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No. 7BoletínPor una cultura de seguridad y resiliencia ante los desastres.

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Para mayor información:

Centro de Estudios de Desarrollo Seguro yDesastresDirección General de ExtensiónUniversidad de San Carlos de Guatemala

Primer Nivel Edificio Recursos EducativosCiudad Universitaria Zona 12Tel: 2418-7678 web: http://sitios.usac.edu.gt/cedesyd

“REDUCCIÓN DEL RIESGO Y AUMENTO DE LA RESILIENCIA ANTE LOS

DESASTRES”

DECODIFICANDO EL ADN DEL MARCO DE SENDAI

LOS PARADIGMAS DEL 2015 AL 2030.

En el caso del tema de la Gestión del Ries-go de los Desastres –GRD- han ocurrido tres cumbres que han definido, marcado o de-jado huella en la forma que hemos visto el tema y acerca de cómo lo veremos a futuro.

Los desastres son expresiones del nivel de desarrollo de las sociedades y que deben su-perarse dentro de la agenda de la sostenibili-dad, por ello su alineación es un mensaje claro de intentar consolidarlos en una agenda pri-maria y prioritaria, con una visión sistémica.

La relación entre desastres, bienestar y seguridad es sin duda un gran avance conceptual, porque ratifica lo ya dicho por naciones unidas al incluirla dentro de las dimensiones del concepto de seguri-dad humana, el cual se logra por medio de la reducción del riesgo colectivo, y sus siete ámbitos (seguridad económica, alimentaria, de la salud, del medio am-biente, personal, comunitaria y política).

Enfrentar el cambio climático como uno de los factores que impulsan el riesgo de desastres, respetando al mismo tiempo el mandato de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climáti-co, representa una oportunidad de reducir el riesgo de desastres de manera signifi-cativa y coherente en todos los procesos intergubernamentales interrelacionados.

Notas

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No. 7BoletínCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y Desastres - CEDESYD-

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DECODIFICANDO EL ADN DEL MARCO DE SENDAILOS PARADIGMAS DEL 2015 AL 2030:

M. Sc. Victor Manuel García Lemus1

PRIMERA PARTE:

Las Cumbres Mundiales de Naciones Uni-das consistentemente han servido de

parteaguas en la forma que los países con-figuran escenarios de futuro para abordar problemas del mundo, en ellas definen las hojas de ruta que en muchos casos han mar-cado hitos y desbaratado paradigmas, entre estas cumbres podemos citar la de Rio para medio ambiente, la de Beijín para Género, la de Johannesburgo para la pobreza, o la de Nueva York con los Objetivos del Milenio.

1 * Jefe del Centro de Estudios de Desarrollo Seguro y Desastres.Maestría en Salud Pública con énfasis en Gestion Social, Universidad de San Carlos de Guatemala.*Especialista en Incorporación de la GRD en Procesos de Desarrollo, Universidad de Alcalá.*Especialista en Gestión de Riesgo de Desastres y Desarrollo Local, Universidad de San Carlos de Guatemala.*Consultor Internacional en temas de Riesgo de Desastres, Inseguri-dad Alimentaria y Nutricional y Cambio Climático en el marco del desarrollo.*Presidente de Junta Directiva 2015-2018 de la Red Universitaria de Latinoamérica y el Caribe por la Reducción del Riesgo de Desastres REDULAC-RRD.

En el caso del tema de la Gestión del Ries-go de los Desastres –GRD- han ocurrido tres cumbres que han definido, marcado o dejado huella en la forma que hemos visto el tema y acerca de cómo lo veremos a futuro. Este artículo se ha elaborado a manera de realizar una decodificación de los impactos del Marco de Sendai 2015-2030 para los próximos quince años, ya que es evidente que el mismo es muy completo, preciso y consistente, por lo que su análisis permite deducir muchas tenden-cias en la forma en que percibimos el riesgo de desastres y su abordaje. Este análisis es trascendental porque detrás de esa hoja de ruta, hay implícito un enfoque o varios enfo-ques conceptuales que deben ser entendidos y trasladados a los países, los sectores, las instituciones y el ciudadano en general.

“Reducción del Riesgo y Aumento de la Resiliencia Ante los Desastres”

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¿Por qué la analogía con el ADN? Porque es una cadena polipeptídica que tiene la capacidad de definir las características de las especies y de cada uno de sus integrantes, contiene las instrucciones acerca de la confi-guración y funcionamiento de los seres vivos y algunos tipos de virus, que los hace únicos y diferenciados a la vez, esta molécula tiene la capacidad de transmitir y modelar de manera contundente los factores que definen el fenoti-po y las características intrínsecas de los seres vivos. De esta manera el Marco de Sendai pre-tende modelar la forma en que concebimos el riesgo de desastres y como lo abordaremos por los próximos 15 años.

Realizaré el abordaje del Marco de Acción de Sendai 2015-2030 –MAS 2015-30- en cada una de sus partes y al final de esta serie de artículos una síntesis de los mensajes que dentro de su código conceptual nos transmite.

Título:

Inicio la deducción de los mensajes codifica-dos del Marco de Acción de Sendai desde su propio título, ya que el mismo define un obje-tivo de acción concreto orientado a la Reduc-ción del Riesgo de Desastres, parte entonces de reconocer que el riesgo es una probabi-lidad que expresa la posibilidad de sufrir un impacto negativo asociado a la ocurrencia de un fenómeno natural o social, presupone ade-más la aceptación que como puede construir-se, también puede reducirse y define una hoja de ruta para hacerlo en los próximos quince años.

La ampliación del horizonte de tiempo de diez años, como era en los marcos anteriores a quin-ce años, tiene el propósito definido de alinear-lo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS- y de esta manera se confirma la premisa, que los desastres son expresiones del nivel de desarrollo de las sociedades y que deben supe-rarse dentro de la agenda de la sostenibilidad, por ello su alineación es un mensaje claro de intentar consolidarlos en una agenda primaria y prioritaria, con una visión sistémica.

I. Preámbulo:

Al pasar a la parte I del documento podemos iniciar la discusión del Preámbulo, que en su punto uno, inciso a) confirma de manera clara la intención del título y la integración total del documento al indicar la intención de: “Aprobar un marco para la reducción del riesgo de desastres después de 2015 conciso, específico, preparado con visión de futuro y orientado a la acción”.

El punto uno, inciso b) se centra en la evaluación del Marco de Acción de Hyogo –MAH- 2005-2015 y su lema: Aumento de la Resiliencia de las Na-ciones y las Comunidades ante los Desastres, basada en las experiencias y lecciones apren-didas en los diez años de su ejecución. Los in-formes anuales de cumplimiento del MAH preci-samente reunieron información suficiente para

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identificar los rezagos en su cumplimiento y los factores que se asociaron al mantener estos déficits. Lección aprendida que se re-marca en el punto uno, inciso d) referente a Determinar las modalidades para el examen periódico de la aplicación de un marco para la reducción del riesgo de desastres después de 2015. Es decir que se da un alto valor al proceso de autoevaluación y a la posibilidad de corregir los factores que no estén permi-tiendo el alcance de los resultados esperados.

El punto dos, es aún más contundente al plan-tear de manera clara la relación entre desa-rrollo y seguridad territorial integral, al in-dicar que “los Estados también reiteraron su compromiso de abordar la reducción del ries-go de desastres y el aumento de la resiliencia ante los desastres con un renovado sentido de urgencia en el contexto del desarrollo sos-tenible y la erradicación de la pobreza, y de integrar como corresponda tanto la reducción del riesgo de desastres como el aumento de la resiliencia en las políticas, los planes, los programas y los presupuestos a todos los ni-veles y de examinar ambas cuestiones en los marcos pertinentes”.

Primero, es importante indicar que se liga o entrelaza el objetivo de Sendai y se mantiene la necesidad de trabajar en el de Hyogo, arti-culándolos y evidenciando su interdependen-cia, reducir el riesgo pero logrando aumentar la resiliencia, ya que de ello dependerá que los logros de reducir el riesgo de mantengan a base de una sociedad con capacidad de prever el riesgo, manejar los desastres y recuperar-se de los impactos negativos de los mismos, saliendo fortalecidos, estableciendo de esta manera un circulo virtuoso para la construc-ción de la seguridad territorial.

Segundo, el reconocimiento de urgencia y la relación entre aumento la resiliencia y reduc-ción del riesgo como un producto intrínseco de la sostenibilidad, es decir como un producto social y reconoce el vínculo entre la reducción de la pobreza, como una estrategia de alta ex-ternalidad social para lograr la construcción de un mundo más seguro como se promulgo desde 1994 en la Cubre de Yokohama.

Y en tercer lugar, la asociación entre el al-cance de los resultados planteados, solo si se asocian a políticas, planes, programas y presupuesto a todos los niveles territoriales. Este punto es tan importante en el Marco de Sendai, ya que es la base de una de sus siete metas globales, que veremos más adelante. Bien dice el refrán, el mejor plan es el que tiene recursos.

En el punto tres del preámbulo, se indican los resultados del análisis de Marco de Acción de Hyogo en función del análisis de informes anuales, tanto nacionales, regionales, como mundiales y de diferentes actores. En primer lugar se hace mención de los avances en la re-ducción de la mortalidad y se puntualiza que solo para algunas amenazas. La conclusión de este análisis lleva a establecer dos conclusio-nes fundamentales, la primera es que la RRD es una inversión rentable en la prevención de pérdidas futuras; y la segunda, que una ges-tión eficaz del riesgo de desastres contribuye al desarrollo sostenible. En este sentido debe entenderse que una visión integral, holística y sistémica es fundamental para el abordaje del riesgo de desastres y que la incorporación de la GRD en los procesos de planificación del desarrollo ha sido fundamental para lograr este resultado.

En la segunda parte de este segmento, se in-dica el rol fundamental de la Plataforma Mun-dial, regional y nacionales de reducción del riesgo de desastres, por ser un espacio que facilita la “sensibilización del público y las instituciones, para generar compromiso polí-tico y para centrar e impulsar medidas por parte de una amplia gama de actores a todos los niveles”. Esta afirmación resalta la impor-tancia del dialogo, la negociación, la aboga-cía política y las cascadas de transformación que generaron estos espacios, especialmente cuando han sido participativos e inclusivos.

El punto cuatro del preámbulo, resulta muy interesante al indicar que, “los desastres han seguido cobrándose un alto precio y, en conse-cuencia, afectando al bienestar y la seguridad de personas, comunidades y países enteros”.

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La relación entre desastres, bienestar y se-guridad es sin duda un gran avance concep-tual, porque ratifica lo ya dicho por naciones unidas al incluirla dentro de las dimensiones del concepto de seguridad humana, el cual se logra por medio de la reducción del riesgo colectivo, y sus siete ámbitos (seguridad eco-nómica, alimentaria, de la salud, del medio ambiente, personal, comunitaria y política).

Como se indica en los principios de la Carta de las Naciones Unidas, que dice que la segu-ridad humana subraya “el derecho de las per-sonas a vivir en libertad y con dignidad, libres de la pobreza y la desesperación… a disponer de iguales oportunidades para disfrutar de to-dos sus derechos y a desarrollar plenamente su potencial humano.” (Párrafo 143 del Do-cumento Final de la Cumbre 2005, resolución 60/1 de la Asamblea General).

Este punto cuatro, sienta las bases de la formulación de las metas globales de Marco de Sendai, al referirse a la pérdida de vidas (mortalidad), los perjudicados por los desas-tres (afectados), las pérdidas económicas y su exacerbación por el cambio climático y con-cluye diciendo que “la información existente indica que, en todos los países, la exposición de las personas y los bienes ha aumentado con más rapidez de lo que ha disminuido la vul-nerabilidad”. Esta afirmación es fundamen-tal y establece un cambio paradigmático en la futura medición del riesgo de desastres, al valorar la exposición en el mismo nivel que la amenaza y la vulnerabilidad, es decir que la ecuación del riesgo se reconfigura en función de amenaza-vulnerabilidad-exposición. Esto redimensiona la vulnerabilidad física ahora llamada exposición, como el factor importan-te y condicionante del riesgo.

Es decir, puede existir la vulnerabilidad, pero si no se está expuesto a la amenaza, no hay riesgo.

Por otro lado, la coyuntura del Ébola y la des-trucción del patrimonio histórico-cultural en las naciones islámicas por grupos radicales, introduce dos nuevos ámbitos de acción en el tema, el sanitario y cultural, que en los ante-riores marcos no se mencionaron, al decir que “los nuevos riesgos y un incremento constan-te de las pérdidas relacionadas con los desas-tres” tienen “un considerable impacto en los ámbitos económico, social, sanitario, cultu-ral y ambiental”.

Dentro del punto cuatro que nos ocupa, se menciona que “los desastres recurrentes de pequeña escala y evolución lenta inciden par-ticularmente en las comunidades, las fami-lias y las pequeñas y medianas empresas, y constituyen un alto porcentaje de todas las pérdidas”. Sin duda se remarca la relación existente entre medios de vida de las comuni-dades y la sostenibilidad, como una necesidad de enfocarse no solo en la macroeconomía y los macro-escenarios, sino también en la mi-croeconomía, como el soporte de la economía global.

Finalmente, el punto cuatro hace énfasis en que “todos los países especialmente los paí-ses en desarrollo, donde la mortalidad y las pérdidas económicas provocadas por los de-sastres son desproporcionadamente más altas enfrentan un volumen creciente de posibles costos ocultos y dificultades para cumplir sus obligaciones financieras y de otra índole”. Atisba en este párrafo tres tesis, la primera que la constante inversión en reconstrucción, deriva fondos para el desarrollo, y la segunda, sobre la dependencia de cooperación para su-perar los efectos de los desastres, y la terce-ra, sobre el incremento de la deuda externa para asumir los costos de los desastres, pero más aún la posibilidad de que dejen de cum-plir con sus compromisos de pago por dicha deuda. Estos tres aspectos demuestran como el riesgo de desastres afecta la sostenibilidad en el largo plazo.

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El punto quinto del preámbulo, hace acota-ción de que “es urgente y fundamental prever el riesgo de desastres, planificar medidas y reducirlo para proteger de manera más eficaz a las personas, las comunidades y los países, sus medios de subsistencia, su salud, su patri-monio cultural, sus activos socioeconómicos y sus ecosistemas, reforzando así su resilien-cia”. Esta afirmación podemos subdividirla para mejorar su análisis, de la siguiente ma-nera.

Primero, que es urgente y fundamental pre-ver el riesgo de desastres, lo cual nos lleva a varias posibilidades, inicialmente esta afirma-ción confirma lo que indica el GAR 2015 acerca de que la gestión prospectiva o preventiva es la que menos avance tiene dentro de los pro-cesos encaminados a la RRD, y que los mar-cos políticos, estratégicos y normativos en los procesos de planificación pública tienen un bajo grado de inclusión de la variable de se-guridad territorial, la protección de las perso-nas, sus activos y los medios de subsistencia. Podemos concluir entonces que el Estado ha dado bajo nivel de prioridad a la prevención. Luego vemos la consolidación del enfoque de seguridad humana que debe centrarse en las personas y todos aquellos factores que tienen que ver con su realización y bienestar.

Es notorio que los ecosistemas son claramente ligados a lo humano, es decir que se está re-conociendo lo planteado en el concepto de la seguridad territorial, como el equilibrio entre la cultura y los ecosistemas, que en conjunto definen la resiliencia. Eso nos lleva a una afir-mación interesante, acerca de que una perso-na con conductas seguras y resilientes en un ecosistema frágil, sigue estando en riesgo, re-conociendo que el concepto de seguridad hu-mana debe incluir la seguridad ecosistémica, al mismo nivel y no secundariamente.

El punto seis, tiene un contenido extenso por lo que de inicio debemos subdividirlo para comprenderlo mejor. Inicia indicando que “es necesario trabajar más a todos los nive-les para reducir la exposición y la vulnerabi-lidad, con el fin de evitar nuevos riesgos de desastres y asegurar la rendición de cuentas por su creación”. Luego indica que es posi-ble reducir la vulnerabilidad y la exposición, lo cual nos lleva a un debate interesante ¿No se puede reducir las amenazas naturales? ¿No existen las amenazas sociales? Tradicional-mente hemos indicado que hay amenazas so-cio-naturales, el concepto de seguridad terri-torial aboga por el término dinámicas en vez de amenazas, es decir dinámicas naturales y dinámicas sociales.

imagen: http://www.ecapra.org/es/sites/default/files/imagecache/featured_opt/featured/kb_01.jpg

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Hemos asumido y afirmado que las dinámicas naturales no pueden gestionarse, reducirse o modificarse, es hora de poner en duda esta afirmación y la evidencia es la modificación de las dinámicas climáticas que hemos reali-zado de manera antrópica. En cuanto a las dinámicas sociales, entendidas como rezagos o vulnerabilidad, hemos aceptado que pue-den modificarse o al menos reducirse. Esto nos puede llevar a una ecuación de riesgo que implica la dinámica natural más o por la dinámica social en función del nivel de ex-posición. En consecuencia, los procesos de ordenamiento territorial entonces deben cen-trarse en reducir la exposición a las dinámi-cas naturales, y los procesos de desarrollo en reducir la vulnerabilidad, para conducirnos a la sostenibilidad.

Lo más contundente de este primer párrafo del punto sexto es la rendición de cuentas por la creación del riesgo de desastres, especial-mente en nuestros países donde la impunidad es alarmante. Implica dos tipos de respon-sabilidad, la administrativa y la profesional. La administrativa relacionada a quien per-mite hacer inversiones de fondos públicos o privados, violando la normativa de seguridad territorial; y la profesional, desde lo ético, del profesional que acepta participar en un proceso o proyecto cuando sabe que el mismo no respeta las normas de uso territorial, dise-ño, materiales, supervisión y mantenimiento.Continua el punto seis afirmando que “deben adoptarse medidas más específicas para lu-char contra los factores subyacentes que au-mentan el riesgo de desastres,

como las consecuencias de la pobreza y la desigualdad, el cambio climático y la varia-bilidad del clima, la urbanización rápida y no planificada, la gestión inadecuada de las tie-rras, y factores agravantes como los cambios demográficos, los arreglos institucionales de-ficientes, las políticas formuladas sin conoci-miento de los riesgos, la falta de regulación e incentivos para inversiones privadas en la reducción del riesgo de desastres, las cadenas de suministro complejas, las limitaciones en cuanto riesgo de desastres, las limitaciones en cuanto a la disponibilidad de tecnología, la utilización no sostenible de los recursos na-turales, el debilitamiento de los ecosistemas, las pandemias y las epidemias”.

El GAR 2015, indica que este es uno de los factores en los cuales se ha avanzado con menos eficiencia que lo requerido, y en ese sentido debemos posicionarnos indicando que es un efecto de la globalización y el enfoque neoliberal de la economía, ya que el merca-do ha producido riqueza, pero el Estado ha sido coaptado para que no genere el prome-tido “rebalse”, por el contrario este sistema económico ha concentrado la riqueza, y como resultado el 80% de los recursos naturales, es consumido por el 20% de la población mundial y el surgimiento de multimillonarios que acu-mulan más riqueza y que tienen fundaciones con más recursos que el presupuesto de mu-chos países juntos. La clave entonces está en encontrar la forma de la redistribución de la riqueza, orientado por un Estado fuerte, soli-dario y regulador.

Fuente imagen: http://rendiciondecuentas.org.mx/wp-content/uploads/2014/07/03-Infograf%C3%ADa.jpg

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Finaliza el punto seis, indicando que “es ne-cesario seguir reforzando la buena gobernanza en las estrategias de reducción del riesgo de desastres a nivel nacional, regional y mundial y mejorando la preparación y la coordinación nacional para la respuesta a los desastres, la rehabilitación y la reconstrucción, y utilizar la reconstrucción y la recuperación posteriores a los desastres para “reconstruir mejor”, con el apoyo de modalidades reforzadas de coopera-ción internacional”. La generación de marcos políticos, jurídicos y normativos sin una visión sistémica, es decir, los marcos del desarrollo desvinculados de los de gestión ambiental, del riesgo de desastres y cambio climático es a mi juicio uno de los grandes problemas de la go-bernanza, porque los mismos tienen contradic-ciones en su visión, regulación y sanciones.

Por demás interesante resulta, que comúnmen-te afirmamos que la preparación y la respuesta son los aspectos en los que más hemos avan-zado, pero existe una amenaza en esta con-cepción, porque se han derivado fondos de los procesos de respuesta a los de planificación, lo cual ha largo plazo puede resultar contra-producente. Por otro lado, resulta interesante la consolidación de la noción de aprovechar la reconstrucción como un proceso de transfor-mación del riesgo, lo cual en varios artículos he mencionado como “Gestión Evolutiva o de Transformación” consistente en reconstruir, no como un proceso de reposición, sino como la oportunidad de dar un salto hacia nuevos estándares de seguridad y protección social. Modelar el futuro seguro es desde mi perspec-tiva una especialidad dentro de la Gestión del Riesgo y la Resiliencia.

El punto siete, puede separarse en dos seccio-nes, primero en la que hace hincapié en “que debe haber un enfoque preventivo del riesgo de desastres más amplio y más centrado en las personas. Las prácticas de reducción del riesgo de desastres deben ser multi-riesgo y multisec-toriales, inclusivas y accesibles para que sean eficientes y eficaces”. En esta afirmación se hace evidente la realidad compleja y de in-certidumbre que ha reinado en el cambio de milenio y la necesidad de un enfoque holístico y sistémico,

pero en el marco de un enfoque de derechos hu-manos que tome en cuenta a todos los sectores sociales, lo cual no es nuevo, pero es importante su reconocimiento, porque el riesgo de desastres está siendo condicionado cada vez más por otros riesgos, como el climático, la migración, la epi-demias, etc.

En la segunda sección del punto siete se hace énfasis en “reconocer la función de liderazgo, regulación y coordinación que desempeñan los gobiernos, estos deben interactuar con los acto-res pertinentes, entre ellos las mujeres, los ni-ños y los jóvenes, las personas con discapacidad, los pobres, los migrantes, los pueblos indígenas, los voluntarios, la comunidad de profesionales y las personas de edad, en el diseño y la aplicación de políticas, planes y normas. Los sectores públi-co y privado y las organizaciones de la sociedad civil, así como la comunidad académica y las ins-tituciones científicas y de investigación, deben colaborar más estrechamente y crear oportuni-dades de colaboración, y las empresas deben in-tegrar el riesgo de desastres en sus prácticas de gestión”.

Respecto de los marcos anteriores, muchos ac-tores sociales cuestionaron que no se veían ple-namente incluidos y reflejados en su contenido (Yokohama y Hyogo), sin embargo en este, se realiza una amplia mención de actores socia-les, que difícilmente deja fuera a algún sector y refuerza la necesidad del trabajo conjunto y articulado con las estructuras de Estado y los Ac-tores Sociales.

Entre los aspectos más innovadores a mi juicio está el énfasis en la inclusión de la variable de RRD en la inversión privada, ya que los polos de desarrollo atraen población y su configuración puede generar nuevos y mayores riesgos que los denominados factores subyacentes del ries-go. Por otro lado, el reconocimiento de que la acelerada urbanización depende de la concen-tración de la riqueza en los distritos metropolita-nos y cabeceras provinciales que generan nuevos y grandes cinturones de miseria y por lo tanto de riesgo futuro. Destaca también el valor del acervo cultural y su legado construido. Finalizo destacando la mención específica de migrantes, sector académico y epidemias.

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El punto ocho, reconoce el rol de “La coo-peración internacional, regional, subregional y transfronteriza sigue siendo fundamental para ayudar a los Estados, las autoridades na-cionales y locales, las comunidades y las em-presas a reducir el riesgo de desastres. Podría ser necesario reforzarlos mecanismos existen-tes con el fin de que puedan proporcionar un apoyo eficaz y lograr una mejor aplicación. Los países en desarrollo, en particular los paí-ses menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países menos ade-lantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo, los países en desarrollo sin litoral y los países africanos, así como los países de ingresos medianos que enfrentan problemas específicos, necesitan especial atención y apoyo para incrementar sus propios recursos y capacidades por vías bilaterales y multila-terales a fin de asegurar medios de aplicación adecuados, sostenibles, y oportunos para la creación de capacidad, la asistencia financie-ra y técnica y la transferencia de tecnología, de acuerdo con los compromisos internacio-nales”.

En este apartado es digno de hacer mención que los riesgos secundarios al Cambio Climá-tico afectan de manera considerable a los pequeños países y menos desarrollados. Este punto ocho fue parte de las discusiones que Centroamérica impulsó y que en algunos mo-mentos fue acalorada ya que inicialmente se propuso que los países de renta media no fueran objeto de cooperación, sin embargo, en el caso de Centroamérica que ocupa los principales lugares de riesgo de desastres y riesgo climático a nivel mundial, se propuso la necesidad de ser compensada por no ser emisora pero si receptora de graves impac-tos, al final se llegó al acuerdo que solo los de renta media que tienen riesgos específicos, serían objeto de cooperación.

El punto nueve, menciona que en general, “el Marco de Acción de Hyogo ha proporciona-do directrices fundamentales para reducir el riesgo de desastres y ha ayudado a progresar en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Sin embargo, su aplicación ha puesto de mani-fiesto varias carencias en el tratamiento de los factores de riesgo subyacentes, en la formula-ción de los objetivos y prioridades de acción, en la necesidad de promover la resiliencia a los desastres a todos los niveles y en asegu-rar que se cuente con los medios de aplicación adecuados. Las carencias son muestra de que es necesario desarrollar un marco orientado a la acción que los gobiernos y los actores perti-nentes puedan implementar prestándose apo-yo y complementándose, y que contribuya a determinar los riesgos de desastres que han de gestionarse y oriente las inversiones para au-mentar la resiliencia.”

Primero es importante hacer mención de la ar-ticulación que se hace entre el MAH y los ODM, reafirmando la interdependencia entre riesgo de desastres y desarrollo. Luego reconoce que existieron carencias en su aplicación especial-mente en cuanto a objetivos y prioridades en los cuales la promoción de la resiliencia no fue lo suficientemente profunda y que se careció de instrumentos para su aplicación. Esta con-clusión permitió orientar el Marco de Acción de Sendai a una estructura de mayor afinidad a los ODM, lo cual se evidencia en las siete metas globales y las cuatro prioridades establecidas, que permitirán un seguimiento del avance de una manera más concreta y en base a indica-dores que permitan medir con mayor preci-sión, es decir facilitar la rendición de cuentas de cada país, sector o actor involucrado.

En el punto diez, se plantea una aseveración contundente, al indicar que “diez años des-pués de la adopción del Marco de Acción de Hyogo, los desastres continúan menoscabando los esfuerzos para lograr el desarrollo soste-nible.” Se reconoce abiertamente las limi-taciones de los países en reducir el riesgo de desastres y como los fenómenos socio-natura-les siguen impactando negativamente el desa-rrollo, al consumirse buena parte de los recur-sos de este rubro para atender los gastos de la reconstrucción y recuperación. En el MAS se establece como meta global el porcentaje anual de pérdida del PIB, indicador que servirá para evidenciar el impacto real en el desarro-llo y las medidas necesarias para su reducción.

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El punto once, indica que “las negociaciones intergubernamentales sobre la agenda para el desarrollo después de 2015, la financiación para el desarrollo, el cambio climático y la re-ducción del riesgo de desastres brindan a la co-munidad internacional una oportunidad única de lograr una mayor coherencia en las políti-cas, instituciones, metas, indicadores y siste-mas de medición de la aplicación, respetando al mismo tiempo sus respectivos mandatos. Si se aseguran vínculos creíbles, cuando corres-ponda, entre estos procesos se contribuirá a crear resiliencia y lograr el objetivo mundial de erradicar la pobreza.” En el discurso de inauguración de la Cumbre de Sendai, el Señor Van Ki Moon, Secretario General de Naciones Unidas hizo énfasis en este objetivo, asunto por demás impostergable porque estas tres agendas son interdependientes y su alinea-ción permitirá abordarlos desde la planifica-ción es decir desde la Gestión Prospectiva, en vez de hacerlo solo de la Gestión Correctiva y Reactiva. El otro gran aporte es el reconoci-miento de que la resiliencia depende de la re-ducción de la pobreza, por lo tanto este debe ser un propósito toral en las tres agendas.

El punto doce, nos recuerda que “en el documento final de la Confe-rencia de las Naciones Unidas sobre

el Desarrollo Sostenible, celebrada en 2012, titulado “El futuro que queremos”,se pedía que la reducción del riesgo de de-sastres y la creación de resiliencia se abor-daran con renovada urgencia en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza y, cuando correspondiera, se in-tegrara a todos los niveles. La Conferencia también reafirmó todos los principios de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.” El sentido de urgencia que en este punto se remarca, indica que los países van en un punto en que si no hacen cambios, cada vez serán más susceptibles de mayores impactos, especialmente por la amenaza del calentamiento global y los secundarios efec-tos en el clima. El hecho de que se aluda a los principios de la Declaración de Río celebrada en 1,992 conlleva al reconocimiento implícito de que en la agenda ambiental y particular-mente en la del clima hay pocos avances, so-bre todo porque esta agenda se ha abordado desde la perspectiva ambiental y no desde la perspectiva económica asociada al crecimien-to económico basado en el uso, (extracción y depredación) de los recursos naturales y su consecuente agotamiento, además de los con-taminantes residuos peligrosos de su procesa-miento.

imagen: http://www.wcdrr.org/uploads/BanKiMoon_Quote-WCDRR.jpg

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El punto trece, indica que “enfrentar el cam-bio climático como uno de los factores que impulsan el riesgo de desastres, respetando al mismo tiempo el mandato de la Conven-ción Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, representa una oportuni-dad de reducir el riesgo de desastres de ma-nera significativa y coherente en todos los procesos intergubernamentales interrelacio-nados.” Esta es una de las asociaciones y aportes fundamentales que contiene el Mar-co de Acción de Sendai, al poner énfasis en el abordaje integrado del desarrollo-riesgo de desastres-riesgo climático. Se reconoce que entre el 75% al 85% de los impactos ne-gativos de los desastres actuales se deben a fenómenos asociados al clima y por lo tanto no pueden seguir separadas estas agendas, de hecho algunos países han iniciado ya a situar estos tres temas en una visión sistémica den-tro una sola institución. Esta tendencia lleva a incorporar de una amanera más visible el territorio, el riesgo de desastres y el cambio climático y seguramente a la homologación conceptual que tanto se ha intentado, pero con muchas dificultades.

El punto catorce, permite establecer la re-flexión acerca de que “con el fin de reducir el riesgo de desastres, es necesario abordar los desafíos existentes y prepararse para los futuros centrándose en las acciones siguien-te: vigilar, evaluar y comprender el riesgo de desastres y compartir dicha información y la forma en que se crea; fortalecer la gobernan-za y la coordinación en materia de riesgo de desastres en las instituciones y los sectores pertinentes, y la participación plena y signi-ficativa de los actores pertinentes a los nive-les que corresponda; invertir en la resiliencia económica, social, sanitaria, cultural y edu-cativa de las personas, las comunidades y los países y el medio ambiente, así como a través de la tecnología y la investigación; mejorar los sistemas de alerta temprana de amenazas múltiples, la preparación, la respuesta, la re-cuperación, la rehabilitación y la reconstruc-ción.

A fin de complementar las medidas y capa-cidades nacionales, es necesario mejorar la cooperación internacional entre los países de-sarrollados y los países en desarrollo, y entre los Estados y las organizaciones internaciona-les.”

En este punto se establece con claridad las futuras cuatro prioridades del Marco de Ac-ción de Sendai, basadas en la posibilidad de los desafíos que enfrenta la sociedad actual y los futuros, fundamentándose la necesidad de una visión prospectiva y no solo coyuntural que en parte prevaleció con anterioridad.

El punto quince, nos dice que “el presente Marco se aplicará a los riesgos de desastres de pequeña y gran escala, frecuentes y poco frecuentes, súbitos y de evolución lenta, na-turales o antropógenos, así como las amena-zas y los riesgos ambientales, tecnológicos y biológicos conexos. Tiene por objeto orientar la gestión del riesgo de desastres en relación con amenazas múltiples en el desarrollo a to-dos los niveles, así como en todos los sectores y entre ellos.” Este punto final del preám-bulo, es quizá el más enigmático, pero a la vez retador, ya que establece nuevas formas de clasificar los riesgos, más asociados a otras disciplinas, por ejemplo pequeña y gran esca-la probablemente se asocie más a la econo-mía; frecuentes y poco frecuentes, más aso-ciados con la ocurrencia estadística; súbitos y de evolución lenta, muy usado en la aparición de enfermedades; y los naturales o antropo-génicos que son las categorías que tradicio-nalmente hemos usado en la temática de los desastres; finalmente los riesgos ambienta-les, tecnológicos y biológicos, de los cuales cabe destacar los biológicos y como la epide-mia del ébola dejó su huella como un riesgo importante, especialmente por el incremento o reciente aparición de nuevos enfermedades en territorio inusuales, secundariamente pro su asociación con el clima, como Dengue, Chi-kungunya, Malaria, Fiebre del Nilo entre otras enfermedades asociadas al clima.

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No. 7BoletínCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y Desastres - CEDESYD-

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Finalmente el enfoque multiamenazas resulta interesante, asociado a un mundo cada vez más complejo, con mayor incertidumbre, aso-ciado a los fenómenos extremos y erráticos, que por lo tanto necesita un enfoque holís-tico en su abordaje. Se prevé desde ahora la necesidad de equipos multidisciplinarios, de herramientas flexibles, pero sensibles y de alta confiabilidad, probablemente el replan-teo de la fórmula tradicional de medir el ries-go, la de amenaza en función de la vulnerabi-lidad y la capacidad, por la de las dinámicas naturales en función de las dinámicas sociales y la exposición.

Estos aspectos serán analizados en los siguien-tes artículos.

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No. 7BoletínPor una cultura de seguridad y resiliencia ante los desastres.

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Dr. Carlos Alvarado CerezoRector Magnífico Universidad de San Carlos de Guatemala

Dr. Carlos Enrique Camey RodasSecretario General de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Ing. Agr. Alvaro Amílcar Folgar PortilloDirector General Extensión UniversitariaUniversidad de San Carlos de Guatemala.

M. Sc. Víctor Manuel García LemusJefe Centro de Estudios de Desarrollo Seguro Desastres, Universidad de San Carlos de Guatemala.CEDESYD-DIGEU-USAC

Ing. Agr. Raúl Gabriel VargasCoordinador de Gestión InstitucionalCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

Lic. Hugo David Arbizú ArrecisCoordinador del Área de Estudios de Realidad Nacional y DesastresCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

Ing. Qca. Mónica Pamela Mejía DoradeaProfesional de Área de Estudios de Realidad Nacional y DesastresCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

Ing Civil. Pablo Osberto MaldonadoProfesional de Desarrollo Seguro y DesastresCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

Ing. Agr. Kevin NufioProfesional de Área de Estudios de Realidad Nacional y DesastresCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

Jenifer Karina ÁlvarezSecretariaCentro de Estudios de Desarrollo Seguro y DesastresCEDESYD-DIGEU-USAC

María Mercedes CifuentesAuxiliar de Tesorería ICEDESYD-DIGEU-USAC

Directorio

Artículo preparado por:

M. Sc. Víctor Manuel García Le-musJefe Centro de Estudios de Desarrollo Seguro Desastres, Universidad de San Carlos de Guatemala.CEDESYD-DIGEU-USAC

Diseño y diagramación:

Lic. Hugo Arbizú Arrecis

Colaboración:

M. Sc. Pamela MejíaIng. Agr. Raúl Gabriel VargasIng. Pablo MaldonadoIng. Agr. Kevin Nufio

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