biografia de benjamin vicuña mackenna
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7/30/2019 biografia de benjamin vicua mackenna
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Grandes Figuras de Nuestra Historia
Benjamn VicuaBenjamn Vicua
MackennaMackenna
El santiaguino de los santiaguinos
Jaime Quezada
Uso exclusivo Vitanet,
Biblioteca virtual2002
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NDICE
1 INFANCIA YADOLESCENCIA:
UNA VOCACIN HISTORICISTA 9
2 PRIMERAS ESCARAMUZAS REVOLUCIONARIAS 17
3 EL APRENDIZ DE VIAJERO 23
4 DE MENSAJERO AGRCOLA A CONSTITUYETE 315 DESTIERROS Y VAGABUNDAJES 39
6 DOCTOR RECIN DOCTORADO 47
7 AGENTE CONFIDENCIAL EN LOS ESTADOS UNIDOS 55
8 VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO CON SU AMADA 61
9 VEN A SER INTENDENTE DE SANTIAGO 67
10 EL PASEO DEL CERRO SANTA LUCA 75
11 CAMPAA PRESIDENCIAL
CON PROCLAMAS Y COMETAS 79
12 UNA EXCURSIN A TRAVS DE LA INMORTALIDAD 87
Referencias bibliogrficas 91
Acerca del autor 93
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Yo s que en Chile, pas en extremo grave, formal y sobre todo
callado, yo tengo sentada la reputacin de hablador, es decir, de
obedecer siempre en los actos de mi vida a esa espontaneidad y
franqueza que son dotes naturales de los caracteres sinceros y
comunicativos.
Benjamn Vicua Mackenna
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INFANCIA Y ADOLESCENCIA:UNA VOCACIN HISTORICISTA
(1831 -1850)
Llamado con admiracin ciudadana el santiaguino de los
santiaguinos (por sus desvelos renovadores de la ciudad natal) o elpatriota que am a Chile por sobre todas las cosas (por su siempre
fiel adhesin a las realidades patrias), Benjamn Vicua Mackenna es
uno de los hombres pblicos ms plenos y totales del siglo XIX
chileno.
El ms infatigable y fecundo en sus mltiples y variadas tareas:
el columnista fervoroso de peridicos, el escritor sin descanso y apginas llenas, el historiador vivamente apasionado, el vehemente
orador parlamentario, el entusiasta e inquieto viajero por tierras del
pas y del mundo. Y, en fin, personalidad nica y paradigmtica en
su laboriosa y activa existencia.
En una casa, que haba sido de don Ignacio de la Carrera, ubica-
da en la calle delas Agustinas, entre Morand y Teatinos, por la acera
del sol, nace Benjamn Vicua Mackenna, un 25 de agosto de 1831,
y en la muy noble y leal ciudad de Santiago.
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Viene al mundo en un hogar de la ms distinguida prosapia so-
cial y poltica de la poca, en medio de deslumbradoras vecindades
de la gloria. Su padre, Pedro Flix Vicua, un poltico de patricia
estampa liberal y fundador de combativos peridicos, ser el msresuelto ejemplo en la formacin inicial del predestinado hijo . Y su
madre, doa Carmen Mackenna, descendiente de antepasados ir-
landeses y de progenitores militares, rodear de sensibilidad y ente-
reza al predilecto nio.
No ser Santiago, sin embargo, el lugar de sus aos primeros de
infancia, sino la aldea y los campos de Llay-Llay (unos dicen quesignifica viento, viento, y otros que es palabra quichua que imita el
zumbido del zancudo>. De lo uno y de lo otro puede ser a nuestro
juicio dice el mismo Vicua Mackenna, porque viento y zancu-
dos no han faltado en Llay-Llay.
En estos lugares de cerros y pajonales, su padre se dedica a acti-
vidades agrcolas y mineras. Abundan las minas de oro, plata, cobrey otros metales en pequeos yacimientos y laboreos. El nio Benja-
mn tiene aqu todo un natural y silvestre paraje para su crecimiento.
Pronto aprende a montar a caballo, acostumbrndose a cabalgar por
cerros y quebradas, corriendo riesgos de venirse montura abajo,
como le ocurri en una oportunidad, fracturndose un brazo en estas
correras.Llay-Llay no slo sera el camino trillado de su niez
galopadora, sino tambin sus primeros apegos a la naturaleza (que
tanto le va a importar despus en su defensa de los rboles
autctonos) ya la tradicin oral de cuentos y leyendas narrados por
los viejos y costumbristas lugareos: Un hombre grande! De manta
cari! Todos preguntan por l,/ l no pregunta por nadie.
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Costumbres, tradiciones e historias que marcan vivencialmente
al inquieto nio cuando tiene seis o siete aos. Tiempo despus, el
Benjamn Vicua Mackenna, ya hombre hecho y derecho, recordar
esta asombrosa poca de su infancia en el alegre pueblo de LIay-Llay:
Recuerdo todava con facilidad las primeras impresiones, lo
que era en l837 el sitio mismo en que hoy existe la estacin. Yaca
ese paraje en el centro de un inmenso totoral por cuyas cercanas ni
hombre ni bestia pasaba sin peligro de mortal atollamiento. Una
cerca desbaratada por las aguas, parta en lnea recta de la pajiza,pero dulce casa que all habitbamos, y por el centro de la que es hoy
la arteria principal del pueblo, llamada calle del Comercio, y se
perda en las tembladeras del pantano.
Desde los rsticos corredores de esas casas vimos desfilar las
lanzas de los hsares de Soto Aguilar en junio de 1837, cuando vaga-
ba persiguiendo a los inmoladores de Portales; y todava el zumbidodel horror que hencha el inexperto corazn del nio, resuena vigo-
roso en el pecho del hombre maduro: el horror de las contiendas
fratricidas.
En agosto de 1840, y a los nueve aos de edad, sus padres lo
trasladan a Santiago, matriculndolo en el colegio de Cueto, uno de
los ms distinguidos establecimientos escolares capitalinos. Despusconcluir sus estudios en el prspero colegio de don Jos Mara
Nez. Aqu estudia latn, aritmtica y gramtica. Aunque el escolar
Benjamn no era, al parecer, nada de prspero, toda vez que l mis -
mo confesara: sala mal en todos mis exmenes o en casi todos.
En la asignatura de latn, por ejemplo, nunca pudo obtener votos
de distincin, logrando slo menciones honorficas. Aun as, el
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colegio de Nez haca publicar en un diario santiaguino de la poca
los resultados de sus alumnos:
Sin menoscabar el mrito que han contrado todos los estudiantes
de la clase superior de latn, que han rendido exmenes en elInstituto con votos de distincin muchos de ellos, el consejo de pro -
fesores juzga muy digno de una mencin honrosa al alumno don
Benjamn Vicua, por haber conseguido finalizar un curso laborioso
como el latn empleando mucho menos tiempo que sus dems con-
discpulos.
Ms que el latn, la aritmtica y la gramtica, al joven escolar leinteresaba la historia y sus relatos, teniendo una viva preocupacin
por estas materias: me gustaba slo leer libros de historia, cuyos
argumentos contaba a mis compaeros, y esto y charlar eran mis
ocupaciones.
Se comprender, entonces, que desde muy temprano los hbitos
vocacionales por la literatura y la historia estaban muy presentes enlos intereses estudiantiles de Vicua Mackenna.
Su primer trabajo literario ser, precisamente, un tema histrico. A
los 18 aos escribeEl sitio de Chilln en 1813, un breve estudio fun-
damentado por histricas referencias que le traer elogios y felicita-
ciones. Una memoria, la llama su autor, que fue muy aplaudida por
la prensa de la poca. Era su inicio de una vocacin historicista queiba a desarrollar poderosamente durante toda su vida.
Aos antes, el adolescente Benjamn escriba un sensitivo diario de
vida o memorias ntimas y en cuyas pginas estn los sentimientos e
ilusiones de su corazn:
Diecisiete aos que vi la luz por vez primera. Cuntos recuerdos
dejo tras de mis pasos! Horas dichosas que habis volado ya,
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cuando volveris a consolar mi espritu. Nunca, ah!, nunca volveris
a ser los placeres de la primera edad. Nunca vendr a iluminar mis
juveniles sueos esa tranquila paz en que me mec hasta que micorazn despert herido por la primera mirada de una mujer....Mientras escribe estas balbuceantes e ingenuas confidencias, el
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juvenil Vicua Mackenna lee las atormentadas e impetuosas obras de
Lord Byron (1788-1824), el clebre poeta ingls. O las coloridas e
imaginativas novelas del francs Chateaubriand (1768-1848). 0 losilustrados y maravillosos libros del espaol Miguel de Cervantes
(1547-1616). El afn por la lectura es su pasin y su enriquecimiento
intelectual.
Adems de la lectura, le interesa el teatro. No pierde oportunidad de
asistir y presenciar y aplaudir los espectculos escnicos
representados en los teatros del Santiago de la poca. Tambin susprimeros fervores polticos (heredados de su padre) salen a flote,
asistiendo como simple ciudadano a la galera de la Cmara de Dipu-
tados a presenciar l desarrollo de los debates parlamentarios.
Por esos das octubre de 1849, dir con activo orgullo: Mi
carrera poltica, si es que tengo alguna, ha comenzado. Soy secreta-
no de la comisn de Aconcagua.Efectivamente, la Junta Liberal lo haba nombrado, en calidad de
auxiliar, para dirigir trabajos polticos en aquella provincia en una
relacin directa con los electores. El gallardo y activo Vicua
Mackenna entraba as, ya los 18 aos, de lleno en los avatares polti-
cos, representando la causa liberal.
A esa misma edad obtiene el ttulo de bachiller en la Facultad deLeyes y Ciencias Polticas, acreditando ante el Consejo Universitario
haber seguido determinados estudios. El veinteaero Benjamn se
integra con resuelto mpetu juvenil a las actividades nacionales.
Se incorpora a la Sociedad de la Igualdad, organismo que rene la
flor y nata de la fogosidad literaria, poltica y social del Chile de
entonces. Santiago Arcos y Francisco Bilbao sern sus amigos ms
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prximos y sus derroteros comunes.
Son los aos finales del decenio de Manuel Bulnes y el adveni-
miento a la presidencia de Manuel Montt Aires de fronda y conspi-
raciones caracterizan el convulsionado ao de 1850. VicuaMackenna propone desde las reuniones de la Sociedad de la
Igualdad, tocar a rebato en las altas horas de la noche y llevar la
alarma a la poblacin.
A los pocos das las aspiraciones del vehemente y juvenil diri-
gente tienen un desastroso destino: la Sociedad de la Igualdad es
suprimida, de la noche a la maana, y expulsados del pas sus diri-gentes. Vicua Mackenna, que escapa milagrosamente a los arreba-
tos de la autoridad, escribe en su diario: Pero yo, que segn como
juzgan ellos las cosas, haba dado motivos para ser fusilado, ando
libre, sin que pueda explicarme esta singular excepcin.
Y a manera de personal y apasionada proclama, anota Y yo,
iluso, que renunciaba a la tranquilidad de mi vida y a la delicia de unamor feliz, para sacrificarme por una libertad soada. Pero an
burlado en todas mis bellas esperanzas, siento que arde en mi pecho
una fe incontrastable en el porvenir. Que se alce algn hombre que
llame a los que de veras aman la libertad, y yo ser el primero en ir a
su lado, y en caer atravesado de balas, pronunciando tu nombre, oh
patria ma!.
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PRIMERAS ESCARAMUZASREVOLUCIONARIAS
(1851)
A la edad de veinte aos Benjamn Vicua Mackenna vivirlos das ms ardientes e impulsivos de su vida. Adherido a la causaliberal y a los opositores del gobierno de la poca, no permanecer
indiferente a reuniones y actos conspirativos.
No deja de lado, sin embargo, sus intensas lecturas y sus progre -
sivos estudios. Maanas o tardes enteras se encierra en la Biblioteca
Pblica de Santiago. Le interesa la historia de Chile y toma apuntes
de cuantas pginas pueden serle tiles. O se documenta leyendo conavidez la historia de los girondinos, del poeta y poltico francs
Alfonso de Lamartine (1790-1869).
Despus de las lecturas, las horas de conspiracin le ocupan su
tiempo en infinitas correras por la ciudad. Acusado de participar en
la trgica revuelta de la jornada del 20 de abril de 1851 (a galope
por las calles de la Nevera, Santo Domingo y San Antonio, atrave-sando el ro, que vena bastante crecido, junto al Puente de Palo y
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cumpliendo secretas rdenes del coronel Urriola), el insurrecto jo-
vencito que era Vicua Mackenna es detenido y llevado a la crcel
pblica como un malhechor vulgar entre cuatro soldados y un in-solente cabo armado de una varilla de mimbre.
De no mediar su planeada fuga de la prisin, vestido una noche con
traje de mujer, dos meses despus de su encarcelamiento, su cabeza
habra rodado por el patbulo, toda vez que un Consejo de Guerra lo
haba condenado a la pena de muerte.
Se oculta algunos das en una hacienda familiar cerca de Valparaso.Slo logra verse fugazmente con su padre, don Pedro Flix Vicua,
quien a su vez marchaba hacia el sur en apoyo de la campaa del
general Cruz. El hijo, mientras tanto, tomaba nuevas fuerzas para
una marcha forzada, de cuatro das y cuatro noches, que lo llevara a
la dudad de la Serena por caminos fragosos y en el corazn del
invierno.Fue durante sus semanas de prisin cuando don Benjamnun joven cuyos talentos aventajados nos son bien conocidos,
como afirmaba un diario santiaguino redact un descarnado y
virulento articulo titulado Tablas de sangre de la candidatura Montt.
Escrito que le significara, a su autor, una implacable sentencia: fui
condenado a 500 pesos y un ao de crcel, que la pagar quin sabe
quin.En la Serena, que se haba constituido en centro de rebelin y de
propaganda opositora al Presidente Manuel Montt, Vicua
Mackenna, con cautela primero y con intrepidez despus, se incor-
porar sin desmayo a los propsitos y trabajos de los opositores. El
plan era levantarse en armas y llevar la agitacin a toda la provincia.
Escribe un extenso manifiesto A los pueblos de Chilepara
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De derrota en derrota, acosado por todas partes y acompaado slo
de algunos soldados, el ilustre y ocasional Gobernador de Illapel
busca refugio seguro. Y Vicua no ha sido aprehendido por la rapi-dez con que huye, sin que pueda decirse aproximadamente hacia
dnde1 sealaba un parte del Ministro de la Guerra de la poca.
Aunque el joven y atrevido Vicua Mackenna reconocan la si-
tuacin con sus propias palabras: Despus de aquel momento no era
sino un infeliz peregrino, perdido en el campo, con el caballo
cansado, entre unas peas y rodeado de partidas que seguan suhuella por todos los senderos.
Confi mi suerte a la providencia de los tristes, y vagando de
hospitalidad en hospitalidad, entre los dispersos campesinos que
habitaban aquellas soledades, y siguiendo el rumbo de los cordones
de las fragosas serranas, llegu por fin a Ovalle, el da 27 de sep-
tiembre por la tarde, despus de una marcha incesante de tres das ydos noches.
Un mes despus, las fuerzas del gobierno desbarataban definiti-
vamente, en Petorca, la aventurada rebelin. Muchos de los amigos
ms queridos de Benjamn Vicua Mackenna haban perecido en el
desastre. Desde aquel instante, de ntimo dolor y de una turbacin
tan sbita y tremenda, todos los bros fsicos cedieron a la fuerza delespritu, y me sent un hombre perdido.-
La sangrienta revolucin de 1851 llegaba a su fin. El joven Benjamn
vive oculto durante varios meses de 1852 en la hacienda familiar de
Tabolango, cerca de Valparaso, rodeado del afecto y el cario de un
hogar. Aqu puede reunirse con sus padres y sus hermanos:
Mi padre, joven entonces, y mi hermano mayor acababan de volver
de Loncomilla a aquel sitio de paz y amor despus de las ba-
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tallas del odio. Mi prximo hermano y yo mismo regresbamos de
los librados en el norte. ramos un padre y tres hijos, o ms bien,
ramos cuatro hermanos, y todos habamos escapado ilesos del debercumplido y del plomo traicionero, pero no de las venganzas polticas,
ms pesadas y tenaces que el metal de las balas.
Diez meses vivimos all ocultos, desde enero a noviembre (1852),
en que nos embarcamos para California como sobrecargo en un
bergantn cargado con harina domstica o harina de Tabolango.
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EL APRENDIZ DE VIAJERO
(1853 -1855)
En noviembre de 1852, serenado ya su espritu de jovensoador liberal y dejados atrs los meses de revuelta, Benjamn
Vicua Mackenna se embarca, en Valparaso, en un largo viaje a
otros mares y tierras del mundo: Pareca como un descanso dejar el
suelo natal. ElFrancisco Ramn Vicua, un bergantn de propiedad
de su padre, llevaba un cargamento de dos mil sacos de harina con
destino a California.
Era su primera aventura viajera cuando recin cumpla sus veintin
aos de edad. El viaje le iba a dar todos los riesgos de lo desco-
nocido, pero tambin todas las maravillosas oportunidades para
saciar su curiosidad de estudioso y observador.
Toda una nueva geografa se abre ante la mirada y la presencia del
sorprendido viajero. Pisa tierra en el puerto californiano de San
Francisco despus de casi dos meses de fatigosa navegacin. La ciu-
dad le parece la ms curiosa y extraordinaria en la faz del mundo
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habitado. Todava la fiebre del oro est en su esplendor y una activi-
dad incesante anima a una poblacin cosmopolita.Pero no es el oro de Sacramento lo que atrae al joven chileno, sino
un estar ocupado en la venta del cargamento de harina de Tabolango,
asunto exclusivo del cual mucho iba a depender el recurso necesario
para sus inmediatos viajes.
En sus breves excursiones por la California le flama a inters un
territorio de naturaleza tan poderosa: el clima, las minas, la fertilidadde los llanos, las montaas del interior, el sistema de ros navegables
y otros tantos recursos naturales en gran escala. En su diario de viaje
escribe: Cun rpido y seguro ser el desarrollo de este pas
poblado por un raza joven y varonil.
En compaa de otros compaeros de viaje deja San Francisco y la
costa del Pacfico, siguiendo una ruta hacia el Atlntico a travs delterritorio mexicano. Mil dificultades viajeras no desaniman su
resuelto espritu. Barcos, carromatos, transportes fluviales, mulas,
pintorescas diligencias, lo llevarn por Acapulco, por Cuernavaca,
por Veracruz.
Cada viajero, provisto de un fusil, deba estar alerta y listo para
repeler cualquier ataque de bandoleros. La inseguridad de los cami-nos no era obstculo ni sobresalto para llegar a buen destino.
En un paquebote de bandera norteamericana se embarca en
Veracruz, en navegacin hacia Nueva Orleans, la ms bonita y sim-
ptica ciudad de la Unin Americana. Pero el propsito de Vicua
Mackenna es llegar a Nueva York ya sea por mar, por ferrocarril o
por los anchos ros navegables.En marzo de 1853 est remontando nada menos que el legendario
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(cuyas cataratas le parecieron mucho menos grandiosas de lo que se
haba imaginado).
Qu hace el andariego Vicua Mackenna en la apuesta Nueva Yorkde 1853? Nada ms y simplemente que conocer la vida norte-
americana. Su espritu y sus sentidos estn alerta ante los ms me-
nudos detalles o sus acontecimientos ms relevantes. Todo lo anota
en su memoria y en las pginas de su diario viajero. Sale temprano
de su tranquilo hotel a caminar la ciudad. Tiene preferencia por los
teatros, las libreras que exhiben curiosas ediciones, los astilleros, losmonumentos. Y, sobre todo, un compartir relaciones con personali-
dades y destacadas familias de origen sudamericano.
Nada, sin embargo, parece deslumbrarlo. Ni las diversiones pblicas
ni la animada vida neoyorquina. A no ser sus prolongadas
conversaciones con Irisarri, el escritor y poltico tan ligado a la histo-
ria sudamericana en todas sus pocas yen todas sus fases.Su fastidio por la vida de la norteamericana ciudad le hace anotar en
su diario: A pesar de sus distracciones, yo me senta descontento en
Nueva York desde los primeros das que la habit; me ahogaba su
materialismo, y me senta como llevado a empellones por su tropel
humano. Cada cierto nmero de das se acumu laba en m cierto
disgusto que me era fuerza buscar un otro modo de ser en otro sitio.Ese otro sitio era, sin duda, Europa, y principalmente Pars, la ciudad
de sus sueos. Cuatro meses del verano de 1853 se pasar dedicado a
recorrer y escudriar la capital de Francia. Vena de atravesar el
Atlntico en un soberbio barco desde Nueva York a Liverpool. Y
luego en un ferrocarril a Londres y otro a Dover. Apenas descansa
una noche en el Hotel de la Reina y ya est a bordo de un vapor
navegando hacia Calais que lo acerca a la tierra parisiense.
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-Admirador de la cultura francesa, en cuyas fuentes se ha nutrido su
espritu y su pensamiento, no deja de experimentar conmovida
emocin al ver realizado el sueo de la mitad de la vida, y laimaginacin adormecida otra vez en sueos de admiracin y de
portentos, segn el decir de evocadora frase que estampa en sus
apuntes.
Pars es una ciudad que recorre a sus anchas y a su gusto. Recorre las
avenidas, los parques, los bulevares. Se encuentra con la viva
historia en el Museo de Armas de Vincennes y con la historia delarte en el Museo de Pinturas. Va por las Tulleras, por Versalles, por
el Jardn de Plantas. Las bibliotecas y las libreras son sus espacios
favoritos. Busca libros de historia, de arte, de viajes, de costumbres.
Entra en los teatros atrado por la escenificacin de obras y
espectculos recientes. En fin, ese escudriar la ciudad lo cumple
al pie de la letra.Durante su residencia en Pars, dedica algunas horas, particularmente
los domingos, a visitar los sitios interesantes que rodean la capital y
que los caminos de fierro ponen a distancia de minutos de la puerta
de todo buen vecino. Con ms frecuencia que a ninguna otra parte
iba a Versalles, a Saint-Germain, a Saint-Denis o a la Es cuela
Agrcola de Grignon.Siente apego por los estudios agrarios, que profundizar luego como
alumno del Colegio Real de Agricultura de Cirencester, lugar del
condado de Gloucester, cerca de Londres, adonde viaja en no-
viembre de 1853. Aqu vivir un decisivo perodo en su formacin
humana y educativa. Estudia geologa, qumica, fsica, meteorologa,
botnica y cursos prcticos de labores agrcolas.
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En Cirencester no tiene tiempo para vagabundeo alguno. Debesometerse a una severa disciplina de estudiante, salvo aquellos das
de colegial en asueto que le permitan recorrer el condado, a veces
a caballo, otras, en carruaje. Yo dejaba, de tiempo en tiempo, miclaustro para recorrer los verdes campos de Albin o galopaba, de
aldea en aldea, a lo largo de los excelentes caminos ingleses, que a fe
no les son superiores las mejores calles de la capital de Chile.
_ Su vida, despus de todo, en el Colegio Real de Agricultura de
Cirencester, es rigurosa y sometida a normas casi clericales. Escribe
el estudiante Vicua Mackenna: Llevo una vida aislada y silencio-sa, rasqueteando caballos y trabajando con el arado sobre la nieve y
el barro de los campos de Inglaterra, sin ms aspiracin que la de
venir a ser un buen huaso chileno.
Este buen huaso chileno tiene avidez por aprenderlo y saberlo
todo, a diferencia de sus compaeros, cuya insipidez habitual era
ciertamente supina. Mientras estudia o realiza tareas prcticas, lee
obras de historia y literatura o las pginas mgacinescas del Times4
sus condiscpulos (entre los cuales jams encontr un slo tipo que
cautivara mis simpatas ni mi aprecio) se dedican a las carreras de
caballos a las partidas de criket o a violentos ejercicios fsicos.
Cuando se renen no saben hablar ms que del estado del tiempo.
Hasta diciembre de 1834 Vicua Mackenna estar en Cirencester.
Tiene 23 aos y la tranquila vida del condado se revela en la gordura
de su cuerpo con 81 kilos de peso Intelectualmente ha adquirido todo
un notable bagaje de enseanza en materias y sistemas de
organizacin agrcola, nuevos artculos de cultivo y tcnicasprcticas para una agricultura moderna. -
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A su paso por Londres se queda algunos das en la britnica
dudad en compaa de uno que otro amigo viajero (entre ellos los
chilenos Emeterio Goyenechea y Manuel Beauchef). Siente, a su
vez, una atraccin y un rechazo por la dudad del Tmesis. Le
incomoda lo multitudinario de una urbe en movimiento y el matar el
tiempo en mil diversiones.
Aun as, por un cheln entra al saln de Arzyl, donde haba un
centenar de hermosas y elegantes creaturas de vida alegre. La msica
era excelente, el baile moderado, la concurrencia en orden, la polica
a la puerta. A mino me ha gustado nunca este gnero de diver-
siones.
Sus preferencias van por el teatro ya cuyas funciones concurre casi
diariamente. Asistiendo al Covent Carden divisa una noche a la
mismsima y elegante Reina Victoria. Vista de perfil le parece una
mujer fea, de cara larga y rubicunda, ojos apagados, nariz muy largay estatura muy mediana. Pero vista de frente se transforma casi por
completo: su sonrisa es muy agradable y su fisonoma cobra una
animacin extraordinaria; es entonces simptica, y uno se explica el
cario con que la contempla su pueblo.
Las nostalgias por el pas natal o por los recuerdos familiares del
hogar lejano, parecieran hacer mella en el siempre altivo espritu delestudiante de Cirencester. Despus de cenar en un restaurante
londinense y camino a medianoche a su cuarto de hotel, no deja de
reflexionar con la mano en el corazn:
Me volv a casa a la una con la imaginacin llena de tristes re-
cuerdos del suelo querido, y de los seres de mi nico amor, que tal
vez sufren cuando yo me permito echar en mi copa algunas gotas de
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distraccin y de placer.
Al menos mitigar por un tiempo sus nostalgias visitando di-
versos lugares de Irlanda, la amada tierra sangunea de sus ante-
pasados maternos, y en cuyo homenaje recorre con emocin el
territorios.
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DE MENSAJERO AGRCOLAA CONSTITUYENIE
(1857 -1859)
A su regreso a Chile no sera mucho el tiempo de tranquilidad ysosiego en el grato refugio de su hogar. Mltiples tareas y
actividades no le darn reposo ni calma. Tambin el trabajo creativo
y literario le ocupa horas en escribir artculos, opsculos, biografasy libros de las ms atrayentes materias. El interesante Benjamn Vi-
cua Mackenna, como lo llaman, tiene 25 aos y es toda accin,
dinamismo e iniciativa en el hacer y actuar en la vida nacional.
En agosto de 1856 termina de ordenar las atractivas y amenas
pginas de su diario durante tres aos de viajes. Esta experiencia
viajera la conocern los santiaguinos a travs de las columnas de laprensa de la poca. El Ferrocarril, que publica las entregas a manera
de folletn, escribe en su editorial:
Vicua est muy lejos de ser un observador vulgar, y menos que
eso un viajero adocenado; porque, al paso que consagra la ms
prolija atencin a los detalles que pueden dar ms acertada idea so-
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bre los pases que describe, abraza en su narracin muchos hechos
que habran pasado desapercibidos para miradas menos investiga-
doras.No slo la carrera de un distinguido literato le importa y apasio na.
Tambin reordena sus estudios forenses, suspendidos por las
revueltas polticas, por sus largas andanzas por el viejo mundo y por
actividades diarias que limitan sus quehaceres.
En mayo de 1857, despus de varios estudios y trmites de rigor,
Vicua Mackenna aprobaba definitivamente su examen ante una
comisin de la Facultad de Leyes y Ciencias Polticas. Su tesis
Memoria sobre el sistema penitenciario en general y su mejor
aplicacin en Chile era igualmente aprobada por unanimidad.
A su impecable ttulo de abogado deben agregarse otros, que nada
tienen de pretenciosos en s mismos, como el de antiguo alumno del
Colegio Real de Agricultura de Cirencester en Inglaterra, y el del
Jardn de Plantas de Paris; miembro de la Sociedad Zoolgica y de
Aclimatacin de Francia, de la Sociedad de Botnica de Pars,
miembro corresponsal en Chile de la Sociedad Central de Agricul-
tura de Francia, y secretario de la Sociedad de Agricultura de San-
tiago.Por esta ltima designacin, Vicua Mackenna reciba un sueldo de
1.500 pesos anuales, y tena a su cargo la redaccin completa de El
Mensajero de la Agricultura, el peridico mensual de los agricultores
chilenos.
Los ms directos y realistas artculos sern redactados por su
infatigable mano. Desde la jardinera en Santiago a la cosecha y la
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maquinaria agrcola; y desde principios fundamentales de un buencultivo a los rboles indgenas de Chile y los rboles aclimatados deEuropa. Esta preocupacin y defensa del bosque nativo chileno es
una de las ms hermosas y antolgicas pginas sobre la floraautctona de Chile. Por su alegato en defensa de los rboles silves-tres est dispuesto a ser quemado vivo, con tal que sea con lea delfragante coliguay. -
Durante los largos meses de invierno de 1857, se encierra escri-
bir detalladamente uno de sus primeros libros de extensas pginas:
El ostracismo de los Carreras. A su paso por Mendoza, en su regreso
del viaje de Europa a Chile, Vicua Mackenna haba revisado
archivos y consulado documentos sobre los desafortunados prceres
chilenos. El espritu de esta obra, su plan, los materiales que lo
forman, datan casi desde mi infancia, porque su tema ha constituido
siempre una de mis ms fuertes predilecciones de escritor.
Un peridico dela ciudad de Mendoza acus a Vicua Mackenna
de haber sustrado del archivo de la ciudad, el proceso de Jos Mi-
guel Carrera. El autor contest que tal aseveracin era falsa, toda vez
que se haba limitado a copiar de su propia manolos documentos de
aquel proceso.
El ostracismo de los Carrera ha sido considerado, por algunos
his toriadores y estudiosos, uno de los ms hermosos y sentidos librosde cuantos salieron de la incansable pluma de Vicua Mackenna, y
con justificados motivos su publicacin lo coloc, de golpe, entre los
ms brillantes escritores de su tiempo. Se le destaca por su
sensibilidad, su penetracin analtica, su elogio entusiasta y el inters
de su narracin
El volumen se publica en diciembre de 1857 y en un tiraje de
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2.000 ejemplares. Ha sido el fruto de las fatigas y sacrificios de su
autor en el acopiar documentos, y el de un invierno entero de vigilias
y de labor. En carta a su amigo el argentino Bartolom Mitre VicuaMackenna le cuenta:
Iba pues a decirle que, aunque no se han vendido sino 30
ejemplares del Ostracismo, en la capital hay en circulacin ms de
300, porque habr recibido otras tantas esquelas y recados en que se
me hacia el honor de pedirme regalada esta obra tan interesante; y
yo aada al entregar cada volumen: con lminas y de balde comono ha de serinteresante!.
Vendrn tiempos nada de tranquilos para el siempre inquieto e
ilustrado Vicua Mackenna. Ms que en cuartillas literarias escribe
mucha tinta sobre papel sellado. Redada escritos que revelan su ofi-
cio de eficiente abogado o toma decidido partido por asuntos
polticos contingentes.En agosto de 1858 escribe en una carta, que hace pblica un diario
de la poca: Hace ya seis meses a que no escribo sino sobre papel
sellado. Y qu quiere Ud.! A esta clase de escritos, aunque los
empape uno de cuanta necedad y de cuanta pedantera hay en los
rancios autores, les pone un juez al pie, como se pide, y ah tiene Ud.
que lo llaman a uno sabio, un hombre de provecho, un futuro minis -tro, qu s yo!.
- La contienda poltica importa como cuestin fundamental en la
vida de Benjamn Vicua Mackenna, siempre en el bando de los
opositores al Presidente Manuel Montt. Los debates pblicos se
hacen cada vez ms ardorosos y apasionados. La prensa cumple
desde sus columnas un rol de contienda y de batalla, sobre todo en
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los antiguos pipiolos que combaten la administracin de turno.
Vicua Mackenna funda, por propia iniciativa, La Asamblea
Constituyente, un opositor peridico que sale a la calle en octubre de
1858. Sin consulta de nadie y bajo su sola responsabilidad, el famoso
vocero iba a prestar su nombre, con los meses, a una revolucin.
Desde ese peridico se peda a pginas llenas una reforma de la
Constitucin de 1833 y la pronta instalacin de una Asamblea Cons-
tituyente: Queremos la Constituyente que es la paz, la verdad, la
justicia, y ms que todo la soberana del pueblo, la sancin de su
augusto derecho.
Manuel Antonio y Guillermo Matta, Angel Custodio Gallo,
Isidoro Errzuriz y otras destacadas personalidades liberales que
combatan al gobierno, colaboraban en las polticas pginas del pe-
ridico de Vicua Mackenna, que no daba tregua: estamos hartos
de sufrir la carga ominosa de las leyes, de los decretos, de las orde-
nanzas, de los bandos.
Los polmicos y combativos artculos, llamamientos y progra-
mas de Vicua Mackenna de pie levantemo s tan alto c9mo el
cielo ese lema de bendicin de una Asamblea Constituyente, iris des-
lumbrador que el pueblo adora de rodillas como la promesa de su
regeneracin y de su ventura tuvieron pronto la ms tenaz res-puesta del gobierno.
Un breve bando suprima de golpe el peligroso peridico
vicuense, prohiba toda reunin opositora y detena a los principales
y presuntos constituyentes.
De nada valieron las nuevas protestas de Benjamn Vicua
Mackenna. En diciembre de 1858 es detenido, encerrado en un cala-bozo e incomunicado en la crcel pblica de Santiago. En el acto
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me encerraron en una celda, poniendo llave al candado. El aposento
era ftido, estrecho y tena miles de bichos, herencia nica que deja-
ba escondida entre las grietas de los ladrillos, la familia de ebrios y
rateros que me haban precedido en aquella habitacin.Los das y semanas de encarcelamiento no alteran el nimo emo -
cional de Vicua Mackenna. Aprovecha las interminables horas para
escribir detalladamente Mi diario de prisin. Se levanta temprano,
luego almuerza, charla hasta el medioda. Despus pasea por toda la
crcel, habla con las visitas en la puerta, escucha las consultas de los
presos, recibe los numerosos regalos de la familia y amigos, y, decualquier manera, entera el tiempo hasta la hora de comer y volver a
su calabozo:
Nuestra vida no es desagradable y casi no tengo un solo mo -
mento de fastidio, aunque s algunos de tristeza, pero breves.
Los primeros meses del verano de 1859 sorprenden a Vicua
Mackenna todava en su encierro carcelario. Su nimo no decae ybosqueja borradores para escribir una obra histrica sobre la vida de
Diego de Almagro. Un cierto espritu reflexivo lo rodea. Anota en su
cuaderno:
Hoy encuentro que el cabalozo me agrada en su soledad, que
me hace sentirme ms libre, porque no son los fierros sino los hom-
bres los que me encadenan. Cuando despierto por la maana y veodesde la sombra fresca de mi celda el claro brillo del sol a travs de
los rboles del patio, siento siempre una emocin grata y feliz. Por lo
dems, el alma est habituada a los sinsabores.
Ests sinsabores iban a ser ms reales hacia el final de sus tres
meses de prisin. El mismo Vicua Mackenna, aunque sin resultado
favorable alguno, har su defensa en los tribunales (no me turb, y
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mi voz fue enrgica y sentida en un discurso de cerca de media
hora), pidiendo al jurado que se pusiera la mano en el corazn y
fallara en conciencia.
Acusado de provocar la desobediencia de las autoridades legalmente
constituidas, de trastornar el orden pblico y de llamar a la sedicin,
el fundador deLa Asamblea Constituyente era condenado a tres aos
de destierro fuera del pas, y al pago de una multa de mil pesos.
Vicua Mackenna recibi la sentencia en su calabozo mientras lea
romances y cuentos franceses.
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DESTIERROS Y VAGABUNDAJES(1859)
Msde tres meses de navegacin esperan al desterrado VicuaMackenna. A bordo de un buque de vela ingls y al cuidado de una
tripulacin armada de fusiles, es conducido al puerto de Liverpool.
Preocupado ms bien del adis a sus hermanos y parientes, no dio
importancia a lo incmodo y estrecho de su camarote, la maana demarzo (1859) que el buque de 200 toneladas levantaba andas en
Valparaso.
En la Luisa Braginton (o Luisa Braguetas, como la llamarairnicamente el diarista Vicua Mackenna) eran conducidos,tambin como prisioneros, Manuel Antonio Matta, Guillermo Matta,
Angel Custodio Gallo y otras destacadas personalidades chilenasfirmantes de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Todos
sufriran por igual los maltratos de un capitn implacable y las
desventuras de la navegacin.El buque lleva una marcha infernal. Su espantoso cabeceo, que
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apenas nos permite permanecer sentados, nos tiene tan mareados que
no hemos probado alimento alguno en todo el da
Las penurias alimenticias no seran pocas. Al almuerzo un pe-dazo de jamn perpetuo. Y luego pasaran seis horas entre este fru-
gal martirio y el de la comida. Componase este segundo ataque al
estmago, de dos budines, uno de carn aeja, y otro de fruta inglesa,
es decir, fruta verde conservada en aguardiente, y en medio de esta
caricatura de roast -beefy parodia deplum-pudding, una sopa es-
pesa de cualquier cosa. -A pesar de su condicin de desterrados, ni Vicua Mackenna ni
sus compaeros pierden el humor y el buen nimo, echando
buquecitos de papel al mar o jugando chirlos a la rayuela como pasa-
tiempos que evitaban el tedio y el aburrimiento. Don Benjamn anota
estas animosasy resueltas impresiones en su cuaderno de viaje:
Las provisiones del capitn consistan en dos chanchos y unadocena de patos, a quienes durante mucho tiempo no conocimos ms
que de vista y de gritos. Haba tambin a bordo, fuera de estos
animales y de los que formaban la tripulacin, dos perros y dos ga-
tos1 de los que tombamos estrido inventario todos los das, para
asegurarnos de que no haban sido servidos ala mesa.
Llevbamos tambin 24 gallinas, de las cuales no vimos sinolos espectros. Slo 6 de e]las fueron inmoladas a nuestra hambre; las
dems se evaporaron. En cuanto a los patos, conseguimos retenerlos
en el mundo echndoles todos los das algn auxilio de migas o ga-
lletas mojadas. Pan no tuvimos sino a los postres del viaje. Slo nos
servan unos fragmentos amarillosos, con vetas azules de moho: el
mayordomo deca que eran galletas, nosotros sostenamos que eranriscos, y los estmagos que eran indigestiones.
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Con esta vida nos parecamos a los discpulos del licenciado
Cabra, de que habla Quevedo. Para consolarnos, leamos las bodas
del rico Camacho, o hadamos edificantes comentarios sobre los ayu-nos de los santos anacoretas o sobre los padecimientos de los innu-
merables mrtires de Zaragoza. Como los alegres convidados de
Branger, notenamos ms que cantar canciones para distraer el ham-
bre, y repetir como aquel joven de Chile en el Israel Bertuci: Traigan
los helados y los barquillos, los barquillos y los helados. Este
estribillo fue muy frecuente durante la navegacin.En cuanto a lquido, el agua era impotable; no tenamos ms
vino que algunos cajones que traa Custodio Gallo, y que el capitn
nos ayudaba enrgicamente a vaciar, y sino es por algunos tarros de
leche que ste traa, no habramos tenido ms recurso que ordear la
va lctea que solamos divisar en las noches claras. En variedades de
mar tuvimos una que otra vez beefsteak de tiburn, y tal cual pes-cado volador con el cual era preciso hacer el milagro de Jesucristo
para que tocase a cada estmago una molcula.
Hay que agregar que todo esto era servido por el mayordomo.
un tsico de ojos torcidos, que andaba siempre como el comps del
buque, sin rumbo fijo. Tena cara de dolor de estmago, y la mirada
era la expresin ms viva de la lepidia de calambre. Despus delcapitn (John Bull) era el hombre ms importante a bordo. A menu-
do lo encontrbamos en animadas conferencias secretas: trataban sin
duda del estado de sitio en que haban puesto a nuestros estmagos y
de la rpida manera como se iba operando la reforma de nuestra
constitucin.
Por fin un da comimos chancho. Fue un verdadero aconteci-
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miento a bordo. En Valparaso se haba comprado dos chanchos para
que comiesen las basuras y desperdicios de la cocina y eran alados
bajo la mirada paternal del capitn. Mientras navegbamos en el Pa-
cfico ni siquiera se nos vino la idea de un chanchicidio; nada tam-poco durante la travesa del Cabo de Hornos. Observbamos cmo el
capitn creca en amor por ellos, y eso nos haca perder la esperanza
de que se arrebatase la existencia de las interesantes bestias.
Esta cuarteta era nuestro esquinazo diario:Caballero don John Bull,
Cogollito de culantro,-No sea tan piedra azulY mtenos luego un chancho.
El segundo chancho fue inmolado slo ocho das antes de nuestra
llegada a Liverpool.
Como un prisionero que huye de un maldito calabozo, Benjamn
Vicua Mackenna desembarca en el puerto de Liverpool en junio de
1859. Viaja lo ms pronto a Londres, donde se retine con Diego
Barros Arana, que vive su ostracismo en la capital inglesa. Tambin
estuvo a punto de entrevistarse con el legendario Lord Cochrane, de
no mediar ausencia, por esos das, de la ciudad, del octogenario es-
tratega militar. El territorio britnico ser temporalmente su residen-
cia. Luego, con su inseparable amigo Barros Arana, decide viajar a
Pars, ciudad que ya haba conocido, deslumbrndolo, algunos aos
antes. No deseaba que el tedio de la proscripcin cayera sobre su
espritu como el amarillo otoo que viva.
Nada particular lo retiene en Pars. Ocupa su tiempo registrando
bibliotecas y libros, y compra otros que le permiten sus escasos
recursos. Sin embargo, se siente aburrido, y con un gran vaco, inde-
ciso sobre el rumbo que debe tomar. A dnde ir?, se pregunta. Su
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espritu curioso e inquieto se aventura por Espaa, y visita los archi-
vos americanos de la madre patria.
Despus de recorrer fronteras, caminos, ciudades y pasando porBurdeos (donde visita los viedos de Margaux), San Sebastin (don-
de duerme una noche en una posada como si estuviera en Curacav),
por Burgos, Valladolid, Segovia, hasta llegar en diligencia, una
volanta de cuatro asientos, a Madrid. El pesado carruaje, en vez de
volar, gateaba, con sus tres azotados rocines cuesta arriba.
En la capital de Espaa se hospeda en una fonda ubicada en el plenocorazn de Madrid, hacia las espaldas de la Puerta del Sol (de
suerte que el astro del da no nos visitaba sino tarde y de soslayo,
como acecho de alguacil, que el sol no sale nunca de otra manera
para quienes andan en desdichas). A calles de su residencia estn
las libreras y las bibliotecas que tanto apasionan su inters por en-
contrar manuscritos, incunables y obras antiguas.Su exclusiva coleccin bibliogrfica se enriquece da por da. Cuenta
Benjamn Vicua Mackenna una de estas experiencias en sus
andanzas libreras: Encontrndome en una noche del mes de no-
viembre en la librera de don Fermn Cuesta, situada en una especie
de covacha de la calle de Carretas, en Madrid, ocurrisele a aquel
buen viejo y rancio espaol tirar sobre el empolvado mostrador de sudespacho un grueso envoltorio de papeles. dicindonos con su
llaneza de legtimo castellano: Vea Ud. eso, que es de Amrica. Yo
no s lo que contiene, pero si le gusta, llveselo Ud. por una onza de
oro, que es mi nico y ltimo precio.
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Quitando el polvo y las telaraas del legajo, Vicua Mackenna
se encontraba, nada menos, que con la historia indita del Paraguay y
de la Repblica del Plata, del Padre Lozano considerada una ver
dadera joya bibliogrfica. Saltando su corazn de gozo y sin decirms palabra pag el dobln y se fue a su posada a maravillarse con
su sorprendente adquisicin.
Algo semejante, y acaso con ms relevancia y trascendencia, le
ocurrir cuando visita la dudad de Valencia. En esta permanente
rebsqueda de originales y manuscritos, a la caza siempre de perga-
minos y librotes, dar con la clebre Historia general del Reyno deChile o Flandes indiano, an no impresa; sino en las hojas
manuscritas por la mano de su autor, el jesuita Diego de Rosales.
A fines del ao de 1859, obtuve un difcil y casi sospechoso acceso
al escondido pergamino, y bajo el ojo de su amo lo inspeccion con
estrechez una o dos horas por da durante una semana, convencido de
esta suerte de su gran valor histrico.Despus de este provechoso e inesperado hallazgo bibliogrfico no
poda, Vicua Mackenna, quejarse de sus destierros y de sus
andanzas histriales. Fue una verdadera fortuna encontrar en Va -
lencia el codiciado manuscrito del padre Rosales, porque pronto so-
brevino la guerra y casi inmediatamente la muerte del seor Salv (el
poseedor original del texto), lo que habra dificultado mucho y talvez hecho imposible su adquisicin.
Por lo menos stas eran sus favorables compensaciones que
mitigaban el andar cumpliendo penas de extraamiento lejos de la
patria natal. -Sus andanzas, ms bien obligadas por la Europa,
llegaran pronto a su fin. A fines de ese ao deja Espaa ( de todas
la ciudades que, en andariega soledad o en la madurez de la vida, he
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visitado en la vieja y noble Espaa, ninguna dej en mi retina ms
viva impresin, vista de lejos, que Toledo, la capital goda de la
Iberia), embarcn-
dose hacia la Amrica del Sur, en un acercamiento martimo y geo-grfico con Chile.
En enero de 1860 decide permanecer en el Per, mientras terminan
en Chile los ltimos meses de la administracin de Manuel Montt En
Lima se encontrar con su entraable amigo Jos Miguel Carrera
(hijo del ilustre prcer), con quien compartir una modesta casucha
de la calle de Queipo, sita en el pobre barrio de San Lzaro. Vivcomo el hombre de trabajo, en una celda que apenas era ms espa-
ciosa que la que haba tenido al dejar a Chile en la penitenciara.
Pero en la capital peruana vivir, tambin, honrado con la amistad de
los hombres ms notables del Per.
En Lima reanuda su laboriosa tarea de escritor, de cuyo fruto
honradamente viv. Se propone escribir el Ostracismo del generalO'Higgins, documentndose en materiales de primera mano. Ser el
mismo don Demetrio (Y O'higgins quien pone a disposicin de
Vicua Mackenna el archivo de su padre, que conservaba en su
hacienda de Montalvn: Despus de cuatro o seis meses de trabajo
sobre papeles del general (Y OHiggins, me prepar a redactar la
obra histrica, y me fui a la soledad del valle de Caete, donde aquelnoble chileno haba vivido.
En noviembre de 1860 la histrica obra estaba ya totalmente con-
cluida, con hechos religiosamente documentados, escrita sobre pa-
peles inditos y noticias autnticas. Como ensayo histrico y origi-
nal, esta obra comprende la vida completa del general (Y OHiggins,
y si lleva por ttulo el de su ostracismo dice Vicua Mackenna,
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es slo porque aqulla est escrita bajo el punto de vista de su largo
destierro, con materiales acopiados principalmente durante esa po-
ca, en los sitios mismos en que aqul se desliz, y porque una gran
parte de la existencia de aquel ilustre chileno fue consumida en pa-ses extranjeros, donde muri.
Obligado por una enfermedad violenta a dejar los ardientes climas de
los valles del Per, y terminada la redaccin de El Ostracismo de
OHiggins, Vicua Mackenna se embarca en Pisco de regreso a
Chile. Era el mes de Enero de 1861 a casi dos aos de haber iniciado
su destierro en laLuisa Braguetaspor los mares del mundo.
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DOCTOR RECIEN DOCTORADO(1861 - 1864)
Mientras Benjamn Vicua Mackenna vive de asilo en asilo,
medio oculto en casas de familiares y amigos, como un malhechor,
al regreso de su destierro en el pas ha terminado el decenio de Ma-
nuel Montt y asume la presidencia de Chile, en brazos de una alianza
la fusin entre liberales y conservadores, el nada de polticoJos Joaqun Prez, cuyo lema no era el progreso nacional, sino la
pacificacin de los espritus.
Esta circunstancia, en lo personal, sera de notable beneficio
para Vicua Mackenna, que miraba con simpata la nueva
administracin: Vine a Chile oculto y perseguido, hasta que subi
al poder el ilustrado, probo y demcrata Presidente Prez, quien,
adems de ser un excelente ciudadano, era mi pariente inmediato.
Su situacin fue desde entonces distinta. Lograba el pleno goce
de su libertad, que era lo que constitua toda su ambicin. Y sino he
aspirado a puestos y honores, he tenido la garanta de no ser ence-
rrado en calabozos ni en pontones por cada pgina que escriba.
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En medio de este grato panorama, Vicua Mackenna retomaba
de nuevo sus actividades profesionales, literarias y periodsticas. En
agosto de 1862, y con un documentado estudio sobre Lo que fue la
Inquisicin en Chile, se incorpora a la Facultad de Humanidades dela Universidad. El nuevo miembro es recibido por el Rector, Andrs
Bello, quien destaca los mritos del nombrado, su espritu de inves-
tigador y su entusiasmo por el cultivo de las letras y de la historia.
Vicua Mackenna, que ha cumplido ya los treinta aos (llegado
ahora a aquella edad de la vida en que se toman las resoluciones
serias), considera que por ms que el orgullo y la herida vanidad seexalte, yo seguir impasible mi camino hasta llegar a la meta de mi
ambicin, que es la de escribir entre los vivos y a la faz de la repbli-
ca que nace y se educa, la historia contempornea para recompensa y
estmulo del bien y para castigo de inicuos y tiranos.
Con estos postulados, el activo estudioso de la historia del pas
se encierra a escribir, en pocos meses, su polmica obra Don DiegoPortales, que se da a la estampa en mayo de 1863. Vicua Mackenna
dedica la obra, con afectuosa admiracin de discpulo y amigo, a
Jos Victorino Lastarria. Sin embargo, el rudo crtico y liberal intran-
sigente no mirara, sin embargo, con buenos ojos el homenaje.
Lastarria, que viva lejos de la patria, le escribir desde Lima:
No espere Ud. mi juicio sobre su obra de Portales, porque eso seraesperar que yo no fuese su amigo, pues tendramos que pelear. El
tomo que le durante la navegacin me cost rabias, dolores de
estmago, patadas, reniegos y cuanto puede costar una cosa que
desagrada.
Le dir al odo que Ud. se me figura un vndalo en el campo de
la historia, que todo lo destroza o por lo menos lo pisotea como un
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corcel salvaje Me da lstima ver la pobre historia en sus manos, por-
que la maltrata como si fuera una prostituta. En su libro de Portales
puedo sacarle a cada pgina una mentira, o una contradiccin, o una
visin de su alma enamorada.S, Benjamn: Ud. se enamora para escribir esas historias, pues los
Carrera, OHiggins y Portales son panegricos y no historias.
Quines el primer chileno, el ms grande en el libro de los Carrera?,
Jos Miguel Quin es el primer chileno en el de OHiggins?, (Y
O'Higgins. Quin lo es en el que acaba de escribir?, Portales. Y al
fin, quin es el ms grande, gordito, con dos mil diablos?Vyase Ud. a pasear con su Portales, pues creo que con este libro
hace ms mal que con ninguno. Pervierte Ud. el juicio pblico y
presenta como grande a un pillo, de los que tiene nuestra tierra a
puados. No hablemos ms, porque peleamos, y yo no quiero pelear
con Ud., porque lo quien mucho, y tengo grandes esperanzas de Ud.,
sobre todo la de que se corregir.Aunque afectuosa y pintoresca, la directa y beligerante carta del
maestro Lastarria revela los convencimientos e intransigencias de los
nimos y espritus de toda una poca de decenios pelucones, y que la
administracin del Presidente Prez se propona, ahora, pacificar.
Con razn Vicua Mackenna, para escribir su obra portaliana,
buscaba el sosiego hogareo de El Meln, cerca de Petorca,resuelto a retirarme a la paz y el silencio del campo, donde pedir al
destino aquella tregua de reposo y de constancia que este esfuerzo
necesita.
En el verano de 1864Vicua Mackenna se hace cargo de la redaccin
de El Mercurio, el ecunime y circunspecto diario dirigido por Jos
Santos Tornero en Valparaso. El activo cronista (debo su-
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dar como jornalero) escribe sobre los ms variados y miscelnicos
temas, y tiene la ms absoluta independencia en la redaccin poltica
del diario.
Desde hace cuatro meses redacto El Mercurio de Valparaso cuenta Vicua Mackenna en unas confidencias epistolares, ocu-
pacin que me ha creado un pasar muy conforme a mis gustos y me
asegura cierta independencia, pues tengo un sueldo de 4.000 pesos,
que es el doble mayor de lo que antes se pagaba a nuestros
redactores.
Ricardo Donoso, el acucioso bigrafo de Vicua Mackenna, destacaque ningn asunto escap a la consideracin de su inquieta cu-
riosidad, y con tanto acierto y liviana amenidad juzgaba un libro
nuevo como comentaba una rida memoria ministerial. La poltica
ferroviaria y la exterior, el asunto de la pacificacin de la Araucana,
la instruccin pblica y las cuestiones eclesisticas, la marina mer-
cante y los progresos de la prensa, fueron materias que abord Vicu-a Mackenna desde sus porteas columnas mercuriales con elevado
criterio y acendrado patriotismo.
En abril de 1864, el redactor de El Mercurio es elegido diputado
propietario de La Ligua, circunstancia que lo llevar a separarse de la
redaccin del diario, que sirvi durante varios meses. Vicua
Mackenna llegaba al Congreso como representante de una zona quele era muy querida, y con pocos desengaos.
La atmsfera est tan cargada de poltica que casi es imposible
hablar de otra cosa. Yo soy el de los liberales independientes de La
Ligua. Una lucha contra el clero el elemento clerical, como lo
llama y una reforma de la Constitucin, eran los cartabones fun-
damentales de su programa electoral.
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Sus ocupadsimas tareas legislativas, en las comisiones y en la
secretaria de la Cmara de Diputados, no le dejaban el tiempo nece-
sario para sus afanes literarios o de articulistas en la prensa
santiaguina de la poca (sus crnicas interesan a todos, se hacenleer con apasionada aficin por eruditos y por ignorantes, deca El
Ferrocarril), ni para cumplir a cabalidad con la Facultad de
Humanidades, de la cual era miembro.
Sin embargo, en mayo de 1865, propone a este organismo uni-
versitario una polmica mocin que alborota las doctas sesiones: la
supresin del latn como estudio obligatorio. Insinuaba la conve-niencia de reemplazar dicha lengua por el de dos o tres idiomas
vivos, que siempre tendran mayor utilidad que las ridas disci-
plinas del latn, que seguan sin provecho alguno para olvidarlas al
da siguiente.
Vicua Mackenna llegaba a ser tenaz con la clsica y muerta
lengua, sealando que el latn es una momia que en vano sepretende ataviar con los ropajes fascinadores de una eterna juventud.
Su imperio pas. Agregaba, adems, que su estudio era un
verdadero martirio para los jvenes y que no prestaba utilidad
alguna.
La propuesta de Vicua Mackenna encontr, entre los jvenes y
estudiantes, la ms entusiasta simpata y el ms inmediato apoyo.Los cnticos y las cuartetas no se hicieron esperar
Gracias, mil gracias, Doctor,Doctor recin doctorado,
Poeta libertadorDe tanto martirizado.
La fundada mocin de Vicua Mackenna, que trascendi el claus-
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tro universitario para hacerse debate pblico y nacional, no prosper,
en definitiva, en el seno de la Facultad de Humanidades. Su autor,
despus de haber ledo un riguroso informe de siete puntos sobre la
materia, se limit a decir: El latn era el idioma de los sabios y delos santos, como hoy ha pasado a ser el de los mrtires.
Si de estas cuestiones lingsticas Vicua Mackenna sacaba la peor
parte, no lo sera menos en materias legislativas. Meses despus de la
cuestin del latn como lengua obligatoria en la enseanza, pas
asiste al ms fervoroso debate, en el Congreso, en torno a la reforma
de la Constitucin en materia de libertad de cultos.Las discusiones seran memorables. El Eco de las seoras de San-
tiago escriba en su editorial del 13 de julio de 1865: La cuestin de
libertad de cultos que se debate en nuestra Cmara de Diputados est
destinada a llevar a todos los mbitos de la repblica la ms justa de
las alarmas, y a despertar en todos los pechos odios que jams nacer
debieran.Vicua Mackenna (aunque haca profesin de fe catlica, recordando
sus tiempos de nio en las procesiones) se declaraba el ms decidido
partidario de una reforma constitucional, abogando por una plena
libertad de cultos y por la conveniencia dela prctica de la tolerancia.
A los pocos das de su erudito discurso parlamentario, las seoras de
Santiago enviaban al diputado por La Ligua, ya travs de las pginasde su peridico, la siguiente carta pblica:
Vuestros discursos en la Cmara de Diputados han suscitado no
muy gratas emociones. Al principio, os lo confesamos, nos pro-
porcionabais buenos ratos de risa y de solaz, y esa risa se prolongaba
no poco con la lectura de aquellos peridicos que hacen coro con
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vosotros. Pero vuestros errores y dislates nos han causado hasto, y
ya nos parece que intentis burlaros de todos los chilenos: tan gran-
des son los despropsitos que verts a manos llenas. Vamos a tratar
de atusaros el bigote, para arrancroslo despus pelo por pelo y hebrapor hebra.
Vicua Mackenna, cuyos mostachos, en verdad, daban a su rostro
una personalidad inconfundible, reciba estas amenazas con re-
gocijado espritu, considerndolas como simples travesuras
jactanciosas.
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AGETE CONFIDENCIAL ENLOS ESTADOS UNIDOS
(1865-
1869)
Ira al fin del mundo por servir a mi patria, respondi VicuaMackenna, cuando el gobierno de Chile, en septiembre de 1865, le
encarg una diplomtica y secreta misin en el exterior:
desempearse como agente confidencial en los Estados Unidos. De-
licada tarea que no estaba exenta de sacrificios, riesgos y dificulta-des, pero que este hombre, diligente , honrado, poda buenamente
cumplir.
Chile acababa de declarar la guerra a Espaa, cuyas relaciones
se deterioraron de una manera hostil y agresiva. La ocupacin de las
guaneras islas Chincha por fuerzas navales espaolas pona en alerta
a los pases de la costa sur del Pacifico.
El decreto de nombramiento le asignaba un sueldo de 4.000 pe-
sos (una racin de guerra, le dijo el ministro de Relaciones Exte-
riores). Pero el agente confidencial, que conoca el pas adonde iba,
comprendi que esa racin no era slo de guerra sino de hambre, y
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me resign gustoso a ella, pues me garantizaba mi pan y mi techo,
que era cuanto yo necesitaba en la capacidad en que iba a servir.
Su doble misin hacer propaganda pblica en beneficio de Chile y
tratos secretos para procurar elementos de guerra a la repblicaera, en realidad, tan reservada que no ms de dos personas tuvieron
conocimiento del viaje. El mismo Vicua Mackenna se embarc en
las bodegas de un boque, entre sacos de nueces y galletas de mar,
con destino a Nueva York
En noviembre del ao 1865, y despus de vagar por toda la neo-
yorquina ciudad, el agente de Chile se encontraba en una modestacasa, no lejos de Broadway, y casi al frente de donde haca catorce
aos haba vivido ciertamente ms feliz. Entonces era un humilde
viajero de curiosidad y estudio, y ahora un embajador sin embajada
y un magnate sin cuartillo.
Una de sus primeras tareas es la de promover en la opinin pblica
norteamericana simpatas calurosas y abiertas para la causa chilena.Con tesn y sagacidad, ordena un banquete en el mejor restaurante
de la ciudad para representantes de la prensa y funcin, consulares de
pases sudamericanos.
Al agasajo asistieron slo estos ltimos y uno que otro periodis ta.
Vicua Mackenna escribe al ministro chileno de Relaciones: En
general la prensa de este pas est decidida en favor de nuestra causay sostiene la doctrina Monroe como cuestin del da.
El agente chileno busca y crea otros canales. l mismo se da a la
tarea de la publicacin de un peridico: La voz de Amrica. Su tiraje
era dedos mil ejemplares que se distribuan por Nueva York y Wash-
ington y otras capitales del continente. Entres sus colaboradores es-
taba el argentino Sarmiento, que se desempeaba como ministro desu pas en los Estados Unidos.
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Las hojas de este peridico, fruto de tantas vigilias, hicieron esti-
mables servidos a la causa de Chile, ilustrando la opinin de todos
los que tenan algn inters en los destinos de la Amrica Meridio-
nal, y aun de sus propios enemigos, pues se enviaba una buena can-tidad de ejemplares hasta Espaa.
No solamente labor propagandstica, a travs de folletos y hojas
de peridico, cumple Vicua Mackenna. Tambin suscribe contratos
con inventores y propietarios de cierta clase de botes torpedos. Y
hasta se las ingenia para comprar barcos en libras esterlinas. Aunque
para salvar responsabilidades, anota: Yo no recib jams el en-cargode comprar buques, y si tom alguna parte en esos negocios fue
voluntariamente, inducido slo por mi patriotismo.
Las secretas misiones del agente de Chile en los Estados Unidos
llegaban a su trmino en junio de 1866. Oficialmente, y a completa
satisfaccin del gobierno por su conducta en el desempeo de la mi-
sin confiada, sus funciones quedaban concluidas. El saberse libera-do de tan confidenciales labores fue uno de los momentos ms feli-
ces de su vida. Aunque el regreso a la patria tuvo que hacerlo poco
menos que de limosna, toda vez que necesit de la ayuda de algu-
nos amigos para pagar parte de su pasaje.
En Santiago la vida social es animada e intensa. La gente se ha
olvidado de la guerra y slo piensa en bailar y divertirse. VicuaMackenna vuelve a sus burocrticas tareas como secretario de la
Cmara de Diputados. Se queja del gobierno que hace tan poco, o lo
hace a escondidas que nada se traduce:
Yo me he penetrado de ello durante mi ausencia, en que me
dejaron abandonado a mi suerte, y por esto desde que llegu, a pesar
de las manifestaciones oficiales, me he encerrado en la concha y nos ni pregunto nada.
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En el mes de septiembre asiste a un nada de improvisado baile
en la quinta de su amigo el contratista Enrique Meiggs, y que le dar
tema para escribir una crnica sobre el derroche, el lujo, la gracia y
la esplendidez del memorable sarao.Dedicado por sobre todo a susactividades pblicas, don Benjamn apenas si tena tiempo para
relaciones sociales y enamoramientos, a no ser aquellos aos de su
adolescencia, cuando ms de una santiaguina dama le inspiraba
decir: Ay!, en un tiempo goc a su lado todo lo que ahora sufro.
El mismo mes (marzo de 1867) de una campaa electoral que lo
reelige diputado, ahora representante de los departamentos de Talcay Valdivia, Vicua Mackenna contrae matrimonio con la distinguida
dama Victoria Subercaseaux Vicua, su prima, joven de 19 aos,
cuya belleza y virtud nada dejan que desear a mi amb icin. Se de-
dica plenamente a vivir en la paz de su nuevo hogar, sin tomar nin-
guna parte en la poltica. Yo llevo una vida tranquila al lado de mi
mujercita. Era ya tiempo de descansar.En ese tiempo de descansar, entre la vida de recin casado y de
funciones legislativas, Vicua Mackenna rene todos los materiales
necesarios para escribir una de sus obras fundamentales: laHistoria
crtica y social de la ciudad de Santiago desde su fundacin hasta
nuestros das (1541-1868). Ms que la obra de un historiador, el
libro se recibi como el jugoso fruto de una labor de varios aos,realizada con todo el amor del literato y toda la ardiente pasin del
enamorado de las aejas tradiciones..
En los propsitos de su extensa obra, su autor seala en el
prefacio: Oportunamente el fro observador de nuestro modo de ser
poltico y social, o puramente domstico, como pueblo, como
comuni-
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dad, como familia, decidir, por consiguiente, si el retrato de nuestro
actual Santiago es una copia fiel de su original, y si han sido agru-
pados con desgreo o fortuna los singulares matices de raza y cos-
tumbres, vicios y grandezas, virtudes y preocupaciones que en eltranscurso de los siglos han venido acumulndose en el vasto lienzo
de nuestra presente sociabilidad.
Slo entonces tambin podr formarse cabal concepto el crtico
sagaz sobre s el Santiago de hoy da, brillante, opulento, beato,
chismoso, eternamente asomado a la ventana del vecino, nobilsimo
de sangre, valiente, aristocrtico en todo, y ms que ninguna otracosa, llamada mrito o defecto, parsimonioso de su hacienda, es el
mismo Santiago que fund Pedro de Valdivia con su hueste de
extremeos, es el mismo del cual los vizcanos se hicieron absolutos
dueos en los siglos del coloniaje, y por ltimo, el mismo que de los
mstiles del corsarioAtacama divis venir sobre nuestras playas las
naves de Pareja.Para escribir la historia de su dudad natal, Vicua Mackenna revis
archivos y documentos de la ms variada procedencia, desde papeles
de familia a la actas del Cabildo de Santiago, y de relaciones e
historias de los primeros cronistas a libros y memorias y de viajeros
extranjeros que haban pasado por Chile en pocas anteriores.
Materiales todos preparados cuidadosamente despus de un largoestudio y de investigacin laboriosa y paciente. Historia, al fin,
narrada a la gran familia chilena por uno de sus ms humildes
miembros.
El autor de la amensima Historia de Santiago dedica su obra a doa
Carmen Mackenna de Vicua, su madre, y a doa Magdalena Vicua
de Subercaseaux, su suegra, dos seres queridos que el amor
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rene en un solo nombre, y para quienes el culto de mi alma es una
ofrenda infinita de admiracin y de ternura por todo lo que hay de
puro, de noble, de sublime en el alma de la mujer y de la madre.
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VIAJE ALREDFDOR DEL MUNDOCON SU AMADA
(1870-
1871)
El inicio del ao de 1870 sorprende a Benjamn Vicua
Mackenna un largo viaje por pases europeos. No anda en misiones
confidenciales de agente del gobierno, ni en andanzas -angustiosas
de un destierro, ni un vagar aventuras muchas en la curiosidad de
verlo nuevamente todo. Se haba embarcado en Valparaso con
Victoria, su joven esposa, que necesitaba de lugares de reposo y
aguas termales para reparar su salud quebrantada. Un viaje por
razones mdicas, entonces. Aun as, l viaje mismo era ya una receta
de distraccin, de conocimiento y de nimo renovado. Qu
profusin de vida he encontrado en estos pueblos
-dice don Benjamn cuando llegan a Francia, qu abundancia de
placeres qu alegra en todos los nimos. Pars est transformado y el
que yo conoc hace 15 aos no es sino una sombra del presente.
- Pero Pars est alegre para los que quieren alegrarse, no para
los Vicua, que tienen que pagar precios de prncipes en el hotel
donde
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se hospedan. Adems, son das de riguroso invierno: Ni un da, ni
una hora de sol. Vivimos en una niebla glacial y desde que llegarnos
apenas sabemos si en este hemisferio hay o no cielo.
Sus excursiones por las avenidas, los museos, los teatros le regocijanel nimo, sobre todo cuando visita, en el bosque de Bolonia1, la casa
donde vivi Lamartine, el poeta y pensador por el cual tena una gran
admiracin. Se conmueve por la humildad del lugar y de la sencilla
sala de trabajo del autor de Los girondinos. Una emocin intensa,
dolorosa y, a la vez, fecunda en bienes para el espritu, experimenta
Vicua Mackenna despus de recorrer la ilustre casa.De Pars se irn a Londres y lleg a Bruselas, buscando siempre
regiones de climas benignos para su joven esposa. Robando leves
ratos a deberes que gravitan ms hondamente sobre mi corazn y lo
preocupa, escribe amenas, entretenidas y detalladas crnicas de
viaje que enva regularmente a las pginas de El Mercurio. El porte-
o diario le remite, mes a mes, 500 francos o 200 libras esterlinas enpago de sus colaboraciones.
Estas colaboraciones, que firmaba con al seudnimo de San-Val
(revelador de su siempre entraable apego a Santiago ya Valparaso,
sus ciudades amadas), permiten seguir todo el vasto itinerario viajero
y de sucesos palpitantes de la poca, que recorre y vive Vicua
Mackenna en busca de climas y aguas propicias a la salud de su es -posa. En Baden-Baden, por ejemplo, al pie de las colinas de la Selva
- Negra, nos quedamo s ocho das, y habramos pasado all das
muy agradables sin el tiempo que hasta aqu, como en todas partes,
nos ha sido muy hostil.
Estn en una ciudad y otra, sin horario fijo y sin obligaciones
que desvelen sus sueos. Preparan sus propias excursiones y cami-
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natas. Visitan tal o cual lugar interesante por su historia, por su
arte, por su riqueza cultural.
Porque esto de visitar en cada dudad a que se llega, el museo, las
iglesias tales, el palacio cual, y sta, aqulla y la otra curiosidad queos apuntan los guas o los ociosos ciceroni de los hoteles, es tarea
para los santos o para los tontos; y por lo que a m toca, ms bien
preferira que me dejasen en la primera cama vacante del hospital
vecino a la estacin del ferrocarril, que el que me lleven al trote y
con la lengua de fuera, como suelen andar algunos fieles ingleses,
visitandalo que maldita la gana tengo de ver.En los inicios del grato verano de 1870 se encuentran los Vicua en
Luxeuil, la ciudad francesa de famosas aguas minerales y de una
tranquilidad aldeana. Tranquilidad ni siquiera alterada por la guerra
franco-alemana que recin ha estallado (veo desfilar unos cuantos
jvenes paisanos que ayer cantaban en la paz de la selva y del
sembrado y que hoy, saco a la espalda, marchan, cantando tambin. ala matanza).
En Luxeuil, Benjamn y Victoria tratan de llevar una vida lo ms
agradable posible, como puede serlo en un lugarejo sin recursos.
Se levantan temprano, toma ella su bao ferruginoso, y despus de
un reposo pasean en carruaje un par de horas. Ya no nos queda
aldea, ni bosque, ni montaa en la vecindad que no hayamos visita-do. Como ya hace calor pasamos el resto del da en la casa hasta la
tarde, en que paseamos a pie.
- Mientras recorre los alrededores del lago Leman, en el
cordn de las montaas de la Suiza, Vicua Mackenna recibe
noticias de la guerra y se informa de las primeras derrotas de los
franceses. En una de sus crnicas escribe:
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La indignacin pblica contra Napolen (111) es intensa, irre-
conciliable. Su juego ya est hecho, y aunque l ha asegurado que no
volver a Pars sino muerto o vencedor, nos parece ms seguro que
no volver de ninguna manera. En fin, Napolen ha jugado su tronoy lo ha perdido. Ahora lo que se tratar saber es quin lo hereda, los
Orlens, la repblica o el comunismo. He ah la obra del gran
emperador. Pobre y noble Francia, mereca mejor suerte!. -
Los acontecimientos blicos en territorio francs (cuando haca
mi paseo de la tarde en un carruaje, al encontrar un destacamento de
lnea que marchaba la culata al aire, no pude menos de saludarlescon un grito de Vive la Republiqu! que fue calurosamente contesta-
do) deciden, a Benjamn y a Victoria, viajar a Espaa (Sevilla, Ma-
drid, Cdiz) y luego a Italia, navegando por el mar Mediterrneo va
isla de Malta (pocas veces hemos encontrado en la redondez del
mundo un fragmento de tierra ms ingrato, ms montono y triste
que el territorio de Malta) con destino a la esperada Npoles.La napolitana ciudad es su dicha y su residencia de inolvidables
momentos: Npoles, con su cielo glorioso, su valioso museo y sus
teatros de primer orden me deparan impagables horas de regocijo y
estudio. Por su parte, doa Victoria, en familiar carta a su madre, le
escribe: Benjamn, mam, ha sacado los pies del plato; no pierde
noche de teatro y no se conforma con dejar de ver nada, as que meha abandonado completamente.
La verdad es que Benjamn no se desapega jams de su amada
esposa, aun realizando una incansable laboriosidad literaria, preocu-
pado su corazn siempre de la salud de su dulce mujer. El mapa
geogrfico de lugares, ciudades y pases no pareciera tener trmino
sino despus que Roma, Florencia, Berna, Berln, Maguncia, los Piri-
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neos les han entregado sus atractivos panoramas. Los paseos son
esplndidos para los que tienen buenas pantorrillas y ojos a prueba
de abismos.
A fines de octubre de 1871, Benjamn Vicua Mackenna y Victoria
Subercaseaux regresaban a Chile, tras un periplo de casi dos aos de
ver y de vivir y de sentir las realidades y costumbres de otras lejanas
tierras.
La prensa de la poca recibe a anchas pginas el feliz regreso de
Vicua Mackenna, complacindose en darle la bienvenida1 con
tanta mayor razn cuanto que vuelve despus de haber logrado lo
que fue buscar a Europa, la salud de su apreciable esposa.
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VEN A SER NIENDENIVE DESANTIAGO
(1872 -1875)
Alejado temporalmente de toda figuracin pblica y dedicado
ms bien a sus trabajos literarios (borroneando papel a razn de
veinte horas por da), Vicua Mackenna se encontraba en la tran-
quilidad de su casa de campo cuando, en abril de 1872, recibe unacorts pero perentoria carta de) Presidente de La Repblica, su dis-
tinguido y antiguo amigo Federico Errzuriz: Ven a ser Intendente
de Santiago, y aunque no lo quieras, lo sers.
En un comienzo no pareci entusiasmarse con el presidencial
ofrecimiento. Ms bien se sinti tentado en rechazar tan honroso car-
go. Y slo despus de algunos meditados das, su aceptacin no sehizo esperar. Creo deca Vicua Mackenna, reflexionando sobre
el ofrecimiento, y sin duda no me engao, que fue precisamente
porque tengo alguna cultura, alguna mediana galantera con las se-
floras y regular educacin con todo el mundo, y estaba recin llegado
de Europa, esto es, estaba empapado en todas las ideas y prcti-
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cas de la cultura moderna con relacin a la edilidad de las ciudades y
al gobierno domstico de los pueblos.
La designacin de Vicua Mackenna como Intendente de Santiago
era recibida con el mayor inters por los santiaguinos, que vean enl al ms laborioso y activo de los vecinos. Era el hombre preciso e
indicado para asumir tan pblicas tareas. Santiago no pasaba, por
entonces, de 130 mil habitantes y la ciudad, de calles polvorientas y
casas bajas, todava dorma cierto sueo colonial.
El mismo autor de la Historia de Santiago escriba en las pginas de
su atrayente obra: A la verdad, la ltima transformacin que hadescendido sobre Santiago es la de los adobes. El mojinete se ostenta
todava orgulloso de sus tradiciones y de su inmensa mayora sobre
los nuevos y variados frontispicios de la ciudad. En cuanto al orden
arquitectnico de las residencias de Santiago, considerado con rela-
cin exclusivamente al arte y al buen gusto, lo que predominaba y
admiraba en l era su pesada, interminable, nunca alterada monoto-na. Santiago era y es todava una ciudad para ser vista, no por de
fuera, como Lima o Buenos Aires, sino en su interior, en sus patios
como plazas.
Gran tarea le esperaba, entonces, al siempre desafiante Vicua
Mackenna. Su entusiasmo y dedicacin fueron sus impulsos desde
los primeros momentos. El mismo da de asumir su honroso cargo daa conocer un proyecto de mejoras de la ciudad capital. Su plan era
transformar Santiago en sus calles, sus barrios, sus ornatos, en sus
pavimentos, en sus rentas, en sus policas. Se piensa en su seguridad,
en su embellecimiento, en todo cuanto pueda hacer cmoda y alegre
la vida de sus habitantes.
Das despus, comentando el ambicioso plan general del Inten-
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dente,El Ferrocarrilescriba: Es verdaderamente colosal el campo
de trabajo que abarca la mirada del nuevo presidente de nuestra
edilidad. Aqu proyecta una plaza y una estatua, ms all un soberbio
paseo, un poco ms all la reconstruccin de nuestros barrios pobres.Se propone maravillas. Casi es para creerse en pleno sueo de las
Mil y una Noches.
Pero Vicua Mackenna, con su laboriosidad infatigable, har rea-
lidad ese pleno sueo de las Mil y una Noches. Las tareas se ponen
en marcha. l mismo est a la cabeza de nuevas obras o preside co-
misiones. Su actividad levanta asombros. Una actividad que raya enmaravilla.
El seor Vicua Mackenna ha hecho de su gabinete de intendente
ua verdadera tienda de campaa, escribe la prensa santiaguina.
Ah se saluda a la aurora y se est en el trabajo hasta la
medianoche. Nada se ha escapado a la mirada de nuestro primer edil,
ni nada ha sido descuidado por l. Se ha ocupado de nuestras fiestasy de nuestros dolores, organizando lazaretos, organizando
exposiciones de artes e industria, delineando y construyendo plazas,
avenidas, paseos. Aguardemos un poco y Santiago se ostentar
joven, hermoso, regenerado.
Motivado por su programa de trabajo y del embellecimiento de la
capital, Vicua Mackenna escriba La transformacin de Santiago,volumen en el cual recoge sus principales notas e indicaciones de su
amplio proyecto: la canalizacin del ro Mapocho (pues su lecho no
es ms que un depsito de inmundicias), la construccin del Cami-
no de Cintura (para facilitar las comunicaciones y el trfico), am-
pliacin del servicio de agua potable, apertura de nuevas plazas en
diversos barrios, terminacin del Mercado Central, construccin de
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edificios especiales para las escuelas municipales, apertura de calles,
canalizacin de las acequias que atraviesan la dudad, creacin de un
nuevo Matadero, fundacin de casas de diversin popular, y otros
fundamentales e importantes rubros que el seor Intendente pona enconocimiento de la ilustre Municipalidad, del Supremo Gobierno y
del Congreso Nacional.-Vicua Mackenna recibe elogios ye] respaldo de los santiaguinos:
Mientras inunda cada da los diarios de Santiago con sus decretos.
sus circulares, sus notas, sus rdenes, sus interrogaciones, sus res-
puestas, todava halla tiempo para compaginar un grueso volumensobre la transformacin de Santiago. Qu hermoso, salubre, festivo
sera Santiago as transformado!.
En septiembre de 1872 se inaugura la primera Exposicin nacio-
nal de artes e industrias, que exhibe objetos, planos y curiosidades
histricas y antiguas de corisiderable valor. En pleno desarrollo de la
exitosa muestra, una distinguida dama santiaguina escribi al Inten-dente preguntndole si ya han sido retiradas de la Exposicin todas
las indecencias que haba al1.
Vicua Mackenna le respondi que no tena intervencin en la
Exposicin por haberse nombrado una comisin que lo hace todo,
pero nada he obtenido, porque la comisin sostiene que las estatuas
no tienen inconveniente alguno, y aaden que el Papa tiene el Museodel Vaticano, donde toma su diario paseo, lleno de estatuas des-
nudas.
La ofendida dama volvi a escribir pidindole, en su nombre y
en el de sus amigas, la devolucin de los objetos que haba facilitado
para la Exposicin.
Pero el sabio Intendente no est para rplicas e incidentes oca-
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sionales, sino preocupado de costear, por suscripcin pblica, un
monumento en homenaje a las vctimas del incendio de la iglesia de
la Compaa. O de los preparativos de un baile en el Mercado Cen-
tral. O de dar a la estampa la segunda parte de su Historia de
Valparaso, cuyo tomo primero se haba publicado en 1869.0 de ce-
nar el ao con una original exposicin de flores a la subida del cerro
Santa Luca.
La administracin de Vicua Mackenna no slo se limita a su
gabinete de trabajo o a sus tareas de comisiones en la ciudad. En
carruajes o al galope de caballo decide recorrer personalmente la
provincia e imponerse de las realidades en el terreno mismo. Visita
Tiltil, Caleu, Renca, Quilicura, Curacav, Pudahuel, Melipilla,
Pomaire. En todos los lugares, aldeas y poblados se le recibe con
entusiasmo. Y se le prodiga el ttulo de Heraldo del progreso.
Recorre escuelas, hospitales, servidos pblicos, constata el estado de
los puentes y de los caminos. Prest odo a toda queja, anota un
cronista, atendi toda peticin, oy al humilde y al poderoso, y
sostuvo eficazmente toda iniciativa de bien pblico. Envuelto en
una nube de polvo tras el galope de su caballo, el Intendente segua
su ruta, sin temerle al sol del verano, hacia el prximo poblado.
En abril de 1875, a tres aos de estar en el cargo, Benjamn VicuaMackenna presenta su renuncia como Intendente de Santiago. La
actividad partidaria y poltica lo llamaba a cumplir otras obliga-
dones. Aunque se le haba reelegido para un nuevo perodo consti-
tucional, consideraba que ya haba dado lo suyo en beneficio de la
dudad natal.
El santiaguino de los santiaguinos, como se le llam, dejaba efec-tivamente un Santiago transformado con mil nuevas obras de pro-
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greso y urbano desarrollo. Nada, o bien poco, habra podido hacerse
en los ltimos aos sin la actividad; la inteligencia, la inventiva
creadora del seor Vicua Mackenna, afirmaba El Ferrocarril en
uno de sus editoriales.Las obras ms considerables de la edilidad santiaguina se deben a
los recursos extraordinarios procurados por su presidente. Ah estn
atestigundolo el Santa Luca, el Camino de Cintura, la canalizacin
del Mapocho, las avenidas que han facilitado las comunica-dones,
embellecido la ciudad, aumentando los barrios cmodos y los barrios
elegantes.Vicua Mackenna dejaba la Intendencia de Santiago no sin antes
dejar por escrito una documentada exposicin de los trabajos
emprendidos y ejecutados bajo su administracin. Pginas que testi-
monian los afanes y los maravillamientos por el progreso de un San-
tiago de 1875.
La admirable labor edilicia de Vicua Mackenna echaba por la bordaaquellas murmuraciones de aristcrata y derrochador, como se le
tildaba, de haber servido de empresario de fiestas, inaugura-dones y
bailes, de haberse convertido en azote de los pobres y de haber
propiciado obras fantsticas e improductivas.
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