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    MODELOS DE CULTURA. TERRY EAGLETON

    Cultura es una de las dos o tres palabras ms complicadas de la lengua inglesa, aunque el trmino que a veces se

    toma por su opuesto, naturaleza, parece llevarse la palma. Pese a que hoy da se ha puesto de moda ver la

    naturaleza como un derivado de la cultura, la cultura, etimolgicamente hablando, es un concepto derivado de la

    naturaleza. Uno de sus significados originales es produccin, o sea, un control del desarrollo natural.1 Pasa algo

    parecido con las palabras que usamos para referirnos a la ley y a la justicia, o con trminos como capital,

    reserva, pecuniario y de ley.2 En ingls, coulter, una palabra de la misma familia que cultura, designa la

    reja del arado.3 As pues, la palabra que usamos para referirnos a las actividades humanas ms refinadas la hemos

    extrado del trabajo y de la agricultura, de las cosechas y del cultivo. Francis Bacon habl del cultivo y abono de los

    espritus, jugando con la ambigedad entre el estircol y la distincin intelectual. A esas alturas, cultura

    significaba una actividad, y eso fue lo que signific durante mucho tiempo, antes de que pasara a designar una

    entidad. Incluso as, hubo que esperar a Mathew Arnold para que la palabra se desprendiera de adjetivos como

    moral e intelectual y se convirtiera, sin ms, en cultura, o sea, en una abstraccin. Etimolgicamente

    hablando, pues, la expresin materialismo cultural resulta algo tautolgica. En principio, cultura design un

    proceso profundamente material que luego se vio metafricamente transmutado en un asunto del espritu. La

    palabra, pues, registra dentro de su desarrollo semntico el trnsito histrico de la humanidad, del mundo rural al

    urbano, de la cra de cerdos a Picasso, de la labranza del campo a la escisin del tomo. En trminos marxistas,

    cultura abarca base y superestructura en un solo concepto. Probablemente, detrs del placer que obtenemos de

    la gente cultivada quiz se oculta una memoria ancestral de sequa y hambruna. Pero la inversin semntica

    tambin resulta paradjica: las personas cultivadas acaban siendo los habitantes del medio urbano, mientras que

    los que realmente viven labrando el campo no lo son. En efecto, los que cultivan la tierra tienen menos

    posibilidades de cultivarse a s mismos; la agricultura no deja tiempo libre para la cultura. La raz latina de la palabra

    cultura es clere, que puede significar desde cultivar y habitar, hasta veneracin y proteccin. Su significado

    como habitar ha evolucionado desde el latn colonos al actual colonialismo; por eso, ttulos como Cultura y

    colonialismo tambin resultan medio tautolgicos. Pero clere tambin desemboca, a travs del latn cultus, en el

    trmino religioso culto; luego, en la era moderna, la idea de cultura acabar adquiriendo un valor religioso y

    trascendente, cada vez ms apagado y decado. Las verdades culturales -sean las del arte o las de tradiciones

    populares- a veces resultan sagradas, o sea, algo que hay que proteger y adorar. La cultura, pues, hereda el

    majestuoso manto de la autoridad religiosa, pero tambin sus incmodas afinidades con la ocupacin y la invasin

    Entre esos dos polos, uno positivo y uno negativo, queda localizado el concepto de cultura, una de esas raras ideas

    que han resultado tan decisivas para la izquierda como vitales para la derecha; razn por la que su historia social

    resulta extraordinariamente enredada y ambivalente.

    Por un lado, la palabra cultura seala una transicin histrica decisiva, pero, por otro, encierra por s sola una

    serie de aspectos filosficos claves. Para empezar, controversias como la de la libertad y el determinismo, la accin

    y la reaccin, el cambio y la identidad, lo dado y lo creado, cobran una misma importancia. Entendida como un

    control organizado del desarrollo natural, la cultura sugiere una dialctica entre lo artificial y lo natural, entre lo que

    hacemos al mundo y lo que el mundo nos hace a nosotros. Desde un punto de vista epistemolgico, es un concepto

    realista, puesto que implica la existencia de una naturaleza o material crudo ms all de nosotros mismos; pero

    tambin posee una dimensin constructivista, puesto que ese material crudo se ha de elaborar de una forma

    significativa en trminos humanos. Ms que deconstruir la oposicin entre cultura y naturaleza, lo importante es

    entender que el trmino cultura ya incluye en s mismo esa deconstruccin.

    Comentario [u1]: 1. Produccin(explotacin, aprovechamiento), en inglshusbandry, que se puede traducirdirectamente por agricultura oganadera (.animal husbandry), perocuyo significado general es acopio yadministracin de productos y mercancas.Control traduce a tending, literalmentecuidar, mantener (un campo, un

    jardn), pero tambin vigilar existenciaso reservas (un stock). (N. del t.)

    Comentario [u2]: 2. En ingls, sterling,esterlina. (N. del t.)

    Comentario [u3]: 3. En latn, culter, tri.es cuchilla, navaja, hocino. Encastellano antiguo, el cultiello (decultellus) tambin era un cuchillo (N. del t)

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    En un giro dialctico posterior, los medios culturales que usamos para transformar la naturaleza se extraen de ella

    misma. Esta idea queda expresada mucho ms poticamente por Polxenes en E l cuento de invierno:

    Pero la naturaleza no mejora con ningn medio,

    salvo el que crea ella misma; as, sobre el arte

    que, segn t, emula a la naturaleza, est el arte

    que ella crea l...j Es un arte

    que enmienda a la naturaleza, la cambia, pero

    el arte mismo es naturaleza.4

    (Acto IV, escena IV)

    As pues, la naturaleza produce la cultura que, a su vez, transforma a la naturaleza, tema muy frecuente en esas

    comedias tardas de Shakespeare en las que la cultura se representa como el instrumento de una constante

    recreacin de la naturaleza.

    En La tempestad, desde luego, Ariel es poder etreo, mientras que Calibn encarna la inercia terrena, pero

    encontramos un juego ms dialctico entre cultura y naturaleza en la descripcin que hace Gonzalo de Fernando

    nadando desde el barco naufragado:

    Seor, quiz est vivo. Le vi cmo bata

    las olas y cabalgaba sobre ellas.

    Segua a flote y rechazaba la embestida

    de las aguas, afrontando el oleaje.

    Su audaz cabeza descollaba sobre olas

    en combate y, remando con brazos vigorosos,

    alcanz la costa 5

    (Acto 11, escena I)

    Nadar es una buena imagen para describir ese tipo de interaccin, puesto que el nadador produce activamente la

    corriente que lo sostiene, es decir, doma las olas para que vuelvan a impulsarle. Fernando bate las olas para

    cabalgar sobre ellas, o sea, avanza y se abre paso en un ocano que no es un simple material maleable, doblega

    algo que pugna, algo antagnico y resistente a la accin humana. Sin embargo, es esa misma resistencia la que le

    permite actuar sobre ese ocano. La naturaleza produce por s misma los medios para trascenderse, de un modo

    parecido al suplemento derrideano, contenido ya en todo aquello a lo que suple. Segn veremos ms adelante,

    este derroche gratuito que denominamos cultura posee una extraa necesidad. La naturaleza siempre tiene algo de

    cultural, mientras que las culturas se construyen a base de ese trfico incesante con la naturaleza que llamamos

    Comentario [u4]: 4. El cuento deinvierno, Madrid, Espasa-Calpe, 2000, pg.

    111.. Yt nature s made better by nomean/ But nature makes that mean; soover that art,/Which you say adds tonature, is an art/That nature makes... Thisis an art/Which does mend nature -changeit rather, but/The art itself snature.

    Comentario [u5]: 5. La tempestad,Madrid, Austral, 1997, pg. 70. Sir, he maylive/ I saw hm beat the surges underhm,/And ride upon their backs, he trod

    the water,/ Whose enmity he flung aside,and breasted/The surge most swolnthat met him; his bold head/'Bove thecontentious waves he kept, andoared/Himself with his good arms in lustrystroke/ To th' shore...Eagleton atribuye este pasaje a Gonzalo, elviejo consejero, pero son palabrasde Francisco, uno de los nobles (N. del t.)

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    trabajo. Las ciudades se levantan con arena, madera, hierro, piedras, agua y otros elementos, y por lo tanto tienen

    de natural lo mismo que los paisajes buclicos tienen de cultural. El gegrafo David Harvey cree que la ciudad de

    Nueva York no tiene nada de innatural, y duda que los pueblos tribales se puedan considerar ms prximos a la

    naturaleza que Occidente.6 Originalmente, la palabra manufactura significa trabajo manual y, por tanto,

    encierra un sentido orgnico, pero con el tiempo adquiere el significado de produccin mecnica en masa y el

    tono peyorativo de lo artificial, como cuando se dice crear divisiones donde no las hay.7

    En su sentido original como produccin, la cultura evoca un control y, a la vez, un desarrollo espontneo. Lo

    cultural es lo que podemos transformar, pero el elemento que hay que alterar tiene su propia existencia autnoma,

    y esto le hace participar del carcter recalcitrante de la naturaleza. Pero la cultura tambin es un asunto de seguir

    reglas, y en esa medida tambin implica una interaccin entre lo regulado y lo no-regulado.

    Seguir una regla no es como obedecer una ley fsica, pues implica una aplicacin creativa de la regla en cuestin.

    Por ejemplo: 2,4,6,8,10,30 podra representar perfectamente una secuencia definida por una regla distinta a la que

    uno cree. Realmente, no puede haber reglas para aplicar las reglas, so pena de regreso infinito. Sin este carcter de

    continua apertura, las reglas no seran reglas, igual que las palabras tampoco seran palabras, pero esto no significa

    que cualquier movimiento pueda valer como una manera de seguir una regla. Seguir una regla no es una cuestin ni

    de anarqua ni de autocracia Las reglas, como las culturas, ni son completamente aleatorias ni estn rgidamente

    determinadas, lo cual quiere decir que ambas entraan la idea de libertad. Alguien que estuviera totalmente

    eximido de las convenciones culturales no sera ms libre que alguien que fuera esclavo de ellas.

    La idea de cultura, pues, implica una doble negativa: contra el determinismo orgnico, por un lado, y contra la

    autonoma del espritu, por otro. Supone un rechazo tanto del naturalismo como del idealismo, afirmando contra el

    primero el hecho de que dentro de la naturaleza hay algo que la excede y la desmonta; y contra el idealismo, que

    incluso la produccin humana de condicin ms elevada echa sus ms humildes races en nuestro entorno biolgico

    y natural El hecho de que cultura (a este respecto, tambin naturaleza) pueda funcionar como trmino

    descriptivo y como trmino valorativo, el hecho de que pueda designar lo que efectivamente ha tenido lugar, pero

    tambin lo que debera tener lugar, resulta crucial para esta doble oposicin al naturalismo y al idealismo. El

    concepto se opone al determinismo, pero tambin expresa un rechazo del voluntarismo. Los seres humanos no son

    meros productos de sus entornos, pero esos entornos tampoco son pura arcilla que puedan usar para darse la

    forma que quieran. La cultura transfigura la naturaleza, pero es un proyecto al que la naturaleza impone lmites

    estrictos. La palabra cultura contiene en s misma una tensin entre producir y ser producido, entre racionalidad

    y espontaneidad que se opone a la idea ilustrada de un intelecto inmaterial y desencarnado, pero que tambin

    desafa al reduccionismo cultural imperante en gran parte del pensamiento contemporneo. Alude, incluso, al

    contraste poltico entre evolucin y revolucin, -la primera como orgnica y espontnea, la segunda artificial y

    volu-, y, por tanto, insina cmo se podra ir ms all de esta anttesis agotada. Combina, de una forma extraa, el

    desarrollo espontneo y la planificacin, la libertad y la necesidad, la idea de un proyecto consciente, pero tambin

    la de un excedente imprevisto. Y si esto es cierto de la palabra, otro tanto habra que decir de algunas de las

    actividades a las que hace referencia. Cuando Friedrich Nietzsche busc una actividad que pudiera desmantelar la

    oposicin entre libertad y determinismo, opt por la experiencia artstica, una experiencia a travs de la cual el

    artista no slo se siente libre y sometido a la necesidad, creativo y a la vez condicionado, sino que llega a percibir

    cada uno de estos elementos en trminos de los otros, logrando as que esas viejas dicotomas, un tanto

    desgastadas, acaban mostrando su carcter irresoluble.

    Comentario [u6]: 6. Harvey, David,Nature and the Geography of Difference,Oxford, 1996, pgs. 186-188.

    Comentario [u7]: 7. Literalmente:manufacturing divisions where noneexit. (N. del t.)

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    Hay otro sentido en el que la palabra cultura ofrece esas dos caras, pues tambin puede sugerir una divisin en

    nuestro propio interior, una divisin entre esa parte de nosotros mismos que cultivamos y refinamos, y esa otra

    parte que sirve como material crudo para ese refinamiento. En efecto, una vez que la cultura se comprende como

    cultivo de uno mismo, suscita toda una dualidad entre las facultades superiores y las inferiores, entre la voluntad y

    el deseo, entre la razn y la pasin; dualidad, eso s, que siempre trata de superar. La naturaleza ya no es la

    sustancia del mundo, sino la sustancia amenazadoramente apetitiva del ego. Como cultura, naturaleza

    tambin significa las dos cosas, lo que nos rodea y lo que yace dentro de nosotros; los ciegos impulsos interiores se

    pueden equiparar fcilmente a las fuerzas anrquicas del exterior. La cultura, pues, es un asunto de auto

    superacin, pero tambin de autorrealizacin.

    Eleva al yo, pero tambin lo disciplina, uniendo lo esttico y lo asctico. La naturaleza humana no es en absoluto lo

    mismo que un campo de remolacha, pero necesita ser cultivada como un campo; la palabra cultura nos

    transporta de lo natural a lo espiritual, y en esa medida sugiere una afinidad entre esos dos mbitos. Somos seres

    culturales, pero tambin somos parte de la naturaleza sobre la que ejercemos nuestro trabajo.

    De hecho, parte del meollo de la palabra naturaleza es que nos recuerda el continuum entre nosotros mismos y

    nuestro entorno, mientras que cultura sirve para destacar la diferencia.

    En este proceso de auto creacin, de accin y pasividad, lo enrgicamente deseado y lo puramente dado se unen

    una vez ms; esta vez en los propios individuos. Nos parecemos a la naturaleza en que, como ella, se nos empuja a

    darnos forma, pero nos distinguimos de ella en que nos podemos dar esa forma a nosotros mismos, introduciendo

    as en el mundo un grado de auto reflexividad al que no puede aspirar el resto de la naturaleza. Como cultivadores

    de nosotros mismos, somos barro en nuestras propias manos, somos redentores e impenitentes al mismo tiempo,

    sacerdotes y pecadores en un solo cuerpo.

    Dejada a su aire, nuestra malvada naturaleza no alcanzar la gracia de la cultura de forma espontnea, pero esa

    gracia tampoco puede recaer violentamente sobre ella. Ms bien, debe cooperar con las inclinaciones de la

    naturaleza, para as inducirla a trascenderse a s misma. Para subsistir la cultura debe, como la gracia, funcionar

    como un potencial previo dentro de la propia naturaleza humana. Pero entonces esa apremiante necesidad de

    cultura significa que la naturaleza carece de algo, que nuestra capacidad para elevarnos hasta alturas que no

    alcanzan otras criaturas vivas nos es totalmente necesaria porque nuestra condicin natural es mucho ms

    innatural que la de nuestros semejantes. En fin, la palabra cultura no slo esconde una historia y una poltica;

    tambin esconde toda una teologa.

    El cultivo, sin embargo, no es slo algo que nosotros podamos ejercer sobre nosotros mismos. Tambin puede ser

    algo que se puede ejercer sobre nosotros, especialmente a travs del Estado poltico. Para que el Estado sedesarrolle, debe inculcar a sus c iudadanos unos tipos adecuados de disposiciones espirituales y eso es lo que la idea

    de cultura o Bildung significa para esa venerable tradicin que va de Schiller a Mathew Arnold.8

    En la sociedad civil, los individuos viven en un estado de antagonismo crnico, impulsado por intereses opuestos;

    pero el Estado es esa esfera trascendente en la que las divisiones se pueden reconciliar armoniosamente. Sin

    embargo, para que ocurra esto, el Estado ya debe haber ejercido su accin en la sociedad civil, aplacando los

    rencores y refinando las sensibilidades.

    Comentario [u8]: 8. Esta corriente seanaliza bien en Lloyd, D. y Thomas, P.,Culture and the State, Nueva York yLondres, 1998. Vase tambin Hunter, Ian,Culture and Goverment, Londres, 1988,sobre todo el captulo 3.

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    Este proceso es lo que conocemos como cultura, o sea, un tipo de pedagoga tica que nos prepara para la

    ciudadana poltica mediante el desarrollo libre de un ideal o yo colectivo que todos llevamos dentro, un yo que

    encuentra su expresin suprema en la esfera del Estado. En esta lnea, Coleridge afirm la necesidad de fundar la

    civilizacin en la cultura, o sea, en el desarrollo armonioso de aquellas cualidades y facultades propias de nuestra

    humanidad. Para ser ciudadanos, primero debemos ser personas.9 El Estado, pues, encarna la cultura que, a su

    vez, es la plasmacin de nuestra comn condicin humana.

    Poner la cultura por encima de la poltica -ser primero seres humanos y luego ciudadanos- significa que la poltica se

    debe mover dentro de una dimensin tica ms profunda, sirvindose de los recursos de la Bildung y formando

    individuos para convertirlos en ciudadanos. sta es la retrica, si se quiere un poco exagerada, de la clase cvica.

    Pero puesto que la humanidad se entiende como una comunidad libre de conflicto, el fin ltimo no es la prioridad

    de la cultura sobre la poltica, sino, ms bien, la prioridad de la cultura sobre cualquier tipo de poltica. La cultura y

    el Estado son una especie de utopa anticipada que suprime el conflicto a un nivel imaginario, conflicto que, por

    tanto, no necesitan resolver a nivel poltico. Sin embargo, nada menos inocente, en trminos polticos, que la

    denigracin de lo poltico en nombre de lo humano. De hecho, quienes proclaman la necesidad de un perodo de

    incubacin tica que prepare a los hombres y a las mujeres para la ciudadana poltica pueden ser los mismos que

    niegan a los pueblos coloniales el derecho al autogobierno hasta que sean suficientemente civilizados y puedan

    ejercer su propia responsabilidad. Pero claro, ignoran el hecho de que la mejor preparacin para la independencia

    poltica es la independencia poltica As pues, es irnico que un argumento en el que se pasa de la humanidad a la

    cultura y de sta a la poltica traicione, con su propia inclinacin poltica, el hecho de que el verdadero movimiento

    tiene lugar en sentido contrario: son los intereses polticos los que normalmente gobiernan a los culturales, y, al

    hacerlo, definen un modelo particular de la humanidad.

    Lo que la cultura hace, pues, es extraer nuestra comn humanidad de nuestra individualidad polticamente sectaria,

    liberando al espritu del mundo de los sentidos, arrebatando lo imperecedero a lo contingente y obteniendo unidad

    de la diversidad. Esto implica dos cosas: una especie de divisin interna, pero tambin una autocura, dos procesos a

    travs de los cuales nuestros desapacibles y sublunares egos no son anulados, sino refinados desde su interior por

    mediacin de una naturaleza humana ms ideal. La escisin entre el Estado y la sociedad civil, o sea, entre la forma

    en la que los ciudadanos burgueses desearan representarse a s mismos y la forma en la que, de hecho, se

    representan, se preserva, pero tambin se ve erosionada. La cultura es una forma de subjetividad universal que

    opera dentro de cada uno de nosotros, igual que el Estado es la presencia de lo universal dentro del mbito

    particularista de la sociedad civil. Como Friedrich Schiller plante en su Sobre la educacin esttica del hombre

    (1795):

    Todo hombre individual puede decirse que lleva en s, segn la disposicin y la destinacin, un hombre puro ideal; y

    el magno problema de la vida consiste en ajustar todas las modificaciones del individuo a la unidad inmutable del

    ideal interior. Este hombre puro, que ms o menos se manifiesta en cada sujeto, est representado por el Estado,

    que es la forma objetiva y, por decirlo as, cannica, en que la muchedumbre de los sujetos trata de unificarse.10

    En esta tradicin de pensamiento, pues, la cultura no se disocia de la sociedad, pero tampoco se identifica

    completamente con ella. En un sentido, es una crtica de la vida social; en otro, es cmplice de ella. An no se opone

    frontalmente a la facticidad, tal como ocurrir luego, cuando la corriente inglesa de Culture and Society empiece

    a desplegarse. En efecto, para Schiller la cultura es el verdadero mecanismo de lo que ms tarde se llamar

    hegemona, algo que conforma a los sujetos humanos a las necesidades de un nuevo tipo de gobierno, que los

    Comentario [u9]: 9. Coleridge, S. T., Onthe Constitution of Church and State, 1830,reeditado en Princeton, 1976, pgs. 42-43.

    Comentario [u10]: 10. Schiller,Friedrich, On the Aesthetic Education ofMan, In a Series of Letters, Oxford, 1967,pg. 17 (trad. cast.: Escritos sobre esttica,Madrid, Tecnos, 1991, pgs. 105-106).

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    remodela de arriba abajo, y los vuelve dciles, moderados, distinguidos, amantes de la paz, tolerantes y

    desinteresados agentes de ese orden poltico. Pero para hacer eso, la c ultura tambin debe actuar como un tipo de

    crtica inmanente o deconstruccin, alojndose en el interior de una sociedad no regenerada para as romper sus

    resistencias a las tendencias del espritu. Ms tarde, en la era moderna, la cultura se convertir o en una sabidura

    olmpica o en un arma ideolgica, en una forma aislada de crtica social o en un proceso totalmente engranado en el

    statu quo, pero aqu, en un momento anterior y ms esperanzado de esta historia, todava es posible ver a la cultura

    como una crtica ideal y como una autntica fuerza social.

    Raymond Williams rastre parte de la compleja historia de la palabra cultura, y distingui sus tres sentidos

    modernos ms bsicos.11 Desde sus races etimolgicas en el mundo del trabajo rural, la palabra adquiri, primero,

    un significado prximo a civilidad, y luego, en el siglo xviii, se volvi ms o menos sinnimo de civilizacin,

    entendida sta como un proceso general de progreso intelectual, espiritual y material. En efecto, la idea de

    civilizacin equipara los modales y la moralidad: ser civilizado consiste en no escupir en la alfombra o en no

    decapitar a los prisioneros de guerra. La palabra misma ya implica una correlacin sospechosa entre

    comportamiento educado y conducta tica, correlacin que en Inglaterra tambin se da en la palabra caballero

    (gentleman). Como sinnimo de civilizacin, el trmino cultura form parte del espritu general de la

    Ilustracin, con su culto al autodesarrollo secular y progresista. Durante mucho tiempo, la civilizacin fue una idea

    francesa -entonces se pensaba, y an hoy se piensa, que los franceses tienen el monopolio en lo de ser civilizados- y

    design tanto el proceso gradual de refinamiento social como el telos utpico hacia el que tenda. Pero mientras

    que la civilizacin francesa abarcaba de forma caracterstica la vida poltica, econmica y tcnica, la cultura

    alemana tena un significado ms estrictamente religioso, artstico e intelectual. Poda aludir al refinamiento

    intelectual de un grupo o de un individuo, pero no al de la sociedad como un todo. La civilizacin quitaba

    importancia a las diferencias nacionales, mientras que la cultura las subray. Desde luego, la tensin entre

    cultura y civilizacin tiene mucho que ver con la rivalidad entre Alemania y Francia.12

    En torno a finales del siglo xix, pues, a la idea de cultura le ocurren tres cosas. Para empezar, empieza a dejar de ser

    un s innimo de civilizacin y pasa a convertirse en su antnimo.

    Esto es un brusco y extrao viraje semntico que encierra en s s un giro histrico de enorme importancia. Como

    cultura, civilizacin tambin es un trmino parcialmente descriptivo y parcialmente normativo: puede servir

    para designar neutralmente una forma de vida (la civilizacin inca) o puede usarse para alabar una forma de vida

    por su humanidad, ilustracin y refinamiento. Hoy da, el adjetivo civilizado funciona de ese modo. Civilizacin

    quiere decir industrias, vida urbana, polticas pblicas, complejas tecnologas y cosas de ese estilo, pero como todo

    esto se considera un avance respecto a lo que hubo antes, civilizacin siempre funciona de las dos formas:

    descriptiva y normativamente. Significa la vida tal como la conocemos, pero dando a entender que es superior a la

    barbarie. Si, adems, la civilizacin no es slo una un etapa de desarrollo en s misma, sino un estado de

    permanente evolucin interna, entonces la palabra unifica hecho y valor todava ms. Cualquier estado de cosas

    existente implica un juicio de valor, puesto que lgicamente ha de ser una mejora de lo que hubo antes.

    Exista lo que exista, no slo est bien, s ino que es mucho mejor que lo que haba antes.

    Sin embargo, el problema empieza cuando los aspectos descriptivo y normativo de la palabra civilizacin

    empiezan a volar cada uno por su lado. En efecto, el trmino pertenece al lxico de una clase media preindustrial

    europea, impregnada de buenas maneras, refinamiento, politesse, y de un elegante sosiego en el trato social.

    Comentario [u11]: 11. Wilams,Raymond, Keywords, London, 1976 (trad.cast: Palabras clave. Un vocabulario de lacultura y la sociedad, Buenos Aires, NuevaVisin, 2000, pgs. 87 y sigs.). Esimportante tener en cuenta que Williams

    ya haba realizado buena parte de sutrabajo para la voz sobre cultura dePalabras clave tiempo atrs, cuandoescribi el ensayo de 1953 al que hagoreferencia en la nota 13.

    Comentario [u12]: 12. Vase Elias,Norbert, The Civilising Process, 1939,reimpreso en Oxford, 1994, cap. 1. (trad.cast.: El proceso de la civilizacin, Mxico,FCE, 1993).

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    Implica, por tanto, algo personal y algo social: el cultivo atae a un desarrollo armonioso e integral de la

    personalidad, pero nadie puede hacer eso aislado. El hecho de reconocer esta limitacin es lo que ayuda a que la

    cultura cambie su significado individual por su s ignificado social. La cultura requiere ciertas condiciones sociales; y

    puesto que esas condiciones pueden implicar al Estado, tambin puede tener una dimensin poltica. La cultura va

    a la par que el comercio, pues es ste el que acaba con la rudeza rural coloca a los hombres en una relacin

    compleja y pule sus toscos perfiles.

    Sin embargo, los industriales capitalistas herederos de esta era de optimismo tuvieron muchas ms dificultades

    para convencerse de que el hecho de la civilizacin no contradeca a la civilizacin como valor. En efecto, durante la

    primera fase de la civilizacin industrial capitalista, los jvenes deshollinadores desarrollaron cncer de escroto,

    pero era difcil considerar a ese hecho como un logro cultural equiparable a las novelas de Waverley o a la catedral

    de Reims.

    Entre tanto, hacia finales del siglo XIX, civilizacin tambin haba adquirido una serie de connotaciones

    necesariamente imperialistas que, a ojos de algunos liberales, eran suficientes para desacreditarla. Se necesitaba,

    pues, una nueva palabra que indicara cmo debera ser la vida social y no cmo era. Los alemanes adoptaron la

    palabra francesa Culture y, de ese modo, Kultur, Cultura, se convirti en la etiqueta de la crtica romntica y pre

    marxista de la primera fase del capitalismo industrial.

    La civilizacin designa algo sociable, una cuestin de cordialidad, de buen juicio y buenas maneras; la cultura, por el

    contrario, es un asunto absolutamente extraordinario, espiritual, crtico y elevado, y no algo que permita estar

    contento y a gusto con el mundo. Segn reza el tpico, la civilizacin es algo tpicamente francs; la cultura, algo

    inconfundiblemente alemn.

    Cuanto ms agresiva y degradada parece la civilizacin, ms se reafirma el carcter crtico de la idea de cultura. La

    Kulturkritik est en guerra con la civilizacin, en vez de concordar del todo con ella. Durante un tiempo, se crey

    que la cultura iba a la par que el comercio; ahora esas dos cosas estn ms reidas. Como Raymond Williams dice:

    En el siglo xix, la misma palabra que haba indicado un proceso de instruccin dentro de una sociedad asentada, se

    convirti en el foco de una reaccin profundamente significativa a una sociedad envuelta en un cambio radical y

    doloroso.13 En consecuencia, una de las razones que explica el surgimiento de la cultura es el hecho de que la

    civilizacin dejara de sonar como un trmino de aprobacin. El final del siglo xix asiste al surgimiento del

    Kulturpessimismus, cuyo documento ms importante quizs sea La decadencia de Occidente, de Oswald Spengler,

    aunque tambin encuentra alguna resonancia inglesa en un libro de F. R. Leavis de ttulo muy significativo: Mass

    Civilisation and Minority Culture.

    Sobra decir que la cpula que aparece en este ttulo expresa una contraposicin ms que evidente. Aunque lacultura deba implicar una autntica crtica, tambin debe retener su dimensin social. No puede terminar

    retrocediendo a su antiguo sentido de cultivo individual. La clebre anttesis de Coleridge en On Constitution of

    Church and State, la distincin permanente y el contraste ocasional entre cultivo y civilizacin, presagia buena

    parte del destino del mundo durante las dcadas siguientes. Nacido en el seno de la Ilustracin, el concepto de

    cultura arremete con crueldad edpica contra sus propios progenitores. La civilizacin resultaba abstracta,

    alienada, fragmentada, mecnica, utilitaria, esclava de una burda fe en el progreso material; la cultura, en cambio,

    se vea como global, orgnica, sensible, autnoma y evocadora. El conflicto entre cultura y civilizacin, pues,

    formaba parte de un debate abierto entre tradicin y modernidad que, hasta cierto punto, fue una falsa guerra.

    Comentario [u13]: 13. Williams,Raymond: The Idea of Culture, enMcllroy, John y Westwood, Sallie (comps.),Border Country: Raymond Williams in AdultEducation, Leicester, 1993, pg. 60.

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    Para Mathew Arnold y sus discpulos, Jo opuesto a la cultura era la anarqua que engendraba la propia civilizacin.

    Una civilizacin totalmente materialista, decan, generara brutos y resentidos dedicados a arruinarla, pero,

    refinando a estos rebeldes, la cultura correra al rescate de la civilizacin que provocaba todo ese malestar. As

    pues, a uno que las conexiones polticas entre los dos conceptos se entrecruzaban, la civilizacin se transform en

    algo totalmente burgus, mientras que la cultura acab siendo patricia y populista, las dos cosas. Como en el caso

    de Lord Byron, represent principalmente una rama radical de la aristocracia que senta una sincera simpata por el

    Volk y un desprecio arrogante por el Brgher.

    Este giro volkisch del concepto de cultura es la segunda lnea de desarrollo que Williams apunt. Desde los

    idealistas alemanes en adelante, la idea de cultura adopta su significado moderno como una forma particular de

    vida. Para Herder, esto supone un ataque deliberado contra el universalismo de la Ilustracin. La cultura, dir, no

    consiste en una Historia unilineal de una humanidad universal, sino una diversidad de formas de vida especficas,

    cada una con sus propias y peculiares leyes de evolucin. De hecho, tal c omo seala Robert Young, la Ilustracin no

    se opuso en bloque a esta visin. Se abri a culturas no europeas que relativizaban peligrosamente sus propios

    valores, e incluso algunos de sus pensadores anticiparon la posterior idealizacin de lo primitivo como crtica a

    Occidente.14 Herder, sin embargo, conecta explcitamente la contraposicin entre los dos sentidos de la palabra

    cultura con el conflicto entre Europa y su Otro colonial. De ah que oponga el eurocentrismo de la cultura como

    civilizacin universal con las demandas de todos aquellos procedentes de cualquier rincn del mundo que no han

    vivido y perecido por el dudoso honor de haber garantizado la felicidad a sus futuras generaciones gracias a una

    cultura europea totalmente superior.15

    Lo que una nacin considera indispensable en el c rculo de sus ideas, escribe Herder, nunca ha estado dentro de

    la mentalidad de otra, y se puede haber estimado injurioso para una tercera.16 El origen de la idea de cultura

    como una forma caracterstica de vida, pues, est ntimamente ligada con la debilidad romntica y anticolonialista

    por sociedades exticas ya extintas. El exotismo saldr nuevamente a flote en el siglo xx, a travs de los rasgos

    primitivistas del modernismo, un primitivismo que discurrir completamente a la par que el desarrollo de la

    antropologa cultural. El exotismo resurgir ms tarde, esta vez bajo modo posmoderno, transformando a la cultura

    popular en algo romntico, dotada ahora de la funcin expresiva, espontnea y casi utpica que antes

    desempeaban las culturas primitivas.17

    Con un gesto que anticipa al posmodernismo, caracterstico inter alia del pensamiento romntico tardo, Herder

    propone pluralizar el trmino cultura, hablando, como hace l, de las culturas de diferentes naciones y perodos,

    as como de distintas culturas sociales y econmicas dentro de una misma nacin. Es este sentido de la palabra el

    que provisionalmente echar races hacia mediados del siglo XK, pero no se establecer completamente hasta

    principios del siglo xx. Aunque las palabras civilizacin y cultura se van a usar de forma indistinta

    (especialmente por los antroplogos), en ese momento la cultura casi es lo opuesto a la civilidad. Es tribal, en vez de

    cosmopolita, o sea, una realidad vivida con las entraas, a un nivel mucho ms profundo que el de la mente y, por

    tanto, inmune a la crtica racional. Irnicamente, pues, cultura sirve para describir formas de vida de salvajes, y

    no a los civilizados.18

    Por medio de una curiosa inversin, los cultivados son los salvajes, no los civilizados. Pero adems de describir un

    orden social primitivo, cultura puede servir para idealizar tu propio orden social. Para los romnticos radicales,

    la cultura orgnica suministraba una crtica de la sociedad real. Para un pensador como Edmund Burke puede

    proporcionar una metfora de la sociedad real y de ese modo protegerla de tal crtica.

    Comentario [u14]: 14. Vase Young, J,C, Colonial Desire, Londres y Nueva York,1995, cap. 2. sta es la mejor introduccinbreve a la idea moderna de cultura,con todjs sus sospechosos tintes racistas.En lo que respecta al relativismo culturallustrado, nada ms ejemplar que Losviajes de Gulliver, de Swift.

    Comentario [u15]: 15. /b/tt, pg. 79.

    Comentario [u16]: 16. Von Herder, J.G., Reflections on the Philosophy ofthe

    History of Mankind, Chicago, 1968, pg. 49.

    Comentario [u17]: 17. Vase, porejemplo, Fiske, J.: Understanding PopularCulture, Londres, 1989; y Reading thePopular, Londres, 1989. Si se quiere uncomentario crtico sobre este punto, vasetambin McGuigan, J., Cultural Populism,Londres, 1992.

    Comentario [u18]: 18. Vase untratamiento lcido de los temas de laantropologa culturalen Beattie, John,Other Cultures, Londres, 1964 (trad. cast:Otras culturas, Mxico, FCE, 1993).

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    La unidad que algunos slo podan encontrar en las comunidades pre modernas tambin poda recaer en la imperial

    Gran Bretaa As, los Estados modernos podan saquear a los pre modernos con fines ideolgicos y econmicos.

    Cultura, dice Young, es una palabra verdaderamente incongruente, enfrentada consigo misma... sinnima de la

    tendencia general de la civilizacin occidental, pero tambin contraria a ella.19 Como juego libre del pensamiento

    desinteresado, la cultura socava los intereses sociales egostas; pero como los socava en nombre de la totalidad

    social, refuerza el mismo orden social al que trata de criticar.

    La cultura como algo orgnico, igual que la cultura como civilidad, se debate, vacilante, entre los hechos y los

    valores. En un sentido, no sirve ms que para designar una forma tradicional de vida, sea la de los bereberes o la de

    los barberos.20 Pero como comunidad, tradicin, arraigo y solidaridad son nociones que, se supone, resultan

    aceptables, al menos hasta que surge el posmodernismo, entonces la cultura puede funcionar como una afirmacin

    de la existencia de una forma de vida como tal. O mejor, como una afirmacin de la existencia de una pluralidad de

    formas de vida. Es esta fusin de lo descriptivo y lo normativo, incorporada ya en la idea de civilizacin y en el

    sentido universalista de cultura, lo que en nuestros das volver a aparecer bajo la forma de un relativismo

    cultural.

    Resulta irnico que este relativismo posmoderno proceda de una serie de ambigedades que ya tienen lugar

    durante la modernidad. Para los romnticos una forma de vida completa posee algo intrnseco, nico; ms an

    cuando la civilizacin se encarga de perturbarlo. Sin duda, ese carcter de totalidad es un mito: los

    antroplogos nos han enseado cmo los hbitos, los pensamientos y las acciones ms heterogneos y

    heterogneas pueden coexistir mutuamente21 en las culturas aparentemente ms primitivas, aunque, claro, las

    mentalidades ms rapsdicas siempre han hecho caso omiso a este tipo de advertencias. La cultura, entendida

    como civilizacin, es extremadamente selectiva; pero no as la cultura como forma de vida. No, aqu es bueno todo

    lo que surge autnticamente de un pueblo, sea cual sea ese pueblo. Idea que, por supuesto, funciona mejor si se

    piensa en un pueblo como los navajo, en vez de en gente como las Madres de Alabama por la Pureza Moral,

    aunque, evidentemente, este tipo de diferencia se ha ido borrando rpidamente. La cultura, entendida como

    civilizacin, tom prestadas las distinciones entre lo elevado y lo bajo de los primeros antroplogos, segn los

    cuales algunas culturas eran manifiestamente superiores a otras; pero conforme el debate creci, la visin

    antropolgica del mundo se volvi ms descriptiva y menos evaluativa. El hecho de ser una cultura de cierto tipo

    pas a ser un valor en s mismo, con lo cual, elevar una cultura por encima de otra tuvo tan poco sentido como

    sostener que la gramtica del cataln era superior a la del rabe.

    Para el posmodernismo, en cambio, las formas totales de vida son dignas de alabanza cuando corresponden a las de

    grupos disidentes o minoritarios, pero han de c astigarse cuando pertenecen a mayoras. La posmoderna poltica de

    la identidad abarca, pues, al lesbianismo, pero no al nacionalismo, algo completamente ilgico para los primeros

    radicales romnticos, a diferencia de los radicales posmodernos posteriores. El primer bando vivi una era de

    revolucin poltica y nunca cay en el absurdo de creer que los movimientos mayoritarios o consensuados eran una

    necedad. El segundo bando surge en una fase posterior y menos eufrica de la misma historia y ha dejado de creer

    en movimientos radicales de masas, aunque tiene algunos muy dignos que recordar. Como teora, el

    posmodernismo aparece en escena despus de los grandes movimientos de liberacin nacional de mediados del

    siglo xx y, literal o metafricamente, resulta demasiado joven como para hacerse eco de esas conmociones ssmicas

    de orden poltico. El propio trmino pos colonialismo implica una preocupacin con las sociedades del Tercer

    Mundo que ya han atravesado sus luchas anticoloniales y que, en consecuencia, es poco probable que resulten

    embarazosas para aquellos tericos occidentales que sienten aprecio por los que llevan las de perder, pero que se

    Comentario [u19]: 19. Young, ColonialDeslre, pg. 53.

    Comentario [u20]: 20. Paronomasia eningls: berbers or barbers. (/V. cfe/.)21. Boas, Franz, Race, Language andCulture, 1940. Reimpreso en Chicago yLondres, 1982, pg. 30.

    Comentario [u21]:

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    muestran mucho ms escpticos con conceptos tales como el de revolucin poltica. Desde luego,resulta ms

    fcil sentir solidaridad con aquellas naciones del Tercer Mundo que no se han puesto a matar a tus compatriotas.

    Pluralizar el concepto de cultura y retener su carga positiva no son cosas muy compatibles. Desde luego, es posible

    entusiasmarse por la cultura como autodesarrollo humanista o, pongamos, por la cultura boliviana, puesto que

    cualquiera de estas formaciones complejas incluyen bastantes rasgos positivos.

    Pero una vez que, con un espritu de generoso pluralismo, se empieza a descomponer la idea de cultura para que

    abarque la cultura de bar de policas, la cultura de la psicopata sexual o la cultura de la mafia, entonces no

    est tan claro que esas formas culturales sean dignas de aprobacin simplemente porque son formas culturales o

    simplemente porque son parte de una rica diversidad de formas culturales. Hablando histricamente, siempre ha

    existido una rica diversidad de culturas de la tortura, pero incluso los ms devotos pluralistas se negaran a aceptar

    ese hecho como una instancia ms del tapiz multicolor de la experiencia humana Quienes sostienen que la

    pluralidad es un valor en s mismo son puros formalistas y, obviamente, no se han percatado de la sorprendente e

    imaginativa variedad de formas que, por ejemplo, puede adoptar el racismo. En cualquier caso, e igual que le ocurre

    a gran parte del pensamiento posmoderno, el pluralismo forma una extraa mezcla con la autoidentidad. En vez de

    disolver identidades separadas, las multiplica. El pluralismo presupone identidad; igual que la hibridacin

    presupone pureza Hablando estrictamente, slo se puede hibridar una cultura que sea pura, aunque, como sugiere

    Edward Said, todas las culturas estn involucradas entre s; ninguna es pura, ni tpica; todas son hbridas,

    heterogneas, y extraordinariamente diversas, nada monolticas.22 Sin embargo, tambin habra que recordar que

    ninguna cultura humana es ms heterognea que el capitalismo.

    La primera variante importante de la palabra cultura implica una crtica anticapitalista; la segunda restringe a la

    par que pluraliza la nocin al asociarla con una forma de vida completa; la tercera implica su gradual reduccin a las

    artes, pero an en este caso la palabra puede tener un significado ms restringido o ms amplio: puede abarcar la

    actividad intelectual en general (la ciencia, la filosofa, la sabidura y cosas as) o quedar reducida a empresas

    presuntamente ms imaginativas como la msica, la pintura y la literatura. La gente cultivada es gente que

    tiene cultura en este sentido ms especfico. Desde luego, entendida as, la palabra insina un desarrollo histrico

    dramtico. Sugiere, para empezar, que la ciencia, la filosofa, la poltica y la economa no se pueden considerar algo

    creativo o imaginativo. Tambin sugiere -para plantearlo de la forma ms sombra- que los valores civilizados slo

    son alcanzables por medio de la fantasa Esto supone, desde luego, una visin demasiado custica de la realidad

    social: la creatividad se poda encontrar en el arte, pero por qu no se poda encontrar en otro sitio?

    En el momento en que la idea de cultura se identifica con la educacin y las artes, actividades stas confinadas a

    una escasa proporcin de hombres y mujeres, adquiere ms grandeza, pero tambin queda empobrecida La historia

    de lo que todo esto supuso para las artes cuando stas se vieron dotadas de una importancia social enorme que, en

    realidad, su propia fragilidad y delicadeza les impeda asumir, forzadas a hacer las veces de Dios, de la felicidad o de

    la justicia poltica y, por tanto, abocadas a su propio fracaso, esa historia -digo- forma parte de la crnica del

    modernismo. El posmodernismo, sin embargo, procura aliviar a las artes de esta carga de ansiedad, incitndolas a

    olvidar esos solemnes sueos de profundidad y liberndolas mediante un tipo bastante frvolo de libertad. Sin

    embargo, tiempo atrs, el romanticismo intent cuadrar el crculo: la cultura esttica poda ser una alternativa al

    orden poltico, pero tambin el verdadero paradigma de un orden poltico transformado. Esto no es tan difcil como

    parece, puesto que si la finalidad ltima del arte era su falta de finalidad, entonces el estetista ms extravagante

    tambin poda ser el revolucionario ms entregado, comprometindose con una idea del valor como autonoma,

    Comentario [u22]: 22. Culture andImperialism, Londres, 1993, pg. xxix (trad.cast.: Cultura e Imperialismo, Barcelona,Anagrama, 1993).

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    verdadero reverso de la utilidad capitalista. Entonces, el arte poda emular a la vida buena no representndola, sino

    transformndose directamente en ella, a travs de todo lo que se muestra y no a travs de lo que dice, o sea, a

    travs del escndalo que supone su placentera falta de finalidad, crtica callada de la racionalidad instrumental y los

    valores de mercado. Sin embargo, esta elevacin del arte al servicio de la humanidad supuso una autntica e

    inevitable perdicin: dot al artista romntico, a la artista romntica, de un estatus trascendente reido con su

    dimensin poltica, y, como en la trampa peligrosa de toda utopa, la imagen de una vida plena acab por mostrar

    su autntico carcter irrealizable.

    Hubo otro sentido en el que la cultura tambin provoc su propio fracaso. Lo que la convirti en una crtica del

    capitalismo industrial fue su afirmacin de la totalidad, de la simetra, del desarrollo integral de las facultades

    humanas. De Schiller a Ruskin, es ese ideal de totalidad lo que se lanza contra los efectos desestabilizadores de una

    divisin del trabajo que atrofia y reduce las capacidades humanas. El marxismo tambin posee algunas de sus

    fuentes en esta tradicin romntica y humanista Pero la cultura, en tanto juego libre y auto satisfactorio en el que

    todas las facultades humanas se pueden exaltar desinteresadamente, es otra idea que se opone firmemente a la

    toma de partido: implicarse es sinnimo de embrutecerse. Matthew Arnold crey en la cultura como progreso

    social, pero se neg a adoptar una postura concreta sobre el tema de la esclavitud en la Guerra Civil de los Estados

    Unidos. La cultura, pues, es un antdoto contra la poltica; suaviza, con su apelacin al equilibrio, las visiones

    parciales y fanticas; y, as, mantiene al espritu puro y alejado de todo lo tendencioso, desestabilizado y sectario.

    De hecho, por mucho que el posmodernismo critique al humanismo liberal, la aversin pluralista que siente por las

    posiciones puras y duras, o sea, su confusin de lo definido con lo dogmtico, reproduce buena parte de esa visin

    humanista

    La cultura puede ser una crtica del capitalismo, pero tambin puede ser una c rtica de las posturas que se oponen a

    l. Para que su ideal pluralista llegue a realizarse, pues, sera necesaria una poltica de tomas de posicin enrgicas,

    pero entonces los medios actuaran desastrosamente contra ese fin. La cultura exige a aquellos que claman justicia

    que miren, ms all de sus propios intereses parciales, hacia la totalidad, o sea, hacia los intereses de sus soberanos,

    as como a los suyos propios. En consecuencia, minimiza el hecho de que esos intereses pueden ser incompatibles.

    Asociar la cultura con la justicia con grupos minoritarios, tal c omo se hace hoy da, es un paso totalmente nuevo.

    Con su rechazo de las tomas de partido -deca-, la cultura se presenta como una nocin polticamente neutra, y sin

    embargo, es esa implicacin formal con la pluralidad lo que la vuelve ms partidista que nada La cultura no se

    plantea a qu fin deberan servir las facultades humanas y, por tanto, ignora de forma caracterstica todo lo que se

    refiere al contenido. Se limita a decir que esas facultades se deben desarrollar armoniosamente, equilibrndose

    unas con otras de forma juiciosa, insinuando, por tanto, una poltica en el orden formal. Se nos pide, pues, que

    creamos que la unidad es inherentemente preferible al conflicto, o el equilibrio a la toma de partido. Pero tambin

    se nos pide que creamos algo todava ms inverosmil: que esa postura no es una posicin poltica ms. De igual

    modo, como esas capacidades se han de desarrollar exclusivamente en aras de s mismas, nunca se puede acusar a

    la cultura de instrumentalizacin poltica, aunque, de hecho, esa no-utilidad encierra toda una poltica: o bien la

    poltica patricia de todos aquellos que han disfrutado del asueto y la libertad suficientes para desdear la utilidad, o

    bien la poltica utpica de todos aquellos que desean imaginar una sociedad ms all del valor de mercado.

    Lo que aqu est en cuestin, pues, no es exactamente la cultura, sino una seleccin particular de valores culturales.

    Ser civilizado o cultivado es haber sido agraciado con sentimientos refinados, con pasiones bien temperadas, con

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    modales adecuados y con un espritu abierto. Es comportarse razonable y moderadamente, con una sensibilidad

    innata para los intereses de los otros; es practicar la autodisciplina y estar dispuesto a sacrificar los intereses

    propios y particulares en aras del bien de la totalidad.

    Pero, por magnnimos que puedan parecer algunos de estos preceptos, no son polticamente inocentes. En

    absoluto. Por el contrario, el individuo cultivado muestra un sospechoso parecido con un liberal ligeramente

    conservador. Es como si los locutores de la BBC marcaran la pauta para la humanidad en general

    El individuo civilizado no suena, ciertamente, a revolucionario poltico, aunque la revolucin tambin sea parte de la

    civilizacin.

    Aqu, la palabra razonable significa algo as como abierto al dilogo, o dispuesto a llegar a un consenso,

    como si todas las convicciones pasionales fueran ipsofacto irracionales. La cultura est del lado del sentimiento, y

    no del lado de la pasin; est con las clases medias educadas, y no con las masas encolerizadas.

    Dada la importancia que se otorga al equilibrio, es difcil entender por qu no deberamos contrapesar las

    objeciones al racismo con argumentos opuestos. Oponerse inequvocamente al racismo debera ser una posicin

    claramente no-pluralista, no? Y puesto que la moderacin siempre es una virtud, la actitud ms apropiada ante la

    prostitucin infantil debera ser una repulsa contenida, y no una vehemente oposicin. La accin puede acarrear

    tomas tajantes de decisin, as que este modelo de cultura necesariamente tiene que ser contemplativo y no

    engag. Desde luego, todo esto podra aplicarse a la idea de lo esttico que tema Friedrich Schiller, a saber un

    estado negativo de indetserminacn.23 En el estado esttico, el hombre es cero, si se atiende a un resultado

    aislado, no a toda facultad, y si se considera que falta en l toda determinacin particular.24 O sea, nos hayamos

    suspendidos en un estado de perpetua posibilidad, una especie de nirvana o negacin de toda determinacin

    La cultura, o lo esttico, est libre de prejuicios e intereses sociales concretos, pero, justamente por eso, consiste en

    una facultad general de produccin. No es algo opuesto a la accin, s ino la fuente generadora de cualquier tipo de

    accin. La cultura no toma en su regazo, para fomentarla, ninguna particular funcin humana, y por eso

    precisamente es favorable a todas sin distincin, y no derrama sus mercedes sobre ninguna preferida, porque es

    ella el fundamento de la posibilidad de todas.25 Incapaz de decir una cosa s in decirlo todo, la cultura acaba por no

    decir nada. Su elocuencia llega a tal punto, que acaba por enmudecer. Desarrolla toda posibilidad hasta el lmite,

    pero amenaza con agarrotarnos e inmovilizarnos. se es el efecto paralizante de la irona romntica. Cuando llega el

    momento de actuar, interrumpimos el juego libre con la sordidez de los hechos; pero, al menos, lo hacemos con

    conciencia de otras posibilidades y dejamos que ese sentido libre de un potencial creativo conforme cuanto

    hagamos.

    Para Schiller, pues, la cultura era la fuente de la accin, pero tambin su negacin. Hay una tensin entre lo que

    hace que nuestra prctica sea creativa y la prctica misma, que es un hecho a ras de tierra. De forma similar,

    Mathew Arnold crea que la cultura era un ideal de absoluta perfeccin, pero tambin el imperfecto proceso

    histrico que tiende hacia ese fin.

    En ambos casos, parece haber un salto constitutivo entre la cultura y su encarnacin material La polivalencia

    esttica nos inspira acciones que la contradicen con su carcter selectivo y especfico. La palabra cultura encierra

    un texto histrico y filosfico, pero tambin un terreno de conflicto poltico. Tal como lo plantea Raymond Williams:

    Comentario [u23]: 23. On theAesthetic Education of Man, pg. 141 (trad.cast. cit, pg.173).

    Comentario [u24]: 24. Ibd., pg. 146

    (trad. cast.: pg. 176).

    Comentario [u25]: 25. Ibd., pg. 151(trad. cast.: pg. 178).

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    El complejo de sentidos [de la palabra] indica una argumentacin compleja sobre las relaciones entre el desarrollo

    humano general y un modo determinado de vida, y entre ambos y las obras y prcticas del arte y la inteligencia.26

    De hecho, sa es la historia trazada por Williams en su Culture and Society 1780-1950, donde cartografa la versin

    autctona inglesa de la Klturphilosophie europea. Esta lnea de pensamiento se podra ver como una lucha para

    conectar diversos significados de la cultura que gradualmente flotan por separado: la cultura (en el sentido de las

    artes) define una cualidad de la vida valiosa (la cultura como civilidad) cuya realizacin en la totalidad de la cultura

    (en el sentido de vida social) es tarea del cambio poltico. Lo esttico y lo antropolgico quedan as reunidos. De

    Coleridge a F. R. Leavis, el sentido amplio y socialmente relevante de cultura se mantiene en juego, pero slo puede

    ser definido por un sentido ms especializado del trmino (la cultura como las artes) que amenaza constantemente

    con sustituir a aqul En una dialctica, agotada hasta el extremo, entre esos dos sentidos de cultura, Arnold y

    Ruskin reconocen que sin el cambio social, las artes y la vida valiosa estn expuestas a un peligro de muerte, pero

    tambin creen que las artes son uno de los escasos instrumentos vlidos para esa transformacin. En Inglaterra,

    este crculo vicioso semntico no se lograr romper hasta William Morris, que reconducir toda esta

    Klturphilosophie hacia una fuerza poltica real: el movimiento de la clase trabajadora. Quizs, el Williams de

    Palabras clave no se percata completamente de la lgica interna de los cambios que l mismo registra. Qu es lo

    que conecta la cultura como crtica utpica, la cultura como forma de vida y la cultura como creacin artstica?

    Probablemente, la respuesta es negativa: todas ellas, las tres, son diferentes reacciones al fracaso de la cultura

    como una verdadera civilizacin, o sea, como la gran Historia del progreso humano. Conforme avanza el capitalismo

    industrial, esa historia pierde su credibilidad, se empieza ver como un enorme cuento heredado de un pasado algo

    ms sanguinario, y, en cono secuencia, la idea de cultura se enfrenta con una serie de desagradables alternativas.

    Puede mantener su alcance global y su importancia social, pero rehuye el sombro presente para convertirse en una

    imagen, patticamente amenazada, de un futuro deseable. Otra imagen de ese tipo, por sorprendente que parezca,

    ser el pasado antiguo, un pasado que se parece a un futuro emancipado en algo: el indiscutible hecho de su

    inexistencia

    As es la cultura como crtica utpica: extraordinariamente creativa, polticamente debilitada, las dos cosas; una

    crtica que siempre corre el peligro de disolverse en toda esa distancia crtica hacia la Realplitik que ella misma

    plantea tan devastadoramente.

    Por otra parte, la cultura puede sobrevivir abjurando de toda esa abstraccin y volvindose concreta,

    convirtindose en la cultura bvara, la cultura de Microsoft o la cultura de los nmadas; pero eso implica el riesgo

    de otorgarle una especificidad demasiado estricta en comparacin con su falta de normatividad.

    Para los romnticos, este sentido de cultura retiene su fuerza normativa, puesto que esas formas de Gemeinschaftpueden aprovecharse para una crtica solvente de la GeseUschaft. El pensamiento posmoderno, en cambio, tiene

    demasiada alergia a la nostalgia como para adoptar esta va sentimentalista, olvidando que para Walter Benjamn

    hasta la nostalgia poda tener un significado revolucionario. En realidad, lo nico que tiene valor para la teora

    posmoderna es el hecho formal de la pluralidad de esas culturas, y no su contenido intrnseco. En lo que atae a su

    contenido, no hay por qu elegir entre ellas, puesto que los criterios para tomar una decisin de esa ndole se

    supone que tambin estn vinculados a una cultura u otra. As, el concepto de cultura gana en especificidad lo que

    pierde en capacidad crtica, igual que el silln constructivista es una forma artstica ms sociable que las obras del

    modernismo de vanguardia, pero a costa de perder su componente crtico.

    Comentario [u26]: 26. Keywords, pg.

    81 (Palabras clave, pg. 89).

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    Segn hemos visto, la tercera respuesta a la crisis de la cultura como civilizacin consiste en reducir la categora

    entera de cultura a un conjunto selecto de obras artsticas. De este modo, la cultura significa un cuerpo de obras

    artsticas e intelectuales consagradas, as como las instituciones que las producen, las distribuyen y las regulan. Con

    este sentido relativamente reciente de la palabra, la cultura es, a la vez, un sntoma y un remedio. S, es un oasis de

    valor y, por tanto, ofrece una especie de solucin.

    Pero si la educacin y las artes son los nicos reductos de creatividad que sobreviven, entonces s que tenemos un

    grave problema En qu condiciones sociales la creatividad llega a confinarse a la msica y la poesa, mientras que

    la ciencia, la tecnologa, la poltica, el trabajo y la vida domstica se convierten en algo terriblemente prosaico? En

    fin, sobre esta nocin de cultura cabe plantear lo que Marx ya afirm sobre la religin: Puede tanta trascendencia

    compensar tan terrible alienacin?

    Pero, aunque esta idea minoritaria de cultura sea un sntoma de una crisis histrica, tambin es un tipo de remedio.

    Como la cultura en tanto forma de vida, este modelo da tono y textura a la abstraccin ilustrada de la cultura como

    civilizacin.

    En las corrientes ms frtiles de la crtica literaria inglesa, de Wordsworth a Orwell, lo que proporciona un buen

    ndice de la calidad de la vida social como un todo son las artes y especialmente las artes del lenguaje comn. Pero

    si en este sentido de la palabra la cultura posee la inmediatez sensible de la cultura como forma de vida, tambin

    hereda la predisposicin normativa de la cultura como civilizacin. Las artes pueden reflejar la vida valiosa, pero

    tambin son la medida de ella. Las artes dan expresin a ese tipo de vida, pero tambin la juzgan Y as, unen

    realidad y deseo de un modo parecido a como lo hace la poltica radical.

    Estos tres sentidos de cultura, pues, no son fcilmente separables.

    Si la cultura como crtica ha de ser ms que una fantasa ociosa, debe apuntar hacia aquellas prcticas del presente

    que prefiguran parcialmente esa cordialidad y esa plenitud que ella misma anhela. Puede hallarlas en la produccin

    artstica, pero tambin en aquellas culturas marginales que todava no han sido completamente absorbidas por la

    lgica de la utilidad.

    Apoyndose en la cultura en esos otros sentidos, la cultura como crtica intenta eludir el modo puramente

    subjuntivo de la mala utopa, o sea, esa especie de anhelo melanclico, un no sera maravilloso que...sin

    ninguna base real. El equivalente poltico de esto es ese trastorno infantil conocido como ultra izquierdismo que

    niega el presente en nombre de alguna inconcebible alternativa de futuro. La utopa buena, en cambio, tiende un

    puente entre el presente y el futuro mediante aquellas fuerzas existentes en el presente que son potencialmente

    capaces de transformarlo. Un futuro deseable tambin debe ser un futuro realizable. Asocindose con esos otros

    sentidos de la cultura, sentidos que por lo menos tienen la virtud de existir realmente, las versiones ms utpicas de

    la cultura se pueden transformar en una forma de crtica inmanente, o sea, pueden juzgar las carencias del presente

    evalundolo segn normas que l mismo ha generado. En este sentido, la cultura tambin puede unir hecho y valor,

    al ofrecer una explicacin de lo que hay, pero tambin un anticipo de lo deseable. Si lo que existe contiene lo que lo

    contradice, entonces el trmino cultura est abocado a adoptar ambos caminos. Hoy da, la deconstruccin

    muestra cmo toda situacin est abocada a violar su propia lgica justamente cuanto ms intenta adherirse a ella,

    y por tanto, se podra considerar como otra expresin de esa nocin tradicional de crtica inmanente. Para los

    romnticos radicales, el arte, la imaginacin, la cultura folclrica o las comunidades primitivas son signos de una

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    energa creativa que debe abarcar a la sociedad poltica como un todo. Pero tras el romanticismo aparecer el

    marxismo y ser una forma de energa creativa menos exaltada, la de la clase trabajadora, la que pueda transfigurar

    un orden social de la que ella misma es producto. Evidentemente, este sentido de la cultura surge cuando la

    civilizacin comienza a mostrar sus contradicciones internas.

    Conforme se desarrolla la sociedad civilizada, la situacin obliga a algunos de sus tericos a emprender una nueva e

    impactante clase de reflexin: el pensamiento dialctico, un pensamiento que trata de responder a una verdadera

    crisis. El pensamiento dialctico surge porque cada vez es ms difcil ignorar el hecho de que cuando la civilizacin

    intenta realizar algunos potenciales humanos suprime otros de forma perjudicial. Lo que engendra este nuevo

    hbito intelectual, pues, es la relacin interna entre esos dos procesos. Desde luego, esta contradiccin se puede

    racionalizar convirtiendo la palabra civilizacin en un trmino valorativo y contraponindolo a la sociedad del

    presente.

    Eso es lo que, parece ser, Gandhi tena en mente cuando se le pregunt lo que pensaba sobre la civilizacin

    britnica:

    Podra estar bien. Pero tambin se puede asociar cultura con las capacidades reprimidas y civilizacin con las

    fuerzas represivas.

    La virtud de esta maniobra es que la cultura puede actuar como una crtica del presente, pero apoyndose

    slidamente en l. La cultura no es algo completamente opuesto a la sociedad, pero, a diferencia de la civilizacin,

    tampoco es idntica a ella.

    Se mueve en ambos sentidos: a favor y a contrapelo del progreso histrico. La cultura no es una vana fantasa de

    plenitud, sino un conjunto de posibilidades gestadas por la historia que operan subversivamente dentro de ella

    La cuestin es cmo liberar esas fuerzas, y la respuesta de Marx ser el socialismo. Segn l, un verdadero futuro

    socialista slo es posible si el socialismo sabe guiarse por el presente capitalista.

    La idea de que los aspectos positivos y negativos de la historia siempre van estrechamente unidos resulta

    aleccionadora, pero tambin alentadora. En efecto, la represin, la explotacin y cosas similares slo pueden

    funcionar porque existen seres humanos autnomos, reflexivos y capacitados que, o bien pueden explotar a otros,

    o bien pueden ser explotados por otros. Slo se pueden reprimir capacidades creativas que ya existan. Y no son,

    desde luego, el mejor motivo de dicha. Resulta extrao a fomentar la fe en seres humanos apoyndose en el hecho

    de que son capaces de ser explotados. Pero an as, es cierto que la existencia de la injusticia presupone las

    prcticas culturales ms benignas que conocemos, prcticas como la crianza. Slo alguien al que se haya cuidado

    como un cro puede ser injusto, puesto que de otra manera ni siquiera podra ser capaz de abusar de otras gentes.

    Todas las culturas deben incluir prcticas como el sustento infantil, la educacin, la asistencia, la comunicacin o el

    apoyo mutuo, porque de otra forma seran incapaces de reproducirse a s mismas, y por lo tanto incapaces, entre

    otras cosas, de desarrollar prcticas de explotacin. Por supuesto, el cuidado de nios y nias puede ser sdico, la

    comunicacin pervertida, y la educacin brutalmente autocrtica. Pero ninguna cultura puede ser completamente

    negativa, simplemente porque para alcanzar sus propios fines viciosos debe fomentar capacidades que siempre

    implican hbitos virtuosos. La tortura requiere un tipo de juicio, iniciativa e inteligencia que siempre podra usarse

    para eliminarla En este sentido, todas las culturas son auto contradictorias.

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    Pero este hecho, igual que puede suscitar el cinismo, puede dar motivos de esperanza, pues significa que las propias

    culturas engendran las fuerzas que podran llegar a transformarlas.

    No se trata, por tanto, de lanzarse en paracadas sobre tales fuerzas desde algn espacio metafsico exterior.

    Hay otras formas de interaccin entre estos tres sentidos de cultura. La idea de cultura como forma orgnica de

    vida es algo tan caracterstico de la cultura refinada como lo pueda ser Berlioz. Como concepto, es un producto

    tpico de intelectuales cultivados y puede simbolizar una realidad absolutamente diferente que podra revitalizar sus

    propias sociedades degeneradas.

    Siempre que se oye hablar con admiracin de los salvajes, seguro que se tiene delante a un exquisito. De hecho, le

    toc a un exquisito, Sigmund Freud, revelar los deseos incestuosos que se escondan detrs de nuestros sueos de

    plenitud sensorial, ese ansia incesante de un cuerpo que resulta agradablemente tangible, pero que siempre se

    evade. La cultura, entendida de las dos formas, como realidad concreta y como visin vaga, capta parcialmente esta

    dualidad. El arte modernista se vuelve hacia unas nociones primigenias para, as, sobrevivir a una modernidad

    filistea, y la mitologa proporciona un eje entre ambos extremos. As pues, el exceso de exquisitez y la falta de

    desarrollo forjan extraas alianzas.

    Pero las dos nociones de cultura tambin estn relacionadas de otras formas. Entendida como el conjunto de las

    artes, la cultura puede ser una anticipacin de una nueva existencia social, pero de una manera circular, puesto que

    sin ese cambio social las artes tambin corren peligro. La imaginacin artstica, as discurre el argumento, slo

    puede florecer en un orden social orgnico, y no echar races en la tierra superficial de la modernidad. El cultivo

    individual depende cada vez ms de la cultura en su sentido social Por eso, Henry James y T. S. Eliot abandonan la

    sociedad inorgnica de su pas, Estados Unidos, a cambio de una Europa con ms hbitos, una Europa ms

    profunda y de ms rico sedimento. Si Estados Unidos representa la civilizacin, una nocin profundamente secular,

    Europa simboliza la cultura, una nocin casi religiosa. El arte se ve fatalmente amenazado por una sociedad que slo

    se entusiasma por l en el saln de subastas, y cuya lgica abstracta despoja al mundo de su cualidad sensible.

    Tambin queda contaminada por un orden social para el que la verdad no tiene utilidad, y lo valioso se equipara a lo

    que vende. As pues, para que las artes sobrevivan es necesario que uno se vuelva o bien un reaccionario, o bien un

    revolucionario en trminos polticos, retrasando el reloj o la Ruskin hasta el orden corporativo del gtico feudal o

    adelantndolo, como William Morris, hacia un socialismo que supere al modelo mercantil.

    Sin embargo, estos dos sentidos de cultura tambin pueden estar enfrentados. No es el exceso de exquisitez un

    enemigo de la accin? No podra toda esa sensibilidad volcada en s misma, sutil, y polivalente que las artes

    arrastran consigo incapacitarnos para adquirir compromisos ms amplios y menos ambivalentes? Normalmente, no

    se asignara la cartera del Ministerio de Sanidad a un poeta. La atencin absorbente que exigen las artes, no nos

    vuelve intiles para asuntos rutinarios como esos, incluso cuando dirigimos nuestra atencin a obras de arte con

    conciencia social? En c uanto al sentido ms gemeinschaftlich de la cultura, es obvio que implica una transferencia a

    la sociedad de los valores asociados a la cultura como arte. La cultura como una forma de vida es, en efecto, una

    versin estetizada de la sociedad que rene toda esa unidad, toda esa inmediatez sensible y liberacin de los

    conflictos que asociamos con los productos estticos. Se supone que la palabra cultura debera designar un tipo

    de sociedad, pero de hecho slo es una manera normativa de imaginar esa sociedad. Tambin puede ser una

    manera de imaginar las condiciones de una sociedad dada sobre el modelo de las condiciones de otra que exista en

    el pasado, en el campo o en un futuro poltico.

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    Aunque la palabra cultura se ha vuelto popular con el posmodernismo, sus fuentes principales s iguen siendo pre

    modernas.

    Como idea, la cultura empieza a adquirir importancia en cuatro momentos de crisis histrica. Primero, cuando se

    convierte en la nica alternativa aparente a una sociedad degradada; segundo, cuando parece que sin un cambio

    social de profundo calado, la cultura como arte y excelencia de vida ya no volver a ser posible; tercero, cuando

    proporciona los trminos en los que un grupo o un pueblo busca su emancipacin poltica; y, cuarto, cuando un

    poder imperialista se ve forzado a transigir con la forma de vida de aquellos a los que subyuga. De estos momentos,

    quizs sean los dos ltimos los que, con diferencia, han convertido a la cultura en un tema prioritario del siglo xx. En

    gran parte, debemos nuestra nocin moderna de cultura al nacionalismo y al colonialismo, as como al desarrollo de

    una antropologa al servicio del poder imperial. En ese mismo momento histrico, el surgimiento de la cultura de

    masas en Occidente otorg al concepto una actualidad aadida Con nacionalistas romnticos como Herder y

    Fichte surge, por primera vez, la idea de una cultura tnica especfica, dotada de derechos polticos simplemente en

    virtud de su propia peculiaridad tnica.27 La cultura, pues, se vuelve vital para el nacionalismo, pero no as la lucha

    de clases, los derechos civiles o la ayuda contra el hambre (o, al menos, no con el mismo grado).

    Desde cierto punto de vista, el nacionalismo es un modo de adaptar los lazos ancestrales a las complejidades

    modernas.

    Conforme la nacin pre moderna da paso al Estado moderno, la estructura de papeles tradicionales ya no puede

    mantener unida a la sociedad, y es la cultura, en el sentido de un lenguaje comn, una tradicin, un sistema

    educativo, unos valores compartidos y cosas de este estilo, lo que interviene como principio de cohesin social.28

    En otras palabras: la cultura adquiere importancia intelectual cuando se transforma en una fuerza con la que hay

    que contar polticamente.

    El significado de la cultura como una forma especfica de vida empieza a predominar con el despliegue del

    colonialismo del siglo xix. En consecuencia, la forma de vida en cuestin suele ser la de los no-civilizados. Tal

    como hemos visto, la cultura como civilizacin es lo opuesto a la barbarie, pero la cultura como forma de vida

    puede identificarse con ella. Segn lo plantea Geoffrey Hartman, Herder es el primero en usar la palabra cultura

    en el sentido moderno de una cultura de la identidad: una forma de vida tradicional, social y popular,

    caracterizada por una cualidad que lo cubre todo y que hace que las personas se sientan enraizadas o en un

    hogar.29 En dos palabras: cultura s ignifica gente distinta 30. Como ha sostenido

    Fredric Jameson, la cultura siempre es una idea del Otro (incluso cuando se reasuma para uno mismo).31 No es

    sorprendente que los Victorianos se concibieran a s mismos como una cultura eso no slo significaba elevarse por

    encima, sino concebirse como una posible forma de vida entre otras. Pero, claro, si defines tu mundo como unacultura, te arriesgas a relativizarlo. As pues, tu forma de vida ha de ser humana sin ms; mientras que la forma de

    vida tnica, idiosincrsica y peculiar culturalmente, s iempre es la de los otros. Tus puntos de vista son razonables;

    los de otra gente, fanticos.

    La ciencia de la antropologa marca un punto en el que Occidente comienza a convertir otras sociedades en objetos

    legtimos de estudio, pero el verdadero signo de crisis poltica tiene lugar cuando se ve en la necesidad de hacer

    otro tanto consigo mismo. S, tambin hay salvajes dentro de la sociedad occidental, criaturas enigmticas y difciles

    de comprender, guiadas por pasiones feroces y propensas a conductas rebeldes, que tambin han de convertirse en

    objetos de un conocimiento sistemtico. El positivismo, la primera escuela de sociologa con conciencia cientfica,

    Comentario [u27]: 27. Una crtica deese nacionalismo romntico puedeencontrarse en Eagleton, Terry,Nationaiism and the Case of Ireland,New Left Review, 234, marzo/abril,Londres, 1999 (El nacionalismo y el casode Irlanda, New Left Review. Edicincastellana, 1, Madrid, Akal, 2000).

    Comentario [u28]: 28. Vase sobreesto, Gellner, Ernest, Thought and Change,Londres, 1964; y Natonsand Nationaiism.Oxford, 1983 (trad. cast.: Naciones ynacionalismo, Madrid, Alianza, 1988).

    Comentario [u29]: 29. Hartman,Geoffrey, The fateful Question of Culture,Nueva York, 1977, pg. 211.

    Comentario [u30]: 30. Esta frase(culture s other people) alude a unaclebre expresin de Raymond Williams,Masses are other people, en su Cultureand Society 1780-1950, London, 1958(reeditado en Harmodsworth, 1963),pg. 289.

    Comentario [u31]: 31. Jameson,Fredric, On "Cultural Studies", SocialText, 34, 1993, pg. 34 (trad. cast.:Jameson, Fredric y Zizek, Slajov, Estudiosculturales. Reflexiones sobre elmulticulturalismo, Buenos Aires, Paids,1998, pg. 103).

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    revel las leyes evolutivas segn las cuales la sociedad industrial cada vez se vuelve ms corporativa, leyes que un

    proletariado rebelde debe considerar tan inviolables como las fuerzas que mueven las olas. Ms adelante, parte de

    la tarea de la antropologa consistir en confabularse con la inmensa ilusin perceptiva a travs de la cual un

    imperialismo en ciernes reconocer la existencia de los "salvajes", congelndolos conceptualmente en su alteridad

    subhumana, incluso cuando trastorna sus formaciones sociales y los elimina fsicamente.32

    La versin romntica de la cultura, pues, acab desembocando en un modelo cientfico. An as, existan algunas

    afinidades bsicas. La idealizacin que el modelo romntico hizo de lo folclrico o tradicional, o sea, de las

    subculturas vitales profundamente alojadas dentro de su propia sociedad, fue fcilmente transferida a aquellas

    formas primitivas que moraban ms all, fuera del propio hogar. Lo folclrico y lo primitivo, pues, son residuos del

    pasado dentro del presente; seres pintorescos y arcaicos que surgen como deformaciones temporales dentro del

    presente. El organicismo romntico poda rehacerse como funcionalismo antropolgico, concibiendo a las culturas

    primitivas como todos coherentes y exentos de contradiccin. La expresin total, contenida en frases como

    una forma total de vida, oscila ambiguamente entre lo fctico y lo valorativo; significa una forma de vida que

    puedes captar porque ests fuera de ella, pero tambin una forma de vida con una integridad de la que carece la

    tuya. La cultura, pues, somete ajuicio nuestra propia forma de vida, agnstica y fragmentada, pero lo hace, por as

    decirlo, manteniendo las distancias.

    En realidad, desde sus orgenes etimolgicos como control del desarrollo natural, la idea de cultura siempre ha

    servido para desplazar a la conciencia. En su sentido restringido, denot los productos ms elevados y conscientes

    de la historia humana, pero en su sentido general siempre apunt exactamente a lo contrario. Con su resonancia de

    unos procesos orgnicos y una evolucin sigilosa, la cultura funcion como un concepto casi determinista que

    evocaba todos aquellos elementos de la vida social -costumbres, parentesco, lenguaje, rito, mitologa- que no

    elegimos nosotros, sino que nos eligen a nosotros. Irnicamente, pues, la idea de cultura siempre queda por encima

    y por debajo de la vida social corriente: resulta incomparablemente ms consciente que ella, pero tambin es

    mucho menos predecible.

    La civilizacin, en cambio, posee un halo de mediacin y deliberacin a su alrededor, un aura de proyeccin

    racional y de planificacin urbana. S, la civilizacin es un proyecto colectivo por medio del cual se ganan c iudades a

    los pantanos y se erigen catedrales que ascienden hasta los cielos. Parte del escndalo del marxismo ha consistido

    en tratar a la civilizacin como si fuera la cultura, o sea, en escribir la historia del inconsciente poltico de la

    humanidad, la historia de todos aquellos procesos sociales que, como dijo Marx, tienen lugar a espaldas de los

    agentes implicados. Igual que luego suceder con Freud, la conciencia civilizada se ve forzada a revelar las fuerzas

    ocultas que la mueven.

    Como se dijo en una resea de E capital que mereci la aprobacin de su autor, si los elementos conscientes

    desempean un papel tan secundario en la historia de la civilizacin, entonces es obvio que una investigacin crtica

    cuyo objeto de estudio sea la civilizacin difcilmente podr tomar como punto de partida las formas y productos de

    la conciencia:"

    En consecuencia, la cultura es el revs inconsciente de la vida c ivilizada, o sea, una serie de creencias que damos por

    supuestas y unas preferencias que, para que podamos actuar, slo debemos tener presentes de forma vaga. La

    cultura es algo que surge espontneamente, algo que se lleva por dentro, no algo que se piense con el cerebro. No

    es sorprendente, pues, que el concepto encontrara sitio en un estudio de unas sociedades primitivas que, a ojos

    Comentario [u32]: 32. Banaji, Jairus,The Crisis of British Anthropology, NewLeft Review, 64, noviembre-diciembre,1970.

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    de los antroplogos, cuyos mitos, ritos, sistemas de parentesco y tradiciones ancestrales -decan los antroplogos-

    hadan el trabajo de pensar por ellas.

    Esas sociedades, pues, funcionaron como una especie de versin a lo isla del Pacfico del derecho consuetudinario y

    de la Cmara de los Lores, una vida de utopa a lo Burke en la que el instinto, los hbitos, la piedad y la ley ancestral

    operaban por s mismos, sin la intromisin de la razn analtica. As, la mentalidad salvaje adquira una especial

    importancia para el modernismo cultural, que desde los cultos de fertilidad de T. S. Eliot a las consagraciones de la

    primavera de Stravinski podran encontrar en ella una crtica velada de la racionalidad ilustrada.

    De hecho, se dio con toda una bicoca terica, pues esas culturas primitivas podan encarnar tanto la crtica de esa

    racionalidad como su confirmacin. Sus hbitos de pensamiento, concretos y sensibles ponan de manifiesto la

    desecacin de una razn occidental, pero los cdigos inconscientes que gobernaban ese tipo de pensamiento

    posean el mismo rigor que el lgebra o la lingstica. As fue como la antropologa estructural de Lvi-Strauss

    present a esos primitivos: su parecido resultaba consolador; su diferencia, extica. Los primitivos 33 piensan en

    trminos de la tierra y la luna, pero lo hacen con la elegante complejidad de la fsica nuclear.34 La tradicin y la

    modernidad, podan armonizarse bien, un proyecto inacabado que el estructuralismo haba heredado del

    modernismo de vanguardia. La mentalidad vanguardista, pues, vir en redondo para encontrarse con lo ms

    arcaico; de hecho, para algunos pensadores romnticos, sa era la nica forma en la que un Occidente disoluto

    poda regenerarse. Habiendo alcanzado un punto de compleja decadencia, la civilizacin ya no poda refrescarse en

    la fuente de la cultura y haba de retroceder para as poder avanzar. As que, el modernismo ech marcha atrs, y

    encontr en el pasado una imagen del futuro. El estructuralismo no fue la nica rama de la teora literaria cuyos

    orgenes se remontan al imperialismo. El psicoanlisis y la hermenutica (detrs de la cual podra ocultarse la

    angustiosa duda de si los otros son realmente comprensibles) tampoco resultan ajenos a un proyecto que

    desentierra un subtexto atvico en la races mismas de la conciencia humana. La crtica mitolgica o arquetpica

    hace algo parecido, mientras que el posestructuralismo (uno de cuyos principales exponentes procede de una

    antigua colonia francesa)35 tambalea lo que considera como una metafsica profundamente eurocntrica. Respecto

    a la teora posmoderna, nada podra estar ms alejado de su gusto que la idea de una cultura pre moderna estable y

    estrechamente unificada, cuya sola mencin impulsa a esa teora hacia la hibridacin y la indefinicin. Pero lo

    posmoderno y lo pre moderno estn ms cerca de lo que parece. Comparten por igual un alto, a veces excesivo,

    respeto hacia la cultura como tal.

    De hecho, se podra decir que la cultura es una idea pre moderna y posmoderna, pero no moderna Surge en la

    modernidad, pero o bien como una huella del pasado o bien como una anticipacin de futuro.

    Lo que vincula a los rdenes pre modernos y posmodernos es que para ambos, aunque sea por muy diferentes

    razones, la cultura ocupa un nivel bsico de la vida social. Si tiene tanto peso en las sociedades tradicionales es

    porque no se trata tanto de un nivel como de un mdium ubicuo dentro del cual tienen lugar otros tipos de

    actividad. La poltica, la sexualidad y la produccin econmica tambin estn imbuidas en un orden simblico de

    significacin. El antroplogo Marshall Sahlins dice algo que choca de lleno en el modelo marxista de base y

    superestructura: en las culturas tribales, el comercio, el gobierno, los ritos, y la ideologa no son "sistemas"

    separados.36 En el mundo posmoderno, la cultura y la vida social tambin estn estrechamente unidas, pero

    ahora a travs de la esttica de los productos de mercado, la poltica como espectculo, el estilo de vida

    consumista, la influencia de la imagen y la integracin definitiva de la cultura en la produccin global del mercado.

    La esttica, que naci como un trmino aplicado a la experiencia perceptiva cotidiana y slo despus se volvi un

    Comentario [u33]: Citado en bd.,nota de pg. 79.

    Comentario [u34]: 34. Vase Lvi-Strauss, Claude, Antropologie Structurale,Pars, 1958;Le Pense savage, Pars, 1962 (trads. casts.:Antropologa estructural,Buenos Aires, Eudeba, 1968; Elpensamiento salvaje, Mxico, FCE,1964).

    Comentario [u35]: 35. Se refiere aJacques Derrida, nacido en 'El-Biar, Argelia.(A/, del t.)

    Comentario [u36]: 36. Sahlins,Marshall, Culture and Practica! Reason,Chicago y Londres,1976, pg. 6.

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    trmino especializado para las artes, cierra as el crculo y celebra su origen mundano, igual que los dos sentidos de

    la cultura -las artes y la vida comn- se funden en el estilo, la moda, la publicidad, los medios de comunicacin y

    cosas parecidas.

    Evidentemente, lo que tiene lugar entre ambos rdenes es lo que llamamos modernidad, una modernidad para la

    cual la cultura no fue el concepto ms vital. De hecho, nos cuesta retroceder a una poca en la que todas esas

    palabrejas que ahora estn de moda -corporalidad, diferencia, localismo, imaginaran, identidad cultural- fueron

    expresin de todos los obstculos para una poltica verdaderamente emancipadora, en vez de ser sus trminos

    clave. Para la Ilustracin, la cultura significaba, lisa y llanamente, todos aquellos vnculos regresivos que nos impiden

    convertirnos en ciudadanos y ciudadanas del mundo.

    Cultura significaba nuestro apego al lugar, la nostalgia de tradicin, la inclinacin hacia la tribu, la reverencia a la

    jerarqua.

    Durante mucho tiempo, la diferencia fue una doctrina reaccionaria que negaba la igualdad a la que todos los

    hombres y todas las mujeres tenan derecho. El asalto a la Razn en nombre de la intuicin o de una sabidura del

    cuerpo, era una forma segura de caer en el prejuicio irracional. La imaginacin era una enfermedad del espritu que

    nos impeda ver el mundo tal cual es, y por tanto, actuar para transformarlo. Desde luego, la negacin de la

    Naturaleza en nombre de la Cultura cay del lado malo de las barricadas.

    Con todo, la cultura, consigui crearse un lugar; pero durante la era moderna ese lugar fue o bien de oposicin, o

    bien suplementario.

    O la cultura se transformaba en una forma poco mordaz de crtica poltica, o era un espacio protegido a donde se

    podan desviar todas esas energas potencialmente demoledoras, espirituales, artsticas o erticas, que la

    modernidad cada vez satisfaca peor. Este espacio, como los espacios tradicionalmente sacros, fue venerado e

    ignorado, colocado en el c entro y desplazado al margen. La cultura ya no fue una descripcin de lo que somos, sino

    de lo que podramos ser o de lo que solamos ser. Ya no fue un forma de designar a nuestro propio grupo, sino un

    trmino aplicable a nuestros propios disidentes bohemios, o, segn se aproxim el siglo xix, a gentes menos

    sofisticadas que se hallan lejos de nosotros. Para no describir la existencia social tal cual es, la cultura especula

    elocuentemente sobre otro tipo de sociedad. Como Andrew Milner seala, La "cultura" y la "sociedad" no slo han

    sido excluidas de la poltica y de la economa en las democracias industriales modernas... sino que la sociedad

    moderna se concibe como una sociedad especfica y singularmente asocial, una sociedad cuya vida econmica