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TEXTO INÉDITO, NÚM. 1 Palermo y la Alhambra. Nuevas aproximaciones Basilio Pavón Maldonado The Alhambra and the Palaces of Palermo. New approaches The “Hall of Ninfeo” (Sala del Ninfeo) in the Zisa Palace in Palermo built during the reign of King Guglielmo II between 1165 and 1180. The plan like a cross with three deep “muqarnas” arch in the “Mirador de Lindaraja” in the Lion´s Palace in the Alhambra, built n 1362. These similarities or approaches can also be sween in the “Piccola Cuba” in Palermo and the “Rawda door” at the Alhambra, as well as in some“muqarnas”Normandy-style buildings and the Alhambra of the XIV century. La “Sala del Ninfeo” del palacio de la Zisa de Palermo, construido en el reinado de Guglielmo II en 1165-1180, de planta en cruz con tres profundos arcos de mocarábes, se asemeja a la planta y los mocárabes del “Mirador de Lindaraja” del Palacio de los Leones de la Alhambra, construido en 1362. Esas semejanzas o aproximaciones se dan también en la “Piccola Cuba” de Palermo y la “Puerta de la Rawda” de la Alhambra y en algunos mocárabes de monumentos sículo-normando y de la Alhambra del siglo XIV. Como portada de este artículo cabe el famoso jarrón de reflejo metálico, llamado “Jarrón de Palermo”, de la Galería Regional del Palacio Abatellis de Palermo (Fig. 1), sobre cuyas características se pronunció Gómez- Moreno, que lo fecha en el siglo XIII, salido probablemente de los talleres de Málaga (1); también publicado en la obra Al-Andalus. Las artes islámicas en España (2), fechado esta vez entre los siglos XIII y XV, con la aclaración de que la pieza fue encontrada en Mazzara del Vallo (Sicilia). Ambas publicaciones insisten en la faja del centro de la vasija con el lema escrito en cúfico almulk, “el poder”, afiliado al cúfico granadino arcaico que la autoría del segundo artículo quiere encajar en la segunda mitad del siglo XIII, cuando los soberanos hafsíes de Túnez mantenían buena relación con los sultanes granadinos. En muchos aspectos de la decoración se aproxima bastante al jarrón dorado del Instituto de Valencia de Don Juan, también procedente de Palermo; el letrero cúfico de ambos es el mismo, aunque el del Palacio Abatellis prescinde del Allah pequeño sobrepuesto al término al-mulk. El arte hispanomusulmán tiene una serie de sumandos reconocidos de antiguo en Palermo, ciudad en la que los soberanos sículo-normandos a lo largo del siglo XII erigieron una serie de palacios de facturas árabes como consecuencia de derivaciones del Norte de Africa, arte fatimí de El Cairo y arte hispanomusulman en su faceta almorávide-almohade. Esta última vertiente andalusí queda bien reflejada en un techo plano, o alfarje, que perteneció al Palacio Real de Ruggero II de Palermo, hoy conservados sus restos en la mencionada Galería Regional de la ciudad, Figura 1. Jarrón nazarí. Palermo

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Palermo y la Alhambra. Nuevas aproximaciones Basilio Pavón Maldonado The Alhambra and the Palaces of Palermo. New approaches The “Hall of Ninfeo” (Sala del Ninfeo) in the Zisa Palace in Palermo built during the reign of King Guglielmo II between 1165 and 1180. The plan like a cross with three deep “muqarnas” arch in the “Mirador de Lindaraja” in the Lion´s Palace in the Alhambra, built n 1362. These similarities or approaches can also be sween in the “Piccola Cuba” in Palermo and the “Rawda door” at the Alhambra, as well as in some“muqarnas”Normandy-style buildings and the Alhambra of the XIV century. La “Sala del Ninfeo” del palacio de la Zisa de Palermo, construido en el reinado de Guglielmo II en 1165-1180, de planta en cruz con tres profundos arcos de mocarábes, se asemeja a la planta y los mocárabes del “Mirador de Lindaraja” del Palacio de los Leones de la Alhambra, construido en 1362. Esas semejanzas o aproximaciones se dan también en la “Piccola Cuba” de Palermo y la “Puerta de la Rawda” de la Alhambra y en algunos mocárabes de monumentos sículo-normando y de la Alhambra del siglo XIV.

Como portada de este artículo cabe el famoso jarrón de reflejo metálico, llamado “Jarrón de Palermo”, de la Galería Regional del Palacio Abatellis de Palermo (Fig. 1), sobre cuyas características se pronunció Gómez-Moreno, que lo fecha en el siglo XIII, salido probablemente de los talleres de Málaga (1); también publicado en la obra Al-Andalus. Las artes islámicas en España (2), fechado esta vez entre los siglos XIII y XV, con la aclaración de que la pieza fue encontrada en Mazzara del Vallo (Sicilia). Ambas publicaciones insisten en la faja del centro de la vasija con el lema escrito en cúfico almulk, “el poder”, afiliado al cúfico granadino arcaico que la autoría del segundo artículo quiere encajar en la segunda mitad del siglo XIII, cuando los soberanos hafsíes de Túnez mantenían buena relación con los sultanes granadinos. En muchos aspectos de la decoración se aproxima bastante al jarrón dorado del Instituto de Valencia de Don Juan, también procedente de Palermo; el letrero cúfico de ambos es el mismo, aunque el del Palacio Abatellis prescinde del Allah pequeño sobrepuesto al término al-mulk. El arte hispanomusulmán tiene una serie de sumandos reconocidos de antiguo en Palermo, ciudad en la que

los soberanos sículo-normandos a lo largo del siglo XII erigieron una serie de palacios de facturas árabes como consecuencia de derivaciones del Norte de Africa, arte fatimí de El Cairo y arte hispanomusulman en su faceta almorávide-almohade. Esta última vertiente andalusí queda bien reflejada en un techo plano, o alfarje, que perteneció al Palacio Real de Ruggero II de Palermo, hoy conservados sus restos en la mencionada Galería Regional de la ciudad,

Figura 1. Jarrón nazarí. Palermo

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pieza estudiada y publicada por Manuel Gómez-Moreno (3), y así otros muchos andalucismos casi perdidos en palacios y construcciones diversas palermitanas, incluida, naturalmente, la excelente techumbre de la Capilla Palatina del Palacio Real, sin olvidar como aval certero de la influencia hispana el entrecruzamiento de arcos de origen califal de Córdoba que se exhibe prácticamente en todas las iglesias de Palermo y otras más de Sicilia. De todo ello trataré ampliamente en estudio extenso sobre España y Palermo. Descendiendo al escenario concreto de la Alhambra, monumento tan universal por tantos aspectos conocidos y no del todo conocidos que, si no atañen algunos enteramente a la ciudadela nazarí, sí comulgan con principios estéticos universales reflejados en ella. Abro este tema con extractos del artículo de Vittorio Noto “Elementos para un estudio de los sistemas proporcionales y metrológicos de la arquitectura islámica” (4), donde se analizan los sistemas proporcionales basados en principios matemáticos y geométricos generalmente conocidos desde la Antigüedad en Oriente y Occidente, desarrollados y aplicados por los arquitectos y por los decoradores islámicos en el ámbito de una nueva civilización. Toca el palacio la Cuba de Palermo (Fig. 6, D), erigido por Guglielmo II en 1280, que evidencia en planta y en los planos una refinada elaboración de los sistemas proporcionales analizados hasta el presente, además de una síntesis tipológica de las salas que solían formar parte de los palacios islámicos y, en particular, de los palacios de recreo. En la evolución de la arquitectura islámica las tipologías palaciales, sobre todo en los palacios de recreo, se dirigieron hacia valores estandarizados de las salas en relación directa con sus funciones. Siguiendo con la Cuba se fija Noto en que su fuente está en el centro del pavimento, núcleo simbólico y proyectual desde donde arranca geométricamente en planta y alzado toda la composición del edificio, materializando formalmente los ejes del campo de forma cuadrada (Fig. 6, D). En la Alhambra, sigue reflexionando Noto, los esquemas planimétricos del Patio de Leones, Sala de las Dos Hermanas y Sala de los Abencerrajes, Sala de las Camas y Torre de las Infantas, poseen un núcleo, generalmente representado por una fuente, alrededor de la cual se desarrolla y se conforman los demás elementos arquitectónicos y de distribución. “La Alhambra de Granada constituye en todos los sentidos uno de los complejos arquitectónicos más representativos del arte árabe mediterráneo porque, aunque pertenezca al período que marca el declive del Islam en Occidente, recoge entre sus pórticos, fuentes y salas, un trenzado antológico de los más refinados del arte palacial islámico (califal, taifa y almorávide) en cuanto a la aplicación de las matemáticas y de la geometría”. Se entretiene el articulista en el cuadripórtico o espacio-qubba cuadrado con cuatro pórticos de la Cuba de Palermo (Fig. 6, D) y Sala de las Camas de la Alhambra (Fig. 6, A). También analiza los diseños sobre cuadrícula de mallas que aplica al palacio de la Zisa de Palermo, reconociendo que los arquitectos islámicos no siempre la utilizan (en la Alhambra al parecer no empleado). Algo se ocupa de las muqarnas que constituyen, dice, los motivos decorativos geométricos más difundidos en las arquitecturas decorativas. Estas composiciones, alveoladas, dice Noto, siguen esquemas geométricos canónicos que permitían resolver varios problemas arquitectónicos, a veces incluso complejos, como a los que había que hacer frente para realizar la cúpula de la Sala de las Dos Hermanas. Por último, en el criterio del autor italiano, “los elementos estructurales y decorativos de la Alhambra representan el máximo desarrollo de los cánones geométricos, técnicos y estéticos de la arquitectura y del arte musulmán anterior del siglo XIV; aunque en relación a los momentos del siglo XII de Marrakech, Fez y a los iraníes y sirios no constituyan una novedad”. Como se ha visto, los palacios de Palermo y la Alhambra son reunidos en base a la aplicación en algunos de ellos de los sistemas proporcionales y metrológicos de la arquitectura islámica en general, en los que no vamos a entrar aquí en profundidad; me limitaré ahora tan sólo a hacer hincapié en la aproximación formal del espacio cuadripórtico con fuente en medio de la Cuba de Palermo y la Sala de las Camas del Baño Real de la Alhambra. Respecto a los mocárabes, hispanomusulmanes y palermitanos, sobre su aproximación formal y visual, poca cosa aporta Noto, con el que no estoy de acuerdo en las últimas líneas entrecomilladas del párrafo anterior. Nuestra visión de las anunciadas nuevas aproximaciones de Palermo y la Alhambra se centra más en aspectos formales y estéticos de fácil constatación en plantas, alzados y secciones y en la documentación fotográfica.

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I) LA SALA DEL NINFEO (O DE LA FUENTE) DE LA ZISA Y EL MIRADOR DE LINDARAJA DEL PALACIO DE LOS LEONES DE LA ALHAMBRA (Figs. 2, 3)

El mirador granadino se sitúa al norte de la qubba de las Dos Hermanas, interponiéndose entre ésta y aquél la sala alargada de Lindaraja, de la que recibe nombre, en los tiempos árabes llamado bahw (5). En realidad esta original arquitectura resulta de la suma de sala y antesala en forma de T invertida, tan predicada por G. Marçais, y qubba real con dos salas laterales o espacio tripartito presente ya en el Cuarto Real de Santo Domingo de Granada (s. XIII). Lo peculiar del mirador alhambreño que ahora intento subrayar es su planta cruciforme (Fig. 2, 2), de vieja prosapia árabe que, curiosamente, no vemos en nuestros palacios hispanomusulmanes más representativos, aunque se deja notar en dependencias palaciales de la arquitectura mudéjar, con origen bien constatado en el palacio de Ziri en Achir (Argelia) del siglo X (6), palacios de la Qal´a de los Bannu Hammad, Argelia, de los siglos XI y XII (7) y palacios de la Zisa y la Cuba de Palermo (8), en todos ellos la

planta cruciforme con función de sala principal o de honor según figuraba ya en el edificio del Fanal o Almanar de la Qal´a argelina. Así, el mirador de Lindaraja por la planta, bastante aligerada por el paso de los tiempos, entra en contacto con la sala del Ninfeo de la Zisa (Fig. 3), bien entendido, insistimos en ello, que los brazos o nichos de la planta del mirador son bastante menos profundos que los de la Zisa. Dicha aproximación es subrayada en los alzados de ambos espacios palaciales, conexión a cargo de solemnes arcos de mocárabes, en el mirador (Fig. 2, 3, 4, 5), tres arcos mocarabados adosados correspondientes a los nichos de la planta cruciforme, con la particularidad de que el arco central es distinto de los dos de los costados. A éstos se suma el precioso arco de estalactitas de la entrada, el más rico y bello de cuantos existen de este género de la España musulmana y la mudéjar (Fig. 2, 7) (9), significándose con ello la principalidad del mirador. Dicho arco tiene por portada el esquema reseñado con el número 8. El aspecto del mirador por el exterior lo vemos en la foto 6. En suma, planta y alzados de refinada estampa, al servicio de la función privilegiada que tuvo la saleta o mirador, la más recóndita y privada del palacio nazarí, pero no por ello privada de aparato ceremonial del que participa como pieza protagonista la Sala de las Dos Hermanas en su calidad de qubba, sala de audiencias y de tantas otras cosas más. De cualquier forma, Lindaraja es saleta de honor para largas permanencias del sultán y de sus deudos en un palacio a la vez oficial o urbano y privado o de recreo. No conviene olvidar esta ambivalencia en los palacios islámicos, al menos en la arquitectura hispanomusulmana.

Figura 2. Mirador de Lindaraja. Alhambra

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Trasladándonos a la Zisa (Fig. 3) el grabado 4 de Girault de Prangey (10) de la Sala del Ninfeo, planta baja del edificio, es como un espejo en el que se mira el Mirador de Lindaraja, aunque por la época que Girault visita Palermo el arco de entrada del Ninfeo era un sencillo medio punto rebajado, tal y como se presenta hoy, impuesto por el arquitecto Sandoval en el siglo XVII; no sería así en el palacio del siglo XII, como asegura G. Bellafiore, quien alude a pasadas restauraciones que alumbraron restos de piezas o adarajas de muqarnas en dicho arco (11). Con ello se reafirma el parentesco o hermandad entre el Ninfeo y el Mirador granadino. En aquél los nichos de piedra son mocarabados, esta vez de aspecto piramidal, tal vez por contagio o inspiración de las solemnes portadas mocarabadas de madrazas de El Cairo (s. XII-XIV) y del maristán de Nur al-Din (1154) de Damasco. El arco frontal (1) y (6) diferente de los dos laterales (5), modalidad que advertíamos en Lindaraja. Además, ponemos énfasis en que en realidad la planta del Ninfeo (3) dibuja con el largo vestíbulo o pórtico

que le precede el juego de sala y antesala en T invertida de Lindaraja con origen occidental, decíamos, en el palacio Ziri de Achir de Argelia (12) y en la Qal´a argelina. Para mayor aproximación, faltaría que el mirador granadino tuviera pila o pilas de agua en el suelo, que vemos desplazada al centro de la qubba de Dos Hermanas (Fig. 2, 1), que tanta animación y sensación de recreo y bienestar prestan al Ninfeo. No cabe duda que la Zisa es el palacio predecesor en lo que a los mocárabes se refiere, a falta de otros almorávides-almohades hispanos desaparecidos, ahora en parte revelados en el convento de Santa Clara de Murcia (13), de los palacios del siglo XIV de la Alhambra, contando con que, además, las estalactitas pudieron haber existido en la sala de honor de la tercera planta, también con forma de cruz, de la mansión palermitana, según la autorizada opinión de Bellafiore. Los mocárabes son habituales en prácticamente todas las hornacinas o nichos, a veces caja de ventanas, de todo el palacio, módulos tan populares en la arquitectura nazarí (me refiero a los nichos mocarabados de los atajos de los pórticos norte del Palacio de Comares y del Generalife). Sólo dos incisos sobre estos mocárabes; uno, los tres arcos o nichos de mocárabes del Ninfeo son de piedra, aunque su interior con retoques de yeso. Este material aquí y en cornisa de la catedral de Palermo (Bellafiore), por primera vez usado que se sepa en Occidente en la muqarna, con el precedente de los nichos de una de las puertas de la mezquita de Aqmar de El Cairo (1125). Esta decoración en piedra tiene manifestaciones en distintas obras hispanas y magrebí posteriores: algunos capiteles de mezquitas de Rabat y de la Alhambra del siglo XIII-XIV; también en Rabat (s. XIV) las torres de la portada exterior de la Chella, en Tremecén portada de mezquita Mançura y friso mocarabado de la portada de piedra de la mezquita az-Zhar de Fez (1357), que la leyenda dice fue hecha en Andalucía y llevada piedra a piedra a esa ciudad. Segundo inciso, sobre el probable origen del mocárabe siciliano en los palacios de la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia (s. XI), propuesta dictada por L. Golvin (14). Y como una prueba más de la aproximación hispano-normanda que nos ocupa, se puede pensar en algún ilustre personaje de la corte granadina de Muhammad V visitando los palacios de Palermo, imitando al hispanoárabe Ibn Yubayr (I183-1185), quien se refiere a tan ilustres mansiones del entorno de la ciudad comparándolas con “el collar que adorna la garganta de una doncella” y, por qué no decirlo, al propio Idrisi (1100-1165), entusiasta de la arquitectura de la ciudad, “la más grande y la más bella metrópoli del mundo de belleza infinita”, en la que

Figura 3. Sala del Ninfeo. La Zisa. Palermo

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vivió bajo el patrocinio del Rey Ruggero II escribiendo para él el Rawd al- uns wa nuhzat al- nafs, y también, por qué no, al mismo al-Jatib, tan uña y carne de Muhammad V en los temas de los palacios granadinos (15). También podría conectar la Zisa con la torre de Comares y la Sala de Dos Hermanas por las escaleras gemelas simétricamente dispuestas con acertada capacidad y solemnidad comunicando sus plantas (Fig. 3, 3); en el caso de Comares y de Dos Hermanas tal simetría se da al pie de la planta de las salas, aunque de las dos cajas iguales sólo una funciona hoy como escalera. 2- LA CUBA DE PALERMO Y LA QUBBA DE LAS DOS HERMANAS DE LA ALHAMBRA. MUQARNAS (Figs. 4, 5, 6, 7, 8, 9, 9-1)

Este palacio (16) cuyo nombre, Cuba, deriva del término árabe qubba, tan hispanoárabe y sobre todo granadino del siglo XIV, a diferencia de la Zisa, aunque como éste de planta apaisada, tiene espacio o estancia tripartita con cuatro salientes al exterior a modo de torrecillas, un cuadrado para la estancia central (B) (Fig. 6, D) con cuatro columnas que genera espacio cuadripórtico, que vemos en la Alhambra en la torre del Peinador (Fig. 6, B), el Mexuar (Fig. 6, C) y Sala de las Camas del Baño Real del palacio de Comares (fig. 6, A), tres qubbas regias con linterna a cuyos alzados se aproximaría el de la Cuba palermitana restituida primero por Lo Jacono y ahora por Vittorio Noto (Fig. 6, D), con cúpula trasdosada que era lo habitual en los edificios religiosos sículo-normandos del XII y antes en la Cuba y de la Sala de las Camas con fuente en el centro (Fig. 6, D, de Vittorio Noto). Y a uno y otro lado del espacio central de la Cuba, sendos salientes o pseudomiradores adornados en el interior con una semiestructura cupular de muqarnas (Fig. 4, 1, 2). Esa estancia cuadriporticada tiene a uno y

otro lado otras dos oblongas, la de la entrada de la izquierda (A) con la puerta dentro del saliente y, en el lado opuesto, otro espacio tripartito (C), el central con la planta cruciforme del Ninfeo de la Zisa. En realidad, bien mirado, si tomamos como qubba propiamente dicha la sala de las cuatro columnas con fuente central, este palacio de la Cuba presenta el mismo tripartito de las qubbas hispanas: Sala de las Dos Hermanas y Sala de los Abencerrajes de la Alhambra (Fig. 6, E), qubba del Cuarto Real de Santo Domingo, palacio de Alcázar Genil de Granada, qubba del Salón de Embajadores del palacio mudéjar del Alcázar de Sevilla, torre palacio de Abencerrajes de la Alhambra y en la mudéjar y sevillana Casa Olea. Las plantas tripartitas comentadas, la de la Cuba imitada en el palacio del castillo siciliano de Caronia, pudieran derivar de una sala de recepción localizada en el lado derecho del “Palacio del Mar” de la Qal´a de los Bann Fu Hammad (Fig. 6, X) (17). En nuestro criterio, el palacio de la Cuba, con el eje longitudinal A-C, tenía la sala más noble u oficial en la C de planta cruciforme, el cuadripórtico de B con significado de qubba de audiencia o sala de estar haciendo el juego o emulando a la sala central del qa´a, con función de recepción o esparcimiento de la arquitectura doméstica de

Figura 4. Muqarnas de la Cuba

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Egipto (Fig. 6, F). Este tema del qa´a y las qubbas granadinas fue tratado por Torres Balbás (18). Vista la planimetría de la Cuba, resta por describir las esbeltas arquerías fingidas del exterior (Fig. 5) que con un riguroso, casi ceremonial, ritmo animan por igual los cuatro frentes de la mansión, según se advierte en los dibujos 3 y 4 de la misma figura. En este aspecto, los orígenes más seguros ya reconocidos por los especialistas franceses se encuentran en el exterior del mencionado edificio del Fanal de la Qal´a argelina (19) y, tal vez, en otros palacios desaparecidos de Bugía y Túnez de las etapas hammadi y fatimí; también a este respecto cabe señalar las fachadas de la madraza de Kalaún de El Cairo (Fig.7, B) consideradas como un arcaísmo o imitación de palacio fatimí del siglo XI desaparecido que allí mismo existiría, en el criterio de Creswell. Vemos en la Cuba repetido tres prototipos de arcos reseñados con la letra X, dos de ellos de tres arcos y el otro de cinco arcos que, dispuestos en serie, en los costados mayores dan el efecto del dibujo 4, entrometiéndonos todo ello en la

alineación de arcos diferentes según unas leyes de simetría calculadas aplicadas a diversos monumentos del mundo árabe, incluida la Alhambra con su patio de Leones (Fig. 7, 1, 2, 4). En éste el dibujo 1 según interpretación de G. Marçais (20); otros dos ejemplos en la arquitectura almohade: curioso el combinado de arco repetido en las caras de la Giralda de Sevilla (3) y el efecto perspectiva de la planta de la mezquita de Tinmall (5), visto en la entrada del transepto, con los arcos alternativos 3-6-4-6-3-6-4-6-3 = repetido tres veces el 3, cuatro veces el 6 y dos veces el 4. En Bagdad el ejemplo A, patio de la madraza de Mustansiriya (1233) del califa abbasi al-Mustansir, y en Túnez la arquería sur del patio de la Gran Mezquita de Qayrawan (6), vista por primera vez por G. Marçais (21). En la Cuba destacamos estructura con apariencia de supuesta semibóveda de mocárabes de los dos salientes del cuerpo central (Fig. 4, 1, 2). Estas fotos las tomamos en 2006, si bien la composición de muqarnas no difiere mucho de la del dibujo de Girault de Pangey del siglo XIX. Se ve que el arco mixtilíneo a la vez que lambrequin o acortinado absolutamente de trazas almohades, se repite en tres frentes y en dos ángulos a título de trompas, los cuales soportarían algún tipo de techo tipo abovedado o tal vez plano o alfarje. Como quiera que fuere, la composición descrita,

Figura 5. La Cuba de Palermo

Figura 6. La qubba islámica: A, B, C, E. de la

Alhambra; D, Cuba de Palermo

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repartida en cinco frentes con decorados de yeso realizados por alarifes hispano-musulmanes, nos traslada de inmediato a la Sala de las Dos Hermanas de la Alhambra (Fig. 8, 1) con el mismo efecto visual de los salientes de la Cuba. Allí, cuatro arcos de mocárabes en los testeros y otros cuatro en las trompas de ángulo, cuyo ensayo o precedente más inmediato sería el oratorio de la madraza de Granada de Yusuf I (2). Si bien a estos dos ejemplos granadinos se anticipa la qubba de delante del mihrab de la mezquita mayor de Taza (1299) (3), con base cupular muy parecida a la de los salientes palermitanos. No se olvide que los alarifes ejecutores de los mocárabes de la Cuba son almohades de formación hispana. Respecto a la yeserías del “mocarabado”, sus decorados son andaluces al pleno, reconocido por Gómez-

Moreno, concretamente las dos composiciones geométricas (trama de esvásticas trenzadas y trama de estrellas de la Ahambra, y no digamos el tipo de ataurique del fondo de acento almorávide, en Granada, muy propio de los estucos del Mawror. Y descendiendo a los dibujos de adarajas de las muqarnas registradas en Palermo, su aproximación a los mocárabes granadinos precisamente de la Alhambra es asombrosa. En la figura 9, el 3-2, de friso de debajo de la cúpula de la capilla del palacio de la Zisa (A) (22), prácticamente el mismo de la base de la cúpula mocarabada de la qubba central de la Sala de la Justicia de la Alhambra (B); y es más, en la proyección del nicho mocarabado frontal de la sala del Nifeo de la Zisa dibujada por Ecochar (23) (Fig. 9, C) figura la composición de adarajas (D), inédita en los mocárabes conocidos occidentales del siglo XII, que aparece en los Alhambreños de la segunda mitad del siglo XIV (E), igualmente presente en

Figura 7. Simetría en los arcos de la arquitectura

árabe Figura 8. Sala de Dos Hermanas de la

Alhambra, 1; Madraza de Granada, 2; qubba mezquita de Taza, 3

Figura 9. Muqarnas en Palermo y la Alhambra

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capulines de la falsa bóveda de la Capilla Real de la mezquita aljama de Córdoba (1372) (F). En su día daremos más mocárabes almorávides de la Qarawiyyin de Fez y de Granada de asombroso parecido con los palermitanos del siglo XII. Como botón de muestra el entramado del techo de la nave central de la Capilla Palatina de Palermo (1) (4) debió nacer en talleres almorávides-almohades de formación hispana con el aval de (2), la parte superior de mosaico romano de Itálica y la inferior de piedra hispanomusulmana del siglo X aparecida en Málaga (3). El alzado del friso de muqarnas de la Capilla Palatina (5), prácticamente igual que el de una de la bóvedas de la Qarawiyyin. En su momento hablaremos de los frisos mocarabados de

Figura 9-1. Techos del Generalife de Granada (A) y de la Capilla Palatina de Palermo (B, C) con

cornisa de muqarnas; el B en publicación de W. Tronzo (Roger II and the Capella Palatina in Palermo, Princenton, 1997)

techos de madera árabes que se aproximan a la cubierta de la capilla palermitana. Como botón de muestra, en la Fig. 9-1 damos estas visiones: A, techo de “par y nudillo” de sala o maylis del

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pabellón norte del Generalife de Granada, con cornisa de estuco en todo su entorno de muqarnas; B, dibujo publicado por Tronzo de la cubierta de la Capilla Palatina; C, detalle fotográfico de la misma. 3) LA “PICCOLA CUBA” O QUBAYBA DE PALERMO Y LA PUERTA DE LA RAWDA DE LA ALHAMBRA (Fig. 10) Es un edículo exento (Fig. 10, 1), como los mausoleos de los cementerios árabes del Islam Occidental (Fig. 11, 2, de cementerio de Fez), pequeños edificios con cuatro arcos o puertas permanentemente abiertas, según tipología oriental, en el presente caso de Palermo por el interior engalanado con arcos abocinados o con retranqueos en las cuatro trompas y en

testeros, prácticamente los ocho enlazados, según receta tunecina que se remonta a los tiempos del ribat de Susa (s. VIII-IX) (Fig. 10, A, según interpretación de A. Lézine), con ejemplo tardío en el pabellón con cúpula de Bab Lalla Rihana añadida en el siglo XIII al patio de la Gran Mezquita de Qayrawan (Figs. 10, 3 y 11, 1), sólo que en ésta las ventanas de la linterna quedan abiertas al exterior. La pequeña qubba de Palermo, trasdosada al exterior con su característico color rojo propio de todas las cúpulas palermitanas de hoy (Fig. 10, 4), se encuentra en los jardines de un palacio próximo del siglo XII conocido por el nombre de “Torre Alfaina”, habiendo sido clasificada en el siglo XVI como pabellón de descanso en las cacerías de la nobleza de aquellos tiempos, en base a que había varios edículos como el que describimos alineados entre los palacios de la Zisa, la Cuba, palacio Uscibene y el Palacio Real de Ruggero II. Las fotografías 1 (antigua)

y la 4 actual dan fe de la belleza, aunque escueta, de este monumento de no más de siete metros de lado del cuadrado de la base. No está sobrada España de este tipo de construcción, salvados algunos ejemplos extraviados con cupulillas trasdosadas que no vienen al caso. Únicamente merece ser señalada dentro de la Alhambra la llamada “Puerta de la Rawda” (Fig. 10, 2), pegada al patio de los Leones al que daría entrada, aunque la puerta, semejante por la cúpula gallonada (Fig. 10, 2-1) a uno de los tramos de la puerta de las Armas, sería de la primera mitad del siglo XIV, en cuyo caso pudo servir de hall a palacio por allí instalado anterior al actual de Muhammad V. La teoría de puerta con arcos abiertos por los cuatro costados quedaría confirmada con la citada Bab Lalla Rihana de Qayrawan (Fig. 10, 3). Pero no se descarta que la “Puerta de la Rawda” figurara desde su fundación como edificio conmemorativo

Figura 10. La “Picola Cuba” de Palermo y la Puerta de la Rawda de la

Alhambra

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con función de reposo, lo que no acaba de casar con su excesiva altura. Para equipararla a la pequeña qubba palermitana habría que recortar su altura (Fig. 10, 2-II), y aún así vemos que el juego de los ocho arquillos en la base de la cúpula sobre tres ventanas por lado no acaba de ajustarse al modelo de aquélla. Cualquiera que fuera su uso, se debe reconocer que las dos qubbas que nos ocupan se aproximan por ser únicas existentes en parajes palatinos del Islam occidental, con probable función de descanso o reposo, el modelo alhambreño sublimado por el módulo crecido usual en la Granada de los reinados de Ismael I y Yusuf I. En realidad, ambos edificios a final de cuentas encajarían en el genérico jardín islámico con pabellones o quioscos-qubbas aisladas que Ibn Luyun recomienda en su Tratado de agricultura (24) como lugares de recreo y esparcimiento. De esta tradición participarían en tiempos cristianos pabellones aislados en jardines, como el llamado “Cenador de Carlos V” en el Alcázar de Sevilla (Fig. 11, 4), aquí jardines llamados de la “alcoba” y de la “alcobilla”, éste como el diminutivo árabe qubayba (qubba pequeña). Y como precedente más remoto hispanomusulmán, la Capilla de la Asunción del Monasterio de las Huelgas de Burgos (Fig. 11. 3) (s. XII-XIII), esta vez el edificio cerrado, probablemente de modelo almohade sevillano, de seguro con función de retiro o descanso de su fundador Alfonso VIII. Al margen de lo dicho, y al hilo del mismo tipo de arquitectura, en Sicilia y en España se dieron pequeños edículos también de cuatro arcos abiertos y cupulilla trasdosada, con la función de albergar pozo, estanque o manantial de agua, en definitiva fuente, casi siempre con ubicación en parajes rústicos o de labranza. En Sicilia el caso de la Cuba Ciprigna, en Vicari (Fig. 11, 6) y en España qubba-pozo llamada “fontana” en la provincia de Huelva, fontana de Palos de Moguer (Fig. 11, 5) y otra de Paterna (reconstruida) (25), que recuerdan fuentes llamadas qubbas descritas por al-Ansari en la Ceuta del siglo XV (26): “siqqayat al-qubba, en el arrabal de Afuera, con estanque alargado que se comunica con un pozo del que se saca un agua excelente; tiene la fuente una bóveda sobre cuatro columnas…” Dichas qubillas, parientas de las muchas que existirían en los campos de nuestras provincias en los que han perdurado aquellos términos sustitutivos de “alcoba” y “alcubilla” junto con el de “torre del agua”, muy reiterada por ejemplo en Baza (Granada) en el siglo XV, según Hernando del Pulgar.

Figura 11. Pequeñas qubbas en el Islam Occidental

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4) EL LEÓN COMO SÍMBOLO DE PODER Y DE PROTECCIÓN (Fig. 12) Y EL AGUA EN LOS PALACIOS ISLÁMICOS DE OCCIDENTE (Figs, 13 y 14)

Figura 12. El león en Granada y Palermo

Hace tiempo nos ocupamos del papel de este animal en el arte islámico, concretamente arte hispanomusulmán y arte mudéjar (27), con citas previas dedicadas a G. Marçais (28) y a Richard Ettinghausen (29). A título de inventario esto decíamos del león: león-puerta de ciudades (Bab Liyun); león-pata de mueble o brasero; león-ménsula o consola de arcos (Qal´a de los Bannu Hammad), en Toledo y en la Capilla Real de la mezquita aljama de Córdoba; león-canecillo en Santa Clara de Moguer; león-surtidor o fuente echando agua por la boca en muchos ejemplos hispanomusulmanes empezando por el califato, león de bronce de Monzón, y terminando por los leones de la fuente de este nombre en la Alhambra (Fig. 12, 1) y los dos del Maristán de Granada, hoy en el Partal de la Alhambra (Fig. 12, 2), en actitud de pie y sedente, otros echados, cual es el caso del aparecido en el exconvento de San Francisco de la Alhambra. A este grupo de leones surtidores se deben añadir las dos cabezas de animales echando agua por la fauces a una alberca, en estampa que ilustra el manuscrito árabe Riyad wa Bayad del siglo XIII de la Biblioteca del Vaticano (Fig. 14, 5) así como una estampa de las

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pinturas de la techumbre de la Capilla Palatina de Palermo (Fig.12, 4); una imagen poética de leones surtidores en palacio hammadí de Bugía compuesta por el poeta siciliano Ibn Hamdis (1055-1132), según Maqqari; esos leones no distarían mucho del león surtidor de bronce atribuido al arte italo-normando del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Fig. 12, 6). León-voluta en capitel de la almunia de Rumaniyya (Córdoba); león-cabalgadura con jinete encima, en especie de pinjante redondo antiguo hallado en Málaga; leones afrontados a uno y otro lado del árbol de la vida o hom, a partir de los marfiles califales nuestros; león-pebetero de metal, en Irán (1182), pieza del Metropolitan Museum de Nueva York; león-escudo heráldico en banderas, a partir del califato (dibujos de leones con las fauces abierta, en García Gómez, “Anales de al-Hakam II”). En las pinturas cristianas de la Sala de la Justicia del palacio de los Leones: dos leones sentados custodios de escudo de la Banda de Pedro I de Castilla, en ademán muy parecido al de los mencionados leones del Partal y leones dormidos encadenados a dama de historias amorosas. Curiosamente, la pareja de leones sentados custodios y afrontados se ve en las pinturas árabes de la techumbre de la Capilla Palatina de Palermo. Y todo ello, sin citar el león rampante de la corona leonesa castellana, esculpido, pintado o bordado de tapicería, incluidas banderas o pendones (pendón llamado de las Navas de Tolosa); también se da en cerámica y arrimaderos pintados de la Alhambra. Sobre el significado del león en la mentalidad árabe se barajan diversos conceptos. G. Marçais reconoce el carácter profiláctico o mágico, al menos en el mundo árabe occidental, sin duda por herencia asiática (30); para Ettinghausen (31) el león atrapando a un toro o gacela era símbolo real de la conquista, otras veces león símbolo religioso y león como dibujo o diseño simplemente decorativo. También se dice que el león era símbolo de realeza y de potencia, mientras el león alado (presente en las pinturas de la Capilla Palatina de Palermo) representaba el fuego, luz solar y la victoria y la dignidad real. En uno y otro caso, el león desempeñaba la función de vigilancia y protección, por lo general sentado o de pie, según las imágenes 1, 2, 3 en la Alhambra, de la figura 12. No hemos hablado del león persiguiendo a otro animal, toro, ciervo o gacela, o la caza consumada al contacto de uno y otro animal, estampas tan legendarias desde la iconografía iraní, aqueménida y sasánida y luego Bizancio y a la par la iconografía árabe oriental y occidental, en España personificadas en la pila de la Alhambra del siglo XI y en Palermo el manto de Ruggero II del Kunsthistorisches Museum de Viena, también en el techo plano de madera del Palacio Real de Palermo, ya señalado, hoy en la “Galeria Regional del Palacio Abatellis” de la ciudad; al parecer en todos estos casos ¿con el significado del triunfo del Islam sobre sus enemigos? El león figura en los mosaicos de la bóveda de la habitación de Ruggero II del Palacio Real de Palermo, en dos actitudes pacíficas, animal pasante y rampante, muy del estilo hispánico. Y por último, los cuatro leones sentados del féretro de pórfido egipcio del emperador Federico II, conservado en la capilla de las tumbas de la Catedral de Palermo (Fig. 12, 5). Aquí, el león sedente tiene entre la patas delanteras un animal acurrucado, gacela, cabra o toro; es decir, el símbolo del poder triunfante de sus enemigos, imagen inédita en el arte hispanomusulmán, si bien la escultura leonina del féretro en sí misma, incluido el pedestal rectangular, adopta la misma postura de vencedor a la vez que de guardián de los dos leones del Partal de la Alhambra (Fig. 12, 2, 3). Leones sentados se constatan, como vimos, en las pinturas del techo de la nave central de la Capilla Palatina. Sobre la función de estos leones quizá nos pueda orientar la leyenda en árabe de la pila de la fuente de los Leones granadina: “¡Oh, tú, que miras estos leones que acechan! Observa que sólo el respeto al califa les impide atacar” (32). Evidentemente, su actitud en pie y estático es de guarda agresiva, aunque contenida. Anteriormente señalábamos dibujo con fuente o pila alimentada por el agua que sale de las fauces de león del techo de la Capilla Palatina de Palermo (Fig. 12, 4), una conexión más con nuestros leones del agua granadinos, con reflejo asimismo en el tipo de pila con surtidor del dibujo siciliano consignado, pila fuente de cuatro lobulados detectada en zona del Partal de la Alhambra, aunque también figura en casas del Fustat de los siglos XI y XII. Por lo demás, de la comparación de los leones del Partal y los del féretro de la catedral de Palermo se desprenden sorprendentes similitudes, fauces y melena, pezuñas, la propia actitud sedente con el rabo cruzando la parte posterior del cuerpo. ¿Son, como creemos, los leones consignados de la Alhambra anteriores a la dinastía nazarí?

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Tras estas explicaciones, desde luego muy comedidas por limitación de espacio, recordaremos lo que escribímos en un artículo pasado (33): “el Islam vive en la Alhambra con total plenitud, milagrosamente en su estampa de Islam arquitectura estandarizada a titulo de palacio oficial a la vez que de recreo en la que todos los palacios árabes, míticos o reales que se han dado o existido, de Oriente y de Occidente, están de alguna manera representados”. La Alhambra tiene un significado universal. El arte sículo-normando nos gratifica con sustanciosos precedentes que ayudan a conocer más y mejor la

hispanomusulmanidad posterior, porque alarifes árabes hispanos de la etapa almorávide-almohade, que pudieron ser granadinos, estuvieron decorando la Cuba y la Zisa: casi todo su repertorio de mocárabes unido a los de la capilla o iglesia privada de la Zisa, además en este palacio sus yeserías y epigrafía de la

entrada del Ninfeo, el alfarje del Palacio Real y techumbre de mocárabes de la Capilla Palatina, ésta en el criterio de Gómez-Moreno hispana al completo (34), aunque a juicio de Ugo Monneret de Villard (35), al menos las pinturas se deben atribuir a artistas mesopotámicos, tal vez con la colaboración del Egipto, y según Ettinghausen atribución a escuela tunecina de estilo irakí (36) y varias interpretaciones más. Falta demostrar la tesis española de Gómez-Moreno. A decir verdad la estructura y su decoración geométrica del techo plano de la Capilla es de origen hispano, como lo probamos en la Fig. 9 ( 1, 2, 3, 4). Como este artículo se ocupa básicamente de arquitectura y decoración arquitectónica o monumental, hemos prescindido de las arquetas lisas y pintadas de marfil de los siglos XII y XIII que se fabricaban en España a la par que en Palermo, aquí al amparo del mecenazgo de la monarquía normanda en las que se confunden o entrelazan serie de figuras humanas o de animales y escenas cinegéticas, amatorias, de música y otros entretenimientos de facturas árabes o hispanomusulmanas, casi siempre presente en ellas el árbol de la vida o hom, según tipología inaugurada en las enchapaduras del “Salón Rico” de Abd al-Rahmán III de Madinat al-Zahra. Todo este repertorio animado derivado de la iconografía pintada de signo islámico del techo de la Capilla Palatina es una síntesis evidente de estilos islámicos entrelazados, asimilados por artistas anónimos de una misma procedencia que, como hemos insinuado, la crítica aún no ha concretado. En tipos de artículos como el presente es inevitable comparar por la vía de los mocárabes, salvando las distancias, las techumbres de la Capilla Palatina y de la Sala de Dos Hermanas de la Alhambra, las obras más bellas y lujosas de todo el Islam Occidental, por sus respectivas técnicas únicas en el mundo árabe. Decía un espectador de la primera en el año 1249 “fulgurante de oro e imitando el firmamento con sus estrellas”, que es la imagen metafórica en

Figura 13. La Zisa de Palermo. Sala del Ninfeo. Agua

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vivo de la cubierta de Dos Hermanas. Siempre hemos pensado que el artista o artistas artífices del milagro que es el palacio de los Leones de la Alhambra era muy versado en arquitecturas históricas islámicas de al-Andalus y de otros países cercanos, por cuanto se amalgaman en él arcaísmos de muy diversa índole y geografías, con el portento de las muqarnas como promotor de todo tipo de influencias y sugerencias. De ahí la maestría universal de la Alhambra, basada en una calculada y novedosa síntesis. Pero sin obviar que las aproximaciones a las que venimos refiriéndonos pudieron en ciertas ocasiones ser hijas de algún curioso espectador o viajero hispano próximo a la corte de Muhammad V.

Por conclusión, las dos figuras siguientes (13 y 14) nos sirven para aproximar la Zisa y el Palacio de Leones por la vía del juego del agua, creemos que el gran protagonista en ambos edificios. Fig. 13: 1, Ninfeo con la fuente o selsebil de la que arranca acequia o canalillo con alberquillas intercaladas; en 4, el discurso del agua desde la fuente hasta una alberca exterior (según interpretación publicada por Micaela Sposito), dibujo que se complementa con la pintura de Rocco Lentini (1935) (restitución); 2, 3, en el Ninfeo de la Zisa el agua es derramada en su nacimiento en tabla de mármol blanco inclinada con líneas quebradas o en zigzag de rehundida pieza, llamada sabrivan o cadar, tema muy islámico de origen oriental, con constancia en las casas del Fustat descritas por Creswell, que a juicio de G. Marçais debió pasar a Palermo a través del arte norteafricano del siglo XI, tesis recogida por Bellafiore

en su libro tan comentado (38). En nuestra figura 12 el mismo dibujo de fuente, 4, tomado de las pinturas de la Capilla Palatina. La solería es de losas de mármol con incrustaciones de piezas policromas con dibujos geométricos, bien entendido que en lo primitivo las salas de la Zisa tenían solería con losetas rectangulares de barro cocido trabadas en zigzag, según Giuseppe Caronia (39), de uso habitual en España desde Madinat al-Zahra a la Alhambra. Fig. 14: el Palacio de los Leones de la Alhambra, varios aspectos de juegos y canalización del agua. En A, planta de casa fatimí de El Cairo (s. XII) con esquema del agua discurriendo del interior de sala con fuente a alberca o albercas del patio (Creswell), modelo sin duda a corta y larga distancia de la ude la Zisa y del Palacio de los Leones; con los números 4-1 al 7, esquemas de modelos hispanomusulmanes de estanque o albercas con surtidores, muy característicos de la Granada de siempre. 1, 2, 3, 4, X, del Patio de los Leones. Y una estampa síntesis de palacio andalusí y otro de Palermo en ambos, con el agua por protagonista, se ofrece en la figura 15. Se trata del palacio o maylis conocido por “Salón Rico” de Madinat al-Zahra, erigido bajo el patrocinio de los califas Abd al-Arman III y al-Hakam II (s. X): 1, alzado del palacio oficial, con cinco arcos de herradura del pórtico (restitución de Félix

Figura 14, El agua en patios y jardines

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Hernández); 1-1, planta del “Salón Rico” con el jardín añadido presidido por cámara o sala de reposo, en cimientos, flanqueado por cuatro albercas en cruz, lo mismo las albercas que todo el perímetro del jardín marcados por acequias de agua (la primera planta del año 1966, según Basilio Pavón, la segunda muy posterior de A. Jiménez Martín). La decoración (2) (3) aparecida en la sala de reposo supuestamente de tres naves. La planta de casa (6), también de Madinat al-Zahra, con maylis porticado precedidos de jardín con alberca centralizada. En la misma figura en (4) y (5) el palacio de Zisa de Palermo: fachada y planta con la acequia con fuentecillas en su trayectoria techada y alberca exterior con pabellón en el centro (según Micaela Sposito) reconstituido en pintura de Rocco Lentini,1935 (5). De este pabellón apareció la planta en ese año, según fotografía publicada por Giuseppe Bellafiore (40).

Figura 15. Madina al-Zahra, 1, 2, 3, 6; la Zisa de Palermo

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BIBLIOGRAFÍA 1.GÓMEZ-MORENO, M., Arte del Islam, Historia del Arte Labor, V, 1961. 2. Granada, 1992, pp. 354-355. 3. Ars Hispaniae, III, fig. 352. 4. Cuadernos de la Alhambra, 29-30, 1993-1994, pp. 151-185. 5. PAVÓN MALDONADO, B., “En torno a la Qubba Real en la arquitectura hispanomusulmana”, Actas de la Jornadas de Cultura Árabe e Islámica, 1978, Madrid, 1980, p. 60. 6. GOLVIN, L., “Le palais de Ziri à Achir (dixième siècle J. C.) », Ars Orientalis, VI, 1966; y LÉZINE, A., «La salle d´audience du palais d´Achir», Revue des Estudes Islamiques, XXXV, 1967. 7. GOLVIN, G., Recherches archéologiques sur la Qal´a des Beni Hammad, Paris, 1965. 8. BELLAFIORE, G., La Zisa di Palermo, Palermo, 1994. 9. PAVÓN MALDONADO, B., Tratado de arquitectura hispanomusulmana, III, Palacios, Madrid, 2004, figs. 64-65. 10. GIRAULT DE PRANGEY, Essai sur l´architecture des arabes et des Mores en Espagne, en Sicile et en Barbarie, Paris, 1841. 11. BELLAFIORE, op. cit., pp. 53-54, 85-86. 12. LÉZINE, op. cit. 13. NAVARRO PALAZÓN, J., «Dar as- Sugra de Murcia. Un palacio andalusi del siglo XII», Colloque International d´Archeologie Islamique, El Cairo, 1997. En la excavación de este palacio aparecieron interesantes yeserías y fragmentos de supuestas adarajas de mocárabes de yeso con pinturas de arco o bóveda que han llevado a pensar en las muqarnas con decoración animada de la Capilla Palatina de Palermo. 14. GOLVIN, L., «Notes sur quelques fragments de plâte trouvé recentement à la Qal´a des Banu Hammad», Mélanges d´histoire et d´archéologie de l´Occident musulman, Alger, 1957, pp.75-93, y «Les plafonds à muqarnas de la Qal´a des Banu Hammad et leur influence possible sur l´art de la Sicile à la periode normande», Revue de l´Occident musulman et de la Mediterranée, XVII, 1974, pp. 63-70. Sobre este tema en el Tratado de arquitectura hispanomusulmana, III. Palacios (p. 796) se tratan esos trozos de yeso de la Qal´a con células decorativas cóncavas y vegetales pintadas además de arco mixtilíneo en la base de las mismas, figuras todas que GOLVIN relaciona con los mocárabes de la Capilla Palatina de Palermo de Ruggero II (1131-1140), también relacionados con los mocárabes de Qubbat al-Barudiyyin de Marrakech (119-1122), de la mezquita de Tremecén (1136) y de la Qarawiyyin de Fez (1142.43). Pero existe la duda de si esos yesos de la Qal´a son hammadíes o por el contrario, según nuestro criterio, se trata de mocárabes almorávides-almohades introducidos en el siglo XII, pues los unitarios fueron señores de estas tierras argelinas, aparte de que las pinturillas de las células de la Qal´a se asemejan bastante a las de yesos del siglo XII aparecidos en Córdoba de claro aspecto almohade (Fig. 15, A, B aludidos en nuestra nota 13). 15. CASTRILLO MÁRQUEZ, R., Kitab a´mal al- a´lam…, Madrid,1983. En esta obra Ibn al-Jatib describe barrios o arrabales de Cefalú con sus mezquitas semejantes a las de Córdoba. Sobre viaje de Idrisi, AMARI, M. y SCHIAPPARELLI, C., L´Italia escrita nel libro del Re Ruggero compilato da Idrisi, Roma, 1888; para viaje de Ibn Yubayr, Viaggio in Spagna, Sicilia, Siria e Palestina, Mesopotamia, Arabia, Egitto, compiuto nel secolo XII (1182 circa), trad. C. SCHIAPPARELLI, Roma, 1906, e Ibn Yubayr. El siglo XII ante los ojos, trad. española y notas de MAÍLLO ALGADO, F., Barcelona, 1988. 16. CARONIA, G. y NOTO, V., La Cuba di Palermo. (arabi e Normanni nel XII sécolo), Palermo, 1988. 17. GOLVIN, Recherches. 18. TORRES BALBÁS, L.,«Salas con linterna central en la arquitectura granadina», Al-Andalus, 1959. 19. GOLVIN, Recherches. 20. MARÇAIS, G.,«Remarques sur l´esthétique musulmane», Annales de l´Institut d´Etudes Orientales, IV,

Paris, 1938, pp.55-71. 21. Ibidem. 22.BELLAFIORE, op. cit. 23. Filiation de monuments grecs, byzantins et islamiques. Une question de geométrie, Paris, 1977 24. IBN LUYUN, Tratado de agricultura, Granada, 1975 (ed. y trad. de J. Eguarás Ibáñez). 25. PAVÓN MALDONADO, B., Arquitectura islámica y mudéjar en Huelva y su provincia, Huelva, 1996, pp. 101-110, figs. 55 y 56. 26. VALLVÉ BERMEJO, J., “Descripción de Ceuta musulmana en el siglo XV, Al-Andalus, XXVII, 1962,

p.446. 27.PAVÓN MALDONADO, B., “Arte, símbolo y emblemas en la España musulmana”, Al-Qantara, VI, Madrid, 1985, pp. 409-410. 28. MARÇAIS, G., Revue Africaine, 1934. 29. ETTINGHAUSEN, R. y WILY HARTNER, “The conquering lion The Life Cycle of a Simbol”, en Richard Ettinghausen Islamic Art and Archaeology Collecte Papers, Berlin, 1984, pp. 693-711. 30. MARÇAIS, Revue Africaine, 1934. 31. ETTINGHAUSEN, op. cit.

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32. GARCIA GÓMEZ, E., Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra, Madrid, 1943. Antes nos hemos referido a

la imagen de Ibn Hamdis, poeta siciliano, de leones surtidores que había en palacio hammadí de Bugía del siglo XI: BERCHER, L., “Le palais d´El-Mansur à Bugie”, Revue Tunisienne, XXIX, 1922, pp. 50-54; RUBIERA MATA, M J., La arquitectura en la literatura árabe, Madrid, 1981, p. 94. 33. PAVÓN MALDONADO, «Arte, símbolo y emblemas…» 34. GÓMEZ-MORENO, M., Arte del Islam, Labor, p.735, nota 549. (“No queda duda respecto al hispanismo de esta obra, concorde con otras coetáneas almorávides, pues aunque no se conozcan carpinterías de mocárabes tan antiguas, su técnica obliga a creer que ellas antecedieron a lo de yeso. Igualmente son de estilo español sus pinturas, notabilísimas, con atauriques, figuras humanas y de animales en serie sin igual”). 35. MONNERET DE VILLARD, U., Le pitture musulmane al soffitto della Cappella Palatina in Palermo, Rome, 1950. 36. ETTINGHAUSEN, R., La peinture arabe, Genève, 1962, p. 50. 37.PAVÓN MALDONADO, B., El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica, Madrid, 1989, pp. 56-57; y GÓMEZ-MORENO, Ars Hispaniae, III, fig. 242 c. 38. BELLAFIORE, op. cit., pp.21-23. Sobre fuentes y sadriwan GOLVIN, L., Recherches archéologiques sur la Kala à la Qal´a des Banû Hammad, Paris, 1965; CRESWELL, K. A. C., The Muslim Architecture of Egipt, I, Oxford 1952, pp. 124-126. 39. La Zisa di Palermo. Storia e restauro, 1982. 40. Op. cit., p. 13.