José Antonio Labordeta el "Jacetano"

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    Labordeta,

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    Texto: Juan GavasaFotos:

    Archivo personal familia Laboderta, Luis Granell, Asociacin RoAragn, El Pirineo Aragons, Foto Barrio, El Pas y Pirineum

    En el mapa sentimental de Jos AntonioLabordeta, fallecido el pasado 19 deseptiembre, estaban marcados enrojo varios rincones de Aragn y de LaJacetania. Su cartografa vital estaradefinida por coordenadas muy precisas:Zaragoza, donde naci en 1935; Belchite,el pueblo de su padre y cruel testigo de laGuerra Civil que tanto marc su infancia

    y tambin su pensamiento; Teruel, dondea finales de los aos 60 se estrencomo profesor y como hombre pblico;Canfranc, escenario de los veranos desu infancia y Villana, lugar que eligipara construir su segunda residenciahace 40 aos.

    El Labordeta jacetano dej grandesamigos en nuestra comarca y sobre todoel paisaje de una vida que comenz a

    descollar en los veranos de su infanciaen Casa Marraco, frente a la estacininternacional de Canfranc.

    Labordeta en un concierto del programa Ros de cultura.Yesa NO, en Villana el 20 de agosto de 2005

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    El alumno y el profesor

    La profesora Marisa Bailo, probablemente una de las amigasms cercanas a Jos Antonio Labordeta, acota el territorio

    afectivo y asegura que l slo tena races en Zaragoza yCanfranc. Luego las ech en Teruel y Villana. Bailo fuecompaera de universidad de Labordeta y de la que luegosera su mujer, Juana de Grandes, en la promocin de 1956de la Facultad de Filosofa y Letras de Zaragoza. Labordetaempez Derecho pero al poco tiempo cambi de carrera. Allsurgi una amistad que se fortaleci con el paso de los aos.

    Marisa habla con admiracin de su compaero de aula yreconoce en l el impulso intelectual que moviliz a todasu generacin. Su lucha por las libertades y por la culturase remonta a los aos de la facultad. All naci su compro-miso a travs de una personalidad que influy en todos losque ramos sus compaeros. En aquella promocin es-taban muchos estudiantes que aos despus ocuparan lavanguardia intelectual y acadmica del pas. Emilio Gastn,Mario Gaviria, Emilio Alfaro, Eduardo Martnez de Pisn oAgustn Ubieto poblaban unas aulas dirigidas por un oscuroclaustro afecto al Rgimen y por el temible SEU (el sindicatoestudiantil falangista fundado por Primo de Rivera).

    El choque de trenes era previsible. Labordeta, procedente,como l sola recordar, de una familia pequeoburguesarepublicana con poso intelectual, comenz a trabajar enlo que hoy se llamaran actividades extraescolares. For-mado intelectualmente bajo el poderoso influjo de su her-mano, el gran poeta Miguel Labordeta, y moldeado en lastertulias poticas del zaragozano Caf Nik, donde nacila apcrifa Oficina Potica Internacional, Labordeta pusopatas arriba la molicie intelectual que resida en aquellavetusta universidad.

    Albert Camus recibi en 1957 el Premio Nobel de Literaturay ese mismo ao el grupo de Labordeta organiz un ciclode lecturas del escritor francs. Tambin unas conferenciassobre Ortega y Gasset, fallecido dos aos antes, y un ciclode cine de Buuel. Tanta provocacin intelectual despertlas conciencias aletargadas de decenas de estudiantes deaquella facultad. De repente descubrieron que la vanguar-dia cultural estaba en Francia y que el mundo bulla en re-flexiones sobre el sentido de la vida mientras en Espaa laabulia corroa todo. De Camus pasamos a Sartre, Simon deBeauvoir y el existencialismo. De Buuel al surrealismo, y deOrtega y Gasset a la Segunda Repblica y los intelectualesen el exilio, recuerda Marisa Bailo.

    Ese era el joven Jos Antonio Labordeta, un activista cul-tural que ocup junto a otros compaeros la primera lneade un frente intelectual que se divida en trincheras paracombatir la maquinaria de demolicin del franquismo. De-sarroll esa misma actitud en Teruel, adonde lleg en 1963en su primer destino como profesor de geografa e historiaen el instituto Ibez Martn. Los que entonces fueronsus alumnos recuerdan su bonhoma y la ruptura radical

    que impuso con los mtodos de enseanza de la poca.Labordeta era un profesor cercano que comparta con susalumnos espacio, inquietudes y sensibilidades. Se inspira-ba en la Institucin Libre de Enseanza de Giner de los Rosy abominaba del muro generacional, clasista y pedaggico

    levantado entre el profesorado y su alumnado.

    En Teruel Labordeta rompi barreras mentales y fragu suaragonesismo ligado a la tierra y sus gentes, influencia di-recta del compaero Eloy Fernndez Clemente. Luego lle-garan las primeras canciones, las primeras grabaciones(Cantar i Callar, 1974), y su irrupcin en el espacio pblico,que ya no abandonara hasta su muerte. El resto de la tra-yectoria vital de Labordeta es sobradamente conocida.

    La infancia, veranos en Canfranc

    Contaba el poeta en su libro de memorias Banderas ro-tas, editado en 2002, que en la recepcin con el Rey trasconseguir su acta de diputado por CHA en las eleccionesgenerales de 2000, el monarca le pregunt: Y eso de can-tautor, de dnde le viene? Ya ve le respond en broma-, decantarles a las chicas de la Seccin Femenina en Canfranc.l se ech a rer. Y es que la localidad altoaragonesa bienpodra ser la nica patria de la que hablaba Rilke, aquel uni-verso de la infancia en el que nacieron las primeras certezasde la vida y la conciencia de una tierra y de un pas sometidoal yugo terrible del dictador. Tambin la amistad con los her-manos Marraco, Santiago y Pepe, determinante en su vida.

    Es posible que en Teruel se revelara definitivamente el perfilintelectual y comprometido de Labordeta. Pero fue muchosaos antes, en los primeros aos de la dcada de los 40 delpasado siglo, cuando aflor la conciencia de pertenencia aun paisaje en los largos veranos que la familia Labordetapas en los Araones. Escribi Rosa Montero que de ni-os nos construimos una imagen cndida del mundo quede mayores se enturbia y se marchita. De algn modo vivir

    Labordeta con su mujer, Juana de Grandes, y su hermano MiguelLabordeta en Canfranc en la dcada de los aos 60.

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    es traicionarse. Son las banderas rotas que cant Labor-deta, las que rompi la vida, la lluvia y la ventolera denuestra dura derrota.

    En Canfranc el nio Labordeta vivi las primeras experien-

    cias de una sociedad fracturada y oprimida. Una sociedadde sospechosos habituales en la que ciudadanos comoMariano o el abuelo Hilario eran bajados arbitrariamentea la crcel de Torrero de Zaragoza cada vez que el maquisoperaba por la zona. Mientras la vieja Europa se desan-graba en la segunda guerra mundial, en torno a la majes-tuosa estacin de ferrocarril surgi un nuevo mundo y unafrentica actividad.

    La esvstica nazi ondeaba en el lado francs de la esta-cin pero en Casa Marraco convivan con aparente norma-lidad agentes de las SS, viejos republicanos represaliados,guardiaciviles, espas aliados y fugitivos. Esa atmsfera

    cosmopolita y cuartelara recibi al nio Labordeta y lemarc para siempre.

    El que fuera Alcalde de Canfranc y compaero de largascharradas, Vctor Lpez, afirma que l crea que la expe-riencia de la infancia en Canfranc le haba aportado mu-cho a su formacin ideolgica. Los das de aquellos vera-nos en Canfranc transcurran entre tardes de monotona yexcursiones a Ordesa, el Balneario de Panticosa, Hecho,la Selva de Oza o visitas furtivas a las fortificaciones dela Lnea P con el aliento de la Guardia Civil en el cogote.

    Labordeta ha contado en infinidad de ocasiones la amis-

    tad que surgi entre su padre y el comandante en jefedel ejrcito alemn destinado en Canfranc. Una tarde mipadre paseaba por el andn de la estacin con un sacer-dote amigo, compaero de seminario y colega de ctedrade latn, cuando se acerc el militar nazi, muy correcta-mente, y en un latn pursimo les dijo que era profesorde Lenguas clsicas en la Universidad de Heidelberg; yentendiendo que al menos el sacerdote conocera el idio-ma, dese saludarles y ofrecerles su amistad. Y todas lastardes, ya hiciese bueno o malo, los tres paseaban porel largo itinerario del extenso andn. De aquellas largasconversaciones surgi una amistad que incluso perdurdespus de acabado el conflicto blico.

    Los alemanes se fueron y la tarde en que la colonia fran-cesa volvi a colocar en el mstil de la estacin la trico-lor, un buen nmero de amigos espaoles estuvieron conellos escuchando La Marsellesa que, a voz en grito, salade las gargantas de hombres y mujeres, chicos y chicas dela nacin vecina, y resonaba y retumbaba por las montaascomo si todo el cielo se abriese a la esperanza, describeLabordeta en sus memorias.

    Esas montaas abruptas y descarnadas fueron para siem-pre un referente en el imaginario del escritor. A Canfrancle dedic un poema en el que habla de la roca, los preci-

    picios y el ro Aragn: Es la piedra y el reino de la piedra,

    Labordeta ante la verja de la estacin de Canfranc en uno de losveranos de su infancia

    Posando con toda la familia Marraco, con la que los Labordeta enta-blaron una gran amistad

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    lo que sobre los hombres permanece. De nio esconden esta tierra mi inocencia, despus de que la lluvia hayacesado. Son la piedra y la estacin de ferrocarril el de-corado de color sepia que adquieren los recuerdos y lanostalgia.

    El periodista Luis Granell, amigo personal de Labordeta,rememoraba recientemente sus conversaciones sobre laanhelada reapertura: Tena una casita en Villana des-de cuya terraza se tiene una hermosa vista de la laderapor la que discurre la va, entre la estacin de Villana yel viaducto de Cenarbe. Y muchas veces hablamos delCanfranc. l me contaba sus viajes de antao y yo miilusin por verlo abierto de nuevo al trfico internacional.Recuerdo que alguna vez me pregunt: T crees quealguna vez conseguiremos reabrirlo?

    La madurez y Villana

    Porque despus de Canfranc, muchos aos despus yseguramente por la imposicin lgica del destino, La-bordeta regres al valle que surca el ro Aragn paraestablecer su segunda residencia. Fue en Villana, y yacon su mujer Juana y sus hijas Ana, ngela y Paula. Luis Terrn y su mujer Conchita Sanclemente, propietariosdurante muchos aos del Hotel Rocanevada y amigos dela familia, matizan que a l le gustaba Canfranc perosiempre deca que haba poco sol. Cuando llegaron en1970, relata Terrn, Villana era un desierto y en com-paa de otros amigos como Santiago Marraco (con el

    que fundara el PSA), su hermano Donato o Luis Graciade Tras montaron una cooperativa y construyeron la pri-mera urbanizacin de adosados junto a la carretera quesube a Francia. La llamaron Don Aire.

    Cuenta Terrn que aquella decisin le granje algunosreproches de los amigos de toda la vida de Canfranc.Pepe Marraco, que fue durante muchos aos alcaldecanfranqus, le sola preguntar con su conocida sorna:qu Jos Antonio, todava tienes la casa en Villana oel viento ya se te la ha llevado a Castiello. Esa deudamoral le apretaba el zapato y aprovechaba cada ocasinpara recordar a sus paisanos sus races afectivas.

    En el artculo que escribi en el programa de las lti-mas fiestas de Canfranc, cuando el ayuntamiento deci-di poner su nombre a la calle que sube a las escuelas,Labordeta se excus nuevamente y dej escrito aunquea veces resido en Villana, Canfranc o Los Araones,sigue vivo en toda mi memoria. Seis aos antes el Ayun-tamiento le haba nombrado Hijo Predilecto y fue el en-cargado de leer el pregn de aquellas fiestas.

    Bajo la sombra de la imponente mole de Collarada la fami-lia Labordeta y los amigos pasaron veranos, navidades ycasi todos los periodos de ocio que le dejaba su cada vez

    ms apretada agenda. Villana es clave en su produccin

    Simptica foto de Labordeta y los hermanos Marraco, Santiago ala izquierda (fue presidente de la Diputacin General de Aragn de1983 a 1987), y Pepe

    Multitudinario concierto a favor de la reapertura del Canfranc en lasescalinatas del colegio pblico canfranqus el 25 de septiembre de

    1977.

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    Desde el pasado 27 de noviembre elauditorio del Palacio de Congresosde Jaca lleva el nombre del cantautor.En un emotivo acto organizado porel Ayuntamiento de Jaca con lapresencia de su viuda, Juana deGrandes, y de dos de sus hijas, ngela y Paula, la primera detallel fuerte vnculo de su padre con laJacetania: A mi padre le gustaba ira Jaca, pasear por sus calles e ir a laPea Oroel. Villana fue una partefundamental de nuestra vida porqueall pas Nocheviejas y rea con susamigos. Canfranc tambin es lugarde recuerdo, y Astn y Candanch.

    Otras instantnea del histrico concierto del colegio de Canfranc, con la presencia del Secretario General de Comisiones Obreras, en suprimer acto pblico en Aragn tras la legalizacin del sindicato.

    Un momento del homenaje del Ayuntamiento de Jaca a Labordeta con la presenciade su viuda, Juana de Grandes, y dos de sus hijas, Paula y ngela.

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    literaria y en sus composiciones musicales. Su ya universalCanto a la libertad lo compuso en su casa pirenaica unaNavidad. Estaba en la cama y me surgi la letra y la meloda.Me levant a grabarla para que no se me olvidara.

    Labordeta escriba por la noche y por la maana tena unarutina que apenas alteraba. Terrn recuerda que en Villanabuscaba la inspiracin. Se levantaba tarde y lo primeroque haca era cruzar la carretera y venir a nuestro hotel atomar el cortado o a La Estrella. Le gustaba andar pero noera montaero. Tambin lo corrobora Luis Granell, que sellevaba a sus hijas a esquiar a Astn mientras el escritorse perda en sus costumbres: Jos Antonio sola escri-bir por la noche, as que por las maanas dorma hastatarde, mientras Ana, ngela y Paula se venan conmigo aesquiar.

    Labordeta y el Canfranc

    La llegada de los Labordeta a Villana coincide con la l-tima etapa de la dictadura y el despertar de los anhelosautonomistas. La reapertura del Canfranc se transformaen la bandera reivindicativa que blande el movimiento ara-gonesista y Labordeta es su mejor portavoz. Son aos degrandes movilizaciones sociales y de posicionamiento antela inminente desaparicin del dictador. Y en La JacetaniaLabordeta protagoniza numerosos actos reivindicativosque contribuyeron a forjar su leyenda.

    Carlos Reyes, antiguo concejal de CHA en Jaca, recuerda

    un concierto en Sabinigo en septiembre de 1975, en lavspera de los ltimos fusilamientos de Franco. El ambien-te era espeso. Todos pensbamos que ese concierto no seiba a hacer pero se hizo. Labordeta sali al escenario, sequit la camisa que llevaba y se puso otra negra de luto ri-guroso. Ese gesto simblico nos envalenton a todos, nosquit el miedo que tenamos encima. Gestos como ese slolo podan hacer personajes de la talla moral de Labordeta.

    Luis Granell cuenta que una vez que cant en la salagrande del casino Unin Jaquesa, acudi un inspector depolica provisto de las letras de sus canciones, en foliossellados por la delegacin del Ministerio de Informacin y

    Turismo. Se coloc en primera fila, debajo del escenario,siguiendo con el dedo para ver si Jos Antonio cantabaexactamente lo que all estaba escrito. A pesar de queel inspector perteneca a lo que entonces llambamos laSecreta, sus intentos eran tan evidentes para el pbli-co como para el cantante, que alter a idea el orden desus canciones. Haba que ver al polica, entre nervioso ehistrico, intentando encontrar la cancin que oa, hojasadelante, hojas atrs, o haciendo gestos para que el can-tor le esperase.

    Labordeta frecuent el ambiente de los Cursos de Veranode la Universidad de Zaragoza en Jaca y reforz sus lazos

    con otros lugares de la comarca. En sus memorias con-

    Labordeta fotografiado con miembros de la Asociacin Ro Aragn

    Posando con El Truco, premio que recibi en Ans en el PIR de2008.

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    fiesa: un da tendr que contar que mi primera cancin,con letra y msica de un servidor, la invent e interpretuna noche de desgarro surrealista en la casa del fotgrafoTramullas de Jaca, mientras un ilustre profesor de la nadaintentaba domesticar un perro lobo que hua de l comoalma que lleva el diablo. Sola acudir a Hecho a la casa deEmilio Gastn y a su borda bajo Peaforca, donde espar-cieron las cenizas del amigo comunista Vicente Cazcarra.Viajaba con cierta frecuencia a la que tena Jos CarlosMainer en Ans, o a la que posea en Jaca el profesor JuanJos Carreras.

    En los primeros aos de la transicin Labordeta cant encasi cada rincn de la comarca: el Instituto Domingo Mi-ral de Jaca, Ans, Hecho, Canfranc Luego, en los aos90, su voz y su guitarra se alzaron para defender la vida enel Pirineo y rechazar los proyectos hidrulicos de nuevosembalses. La Asociacin Ro Aragn siempre pudo contarcon l y todava suenan los ecos atronadores del concier-to celebrado en enero del ao 2000 en el Polideportivo deJaca. Labordeta asegur aquella noche: si este conciertose hubiera celebrado en Catalua hoy saldramos en el Te-lediario nacional.

    El 25 de septiembre de 1977 el cantautor ofreci un multitu-

    dinario concierto en la puerta de las escuelas de Canfranc,

    al que acudi el entonces secretario general de Comisio-nes Obreras, el histrico Marcelino Camacho, en el primeracto en Aragn del recin legalizado sindicato. Fue el pri-mero de otros muchos en defensa de la reapertura del Can-franc. Vctor Lpez aprovech la permanente disposicinde Labordeta para intentar amplificar las reivindicacionesde reapertura de la lnea. Cuando l vena a Villana yobajaba a verle y planebamos qu cosas podamos hacer. lme ofreca los contactos de todos sus amigos y fue enton-ces cuando descubr la atraccin especial que Jos Antoniotena sobre todo el mundo. l me deca, espera que llamo aAute y le cuentas lo que quieres hacer. Y as, gracias a sus

    contactos, yo pude hablar con Sabina (que luego frecuenta-ra Villana durante una temporada), Rosana, Manolo Gar-ca, Eva Amaral, Serrat, Ismael Serrano todos respondansin condiciones a su llamada.

    Por La Jacetania

    Ese magnetismo de Labordeta, al que tantos se han referidoen los das posteriores a su muerte, desmontaba al ciudada-no de a pie y al artista consagrado. Esa infinita modestia, laausencia de impostura en sus palabras, golpeaba en las con-ciencias. Cuando Celtas Cortos estaba en lo ms alto de su

    popularidad seala Vctor Lpez-, present a Labordeta a

    Labordeta en la presentacin en Madrid (diciembre de 2002), del libro de la editorial jaquesa Pirineum, Orosia. Mujeres de sol a sol, enel que particip con un relato su hija ngela junto a otras escritoras como Rosa Regs, Sagrario Ramrez o Soledad Purtolas (tambin en

    la foto).

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    Jess Cifuentes. Vi que l estaba sper nervioso y al finalme dijo; no s qu tiene este hombre pero me impresiona.

    En los ltimos aos Jos Antonio Labordeta sigui prodi-gndose por La Jacetania, manteniendo casi intacto su rit-

    mo de compromisos pese a la enfermedad. En 2008 recibien el Festival de Msica y Cultura Pirenaicas PIR, el Trucopor su trayectoria en defensa del Pirineo. Ese ao presenten Jaca en el marco de la Feria del Libro su obra Memo-rias de un Beduino, en un acto introducido por su amigaMarisa Bailo. Un ao despus particip con Paco Ibaez yJoaqun Carbonell en un recital en homenaje a Goytisolo ynuevamente en la Feria del Libro.

    Labordeta colabor activamente con la editorial jaquesa Pi-rineum. Particip en el libro colectivo Pirineo. Un pas decuento y en Canfranc. El Mito, libro por el que se confe-saba fascinado. El cantautor, fiel a su estilo directo y since-

    ro, fue el primer crtico de la joven editorial cuando en 1998edit su primer libro Historias de Contrabando en el Pirineoaragons. El libro est bien pero tenis que editar en un

    papel sin brillo para que los que hemos perdido la vista poda-mos leer, fue el primer comentario de Jos Antonio, apuntaSergio Snchez. Un ao despus dedic una hermosa crticaal libro Historias de maquis en el Pirineo aragons en laedicin nacional de El Mundo.

    El Labordeta cantante y escritor fue ante todo, un amigode sus amigos. As resuma su viuda, Juana de Grandes,el espritu de quien se acababa de ir. Un hombre que nuncasupo decir que no sola bromear que si hubiera sido mujerhabra sido prostituta porque no saba decir que no-, y quese movi siempre por las causas nobles y por sus amigos.As era Labordeta; libre, librepensador y bueno, en el senti-do machadiano del trmino. Por eso a veces su impulso ini-cial, arrastrado por el compromiso de la amistad, quedabaen una ausencia cuando tiempo despus haba que cumplirese compromiso. Pero era Labordeta y, como a los genios,se le perdonaba alguna informalidad porque su generosidad

    compensaba todo. Como sostiene Marisa Bailo, todo loque hizo en la vida fue por compromiso con sus amigos. Yen La Jacetania dej unos cuantos.