Introduccion Al Nuevo Testamento (Helmut Koster)

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Transcript of Introduccion Al Nuevo Testamento (Helmut Koster)

INTRODUCCIN AL NUEVO TESTAMENTO Helmut Koster

SIGEME

INTRODUCCIN AL NUEVO TESTAMENTOHistoria, cultura y religin de la poca helenstica e historia y literatura del cristianismo primitivo

HELMUT KSTER

EDICIONES SGUEME SALAMANCA 1988

Tradujeron: Javier Lacarra y Antonio Pinero, sobre el original alemn Einfuhrung in das NT y versin inglesa Introduction to the New Testament. History and Literature of Early Cbristianity Walter de Gruyter and Co., Berlin-New York, 1980 Fortress Press, Philadelphia, 1982 Ediciones Sigeme, S. A., 1988 ISBN: 84-301-1060-7 Depsito legal: S - 612 -1988 Grficas Visedo, S. A. Hortaleza, 1. Salamanca, 1988

A la memoria de mi maestro RUDOLF BULTMANN

CONTENIDOAgradecimiento Prlogo Series y ttulos de revistas Obras frecuentemente citadas I. HISTORIA, CULTURA Y RELIGIN DE LA POCA HELENSTICA II. 1. 2. 3. 4. 5. 6. Panorama histrico Sociedad y economa Educacin, lengua y literatura Filosofa y religin El judaismo en la poca helenstica El Imperio romano como heredero del helenismo. 13 15 19 23

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HISTORIA Y LITERATURA DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO 7. 8. 9. 10. 11. 12. Fuentes para la historia del cristianismo primitivo. De Juan Bautista a la comunidad originaria Pablo Palestina Egipto Asia Menor, Grecia y Roma

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ndice de escritos cristianos primitivos ndice onomstico y de materias ndice general

ILUSTRACIONESMAPAS Colonizacin griega Campaas de Alejandro Magno El Egipto helenstico El Imperio Selucida Rutas comerciales Palestina Provincias del Imperio Romano Palestina Viajes de Pablo El Imperio Selucida Egipto helenstico Acaya Cartas en el cristianismo primitivo FOTOGRAFAS Cabeza de mrmol de Alejandro Magno Tetradracma de plata de Lismaco Almacenes de mercancas en Dlos Reconstruccin de Prgamo Inscripcin de la biblioteca de Panteno en Atenas El filsofo estoico Crisipo Ctedra dorada de bronce de Derveni (Macedonia) Estela votiva con una escena de curacin El telesterion en Eleusis Busto de Sarapis Mano de Sabacio Sinagoga de Sardes Estatua de Augusto Epgrafe con una manumisin de esclavo de Lefkopetra Inscripcin del templo de Roma-Augusto en Atenas Pgina del Codex Washingtonianus ureo de Augusto 38 71 72 124 135 174 215 229 233 240 260 281 373 401 441 527 579 26 39 85 86 130 265 354 602 603 660 743 764 840

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Ilustraciones 590 621 626 634 666 731 750 766 773 817 848 868 872

Jesucristo Vista de Corinto Puerta del Mercado de Mileto Refectorio cultual en el santuario de Demter en Corinto . . . . Papiro de Oxirrinco 655: fragmento del Evangelio de Toms. Pgina del Codex II de la Biblioteca de Nag Hammadi Lugar donde se descubri la Biblioteca de Nag Hammadi Moneda romana antigua de Macedonia Cabeza y brazo de una estatua de Domiciano Moneda de bronce de Domiciano Discurso del Arepago de Pablo Coraza del emperador Adriano Prgamo: Altar de Zeus TABLAS CRONOLGICAS Macedonia: Reyes y acontecimientos Egipto: Reyes y acontecimientos Siria: Reyes y acontecimientos Sistemas monetarios Macabeos y Asmoneos Conquistas del Imperio Romano Acontecimientos de la guerra civil romana La dinasta Julio-Claudia Emperadores romanos de Vespasiano a Cmodo Herodianos y Prefectos ESQUEMAS Fuentes de los Evangelios Stemma de la transmisin de las cartas de Ignacio de Antioqua.

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AGRADECIMIENTO

Agradecemos cordialmente el permiso que nos han concedido diversas institucionespara imprimir una serie defotografas en este volumen la inscripcin de la Biblioteca Panteno (p 135), propiedad de las Excavaciones en el Agora, Atenas, Grecia, sinagoga de Sardes, del FoggArtMuseum por cortesa de Sardis Excavation Office de la Universidad de Harvard (p 281), pgina delcodex Washingtonianus, de la Freer Gallery del Instituto Smithsontano de Washington D C, papiro de Oxtrrinco 655 (p 666), de la biblioteca Houghton y delSemitic Museum de la Universidad de Harvard, pgina del Codex II de la biblioteca de Nag Hammadi y su emplazamiento del Institute for Anttquity and Christiamty de la Claremont Gradate School El autor desea expresar tambin su agradecimiento a otras instituciones que han permitido igualmente el uso defotografas Museo Arqueolgico de Tesalnica, Grecia (p 215), Servicios de administracin del Museo Arqueolgico bizantino de Tesalnica (p 590), Museo Nacional de Atenas, Museo Arqueolgico de Verria (Grecia) (p 401), Museo del Louvre, Pars (p 174), Staathche Museen Charlottenburg (Berln Occidental) (pp 71, 766, 817), Museum fur Kunst und Gewerbe, Hamburgo (p 240), Museo Arqueolgico Nacional de Copenague (p 38), Coleccin numismtica del Museo Nacional de Atenas (p 579), Museo de Efeso, Turqua (p 773), Excavaciones en Corinto de la America School of Classical Studies(p 634) Agradecemos tambin el permiso concedidopara las restantes fotografas utilizadas en este volumen al equipo investigador de Religin, Cultura de las tierras del Nuevo Testamento (ASOR)

PROLOGO La idea de escribir una Introduccin al Nuevo Testamento en forma de historia del cristianismo primitivo, enmarcada en su contexto contemporneo e incluyendo una panormica de la historia poltica, cultural y religiosa del perodo helenstico y del Imperio romano, procede del predecesor de este libro, \a.Einfuhrung in das Neue Testament de R. Knopf (edicin revisada por H. Lietzmann y H. Weinel en la serie Sammlung Topelmann, hoy sustituida por los De Gruyter Lehrbcher). Por ello la Introduccin que ahora presentamos no aspira a ser un volumen introductorio en el sentido tcnico del trmino, ni tampoco una Historia de la literatura cristiana primitiva, ttulos que tratan eruditamente las cuestiones de fecha de composicin, integridad y estructura literaria de cada uno de los escritos del Nuevo Testamento. Ciertamente, tales cuestiones entran de lleno en la obra presente, pero se abordan dentro del contexto de una reconstruccin del desarrollo histrico de la cristiandad primitiva. Mi intencin primaria es presentar al lector la historia de las iglesias cristianas primitivas, puesto que, en mi opinin, el estudiante del Nuevo Testamento debe intentar desde el principio comprender los escritos de este perodo primitivo dentro de su contexto histrico determinado. Es obvio que este intento de reconstruir la historia del cristianismo primitivo obliga a abandonar el marco rgido de las Introducciones tradicionales. Por ello no limito la investigacin a los veintisiete escritos cannicos, sino que trato tambin unos sesenta escritos de la literatura cristiana primitiva, generados en los primeros 150 aos de la historia del cristianismo, con independencia de que se nos hayan conservado por entero o slo fragmentariamente. Como testigos de esa historia cristiana primitiva esos libros no cannicos poseen el mismo valor que el Nuevo Testamento. Pero la presentacin histrica de este material re-

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Prologo

quiere tener ideas claras sobre la autora, fecha, lugar de composicin de cada uno de estos escritos; en otras palabras, debemos tener presente en cada caso los resultados de la investigacin histrico-crtica. A este propsito me he esforzado por presentar los problemas al tomar alguna decisin en torno a esas cuestiones. Si tal problemtica es difcil en relacin a algunas partes del NT, es ms difcil respecto a la literatura no cannica: tradicionalmente el debate estre los estudiosos se ha concentrado en la literatura cannica mientras que otros escritos fuera del canon han recibido una atencin ms escasa. Adems algunos de los que pertenecen a este ltimo grupo han sido descubiertos recientemente y su evaluacin crtica ha comenzado en nuestra poca. A pesar de todo es mucho mejor hacer avanzar la investigacin y con ella nuestro conocimiento por medio de la reconstruccin hipottica que ignorar por completo un material nuevo y aparentemente problemtico. Teniendo en cuenta la situacin presente de los estudios neotestamentarios, podra resultar errneo suscitar en los estudiantes de la historia cristiana primitiva la expectativa de unos resultados totalmente seguros. El mismo Nuevo Testamento nos proporciona las pruebas de que la historia de las comunidades cristianas primitivas es un proceso complejo, lleno de puntos controvertidos sobre los que hay que tomar arduas decisiones. Comprender tal proceso exige un buen juicio crtico, a la vez que la elaboracin de nuevas lneas a travs de la historia del cristianismo primitivo. El reciente descubrimiento de ms escritos antiguos no slo exige una nueva orientacin bsica de nuestros puntos de vista, sino que permite al estudioso apreciar con mayor nitidez las profundidades y riquezas de este perodo formativo, especialmente si se contempla en el contexto de la historia general de la cultura en la que naci el cristianismo. La finalidad de este libro no me permite basar toda su estructura en los resultados de mi investigacin personal. En muchos temas de mi panormica del mundo helenstico romano, los especialistas podrn tener mejores juicios y perspectivas. No slo me siento deudor de las obras publicadas por muchos especialistas, sino tambin, y en gran medida, de mis alumnos de la Universidad de Harvard que han enriquecido este libro en sus varios estudios de escritura y correccin por medio de sus sugerencias y crticas. Debo mucho igualmente a mis colegas de quienes he aprendido muchas cosas en seminarios y discusiones durante las dos ltimas dcadas.

Prlogo

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f Quiero expresar aqu un agradecimiento especial a diversos colegas y amigos: a K. Baltzer de la Universidad de Munich; a Fr. M. Cross; D. Georgi, G. MacRae; K. Stendahl; J. Strugnell y Z. Stewart, todos de la Universidad de Harvard. La traduccin castellana que hoy ofrecemos se basa en la edicin alemana de mi obra (De Gruyter 1981), pero ha sido revisada teniendo presente en todo momento mi propia versin inglesa de 1982 (Fortress Press-De Gruyter). De acuerdo con esta ltima se ha corregido el texto donde era necesario y se ha aadido un nuevo captulo (6.3 d). Se han corregido, adems, algunos errores grandes y pequeos. A este respecto me siento deudor especialmente a la resea que E. Plmacher public en el Gottingische Gelehrte Anzeigen 2 3 3 (1981) 1 -22 y a las amplias notas que amablemente me ha hecho llegar. He reelaborado la bibliografa citando en primer lugar ediciones y traducciones de los textos de modo que los estudiantes se sientan animados a continuar su lectura con materiales primarios. He aadido tambin algunos ttulos en ingls, ms accesibles para la mayora del pblico. A este respecto agradezco a mi colega A. Henrichs de la Universidad de Harvard sus sugerencias para una revisin de la bibliografa. Esta no pretende ser exhaustiva, sino que est pensada para indicar el material que, en mi opinin, es ms valioso y reciente y que incita a un estudio en mayor profundidad. De todos modos he incluido siempre los clsicos ms importantes, que continan siendo guas bsicos de la invtigacin contempornea. Para ms amplias referencias el estudioso debe dirigirse a los diccionarios y obras de consulta apropiados como The Interpreter's Dictionary ofthe Bible (especialmente su suplemento recin publicado), el Reallexikon fur Antike una Christentum, Der Kleine Pauly, Die Religin in Geschichte und Gegenwart, y The Oxford Classical Dictionary (las referencias especficas a estas obras no aparecen en la bibliografa). La presente obra no habra podido concluirse en un tiempo razonable sin la paciencia y el inters de mi mujer e hijos. Numerosas personas me han ayudado en los diferentes estadios de composicin de esta obra: Ph. H. Sellew (labor de edicin; bibliografa), J. C. Guest (edicin, lectura de pruebas), G. A. Bisbee (mapas), P. Chance (mecanografiado), R. Olson (bibliografa). Les quedo muy agradecido por su eficiente e infatigable asistencia. Raramente disfruta un autor de una ayuda tan competente y compenetrada en la produccin de un libro como la que he recibido de mis amigos Ch. Matejovsky y R. W. Funk de Polebridge Press en Missoula (Montana). Su dedicacin, cuidado, experien-

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Prlogo

cia y consejo han acompaado cada momento de la realizacin de este libro. nter Nationes, una Institucin de la Repblica Federal de Alemania ha contribuido con una notable aportacin a disminuir los gastos de la versin inglesa. Gracias por su generosa ayuda. Este libro est dedicado a la memoria de mi maestro Rudolf Bultmann. Hace ms de treinta aos me anim a prestar una mayor atencin a los escritos extracannicos del cristianismo primitivo. Su inquebrantable insistencia en la utilizacin sensata de los mtodos histrico-crticos y su nfasis en las investigacin de la literatura cristiana primitiva dentro del marco de estudio de las religiones han de permanecer como compromisos bsicos del estudio del Nuevo Testamento. Universidad de Harvard Cambridge, MassachussetsHELMUT KOESTER

SERIES Y TTULOS DE REVISTASAbhandlungen der Akademie der Wissenschaften zu Gttingen Philologisch historische Klasse AB Anchor Bible ADAI K Abhandlungen des deutschen archaologischen Institus, Kairo, Koptische Reihe AHR kff\ American Histortcal Review AGSU Arbeiten zur Geschichte des Spatjudentums und Urchnstentums AJP American Journal of Phdology AKG Arbeiten zur Kirchengeschichte AnBib Analecta bblica ANR W Au/stieg und Ntedergang der Romischen Welt ANTT Arbeiten zur neutestamentlichen Textforschung ASNU Acta sermnarn neotestamentici upsaliensis AThANT Abhandlungen zur Theologie des Alten und Neuen Testaments AVTRW Aufsatze und Vortrage zur Theologie und Religionswissenschaft BAC Biblioteca de autores cristianos BEThL Bibliotheca ephemendum theologicarum Lovaniensium BEvTh Beitrage zur evangelischen Theologie BFChTh Beitrage zur Forderung chnstlicher Theologie BHTh Beitrage zur histonschen Theologie BibOr Bblica et onentaha BJRL Bullettn of the John Rylands Ltbrary BKP t ( Beitrage zur klassischen Philologie BT B Bibliothque de thologie, 3 Ser Thologie biblique BWAT Beitrage zur Wissenschaft vom alten Testament BZNW Beihelte zur Zeitschrift fur die neutestamentliche Wissenschaft CBQ Cathohc Bblica/ Quarterly CGTC Cambridge Greek Testament Commentary ConB Comectanea bblica CRI Compendia Rerum Judaicarum ad Novum Testamentum EHS T Europaische Hochschulschnften Reihe 23 Theologie EKKNT Evangelisch katholischer Kommentar zum Neuen Testament EPhM Etudes de philosophe mdivale EPRO Etudes prliminarres aux rekgions orientales dans l'empire romain ErJB ranos Jahrbuch EtBib Etudes Bibliques EtJ Etudes Juives EvTb Evangehsche Tbeologte ^ AAWG PH

20FRLANT GBSNTS GCS GLB GRBS GTB GWU HAW HDR Hesp S HeyJ Hist HNT HNT E HSM HSS HThK HTR HTS Hyp ICC IDBSip Int JAC JAC E JAL JBL JE A JHS JQR MS JR JRomS JSHRZ JTC JTS KIT LBS LCL MAPS MBPF MH Mn Suopl MThSt MTbZ NAWG PH NHS NovT

Series y ttulos de revistas Forschungen zar Religin und Literatu r des Alten und Neuen Testaments Guides to Biblical Scholarship, New Testament Series Die gnechischen christlichen Schnftsteller der ersten dre Jahrhunderte De Gruyter Lehrbuch Greek, Romn, and Byzantine Studtes Van Gorcum's theologische bibhotheek: Geschichte m Wissenschaft und Untemcht Handbuch der Altertumswissenschaft Harvard Dissertations m Religin Hesperia Supplements Heythrop Journal Historia Zeitschrift fur alte Geschichte Handbuch zum Neuen Testament Handbuch zum Neuen Testament Erganzungsband Harvard Semitic Monographs Harvard Semitic Senes Herders Theologischer Kommentar zum Neuen Testament Harvard Theological R*view Harvard Theological Studies Hypomnemata Untersuchungen zur Antike und zu hrem Nachleben fnternationa Critica Commentary Interpretis Dictionary of tbe Bible Supplement Interpretation Jahrbuch fur Antike und Christentum Jahrbuch fur Antike und Christentum Erganzungsband Jewish Apocryphal Literature Journal of Biblical Ltterature Journal of Egyptian Archaelogy Journal of Hellenic Studtes Jewish Quarterly Review Monograph Series Journal of Religin Journal of Romn Studtes Judische Schnften aus hellenistisch-romischer Zeit Journal for Theology and tbe Cburch Journal of Theological Studtes Kleine Texte fur (theologische und philologische) Vorlesungen und Ubungen Library of Biblical Studies Lecrures on the History of Religions, Spcmsored by the American Council of Learnerd Societies Memoirs of the American Philosophical Society Munchener Beitrage zur Papyrusforschtmg und antiken Rechtsgeschichte Museum Helveticum Mnemosyne Biblioteca classica/philologica Batava Supplements Marburger theologische Studien Munchener theologische Zeitschrift Nachrichten der Akademie der Wissenschaft tn Gotnngen Philologisch-histonsche Klasse Nag Hammadi Studies Novum Testamentum

Senes y ttulos de revistas NovTSup NTDSup NTS NTTS NumenSup OBO OTS PBA PhS PTS PVTG RAC RB RechSR RGG RechBib RPS RVV SBLDS SBLMS SBLSBS SBLSCS SBLSS SBLTT SBS SBT SC SCHNT SEA" SG SHCT SJ SJLA SNTSMS SOAW PH SPB SQAW SQS StANT STL StNT STRT SUNT SVTP TEH TF ThBu ThF ThHK ThLZ ThR

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Novum Testamentum Suppiements Das Neue Testament Deutsch Supplementband New Testament Studtes New Testament Tools and Studies Nutnen International Review for the History of Refigions. Suppletnents Orbis Biblicus et Onentalis Oudtestamentische Studien Proceedings of the Bntisb Academy Pnilologus Supplement Patfistische Texte und Studien Pseudepigrapha Veteris Testamentis graece Reallexikon fur Antike und Christentum Revue btblique Recherches de saence religieuse Dte Religin in Geschichte und Gegenwart Recherches bibliques ReUgious Perspectives (series) Rehgionsgeschichthche Versuche und Vorarbeiten Society of Biblical LiteratureDissertation Series Society of Biblical Literature Monograph Series Society of Biblical Literature Sources for Biblical Study Society of Biblical Literature Septuagint and Cognate Studies Society of Biblical Literature Semea Suppiements Society of Biblical Literature Texts and Translations Stuttgarter Bibelstudien Stumlung Goschen Stmiies n the History of Christian Thught Stu^Jia Judaica Stu

Panorama histrico wrti WHM^W

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Seleuco II Calnico (246-225) y Seleuco III Soter (225-223), el imperio selucida experiment una crisis que puso seriamente en peligro su integridad. La guerra de Laodicea (3. a guerra siria, 264-241), surgida por conflictos sucesorios, trajo consigo la prdida de territorios de Asia Menor y de Siria, y fortaleci la independencia de los reinos de Asia Menor. El hermano de Seleuco II, Antoco Hierax, erigi en el sur de Asia Menor un reino independiente con capital en Sardes, pero fue derrotado varias veces por talo I de Prgamo y cay finalmente en la lucha contra los celtas en Tracia (266). El primo de Seleuco III consigui que Prgamo devolviera algunas posesiones selucidas en Asia Menor, pero posteriormente se declar independiente, hacindose rey en la capital Sardes. Las dificultades surgidas con motivo de la subida al trono de Seleuco II provocaron, tambin en el este, acontecimientos de graves consecuencias. El strapa de Bactriana, Didoto, se independiz apoyado por las florecientes ciudades coloniales griegas y por la nobleza iran. Este reino griego independiende de Bactriana perdur durante varios siglos y hacia el ao 200 a. C. formaba un gran estado que ejerca su soberana sobre Sogdiana, parte del norte de la India y quiz tambin sobre algunos territorios del Turquestn chino. La influencia de la cultura griega sobrevivi (en el arte de acuar monedas y en la arquitectura) mucho tiempo despus del derrumbamiento del reino bactriano.SIRIA (Todas las fechas a. C.) 312-281 Monarcas Seleuco I Nicator 312 300 281-261 261-246 246-225 Antoco I Soter Antoco II Thes Seleuco II Cahmco 275 240-226 ca 240 223-187 187-175 175-164 164-139 139-129 129-125 126-96 Antonio III el Grande Seleuco IV Eupator Antoco IV Epfanes Antoco V; Demetrio I Alejandro Balas, Antoco IV Antoco VII Sidetes Demetrio II Antoco VIII Gripo 212-205 195 191/190 170/168 168-164 140 83-69 64 Acontecimientos Fundacin de Seleucia del Tigris Fundacin de Antioqua del Orontes Derrota ante Prgamo Reinado independiente de Antoco Hierax en Asia Menor Secesin de Bactriana Fundacin del reino parto Anbasis de Antoco Conquista de Palestina Derrota ante Roma Conquista de Egipto Revuelta de los Macabeos Independencia de Judea Tigranes I de Armenia ocupa Siria Pompeyo hace de Siria una provincia romana

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As como la evolucin de los acontecimientos en Bactriana no representaban ninguna amenaza inminente para el imperio selucida, la fundacin del imperio parto equivala, por el contrario, a la prdida de todo el este iran. Los parnis eran un pueblo ecuestre iranio del Asia central que consiguieron, poco despus del ao 250 a. C , conquistar la satrapa de Parta (al este del mar Caspio), construyendo as un imperio propio (y adoptando el nombre de *

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parco de Nicea (cf. supra 3,3 b), que en el s. II a. C. vivi temporalmente en Alejandra, estaba evidentemente convencido de la verdad de la astrologa. La matemtica y la mstica no se excluan mutuamente. Del mismo siglo procede la famosa obra bsica de la astrologa cientfica publicada bajo el pseudnimo de NechepsoPetosiris, lo mismo que un libro de contenido parecido que circulaba con el nombre de Hermes Trismegisto, tan significativo ms adelante en la literatura hermtica ( 6,5 f). Estas obras no tienen ciertamente nada que ver con tradiciones egipcias. Eran tratados puramente griegos con unas bases astrolgicas babilnicas. La astrologa se present desde el principio en el Helenismo como un sistema cientfico consecuente, pero slo pudo imponerse porque, al mismo tiempo, sirvi de marco a una nueva interpretacin religioso-filosfica del mundo. La vieja religin griega era un culto a los dioses de la ciudad y slo poda subsistir en esta forma durante el tiempo que estos dioses fueran adorados y aceptados como patrones protectores de \z.polts. La movilidad de la poblacin, la ampliacin de los horizontes geogrficos y el universalismo de la economa, la poltica y la ciencia no se pudo contentar con esta religin local. Pero aunque los monarcas de los nuevos reinos helensticos pusieron los antiguos cultos ciudadanos al servicio de su poltica, esta accin no dio como resultado en el helenismo una nueva interpretacin de los antiguos dioses como divinidades universales (no puede ponerse como ejemplo de lo contrario el caso de la religin de Sarapis y de Isis, cf. infra 4,4 a). Fue ms bien la filosofa la que seal nuevos caminos. Con toda razn, la Estoa, que era la ms importante filosofa universalista, recurri para la formulacin de su cosmologa a los conceptos astrolgicos umversalmente vlidos. La astrologa ofreci el marco para presentar a los antiguos dioses bajo nuevas formas de poder universal. Zeus, antao soberano del Olimpo, se transform en el planeta Jpiter, seor rutilante del cielo, al identificarlo con el dios salvador babilnico y redescubrirlo como el planeta ms brillante. As tambin Afrodita se convirti en Venus ( = Nergal, el dios babilnico de la muerte); Cronos, en Saturno ( = Nimurtu, el dios babilnico de la guerra) y Hermes, en Mercurio ( = Nebo, el dios babilnico de la sabidura). De la misma manera los das de la semana se fijaron segn estos cinco planetas junto con el sol y la luna. Que todo esto fue obra del espritu griego, se desprende de la posicin sobresaliente del sol: ello concuerda con la opinin ms avanzada de la ciencia griega, pues en Babilonia la luna era ms importante como poder determinante del destino. Esta universalizacin de los dioses

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griegos que, al contrario de la tradicin helnica, concedi al sol el lugar de honor, constituy la base para que, ms adelante, en la poca romana, el Sol invencible (Sol invictus) fuera el smbolo ms poderoso del paganismo en la lucha contra el cristianismo. El filsofo Posidonio haba ya explicado que el sol, como fuego puro, era el origen ltimo de toda razn y de todos los espritus, y que en definitiva todo poder procede de l. Sin embargo esta popularizacin general de la astrologa no se afianz hasta la poca imperial romana. En sentido positivo, la imagen astrolgica del mundo con sus ideas sobre una ley y un poder divino universales consigui transmitir al hombre un concepto del mundo, al que tena que adaptarse, y de las potencias divinas a las que deba tener en cuenta. Pero esta imagen del mundo tena tambin una parte negativa: invoc a un espritu al que luego no pudo exorcizar: la. heimarmne. La palabra se deriva del verbo griego jiepofiai recibir la parte que le corresponde a uno; de la misma raz procede el sustantivo homrico iioipct, suerte, destino. La tragedia griega haba hablado, en su lugar, de annke, de la necesidad imprevisible. Esta era el poder misterioso de la vida humana, que hace su aparicin en el amor, en la culpa, en la desgracia y en la muerte, y que exige su tributo. Aristteles defini la annk como aquello que es contrapuesto al movimiento de la libre eleccin (Metafsica IV 5; p. 1015 a20yss). Pero la annk no es, de ningn modo, un poder que convierta la vida humana en absurda y sin sentido. Impide nicamente que el hombre pueda hacer un clculo previo de su vida, convirtindola as en vida autntica, llena de secretos, y situando al hombre en su verdadera condicin humana, sin decirle si al final vendr el xito o la desesperacin. En el Helenismo, por el contrario, la heimarmne (llamada tambin annke) algunas veces es un poder que predetermina la vida humana con un clculo perfecto. Es la diosa mxima que posee el poder definitivo sobre todas las cosas, el destino que est en las estrellas y que discurre de manera tan inevitable como sus rbitas. En Filn de Alejandra (Migr. Abr. 179) encontramos una descripcin caracterstica de la fe babilnica en los astros y de la idea que de ah se deriva respecto a la heimarmne: (Los babilonios) suponen que el mundo visible (es decir, los astros y la tierra) es lo nico que existe, y que o bien es l mismo la divinidad, o la encierra en s como alma del universo. Al destino (heimarmne) y a la necesidad (annk) los convierten en dioses y de esta forma llenan la vida humana de una gran impiedad, pues ensean que fuera de estos fenmenos visibles (csmicos) no hay ningn tipo de causa de

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ninguna cosa; ms bien las rbitas del sol, de la luna y de los otros cuerpos celestes determinan tanto el bien, Como su opuesto, para todo ser viviente. En esta concepcin no queda ningn margen para la libertad, pues la imagen del mundo de la astrologa entrega al hombre en manos del destino. Las fuerzas y las relaciones de la sociedad humana no estn en condiciones de asegurar al hombre un espacio posible de libertad, pues el ser humano queda as desligado de las estructuras sociales heredadas sin que la filosofa consiga volver a definir el espacio de la libertad humana y de la responsabilidad moral respecto a sus dimensiones polticas y sociales. La nueva visin del mundo bajo el signo de la heimarmne no cuenta en absoluto con estructuras polticas, sino con sistemas de leyes siderales y fsicas. El que los signos astrolgicos apareciesen ms adelante en monedas imperiales y en emblemas militares tuvo que demostrar suficientemente a los hombres de aquella poca que tambin los poderes polticos dominantes estaban subordinados a las leyes de las estrellas. La confrontacin inmediata del individuo con los poderes siderales, susceptibles ce ser cafcufados, pero ai mismo tiempo nmsercordes e inmutables, condujo a un determinismo astrolgico, cada vez ms extendido. Como se trataba de coiitender con poderes interpretados en sentido fsico y material, la magia que poda influenciar tales fuerzas penetraba en tocios los mbitos de la vida. Se necesitaba un mago para poder tener xito en las aventuras amorosas, se elega la hora propicia para un banquete segn un manual astrolgico y nicamente se tomaban decisiones polticas importantes consultando con un astrlogo. Con la heirmarmne no era posible discutir, pero poda uno acomodar sus planes de acuerdo con ella. Dado que la evolucin de las creencias astrolgicas en el destino alcanz en la poca romana su punto culminante propiamente dicho, las nuevas religiones basadas en la redencin tenan que o polemizar o entenderse? con estas creencias. d) El orfismo y las concepciones de la vida ultramundanaPara 4.2 d: Textos N. Athanassakis (ed.), The Orphic Hymns (SBLTT 1?), Missoula: Scholars Press 1977; Grant, Hellenistic Religions, 105-111; Para 4.2 d: Estudios W. K. C. Guthrie, Orpheus andGreek Religin, London: Methuen 2 1952; V. D. Macchioro, From Orpheus to Paul, New York: Holt 1930; L. R. Farnell, Greek Hero Cults and Ideas of Immortalify, Oxford: Clarendon 1921; E. Maas, Orpheus, Mnchen: Beck 1895; reimp. alen: Scientia Verlag, 1974.

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Los orgenes del orfismo no son claros y la figura del cantor de Tracia, Orfeo, cuya vida, segn sus seguidores, transcurri en la poca de Homero, cantna siendo para nosotros enigmtica y oscura. Los comienzos verificables del orfismo se hallan en estrecha conexin con la formacin de los mitos de la poca arcaica de Grecia. Siguiendo el modelo de los poemas mticos de Hesodo, en el s. VI a. C. surgieron, en lenguaje potico, una serie de teogonias muy diferentes entre s, las cuales, al igual que hiciera antes Hesodo, haban recogido muchos elementos mticos orientales que de esta manera pervivieron hasta las pocas helenstica y romana. Por lo que se refiere a Hesodo, est fuera de toda discusin el estricto parentesco de su teogonia con los mitos anatlicos conservados por los hititas sobre el dios Kumarbi y el monstruo Ullikummi, y con el relato babilnico de la creacin Enma Elis (1.400 a. C ) . Estos mitos fueron conocidos en el mundo griego en poca ms tarda, por ejemplo este ultimo a travs del sacerdote babilonio Beroso (s. in a. C ) , y los anteriormente mencionados, a travs del fenicio Filn de Biblos (46-141 d. C ) . Estos casos de apropiacin de material mtico oriental se hallan claramente atestiguados en obras literarias, pero hay que contar tambin con mltiples puntos de contacto de otro tipo con el Oriente. El inters de la poca helenstica por las tradiciones mticas dio lugar a una renovacin de este intercambio. Evidentemente los rficos tuvieron en todo esto una participacin considerable aunque no se puede exagerar demasiado. Algunas teogonias del s. VI eran rficas. Por lo menos a partir de aquella poca existan conventculos rficos en los que se juntaban sobre todo miembros de las clases sociales inferiores. Haba sacerdotes rficos que ponan a la venta libros religiosos edificantes e invitaban a la iniciacin en los ritos del orfismo (misterios). Los mitos y el misticismo rficos debieron ejercer una influencia considerable en la evolucin de los misterios griegos (cf. infra 4,3 e y ). Existen testimonios de s. ni de misterios rficos completos. El pas principal en la evolucin del misticismo rfico fue Italia meridional, la antigua sede de los pitagricos (los cuales desaparecieron, por lo visto, en la poca helenstica primitiva, cf. infra 6,5 d). Es posible que en esta zona en el s. IV a. C. se fusionaran el orfismo y el pitagorismo. Tambin existen testimonios de himnos rficos en el Oriente helnico. En la poca helenstica pervivan las antiguas teogonias en los himnos. Una caracterstica de esta teologa era la tendencia al monotesmo. La frmula tan extendida ms adelante slo hay un dios, que aparece en un famoso texto de Jenfanes y se difundi

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ampliamente en los siglos posteriores, se encuentra, por primera vez, en un texto rfico del s. m a. C. Por otra parte se mantiene, aunque con otra forma, la especulacin politesta de las teogonias rficas antiguas. En primera posicin aparece Crono que surge de los principios originarios agua y barro. Crono engendra a ter y Caos, y en ellos el huevo csmico, del cual surge Fanes, el tpico dios creador rfico. Es un ser hermafrodita, alado, con cabezas de animal, a veces identificado con Diniso y se le llama Protgonos. En el transcurso del proceso de la creacin que vino a continuacin surgen ms seres divinos, algunos de ellos equiparados a los dioses tradicionales y otros caracterizados como potencias, como Annke y Heimarmne. Son necesarias ms investigaciones complementarias para saber si estos mitos rficos han influido en la mitologa gnstica o si esta ltima ha recogido, de forma anloga, temas mticos orientales. La influencia ms profunda del orfismo se ejerci a travs de su doctrina de la transmigracin de las almas y con sus ideas sobre el infierno y el castigo despus de la muerte, configuradas en estrecha conexin con la fe popular. La idea comn de la poca helenstica supona que las almas, despus de la muerte, mantenan una existencia entre sombras, en las que van vagando sin verdadera consciencia. Al mismo tiempo sobrevivieron diversas creencias antiguas sobre los muertos, tanto en su culto como en los ritos de enterramiento y prcticas mgicas, lo cual se divulg todava ms al final de la edad antigua. Los banquetes mortuorios eran una costumbre muy frecuente que continu en los gapes cristianos que se celebraban ante las tumbas de los mrtires. En estrecha unin con estas ideas se halla la opinin de que los muertos, cuando han encontrado la felicidad, pueden gozar participando en fiestas interminables con abundante comida y bebida. Al muerto se le continuaba trayendo alimentos y bebidas que se derramaban sobre la tumba o dentro del atad por medio de unos tubos que se metan en la tierra. Encima de la tumba se colocaban las tablillas de defixin, y el muerto era el encargado de ejecutar las maldiciones. Respecto a las almas de los que moran violentamente o de los no enterrados se supona que vagaban en la proximidad de las tumbas y que con diversos encantamientos poda uno dominarlas en provecho propio y someterlas a su servicio. Tambin se conocen ejemplos de nigromancia. El triste destino en el que se hallaban la mayora de las almas se expresaba en ocasiones a travs de la imagen del beber de la fuente del olvido (lth). Esta idea helenstica es nueva en relacin con la imagen clsica de la casa de Leteo, en la que exista tambin la fuente del

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Histeria, cultura y religin de la poca helenstica

recuerdo (tnnhnorjne). El que beba de ella se converta en dios o en hroe. Parece ser que fueron sobre todo los rficos los que utilizaron esta imagen. A los muertos se les pona tambin en la tumba pequeas planchitas doradas, en las que se les exhortaba a evitar la fuente de Leteo y a beber de la de Mnemosine. Se reflejaba en todo ello una creencia cada vez ms extendida en la pervivencia del alma despus de la muerte, ya fuera para sufrir en el Hades los castigos por sus malas acciones, ya para alcanzar un lugar de bienaventuranza y alegra eternas o para convertirse en un hroe. Slo en ocasiones aparece algo de esto en las inscripciones sepulcrales, pues predominan en ellas los clichs que no son especialmente expresivos. Por el contrario tales creencias aparecen claramente presentes en la pintura vascular del Sur de Italia, en las pinturas murales de los sepulcros helensticos de Macedonia, con representaciones de los jueces de los muertos, y en la gran cantidad de construcciones y fundaciones que continuaron hasta la misma poca romana que servan para el culto de aquellos muertos convertidos en hroes. Las doctrinas rficas y ms adelante las de los neopitagricos parecen haber sido el catalizador para la formacin y divulgacin de la idea de la inmortalidad. Lo mismo puede decirse respecto a las ideas del averno. Los rficos, a pesar de la divulgacin de la nueva concepcin astrolgica del mundo, se mantuvieron firmes en sus antiguas creencias sobre el lugar del castigo (Trtaro) en las profundidades de la tierra y sobre los campos de los bienaventurados en el lejano occidente. Estas eran tambin las convicciones que continuaban vivas en el pueblo. Intentos ocasionales de adaptar estas ideas a la nueva imagen del mundo, situando al Hades en la parte ms meridional del firmamento que daba la espalda a la tierra habitada, nunca encontraron aceptacin general. El lugar del castigo de las almas sigui estando, segn la doctrina del Trtaro divulgada originariamente por los rficos, en el interior de la tierra. De esta fuente proceden las descripciones del infierno divulgadas probablemente ya en la poca helenstica y presentes de mltiples formas en el Imperio romano entre los paganos (Virgilio, Plutarco, Luciano), judos (7. "deHenoc) y cristianos {Apocalipsis de Pedro, Hechos de Toms). Platn haba sido el primero en hacer suyas las concepciones rficas de los castigos ultraterrenos en conexin con sus explicaciones sobre la justicia y la retribucin. Cuando en el s. II a. C. el satrico Luciano competa con los predicadores cristianos en describir la crueldad de los castigos del infierno, no haca otra cosa que seguir una concepcin surgida dentro del

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Htstona, cultura y rehgtn de la poca helenstica

mundo griego. Sin duda, ello demuestra tambin que en aquellos siglos la idea de la justicia no pudo hacerse un hueco dentro del orden poltico, sino que estaba ligada casi exclusivamente al equilibrio justo entre retribucin y castigo en el aspecto individual en la vida de ultratumba. De la misma forma se pone aqu de manifiesto una de las razones ms profundas de por qu una concepcin mtica del mundo se mantiene en contra de un conocimiento cientfico ms adecuado. La idea de la justicia era rrenunciable. Pero para ella no haba lugar en una concepcin del mundo que, segn la ciencia, era materialista. Segn la astrologa, ciertamente, poda hablarse de un mundo compuesto por fuerzas y poderes, pero estaba dominada por la idea del destino. De esta manera la gente se aferraba a las antiguas descripciones mticas del castigo y del infierno donde la justicia, aunque de una manera un tanto terrible, encontraba cobijo.

3.

LA EVOLUCIN DE LA RELIGIN GRIEGA Para 4 3 M P Nilsson, Grtechtsche Religin, vol II, I d , La religiosidad griega, Madrid, Gredos, 1953, U von Wamowitz-Mllendorf, Der Glaube der Hellenen, Berln, 1931-1932, reimp Darmstadt, Wiss Buchg , 1955, W F Otto, Die Gotter GrteMands Das Btld des Gotthchen tm Sptegel des grtechischen Gentes, Frankfurt a M., Schulte, 5 1947, A M J Festngihe, Personal Religin amongtheGreeks, SatherClassicalLectures26, Berkeley - L Angeles, Univ ofCalif, 1954, B C Dietench, The Origtns of Greek Religin, Berln, de Gruyter, 1974

a)

SincretismoPara 4 3 a R Reitzenstein - H H. Schaeder, Studien zum anttketi Synkrettsmus aus Irn ttnd Grtechland, Leipzig, Teubner, 1926, Nock, Sjnnaos thes, en Essays I, pp., 202-251

A la poca helenstica se le ha llegado a caracterizar simplemente como el momento del sincretismo religioso. Pero hay que tener una idea clara de lo que esto significa. El significado especfico de la palabra no nos resuelve gran cosa. La idea de sincretismo (ouyKpririonq) designaba originariamente la federacin de diversas ciudades cretenses que haban tenido antes desavenencias mutuas. En los tiempos modernos, debido al sonido parecido de este vocablo con el verbo Kepwuui, mezclar, se tom como un derivado de ste y se le dio el significado de mezcla, aplicndose el concepto a la fusin de religiones, sobre todo

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de la griega con las religiones orientales. Pero mezcla es una descripcin desafortunada del encuentro de esas dos tradiciones religiosas y su resultado. El encuentro comenz con una movilidad creciente de la poblacin al principio de la poca helenstica, con el resultado de que griegos y brbaros comenzaron a convivir en una mayor proximidad. El resultado inmediato fue un pluralismo religioso variopinto de griegos y otros pueblos que vivan uno al lado del otro, aunque cada uno con sus propias tradiciones religiosas. La mezcla real de las religiones tuvo lugar muy gradualmente, pues la nueva mezcla de la poblacin no motiv el sincretismo religioso. Las razones eran ms bien de tipo espiritual y psicolgico, pues la posicin dominante del elemento griego dio lugar a una expansin de la cultura griega. Por otro lado, la fascinacin de los griegos por todo lo nuevo y extrao tuvo como consecuencia la aceptacin de elementos orientales especialmente en el campo de la religin. De ah surgieron diferentes procesos, cada uno de los cuales es un fenmeno de sincretismo, aunque de ndole diferente. Originariamente los cultos y las religiones, tanto de los pueblos griegos como de los orientales, tenan unas races locales, ancladas polticamente como religiones del Estado, del pueblo o de la ciudad. La pretensin de ser religiones universales era, de suyo, algo extrao para todos estos cultos, pues todava estaba completamente vigente la idea de que una divinidad se hallaba ligada a un determinado lugar sagrado. Todo esto se fue modificando, debido, por una parte, a la influencia de la cultura y la filosofa y, por otra, a la movilidad de la poblacin. Los dioses griegos emigraban al oriente como divinidades de las nuevas ciudades griegas. Los reyes favorecieron este proceso por su inters en mantener y en promocionar, en sus imperios, el elemento griego. Y viceversa, tambin llegaron a occidente dioses y cultos de oriente, de manos de los esclavos, mercaderes, marinos y soldados. Los emigrantes promocionaron esos dioses fundando asociaciones religiosas que cuidaban de que las antiguas divinidades se adaptasen a sus nuevos domicilios y fuesen siendo conocidas. De esta manera los griegos fundaron en oriente el santuario de Apolo en Dafne, cerca de Antioqua, que sera ms tarde famossimo. Pero antes de que esto ocurriera diversos dioses orientales se haban establecido en Occidente; por ejemplo, los esclavos asiticos que trabajaban en las minas de Laurion, en el tica, haban llevado a Grecia al dios minorasitico Men en poca prehelenstica. El trasvase de divinidades, por tanto, no era nada nuevo, y no hay razn para hablar aqu de sincretismo. Siglos antes haban venido de esta ma-

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Historia, cultura y religin de la poca helenstica

era a Grecia Diniso de Tracia as como la Gran Madre de Asia Menor que fueron aceptados oficialmente por las ciudades griegas desde haca mucho tiempo. nicamente cuando se aadieron otros factores se convirti este tipo de trasplante de un culto a otro lugar en parte fundamental de un proceso sincretista. Este tipo de factores adicionales era la identificacin o la conbinacin de divinidades de diverso origen, aunque tampoco es esto, en verdad, nada nuevo dentro de la historia de la religin griega. La Artemis de los efesios era una diosa de la fecundidad de Asia Menor, cuya estatua cultual dotada de muchos pechos, nada tena que ver con la Artemis griega. Se podran aducir muchos ejemplos parecidos. Pero la poca helenstica presenci una inflacin de estas identificaciones de diferentes divinidades, proceso que comenz adoptndose una traduccin griega del nombre del dios recin importado. De esta manera se establecieron en el mbito de la lengua griega muchas asociaciones cultuales de dioses que tenan nombres griegos. En Dlos haba por ejemplo una hermandad de comerciantes y armadores de Berito (Beirut) que se llamaban posidoniastas. Sin duda que en este caso Posidn es el apelativo griego de algn dios fenicio del mar. En otras ocasiones se asociaron los dioses griegos a los orientales. En Cos, por ejemplo, haba, segn algunos testimonios, una asociacin de Zeus y de Astart (diosa siria). Finalmente algunos dioses griegos fueron dotados tambin con sobrenombres orientales. Esto suceda con especial frecuencia en el caso de Zeus, lo cual aluda por regla general a la existencia de cultos orientales reconocidos por algn monarca helenstico (Zeus Cerauro, Zeus Sabacio). Desde haca tiempo la etnografa y la filosofa griega haban preparado esta unin de divinidades griegas y orientales. Desde muy antiguo tambin se identificaban los dioses griegos y romanos (Zeus = Jpiter, Afrodita=Venus). A este respecto los dioses romanos, a pesar de que originariamente eran divinidades completamente diferentes, adoptaron generalmente los rasgos que les atribua la fe y la mitologa griegas. Otro importante factor, dentro del desarrollo sincretista, era la penetracin mutua de elementos de diversas religiones y culturas. En este proceso forman parte los fenmenos siguientes: 1.) Helenizacin de las religiones orientales. Se mantienen las formas cultuales y los ritos de las divinidades del Oriente, pero sus mitos y leyendas cultuales se tradujeron al griego que les prest as el lenguaje, el acervo conceptual y el mundo de las imgenes. 2.) Los conceptos que dominaban normalmente la nueva experiencia religiosa del Helenismo penetran en las ms diversas reli-

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giones de origen griego y oriental, como por ejemplo la idea de un dios celestial que domina sobre todas las cosas, o tambin elementos de la nueva concepcin del mundo, como la astrologa, el platonismo vulgar, la demonologa, la fe en los milagros y la insistencia en la redencin del individuo. 3.) Antiguos conceptos heredados, pero separados de la tradicin local originaria, tuvieron que ser reinterpretados en la lnea de la cultura universal. Muchos ritos estaban unidos antiguamente a la fertilidad de la tierra, pero cuando emigraban a las grandes ciudades, la naturaleza extraa de tales ritos postulaba una aclaracin que se sola mover dentro del marco de una concepcin espiritualista de la redencin. En este contexto ejercieron gran influencia la divulgacin de la cultura, la crtica de los mitos y la teologa estoica, especialmente porque al entender por medio de la alegora los mitos, ritos y las costumbres como proposiciones espirituales y morales de significacin universal haban ya preparado el camino. Finalmente, la creacin intencionada de una nueva religin, a base de elementos de procedencia tanto griega como ajena, fue el fenmeno sincretista supremo. Este ejemplo es slo aparentemente un fenmeno tpico del proceso sincretista, pues el verdadero sincretismo no es el resultado de una manipulacin artificial, sino un proceso de desarrollo histrico. Es la respuesta a dos fuerzas histricamente contrapuestas, por una parte el imperativo de continuar una tradicin heredada y dignificada por una larga historia, y, por otra, la necesidad de introducirse en una nueva cultura y en su mundo espiritual. La creacin artificial de un culto nuevo es ms bien un intento de armonizar esas dos fuerzas opuestas evitando cualquier conflicto creativo. De hecho la historia del culto a Sarapis en los siglos siguientes demuestra que tuvo que someterse al proceso de evolucin sincretista. Ninguna religin de la poca helenstica y romana pudo verse libre de este proceso. El cristianismo se vio profundamente implicado en esta evolucin y quiz aqu estribaba precisamente su fuerza. Comenz como secta juda comprometida misioneramente, pero ni naci sin ms del judaismo ni se form simplemente de la predicacin de Jess. Procediendo de estos dos puntos de arranque, el cristianismo se pudo acomodar mejor que otros movimientos religiosos de la poca a una gran variedad de corrientes culturales y religiosas, recogiendo as numerosos elementos ajenos hasta que estuvo dispuesta, siempre como religin sincretista, a alcanzar el rango de religin universal.

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b)

Los antiguos dioses y su cultoPara 4.3 b: Textos Grant, Hellenistic Religwns, 3-32; F. Sokolowski, Lois sacre'es des cite's grecques, Paris, Boccard, 1969; L. R. Farnell, The Cults of the Greek States, Oxford, Clarendon, 1896-1907, W. K. C Guthrie, The Greeks and' their gods, London, Methuen, 19>0; M. P. Nilsson, Greek Popular Religin (LHR NS 1), N. York, Columbia Univ., 1940.

.

Al principio de la poca helenstica, para el sentir popular continuaban viviendo los antiguos cultos sin ningn quebranto en su fortaleza. Esta ficcin se mantuvo hasta finales de la Antigedad, lo que en realidad fue en perjuicio de esa religiosidad. N o slo los antiguos lugares de culto griegos, sino tambin los cultos enraizados en las tradiciones locales de los dioses de Asia Menor. Siria y Egipto continuaban gozando del respeto de una gran parte de la poblacin respectiva. Podan contar tambin con la proteccin y el favor de los soberanos, quienes en modo alguno emprendieron intentos deliberados de helenizar los cultos orientales ya existentes. Cuando esto ltimo ocurra se deba, la mayora de las veces, a las iniciativas de los partidarios de tales cultos y slo excepcionalmente a las intervenciones de los reyes. Ciertamente, la prctica regular de la adoracin a estas deidades en Grecia no se aceptaba ya tan ingenuamente debido a la crtica de los mitos iniciada en el esplendor de la poca clsica. A partir de Alejandro Magno, los dioses de las naciones y de las ciudades independientes perdieron su influencia en la poltica exterior. De la misma manera haba pasado tambin a la historia el poder poltico de los santuarios centrales de las ligas de estados (anfictionas) tanto en el oriente como en las antiguas regiones griegas. La poltica imperial de las superpotencias orientales, desde los asirios hasta los persas, se haba preocupado desde haca largo tiempo de que, por ejemplo, el santuario de Yahv de la anfictiona israelita se convirtiera primeramente en el templo nacional real de Jerusaln y ms tarde bajo una direccin sacerdotal en el lugar de culto reorganizado de un estado vasallo carente de poder poltico. De manera parecida surgieron los numerosos templosestados dependientes de Siria y de Asia Menor, con sus latifundios a veces gigantescos. Slo en ocasiones poda hacerse otra vez independiente un estado de este tipo, con lo cual el culto existente volva a desempear una funcin poltica. La historia del estado judo teocrtico ofrece, a este respecto, el caso mejor conocido. Pero, al mismo tiempo, ejemplifica que era imposible invertir el sentido de la evolucin religiosa que haba tenido ya lugar

S.J

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en el entretanto y restablecer la religin tradicional como un culto estatal. Una parte de los defensores de la tradicin juda que en la rebelin de los Macabeos haba luchado por la libertad religiosa y poltica se apartaron del culto del templo en el momento en que ste recuper su puesto como culto oficial de Israel (cf. infra 5,1 c, d). Adems, una gran parte del judaismo de la dispora de aquellos tiempos mantuvo slo lazos formales de unin con el templo de Jerusaln. La prdida de funcin como religin oficial postulaba una reordenacin religiosa y litrgica. Por este motivo la reforma de los cultos de los antiguos dioses fue algo tpico de la poca helenstica primitiva. Algunos rasgos tpicos de la reordenacin del culto a Yahv en Jerusaln llevada a cabo por Esdras y Nehemas puede servirnos de ejemplo, a pesar de que tuvo lugar antes de la poca helenstica. Los detalles de este caso son suficientemente conocidos. El Oriente se anticip a los pases griegos en el intento de acomodarse a las circunstancias de un estado sufragneo dependiente. En este mbito se percibi que dos problemas requeran una especial atencin: en primer lugar la regulacin y la sancin de los ritos necesitaban una nueva base para mantener la continuidad con la antigua tradicin, pues ni se quera ni se poda apelar al pasado ms reciente, puesto que el templo hasta su destruccin haba sido un santuario oficial real, a imitacin de otros existentes en los grandes imperios. En segundo lugar, era necesario fijar los ingresos sagrados, pues la diferente situacin poltica requera una nueva regulacin para determinar la relacin entre los ingresos estatales y los que le correspondan al templo. Por una parte, los santuarios relativamente independientes hasta entonces no podan disponer ya de la recaudacin de los impuestos ni contar con subvenciones estatales regulares. Por otra, las ciudades y los pequeos estados eran capaces de exigir sumas considerables de un santuario muy floreciente. Los monarcas no consideraban indigno de la realeza el enriquecerse en ocasiones a costa de los templos (Antoco III fue muerto durante el saqueo de un santuario). En la ley cultual introducida por Esdras (el cdigo sacerdotal) se otorga un lugar preponderante a las prescripciones para la celebracin de sacrificios y a minuciosas normas y regulaciones para aquellos que deseaban participar en ciertos ritos y fiestas religiosas. La legislacin de Esdras tiene en cuenta, adems, el que las autoridades judas no tuvieran ningn derecho a recaudar impuestos y derechos arancelarios (cf. Esd 4,13. 20; 7,24). El que el gran rey persa hubiese donado un capital inicial para la nueva dotacin del templo (Esd 7,15 ss) as como el que los

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dirigentes de las tribus aportasen cantidades considerables de donativos (Esd 2,68 s; Neh 5,14 ss; 7,70 ss) no poda considerarse a la larga como una base financiera para la actividad cultual. Los ingresos regulares fueron por ello fijados como contribuciones por los servicios cultuales, como derechos sobre las primicias, diezmos y rentas de las tierras del templo. La recaudacin del dinero qued confiada a funcionarios nombrados especialmente para este fin (Neh 12,44). Tambin se determin exactamente el grupo de las personas que deban ser los beneficiarios de estos ingresos (Neh 11,10 ss; 12,1 ss). Es sorprendente encontrar en las reformas de muchos templos griegos al principio de la poca helenstica el mismo recurso a antiguas leyes para la regulacin de los procedimientos sacrificiales, fijacin de los fastos (calendario de las fiestas y de los sacrificios), as como una especial atencin al afianzamiento econmico del templo en sus variadas actividades. En este sentido se conoce perfectamente la obra del ateniense Licurgo, quien del 3 38 al 326 a. C. fue simultneamente el encargado de la hacienda pblica y de los cultos de Atenas. Bajo su direccin se reordenaron econmicamente no slo los templos de Atenas, sino tambin los de su esfera de influencia, como Eleusis y el santuario del dios curador Anfiarao en Oropo. Tambin se adquirieron nuevos y lujosos objetos litrgicos y se organizaron nuevas fiestas. Existen ejemplos de reordenaciones semejantes de muchas otras ciudades griegas. Hay que aadir, adems, las prescripciones de purificacin y de ayuno relativas a la preparacin de los sacrificios, a la entrada en el templo y a la participacin en las fiestas religiosas, de todo lo cual existen mltiples testimonios. Las numerosas construcciones nuevas de templos dedicados a los antiguos dioses de Grecia durante la poca helenstica, muestran que continuaban siendo florecientes los diversos cultos a los dioses antiguos. En Grecia se erigieron nuevos y grandes santuarios, pero sobre todo en Asia Menor y en las islas donde las circunstancias econmicas eran mejores surgieron toda una serie de construcciones monumentales. Se edific de nueva planta el templo de Artemisa en Efeso y el de Apolo en Ddima. Ambas construcciones eran de dimensiones colosales. Se construy tambin el enorme altar de Zeus en Prgamo y el templo de Asclepio en Cos con una grandiosa planta rodeada de cuatro terrazas. Estos son slo algunos ejemplos de construcciones de nueva planta. La gran actividad arquitectnica se vea, adems, favorecida por los donativos de los reyes, como el gran templo de Zeus Olmpico de Atenas, cuya terminacin, tras un intervalo de ms

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de cuatrocientos aos, fue promovida por el rey sirio Antoco IV Epfanes. Los emperadores romanos continuaron esta tradicin, de manera que desde el siglo I d. C. volvieron a surgir con nuevo boato grandes santuarios de los antiguos dioses, incluso en pases que no eran griegos, como el gran templo de Jpiter en Baalbek, en el Lbano. Tambin la reedificacin del templo de Herodes en Jerusaln pertenece a estas construcciones que demuestran el inters que exista por el culto a los dioses antiguos. Otro signo de la pervivencia del antiguo culto son las numerosas fiestas y juegos que se instituyeron y reorganizaron de manera creciente. Los motivos eran mltiples: el aniversario de la nueva ereccin de un santuario (cf. la fiesta cristiana de la dedicacin de una iglesia), el homenaje a un soberano, o tambin el resurgir de alguna vieja tradicin que entretanto haba cado en el olvido. Se ha observado con razn que en estas fiestas se echaba en falta, ciertamente, la profundidad religiosa y la devocin autntica, pero en ellas se percibe una continua aceptacin de los viejos cultos que todava pervivan. A las procesiones, romeras, aniversarios de templos, banquetes sacrificiales y mercados extraordinarios que eran elementos constitutivos de tales celebraciones, as como vacacin para los nios y un da libre para los esclavos venan forasteros de los alrededores y a veces tambin de lejos. La piedad popular, el regocijo de las masas, el fervor religioso de los himnos y plegarias y la propaganda poltica se hallaban entremezclados de forma enmaraada, lo mismo en las fiestas de Apolo en Ddima cerca de Mileto, que en la festividad de los tabernculos en Jerusaln. Las cosas cambiaron bsicamente en la poca imperial romana. Aunque con Augusto comenz un perodo de promocin estatal de los cultos griegos que alcanz su momento culminante bajo Adriano, que era un gran admirador de lo helnico, sin embargo est fuera de duda que este perodo refleja la decadencia y la ruina de los viejos cultos. En la poca romana disminuy de manera apreciable el nmero de inscripciones sagradas que se han conservado. Precisamente en Atenas, el lugar en el que se construyeron los monumentos ms suntuosos, la presencia visible de estos templos slo contribuy a subrayar su carcter de ciudad museo. El cultivo, a veces excesivo, de las antiguas tradiciones y los apoyos oficiales del Estado alejaron cada vez ms de la actividad cultual de estos templos la sensibilidad religiosa de amplios sectores del pueblo. Las innovaciones ocasionales y la adopcin de costumbres y concepciones orientales es decir una fuerte evolucin sincretista de los viejos cultos o la introduccin de

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ritos tomados de los misterios no pudieron, por lo visto, cambiar gran cosa. Una de estas innovaciones consisti en el uso de lmparas, normales en los cultos orientales, en lugar de las teas griegas usuales, primero como ofrendas votivas y luego en el mismo uso cultual. Tambin se introdujo en todas partes, como una forma de sacrificio, la costumbre de quemar incienso. Siguiendo el ejemplo de los egipcios y de otros ritos orientales se extendi la celebracin diaria de funciones religiosas en los antiguos cultos griegos, sobre todo en los templos y santuarios muy visitados, como eran los de Asclepio. En este contexto debemos sealar que los sacrificios cruentos quedaron restringidos a las fiestas especiales, desapareciendo por completo de las celebraciones normales de las liturgias y celebraciones diarias; al principio de la poca romana el ritual normal constaba de himnos, plegarias, sacrificios de incienso y lamparillas, en ocasiones especiales se pronunciaba tambin un sermn. De este modo, pues, y en su ltima fase, el culto litrgico de los antiguos dioses de Grecia no era muy diferente de la liturgia que desarroll el judaismo (en la sinagoga de la Dispora) y el cristianismo. En tres mbitos, sin embargo, puede decirse que la poca imperial romana primitiva no fue un perodo de decadencia de la veneracin a los antiguos dioses: en las reas campesinas el culto de los dioses locales de antao continu con toda intensidad durante mucho tiempo todava; los santuarios de las divinidades curativas sobre todo los de Asclepio alcanzaron su mximo esplendor en los siglos I y n a. C. y aquellos dioses griegos cuyos cultos tenan misterios, es decir, sobre todo Demter y Diniso continuaban gozando de una gran predileccin. Junto a las nuevas religiones orientales, que se iban extendiendo desde el comienzo de la poca helenstica Sarapis e Isis, la Gran Madre y Atis, Mitra y el Sol Invicto, el judaismo y el cristianismo Asclepio, Diniso y Demter continuaron siendo los dioses griegos universalmente ms venerados. c) Los orculosPara 4.3 c: Textos Grant, Hellenisttc Rehgtons, 33-43; Para 4.3 c: Estudios G. Roux, Delphes Son oracle et se dieux, Pars, Belles Lettres, 1976; H. W. Parke-D. E. W. Wormell, The Delphtc Oracle, Oxford, Blackwell, 1956; H. W. Parke, The rnelesafZeus Dodona, Olympta, Atnmon, Cambridge, Mass., Harvard Univ., 1967; P. Hoyle, Delphi, London, Cassell, 1967, G. Roux, Delphes au II" et au I' nicle depuis l'abmssement de L 'Etolieusqu 'a lapaix rcmatne, 192-31 av J-C, Pars, Boccard, 1946). -

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En la poca helenstica pas a segundo plano la importancia poltica de los santuarios oraculares, la mayora de los cuales eran templos de Apolo. nicamente Delfos conserv hasta principios de la soberana de los romanos en Grecia una parte de su influencia poltica exterior. En Asia Menor destacaba, a modo de excepcin, el orculo de Apolo Ddima, situado al sur de Mileto. Pero en general la importancia de este orculo resida en el mbito de la normativa sagrada. Se le consultaba sobre el tiempo oportuno para la celebracin de las fiestas, sobre ofrendas votivas y donaciones, y sobre todas las incidencias posibles de las comunidades concretas que se hallaban ntimamente ligadas al orculo. Los numerosos documentos de manumisiones de esclavos expedidos en Delfos demuestran que los orculos tambin desempeaban una funcin jurdica, como garantes de las transacciones legales. En la poca helenstica tuvieron poca entidad las predicciones polticas de los orculos, pero experiment un nuevo esplendor otro tipo de profeca: el de las stbtlas En su forma antigua los orculos sibilinos eran el producto oracular de unas mujeres que vaticinaban, en diversos lugares y en trance esttico, normalmente desgracias, ya fueran preguntadas o sin necesidad de ello (los orculos presuponan siempre una pregunta formal y sus respuestas se emitan slo en determinados momentos). En pocas postenores, los orculos sibilinos eran normalmente profecas recogidas en libros que eran publicados y se divulgaban bajo el nombre de sibilas famosas (sobre todo la de Entrea, en Asia Menor y la de Cumas, en Italia). Tales libros predecan normalmente cambios trgicos en el destino del mundo y de la humanidad. Estos libros sibilinos, de los que se han conservado algunos en una coleccin de finales de la edad antigua tenan una actitud negativa respecto a la cultura griega y romana imperante. Aunque estaban escritos en griego, asuman las tendencias crticas de los sentimientos antigriegos y antirromans de oriente dando cabida a muchos elementos orientales. As, adems de las profetisas griegas exiga reconocimiento una sibila denominada caldea (babilnica). Judos y cristianos hicieron suyos estos libros sibilinos, as como la forma externa de estas predicciones para propagar con ropajes griegos sus propias profecas apocalpticas anunciadoras de desgracias, y la idea de un mundo y de una sociedad mejores (cf. tnfra 5,3 c). Al principio de la poca romana se pudo observar de nuevo mayor aficin a los orculos, que dio lugar a un nuevo florecimiento de algunos antiguos santuarios oraculares. Delfos se con-

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virti entonces, ms bien, en un lugar de turismo y Plutarco se lamentaba de que se planteaban cuestiones al orculo de Delfos a veces por frivolidad, por curiosidad o debido a intenciones oscuras y egostas. El xito de un orculo dependa de su postura respecto a las necesidades de su tiempo y ste era el dilema de Delfos, ligado excesivamente a su venerada tradicin. El nico orculo del que sabemos que supo acomodarse a su poca, no slo en sus procedimientos formales, sino tambin desde el punto de vista teolgico, fue el orculo de Apolo en Claros (situado cerca de Colofn, entre Esmirna y Efeso, en Asia Menor). Varias tradiciones indican que Claros hizo suyas las concepciones monotestas de los filsofos as como ideas religiosas modernas, inclinndose hacia conceptos sincretistas segn un dicho del orculo de Claros el Dios supremo es IAO (= Yahv?) e iniciando en un culto mistrico a las embajadas que acudan a l o a los jefes de dichas delegaciones. Esta era la razn principal de la popularidad de Claros en todo el mundo grecorromano, ms bien que la constatacin de algunos orculos conocidos que se haban cumplido. Se conocen inscripciones no slo en la regin de Asia Menor, sino en Macedonia, Dalmacia, Cerdea y Bretaa que dan testimonio de la influencia de Claros. Otros orculos intentaron acomodarse a esta poca proclive a la creencia en los misterios y ansiosa de milagros, al menos en el rito de la consulta. Se conocen ritos complicados de iniciacin procedentes de la poca romana del orculo del antiguo dios ctnico Trfonio de Lebadia en Beocia. Tras unos das de observancia de los preceptos de purificacin, tena lugar el sacrificio de un carnero y se beba de la fuente del olvido y del recuerdo (para olvidar todo lo pasado, y poder acordarse de lo experimentado en el dyton) y se proceda al descenso al lugar sagrado, una cripta en lo ms recndito. Al iniciado se le bajaba a travs de un pequeo orificio y luego se le volva a subir; entonces se le haca sentarse en el trono del recuerdo y los sacerdotes le preguntaban sobre lo que haba sentido. Todo lo que deca el iniciado era escrito e interpretado por los sacerdotes. Sin duda, en otros santuarios oraculares existan tambin durante la poca romana ritos semejantes, pues en varios templos de Apolo se han encontrado dyta. A travs de los relatos de Luciano de Samosata se conocen bien las manipulaciones del falso profeta Alejandro de Abonutico, que organiz en un orculo un negocio muy floreciente a base de profecas, curaciones y consejos de ndole religiosa. El que lo deseara poda hacerse i iniciar en los misterios. La historia de este Alejandro demuestra ; que en el s. II d. C. ya no se tena ningn inters por aquellos orculos i

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que se ocupaban ms bien de los asuntos de estados, ciudades, o comunidades, sino que la atencin principal se centraba en asegurar para los propios intereses individuales la proteccin de fuerzas sobrenaturales. Alejandro tuvo xito porque haba bastantes personas dispuestas a confiar ciegamente sus indigencias y ansiedades a aquellas instituciones y personas que ofrecan con gran optimismo la posibilidad de controlar los poderes divinos y del ms all. Los orculos de la poca imperial romana, en la medida en que todava estaban florecientes o volvan a estarlo, diferan de los antiguos santuarios lo que el theios aner, el hombre divino, respecto a los filsofos ambulantes antiguos, cnicos o estoicos. Lo que importaba era la representacin del poder divino, dentro de la oferta religiosa, para satisfacer los deseos y las necesidades de unos hombres que no sentan el mundo como su patria. Igual que el hombre divino, el orculo se situaba en las proximidades de la magia y del ocultismo. d) AsclepioPara 4.3 d: Textos E. J. and L. Edelstein, Asclepius' A Collection and Interpretation ofthe Testimonies, 2 vols., Baltimore, J. Hopkins, 1945; Grant, Hellemstic Reltgwns, 49-59. Para 4.3 d: Estudios R. Herzog, Die Wunderheilungen von Epidauros- Ein Beitragzur GeschichtederMedtzin und der Reltgton, Leipzig, Dietench, 1931; L. R. Farnell, Greek Hero Cults and Ideas of Inmortality, Oxford, Clarendon, 1921.

Originariamente el culto de Asclepio provena de Tesalia y era un dios curativo (como, por ejemplo, Anfiarao, cuyo santuario estaba situado en Oropo, en las cercanas de Atenas). Sin embargo a partir del s. V a. C., el centro de la expansin del culto a Asclepio result ser Epidauro, en el Peloponeso. El santuario de Asclepio, en la pendiente meridional de la acrpolis de Atenas, era una fundacin filial del de Epidauro, igual que elAsclepeion de Prgamo, que ms tarde alcanz una gran fama. Quizs haya que incluir tambin el santuario de Cos, la patria de Hipcrates, a menos que este asclepeion hubiese sido fundado directamente por la ciudad de Trica, en Tesalia, en el s. VI a. C. En total existen testimonios de ms de 300 santuarios de Asclepio, lo que denota una propaganda sistemtica y afortunada de Epidauro y de otros asclepeia clebres. La gran expansin del culto en la poca helenstica y romana se debe sin duda no a un crecimiento casual, sino al resultado de una propaganda planificada, favorecida por una serie de factores circunstanciales dentro de la atmsfera religiosa general de la poca.

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No se puede encarecer suficientemente la importancia de los templos de Asclepio para los sentimientos religiosos de amplas capas de la poblacin en aquella poca. Muchos factores contribuyeron a su popularidad. Primeramente, los asclepeia significaban la continuacin de las antiguas tradicior-es populares religiosas de los dioses milagreros, a los cuales se les ofreca sacrificios regularmente o en circunstancias y ocasiones especiales, y que eran consultados por la poblacin de las cercanas del templo o de fuera en casos de enfermedad o desgracia. Otro factor era la pretensin especial de algunos santuarios en los cuales haban tenido lugar de manera singular algunas curaciones sorprendentes. Los documentos relativos a tales curaciones que se conservaban presumiblemente en tablillas votivas de madera, se publicaban ms tarde en forma de inscripciones sobre piedra. Los templos importantes tenan tambin aretlogos, quienes relataban, en ocasiones especiales, las grandes hazaas del dios. Estas historias milagrosas (aretologas) gozaban de gran popularidad y estaban muy difundidas. Finalmente en los grandes santuarios de Asclepio se haba montado adems un servicio hospitalario y de atencin mdica sin duda, en relacin con los comienzos de la medicina cientfica que debi ser de gran envergadura en los templos de Cos, Prgamo y Epidauro. La mayora de estos santuarios se hallaban fuera de las grandes ciudades y tenan en sus recintos sagrados todo lo necesario para una estancia en plan de sanatorio. Junto al templo o templos (uno o dos) de Asclepio ms el de Apolo, el de Artemisa y el de Hygieia, la hija de Asclepio haba casas de baos en la poca romana, por supuesto, termas, una biblioteca, un teatro, a veces un gimnasio y un estadio y adems, naturalmente, salas para los tratamientos, incluido elbaton, en el que el dios se apareca, en sueos a los que buscaban la salud, y una residencia de huspedes (el kataggion: en Epidauro tena 160 habitaciones). N o cabe duda de que en estos sanatorios ocurran todo tipo de cosas, desde curas milagrosas y sanaciones por sueos, hasta tratamientos mdicos sistemticos, pasando por curaciones psicosomticas (con paos, deportes, conferencias, lecturas, etc.) perfectamente verosmiles y a menudo coronadas por el xito. Se han encontrado diversos instrumentos quirrgicos en las excavaciones de los santuarios de Asclepio, pues algunos de stos mantenan contactos con escuelas mdicas (Cos y Prgamo). Ciertamente, las circunstancias no eran las mismas en todas partes ni en todas las pocas y parece que entre los sacerdotes haba muchos que se oponan a la medicina moderna y preferan abandonarse al poder taumatrgico del dios. Muchos miles

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de personas que acudan a los santuarios de Asclepio vean, sin duda, con grandes dificultades la diferencia entre la medicina cientfica y la curacin milagrosa, entre los tratamientos curativos y el curanderismo. Estas personas estaban dispuestas, lo mismo en un caso que en otro, a dar gracias al dios, a ofrecerle sacrificios o a contribuir a su gloria por medio de donativos y ofrendas votivas. El culto de Asclepio giraba, como es lgico, de manera muy especial en torno al individuo, ya fuese con ocasin del tratamiento o para la preparacin ritual. Era a la persona concreta a la que se apareca el dios, dentro del sueo curativo. Con ello surgi una relacin personal con el dios que se configuraba quizs como una iniciacin normal en los misterios. Desgraciadamente nuestros conocimientos al respecto son muy escasos, y la designacin y el uso de ciertas cmaras y aposentos en el santuario nos es desconocida. El paralelismo con los misterios del culto de Asclepio aparece tambin bajo otro punto de vista. Al que buscaba la curacin se le planteaba la exigencia de que tena que estar puro, lo cual era interpretado en la poca helenstica como una exigencia de tipo moral. Se conocen casos en los que el que deseaba curarse era rechazado porque su conducta no estaba de acuerdo con estos requisitos. De todos los dioses de Grecia, Asclepio era el dios ms humano. Era sencillamente el salvador (Sotr), el bienhechor y el amigo de los hombres. En una serie de estatuas conservadas del dios, aparece claramente este rasgo humano de Asclepio, su amorosa proteccin, su compasin y su conocimiento del sufrimiento de los hombres. No en vano gran cantidad de historias milagrosas muestran no slo su gran poder taumatrgico sino tambin su comprensin, su benevolencia y su disponibilidad, sobre todo para con los pobres y desvalidos socialmente. Aunque debemos ser cautos para no aplicar rasgos de la fe en Dios cristiana a la religin pagana de aquella poca, no hay que pasar por alto, sin embargo, que la humanidad de la imagen divina, que Asclepio personificaba ms que cualquier otro dios, pone de relieve una expectativa de aquella poca en una imagen de dios a la que el cristianismo repondi perfectamente y que no dej de tener influencia en el concepto cristiano de Dios y de Jess. e) Los misterios griegos {Eleusis y Samotracid)Para 4.3 e G. E. Mylonas, Eleusis and the Eleusiman Mysteries, Pnnceton, N. Jersey, Princ Univ., 1961; A. P. Athanassakis, Mustc and Ritual in Prtmttwe Eleusis Platn 28 (1976) 86-105; Hans Gsnger, Samotbrake, Freiburg i. B , Kommenden, 1960; K. Lehmann, Samotbrace- A Guide to the Excavation andMuseum, Locust Valley, N York, Augustm, 1960.

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El concepto de misterios ([/.ucmrpia ) se utiliza, a partir del s. V a. C , para designar las ceremonias sagradas en el culto de Demter, de los Cabiros y de otras divinidades. Tambin exista la palabra opyta (orgas) = ceremonias rituales que se empleaban sobre todo cuando se hablaba del culto de Diniso. Finalmente se encuentra el concepto ms genrico de TEXE-CYI, que significa sencillamente iniciacin. El culto de Oemter en Eleusis tuvo una importancia definitiva en la evolucin del concepto griego y helenstico de los misterios. El santuario de Demter en Eleusis est situado a 30 Km. al oeste de Atenas. Su edificio central es una construccin de caractersticas especiales, pues en lugar de ser un templo griego normal cuyo interior, celia, sola ser relativamente pequeo a pesar de la gran magnitud del edificio en su conjunto, el templo de Demter en Eleusis tena, ya en la poca primitiva, una sala de reuniones de grandes dimensiones. Ms tarde, en las siguientes fases de la construccin, fue incluso ampliada de forma que podan caber varios miles de personas. Demter era la ms griega de todas las deidades del panten aunque de origen minoico y tena profundas races en la fe del pueblo. En toda Grecia (aunque en menor proporcin en la parte griega de Asia Menor) haba santuarios y fiestas dedicadas a Demter. Esta diosa era la madre de los cereales y no, como muchas veces se supone, la madre tierra. Su festividad principal era la fiesta de la siembra de primavera, las tesmoforias, a las que generalmente s(51o se admitan mujeres, lo cual no ocurra en Eleusis, donde tarnbin los hombres tomaban parte en el culto. La leyenda cultual de Demter (hiers lgos) es la nica leyenda arcaica que se ha conservado hasta nosotros en un himno homrico del s. vn a. C. Contiene una parte etiolgica que menciona algunos elementos de las tesmoforias (el ayuno, la bebida de cebada llamada kykeon) y a continuacin relata el mito del culto: la hija de Demter, Core-Persfone, fue raptada por el dios del mundo subterrneo, Hades-Plutn, quien la deseaba como esposa. Demter la busc par todo el mundo y, no pudiendo encontrarla, se retir para ayunar en seal de luto. Pero esto tuvo como consecuencia el que no volvieran a crecer los cereales y que la humanidad se viese amenazada de perecer de hambre. Entonces intervino Zeus e hizo que Mades devolviera a la hija de Demter. Esta, a partir de entonces, se queda dos tercios de cada ao con su madre, permaneciendo un tercio del ao en el mundo subterrneo. Los ritos y ceremonias cultuales que tenan lugar durante la celebracin de los misterios n Eleusis y su relacin con los elementos aislados del biers lgos no los conocemos ms que fragmentariamente. Existen sobre este tema relatos de los Padres de la Iglesia. El ms antiguo es el denominado s$ntbema

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de Clemente de Alejandra {Protr. II29). Pero aunque se supone que Clemente naci en Atenas y se podra esperar que supiera algunos datos sobre Eleusis, hay que ser muy precavidos en relacin con su relato. La repetida acusacin de los Padres de la Iglesia sobre las obscenidades como parte integrante de los misterios, no es digna de crdito, y es tambin bastante improbable la suposicin de que el rito de Eleusis representara un hierbs gamos, una boda sagrada. Nos tenemos que contentar con un conocimiento meramente general sobre las ceremonias de los misterios de Eleusis. Haba tres fases de los misterios: la iniciacin, la consagracin y la consagracin superior. En las ceremonias haba siempre demostraciones, acciones y palabras, pero no sabemos con seguridad lo que all se mostraba, se haca y se deca, si prescindimos de algunos detalles. Como preparacin de la ceremonia exista el ayuno y adems, en la misma ceremonia de los misterios, la consumicin de una bebida de cebada. En la consagracin superior el centro lo ocupaba la presentacin de un objeto sagrado (la persona encargada de ello, el hierofante, es decir, el que muestra algo sagrado era el ms alto funcionario del culto en Eleusis). Probablemente se trataba de la exhibicin de la sagrada espiga que quedaba iluminada por el sol naciente a travs de un agujero del techo. Pero con ello no nos queda claro de qu manera la celebracin de los misterios, que tena lugar durante la noche, actualizaba el hierbs lgos de Demter en sus rasgos fundamentales. Se puede suponer nicamente que estos ritos tenan que ver con el luto de la diosa por su hija perdida y con su alegra por su recuperacin. El iniciado participaba de esta forma en los secretos divinos de la naturaleza que cada aflo volva a hacer crecer los frutos del campo. En la poca helenstica las interpretaciones de este ritual lo relacionaban con los conceptos de muerte e inmortalidad. Aunque en otros lugares existan tambin ritos secretos y pblicos en relacin con el crecimiento de los frutos del campo y que estaban ligados a diferentes mitos de origen indoeuropeo o mediterrneo, parece ser que lo especial en Eleusis consista en que el rito tena que ver con el mbito de la muerte y su superacin. En el trascurso de la historia, Eleusis influy eficazmente en otros misterios griegos y se convirti sencillamente en su prototipo. Su influencia continu durante la poca imperial romana durante la cual incluso adquiri una importancia universal. Muchos romanos se iniciaron en los misterios de Eleusis, entre ellos tambin Cicern quien escribe en una carta a tico que en Eleusis hemos aprendido a conocer los verdaderos fundamentos de la vida, y recibido la conviccin de vivir con alegra... y tambin

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a morir con una esperanza mejor (De leg. 2,38). Ms adelante, diversos emperadores se iniciaron en Eleusis: Augusto lo hizo juntamente con el indio Zarmaros, quien ms tarde se quem vivo en Atenas. Adriano recibi la iniciacin por dos veces. Tambin fueron iniciados Antonino Po, Lucio Vero, Marco Aurelio y Cmodo. Es interesante que Nern jams fuera a Eleusis saba que no era persona grata all y que Apolonio de Tiana, el taumaturgo neopitagrico del s. I d. C , tuviera dificultades con Eleusis, porque no le queran debido a sus hechiceras. Existen indicios de que Eleusis se opuso durante mucho tiempo a las tendencias sincretistas. Hasta el s. IV d. C. no fue admitido entre los dioses adorados en Eleusis Bakcho-Diniso, y slo en aquel siglo pudo un sacerdote de Mitra oficiar como hierofante de Eleusis. Esto tuvo lugar, sin embargo, hacia finales de la gloriosa historia de estos misterios griegos. Eleusis fue finalmente destruida en el s. V d. C. Eleusis no fue el nico misterio griego antiguo. En la proximidad de Atenas haba un santuario mistrico en Fila; en el Peoponeso haba varios: ios misterios de las grandes diosas de Megalpolis, los de Despeina en Licosura y los misterios de Andania. La implantacin o reorganizacin de estos cultos al principio de la poca helenstica tuvo lugar, en los dos primeros casos, bajo la influencia de Eleusis y en el ltimo, bajo la de Fila. En las normas que se han conservado es sorprendente de qu manera predominan las prescripciones policiales y de seguridad. Las celebraciones de los misterios eran de hecho fiestas en las que participaba una gran cantidad de gente, como ocurra en Eleusis donde gran parte de la poblacin ateniense se haba iniciado en los misterios eleusinos. (Sobre los misterios de Diniso se tratar con ms atencin en el apartado siguiente). Entre los otros misterios griegos el ms famoso con diferencia era el santuario de los Cabiros de Samotracia. El origen de este culto es anterior al asentamiento de los griegos. Quiz se trate de una deidad frigia, semejante a Cibeles; ella y sus consortes eran adorados como los grandes dioses de Samotracia; y fueron en parte identificados con otros dioses griegos, sobre todo desde el ao 700 a. C. aproximadamente, cuando la isla fue ocupada por colonos griegos de Samos. En las pocas helenstica y romana los misterios de los Cabiros eran muy famosos. El santuario haca, sin duda, una propaganda sistemtica y mantena una gran actividad misionera. En ello se pona de manifiesto un rasgo que le diferenciaba abiertamente de Eleusis, la cual no permita la exportacin de sus misterios. Su influencia fuera de su propio santuario consista en que sus sacerdotes y telogos desempeaban una funcin como consejeros en la implantacin de otros misterios,

iVttwsb* *: Filosofa y religin jw como por ejemplo el eumlpida Timoteo, quien trabaj como consejero en la organizacin del culto de Sarapis en Alejandra. Por el contrario, el culto de los Cabiros, a consecuencia de la actividad misionera de los sacerdotes samotracios, se transplant a otras muchas ciudades, sobre todo ajonia y a las islas del Egeo. En relacin con el problema de las religiones mistricas del Helenismo, sobre las que hablaremos ms adelante, debemos ante todo sealar que los misterios son un fenmeno enteramente griego y que estaban ya muy difundidos, en la poca helenstica primitiva, en el mbito de las diversas naciones helnicas. f) Diniso

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Para 4.3 f M. P. Nilsson, The Dtonystac Mystertes of the Hellentsttc and Romn Age, Lund, Gleerup, 1957, reimpresin 1975, N. York, Amo; W. F. Otto, Dtonysos Mythos und Kultus, Darmstadt, Wiss. Buchg. 1960; A. Henrichs, Greek and Romn Glimpses ofDtonysos, en C. Houser (ed.), Dwnysos and His rele Anctent trough Modern, Cambridge Mass., Fogg Art Museum, Harvard, 1979, pp-, 1-11; S. G. Col, New Evtdence fo' Mystertes of Dtonysos GRBS 21 (1980) 223-238.

Por venerados, considerados e influyentes que fueran los misterios de Eleusis y Samotracia, la religin mistrica griega ms importante fue siempre, la de Diniso. Este dios, a quien tambin se le suele llamar Balichos (en latn, Bacchus) no era originariamente un dios griego, aunque ya en la poca preclsica se haba hecho familiar en Grecia. Probablemente provena de Tracia, y perteneca por tanto a los inmigrantes indoeuropeos de los Balcanes meridionales y del noroeste de Asia Menor. El nombre de Diniso significa quiz hijo de Zeus; su madre era Semele, la diosa tracio-frigia de la tierra. De acuerdo con esto, Diniso fue primordialmente un dios de la fertilidad y del crecimiento de los frutos del campo. Su culto tena muchos rasgos peculiares. nicamente participaban en i las mujeres (igual que en muchos ritos de Demter en Grecia). En pleno invierno se celebraban las fiestas orgisticas de Diniso, en las cuales las mujeres caminaban en tropel por las arboledas y las montaas boscosas. Es famosa la denominada omofagia, un rito en el que se descuartizaban en vivo animales y se coman crudos. Se trataba, sin duda, de una comida sacramental en la que se esperaba la unin con el dios, del que se crea que apareca como un animal salvaje. Esta forma del culto de Diniso salvaje y plena de ritos extticos encontr tanta aprobacin como rechazo, pero consigui, al fin, imponerse con xito. Eurpides nos ha dejado en sus Bacantes un monumento impresionante y duradero de su xito. Junto a este

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Diniso tracio exista tambin otro que proceda de Frigia (de aqu proviene el nombre lidio de Baco). Esta segunda figura es una divinidad de los rboles frutales y por consiguiente tambin del vino. Segn su mito es un nio que nace en primavera cuando la naturaleza vuelve a comenzar el ciclo de su crecimiento. Por ello su festividad principal es la fiesta de la primavera, que se llamaba Antesterias. Su smbolo ms llamativo es el falo, que era llevado en una procesin. Sin embargo el mismo Diniso no se representaba jams como una deidad itiflica a diferencia de los stiros y silenos que le acompaan. Este culto de Diniso emigr tambin a Grecia ya en la poca preclsica y se uni al Diniso tracio, de forma que respecto a Grecia debemos hablar de una nica religin dionisaca. Sin embargo, las celebraciones rituales fueron a veces diferentes, y muchas de ellas tampoco pueden explicarse sin ms, como por ejemplo las costumbres de un hiersgamos del dios con la esposa de un alto dignatario. En la poca helenstica, Diniso, juntamente con Asclepio fue entre todos los dioses griegos el que alcanz ms difusin. En la vida propiamente religiosa de la poblacin tanto en Grecia como en otras zonas tenan ambos una importancia muchsimo mayor que la de los antiguos dioses olmpicos. Esto ltimo es verdad sobre todo en lo que se refiere a Diniso. Sin embargo es difcil juzgar la ndole de su importancia religiosa porque hace su aparicin de tantas maneras diferentes, mostrndose a veces como poco ms que una moda, que uno se pregunta en qu medida las muchas imgenes y representaciones de Diniso, de sus smbolos y de sus acompaantes se pueden considerar como testimonios serios de una veneracin hacia esa divinidad, o incluso de un culto de sus misterios. En la poca helenstica existan mltiples testimonios tanto de misterios como de orgas de Diniso en las ciudades de Asia Menor y en las islas. Los varones tambin las celebraban y participaban, asimismo, en las orgas salvajes de las bacantes. En muchas ocasiones los hombres eran los sacerdotes hierofantes y dadochos, portadores de antorchas. Sacerdotes y sacerdotisas dirigan a las diversas agrupaciones, thtasoi, de participantes en los misterios. En Egipto la difusin del culto a Diniso durante elffly II a. C. aparece claramente gracias a las noticias sobre las medidas de poltica religiosa de Ptolomeo IV Filoptor (cf. supra 1,5 c). En el imperio atlida de Prgamo, a partir de la mitad del s. II a. C., Dionisio Kathegemon = el fundador (ms adelante se aplicaba este sobrenombre a Diniso como fundador y creador de todo el cosmos) fue el dios oficial de la casa real. Tambin adquiri rasgos de Sabacio, cuyo culto haba trado a Prgamo la mujer del rey talo I. En las monedas de plata acua-

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das en Prgamo (llamadas kistophroi), aparece una serpiente que sale de un cesto rodeado de hiedra. Esto es, sin duda, una unin de los smbolos cultuales de ambos dioses. A pesar de estos ejemplos de adopcin estatal y de proteccin pblica no hay que imaginar la veneracin a Diniso como un culto oficial regulado rgidamente ni tampoco como una religin mistrica. Tampoco sucedi esto con los grandes personajes y emperadores romanos que se presentaron como Diniso (el primero fue Marco Antonio, quien con su esposa Cleopatra hizo que en Oriente les adoraran como a Diniso e Isis). En estos casos se ponan de relieve los rasgos tpicamente dionisacos de las celebraciones cultuales: procesiones con silenos y danzantes, mimos y pantomimas, mujeres como bacantes, jvenes vestidos de stiros y de dioses Pan; adems tenan lugar representaciones pblicas de pantomimas, danzas de mnades y funciones teatrales. Todo esto era lo tpico de estas celebraciones y fiestas pblicas dionisacas, en las cuales participaban, durante varios das, viejos y jvenes, hombres y mujeres, gente importante y pueblo sencillo. Al menos en este aspecto, las asociaciones cultuales de iniciados dionisacos desempeaban enteramente el papel de asociaciones pblicas ms que el de hermandades mistricas. Todos estos ritos y fiestas parecen haber sido la forma de la religin dionisaca tal como apareca, sobre todo, en Asia Menor. La otra cara es la de un culto de misterios sagrados apoyado por unas profundas concepciones msticas. Esto se puede ver claramente en Italia, ya en el s. V a. C. Es probable que en esta regin el culto de Diniso se uniera con las ideas rficas propias de los griegos del sur de Italia que acentuaban la orientacin del sentimiento religioso hacia una vida mejor en el ms all. Lo que les preocupaba a los romanos de principios del s. II a. C. era un c