José Antonio ante dos generaciones. García Escudero

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    JOSE ANTONIO ANTE DOS GENERACIONES FE-JONS

    LA JEFATURA PROVINCIAL DE F. E. T. Y DE LAS JONS PARA LA MEJORCONMEMORACION DEL XX ANIVERSARIO DE JOSE ANTONIO HA QUERIDOOFRECER A LA MEDITACION DE SUS VIEJOS Y JOVENES CAMARADAS UNAIMAGEN VIVA, CON TIL EJEMPLARIDAD PARA LA HORA ACTUAL, DE SUPRIMER JEFE NACIONAL PARA ELLO SOLICITO EL MAGISTERIO DEL

    CAMARADA JOSE MARIA GARCIA ESCUDERO, CUYA CONFERENCIA,PRONUNCIADA EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO, SEPUBLICA HOY PARA MAYOR DIVULGACION Y PERMANENTE ENSEANZA

    PALABRAS DE PRESENTACION DEL JEFE PROVINCIAL DE F. E. T. Y DE LASJ. O. N. S., CAMARADA FRANCISCO LABADIE OTERMIN

    Dignsimas autoridades, camaradas presentes, camaradas que nos escuchis a travs delas cinco emisoras de radio de la provincia, asturianos todos. Voy a presentaros al camaradaJos Mara Garca Escudero. Celebramos hoy el veinte aniversario de la muerte de nuestroFundador, acogidos en este Paraninfo de la Universidad de Oviedo merced a la generosidad de

    su Rector y en ningn lado mejor que ste poda hablarse de Jos Antonio a los veinte aos desu muerte porque Jos Antonio, antes que nada, era un intelectual universitario. Toda idea

    poltica, todo pensamiento, necesita de hombres que desarrollen en la quietud de su laboratorioy gabinete la doctrina de ideas, porque junto a los hombres de accin, como vosotros, como yoy como la mayora de los aqu presentes, toda poltica necesita de hombres que, con quietud,den a su inteligencia el desarrollo, el movimiento necesario a las ideas, para que continenestando siempre vigentes. Es a esta Aromocn de hombres a la que pertenece el camaradaJos Mara Garca Escudero, teniente coronel de nuestro Ejrcito, letrado de las CortesEspaolas, periodista y escritor, y, sobre todo, para nosotros, el periodista que a travs de laseccin "Tiempo", del diario "Arriba", mantiene la atencin de todos los falangistas espaoles,la atencin de la crtica lcida de todos y cada momento de la vida de Espaa, el inters en elcual todos los espaoles hemos de preocuparnos y hemos de estar atentos. Hoy, en esta grancoyuntura que el mundo vive, en este momento trgico y sublime, la figura de Jos Antonio,nuestro Fundador, sigue estando presente. Por eso, l va a hablar de Jos Antonio ante dosgeneraciones, ante la generacin del 36, a la cual pertenecemos muchos de las aqu presentes,realidad viva en esta Universidad y en la calle de Espaa. Jos Antonio, para nosotros, sigueestando vigente. En este momento tan trgico del mundo, en este momento en que todava nose ha encontrado la frmula que mantenga en equilibrio la autoridad y la libertad, la libertad ylas libertades, la libertad de cada ciudadano y la libertad de la sociedad, en que no se hahallado la frmula de equilibrio para mantener al poder poltico y a la sociedad en armona,nosotros, a los veinte aos de la muerte de nuestro Fundador, continuamos presentando con

    arrogancia sus ideas y escritos y pensamientos por que continan estando vlidos, no slo paraEspaa, para esta unidad de destino en lo universal que es Espaa, sin tambin para el mundoentero.

    En este momento en que ms que nunca es necesaria la convivencia social, en estemomento de crisis del totalitarismo, de la Internacional Comunista, en que frente alcomunismo internacional nacen los comunismos, ateos y materialistas, nosotros presentamosel nacional- sindicalismo, lleno de espiritualidad, lleno de catolicidad y lleno de deseos dehacer posible el que la dignidad del hombre, por encima de todo, se salve, aunque seanecesario a costa de la propia sociedad Y por eso que nosotros hoY buscamos, hemos pedido yrogado a nuestro camarada Garca Escudero, atareado por su vida profesional e intelectual enMadrid, que viniera a Oviedo, puesto que queremos honrar la memoria de nuestro Fundador,

    despus de haberle dedicado nuestras oraciones, haciendo que l, con su valor intelectual procure a nosotros, agobiados por la lucha cotidiana, agobiados por el trabajo de todos los

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    das, traernos esa paz del trabajo de gabinete, de laboratorio que l hace en Madrid y quepodamos, por tanto, reforzar nosotros, reforzar los aqu presentes, todos los camaradas que nosestais escuchando a travs de estas cinco emisoras asturianas por los receptores de toda la

    provincia, de amigos y de enemigos, todos los asturianos de buena voluntad, en este veinteaniversario, el mensaje, el deseo ferviente de quienes aqu estamos, de quienes gobernamos y

    regimos la provincia,; de la hermandad, de unidad y de grandeza para Asturias y para Espaa.Os presento, camaradas, entraablemente, a Garca Escudero.

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    Discurso de Garca Escudero.

    Seor Rector, dignsmas Autoridades, camaradas todos. Vengo a hablaros de Jos-Antonio. No tengo para ello ninguno de los ttulos que con toda amabilidad ha expuesto

    vuestro Gobernador Civil y jefe Provincial del Movimiento: Solamente un ttulo; el de lasinceridad. La sinceridad cuesta cara, pero compensa. Y si con m sinceridad en estaconferencia de hoy puedo daros alguna idea, alguna sugerencia que os sea de utilidad, meconsiderar sobradamente compensado.

    Hemos de hacer la Patria como un soneto, dijo una vez Eugenio Montes. Uno escribicon sangre el primer verso. Los trece que faltan nos los tenemos que inventar nosotros. Haceveinte aos mora Jos Antonio. No podemos conmemorarle simplemente repitiendo aquelverso primero que l escribi. Yo me atrevo a empezar diciendo que hay otros trece versos yque para escribirlos no es que tengamos que dar la espalda a aquel que muri, pero s volver al de manera distinta a la habitual. No como a un muerto, sin como a aquel que puede seguirviviendo siempre entre nosotros. Don Marcelino Menndez y Pelayo estaba en contra del que

    llamaba entusiasmo oficial y devocin obligada que producen los aniversarios. Ms bien leparecan funestos. Es verdad que obligan a recordar. Hay pginas sobre Jos Antonio que nose habran escrito sin ellos, pero las gentes se obligan en estas ocasiones a no recordar ms quelo bueno, lo ejemplar, lo terminal. Y ocurre un poco lo que en los entierros. Que como parecemal decir lo que estaba mal, o menos bueno, del difunto, llega un momento en que acabamos

    por no saber quien era el difunto, de puro bueno que nos lo pintan.

    JOSE ANTONIO COMO MITO

    De Jos Antonio se hizo un mito. Era el Ausente de los aos de nuestra guerra; aquelhasta el que las mujeres de nuestras aldeas invocaban como un semdos, sin saber bien quienera, ni dnde ni cundo haba existido. Aquel mito cumpli una importante misin, pero estamisin ha pasado ya. Mantenerlo, slamente servira para que Jose Antonio se nos fueraquedando alejado, distante, como un personaje del pasado, como historia y nada ms.

    Y os digo que para eso habra valido ms no haberlo sacado de su tumba de Alicante, nohaber lanzado su nombre a los cuatro vientos, no hacer bandera de l y que, en defnitiva,nadie recordase que en Espaa hubo un hombre que quiso una Revolucin, que muri porquela quiso y cuyo nombre fu luego utilizado para paralizar esta Revolucin. Hemos procedidodemasiadas veces como si Jos Antonio se hubiera quedado para siempre tendido sobre elcharco de sangre del patio de la crcel de Alicante, como si nicamente fuera una gloriosa

    memoria.El no quiso una muerte romntica, pero nosotros le hemos hecho muchas romnticas

    conmemoraciones. Llega este mes de noviembre, el mes de los difuntos y qu se nos ocurre?Volver la vista hacia su tiempo, atrs. los Antonio en la Universidad, el Madrid de JosAntonio, el mtin de la Comedia, Jose Antonio, jefe Nacional; la Crcel Modelo, Alicante, laPrisin Provincial, el juicio, el testamento, la muerte. Cosas muertas, y nosotrosrecordndolas, un poco muertos tambin.

    Aos treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis. Tenemos que conseguirque los que no los vivieron los vivan a travs de nuestros recuerdos, y que los que losrecordamos recordemos mejor y mejor todava. Y llevamos acaso veinte aos inclinados sobreel lbum marchito del pasado, esperando cada ao la amarillenta fotografa que va completarla pgina, que va a cerrar aquel perodo de la vida breve. Pero la solucin no es que nosotrosretrocedamos, sino que avance l. No es meternos nosotros en 1936, sino meterle a l en 1956,

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    hacerle sitio aqu entre nosotros y que nos hable de lo nuestro, porque, creedlo, puedehablarnos de todo lo de ahora mismo y sobre todo puede hablarles. A quienes?

    Al decir nosotros hasta aqu, yo pensaba sobre todo en quienes tenemos que hacer unesfuerzo para convencernos de que todo aquello, la Falange de los primeros aos, la guerra, esya historia. Lo vivimos tanto que se ha hecho carne y sangre nuestra y para nosotros,

    ntimamente, seguir siendo presente hasta el fin de nuestra vida. No es extrao que de buenaf hayamos incurrido en este pecado de nostalgia. No podamos comprender que aquello, que para nosotros estaba tan cercano, realmente estuviera tan lejano. Pero recordarlo fueraemprender un viaje al pasado, llevando a otros detrs de nosotros, a quienes todo esto no les

    puede decir nada en cuanto a experiencia vital. De repente nos damos cuenta de que esto es loque sucede, que no estamos solos, pero entonces ya no somos nosotros, que son otros, los quenacan cuando Jos Antonio muri. Y stos, sbtamente, han convertido nuestro presente en

    pasado. Ellos son los que principalmente necesitan, no al Jos Antonio muerto del ao treintay seis, sino al Jos Antonio vivo del ao cincuenta y seis, al Jos Antonio que debemos

    presentarles si pretendemos que para ellos sea algo ms que un captulo de la Historia.

    LA GENERACION DEL AO 1936La generacin del ao treinta y seis naci a un mundo donde pareca posible-y los

    hechos probaron que era posible-imponer una solucin por esos medios rotundos que msplacer a la juventud. Se ha hablado del herois mo de aquella generacin, pero

    tambin se puede hablar de las facilidades de aquella generacin, facilidades relativas, claro.El sacrificio era grande, pero pareca que detrs de este sacrificio todo estaba al alcance

    de la mano. Por esto fuimos a la guerra sin complejos remarcianos y por sto y por mucho quela guerra nos costara, y a muchos nos cost mucho, aquellos aos se nos presentan con unaatmsfera tan difana como la que pueda rodear a la primera novia o al primer hijo. Creamosque con ganar la guerra todo estaba ganado y como por otra parte lo que apremaba eraganarla, era salvar la Patria, se explica en nosotros, en el orden del tiempo, el tema Patria, steantes todava que el tema Revolucin. Naturalmente, no ocurra lo mismo en el bandocontraro, ni en el grupo inicial de la Falange. En este se entenda perfectamente que slola Revolucin, salvara de veras a la Patria. Y ms todava, la Revolucin, si era posible, sin

    prdida de tiempo. Porque hay cosas que se hacen en caliente, sin titubear, o cuesta ya muchohacerlas. que Pero ni los vencidos han determinado la historia posterior de Espaa, ni yo alhablar de generaciones me refiero slo a falangistas, sino a toda una generacin, por lo mismo

    que Jos Antonio no es propiedad de nadie, como no sea propiedad de todos los espaoles. Encambio, de los que han venido nuevos, dir que a mi juicio la posicin de los trminos Patria yRevolucin es la inversa que tenan en los del ao 36. Esto es natural y esto es deseable. Elfrente no est ya en lo poltico, est en lo econmico.

    LA REVOLLICION PENDIENTEHace veinte aos la Patria espaola estaba amenazada; hoy no. Pero es que hoy se puede

    pensar, y se tiene que pensar directamente en lo que hace veinte aos slo se podra realizar

    despus de ganar la guerra: la Revolucin. Todo pone hoy sta delante de nosotros. Desde lasdificultades econmicas que han consttudo el triste panorama, casi constante, de los jvenes

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    de hoy, hasta la evolucin social que se insina hoy en nuestro archindvidualista catolicismoy sobre todo en el escndalo de una sociedad que contina siendo anacrnicamente capitalista.

    Pues el caso es que aquella revolucin que como una ltima cota se alzaba tras la victoriamilitar, no ha sido llevada a sus ltimas consecuencias, ha sido frenada. Pero despus de laguerra, los que slamente fueron a ella viendo en ella la defensa de sus privilegios, incluso se

    han crecido, impidiendo que inmediatamente se pudieran poner los presupuestosfundamentales de una revolucin social profunda. Esto no es menospreciar la abundantelegislacin social de este perodo, pero considrense en primer lugar los dificultadeseconmicas con que esta legslacin ha tropezado y en segundo lugar la resistencia de unamplo sector que no quiere mejoras para otros y que las impide, o las atena, o las frena, o laszancadillea. Por sto, aquella unidad de los hombres de Espaa, la incorporacin de losvencidos, es algo que todava est por conseguir. Y por esto no ya nosotros, los digamosoficialmente revolucionarios, si no la misma jerarqua de la Iglesia espaola ha tenido quedenunciar los enormes desniveles entre las clases y as un obispo ha llamado "agudanconsciencia" de las clases altas, que parecen no darse cuenta del escndalo que ofrecen a lanacin. Salario justo, distribucin de beneficios, reforma fiscal, han sido los tres medos de

    reparar la injusticia y s es que somos un pas pobre y hay poco para repartir, ha de repartirsemejor lo poco que haya. Y mientras no se haga as, habr que decir como en agosto pasadohan dicho los Metropolitanos espaoles, que en este aspecto econmico nuestra Sociedad noes una sociedad cristiana, que est en pecado. No es, tendremos que aadir nosotros, lo queJos Antono quiso que fuera, lo que quenes deron la vida tras l quisieron conseguir con susacrificio,

    Se dir que la Revolucin exige tiempo, que era ingenuidad nuestra suponer que laGuerra, que la Victoria iba a servrnosla en bandeja. Y es verdad. Pero ninguno de los quehicimos la guerra podemos honestamente conformarnos con lo consegudo. Sea poco, o seamucho, mientras no sea todo. Tampoco con ninguna excusa mal minorista. La guerra fu locontraro de mal minorismo. Fu darle a todo un manotazo para que nos salvsemos o nos

    perdisemos de una vez, echar por tierra los clculos menudos, las pequeas defensas, lasescaramuzas, las esperanzas que se medan por milmetros. Fu jugar a ganadores absolutos yla paz no la hemos ganado todava. Sin embergo, nosotros, poseemos la perspectiva suficiente

    para apreciar todo lo que en la paz de Franco se ha hecho y sobre todo, lo que se ha impedidoque otros deshicieran. Sabemos que dentro de esa paz se podr conseguir todo lo que

    pretendemos, fuera de ella sera imposible. El inconveniente de esto ltimo slo podemosmedrlo con exactitud, entenderlo de veras, quienes vivimos lo que qued atrs y lo que laguerra dct. Al que no lo v es intil querer demostrarle que sto es mejor que aquello. El noacepta comparaciones, tiene que ser sto lo mejor.

    Vamos a no alarmarnos demasiado por esta actitud. La justificacin de un rgimen que

    se llama revolucionario nunca puede estar-y las palabras son de Jos Antono--en su partida denacimiento, sino en su hoja de servicios. Es verdad que la hoja de servicios de esta Espaanuestra no est en blanco, ni mucho menos. Tambin nos falta aqu la perspectiva suficiente

    para apreciar (dentro de algunos aos se apreciar) cmo"Espaa, en este perodo, se hametido de verdad en el siglo XX, el prodigioso salto adelante que ha dado. Espaa es hoycomo un chico que hubiera crecido, que hubiera dado el estirn de repente y al que los trajes leestallan por todos lados. Se ha dicho Espaa ha cambiado de piel, quiz la realidad fueraexactamente la contraria. Ha cambiado por dentro y es la piel, o si queremos el traje, lo que lequeda pequeo y es preciso cortarle otro para sus nuevas medidas.

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    LA INSATISFACCIN NO ES CONDENABLEAhora bien, s esto es as, s aunque se produzca ms hay que distribuirlo mejor, si es

    verdad que muchas de nuestras ambiciones revolucionarias estn an pendientes de realizarse,si la Sociedad que nos circunda tiene mucho de injusto y mucho de suco-esto lo dijo hace

    poco Arrese-, cmo vamos a condenar la insalisfaccn, aunque pueda pecar accidentalmente

    de injusta, menospreciando lo que se haya conseguido? Hay el peligro del administrativsmo,del statu quo, de ese orden por s msmo, que puede ser muy respetable, pero que no puedeentusiasmar a una generacin. Esto tambin lo ha dicho Arrese, pero era Jos Antonio quienen el ao treinta y cinco daba a los suyos esta consigna: alterar el orden tranquilo. Hay el

    peligro que esconde la idea del parntesis glorioso aplicado a los tres aos de nuestra Guerra,la idea de que la guerra fu la liquidacin de un desorden y no el principio de una Revolucin.Los hay que cuando se emplea esta palabra dicen que es palabra muy fuerte. Hay el peligro, endefinitiva, de que se le heche agua al vino, al vino fuerte de la Revolucin.

    Cmo vamos a asustarnos de quienes piden para Espaa una cara diferente de esamscara conservadora con que tantas veces aparece?. O es que nosotros mismos noempezamos siendo eso, la insatisfaccin, la rebelda, la inquietud y la impaciencia? O es que

    preferimos que otros vengan a recoger como propias, banderas que son nuestras, o que puedenser nuestras?

    Porque este es otro peligro. El juego sucio de comunistas y liberales, que Arrese tambindenunci y que otra vez sabra encandilar a unas masas demasiado ingenuas para acordarse dela experiencia pasada. El izquierdismo cultural, los gruptos de snobs vueltos al ambiente de la

    pedantera y a los santones intelectuales. La que Vctor de la Serna llam la peor de todas lascursileras, que es la de la mente, que se escandaliza cuando invocamos Brunete, el Ebro, laUniversitaria; es el jovencito antidogmtco y librepensador, pacifista y socialista, antimltar yantclerical, y antgallardo y turbio y resentdo, con el que todo se perdera y nada se ganara,al que una vez vencmos y al que otra, y todas las que hicieran falta, tendramos que volver acombatir.

    La solucin la expuso Pedrosa en el ltimo aniversario del discurso de Jos Antonio a lasFalanges gallegas. Canalizar en la lnea del Movimento y con la misma sustancia doctrinal, lalimpia y pblica expresin de los afanes y juicios crticos. Esto es, recordar que nosotrosfuimos y debemos seguir siendo la Revolucin. Para esto, digo yo, hay que volver a losorgenes. Si los orgenes hubieran sido un golpe de Estado o un simple pronunciamiento, dequ nos valdran? Pero nuestra suerte es que el punto de partida es ya un programarevolucionario, que por aadidura llevaba aos siendo ardorosamente vivido por espaoles.Gracias a el podemos presentar a los que piden Revolucin algo ms que ese abstractoentendimiento del orden.

    LA OBRA Y EL EJEMPLO DE JOSE ANTONIO No es que yo se lo atribuya todo a Jos Antono, no fu infalible, no nos ha dejado

    frmulas para todo. Pero s nos ha dejado el ejemplo vivo de una sntesis que puede ser lasntesis de estas dos generaciones ltimamente actuantes en el escenario espaol y a la quetenemos que volver, s pretendemos que nuestro presente tenga un maana. Lo que Espaatiene que hacer es, pura y simplemente, lo que Jos Antonio realiz en s mismo en el cortoespacio da tres aos.

    Justamente pudo recabar Ramro de Ledesma la paternidad de las ideas de fundir lonacional con lo social, que viene a ser el eje de toda la doctrina de Jos Antonio y escribir

    luego, como escribi: "Me cupo, al parecer, la tarea de unificar estas dos banderas, dotarlas delos smbolos emocionales necesarios y poner las piedras primeras de una organizacin que

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    vais a interpretar". Pero Jos Antonio aadi a esta sntesis un nuevo elemento, el de locatlico. Esto s, con la precisa flexibilidad, y proyect aquella sntesis sobre un terreno queRamiro descuid o al que no pudo atender: al terreno cultural. Lo que acredita, sobre todo, elgenio creador de Jos Antonio fu sin embargo que esta sntesis result mcho ms que unasimple yuxtaposicin mecnica de conceptos y que uni lo que uni, no en un programa sn

    en su propia vida y en la vida de los suyos de manera tan fuerte, que ninguno de los bandazosque este pensamiento ha soportado despus, unos de la derecha y otros de la izquierda, hapodido destruir aquella sntesis perfecta que l logro.

    JOSE ANTONIO GUA DE DOS GENERACIONESY sta es la razn de que hoy podamos proponer a Jos Antonio como gua de dos

    generaciones sucesivas. Meditemos un momento en la singularidad de esto. Que un hombreconsiga encarnar y ser voz de una generacin ya es mucho. Muy pocos llegan a esto. Pero cada

    generacin es una manera especfica de encararse con la vida, un repertorio de preguntas, deansiedades y de respuestas que principalmente se define cuando la plantea consciente oinconsciente contra la generacin que la precede. Ahora bien, que el hombre en quien los

    jvenes del ao treinta y seis encontrbamos la respuesta a nuestras aspiraciones de entonces,sea el mismo en quien los jvenes del cincuenta y seis pueden encontrar la contestacin a susafanes de ahora, es algo verdaderamente prodigioso. Naturalmente, las circunstanciascondicionaron la manifestacin de ese pensamiento. Y es que es inconcebible que un hombreque no era un terico, aunque estaba dotado insuperablemente para serlo, sino un poltico, y un

    poltico cuyas palabras buscaban un efecto inmediato, concreto, mover a la gente a actuar, lasdiera tal impulso sin embargo, que atravesando su primer objetivo hayan llegado hastanosotros formando un cuerpo de doctrina de valor perdurable. Pero era inevitable que un jefede un Partido empeado en la conquista del Estado, tuviera que insistir en conceptos de losque ms adelante hubiera podido prescindir, descuidando en cambio otros. El Jos Antonio dela calle, el Jos Antonio de la oposicin que nosotros conocemos, no habra sidoevidentemente igual al posible Jos Antonio maduro y gobernante, que de haber vivido habrallegado a ser hoy, con cincuenta aos cumplidos. Tampoco el Jos Antonio de la poca de losfascismos habra podido coincidir con el posible Jos Antonio actual de la era atmica.

    Por eso es tan peligroso el mesianismo haca atrs de quienes esperan respuestas paratodo,y respuestas literales, y creen que a todo puede responder. Qu habra pensado JosAntonio, de haber visto sustitudo el panorama mundial de su tiempo, con la Alemanahtleriana y la Itala de Mussolni en primer plano, por este panorama de hoy, con Espaa no

    sola, sino en compaa, para lo mejor y para lo peor, otra vez en el mundo, y en el mundo,sobre Espaa, Europa, una Europa sin fascismo, pero dividida e inerme, que ha podido sercomparada con la antigua Grecia. Y sobre Europa los Estados Unidos, segunda Roma, y laUnin Sovitica, otro Cartago, y estas dos potencias, nicas potencias realmente astronmicasen la actualidad y la unidad poltica nacin, que todava en su tiempo era la suprema,reemplazada por otras de muy superior magnitud? En realidad, no lo podemos saber, pero s

    podemos conjeturarlo. Y ms todava cuando nos fijamos en los problemas internos, en losque nuestra situacin diferente es la prolongacin de la situacin que l vivi y es posible

    practicar la que alquien llam geometra falangista, es decir, continuar las lneas que l trazhasta nuestro tiempo y encontrar as no una respuesta a la letra, que adems no interesarademasiado, sino lo que vale ms: una orientacin.

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    HAY QUE RECONSTRUIR A JOSE ANTONIOLas lneas que l traz estn muy claras en lo que se refiere a la poltica. En otros

    terrenos tenemos que reconstruirlas nosotros, uniendo los puntos que l marc. Y as nos

    ocurre en la poltica cultural, que simplemente es tantas veces el campo donde se libran las primeras escaramuzas de las batallas polticas de maana. Este campo tiene un intersespecialsimo. Saber hoy lo que Jos Antonio pensaba de la Ceda o de Indalecio Prieto, apenastiene otro inters que el puramente histrico; saber que pensaba de la Revolucin sigueteniendo un inters actual apasionante, pero es que Jos Antonio, el de la Revolucin, el

    poltico, es el Jos Antonio que conocemos mejor. Pero si indagamos en su biografa con amordescubrimos otro Jos Antonio, el jurista, el del "Brindis a Montes", el de las reuniones de "La

    ballena alegre", el de las "cenas de Carlomagno" y el de la postura, que es muy compleja, porque tena que serlo, ante Ortega, Eugenio D'Ors, ante Antonio Machado, Maran,Unamuno. Este Jos Antonio que apenas s ha sido, digamos utilizado, nos produce unaimpresin ms viva y directa por eso mismo y nos permite entender mejor-ya veris porqu-al

    Jos Antonio poltico tal como fu en realidad.Es verdad que no nos dej el discurso sobre el problema intelectual que hubiera podido

    hacer pareja a sus grandes discursos polticos. Pero s poseemos los elementos suficientes paraque ese discurso lo reconstruyamos nosotros, aunque esos elementos, ms que en la obraescrita estn en la biografa, e incluso en lo que aparentemente sera la ancdota de la

    biografa. Partiendo de esta ancdota no es imposible que encontremos una contestacin muyclara cuando nos preguntemos qu habra pensado Jos Antonio de determinados fenmenosde una poltica cultural que, demasiado a menudo, demuestra una estrechez de espritu

    parecida a aquella que hemos contemplado en lo social. Un ejemplo de esta inteligenteutilizacin de Jos Autonio lo daba un sacerdote, Lamberto de Echevarra, cuando en la revistasacerdotal "Incunable", y sin duda recordando aquella Espaa alegre y limpia, moderna, ligera.emprendedora, gl, limpia de cochambre casticista y de resabios zarzueleros, que l so,escriba hace aos que Jos Antonio se admirara de ver, por ejemplo, la pelcula "Uncaballero espaol", declarada de inters nacional. Jos Antonio fu sobre todo poltico, pero elmismo distingui entre su destino poltico y su vocacin intelectual. Adems, para l, polticano era un aadido, sino la manifestacin de una actitud humana, profunda y completa, que lomismo que en el terreno poltico, debera tener su expresin propia en otros campos. Junto alJos Antonia poltico hay un Jos Antonio intelectual, e incluso literato. Como que los

    primeros reproches a aquel movimiento potico que fund, se apoyaban en lo de poetico sincomprender que precisamente porque lo era, era polticamente eficaz.

    Jos Antonio, que manejaba una de las prosas ms perfectas de su tiempo, no solamente

    hizo, sino sobre todo hizo hacer, cre un estilo. Y ya sto, poner en circulacin nnorepertorioconsiderable de palabras y de imgenes, constituye una hazaa lteraria de las que solamentese dan de tarde en tarde y que ciertamente mereca algo ms que las dos lneas que elDiccionario de Literatura de la Revista de Occidente le dedica, a continuacin de Ramiro ydentro de la fosa comn de un artculo colectivo, al informarnos de que existi Jos AntonioPrimo de Rivera, cuyas dotes literarias y de pensamiento tuvieron igualmente una aplicacin

    poltica.

    JOSE ANTONIO Y LA CULTURA ESPAOLALos espaoles contemporneos todos, lo sepamos o no, escribimos hoy a travs del estilo

    de Jos Antonio. Pero asimismo pensamos a travs de su pensamiento. Con ser lo dicho tantono sera nada, s junto a un estilo formal no nos hubiera transmitido un contenido, un estilo de

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    contenido. Esta es la explicacin del fracaso de cuando en la poca de mxima vigencia dellxico joseantoniano, tantos lo utilizaban, para qu?, pues para mal encubrir conceptos

    polticamente conservadores y estticamente cursis. Sin embargo yo me atrevo a decir que hallegado el momento de atender al estilo interno de Jos Antonio y de cancelar el estilo externo.Las hermosas palabras, los prrafos que uno se aprendi de memoria, que tantos tuvieron en

    los labios cuando moran en las calles o frente a los parapetos enemigos, han cumplidotambin su misin. Nos los han prostitudo; nosotros conocemos su oculta poesa, pero a a losque tanto y tanto os han odo a puros repetidores insinceros, nada les dicen. Arrinconemos portanto los luceros, los ngeles con espadas, el paraso difcil, la guardia bajo las estrellas,aunque con ellos tengamos que arrinconar una parte de nuestra propia vida. Porque debajo delas palabras est el sentido y debajo de aquel Jos Antonio externo est el que vale ms, el

    perdurable.El no ha aportado a nuestra cultura slo unas cuantas metforas, sino una sntesis

    semejante a la que realiz en la poltica. Pretendi en este terreno fundir Patria y revolucin,unas derechas sin sentido social y unas izquierdas sin sentido nacional. Pues bien, tambin enlo cultural, y vistas las cosas un poco por encima, se enfrentaban derechas e izquierdas, unas

    derechas fundamentalmente acertadas, pero mediocres en la frmula y unas izquierdasdescarriadas. Y Jos Antonio fu el primer puente entre el pensamiento de estas izquierdasequivocadas, pero cuya calidad intelectual no sera honrado desconocer, como tampoco susentido de la modernidad, y unos principios religiosos y nacionales que, hay que confesarlo,haban perdido el necesario contacto con lo temporal, con su tiempo y distanciados de esapoca a la que deban aplicarse y del esfuerzo de adaptacin que ello exiga, venan siendoservdos con alarmante habtualidad por la grandilocuencia y el mal gusto, pero a los que linfundi juventud, gallarda, optimismo y agresividad. A esta postura se le podran encontrarantecedentes en Balmes y en Menndez y Pelayo, pero en su formulacin actual es suya y nos cmo, sin recurrir a l, se podr entender la obra de todos los que a lo largo de estos aos,aunque hayan discrepado de la sinrazn de los hombres de la otra Espaa, no han discrepadosobre la conveniencia de enriquecer con sus razones, con sus hallazgos parciales, nuestra raznfundamental.

    Se puede condenar esa actitud como s fuese una actitud de mano tendida?.Concedamos que en su aplicacin haya habido excesos, imprudencia y sobra de papanatsmoshacia determinados prestigios, no siempre tan autnticos como se poda pensar. Pero despusde concedido todo esto, se puede negar la licitud, en s, de la actitud?. Se trata de incorporarseal vencido, -de asimlar todo lo que en su doctrina sea asimilable, de proyectar sobre locultural la doble - actitud de Jos Antonio, cuando juzga la figura de Carlos Marx. Yarecordis las palabras, "la figura-dice-en parte torva y en parte atrayente de Carlos Marx". Nose trata, naturalmente, - de que todos lean a Marx, o lean a Ortega y Gasset; no se piden

    ediciones populares, con el yugo y las flechas, de "El capital", como no se a pretende quese declare "La Espaa nvertebrada" de texto en las escuelas, sino que lo que uno e y otrolibro tienen de verdadero sea tomado en cuenta. Esto puede ser evidentemente peligroso il

    cuando el asimilador se coloca en el mismo plano que el asimilado y en condicionestales que ,a el segundo pueda atribuir la actitud de aquel a apostasa, a vergenza o adebilidad. Pero si se realiza desde un plano superior, siendo el ms fuerte, sintindose el msfuerte, es la nica manera de aprovechar una victoria y de que al vencmiento del enemigo sigasu convencimiento, en lo cultural lo mismo que en lo social.

    Por el contrario, la hostilidad a esa actitud, en s, repito, no en sus aplicaciones, noequivale a resucitar la situacin derechas frente a izquierdas que se haba pretendido superar, acancelar un intento original, el ms original que podemos presentar, a abandonar el terreno

    ocupado y poner las cosas culturalmente otra vez donde estaban antes del 18 de julio? Y sobretodo, no equivale a una minimizacin de lo cultural, escrupulosa y miope, mitad trgica,

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    mitad grotesca, que tiene que hacerse tan repelente como la minimizacin de la revolucin,cuando se la reemplaza por una especie de prudente, untuoso, tranquilizador, azucarado.,asustadizo, encogdo y bien pensante paternalsmo social? En nno y otro caso, en lo social y enlo cultural, Jos Antonio es sobre todo el hombre, con la generosidad de espritu suficiente

    para entender al contrario. Por esto, en el nmero que "Arriba" le dedic el 20 de noviembre

    del ao pasado, Julin Ayesta tuvo el acierto de imaginrselo antes de su muerte contemplandoesa muerte por anticipado, pero desde el punto de vista suyo, de Iefe Nacional de FalangeEspaola de las JONS, y desde el punto de vista de los jueces que le condenaron y de losmlicanos que le fusilaron. Para tener de veras razn, no basta que el contraro estequivocado, hay que saber porqu se equvoca, hay que saber tambin en qu podra acertar.Tantas veces haba explicado Jos Antonio que tener razn en lo principal no implicanecesariamente tenerla en todo, en lo accesorio tambin!

    Cuidado, sin embargo, porque su doctrina no consista solamente en dar su parte derazn a Marx y a Ortega, a la revolucin social y a la revolucin cultural, sino tambin enquitarles lo que no tenan de razn. Porque era doctrina de dos caras, y miraba a los dos lados,

    pero saba tambin imponerse a los dos lados, por las buenas si se puede y si no por las malas.

    EL JOSE ANTONIO DE LA GENERACION DE 1 9 3 6Y ahora digo que si el Jos Antonio de la comprensin puede ser el Jos Antonio de la

    generacn actual, porque para hacer la revolucn, tanto la cultural como la social, hay queempezar por entender al contrario, ste otro Jos Antonio de por las malas era ms todava elnuestro. Y lo digo porque he prometido sinceridad y no simplemente presentar una estampaincompleta de Jos Antonio, como una especie de tercera fuerza. Era nuestro, digo, porqueentonces lo primero era vencer, y si no se poda con los votos, con los puos. Y por sto, y no

    por otra razn, en el ao treinta y seis, en que vacilaban los partidos de la derecha, los jvenesse iban buscando al Jos Antonio que en el mitin del Cine Madrd se levantaba al empezar

    para anunciar tranquilamente que el primer perturbador sera conducido en un plazo mximode dos minutos a la Casa de Socorro ms prxima.

    Comentaba Ponce en "Arriba": "Tengo para m que lo que se ha hecho luego en Espaase ha hecho de esa manera y lo que no, no se ha hecho". Entender las razones del adversario esuna cosa; hacerle la propaganda, darle armas al adversario, es otra cosa. Hacer propia larevolucin de la izquierda haca falta, dejar a la izquierda que la hiciera ella, no se le ocurri,naturalmente, a Jos Antonio. Tampoco puede ocurrrsenos a nosotros, entre otras razones,

    porque slo hacindola l, slo hacindola nosotros, esa revolucin podr ser construccin y

    no explosin que entre otras cosas haga saltar las posibilidades mismas de la revolucin. EnJos Antonio tenemos a la vez homenajes y reproches, inteligencia y mano dura.Lo inaceptable es la inteligencia sin fuerza, la inteligencia acomodaticia; lo que irrita y

    subleva es la mano dura sin inteligencia. Jos Antonio lea al poeta Neruda, como cualquierintelectualoide de la F. Ll. E., excitaba a la revolucin como cualquier activista comunista,

    pero al mismo tiempo admiraba a Csar y a Mussolini y actuaba de acuerdo con estaadmiracin, predicando la violencia en unos artculos impecablemente escritos.

    En esta simultaneidad estriba la enorme originalidad de Jos Antonio, que no era el bolchevque que asustaba a las derechas, ni tampoco el seorito que podan odiar lasizquierdas, sino las dos cosas a la vez, o por ser las dos cosas a la vez, ninguna de las dos.Ahora nos quieren algunos tan tolerantes, que acabemos fusilndonos para que ellos no nos

    tengan que tolerar.

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    Pues es tambin la hora de recordar que el Jos Antonio comprensivo de las "cenas deCarlomagno" era tambin el Jos Antonio que escriba aquellos sueltos en "Arriba", con aquelestilo suyo, inimitable, mezcla de violencia y de irona, el Jos Antonio de los puos y de las

    pistolas, tanto como el del justiciero estacazo con que un padre castiga al corruptor quepenetra en su hogar.

    Al final de "Los heterodoxos" se lamenta Menndez y Pelayo de haber tenido queescribir su colosal obra en medio de la contradiccin y de la lucha. Como los obreros deJerusaln, dice, en tiempo de Nehemias, levantaban las paredes del templo, con el martillo enuna mano y con la espada en la otra, para defenderse de los ataques constantes. Pues astendremos nosotros que actuar y tendremos que actuar probablemente as durante toda nuestravida, y por tanto es intil que perdamos el tiempo en lamentarlo.

    Gaspar Gmez de la Serna sugiere que a la generacin del treinta y seis le correspondeespecficamente prevenir y evitar las posibles desvaciones haca la izquierda, tener la espadaen alto. Y segn eso, a nuestros sucesores les correspondera principalmente edificar, dar uncontenido revolucionario al Estado que nosotros conquistamos y defendimos. Me parece que

    esto es generalizar demasiado. Tambin en nosotros haba insatisfaccin, y acaso

    solamente el deber nos oblig a esconder la desazn de cada uno o a atenuarla. Acaso ambasgeneraciones no sean antagnicas ni tengan mensajes distntos, aunque puedan sercomplementarios, sino que tengan el mismo mensaje, pero hayan chocado sucesivamente conla misma sociedad conservadora, con los mismos obstculos, obstculos que tampoco se

    podan hacer desaparecer en unos aos. En cualquier caso, lo importante es la colaboracin deestas generaciones, porque nunca el esfuerzo de una generacin ha bastado. No ha bastado

    para construir una nacin, no basta para construir una cultura, no basta para hacer unaRevolucin.

    EL VERDADERO JOSE ANTONIOPues bien, as en lo que tencinos de comn como en lo que tenemos de diferente, en Jos

    Antonio tenemos el punto de coincidencia. Hay una condicin: que se le despoje de todo loque pueda alejarle de unos y de otros; es decir, que no se le desvirte.

    Hay que convocar para esta tarea a todos los que sean capaces. A Jos Antonio se le citamucho, pero siempre las mismas citas. Y esto es sospechoso. Esto quiere decir que se -le lee

    poco. Cul es la explicacin? Yo creo que quizs, en un respeto excesivo. Se le repite, pero aJos Antonio no hay que repetirle, hay que pensarle, hay que continuarle, o como decaMostaza, airearle, transcenderle. El quera leales, pero no quera repetidores. Nos empeamosen pasar el lpiz una y otra vez sobre las mismas lneas que l traz, pero lo que hay que hacer

    es continuarlas. Es posible que si lo hacemos tengamos alguna sorpresa como sta: que esaslneas suyas se puedan prolongar no ya hasta hoy, hasta nuestro presente, sino mucho ms all.Hoy, el sentido revolucionario de muchos se manifiesta en forma de un ms bien

    impreciso intervencionsmo, de un deseo de que el Estado haga esa Revolucn, queinmedatamente plantea un problema, el problema de su limitacin, si no queremos que ennombre de la seguridad social perezca el individuo. Preocupa-y se ha dicho grficamente conestas palabras que voy a citar-preocupa saber hasta que cantidad de pan se puede rechazar paraser libre y hasta qu porcin de libertad se puede sacrificar para que todos tengan pan. Y siresultase que esa frmula sindicalista de Jos Antonio fuese precisamente la sntesis que noconcibe el mundo encontrarla, porque este problema no es espaol, es de todo el mundo?.

    Pero ah como en todo, repito que Jos Antonio necesitaba ser continuado. El mismo

    tambn, vamos a no olvdarnos de que empieza siendo el hijo del dctador, el aristcrata, elseorito, todo lo que pareca incapacitarle, l mismo lo dice, para una funcin que corresponde

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    mejor a un caudillo de extraccin popular. En el mismo discurso de la Comedia fijmonos queno aparece la palabra Revolucin. En cuanto le precede, en sus preparativos, en los proyectosque tienen lugar antes de l, hay en cambio mucha historia, demasiada historia. Se habaelegido el siete de octubre, porque era el aniversario de Lepanto y como lugar se habaescogido la ciudad castellana de Burgos, bajo las agujas gticas de la catedral. La mayor

    novedad del famoso discurso era el estilo, pero para encontrar el tema de la Revolucin, unpensamiento ya maduro de la Revolucin, tenemos que esperar, esperar al discurso del 19 demayo del 35, en el cine Madrid. Y todava aqu no se para Jos Antonio, sino que su

    pensamiento es sometido a un proceso constante de radicalizacin. Con qu derechopretendemos detenerlo donde el no quiso detenerse? Claro que no sera lcito tomarle comopantalla para una interpretacin puramente personal, caprichosa, arbitraria, pero tampoco eslcito esterilizarle porque tengamos miedo, porque hasta los dedos se nos vuelvan huspedes.Lo seguro es lo que alguien ha dicho: que de haber vivido Jos Antonio, no estaramosciertamente parados en sus "Obras Completas".

    LO NACIONAL Y LO SINDICALDe los dos trminos de su sntesis genial del Nacionalsndcalismo, el primer trmino, lo

    nacional, lo explor el insistentemente y todava hoy hara falta examinar en qu medida eltrmno, por ejemplo, de unidad de destino en lo universal, que repetimos y repetimos,generalmente sin parar mientes en su contenido, se puede aplicar hoy, no ya a una simplenacin como Espaa, sino a una unidad de naciones, a una familia de naciones, como es laHspanidad. En cuanto al segundo trmino, el de lo sindical, aqu estamos casi en la selvavirgen. Por no explorar esta selva, hay muchos que sinceramente, de buena fe, se creennacionalsndicalstas y en realidad lo que son es naconalsocalistas.

    Ms todava. Dijo hace tiempo Fernndez Carvajal que Jos Antonio, que tangenerosamente reserv siempre, an en sus perodos de mayor ardor polmico, un ntimo cielo

    para el espritu, no para la encarnacin chabacana y pasajera, hoy en poltica, por ejemplo,amara el verso libre de las formas representativas eficaces. Jos Antonio n fu nunca untotalitario, ni siquiera en las pocas de mximo auge del totaltarsmo. Pero, quin no ve queesas formas representativas, que iban a asegurar la libertad, estn en su pensamientoestrechamente vinculadas a una organizacin sndicalsta de la sociedad, llevada hasta susltimas consecuencias?

    Ni hemos llegado todava a estas consecuencias, y el pensamiento de Jos Antonio, eneste punto, est casi ntegramente por desenvolver. Pero mientras los llamados a esa

    apremiante labor de continuar a Jos Antonio la realizan, cada uno puede hacer algo sinnecesidad de esperar, puede sustituir la pura pasividad admirativa por el dilogo, adquirir lacostumbre de preguntarle cosas a Jos Antono. Qu pensara de esto?, cmo reaccionaraante aquello?. Vereis cmo contesta y cmo de manera progresiva nuestra misma imagen, laque en torno vuestro creais, creamos, con nuestra conducta, se parecer ms y ms a la suya yse har nuestra la insatisfaccin que hizo a Jos Antonio cambiar su vocacin apacible deintelectual, por su destino prctico de poltico, el ttulo de marqus por el sencillo ttulo de unnombre propio, sin apellido siquiera, el bufete de abogado por la celda de Alicante. Y seremosde verdad revolucionarios, lo seremos por donde debe empezar toda revolucin, que es ennosotros mismos. Y los que no le conocieron le conocern en nosotros porque entonceshabremos hecho aquella propaganda con la ejemplardad de la conducta que l literalmente

    exiga y que hoy es la nica propaganda que admiten unas juventudes que estn bienescarmentadas de palabras. Y no necesitaremos entonces para conmemorarle volvernos con la

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    nostalgia al pasado porque, como dije al principio, estar l entre nosotros, como cuandovivi.

    LA BANDERADurante largos aos, y por las circunstancias que sean, en gran medida circunstancias de

    orden internaconal, sealadamente el cerco de Espaa, aquel Movimiento extremado que ibaadelante, que daba la cara, que durante los aos treinta y tres al treinta y seis y durante laguerra nos arrastr por su mismo empuje, que evidentemente d el tono ideolgico a nuestraguerra, un torio que tena dos colores, el rojo y el negro, se visti de gris. Voces autorizadas lohan dicho. Esto pudo ser obligado, pudo ser ejemplar.

    Por otra parte, el triunfo puede llegar a ser ms peligroso que la misma persecucin yms todava el triunfo a medias, el triunfo comprometido. Pero ahora hay quienes, con losmximos ttulos para ello, han dado la seal de alzar otra vez aquella bandera que en parte se

    tuvo que plegar y hay que recordar qu bandera es esa. Una bandera que es mucho ms que lade un simple partido. Una bandera en la que todas las generaciones, todos los espaoles de

    buena voluntad, tienen que estar conformes. La bandera del patriotismo insatisfecho, la delpatriotismo crtico, que dijo Jos Antonio, la de aquel quiero el amor, que deca el Dante, amorhecho de araazos y mordiscos, ms que de. mimos y dulzuras y aada el poeta italiano: "soyde opinin que esa manera de amor patro es la ms saludable".

    Puede perjudicar la fortuna y la fama de quien le usa y por eso es mucho ms heroico, pero a la larga, los mismos pueblos heridos y escarnecidos con justa razn, terminan porreconocer

    que aquellas censuras eran merecidas y que han contribuido a mejorarlos. Y esasreprensiones son signos de un amor ms sincero que las maqunales adulaciones de lostemerosos o de los indiferentes. Pero hay una condicin, que no solamente digamos, s no quehagamos, porque ya no nos valen palabras, porque ya solamente con la vista se puede hacercreer a los que ms nos importa que crean.

    Porque nos jugamos en ello mucho ms que nuestro propio destino, que es el destino deEspaa. Que la Revolucin, esa Revolucin pendiente, la que empez Jos Antonio, se puedeterminar de hacer y la podemos terminar precisamente nosotros. No necesitamos para estodemagogia, sino simplemente amor a este pueblo, como l deca, tan rico en calidadesentraables. Y se tiene que leer en nosotros su esperanza. Y tenemos que demostrar que nosomos aquel acompaamiento coreogrfico de un orden conservador que tema Jos Antonio.Que este fruto magnfico que ha sido durante aos la paz de Franco, promete un fruto ms

    sabroso todava, que de este fruto futuro, los que creemos en Jos Antonio, somos la semilla.Y entonces no nos harn falta aniversarios para que Jos Antonio sea de nuevo el prncipe dela juventud y de todo nuestro pueblo, porque no habr ningn mito que pueda desvirtuarse. Yentonces se comprender porqu se han escrito estas palabras, las ms hermosas que sobre lconozco. Son stas:

    "Que si Jos Antonio no hubiera existido, y un da surgiese un hombre que amase aEspaa y sintiera la angustia de su Revolucin pendiente, este hombre dira y este hombrehara lo que dijo y lo que hizo Jos Antonio, hasta que le mat, ms que otra cosa, eldesconocimiento de todos aquellos por los que muri.

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