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Manejo antibiótico de la
endocarditis infecciosa
Antibiotic Management of Infective
Endocarditis
Manejo antibiótico de la endocarditis infecciosa
Antibiotic Management of Infective Endocarditis
Sara Isabel Gómez Villegas
Médica y cirujana, Universidad de Antioquia. Post-Doctoral research Fellow in
Infectious Diseases, Microbiology and Molecular Biology. University of Texas, Health
Sciences Center at Houston. Houston, Texas (sara.i.gomezvillegas@uth.tmc.edu).
Gustavo Roncancio
Médico cirujano, especialista en medicina interna y enfermedades infecciosas,
Grupo de investigación en Enfermedades Cardiovasculares y Pulmonares, Clínica
Cardio VID, Medellín, Colombia (groncancio@vid.org.co).
¿Qué debes repasar antes de leer este capítulo?
• Fisiopatología y epidemiología de la endocarditis infecciosa.
• Manifestaciones clínicas y diagnóstico de la endocarditis infecciosa.
Centrarse en los criterios de Duke y las modificaciones sugeridas por
las sociedades científicas.
• Mecanismos de acción general de los antibióticos, especialmente los
conceptos de bactericida y bacteriostático.
• Mecanismos generales de resistencia contra bacterias Gram positivas:
Staphylococcus aureus, estafilococos coagulasa negativa (SCoN),
Enterococcus spp., Estreptococos del grupo viridans (VGS: Viridans
group Streptococci). Ver Perlas clínicas sobre “Mecanismos de
resistencia a antibióticos en Cocos Gram positivos” e “Interpretación del
antibiograma: Gram positivos”.
Los objetivos de este capítulo serán:
• Reconocer las particularidades y los conceptos generales del manejo de la
endocarditis infecciosa.
• Escoger el manejo antibiótico adecuado en pacientes con endocarditis
infecciosa por cocos Gram positivos.
• Reconocer cuándo es necesaria la terapia antibiótica combinada.
• Elegir la duración apropiada para el manejo antibiótico de la endocarditis
infecciosa.
Palabras clave: Endocarditis, Bacterias Grampositivas, Staphylococcus aureus,
Antibacterianos, Infecciones Estreptocócicas.
Keywords: Endocarditis, Gram-Positive Bacteria, Staphylococcus aureus, Anti-
Bacterial Agents, Streptococcal Infections.
Cómo citar este artículo: Gómez SI, Roncancio G. Manejo antibiótico de la
endocarditis infecciosa. [Internet]. Medellín: Perlas Clínicas, Facultad de Medicina,
Universidad de Antioquia; 2021 [acceso día de mes de año]. Disponible en:
perlasclinicas.medicinaudea.co
1. VIÑETA CLÍNICA
Hombre de 29 años con antecedente de válvula aorta bivalva asintomática y accidente
de tránsito hace un mes, por lo cual requirió múltiples cirugías ortopédicas. El paciente
se presenta al servicio de urgencia por 5 días de fiebre, escalofríos, astenia, adinamia
y dolor lumbar. Al examen físico se encuentran petequias en conjuntivas y paladar, y
soplo diastólico aórtico II/VI. La resonancia magnética demostró múltiples colecciones
profundas (músculo iliopsoas) y paravertebrales, además de signos compatibles con
espondilodiscitis L4 y L5. 3 de 3 botellas de hemocultivos fueron positivas para
Staphylococcus aureus sensible a meticilina (MSSA). Se le realizó ecocardiografía
transesofágica que mostraba válvula aórtica bicúspide, con 2 vegetaciones de 4 x 3
mm y 6 x 7 mm sobre válvula aórtica, sin regurgitación ni estenosis.
2. DESARROLLO
Debido a la interesante fisiopatología de la endocarditis infecciosa (EI), el manejo de
esta infección es particularmente complejo. Las vegetaciones típicas en ÉI son un
microambiente extraordinario: alta densidad bacteriana sin gran respuesta
inflamatoria (en consideración a que las válvulas cardiacas no tienen irrigación
sanguínea propia, lo cual limita la migración de las células inflamatorias). Las colonias
bacterianas se organizan en las vegetaciones para formar biopelículas (biofilms),
especialmente si se trata de prótesis o dispositivos implantables (hardware). En la
biopelícula, las bacterias se organizan de tal forma que, aunque la cepa aislada de
los cultivos sea sensible a un antibiótico en particular según el antibiograma, el efecto
bactericida de los antibióticos y curación de la infección no está garantizado, pues
algunas bacterias presentes en la vegetación son menos susceptibles a los
antibióticos (hasta 2.000 veces menos susceptibles). Esto se debe a la formación de
sistemas de adherencia (slime), a la comunicación dentro de la colonia bacteriana
(quorum sensing), y a que dichas células bacterianas se encuentran en un estado
metabólico alterado. Todo lo anterior impide la acción de los antibióticos y hace a los
microorganismos tolerantes a estos.
En consecuencia, se tiene una “tormenta perfecta”: 1) Los antibióticos no
pueden llegar fácilmente porque hay poca irrigación sanguínea; 2) Las bacterias son
menos susceptibles a los antibióticos utilizados; 3) El sistema inmune no puede
ayudarnos a controlar la infección; y 4) las colonias bacterianas pueden desprenderse
y migrar a sitios distantes (émbolos sépticos), con lo que se perpetúa la infección y
favorece la formación de abscesos. Es así como a diferencia de otras infecciones,
donde 2 semanas de antimicrobianos son suficientes (ej. neumonía, infecciones de
tejidos blandos, bacteriemias no complicadas), el manejo de la EI requiere
tratamientos prolongados de terapia antibiótica efectiva en altas dosis (Tabla 1), con
efecto bactericida y en muchos casos, ayuda quirúrgica extra (adyuvancia) para
controlar la infección (cirugía valvular, retiro de dispositivos, retiro de todos los focos
probables de infección primaria y el drenaje adecuado de abscesos y colecciones
metastásicas). La EI tiene alto riesgo de falla terapéutica y recaída, incluso cuando se
cumple con todas las condiciones señaladas (>50 % en EI por S. aureus resistente a
meticilina, SAMR). Está claro que la situación se vuelve más compleja en los casos
de EI en pacientes con válvulas protésicas, donde el retiro, cambio o reparo valvular
con eliminación de las vegetaciones es necesario en la mayoría de los casos.
Otros problemas adicionales que complican el manejo de estos pacientes
incluyen: 1) Muchos de los antibióticos o de las combinaciones antibióticas utilizadas
para el manejo de esta infección pueden causar toxicidad en varios órganos y
sistemas. Tal es el caso de la vancomicina o de las combinaciones con
aminoglucósidos. Estas combinaciones están incluidas en muchas guías de práctica
clínica sin que exista un soporte fuerte de evidencia a favor de su efectividad, pero sí
una estela enorme de reportes de toxicidad coclear y renal, la cual, a su vez,
ensombrece el pronóstico de la EI; y 2) En el mismo sentido, no hay evidencia de
peso para soportar el uso de algunas combinaciones de antibióticos. Para S. aureus
y SCoN la evidencia reciente no muestra mayor impacto al mezclar vancomicina con
rifampicina, betalactámicos y los aminoglicósidos ya señalados. Para los enterococos,
la evidencia que señaló la disminución de la mortalidad al añadir gentamicina a los
betalactámicos es de los años 50 y 60, y son estudios con muestras pequeñas.
Después de 50 años de investigación, la mortalidad de EI por enterococos sigue
alrededor del 20 % y tan solo se ha podido demostrar que la adición de ceftriaxona a
la ampicilina puede ser equivalente a gentamicina + ampicilina en cuanto a
efectividad, pero con menores tasas de toxicidad renal.
En resumen, el manejo de esta infección es todo un reto, tanto desde la parte
fisiopatológica como en sus aspectos clínicos y terapéuticos. El objetivo del presente
texto es explicar de forma sencilla el manejo de esta infección, que parte de unos
principios generales aplicados en la mayoría de los casos, sin importar el patógeno
causal (Figura 1), y posteriormente revisar la evidencia que sustenta las
recomendaciones terapéuticas.
Figura 1. Principios generales del manejo de la endocarditis infecciosa.
A. Endocarditis por estreptococos del grupo viridans (vgs: viridans group
streptococci; ver Figura 2).
A pesar de que los estafilococos se han convertido en varias partes del mundo
como la principal etiología de EI, en el entorno latinoamericano los estreptococos
todavía son prevalentes, al tener en cuenta que la salud periodontal todavía es
deficiente y que la valvulopatía reumática todavía es frecuente. En general, los VGS
son muy sensibles a penicilina y cuando la EI no es complicada, la tasa de éxito,
incluso con monoterapia con betalactámicos a dosis altas, por 4 semanas, es muy
alta (>95 %). La combinación con aminoglucósidos, principalmente gentamicina 3
mg/kg cada 24 horas es una buena opción para disminuir el tiempo de tratamiento
intravenoso (IV) a dos semanas (EI no complicada con mínimo riesgo de efectos
adversos: jóvenes, sin diabetes, sin enfermedad renal, sin factores de riesgo para
toxicidad auditiva), o cuando hay sensibilidad disminuida a penicilina (concentración
inhibitoria mínima > 0,125 mg/L). Es importante resaltar que a pesar de que la mayoría
de la evidencia existente soporta el uso de Penicilina G para el manejo de EI por
estreptococos, y que solo existen un par de estudios que evalúan el uso de otros
β-lactámicos. Sin embargo, es razonable asumir que estos medicamentos son una
alternativa aceptable en casos de alergia a penicilina (solo 5 % de reacción cruzada
con cefalosporinas) o para facilitar tratamiento en medicina domiciliaria.
Figura 2. Abordaje de la endocarditis infecciosa por estreptococos del grupo
viridans.
B. Endocarditis por estafilococos (staphylococcus aureus y estafilococos
coagulasa negativos [SCoN]; ver Figura 3).
La EI causada por estafilococos ha venido en aumento, principalmente por el
incremento en el uso de dispositivos intracardiacos y endovasculares (catéter central,
marcapasos, prótesis valvulares, resincronizadores, etc.), el aumento de
comorbilidades en los pacientes (diabetes, inmunosupresión, pacientes en cuidado
crítico) y cambios en el genotipo bacteriano (cepa USA-300). Se ha encontrado que
en estos casos hay mayor riesgo de embolismo periférico y mortalidad, la cual oscila
entre 25 y 40 % para pacientes masculinos, no adictos a drogas IV y con EI del lado
izquierdo. Este escenario se vuelve más complejo si la cepa causante es resistente a
meticilina, o aún más, si muestra sensibilidad reducida a vancomicina (infrecuente en
Latinoamérica).
Hay varios puntos bajo revisión permanente en la terapia de la EI
estafilocócica. El primero es la terapia combinada. Por un lado, existe evidencia
microbiológica que soporta la combinación entre β-lactámicos y aminoglucósidos o β-
lactámicos y vancomicina. Sin embargo, hasta la década pasada no existía evidencia
clínica que demostrara o desmintiera que dicho fenómeno se traduzca en beneficio
clínico, y las recomendaciones de terapia combinada eran extrapoladas de lo
demostrado en otros macroorganismos (enterococos, estreptococos). En 2006 se
demostró que la terapia combinada no era más efectiva que la monoterapia y que
además tenía impacto negativo significativo y persistente en la función renal de los
pacientes. Dicho estudio reportó que los pacientes que recibieron aminoglucósido por
menos de 5 días tenían mucho más riesgo de presentar disminución marcada de la
depuración de creatinina, la cual podía ser permanente. Este efecto se notó en la
combinación de aminoglucósidos con betalactámicos, pero el impacto para los
pacientes que recibían vancomicina con aminoglucósido era mucho más severo (ocho
veces más riesgo de falla renal en la combinación de vancomicina y gentamicina vs.
Vancomicina en monoterapia). De forma similar fue el caso de la adición de
rifampicina, la cual no ha demostrado ser de utilidad en pacientes con EI de válvula
nativa. En EI de válvula protésica aún está pendiente definir el verdadero impacto de
la terapia combinada con rifampicina.
Un segundo punto que cambia es la emergencia de la EI por estafilococos en
pacientes usuarios de drogas IV. En estos casos la EI es del lado derecho, y tienen
mejor pronóstico con una mortalidad menor del 1 % y una tasa de éxito terapéutico
>95 %, incluso en pacientes con VIH, infecciones por Staphylococcus aureus
meticilino resistente (SAMR) o vegetaciones de gran tamaño. En el pasado, estos
pacientes eran tratados de forma similar a aquellos con EI del lado izquierdo (4
semanas de antibiótico), pero en los últimos veinte años han sido publicados varios
estudios que encuentran equivalencia al tratar durante dos semanas con
medicamentos adecuados, sin mayor riesgo de falla terapéutica (excepto si se
requiere vancomicina). Incluso, en casos seleccionados, la antibioticoterapia oral
podría ser una opción.
El tercer punto para tener en cuenta es el papel adyuvante y cada vez más
preponderante de la cirugía valvular temprana, especialmente en casos de válvulas
protésicas o en casos de embolismo periférico. La evidencia señala un cambio
importante en el pronóstico de los casos de EI cuando son abordados por equipos
multidisciplinarios (equipo endocarditis [team]), que incluye infectológos, cardiólogos,
cirujanos, laboratorio clínico y servicios de apoyo diagnóstico por imágenes
(ecocardiografía, radiología, medicina nuclear).
En la actualidad, las principales controversias existentes en el manejo de la EI
por estafilococos son:
1. ¿Cuál es el tratamiento de primera línea en el manejo de EI causada por SAMR?
¿Vancomicina o Daptomicina? La mayoría de las guías de práctica clínica ubican
a cualquiera de estos medicamentos como terapia de primera línea, pero cada vez
aparecen más publicaciones que encuentran mayor eficacia y menor tasa de
eventos adversos con daptomicina, mucho más cuando los pacientes se infectan
por cepas con susceptibilidad disminuida a la vancomicina.
2. En caso de utilizar Daptomicina, ¿Cuál sería la dosis apropiada? Cuando la
daptomicina como antibiótico fue aprobada para el manejo de bacteriemia por S.
aureus, la dosis aprobada por la FDA fue de 6 mg/kg/día. Sin embargo, esta dosis
se ha asociado con mayor riesgo de falla terapéutica y mayor riesgo de resistencia,
particularmente si se trata de una infección con alto número de organismos como
es el caso de la EI. Es por esto que, en caso de EI, se deben usar dosis más altas,
en el rango de 8 – 12 mg/kg/día. En estos casos es obligatorio la revisión periódica
de la creatina quinasa (CK) y de las interacciones medicamentosas ante mayor
riesgo de rabdomiolisis.
3. ¿Cuál es el tratamiento de primera línea para el manejo de EI causada por S.
aureus meticilino sensible (SAMS)? La evidencia clínica señala que la terapéutica
definitiva debe ser con un β-lactámico. La mortalidad cuando se utiliza
vancomicina en EI por SAMS puede aumentar hasta 40 %. Debe tenerse en
cuenta que cuando se emplea vancomicina como tratamiento empírico en estos
4. casos, si hay un cambio a β-lactámico en 48 a 72 horas, no impacta los
desenlaces.
5. En casos de EI por SAMS, ¿Oxacilina o cefalosporina de primera generación
(Cefazolina)? Tradicionalmente se ha utilizado oxacilina en estos casos, pero en
los últimos años varias publicaciones, incluso metaanálisis, han encontrado
beneficio al usar cefazolina, principalmente por su menor tasa de efectos adversos
y eficacia similar. Al mismo tiempo, varios reportes encuentran potencial aumento
de la mortalidad y riesgo de fracaso terapéutico al usar Cefazolina si la cepa de
SAMS tienen efecto inóculo (aumento en la concentración mínima inhibitoria [CMI]
para Cefazolina mayor o igual a 16 µg/mL, paralelo al aumento del inóculo o carga
bacteriana).
6. ¿Se debería utilizar terapia combinada (con aminoglucósidos o rifampicina) en los
casos de EI complicada por estafilococos? Añadir aminoglucósidos o rifampicina
no ha demostrado beneficio clínico a pacientes con EI estafilocócica no
complicada, por el contrario, estas combinaciones aumentan efectos adversos en
dichos casos. Esto no está totalmente claro en pacientes que han tenido falla
terapéutica previa, que no depuran la bacteriemia, en quienes no pueden ser
tratados quirúrgicamente, o en pacientes con EI de válvula protésica. En este
último punto, las guías actuales recomiendan una combinación triple
(vancomicina/oxacilina más rifampicina más aminoglucósido), pero no existe
evidencia de que dicha combinación traiga un beneficio clínico claro, pues las
recomendaciones han surgido de otras infecciones con material protésico
(prótesis ortopédicas y otras prótesis valvulares).
Figura 3. Abordaje de la endocarditis por estafilococos (staphylococcus aureus y
estafilococos coagulasa negativos [SCoN]).
C. Endocarditis infecciosa por enterococos (ver Figura 4).
El manejo de la EI por enterococos presenta varias singularidades. Primero, a
pesar de que no es tan frecuente como la EI por estafilococos, las poblaciones
afectadas por estos microorganismos suelen ser de mayor edad y con múltiples
comorbilidades que debilitan el sistema inmune (diabetes, cáncer, inmunosupresión),
y que, adicionalmente, los hace más susceptibles a los efectos adversos de los
antibióticos. Segundo, en comparación a otras bacterias Gram positivas, para las
cuales muchos antibióticos son bactericidas (β-lactámicos, vancomicina), los
enterococos son notablemente tolerantes a la mayor parte de ellos, lo cual hace que
su manejo sea particularmente difícil, con una mortalidad cercana al 20 % (que no ha
cambiado en los últimos 40 años), y alta tasa de recaídas. Tercero, en la EI por
enterococo es donde hay mayor evidencia clínica de beneficio con el uso de
combinaciones de antibióticos (β-lactámicos más aminoglucósidos, o combinaciones
de 2 β-lactámicos). Al respecto, en los últimos años se viene prefiriendo la asociación
de ceftriaxona con ampicilina, que actúa sobre distintas PBP (proteínas fijadoras de
penicilina), y que ha mostrado eficacia similar a la combinación ampicilina más
gentamicina, pero con menor potencial nefrotóxico y menores cambios o abandonos
de tratamiento. A pesar de lo anterior, la extraordinaria capacidad de algunas
especies de enterococos (E. faecium) para desarrollar resistencia a la mayor parte de
los antibióticos disponibles (β-lactámicos, altas dosis de aminoglucósidos,
vancomicina, daptomicina) es francamente preocupante (Ver Perlas clínicas:
Mecanismos de resistencia a antibióticos en cocos Gram positivos). Para resumir,
algunos principios fundamentales en el manejo de la EI por enterococo son:
1. Se prefiere la terapia combinada debido a que muy pocos antibióticos
(daptomicina y algunos glicolipopéptidos) tienen actividad bactericida, se
recomienda utilizar terapia combinada para asegurar dicha actividad y prevenir el
surgimiento de resistencia.
2. La sensibilidad a un aminoglucósido no significa sensibilidad a otros agentes de la
misma familia. Si la cepa es resistente a gentamicina se debe evaluar el patrón de
resistencia a otros aminoglucósidos (ej. estreptomicina). Adicionalmente se debe
evaluar resistencia a altas dosis de dichos antibióticos, ya que dicho patrón de
resistencia (en inglés HLAR: high level or aminoglycoside resistance) determinará
si la combinación entre un β-lactámico y estos antibióticos es de utilidad. Ver
Perlas clínicas: “Interpretación del antibiograma: Gram positivos”.
3. El tratamiento debe ser como mínimo 6 semanas.
4. No cualquier β-lactámico es efectivo. A diferencia de los estreptococos, para los
cuales el uso de ceftriaxona era una alternativa aceptable, en el caso de los
enterococos dicho antibiótico no es efectivo a menos de que sea combinado con
penicilina o ampicilina. No se puede utilizar ceftriaxona como sustituto de penicilina
o ampicilina en la combinación de un β-lactámico más gentamicina.
5. No existe terapia estándar para los enterococos resistentes a vancomicina
(principalmente E. faecium) y dicha infección debe ser manejada en conjunto con
especialistas en enfermedades infecciosas.
Figura 4. Abordaje de la endocarditis infecciosa por enterococos.
Tabla 1. Dosis de antibióticos en el Manejo de endocarditis Infecciosa (EI).
Antibiótico Caso Dosis
Penicilina G
(1) EI por estreptococos no complicada y sensible a penicilina
Penicilina G 12 a 18 millones de Unidades/ día en infusión continua o distribuida en 4 a 6 dosis
Penicilina G
(2) EI por estreptococos complicada o con cierto grado de resistencia a penicilina
Penicilina G 24 millones de Unidades/ día en infusión continua o distribuida en 4 a 6 dosis
Penicilina G
EI por enterococos sensibles a Penicilina + AG
Penicilina G 18-30 millones de Unidades/ día en infusión continua o distribuida en 6 dosis iguales
Ampicilina (1) EI por estreptococos no complicada y sensible a penicilina (2) EI por estreptococos complicada o con cierto grado de resistencia a penicilina EI por enterococos
2 g IV cada 4 h
Ceftriaxona (1) EI por estreptococos no complicada y sensible a penicilina (2) EI por estreptococos complicada o con cierto grado de resistencia a penicilina EI por enterococos
2 g cada 24 h IV o IM en una dosis
Gentamicina
(1) EI por estreptococos no complicada y sensible a penicilina (terapia corta) (2) EI por estreptococos complicada o con cierto grado de resistencia a penicilina
Gentamicina 3 mg/kg/día IV o IM en 1 dosis
Gentamicina
EI por S. aureus o SCoN por válvula protésica
3 mg/kg/día IV o IM dividida en 2 o 3 dosis iguales
Gentamicina
EI por enterococos 3 mg/kg/día (del peso ideal) IV dividida en 2 o 3 dosis iguales
Vancomicina
30 mg/kg/día dividido en dos dosis iguales
Oxacilina EI por SAMS 12 g/día dividido en 4 a 6 dosis iguales
Cefazolina EI por SAMS (solo en EI del lado izquierdo)
6 g/d, dividida en 3 dosis iguales
Daptomicina
EI por SAMR (también puede utilizarse en SAMS)
8-10 mg/kg/día
Rifampicina
EI por S. aureus o SCoN por válvula protésica
900 mg/día IV u oral, en 3 dosis iguales
*AG: Aminoglucósido. IV: Intravenoso. IM: Intramuscular. SCoN: Estafilococos
coagulasa negativos. SAMS: S. aureus meticilino sensible. SAMR: S. aureus
meticilino resistente.
3. MENSAJES INDISPENSABLES
● La endocarditis infecciosa es una patología compleja tanto en cuanto a su
fisiopatología como a su manejo clínico, lo cual hace necesario el uso de terapia
antibiótica efectiva, bactericida y parenteral por períodos prolongados, con el
objetivo de minimizar el riesgo de falla terapéutica o de recaídas.
● El uso de terapia combinada debe ser evaluado cuidadosamente. Se debe tener
en cuenta la evidencia microbiológica y clínica de su beneficio, además los riesgos
de incluir antibióticos con potenciales efectos adversos severos o con efecto
antagónico.
● La EI por estreptococos se maneja en general con monoterapia con penicilina, a
menos de que exista algún nivel de resistencia o existan complicaciones
importantes.
● La EI por estafilococos tiene una alta tasa de recaídas y de mortalidad asociada
si ocurre en las válvulas del corazón izquierdo. Existe cambio en algunos
paradigmas, pero también múltiples controversias en cuanto al manejo antibiótico
más apropiado debido a la ausencia de evidencia clínica (más allá de la evidencia
microbiológica).
● La EI por enterococos supone un reto clínico en cuanto a la facilidad que tiene
este microorganismo para desarrollar diversos mecanismos de resistencia. Por
consiguiente, se recomienda la terapia antibiótica combinada por periodos
prolongados (6 semanas).
4. VIÑETA CLÍNICA (DESENLACE)
Se hizo diagnóstico de endocarditis infecciosa por SAMS y se inició terapia con
oxacilina IV. Sin embargo, el paciente permanecía febril y los cultivos permanecían
positivos (1 de 3 botellas) 48 horas después del inicio del antibiótico. Se realizó
drenaje de las colecciones paravertebrales y del iliopsoas con mejoría clínica
considerable. Hubo defervescencia en las siguientes 24 horas y sin recurrencia de la
bacteriemia. El paciente completó seis semanas de tratamiento antibiótico sin
recurrencia de la infección. En el seguimiento ecocardiográfico de control se
documentó regurgitación aórtica importante por lo cual se decidió llevar a reemplazo
valvular.
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