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KOBIE (Serie Anejos). Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º 6 (vol. 2), pp. 627 a 638, año 2004. ISSN 0214-7971 Web http://www.bizkaia.eus/kobie PAISES VASCOS Basque Countries RESUMEN Armando Besga Marroquín (*) Repaso de las diferencias más llamativas entre las dos vertientes del País Vasco desde finales del Paleolítico hasta nuestros días. Se enfatiza, además, la importancia de este contraste en la historia del País Vasco. Y se concluye que la diversidad es un elemento fundamental del País. Palabras clave: Divisoria de aguas. Vertiente atlántica. Vertiente mediterránea. Diversidad. SUMMARY Summary of the most outstanding differences between the two sides of the Basque Country since the end of the Paleolithic. Besides, emphasis is made on the importance of this fact in the history of the Basque Country and the conclusion is drawn that diversity is a basic element in the Country. Key words: Watershed. Atlantic side. Mediterranean side. Diversity. LABURPENA Euskal Herriko isurialde bien arteko desberdintasun nabarmenen laburpena, Paleolitoaren hondarretik gaur egun arte. Orobat, bestelakotasun horrek Euskal Herriaren historian duen garrantzia azpimarratzen da, bai eta ondorioztatu aniztasuna Euskal Herriaren funtsezko ezaugarria dela ere. Gako-hitzak: Uren banalerroa. Isurialde atlantikoa. Isurialde mediterraneoa. Aniztasuna. (*) Universidad de Deusto. Bilbao.

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KOBIE (Serie Anejos). Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º 6 (vol. 2), pp. 627 a 638, año 2004. ISSN 0214-7971 Web http://www.bizkaia.eus/kobie

PAISES VASCOS

Basque Countries

RESUMEN

Armando Besga Marroquín (*)

Repaso de las diferencias más llamativas entre las dos vertientes del País Vasco desde finales del Paleolítico hasta nuestros días. Se enfatiza, además, la importancia de este contraste en la historia del País Vasco. Y se concluye que la diversidad es un elemento fundamental del País.

Palabras clave: Divisoria de aguas. Vertiente atlántica. Vertiente mediterránea. Diversidad.

SUMMARY

Summary of the most outstanding differences between the two sides of the Basque Country since the end of the Paleolithic. Besides, emphasis is made on the importance of this fact in the history of the Basque Country and the conclusion is drawn that diversity is a basic element in the Country.

Key words: Watershed. Atlantic side. Mediterranean side. Diversity.

LABURPENA

Euskal Herriko isurialde bien arteko desberdintasun nabarmenen laburpena, Paleolitoaren hondarretik gaur egun arte. Orobat, bestelakotasun horrek Euskal Herriaren historian duen garrantzia azpimarratzen da, bai eta ondorioztatu aniztasuna Euskal Herriaren funtsezko ezaugarria dela ere.

Gako-hitzak: Uren banalerroa. Isurialde atlantikoa. Isurialde mediterraneoa. Aniztasuna.

(*) Universidad de Deusto. Bilbao.

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628 ARMANDO BESGA MARROQUÍN

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es el resultado de una solución de compromiso entre un deseo y una incapacidad. El deseo es el de participar, por razones personales y profesionales, en el homenaje a Juan María Apellá-niz. La incapacidad se encuentra en el hecho de que no puedo realizar ninguna aportación de carácter arqueológico, pese a haber participado en cinco cam-pañas de excavación bajo la dirección de Juan María Apellániz (y algunas otras más), que, por cierto, han sido decisivas en mi vida. En esa tesitura me ha pare-cido lo más apropiado retomar la dualidad geográfi-ca del País Vasco que desarrolló Juan María Apellá-niz en su tesis doctoral sobre la población de caver-nas durante la prehistoria con cerámica1

, y que en mi libro Domuit Vascones he extendido al periodo com-prendido entre el Paleolítico Superior y la invasión musulmana bajo el epígrafe Países Vascos2

• Hecha la elección, el conocimiento que he tenido, gracias al propio autor, de un reciente artículo de Agustín Azkarate, en el que se criticaba el planteamiento cita-do, me ha reafirmado en la conveniencia de volver a tratar el asunto3

Además, hay otra razón: la confusión que real-mente se- produce al utilizar el nombre de País Vasco y de la que yo también participó. Hasta ahora he empleado esa expresión para referirme al País Vasco de los siete territorios4

• Pero ése no es el sentido con el que utilizan dicha denominación otros, quizá la

El Grupo de Los Husos durante la Prehistoria con cerámica, Estudios de Arqueología Alavesa, 7, 1974, págs. 5-402; El Grupo de Santimamiñe durante la Prehistoria con cerámica, Munibe,_25, 1975, págs. 1-135.

2 Librería Anticuaria Astarloa, Bilbao, 2001, págs. 44-64. 3 La arqueología y los intereses historiográficos (De los postula­

dos vascocantabristas a las necrópolis tardoantiguas de influen­cia nordpirenaica), Bidebarrieta, XII, 2003, págs. 27-60. La necesidad de retomar la cuestión se hace más perentoria si se tiene en cuenta que la he difundido en los libros de Enseñanza Secundaria de la editorial Anaya como uno de los argumentos fundamentales de la historia del País Vasco.

4 Prueba de que la confusión existe es que ahora, en círculos nacionalistas, se tiende a hablar sólo de seis territorios, uniendo en uno Navarra y la Baja Navarra francesa. Sin duda -como en los incorrectos (y nuevos) términos de lparralde, Hegoalde y "País Vasco continental"- hay una finalidad política clara en esta propuesta: la de hacer más artificial la frontera pirenaica, que, por cierto, es una de las fronteras más antiguas de Europa. Pero la Baja Navarra no se llama así por ser parte de una comu-nidad natural o histórica, sino por haber formado parte del Reino de Navarra entre finales del siglo XII y 1530. Pero, significati-vamente, durante ese periodo el territorio no recibió el nombre de Baja Navarra, sino el de merindad de Ultrapuertos o tierra de vascos, porque el territorio conocido como Vasconia durante la Baja Edad Media era el sudoeste francés, hasta el punto de haber dado lugar al corónimo de Gascuña. Fue durante la Edad Moder-na cuando empezó a llamarse Baja Navarra a la antigua merin-dad de U! trapuertos.

mayoría. De hecho, el Diccionario de la Real Acade-mia define al "vasco" como vascongado, en la prime-

· ra acepción, y como natural de una parte del territo­rio francés comprendido en el departamento de los Bajos Pirineos, en la segunda; y al "vascongado", como natural de alguna de las provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya5

• Y ése es el sentido original de lo que, significativamente, no es más que un galicis-mo introducido en el siglo XlX6

• De ahí su forma extraña para la lengua española de "País Vasco", pues su territorialización en Vasconia sólo es una forma erudita que apenas ha tenido aceptación. Además, esa forma le da una connotación étnica que no resulta afortunada cuando en ámbitos nacionalistas, tan importantes hoy en el País, se tiende a distinguir entre población vasca (o del País Vasco) y pueblo vasco7

• Y es que el vasco, entendido como el miem-bro de una etnia que hablaba euskera, sólo es uno de los elementos componentes del País Vasco, en cuya importancia no entro ahora. Y no por la inmigración del último siglo (que, por cierto, poco ha afectado a Navarra), sino porque los otros han estado aquí desde el principio8

• De tal manera que País Vasco no es real-mente equivalente a Euskal Herria, nombre que ya se puede datar en el siglo XVI aunque su uso durante mucho tiempo debió de estar reducido a ámbitos eru-ditos, entendido como país del euskera, pues el terri-torio no ha sido monolingüe en los últimos tres mil años, por lo menos, ni esa lengua se ha hablado en todo él9

• Sus territorios tampoco son las fracciones de una etnia, sino comunidades políticas formadas en la

5 Al menos lo hacía así en la vigésima primera edición, que es la que poseo (Madrid, 1992, pág. 2063).

6 José Miguel de Azaola, Los vascos ayer y hoy, vol. 1, Revista de Occidente, Madrid, 1976, págs. 18-19. Hay que tener en cuenta que a partir del año 1000 el adjetivo "vasco" con carácter de gen-tilicio se utilizó para designar sólo a los habitantes de Gascuña primero y del País Vasco francés después. Lo primero se aprecia claramente ya en el mapa del Beato del monasterio gascón de San Severo, realizado hacia 1060, en el que Wasconia aparece al norte de los Pirineos.

7 Sobre esa distinción, véase: Juan Aranzadi, El escudo de Arqui­loco, vol. I Sangre vasca, A. Machado, Madrid, 2001, págs. 393-461.

8 Los primeros restos de lo que se ha llamado Tipo Pirenaico Occi-dental no son más antiguos que los mediterráneo gráciles encon-trados en el País Vasco.

9 Dejando el caso de Navarra, que es muy claro, hay que tener pre-sente que no se ha podido detectar ningún elemento de tipo vasco entre los autrigones, pobladores antiguos del País Vasco más occidental, y que en dicha zona, que hoy forma parte de Viz-caya y Ala va por determinados hechos medievales (que podrían no haberse dado), nació también el castellano. Véase: José María Gómez Fraile, Los celtas en los valles altos del Duero y del Ebro, Universidad de Alcalá. 2001, 575 págs.; Isabel Echevarría, Hábeas de toponimia carranzana. Materiales para el estudio del castellano de Vzzcaya, Universidad del País Vasco, Bilbao, 1999, 559 págs; A. Besga, Astures y Vascones. Las Vascongadas y el Reino de Asturias. El País Vasco entre los siglos VIII y X, Libre-ría Anticuaria Astarloa, Bilbao, 2003, n. 4 de las págs 167-169.

KOBIE (Serie Anejos n.º 6. Vol. I), año 2004. Homenaje al Prof. Dr. J. M.' Apellániz

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Edad Media, que en la zona peninsular integraron poblaciones no vascas en los casos de Alava, Vizca-ya y, sobre todo, Navarra10

• Y, como es sabido, no es posible sumar manzanas y que el producto sea un peral. El empleo del nombre "País Vasco" con el sig-nificado más amplio, el de los siete territorios, resul-ta problemático porque, no siendo una región natural, no ha tenido, ni tiene, una existencia real, y por no tener no ha tenido ni nombre siquiera hasta hace poco (y el mismo es discutido y discutible) 11

• Difícil es que en esas condiciones pueda haber tenido alguna uni-dad que le permita convertirse en sujeto coherente de una investigación histórica. Dado que no ha llegado a formar una comunidad histórica, hoy por hoy una his-toria del País Vasco no puede ser más que una yuxta-posición de historias, en mayor grado que las de la España medieval, y vinculadas, además, a otras histo-rias de fuera. Por todo ello, resulta más preciso hablar de Países Vascos que de País Vasco, porque eso es realmente lo que ha existido12

10 Eso es lo que justificó antaño la denominación País Vasco-Nava-rro, hoy caída en desuso. También ha caído en desuso el nombre de Vascongadas, que incluso, en ciertos ambientes, se ha carga-do de una connotación peyorativa. Y, sin embargo, tiene una rea-lidad detrás que no ha comenzado con su constitución como una comunidad autónoma en 1979, pues fueron durante siglos los territorios vascos del Reino de Castilla, lo que les dio una uni-dad. Y no tiene los problemas que plantea el corónimo "País Vasco", que puede ser su sinónimo. Curiosamente, con el triun-fo del término "Euskal Herria" en el mundo nacionalista se está produciendo un uso nuevo de la palabra "Euskadi", inicialmente "Euzkadi" (neologismo que también plantea problemas por su deficiente invención por Sabino Arana), pues se está empleando como sinónimo de Vascongadas. Cambios como este, o como el de la Euskal Herria de los seis territorios, denotan una artificia-lidad que sólo es posible cuando se opera con imaginarios.

11 No es cierta la afirmación de Ibarretxe, realizada durante la pri-mera presentación de su plan (27 de septiembre de 2002) como uno de sus fundamentos, de que este ámbito en el que se ha asentado el Pueblo Vasco a lo largo de su historia ha sido cono­cido con diferentes denominaciones de Vasconia, Reino de Navarra, Euska/herria, País Vasco-Navarro, Euskadi o País Vasco. En cuanto a la repetida afirmación de que el País Vasco es una comunidad natural, como si fuera un productó de la Geo-logía, es sólo una forma de salir del paso, pues únicamente corresponde a una realidad virtual y doctrinal. En cuanto a la idea vertida en la nueva programación de la Historia de segun-do de bachillerato enviada por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco el 11 de junio de 2002 de que Euskal Herria se presenta con una conciencia de identidad espacial en la His-

. toria no sé que puede significar, aunque parece que con ello se quiere justificar su existencia como un sujeto histórico. Tras haber redactado este artículo hace más de dos años, he profundizado en la reflexión de los problemas del nombre de "País Vasco" en La "Wasconia" del mapa del Beato de Saint­Sever y el problema del nombre (o la esxistencia) del País Vasco en el siglo XI, Letras de Deusto, 105, 2004, págs. 9-42.

12 Incluso se podria decir Países más o menos Vascos, porque entre ellos se dan diferencias de esa naturaleza. Por otra parte, dado que el País Vasco de los siete territorios es sólo un proyecto político, la utilización de ese nombre con ese significado tiene implicaciones políticas. V. las reflexiones de

Pero los países vascos de los que voy a tratar son los originados por la divisoria de aguas que divide Vasconia en dos vertientes, atlántica y mediterránea, de geografía muy distinta. No obstante, conviene matizar que esa frontera es un límite aproximado que pudo cambiar algo a lo largo del tiempo para incluir en la zona norte la vertiente montañosa meridional de la propia divisoria. Bastante extraordinario es que se hayan podido distinguir a lo largo de los milenios un territorio septentrional y otro meridional como para esperar que su frontera haya sido inamovible.

LA PREHISTORIA

Cabe recordar primero la exposición que hice en Domuit Vascones sobre la existencia de dos zonas muy diferenciadas durante la Prehistoria, y que ha sido criticada por Agustín Azkarate.

Señalé entonces que la dualidad geográfica que ha caracterizado al País Vasco se podía remontar al Paleolítico Superior, porque durante este periodo casi todos los yacimientos descubiertos se han encontrado al norte de la divisoria de aguas y, lógicamente, todas las cuevas con arte rupestre. La geografía suele impo-ner sus condiciones, y más en esta época de glacia-ción en que los hombres tenían pocos medios para combatir un frío que debió de ser espantoso en el interior de la Península Ibérica.

Ante semejante contraste, A. Azkarate, apoyado en un estudio reciente, ha señalado que existen evi-dencias del uso de sílex procedente de la vertiente mediterránea en los yacimientos costeros13. Y que en los últimos años se han ido descubriendo yacimientos del Paleolítico Superior en Treviño, las riberas del . Zadorra, estribaciones septentrionales de la Sierra de Cantabria, Llanada alavesa oriental, Barranca navarra y Sierra de Urbasa 14

He de decir que en la última síntesis de Prehisto-ria Vasca, publicada en 1999, y que sirvió de base para mi exposición en Domuit Vascones no aparecía registrado ningún yacimiento alavés del Paleolítico Superior y sólo siete en la Navarra mediterránea de

Pedro José Chacón sobre el papel del territorio en el nacionalis-mo vasco en su artículo Historia, en 1 O palabras clave sobre el nacionalismo (dir. por Jesús María Osés), Verbo Divino, Pam-plona, 2001, págs. 371-374.

13 Op. cit., pág. 40. El estudio citado es M. Aguirre, J.C. López Quintana y A. Saériz de Buruaga, Medio ambiente, industrias y poblamiento prehistórico en Urdaibai (Gernika, Bizkaia) del Würm reciente al Ha/ocena medio, Illunzar, 1998/2000, 4, pág. 30.

14 !bid.

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un total de 59 yacimientos· del País Vasco15• Bien, el

contraste ·ya no es tan grande como suponía, casi entre el blanco y negro. En este periodo, como en los siguientes, las diferencias son entre un gris claro y un gris oscuro, suficientes para justificar la distinción entre ambas vertientes. Y es que aunque se produzcan en lo sucesivo nuevos descubrimientos que comple-ten nuestros conocimientos, estimo que lo descubier-to ahora constituye una muestra significativa de lo que llegaremos a descubrir. Y en este caso, dejando al margen que el Paleolítico Superior es un periodo de veinte mil años en el que pudieron pasar muchas cosas, la densidad de población que se deduce del número de yacimientos descubiertos es muchísimo mayor en la vertiente atlántica que en la mediterrá-nea, y que eso tiene que ver con las estrategias de gestión del territorio, a las que alude Agustín Azka-rate, de ambas zonas.

En el Epipaleolítico, el contraste entre ambas ver-tientes no es tan acusado, pero la mayoría de los yaci-mientos siguen hallándose en la vertiente atlántica, y en toda la mitad meridional de Navarra no se encon-trado ninguno, como si la población procediera del norte y hubiese tardado en extenderse por los territo-rios antes despoblados 16

A partir del Neolítico, que en el País Vasco meri-dional remonta a mediados del V milenio a. de C., la información es más abundante y permite entrever una mayor diferencia entre las dos vertientes. Desde entonces, los yacimientos son mucho más numerosos en la vertiente mediterránea, salvo los monumentos megalíticos, que son excepcionales en la mitad meri-dional de Navarra (a pesar de que cuenta con el 45% de los dólmenes de todo el País Vasco) y escasean en buena parte de Alava.

Una diferencia importante se observa en los tipos humanos que pueblan el País Vasco: al norte de la divisoria predomina el tipo pirenaico occidental, y al sur el mediterráneo grácil, tipo mayoritario en la Península, que coexiste con otros minoritarios17

15 Xabier Peñalver, Sobre el origen de los vascos, Txertoa, San Sebastián, 1999, mapa de la página 41.

16 X. Peñalver, op. cit., mapa de la página 73. El contraste es aún mayor en el Aziliense o Epipaleolítico anti-guo (8500/8200-6800 a. de C., pues faltan los yacimientos en Alava y son muy- escasos y septentrionales los de Navarra. Según Ignacio Barandiarán, es a partir del Epipaleolítico pleno (6800-5500 a. de C.) cuando el espacio habitado de Euskalhe­rria se amplia ocupándose por primera vez cuevas o abrigos rocosos bastante alejados de la costa y en altitudes de media montaña (La Prehistoria, en Gran Atlas Histórico del País Vasco, Lur Argitaletxea, Bilbao, 1995, pág. 24).

17 El único cálculo de porcentajes de los distintos tipos humanos que habitaban el País Vasco en la Prehistoria del que tengo

También se puede señalar que la introducción de nuevas formas de vida fue más precoz en la vertiente mediterránea, cuyo desarrollo cultural desde el Neo-lítico hasta la integración en el Imperio Romano fue mucho más avanzado. Frente a esta estimación gene-ralizada, Agustín Azkarate aduce que los últimos des-cubrimientos están demostrando que los primeros agricultores y ganaderos se evidencian al norte de la divisoria en horizantes cronológicos similares a los que se conocen en la vertiente mediterránea 18

• De ser cierta esta apreciación, contrastaría con el retraso que se constata en la introducción de las formas de vida mediterránea en la vertiente atlántica durante las pri-meras etapas históricas.

Otra diferencia importante se encuentra en la eco-nomía. La agricultura, que encontró en gran parte de Alava y Navarra buenas condiciones para su desarro-llo, se convirtió en la actividad principal de las pobla-ciones de la vertiente mediterránea. En cambio, al. norte de la divisoria de aguas, la economía debió de ser básicamente pastoril, aunque en los últimos años se han hallado, por primera vez, indicios de prácticas agrícolas. Frente a este planteamiento, Agustín Azka-rate ha objetado lo siguiente:

"Hasta hace pocos años era casi general la opi­nión de que los pobladores de las zanas atlánticas tendrían como casi exclusiva actividad la de la gana­dería, forzados de alguna manera por el medio físico no tan propicio para el cultivo de cereales tal y como en esos momentos se estaba produciendo en amplias supeifi.cies de Araba y Nafarroa mediterránea" Sin embargo, "la localización de grandes vasijas de almacenamiento" abundantes gramíneas calcinadas diversos aperos de labranza y, sobre todo, los estu­dios carpológicos y palinológicos efectuados en este yacimiento" han aportado evidencias "sobre las muy variadas especies cultivadas, aportando incluso datos acerca de la alternancia de cultivos y fases del tratamiento sobre las gramíneas tras su recolec­ción "19

noticia fue realizado por J.M. Basabe sobre la población alavesa enterrada en cuevas en el Eneolítico y los comienzos de la Edad del Bronce: mediterráneos gráciles (c. 60%), pirenaico-occiden-tales (15%), paleomorfos cromañoides (11 %), y otros grupos minoritarios (mediterráneos robustos, euroafricánidos, tipo Baurne-Chaude) (Restos humanos de algunas cuevas sepulcra­les de Alava, Estudios de Arqueología Alavesa, 2, 1967, págs. 49-91).

18 Op. cit., pag. 40. El autor se remite a una información verbal proporcionada por A. Saénz de Buruaga.

19 Op. cit., pág. 41. Los textos entrecomillados pertenecen a la página 234 de la obra de Xabier Peñalver y Eloisa Uribarri Intxur. Burdin Aroko herrixka. Poblado de la Edad del Hierro (lizardi Kultur Elkartea, Tolosa, 2002, 247 págs.).

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Pero el contraste que había establecido no se encontraba entre agricultura sí y agricultura no. Lo que habría que probar para refutar lo que escribí es que la agricultura tenía la misma importancia en ambas vertientes. Eso supondría, ni rnás ni menos, que "la edad de oro" de la agricultura en el País Vasco atlántico habría tenido lugar durante los últimos periodos de la Prehistoria, cuando los agricultores contaron con los medios rnás primitivos en una geo-grafía nada favorable para su trabajo. Esto, sin duda, habría llamado la atención de los geógrafos romanos, que estuvieron en mejor condición que nosotros para observar el fenómeno. Y esto sirnplernente no es verosímil cuando en la actualidad la superficie dedi-cada a la agricultura en Vizcaya y Guipúzcoa es sólo del' 6% y 6,6% respectivamente y en Alava del 28,3%, es decir, casi cinco veces rnás, incluida su parte atlántica2º. Y ésta no es una situación reciente, pues en la Edad Media fue proverbial la pobreza agrí-cola de Vizcaya y Guipúzcoa21

, que todavía en el .Renacimiento servía a Esteban de Garibay para justi-ficar los privilegios del territorio22

• No veo, pues, razón para cambiar de juicio.

Por otra parte, el nuevo hábitat al aire libre en cho-zas se documenta antes en la vertiente mediterránea y, sobre todo, alcanza mayor desarrollo: las primeras cabañas al aire libre se detectan durante el Neolítico avanzado y el Eneolítico (2500-1800 a. de C.), y en la Edad del Bronce pleno y final (1500-850 a. de C.) estas viviendas se agrupan y dotan de elementos comunes corno murallas, silos y pozos. Hasta hace poco, se desconocía la existencia de poblados en Viz-caya y Guipúzcoa, pero en los últimos años se han podido contabilizar una veintena23

; rnas el contraste continúa, ya que sólo los alaveses triplican sobrada-mente esa cantidad, además de que existen diferen-cias de entidad, pues tanto en Alava corno en Navarra se hallan poblados con un incipiente urbanismo durante la Edad del Hierro.

Ante esta exposición, Agustín Azkarate ha señala-do lo siguiente:

20 Datos del Anuario de Estadística Agraria del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación recogidos por E. Ruiz Urres-tarazu, (Aspectos del espacio natural de Alava, en La formación de Alava, Diputación Foral de Alava, Vitoria, 1984, pág. 398).

21 V. los testimonios recogidos por A.E. de Mañaricúa, Alava, Gui­púzcoa y Vizcaya a la luz de su historia, Leopoldo Zugaza edi-tor, Durango, 1977, págs. 75-80.

22 J. Caro Baraja, Introducción a la historia social y económica del pueblo vasco, Txertoa, San Sebastián, 2 ed., 1980, pág. 20.

23 V. M. Unzueta, Indigenismo prerromano en la vertiente cantá­brica del País Vasco: Fuentes documentales y contexto arqueo­lógico. en Problemática de la reconstrucción del poblamiento en el País Vasco. Un enfoque interdisciplinar, Illunzar94, págs. 104-107.

Son significativas asimismo las conclusiones ofre­cidas por los estudios llevados a cabo en el importan­te castro guipuzcoano de Intxur y que no nos resisti­mos a sintetizar. a) "Podemos decir que en este periodo (Edad del Hierro) los tipos de asentamiento son en su casi totalidad asentamientos al aire libre, principalmente recintos amurallados como el de Intxur, frente a los hábitats en cueva que también son minoritarios". b) la investigación "está permitiendo constar la existencia de importantes actividades en su interior, similares a las que se estaban desarro­llando en poblados conocidos de la vertiente medite­rránea de Euskal Herria, así como otros puntos del continente europeo". c) "las formas rectangulares de las plantas acogen divisiones interiores al menos en una de las viviendas, y esa distribución parece coin­cidir con el esquema de muchas de las viviendas de planta rectangular conocidas en la vertiente medite­rránea". d) En el terreno de la organización social, algunos aspectos nos sitúan ante un panorama rela­tivamente similar al existente tanto en la vertiente mediterránea de Euskal Herria, como en otras áreas del continente ( ... ).Así mismo, la ordenación y cons­trucción de las viviendas, la ubicación de los campos de cultivo y zonas de pasto y otro gran número de tareas serán actividades que corroboran un elevado nivel de estructuración social "24

Sin embargo, estimo que gran parte de los efectos de esta crítica ya estaban descontados en mi plantea-miento, en el que daba cuenta de la existencia tam-bién de poblados al aire libre en la vertiente atlántica. Y en lo demás se pueden introducir matizaciones que quitan fuerza a la argumentación:

l. Los supuestos poblados de la vertiente ~atlánti­ca del País Vasco son tardíos, ya que correspon-den al primer milenio antes de Cristo y, sobre todo, a su segunda mitad25

2. Los 72 poblados descubiertos hasta la fecha26

son ante todo recintos amurallados21, pues sólo

se han descubierto viviendas en dos de ellos (Berreaga e Intxur) e indicios de su existencia en otros dos (Buruntza y Zerkupe)28

24 A Azkarate, op. cit., pág. 41. Los textos entrecomillados son de X. Peñalver y E. Uribarri, Intxur, págs. 231, 232 y 233.

25 Xabier Peñalver, El hábitat en la vertiente atlántica de Euskal Herria. El Bronce final y la Edad del Hierro, Kobie, anejo 3, 2001, págs. 213-215.

26 Dos en la Alava atlántica, ocho en Vizcaya, siete en Guipúzcoa y cincuenta y cinco en el País Vasco francés (ibid., págs. 31-32)

27 Sobre las explicaciones que se han dado hasta hace poco de estos fenómenos, v. ibid., págs. 233-234.

28 !bid., págs. 149 y SS.

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3. El que se haya encontrado sólo una vivienda de planta rectangular con subdivisiones parecidas a las halladas en los yacimientos de la vertiente mediterránea (Intxur) no puede elevarse, a mi juicio, a categoría significativa. De hecho, las viviendas descubiertas en el otro poblado (Berreaga) son diferentes, pues son de formas .redondeadas 29

4. En estas condiciones parece exagerado concluir que la investigación está permitiendo constar la existencia de importantes actividades en su interior, similares a las que se estaban desarro­llando en poblados conocidos de la vertiente mediterránea de Euskal Herria, así como otros puntos del continente europeo; y que en el terreno de la organización social, algunos aspectos nos sitúan ante un panorama relativa­mente similar al existente tanto en la vertiente mediterránea de Euskal Herria, como en otras áreas del continente. El propio Xabier Peñalver en la misma página en la que realizó la primera afirmación escribía poco después que el empleo de fortificaCiones de considerables dimensio­nes es un hecho destacado en todos los yaci­mientos catalogados, si bién su papel no está lo suficientemente aclarado dado el desconoci­miento actual acerca de las formas de vida acerca y los tipos d? relación social de sus constructores30

5. Los hallazgos de cerámica a tomo son excepcio-nales, pues únicamente se han encontrado en seis yacimientos (tres vizcaínos y tres guipuzcoanos), y, en todos ellos, la fabricada a tomo es muy escasa numéricamente frente a la modelada31

6. Aunque seguramente tiene poca importancia, conviene destacar que hasta el momento en la zana atlántica no ha sido localizado ningún hábitat disperso, si bien la cubierta vegetal y otra serie de factores dificultarían su hallazgo aún en el caso de existir32

Por consiguiente, estimo que existen todavía sufi-cientes razones para seguir distinguiendo las dos ver-

29 !bid., págs 149 y 237. 30 !bid., pág. 236. Ciertamente, la frase citada por A. Azkarate está

tomada del libro de Intxur (que constituye el caso más favorable para establecer la comparación, aunque no ha proporcionado cerámica a tomo); pero en esa obra X. Peñalver no hacía sino repetir lo que ya había escrito en la otra publicación, que es ante-rior, y además en la misma página repetía también la última frase (pág. 232).

31 X. Peñalver, El hábitat ... , págs. 185-188. 32 X. Peñalver y E. Uribarri, Intxur, pág. 232.

tientes del País Vasco. A mi juicio, los avances pro-ducidos por la investigación arqueológica en los últi-mos años únicamente permiten matizar mejor las diferencias entre ambas zonas.

Por otra parte, las diferencias entre ambas vertien-tes también se aprecian entre las poblaciones que continuaron viviendo en cuevas hasta el comienzo de la Edad del Hierro en que desaparece este tipo de poblamiento. Precisamente, fue la tesis doctoral de J.M. Apellániz la que dio cuenta de ellas al mostrar la existencia de dos grupos distintos: el de Santimarniñe al norte, cuya población responde al tipo pirenaico occidental y su economía era pastoril; y el de Los Husos, al sur, formado por gentes mediterráneas y con una economía preferentemente agricola. Cierta-mente, los progresos de la investigación en las últi-mas décadas obligan a matizar las primitivas conclu-siones, pero la distinción de las dos áreas, cuyos lími-tes occidental y oriental no han sido precisados, con-tinúa vigente.

Las grandes diferencias existentes entre ambas vertientes al final de la Edad del Bronce33 fueron incrementadas con la llegada de poblaciones e influ-jos indoeuropeos en la Edad del Hierro34

, pues e~tas novedades afectaron, sobre todo, a la vertiente medi-terránea del País Vasco35

, que también conoció la

33 Las diferencias que he enumerado podrían aumentarse con un estudio más detallado. Así, por ejemplo: La cerámica campani­forme aparece en los depósitos funerarios del Calcolítico: la de tipo marítimo y cardado se encuentra en zonas septentrionales de Euskalerria (dólmenes de Pagobakoitza, Gorostiaran y Tri­kuaitzi) y la de tipo continental en varios dólmenes más próxi­mos al cauce del Ebro (San Martín, Sorilo, Los Llanos ... ) y en los sitios de La Ranke, Tudela, y Las Bárdenas (l. Barandiarán, La Prehistoria, pág. 30). A ello hay que sumar las diferencias en los ritmos de la evolu-ción de las dos vertientes. Así, por ejemplo, el megalitismo comenzó en la Rioja alavesa hacia el año 3200 a. de C., pero tuvo una perduración en la Edad del Hierro en la zona pirenaica (límite entre Guipúzcoa, Navarra y el País Vasco francés) en los círculos de piedra o baratzak donde se incineraban a los difun-tos (práctica que se prolonga en el País Vasco francés durante el primer milenio después de Cristo). Este sí es un fenómeno sin-gular, pero afecta sólo a un pequeño territorio del País Vasco.

34 Sin embargo, ha sido frecuente considerar que la heterogeneidad del País Vasco en vísperas de la conquista romana se debe a las migraciones indoeuropeas (que han llegado a ser calificadas como un fenómeno perturbador). Esta interpretación es un pro-ducto más de la consideración de que el pueblo vasco no sólo ya existía, sino que ocupaba también el mismo País Vasco.

35 El proceso de indoueropeización de la Península Ibérica, dados los testimonios disponibles, es uno de los capítulos más proble-máticos de la historia de España, por lo que me limito ahora a dejar constancia de su importante incidencia en Alava y Navarra, que también se deja sentir, aunque en mucha menor medida, en Vizcaya y Guipúzcoa, donde se rastrea en topónimos como Ner-vión y Deva. V. J.J. Sayas, Indoeuropeos y vascones en territo­rio vascón, ahora en Los vascos en la Antigüedad, Cátedra, Madrid, 1994, págs. 49-78.

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PAÍSES VASCOS 633

influencia celtibérica procedente del sur en las víspe-ras de la conquista romana36

Por consiguiente, se puede afirmar que durante la Prehistoria postpaleolítica se distinguen en todo momento dos áreas en el País Vasco, cuya frontera común se sitúa en torno a la divisoria de aguas. Que esto es así se comprueba en la etapa siguiente, pues las diferencias de la romanización, como en muchas otras regiones, fueron consecuencia, entre otras cosas, del desigual punto de partida37

EDAD ANTIGUA

Frente a lo que sugieren las descripciones de los autores romanos, que ignoran la divisoria de aguas (salvo en el tramo pirenaico)38

, la dualidad geográfica que hemos visto manifestarse en la Prehistoria apare-ce con toda claridad en época romana. La magnitud de este contraste se puede sintetizar en un par de frases realizadas por dos de los más importantes investiga-dores que han estudiado la romanización del País Vasco. Por un lado, I. Barandiarán escribió que Vizca-ya y Guipúzcoa pueden calificarse sin duda como las provincias del Sudoeste de Europa a las que menos influyera ese proceso de presencia y aculturación que fue la romanización39

• Por otro, J. Caro Baraja acerta-damente señaló que la romanización entre ellos [los vascones más meridionales] fue tan intensa como la de la zana que más de la Península40

, afirmación que este autor nos permitiría extrapolar a buena parte de

36 También afectó al norte aunque en mucho menor medida (v. M. Unzueta, Indigenismo .. ., pág. 110).

37 Cabe señalar que el carácter de esta exposición ha condicionado la redacción. Por una parte, dado que el planteamiento que había realizado en Domuit Vascones había sido criticado, me he limi-tado a reproducirlo con algunos cambios que no afectan al con-tenido (op. cit., págs. 55-58). Por otra parte, la discusión ha que-dado centrada en las publicaciones de Xabier Peñalver, anterio-res y posteriores al año 2000. Efectivamente, esto es así porque la base de mi exposición se encuentra en la obra del citado autor Sobre los orígenes de los vascos (y en menor medida en el artí­culo ya mencionado de Ignacio Barandiarán), y porque su críti-ca se había fundamentado en las nuevos libros de este investiga-dor. Asimismo, aunque no es una disculpa, quiero dejar constancia del hecho de que los historiadores estamos en desventaja con los prehistoriadores, porque la Prehistoria es un saber que produce nuevas fuentes cada año, lo que hace que sus visiones de con-junto queden mucho más rápidamente anticuadas que las obras de síntesis sobre cualquier periodo histórico. En este sentido, sería muy conveniente que se elaborara un extenso estado actual de nuestros conocimientos y que se renovara cada cierto tiempo

38 No obstante, el contraste está implícito, dada la enorme despro-porción entre los lugares citados de las dos vertientes.

39 Guipúzcoa en la Edad Antigua, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, San Sebastián, 2 ed., 1976, p. 75.

40 Los Pueblos del Norte, Txertoa, San Sebastián, 2 ed., 1977, pág. 103 ..

Alava41• En este sentido cabe recordar que vascones

meridionales fueron Quintiliano y, seguramente, Pru­dencia y que ningún otro pueblo hispano puede pre-sentar semejante contribución a la cultura latina.

Además, con el paso del tiempo, las distinciones aumentaron, pues en los últimos siglos del Imperio Romano a las diferencias de romanización (que, por lo menos, se mantuvieron42

) hay que añadir las produ-cidas por la extensión del cristianismo por la vertien-te mediterránea del País Vasco43

Ciertamente, como ha señalado Agustín Azkarate, los estudios y publicaciones, en efecto, están demos­trando "con evidencias incuestionables cuán profun­da fue la transformación de las costumbres y los modos de los pobladores de Galicia, el norte de la Meseta septentrional y la comisa cantábrica a partir de la conquista romana, equiparable al de otros muchos pueblos hispanos a pesar de sus innegables particularidades"44

• En la última década se han mul-tiplicado los descubrimientos de la Arqueología

41 Partiendo de las inscripciones, M. L. Albertos concluyó que de las cuatro provincias estudiadas, la más romanizada, sin lugar a dudas, es Alava (La antroponimia en las inscripciones hispano­rromanas del País Vasco, Estudios de Deusto, 20, 1972, pág. 354). Recientemente l. Filloy y E. Gil han podido afirmar que el principal resultado -no por evidente menos importante- que podemos extraer de nuestra tarea investigadora es que el Terri­torio Histórico de Alava atraviesa la etapa romana -incluyen­do sufasefinal-como una zona más, algo periférica si se quie­re, de la parte occidental del imperio (El poblamiento de época romana en Alava, en La romanización en Alava. Catálogo de la exposición permanente sobre Alava en época romana del Museo de Arqueología de Alava, Diputación Foral de Alava, Vitoria, 2000, pág. 54). La importancia de la romanización de Alava puede verse en la obra colectiva dirigida por los autores citados titulada así

42 Ciertamente, como consecuencia del proceso de ruralización que afecta al Imperio Romano, la romanización parece retroceder por todas partes. Pero el mantenimiento en las zonas medias de Navarra y Alava de ciudades como Pamplona y Veleia es sufi-ciente para marcar las diferencias, pues en Vizcaya y Guipúzcoa se abandonan la veintena de asentamientos que se han descubier-to hasta la fecha, y la arqueología romana se reduce prácticamen-te a los yacimientos de cueva. Importa señalar para tomar con-ciencia de la magnitud de las diferencias que Veleia posee en el Bajo Imperio un perímetro amurallado de kilómetro y medio que alberga una extensión de casi 12 hectáreas (la cuarta parte que en el Alto Imperio), es decir, el doble del Bilbao de las siete calles del siglo XV, que sólo era superada entonces en'Vizcaya (y por muy poco) por Bermeo. Súmese a ello la importancia de las villas tardorromanas halladas en el sur del País Vasco y que no se han detectado (a diferencia de lo que sucede en Cantabria y, sobre todo, Asturias) en el norte.

43 V. la reciente síntesis de K. Larrañaga, Proceso cristianizador y pervivencia de rituales paganos en el País Vasco en la Tardo Antigüedad y Alta Edad Media, Hispania Sacra, 104, 1999, págs. 613-623.

44 Op. cit., pág. 42. El texto entrecomillado es de A. Morillo, Lucernas romanas en Cantabria, Estudios en Homenaje al pro­fesor Dr. García Guínea, Sautuola, VI, 1999, pág. 355.

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romana en la comisa cantábrica, lo que ha obligado a reconocer la existencia de una romanización en este territorio. Ahora bien, no se debe caer en el extremo contrario, pues hay romanizaciones y romanizacio-nes45. Y no sólo hay diferencias de cantidad, sino tam-bién de naturaleza, pues la romanización de la corni-sa cantábrica es una romanización al margen de la ciudad46.

Finalmente, hay que señalar que el fenómeno observado en el País Vasco se manifiesta también a lo largo de toda la comisa cantábrica, donde la divisoria de aguas constituye una frontera, pese a que los geó-grafos romanos refieran la existencia de unos pueblos que se extendían a uno y otro lado de la cordillera Cantábrica. Hasta tal punto es así que, observando las grandes diferencias existentes entre los cántabros de uno y otro lado de la divisoria, Eduardo Van den Eynde Cerutti ha defendido que los verdaderos cán­tabros sólo fueron los de la vertiente mediterránea, y que la Cantabria romana fue una unidad artificial creada por los romanos al unir a aquellos verdaderos cántabros las poblaciones sin personalidad de la costa47.

45 V. el debate realizado al respecto en La época de la monarquía asturiana. Actas del simposio celebrado en Covadonga (8-10 de octubre de 200!), Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo 2002, págs. 125-161. Por mi parte, he de confesar que no soy sospechoso de ser cicatero con las evidencias de la romanización en el norte de España, pues buena parte de las investigaciones que he realizado han sido contra la teoría indigenista de Marce-lo y Vigil, que en sus formulaciones más extremas llegaba a pos-tular la existencia de una sociedad casi paleolítica en la comisa cantábrica en vísperas de la rebelión de Pelayo.

46 La clave de la cuestión está, por supuesto, en el significado que se le dé al término "romanizar". Romanizar es en principio "hacer romano". Ahora bien, si ello significa la sustitución de las organizaciones sociales, económicas y territoriales indíge­nas por las romanas, entonces el territorio del Noroeste jamás fue romanizado. Si, por el contrario, por romanización entende­mos el proceso de cambio que siifrieron las comunidades indíge­nas al integrarse en el mundo romano, obligadas a adaptarse a los intereses del imperialismo, en este caso, la romanización del noroeste fue profunda y completa, tanto que supuso un cambio tan esencial como la imposición de una sociedad de clases. Desde este punto de vista puede afirmarse que en el conventus Asturum la presencia romana tuvo una trascendencia histórica mucho mayor que en territorios como la Bética o el Levante tarraconense. Y, sin embargo, esta romanización no dio lugar a la aparición de una sociedad equivalente a la romana, sino a un sistema que sólo cobra sentido en el marco de esa romanidad que es igualmente romana, pero esencialmente distinto (Inés Sastre Prats, Las formaciones sociales rurales de la Asturia romana, Ediciones Clásicas, Madrid, 2001, págs. 291-292).

47 El tránsito a la Edad Media, en Historia de Cantabria dirigida por Miguel Angel García Guinea, vol. I, Ediciones de Librería Estudio, Santander, 1985, págs. 281-286. He criticado los nume-rosos errores de esta teoría en Orígenes hispanogodos del Reino de Asturias, ed. en microficha, Universidad de Deusto, 1998, págs. 325-382.

EDAD MEDIA

A mi juicio, fue en los primeros siglos de la Edad Media cuando las diferencias entre las dos vertientes del País Vasco alcanzaron su mayor magnitud, pues a la diversidad existente se sumó el enfrentamiento. Esto fue consecuencia de las invasiones que sucedie-ron entre el siglo V y el VIII y que reprodujeron la división existente.

La invasión de los bárbaros de la Península en el 409, que atravesó el País Vasco sin conquistarlo, sig-nificó el cese del dominio romano en su parte septen-trional y montañosa. De esta manera, este territorio alcanzó la independencia, mientras la población más romanizada del sur, como en otras partes de Hispania, mantuvo su fidelidad a Roma hasta su ocupación por los germanos.

Esa independencia, conseguida sin lucha, pudo consolidarse porque el establecimiento de los visigo-dos en la Península fue un proceso lento que, inicia-do a mediados del siglo V, terminó bastante después de la desaparición del Imperio Romano de Occidente en el 476. Durante ese largo proceso, los visigodos no se interesaron por la cornisa cantábrica, que era un territorio atrasado y pobre.

En cambio, Pamplona fue ocupada ya en el 472, y también gran parte de Alava, donde el rey Leovigil-do, tras una campaña victoriosa, debió de fundar Vic­toriaco en el 581. Cuatro décadas después, el rey Suintila fundó Olpgicus (Olite), tras vencer también a los vascones. En una época de ruralización, hay que destacar la singularidad de estos hechos, pues los visigodos sólo fundaron tres ciudades, lo que no fue igualado por ningún otro reino germánico.

Una vez más, por tanto, el País Vasco quedó divi-dido por una línea que se aproximaba a la divisoria de aguas, aunque ahora algo más al sur48

• Al norte, una población exclusivamente rural y, seguramente, paga-na49 mantuvo una organización económica, social y política muy primitiva, que, en realidad, continuaba en la Protohistoria. El nombre de vascones, empleado por los romanos para llamar a los habitantes de Nava-rra y algunas comarcas limítrofes, fue utilizado ahora por visigodos y francos para denominar a las gentes

48 La frontera visigoda, que pudo variar a lo largo de la época, posiblemente se estableció a la altura de la línea entre Vitoria y Pamplona.

49 De todas fomias, no hay que descartar que en esta época se ini-ciara la cristianización de lo que podemos llamar saltus vasco­num. La fracasada predicación de San Amando puede ser un indicio de ese fenómeno, al que se pueden añadir algunos datos de los siglos VIII y IX.

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PAÍSES VASCOS 635

de ese territorio montañoso, pues las antiguas deno-minaciones de várdulos, caristios y autrigones desa-parecieron50. En el sur, donde sobrevivían algunas ciudades, la población, cristianizada y romanizada quedó integrada en el Reino Visigodo51 .

La invasión musulmana reprodujo esta división, pues los árabes, cuyo objetivo era la conquista del Reino Visigodo, en el País Vasco se apoderaron de los territorios controlados por los reyes godos52

Hasta aquí lo dicho corresponde al planteamiento que desarrollé en Domuit Vascones. Agustín Azkara-te ha señalado que este tipo de interpretaciones es un cambio en la formulación clásica del mito de la dominación romana53

• Las evidencias descubiertas sobre la dominación romana en la vertiente medite-rránea del País Vasco en el siglo XIX hicieron que el mito del País Vasco indómito retrocediera posiciones, atrincherándose al norte de la divisoria de aguas54

De esta manera comenzó a tomar cuerpo una visión bipartita del territorio55

• Y concluye que uno tiene la impresión, sin embargo, de que este modelo forma parte de un marco interpretativo más amplio, de un tablero de ajedrez en el que los territorios norteños (el saltus) servirán para efectuar un enroque y prote­ger al rey (el mito), convirtiéndose en el baluarte inexpugnable de un discurso que necesitará, sin embargo, de sucesivas actualizaciones56

• No dudo de

50 Que el nombre de los vascones se extendiera a sus vecinos no significa que los vascones los conquistaran (como se ha creído y se escribe todavía algunas veces) ni que la población que recibió ese nombre formara una unidad política. Simplemente significa que los visigodos y los francos no creyeron necesario hacer dis-tinciones entre unas poblaciones que se parecían y que se dife-renciaban mucho de las demás. En Francia, el nombre se exten-dió hasta el Garona, de tal manera que la región llamada prime-ro Aquitania y después Novempopulania pasó a llamarse desde el siglo VII Wasconia, de donde proviene la denominación actual de Gascuña. Las escasas y problemáticas fuentes impiden saber qué hubo tras ese fenómeno, pero hay que descartar una vasquización del sudoeste de Francia, que implicaría una inme-diata desvasquización

51 He justificado estas afirmaciones en Domuit Vascones. 52 He justificado esta afirmación en el capítulo VI de Astures et

Vascones. 53 Op. cit., pág. 36. 54 !bid. No todos abandonaron el viejo mito. Así, por ejemplo,

Sabino Arana seguía creyéndolo a fines del siglo XIX y usándo-lo, pues lo convirtió en uno de los pilares de la doctrina de la soberanía originaria.

55 !bid. 56 !bid., págs. 43-44.

Conviene señalar que el autor ha indicado antes que abandona­dos los postulados vascocantabristas respecto a la no domina­ción de territorios vascos por parte de los romanos, quedó intacto, sin embargo, el fondo del mito sólo que desplazado cro­nológicamente a los siglos tardoantiguos. Ya 110 se hablará de la invencibilidad de los vascos frente al poderoso imperio de Roma, pero sí de la indomabilidad de los vascones frente a

que tenga razón Agustín Azkarate cuando considera que planteamientos como el que he desarrollado ten-gan semejante origen. Pero no estimo que tal peca­do original, sin más, afecte a la solidez de la teoría, que habrá de ser refutada con argumentos concre-tos57.

Durante el resto de la Edad Media, las diferencias entre las dos vertientes del País Vasco pasan a un segundo plano en la historiografía. El interés se des-plaza a la formación de los territorios vascos y su constitución como comunidades políticas y al eje Este-Oeste, con la configuración del Reino de Pam-plona y la pugna por el control de las Vascongadas entre esa monarquía y la de Castilla, sucesora del reino astur-leonés. Pero las diferencias se mantienen, pues se hacen patentes en la Edad Moderna, cuando disponemos de mayor información.

EDAD MODERNA

Como en las etapas prehistóricas, la primera dife-rencia notable entre ambas vertientes se encuentra en la densidad de población. Según el censo de 1787, Guipúzcoa y Vizcaya, con 60 y 52 habitantes por kilómetro cuadrado respectivamente, eran los territo-rios más poblados de España; en cambio, Alava, con 23, y Navarra, con 22, tenían una densidad similar a la media española. Y estas diferencias llaman más la atención si se tiene en cuenta que Ala va y Navarra disponían de unos recursos alimentarios muy superio-res a los de Guipúzcoa y Vizcaya, que tenían· que recurrir a las importaciones.

Esto fue posible porque las economías de Gui-púzcoa y Vizcaya fueron muy diferentes de las de Alava y Navarra, basadas en la agricultura. En los primeros territorios fue necesario que otras activida-des alcanzaran importancia58. Una principal fue la producción de hierro a través de numerosas ferrerías, que aprovecharon la existencia abundante de ese

francos y visigodos (pág. 37). Pero, precisamente, los primeros en hablar de ese fenómeno fueron los cronistas francos y visigo-dos, por lo que no estamos, en principio, ante la mera adaptación de un mito falso.

57 No sería la primera vez que una teoría equivocada contuviera una parte de verdad, que precisamente hizo posible su defensa. No creo que se puedan comparar las razones, por llamarlas de alguna manera, de los defensores del viejo mito, que recurrieron a leyendas, con las argumentaciones desarrolladas por los histo-riadores a partir del P. Flórez.

58 Además hay que tener en cuenta que a partir del siglo XVII la agricultura en el País Vasco atlántico se centró en el maíz, lo que supuso una revolución (Juan Madariaga, Crisis, cambios y rup­turas ( 1602-1876), en De Túbal a Aitor. Historia de Vasconia, La Esfera de los Libros, Madrid, 2002, págs. 404 y 406-408).

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metal59• De su importancia da cuenta el hecho de que

se ha calculado que Vizcaya y Guipúzcoa llegaron a elaborar a principios de la Edad Moderna el 15% de la producción europea, y que aproximadamente un 30% de la población activa se dedicó directa o indi-rectamente a su producción, transformación y trans-porte60. En este sentido, cabe destacar el desarrollo de una industria siderúrgica que, por ejemplo, tuvo mucha importancia para el equipamiento del ejército español en la época de la hegemonía61 . Otras activi-dades relevantes fueron la construcción naval (tam-bién importante para la armada real) y la pesca, tanto de altura como de bajura. También tuvo su importan-cia una industria textil, dedicada a la fabricación de paños baratos62.

Pero, probablemente, la más importante actividad fue el comercio, gracias a la iniciativa de algunos bur-gueses. Así, a finales de la Edad Media, Bilbao se convirtió en el puerto de Castilla por el que salía la lana, principal producto de exportación de este reino; pese a que Santander ofrecía un puerto natural mag-nífico, Bilbao continuó siendo el gran puerto del norte de España durante toda la Edad Moderna. Este gran desarrollo del comercio fue también la conse-cuencia de una norma de los fueros: la prohibición del establecimiento de aduanas en la costa, precepto que se justificaba por la pobreza agrícola del país, que obligaba a importar muchos alimentos, por lo que para evitar el encarecimiento de productos de prime-ra necesidad, se eliminaron los impuestos. Pero la existencia de puertos francos creó en el País Vasco una zona de libre comercio que supuso una gran ven-taja para el desarrollo comercial (y también dio lugar a un importante contrabando que contribuyó a enri-quecer la economía vasca, pues Vizcaya y Guipúzcoa se convirtieron en la puerta de acceso de muchas mer-cancías que terminaban por entrar en Castilla, burlan-do las aduanas interiores)63.

La importancia del comercio tuvo más consecuen-cias que las económicas. Propició el desarrollo de una burguesía comercial, muy importante en Bilbao y San Sebastián, que se sumó a una burguesía burocrática,

59 Significativamente, fue Alava el primer territorio vasco que des-tacó en esta actividad en los siglos centrales de la Edad Media. En la Edad Moderna también fue relevante la producción de hie-rro de Lapurdi, Baja Navarra, y norte de Alava y de Navarra.

60 Iñaki Ruiz Bazán, De los tiempos oscuros al esplendor foral, en De Túbal a Aitor., pág. 249.

61 José Antonio Azpiazu, Picas vascas en Flandes. Historias de armas en Euskal Herria, San Sebastián, Ttartalo, 2002.

62 Juan Madariaga, op. cit., en De Túbal a Aitor, págs. 399 y ss. 63 Femando García de Cortázar y Manuel Montero, Diccionario de

Historia del País Vasco, Txertoa, San Sebastián, 1983, vol. 1, págs. 319-322.

que fue muy relevante en la España Moderna64• Pero

en el ámbito social la principal diferencia se encuen-tra en el reconocimiento o no de la hidalguía univer-sal de la población. Y este privilegio se reconoció a Vizcaya, Guipúzoca, el valle alavés, pero atlántico, de Ayala y algunos valles septentrionales de Navarra, lo que asemejaba a estas sociedades con las de Can-tabria y Asturias, en las que predominaba la pobla-ción hidalga. Las consecuencias de este fenómeno fueron enormes, pero no puedo detenerme a detallar-las65. En cambio, en el resto de Alava y de Navarra la población hidalga se reducía a un 10%, porcentaje similar a la media española.

Particularidad también del País Vasco atlántico fue el derecho de troncalidad, que condicionó la vida de la mayoría de sus habitantes, preservó la pequeña explotación66 y propició la emigración. Esta normati-va afectó incluso a las características demográficas, como ha puesto de manifiesto Juan Madariaga:

En las sociedades precapitalistas el precario equilibrio entre recursos y población se regulaba fun­damentalmente por dos sistemas (sin contar con el último recurso de la emigración); o bien, cuando la población crecía por encima de las posibilidades de mantenimiento de la misma, la mortalidad se encar­gaba de reducir los efectivos hasta el nivel tolerable por las disponibilidades; o bien, la propia población, de forma más o menos consciente, autorregulaba sus efectivos disminuyendo la natalidad[ ... ]. La Vasconia atlántica constituye una de las excepciones que opta­ron por el segundo modelo. En una sociedad en la que el freno a la natalidad por medios anticoncepti­vos era casi impensable, la única posibilidad de dis­minuir las nacimientos era limitar la nupcialidad [ ... ]. Los matrimonios se retrasaban hasta edades muy tardías, llegando a alcanzar en algunas comar­cas guipuzcoanas los 28 años en las mujeres y los 27 en las mujeres, tres años más tarde que en la media española [ ... ]. Por otra parte, la proporción de los

64 Julio Caro Baroja, Lds vascos y la historia a través de Garibay, Caro Raggio, Madrid, 2002, págs. 59-84.

65 Sobre este tema sigue siendo fundamental el estudio de Alfonso de Otazu El igualitarismo vasco: Mito y realidad, Txertoa, San Sebastián, 1973, 454 págs.

66 En líneas muy generales puede decirse que la situación en el siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII se establecía siguien­do tres grandes conjuntos geográficos: las comarcas atlánticas, en las que los propietarios constituían más de la mitad total de los campesinos, más de un tercio eran arrendatarios y poco más del 5 por 100 jornaleros; en las tierras medias de transición des­cendía el número de propietarios y ascendía el de arrendatarios y jornaleros; mientras que en las zonas sureñas del Ebro se invertía la primera distribución con una propiedad muy concen­trada y numerosos jornaleros (Juan Madariaga, op. cit., pág. 416).

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PAÍSES VASCOS 637

que quedaban excluidos del matrimonio era también muy elevada. El porcentaje de mujeres que quedaban definitivamente solteras en Guipúzcoa, Vizcaya o los valles cántabricos navarros o alaveses podía oscilar entre el 11 y el 21 por 100, mientras qúe el de los hombres oscilaba comarcalmente entre el 7 y el 12 por 100 [ ... ]. Las tasas de natalidad y mortalidad de estos territorios holohúmedos estaban entre 8 y 1 O puntos por debajo de lo normal en la Europa medite­rránea [ ... ]. Mientras tanto, los territorios vascos meridionales mostraban un comportamiento demo­gráfico similar al castellano o aragonés y en general al europeo con altas tasas de natalidad y mortalidad, matrimonios tempranos y reducida soltería.

[ ... ]

En cuanto al tamaño familiar, la Vasconia atlánti-ca constituye de nuevo una excepción en su contexto europeo. En primer lugar, se trataba de hogares muy amplios con un elevado número de componentes[ ... ]. En la mayor parte de Europa, y desde luego en la península ibérica, es difícil encontrar más de un 4 ó 5 por 100 de hogares complejos [es decir, con más miembros que la familia nuclear], mientras que en la Vasconia atlántica estas proporciones ascienden drásticamente, sobre todo en medios rurales [hasta el 45,2 en el área rural de Irún en 1845)67

Un factor interesante a considerar en cuanto a los comportamientos reproductivos es el de la ilegitimi­dad. De nuevo el territorio vasco atlántico constituía una notable excepción con unas tasas de nacimiento fuera del matrimonio muy elevadas [ ... ]. En la zona septentrional del País la tasa de ilegitimidad podía llegar en algunos momentos hasta el 30 por 100 de los nacidos, estando casi siempre por encima del 1 O por 100 [en la Ribera navarra oscilaba entre el 0,3 y el 1 % ]. Abundaban los bastardos de parejas que con-

vivían sin haber matrimoniado o de sacerdotes hasta bien avanzado el siglo XVII/68

Un análisis más detallado, que está fuera de las posibilidades de un trabajo como éste, nos permitiría multiplicar las diferencias. Pero las reseñadas son de tal magnitud, que el objetivo previsto se puede consi-derar suficientemente logrado.

EDAD CONTEMPORÁNEA

La dualidad geográfica que hemos observado pre-sente desde el Paleolítico Superior se manifiesta tam-bién en fenómenos muy importantes de la historia contemporánea.

Uno de ellos es la industrialización. En Vizcaya, aunque sus orígenes se pueden remontar a 1841, la industrialización se produjo en el último cuarto del siglo XIX. En Guipúzcoa, aunque con otras bases y otro modelo, se produjo a partir de 1898. En cambio en Ala va y Navarra la industrialización se desarrolló a partir de la década de los años 60 del siglo XX.

Otro es el desarrollo del nacionalismo vasco, que nació en Vizcaya. Durante el primer tercio del siglo XX se extendió por Guipúzcoa y Vizcaya, mientras que su presencia en Alava no ha sido importante hasta 1980. En Navarra, continúa siendo una opción minoritaria, salvo, precisamente, en su vertiente atlántica.

Las primeras elecciones libres y realmente demo-cráticas que se realizaron en España son las de la Segunda República .. Sus resultados manifiestan clara-mente las diferencias entre la vertiente atlántica y la mediterránea69

Elecciones del 28 de junio de 1931 (porcentajes)

Distrito Participación Derecha P.N.V. Izquierda A.N.V. P. Comunista Ala va 81,3 30,5 17,7 Guipúzcoa 85,5 49,0 -

Navarra 83,5 53,1 -Bilbao 76,8 - 31,9 Vizcaya 80,0 - 61,5

67 Sobre las consecuencias de esta estructura familiar, que favorecía la existencia de una familia autoritaria, v. Juan Aranzadi, El escu­do de Arquiloco, A. Machado Libros, Madrid, 2001, págs. 213-216 y 245-258.

KOBIE (Serie Anejos n.º 6. Vol. I), año 2004. Homenaje al Prof. Dr. J. M.ª Apellániz

32,7 - -35,4 - -30,7 - -

44,88 3,8 6,7 18,6 - -

68 Op. cit., págs. 381-384. 69 Los datos han sido extraídos de la obra de Stanley G. Payne El

nacionalismo vasco, Dopesa, 3 ed., 1974, págs. 176, 194-195 y 212.

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638 ARMANDO BESGA MARROQUÍN

En las elecciones de 1933 los resultados expresa-dos en porcentajes de votos fueron los siguientes:

-Alava: - Carlistas: 52% - P.N.V.: 29% - Coalición de Izquierdas: 12% - Radicales: 6%. - Radical-socialistas: 2%. - Comunistas: 0,2%.

- Guipúzcoa: - P.N.V.: 36%. - P.S.O.E.: 36%. - Uruón Derechista: 19%. - Republicanos de izquierdas: 6%. - Radicales: 2%.

-Navarra: - Carlistas: 71 %.

- P.S.O.E.: 14%. - P.N.V.: 13%. - Radicales: 4%. - Republicanos de izquierdas: 2%. - Comunistas: 1 %.

- Vizcaya: - P.N.V.: 57%. - Derechistas: 28%. - Coalición de izquierdas: 14%. - Comunistas: 1 %.

- Bilbao: - P.N.V.: 41 %. - Socialistas-republicanos: 37%. - Derechistas: 15% - Comunistas: 7%. - Radical-socialistas: 1 %.

Por fin, los resultados de 1936, expresados en votos, se recogen en el cuadro siguiente

Distrito Derechas Ala va 24.701 Guipúzcoa 45.153 Navarra 111.442 Vizcaya 24.726 Bilbao 30.274 Totales 236.296

En esas condiciones no es de extrañar que la geo-grafía de la Guerra Civil reproduzca la dualidad geo-gráfica que tantas veces se ha manifestado en la his-toria. Si hubo un territorio en donde la sublevación fue popular, ése fue Navarra, que proporcionó al bando rebelde sus mejores milicias.

Pero lo que hemos visto hasta ahora no es sólo un fenómeno histórico importante, sino que su vigencia llega hasta nuestros días. Basta consultar un libro de geografía para que esa división se manifieste en muchos aspectos. Las sustanciales diferencias en la forma de votar a un lado y otro de la divisoria de aguas muestran que esa dualidad geográfica sigue siendo un fenómeno actual.

EPÍLOGO

Carezco del espacio necesario para reflexionar sobre el fenómeno de larguísima duración que se acaba de estudiar y deducir unas conclusiones. Me conformaré con apuntar algunas ideas.

La diversidad real del País Vasco no se reduce a esta dualidad geográfica. También podríamos desta-

P.N.V. Izquierdas 8.958 9.521

50.108 41.193 14.799 34.987 36.013 10.424 43.548 69.684 153.426 165.809

car en el último milenio las grandes diferencias entre el mundo urbano y el rural. O entre los diferentes territorios vascos. Por otra parte, es cierto que la plu-ralidad la encontramos en cualquier territorio: tam-bién se puede hablar de dos Españas, de dos Castillas o de dos Vizcayas. Y es que en todas partes suele coe-xistir lo moderno con lo conservador. Lo singular del fenómeno vasco es que esa división haya durado milenios. Y que, en cierta medida, el elemento con-servador se haya impuesto generalmente al moderno. En este sentido, se pueden citar las palabras de Julio Caro Baroja, referidas a otra cuestión: Estas dos líneas, la del arcaísmo o conservadurismo, por un lado, y la de la modernidad, por otro, son, a mi jui­cio, las que nos están dando este aire constante de problematicidad, este aire de dificultad que se va resolviendo periódicamente como se puede, cuando se llega a ver que hay una solución parciaI'º.

Queda pendiente la explicación e interpretación del fenómeno constatado.

70 Introducción a la historia social y económica del pueblo vasco, Txertoa, San Sebastián, 2 ed., 1980, pág. 29.

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