Carne de Chango de Catemaco

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Fernando Guízar Pimentel Guión esquema A,B/C Carne de Chango de Catemaco En el seno de una familia típicamente veracruzana se guarda un secreto; un obscuro secreto que amenaza con destruir la armonía y felicidad familiar. Remedios: ¿Estás seguro de lo que dices, viejo? Refugio: No podría estarlo más, mi alma. Debemos hacerlo hoy mismo que nuestro Juanico cumple los dieciocho. No es ningún tarugo y se dará cuenta tarde que temprano. Pero ya verás que sabrá entender las cosas. Remedios: ¡Míralo que ahí viene llegando! ¡Ay Virgencita del Carmen, que todo salga bien! Juan: ¡’Apacitos! Ya estoy en casa. Papás: Sí mijo. Juan: ¡Vengo tan feliz, vengo tan contento porque…¿Por qué con esas caras? ¿Que ha pasado aquí? Refugio: Juanico: hay momentos en la vida de los padres en los que nos debemos decidir entre seguir guardando un secreto que nos carcome las entrañas, o confe… Juan: Me alegro, me alegro mucho . Esto ya no podía continuar. No sé cuanto tiempo más pensaban seguir ocultando esto. Remedios: De manera que.. Refugio: ¿Tú ya sabías que.. Juan: Por supuesto. Lo han estado evitando hasta ahora, ¡pero yo sé bien que hay un secreto que ustedes guardan y que ya es hora que vayan desembuchando! Remedios: Entonces…¿tú has sabido todo este tiempo que tenemos un secreto que confesarte? Juan: Por supuesto. Sé que todos los miembros de esta familia, en cuanto cumplimos la mayoría de edad, tenemos el derecho y la obligación de aprender una receta especial. Una exquisitez culinaria reservada para los paladares más exigentes. Ambos padres suspiran en señal de alivio. Remedios: Vaya, menos mal que es eso lo que quieres saber

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Fernando Guízar Pimentel Guión esquema A,B/C

Carne de Chango de Catemaco

En el seno de una familia típicamente veracruzana se guarda un secreto; un obscuro secreto que amenaza con destruir la armonía y felicidad familiar.

Remedios: ¿Estás seguro de lo que dices, viejo?

Refugio: No podría estarlo más, mi alma. Debemos hacerlo hoy mismo que nuestro Juanico cumple los dieciocho. No es ningún tarugo y se dará cuenta tarde que temprano. Pero ya verás que sabrá entender las cosas.

Remedios: ¡Míralo que ahí viene llegando! ¡Ay Virgencita del Carmen, que todo salga bien!

Juan: ¡’Apacitos! Ya estoy en casa.

Papás: Sí mijo.

Juan: ¡Vengo tan feliz, vengo tan contento porque…¿Por qué con esas caras? ¿Que ha pasado aquí?

Refugio: Juanico: hay momentos en la vida de los padres en los que nos debemos decidir entre seguir guardando un secreto que nos carcome las entrañas, o confe…

Juan: Me alegro, me alegro mucho . Esto ya no podía continuar. No sé cuanto tiempo más pensaban seguir ocultando esto.

Remedios: De manera que..

Refugio: ¿Tú ya sabías que..

Juan: Por supuesto. Lo han estado evitando hasta ahora, ¡pero yo sé bien que hay un secreto que ustedes guardan y que ya es hora que vayan desembuchando!

Remedios: Entonces…¿tú has sabido todo este tiempo que tenemos un secreto que confesarte?

Juan: Por supuesto. Sé que todos los miembros de esta familia, en cuanto cumplimos la mayoría de edad, tenemos el derecho y la obligación de aprender una receta especial. Una exquisitez culinaria reservada para los paladares más exigentes.

Ambos padres suspiran en señal de alivio.

Remedios: Vaya, menos mal que es eso lo que quieres saber

Refugio: Ah, qué mijo. De modo que quieres saber la receta del huachinango a la veracruzana…

Juan: No ‘apacito.

Remedios: Ah, entonces la de las jaibas en chilpachole…

Juan: Bien sabes que tampoco, ‘amacita.

Remedios: ¿Entonces?

Refugio: ¿Pues qué es lo que quieres saber?

Juan: Vayamos al grano, sin rodeos. ¡Quiero la receta de la carne de chango de Catemaco!

Remedios: No, ¡No!, ¡¡¡No!!! Si quieres te enseño la receta del arroz a la tumbada, o los tamales estilo jarocho. Pero el secreto de la mística carne de chango de Catemaco… ¡eso nunca!

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Juan: No tienen otra opción. He ansiado con ganas este momento. Hoy, que cumplo dieciocho años, merezco saberlo.

Refugio: ¡Pero hijo mío!

Juan: Nada, padre. No hay cosa más importante para mí que saber cómo se hace la carne de chango.

Refugio: Dile viejita ¡Dile cómo se hace la carne de chango!

Remedios: Pues si se queda afuera del refrigerador mucho rato , ¡se hace tiesa!

Refugio: (comprensivamente) Jarocha. Jarocha de mi corazón rumbero: este no es momento para bromas, esto es algo muy serio.

Remedios: Es verdad viejo. Bien, se lo diré

Juan: Te oigo madre. ¡Estoy listo!

Remedios: (Aclara garganta) Marinas el lomo cortado en tiras en jugo de limón y de naranja.

Juan: (Va repitiendo en voz baja)

Remedios: Haces fuego con leña verde

Juan: (repite)

Remedios: Y por último… (con gran dramatismo) ¡Esperas a que tome un color rojo, como cola de mandril!

Juan: (repite) Pero, mmm, me huele gato encerrado..

Refugio: No es gato, ¡es el buey de los vecinos que anda purgado!

Juan y Remedios: (abuchean)

Remedios: Tú mismo me lo has dicho, viejo, no es momento para chistecitos.

Juan: Ya, ya. (respira hondo)Yo siento que a esta receta le falta algo.

Refugio: Pues sí. Lo tienes que dejar reposar envuelto en hojas de árbol de guayaba.

Remedios: ¡¡No!! le dijiste...

Refugio: Sí. Si le vamos a dar la receta, vamos a dársela completa. Y ya que nos andamos sincerando, como dicen.. (aclara garganta) Hijo, tu amá y yo tenemos algo que confesarte.

Remedios: (con gran preocupación) Viejo, no. No lo hagas. Esto lo puede lastimar mucho, ¡lo puede destruir!

Refugio: Esto ya lo habíamos platicado, mujer.

Juan: Dímelo. Yo sabré afrontarlo, sea lo que sea.

Refugio: (Solemnemente) Lo que tenemos que decirte, hijo de mi alma, es que (titubea)

Juan: ¡Dilo ya, Que me tienes con el Jesús en la boca, hombre!

Refugio: Lo que tenemos que decirte es que tu amá y yo no somos de Veracruz. Nosotros no somos jarochos.

Juan (incrédulo) ¿Qué dices?

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Remedios: Lo que escuchaste mijo. Nosotros somos..

Padres: (Al unísono, con acento del bajío) ¡¡De mero Jalisco!!

Juan: (Devastado) Eso no puede ser cierto. ¡Eso es imposible!

Refugio: No, es la puritita verdá. Pero….. no es tan malo, ¡vas a ver que el jarabe es mejor que cualquier son!

Juan: (Llora escandalosamente, en negación)

Remedios. ¡Incluso vas a ver que la birria estilo Jalisco te sale mejor que el huachinango al mojo de ajo!

Juan: (Con voz llorona, acento del bajío) Lo sabía. A mí me latía que yo nací en esos altos de Jalisco. ¡Qué bonitos!

Remedios: ¡Ya ves, chamaco!

Refugio: Ora, ¡Jálenle, que se nos hace tarde pa’ la pelea de gallos!

Los tres: (Tararean el coro de “Esos Altos de Jalisco” mientras se alejan)