Jean Ray- 3 Aventuras de Harry Dickson

download Jean Ray- 3 Aventuras de Harry Dickson

of 51

Transcript of Jean Ray- 3 Aventuras de Harry Dickson

JEAN RAYTRES AVENTURAS DE HARRY DICKSON

19 El extrao resplandor verde(Ltrange lueur verte)20 La resurreccin de la Gorgona(La rsurrection de la Gorgone)35 Los enigmas de la inscripcin(Les nigmes de la maison Rules),

l extrao resplandor verde(Ltrange lueur verte)es unrelato fantsticodelescritor belgaJean Ray, publicado en 1932.

En 1928 el editor belga Hip Janssens le encarg aJean Rayla tarea de traducir al francs laserie de relatos de detectives de Harry Dickson, tambin llamadoel Sherlock Holmes americano. Eventualmente, se cans de traducir una saga mediocre, y, utilizando los mismos ttulos y cubiertas originales anteriores a la Primera Guerra Mundial,Jean Raycomenz a escribir sus propioscuentos de detectivescon aquel personaje. Uno de ellos es esteExtrao resplandor verde.

El extrao resplandor verde.Ltrange lueur verte, Jean Ray (1887-1964)

I.El superintendente de Scotland Yard, Goodfield, viejo conocido de nuestros lectores, y sus inspectores Moriss y Briggs estaban de muy mal humor. Haban terminado una investigacin en Epping, al nordeste de Londres; ya era de noche y su automvil se haba averiado. Examinaron intilmente las vsceras metlicas de la mquina, pero sta permaneca inerte. Sus manos estaban cubiertas por la grasa de los engranajes y heladas por la rpida evaporacin de la gasolina que sala del depsito. Sus esfuerzos no servan de nada. La puesta en marcha haca ruido durante algunos instantes, pero el coche no se mova ms que la estatua de Nelson, por emplear la desabrida expresin de Goodfield. El contorno era siniestro: un gran descampado, algunas casas en ruinas cuyas rotas cercas estaban invadidas por hierbajos y, hacia el sur, la masa sombra del bosque de Epping.

Estamos buenos gru el superintendente. Por lo menos nos esperan tres millas de marcha a travs del campo antes de llegar a las primeras casas, y eso tampoco nos servir de mucho, puesto que a estas horas ya no encontraremos ningn tren que nos lleve hasta Londres.Acabo de ver un resplandor por all abajo objet Briggs. Tiene que haber alguna casa que est ms cerca de lo que usted dice, seor Goodfield.Una casa? repuso el jefe Dnde ve usted ese resplandor? Casi se podra decir que estamos en un pas encantado.Briggs por toda respuesta extendi la mano.Seguro que no es un fuego fatuo, sino una luz; vamos, creo yo.Tiene usted razn, Briggs! Pero eso es an ms asombroso. La que acaba de sealar con el dedo son las ruinas de Seven-Oaks Manor, que est deshabitada desde hace unos diez aos. Qu demonios puede hacer una luz all?

Moriss se volvi hacia el conductor del coche.

Loggan, piensa que por esta noche debemos considerar que no existe ninguna esperanza de que se ponga en marcha?Creo que habr alguna si me dan el tiempo necesario para que pueda ver a mi modo lo que pasa a este maldito cacharro.De acuerdo!, le daremos ese tiempo intervino Goodfield. Durante una hora nos ocuparemos de esa luz que acaba de aparecer en aquel montn de piedras renegridas. Es seguro que no pueden ser gentes de bien las que la hayan encendido en lugar semejante y en una noche como sta.Seguro que s asinti Briggs. Con un tiempo como ste que amenaza lluvia es imposible que sean gentes honradas las que se guarezcan en unas torres llenas de bhos. Dara cualquier cosa por contemplarlas desde cerca.Que por eso no quede, vamos all dijo Goodfield.

Tomaron un sendero que serpenteaba a travs del descampado y poco tiempo despus vieron perfilarse ante ellos la masa informe del viejo torren. En otro tiempo, Seven-Oaks Manor haba conocido el esplendor. Era propiedad de George Markham, el riqusimo sir Markham, que en su tiempo fue uno de los ms notables exportadores de la City. Pero un da la fortuna se volvi en contra suya: su fastuoso tren de vida le llev a contraer enormes deudas. El espectro de la ruina se alz ante l. Una noche el maravilloso castillo ardi y con l innumerables tesoros artsticos. A la justicia no le cost ningn trabajo demostrar que el siniestro haba sido provocado. La opulenta mansin estaba asegurada en un milln de libras. La opinin pblica acus a Markham, y no sin razn; pero se le busc en vano, Markham haba desaparecido, y el asunto qued archivado. Archivado ante la indignacin de todo el mundo, puesto que dos inocentes servidores haban perdido la vida entre las llamas.

Sabe Dios si Markham ha vuelto a sus tierras quemadas objet Moriss, en tono de broma.O su fantasma brome a su vez Goodfield, que no quera quedarse atrs en el asunto de las bromas. En ese caso sera una captura con la que quedara compensada la avera.

Un bosquecillo les haba ocultado hasta entonces la misteriosa luz, pero, despus de rodearlo, volvieron a verla: brillaba en lo alto de la torre que an se mantena en pie en medio de los escombros ennegrecidos por las llamas.

Aj! Me pregunto quin la habr podido encender musit Goodfield, puesto que debe ser realmente peligroso el realizar esa escalada.

Los dos inspectores asintieron en silencio. Estaban a un centenar de yardas de las ruinas cuando la luz se apag casi repentinamente.

Rayos y truenos! Se han debido dar cuenta de que nos acercbamos maldijo el jefe, y se han dado prisa en apagar la luz, lo que demuestra que los ciudadanos que se albergan ah dentro no se sienten precisamente encantados con nuestra visita.Razn de ms para ir a observarles desde algo ms cerca replic Briggs.

Aceleraron el paso, pero an no haban alcanzado la casa solariega cuando un grito de terror retumb a sus espaldas. Se volvieron rpidamente y lo que vieron hizo que el estupor y el espanto les dejara helados: una extraa pavesa verde, de la altura de un hombre, andaba a saltos cincuenta pasos detrs de ellos. Se par sbitamente, se puso a dar vueltas sobre s misma y, de repente, a una velocidad increble, se dirigi hacia la carretera donde Loggan, el chfer, grit aterrorizado al verla venir. Lo que sigui fue tan rpido que los policas no tuvieron tiempo de reflexionar: Loggan fue rodeado por una lvida aureola, levant los brazos al cielo, dio un grito desgarrador y cay al suelo.

Por todos los diablos, qu pasa? grit Goodfield empezando a correr seguido por sus compaeros.

La llama verde saltaba ahora alrededor del coche, quedando iluminados dbilmente sus contornos. Del automvil se elev una llama cegadora seguida de una tremenda explosin amplificada por el eco.

El coche est ardiendo! rugieron los policas.

En pocos instantes una gran hoguera ilumin la soledad del campo. El calor que desprenda era tan fuerte que a Goodfield y a sus hombres les cost mucho trabajo acercarse a Loggan, que estaba tendido inmvil al borde del camino.

Es horrible! grit Briggs, que fue el primero en llegar a su lado. Est absolutamente carbonizado! Oh! Se ha convertido en un montn de cenizas!Era cierto! El infortunado Loggan no era ms que una informe masa negra como el carbn.Se dira que ha sido electrocutado murmur Goodfield con un escalofro de espanto.Sin embargo, ha cado lejos del coche objet Moriss.No es el fuego del coche lo que le ha carbonizado dijo Goodfield con una voz sombra. Le vimos caer antes de que el automvil comenzara a arder. Ser...?La extraa llama verde y no otra cosa dijeron al mismo tiempo los otros dos.As parece murmur Goodfield.Y todo me lleva a pensar que la misteriosa lucecita que apareci en lo alto de la torre no es ajena a este hecho gru Moriss. Exploremos las ruinas y, si encontramos a alguien ah dentro, tendr que explicar algunas cosas.

Dejaron a Briggs al lado de la hoguera que disminua lentamente en intensidad, y Goodfield y Moriss se dirigieron a paso ligero hacia la torre de Seven-Oaks Manor. Como haban previsto fue una ascensin difcil y peligrosa. Las piedras de la escalera oscilaban bajo sus pies, faltaban algunos peldaos. Tuvieron que comportarse como autnticos alpinistas para conseguir alcanzar por fin la pequea habitacin redonda, en la parte ms alta de la torre, donde haban visto brillar la luz. Como esperaban, la habitacin estaba vaca y nada indicaba que hubiera estado ocupada poco tiempo antes. No haba rastro de la lmpara ni de cualquier otra cosa que hubiera podido ocasionar la misteriosa claridad.

No hay nada que hacer musit Goodfield, ponindose de pie despus de una intil bsqueda. Lo nico que podemos hacer es regresar a Londres y dar la alerta a todo el mundo. Dios mo, qu historia!

Iniciaban el peligroso descenso cuando se detuvieron sbitamente llenos de estupor: un timbre estridente acababa de sonar cerca de ellos.

Pero, si es la llamada de un telfono! grit Briggs.

Encendieron las linternas y comenzaron a registrar todos los rincones; el timbre continuaba sonando irnico e invisible. Fue el propio Goodfield el que por fin encontr en un hueco de la pared el aparato telefnico.

Un telfono en este nido de ratas, esto s que es raro! gru cogiendo el auricular.Diga! Quin es?Soy yo el que tiene que preguntar quin es respondi una voz furiosa al otro lado del hilo. Llevan ms de diez minutos llamando sin parar!Pero si yo reconozco esa voz! grit Goodfield. Veamos... No es posible! Usted es...Pues s exclam impaciente la voz, me pregunto cmo no lo sabe, soy Harry Dickson!Harry Dickson!Cmo, cmo? exclamaron los otros dos policas en el colmo de la estupefaccin. Harry Dickson! Debemos estar sonando!Seor Dickson dijo Goodfield recobrando la serenidad, no s si es el diablo o la providencia lo que me permite comunicarme telefnicamente con usted desde el lugar donde me encuentro. Por lo tanto opto por el primero de ellos. Pero si quiere encontrarse con la cosa ms extraa, ms incomprensible del mundo, salte a un coche y llguese inmediatamente hasta el borde del bosque de Epping, a las ruinas de la casa solariega de Seven-Oaks.Gracias por el paseo gru el detective al otro lado del hilo.Han matado, de una manera misteriosa y terrible, a nuestro chfer Loggan dijo Goodfield.Voy para all respondi simplemente Harry Dickson.

Goodfield respir con mayor tranquilidad: Dickson iba a venir. Era como si el misterio empezara a resolverse. Ciertamente la polica oficial no poda vanagloriarse al tener que recurrir a Harry Dickson siempre que se tropezaba con un caso desesperado o que sobrepasaba la comprensin habitual; pero Goodfield lo haba visto actuar en otras ocasiones y haba acabado por admitir el inmenso valor del detective. Mientras esperaban, Briggs y Moriss siguieron la lnea telefnica clandestina que, a partir del aparato y pasando a travs de los escombros, iba, una milla ms lejos, a unirse a la red que segua la carretera, donde se conectaba a un poste; dos hilos de cobre, recientemente cortados, pendan de l.

Desde aqu han avisado a Harry Dickson seal Moriss. A la persona que se ha atrevido a hacer esto no le faltan agallas!Esto podra costarle caro aadi Briggs.Es de esperar. Ver al pobre Loggan convertido en una espantosa escoria me revuelve la sangre. Temo que no voy a poder descansar hasta que nuestro pobre compaero sea vengado con la muerte en la horca del culpable, que es lo que merece.

Hacia la una de la madrugada, cuando les policas se movan inquietos a lo largo de la carretera, pisando con fuerza para calentarse un poco, dos pequeos puntos de luz agujerearon la oscuridad y un claxon son largamente en la direccin de Londres.

Es Dickson! exclam Goodfield. Ahora podremos ponemos a trabajar.En efecto, era Dickson. Se ape del automvil y tras saludar brevemente a los tres hombres pidi explicaciones.Ha venido con usted el valiente de Tom Wills dijo Goodfield con satisfaccin. No estar de ms. Su colaboracin siempre ha supuesto una ayuda valiosa.

Despus de que Goodfield contara la extraa historia de la llama verde que haba matado al desgraciado Loggan, y de que Dickson se inclinara sobre sus lamentables restos y se le informara del lugar desde el que haba brillado la luz, se produjo un momento de silencio. Con la frente arrugada por la preocupacin, el gran detective reflexionaba.

Vamos a inspeccionar el torren dijo al fin.All no hay nada que ver, excepto el aparato telefnico respondi Goodfield. En cuanto a la habitacin redonda donde brillaba la luz, est tan vaca como el bolsillo de un vagabundo.No importa, yo no les obligo a volver a subir dijo Harry Dickson. Pueden quedarse aqu esperndome, Tom me acompaar. A propsito, Goodfield, encienda una de sus linternas e ilumine el lugar donde se encuentran los restos de su automvil.

El detective, seguido de Tom Wills, penetr en la torre y ascendi por la peligrosa escalera. Harry Dickson lanz una ojeada al aparato telefnico y a la habitacin redonda; no realiz una investigacin minuciosa.

Se dira que est usted seguro de que aqu no va a encontrar nada observ Tom Wills.Es cierto, amigo mo, y por razones obvias. Mire por la ventana. Ve la luz de la linterna de Goodfield?No, la ocultan los ltimos rboles del bosquecillo.Conclusin: esta habitacin slo merece una atencin superficial. Lo que tengo que encontrar es una tronera o un agujero en la muralla por donde se la pueda ver. Busquemos. ..Intentaron intilmente escalar el muro: era liso y resbaladizo y estaba cubierto de musgo y de moho.Parece que no hay nada encima de esta habitacin objet Tom Wills.Entonces busquemos ms abajo... Ah!, qu es esto?Era un nicho bastante profundo que daba a la escalera de caracol.Pegue unas cuantas patadas a esas piedras orden el detective.

Tom Wills obedeci sin exclamar ni una palabra. Las piedras se aflojaron, cayeron algunos escombros. De pronto, se oy el sonido seco de un resorte.

Atencin! grit Dickson, creo que lo hemos encontrado!

El fondo del nicho gir sobre unos pivotes invisibles dejando al descubierto un pequeo reducto de un tamao capaz de contener nicamente a dos hombres de pie y apretados el uno contra el otro.

Est oscuro como la boca del lobo dijo Tom, y no veo ninguna abertura que d al exterior.Olvida usted la yedra que cubre los muros. Debe de ser endiabladamente espesa.Harry Dickson dirigi la luz de su linterna al interior del pequeo reducto.Aqu est la tronera! exclam Tom Wills. Est cerrada.A travs de la yedra! Acrquese y mire.Veo la linterna de Goodfield!Ahora, a trabajar. Seguro que aqu encontraremos alguna pista.Examinaron el lugar algunos instantes y el detective exclam:Ya lo tengo! Fjese en el alfizar de la tronera. Sobre la piedra se pueden ver unos araazos muy recientes. A travs de la abertura han debido de apuntar un aparato bastante pesado.Qu tipo de aparato? pregunt Tom.Bonita pregunta! El que ha dado muerte al pobre Loggan y el que ha incendiado el automvil de Scotland Yard.No saba que existiera un aparato de ese tipo replic el joven.Yo tampoco, pero eso no tiene nada de extrao. Acurdese que Arqumedes incendi la flota enemiga con espejos parablicos. En el fondo no hay nada realmente nuevo bajo el sol.Y ya que habla de Arqumedes, jefe, yo digo por mi parte Eureka! grit jubilosamente Tom Wills agachndose rpidamente.Un trozo de papel, bravo, Tom. Djeme verlo.Era un diminuto fragmento de una etiqueta, pero hizo que Harry Dickson lanzara un grito.Esto ha debido de despegarse de una caja de madera que serva como embalaje de algo dijo Dickson, puesto que an hay adheridos algunos cristales de cola y pequeas astillas de madera blanca. Y adems, fjese, hay unas letras escritas a mquina que podran ser parte de un nombre.Harr... ley Tom Wills, que se haba aproximado con curiosidad.Harr... Harr... Me pregunto qu es lo que puede significar.Harry Dickson! propuso Tom.

Pero su jefe sacudi la cabeza.

No, observe, hay la mitad de una letra precediendo a la H mayscula.Una r sin duda. La ltima letra de seor.No, fjese en esa parte redondeada, la letra que se encontraba delante de la H es una e... Ah! Ya lo s, es un nombre francs.Y por qu? pregunt Tom Wills deslumbrado.No nota esa punta encima del fragmento redondeado de la letra? Es parte de un acento agudo. La e era . Letras de ese tipo no se usan en ingls. Ah!, Tom, acabamos de dar un paso, un paso de gigante, se lo aseguro.Usted s, lo admito, pero yo... gru lastimosamente el joven.Harry Dickson comenz a rerse.No se desespere. Ya lo comprender...Momentos despus se reunan con los tres policas que les esperaban impacientemente.Y bien, seor Dickson?Tan claro como el agua!No..., no es posible... Podremos saberlo?Por el momento, no, pero les aseguro que, gracias a Tom, ya s bastante cosas.Hurra por Tom Wills! exclam Briggs.Veamos, pues; Briggs, y usted tambin, Moriss; cuando fueron a reconocer la lnea telefnica clandestina hicieron la tarea a medias.Y por qu, seor Dickson?Vuelvan sobre sus pasos y busquen un cable negro que se une al tendido elctrico de la carretera.Pero...Nada de peros, en marcha se encoleriz Goodfield. Cuando el seor Dickson lo dice!Volvieron al cabo de media hora: haban encontrado el cable.Tuvieron que necesitar energa elctrica para que el resplandor se viera en las tinieblas dijo Goodfield.Ciertamente!Pero el rostro de Harry Dickson expresaba gravedad.Volvamos a Londres dijo bruscamente. Aqu no tenemos nada ms que hacer. A estas horas el criminal debe estar ya muy lejos.Pero la llama verde no podra alcanzarnos?No, ni aunque el bandido nos estuviera espiando desde la orilla del bosque de Epping. Su arma, para que pueda funcionar, tiene que estar conectada al cable.Espero que no tardaremos en atraparle gru Goodfield.Dickson sacudi la cabeza.En adelante, el trabajo resultar difcil, amigo Goodfield. Me temo que dentro de muy poco tiempo, Londres se ver invadido por el terror y slo Dios sabe si ese terror no se encargar tambin de nosotros.

II.La seora Crown corra de la puerta al saln y del saln al gabinete de trabajo de su jefe.

Como esto siga as tendremos que dar nmeros como en las salas de espera de los mdicos o de los echadores de cartas refunfu. Con este lo me arriesgo a que se queme el asado de la cena.Tiene usted los nombres de todos nuestros visitantes, Tom? inquiri Harry Dickson.Ciertamente, jefe. Me pregunto por qu les hace esperar.Porque voy a recibirles a todos juntos!Entonces, es que todos vienen a lo mismo?En efecto. El demonio de la llama verde no pierde el tiempo.Cmo! Es que el singular resplandor verde tiene algo que ver con esto? pregunt Tom.Eso es lo que vamos a comprobar ahora mismo, amigo mo. A propsito, dgame los nombres de los visitantes que esperan impacientes que tenga a bien escuchar sus problemas. Seguro que todos son hombres muy ricos.A fe ma que s! exclam Tom. Prsteme atencin, jefe. Est lo mejorcito: lord Silas Norton...Gran fortuna en fincas, cuadra de caballos de carreras. Su ltimo caballo le ha debido de proporcionar la bonita suma de trescientas mil libras interrumpi el detective.Mac Dougal, del Banco Dougal & Dunstan.Las altas finanzas a continuacin de la nobleza!Ebenezer Fratt, esquire.La usura! Un verdadero villano que debe dormir sobre un colchn relleno de oro y de billetes de banco.Peter Johnson.Vaya! Todo el mundo se llama as. Ese nombre no me dice nada o me dice demasiado, lo que generalmente es una y la misma cosa.Y por fin el gran mundo: el prncipe Sador...Tambin l! Un nabab de Oriente! En realidad no es extrao: no se suelen llevar encima impunemente diamantes que valen un milln cada uno.

Harry Dickson se acerc al tabique que separaba el saln de, su gabinete de trabajo y, por una pequea abertura hbilmente disimulada, examin a sus visitantes.

Bien, Tom. Haga entrar a lord Norton, al seor Fratt, esquire, a Su Alteza el prncipe Sador y a Mac Dougal.Y a Peter Johnson, no?Harry Dickson sonri y sacudi la cabeza.Todava no! A esa persona que tiene un nombre tan plebeyo deseo reservarle el honor de una entrevista privada!

Tom Wills asinti y, un instante despus, introdujo a los visitantes. El cuarteto representaba probablemente la lite de la fortuna britnica; sin embargo, las personas que lo componan eran bastante diferentes. Lord Norton, gran gentleman, correcto, de aspecto severo, entr inclinando levemente la cabeza; Mac Dougal mova furiosamente los ojos y gesticulaba: hubiera querido entrar antes que todos los dems; el seor Fratt, esquire, se mantena temeroso detrs de sus acompaantes y distribua a diestro y siniestro pequeos saludos febriles, que muy bien podan dirigirse al detective, a las sillas, a la mesa o a las estanteras repletas de libros. El prncipe Sador, un hombre pequeo y un tanto obeso, sonrea con sus dientes blancos y agudos, acariciando su hermosa barba negra como el bano.

Seores dijo Harry Dickson, despus de haberles invitado con un gesto a tomar asiento, me disculpo por recibirles a todos ustedes al mismo tiempo. Pero creo que todos acuden a m por el mismo motivo.Yo no s nada interrumpi bruscamente Mac Dougal. Yo, por ejemplo...Un poco de paciencia, seor Mac Dougal dijo Harry Dickson sonriendo. Si me lo permite ser yo el que hable primero, eso nos permitir ganar cierto tiempo.

Lord Norton aprob con la cabeza, el prncipe hind hizo un agradable gesto con la mano, Mac Dougal, molesto, adopt un aire altivo, pero Ebenezer Fratt, esquire, dio su aprobacin levantando suplicante las manos.

Seores, tratan de hacerles chantaje dijo Harry Dickson con una voz clara.Una cudruple exclamacin le contest:Es cierto, seor Dickson!Ustedes han debido de recibir una carta con un contenido ms o menos semejante, pero diferente, sin duda, en lo que se refiere a la suma exigida continu el detective.

Cuatro manos se hundieron en los bolsillos interiores de las chaquetas y cuatro hojas mecanografiadas fueron extendidas ante el detective con una perfecta simultaneidad. Harry Dickson las ley rpidamente.

La frmula es la misma: Depositar en un determinado lugar una determinada suma bajo la amenaza de las ms terribles represalias. Estas se llevarn a cabo sin piedad si ustedes no obedecen las rdenes. En el caso de que ustedes avisaran a la polica. Si ustedes encargan el asunto a alguien que ignore todo esto, las represalias seran las mismas.A usted, lord Norton, le piden cincuenta mil libras esterlinas. Es la mitad de lo que le proporcion Silver Heel, su mejor caballo, no es as?

El Lord asinti silenciosamente.

El seor Mac Dougal entregar personalmente a un tal seor Simonson, que se presentar en su despacho de Picadilly Circus, una suma de doscientas mil libras, en billetes de cien libras y en paquetes de cien billetes.

Una bala en la cabeza, eso es lo que le voy a dar a ese Simonson del diablo! aull Mac Dougal.Y probablemente reciba usted otra el mismo da, o cualquier cosa parecida repuso flemticamente el detective.Entonces, es que debo de pagar? tron el irascible banquero.

Harry Dickson hizo un gesto evasivo y se volvi hacia el seor Fratt, esquire, que se encogi como un nio cogido en falta.

Cien mil libras, seor Dickson! gimi el usurero, cien mil libras! De dnde voy a sacarlas? Yo soy un hombre pobre!Es una bonita suma concedi Harry Dickson. El chantajista parece que est muy al corriente en cuanto a sus respectivas fortunas.

El seor Fratt, esquire, no respondi. Temblaba sin cesar y no se atreva a mirar al detective directamente a la cara.

En cuanto a Vuestra Alteza, nuestro desconocido os exige la entrega de El ojo de Sundrh. Si no me equivoco se trata de un maravilloso diamante azul.El raj asinti sonriendo.Un diamante azul, una piedra histrica, seor Dickson dijo con una voz muy modulada. Jams dudo en hacer regalos, pero no de esta manera.Tiene un gran valor, no es as?El Nabab se alz de hombros desdeosamente.Se dice que un milln de libras dijo con negligencia.Un milln! exclam Mac Dougal. Vaya! Nuestro ladrn no se anda con chiquitas. Un milln. No ir usted a drselo, verdad, Prncipe?

El propio lord Norton se dign a sonrer ante la intempestiva salida del banquero, conocido en todo Londres como un autntico grosero. Harry Dickson se haba levantado y con una rpida mirada consult el plano de la City.

Dnde vive usted, seor Fratt? pregunt al cabo de unos instantes.En una pequea casita, seor Dickson, una pequea casita en Cheapside. Me pregunto quin pensar encontrar all cien mil libras llorique el judo.Dickson traz algunas lneas con el lpiz sobre el plano.No tiene nada que temer, seor Fratt dijo de pronto. Con respecto a usted el bandido se ha equivocado. Usted est totalmente fuera de su alcance.Es eso cierto? Es verdad lo que usted dice? exclam el seor Fratt.Cuando yo se lo digo. Usted y yo no tenemos ms que hablar, seor Fratt. Puede retirarse.El usurero no pareca creer que fuera posible tanta felicidad; se volvi humildemente.Y... Seor Dickson, soy un hombre pobre, pero... cunto le debo? balbuce.El detective se content con lanzarle una fra mirada.Sea un poco menos duro con los pobres, seor Fratt, y me sentir largamente recompensado. Si, de momento, est usted fuera del alcance del bandido, piense que hay un Dios que le ve y al que no se le compra el perdn con cien mil libras.

El seor Fratt, esquire, baj la cabeza. Salud a todos los presentes y gan la puerta ronroneando de placer.

Y nosotros, seor Dickson dijo Mac Dougal, estaremos menos favorecidos que esa asquerosa sabandija que se acaba de marchar. Francamente no debiera de haberse preocupado por sus cien mil libras. No sera yo el que las hubiera llorado!Harry Dickson lo mir gravemente.Seguro que no, seor Mac Dougal! Usted vive, creo, en Flower Flat, un magnfico edificio del West-End. Y adems posee usted unas magnficas oficinas. Espero que por su bien todos esos edificios estn slidamente asegurados contra incendios. Si no...Cmo! Es que incendiar mis propiedades?No lo dude! Y me temo que no podamos hacer nada por evitarlo.Pero, para qu pagamos a los funcionarios de polica ingleses? aull el escocs.En primer lugar, yo no pertenezco a la polica inglesa. Adems, le aseguro que esos pobres funcionarios no podran hacer nada, desde luego nada ms que yo. Lord Norton, esa misma amenaza se refiere a usted.Entonces, es con fuego con lo que ese misterioso forajido va a dominarnos?Se lo puedo asegurar.Pero cmo?Eso es todo lo que yo mismo s. De cualquier modo el servicio urbano de bomberos ya est advertido.Esto es demasiado! rugi Mac Dougal. Entonces, nosotros, importantes contribuyentes ingleses, no podemos contar con la proteccin de nuestro Gobierno?Nadie est obligado a hacer algo imposible, repuso enigmticamente el detective.Y yo, seor Dickson intervino el prncipe Sador, vivo en el hotel...Pero su yate est anclado en el Pool. Alteza, y si me atengo a los rumores pblicos, es un verdadero palacio flotante.El hind baj su mirada y un escalofro nervioso recorri sus bellas manos aristocrticas.Lo que est escrito, est escrito dijo con una voz tenue, y nadie puede ir en contra de la voluntad de Dios.Seores dijo Harry Dickson levantndose, por desgracia esto es todo lo que tena que decirles. De todos modos, quisiera aadir que el chantajista que trata de arrebatarles sus fortunas no es un timador ordinario, sino un desalmado que posee una fuerza poderosa, completamente desconocida an. No puedo hacer nada por ustedes, prefiero confesrselo en este momento. Adems, no podra encargarme de este asunto, que est en manos de la polica oficial.Entonces, nos abandona? gru Mac Dougal. Me es igual, tena una idea muy distinta de Harry Dickson.

El detective puso mala cara ante el insulto, pero continu flemtico:

He decidido que sea as dijo.Los visitantes le dejaron solo tras unos saludos breves y glaciales; solamente el prncipe Sador se volvi en el umbral de la puerta y tendi la mano al detective.Los hombres que declaran su impotencia ante las fuerzas misteriosas son juiciosos dijo. Aunque no pueda hacer nada por m, sigo tenindole en gran estima, seor Dickson.Cuando se marcharon, y una vez que se hubo odo el ruido de la puerta de la calle que se cerr tras la ltima exclamacin de furor de Mac Dougal, Tom Wills, que haba escuchado en silencio, se volvi vehementemente hacia su jefe.Bueno! Yo tampoco le reconozco, seor Dickson! exclam lleno de indignacin. Cmo es que usted...Pero no dijo nada ms al observar las burlonas miradas que su jefe le lanzaba.Observen a este gallito que se pone todo rojo! brome Dickson.Entonces, no es cierto? exclam alegremente el joven, no abandona la partida?Se olvida usted del pobre Loggan? dijo simplemente el detective. Pero por el momento ya es suficiente. Haga entrar a ese tal seor Johnson.El que entr en el gabinete de trabajo del jefe era un correcto gentleman vestido de oscuro y con aspecto afable e inteligente.Seor Dickson... comenz en un ingls perfecto, pero el detective le interrumpi con un gesto.Empiece por contarme cmo se encuentra mi gran amigo Livois, jefe de la polica parisina dijo.El hombre qued pasmado.Ya lo saba? exclam con aspecto inquieto. Le han advertido de mi llegada. Es increble!No es as, tranquilcese! No voy a referirle los mil rodeos que he tenido que dar, a lo Sherlock Holmes, para reconocerle. Slo le dir esto: que los muelles de Douvres tienen un polvo grantico muy especial que se resiste a los ms slidos cepillos, que los franceses se impacientan de un modo caracterstico cuando tienen que esperar mucho tiempo, jugando con el sombrero. Sobre todo las personas que no estn acostumbradas a esperar y que no les gusta tener que hacerlo, por ejemplo, los miembros de la polica.

El visitante se ri.

Entonces, me presento, seor Dickson: Pierre Pernet, inspector de la Brigada Extranjera de la Polica Francesa. Si he tomado un nombre prestado fue porque slo quera descubrir mi incgnito ante usted. Efectivamente, es el seor Livois quien me enva...Para ver si el seor Andr Harroteaux, del Instituto, se encuentra en Inglaterra?Oh! Esto es demasiado! jade Pierre Pernet.En absoluto, las cosas de Inglaterra las saben antes en Francia que nuestros propios ciudadanos. En todas partes hay charlatanes... Incluso en Scotland Yard! Y el asunto de la llama verde ha debido, con razn, conmover al Ministerio de la Guerra francs.Justamente, seor Dickson murmur el francs. Sabe usted algo del seor Andr Harroteaux?Harr... Harr... intervino Tom Wills. Oh!, seor Dickson continu con acento de reproche, usted lo saba?Desde el primer momento, hijo mo. El seor Harroteaux, que es un conocido sabio y uno de los ms clebres radio-telricos, durante estos ltimos aos se haba dedicado al estudio del transporte de la energa a distancia por medio de ondas. Incluso haba presentado un aparato inaudito al Ministerio de la Guerra de su pas: aparato que permita atacar desde lejos a grandes unidades enemigas. Pero, y sin intencin de ofender a su pas, seor Pernet, en Francia desconfan mucho de las innovaciones demasiado audaces. Verdaderamente no quisiera agraviarle, pero en esta ocasin esta desconfianza ha sido bastante desafortunada, puesto que ha permitido que un bribn arrebatara a. un eminente francs un descubrimiento formidable para emplearlo con fines criminales.Entonces, el aparato se ha perdido? gimi Pernet.Silencio! dijo el detective. No vayamos tan de prisa!En pocas palabras, Harry Dickson puso al polica al corriente de la trgica noche de Epping y de las maniobras de chantaje de las que haban sido vctimas los visitantes que acababan de marcharse.Cree usted que la persona que posee la llama verde es el chantajista? pregunt Pernet.Sin duda alguna, y yo esperaba de su parte una accin de este tipo. En cuanto haya conseguido las fuertes sumas que exige, probablemente ofrecer su mquina de muerte a una nacin extranjera. Y esa nacin no ser ni la suya ni la ma, eso se da por descontado... Usted probablemente me comprende.Pierre Pernet se llev las manos a la cabeza.El ministro de la Guerra en persona me encarg esta misin gimi.No d por perdida toda esperanza, amigo mo. Pienso que esta noche puedo conseguir que vea ese terrible resplandor verde, si acepta quedarse a cenar aqu y pasar la velada con nosotros.Y adnde iremos para eso? inquiri Tom Wills.No saldremos de casa repuso Harry Dickson sonriendo. Nos limitaremos a subir a la azotea.Y ahora, Tom, dgale usted a la seora Crown que ponga otro cubierto en la mesa y que suba de la bodega una buena botella de vino francs.

La cena fue muy cordial, y el seor Pernet, a pesar de que tena grandes prevenciones contra la cocina inglesa, se deshizo en elogios ante el talento culinario de la buena ama de llaves. Las ostras estaban perfectas, el asado en su punto, el pastel de liebre delicioso. El generoso vino francs encendi el rostro de los comensales, se brind a la salud de la Vieja Inglaterra y de la Bella Francia. Despus, Harry Dickson dirigi la conversacin hacia el asunto que a todos ocupaba.

No conozco a Andr Harroteaux ms que de nombre dijo. Hbleme usted un poco de l, querido Pernet.Es un hombre muy solitario, seor Dickson respondi el polica francs. Vive, o mejor dicho, viva, puesto que ha desaparecido, en una casa pequea de una de las ms terribles barriadas parisinas: la calle dAubervilliers, en la esquina de la calle Riquet, frente al ferrocarril del Este.Una vivienda medio en ruinas pero convertida en su interior en un extrao laboratorio al que nadie tena acceso. Sus colegas del Instituto coinciden unnimemente en su genio, al tiempo que se quejan de su falta de civilizacin.Dgame, jefe exclam de pronto Tom Wills, cree usted que fue ese Harroteaux el que dio el golpe?Harry Dickson se ech a rer y Pernet adopt un aire ofendido.No, hijo mo. No ignoro que el sabio francs despreciaba el dinero y tambin los honores. Una prueba de ello es que ha ofrecido gratuitamente su invento a su pas. No es cierto, seor Pernet?Es cierto, seor Dickson repuso el francs orgullosamente.Entonces, quin fue? pregunt Tom Wills.Harry Dickson se ri a carcajadas.Dios mo, Tom, sa s que es una pregunta que no hara honor ni siquiera a un recin nacido. Pero voy a perdonrsela y a no tenerla ms en cuenta que a ese maravilloso Papa Clemente, del cual usted tanto ha abusado.

Tom Wills enrojeci y ocult su confusin detrs de un gran vaso... de agua mineral. El detective consult las agujas del gran reloj del comedor.

Es la hora dijo volviendo a adquirir un aire grave. Subamos a la azotea y, a pesar del tro de la noche, echemos un vistazo desde lo alto al dormido Londres.

La inmensa ciudad se extenda a su alrededor en un confuso abigarramiento de tejados y edificios de piedra. Una marea luminosa pasaba una y otra vez sobre ella; los ruidos se volvan, de minuto en minuto, ms dbiles y espaciados a medida que la desapacible noche avanzaba. El gran detective dej vagar su vista sobre las lejanas perspectivas; ya no era el alegre comensal de haca un momento. Su frente se ensombreci.

Aqu estamos como espectadores, desgraciadamente impotentes, de un drama cuyo teln va a alzarse en seguida dijo. El crimen va a dar el ltimo aviso para salir a escena. Ven ustedes aquel edificio alto, completamente blanco, a nuestra izquierda, que parece aislarse entre esa enorme manzana de casas... y aislarse peligrosamente? Ofrece un excelente blanco para la llama verde.Es el banco Dougal & Dunstan murmur Tom Wills.Harry Dickson sacudi la cabeza.Todo me hace pensar que el bandido empezar por l. Ah! Miren!Apenas haba terminado de hablar cuando una extraa llama verde cay sobre el edificio.La llama verde! exclam Tom, aterrorizado.El fuego de Harroteaux, como nosotros la llamamos murmur Pernet.

La llama permaneci un momento inmvil, luego se agrand sbitamente, se convirti en una aterradora claridad lvida, y de pronto, aunque el banco era de hormign armado y de hierro, se incendi. Se extendi una llama luminosa y se oy su crepitar, a pesar de la distancia. La sirena de los bomberos empez a sonar.

Esperen! dijo Dickson.Como una inmensa ola, la oscuridad invadi bruscamente el barrio: todas las luces se apagaron al mismo tiempo.Han cortado la corriente del sector! exclam Tom Wills.Es una orden ma dijo Dickson con una voz sombra. Pero ya no sirve de nada. En efecto, en medio del fuego, que se elevaba del edificio, se vea un resplandor verde, semejante al que se produce al amanecer.El bandido lo haba previsto dijo el detective. Si su aparato hubiera estado conectado a la red elctrica de la ciudad, dejara de funcionar. Lo alimenta con un generador particular. Es un hombre hbil, ya que lo ha previsto.

En ese momento, se elevaba hacia el cielo una gran antorcha donde se distinguan gran cantidad de brasas y miles de chispas. Harry Dickson dirigi su mirada hacia otra parte y la fij en la zona del West-End, que an tena luz.

Lord Norton habr pagado murmur.Y Fratt? pregunt Tom. Cmo ha podido usted prometerle seguridad?Porque Fratt vive en una casa muy barata, escondida entre las vecinas que son mucho ms altas. El desconocido ha querido asustarle, y sin duda espera que el usurero pague al ver lo que les sucede a los dems.El Prncipe habr entregado El ojo de Sundrh? pregunt Tom.

Harry Dickson dirigi sus gemelos en direccin al puerto. No se vea gran cosa, a no ser una gran masa sombra, salpicada por las vagas y escasas luces de Wapping, un barrio miserable.

Me inclino a creerlo murmur Dickson; sin embargo...Mi opinin es que con su fatalismo caracterstico, el hind ha debido de decirse: Lo que tenga que ser, ser, y conservemos la calma aventur Tom Wills.El detective se encogi de hombros.Nunca se puede saber murmur enfocando su anteojo.

De pronto, un haz de fuego subi al cielo entre las sombras del puerto, y poco tiempo despus oyeron una sorda explosin... Una nube rojiza se mantuvo flotando durante unos momentos en el horizonte.

El tambin! gru Harry Dickson.

III.Harry Dickson, el seor Pernet y Tom Wills salieron de los subterrneos del metro de la calle de Flandre y llegaron a la calle Riquet. Era una calle oscura y desagradable, que una el puerto de la Villette y la barriada dAubervilliers. Una fina llovizna contribua a hacer el paisaje an ms grisceo; los detectives estaban rodeados de sombras. Una vez doblada la esquina de la calle Riquet, siguieron por la calle dAubervilliers, llena del holln de las locomotoras; luego se detuvieron ante una casa, escondida entre fachadas apuntaladas, delante de la cual haba un minsculo jardn en el que se deshojaban algunos arbustos descoloridos.

Si esto es lo que se llama la torre de marfil de un sabio! musit Tom Wills, lanzando una mirada de desagrado a los muros desconchados y llenos de profundas grietas.Ya se lo he dicho y ahora se lo repito: un jabal en su guarida respondi Pierre Pernet. Cmo piensa entrar ah dentro, seor Dickson? Nosotros ya hemos hecho una breve visita ayudados por un cerrajero de la Prefectura.

Por toda respuesta el detective le mostr una minscula ganza brillante, semejante a un instrumento de ciruga.

Mis herramientas sern suficientes dijo sonriendo.

Un repugnante olor a moho, a cido y a madera carcomida les lleg hasta el rostro como un soplo mortal. Pierre Pernet tante la pared y se oy el click de un conmutador, pero seguan a oscuras.

Habrn cortado la corriente murmur con aire de desagrado.Harry Dickson se enerv y husme el aire del lugar.Muy raro dijo en voz baja.Qu, seor Dickson? pregunt el polica francs impresionado por el modo en que su famoso colega acababa de pronunciar aquellas sencillas palabras.Huele a metal recalentado respondi Dickson.

Recorrieron el largo pasillo con pasos cautelosos, como si la casa no estuviera vaca. A la luz de sus linternas, vieron ante ellos un laboratorio bastante grande, lleno de extraos aparatos, cuyas sombras se elevaban amenazantes, como irritadas por esta intrusin.

No me pareca que el seor Harroteaux se dedicara exclusivamente a trabajar en la llama verde observ Harry Dickson. Me pregunto para qu servir esta mquina.

Estaba ante un objeto metlico de extraas formas, que, a la insegura luz de sus linternas, adquira sorprendentes formas humanas.

Ah! Estos sabios, con ellos nunca se sabe... dijo filosficamente Pierre Pernet. Vive Dios que no s de qu se trata. Pero no ser nada agradable!De pronto, Harry Dickson se detuvo ante un pedestal vaco.Han desmontado un aparado declar. Observen el lugar donde debi estar atornillado a la madera. Se ven perfectamente las seales.Pierre Pernet tambin se acerc.A fe ma que es cierto. Nosotros no nos habamos dado cuenta de ello. Por otra parte, nuestra inspeccin fue bastante superficial.Una equivocacin, amigo mo, siento tener que decrselo. Me temo que eso le haya costado la vida a un hombre muy valioso.Cmo! Est muerto el seor Harroteaux?Eso me temo. Fjese en ese agujero: el clavo debi ser arrancado a la fuerza... En este lugar el aparato, que deba ser bastante pesado, fue golpeado sin consideracin. Lo que demuestra que se lo llevaron a la fuerza y a toda prisa, como si los que realizaron la operacin temieran una visita desagradable... Ah!, he aqu lo que yo esperaba.De qu se trata, seor Dickson?Sangre!En efecto, sangre coagulada, de hace bastantes das... Podra ser que uno de los intrusos se hiriera al manejar el misterioso aparato.Bien, aqu tuvo lugar una lucha, pero han hecho desaparecer las seales, aunque no del todo. Aqu hay pequeos fragmentos de cristal...Probablemente se rompi una probeta...El seor Harroteaux era muy miope y llevaba unas gafas ligeramente ahumadas de color naranja? pregunt Harry Dickson.En efecto!Esto es lo que queda de ellas.Pierre Pernet se estaba poniendo nervioso.Dara con gusto un mes de mi sueldo con tal de saber lo que le ha pasado murmur.No le resultar tan caro... Ah!, seor Pernet, no nos haba dicho que esta casa tuviera stano.No se lo haba dicho por el simple motivo de que no ofreca nada interesante. Por otra parte, es muy pequeo...Pequeo! Yo siempre cre, por el contrario, que eran bastante espaciosos.Habla usted en plural.Ciertamente, amigo mo. Fjese en esa larga y fina fisura en la madera del suelo.Una trampilla! Dios mo, me temo que en la Prefectura nos van a dar una buena reprimenda, acusndonos de ser negligentes en nuestros registros.Su nico error, Pernet, consisti en no buscar al seor Harroteaux en su casa, en lugar de ir a buscarlo a Inglaterra.Pero su aparato est all!El aparato s, pero el sabio no afirm escuetamente Harry Dickson.

Entretanto Tom Wills haba conseguido abrir la trampilla, que ofreci cierta resistencia. Los tres hombres se encontraron ante una escalera de caracol que se hunda en las profundidades del suelo. Esta les condujo hasta un enorme stano completamente vaco.

Ya habamos reparado en l antes dijo Pernet, pero carece de importancia. Me pregunto por qu el seor Harroteaux lo disimulaba tan cuidadosamente.Harry Dickson se ech a rer.Para ocultar un robo afirm, simplemente.Un robo! exclam el polica estupefacto.Fjese en ese cable grueso adosado a todo lo largo del muro y dgame si no le dice nada.Pero si es un cable elctrico!Justamente. El bueno del seor Harroteaux se aprovechaba desmedidamente de la corriente elctrica de la ciudad de Pars, sin pagar un cntimo por kilovatio.Ah!, bah! musit el seor Pernet un tanto extraado.Excusmosle dijo Dickson bondadosamente. El Ayuntamiento o la compaa de electricidad no se van a arruinar por esto, y la ciencia se ha enriquecido gracias a este pequeo robo, realizado para un buen fin. Estoy convencido que ste fue el nico delito que cometi el bueno del seor Harroteaux y lo ocult como si se tratara de lingotes de oro del Banco de Francia.

De repente, Tom Wills, que haba avanzado hasta el fondo del stano, lanz un grito de terror.

Jefe, venga en seguida, hay un hombre escondido en este rincn... Creo que est muerto!Los detectives avanzaron hacia una esquina oscura donde, en efecto, haba una forma encogida sobre s misma.Harroteaux! exclam Pernet.Est muerto! dijo Dickson con voz sombra, tiene la cabeza rota de un martillazo. Pobre diablo!Plash!Un ruido sordo sacudi los subterrneos.La trampilla acaba de caer exclam Tom Wills.Rayos y truenos! rugi Harry Dickson. La han cerrado sobre nuestras cabezas! Eso es lo que ha pasado! Hubiera debido tomar precauciones.El sonido de objetos trasladados de lugar retumb sobre ellos.Eh, los de arriba, no se molesten! brome Tom.Haba alguien en la casa? pregunt Pierre Pernet.Claro! gru Dickson. Y pensar que me lo imagin al notar el olor a metal recalentado: acababan de trabajar con un soplete oxdrico en esta madriguera... Es intil empujar la trampilla, hijo mo aadi, viendo que Tom se magullaba las manos empujando la gruesa placa metlica. Han puesto encima un objeto pesado. Se les puede or perfectamente.

En efecto, desde el laboratorio llegaba un ruido de pasos, y tambin el producido por el desplazamiento de objetos metlicos. Pierre Pernet lanz un grito de rabia.

Atrapados como nios, como ratas! Qu podemos hacer?Salir de aqu respondi framente Harry Dickson.Eso se dice en seguida refunfu el polica.Harry Dickson comenz a exponer pausadamente su plan para evadirse.Para traer hasta aqu este cable, el seor Harroteaux tuvo que agujerear la pared hasta el fondo del subterrneo. A pesar de ser un famoso sabio, era un psimo excavador, la prueba son estas piedras sueltas que se observan alrededor de la entrada del hilo conductor. Al trabajo, amigos mos. Creo que muy pronto alcanzaremos algn desage, desde donde nos ser fcil salir.El detective tena razn: les hizo falta poco tiempo para arrancar algunas grandes piedras de la pared. Los cortaplumas removan la tierra blanda, y al cabo de una hora se abra ante ellos una abertura bastante grande.He alcanzado el otro lado con mi cuchillo exclam Tom Wills.Entonces le concedemos el honor de ser el primero en pasar, Tom exclam sbitamente el detective.

El joven se desliz por el estrecho pasadizo desdeando los escombros, que le causaron pequeas heridas. Finalmente, grit a sus compaeros que haba alcanzado el otro lado del muro.

Djeme pasar ahora, seor Dickson dijo Pierre Pernet. En efecto, debemos encontrarnos en alguna alcantarilla y conozco bastante bien el camino. Ah! Qu magnfica idea ha tenido usted!Diez minutos despus, los tres detectives caminaban por la orilla de un pequeo canal lleno de barro, cuyas ondas cubiertas de suciedad reflejaban la luz de sus linternas.Probablemente desembocaremos en el puerto de la Villette dijo Pernet. Caminemos un poco ms!

Alcanzaron un muelle desierto de la Villette, tras una media hora de caminar por tenebrosos meandros.

Y ahora, a paso ligero orden Harry Dickson. Volvamos en seguida a la casa de Harroteaux.El pjaro habr volado! musit Pernet.Naturalmente! dijo burlonamente Harry Dickson. Pero eso no impide que me interese el trabajo que ha realizado.

En efecto, encontraron la casa del cientfico desierta y el laboratorio revuelto de arriba a abajo. Sobre la trampilla haba sido colocada una pesada batera de acumuladores y dos grandes moldes de fundicin.

Fjese, seor Dickson exclam de pronto Pernet, este rincn no estaba vaco hace unos momentos!Dickson se volvi rpidamente.Ah! nuestro bandido no se ha contentado con la llama verde. Debimos de pensar que este laboratorio guardaba adems otro secreto temible. Aquella extraa mquina, ante la que permanecimos algunos instantes ha desaparecido.Dios sabe los disgustos que esto nos va a traer! gimi Pernet.Harry Dickson se encogi de hombros. Estaba furioso porque saba que haba cometido un error. De pronto, su mirada se clav en Tom, que se frotaba la mano con aire malhumorado.No s lo que pasa. Al poner la mano en el picaporte de la puerta me he manchado. Se dira que es tinta de imprimir. No se quita.

Harry Dickson tom la mano de su ayudante y la examin a la luz de su linterna, luego lanz un sordo silbido.

Algo nuevo? inquiri Pernet.S. Realmente algo maravilloso. Una autntica bicoca repuso el detective con satisfaccin. Algo que va a llevarnos directamente hasta el culpable, si no me equivoco.Esta porquera? pregunt Tom.Que es un excelente tinte del cabello de color negro ms bonito que se pueda imaginar! Creo que podemos volver a Londres con las manos sucias, pero no vacas de... pruebas.

IV.-No, nada de luz, Tom dijo Dickson al entrar en Baker Street. Es preciso que nadie sepa que hemos regresado a Londres. Advierta a la seora Crown.La buena mujer apareci en seguida.Entonces, es que deben ustedes esconderse en su propia casa? se lament. Vaya profesin que han escogido, cuando hay tantas ocupaciones honorables y bien remuneradas para unos hbiles gentleman como ustedes. Apostara a que tendrn que cenar a oscuras, como los ratones.Acert, seora Crown respondi Harry Dickson riendo. En todo caso, seremos prudentes como esos roedores, y a poder ser, menos escandalosos que ellos.Entretanto, baje las cortinas azules de la habitacin de Tom, que da al patio, para que no se filtre al exterior ninguna luz. De momento, es all donde estaremos.

Al detective le esperaba una gran cantidad de correspondencia y la estuvo examinando hasta bien entrada la noche. Lord Norton le adverta, en trminos educados y glaciales, que haba depositado un paquete con ciento cincuenta mil libras en un banco de Hyde Park. Aada que, en el caso de que Harry Dickson pudiera conseguir que ese dinero volviese a sus manos, entregara, adems de principescos honorarios, parte de l a los pobres de Londres. El prncipe Sador, en una carta adornada con expresiones rimbombantes, pona en conocimiento del detective que no se haba desprendido de su magnfico diamante y que una de las calderas de su yate haba explotado de un modo inexplicable. Pero como los desperfectos haban sido rpidamente reparados, decidi volver a hacerse a la mar, con destino desconocido, esperando escapar de su misterioso enemigo.

Y van slo dos! dijo Harry Dickson. Veamos ahora esto... Bien, una carta llena de insultos de sir Mac Dougal... La seora Crown tendr con qu encender el fuego maana. Ah! Qu es esto?Era un sobre bastante corriente en el que la direccin haba sido escrita por una mano vacilante, con la indicacin de transmitir.

La seora Crown no haba seguido esta indicacin al no haber recibido rdenes de su jefe al respecto.

Faltaba esta voz para que el cuarteto estuviera completo dijo Harry Dickson cuando, despus de haber roto el lacre mir la firma: el seor Fratt, esquire. Para qu me querr?... Vaya, el asunto no carece de inters:

Muy Honorable seor Dickson:

Venga a verme urgentemente. Podr revelarle el nombre del culpable. Pero cuando venga, tome precauciones. Temo que mi cruel enemigo sospeche algo y entonces estar perdido.

S. s. q. s. m., Ebenezer Fratt, esquire.P. D.Venga a verme de noche y llame a la puerta con suavidad.E. F.

Harry Dickson permaneci pensativo durante unos instantes, luego, volviendo a coger el sobre, examin el sello.

La carta es de ayer murmur. A pesar de mis deseos de regresar rpidamente a Londres, el prefecto de Polica ha conseguido retenerme cuatro das en Pars. An no es demasiado tarde para visitar al seor Fratt, esquire, a pesar de la indicacin de urgente.Lanz una mirada a Tom Wills que se haba dormido fatigado por el viaje.Le dejar dormir dijo el detective. Espero que el seor Fratt no me entretendr demasiado tiempo. Decir un nombre no lleva una eternidad.

En primer lugar inspeccion la oscura calle, vio que no exista nada sospechoso, despus, calndose el sombrero hasta los ojos y levantando el cuello de su abrigo, tom la direccin de Cheapside, donde viva el usurero. La casa del seor Fratt, esquire, era una vieja y srdida morada digna de estar habitada por Gride o Scrooge, siniestros personajes de los libros de Dickens. Sus ventanas, pequeas y torvas, parecan dos ojos asustados y vigilantes. Asustados, porque teman eternamente a ladrones y asesinos, vigilantes, porque detrs de ellas, el usurero atisbaba vidamente a sus vctimas como una araa, ya que Ebenezer Fratt, esquire, era una famosa araa de potentes garras que devoraba los corazones, las lgrimas y la sangre de los humanos. Al atardecer, hombres muy plidos salan de la morada maldita, despus de firmar recibos cuyo pago consistira en una onza de plomo en la sien y la miseria eterna para su mujer y sus hijos. Fratt, esquire, se ocupaba de asuntos importantes, pero no desdeaba los pequeos beneficios, ni siquiera los que slo le proporcionaban algunos peniques. Por eso, en la planta baja de su casa haba un local, largo y estrecho como un intestino, a cuyo fondo jams llegaba la luz, al que durante todo el da acudan mujeres a empear abrigos y gabanes, murmurando:

Fjese, seor Fratt, est casi nuevo. Me dar usted una libra... y Fratt, esquire, responda invariablemente:Dos chelines.

Entonces, las pobres mujeres rompan a llorar y contaban historias conmovedoras de mandos sin trabajo e hijos pequeos enfermos. Pero el seor Fratt responda:

Dos chelines!, y si no, lrguese con su montn de polillas.

La mayora de las veces, el marido pateaba intilmente los muelles de Gravensend sin encontrar modo de ganar los peniques necesarios para pagar el pan y el t. Y, con toda seguridad, un pobre nio tosa con fiebre en algn stano de Wapping o de Whitechapel. Las mujeres, entonces, cogan los dos chelines y se marchaban diciendo invariablemente:

Que Dios le castigue!O bien:Dios le maldecir!Dios le ve, malvado, judo, ladrn!

Pero el seor Fratt, esquire, pona una etiqueta en la ropa y se burlaba de Dios. Era esta innoble morada la que Dickson visit esa noche, sin poder disimular su desagrado: efectivamente, le repugnaba responder a la llamada de un ser tan vil como el usurero.

Si el misterioso ladrn de la llama verde hubiera llevado a efecto su amenaza en el seor Fratt, esquire, en lugar de sobre Mac Dougal, no le habra podido guardar rencor murmur.

La calle estaba desierta, iluminada apenas por algunos pequeos mecheros de gas; Dickson se desliz en el hueco de la puerta y golpe suavemente en ella. No obtuvo ninguna respuesta. Repiti su tentativa, llamando un poco ms fuerte esta vez, pero eso tambin fue intil. Busc el timbre y lo encontr; en el silencio de la vieja morada dormida se oy un ligero campanilleo... Nada.

Recurramos a la ganza dijo Harry Dickson. Las puertas cerradas no se le resisten.La ganza hizo girar la cerradura, pero la puerta permaneci cerrada: los cerrojos estaban echados.Esto no me dice nada monolog el detective.

Dio la vuelta a la manzana de casas y descubri un muro de poca altura sobre el que sobresalan unas ramas de rboles. Un momento despus, caa sobre el suelo blando de un jardn muy descuidado, desde el que alcanz una pared que amenazaba ruina y que daba a los patios interiores. Se orient.

Mi opinin es murmur una vez que se hubo instalado en la parte de arriba de un tabique de ladrillos que estaba cubierto de musgo, que esa luz debe brillar en una de las habitaciones de la planta baja de la casa de Fratt.

Sobre uno de los pequeos patios cubiertos de hierba y moho, se abra en efecto un cuadrado de luz. Harry Dickson no lo dud ms y se dej caer en el patio vecino; en las sombras reson un aullido poco amistoso y el detective se apresur a izarse sobre el muro, acercndose de ese modo a la casa del usurero. La ventana iluminada estaba ms cerca; Dickson ya poda entrever su srdido interior, los muebles harapientos, una mesa sucia contra la que se apoyaba una forma inmvil..., demasiado inmvil desde el punto de vista del detective.

Hay bastante mugre en estos cristales murmur, pero apostara gustosamente una libra a que es el seor Fratt en persona quien est ah tan singularmente tranquilo.

Sentado a horcajadas sobre el muro, intent observar ms atentamente el interior de la habitacin. Lo que l tomaba por la persona del usurero estaba fuera del cono de luz que escapaba de una gruesa pantalla de hojalata. Prudentemente, el detective se dej caer a tierra. Inmediatamente, un formidable ruido invadi el silencio e hizo que el detective se mostrara disgustado.

Deb suponerlo!, he hecho sonar la alarma... El seor Fratt no parece tener curiosidad por saber lo que sucede.Su mano alcanz un hilo que segua a lo largo del muro a la altura de sus tobillos. Lo arranc de un tirn y la alarma ces.Esperemos que no haya otras trampas dijo para s mismo Harry Dickson haciendo funcionar su linterna... Lo que me tema: un cepo para lobos, y luego otro! Aqu s que reina la confianza!

La ventana no estaba ms que a un paso; Harry Dickson peg su rostro a ella. El seor Fratt estaba all, con el mentn cado sobre el pecho, los brazos colgantes, la mirada vidriosa.

Se me han adelantado! gru el detective. Tambin estaba en un error al prometer a este avaro una seguridad absoluta..., bien es cierto que yo slo pensaba en la llama verde, y el misterioso desconocido parece que tiene ms de un arma.

De un codazo hizo saltar el cristal en aicos, luego abri el pestillo y salt al interior de la habitacin. Era una trastienda srdida que ola a suciedad, telas viejas y miseria. Con cierto disgusto, el detective puso su mano sobre la lvida frente del usurero, desplomado sobre una silla; sinti el fro atroz de la muerte. Debe de hacer ya algunas horas, se dijo, probablemente hacia el final de la tarde, cuando Fratt acababa de encender la lmpara. Lanz una mirada inquisitiva a su alrededor.

Cmo saber si han registrado con todo este desorden gimi. De todos modos, veamos cmo ha muerto el hombre.

Haba manchas oscuras, pegajosas y sospechosas en el miserable mandiln del difunto. Una pualada en pleno corazn, supongo, se dijo Harry Dickson tocando el encogido cuerpo del hombre asesinado. De pronto, sucedi algo espantoso, una escena salida de una pesadilla sin nombre, espantosa entre las ms espantosas. El muerto se levant de un salto y, antes de que Dickson pudiera hacer algn movimiento para retroceder, las dos manos heladas del cadver se agarraron a sus muecas apretando con una fuerza increble.

Fratt! Sulteme... o le mato!

El atroz rostro inmvil del muerto permaneci impasible; sus vidriosos ojos estaban fijos en un punto del espacio, pareca ignorar a su vctima; nicamente sus manos continuaban presionando las muecas de Harry Dickson. El detective dio una patada con todas sus fuerzas en las tibias de su adversario, pero al mismo tiempo lanz un grito de dolor; la sensacin fue como si hubiera golpeado un bloque de hierro. Fratt era un hombre pequeo, delgado y frgil al que un buen golpe hubiera mandado a frer esprragos por los aires; Harry Dickson intent soltarse dndole una desesperada coz. Igual que si hubiera intentado derribar el muro de una iglesia! Fratt no se movi ni un pelo. En el cerebro de Harry Dickson se encendi una luz. Permaneci inmvil y examin a la extraa criatura que le tena prisionero. Los ojos eran los de un muerto y la glida carne de las mejillas comenzaba a ponerse azul. De pronto, el detective se puso a escuchar: en el interior de ese cuerpo privado de alma, pero animado con una vida infernal, se oa un extrao murmullo. Transcurri un minuto, largo y espantoso, luego Harry Dickson lanz un grito de terror: en aquel rostro cadavrico la boca acababa de abrirse desmesuradamente, pero en lugar de los dientes de viejo marfil de Fratt, se vea una fantstica dentadura canina de acero reluciente, mientras que la cabeza, realizando un brusco movimiento, intentaba morder la garganta de Dickson.

Y el muerto empez a hablar! Una abominable voz de carraca sali de la garganta, salmodiando, de un modo montono y feroz, palabras sempiternas.

Voy a matarte, Dickson... Dickson, vas a morrrirr... morrrirr...Las r sonaban como mecanismos mal engrasados.Un autmata! exclam el detective horrorizado.

Entonces su mente se ilumin. Record la singular mquina que les haba intrigado en el laboratorio de la calle dAuberville, el aparato que haba sido robado durante su breve cautividad en los stanos de la pequea casa de Harroteaux.

Un robot... El bandido lo ha puesto a punto durante el respiro que le proporcion mi ausencia. Despus de haber asesinado a Fratt, visti al autmata con sus ropas!

Todo esto se lo deca Harry Dickson mientras que la cabeza, que imitaba perfectamente los rasgos repugnantes del usurero, animada sbitamente por una vida frentica, intentaba aproximarse a la de su vctima dando dentelladas al vaco con un castaeo seco de las mandbulas.

Voy a matarte, Dickson... Vas a morrrirr. .. morrrirr... aullaba el fongrafo disimulado en el interior del autmata.

A su vez, los ojos acababan de encenderse, lanzando un fulgor verdoso dotado de un singular poder hipntico, al que Harry Dickson intent intilmente resistirse. Lentamente, senta que sus fuerzas disminuan y que su razn se trastornaba... Slo pudo intentar poner en funcionamiento unos vagos reflejos defensivos, pero a pesar de todo su subconsciente trabajaba. Tambin not una especie de bulto redondo que se destacaba en el mandiln del muerto a la altura del corazn.Algo le deca que tena que alcanzar ese bulto. Pero las manos de acero no soltaban su presa; Harry Dickson realiz un tremendo esfuerzo y roz ligeramente el bulto. Los dientes de hierro, en ese momento, estuvieron a punto de arrancarle la oreja derecha... pero su mano reposaba ahora sobre las ropas empapadas en sangre. Uno de los afilados colmillos le desgarr la mejilla. En el lmite de sus fuerzas, Harry Dickson apret. Ah! El autmata acababa de echarse para atrs; sus manos se abrieron soltando su presa, que se desplom gimiendo. La infernal criatura mecnica se mova por la habitacin con pasos bruscos e inseguros, rompiendo los muebles, chocando contra los tabiques. Dickson no perdi el tiempo; sac el revlver y se puso a disparar contra el monstruo. Oy un ruido de mecanismos rotos y, como un mueco, el autmata cay pesadamente al suelo, donde sus miembros continuaron agitndose de un modo grotesco.

Harry Dickson se levant gimiendo. Se encontraba en el lmite de sus fuerzas. Un solo pensamiento, una nica voluntad se impona en su espritu: huir de aquella maldita casa, como si otro peligro le aguardara an. Y, efectivamente, as era; en cuanto el detective haba dado algunos pasos vacilantes por el pasillo, una cegadora luz verde le rode. Sinti la mordedura de una llama, un trueno le ensordeci y, como lanzado por una catapulta, fue arrojado hacia adelante. Pero eso fue lo que le salv, pues alcanz la puerta de la calle. Rpidamente busc el cerrojo; en su espalda senta el aliento de una hoguera, sus cabellos comenzaban a chisporrotear. Se lanz fuera aullando, justo en el momento preciso en el que la casa del seor Fratt, esquire, se pona a lanzar fuego por todas sus ventanas. Harry Dickson ni siquiera se ocup de dar la alarma. Empez a correr como alma que lleva el diablo. A sus espaldas, el cielo comenzaba a enrojecer siniestramente y las calles se llenaron de clamores y ruido de las sirenas, de alarma.

El detective lleg a Baker Street a galope tendido y se introdujo en su casa como si sta fuera un puerto de salvacin. Sus ojos haban recuperado la tranquilidad, aunque estaban encendidos por inquietantes resplandores naranjas.

Ahora vamos a actuar nosotros dijo en voz alta, en la oscuridad del vestbulo.Y su voz era singularmente decidida y amenazadora.

V.Y bien, Goodfield, me ha trado usted los informes pedidos?Poca cosa, seor Dickson, concedi el superintendente. En primer lugar, no se encuentra ningn rastro del yate del prncipe Sador; nos tememos que Su Alteza haya pagado su fnebre tributo al misterioso desconocido de la llama verde.Usted cree? respondi el detective con indiferencia. Lo contrario me hubiera extraado, se lo confieso, Goodfield.S, al bandido le ha debido de resultar fcil capturar en alta mar el desgraciado navo del Prncipe.Bien. Y luego?Usted me ha preguntado quines eran los agentes alemanes sospechosos de espionaje que se encuentran en este momento en suelo britnico. No hay ms que morralla, seor Dickson.De todos modos, dgame de quines se trata.Bauer, Lockman, Sibenschlfer y Polwolski. Tambin me han sealado a Kirsch y Lebewohl. Enckel y Eisenschmidt han vuelto a Alemania.Cierto! Nada interesante, como usted dice, morralla murmur Dickson con aire disgustado.Es lo que yo pens, respondi Goodfield. No merece la pena ordenar la detencin de esos tteres.Cules son los barcos sospechosos en ruta hacia nuestros puertos?Navos alemanes?Oh, no! Finlandeses, estonianos o suecos.Est el Sturmfeder...No, se no.El Aland, el Peter Gramm.Pasemos esos.El Trygvason, pero es noruego.Navega con pabelln noruego, eso es todo. Ese carguero es un condenado bribn del mar que sabe desembarcar mejor que nadie pasajeros indeseables en cualquier pas. Qu ruta lleva?Golle, en Irlanda, va a cargar carbn.All right! Pero seguro que har una pequea escala en Hull antes de entrar en el Humber. Enve usted all a Briggs, Tom Wills le acompaar.

Al da siguiente, dos jvenes cargadores de muelle sin trabajo, tiznados de carbn, recorran las drsenas del gran puerto carbonero ingls.

Hello boys les grit un enorme capataz, queris sudar?Los dos parados se consultaron con la mirada.No respondi uno de ellos con voz montona. Tendrs que apencar t solo, amigo. An tenemos con qu pagarnos la ginebra durante tres das por lo menos. Habr que esperar!El capataz se alej refunfuando y sacudiendo la cabeza.Cmo est la juventud de hoy da murmur con voz melanclica. Quieren hacerse millonarios sin trabajar. Dnde vamos a ir a parar, Dios mo? En mis tiempos...

El resto de sus lamentos se perdi en el viento que llegaba del mar. Una hora ms tarde, un pequeo carguero de unas seiscientas o setecientas toneladas, atrac, y un marinero salt al muelle.

Eh!, camarada, hay trabajo en tu trasto? exclam uno de los dos descargadores que, de pronto, se haban vuelto sorprendentemente activos. Sabes, te invitaremos a una pinta de cerveza, e incluso a dos, si nos contratas.Vamos a Golle respondi el hombre y no cargamos aqu.De todos modos podemos tomar un trago juntos.No tengo tiempo, amigo, he de ir a ver al jefe del puerto para que ponga el visado en nuestros papeles.Puede tirarte el tintero a la cabeza, so ceporro grit disgustado el cargador.El hombre se encogi de hombros y enfil una de las callejuelas que se abran ante el muelle.No hay que perderle de vista, Briggs, es l dijo el otro cargador.Le ha reconocido usted, seor Wills?No, se maquilla demasiado bien el pjaro... De todos modos, esa pierna izquierda que arrastra un poco no me resulta desconocida. Seguro que es l!Le siguieron hasta la oficina del puerto, un viejo casern abierto a todos los vientos.A pesar de todo, entra a ver al jefe!Pero hay una salida que da a los astilleros de Halett.Demonio, no lo saba. Vamos all.

Tuvieron el tiempo justo para rodear el edificio y esconderse detrs de un montn de madera para estibar; vieron salir al hombre y lanzar una desconfiada mirada a su alrededor.

Pero si no es el mismo! exclam de pronto el inspector Briggs.Ya ha cambiado de aspecto, lo admito dijo triunfalmente el ayudante de Harry Dickson. Pero, ha cambiado de pierna?Es verdad.

El hombre a quien seguan ya no era un marinero sucio y pringoso, sino un marino acomodado con un buen chaquetn azul de cheviot.

No se limitar a eso dijo Tom Wills, no es la primera vez que lo sigo, y ya conozco algunos de sus trucos. Ah!, ahora entra en casa de Gilchrist, el sastre del teatro judo. Es capaz de salir vestido de niera o disfrazado del propio prncipe de Gales. Rpido, Briggs, traiga el automvil, seguro que este hombre no se detendr ms de cinco minutos, en casa del judo.

Briggs movi las piernas y, pocos minutos ms tarde, un confortable coche que llevaba la placa municipal de los taxmetros de Hull, se detuvo frente a Tom Wills, transformado, dadas las circunstancias, en un chfer.

En el caso de que yo lo cargue y usted me pierda de vista, nos volveremos a encontrar en el despacho del seor Goodfield dijo rpidamente Tom. Hasta la vista, Briggs!

Se puso a cambiar una de las ruedas, sin perder de vista la casa de Gilchrist. En seguida sali un gentleman con sobretodo color avellana que acariciaba con aire satisfecho una barba morena.

Taxi, Prncipe? pregunt Tom Wills con tono obsequioso.Vaya, no es una mala idea respondi el hombre sonriendo y lanzando una aguda mirada al joven.Pero Tom no se inquiet y el extranjero pareci satisfecho de su rpido examen.Esta temporada no nos van demasiado bien las cosas se lament Tom. Quiere que le lleve a conocer la ciudad? La conozco tan bien como la palma de mi mano, y tambin conozco perfectamente todo el condado de York. No le desplumar, se lo juro, milord.El hombre de la barba morena se ech a rer.Y si me llevara a Londres? pregunt.A Londres! dijo Tom Wills confundido, vaya una carrera!, entonces tendr que pagarme el regreso. Estoy a su disposicin!Bueno, pues entonces en marcha.Pero Tom sacudi la cabeza con aire desconfiado.Tendr que darme un anticipo, murmur. Usted ya sabe. No es por ofenderle, pero uno de mis camaradas fue contratado el otro da por un sucio marinero... vamos a Golle, dijo el de la chaqueta a cuadros, y a mitad de camino hizo parar el coche con el pretexto de comprar tabaco para su pipa... El pobre diablo de mi colega todava est esperndole. No debe molestarse conmigo, milord, pero trabajo para un patrn, y si me pasa algo parecido a eso, me despedir y no podr colocarme ya en ninguna parte como chfer de taxi.

El extranjero haba escuchado a Tom Wills pacientemente. Lejos de molestarse por las exigencias del joven, pareca, por el contrario, manifestar una cierta satisfaccin.

Aqu tiene un billete de cinco libras, amigo mo dijo de pronto. Espero que esto calme sus inquietudes!

Tom Wills mir desconfiadamente el billete, despus, cuando vio que se trataba de papel moneda autntico del Banco de Inglaterra, su rostro se ilumin.

Suba, milord dijo abriendo la portezuela y haciendo una profunda reverencia. Estar mejor ah dentro que en un Pullman! Le llevar como si fuera el duque de Westminster en persona.

El coche sali rpidamente a la carretera de Londres, y de vez en cuando, Tom Wills entonaba una alegre y graciosa cancioncilla, como lo hara un verdadero taxista ante una ganga poco habitual. Esa misma noche, Tom Wills entr como alma que lleva el diablo en el gabinete de trabajo de su jefe, y all encontr al seor Goodfield y a Harry Dickson sentados a una mesa, ante dos ccteles.

Breitenstein se aloja en el Hotel Jackson, cerca de Holloway-Station! Slo s que ahora se llama Pilgrim! dijo el joven de un tirn.Qu? Quin? jade Goodfield, Breitenstein?El famoso espa alemn, para servirle ri Harry Dickson.Lo ha hecho usted muy bien, hijo mo.Qu debemos hacer? murmur Goodfield.Es un individuo muy astuto.Simplemente, extender una orden de detencin en toda regla.Para tener que soltarle maana con mis excusas en cuanto intervenga la Embajada de Alemania? exclam el jefe de polica.Nada de eso, amigo mo dijo amablemente Harry Dickson. Redcteme una orden de detencin a nombre del seor Pilgrim.Le ruego que me diga bajo qu acusacin pregunt Goodfield desconfiadamente.Tenencia de moneda falsa respondi Harry Dickson. No es cierto, Tom?Tan cierto como que dos y dos son cuatro, seor Dickson dijo alegremente su ayudante. El pequeo monedero est en el forro de su abrigo. Hay doce billetes de diez libras, todas ellas tan falsas como la voz de miss Singleton cuando canta a Drury Lane.Cmo lo sabe usted? pregunt Goodfield.Porque se los he colocado yo mismo respondi sencillamente el joven.El seor Goodfield se ech a rer de tal forma que se le llenaron los ojos de lgrimas.Ah! Esta si que es buena, seor Dickson! Dme rpidamente tinta y una pluma para que pueda extenderle ese papelito.Que encierren a Breintenstein o Pilgrim en secreto durante tres das en Newgate, y todo se habr solucionado afirm rotundamente Harry Dickson.Todo? Qu quiere usted decir?Todo, lo que se refieres la llama verde y al que la maneja. Entonces el misterioso bandido ir a ocupar la celda que deje caliente el bueno del seor Pilgrim, palabra de Harry Dickson!Brindemos por que as sea! exclam Goodfield, firmando enrgicamente la orden de arresto.Y ahora en marcha! dijo Harry Dickson.Seor Pilgrim?S, yo soy. Qu quieren ustedes?El interpelado acariciaba con calma su hermosa y suave barba.Polica se present Goodfield. Tengo orden de detenerle.

El extranjero no se inquiet, pero tras los cristales de sus gafas pudo apreciarse un brillo malicioso.

Y por qu motivo, seor agente?Soy el superintendente Goodfield dijo secamente el polica, y estos dos seores que me acompaan son inspectores. Le arresto bajo acusacin de tenencia de moneda falsa. Le prevengo que todo lo que diga podr ser utilizado en contra suya.Tradicional frase objet framente el seor Pilgrim. Qu pruebas tiene usted en contra ma? Moneda falsa? Vaya! Esto s que es bueno!

Por toda respuesta, Goodfield descolg un amplio sobretodo que estaba en una percha, lo registr y encontr un pequeo portamonedas del que sac algunos billetes de banco.

Falsos! dijo, simplemente.El seor Pilgrim lanz una maldicin.Esto es una infamia! exclam. Pero inmediatamente recuper la calma.Deseo ver a mi abogado.Goodfield sacudi la cabeza.Eso es imposible. Tengo orden de mantenerle incomunicado. Dentro de tres das podr elegir abogado.El rostro del seor Pilgrim se ensombreci.Ya veo de qu se trata gru, pero esto no se quedar as. Tengo derecho a escribir. ..A nadie! dijo de pronto una voz clara que hizo que el detenido se sobresaltara.

El que acababa de tomar la palabra era uno de los inspectores; se aproxim a Pilgrim y le mir directamente a la cara.

A nadie, me oye? Y le aconsejo que permanezca tranquilo y no intente jugamos una mala pasada, Breitenstein.Qu! respondi sobresaltado el hombre.S, no repetir su nombre. Dese por enterado que al menor intento, que al ms mnimo gesto sospechoso podra ocurrirle un... digamos accidente.Como por ejemplo...! dijo socarrona-mente el hombre con una voz enronquecida por la inquietud.Por ejemplo, que le encuentren ahorcado en su celda!Breitenstein-Pilgrim hizo una mueca de terror.De acuerdo dijo tras un minuto de reflexin. He comprendido. El asunto que me ha trado a Londres se ha perdido... Me resigno, ya veo que estn ustedes al corriente.Y por completo! Y si usted se obstina en querer mezclarse en l, eso no le servir ms que para ser acusado de complicidad de asesinato, de incendio criminal y de chantaje. En resumen, todo lo necesario para ser colgado dentro de tres semanas.El espa se estremeci.Mi pas no me exige tanto dijo. An me necesita.Bien, est tranquilo y dentro de tres das, aunque a disgusto nuestro, le rogaremos que vaya a que le cuelguen a otro lado. De cualquier modo se ser su final. Pero por el momento, eso no nos atae.Bien, acepto dijo Breitenstein-Pilgrim escuetamente.Y hace usted muy bien. Saldremos del hotel como si furamos viejos amigos.Supongo que Pilgrim no estar demasiado tiempo ausente del hotel? brome el espa.Es usted un hombre inteligente dijo el inspector rindose. Y adems al mal tiempo le pone buena cara!A propsito, seor; tengo la impresin de que no me resulta usted totalmente desconocido dijo Breitenstein, pero no puedo ponerle nombre a su rostro.Pngale el de Harry Dickson, si usted quiere le respondi con buen humor.

El espa hizo un gesto de temor y sus ojos se agrandaron; sin embargo, en ellos hubiera podido advertirse cierto aire de admiracin.

Me lo tema murmur. En ese caso depongo mis armas: me rindo!Es una capitulacin honorable aadi Goodfield con una amplia sonrisa.

Una hora despus, el espa estaba encerrado en una celda de Newgate, vigilado estrechamente. No obstante, nadie not absolutamente nada en el Hotel Jackson, puesto que por la noche el seor Pilgrim volvi y se hizo servir una buena cena regada con una botella de vino, durmindose a continuacin con el sueo de los justos. Al da siguiente no sali de su habitacin, diciendo que esperaba a alguien. La maana transcurri sin que se presentara nadie. El seor Pilgrim se hizo servir la comida e hizo honor al rosbif, acompaado de pepinillos y salsa inglesa. Hacia las tres de la tarde, el telfono comenz a sonar.

Una dama pregunta por el seor Pilgrim le dijo el empleado de recepcin.Hgala subir!

El seor Breitenstein Pilgrim se puso de espaldas a la luz, de modo que la visitante la recibiera de lleno mientras l permaneca en la sombra. Una mano golpe la madera de la puerta.

Adelante!Entr una dama envuelta en un abrigo de pieles; un espeso velo le cubra el rostro.Seora dijo bruscamente Pilgrim, esto no entra dentro de nuestras costumbres. Tenga la bondad de levantarse el velo.La visitante dud.En caso contrario, puede usted marcharse ahora mismo. Y pongo en su conocimiento que deseo partir esta misma tarde. Esto se lo digo para indicarle que deseo que el asunto concluya rpidamente.

Con mano temblorosa, ella entonces levant su velo y el hombre pudo contemplar un hermoso rostro de mujer, con unos ojos muy negros, pero cuyas mejillas y frente literalmente desaparecan bajo una espesa capa de maquillaje. El seor Pilgrim silb suavemente.

Hable dijo.Pero...Usted sabe perfectamente cmo comenzar dijo brutalmente el seor Pilgrim.Fratt dijo ella suavemente.En este momento, el seor Pilgrim advirti una extraa vacilacin en su mirada; su mente comenz a trabajar a toda velocidad, conoca perfectamente esa expresin que indicaba mentira.No! dijo l entonces, sa no es la palabra.Not que la desconocida suspiraba con alivio. Su mirada se tranquiliz.Aubervilliers dijo ella como en un suspiro.Bien ahora hable.Seor Pilgrim... Es se su nombre, no es cierto?Qu importancia tiene eso! Ese no es mi nombre! Pero llmeme Pilgrim o Walter Scott, me da lo mismo. Hable rpido, no tengo tiempo que perder.l no puede entregarle el aparato en un pas extranjero, y desde luego, nunca en Inglaterra.Bien. Y en Alemania? brome el hombre.Tampoco dijo ella vivamente. En Holanda...Ah!El barco que lo transporta se encuentra ya en aguas holandesas.El seor Pilgrim reflexion.Entonces?Eso es todo que puedo decirle. He repetido textualmente lo que tena que transmitirle.Son ustedes astutos ri burlonamente el seor Pilgrim, pero de todos modos el asunto podr llevarse a buen trmino. Cundo me indicar la posicin del barco?Maana, por telfono...Bien, aqu estar con... el dinero. Libras o dlares?Dlares.Entendido, puede usted marcharse. A propsito, por qu no me la dice ahora?No estaremos en comunicacin con el barco hasta esta noche.Vyase!

Sin aadir ni una palabra ms, tras un breve saludo con la cabeza, la visitante se march. En cuanto oy que sus pasos se apagaban en la escalera, el seor Pilgrim se arranc de un tirn su bella barba morena; hizo lo mismo con una espesa peluca, y apareci Harry Dickson.

Haber perdido el tiempo esperando! gru. Lo que hay que tener en cuenta es que el aparato saldr esta noche a bordo de cualquier barco super-rpido. Si piensan que Dickson ha nacido ayer!

Instantes despus, se encontraba en la escalinata del hotel, a tiempo de ver cmo un potente coche arrancaba a toda velocidad. Un automvil deportivo se detuvo inmediatamente ante el Hotel Jackson.

No le pierda de vista, Tom! orden Harry Dickson al conductor, entrando en el coche.Confe en m, jefe!

El otro automvil haba conseguido alguna ventaja, pero Tom Wills no lo perdi de vista. Entonces pudieron comprobar que sus ocupantes teman ser seguidos, pues dieron innumerables rodeos. Felizmente, la gran cantidad de personas que llenaban las calles favoreca a los perseguidores, y tambin el crepsculo de invierno completamente desprovisto de niebla. La persecucin duraba ya casi tres cuartos de hora y el auto perseguido rodaba a lo largo de West King Road siguiendo a continuacin por Hammersmith. De pronto, a la altura de los Ornemental Grounds, realiz un brusco viraje metindose en un ddalo de calles ms estrechas. Un miedo terrible atenaz el corazn del joven conductor cuando se encontr ante una calle completamente vaca; en el interior del coche, escuch una airada exclamacin de su Jefe.

Sera terrible que los perdiramos.

Volvieron a encontrarlos en Haystreet, aminorando la marcha. Sbitamente, dobl la esquina de Grey Hound Road y comenz a subir hacia Hammersmith.

Trata de confundirnos, la asquerosa! gru Tom Wills.

De nuevo, los ltimos verdores de los Ornemental Grounds se perfilaron ante ellos, y Tom comenz a ponerse nervioso.

Los animales, cuando vuelven a su guarida, a veces dan muchas vueltas ri burlonamente Dickson detrs de su ayudante. Es un instinto que se mantiene siempre, Tom; la alondra jams va directamente a su nido, y otros muchos animales inofensivos hacen lo mismo. Qu podra esperarse de las alimaas humanas?

Bien, est dando la vuelta. Ahora sigue a lo largo del cementerio de Hammersmith. Pronto nos encontraremos de nuevo en Grey Hound Road. Cuidado!

El coche aminoraba visiblemente la marcha, rodeaba los terrenos de recreo de Fulham, sobre los que caa la noche. Por fin se detuvo en Little Road y los detectives vieron que la mujer descenda; luego el auto se alej a toda velocidad. Harry Dickson marchaba pegado a los talones de la desconocida. Pero ella no pareca desconfiar y, con paso desenvuelto, se acerc a una hermosa casa muy nueva, de cuyo piso superior sala algo de luz a travs de las rendijas de sus persianas. Harry Dickson la vio llamar; despus, entrar. Dej transcurrir algunos instantes, luego, con un rpido movimiento introdujo su ganza en la cerradura y abri. En el interior no deban desconfiar, puesto que los cerrojos no estaban echados. En el pasillo haba una lmpara encendida que iluminaba una espesa alfombra de gruesa lana que cubra las losas de mrmol. El detective slo haba dado algunos pasos cuando se dio de bruces contra un criado hind, tocado con un alto turbante blanco, que, al verle abri la boca para gritar. No pudo hacerlo: un formidable puetazo en pleno rostro le hizo tambalearse, y un directo en el estmago lo dobl como un cortaplumas. Harry Dickson le coloc una mordaza en la boca, sac de su bolsillo una cuerda delgada y slida y lo at como un paquete, a continuacin lo deposit detrs de un gran cofre que estaba pegado a una de las paredes.

Del piso superior llegaba hasta l un ruido claro de voces. Con sumo cuidado, el detective comenz a subir las grandes escaleras de mrmol bajo la insegura luz de una lmpara de cristal opalino que estaba pegada al techo. Las voces se iban haciendo ms claras; una era grave e irnica, y la otra unas veces furiosa y otras suplicante. Harry Dickson se aproxim a la puerta, detrs de la cual pareca que iba a producirse una pelea.

VI.Miserable! gritaba una voz de mujer. Miserable!

Harry Dickson aguz el odo: las personas que estaban detrs de la puerta hablaban un dialecto hind: el bengal. El detective conoca perfectamente la India, y ese curioso y sonoro idioma apenas tena secretos para l.

Ests preparndote para escapar continu la voz femenina, y recoger en alta mar el fruto de tus crmenes, dejndome aqu.Es preciso que alguien se quede aqu, Saida respondi la otra voz con un tono persuasivo, Despus te reunirs conmigo.Dnde? En el infierno? se burl la mujer. No, amigo mo, he compartido tu vida llena de innumerables fechoras. Estoy encadenada contigo a la rueda del destino. Incluso ignoraba hasta estos ltimos tiempos que, en lugar de ser un ladrn, que ante nuestros dioses puede ser un hombre honorable, eres un espantoso asesino y un incendiario.Ests empleando palabras muy desagradables dijo la otra voz, que de pronto era sarcstica y malvada.Acaso mereces otras?

Un agujerito luminoso en la puerta indicaba el lugar donde estaba la cerradura, Harry Dickson peg vidamente el ojo. Slo poda ver una parte de la habitacin, admirablemente amueblada al estilo oriental, y a uno de los actores de la escena: la mujer. Aunque ya no estaba maquillada, reconoci inmediatamente a la visitante del Hotel Jackson.

Una india murmur. Me lo figuraba.El hombre se encontraba fuera de su campo visual, pero su voz sonaba al lado de la puerta.Por supuesto! Mi pequea Saida, las merezco, e incluso ms. Para m constituyen un motivo de orgullo. Ahora fjate en esas aberturas de la pared y ellas te mostrarn algo ms.

Harry Dickson vio que en la pared se corran dos pequeos paneles que ocultaban dos vidrieras incrustadas en la piedra. Las aberturas de la pared estaban rojas como la sangre! Se dira que eran dos pequeos cuadros, clavados en la pared, y que representaban dos lejanas escenas de terror.

Brompton est ardiendo! ri el hombre. El fuego va directamente hacia Knigtsbridge... Se lo debo a esta querida ciudad a modo de despedida!Monstruo!Muy honrado! Pero al mismo tiempo encantado, pequea Saida de ojos de terciopelo, pues semejantes injurias justifican ampliamente mi decisin de no llevarte conmigo.Ir a Scotland Yard...Eso lo veremos.dijo de pronto la voz con una horrible entonacin entre odio y furor.Harry Dickson vio pasar una sombra delante del ojo de la cerradura, luego escuch un grito de dolor.Muere, perra...An no, prncipe Sador! replic otra voz que, fue seguida de un ruido de lucha que termin con un estertor.

Harry Dickson se encontraba en el centro del, saln hind, que estaba iluminado, adems de por la suave claridad de una lmpara, por el reflejo siniestro del lejano incendio. Sador estaba tendido a sus pies, la boca abierta, los dientes apretados, un cuchillo lleno de sangre en su crispada mano; sobre un divn, Saida yaca inmvil, el pecho atravesado por una pualada.

Por fin le tengo, Sador gru el detective cruzndose de brazos y lanzando una mirada de profundo desprecio al hombre inmvil. Verdaderamente me ha tomado cierto tiempo saber quin estaba detrs de todos estos crmenes. Fue necesario que el valeroso Tom Wills posara su mano sobre cierta locin capilar, de un negro bastante extrao, cuya procedencia no era europea. Ah! Tiene usted telfono aqu? En esta decoracin desentona un poco, pero lo necesito. Harry Dickson se dirigi hacia un telfono niquelado que brillaba sobre un velador, y marc el nmero de Scotland Yard.Oiga! Goodfield! Aqu Harry Dickson.S, s, s.Cmo...

Clack! La comunicacin acababa de ser cortada. Inquieto, el detective colg el aparato, presintiendo la trampa, al tiempo que lanzaba una imprecacin. El prncipe Sador haba desaparecido!

Maldicin!Dios le oye, seor Dickson. No diga palabrotas. Constituyen un grave pecado para un hombre tan bien educado y creyente como usted!

La voz llegaba ahogada y pareca provenir de una de las pesadas colgaduras que cubran una de las paredes.

Est usted atrapado, mi querido seor Dickson... Cmo no haba que ese telfono comunica con mi centralita? Me ha llamado usted mismo y le expreso toda mi gratitud por ello!

Harry Dickson se abalanz sobre la colgadura, pero al mismo tiempo, su corazn se lelo de espanto. De la pesada tela escarlata acababan de surgir dos manos que le inmovilizaron las muecas. El detective saba perfectamente lo que suceda, demasiado bien... Pues la pesadilla de la casa del usurero Fratt volvi a su memoria. Mir las manos que le agarraban; eran largas y delgadas, asombrosamente musculosas. Las reconoca y, sin embargo, no se atreva a situarlas en su memoria: le pareca demasiado espantoso. Se dira que eran sus propias manos las que inmovilizaban a las suyas! Entonces, la horrorosa incertidumbre se precis. Las cortinas de terciopelo se corrieron lentamente, y Harry Dickson lanz un grito de terror. Le pareca estar mirando un espejo del que hubieran surgido las manos de acero. Su propia imagen estaba ante l, mirndole fijamente con ojos muertos y rompindole lentamente los brazos.

Bueno! Qu me dice de esta sorpresa? brome la lejana voz del prncipe Sador. Qu parecido, no es cierto, seor Dickson? Admrese ante mi genio que, de la informe mquina del viejo loco de Harroteaux consegu realizar una criatura tan perfecta. Harry Dickson contra Harry Dickson, esto es un autntico fratricidio!

Los movimientos del nuevo autmata eran mucho ms precisos que los del que representaba la figura grotesca del seor Fratt, esquire. Con un gesto brusco, la bestia de acero atrajo hacia as a su doble de carne y hueso y, lentamente, lo apretaba contra su formidable pecho.

Es intil que busque el resorte salvador, seor Dickson ri burlonamente la voz del Prncipe. Esta vez se encuentra en la espalda. Intente alcanzarlo si puede!

El aire ya no llegaba a los pulmones del detective. El monstruo mecnico iba a ser ms expeditivo que su predecesor.

No miento si digo que le estaba esperando, seor Dickson continu Sador, ya que haba preparado su doble para eso, pero no me atreva a suponer que se presentara en mi domicilio. Verdaderamente es usted un hombre muy atento. Quiero que termine su vida escuchando un concierto de alabanzas. Adis, seor Dickson... Es intil que le diga nada ms: creo que ni siquiera me oye.

Era cierto, el ltimo destello de razn iba a desvanecerse en el cerebro del gran detective; su vista se nublaba, millones de campanas sonaban furiosamente en su odo... Comprendi que haba llegado su fin. Entonces... Harry Dickson lanz a su alrededor confusas miradas: an no haba muerto? Yaca sobre la alfombra, el cuerpo magullado, pero libre del atroz abrazo. Levant su cabeza dolorida: su terrible doble estaba ante l, inmvil, pero a sus espaldas se mova algo. Era Saida... Haba acudido en ayuda del detective, haciendo funcionar el resorte que se encontraba en la espalda del monstruo mecnico. Reuniendo todas sus fuerzas, el detective se levant y cogi en sus brazos a la malherida mujer. Ella le apart.

Voy a morir murmur. Me ha matado... Pero quiero vengarme... As que es usted Harry Dickson!Silenciosamente, el detective asinti.S dnde est l continu la mujer herida, en un soplo. Venga...

Hizo un gesto para que separara las colgaduras y, con mano titubeante apret un florn del panel de madera. Una parte del muro se corri, pero no dej al descubierto ms que otra parte del muro de un blanco crudo. Dickson quiso lanzarse; ella hizo un gesto para que permaneciera detrs. Acercndose al autmata, apret tres veces un punto del omoplato del robot. Entonces Dickson asisti a una escena inolvidable. La infernal criatura se lanz contra el tabique