Introduccion a La Filosofia de La Ciencia, Guerrero Pinto

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InTRODUCCión A LA FILOSOFÍA DE LA CIEnCIA IOCUilERIOS DE IIABAJO

Programa&morial Universidad del Valle

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InTRODUCCión A LA FILOSOFÍA DE LA CIEnCIA DOCUDlEniOS DE IIIIAJO

Germiln Guerrero Pino

~ Programa&morial Universidad del Valk

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Guerrero Pino, Germán Introducción a la filosofía de la ciencia: documentos de

trabajo 1 Germán Guerrero Pino. -Santiago de Cali: Programa Editorial Universidad del Valle, 2009.

234 p.; 24 cm.- (Colección Libros de texto.) Incluye bibliografía e índice. l. Filosofía de la ciencia 2. Sociología de la ciencia 3. Teoría del

conocimiento científico l. Tít. 11. Serie. 501 cd21 ed. A1216364

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Universidad del VaDe Programa Editorial

Título: Introducción a la jilosofta de la ciencia. Documentos de trabajo Autor: Germán Guerrero Pino

ISBN: 978-958-670-733-6

Tercera edición Primera edición: febrero de 2006 Segunda edición: febrero de 2007

Rector de la Universidad del Valle: Iván Enrique Ramos Calderón Director del Programa Editorial: Víctor Rugo Dueñas Rivera

Diseño de carátula: Artes Gráficas del Valle Ltda. Portada: El bilbiotecario (hacia 1566) de GiuseppeArcimboldo

Impresión: Artes Gráficas del Valle Ltda.

©Universidad del Valle © Germán Guerrero Pino

Universidad del Valle Ciudad Universitaria, Meléndez A.A.025360 Cali, Colombia Teléfonos: (+57) 2 3212227- Telefax: (+57)2 339 2470 Correo electrónico: [email protected]

Este libro o parte de él, no puede ser reproducido por ningún medio sin autorización escrita de la Universidad del Valle.

Cali, Colombia Junio de 2009

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A mis estudiantes miembros del

Grupo de Investigación E pis teme: Filosofia y Ciencia

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CONIENIDO

Reconocimientos ....................................................................................................... 11

CAPÍTULO l. ¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? ........................... 13 A. Presentación .................................................................................................... 13 B. Taller No. l. Estructura de un escrito y El origen de la nueva filosofía .......... Z7

Lectura. «El origen de la nueva filosofía», Hans Reichenbach (1951) .......... '19 C. Taller No. 2. Naturaleza y función de la filosofía de la ciencia ........................ 34

Lectura. «Introducción: naturaleza y función de la filosofía de la ciencia», J. A. Díez y C. U. Moulines (1997) ......................... 36

CAPÍTULO 11. Principales tesis del empirismo lógico ............................................... 49 A. Presentación .................................................................................................... 49 B. Taller No. 3. El Círculo de Viena ...................................................................... 53

Lectura. «La concepción científica del mundo. El Círculo de Viena: un balance», Rainer Hegselmann (1996) ........................................ 54

C. Taller No. 4. La superación de la metafísica .................................................... 62 Lectura. «La superación de la metafísica mediante el análisis

lógico del lenguaje», RudolfCarnap (1932) ................................... 62 D. Taller No. 5. La distinción analítico/sintético en contexto histórico ............... 71

Lecturas. Leibniz, Hume, Kant, Wittgenstein, Camap y Quine ...................... 71

CAPÍTULO III. El problema de la evaluación de las teorías científicas ..................... 79 A. Presentación .................................................................................................... 79 B. Taller No. 6. El racionalismo critico de Popper .............................................. 105

Lectura. <<Panorama de algunos problemas fundamentales», Karl Raimund Popper (1935/1959) ............................................... 106

C. Taller No. 7. La resolución de las revoluciones ............................................ 119 Lectura. «La resolución de las revoluciones»,

Thomas Samuel Kuhn (1962/1970) .............................................. 120 D. Taller No. 8. Inducción y deducción .............................................................. 132

Lectura. «Inducción y deducción», Ian Hacking (1983) ............................... 133

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E. Taller No. 9. Sobre el modo de transmisión del cólera ................................... 137 Lectura. «Sobre el modo de transmisión del cólera», John Snow ( 1854) .... 137

e APÍTULO IV. Conceptos científicos: tipología, estructura y naturaleza ............... 145 A. Presentación .................................................................................................. 145 B. Taller No. 1 O. Conceptos clasificatorios, comparativos y métricos ............. 160

e A PÍTULO V. Teoría y leyes ................................................................................... 163 A. Presentación .................................................................................................. 163 B. Taller No. 11. Naturaleza y estructura de las teorías científicas I ................. 176

Lectura. «El movimiento aparente y el espacio absoluto», Bas Carl van Fraassen (1980) ........................................................ 177

Lectura. «Escolio sobre tiempo, espacio, lugar y movimiento», Isaac Newton (1687) ..................................................................... 179

C. Taller No. 12. Naturaleza y estructura de las teorías científicas II ................ 183

CAPÍTULO VI. El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea .. 185 A. Presentación .................................................................................................. 185 B. Taller No. 13. Argumentos concernientes al realismo .................................... 196

Lectura. «Argumentos concernientes al realismo científico», Bas Carl van Fraassen ( 1980) ........................................................ 197

CAPÍTULO VII. La explicación científica ................................................................. 205 A. Presentación.................................................................. . ............................. 205 B. Taller No. 14. La torre y la sombra .................................................................. 220

Lectura. «La torre y la sombra», Bas Carl van Fraassen ( 1980) .................... 220 C. Taller No. 15. Los paradigmas de Kl•lm y la explicación en la ciencia ........... 224

Lectura. «La naturaleza y la necesidad de las revoluciones científicas», Thomas Samuel Kuhn ( 1962/1970) ............................................... 224

BIBLIOORAFÍA ....................................................................................................... 229

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RECONOCIMIENTOS

Introducción a la filosofia de la ciencia. Documentos de trabajo es un libro de texto diseñado para ayudar en los cursos de filosofia de la ciencia y cursos afines, relacionados con la epistemología en general y con las bases teóricas (filosóficas) de la metodología y la investigación científicas, a la luz de los desarrollos más recientes en el campo de la filosofia de la ciencia. El libro aborda siete temas centrales en la actual filosofia de la ciencia, uno por capítulo. Los dos primeros capítulos constituyen el marco histórico y teórico necesario para la enunciación, presentación y análisis de los problemas y debates más importantes y recientes alrededor de los temas centrales que tratan los cinco capítulos restantes.

Cada capítulo está compuesto por dos partes: una presentación y uno o varios talleres. La presentación de cada capítulo hace una exposición sistemática del tema correspondiente, destacando las tesis o ideas centrales que se quieren defender, así como los argumentos de las distintas posturas encontradas, a excepción de la del capítulo dos, que es un tanto esquemática. Si bien los temas que se tratan son bastante técnicos en algunos puntos, la exposición busca en lo posible introducir al lector en los distintos asuntos de manera gradual, pero sin perder rigor y profundidad. Los talleres consisten en una guía de trabajo, que en la mayoría de los casos tiene la forma de guía de lectura, por ir acompañado precisamente de una lectura. La estructura de los talleres tiene por objeto consolidar los temas de estudio a partir de un trabajo personal y en relación directa con los escritos (que aparecen como lectura en el taller) de los filósofos más representativos y más influyentes.

Los documentos de trabajo, que tiene el amable lector en sus manos, comenzaron a consolidarse ya hace aproximadamente cinco años, a través de los distintos cursos de filosofia de la ciencia que he venido ofreciendo desde entonces, pero especialmente se han enriquecido con los de Introducción a la filosofia de la ciencia, en los que apareció como manual, y Problemas actuales en filosofia de la ciencia, impartidos en los programas de pregrado y posgrado en filosofia del Departamento de Filosofia de la Universidad del Valle, y también de la componente «Introducción a la filosofia de la ciencia» del curso Proyecto Investigación del programa de Maestría en Epidemiología (Escuela de Salud Pública de la Universidad del Valle).

Las distintas reflexiones presentes en este libro se han beneficiado, en parte, de las discusiones y conversaciones sostenidas con el profesor Gonzalo Munévar (Lawrence Technological University), colega y amigo, y a quien agradezco de

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manera especial. La profesora Luz Marina Duque, colega del Departamento de Filosofía, me ha dado un importante respaldo académico en este proyecto al tener en cuenta algunos de los capítulos y talleres del libro en cursos que ella ha impartido, de modo que esta experiencia le ha permitido hacerme recomendaciones de contenido y forma de gran valor, las cuales he tenido presente para mejorar esta tercera edición. Por ello, mis agradecimientos con la profesora Duque. También debo reconocer el importante papel que jugaron FabiánAndrés González, Remando Rernández, Julián Murillo, Miguel Remando Guamanga y Pablo Andrés Jiménez, estudiantes de pregrado de la Universidad del Valle, a la hora de concretar este proyecto en su primera edición. Un grupo de estudiantes inquietos intelectualmente y dinámicos, quienes también, en su momento, pusieron su granito de arena para que el grupo de investigación que coordino, Episteme: Filosofía y Ciencia, fuera una realidad, y en cuyo seminario permanente también se han discutido muchos de los asuntos aquí tratados. A la profesora Olga Lucia Gómez, del programa de Maestría en Epidemiología, también le agradezco su ayuda en la defmición de algunas de las partes del libro y por la oportunidad que me ha brindado de ventilar y consolidar aún más estos temas de la filosofia de la ciencia en un ambiente distinto al usual, el curso Proyecto de Investigación dirigido a investigadores en el área de salud. Del mismo modo doy mis reconocimientos a Reiman Ortiz, estudiante de pregrado, quien se unió a la segunda edición de este libro a través de la elaboración conjunta del primer taller. Finalmente, agradezco muy especialmente al Departamento de Filosofia el apoyo proporcionado para sacar adelante esta publicación en sus tres ediciones.

La principal novedad en esta tercera edición es el capítulo cuarto sobre conceptos científicos, un tema muy importante en filosofía de la ciencia que, además, permite introducir de una manera más natural el tema del siguiente capítulo acerca de las teorías científicas. Además, se ampliaron significativa­mente las presentaciones de los capítulos I y III. La presentación del capítulo III es una reproducción, con muy pocos cambios, de mi artículo publicado en la revista Discusiones Filosóficas, año 9, No. 12 enero-junio 2008. Agradezco a su director el haber autorizado la publicación del texto aquí.

Al igual que en las anteriores ediciones, sólo me resta pedirle comprensión al lector gentil y benevolencia al lector crítico de estas líneas.

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CAPÍTULO 1 LOE QUÉ Y CÓMO SE OCUPA LA FILOSOF(A DE LA CIENCIA?

Pascal situó al hombre a mitad de camino entre los ángeles y las bestias. Es de esta posición, pensaba él, de la que surge la «situación humana». La ciencia, el glorioso logro del hombre moderno, se halla análogamente

situada entre la matemática pura y la experiencia sensorial bruta: es de la tensión conceptual generada entre estas coordenadas polares

de la que provienen las perplejidades filosóficas sobre la ciencia. N. R. Hanson

A. PRESENTACIÓN

La motivación general de lo que sigue es, en primer lugar, dar a conocer en qué consiste la filosofia de la ciencia: cuáles son sus principales problemas y formas características de abordarlos. En segundo lugar, presentar una visión panorámica de las principales corrientes que han dominado la filosofia de la ciencia en el siglo pasado y los problemas principales que han tratado, mencionando, en la mayoría de los casos, las ideas clave desarrolladas y defendidas. En esta elaboración fueron de gran ayuda los siguientes dos textos: Javier Echeverría, «La filosofia de la ciencia en el siglo xx: principales tendencias», Papeles defilosofia, Ágora, 1997; y Ronald N. Giere, «Toward a unified cognitive theory of science», en Explaining science. A cognitive approach, The University of Chicago Press, Chicago, 1988.

l. Una perspectiva particular sobre la filosofia

Una estrategia muy adecuada para delimitar una disciplina o campo de estudio es precisar, hasta donde sea posible, su objeto de estudio y su método1•

Es cierto que no es fácil adelantar en esta tarea en disciplinas bien maduras o desarrolladas como fisica, química, biología, matemáticas, economía, etc.; pero veremos que en el caso de la filosofia, las cosas son mucho más complicadas.

En cuanto al objeto de estudio de la filosofia hay que comenzar afirmado que éste no es único. Actualmente, y prácticamente desde los comienzos mismos de la filosofia en Grecia, no es posible hablar de La Filosofia en singular y con

1 Véase Moulines [1991], Capítulo l.

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14 Introducción a la filosofia de la ciencia

mayúscula. La filosofía no se ocupa de una única área del conocimiento, de un único objeto de estudio, no hay un campo de conocimiento que sea cubierto de manera exclusiva por la filosofía como tal. Con lo que uno se encuentra, más bien, es con distintas áreas o campos de la filosofía, esto es, con distintos objetos de estudio abordados filosóficamente. En el presente existen áreas de la filosofía como filosofía de la ciencia, filosofía del lenguaje, filosofía de la mente, filosofía de las matemáticas, filosofía política, filosofía de la ética, filosofía estética, filosofía de las religiones, etc. Pero en realidad esta situación no es

del todo nueva porque las distintas cuestiones estudiadas por los antiguos filósofos griegos las podemos agrupar en tres áreas, por lo menos: la epistemología, que cubría los temas sobre el conocimiento y la verdad; la ética, que contenía las cuestiones sobre el bien; y la estética, que envolvía lo relacionado con lo bello.

Así que, en particular, podemos asegurar que la filosofía de la ciencia no teoriza directamente sobre un dominio particular de la realidad natural sino sobre la ciencia (la actividad científica), su campo de estudio es la ciencia, y desde luego que tendremos que precisar qué se está entendiendo por ciencia. Pero por ahora quedémonos en la primera afirmación y sus implicaciones. Aun que el objetivo de la filosofía de la ciencia sería proporcionar conocimiento sobre la ciencia, sus pretensiones no son tan grandes al querer abarcar las múltiples dimensiones de la ciencia, pues sólo se concentra en algunos de sus aspectos, que son de gran envergadura, como cualquiera de los demás. Desde luego, podríamos decir que estos aspectos son los aspectos filosóficos de la ciencia, pero esto no es decir mucho a estas alturas de la reflexión.

Por otra parte, también tenemos que la ciencia produce conocimiento sobre los distintos ámbitos de la naturaleza, por tanto podemos caracterizar la filosofía de la ciencia como un saber de segundo orden, un conocimiento (el filosófico) sobre otro conocimiento (el científico). Aún más, teniendo en cuenta que el prefijo meta significa más allá o después, podemos decir que la filosofía de la ciencia es una investigación metacientífica, un estudio acerca de la ciencia, un estudio de segundo nivel. Pero, en este sentido, hay distintos estudios metacientíficos, entre los cuales la filosofía de la ciencia sería uno; otros son historia de la ciencia, sociología de la ciencia, psicología de la ciencia, política científica, ética científica, etc. Estas son investigaciones que tratan sobre la ciencia pero no estudian los mismos aspectos de la ciencia, ni tampoco lo hacen bajo la misma perspectiva o método, aunque no podemos descartar que haya distintos empalmes en ambos puntos.

Ahora bien, en cuanto al método de la filosofía, una vez admitido que son muy diversas las áreas del saber de las que se ocupa la filosofía, es muy arriesgado afirmar que existe un único método que permita cubrir estas

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? 15

diversidades temáticas, esto es, una manera única de abordar los problemas filosóficos. Aun que hablando estrictamente esta es la situación, podemos aceptar que los distintos métodos empleados en las distintas áreas de la filosofía comparten un interés desmedido por el análisis conceptual y la fuerza argumentativa. En esto consiste precisamente lo que normalmente se califica como reflexión filosófica: clarificar conceptos y proporcionar argumentos sólidos; de tal manera que estas serian dos características necesarias, aunque no suficientes, del proceder filosófico. Lo cual es avanzar algo en la delimitación de este campo. Aunque los conceptos utilizados en las ciencias tienen una mayor precisión en cuanto a su significado, y usos, que las palabras empleadas en los lenguajes ordinarios, no están exentos de la ambigüedad y la confusión. Y es precisamente de esta situación, especialmente cuando las nociones e ideas (tesis) involucradas juegan un papel fundamental, de la que surge el análisis filosófico, consistente básicamente en la clarificación conceptual, a través de una exposición juiciosa de las ideas a defender, sustentándolas en argumentos firmes. Como dice el filósofo latinoamericano Roberto Torretti: «La filosofía, ante todo, se ceba en la perplejidad))2 o, con las palabras de Jesús Mosterin: «Lo capcioso de las preguntas [filosóficas] y lo embarazoso de las respuestas [filosóficas] viene de que en su formulación empleamos conceptos a la vez excesivamente cargados de valoración y emotividad. Yo no sé que es la normalidad sexual, el derecho a la vida, la verdad o el bien, sin más. En principio parecen apuntar hacia algo positivo y valioso; por eso no puedo decir que estoy en contra. Pero pueden precisarse de muchas maneras distintas, algunas de las cuales me resultan inaceptables; por eso no puedo decir que estoy a favon)3•

Hemos dicho que la filosofía de la ciencia es un estudio de segundo nivel; la realidad (natural, social, etc.) seria el primer nivel, del cual se ocupan las ciencias particulares, y en el segundo nivel estarían los distintos conocimientos producidos por las ciencias particulares. Aunque esta imagen de niveles ayuda a entender una de las funciones centrales de la filosofía de la ciencia, no es del todo adecuada. A esta le faltaría mostrar la interacción entre ciencia y filosofía, que efectivamente la hay, aunque esta no sea lo más corriente y permanente. En la historia de la ciencia uno encuentra que reflexiones filosóficas acumuladas por mucho tiempo han prestado su ayuda para que un científico (o la ciencia en su conjunto) produjese un avance significativo en su campo de investigación. La influencia inversa es más evidente, el progreso científico, en sus distintas áreas,

2 Torretti [2003]. 3 Mosterin [2000). Lo del paréntesis es mío.

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16 Introducción a la filosofia de la ciencia

ha permitido una mejor comprensió11 de problemas clásicos de la filosofia de la ciencia, proporcionando nuevas perspectivas y herramientas para abordarlos, y también ha dado origen a otros nuevos problemas de los cuales se han ocupado los filósofos.

Esta imagen de la filosofia, en la que interactúa de un modo importante con la ciencia, es una perspectiva intermedia entre ciertas posiciones extremas y otra pesimista. Considero que las distintas versiones extremas sobre la filosofia, en su relación con la ciencia, las podemos agrupar en tres. En la primera versión filosofia y ciencia no tienen nada que ver, la filosofia es especulación pura, pura metafisica, algo totalmente diferente, incluso contrario, a la ciencia. La segunda es fundamentista al plantear que la filosofia fundamenta la ciencia, está por encima o por debajo de la ciencia, como mejor se prefiera. La tercera es la versión cientificista, en la que la filosofia se hace científica, se vuelve ciencia, lo cual lleva a su desaparición. Finalmente está la posición pesimista, en la que la filosofia se convierte en una terapia porque, en realidad, los problemas de la filosofia no son verdaderos problemas, sino seudoproblemas, enunciados con apariencia de problemas. De tal manera que la función de la filosofia consiste en desenmascarar dichos problemas, mostrando en dónde radican las confusiones que llevan a presentarlo como tal, y de este modo disolver dichos seudoproblemas.

En síntesis, la posición intermedia propone que aunque la filosofia de la ciencia no es conocimiento científico, proporciona diversas perspectivas4 sobre el conocimiento (científico), sobre la actividad científica, y que esto lo hace sin reflexionar de espaldas a la ciencia, de modo que sus aportes influyen de algún modo en la ciencia. Hoy no es posible una epistemología (de la ciencia) fundamentada exclusivamente en la metafisica, en la reflexión pura; pero también es cierto que, al menos por el momento, la idea de una epistemología (de la ciencia) completamente naturalizada, esto es, convertida ella misma en una ciencia, es sólo una promesa. Pues lo cierto es que muchas ciencias actuales ayudan a tener más claridad en problemas del conocimiento. Así lo hacen, por ejemplo, las neurociencias que estudian los tipos de procesos mentales que conducen a la elaboración de teorías o cierto tipo de conocimientos, la sociología de la ciencia que se ocupa de los procedimientos institucionalizados o relativamente improvisados por los que los científicos consiguen el acuerdo sobre la aceptación de las teorías, y la ecología científica que analiza la función de adaptación al medio natural que el conocimiento científico pueda cumplir, entre otras.

4 Véase Diéguez [1998], p. 203.

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? 17

En otros términos, es más adecuado entender las propuestas filosóficas en el terreno epistemológico en términos de su función interpretativa que como meras hipótesis metafísicas o empíricas, de tal manera que las interpretaciones propuestas deben ser juzgadas en la medida en que son capaces de proporcionar una visión, una perspectiva, mejor o peor de nuestras relaciones epistemológicas con la realidad, y doten de sentido y coherencia a los numerosos y multiformes aspectos de dicha relación5•

2. El campo de la filosofía de la ciencia en general

En filosofía de la ciencia se suele hablar de dos campos generales: filosofia general de la ciencia y filosofia de ciencias particulares. El presente libro de texto tiene que ver con el primer campo y sólo trata de manera tangencial unos pocos asuntos del segundo.

En la ftlosofía general de la ciencia se distinguen dos áreas principales de reflexión, la teoría del conocimiento científico y las cuestiones metafísicas de la ciencia, las cuales se cruzan de un modo ineludible con las cuestiones más corrientes de la filosofía sobre la naturaleza del conocimiento y la realidad. En términos generales, la primera área se ocupa de la naturaleza, fuentes, legitimidad y límites del conocimiento científico, la segunda de la existencia, constitución y tipos de objetos del mundo.

Con la idea de precisar algunos de los problemas más acuciantes de la teoría del conocimiento científico, vale la pena comenzar puntualizando sobre algunos aspectos generales, de tipo descriptivo, de la actividad científica en los que podríamos decir que no hay discrepancias teóricas y filosóficas sobresalientes6• En general, la ciencia es una actividad que tiene como uno de sus principales objetivos proporcionar conocimiento sobre algunas partes del mundo. En la mayoría de las disciplinas científicas, especialmente en aquellas maduras, este conocimiento queda expresado en lo que suele llamarse teorías. En este sentido podemos decir que un objetivo muy importante de la actividad científica es proponer teorías (científicas). Ahora bien, a continuación justificaremos brevemente que el conocimiento científico es sistemático y teórico, y que estas dos propiedades están presentes en toda teoría (científica). Podríamos decir que estos dos elementos son los que, entre otras cosas, hacen que una teoría sea científica.

5 Véase Diéguez [2005], pp. 30-31. 6 Esta descripción de la actividad científica le he extraído de mi escrito Guerrerro [2008a].

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18 Introducción a la fllosofla de la ciencia

El conocimiento científico no puede consistir en una simple colección de descripciones, por muy exhaustivas que estas sean, sino que tiene que ser sistemático, orgánico, formar un sistema a partir de unos cuantos conceptos primarios, no muchos, y de unos cuantos enunciados primarios (principios generales o leyes), no muchos, que relacionan algunos de los conceptos. Como muy bien lo dice Poincaré: «el científico tiene que ordenar; la ciencia se hace con hechos, como una casa se hace con ladrillos; pero una acumulación de hechos no es una ciencia, como un montón de piedras no es una casa» (Poincaré, 1902). Por otra parte, la ciencia es teórica porque una teoría va más allá de la experiencia o de los fenómenos que experimentamos de modo directo, presuponiendo o postulando un mundo que subyace a estos fenómenos, pero que da cuenta de ellos. De este modo, la ciencia cumple su objetivo general de tener un conocimiento cada vez más profundo y detallado de la naturaleza.

Una ilustración nos permitirá precisar un poco más lo anterior. La mecánica clásica o la mecánica newtoniana se ha considerado por mucho tiempo como la teoría por excelencia, esto es, como el modelo de lo que hemos de entender por teoría científica. Es claro que su carácter sistemático queda expresado, por una parte, en sus tres axiomas o leyes del movimiento (inercia, ecuación de movimiento y acción-reacción) más la ley de gravitación; y, por la otra, en que por medio de la teoría se pueden explicar tanto los fenómenos terrestres como los celestes, que para la época de Newton no quedaban cubiertos bajo la misma teoría, pues la cinemática galileana daba cuenta de fenómenos terrestres como la caída de los cuerpos, el plano inclinado, el movimiento pendular, etc., en tanto que fenómenos celestes como el movimiento de la Luna y de los planetas, el movimiento de la Tierra, etc., se explicaban por las leyes de Kepler.

El aspecto teórico de la mecánica newtoniana también salta a la vista, el cual efectivamente era mucho más evidente para la época en que Newton presentó su teoría. En su formulación más abstracta, nos habla de cuerpos puntuales con una masa, los cuales se ejercen fuerzas entre sí y sobre los cuales hay fuerzas de distintos tipos, también nos habla de un espacio absoluto en el que se encuentran todos los cuerpos, pero el cual no podemos experimentar directamente sino a través de sus efectos. Estas distintas entidades y sus respectivas relaciones introducidas por la teoría newtoniana no son tan directamente experimentables, aunque no todas en el mismo grado, unas lo son menos que otras. Aún más, este universo newtoniano, de partículas interactuando bajo sus tres leyes, es el mundo subyacente a los objetos ordinarios que experimentamos y, por tanto, es la fundamentación de la teoría molecular de la materia y de la teoría cinética de los gases.

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? 19

Tal y como veremos, la mayoría de las cuestiones filosóficas sobre la ciencia tienen que ver, directa o indirectamente, con las teorías (científicas), que son un producto importante de la actividad científica. Muchas preguntas de la filosofía de la ciencia están articuladas con lo que es una teoría. Así, entre los problemas clave de la teoría del conocimiento científico tenemos.

* ¿Qué se entiende por teoría científica? (naturaleza y fUentes). * ¿Naturaleza, estructura y tipos de conceptos? *Evaluación de las teorías científicas (legitimidad): ¿qué ha de entenderse

por evidencia científica? * El debate sobre la dependencia 1 independencia teórica de la observación,

la experiencia (naturaleza y fuentes). *¿En qué consiste el progreso científico? (límites): el debate continuidad

vs. discontinuidad y ¿cuáles son las unidades significativas para el análisis del desarrollo científico, las teorías o unidades más grandes como los paradigmas?

* Función y características de la explicación en la ciencia: explicación y predicción; explicación y verdad; y explicación vs. comprensión.

Las cuestiones metafísicas de la ciencia, entendidas en un buen sentido, son una investigación de lo que las teorías científicas y las prácticas corrientes parecen decimos sobre cómo es la estructura del universo, de qué está compuesto. Entre los asuntos que trata, tenemos.

*¿Cómo es la estructura general de la realidad? * Estatus ontológico de las entidades teóricas: el debate actual realismo/

empirismo, relacionado con la existencia o no de las así llamadas entidades teóricas y con la tesis de la subdeterminación empírica de las teorías.

* La existencia o no de clases naturales o el debate sobre los universales. * El debate leyes de la naturaleza 1 meras regularidades. *Determinismo e indeterminismo.

Finalmente, en el segundo campo general de la filosofía de la ciencia, filosofía de ciencias particulares, tenemos las cuestiones de fundamentación relacionadas con campos científicos o teorías científicas particulares. Así, por ejemplo, hace parte de la filosofía de la física cuestiones relacionadas con la fundamentación e interpretación de la mecánica cuántica, en las que se discuten: la noción de probabilidad, la lógica de la mecánica cuántica y la ontología propia de la mecánica cuántica. Los problemas filosóficos del espacio y del tiempo también pertenecen a la filosofía de la física. En el campo de la filosofía de la biología se estudia, por ejemplo, la fundamentación e interpretación de la teoría de la

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20 Introducción a la filosofía de la ciencia

evolución y se abordan cuestiones &emejantes a, por ejemplo, qué hemos de entender por vida. Son cuestiones de interés para la filosofia de las matemáticas, la naturaleza y fuentes del conocimiento matemático, y cuál es la realidad de los objetos matemáticos, por ejemplo.

3. Prehistoria de la Filosofía de la Ciencia

Este periodo de la filosofia de la ciencia abordó particularmente la pregunta: ¿cuáles son las reglas que determinan el buen método de investigación científica?; que como podemos observar, presupone un enfoque normativo de la filosofia. Esta pregunta fue abordada por filósofos como: Francis Bacon (1561-1626), en su obra Novum Organum (1620); René Descartes (1596-1650) en, por ejemplo, su escrito Discurso del método (1637); el científico Isaac Newton (1642-1727), en el apartado «Reglas para filosofar» de su importante obra Los principios matemáticos de la filosofía natural (1687); el filósofo Immanuel Kant ( 1724-1804 ), en su libro Crítica de la razón pura ( 1781 ). Este tema se trata particularmente en la primera parte del Capítulo III, El problema de la evaluación de las teorías científicas, de este libro.

4. Precursores de la nueva disciplina

La filosofia de la ciencia a fmales del s. XIX y comienzos del s. XX.

* William Whewell (1794-1866): Historia de las ciencias inductivas (183 7) y La filosofía de las ciencias inductivas (1840)

* John Stuart Mill (1806-1873): Un sistema de lógica (1843) * Hermann von Helmholtz (1821-1894 ): pseudo-kantismo * Henri Poincaré (1854-1912): convencionalismo * Pierre Duhem (1861-1916): instrumentalismo *Charles S. Peirce (1839-1914): pragmatismo * EmstMach (1838-1916): empirismo crítico, primera cátedra de «Filosofia

de las ciencias inductivas» de la Universidad de Viena, 1895.

Análisis del método por los lógicos y fundamentadores de las matemáticas. * Gottlob Frege (1848-1925): Fundamentos de la aritmética (1884). *Bertrand Russell y Alfred N. Whitehead: Principia Mathematica (1910-

1913). * David Hilbert (1862-1943): Fundamentos de geometría (1899).

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofia de la ciencia? 21

S. La filosofía de la ciencia (1920 a 1960)

Hace parte de la tradición filosófica, de carácter más general, conocida como filosofía analítica, en la que el análisis del lenguaje fue lo determinante. En esta tradición se desarrolló tanto una filosofia del lenguaje como una filosofia de la ciencia, pero esta última muy dependiente de la primera.

* Empirismo lógico o positivismo lógico: desarrollado por los miembros del Círculo de Viena, influenciados particularmente por el Tractatus Logico­Philosophicus (1921) de Ludwig Wittgenstein. Miembros principales: Moritz Schlick (1882-1936) (ocupó la cátedra de Machen 1922), RudolfCarnap (1891-1970) y Otto Neurath (1882-1945).

*Grupo de Berlín: Hans Reichenbach (1891-1953) y Carl Hempel, (1905-1997) con una orientación próxima a la anterior.

*Racionalismo crítico: K.art R. Popper (1902-1994).

5.1. Problemas centrales estudiados a) La filosofía se ocupa del contexto de justificación y no del de

descubrimiento. b) La filosofia tiene un carácter normativo y no descriptivo. e) El método científico como modo de justificación del conocimiento. d) La demarcación entre ciencia/no-ciencia (metafisica). e) La naturaleza de los conceptos científicos: términos observacionales y

términos teóricos; clasificación de los conceptos científicos. t) La estructura de las teorías científicas. g) La naturaleza de la explicación científica y su importancia dentro de la

actividad científica. h) Naturaleza y función de las leyes científicas.

5.2. Principales tesis defendidas a) Principio básico del empirismo: todo nuestro conocimiento se soporta

en la experiencia u observación directa. b) La filosofía como análisis lógico del lenguaje: la lógica como el

instrumento principal para el análisis filosófico. e) Distinción analítico-sintético. d) Principio verificacionista del significado: el sentido o significado de

un enunciado (sintético) es el método de verificación empírica del mismo.

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22 Introducción a la filosofla de la ciencia

e) Reduccionismo: todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construcción lógica basada en enunciados que refieren a la experiencia inmediata (proposiciones protocolares).

f) Teoría de los dos niveles del lenguaje (Estructura de las teorías): el lenguaje científico está compuesto, básicamente, por una parte observacional (un lenguaje observacional) y otra teórica (un lenguaje teórico).

Este tema se aborda en profundidad en el Capítulo 11, Principales tesis del empirismo lógico.

6. Filosofía de la ciencia histórica (1960-1980)

La filosofia de la ciencia histórica o, lo que es lo mismo, filosofia de la ciencia históricamente orientada fue desarrollada por, entre otros, Thomas Samuel Kuhn, Paul Feyerabend e Imre Lakatos. Quienes hicieron una crítica profunda y sostenida a las tesis desarrolladas por los empiristas lógicos.

6.1. Críticas a la Concepción heredada de la fllosofia *Aplicación de un formalismo lógico excesivamente rígido y limitado. * Desarrollo de una filoso tia general descuidando las filosofias especiales.

Haciendo generalizaciones de validez universal. * Privilegio de aspectos sincrónicos de la ciencia y poca atención o ninguna

a los diacrónicos. * Rechazo de las dicotomías contexto de descubrimiento/contexto de

justificación y normativo/descriptivo. * Las teorías científicas son unidades de análisis muy pequeñas, es necesario

tomar como unidades aspectos más grandes y complejos como las cosmovisiones, los paradigmas (T. S. Kuhn), los programas de investigación (1. Lakatos) o las tradiciones de investigación (Larry Laudan).

Estas distintas cuestiones son tratadas en la segunda parte del Capítulo III, El problema de la evaluación de las teorías científicas.

6.2. Temas centrales estudiados * La evaluación de las teorías científicas: introducción de aspectos

pragmáticos (psicológicos y sociológicos) en los análisis de la actividad científica. * La naturaleza de los conceptos científicos. Términos observacionales y

términos teóricos: el problema de la carga teórica de la observación y el de la inconmensurabilidad entre teorías o paradigmas.

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofia de la ciencia? 23

*La estructura y dinámica de las teorías científicas: las teorías nacen (se proponen y aceptan), crecen (se desarrollan y consolidad) y mueren (se dejan de utilizar, son remplazadas por otras).

* La naturaleza de la explicación científica y su importancia dentro de la actividad científica.

* Naturaleza y función de las leyes científicas.

7. La filosofía de la ciencia contemporánea (1980)

Este periodo se caracteriza por un aumento en los problemas tratados y por la aparición de nuevos tipos de problemas. De modo que podemos hablar de, en un extremo, una filosofía de la ciencia con una orientación más acorde con la tradición; en el medio, una filosofía de la práctica científica, que involucra como problema la actividad práctica de la ciencia, aún dentro de lo que podríamos considerar la tradición de la filosofía de la ciencia; y en el otro extremo, una filosofía de la ciencia más de corte sociológico o, más bien si se quiere, una reflexión filosófica que termina siendo una sociología de la ciencia.

7.1. Filosofía de la ciencia en sentido clásico * Enfoque semántico de las teorías: una teoría no es un conjunto de

enunciados sino un conjunto de modelos, de mundos posibles. * Debate realismo-empirismo: estructura de las teorías, evaluación de las

teorías y dicotomía teoría/observación. * Aparecen las filosofías de disciplinas particulares y de problemas

particulares de las mismas: biología y psicología (filosofía de la mente) *El giro naturalista: utilización de los resultados y método de las ciencias

naturales (W. V. Quine ). De ahí, por ejemplo, los enfoques psicologistas o cognitivistas y la

epistemología evolucionista. El giro cognitivo: ¿quién representa qué y a quién?, ¿cómo un yo se elabora

así mismo construyendo una representación específica del mundo? Los primeros de estos asuntos son abordados principalmente en los tres

últimos capítulos.

7 .2. Filosofía de la actividad científica Ian Hacking es uno de sus principales promotores. Este tipo de filosofía se

ocupa del análisis de factores tan importantes, presentes en la elaboración de una teoría, como los instrumentos de medición y los montajes experimentales,

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24 Introducción a la fi/osofla de la ciencia

que habían sido descuidados por completo en la Concepción heredada. Además defiende la tesis de que el conocimiento científico tiene una estructura de tres niveles: datos observacionales, fenómenos y teorías.

7 .3. Filosofía de corte sociológico * Filosofia de la práctica científica. El foco de atención ya no es el

conocimiento científico sino la práctica científica. Renuncia al análisis lógico-conceptual (estudio interno de la ciencia) e insiste

en los intereses individuales, comunitarios y sociales como clave del conocimiento y de la actividad científicas.

Filosofía de la tecnología y estudios sociológicos, antropológicos, económicos, de género y de política científica.

Una filosofía de la ciencia (?) que se asemeja más a una sociología de la ciencia: análisis del contexto social, político y cultural en el que se desarrolla la actividad científica.

Dos grandes líneas de trabajo: Estudios sociales de la ciencia y la tecnología (ESCT), más europea, y Estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS) (Carl Mitcham), más norteamericana.

* La sociología del conocimiento «La sociología del conocimiento, SCC abreviadamente, se diferenció de

dos maneras de las posiciones contemporáneas en filosofía y en sociología de la ciencia. En primer lugar, y como su nombre lo indica, SCC insistió en que la ciencia era significativa y constitutivamente social en todos los aspectos que afectan a su núcleo técnico: el conocimiento científico mismo debía ser entendido como un producto social. En segundo lugar, SCC era resueltamente empirista y naturalista» (Pickering, 1992). El estudio del tema de las negociaciones en ciencia cobra especial atención en este enfoque.

* El programa fuerte en sociología del conocimiento (David Bloor, Barry Bames, Donald Mackenzie ). Esta propuesta llega a defender una especie de relativismo epistémico, puesto que el conocimiento científico depende de la cultura en el cual éste se gesta. En otras palabras, hay que tomar el conocimiento como aquello que es aceptado como tal en nuestra cultura.

* La etnometodología «Literalmente, la etnografía es un estilo de investigación en el que el

observador adopta la postura de un antropólogo que se encuentra por primera

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofla de la ciencia? 25

vez con un fenómeno ... Literalmente, etno-grafia significa 'descripción' desde el punto de vista de los nativos: en vez de imponer el marco de referencia propio a la situación, el etnógrafo intenta desarrollar una apreciación de la forma en que los nativos ven las cosas», (Woolgar, 1991).

Éste llega a concluir que «los objetos del mundo natural se constituyen en virtud de la representación, en vez de ser algo preexistente a nuestros esfuerzos por descubrirlos».

8. Temas de interés filosófico sobre la ciencia

En síntesis, tenemos cinco temas de interés para la filosofia de la ciencia, los cuales podemos resumir en los siguientes términos, de acuerdo a las ideas que serán defendidas a lo largo de los distintos capítulos del libro.

8.1. El método científico Comenzó por pensarse como el camino para llegar al conocimiento cierto y

con un carácter normativo. Después se entendió como el procedimiento lógico y de carácter normativo para justificar el conocimiento, dejando de lado el contexto de descubrimiento. Finalmente se asume como un procedimiento que no puede reducirse a lo lógico y la experiencia, y que es altamente contextua!, depende del estado de desarrollo de las teorías. Por tanto, no es posible separar el contexto de justificación del de descubrimiento.

8.2. Los conceptos científicos Estos no pueden ser pensados como dictados por la naturaleza, pues su

origen es altamente creativo, pero con dos tipos de exigencias: unas de carácter estructural, de tipo lógico; y otras que tienen que ver con su aplicación empírica. Además, los conceptos son un elemento determinante de las teorías científicas, constituyen los nudos de las redes teóricas, por así decirlo. Finalmente, todos los conceptos no son del mismo tipo, es posible hacer una taxonomía de los conceptos en clasificatorios, comparativos y métricos.

8.3. Las teorías científicas Son la forma más acabada del conocimiento científico. La concepción

dominante ha sido que una teoría es un conjunto de leyes, de enunciados, pero en las últimas décadas se ha venido desarrollando la propuesta de entender las teorías como conjuntos de modelos, abstracciones o idealizaciones, que dan cuenta de ciertos aspectos de la realidad.

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26 Introducción a la filosofia de la ciencia

8.4. La explicación científica La Concepción heredada sobre la explicación científica promovía en

particular dos ideas básicas, una consistía en que su estructura era igual a la de la predicción y, la otra, que era independiente de la verdad, incluso que una explicación proporciona elementos para creer en la verdad de una teoría. Estas dos tesis han sido fuertemente criticadas y, particularmente, la pragmática de la explicación propone que en realidad una explicación es una respuesta a una pregunta por qué, dada en cierto contexto, y que además una explicación es una relación tripartita entre teoría, mundo y usuarios.

8.5. Estudios sociales de la ciencia La idea importante aquí es mantener un punto de vista pluralista y no

reduccionista sobre los estudios acerca de la ciencia. La ciencia tiene muchas dimensiones o aspectos (internos o filosóficos, sociales, psicológicos, políticos, culturales, etc.), y éstas pueden dar origen a diferentes estudios metacientíficos dependiendo de cuál o cuáles se privilegien. El error está en pretender que un tipo de estudio sea más fundamental que los demás, más bien podríamos decir que son complementarios.

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia?

B. TALLER No. 1*

Estructura de un escrito y El origen de la nueva filosofia

27

En la lectura y análisis de escritos filosóficos (aunque no exclusivamente) es conveniente que, en un primer momento, extraigamos de dicha lectura la estructura o esquema general del escrito. En general, un escrito filosófico contiene las siguientes partes: título, introducción, desarrollo (cuerpo del escrito) y conclusión. De modo que la estructura de un escrito recoge estos cuatro aspectos mencionando en forma muy general lo correspondiente al desarrollo; así que podemos decir que la estructura contiene los siguientes elementos:

1) título 2) el problema o el tema que se trata, o la idea que se defiende. 3) la pertinencia o la importancia del problema. 4) cómo se aborda el problema o cómo se procede en su tratamiento. 5) a qué se llega.

Grosso modo, 2) y 3) se encuentran en la introducción, 4) es el esquema del desarrollo y 5) hace parte de la conclusión. La conclusión puede ser una recapitulación de todo lo hecho o, en otras palabras, de lo planteado en la introducción, o también puede consistir simplemente en resaltar la tesis principal que se defiende.

Realice la lectura de «El origen de la nueva filosofia» de Hans Reichenbach y compruebe que su estructura es como sigue.

1) Titulo. El origen de la nueva filosofia.

2) Problema. El escrito presenta las principales características de la filosofia científica (la nueva filosofia de la naturaleza o filosofia de la ciencia) en contraposición con la filosofia de la naturaleza tradicional, que dominó hasta fmales del siglo XIX, y que el autor califica de especulativa.

3) Justificación. El texto no sólo es pertinente por las diferencias que establece entre filosofia especulativa y filosofía científica, sino que también lo es por la crítica severa que hace de la filosofía tradicional, incluyendo en esta la

• Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alumno de pregrado Heiman Ortiz.

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28 Introducción a la fllosofia de la ciencia

filosofía griega. Respecto a esto último, vale destacar la reivindicación poco ortodoxa que hace Reichenbach de los grades clásicos de la filosofía.

4) Procedimiento. a) Para lograr lo anterior, comienza planteando la diferencia central entre las

pretensiones de un sistema filosófico y las de la ciencia, con la idea de mostrar que la filosofía tradicional es especulativa, en tanto que la nueva filosofía debe orientarse por la lógica de los problemas mismos, convir­tiéndose en un subproducto de la investigación científica. Este es uno de los tópicos que ocupa la mayor parte del texto.

b) A continuación destaca el trabajo colectivo de la ciencia en contraste con el individual, propio de la filosofía especulativa.

e) Otra diferencia que subraya es que el filósofo tradicional se hace preso de su propio sistema filosófico mientras que la ciencia no tiene problema en recoger de cada sistema lo que mejor le convenga a la hora de solucionar un problema científico particular.

d) Después se encarga de mostrar cuán tan errado es el enfoque del <<romántico» sobre la ausencia de una perspectiva histórica y cultural del siglo XIX, reivindicando nuevamente el trabajo colectivo de la ciencia.

e) Posteriormente caracteriza la ciencia en términos del trabajo abstracto y muestra cómo este aspecto ha sido descuidado por la filosofía especulativa, para concluir que la filosofía científica debe tener en cuenta el nivel de abstracción alcanzado por la ciencia.

f) El autor termina enfatizando, nuevamente, que la filosofía especulativa se construye al margen de la ciencia y la filosofía científica no.

Las cuestiones que vienen a continuación buscan profundizar en la tesis central que defiende el documento, esto es, en lo relacionado con los numerales 2 al 4. Resuélvalas.

l. ¿Qué entiende el autor por filosofía científica y qué por filosofía especulativa? 2. Enuncie y explique dos diferencias entre la filosofía especulativa y la filosofía

científica. 3. Para Reichenbach, ¿qué aportan estas dos tendencias filosóficas al desarrollo

de la ciencia? Justifique su respuesta. 4. ¿En qué consiste el trabajo científico y cómo da lugar al surgimiento de la

filosofía científica? 5. Para el autor la base fundamental de los avances del hombre en el siglo XIX

ha sido el desarrollo del poder de abstracción en la ciencia. ¿En qué consiste esta capacidad de abstracción y cómo ha contribuido a la ciencia?

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? 29

6. Para Reichenbach, la filosofia especulativa exige un trabajo individual y la científica uno colectivo. Justifique dicha afirmación.

7. De acuerdo con Reichenbach, el «romántico» critica el exceso de cienti­ficismo en el que ha caído el siglo XIX, en el que predomina la ausencia de una perspectiva histórica y cultural. Y Reichenbach presenta a su vez una crítica al <<romántico». Explíquela.

LECTURA*

«El origen de la nueva filosofia» t Hans Reichenbach ( 1951)

Ante el error sólo podemos pedir una explicación psicológica; la verdad exige un análisis lógico. La historia de la filosofla especulativa es la historia de los errores de los hombres que plantearon preguntas que no podían contestar; las respuestas que a pesar de ello dieron pueden explicarse sólo por motivos psicológicos. La historia de la filosofla científica es la historia del desarrollo de los problemas. Los problemas no se resuelven por medio de vagas generalidades, o por medio de pintorescas descripciones sobre las relaciones entre el hombre y el mundo, sino por medio del trabajo técnico. Este trabajo es realizado por las ciencias y, a decir verdad, el desarrollo de los problemas debe buscarse en la historia de las ciencias individuales. Los sistemas filosóficos, en el mejor de los casos, han reflejado la situación del conocimiento científico de su época; pero no han contribuido al desenvolvimiento de la ciencia. El desarrollo lógico de los problemas es labor del científico; su análisis técnico, aun cuando a menudo se halla dirigido hacia pequeños detalles y rara vez se realiza con propósitos filosóficos, ha ampliado la comprensión del problema hasta que, con el tiempo, el conocimiento técnico fue lo suficientemente completo para poder dar respuesta a las preguntas filosóficas.

El trabajo científico es un trabajo de grupo; las aportaciones de los individuos a la solución de un problema pueden ser mayores o menores, pero siempre serán pequeñas comparadas con la cantidad de trabajo dedicada al problema por el grupo. Hay grandes matemáticos, flsicos y biólogos; pero ni aun el más

• Trascripción hecha por Heiman Ortiz. tEn H. Reichenbach, Lafilosofla científica, Fondo de Cultura Económica, México, 1%7, pp.

127-133.

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30 Introducción a la filosofia de la ciencia

grande de ellos podría haber realizado su trabajo sin la preparación de gene­raciones precedentes o sin el auxilio de sus contemporáneos. La magnitud del trabajo técnico necesario para la solución de un problema supera las capacidades del científico individual. Eso es verdad no sólo por lo que se refiere al laborioso trabajo de investigación en observaciones y experimentos, sino por la cons­trucción lógica y matemática de una teoría. El carácter social del trabajo científico es la razón de su fuerza; la limitada capacidad del individuo se halla complementada por las posibilidades del grupo, los yerros del individuo son corregidos por sus compañeros de trabajo, y la resultante de las aportaciones de los múltiples individuos inteligentes es una especie de inteligencia suprapersonal de conjunto, capaz de descubrir respuestas que un solo individuo jamás encontraría.

( ... ) La historia de la ciencia del siglo XIX brinda al filósofo perspectivas de

enorme alcance. La abundancia de descubrimientos técnicos se halla igualada por una gran riqueza de análisis lógico. Fue sobre las bases de la nueva ciencia donde se erigió la nueva filosofia. Esta nueva filosofia principió como un subproducto de la investigación científica. El matemático, el fisico o el biólogo que querían resolver los problemas técnicos de su ciencia se vieron en la imposibilidad de encontrar una solución sin haber respondido antes a ciertas cuestiones más generales, filosóficas. Pero se encontraban en la ventajosa situación de que podían entregarse a la búsqueda de estas respuestas filosóficas libres del lastre de la preocupación de un sistema filosófico. Podían hallar así, para cada problema, una respuesta por derecho propio. No les importaba combinar respuestas dentro de un limpio sistema filosófico, ni tampoco que sus resultados pudieran derivarse de alguna doctrina general sancionada por uno de los nombres registrados en la historia de la filosofia. Y de este modo, conducidos por la lógica de los problemas, hallaron respuestas de las que nunca se había oído en la historia de la filosofia.

El plan de este libro es recoger estos resultados y presentarlos en todas sus recíprocas relaciones. Con la sinopsis de las respuestas científicas a los pro­blemas filosóficos, se traza el esquema general de un sistema filosófico, no en el sentido de la creación especulativa de una mente caprichosa, sino en el de una ordenada totalidad a la que se puede llegar sólo como resultado del trabajo de conjunto.

El siglo XIX ha sido con frecuencia el blanco del desprecio del historiador. Los autores para quienes la gran personalidad de un individuo -el genio­constituye el objetivo del desarrollo histórico, que miden la importancia de un periodo con una escala graduada en cifras de cerebros brillantes, han hablado

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofia de la ciencia? 31

con menosprecio de un siglo cuyo aspecto cultural no se halla determinado por sus poetas, pintores o filósofos. Comparado con el Renacimiento, o con las eras del clasicismo literario de Inglaterra, Francia y Alemania, el siglo de la ciencia y de la industria ofrece el aspecto incoloro de una civilización que lucha por alcanzar la uniformidad y la mecanización. La producción en masa en lugar de la creación del artista; la satisfacción en masa en lugar de las normas del gusto de una nobleza intelectual; el trabajo mental en equipo en lugar de la labor creadora del pensador individual: tales son las etiquetas que la interpretación romántica de la historia tiene siempre reservadas para el siglo XIX.

Pero la historia de la era de la ciencia y de la industria nunca será com­prendida por el romántico. Los logros intelectuales del siglo XIX no pueden ser apreciados en términos de grandes personalidades -aún cuando estas perso­nalidades existan-, porque la contribución de un individuo, por notable que sea, es pequeña en comparación con el producto del conjunto. El número de descubrimientos científicos realizados por medio del trabajo de conjunto durante este periodo es asombroso. El periodo que principió con la máquina de vapor y el descubrimiento de la corriente eléctrica, que continuó con la invención del ferrocarril, el generador eléctrico, la radio, el aeroplano, y que en nuestros días ha culminado con el transporte a velocidad supersónica y el uso de la energía atómica, no es sólo una marcha triunfal de descubrimientos industriales. Representa, al mismo tiempo, una línea de rápido progreso de los poderes del pensamiento abstracto. Ha conducido a construcciones puramente teóricas de la más alta perfección, como la teoría de la evolución de Darwin o la teoría de la relatividad de Einstein, pongamos por caso; y además ha ejercitado a la mente humana en la comprensión de relaciones lógicas que habrían parecido incomprensibles al hombre culto de siglos anteriores.

El desarrollo del poder de la abstracción acompaña necesariamente a una civilización industrial. El ingeniero que diseña máquinas o aeroplanos no es lo mismo que el mecánico que hace la máquina o el aeroplano en el taller; para él, su producto existe completamente en su imaginación, materializado sólo en forma de planos antes que pueda convertirse en una realidad concreta. El fisico que experimenta en su laboratorio tiene ante sí un laberinto de alambres, tubos de vidrio y barras de metal; pero dentro de este laberinto ve un orden de circuitos eléctricos y controla sus operaciones manuales en tal forma que resulten observaciones que revelen leyes generales de la naturaleza. El matemático, provisto de papel y pluma, obtiene cifras que determinan la construcción de puentes o aeroplanos o rascacielos. Nunca en la historia de la humanidad la civilización había exigido un adiestramiento intelectual tan intenso de quienes trabajan para ella.

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32 Introducción a la filosofía de la ciencia

La filosofia del siglo XIX es el producto de este poder de abstracción. No brinda las persuasivas soluciones de los sistemas que hablan en un lenguaje de imágenes y que atraen a los anhelos estéticos. Ofrece respuestas comprensibles sólo a la mente diestra en el pensamiento abstracto; exige que sus discípulos estudien cada parte con la precisión del ingeniero y el discernimiento del mate­mático. Pero para quienes estén dispuestos a someterse a estos requerimientos ofrece la recompensa de una penetración intelectual de sorprendentes propor­ciones. Responde a las preguntas que los fundadores de las grandes escuelas filosóficas no pudieron contestar; con frecuencia, sin embargo, tiene primero que poner la pregunta en un lenguaje diferente para hacer posible una respuesta. Demuestra que el mundo en que vivimos es de estructura mucho más complicada que la que el filósofo clásico dio por sentada. Y ha desarrollado métodos para estudiar estas estructuras y para hacer comprensible el mundo al entendimiento humano.

Los libros de texto de filosofia generalmente incluyen un capítulo sobre la filosofia del siglo XIX escrito en el mismo tono que los que tratan de la filosofia de los siglos anteriores. Este capítulo menciona nombres como los de Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer, Spencer y Bergson, y comenta sus sistemas como si fueran creaciones filosóficas situadas en la misma línea de los sistemas de los periodos precedentes. Pero la filosofia de los sistemas termina con Kant, y es un error de la historia de la filosofia el discutir los sistemas posteriores en el mismo nivel que los de Kant o Platón. Los sistemas anteriores reflejaron la ciencia de su tiempo y dieron seudorrespuestas cuando no podían darse otras mejores. Los sistemas filosóficos del siglo XIX fueron construidos en los momentos en que se estaba elaborando una nueva filosofia; son el producto de hombres que no se dieron cuenta de los descubrimientos filosóficos inmanentes a la ciencia de su tiempo y que desarrollaron, bajo el nombre de filosofia, sistemas de ingenuas generalizaciones y analogías. En ocasiones fue el persuasivo lenguaje de sus exposiciones, en otras la sequedad seudocientífica de su estilo, lo que impresionó a sus lectores y contribuyó a su fama. Pero, considerados históricamente, estos sistemas podrían compararse más bien al término de un río que después de correr por fértiles tierras terminara por secarse en el desierto.

La historia de la filosofia, que hasta Kant se manifestó en la forma de sistemas filosóficos, debe considerarse continuada después de Kant no por los seudosistemas de los imitadores de un gran pasado, sino por la nueva filosofia nacida de la ciencia del siglo XIX y proseguida en el siglo xx. Dentro del breve periodo de su existencia, esta filosofia ha sufrido un rápido desenvolvimiento, marcado por el progreso de la ciencia durante el mismo periodo. En particular los resultados derivados de la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofía de la ciencia? 33

cuántica de Planck caen enteramente dentro del siglo xx, que, en consecuencia, ofrece un aspecto filosófico que difiere considerablemente del del siglo XIX. La revolución del pensamiento científico, por la cual se elogia tanto a la ciencia del siglo xx, no es, sin embargo, más que una consecuencia natural de los desarrollos iniciados en el siglo XIX y se la debe considerar, con mayor justeza, una evolución rápida.

Así como la nueva filosofia se originó como un subproducto de la investigación científica, los hombres que la elaboraron apenas podrían considerarse como filósofos en el sentido profesional. Eran matemáticos, fisicos, biólogos o psicólogos. Su filosofia resultaba de los intentos de dar soluciones a problemas con los que se encontraban en la investigación científica, problemas que desafiaban a los medios técnicos empleados hasta esos momentos y que pedían una revisión de las bases y los objetivos del conocimiento. Rara vez se expresó esta filosofia de un modo detallado o explícito, ni sobrepasó los límites del campo de los intereses particulares de sus originadores. Por el contrario, la filosofía de estos hombres asoma en los prefacios y en las introducciones de sus libros y en ciertas observaciones ocasionales insertadas en exposiciones por lo demás puramente técnicas.

No fue sino hasta el advenimiento de nuestra generación cuando surgió una nueva clase de filósofos, prácticos en la técnica de las ciencias, incluyendo las matemáticas, pero que se concentraron en el análisis filosófico. Estos hombres descubrieron que era indispensable una nueva distribución del trabajo, que la investigación científica no le deja a un hombre tiempo suficiente para el trabajo de análisis lógico e, inversamente, que el análisis lógico exige una concentración que no deja tiempo para el trabajo científico, concentración que debido a su intención de clarificación más que de descubrimiento puede incluso estorbar la productividad científica. El filósofo profesional de la ciencia es el producto de este desarrollo.

El filósofo de la escuela tradicional muchas veces se ha rehusado a reco­nocer al análisis de la ciencia como filosofía, y continúa identificando la filosofia con la invención de sistemas filosóficos. No se da cuenta de que los sistemas filosóficos han perdido su significación y de que su función ha sido asumida por la filosofia de la ciencia. El filósofo científico no teme a este antagonismo. Deja al filósofo anticuado que siga inventando sus sistemas filosóficos -para los que puede haber todavía un lugar dentro del museo filosófico que lleva el nombre de historia de la filosofia-, y se pone a trabajar.

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34 Introducción a la filosofía de la ciencia

C. TALLER No. 2*

Naturaleza y función de la filosofía de la ciencia

Lee atentamente el texto perteneciente al primer capítulo de J. A. Díez y C. U. Moulines, [1997]: Fundamentos de lafilosofia de la ciencia; y responde el siguiente taller.

l. De acuerdo con el titulo, ¿qué se propone el escrito?; ¿lo logra? 2. ¿En qué consiste la actividad del teorizar? 3. Explique la diferencia entre saber realizar una actividad y saber en qué

consiste realizar dicha práctica. 4. Aplique lo anterior para el caso de la actividad de teorizar. 5. ¿Por qué podemos decir que la fi.losofia de la ciencia es un saber de segundo

orden y una investigación metacientifi.ca? 6. La afirmación de los autores: «el resultado de realizar correctamente una

actividad no consiste en general en la formulación explícita de cierto saber sobre determinado ámbito» (párrafo 4), quiere decir: a. El saber de una actividad no se agota en su práctica. b. El saber explicito, es resultado del análisis y de realizar correctamente una actividad. c. Se puede saber realizar una actividad correctamente sin saber qué significa explícitamente cómo realizarla o sin necesidad de tener un saber explicito sobre dicha actividad. d. Habrían dos clases de saber, uno que es producto de la práctica de una actividad y otro que es producto del análisis y reflexión conceptual de dicha actividad.

7. Una de las proposiciones ofrecidas como complemento de la aseveración es correcta, señálela con una X. El carácter reflexivo de la filosofia y su naturaleza como análisis conceptual consiste en que: a. La filosofia solo se dedica a la formación de nuevos conceptos. b. El análisis conceptual da como resultado saber explicito, indispensable para desarrollar correctamente una actividad. c. Una de las principales características de la filosofia es que se estudia a sí misma, partiendo del análisis de los conceptos que ella maneja o establece como objeto de reflexión.

• Este taller lo elaborarnos conjuntamente con mi alwnno de pregrado Fabián Andrés González.

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¿De qué y cómo se ocupa la filosofia de la ciencia? 35

d. La ftlosofia solo se dedica al análisis conceptual del lenguaje de la ciencia. 8. Indique (y, desde luego, explique) una semejanza y una diferencia entre la

filosofia de la ciencia, la sociología de la ciencia, la historia de la ciencia y la psicología de la ciencia.

9. Explique los distintos elementos involucrados en la caracterización de la filosofia de la ciencia que se hace en el párrafo 12, «Resumiendo ... ».

10. Marque con una x la respuesta correcta. ¿Qué defiende la perspectiva descriptivista de la filosofia de la ciencia y qué la normativista? a. La perspectiva descriptivista nos dice que la actividad científica no está regida por normas, lo cual quiere decir que el quehacer científico, no puede ser objeto de una evaluación, por tanto; sólo puede ser descrito. La pers­pectiva normativista dice: a la actividad científica se le deben crear normas que permitan evaluar el quehacer científico. b. Lo descriptivo se refiere a la creación e imposición, de normas a la actividad científica, las cuales nos permiten evaluar el actuar científico. c. La perspectiva normativa defiende la actividad científica como la descrip­ción de las normas que rigen los fenómenos y su interacción con nosotros. La perspectiva descriptiva defiende la actividad científica como una cons­trucción de conceptos, que lo que buscan es interpretar los fenómenos. d. Sólo a y e son correctas.

11. Complete el enunciado con la proposición que usted crea correcta. El carácter interpretativo de la filosofia de la ciencia consiste en: a. En hacer abstracciones de los componentes teóricos, para articular sistemáticamente la realidad que nos presenta la ciencia. b. Crear modelos interpretativos de las entidades estudiadas, es decir; marcos teóricos con conceptos específicos, cuya finalidad es hacer inteligibles las estructuras esenciales de la ciencia. c. Describir e interpretar los marcos teóricos que componen los fenómenos para crear las normas representativas de la actividad científica.

12. Enuncie distintas disciplinas que pertenezcan a los siguientes campos: ciencias formales, ciencias naturales, ciencias sociales y ciencias empíricas.

13. Con el propósito de caracterizar un campo de estudio, una disciplina, es muy conveniente precisar, de un modo relativo, su objeto de estudio y su método. ¿Qué podemos decir al respecto en los casos de la filosofia y de la filosofia de la ciencia?

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36 Introducción a la filosofia de la ciencia

LECTURA*

«Introducción: naturaleza y función de la filosofía de la ciencia» t J. A. Díez y C. U. Moulines (1997)

l. La ciencia como objeto. Los estudios sobre la ciencia

El conocimiento científico es el resultado de determinada práctica o actividad específica que podemos denominar, en sentido amplio, teorización, y la filosofia de la ciencia consiste en un determinado tipo de saber relativo a dicha práctica.

Para clarificar la naturaleza y función de la filosofia de la ciencia es preciso distinguir dos sentidos en que se puede hablar de «saber» en relación con una práctica o actividad. En un primer sentido, el saber relativo a una actividad consiste simplemente en realizar dicha actividad satisfactoriamente; en otro sentido, el saber relativo a una actividad consiste en conocer y ser capaz de formular explícitamente determinadas propiedades o características de esa actividad. Consideremos, por ejemplo, la actividad de proferir oraciones gramaticales, o la de argumentar. Una cosa es saber realizar estas actividades correctamente y otra muy distinta es saber en qué consiste realizar estas actividades correctamente. Debe quedar claro que lo primero no es condición suficiente para lo segundo. Se puede saber hablar correctamente sin saber formular en qué consiste ello exactamente, y se puede argumentar correc­tamente sin ser capaz de explicar qué es una argumentación correcta. En ambos casos se tiene cierto conocimiento implícito, puesto que la actividad se realiza correctamente, pero hace falta realizar una tarea adicional para ser capaz de hacer explícito dicho conocimiento implícito. Eso es lo que hace la Gramática en el caso de las proferencias gramaticales, o la Lógica en el caso de las argumentaciones. Y hay por supuesto muchos otros hechos relativos a estas prácticas que, por no consistir en reglas para su correcta realización, ni siquiera se conocen implícitamente; hechos tales como el desarrollo histórico de las prácticas, o sus características o variaciones etnosociales.

La capacidad de realizar correctamente una actividad, por tanto, no basta por sí sola para poder formular explícitamente en qué consiste la práctica correcta de dicha actividad. Por otro lado, si bien quizás menos manifiesto, es igualmente cierto que lo primero tampoco es condición necesaria para lo segundo.

• Transcripción hecha por Hemando Hemández.

tEn J. A. Diez y C. U. Moulines, Fundamentos de fi/osofta de la ciencia, Ariel, Barcelona, 1997, pp. 15-25.

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Aunque poco probable, es posible que alguien conozca explícitamente las reglas que rigen la argumentación correcta y que, por ejemplo debido a algún tipo de disfunción cognitiva, no sea capaz de aplicarlas y argumente en general inco­rrectamente. O, para tomar otros ejemplos menos controvertidos, es claro que se puede ser un excelente entrenador de un deporte y ser un pésimo jugador del mismo, o que se puede ser un competente critico de arte y ser un perfecto desastre como artista.

Estas consideraciones se aplican también, en principio, a esa actividad que hemos denominado, en sentido amplio, teorizar. Teorizar, como hablar o argu­mentar, también es una actividad que se puede realizar correctamente sin saber formular explícitamente las reglas que la guían, ni por supuesto otros hechos histórico-sociales relativos a ella. Sin embargo, teorizar, a diferencia de proferir oraciones gramaticales o argumentar, es una práctica que genera un cuerpo de saber explícitamente formulado acerca de cierto ámbito. El resultado de realizar correctamente una actividad no consiste en general en la formulación explícita de cierto saber sobre determinado ámbito. El resultado de realizar correctamente la proferencia de oraciones gramaticales produce proferencias correctas, y éstas no tienen por qué consistir en general en la formulación explícita de saber sobre cierto ámbito; el resultado de argumentar correctamente produce argumentaciones correctas, y éstas no consisten en saber explícito sobre determinado ámbito. Esto es todavía más claro de otras prácticas, como las deportivas o las artísticas; sea lo que sea el resultado que genera practicar correctamente un deporte, es claro que no consiste en la formulación de un cuerpo de conocimiento. Pues bien, en este aspecto la práctica de teorizar es peculiar, pues el resultado que genera es la formulación explícita de cierto conocimiento sobre determinado ámbito. Así, si denominamos «sabeD> en sentido estricto a la formulación explícita de cierto conocimiento, entonces teorizar produce saber en sentido estricto, mientras que proferir oraciones gramaticales, argumentar o practicar un deporte, no.

En este sentido se puede considerar que teorizar es (genera) saber explícito. Ahora bien, el contenido del saber explícitamente formulado en cierta teorización específica no versa (en general) sobre la teorización misma, sino sobre otro objeto o dominio. El conocimiento formulado explícitamente en cierto teorizar no consiste en la explicitación de las prácticas seguidas implícitamente en ese teorizar, ni tampoco en la formulación de sus peculiaridades socio-históricas. Estas cosas son (o pueden ser) objeto de estudio y de formulación explícita de otro teorizar, que toma así el primero como su objeto. El resultado de este nuevo teorizar es también un saber en sentido estricto, pero es un saber de otro orden o nivel. Decimos que es un saber de segundo orden, un saber que tiene otro saber por objeto, saber-objeto que se considera en ese contexto un saber de primer orden.

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En general, los saberes de primer y segundo orden son, en cada contexto, diferentes; por ejemplo: economía y sociología de la economía, biología y filosofia de la biología, filosofia de la fisica e historiografia de la filosofia de la fisica, etc. Pero hay al menos un tipo de saber que parece reflexivo, en el sentido de que se estudia a sí mismo, y ése es la fllosofia. No nos referimos sólo a la iteración de estudios de segundo orden. Se pueden hacer estudios históricos de las teorías biológicas, y también estudios históricos de los estudios históricos de las teorías biológicas. Pero la historiografia biológica y la historiografia de la historiografia biológica son disciplinas diferentes, el saber-objeto de la primera son teorías biológicas, el de la segunda son teorías históricas. Esta distinción, en cambio, no puede trazarse de manera tan tajante en filosofia, la cual, cuando se itera, parece reflexiva en un sentido específico que la distingue de las demás disciplinas de segundo orden; en fllosofia, la iteración no parece generar un nuevo nivel de teorización. Así, mientras que la historiografia de la disciplina x y la historiografia de la historiografia de la disciplina x son teorizaciones de segundo orden diferentes, y lo mismo sucede por ejemplo con la sociología, ello no está nada claro en el caso de la filosofia. Por ejemplo, apenas tiene sentido hablar de la fllosofia de la filosofia de la biología (o del derecho, o etc.) como algo diferente de la filosofia de la biología (del derecho, etc.) misma. En principio parecería que sí, que el objeto de la primera son las teorías biológicas, mientras que el de la segunda son las teorías filosóficas sobre las teorías biológicas. Pero en este caso el estudio filosófico de las teorías biológicas no se distingue del estudio filosófico de las teorías fllosóficas de las teorías biológicas. En esto consiste el carácter reflexivo de la actividad fllosófica, carácter que se deriva de la naturaleza de la filosofia como análisis conceptual.

La actividad científica es una de las formas de esa práctica que hemos denominado genéricamente teorización. Como toda teorización, la teorización científica sobre los diferentes ámbitos de la realidad genera diversos saberes, los cuales pueden a su vez ser objeto de estudio de nuevas teorizaciones (científicas o no). Como se ha sugerido en el párrafo anterior, hay por lo general más de una dimensión desde la que se pueden estudiar las teorizaciones científicas. La investigación metacientífica tiene por objeto determinar ciertos hechos o propiedades de la investigación científica y no todos esos hechos o propiedades, aunque indudablemente interrelacionados, son exactamente del mismo tipo, requieren del mismo tipo de investigación. Así, cada uno de los aspectos de la actividad científica abre una dimensión desde la que se puede estudiar dicha actividad, da lugar a un saber de segundo orden específico. Llamaremos estudios metacientí.ficos, o estudios sobre la ciencia, a las diver­sas teorizaciones de segundo nivel sobre las teorizaciones científicas de primer

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nivel, y distinguiremos al menos cuatro aspectos diferentes de la actividad científica susceptibles de investigación metateórica: el psicológico, el sociológico, el histórico y el filosófico. La distinción entre los correspondientes ámbitos metacientíficos no se pretende tajante sino gradual, pero no por ello es menos importante.

La filosofia de la ciencia, por tanto, pertenece al campo de los estudios metacientíficos, pero es sólo una parte de ellos; no es ni historiografia de la ciencia, ni psicología de la ciencia, ni sociología de la ciencia, aunque está relacionada con todas ellas. Por otro lado, la filosofia de la ciencia pertenece también al campo de los estudios filosóficos, pero es sólo una parte de ellos; no es ni lógica, ni filosofia del lenguaje, ni filosofia de la mente, ni filosofia de la técnica, aunque está relacionada con todas ellas. Estas afirmaciones pueden parecer obvias, y a nuestro juicio lo son, pero conviene recordarlas. Es inade­cuado tomar estas distinciones de un modo rígido, pero igualmente, o más, incorrecto es negarlas. La fluidez de estas distinciones sólo supone una mayor dificultad en su fundamentación, no su inexistencia. Es cierto que «todo es cuestión de grado», y que todo tiene que ver con todo, pero no todo es lo mismo. Entre el sueño ilusorio de las distinciones rígidas y el caos paralizante de la indistinción absoluta se encuentra el mundo real de las distinciones graduales. Una justificación precisa de la naturaleza y límites de estas distinciones requiere una discusión metafilosófica que excede los límites de esta introducción. Nos limitaremos pues a unas breves consideraciones para motivar nuestra posición.

El método correcto en filosofia, en tanto que análisis conceptual, exige fijar la atención en las intuiciones más firmes sobre nuestros conceptos y, <<teo­rizando» sobre ellas, explicarlas, y a la vez, arrojar nueva luz sobre otras «situa­ciones conceptuales» menos claras, proceso éste que puede exigir, siempre como última instancia, la revisión de algunas de nuestras intuiciones originales. Parte de esta tarea es común a toda disciplina explicativa: a partir de ciertos casos paradigmáticos se desarrolla una «teoría» que los explique y, a la vez, pueda dar cuenta de nuevos casos menos claros, siendo posible, aunque inusual, modificar a lo largo de este proceso nuestras ideas originales sobre algunos de los casos paradigmáticos. Lo peculiar de la filosofia es, fundamentalmente, que los datos básicos que en ella manejamos son las intuiciones que tenemos sobre nuestros propios conceptos, un territorio por lo general más movedizo que el del resto de disciplinas. Estas observaciones muestran que, para ciertos fines, puede ser suficiente ilustrar las diferencias que se quieren destacar mediante la presentación de algunos ejemplos paradigmáticos. Tal es nuestro caso. N o vamos a intentar siquiera ofrecer o esbozar una teoría metafilosófica

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sobre la naturaleza de la filosofia de la ciencia y su diferencia respecto de otras disciplinas, tanto metacientíficas como filosóficas; nos limitaremos a presentar unos pocos ejemplos que expresan, en nuestra opinión de forma clara, las intuiciones que queremos destacar.

Los que siguen son ejemplos claros de cuestiones que corresponden a diferentes disciplinas, y muestran que tenemos conceptos diferentes de cada una, por más que estén estrechamente relacionadas y de que respecto de otros ejemplos nos sería más dificil establecer, fuera de toda duda, la asignación a una disciplina dada. Historiografia de la ciencia: ¿a quién corresponde la prioridad histórica en el establecimiento del principio de conservación de la energía?, ¿cómo influyó el descubrimiento del telescopio en el debate entre geocentristas y heliocentristas? Sociología de la ciencia: ¿qué papel juegan las instituciones estatales en la constitución de las comunidades científicas?, ¿cuáles son los criterios de aceptación de un nuevo miembro de una comunidad científica? Psicología de la ciencia: ¿hay algún patrón común de comportamiento individual asociado a la pérdida de confianza en una teoría en los períodos de crisis científica? Filosofia de la ciencia: ¿cuál es la diferencia entre una generalización accidental y una ley?, ¿en qué consiste la distinción entre términos teóricos y términos no teóricos? Filosofia del lenguaje: ¿depende el valor veritativo de una oración sólo de las entidades denotadas por las partes de la oración, o depende también de los modos en que éstas denotan a aquéllas?, ¿llevan asociados los nombres propios modos de presentación? Filosofia de la mente: ¿tienen los estados mentales poder causal?, ¿expresan los predicados mentalistas conceptos funcionales?

Podríamos seguir con más ejemplos, pero los mencionados bastan para mostrar que, al menos a veces, las diferencias, aunque graduales, son claras (y ello, por supuesto, independientemente de que incluso para responder «hasta el final» a cuestiones como las planteadas sea preciso muchas veces usar conocimiento de las otras disciplinas). Pues bien, ¿qué muestran, por lo que a la filosofia de la ciencia se refiere, estos ejemplos?, ¿en qué consiste su espe­cificidad?, ¿qué la distingue de las otras disciplinas? La respuesta general más apropiada, aunque parezca tautológica es: del resto de los estudios sobre la ciencia se distingue por su carácter filosófico, y del resto de disciplinas filosóficas se distingue porque su objeto es la ciencia. Que su carácter es filosófico significa que se ocupa principalmente de problemas conceptuales, esto es, de arrojar luz sobre los conceptos relativos al objeto en cuestión. Esto distingue la filosofia de la ciencia de la historiografia, la sociología y la psicología de la ciencia; ello, una vez más, no presupone tampoco que haya una distinción rígida entre cuestiones de hecho y cuestiones conceptuales. Que su objeto es la ciencia la

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distingue de otras disciplinas filosóficas y en especial de la filosofia de la técnica y del lenguaje: ciencia, técnica y lenguaje son todos ellos productos culturales humanos íntimamente relacionados, pero no son el mismo producto.

Resumiendo, la filosofia, en tanto que análisis conceptual, es un saber sus­tantivo de segundo orden, interrelacionado tanto con otros saberes de segundo orden como con los saberes usuales de primer orden. La filosofia de la ciencia tiene por objeto poner de manifiesto o hacer explícitos los aspectos filosófico­conceptuales de la actividad científica, esto es, elucidar conceptos fundamentales de la actividad científica, como los de ley, contrastación, explicación o medición, y reordenar conceptualmente o reconstruir esos sistemas de conceptos producidos por la ciencia que son las teorías científicas. En ambas tareas se ve influida por, y debe tomar en cuenta, tanto otros estudios de la ciencia (historiografía, psicología, sociología), como las ciencias mismas, así como otras áreas de la filosofia, pero ello no la vacía de contenido ni la disuelve en otros saberes. Veamos ahora con un poco más de detenimiento en qué consiste la tarea específica de nuestra disciplina.

2. La ciencia como objeto de estudio filosófico. La filosofia de la ciencia

Los científicos, por regla general, suelen mirar con cierta desconfianza a los filósofos de la ciencia. ¿Qué más hay que saber de la ciencia que lo que ellos ya saben?; en cualquier caso, ¿quién mejor para saber lo que es la ciencia que el que la practica?, ¿quién que no sea un científico consumado puede decir algo sensato sobre la ciencia? Esta actitud está en parte justificada y en parte no. Está justificada en la medida en que, ciertamente, no se puede decir nada sensato sobre la ciencia siendo un ignorante en ella; de hecho, muchos de los más importantes filósofos de la ciencia han dispuesto de una formación científica considerable. Pero no está justificada en tanto confunde saber ciencia con saber qué es la ciencia, saberes que corresponden a niveles o ámbitos dife­rentes. Hay algo más que saber de la ciencia que sus contenidos, como hay algo más que saber de una lengua que el hablarla. Hemos visto que en un sentido importante de 'saber', el saber relativo a una actividad no se agota en practicarla, queda todavía saber en qué consiste practicarla, ser capaz de formular las reglas o principios que se siguen. Lo primero no es condición suficiente de lo segundo, se puede realizar correctamente la práctica sin ser capaz de explicitar las reglas seguidas, si bien, ciertamente, hay que suponer el conocimiento implícito o inconsciente de las reglas involucradas; todos hablamos correctamente antes de recibir cursos de gramática, y la mayoría de gente que argumenta bien no ha estudiado jamás lógica. Y aunque es obvio que ser un

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practicante competente de una actividad facilita por lo general la investigación sobre la misma, ya vimos que, estrictamente, lo primero tampoco es condición necesaria de lo segundo. Lo mismo se aplica, mutatis mutandis, al caso de la práctica científica y su relación con los principios que la rigen. La tarea del filósofo de la ciencia es investigar los principios que rigen esta actividad, principios que, si suponemos que son seguidos implícitamente por los científicos, la hacen comprensible. Vamos a ver a continuación que esta tarea involucra tres dimensiones diferentes pero, contra lo que se suele sugerir, complementarias, a saber, las dimensiones descriptiva, prescriptiva e interpretativa.

A veces se intenta caracterizar la naturaleza de la filosofia de la ciencia en el contexto de la dicotomía «descripción/prescripción» y se discute cuál de las dos funciones ha de desempeñar la disciplina, si la normativa o la descriptiva (un caso notorio de discusión en estos términos lo representa la polémica entre Popper, Lakatos y Kuhn sobre la falsación, cf. cap. 12 §5). Según los partidarios de la perspectiva normativa, la tarea de la filosofia de la ciencia consiste en imponer normas que se supone deben seguir los científicos en su práctica, y «juzgarles» o evaluarles de acuerdo con tales normas. Para los partidarios del descriptivismo, eso no tiene ningún sentido y lo único que cabe es describir cómo operan de hecho los científicos. En nuestra opinión, este modo de plantear la cuestión es completamente confundente. En primer lugar, descripción y prescripción, aplicados al análisis de la actividad científica, no son excluyentes. No se trata de dos cuernos de un dilema sino de dos caras de una misma moneda. En segundo lugar, estos aspectos no cubren sino parcialmente la función de la filosofia de la ciencia. Junto a ellos, esta disciplina tiene también una dimensión interpretativa fundamental. Por decirlo brevemente: algunas de las tareas de la filosofia de la ciencia son a la vez descriptivo-normativas, y otras son interpretativas. O más exactamente, en casi todas están presentes ambas dimensiones, en unas prima más el aspecto descriptivo-normativo (p.ej. ante el estudio de la contrastación de hipótesis), en otras ambos tienen análoga presencia (p.ej. el análisis de la explicación científica o el de la evaluación teórica), y en otras, por último, domina la dimensión interpretativa (p.ej. el análisis y reconstrucción de teorías).

Contra lo que muchas veces se ha sugerido, descripción y prescripción no siempre se oponen. En concreto, no se oponen cuando son relativas a las prácticas convencionales: las prácticas convencionales se atienen a conven­ciones o reglas, y la descripción de tales convenciones tiene implicaciones normativas. O bien, viéndolo desde el otro lado, 'establecer prescripciones­normas' es una expresión ambigua. En un sentido significa imponer normas, reglas o mandatos para dirigir una actividad o conducta previamente no

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regulada; ejemplos paradigmáticos de ello son algunas normas de circulación o, sobre todo, la «invención» de un juego. En otro sentido, significa investigar y hacer explícitas las reglas, normas o convenciones que rigen ya de hecho cierta actividad o conducta. La primera tarea no es a la vez descriptiva (en el sentido interesante de 'descripción', las reglas de un juego no son descriptivas), la segunda sí.

La clave para comprender el segundo tipo de tarea es el concepto de convención (para un análisis exhaustivo de este concepto, cf. Lewis, 1969). Las convenciones, a diferencia de los mandatos explícitos, son normas que han devenido tales sin que medie ningún acto de imposición arbitraria o decisión explícita colectiva (p. ej .la convención de los conductores de avisar mediante ráfagas luminosas la presencia de la policía). Una actividad convencional es pues una actividad que está regida por normas seguidas implícita o incons­cientemente por los que llevan a cabo dicha actividad. Pero las convenciones son normas y por tanto las actividades convencionales son susceptibles de llevarse a cabo correcta o incorrectamente, siguiendo las reglas o no.

Quizás se diga que en este sentido las leyes naturales que rigen todos los entes sin conciencia son convenciones, que la actividad de estos seres es convencional, pues «siguen» estas leyes-reglas inconscientemente. Podemos hablar como queramos, pero desde luego no es eso lo interesante. No se suele usar así el término, no sólo para los entes inanimados, sino tampoco para muchos seres animados, incluso aunque se les atribuya ciertas capacidades cognitivas o representacionales. No sólo no decimos que la actividad de un átomo sigue una convención, tampoco lo decimos de una bacteria o un perro, aunque al menos este último es probablemente un ser con cierta capacidad cognitiva. Es claro que 'convencional' sólo se aplica a actividades de seres susceptibles de desarrollar capacidades representacionales especialmente complejas, en particular capaces de tener determinado tipo de representaciones de segundo orden. Para seguir una convención no basta tener estados representacionales conativos (deseos) y doxásticos (creencias) básicos, hay que tener además representaciones de segundo orden: creencias sobre las creencias y deseos de otros, creencias sobre las creencias de otros acerca de nuestras creencias y deseos, etc. Esto es lo fundamental, y sean lo que sean estos estados, involucren o no la conciencia, y por mucho que, caso de que la involucren, no tengamos mucha idea de qué es la conciencia, el caso es que claramente no todos los seres con capacidades representacionales disponen de este tipo de representaciones de segundo orden. Por tanto, no todo comportamiento guiado por reglas se puede calificar de convencional, ni siquiera cualquier actividad regulada que requiera alguna capacidad representacional. Sólo son convencionales las conductas reguladas cuya realización supone el uso de representaciones de segundo orden

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específicas. Por lo que sabemos, parece que sólo el ser humano dispone de estados representacionales con esas características, y por tanto que sólo él es capaz de desarrollar conductas convencionales (ésta es una cuestión empírica abierta que, en cualquier caso, no afecta lo que sigue).

Hay muchas actividades humanas convencionales, por ejemplo, el tipo de saludo específico de cada comunidad, o la mencionada práctica entre los conductores de indicar mediante ráfagas la presencia de la policía. La actividad humana convencional más paradigmática es sin duda el uso del lenguaje, el hablar determinada lengua. El lenguaje es convencional y por eso es normativo, porque esta sometido a reglas. Hablar un lenguaje es fundamentalmente seguir reglas, las reglas lingüísticas gramaticales, semánticas y pragmáticas, que son convencionales en el sentido apuntado (cf. Lewis, op. cit., cap. 5, y también Grice, 1957). Hablar consiste en (intentar) seguir unas reglas implícitas en la comunidad en la que se desarrolla la actividad y por ello es una actividad que se puede desarrollar correcta o incorrectamente, esto es, una actividad sus­ceptible de evaluación. Hay muchas otras actividades humanas convencionales relacionadas, en sentido más o menos laxo según el caso, con el lenguaje. Cada una de esas actividades tiene una fmalidad y está regida por un sistema implícito de reglas que, de seguirse correctamente, conducen a la consecución de la finalidad en cuestión. Actividades de ese tipo son, por ejemplo, realizar proferencias gramaticales (que es parte constituyente de la actividad de hablar un lenguaje), argumentar, explicar o teorizar.

Como ya señalamos más arriba, en relación a estas actividades regidas por reglas hay dos sentidos en que se puede hablar del conocimiento de las reglas. El primero es un conocimiento implícito, que consiste en realizar con éxito la actividad, en seguir las reglas; a los que practican correctamente la actividad hay que atribuirles el conocimiento implícito de las reglas. El segundo es conocimiento explícito, saber en qué consiste practicar correctamente la actividad, y a él se llega mediante una tarea o investigación de segundo orden. La función de las disciplinas que llevan a cabo esta investigación (p.ej. parte de la Lógica, parte de la Gramática) es hacer explícitas las reglas que rigen las actividades en cuestión, descubrir y describir el conjunto de normas­convenciones en cuyo seguimiento consiste el desarrollo exitoso de la actividad. Pero entonces es claro que la función de tales disciplinas es a la vez descriptiva y normativa (o evaluativa). Al hacer explícitas, al describir, las reglas que rigen la actividad, permiten evaluar si tales reglas se han seguido o no en un caso concreto, si la actividad se ha llevado a cabo correctamente. O mejor dicho, hacer explícitas las reglas y evaluar la actividad son en este caso dos caras de la misma fmalidad. Resumiendo: describir normas o convenciones en

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cuyo intento de seguimiento consiste una actividad es a la vez dar criterios de evaluación sobre la realización correcta o incorrecta de dicha actividad (y por tanto también sobre el éxito o fracaso del fin perseguido con ella).

Pues bien, sucede que hacer ciencia es parcialmente semejante, en el sentido indicado, a argumentar o hablar una lengua, a saber, una actividad humana regida también por ciertas reglas-convenciones implícitas. En este caso se trata de una macro-actividad que consta de un cúmulo de otras actividades menores, p.ej., contrastar hipótesis, realizar experimentos, dar explicaciones, formular te01ias, etc. En este sentido, al menos parte de la filosofia de la ciencia tiene por tarea hacer explícitas las reglas que rigen las diversas partes de esa actividad que es hacer ciencia. Y al igual que los buenos argumentadores saben argumentar sin ser por ello capaces de decir en qué consiste argumentar bien (tarea del lógico), los buenos científicos que, por ejemplo, saben contrastar (correctamente) sus hipótesis no tienen por ello por qué ser capaces de decir en qué consiste realizar una buena contrastación, ésa es la tarea del filósofo de la ciencia (y si algún científico realiza esta tarea, no lo hace qua científico sino qua filósofo de la ciencia). En consecuencia, también la filosofia de la ciencia (o al menos parte de ella) es a la vez descriptiva y normativa: describiendo las reglas que rigen, por ejemplo, la contrastación correcta, evalúa casos concretos de esa actividad. En este sentido es prescriptiva o normativa: dice cómo hay que hacer las cosas. Pero no es normativa en otro sentido más radical; no dice cómo hay que hacerlas porque ella lo diga, porque ella «lo decida», autónomamente, independientemente de la actividad científica por así decir. Justamente lo contrario, especifica cómo hay que hacerlas porque ésas son las reglas que rigen de hecho la práctica científica, esto es, hace explícitas las convenciones que siguen implícitamente los científicos.

Estas consideraciones dan cuenta de la naturaleza de parte de la filosofia de la ciencia y sugieren que la mayoría de las polémicas sobre el presunto dilema descriptivismo-prescriptivismo son vacuas, pues estos dos conceptos conforman una dualidad pero no un dilema. Algunas disciplinas pueden ser, en alguna de sus partes, a la vez descriptivas y normativas, y la filosofia de la ciencia es una de ellas. Ahora bien, asentado este punto hay que advertir inmediatamente que la dimensión descriptivo-normativa no es la única. Por ejemplo, una de las tareas de la filosofia de la ciencia es el análisis y recons­trucción de las teorías científicas y, como veremos, ese análisis no es una tarea descriptivo-normativa sino interpretativa. Así, además de su dimensi6n descriptivo-normativa, la filosofia de la ciencia tiene también una dimensión interpretativa fundamental.

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La fliosofia de la ciencia tiene por objeto la actividad científica. Esta actividad involucra prácticas regidas por noiiDas-convenciones y la explicitación de estas convenciones constituye la parte descriptivo-noiiDativa de la filosofia de la ciencia. Pero la actividad científica no sólo involucra prácticas convencionales, también involucra esencialmente entidades, constructos científicos. Contras­tación, medición o experimentación son ejemplos de prácticas científicas; conceptos, leyes y teorías son ejemplos de constructos científicos. El análisis metacientífico de las prácticas tiene un carácter descriptivo-prescriptivo, el análisis metacientífico de las entidades científicas es esencialmente inter­pretativo. Ya hemos visto con cierto detalle en qué consiste su carácter descriptivo-noiiDativo, nos detendremos ahora brevemente en la dimensión interpretativa.

Como en muchos otros campos, la investigación teórica de cierto ámbito de la realidad y de las entidades presentes en el mismo (investigación que en nuestro caso es metateórica, pues se trata de foiiDular teorías -filosóficas­sobre las teorías científicas y sus diversos componentes) consiste en desarrollar cierta interpretación de dicho ámbito. Las entidades o constructos científicos constituyen un ámbito de la realidad específico, un ámbito que en este caso es parte de la realidad cultural, y su estudio es pues fundamentalmente inter­pretativo. Como cualquier otra ciencia de la cultura que haya alcanzado un mínimo nivel de abstracción y de articulación sistemática, la filosofia de la ciencia se caracteriza por construir modelos interpretativos de las entidades estudiadas, en nuestro caso los constructos científicos. Estos modelos inter­pretativos no son, por su naturaleza más propia, ni códigos de conducta, ni recuentos de datos; por el contrario, se trata de marcos teóricos, que usan conceptos específicos, generalmente de un considerable nivel de abstracción e «idealización», cuya fmalidad es hacer inteligibles las estructuras esenciales de ese vasto edificio que es la ciencia, o al menos partes de él. La foiiDa de discurso que conviene a tales modelos no es ni la foiiDa prescriptiva ni la descriptiva, ni siquiera en su versión sintética descriptivo-prescriptiva que hemos visto para el caso de las prácticas científicas. Por lo que a las entidades o constructos científicos se refiere, no se trata de noiiDar el modo como «deben ser», pero tampoco de establecer una lista de enunciados que reflejen especularmente supuestos «hechos puros» relativos a dichas entidades. De lo que se trata es de modelar, de reconstruir bajo cierta óptica deteiiDinados aspectos de los constructos científicos que nos parecen especialmente reve­ladores para entender lo que es esencial de ellos.

Diversas corrientes, escuelas y autores en filosofia de la ciencia han pro­puesto diversos modelos de interpretación (diversas <<metateorías», como puede

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decirse) de la ciencia y, en particular, de sus constructos más importantes, las teorías científicas. Estos modelos pueden ser más o menos adecuados a su objeto, más o menos plausibles, más o menos precisos, más o menos generales. Pero, en cualquier caso, su aceptabilidad no depende de que establezcan normas del «buem> comportamiento científico (que nadie está dispuesto a seguir de todos modos, y menos que nadie los practicantes de la ciencia), ni tampoco de que reflejen fielmente ciertos «hechos puros» acerca de los constructos científicos (siendo, por lo demás, muy dudoso que puedan detectarse tales hechos con independencia de toda teoría, es decir, de todo marco de inter­pretación). De lo que depende la aceptabilidad de los modelos o metateorías es de su perspicuidad, o sea, de la capacidad que tengan para hacemos com­prender lo esencial de los constructos científicos al nivel más profundo posible.

Cualquier actividad teórica, por medio de la cual se construyen y aplican teorías, tiene una dimensión interpretativa fundamental. Esto es cierto de las ciencias empíricas de «primer orden» (sean naturales o sociales), y vale en mayor medida, si cabe, para las ciencias de «segundo orden>>, como la filosofia de la ciencia. Teorizar no consiste simplemente en explicitar normas ni en registrar hechos: consiste en «conceptualizar» o «reconstruir», es decir, inter­pretar el material de estudio dentro de cierto marco conceptual, previamente dado, que es precisamente lo que llamamos «una teoría». Toda teoría es interpretación, y ello vale naturalmente también, y muy especialmente, para las teorías que produce la filosofia de la ciencia.

Lo dicho hasta aquí puede sugerir que ambas dimensiones de la fllosofia de la ciencia, la descriptivo-normativa y la interpretativa, son complementarias pero excluyentes. Algunas de las tareas desarrolladas por la filosofia de la ciencia serían descriptivo-normativas y no interpretativas, las restantes serían interpretativas pero no descriptivo-normativas. Las primeras tendrían que ver con el análisis de las prácticas científicas, las segundas con el de los constructos científicos. Pues bien, contra lo que la exposición simplificada que hemos ofrecido parece sugerir, no es éste el caso. Es cierto que en algunas de las tareas el componente descriptivo-normativo es el fundamental, y que en otras lo es el interpretativo; un ejemplo de lo primero lo constituye el estudio de la contrastación científica y un ejemplo de lo segundo es el análisis y reconstrucción de teorías. Pero hay casos, como el análisis de la explicación científica, en el que ambas funciones están prácticamente a la par. Y lo que es más importante, incluso en aquellos casos en que uno de los componentes parece el fundamental, el otro nunca está totalmente ausente. El motivo es que las prácticas científicas siempre involucran algunos constructos teóricos, y viceversa, los constructos científicos son el resultado de ciertas prácticas. Por ejemplo, la contrastación

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de hipótesis supone, entre otras cosas, el uso de constructos conceptuales y de leyes, y una diferente interpretación de la naturaleza de las leyes puede tener consecuencias a la hora de explicitar las convenciones que rigen la actividad contrastacional. En la otra dirección, la construcción de teorías involucra ciertas prácticas cuyas reglas se deben seguir so pena de quedar deslegitimado el constructo resultante en tanto que teoría científica. Si un científico construye una supuesta teoría que resulta ser directamente autojustificativa, esto es, una teoría tal que su contrastación presupone inmediatamente su validez, la comunidad no aceptará esa entidad como una genuina teoría empírica. Así pues, la determinación de ciertas condiciones en las prácticas de contrastación de las teorías tiene consecuencias para la tarea reconstructiva, puede determinar ciertas constricciones a las que toda reconstrucción se debe atener.

Resumiendo: adecuadamente consideradas, las dimensiones descriptiva y prescriptiva no se oponen sino que son dos aspectos de la misma función; esta función descriptivo-normativa, además, no es exclusiva sino que se combina con otra interpretativa. Aunque en algunos ámbitos metacientíficos es más explícito el componente descriptivo-normativo y en otros el interpretativo, ambos están siempre presentes, quizás en diverso grado. Así pues, estos dos aspectos de la actividad metacientífica no son excluyentes, la filosofia de la ciencia es una actividad a la vez interpretativa y descriptivo-normativa. Es cierto que, como apuntaremos en la breve revisión histórica, a veces algunos filósofos de la ciencia han defendido la prioridad, o incluso la exclusividad, de alguna de estas funciones, ya sea de la descriptiva, ya de la prescriptiva, ya de la inter­pretativa; por ejemplo, los partidarios del descriptivismo exclusivista reducen la tarea de la filosofia de la ciencia a la simple descripción de los avatares científicos sin prestar especial atención a las normas que rigen implícitamente la práctica científica. Debe quedar claro que tal actitud es un error, derivado de una inadecuada concepción, por lo que a la actividad metacientífica se refiere, de la naturaleza de cada una de estas funciones y de sus relaciones mutuas.

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CAPrTULO 11

PRINCIPALES TESIS DEL EMPIRISMO LÓGICO

Quienes ven en la filosofia una especie de superciencia que crea sus propios conocimientos partiendo de la razón pura, intuición o similares fuentes pretensiosas de la verdad; quienes, debido a su confianza en tal

superciencia, desprecian los resultados «meramente parciales» de las ciencias especiales, harán suya la objeción que considera como

impedimento la asociación estrecha entre la filosofia y la ciencia

H. Reichenbach

A. PRESENTACIÓN

l. ¿Por qué empirismo (positivismo)?

Principio básico del empirismo: Todo nuestro conocimiento se soporta en la experiencia u observación directa. Este principio es epistemológico porque tiene que ver con la forma como se justifica el conocimiento.

1.1. Antecedentes empiristas del empirismo lógico. El empirismo fenomenalista • John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano (1690): las ideas

simples son de sensación y de reflexión; critica la idea de sustancia. • George Berkeley, Tratado sobre los principios del conocimiento humano

(1710): las ideas son sensaciones; rechaza las ideas abstractas de Locke y la distinción entre cualidades primarias y secundarias.

• David Hume, Tratado sobre la naturaleza humana (1734): las percep­ciones son impresiones o ideas, y estas se diferencian por su intensidad y viveza; la mente funciona bajo el principio de asociación de ideas.

• Bertrand Russell, Conocimiento del mundo exterior (1914): reconstrucción de los objetos del mundo exterior y sus propiedades a partir de sense data.

• Rudolf Camap, La construcción lógica del mundo (1928): reconstrucción del mundo exterior a partir de nuestras vivencias.

1.2. Empirismo fisicalista Para el fenomenalismo, la evidencia de todo conocimiento reposa en nuestras experiencias sensoriales y, por tanto, a partir de éstas han de ser reconstruidos los objetos fisicos (y sus propiedades) del conocimiento ordinario; en tanto que el fisicalismo mostrará que el fenomenalismo así entendido desemboca en la

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50 Introducción a la filosofia de la ciencia

idea inaceptable de un solipsismo (no puedo dar cuenta de los demás como seres que piensan) y por tanto sostendrá que dicha evidencia se encuentra en el mundo de los objetos físicos que experimentamos.

2. ¿Por qué Lógico?

La filosofia como análisis lógico del lenguaje: La lógica como el instrumento principal para el análisis filosófico.

3. Distinción analítico-sintético 3.1. Kant

Lógica -+ ANALÍTICO SINTÉTICO No supone nada más Tiene un contenido fáctico.

Epistemológica quelas relaciones de signi- Va más allá de los significa-

J. ficado entre los términos dos de los términos y nos dice algo del mundo

A PRIORI "Todos los perros son Dice algo acerca del mundo Conocimiento animales" y lo que dice se sabe con independiente de la certidumbre, de una manera experiencia o no es que no requiere justificación necesario referirse a empírica. la experiencia para "Por dos puntos pasa una y justificarlo sólo una recta"

A POSTERIOR/ No hay enunciados analí- "La Luna gira alrededor de la No puede justificarse ticos cuya justificación sea Tierra" sin referencia a la a posteriori experiencia

3.2. Empirismo Lógico Ser empirista equivale a negar la existencia de juicios sintéticos a priori.

Así que en un primer momento, los distintos enunciados del lenguaje ordinario y científico pueden clasificarse como analíticos o como sintéticos.

a) La verdad o falsedad de los enunciados analíticos depende sólo de su forma o estructura lógica y del significado de sus términos, y son independientes de la experiencia.

* Las verdades lógicas (o tautologías) y las falsedades lógicas (o contra­dicciones) sólo dependen de su forma lógica, ejemplo: p o no-p.

* Una verdad analítica y no lógica es, por ejemplo: Todos los solteros son hombres no casados

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Principales tesis del empirismo lógico 51

* Las verdades analíticas no dicen nada acerca del mundo, son verdaderas bajo cualquier circunstancia concebible, son válidas en todos los mundos posibles. Por tanto, una contradicción es imposible en cualquier mundo posible.

b) Los enunciados sintéticos dicen algo del mundo; esto es, su verdad o falsedad depende de la experiencia. Lo que dice la negación de un enunciado sintético es posible; esto es, no es contradictorio. Todos los enunciados de las ciencias empíricas son sintéticos.

4. Principio verificacionista del significado

El sentido o significado de un enunciado (sintético) es el método de verificación empírica del mismo.

Un enunciado sintético es significativo si y sólo si en principio puede verificarse en la experiencia. Es decir, si y sólo si hay un método empírico para decidir si es verdadero o falso. En caso contrario, si no existe dicho método, el enunciado no tiene sentido, es una pseudo-proposición carente de significado.

En definitiva, tenemos: Verdades lógicas; Verdades analíticas no lógicas; Verdades sintéticas y Enunciados sin sentido (los de la metafisica).

Este principio es semántico, tiene que ver con el significado de los enunciados. Pero, siendo semántico, se relaciona con un asunto epistémico, como lo es la verificación de los enunciados. Por tanto, con este principio, los empiristas lógicos ligaron de una forma indisociable cuestiones epistémicas, como la justificación, con cuestiones del lenguaje, como el significado.

S. Reduccionismo

Todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construcción lógica basada en enunciados que refieren a la experiencia inmediata (propo­siciones protocolares).

6. Modelo de los dos niveles del lenguaje (Estructura de las teorias)

El filósofo Carl G. Hempel hace una descripción bastante gráfica de este modelo en los siguientes términos:

[Una teoría empírica es] una compleja red espacial: sus términos son representados por sus nudos, mientras que los hilos que los conectan corresponden, en parte, a las definiciones y, en parte, a las hipótesis fundamentales y derivadas incluidas en la teoría. El sistema entero flota, por así decirlo, sobre el plano de observación y está anclado a él por reglas de interpretación. Estas se concebirían como cuerdas que no son parte de la

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52 Introducción a la filosofia de la ciencia

red pero que eslabonan ciertos puntos de ésta con lugares específicos en el plano de observaciones. En virtud de aquellas conexiones interpretativas, la red puede funcionar como una teoría científica: a partir de ciertos datos observacionales, podemos ascender, vía una cuerda interpretativa a algún punto en la red teórica, desde allá preceder, vía definiciones e hipótesis a otros puntos, desde los cuales otra cuerda interpretativa permite un descenso al plano de la observación1•

Pero en realidad el esquema que está detrás del modelo de lo dos niveles del leguaje contiene tres tesis, que si bien tienen relaciones entre sí, vale la pena distinguir.

1) El modelo de los dos niveles del conocimiento: el conocimiento observacional y el conocimiento teórico.

2) El modelo de los dos niveles de las teorías: leyes empíricas (de baja generalización) y leyes teóricas.

3) El modelo de los dos niveles del lenguaje científico: lenguaje observacional (términos y enunciados observacionales) y lenguaje teórico (términos y enunciados teóricos).

Finalmente, la figura 2.1. es una representación bastante aproximada de la descripción que hace Hempel de la estructura de las teorías científicas, en la que también se distinguen los distintos aspectos de la triple interpretación que puede tener.

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Fig. 2.1. Representación empirista lógica de una teoría científica1

1 Hempel [1952], p. 58. 2 La figura es una adaptación de la que aparece en Giere [1988], p.25, que a su vez es una

reproducción de Feigl (1970).

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Principales tesis del empirismo lógico 53

B. TALLER No. 3*

El Circulo de Viena

Realice una lectura juiciosa del texto de R. Hegselmann (1996), «La concepción científica del mundo. El Círculo de Viena: un balance>>, y a continuación resuelva las siguientes cuestiones.

l. ¿Por qué razón se constituyo como lugar común la compatibilidad entre las ideas que sostenía el Círculo de Viena sobre la filosofia de la ciencia y los aspectos inhumanos y fascistas que el Nacionalsocialismo ejecutó?

2. Del apartado <<Desde un punto de vista histórico-filosófico» presente el problema frente al cual el empirismo lógico reacciona.

3. Enuncie y explique cada uno de los supuestos básicos del empirismo lógico. 4. Explique en qué consiste el proyecto de unificación de las ciencias. 5. Presente y explique la actitud más recalcitrante del empirismo lógico. 6. ¿Según Rainer Hegselmann, qué era la «Concepción científica del mundo»

y cuál era su propósito?

Para profundizar: lea por su cuenta el resto del artículo de R. Hegselmann y responde las siguientes preguntas.

7. ¿Cuáles son los puntos de relación entre la «Concepción científica del mundo» y la reforma socialista de la realidad?

8. Si Max Horkheimer considera que los miembros del Círculo de Viena eran «contertulios» del Nacionalsocialismo, ¿cómo explicar el hecho de que precisamente fueran las políticas del Nacionalsocialismo las que incidieron para que los integrantes del Círculo se trasformaran en filósofos emigrantes?

9. ¿Cuáles son los elementos que hacen que se repelen el empirismo lógico y el Nacionalsocialismo?

1 O. Tome posición respecto a esta pregunta. Para Feigl, el contexto cronológico en el que se desarrolló el empirismo lógico se identificaba por ser una nueva era de la ilustración en la que se planteaban dos cuestiones fundamentales: '¿qué quiere usted decir?' y '¿cómo lo sabe?'. Frente a cualquier cosmovisión, ¿cuál puede ser el alcance de asumir como actitud habitual estas dos preguntas?

• Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alunmo de pregrado Miguel Hdo. Guamanga.

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54 Introducción a la filosofía de la ciencia

LECTURA*

«La concepción científica del mundo. El Círculo de Viena: un balance»t

Rainer Hegselmann (1996)

En 1937, Max Horkheimer publicó un trabajo con el título «El ataque más reciente a la Metafisica» (<<Der neueste Angriff auf die Metaphysik») en el que arremetía con extrema fiereza contra la filosofia del Círculo de Viena, conocida también como «empirismo lógico», «positivismo lógico» o <<neopo­sitivismo»1 Horkheimer aceptaba que, del mismo modo que Mach había sido «un hombre progresista» (Horkheimer 1937, 134), «muchos de los miembros del Círculo habían abogado por objetivos liberales» (lbíd.), pero a continuación consideraba este hecho como un caso de afortunada inconsecuencia. Según su opinión, la filosofia empirista lógica desemboca en general en una <<renuncia a la razón>> (Ibíd.). Al admitir como conocimiento sólo aquello que puede remitirse a la experiencia inmediata, esta filosofia excluye la reflexión sobre objetivos racionales.

Un pensamiento que se mantiene dentro de tales límites será «siervo de los objetivos de la sociedad industrial vigentes en cada momento» (Ibíd. 114), no podría «oponerse a ninguna locura, por divulgado que estuviera» (Ibíd. 123) y sirve «tan poco de antídoto contra la superstición política como contra la espi­ritista>> (Ibíd. 134 ). Esta concepción se contrapone «únicamente a las creencias puras sobre el más allá» (lbíd. 93). Con su insistencia en que el conocimiento está vinculado a la observación, el Círculo de Viena defiende un principio «cuya consideración[ ... ] es particularmente conveniente para un mundo cuya orna­mentada fachada refleja en todas sus partes unidad y orden mientras que en su interior mora el espanto. Dictadores, malos gobernadores coloniales y sádicos comandantes de prisiones siempre han deseado tener contertulios de esta índole intelectual» (lb íd. 1 O 1 ). 2 Horkheimer denuncia algo más que la mera pasividad

• Trascripción hecha por Miguel Hdo. Guamanga.

t En R. Cirera, A. Ibarra y T. Mormann, El programa de Camap. Ciencia, Lenguaje, Filosofía, Ediciones del Bronce, Barcelona, 1996, pp. 111-120.

1 Utilizo material de otros trabajos míos: Hegselmann 1979, 1983, 1985, 1988 y l988a. 2 En otro pasaje escribe: «Forma parte esencial de este concepto de conocimiento que, cuando

nueve décimas partes de los hombres ven fantasmas, cuando acusan a grupos inocentes de la sociedad de ser diablos y demonios, y proclaman dioses a los cabecillas de los bandidos, es decir, a la vista de esa espantosa confusión que suele preceder a la disolución de una forma de sociedad, el conocimiento no sea capaz de enfrentar a esta inflación de pretendidas experiencias otra imagen de la realidad ni de criticar la conciencia común. Cuando la multitud irreflexiva pierde el juicio, tampoco sabe permanecer cuerda la filosofia irreflexiva» (Horkheimer 193 7, 116).

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Principales tesis del empirismo lógico 55

frente a la injusticia general: a propósito de la crítica, motivada por su negación de la metafísica, que el empirismo lógico presenta a gran parte de la tradición filosófica, observa que en ella se reconoce <<Ulla relación con la herencia cultural que suele actuar en los levantamientos nacionales y en sus hogueras» (lbíd. 124). Relaciona además la exigencia empirista lógica de conceptos claros, es decir, precisos y con contenido, con las limpiezas nacionalsocialistas, y se anticipa al rechazo que habría de provocar esta 'crítica ideológica asociativa' en los positivistas, atribuyéndolo a su «bárbara relación con el lenguaje» (lbíd. 129). En suma, para Horkheimer, «la metafísica neorromántica y el positivismo radical» se basan ambos «en las mismas tristes condiciones de una gran parte de la burguesía, que ha perdido totalmente la confianza en su capacidad para mejorar el estado de las cosas y que, por miedo a un cambio decisivo del sistema social, se somete sin voluntad al dominio de sus grupos de capital más poderosos» (Ibíd. 90)3•

Estas tesis de Horkheimer acuñaron, a finales de la década de los sesenta, las convicciones de una parte considerable de los estudiantes de la Republica Federal Alemana y probablemente también de Áustria. Un lugar común durante aquellos años en numerosas facultades de filosofía y de ciencias sociales era la incompatibilidad entre una comprensión neopositivista de la ciencia y una aplicación de ésta y de la técnica orientada a objetivos humanos. Se daba también por hecha la complementariedad entre esa comprensión de la ciencia y la existencia de aspectos inhumanos, autoritarios e incluso fascistas en la sociedad.

Sin embargo, cuando apareció el veredicto de Horkheimer sobre el empirismo 1 ógico, éste presentaba ya una anomalía evidente: tanto en Áustria como en la Alemania de 193 7, los representantes y seguidores del empirismo 1 ógico -al contrario de lo que se podía deducir de las tesis de Horkheimer- no ocupaban ningún puesto de dirección ideológica. La mayoría había tenido que emigrar o estaba preparando su huida. Habían perdido incluso los cargos modestos. Los medios de difusión y las asociaciones creados por el movimiento empirista lógico no podían continuar su tarea, si es que no habían sido directamente prohibidos.

¿Fue todo esto solamente un malentendido? ¿Acaso los miembros del Círculo de Viena no habían comprendido lo bien que se ajustaba su concepción a las circunstancias políticas de Áustria después de Febrero de 1934 y de Marzo de 1938? ¿Es que la administración de DollfuB y sus sucesores sufría un malen­tendido complementario? ¿Fue únicamente el hecho de la pertenencia a

3 Para tesis similares, véase Adomo/Horkheimer

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56 Introducción a la filosofia de la ciencia

determinadas razas lo que produjo el antagonismo? ¿Acaso no supieron encontrarse una mala filosofia y un gobierno malo, que de haberlo hecho habrían formado una buena pareja?

A continuación me ocuparé de aquéllos a los que Horkheimer denunció públicamente como pioneros intelectuales y cómplices del nacionalsocialismo. Se trata del movimiento conocido como empirismo lógico o neopositivismo, que surgió principalmente del llamado Círculo de Viena, y cuya 'imagen de marca' se encontraba en la noción de «concepción científica del mundo.» Como es bien sabido, tanto la filosofia de la ciencia como la filosofia analítica desarrollada particularmente en el mundo anglosajón han surgido del empirismo lógico o han sido marcadas de forma decisiva por éste.

Ofreceré, en primer lugar, una caracterización del complejo de actitudes propias del empirismo lógico. En segundo lugar, informaré sobre las concepciones políticas en el Círculo de Viena. En la tercera parte, analizaré el desarrollo histórico del Círculo de Viena. En la cuarta, bosquejaré la historia de su emigración y de su posguerra. En la quinta parte volveré de nuevo a los ataques de Horkheimer.

l. El núcleo teórico del empirismo lógico

Desde un punto de vista histórico-filosófico, el empirismo lógico puede entenderse como un intento de extraer las consecuencias filosóficas de las revoluciones cognoscitivas producidas en las ciencias naturales, las matemáticas y la lógica. El empirismo lógico es, ante todo, una reacción frente a las dificultades que, a causa de los progresos a principios de siglo de la fisica, la lógica y las matemáticas, encontraba la concepción filosófica que con razón puede considerarse como una de las mejores fimdamentaciones modernas de las ciencias, esto es, la filosofia trascendental kantiana. Para poder explicar la presunta apodicticidad de las leyes fisicas fimdamentales (la mecánica de Newton y la ley de conservación de la masa) Kant había declarado estas leyes juicios sintéticos a priori. En su Critica de la Razón Pura y en la pregunta inicial de ésta, «¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?,» hilo conductor de la investigación, se introducía una presunción de existencia de tales juicios. Era muy natural considerar errónea esta presunción después de que, tras una revolución científica, la mecánica newtoniana hubiera sido relevada por la Teoría de la Relatividad de Einstein. En este relevo habían cooperado detenninados resultados de observación, el potencial fisico y matemático -especialmente el geométrie<r- de la teoría, así como convenciones y consideraciones de simplicidad, lo que puso en evidencia el carácter no apodíctico de las teorías fisicas. Con ello desapareció un motivo para considerar la existencia de juicios sintéticos a priori. También a los juicios de las matemáticas Kant les había adjudicado un status sintético-apriorístico, para aunar la

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Principales tesis del empirismo lógico 57

evidente apodicticidad de estos juicios con su supuesta infonnatividad. Sin embargo, los trabajos de Frege, Russell y Whitehead sugerían claramente la conclusión de que era posible una construcción de las matemáticas a partir de la lógica (logicismo) y que, en cualquier caso, el status de los enunciados lógicos era indudablemente analítico. Ellogicismo transfiere la condición epistemológica de los enunciados lógicos a los de las matemáticas: los enunciados matemáticos se vuelven analíticos, efecto que, por otro lado, no sólo ellogicismo produce. Por tanto, no parece haber, en absoluto, juicios sintéticos a priori. Los juicios sintéticos parecen posibles sólo como juicios empíricos, o sea a-posterior. Así lo ve Reichenbach en su libro Die Philosophie der Raum­Zeit-Lehre (Filosofia de la teoría del espacio-tiempo), donde afirma que Kant suministró la última solución filosófica al problema del conocimiento, problema que en relación a las ciencias naturales alcanzó su punto álgido en tiempos de Kant. Pero esa solución es hoy insostenible. El análisis filosófico renovado del conocimiento de la naturaleza es, en consecuencia, un desideratum ( cf Reichenbach 1928, 1 y ss.).

Desde un punto de vista sociológico, los representantes del empirismo lógico poseían típicamente -por lo menos los de la primera generación- un perfil de conocimiento, de fonnación y de intereses que los transformó, no sin razón, en un grupo de trabajadores científicos fronterizos y de vagabundos disciplinarios. «La realización de una tal ftlosofia del conocimiento de la natu­raleza debe [ ... ] quedar reservada a un grupo especial de investigadores, como comienza a hacerse patente en los últimos tiempos; a un grupo que domine, por un lado, la técnica y la ciencia natural matemática, pero que, por otro lado, no esté tan absorbido por ella como para que el trabajo especializado lo lleve a perder la perspectiva filosófica» (Reichenbach 1928, 4). Poder reconocer la precaria situación en la que había caído la filosofia kantiana hacia el cambio de siglo debido a los desarrollos científicos particulares, presuponía, por una parte, un buen conocimiento de las teorías fisicas y lógico-matemáticas más modernas y; por otra parte, exigía también una sensibilidad y un interés por las conse­cuencias y los problemas que planteaban a la filosofia estos desarrollos científicos en los campos particulares. En otras palabras, la crisis fllosófica a partir de la cual se puede comprender la génesis del empirismo lógico, fue una crisis sólo para una vanguardia cognoscitiva que disponía de los conocimientos lógico­matemáticos y de las ciencias naturales más modernos en una medida que era (y sigue siendo) inusual para los fllósofos del siglo XIX y xx, pero que al mismo tiempo estaba interesada en una reflexión y un análisis epistemológicos de las teorías científicas particulares o de los procesos cognoscitivos científicos de un modo inusual entre los científicos especializados.

Desde un punto de vista sistemático se puede caracterizar el empirismo lógico por: a) un interés elucidador fundamental; b) tres tesis o supuestos básicos;

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58 Introducción a la filosofia de la ciencia

e) una serie de desiderata y de problemas resultantes como consecuencia de estos supuestos básicos.

a) Un interés elucidador fundamental Un primer rasgo característico del empirismo lógico se pone de manifiesto

en su interés elucidador, es decir, su interés por la claridad de los conceptos y las argumentaciones, por la reconstrucción, el control intersubjetiva y la contrastabilidad, por la (auto )transparencia del pensar y del decir. Quien siente un interés tal se alejará de la inexactitud, de lo nebuloso y de las oscuras profundidades: la invocación de la fuerza intuitiva oculta y las especulaciones incontrolables son incompatibles con este impulso elucidador básico. Feigl, un representante del empirismo lógico, expresó certeramente la actitud básica de crítica al lenguaje y al conocimiento del empirismo lógico con las siguientes palabras: «en mi opinión, vivimos ahora en una nueva era de ilustración en la que planteamos una y otra vez dos cuestiones principales: '¿Qué quiere usted decir?' y '¿Cómo lo sabe?'» (Feigl1969a, 409).

b) Tres tesis o supuestos básicos Hay tres supuestos básicos característicos del empirismo lógico. El primer

supuesto básico es una reacción ante las dificultades surgidas del programa de fundamentación filosófico-transcendental de Kant. A primera vista es absurda la aceptación de juicios sintéticos a priori, dado que sus ejemplos paradig­máticos ya no valen como tales a la luz del progreso científico particular: sinteticidad y aprioricidad parecen incompatibles. Que un juicio sea a posteriori parece ser el requisito para que pueda ser realmente sintético. El secreto del rápido progreso científico particular se encuentra sencillamente en el control sistemático de la experiencia. Como supuesto básico se puede entonces expresar el siguiente diagnostico: el conocimiento sólo puede alcanzarse a través de la experiencia.

La inexistencia de juicios sintéticos a priori y el hecho de que el progreso científico particular se logre en el ámbito de los juicios sintéticos a posteriori y en el de los analíticos, llevan a la segunda tesis básica, según la cual sólo se pueden emitir juicios con sentido, verdaderos o falsos, de estos dos tipos. Que en disciplinas como la filosofia y la teología domine un caos cognoscitivo se explica por el hecho de que justamente en ellas se discuten problemas que desde una perspectiva de la crítica del lenguaje y del significado son pseudo­problemas. Hay enunciados que son enunciados con sentido sólo en apariencia. Tales pseudoenunciados reproducen las formas gramaticales de enunciados con sentido, pero para la mirada atenta del ojo lógicamente

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Principales tesis del empirismo lógico 59

adiestrado resultan ser tan sólo una secuencia de sonidos o signos sin sentido.

Una tercera tesis básica del empirismo lógico concierne al significado y valor de la lógica moderna --que empieza especialmente con Frege y con Russell y Whitehead- tanto para el progreso matemático y científico particular como para la elucidación de cuestiones de carácter 'filosófico', como, por ejemplo, las que ya se han planteado en relación con las dos primeras tesis básicas.

A pesar de los diferentes énfasis, se puede constatar en el empirismo lógico una amplia coincidencia en que la lógica moderna es un instrumento de análisis irreemplazable para la reconstrucción y explicación de conceptos, enunciados, argumentos, teorías y particularmente para la identificación de pseudoproblemas y pseudoenunciados.

e) Desiderata y problemas resultantes Si bien la tendencia a la crítica del lenguaje y a la validez del conocimiento

junto con las tres tesis centrales describen un complejo de posiciones carac­terístico del empirismo lógico, esas posiciones son más bien de tipo programático y heurístico y, por tanto, necesitan precisión y elaboración. Visto más de cerca, el empirismo lógico se caracteriza justamente por el interés dilucidador y por los problemas que resultan como consecuencia del complejo de posiciones que caracterizan:

Un primer problema concierne a la diferenciación con/sin sentido: si además de problemas 'reales' también hay pseudoproblemas, si además de enunciados con sentido hay enunciados sin sentido, ¿cómo se puede precisar más exactamente qué distingue a los enunciados con sentido de los enunciados sin sentido? ¿Cuál es el defecto específico de los enunciados sin sentido? ¿Qué se expresa en ellos y qué los produce? ¿Con qué criterio se podrían establecer las condiciones necesarias para su distinción? ¿Traza este criterio una separación tajante? ¿Pueden aquellos enunciados que no cumplan con él poseer, no obstante, un valor heurístico? Estas preguntas y otras similares han provocado durante décadas una discusión sobre los diferentes criterios de significado -denomi­nados también a veces criterios de significación cognoscitiva. Los diferentes criterios llevaron a una constelación de dificultades que se repetía sin cesar: los criterios no eran capaces de excluir, es decir, considerar sin sentido, aquellos enunciados metafisicos indeseados (como por ejemplo «La nada es la negación por excelencia de la totalidad del ente»), mientras que por otra parte no eran capaces de incluir entre los enunciados con sentido ejemplos paradigmáticos de enunciados provenientes del campo de la fisica (por ejemplo, leyes naturales

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60 Introducción a la filosofia de la ciencia

cuantificadas universalmente o hipótesis existenciales). La discusión de las diferentes variantes de criterios de significación cognoscitiva no condujo a ningún criterio completamente irrecusable.

Un segundo problema concierne a las posibilidades y a las tareas del filosofar con sentido: una consecuencia de esa tendencia a la crítica del sentido y de la validez del conocimiento, así como de las tesis básicas que la precisaban, es el enfrentamiento con la filosofia tradicional. El análisis de los enunciados filosóficos muestra que muchos de ellos son sólo pseudoenunciados, que numerosos problemas (entre ellos por ejemplo la controversia idealismo-realismo) son sólo pseudoproblemas. Se plantea entonces la cuestión de si hay realmente un lugar para un filosofar con sentido. Dado que se puede excluir la posibilidad de los juicios sintéticos a priori, el conocimiento a posteriori cae dentro del campo de competencia de las ciencias particulares y los juicios analíticos pertenecen a la lógica y a las matemáticas, ¿puede haber aún en tal situación preguntas genui­namente filosóficas que no sean pseudocuestiones? ¿Puede haber enunciados que sean respuestas a tales preguntas?¿ Cuál sería el proyecto con sentido que pudiera o debiera ser emprendido después del fracaso previsible, explicable y definitivo de la tradición filosófica? Ante estas cuestiones, el empirismo lógico por una parte ha favorecido un concepto de filosofía según el cual ésta es absorbida por el análisis lógico. «Análisis lógico» ha de entenderse aquí en un sentido muy amplio que incluye el análisis de los aspectos sintácticos, semánticos y pragmáticos del lenguaje, y eso incluye el lenguaje científico y las teorías formuladas en dicho lenguaje.

Por otra parte la ciencia unificada se convierte en el proyecto sucesor de la filosofía, como enfatizaba sobre todo Neurath. La ciencia unificada consiste en la reunión de todas las ciencias sobre la base de un lenguaje y un método comunes. Una tal integración --se espera- haría posible un amplio aprove­chamiento de la capacidad predictiva del saber científico. A este programa de unificación científica correspondía el proyecto de una enciclopedia gigantesca, a la vez lugar propagandístico e institucional, donde se buscarían y crearían sistemáticamente relaciones entre las disciplinas, se identificarían las dificultades de integración y se discutirían las soluciones. El estallido de la Segunda Guerra Mundial demoró la realización del proyecto de la enciclopedia. La muerte de Neurath en diciembre de 1945 lo dejó sin su organizador. El proyecto quedó así truncado.

El interés elucidador, las tesis básicas y los problemas resultantes conforman el perfil teórico característico del empirismo lógico. A través de numerosas publicaciones, sus representantes pusieron mucho entusiasmo en popularizar bajo la denominación de «concepción científica del mundo» un complejo de

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Principales tesis del empirismo lógico 61

actitudes y convicciones aproximadamente así (véase por ejemplo Carnap, Hahn, Neurath 1929). Sería sin embargo erróneo entender el movimiento del empirismo lógico como un bloque monolítico, exento de controversias.

Bibliografía

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Brauschweig 1977.

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62 Introducción a la filosofía de la ciencia

C. TALLER No. 4

La superación de la metafísica

Haga una lectura detenida del texto de R. Camap, «La superación de la metafisica mediante el análisis lógico del lenguaje», especialmente de la introducción del criterio de aplicación (mejor conocido como criterio verificacionista del significado) para definir el significado de una palabra, y de la forma como Camap lo aplica en el análisis de la palabra principio, tal y como la emplean ciertos sistemas filosóficos. Enuncie y explique dicho criterio, y reconstruya el mencionado análisis con sus propias palabras. Finalmente, haga un comentario del mismo, en el que deje ver si comparte o no los planteamientos de Camap.

LECTURA*

<<La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje» t

RudolfCamap (1932):

l. Introducción Desde los escépticos griegos hasta los empiristas del siglo XIX han habido

muchos opositores a la metafisica. La naturaleza de las críticas expuestas ha sido muy diversa. Algunos han declarado que la teoría metafisica es errónea en razón de oponerse a nuestro conocimiento empírico. Otros la han considerado únicamente incierta en base al hecho de que sus problemas trascienden el límite del conocimiento humano. Muchos antimetafisicos han declarado estéril el ocuparse de las interrogantes metafisicas, pudieran o no ser respondidas, porque en todo caso es innecesario preocuparse por ellas; mejor es dedicamos enteramente a las tareas prácticas que absorben la diaria actividad del hombre.

El desarrollo de la lógica moderna ha hecho posible dar una respuesta nueva y más precisa al problema de la validez y justificación de la metafisica. Las investigaciones de la lógica aplicada o de la teoría del conocimiento, cuyo propósito es esclarecer por medio del análisis lógico el contenido cognoscitivo

• Trascripción hecha por Pablo Andrés Jiménez y Miguel Hdo. Guamanga.

tEn A. J. Ayer (Compilador), El positivismo lógico, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, pp. 66-87.

tEste artículo, titulado originalmente <<Uberwindung der Metaphysik durch Logische Analyse der Sprache», apareció en Erkenntnis, vol. II (1932). Se publica aquí con la benévola autorización del profesor Camap.

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de las proposiciones científicas y, a través de ello, el significado de las palabras que aparecen en dichas proposiciones, conducen a un resultado positivo y a uno negativo. El resultado positivo es elaborado en el campo de la ciencia empírica: se esclarecen los conceptos particulares de distintas ramas de la ciencia, se explicitan tanto sus conexiones lógico-formales como epistemológicas.

En el campo de la metafísica (incluyendo la filosofía de los valores y la ciencia normativa), el análisis lógico ha conducido al resultado negativo de que las pretendidas proposiciones de dicho campo son totalmente carentes de sentido. Con esto se ha obtenido una eliminación tan radical de la metafísica como no fue posible lograrla a partir de los antiguos puntos de vista antime­tafísicos. Desde luego, ciertas ideas afmes pueden localizarse ya en varias meditaciones anteriores, por ejemplo en las de índole nominalista, pero solamente ahora, después de que el desarrollo de la lógica ocurrido en las últimas décadas la ha transformado en un instrumento de la necesaria precisión, resulta posible la realización decisiva de dicha superación.

Al decir que las llamadas proposiciones de la metafísica carecen de sentido, hemos usado estos términos en su acepción más estricta. Dando a la expresión un sentido lato, una proposición o un problema son caracterizados en ocasiones como carentes de sentido cuando su planteo es totalmente estéril. (Por ejemplo, el problema de «¿cuál es el peso medio de aquellos habitantes de Viena cuyo número telefónico termina en 3?», o proposiciones que resultan obviamente falsas como «en 1910 Viena tenía 6 habitantes», o que son no sólo empírica sino lógicamente falsas, proposiciones contradictorias tales como «las personas A y B son un año más viejas cada una respecto de la otra».) En realidad aun cuando sean estériles o falsas, estas proposiciones poseen sentido ya que solamente proposiciones con sentido son clasificables entre (teóricamente) fructuosas y estériles, verdaderas y falsas. Sin embargo, strictu sensu una secuencia de palabras carece de sentido cuando, dentro de un lenguaje específico, no constituye una proposición. Puede suceder que a primera vista esta secuencia de palabras parezca una proposición; en este caso la llamaremos pseudoproposición. Nuestra tesis es que el análisis lógico ha revelado que las pretendidas proposiciones de la metafísica son en realidad pseudopro­posiciones.

Un lenguaje consta de un vocabulario y de una sintaxis, es decir, de un conjunto de palabras que poseen significado y de reglas para la formación de las proposiciones. Estas reglas indican cómo se pueden constituir proposiciones a partir de diversas especies de palabras. De acuerdo con esto hay dos géneros de pseudoproposiciones: aquellas que contienen una palabra a la que errónea­mente se supuso un significado o aquellas cuyas palabras constitutivas poseen

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significado, pero que por haber sido reunidas de un modo antisintáctico no constituyeron una proposición con sentido. A través de ejemplos mostraremos cómo en la metafisica aparecen pseudoproposiciones de ambos géneros. Más tarde inquiriremos por las razones que sostienen nuestra suposición de que la metafisica en su conjunto no consta sino de tales pseudoproposiciones.

2. El significado de una palabra Cuando (dentro de un lenguaje determinado) una palabra posee un signi­

ficado, se dice usualmente que designa un concepto; si esta significación es sólo aparente y en realidad no la posee, hablamos de un pseudoconcepto. ¿Cómo explicarse el origen de los pseudoconceptos? ¿No puede afirmarse que cada palabra fue introducida en el lenguaje sin otro propósito que el de indicar algo determinado; de manera que desde el inicio de su uso tuvo un significado definido? Entonces, ¿cómo pudo un lenguaje tradicional llegar a tener palabras asignificativas?

Es seguro que originalmente cada palabra (exceptuando casos singulares que más tarde mostraremos) poseyó un significado. En el curso de la evolución histórica, una palabra frecuentemente cambia su significado. También sucede a veces que una palabra pierda su antiguo significado sin llegar a adquirir uno nuevo. Así es como surge un pseudoconcepto.

¿En qué consiste entonces el significado de una palabra? ¿Qué estipulaciones deben establecerse respecto a una palabra para que ésta tenga significado? (Aquí no interesa para nuestras reflexiones si estas estipulaciones están dadas de forma explícita, caso éste de algunas palabras y símbolos de la ciencia moderna, o si se ha logrado un común acuerdo tácito, como es el caso de la mayor parte de las palabras del lenguaje tradicional.) En primer lugar debe fijarse la sintaxis de la palabra, es decir, la manera como se presenta en la forma proposicional más simple en la que puede aparecer; llamaremos a esta forma proposicional su proposición elemental. La forma proposicional elemental para la palabra «piedra», por ejemplo, es «X es una piedra»; en proposiciones de esta forma podríamos designar algo dentro de la categoría de las cosas que ocupara el lugar de «X», por ejemplo, «este diamante», «esta manzana». En segundo lugar, para la proposición elemental P que contiene a la palabra, debe haber respuesta a las siguientes interrogantes, que podrían ser formuladas de varios modos: 1) ¿De qué proposiciones es derivable P y qué proposiciones pueden derivarse

deP? 2) ¿Bajo qué condiciones P debe ser verdadera y bajo qué condiciones falsa?

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3) ¿Cómo puede ser verificada P? 4) ¿Cuál es el sentido de P?

La formulación correcta es (1); (2) es la formulación de acuerdo con la terminología de la lógica; (3) la formulación de acuerdo con la teoría del conoci­miento; (4) de acuerdo con la filosofia.

Wittgenstein ha afirmado que 2) expresa lo que los filósofos han querido decir por ( 4): el sentido de una proposición radica en sus condiciones (criterio) de verdad. [ ( 1) es la formulación metalógica; más tarde daremos, en otro lugar, una exposición detallada de la metalógica como teoría de la sintaxis y del sentido, es decir, de las relaciones de derivación].

En el caso de muchas palabras, específicamente en el de la mayoría de las palabras de la ciencia, es posible precisar su significado retrotrayéndolas a otras palabras («constitución», defmición). Por ejemplo: «'artrópodos' son animales que poseen un cuerpo segmentado con extremidades articuladas y cuerpo de quitina>>. De esta manera ha quedado resuelto el problema antes mencionado en relación a la forma proposicional elemental de la palabra «artrópodo», esto es, para la forma proposicional «la cosa X es un artrópodo». Se ha estipulado que una proposición de esta forma debe ser derivable de premisas de la forma <<X es un animal», <<X posee un cuerpo segmentado», <<X posee extremidades articuladas», <<X tiene una cubierta de quitina» y que inversamente, cada una de las proposiciones debe ser derivable de aquella proposición. Por medio de estas estipulaciones de derivabilidad (en otras palabras: sobre su criterio de verdad, el método de verificación, el sentido) de la proposición elemental sobre «artrópodos», se fija el significado de la palabra «artrópodos». De esta manera cada palabra del lenguaje se retrotrae a otras y, fmalmente, a las palabras que aparecen en las llamadas <<proposiciones de observación» o «proposiciones protocolares». A través de éste retrotraimiento es como adquiere su significado una palabra.

Para nuestros propósitos podemos dejar de lado el problema relativo al contenido y la forma de las proposiciones primarias (proposiciones protocolares), mismo que aún no ha sido resuelto defmitivamente. En la teoría del conocimiento se acostumbra a decir que las proposiciones primarias se refieren a «lo dado», pero no ha habido unanimidad respecto a qué es lo dado. A veces se ha sostenido que en una proposición de este género, lo dado se refiere a las cualidades sensoriales más simples o a algún orden de sentimientos (por ejemplo, «caliente», «azul», «alegría» y así sucesivamente); en otras el criterio se ha inclinado a la concepción de que las proposiciones primarias no pueden referirse sino a experiencias globales y a relaciones de semejanza entre ellas. Otra postura

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más sostiene que estas proposiciones primarias ya han de referirse a objetos. Independientemente de esta diversidad de opiniones, se ha establecido que una secuencia de palabras sólo poseen sentido cuando se han fijado sus relaciones de derivación de proposiciones protocolares, cualesquiera que puedan ser las características de éstas. Similarmente una palabra sólo tiene significado cuando las proposiciones en las que puede aparecer son susceptibles de retrotraerse a proposiciones protocolares.

Teniendo en cuenta que el significado de una palabra se defme mediante su criterio de aplicación (en otras palabras: mediante sus relaciones de derivación de su proposición elemental, mediante sus condiciones de verdad y mediante el método de su verificación), la estipulación de este criterio elimina cualquier posible libertinaje respecto a lo que nos gustaría que «significara» una palabra. Si la palabra ha de recibir un significado exacto no debe mutilarse su criterio de aplicación; pero, por otra parte, no podemos usar algo más que lo fijado por el criterio de aplicación, ya que éste establece una determinación suficiente de su significado. El significado esta implícitamente contenido en el criterio y lo que resta hacer es explicitarlo.

Supongamos, a manera de ilustración, que alguien inventara la palabra nueva «tago» y sostuviera que hay objetos que son tagos y objetos que no lo son.

Para descubrir el significado de esta palabra le preguntaríamos sobre su criterio de aplicación: ¿cómo determinamos en un caso concreto si un objeto dado es tago o no lo es? Supongamos que no es capaz de respondernos en concordancia con un criterio de aplicación: no existen signos empíricos de taguidad -nos dice. En este caso tendremos que negar la legitimidad del uso del vocablo. Si la persona que usa la palabra insiste de todas maneras en que hay objetos que son tagos y objetos que no son tagos, para el modesto y fmito intelecto humano no resta sino considerar que lo que es tago será un secreto eterno, pero entre tanto podemos designarlo como un mero flatus vocis. Acaso persista en aseguramos que, a pesar de todo, él quiere «significaD> algo con la palabra <<tago». De ello inferiremos solamente el hecho psicológico de que esta asociando a la palabra algunas imágenes y sentimientos. Mas no por ello adquiere ésta algún significado. Si no se estipula un criterio de aplicación para la nueva palabra, no existe aserto alguno en las proposiciones en que aparece, y éstas resultan ser meras pseudoproposiciones.

Como segundo caso, supongamos que se establece el criterio de aplicación para una nueva palabra, digamos «tego»; específicamente, la proposición «este objeto es tego es verdadera si, y solamente si, el objeto es cuadrangular>> (para nuestras reflexiones resulta irrelevante que este criterio esté explícitamente establecido o que podamos obtenerlo de la observación de los usos de carácter

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afirmativo y negativo del vocablo). Entonces diremos: la palabra tego es sinónimo de la palabra «cuadrangular» y no consideraremos como admisible que aquellos que la utilizan nos digan que, sin embargo, ellos querían «significar» con ella algo más que «cuadrangular»; que desde luego cada objeto cuadrangular sea también tego, e inversamente, es el resultado de que la cuadrangularidad sea la manifestación visible de la teguidad y que esta última en sí se halle oculta, no siendo una propiedad observable por sí misma. Replicaremos que después de que este criterio de aplicación ha sido fijado mediante la precisión de la sino­nimidad de tego = cuadrangular no tenemos posterior libertad para «significar>> esto o aquello con el vocablo.

Resumamos brevemente el resultado de nuestro análisis, sea «a» una palabra cualquiera y <<P (a)» la proposición elemental en la que aparece. La condición necesaria y suficiente para que «a» tenga un significado puede darse en cada una de las formulaciones siguientes, que dicen fundamentalmente lo mismo: l. Que las notas empíricas de «a» sean conocidas. 2. Que haya sido estipulado de qué proposiciones protocolares es derivable <<P

(a)». 3. Que las condiciones de verdad para «P (a)» hayan sido establecidas. 4. Que el método de verificación de <<P (a)» sea conocido1

3. Palabras metafisicas carentes de significado Ahora puede mostrarse cómo muchos de los vocablos de la metafisica no

satisfacen los requerimientos anteriores, por lo que resultan carentes de signi­ficado.

Vamos a tomar como ejemplo el término metafisico «principio» (en el sentido de principio de existencia, no en el de principio epistemológico o axioma).

Diversos metafisicos han ofrecido una solución a la cuestión de cuál sea el (supremo) «principio del mundo» (o de «las cosas», o de «la existencia» o de «el sem) y han presentado como tal al agua, al número, a la forma, al movimiento, a la vida, al espíritu, a la idea, al inconsciente, a la acción, al bien y a otros semejantes. A efecto de descubrir el significado que tiene la palabra «principio» en este problema metafisico, debemos preguntar a los metafisicos bajo qué condiciones una proposición de la forma <<X es el principio de Y» es verdadera y bajo que condiciones es falsa. En otros términos: inquiriremos por el criterio de aplicación o por la defmición de la palabra «principio». El metafisico nos

1 Para un estudio de las concepciones lógicas y epistemológicas que, aun constituyendo el fundamento de nuestra exposición, sólo pueden ser examinadas aquí de un modo breve, véase Wittgenstein: Tractatus lógico-philosophicus, 1922 [versión española, Revista de Occidente, Madrid, 1957 (T.)] y Camap: Der logische Aujbau der We/t, 1928.

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responderá aproximadamente como sigue: <<X es el principio de Y» quiere decir que «Y surge de X», «el ser de Y reside en el ser de X», «Y existe por virtud de X», y así sucesivamente. Pero estas expresiones son ambiguas y tienen muchas interpretaciones posibles. Frecuentemente presentan un significado claro, por ejemplo cuando decimos de una cosa o proceso Y que «se deriva de» X y observamos que las cosas o procesos de la clase X son frecuente e invaria­blemente sucedidos por procesos o cosas de la clase Y (es decir, que hay una relación causal en el sentido de una sucesión regulada por una ley natural). Pero el metafisico nos dice que lo que él quiere «significar» no es esta relación empíricamente observable, porque en ese caso sus tesis metafisicas no serían sino meras proposiciones empíricas de la misma clase de las correspondientes a la fisica. La expresión «se deriva de» no tiene aquí el significado de una relación temporal o de una secuencia causal, que es lo que comúnmente se asigna al vocablo. A pesar de ello no se especifica un criterio para que adquiera otro significado; en consecuencia, el pretendido significado «metafisico» que se supone posee el vocablo en contraste con el significado empírico ya mencionado, no existe. Si reflexionamos sobre el significado original de la palabra «principium» (o de la palabra griega correspondiente «OOX'IÍ») encontraremos esta misma evolución. La palabra es expresamente desposeída de su significado original «comienzo»; no se supone que signifique prioridad temporal ninguna, sino una prioridad diferente, específicamente metafisica. Sin embargo, faltan los criterios para esta «especificación metafisica». En ambos casos la palabra ha sido desprovista de su significado original sin que se le haya otorgado alguno nuevo; lo que resta de todo ello es una especie de cáscara vacía.

Frecuentemente se asocian diversas imágenes mentales procedentes de las épocas primigenias en las que el vocablo fue usado significativamente a imágenes mentales nuevas y sentimientos aparecidos con motivo de su uso dentro de su nuevo contexto. Ello no es razón para que la palabra devenga significativa; permanecerá asignificativa mientras no le sea asignado su método de verificación.

La palabra «Dios» es otro ejemplo. Haciendo caso omiso de la variedad de empleos que ha tenido en tantos órdenes, podemos distinguir sus usos lingüísticos los términos equivalentes de otros lenguajes- es utilizada para designar a seres corpóreos que están entronizados en el Olimpo, en el Cielo o en los infiernos y que se hallan dotados en mayor o menor grado de poder, sabiduría, a través de tres contextos distintos, de tres situaciones históricas distintas que incluso llegan a coexistir parcialmente en el orden temporal. En su uso mitológico la palabra tiene un significado claro. En ocasiones ella misma --o bondad y felicidad.

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En ocasiones se la utiliza también para designar a seres espirituales que, a pesar de no tener cuerpos semejantes a los humanos, se manifiestan en alguna forma en cosas o procesos del mundo visible y resultan, por consiguiente, empíricamente comprobables.

Por el contrario, en su uso lingüístico metafisico la palabra «Dios» designa algo que está más allá de la experiencia. El vocablo es deliberadamente despojado de cualquier significado relativo a un ser corpóreo o a un ser espiritual que se halle inmanente en lo corpóreo, y como no se le otorga un nuevo signi­ficado deviene asignificativo. A menudo puede parecer que la palabra «Dios» también posee significado en el orden metafisico, pero ante una cuidadosa inspección las definiciones establecidas al respecto han mostrado ser pseudo­defmiciones. Ellas conducen a secuencias de palabras lógicamente ilegítimas --que posteriormente serán analizadas- o a otras expresiones metafisicas (por ejemplo: «la base primordial», «lo absoluto», «lo incondicionado», «lo inde­pendiente», «lo autónomo», y así sucesivamente), pero jamás a las condiciones de verdad de su proposición elemental. En el caso particular de este vocablo ni siquiera se ha satisfecho la primera exigencia de la lógica, o sea la de la especificación de su sintaxis, es decir, de la forma como aparece en su propo­sición elemental. En este caso la proposición elemental debería tener la forma <<X es un Dios»; sin embargo, el metafisico rechaza completamente esta forma sin sustituirla por otra o, si llega a aceptarla, no indica la categoría sintáctica de la variable X (Son categorías, por ejemplo: cuerpos, propiedades de cuerpos, relaciones entre cuerpos, números, etc.).

El uso teológico de la palabra «Dios» se sitúa en el uso mitológico y meta­fisico. No hay aquí un empleo propio, sino una oscilación del uno al otro de los usos mencionados. Algunos teólogos tienen un concepto de Dios claramente empírico (esto es, mitológico, de acuerdo con nuestra terminología). En este caso no nos hallamos ante pseudoproposiciones, pero la desventaja para el teólogo consiste en que, de acuerdo con esta interpretación, las proposiciones de la teología son empíricas y, por lo tanto, quedan sujetas a las decisiones de la ciencia empírica.

El empleo lingüístico que otros teólogos hacen de este término es claramente metafisico; hay otros aún que no siguen una dirección defmida puesto que en la ocasión se valen de un uso lingüístico y más tarde de otro, o bien se expresan en términos cuyo uso no puede ser clasificado con precisión, ya que tienen un carácter ambiguo y referible indistintamente a cualquiera de los dos usos ya señalados.

Tal y como los ejemplos ya examinados de «principio» y de «Dios», la mayor parte de los otros términos específicamente metafisicos se halla

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desposeída de significado, por ejemplo, «la Idea», «el Absoluto», «lo Incon­dicionado», «lo Infinito», «el Ser-que-está-Siendo», «el No-SeD>, «la Cosa-en­Sí», «el Ser-en-y-para-Sí», «la Emanacióm>, «la Manifestacióm>, «la Articu­lacióm>, «el Ego», «el No-Ego», etc. Con estas expresiones sucede lo mismo que con la palabra «tago», nuestro ejemplo anteriormente fabricado. El meta­físico nos dice que no pueden especificarse condiciones empíricas de verdad; si a ello agrega que a pesar de todo quiere «significan> algo con ellas, sabremos entonces que no se trata en este caso sino de una mera alusión a imágenes y sentimientos asociados a las mismas, lo que sin embargo no les otorga significado. Las pretendidas proposiciones de la metafísica que contienen estas palabras no tienen sentido, no declaran nada, son meras pseudoproposiciones. Más tarde inquiriremos acerca de su origen histórico.

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D. TALLER No. 5

La distinción analítico/sintético en contexto histórico

l. Para cada uno de los siguientes filósofos, ¿qué tipo de conocimiento se tiene en lógica, matemáticas y fisica (ciencias naturales), respectivamente? Justifique su respuesta.

2. Explique las diferencias en cuanto a la forma de concebir el conocimiento analítico y el sintético para los siguientes pares de filósofos: a) Hume respecto a Leibniz; b) Kant respecto a Hume; e) Wittgenstein respecto a Hume; d) Carnap respecto a Kant.

3. ¿Considera correcta la interpretación que hace Quine de la forma como Kant y Carnap, respectivamente, conciben lo analítico y lo sintético?

4. Establezca la comparación correspondiente entre Carnap y Quine.

LECTURAS

GODOFREDO G LEIBNIZ (Monadología, 1720)

31. Nuestros razonamientos están fundados sobre dos grandes principios, el de contradicción, en virtud del cual juzgamos falso lo que implica contra­dicción, y verdadero lo que es opuesto o contradictorio a lo falso.

32. Y el de razón suficiente, en virtud del cual consideramos que no podría hallarse ningún hecho verdadero o existente, ni ninguna Enunciación verda­dera, sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. Aunque estas razones en la mayor parte de los casos no pueden ser conocidas por nosotros.

33. Hay dos clases de verdades, las de Razonamiento y las de Hecho. Las verdades de razonamiento son necesarias, y su opuesto es imposible, y las de hecho son contingentes y su opuesto es posible. Cuando una verdad es necesaria, se puede hallar su razón por medio de análisis, resolviéndola en ideas y verdades más simples, hasta que se llega a las primitivas.

34. Así es como los Matemáticos reducen los Teoremas de especulación y los Cánones de práctica por medio del Análisis a las Definiciones, Axiomas y Preguntas.

35. Hay, por último, ideas simples cuya definición no puede darse; hay también Axiomas y Preguntas o, en una palabra, principios primitivos, que no

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pueden ser probados y que no necesitan de ello; y son las Enunciaciones idénticas, cuyo opuesto contiene una contradicción expresa.

36. Pero la razón suficiente debe hallarse también en las verdades contingentes o de hecho, es decir, en la serie de las cosas que se hallan repartidas por el universo de las criaturas; en la cual la resolución en razones particulares podría llegar a un detalle sin límites, a causa de la inmensa variedad de las cosas de la Naturaleza y de la división de los cuerpos al infinito. Hay una infinidad de figuras y de movimientos presentes y pasados que entran a formar parte de la causa eficiente de mi escritura presente, y hay una infinidad de pequeñas inclinaciones y disposiciones de mi alma, presentes y pasadas que entran a formar la causa fmal.

37. Y como todo este detalle comprende otros contingentes anteriores o más detallados, cada uno de los cuales requiere a su vez un Análisis semejante para dar razón de ellos, no se adelanta nada; y es necesario que la razón suficiente o última esté fuera de la sucesión o series de este detalle de las contingencias por infinito que pudiera ser.

38. Y así la razón última de las cosas debe estar en una substancia necesaria, en la cual el detalle de los cambios no esté sino eminentemente, como en su origen: y esto es lo que llamamos Dios.

DAVID HUME (Investigaciones sobre el conocimiento humano, 1748, Sección 4)

Todos los objetos de la razón e investigación humana pueden, naturalmente, dividirse en dos grupos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho; a la primera clase pertenecen las ciencias de la Geometría, Algebra y Aritmética y, en resumen, toda afirmación que es intuitiva o demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la hipotenusa es igual al cuadrado de los dos lados es una proposición que expresa la relación entre estas partes del triángulo. Que tres veces cinco es igual a la mitad de treinta expresa una relación entre estos números. Las proposiciones de esta clase pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del universo. Aunque jamás hubiera habido un círculo o un triángulo en la naturaleza, las verdades demostradas por Euclides conservarían siempre su certeza y evidencia.

No son averiguadas de la misma manera las cuestiones de hecho, los segundos objetos de la razón humana; ni nuestra evidencia de su verdad, por muy grande que sea, es de la misma naturaleza que la precedente. Lo contrario

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de cualquier cuestión de hecho es, en cualquier caso, posible, porque jamás puede implicar una contradicción, y es concebido por la mente con la misma facilidad y distinción que si fuera totalmente ajustado a la realidad. Que el sol no saldrá mañana no es una proposición menos inteligible ni implica mayor contradicción que la afirmación saldrá mañana. En vano, pues, intentaríamos demostrar su falsedad. Si fuera demostrativamente falsa, implicaría una contradicción y jamás podría ser concebida distintamente por la mente.

IMMANUEL KANT (Critica de la razón pura, 1781, Introducción)

En todos los juicios en los que se piensa la relación entre un sujeto y un predicado (me refiero sólo a los afirmativos, pues la aplicación de los negativos es fácil [después]), tal relación puede tener dos formas: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo que está (implícitamente) contenido en el concepto A, o bien B se halla completamente fuera del concepto A, aunque guarde con él alguna conexión. En el primer caso llamo al juicio analítico, en el segundo, sintético. Los juicios analíticos (afirmativos) son, pues, aquellos en que se piensa el lazo entre predicado y sujeto mediante la identidad; aquellos en que se piensa dicho lazo sin identidad se llamarán sintéticos. Podríamos también denominar los primeros juicios explicativos, y extensivos los segundos, ya que aquellos no añaden nada al concepto del sujeto mediante el predicado, sino que simplemente lo descomponen en sus conceptos parciales, los cuales eran ya pensados en dicho concepto del sujeto (aunque de forma confusa). Por el contrario, los últimos añaden al concepto del sujeto un predicado que no era pensado en él ni podía extraerse de ninguna descomposición suya. Si digo, por ejemplo: «Todos los cuerpos son extensos», tenemos un juicio analítico. En efecto, no tengo necesidad de ir más allá del concepto que ligo a «cuerpo» para encontrar la extensión como enlazada con él. Para hallar ese predicado, no necesito sino descomponer dicho concepto, es decir, adquirir conciencia de la multiplicidad que siempre pienso en él. Se trata, pues, de un juicio analítico. Por el contrario, si digo «Todos los cuerpos son pesados», el predicado constituye algo completamente distinto de lo que pienso en el simple concepto de cuerpo en general. Consiguientemente, de la adición de semejante predicado surge un juicio sintético.

Los juicios de experiencia, como tales, son todos sintéticos. En efecto, sería absurdo fundar un juicio analitico en la experiencia, ya que para formularlo no tengo que salir de mi concepto ...

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En el caso de los juicios sintéticos a priori nos falta esa ayuda enteramente. ¿En qué me apoyo y qué es lo que hace posible la síntesis si quiero ir más allá del concepto A para reconocer que otro concepto B se halla ligado al primero puesto que en este caso no tengo la ventaja de acudir a la experiencia para verlo? Tomemos la proposición: «Todo lo que sucede tiene su causa». En el concepto «algo que sucede» pienso, desde luego, una existencia a la que precede un tiempo, etc., y del tal concepto pueden desprenderse juicios analíticos. Pero el concepto de causa [se halla completamente fuera del concepto anterior] e indica algo distinto de «lo que sucede»; no está, pues, contenido en esta última representación. ¿Cómo llego, por tanto, a decir de «lo que sucede» algo com­pletamente distinto y a reconocer que el concepto de causa pertenece a «lo que sucede» [e incluso de modo necesario], aunque no esté contenido en ello? ¿Qué es lo que constituye aquí la incógnita X en la que se apoya el entendimiento cuando cree hallar fuera del concepto A un predicado B extraño al primero y que considera, no obstante, como enlazado con él? No puede ser la experiencia, pues el mencionado principio no solo ha añadido la segunda representación a la primera aumentando su generalidad, sino incluso expresando necesidad, es decir, de forma totalmente a priori y a partir de meros conceptos. El objetivo final de nuestro conocimiento especulativo a priori se basa por entero en semejantes principios sintéticos o extensivos. Pues aunque los juicios analíticos son muy importantes y necesarios, solamente lo son con vistas a alcanzar la claridad de conceptos requerida para una síntesis amplia y segura, como corresponde a una adquisición realmente nueva.

Todas las ciencias teóricas de la razón contienen juicios sintéticos a priori como principios

l. Los juicios matemáticos son todos sintéticos ... Ante todo hay que tener en cuenta lo siguiente: las proposiciones verdaderamente matemáticas son siempre juicios a priori no empíricos, ya que conllevan necesidad, cosa que no puede ser tomada de la experiencia. Si no se quiere admitir esto, entonces limitaré mi principio a la matemática pura, cuyo concepto implica, por sí mismo, que no contiene conocimiento empírico alguno, sino sólo conocimiento puro a priori .

. . . De la misma forma, ningún principio de la geometría pura es analítico. «La línea recta es la más corta entre dos puntos» es una proposición sintética. En efecto, mi concepto de recto no contiene ninguna magnitud, sino sólo cualidad. El concepto «la más corta» es, pues, añadido enteramente desde fuera. Ningún análisis puede extraerlo del concepto de línea recta. Hay que acudir, pues, a la intuición, único factor por medio del cual es posible la síntesis.

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2. La ciencia natural (fisica) contiene juicios sintéticos a priori como principios. Sólo voy a presentar un par de proposiciones como ejemplo, sea ésta: «En todas las modificaciones del mundo corpóreo permanece invariable la cantidad de materia», o bien: «En toda transmisión de movimiento, acción y reacción serán siempre iguales». Queda claro en ambas proposiciones no sólo que su necesidad es a priori y, por consiguiente, su origen, sino también que son sintéticas.

LUDWIG WITTGENSTEIN (Tractatus Logico-Philosophicus, 1922)

4.46. Entre los grupos posibles de condiciones veritativas hay dos casos extremos. En uno de ellos la proposición es verdadera para todas las posibilidades veritativas de las proposiciones elementales. Decimos que las con­diciones veritativas son tautológicas. En el segundo, la proposición es falsa para todas las posibilidades veritativas: las condiciones veritativas son contradictorias. En el primer caso llamamos a la proposición una tautología, en el segundo una contradicción.

4.461. La proposición muestra lo que dice; la tautología y la contradicción, que no dicen nada. La tautología carece de posibilidades veritativas, dado que es incondicio­nalmente verdadera; y la contradicción no es verdadera en condición alguna. Tautología y contradicción carecen de sentido. (Como el punto del que parten dos flechas en dirección opuesta.) (Nada sé, p. ej., sobre el tiempo si sé que llueve o no llueve.)

4.4611. Pero tautología y contradicción no son absurdas; pertenecen al sim­bolismo y ello de modo similar, ciertamente, a como el cero pertenece al simbolismo de la aritmética.

4.462. Tautología y contradicción no son figuras de la realidad. No repre­sentan ningún posible estado de cosas. Porque aquélla permite cualquier posible estado de cosas, ésta ninguno. En la tautología las condiciones de coincidencia con el mundo -las relaciones representativas- se neu­tralizan entre sí, de modo que no está en relación representativa alguna con la realidad.

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RUDOLF CARNAP (La antigua y la nueva lógica, 1930-31)

... Una tautología es, por consiguiente, una fórmula cuyo valor de verdad no depende ya, no solamente del sentido, sino que ni siquiera del valor de verdad de sus proposiciones componentes ya que siendo éstas verdaderas o falsas, la fórmula necesariamente es verdadera. Una tautología es verdadera en virtud de su mera forma. Puede demostrarse que todas las proposiciones de la lógica y, en consecuencia, según la concepción aquí presentada también todas las proposiciones de la matemática, son tautología.

Si se nos comunica una proposición compuesta, por ejemplo: «Está lloviendo (aquí y ahora) o está nevando», por medio de ella aprehendemos algo acerca de la realidad, porque la proposición, de todas las situaciones objetivas perti­nentes, excluye a determinadas de ellas y deja al resto abierto, como posibi­lidades. En nuestro ejemplo, hay cuatro posibilidades. 1) está lloviendo y nevando. 2) Está lloviendo y no nevando. 3) No esta lloviendo pero está nevando. 4) No está lloviendo ni nevando. La proposición mencionada excluye la cuarta posibilidad y deja abierta las tres primeras. Si, por otra parte, se nos dice una tautología, no se excluye con ello ninguna posibilidad, sino que todas quedan abiertas. En consecuencia no aprehendemos por medio de ella nada acerca de la realidad, como en el ejemplo «está lloviendo (aquí y ahora) o no está lloviendo». Por ende las tautologías son vacías, no dicen nada. Tienen por así decirlo, un contenido nulo. Mas no por eso son necesariamente triviales. La tautología arriba mencionada es trivial pero en cambio en otras proposiciones su carácter tautológico no puede reconocerse a primera vista .

.. .la matemática, como rama de la lógica, también es tautológica. En ter­minología kantiana se expresaría diciendo que las proposiciones de la matemática son analíticas, que no son proposiciones sintéticas a priori, con lo cual el apriorismo queda privado de su argumento más fuerte. El empirismo, es decir, la concepción de que no hay un conocimiento sintético a priori, ha encontrado siempre su mayor dificultad en la interpretación de la matemática, dificultad que todavía Mill no logró superar. Esta dificultad quedó eliminada debido a que las proposiciones matemáticas no son empíricas ni sintéticas a priori sino analíticas .

... Hay que demostrar mediante el análisis lógico que toda proposición de la ciencia tiene sentido. Se descubrirá entonces bien que una proposición o es una tautología o es respectivamente una contradicción (negación de una tautología) en cuyo caso la proposición pertenecerá al campo de la lógica, incluyendo a la matemática, o bien que la proposición es un enunciado pleno de

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Principales tesis del empirismo lógico 77

sentido, esto es, ni tautológica ni contradictoria, en cuyo caso será una proposición empírica. Es reducible a lo dado y, por tanto, puede decirse, en principio, si es verdadera o falsa. Las proposiciones (verdaderas o falsas) de las ciencias fácticas, son de esa clase. No hay problemas que en principio no puedan responderse. No existe una filosofia como teoría especulativa, como sistema de proposiciones por derecho propio al lado de las de la ciencia. Cultivar la filosofia sólo puede consistir en aclarar los conceptos y las proposiciones de la ciencia por medio del análisis lógico. El instrumento para ello es la nueva lógica.

WILLARD VAN O. QUINE (Dos dogmas del empirismo, 1951)

El empirismo moderno ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas. Uno de ellos es la creencia en cierta distinción fundamental entre verdades que son analíticas, basadas en significaciones, con independencia de con­sideracionesfácticas, y verdades que son sintéticas, basadas en los hechos. El otro dogma es el reduccionismo, la creencia en que todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construcción lógica basada en términos que refieren a la experiencia inmediata. Voy a sostener que ambos dogmas están mal fundados. Una consecuencia de su abandono es, como veremos, que se desdibuja la frontera que se supone trazada entre la metafisica especu­lativa y la ciencia natural. Otra consecuencia es una orientación hacia el pragmatismo.

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CAP(TULO 111

EL PROBLEMA DE lA EVALUACIÓN DE LAS TEORÍAS CJENT[FJCAS*

El estudio del método científico no producirá una piedra filosofal que permita al metodólogo convertir en el oro de la verdad teórica

la simple escoria de laboratorio. Pero no hemos de dejarnos desanimar por el pesimismo acerca de los frutos de los estudios

metodológicos. Aun cuando no nos convierta en mejores científicos, nos proporciona una mejor comprensión de la empresa científica

W. H. Newton-Smith

A. PRESENTACIÓN

l. Introducción

La cuestión central que voy a tratar pertenece al tema de la evaluación de las teorías científicas, pero hace medio siglo o un poco más, esta cuestión se enmarcaba más bien bajo el membrete El método científico, que desde luego es más significativo y pretencioso. Precisamente por ésta última razón es más adecuado el título que he elegido y, por tanto, uno de los compromisos de la presente reflexión será mostrar en qué radica la supuesta gran pretensión cuando se habla de El método científico. Ahora bien, podríamos quitarle esa carga negativa a la expresión, si en su lugar hablamos de El problema del método científico, consiguiendo así otro título bastante adecuado para lo que se va a tratar a continuación.

La principal tesis que se quiere defender en la presente exposición es que en el proceso de evaluación de las teorías hay muchos elementos involucrados y no todos ellos son de carácter lógico u observacional (relacionados con la experiencia), algunos de ellos son pragmáticos, contextuales, en tanto involucran el juicio individual de los científicos de una comunidad científica determinada

• El texto de esta presentación aparece publicado, con el mismo título y algunos cambios, en la revista Discusiones Filosóficas (Año 9, No. 12 Enero-Junio 2008), del Departamento de Filosofia de la Universidad de Caldas. Agradezco al editor la autorización para reproducír el texto aquí. El artículo de Discusiones Filosóficas también se publicó ampliado y con autorización, bajo el título «El problema de la evaluación de las teorías científicas en contexto histórico», en Guerrero, G. (comp.), Entre ciencia y filosofía: algunos problemas actuales, Programa Editorial Universidad del Valle, Cali-Colombia, octubre 2008.

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80 Introducción a la filosofía de la ciencia

y dependen del estado de desarrollo de la teoría particular. En otras palabras, podemos decir que en dicho proceso interviene tanto una racionalidad lógica como una práctica o pragmática1

• La tesis tal y como se ha expresado rechaza dos ideas clásicas (una más que la otra) en la tradición filosófica sobre la ciencia: la creencia de que existe un único método para llegar a un conocimiento cierto y la convicción de que la racionalidad científica tiene un carácter exclusivamente formal, lógico. La negación de esta última tesis lleva a su vez a dejar sin piso argumentativo la idea venerable de la filosofia de la ciencia de la primera mitad del siglo xx, introducida por vez primera por Reichenbach ( 1938), de que la valoración epistemológica (justificación) de una teoría tiene un carácter exclusivamente lógico y, por tanto, no tiene nada que ver con el contexto de descubrimiento o, lo que es lo mismo, que la filosofia de la ciencia sólo debe ocuparse del contexto de justificación de las teorías científicas dejando de lado cualquier consideración sobre el contexto de descubrimiento.

Actualmente, la idea más generalizada dentro de círculos no especializados es que existe un método (un procedimiento) seguro para acceder al conocimiento científico. Así, se habla de Un o El método científico, el cual se concibe en el sentido literal de la expresión, como El camino para alcanzar el conocimiento de la naturaleza, o de algunos aspectos de ésta. El método sería único y universal, esto es, tendría unos pasos bien definidos y no sería posible otro tipo de procedimiento, y también sería universal, en el sentido de que quien lo siga, logra el objetivo, tener conocimiento cierto del mundo. Estas etapas, grosso modo, serían las siguientes.

l. Observaciones (juiciosas). Permite plantearse un problema, lo que es el comienzo para hacer más observaciones sistemáticas y montar experimentos.

2. Experimentos (cuidadosos). Estos permiten tomar datos en forma organizada y analizarlos mediante gráficos.

3. Enunciación de una teoría (principios generales o leyes o hipótesis). A esto se llega a través del análisis meticuloso de los datos experimentales y de los gráficos de los datos.

4. Comprobación (de la teoría o las hipótesis). Se determina si la teoría explica los datos experimentales, las observaciones y fenómenos iniciales, y adicionalmente otros fenómenos.

1 Por decirlo con las palabras de Diez y Moulines [1997], p. 437. Véase también Bunge [1985], pp.14-25.

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 81

Que efectivamente hay hombres de ciencia que han defendido que la ciencia está gobernada por un tal patrón de procedimiento, se deja ver muy bien en las siguientes palabras:

Si intentamos mirar cómo utilizaría el método científico ... una mente de poder y alcance sobrehumanos, pero normal en lo que se refiere a los procesos lógicos de su pensamiento, el proceso sería el siguiente: En primer lugar, se observarían y registrarían todos los hechos, sin seleccionarlos ni hacer conjeturas a priori acerca de su relevancia. En segundo lugar, se analizarían, compararían y clasificarían esos hechos observados y registrados, sin más hipótesis ni postulados que los que necesariamente supone la lógica del pensamiento. En tercer lugar, a partir de este análisis de los hechos se harían generalizaciones inductivas referentes a las relaciones, clasificatorias o causales, entre ellos. En cuarto lugar, las investigaciones subsiguientes serían deductivas tanto como inductivas, haciéndose inferencias a partir de generalizaciones previamente establecidas2•

Pero dentro de los círculos académicos, incluso dentro de algunos especializados en la metodología científica, se ha extendido la forma más elaborada de concebir el método científico como el método hipotético-deductivo, que tendría los mismos pasos o etapas anteriores pero con dos cambios importantes. Primero, el conocimiento científico no poseería una certeza absoluta, es falible, y por tanto conjetural o hipotético. Segundo, se distinguen dos vías importantes: una ascendente, en la que se formula la hipótesis, que iría de las observaciones a la teoría (las tres primeras etapas); y la segunda vía, la descendente, que iría de la teoría a la observación, en la que se comprueba la teoría (la última etapa) a través de predicciones, esto es, deducciones a partir de la teoría, para contrastarlas con la experiencia.

En lo que sigue de este artículo se intentará mostrar que aunque estas imágenes del método recogen algunos aspectos importantes del proceder científico, no logran hacer justicia con lo que en realidad buscan y hacen los científicos, y también que aunque recogen elementos introducidos desde la reflexión filosófica, no se compadecen del todo con los planteamientos actuales de la filosofía de la ciencia (la metodología científica).

Nos servirá de guía preguntarnos si cada una de estas vías es continua, sin saltos: si el conocimiento científico pasa sin saltos de la experiencia y los datos a la teoría y, a la inversa, si pasa sin sobresaltos de la teoría a las observaciones.

2 A. B. Wolfe, «Functional Economics», 1924; citado por Hempel [1966], p. 27.

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2. El método inductivo-deductivo de Aristóteles

Desde muy temprano se cayó en cuenta del doble movimiento que hay en el proceso del conocimiento: de la experiencia al conocimiento teórico y de éste a la observación. La misma teoría de la ciencia de Aristóteles los contempla, aunque hizo una descripción bastante general de ellos en relación cori los desarrollos posteriores del tema. Debemos a Aristóteles el identificar la vía ascendente con la inducción y la descendente con la deducción, pero con el añadido de que para él la deducción es lo característico de la explicación científica.

Para Aristóteles hay dos tipos de conocimiento, el conocimiento de un hecho y el conocimiento de la razón del hecho3• Con sus propias palabras: «aprendemos por inducción o por demostración, y la demostración parte de las cuestiones universales, y la inducción, de las particulares» (A2 1, 18 81b, 1-3) y «a la demostración la llamo razonamiento científico; y llamo científico a aquel razonamiento [silogismo] en virtud de cuya posesión sabemos ... es necesario también que la ciencia demostrativa se base en cosas verdaderas, primeras, inmediatas, más conocidas, anteriores y causales respecto de la conclusión» (A2 1, 2 71b, 18-24, lo del paréntesis es mío).

El primer tipo de conocimiento es una especie de conocimiento empírico directo e intuitivo por medio del cual aprehendemos lo universal implícito en lo particular y es el que normalmente se ha entendido como conocimiento inductivo o inducción intuitiva4

• A través de la inducción intuitiva se obtienen los principios generales que están implícitos en los fenómenos particulares. De este modo se tiene un conocimiento profundo y real de un determinado hecho, lo cual sólo se puede cumplir a través del conocimiento de sus causas que lo hacen ser lo que es y no otra cosa.

Si bien en esta etapa del conocimiento se está en posesión de las causas o principios generales, para Aristóteles esto no es suficiente para decir que se tiene un conocimiento completo del hecho o de la naturaleza. El conocimiento científico debe dar cuenta además del hecho, debe explicarlo a partir de sus causas. El hecho queda explicado cuando es deducido, derivado formalmente de los principios generales o causas. Así, la etapa inductiva debe ser

3 La conferencia del profesor Jean Paul Margot, «l..a idea de ciencia en Platón y Aristóteles», Primer Coloquio Episteme: Filosofia y Ciencia, Departamento de Filosofia y Grupo de investigación

Episteme: Filosofia y Ciencia, Universidad del Valle, marzo 12, 13 y 14 de 2008, me ha sido de gran ayuda en la configuración de las principales ideas que expongo sobre el conocimiento científico en Aristóteles, aunque claro está, yo soy el responsable de la interpretación que aquí proporciono.

4 Véase Rivadulla [1991], p. 21 y Losee [1972], p. 17.

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complementada con una deductiva. El proceso inductivo parte del efecto a sus causas y el deductivo de estas al efecto. La explicación es un silogismo o argumento deductivo en sentido lógico estricto, en la que los enunciados generales o principios figuran como premisas y el hecho (el efecto) a explicar como conclusión.

La racionalidad o explicación científica la proporciona este último tipo de conocimiento, pues es el que proporciona las razones, las causas por las cuales el hecho se da. La ciencia debe estar en posesión de las causas que permitan realmente explicar los hechos. Por tanto, el conocimiento científico es universal y demostrativo: es universal porque las causas lo son, el hecho particular queda explicado a través de las causas que tienen un carácter universal, y es demostrativo porque efectivamente el hecho ha de ser derivado (demostrado) a partir de las causas universales.

Esta fonna particular de entender la explicación racional o científica encontró dos muy buenos aliados en la lógica y en la geometría, asume el conocimiento geométrico como modelo del conocimiento de la naturaleza. Por una parte, la geometría posee certeza absoluta y para Aristóteles los primeros principios formulados por la ciencia son verdades necesarias5; así como en la demostración geométrica (método geométrico) los axiomas son el punto de partida y se considera que son autoevidentes y, por tanto, indemostrables, de igual modo lo son los principios o causas primeras que permiten explicar los fenómenos naturales. Por la otra, la lógica y la geometría permitieron equiparar la explicación con un razonamiento deductivo o una demostración fonnal: un hecho queda explicado cuando se deduce o demuestra a partir de las causas que lo determinan. En síntesis, tal y como propone Crombie, «la historia del pensamiento griego sobre el método científico podemos representarla como un intento por parte de los matemáticos para imponer un esquema claramente postulador, que provocó la resistencia de quienes poseían, especialmente en la Medicina, una mayor experiencia de los enigmas de la materia>>6

• En síntesis, el conocimiento científico para Aristóteles es aquel que se puede demostrar o deducir a partir de principios primeros indemostrables: la ciencia es ante todo demostrativa.

3. Los métodos de resolución y composición

El método inductivo-deductivo de Aristóteles se constituirá en un verdadero patrón de la fonna como hay que entender el proceder científico, en el que se

5 Véase Losee [1972], p. 24. 6 Crombie [1959], p. 18.

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describen sus aspectos más sobresalientes. Este método será reintroducido y desarrollado de una forma más completa en la Edad Media, en particular Roberto Grosseteste lo introduce bajo el procedimiento doble llamado de <<resolución y composición>>, que equivale en su traducción latina a los métodos de «análisis y síntesis». Este doble método representó la forma predominante de ver la ciencia, en sus aspectos más generales, hasta prácticamente fmales del siglo XIX, de tal modo que las discrepancias y discusiones metodológicas que encontramos a lo largo de todo este periodo tienen que ver con cuestiones más puntuales y de detalle involucradas en éste esquema general y con la plausibilidad de la certeza del conocimiento científico, que no por ello dejan de ser importantes.

Crombie, todo un experto en la obra de Grosseteste, enuncia este doble método en los siguientes términos:

Por medio del primer procedimiento, resolución, mostraba cómo ordenar y clasificar según semejanzas y diferencias, los primeros componentes o elementos que constituían un fenómeno. Esto le proporcionaba lo que él llamaba una definición nominal. . . Luego, por medio del proceso contrario de la composición, reordenando las proposiciones de forma que las más particulares parecieran derivarse deductivamente de las más generales, demostraba que la relación de lo general a lo particular era una relación de causa efecto, es decir, disponía las proposiciones en un orden causaF.

Esto es, la etapa inductiva es una «resolución>> (análisis) del fenómeno en sus elementos constitutivos y la etapa deductiva es una «composición>> (síntesis) en la que estos elementos se combinan para reconstruir el fenómeno original.

En este periodo, en especial para Robert Grosseteste y Robert Bacon, tuvo gran importancia dilucidar en forma precisa y adelantar propuestas particulares en problemas como la relación lógica entre los hechos y las teorías; la forma como se llega a los primeros principios; ¿en realidad son éstos necesariamente verdaderos?; ¿cómo evaluar explicaciones rivales o distinguir entre teorías rivales, entre aquellas que son verdaderas de las que son erróneas, las completas de las defectuosas, las inaceptables de las aceptables?; ¿qué tipos de inducción son admisibles?; ¿cómo hacer uso del análisis inductivo y experimental para parcelar un fenómeno complejo?; la verificación e invalidación de las hipótesis; los tipos de causa y la naturaleza de la causalidad.

También cabe mencionar aquí una particular critica por parte de filósofos modernos como Bacon y Descartes a la metodología aristotélica debida especialmente a la forma como esta fue asumida por la filosofia escolástica. Estos se quejaban del particular acento de la metodología aristotélica en su

7 lbíd., pp. 22 y 23.

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carácter demostrativo, en la idea de que el conocimiento científico es ante todo demostrativo. Losee plantea al respecto que hay que distinguir entre la teoría de Aristóteles del método científico y el modo en que esta teoría fue utilizada por quienes se llamaron así mismo «aristotélicos». «Los practicantes de un falso aristotelismo habían provocado un corte en el método de Aristóteles al comenzar, no con la inducción a partir de pruebas observacionales, sino con los principios de Aristóteles»8

• Incluso el mismo Losee menciona que las fuertes críticas que Galileo hacía al método dominante en la época iban en este mismo sentido, no estaban dirigidas directamente al método tal como lo presentó Aristóteles sino a la forma como los aristotélicos lo interpretaron, «al comenzar, no con la inducción a partir de la experiencia sensible, sino con los primeros principios de Aristóteles. Este falso aristotelismo fomentaba una teorización dogmática que separaba a la ciencia de su base empírica. Galileo condenó frecuentemente esta perversión de la metodología aristotélica»9•

Bajo esta particular interpretación que hacen Bacon y Descartes, la crítica es, entonces, que los planteamientos de Aristóteles llevan a considerar la demostración o el silogismo como el método de la ciencia; pero para ellos la lógica no puede ser el método (el instrumento, el medio, el organon) de la ciencia, puesto que el valor de un tal método debe radicar en permitir descubrir nuevo conocimiento y, precisamente, el defecto de la lógica es su incapacidad de invención. Un silogismo o argumento deductivo no puede ser método de descubrimiento, puesto que las premisas deben ya contener la conclusión. Efectivamente la conclusión de una deducción no aporta nueva información, pues la que tiene está implícita en las premisas. Los argumentos deductivos son explicativos, mediante ellos no se establece información material nueva y además la validez de las premisas garantiza plenamente la verdad de la conclusión. Así, por ejemplo, en el argumento Todo hombre es racional; Sócrates es hombre; por tanto, Sócrates es racional; es claro que la conclusión no nos dice nada nuevo que no esté contenido en las premisas; la conclusión hace explícito algo implícito en las premisas. En síntesis, para estos filósofos, las reglas del método deben servir para descubrir verdades, no para presentar argumentos o defender tesis o exponer teorías, que es para lo que sirve la lógica.

¿Qué ha de, entonces, caracterizar al método? Esta inquietud se junta con la búsqueda de certeza en el conocimiento científico, con una de las inquietudes enunciada arriba. Por tal motivo, el análisis del método por parte de Descartes

8 Losee [1972], p. 73. 9 Ibíd., p. 64.

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y Bacon se concentrará en la primera vía, en cómo garantizar la verdad del conocimiento. En este sentido podemos decir que para ellos el método tiene que ver con la forma como se llega al conocimiento. Es importante tener en cuenta este punto, pues la metodología del siglo XX pondrá el énfasis más bien en cómo se justifica el conocimiento una vez adquirido, independientemente de cómo se haya logrado.

En términos generales, podemos decir que la perspectiva racionalista de Descartes consiste en que la razón dota de certeza a los principios generales, en tanto que en la perspectiva empirista (inductivista) de Bacon la certeza recae en la experiencia. Paralelamente a estos dos enfoques encontramos el que dominó especialmente en los ámbitos científicos de la ciencia moderna, y que suele identificarse como los métodos de «análisis» y «síntesis». Estas tres perspectivas entendieron el método científico en sentido literal, como el camino a seguir para llegar a un conocimiento cierto o, en otras palabras, como el conjunto de reglas o principios que permiten llegar a un conocimiento verdadero; por tanto, sería un modo privilegiado de conocer el mundo y tendría un carácter universal.

Más en concreto, para René Descartes el modo adecuado para acceder al conocimiento del mundo no es a través de la experiencia directa, mediante lo que nos dicen los sentidos, sino por una reflexión personal profunda o introspección en la que se analiza cada una de nuestras creencias hasta capturar las verdades (los principios) evidentes (claras y distintas) que estructuran el mundo real, a través de la intuición o conocimiento inmediato. Recordemos lo que nos dice en la primera regla del Discurso del Método (1637): «no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda»10

Por su parte, Francis Bacon, en una perspectiva más contemporánea de la ciencia, propone un método que grosso modo podemos entender del siguiente modo: por un lado, comparamos de manera exhaustiva distintos fenómenos para determinar cuáles propiedades comparten y cuáles no, teniendo el cuidado de organizar todos estos resultados en tablas; por otro lado, repetimos este tipo de procedimiento de manera sistemática y sucesiva para fmalmente sacar a la superficie, llegar a un enunciado general, a una especie de regularidad o ley, respecto al conjunto de fenómenos estudiados. Con sus propias palabras, en el prefacio del Novum Organum (1620): «en cuanto a nuestro método, es

10 Descartes [1937], p. 15.

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tan fácil de indicar como dificil de practicar. Consiste en establecer distintos grados de certidumbre, en socorrer los sentidos limitándolos; en proscribir las más de las veces el trabajo del pensamiento que sigue la experiencia sensible; en fin, en abrir y garantizar al espíritu un camino nuevo y cierto, que tenga su punto de partida en esta experiencia misma»11

• Ahora bien, aunque es cierto que Bacon enfatizó la etapa inductiva del método científico, también le critico a Aristóteles la parte deductiva ya que esta es efectiva una vez se clarifiquen y precisen los conceptos involucrados en las premisas, en los principios generales de los cuales parten las explicaciones o silogismos, cuestión esta que Aristóteles no había hecho en forma satisfactoria12 •

Los científicos de la época moderna hicieron dos aportes muy importantes en la reflexión sobre el método científico, dentro del patrón aristotélico heredado. Este tenía que involucrar tanto la experimentación como la matematización; de ahí que se hable del método matemático-experimental. En términos muy amplios, dado que no podemos entrar a hacer una presentación detallada de los mismos, en cuanto a lo primero se esperaba que los conceptos científicos fueran susceptibles de ser matematizados, al igual que las relaciones entre ellos y de igual modo se buscaba que estas relaciones conceptuales y matemáticas se dejasen evidenciar en los experimentos diseñados para tales fmes. Aunque estos dos aportes son de gran importancia, se daba por sobreentendido que la ciencia moderna se guiaba por el patrón aristotélico o, más exactamente por los métodos de análisis y síntesis. Newton es un digno ejemplo de ello:

Como en las matemáticas, en la filosofia natural la investigación de las cosas dificiles por el método de análisis ha de preceder siempre al método de composición. Este análisis consiste en hacer experimentos y observaciones, en sacar de ellos conclusiones generales por inducción ... Y aunque los argumentos a partir de observaciones y experimentos por inducción no constituyan una demostración de las conclusiones generales, con todo, es el mejor modo de argumentar que admite la naturaleza de las cosas y ha de considerarse tanto más fuerte cuanto más general sea la inducción ... El de síntesis, por su parte, consiste en suponer las causas descubiertas y en explicar con ellos los fenómenos, procediendo a partir de ellos y demostrando las explicaciones13 •

Como puede verse en las palabras de Newton, ya no se parte del supuesto aristotélico de que los principios generales tienen el rango de verdades

11 Bacon [1620], p. 33. 12 Véase Losee [1972], p. 73. 13 Newton [1704], p. 349.

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necesarias, sino que se admite que es imposible demostrar su completa certeza. Estos adquieren el estatus de postulados o hipótesis postuladas, de conjeturas, que deben ser comprobadas contrastando sus implicaciones cuantitativas con las experiencias observables; aunque se sigue pensando que es altamente probable que los postulados o hipótesis (el conocimiento científico) son verdaderos cuando han sido suficientemente confirmados con la experiencia. Las palabras de Huygens son bastante significativas en este sentido:

Se verá que esta clase de demostraciones no proporcionan una certidumbre tan grande como las de geometría y que hasta difieren bastante, pues mientras los geómetras prueban sus proposiciones mediante principios seguros e indiscutibles, aquí los principios se verifican por las conclusiones que se deducen: la naturaleza de estos hechos no permite proceder de otra forma ... Sin embargo, es posible llegar a un grado de verosimilitud tal, que muy frecuentemente no cede mucho a una absoluta evidencia14

En realidad, la falibilidad de la ciencia sólo se establecerá hasta finales del siglo XIX, comienzos del xx. Finalmente, aprovechemos las palabras de Huygens para establecer el paralelo entre el método de reductio ad absurdum en matemáticas con el método de postulados (o hipotético) o método de invalidación (según a lo que se llegue) de las ciencias empíricas o de la naturaleza. En matemáticas se procede por reductio ad absurdum cuando para demostrar el teorema p, se parte por admitir la verdad de su negación ( ~p ), y a partir de eso y los axiomas de la teoría matemática (a

1, a

1 y a

3, por ejemplo) se intenta

llegar a una contradicción, esto es, a deducir un enunciado (q) y su negación (~q); de modo que finalmente hay que admitir la verdad de lo que se quiere demostrar, esto es, de p. Esquemáticamente, ~p y (a

1 y a

1 y a

3), luego q y ~q;

debemos concluir p. En ciencias, dicha técnica se implementa del modo siguiente. Se propone una hipótesis (h), y a partir de esta hipótesis y de otras ideas ya establecidas (e

1, e

1y el' por ejemplo) se llega a una conclusión (p). En

este punto tenemos dos posibilidades, que la conclusión (p) sea contraria a los datos de la experiencia o a lo que plantea una teoría bien establecida y comprobada ( ~p) o, la segunda posibilidad, que no lo sea. En el primer caso se llega a una contradicción, por lo que hay que aceptar ~h, esto es, que la hipótesis es falsa. En el segundo caso, desde luego que no queda rechazada la hipótesis, pero tampoco es posible sentar su verdad por completo. La hipótesis sólo queda

14 Huygens [1679), pp. 34 y 35.

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verificada y se acepta de modo provisional, pero si la hipótesis pasa muchas pruebas de este tipo podríamos decir que la hipótesis es prácticamente verdadera, se aproxima a una certeza absoluta.

4. Filosofía clásica de la ciencia: el modo como se justifica el conocimiento

Cuando hablamos de concepción clásica de la filosofia de la ciencia nos referimos ante todo al empirismo lógico, la filosofia desarrollada por los miembros del Círculo de Viena, en especial por Rudolph Camap, y también a la fllosofia de la ciencia de Karl Raimund Popper. Para el presente caso que nos ocupa, el de la evaluación o validez de las teorías científicas, estas fllosofias quedan mejor expresadas como confirmacionismo y falsacionismo, respectivamente.

El ideal anterior del método como el camino seguro para lograr la verdad se puso en cuestión y se dejó de lado por lo menos a comienzos del siglo xx y fueron dos las razones principales que se esgrimieron: la complejidad presente en la elaboración de una teoría científica y, desde el punto de vista epistemológico, lo importante es cómo se justifican las teorías no cómo se descubren.

En cuanto a la primera crítica, se planteó que el origen de una teoría es complejo por la cantidad y diversidad de elementos que involucra. Intervienen factores que desde luego tienen que ver con el contenido y campo de investigación, pero también encontramos aspectos que sobrepasan estos factores: tipo de educación recibida por el científico, literatura científica estudiada no perteneciente a su especialidad, cuestiones psicológicas muy personales, el tipo de colegas con que se relaciona y las condiciones sociales y políticas concretas en las que se desarrolla su investigación. En otros términos, en la investigación científica no es posible el método inductivo, en el que partiendo de un conjunto de hechos observados, o de datos de la experiencia, llegamos a los principios o leyes generales de una teoría, mediante la aplicación mecánica de unas cuantas reglas. La investigación científica no es inductiva en este sentido estrecho, y tampoco podemos esperar que ese procedimiento se descubra algún día, porque, como anotamos en el primer capítulo, las teorías científicas e<:tán normalmente formuladas en términos teóricos, en términos que no aparecen de ningún modo en la descripción de las observaciones, experiencias y datos empíricos, que son en las que se apoyan y a cuya explicación sirve. La actividad científica contiene una parte altamente creativa, pues en realidad al conocimiento científico se llega inventando o postulando

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hipótesis o conjeturas (o teorías) a titulo de intentos de solución a un campo de trabajo, y sometiéndolas luego a contrastación empírica; y, como decíamos, se habla precisamente del carácter teórico de la ciencia porque en las hipótesis propuestas se introducen nuevos conceptos, conceptos teóricos, que no tienen una relación directa con la experiencia o con los hechos observados. Como plantea Newton-Smith: «el cambio más profundo que se ha producido en la ciencia ha sido el desarrollo de teorías que introducen ítems y propiedades cada vez más teóricos con fines explicativos. A medida que este proceso se desarrolla, las pruebas para nuestras teorías se hacen cada vez más indirectas y sutiles»15•

Pero la situación anterior no es para desesperar, puesto que en realidad fue demasiado pretencioso creer que el carácter científico del conocimiento (de las teorías científicas) radicaba en la supuesta forma única para acceder a él, siendo que en realidad éste consiste en la manera como se justifica; esto es, en la relación lógico formal que mantiene el conocimiento logrado (las teorías científicas) con los datos que la experiencia nos proporciona. De modo que «la objetividad científica -como plantea Hempel- queda salvaguardada por el principio de que, en la ciencia, si bien las hipótesis y teorías pueden ser libremente inventadas y propuestas, sólo pueden ser aceptadas e incorporadas al corpus del conocimiento científico si resisten la revisión critica, que comprende, en particular, la comprobación, mediante cuidadosa observación y experimentación, de las apropiadas implicaciones contrastadoras»16

Así pues, es importante diferenciar entre el camino que conduce a una teoría (contexto de descubrimiento) del modo en que se evalúa, valora o justifica, una vez formulada (contexto de justificación). La distinción entre estos dos contextos y la importancia que tiene el último para la filosofía de la ciencia, la expresa muy bien Popper del modo siguiente:

La etapa inicial, el acto de concebir o inventar una teoría, no me parece que exija un análisis lógico ni sea susceptible de él. La cuestión acerca de cómo se le ocurre una idea nueva a una persona -ya sea un tema musical, un conflicto dramático o una teoría científica- puede ser de gran interés para la psicología empírica, pero carece de importancia para el análisis lógico del conocimiento científico. Este no se interesa por cuestiones de hecho (el quid facti? De Kant), sino únicamente por cuestiones de justificación o validez (el quid juris? Kantiano) ... En consecuencia, distinguiré netamente entre el proceso

•s Newton-Smith [1981], p. 230. 16 Hempe1 [1966], p. 34.

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de concebir una idea nueva y los métodos y resultados de su examen lógico17•

Lo que es susceptible de un tratamiento lógico formal es el procedimiento para justificar un conocimiento o teoría; de ahí su interés filosófico. En este sentido, el título del libro de Popper, La lógica de la investigación científica (1935), es bastante adecuado a sus objetivos.

Carnap, a su manera, y quien mejor representa los intereses del empirismo lógico, también defiende esta dicotomía cuando dice: «estoy de acuerdo en que no puede haber una máquina inductiva, si el propósito de la máquina es inventar nuevas teorías. Creo, sin embargo, que puede haber una máquina inductiva con un objetivo mucho más modesto. Dadas ciertas observaciones e y una hipótesis h (por ejemplo, en forma de una predicción o hasta de un conjunto de leyes), creo que en muchos casos es posible determinar, por procedimientos mecánicos, la probabilidad lógica o grado de confirmación de h sobre la base de e»18

, e igualmente aprueba que existe una relación lógico formal estrecha (un procedimiento mecánico) entre una teoría (una hipótesis h) y ciertos datos de la experiencia (las observaciones e). Para Camap no hay inducción en el sentido estrecho mencionado arriba, pero sí la hay en un sentido más amplio, elaborado, en sentido lógico. La ciencia es inductiva, en sentido amplio, «en la medida en que supone la aceptación de hipótesis sobre la base de datos que no las hacen deductivamente concluyentes, sino que sólo les proporcionan un apoyo inductivo más o menos fuerte, un mayor o menor grado de confirmación. Y las reglas de inducción han de ser concebidas, en cualquier caso, por analogía con las reglas de deducción, como cánones de validación, más bien que de descubrimiento»19• Respecto a la primera afirmación de Hempel, recordemos la forma como opera el método de postulados (o hipotético), en contraste con el método de reductio ad absurdum en matemáticas, tal y como lo vimos más arriba: si la contrastación de la hipótesis con la experiencia o las teorías bien establecidas es exitosa, entonces esta se acepta pero de modo provisional. En los términos de Carnap, en este caso los datos de la experiencia, con los cuales se verifica la hipótesis, le proporcionan un apoyo inductivo.

Así, pues, se pasó del ideal del método como proceso de descubrimiento de la verdad al del método como proceso de justificación de la misma: esto es, una vez obtenido un conocimiento, elaborada una teoría, la cuestión que surge es cómo justificar que éste, o ésta, es verdadero (a) o falso (a). Además,

17 Popper [1935/1959], p. 30. H. Reichenbach fue otro influyente filósofo de la ciencia que defendió esta dicotomía, véase su libro Experience and Prediction (1938) y Giere [1998], pp. 15-22.

18 Camap [1966], p. 34. La negrilla es mía. 19 Hernpel [1966], p. 37.

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dicho procedimiento de justificación tiene que ver exclusivamente con la teoría elaborada y los datos de la experiencia, y es susceptible de expresarse de un modo riguroso en términos lógico formales. Pero llevar a cabo este procedimiento de justificación no es tan fácil como a primera vista parece ya que no es tan directo y simple el determinar la verdad o falsedad de un conocimiento científico, de una teoría particular, debido a su carácter teórico. Recordemos que hablamos del carácter teórico del conocimiento científico o de las teorías porque precisamente sus enunciados (lo que dicen) no son directamente contrastables sino que más bien esto se hace de manera indirecta a través de sus implicaciones observacionales (sus predicciones) y el contraste de estas con la experiencia. Esto es, de acuerdo con esta perspectiva, los enunciados de observación no ofrecen mayores dificultades respecto a su verdad o falsedad, puesto que en principio estos son contrastables de un modo directo y además son estos los que permiten confirmar o justificar una hipótesis general o una teoría.

En síntesis, en la ftlosofia de la ciencia clásica la concepción del método científico se apoyó en el principio rector de acuerdo con el cual la aceptación o rechazo de una teoría empírica depende de su contraste con la experiencia20

y se radicalizó en la intuición filosófica de que existe un procedimiento lógico formal de la investigación científica o de la evaluación de las teorías. El método científico consiste en el conjunto de principios o reglas (lógico-formales) de procedimiento y razonamiento que permiten evaluar objetivamente las hipótesis y teorías. Veremos que si bien Carnap y Popper coinciden plenamente en todos los puntos presentados más arriba de un modo general, su principal discrepancia tiene que ver con la forma particular como entienden lo lógico formal: para Carnap tiene que ver con la lógica inductiva y para Popper con la lógica deductiva, tal y como se mostrará más abajo.

5. Confirmacionismo y refutacionismo

En la cita de arriba de Camap se observa no sólo que no defiende un inductivismo estrecho, sino que tiene claro que no podemos garantizar que una teoría sea (completamente) verdadera, no tenemos un argumento seguro para ello. El hecho que una teoría sea exitosa en todas sus distintas predicciones, por muy amplias y exactas que sean, no prueba en forma concluyente que la teoría sea verdadera, y esto porque la historia de la ciencia nos ha mostrado

20 Véase Diez [2003].

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que incluso las teorías más firmemente aceptadas resultan siendo limitadas a la hora de explicar o dar cuenta de nuevos fenómenos y, por tanto, son reemplazadas por nuevas teorías.

Esta idea de la metodología científica encuentra un firme apoyo en la lógica (deductiva), en particular en la falacia de afirmación del consecuente. Por una parte, no es un argumento lógicamente correcto afirmar que todos los cisnes son blancos del hecho de que todos los cisnes vistos hasta el día de hoy lo sean. Del mismo modo, el hecho de que las distintas contrastaciones de una teoría hayan sido exitosas hasta el momento, no garantiza que las futuras también lo serán. En segundo lugar, se comete la falacia de afirmación del consecuente si de la verdad de un condicional (p-+q) y su consecuente ( q) se concluye la verdad del antecedente (p). Lo cierto es que en este caso el antecedente no se sigue necesariamente. El siguiente ejemplo muestra que este tipo de argumentos son incorrectos o que se comete una falacia: Si llueve entonces me mojo, me estoy mojando, luego está lloviendo. De igual forma, dada una predicción (P) de una teoría (1) [a lo que le corresponde el condicional Si T entonces P] y resulta exitosa la predicción (P), no se puede concluir de manera necesaria la verdad de la teoría. Esto es, el siguiente argumento es incorrecto: Si T entonces P y P, luego T.

De ahí que la tesis defendida por Carnap sea que sólo podemos decir que una teoría o hipótesis es aproximadamente verdadera (o es altamente probable que sea verdadera) entre más contrastaciones exitosas y significativas tenga. En otras palabras, las contrastaciones exitosas de una teoría proporcionan un más o menos fuerte apoyo empírico o, si se quiere, una mayor o menor confirmación de la teoría. Y esto se corresponde con la forma usual de decir que las hipótesis son más o menos probables. Pero el caso es que estas ideas no se dejan expresar dentro de la lógica formal deductiva, aunque Carnap estaba convencido, como puede verse en la cita de arriba, de que era posible hacerlo en otro sistema formal diferente al deductivo pero igualmente de riguroso. Carnap se puso en la tarea de construir dicho sistema, al cual llamó lógica inductiva, y en el que el concepto principal es el de probabilidad lógica o probabilidad inductiva o grado de confirmación o grado de confianza o grado de credibilidad o grado de aceptabilidad o grado de apoyo. Este concepto representa el grado con el que una información dada apoya una hipótesis determinada, y tiene la peculiaridad de satisfacer todos los principios de la teoría de la probabilidad.

La idea básica de esta lógica inductiva es muy sencilla. Así como en los argumentos deductivos la verdad de las premisas garantiza la verdad de la

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conclusión, en un argumento inductivo21 la verdad de las premisas da un grado de probabilidad mayor o menor a la conclusión. Se supone que la relación inductiva que conduce de la(s) premisa(s) a la conclusión es por completo lógica. En términos de la metodología científica, una predicción (P) exitosa de una teoría (7) proporciona cierto grado de confirmación a la teoría; o, en términos epistémicos más generales, la función de probabilidad p (h/e) [léase: la probabilidad de h, dada la evidencia e] representa el grado de confirmación de la hipótesis h respecto a la evidencia e. Para Carnap la inferencia inductiva tiene un carácter eminentemente lógico, no intervienen aspectos empíricos ni epistémicos, por tanto la inferencia racional científica es por completo lógica, es algo totalmente objetivo, tal y como se entiende la inferencia deductiva.

La principal dificultad que enfrenta este sistema de lógica inductiva para efectos de representar la racionalidad científica consiste precisamente en que no es posible establecer con precisión, en términos numéricos, los grados de confirmación teniendo en cuenta que son muchos y muy variados los aspectos a considerar en las distintas evidencias, así como la resultante fuerza del apoyo que cada una de ellas da a la hipótesis correspondiente. Veamos, por ejemplo, los factores que menciona Hempel: «la aceptabilidad o credibilidad científica de una hipótesis depende de las partes relevantes del conjunto de conocimientos científicos en ese momento incluyendo todo el testimonio relevante a la hipótesis y todas las hipótesis y teorías aceptadas a la sazón que tengan algo que ver con ella .... Estrictamente, por tanto, hablaríamos de la credibilidad de una hipótesis relativamente a un cuerpo dado de conocimiento»22 • Aún más, en la propuesta carnapiana no está claro qué peso tendría la simplicidad, por ejemplo, de una teoría respecto a sus otras características como fecundidad, amplitud, unificación, etc; y, del mismo modo, no cuantifica los distintos tipos de simplicidad que se pueden encontrar en la ciencia, por ejemplo.

Pasemos entonces a exponer lo esencial del refutacionismo popperiano. La filosofía de Popper es muy variada y rica, pero aquí sólo nos ocuparemos del falsacionismo, una tesis central de su metodología científica23 • Esta tesis es inversa al confirmacionismo de los empiristas lógicos, aunque ambas tesis coinciden en proponer que la racionalidad científica (la justificación de las teorías) tiene por completo un carácter lógico. En este sentido, el argumento

21 Tres ideas importantes sobre los argumentos inductivos: son aumentativos, la conclusión contiene más información que las premisas; sus criterios de validez no pueden ser los mismos que el de los deductivos; las premisas apoyan o justifican la conclusión en cierto grado: la verdad de las premisas hace probable la conclusión. Véase Díez y Moulines [1997], pp. 50-59

22 Hempel [1966], p. 74. 23 Para un estudio sistemático de la metodología popperiana, véase García [2006]

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de Popper es bastante simple. No hay duda de que el proceder científico debe ajustarse a una lógica, existe una lógica de la investigación científica, aunque esta no la apliquen todos los hombres de ciencia. Segundo paso, Popper no reconocerá la posibilidad de elaborar una lógica inductiva a la manera de Carnap, ni de ningún otro tipo. Para él el concepto de lógica inductiva es contradictorio, como el de cuadrado redondo; la lógica tiene que ser necesariamente deductiva. Por tanto, tercer paso, como la metodología confrrmacionista se basa en tal lógica, la metodología científica no puede ser la de la confrrmación sino una que cumpla los cánones de la lógica deductiva; y una tal metodología es la de la falsación o refutación.

La metodología (o lógica) de la refutación es completamente posible porque se basa en el modus tollens deductivo: de un condicional~ y la negación de su consecuente ( -q ), se sigue la negación del antecedente ( -p ); esto es, si p entonces q, no q, por tanto no p. Un ejemplo, Si llueve entonces me mojo, No me estoy mojando, luego No está lloviendo.

Vemos entonces que la propuesta popperiana se basa en la asimetría existente entre la confrrmación y la refutación: de una predicción exitosa no podemos concluir la verdad de la teoría, pero una predicción fallida garantiza que es falsa. En definitiva, no se puede garantizar la verdad de una teoría ni su verdad probable, pero sí su falsedad a partir de contrastaciones fallidas.

Como hemos visto, el confirmacionismo y el falsacionismo buscan destilar lo esencial del método científico en términos lógicos y justifican la confianza que los científicos tienen o deberían tener en él. En ambos casos, ser racional es comportarse de acuerdo a lo que dicta el método. La racionalidad científica queda limitada por argumentos lógicos firmes y por la observación cuidadosa, la experiencia. Además, las dos propuestas requieren, para ser coherentes, que haya una base empírica ( observacional) suficientemente frrme que permita la contrastación de las predicciones con miras a la confrrmación o a la falsación de la teoría.

6. Filosofía de la ciencia histórica: pragmática de la justificación

Filósofos como Toulmin, Hanson, Feyerabend24, Kuhn y Lakatos promovieron, a comienzos de la década de los sesenta del siglo XX, un programa en filosofía de la ciencia en donde sus distintas tesis fueron apoyadas, entre otras cosas, en análisis históricos cuidadosos de teorías científicas particulares.

24 Véase, por ejemplo, Munévar [2006].

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Sus planteamientos tuvieron importantes repercusiones en la metodología científica (el principal campo de trabajo de los filósofos de la ciencia en su momento), pues rechazaban el confirmacionismo y el falsacionismo a partir de una crítica fuerte de sus presupuestos y examinando qué tanto se adecuaban a lo que históricamente se había dado en la ciencia. Quienes promovieron esta filosofia de la ciencia con una perspectiva histórica de la ciencia o filosofia de la ciencia histórica (que es la expresión compacta utilizada por Kuhn25) llegaron a concluir que estos dos modelos de la racionalidad científica eran extremadamente simples porque no alcanzaban a reflejar los aspectos centrales del modo como los científicos, o las comunidades científicas, justifican o valoran sus teorías26

Puesto que estamos más interesados en clarificar las distintas ideas directamente relacionadas con la metodología científica más que en la presentación de los diversos programas filosóficos de los que hacen parte estas ideas, en lo que viene a continuación se ha elegido como estrategia expositiva seguir, en líneas generales, más <le cerca los planteamientos de Kuhn que los de los otros filósofos27• Las tesis centrales sobre este tema las trata Kuhn por primera vez, y de manera sistemática, en su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962).

Una primera crítica de Kuhn y otros estaba dirigida contra el falsacionismo de Popper, el cual calificaban defalsacionismo ingenuo, en el sentido de que una cosa es que el modus tollens sea un esquema deductivo válido y otra que sea «el» esquema que expresa adecuadamente el tipo de justificación involucrada en los casos de refutación de una teoría. Esto es, en términos generales, la lógica deductiva puede ser un sistema formal totalmente respetable y útil para hacer que nuestro discurso no sea contradictorio; y también podemos conjeturar que subyace una lógica a la justificación científica, tal y como hizo Camap; pero esto no nos habilita para concluir que dicha lógica subyacente es la deductiva, tal y como hizo Popper. Veremos que, a la luz de la actividad científica, no es posible encuadrar la justificación científica dentro de los cánones de una lógica, deductiva o inductiva.

Precisamente, la tesis (negativa) de Kuhn es que la evaluación de las teorías

25 En ingles, Historical Philosophy of Science. Véase Kuhn [2000], capítulo cinco. 26 El tema del método científico tiene relación con el de la demarcación entre ciencia y

metafísica, esto es, con qué es ciencia, pues si aclaramos lo primero, se tiene una respuesta a lo segundo. Para una presentación del tema en extenso, pero haciendo énfasis en lo segundo véase Diéguez [2005], cap. 4.

27 Algunas de las cuestiones aquí planteadas sobre Kuhn las he tratado de manera más sistemática en Guerrero [2003a].

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es mucho más compleja que lo supuesto por los empiristas lógicos y Popper, y esto básicamente por las cuatro razones siguientes.

i) No hay una base empírica ( observacional) suficientemente firme, la observación está cargada de teoría, está condicionada por el contexto teórico.

ii) En la contrastación de una teoría no sólo está involucrada la teoría en cuestión sino todo un conjunto de presupuestos teóricos adicionales.

iii) La noción de teoría es mucho más compleja que lo que ellos supusieron. iv) Las teorías se desarrollan pasando por diversos estadios. Veamos cada uno de estos puntos por separado.

i) Carga teórica de la observación La observación no es neutral y pura, tal y como piensan los empiristas

lógicos, ni tampoco existe una base empírica ( observacional) suficientemente fmne como requiere el falsacionismo de Popper; de acuerdo con los historicistas la observación está cargada de teoría, está condicionada por el contexto teórico y culturaJ28•

Veamos un ejemplo kuhniano. La estructura y cambios vistos en los cielos fueron explicados de manera muy diversa por la tradición occidental antigua y por la tradición oriental China. Podríamos decir que la primera basa sus explicaciones en el principio de que en los cielos no hay cambios, en tanto que la segunda los admitía sin contradicción alguna. La astronomía griega se basaba, entre otros, en el principio de la naturaleza diferente de la región celeste (en la que se encuentran las estrellas fijas, los planetas, el Sol y la Luna) y la terrestre (donde únicamente se encuentra la Tierra, la trayectoria de la Luna marca el límite de las dos regiones). En la región celeste reina la armonía, es inmutable, en ella todo permanece igual y del mismo modo. En tanto que en la terrestre gobierna el cambio, las transformaciones y generaciones, en ella las cosas no permanecen igual. Esto se hace evidente en los cambios permanentes que observamos sobre la superficie terrestre y también en su atmósfera. Una observación tan relativamente directa como la procedencia de los cometas de la región celeste con un movimiento errático violaba dicho principio, de tal manera que dicha contradicción se superaba planteando que los cometas se mueven en la región terrestre, más exactamente, en los límites con la celeste. Del mismo modo podemos decir que los principios teóricos que dominaban a la astronomía griega los llevó a, por ejemplo, no observar en los cielos nuevas estrellas o la desaparición de estrellas, las manchas solares y montañas en la

28 Para esta tesis, véase especialmente Hanson [ 1958], cap. 1; Kuhn [ 196211970], cap. X; y Feyerabend [1975], cap. 5.

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9R lntrodu('( inn u la Ji/oso(tu di' la cJuJcia

Luna. En tanto que cambios en la región celeste como la procedencia de los cometas, las manchas solares, aparición y desaparición de estrellas, fueron observadas y muy tenidas en cuenta en la tradición astronómica china.

ii) Holismo En la contrastación de una teoría no sólo está involucrada la teoría (H) en

cuestión sino todo un conjunto de presupuestos teóricos o supuestos auxiliares (SA) adicionales, además de que se deben garantizar ciertas condiciones iniciales (Cl). En el caso de las observaciones astronómicas de Galileo con el telescopio intervinieron supuestos relativos a la estructura del mundo, la óptica y al uso y características del telescopio, por ejemplo. En la confirmación de la hipótesis (H) galileana de que la Luna posee montañas, esto es, que las zonas claras de la Luna son las cimas de las montañas y las oscuras los valles, intervinieron supuestos auxiliares (SA) relativos a lo siguiente.

* La estructura del mundo: de modo que la Luna siendo de naturaleza distinta a la de la Tierra no podía estar constituida de los mismos elementos terrestres y por tanto no podía tener montañas;

* La composición de la Tierra: la atmósfera terrestre afecta, modifica, las observaciones a través del telescopio, de modo que lo que vemos no se lo podemos atribuir directamente al objeto observado;

* La teoría óptica: a Galileo se le objetaba, por ejemplo, que aunque era todo un experto en la construcción de lentes no poseía una teoría óptica suficientemente bien elaborada para explicar el funcionamiento del telescopio, lo cual daba poca credibilidad a sus experimentos con el mismo.

*El uso del telescopio: hay que ser un experto para observar a través del mismo.

De tal manera que, lo cual es el cambio importante respecto a la explicación empirista lógica y popperiana, ante una contrastación negativa, una refutación, no podemos declarar automáticamente que la hipótesis es falsa, puesto que dado que la predicción no sólo es implicada por la hipótesis sino también por los distintos supuestos adicionales y por las condiciones iniciales, podemos declarar falso a cualquiera de los supuestos auxiliares o concluir que no se dieron las condiciones iniciales requeridas.

iii) Las teorías cvmo entidades complejas, como paradigmas La categoría de paradigma es clave en la filosofía de Kuhn, y aquí sólo

podemos mostrar de manera sintética la forma en que se integra a la crítica en cuestión. En algunas interpretaciones de la filosofía kuhniana se equipara su

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noción de paradigma con la de teoría científica, o por lo menos con los intentos por parte de Kuhn de mostrar que la noción de teoría dominante era demasiado estrecha, en tanto que la de paradigma buscaba introducir nuevos elementos determinantes29

• En el estado presente de la reflexión filosófica, podemos decir que Kuhn tenía razón en cuanto a lo primero, pero que fue demasiado lejos en el segundo punto. Efectivamente la noción de teoría como un conjunto de enunciados y sus implicaciones lógicas es demasiado estrecha respecto a la forma como los científicos utilizan este término, tal y como han mostrado los partidarios del enfoque semántico de las teorías30

• Pero al mismo tiempo Kuhn utilizó su noción de paradigma en forma ambigua y cuando la precisó a través de la noción de matriz disciplinar la exageró mucho en relación con el uso científico. Defmitivamente los científicos no incluyen en las teorías valores metodológicos, aunque los otros tres elementos de la matriz disciplinar de Kuhn están presentes en mayor o menor medida: las generalizaciones simbólicas y las aplicaciones paradigmáticas son fundamentales, y los compromisos ontológicos o heurísticos son más bien secundarios. Recordemos brevemente qué dice Kuhn sobre cada uno de ellos31

Para Kuhn un paradigma es el marco de supuestos básicos compartidos por los miembros de una disciplina, los cuales se pueden agrupar en cuatro componentes.

*Generalizaciones simbólicas: la propuesta aquí es que leyes como la segunda ley de Newton no sean vistas como generalizaciones o principios universales inferidos de la experiencia sino simplemente como constructos teóricos que funcionan como esquemas de ley que deben ser complementados por leyes que se aplican a dominios particulares.

* Ejemplares o paradigmas propiamente dichos: refieren a un logro o realización concreta en cuanto a la solución de un problema particular que sirve de modelo para otros problemas semejantes o parecidos, y que también tienen la función epistemológica de mostrar el modo en que los principios teóricos se aplican al dominio fenoménico particular.

* Modelos heurísticos u ontológicos: tiene que ver los compromisos ontológicos de una teoría, de modo que los objetos o entidades supuestos por una teoría pueden ser vistos en unos casos sólo como ficciones útiles para explicar ciertos fenómenos, mientras que en otros como realmente existentes en la naturaleza misma.

29 Véase, por ejemplo, Díez [2003] y Guerrero [2003b]. Jo Sobre este tema he escrito en Guerrero [2007]. JI Véase Kuhn [1962/1970], pp. 181-187.

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* Valores metodológicos: la fecundidad, simplicidad, utilidad, coherencia interna y externa de una teoría funcionan generalmente como valores compartidos por la comunidad de científicos de las ciencias naturales.

iv) Las teorías pasan por distintos estadios en su desarrollo Este es un principio clave en la filosofia de Kuhn y además lo que plantea

es bastante elemental, simple, pero con grandes implicaciones en el problema de la justificación de las teorías y, en general, en la filosofia de la ciencia32

• En orden de importancia, respecto al problema de la justificación, considero que a este principio le siguen los dos anteriores. Lo que plantea este principio (de desarrollo de las teorías) es que las teorías no se presentan completamente acabadas sino que se desarrollan y pasan por diversos estadios, evolucionan en el tiempo: nacen (se proponen y aceptan), crecen (se desarrollan y amplían) y mueren (se dejan de usar). En otras palabras, el desarrollo de una teoría científica tiene distintos periodos (etapas o fases): ciencia normal, ciencia extraordinaria (crisis y revolución) y nueva etapa de ciencia normal. En particular, cuando una teoría se presenta y acepta, por primera vez, requiere de tiempo adicional para su ajuste, desarrollo y ampliación; y precisamente los periodos de ciencia normal están dominados por este tipo de actividades, en términos de Kuhn, por la actividad de resolución de enigmas o rompecabezas.

¿Cómo interviene este hecho en la justificación de una teoría? Pues sencillamente lo que se plantea es que un científico particular (pero lo mismo puede decirse de la comunidad científica en su totalidad) asume de manera muy distinta la justificación de la teoría dependiendo del estado de desarrollo de la misma: de una manera cuando la teoría está recién formulada, de otra cuando la teoría ya está madura, y de otra muy distinta cuando entra en crisis. Así que en este sentido podemos decir que hay que tener en cuenta el contexto de descubrimiento en la evaluación de una teoría científica.

En síntesis, la tesis de Kuhn sobre la evaluación de teorías científicas tiene dos partes, una negativa y otra positiva33 •

a) Negativa: «la cuestión de la elección de paradigma no puede resolverse nunca de manera inequívoca sólo mediante la lógica y la experimentación»34

Así, como plantea Díez, no es una cuestión de todo o nada sino una cuestión de grado35•

32 Véase Diez [2003]. 33 Esta tesis se desarrolla especialmente en Kuhn [1962/1970], cap. XII. 34 /bid., p. 94. 35 Véase Diez [2003].

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b) Positiva: tiene dos partes. Una es que la puesta a prueba de una teoría no consiste simplemente en su comparación con la naturaleza, sino que es un largo y arduo proceso que queda mejor descrito como el proceso de competencia entre dos teorías rivales y su relación con la realidad, para obtener la aceptación de la comunidad científica36• La valoración de una teoría ya no sólo tiene que ver con la relación lógica entre datos de la experiencia y teoría, sino que también incluye una evaluación comparativa entre la teoría aceptada y las teorías alternativas en competencia. Este punto se basa en el hecho de que la lógica puede aconsejar no trabajar en una teoría falsa, pero el sentido común y práctico de los científicos dice que ante la situación de no tener ninguna otra teoría como alternativa hay que continuar con la supuestamente falsa, pues de lo contrario la salida (inaceptable) seria dejar de practicar la ciencia hasta no contar con la nueva teoría.

La otra es que, en términos amplios, una teoría no se pone a prueba durante los periodos de ciencia normal, sino que más bien lo que está a prueba son las capacidades del investigador para resolver enigmas o problemas. Cuando la teoría dominante está pasando por un periodo de crisis, hay un buen número de problemas recalcitrantes (anomalías) que ocupa la atención de los científicos, y estos están más dispuestos a cambiar de teoría. Durante estos periodos, hay un grupo reducido de científicos jóvenes o novatos trabajando en la configuración de una nueva teoría. Por tanto, no es posible establecer la diferencia entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación: «no hay manera de separar los orígenes de la validación»37

• El contexto de justificación no puede aislarse de consideraciones históricas, depende del estado de desarrollo de la teoría y de qué tan dispuestos estén los científicos a trabajar en una teoría nueva. Podemos plantear que en la elección de teoría interviene cierto aspecto psicológico de los científicos, pues en un mismo momento histórico encontramos que hay científicos que tienen un temperamento revolucionario, están dispuestos a arriesgar tiempo, reputación y muchas otras cosas, al trabajar en una teoría incipiente en vez de hacerlo en la teoría dominante; mientras que otros tienen un temperamento conservador y ven grandes ventajas (teóricas y prácticas) en continuar impulsando la teoría dominante.

Kuhn plantea que éste proceso de aceptación de una teoría puede caracterizarse del siguiente modo: «lo que ocurre, más que la conversión de un solo grupo, es un cambio cada vez mayor en la distribución de la fidelidad profesional»38 • La fidelidad la podemos pensar como la confianza o compromiso

36 Véase Kuhn (1962/1970], p. 145. 37 Giere [1998]. 38 /bid., p. 158.

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con la teoría y esta distribución de la fidelidad profesional la podemos describir en cuatro etapas, tal y como aparecen en la figura 3 .l.

2 1 3 1 4

TIEMPO

Fig. 3.1. Distribución de la fidelidad profesional hacia una teoría

1) Al comienzo un nuevo candidato a teoría sólo tiene unos pocos partidarios.

2) Estos pocos partidarios al desarrollar la propuesta de teoría aumentan el número y la fuerza de los argumentos de persuasión a favor de ésta.

3) Se multiplica el número de experimentos, instrumentos, artículos y libros basados en la teoría nueva.

4) Dominio de la nueva teoría. Se entra en una nueva etapa de ciencia normal. Sólo unos pocos científicos continúan oponiéndose a la nueva teoría.

En síntesis, la decisión de trabajar en la teoría dominante o en una teoría alternativa no es una cuestión de todo o nada, de sólo lógica, también hay que tener en cuenta cuestiones pragmáticas ( contextuales ), como la pérdida de confianza en la teoría. Además, la única alternativa frente a un caso de refutación no es rechazar la teoría, en principio hay por lo menos cuatro salidas:

1) hacer caso omiso de la misma y seguir trabajando en la teoría hasta que las cosas se compliquen más;

2) revisar los datos, las hipótesis implícitas presupuestas por ellos; 3) hacer pequeños reajustes internos a la teoría sin modificar el núcleo de la

misma;

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 103

4) «hacer la revolución», rechazar completamente la teoría si ésta se complica demasiado39

Finalmente, ¿en qué queda entonces la distinción entre los contextos de descubrimiento y de justificación? La distinción se diluye hasta desaparecer. El supuesto contexto de justificación no puede asilarse de consideraciones históricas ya que, en general, podemos decir que la tendencia de los científicos a seguir practicando la teoría vigente, en vez de la nueva, es más dominante recién aparezca la nueva o, a la inversa, la tendencia de un mayor número de científicos a trabajar en la consolidación y reputación de la nueva teoría se hace más fuerte a medida que ésta muestra mayores logros experimentales y teóricos. Aún más, la valoración de una teoría ya no sólo tiene que ver con la relación lógica entre datos de la experiencia y teoría, sino que también incluye, entre otras variables, una evaluación comparativa entre la teoría aceptada y las teorías alternativas en competencia. Así que podríamos decir que ha cambiado la concepción misma de lo que es justificar una teoría, se pasa de entenderla como una relación lógico formal entre datos y teoría a una relación más compleja ya que: la observación está teóricamente condicionada; en la contrastación empírica de una teoría hay supuestos teóricos adicionales a la teoría misma que se está examinando; la valoración de una teoría se hace, entre otras cosas, a la luz de teorías alternas; el estado de desarrollo de la teoría dominante y el de la teoría alterna son determinantes para hacer una elección; y, finalmente, (y no por ello el último y menos importante, pues podríamos en listar otros más) el temperamento psicológico del científico queda enmarcando dentro de los extremos carácter revolucionario/carácter conservador.

Para expresar lo anterior de una forma más sintética, veamos lo que dice Giere respecto a la gran ruptura que produjo Kuhn (y en general la corriente historicista) en este punto:

El profundo compromiso con la distinción [contexto de descubrimiento 1 contexto de justificación] de Reichenbach tras la 11 Guerra Mundial ayuda a explicar la reacción muy negativa inicial al trabajo de Kuhn entre los filósofos de la ciencia. Pues el punto de vista de Kuhn era que la historia de la ciencia es una historia de grandes cambios en la teoría aceptada conducidos por contingencias históricas: por la socialización dentro de una especialidad científica, por las crisis psicológicas subsiguientes al fracaso de las técnicas establecidas para resolver problemas reconocidos, por los repentinos cambios en la gestalt, por la muerte de los más viejos oponentes, y por los textos que se reescribían.

39 Véase Diez y Moulines [1997], p. 437.

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Aquí no hay relación lógica formal entre los datos y la teoría como para decimos qué teoría está mejor justificada, y por tanto no hay manera de separar los orígenes de la validación. De hecho, no existe cosa tal como la validación en el sentido más antiguo40

Las siguientes palabras de van Fraassen también refuerzan la idea principal desarrollada en este capítulo: «la justificación de un programa de investigación dentro de un plazo relativamente corto puede depender más de los recursos conceptuales de la teoría y de hechos relacionados con las circunstancias presentes, que de la adecuación empírica o, incluso, de la verdad de esa teoría»41

Para terminar, y con muy pocas palabras, la manera como se justifica el conocimiento científico (el método) no tiene una forma lógica y no es única. La justificación de una teoría es el resultado de sopesar cuestiones de orden lógico (racionalidad lógica) con cuestiones de orden práctico (racionalidad práctica), aunque igualmente considero una exageración afirmar que «no hay método científicm).

40 Giere [ 1998], p. 20. Lo del paréntesis es mío. 41 van Fraassen [1980], p. 246.

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B. TALLER No. 6*

El racionalismo critico de Popper

Realice una lectura del escrito «Panorama de algunos problemas fun­damentales», de Karl R. Popper, deteniéndose especialmente en las distintas partes que tienen que ver directamente con las cuestiones que aparecen a continuación.

l. a) De acuerdo con Popper, ¿en qué consiste el método inductivo? b) Ilustre cada una de las partes de este método con el ejemplo de los cisnes. e) ¿Por qué considera Popper que este tipo de inferencia inductiva es problemático?

2. a) Popper es partidario de la idea de que la filosofía de la ciencia sólo se ocupa del contexto de justificación, dejando de lado el de descubrimiento; describa brevemente estos dos contextos. b) Hay un sentido de «reconstrucción racional» que Popper acepta, ¿en qué consiste éste y cuál es su relación con el contexto de descubrimiento?

3. a) En el segundo párrafo del apartado 3 «Contrastación deductiva de teorías», Popper presenta cuatro tipos de procedimiento para llevar a cabo la contrastación de una teoría: de un nombre a cada uno de ellos, describa! os brevemente e intente establecer diferencias entre ellos. b) ¿Cuál de estos procedimientos es el más importante?

4. a) En el mismo apartado 3, Popper muestra por qué el método de contrastación de las teorías es deductivo y diferencia entre verificación y falsación. ¿En qué consisten la verificación y la falsación? b) ¿Por qué podemos hablar de procedimientos deductivos en los dos casos? e) ¿Qué quiere decir Popper con que una teoría ha «demostrado su temple» o que ha sido corroborada?

5. a) Enuncie y explique el problema de la demarcación que Popper propone. b) Reconstruya la doctrina de la falsabilidad. e) ¿Por qué Popper rechaza la doctrina de la verificabilidad? d) Parece haber una contradicción en Popper al defender un criterio de demarcación y afirmar que «ni siquiera llego a afirmar que la metafísica carezca de valor para la ciencia empírica. Pues no puede negarse que, así

* Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alumno de pregrado Fabián Andrés González.

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como ha habido ideas metafísicas que han puesto una barrera al avance de la ciencia, han existido otras -tal como el atomismo especulativo- que la han ayudado» (fmal del apartado 4). Muestre que efectivamente no existe la aparente contradicción.

LECTURA*

Panorama de algunos problemas fundamentalest Karl Raimund Popper (1935/1959)

El hombre de ciencia, ya sea teórico o experimental, propone enunciados --<> sistemas de enunciados-- y los contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias empíricas construye hipótesis --<> sistemas de teorías­y las contrasta con la experiencia por medio de observaciones y experimentos. Según mi opinión, la tarea de la lógica de la investigación científica--<> lógica del conocimiento- es ofrecer un análisis lógico de tal modo de proceder: esto es, analizar el método de las ciencias empíricas. Pero, ¿cuáles son estos «mé­todos de las ciencias empíricas»? Y, ¿a qué cosa llamamos «ciencia empírica»?

l. El problema de la inducción De acuerdo con una tesis que tiene gran aceptación -y a la que nos

opondremos en este libro-, las ciencias empíricas pueden caracterizarse por el hecho de que emplean los llamados «métodos inductivos»: según esta tesis, la lógica de la investigación científica sería idéntica a la lógica inductiva, es decir, al análisis lógico de tales métodos inductivos.

Es corriente llamar «inductiva» a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares (llamados, a veces, enunciados «particulares»), tales como descrip­ciones de los resultados de observaciones o experimentos, a enunciados universales, tales como hipótesis o teorías.

Ahora bien, desde un punto de vista lógico dista mucho de ser obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por elevado que sea su número; pues cualquier conclusión que saquemos de este modo corre siempre el riesgo de resultar un día falsa: así,

• Transcripción hecha por Pablo Andrés Jiménez.

t En K. Popper, La lógica de la Investigación Científica, Tecnos, Madrid, 1977, Capítulo primero, pp. 27-41.

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cualquiera que sea el número de ejemplares de cisnes blancos que hayamos observado, no está justificada la conclusión de que todos los cisnes sean blancos.

Se conoce con el nombre del problema de la inducción la cuestión acerca de si están justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo están.

El problema de la inducción puede formularse, asimismo, como la cuestión sobre cómo establecer la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia --como son las hipótesis y los sistemas teóricos de las ciencias empíricas-. Pues muchos creen que la verdad de estos enunciados se «sabe por experiencia»; sin embargo, es claro que todo informe en que se da cuenta de una experiencia --o de una observación, o del resultado de un experimento­no puede ser originariamente un enunciado universal, sino sólo un enunciado singular. Por lo tanto, quien dice que sabemos por experiencia la verdad de un enunciado universal suele querer decir que la verdad de dicho enunciado puede reducirse, de cierta forma, a la verdad de otros enunciados -éstos singulares­que son verdaderos según sabemos por experiencia; lo cual equivale a decir que los enunciados universales están basados en inferencias inductivas. Así pues, la pregunta acerca de si hay leyes naturales cuya verdad nos conste viene a ser otro modo de preguntar si las inferencias inductivas están justifica­das lógicamente.

Mas si queremos encontrar un modo de justificar las inferencias inductivas, hemos de intentar, en primer término, establecer un principio de inducción. Semejante principio seria un enunciado con cuya ayuda pudiéramos presentar dichas inferencias de una forma lógicamente aceptable. A los ojos de los man­tenedores de la lógica inductiva, la importancia de un principio de inducción para el método científico es máxima: « ... este principio --dice Reichenbach­determina la verdad de las teorías científicas; eliminarlo de la ciencia significaría nada menos que privar a ésta de la posibilidad de decidir sobre la verdad o falsedad de sus teorías; es evidente que sin él la ciencia perdería el derecho de distinguir sus teorías de las creaciones fantásticas y arbitrarias de la imaginación del poeta»1•

Pero tal principio de inducción no puede ser una verdad puramente lógica, como una tautología o un enunciado analítico. En realidad, si, existiera un principio de inducción puramente lógico no habría problema de la inducción; pues, en tal caso, seria menester considerar todas las inferencias inductivas como transfor-

1 H. Reichenbach, Erkenntnis 1, 1930, p. 186. (q: también las pp. 64 y sig.) * q: los comentarios de Russell acerca de Hume, que he citado en el apartado *2 de mi Postscript.

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maciones puramente lógicas, o tautológicas, exactamente lo mismo que ocurre con las inferencias de la lógica deductiva. Por tanto, el principio de inducción tiene que ser un enunciado sintético: esto es, uno cuya negación no sea con­tradictoria, lógicamente posible. Surge, pues, la cuestión acerca de por qué habría que aceptar semejante principio, y de cómo podemos justificar racio­nalmente su aceptación.

Algunas personas que creen en la lógica inductiva se precipitan a señalar, con Reichenbach, que «la totalidad de la ciencia acepta sin reservas el principio de inducción, y que nadie puede tampoco dudar de este principio en la vida corriente»2• No obstante, aun suponiendo que fuese así --después de todo, «la totalidad de la ciencia» podría estar en un error- yo seguiría afirmando que es superfluo todo principio de inducción, y que lleva forzosamente a incoherencias (incompatibilidades) lógicas.

A partir de la obra de Hume debería haberse visto claramente que aparecen con facilidad incoherencias cuando se admite el principio de inducción; y también que dificilmente pueden evitarse (si es que es posible tal cosa): ya que, a su vez, el principio de inducción tiene que ser un enunciado universal. Así pues, si intentamos afirmar que sabemos por experiencia que es verdadero, reaparecen de nuevo justamente los mismos problemas que motivaron su introducción: para justificarlo tenemos que utilizar inferencias inductivas; para justificar éstas hemos de suponer un principio de inducción de orden superior, y así sucesivamente. Por tanto, cae por su base el intento de fundamentar el principio de inducción en la experiencia, ya que lleva, inevitablemente, a una regresión infinita.

Kant trató de escapar a esta dificultad admitiendo que el principio de inducción (que él llamaba «principio de causación universal») era «válido a

priori». Pero, a mi entender, no tuvo éxito en su ingeniosa tentativa de dar una justificación a priori de los enunciados sintéticos.

Por mi parte, considero que las diversas dificultades que acabo de esbozar de la lógica inductiva son insuperables. Y me temo que lo mismo ocurre con la doctrina, tan corriente hoy, de que las inferencias inductivas, aun no siendo «estrictamente válidas», pueden alcanzar cierto grado de <<Seguridad» o de «probabilidad».

( ... ) 2. Eliminación del psicologismo He dicho más arriba que el trabajo del científico consiste en proponer teorías y en contrastarlas.

2 Reichenbach, ibíd., p. 67.

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La etapa inicial, el acto de concebir o inventar una teoría, no me parece que exija un análisis lógico ni sea susceptible de él. La cuestión acerca de cómo se le ocurre una idea nueva a una persona -ya sea un tema musical, un conflicto dramático o una teoría científica- puede ser de gran interés para la psicología empírica, pero carece de importancia para el análisis lógico del conocimiento científico. Este no se interesa por cuestiones de hecho (el quit facti? de Kant), sino únicamente por cuestiones de justificación o validez (el quit juris? kantiano); sus preguntas son del tipo siguiente: ¿puede justificarse un enunciado?; en caso afirmativo, ¿de qué modo?; ¿es contrastable?; ¿depende lógicamente de otros enunciados?; ¿o los contradice quizá? Para que un enunciado pueda ser examinado lógicamente de esta forma tiene que habérsenos propuesto antes: alguien debe haberlo formulado y habérnoslo entregado para su examen lógico. En consecuencia, distinguiré netamente entre el proceso de concebir una idea nueva y los métodos y resultados de su examen lógico. En cuanto a la tarea de la lógica del conocimiento --que he contrapuesto a la psicología del mismo-, me basaré en el supuesto de que consiste pura y exclusivamente en la inves­tigación de los métodos empleados en las contrastaciones sistemáticas a que debe someterse toda idea nueva antes de que se la pueda sostener seriamente. Algunos objetarán, tal vez, que seria más pertinente considerar como ocupación propia de la epistemología la fabricación de lo que se ha llamado una «recons­trucción racional» de los pasos que han llevado al científico al descubrimiento, a encontrar una nueva verdad. Pero la cuestión se convierte entonces en: ¿qué es, exactamente, lo que queremos reconstruir? Si lo que se trata de reconstruir son los procesos que tienen lugar durante el estímulo y formación de ins­piraciones, me niego a aceptar semejante cosa como tarea de la lógica del conocimiento: tales procesos son asunto de la psicología empírica, pero difi­cilmente de la lógica. Otra cosa es que queramos reconstruir racionalmente las contrastaciones subsiguientes, mediante las que se puede descubrir que cierta inspiración fue un descubrimiento, o se puede reconocer como un conocimiento. En la medida en que el científico juzga críticamente, modifica o desecha su propia inspiración, podemos considerar -si así nos place- que el análisis metodológico emprendido en esta obra es una especie de «reconstrucción racional» de los procesos intelectuales correspondientes. Pero esta recons­trucción no habrá de describir tales procesos según acontecen realmente: sólo puede dar un esqueleto lógico del procedimiento de contrastar. Y tal vez esto es todo lo que quieren decir los que hablan de una «reconstrucción racional» de los medios por los que adquirimos conocimientos. Ocurre que los razonamientos expuestos en este libro son enteramente independientes de este problema. Sin embargo, mi opinión del asunto -valga

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lo que valiere- es que no existe, en absoluto, un método lógico de tener nuevas ideas, ni una reconstrucción lógica de este proceso. Puede expresarse mi parecer diciendo que todo descubrimiento contiene «un elemento irracional» o «una intuición creadom» en el sentido de Bergson. Einstein habla de un modo parecido de la «búsqueda de aquellas leyes sumamente universales ... a partir de las cuales puede obtenerse una imagen del mundo por pum deducción. No existe una senda lógica --dice- que encamine a estas ... leyes. Sólo pueden alcanzarse por la intuición apoyada en algo así como una introyección (' Einjühlung') de los objetos de la experiencia» (Comunicación en el setenta cumpleaños de Max Planck)

3. Contrastación deductiva de teorías De acuerdo con la tesis que hemos de proponer aquí, el método contrastar

críticamente las teorías y de escogerlas, teniendo en cuenta los resultados obtenidos en su contraste, procede siempre del modo que indicamos a conti­nuación. Una vez presentada a título provisional una nueva idea, aún no justi­ficada en absoluto -sea una anticipación, una hipótesis, un sistema teórico o lo que se quiera-, extraen conclusiones de ella por medio de una deducción lógica; estas conclusiones se comparan entre sí y con otros enunciados perti­nentes, con objeto de hallar las relaciones lógicas (tales como equivalencia, deductibilidad, compatibilidad o incompatibilidad, etc.) que existan entre ellas.

Si queremos, podemos distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la contrastación de una teoría. En primer lugar, se encuentra la comparación lógica de las conclusiones unas con otras: con lo cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema. Después, está el estudio de la forma lógica de la teoría, con objeto de determinar su carácter: si es una teoría empírica­científica- o si, por ejemplo, es tautológica. En tercer término, tenemos la compamción con otras teorías, que tiene por principal mim la de averiguar si la teoría examinada constituiría un adelanto científico en caso de que sobreviviere a las diferentes contrastaciones a que la sometemos. Y fmalmente, viene el contmstarla por medio de la aplicación empírica de las conclusiones que pueden deducirse de ella.

Lo que se pretende con el último tipo de contmste mencionado es descubrir hasta qué punto satisfarán las nuevas consecuencias de la teoría -sea cual fuere la novedad de sus asertos- a los requerimientos de la práctica, ya pro­vengan éstos de experimentos pummente científicos o de aplicaciones tecno­lógicas prácticas. También en este caso el procedimiento de contmstar resulta ser deductivo; veámoslo. Con ayuda de otros enunciados anteriormente acep­tados se deducen de la teoría a contmstar ciertos enunciados singulares --que

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podremos denominar «predicciones»---; en especial, predicciones que sean fácilmente contrastables o aplicables. Se eligen entre estos enunciados los que no sean deductibles de la temía vigente, y, más en particular, los que se encuentren en contradicción con ella. A continuación tratamos de decidir en lo que se refiere a estos enunciados deducidos (y a otros), comparándolos con los resultados de las aplicaciones prácticas y de experimentos. Si la decisión es positiva, esto es, si las conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificadas, la teoría a que nos referimos ha pasado con éxito las contrastaciones (por esta vez): no hemos encontrado razones para desecharla. Pero si la decisión es negativa, o sea, si las conclusiones han sido falsadas•• esta falsación revela que la teoría de la que se han deducido lógicamente es también falsa.

Conviene observar que una decisión positiva puede apoyar a la teoría exa­minada sólo temporalmente, pues otras decisiones negativas subsiguientes pueden siempre derrocarla. Durante el tiempo en que una teoría resiste contras­taciones exigentes y minuciosas, y en que no la deja anticuada otra teoría en la evolución del progreso científico, podemos decir que ha «demostrado su temple» o que está «corroborada» •¡ por la experiencia.

En el procedimiento que acabamos de esbozar no aparece nada que pueda asemejarse a la lógica inductiva. En ningún momento he asumido que podamos pasar por un razonamiento de la verdad de enunciados singulares a la verdad de teorías. No he supuesto un solo instante que, en virtud de unas conclusiones «verificadas», pueda establecerse que unas teorías sean «verdaderas», ni siquiera meramente «probables».

En este libro pretendo dar un análisis más detallado de los métodos de contrastación deductiva; e intentaré mostrar que todos los problemas que se suelen llamar «epistemológicos» pueden tratarse dentro del marco de dicho análisis. En particular, los problemas a que da lugar la lógica inductiva pueden eliminarse sin dar origen a otros nuevos en su lugar.

•• Empleamos el verno fa/sar y sus derivados (fa/sable, falsación, falsador, etc.) como versión de to fa/sify y los suyos ifalsifiable, falsification, falsifier, etc.): pues tanto falsificar como falsear tienen en castellano un sentido perfectamente vivo, que provocaría incesantes malentendidos si se empleasen aquí para traducir lo fa/sify (que el autor emplea exclusivamente en el sentido de <qx>ner de manifiesto que algo es o era falso»). Falsar es un término técnico del juego del tresillo, al cual podemos dotar de este otro contenido semántico sin grave riesgo, al parecer; por otra parte no es inexistente en la historia del idioma con significado próximo al que aquí le damos: cf. Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos, 114 c.; Milagros de Nuestra Señora, 91 e; Historia troyana polimétrica, poema X, 151 (N. del T.).

*1Acerca de este término, véanse la nota *1 antes del apartado 79 y el apartado *29 de mi Postcript.

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4. El problema de la demarcación Entre las muchas objeciones que pueden hacerse contra las tesis que he

propuesto ahora mismo, la más importante es, quizá, la siguiente: al rechazar el método de la inducción -podría decirse- privo a la ciencia empírica de lo que parece ser su característica más importante; esto quiere decir que hago desa­parecer las barreras que separan la ciencia de la especulación metafisica. Mi respuesta a esta objeción es que mi principal razón para rechazar la lógica inductiva es precisamente que no proporciona un rasgo discriminador apropiado del carácter empírico, no metafisico, de un sistema teórico; o, en otras palabras, que no proporciona un «criterio de demarcación» apropiado.

Llamo problema de la demarcación1 al de encontrar un criterio que nos permita distinguir entre las ciencias empíricas, por un lado, y los sistemas «metafisicos», por otro.

Hume conoció este problema e intentó resolverlo2; con Kant se convirtió en el problema central de la teoría del conocimiento. Si, siguiendo a Kant, llamamos <<problema de Hume» al de la inducción, deberíamos designar al problema de la demarcación como «problema de Kant».

De estos dos problemas --que son fuente de casi todos los demás de la teoría del conocimiento-- el de la demarcación es, según entiendo, el más fundamental. En realidad, la razón principal por la que los epistemólogos con inclinaciones empiristas tienden a prender su fe en el «método de la inducción», parece ser que la constituye su creencia de que éste es el único método que puede proporcionar un criterio de demarcación apropiado: esto se aplica, espe­cialmente, a los empiristas que siguen las banderas del «positivismo».

Los antiguos positivistas estaban dispuestos a admitir únicamente como científicos o legítimos aquellos conceptos (o bien nociones, o ideas) que, como ellos decían, derivaban de la experiencia; o sea, aquellos conceptos que ellos creían lógicamente reducibles a elementos de la experiencia sensorial, tales como sensaciones (o datos sensibles), impresiones, percepciones, recuerdos visuales o auditivos, etc. Los positivistas modernos son capaces de ver con mayor claridad que la ciencia no es un sistema de conceptos, sino más bien un sistema de enunciados"1

• En consecuencia, están dispuestos a admitir úni­camente como científicos o legítimos los enunciados que son reducibles a

1 Acerca de esto (y, asimismo, de lo tratado en los apartados 1 a 6 y 13 a 24), compárese mi nota: Erkenntnis 3, 1933, pág. 426; *la incluyo aquí, traducida, formando el apéndice *1.

2 Cfr. la última frase de su Enquiry Concerning Human Understandíng. * Compárese con el próximo párrafo y la alusión a los epistemólogos, por ejemplo, la cita de Reichenbach del texto correspondiente a la nota 1 del apartado l.

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enunciados elementales (o «atómicos») de experiencia -a <<juicios de percep­ción», «proposiciones atómicas», «cláusulas protocolarias».

( ... ) Frente a estas estratagemas antimetafísicas -antimetafísicas en la intención,

claro está- no considero que haya de ocuparme en derribar la metafísica, sino, en vez de semejante cosa, en formular una caracterización apropiada de la ciencia empírica, o en definir los conceptos de «ciencia empírica» y de «meta­física» de tal manera que, ante un sistema dado de enunciados, seamos capaces de decir si es asunto o no de la ciencia empírica el estudiarlo más de cerca.

Mi criterio de demarcación, por tanto, ha de considerarse como una pro­puesta para un acuerdo o convención. En cuanto a si tal convención es apropiada o no lo es, las opiniones pueden diferir; mas sólo es posible una discusión razonable de estas cuestiones entre partes que tienen cierta finalidad común a la vista. Por supuesto que la elección de tal finalidad tiene que ser, en última instancia, objeto de una decisión que vaya más allá de toda argumentación racional•5•

Por tanto, quienquiera que plantee un sistema de enunciados absolutamente ciertos, irrevocablemente verdaderos9, como fmalidad de la ciencia, es seguro que rechazará las propuestas que voy a hacer aquí. Y lo mismo harán quienes ven «la esencia de la ciencia ... en su dignidad», que consideran reside en su «carácter de totalidad» y en su «verdad y esencialidad reales»10• Difícilmente estarán dispuestos a otorgar esta dignidad a la física teórica moderna, en la que tanto otras personas como yo vemos la realización más completa hasta la fecha de lo que yo llamo «ciencia empírica».

Las metas de la ciencia a las que me refiero son otras. No trato de justificarlas, sin embargo, presentándolas como el blanco verdadero o esencial de la ciencia, lo cual serviría únicamente para perturbar la cuestión y significaría una recaída en el dogmatismo positivista. No alcanzo a ver más que una sola vía para argumentar racionalmente en apoyo de mis propuestas: la de analizar sus

• 1 Veo ahora que cuando escribí este texto sobreestimé a los «positivistas modernos». Debería haber recordado que, este respecto, el prometedor comienzo del Tractatus de Wittgenstein --«El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas» - queda anulado por su fmal, en el que ataca a la persona que «no había dado significado a ciertos signos de sus proposiciones». Véase también mi Open Society and its Enemies, cap. 11, apartado 11 [vers. cast. de E. LOdel, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Buenos Aires. 1957, págs. 230 y sig. (T.)], así como el capítulo *1 de mi Postscript, especialmente los apartados *11 (nota 5), *24 (los cinco últimos párrafos) y *25.

•s Creo que siempre es posible una discusión razonable entre partes interesadas por la verdad y

dispuestas a prestarse atención mutuamente (cf mi Open Society capítulo 24). 9 Esta es la tesis de Dingler; cf nota 1 del apartado 19. 10 Tesis de O. Spann (Kategorienlehre, 1924).

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consecuencias lógicas -señalar su fertilidad, o sea, su poder de elucidar los problemas de la teoría del conocimiento.

Así pues, admito abiertamente que para llegar a mis propuestas me he guiado, en última instancia, por juicios de valor y por predilecciones. Mas espero que sean aceptables para todos los que no sólo aprecian el rigor lógico, sino la libertad de dogmatismos; para quienes buscan la aplicabilidad práctica, pero se sienten atraídos aún en mayor medida por la aventura de la ciencia y por los descubrimientos que una y otra vez nos enfrentan con cuestiones nuevas e insospechadas, que nos desafian a ensayar respuestas nuevas e insospechadas.

El hecho de que ciertos juicios de valor hayan influido en más propuestas no quiere decir que esté cometiendo el error de que he acusado a los positivistas -el de intentar el asesinato de la metafisica por medio de nombres infamantes-. Ni siquiera llego a afirmar que la metafisica carezca de valor para la ciencia empírica. Pues no puede negarse que, así como ha habido ideas metafisicas que han puesto una barrera al avance de la ciencia, han existido otras -tal el atomismo especulativo-- que la han ayudado. Y si miramos el asunto desde un ángulo psicológico, me siento inclinado a pensar que la investigación científica es imposible sin fe en algunas ideas de una índole puramente especulativa (y, a veces, sumamente brumosas): fe desprovista enteramente de garantías desde el punto de vista de la ciencia, y que -en esta misma medida- es «metafisica»11

Una vez que he hecho estas advertencias, sigo considerando que la primera tarea de la lógica del conocimiento es proponer un concepto de ciencia empírica con objeto de llegar a un uso lingüístico -actualmente algo incierto-- lo más definido posible, y a fin de trazar una línea de demarcación clara entre la ciencia y las ideas metafisicas -aun cuando dichas ideas puedan haber favorecido el avance de la ciencia a lo largo de toda su historia.

5. La experiencia como método La tarea de formular una definición aceptable de la idea de ciencia empírica

no está exenta de dificultades. Algunas de ellas surgen del hecho de que tienen que existir muchos sistemas teóricos cuya estructura lógica sea muy parecida a la del sistema aceptado en un momento determinado como sistema de la ciencia empírica. En ocasiones se describe esta situación diciendo que existen muchísimos «mundos lógicamente posibles» -posiblemente un número infmito de ellos. Y, con todo, se pretende que el sistema llamado «ciencia

11 Cf también: Plank, Positivismus und reale Aussenwelt (1931), y Einstein, «Die Religiositiit der Forschung», en Mein Weltbild (1934), p. 43; trad. ingl. por A. Harris. The World as I see It (1935), pp. 23 y sigs. *Véanse, asimismo, el apartado 85 y mi Postscript.

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empírica» represente únicamente un mundo: el «mundo real>> o «mundo de nuestra experiencia» •I.

Con objeto de precisar un poco más esta afrrmación, podemos distinguir tres requisitos que nuestro sistema teórico empírico tendrá que satisfacer. Primero, ha de ser sintético, de suerte que pueda representar un mundo no contradictorio, posible; en segundo lugar, debe satisfacer el criterio de demarcación ( cf. los apartados 6 y 21 ), es decir, no será metafisico, sino representará un mundo de experiencia posible; en tercer término, es menester que sea un sistema que se distinga --de alguna manera- de otros sistemas semejantes por ser el que represente nuestro mundo de experiencia.

Mas, ¿cómo ha de distinguirse el sistema que represente nuestro mundo de experiencia? He aquí la respuesta: por el hecho de que se le ha sometido a contraste y ha resistido las contrastaciones. Esto quiere decir que se le ha de distinguir aplicándole el método deductivo que pretendo analizar y describir.

Según esta opinión, la «experiencia» resultr. ser un método distintivo mediante el cual un sistema teórico puede distinguirse de otros; con lo cual la ciencia empírica se caracteriza -al parecer- no sólo por su forma lógica, sino por su método de distinción. (Desde luego, ésta es también la opinión de los inductivistas, que intentan caracterizar la ciencia empírica por su empleo del método inductivo.)

Por tanto, puede describirse la teoría del conocimiento, cuya tarea es el análisis del método o del proceder peculiar de la ciencia empírica, como una teoría del método empírico -una teoría de lo que normalmente se llama experiencia.

6. La falsabilidad como criterio de demarcación El criterio de demarcación inherente a la lógica inductiva -esto es, el dogma

positivista del significado o sentido [en ingl., meaning] -equivale a exigir que todos los enunciados de la ciencia empírica (o, todos los enunciados «con sentido») sean susceptibles de una decisión definitiva con respecto a su verdad y a su falsedad; podemos decir que tienen que ser «decidibles de modo concluyente». Esto quiere decir que han de tener una forma tal que sea lógicamente posible tanto verificarlos como falsarios. Así, dice Schlick: « ... un auténtico enunciado tiene que ser susceptible de verificación concluyente»1

;

y Waismann escribe, aún con mayor claridad: «Si no es posible determinar si un enunciado es verdadero, entonces carece enteramente de sentido: pues el sentido de un enunciado es el método de su verificación»2•

*1 q: el apéndice *X. 1 Schlick, Naturwissenschaften 19, 1931, p. 150. 2 Waismann, Erkenntnis !, 1930, p. 229.

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Ahora bien; en mi opinión, no existe nada que pueda llamarse inducción·1•

Por tanto, será lógicamente inadmisible la inferencia de teorías a partir de enunciados singulares que estén «verificados por la experiencia» (cualquiera que sea lo que esto quiera decir). Así pues, las teorías no son nunca verificables empíricamente. Si queremos evitar el error positivista de que nuestro criterio de demarcación elimine los sistemas teóricos de la ciencia naturar2

, debemos elegir un criterio que nos permita admitir en el dominio de la ciencia empírica incluso enunciados que no puedan verificarse.

Pero, ciertamente sólo admitiré un sistema entre los científicos empíricos si es susceptible de ser contrastado por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la falsabilidad de los sistemas·3• Dicho de otro modo: no exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado de una vez para siempre, en un sentido positivo; pero si que sea susceptible de selección en un sentido negativo por medio de contrastes pruebas empíricas: ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico empírico3

.

(Así, el enunciado «lloverá o no lloverá aquí mañana» no se considerará empírico, por el simple hecho de que no puede ser refutado mientras que a este otro, «lloverá aquí mañana», debe considerársele» empírico.)

• 1 No me refiero aquí, desde luego, a la llamada «inducción matemática»; lo que niego es que exista nada que pueda llamarse inducción en lo que se denominan «ciencias inductivas»: que existan «procedimientos inductivos» o «inferencias inductivas».

• 2 En su Logical Syntax (1937, págs. 321 y sig.), Carnap admitía que se trataba de un error (y mencionaba mis criticas); y todavía avanzó más en este sentido en Testabilily and Meaning donde reconoció el hecho de que las leyes universales no son solamente «convenientes» para la ciencia, sino incluso «esenciales.» (Philosophy of Science 4. 1937. pág. 27). Pero en su obra inductivista Logical Foundations of Probability (1950) vuelve a una posición muy semejante a la que aquí criticamos: al encontrar que las leyes universales tienen probabilidad cero (pág 571) se ve obligado a decir (pág. 575) que, aunque no es necesario expulsarlas de la ciencia, ésta puede manejárselas perfectamente sin ellas .

• , Obsérvese que propongo la falsabililad como criterio de demarcación, pero no de sentido. Adviértase, además, que anteriormente (en el apartado 4) he criticado enérgicamente el empleo de la idea de sentido como criterio de demarcación, y que ataco el dogma del sentido, aún más enérgicamente. en el apartado 9. Por tanto, es un puro mito (aunque gran número de refutaciones de mi teoría están basadas en él) decir que haya propuesto jamás la falsabilidad como criterio de sentido. La falsabilidad separa dos tipos de enunciados perfectamente dotados de sentido, los falsables y los no falsables: traza una línea dentro del lenguaje con sentido, no alrededor de él. Véanse también el apéndice *1 y el capitulo *1 de mi Postscript, especialmente los apartados *17 y *19.

3 En otros autores se encuentran ideas análogas: por ejemplo en Frank. Die Kausa/itat und ihre Crenzen (1931). capitulo 1, § 10 (pp. 15 y sig.), y en Dubislav, Die Definition (3' ed., 1931), p. 100 y sig. (Cf Asimismo, mas arriba, la nota 1 del apartado 4).

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El problema de la evaluación de las teorías científicas ll7

Pueden hacerse varias objeciones al criterio de demarcación que acabamos de proponer. En primer lugar, puede muy bien parecer que toda sugerencia de que la ciencia --que, según se admite, no proporciona informaciones positivas-­haya de caracterizarse por satisfacer una exigencia negativa, como es la de refutabilidad. Se encamina en una dirección falsa. Sin embargo, haré ver (en los apartados 31 a 16) que esta objeción carece de peso, pues el volumen de información positiva que un enunciado científico comporta es tanto mayor cuanto más fácil es que choque - debido a su carácter lógico con enunciados singulares posibles. (No en vano llamamos «leyes» a las leyes de la Naturaleza: cuanto más prolnben más dicen.)

Puede también hacerse de nuevo un intento de volver contra mi propia crítica del criterio inductivista de demarcación: pues podría parecer que cabe suscitar objeciones contra la falsabilidad como criterio de demarcación análogos a las que yo he suscitado contra 1 a verificabilidad.

Este ataque no me alteraría. Mi propuesta está basada en una asimetría entre la verificabilidad y la falsabilidad: asimetría que se deriva de la forma lógica de los enunciados universales·4

• Pues éstos no son jamás deductibles de enunciados singulares, pero sí pueden estar en contradicción con estos últimos. En consecuencia, por medio de inferencias puramente deductivas (valiéndose del modus tollens de la lógica clásica) es posible argüir de la verdad de enun­ciados singulares la falsedad de enunciados universales. Una argumentación de esta índole, que lleva a la falsedad de enunciados universales, es el único tipo de inferencia estrictamente deductiva que se mueve, como si dijéramos, en «dirección inductiva»: esto es, de enunciados singulares a universales.

Más grave puede parecer una tercera objeción. Podría decirse que, incluso admitiendo la asimetría, sigue siendo imposible -por varias razones-- falsar de un modo concluyente un sistema teórico: pues siempre es posible encontrar una vía de escape de la falsación, por ejemplo, mediante la introducción ad hoc de una hipótesis auxiliar o por cambio ad hoc de una defmición; se puede, incluso, sin caer en incoherencia lógica, adoptar la posición de negarse a admitir cualquier experiencia falsadora. Se reconoce que los científicos no suelen proceder de este modo, pero el procedimiento aludido siempre es lógicamente posible; y puede pretenderse que este hecho convierte en dudoso -por lo menos- el valor lógico del criterio de demarcación que he propuesto.

Me veo obligado a admitir que esta crítica es justa; pero no necesito, por ello, retirar mi propuesta de adoptar la falsabilidad como criterio de demarcación. Pues voy a proponer (en los apartados 20 y siguientes) que se caracterice el

··Me ocupo ahora más a fondo de esta asimetría en el apartado *22 de mi Postcript.

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118 Introducción a la filosofía de la ciencia

método empírico de tal forma que excluya precisamente aquellas vías de eludir la falsación que mi imaginario crítico señala insistentemente, con toda razón, como lógicamente posibles. De acuerdo con mi propuesta, lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el sistema que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles, sino, por el contrario, elegir el que com­parativamente sea más apto, sometiendo a todos a la más áspera lucha por la supervivencia.

El criterio de demarcación propuesto nos conduce a una solución del problema de Hume de la inducción, o sea, el problema de la validez de las leyes naturales. Su raíz se encuentra en la aparente contradicción existente entre lo que podría llamarse «la tesis fundamental del empirismO>) -la de que sólo la experiencia puede decidir acerca de la verdad o la falsedad de los enunciados científicos- y la inadmisibilidad de los razonamientos inductivos, de la que se dio cuenta Hume. Esta contradicción surge únicamente si se supone que todos los enunciados científicos empíricos han de ser «decidibles de modo conclu­yente)), esto es, que, en principio, tanto su verificación como su falsación han de ser posibles. Si renunciamos a esta exigencia y admitimos como enunciados empíricos también los que sean decidibles en un solo sentido --decidibles unilateralmente, o, más en particular, falsables- y puedan ser contrastados mediante ensayos sistemáticos de falsación, desaparece la contradicción: el método de falsación no presupone la inferencia inductiva, sino únicamente las transformaciones tautológicas de la lógica deductiva, cuya validez no se pone en tela de juicio4•

4 Acerca de esta cuestión, véase también mi trabajo mencionado en la nota 1 del apartado 4, * que ahora está incluido en el apéndice *1, y, asimismo, mi Postscript, especialmente el apartado*2.

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El problema de la evaluación de las teorías científicas ll9

C. TALLER No. 7*

La resolución de las revoluciones

Resuelva las siguientes cuestiones de acuerdo al texto «La resolución de las revoluciones» de Tbomas S. Kuhn.

l. Thomas Kuhn realiza una crítica a los modelos metodológicos clásicos. Precise cuáles son las debilidades que Kuhn encuentra en el verificacionismo y en el falsacionismo.

2. La evaluación de las teorías es considerada por Kuhn como un proceso complejo en el cual dos paradigmas compiten para imponerse en una comu­nidad científica. Explique en qué consiste el proceso mediante el cual un candidato a paradigma sustituye a su predecesor y determine las principales etapas.

3. Para Kuhn los desacuerdos entre los defensores de paradigmas en com­petencia los lleva a mantener hasta cierto punto un diálogo de sordos. Con esto Kuhn presenta una de las consecuencias de la inconmensurabilidad. Explique en qué consiste la tesis de la inconmensurabilidad y el papel que juega en la competencia entre paradigmas. Exponga por lo menos tres de sus manifestaciones y sus consecuencias.

4. El cambio de paradigma es un asunto que está más allá del empleo de cualquier cálculo lógico. En la lectura se lo presenta como un proceso de conversión de la comunidad científica del viejo al nuevo paradigma. En dicha conversión, ¿cuáles son los argumentos legítimos, efectivos, y en qué consisten los de carácter estético?

5. Los partidarios de una filosofia de la ciencia orientada históricamente replan­tean la búsqueda del método científico, como elemento que dota de racio­nalidad al trabajo científico. ¿Cómo encontramos planteado el problema del método en la lectura? ¿Cómo Kuhn sustenta el carácter racional de la adop­ción de nuevos paradigmas por parte de una comunidad científica?

6. Explica el significado de las siguientes afirmaciones: a. «La verificación es como la selección natural» (al fmal del cuarto párrafo). b. «La competencia entre paradigmas no es el tipo de batalla que se pueda resolver mediante pruebas» (al fmal del sexto párrafo).

' Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alumno de pregrado Hernando Hemández.

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c. «Resistir durante toda la vida [a una teoría nueva], ... no es una violación de las normas científicas, sino una indicación de cuál es la naturaleza de la propia investigación científica» (párrafo once).

Para profundizar 7. ¿Se puede afirmar que para Kuhn no hay buenas razones para la adopción

de un nuevo paradigma? 8. ¿Si la elección entre paradigmas depende de factores sociales e históricos,

puede ser objetiva? ¿Puede la ciencia aspirar a la búsqueda de la verdad, de acuerdo con Kuhn?

LECTURA*

La resolución de las revolucionest Thomas Samuel Kuhn (1962/1970)

Los libros de texto de los que hemos estado hablando sólo se producen como consecuencia de una revolución científica y son el fundamento de una nueva tradición de ciencia normal. Al abordar el problema de su estructura, hemos dejado claramente de lado un paso. ¿Cuál es el proceso mediante el cual un nuevo candidato a paradigma sustituye a su predecesor? Cualquier interpretación nueva de la naturaleza, sea un descubrimiento o una teoría, surge en primer lugar en la mente de una o de unas cuantas personas. Son ellas las primeras que aprenden a ver la ciencia y el mundo de manera distinta, y su capacidad para realizar la transición se ve favorecida por dos circunstancias que no son comunes a la mayoría de los demás miembros de su profesión. Invariablemente su atención se ha centrado intensamente en los problemas que han provocado la crisis; y usualmente son además individuos lo bastante jóvenes o lo bastante recién llegados al campo sacudido por la crisis como para que la práctica no los haya comprometido tan profundamente como a la mayoría de sus contemporáneos con la visión del mundo y las reglas determinadas por el viejo paradigma. ¿Cómo pueden ser capaces de convertir a toda la profesión o al subgrupo profesional pertinente a su modo de ver la ciencia y el mundo? ¿Qué es lo que han de hacer para ello? ¿Qué es lo que hace que el grupo abandone una tradición de investigación normal en favor de otra?

• Trascripción hecha por Hemando Hemández.

tEn T. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de cultura económica, México, 2004, Capítulo XII, pp. 243-267.

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 121

Para captar la perentoriedad de estas preguntas, recuérdese que son las únicas reconstrucciones que puede ofrecer el historiador para responder a la investigación del filósofo acerca de la contrastación, la verificación o la falsación de las teorías científicas establecidas. En la medida en que está dedicado a la ciencia normal, el investigador es una persona que resuelve rompecabezas y no alguien que se dedica a contrastar paradigmas. Si bien es posible que, mientras busca la solución de un rompecabezas particular, ensaye un cierto número de enfoques alternativos, rechazando aquellos que no arrojan el resultado apetecido, cuando lo hace no está contrastando el paradigma. Por el contrario, se asemeja más bien al jugador de ajedrez que, al enfrentarse a un problema con el tablero ante sí, fisica o mentalmente, ensaya diversas jugadas alternativas en busca de una solución. Estas pruebas, sean las del jugador del ajedrez o las del científico, son pruebas únicamente de ellos mismos, no de las reglas de juego. Sólo son posibles en la medida en que se dé por sentado el propio paradigma. Por consiguiente, la contrastación del paradigma sólo se da después de que un fracaso persistente a la hora de resolver un rompecabezas notable haya dado lugar a una crisis. E incluso entonces, sólo se da después de que el sentimiento de crisis haya hecho surgir un candidato a paradigma alternativo. En las ciencias, la situación contrastadora nunca consiste sencillamente en la comparación de un único paradigma con la naturaleza, como ocurre con la resolución de rompecabezas. Por el contrario, la contrastación se da como parte de la competencia entre dos paradigmas rivales por la confianza de la comunidad científica.

Si se examina de cerca, esta formulación muestra paralelismos inesperados y probablemente significativos con dos de las teorías filosóficas contemporáneas más populares acerca de la verificación. Pocos filósofos de la ciencia buscan aún criterios absolutos para la verificación de las teorías científicas. Al darse cuenta de que ninguna teoría puede verse jamás expuesta a todas las pruebas relevantes posibles, no se preguntan si una teoría ha sido verificada, sino que se preguntan más bien por su probabilidad a la luz de los elementos de juicio actualmente existentes. Para responder a esta pregunta, una importante escuela se ve llevada a comparar la capacidad de distintas teorías para explicar los elementos de juicio disponibles. Esta insistencia en la comparación de teorías caracteriza también a la situación histórica en la que se acepta una nueva teoría. Apunta muy probablemente a uno de los derroteros por el que deberían proceder las futuras discusiones acerca de la verificación.

Con todo, en su forma más común, las teorías de la verificación probabilística recurren todas ellas a uno u otro de los lenguajes de observación puros o neutrales

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discutidos en el capítulo X. Una teoría probabilística nos pide que comparemos la teoría científica dada con todas las demás imaginables para cubrir la misma colección de datos observacionales. Otra pide la construcción imaginaria de todas las pruebas que podamos concebir que debería superar la teoría científica dada 1• Por lo que parece, se necesita alguna construcción de este tipo para computar las probabilidades específicas, absolutas o relativas, y resulta dificil ver de qué manera podría llevarse a cabo semejante construcción. Si, como ya he argumentado, no puede haber un sistema lingüístico o conceptual que sea científica o empíricamente neutral, entonces la construcción propuesta de pruebas y teorías alternativas ha de proceder del interior de una u otra de las tradiciones basadas en un paradigma. Con tal restricción, no podría tener acceso a todas las experiencias posibles o a todas las teorías posibles. Como resultado de ello, las teorías probabilísticas enmascaran tanto como iluminan la situación en que se plantea la verificación. Aunque, como subrayan, esa situación depende de la comparación de teorías y de elementos de juicio muy amplios, las teorías y observaciones implicadas están siempre íntimamente relacionadas con las que ya existen. La verificación es como la selección natural, por cuanto que elige la alternativa más viable de entre las que de hecho existen en una situación histórica particular. No tiene el menor sentido preguntarse si esa elección seria la mejor que se hubiera podido hacer en caso de haber otras alternativas disponibles o en caso de que los datos hubiesen sido de otro tipo. No disponemos de herramienta alguna para tratar de responder a tales preguntas.

Karl R. Popper ha desarrollado un modo muy distinto de enfocar todo este entramado de problemas al negar la existencia de cualquier procedimiento de verificación2

• En lugar de ello, subraya la importancia de la falsación, es decir, de las pruebas que, al tener un resultado negativo, exigen el rechazo de una teoría establecida. Está claro que la función así atribuida a la falsación se asemeja mucho a la que este ensayo atribuye a las experiencias anómalas, esto es, a las experiencias que, al provocar una crisis, preparan el camino a una nueva teoría. No obstante, las experiencias anómalas no pueden identificarse con las falsadoras. En realidad dudo de que estas últimas existan. Como se ha subrayado ya hasta la saciedad, ninguna teoría resuelve nunca todos los rompecabezas a que se enfrenta en un momento dado, ni son a menudo perfectas las soluciones ya obtenidas. Por el contrario, es precisamente el carácter incom-

1 Para un breve bosquejo de las vías principales que conducen a las teorías probabilísticas de la verificación, véase Emest Nagel, Principies of the Theory of Probability, vol. 1, núm. 6, de la lnternational Encyclopedia of Unified Science, pp. 60-75.

2 K. R. Popper, The Logic of Scientific Discovery (Nueva York, 1959), esp. caps. 1-IV [hay traducción española, La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1962 y reediciones).

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 123

pleto e imperfecto del acuerdo existente entre teoría y hechos el que, en todo momento, defme muchos de los rompecabezas que caracterizan a la ciencia normal. Si todos y cada uno de los desacuerdos entre hechos y teoría fuesen motivo suficiente para rechazar la teoría, todas ellas deberían rechazarse en todo momento. Por otro lado, si el rechazo sólo se justifica por un desacuerdo serio, entonces los popperianos necesitarán algún criterio de «improbabilidad o de «grado de falsación». Pero si tratan de desarrollarlo, se encontrarán casi con toda seguridad con la misma maraña de dificultades que ha asolado a los defensores de las diversas teorías probabilísticas de la verificación.

( ... ) No obstante, esta manera de exponer las cosas hace que la tarea de elegir

entre distintos paradigmas parezca más fácil y más familiar de lo que en realidad es. Si no hubiese más que un conjunto de problemas científicos, un único mundo en el que trabajar sobre ellos y un solo conjunto de normas para solucionarlos, la competencia entre los paradigmas podría resolverse de manera más o menos rutinaria por algún proceso del estilo de contar el número de problemas resuelto por cada uno de ellos. Mas, de hecho, tales condiciones nunca se dan plenamente. Quienes proponen paradigmas rivales siempre mantienen hasta cierto punto un diálogo de sordos. Ninguna de las partes aceptará las suposiciones no empíricas que precisa la otra para defender su punto de vista. Como Proust y Berthollet cuando discutían acerca de la composición de los compuestos químicos, están abocados en parte a hablar sin entenderse. Por más que cada una de las partes quiera convertir a la otra a su manera de ver la ciencia y sus problemas, ninguna de ellas puede aspirar a probar su punto de vista. La competencia entre paradigmas no es el tipo de batalla que se pueda resolver mediante pruebas.

Ya hemos visto algunas de las razones por las que los partidarios de paradigmas rivales han de fracasar a la hora de establecer un contacto completo con el punto de vista del otro. Colectivamente estas razones se han descrito como la inconmensurabilidad de las tradiciones científicas normales anteriores y posteriores a una revolución, por lo que bastará con que las recapitulemos aquí brevemente. En primer lugar, los partidarios de paradigmas rivales estarán a menudo en desacuerdo acerca de la lista de problemas que ha de resolver un candidato a paradigma. Sus normas o sus definiciones de ciencia no son las mismas.

( ... ) No obstante hay más cosas implicadas que la inconmensurabilidad de las

normas. Dado que los nuevos paradigmas nacen de los viejos, por lo común incorporan gran parte del vocabulario y del aparato, tanto conceptual como manual, que había usado antes el paradigma tradicional, si bien rara vez utilizan

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124 Introducción a la filosofia de la ciencia

esos elementos prestados exactamente a la manera tradicional. En el seno de los nuevos paradigmas, los viejos términos, conceptos y experimentos entran en nuevas relaciones mutuas. El resultado inevitable de ello es lo que podríamos llamar, por más que la expresión no sea del todo correcta, un malentendido entre las dos escuelas rivales. Los legos que hacían burla de la teoria general de Einstein porque el espacio no podía ser «curvo» (no era el tipo de entidad que pudiera ser tal cosa), no estaban simplemente errados o equivocados. Tampoco lo estaban los matemáticos, fisicos y filósofos que trataron de desa­rrollar una versión euclídea de la teoria de Einstein3• Lo que anteriormente se había entendido por espacio era algo necesariamente plano, homogéneo, isotrópico e inafectado por la presencia de la materia. De no haber sido así, la fisica newtoniana no hubiera funcionado. Para realizar la transición al universo de Einstein todo el entramado conceptual cuyas hebras eran el espacio, el tiempo, la materia, la fuerza, etc., tenían que cambiar y establecerse de nuevo en un todo natural. Sólo las personas que hubieran sufrido o dejado de sufrir juntos dicha transformación serian capaces de descubrir exactamente en qué estaban de acuerdo o en qué discrepaban. La comunicación a través de la frontera marcada por la revolución es inevitablemente parcial. Consideremos, por tomar otro ejemplo, a las personas que llamaban loco a Copérnico por decir que la Tierra se movía. No es simplemente que estuviesen equivocados o muy equivocados, pues parte de lo que querían decir con «Tierra» implicaba una posición fija. Su Tierra, al menos, no se podía mover. Por consiguiente la innovación de Copémico no fue solamente la de mover la Tierra, sino que entrañaba más bien un modo completamente nuevo de ver los problemas de la fisica y la astronomía, el cual cambiaba por necesidad tanto el significado de Tierra como el de movimiento4

• Sin estos cambios, la idea de una Tierra en movimiento era una locura. Por otra parte, una vez introducidos y comprendidos, tanto Descartes como Huygens podrían darse cuenta de que el movimiento terrestre era un problema sin contenido científico5•

Estos ejemplos apuntan a un tercer aspecto muy importante de la incon­mensurabilidad de los paradigmas rivales. En un cierto sentido que soy incapaz de explicar mejor, quienes proponen paradigmas rivales practican su oficio en

3 Para la reacción de las personas comunes a la idea de espacio curvo, véase Philipp Frank, Einstein, His Life and Times, G Rosen y S. Kusaka (trads. y eds.) (Nueva York, 19471, pp. 142-146 [hay traducción española, Einstein, Barcelona, José Janés, 1949]. Para una panorámica de los intentos de preservar las ventajas de la relatividad general dentro de un espacio euclideo, véase C. Nordmann, Einstein and the Universe, J. McCabe (trad.) (Nueva York, 1922), cap. IX.

4 T. S. Kuhn, The Copemican Revolution, caps. III, IV y VII. Uno de los temas principales de todo el libro es hasta qué punto el heliocentrismo era algo más que una cuestión estrictamente astronómica.

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mundos distintos. Uno contiene cuerpos entorpecidos que caen lentamente, mientras que otro contiene péndulos que repiten sus movimientos una y otra vez. En uno, las soluciones son compuestos, mientras que en el otro son mezclas. El uno está engastado en una matriz espacial plana, mientras que el otro lo está en una curva. Al practicar en mundos distintos, ambos grupos de científicos ven cosas distintas cuando miran desde el mismo lugar en la misma dirección. Una vez más, esto no quiere decir que puedan ver lo que les dé la gana, pues ambos miran el mundo y lo que miran no ha cambiado. Pero en ciertas áreas ven cosas diferentes, y las ven manteniendo distintas relaciones entre sí. Por esta razón, una ley que para un grupo de científicos ni siquiera puede ser demostrada, a veces para otro puede parecer intuitivamente obvia. Asimismo por ese motivo, antes de que puedan aspirar a comunicarse plenamente, uno u otro de los grupos ha de experimentar la conversión que hemos estado denominando cambio paradigmático. Precisamente porque se trata de una transición entre inconmensurables, el paso de un paradigma rival a otro no se puede hacer paso a paso, obligado por la fuerza de la 1 ógica y la experiencia neutra, sino que, como el cambio de Gestalt, o bien ocurre de golpe (aunque no necesariamente de modo instantáneo) o bien no ocurre en absoluto.

¿Cómo se consigue entonces que los científicos hagan esta transposición? Parte de la respuesta es que muy a menudo no se consigue. ( ... ) Los propios científicos se han percatado a menudo de las dificultades de la conversión. Darwin escribía en un pasaje especialmente penetrante del fmal de su Origin ofSpecies: «Aunque estoy plenamente convencido de la verdad de las opiniones expuestas en este volumen ... , no espero en absoluto convencer a los naturalistas experimentados cuyas mentes están atestadas de una multitud de hechos, todos los cuales se han contemplado durante el largo transcurso de los años desde un punto de vista directamente opuesto al mío. . .. [P]ero miro con confianza al futuro, a los jóvenes naturalistas emergentes que serán capaces de ver con imparcialidad ambos lados del problema»6

• Asimismo, Max Planck, al contemplar su propia carrera en su Scientific Autobiography, comentaba con tristeza que <<Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus oponentes acaban muriendo y se desarrolla una nueva generación que está familiarizada con ella»7

5 Max Jarnmer, Concepts of Space, pp. 118-124. 6 Charles Darwin, On the Origin of Species ... (edición autorizada de la sexta edición inglesa,

Nueva York, 1889), 11, pp. 295-296 [hay muchas traducciones españolas, una de las más aceptables es El origen de las especies, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, pp. 564-565].

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126 Introducción a la filosofía de la ciencia

Estos hechos y otros semejantes son de sobra conocidos como para que merezca la pena insistir en ellos, pero precisan una reevaluación. En el pasado, lo más frecuente es que se tomaran como una indicación de que los científicos, siendo sólo humanos, no siempre son capaces de admitir sus errores, incluso cuando se les enfrenta a una prueba estricta. Quisiera defender más bien que en estas cuestiones no viene al caso ni la prueba ni el error. La transferencia del compromiso de un paradigma a otro es una experiencia de conversión que no se puede forzar. Resistir durante toda la vida, especialmente por parte de aquellos cuyas carreras productivas los han comprometido con una vieja tradición de ciencia normal, no es una violación de las normas científicas, sino una indicación de cuál es la naturaleza de la propia investigación científica. La fuente de la resistencia es la seguridad de que el paradigma más viejo terminará por resolver todos sus problemas, que la naturaleza se puede hacer encajar en el compartimiento suministrado por el paradigma. En tiempos de revolución, inevitablemente esa confianza parece obstinación y terquedad, lo que sin duda acaba siendo algunas veces. Pero es también algo más, pues esa misma confianza hace posible la ciencia normal o la resolución de rompecabezas. Además, sólo gracias a la ciencia normal la comunidad profesional de científicos consigue, en primer lugar, explotar el ámbito de aplicación y la precisión potenciales del antiguo paradigma, y, en segundo lugar, aislar la dificultad a través de cuyo estudio puede nacer un nuevo paradigma.

Aun así, decir que la resistencia es inevitable y legítima, que el cambio de paradigma no se puede justificar con una prueba, no equivale a decir que no haya argumentos pertinentes o que no se pueda persuadir a los científicos para que cambien de opinión. Por más que en ocasiones se necesite una generación para efectuar el cambio, las comunidades científicas se han convertido muchas veces a paradigmas nuevos. Además, dichas conversiones no se dan a pesar del hecho de que los científicos sean humanos, sino porque lo son. Aunque algunos científicos, en particular los más viejos y experimentados, puedan resistir indefinidamente, la mayoría de ellos pueden ser abordados de una u otra manera. Las conversiones se producirán de vez en cuando hasta que tras la muerte de los últimos resistentes, toda la profesión vuelva a trabajar bajo un único para­digma aunque ahora sea diferente. Hemos de preguntarnos por tanto cómo se induce la conversión y cómo se resiste a ella.

¿Qué tipo de respuesta hemos de esperar a esta pregunta? Precisamente porque se plantea acerca de las técnicas de persuasión o acerca de argumentos

7 Max Planck, Scientific Autobiography and Other Papers, F. Gaynor (trad.) (Nueva York, 1949), pp. 33-34 [hay traducción española, Autobiografía científica y últimos escritos, Madrid, Nivola, 2000, p. 381.

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y contraargumentos en una situación en la que no puede haber una demostración, nuestra pregunta es nueva y exige un tipo de estudio que no se ha emprendido antes. ( ... ) Los científicos individualmente abrazan un nuevo paradigma por todo tipo de razones y normalmente por varias a la vez. Algunas de estas razones caen fuera de lo que aparentemente es la esfera plenamente científica, como por ejemplo el culto al sol que contribuyó a hacer de Kepler un coper­nicano8. Otras dependerán de peculiaridades de la biografía y la personalidad de cada uno. Incluso en ocasiones puede desempeñar una función significativa la nacionalidad o la reputación previa del innovador y sus maestros9 • Por tanto, en última instancia hemos de aprender a plantear esta pregunta de un modo distinto. Lo que nos interese no serán tanto los argumentos que de hecho conviertan a un individuo u otro, cuanto el tipo de comunidad que siempre, más tarde o más temprano, se reconforma en un grupo único. Con todo, pospondré este problema para el capítulo fmal, a fin de examinar mientras tanto algunos de los tipos de argumentos que demuestran ser especialmente efectivos en las batallas por el cambio de paradigma.

Probablemente el argumento aislado más común esgrimido por quienes proponen un nuevo paradigma sea que pueden resolver los problemas que han llevado al viejo a la crisis. Cuando se puede ofrecer legítimamente, este argu­mento es a menudo el más efectivo de todos. Se sabe que el paradigma está en apuros en el terreno para el que se propone. Estas dificultades se han sondeado repetidamente y los intentos de eliminarlas han resultado ser una y otra vez inútiles. Se han reconocido y documentado algunos «experimentos cruciales» (aquellos que son capaces de discriminar con particular nitidez entre ambos paradigmas) antes siquiera de que se hubiese inventado el nuevo paradigma. ( ... )

Este tipo de proclamas tienen muchas posibilidades de tener éxito si el nuevo paradigma muestra una precisión cuantitativa sorprendentemente mejor que la de su competidor más viejo ( ... ) El éxito de Newton a la hora de predecir observaciones astronómicas cuantitativas, constituyó probablemente la razón aislada más importante del triunfo de su teoría sobre sus competidoras más

8 Para la función del culto solar en el pensamiento de Kepler, véase E. A. Bwtt, The Metaphysical Foundations of Modem Phvsical Science (ed. rev., Nueva Yorlc, 1932), pp. 44-49 [hay traducción española, Los fundamentos metafzsicos de la ciencia moderna, Buenos Aires, Sudamericana 1960, cap. 11 (B)].

9 Para el papel de la reputación considérese lo siguiente: Lord Rayleigh, en un momento en que su reputación estaba ya bien establecida, presentó a la British Association un artículo sobre algunas paradojas de la electrodinámica. Inadvertidamente se omitió su nombre la primera vez que se envió el artículo, y éste fue inicialmente rechazado como obra de algún «paradojista». Poco después, con el nombre del autor en su sitio, el artículo se aceptó con gran profusión de disculpas (R. J. Strutt, cuarto barón Rayleigh, John William Strutt, Third Baron Rayleigh [Nueva York, 1942], p. 228).

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razonables aunque sistemáticamente cualitativas. Y en este siglo [el siglo XX] el sorprendente éxito cuantitativo, tanto de la ley de radiación de Planck como del átomo de Bohr, persuadieron rápidamente a muchos físicos de que debían adoptarlos aunque, considerando globalmente la ciencia física, ambas con­tribuciones crearon muchos más problemas que los que resolvieron10

• Sin em­bargo, decir que se han resuelto los problemas que provocan una crisis, rara vez basta por sí mismo, aparte de que no siempre se puede decir legítimamente. De hecho, la teoría de Copémico no era más precisa que la de Tolomeo y no llevó directamente a una mejora del calendario. O también, durante muchos años después de su formulación, la teoría ondulatoria de la luz no era ni siquiera tan eficaz como su rival corpuscular para resolver los efectos de polarización que fueron una de las causas principales de la crisis en óptica. En ocasiones, la práctica del perdedor que caracteriza a la investigación extraordinaria producirá un candidato a paradigma que inicialmente no servirá en absoluto para los problemas que han desencadenado la crisis. Cuando tal cosa ocurre, hay que extraer elementos de juicio de otras partes del campo, como en cualquier caso se hace a menudo. En esas otras áreas se pueden desarrollar argumentos especialmente persuasivos siempre que el nuevo paradigma permita predecir fenómenos que habían sido completamente insospechados bajo la égida del viejo paradigma

( ... ) Todos los argumentos a favor de un nuevo paradigma considerados hasta

aquí se han basado en la habilidad comparativa de los competidores para resolver problemas. Para los científicos, esos argumentos son normalmente los más significativos y convincentes. Los ejemplos precedentes no deberían dejar ninguna duda acerca de la fuente de su inmenso atractivo. Pero, por razones de las que enseguida nos ocuparemos, no son irresistibles ni individual ni colectivamente. Por fortuna, hay también otro tipo de consideraciones que pueden llevar a los científicos a rechazar un viejo paradigma en favor de otro nuevo. Se trata de argumentos que rara vez se hacen del todo explícitos, que apelan al sentido que tienen las personas de lo estético o de lo conveniente, de manera que se dice que la nueva teoría es «más atractiva», «más adecuada» o «más simple>> que la antigua. Tal vez esos argumentos sean menos eficaces en las ciencias que en las matemáticas. Las versiones primitivas de la mayoría de los paradigmas resultan crudas y para cuando pueden desarrollar todo su

10 Para el problema creado por la teoría cuántica, véase F. Reiche, The Quantum Theory (Londres, 1922), caps. 11, IV-XIX. Para otros ejemplos de este párrafo, véanse las referencias anteriores de este capítulo.

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 129

atractivo estético, la mayor parte de la comunidad se ha convencido ya por otros medios. Con todo, la importancia de las consideraciones estéticas puede ser decisiva en algunas ocasiones. Por más que a menudo sólo atraigan a unos pocos científicos a una teoría nueva, el triunfo final puede depender en última instancia de esos pocos. Si no la hubiesen aceptado rápidamente por razones muy particulares, el nuevo candidato a paradigma podría no haberse desarrollado lo bastante como para atraer el favor de la comunidad científica en su conjunto.

Para captar la razón de ser de estas consideraciones más subjetivas y estéticas, recuérdese acerca de qué versa el debate paradigmático. Cuando se propone inicialmente un candidato a paradigma, rara vez ha resuelto más allá de unos pocos de los problemas que se le plantean, y en su mayoría dichas soluciones distan de ser perfectas. [ ... ] Ordinariamente sólo una vez que el nuevo paradigma se ha desarrollado, se ha aceptado y se ha explotado, se ponen a punto esos argumentos aparentemente decisivos, como el péndulo de Foucault para demostrar la rotación de la Tierra o el experimento de Fizeau para mostrar que la luz se mueve más aprisa en el aire que en el agua. Una parte de la ciencia normal consiste en producir tales argumentos, los cuales no desempeñ.an ninguna función en el debate paradigmático, sino en los textos posrevolucionarios.

Antes de que se escriban esos textos, mientras prosigue el debate, la situación es muy otra. Normalmente, los opositores de un nuevo paradigma pueden pretender legítimamente que incluso en el área de crisis no resulta muy superior a su rival tradicional. Por supuesto que permite manejar mejor algunos de los problemas y ha puesto de manifiesto algunas nuevas regularidades, pero sin duda se puede suponer que el viejo paradigma se podrá articular para enfrentarse a estos retos como ha hecho otras veces antes ( ... ) Además, los defensores de la teoría y de los procedimientos tradicionales casi siempre pueden señ.alar problemas que su nueva rival no ha resuelto y que para ellos no son en absoluto problemas. ( ... ) En ocasiones, incluso en el área de la crisis, el balance de los argumentos a favor y en contra puede estar muy ajustado, mientras que fuera de ella lo normal es que favorezca decisivamente a la tradición. ( ... ) Dicho en pocas palabras, si un nuevo candidato a paradigma hubiese de ser juzgado desde el principio por personas obstinadas que examinasen exclusivamente la capacidad relativa de resolver problemas, entonces las ciencias habrían de experimentar muy pocas revoluciones importantes. Si añ.adiésemos los contraar­gumentos generados por lo que anteriormente denominamos la inconmen­surabilidad de los paradigmas, entonces las ciencias no experimentarían ninguna revolución en absoluto.

Pero los debates entre los paradigmas no versan en realidad acerca de su capacidad relativa de resolver problemas, aunque haya buenas razones para

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que se planteen en esos términos. Por el contrario, la cuestión es qué paradigma guiará en el futuro la investigación sobre problemas que ninguno de los com­petidores puede aún alardear de resolver por completo. Lo que está en juego es la decisión acerca de modos alternativos de practicar la ciencia, y en tales circunstancias dicha decisión se basa no tanto en los logros pasados cuanto en las promesas acerca del futuro. La persona que adopta un paradigma nuevo en una etapa inicial ha de hacerlo a menudo desafiando los elementos de juicio suministrados por la resolución de problemas. Esto es, debe tener fe en que el nuevo paradigma tenga éxito con tantos problemas como se le plantean, sabiendo tan sólo que el viejo paradigma ha fracasado con unos cuantos. Una decisión de este tipo sólo puede tomarse con fe.

Ésta es una de las razones por las que resulta tan importante que haya antes una crisis. Los científicos que no han pasado por ella, rara vez renunciarán a las firmes pruebas de la resolución de problemas en aras de lo que fácilmente puede parecer a todo el mundo que es una quimera y que puede acabar siéndolo realmente. Pero la crisis sólo no basta. Tiene que existir además algún fun­damento, aunque no es preciso ni que sea racional ni en última instancia correcto, para tener fe en el candidato particular elegido. Algo habrá de hacer sentir, al menos a unos pocos científicos, que la nueva propuesta está en el buen camino, y en ocasiones eso sólo pueden suministrarlo las consideraciones estéticas personales e inarticuladas. En ocasiones las personas se han convertido por ellas cuando la mayoría de los argumentos técnicos articulados señalaban en la otra dirección.

( ... ) No se quiere decir con esto que un paradigma triunfe en última instancia

por algún tipo de estética mística. Por el contrario, pocas personas abandonan una tradición tan sólo por este tipo de razones y a menudo quienes lo hacen resultan estar equivocadas. Pero si un paradigma ha de triunfar, ha de conseguir unos primeros partidarios que lo desarrollen hasta el punto de que se puedan producir y multiplicar argumentos efectivos. E incluso cuando se obtienen tales argumentos, no resultan individualmente decisivos. Puesto que los científicos son personas razonables, un argumento u otro terminará persuadiendo a muchos de ellos; pero no hay uno solo que pueda o haya de persuadirlos a todos. Más que una única conversión en grupo, lo que se da es un desplazamiento creciente en la distribución de las fidelidades profesionales.

Al comienzo, un nuevo candidato a paradigma puede tener pocos partidarios y en ocasiones sus motivaciones serán dudosas. Con todo, si son competentes, lo mejorarán, explorarán sus posibilidades y mostrarán cómo sería pertenecer a la comunidad guiada por él. Y a medida que proceden por esta vía, si el

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paradigma está abocado a ganar, el número y la fuerza de los argumentos persuasivos en su favor aumentará. Se convertirán entonces más científicos y proseguirá la exploración del nuevo paradigma. Poco a poco, el número de experimentos, instrumentos, artículos y libros basados en el paradigma se multiplicarán. Convencidas por la fecundidad del nuevo punto de vista, más personas aún adoptarán el nuevo modo de practicar la ciencia normal, hasta que al fin sólo queden unos pocos viejos carcamanes. E incluso entonces no podremos decir que se equivocan. Por más que el historiador pueda hallar siempre personas como Priestley, por ejemplo, que fueron lo bastante irracionales como para resistir tanto tiempo como lo hicieron, no podrá hallar un punto en el que la resistencia se vuelva ilógica o acientífica. A lo sumo podrá estar dispuesto a afirmar que la persona que continúa resistiendo después de que toda la profesión se ha convertido, ha dejado ipso Jacto de ser un científico.

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D. TALLER No. 8*

Inducción y deducción

Lea cuidadosamente el texto «Inducción y deducción», escrito por el filósofo canadiense Ian Hacking, y responda las siguientes preguntas.

1. Al comienzo del texto, el autor expresa que la pregunta por el método científico está mal planteada, explique el argumento que utiliza para apoyar esa afirmación. La respuesta de Hacking a la pregunta ¿existe el método científico?, sería positiva o negativa; justifique su respuesta.

2. Para Humphry Davy, los elementos que permiten alcanzar «verdades científicas generales» son la observación, la analogía y el experimento. Explica en qué consiste cada uno de esos elementos y cómo se articulan para alcanzar las «verdades».

3. Rudolf Camap fue uno de los defensores más importantes de la lógica inductiva como elemento que fundamenta las leyes científicas. ¿Cómo queda representado el método inductivo en el ejemplo que propone Hacking? ¿Cuál es su semejanza y su diferencia con el que propone Camap?

4. En la cita de Justus von Liebig se expresa que Bacon otorga un lugar privilegiado al experimento. Sin embargo, von Liebig no está plenamente de acuerdo con aquello. ¿En qué consiste su crítica al lugar que da Bacon al experimento?

5. Hacking ilustra los métodos inductivo y deductivo a través de dos citas de científicos. A partir de esas citas y de los argumentos de Hacking, ¿en qué se diferencian y en qué resultan semejantes dichas posiciones metodológicas?

6. Hacking expone que hay dos versiones en la forma de valorar el papel de las ideas o teorías en la realización de un experimento: una fuerte y otra débil. Explique cada una de éstas versiones, y reelabore la crítica de Hacking a la versión fuerte.

7. Popper defiende que las observaciones y los resultados experimentales son interpretaciones a la luz de las teorías. Argumente la idea de Popper y presente uno de los argumentos de Hacking contra esa posición.

8. Hacking no está de acuerdo con la supremacía de la teoría sobre el experimento, él expresa en el texto que «las relaciones entre teoría y experimento difieren en diferentes estadios de desarrollo, y que no todas las

* Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alumno de pregrado Hernando Hernández.

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ciencias naturales pasan por los mismos ciclos». Desarrolle esa idea y apóyela con ejemplos.

9. En el texto se señala que Karl Popper privilegia la teoría sobre la observación, sin embargo no queda explícito cuál de esos elementos privilegia Camap. Explique este punto presentando argumentos.

LECTURA*

Inducción y deducción t IanHacking (1983)

¿Qué es el método científico? ¿Qué es el método experimental? La pregunta no está correctamente planteada. ¿Por qué debería de haber el método de la ciencia? No hay una única manera de construir una casa, o incluso de sembrar tomates. No deberíamos esperar que algo tan abigarrado como el crecimiento del conocimiento esté atado a una metodología.

Empecemos con dos metodologías. Parecen asignar papeles totalmente diferentes al experimento. Como ejemplos tomo dos enunciados, cada uno de ellos proferido por grandes químicos del siglo pasado. La división entre ellos no ha terminado: es precisamente lo que separa a Camap y a Popper. Como mencioné en la introducción, Carnap trató de desarrollar una lógica inductiva, mientras que Popper insiste en que no hay más razonamiento que el deductivo. Aquí está mi formulación favorita del método inductivo:

Los fundamentos de la filosofia química son la observación, el experimento y la analogía. Por medio de la observación los hechos se imprimen clara y minuciosamente en la mente. Mediante la analogía se conectan hechos similares. Por medio del experimento se descubren nuevos hechos; y así, en la progresión del conocimiento, la observación guiada por la analogía lleva al experimento, y la analogía conflrmada por el experimento se toma verdad en la ciencia. Para dar un ejemplo: quien ponga atención en los delicados filamentos vegetales verdes (Conferva rivularis) que se encuentran en los veranos en casi todos los ríos, lagos y lagunas, en condiciones muy diferentes de sombra y sol, descubrirá glóbulos de aire sobre los filamentos que están sombreados. Encontrará que el efecto se debe a la presencia de la luz. Esto es una observación; pero no da ninguna información respecto a la naturaleza del aire. Invirtamos un

* Trascripción hecha por Hernando Hemández.

t En l. Hacking, Representar e intervenir, Paidós y Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1996, Capítulo IX, pp. 180-183.

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vaso lleno de agua sobre Conferva, el aire se concentrará en la parte superior del vaso y cuando el vaso se llena con aire, se tapa con la mano, se pone en su posición usual, y se introduce una cerilla encendida; la cerilla va a quemarse con más fuerza que en la atmósfera. Esto es un experimento. Si pensamos sobre el fenómeno y nos preguntamos si todos los vegetales de este tipo producen tal aire en condiciones similares, en agua dulce o salada, el investigador se guía por analogía: y cuando se determina por medio de nuevas pruebas que esto es así, una verdad científica general ha sido establecida: toda Conferva al sol produce un tipo de aire que aviva la flama en mayor grado; algo que ha sido demostrado por una serie de cuidadosas investigaciones.

Ésas son las palabras con las que Humphry Davy (1778-1829) empieza su texto de química Elements of Chemica/ Philosophy (1812, pp.2-3). Él fue uno de los químicos más hábiles de su tiempo, al que generalmente se le recuerda por la invención de la lámpara de seguridad para los mineros, que evitó la muerte cruel de muchos, pero cuyas contribuciones al conocimiento incluyen el análisis químico electrolítico, una técnica que le permitió determinar qué sustancias son elementos (por ejemplo el cloro) y cuáles son compuestos. No todos los químicos compartían la visión inductivista de la ciencia de Davy. Aquí están las palabras de Justus von Liebig (1803-1873), el gran pionero de la química orgánica, quien indirectamente revolucionó la agricultura al promover el uso de fertilizantes nitrogenados artificiales.

En todas las investigaciones Bacon le otorga un gran valor a los experimentos. Pero no entiende su significado para nada. Piensa que son un tipo de mecanismo que una vez puesto en movimiento producirá un resultado propio. Pero en la ciencia toda investigación es deductiva o a priori. El experimento es solo una ayuda al pensamiento, como un cálculo: el pensamiento debe siempre y necesariamente precederlo si va a tener algún significado. Una manera empírica de hacer investigación, en el sentido usual del térmico, no existe. Un experimento que no es precedido por una teoría, i. e. por una idea, mantiene la misma relación con la investigación científica que una sonaja con la música. (Über Francis Bacon von Veru/am und die Methode der Naturforschung, 1863, p. 49).

¿Qué tan profunda es la oposición entre las dos citas anteriores? Liebig dice que un experimento debe ser precedido por una teoría, esto es, por una idea. Pero este enunciado es ambiguo. Tiene una versión débil y una fuerte. La versión débil sólo dice que se tienen que tener algunas ideas acerca de la naturaleza y los aparatos antes de conducir un experimento. Una intervención totalmente desprovista de propósito, sin la habilidad de entender e interpretar

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f./probl.-ma de la I'IQ/Uf/1 üi11 ck lt.h lnllta< <'1<'11/ljlnl\ 135

el resultado, no nos enseña nada. Nadit: disputa esta versión débil. 1 hwy seguréllnente tenía alguna idea cuando llevó a cabo sus experimentos con algas. Él sospechaba que las burbujas de gas sobre los filamentos eran de cierto tipo específico. Una primera pregunta era si el gas alimentaba el fuego o lo extinguía. Encuentra que la cerilla se enciende (¿de lo qut: infiere que el gas es bastante rico en oxígeno?). Sin este entendimiento el experimento no tendría mucho sentido. I .a flama de la cerilla sería, a lo mucho, una observación sin sentido. Lo más probable es que nadie le hubiera prestado atención. Experimentos sin ideas como ésta no son experimentos en lo absoluto.

Hay sin embargo una versión fuerte del enunciado de Liebig. Dice que un experimento es significativo sólo si se pone a prueba una teoría acerca de los fenómenos bajo escrutinio. Sólo si, pro ejemplo, Davy tenía la idea de que la cerilla se apagaría (o que se encendería) seda valioso su experimento. Creo que esto es simplemente falso. Uno puede conducir un expc., imeuto por mera curiosidad, para ver qué pasa. Naturalmente, muchos de nuestros experimentos están hechos con conjeturas más específicas en mente. Así, Davy se pregunta si todas las algas del mismo tipo, ya sea en agua fresca o salada, producen este gas (que sin sospecha que era oxígeno). Hace nuevas pruebas que lo llevan a una «verdad científica general».

No me interesa saber si Davy realmente estaba haciendo una inferencia inductiva, como Carnap podría haber dicho, o si está implícitamente siguiendo en el fondo la metodología de Popper de conjeturas y refutaciones. No es importante para nosotros que el ejemplo de Davy no sea, como él pensaba, una verdad científica. ¡Nuestra reclasificación de algas posterior a Davy muestra que las Conferva no son ni siquiera una clase natural! No hay tal género o especie.

Sólo me interesa la cuestión generada por la versión fuerte: ¿debe haber una conjetura puesta a prueba para que un experimento tenga sentido? Creo que no. Ni siquiera la versión débil está fuera de dudas. El fisico George Darwin decía que uno debería hacer de vez en cuando un experimento totalmente loco, como sonarles una trompeta a los tulipanes cada mañana durante un mes. Tal vez nada va a pasar, pero si algo pasara, sería un descubrimiento estupendo.

¿Qué viene primero, la teoría o el experimento? No deberíamos despreciar la brecha generacional que existe entre Davy y

Liebig. Tal vez la relación entre la teoría química y el experimento químico habían cambiado en los cincuenta años que separa los dos citas, Cuando Oavy escribió, la teoría atómica de Dalton y otros se estaba apenas formulando, y el

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uso de modelos hipotéticos de estructuras químicas apenas empezaba. En la época de Liebig no se podía practicar la química descomponiendo compuestos eléctricamente o identificando gases dependiendo de si estimulaban la combustión. Sólo una mente llena de modelos teóricos podía empezar a resolver los misterios de la química orgánica.

Veremos que las relaciones entre teoría y experimento difieren en diferentes estadios de desarrollo, y que no todas las ciencias naturales pasan por los mismos ciclos. Si reflexionamos todo lo dicho hasta ahora puede parecer obvio, pero ha sido negado muchas veces, por Karl Popper, por ejemplo. Naturalmente, es de esperarse que Popper sea uno de los más decididos exponentes de la tendencia a preferir la teoría al experimento. Aquí está lo que él dice en La lógica de la investigación científica:

El teórico le plantea ciertas preguntas definidas al experimentador, y este último trata, por medio de sus experimentos, de deducir una respuesta decisiva a estas preguntas, y no a otras. Trata de excluir cualquier otra pregunta [ ... ] es un error pensar que el experimentador ... [busca] «aliviar la tarea del teórico», o sentar las bases para que el teórico realice generalizaciones inductivas. Por el contrario, el teórico ya deberla haber hecho su trabajo, o por lo menos la parte más importante de éste: debe haber formulado ya sus preguntas de la manera más precisa posible. Es pues él quien le muestra el camino al experimentador. Pero aun el experimentador no está interesado sobremanera en hacer observaciones exactas; su trabajo es, en gran medida, de tipo teórico. La teoria domina el trabajo experimental desde su planeamiento inicial hasta los retoques fmales en el laboratorio (p. 1 07).

Ésta era la idea de Popper en la edición de 1934 de su libro. En la edición bastante más desarrollada de 1959, agrega, en una nota a pie de página, que debería haber recalcado «la idea de que las observaciones, y más aún los enunciados observacionales, y los enunciados de resultados experimentales, son siempre interpretaciones, de los hechos observados; que son interpretaciones a la luz de teorías». En una breve inspección inicial de las diferentes relaciones entre la teoría y el experimento, sería bueno empezar con los contraejemplos obvios de la idea de Popper. El experimento en el que Davy observa las burbujas de aire sobre las algas es uno. No era una «interpretación a la luz de teorías», ya que Davy inicialmente no tenía una teoría. Ni ver inflamarse la cerilla era una interpretación. Tal vez si él hubiera dicho «Ah, entonces es oxígeno», habría estado haciendo una interpretación. Pero eso no fue lo que hizo.

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E. TALLER No. 9*

Sobre el modo de transmisión del cólera

Para la lectura sobre el cólera:

l. Enuncie la hipótesis novedosa de Snow sobre las causas de la enfermedad. 2. ¿Qué tipo de correctivo propuso Snow para, supuestamente, evitar la apari­

ción de la enfermedad? 3. Describa el argumento de Snow de acuerdo con el cual su hipótesis es

correcta. 4. Exprese este argumento bajo el esquema de argumento (visto en clase) que

corresponde a la contrastación de una hipótesis. Hágalo resaltando en cada caso los elementos allí mencionados.

LECTURAt

«Sobre el modo de transmisión del cólera»: John Snow (1854)

La existencia del cólera asiático no puede ser seguida definitivamente, más atrás del año de 17 69 ...

. . . Se necesitaría mucho tiempo para relatar los avances del cólera sobre diferentes partes del mundo, en algunas de las cuales provocaban gran devastación, en tanto que pasaba ligeramente sobre otras, e incluso dejaba algunas sin tocar y al menos que este relato pudiera ser acompañado de una

* Este taller Jo elaboramos conjuntamente con Oiga Lucia Gómez, profesora de la Escuela de Salud Pública, Universidad del Valle, y estudiante de la maestría en Filosofía.

t Trascripción hecha por Oiga Lucía Gómez.

: En Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud, EL desafio de la epidemiología: problemas y lecturas seleccionadas, Publicación Científica No. 505, Washington, 1988, pp. 43-46.Y la fuente original es: Extracto de Estudios de Snow sobre el cólera. E. Gurney Clark y Anna Gelman. En: Taller de Introducción a la Investigación Epidemiológica. Vol. 2. Ejercicios del Colegio Médico de Nueva York. Traducción y adaptación de Dionisio Aceves Saínos. Xochimilco. México. Universidad Nacional Autónoma Metropolitana, 1981.

Este taller también se puede implementar, de igual forma, con la lectura «Etiología, concepto y profilaxis de la fiebre puerperah> de Ignaz Semmelweis, en Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud, EL desafio de la epidemiología: problemas y lecturas seleccionadas, Publicación Científica No. 505, Washington, 1988, pp. 47-62.

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descripción de las condiciones fisicas de los lugares, y de los hábitos de la gente, lo cual me es imposible, el mismo sería de poca utilidad.

Sin embargo, existen ciertas circunstancias, relacionadas con la progresión del cólera, que pueden ser establecidas como reglas generales.

Se disemina a través de los caminos de mayor movimiento, nunca tan rápido como lo hacen las personas, sino casi siempre más despacio. Cuando cruza hacia una isla o continente virgen, se le observa primero en los puertos marítimos. Jamás ataca a los tripulantes de barcos que dejan países libres del cólera hacia países donde es prevalen te, sino cuando han entrado a puerto, o arribado a sus costas. Su camino exacto entre un pueblo y otro no siempre puede ser trazado pero nunca ha aparecido en sitios a los que no haya podido ser llevado por el tránsito de personas.

Hay también innumerables ejemplos que prueban convincentemente la transmisión del cólera a partir de casos individuales o únicos. Ejemplos libres de toda fuente de error, como se verá después.

Acudí para tomar informes sobre la muerte de la señora Gore, esposa de un obrero, en New Leigham Road, Streatham. Supe que uno de sus hijos había vivido y trabajado en Chelsea, de donde viajó a su casa aquejado de una enfermedad intestinal, de la cual murió, en uno o dos días, el 18 de agosto. Su madre, quien le había atendido, empezó a estar enferma al siguiente día y murió uno más tarde, el20 de agosto. No se registraron otras defunciones por cólera en ninguno de los distritos metropolitanos hasta después del26 de agosto, en un lugar situado a dos o tres millas de donde vivía la señora Gore, cercano a Brixton, Norwood, o Lower Tooting.

Los siguientes ejemplos se tomaron del interesante trabajo del doctor Simpson, de York, intitulado «Observaciones sobre el cólera asiático:». «Los primeros casos de una serie ocurrieron en Moor Monkton, aldea agrícola sana, situada a seis millas al noroeste de York. Cuando se manifestó el primer caso, la enfer­medad no era conocida en las cercanías; ni tampoco, para ser exactos, en ningún lugar situado a una distancia de treinta millas».

«John Barnes, agricultor de 39 años, principió a estar seriamente enfermo el 28 de diciembre de 1832; dos días antes sufría de diarrea acompañada de calambres. Fue visitado e interrogado por el doctor George Hopps (un respetable cirujano de Redhouse) al cual acompañó su hermano, el señor J. Hopps, del poblado de Cork quienes le encontraron al borde del colapso. Este experto médico identificó rápidamente el cuadro como cólera asiático; dio especial atención a la investigación de esta enfermedad e inmediatamente buscó alguna probable fuente de contagio, sin lograr encontrarla. Al siguiente día volvió a visitar al enfermo y lo encontró muerto, la esposa del señor Barnes. Matthew

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Metcalfe y Benjamín Muscroft, quienes visitaron a Barnes el día anterior enfermaron, pero continuaron trabajando y se recuperaron. John Foster, Ann Dunn y la viuda Creyki, estuvieron en contacto con los pacientes arriba señalados y solo presentaron síntomas leves de la enfermedad. En tanto, el médico trataba en vano de precisar la forma como la enfermedad se había presentado; el misterio continuaba, hasta que un hijo del fallecido John Barnes llegó al pueblo. Este joven estaba como aprendiz de zapatero con su tío, quien vivía en Leeds; informó al médico que la esposa de su tío (hermana de su padre) había muerto de cólera 15 días antes y, como ella no tenía hijos, sus ropas fueron enviadas a Monkton como carga común. Estas ropas no habían sido lavadas; Barnes abrió la caja por la tarde y al día siguiente cayó enfermo de cólera».

«Durante la enfermedad de la señora Barnes, su madre (quien vivía en Tockwith, comunidad sana a cinco millas de Moor Monkton), fue llamada para que la atendiera. Llegó a casa de su hija y permaneció dos días cuidándola y lavando la ropa blanca, después de lo cual regresó a Tockwith en aparente buen estado de salud, pero en el camino enfermó y cayó en colapso. Fue transportada a su casa y colocada en cama al lado de su esposo; este y una hija que vivía con ellos adquirieron la enfermedad y los tres murieron en el curso de dos días. Otro caso más ocurrió en el poblado de Tockwith, pero no fue fatal».

«Un pintor procedente de Hull, comunidad donde prevalecía el cólera, de nombre y edad desconocidos, llegó al poblado de Pockington y se alojó en la casa de Samuel Wride; enfermó el mismo día de su llegada (8 de septiembre) y murió al siguiente. Samuel Wride fue atacado por el cólera elll de septiembre y murió en seguida ... »

Revisando las publicaciones y trabajos médicos sobre el cólera se puede integrar fácilmente un gran volumen de casos similares a los mencionados anteriormente. Por esta vez los ejemplos señalados son suficientes para demostrar que el cólera puede transmitirse de una persona enferma a una sana, y que es improbable que «ni siquiera la décima parte de estos casos pudieron seguir uno a otro por mera coincidencia y sin ninguna relación de causa y efecto.

Además de los hechos arriba mencionados que demuestran que el cólera se transmite de persona a persona, existen otros que muestran primero, que el convivir con un enfermo en la misma habitación y atenderlo, no exponen a la persona necesariamente a la acción del veneno mórbido; y segundo, que no siempre es requisito indispensable que la persona se acerque mucho al enfermo para ser atacada, ya que la materia mórbida puede transmitirse a distancia. Si se acepta que el cólera es una enfermedad contagiosa o transmisible, esta

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debe propagarse a través de efluvios que emanan del enfermo hacia el aire que lo rodea y que penetran en los pulmones de quienes los inhalan. Esta suposición ha producido opiniones muy contradictorias respecto al padecimiento. Sin embargo, a través de una pequeña reflexión podemos ver que no tenemos derecho a limitar las vías por las cuales una enfermedad pueda propagarse, pues las enfermedades transmisibles de las que tenemos un conocimiento correcto, se diseminan de muy diferentes formas, tal como ocurre con el prurito y otras enfermedades de la piel, la sífilis y las parasitosis intestinales, todas las cuales tienen formas de propagación diferente unas de las otras.

Considerando la patología del cólera, es posible encontrar la manera como se transmite. Si se iniciara con fiebre o cualquier otro síntoma general, no podríamos obtener ninguna pista sobre la vía de entrada al organismo de la sustancia mórbida; podría ser que ingresara por el tracto digestivo, los pulmones o en alguna otra forma; pero este punto debería estar determinado por cir­cunstancias no relacionadas con la patología de la enfermedad. Por todo lo que he podido aprender sobre el cólera, tanto a través de observación personal, como por las descripciones de otros autores, puedo afirmar que el cólera se inicia invariablemente con trastornos en el aparato digestivo que a menudo son precedidos de solo un pequeño malestar general, que hace al paciente no darse cuenta del peligro que corre ni consultar o pedir consejo sobre su estado de salud, hasta que la enfermedad ya está muy avanzada. En verdad, unos pocos casos, presentan desvanecimiento, debilidad intensa y abatimiento general antes de que las descargas gastrointestinales aparezcan; pero no hay duda de que estos síntomas dependen de la exudación de la membrana mucosa, que es abundantemente evacuada en seguida. En todos los casos de cólera que atendí, la pérdida de fluidos del estómago y el intestino fue suficiente para producir el colapso; debe tomarse en cuenta el estado general previo del paciente, junto con brusca aparición de la pérdida de fluidos y la circunstancia de que los procesos de absorción parecen haberse suspendido.

Las enfermedades que se transmiten de persona a persona son ocasionadas por alguna sustancia que pasa del enfermo al sano, y que tienen la propiedad de crecer y multiplicarse en el organismo de la persona atacada. En la sífilis, la varicela y la viruela tenemos pruebas fisicas del aumento de esta sustancia mórbida, mientras que en otras enfermedades transmisibles la evidencia de este aumento, derivada de la extensión y gravedad del cuadro, es igualmente concluyente. Hemos visto que el cólera se inicia como una enfermedad del tubo digestivo, así como que al iniciarse la enfermedad, la sangre no se encuentra bajo la acción de ningún veneno; por lo tanto, puede pensarse que el material o sustancia mórbida que lo produce penetra al organismo por el tubo digestivo,

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El problema de la evaluación de las teorías científicas 141

siendo deglutido accidentalmente por personas que no lo tragarían intencio­nalmente; y el aumento de esta sustancia mórbida o veneno debe llevarse a cabo en el interior del estómago y el intestino. Parecería que cuando el men­cionado veneno se produce en cantidad suficiente, actúa como un irritante sobre la mucosa gastrointestinal; o lo que es más probable, removiendo fluido de la sangre circulante de los capilares, por un mecanismo análogo al que usan las células epiteliales de varios órganos al absorber las diferentes secreciones en el cuerpo sano. Ya que la sustancia mórbida del cólera tiene su propia manera de producirse, debe tener una estructura semejante a la de una célula. No contradice este punto de vista el que el veneno del cólera no pueda reconocerse por el microscopio, ya que también los materiales de la varicela y el chancro, pueden solo reconocerse por sus efectos, y no por sus propiedades fisicas.

El tiempo transcurrido entre la entrada de la sustancia mórbida al organismo y el principio de la enfermedad, es llamado período de incubación, que es en realidad período de reproducción de la sustancia mórbida; así la enfermedad resulta de la acción de una pequeña cantidad de veneno inicialmente introducida. En el cólera, este período de incubación o reproducción es mucho más corto que en otras enfermedades epidémicas o transmisibles. En los casos mencio­nados vimos que generalmente es de 24 a 48 horas. Este período de incubación tan corto, así como la cantidad de sustancia mórbida arrojada en las heces, hacen que algunas veces el cólera se disemine con una rapidez no conocida en otras enfermedades

Los ejemplos en que cantidades pequeñas de las deyecciones de los enfermos han sido tragadas son suficientemente numerosos para apoyar esta diseminación de la enfermedad; al examinarlos encontramos que la diseminación aumenta cuando las facilidades para este modo de transmisión son mayores. Se encontró que nada favorece más a la propagación del cólera que la carencia de aseo personal, ya sea por hábito o por carencia de agua, sin embargo estas circuns­tancias permanecieron inexplicadas por mucho tiempo. La ropa de cama casi siempre es mojada por las evacuaciones, pero como éstas son desprovistas de su olor y color habitual, las manos de las personas que cuidan al enfermo se ensucian o contaminan sin que ellos se den cuenta; y al menos que sean muy escrupulosas en su aseo personal y laven sus manos antes de tomar alimentos, pueden tragar accidentalmente material evacuado o bien contaminar con él los alimentos que preparan y manejan para ser consumidos por el resto de la familia, que por pertenecer a la clase obrera muchas veces consume sus alimentos en el mismo cuarto del enfermo; y es así como suceden miles de ejemplos en esta clase de población en los que un caso de cólera en un miembro de la familia es seguido de más casos, en tanto que el médico y otras personas que solo visitaban

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a los enfermos generalmente escapan a la enfermedad. El examen posmortem de los que murieron de cólera, no ha sido seguido por la enfermedad, ya que es un deber que necesariamente obliga al lavado cuidadoso de las manos, así como porque los médicos no tienen el hábito de consumir alimentos en tales ocasiones. Por otro lado, el manejo del cadáver (amortajado y acomodarlo), cuando era efectuado por mujeres de la clase obrera que tienen la costumbre de comer y beber en tales ocasiones, en seguida eran atacadas por el cólera; personas que solamente asistían al funeral y que no tuvieron ningún contacto con el cadáver, con frecuencia también contraían la enfermedad; tomando en consideración estos puntos, es evidente la participación de los alimentos pre­parados o manipulados por personas que atendieron al paciente o que manejaron sus ropas personales o de cama.

La diseminación involuntaria de las evacuaciones en los casos más graves de cólera, también debe ayudar a su propagación. El señor Baker, de Staines, quien en 1849 atendió 260 casos de cólera y diarrea, principalmente entre gente pobre, me informó en una carta que hizo favor de enviarme en diciembre del mismo año, que «cuando los pacientes diseminaban involuntariamente sus heces, la propagación se hacía evidente». Esto sucede entre los pobres, donde una familia entera duerme, cocina, come y lava en un solo cuarto; también se observó que la enfermedad una vez introducida se propagaba y permanecía más tiempo en las llamadas posadas comunes, en donde varias familias se hacinaban en un solo cuarto. Entre los vagabundos que viven en este mismo estado de aglomeración, el cólera alcanzó su mayor gravedad en 1832; gracias a una medida del Parlamento para la regulación de las posadas comunes, los casos fatales de cólera disminuyeron en la última epidemia. Cuando al contrario el cólera es introducido a casa de mejor clase, como sucede a menudo, se encontró que era dificil se propagara de un miembro a otro de la misma familia. Esto se debe al uso regular de palangana y toalla, así como al cocinar y comer en un cuarto separado del enfermo.

La población minera de la Gran Bretaña ha sufrido más del cólera que el resto dedicado a otras actividades; esta particularidad yo creo puede ser explicada por la manera ya señalada de transmitirse la enfermedad. La situación de los excavadores es diferente a la de otros trabajadores por muchas circuns­tancias fundamentales; en todas las minas y, principalmente las de carbón, se carece de letrinas, el trabajador tiene que permanecer largo tiempo dentro de la mina estando así obligado a llevar la comida consigo mismo y comerla siempre sin lavarse las manos y sin cuchillo ni tenedor.

La siguiente es la respuesta a una pregunta que hice en una mina conectada con una carbonería cercana a Leeds: «nuestros carboneros descienden a las

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cinco de la mañana para estar listos y empezar a trabajar a las seis y abandonan el tiro entre las tres y media y cuatro de la carde, permaneciendo dentro de la mina un promedio de ocho a nueve horas. El minero lleva consigo al descender su provisión de comida, que consiste en pan y algunas veces carne y todos llevan una botella conteniendo un cuarto de «bebida». Temo que nuestros car­boneros no están mejor que otros con respecto a limpieza. El «tiro» es una inmensa letrina y por supuesto el trabajador siempre consume sus víveres sin lavarse las manos. De esta manera es evidente que si el minero es atacado por el cólera cuando está trabajando, la enfermedad se propaga a sus compañeros de trabajo con más facilidad que en otras ocupaciones. En Northum Berland, en el invierno de 1831 -1832 he visto sacar de las minas a hombres atacados ocasionalmente mientras trabajaban y que después de haber tenido grandes descargas gastrointestinales, estaban cercanos al colapso.

Si el cólera no tuviera otras formas de transmisión que las que se han expuesto, forzosamente se limitaría casi exclusivamente a las viviendas ates­tadas de un lugar, por falta de oportunidad para encontrar nuevas víctimas; pero existe a menudo una vía abierta que le permite extenderse por sí mismo, y atacar a las clases acomodadas de la comunidad; estoy refiriéndome al hecho de que las evacuaciones de los enfermos de cólera se mezclan con el agua que se usa para beber y para el consumo doméstico, ya sea atravesando el terreno que rodea los pozos o cisternas, o bien corriendo por canales que desaguan en ríos de donde algunas veces poblaciones enteras se abastecen de agua.

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CAPfTULO IV

CONCEPTOS CIENTfFICOS: TIPOLOGIA, ESTRUCTURA Y NATURALEZA

Así como no se puede dibujar sin líneas, ni se puede pintar sin colores, tampoco se

puede hablar ni pensar sin conceptos J. Mosterín

A. PRESENTACIÓN

l. Introducción

En el capítulo 1 planteamos que muchas de las preguntas de la filosofia de la ciencia están relacionadas con el concepto de teoría, y esto porque el principal objetivo de la actividad científica, que es la producción de conocimiento sobre el mundo, se lleva a cabo proponiendo y desarrollando teorías. También dijimos, en dicho capítulo, que la sistematicidad y la teoricidad son dos características que saltan a la vista en las teorías científicas. En el presente capítulo comenzamos el estudio a fondo de las características estructurales, internas, de las teorías, que tienen que ver con su sistematicidad, y el cual terminamos en el capítulo siguiente con un análisis centrado en las teorías científicas como tales. En este capítulo nos ocuparemos de los conceptos científicos, un elemento estructural y epistemológico fundamental de las teorías, sin ahondar en los demás detalles de una teoría.

Recordemos que caracterizamos el conocimiento científico (las teorías) de sistemático, ordenado, porque este no puede consistir en una simple acumulación de oraciones que describen distintos aspectos del mundo. La ciencia ordena la diversidad fenoménica a través de unos cuantos conceptos, los cuales aparecen relacionados en unos pocos enunciados (que por su importancia y función se les llama leyes o principios), y estas leyes a su vez forman un todo llamado teoría. Con las palabras gráficas de Hempel, «la sistematización científica requiere el establecimiento de diversas conexiones, mediante leyes o principio teóricos, entre diferentes aspectos del mundo empírico, que se caracterizan mediante conceptos científicos. Así, los conceptos de la ciencia son los nudos en una red de interrelaciones sistemáticas en la que las leyes y los principios teóricos constituyen los hilos»1

• Es por esto que si queremos adentramos en el

' Hempel [1966], p.l39.

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análisis estructural de las teorías, el primer paso debe estar orientado hacia los conceptos. En este capítulo estudiaremos las formas en que se presentan los conceptos científicos y su naturaleza. La primera cuestión tiene que ver con la elaboración de una tipología (clasificación) de los conceptos y la segunda con precisar las propiedades estructurales de cada tipo de conceptos, esto es, con su naturaleza. Una fuente importante para la exposición que sigue fue la presentación que hacen Díez y Moulines en «Capítulo 4. Los conceptos científicos», Fundamentos de filosofia de la ciencia ( 1997). Las tesis principales que desarrollo, tanto en contenido como en forma, y muchos de los ejemplos que presento los he extraído de esta importante obra. Pero también me han sido de gran utilidad los capítulos V y VI del libro de Rudolf Carnap, Fundamentación lógica de lafisica (1966), y los tres primeros capítulos del libro de Jesús Mosterín, Conceptos y teorías en la ciencia (2000).

Veremos que los distintos tipos de conceptos científicos los podemos agrupar en tres grandes clases: clasificatorios, comparativos (o topológicos) y métricos (o cuantitativos o magnitudes). Esta tipología surge de estudiar su estructura formal o matemática y refleja, además, el carácter diverso y el valor metodológico de cada clase de conceptos.

A continuación aparece un cuadro que sintetiza bastante bien las principales características de los conceptos que pone de relieve la tipología.

Tipos de conceptos Operación asociada

Conceptos clasificatorios -Comparativos o topológicos -Conceptos métricos -

Clasificar Ordenar -

Medir -

Extensión

- Particiones Relaciones de orden

Funciones numéricas

Para llegar a esta clasificación, tal y como haremos más abajo, tenemos que centrarnos fundamentalmente en los aspectos estructurales y metodológicos de los conceptos, los cuales tienen que ver con ciertas condiciones formales y ciertas condiciones materiales'l. Estas dos condiciones permiten ordenar los tipos de conceptos por su grado de complejidad: los clasificatorios son los menos complejos y los métricos contienen una mayor elaboración, tal y como veremos. Esta complejidad también se deja ver en el tipo de operación que está asociada a cada clase de concepto: clasificar es lo propio de los conceptos

2 Véase Mosterin [2000], p. 22.

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Conceptos científicos: Tipología, estructura y naturaleza 147

clasificatorios, los conceptos comparativos lo que hacen es ordenar el dominio al cual se aplican, y los métricos tienen la medición (el uso de un instrumento de medición) como operación asociada. Observemos que las extensiones de los tipos de conceptos están ordenadas de menor a mayor complejidad, en relación con las nociones de la teoría de conjuntos involucradas: clasificar tiene que ver con elaborar una partición en el dominio de aplicación, ordenar con establecer una relación de orden, y medir con construir una función métrica. Lo anterior queda expresado en la idea de que cada concepto métrico se corresponde con un concepto comparativo y cada concepto comparativo con uno clasificatorio, aunque, desde luego, las relaciones inversas no se cumplen.

Por último, esta clasificación nos permite introducir de manera precisa la distinción entre conceptos cualitativos y cuantitativos. Los únicos conceptos cuantitativos son los métricos (las magnitudes), en tanto que los cualitativos son o comparativos o clasificatorios. Además, es claro que los conceptos métricos son característicos de las teorías cuantitativas, los más útiles para la articulación y desarrollo del conocimiento científico.

2. ¿Qué es un concepto?

2.1. Importancia de los sistemas conceptuales ¿Cómo se llega a una teoría nueva?, o ¿cómo construyen los científicos las

teorías? Hemos dicho que una teoría contiene conceptos y leyes (relaciones fundamentales entre conceptos fundamentales), entonces, planteemos la pregunta un poco menos pretensiosa, ¿cómo surgen los conceptos de una teoría? Una respuesta muy intuitiva a esta pregunta epistemológica profunda, y muy en consonancia con un empirismo extremo, plantearía que los conceptos de una teoría están supeditados al mundo: la naturaleza misma nos va dando las pautas para nombrar y describir las nuevas cosas que descubrimos y los nuevos fenómenos que presenciamos sin que intervenga ningún proceso significativo de construcción por parte nuestra. Pero en realidad debemos invertir la perspectiva: aunque guiados de algún modo por las observaciones, experiencias y experimentos, existe una actividad bastante creativa por parte de los científicos, o la comunidad científica, al proponer nuevos conceptos y teorías. De tal manera que no hay propiamente una relación causal entre los objetos y hechos del mundo, por una parte, y los conceptos y el lenguaje que tienen que ver con ellos, por la otra.

Por tanto, para efectos de claridad epistemológica, podemos comenzar por admitir que aunque el objeto de conocimiento es el «mundo real», los sujetos

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epistémicos contraponemos, en cierto modo, un sistema de conceptos a ese objeto de estudio; y que sean cuales sean los objetos reales, si logramos conocerlos y reconocerlos es gracias, entre otras cosas, a los conceptos de que disponemos. Así pues, es a través de los conceptos que identificamos, diferenciamos, comparamos, etc., los objetos y hechos de los que consta el mundo reaP.

Pero esta conclusión no implica que necesariamente todo conocimiento requiera de un sistema conceptual o sea de tipo conceptual, pues en realidad también hay conocimiento «no conceptual», pero es innegable la importancia y primacía que tiene para nosotros los seres humanos el conocimiento conceptual.

2.2. Relaciones de expresión y subsunción De acuerdo con la conclusión a la que arribamos en el apartado anterior, los

conceptos (los sistemas conceptuales) no hacen parte del mundo real, en la medida que los primeros los contrapones a los segundos. Entonces, con miras a establecer la naturaleza de los conceptos, esto es, qué tipo de entidad son, hay que establecer el contraste entre los conceptos con entidades más familiares, como por ejemplo los objetos que pueblan el mundo natural; y, en segundo lugar, precisar las relaciones que los conceptos guardan con esos objetos.

Para efectos de la presente reflexión, podemos decir que en el mundo natural contamos con tres tipos de objeto: los concretos, que son los más familiares, como las piedras y los árboles; los abstractos, pertenecientes al mundo de las matemáticas, como los números; y los lingüísticos, que tienen que ver con el lenguaje, como las palabras y las oraciones. Así que los conceptos no hacen parte de este mundo real, ellos son entidades abstractas, como los números, pero se encuentran en otra esfera, por así decirlo (véase la figura 4.1 4). En particular, los conceptos no son entidades lingüísticas, aunque efectivamente guardan una intima relación. Así que es errada la tendencia a identificar conceptos (sistemas conceptuales) con lenguaje.

¿Qué relaciones cabe destacar entre conceptos y objetos (concretos y abstractos)?, y ¿cuáles entre conceptos y lenguaje? Siguiendo también en este apartado los lineamientos de la presentación de Díez y Moulines (1997), la relación preponderante entre lenguaje y conceptos es la de expresión: las palabras, o en general los términos de un lenguaje, expresan conceptos, pero desde luego que no a la inversa. La palabra perro expresa el concepto de un animal doméstico de cuatro patas, que ladra, etc. Ahora bien, aunque una misma

3 Véase Diez y Moulines (1997], p. 92. 4 La figura la recojo parcialmente de Díez y Moulines [1997], pp. 94 y 95.

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palabra expresa un único concepto, un mismo concepto puede expresarse por distintas palabras (que son sinónimas). Por ejemplo, perro y gozque expresan el mismo concepto.

IU!.LACIÓN DE BXPIBSIÓN

SISTEMA CONCEPTUAL

Sol

Luna

Objetos concretos

MUNDO REAL

Fig. 4.1. Relaciones conceptos-lenguaje y conceptos-objetos

En segundo lugar, entre un concepto y los objetos del mundo real se puede establecer la relación de subsunción: un concepto subsume uno o varios objetos (en general muchos) o, lo que es equivalente, un objeto cae bajo un concepto o el concepto se aplica al objeto. En tanto que, estableciendo el contraste con la relación entre lenguaje y mundo, una palabra refiere o denota uno o varios objetos. Veamos algunos ejemplos.

* La palabra Luna refiere al satélite natural de la Tierra (que es un objeto) o, lo que es lo mismo, Luna denota un satélite.

* Mientras que, la Luna cae bajo el concepto de astro, esto es, el objeto Luna queda subsumido por el concepto de astro. Aún más, el concepto de astro se aplica a la Luna, el Sol, Mercurio, etc.

* Un ejemplo con objetos abstractos: el concepto de número primo se aplica a los números 1, 2, 3, 5, 7, etc.

Por otra parte, todo objeto cae bajo un concepto, pero hay conceptos vacíos, esto es, conceptos bien construidos bajo los cuales no cae ningún objeto; ejemplo,

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unicornio, habitante del Sol. Tengamos presente que desde un punto de vista científico, los conceptos que interesan son aquellos que se usan con la pretensión de subsumir objetos realmente existentes.

En síntesis, las palabras expresan conceptos, las palabras refieren a objetos y los conceptos se aplican a objetos.

En general, los términos, o las palabras, que expresan conceptos tienen casi siempre la forma lógica de predicados n-ádicos, con n> l. Los conceptos clasificatorios son predicados monádicos (de un lugar) y los conceptos más complejos se expresan mediante relaciones diádicas, triádicas o, en general, poliádicas. Algunos ejemplos.

* 'rojo' es un concepto clasificatorio y es un predicado monádico, porque uno dice: esta manzana es roja. El subrayado indica el lugar.

* El predicado 'es progenitor de' es diádico, de dos lugares, porque uno dice: Juan es progenitor de María.

* 'estar entre' es triádico, pues uno dice, por ejemplo: la Luna está entre el Sol y la Tierra.

De manera más particular, los conceptos clasificatorios corresponden a los sustantivos y adjetivos del lenguaje ordinario, y los conceptos comparativos se expresan a través de, como dicen los gramáticos, el grado comparativo de los adjetivos. Mientras que los conceptos métricos «no tienen correspondencia en el lenguaje ordinario. Son una creación original de los lenguajes científicos. Son característicos de los estadios más avanzados de la ciencia»5•

Una última noción general sobre los conceptos. La extensión de un concepto es el conjunto de objetos que caen bajo él. La extensión del concepto de rojo es el conjunto de todos los objetos rojos. Como se anunció más arriba, las respectivas extensiones de los tipos de conceptos son:

Conceptos clasificatorios-. Particiones Comparativos o topológicos-+ Relaciones de orden Conceptos métricos-+ Funciones numéricas

3. Conceptos clasificatorios

Es más adecuado hablar de un sistema de conceptos clasificatorios que de un concepto clasificatorio tomado aisladamente. Por ejemplo, rojo es un concepto clasificatorio, pero lo entendemos como tal al tener en cuenta otros conceptos de color como verde, azul, etc. Por tanto, rojo, verde, azul, etc., son conceptos

s Mosterin [2000], p. 30.

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Conceptos científicos: Tipología, estructura y naturaleza 151

de color; redondo y cuadrado son conceptos de forma; perro, gato, etc., son conceptos de animal; y mesa, silla y martillo son conceptos de objetos de uso. Como ya decíamos, los conceptos clasificatorios son predicados monádicos, de un solo lugar: la manzana es roja; la manzana es redonda; este animal es .!!!! perro; este objeto sirve de silla. Como vimos en el caso del concepto de rojo, la extensión de un concepto clasificatorio es un conjunto simple, sin estructura interna; con otro ejemplo, la extensión del concepto de perro es el conjunto de todos los perros.

Puesto que todo concepto clasificatorio pertenece a un sistema de conceptos que clasifica, los conceptos clasificatorios atribuyen propiedades a los individuos del dominio que clasifican, y la operación asociada a un concepto clasificatorio es la de clasificar o la de hacer una clasificación. En síntesis, en una clasificación se obtiene un sistema de conceptos en el que podemos decir que cada uno de ellos es un concepto clasificatorio.

En la práctica científica se exige que un concepto cumpla unas condiciones formales o matemáticas de adecuación y ciertas condiciones materiales de adecuación. Las primeras tienen que ver con aspectos puramente internos al concepto, en tanto que las segundas se fijan en la relación del concepto con el dominio de aplicación, esto es, en cuán bien se ajusta el concepto a los objetos que pretende subsumir. Las condiciones formales se han de cumplir en sentido estricto, pues se analizan bajo condiciones ideales, mientras que de las materiales se exige que sean aproximadas; ¿cuán aproximadas?, esto queda defmido por la comunidad de usuarios o científica.

Para determinar las condiciones formales de adecuación de una clasificación, veamos cómo se clasifica un dominio de objetos. En condiciones ideales, estableciendo una partición de acuerdo a criterios sistemáticos. La figura 4.2 muestra un dominio de objetos D y su respectiva partición.

Fig. 4.2. Clasificar un dominio de objetos es establecer una partición

La partición (o clasificación) cumple las siguientes tres condiciones: (l)Agrupa a todos los objetos del dominio en conjuntos o grupos disyuntos

(G1, G

2 y G

3) de acuerdo a criterios sistemáticos.

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(2) Ninguno de los conjuntos puede ser vacío. (3) La unión de todos los conjuntos es el dominio en cuestión.

Así, como toda partición, la clasificación cumple las condiciones de exhaustividad, agotar todos los objetos del dominio, y la de mutua exclusión, los conjuntos tienen que ser disyuntos. Finalmente, el modo de enunciar, presentar, fijar una partición es a través de una relación de equivalencia que «induzca>> la partición, como veremos a continuación.

La clasificación, además, debe cumplir unas condiciones materiales de adecuación, esto es, la clasificación debe tener un carácter empírico, tiene que atender a criterios empíricamente controlables y sistemáticos.

Analicemos el sistema de conceptos de colores para aclarar las anteriores ideas. Las condiciones formales no son difíciles de enunciar. Bajo condiciones ideales podríamos decir que los colores quedan determinados por el espectro de la luz blanca, y el espectro cumple las condiciones de exhaustividad y mutua exclusión. Se cumple el criterio de exhaustividad porque el espectro contiene todos los colores y no deja ninguno por fuera. Nótese que los colores blanco y negro no harían parte de este sistema porque el blanco no sería un color simple sino compuesto por varios colores simples, y el negro sería ausencia de color. Además, los colores del espectro son mutuamente excluyentes, no hay una zona del espectro que tenga dos colores o más.

Las cosas no son tan precisas en el caso de las condiciones de adecuación material. En primer lugar, la relación de equivalencia que induce la partición no puede ser simplemente «dos cuerpos tienen el mismo color si observamos que tienen el mismo colon>, pues haría uso de nuestra forma particular de ver los colores, que es un medio bastante impreciso. Una relación de equivalencia más adecuada sería «caer sobre la misma zona del espectro de colores», que recurre a un medio más imparcial, como el espectro de colores. Dicho de manera más precisa, la relación de equivalencia sería «dados dos cuerpos x y y: x tiene el mismo color que y si y sólo si ambos caen en la misma zona del espectro de colores».

La relación es de equivalencia porque es reflexiva, simétrica y transitiva: * reflexiva: el cuerpo x tiene el mismo color que x. * simétrica: si x tiene el mismo color que y, entonces y tiene el mismo

colorquex. * transitiva: si x tiene el mismo color que y, y y tiene el mismo color que z,

entonces x tiene el mismo color que z.

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Conceptos científicos: Tipología, estructura y naturaleza !53

A través de esta relación podemos clasificar todos los objetos en rojos, amarillos, verdes, azules o violetas, etc. Pero la clasificación de este modo tiene por lo menos una dificultad en su aplicación. Esta radica en que la diversidad de colores que podemos captar en el espectro de colores es mucho más amplia que la que podemos nombrar, de tal manera que si bien podemos establecer límites entre un color y otro, y nombrar las diferentes zonas de colores con nombres diferentes, de modo que en definitiva se tenga una partición bien formada, los límites establecidos son un tanto arbitrarios. Pero aún así, con esta deficiencia, la clasificación es bastante útil.

4. Conceptos comparativos

Este tipo de conceptos son una categoría intermedia entre los conceptos clasificatorios y los métricos. Los conceptos comparativos requieren de una mayor elaboración porque no sólo permiten clasificar un dominio dado, sino que además permiten ordenarlo. De ahí que a cada concepto comparativo se le asocia invariablemente un conjunto de conceptos clasificatorios, pero no a la inversa.

Algunos ejemplos conocidos son: en fisica, peso y temperatura, antes que fuesen introducidos en forma precisa como magnitudes fisicas en la mecánica y la termometría, respectivamente; inteligencia en psicología; adaptación en biología; dureza en geología; y acidez en química.

A continuación analizaremos la dureza como ilustración de concepto comparativo. La dureza se introduce en mineralogía asociándolo a la prueba empírica de la «raya» y los conceptos de dureza y suavidad pertenecen a una misma clasificación.

Así como la operación intelectual asociada a una clasificación es la de clasificar, la asociada a un concepto comparativo es la de ordenar. Ordenar un dominio requiere que primero sea clasificado y después, una vez hecha la clasificación, ordenado propiamente. En términos lógicos, los conceptos comparativos se caracterizan porque su extensión es una relación de orden, es decir que los conceptos tienen un carácter relacional y están constituidos por dos predicados diádicos estrechamente interconectados.

a) Uno de los predicados denota una relación de coincidencia o equivalencia C en cierto respecto, «x es tan ... como y» o <<.x es equivalente en ... a y». En el caso del concepto de dureza: <<X es tan duro como y» o <<X es equivalente en dureza ay».

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154 Introducción a la filosofia de la ciencia

Fig. 4.3. Relación de coincidencia e

b) El otro predicado denota una relación de precedencia u orden P, <<.x es más .... que y» o <<.x precede en ... a y». En el caso de la dureza: <<.x es más duro que y» o <<X precede en dureza a v».

Gl ó . g

G3 o B ,... •

G2 '2 ·=

Relación de precedencia P

Fig. 4.4. Relación de precedencia, una vez establecida la de coincidencia e

Las dos relaciones deben estar deftnidas sobre el mismo dominio de objetos. La primera relación e permite clasiftcar el dominio y la segunda P (junto con la primera) lo ordena (véase las dos figuras de arriba). Además, estas dos relaciones son equivalentes a una única relación de orden O, de la forma <<.x es tan o más ... que y». En el caso de la dureza, <<.x es tan o más duro que y».

En síntesis, y en términos lógicos, las condiciones formales son las siguientes: (1) la relación de coincidencia e es reflexiva, simétrica y transitiva; (2) la relación de precedencia P es asimétrica y transitiva; (3) e y P son mutuamente excluyentes: si dos objetos se relacionan bajo e

no lo hacen bajo P y a la inversa; ( 4) e y P son conexas: todo par de objetos están relacionados ya sea mediante

e o mediante P; ( 5) se deben satisfacer determinadas condiciones materiales u operacionales.

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Conceptos científicos: 1ipología, estructura y naturaleza 155

Un concepto puede estar bien construido desde un punto de vista formal, lógico, pero si no tiene aplicabilidad en la práctica no le daríamos gran valor. Indagar por las condiciones de adecuación empírica de un concepto es determinar si es aplicable a algún dominio de la experiencia y ver qué tanto se adecúa al mismo. En el caso del concepto comparativo dureza, las condiciones materiales quedan expresadas operacionalmente mediante:

C: x es tan duro como y si y sólo si x no raya ay ni y ax P: x es más duro que y si y sólo si x raya a y

Estas dos operaciones permiten aplicar el concepto perfectamente, aunque es posible que el concepto tenga algunas limitaciones en su implementación práctica, por ejemplo que la operación de la raya tenga que ver, además de con las características materiales de los materiales, con su forma. Esto es, que la forma del material sea puntiaguda o roma interviene en su poder de rayar a otro.

El hecho que podamos decir que un determinado concepto (comparativo o los otros dos) va asociado a ciertas operaciones u observaciones empíricas no quiere decir que dependa de ellas de un modo estricto, pues normalmente también están involucradas cuestiones teóricas. En síntesis, la naturaleza de un concepto no es sólo un asunto de mera definición o de relaciones lógicas, también tiene que ver con operaciones empíricas y con las relaciones que tiene con la teoría a la que pertenece.

S. Conceptos métricos

A los conceptos métricos también se les conoce como conceptos cuantitativos o magnitudes o cantidades. Como plantean Díez y Moulines (1997), p. 113, las magnitudes expresan propiedades de las cosas que estas ejemplifican según un más y un menos. Las magnitudes están íntimamente conectadas con la idea de medir cosas y procesos con instrumentos, y el proceso de medición en su conjunto es una representación cuantitativa de la respectiva magnitud. De manera precisa, medir es asignar números a objetos empíricos (a sus propiedades) con instrumentos de medición.

El proceso de medición, así como el de clasificar y ordenar, no es arbitrario sino que con él se expresan importantes y reales conexiones empíricas entre los mismos objetos, sus propiedades y las relaciones entre ellos. De modo que la fuerza de los conceptos métricos radica en que permite realizar operaciones matemáticas entre los valores numéricos asignados, los cuales tienen cierto

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156 Introducción a la filosojia de la ciencia

significado empírico. Esto es, «operamos con los números «como si>> operásemos con los objetos»6; así que podemos hablar del proceso de matematización de la realidad, lo cual consistiría en «identificar los objetos empíricos (sus propiedades) con números y las operaciones empíricas con operaciones matemáticas, manejando luego estas últimas para obtener información indirecta sobre los primeros» 7•

En síntesis, podemos enumerar las siguientes ventajas de los conceptos métricos8•

( 1) Las divisiones y diferenciaciones que establecen son más fmas y precisas. (2) Permiten enunciar leyes empíricas que son más generales y precisas. (3) Permiten explicaciones y predicciones mucho más exactas y controlables.

Por último, hay que tener presente que la introducción de un concepto métrico, con su significado empírico, se realiza en el contexto de una teoría, es decir, en conexión con otros múltiples conceptos de una teoría, y no por el simple hecho de que cumpla unas condiciones formales, en particular que contenga un concepto comparativo.

5.1. Características formales Desde el punto de vista formal, la extensión de un concepto métrico es una

función numérica o, mejor aún, un conjunto de tales funciones. Una función numérica fes de la forma f: D-+R, en donde D es un conjunto de objetos y R el conjunto de los números reales. Lo que hace la función fes asignar números reales a cada objeto del dominio; y esto es lo que corrientemente se denomina una escala. Hablamos de un conjunto de funciones porque se pueden tener distintas escalas de una misma magnitud dada.

Son tres las condiciones que debe cumplir una función numérica f correspondiente a un concepto métrico.

( 1) Como un concepto métrico tiene asociado un concepto comparativo, la función numérica preserva el orden de la relación correspondiente al concepto comparativo. Esto es, a pares de objetos relacionados mediante la relación de coincidencia C (que sería la relación del concepto comparativo correspondiente}, la función f asigna el mismo valor. Es decir, si estos objetos son x y y, entonces f(x) = f(v).

6 Diez y Mou1ines [1997], p. 114. 7 Ibíd. Las cursivas son mias. 8 lbíd., p. 113.

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Conceptos científicos: 1ipología, estructura y naturaleza 157

(2) A pares de objetos x y y relacionados mediante la relación de precedencia xPy (la otra relación que privilegia el concepto comparativo), la función f asigna valores tales que f(x) > f(y).

(3) Condiciones de mensurabilidad9 . Estas serían las condiciones propiamente métricas que introduce la magnitud correspondiente, las cuales están relacionadas con elementos empíricos adicionales que hacen posible la representación cuantitativa de la magnitud. El siguiente ejemplo permitirá puntualizar inicialmente esta propiedad de las magnitudes. La combinación de dos longitudes o dos masas produce un nuevo valor de longitud o masa, pero esto no sucede con la densidad o la temperatura, pues si combino agua con alcohol no obtengo una sustancia con una densidad igual a la suma de las otras dos, sino con una intermedia. Algo semejante sucede con la temperatura. Luego las condiciones de mensurabilidad del concepto, presentes en la función numérica, deben reflejar esas propiedades empíricas de los objetos que buscan representar.

Por otra parte, no toda asignación numérica se considera una metrización. Así, por ejemplo, las escalas ordinales asocian un número a cada objeto, pero no son realmente escalas de medición genuinas. Por ejemplo, la escala Richter, para la magnitud de los terremotos, es una escala ordinal y no métrica.

5.2. El concepto de longitud o la magnitud longitud El concepto de longitud queda precisado mediante las siguientes cuatro

condiciones, en donde las dos primeras establecen el concepto comparativo correspondiente mediante el procedimiento de superposición de las longitudes, lo cual permite definir las relaciones de identidad y desigualdad. En tanto que las restantes dos condiciones son las de mensurabilidad, que definen la unidad de escala y la escala respectivamente.

1) Relación de identidad l. Si al superponer dos objetos a y b sus extremos coinciden, entonces tienen la misma longitud, esto es, L(a) = L(b).

2) Relación de desigualdad D. Si al superponer dos objetos a y b sus extremos no coinciden, sino que el de a excede al de b, entonces la longitud de a es mayor que la de b, esto es, L(a) > L(b).

3) Condición de unidad (unidad de escala). La separación entre dos marcas definidas de un objeto particular (metro patrón) se toma como el valor 1 (pero podría ser cualquier número, 10 o 100, por ejemplo).

9 Ibíd., pp. 186-187.

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158 Introducción a la jilosojia de la ciencia

4) Determinación de la forma precisa de la escala. La propiedad clave de la longitud (lo mismo que para la masa) radica en que el cociente, la razón, o la proporción entre las longitudes, L(a) y L(b), de dos objetos cualesquiera a y b es una constante, independientemente de la escala que se emplee. Esto es, L(a) 1 L(b) = constante.

Ahora bien, si tenemos las escalas 1 y 2, y como esta constante se preserva bajo cambios de escala, entonces se cumple que L

1(a) 1 L

1(b) = L

2(a) 1 L

2(b).

Tal y como se subrayo más arriba, hay que tener presente que este tipo de relación no es la misma para todas las magnitudes; en particular, la forma de la escala para la temperatura no tiene esa forma.

6. Consideraciones filosóficas: lo cualitativo y lo cuantitativo

Como se adelantó al comienzo del presente capítulo, las distinciones anteriores permiten reformular de manera más exacta y matizada el problema tradicional que distingue entre ciencias cualitativas y cuantitativas. La primera precisión que se gana es que los conceptos clasificatorios y comparativos son conceptos cualitativos, mientras que los métricos son los únicos cuantitativos. En línea con los planteamientos de Díez y Moulines (1997), pp. 99 y 100, a continuación se presentan dos reflexiones que permiten reorientar la discusión con mejores elementos y también ubicar mejor la fuente de las supuestas diferencias entre ciencias cualitativas y cuantitativas.

En primer lugar, normalmente se entiende que la distinción entre ciencias cuantitativas y ciencias cualitativas obedece a una distinción fundamentalmente ontológica que tiene que ver con sus respectivos objetos de estudio, lo cualitativo y lo cuantitativo. Pero al mismo tiempo se plantea que estos dos tipos de ontologías coinciden en que dependen exclusivamente de la naturaleza y son independientes por completo de los sujetos epistémicos. Esto quiere decir que hay propiedades o fenómenos del mundo real que son en sí mismos cualitativos y otros que son en sí mismos cuantitativos. Bajo este enfoque, la fisica es una ciencia cuantitativa porque estudia aspectos cuantitativos de la realidad, y las ciencias sociales son cualitativas porque estudian aspectos meramente cualitativos, que por su naturaleza no pueden ser cuantitativos.

Pero en realidad este enfoque está errado, pues la distinción es de carácter epistemológico y no ontológico. La distinción tiene base en la estructura conceptual con la que nosotros conceptualizamos la realidad, esto es, un fenómeno particular no es en sí mismo cualitativo o cuantitativo, sino más bien el modo como nosotros lo describimos, el sistema conceptual que utilizamos

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Conceptos científicos: Tipología, estructura y naturaleza 159

para comprenderlo. Tenemos la posibilidad de construir sistemas conceptuales cualitativos y cuantitativos, e implementamos uno u otro tipo de sistema dependiendo de cuán complejo sea el dominio estudiado y de cuán hayamos avanzado en el conocimiento de dicho dominio. En definitiva, como dicen Díez y Moulines, <<ni el mundo globalmente considerado, ni ninguna parcela del mismo es en sí misma cualitativa o cuantitativa»10•

En segundo lugar, es corriente escuchar que una disciplina adquiere el estatus de científica sólo en el momento en que use conceptos cuantitativos, entre tanto realmente no merece tal adjetivo. La idea central que está detrás de esta propuesta es que «en una disciplina hay tanta ciencia como matemáticas hay» 11

Pero aquí hay una confusión, pues erradamente se equipara matematizar con usar conceptos cuantitativos. Lo cierto es que hay ramas de las matemáticas como la topología, la teoría de grafos y la teoría de grupos que no contienen, ni presuponen, conceptos cualitativos, y que le vienen prestando algún servicio a la ciencia. Además, es curioso que este tipo de matemáticas las ubicamos, por sí misma, por encima de las ciencias cualitativas. No podemos olvidar que ciencias como la biología han progresado considerablemente apunta de conceptos clasificatorios y comparativos. En definitiva, sin pretender negar las ventajas relativas que tienen los conceptos cualitativos, no podemos defender a ultranza que el desarrollo de la ciencia en su conjunto, o de una teoría en particular, depende de un modo fundamental de la utilización de conceptos cuantitativos.

10 lbíd., p. 99. 11 Ibíd.

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160 Introducción a la filosofía de la ciencia

B. TALLER No. 10*

Conceptos clasificatorios, comparativos y métricos

l. Con el propósito de comprender mejor la ilustración de la clasificación de los colores a través del espectro de colores, que aparece en la presentación del capítulo, imprima en papel un espectro de colores lo más claro posible y trace en él la partición correspondiente a la clasificación más exhaustiva posible, y después analice el cumplimiento de las condiciones formales y materiales de adecuación.

2. Para elaborar una taxonomía biológica o una clasificación de los organismos en especies es posible implementar distintos criterios (de clasificación); en unos casos se recurre a las diversas características morfológicas, en otros a la capacidad reproductiva (tal y como lo propone Emst Mayr), y finalmente en otros se hace a través de nociones genéticas. Indague sobre las características de cada una de estas alternativas y determine, en cada caso, qué tan adecuado es el sistema en términos formales y materiales.

3. Una clasificación es dicotómica si consta de sólo dos conjuntos. Un ejemplo de estas son las que resultan de afirmar o negar una determinada propiedad. Enuncie un ejemplo y muestre que efectivamente es una clasificación ¿Qué opinión le merece este tipo de clasificación, respecto a su aplicación en la ciencia?

4. Partición fina. Dadas dos particiones (clasificaciones), P1

y P2

, de un mismo dominio, la partición P

2 (que consta de los conjuntos g

1, g

2, g

3, g

4, g

5,

g6

Yg7) es más fma que P1

(que consta de los conjuntos G1, G

2 y G

3) si toda

clase de equivalencia de P 2

está contenida en alguna clase de equivalencia de P 1• De ahí que dadas dos clasificaciones del mismo dominio, preferimos la más fina porque nos permite una mayor discriminación. Elabore un ejemplo de partición fma, y expliquela.

• Este taller lo elaboramos conjWitamente con Oiga Lucia Gómez, estudiante de la maestría en filosofia y profesora de la Escuela de Salud Pública, Universidad del Valle.

Page 160: Introduccion a La Filosofia de La Ciencia, Guerrero Pinto

Conceptos científicos: Tipología, estructura y naturaleza 161

5. Jerarquías taxonómicas o árboles taxonómicos. Resultan de la sucesiva superposición de clasificaciones cada vez más fmas. Esto es, cada categoría o jerarquía taxonómica se divide en grupos subordinados, cada uno de los cuales se subdivide a su vez, y así sucesivamente hasta que se llega a un conjunto constituido por poblaciones concretas. La jerarquía taxonómica más conocida es la de Linné para la clasificación de los organismos en zoología, grafique un segmento de la misma y compruebe que efectivamente se trata de una jerarquía taxonómica.

6. Teniendo en cuenta que las condiciones materiales para el concepto comparativo de peso tienen que ver con situaciones empíricas en donde se emplean balanzas o resortes: a) enuncie la relación de coincidencia, destacando en particular la condición material correspondiente; b) enuncie la relación de precedencia, destacando en particular la condición material correspondiente; e) enuncie un problema metodológico que impida aplicar en forma adecuada la comparación.

Elija una clasificación, un concepto comparativo y un concepto métrico con los que esté familiarizado, y a continuación desarrolle los siguientes puntos. 7. Para el concepto clasificatorio:

a) enuncie los distintos conceptos pertenecientes a la clasificación; b) exprese la relación de equivalencia que permite hacer la clasificación, destacando de modo particular la condición material correspondiente; e) haga un diagrama para la clasificación; d) enuncie un problema metodológico que impida establecer de un modo completo y claro la clasificación.

8. Para el concepto comparativo: a) enuncie la relación de coincidencia, destacando en particular la condición material correspondiente. b) enuncie la relación de precedencia, destacando en particular la condición material correspondiente. e) enuncie un problema metodológico que impida aplicar en forma adecuada la comparación.

9. Enuncie y comente las principales condiciones de construcción (o reglas de construcción) del concepto métrico. En caso de no contar con un concepto métrico de su propia cosecha, reconstruya el análisis que hace RudolfCarnap del concepto de temperatura en el capítulo VI de Fundamentación lógica

Page 161: Introduccion a La Filosofia de La Ciencia, Guerrero Pinto

162 Introducción a la filosofia de la ciencia

de la fisica (1966), centrándose especialmente en las cinco reglas de construcción de dicho concepto.

1 O .Identifique y justifique brevemente el tipo de concepto de las siguientes 'mediciones' utilizadas en epidemiología. a) Puntaje APGAR b) Estrato socioeconómico e) Score z de peso para la edad d) Estadios de cáncer de cerviz e) Raza - etnia

11. ¿Está bien empleado el término 'medición' que aparece en la pregunta anterior?

Page 162: Introduccion a La Filosofia de La Ciencia, Guerrero Pinto

CAPfTULO V

TEORlA Y LEYES

La sistematización científica requiere el establecimiento de diversas conexiones, mediante leyes o principio teóricos, entre

diferentes aspectos del mundo empírico, que se caracterizan mediante conceptos científicos. Así, los conceptos de la ciencia

son los nudos en una red de interrelaciones sistemáticas en la que las leyes y los principios teóricos constituyen los hilos

C. Hempel

A. PRESENTACIÓN

El tema objeto de este capítulo es, en términos amplios, la naturaleza y estructura de las teorías científicas. Cuando hablamos de la naturaleza de las teorías científicas hacemos referencia a qué tipo de cosa es una teoría, cuando hablamos de estructura de las teorías nos estamos preguntando por cuáles son los elementos determinantes de una teoría, y cuando hablamos del contenido empírico de una teoría abordamos la relación teoría-mundo, o nos estamos preguntando qué dice una teoría acerca del mundo.

En la presente exposición se quiere defender la idea de que es más apropiado concebir una teoría como un conjunto de modelos (idealizaciones, mundos posibles, estructuras) que pretenden representar ciertos aspectos del mundo, que como un conjunto de leyes (enunciados), que es la idea dominante en la tradición filosófica y científica.

l. El análisis de las teorías en el contexto histórico

Períodos a tener en cuenta: antiguo, clásico, historicista y contemporáneo.

1.1. Antiguo Tenemos dos obras especialmente paradigmáticas. Una es los Elementos

(300 a.c.) de Euclides y la otra es Principios matemáticos de la filosofía natural (1687) de Newton. La primera sienta por primera vez los elementos distintivos en la forma de presentar una teoría geométrica. Esta debe contener definiciones (como por ejemplo, punto es aquello que no tiene partes), postulados (como por ejemplo, por dos puntos pasa una y sólo una recta) y teoremas (como por ejemplo, el teorema de Pitágoras). En tanto que los Principia de

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164 Introducción a la filosofía de la ciencia

Newton implementan la propuesta euclidiana en las teorías fisicas, de una manera asombrosa y con unos resultados impresionantes, de tal manera que influenciará la forma de presentar las teorías fisicas hasta, por lo menos, la década de los treinta del siglo xx. En los Principia encontramos definiciones como las de masa, cantidad de movimiento, fuerza, etc.; también aparecen axiomas o leyes (ley de inercia, ley del movimiento y ley de acción-reacción); y también encontramos teoremas, como por ejemplo la ley de la caída de los cuerpos de Galileo.

1.2. Clásico (1900-1960): Concepción enunciativa o lingüística Los empiristas lógicos plantean que una teoría es un conjunto de enun­

ciados organizados deductiva o axiomáticamente, en sentido estricto. En términos más precisos, se conciben las teorías científicas como cálculos forma­les o sistemas formales axiomáticos parcialmente interpretados mediante reglas de correspondencia o de interpretación que relacionan términos teóricos con términos observacionales.

El enfoque asume el análisis de la estructura de la geometría --esto es, el método axiomático formal de Hilbert para las matemáticas- como paradigma de las teorías fisicas y, en general, de las teorías empíricas. De este modo se radicaliza, se lleva hasta el extremo, la intuición de Euclides y Newton. Esto lo hacen apoyados, principalmente, en el logicismo (Leibniz, Frege, Russell, Whitehead) y el formalismo de David Hilbert (Fundamentos de la geometría, 1899).

De modo que en este enfoque los siguientes cuatro presupuestos son determinantes. (1) Una teoría empírica es una teoría matemática con una interpretación.

Teoría empírica = Teoría matemática + Interpretación empírica (2) El lenguaje científico está compuesto por dos partes, «el modelo de los

dos niveles»: una parte observacional y otra teórica. (3) No es problemático dar razón de por qué los términos observacionales son

significativos, mientras que sí lo es en el caso de los teóricos. (4) Una teoría es una entidad lingüística, un conjunto de enunciados.

De acuerdo con el modelo de los dos niveles de las teorías empíricas, las teorías tienen como propósito explicar los fenómenos que observamos (nivel observacional) y esto lo hacen postulando procesos y estructuras que no son observables de manera directa (nivel teórico). Bajo este modelo se permite precisar bastante bien la distinción entre leyes empíricas, que son obtenidas inductivamente a partir de la experiencia u observación, y leyes teóricas que

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Teoría y leyes 165

tienen un origen distinto, normalmente son resultado de actos creativos. La ley de Boyle nos permite ilustrar bastante bien estos diferentes conceptos.

Se supone que esta ley es de carácter empírico y que gobierna el compor­tamiento macro de los gases relacionando mediante la siguiente ecuación la presión, la temperatura y el volumen de un gas:

Presión (P) = Temperatura (T) 1 Volumen (V)

Por otra parte, se entiende que la Teoría cinética de los gases es la que verdaderamente describe el comportamiento interno de los gases, dando cuenta a su vez de la ley de Boyle. Esto es, la estructura subyacente de los gases descrita por las leyes teóricas de la teoría de los gases permite describir los fenómenos observables gobernados por la ley empírica de Boyle. La teoría cinética de los gases es, en esencia, la implementación de la mecánica newtoniana en este dominio particular: los gases están compuestos de moléculas en movimiento que cumplen las leyes de la mecánica newtoniana (p.e. F =m . a), tal y como muestra la figura 5.1.

T

Fig. 5.1. Estructura molecular de los gases

Es fácil notar, entonces, que la teoría cinética da cuenta del comportamiento macroscópico de los gases. En otras palabras, que de las leyes de Newton se deduce la ley de Boyle. Desglosemos esta idea un poco más a través de las siguientes relaciones.

Términos observacionales: V, T y P. Se obtienen fácilmente por observación o mediante mediciones relativamente sencillas.

Términos teóricos: F y m. No son observables, son introducidos por la teoría.

Reglas de Correspondencia. Relacionan los primeros términos con los segundos:

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166 Introducción a la filosofía de la ciencia

V: número de moléculas del gas y la masa (m) T: velocidad (v) promedio de las moléculas

P: el choque promedio (F) de las moléculas contra las paredes

En síntesis, tal y como mencionamos en el capítulo Il. Principales tesis del empirismo lógico,

[Una teoría empírica es] una compleja red espacial: sus términos son representados por sus nudos, mientras que los hilos que los conectan corresponden, en parte, a las definiciones y, en parte, a las hipótesis fundamentales y derivadas incluidas en la teoría. El sistema entero flota, por así decirlo, sobre el plano de observación y está anclado a él por reglas de interpretación. Estas se concebirían como cuerdas que no son parte de la red pero que eslabonan ciertos puntos de ésta con lugares específicos en el plano de observaciones. En virtud de aquellas conexiones interpretativas, la red puede funcionar como una teoría científica: a partir de ciertos datos observacionales, podemos ascender, vía una cuerda interpretativa a algún punto en la red teórica, desde allá proceder, vía definiciones e hipótesis a otros puntos, desde los cuales otra cuerda interpretativa permite un descenso al plano de la observación1•

Descripción que podemos captar a través de la figura 2.1.

1.3. Historicista (1960- ) La idea central desplegada por los historicistas sobre las teorías científicas

es que las teorías científicas, en sentido clásico, son unidades de análisis muy pequeñas, de tal manera que es necesario tomar como unidades aspectos más grandes y complejos, aspectos tales como las cosmovisiones, los paradigmas (Kuhn), los programas de investigación (Lakatos) o las tradiciones de inves­tigación (Laudan).

Kuhn defenderá, particularmente, que las teorías nacen (se proponen y aceptan), crecen (se desarrollan y consolidad) y mueren (se dejan de utilizar, son remplazadas por otras). De modo que las teorías son más complejas que un conjunto de enunciados, pero no hay mucha claridad en su planteamiento sobre cómo distinguir una teoría de un paradigma.

Aún más, la concepción estructuralista de las teorías, que pertenece al enfoque modelista de las teorías, considera que la mayor y principal contribución de las reflexiones de Kuhn en lo que tiene que ver con la estructura de las teorías radica en sugerir que hacen parte de ésta las aplicaciones paradig­máticas, una de las componentes de un paradigma.

1 Hempel [1952], p. 58.

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Teoría y leyes 167

1.4. Contemporáneo (1960- ): Concepción semántica o modelista de las teorías

El eslogan que mejor expresa la esencia de esta concepción es: «Las teorías científicas quedan mejor comprendidas como conjuntos

de modelos, en el sentido matemático abstracto, que como conjunto de enunciados»

Las fuentes en las que bebió esta concepción para llegar a consolidarse fueron: estudio de los fundamentos de la mecánica cuántica (John von Neumann y Evert W. Beth); teoría de modelos o semántica formal (Alfred Tarski); y axiomatización conjuntista informal de las teorías (Patrick Suppes).

2. Principal critica a la concepción lingüística de las teorías empíricas

En realidad la concepción lingüística ha recibido una variedad de críticas que atacan sus distintas ideas fundamentales. Entre las más mencionadas tenemos:

a) La dicotomía observacionallteórico es insostenible. b) Las reglas de correspondencia no cumplen su función. e) Las teorías no son sistemas axiomáticos. d) La metamatemática es un formalismo inapropiado para la filosofia de la

ciencia. e) Las relaciones sintácticas son limitadas. f) Las teorías no son entidades lingüísticas, no son conjuntos de enunciados

por la siguiente razón.

Aquí sólo nos vamos a concentrar en una de ellas. La concepción lingüística, al aftrmar que una teoría es un conjunto de enunciados, apoya la idea de que las teorías son entidades lingüísticas; pero esto es un grave error, como veremos a continuación. Las teorías no pueden ser entidades lingüísticas por el argumento siguiente.

2.1. Distinción entre entidades lingüísticas y no-lingüísticas En general, podemos decir que hay entidades no-lingüísticas y entidades

lingüísticas. Esta es una distinción filosófica fundamental que permite resolver distintos tipos de problemas al permitir mostrar que se confunden estos dos tipos de categorías.

Entre las entidades no-lingüísticas tenemos: objetos fisicos, eventos, procesos y objetos abstractos (modelos, estructuras); y las oraciones y enunciados hacen parte de las lingüísticas. Véase ftgura 5.2.

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168 Introducción a la filosofia de la ciencia

co¡o <l entidad lingüística entidad fisica

Fig. 5.2. Tipos de entidades

2.2. Principal dificultad del enfoque lingüístico Contiene una contradicción al, por una parte, suponer que cambios en los

enunciados de una teoría implican un cambio de teoría y, por otra, evidenciarse en la práctica científica que los científicos hablan de formulaciones de una misma teoría, esto es, una misma teoría puede expresarse con lenguajes distintos.

En la figura 5.3 aparecen dos ilustraciones, la de la izquierda muestra que podemos emplear dos palabras distintas, dos entidades lingüísticas, (conejo y rabbit) para referirnos al mismo objeto fisico (un conejo). La de la derecha, de manera semejante, exhibe que podemos dar dos formulaciones distintas (que serían entidades lingüísticas) de una misma teoría, la mecánica newtoniana. Por tanto, una teoría no puede ser una entidad lingüística; veremos que es más adecuado entenderla como un objeto abstracto, como una estructura.

Conejo

Rabbit

OBJETOS UNGúiSTICOS

4 Formulación algebraica

Formulación diferencial

OBJETO FisJCO OBJETOS UNGúiSTICOS

TEORÍA Mecánica newtoniana

OBJETO ABSTRACTO

Fig. 5.3. Teoría y sus formulaciones lingüísticas

3. Enfoque semántico o modelista

De acuerdo con este enfoque una teoría es un conjunto de modelos (estructuras) que buscan representar determinado dominio de la realidad.

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Teoría y leyes 169

3.1. ¿Qué es una estructura matemática? Es una entidad abstracta que consta de un conjunto de objetos y ciertas

relaciones entre ellos. Así, por ejemplo, podemos hablar del conjunto de personas (P) que se encuentran en el salón de clase y aplicar a este conjunto la relación (R) «ser más alto que», de este modo definimos una estructura ;t'que podemos representar por ;t' = (p , R).

En particular, si P = { a,b,c} y se cumple que e es más alto que b, y b más alto que a, entonces podemos representar la relación R por el siguiente diagrama (véase figura 5.4), que nos da una idea de la estructura;t'.

Fig. 5.4. Estructura matemática

3.2. Versiones del enfoque semántico Si nos fijamos en los elementos de identidad de una teoría y los métodos de

análisis, podemos determinar cuatro versiones del enfoque semántico.

a) Enfoque estándar (P. Suppes). Elementos de identidad: el conjunto de modelos. Métodos de análisis: métodos semiformales de la teoría de conjuntos para

reconstruir las teorías. Como dice van Fraassen:

La idea de Suppes era simple: para presentar una teoría definimos directamente la clase de sus modelos sin prestar atención a cuestiones relacionadas con su axiomatización, en un lenguaje especial, por relevantes o simples o lógicamente interesantes que puedan ser. Y si hay que identificar la teoría en sí misma con cualquier cosa -si las teorías tienen que ser referidas- entonces una teoría debería identificarse con su clase de modelos2

b) Enfoque norteamericano o espacio de estados (Bastian C. van Fraassen, Ronald Giere y Fredrerick Suppe).

Elementos de identidad: la clase de sus modelos y las hipótesis teóricas. Método de análisis: no es de interés filosófico la reconstrucción de las teorías,

basta con la presentación estándar de las teorías dada por los científicos.

2 Van Fraassen, [1989], p. 222.

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170 Introducción a la filosofia de la ciencia

Como plantea van Fraassen: La elegante y sintética formulación de Giere de la concepción semántica: presentar una teoría es definir un cierto tipo (o varios tipos) de sistemas más una o más hipótesis acerca de la relación de ciertos (tipos de) sistemas reales con la(s) clase(s) defmida(s). Hablamos entonces de la definición teórica y de las hipótesis teóricas que conjuntamente constituyen la formulación de la teoría dada3•

e) Enfoque estructura/isla (Joseph D. Sneed, Wolfgang Stegmüller, Wolfgang Balzer y Carlos U. Moulines).

Elementos de identidad: el conjunto de modelos y las aplicaciones inten­cionales.

Método de análisis: privilegian los métodos semiformales de la teoría de conjuntos para reconstruir las teorías.

Como dice Moulines: La clase más simple de estructuras que podemos emplear para decir algo acerca del mundo es una estructura compuesta de un núcleo K y su correspondiente dominio de aplicaciones intencionales l. El par áK,Iñ es lo que llamamos elemento teórico. Sin embargo, un elemento teórico sólo representa el caso más simple. A lo que la gente comúnmente llama «teorías científicas)) son entidades más complejas. Estas consisten en una disposición de elementos teóricos que se encuentran jerárquicamente organizados por un tipo particular de relaciones interteóricas llamadas especializaciones. Y a la disposición total se le llama red teórica. Una red teórica es esencialmente un conjunto parcialmente ordenado de elementos teóricos con un elemento básico en la «cima)) desde el cual se origina el resto de elementos teóricos a través de un proceso de sucesivas restricciones (limitaciones y vínculos) en la clase de modelos actuales y en el dominio de aplicaciones intencionales. Lo que da unidad a la red teórica es el elemento básico4•

Esta descripción la podemos recoger en la figura 5.5.

3 Van Fraassen, [ 1989], p. 226. 4 Moulines [2002], p. 8.

Page 170: Introduccion a La Filosofia de La Ciencia, Guerrero Pinto

Teoría y leyes 171

Segundo nivel

Tercer nivel

• Elemento teórico

Fig. 5.5. Enfoque estructura/isla de las teorías

3.3. Los mapas como modelos La noción de modelo que se busca implementar aquí queda muy bien preci­

sada con la función representacional que le asignamos a un mapa, por ejemplo a un mapa de una ciudad. Podemos subrayar las siguientes peculiaridades en esa función representacional.

i) Se utiliza un objeto, el mapa, para representar a otro objeto, la ciudad. Hay una relación de representación entre el objeto representado (la ciudad) y el objeto que representa (el mapa). En este sentido podemos decir que el mapa es un modelo de la ciudad.

ii) El mapa no es una entidad lingüística, es un objeto fisico.

iii) Estrictamente, no tiene sentido preguntarse si un mapa es verdadero o falso. Podríamos hablar mejor de un mapa más adecuado que otro para determinado propósito.

iv) Los mapas son parciales, privilegian ciertas relaciones y sacrifican otras: un mapa de una ciudad privilegia relaciones espaciales, en tanto que un mapa de metro privilegia relaciones topológicas, cruce de estaciones, tal y como se puede observar en lafigura 5.6, la cual muestra parte del plano del metro de la ciudad de Madrid (España).

v) Los mapas son aproximados, tienen una exactitud limitada: un mapa no es isomorfo con (idéntico a) la ciudad (en los aspectos correspondientes) sino semejante.

La propuesta es, entonces, concebir las teorías empíricas como mapas, de modo que la relación de representación entre una teoría y una parcela del

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172 Introducción a la filosofía de la ciencia

mundo (cierto dominio de la realidad) es del mismo tipo de la que existe entre un mapa y la ciudad que representa. Por tanto:

i) Una teoría propone una familia de modelos de cierta parcela de la realidad. ii) Una teoría no es una entidad lingüística, es un objeto abstracto. iii) Estrictamente, parece que no tiene sentido preguntarse si una teoría es

verdadera o falsa, es mejor hablar de teorías adecuadas o inadecuadas o de una teoría más adecuada que otra para determinados propósitos.

iv) Las teorías son parciales en el sentido que privilegian ciertos aspectos del dominio de estudio.

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Fig. 5.6. Plano del metro de Madrid

v) Las teorías son aproximadas, tienen una exactitud limitada. Los científicos buscan teorías relativamente precisas respecto a ciertos fines no absolu­tamente precisos.

3.4. Modelos teóricos Son una clase especial de modelos abstractos, aquellos construidos

mediante principios teóricos o, en terminología tradicional, leyes, tales como: leyes de Newton, ecuación de Schrodinger, principio de relatividad, el principio de selección natural y las leyes de la genética mendeliana.

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Teoría y leyes 173

Centremos la atención en la siguiente pregunta: ¿estas leyes son verdades empíricas generales (generalizaciones empíricas bien confirmadas, enunciados empíricos generales) o defmiciones? Para aclarar la respuesta a esta pregunta, comencemos con la siguiente ilustración sobre el péndulo simple. Decimos que tiene un movimiento pendular simple, movimientos de sistemas reales tales como el balanceo de la lámpara de una catedral o la de nuestra casa. Estos movimientos son analizados por los fisicos mediante lo que ellos llaman la ecuación del péndulo:

T = 21t~Lig'

¿Es esta ley del péndulo simple un enunciado empírico universal o una definición?

Un examen sencillo mostrará que las leyes concebidas de este modo, como enunciados empíricos generales, serán o falsas o completamente inoperantes en la ciencia. Puesto que, preguntémonos, ¿el movimiento de un reloj antiguo de pared satisface la ley anterior? A lo cual respondemos que NO, ya que la ecuación anterior incmpora las siguientes aproximaciones o idealizaciones: l. El ángulo de oscilación debe ser pequeño. 2. La fuerza gravitacional debe ser uniforme. 3. No puede haber influjo gravitacional de otros cuerpos distintos a la Tierra. 4. No puede haber fuerza de fricción en el punto de articulación de la péndola

del reloj. 5. La resistencia del aire sobre la pesa de la péndola debe ser nula.

Ahora bien, sabemos que el reloj tiene un mecanismo que proporciona un impulso regular a la péndola en cada oscilación porque precisamente en esta situación, como en cualquier otra real, no se cumplen todas estas condiciones.

Por tanto, debemos concluir que para que las ecuaciones proporcionen una descripción literalmente verdadera del movimiento deberían tener una forma supremamente compleja que superaría las limitaciones de conocimiento y energía del hombre. Además, aunque podríamos pensar que en principio es posible formular leyes con este grado de complejidad, estas no tendrían ninguna funcionalidad puesto que tal y como los científicos practican su ciencia es irrelevante la verdad exacta y literal sobre el movimiento pendular de ciertos objetos reales o cualquier otro fenómeno. De modo tal que cuando los científicos presentan una lista de condiciones ideales y aproximadas como la anterior, dejan claro que no están hablando de un péndulo real sino más bien plantean que se ocupan de un péndulo ideal que satisface la ecuación anterior. Esto es, el conjunto de idealizaciones es lo que garantiza que se satisfagan las condiciones

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174 Introducción a la filosofía de la ciencia

de la ecuación. Llegamos así a que, como nos recuerda Giere, «la idealización y la aproximación son aspectos determinantes de la ciencia empírica».

3.5. Las leyes como definiciones o formas de caracterizar los modelos teóricos Las leyes no son propiamente leyes de la naturaleza sino de la teoría. Si nos

fijamos, las leyes funcionan como definiciones de un modelo abstracto (un modelo teórico), de una idealización. A través de ellas podemos precisar distintos aspectos del modelo teórico, por ejemplo: cómo son los cuerpos, cómo interactúan y cosas por el estilo.

Las leyes aparecen, en principio, como el medio a través del cual describimos los modelos teóricos y no propiamente el mundo. En principio las leyes nos permiten describir los mundos posibles, quedando aplazada para un segundo momento la pregunta por la relación entre estos mundos posibles y el mundo real. Así que podemos decir que efectivamente en ese modelo abstracto o mundo posible las leyes son verdaderas, el problema que aparece entonces es: ¿cuál es la relación entre las leyes del modelo teórico con los sistemas reales? Y a esto respondemos que la relación entre las leyes y el mundo es indirecta, en la medida en que está mediada por la relación entre el modelo teórico y el sistema real.

3.6. Elementos de una teoría i) Formulación lingüística: ecuación del péndulo simple. ii) Modelos teóricos o idealizaciones: el péndulo simple, un objeto abstracto,

una estructura. iii) Sistemas reales o fenómenos o experiencias: la lámpara de la catedral,

el farol de nuestra casa o un columpio particular. iv) Hipótesis teórica. Puesto que las teorías científicas dan cuenta de aspectos

de la realidad, los modelos teóricos tienen que estar relacionados de algún modo con los sistemas reales. Esta función precisamente la desempeñan las hipótesis teóricas que tienen la forma: el movimiento de la lámpara de la catedral (o cualquiera de los otros dos) es relativamente aproximado al movimiento del péndulo simple (idealizado).

En este punto podemos hacer la siguiente observación clave: en la con­cepción lingüística de las teorías la relación importante se presenta entre la formulación lingüística y los sistemas reales, mientras que en el enfoque modelista la relación determinante es entre el modelo (la idealización) y los sistemas

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Teoría y leyes 175

reales, la cual queda explicitada por la hipótesis teórica. Estas distintas relaciones se dejan ver en la figura 5.7.

En síntesis, tenemos que el enfoque semántico de las teorías científicas es ante todo un enfoque representacional de los modelos, en el que: * los modelos son una herramienta para representar la realidad * los modelos representan la realidad de un modo parcial y no totalmente. * los modelos representan la realidad de un modo aproximado y no de manera

fiel.

Concepción Ungilistic:a

• 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

........,.._ ............. , -.w_ ... ....,....._

Jqllillicaly laRIIIidod

Concepción semántica

F...._ !+-----_.....¡ .............

v.niM o 'deDU•r::iDII ...__ ......

• 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 u.......um. ...... ......,,.. ......

'VIadelallillliiDd __ .....

_..., ............... Fig. 5. 7. Relación representacional entre teoría y realidad.

Concepciones lingüística y semántica

* la relación de representación tiene un carácter pragmático y no absoluto. Esto último subraya el hecho de que los modelos son usados para representar la naturaleza, usados por nosotros, y entre los muchos modos posibles de usarlos, el modo vigente es muy importante y fija la relación relevante entre el modelo y la naturaleza. Dicha relación es relevante tanto para la evaluación como para la aplicación de la teoría.

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176 Introducción a la filosofia de la ciencia

B. TALLER No. 11 *

Naturaleza y estructura de las teorías científicas 1

Teniendo en cuenta las notas de clase y lo explicado por el profesor, resuelva las siguientes cuestiones.

l. ¿Qué se quiere decir, dentro de la concepción enunciativa o lingüística, con que una teoría científica es un conjunto de enunciados (de leyes)? Ilustre lo anterior con la mecánica newtoniana.

2. Explique la principal dificultad que enfrenta la concepción enunciativa de las teorías.

3. ¿Estructura y conjunto son nociones equivalentes en la concepción modelista de las teorías? Sustente su respuesta proporcionando un ejemplo claro de una estructura matemática.

4. ¿Qué significa que las teorías sean entendidas como modelos o ideali­zaciones?

5. Existe la idea extendida de que una teoría es una fiel copia del mundo; presente una crítica a esta idea.

6. ¿Por qué és demasiado pretencioso hablar sobre la teoría del mundo y no lo es hablar de una teoría sobre un dominio particular de este?

7. Igualmente, ¿por qué es engañoso hablar de leyes de la naturaleza y no lo es hablar de leyes científicas o de una teoría?

8. Desde la concepción modelista, ¿cuál es la principal función que cumplen las leyes científicas?

9. ¿Qué significa que una teoría sea empíricamente adecuada y cuál es su diferencia con que una teoría sea verdadera?

lO. Teniendo como guía las lecturas de Newton («Escolio sobre el tiempo, el espacio, el lugar y el movimiento», en Newton [ 1687], pp. 222-239) y van Fraassen («El movimiento aparente y el espacio absoluto», en van Fraassen, [1980], pp. 67-69). a) ejemplifique el tipo de fenómenos que buscaba salvar Newton con su teoría; b) ilustre por qué la teoría de Newton va más allá de los fenómenos observables; e) ejemplifique su respuesta a la pregunta 9 con la teoría de Newton.

• Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alunmo de pregrado Fabián Andrés González.

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Teoría y leyes 177

11. Enuncie y explique (con sus propias palabras y según la concepción modelista) los elementos de una teoría. Ejemplifique lo anterior con la teoría de Newton o con una de las teorías tratadas en el artículo de Guerrero [2004], «El paso del geocentrismo al heliocentrismo».

LECTURA*

«El movimiento aparente y el espacio absoluto»t Bas Carl van Fraassen (1980)

Cuando Newton escribió sus Principios de la filosofía natural y El sistema del mundo, distinguió cuidadosamente los fenómenos que debían salvarse de la realidad que había de postularse. Distinguió las «magnitudes absolutas» que aparecen en sus axiomas de las «medidas sensoriales» que se determinan experimentalmente. Examinó cuidadosamente las maneras en las que, y hasta que punto, «los movimientos verdaderos de los cuerpos particulares pueden determinarse a partir de lo aparente», a través de la aserción de que «los movimientos aparentes [ ... ] son las diferencias de los movimientos verdaderos»1

Podemos ilustrar estas distinciones por medio de la discusión que antecedió a Newton acerca del movimiento planetario. Ptolomeo describió estos movimientos bajo el supuesto de que la Tierra estaba inmóvil. Para él no había diferencia entre el movimiento aparente y el verdadero: el verdadero movimiento era exactamente lo que se veía en el cielo. (Puede no ser evidente de manera inmediata lo que es ese movimiento: se requiere reflexión para darse cuenta de que el movimiento de un planeta realmente se ve como un movimiento circular alrededor de un centro que se mueve.) En la teoría de Copérnico, el Sol está inmóvil. Por ello, lo que vemos son sólo los movimientos de los planetas relativos a la Tierra, que no está inmóvil. El movimiento aparente de los planetas se identifica como la diferencia entre el movimiento verdadero de la Tierra y el movimiento verdadero de los planetas; el verdadero movimiento es, en este caso, el movimiento relativo al Sol. Finalmente, en su mecánica general, Newton no supuso que la Tierra o el Sol están inmóviles. Generalizó la idea del movimiento aparente -que es el movimiento relativo a la Tierra- a la del movimiento de un cuerpo relativo a otro. Podemos hablar de los movimientos de los planetas

• Trascripción hecha por Julián Murillo.

tEn Bas. C. van Fraassen, La imagen científica, Paidós-UNAM, México, 1996, pp. 67-69. 1 F. Cajori (comp.), Sir Isaac Newton 's Mathematical Principies of Natural Philosophy and His

System of the World, Berkeley, University of California Press, 1960, p. 12.

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178 Introducción a la filosofia de la ciencia

relativos al Sol, o relativos a la Tierra, o a la Luna, o a lo que se quiera. Lo que se observa es siempre un movimiento relativo: un movimiento aparente es un movimiento relativo al observador. Y Newton sostenía que los movimientos relativos pueden identificarse siempre como una diferencia de movimientos verdaderos, no importa cuáles sean (una aserción que puede precisarse en términos de la representación vectorial del movimiento).

Los «movimientos aparentes» forman estructuras relacionales definidas por la medición de distancias relativas, intervalos de tiempo y ángulos de separación. Para efectos de brevedad, llamémosles a estas estructuras relacionales apa­riencias. En el modelo matemático provisto por la teoría de Newton, los cuerpos están localizados en el espacio absoluto, en el cual tienen movimientos reales o absolutos. Pero, dentro de estos modelos, podemos defmir estructuras que son supuestamente reflejos exactos de esas apariencias, y son, como lo dice Newton, identificables como diferencias de movimientos verdaderos. A estas estructuras, defmidas en términos de las relaciones pertinentes entre localizaciones absolutas y tiempos absolutos, que son las partes apropiadas de los modelos de Newton, las llamaré movimientos, tomando prestado un término de Simon2 (Después utilizaré el término más general de subestructuras empíricas).

Cuando Newton atribuye a su teoría adecuación empírica, está sosteniendo que su teoría tiene algún modelo tal que todas las apariencias que son efectivamente el caso pueden identificarse (son isomórficas) con movi­mientos en ese modelo. (Esto se refiere por supuesto a todas las apariencias efectivas a lo largo de la historia del universo, sean o no observadas).

La teoría de Newton hace bastante más que esto. Es parte de la teoría que hay un espacio absoluto, que el movimiento absoluto es movimiento relativo al espacio absoluto, que la aceleración absoluta causa ciertos estiramientos y tensiones y, por lo tanto, deformaciones en las apariencias, y así sucesivamente. Además, ofreció la hypothesis (su propia terminología) de que el centro de gravedad del sistema solar está en reposo en el espacio absoluto.3 Pero como él mismo observó, las apariencias no serían diferentes si el centro estuviera en cualquier otro estado de movimiento constante absoluto. Esto es así por dos razones: las diferencias entre movimientos verdaderos no cambian si añadimos un factor constante a todas las velocidades; y la fuerza está relacionada con cambios en el movimiento (aceleraciones) y no con el movimiento directamente.

Llamemos a la teoría de Newton (la mecánica y la gravitación) TN, y TN(v) a la teoría TN más el postulado de que el centro de gravedad del sistema solar

2 Herbert A. Simon, «The Axiomatization of Classical Mechanics», Philosophy of Science, 21, 1954,pp. 340-343.

3 Op. Cit., Libro III de Of the System of the world, Hypothesis 1, Prop. XI, y Cor. Prop. XII.

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Teoría y leyes 179

tiene una velocidad constante absoluta v. Según el propio Newton, TN(O) es adecuada empíricamente; y, si TN(O) es adecuada empíricamente, entonces también lo son todas las otras teorías TN(v).

Al recordar lo que significa la adecuación empírica, vemos que todas las teorías TN(v) son empíricamente equivalentes exactamente si todos los movimientos en un modelo de TN(v) son isomórficas con movimientos en un modelo TN( v +w ), para todas las velocidades constantes v y w. Por ahora, convengamos en que estas teorías son empíricamente equivalentes, dejando las objeciones para una sección posterior.

LECTURA*

«Escolio sobre tiempo, espacio, lugar y movimientO))t Isaac Newton (1687)

Hasta aquí he expuesto las definiciones de las palabras menos conocidas, explicando el sentido en el que deberían entenderse para lo sucesivo. Tiempo, espacio, lugar y movimiento son palabras conocidícimas para todos. Es de observar, con todo, que el vulgo concibe esas cantidades partiendo de la relación que guardan con las cosas sensibles. Y de ello surgen ciertos prejuicios, para cuya remoción será conveniente distinguir allí entre lo absoluto y lo relativo, lo verdadero y lo aparente, lo matemático y lo vulgar.

( ... ) II. El espacio absoluto, tomado en su naturaleza, sin relación a nada externo,

permanece siempre similar e inmóvil. El espacio relativo es alguna dimensión o medida móvil del anterior, que nuestros sentidos determinan por su posición con respecto a los cuerpos, y que el vulgo confunde con el espacio inmóvil; de esa índole es la dimensión de un espacio subterráneo, aéreo o celeste, deter­minada por su posición con respecto a Tierra. El espacio absoluto y el relativo son idénticos en aspecto y magnitud, pero no siempre permanecen numé­ricamente idénticos; por ejemplo, si la Tierra mueve un espacio de nuestro aire, que relativamente y con respecto a la Tierra permanece siempre idéntico, el aire pasará en cierto momento por una parte del espacio absoluto y en otro momento por otra, con lo cual cambiará continuamente en términos absolutos.

( ... )

• Trascripción hecha por Julián Murillo.

t En l. Newton, Principios matemáticos de la fllosofla natural y su sistema del mundo, Editora Nacional, 1982, pp. 222-239.

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180 Introducción a la filosofía de la ciencia

IV. El movimiento absoluto es la traslación de un cuerpo desde un lugar absoluto a otro, y el movimiento relativo la traslación de un lugar relativo a otro. En un barco a toda vela el lugar relativo de un cuerpo es aquella parte del barco que el cuerpo posee, o aquella parte de la cavidad llenada por el cuerpo y que por eso mismo se mueve junto con el barco. El reposo relativo es la continuidad del cuerpo en el mismo lugar del barco o de su cavidad. Pero el reposo real, absoluto, es la continuidad del cuerpo en la misma parte de ese espacio inmóvil donde se mueve el barco mismo, su cavidad y todo cuanto contiene. Por lo cual, si la Tierra está realmente en reposo, el cuerpo que reposa relativamente en el barco se moverá real y absolutamente con la misma velocidad que el barco tiene sobre la Tierra. Pero si la Tierra se mueve también, el movimiento verdadero y absoluto del cuerpo surgirá en parte del verdadero movimiento de la Tierra en el espacio inmóvil, y en parte del movimiento relativo del barco sobre la Tierra; y si el cuerpo se mueve también relativamente en el barco, su verdadero movimiento surgirá en parte del verdadero movimiento de la Tierra en el espacio inmóvil, y en parte de los movimientos relativos tanto del barco sobre la Tierra como del cuerpo sobre el barco; y de esos movimientos relativos surgirá el movimiento relativo del cuerpo sobre la Tierra. Si la parte de la Tierra donde se encuentra el barco fuese movida verdaderamente hacia el Este con una velocidad de 1001 O partes, mientras el barco mismo, con las velas desplegadas a un vendaval, es arrastrado hacia el Oeste con una velocidad expresada por 1 O de esas partes, pero un marinero camina en el barco hacia el Este con 1 parte de la velocidad mencionada, este hombre será movido verdaderamente en el espacio inmóvil hacia el Este a una velocidad de 10001 partes, y relativamente sobre la Tierra hacia el Oeste con una velocidad de 9 partes.

( ... ) Tal como es inmutable el orden de las partes del tiempo, así sucede con el

orden de las partes del espacio. Si esas partes fuesen movidas a salir de sus lugares, serían movidas (si vale la expresión) a salir de sí mismas. Porque los tiempos y los espacios son sus propios lugares y también los de todas las otras cosas. Todas las cosas están situadas en el tiempo según el orden de sucesión y en el espacio según el orden de situación. Pertenece a su esencia el hecho de ser lugares, y es absurdo que los lugares primarios sean móviles. Estos son, pues, los lugares absolutos; y sólo son movimientos absolutos las traslaciones de unos a otros.

Pero como las partes del espacio no pueden verse o distinguirse unas de otras mediante nuestros sentidos, les aplicamos medidas sensibles. Pues por las posiciones y distancias de las cosas respecto de cualquier cuerpo que se considere inmovido definimos todos los lugares; y luego calculamos todos

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Teoría y leyes 181

movimientos, usando como referencia esos lugares y considerando a los cuerpos transferidos de unos a otros. Por lo que usamos lugares y movimientos relativos en vez de absolutos, sin inconveniente alguno en los asuntos comunes, aunque en disquisiciones filosóficas debamos hacer abstracción de nuestros sentidos y considerar las cosas mismas, distinguiéndolas de sus medidas sensibles. Porque puede suceder que no haya cuerpo realmente en reposo, al cual referir los lugares y movimientos.

Pero podemos distinguir el reposo y el movimiento -tanto relativos como absolutos- por sus propiedades, causas y efectos. Es una propiedad del reposo el hecho de que los cuerpos realmente en reposo reposan los unos respecto de los otros. Y por eso es posible que en las regiones de las estrellas fijas, o aún más lejos, pueda existir algo que esté en absoluto reposo; pero, siendo imposible saber por la posición de los cuerpos unos respecto de otros en nuestras regiones si alguno mantiene la misma posición con respecto a ese cuerpo remoto, se sigue que el reposo absoluto no puede determinarse partiendo de la posición de los cuerpos en nuestras regiones.

( ... ) Las causas mediante las cuales se distinguen los movimientos relativos de

los verdaderos son las fuerzas impresas en los cuerpos para generar el movimiento. El movimiento verdadero no es generado ni alterado sino por alguna fuerza impresa en el mismo cuerpo movido, pero el movimiento relativo puede ser generado o alterado sin fuerza alguna impresa en el cuerpo. Basta imprimir alguna fuerza en otros cuerpos con los cuales se compara para que, cediendo ellos, pueda cambiarse la relación en que consistía el movimiento o reposo de ese otro cuerpo. Por su parte, el movimiento verdadero padece siempre algún cambio debido a cualquier fuerza impresa en el cuerpo que se mueve, pero el movimiento relativo no sufre necesariamente ningún cambio debido a tales fuerzas. Porque si se imprimen las mismas fuerzas en aquellos otros cuerpos con los cuales se hace la comparación, de manera que pueda preservarse la posición relativa, se preservará la relación que determina el movimiento relativo. Por consiguiente, cualquier movimiento relativo puede ser alterado cuando permanece inalterado el movimiento verdadero, y el relativo puede ser pre­servado cuando el verdadero sufre alguna alteración. De ahí que el verdadero movimiento no consista para nada en tales relaciones.

Los efectos que distinguen el movimiento absoluto del relativo son las fuerzas de alejamiento del eje del movimiento circular. No existen tales fuerzas en un movimiento circular puramente relativo, pero en un movimiento circular verda­dero y absoluto son mayores o menores según la cantidad de movimiento.

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182 Introducción a la filosofia de la ciencia

( ... ) Por consiguiente, las cantidades relativas no son las cantidades mismas,

cuyos nombres llevan, sino medidas sensibles de ellas (precisas o imprecisas) que se usan habitualmente en su lugar. Y si el sentido de las palabras debe ser determinado por su uso por los nombres tiempo, espacio, lugar y movimiento debe entenderse propiamente sus medidas sensibles; y la expresión será infre­cuente y puramente matemática si se significan las cantidades medidas en sí mismas. En consecuencia, violentan el lenguaje quienes toman esas palabras por las cantidades medidas en sí mismas, y así deberían precisarlo claramente. Y no contaminan menos la matemática y la filosofia quienes confunden las verdaderas cantidades con sus relaciones y medidas sensibles.

Es realmente dificilísimo descubrir y distinguir de modo efectivo los movimientos verdaderos y los aparentes de cuerpos singulares, porque las partes del espacio inmóvil donde se realizan esos movimientos no son observables por los sentidos. Con todo, esta pretensión no es enteramente desesperada; tenemos algunos indicios a seguir, en parte de los movimientos aparentes, que son las diferencias de los movimientos verdaderos, y en parte de las fuerzas, que son las causas y los efectos de los movimientos verdaderos.

( ... ) Pero cómo habremos de deducir los verdaderos movimientos a partir de

sus causas, efectos y diferencias aparentes, y la inversa, será explicado más extensamente en lo que sigue. Con ese fm compuse el presente trabajo.

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Teoría y leyes 183

C. TALLER No. 12*

Naturaleza y estructura de las teorías científicas 11

Elija una teoría con la que esté familiarizada( o) y desarrolle los siguientes puntos.

l. Presente, exponga, dicha teoría en la forma canónica o acostumbrada.

2. Reconstruya la teoría desde el enfoque modelista destacando los siguientes elementos: a) los principios teóricos o leyes, b) un modelo teórico (idealización) correspondiente, e) dos sistemas empíricos (fenómenos) a los cuales se aplica, d) dos hipótesis teóricas, una verdadera y otra falsa.

3. A partir de esta teoría particular, ilustre las siguientes afirmaciones: a) el modelo teórico es una idealización. b) los principios son verdaderos en el modelo teórico.

e) los modelos empíricos son aproximaciones de los modelos teóricos.

• Este taller lo elaboramos conjuntamente con Oiga Lucia Gómez, profesora de la Escuela de Salud Pública, Universidad del Valle, y estudiante de la maestría en Filosofia.

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CAPrTULO VI

EL DEBATE REALISMO-EMPIRISMO EN LA EPISTEMOLOGrA CONTEMPORÁNEA*

Es importante recordar, además, que una teoria es un artificio humano. Como otros artificios, es probable que una teoria contenga algunos elementos que son

simplemente expresión de los objetivos e idiosincrasias especiales de sus inventores humanos, y no símbolos con una función referencial o representativa primaria

E.Nagel

A. PRESENTACIÓN

l. Planteamiento del problema

El tema de la verdad en las ciencias tiene que ver, entre otras cosas, con la cuestión general ¿qué nos dicen las teorías científicas sobre la realidad?, y con la más particular ¿qué sobre las entidades teóricas que postula? Estas cuestiones han divido tradicionalmente a realistas y empiristas, y el debate actual en tomo a estas cuestiones ha tomado una forma nueva, con elementos más técnicos, pero podríamos decir que el problema sigue siendo el mismo pero con un mayor número de matices. Una de las discrepancias fundamentales, y ya clásica, entre empiristas y realistas tiene que ver con la realidad de los objetos que pueblan el mundo. Podríamos decir que el debate actual realismo-empirismo asume este mismo problema pero restringido exclusivamente a las entidades teóricas, dejando de lado los observables.

Actualmente contamos, especialmente, con dos vías nuevas que ha tomado la discusión: la línea realista representada por el realismo constructivo de Ronald Giere y la empirista por el empirismo constructivo de Bas Carl van Fraassen. Estos dos puntos de vista son muy influyentes en el presente en la

• Este escrito recoge en parte la conferencia que ofrecí bajo el titulo La verdad en el realismo y el empirismo constructivos en Foro internacional: Filosofia, acción y verdad, Universidad del Valle y Universidad Javeriana, Cali, 6 al 9 de junio de 2006. Algunas de las ideas aquí expuestas están mejor desarrolladas y presentadas en algunos de los apartados de mi tesis doctoral, Guerrero [2005c].

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186 Introducción a la filosofía de la ciencia

filosofia de la ciencia y también son bastante interesantes dado que ambos construyen sus respectivas propuestas filosóficas a partir del enfoque semán­tico de las teorías, del cual hablamos en el capítulo IV.

Así que este capítulo intentará trazar las líneas generales de este debate, centrándonos especialmente en la importancia que ambas propuestas dan a la verdad.

Creo que es conveniente comenzar con un ejemplo que nos sirva de refe­rencia para toda la exposición. Un buen ejemplo para el caso es la concepción de espacio absoluto de Newton. La mecánica expuesta por Newton en su magna obra Principios matemáticos de la filosofia natural ( 1687) incluye como cuestiones fundamentales de su teoría no sólo sus tres bien conocidas leyes de la naturaleza (ley de inercia, ley del movimiento [F = m. a] y ley de acción-reacción) sino que también la afirmación de la existencia real e independiente de un espacio absoluto, que parece ser inobservable. En la perspectiva de Newton, dicha afirmación tiene una sustentación lógica y fisica al interior de su teoría.

Lo importante a subrayar aquí es que no hay duda en que Newton tiene la convicción de que si se dieran las condiciones fisicas necesarias podríamos tener acceso de un modo sensible o por medio de experimentos al espacio absoluto, pero dadas nuestras limitaciones tenemos que admitir que el espacio es inobservable.

A la idea de espacio absoluto se opuso radicalmente Leibniz, para quien el espacio es simplemente un concepto, una idea, a la que como tal no le corresponde nada real. Para Leibniz en realidad no existe el espacio. La idea de espacio la obtenemos a partir de la relación de coexistencia entre dos objetos y no la inferimos de la experiencia. En términos ontológicos, para Newton existe el espacio y los objetos que se han de encontrar en él, mientras que para Leibniz únicamente existen los objetos. Véase la figura 6.1 1•

NEWTON LEIBNIZ

Espacio absoluta

• • • • . . .. . . . El espacio es una entidad real en la que se encuentran todos los objetos

. . C>bjetos • • •• • • físicos ~ • • • . .

• . . . • El espacio sólo es un concepto relacional al cual no le corresponde nada real

Fig. 6.1. El espacio en Newton y Leibniz

1 Este tema lo amplío más en mis artículos Guerrero [2005a] y Guerrero [2006].

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 187

En este asunto la posición de la comunidad científica, en contraste con la filosófica representa por Leibniz, fue no darle importancia a esta cuestión, la cual califica de metafisica. Para ellos la obra de Newton era matemáticamente perfecta y desde el punto de vista fisico permitía explicar muchos fenómenos de la Tierra y muchos otros astronómicos.

En la historia de la fisica se encuentran otros ejemplos notorios sobre la realidad de las entidades teóricas o entidades inobservables, tales como: la fuerza, el espacio-tiempo de la relatividad, las moléculas, las partículas elementales, los campos fisicos, las probabilidades (que se pueden entender de manera realista, como propensiones, tendencias), las causas, las leyes de la naturaleza, etc.

La diferencia entre entidades observables e inobservables nos permite destacar que una característica notoria de la actividad científica es la postula­ción de entidades teóricas que van más allá de la observación directa: las teorías tienen como propósito explicar los fenómenos que observamos (nivel observacional) y esto lo hacen postulando procesos y estructuras que no son observables de manera directa (nivel teórico). Tal y como lo planteamos en el capítulo IV.

En síntesis, ¿qué podemos decir de la realidad de estas entidades teóricas?: a) que existen: es la posición realista. b) que no existen: es la posición antirrealista, una forma de empirismo. e) suspender el juicio: es la posición escéptica, instrumentalismo u otra forma

de empirismo.

El problema anterior lo podemos enunciar en términos de verdad. ¿Qué nos dice una teoría sobre el mundo, sobre la realidad? o ¿cuál es (ha de ser) el objetivo de la ciencia?

i. El objetivo de la ciencia es proporcionarnos teorías verdaderas: el mundo es independiente de nuestra forma de conocerlo (los objetos y sus relaciones existen independientemente de la mente) y todo lo que dice la teoría se corres­ponde con la realidad o todos los elementos de la teoría tienen una contraparte en la realidad. En esto consiste el realismo irrestricto.

ii. El objetivo de la ciencia es proporcionarnos teorías empíricamente ade­cuadas: el mundo es independiente de nuestra forma de conocerlo, pero el ideal anterior es inalcanzable, sólo podemos aspirar a teorías que sean ver­daderas en el dominio de la observación, de la experiencia. Más allá de este dominio, en el ámbito teórico, de las entidades postuladas, no tenemos nada garantizado. Estas ideas hacen parte básicamente del empirismo.

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188 Introducción a la filosofía de la ciencia

iii. El objetivo de la ciencia es proporcionarnos teorías aproximadamente verdaderas: el mundo es independiente de nuestra forma de conocerlo, y algunas entidades teóricas postuladas tienen su contraparte en la realidad, aunque no necesariamente todas. En este sentido, la verdad de las teorías va más allá del nivel observacional, aunque las teorías no tienen que ser comple­tamente verdaderas. Esto es lo que, en términos generales, defiende el realismo científico.

iv. La palabra independiente puede tener un sentido fuerte y uno débil, según la función que demos a nuestra actividad conceptualizadora en el proceso de conocimiento del mundo. Admitir que el mundo es independiente incluso de nuestra actividad conceptualizadora, equivale a decir, con las palabras de Hilary Putnam, que existe un mundo prefabricado. Y de esto hemos de concluir que una teoría verdadera es una fiel copia de la realidad; con lo cual también se estaría aceptando que hay algo así como el Punto de Vista del Ojo de Dios: hay una única descripción verdadera de cómo es el mundo en sí mismo, hay un lenguaje privilegiado para describir el mundo. Estas ideas configuran el realismo metafísico.

Así que el sentido débil de independiente da cabida a que podamos dar cuenta del mundo desde esquemas conceptuales (marcos lingüísticos) distintos, sin que esto implique que el mundo se construye a partir de un esquema conceptual. Aunque el mundo sea conceptualizado, este sigue siendo indepen­diente de nuestras creencias, de la forma como lo concibamos o conozcamos.

En todos estos casos la verdad se entiende como una relación semántica entre lenguaje y realidad, como una correspondencia entre el lenguaje y la realidad. Más exactamente, como una correspondencia entre los enunciados de un lenguaje y el mundo. Se asume, entonces, la teoría de la verdad como correspondencia, al modo como la caracterizó A. Tarski.

Un objetivo adicional de la exposición que viene a continuación es precisar suficientemente bien en qué radica el aspecto constructivo del realismo de Giere y del empirismo de van Fraassen.

2. Enfoque semántico o modelista de las teorías

Recordemos, tal y como se planteó en el capítulo V. Teoría y leyes, que el enfoque semántico se contrapone al lingüístico o enunciativista, que es la forma más común de entender las teorías. En el enfoque enunciativista una teoría no es más que sus leyes o hipótesis, que son enunciados, y todo lo que se derive

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 189

de ellas. Así, por ejemplo, la teoría mecánica newtoniana es el conjunto de las tres leyes de Newton y lo que se derive lógicamente de ellas.

En tanto que la idea básica del enfoque semántico es que las teorías científicas quedan mejor comprendidas como conjuntos de modelos ( estruc­turas), en el sentido matemático abstracto, que como conjunto de enunciados. En otras palabras, la principal lección de este enfoque es que cuando uno se aproxima a una teoría, lo primero que hay que buscar son los modelos y luego las hipótesis que emplean esos modelos. No hay que buscar principios generales, ni axiomas, ni cosas por el estilo.

Además recordemos que en esta concepción una teoría consta de tres elementos: a) Sistemas (modelos) teóricos: los que se definen a través de las leyes. b) Sistemas reales o fenómenos. e) Hipótesis teóricas: relacionan los modelos teóricos con los sistemas reales.

También decíamos que la hipótesis teórica tiene que ver con la relación general entre mundo y teoría, y que por tanto esta plantea, en general, que los modelos construidos a partir de los datos de los fenómenos, los sistemas empíricos reales, deben tener cierta relación con los modelos teóricos definidos a través de las leyes. El esquema de la figura 5.7 muestra las diferentes relaciones entre los distintos elementos de una teoría, desde las concepciones sintáctica y semántica.

Teniendo presente que la función básica de una categoría semántica es la de establecer una relación entre teoría y mundo, podemos ver en el esquema, a la izquierda, que este tipo de relación se presenta directamente entre enunciados y mundo, es decir, a través de la categoría semántica verdad. En tanto que a la derecha, en la concepción semántica, la relación básica es entre un objeto abstracto, un modelo teórico, y un sistema real (un modelo de datos), de modo que además de la verdad entendida como isomorfismo entre un modelo teórico y un modelo de datos, es posible considerar por lo menos otra categoría semántica como la de adecuación empírica. Esta última relación consiste en que un modelo de datos es isomorfo con una subestructura empírica de un modelo teórico, sin alcanzar la identidad.

Así, el enfoque semántico sólo destaca la importancia de este tipo de relación entre la familia de modelos teóricos y ciertos modelos de datos como un elemento clave en la elucidación de la estructura de una teoría empírica, pero la defensa de un tipo particular de relación entre modelos y realidad, por encima de otros tipos de relaciones, cae fuera del terreno propio del enfoque y se ubica en un dominio enteramente epistemológico. Es por esto que dicho enfoque se considera

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190 Introducción a la filosofia de la ciencia

neutral en esta cuestión epistemológica. En otras palabras, este enfoque sólo llega a afirmar que debe existir una relación entre los modelos teóricos y los modelos de datos, pero no se compromete con una relación particular entre estos dos tipos de modelo; deja de lado el considerar si esta relación tiene que ser de verdad o de adecuación empírica (ver esquema de arriba).

3. Empirismo y realismo constructivos

De modo que, a la inversa, enfrentar la dicotomía entre verdad y adecuación empirica es abordar la disputa realismo-empirismo. Así pues, con el esquema de arriba también es fácil comprender el empirismo que defiende van Fraassen y el realismo de Giere. Partimos de que podemos adquirir diferentes tipos de compromisos epistémicos respecto a las componentes que nos proporcionan los modelos teóricos, de tal modo que para el empirista el compromiso es de adecuación empirica entre ciertos sistemas reales y ciertas subestructuras de un modelo teórico, en tanto que el realista está más comprometido con la verdad en el sentido mencionado más arriba: el realista está dispuesto a aceptar que más allá de la adecuación empirica existen elementos de los modelos teóricos a los cuales corresponde alguna parte de la realidad.

Estos elementos adicionales se suelen calificar como términos teóricos, de tal manera que un empirista como van Fraassen tiende a suspender el juicio en relación con la existencia o no de las entidades a las que refieren los términos teóricos. Para éste lo único que tenemos que exigirle a las teorías científicas es que se adecuen a los fenómenos, en los que aparecen relacionadas las entidades observables. Mientras que un realista como Giere considera que en determinadas ocasiones, las cuales tienen que ser estudiadas una por una, un término teórico puede referir a una entidad real del mundo. En este sentido, el modelo teórico trasciende lo estrictamente observacional y se asumen como existentes elementos que van más allá de las entidades observables.

En síntesis, aún dentro de la concepción semántica se presenta la disputa filosófica entre realismo y empirismo, ya que es posible adquirir diferentes tipos de compromisos onto-epistémicos respecto a las componentes que proporcionan los modelos teóricos. Se renueva así, de esta forma, y entre otras cosas, el debate sobre la realidad de los no-observables, pues el realista en algunos casos está dispuesto a comprometerse con entidades de este tipo, mientras que en estas cuestiones un empirista como van Fraassen no va más allá de lo que es «observable», calificando las reificaciones del realista como pura metafísica.

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 191

3.1. El empirismo constructivo de van Fraassen Veamos más en detalle algunos aspectos de la propuesta de van Fraassen.

En síntesis, su propuesta: a) defiende un empirismo en el sentido anotado al comienzo; b) sostiene que la relación importante no es la verdad sino la adecuación

empírica; e) se enuncia dentro del enfoque semántico; d) adelanta un empirismo que es constructivo.

La idea básica de este empirismo es que si bien el mundo es independiente de nuestra forma de conocerlo sólo podemos aspirar a teorías que sean verdaderas en el dominio de la observación, de la experiencia. Más allá de este dominio, en el ámbito teórico, de las entidades postuladas, no tenemos nada garantizado. De ahí la importancia que tiene para un empirista trazar la distinción entre el conocimiento que está garantizado por la experiencia y el conocimiento que la trasciende. Esta línea divisoria la traza van Fraassen entre objetos observables y objetos inobservables. Para van Fraassen, que algo seá observable o inobservable se ha de resolver mediante procedimientos estrictamente empíricos.

Así pues, van Fraassen defme su empirismo en los siguientes términos: «la ciencia se propone ofrecemos teorías que son empíricamente adecuadas; y la aceptación de una teoría involucra como creencia solamente que ella es empíricamente adecuada»2• De acuerdo con él, el realista se caracteriza por pensar que la verdad es el criterio de éxito de una teoría y que aceptar una teoría es creer que es verdadera, en tanto que su empirismo niega ambas cosas: por una parte propone que las razones que llevan a aceptar una teoría es que sea empíricamente adecuada, que de cuenta de los fenómenos, que de por sí son observables, y por la otra que para aceptar una teoría no se tiene en cuenta para nada, es irrelevante, el dominio teórico, en el cual se postulan los objetos teóricos o inobservables.

Por tanto, que una teoría sea empíricamente adecuada significa que es verdadera re:3pecto a los fenómenos (observables) exclusivamente. Esta misma argumentación conduce a que el éxito de una teoría (de la ciencia) no se mide por la verdad sino por la adecuación empírica: aceptar una teoría implica creer sólo en su adecuación empírica.

En términos modelistas: la verdad de una teoría implica la existencia de un isomorfismo entre un modelo teórico y la realidad, mientras que su adecuación

2 van Fraassen [1980], p. 28.

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192 Introducción a la filosofía de la ciencia

empírica consiste en un isomorfismo entre las subestructuras empíricas del modelo teórico con los fenómenos. Véase la figura 6.2.

Subestructura empirica

MODELOTEÓRIOO

ISOMORFISMO

MUNOO

Los supuestos objetos inobsenables

Fig. 6.2. Relaciones entre un modelo teórico y la realidad

Bas C. van Fraassen llama a su propuesta empirismo constructivo puesto que «concibe la actividad científica más como una construcción que como un descubrimiento: construcción de modelos que deben ser adecuados a los fenómenos, y no descubrimiento de la verdad respecto de lo inobservable».3

En el empirismo tradicional, nuestro conocimiento del mundo proviene de la experiencia sensible y éste debe ajustarse a aquella. Para van Fraassen los modelos teóricos no son inducidos a partir de la experiencia concreta sino creaciones, construcciones, de un científico o una comunidad científica. Para él tampoco tiene sentido los intentos de reducir una teoría a términos observa­cionales exclusivamente. Esto es una tarea imposible porque todo nuestro lenguaje es teórico.

En defmitiva, la principal razón que esgrime van Fraassen para asumir una filosofia empirista en vez de una realista es que «la afirmación de adecuación empírica es bastante más débil que la afmnación de verdad, y la resistencia a aceptar nos libera de la metafisica»4.

3.2. El realismo constructivo de Giere En el caso de la propuesta de Giere se tiene que:

a) defiende un realismo científico en el sentido mencionado al principio; b) también se presenta dentro del enfoque semántico de las teorías; e) el realismo es constructivo;

3 van Fraassen [1980], p. 20. 4 van Fraassen [1980]. La negrilla es mía.

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 193

d) la verdad pasa a un segundo plano, es sustituida por la relación de similitud o semejanza.

Giere defme el realismo (científico) así: «cuando una teoría científica es aceptada, se considera que la mayor parte de los elementos de la teoría (incluyendo los que se consideran inobservables) representan (en algún respecto y en algún grado) aspectos del mundo»5• Y este realismo es constructivo porque los científicos crean activamente los modelos teóricos y no le son reve­lados directamente por la naturaleza. Los modelos teóricos son construcciones humanas.

Veamos algunos de los argumentos que Giere esgrime a favor de la exis­tencia de entidades supuestamente inobservables. En primer lugar, parece bastante desmedida la importancia epistemológica que otorgada van Fraassen a la dicotomía observable/inobservable. Esto especialmente por su carácter antropocéntrico y por las dificultades que se encuentran para trazarla en la práctica científica. La fuerza gravitacional nos proporciona un ejemplo. En un comienzo se asumió como una entidad metafisica y ahora que estamos más familiarizados con el concepto y los procedimientos para medir fuerzas, nos parece evidente que existen fuerzas en la naturaleza. Así, pues, el realismo no pretende negar una distinción impreéisa y gradual entre observable/inobservable, y esto porque el realismo precisamente admite la existencia de ambos tipos de objetos. Lo que rechaza es: uno, la posibilidad de trazar dicha distinción en forma precisa, sin vaguedades; dos, la pretensión empirista de fundamentar todo conocimiento científico en la experiencia concreta, en lo observable.

En otras palabras, podríamos decir que van Fraassen construye su propuesta epistemológica sobre la base de una distinción cualitativa, gradual y problemática. Aún más, plantean los críticos de van Fraassen, según él es más prudente suspender el juicio sobre la existencia de inobservables postulados por una teoría, pero parece que tal precaución se invierte cuando hay evidencia experi­mental suficiente e incluso abrumadora a favor de entidades inobservables, que nos llevan a aceptar su existencia sin mayores reservas. Es precisamente en este sentido que Giere afirma que la interpretación empirista de la actividad científica no es menos metafisica que la perspectiva opuesta, el realismo. Lo cual es suficiente para dejar a su realismo y el empirismo de van Fraassen en igualdad de condiciones.

Una ilustración del realismo de Giere es su realismo modal, en el que se admite que las posibilidades (las probabilidades) son reales, y que las causas

5 Giere [1988], p. 97.

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194 Introducción a la filosofía de la ciencia

que están más allá de los fenómenos también lo son. De acuerdo con Giere, muy en la línea de Popper, las probabilidades hay que interpretarlas como tendencias o propensiones reales. En otras palabras, el modelo teórico (por ejemplo uno defmido por la ley del péndulo simple) permite conocer cómo se comportaría un sistema particular en condiciones diferentes de aquellas en las que se encuentra de hecho. En este caso dichas posibilidades se encuentran en el modelo teórico, pero de acuerdo con Giere estas posibilidades o tendencias causales se las podemos atribuir correctamente a los sistemas reales corres­pondientes. Por el contrario, para un empirista como van Fraassen, estas posibi­lidades pertenecen al modelo teórico y no se encuentran en los sistemas reales. Para van Fraassen las modalidades son una forma de hablar y no pertenecen al mundo.

Muy en consonancia con su realismo constructivo, éste realismo modal de Giere contrasta de manera interesante con el rechazo de las leyes científicas como leyes de la naturaleza. A las leyes de la naturaleza se les atribuye nor­malmente tres propiedades: universalidad, necesidad y objetividad. Giere hace un análisis histórico del modo como se ha llegado a concebir las leyes como verdades universales, para fmalmente mostrar que la ciencia sólo requiere asumir las leyes como generalizaciones empíricas, las cuales no tienen por qué ser universales.

De acuerdo con Giere, y el enfoque semántico de las teorías, la función central de las ecuaciones, que comúnmente calificamos de leyes de la naturaleza, es describir o caracterizar los modelos teóricos, de modo que las ecuaciones no están relacionadas de manera directa con la realidad. Por esto es más adecuado hablar de leyes de una teoría o, mucho mejor, de principios teóricos. Esto en cuanto las ecuaciones tienen que ver con los modelos teóricos, pero en lo que tienen que ver con el mundo real, es preferible hablar de generalizaciones con restricciones. Es decir, generalizaciones que pueden ser necesarias y objetivas, pero que no son universales.

En definitiva, Giere considera que «para el hombre de ciencia la verdad exacta y literal no importa. Lo que importa es un grado suficiente de aproximación para el propósito que se persigue»6• Aún más, para él, «la idealización y la aproximación forman parte de la esencia de la ciencia. Y una teoría adecuada de la ciencia debe reflejar este hecho en sus conceptos más fundamentales»7•

Por otra parte, frente a otros realismos, el de Giere sustituye la noción de verdad por la relación de semejanza o similitud con grados entre los modelos

6 Ibíd. 7 Ibíd.

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 195

teóricos y el mundo, la cual considera más adecuada. Para Giere hay una diferencia radical entre la relación de verdad y la de similitud: mientras la primera se da entre un enunciado, una entidad lingüística, y un estado de cosas (el mundo); la segunda se presenta entre dos entidades no lingüísticas, los modelos y un sistema real. Véase las dos figuras de arriba.

Así, uno puede preguntarse con sentido por la mayor o menor similitud estructural entre el modelo teórico y el sistema real que busca modelar, pero no tiene sentido preguntarse por la verdad del modelo. El modelo es un objeto abstracto, una entidad lingüística, y como tal no tiene sentido de calificarlo de verdadero o falso, más bien podría ser más o menos semejante al sistema real.

Ahora bien, podríamos pensar que la verdad se restablece en la propuesta de Giere a través de las hipótesis teóricas, otro de los elementos de una teoría científica. Pero no es así, puesto que las hipótesis se limitan a firmar un grado determinado de semejanza; así que la noción central sigue siendo la semejanza. Podemos entonces preguntarnos cuán tan novedosa es esta propuesta de Giere. Filósofos como Niiniluoto y Olivé consideran que tal propuesta no es revolucionaria, no hay tal abandono de la noción de verdad como correspondencia, ya que la relación de semejanza propuesta por Giere contiene en forma encubierta la noción de verdad. Esto es, aquí debe entenderse que la representación adecuada de un sistema real por un modelo teórico es equivalente a la noción de verdad aproximada. Sobre este punto no tengo una posición consolidada, así que aquí sólo lo menciono y lo dejo como un punto para reflexionar.

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196 Introducción a la filosofia de la ciencia

B. TALLER No. 13*

Argumentos concernientes al realismo

Haga la lectura del texto «Argumentos concernientes al realismo científico» de van Fraassen y responda las siguientes preguntas. l. Elija con una x la opción correcta.

Según van Fraassen una enunciación del realismo científico (débil) que puede ser aceptada por cualquier realista es: a) La imagen que la ciencia nos da del mundo es verdadera, fiel en sus detalles, y las entidades postuladas en la ciencia existen realmente. b) La ciencia propone teorías que nos dan un relato literal de cómo es el mundo y los avances de la ciencia son invenciones. e) La ciencia se propone damos, en sus teorías, un relato literalmente verdadero de cómo es el mundo; y la aceptación de una teoría científica conlleva la creencia de que ella es verdadera. d) La ciencia propone teorías empíricamente adecuadas y su aceptación involucra la creencia de que son verdaderas. e) Las teorías son sólo un símil de cómo es el mundo y, por tanto, no se pueden tomar como un relato literal. Las teorías no son verdaderas sino empíricamente adecuadas.

2. De las anteriores opciones ¿cuál corresponde a la enunciación ingenua del realismo científico?, ¿por qué?

3. ¿Que diferencias hay entre la enunciación ingenua del realismo científico y la enunciación (débil) que según van Fraassen cualquier realista puede aceptar?

4. En el numeral 1.2. Alternativas frente al realismo de la lectura, ¿qué nombre recibe la postura en contra del realismo y qué características tiene?

5. ¿Qué tipo de antirrealismo defiende van Fraassen? y ¿por qué? 6. Dentro del contexto de la argumentación de van Fraassen, ¿qué quiere

decir la expresión «interpretación literal»? 7. Una de las peculiaridades de la posición antirrealista del positivismo lógico

es que no exige una interpretación literal de las teorías; explíquela.

' Este talle• lo elabordmos conjunt.unente con mi estudiante de pregrado Fabián Andrés González.

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 197

8. van Fraassen afirma que «la ciencia se propone ofrecemos teorías que son empíricamente adecuadas; y la aceptación de una teoría involucra como creencia solamente que ella es empíricamente adecuada. Ésta es la enunciación de la posición antirrealista que defiendo; la llamaré empirismo constructivo». ¿Qué quiere decir van Fraassen con empíricamente adecuadas o, lo que es lo mismo, adecuación empírica? ¿Por qué denomina su postura empirismo constructivo?

9. En el contexto de la argumentación de van Fraassen, ¿qué quiere decir cuando emplea el término reivindicado?

10. Haga un cuadro comparativo (diferencias y similitudes) entre la postura realista (no-ingenua) y la postura antirrealista de van Fraassen.

LECTURA*

«Argumentos concernientes al realismo cientffico» t Bas Carl van Fraassen (1980)

El rigor de la ciencia exige que distingamos bien entre la figura sin ropajes de la naturaleza en

sí misma y el hábito abigarrado con el cual nosotros la vestimos a nuestro gusto.

Heinrich Hertz, citado por Ludwig Boltzmann, carta a Nature, 28 de febrero de 1895

En nuestro siglo, la primera filosofia de la ciencia que ocupó una posición dominante fue desarrollada como parte del positivismo lógico. Todavía ahora, una expresión como «la concepción recibida de las teorías» se refiere a las opiniones desarrolladas por los positivistas lógicos, si bien su apogeo precedió a la Segunda Guerra Mundial.

En este capítulo voy a examinar, y a criticar, los principales argumentos que se han ofrecido en favor del realismo científico. Estos argumentos frecuen­temente aparecieron como parte de una crítica al positivismo lógico. Pero es sin duda lícito examinarlos por separado, ya que aun cuando el realismo científico se entienda mucho más fácilmente como una reacción en contra del positivismo, debería ser capaz de sostenerse por si solo. La noción alterativa por la cual abogo -a falta de un nombre tradicional la llamaré empirismo constructivo­está igualmente en contra de la doctrina positivista.

• Trascripción hecha por Miguel Hdo. Guamanga

t En Bas C. van Fraassen, La imagen científica, Paidós- UNAM, México, 1996, pp. 21-30

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198 Introducción a la filosofía de la ciencia

§ l. Realismo científico y empirismo constructivo En la filosofia de la ciencia, el término «realismo científico» designa una

posición precisa sobre la cuestión de cómo debe ser entendida una teoría científica y sobre qué es realmente la actividad científica. Intentaré definir esta posición y escudriñar sus posibles alternativas. Luego indicaré, a grandes rasgos y brevemente, la alternativa especifica que voy a defender y a desarrollar en los capítulos siguientes.

§ 1.1 Enunciación del realismo científico ¿Qué es exactamente el realismo científico? Una enunciación ingenua de

la posición podría ser ésta: la imagen que la ciencia nos da del mundo es verdadera, fiel en sus detalles, y las entidades postuladas en la ciencia existen realmente: los avances de la ciencia son descubrimientos, no invenciones. Esta enunciación es demasiado ingenua; atribuye al realista científico la creencia en que las teorías contemporáneas son correctas. Significaría que la posición filosófica de un realista científico anterior, como C.S. Peirce, habría sido refutada por hallazgos empíricos. No supongo que los realistas científicos deseen com­prometerse, en cuanto tales, ni siquiera con la pretensión de que la ciencia llegará a su debido tiempo a teorías verdaderas en todos los aspectos, pues el desarrollo de la ciencia podría ser una autocorrección sin fin; o peor aún, el fin del mundo podría ocurrir demasiado pronto.

Pero esa enunciación ingenua tiene el sabor correcto. Responde dos cues­tiones principales: caracteriza a una teoría científica como un relato acerca de lo que realmente existe, y a la actividad científica como una empresa de descu­brimiento, en oposición a una de invención. Las preguntas acerca de qué es una teoría científica y acerca de qué hace una teoría científica deben ser con­testadas por cualquier filosofia de la ciencia. La tarea que tenemos en este punto es la de encontrar una enunciación del realismo científico que comparta estas características con la enunciación ingenua, pero que no lastre a los realistas con consecuencias inaceptablemente fuertes. Si deseamos argumentar contra ella, es especialmente importante hacer la enunciación tan débil como sea posible, de modo que no nos lancemos contra molinos de viento.

( ... ) La verdad debe desempeñar un papel importante en la formulación de la

posición realista básica. Muestran también que la formulación debe incorporar una respuesta a la pregunta de qué es aceptar o sostener una teoría. Voy a proponer ahora una formulación que me parece que da sentido a las observaciones anteriores, y que también hace inteligibles los razonamientos de

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 199

los realistas que examinaré más adelante, sin cargarlos con más que el mínimo necesario para ello.

La ciencia se propone darnos, en sus teorías, un relato literalmente verdadero de cómo es el mundo; y la aceptación de una teoría científica conlleva la creencia de que ella es verdadera. Ésta es la enunciación correcta del realismo científico.

Permítaseme defender esta formulación mostrando que es totalmente mínima, y que podría ser aceptada por cualquiera que se considere un realista científico. La enunciación ingenua decía que la ciencia relata una historia verdadera; la enunciación correcta dice solamente que el propósito de la ciencia es hacerlo. El propósito de la ciencia, por supuesto, no debe ser identificado con los motivos individuales de los científicos. El propósito del juego de ajedrez es dar jaque mate al oponente; pero el motivo para jugar puede ser la fama, el oro y la gloria. Lo que el propósito es determina lo que cuenta como éxito en la empresa como tal; y este propósito puede perseguirse por muchas razones. Además, al llamar el propósito a algo, no niego que haya otros propósitos subsidiarios que puedan o no ser medios para ese fm: todo el mundo estará fácilmente de acuerdo en que la simplicidad, la informatividad, el poderpredictivo y la explicación son (también) virtudes. Acaso mi formulación -puesto que deseo dar la formulación más débil de la doctrina que sea generalmente aceptable-- podría ser aceptada incluso por cualquier filósofo que considere que el propósito principal de la ciencia es algo que solamente requiere del descubrimiento de teorías verdaderas.

He añadido «literalmente» para descartar como posiciones realistas las que dan a entender que la ciencia es verdadera si es «propiamente compren­dida>>, pero que es literalmente falsa o sin sentido; porque ello sería consistente con el convencionalismo, el positivismo lógico y el instrumentalismo

( ... )

§ 1.2 Alternativas frente al realismo El realismo científico es la posición que sostiene que la construcción de

teorías científicas se propone darnos un relato literalmente verdadero de cómo es el mundo, y que la aceptación de una teoría científica lleva consigo la creencia en que ésta es verdadera. Por consiguiente, el antirrealismo es una posición de acuerdo con la cual el propósito de la ciencia bien puede alcanzarse sin pro­porcionar tal relato literalmente verdadero, y la aceptación de una teoría puede correctamente llevar consigo algo menos (u otra cosa) que la creencia en que es verdadera.

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200 Introducción a la filosofia de la ciencia

¿Qué es, entonces, de acuerdo con estas diferentes posiciones, lo que hace un científico? Según el realista, cuando alguien propone una teoría está sosteniendo quf; es verdadera. Pero según el antirrealista, el proponente no afirma la teoría: la despliega y reclama ciertas virtudes para ella. Estas virtudes pueden no llegar a la verdad: adecuación empírica, quizás; alcance, aceptabilidad para varios propósitos. Esto tendrá que esclarecerse, puesto que estos detalles no están determinados por la negación del realismo. Por ahora debemos concentramos en las nociones clave que permiten la división genérica.

La idea de un relato literalmente verdadero tiene dos aspectos: el lenguaje debe ser interpretado literalmente, y así interpretado, el relato es verdadero. Esto divide a los antirrealistas en dos tipos. El primer tipo sostiene que la ciencia es o trata de ser verdadera si se interpreta correctamente (pero no literalmente). El segundo sostiene que el lenguaje de la ciencia debería ser interpretado literalmente, pero sus teorías no necesitan ser verdaderas para ser buenas. El antirrealismo que voy a defender pertenece al segundo tipo.

No es tan fácil expresar lo que se quiere decir con una interpretación* literal. La idea viene tal vez de la teología, donde los :fundamentalistas interpretan la Biblia literalmente, y los liberales tienen una variedad de interpretaciones alegóricas, metafóricas y analógicas que «desmitificam>. El problema de explicar que significa una «interpretación literal» pertenece a la filosofia del lenguaje. Más adelante, en la sección § 7, donde examino brevemente algunas de las opiniones de Michael Dummett, habré de subrayar que «literal» no significa «valorado como verdadero». El término «literal» está suficientemente bien comprendido por el uso filosófico general, pero si tratamos de explicarlo nos encontraremos de lleno en el problema de dar una descripción adecuada del lenguaje natural. Sería una mala táctica la de enlazar una investigación sobre la ciencia con el compromiso de una solución para ese problema. Los wmentarios siguientes, y los de la sección§ 7, habrán de fijar el uso de «literal» de modo suficiente para los propósitos actuales.

La decisión de no admitir sino las interpretaciones literales del lenguaje de la ciencia, deja fuera esas formas de antirrealismo conocidas como positivismo e instrumentalismo. En primer lugar, en una interpretación literal, las propo­siciones aparentes de la ciencia son realmente proposiciones, capaces de ser verdaderas o falsas. En segundo lugar, a pesar de que una interpretación literal

• Aun cuando van Fraassen emplea la palabra «construal», que tiene una conexión muy importante con su idea de un «empirismo constructivo», se ha optado por traducirla como «interpretación», haciendo hincapié, sin embargo, en que se trata de una interpretación literal, la cual es prácticamente una construcción. [N. del T.]

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 201

puede detallar las relaciones lógicas, no puede cambiarlas. (Es posible detallarlas, por ejemplo, identificando lo que los términos designan. La «reducción» del lenguaje de la termodinámica fenomenológica al de la mecánica estadística es de ese tipo: los cuerpos de gas son identificados como agregados de moléculas, la temperatura como si significara energía cinética, y así sucesivamente.) En la interpretación positivista de la ciencia, los términos tienen significado solamente a través de su conexión con lo observable. Ellos sostienen, por lo tanto, que dos teorías pueden de hecho decir lo mismo a pesar de que formalmente se contradigan mutuamente. (Tal vez una dice que toda la materia está formada por átomos, mientras que la otra, en cambio, postula un medium continuo universal; sin embargo, según los positivistas, ambas dirán lo mismo si están de acuerdo en sus consecuencias observables.) Pero dos teorías que se contradicen entre sí de tal forma pueden «realmente» estar diciendo lo mismo sólo si no se interpretan literalmente. Más específicamente, si una teoría dice que algo existe, entonces una interpretación literal puede detallar lo que ese algo es, pero no suprimirá la implicación de existencia.

Ha habido muchas críticas de las interpretaciones positivistas de la ciencia y no es necesario repetirlas. Añadiré algunas críticas específicas al enfoque positivista en el siguiente capítulo.

§ J. 3 Empirismo constructivo Insistir en una interpretación literal del lenguaje de la ciencia es rechazar la

interpretación de una teoría como una metáfora o un símil, o como algo solamente inteligible después de ser «desmitologizado» o sujeto a algún otro tipo de «traducción» que no preserve la forma lógica. Si los enunciados de la teoría incluyen «hay electrones», entonces la teoría dice que hay electrones. Si además incluye que «los electrones no son planetas», entonces la teoría dice, en parte, que hay otras entidades además de los planetas.

Pero esto no soluciona gran cosa. Frecuentemente no es nada obvio cuándo un término se refiere a una entidad concreta o a una entidad matemática. Quizá una interpretación defendible de la física clásica sea que no hay entidades concretas que son fuerzas; que «hay fuerzas tales que ... » puede siempre ser entendido como un enunciado matemático que afirma la existencia de ciertas funciones. Esto es discutible.

No toda posición filosófica concerniente a la ciencia que insista en una interpretación literal del lenguaje de la ciencia es una posición realista. Esto es así debido a que dicha insistencia no atañe en absoluto a nuestras actitudes epistemológicas frente a las teorías, ni al fm que perseguimos construyendo teorías, sino solamente a la correcta comprensión de que es lo que dice una

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202 Introducción a la fi/osofia de la ciencia

teoría. (El teísta fundamentalista, el agnóstico y el ateo presumiblemente concuerdan entre sí -pero no con los teólogos liberales- en su comprensión del enunciado que afirma que Dios, los dioses o los ángeles existen.) Después de decidir que el lenguaje de la ciencia debe ser comprendido literalmente, todavía podemos decir que no hay necesidad de creer que las buenas teorías son verdaderas, ni creer ipso Jacto que las entidades que postulan son reales.

La ciencia se propone ofrecernos teorías que son empíricamente ade­cuadas; y la aceptación de una teoría involucra como creencia solamente que ella es empíricamente adecuada. Ésta es la enunciación de la posición antirrealista que defiendo; la llamaré empirismo constructivo.

Esta formulación está sujeta a las mismas observaciones restrictivas que la del realismo científico mencionadas en la sección § 1.1. Además, requiere una explicación de lo que es ser «empíricamente adecuado». Por ahora dejaré esto con la explicación preliminar de que una teoría es empíricamente adecuada precisamente si lo que dice acerca de las cosas y sucesos observables en este mundo es verdadero; si ella «salva los fenómenos». Un poco más exactamente: tal teoría tiene por lo menos un modelo en el cual todos los fenómenos reales encajan. Debo hacer énfasis en que esto se refiere a todos los fenómenos; éstos no se agotan con los realmente observados, ni tampoco con aquellos observados en algún momento, ya sea pasado, presente o futuro. Todo el capítulo siguiente estará dedicado a la explicación de este término, el cual está íntimamente ligado a nuestra concepción de la estructura de una teoría científica.

La distinción que he trazado entre realismo y antirrealismo, en la medida en que atañe a la aceptación, se refiere solamente al grado de creencia que supone. Pero la aceptación de teorías (ya sea completa, tentativa, hasta cierto grado, etc.) es un fenómeno de la actividad científica que claramente implica más que la creencia. Una importante razón para esto es que nunca nos vemos frente a una teoría completa. Así que si un científico acepta una teoría, se involucra en cierto tipo de programa de investigación. Ese programa bien podría ser diferente de aquel que le habría dado la aceptación de otra teoría, aun si esas dos teorías (muy incompletas) son equivalentes entre sí con respecto a todo lo que es observable -hasta donde ellas llegan.

Por lo tanto, la aceptación implica no solamente la creencia, sino cierto compromiso. Aun para aquellos que no somos científicos de oficio, la aceptación implica el compromiso de enfrentar cualquier fenómeno futuro por medio de los recursos conceptuales de esta teoría. Ella determina los términos en los cuales habremos de buscar explicaciones. Si la aceptación tiene alguna fuerza, ésta se manifiesta en el papel de informador que asume la persona, en su disposición a contestar preguntas ex cáthedra. Incluso si uno no acepta una

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El debate realismo-empirismo en la epistemología contemporánea 203

teoría, puede entablar una conversación en un contexto en el cual el uso del lenguaje se guía por esa teoría; pero la aceptación produce tales contextos. Hay semejanzas en todo esto con el compromiso ideológico. Un compromiso no es, por supuesto, verdadero o falso: la confianza manifestada es que será reivindicado.

Éste es un esbozo preliminar de la dimensión pragmática de la aceptación de teorías. A diferencia de la dimensión epistemológica, no figura abiertamente en el desacuerdo entre el realista y el antirrealista. Pero puesto que el grado de creencia implicado en la aceptación es usualmente menor según los antirrealistas, éstos tenderán a exagerar los aspectos pragmáticos. También hay que notar aquí la diferencia importante: la creencia de que una teoría es verdadera, o de que es empíricamente adecuada, no implica, ni es implicada por la creencia de que la aceptación completa de la teoría será reivindicada. Para visualizar esto, solamente se necesita considerar aquí a una persona que tenga creencias muy definidas acerca del futuro de la raza humana, o acerca de la comunidad científica y las influencias sobre ella y las limitaciones prácticas que tenemos. Bien puede ser, por ejemplo, que una teoría adecuada empíricamente no se ajuste con facilidad a algunas otras teorías que hemos aceptado de hecho, o que el fm del mundo ocurra antes de que triunfemos. En qué medida, en condiciones ideales de investigación, podría reivindicarse a largo plazo la identificación entre la aceptación de una teoría y la creencia de que es verdadera o empíricamente adecuada, es una cuestión distinta. A mí me parece una cuestión irrelevante dentro de la filoso tia de la ciencia, porque una respuesta afirmativa no borraría la distinción que hemos establecido ya con las observaciones precedentes. (La pregunta incluso puede suponer que los enunciados contrafácticos son objeti­vamente verdaderos o falsos, lo cual yo negaría.)

A pesar de que me parece que realistas y antirrealistas no necesitan disentir acerca de los aspectos pragmáticos de la aceptación de teorías, lo he mencionado aquí porque creo que usualmente lo hacen. Nos encontraremos, por ejemplo, regresando una y otra vez a las demandas de explicación a las que los realistas asignan típicamente una validez objetiva que los antirrealistas no pueden conceder.

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CAPfTULO VIl

LA EXPLICACIÓN CIENTfFICA

Las nociones de explicación y causalidad se presuponen una a la otra en todo momento;

ninguna tiene «prioridad» sobre la otra, en el sentido de que una se pueda reducir a la otra ...

Hay tantos tipos de causa como sentidos hay de «porque»

H.Putnam

A. PRESENTACIÓN*

l. Generalidades

1.1. Explicación vs. Comprensión

Uno de los problemas de fondo de las ciencias humanas y sociales es la articulación entre finalidad y causalidad. Y este problema está muy relacionado con este otro: ¿las ciencias humanas y sociales forman un todo con las otras disciplinas (con las ciencias naturales) o, por el contrario, difieren netamente entre sí, llegando a ser un saber esencialmente distinto?

En otros términos, uno de los problemas de fondo de las ciencias humanas y sociales es la articulación entre finalidad y causalidad, entre causas fmales y causas físicas.

Una respuesta tradicional al respecto, desarrollada especialmente por Wilhelm Dilthey (1833-1911 ), sostiene que existe una dualidad metodológica entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas y sociales: las primeras explican (Erkliiren) mientras que las segundas comprenden (Verstehen).

A continuación aparece un enfoque posible para sustentar dicha dicotomía, entre los muchos que se han propuesto (se han documentado más de siete enfoques).

• Parte de esta presentación está inspirada en van Fraassen [1980], Capítulo 5. Pragmática de la explicación, y Diez y Moulines [1997], Capítulo 7. La explicación científica

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206 Introducción a la filosofia de la ciencia

ExPuCAR CoMPRENDER

l. Se explican los fenómenos de la l. Se comprenden los eventos que naturaleza. atañen al dominio de la experiencia

humana, de la libertad humana. 2 Se asocia a la posibilidad de leyes o 2 No queda dentro del ámbito de lo

regularidades estables, implica algo gobernado por leyes o regulari-cuantitativo. dades, implica algo más bien cuali-

tativo. 3. En síntesis, se explican hechos o 3. Las acciones humanas son eventos

fenómenos que pueden repetirse o singulares, únicos e irrepetibles; reproducirse, y por tanto predeci- y la comprensión es un modo de bies. captar intuitivamente los elementos

subjetivos presentes en las accio-nes humanas.

4. En una explicación se estudian las 4. Se intenta conocer el sentido y la causas (físicas) puesto que se finalidad de los hechos, de las supone que el hecho acaecerá de acciones humanas. Este es el mun-nuevo si vuelve a repetirse la causa. do de lo teleológico (causas finales),

de las intenciones, motivos, razo-nes, propósitos, interpretaciones o valores.

5. La causalidad, la ley, implica una 5. Para comprender la acción se acude relación necesaria o nómica entre a los motivos y razones que el la causa y su efecto. agente da de su propia acción. Hay

que ponerse en el lugar del otro (empatía).

Para concluir, Georg Henrik von Wright deja muy clara la diferencia entre estas dos categorías, en los siguientes términos: «La comprensión se encuentra además vinculada con la intencionalidad de una manera en que la explicación no lo está. Se comprenden los objetivos y propósitos de un agente, el significado de un signo o de un símbolo, el sentido de una institución social o de un rito religioso»1•

1.2. A manera de tesis: comentarios a la dicotomía

La mencionada dicotomía se sustenta en los siguientes presupuestos discutibles.

1 von Wright [1971], p. 24.

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La explicación científica 207

a) Leyes de la naturaleza vs. meras regularidades. La dicotomía presupone que una ley de la naturaleza es una regularidad necesaria, pero esta noción es discutible. Es más razonable mantener que en la naturaleza hay meras regularidades y que las leyes, en el sentido anterior, son de una teoría, no de la naturaleza. Además, como se mostró en el capítulo V. Teoría y leyes, no todas las leyes científicas son de tipo causal, hay leyes de configuración que no pueden calificarse de causales.

b) Causas necesarias. Esta noción también es discutible, porque en realidad los efectos son multicausados y es muy dificil, sino imposible, establecer cuáles de las distintas causas son las necesarias. Esto lo veremos en la exposición que sigue.

e) Cuantitativo- Cualitativo. Es posible que esta dicotomía recoja parte de la diferencia existente entre los dos tipos de disciplina, pero el modo como normalmente se comprenden estos aspectos es muy impreciso. La diferencia se puede establecer mejor estableciendo una tipología de los conceptos en: clasificatorios, comparativos y métricos. Los pertenecientes a los dos primeros tipos serían cualitativos y los del último tipo serían los cuantitativos. Estas ideas están bastante bien desarrolladas y sustentadas en Díez y Moulines [1997], capítulo 4. Los conceptos científicos, también puede verse el capítulo IV de este libro.

d) La noción de teoría. Muy en la línea de la observación a), se supone que las teorías son un conjunto de leyes que hablan del mundo, pero esta noción tiene problemas. Es más adecuado pensar las teorías como modelos que representan la realidad. Este enfoque permite asimilar bajo ésta noción tanto a las teorías de las ciencias de la naturaleza como a las teorías o modelos de las ciencias sociales y humanas. Véase capítulo V. Teoría y leyes.

Los comentarios anteriores y la presentación subsiguiente del modelo pragmático de la explicación, en el contexto de los distintos modelos explicativos que se han propuesto, no buscan hacer desaparecer la brecha entre ambos tipos de disciplinas, ni tampoco clarificar de un modo definitivo la dicotomía. Más bien insinúan que la distinción no es tan radical, ni de naturaleza; podríamos decir que es de grado. Para ello intento mostrar que se ha exagerado la forma de caracterizar a las ciencias de la naturaleza, de tal manera que si estas se piensan de un modo más adecuado, ambos tipos de disciplinas llegan a identificarse en varios puntos.

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208 Introducción a la filos afia de la ciencia

También se puede establecer un acercamiento de los dos tipos de disciplina partiendo desde el otro extremo, de las ciencias sociales y humanas hacia las ciencias de la naturaleza. Parece ser que un modelo explicativo más adecuado y completo de la acción humana requiere introducir las causas en sentido físico además de las intenciones. Sobre esta idea no avanzaré nada en la presente exposición.

1.3. La explicación como una relación entre teoría, hecho y contexto

El punto de partida del modelo pragmático de la explicación es el rechazo de la explicación como una relación entre teoría y realidad, y la reivindicación de ésta como una relación tripartita entre teoría, hecho y contexto.

a) Verdad vs. adecuación empírica En principio podemos entender una teoría como un conjunto de modelos

(véase capítulo 5) descritos, normalmente, a través de leyes de la teoría. Además, los científicos buscan con estos modelos dar cuenta de ciertos fenómenos, o de una parcela de la realidad. Así, por ejemplo, la mecánica newtoniana, a través de sus leyes [inercia, ley de movimiento (F = m.a), ley de acción-reacción y ley de gravitación], da cuenta de la caída de los cuerpos en la Tierra, del movimiento de un automóvil, del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra y, en general, del de los planetas alrededor de Sol, entre muchos otros. Diremos que la teoría es empíricamente adecuada si efectivamente describe correctamente los fenómenos correspondientes a su dominio.

Por otra parte, normalmente las teorías presuponen o postulan muchas más cosas de las que tenemos acceso a través de nuestra experiencia. La mecánica, tal y como la expuso Newton, presuponía, por ejemplo, el principio de inercia, la existencia de una fuerza gravitacional que actuaba a distancia y en forma instantánea, y también la de un espacio absoluto. Diremos entonces que una teoría es verdadera si, además de ser empíricamente adecuada, las entidades que presupone o postula tienen una contraparte en la realidad.

La cuestión que surge es, entonces, ¿cuál es el objetivo de la ciencia, tener teorías verdaderas o empíricamente adecuadas? Esta es una cuestión que aún siguen debatiendo los filósofos de la ciencia. En el capítulo anterior se trazan las líneas generales de dicho debate, presentando los principales conceptos involucrados.

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La explicación científica 209

b) Descripción y explicación Efectivamente se puede establecer una diferencia entre descripción y

explicación. Así, por ejemplo, se dice que una teoría describe algunos de los fenómenos de su dominio de aplicación: algunos fenómenos son admitidos por la teoría y otros son implicados por ella.

Pero, se continúa, además de una descripción la teoría puede ofrecer una explicación. Por ejemplo, la ley de la caída de los cuerpos de Galileo describe la fonna como caen los cuerpos, pero son las leyes de Newton, con su noción de fuerza gravitacional, las que explican dicha caída.

Ahora bien, de lo anterior se concluye, incorrectamente, que la capacidad explicativa de una teoría es algo completamente irreducible, una característica especial que difiere en carácter de la adecuación empírica, y esto porque se supone que la habilidad de una teoría para explicar ofrece una clara razón para aceptarla, de modo que la capacidad explicativa es una evidencia a favor de la verdad de la teoría. En definitiva, por este camino argumentativo se concluyó que el éxito explicativo de una teoría se debe a que es verdadera o aproxi­madamente verdadera, o algo por el estilo.

Aún más, en esta misma dirección se planteó que la forma característica de una explicación es la de una inferencia o de un argumento a partir de leyes o enunciados iegaliformes que hacen las veces de premisa, y esto añadido a que la explicación tiene un carácter especial e irreducible, llevó a afirmar la presencia de relaciones de necesidad en la naturaleza.

Pero esto no es todo, también se afirmó que las verdaderas explicaciones, las explicaciones científicas, se caracterizan porque sólo aducen a conexiones causales y procesos causales, en el sentido de la fisica. De modo que, en definitiva, como el valor máximo de la ciencia es la explicación, la ciencia debe ir más allá de la descripción de los fenómenos observables, esto es, debe intentar capturar las relaciones causales y los procesos causales.

El error en la reflexión anterior es que se presupone que la explicación t;S

una relación especial entre teoría y mundo (realidad), que no tiene nada que ver con la adecuación empírica, ni con otros elementos. Pero, tal y como veremos a continuación, la explicación es una relación entre tres términos: la teoría (que explica), el hecho (a explicar) y el contexto (desde el cual se explica). En tanto que la verdad y la adecuación empírica son relaciones entre teoría y mundo. Así, que algo sea una explicación es esencialmente relativo, porque una explicación es una respuesta, y una respuesta es completamente contextua!.

Pero entonces ¿qué significa, bajo estas consideraciones, que una explicación sea científica? Que la respuesta se da mediante los recursos de la ciencia, en particular a través de sus teorías. Es decir, lo que hace a una explicación

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210 Introducción a la filosofía de la ciencia

científica es que se proporciona desde una teoría admitida en una comunidad científica. En términos más precisos, una explicación es una respuesta eficaz, en relación con una teoría, a petición de información sobre ciertos hechos relevantes, aquellos considerados relevantes para esa teoría. Esta es la idea básica del modelo pragmático de la explicación desarrollado por van Fraassen.

De modo que la explicación no es una virtud adicional a la verdad o a la adecuación empírica de las teorías científicas. En general, la búsqueda de explicaciones es al mismo tiempo una búsqueda de teorías empíricamente adecuadas, no algo diferente. Si una explicación falla, lo hace porque la teoría, desde donde se proporciona la explicación, no es adecuada.

La explicación científica normalmente se considera como una venta a la ciencia, esto es, la ciencia tiene una forma de explicación muy propia que no tiene contraparte en ningún otro quehacer humano. Por el contrario, en lo que sigue, se intentará justificar que la explicación científica tiene un carácter mucho más general ya que podemos decir que la explicación es una actividad humana cuya práctica antecede por mucho al surgimiento de la ciencia moderna. De modo que lo que la ciencia proporciona a la explicación científica no es una forma peculiar de explicación sino un instrumental consistente en el conjunto de modelos autorizados propuestos por las teorías. En otras palabras, lo que hace a una explicación científica no es su forma sino el contexto en el cual se presenta, las teorías (los modelos) que proporcionan la explicación.

En una primera aproximación, las explicaciones son respuestas a preguntas «¿por qué?». Veamos un ejemplo. Se solicita una explicación al preguntar: ¿por qué se rompió la cañería?; y se proporciona una explicación al responder: porque las temperaturas han bajado considerablemente. Es decir, «el descenso extremo de la temperatura explica que las cañerías de la casa se rompieran».

Para mayor claridad, introduzcamos la siguiente terminología. Exp/anandum: aquello que requiere explicación. Explanans: aquello que proporciona la explicación. De tal manera que todo análisis del concepto de explicación debe

proporcionar una caracterización precisa de estos dos términos y de su relación.

2. Modelo nomológico deductivo o inferencial

Este modelo de explicación fue explícitamente formulado inicialmente por Carl Gustav Hempel y Paul Oppenheim (1948), pero podemos considerar que también fue defendido en el pasado por filósofos como Aristóteles, John Stuart Mill, George Campbell y Karl Raimund Popper, entre otros.

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La explicación científica 2ll

2.1. Características Bajo este modelo, las explicaciones son argumentos en los que se deduce el

hecho a explicar de los otros hechos que lo explican. La relación de explicación es una relación de inferencia lógica deductiva: el explanandum se deduce del explanans. En términos más intuitivos: en una explicación el explanans hace esperable el explanandum o, de manera más precisa, esperable de un modo necesario.

En este modelo explicativo la estructura lógica de una explicación coincide con la de una predicción, puesto que parte de que explicar un hecho es mostrar cómo se presenta. Además, para que esto último sea posible, se debe tener la condición adicional de que intervenga un hecho general.

Esquema General

L: Leyes (enunciados legaliformes) h: Hechos o enunciados particulares

(condiciones antecedentes) L y h: explanans (lo que explica) e: exp/anandum (hecho a explicar)

L h e

La explicación anterior de la rotura de las cañerías es incompleta, el explanans contiene implícitamente hechos adicionales. Al hacer explícitos estos hechos, la explicación tiene una forma semejante al siguiente argumento:

l. El descenso extremo de la temperatura [h] 2. Las cañerías de la casa estaban llenas de agua [h]

3. El agua se congela a bajas temperaturas [L] 4. El agua congelada se expande [L]

5. Cuando se congela el agua de las cañerías éstas se rompen [L]

Las cañerías de la casa se rompieron [e]

2.2. Objeciones al modelo inferencia! Incluye como explicaciones inferencias que intuitivamente no contaríamos

como tales, y excluye otras que sí consideramos explicaciones. Veamos cada una de estas por separado.

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212 Introducción a la filosofía de la ciencia

a) Precedencia temporal de las condiciones antecedentes Las retrodicciones son predicciones hacia el pasado, pero a estas no las

consideramos explicaciones. Un ejemplo. Podemos decir correctamente que las posiciones futuras de la Luna, la Tierra y el Sol permiten retrodecir o calcular el eclipse actual de Luna, pero desde luego que esto mismo no lo aceptamos como una explicación. Esto es, el eclipse actual de Luna no queda explicado por las posiciones futuras de la Luna, la Tierra y el Sol.

b) Simetría entre predicción y explicación En el caso del árbol y la sombra tenemos que podemos predecir tanto la

longitud de la sombra (a partir de la altura del árbol y la ubicación del Sol) como la altura del árbol (a partir de la sombra y la ubicación del Sol), pero es claro que aceptamos lo primero como una explicación de la longitud de la sombra, pero no acostumbramos a aceptar lo segundo como una explicación de la altura del árbol. En síntesis, la altura del árbol explica la longitud de la sombra, pero no a la inversa.

h

a Predicción que cuenta Ls como explicación

Ls

-~a~ Predicción que no cuenta h como explicación

Otro ejemplo, explicamos el espectro lumínico característico de un elemento químico por su estructura atómica, y no ésta por aquél.

e) Efectos de causa común i. El barómetro y la tormenta. Es una regularidad no accidental, nómica,

que después de un descenso brusco del barómetro venga una tormenta en las proximidades. Esto es, podemos inferir la tormenta de la brusca caída del barómetro, pero ello no se puede considerar una explicación de la ocurrencia de la tormenta. Lo que pasa aquí es que hay una causa común de ambos efectos: el descenso de la presión causa tanto la tormenta como el descenso brusco del barómetro.

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La explicación científica 213

ii. La intensidad de las mareas y las fases de la Luna. Se puede predecir el tipo de marea a partir de la fase de la Luna, pero no consideramos que la causa de las mareas sean las fases de la Luna. Nuevamente, hay una causa común de ambos efectos, las posiciones relativas de la Luna, la Tierra y el Sol.

Estos dos últimos casos también son contraejemplos a la tesis de la simetría entre explicación y predicción.

d) Irrelevancia i. Podemos inferir que Juan no se quedará embarazado del hecho particular

de que toma pastillas anticonceptivas, más el hecho general de que ningún varón que toma pastillas anticonceptivas se queda embarazado. Pero desde luego que esto no lo aceptamos como una explicación, ya que es irrelevante que un varón tome o no pastillas anticonceptivas, pues no se embarazan.

ii. Acostumbramos a explicar que el resfriado de Ana terminará en la primera semana si ésta toma vitamina C en esta semana, pero esto no es del todo una explicación correcta porque todos los resfriados terminan en la primera semana sin necesidad de tomar vitamina C. Es irrelevante para acabar con un resfriado el consumir o no consumir vitamina C.

e) Explicaciones inductivas con baja probabilidad El modelo nomológico deductivo aplicado en casos de tipo estadístico

plantearía que el explanans hace total o altamente esperable el explanandum. Así, las explicaciones estadísticas deberían depender de altas probabilidades.

El siguiente caso, el de la paresis, muestra que la alta probabilidad no es una condición necesaria para la explicación estadística. La paresia es una fase avanzada de la sífilis que desarrolla un porcentaje muy pequeño de hombres que han contraído dicha enfermedad, es una forma de sífilis terciaria que se da sólo entre los individuos que no se han tratado con penicilina y han llegado al estadio latente de la enfermedad, aunque no se da en todos sino aproximadamente en sólo un 25% de ellos.

Supongamos, entonces, que el alcalde enfermó de paresia. Una explicación de esta situación podría ser: el alcalde contrajo sífilis, no se trato con penicilina y ha llegado al estadio latente de la enfermedad. Esto es una buena explicación pero es un m;, i argumento inductivo porque la probabilidad involucrada es baja.

f) Explicaciones teleológicas y funcionales Este tipo de explicaciones no parece ajustarse al esquema nomológico

deductivo: no se infiere el explanandum del explanans sino más bien lo

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214 Introducción a la filosofia de la ciencia

contrario, parte del explanans se deduce del explanandum. Esto es algo paradójico. El explanans es posterior en el tiempo al explanandum, se tiene una relación futuro-pasado y no pasado-futuro como sería de esperar. Veamos los siguientes ejemplos.

i. El latido del corazón se explica por su función en la circulación de la sangre, pero por el contrario, deducimos la circulación de la sangre a partir del latido del corazón.

ii. Las largas orejas del conejo se explican por su función en el control de la temperatura corporal, pero por el contrario, inferimos determinado fenómeno de equilibrio térmico corporal a partir del tamaño de las orejas y otras cosas.

Pero también es cierto que podemos deducir (explicar) a partir de la selección natural de Darwin la función del corazón y de las orejas. Esto es, la pregunta ¿por qué tiene el conejo las orejas largas?, podemos responderla en términos funcionales: porque estas funcionan como ventiladores para controlar la temperatura corporal; pero también desde la teoría evolutiva. Podría decirse que optamos por la primera respuesta sólo por cuestión de economía lingüística, ya que la verdadera razón hay que darla en términos de la selección natural: los conejos con orejas largas existen porque de este modo lograron adaptarse al medio ambiente.

iii. lntencionalidad o fmalidad: «María fue a la droguería en busca de una aspirina porque tenía dolor de cabeza». Entonces, ¿por qué fue María a la farmacia?; se responderá que por una aspirina, lo cual es una finalidad. Pero parece que lo que realmente se deduce es su presencia en la droguería a partir de su salida de su casa y otras cosas. En este caso parece imposible contar con un recurso semejante al de la selección natural, que empleamos para las explicaciones funcionales.

3. Relevancia estadística

Este tipo de explicación fue desarrollada principalmente por Michael Scriven, Richard Jeffrey y Wesley Salmon. Con este modelo de explicación se busca mejorar el inferencia! en lo que tiene que ver con aspectos estadísticos. Así, para tener una explicación estadística satisfactoria, las condiciones antecedentes no deben, con ayuda de una ley, hacer altamente probable el explanandum (como propone el modelo inferencia!), sino que simplemente deben ser un factor estadísticamente relevante para el explanandum.

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La explicación científica 215

Una condición relevante estadísticamente de la paresia es ser una sífilis latente no tratada. Esto último es un factor relevante porque es más probable la paresia en los casos de sífilis latente no tratada que en los casos en que esta es tratada.

Por tanto, la propuesta consiste en remplazar la elevada probabilidad por la relevancia estadística positiva, esto es, el explanans no tiene por qué hacer muy probable el explanandum, basta con que lo haga más probable. La sífilis latente no tratada no hace muy probable la paresia, pero sí la hace más probable que su ausencia. Ademas, como dice Salmon, «esto significa que las explicaciones estadísticas no son argumentos»2•

4. Pragmática de la explicación

En los modelos anteriores la explicación es independiente del contexto pragmático, es algo que se da o no en virtud de que entre ciertos hechos se dé o no una relación objetiva. En el modelo pragmático la explicación depende del contexto, de elementos pragmáticos como deseos o intenciones, que varían mucho más fuertemente de contexto a contexto. Otra diferencia importante es que en el modelo inferencialla explicación es un argumento mientras que aquí una explicación es una respuesta. El modelo pragmático de la explicación ha sido desarrollado, principalmente, por Bas C. van Fraassen.

4.1. Elementos del modelo Los elementos del modelo pragmático son: tema, clase de contraste y relación

de relevancia explicativa. En otros términos, las explicaciones son respuestas a preguntas por qué y toda pregunta de este tipo tiene que ver con cada uno de estos tres elementos.

a) El tema: queda fijado por la pregunta. Ejemplos: «¿por qué Adán comió la manzana?»; «¿por qué el alcalde contrajo paresis?».

b) La clase de contraste: el aspecto por el que se demanda explicación,que usualmente está implícito. Clase de contraste N° 1 : ¿Por qué Adán (y no Eva o la serpiente o ... ) ... ? Clase de contraste N° 2: ¿Por qué Adán comió (y no rechazo o ... ) ... ? Clase de contraste ~3: ¿Por qué Adán comió la manzana (y no una pera o ... )?

2 Salmon [2002], p.103.

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216 Introducción a la filosofía de la ciencia

e) La relación de relevancia explicativa: incluso fijada una clase de contraste aún son posibles explicaciones distintas, dependiendo de la relación de relevancia privilegiada por el contexto. El contexto debe determinar el tipo de respuesta que se considera explicativa. En algunos casos el tipo de respuesta explicativa normalmente está fijado con bastante rigidez (como en los periodos de ciencia normal, de los cuales habla Kuhn), pero en otros pueden variar de un modo drástico.

Tipos de relaciones de relevancia: * La relación de inferencia lógica mediante leyes naturales, que privilegia el

modelo inferencia!. * La relación de relevancia estadística mediante leyes naturales. * La relación causal. * La relación de unificación. • La relación funcional. * La relación teleológica.

4.2. Soluc:ión a los problemas planteados a) La paresis. La situación es que para algunos tales sucesos no son

explicables, mientras que para otros sí. La polémica se disuelve teniendo en cuenta la clase de contraste. En contraste con los individuos en general, la explicación es que el alcalde contrajo la paresis por su sífilis latente no tratada. En contraste con el resto de sifilíticos, no se tiene una explicación.

b) Irrelevancia. El cuetpo de información aceptada en el contexto excluye, por ejemplo, que la vitamina C sea relevante para cura del resfriado o que el tomar pastillas anticonceptivas lo sea para el no embarazo de los varones.

e) Simetría. No hay tal problema. Aunque en la mayoría de los contextos es la altura del árbol la relevante, puede haber contextos (teleológicos) en los que la relevancia se invierta. Así, por ejemplo, al pretender construir un enorme reloj de sol visible desde cierto lugar, la altura del nomo queda explicada por la longitud de la sombra que se quiere proyectar y la ubicación del Sol. Para este caso, véase el ingenioso argumento de van Fraassen de la torre y la sombra.

5. Modelo causal de explicación

Desarrollado y sustentado, especialmente, por Brody, Humphreys, Lewis y Salmon.

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La explicación científica 217

5.1. Características De acuerdo con este modelo de la explicación, en la explicación de un

hecho el explanans no tiene por qué asegurar la ocurrencia del explanandum, ni tampoco por qué hacerlo altamente probable, ni siquiera incrementar su probabilidad. Así que, en este modelo, explicar un hecho no es mostrar que es esperable, sino más bien es proporcionar información causal sobre su ocurrencia, es proporcionar información acerca de su historia causal sin que tenga que ser la historia causal completa. _

En este modelo sólo se exige información sobre algunos factores causales, cuya elección o determinación dependen del contexto. El contexto determina qué parte de la historia causal es la explicativamente relevante. Así, la explicación causal también tiene una naturaleza epistémica y pragmática, pero al mismo tiempo no se opone al carácter real y objetivo de la explicación causal: los factores causales relevantes son parte de una estructura causal objetiva.

Este modelo hace referencia a las leyes de la naturaleza de un modo implícito ya que las relaciones causales entre hechos particulares se dan en virtud de que los hechos ejemplifican ciertas propiedades y de que hay una relación nómica, necesaria, (ciertas leyes) entre esas propiedades.

5.2. Solución a los problemas planteados a) Prioridad temporal. Las posiciones futuras no explican el presente eclipse

porque la causa antecede al efecto. b) Simetría. El descenso del barómetro no explica la tormenta porque, aunque

está correlacionado con ella, no es parte de su historia causal. e) Irrelevancia. El que un varón tome pastillas anticonceptivas no está

causalmente relacionado con el no quedar embarazado.

5.3. Retos al modelo a) Explicación de sucesos particulares probabilistas.

Sucesos deterministas: que Juan tenga un cáncer de pulmón (contrariamente a Rosa), se debe a que fuma y otros factores más que aún no conocemos.

Sucesos indeterministas: que un electrón disparado contra una barrera de potencial la atraviese (contrariamente a que la refleje), se debe a factores causales objetivamente probabilistas. Pero esto es problemático para este modelo puesto que contamos con la misma información causal en la ocurrencia como en la no ocurrencia.

b) Explicación de hechos generales, de leyes. El modelo sería correcto si pudiéramos unificar varias leyes causales en

unas pocas leyes causales, como por ejemplo en una teoría unificada que

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218 Introducción a la filosofía de la ciencia

contuviera una única fuerza que explicase las demás. Pero realmente el modelo falla cuando partimos de leyes no causales (leyes de coexistencia) y las deducimos de otras leyes causales (leyes de sucesión) a través de cierta teorización, ya que dicha deducción no impide que dejemos de pensar el primer tipo de ley como una verdadera ley. Un ejemplo, la ley de caída de los cuerpos de Galileo (que es una ley no causal) se deduce de las leyes de Newton (que se consideran leyes causales), pero seguimos hablando de la ley de Galileo.

e) Explicaciones aparentemente no causales. Como se decía arriba, leyes como la caída de los cuerpos de Galileo y la

conexión entre el periodo de un péndulo y su longitud, no dejan de ser leyes por ser de tipo no causal.

d) ¿Qué entendemos por causa? La respuesta de Salmon es en términos de interacción, transmisión de información y la diferencia entre procesos y pseudoprocesos; pero éste no es del todo preciso a la hora de plantear qué ha de entenderse por estos términos.

6. Modelo de explicación como unificación

6.1. Características En este modelo, explicar consiste en reducir la cantidad de supuestos básicos

independientes de nuestro cuerpo de creencias. Ilustración: las leyes de Kepler y la ley de la caída de los cuerpos se

deducen de las leyes de Newton; y, en general, esto es lo que ha sucedido durante el desarrollo de la fisica.

Ahora bien, si bien hay varios modos de sistematizar un cuerpo de conocimiento, de acuerdo con este modelo las distintas sistematizaciones son comparables según la maY.or o menor unificación que produzcan del conoci­miento, y una inferencia es explicativa si pertenece a la mejor sistematización. En pocas palabras, una explicación es una inferencia que pertenece a la teoría más unificada.

6.2. Solución a los problemas planteados Los aborda en general con su principio de partir de la teoría más unificada

con la que se cuente.

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La explicación científica 219

6.3. Retos al modelo La noción de poder unificador sobre la que descansa es de momento

problemática.

7. Explicación teleológica y funcional

La principal dificultad con las explicaciones teleológicas y funcionales es conciliadas con la explicación causal, ya que las primeras están orientadas hacia el futuro, esto es, tienen una dirección del futuro al pasado, en tanto que la de las causales es del pasado al futuro. Considero que en este intento por reconciliar los dos tipos de explicación se introducen dos sentidos distintos de causalidad: la usual, que es de tipo fisico, y pertenece a la explicación causal; y el nuevo sentido, que consiste en una especie de interacción entre la mente y el cuerpo. Esto se tiene especialmente en las explicaciones teleológicas.

Ilustración: «María fue a la droguería en busca de una aspirina porque tenía dolor de cabeza»; ¿por qué fue María a la droguería?; por una aspirina. La causa por la que María se encuentra en la droguería es una fmalidad, comprar una aspirina. En otros términos, la intención de María de comprar una aspirina es lo que la mueve (literalmente), la lleva, a la droguería. Su deseo es lo que causa su movimiento fisico. Obsérvese que en este tipo de descripción, el orden en que se dan los acontecimientos es más acorde con el de la explicación causal, pero hay una relación causal de tipo no-fisico: determinado deseo causa cierto movimiento.

En tanto que una ilustración de una explicación funcional es, por ejemplo, como lo mencionamos más arriba, el de las largas orejas del conejo. Las orejas de los conejos son largas porque debido a su abundante pelaje necesitan controlar su temperatura, esto es, sus orejas largas se explican por su función en el control de la temperatura corporal. Pero, por el contrario, en términos causales (fisicos) no se da cuenta de las orejas largas sino que inferimos determinado fenómeno de equilibrio térmico corporal en el conejo a partir del tamaño de las orejas y otras condiciones más.

Pero, como también se dijo más arriba, es cierto que podemos deducir (explicar) a partir de la selección natural de Daxwin la función de las orejas: los conejos con orejas largas existen porque de este modo lograron adaptarse al medio ambiente. Y las causas que están detrás de la selección natural son de tipo fisico únicamente.

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220 Introducción a la filosofía de la ciencia

B. TALLER No. 14

La torre y la sombra

A. Realice una síntesis del texto «La torre y la sombra» de van Fraassen.

B. El propósito principal del texto es sacar adelante el modelo pragmático de la explicación en lo que tiene que ver, en particular, con lo que se conoce como el fenómeno de las asimetrías en la explicación que usualmente es ilustrado por el ejemplo del árbol (mástil).

l. ¿Por qué el ejemplo del mástil coloca en graves aprietos al modelo inferencia! de explicación? Haga una explicación detallada.

2. ¿En qué términos explica el modelo causal el fenómeno de las asimetrías?

3. A partir del texto, ¿cuál es la explicación que proporciona el modelo pragmático de éste fenómeno?

LECTURA*

«La torre y la sombra» t Bas Carl van Fraassen (1980)

La tipología cuádruple de las causas de Aristóteles es probablemente una simplificación excesiva de la variedad de intereses que pueden determinar la selección de una gama de factores relevantes para una pregunta «por qué».

Pero, en mi opinión, recurrir a tal tipología iluminará con éxito las asimetrías (y también los rechazos, ya que ningún factor de un tipo particular puede conducir a una respuesta eficaz a la pregunta «por qué>>). Si ello es así, entonces, como dije antes, las asimetrías deben ser, por lo menos a veces, reversibles por medio de un cambio en el contexto. El relato que sigue pretende ilustrar esto. Como en el ejemplo de la linterna (o de la luz del zaguán), la relevancia cambia de un tipo de causa eficiente a otro, siendo la segunda los deseos de

• Trascripción hecha por Julián Andrés Murillo.

t En Bas C. van Fraassen, La imagen científica, Paidós-UNAM, México, 1996, pp. 164-167.

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La explicación científica 221

una persona. Como en todas las explicaciones, la respuesta correcta consiste en mostrar un único factor en la red causal, que es puesto de relieve en ese contexto por factores que no aparecen abiertamente en las palabras de la pregunta.

§3.2 «La torre y la sombra>>

El año pasado, durante mis viajes a lo largo del Saona y el Ródano, pasé un día y una noche en el hogar ancestral del caballero de St. X ... , un viejo amigo de mi padre. El caballero de hecho había sido el oficial francés de enlace asignado a la brigada en que servía mi padre durante la primera guerra; había desempeñado -si se puede confiar en los recuerdos que evocaban- un papel nada insignificante en las batallas del Somme y del Mame.

El viejo caballero me contó que siempre tomaba el thé a 1 'Anglaise en la terraza, a las cinco de la tarde. Fue a esa hora cuando ocurrió un extraño incidente, aunque sus consecuencias, por supuesto, no me eran todavía perceptibles mientras oía al caballero dar una sencilla explicación del largo de la sombra que nos cubría gradualmente en la terraza. Yo acababa de comer mi quinta rebanada de pan con mantequilla y había comenzado mi tercera taza de té, cuando volví distraídamente la vista hacia el frente: a la luz desfalleciente de aquella hora de la tarde, el perfil del caballero se recortaba nítidamente contra el fondo de la pared de granito que estaba detrás de él; la nariz grande, aguileña, lanzada hacia delante, y sus ojos fijos en algún punto más allá de mi hombro izquierdo. Yo no comprendía inicialmente la situación, y debo admitir que, para comenzar, estaba simplemente fascinado con la vista de aquella nariz grande y corva, recordando que mi padre pretendía que una vez había servido como arma efectiva en combate cuerpo a cuerpo con un granadero alemán. Pero fui despertado de este estudio en sepia por la voz del caballero.

«La sombra de la torre llegará pronto aquí y va a hacer frió en la terraza. Sugiero que terminemos nuestro té y entremos>>.

Miré alrededor y me percaté de que, en efecto, la sombra de la más bien curiosa torre que había visto antes en el terreno, se había acercado a un metro de mi silla. Esta novedad en parte me desagradó, pues aquella había sido una magnífica tarde; incluso hubiera querido oponerme, pero no supe bien cómo hacerlo sin contravenir las reglas de la hospitalidad. Exclamé:

«¿Por qué esa torre tiene que proyectar una sombra tan larga? ¡Esta terraza es tan agradable!»

Sus ojos se volvieron hacia mí y me miraron fijamente. Mi pregunta había sido retórica, pero él no la tomó así.

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222 Introducción a la filosofía de la ciencia

«Como puede que usted ya lo sepa, uno de mis antepasados subió al cadalso con Luis XVI y Maria Antonieta. Hice erigir esa torre en 1930 para señalar el lugar exacto donde se dice que él saludó a la reina la primera vez que ella vino a esta casa, y le obsequió un pavo real hecho de jabón, por entonces una sustancia rara. Puesto que, si viviera, la reina habría tenido ciento setenta y cinco años en 1930, hice construir la torre con exactamente ese número de pies de altura».

Me tomó un momento captar la importancia de todo esto. Nunca fui muy veloz para las sumas, y en un primer momento estaba únicamente desconcertado respecto a por qué la medida tendría que haber sido hecha en pies; pero, por supuesto, yo sabía que aquel caballero era un anglófilo. Él añadió secamente: «Como el curso del Sol es inalterable, la luz viaja en líneas rectas y las leyes de la trigonometría son inmutables, usted comprenderá que el largo de la sombra está determinado por la altura de la torre». Acto seguido nos levantamos y entramos a la casa.

Esa noche, a las once, yo estaba todavía despierto, leyendo, cuando alguien golpeó a mi puerta. Al abrirla encontré a la recamarera, que yo había visto ya ese día rondando por el patio en numerosas ocasiones, vestida con un vestido negro y un gorrito blanco ya algo pasados de moda. Haciendo una reverencia gentil pregunto: «¿Querría el caballero que le preparara su cama para esta noche?».

Me hice a un lado, no queriendo rechazar ese gesto, aunque noté que era muy tarde: ¿la hacían trabajar hasta tales horas? No, por supuesto, contestó ella, mientras daba vuelta hábilmente al cobertor, pero se le había ocurrido que algunas tareas podrían también ser placenteras. En tales reflexiones filosóficas y otras parecidas pasamos algunas agradables horas juntos, hasta que posteriormente mencioné, por casualidad, la tristeza que me había producido que la sombra de la torre sobre la terraza impidiera prolongar aquella tranquila hora del té.

Al oír esto, la muchacha alzó las cejas. Dio un rápido salto y se sentó.»¿Qué le dijo él acerca de esto?», preguntó. Contesté inmediatamente repitiendo la historia acerca de María Antonieta, que ahora sonaba un poco exagerada, incluso para mis oídos crédulos.

«Los sirvientes cuentan otra cosa», dijo ella con una sonrisa de desprecio que no correspondía en absoluto, me pareció, a aquel rostro de tal manera joven y bello. «La verdad es muy diferente», añadió, <<y no tiene nada que ver con los ancestros de nadie. La torre marca el lugar donde él mató a una doncella de quien se había enamorado hasta el punto de la locura. ¿Y la altura de la torre? Él juró que la sombra cubriría la terraza donde declaró su amor por primera vez,

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La explicación científica 223

con cada puesta de sol; esa es la razón de la altura tan grande de la torre». Asimilé todo eso muy lentamente. Nunca es fácil asimilar verdades

inesperadas acerca de la gente que creemos conocer, y yo he tenido ocasión de comprobarlo una y otra vez.

«¿Por qué la mató?», pregunté finalmente. «Porque, señor, ella retozó con un brigadier inglés, huésped de esta casa

por una noche.» Con estas palabras se levantó, tomó su vestido y su bonete, y desapareció atravesando la pared a un lado de la puerta.

Me fui a la mañana siguiente, presentando mis excusas a aquel caballero de la mejor manera que me fue posible.

§4. Un modelo para la explicación

Voy a proponer ahora una nueva teoría de la explicación. Una explicación no es lo mismo que una proposición, que un argumento o que una lista de proposiciones; una explicación es una respuesta. (De manera análoga, un hijo no es lo mismo que un hombre, aun cuando todos los hijos son hombres y todo hombre es un hijo.) Una explicación es una respuesta a una pregunta «por qué». Por tanto, una teoría de la explicación debe ser una teoría de las preguntas «por qué».

Para desarrollar esta teoría, cuyos elementos de conjunto pueden ser agrupados, de una manera más o menos directa, a partir de la discusión pre­cedente, debo primero decir algunas palabras más acerca de ciertos temas de la pragmática formal (que trata acerca de la dependencia del contexto) y de la lógica de las preguntas. Ambas se han convertido apenas recientemente en áreas activas de la investigación lógica, pero existe un acuerdo general sobre los aspectos básicos, y a ellos limitaré mi discusión.

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224 Introducción a la filosofía de la ciencia

C. TALLER No. 15*

Los paradigmas de Kuhn y la explicación en la ciencia

l. Después de ilustrar sus argumentos con algunos ejemplos, Kuhn llega a la siguiente conclusión « .. .las diferencias entre paradigmas son tan necesarias como irreconciliables» ¿a qué diferencias se refiere Kuhn? ¿Por qué consi­dera Kuhn que son necesarias estas diferencias?

2. Según la argumentación y las ilustraciones que ofrece Kuhn en lo con­cerniente al cambio de paradigma en la ciencia, ¿qué es lo que cambia: cambian los fenómenos, es decir, el mundo ó «la red conceptual a través de la cual el científico ve el mundo», esto es, el concepto de mundo? Argumente su respuesta por medio de uno de los ejemplos que ofrece Kuhn en éste apartado.

3. Otra manera posible de interpretar el planteamiento principal que Kuhn desarrolla en el texto estudiado es en términos de explicación. Esto es, en vez de afirmar que «un paradigma proporciona una manera particular de ver el mundo», podríamos más bien decir que <<un paradigma o teoría proporciona un marco conceptual particular para explicar determinados fenómenos». Intente defender esta idea empleando por lo menos dos de los ejemplos que Kuhn ofrece.

LECTURAt

<<La naturaleza y la necesidad de las revoluciones científicas»::: Thomas Samuel Kuhn (1962/1970)

Por tanto, demos por supuesto ahora que las diferencias entre paradigmas sucesivos son tan' necesarias como irreconciliables. ¿Acaso podemos señalar de manera más explícita de qué tipo de diferencias se trata? El tipo más visible ya se ha ilustrado repetidamente. Los paradigmas sucesivos nos dicen cosas

• Este taller lo elaboramos conjuntamente con mi alumno de pregrado 't'11bian Andrés González.

t Trascripción hecha por Pablo Andrés Jiménez.

tEn T. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de cultura económica, México, 2004, Capítulo IX, pp. 181-185.

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La explicación científica 225

distintas acerca de la población del universo, así como acerca del comporta­miento de esa población. Esto es, difieren acerca de cuestiones tales como la existencia de partículas subatómicas, la materialidad de la luz y la conservación del calor o de la energía. Estas son las diferencias sustantivas que median entre los paradigmas sucesivos, y no precisan más ilustración. Sin embargo, los paradigmas difieren en otras cosas aparte de la sustancia, pues no sólo se dirigen a la naturaleza, sino que también inciden sobre la ciencia que los produce. Son la fuente de los métodos, los problemas del campo y de las normas de solución aceptadas por cualquier comunidad científica madura en cualquier momento dado. Como resultado de ello, la recepción de un nuevo paradigma exige a menudo la redefinición de la ciencia correspondiente. Algunos de los viejos problemas pueden verse relegados a otra ciencia o pueden ser declarados totalmente «acientíficos». Otros, que antes ni existían o eran triviales, pueden convertirse con el nuevo paradigma en el arquetipo mismo de los logros científicos importantes. Y a medida que cambian los problemas, cambian también las normas que distinguen una solución científica real de una mera especulación metafisica, un juego de palabras o un pasatiempo matemático. La tradición científica normal que surge de una revolución científica no sólo es incompatible con lo anterior, sino que a menudo resulta de hecho inconmensurable.

El impacto del trabajo de Newton sobre la tradición normal en la práctica científica del siglo XVII suministra un ejemplo sorprendente de estos efectos más sutiles del cambio de paradigma. Antes de que Newton naciera, la «nueva ciencia» del siglo había logrado al fm rechazar las explicaciones aristotélicas y escolásticas expresadas en términos de las esencias de los cuerpos naturales. Decir que una piedra cae porque su «naturaleza» la lleva hacia el centro del universo empezó a tenerse por un mero juego tautológico de palabras, cosa que no se había dado antes. A partir de entonces, todo el flujo de las apariencias sensoriales, incluyendo el color, el sabor e incluso el peso, habría de explicarse en términos de tamaño, forma, posición y movimiento de los corpúsculos elementales de la materia básica. Atribuir otras cualidades a los átomos elementales era recurrir a lo oculto y por ende era salirse de los límites de la ciencia. Moliere captó el nuevo espíritu adecuadamente cuando ridiculizó al doctor que explicaba la eficacia soporífera del opio atribuyéndola a una virtud dormitiva. A lo largo de la segunda mitad del siglo XVII, muchos científicos preferían decir que la forma redondeada de las partículas de opio les permitía calmar los nervios en tomo a los cuales se movían1

1 Para el corpuscularisrno en general, véase Marie Boas, «The establishment of the Mechanical Philosophy», Osiris, X (1952), pp. 412-541. Para el efecto de la forma de las partículas sobre el sabor, véase Ibídem, p. 483.

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En un periodo anterior, las explicaciones en términos de cualidades ocultas habían formado parte integral del trabajo científico productivo. No obstante, el nuevo compromiso del siglo con la explicación mecánico-corpuscular resultó enormemente fecundo para algunas ciencias, librándolas de problemas que habían desafiado cualquier solución aceptable para todo el mundo y sugiriendo sustituirlos por otros. Así por ejemplo, en la dinámica, las tres leyes del mo­vimiento de Newton no son tanto el resultado de experimentos nuevos cuanto del intento de reinterpretar observaciones de sobra conocidas en términos de los movimientos e interacciones de corpúsculos neutros primarios. Consideremos un ejemplo concreto. Dado que los corpúsculos neutrales sólo podrían actuar mutuamente por contacto, el punto de vista mecánico-corpuscular de la naturaleza orientó la atención científica hacia un tema de estudio nuevo: la alteración del movimiento de las partículas por choque. Descartes llamó la atención sobre el problema y ofreció la primera solución tentativa. Huygens, Wren y Wallis continuaron con él, experimentando en parte con choques de péndulos, aunque principalmente mediante la aplicación al nuevo problema de características del movimiento anteriormente bien conocidas. Finalmente, Newton englobó sus resultados en sus leyes del movimiento. La «acción» y la «reacción» iguales de la tercera ley son los cambios en la cantidad de movimiento experimentadas por las dos partes en una colisión. El mismo cambio de movimiento suministra la definición de la fuerza dinámica implícita en la segunda ley. En este caso, como en muchos otros durante el siglo xvn, el paradigma corpuscular engendró tanto un nuevo problema como una buena parte de la solución de dicho problema2•

Sin embargo, aunque gran parte de la obra de Newton se orientaba a problemas e incorporaba normas derivadas de la visión del mundo mecánico­corpuscular, el efecto del paradigma resultante de su obra fue un cambio ulterior y parcialmente destructivo de los problemas y normas legítimos para la ciencia. La gravedad, interpretada como una atracción innata entre todo par de par­tículas de materia, era una cualidad oculta en el mismo sentido en que lo había sido la «tendencia a caer» de los escolásticos. Por tanto, mientras que las normas del corpuscularismo permanecieron vigentes, la búsqueda de una explicación mecánica de la gravedad fue uno de los problemas más provocativos para quienes aceptaban los principios como paradigma. Newton le dedicó mucha atención, y lo mismo hicieron muchos de sus seguidores en el siglo xvm. Aparentemente la única salida era rechazar la teoría de Newton por su fracaso a la hora de explicar la gravedad, y también esta alternativa fue ampliamente

2 R. Dugas, La mécanique au XVII siecle (Neuch!tel, 1954), pp. 177-185, 284-298, 345-356.

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La explicación científica 227

adoptada. Con todo, ninguna de estas opiniones terminó triunfando. Incapaces ora de practicar la ciencia sin los principios, ora de hacer que dicho trabajo se plegara a las normas corpuscularistas del siglo xvn, paulatinamente los científicos aceptaron la opinión de que la gravedad era ciertamente innata. A mediados del siglo xvn, dicha interpretación había sido casi universalmente aceptada, siendo el resultado de ello una genuina vuelta (que no es lo mismo que regresión) a una norma escolástica. Las atracciones y las repulsiones innatas se unieron al tamaño, forma, posición y movimiento como propiedades fisicas irreductiblemente primarias de la materia3•

3 1.8. Cohen, Franklin and Newton, caps. VI-VII.

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