Sendero Luminoso

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LA VOLUNTAD ENCARCELADA Las ‘luminosas trincheras de combate’ de Sendero Luminoso del Perú © José Luis Rénique Lehman College, City University of New York Presentado en la reunión de Latin American Studies Association, Dallas, Texas, Marzo 27-29, 2003 (Este es un trabajo en elaboración. Por favor no citar sin expresa autorización del autor) Dirección Postal: José Luis Rénique, 385 Park Avenue, ap. 8, Weehawken, NJ E- mail: [email protected]

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LA VOLUNTAD ENCARCELADA Las ‘luminosas trincheras de combate’ de Sendero Luminoso del Perú

© José Luis Rénique Lehman College, City University of New York

Presentado en la reunión de Latin American Studies Association, Dallas, Texas, Marzo 27-29, 2003

(Este es un trabajo en elaboración. Por favor no citar sin expresa autorización del autor)

Dirección Postal: José Luis Rénique, 385 Park Avenue, ap. 8, Weehawken, NJ

E-mail: [email protected]

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“La actividad política y militar y de un comunista no se acaba el día que es detenido. La actividad política de un marxista-leninista-maoísta, pensamiento Gonzalo se concreta en la transformación de las negras mazmorras reaccionarias en Luminosas Trincheras de Combate.”

Partido Comunista del Perú1 (1986)

“Nosotros los comunistas del Perú siempre hemos demostrado ante el mundo que los comunistas siguen luchando en cualquier condición, por eso, convertimos las prisiones en luminosas trincheras de combate sirviendo a nuestra causa, no importa lo que nos pase como individuos, (...) Así te encuentres en la soledad más fría hallarás el calor de la luz del marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo y contarás con un plan de trabajo resultado de una política, de una ideología, y combatirás aplastando negros objetivos de capitulación, del aislamiento o arrepentimiento.”

Abimael Guzmán Reynoso2 (1993)

"Desde el comienzo supimos que éramos la parte débil. Sin duda hubo un manejo político del hecho, pero póngase en nuestro lugar. Si usted está en la cárcel y la llave de su celda la manejan ellos, pues usted solo tiene dos caminos: o se echa a llorar, o decide dialogar y buscar una solución. Nosotros optamos por lo segundo"

Osmán Morote Barrionuevo3 (2003)

1 PCP, “4 de octubre “Día del Prisionero de Guerra” 2 “¡Asumir y combatir por la nueva gran decisión y definición !,” Octubre 1993. www.geocities.com/comunismo_peru/asumir93.htm 3 “Las Razones de Morote” en El Comercio, Marzo 3, 2003. http://www.elcomercioperu.com.pe/Noticias/ Html/2003-03-02/ TemaDia6806.html

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Contenidos

1. Introducción

2. La voluntad senderista

3. El Frontón: de ‘la cuota’ a la ‘heroicidad’ a. La voluntad encarcelada b. Abimael versus Alan c. Poder Civil, Solución Militar

4. Canto Grande: vitrina de la revolución triunfante a. El poder a la vuelta de la esquina b. Comuna roja carcelaria c. ¡Masacre¡

5. Yanamayo: avanzada en la nueva tarea del Partido a. Osmán Morote b. Del ‘equilibrio estratégico’ a la caída de la jefatura c. “Acuerdistas” versus “felicianistas”: La guerra es prolongada pero no es eterna d. Gonzalo cabalga de nuevo e. La batalla por la memoria: ¿una o varias verdades?

6. Epílogo

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1. Introducción Era cerca de la medianoche cuando los pelotones guerrilleros comenzaron el ataque. No les tomó mucho tiempo llegar a controlar la población. El penal era su objetivo principal. 78 de sus camaradas serían liberados, 168 presos comunes se les sumaron. Entretanto, en el cuartel “Los Cabitos” --a sólo dos kilómetros del centro de Huamanga-- las fuerzas del ejército se limitaban a reforzar la vigilancia mientras esperaban que, en Lima, el alto decidiera si debían intervenir o no.4 Desdeñada por un aristocrático mandatario, enigmática o indefinible para sus primos hermanos izquierdistas, la insurgencia senderista había ido avanzado con insospechada fuerza a través de las serranías ayacuchanas. Se había iniciado el 18 de mayo de 1980, con la quema de ánforas electorales en el pueblo de Chuschi, el día en que se celebraban elecciones presidenciales por primera vez en 17 años. El asalto al penal de Ayacucho la presentaba, por primera vez, como una amenaza nacional. Evidenciaba, en primer lugar, la derrota de la policía cuyos efectivos habían sido progresivamente confinados a sus cuarteles urbanos, dónde, como había ocurrido la noche del 2 de marzo de 1982, eran fácilmente neutralizables por los audaces destacamentos senderistas. La democracia nacía cediendo el campo a quienes se habían preparado para dirigir una guerra campesina. Temiendo acciones similares en otros penales de la república, en los días subsiguientes, el gobierno tomó la decisión de reabrir el antiguo penal de El Frontón. Ubicado en un islote frente al puerto del Callao, por décadas había servido para poner fuera de acción tanto a delincuentes como opositores políticos. El propio Presidente de la República .—Fernando Belaúnde Terry—había pasado ahí una temporada. En los años 70 había sido cerrado. En la década siguiente, su insularidad pareció ofrecer garantías frente a la crecientemente agresiva subversión. En los meses subsiguientes, decenas de “delincuentes subversivos” serían trasladados al apresuradamente rehabilitado penal. Imposible sospechar que era ese el comienzo de uno de los más dramáticos capítulos de la “guerra popular” senderista puesto que, en ágil adaptación a las nuevas circunstancias, el liderazgo subversivo determinaría que la conquista desde dentro de las prisiones, más que el asalto desde fuera exitosamente probado en Ayacucho, era el camino a seguir. Que --en el peculiar lenguaje senderista-- las “mazmorras de la reacción” debían ser convertidas en “luminosas trincheras de combate.” Este trabajo rastrea la evolución de esa concepción de trabajo político carcelario. Se trataba de asignar a la prisión un cierto papel en el escenario de la “guerra popular” que el PCP dirigía. Dicho papel debía ir reajustándose de acuerdo al desarrollo de la insurrección. Esta avanzaba del campo a la ciudad. La prisión ofrecía la posibilidad de establecer una presencia tras las líneas enemigas, en el centro mismo del poder. Poniendo en juego su férrea voluntad, los “prisioneros de guerra” senderistas revertirían la situación de separación de la sociedad que, supuestamente, la prisión garantizaba, para desafiar –desde su mismo patio interior— al poder constituido. En ese inesperado terreno

4 Para una reconstrucción del ataque a la cárcel de Ayacucho, véase: Gustavo Gorriti, Sendero. Historia de la guerra milenaria en el Perú, Lima: Editorial Apoyo, 1990, pp. 253-266.

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de disputa, ellos prevalecerían sobre sus captores en base a su superioridad ideológica y política, a su valor, su disciplina y su capacidad de entrega. De ahí, entonces, que la historia de la “prisión senderista” deba ser entendida en la perspectiva de la evolución de la “guerra popular” en su conjunto. Producto de una organización de fuerte constitución ideológica, su configuración fue cuidadosamente diseñada y difundida a través de diversos documentos políticos. Parte de esta exploración es, por lo tanto, textual. Entrevistas y el conocimiento directo del espacio penal añaden la dimensión humana que, a su vez, permite interrogar con mayor penetración a la fuente escrita. El uso político de la cárcel, su redefinición como arena de lucha político-militar a manos de una organización revolucionaria, es el tema central de este trabajo. Tal análisis se realiza desde la perspectiva de los protagonistas de dicha redefinición: el líder y estratega máximo de esa organización, los dirigentes de las “trincheras luminosas de combate” –o LTC en los documentos senderistas-- y sus soldados rasos cuya entrega escribiría con sangre la epopeya partidaria. Comenzamos, por ello, examinando el desarrollo de la voluntad y la ideología que concibió y llevó a la práctica esta audaz y riesgosa empresa política. En el contexto de la izquierda peruana y latinoamericana reside ahí la distinción del Partido Comunista del Perú usualmente conocido como Sendero Luminoso.5 Se analiza, a continuación, los diversos momentos de configuración del concepto de LTC. De esa historia, la isla penal de El Frontón es el primer escenario de la “conquista desde dentro” de los penales peruanos. En junio de 1986, los senderistas pagarían con sangre su provocadora audacia. Animada por los sobrevivientes de El Frontón, en el penal de Canto Grande --en un empobrecido suburbio limeño a unos cuantos kilómetros de Palacio de Gobierno—, entre 1987 y 1992, la idea de la LTC alcanzaría su más depurada expresión. Los maoístas peruanos sentían, por aquel entonces, que tenían la victoria al alcance de la mano. En 1992, sin embargo, volvieron a conocer los extremos de la represión gubernamental: una nueva masacre y un nuevo traslado. En el penal de máxima seguridad de Yanamayo en las proximidades del Lago Titicaca la voluntad senderista sería puesta a prueba durante sus años de derrota militar; la cárcel, en tales circunstancias, deviene en espacio fundamental para la lucha por la sobrevivencia del partido y la articulación de un nuevo discurso partidario para la era que se inicia con la caída del régimen de Alberto Fujimori. Finalmente. Examinando la “prisión senderista” como un escenario más de su levantamiento se espera llegar a algunas conclusiones generales que contribuyan a entender mejor la dinámica de la llamada “guerra popular” en su conjunto.

5 Para una visión comparativa del SL peruano véase: Cynthia McClintock, Revolutionary Movements in Latin America: El Salvador's FMLN & Peru's Shining Path, Washington D.C.: United States Institute of Peace Press, 1998 y Jorge Lora Cam, El EZLN y Sendero Luminoso: radicalismo de izquierda y confrontación político-militar en América Latina, Puebla, México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Dirección General de Fomento Editorial, 1999.

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2. La voluntad senderista El choque del sueño liberal con la realidad andina es el punto de inicio de una tradición radical peruana de la que Sendero Luminoso es un producto extremo. Como quien descubre un nuevo continente, en 1867, el puneño Juan Bustamante –veterano de dos sangrientas insurrecciones liberales— decía que, no sólo constituía la nación peruana “la asociación de los individuos moradores de la costa del Perú” sino también los “pueblos de indios” del interior. La vida le mostraría cuán riesgoso podía ser llevar dicha premisa a la práctica. Sus intentos de proveer consejo y respaldo a un movimiento de indígenas de Huancané terminarían de manera sangrienta. El, acompañado de unos 80 líderes comunales de esa provincia, terminarían quemados vivos por orden de los gamonales locales. La debacle peruana frente a Chile en la guerra del Pacífico (1879-1883) agudizó la percepción de la profunda brecha que atravesaba a la peruanidad en su versión criolla. Aquellos moradores de la banda oriental de los Andes que Bustamante había querido incorporar a la nacionalidad eran quienes en realidad formaban “el verdadero Perú” observaría Manuel Gonzáles Prada a poco de terminar la guerra. La idea quedaba articulada: la consolidación de la nación pasaba por abrir las compuertas que aseguraban la exclusión de la población andina. La decepción con la “oligarquización” del ideal liberal alimentaría el interés por un proyecto radical. Las dos generaciones siguientes buscaron el marco ideológico y organizativo para efectivizar dicha tarea. El propio González Prada encabezó la búsqueda explorando para ello la tradición anarquista. Las luchas obreras de comienzos del XX alentaron dicha experiencia. Las luchas indígenas, al mismo tiempo, llamaban la atención hacia el campo. “!La cultura bajará otra de los Andes¡” escribiría en los años 20 Luis E. Valcárcel reflejando el espíritu del indigenismo radical de su tiempo particularmente fuerte en la sierra sur. Su contemporáneo José Carlos Mariátegui articuló “obrerismo” y “campesinismo” en una visión coherente de índole marxista. No sólo diseñó la hoja de ruta ideológica y política de la soñada integración “desde abajo” sino que fundó el Partido Socialista afiliado a la Internacional que, a su muerte --en 1931-- devendría en Partido Comunista. De ahí en adelante, sin embargo, el proyecto radical peruano entraría en un largo ciclo de repliegue. El surgimiento del APRA como fuerza nacionalista revolucionaria –entre otros factores entre los que se cuenta la prematura desaparición de Mariátegui-- le quitaría espacio y élan vital. El indigenismo devino en un discurso cultural de escaso filo político. El “comunismo criollo” en su versión costeña tomaría la forma de una intelectualizada militancia pro-soviética o, en el mejor de los casos, de un obrerismo acomodaticio. En tanto que, en su versión serrana, aparecía como un asunto de abogados de acendrado regionalismo y teñido de un cierto indigenismo de cuño ant ropológico e inocultablemente paternalista. Tributario también de la tradición radical post-liberal, de los 30s a los 50s, fue el APRA el que captó los impulsos rebeldes de sectores mesocráticos y populares de la sociedad, conduciéndolos hacia una horizonte democrático que no llegaría a consolidarse. En el esfuerzo, su médula rebelde fue cediendo hasta difuminarse. En los 60, crisis agraria y movimientos campesinos, de un lado, y el influjo de las revoluciones china y cubana, reactualizaron el planteamiento de una posible revolución

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de base agraria. Un grupo de jóvenes disidentes apristas y comunistas encabezó en 1965 un efímero movimiento guerrillero. Dejó, sin embargo, un impacto perecedero: introdujo de manera práctica el tema de la violencia revolucionaria; canceló el monopolio que los comunistas tenían de la franja izquierda del espectro político local promoviendo, más aún, una actitud crítica hacia la Union Soviética y sus simpatizantes locales; abrió una nueva franja radical que del “fidelismo” se abría a una gran variedad de filiaciones ideológicas –trotskista, cristiana, socialista, campesinista, maoísta— identificadas generalmente como “nueva izquierda.”6 El comunismo local, entretanto, hallaba en el maoísmo un nuevo horizonte mental. Desde los claustros de la recién reabierta universidad de Ayacucho, el profesor de filosofía Abimael Guzmán Reynoso dio inicio a la forja de una alternativa comunista capaz de superar los entrampamientos históricos del proyecto radical peruano. Que dejando de lado distorsiones y revisionismos redescubriera el “sendero luminoso” trazado por Mariátegui, reconstruyendo asimismo el partido que él fundara, arrebatándoselo a los socios locales del “jrushovismo;” que, suscribiendo los aportes de la Gran Revolución Cultural China --“la más alta y grandiosa ola de la revolución proletaria mundial”—se preparara para emprender la tantas veces postergada “revolución campesina” antifeudal que, a su vez, provocaría el colapso del “capitalismo burocrático” en el Perú. Rompieron con el “comunismo criollo” erigiéndose en el Partido Comunista Peruano por antonomasia. A lo largo de los años 70 comenzaron a prepararse para la guerra. Dirigidos por un hombre de grandes aspiraciones como teórico como era el Dr. Guzmán, se perfilaron como los “organizadores científicos” de la pobreza. En determinado momento, comenzaron a enviar al campo a sus jóvenes reclutas estudiantiles. Les distinguía su mística y la grandiosidad de su discurso, según el cual, la captura revisionista de la Unión Sovié tica y el golpe del “hijo de perra” Deng contra Mao, en 1976, dejaban un vacío de liderazgo en la revolución proletaria mundial que su propio partido estaba llamado a llenar. En los próximos años, mientras las otras izquierdas locales –los “comunistas criollos” como los “nuevoizquierdistas”—aceptaban participar en la “transición democrática” configurada al final del gobierno militar nacido en 1968, el PCP-SL enfiló hacia el inicio de su “guerra popular.” Las diferencias entre ambas corrientes –los “levantados en armas” y la “izquierda legal”—trascendía por cierto el plano estrictamente político. La segunda, centrada en Lima, ideológicamente ecléctica, expuesta a una diversidad de contribuciones –de Gramsci a la Teología de la Liberación—veía al maoísmo ayacuchano como una suerte de paleolítico ideológico que no podía sino derivar en actitudes fanáticas o milenaristas. Desde la perspectiva senderista, por su parte, la intelectualmente refinada “nueva izquierda” capitalina no era sino una expresión más del fenómeno “revisionista” agravado por su filiación pequeño burguesa. En Ayacucho, a fines de los 70, la decisión insurreccional era un secreto a voces. Fuera de los cerrados círculos senderistas, sin embargo, muy pocos los tomaron en serio. Postular una “guerra campesina” desde la zona más pobre del Perú en el momento mismo 6 Héctor Béjar Rivera, Perú 1965: apuntes sobre una experiencia guerrillera, La Habana: Casa de las Américas, 1969.

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en que el país intentaba una democracia acrecida por millones de analfabetos, votantes por primera vez, y tras una de las más radicales reformas agrarias aplicadas en América Latina, parecía cuestión de lunáticos. El aparentemente insignificante PCP-SL, no obstante, era –como ha observado Carlos Iván Degregori—una suerte de “estrella enana,” un acumulación de energía reconcentrada a punto de estallar.7 Un cuerpo cuyo núcleo era --como bien se vería después--, su firmeza ideológica, encarnada en sus “militantes de hierro” y en su indeclinable voluntad de vencer. El contingente, en otras palabras, capaz de llevar a su concreción final el viejo proyecto radical en su versión contemporánea de “guerra popular y prolongada del campo a la ciudad.” Los individuos, en breve, capaces de convertirse en el “centro polar” de la tempestad que la “guerra popular” habría de desatar.8 Cuya adscripción a una ideología científica, más aún, daba a su lucha local una dimensión universal. “No somos nada salvo ser comunistas” 9 diría el líder senderista a sus seguidores un año antes de iniciar la lucha. Tal condición requería, no sólo diluir la propia individualidad en el mecanismo de una máquina de guerra sino aceptar que la propia vida, que la disposición a pagar una “cuota” de sangre, era condición para el crecimiento del partido. Una “grandiosa epopeya de la lucha mundial”10 era lo que se abría, lo que hacia del Perú una suerte de faro de la revolución mundial y lo que asimismo convertiría al Dr. Guzmán en la “cuarta espada de la revolución mundial” cuyo “pensamiento Gonzalo” adquiriría --a punta de dinamita y metralla-- el honor de ser inscrito al mismo nivel que marxismo, leninismo y maoísmo. La “glorificación de la violencia” como base fundacional de su organización; su pensamiento como un sistema completo --fé, certidumbre, marco ordenador-- y la idea de la guerra como “esencia de la política y la historia,” como el horizonte que “permite articular todos los agravios y resentimientos en una sola demanda de cambio: la revolución.”11 Así sería visto desde fuera el renacido PCP ayacuchano. Además de transformar los impulsos agresivos en una pasión: el odio de clase, la ideología senderista buscaba “convertir los deseos de muerte en afán de heroísmo;”12 la propia inmolación presentada como la culminación de un camino de coherencia y consecuencia con los principios. Movidos por ese intoxicante combustible las huestes senderistas se lanzaron a batir el campo ayacuchano. En marzo de 1982 se sentían lo suficientemente fuertes como para tomar por asalto la cárcel de la ciudad. La “tempestad en los Andes” que Valcárcel había acariciado en los años 20 comenzaba a rugir.

7 Carlos Iván Degregori, “A Dwarf Start” en NACLA, Report on the Americas, vol. XXIV, no. 4, diciembre -enero 1990/ 1991, pp. 10-16. 8 El Pensamiento Gonzalo, Luis Arce Borja (ed.) Bruselas 1989, p. 141. 9 Ibid., p. 144. 10 Ibid., p. 165. 11 Gonzalo Portocarrero, Razones de Sangre, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998, p. 26. 12 Ibid.

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3. El Frontón: De ‘la cuota’ a la ‘heroicidad’

a. La voluntad encarcelada Se la había cerrado a mediados de los años 70, juzgándosela desfasada con los nuevos tiempos del país. La amenaza senderista la reabrió. Visitar la isla penal de El Frontón era como un viaje al pasado: sus celdas de castigo infestadas de ratas expuestas al vaivén de las olas repletas; sus vetustos edificios eran ya materiales de leyenda; por su aspecto, el nuevo edificio construido para alojar a los senderistas recibiría la denominación de Pabellón Azul, la vida cotidiana de los presos, sin embargo, tenía sobretodo lugar entre las peñas y en los espacios abiertos. Nada demasiado sorprendente para los standards de las miserables prisiones peruanas, agobiadas ahora por un reto mayor, los cientos de detenidos procedentes de dos novísimos flagelos: el narcotráfico con su poder corruptor y la subversión senderista con su inédita voluntad de confrontación. El Centro de Rehabilitación Social de Lurigancho era el símbolo elocuente de esta situación. Construida para albergar a 1,500 reclusos acomodaba, a comienzos de los 80, a más de 6,000. Tal sobrepoblación, como era natural, atentaba contra cualquier posibilidad de verdadero control. Según un estudio, no había dentro del penal, “ninguna persona o autoridad relevante que no sea preso.” La Guardia Republicana era responsable de resguardar el perímetro del penal, pero no los interiores. Esto permitía, “que absolutamente todas las normas de convivencia estuvieran determinadas por los mismos presos.” La anomalía no terminaba ahí. Me atrevería a decir –puntualizó el autor del mencionado estudio:

“ (…) que el Penal de Lurigancho es el único penal, de esas dimensiones en el mundo, en donde los presos tienen la llave de su celda, se encargan de la seguridad interna (ingreso y salida de cada pabellón), cocinan sus alimentos, determinan sanciones para los infractores de sus normas, tienen cuchillos, lanzas, pistolas y granadas de guerra, e incluso declaran “pena de muerte” para algunos internos; es decir, que son los mismos presos, y no otra autoridad externa, quienes establecen sus normas de organización y convivencia, y se encargan de hacerlas cumplir o, en todo caso, de sancionar su incumplimiento.”13

Por ese entonces, los hechos de sangre eran a tal punto parte de la vivencia cotidiana en las cárceles del Perú, según el Ministro de Justicia, si se pidiese la cabeza del responsable de ese sector cada vez que se victimara a un interno, “habría que reemplazar ministro de justicia cada 15 días.” 14 Del precario encierro de aquella portentosa voluntad fue testigo el periodista Gustavo Gorriti quien visitó la isla-penal siete meses después del asalto a la cárcel de Ayacucho.

13 José Luis Pérez Guadalupe, Faites y Atorrantes. Una etnografía del Penal de Lurigancho, Lima: Centro de Investigaciones Teológicas, 1994. 14 La República, 15-3-1981.

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480 internos la habitaban por esos días. Ya para ese entonces, la prensa no cesaba de advertir que ese establecimiento era “una bomba de tiempo.” No bien habían arribado los senderistas habían comenzado a emplazar a las autoridades encarándoles la falta de agua, de energía eléctrica y la deficiente alimentación. Fue el cuadro que Gorriti registró para la posteridad: los prisioneros haciendo turno para recibir sus alimentos, “dos delegados senderistas abrumaban a reproches a un empleado de penales por la tardanza,” la masa de ellos, más allá, “mantenía la formación con obvia disciplina militar.” Mientras los delegados discutían, los presos empezaron a corear consignas. Viejo conocedor de la sub-cultura izquierdista, Gorriti observó la particular forma de agitar: el “énfasis preciso y cortante,” la perfecta disciplina. En cierto momento comenzaron a cantar: “Cantaron cerca de una hora –observa el periodista-- “un coro preciso y solemne.” De repente, un centinela de la torre que dominaba el patio disparó al aire. Metido dentro de la formación, Gorriti observó que esta no se alteró ni que tampoco, el vigor de las canciones sufrió merma alguna. Comienza, a continuación el periodista, el diálogo con los reclusos. Que la palabra de “Gonzalo” es “artículo de fé” es su comprobación principal. Sendero había emprendido “la conquista de la prisión desde dentro.”15 No había que ir muy lejos para buscar el modelo: estaba en la realidad misma de las prisiones. Al agudo olfato subversivo del Dr. Guzmán no debe haber pasado desapercibido un hecho flagrante: desde una perspectiva dialéctica, para “militantes de hierro” como los suyos las cárceles peruanas simplemente no tenían muros. Admitiendo la derrota de la policía, a fines de 1982, el gobierno puso en manos de los militares la “solución” del “problema subversivo.” Su entrada a la “zona roja” ayacuchana se reflejó en un dramático incremento del número de víctimas oficialmente registradas: los 151 muertos del 82 se convirtieron en 2,282, los heridos pasaron de 177 a 371 mientras que se despuntaba un nuevo rubro de las estadísticas de la violencia: 245 desaparecidos.16 Las “pequeñas historias” del terror desatado por los marinos se filtraron una a una hasta los patios de la prisión, acicateando el espíritu revolucionario de los detenidos. En esos días, en que el PCP se jugaba la existencia, El Frontón se convirtió en la vidriera del partido, donde la aún enigmática organización podía exhibir su voluntad revolucionaria y gritarle al país su disciplinada y “científica” rabia. Más que la temida explosión, un conflicto casi crónico fue lo que en los años subsiguientes se vivió en El Frontón. En los primeros meses de 1983 se produjeron al menos tres confrontaciones que ocasionaron titulares en la prensa local. Varios heridos de bala resultaron de la primera de ellas. En la tercera, los presos senderistas se negaron a recibir a los representantes del Ministro de Justicia exigiendo la presencia de la Cruz Roja Internacional. 17 El patrón se repetirá persistentemente. Cada negociación conllevará nuevas concesiones para los prisioneros. En los meses siguientes, la lucha se transmitió a otros penales con población senderista: Huancavelica, Huánuco, Trujillo, Callao, Lurigancho, serán escenario de protestas con rehenes, atrincheramientos y confrontación. En este último penal, una requisa realizada en junio reveló la existencia de un pequeño

15 Gustavo Gorriti, Sendero. Historia de la guerra milenaria en el Perú, Lima: Editorial Apoyo, 1991, pp. 369 a 371. 16 Alberto Flores Galindo, Buscando un Inca, tercera edición, Lima: Editorial Horizonte, 1988, p. 395. 17 El Diario, 2-1-1983, Expreso , 20-3-1983, La República, 23-3-1983.

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arsenal de cuchillos, bombas molotov y “numerosas banderitas con la hoz y el martillo.”18 Con 2,400 detenidos por terrorismo, el sistema penitenciario no se daba abasto.19 Los propios policías se levantaron demandando salarios a inicios de año. En marzo de 1984 la barbarie carcelaria quedó expuesta al país en un motín que la televisión transmitió en vivo por varias horas. Delincuentes comunes fueron sus protagonistas. El Sexto –un antiguo penal del centro de Lima—fue el escenario. Los rehenes descuartizados en el aire. Al final, 22 muertos y 50 heridos. La prensa señaló a un dirigente de Sendero –Antonio Díaz Martínez-- y a un conocido narcotraficante como gestores del drama. En El Frontón, mientras tanto, el avance de los prisioneros parecía incontenible. En abril 4 retuvieron rehenes por 30 horas obteniendo la satisfacción de la mayoría de los 15 puntos de su pliego de reclamos. Entre las demandas denegadas estaban: la difusión de una proclama, ser considerados “prisioneros de guerra” y que El Frontón sea llamado “campo de concentración.”20 Igual, la violencia retornó a fines de mes: nuevas demandas, nuevas concesiones, el mismo e invariable clima de tensión. En marzo del 85, un informe oficial observó que “los 400 terroristas internados en la isla penal de "El Frontón" pueden provocar en cualquier momento un motín de gravísimas consecuencias” pues “desde hace mas de un año no hay control sobre ellos y han sobrepasado la autoridad de los empleados civiles de la Dirección General de Establecimientos Penales.”21 Once motines de presos comunes y seis conflictos involucrando a los prisioneros senderistas harían del 85 un año penal particularmente agitado. Destaca entre estos el de mediados de julio por haber sido un movimiento coordinado entre tres centros penales (Lurigancho, Santa Bárbara y El Frontón). Se firma, como resultado, un acta más, en la que queda anotado que las autoridades confieren a los reclamantes el status de “presos especiales,” aparte de comprometerse a realizar mejoras infraestructurales y la entrega a los presos de la administración del dinero asignado por el Estado para alimentación. 22 Ante el Congreso de la República, el Ministro de Justicia debió reconocer que, debido a la resistencia de los reclusos, por 20 meses ya, el personal de seguridad no había podido ingresar al Pabellón asignado a los presos senderistas en la isla-penal de El Frontón. 23En este ambiente erizado, las requisas periódicas acarreaban inevitablemente confrontación. Los prisioneros demandaban que se realizaran con previo aviso y con presencia de veedores reconocidos. Las autoridades, por su parte, requerían del factor sorpresa para que fuesen efectivas. El 4 de octubre, en Lurigancho, una situación de ese tipo, devino en un choque sangriento: 30 reclusos senderistas murieron. Guzmán consagró el momento declarándolo “día del prisionero político” estableciendo a partir de ahí el papel de los “prisioneros de guerra” en la “guerra popular.”

18 La República, 8-6-1983. 19 Mayoría de Diarios, 30-5-1983. 20 Expreso, La República, 15-4-1985 21 Expreso , 14-03-1985. 22 Rolando Ames, Jorge del Prado y otros, Informe al Congreso sobre los sucesos de los penales, Lima 1988, p. 26. 23 Ibid., p. 28.

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Que “la actividad política y militar de un comunista” no se acababa “el día que es detenido” era el pilar de su planteamiento. Su responsabilidad, por el contrario, se concretaba en “la transformación de las negras mazmorras reaccionarias en Luminosas Trincheras de Combate” cuyo papel era “politizar y propagandizar en el seno de nuestro pueblo la Guerra Popular y la República Popular del Perú.” Al “país y al universo” los presos políticos y prisioneros de guerra demostraban los inéditos alcances de su “resistencia heróica,” la fortaleza tenaz de los mejores hijos de nuestro pueblo, la que nada sino genocidio podía atraer del “reaccionario gobierno aprista.” ¿Porqué el aislamiento y la seclusión? ¿Porque disparaban contra los pabellones de las LTC cuando los comunistas entonaban "inofensivas" canciones de guerra? ¿Que poder tenían esas canciones? ¿Porqué les asusta la idea de que se converse con ellos? Pues, simplemente porque así, las LTC cumplirían cabalmente con su papel, el de mostrar al mundo entero, la vitalidad y beligerancia de la República Popular del Perú.24 b. Abimael versus Alan En el horizonte senderista, 1985 no podía ser un año cualquiera, era año de elecciones generales y el posible triunfador era un líder que, dentro del general desprecio que les inspiraban todos los políticos burgueses, representaba un adversario de fuste mayor que el aristocrático arquitecto Belaúnde. Con Alan García Pérez –el nuevo caudillo aprista-- llegaría al poder la demagogia nacionalista, la posibilidad de arrastrar a las “masas atrasadas” y ponerlas en contra de la “guerra popular,” más aún si, el frente de la “izquierda electorera,” como calculaba el Dr. Guzmán, se avenía a actuar como su “furgón de cola.” En una proclama hecha pública en los meses previos al sufragio éste ridiculizaba cualquier esperanza electoral. 25 La “guerra popular” había demostrado cuán caduca y enferma era la sociedad peruana. El problema era cambiarla. Votar sólo iba a servir “al establecimiento de un gobierno más genocida” pues así lo determinaba “la necesidad del Viejo Estado” puesto a la defensiva por el empuje del “pueblo levantado en armas.” Y quien si no ellos iban a encargarse de demostrar la falsedad del discurso “democrático-popular” de García Pérez. No en vano acababan de probar de cuánto eran capaces al sobrevivir el infierno de la represión militar. Habían entrado a Ayacucho como un ejército de ocupación, como los norteamericanos en Vietnam. El Ejecutivo les había extendido carta blanca para arrasar. Pero se habían encontrado con una guerra campesina dirigida por el PC del P. Y no habían podido derrotarla. Tras la dura lucha en torno a restablecimiento-contrarrestablecimiento entre el Viejo y el Nuevo Poder a través del 83 y 84, el 85 se abría como el año de la expansión de la “guerra popular” a “todo el ámbito de nuestras serranías de Norte a Sur.”26

24 “4 de octubre. Día del prisionero de guerra" http://www.blythe.org/peru-pcp/Diario/ocprison.htm y Presidente Gonzalo, “Dar la vida por el partido,” junio 1987. 25 PCP, “No votar: sino generalizar la guerra de guerrillas para conquistar el poder para el pueblo” en Guerra Popular en el Perú (El Pensamiento Gonzalo). Recopilación y edición de Luis Arce Borja, Bruselas 1989, pp. 208-216. 26 “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial” (agosto 1986) en Guerra Popular en el Perú, pp. 219-304.

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Los hechos de la guerra corroboraron el análisis: Sendero se dispuso a sepultar en su mismo origen el intento aprista de reajustar la estrategia antisubversiva enfocando en el aspecto social. “Aniquilamientos selectivos” de apristas en diversos puntos de la república, el asesinato de un alto oficial de la Marina, atentados en Lima contra restaurantes y centros comerciales, todo ello apuntaba al pronto “desenmascaramiento” del “demagogo” García Pérez. El establecimiento de estado de emergencia y toque de queda en Lima y Callao en febrero de 1986 fue celebrado por Guzmán Reynoso como un hito en el desarrollo de la guerra: el “viejo poder” que abdicaba de sus atribuciones poniendo, una vez más, todo en manos de los militares. En tal contexto, por cierto, las prisiones eran arena de lucha privilegiada. Su concepto del partido como “máquina de guerra” se expresaba ahí en una eliminación casi completa de los espacios individuales. Así vieron este proceso de consolidación de las LTC los investigadores de una comisión parlamentaria:

“Desde la ingestión de alimentos a la lectura de revistas y periódicos e incluso a la recepción de cartas, todo se hallaba regimentado por el colectivo. Se podía llegar al castigo corporal de aquellos que no cumplieran satisfactoriamente las decisiones del partido. Esta actitud se acentuaba en la relación con los disidentes, quienes eran hostigados incluso físicamente. Asimismo, su comportamiento respecto a los presos de otras tendencias políticas, especialmente de la Izquierda Unida y MRTA era hostil, lo que hizo difícil y finalmente imposible la convivencia en el mismo pabellón de presos de los diferentes grupos [políticos].” 27

Impotentes, las autoridades carcelarias siguieron retrocediendo a lo largo del 85 y del 86, firmando actas de compromiso para salir del problema inmediato que luego no serían capaces de cumplir y cuyo incumplimiento llevaría a nuevas protestas cada vez más belicosas y efectivas. La antes mencionada confrontación de octubre de 1985 que dejó un saldo de 30 muertos aumentó la preocupación sin motivar reales medidas preventivas. Las opciones inmediatas eran pocas. En los penales los acontecimientos parecían seguir un curso ineluctable de colisión. En este contexto, el planteamiento de que el estado mayor senderista estaba afincado en las prisiones ganó credibilidad. Sutilmente, estas iban siendo definidas como objetivo militar. Viejo combatiente anti-revisionista al fin y al cabo, Guzmán escogió la celebración de un congreso de la Internacional Socialista como el marco para completar el trabajo de desenmascaramiento del líder aprista iniciado desde comienzos del 85. c. Poder Civil, Solución Militar El 18 de junio, Lima despertó con la noticia de un nuevo conflicto penal. Nada excepcional hubo en la manera en que los reclusos se declararon en rebeldía en los tres establecimientos participantes en la acción: captura de rehenes al romper el alba,

27 R. Ames y otros, Informe al Congreso sobre los sucesos de los penales

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atrincheramiento general, entrega del pliego de reclamos –más de 20 puntos referidos a condiciones de vida de los presos coronados por la demanda de presencia de la prensa “en la suscripción de los acuerdos y en la ejecución de los mismos”-- y luego “a esperar la respuesta, o bien entra el gobierno a negociar o bien entra a genocidio.” La táctica no era distinta a la utilizada a lo largo de los dos años previos. La atmósfera, sin embargo, definitivamente no lo era. A raíz del asesinato del Contra-Almirante Ponce Canessa por un “escuadrón de aniquilamiento” senderista, el Ministro de Marina había advertido a los “subversivos” de que habían “despertado al león” con consecuencias imprevisibles. Para García Pérez, el evento social-demócrata era un paso muy importante en su aspiración de convertirse en una figura de envergadura latinoamericana y acaso tercermundista. El evento había atraído prensa extranjera. Por meses, los senderis tas habían venido advirtiendo que se venía el genocidio, esa mañana estaban preparados mental y físicamente para esa eventualidad. Así lo expresaron los sobrevivientes y asi lo corroboraron sus adversarios. “Resistencia feroz” era la orden del día. La certeza, en otras palabras, “de que solo los sacarían muertos” de sus pabellones. O el gobierno negociaba con ellos o los mataba. Esa era “la decisión unánime de comunistas y combatientes de la TLC” quienes se aprestaban a vivir ese día “con la moral elevada al tope y dispuestos asumir cualquiera fueran las circunstancias y el costo a pagar pues el plan era justo y correcto y se habían cumplido con todos los preparativos.”28 Acaso pensaban que el peso de su propia tradición partidaria iba a empujar al régimen a negociar: los apristas no podían explicar su historia sin el martirologio de sus presos en sus dos largos períodos de clandestinidad de los 30s a los 40s y, luego, durante los 50s. El propio padre del Presidente García era uno de los protagonistas del llamado “martirologio” del aprismo. Tras algunos pálidos intentos de mediación de autoridades menores, hacia las dos de la tarde llegó a los penales la orden de Palacio: “restablecer el orden con la máxima energía que permite la Ley preservando –en lo posible—la vida de los rehenes y rescatando el principio de autoridad.” El mandatario se había sentido acorralado, sometido, como el mismo diría, a un “chantaje inaceptable.” Y su respuesta –como la de sus eventuales adversarios—era una opción política. Una “opción política” que –como después lo interpretaría la Comisión Investigadora del Congreso de la República— identificaba “el rescatar el principio de autoridad con el imponerse por la fuerza.” Que, de otro lado, al no estar acompañada por una eficaz vigilancia civil significaba una completa abdicación del poder constitucional en manos de la fuerza militar. Cuando el operativo de restablecimiento del orden culminó --al amanecer del 19 de junio—había 124 muertos, prácticamente no hubo sobrevivientes, ese fue el resultado. Se refirió el informe oficial a las numerosas veces que se les había conminado a rendirse y a sus respuestas enfervorizadas con lemas como “A lavar con sangre nuestra sangre” o “morir de pie antes que humillarse de rodillas.” Los muertos –continuaba el informe—habían resultado de los explosivos lanzados por las fuerzas del orden como de los propios reclusos que victimaban a aquellos que pretendían entregarse. Al final, sin embargo, muchos se habían rendido. Solo para ser “caer abatidos por el accionar directo de la fuerza interviniente” en

28 PCP, “Cronología del Genocidio de Junio. Luminosa Trinchera de Combate de El Frontón.” Para una reconstrucción literaria de la batalla dentro del Pabellón Azul de El Frontón véase el cuento de Dante Castro Arrasco, “En angel de la isla” publicado en el libro Parte de Combate http://www.angelfire.com/dc/combate/index.html

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una operación que, por ocurrir con demasiada rapidez, no dejó oportunidad para “dictar las órdenes precisas para evitar estos excesos.”29 Aún se combatía en El Frontón cuando la masacre en Lurigancho ya había sido consumada. Ahí, la confrontación tomaba la forma de una “guerra convencional.” De hecho, las características del terreno permitían el uso de armamento de mayor poder destructor. Y la total autonomía de que los reclusos habían disfrutado por largos meses les había permitido una cabal preparación defensiva. Se decía que los reclusos habían construido túneles, que contaban con un arsenal subterráneo. Promediando la tarde la Comisión de Paz habían intentado mediar. Fue rechazada por los prisioneros con firmeza. Entre las 5 p.m. y las 3 a.m. del 19 de junio fuerzas de la Guardia Republicana apoyadas por efectivos navales comenzaron la destrucción del llamado Pabellón Azul convertido en bastión senderista. Les respondieron con “dardos, flechas, ballestas, hondas, las armas de fuego arrebatadas a los rehenes.” Tras una pausa, a las 4 a.m., entró a tallar la infantería de Marina. Usaron bazucas y cañones. A las 3 de la tarde, el Pabellón Azul sucumbió sepultando cadáveres, heridos y sobrevivientes. “Veinte horas de combate, ni un solo grito de queja ni dolor” dirá el testimonio senderista. Veintinueve sobrevivientes, y “un número indeterminado de cadáveres de DDSS [delincuentes subversivos] sepultado por los escombros” concluye el informe del Comando Conjunto de las FFAA. En 119 se fijaría, más tarde, la cifra de fallecidos, contando aquellos que, rescatados vivos, habían sido posteriormente ejecutados.30 Al atardecer del 19 la LTC de El Frontón era parte del pasado. En los días subsiguientes sus sobrevivientes comenzaron a llegar a Canto Grande. Desde su escondite en algún lugar del país, el Dr. Guzmán comenzaba la tarea de inscribir lo ahí vivido en las páginas de la “guerra popular.”

En mayo de 1981, el PCP había comenzado a prepararse para enfrentar el “baño de sangre” que “tenía que venir” cuando las Fuerzas Armadas entraran a combatir a la “guerra popular.”31 En 1984 podían preciarse de haber sobrevivido. Grabado a fuego en la mente de los militantes el concepto de “la cuota” ayudó a convertir a los militantes en guerreros, a asimilar la experiencia de matar y ser matado.32 La revolución, a fin de cuentas, como había dicho Mao, no era “ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado,” sino un “un acto de violencia” mediante el cual una clase derrocaba a otra.33 En 1985, ese Sendero renacido tras la marcha por el desierto del “genocidio” militar comenzó a mostrar al país sus credenciales revolucionarias; su preparación, en particular, para no doblegarse ante la potencia de los aparatos armados del Estado. A las prisiones correspondió un papel central en esa crucial operación propagandística. En reconocimiento del combate que el 4 de octubre de 1985 el Partido

29 Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, “Informe de los sucesos ocurridos en los penales,” Julio 2, 1986 en Informe al Congreso sobre los sucesos de los penales, pp. 338-362. 30 Para un examen pormenorizado sobre el tema, véase: Amnesty International, “Disappearances, Torture and Summary Executions by Government Forces after the Prison Revolts of June 1986,” Londres: Amnesty International Publications, 1987, pp. 41-62. 31 Entrevista a Abimael Guzmán, El Diario, Julio 24 de 1988. 32 Véase sobre el tema G. Gorriti, Sendero, pp. 157-169. 33 “Informe sobre la investigación del movimiento campesino en Hunán” (1927), Mao Tse Tung, Obras Escogidas, volumen I.

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estableció dicha fecha como el “día del prisionero de guerra.”34 La lógica era inapelable: lejos de ahogar la revolución, “la sangre derramada atizaba y regaba la revolución por todo el país.” Las masacres de junio, más aún, dejaban establecida la indiscutible superioridad moral de los senderistas.35 Al costo de su propia muerte, los prisioneros de guerra habían provocado “el más grande remecimiento del estado peruano hasta hoy y la mayor repercusión de la guerra popular, dentro y fuera del país.” García Pérez había quedado desenmascarado: fascista y corporativo, no democrático y popular, había quedado claro, era su gobierno. Y de paso, se había golpeado a la internacional revisionista. En tanto que, el PCP había demostrado “ser capaz de enfrentar violentas ofensivas persistentes y siniestras y todo un genocidio de grandes proporciones.” Hito tan importante merecía ser grabado con caracteres especiales en la santoral senderista. En textos y folletos se glorificaría la epopeya.36 Y el “día del prisionero político” dejaría paso al “día de la heroicidad.” Si “la cuota” había sido parte de la anunciación, la “heroicidad” era parte del evangelio que los reclusos de Lurigancho y El Frontón, habían comenzado a escribir. Y entre ambos, era El Frontón –donde la masa había muerto luchando— adonde había que mirar en busca del ejemplo luminoso a seguir.

34 Presidente Gonzalo, “Dar la vida por el partido,” junio 1987. 35 PCP, “Nada ni nadie podrá derrotarnos,” junio 1986. 36 Véase por ejemplo, “¡Férrea resistencia feroz! (Testimonios gráficos)” y “¡Día de la Heroicidad! Tercer Aniversario,” junio 1989.

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4. Canto Grande: vitrina de la revolución triunfante

a. El poder a la vuelta de la esquina Fortalecido por la sangre de sus mártires, hacia 1986, Sendero entró en una etapa de optimismo desbordante. Imposible ahora que alguien pretendiera minimizarlos: la “guerra popular” se había convertido en “el problema principal que enfrenta el Estado peruano.”37 Era así como se veían. Con cifras y porcentajes, el Dr. Guzmán demostraba la ilegitimidad del tinglado electorero y comenzó a llamar al Jefe de Estado aprista, “ese que funge de presidente” mientras su nombre bautismal sucumbía para siempre ante su mítico nom de guerre: “Presidente Gonzalo.” Presidencial, efectivamente, en julio de 1988 aceptó conceder una entrevista con tono de mensaje a la nación. Y en 1990 –-tras refutar una vez más las pretensiones de legitimidad del proceso electoral—manifestaría que “diez años victoriosos” de guerra popular “sustentada en las masas” y “bajo la dirección del partido” se concretaban en “la estremecedora perspectiva real de conquistar el poder en todo el país.”38 La debacle del régimen aprista, la hiperinflación indetenible, las múltiples denuncias de corrupción, daban credibilidad a sus palabras. El estado, en verdad, se desmoronaba. La credibilidad de la clase política decrecía a la par con ello. Como la más grave desde la guerra del Pacífico calificaban diversos analistas a la crisis en curso.39 Algunos llegaron incluso a hablar de “balkanización” o “libanización.” La izquierda electoral se derrumbaba y la derecha liberal –con Mario Vargas Llosa a la cabeza—emergía con una fuerza desconocida. La conducta misma del errático Presidente García contribuía al caos. En mayo de 1988 se reveló que en un evento de la juventud de su partido había puesto como ejemplo la “mística y entrega” de los senderistas quienes –dijo—merecían su “respeto y personal admiración porque son, quiérase o no, verdaderos militantes.” A inicios de 1989, la popularidad del mandatario bajó a menos del 10%. Nuevos grupos, entretanto, sumaban su aporte al espiral violentista. En 1986, agentes del régimen formaron el Comando Rodrigo Franco que comenzó a planear la eliminación subrepticia de elementos “subversivos.” Coronando este cuadro de desgobierno, en mayo de 1990, 48 reclusos del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru –que actuaba en diversos puntos del país desde 1984—protagonizaron un espectacular escape del penal de Canto Grande tras construir un túnel de más de 300 metros.40

37 PCP, “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial” 38 PCP, “¡Elecciones, No. Guerra Popular, Si! (1990) 39 Sobre la crisis del régimen de Alan García véase, Julio Cotler, “Política y Sociedad en el Perú. Cambios y Continuidades, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1994, capítulo 5; Sinesio López, El Dios Moral. Estado, sociedad y política en el Perú en el siglo XIX, Lima: Instituto Democracia y Socialismo, 1991, capítulo 5 y Carlos Reyna, La anunciación de Fujimori. Alan García 1985-1990, Lima: DESCO, 2000, capítulo IV. 40 Véase sobre el tema Guillermo Thorndike, Los Topos. La fuga del MRTA de la prisión de Canto Grande, Lima: Mosca Azul Editores, 1991 y Tunnel to Canto Grande , Willimantic, CT: Curbstone Press, 1996.

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Los prisioneros senderistas, en estas circunstancias, retomaron el camino que en el derruído Pabellón Azul parecía haber sido cancelado para siempre. A lo largo de 1987 una nueva LTC fue forjándose en el penal de Canto Grande. Este había sido construído como alternativa de “máxima seguridad” frente a El Frontón y Lurigancho. El puñado de sobrevivientes de la isla, llevó ahí la experiencia de años previos. A mediados de 1988 tuve la oportunidad de visitar a los reclusos senderistas en aquella prisión. Lo que viene es el relato actualizado de aquella experiencia.41

b. Comuna roja carcelaria A las 8:30 de la mañana del domingo la cola de visitantes serpentea por cerca de tres cuadras frente a la puerta principal. Una hora más tarde comienza el ingreso. Tras una meticulosa revisión y examen de documentos un oficial me aplica tres sellos diferentes en el brazo derecho. Examino las leyendas de los sellos mientras me dirijo hacia el pabellón 4B. Uno de ellos dice, curiosamente, “Javier Heraud Sports Club.” Heraud, el célebre poeta-guerrillero muerto en 1962 en un paraje del sur-oriente peruano cuando ingresaba al país como parte de un destacamento del Ejército de Liberación Nacional.

Unos cuatro minutos toma recorrer a través de una especie de tierra de nadie flanqueada por elevados cercos camino a la rotonda o patio central. Deambulan a ambos lados algunos cuantos internos, casi en harapos, con aspecto alucinado; meten sus brazos a través de las rejas hasta casi tocarnos mientras pronuncian frases ininteligibles. Cada pabellón es un edificio de cuatro pisos, con 80 celdas y un patio central. El panóptico clásico en que el máximo de las instalaciones puede ser observado desde un punto central. Desde el patio, con los internos agolpados en las ventanas, mirando el ingreso de la visita, emitiendo gritos que no alcanzo a discernir, la sensación es la de estar en un lúgubre anfiteatro de la antigüedad, medio ruinoso, a pesar de que Canto Grande no ha cumplido aún su primera década de existencia. Urgido por las circunstancias el gobierno lo inauguró sin completar el equipamiento que correspondía a su condición de establecimiento de “máxima seguridad.” Sensores, detectores de metales, rejas eléctricas, son inexistentes. Su lugar ha sido ocupado por el lento y medroso trabajo de los aburridos policías y sus curiosos sellos quién sabe de qué procedencia.

El pabellón 4B es el que corresponde a los detenidos por terrorismo. A la entrada, un hombre joven con especto de estudiante abre la reja. Tras un viril apretón de manos nos invita a pasar. Una vez adentro caminamos entre dos filas de internos que marchan en el sitio portando banderas rojas y coreando lemas de saludo con exacta y penetrante coordinación. Al final del pasadizo nos recibe un individuo que se distingue de sus compañeros por su tez clara y su elevada talla. “Bienvenidos a la luminosa trinchera de combate de Canto Grande” nos dice al tiempo que nos extiende la mano. “Al llegar hasta aquí –continúa—ustedes desafían la política reaccionaria que trata de aislarnos y aplica sus negros objetivos genocidas a los prisioneros de guerra de nuestro partido. Los consideramos nuestros amigos y hoy día son invitados de nuestro Partido.”

41 Las páginas siguientes están basadas en mi artículo “"The Revolution Behind Bars" en NACLA, Report on the Americas, Vol. XXIV (4), December-January, 1990/91, 17-19 y mis notas de campo de mi visita de 1988. Sobre esa base e intercalado información recabada posteriormente. Las secciones tomadas de mi artículo del 90 y de mis notas de campo han sido puestas en itálicas.

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Es Edmundo Cox Beauzeville. Fue arrestado en Puno en 1981 mientras hacía –según dijo-- trabajo de campo para una tesis en economía. Llevado a Lima, fue detectado por un periodista en un hospital de la capital. Había sido torturado por la policía. En ese entonces era difícil de creer que un estudiante capitalino, de “buena familia,” sobrinodel obispo de Lima, pudiese estar vinculado con una agrupación percibida como mayoritariamente indígena y provinciana. Excepcionalmente, sus torturadores fueron sancionados por la autoridad civil aunque la jefatura policial se negó a cumplir con dicho mandato. Permanecería en El Frontón hasta el verano de 1986, sólo para ser arrestado nuevamente hacia fines de año en la ciudad de Juliaca, Puno. Acaso esa breve libertad le salvó de la masacre en la isla-penal. En 1987 ingresó a Canto Grande.

En el patio del pabellón han acondicionado catres como asientos para los visitantes en el centro mismo del patio interior. Mientras esperamos a “Paco” –-objetivo de nuestra visita— el “camarada Pérez” –que nos ha acompañado desde nuestra llegada— nos pregunta qué opinamos sobre “el desarrollo de la ‘guerra popular’ en el país.” Tomado de sorpresa por la pregunta apenas atino a mencionar que acabo de estar por Cuzco y Puno. “Puno está ya bajo el control del partido” acota Pérez sin asomo de duda. “Cuzco –continúa—va a caer recién al final porque se trata de un centro del poder burocrático y represivo.” Nos habla a continuación de la situación en Nicaragua, ejemplo –dice—de la labor de zapa del revisionismo, dedicado a hacer fracasar los movimientos revolucionarios alrededor del mundo. Se refiere luego a Deng Tsiao Ping cuya traición a los principios de la revolución china había provocado que los estudiantes chinos se levantaran demandando el retorno al camino del Presidente Mao. Hay algo de mecánico en la contundente retórica de Pérez, cada mención a Deng es acompañada de una frase martillante: ese “chupo de pus.” Más tarde “Paco” nos dirá que Pérez es algo asi como el decano de los prisioneros de guerra, testigo excepcional de la masacre de Lurigancho en junio de 1986. “Como es analfabeto –dice— pide que se le lean varias veces los documentos con el fin de memorizarlos.”

“Paco” nos lleva a recorrer el pabellón. A un lado del patio se lee una cita de Mao pintada en la parte más elevada del muro de unos 6 metros de altura. “La fuerza de los militantes de hierro les permiten conquistar las mayores alturas.” ¿Cómo han logrado pintar a esa altura? ¿Si pueden trepar tan alto por que no escapar? interrogo a Paco. No –responde—nosotros no escapamos. Al pintar esa cita a esa altura les demostramos a los reaccionarios cuán pequeños son. Los guardias se vuelven locos tratando de averiguar cómo lo hemos hecho.”

También es un misterio cómo han pintado una serie de murales que ilustran las fases de la “guerra popular.” En el mejor estilo de la iconografía maoísta, un sabio y paternal Presidente Gonzalo, aparece retratado con el trasfondo de un sol naciente acompañado de radiantes masas de campesinos y trabajadores. Las pinturas son impresionantes, admirablemente realizadas, considerando, sobretodo, los limitados recursos de la prisión. ¿Tienen acaso a un artista plástico aquí? Pregunto a “Paco.” Son producto del trabajo colectivo --responde. “Cada uno de nosotros tiene que aprender a pintar o a tocar un instrumento musical. Cuando se termina el mural lo sometemos a discusión. Si la mayoría piensa que el Presidente Gonzalo luce demasiado serio o un poco superficial, hay que retocarlo.”

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En una esquina del patio, varias botellas de plástico han sido convertidas en un palomar. “Si nos cortan las raciones podemos comer palomas” --dice Paco-- aunque corre el rumor de que las usamos para enviar mensajes.” Cerca de ahí se ha dispuesto un área para internos afectados de enfermedades infecto-contagiosas. Alimentación y salud son asuntos cruciales en la organización del pabellón. Considerando las circunstancias, todo luce sorprendentemente limpio. Un oasis en la apabullante suciedad circundante. Deportes y artes marciales son parte de la rutina diaria tanto como el entrenamiento militar y la capacitación política: “aprendemos a discutir, cómo explicar la línea sin hacer concesiones, cómo ser claro pero firme, practicamos beligerancia oral y física.” Y es que, los prisioneros no pierden su condición de combatientes..

Dentro del edificio, citas de Mao cubren todas las paredes. Hacen referencia a la importancia de la salud, de las ideas claras y puras tanto como de una moral sólida; rinden homenaje a los “militantes de hierro,” hablan de arte, felicidad y amor. La dialéctica es la clave para comprender el sentido esencial de la vida. El día anterior a nuestra visita, la selección nacional de voleyball ha sido derrotado por Brazil en la semi-final del campeonato mundial de ese deporte celebrado en Lima. El país siguió cada detalle del encuentro. El pabellón 4b de Canto Grande no fue excepción. Sus residentes han seguido el evento por televisión. Una vez concluido han examinado la derrota peruana a través del pensamiento-guía del Presidente Gonzalo.

Para una organización clandestina conformada por organismos autónomos centralizados por una jefatura única, lidiar con nuevos internos es un asunto delicado. Cualquier persona arrestada por terrorismo y enviada a Canto Grande puede solicitar que se le lleve al pabellón 4B. “Usualmente recibimos información sobre los antecedentes de quienes llegan” explica Paco. “Si no es asi –continúa—el recién llegado es puesto bajo observación, interrogado y sometido a un período de discusión y esclarecimiento ideológico. Cualquier cuadro puede determinar el nivel de involucramiento de una persona en la organización, analizando para ello –asevera nuestro informante—su estilo de argumentar y hasta las palabras que utiliza.”

Ese fue el caso de Mario Vilcara quien años después relató su experiencia a la periodista Vicky Peláez en su exilio newyorquino. Detenido, según dice, de manera arbitraria, fue conducido a Canto Grande tras dos meses de violento interrogatorio. Se trata, anota Peláez, de “uno de los miles de inocentes que purgaron cárcel a raíz de la guerra entre Sendero Luminoso y el gobierno peruano.” La policía opta por llevarlo al pabellón 4b. Desde la reja de acceso anuncian que traen a “tres nuevos.” Desde dentro, un interno contestó que “allí ya eran muchos y que no cabía ni un preso más.” Respondió el guardia diciendo “que nos llevaría al pabellón de los presos comunes." Pero, aparentemente, el encargado de la reja se conmovió. Pronto Vilcara sentiría que era tratado como persona por primera vez desde su detención. "Si ese hombre no se hubiera decidido a recibirnos, otra sería mi historia” dice, recordando el intimidante espectáculo que los pabellones de comunes ofrecían.” Les preguntaron si eran del partido. Como ninguno lo era los admitieron como "masa."

"El sonido de zampoñas despertó mi primera mañana en esa cárcel, y desde ese momento nunca más en el tiempo que permanecí en el 4B, mis días, mis horas y mis minutos estuvieron vacíos. El sistema de

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sobrevivencia era admirable, culpables e inocentes, sentenciados o no, estábamos tras las rejas y debíamos sobrevivir con dignidad, así lo habían decidido los dirigentes prisioneros de ese pabellón y gracias a Dios no fui llevado adonde los presos comunes, donde la droga, los asesinatos y las violaciones eran cosa de todos los días, allí la cantidad de presos con Sida es alta." 42

El testimonio de Vilcará corrobora nuestras observaciones de 1988

"En el 4B éramos unos 400 presos. Desde el amanecer estaba programado todo. Por turnos los presos practicaban deportes, cocinaban, enseñaban o aprendían a leer, escribir y todo lo que pudieran. Igualmente, se participaba en actividades culturales y por supuesto todos éramos adoctrinados y debíamos seguir una conducta estricta, de lo contrario no podíamos permanecer allí. Fui testigo de alguien que fue expulsado y los guardias lo llevaron donde los comunes. Todos los días se daba a conocer el "pensamiento del día", se hacía ejercicios, se cumplía tareas, se estudiaba, se programaba esparcimiento, se escuchaba las noticias, se analizaba la situación, etc., etc. La limpieza del pabellón y personal eran estrictas. Teníamos tres depósitos de agua, almacén de alimentos, biblioteca, enfermería, cocina, huerto donde se criaba gallinas y cuyes. Todo logrado por los propios prisioneros, con lo que traían los parientes, con lo comprado a los policías y presos comunes."

El responsable del taller artesanal me muestra los diferentes modelos de carteras de cueros disponibles para la venta. En la sección de zapatería, “Jorge” –mi acompañante en la visita al penal— refiere que en una visita anterior calzaba unas sandalias muy modernas compradas en Miami. “Uno de los internos me las pidió prestadas por un momento. Un par de semanas, las réplicas ya estaban a la venta.”

La producción de pan –nos relataría Osmán Morote Barrionuevo años después43—fue lo que permitió lograr un autosostenimiento completo en Canto Grande. Comúnes, empleados y policías llegaban hasta el 4B para adquirir este producto. Ese ingreso les permitiría adquirir aparatos de televisión, radio e instrumentos de construcción con los cuales, prácticamente habían logrado remodelar el trazo de los pabellones. Alcancé a ver el horno del 4b en mi visita de 1988. Habían utilizado el metal de los catres, ladrillos de paredes desmanteladas con combas y otras herramientas improvisadas, habían descubierto cómo conectarlo a la troncal eléctrica del penal lo que aseguraba su funcionamiento autónomo. Controlar su alimentación, impedir el encierro individual había sido el comienzo de la completa autonomía de que los internos senderistas gozaban ya dos años después del “genocidio” de Lurigancho y El Frontón de 1986. La destrucción sistemática de unos 200 candados fue el fin del encierro en las celdas. En las condiciones económicas del estado –recordó Morote—llegaba un momento en que las autoridades no tenían cómo reemplazarlos:

42 Vicky Peláez, “Morir en Canto Grande” en Revista Poética Almacén, www.librodenotas.com 43 Entrevista del autor. Prisión de Yanamayo, Puno. Junio 18, 2002.

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“Luego empezamos a sustituir sus candados con nuestras llaves, entonces [la policía] necesitaba autorización para ingresar a nuestros espacios. Luego venía la ampliación de los espacios, que incluía remodelación para adaptar el local a las actividades que desenvolvíamos. Requeríamos espacio para talleres, transformábamos dos o tres celdas, al comienzo con fierros, cosas elementales, después con otras herramientas. No era complicado. A través de los comunes conseguíamos combas. Todo dependía cómo manejar las relaciones con la policía y con el elemento lumpen.”44

Su firmeza con la policía y las autoridades del penal --a quiénes los delegados senderistas aventajaban en marcialidad y temperamento--, efectivamente, era uno de los pilares de su autonomía.

“Cuando ingresaban a hacer el conteo numérico –según Osmán Morote-- se los permitíamos, pero no la revisión personal. Y eso se logró a través de continuos enfrentamientos. Nos convencimos de que si no se imponían condiciones destruían todas nuestras cosas porque las destruyeron y, en reiteradas oportunidades, golpearon terriblemente a los compañeros. Entonces decidimos ¡No a las requisas! Lo que hacíamos era permanecer vigilantes. Sabíamos cuando se podían ejecutar. Nos encerrábamos. Hacíamos tratos con las autoridades. Con lo cual, neutralizábamos el factor sorpresa y permitía exigir la presencia de Cruz Roja y otros organismos. Como en 4 oportunidades lo hicimos. A las nuevas autoridades se les imponía esta condición como un derecho ganado. Al tratar previamente la requisa podíamos plantearles ¿qué era lo que iban a requisar? ¿qué era lo que consideraban que afectaba su seguridad? Y que debían respetar nuestros materiales de trabajo, estudio y formación.”45

La relación con los presos comunes era el otro pilar de la estabilidad senderista. Eran, en primer lugar, sus “clientes,” pues no sólo les vendían pan, traían alimentos para ponerlos al horno, les vendían bebidas y material de lectura, les reparaban electrodomésticos o les daban asesoría legal y apoyo de salud. Eran, de otro lado, sus abastecedores. “Eran muy efectivos, conseguían de todo.” Además, una relación diplomática con ellos neutralizaba la posibilidad de que las autoridades los manipularan para confrontar a los políticos. Pero no interveníamos en su vida –subraya nuestro informante-- podían agarrarse a balazos y nosotros no interveníamos.”46 Afuera, la opinión pública no podía explicarse cómo, tras el aplastamiento de 1986, Sendero Luminoso hubiese podido recobrar su “control de las prisiones.” Desde dentro, observando la dinámica de la vida cotidiana, todo parecía más comprensible. El contraste de una comunidad humana cohesionada y fraterna contrastaba con el “soplo infernal”47

44 Ibid. 45 Ibid. 46 Ibid. 47 Gustavo Gorriti usó esa frase para describir su visión de El Frontón en su visita de 1982.

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que emergía de los pabellones de comunes. Una comunidad, por si fuera poco, capaz de exhibir una mística peculiar que sus guardianes percibían como una provocación. Al mediodía, el patio del 4b es un hormiguero de grupos envueltos en animada conversación. En cierto momento ingresa una banda de quenas, zampoñas y guitarras. Los camaradas se organizan en formación militar. Marcando el paso, coreando en sincronía perfecta. El martilleo de siempre, como transmitiendo –además del lema—en el grito, la intensidad de su voluntad. Cuando la formación se ha completado ingresa alguien portando la bandera roja. Comienzan a hacer evoluciones, de frente, a los lados, hacia atrás, colocándose en cuclillas de cuando en cuando mientras la bandera es desplegada en el centro del círculo perfecto. El tono es andino, la coreografía es de la China de tiempos de la revolución cultural.

“Siglos se hunden ídolos caen se quiebra un viejo orden de opresión y en la montaña un relámpago de fuego hiende la noche con su gran puñal. Se agitan los mares la tormenta arrecia y en el gran desorden se levanta el Sol salvo el poder todo es ilusión asaltar los cielos con la fuerza del fusil.”

Cuando la marcha termina, permanecen quietos por más de media hora, los ojos fijos en el horizonte, sus puños golpeando el aire mientras corean las consignas del momento: “¡Larga vida al Presidente Gonzalo, filósofo, líder, y maestro de comunistas! ¡Larga vida a nuestro primer congreso, hito histórico e inicio de una nueva era! ¡Obtener medios modernos a cualquier costo! Y después de los lemas, el almuerzo y el baile de todos los asistentes. La música es vivaz y a la vez triste. “Adiós pueblo de Ayacucho” dicen los versos, un canto al migrante andino, a sus nostalgias y las durezas del desarraigo. A las 4 de la tarde la visita termina. Salimos, como entramos, entre un bosque de banderas, al Perú de los presos comunes, del desdén policial y la larga ruta, por barrios miserables, hasta el centro de la ciudad. En los años siguientes, el abismo entre el mundo de los reos comunes y la comuna roja del 4B fue profundizándose. Mientras estos últimos maximizaban sus mecanismos de autosostenimiento, los otros enfrentaban condiciones crecientemente duras. A mediados de 1990 el Instituto Nacional Penitenciario gastaba 10 centavos de dólar diarios en alimentación. La sobrepoblación de las prisiones llegaba a su clímax. Canto Grande, que debía albergar a no más de 500, tenía cerca de 2,000. En 1989 los reos comunes realizaron varias protestas por alimentos. En agosto de 1990, unos 9,000 internos de prisiones de la capital sostuvieron una huelga de hambre de 13 días en demanda de mejoras. El gobierno respondió incrementando el gasto en alimentación a 55 centavos de dólar por interno. Por esos días, el propio jefe del INPE reconoció que las condiciones de los penales eran “ruinosas.”

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Debilitado, abrumado por el lacerante recuerdo de la masacre de 1986, el gobierno aprista fue cediendo frente a la disciplinada resistencia senderista. La fuga de los 48 miembros del MRTA a través de un túnel de más de 300 metros en junio de 1990 selló su completa desmoralización. 48 La dirección senderista, de otro lado, en sorprendente despliegue de auto-confianza comenzaba a imaginar el escenario final de su insurgencia, ese “trecho de sangre y victoria,” que mediaba entre el momento actual y la toma del poder.49 En 1990 anunciaron que la “guerra popular” había entrado en su fase de “equilibrio estratégico.” Que sólo la entrada del imperialismo –dijeron-- podría provocar un cambio profundo del balance de fuerzas. La LTC de Canto Grande en ese marco devino en la vidriera de la revolución. El lugar donde la “masa,” los simpatizantes, e inclusivo los adeptos foráneos del SL, podían dar una mirada al tipo de sociedad que habría de construirse después de la toma del poder. A comienzos de 1992, un camarógrafo del Canal 4 de Londres ingresó a los pabellones 4B y 1A, donde se encontraban internadas las acusadas por terrorismo. Estas habían llevado el show revolucionario que yo había visto en 1988 a nivel de verdadera opera china. Correctamente uniformadas –blusas y gorras verdes, pantalón azul, pañuelo rojo a la mano-- las militantes del Movimiento Femenino Popular paseaban como objetos sagrados los retratos de Marx, Engels, Lenin y, por supuesto, el Presidente Gonzalo. Sus colegas varones, por su parte, representaron para las cámaras el proceso de confección y activación de un coche bomba lanzado hacia el edificio de la embajada de los EEUU. Mujeres y varones senderistas circulaban libremente de un pabellón a otro a través de un conducto secreto a través del sistema de alcantarillado. Las relaciones entre ambos, sin embargo, estaban bajo control partidario. Vínculos afectivos previos eran respetados y protegidos por el partido pero, “si surgía un enamoramiento –recordó Mario Vilcara-- tenías que informar y pedir permiso a tus responsables, quienes a su vez lo informaban a la alta dirección del pabellón, ellos decidían.”50 Entusiastamente difundidas por quienes respaldaban a SL en el exterior, las imágenes de Canto Grande captadas por los cineastas ingleses circularon por medios izquierdistas y aulas universitarias norteamericanas y europeas, consolidando la imagen de los maoístas peruanos como una temible organización en vísperas de tomar el poder en un país sudamericano en proceso de desmoronamiento.51 Aunque tardaría algún tiempo más en hacerse evidente, la guerra senderista no andaba mucho mejor que la nación que la padecía. En diversos puntos del país, grupos de campesinos y pobladores habían comenzado a levantarse contra los mandos locales senderistas. En Lima, mientras tanto, un incisivo grupo policial había comenzado a hacer lo que por más de una década las fuerzas del orden se habían rehusado a hacer: tomar en serio los farragosos documentos de Guzmán, extricar de sus ortodoxas letanías maoístas la lógica del movimiento.

48 Haciendo referencia al pasado aprista –y a su amistad con el propio presidente Alan García— del líder del MRTA, Víctor Polay, hubo quienes acusaron al gobierno del Partido Aprista Peruano de haber permitido la fuga del túnel. La polémica continúa hasta hoy. Véase, “Ahora, yo soy el rey” en Caretas, Febrero 13, 2003. 49 PCP, “Construír la conquista del poder en medio de la guerra popular! (II Pleno del Comité Central. Sesión Preparatoria), febrero 1991. 50 V. Peláez, “Morir en Canto Grande” 51 “The People of Shining Path,” Serie Dispatches, 1992, producción y dirección de Yezid Campes y Marc de Beaufort. Parte del material sobre Canto Grande mostrada en esa película fue incluida en “Fire in the Mind: Revolution and Revolutionaries,” Serie Americas, PBS, 1993.

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Andando el tiempo su trabajo comenzó a dar frutos: en junio y septiembre de 1990 dicho grupo logró capturar dos casas de seguridad que produjeron abundante información de inteligencia. Habían golpeado el aparato político senderista por primera vez. Así, el documental del Canal 4 de Londres --que prometía revelar las interioridades de una revolución en los umbrales del triunfo-- terminaba siendo una crónica de su debacle. El 5 de abril de 1992 el país vivió un nuevo y drástico cambio de rumbo. Alberto Fujimori --el hasta entonces desconocido profesor universitario que había derrotado al escritor Mario Vargas Llosa en los comicios de 1990-- perpetraba un en esa fecha un “autogolpe” que marcó el secuestro -–con significativo apoyo de la población-- de la precaria democracia peruana por la próxima década. Un mes después del llamado “fujigolpe” el gobierno emprendería la destrucción de la LTC de Canto Grande. c. ¡Masacre¡ En la madrugada del 6 de mayo de 1992 los vigías del pabellón 4B advirtieron la llegada de fuerzas especiales de la policía. Esperaban el ataque, estaban preparados a resistir. Era la política del partido. El plan “Mudanza 1” consistía en trasladar a las reclusas senderistas al penal de Santa Mónica. La intervención, por lo tanto, se concentró primero en el 1B. Los varones acudieron en su defensa. Utilizaron “quesos rusos,” ácido muriático, arcos y flechas, ballestas, bombas molotov y “algunas armas de fuego compradas a los comunes.”52 Entre 6 y 10 reclusos encontraron la muerte en esa fase. Cuando no pudieron más optaron por evacuarlo a través del conducto clandestino. Al percatarse de la operación, los atacantes se lanzaron con renovada fuerza sobre el 4B. La resistencia duraría hasta el día 9. Sus residentes habían reforzados sus paredes con fierro y concreto lo que atenuó los efectos de los explosivos. Como en otras confrontaciones, la táctica senderista era obligar al adversario a negociar por la vía de colocarlo ante la necesidad de perpetrar un nuevo “genocidio” para triunfar. Un gobierno que tan sólo un mes atrás había justificado el cierre del Parlamento --a punta de fusil-- con el pretexto de derrotar a la subversión no tenía demasiado interés en negociar. El jueves 7 por la noche, los familiares de los presos comunicaron con organismos internacionales de derechos humanos que los reclusos aceptaban el traslado. El viernes 8, Luis Jiménez, representante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se entrevistó con varios ministros intentando persuadirlos de proceder a la ejecución del traslado. En el penal, mientras tanto, una comisión encabezada por Yovanka Pardavé intentó negociar una salida pacífica. Exigían la presencia de la Cruz Roja, la OEA, el “Comité de Familiares”, “Abogados Democráticos”, fiscal de la nación y médico legista. No hubo acuerdo. Al mediodía del sábado 9 el Presidente Fujimori habría autorizado el “asalto a cualquier precio” del sitiado 4B. Ante el estruendo de las bombas, en las afueras del penal, el abogado argentino Luis Jiménez hizo un intento final de llamar a Palacio. Un edecán le dijo que el Presidente no le iba a responder.53 Entre el 7 y el 8 los internos vivieron el infierno. Había muchos heridos y alrededor de 10 muertos. El 9 –recordó Mario

52 V. Peláez, “Morir en Canto Grande” 53 Jiménez hizo público su testimonio nueve años después. Ver “Matanza Olvidada” en Caretas, Mayo 31, 2001.

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Vilcara—“el edificio parecía una coladera y estaba a punto de colapsar.” Se decidió, entonces, comenzar a salir. “Sabíamos que vendría asesinato selectivo” recuerda Osmán Morote. “La decisión y la comprensión de que esto se daría era clara para todos.” Los delegados tomaron la iniciativa. Salieron, por eso, tomados de los brazos y cantando la Internacional. La policía había dicho que no dispararía. No cumplieron. Morote –que era parte de ese grupo-- vio como las ráfagas provenientes de los techos barrieron a los que iban del lado derecho. Los otros –dice—quedamos heridos en las piernas. Al ver que los estaban masacrando –continúa— “nuestros compañeros se sintieron tan indignados que empezaron a salir, desafiantes, cantando, desplazándose hacia la puerta de la prisión.” De esos acontecimientos, Vilcará –miembro de la “masa” por contraste con el dirigente Morote-- conservaría un registro distinto:

“La alta dirigencia decidió que debíamos entregarnos, pero todos teníamos miedo de salir. A gritos pedimos ¡alto el fuego! ¡nos rendimos! ¡no disparen! vamos a salir dijimos y los disparos cesaron. ‘Salgan con las manos en alto’ dijeron con el alta voz y como nadie quería salir primero, los dirigentes decidieron dar el ejemplo. Yo estaba en las gradas y vi todo, primero salieron como unos 20 entre hombres y mujeres. Agarrados y con los brazos en alto comenzaron a cantar la Internacional Socialista cuando salieron. Allí entonces les empezaron a disparar y todos cayeron al suelo. Nos quedamos mudos ante el fusilamiento. Por eso, nadie quería salir. Desde afuera el altavoz dijo otra vez que a los siguientes no los matarían. Pasó largo rato y el segundo grupo salió agachado y corriendo, a esos no les pasó lo mismo, pero a ratos se escuchaban balazos. Al parecer alguien señalaba, separaban a los dirigentes conocidos y los llevaban a un rincón y los fusilaban. A otro grupo que salió corriendo también le dispararon, y así a unos disparaban, a otros no. Cuando me tocó salir corrí esperando la muerte en cualquier momento, en todo el camino había regueros de sangre, y en una esquina vi el cadáver de una mujer, el que estaba a mi lado me dijo que era la periodista Janet Talavera.”54

Diez años después, Osmán Morote recordaría cómo, desde el suelo, herido de bala, había escuchado los gritos de los uniformados. “¡A la negra...A la negra!” decían, refiriéndose a la tez oscura de Janet Talavera Sánchez, periodista cuyo renombre subversivo provenía de su trabajo en el periódico oficioso senderista El Diario para el cual había entrevistado nada menos que al Presidente Gonzalo. Morote se habría salvado por haber llevado el rostro cubierto al momento de salir y porque, posteriormente, sus compañeros lo defendieron aún a costa de su vida. Aún así al ser identificado, en momentos en que era llevado a la cocina -- adonde varios de sus compañeros habían sido ya ajusticiados—fue salvado por el Director del penal de manera fortuita. Miembros del comité central del PCP como Tito Valle Travesaño o Yovanka Pardavé mientras tanto se desangraban en el

54 V. Peláez, “Morir en Canto Grande”

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área de la rotonda.55 Las fuerzas del orden habían aprendido la lección del 86. La masacre, esta vez, había sido una operación sistemática y ordenada. Sabían que su oportunidad para matar con impunidad estaba en aprovechar el caos de la rendición. La mayoría de los 50 o más muertos de aquella “matanza olvidada” –como la denominaría la revista Caretas diez años después—ocurrieron el día 9 después de que los senderistas se habían rendido.56 Al atardecer del domingo 9, los sobrevivientes de la nueva masacre yacían de cúbito ventral en el descampado entre la entrada del penal y el acceso al patio central. Allí permanecerían, inmóviles, por los siguientes tres días, “sin comer ni tomar agua, defecando y orinando en el lugar.” Algunos fueron sacados para ser torturados o incluso eliminados.57 En cierto momento, el presidente Fujimori se paseó triunfante entre los presos. Pasó a mi lado –recuerda Mario Vilcará—riéndose y burlándose “de los que estábamos caídos.”58 Recién al cuarto día llegaron los comunes trayéndoles una “gran olla de sopa.” Así los mostraron las imágenes de la TV en los días siguientes: derrotados, abatidos, en el trasfondo, las sombras agujereadas de los pabellones 1B y 4B. La trinchera luminosa apagada para siempre.

55 Fue lo que vio Edgard Pedro Tolentino G., “No queremos trasladarlos sino matarlos como perros. Testimonio sobre el genocidio del 6.7,8 y 9 de mayo de 1992 en el Penal de Canto Grande, Lima -Perú” en Unirnos. (Revista sobre Ideología, Política y Cultura) , no. 1, octubre 2001. 56 “Matanza Olvidada” en Caretas, mayo 31, 2001, ww.caretas.com.pe/2001/1672/articulos/fujimori.phtml 57 E. Tolentino, “No queremos trasladarlos sino matarlos como perros.” 58 V. Peláez, “Morir en Canto Grande”

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5. Yanamayo: avanzada en la nueva tarea del Partido

a. Osmán Morote Nació en el Cuzco en abril de 1945. Estudió en esa ciudad y en Ayacuho donde obtuvo el grado de bachiller en Antropología. Cuando fue detenido --en junio de 1988-- fue sindicado como el No. 2 de Sendero Luminoso y su captura ganó entusiastas titulares en la prensa nacional: el aparato dirigente de la subversión había sido tocado por primera vez.59 Desde entonces estuvo internado en Canto Grande: aislado primero, en el pabellón 4B desde 1991. Colega del Dr. Guzmán en la Universidad de Huamanga en los años 70 era miembro conspicuo del núcleo histórico del PCP conocido como la “sagrada familia.” De hecho, su familia entera fue tocada por la guerra. Su hermano Ostap y su esposa Juana Teresa Durand Araujo cayeron en acción durante los 80, su hija Elena sobrevivió apenas la destrucción del pabellón 1B de Canto Grande y cumple condena en la cárcel de Chorrillos según su padre “acusada de ser mi hija;” Osmán, su primogénito, “esta expatriado, después de permanecer largo tiempo en una prisión de menores de Lima, ser absuelto y posteriormente casi asesinado.”60 En abril de 1996, en juicio celebrado dentro de la prisión que hoy lo aloja, fue condenado a cadena perpetua. Bajo el quemante sol del altiplano puneño, en junio del 2003, Osmán Morote Barrionuevo rememora, a mi solicitud, el “trecho de sangre....y derrota” –parafraseando un documento de su partido— que lo ha traído hasta el penal de Yanamayo, en el departamento de Puno, próximo al Titicaca, el lago más alto del mundo: la destrucción de la LTC de Canto Grande, la masacre de sus compañeros, el viaje en avión Antonov: “unos sobre otros, con una toldera encima, encadenados, semidesnudos, varios de nosotros heridos de bala, con los guardias sentados encima de nosotros.” Algunos protestaban –recuerda—otros lloraban de impotencia. Otros, como él, permanecieron en silencio. “Pero nadie pidió piedad” subraya Morote con un gesto de orgullo. Llegamos aquí –continúa— al caer la tarde, no teníamos en ese momento una idea clara de dónde estábamos, nos sentaron en el cemento helado, encapuchados, hambrientos. Repartieron alimentos pero nadie recibió. Querían humillarnos. Se exasperaban porque no lograban quebrarnos. ¿Cómo se hace –le pregunto—para sobreponerse a tanto maltrato? “Esa fuerza no proviene del individuo, es la decisión del partido, y luego, el ejemplo individual.” La convicción, la ideología, según él, es lo que sostiene a la persona: es a punta de pequeños triunfos morales que se va reconstruyendo la voluntad, mientras se

59 Posteriormente se revelaría que su posición en el PCP era la de subsecretario de la célula de dirección y mando del Comité Regional del Norte. Véase al respecto Benedicto Jiménez Baca, Inicio, desarrollo y ocaso del Terrorismo en el Perú, tomo I, Lima 2000, pp. 322-323. Según algunos reportes periodísticos, en ese momento, Morote se enfrentaba a Guzmán en una pugna estratégica. Este sostenía “que era necesario seguir privilegiando el campo, dentro de la concepción maoísta de guerra popular y prolongada del campo a la ciudad.” Mientras que Guzmán “había llegado a la conclusión optimista -y absurda- de que era ya el momento de lograr el equilibrio estratégico, y que tanto la urbe como el campo tenían igual importancia. “ En tales circunstancias, Morote habría sido víctima de una delación. En César Lévano, “La captura bajo una nueva luz” en Caretas, diciembre 10, 1998. http://www.caretas.com.pe/1998/1533/ captura/captura.htm 60 Datos tomados del “Testimonio” redactado por Osmar Morote en Julio 27 del 2001 y entregado a la Comisión de la Verdad y Reconciliación en junio del 2002.

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busca condiciones adecuadas para combatir. El desafío, esta vez, era de una envergadura desconocida. Yanamayo había sido construido para quebrarles la voluntad. Por su ubicación tanto como por su régimen interno Yanamayo había sido concebido para eliminar todos aquellos factores que habían facilitado la conquista desde dentro de espacios carcelarios. Veintitrés horas y media al día encerrados en celdas bipersonales de 1.60 por 2.30 metros --sin ventanas, con temperaturas por debajo del punto de congelación propias de los casi 4,000 metros de altura sobre el nivel del mar en que se sitúa-- aseguraban un completo control. Impedir cualquier tipo de actividad colectiva era un objetivo fundamental. “Se ha llegado al extremo –manifestaron los internos— de restringirnos hablar, cantar, expresar nuestras ideas, negando hasta el saludo entre internos, incluso entre familiares que se encuentran en distintos pabellones.”61 Para imponer la incomunicación “trajeron unos parlantes inmensos y nos colocaron música a todo volumen, causándonos una enorme perturbación.” Nuestra respuesta, relata Morote, fue ponernos a gritar:

“El aparato sonaba de 6 a 6, nosotros gritábamos de 8 a 8. Gritábamos consignas en contra del genocidio, denunciando la política del gobierno, planteándoles que no nos iban a dominar. Era una bulla infernal. Ni nosotros mismos muchas veces nos escuchábamos, igual seguíamos gritando. Por lo general eran himnos de tipo militar o música estridente, tipo rock. Esto duró hasta que el aparato se malogró.”

De la conversación con el dirigente senderista surge el perfil de la lucha por la sobrevivencia librada durante sus primeros años en Yanamayo:

“Si gritábamos y venían a callarnos aprovechábamos para cuestionarlos ¿por qué actúan así? les increpábamos, buscando golpearles la moral. Para comenzar teníamos que hacernos respetar. La lucha por el control de nuestra alimentación fue una de las primeras. Exigimos que nos dejaran prepararlos nosotros mismos. No aceptaron. Pero presionamos tanto que tuvieron que aceptar que nos hiciéramos cargo de la distribución. Eso ya nos daba mayores posibilidades de comunicarnos. Luego vino el problema del agua. Primero los policías nos traían el agua. Entonces exigimos que no nos trajeran un balde sino dos. Llegó un momento en que se cansaron y nos dejaron salir por grupos a recoger agua. Así fuimos “educando” a nuestros vigilantes. Por eso cuando querían hacer “requisas” tenían que traer tropas de fuera. Los soldados se colocaban en los techos, entraban los policías insultando y destruyendo. Pretendían echarnos al piso, ponernos contra la pared. Nosotros nos resistimos. Cuando veían nuestra intención de entrar al choque se contenían. Como había una acumulación de dirigentes y tenían problemas con la población de los alrededores temían una fuga o una situación complicada. Eso los llevaba a ceder. En la medida que fuimos recuperando la comunicación pudimos usar mejor

61 “Prisioneros de guerra Penal de Yanamayo,” febrero 1977. Nota: Reproducido por el Movimiento Popular Perú de Francia. http://www.geocities.com/pcpmlmpg/docy.html

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nuestra capacidad de presión. El “chanqueteo” de las rejas era una de ellas. Podíamos hacerlo por horas. Tanto así que las rejas de las celdas fueron debilitándose” 62

Gradualmente, en los escuetos espacios que iban abriéndose comenzó a resurgir la actividad colectiva. Las biblias que una organización evangélica repartió entre los internos fue el primer material de lectura permitido en Yanamayo. “Sin salir de las celdas, gritándonos de un lado al otro del pasadizo –recuerda Morote—, debatimos temas como la lucha del pueblo palestino por la tierra prometida.” Más adelante, en el mismo estilo, desde el confinamiento en la celda, comenzaron las partidas colectivas de ajedrez y los teatros-ventana, en que, varias veces al día, como su nombre lo indica, a través de las ventanas que dan al patio del pabellón, se realizaban actuaciones para quiénes hacían uso de su media hora diaria bajo el sol. Paulatinamente, la capacidad de las autoridades para impedir la comunicación entre los internos comenzó a ceder, con ello, la discusión política comenzó nuevamente a fluir. Siguiendo el dictado de sus instintos y su formación habían luchado por sobreponerse al encierro, careciendo, sin embargo, de un panorama claro de lo que ocurría, en una inédita situación de aislamiento, prácticamente –ahora si—removidos de la sociedad. El mero hecho de la distancia aseguraba dicha condición. Recluidos en su mayoría lejos de sus lugares de origen, para sus familiares, las visitas implicaban desplazamientos difíciles de solventar. “El 70% de los prisioneros de guerra --se quejaron éstos en 1997—tenemos visita sólo una vez al año.”63 Y los que lograban llegar debían sufrir vejaciones y hostigamiento. Todo para una visita mensual “por locutorio, durante 30 minutos, sin contacto físico,” dos visitantes a la vez y parientes directos solamente.64 Pendiendo siempre sobre ellos, además, la amenaza del traslado. Usualmente realizados con violencia y “sin ningún criterio técnico” y a penales más temibles aún que el propio Yanamayo. Challapalca por ejemplo, situado a 4,600 metros sobre el nivel del mar, en un inhóspito paraje de la frontera con Bolivia y Chile. Un verdadero “Gulag” –observó una organización de defensa de derechos humanos –que equivalía a la instauración de “una forma lenta y encubierta de aplicación de la pena de muerte.”65 Hacia 1994, las nuevas realidades de la “guerra popular” comenzaron a filtrarse a los gélidos pabellones de Yanamayo, entonces, la lucha por la sobrevivencia de los “prisioneros de guerra” vendría a adquirir un horizonte político. b. Del ‘equilibrio estratégico’ a la caída de la jefatura Hacia 1990, con el paso a la fase de “equilibrio estratégico” de la “guerra popular,” el triunfalismo senderista había llegado al tope. ¿Podía el “viejo estado” ya “carcomido en

62 El párrafo anterior resume datos ofrecidos por presos por terrorismo en conversaciones informales realizadas en el Penal de Yanamayo en Junio de 2002. 63 Ibid. 64 Ibid. 65 Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, “La Situación de los Derechos Humanos en el Perú,” Lima 1998.

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sus cimientos” que se había visto obligado a poner bajo estado de emergencia a dos tercios del país derrotar a una “guerra popular” que mantenía “bajo su control e influencia amplias zonas principalmente campesinas” y que contaba con importante respaldo internacional66? La corrección de la línea era el recurso fundamental de la vanguardia. Y la línea correcta era el “Pensamiento Gonzalo,” el más elevado producto intelectual del “más grande marxista, leninista y maoísta viviente en el mundo.”67 Y, sin embargo ¿no eran acaso los recientes golpes policiales al aparato senderista anuncios de importantes debilidades organizativas? Al menos por lo que los documentos transparentan, Guzmán no prestó demasiada atención a aquellos incidentes. Y tampoco parece haber asignado demasiado peligro a lo que el nuevo régimen de Fujimori significaría, salvo que, al ser “más desenfrenadamente proimperialista yanqui” que sus antecesores, desplegaría un mayor esfuerzo en convocar el respaldo de Washington para destruir a la “guerra popular.”68 El revisionismo, más bien, era el enemigo mortal de la revolución: un “cáncer” que había que combatir implacablemente. “El más leve apartamiento del Pensamiento Gonzalo nos llevaría a resbalar en el revisionismo”69 advirtió el líder senderista. En el paso de la guerra del campo al asalto de la ciudad, sus ONGs y sus aparatos organizativos se colocaban bajo la férula de la “otra colina” convirtiéndose en objetivos de guerra. El “aniquilamiento” de la activista del “frente electorero” Izquierda Unida María Elena Moyano fue la concreción de ese balance. De la ola de acciones desplegada en Lima entre enero y julio de 1992, la muerte de Moyano –una apreciada dirigente del movimiento de mujeres que se había atrevido a enfrentarse a SL-- y el coche-bomba detonado en una calle de Miraflores --con un elevado número de víctimas civiles--, suscitaron particular repudio contra el “terror senderista.” Sentimiento que vino a favorecer la aceptación del autogolpe fujimorista –presentado como una medida imprescindible para derrotar a SL-- como de la dura legislación antisubversiva promulgada durante el año 92. 70 ¿Cuál era, por ese entonces, el verdadero poderío de la insurgencia maoísta? “Sendero Luminoso crece pero no avanza” escribió uno de los más connotados “senderólogos” en abril de 1992.71 Distinta era la apreciación que se tenía desde el exterior. En agosto de ese

66 PCP, “¡Construír la conquista del poder en medio de la guerra popular!,” II Pleno del Comité Central, Sesión Preparatoria, febrero 1991, http://www.blythe.org/peru-pcp/docs_sp/iipleno.htm 67 B. Jiménez Baca, Inicio, desarrollo y ocaso del Terrorismo en el Perú, p. 180. 68 PCP, “¡Construír la conquista del poder en medio de la guerra popular!.” En PCP, “Sobre las Dos Colinas” (Documento de estudio para el balance de la III Campaña), 1991 Abimael Guzmán presentó un amplio balance de la “otra colina” es decir, de la capacidad del estado para derrotar a la “guerra popular.” Tampoco ahí asignaba el líder senderista mayor chance de victoria al “viejo estado.” 69 “Entrevista del Siglo” 70 Entre enero y Julio de 1992 37 coches-bomba fueron detonados en Lima Metropolitana, 22 de hechos en el mes de Julio. Estos hechos dejaron cerca de medio centenar de víctimas fatales, en su gran mayoría civiles sin relación con la “guerra popular.” Sólo a la explosión de Miraflores corresponden 29 de ellas. DESCO, “Reporte Especial de Violencia Política,” no. 20, diciembre, 1992. 71 Entrevista a Raúl González en Idéele no. 36, abril 1992, pp. 15-20. Desde varios años atrás, González había venido observando que el PCP había entrado en declive. Véase, por ejemplo, “Sendero: Duro desgaste y crisis estratégica” en Quehacer no. 64, mayo-junio 1990, pp. 8-15. En “Sobre las Dos Colinas” Guzmán se refiere a González como “el sociólogo y malabarista verbal, ignorante de la teoría de la guerra

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año un editorial del "The New York Times" planteó la necesidad de auxiliar al Perú mediante una fuerza armada continental.72 Aún dentro de su notable autoconfianza, por su parte, el Dr. Guzmán se vió obligado a preguntarse ¿qué pasaría en caso que el propio “Presidente Gonzalo” cayera en manos de la represión? La dirección podría ser parcialmente desaparecida –se dijo-- “pero los dirigentes que quedaran deben y pueden proseguir la lucha.” La revolución, pues, “no se detiene, no se paraliza.” Como había enseñado el Presidente Mao, frente a los golpes, "recogemos nuestros muertos, curamos a los heridos y seguimos combatiendo." 73 Fue eso, precisamente, lo que demandó el jefe senderista a sus camaradas en su última aparición pública --el 24 de septiembre de 1992--, prisionero ya del régimen fujimorista, cuando fue exhibido ante la prensa en una jaula y vistiendo un absurdo traje a rayas: su caída era “simplemente un recodo,” el camino era largo y al final del mismo esperaba el triunfo: la lucha pues debía continuar.74 En el transcurso de su primer año de encierro, no obstante, el jefe senderista iría cambiando de opinión. En octubre de 1993 anunció a sus bases su “nueva gran decisión.” De esta se derivaba una nueva conducta política que podía resumirse en los puntos siguientes: (a) no enfrentarse, neutralizar y responder medida por medida; (b) cambiar el lenguaje: entrar en tratos diplomáticos, lo cual no significa ponerse a la cola; (c) diferenciar el blanco principal de ataque en la actual coyuntura. 75 “Como ya se sabe estamos desenvolviendo una ronda de conversaciones que lleve hacia la obtención de un acuerdo de paz de cuya aplicación derive en concluir la Guerra Popular.”76 Con esas sencillas palabras abría el documento en que sustentaba la necesidad de tan dramático viraje. Durante ese largo de año de encierro en la Base Naval del Callao, a través de sus conversaciones con miembros del Servicio de Inteligencia Nacional, Guzmán pudo apreciar los alcances de su caída. Concluiría que, en vista de todo ello, lo que correspondía era concentrarse en salvar la Jefatura, la ideología, los principios, la memoria misma de la “guerra popular;” no por algún “bastardo interés persona,l” sino pensando en un futuro medido en décadas o en siglos. Eran realidades objetivas, el capitalismo burocrático había encontrado posibilidades de estabilizarse, de viabilizar una nueva reestructuración del estado. Y no era que se sintiera Dios o que se hubiese vuelto fujimorista, lo cierto era que “la caída del Presidente Gonzalo –“el más grande éxito del Estado Peruano bajo jefatura de Fujimori”-- es mejor comprendida por ellos.” Consciente de las implicancias de su viraje entre sus seguidores, Guzmán subrayaría: “no decimos viva el 5 [de abril],” decimos avances objetivos y eso es registrar hechos” porque nadie podría probar que “nos hemos puesto a la cola de facción alguna de la gran burguesía”

popular y de su especificación en el Perú (...) defensor de Fujimori y lacayo de las Fuerzas Armadas y Policiales” quien “repite su cantaleta de ‘derrota estratégica de Sendero.’” 72 “La captura bajo una nueva luz” en Caretas, diciembre 10, 1998. http://www.caretas.com.pe/1998/1533/ captura/captura.htm 73 “¡Construír la conquista del poder en medio de la guerra popular!.” 74 Sobre la detención de Abimael Guzmán, véase: B. Jiménez Baca, Inicio, desarrollo y ocaso del Terrorismo en el Perú, tomo II, p. 740-767. 75 Ibid., tomo II, p. 776. 76 “¡Asumir y combatir por la nueva gran decisión y definición !,” A menos que se indique lo contrario, las citas siguientes provienen de este documento.

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pero lo cierto era que “ambas colinas estamos manejando un campo de convergencia objetiva que la propia lucha de clases ha generado.” Liberado del escrutinio parlamentario, en efecto, el gobierno había introducido un marco legal antisubversivo de notable dureza: creación del delito de “terrorismo agravado” con penas de cadena perpetua, tribunales militares de “jueces sin rostro,” penas para menores de edad para acusados de terrorismo, ley de arrepentimiento que favorecía reducción de sentencias para quienes abandonaban “voluntaria y definitivamente” la actividad terrorista. El impacto de estas medidas sobre el PCP-SL sería enorme. A lo largo del 92 cayó buena parte de la dirección senderista. El “viejo estado” que se caía a pedazos había retomado la iniciativa. Pedir en ese momento un acuerdo de paz permitiría –en la visión del Dr. Guzmán-- “conjurar la derrota” y poder manejar en mejores condiciones “el repliegue general, político y militar de la revolución peruana.” Si lograban hacerlo, sobrevivirían y, como Mao en 1936 --que había sabido poner de lado las “deudas de sangre” de Chiang para suscribir un frente unido antijaponés77— impedirían la destrucción del partido para seguir más adelante la lucha en mejores condiciones.78 No era la orden de un líder mesiánico. “Como militantes –recordó Guzmán—tenemos disciplina y sujeción,” pero estas son “conscientes,” no impuestas “a rajatabla,” sino sustentadas con “razones sólidas.” Esa era la clave de un “partido fuerte” y ahora había que demostrarlo. Sabía, por ello, que corría el riesgo de que su posición fuese rechazada y que incluso pudieran “hasta expulsarnos o aplicarnos la pena máxima.” Que un 10% del total del partido --“los más firmes y probados comunistas”-- aceptaran su planteamiento, era suficiente para que el partido se salvara pues, eventualmente, la fracción de izquierda se impondría contra el revisionismo infiltrado en la organización. ¿Se había quebrado el Presidente Gonzalo? Desde su aislamiento, con su palabra más en duda que nunca, abrumado por la imagen de un completo sometimiento al “genocida vendepatria” Fujimori, apelaba a la esencia misma del ser del partido: la voluntad y su más generoso fruto, la entrega completa al proyecto colectivo.79 Así había sido en 1980 cuando el objetivo era impulsar a sus bases a cruzar ríos de sangre, y así lo era en 1993 en que la misión era entrar “a desenvolverse en otras condiciones, en guerra incruenta, en guerra sin sangre, en guerra sin balas.” La convocatoria era a una suerte de viaje a las esencias de la experiencia militante. Había que preguntarse “¿qué soy yo?” exigía el “Presidente Gonzalo.” Y si la respuesta era “soy comunista” ello significaba tener la capacidad de oponer a las durezas del presente una actitud de “optimismo histórico.” Optimismo-pesimismo era en este punto la contradicción principal en el desenvolvimiento de la voluntad senderista. Y qué podía ser la base de todo ello sino la certeza de que “combatimos por el comunismo aun sabiendo que seremos molidos como individuos.” Optimismo de clase por lo tanto. No el optimismo burgués, centrado en el “yo,” sino optimismo proletario. Consciente, es decir, de que “tu vida no es más que una 77 Presidente Gonzalo/Camarada Miriam, “Acerca de la Historia del Proletariado Internacional” (En conmemoración a su Octavo Aniversario) mitglied.lycos.de/mppa/html/ body_ acerca_de_la_ historia_del_prol.html 78 “¡Asumir y combatir por la nueva gran decisión y definición !” A menos que se indique lo contrario, las citas siguientes provienen de este documento. 79 Para un análisis detallado de las “conversaciones de paz” véase, Nelson Manrique, Tiempo del Miedo. La violencia política en el Perú 1980-1996, Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2002, pp. 249 y ss.

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pequeñísima cantidad de materia” si se le compara con “la inmensa eterna materia en movimiento.” La convocatoria era pues a pensar en décadas y siglos. Porque los comunistas “somos águilas porque vemos lejos, nos remontamos al futuro y sacamos del presente toda la fuerza suficiente para seguir desarrollándolo.” Nadie mejor que los “prisioneros de guerra” para encarnar y servir como ejemplo de esta nueva apelación a la voluntad. La suya era la esencia de la experiencia de la “guerra popular.” Ellos, más que nadie, eran la demostración de que los comunistas “peleamos donde estamos y con las armas que tenemos.” Que, aún en el más absoluto aislamiento, premunidos de “nuestra todopoderosa e invicta ideología,” “nos afincamos en ella” para deducir “desde las mínimas leyes del aislamiento hasta las leyes generales del proceso de la lucha de clases internacional, nacional, de la situación del Partido, de la guerra popular.” Arma, por lo tanto, que potencia “nuestra voluntad, decisión, energía suficientes para seguir haciendo lo que sea necesario por el Partido.” Por ello, era tras los muros de la prisión, donde el Dr. Guzmán apostaba a encontrar a la “nueva fracción roja” capaz de impulsar al PC hacia su salvación. c. “Acuerdistas” versus “felicianistas”: La guerra es prolongada pero no es eterna Pero ¿qué tanto “ambas colinas” se estaban “manejando” la “convergencia objetiva” que –según Abimael Guzmán-- la lucha de clases había generado? De hecho, el propio asesor presidencial Vladimiro Montesinos –jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional—se ocuparía de que el jefe senderista tuviese facilidades para difundir su “nueva gran decisión.”80 Así, Osmán Morote y Edmundo Cox fueron trasladados desde Yanamayo la Base Naval de Callao para conferenciar con el “Presidente Gonzalo” y la “camarada Miriam,” su conviviente devenida en lideresa de la organización. La “convergencia objetiva” con la “otra colina” no quedó ahí: el gobierno permitió el envío de emisarios seleccionados por Guzmán de entre los senderistas presos con mayor ascendencia partidaria.81 Es aún difícil establecer con claridad la dimensión de la colaboración. Llegó incluso a decirse que el mismo Guzmán había sido llevado a Yanamayo en 1994 para

80 Sobre Vladimiro Montesinos véase, “El Svengali de Fujimori: Montesinos el Traidor de la Democracia Peruana” en La República, Julio 4, 1994, Francisco Loayza Galván, El rostro oscuro del poder , Lima: San Borja Ediciones S.A, 1998, Fernando Rospiglios, Montesinos y las Fuerzas Armadas, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2000, Carlos Iván Degregori, La Década de la Antipolítica. Auge y huída de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2000 y José Luis Rénique, “Deconstruyendo al Rasputín Peruano” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, vol. 13, no. 1, Enero-.Junio 2002, pp. 159-164. 81 A mediados del 95, por ejemplo, se le permitió a Guzmán hacer llamadas a Europa para alentar a sus más leales seguidores a que difundieran y lucharan por la consecución del “acuerdo de paz.” Véase al respecto, Congreso de la República del Perú, Primera Legislatura Ordinaria, 2001. Transcripción del audio n.° c-72, "Suecia" del 25 de septiembre de 1995. www.elcomercioperu.com.pe/EcEspe/ html/ montesinos/ videoSuecia.html. Mientras tenían lugar las “conversaciones de paz” entre Guzmán y el régimen de Fujimori, el Ejército lanzaba las operaciones denominadas “Aries” y “Tauro” en el valle de Huallaga, gran centro de producción cocalera, donde el Ejército Guerrillero Popular de SL había llegado a ser particularmente fuerte.

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persuadir a sus camaradas a que aceptaran el “acuerdo de paz.”82 ¿Podía ser posible que nada menos que el Presidente Gonzalo hubiese sido persuadido de colaborar con los esbirros del SIN 83? ¿O era una nueva genialidad del imbatible Dr. Guzmán? La confusión, el desencanto y aún el repudio recorrieron las filas senderistas. En Europa, viejos propagandistas de Sendero Luminoso como Luis Arce Borja llegarían a preguntarse si el individuo que aparecía solicitando negociar al régimen del “genocida” Fujimori era un “clon” del Presidente Gonzalo.84 En algún punto de la sierra peruana, de otro lado, el camarada “Feliciano” –uno de los pocos miembros del comité central todavía libre—levantaba la bandera de “proseguir la guerra popular.” En las prisiones la confrontación entre “acuerdistas” y “proseguir” iría tornándose en un asunto crecientemente agrio. Así lo reveló una cierta “camarada Inés” en entrevista reproducida en una revista del exterior. Según ella, “acuerdistas” y autoridades colaboraban para coaccionar a las nuevas detenidas:

“Se sujeta a cada presa que llega a la prisión a un agobiante hostigamiento a fin de quebrarla y obligarla a ingresar a sus filas. Usan cualquier método que puedan para lograr sus metas. Han atacado físicamente a las compañeras. El hostigamiento es constante. Generalmente ponen a las recién llegadas en celdas con estos individuos. Ahí se dedican a atormentarlas las 24 horas al día. Si no pueden convencerlas, buscan quebrarlas psicológicamente. Repiten como loros su cháchara del acuerdo de paz. Cuando las compañeras se resisten, las defensoras del acuerdo de paz las denuncian abiertamente. Ante los guardias, las acusan de cosas para que los guardias las castiguen. Ante los ayudantes sociales y otras autoridades, piden que delaten a aquellas quienes se han mantenido firmes. Aprovechan toda oportunidad para provocarlas, como organizar “cateos” con los guardias para robar y destruir sus pertenencias. Delatan públicamente a las compañeras de la Jefatura, ante agentes del Servicio de Inteligencia Nacional, la Comisión Ad Hoc, el padre Lansier y el coronel genocida Castillo.”85

82 Declaraciones de Carlos Tapia en La República , Febrero 19, 2000. 83 Un testimonio representativo del tipo de acusaciones que circulaban en los círculos partidarios hacia 1994 es el siguiente: “Han llegado denuncias de masas de barrios y barriadas en esos tiempos que señalaban haber visto a algunos capituladores que estaban presos desarrollando asambleas populares en sus localidades junto con elementos del SIN para plantear su "Acuerdo". Esto coincide con lo planteado por algunos cc. presos que decían haber visto a algunos gonfalones de la l.o.d. [línea oportunista de derecha] salir en horas de la noche y regresar al cabo de dos o tres días. Todo esto lo hacían al margen del Partido.” En “En Defensa del Izquierdismo,” Ediciones Bandera Roja, http://www.geocities.com/pcp_bandera_roja /02deba/ correo/ 16joaquin.html. En línea similar, véase “El fracaso de operación Acuerdo de Paz,” Movimiento Popular Perú, www.blythe.org/peru-pcp/misc/paz.htm 84 En mayo del 2002, Arce Borja escribía que por nueve años “el gobierno ha intentado ocultar la desaparición del jefe guerrillero [Abimael Guzmán] y presentar como cierto un “acuerdo de paz” que nunca existió.” En “Plan Aluvión en los Andes y Asesinato del Presidente Gonzalo” en Nuevo Diario Internacional, Bruselas, Mayo 17 de 2002. 85 “Una Luz en las Tinieblas de las Cárceles del Perú: Entrevista a la Camarada Inez” en Un mundo que ganar, http://www.awtw.org/spanish/numero_anteriores/1999-25/PeruPrisonsINEZ -span25.htm

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Los expertos de Inteligencia, aparentemente, habían puesto a Sendero contra las cuerdas. Así, a fines de 1995, Nelson Manrique --uno de los más agudos analistas del fenómeno subversivo-- observaría que “lograr que Guzmán pidiera negociar la terminación de la guerra” constituía un insoslayable “éxito estratégico de las fuerzas de seguridad” producto de lo cual, el “Sendero de hoy” era, otra organización, sin aquella “unidad y centralización” que le había asegurado “el fanático alineamiento de sus militantes en torno al deificado Presidente Gonzalo.”86 A la LTC de Yanamayo, en todo caso, le correspondía articular, difundir y, promover el discurso de esa nueva etapa de ese Sendero que renacía bajo el ala protectora de los operadores de Inteligencia del régimen. Ahí, la “ronda de conversaciones” había sido recibida como un rayo de luz. No sólo sus máximos dirigentes –Morote y Cox—habían sido devueltos a la vida al ser transportados a Lima a encontrarse con su “Presidente Gonzalo” sino que las “conversaciones” contribuyeron a un cierto relajamiento del régimen carcelario. A mediados de 1994 las cámaras de un canal de televisión ingresaron a Yanamayo para registrar el entusiasta apoyo de algunos de los más conocidos senderistas por la posición del Dr. Guzmán. Desde la altura puneña, las enigmáticas “conversaciones” del Callao podían ser vistas, sobretodo, como señal de que su líder seguía pensando y actuando. Este había logrado persuadir a sus carceleros que les convenía dejarlo escribir y comunicar sus ideas. ¿Que mejor prueba de vigencia para quienes le habían visto dirigir una “guerra de la pulga”87 de enormes repercusiones? Su talento para “romper los muros de aislamiento,” es decir, era el comportamiento ejemplar que le confirmaba como dirigente. A partir de ahí, su visión estratégica lo reafirmaba como “jefatura única e insustituible.”88 Sobretodo porque había sido capaz de “armar” al partido para “comprender y manejar” lo que significaba repliegue. Más que nada, un “tiempo de balance y crítica.” Lo que no suponía “dejar de luchar” como imputaba “el Bloque Escisionista” de “Feliciano” cuya posición de “proseguir” la guerra era –según los “acuerdistas”-- puro “militarismo burgués” conducente a la “colombianización” de la guerra, a una “guerra eterna” sin objetivo político claro, aislada de las masas, cuando lo cierto era que, desde septiembre de 1992, “ya no se podía conquistar el poder.” “Conjurar la derrota” era el otro concepto clave. Significaba impedir la destrucción del partido. Y era eso lo que el Presidente Gonzalo estaba haciendo “dirigiendo centralizada y organizadamente desde prisión el repliegue político general de la revolución proletaria mundial y el repliegue político y militar de la revolución peruana.” Lejos de ser irreparablemente dañada la figura del Dr. Guzmán en esta suerte de visión-Yanamayo de la situación, emergía éste de su trans itoria derrota como líder indiscutible de “la futura nueva ola de la revolución proletaria mundial.” El arreglo con la “otra colina” fue la base de la relativa tranquilidad que prevaleció en Yanamayo durante los años siguientes. Hacia 1996 –recuerda Morote—se vivió un

86 N. Manrique, El tiempo del miedo, p. 254. 87 Robert Taber, War of the Flea: The Classic Study of Guerrilla Warfare 88 “!Defender la trascendencia e invencibilidad de la Guerra Popular¡” Luminosa Trinchera de Combate de Yanamayo, Mayo 2000. Las citas siguientes provienen de la misma fuente.

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período particularmente estimulante, debido a que pudieron mantener una “política de puertas abiertas” con las “compañeras” residentes en el penal. Sabiendo que la cuestión de la preservación del partido estaba ya bien enrumbada la atención de los “prisioneros de guerra” se concentró en el estudio y el trabajo colectivo y en la mejora de las condiciones de sus condiciones de existencia. No faltaron por cierto las tensiones. El régimen de visitas seguía siendo uno de los grandes focos de conflicto. En septiembre de 1996 y febrero de 1997 sendas requisas sirvieron de excusa para destruir y robar pertenencias y materiales de trabajo. Nuevas presencias, sin embargo, contribuían a romper el aislamiento. Los organismos de derechos humanos internaciones sobretodo que habían dirigido su atención hacia el Perú no sólo a raíz de los “excesos” del régimen fujimorista sino por las denuncias relativas a las condiciones de vida en “cárceles-tumba” como Yanamayo o Challapalca. Presos extranjeros del MRTA, irónicamente condenados por “traición a la patria” en juicios sumarísimos por magistrados “sin rostro” apelarían, con creciente éxito, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.89 A nivel local, la flamante Defensoría del Pueblo apareció como un canal particularmente dinámico de recepción de demandas.90 En la segunda mitad de los 90, paulatinamente, las referencias a convenios internacionales de Derechos Humanos tanto como al Código Civil o a la propia Constitución fujimorista –aprobada en 1993-- comenzaron a reemplazar en las denuncias senderistas a los llamados al combate y las apelaciones a la heroicidad. Era el nuevo rostro de la LTC. Mientras tanto, las posibilidades de avance de las “conversaciones de paz” se hacían cada vez más remotas, quedando en evidencia que había sido un tinglado supeditado a intereses coyunturales en el que era difícil discernir quién manipulaba a quién. En diciembre de 1996 un comando del MRTA tomó por asalto la casa del embajador japonés en Lima dando lugar a una larga y compleja crisis. En abril de 1997 las autoridades resolvieron el impasse de manera drástica y eficiente: todos los guerrilleros y uno sólo de los 72 rehenes muertos en la operación. Era difícil imaginar que en ese ambiente, el Presidente Fujimori y sus generales, victoriosos de su confrontación con el “terrorismo subversivo” se avinieran a pactar la paz con los senderistas. “Feliciano” y su “Sendero Rojo” era cada vez menos amenazante además. La caída de sus más importantes mandos nacionales en 1998 le dejó reducido a algunas provincias de los departamentos de Huánuco y San Martín. En julio de 1999, finalmente, el líder disidente fue detenido sin mayor premura por las fuerzas armadas. Con ello, según un analista, “el proyecto SL” había, definitivamente, terminado; con lo cual, “su violencia, en lugar de política será social: robos y saqueos a comunidades como delincuentes comunes.”91 En el enfoque senderista, por el contrario, la caída de “Feliciano” les colocaba más cerca de su objetivo de evitar la destrucción del partido. Las cárceles, no obstante, se llenaban de

89 El gobierno peruano reaccionó ante esto retirando al Perú de la jurisdicción de la Corte Interamericana. 90 En su informe anual 1999-200, por ejemplo, la Defensoría del Pueblo concluyó que “el régimen al que están sometidos los internos en el penal de Yanamayo está reñido con nuestras normas constitucionales, los estándares internacionales y la dignidad humana, y propone su adecuación a tales normas, sin que ello suponga poner en peligro la seguridad de la sociedad. Reviste especial importancia la urgencia de revisar las horas de encierro en las celdas, el sistema de visitas por locutorio y la práctica no legal de impedir el acceso a cualquier tipo de información.” Defensoría del Pueblo, Tercer Informe Anual 1999 – 2000, http://www.ombudsman.gob.pe/cap5-52.htm 91 “Los mil nombres de Artemio” en Caretas, agosto 19, 1999.

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“felicianistas” convirtiéndose en una amenaza al modus vivendi a que ahí se había llegado con el régimen fujimorista. A mediados de 1999 cuando el Defensor del Pueblo visitó Yanamayo encontró que de sus 396 internos (30 mujeres y 347 hombres) 377 eran acusados de terrorismo y traición a la patria un alto porcentaje de ellos cumpliendo cadena perpetua. De ellos, 182 eran "acuerdistas,” 64 eran "emerretistas," 48 "felicianistas," 10 "arrepentidos" y 71 "independientes." Los primeros declararon en esa oportunidad que reafirmaban su “voluntad de paz” insistiendo en “la reiniciación del diálogo con el gobierno para concluir el conflicto armado por la vía política.” 92 A comienzos del año siguiente los “felicianistas” habían pasado a ser mayoría en el penal y –como le expresaron a un periodista capitalino— se mostraban quejosos de los privilegios de los “acuerdistas” quienes “caminan por los pasadizos durante casi todo el día, reciben charlas educativas y hasta hacen deporte” mientras que ellos seguían, en su mayoría, “restringidos a su paseo de media hora fuera de sus celdas.” Observó, asimismo, el periodista que, a diferencia de los “acuerdistas,” los “felicianistas” conservaban el estilo del SL de los primeros años: “a las 6 am, a las 6 pm y a las 9 pm lanzan cánticos, arengas y proclamas subversivas en contra de su ex- líder y fundador de SL.”93 Entre los emerretistas, igualmente, las ventajas concedidas a los “acuerdistas” eran motivo de inconformidad. El 21 de enero del 2000 ambos grupos se enfrentaron a la autoridad.

Aparentemente, en contra de las reglas vigentes, el director de la prisión había venido permitiendo que los internos tuviesen contacto directo con sus familiares durante las visitas. Al salir de licencia, sin embargo, su reemplazante decidió aplicar las normas, prohibiendo encuentros por fuera del locutorio. La reacción fue iracunda. El encargado de la dirección ordenó suspender la visita. Los presos entonces se amotinaron, salieron de sus celdas y se abalanzaron contra el odiado locutorio hasta prácticamente pulverizarlo. “A veces –recordaría Osmán Morote-- lográbamos que, con una presión particular, algunos pudiesen abrazar entre las rejas a sus hijos,”94 ahora, el locutorio no existía más. “Felicianistas” y “emerretistas” encabezaron la acción. Cuando el director titular retornó de su licencia encontró una situación inmanejable. Casi como un gesto simbólico de reafirmación de la autoridad –los reclusos controlaban por completo el acceso a sus pabellones para ese entonces-- el oficial ordenó una requisa. Los del MRTA negociaron que quienes entraran fueran policías locales y no el destacamento de la Dirección de Operaciones Especiales. La requisa se produjo sin mayores complicaciones. Con los acuerdistas, igualmente, no hubo problema. “En las celdas encontramos pedazos de metal afilados, sierras, radios” relató uno de los policías protagonistas de los hechos.95 Al salir, sin embargo, ante la protesta de los reclusos, la fiscal presente ordenó que se les devolvieran sus pertenencias incautadas a pesar de que ellas infringían el reglamento. Los “felicianistas,” por su parte, estaban en pie de guerra.

92 Defensoría del Pueblo, “Informe sobre el establecimiento penitenciario de Yanamayo, Puno.” 1999 http://www.ombudsman.gob.pe/informes/Yanamayo.pdf. 93 El Comercio, Febrero 9, 2000. 94 Entrevista del autor. Prisión de Yanamayo, Puno. Junio 18, 2002. 95 Oscar Libón, “Así fue el motín en Yanamayo” en La República, Febrero 11, 2000.

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A las últimas horas del 6 de febrero, se parapetaron en su pabellón para resistir la acción policial. “Vimos –relata uno de los testigos-- como sacaban con violencia las puertas de su marco y las colocaban contra la reja metálica del pabellón No. 4” mientras otros rompían paredes e instalaciones para improvisar proyectiles y armas defensivas.96 En la confusión, un grupo de 24 policías entró al pabellón del MRTA. Estos los encerraron en celdas con el fin de protegerlos. En medio de la trifulca, los detenidos chilenos de esa agrupación se comunicaron por teléfono celular con una radio de su país a la que relataron paso por paso lo que acontecía.97 Al promediar la madrugada, la situación había llegado a un punto de impasse. En esas circunstancias, Osmán Morote fue convocado a la dirección del penal con el fin de atender una llamada de Lima. Era Vladimiro Montesinos quien quería solicitarle que le apoyara a aplacar la situación. Se trataba de una conversación reservada que tiempo después se haría pública cuando el “Rasputín” peruano y su fabuloso archivo audiovisual cayera en manos de las nuevas autoridades del país. El examen de dicho intercambio permite apreciar las singulares conexiones que, al menos desde 1993, se habían ido configurando entre las altas esferas fujimoristas y la LTC senderista.

Ambos coinciden en que la situación debe resolverse pacífica y rápidamente. Los acontecimientos --puntualiza Montesinos—“me causa[n] dificultad en ayudarlos a ustedes en el proceso de contactos que he venido desarrollando.”98 Se refiere, por cierto, al proceso de sometimiento del “bloque escisionista” a la jefatura del Dr. Guzmán. Usted ya sabrá –recuerda el asesor presidencial—“que “Feliciano” esta en el Callao y se ha conversado bastante” y que “estamos ya pensando traerlos a usted y a María Pantoja” para proseguir la discusión, pero “este problema (...) nos complica el escenario.” Esto –replica Morote—no lo hemos iniciado nosotros, es una provocación [de los “felicianistas”] que ha sido mal manejada [por las autoridades], pero ya estamos en camino de solucionarla. No muy convencido aún, Montesinos insiste en recordar al prisionero los riesgos de no hacer lo necesario para resolver por las buenas la situación: estoy tratando de evitar que “entre el personal” –afirma—que, como usted sabe, “es un personal profesional” y “ya usted sabe como son las operaciones en este tipo de situaciones.” Si se retorna cuanto antes a una “una situación de normalidad,” en cambio, “tiene usted mi plena y absoluta garantía” de que a ustedes no les va a pasar nada: “que no va haber absolutamente ninguna intervención de ninguna naturaleza.” La demanda es pues que se entreguen a los heridos, que se deje salir a los policiales retenidos y, sobretodo, que nadie pretenda que “me estén firmando papelitos,” porque estamos “quedando acá entre usted y yo,” porque “es su palabra y la mía y yo creo que usted ¿cree en mi palabra o no cree en mi palabra?” “Tenga usted la plena seguridad de que ese problema se resuelve completamente hoy” responde solícito el dirigente senderista.

96 Ibid. 97 “Rehenes de Fujimori: hablan desde sus celdas-tumbas” en http://www.voz-rebelde.de/Chile4.htm 98 Congreso de la República del Perú, Primera Legislatura Ordinaria de 2001. Transcripción del audio n.º c-72 “morote - dr - motín de yanamayo - puno” del 7 de febrero de 2000 —Conversación telefónica. http://www.elcomercioperu.com.pe/EcEspe/html/montesinos/ videoSuecia.html. Las citas que vienen a continuación proceden de este documento.

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Arreglado ese punto, la conversación vira hacia los temas de fondo, es una relación de varios años ya que parece haber perdido la dinámica de otros tiempos. “La correspondencia que usted me ha remitido, ha sido entregada a su destinatario” comunica, amigable, el asesor. Como admitiendo su falta añade a continuación: no es que “yo me haya olvidado lo que he estado trabajando con ustedes (...) nosotros hemos seguido trabajando, lo que pasa es que hay veces por las razones del momento que se vive,” usted sabe, obliga a que uno se dedique “a otras actividades.” Morote se muestra comprensivo –“nosotros sabemos del trabajo y del tipo de responsabilidades que usted tiene”—aprovechando para recordar a su interlocutor lo difícil que le ha sido comunicarse con él en los últimos tiempos: “hemos hecho por lo menos unas ocho peticiones” para hablar con usted, todas ellas desatendidas. Montesinos promete enmienda. Arreglaría –dijo-- para que se facilite la comunicación con Yanamayo. Aquel contacto marcaba un momento crucial de la “convergencia” entre las “dos colinas” esbozada en 1993 por el Dr. Guzmán. Es probable que tras la captura de “Feliciano” –julio de 1999-- los estrategas antisubversivos hubiesen sentido que no necesitaban del canal “acuerdista” para conseguir la rendición de los remanentes senderistas. En octubre del 99, no obstante, un operativo que debía culminar en la “entrega” de una columna senderista en la zona del río Anapati, en la selva central, culminó en desastre: nueve militares muertes, un helicóptero militar destruido.99 En diecinueve años y medio de guerra antisubversiva, “jamás Sendero Luminoso había asesinado a un coronel y un comandante del Ejército en actividad –comentó un analista-- y nunca, que se sepa, había destruido un helicóptero de esa institución.”100 Y ahora, el motín de Yanamayo venía a crear una situación que dañaba la imagen del Presidente Fujimori como “vencedor de la subversión.” Para resolver dicha situación Montesinos se había visto obligado a recurrir nuevamente al concepto de la colaboración entre las “dos colinas.” María Pantoja –que se puso al teléfono después de Morote aquel 7 de febrero—fue más incisiva que su compañero Morote en puntualizar al poderoso “asesor presidencial” las responsabilidades por la situación creada. “Esto no hubiera pasado –manifestó-- si usted hubiera podido resolver de una forma más pronta, la solución política.” No era momento de recriminaciones. Montesinos le recordó la difícil coyuntura que se vivía, que había pues “un evento dentro de 60 días” pasado el cual, era de esperarse que “las aguas vuelvan al río, ¿no?” Era nada menos que la segunda reelección de Fujimori lo que se venía y, ante la premura existente, no quedaba, por lo tanto, sino refrescar el esquema del “Acuerdo de Paz” para capear el temporal. Dentro de este, Montesinos se comprometía a encuadrar a “Feliciano” dentro de la línea esbozada por el Dr. Guzmán. Morote y Pantoja viajarían a Lima para aportar a “la crítica” del disidente y este escribiría una nota o inclusive hablaría telefónicamente con los “incrédulos” que no aceptaban que éste “ya ha vuelto al cauce.” Así –concluyó Montesinos—“esos patas [tipos, JLR] se van a quedar en la luna.” Sin piso, en el aire, es decir.

99 Véase al respecto, ¿Qué Pasó en Anapati? en Caretas, 7 de Octubre, 1999 http://www.caretas.com.pe /1999/1588/1588.htm 100 Fernando Rospigliosi, “Ocultando errores” en Caretas, Octubre 15, 1999 http://www.caretas.com.pe/ 1999/1589/controversias/controversias.htmOSI

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Tal como habían acordado, Morote y sus camaradas se sumaron al esfuerzo por impedir que Yanamayo estallara. Como se revelaría días después, contraviniendo las órdenes de Montesinos, se firmó un acta con los presos, garantizándoles que no habría intervención en sus pabellones. Igual, Fujimori declaró que no había habido conversaciones por que él no dialogaba con terroristas. Los senderistas, por su parte, ávidos de avanzar su propuesta de “solución política a los problemas derivados de la guerra,” aprovecharon para demandar que las autoridades permitieran que el Presidente Gonzalo saliera a plantear públicamente su propuesta de paz, para desmentir así a quienes afirmaban que había muerto en cautiverio. En septiembre, a su manera –no a través de gestiones telefónicas sino atrincherándose en sus pabellones y colgando letreros para que los vieran los periodistas agolpados en las afueras del penal--, los “felicianistas” se sumaron al pedido. ¿Estaba la mano del Dr. Montesinos detrás de todo esto? En los meses subsiguientes, en todo caso, “el doctor” volvió a preocuparse del asunto SL como lo prueba el caso del camarada “Artemio,” secretario del Comité Regional del Huallaga quien el 11 de noviembre tuvo el privilegio de ser llevado a la Base Naval del Callao para entrevistarse con el “Presidente Gonzalo” y la camarada Miriam. Dos delegados de Yanamayo participaron asimismo en la reunión. Ahí, “Artemio” tuvo la oportunidad de preguntar “todos los pormenores y detalles acerca de si había sido o no el “Presidente Gonzalo” quien anunció las cartas del año 93.” Su conclusión: los documentos que proponían el viraje estratégico “son Pensamiento Gonzalo” y no “una "patraña" pues

“......la fundamentación ideológica, política y orgánica planteada por el Presidente Gonzalo desde el año 93 hasta hoy queda totalmente comprobada porque todo lo previsto por él en el contexto internacional, nacional, la guerra popular y nuestro Partido principalmente se está cumpliendo, esa es la realidad querámoslo o no, por eso es que nosotros asumimos firme y resueltamente por convencimiento pleno, nadie nos ha presionado, ni obligado, ni menos que sean las circunstancias difíciles y complejas por las actuales atravesamos, nos han llevado a tomar esta histórica decisión.”101

Nadie podrá decirme –continuó Artemio—que “no combatimos y nos hemos mantenido firmes” en el empeño por “superar el recodo,” pero “como comunistas que somos” tenemos que “estudiar, analizar y sacar conclusiones aplicando la ley de la contradicción, el materialismo dialéctico, cogiendo firmemente nuestros principios para comprender que el problema fue y es la falta de una Dirección proletaria justa y correcta.” Artemio había pasado por el aro del Presidente Gonzalo. El trabajo de desarticulación del “bloque escisionista,” ahora si, había sido completado.

Yanamayo para ese entonces había dejado de ser la “cárcel-tumba” de 1992. Por otros caminos, los reclusos habían conseguido ahí el grado de autonomía, contacto con el exterior y libertad de movimiento que habían alcanzado años antes en El Frontón o Cantro Grande. Paradójicamente, con la ayuda del “segundo hombre más poderoso del Perú”102 esta vez. Hacía tiempo que los “acuerdistas” tenían control de sus propios

101 “Carta del Camarada Artemio,” transcripción del Movimiento Popular Perú – Alemania. http://es.meetic.com/index_iespana.htm 102 Según la “Encuesta del Poder” anualmente realizada por la revista Debate.

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pabellones y, como en casos anteriores, habían procedido a reacondicionar sus celdas hasta convertirlos en algunos casos en modestas y hasta acogedoras habitaciones. Ahora, la negociación efectuada con el INPE dejaba a los otros grupos en condición similar. El sistema de privilegios hasta entonces vigente quedaba eliminado. En las confrontaciones de enero-febrero del 2000, más aún, los “felicianistas,” prácticamente, habían destruido áreas enteras de las instalaciones del penal. Al punto que, según Morote, las autoridades “ya no tenían control real de los propios pabellones, sino de las salidas, pero eso era una situación formal, en realidad faltaba poco para traerse abajo el penal, porque con unos cuantos golpes se derribaba todo eso. Pero nosotros no estábamos interesados en llegar hasta ahí.”103 Cuando las autoridades del nuevo gobierno provisional inspeccionaron Yanamayo en marzo del año siguiente, en efecto, encontraron que un 80% del penal estaba destruido.104

Esta vez, la autonomía de los prisioneros era más que la posesión de la llave de acceso al pabellón, la globalización había trascendido los muros del penal; televisores, aparatos de grabación, material de lectura, aseguraban la comunicación con el exterior; se sabía, asimismo, de la existencia de más de un celular y que, de alguna manera, los escritos de los presos aparecían prestamente publicados en el Internet.105 Acaso, después de que el propio Montesinos había servido de correo a los dirigentes senderistas nada de esto podía provocar sorpresa. A la caída de Fujimori en noviembre del 2001 ya no les quedaba duda que el tenebroso “recodo” iniciado con la caída del Dr. Guzmán había quedado atrás. Podían presentar ahora el caso de su carcelería como parte de los abusos de la dictadura caída e insistir en que la “solución política de los problemas derivados de la guerra” era parte, asimismo, de la democratización del país. Los ocho meses del gobierno de transición elegido en reemplazo del fujimorista (noviembre 2000-julio 2001) permitían abrigar esperanzas. Un SL crecientemente amistado con la legalidad observaba satisfecho cómo, las condiciones carcelarias comenzaban a adecuarse “al estado de derecho y los estándares internacionales” mientras que, desde Yanamayo, muchos prisioneros de guerra comenzaban a ser trasladados a sus lugares de origen, reconociéndoseles un “derecho amparado en normas legales e internacionales.”106 Se llegó incluso a discutir la posibilidad de cerrar la prisión de la Base Naval. La creación de una Comisión de la Verdad, más aún, abrigaba la esperanza de que el PCP y el Estado esclarecieran --discutiendo “de igual a igual”107—los acontecimientos de la guerra. La “auténtica verdad histórica de la guerra popular” sería así finalmente establecida; la etiqueta de “organización terrorista” quedaría descalificada en tanto que cada una de las partes asumía responsabilidades y quedaba claro para siempre que la “guerra popular” era “un hecho histórico y político” de enorme relevancia, producto de la lucha de clases y

103 Entrevista con el autor. 104 Declaraciones del Ministro de Justicia, Diego García Sayán en El Comercio, Marzo 1, 2001. 105 Sobre SL y el internet, véase: Eduardo Toche, “WWW Sendero.org” en Quehacer, no. 120, septiembre-octubre 1999. 106 Prisioneros Políticos y Prisioneros de Guerra del Partido Comunista del Perú, “!Rechazamos la nueva concentración de prisioneros políticos en el penal de Yanamayo¡” Diciembre 13, 2002 www.indymedia.ch/mix/2002/12/2380.shtml 107 Declaración de una prisionera política senderista en el Penal de Canto Grande publicada en Enrique Chavez, “Omisión de la Verdad” en Caretas, Julio 19, 2001. http://www.caretas.com.pe/2001/1679/ articulos/garrido.phtml

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dirigido por el PCP y no, simplemente, una sucesión de hechos de violencia.108 Dichas condiciones no se mantuvieron, sin embargo, con el Gobierno de Alejandro Toledo instalado en julio del 2001. Nuevamente, los traslados siguieron la dirección contraria, de la costa a Yanamayo y al inhóspito Challapalca. Volvieron, asimismo, las golpizas y los maltratos. Estos “traslados de represalia” –adujeron los “prisioneros de guerra”—son “una regresión” y una vuelta al “régimen de aniquilamiento” reñido con la Constitución del Estado.109 Hacia fines de año, SL se sintió lo suficientemente fuerte como para intentar una medida de lucha nacional. d. Gonzalo cabalga de nuevo El 11 de febrero, desde la Base Naval, el Dr. Guzmán dio inicio a su tercera huelga de hambre en menos de un año. Esta vez, sin embargo, sería seguida por varios cientos de prisioneros, no sólo de su partido sino también del MRTA. Entre 700 y 900 reclusos. 31 días de tensión. Demandaban --aparte de la consabida “solución política a los problemas derivados de la guerra interna”—la derogatoria de las “inconstitucionales leyes antisubversivas,” nuevos juicios, cierre de los penales de la Base Naval, Yanamayo y Challapalca y su derecho a pugnar por la “auténtica verdad histórica de la guerra popular.” Confrontado con una oleada de protestas sociales y laborales, el débil gobierno de Toledo se cuidó de no aparecer negociando con los “terroristas,” insistiendo en que la huelga de hambre había sido levantada por propia voluntad y en atención al frágil estado de salud de sus protagonistas, del Dr. Guzmán en particular. Para el PCP, por el contrario, esta había sido un éxito total. Un hito político y una señal esperanzadora. Si en el 2001 había “culminado la lucha por la vida del Partido,” ahora, demostraba –con “una lucha de gran repercusión internacional y nacional”-- que comenzaba a luchar: la “más grande lucha dirigida por el Partido en los tiempos de la lucha política,” demostración palpable que “el Partido vive y se desarrolla.” Desde los fondos de la mayor humillación de aquel año terrible de 1992, una década después, “el partido,” como “el viejo topo,” seguía hozando, paciente, persistente, en espera de nuevas auroras revolucionarias. Preparado ahora no ya para empuñar el fusil o la dinamita sino para “la lucha reivindicativa,” para impulsar “la huelga y la marcha,” uniendo “las luchas fabriles con las barriadas, locales y regionales,” por “el restablecimiento de los derechos fundamentales” y derogatoria de leyes antilaborales.110 La dirección histórica de la clase que se reencontraba finalmente con las masas. Rearmado, el PCP estaba pues listo para recuperar su lugar en la historia del Perú. La Comisión de la Verdad y Reconciliación que por esos días iniciaba sus actividades era el terreno propicia para iniciar esa lucha.

108 Comité de Prisioneros Políticos y Prisioneros de Guerra del PC del P, LTC-Yanamayo, “Al proletariado y pueblo peruano. A la opinión pública nacional e internacional,” Febrero 11, 2002 http://www.bandera-roja.com/yana2_2002.htm 109 Prisioneros Políticos y Prisioneros de Guerra del Partido Comunista del Perú, “!Rechazamos la nueva concentración de prisioneros políticos en el penal de Yanamayo¡” Diciembre 13, 2002 110 PC del P, “!Desarrollar la segunda ola del movimiento popular por conquistas, beneficios, derechos y libertades democráticas y luchad por la II Reconstrucción del Partido Comunista del Perú¡” Mayo 2002

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e. La batalla por la memoria: ¿una o varias verdades? Tras la caída de Fujimori ¿cómo llegar a la “verdad” sobre los años de la violencia o “tiempo del miedo”?111 ¿Cómo la verdad podía ayudar a la reconciliación entre los peruanos? La condición básica para obtener una verdad que reconcilie era un “mea culpa”112 senderista como paso inicial hacia su completa domesticación: “todo indica que a diferencia de otros terroristas –observó una periodista peruana en los días en que se iniciaba la huelga de hambre senderista— Guzmán está todavía muy lejos de pensar en un futuro de urnas;”113 aún no han pedido perdón por masacrar campesinos en Lucanamarca o a líderes populares como María Elena Moyano observó, por su parte, Carlos Tapia, connotado “senderólogo” y miembro de la flamante Comisión de la Verdad y Reconciliación. 114 Estos, admiten su derrota, es cierto, pero no ven su futuro en función de ella. Y en la construcción de ese futuro, la batalla por la memoria es –a mediados del 2002—una estación decisiva de su derrotero. Por eso, en Yanamayo, la recepción a la primera delegación oficial de la CVR es tan cálida y entusiasta. Por eso mismo, han venido los “prisioneros de guerra” preparándose tan meticulosamente para ese encuentro.115 El primer encuentro de dicha entidad con los delegados senderistas establece el tono de los días por venir. Diplomático pero firme, Osmán Morote detalla las comunicaciones no contestadas enviadas a Lima, los anuncios incumplidos y, en general, la actitud de displicencia que hasta ese momento la CVR ha mostrado con los “prisioneros de guerra.” Nada de esto, subraya, disminuye su voluntad de colaborar al “completo esclarecimiento de los hechos de la guerra.” La mañana se va en los aspectos organizativos. Ellos demandan la presencia de periodistas, defensoría del pueblo y representantes de los familiares. Los representantes de la CVR comisión explican que de lo que se trata es celebrar una audiencia privada. Hay problemas logísticos. Un aula de reuniones dentro del pabellón surge como el lugar más indicado. Hay preguntas de los visitantes sobre la seguridad. “Nosotros nos hacemos cargo de la seguridad en el pabellón” dice Morote con ironía. No llega de Lima la autorización para ingresar con equipos de grabación. “Nosotros nos hacemos cargo de la grabación” nos sorprende de nuevo Morote ante el silencio del director del penal. Es más que un detalle anecdótico. No importa lo que se diga afuera, impresiona desde el primer instante el manejo que los senderistas tienen del espacio carcelario, el trato hasta cordial que mantienen con el oficial de la Policía

111 Es el título de dos libros sobre los años de la insurgencia senderista: Nelson Manrique, Tiempo del Miedo. La violencia política en el Perú 1980-1996, Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2002 y Deborah Poole y Gerado Rénique, Peru: Time of Fear, London: Latin America Bureau, 1992. 112 E. Chavez, “Omisión de la Verdad” 113 Paola Miranda, “Cartas en Cadenas” en Caretas, Febrero 21, 2002. 114 En Enrique Chavez, “Cuando se llega al Borde” en Caretas, Marzo 14, 2002. La Comisión de la Verdad nombrada por el Gobierno de transición de Valentín Paniagua con 7 miembros fue extendida a 12 por la administración entrante de Alejandro Toledo la que, asimismo, añadió el término “Reconciliación” al título oficial de dicha entidad. 115 Asistí a la “audiencia pública” de Yanamayo como consultor del Area de Estudios en Profundidad de la CVR, cargo que que desempeñe durante los meses de junio y julio del 2002.

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Nacional encargado de la dirección del penal. Nos encaminamos, finalmente, hacia el pabellón que los aloja. Hay tan solo 60 internos en el amplio penal en proceso de reconstrucción tras su semi-destrucción a lo largo del año anterior. No hay ya el bosque de banderas ni las marchas de otros tiempos, la recepción no obstante es sorprendentemente cálida. El orden, la pulcritud, esa sensación de comuna roja, eso si pareciera perdurar. En una banderola desplegada en una de las paredes que rodean el patio se lee: ¡Pugnar por el esclarecimiento de la auténtica verdad histórica de la Guerra Popular¡ Tras la instalación formal de la “audiencia interna” comienza el trabajo propiamente dicho. Uno a uno los prisioneros ofrecen su testimonio. Entregan al final una copia escrita del mismo. Un interno se encarga de la grabación magnetofónica: una copia para la Comisión otra para la LTC. Con pequeñas variaciones todos los testimonios siguen el mismo formato: un relato detallado de las violaciones a los derechos humanos de que han sido víctimas. Los gestos y el tono de voz enfatizan las huellas de las injurias. Algunos, de pronto dejan de leer momentáneamente con el fin de mostrar las cicatrices que les han dejado las palizas. Recuerdan, con obsesivo detalle, insultos, amenazas y otras ignominias o denuncian muertes de familiares, amigos, vecinos, reclamando que se investigue. A los juicios sumarios, que a muchos les ha significado encierros de por vida, se refieren con particular pasión. La disparidad entre las penas y su carácter sumarísimo resulta, de veras, chocante. Un interno refiere haber sido atacado físicamente por su “abogado defensor” por haber insistido en proclamarse inocente. No faltan en los testimonios saludos de reconocimiento al Presidente Gonzalo, a cuya lucha por superar el aislamiento se atribuye la relativa mejora en las condiciones carcelarias. Sin embargo, solamente los tres delegados –Osmar Morote, Edmundo Cox Beuzeville y José María Castillo Bellido-- se reconocen militantes del PCP y dan su testimonio como tales. Todos los restantes aparecen como víctimas de la política contrasubversiva. Cualquier pregunta relativa a su opinión sobre acontecimientos es referida a la dirección del Partido Comunista del Perú. Tras el primer día de actividades, en el camino de retorno a la ciudad, los miembros del equipo regional de la CVR a cargo de la conducción de la “audiencia interna,” discuten sus instrucciones. Su trabajo es registrar “el dicho” de los informantes. La partida de nacimiento de la entidad que representan, no obstante, habla de “analizar” y “esclarecer,” de examinar las “condiciones políticas, sociales y culturales” que contribuyeron a la violencia. Prevalece la impresión de que se ha mantenido una actitud demasiado pasiva. Los internos se han organizado para dar sus testimonios por regiones. Recién el segundo día llega el turno de los de Puno. Mayoritariamente puneños, agudos conocedores de su región, los miembros del equipo de la CVR –abogados de derechos humanos casi todos— tienen mucho que preguntar. Han pasado años escuchando testimonios de “víctimas del terrorismo senderista” y tienen ahora la oportunidad de preguntar a quienes –piensan—pueden revelar la cara ocult a de la cuestión. 116 Vienen entonces las preguntas incómodas,

116 Sobre la “guerra popular” en Puno, véase José Luis Rénique, “Apogee and Crisis of a ‘Third Path’: Mariateguismo, ‘People’s War,’ and Counterinsurgency in Puno, 1987-1994" en Shining and Other Paths. War and Society in Peru, 1980-1995, Steve Stern, editor, Durham/London: Duke University Press, 1998,

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comienza a decaer la diplomacia. A un detenido de la zona de Azángaro el sociólogo Percy Tapia le pregunta por los “ajusticiamientos” del alcalde Marcelino Pachari y del dirigente campesino Tomás Quispesayhua. “El trabajo de la Comisión es encontrar la verdad y no hacer preguntas policiales” reacciona ásperamente el ponente. Roces similares matizan el trabajo del día. La cinta de video registra la incomodidad, la contenida sonrisa en el rostro de Edmundo Cox Beuzeville sentado cerca del declarante. Al final de la jornada, Osmán Morote solicita una intervención para “aclarar ciertos temas” y “tomar posición” sobre la “línea de interrogación” que desarrolla el equipo de la CVR. La “audiencia interna” ha cobra do un involuntario –¿inevitable?-- tono de debate político. El decreto de creación de la CVR explica Morote no sólo les atribuye la responsabilidad de “la violencia” de antemano al definirlos como “terroristas” sino que enuncia sus intenciones de encubrir las responsabilidades del Estado al llamar “violaciones de los derechos humanos” por parte de “algunos agentes del estado” a lo que en realidad fue una política genocida.117 Una auténtica Comisión de la Verdad debería, por el contrario, estar integrada por delegados de las “dos partes en conflicto, el Estado que defendió al viejo orden” y el PCP que se puso a la cabeza de un legítimo movimiento revolucionario. Prosigue un discurso tipo la-violencia-partera-de-la-historia aplicado al Perú. Hay algunos “ignorantes de nuestra historia” –sostiene-- que afirman que con la “guerra popular” se inicia la violencia en el país, cuando lo real es que “la violencia está inscrita en el fondo de la historia peruana, la violencia esta en centurias de historia de nuestra sociedad, principalmente en la del campesinado que sigue enfrentándose al Estado terrateniente burocrático especialmente contra el gamonalismo que es su base y sustento.” “La rebelión se justifica” es su conclusión. No hay, por lo tanto, otro punto de partida posible para comprender lo ocurrido que “el reconocimiento expreso, oficial y público que lo que se vivió en el país desde 1980 ha sido y es una guerra interna.” Quieren vernos “arrepentidos” y ese no es el asunto: a nosotros que “desde la nada” armamos la “guerra popular” que fue una “guía” en “la transformación de la sociedad peruana en beneficio del pueblo;” a nosotros que “hemos desarrollado una guerra campesina dirigida por el PCP, que hemos llevado el más amplio y profundo abrimiento de la feudalidad,” que hemos dejado un “ejemplo imborrable,” generando “un ejército de nuevo tipo” y sentando las bases del Nuevo Estado. 118 Morote acomete a continuación contra la visión que en su opinión explica las interrogaciones de los representantes de la CVR: es la “tesis del pueblo entre dos fuegos”

pp. 307-338 y "The State and the Struggle for Land in the Southern Highlands of Peru” in Unruly Order. Violence, Power and Regional Identity in the Andes, Deborah A. Poole and Christiane Paponnet-Cantat, editors, Boulder, Colorado: Westview Press, 1994, pp. 223-246. 117 Uno de los considerandos del Decreto Supremo No. 065-2001-PCM sostiene: “Que, en mayo de 1980 organizaciones terroristas desencadenaron la violencia contra la humanidad y miles de peruanos resultaron víctimas de la violación de sus derechas más elementales tanto por obra de dichas organizaciones terroristas como por la de algunos agentes del Estado con un trágico saldo de crímenes, de desaparecidos y de otros graves hechos que no fueron esclarecidos.” 118 El párrafo anterior combina declaraciones de Osmán Morote Barrionuevo vertidas tanto en su , como en su texto “Posición ante la Comisión de la Verdad,” en su presentación inicial en la “audiencia interna” en Yanamayo, como en su intervención-resumen posteriormente solicitada.

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la que están tratando de sustentar aquí, dice. Y esa tesis “no puede venir ni del Estado que nos quería aplastar ni de nosotros que lo queríamos destruir.” Viene, más bien, de “la intelectualidad pequeño burguesa” a la que el gobierno le ha entregado la Comisión. A estos personajes que en algún momento de su juventud sintieron “la necesidad de que el sistema cambie en algo” pero que, cuando estuvieron “frente a una acción concreta de la masa con dirección del proletariado,” salieron huyendo, temiendo “la pérdida del mundo en el cual han vivido, temiendo que se pueda construir un nuevo orden en un nuevo mundo donde sus intereses se difuminen.” Tres de los comisionados concentran el fuego de Osmán Morote: Carlos Iván Degregori, Carlos Tapia y su pariente Alberto Morote. “A Tapia –dice—se le dijo en su cara en la Universidad de Huamanga—lo que era: un traidor a las guerrillas del 65.” Habla Morote de viejos conocidos. Sus roces con ellos se remontan al Ayacucho de los 70, cuando Tapia y Degregori como miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria disputaban con SL la hegemonía izquierdista en Ayacucho. De revolucionarios –puntualizó Morote-- habían pasado a ser “cuadros de recambio del viejo estado.” Y ahora habían sido llamados para encubrir la política genocida. “Nosotros hemos cuestionado el papel que estos intelectuales han cumplido en este proceso. Los traidores son los peores enemigos.” El abogado puneño Raúl Salamanca reacciona a la interpelación inquiriendo --ya casi sin poder ocultar la intencionalidad de su pregunta-- ¿en qué medida, así cómo las “conversaciones” de paz con el régimen de Fujimori, su diálogo con la CVR no era un intento de “aprovechar otro espacio ofrecido por el estado sin estar francamente comprometidos con la búsqueda de la verdad”? Es como si yo dijera –contraataca Morote-- que “su presencia aquí es una presencia hipócrita, cazurra, que lo que quieren es solamente sacarnos información.” Por un largo rato prevalece la suspicacia. Morote, abunda en el sentido democrático, profundamente popular, del Ejército Guerrillero Popular senderista; demanda ver el caso de Puno como parte de una realidad mayor; explica --desde la lógica de establecimiento-contrarrestablecimiento del “nuevo poder” en el campo-- cuál puede ser el origen de los testimonios anti-PCP recabados por los abogados de la CVR. Fueron ellos –concluye—los que aplicaron métodos genocidas, si lo hubiéramos hecho nosotros, las masas no se hubiesen sumado a nuestra lucha. Surge entonces la pregunta sobre el “aniquilamiento” de Maria Elena Moyano. La línea era correcta –arguye el dirigente—el error fue volar su cuerpo con dinamita luego de acribillarla. La caída de la tarde detiene la hemorragia verbal. 119 Con dificultad, retornamos todos, al día siguiente, al ritual de la “verdad.” Camina ésta, es claro, por carriles distintos. En el par de días que restan, nos escucharemos los unos a los otros, ya sin volver a empujarnos hasta el borde, acaso más conscientes del abismo inmenso que nos separa. Es claro que nuestras preguntas sobre el sentido de la “audiencia interna” o sobre nuestro rol ahí sobrepasan nuestras instrucciones y acaso nuestra propia comprensión de lo que puede significar la “verdad.” ¿Cuán lejos es posible llegar en el examen de los “hechos de la guerra” con personas cuya libertad depende todavía de procesos legales por concluir o por revisar? Al hablar de los testimonios que por varios días hemos escuchado, Osmán Morote me ha dicho que son estos el producto de un

119 La referencia a la muerte de María Elena Moyano fue expresada por Osmán Morote Barrionuevo en comentario aparte una vez culminada la sesión.

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“recuerdo colectivo de las cosas ocurridas.”120 ¿Adónde esta la individualidad cuando se dialoga con un partido clandestino? ¿Son más confiables los testimonios de los llamados “arrepentidos” que, en muchos casos, inculparon a inocentes para salvar su propia vida? 121 Invitado por los dirigentes de la LTC, el sábado, subo nuevamente a Yanamayo para espectar la celebración por el “día de la heroicidad.” Es día de visita. Sólo un puñado de personas pasa el ritual del cacheo y la exhaustiva inspección de las pertenencias. Los presos son pobres y sus familiares viven en otras regiones del Perú. “Compartimos las visitas” me dice Morote. Hay, en verdad, un ambiente de familia. La calidez de la recepción no suprime la profunda melancolía del momento. Las guerras dejan pocos espacios para apreciar la humanidad del enemigo. Menos “guerras sucias” como esta. Se leen poemas y relatos bajo el precario toldo que han colocado para librarnos del sol quemante del mediodía. Uno de aquellos relatos habla de “un grupo de compañeros” que marcharon al valle de Condebamba en 1983. Se supo que “empezaron a echar raíces y a sembrar en buena tierra las fértiles semillas entregadas por el maestro.” Unos meses después se sabe que “entregaron sus vidas por su pueblo.” Sus cuerpos no pudieron ser encontrados. ¿Será posible encontrar el rastro de los perdidos? Se sabe que han dejado una señal: una cinta roja amarrada a un árbol en una bifurcación de caminos donde los andantes suelen perder el rumbo. Un nuevo grupo de compañeros emprende la búsqueda. Una vez allí, en efecto, encuentran la pista sin dificultad. “Juan” quiere llevársela como recuerdo de los caídos. “Ricardo” lo impide. Sirvió –dice—“para guiar antes a los compañeros, hoy nos sirve a nosotros, servirá para los que vengan: la cinta roja nos recuerda que nunca el trabajo anterior y el esfuerzo se pierden, que las semillas que aquellos compañeros sembraron y que fueron fructificadas con su sangre han fructificado grandemente; dejad pues que siga ahí “guiando en las nuevas circunstancias a aquellos que en el futuro rematarán la epopeya hoy inconclusa.”122 Evocación literaria y guerra popular: importante jamás olvidar que en el firmamento senderista:

“La poesía no es sólo una flor bonita y bella también es una metralla dando luz como una estrella.”123

La batalla por la memoria, sin embargo, es mucho más que una suerte de juegos florales carcelarios. Es una lucha que los senderistas acometen, con su usual disciplina, a través de la movilización de los familiares de las víctimas del genocidio. En el 2001 el objetivo era la formación de una “auténtica Comisión de la Verdad “integrada también por

120 Entrevista con el autor. 121 Sobre “arrepentidos” (aquellos que se acogieron a la Ley del Arrepentimiento de 1992) e “inocentes,” véase Ernesto de la Jara Basombrío, Memoria y Batallas en nombre de los inocentes del Perú, Lima: Instituto de Defensa Legal, 2001. 122 Anónimo, “La Cinta Roja.” El texto incluye al final la nota siguiente: “Tiene como base un hecho real ocurrido el año 1984. Escrito el 88 y reajustado el 7 de octubre del 2001.” L.T.C.Y. [Luminosa Trinchera de Combate de Yanamayo]. 123 Poema de José Valdivia D. en II Convención Nacional de Organizaciones y Masas por la Auténtica Verdad Histórica, febrero 2003, http://www.afadevig.com

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representantes de las dos partes” como también de los familiares de las víctimas.124 En el 2003 –seguros de que la CVR nombrada por el Gobierno va a “eximir a los genocidas Belaúnde, García Pérez, Fujimori; que “la sola mención del PC del P o el MRTA es considerado delito de ‘apología al terrorismo’ y objeto de persecución” y que sólo se va a tomar en cuenta “la opinión de las autoridades del Estado o de unos cuantos llamados ‘senderólogos’”— se plantean más bien, “organizar una tribuna de denuncia para que el pueblo, las masas, expresen sus agravios a través de testimonios” que “desenmascarando la política genocida de la guerra contrasubversiva” contribuyan a que “la verdad histórica se abra paso y se imponga, y para que los crímenes de lesa humanidad no queden impunes.”125 Si dejamos que “hablen los hechos de la guerra—es en el fondo la posición de Morote, ellos quedarán como genocidas y nosotros como quienes, ante la rebelión de las masas asumimos nuestra responsabilidad. Algo asi como “los amigos equivocados alzados en armas.”126 A inicios de febrero del 2003 –según la crónica de Caretas— “ex presos, familiares y seguidores de Sendero Luminoso, que llegaron de todos los departamentos del país” se reúnen en el auditorio de la Municipalidad de Comas. Han invitado al presidente de la CVR quien no ha asistido. Y su pedido más reiterado es: "la excarcelación del doctor Abimael Guzmán Reynoso.”127 ¿Cómo es posible que pueda ocurrir algo así, en un edificio público, más aún? Ya en 1999 nada menos que el “cazador” del líder senderista había advertido que “con el tiempo y las circunstancias favorables“ el Pensamiento Gonzalo podía ser “reestructurado y replanteado de acuerdo al momento y la situación coyuntural” que se viviese en el Perú. En mayo del 2002 ya era claro que SL desplegaba una “nueva estrategia” que buscaba la “confluencia” con otros grupos de izquierda, de derechos humanos, de víctimas del terrorismo.” Era, según el coronel de la Policía Nacional Benedicto Jiménez Baca la “más inteligente y sabia en este momento:” un intento de “reinvención de su historia” en la que “el Estado aparece como genocida y ellos como víctimas” y que estaba adquiriendo “adeptos o simpatías.”128 Volviendo a Yanamayo. Como por un túnel del tiempo, el evento por el “día de la heroicidad, me regresa al Canto Grande del 88. De azul y blanco, impecables, los internos desfilan a los sones de bombos y zampoñas. Con reverencia infinita, llevan en procesión, una pintura del Dr. Guzmán. ¿Pueden dos verdades distintas y hasta contrapuestas sustentar una reconciliación? Es claro que para la dialéctica senderista es más fácil convivir con una explicación exactamente opuesta a la suya de la “guerra popular.” No así con una que –más que aseverar la supuesta tesis del pueblo entre dos fuegos—

124 I Convención de Organizaciones y Masas por una Auténtica Comisión de la Verdad, “Mociones presentadas por la Asociación de Familiares de desaparecidos y víctimas del genocidio” Lima, agosto 2001. 125 II Convención Nacional de Organizaciones y Masas por la Auténtica Verdad Histórica, Lima, febrero 2003. 126 Expresión utilizada por uno de los fundadores de las rondas campesinas de Piura en entrevista transmitida en “La rotativa del campo,” Radio Programas del Perú, marzo 11, 2003, 4-5 a.m. 127 Leonardo Cruz, “Sendero en Comas: Representantes de senderistas se reunieron tres días en auditorio municipal cedido por irresponsable alcalde” en Caretas, Febrero 13, 2003. 128 Marco Aquino, “Sendero Luminoso con nueva estraregia, pero viejo método en Perú” (Agencia Reuters), mayo 30, 2002.

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distingue matices, explorando la violencia desplegada por el PCP desde ángulos diversos, sin pasar por el aro de su visión rígidamente clasista. Dieciséis años han pasado desde los acontecimientos que dieron origen a la fecha que Osmán Morote y su gente celebran ahora bajo el cielo perfectamente celeste del altiplano puneño. Y un par de décadas transcurrieron ya desde que los destacamentos senderistas tomaron por asalto el Penal de Huamanga. En ese lapso, miles de peruanos, a costa de mucha sangre, hicieron de las cárceles escenario inesperado de la historia política del Perú.

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6. Epílogo

“Es cierto que me han detenido y que detendrán a muchos más” manifestó Abimael Guzmán al caer detenido. Añadiendo luego, mientras apuntaba a su cien con el índice derecho: “pero lo que está aquí y en el pensamiento del pueblo nadie lo va a eliminar.” 129 En esa sola frase estaba el derrotero de los siguientes diez años de su propia existencia y de la rebelión que dirigía. Su ideología --en perfecta complicidad con la ambición y el cinismo de sus celadores—ciertamente, le había permitido no solamente sobrevivir, sino salvar a su partido de la destrucción, concibiendo, por si fue ra poco una nueva plataforma de acción para una era nueva. ¿Fundamentalismo? ¿Dogmatismo? ¿Fanatismo? No importa. Es así como ha ocurrido. Una década después, su fiel colaborador Osmán Morote podía reclamar que “todo lo que hicimos –la guerra popular, el EGP, los comités populares del nuevo poder-- es base para el futuro, nada de lo que se ha hecho se ha perdido, todo esta fresco, siempre habrá gente que guarde memoria de todo esto.” Todo esto dicho tras largos años de haber encarado las más extremas condiciones de carcelería que se hayan conocido en su país. La explotación política del espacio carcelario es una de los amenazantes méritos de las credenciales subversivas del Dr. Guzmán y sus camaradas. No fue él el primero en hacerlo en el Perú. En los años 30, Víctor Raúl Haya de la Torre --el fundador del APRA-- había convertido una doble derrota –electoral e insurreccional—en el inicio de una cruzada moral que, en buena medida, se desplegó dentro de los muros de la prisión. En un país de “vicios, corrupción , peculados,” para ser digno de la victoria, el APRA debía lavarse “con la sangre de su sangre,” tomar conciencia de que la “muerte no puede ser obstáculo”130: “no debemos olvidar que el aprista debe sufrir para ser fuerte.”131 Y el prisionero aprista era de todo ello el epítome indiscutible. Haya de la Torre mismo era el ejemplo inspirador de los cientos o miles que sufrían carcelería “por el Partido.” De hecho, el fundador del APRA purgó prisión entre 1932 y 1933. El mismo contribuiría a hacer de esa experiencia un mito fundacional de la tradición del “prisionero aprista.” En medio de la generalizada sevicia, un director de prisión bueno que le permite tener acceso a “muchos libros, en inglés, alemán y francés.” Aprovecha, entonces, del encierro para iniciar:

“......un verdadero estudio de economía, sociología, filosofía del derecho y literatura. Dediqué tres meses a la Biología y Psicoanálisis (...) en la noche leía Shakespeare, Goethe, Calderón de la Barca, Lope de Vega y Bernard Shaw. Prensa nacional o en castellano no leía, porque la censura era estricta. Pero diarios y revistas de Londres, Berlín y Nueva York pasaban

129 C. Lévano, “La captura bajo una nueva luz” 130 Víctor Raúl Haya de la Torre, “Discurso del 12 de noviembre de 1933” en Obras Completas, vol. 5, Lima: Editorial Juan Mejía Baca, s/f., pp. 153-160. 131 Ibid., Cartas a los Prisioneros Apristas en Obras Co mpletas, vol. 7, p. 212.

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(...) tras una huelga de hambre de cinco días, releí con cuidado la Filosofía de la Historia Universal de Hegel.”132

También en el caso del encerrado Dr. Guzmán prevalece el empeño en demostrar que su pensamiento continúa libre y más creativo que nunca. En este caso no es un “director bueno” sino la interesada anuencia de sus contertulios del SIN la que permite disponer de literatura sofisticada. En su antes citada llamada telefónica a Suecia 133 pide a sus amistades que le envíen una Historia General de la Ciencia, en francés, y una Historia de la Lógica, en inglés, de reciente publicación. Liberado ya de las premuras de la “guerra popular” el Presidente Gonzalo puede dedicar sus energías a discutir la globalización134 o a realizar un balance de los estudios sobre el universo, incluyendo una discusión de Stephen Hawking y su “Big Ban Theory.” 135 Luego de la cárcel, desde su mítico escondite conocido como “Incahuasi,” Haya de la Torre seguía –a pesar de los cientos de agentes asignados a su persecución—en contacto con el mundo. Abimael Guzmán, de la misma manera, a pesar de estar sometido “a una situación de aislamiento absoluto, a las condiciones de encarcelamiento más infames que se han visto” sigue “manejando los movimientos del mundo.”136 Sus seguidores les acreditan, haber producido teorías fundamentales para producir la transformación de su país. Pero es su experiencia del encierro, del dolor de la cárcel, lo que convierte a esas ideas en una gran emoción que alcanza más allá del círculo letrado que puede realmente comprenderlas. Dicen que somos una “locura colectiva” --afirmó en los 30 Haya de la Torre-- y en verdad lo somos, una “locura colectiva” que la encarcelan y resurge impetuosa. Como son “aguilas” o “topos” los senderistas que sobreponen el “optimismo histórico” a las más negras realidades de la vida. Para ellos, las cárceles no tienen muros. Haya y Guzmán comparados: una propuesta inadmisible para cualquier aprista tanto como para un senderista. En la memoria oficial peruana Haya esta hoy considerado como un adalid de la democracia. Incomparable por cierto con el “terrorista” asesino Guzmán. En los 30s o 40s, sin embargo, nadie tan odiado ni estigmatizado como el fundador del aprismo. “Que nadie se escandalice –afirma el ensayista peruano Hugo Neira--, pero sin el antecedente del aprismo no se entiende a Sendero, aunque Guzmán sea una versión chabacana y violenta del tribuno Haya a quien copia.”137 Dos momentos de una misma tradición radical encarnada en letrados como Haya y Guzmán compelidos a encontrar el instrumento para descoyuntar el castillo feudal construido por 300 años de colonialismo. “Perú oligárquico” para uno, “capitalismo burocrático” para el otro, la cuestión era cómo

132 “Haya de la Torre recuerda sus días en prisión” en Víctor Raúl Haya de la Torre, Después de mi muerte....la Victoria, 20 Reportajes 1 Testimonio, Lima: Okurra Editores, 1987, pp. 26-31 (Originalmente publicado en 1934) 133 Congreso de la República del Perú, Transcripción del audio n.° c-72, "Suecia" 134 Abimael Guzmán, “Notas de Correspodencia del Pte. Gonzalo – 1999 (Penal Militar de la Base Naval del Callao, Perú), http://www.bandera-roja.com/peru.htm 135 Dr. Abimael Guzmán Reinoso, “Sobre el estudio de las Ciencias” en ¡Unirnos! Revista sobre Ideología, Política y Cultura , año 1, no. 1, octubre 2001, pp. 27-30. 136 Osmán Morote, Entrevista con el autor. 137 Hugo Neira, Hacia la tercera mitad. Perú XVI-XX. Ensayos de lectura herética, 2da edición, Lima: SIDEA, 1997, p. 420.

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crear el instrumento para persuadir a los de afuera para tomar por asalto el sistema opresor. Haya encontró el material humano en una brillante generación de pequeño burgueses urbanos y dirigentes obreros inspirados por las revoluciones rusa y mexicana y por las luchas obreras y estudiantiles de las primeras décadas del siglo.138 Guzmán en los jóvenes cholo-mestizos expelidos por la crisis del agro, la reforma agraria y la descampenización. 139 Más que un partido, Haya creó una “comunidad emocional,” base de una identidad de insólita duración. La persistencia del aprismo no se entiende sin el martirologío, sin las catacumbas, sin la cárcel vale decir. Guzmán dirigió una guerra que millones de peruanos sienten que fue una agresión contra todo lo que de civilidad puede haber en esa nación andina. Esa guerra la perdió en 1992, pero comenzó de inmediato otra lucha cuyo objetivo inmediato era sobrevivir. En ambas, la prisión –ese espacio que supuestamente debería haber servido para neutralizar a los combatientes—ha tenido un papel fundamental. En el marco de una tradición radical que generó muchos efímeros proyectos de partidos el APRA es una excepción. ¿Ocurrirá lo mismo con el senderismo?

138 Sobre los orígenes del APRA, véase, Steve Stein, Populism in Peru: The Emergence of the Masses and the Politics of Social Control, Madison: University of Wisconsin Press, 1980. 139 Véase sobre el tema, Carlos Ivan Degregori, “Juventud Rural Peruana: Entre los dos senderos” Seminario de Expertos sobre Juventud Rural, Modernidad, Democracia en América Latina, Santiago de Chile, octubre 1993. www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/ cinterfor/temas/youth/ doc/not/ libro27/

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Vida y Obra del Presidente Gonzalo a los 20

años de su detención

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2

Puka Amauta Vida y Obra del Presidente Gonzalo a los 20 años de su

detención

CHIMBORAZO – ECUADOR

AGOSTO – 2012

*Se autoriza la reproducción total o parcial del libro citando la fuente

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ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………….pág. 4

Capítulo I

Esbozo biográfico del presidente Gonzalo…………………………..………..pág. 7

Capítulo II

Defensa de las Jefaturas……………………………………………………...pág. 14

Capítulo III

Pruebas de la posición política revolucionaria actual del PG…………..........pág. 19

Capítulo IV

Trascendencia histórica y actual de la GP en el Perú………………………..pág. 25

Capítulo V

Aprender del presidente Gonzalo, su legado al MCI, al proletariado y pueblos

oprimidos…………………………………………………………………….pág. 30

Capítulo VI

Un justo homenaje…………………………………………………………...pág. 32

Capítulo VII

Archivo Fotográfico……………………………………………………….....pág. 36

Bibliografía…………………………………………………………….…….pág. 46

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4

INTRODUCCIÓN

Este 24 de septiembre del 2012 se cumplen 20 años de la detención del presidente

Gonzalo, en el marco de la Guerra Popular que el Partido Comunista del Perú viene

desplegando contra el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semi-feudalidad en

el sureño país andino.

Veinte años de detención que los cumple en medio de una condena a cadena perpetua

impuesta por los tribunales del viejo Estado. Veinte años que ha estado encerrado en

una fría celda, separado del pueblo y del Partido, condenado a morir abrazado por el

paso irremediable del tiempo.

¿Quién es el Presidente Gonzalo? Para el imperialismo y los reaccionarios es el símbolo

del “terrorismo” y la “violencia demencial”. Para los revisionistas es una figura política

que nunca hizo lo correcto, que “desangró” al pueblo, que promovió el “culto a la

personalidad” y el “dogmatismo”. Para los comunistas y revolucionarios, el presidente

Gonzalo es un gran representante del proletariado y los pueblos oprimidos, un

comunista que puso siempre en primer lugar los intereses de la Clase y el Pueblo por

sobre los suyos propios, quien dirigió la Guerra Popular en el Perú desde la

reconstitución del PCP, el inicio y el desarrollo hasta el equilibrio estratégico. Detenido

en 1992, se transformó en prisionero político del régimen fascista de Fujimori y de los

sucesivos gobiernos reaccionarios.

A lo largo de estos 20 años de cárcel, el imperialismo, la reacción y el revisionismo han

realizado una negra labor de contra-propaganda para aplastar la imagen del presidente

Gonzalo, para deslegitimar su pensamiento y obra, en definitiva para utilizar la

confusión existente con el objetivo de aplastar por completo la Guerra Popular,

principalmente al PCP y de carambola golpear al Movimiento Comunista Internacional.

Los componentes de esta negra campaña van desde que el presidente Gonzalo es el

supuesto autor de las cartas de paz de 1993 hasta la publicación de una seudo-biografía

en el 2009 titulada “De puño y letra”.

Con esta campaña reaccionaria se ha extendido una compleja confusión en algunos

sectores del MCI y de las masas revolucionarias en el Perú. ¿Qué podemos hacer los

comunistas frente a esta compleja situación?, ¿cómo debemos actuar?, ¿qué es lo

fundamental del debate?

Los clásicos del Marxismo nos enseñaron que frente a los problemas difíciles hay que

recurrir a la teoría revolucionaria, a la práctica social y la lógica del proletariado. No

siempre se tendrán todas las pruebas a la mano, todos los datos listos para ser utilizados,

todos los elementos que conforman un problema, eso sería lo mejor pero en la lucha de

clases con frecuencia no es así. Frente a muchos problemas lo más con lo que podemos

contar en determinadas circunstancias es con indicios, con ciertas pruebas, con la punta

de la madeja y a partir de ahí ir definiendo la situación, ubicar la tendencia principal,

hacia donde se inclinan los acontecimientos.

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5

Los comunistas y revolucionarios, para definir una correcta posición frente al tema del

presidente Gonzalo debemos en primer lugar conocer a fondo su vida, pensamiento y

obra. Este es un primer elemento que nos permite ver de qué madera está hecho

Gonzalo. Después debemos partir de una posición de clase: así como nosotros

pretendemos barrer al imperialismo y la burguesía de la faz de la Tierra, de la misma

manera lo hacen ellos contra nosotros ante la menor oportunidad que se les presente, en

esas condiciones ¿podemos creer a los enemigos de clase cuando hablan contra nuestros

camaradas, contra el Partido, contra la Revolución, a favor de la economía capitalista,

etc.? De cada diez cosas que dicen los reaccionarios, por lo menos la mitad son falsas y

la otra mitad son verdades a medias y tergiversaciones. Por ejemplo, ¿cómo podríamos

creerle en lo más mínimo al reptil Fujimori, si su misma ex – esposa lo acusó, en los

primeros años de su gobierno, de robarse las mejores prendas de un cargamento de ropa

que varias ONG´s enviaban para los pobres del Perú?; ¿cómo podemos creerle al

imperialismo, si cuando transmiten las noticias sobre la invasión sangrienta a Irak, lo

presentan como una lucha por la “democracia” y contra el “terrorismo”?; ¿sería posible

creer en lo que dicen los partidos revisionistas después de que han torcido y

tergiversado el marxismo para justificar su traición a la clase y el pueblo? Precisamente

solo si partimos desde una posición de clase aprenderemos a “leer entre líneas”, a no

quedarnos en las apariencias e ir a la esencia de las cosas, y de esta manera dar crédito

en primer lugar a lo que plantea el PCP y luego cotejarlo con otros enfoques y análisis.

Finalmente, hay que asumir el criterio marxista con el que Socorro Rojo Internacional

juzgaba a los comunistas y revolucionarios presos en los distintos procesos de la lucha

de clases: no dudar de ellos mientras no se pruebe fehacientemente lo contrario, más

aun cuando están aislados e incomunicados. En tales condiciones asumimos el último

discurso que dio el presidente Gonzalo el 24 de septiembre de 1992 cuando llamó a

proseguir la Guerra Popular, como válido para definir su posición política actual hasta

que no se compruebe contundentemente lo contrario.

El presente libro se publica con dos objetivos centrales: primero, defender al Presidente

Gonzalo, pero no de una manera romántica o metafísica, sino materialista y dialéctica,

comprendiendo que el análisis objetivo nos determina que la tendencia principal es a

que mantiene su postura revolucionaria, en ese contexto, se defiende al presidente

Gonzalo como parte del planteamiento ¡Guerra Popular hasta el Comunismo! Segundo,

este es un sencillo pero sincero homenaje rojo, bien dice el pueblo: en la desgracia se

ven los amigos, así mismo en las derrotas y los problemas se ven a los verdaderos

comunistas, a los verdaderos camaradas; cuando otros callan, se van y esconden,

nosotros y muchos otros hablamos, estamos ahí y damos nuestro granito de arena para

enfrentar el problema.

El ocaso biológico del presidente Gonzalo está cerca, el imperialismo y la reacción

pretenden tener su cuerpo como un trofeo de guerra, pero no podrán hacer eso con sus

ideas, pensamiento y enseñanzas que viven y perdurarán en varias generaciones de

comunistas y revolucionarios.

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¡El mejor homenaje al presidente Gonzalo y a otros muchos comunistas presos y

asesinados: seguir bregando, contra viento y marea, por la causa de la Revolución, el

Socialismo y el Comunismo!

El Autor

Chimborazo – Ecuador, agosto del 2012

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Capítulo I

ESBOZO BIOGRÁFICO DEL PRESIDENTE GONZALO

Infancia y juventud

Abimael Guzmán Reynoso nació el 3 de diciembre de 1934 en Mollendo, provincia de

Islay, departamento de Arequipa. Sus padres fueron Abimael Guzmán Silva y Berenice

Reynoso. A los cinco años de edad perdió a su madre.

Los estudios primarios los realizó en Mollendo, mientras que la secundaria la cursó una

parte en el Colegio Dos de Mayo del Callao y la otra en el Colegio La Salle.

Desde muy joven, Abimael se fue interesando por la política hacia el pueblo, aunque en

ese entonces y como en natural no estaba todavía estructurada una posición definida

pero ya había el germen de revolucionario, como él mismo lo planteara muchos años

después:

“También he tenido ocasión, retrotrayendo, de vivir el levantamiento del 48 en el

Callao, ver con mis propios ojos la bravura y cómo el pueblo derrocha heroicidad y

cómo trafican los dirigentes. Y remontando más en recuerdos, creo que la II Guerra

Mundial me ha marcado profundamente, sí, recuerdo como en sueños, si cabe, no muy

claramente, cuando se inició la guerra en setiembre de 1939, el alboroto y las noticias de

los antiguos radios, recuerdo los bombardeos, las grandes noticias, recuerdo también el

término de la guerra y cómo fue celebrada, entonces un gran pitar de barcos, de bocinas,

un gran alboroto, una alegría por el final de la II Guerra Mundial.” (Entrevista al

Presidente Gonzalo, 1988).

A los 19 años comenzó los estudios superiores en la Universidad Nacional de San

Agustín (Arequipa), donde concluyó simultáneamente las carreras de derecho y

filosofía. Sus tesis de grado (Acerca del Estado democrático-burgués y Acerca de la

teoría Kantiana del espacio) demostraron el creciente interés en el marxismo por parte

de Abimael.

Comienzo de la militancia comunista

En 1958 se incorporó como militante en el Comité Regional de Arequipa del Partido

Comunista del Perú, siendo un ávido lector de textos marxistas-leninistas que circulaban

en el Perú por aquellos tiempos. Un año después, ingresa a trabajar como profesor de

matemáticas en la Universidad de San Agustín.

En 1962 ingresa a trabajar como profesor en la Universidad Nacional San Cristóbal de

Huamanga (Ayacucho), por invitación del rector de ese entonces Efraín Morote Best,

para dar clases de Ciencias Sociales. Abimael, pensaba que aquel viaje catedrático sería

por un corto periodo de tiempo, pero llegado a los hechos dicho viaje cambió

completamente su vida. Es entonces cuando se dedica de lleno a la política

Page 61: Sendero Luminoso

8

revolucionaria, a la labor de un profesor que no solo transmite conocimientos

académicos sino y sobre todo, conciencia de clase a estudiantes, maestros y campesinos.

“Luego mi viaje a Ayacucho por razones de trabajo y por un tiempo corto a mi

entender, un tiempo corto que duró años, pensaba que iba a ser un año, porque así

estaban las circunstancias, pero uno se propone y la clase dispone, la masa y el pueblo

hace de uno muchas cosas.” Presidente Gonzalo

Simultáneamente a sus labores de docente universitario, tuvo una destacada

participación en organización del Frente Estudiantil Revolucionario. Unos meses

después Abimael se trasladó a dar clases en la Facultad de Educación.

La lucha dentro del PCP

En los años 60 del siglo XX, se agudiza la lucha entre marxismo y revisionismo que se

da a escala mundial, entre el Partido Comunista de China por un lado y el Partido

Comunista de la Unión Soviética por otro.

Esa lucha también se dio al interior del PCP.

Abimael Guzmán se alineó con quienes esgrimían la línea revolucionaria en contra de la

camarilla de Jorge Del Prado, a quien lo expulsaron en la IV Conferencia de 1964,

dando inicio así a la etapa de Reconstitución del PCP.

En ese mismo año contrajo matrimonio con Augusta La Torre, estudiante universitaria

vinculada a la izquierda, con quien no tuvo hijos.

En 1965 realizó su primer viaje a la República Popular China que se aproximaba al

inicio de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Abimael participó en la Escuela

Político-Militar de Shanghái organizada para la formación de los comunistas de

América Latina y cuyo director era Mao Tsetung.

Así recordaría Abimael Guzmán años más tarde su visita a China: “En China tuve la

posibilidad, que yo deseara para muchos, de estar en una Escuela donde se enseñaba

primero política, desde cuestiones internacionales hasta filosofía marxista, eran

magistrales lecciones dadas por revolucionarios probados y altamente competentes,

grandes maestros. Entre ellos podría recordar al maestro que nos enseñó trabajo abierto

y secreto, un hombre que toda su vida la había dedicado al Partido, absolutamente a él,

de muchos años, un ejemplo vivo, extraordinario maestro; él nos enseñó muchas cosas,

quiso enseñarnos más pero algunos no quisieron, en fin, de todo hay en la vida. Luego

nos enseñaban cuestiones militares, pero también se comenzaba por política, la guerra

popular, luego construcción de las fuerzas armadas y estrategia y táctica; y la parte

práctica correspondiente emboscadas, asaltos, desplazamientos, así como preparar

artefactos de demolición. Cuando manejábamos elementos químicos muy delicados, nos

recomendaban tener la ideología presente siempre y que ésta nos haría capaces de hacer

todo y hacerlo bien; y aprendimos a hacer nuestras primeras cargas para demoler. Para

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9

mí es ejemplo y recuerdo imborrable, una gran lección; y un gran paso en mi formación,

el haberme formado en la más alta Escuela de marxismo que ha tenido la Tierra.”

Reconstitución del Partido

En la V Conferencia de 1965 se define la Línea Política.

En 1966, Abimael Guzmán ya dirigía la fracción roja cuyo centro era el Comité

Regional de Ayacucho. Entonces plantea que lo fundamental era retomar el camino de

José Carlos Mariátegui fundador del PCP en 1928.

Entre 1967 y 1968 se produce una nueva lucha muy dura dentro del PCP, en esta

ocasión la fracción “Patria Roja” y el grupo de Saturnino Paredes caen en oportunismo

de derecha y constituyen un peligro para la reconstitución del PCP. En estas luchas

internas, Abimael Guzmán cumple un papel de primer orden en la defensa del

marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung.

En 1969 la fracción roja de Ayacucho dirigida por Abimael Guzmán dirigió las luchas

estudiantiles y campesinas que se dieron en Huanta con motivo del decreto 006 del

gobierno de Velasco Alvarado que encarecía la educación pública secundaria. En ese

año Abimael Guzmán fue encarcelado por su participación en las luchas de Huanta.

En 1970, Abimael Guzmán fue nombrado Director de Personal Académico

Administrativo y de Servicios de la UNSCH. Dejando todo interés personal a un lado,

como corresponde a un verdadero comunista, Abimael aprovechó esta situación para

difundir con mayor fuerza aún las tesis revolucionarias entre estudiantes, docentes y

trabajadores, para organizar las filas del PCP y en definitiva para hacer avanzar el

proceso revolucionario.

En 1973, el PCP se encuentra en un debate interno sobre cómo realizar el trabajo de

masas: se da la orientación de crear los organismos generados que son organismos de

masas dirigidos por el proletariado para los distintos frentes de lucha. En ese mismo

año, Abimael comienza a tener problemas de salud, se le diagnostica bosinafilia,

poliglobulia y psoriasis, enfermedades relacionadas a vivir en ciudades muy altas.

En este periodo Abimael tiene que estar yendo y viniendo de Lima, en parte por su

delicado estado de salud y también para organizar al Partido.

En 1974 Abimael va definiendo con mayor exactitud la tesis del capitalismo burocrático

en el Perú, difundiendo en palabras sencillas para que lo comprendan las masas

populares, por ejemplo en una importante reunión de profesores en el Sindicato de

Docentes de Huamanga, Abimael plantea un pequeño esbozo de lo que es el capitalismo

burocrático: “Es el capitalismo que impulsa el imperialismo en un país atrasado; el tipo

de capitalismo, la forma especial de capitalismo, que impone un país imperialista en un

país atrasado, sea semifeudal, semicolonial.”

Page 63: Sendero Luminoso

10

En 1975, Gonzalo fue cesado como profesor de la Universidad Nacional San Cristóbal

de Huamanga y en 1976 pasó a la clandestinidad.

Entre 1977 y 1978, el PCP va concluyendo la reconstitución partidaria, Gonzalo plantea

que está muy cerca el inicio de la Guerra Popular.

En 1979 se da el IX Pleno del Comité Central del PCP, en él se produce una fuerte

lucha de dos líneas, pues había quienes se oponían a iniciar la lucha armada

constituyendo una línea oportunista de derecha; Gonzalo, como jefe del Partido, logró

agrupar a la mayoría del CC en torno a la línea roja y aplastar la línea negra.

Inicio de la Lucha Armada

Llega 1980 y se preparan todos los detalles para el inicio de la GP. Gonzalo cohesiona a

todo el Partido. He aquí unos extractos del discurso de clausura de la Primera Escuela

Militar del PCP:

“Somos los iniciadores. Esta I Escuela Militar del Partido, decíamos es sello y apertura,

sella y abre. Sella los tiempos de paz, apertura los tiempos de guerra. Camaradas ha

concluido nuestra labor con manos desarmadas, se inicia hoy nuestra palabra armada:

levantar a las masas, levantar campesinos bajo las inmarcesibles banderas del

marxismo-leninismo-pensamiento maotsetung. Un período ha terminado; los aprestos

del nuevo están concluidos. Sellamos hasta aquí lo hecho; aperturamos el futuro, la

clave son las acciones, objetivo el poder. Eso haremos nosotros, la historia lo demanda,

lo exige la clase, lo ha previsto el pueblo y lo quiere; nosotros debemos cumplir y

cumpliremos, somos los iniciadores.”

La Guerra Popular inicia el 17 de mayo de 1980 con la quema de las ánforas electorales

en el poblado andino de Chuschi.

Desarrollo de la Guerra Popular

A partir del ILA 80, la Guerra Popular en el Perú se va desarrollando. La represión de

los sucesivos gobiernos reaccionarios es cruenta, en un primer momento buscan arrasar

con los guerrilleros y las bases de apoyo, posteriormente tienen la asesoría de la CIA y

la burguesía comienza a plantear la cuestión de ir hacia la cúpula, es decir buscar y

neutralizar a la dirección partidaria.

Gonzalo aplicando una sólida dirección proletaria logra romper el cerco de

aniquilamiento que las FFAA del Perú aplicaban contra el Ejército Guerrillero Popular a

partir de 1983. Fue un cruento genocidio pero el PCP logra avanzar a una nueva etapa

en el despliegue de las Bases de Apoyo.

En 1988 se realiza el Congreso del PCP en el que se sanciona la Línea Política General

y se asume el pensamiento Gonzalo como una especificación del marxismo-leninismo-

maoísmo a la realidad de la revolución en el Perú, Gonzalo es nombrado Jefe de la

Revolución y el Partido.

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11

El equilibrio estratégico

A fines de la década de 1980, la GP había avanzado un trecho considerable; Gonzalo

plantea que se estaba pasando de la defensiva estratégica al equilibrio estratégico, lo que

implicaban dos grandes cuestiones: por un lado trasladar el peso de la Guerra Popular ya

no solo en el campo sino a las ciudades y que el Ejército Guerrillero Popular se

transforme en Ejército Popular de Liberación.

Este fue un punto muy debatido al interior del PCP, algunos cuadros se resistieron, pero

finalmente la línea roja se impuso.

Detención por las fuerzas represivas

El imperialismo y las clases dominantes se dieron cuenta que no bastaba con asesinar a

guerrilleros y comunistas, que pronto otros ocupaban el puesto dejado por los caídos en

combate, por lo que bajo la asesoría de la CIA determinaron que era necesario

descabezar a la organización y que debían centrar en la captura del Presidente Gonzalo.

Es así que el 12 de septiembre de 1992, en la ciudad de Lima es detenido el Presidente

Gonzalo por parte de las fuerzas represivas de élite denominadas DINCOTE. Con este

complejo acontecimiento, el gobierno de Fujimori planteaba destruir la Guerra Popular

en cuestión de un par de años. El gobierno a través de tribunas militares lo condenaron a

cadena perpetua.

El último discurso

Unos días después del encarcelamiento del Presidente Gonzalo, el gobierno pretende

humillarlo públicamente para lo cual lo presentan en una jaula, con un traje a rayas ante

la prensa peruana y extranjera. En esas duras condiciones, el Presidente Gonzalo le

volteó por completo la estrategia reaccionaria y dando un potente discurso de agitación,

se convirtió en u poderoso estímulo para los comunistas y revolucionarios de Perú y el

mundo, llamando a continuar con la Guerra Popular, ejecutar los planes aprobados y

seguir aplicando el Maoísmo de frente a la nueva ola de la revolución proletaria

mundial. A continuación unos extractos del último discurso que se le conoce:

“Nosotros estamos aquí como hijos del pueblo y estamos combatiendo en estas

trincheras, que son también trincheras de combate y lo hacemos porque ¡somos

comunistas!, Porque nosotros defendemos aquí los intereses del pueblo, los principios

del Partido, la Guerra Popular, ¡Eso es lo que hacemos, lo estamos haciendo y

seguiremos haciendo!... Hoy día la realidad es una, los mismos contendientes de la I y II

Guerra Mundiales, están generando, están preparando la III nueva guerra mundial. Eso

debemos saber y nosotros como hijos de un país oprimido somos parte del botín ¡No lo

podemos consentir! ¡Basta ya de explotación imperialista! ¡Debemos acabar con ellos!.”

(Presidente Gonzalo, 24 de septiembre de 1992).

Aislamiento absoluto

Page 65: Sendero Luminoso

12

A partir de esta fecha, el Presidente Gonzalo permanece encarcelado con aislamiento

absoluto en el Penal Naval del Callao.

En octubre de 1993, el genocida Fujimori presenta en la sede de la Organización de las

Naciones Unidas, unas cartas de paz fabricadas por el agente del Servicio de

Inteligencia Nacional, Rafael Merino Bartet, tratando de hacerlas pasar como si fuese el

autor el Presidente Gonzalo. Todo esto era parte de la campaña de la CIA y el gobierno

de Fujimori denominada “Tormenta en los Andes” cuyo centro era la “operación:

acuerdo de paz” que incluía desde cartas, videos y grabaciones falsas, hasta la matanza

de las masas populares en las Bases de Apoyo y a los combatientes y militantes del PCP

en las prisiones, todo esto para destruir la Guerra Popular desde adentro.

Los distintos gobiernos de la burguesía en complicidad con el imperialismo y todas sus

instituciones internacionales, no permiten la visita de ningún familiar, periodista, y

mucho menos que el Presidente Gonzalo pueda hablar en vivo y en directo ante algún

medio de comunicación.

Cadena perpetua

El imperialismo y el gobierno de Toledo, montan un nuevo juicio contra el Presidente

Gonzalo y otros dirigentes del PCP, para legitimar las sanciones anteriormente

impuestas por tribunales militares en la época de Fujimori. En noviembre del 2004, en

una de las audiencias del proceso judicial, Gonzalo aprovecha la presencia de

camarógrafos y reporteros para ponerse de pie y agitar su puño derecho agitando

consignas del PCP. Este golpe propagandístico fue demoledor para las clases

dominantes que se vieron obligadas a suspender inmediatamente la audiencia judicial,

cambiar el tribunal juzgador y en adelante prohibir completamente el ingreso de

periodistas, cámaras, grabadoras, etc. El 13 de octubre del 2006, el Presidente Gonzalo

es sentenciado a cadena perpetua.

Campañas contra el Presidente Gonzalo

Desde el momento mismo que Abimael Guzmán asumió la reconstitución del PCP a

fines de 1960 sobre la base del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung (hoy

Maoísmo), comenzó una campaña de desprestigio en su contra desatada por las clases

dominantes peruanas y el revisionismo. Con el estallido de la Guerra Popular en mayo

de 1980, a esta campaña de desprestigio contra el Jefe de la revolución peruana se sumó

el imperialismo, principalmente norteamericano.

Con la detención del Presidente Gonzalo y su aislamiento absoluto, esta negra campaña

contra-revolucionaria se ha intensificado, pretendiendo hacer creer a los comunistas y

revolucionarios de todo el mundo y a las masas del Perú, que el Presidente Gonzalo está

detrás de las cartas y propuestas de paz. Primero fueron las cartas de paz hechas por el

SIN, luego falsos videos y grabaciones; en el 2009 la reacción con la ayuda del abogado

Fajardo publicaron una seudo-biografía de Abimael Guzmán repitiendo las mismas

falsedades.

Page 66: Sendero Luminoso

13

En todo esto tiempo el imperialismo, las clases dominantes y el revisionismo han

difundido una serie de mentiras y falsedades contra el Presidente Gonzalo aprovechando

su situación de aislamiento absoluto, tratan de presentarlo unas veces como “terrorista”,

otras como “traidor y capitulacionista”, etc.

El Presidente Gonzalo hoy

El Presidente Gonzalo está próximo a cumplir 78 años de vida (3 de diciembre de

2012). Sigue encarcelado en el Penal Naval de Callao, condenado a cadena perpetua, en

aislamiento absoluto. Solo puede conversar o ver a sus carceleros. No hay periodistas ni

medio de comunicación alguno que haya podido entablar conversación públicamente

con él desde el 24 de septiembre de 1992, fecha de su último discurso. El imperialismo

y las clases dominantes han dado la orden de que no se le permita ningún tipo de

expresión verbal, física o de cualquier otra índole, ya sea frente a la prensa peruana,

extranjera, etc.; e incluso han dicho que “debe morir en la cárcel”. Pese a toda la

campaña contra-revolucionaria del imperialismo, no han podido sacar al Presidente

Gonzalo de la mente y corazón de muchos comunistas y revolucionarios en todo el

mundo, sus enseñanzas constituyen un ejemplo a seguir y su nombre es sinónimo de

Guerra Popular hasta el Comunismo.

Page 67: Sendero Luminoso

14

Capítulo II

DEFENSA DE LAS JEFATURAS

En el seno del Movimiento Comunista Internacional desde hace ya muchos años atrás,

ha sido motivo de debate el tema de las Jefaturas de la Revolución.

Al respecto, el marxismo nos plantea que el papel de los jefes revolucionarios, si bien

no es determinante para el triunfo o derrota de un proceso político, su papel es muy

trascendente y puede con su accionar acelerar o retardar el curso de un acontecimiento

histórico, pero jamás destruirlo por completo ni evitarlo o crearlo artificialmente.

“El marxismo-leninismo enseña, que son los propios hombres los que crean su historia,

pero siempre en condiciones materiales históricamente determinadas. La influencia de

los personajes ilustres sobre el curso de los acontecimientos es tanto mayor cuanto

mejor saben comprender las leyes objetivas y el rumbo del desarrollo. “…Tampoco la

idea de la necesidad histórica menoscaba en nada, ni mucho menos, el papel de la

personalidad en la historia” (Lenin). El curso de la historia es determinado por las

condiciones de la vida material de la sociedad. Pero la personalidad, al comprender las

exigencias del desarrollo económico de la sociedad, las exigencias de la clase avanzada,

puede ponerse al frente de los acontecimientos y, agrupando en torno suyo a los

hombres, impulsar estos acontecimientos.” (Diccionario de Filosofía, M. Rosental y

P.Yudin. Segunda Edición Rusa, 1940).

Como vemos, el Partido Comunista Bolchevique de la URSS bajo la dirección de Lenin

y Stalin, determinó científicamente y objetivamente el papel de los jefes revolucionarios

en el curso de la Historia.

De igual manera, Lenin nos enseña que:

“De todos es sabido que las masas se dividen en clases, que oponer las masas a las

clases no puede permitirse más que en un sentido, si se opone una mayoría aplastante,

en su totalidad, sin distinguirse las posiciones ocupadas con relación al régimen social

de la producción, a categorías que ocupan una posición especial en este régimen; que las

clases están generalmente, en la mayoría de los casos, por lo menos en los países

civilizados modernos, dirigidas por partidos políticos; que los partidos políticos están

dirigidos, por regla general, por grupos más o menos estables de las personas más

autorizadas, influyentes, expertas, elegidas para los cargos más responsables y que se

llaman jefes. Todo esto es el abecé, todo esto es sencillo y claro.” (La enfermedad

infantil del izquierdismo en el comunismo).

Toda la doctrina del marxismo-leninismo-maoísmo siempre ha defendido el papel de las

jefaturas en todo proceso revolucionario del proletariado. Sin embargo, el marxismo no

ha dado un solo paso en la vida sin una lucha a muerte contra las clases reaccionarias y

el revisionismo.

¿Quiénes niegan el papel de las jefaturas en la revolución?

Page 68: Sendero Luminoso

15

El viejo revisionismo, el que se hundió después de la Primera Guerra Mundial, fue el

primero en lanzar dardos contra el papel de las Jefaturas en los procesos

revolucionarios; se caracterizaron por negar los aportes de Lenin al desarrollo del

marxismo, pero estos revisionistas se estrellaron contra el PCUS dirigido por Stalin.

El revisionismo contemporáneo comandado por Jrushov, lanzó la tesis revisionista del

“culto a la personalidad” planteando que la jefatura de Stalin en la URSS había estado

plagada supuestamente de “crímenes”, “autoritarismos”, “corrupción”, etc., etc. Lo que

Jrushov y su camarilla ocultaban es que detrás de estas falsas acusaciones estaba la

intención de echar abajo la dictadura del proletariado, frenar el desarrollo del socialismo

y encaminar a la URSS hacia el camino capitalista, como lo comprobó de manera

irrefutable el posterior desarrollo histórico.

Con estos antecedentes, este debate no ha quedado suficientemente saldado en el MCI

respecto al papel de las jefaturas.

Para algunos simplemente no existen ni deberían existir las jefaturas bajo el

“argumento” de que pueden desviar el curso de la revolución si se vuelven revisionistas

o traidores. Para sustentar dicho argumento ponen el ejemplo de la traición de

Prachanda en Nepal.

Pero precisamente ahí está su error de interpretación. Primero, para traicionar un

proceso no hace falta ser reconocido como jefatura, ¿acaso Jrushov y Teng Siao Ping

eran reconocidos por el PCUS y el PCCH como jefaturas de la revolución? De ninguna

manera y sin embargo sirvieron de punta de lanza para aplastar la construcción del

socialismo en la URSS y la República Popular China de una manera sumamente eficaz.

¿Acaso Kautsky era reconocido como jefatura de la revolución en el Partido Comunista

de Alemania y la II Internacional? Tampoco y no obstante causó un gran daño a la

revolución proletaria en Europa. Segundo, no admitir la existencia y desarrollo de

jefaturas bajo el pretexto de que pueden traicionar sería tanto como negarse a conducir

un automóvil porque “me puedo chocar”, o no utilizar dinamita en la lucha de clases

bajo el pretexto de que nos puede explotar en las manos… En toda actividad humana se

corre diversos grados de riesgos, más aun en la lucha revolucionaria que es la actividad

humana de mayor envergadura jamás conocida llena de enormes riesgos y dificultades,

entonces lo que hay que hacer es tomar un conjunto de medidas para reducir al máximo

la posibilidad de que los riesgos se transformen en realidad. Para reducir las

posibilidades de choque al conducir un automóvil tendremos que tomar ciertas medidas,

para evitar que la dinamita nos explote en las manos habrá que manejarla con sumo

cuidado y determinadas medidas técnicas; así mismo para evitar la traición de una

jefatura y que ello pueda destruir un proceso revolucionario habrá que llevar a cabo una

serie de medidas de orden ideológico, político y organizativo en el Partido Comunista.

Por otro lado, la necesidad de las jefaturas ha sido demostrada por la misma historia.

Cada jefe revolucionario es único e irrepetible, podrán haber otros que tengan similares

cualidades y potencialidades pero al fin y al cabo nadie se repite jamás.

Page 69: Sendero Luminoso

16

Así por ejemplo la muerte de Carlos Marx y Federico Engels hacia fines del siglo XIX,

produjo un gran vacío en el movimiento comunista internacional lo que fue

aprovechado por el viejo revisionismo para imponerse en el MCI. Pero la historia no se

detiene, vinieron nuevos jefes revolucionarios del proletariado, Lenin, Stalin, Sverdlov,

Dimitrov y otros, que se formaron en la epopeya de la revolución rusa. Stalin continuó

con la construcción del socialismo una vez fallecido Lenin en 1924 y logró sostener

dicho proceso por un importante periodo de 30 años. Sobrevino la muerte de Stalin en

1953, ante ese vacío se impuso el revisionista Jrushov que venía escalando posiciones

en el PCUS.

Mao Tsetung salió en la defensa del papel desempeñado por Stalin en la construcción

del socialismo en la URSS; además, sacando lecciones de la restauración del

capitalismo en la URSS, lanzó la GRCP en 1966 deteniendo la ofensiva revisionista en

China durante una década, luego de lo cual falleció y se impuso el siniestro Teng Siao

Ping.

¿Qué nos dice todo esto? Por un lado, se puede ver nítidamente como las jefaturas

revolucionarias fueron un enorme punto de apoyo para el desarrollo del MCI y los

procesos revolucionarios. Por otro lado, se ve como una vez que fallecen dichas

jefaturas van quedando vacíos en la dirección del movimiento revolucionario, lo que

ocasiona entrampamientos y hasta derrotas pasajeras. ¿Cómo afrontar esta realidad?

Algunos pretenden eliminar las jefaturas por decreto estatutario, otros simplemente

evadir el tema, mientras unos pocos se quedan maldiciendo esta realidad e incluso

haciéndose eco de las tesis revisionistas como el “culto a la personalidad”. Los

comunistas debemos asumir el tema de las jefaturas de una manera objetiva y científica.

-la existencia de las jefaturas en todo proceso revolucionario no es algo que nos guste o

no, es una cuestión objetiva y necesaria, como tal debemos asumirla.

-los jefes revolucionarios no se improvisan, se forman en dura brega, en medio de la

lucha de clases, probados por un largo periodo.

-además de una jefatura, debe propenderse a la formación de varios jefes

revolucionarios que estén en las condiciones de tomar la posta en el caso de que la

jefatura fallezca, sea capturada o traicione.

-los jefes revolucionarios deben tener 3 características esenciales: profundo

conocimiento del marxismo y la historia; capacidad de emprender el movimiento

práctico y, férrea posición de clase.

-jamás ningún jefe revolucionario debe estar por encima de la estructura partidaria, por

encima de los principios fundamentales del comunismo. Marx y Engels tuvieron un

trascendente papel en la Comuna de París y en la I Internacional precisamente porque

aplicaron esta regla de oro; igualmente Lenin y Stalin en torno al PCUS y la III

Internacional, lo mismo hizo Mao Tsetung frente al PCCH y las reuniones con partidos

comunistas y obreros de todo el mundo.

Page 70: Sendero Luminoso

17

Una vez que va quedando claro el porqué de la defensa de las jefaturas, entramos a

defender al Presidente Gonzalo.

El Presidente Gonzalo no es ningún improvisado, se formó en una dura y larga batalla

entre marxismo y revisionismo en las décadas del 60 y 70 del siglo XX; formó la

fracción roja en Ayacucho a partir de la cual se completó la etapa de reconstitución del

PCP; fue con su importante aporte que se dio inicio a la Guerra Popular en el Perú

desarrollándola hasta el equilibrio estratégico, en todo este periodo hizo aportes

importantes al marxismo-leninismo-maoísmo aplicados al proceso revolucionario en el

Perú. Pero a diferencia de otros jefes revolucionarios de otros procesos históricos, su

trayectoria se corta abruptamente no por la muerte sino por el apresamiento por parte

del enemigo de clase; consciente de lo que esto significaba para el PCP, lanza su último

discurso llamando a la militancia y al pueblo a continuar con la Guerra Popular. Luego

viene el aislamiento absoluto y toda la propaganda del imperialismo contra el Presidente

Gonzalo. Se va dando entonces el deterioro de la Guerra Popular y el PCP, deterioro

que en alguna medida ha sido detenido por la importante labor de varios organismos del

PCP que quedaron en pie y prosiguen en la GP.

¿El hecho de que la GP en el Perú esté atravesando duros momentos invalida los aportes

del Presidente Gonzalo a la revolución en el Perú y al MCI? De ninguna manera, así

como tampoco la derrota del socialismo en la URSS invalida los grandiosos aportes de

Lenin y Stalin a la causa de la revolución proletaria, o la derrota del socialismo en

China tampoco invalida las enseñanzas de Mao Tsetung.

Defender al Presidente Gonzalo, sobre la base de que su posición fue continuar con la

GP, significa defender en su conjunto al proceso revolucionario peruano, defender el

Maoísmo y los mismos aportes del Presidente Gonzalo.

Defender al Presidente Gonzalo no significa en modo alguno pretender que dirija desde

la cárcel, lo cual por un lado es imposible por las condiciones de aislamiento absoluto y

por otro lado es anti-marxista.

Defender al Presidente Gonzalo no significa negar por completo y de manera metafísica

la posibilidad de que el Presidente Gonzalo haya capitulado en prisión, sino que

significa que todos los indicios posibles, la trayectoria de Gonzalo y aplicando la lógica

del proletariado, demuestran que el Presidente Gonzalo mantiene su posición

revolucionaria hasta la actualidad.

Defender al Presidente Gonzalo no significa centrar en defender a Abimael Guzmán

Reinoso como tal, más allá de lo muy duro y complejo que significa para una persona

estar condenada a cadena perpetua; sino que significa defender al revolucionario, al

comunista que está preso por dirigir la GP y al PCP, defender sus aportes y vida en

tanto y cuanto no ha capitulado.

Page 71: Sendero Luminoso

18

Defender al Presidente Gonzalo significa no permitirle al imperialismo, las clases

dominantes y el revisionismo que triunfe su negra campaña de desprestigio y mentiras

contra el Presidente Gonzalo Jefe del PCP y la Revolución en el Perú.

En definitiva, defender al Presidente Gonzalo se lo hace en última instancia para

contribuir a proseguir la Guerra Popular en el Perú y a que se prepare la GP en otros

países.

Page 72: Sendero Luminoso

19

Capítulo III

PRUEBAS DE LA POSICIÓN POLÍTICA REVOLUCIONARIA ACTUAL DEL

PG.

Al cumplirse 20 años del encarcelamiento del Presidente Gonzalo, continúa la polémica

internacional sobre cuál es su posición política sobre la Guerra Popular en todo este

tiempo. La definición de este tema es muy importante para la Guerra Popular en el Perú,

pues la reacción y el revisionismo buscan convertir al Presidente Gonzalo de centro de

unificación partidaria y de las masas para la Guerra Popular, en centro de la capitulación

y derrotismo entre el PCP y las masas, e incluso a nivel internacional.

¿Cómo podemos saber cuál fue y cuál es la posición del Presidente Gonzalo si se

encuentra en aislamiento absoluto en todo este tiempo y más aun con toda la negra

propaganda del imperialismo en su contra?

Precisamente porque este es un tema complejo, debemos tratarlo de la manera más

objetiva, científica y clasista posible. Aquí no caben las posiciones pequeño-burguesas

facilistas. Es muy fácil defender o interpretar un tema o proceso cuando es sencillo,

cuando hay todo tipo de evidencias a la mano, casi como en las matemáticas en las

cuales dos más dos es cuatro así de simple y concreto. Pero en las ciencias sociales y

más aun en la lucha revolucionaria las cosas no son tan sencillas, no son tan evidentes,

no hay muchas pruebas a la mano. Así por ejemplo, la explotación del trabajo asalariado

por parte de los capitalistas es escondido de muchas formas legales, corporativas,

culturales, etc.; sólo haciendo un buen esfuerzo investigativo y propagandístico

podremos demostrar ante los mismos obreros y toda la sociedad cómo se expresa la

explotación del trabajo asalariado en toda su magnitud, con todas sus consecuencias y

con esto predisponer en mayor medida a que el proletariado se organice y luche.

En el caso de la detención del Presidente Gonzalo pasa algo similar. Su posición sobre

la GP es distorsionada de múltiples formas por parte del imperialismo, la reacción y el

revisionismo. Por tanto, solo podemos basarnos en una serie de indicios que nos lleven

a conclusiones generales.

¿Cuáles son estos indicios generales?

-el discurso del 24 de septiembre de 1992

El Presidente Gonzalo dio su último discurso públicamente, en vivo y en directo, ante la

prensa peruana y extranjera, el 24 de septiembre de 1992, en el que llamó a continuar

con la Guerra Popular, específicamente con las resoluciones del III Pleno del Comité

Central, el IV Plan de Desarrollo Estratégico y el VI Plan Militar; a formar el Frente

Popular de Liberación y pasar del Ejército Guerrillero Popular al Ejército Popular de

Liberación; alerta sobre la proximidad de la III Guerra Mundial Imperialista y señala

que el Maoísmo debe pasar a comandar la nueva gran ola de la revolución proletaria

mundial.

Page 73: Sendero Luminoso

20

En ningún momento siquiera insinuó de la manera más ligera algo relacionado a

acuerdos de paz.

-las cartas de paz

En octubre de 1993, Fujimori anunció ante la sede de la ONU la existencia de unas

cartas atribuidas al presidente Gonzalo en las que supuestamente se pedía celebrar

conversaciones para llegar a un acuerdo de paz entre el PCP y el gobierno.

Durante varios años, el imperialismo, la reacción y el revisionismo especularon con

dichas cartas para hacer creer a la militancia del PCP, a las masas revolucionarias en el

Perú y al MCI, de que Gonzalo se había “quebrado” en la prisión y que correspondía

frenar la GP centrando en desarmar a las masas y desmovilizar el nuevo poder.

Posteriormente toda la verdad salió a la luz. En el año 2008, en una de las audiencias en

el juicio de Fujimori, el ex – agente del Servicio de Inteligencia Nacional, Rafael

Merino Bartet, confesó haber sido el autor de las cartas de paz. Para elaborar dichas

cartas, en el SIN los detectives tenían que leer todos los documentos del PCP para

acoger el estilo de redacción partidaria y reproducirlo ficticiamente en las cartas y/o

comunicados que hablaban de acuerdos de paz. Las cartas de paz hechas por el SIN,

eran parte del plan “Tormenta en los Andes” como componente psicológico de contra-

propaganda en la guerra de baja intensidad.

Es decir, las cartas de paz jamás fueron hechas ni presentadas por el Presidente

Gonzalo.

-la agitación en la audiencia a fines del 2004

En el gobierno de Toledo, las clases dominantes sometieron a un “nuevo” juicio al

Presidente Gonzalo, ya que la condena a cadena perpetua hecha por tribunales militares

en el gobierno de Fujimori perdió legitimidad. En este nuevo juicio, como era de

esperarse, la reacción prohibió terminantemente que el presidente Gonzalo pueda

expresarse públicamente, por lo que en la sala de audiencia no estaba permitida la

presencia de periodistas que graben. Sin embargo, tras una mampara de cristal, los

periodistas podían tomar fotografías. Esto fue aprovechado por el Presidente Gonzalo

para en la audiencia del 5 de noviembre del 2004, levantarse y agitar el puño. El

impacto propagandístico fue tan grande, que la audiencia fue suspendida, el tribunal

juzgador reorganizado y en adelante se prohibieron inclusive las fotos. En esta ocasión

tampoco el Presidente Gonzalo hizo gestos a favor de la “paz”, sino al contrario, el puño

en alto que todos sabemos es símbolo de lucha y resistencia.

-el libro “De puño y letra”

En septiembre de 2009, se realizó el lanzamiento público del libro “De puño y letra”,

una supuesta autobiografía de Abimael Guzmán Reinoso. Este libro fue altamente

publicitado por los medios de comunicación burgueses y por no pocos revisionistas

confundidos como es el caso de la web española Bandera Roja y otros. Con esto, los

Page 74: Sendero Luminoso

21

reaccionarios pretenden que ya “no hay lugar a dudas” de cuál es la posición del

presidente Gonzalo sobre la terminación de la GP y la necesidad de los acuerdos de paz.

Sin embargo, este libro es otro truco del imperialismo. En Ecuador pudimos acceder a

un ejemplar y en una breve revisada se notan una serie de inconsistencias como las

siguientes:

1.-contiene una gran cantidad de datos sobre la guerra popular y sobre derecho penal

internacional y del Perú redactados a manera de “manuscritos” de Abimael. Una

persona que ha estado en aislamiento absoluto durante largos años difícilmente podría

recordar las cosas a ese nivel, tampoco el presidente Gonzalo tiene una biblioteca

dorada e internet a la mano.

2.-el Presidente Gonzalo estando en aislamiento absoluto, en una cárcel construida en el

penal Naval del Callao que es una isla, no tendría como hacer llegar manuscrito alguno

a terceras personas para su publicación.

3.-el libro se publica con todas las cláusulas de ley. En la primera página, al reverso de

la portada, dice: “Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú No. –

2009 – 11516”. “Impreso por MANOALZADA de Hugo Villanueva Azaña (Las

Palmeras 5772, Los Olivos)”

Es decir, el libro supuestamente del presidente Gonzalo, se publica así nomás con toda

la autorización del viejo Estado.

4.-en el libro, en la página 299, se reproduce como “anexos” la carta de 1993 que

solicita un acuerdo de paz y lleva la supuesta firma del presidente Gonzalo. Esta es una

de las mayores inconsistencias del libro, pues como es de conocimiento público, dichas

cartas no fueron ni realizadas ni presentadas por el presidente Gonzalo sino por el ex –

agente del Servicio de Inteligencia Nacional, Rafael Merino Bartet.

5.-en la página 43, con el título “PRESENTACIÓN PÚBLICA EN DINCOTE” se

presenta la foto del presidente Gonzalo del 24 de septiembre de 1992 (cuando da el

discurso llamando a proseguir la Guerra Popular), con un pie de foto que dice: “Se

inicia la violación pública del principio de presunción de la inocencia en casos políticos.

Mantener alta la moral mientras se define solución política”. Es decir, se trata de

embaucar a incautos, poniendo un pie de foto capitulacionista que no corresponde de

ninguna manera con la foto combativa de aquel 24 de septiembre de 1992.

En resumidas cuentas, el libro “De puño y letra” tiene una serie de inconsistencias que

llevan a la conclusión de que dicho “libro” no es obra del presidente Gonzalo sino de la

reacción como parte de la guerra psicológica.

-el aislamiento absoluto

El presidente Gonzalo permanece recluido desde fines de 1992 en el penal militar Naval

del Callao que, repetimos, está construido en una isla. Está sometido a un duro régimen

penitenciario de aislamiento absoluto, sin visitas familiares ni de periodistas. Las

Page 75: Sendero Luminoso

22

últimas fotografías que existen del presidente Gonzalo son las pocas realizadas en el

proceso judicial del 2004 – 2006. Ha sido condenado dos veces a cadena perpetua, la

primera por el tribunal militar del gobierno de Fujimori, la segunda vez por un tribunal

“civil” en el segundo mandato de Alan García. Pese a su avanzada edad, cerca de 80

años, el gobierno y los grandes medios de comunicación plantean agresivamente de que

“debe morir en la cárcel”. Como vemos, el imperialismo y los reaccionarios están

aplicando toda la represión que esté a su alcance para aplastar al presidente Gonzalo a

quien consideran “enemigo número uno del Perú” y un “terrorista” de “extrema

peligrosidad”. Aquí cabe una sencilla pregunta: si supuestamente el presidente Gonzalo

ya capituló en prisión, ¿para qué tanto ensañamiento y aislamiento absoluto, si desde la

perspectiva de la reacción sería mejor que sea el mismo presidente Gonzalo quien hable

a favor de los acuerdos de paz en vivo y en directo ante la prensa peruana y del

extranjero? Como los acuerdos de paz son una patraña atribuida al presidente Gonzalo

para aplastar la Guerra Popular, la reacción no puede presentarlo públicamente ya que

corren el altísimo riesgo de que les suceda algo muy similar a lo del 24 de septiembre de

1992, es decir que Gonzalo, pese a los largos años transcurridos defienda en términos

generales la guerra popular, desmienta lo de los acuerdos de paz falsamente atribuidos a

él y con todo esto se derrumbe la negra campaña contra-revolucionaria del

imperialismo. Por ende el imperialismo y los reaccionarios jamás permitirán que el

presidente Gonzalo pueda expresarse públicamente en vivo y en directo ante la prensa

peruana y del extranjero. Lo que ha habido todo este tiempo y habrá en adelante es el

mismo cromo repetido: falsas cartas, seudo auto-biografías, reportajes llenos de

calumnias, fotos con pies de página que no corresponden a la realidad, etc., y desde ya

advertimos que el “toque final” de esta negra campaña reaccionaria será unos años más

adelante algo así como la publicación del “testamento” del presidente Gonzalo con el

mismo viejo libreto de los acuerdos de paz…

-fuerte campaña de desprestigio internacional

Los grandes medios de comunicación, ya sean del imperialismo o de las clases

dominantes de cada país, se han convertido en una especie de “juez” que dictamina

veredictos favorables o negativos a diversos temas, procesos y personajes dentro de la

política, la economía, la cultura, etc. Lógicamente el imperialismo y los reaccionarios

juzgan y promueven como algo favorable o tolerable a todo lo que o bien no afecta sus

intereses o incluso los defiende explícita o tácitamente.

Es por esto, que existe por parte del imperialismo una fuerte campaña de desprestigio

internacional contra el presidente Gonzalo y otros revolucionarios que no han arriado la

bandera roja, mientras que a aquellos seudo-revolucionarios que son funcionales al

sistema, no solo no los combaten sino que los presentan como “ejemplos” a seguir por

parte de la juventud. Es decir, el imperialismo necesita que existan referentes blandos y

conciliadores de la “izquierda” para que las masas se identifiquen con dichas posturas.

En esa dirección, éstos son los “revolucionarios” que promueve y/o tolera el

imperialismo:

Page 76: Sendero Luminoso

23

Nelson Mandela.-Líder del Congreso Nacional Africano desde 1952. El CNA creía que

con una resistencia pacífica debilitaría el régimen del apartheid en Sudáfrica, pero como

era de esperarse fracasaron rotundamente. En 1961 deciden emprender la lucha armada.

En 1964 es apresado y condenado a cadena perpetua. Estuvo preso durante 27 años.

Finalmente Mandela terminó por quebrarse en prisión y planteó conversaciones de paz.

El presidente de Sudáfrica, Frederik De Klerk, liberó a Nelson Mandela en 1990 a partir

de lo cual negociaron el acuerdo de paz y en 1993 ambos recibieron el Premio Nobel de

la Paz. En las elecciones burguesas de 1994, triunfó el binomio Mandela – De Klerk con

la bandera de la “reconciliación nacional”.

Nelson Mandela es promovido intensamente por las agencias del imperialismo,

presentándolo como un buen modelo de “luchador” por los derechos civiles y un gran

“activista humanitario”. Tanto es así que en el 2009 por petición del presidente

estadounidense Barack Obama, la ONU estableció el día 18 de julio (nacimiento de

Mandela) para celebrar el “Día Internacional Nelson Mandela”.

A continuación una declaración de Barack Obama sobre la vida de Nelson Mandela:

“El mandatario señaló que la "vida extraordinaria y el inquebrantable compromiso" de

Mandela a la democracia y la reconciliación, siguen sirviendo de inspiración para

quienes "luchan por la dignidad, justicia y libertad"….Para Obama, "no hay mejor

tributo para un hombre que ha demostrado al mundo el extraordinario poder de la no

violencia, la tolerancia, y el inquebrantable servicio" a la humanidad.” (larioja.com,

18/07/2012, “Obama felicita a Nelson Mandela por su 94 cumpleaños”).

Sub-comandante Marcos.-Salió a la palestra pública como el líder del Ejército Zapatista

de Liberación Nacional, en el levantamiento de Chiapas, llevado a cabo el 1 de enero de

1994 contra el gobierno de Carlos Salinas de Gortari que había firmado el Tratado de

Libre Comercio de América del Norte.

En un primer momento aparentó ser una “esperanza” para la izquierda y los pueblos,

pero rápidamente se desenmascaró como un revisionista y reformista a carta cabal. El

eje fundamental del discurso y la “propuesta” del EZLN y el Sub-comandante Marcos

es “la no conquista del poder” porque en sus propias palabras “El poder pudre la sangre

y oscurece el pensamiento.”

He aquí algunas declaraciones del Sub-comandante Marcos:

“Si el EZLN se perpetúa como una estructura armada militar, va al fracaso. Al fracaso

como una opción de ideas, de posición frente al mundo. Y lo peor que le podría pasar,

aparte de eso, sería que llegara al poder y se instalara como un ejército revolucionario.

Para nosotros sería un fracaso.” (Revista Cambio.com. "Habla Marcos". Circa 25 de

marzo de 2001.).

“Reiteramos nuestra disposición a una solución política en el tránsito a la democracia en

México. Llamamos a la Sociedad Civil a que retome el papel protagónico que tuvo para

detener la fase militar de la guerra y se organice para conducir el esfuerzo pacífico hacia

Page 77: Sendero Luminoso

24

la democracia, la libertad y la justicia.” (Segunda Declaración de la Selva Lacandona.

10/06/1994).

Como vemos, el Sub-comandante Marcos es un reformista con capucha, absolutamente

servicial al sistema capitalista-imperialista. Es por eso, que los grandes medios de

comunicación reaccionarios lo difunden cada cierto tiempo entre las masas como un

“referente” y por supuesto, toda la falsa izquierda lo apoya.

El clímax del show mediático reformista que constituye el EZLN y el Sub –comandante

Marcos se dio en los primeros meses del año 2006, cuando en el marco de “La otra

campaña”, inició un recorrido por los 32 estados de México difundiendo sus

“principios”. El recorrido lo hizo en motocicleta a vista y paciencia de las autoridades y

funcionarios, de la policía y militares, llegando en el colmo de su show reformista a

acudir personalmente las instalaciones de la cadena CNN (en español) para entrevistarse

con la periodista Aristegui.

Rigoberta Menchú.-Líder indígena guatemalteca de tendencia pacifista-reformista. Se

exilió en México en 1981. Entre los años 1982-1983 describió su autobiografía en el

libro titulado “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”. El

imperialismo y las clases dominantes la necesitaban como una “líder” pacifista que haga

contrapeso a los líderes de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca que en esos

años estaban llevando a cabo un levantamiento armado contra el gobierno. “Mientras

sus hermanos optaban por unirse a la guerrilla, Rigoberta Menchú inició una campaña

pacífica de denuncia del régimen guatemalteco.” (Biografías y vidas. Rigoberta

Menchú).

En 1992 le otorgaron el Premio Nobel de la Paz y desde 1993 participaba en las

sesiones de la Asamblea General de la ONU.

En 1993 regresó a Guatemala y posteriormente fue mediadora del acuerdo de paz

firmado entre el gobierno y la guerrilla URNG, acuerdo de paz que fue exitoso para las

clases dominantes de ese país y un fracaso rotundo para los intereses del pueblo.

Por su actividad servil y profundamente funcional al imperialismo, los reaccionarios le

han concedido una serie de títulos como el “Premio Príncipe de Asturias de

Cooperación Internacional” en 1998; fue nombrada embajadora de “Buena Voluntad”

de la UNESCO en el 2006, etc.

Y como no podía ser de otra manera, Rigoberta Menchú ha realizado una entusiasta

labor de apoyar a los gobiernos de las burguesías burocráticas en América Latina en los

últimos años, tal es el caso de su participación en la celebración de los 5 años de la

“Revolución Ciudadana” en Ecuador, lo que no es otra cosa que el festejo de los

fascistas de Alianza País.

Page 78: Sendero Luminoso

25

Capítulo IV

TRASCENDENCIA HISTÓRICA Y ACTUAL DE LA GP EN EL PERÚ

La Guerra Popular en el Perú ha alcanzado una enorme resonancia no solo entre los

comunistas y revolucionarios de distintas latitudes, sino incluso entre los sectores más

avanzados de los pueblos oprimidos. Su trascendencia histórica y actual no es para

menos, pues marcó un antes y un después en el MCI y en el pueblo peruano.

Precisamente por todo esto, el imperialismo y los reaccionarios conjuntamente con el

revisionismo tienen como objetivo aniquilar el proceso revolucionario en el Perú,

sueñan con destruir al PCP, con no dejar piedra sobre piedra del ejército revolucionario,

deslegitimar la imagen y los aportes del presidente Gonzalo. En la práctica, contra el

proceso revolucionario en el Perú se ha levantado una gran cruzada reaccionaria como

la llevada a cabo en Europa tras la Comuna de París.

Corresponde a los comunistas y revolucionarios aplastar todas las calumnias, mentiras

y tergiversaciones reaccionarias sobre la Guerra Popular en el Perú. A continuación

algunos planteamientos básicos para el debate:

-derrumbar los muros, desplegar la aurora

La Guerra Popular en el Perú tiene, entre otros, el mérito de haber iniciado en 1980

cuando se vivían complejos momentos de dispersión en el MCI. Recordemos que en la

ex – URSS, tras el XX Congreso del PCUS, se produjo la restauración capitalista. Las

revoluciones en Cuba, Vietnam y Nicaragua estaban sometidas al social-imperialismo

soviético. En China, la muerte de Mao Tsetung no permitió profundizar la Gran

Revolución Cultural Proletaria y se produjo la usurpación del Partido, el Ejército y el

Estado, transitando el camino capitalista. En Albania, el PTA promovía el revisionismo

desde posiciones dogmáticas, arrastrando tras de sí a varios partidos comunistas. En este

complejo escenario internacional, el Partido Comunista del Perú, realizando un correcto

análisis de la correlación de fuerzas y habiendo avanzado un trecho importante en la

reconstitución del Partido, decide dar inicio a la Guerra Popular en su país. Esto

permitió el reagrupamiento de los partidos comunistas y organizaciones revolucionarias

en todo el mundo manteniendo en alto la bandera del marxismo-leninismo-pensamiento

Mao Tsetung.

Cuando en el MCI se había impregnado un espíritu de derrota, de pesimismo, de que

“no se puede hacer la revolución”, el PCP y la Guerra Popular demostraron que no solo

se mantenía viva la llama de la revolución proletaria mundial, sino que era posible la

revolución bajo la condición de que partidos comunistas de nuevo tipo, bajo la guía del

maoísmo, comanden la lucha.

En los hechos, la Guerra Popular permitió “derrumbar los muros y desplegar la aurora”,

abrir el camino para la lucha armada revolucionaria, tantas veces mocionada, pero tan

pocas veces planificada y ejecutada de manera científica y clasista como en el Perú.

Page 79: Sendero Luminoso

26

-rompiendo mitos burgueses

La gran burguesía peruana y el imperialismo, como parte de su campaña contra-

revolucionaria difunden permanentemente una serie de mitos contra la Guerra Popular

en el Perú con el objetivo de desacreditarla, aislarla y finalmente aplastarla.

Estos mitos van desde la supuesta enorme “mortandad” causada por los años de guerra,

pasando por acusar a los dirigentes del PCP como seres “demenciales”, “irracionales”,

etc., hasta calificar de terrorismo a la justa lucha de las masas pobres.

Al respecto vale analizar brevemente algunos datos. Los reaccionarios dan como

“argumentos” para condenar la Guerra Popular de que en el periodo 1980 – 2000,

murieron 70 mil personas. Es decir, en 20 años de guerra fallecieron 70 mil.

En la Guerra Civil de los EEUU que duró desde 1861 hasta 1865 murieron 620.000

personas, cuando en ese entonces la población de los EEUU era de 32’300.000

habitantes. A lo largo de la Revolución Mexicana, que duró entre 1910 y 1920,

murieron aproximadamente 1,5 millones de personas, como resultado directo de los

combates, y la hambruna y enfermedades como consecuencia del arrasamiento de

ciudades por parte de los dos bandos en conflicto. En las guerras de independencia

hispanoamericanas, en un lapso de 20 años (1810 – 1830), murieron 687.000 personas,

tanto latinoamericanos como españoles.

Como vemos, tanto en la guerra civil estadounidense, como en la revolución mexicana y

las guerras de independencia hispanoamericanas, murieron cientos de miles de personas.

Estos conflictos fueron tan o más violentos que la Guerra Popular en el Perú, y si vemos

produjeron esas enormes cantidades de muertos en periodos de tiempo cortos y con

poblaciones pequeñas de aquellos países en ese entonces. Frente a todo esto: ¿a quién se

le ocurriría tachar a Abraham Lincoln, Pancho Villa o Simón Bolívar como

“terroristas”?; ¿cómo quedaría frente al pueblo norteamericano, los que digan que la

guerra civil estadounidense fue un proceso “demencial”, “sanguinario”, “irracional”

etc.?; ¿la revolución mexicana debido al millón y medio de muertos que provocó, por

eso se convierte en “terrorismo”?; ¿y en nuestros propios países sudamericanos, qué

podría decir la gran burguesía frente a los casi 700 mil muertos que dejaron las guerras

de independencia?...

Esa es la lógica del imperialismo y las clases dominantes: mientras luchan por sus

propios intereses, entonces la lucha armada es justa y necesaria, pero cuando se trata del

proletariado y los pueblos oprimidos ahí si toda resistencia, toda lucha armada es el peor

“terrorismo”, es algo “demencial”, algo que debe ser condenado con toda dureza por la

ley, la moral, la cultura, etc. A este coro reaccionario se suma el revisionismo, parecería

que no pero son precisamente los revisionistas de todo color quienes andan difundiendo

entre las masas que la guerra popular en el Perú es “terrorismo”, que el Presidente

Gonzalo es un “criminal” y otros infundios por el estilo.

Page 80: Sendero Luminoso

27

Otro “argumento” de la reacción para descalificar la Guerra Popular en el Perú y

mostrarla como “terrorismo” es la cantidad de daños materiales producidos como

resultado de los combates y acciones militares. Según las fuentes reaccionarias, entre

1980 y el año 2000, se produjeron daños materiales por un monto aproximado de 20 mil

millones de dólares. Si los daños materiales que produce una guerra se tomaran como

parámetro para definir si es o no terrorismo, entonces prácticamente todas las guerras,

incluidas las revoluciones burguesas, serían actos de “terrorismo”. Así por ejemplo, en

la guerra civil estadounidense: “Grandes territorios de Richmond, Charleston, Atlanta,

Mobile y Vicksburg quedaron en ruinas. El campo por el que cruzaron los ejércitos

contendientes acabó lleno de plantaciones asoladas, casas y graneros arrasados, puentes

quemados y líneas de ferrocarril destrozadas. Muchas cosechas fueron destruidas o

confiscadas, y gran parte del ganado se perdió. Más de cuatro billones de dólares en

propiedades desaparecieron a causa de la emancipación, la repudiación de bonos y

monedas confederadas, la confiscación de la producción de algodón y los destrozos de

la guerra. El costo monetario de la guerra fue aterrador. Los préstamos e impuestos

aplicados por el gobierno federal, fueron de cerca de 3 mil millones de dólares y el

interés de la deuda de guerra añadió 2800 millones de dólares. Por tanto desde el punto

de vista financiero, se calcula que los cuatro años de conflicto costaron a la

Confederación 4.000 millones de dólares, y a la Unión 16.000 millones de dólares.”

(http://www.portalplanetasedna.com.ar/secesion5.htm)

Otro caso es el de las guerras de independencia hispanoamericanas; al respecto los

historiadores sostienen que: “…la enorme prolongación en el tiempo que produjo una

completa ruina de las ciudades hispanoamericanas por la pérdida de capitales y bienes

de todo tipo y la casi completa parálisis del comercio y actividades productivas,

dedicando todos los recursos materiales y humanos al esfuerzo para una guerra de

independencia que cuatriplica la duración de seis años de la guerra estadounidense,

cuyo último episodio bélico fue la Batalla de Yorktown (1781), y que no es comparable

a la devastación ocurrida por la guerra en Hispanoamérica.” (WIKIPEDIA, GUERRAS

DE INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANAS, CONSECUENCIAS).

También en este caso, los “argumentos” de los reaccionarios para calificar a la guerra

popular del Perú como “terrorismo”, centrando en cuántos daños materiales se han

producido, son simplemente falacias.

Corresponde a los comunistas y revolucionarios contribuir con firmeza a romper todos

los mitos y falsedades que el imperialismo y los reaccionarios lanzan contra la Guerra

Popular.

-la derecha pretende “aconsejar” a la izquierda

Este es uno de los puntos más reaccionarios en la campaña del imperialismo y la gran

burguesía contra la Guerra Popular. Ahora resulta que la derecha pretende “aconsejar” a

la izquierda sobre qué se debe hacer o no en una revolución, lo que es correcto o

incorrecto, etc.

Page 81: Sendero Luminoso

28

Por ejemplo, en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, “La Cuarta

Espada” de Santiago Roncagliolo, “Sendero: historia de la guerra milenaria en el Perú”

de Gustavo Gorriti, “La voluntad encarcelada” de José Luis Rénique, y otras decenas de

libros y publicaciones, se dan una serie de opiniones y comentarios en el sentido de

cuáles son supuestamente los “errores” que cometieron “Sendero Luminoso” y el

“Presidente Gonzalo”.

Dicen por ejemplo, que en mayo de 1980 “no existían condiciones para iniciar la lucha

armada” y que por tanto hacerlo “fue un error”. Es decir, ahora la derecha pretende

decir a la izquierda cuando ésta debe iniciar la lucha armada.

Dicen también que cuando “Sendero Luminoso” plantea en 1990 pasar de la defensiva

estratégica al equilibrio estratégico también no debía haberlo hecho. E incluso se

atreven a decir que “Sendero Luminoso” podría haber avanzado en “su guerra” si no

hubieran “dependido tanto” del Presidente Gonzalo, etc. Con todo esto, la derecha

pretende engañar a incautos e ingenuos que leen dichos libros y publicaciones sin tener

previamente un mínimo criterio de clase o sin acudir simultáneamente a las propias

fuentes del PCP.

Que la izquierda, expresada en Partidos Comunistas y Organizaciones Revolucionarias

de nuevo tipo, critique ciertos errores y falencias de la Guerra Popular en el Perú

aplicando el criterio de primero apoyar y luego criticar, es absolutamente aceptable;

pero que la derecha, expresada en los grandes medios de comunicación, los partidos

electoreros, el revisionismo y otras formas, pretenda dar consejos sobre lo que debía o

debe ser la Guerra Popular en el Perú, es algo totalmente inaceptable y que debe ser

duramente combatido.

-reservas y potencialidades de la GP en el Perú

Todo proceso revolucionario, aún los que terminaron siendo derrotados transitoriamente

como la Comuna de París, la Revolución de Octubre y la Revolución China, tienen

reservas y potencialidades que pueden ser utilizadas. En el caso de la Guerra Popular

del Perú, pese a los complejos momentos que está atravesando, puede y debe utilizar sus

propias reservas y potencialidades, creadas por el PCP en más de 30 años de lucha

armada revolucionaria.

Podría pensarse que después de la captura del Presidente Gonzalo en 1992, de la captura

y aniquilamiento de casi todo el Comité Central en aquellos años, de la traición de

Artemio al constituirse en brazo armado de la LOD y de la traición de José al

constituirse en una LOI, aparentemente ya no quedarían posibilidades de que la Guerra

Popular continúe. Sin embargo, esto no es así.

El Partido Comunista del Perú a lo largo de su desarrollo tiene grandes hitos que

constituyen una guía para sí mismos y para otros comunistas en todo el mundo.

El PCP comenzó su etapa de reconstitución en la década del 60 del siglo pasado con

apenas una docena de militantes en diversos puntos del país, aplicando el principio de ir

Page 82: Sendero Luminoso

29

hacia las masas, a donde viven y luchan para crecer entre ellas. Los camaradas que

actualmente componen el PCP pueden crecer aplicando dichas enseñanzas.

La Guerra Popular desde su estallido en 1980 se fue incrementando sobre la base de

reivindicar una serie de luchas populares en el campo, lo que en la actualidad debe

servir de guía para levantar y aplicar el programa general y concreto de la lucha

revolucionaria agraria en el Perú por los camaradas del PCP, con la perspectiva de

desarrollar paulatinamente la GP.

El PCP durante largos años recogió las enseñanzas de Mao sobre el uso de la

propaganda, entendiéndola como uno de los pilares fundamentales de toda guerra; de

esta manera los camaradas pueden utilizar la propaganda y agitación armada como

centro de la GP en las actuales condiciones de recomposición de fuerzas.

Si los camaradas que actualmente componen el PCP, acogen con firmeza el acervo

teórico de la documentación partidaria, la teoría marxista-leninista-maoísta y los

aportes del Presidente Gonzalo, aplicándolos creadoramente para resolver problemas

nuevos, seguramente podrán generar las condiciones, para en el curso de algunos años,

dar el salto dialéctico en el desarrollo de la Guerra Popular como lo demandan el

contexto internacional y la lucha de clases en el Perú.

Page 83: Sendero Luminoso

30

Capítulo V

APRENDER DEL PRESIDENTE GONZALO, SU LEGADO AL MCI, AL

PROLETARIADO Y PUEBLOS OPRIMIDOS

El presidente Gonzalo nos deja una serie de enseñanzas muy importantes para la causa

de la revolución proletaria, entre otras, destacamos las siguientes:

-manejo teórico de alto nivel

Nos enseñó que el revolucionario debe esforzarse por tener un importante manejo de la

teoría marxista, para de esta manera poder enfrentar los problemas más complejos que

se presentan frecuentemente en medio de la lucha de clases. Fue de esta manera que por

ejemplo, el PCP al mando de Gonzalo pudo tipificar al régimen de Velasco Alvarado

como fascista y corporativista, al servicio de las súper-potencias EEUU y la URSS (en

ese entonces), mientras los otros partidos de “izquierda” en el Perú decían que dicho

gobierno era “democrático” y “revolucionario” y en el peor de los casos, un gobierno

demagógico, pero no fascista. Con un adecuado manejo de la ideología lograron aplicar

el Maoísmo a las condiciones específicas de la revolución peruana y dar inicio a la

Guerra Popular después de 15 años de reconstitución partidaria.

-desinterés personal absoluto

Los revisionistas jamás dan un solo paso en política sin ver qué réditos de carácter

personal les va a dejar tal o cual actividad y/o resolución. Al contrario, el presidente

Gonzalo nos enseña a retomar la militancia comunista de Marx, Engels, Lenin, Stalin y

Mao Tsetung, caracterizada por entregar todo a la causa de la revolución.

El presidente Gonzalo dejó a un lado todo interés personal, poniendo primero y en todo

momento al colectivo, al Partido, a los intereses del proletariado y el pueblo. Siendo un

profesor que ocupó diversos puestos de alta importancia al interior de varias

universidades públicas en el Perú, puso eso al servicio del Partido y la Revolución. Y

cuando llegó el momento de iniciar la GP dejó atrás todo, desde su condición de

docente universitario hasta a sus seres queridos. Su vida desde que ingresó al PCP la

dedicó cabalmente a organizar y dirigir la revolución.

-profesor de nuevo tipo

Durante ya largos años, en todo el mundo, la docencia ya sea primaria, secundaria o

universitaria ha sido un gran espacio para el nacimiento y desarrollo de grupos

revolucionarios de distintas tendencias y en distintas épocas.

Sin embargo, el presidente Gonzalo nos enseña que desde la cátedra popular se puede

desplegar un importante proceso organizativo revolucionario. Así por ejemplo, utilizó la

docencia universitaria no solo para impartir entre sus estudiantes y colegas las tesis

revolucionarias del proletariado, sino también para difundirlas con un lenguaje sencillo

entre las masas campesinas y obreras.

Page 84: Sendero Luminoso

31

-cabeza y corazón revolucionarios

Un refrán popular dice que los jóvenes pelean con el corazón, mientras que los viejos lo

hacen con la cabeza. Esto es cierto, pero hasta un punto determinado. El presidente

Gonzalo nos enseña que en el comunista deben primar no solo un conjunto de

conocimientos científicos revolucionarios, lo que determina la posición de clase, sino

también sentimientos de amor y odio en la revolución, por eso direccionaba que en las

Bases de Apoyo y en el frente del trabajo cultural se despliegue la iniciativa de las

masas y los combatientes por el arte revolucionario, por las pinturas y representaciones

populares, por las canciones de lucha y los poemas de combate. “Yo diría a veces en la

política hay que soltar el alma para que la pasión, el profundo sentimiento, impulse

nuestra voluntad; en esas circunstancias habla el corazón como se dice, creo que sale la

pasión revolucionaria que es indispensable para la guerra.” (Entrevista al Presidente

Gonzalo, 1988).

-rojo hasta el final

Un gran problema que se ha dado por generaciones enteras entre la militancia de la

mayoría de organizaciones de izquierda, es que de jóvenes son incendiarios y de viejos

se convierten en bomberos, es decir de jóvenes andan en las huelgas, levantando la

bandera roja, hablan y hasta sueñan sinceramente con la revolución, pero llegados a

cierta edad, se van quebrando y se convierten en reaccionarios, en lo opuesto a lo que

defendían en su juventud.

El presidente Gonzalo nos enseña que cuando una persona asume la militancia

comunista o revolucionaria, debe mantenerla hasta el final de sus días, pero esto solo es

posible a condición de que se afirme en la ideología del proletariado, en la práctica

social y aplique lucha de dos líneas consigo mismo y con el colectivo.

A sus 57 años dirigía una de las guerras populares más poderosas de la historia, solo

después de la guerra popular de la Revolución China. A partir de su captura en 1992,

está condenado a cadena perpetua; el imperialismo y las clases dominantes buscan a

como dé lugar que fallezca por vejez en el penal Naval del Callao. El presidente

Gonzalo lleva ya 20 años de encarcelamiento y no ha capitulado; su fin biológico está

cerca, pero sus convicciones y ejemplo no han muerto, ni morirán.

Page 85: Sendero Luminoso

32

Capítulo VI

UN JUSTO HOMENAJE

Al estar cerca el ocaso de la vida del Presidente Gonzalo, creemos que es justo un

homenaje a su vida y obra. Desde luego, no es el tipo de homenaje que la burguesía o

pequeño-burguesía hace a sus mártires y héroes, sino un rojo homenaje proletario, que

secando las lágrimas y venciendo la nostalgia, predispone a seguir con la lucha

revolucionaria.

-En la desgracia se ven los amigos

Un viejo adagio popular dice que en la desgracia se ven a los verdaderos amigos.

Llevando esto a la lucha política, podemos decir que en las derrotas se ven a los

verdaderos comunistas, a los verdaderos camaradas. Cuando a una persona común le va

bien en la vida, entonces le rodean cantidades de amigos, novias (os) según el caso,

familiares, pero cuando dicha persona entra en desgracia ya sea por pobreza o

enfermedad, se quedan pocos a su alrededor, los que verdaderamente la valoraban, los

que realmente son sinceros. De la misma manera, cuando un proceso revolucionario va

en ascenso, con grandes éxitos, muchos se visten de rojo, lanzan vivas, se muestran

predispuestos a todo, pero cuando viene la represión más cruenta, los errores y derrotas,

entonces se van, desaparecen, se esconden, solo quedan los que verdaderamente han

abrazado la bandera roja en lo más profundo de su conciencia y corazón.

Cuando la Guerra Popular del Perú iba en su apogeo muchos dijeron ser comunistas

maoístas y que lucharían hasta el final, que el Presidente Gonzalo era un gran

comunista a quien había que defender. Vino la detención del presidente Gonzalo, la

matanza de camaradas del PCP en los penales, la aparición de la LOD y la

LOI…entonces muchos desaparecen, se esconden, tratan de omitir el tema, prefieren

hacerse de la vista “gorda” y oídos “sordos”.

Es característico del pequeño-burgués ese tipo de actitudes. Nos recuerda al revisionista

menchevique Trotsky, quien cuando la ola revolucionaria en Rusia ascendía se

declaraba el “más revolucionario”, pero cuando la ola era derrotada como en 1905, se

iba en desbande hacia el revisionismo más retrógrado.

Ese desviacionismo tenemos que combatirlo dentro del MCI, no solo ahora frente al

caso del presidente Gonzalo y la Guerra Popular en el Perú, sino hacia los diferentes

procesos de guerra popular, de camaradas que los dirigen y de los partidos comunistas

que se vienen construyendo y reconstituyendo para iniciar la GP. Debemos combatir

con firmeza esa desviación, tener en cuenta que ese fue el germen para que fecunde el

revisionismo hoxhista tras la muerte de Mao Tsetung: algunos partidos pensaron, si ya

murió Mao, fue derrotado el PCCH y la Revolución en China ¿para qué seguir

apoyando esa tendencia?, y con ese mezquino y oportunista “pensamiento”

abandonaron el ML-Pensamiento Mao Tsetung y se pasaron al hoxhismo que por

aquellos años se mantenía en el poder y se mostraba como “vigoroso”.

Page 86: Sendero Luminoso

33

El PCP tiene verdaderos camaradas, entre los que con sano orgullo, estamos los

comunistas de Ecuador, quienes no los abandonaremos, que los apoyamos y criticamos,

que basamos nuestro apoyo, principalmente, organizando la revolución en nuestro país.

-Guerra Popular hasta el Comunismo

El contenido principal de este homenaje es insistir en que lo fundamental del Maoísmo

es el Nuevo Poder mediante la Guerra Popular. Es a partir de estos preceptos que

defendemos al Presidente Gonzalo, al PCP y al Maoísmo.

No pretendemos la defensa por la defensa del presidente Gonzalo, sino su defensa en

función de proseguir la Guerra Popular hasta el comunismo.

Aprovechamos este sincero tributo al presidente Gonzalo para reafirmar la necesidad de

defender la tesis: ¡Guerra Popular hasta el Comunismo!

Está comprobado que, por un lado, es imposible para el proletariado y los pueblos

oprimidos, llegar al poder por otro camino que no sea el de la Guerra Popular; y por

otro lado, que no se puede avanzar del socialismo al comunismo sin una encarnizada y

cruenta lucha contra los elementos seguidores del camino capitalista al interior del

Partido y el Nuevo Estado. La Gran Revolución Cultural Proletaria fue un paso superior

en torno a la construcción del socialismo, pero la práctica demostró que era necesario

realizarla más a fondo, de manera más prolongada y con una reserva armada en el

pueblo y los comunistas para recurrir a ella tan pronto como los revisionistas pretendan

imponerse en el Partido y la dirección del Estado. Por eso bien planteado está ¡Guerra

Popular hasta el Comunismo! Solo cuando la mayoría de la humanidad vaya entrando

en el comunismo y la resistencia de los elementos revisionistas y pro-capitalistas se vea

tan disminuida y dispersa que ya no puedan causar daño alguno, solo entonces el

proletariado podrá dejar completamente las armas, podrá dejar a un lado la violencia de

clases pues las mismas clases sociales prácticamente estarán desapareciendo.

-La marcha de la historia jamás se detiene

El imperialismo y las clases dominantes piensan que con la detención y condena a

cadena perpetua del presidente Gonzalo, la revolución en el Perú está destruida para

siempre; piensan que la rueda de la historia se puede detener por siglos y siglos, que el

sistema capitalista es el mejor de todos y perdurará en la eternidad.

El revisionismo es presa fácil de este tipo de campañas reaccionarias y por ende arrían

las banderas, se dedican a la colaboración de clases y dicen que la revolución no es para

ahora, que el socialismo en el mejor de los casos lo verán sus nietos, que será en 200 o

300 años, que mientras tanto “a disfrutar la vida”, “a otros les compete hacer eso”…

Esta negra campaña es tan fuerte que a veces incluso a comunistas sinceros les hace

tambalear.

Aquí vale reafirmarnos con un gran sentido histórico y clasista.

Page 87: Sendero Luminoso

34

No está por demás decir, que la marcha de la historia jamás se detiene, que todos los

intentos del imperialismo y los reaccionarios por frenar la revolución, no son sino tablas

puestas en la playa pretendiendo detener la marejada.

Cuando la burguesía era revolucionaria y luchaba contra el feudalismo, en los siglos

XVIII y XIX, fue derrotada en muchas batallas, decenas de sus mejores dirigentes

fueron asesinados, aplastados por el puño de hierro de las monarquías, en nuestro propio

país dos representantes de la naciente burguesía como Eugenio Espejo y Eloy Alfaro

murieron, preso el primero, descuartizado el segundo, y pese a todo ello el poder del

imperio español fue derrocado y luego los conservadores.

La lucha del proletariado, una lucha cuya meta final es el comunismo, es por tanto una

lucha cien veces mayor, cien veces más cruenta y difícil. La derrota del socialismo en la

URSS y en China, son derrotas temporales, comprendidas dentro de la lucha entre

revolución y contra-revolución a escala mundial. La captura del presidente Gonzalo y la

compleja situación de la Guerra Popular en el Perú hay que entenderlas en este marco.

El imperialismo y los reaccionarios pudieron ocasionar algunas serias derrotas a los

comunistas y revolucionarios en el Perú, pero no son en modo alguno, derrotas

absolutas ni indefinidas.

Bien dicen los camaradas de uno de los destacamentos de los comunistas maoístas en el

Ecuador, que el imperialismo y los reaccionarios no le pueden infligir al proletariado

una derrota estratégica, que eso es imposible, que tan solo pueden ocasionarle derrotas

parciales, transitorias. Los comunistas como individuos, e incluso como Partido,

podemos ser exterminados, asesinados, pero la clase en su conjunto no puede ser

destruida: el lugar dejado por los que son asesinados y capturados es llenado por nuevos

y nuevos cuadros y combatientes que salen de las mismas masas, del mismo

proletariado. El problema es el tiempo, tiempo más tiempo menos, pero nuevamente se

levantan las banderas rojas.

El imperialismo y los reaccionarios se han lanzado contra el presidente Gonzalo con

enorme odio y furia, como no podía ser de otra manera frente a un comunista de su talla.

No les basta con haberlo condena a cadena perpetua y mantenerlo en aislamiento

absoluto, no les basta con lanzarle lodo todos los meses y años por todos los medios de

comunicación a su alcance, quieren verlo morir tras las rejas, pero sobre todo quieren

matar su legado, su pensamiento, su imagen de comunista verdadero, eso es lo principal

para el imperialismo, pues la carne puede morir, pero las ideas quedan en los demás.

Por todo esto, los comunistas y revolucionarios debemos tomar el legado que nos deja el

presidente Gonzalo, y seguir bregando por la revolución en cada uno de nuestros países

pues la marcha de la historia jamás se detiene y su rumbo está definido: ha llegado la

hora del proletariado y los pueblos oprimidos, es el contexto histórico en el que nos

desenvolvemos donde la revolución es la tendencia principal a nivel mundial, lo que no

significa que la revolución esté a la vuelta de la esquina pero sí que con una adecuada

dirección proletaria podemos empujar vigorosamente el movimiento de masas hacia la

Page 88: Sendero Luminoso

35

Guerra Popular, que en las próximas décadas por venir se darán grandes batallas en todo

el planeta y el desborde de las masas pobres y armadas será como un huracán

incontenible. ¡EL SIGLO XXI, ES EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA

A ESCALA MUNDIAL!

Page 89: Sendero Luminoso

36

Capítulo VII

ARCHIVO FOTOGRÁFICO

El presente archivo de fotografías sobre el presidente Gonzalo corresponde a una

recopilación periodística e investigativa. En los pies de foto se trata de ser lo más

objetivo posible tomando en cuenta que muchas fotos aparecen en los diarios y en la

internet con pies de fotos cambiados, distorsionados o simplemente no los tienen.

Década de 1960 a 1970

En una visita al campo en 1963.

El presidente Gonzalo cuando ingresa como docente a la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga en 1962. Es la persona que está marcada con un círculo rojo en la

parte derecha de la fotografía.

Page 90: Sendero Luminoso

37

Década de 1970 a 1980

Junto a colegas universitarios. De pie, la tercera persona desde la izquierda.

Detención en 1979

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Década de 1980 a 1990

Gráfico que describe la I Escuela Militar del Partido Comunista del Perú para iniciar la Guerra Popular

El Presidente Gonzalo firmando unos libros revolucionarios

Page 92: Sendero Luminoso

39

El presidente Gonzalo en una de las sesiones finales del Primer Congreso del PCP. Está con el pleno del CC. Esta imagen correponde a un video interno filmado para la posterioridad que, por errores de

liberalismo de determinados militantes que debían conservarlo, cayó en manos de la reacción.

El presidente Gonzalo junto al camarada Germán en medio del velorio revolucionario de la camarada “Norah”.

Page 93: Sendero Luminoso

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El presidente Gonzalo reposa junto a la vestimenta de la fallecida camarada “Norah” según una vieja costumbre ayacuchana.

Conforme avanza la Guerra Popular en el Perú, se sistematizan los aportes del presidente Gonzalo en el pensamiento Gonzalo, que es

la aplicación creadora del marxismo-leninismo-maoísmo a la realidad peruana.

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Década de 1990 a 2000

Esta imagen corresponde a una entrevista al presidente Gonzalo antes de su detención, en la que aborda temas muy importantes para el MCI. Lamentablemente el audio es defectuoso.

En pleno momento de la detención por parte de las fuerzas represivas del viejo Estado. El presidente Gonzalo da un claro mensaje a sus captores diciéndoles que “al hombre todo le pueden quitar, menos esto (el pensamiento), así lo maten, pues cuando uno muere, esto

(señalándose la cabeza) queda en los demás”.

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Estos fueron los titulares de la prensa burguesa al día siguiente de la detención del presidente Gonzalo.

El presidente Gonzalo detenido en los calabozos de la DINCOTE.

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El presidente Gonzalo siendo tomado los datos de “ley” en las instalaciones de la DINCOTE.

El 24 de septiembre de 1992, el gobierno de Fujimori pretendió humillar y deslegitimar al presidente Gonzalo presentándolo en una jaula y con traje a rayas ante la prensa peruana y extranjera. Pero el

presidente Gonzalo revirtió esta situación con un contundente discurso llamando a proseguir la Guerra Popular y los acuerdos partidarios.

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Década de 2000 a 2010

El presidente Gonzalo siendo llevado a la Isla San Lorenzo bajo la custodia de decenas de agentes militares armados hasta los dientes…

En noviembre del 2004, en una de las audiencias del juicio por “terrorismo” contra el presidente Gonzalo, sucedió algo similar a lo del 24 de septiembre de 1992: se levantó y agitando el puño en alto lanzó un mensaje de lucha y resistencia. El gobierno de Toledo impidió la transmisión

auditiva de lo que allí sucedía.

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Uno de los diarios más reaccionarios que se editan en el Perú, cuyo director era a esa fecha el genocida Álan García Pérez, recoge el sentir general de la

gran burguesía y el imperialismo contra el presidente Gonzalo.

Ésta es una de las últimas fotografías que se tienen del presidente Gonzalo. Fue tomada por la prensa burguesa en una de las audiencias finales del juicio por “terrorismo” que

culminó en octubre del 2006 con la condena a cadena perpetua.

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BIBLIOGRAFÍA

-ENTREVISTA AL PRESIDENTE GONZALO (El Diario, 1988).

-DISCURSO DEL PRESIDENTE GONZALO DEL 24 DE SEPTIEMBRE DE 1992

-REVISTA “SOL ROJO”, del Movimiento Popular Perú, varios números.

-BIOGRAFÍA “GONZALO, DE NOMBRE OFICIAL ABIMAEL GUZMÁN

REYNOSO”. (www.forocomunista.com).

-LA CUARTA ESPADA, Santiago Roncagliolo

-SENDERO: HISTORIA DE LA GUERRA MILENARIA EN EL PERÚ, Gustavo

Gorriti

-LA VOLUNTAD ENCARCELADA, José Luis Rénique

-LA CAPTURA DEL SIGLO, Benedicto Jiménez Bacca

-INFORME DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN, 2003.

-DE PUÑO Y LETRA, (seudo-autobiografía atribuida al presidente Gonzalo).