mar&ana el número imaginario

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Esta obra se distribuye bajo una Licencia CC BY 4.0 carlosquevedo.blogspot.com - 2012

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mar&ana el número imaginario

Carlos Quevedo Arteaga

2012

2da edición, 2015

Esta obra se distribuye bajo una Licencia

Creative Commons Atribución 4.0 Internacional

(CC BY 4.0)

Corrección de textos:

Susan Urich

issuu.com/cquevedoa

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A todas las novias las convertí en una sola mujer.

ALEJANDRO SESELOVSKY

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I PARTE

tropiezos

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Sin duda, he sido una chiquilla rebelde, me he quitado el

brassier en una cama donde a veces reposan los ángeles.

(…) Y es que cuando me da por Mariana, las lechuzas son

esporas. Las canciones de Calamaro son cháchara... y yo

soy otra mujer con rímel de miel y almíbar.

GÉNESIS SÁNCHEZ

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UNO

Tropezar implica alguna forma de accidente

tropecé contigo.

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DOS

Perdí la cuenta de todos los kilobytes que almacenamos

aquel enero, entre bailes, pausas y pólvora; un escocés

vaciándose de este lado de la montaña.

Nada mal. En algún punto de la supuesta linealidad temporal

preestablecida, que a ratos nos une, tu lengua y la mía se

juntaron.

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TRES

Tantas noches en vela

crearon un rebaño monstruoso

ovejas entrando en mis ojos

estirando mis ojeras

a favor del insomnio

ni siquiera lucho

ya

no puedo.

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CUATRO

ese intervalo infinito

en el que cualquier palabra es un bote inflable

un salvavidas

tus silencios fueron vidrios.

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CINCO

Durante ayeres

la lluvia narró la historia:

nadie era más feliz que nosotros.

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SEIS

Atardecía

refugiados de la lluvia

escuchaba tu voz

cantarme en susurros

sonreías

preví que esa sonrisa

un día

acabaría conmigo.

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SIETE

Este sueño me vence

cierra mis puertas y ventanas

me arrastra

al limbo

donde siempre

estás tú

y en medio

un beso.

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OCHO

Al día siguiente

dos naufragios en la verguenza

no supimos qué hacer

se hizo demasiado tarde

la resaca

nos tomó por sorpresa.

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NUEVE

Conseguimos que el amanecer

nos sorprendiera riendo

pensaste también

quiero creer

que ese resplandor determinaría

todos los amaneceres por venir

mi error.

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DIEZ

Eres algo en esa mujer que todavía no identifico, te pregunto

si ya estás totalmente jodida riendo a carcajadas y el cabello

se te mueve por el viento que no viene de ningún lugar y te

salta por los hombros hacia adelante; no me respondes hasta

que pasan suficientes segundos como para perder la cuenta.

Esa mujer que no eres tú, pero que de alguna manera te

evoca, me dice que no, que no sabe, que no cree, dice: no

totalmente. Sonríe y lo tengo: ahí estás, pero luego vuelvo la

vista y esa mujer de cabello negro y ojos oscuros ya no está.

La metamorfosis resulta en una mujer de cabello rubio y

rizos, con grandes ojos verdes tras unos lentes de pasta, lleva

un jersey amarillo. El escenario amplio se ha vuelto un

pasillo de dos salidas. Ella se ríe y me dice que me ha

extrañado, pero yo no quiero hablar con ella porque me

asusta lo que las chicas rubias de ojos verdes tengan que

decir y que yo pueda creerme. Le digo: adiós, tengo sueño, me

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voy a dormir, y ella me sigue hasta el final del pasillo donde

todo se transforma en la entrada a mi habitación. Me dice

que espere y me toma de la mano; estás ahí, en el frío de sus

dedos que tocan la piel que cubre mis dedos.

No me vuelvo. Continúo y cruzo el umbral, eres ahora la

soledad oculta en la sombra de todos los objetos, ese cuadro

que me pintaste cuando estuvimos juntos y que se quedó

por siempre colgado sobre la pared, y las tazas de colores

que colecciono para llenar el vacío de esas cuatro paredes

que se hacen tan grandes que dan miedo, con esa

compulsión que me hace guardar todas las botellas de vino

que me he tomado sin ti y todos los encendedores llenos que

acumulo sobre la biblioteca y que un día explotarán cuando

esté en el sueño más profundo; también estás en la ausencia

que dejó el espejo que una vez me reflejaba y que ahora

refleja una pared en algún otro lugar fuera de esta habitación

que no lleva hacia ningún lugar. Miro la cama, demasiado

grande, como los pasos que doy hasta alcanzarla y me

recuesto de lado en el borde que siempre ocupo yo cuando

no estás.

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Los pasos de la chica rubia se dejan de escuchar y una

presión extra sobre la cama comienza a alcanzar la altura de

mi almohada. Abro los ojos y esta vez te reconozco de

inmediato, te redescubro, no me muevo, me sonríes y te

sonrío de vuelta. No digo nada, no hago nada, descanso de

lado, con mi cabeza sobre mi mano derecha, se me cierran

los ojos solos, otra vez. Me dices: no me respondiste... ¿estás

feliz? Y pasan los segundos y vuelvo a perder la cuenta, y

todavía no respondo, no me gusta despertarme. Cierro los

ojos y me acercas todo tu cuerpo, siento tu respiración lenta

sobre mí. Todo parece acelerarse de este lado aunque sigo

sin moverme, acercas tus labios y me das un beso, tu lengua

comienza a hundirse en mi boca. Comienzo a besarte de

vuelta, abro los ojos y te miro, empiezo a decir: tú me ha...

pero despierto y el resto de la frase no importa.

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ONCE

No te vayas

-dijiste, anudándote en mis dedos-

quiero que te quedes un poco más

y esa frase marcó el resto de mis días

me quedé lo suficiente

luego miré al horizonte de lo eterno

imaginaba que los trenes no nos buscarían

en este sueño.

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DOCE

Que permanezcas niña, mujer

graciosa, inesperada, urgente

-te ofrecía un recital privado

en el collage humano de alguna feria

soplaba la primera brisa de mayo

la antesala a una intensa lluvia

¿eran tus lágrimas?

que no te vayas nunca

que lo intentes para siempre

¿o eran acaso las mías?

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TRECE

Vi tus maletas tras la puerta

antes de que empezaras a empacar

tijeras y alfileres haciendo todo el peso posible

pretendí no saber

aún así te alejaste

sin dejar nada

sólo cicatrices.

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CATORCE

No supe

no entendía

cómo decirte todo

mientras nos dejábamos en paz

ahora

solo acumulo posdatas

por si un día echas la vista atrás.

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QUINCE

Intenté reemplazarte

con alcohol

sexo

y humo

como quien reemplaza un cigarro

cuando se acaba el anterior

intenté

-digo

no pude.

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II PARTE

sube y baja

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Ay Mariana

(por darle nomenclatura a tus mieles)

Fuiste todas las mujeres

que alguna vez amé

Las que me volvieron el pericardio un andén

de trenes cansados de contemplar la misma soledad

en cada estación de mis 3 A.M.

JUAN MIGUEL ROJAS

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DIECISÉIS

Nuestros pasos coincidieron alguna tarde

(superposición de nubes y cielos a medio dibujar)

todo en mí parecía intacto

no eran más que piezas sueltas.

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DIECISIETE

No te pierdas

el amor fermenta en intemperie.

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DIECIOCHO

“Cuando todo lo mío se derrumbe algún

pedazo acabará dándote a ti.”

RAY LORIGA

Me dejaste

construir castillos de naipes

pequeñas casas amarillas en prados

colgadas de las nubes

sobre tu piel

ahora viene el viento

ahora intentas escapar.

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DIECINUEVE

Si es todo lo que hace falta

decirte sistemáticamente

que no puedo vivir sin ti

y así

frente a este atardecer compartido

decidas quedarte

pues vete.

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VEINTE

Nunca te dije:

esperarte es una forma de que estés presente

que vengas a mis ramas caducifolias

temblorosas

que lloré todas tus espinas una madrugada de sales

disculpa acaso

si mis lágrimas salpicaron tu cara.

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VEINTIUNO

Ya no veías

no escuchabas

me volviste un alejamiento

te vi fundirte a negro

quise detenerte.

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VEINTIDÓS

Si algún día te das cuenta

te dije soltando los restos que

quedaban de mí

espero que no sea muy tarde

vinieron los adioses

crecer océanos entre nosotros

dejarnos tirados

lejos de la comodidad

de nuestra isla común

entendí mucho después

mientras recogía todos mis pedazos

algún otoño

o una primavera

(ya no recuerdo)

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tarde

muy tarde

como siempre

que

mis transparencias

no dejaron

n

a

d

a

entre líneas.

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VEINTITRÉS

Armaste tu oración

mientras el humo que escalaba por mi boca

se acomodaba un rato y luego

se devolvía al caos:

Ahora

no te dejaré acercarte tanto a mí

como si la jugada en reversa

me permitiera volver a tenerte tan cerca

absurdo.

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VEINTICUATRO

Me perdí en el éxtasis

oro desbordado de nuestros días

tengo miedo

terrores nocturnos

este bosque de ausencias

es solo mío.

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VEINTICINCO

Recuerdo algunas piedras sueltas

que ríos vinotinto nunca lograron llevarse

una plaza

un parque

dos soledades juntas hasta que el sol entra

tanta luz me ciega

dijiste al marcharte

los brazos de la luna te esperaban.

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VEINTISÉIS

Yo fui sincero

radiografía

que deja ver sus fracturas

no sé tú.

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VEINTISIETE

Fue un salto de fe

tan grande

y toqué fondo.

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VEINTIOCHO

De alguna publicidad

aprendí

-como una originación-

que todo lo bueno vuelve

lo creí

cada vez que te pensaba

lástima

-pobre pendejo-

que desaprender

no se me da

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VEINTINUEVE

Trivializamos el momento

para amortiguar el impacto del reencuentro

dedos anudados

miradas esquivas entre las luces y la ciudad

no pude sino fracturar mi caparazón

ecdisis inevitable del que me acostumbré a ser cuando no

[estabas

mi mirada te reencontró en los detalles de esa tarde

te soltaste

te perdí otra vez.

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TREINTA

Todas tus palabras sabían a eternidades

luego de tu partida

yo quise saber cada cosa

las palabras hicieron ecos

-preguntas que acariciaron el aire-

disparos a quemarropa

sí (rotundo)

te amé (inesperado contragolpe)

no creer esas palabras

habría sido más sencillo.

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TREINTA Y UNO

Quisiera quedarme, pero ya no estoy.

MAR&ANA, alguna vez

No sé cómo no botamos restos de bilis

entre tanto sube y baja

creyendo poder con tantas golosinas

que tomábamos el uno del otro

en un descuido vaciaste mis bolsillos

y yo ya no podía tomar nada de ti

mientras el peso de tus días me mantenía arriba

Pude entonces enumerar todas las veces

que tus puñales me atravesaron el pecho

cuando mis armas habían caído

y mis manos se alzaron en rendición

ofrenda de paz y de soles

para que

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–al bajarte

de esta vida de parques y trenes-

yo no me diera con fuerza al volver contra lo firme

porque cuando te da por Mariana

los minutos reposan sobre el rocío de tu selva húmeda

el invierno se vierte por la ventana

para que no nos separemos nunca

las montañas nos escalan a nosotros en su intento de

[reclamarnos

tus nubes frías se quedan lo suficiente

el cielo se posa en tu boca

y volar es la gloria de su encuentro con la mía

cuando te da por Mariana

Fito nos predice entre versos y risas

todo se vuelve una sucesión de números imaginarios que te

[inventan

los corazones dejan de tener sentido

las casas son todas amarillas

la grama siempre es verde y fancy

y dejo de enumerar -por fin-

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los puñales que me atraviesan el pecho

o los rayos

o los temblores de los besos dormidos

o las nubes rojas

o los vestidos de luces

o las plazas que no visitamos

o los almuerzos vegetarianos

o las madrugadas

o los toques en el teatro

o los corchos y las botellas de vino

o las subidas y bajadas descalzos en el ascensor

o los minutos o las horas o los días

o las cartas que te escribí y no te di

o los poemas extraviados

o las posdatas

o los lunares

o las ausencias

(tus ausencias)

o los huesos rotos

cada vez que decides bajarte de este sube-y-baja

y la gravedad -sencillamente-

me fractura.

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@cquevedoa

carlosquevedo.blogspot.com

2015

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