIDADES y SOLIDARIDADES

    En el mbito acadmico, dos son las fonnas de marginalidad que caracterizan a las figuras fundadoras de los estudiosculturales. En el caso de WiIliams y deHoggart -y tambinde Hall - se trata de su origen popula r que los convier te enpersonajes que navegan a contracorriente del mundo universitario britnico. Por lo que se refiere a Hall y Thompson, interviene una dimensin cosmopolita, una experiencia de la diversidad de culturas (presente tambin en la trayectoria deBenedict y Perry Anderson, otras figuras de la New Left), que,pese a no ser tan excepcional en la poca del Imperio bri tni-

    co, sin embargo disea un perfil especfico de intelectuales,suscita una fonna de sensibilidad ante las diferencias culturales. Estas trayectorias sociales atpicas o improbables tropiezan con la dimensin socialmente muy cerrada del sis temauniversitario britnico y desde entonces condenan a los intrusos a elegir inserciones ajenas (la formacin para adultos ensectores obreros) a este sistema o situadas en la periferia. Losfundadores, a menudo, son destinados a centros pequeos orecientes (Warwick), a instituciones establecidas en los confines de las universidades (en Binningham), factores extraterritoriales del mundo universitario (extra-mural departments,Open University).Esta dinmica centrfuga podra haber supuesto un lastrepara la consolidacin de un foco de estudios culturales. Perootra caracterstica atpica de los founding fiuhers, el compromiso de la mayora ms all de la izquierda laborista, representar un recurso paraevitar su totalmarginaiizacin. Lo queno puede facilitar la inaccesibilidad de Oxford y Cambridge,lo facilitarn las revistas. Hall y el filsofo canadiense CharlesTaylor son el almade la University and LeftReview, creada en1956. El matrimonio Thompson desempea un papel claveen el funcionamiento del New Reasoner, revista nacida ese mismo ao y que expresa entonces la sensibi lidad humanista deizquierdas de antiguos miembros o disidentes del Partido Comunista britnico. La fusin de estas dos cabeceras dar origen en 1960 a la New LeftReview.Tres aos ms tarde, PerryAnderson y unos jvenes intelectuales de Oxford no tardarnen tomar el poder, con procedimientos que Thompson considera golpistas, para darle a la publicacin un perfi l ms universitario, una funcin de presentacin de investigaciones extranjeras innovadoras (Davies, 1995). Estarevista se articula asu vez sobre la base de unos cuarenta New Left clubs en losque Hall y Davies desempean un papel importante. Contribuye a estructurar una red de conexiones entre los militantesde la Nueva Izquierda, entre las instituciones de educacin popular. En el seno mismo del mundo universitario, los investigadores consagrados a temas de escaso rel ieve, elegidos en

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    46 INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALESfuncin de sus compromisos polticos, tambin logran constituir redes de intercambios culturales. ste ser el papel de larevista Past and Presento del History Workshop entre los historiadores sociales (Brantlinger, 1990). Estos ltimos valoranespecialmente la importancia de la oralidad, del legado de lasculturas no escritas en latareadel historiador, coincidiendo enesto con parte de las orientaciones de los estudios culturalesrespecto de las culturas populares.Los herejes y marginales de finales de los aos sesentasupieron apoyarse en el terreno poltico para proporcionarselos medios de coordinacin y, a la vez, dotarse de sl idas redes de aliados al valerse de su condicin de bisagra entre elcampo poltico y el acadmico, al crearuna revista que contribuye a difundir un nuevo corpus de autores y temas de estudio. Sin olvidar el peso de personalidadesde l mundo cultural,como Doris Lessing, que gravitan sobre los crculos frecuentados por los founding fathers. La ocupacin de los confinesuniversitarios generar cierta rentabilidad cuando, all por losaos setenta, el desarrollo del st"tema universitario britnicose l leve a cabo a t ravs de sus suburbios - l a preservacinde los santuarios acadmicos ante la democratizacin se realizar sobre la base de crear polytechnics-, mediante la puestaen marcha, en 1970, de la Open University. Esta doble red po-ltica y universitaria tambin se manifestar durante los aossetenta, con la aparicin de editores de izquierda (Harvester,Pluto,Merln, Comedia) o feministas (Virago).

    2. Los aos Birmingham (1964-1980):la primaverade los estudios cnlturaIes

    En la univers idad de Birmingham es donde nace, en1964, el Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS).La historia del centro nunca estuvo exenta de tensiones y debates (Grossberg,en Blundell, 1993). Y no todo lo que se public en sus working papers merece pasar a la posteridad.Momificar quince aos en una decena de patronmicos y delibros canonizables sera olvidar el desorden, la pasin y laefervescencia creadora que le son propios a los estados quenacen. Parte de la inteligencia empresarial de los sucesivosdirectores del centro consist i en su capacidad de maniobraentre las distintas iniciativas de unos investigadores con preocupaciones y referencias heterogneas. Desde el marxismoalthuseriano hasta la semiologa, los miembros del centro hancompartido una comn atraccin por lo que el establishmentuniversitario consideraba entonces, en el mejor de los casos,como un pintoresco vanguardismo, y en el peor como elopio de los intelectuales. Este inters por la renovacin delas herramientas del pensamiento crtico jams v ir a la o rto-

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    INTRODUCCiN A LOS ESTUDIOS CULTURALES LOS AOS BIRMINGHAM: LA PRIMAVERA [ .. . ]doxia. El centro fue un caldo de cultivo de importaciones te-ricas. de chapuzas innovadoras sobre cuestiones hasta enton-ces consideradas indignas del trabajo acadmico. Frecuen-temente pretenciosa, la nocin de laboratorio adquiere todasu pertinencia en el CCCS. Durante ms de quince aos, unaextraa combinacin de compromiso social y poltico y deambicin intelectual produjo una impresionante masa de tra-bajos.La invencin de los estudios culturalesELCCCS

    La puesta en marcha del CCCS se har lentamente. Ex-presado por Hoggart en una conferencia de 1964, el proyectodel centro es claro. Reivindica explci tamente el legado deLeavis. Quiere utilizar mtodos y herramientas de la crticatextual y literaria mediante el desplazamiento de la aplicacinde las obras clsicas y legtimas hacia los productos de la cul-nura de masas, hacia el universo de las prcticas culturales po-pulares. Aunque, pese a estar asociado a una universidad, elcentro quedarmarcado desde sus comienzos por la margina-lidad insti tucional en que vivi la generacin de los padresfundadores. Los recursos financieros del equipo son tan limi-tados que Hoggart tiene que solicitar el mecenazgo de la edi-torial Penguin para algunas inversiones y la contratacin deStuart Hall, que le suceder en 1968.El reto tambin reside en lograr la aceptacin de los sec-tores prximos a la universidad. Los socilogos desconfande estos recin llegados que cazan furtivamente en su territo-rio. Los especialistas en estudios literarios no son menos re-celosos respecto de una iniciativa que a su juicio extrava susabidura por caminos subalternos. FI primer desafo al quese enfrenta Hoggart es el de legit imar acadmicamente unarama original dedicada a la cultura, el de amaestrar a colegasdesconfiados. Una de sus tcticas consisti en que formaran

    parte de los tribunales acadmicos del departamento de estu-dios culturales los colegas ms tradicionalistas. a veces losque se tenan por ms severos, con el fin de acreditar ante sus__homlogos el r igor de la formacin. Por consiguiente, en elumbral de los aos setenta es donde hay que situar el despe-gue del centro, una vez superadas las etapas de su trasplantea la universidad y de la formacin de sus primeras promocio-nes. Constituirn el vivero de lo que puede llamarse,despusde los padres fundadores, la segunda generacin.de los estu-dios culturales: Charlotte Brunsdon, Phil Coh6R, Gas cm-cher, Simon Frith, Paul Gilroy, Dick Hebdige, Dorothy Hob-son, Tonv Ief fe rson, Andrew Lcwe, ngela McRohbie,DavidMorley y Paul Willis por citara los ms conocidos. Lacreciente notoriedad cientfica del CCCS obedece concreta-mente, segn una tradicin anglfona, a la difusin, a partirde 1972, de working papers (artculos multicopiados queconforman una revista artesanal). Parte de estos textos serluego reunida en libros que condensan lo mejor de la produc-cin del equipo.La investigacin en el CCCS partir en primer lugar delacervo de trabajos de Hoggart y de la sensibilidad ref lexivaante todas las vvidas dimensiones de la cotidianidadde la cla-se obreraque babia explorado desde una forma original y pro-funda de autoetnografa (Passeron, 1999). Pero una de las ca-ractersticas del trabajo de Hoggart es la de hab lar de unmundo que se erosiona, que inicia una secuencia decisiva demutaciones en el momento mismo de su descripcin y de suteorizacin. En un texto editado apenas cinco aos despus dela publicacin de su libro fundamental, The Uses 01Literacy,subraya hasta qu punto sus descripciones pueden resultartrasnochadas como consecuenciadel incremento de la movili-dad espacial, de un bienestar material relativo pero creciente,del impacto indito del automvil y de la televisin en la so-ciabilidad obrera (Hoggart, 1973).

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    Stuart HaODe origen jamaicano, Stuart Hall nace en 1932 enuna famil ia que defme como middle class. Su padrees empleado de la United Fruit: Era el primerjamaicano en haber ascendido a todos los puestos que ha desempeado. Hall insiste en la importancia de la experiencia del colonizado, de la reaccin ante la posturapaternalista de los britnicos respecto de su familia durante la constitucin de su identidad. Abandona Jamaica en 1951 para cursar estudios en Inglaterra. En Oxford, donde estudia letras, se relaciona tanto con losmilitantes nacionalistas de naciones colonizadas comocon los crculos dela izquierda marxista.aunque sin afi-liarse al Partido Comunista.En 1957 obtiene una plaza docente en una escuela

    secundaria de Brixton, entre alumnos de sectores po-pulares, donde desarrolla un proyecto pedaggico queintenta tener en cuenta la realidad de sus prcticas culturales. Se instala entonces definitivamente en Gran Bretaa. En 1961 emp ieza a ensea r medio s y cine en elChelsea College de la Universidadde Londres. En 1964escribe, en colaboracin con PaddyWhannel, su primerlibro, The Popular Arts, que trata, especialmente, dejazz. Esemismo ao,Hoggart 10llama para que le ayude en la fundacin del centro de Birmingham, de cuyadireccin se har cargo. Hoggart llegara decir: Yo nosoy un terico. Stuart Hall es un terico. Habitual e instintivamente es un sutil manipulador de teoras, de forma que nos complementbamos perfectamente.Coordinador de la mayora de los grandes trabajoscolectivos del centro, Hall ha desempeado un papelconsiderable de empresario cientfico e intelectual enBirmingham. A diferencia de los restantes padres fundadores , Hall no es tanto el autor de algunos l ibros dereferencia como el de una gran masa de artculos. Abor-

    dan una gran diversidad de temas: desde la seccin decotilleos del diario a las fotografas de prensa pasando por el movimiento punk. Pero una parte significativade la produccin cientficade Hall tiene forma de trabajo sobre conceptos: reflexin sobre la eventual product ividad de los legados del marxismo, debates sobre lasaportaciones y los riesgos de las teor as que se tomanprestadas del posmodernismo o de la deconstruccin.No siempre es fcil disociaren sus textosms directamente polticos el componente puramente cientfico, enla medida en que, como intelectual, se ha manifestadorepetidamente en contra de este tipo de diferenciacin, yen que su gran capacidad paracomprender las evoluciones polticas le permiteencolitrar el punto de apoyo adecuado parareplantear temas de investigacin, e incorporar nuevas materias y cuestionamientos. En 1979,StuartHall se incorpora a la Open University.Muy sol icitado a lo largo de quince aos para pronunciar conferencias en cualquier coloquio importantesobre estudios culturales, Hall, en ocasiones, pudo en-cerrarse en una postura de testigo privilegiado cuya misin consista en recordar los grandes retos y los verdaderos problemas. Pese a que la fuerza innovadora de susrecientes contribuciones se desvanece, habr sido, a lavez, el empresario y el universitario ms preocupadopor sistematizar la teora en el seno de los estudios culturales.Morley y Kuang-Hsing Chen (1996) ofrecen unaexhaustiva bibliografa de los trabajos de Hall y una entrevista biogrfica.

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    RECONSlDERACIN DE LAS SOCIABILIDADESY DE LAS CULTURAS POPULARES

    El proyecto inicial de una etnografa comprensiva de lacultura de las clases populares supone pues mltiples replanteamientos sobre el terreno. El t tulo del l ibro de Hoggart ,The Uses ofLiteracy, significa literalmente, los usos de la alfabetizacin. Se trata, pues, de estudiar tambin las nuevasformas de literacy, de competencias escolares y culturales.Hoggartcuestiona la intluencia que ejercen el acceso a la televisin o la prolongacin de la escolarizacin. Teoriza sobre la,capacidad de resistencia a los mensajes de los medios, sobrela mera fuerza de inercia que representa un estilo popular deconsumo indolente que simbolizacon la frmula siguehablando. Reconsiderar el mundo obrero es enfrentarse al impacto de las operaciones de renovacin urbana del East End, alnacimiento de nuevas ciudades cuyos efectos desestructurantes sobre la sociabilidad popular -degradacin de los lugaresde esparcimiento (calle, pubs, jardines y patios) y, al mismotiempo, alteracin de laecologade las relaciones de vecindad,parentesco o generacin-e- relata Phil Cohen (en Rseaux,1996). Aunque no llegan a representar una faceta relevante delos estudios culturales, el urbanismo y la arquitectura, entendidos como dispositivos organizadores de la sociabilidad y dela cristalizacin de identidades colectivas, entran as a formarparte de su propuesta temtica. Este inters nunca ser desmentido, conforme 10atestiguan, veinte aos despus, los dostextos que New Times (Hall y Jacques , 1989) dedica a lasciudades smbolo del neohberalismo thatcheriano, como Basingstoke.La reconsideracin de las formas de sociabilidad obreratambin implica prestar atencin a una dimensin que Hoggart relegara a un segundo trmino: la de las relaciones entregeneraciones, las formas de identidad y las subculturas especficas que Ponen en prctica los jvenes del sectorpopular. Sonmltiples los factores que ponen este asunto de actualidad. Latransicin de grandes conjuntos hacia el urbanismo socava los

    mecanismos de control social que contribuan a la reproduccin del grupo obrero. La escolarizacin ms prolongada departe de los jvenes de sectores populares afecta a sus referencias culturales, redefme el mbito de posibilidades en elque tienen cabida sus proyectos profesionales. De forma msglobal, el mundo obrero est sujeto a mltiples cambios quesuscitan un debate sobre el obrero de la abundancia (Goldthorpe y Lockwood, 1968), trasunto de las discusiones francesas de entonces sobre la nueva clase obrera. La crisi s, ladesindustrializaci6n masiva de los aos ochenta, significarotrogran traumatismo social e identitario. Las jvenes subculturas representan uno de los mbitos en los que los investigadores del CCCS han resultado ser los ms productivos, losms inventivos, losms identificados con las dinmicas sociales (Hebdige, 1979).Aunque estos trabajos no siempre estn exentos de unacierta fascinacin po r su objeto, dos elementos, al menos, hacen que su lectura sea estimulante pese a que tratan de fenmenos que, nuevos para entonces, slo pareceran justificar,en lo sucesivo, la nostalgia de los quincuagenarios.Una primera fuerza procede de lacapacidadde estos textospara restituir autnticos trozos de vida, alimentados por la observacin, una preocupacin por el detalle que raras veces degenera en exotismo social (Willis, 1978). Esta cualidad es apreciable en los estudios de Hebdige sobre la cotidianidad de lospunks o de los mods (1979), sobre el valor simblico que stosatribuyen al scooter italiano (1988), o la minuciosa atencincon que Corrigan descr ibe y comprende lo que puede ser laociosidad ordinaria de los adolescentes obligados a permaneceren su ciudad sin hacer nada (en Hall y Jefferson, 1993).El inters de estos anlisis tambin obedece a su densidadterica. Es tributaria de los anlisis de Becker (1963) sobre ladesviacin. Numerosos textos se fijan en la manera en que lasautoridades sociales intervienen en las subculturas para estigmatizar los comportamientos y a sus autores. El carcter marginal no depende de sus componentes objetivos (pelo largo, pier-cing), sino de la actuacin de las instituciones (Iglesias, medios,

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    Sabcururasy significado de los estilos de vidaLas jvenes subculturas -c-en el sentido de estilocultural especfico- son objeto de un gran nmero demonografas desde comienzos de los aos setenta. Bikers, hippes, mods, punks, rastas, rockers, ruddies,

    skinheads, teddy-boys... No es seguro que todas estassubculturas britnicas, algunas de las cuales tienen yacuarenta aos, les suenen a los lectores del siglo XXI quepueden tener dificultades para situar a los blousonsnoirs franceses de 1960.El marco interpretativo compartido por los investigadores britnicos permite precisamente darle sentido aeste florecimiento de estilos y marcadores indumentarios, capilares (tnicas ndtas.sccorers, imperdibles). Elpunto de partida es el de una crisis de reproduccin delmundo obrero, en el sentido de la imposibil idad de repeticin, sin grandes alteraciones, de los roles paternospor parte de los hijos. El auge del hbitat colectivo y dela escolarizacin, los cambiosdel entorno meditico, introducen una ruptura en la socializacin de las generaciones del baby-boom. En esa misma poca, los mltiples cambios (procesos de produccin, remuneraciones,desempleo masivo ms tarde) que vive el mundo obreroremodelan y desestabilizan su identidad.La gama deestilos de vida puede entonces referirse ados modalidades fundamentales de gestin deestas incertidumbres identitarias, expresin una de la continuidad, yotra dela ruptura. Para una parte de los jvenes de los sectores populares (rockers, y ms tarde skinheads), se tratade tras ladar a un est ilo de v ida joven los valores tomados dela herencia obrera (solidaridaddegrupo, valoracindeuna virilidad agresiva, de la fuerza), de adoptar incluso(skinheads) elementos ms regresivos deesta herencia (racismo) o de superar un temible destino mediante un estiloreivindicado por mimetismo con el lumpenproletariado.

    En el otro extremo, una segunda familia de estilos devida (simbolizadaconcretamente por los mods de los aossesenta pone en juego una panopliaque se vale de un imaginario de consumo hedonista, de movilidad social, dedistanciamiento en relacin con los aspectos ms vulgares de la virilidad y de las exigencias del trabajo. Aunque es ms caracterstico de las clases medias, el estilohippytambin puede constituir una subcultura portadoradela simbologa de salidade lo popular-obrero. Pero la literatura sobre las subculturas no se reduce a este apuntebinario. Merecen destacarse dos de sus aportaciones.Al introducir las dimensiones del tiempo (crisis de losaos setenta) y de la etnicidad (los inmigrantes de primera o segunda generacin tambin tienen sus subculturasque suscitan simpata o animosidad), estas investigaciones permiten comprender las evoluciones, las hibridaciones, las contradicciones de esta sucesin de estilos,la coherencia de cada uno de ellos.Estos enfoques, a la vez que hacen inteligible la forma en que las contradicciones de la socializacin creanuna confusin identitaria, evitan que los estilos de vidaqueden reducidos al resultadomecanicista de las exigencias sociales. El nfasis, al contrario, est en la forma en que, bajo determinadas condiciones estructurales,los jvenes desarrollan tcticas de seleccin dentrode su potencial identitario. Los estudios de casos realestambin demuestran cmo estas subculturas son, desdeel momento de su cristal izacin en el espacio pblico,herramientas de los mecanismos de provocacin, promocin o estigmatizacin a travs de la publicidad, losmedios, las autoridades. Semejante enfoque se distanciade los anlisis en trminos de consumo pasivo. de

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    legisladores)que losdefinen como indeseables.El pnicomocalque a mediadosde losaos sesenta transformalas trifulcasentre'modsy rockers en las playasdel Kenten sntoma de crisisde la juventud y de la autoridad es un buen ejemplo (S. Cohen,1972).El anlisis de las subculturas se propone pues comprender sus retos polticos. Cabe considerarlas. en primer lugar,como resistenciasmediante rituales,de acuerdo con el ttulode una obra del CCCS (Hall y otros. 1975)?Hay que darles unvalor subversivo?O sugerir msmodestamenteque contienenuna crtica latente a Josvalores establecidos? O acaso no sonms que recreaciones sin consecuencias que el capitalismoautoriza fueradel horario de la escuela o de la fbrica?Expansin y coherencia de las problemticasLA MANCHA DE ACEITE DE LO CULTURAL

    El euest ionamiento de la cultura en la vida cot id iana seextender concntricamente como una mancha de aceite.Una primera ampliacin de las investigaciones versar sobre la relacin de los jvenes de sectores populares con la institucin escolar. En un enfoque etnogrfico de gran riqueza,Paul WilIis (1977) ilustra la tensin en 'elseno de una escuelapopular entre el comportamiento rebelde de los tos, y el delos pelotas que nevan la marcade las diversas formas de sumisin y de buena voluntad frente a la insti tucin escolar. Elpropio subttulo del libro (

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    largo plazo sern esencia les. La primera desemboca en lascuestiones de gnero, en la variable masculino/femenino. Estaclave de lectura sirve de estructura al libro Women Take lssue(Women's Studies Group, 1978). La apreciacin del gneroobedece al trabajo emprico que pone demanifiesto las diferencias de consumo y de valoracin entre hombres y mujeresen materia de televisin o de bienes cul turales. Tambin sedebe a la sensibilidad feminista de las investigadoras (Charlotte Brunsdon yDorothy Hobson). No se puede pasar por altoque los personajes y los comportamientos analizados por la literatura sobre las subculturas casi siempre son masculinos, nipuede ignorarse una forma de connivencia machista en ciertasdescripciones de la cultura obrera. sta es la razn por la queWillis y su forma de hablar de los tos son objeto de crticahoy en da por parte de la literatura feminista sobre la escuela.Valorada desde sus primeros trabajos por Hebdige, la otraalteridad, simbolizada por las comunidades inmigrantes y porel asunto del racismo, ocupar un lugar preeminente gracias allibro The Empire Strikes Rack (CCCS, 1982). La atencin aestas variables tambin se impone aqu por el terreno y la presencia de poderosas comunidades de inmigrantes, por lasreacciones de atraccin y de rechazo racista que suscitan. Estasensibi lidad tambin se debe a la presencia de inmigrantes ode hijos de inmigrantes entre los investigadores del centro,empezando por Hal l o por Paul Gilroy. Cabe aadir que la situacin britnica contrasta con la de Francia en un punto esencial: los creadores procedentes de la inmigracin disfrutan allde una mayor presencia y un mayor reconocimientoen el mundo cultural, especialmente en literatura (Kincad, Kureishi,Rushdie).Los REFRACTARIOS: PASADO/PRESENTE

    Aunque Birmingham represente la sede institucional mo10mde los estudios culturales, el auge de estos enfoques no acabaaqu. Wil liams, tardamente reclutado en Cambridge - [pri-

    mero como titular de ingls y luego (1974) como catedrticode dramaturgia!-, desarrolla entonces all sus investigaciones. La aportacin de la vertiente historiadora de los estudios culturales ilustra la coherenciade los cuestionamientos,tanto si se dirigen al pasado como al presente.Thompsonsaca provechode lacreacin de una nuevauni-versidad en Warwick donde logra que lo contraten en 1964.All crea un centro de investigaciones en historia social. Trasel libro de referencia que haba preparado sobre la formacinde la clase obrera britnica (1963), desarrolla all sus investigaciones relativas al universo de las costumbres y culturas populares inglesas desde el siglo xvm. Aunque llegan a detenerseen comportamientos folclricos como las cencerradas,estascontribuciones, reunidas en Customs in Common (1991), seproponen, sobre todo, comprender cmo las contradictoriaspotencialidades de la cultura popular, compuestade respeto ala autoridad y de espritu rebelde, de anclaje en las tradicionesy de una picaresca dimensin de bsqueda del movimiento,interactan con los poderes socia les. Se trata entonces deplantearse una economa moral del mundo popular e-parael que la t ierray sus productos han de atenderante todo las necesidades de la comunidad aldeana-s- frente al auge de unaeconoma monetarizada, de percibir las fricciones entre las representaciones tradicionales de la sociabilidad y las