HUSSERL Experiencia y Juicio

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Experiencia y juicio. Edmund Husserl. Investigación acerca de la genealogía de la lógica.

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  • EXPERIENCIA Y JUICIO

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  • INSTITUTO- DE INVESTIGACIONES FILOSFICAS

    Coleccin: FILOSOFA CONTEMPORNEA Serie: TEXTOS FUNDAMENTALES

    Director: DR. ENRIQUE VILLANUEVA Secretaria: MTRA. MARGARITA PONCE

  • EDMUND HUSSERL

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    r EXPERIEN CIAY:!"'' y JUICIO

    INVESTIGACIONES ACERCA DE LA GENEALOGA DE L'A LGICA

    Redaccin y edicin de LUDWIG LANDGREBE

    Con un eplogo de LOTHAR ELEY Traduccin: JAS REUTER

    Revisin de BERNABE' NAVARRO

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    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXIC.O MXICO 1980

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    PREFACIO A 'LA, EDICI6N ALEMANA

    La impresin de lf4presente obrase realiz originalmente po;co despus de la muerte de 'Edmund Husserl en el a'o de 1938 en la editorial Academia de Praga. Inmediatamente despus de su concl~sin~ en la primavera de 1939~ la editorial fue disuelta' debido a la. anBxin de Checoslovaquia~, de tal modo que la obra ya no lleg, a distribuirse en.jlas li'breras. ,La edi-cin comPleta se :qued en Praga y fue destruida durante la guerra~ a excep'cin de 200 ejemplares que lograron enviarse a Londres todava en el ao 1939 a la editorial Allen 8c Unwin) vendindose ,en Inglaterra ,y' en: lo.s Estados Unidos. Se sus-cit as la situacin paradjica de que el l~bro fue d'ifndid;oJ comentado y citado en esos, dos paises~ aunque en extensin

    limitada~ mien,tras que para el c.rcitlo de lec,tores di3la Europa continental se mantuvo prcticamente desconocido. De ah la necesidad de ,imprimirla ,,!,uevamente en su forma original por mtodo fotomecnico~ para que esta obra~ apareci,da pro-piamente hace ya ocho aos~ tuviese finalmente acceso a la luz pb lica.

    ,Su redaccin y pub licacin se bas en'una' solicitud de Edmund Husserl~ quien sigui de cerca 'hasta el ltimo momento el avance del trabaj. Ya no tuvo la oportunidad de escribir un prlogo como lo haba deseado ni de ver impre-sa la obra. De aqu que fuese el editor quien tuvo que asumir la tarea de decir lo necesario co'mo introduccin. '

    En su Lgica formal y trascendental (1929)~ Husserl se haba propuesto exponer no slo el senti;do interno~ la estructura y conjuncin de todo aquello que hasta n'Llestros das se haba estudiado en materia de problemas lgicos en el sentido ms amplio~ sino de mostrar tambin la necesida.d de una eluci-

    F li.. O S

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    dacin fenomenolgica de la problemtica lgica en su con-junto. Una seccin princiPal de las investigaciones analtico-descriptivas que sirven al objetivo de una tal fundamentacin fenornenolgica de la lgica~ es la que se ofrece en la p'resente obra. La Lgica formal y trascendental se concibi como una introduccin general y de princiPio a estos anlisis particu-lares concre tos (proyectados ya desde entonces )~. desde la apa-ricin de aquella obra ha pasado~ sin embargo~ un lapso tan largo que estos anlisis ya no' pueden presentarse sencillamente como una continuacin y elaboracin. Mucho menos si se tiene ~en cuenta que los progresos realizados desde entonces por Husserl en sus reflexion,es sistemticas~ hacen aparecer bajo una nueva luz muchos de los resultados de .aquel libro. El presente escrito tuvo que adquirir~ por consiguiente~ la forma de una obra en s independiente.' Para este fin se le antepuso una detallada introduccin~ que sirve~ p'or un lado~ de referencia del sentido .de todos estos anlisis a la ltima tase del desarrollo del pensamiento husserliano~ algunos de cuyos resultados importantes se publicaron en su 'ltima obra La crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa tras-cendental (Philosophia~ vol. I~ 1936)~" por el otro lad'o .consti-tuye una sntesis de las ideas fundamentales de l Lgica for-mal y trascendental que resultan decisivas para comprender las bases de los anlisis particulares.

    Se sobreentiende que con una tal repeticin de (llgunos p'untos de vista de la Lgica forrnai y trascendental en el marco

    'de la introduccin~ no se puede pretender dar de nuevo 'una respuesta convincente y breve a ~os problemas de princiPio de la lgica fenomenolgica. Una introduccin verdadera-mente exhaustiva a laspectf.,liaridades y al sentido de esas cues-tiones requiere la exposicin detallada de aquel libro~ cuyo estudio no se puede sustituir mediante una apretada sntesis. Las partes de la introduccin referidas a estas. cuesti01!es no han de. servir ms que de breve indicacin~ por lo que sin duda, ofrecern~ al lado de otros pasajes~ ciertas dificultades al lector P.oco familiarizado con la fenomenologa. Se recomienda a este lector no detenerse demasiado en estos prrafos durante la primera lectura) para p'asar cuanto antes a los anlisis par-

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    ticUtlares~ cuya comprensin resulta ms directa. Una vez estudiada la obra entera podr volver nuevamente sobre la

    introduccin~ remitindose al mismo tiempo a la Lgica for-mal y trascendentaL En cuanto elaboracin de una parte esen-cial del programa planteado en la Lgica, la presente obra permitir una mejor comprensin de aqulla~ as como el sen-tido ms profundo de los anlisis particulares realizados aqu se inferir solan~ente si se tiene a la mano la Lgica.

    Para entender el carcter de este libro debemos hacer refe-rencia a la historia de su origen. En vista del creciente nmero de sus proyecto~ y manuscritos de investigacin~ Husserl se ocup durante los ltimos 20 aos de su vida cada vez ms del problema de encontrar en la cooperacin con sus estudiantes y colaboradores nuevas vas para aprov.echar literariamente los resultados de sus investigaciones~ cuyo volumen consideraba no poder dominar por s solo. De esta manera~ en 1928 -al ser asistente suyo- me encarg reunir los manuscritos perte .. necientes al campo de los problemas de la lgica trascendental~ transcribirlos de su taquigrafa e intentar su ordenamiento sistemtico y uniforme. El hilo conductor y las ideas bsicas para este trabajo se encontraban en 'un curso de cuatro horas sobre ULgica gentica"~ que Husserl haba ofrecido varias veces en Friburgo a partir del semestre de invierno de 1919-1920. Ese curso constituy el material bsico de elaboracin y se le agregaron como complemento varios manuscritos ante-riores die los aos 19jO-1914~ as como fragmentos de otros cursos de los aos veinte. El proyecto resultante habra de constituir el ncleo de una publicacin~ cuya redaccin final Husserl pensaba realizar personalmente. Pero no lleg a cum-plir su deseo: a partir de un pequeo tratado sobre el sentido de la problemtica lgico-trascendental q'ue haba yo ante-pu.esto como introduccin a ese trabajo~ Husserl quiso comple-mentarlo y de este afn result~ en pocos meses del invierl1,o 1928-1929~ la obra Lgica' formal y trascendental. Fue publi-cada primero por s sola~ separada del trabajo al cual haba de ~ervir de presentacin y cuya introduccin haba constituido~ por as decir~ la semilla. /---

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    Esta nueva elucidacin del conjunto total de la problem-tica lgica requiri una reelaboracin del proyecto que haba yo ,presentado.; no slo se profundiz el contenido de 'sus an-lisis particulares mediante su referencia a la ya publicada Lgica formal y trascendental, sino que tambin se amPli ese contenido. Este segundo proyecto de la presente obra" redactado entre 1929-1930" surgi 'del siguiente modo: la base era el primer proyecto (elaborado antes de la redaccin de la Lgica fo,rmal y trascendental), al que el propio Husserl haba aadido acotaciO'lleS y prrafos complementarios. En primer lugar tuvieron que tomarse en cuenta stos y agregarse despus otros manuscritos afines" casi todos de los aos 1919-1920. Mi tarea consisti en redactar ,un textO' unitario" sistemtico y coherente a partir de ese material" tomando en consideracin los lineamientos principales fijados en la Lgica formal y tras--cendental. Puesto que los manuscritos tenan un carcter sumamente diverso -por un lado" el primer 'proyecto ya revi-sado por el proPio Husserl,, por el otro~ los manuscritos nueva-mente consultados" procedentes de varios perodos y con carac-tersticas de redaccin diferentes" que contenan en parte slo breves anlisis esbozados fragmentariam,ente" y en parte estu-dios particulares completos" aunque, escritos sin la intencin de incluirlos en un contexto ms amplio-" no slo tuve que darles una uniformidad estilstica y terminolgica para llevar-los en lo posible a un mismo nivel" sino qu,e ad-ems hubo que escribir tambin los textos de transi-cin faltantes" realizar la divisin en captulos y p'argrafos e incluir los ttulos corres-pondientes; es ms" en muchos casos en que los anlisis apenas eran esbozados en los manuscritos" mostrando v:erdaderas lagu-nas" hubo necesidad de completar lo faltante. El trabajo se realiz de tal modo- que mis intervenciones y agregados eran discutidos p'rimero oralmente con Husserl" de manera que aun ah donde el texto no se poda apoyar directamente en el tenor de los manuscritos" no contena sin embargo nada que no pudiese por lo menos apoyarse en las declaraciones orales de Husserl y en su aprobacin. Tambin este segundo proyecto (concluido en 1930) de la p'resente obra fue acotado con obser-vaciones p-or el proPio Husserl" con el objeto de tener cuanto

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    antes lista la versin 4efinitiva para la imprenta. Una serie de trabajos urgentes se le interpusieron y finalmente hicieron desaparecer de su campo visual aquel plan. ,

    Apenasen 1935., gracias al apoyo del Crculo Filosfico de Praga., fue posible volver sobre el proyecto. Renunciando a una terminacin personal de la obra~ Husserl me otorg enton-ces Pleno poder para elaborar la ltima versin del texto bajo mi proPia responsabilidad. Para ello no slo tuve que consi-derar las observaciones que haba hecho Husserl al seg1lndo proyecto., sino que procur dar una forma ms clara y concisa al ordenamiento {le toda la obra. Tambin agregu los pasajes sobre las modalidades del juicio., un c0"!lP.zejo problemtico que ci.ertamente tambin haba sido tratado en el curso que se mencion sobre lgica gentica., pero que no haba' sid'o incluido en los proyectos anteriores. Pero ante todo se traz apenas ahora la introduccin con su exposicin del sentido global de las investigaciones. En parte es una reproduccin libre de pensamientos de la ltima obra publi'cada de Husserl., La crisis ... ,~ y de la Lgica formal y trascendental; en parte se apoya en discusiones orales de Husserl y en parte en los manuscritos de los aos 1919-1934. Tambin el proyecto' de esta introduccin fue discutido todava cO.!lH usserl y acep'tado por l en cuanto a su contenido esencial y su ordenamiento conceptual. .

    En vista de la complicada historia sobre el origen de este' libro y de su repetida y comp~eja elaboracin., resulta obvio que su texto no se pueda valorar de acuerdo' con un rigor filo-lgico. Sera tcnicamente imposible distinguir en l lo que es palabra textual de los manuscritos originales que sirvieron de base (todos ellos taquigrafiados)., lo que es reproduccin de declaraciones orales de Husserl y lo que es adicin (cierta-mente aceptada por l) del redactor. A la pregunta d.e si en estas ci,rcunstancias se puede considerar esta versin c~mo una obra original de Husserl., slo puede responderse que es global-mente una elaboracin autorizada por el p~opio Husserl. Esto significa que es el resultado de una colaboracin de ndole muy peculiar, que se puede caracterizar aproximadamente diciendo que el contenido de ideas., por as decir la materia

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    prima) procede del proPio Husserl -no hay nada ah que hubiese sido agregado simplemente por el redactor o que inclu-yese ya su interpretacin de la fenomenologa-) mientras que., para la versin literaria, el redactor es quien lleva la respon-sabilidad.

    La sugerencia para el ttulo Experiencia -y juicio procede del encabezado de un manuscrito de 1929 en que se tratan algunas cuestiones fundamentales de la lgica fenomenolgica.

    Los dos Anexos que aparecen al final ocupan una posi!cin especial. Se trata de una simPle reimpresin) aunque estils-ticamente limada) de manuscritos original.es que contienen reflexiones elaboradas independientemente) por lo que no se habran podid.o incluir en el grueso del texto sin sacrificio de algunas partes esenciales de su contenido. No pretenden ser meros apndices., sino complementos esenciales a las partes co~ rrespondientes del texto. El Anexo 1 es de 1919 o 1920.; el 11 es un pargrafo del proyecto de reelaboracin de la Sexta Inves-tigaci"n Lgica de 19/.3) que no lleg a ser concluida ni P'u-blicada.

    Para terminar debo expresar mi ms efusivo agradecimiento a todos aquellos que contribuyeron a llevar a cabo esta publi-caci:n: a la Sociedad de Emergencia de la Ciencia Alemana (Notgemeinschaft der Deutschen VVissenschaft), que con su ayuda permiti de 1928 a 1930 mi participacin en los trabajos de Husserl; al Crculo Filosfico dl! Praga y a la Fundacin Rockefeller) a cuyo patrocinio debo agradecer la terminacin definitiva y la impresin original) as como a la edito'rial Claasen &- Goverts) que se ha encargado de la reimpresin de la obra. Me siento sumamente obligado con el doctor Eugen Fink) de Friburgo) pOlr su asesoramiento en la versin definitiva del texto y particularmente en el trazado' de la 1 ntroduccin.

    LUDWIG LANDGREBE

  • INTRODUCCIN , - , , -

    PROPO~ITO y LIMITES DE LA INVESTIGACION

    l. El juicio predicativo como tema central en la genealoga de la lgica

    Las siguientes investigaciones tratan un problema de origen. Al aclarar el origen del juicio predicativo, se proponen ofrecer una contribucin a la genealoga de la lgica en general~ La posibilidad y la necesidad de tal propsito, as. como el sentido -de las cuestiones sobre el origen, que se habrn de plantear aqu, requieren ante todo una discusin. En este esclareci-miento del origen, que no tiene por tema un pro-blema de la "historia de la lgica" en el sentido habitual-ni tampoco uno referente a la psicologa gentica, nos pro'poinemos verter luz sobre la esencia de la estructura cuyo origen buscamos. La tarea cO'nsiste, pues, en esclarecer la esencia del juicio p,redi-cativo por el camino de la investigacin de su origen.

    Si mediante ese esclarecimien~o es posibl~ contribuir a la solucin del problema de la genealoga de la lgica, ello se debe al hecho de que en el centro de la lgica formal, tal como ha llegado a ser histricamente, se encuentra el concepto del juicio predicativo, es decir, de la apfansis. -En su meollo

    . es lgica apofntica, o sea, doctrina del juicio y de sus "for-mas". Slo de paso mencionemos que en su significacin ms originaria no es slo esto, sino que en una lgica formal total-mente elaborada -que en cuanto mathesis universalis formal abarca en s tambin la matemtica formal- a la apofntica formal se enfrenta la o-ntologa formal, la doctrina del "algo

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    en general" y de sus formas de modificacin, es decir, de con-ceptos tales como objeto, cualidad, relacin, pluralidad y semejantes; y que en la problemtica lgica tradicional desde siempre se han tratado cuestiones de ambos campos; aqu no podemos tratar nuevamente los difciles problemas que se refieren a la relacin entre la apofntica formal y la ontologa formal, a su homogeneidad correlativa, incluso a su unidad interna, en vista de la cual su separacin demuestra ser mera-mente provisional y depender no tanto de diferencias de los campos de estudio como de los enfoques. 1 Baste con decir que todas l~~s formas categoriales que componen el tema de la ontologa formal se dirigen a los objetos del juicio; ya el co'n-cepto vaco de "algo en general", en el que siempre se pien-san los objetos lgicamente, no se presenta en ninguna otra parte fUlera d-el juicio, 2 y lo mismo ocurre con sus formas de modificacin: "As como la cualidad designa una forma que en un comienzo aparece sin autonoma en el juicio y que 'no-minalizada' 'produce la forma de sustrato cualidad, as en el juzgar plural aparece el plural que, 'nominalizado', o sea, trahsformndose en objeto en el sentido sealado -el del sus-trato, del ~objeto-acerca-del-cual'-, produce el conjunto." 3 Lo mismo podra mostrarse respecto de todos los dems con-ceptos que aparecen en la ontologa formal. Teniendo esto en consideracin podemos decir que a la doctrina del juicio le corresponde un lugar central en la problemtica lgico-formal en su totalidad, no slo por razones histricas, sino tambin por razones objetivas.

    Con 'esta obseryacin no pretendemos adelantar una deter-minacin de la esencia de lo que ha de entenderse en el sentido ms amplio y comprensivo por "lgica" y "lgico". Este co,u-cepto comprensivo de la esencia ms bien puede ser el resulta-do final de~ esclarecimiento fenomenolgico y de la investiga-cin sobre el origen de lo lgico, tal como se inici en la

    1 ef. E. Husserl (citada infra como Logik), Seccin I, caps. 4 y -5. [Ed. en espaol: Lgica formal y trascendental, tr. Luis Villoro. Col. Filosofa Con-tempornea, UNAM, Mxico, 1962.] Formale und tra1)szendentale Logik, Halle, 1929.

    20p. cit., p. 98. 30p. cit., p. 95.

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    Lgica formal y trascendental, donde tambin se discutieron las cuestiones de principio y tal como se realiza en una sola pieza en la presente investigacin. La aclaracin fenomenol-gica sobre el origen de lo lgico descubre que el mbito de lo

    . lgico es mucho ms amplio de lo que tradicionalmente ha tratado la lgica hasta ahora, y descubre al propio tiempo las razones esenciales ocultas que produjeron esa limitacin -precisamente al remontarse a los orgenes de lo "lgico" en el sentido tradicional. En ello descubre no slo que ya existe una aportacin lgi~a en estratos donde la tradicin no la haba visito, y que la problemtica lgica tradicional aparece apenas en un nivel bastante e~evado, sino ms bien que justamente en esos estratos inferiores es do,nde deben buscarse los requisitos ocultos que a fin de cuentas permi-ten entender el sentido y la correccin de las evidencias superiores del lgico. Slo as resulta posible enfrentarse a la tradicin lgica en su to~alidad y -C9mo' una meta ms del esclarecimiento fenomenolgico de la 'lgica- obtener el concepto general de lgica y logos. As pues, aunque no sea posible delimitar por anticipado el mbito de lo lgico, su esclarecimiento fenomenolgico requiere al menos un concepto preliminar de ese mbito aunque slo sea para sealarle el camino a seguir. Este concepto preliminar no se puede elegir en forma arbitraria, sino que est constituido precisamente por el concepto tradicional ya dado de lgica y "lgico". 4 y en el centro de este concepto se halla la p,roble-mtica del juicio predicativo ..

    2. La determinacin y posicin preferente tradicionales del juicio predicativo y sus problemas

    El juicio, la apfansis en el sentido tradicional, todava es un ttulo que abarca una diversidad de contenidos. Hace falta, por lo tanto delimitar con mayor precisin nuestro tema y observar los problemas que encierra y que estn ya presea-lados por la tradicin ( 2). Despus podremos intentar, paso

    4 Para aclarar el sentido de la tradicin lgica, cf. Logik, Introduccin, 11 Y Seccin I, A.

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    a paso, la caracterizacin del mtodo que habremos de seguir y que de antemano hemos calificado como gentico ( 3 ss.).

    A lo largo de toda la tradicin se extienden las diferencia-ciones entre las ms variadas "formas" de juicios y, en cuanto al "juicio" mismo, se lo ha tratado de fijar de las maneras ms diversas. Pero lo que qued establecido desde un comienzo, desde la fundacin aristotlica de nuestra tradicin lgica, es que el juicio predicativo se caracteriza en general por estar constituido de dos miembros: un "sustrato" (t>7tO'X.L[.LVOV) acerca del cual se enuncia algo, y lo que se enuncia de l (KCX't'l)YOpo[.L'Jov); desde otro punto de vista, el de su forma lingstica, se distinguen esos miembros como ()VO[.Lcx yP!{j[.Lcx. Toda oracin enunciativa ha de constar de esosdosmiembros.5 Ello implica: todo juzgar presupone que un objeto existe, dado frente a nosotros, acerca del cual se dice algo. Con esto nos encontramos, por as decir, con un modelo original, que en cuanto juicio debemos estudiar en su origen. Al hacerlo, debemos dejar abierta la cuestin de si realmente nos las habe-mos aqu con la estructura lgica primaria. Slo aclarando el origen de esta estructura tradicionalmente definida como jui-cio, se podr responder a sta y a las dems preguntas rela-cionadas con ella: en qu me1dida el juicio predicativo es el tema predilecto y central de la lgica, de modo que en su esen-ciamisma tenga que ser necesariamente una lgica apofnti-ca, una doctrina del juicio,? En segundo trmino: cul es la naturaleza de la conexin entre esos dos miembros que siem-pre se han distinguido en el juicio y hasta qu punto el juicio es a la vez sntesis y diiresis? Este . problema' siempre ha des-co'ncertado a los lgicos y no ha sido resuelto an satisfacto-riamente. Qu es lo que en el juicio se "une" y se "separa"? Una pJ;egunta ms: Cul de las mltiples formas de juicio que distingue la tradicin es la ms originaria, es decir, aque-lla que ha de pres'uponerse como la nfima' y fundadora de todas las dems y pensarse por necesidad esencial como exis-tente, para que puedan construirse sobre ella otras formas "superiores"? Existe una forma originaria o existen varias con el mismo valor, yuxtapuestas, y si existe una sola, de qu

    5 ef. Aristteles, De interpr.~ 16a 19 y 17a 9.

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    manera es posible hacer remontar todas las dems a esa forma primaria? As, por ejemplo, son el juicio afirmativo y el juicio negativo dos formas fundamentales yuxtapuestas de idntico' valor y de igual originariedad, o tiene alguna de ellas la prioridad?

    La definicin tradicional del juicio conduce a estas cues-tiones. Cierto que quedan sin resolver tambin otros proble-mas, que mediante nuestro mtodo del esclarecimiento del origen de lo que tradicionalmente se nos ha presentado como juicio, no se pueden respon,der con sencillez, sino que su res-puesta sera ya,:objeto de un enfrentamiento con la tradicin ntegra, que rebasa los lmites de nuestra investigacin. Sin embargo, sealemos algunos de los problemas en cuestin. Desde Aristteles se ha aceptado que el esquema bsico del juicio es el juicio copulativo, que se puede reducir a la forma fundamental S es p. De acuerdo con esta idea, todo juicio de estructura diferente, por ejemplo, la forma de la proposicin verbal, se puede convertir en la forma de l conexin copula-tiva sin alterar su sentido lgico; por ejemplo, la frase "el hombre camina" equivale lgicamente a "el hombre es cami-nante". El "es" est como parte del P1)~(X; en que siempre "se indica . tambin el tiempo", por lo que en esto es igual al verbo. 6 Hace falta, pues, comprender con exactitud lo que ocurre en esta conexin copulativa, coniprender la naturaleza de la esencia y del origen del juicio predicativo copulativo, antes de que se pueda decidir sobre la cuestin de si efectiva-me~te se justifica esta convertibilidad y si la diferencia lo es slo de la fo,rma lingstica, que no remite a ningunadiferen-cia de aportacin lgica de sentido. Ahora bien, si ste lti-mo fuera el caso, se planteara el problema sobre la naturaleza del ne~o existente entre ambas formas, la de la proposicin copulativa por un lado y la de la proposicin verbal por el otro: son ambas aportaciones de sentido igualmente origina-rias, o una de ellas -cul- es la ms originaria? Es decir, representa en realidad la forma copulativa as es p" el esque-ma bsico del juicio, tal como 10 quiere la tradicin? Adems, la pregunta por la originariedad de este esquema se tendra

    6 Cf. De interpr.~ loe. cit y 21b 9.

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    que plantear ~simismo en vista del hecho de que en l aparece con toda naturalidad el sujeto en la forma de la tercera per-sona. Ello implica el supuesto de qlle la primera y segunda perso,nas, el juicio en la forma de "yo soy ... ", "t eres ... ", no expresa ninguna aportacin lgic,a de sentido, que se des-viara de la que se expresa en el es-quema bsico preferido "ello es ... "; tambin esta suposicin requerira un examen y mos-trara bajo una nueva luz la pregunta por la originariedad del esquema -bsico tradicional as es pn.

    3. La bilateralidad de la temtica lgica. El problema de la evidencia como punto de p-artida de los planteamien-tos orientados subjetivamente y su soslayamiento en la tradicin '

    El juicio en torno del cual se plantean todas estas cuestiones se le presenta al lgico ante. todo en su constitucin lingstica como p-roposicin enunciativa y, por lo tanto, como una espe-cie de estructura objetiva, como algo cuyas formas y relaciones puede investigar, tal como lo hace con otros entes. Si hacemos memoria lgi~a, veremos que el conocimiento, con sus modos de proceder "lgicos", siempre ha'realizado su 'obra: siempre hemos emitido juicios, formado conceptos, sacado conclu-siones, todo lo cu~l constituye nuestro acervo conocitivo y nos es dado en calidad de tal. Esto significa que el inters mostrado por el lgico principiante en estas estructuras no es un mero inters por cualesquiera estructuras de forma.deter-minada, sino un inters por estructuras que tienen la pre-tensin de ser depositarias de conocimientos. Los juicios cuyas formas investiga se presentan como supuestos conocimientos. Ello implica: previo a toda reflexin lgica existe ya el saber sobre la diferencia entre los juicios que son conocimientos verdaderos y a los que corresponde una verdad, y juicios que son conocimiento slo supuesto, slo pretendido. Antes de toda reflexin lgica conocemos ya las diferencias entre el juicio verdadero y el juicio slo aparentemente verdadero, que despus se revela tal vez como falso, entre la conclusin correcta y la conclusin errnea, etctera.

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    Ahora bien, si el. lgico realmente se preocupa por una lgica en el sentido amplio y serio, su inters por las leyes .de la formacin de los juicios -. los principios y las reglas de la lgica formal- no se dirige a ellas como a meras reglas de juego, sino a leyes que debe cumplir la formacin de los juicios para que el conocimiento mismo sea posible. 7 Son v-lidas co'mo juicios por su .pura forma, prescindiendo totalmen-te del contenido material de aquello que se incorpora en la forma vaca como objeto o sustrato del juicio .. As pues, encie-rran, por as decir, slo condiciones negativas de una verdad posible; un juicio que atente contra ellas jams podr tener por resultado una verdad 0, en trminos subjetivos, una evi-dencia; no puede ser un Juicio evidente. Mas, por otra parte, aun al cumplir las exigencias de estas leyes, no tiene por ello que alcanzar necesariamente su meta, a saber, la verdad. El reconocerlo' as nos obliga a preguntar qu se debe agregar a las condiciones formales de la verdad posible para que una ac-tividad conocitiva alcance su meta. Estas condiciones adicio-nales se encuentran del lado subjetivo y se refieren a los caracteres subjetivos de la intelectividad [Einsichtigkeitl, de la evidencia, y a las condiciones subjetivas para alcanzarla. Debido .al hecho de que algunos. juicios se presentan como pretendidos conocimientos para que .despus gran parte de lo que se ofrece como conocimiento se revele como falacia y debido a la resultante necesidad de una crtica de los juicios para pro'bar su verdad, a la lgica se le seala de antemano una bilateralidad de su problemtica, que ciertamente la tra-dicin nunca lleg a captar en su sentido ms profundo: de un laido, la pregunta por la creacin de las'formas y sus leyes; del otro, la pregunta por las condiciones subjetivas para alcan-zar la evidencia. Aqu viene a consideracin el juzgar como actividad subjetiva, as como los procesos subjetivos en que las estructuras se presentan sea corno evidentes, sea como no evidentes. Co,n esto, la atencin se dirige al acto de juzgar como a una operacin de la conciencia, en la que surgen las estructuras con toda su pretensin de constituir expresiones

    7 Con relacin a la diferencia entre la lgica de la verdad y una mera analtica de las reglas de juego, ef. Logik, 33, pp. 86 ss.

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    deconocimie~tos; la lgica tradicional no ha considerado esta problemtica como un campo central de sus reflexiones~ segn debi haberlo hecho~ sino que crey poder dejarla en manos de la psicologa. Gracias a ello, la tradicin parece predeter-minar que una cuestin sobre el origen, referida al acto de juzgar y a lo lgico en general, no puede tener otro sentido que el de una consulta al estilo de la psicologa gentica. Si nosotros ahora nos rehusamos a caracterizar nuestro plantea-miento gentico como propio de la psicologa, inclusive opo-nindolo explcitamente a una pregunta psicolgica por el ori ... gen en el sentido ordinario, ello requerir una justificacin especfica que al propio tiempo manifieste la peculiaridad de los anlisis sobre el origen que a'qu habremos de emprender.

    Anticipndonos a esa justificacin diremos por lo pronto slo lo que sigue. Una psicologa gentica del juicio en el sentido corriente de antemano se distingue de nuestro pro... psito de explicar fenomenolgicamente el origen del juicio y, despus, de una genealoga fenomenolgica de la lgica en general, en que los problemas de la evidencia, que ofrecen el punto de partida natural para toda cOlnsulta relacionada con las estructuras lgicas, nunca fueron comprendidos y abor-dados' serialuente como tales problemas .por la tradicin. De antemano se crea saber lo que es la evidencia; se crea'poder medir todo conocimiento con un ideal del conocimiento abso-luto, apodcticamente cierto, sin pensar que este ideal de co-. nocimiento y, con l, los conocimientos del lgico mismo, que reclaman para s esta apodicticidad a su vez podran requerir una justificacin y una fundamentacin de su origen. De. este modo, los esfuerzos psicolgicos nunca se dirigan a la evi-dencia misma, ni ala del que simplemente juzga, ni a la evi-dencia apodctica del lgico relativa a las legalidades formales del juzgar. No cuestionaban la evidencia cOlmo problema, sino que se referan slo a la manifestacion dIe la evidencia, al em-pleo de la claridad y precisin del pensamiento para evitar el error, etctera, con lo cual a menudo la lgica fue tildada de tecnologa' del pensar correcto psicologistamente determina-da. Habremos de mostrar cmo no se debe al azar el hecho de que se encauzara por esta senda toda pregunta subjetiva

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    y cmo" ms bien pqr razones profundas" en el horizonte de la problemtica psicolgica no podan pOT principio aparecer los verdaderos y autnticos problemas de la evidencia.

    Intentaremos primero hacernos una idea acerca de la natu-raleza de estos problemas ( 5 Y 6), Y slo despus trataremos, retrospectivamente, de dar razn sobre las caractersticas y el alcance del mtodo que habremos de seguir para resolver-los ( 7 a 10) y de lo que distingue por principio a este mto~ do de un mtodo gentico psicolgico, as como de las causas por las que un mtodo de esta especie no poda afrontar tales problemas ( 1.1) ..

    4. Los niveles del problema de la evidencia. La evidencia objetiva como condicin previa del posible juzgar evz-dente ,.

    Al plantear nuestra pregunta subjetiva, la actividad que juzga entra en consideracin como una actividad al servicio del afn de conocer. Conocer qu? En trminos generales" conocer lo que es" el ente. Si el afn de co!nocimiento se ha de dirigir al ente, es decir, el afn de enunciar, juzgando, lo que es y cmo es, el ente debe estar ya dado. Y puesto que el juzgar requiere un "sustrato" acerca del cual juzga, un objeto-acerca-del-cual, el ente debe estar dado en tal forma que

    . pueda hacerse objeto de un juicio. Siempre que entre en ,juego la actividad judicativa o cualquier actividad pensante, sea de manera expresa o tcita, tiene que haber ya objetos representables, vacamente representables o intuibles, dados

    , en forma espontnea; todo pensar presupone objetos previa-mente dados. Pero, si en cuanto actividad judicativa realmen- . te ha de llevar a su meta, al conocimiento, es decir, si los juicios han de ser juicios evidentes, no basta que cualesquiera objetos' estn previamente dados de cualquier manera y que el juzgar se dirija a ellos, slo satisfaciendo las reglas y los principios que l~ lgica haya predeterminado con relacin a su forma. El logro de' la operacin conocitiva ms bien plantea sus ,exigencias a la manera misma en que los. objetos estn dados en relacin con su contenido. Por su parte, deben estar pre-

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    viamente dadps de tal manera que su presencia haga posible por s misma el conocimiento, o sea, el juzgar evidente. Ellos mismos tienen que ser evidentes, estar dados como ellos mis-mos.

    As pues, cuando hablamos aqu de evidencia, de un estar dado [Gegebenheit] evidente, no queremos significar otra cosa que un estar dado por s mismo, el modo y manera como un objeto puede caracterizarse conscientemente en su estar dado como "por s mismo ah", "corpoTalmente ah", en con-traste con su mera presentificacin [Vergegenwiirtigung] como imagen "vaca, solamente indicativa. Por ejemplo, un objeto de la percepcin externa est dado con evidencia, como "l mismo", justamente en la percepcin real, frente a su mera presentificacin a travs del recuerdo, de la imaginacin, etc-tera. Designamos, pues, co'mo evidente toda conciencia que con respecto a su objeto est caracterizada como dndolo a l mismo sin preguntar si este darse a s mismo [Selbstgebung] es adecuado o no. Con esto nos desviamos del uso comn de la palabra evidencia, que en general se emplea en instancias que, correctamente descritas, constituyen casos de lo dado adecuado o, por otra parte, de un conocimiento' apodctico. Tambin esta manera de lo -dado se cara.cteriza como un darse a s mismo, a saber, de idealidades, de verdades generales. Pero toda esp,ecie de objetos tiene su manera de darse a s misma == evidencia; y una evidencia apodctica no es posible para todos los objetos de la percepcin externa: no lo es, por ejemplo, para los objetos espaciales materiales. Aun aS, tam-bin stos tienen su manera de darse originariamente a s mismos y, por lo tanto, su especie de evidencia.

    En este estar dado "evidente" de un o-bjeto no tiene que hallarse implcita, en determinadas circunstancias, una for-macin predicativa. Un objeto como posible sustrato de un juicio puede estar dado con evidencia sin que tenga que ser juzgado en un juicio predicativo. Pero un juicio predicativo evidente acerca de l no es posible sin que l mismo est dado con evidencia. A primera vista, esto no tiene nada de extrao para los juicios basados en la experiencia; es ms, al sealarse esta fundamentacin de la evidencia predicativa

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    en una evidencia pre-predicativa, slo parece expresarse un lugar comn. Pero el retroceso a la evidencia Q-bjetiva pre-predicativa adquiere su pesoy todo su significado slo cuando se establece que esta relacin de fundamentacin nO' slO' se refiere a lO'S juiciO's basadO's en la experiencia~ sinO' a todo posible juiciO' predicativO' evidente en general y, por lo tanto, tambin a los juicios del lgico mismO' con sus evidencias apodcticas que, segn vimos, pretenden valer "po-r s". y sin considerar su posible aplicacin a un determinado mbito de sustratos. Habr de mostrarse'que tampoco estos juicios tienen por contenido "verdades en s", que' se sostengan en vilo, sino que en su mbito de' aplicacin se refieren a un "mundo" de sustratos, y que por eso, a fin de cuentas, remiten ellos mismos a las condiciones de la evidencia objetiva posible, den-tro de las cuales se dan esos sustratos (cf. 9). Ella es la evi-dencia Qrigin aria, esto es, la que ha de estar, a la vista para que un juzgar predicativo evidente sea posible. Lo que con-vierte a las proposiciones enunciativas ya acabadas y presentes en adquisicin de conocimiento y funda su exigencia cono-citiva, no es algo que se pueda descubrir en ellas mismas. Hace falta para ello remontarse a la manera en que estn dados previamente los objetos del juicio, a su estar o no es-tar dados por s mismos, como condicin de la posibilidad de una exitosa aportacin conocitiva, impuesta a todo juicio y nexo de juicios (po-r ejemplo, un razonamiento) , por intacha-ble que sea en su constitucin lgico-fo-rmal.

    As pues, para la problemtica de la evidencia se plantean dos niveles de preguntas: el primero se refiere a la evidencia de los objetos dados mismos, es decir, a las cbn,diciones: de su estar dado previo; el s.egundo, al juzgar predicativO' evidente que se realiza sobre la base de la evidencia de los objetos. La lgica .formal no se ocupa de estas diferencias en la manera en que se dan previamente los objetos. Slo pregunta por las condiciones del juzgar evidente, mas no por las con,diciones del estar-dado evid,ente de los objetos de ese juzgar. No penetra en el primero de los dos niveles de los planteamientos posibles,

    a~ como tampoco penetr en l hasta ahora la psicolo-ga con sus pesquisas subjetivas. Para la aclaracin fenomenolgica de

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    la gnesis del juzgar, sin embargo, esta pesquisa es necesaria; ella es la que" revela lo que debe agregarse al cumplimiento de las coridiciones lgico-formales de la evi,dencia posible para que el juzgar, como actividad que por su ese"ncia se orienta hacia el conocimiento, hacia la evidencia, pueda en realidad alcanzar esta meta. Para esa aclaracin tiene prioridad la pre-gunta por el estar dado evidente de los objetos del juzgar, de los contenidos dl pensamiento, como presupuesto de toda evidencia de un juicio, tanto de la evidencia de quien direc-tamente juzga, como de las evidencias del propio lgico, que se refieren a las legalidades formales de ese juzgar. La evi .. dencia -objetiva es la ms originaria, porque es la que hace posible la evidencia del juicio, "y la aclaracin del origen del juicio predicativo tiene que descubrir cmo sobre la evi-dencia objetiva se construye el juzgar predicativo evidente; tiene que hacerlo, por lo pronto, en relacin a las operaciones ms primitivas del juzgar predicativo .

    . 5. El retroceso de la evidencia del juicio a la evidencia objetiva a) El mero, juzgar como modificacin intencional del

    -juzgar evidente Pero el enfrentamiento de la evidencia objetiva -evidencia

    del estar dado de los sustratos del juicio- con la evidencia del juicio' no basta an en tal generalidad para comprender dnde debe buscarse esta evidencia originaria, cul es su natu-raleza y qu sentido tiene propiamente esta originariedad. Es necesario un retroceso en varios niveles para alcanzar real-mente las ltimas evidencias objetivas originarias, que debe-rn constituir el punto de partida necesario para toda acla-racin del origen del juicio.

    En un comienzo nos estn previamente dadas las enuncia-ciones, ~as estructuras como pretendidos conocimientos. Mien-tras permanezcamos en la observacin de los juicios respecto de su pura forma, nos estn ellos previamente dados con idn-

    tic~ originariedad, ya se trate de un conocimiento real o de juicios meramente pretendidos, y tal vez en mayor medida

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    de simples juicios. Tambin en los primeros comienzos mti-cos del conocimiento, el juzgar ms diverso, realizado por ttadicin en cualquiera de sus formas, va de la mano con el juzgar realmente conocitivo, aunque en volumen aqul pre-domina ampliamente sobre ste. Pero en cuanto estudiamos este mltiple juzgar previamente dado en sus formas ms diversas para buscar la distincin entre la evidencia -verda-dero conocimiento- y la no evidencia -conocimiento slo pretendido, mero juicio-, resulta que ya no basta' examinar slo la forma de los juicios previamente dados, comprendin-dolos despus slo al leerlos, digamos, volviendo a juzgarlos con nuestro jui'cio; ms bien.debemos formularlos nuevamen-te en cuanto a los actos conocitivos, a travs de los cuales devi-nieron resultados conocitivos originarios y a travs de los cuales pueden llegar a ser nuevos en todo momento con la repeticin, siendo idnticos a los que ya devinieron y que, sin embargo, se hacen originarios gracias a esa repeticin. As .pues, si buscamos la gnesis fenomenolgica de los juicios en la originariedad de su generacin, veremos que el mero juzgar constituye una modificacin intencional del juzgar conocitivo. Un juicio producido originariamente con eviden-cia, un conocimiento que fue adquirido alguna vez origina-ria.mente en forma intelectiva [in Einsichtigkeit], puede ser reprodu.cido en cualquier momento sin que medie e~a intelec-cin, aunque el juicio s se presente con claridad. 8 Pensemos, por ejemplo, en la primera vez en que volvemos a formular, comprendindolo, un teorema mat;eintico'y en: las repro'duc-ciones "mecnicas" posteriores. De este ~odo, . es vlido en general que, vin,dolo en s, en todo yo consciente deben haber precedido ciertos conocimientos, primero en un nivel muy bajo y despus en niveles cada vez ms altos, para que en su sucesin se hagan posibles los juicios simples. Esto no significa 'que los juicios simples son en todos los casos sedimentos de recuerdos de los mismos juicios en cuanto juicios conociti-vos; tambin las ocurrencias contradictorias que, credas en cierto momento:, se presentan como juicios, son transforma;.

    8 Sobre la evidencia de la claridad, cf. Logik 16~ pp. 49 ss.

  • 24 INTRODUCCIN

    ciones intencionales de conocimientos previos, cualquiera que sea la mediatez intencional en que se den. De este modo, los juicios inmediatos, que se piensan como situados en la inme-diatez de la manera de generacin que llamamos conocitiva, son los ms originarios en el mundo del juzgar, por lo pronto, de cada sujeto individual del juicio.

    Se puede ver aqu ya en qu sentido se plantearn las cues-tiones de la gnesis. N o se trata de la primera gnesis (hist~' rica o histrico-individual en el sentido correspondiente), ni de una gnesis del conocimiento en todo sentido, sino de aquella g:.eneracin gracias a la cual surge tanto el juicio como el conocimiento en su forma originaria, la del estar dado por s. mismo: una generacin que, repetida cuantas veces se desee, produce siempre lo mismo, el mismo conocimiento. En efecto, el conocimiento, como el juicio, como lo juzgado en cuanto tal, no es un momento real de la actividad conocitiva, que en la repeticin de lo mismo produce siempre de nuevo lo mismo, sino que es algo "inmanente", de tal modo que en la repeticin est dado por s mismo como lo idntico de las repeticiones. En una palabra, es algo inmanente no de modo real o individual, sino irreal, supratemporal.

    b) Las evidencias mediatas e inmediatas y la necesida.d de retroceder a los conocimientos simplemente inme-diatos

    Si dentro de la variedad de juicios previamente dados a nosotros hemos logrado distinguir entre los evidentes -que en su evidencia originaria podemos volver a formular me ... diante la repeticin- y los no evidentes y que no pueden llegar a ser tales, ello no basta todava para elegir del sinfn de juicios evidentes un ejemplo cualquiera para estudiar en l cmo surgi la evidencia predicativa a partir de una evidencia objetiva pre-predicativa. Tambin los juicios evidentes mis-mos estn sujetos a la oposicin entre mediatez e inmediatez. Los mediatos, por ejemplo la conclusin de un silogismo, son resultados de fllndamentaciones que se remontan a un

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    conocimiento inmediato. Son realmente actuales como cono-cimiento~ slo cuando todo el contexto de la fundamentacin constituye una unidad sintticamente unitaria de un conoci-miento actual. Slo en sta surge para lo mediatamente fun-damentado mismo el carcter de un conocimiento que le corresponde como actual~ aunque slo en fo'rma mediata, de modo que los conocimientos mediatos no son generables por s con su carcter conocitivo. Una conclusin slo puede lle-varse a la evidencia (y esto significa aqu: a la evidencia de la verdad, no a la mera evidencia de la claridad), si tambin las premisas se pueden llevar y se llevan a la evidencia. No es,' pues, arbitrario el carcter de los juicios evidentes que debemos utilizar, si queremos analizar la fundamentacin de la evidencia del juicio en la evidencia objetiva. De las eviden-cias mediatas del juicio, de los conocimientos mediatos no con-duce ningn camino directo a las evidencias objetivas que fun,damentan a aqullos, ya que a su vez se fundan en otros conocimientos, q1;le son inmediatos. Antes de poder estudiar las formas de los conocimientos mediatos y de las fundamen-taciones conocitivas, tendremos que examinar primero, por consiguiente, las de los inmediatos, es decir, las de los conoci-mientos o actividades conocitivas ms simples. En la gnesis del conocimiento, en la estructura formal de la generacin del conocimiento, son ellas las ms originarias. Es decir~ hay operaciones que ya deben haber sido realizadas para que las mediatas se hagan posibles. Y obviamente habr que buscarlas en los juicios sencillos por su forma, o sea, en aquellos que ya por su forma -digamos la forma del silogismo- no se mani-fiestan co'mo dependientes de otros juicios en lo que respecta a su posible fundamentacin y evidenciacin.

    c) Los juiciosinmediatos~ Uultimosn~ referidos a indivi-duos cO'mo ltimos objetos-acerca-de-los-cuales (sustratos ltimos)

    Pero tampoco es suficiente que nos remontemos a los juicios que son simples e inmediatos por su forma. No cualquier juicio de forma simple puede servir del mismo modo para

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    seguir en l la fundamentacin de la evidencia del juicio en la evidencia objetiva y para comprender cul es realmente el problema que se plantea bajo el ttulo de evidencia objetiva. Se refiere a la manera como estn dados previamente los sus-tratos del juicio. Pero todas las cosas y cualquiera de ellas, cualquier "algo", puede en general convertirse en sustrato de un juicio, en objeto-acerca-del-cual; el carcter formal de la analtica lgica radica precisamente en el hecho de que no pregunta por la composicin material del algo, de que para ella los sustratos slo tienen inters con respecto a la forma categorial que adoptan en el juicio (forma de sujeto, forma de predicado, etctera), quedando' en todo lo dems totalmente indeterminados, reoresentados simblicamente como S, como

    .l

    p, lo cual no indica otra cosa que lugares vacos que habr que llenar al arbitrio. As, la forma del juicio categrico y, ms de cerca, la del que determina mediante adjetivo, nada dice acerca de si el sujeto y el predicado del juicio contienen ya en su ncleo formas categoriales; el sujeto S, entendido como forma, se individualiza formalmente tan bien mediante

    u~ objeto an indeterminado S como mediante "S que es a", "S que es b" o "S que se encuentra en relacin con Q", etcte-ra. De este modo, tambin las formas sencillas de juicio como "S es p" -dentro de lo indetermina.do en que la formalizacin deja a los trminos, cuando se individualizan mediante juicios reales-, dejan sin determinar si-se trata en efecto de formas que se remontan inmediatamente a una formacin de sustra-tos ltimos o si ellas contienen ya,. en lugar de los trminos, objetos-acerca-de-los-cuales, que a su vez constituyen ya estruc~ turas categoriales, es decir, estructuras que remiten a un juicio anterior en el que fueron surgiendo estas formaciones. El con-cepto de objeto como algo en general, como sustrato posible de juicio, yen el vaco formal en que se usa en la lgica formal, no basta, pues, para permitirnos ya- estudiar en l lo que llama:r,nos evidencia objetiva en oposicin a evidencia judi-cativa. Pues tal~s formaciones categoriales, por ejemplo atri-butivas, como pueden. estar comprendidas ya en el objeto del juicio, remiten (ms adelante veremos cmo) a juicios ante-

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    riores, en los que originariamente se le conceda en forma predicativa a tal objet'o tal atributo; o sea que remiten a una evidencia 'que, por su parte, ya es evidencia judicativa. As pues, si deseamos alcanzar el mbito en que es .posible la evidencia objetiva en oposicin a y como condicin de la evidenci~ judicativa, tendremos que distinguir todava, den-tro de los"posibles objetos .Y sustratos del juicio, entre los que llevan en s ya sedimentos de un juzgar anterior con formas categoriales y los que son realmente sustratos originarios, objetos que.entranpor primera vez en el juicio como sustra-tos, los sustrato~, ltimos. Slo en ellos ser posible mostrar lo que es evidencia objetiva originaria en oposicin a la evi-dencia judicativa. .

    Qu 'puede decirnos con relacin a los sustratos ltimos el estar dado evidente? La lgica formal no P1uede decir nada acerca de un sustrato ltimo, excepto que es algo categorial-o mente todava del todo informe, 'un sustrato que an no ha entrado en el juicio para adquirir en l una forma, y que tal como s evidente, en cuanto dado por s mismo, se convierte por primera vez en el sustrato de un juicio. Pero esto implica a la vez que un sustrato de esta clase slo puede ser un objeto individual. Pues toda gener~lidad y pluralidad, aun la ms primitiva, remite ya a una conjuncin de varios i~dividuos y"

    . por lo tanto, a una actividad lgica ms o menos primitiva,. en que los individuos conjugados reciben ya una formacin

    ,categorial, una formacin generalizadora.' Los sustratos origi-. narios son., pues., individuos., objetos individuales; y todo juicio-imaginable, en ltima instancia, guarda relacin con objetos: individuales, aunque su mediacin haya sido mltiple. ~ Si sus sustratos son .objetivida,des generales, a fin de cuentas ellas mismas remiten de nuevo a una cmprensin general, que se extiende precisamente a una pluralidad de individuos ya dados. Esto es vlido, en fin, tambin para las generalidades analtico-formales, totalmente indeterminadas; pues las ver-dades que se refieren a ellas son justamente verdades para

    . l:lna extensin de objetos individuales, abierta al arbitrio, y encuentran aplicacin en ella.

  • 28 INTRODUCCIN

    6. La experiencia como evidencia de objetos individuales .. Teora de la experiencia pre-predicativa como primera parte de la teora gentica del juicio

    La pregunta por el carcter de la evidencia objetiva es, pues, una pregunta por el estar dado evi,dente de individuos. Y la evidencia de objetos individuales constituye el concepto de experiencia 9 en' el sentido ms amplio. As,. la experiencia en su sentido primario y ms preciso se define como referencia directa a lo individual. Por ello los juicios. primarios en s como juicios con sustratos individuales, los juicios acerca de lo individual, son los juicios de la experiencia. El estar-dado [Gegebenheit] evidente de objetos individuales de la expe-riencia, es decir, su estar dado pre-predicativo, precede a esos juicios. Por consiguiente, la evidencia experiencial sera la evidencia originaria ltima buscada por nosotros y, de este modo, el punto de partida para el esclarecimiento del origen del juicio predicativo. Una teora. de la experiencia pre;..pre-

    . dicativa, precisamente de aquella que ofrece los sustratos ms originarios en una evidencia objetiva, cO'nstituye en s el pri-mer elemento de la teora fenomenolgica del juicio. La inves-tigacin habr de -iniciarse en la conciencia pre-predicativa de la experiencia, y a partir de ella habr de elevarse para estudiar el surgimiento de las evidencias de los niveles superIores.

    Para ello habr que darle al concepto de experiencia una amplitud tal que no slo se entienda co'n ste el darse por s mismo de la existencia individual simple y llana, esto es, el darse por s mismo en la certeza entitativa, sino tambin la modalizacin de esta certeza, que puede transformarse en Q)njetura, en probabilidad, etctera; y no slo esto, sino tam-bin la experiencia que se da en el mOldo del "como si", el estar-dado de lo individual en la fantasa, el cual en un corres-pondiente cambio de enfoque, libremente posible, se co;nvierte en la experiencia posicional de algo individual posible.

    Sin embargo, este concepto general y todava ms o menos vaco de la experiencia, tal co'mo hasta ahora se ha logrado, no basta de ningn modo para comprender el sentido del

    9 Cf. Logik, pp. 181 ss.

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    retroceso exigido y especialmente para comprender hasta qu grado un tal esclarecimiento del origen, que busca la funda-mentacin de las evidencias predicativas en las evidencias de la experiencia, no constituye una cuestin de gnesis psicol-gica ni tampoco puede constituirla por principio. Por lo dems, aun el lgico tendr dispuestos todava suficientes argumentos. contra este . retroceso. Aun en el caso de que debiera admitir una evidencia experiencial y tener por lcita as nuestra ampliacin del concepto de evidencia, sin embar-go la evidencia del juicio le aparecr naturalmente como me-jor, que aque1ta en la que se puede hablar con propiedad de saber y conocimiento. A qu viene ese retroceso del mbito de la ep-isteme al de la doxa, a un mbito de experiencias vagas con su Hapariencia engaosa"? Acaso no es el juicio predica-tivo el nico en que se asienta el sab'er, la autntica y verdadera evidencia? Incluso si se le reconoce a la experiencia una especie de evidencia y se concede que genticamente precede a la evi-dencia predicativa, no ofrece su evidencia un valor menor? De qu ha de servir entonces un esclarecimiento del origen del juicio en que se retrocede de su evidencia a una dimensin de rango obviamente menor? Cmo se 'ha de esclarecer la esencia de algo superior mediante el retroceso a algo inferior?

    7. El mundo como terreno universal de la creencia pre-dada para toda experiencia de objetos individuales

    Para responder a todas estas preguntas se requiere una visin ms profunda an de la' naturaleza y estructura de la expe-riencia pre-predicativa. Para ello hagamos enlace con lo ya dicho. El co'ncepto de la experiencia como el darse por s mismo de los objetos individuales se tom con una amplitud tal que no slo abarca el estar dado por s mismo de los objetos individuales en el modo de la simple certeza, sino tambin las modificaciones de esta certeza e incluso las modificaciones-como-si de la experiencia real. Si todo esto se halla incluido en el concepto de la experiencia, le corresponde sin duda a sta una especial distincin en la certeza entitativa. No es slo

    'que toda vivencia de la fantasa y toda modificacin-corno-si de la experiencia se ofrezcan precisamente como modificacin,

  • 30 INTRODUCCIN

    como variant~ y transformacin de experiencias anteriores y se remitan genticamente a ellas, sino que tambin las modali-zaciones de la simple certeza de creencia en conjetura, en probabilidad, etctera, son modificaciones de una simple con-ciencia de creencia o-riginaria, en que por lo pronto todo ser de la experiencia est sencillamente pre-dado para nosotros -mientras el curso ulterior de la experiencia no d precisa-mente algn motivo para la duda o para la modalizacin de de cualquier ndole. Antes de iniciarse cualquier actividad conocitiva ya existen siempre para nosotros algunos objetos

    . pre-dados en certeza simple. Todo comienzo de la actividad conocente los presupone ya. Estn ah para nosotros en certeza simple, es decir, como supuestamente existentes y siendo en tal forma, como si fueran vlidos para nosotros aun antes del conocimiento y esto de diversa manera. Como algo simple y pre-dado constituyen as el punto de partida y el estmulo para la actividad coIocitiva en que obtienen su forma y su carcter de legitimid~d y se convierten en el ncleo permanerit~ de funcio-nes conocitivas, cuya meta reza as~ "el objeto que ver-daderamente es", el objeto como es en verdad. Antes de iniciar-se el movimiento conocitivo tenemos "objetos supuestos", supuestos simplemente en una certeza de creencia, hasta que el curso ulterior de la experiencia o .la actividad crtica del conocer conmueva esta certeza de creencia y la modifique en "no as, sino de otro modo", en "probablemente as", etctera, o confirme tambin el objeto supuesto en su certeza como "siendo as en realidad" o "siendo verdaderamente" ~ Tambin podemos decir: previo a toda mocin conocitiva se encuentra ya el objeto del conocimiento como dynamis que habr de convertirse en entelequia. Esta precedencia significa que el objeto afecta como algo que aparece en el fondo de nuestro campo consciente, o tambin, que se encuentra ya en primer plano, que incluso ya ha si.do captado, pero que despierta apenas ento-nces el "inters conocitivo" frente a todos los dems intereses de la vida prctica. Mas a la aprehensin le precede siempre la afeccin, que no es un afectar de un objeto aislado e individual. Afectar significa destacarse del contorno que siempre coexiste all, y atraer sobre s el inters, eventual-

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    mente el inters conocitivo. El co~torno coexiste all como un mbito de lo previam'ente dado, de lo pre-dado pasivamente, es decir, de un estar dado previo que siempre est ah sin que se le agregue nada, s~n que se le dirija la mirada captadora, sin que despierte el inters. Toda activacin [Betatigung] cono-citiva, todo dirigirse a un objeto singular para aprehenderlo, presupone este mbito; afecta desde su campo, es objeto, es, entre otras cosas, ente, est ya previ~mente dado en una doxfl. pasiva, en un campo que por s mismo ya representa una uni-dad de doxa pasiva. Tambin podemos decir que toda activa-cin conocitiva est precedida por un mundo determinado como ten:eno universal; y esto quiere decir, por l~ pronto, un terreno de creencia en el ser, universal y pasiva, que todo acto individual de conocimiento ya presupone. T~do lo que como objeto existente constituye una meta del conocimiento es algo que existe en el terreno del mundo consi,derado sin duda como existente. Algo singular, 'que se supone existe en ese mup.do, puede.resultar que no exista, y el conocimiento puede en casos' individuales corregir las opiniones sobre el ser; pero esto slo indica que en vez de ser as. es de otro modo, de otro modo en el terreno del mundo que existe como totalidad.

    Este terreno universal de la creencia en el mundo est presu-puesto por toda praxis, tanto por la praxis de la vida como por la praxis terica del conocimiento. El ser del mundo en su totalidad es lo sobreentendido, de lo que nunca se duda y que no ha sido adquirido, primero mediante la actividad judica-tiva, si,no que ya es presupuesto para todo juicio. Conciencia del mundo es conciencia en el modo de la certeza de creencia y no algo adquirido mediante un acto de asentar el ser [Seins-setzung], que se presenta ex professo en el contexto de la vida, un acto de aprehensin como existente [als daseiend] o tal vez. del juicio existencial predicativo. Todo esto presupone ya la conciencia del mundo en la certeza de creencia. Si en mi cam-po de p,ercepcin capto en su particularidad un objeto cual-o quiera, p'or ejemplo, al mirar hacia un libro puesto sobre la mesa, aprehendo algo que para m existe, que para m ya exis-ta antes, que ya estaba "ah", "en mi cuarto de estudio", aun cuando todava no haba dirigido hacia l mi atencin; de}

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    mismo modo como todo este cuarto de estudio, que est ahora repre~entado- en el campo visual, exista ya para m con todos los objetos destacados medi~nte la percepcin, juntamente co-n el lado no visto del cuarto y sus cosas familiares con el sen tido de "cuarto de mi casa" en la calle fa~iliar, calle en el lugar _ donde vivo, etctera. Todo ente que nos afecta, nos afecta as en el terreno del mundo, se nos da como algo que supues-tamente es y la actividad conoc~Qte, la actividad judicativa, se propone comprobar si tal como se da y como de antemano se supone que es, verdaderamente es y verdaderamente es algo que es as y as. El mundo" como mundo que es., constituye lo previamente dado., pasivo y universal., de toda activilf,ad judi-cativa, de todo inters terico que se establezca. Y aunque la peculiaridad del inters terico, que opera consecuentemente, es que se dirija en ltimo trmino al conocimiento de la tota-lidad del ser, o sea aqu del mundo, ello es, sin embargo, algo posterior. El mundo como totalidad est ya siempre pre-dado pasivamente en la certeza, y genticamente ms originaria que la orientacin a su conocimiento como totalidad es la que se dirige al ente particular, para conocerlo- sea que se haya hecho dudoso en su ser o en su ser as y requiera un examen-crtico mediante la actividad conocente, sea que, aunque no dudoso en su ser, exija una observacin minuciosa para los fines de una praXIS.

    8. La estructura de horizonte de la experiencia. El tpico pre-conoimiento [Vorbekanntheit] de cada objeto indi-vidual de la experiencia

    El hecho de que cada aprehensin de un objeto individual y cada activacin ulterior del conocimiento se desarrolle en el terreno del mundo, indica todava algo ms que la dependen-cia de la actividad conocente respecto de un mbito de lo que est pre-dado en una certeza -pasiva. Jams se lleva a cabo una operacin conocitiva en objetos ind~viduales de la expe-riencia de esa manera, como si ellos estuviesen pre-dados' por primera vez como sustratos aun totalmente indeterminados. El mundo ya ,es para nosotros siempre tal, y en l el conoci-miento ya ha hecho su obra de los modos ms variados; es

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    indudable, pues, que no existe una experiencia en el sentido simple-primario de' una experiencia de cosa que, al captar por primera vez esa cosa y conocerla, no "sepa" ya sobre ella ms de lo que all llega a conocerse. Toda experiencia, sin importar qu es lo que ella experimente en sentido estricto, en cuanto aparece -ante la vista la cosa misma, tiene eo 'ipso necesariamehte un saber y un consaber [Mitwissen] respecto precisamente de ese objeto, es decir, de lo que es peculiar a l y que ,todava no ha aparecido ante su vista. En cuanto a su contenido, este pre-saber es indeterminado o imperfecta-mente determjnado, pero nunca est del todo vaco y, si no tuviera alguna validez, la experiencia, no sera sencillamente experiencia de una y esta cosa~ Toda experiencia tiene su horizonte experiencial; cada una tiene su ncleo de conoci-miento real y determinado, tiene su contenido de determina .. ciones inmediatamente dadas por s mismas, pero, por encima de este ncleo de un ser-as determinado, de lo, que pro-piamente se da como "ello mismo ah"-, posee ella su hori-zonte. Esto quiere decir: toda experiencia remite a la posi-bilidad y, a partir del yo, a una re-posibilidad [Ver-moglich-keit], no solamente de explicar' paso a paso la cosa, lo dado en la primera visin, de acuerdo con lo que realmente est dado por s mismo, sino tambin de obtener mediante la expe-riencia cada vez ms determinaciones de la misma cosa. Toda experiencia se debe extender en una continuidad y en un encadenamiento explicativo de experiencias individuales, unidas de manera sinttica en una sola 'experiencia, abierta ... mente ilimitada, acerca de lo mismo. Para mis fines espec-ficospuedo tener suficiente con lo ya experimentado de manera real, pero entonces lo que hago es justo "interrum-pir" el proceso al considerar que "es suficiente". Puedo convencerme tambin de que ninguna determinacin es la ltima, de que lo realmente experimentado tiene siempre an, sin trmino, un horizonte de experiencia posible acerca de lo mismo. Y este horizonte, en su indeterminacin, est de antemano tambin en vigor co'mo campo de posibilidades, don,de pre-seala el curso de la determinacin ms precisa,

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    la cual decide ,apenas en la experiencia real cul ser la posi-bilidad determinada, al realizarla frente a otras posibilidades.

    De este' modo, cada experiencia de una cosa particular tiene su horizonte interno; y "horizonte" significa aqu la induccin que pertenece' esencialmente a toda experiencia y ~s inseparable de ella en toda experiencia misma. El trmi-no es til porque sugiere (al ser l mismo una "induccin") la induccin en el sentido ordinario de un modo de razonar y porque indica que en su esclarecimiento realmente com-prensivo a fin de cuentas se reduce a la anticipacin original y prima~ia. A partir de sta habr que construir una verda-dera "teora de la induccin" (en la que se han gastado tantos esfuerzos y tan intilme~te). Pero esto no es aqu ms que un comentario marginal, pues lo que nos interesa ahora e& la estructura de horizonte de la experiencia.

    Esta "induccin" o anticipacin originaria se revela como . un modo de variacin de actividades que originariamente instituyen conocimiento, de una actividad e intencin origi-naria, o sea, un modo de la "intencionalidad"', precisamente de la que piensa ms all del ncleo de lo dado y anticipa; este 'pensar ms all no se refiere slo a la manera de antici-par determinaciones, que se espera aparezcan ahora en el objeto experimentado, sino tambin, por otra parte, va ms

    , all de esa misma cosa con todas sus posibilidades anticipa-das de una futura determinacin progresiva, pensando ms all hacia otros objetos con l a. ~a vez, aun cuando por lo pronto sean conscientes slo en el trasfondo. Esto significa que toda cosa experimentada tiene no slo un horizonte interno, si:Qo tambin un horizonte externo~ abiertamente

    ilimitado~ de objetos que se dan junto con l (o sea un hori-zonte de segundo grado, ref~rido al horizonte de primer grado, implicndolo); hacia esos objetos no me estoy diri-giendo en este instante, pero en .todo tiempo puedo hacerlo, en cuanto objetos diversos del actualmente experimentado o iguales a l en algn rasgo tpico. Mas a pesar de toda la diversidad posible, de antemano consciente, de los otros obje-tqs, tienen todos ellos algo en comn: todas las cosas reales, anticipadas en cada caso a la vez o slo conscientes en el

  • PROPSITO Y LiMITEs DE LA INVESTIGACIN 35

    trasfondo como horizonte externo, se conocen como objetos reales (o sea como cualidades, relaciones, etctera) del mundo, como objetos que existen en el horizonte espacio-temporal que es uno.

    Esto es vlido ante todo inmediatanlente para el mundo de la experiencia simple, sensible, 10 _para la p-ura naturaleza. Pero mediatamente vale tambin para todo lo mundano, es decir, tambin para sujetos humanos y animales en cuanto sujetos-del mundo, para bienes c~lturales, cosas de uso, obras de arte, etctera. Todo lo mun'dano participa de la natu-rale-za. La naturalizacin del espritu no es un invento de los fiisofos; cuando se la interpreta mal y se altera su valo~, cons-tituye un error fundamental, pero slo en ese caso. Su funda-mentacin y su justificacin est en el hecho de que, mediata o inmediat~mente, en la esfera espacio-temporal todo lo q:u~ es mundano y ,real tiene su sitio-; t(>da, est aqu ,o all y el lugar es determinable, como en general lo son los lugares, igual que todo lo que esespacio-tempQr(~l, es _decir, de~e~-' minable temporalmente por mediQ d~ instrumento's fsicos, ya sean relojes de arena o de ,pndulo o cualquie~ ot!O tipo de cronmetro. De este modo,_ tambin todo lo ~o-se~~ible participa de la sen~ibilid4d; es algo existente ,- del, munq.o, algo que existe en el horizonte espacio-temporal que es uno.

    Por consiguiente, la exi~tencia de algo real ,no tiene jarp.s otro significado que el de existencia-en [Inexistenz], de ser en ~l universo, en el horizonte abierto de la espacio-temp-o-ralidad, en el horizonte de las cosas reales ya, conocidas y no slo ahora presentes en la conciencia, ,pero tambiri de las no conocidas, que posiblemente se exp'erimentarn y conoce .. rn en el futuro. Las apercepciones individuales hacen cons-ciente lo real individual, pero inevitablel!lente lo hacen con un acervo d,e sentido, 'aun'que no llegue a ser temtico, que alcanza ms all de aqullas -y ms all del acervo total de lo individualmente apercibido. Al avanzar del acervo existente de aper~epciones individuales ya realizadas a un nuevo acer-:0, prevalece una u~idad sinttica; lo nuevamente apercib~do

    10 Para la diferencia entre experiencia simple y experiencia fundada, cf. infra, 12.

  • 36 INTRODUCCIN

    llena, por as decirlo, con pre-validez el horizonte antes toda-o va vaco, todava sin determinar su contenido, el horizonte al que llena de sentido, el cual est ya pre-sealado, pero, todava no se le especifica ni determina. As, existe en forma continua un horizonte de validez, un mundo en la validez del ser y, ms all de lo aprehendido en cada caso en singu-larida.d y relativa determinacin y llevado a la validez, hay una anticipacin en movimiento continuo de realizacin que especifica y confirma. .

    As, a toda apercepci~ individual, a todo conjunto res-pectivo Q.e apercepciones individuales le es inherente una trascendencia de sentido, por un lado, en relacin con la potencialidad constantemente anticipada de posibles cosas reales individuales nuevas o de complejos reales que habrn de experimentarse en el futuro en el curso de la realizacin. del aparecer-en-la-conciencia desde' el mundo y, por el otro lado, tambin como horizonte interno en cada cosa rel ya presente en relac~n con el acervo de rasgos todava no aper- cibidos. Toda realidad que aparece como nueva en la expe- riencia se halla en el horizonte mundano y posee en cuanto tal su horizonte interno. Se da a conocer en la percepcin temtica al presentarse continuamente como "estando ella misma ah" durante el proceso de la experiencia (hasta donde alcance en cada caso), interpretndose en sus rasgos particu-lares, en sus momentos esenciales [W asmomente]; stos, a su vez, estn aqu conscientes de que se representan a s mismos~ pero justo en el sentido de momentos en los que lo real se mestra como lo que es. Pronto tendremos que estudiar en detalle la estructura de tal explicacin. Todo lo que se mani-fiesta as y que existe implcitamente ya antes de la expli-cacin de lo percibido constituye por esencia aquella parte de lo real que en esta percepcin realmente llega a ser per-cibido. Esta realidad es algo ms que lo que en cada caso llega y ha llegado ya al conocimiento actual; existe con el sentido que le confiere de continuo su "horizonte interno"; el lado visto slo es lado en tanto tiene otros lados no vistos~ que en cuanto tales estn anticipados y determinan el sen-tido$ A ellos podemos dirigirnos temticamente en cada caso, podemos preguntar por ellos, los podemos intllitivizar

  • PROPSITO Y LMITES DE LA INVESTIGACIN 37

    [veranschaulichenl: pqr ejemplo, una vez interrumpida la percepcin y cuando del llegar a conocer ha resultado la vali-dez que perdura como conocimiento adquirido y "todava vivo" (el estar-conocido [Bekanntheit] de lo real con respecto a lo que result de ah propiamente conocido), podemos re-presentarnos de antemano qu nos habra podido y debido dar una percepcin ulterior como perteneciente a lo real mis-mo. Toda pre-intuitivizacin [Vorveranschaulichung] seme-jante de lo que a priori se le ha de adscribir a esta realidad posee, sin embargo, la caracterstica esencial de generalidad, indeterminada. Esto significa: si, por ejemplo, nos formamos una. pre-intuitivizacin visual del reverso visible .de una cosa, ciertamente obtenemos una intuicin presentificadora (simi-lar a un recuerdo), mas no una determinacin fija que nos ate de manera individual, como sucede con un recuerdo-presuponiendo una claridad plenamente desplegada en ambos casos. En tanto progresamos de verdad hacia una determi-nacin interna, nos damos cuenta de lo arbitrario del color resultante, que ahora se sostiene como color de la cosa. Toda pre-intuitivi~cin se realiza en una variabilidad fluida-co-consciente [mitbewussten], en la conciencia de poder fijar variantes, por ejemplo, como un color determinado, pero como variante libre, en cuyo lugar podramos asimismo dar entrada a otra.

    Por otro lado, la arbitrariedad no es sin embargo ilimita-da. En el fluctuar de la pre-intuitivizacin, en el trnsito de una variante -u orientacin hacia algo temporalmente retelli-do- a otra, nos mantel:lemOS en la unidad de la anticipacin, a saber, de la correspondiente al color del reverso, la cual empero en cuanto anticipacin es indeterminadamente gene-ral y anticipa en forma tpica algo determinado como tpica-mente pre-familiar. En la interpretacin de esta generalidad tpica bajo la forma de "posibilidades" determinadas, las cuales estn abiertas al ser verdadero de este color, se produce el campo de accin de las posibilidades como "extensin" explcita de la generalidad indeterminada de la anticipacin. En. tanto la cosa que penetra en la experiencia tiene slo sentido entitativo como cosa de un horizonte interno dado,

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    aun cuando slo un ncleo de rasgos esenciales [TVasheiten] pertenecientes a ella han penetrado en el conocimiento fcti-co y verdadero, esa cosa -y toda realidad, absolutamente, como experimentable- tiene su "a priori" general, un pre-conocimiento, como generalidad indeterminada, pero iden~ tificable ,como constantemente la misma, de un tipo a priori que pertenece a un campo de accin de posibilidades a prio-ri. Evidentemente, el tipo abarca tambin, si lo tomamos como un tipo total, las propiedades que han pasado a ser conocimiento actual. En el curso de la entrada y salida de los rasgos esenciales [Washeiten] siempre se tiene conciencia de lo real como de algo uno e identificable, y a esta unidad pertenece el tipo total como horizonte total de la generalidad tpica, dentro del cual se ordena todo lo que se va convir-tiendo en actualmente conocido como una determinacin especificadora que se cumple con mayor o menor perfeccin.

    En lo que respecta al horizonte externo -que pertenece a ~ta y a. toda realidad individual, determinando su sentido-, se encuentra l en la conciencia' de una potencialidad de ex-periencias posibles de realidades individuales; cada una de ellas tiene su propio a p11iori como sus rasgos tpicos, en los cuales necesariamente estn ellas anticipadas y los cuales se mantienen invariantes a travs de toda plenificacin [Erfl-lung] en forma de estas o aquellas posibilidades del inva .. riante campo' de accin .. En cambio, todos los rasgos tpicos particulares, que corresponden a las realidades particulares (y a las c0t:lstelaciones de realidades), estn rodeados por los rasgos tpicos de totalidad~ que pertenecen al horizonte mun-dano total en su infinitud. En el ,proceso de la experiencia del mundo, de la conciencia concreta.mente plena del mundo en su especificidad, permanece invariante as el sentido enti-tativo del mundo como tambin la e'structura de este sentido entitativo; construida de tipos invariantes de realidades indi-viduales.

    De este modo, una" est1"uctura fundamental de la concien-cia del mundo, o sea, en una formulacin c'orrelativa, del mundo como horizonte de todas las realidades individuales experimentahles, es la estructura de lo conocido y lo desco-

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    .nocido con su correspondiente relativi.dad continua y su no menos continua ,diferenciacin relativa entre generalidad indeterminada y particularidad determinada. El mundo, presente en la conciencia como horizonte, tiene en su validez entitativa continua el carcter subjetivo de la familiaridad en general, como el horizonte de entes conocido en general, mas no por ello en sus particularidades individuales. Esta familiaridad general indeterminada se distribuye entre todos

    : los entes que adquieren validez particular; por lo que cada uno tiene como suya una forma conocida, dentro de la cual

    . se desarrollan todas las dems diferencias entre conocimiento y desconocimiento.

    'Estas someras indicaciones deben bastar de momento para adquirir un concepto de la esencia y funcin de la expe-'riencia pre-,predicativa, es decir, un concepto de todo lo que ya est en juego en la experiencia de un objeto, de este acto aparentemente ltimo y originario de una aprehensin pri-mitiva. Se revela as cmo, por un lado, es correcto que un objeto que existe verdaderamente no es sino el producto de nuestra actividad conocitiva, pero tambin cmo para toda actividad semejante, dondequiera que se inicie, esta produccin d.elobjeto que verdaderamente existe no signi-fica que aqulla lo extrae de la nada, sino ms bien que siempre hay objetos que son pre-dados, as como para nos-otros siempre est ya dado de antemano un mundo-en-torno objetivo. De antemano, todo lo que afecta en el trasfondo se hace consciente en una "aprehensin. objetiva", conscien-te como tal por anticipado: el campo de percepcin que pertenece a todo momento de la vida es ya de antemano un campo de "o1?jetos", captados como tales en cuanto uni-dades de "experiencia posible" o, lo que es lo mismo, como posibles sustratos de actos conocentes. Es decir: lo que nos afecta desde el campo de trasfondo, pre-dado cada vez pasi-vamente, no es un algo del todo vaco, un dato' cualquiera (no" tenemos la palabra adecuada), que todava carece de cualquier sentido, un dato de absoluto desconocimiento. Ms bien, el desconocimiento es siempre tambin 11n modo de conocimiento. Al menos, lo que nos afecta nos es conocido antes en la medida en ql1e constituye en general un algo con

  • 40 INTRODUCCIN

    determinaciones; nos es consciente en la vaca forma de la determinabilidad, o sea, que est equipado ton un horizonte vaco de determinaciones ("ciertas", indeterminadas, desco-nocidas). Correlativamente, la aprehensin que le corres-ponde a ese algo posee de antemano un horizonte, vaco y abierto, de explicaciones por activar (en, el "yo puedo", "yo puedo ir", "ver ms de cerca", "darle l vuelta", etctera), anticipadas naturalmente como "indeterminadas" y "vacas". Todo integrarse en una explicacin real le" da a sta el carcter intencional de una explicacin qu colma y realiza la intencin de horizo,nte (como anticipacin vaca); la realiza en etapas determinadas, gracias a lo cual de ciertas deter-minaciones desconocidas result~n las determinaciones corres-pondien~es, determinadas y conocidas a partir de ese momen-to. La aprehensin del "objeto en general" -todava enteramente sin determinar ni conocer- trae pues co,nsigo ya un momento de 10 conocido, precisamente como de un algo que "es de alguna manera", que es explicable y que puede ser conocido de acuerdo con lo" que es; a saber, como un algo que se encuentra dentro del horizo'nte del mundo en cuanto totalidad de lo que es y que incluso ya es tan ampliamente conocido que es un ente "en el mundo" o, dicho en forma correlativa, un ente que debe integrarse en la unidad de nuestra experiencia' que fluye.

    Ms an: a la conciencia desarrollada se le pre-seala d,e antemano no slo la aprehensin general en cuanto' "olbjeto''', en- cuanto "lo explicable en general", sino; tambin una deter-minada tipificacin de todos los objetos. Con cada objeto de una nueva esp,ecie (genticamente hablando) que se constitu-ye por primera vez, est pre-sealado permanentemente un nuevo tipo de o,bjeto, de acuerdo con el cual se aprehenden de antemano otros objetos que le son pareci.dos. De este Illodo, nuestro mundo en torno pre-dado est "pre-dado" ya como un mun,do multiforme, est formado de acuerdo, con sus categoras regionales y tipificado de acuerdo con mltiples gneros particulares, especies, etctera. Esto significa que lo que afecta en el trasfo'ndo y que es aprehendido en el primer abordamiento activo lo conocemos en un sentido mucho, ms amplio; significa que ha sido captado ya pasivamente en el

  • PROPSITO Y LiMITES D.'E LA INVESTIGACIN 41

    trasfondo no slo como "objeto", como algo experimentable y explicable, sino como cosa, como hombre, como obra huma-na, y as sucesivamente en diversas particularidades. Posee, pues, su horizonte vaco' de un desconocimiento [Unbekannt-heit] conocido., que se ha de escribir como el horizonte uni-versal "objeto" con indicaciones o, ms bien, pre-sealamien-tos especficos, a saber, para un estilo de explicaciones por efectuarse con elementos explicativos [Explikate] del mismo estilo. Aun as, este horizonte es'por ello vaco, es un horizon-te de indeterminaciones, de desconocimientos que como de-terminables habrn de llevarse a la cognicin [Kenntnis] Y. al conocimiento [Bekanntheit]. Desde luego, en ocasiones algo que afecta pued.e carecer de una tipificacin particular, pero al menos es captado como objeto y, si es un dato sensible, como objeto espacial y ello incluso dentro de la forma ms general y absolutamente necesaria de "objeto en general".

    9. El mundo como horizonte de todos los sustratos de jui-cio posibles. El carcter as condicionado de la lgica tradicional como lgica del mundo

    As pues, por ms que en la lgica formal l

  • 42 INTRODUCCIN

    comn, sobre cuya base -y slo sobre ella- es posible en general juzgar con algn sentido. La condi~in es que abso-lutamente sea algo, es decir, algo idntico en la unidad de nuestra experiencia, algo que por lo tanto debe ser accesible con evidencia objetiva en la unidad de nuestra experiencia.11 Con ello se le ha puesto un lmite a la libre variabilidad de los ncleos, en virtud del cual la lgica es precisamente una lgica del mundo, de lo-que-es-m.undanamente, sin que jams se haya expresa.do as ni se haya hecho visible como su supuesto fundamental. 12

    De este modo, la reduccin de la evidencia predicativa a la evidencia de la experiencia pre-predicativa y la prueba de la gnesis del juicio predicativo a partir de la experiencia pre-predicativa del mundo no significa una limitacin que pudiera hacer dudar del valor ejemplar de esta reduccin en su generalidad; digamos, objetando, que existen tambin juicios p-redicativos que no se pueden reducir de esta manera a la evidencia pre-predicativa de la experiencia. Ms bien, puesto que preguntamos por la gnesis de lo que tradicio-nalmente se considera como lo lgico pre-dado, demostramos con ello efectivamente su gnesis en su .generalidad univer-sal, justo porque esta lgica tr~dicional presupone tcita-mente que todo lo que puede entrar como sustrato en sus juicios es algo que se corresponde en la unidad de nuestra experiencia y por ello es posible reducirlo a un tipo {unda-mental~ el tipo de lo-que-es como lo-que-es en el mundo, a manera de estilo universal y marco invariante en que debe acomo,darse todo.

    Slo as puede comprenderse totalmente lo que ya afirma-mos antes, a saber, que la comprobacin de que las evidencias predicativas se fundan en evidencias pre-predicativas no slo representa la genealoga de determinadas especies de predi-caciones y de evidencias predicativas~ sino la genealoga de la lgica misma en una pieza fundamental' - precisamente porque todas las evidencias, aun las del lgico mismo, tienen

    11 ef. Lgica, 89b, pp. 193 ss. 12 Acerca de la referencia al mundo de la lgica tradicional y al pro-

    blema de una "lgica ltima" que la supere, cf. ibid., 92a, pp. 197 ss. y 102, ! pp. 236 ss.

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    su fundamento de sentido en las condiciones a que se somete la evidenciacin posible de los sustratos ltimos del juzgar.

    10. El retroceso a la evidencia de la experiencia como re-troceso al mundo vital [Lebenswelt]. Destruccin de las idealizaciones que cubren el mundo- vital

    En ltima instancia, todas las evidencias predicativas se han de fundar en las evidencias de la experiencia. La tarea del esclarecimiento del origen del juicio predicativo, que consiste en cOlXlprobar esta relacin fundamentadora y en seguir la gnesis de las evidencias pre~predicativas a .partir de las de la experiencia, resulta ser -una vez aclarada la naturaleza de la experiencia- una tarea de retroceso hacia el mundo, tal como est pre-da,do como terreno universal de todas las experiencias individuales, es decir, como mundo de la experiencia, en forma inmediata y previa a todos los esfuerzos lgicos. El retroceso al mundo de la experiencia es un retrocesO' al umundo vitaZN , o sea, al mundo en que siempre hemos vivido y que ofrece el terreno para toda fun-cin conocitiva y para toda determinacin cientfica. Nues-tra recin adquirida visin de la naturaleza de la experiencia como experiencia ,del mundo nos permitir responder a las preguntas que se referan al sentido de este retroceso, a las objeciones que se pueden formular en contra y a' los carac-teres metdicos de este planteamiento gentico como plan-teamiento no psicolgico.

    De lo dicho se deduce que en la corriente de nuestra expe-riencia del mun,do, tal como s'e relaciona con el mundo que' ya siempre est pre-dado, no nos 'ser tan fcil encontrar aq,uellas evidencias ltimas y originarias de la experiencia que buscamos, es decir, aquella verdadera fundacin origi-naria de la evidencia pre-predicativa, construida s.obre una evidencia experiencial totalmente originaria y fundada como algo originario. N o basta para ello remontarnos simple-mente, a partir de algunos juicios particulares que podemos tener a la vista como ejemplos, a la manera como se dan previamente los objetos-sustratos, como si des.de cualqllier juicio arbitrariamente elegido como ejemplo pudiera ini-

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    ciarse sin mayor problema el retroceso a una evidencia expe~ riencial ltima y originaria. Ms bien, para representarnos la estructura -de una adquisicin de conocimientos totalmente originaria, debemos tener siempre a la vista el horizonte experiencialen que se encuentran en forma inseparable cada una de esas funciones de la experiencia.

    El mundo en el que vivimos y en que ejercemos nuestras 'actividades conocitivo-judicativas, y a partir del cual nos afecta todo lo que se convierte en sustrato de posibles juicios, nos ha sido pre--dado desde siempre como impregnado de una sedimentacin de funciones lgicas; nunca nos ha sido dado en forma diferente que como un mundo en que nosotros u otros, cuya adquisicin de experiencia nos apropiamos mediante comunicacin, apren,dizaje o- tradicin, hemos esta-do activos juzgando y conociendo de manera lgica. y esto se refiere no slo al sentido- tpicamente determinado con que todo objeto se nos presenta co:m.o familiar, dentro- de un ho-rizonte de familiaridad tpica, sino tambin al pre-sea-lamiento de horizonte, es decir, al sentido con que nos es pre-dado en general como objeto de conocimiento posible, como algo determinable en general. El sentido de este pre-dato [Vorgegebenheit] se determina en virtud de que el mundo, tal como nos es pre-dado a nosotros, hombres adul-tos de nuestro tiempo, abarca todo- lo que la ciencia natural de la poca moderna ha logrado en lo tocante a determi-naciones de lo-que-es [des Seienden]. y aun cuando nosotros mismos no estemos interesados en la ciencia natural ni sepa-mos nada de sus resultados, sin embargo, lo-que-es nos es pre--dado- por lo menos con tal determinacin que lo apre-hendemos como cientficamente determinable en principio. En otras palabras: respecto de este mundo, que nos es pre-dado, sobre la base de la tradicin de la poca moderna, nos resulta sobreenten:dida la idea de que "la totalidad infi-nita del ser en general es en s una tDtalidad racional, que correlativamente ha de ser domina.~a por una ciencia uni-versal, y por cierto en forma co-mpleta". 13 Esta idea del

    13 Cf. E. Husserl, Die Krisis der europaischen. Wissenschatten und die transzendentale Phanomenologie.1 Philosophia, vol. 1, 1936 p. 97.

  • PROPSITO Y LiMITES DE LA INVESTIGACIN 45

    mundo como un universo del ser que puede dominarse por mtodqs exactos, los de la ciencia fsico-matemtica, como un universo determinado en s, cuyas determinaciones fc--ticas h.abr de indagar ms adelante la ciencia, nos es tan familiar que a su luz comprendemos cualquier cosa indi-vidual dada en nuestra experiencia. Incluso en los casos en que no reconocemos la necesidad general y la aplicabi-lidad universal de los mtodos cientfico-naturales "exactos" y de sus ideales de conocimiento, sin embargo, el estilo de esta manera de conocer se ha hecho tan paradigmtico que de antemano e4iste la conviccin de que los objetos de nues-tra experiencia estn determinados en ~, y de que la funcin del 'conocimiento es. justo descubrir en una aproximacin estas determinaciones existentes en s y fijarlas de manera "objetiva" como son en s - y "objetivamente" significa "de una vez por todas" y "para cada uno". Esta idea de la determinacin de lo-que-es u en sN y de que el mundo de nuestra experiencia es un universo de lo-que-es en s y de lo determinado en s, es tan obvia para nosotros que, aun para el lego, cuando reflexiona sobre la funcin del conocimiento, resulta obvia de antemano sta su "objetividad". Obviamente se presupone con ello que el espacio de nuestro mundo y el tiempo en que experimentamos lo-que-es y en .el que se encuentra nuestra propia experiencia, son precisamente el espacio y el tiempo, cuya aprehensin exacta como exis-tentes en s constituye la tarea de la ciencia natural fsico-matemtica. Con la misma obviedad se presupone