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    259AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    DE LOS BIENES COMUNES AL BIEN COMN DE LA HUMANIDAD1*.

    OF THE COMMON GOOD TO THE COMMON GOOD OF HUMANITY.

    Recibido: Febrero 2013 Revisado: Octubre 2013 Aceptado: Diciembre 10 de 2013

    Por: Franois Houtart1.RESUMEN.

    No hay lugar en el mundo, donde un profundo malestar se maniesta frente al aumentode las brechas sociales, al irrespeto a la justicia, al desempleo de los jvenes, a los abusosde poder, a la destruccin de la naturaleza. Una nueva ola de movimientos sociales se hadesarrollado. Los Foros sociales permitieron su globalizacin. Una conciencia social colectivacrece: no se puede seguir as. El tipo de desarrollo econmico que vivimos actualmente, consus consecuencias polticas, culturales y sicolgicas, es el origen de los desequilibrios. Almismo tiempo, la necesidad de soluciones se impone de manera urgente. Es el momento deplantear nuevas orientaciones y no solamente adaptaciones. Reunir fuerzas para actuar ypensar por este n, es una prioridad. Es por esto que, junto a la iniciativa del Referndumsobre el agua (uno de los bienes comunes) en Italia, la Fundacin Rosa Luxemburgo tom ladecisin de organizar una Conferencia sobre el concepto del Bien Comn de la Humanidad,para promover una reexin sobre los vnculos entre las dos nociones y de integrar lasreivindicaciones y las luchas sociales para un cambio de sociedad, escenario en el que seenmarca ste artculo.

    PALABRAS CLAVE.

    crisis de civilizacin, paradigma, bienes comunes, movimientos sociales.

    ABSTRACT.

    There is no place in the world, where a deep discomfort manifests against the increase ofthe social gaps, to the disrespect for justice, to the unemployment of young people, theabuse of power, and the destruction of nature. A new wave of social movements has beendeveloped. The social forums allowed its globalization. A collective social conscience grows:we cannot continue like this. The kind of economic development that we go thorough today,with its political, psychological, and cultural consequences is the source of the imbalances.At the same time, the need for solutions is essential urgently. It is time to consider newdirections and not only adaptations. Gathering forces to act and to think for this purpose,is a priority. This is why, along with the initiative of the Referendum on the water (one of theCommon Good) in Italy, the Rosa Luxembourg Foundation made the decision to organizea Conference on the concept of the Common Good of Humanity, to promote a reection onthe links between the two concepts and to integrate the demands and social struggles for achange of society, scenario in which this article is framed.

    KEY WORDS.

    Crisis of Civilization; Paradigm; the Common Good; and Social Movements.

    1 Sacerdote catlico y socilogo marxista belga, fundador del Centro Tricontinental (CETRI) que funciona enla Universidad Catlica de Lovaina y de la revista Alternatives Sud. Es una gura reconocida del movimientoaltermundista. Asesor del CELAM. [email protected].

    Pgina inicial: 259 - Pgina fnal: 293TIPO DE ARTCULO: de Reexin

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    Introduccin.

    Por qu asociar la nocin de bienes comunes al concepto de Bien comn?.

    La defensa de los bienes comunes es hoy una reivindicacin fuerte de muchos

    movimientos sociales. Ella incluye tanto elementos indispensables para la vida,como el agua y las semillas, como los servicios pblicos hoy en da desmanteladospor las polticas neoliberales, tanto en el Sur como en el Norte. Esta lucha consisteen una oposicin a la ola de privatizaciones que afectaron una gran parte de lasredes pblicas, desde los ferrocarriles, la electricidad, el agua, los transportes,la telefona, las selvas, los ros, las tierras, hasta la salud y la educacin. Loque se llamaba, antes del capitalismo en Inglaterra, los commons2, se estrechprogresivamente para dar lugar a un sistema econmico transformando el conjuntode la realidad en mercanca, paso necesario para la acumulacin del capital y hoy daacentuado por la hegemona del capital nanciero. El common land (tierra comunal)fue considerado como wasted land(desperdiciado) y todo uso no capitalista de latierra signicaba un no-uso (Michal Brie, 2011).

    Est claro que la revalorizacin de los bienes comunes, en cualquiera de susformas formas (nacionalizacin u otra forma de control colectivo), constituye unobjetivo fundamental para salir de una larga poca donde la lgica econmica habapuesto el acento sobre lo privado y lo individual para promover el desarrollo de lasfuerzas productivas y la emancipacin de la iniciativa personal hasta eliminar lamayor parte de lo pblico de sus objetivos. Hemos llegado a la mercantilizacin ande la vida humana y de su reproduccin. Esta lgica econmica instrumentalizel campo poltico, como se evidenci durante la crisis nanciera de los aos 2008

    y los aos siguientes con las operaciones de salvataje del sistema bancario, alnacionalizarlo y dejndolo en manos de quienes provocaron la crisis (a menos que

    en algn momento se condene a los delincuentes). Tales polticas desembocaronen medidas estatales de austeridad, haciendo pagar a las poblaciones el peso de lacrisis, siguiendo sin embargo las polticas neoliberales.

    La defensa de los servicios pblicos y de los bienes comunes se ubica en el conjuntode las resistencias a estas polticas, pero stas se arriesgan a ser solamente combatede retaguardia, si no se sitan en un cuadro ms amplio, el del Bien Comn dela Humanidad, del cual forman parte. De hecho, el restablecimiento de ciertossectores de los servicios pblicos, puede ser recomendada an por organismos comoel Banco Mundial. Varios empresarios piensan lo mismo, cuando despus de la olade privatizaciones, se constat que no todo era tan rentable, como se haba pensado.

    Abordar este concepto puede parecer bastante terico, frente a preocupacionessociales y polticas. Sin embargo ste puede ser un instrumento de trabajo concretobastante til, para afrontar situaciones contemporneas, como las diversas crisis

    y tambin la convergencia de las resistencias y de las luchas contra un sistemadestructor de la naturaleza y de las sociedades. Se trata de realidades muy concretas,en primer lugar con la solidaridad, que se desvanece frente a la competitividad yal individualismo, pero tambin se trata del altruismo, del respeto del otro y de lanaturaleza, de la ternura, en breve de lo que constituye lo humano.

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    Empezaremos este trabajo por un anlisis de la crisis y sus mltiples facetas,mostrando su carcter sistmico, lo que plantea el problema de los bienes comunes

    y del Bien comn en nuevos trminos. Continuaremos con la necesidad de unarevisin de los paradigmas de la vida colectiva de la humanidad sobre el planeta,insistiendo en los aspectos prcticos de esta revisin en las polticas econmicas

    y sociales, nacionales e internacionales y terminando por una propuesta deDeclaracin Universal del Bien Comn de la Humanidad.

    El Bien comn es lo compartido por todos los seres humanos, hombres y mujeres.Ya Aristteles en su obra sobre La Poltica, estimaba que ninguna sociedad puedeexistir sin algo en comn, a pesar de opinar que lo comn deba ser reducido almnimo. Sin embargo, (en este documento) no vamos desarrollar aqu el aspectolosco de la cuestin; queremos ms bien privilegiar un enfoque sociolgico,es decir (las condiciones) el estudio del contexto en el cual el Bien Comn de laHumanidad se plantea hoy. El concepto se distingue del de bienes comunes porsu carcter ms general, implicando los fundamentos de la vida colectiva de lahumanidad en el planeta: la relacin con la naturaleza, la produccin de la vida,la organizacin colectiva (la poltica) y la lectura, la evaluacin y la expresin delo real (la cultura). No se trata tampoco de un patrimonio, como en el caso de losbienes comunes, sino de un estado (bien estar, bien vivir) resultado del conjuntode los parmetros de la vida de los seres humanos, hombres y mujeres, en latierra. Se distingue tambin de la nocin de bien comn, como diferente de bienindividual, como se dene en la construccin de un Estado, es decir la res publica,an si el concepto de bienes pblicos mundiales ha sido introducido por el PNUDen su informe de 1999. De hecho se trata de la produccin y de la reproduccin dela vida a escala de la humanidad. Finalmente el Bien Comn de la Humanidad esla vida y su reproduccin.

    Fue Riccardo Petrella quien arm la necesidad de reconstruir la nocin del BienComn, frente al neoliberalismo dominante y a la dominacin del mercado (1998),basando su perspectiva sobre un nuevo contrato social mundial del tener, dela cultura, de la democracia y de la tierra. Se trata de formular los principios yestablecer las reglas, las instituciones, la cultura.

    Evidentemente el concepto de Bien Comn de la Humanidad incluye las nocionesde bienes comunes y de bien comn en sus traducciones concretas. Si empezamosla reexin por la crisis actual, es por la simple razn que ella est poniendo enpeligro, no solamente a los bienes comunes o a la nocin de Bien Comn, sinoa la supervivencia misma del gnero humano en la tierra y la posibilidad paraesta ltima de regenerarse a causa de la actividad predatoria humana, es decir,

    el Bien Comn de la Humanidad, lo que exige una revisin con urgencia. Ladinmica de acumulacin en los espacios territoriales empez a poner en peligrola preservacin de los bienes comunes; hoy en da, el acaparamiento de lastierras en los continentes del Sur para el desarrollo de la agricultura industrial (enparticular los agro-combustibles) y la extraccin de los minerales, constituye unanueva etapa de los enclosures. La misma lgica contamin la idea de Bien Comnen el centro y en las periferias del capitalismo. Prevalece la muerte y no la vida.A n de llegar a soluciones, debemos replantear el problema desde sus races, es

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    decir redenir lo que es el Bien Comn de la Humanidad hoy en da. Por eso, en unprimer momento, el carcter fundamental de la crisis ser ilustrado por algunos desus elementos principales.

    Las mltiples caras de la crisis

    Cuando ms de 900 millones de seres humanos viven debajo de la lnea de pobrezay que su nmero aumenta (PNUD, 2010), cuando cada 24 horas decenas de millaresde personas mueren de hambre o de sus consecuencias, cuando desaparecen datras da etnias, modos de vida, culturas, poniendo el patrimonio de la humanidad enpeligro, cuando la desigualdad entre hombres y mujeres se consolida en el sistemaeconmico formal e informal, cuando el clima se deteriora, no se puede solamentehablar de crisis nanciera coyuntural, aunque haya estallado de manera abrupta.

    Las diversas crisis

    La crisis fnanciera y econmica

    Cabe subrayar que las consecuencias sociales de la crisis nanciera se sienten msall de las fronteras de su propio origen y afecta a los fundamentos mismos de laeconoma. Desempleo, aumento del costo de la vida, exclusin de los ms pobres,vulnerabilidad de las clases medias, amplan la lista de las vctimas en el mundoentero. No se trata solamente de un accidente en el recorrido, ni solamente deabusos cometidos por algunos actores econmicos que requieren ser sancionados.Estamos confrontados a una lgica que atraviesa toda la historia econmica delos ltimos siglos (Fernand Braudel, 1969, Immanuel Wallerstein, 2000, IstvnMszars, 2008, Wim Dierckxsens, 2011)). Crisis en desregulacin, desregulacinen crisis: este vaivn responde siempre a la presin de las tasas de ganancia:

    en aumento se desregula, en disminucin se regula, pero siempre a favor de laacumulacin del capital, denida como motor del crecimiento. Lo que se vive hoy enda no es entonces nuevo. No es la primera crisis del sistema nanciero y muchosdicen que no ser la ltima

    La burbuja nanciera creada durante los ltimos decenios, gracias, entre otros, anuevas tecnologas de informacin y de comunicaciones, ha sobredimensionadotodos los datos del problema. Como se sabe, esta burbuja estall con el problemade los subprimes en los Estados Unidos, es decir el endeudamiento insolventede millones de personas, velado por una multiplicidad de productos nancierosderivados (Reinaldo A. Carcanholo y Mauricio de S. Sabardini, 2009, 57). En lospases industrializados, el consumo aumentaba ms rpidamente que los ingresos

    (Joseph Stiglitz, 2010, 12). Sin embargo, el fenmeno era mucho ms antiguo,desde el momento en que una economa virtual tom la prioridad sobre la economareal, en otras palabras, cuando el capital nanciero empez a ser ms provechosoque el capital productivo (Jorge Beinstein, 2009, 29). Uno de los orgenes delproceso fue la decisin del Presidente Nixon, en 1972, de desvincular el dlar deloro, lo que inicio nuevas polticas monetarias, en el cuadro de un crecimiento de lainterdependencia econmica internacional: la globalizacin (Joseph. Stiglitz, 22).

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    El capitalismo ha conocido crisis nancieras desde muy temprano. La primera fueal nal del siglo XVIII y se renovaron en el curso de la historia. La ltima, a nivelmundial fue en los aos 29-30, seguida, despus de la segunda guerra mundial, porvarias crisis regionales (Mxico, Argentina, Asia, Rusia). La nueva crisis nancieramundial de 2008 desencaden en los pases del centro del sistema, una serie de

    polticas especcas: endeudamiento de los Estados, restriccin de crdito, polticasde austeridad, etc. An los pases del Sur fueron afectados, por la disminucin de lasexportaciones (China), de las remesas (Amrica central y pases andinos, Filipinas),aumento del precio del petrleo, etc. Estos pases no fueron tan golpeados por elendeudamiento insolvente y muchos aprovecharon del alza de los precios de losrecursos naturales, creando, sin embargo en materia de energa, un desequilibrioentre los productores o no productores de petrleo y en los alimentos, alzas de preciosafectando a los ms pobres de los consumidores, en particular, las mujeres.

    La causa fundamental de la crisis nanciera se encuentra en la lgica mismadel capitalismo (Rmy Herrera y Paulo Nakatani, 2009, 39). Hacer del capitalel motor de la economa, y de su acumulacin lo esencial del desarrollo, lleva ala maximizacin del provecho. Si la nanciarizacin de la economa favorece latasa de ganancia y si la especulacin acelera el fenmeno, la organizacin de laeconoma en su conjunto sigue este camino. As, la primera caracterstica de estalgica: el aumento de la tasa de provecho en funcin de la acumulacin del capital,se maniesta con toda claridad en este proceso. Pero, un mercado capitalista noregulado lleva inevitablemente a la crisis. Y, como indica el informe de la Comisinde las Naciones Unidas, Eso es una crisis macro-econmica (Joseph Stiglitz,2010, 195).

    Sin embargo, la diferencia principal con el contexto similar al de los aos 30, es queel desequilibrio nanciero y monetario actual se combina con otras crisis de otro tipo:

    alimentaria, energtica, climtica, todas, sin embargo, vinculadas a la misma lgica.

    La crisis alimentaria

    La crisis alimentaria tiene dos aspectos, uno coyuntural y un segundo, estructural.El primero se manifest con el aumento sbito de los precios de los productosde alimentacin en 2007 y 2008. Si, para explicar el fenmeno, existan algunasbases efectivas, como una cierta disminucin de las reservas, la razn principalfue de orden especulativo, a la cual la produccin de agro-carburantes no fueajena (el etanol a partir del maz en los Estados Unidos). As, el precio del trigo enla bolsa de Chicago aument en un 100 %, el maz en 98 % y el etanol en 80 %.Durante estos aos una parte del capital especulativo se desplaz de otros sectores

    para invertirse en la produccin alimentaria, en espera de provechos rpidos eimportantes. En consecuencia, segn el director general de la FAO, cada ao, en2008 y en 2009, ms de 50 millones de personas descendieron bajo de la lneade pobreza y el total de gente viviendo en esta situacin alcanz en 2008 unacifra nunca conocida antes, de ms de mil millones de personas. Tal situacin fueclaramente el resultado de la lgica del provecho, la ley capitalista del valor.

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    El segundo aspecto es estructural. Se trata de la expansin, durante los ltimosaos del monocultivo, resultando en la concentracin de las tierras, es decir enuna verdadera contra-reforma agraria. La agricultura campesina o familiar sedestruye en el mundo entero bajo el pretexto de su baja productividad. De hecholos monocultivos tienen una produccin que puede ir hasta 500 y a veces 1000 %

    ms que la agricultura campesina en su estado actual. Sin embargo dos factoresdeben ser tomados en cuenta. El primero es la destruccin ecolgica provocadapor esta forma de produccin. Se eliminan bosques, se contaminan los suelos y lasaguas, hasta los ros y el mar, por el uso masivo de productos qumicos. Dentro delos prximos 50 o 75 aos, se preparan los desiertos del futuro. Por otra parte, loscampesinos son expulsados de sus tierras y son millones los que tienen que migrarhasta las ciudades, en los barrios marginales, agravando el peso de las tareas delas mujeres, provocando las crisis urbanas y aumentando la presin migratoriainterna, como en el Brasil, o externa, como en muchos otros pases del mundo.

    Con los servicios pblicos, la agricultura es una de las nuevas fronteras actuales delcapital (Samir Amin, 2004), especialmente en tiempos de disminucin relativa de larentabilidad del capital productivo industrial y de la amplitud considerable tomadapor el capital nanciero, en bsqueda de fuentes de provecho. ltimamente seasisti a un fenmeno indito: el acaparamiento de tierras por capitales privados yestatales. En el caso de frica, particularmente producciones alimentarias o de agro-combustibles. Compaas como Daiwoo de Corea del Sur, obtuvo una concesinde 1.200.000 hectreas de tierras en Madagascar por 99 aos, lo que provoc unagrave crisis poltica. Pases como Libia y los Emiratos del Golfo hacen lo mismo enMal y varios otros pases africanos. Multinacionales europeas y norteamericanasde minera o de agro-energa aseguran la posibilidad de explotacin de decenas demillones de hectreas por perodos largos. Lo mismo hacen empresas estatales oprivadas chinas.

    Hay muy poca preocupacin por los daos ecolgicos y sociales, considerados comoexternalidades, es decir como externos a los clculos del mercado. Y ese es elsegundo aspecto de la lgica del capitalismo, despus de la tasa de ganancia. Noes el capital el que soporta estos efectos negativos, sino las sociedades locales y losindividuos. Eso siempre ha sido la lnea de accin del capital, tanto en los pasescentrales, sin preocupacin por la suerte de la clase obrera y en las periferias con elcolonialismo, sin cuidado de la naturaleza ni de los modos de vida de las poblaciones.Es por todas estas razones que la crisis alimentaria, tanto en su aspecto coyunturalcomo estructural, est directamente vinculada con la lgica del capitalismo.

    La crisis energtica

    sta va ms all de la explosin coyuntural de los precios del petrleo y es parte delagotamiento de los recursos naturales, sobreexplotados por el modelo de desarrollocapitalista. Una cosa est clara: la humanidad tendr que cambiar la fuente desu energa en los 50 aos que vienen, pasando de la energa fsil a otras fuentes.La utilizacin irracional de energa y el despilfarro de los recursos naturales, semanifest especialmente despus de la segunda guerra mundial y en particular conel Consenso de Washington, es decir la liberalizacin generalizada de la economa

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    caracterizando la era neo-liberal del capitalismo.

    El modelo de consumo individual (vivienda, transporte) era muy energvoro. Por otraparte, la liberalizacin del comercio exterior llev a ms del 60 % de las mercancasa cruzar los ocanos, con todo lo que eso signica en trminos de uso de energa

    y contaminacin de los mares. Cada da, ms de 22.000 buques de ms de 300toneladas, navegan en los mares (Malen Ruiz de Elvira, 2010). Tal circulacin nosolamente asegura el intercambio deseable de bienes, sino que tambin garantizala posibilidad de aplicar los principios del intercambio desigual con las periferias,productoras de materia prima y de bienes agrcolas. Adems permite a las ventajascomparativas ser utilizadas de lleno. As, los productos pueden venderse a un preciomenor, a pesar de haber recorrido miles de kilmetros, porque los trabajadoresson ms explotados y porque las leyes de proteccin ecolgica son inexistentes odemasiado tmidas.

    Los picos del petrleo, del gas, del uranio pueden discutirse en trminos de aosprecisos, pero de todas maneras se sabe que estos recursos no son inagotables yque las fechas no son lejanas. Pases, como Estados Unidos, Inglaterra, Mxico yvarios otros han entrado en este proceso. Con el agotamiento, los precios de estosproductos aumentarn inevitablemente, con todas las consecuencias sociales ypolticas que esto conlleva. Por otra parte, el control internacional de las fuentesde energa fsil y otras materias estratgicas es cada vez ms importante para laspotencias industriales que no dudan en recurrir a la fuerza militar para asegurarlo.El mapa de las bases militares de los Estados Unidos lo indica claramente y lasguerras en Irak y Afganistn lo conrman. El papel de los Estados Unidos comogarante del sistema mundial es bastante claro, cuando se sabe que tienen unpresupuesto militar que se acerca al 50 % de todos los gastos de esta ndole en elmundo. Ningn pas, ni Gran Bretaa, ni Rusia, ni China, llegan a un cuarto de lo

    que Estados Unidos gasta. Evidentemente, no se trata solo de controlar las fuentesde energa, sino de asegurar la reproduccin del conjunto del modelo.

    En este contexto de futura escasez de energa, se inscribe la cuestin de los agro-combustibles. Frente a la expansin de la demanda y a la previsible disminucin delos recursos energticos fsiles, hay cierta urgencia en encontrar soluciones. Comola creacin de nuevas fuentes de energa exige el desarrollo de tecnologas quetodava no estn sucientemente avanzadas (como la energa solar o el hidrgeno)

    y que otras dan soluciones interesantes pero marginales o econmicamente pocorentables (de nuevo la energa solar o la elica), la solucin de los agro-combustiblespareca interesante (Franois Houtart, 2009). Se habl de biocombustibles, porquela materia de base era viva y no muerta como en el caso de los combustibles fsiles,

    pero los movimientos sociales, en particular los campesinos, reaccionaron contraeste tipo de vocabulario, en funcin del carcter destructor de la vida que implicala produccin masiva de agro-energa (destructor de naturaleza y seres humanos).Durante un tiempo esta solucin fue propuesta por organizaciones y movimientosecologistas y bastante despreciada por los responsables de la economa. A mediadosde los aos 2000, la actitud de estos ltimos cambi. La produccin de etanol apartir de la caa de azcar en Brasil y del maz en Estados Unidos, comprob quela tecnologa era relativamente simple. Lo mismo sucedi con el agro-diesel a partir

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    de la palma, la soja o de otras plantas que producen aceite, como la jatropha. EnBrasil, el inicio de la ola productiva de etanol correspondi a la crisis petrolera de1973, permitiendo la reduccin de la importacin de crudo muy costoso. Para losEstados Unidos, el problema era reducir su dependencia de las regiones exteriores,siendo varias de ellas poco conables, lo que justic una produccin de etanol con

    importantes subsidios estatales, siendo el maz menos provechoso que la caa enmateria de agro-combustibles.

    Muchos pases empezaron a decretar la utilizacin de un cierto porcentaje deenerga verde en su consumo general. La Unin Europea decidi que este consumosera del 20 % en el ao 2020, con un 10 % de energa lquida verde, es decir deagro-combustible. El conjunto de estos planes signicaba la necesidad de dedicarmillones de hectreas de cultivo a este n. De hecho, ni Europa, ni Estados Unidos,tienen sucientes tierras para satisfacer su demanda, dado su enorme consumo.El resultado fue que desde nales de la primera dcada de 2000, se revel uninters creciente hacia los continentes del Sur, los cuales disponen de muchastierras no cultivadas.

    La produccin de agro-combustibles se realiza bajo la forma de monocultivos, esdecir con la utilizacin de grandes extensiones para un solo producto. En muchoscasos, eso conlleva la supresin de grandes bosques como en el caso de Malasia o deIndonesia, donde, en menos de 20 aos, el 80 % de la selva original fue destruida porplantaciones de la palma y eucalipto. La biodiversidad est eliminada, con todas lasconsecuencias sobre la reproduccin de la vida. Para producir agro-combustibles,se utiliza no solamente mucha agua, sino una gran cantidad de productos qumicoscomo fertilizantes o pesticidas. El resultado es una contaminacin intensiva de lasaguas subterrneas, de los ros, hasta del mar y un peligro real de falta de aguapotable para las poblaciones. Adems, los pequeos campesinos son expulsados y

    muchas comunidades indgenas pierden sus tierras ancestrales, lo que provoca unsinnmero de conictos sociales, aun violentos. Si los planes se realizan entre estafecha y 2020, decenas de millones de hectreas sern dedicadas al monocultivo deagro-combustibles en Asia, frica y Amrica Latina, continentes en donde se ubicala mayora de los casi mil millones de hambrientos del planeta. Todo eso por unresultado marginal en trminos de energa.

    Asistimos a un doble fenmeno; por una parte la entrada del capital nancieroy especulativo en el sector agro-energtico y por otra parte al acaparamiento detierras, especialmente en frica. En Guinea Bissau existe un plan para convertir500.000 hectreas, es decir un sptimo de la supercie del pas, en cultivo de

    jatropha, para producir agro-diesel. El capital vendra de los casinos de Macao

    (en donde se habla portugus como en Guinea Bissau, lo que ayuda a concretarnegocios y cerrar transacciones) y el banco encargado de la operacin tiene comoprincipal accionista al Primer Ministro. Hasta ahora, la resistencia campesina y lasdudas de varios ministros (incluido el Primer Ministro), han detenido el proyecto,pero no sabemos hasta cuando eso ser posible Decenas de proyectos similaresexisten en muchos otros pases, como Tanzania, Togo, Benn, Camern, Congo,Kenia, etc.

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    En octubre de 2010, se rm un acuerdo en Brasilia, entre el Presidente Lula,el Sr. Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo de Europa y el Sr. Barroso,Presidente de la Comisin europea, para desarrollar 4 millones 800.000 hectreasde caa de azcar en Mozambique (tambin un sptimo de las tierras del pas),con tecnologa brasilea y nanciamiento europeo, a n de abastecer a Europa

    de etanol y permitir a esta ltima cumplir con su plan de utilizacin de energaverde, sin preocuparse de los efectos en el ambiente natural y las poblaciones.El desarrollo de los agro-combustibles corresponde al olvido de las externalidadesecolgicas y sociales, tpico de la lgica del capitalismo. Es un clculo a corto plazo,que no tiene en cuenta los costos que el mercado no asume, sino ms bien lanaturaleza, las sociedades y los individuos. Estas prcticas corresponden tambina las leyes de la acumulacin y a los intereses inmediatos del capital nanciero. Enotras palabras es un proyecto tpicamente capitalista.

    La Crisis climtica

    La crisis climtica es bastante conocida y las informaciones son cada da msprecisas, gracias a diversas conferencias de la ONU sobre el clima, sobre labiodiversidad, los glaciales, etc. Recordaremos solamente lo esencial de la situacin.Al mismo tiempo que el modelo actual de desarrollo sigue emitiendo ms gases deefecto invernadero (especialmente el C02), se destruyen los sumideros de carbono, esdecir los lugares naturales de absorcin de estos gases, en particular las selvas y losocanos. Adems, la destruccin de muchos ecosistemas, por la utilizacin masivade productos qumicos, el monocultivo, la explotacin de recursos naturales, comoel petrleo, el gas, los minerales, provoca daos irreversibles que pueden inclusoafectar el clima. El calentamiento del planeta aumenta, el aumento del nivel de losmares se acenta. Tenemos solamente un planeta, eso signica que el modelo noes sustentable. Adems, segn el informe de 2006, del Dr. Nicholas Stern para el

    Gobierno britnico, si la tendencia actual sigue, habra entre 150 y 200 millonesde migrantes climticos para la segunda mitad del siglo XXI. Investigaciones msrecientes presentan cifras an ms altas (Nicholas Stern, 2006).

    Debemos aadir dos aspectos que no siempre fueron subrayados. El primero esla deuda ecolgica. Desde el desarrollo del capitalismo mercantil, se organiz laexplotacin de las riquezas naturales del Sur, con un costo humano y ecolgicoenorme. Las externalidades de este saqueo fueron pagadas en su totalidad porlas regiones colonizadas. La independencia poltica de estos pases no cambi lalgica de la relacin. Durante los ltimos aos, el acaparamiento de las tierras yla sobreexplotacin minera para resolver las necesidades del Norte, se aceleraron,provocando desastres ecolgicos, sin hablar de los conictos sociales. As la deuda

    ecolgica debe aadirse al fenmeno de la deuda externa, pblica o privada de lospases del Sur. Sera justo que los consumidores de productos extrados del Sursean los que paguen las consecuencias de las externalidades (daos a la naturalezae injusticias sociales). De esta manera ellos contrajeron una verdadera deuda.El otro aspecto es el costo ecolgico militar. Primero, las guerras representan undespilfarro gigantesco que afecta a la naturaleza por la destruccin ecolgica delos bombardeos, la utilizacin de productos qumicos3, la emisin de CO2; por

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    otra parte, la produccin del armamento signica el uso de muchas materias queagotan la riqueza natural de la tierra y sus procesos de produccin emiten gases deefecto invernadero. No se gasta casi 1000 billones de dlares cada ao, sin causargraves daos a los ecosistemas.

    Todo esto desemboca en un panorama social donde la riqueza se concentra,incluyendo los poderes de decisin, econmicos y polticos. Segn el PNUD, unveinte por ciento de la poblacin mundial, absorbe ms del 80 % de los recursoseconmicos del planeta. Durante las ltimas dcadas, muchos millones de personasaccedieron a este nivel de consumo y constituyen un poder de compra muy tilpara la reproduccin del capital y una presa fcil para la compra de los productosderivados. Los otros son (como lo dice Susan George), muchedumbres intiles (S.George, 2005). Lo cierto es que no contribuyen al aumento de un valor agregado,ni tienen poder de compra alguno -o muy poco-. Las distancias sociales, como loreconoci el Banco Mundial, aumentan (Banco Mundial, Informe 2006). Se creaas, como resultado del mltiple desorden, una situacin global de crisis del modelode desarrollo. Algunos hablan an de una crisis de civilizacin, que se maniestaigualmente en el descontrol de la urbanizacin, la crisis del Estado, la extensin dela violencia para resolver los conictos, y muchos fenmenos del mismo orden, loque plantea evidentemente la cuestin de las soluciones para salir de una situacintan mundialmente preocupante. Diferentes opiniones se maniestan esencialmenteen tres direcciones.

    Qu soluciones?

    Cambiar los actores, no el sistema

    Algunos, principalmente preocupados por la crisis nanciera, proponen castigar

    y cambiar los actores inmediatos de la argamasa econmica, los ladrones degallinas, como deca Michel Camdessus, el ex director del FMI. Esta posicinrepresenta la teora del sistema capitalista (tesis neo-clsica en economa) que veen las crisis elementos favorables, porque ellas permitan liberarse de los elementosdbiles o corruptos para reanudar el proceso de acumulacin sobre basas sanas.Se cambian los actores, para no cambia el sistema.

    Establecer regulaciones

    Una segunda visin consiste en proponer regulaciones. Se reconoce que el mercadono se regula por s mismo y que se necesitan rganos nacionales e internacionalespara cumplir con esta tarea. El Estado y los Organismos internacionales especcos

    deben intervenir. El mismo Michel Camdessus en una conferencia a los empresarioscatlicos de Francia, hablaba de las tres manos: la invisible del mercado, la reguladoradel Estado y la mano de la caridad para las vctimas que escapan a los dos otrosprocesos. Unos de los principales tericos de esta posicin fue John Maynard Keynes,el economista ingls. Por eso se utiliza la palabra neo-keynesianismo en el contextoactual. Regular el sistema signica salvarlo y en este caso, redenir el papel de lasinstituciones pblicas (el Estado y las Instituciones internacionales) tan necesariaspara la reproduccin del capital y que el neo-liberalismo de los aos 70 pareca haber

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    olvidado (Ernesto Molina Molina, 2010, 25).

    Sin embargo, las propuestas concretas son diversas. El G8, por ejemplo, propusoestablecer ciertas regulaciones del sistema econmico mundial, pero ligeras yprovisionales. Al contrario, la Comisin de las Naciones Unidas sobre la Crisis

    Financiera y Monetaria, present una serie de regulaciones mucho ms avanzadas(Joseph Stiglitz, 2010). As, se propuso la creacin de un Consejo Global deCoordinacin Econmica, a la par del Consejo de Seguridad y tambin un PanelInternacional de Expertos, con el n de monitorear de manera permanente lasituacin econmica mundial. Otras recomendaciones trataban de la abolicin delos parasos scales y del secreto bancario, o tambin de de mayores exigenciasde reservas bancarias y un control ms estricto de las agencias de notacin. Unareforma profunda de las instituciones de Bretton Woods estaba incluida y laposibilidad de establecer monedas regionales en vez de tener como sola moneda dereferencia el dlar de los Estados Unidos. Segn el informe, todo eso tena comoobjetivo la promocin de un nuevo y robusto crecimiento. Eran medidas bastantefuertes contra el ambiente neo-liberal, pero la Conferencia de las Naciones Unidasque tuvo lugar en junio 2009 sobre el tema, adopt a penas algunas prudentesmedidas, rpidamente interpretadas de manera minimalista por las grandespotencias occidentales.

    Las regulaciones propuestas por la Comisin Stiglitz para reconstruir el sistemananciero y monetario, a pesar de algunas referencias a los otros aspectos de lacrisis, como el clima, la energa, la alimentacin, y a pesar de la utilizacin de lapalabra sustentable para calicar el crecimiento a ser recuperado, no se preguntde manera sucientemente profunda sobre los nes: reparar el sistema econmico,para qu? Para desarrollar como antes, un modelo destructor de la naturaleza ysocialmente desequilibrado? Es muy probable que las propuestas de la Comisin

    para reformar el sistema monetario y nanciero sean ecaces para salir de la crisisnanciera, y mucho ms ecaces que lo que se ha hecho hasta ahora, pero Eseso suciente para enfrentar los desafos globales contemporneos? La solucin sequeda en el capitalismo, un sistema histricamente agotado, an si tiene todavamuchos medios de adaptacin. La transicin hacia un sistema construido sobreotras bases requiere evidentemente regulaciones, pero no de cualquier tipo; la ideaes llegar a otra situacin y no adaptar el sistema a nuevas circunstancias.

    Buscar alternativas al modelo prevalente

    Es por eso que una tercera posicin se vuelve necesaria: poner en tela de juicio elmodelo mismo de desarrollo. La multiplicidad de las crisis que se agudizaron en los

    ltimos tiempos, son el resultado de la misma lgica de fondo: (1) una concepcin deldesarrollo ignorando las externalidades (es decir los daos naturales y sociales);(2) basada sobre la idea de un planeta inagotable; (3) dando al valor de cambioel predominio sobre el valor de uso y (4) identicando la economa con la tasa deganancia y la acumulacin del capital, creando enormes desigualdades. Este modeloque result en un desarrollo espectacular de la riqueza mundial, ha llegando al nde su funcin histrica, debido a su carcter destructor de la naturaleza y a ladesigualdad social que ha provocado. No puede reproducirse, o dicho en palabras

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    contemporneas, ya no es sostenible. La racionalidad econmica del capitalismo -escribe Wim Dierckxsens-, no solo tiende a negar la vida de amplias mayoras de lapoblacin mundial sino que destruye la vida natural que nos rodea (2011).

    Jorge Beinstein, el economista argentino, arma que hubo en las ltimas cuatro

    dcadas una decadencia del capitalismo a escala mundial (una cada del sectorproductivo) solamente velada durante un tiempo por el desarrollo articial del sectornanciero y por la importancia de los gastos militares (Jorge Beinstein, 2009, 13).Por eso, est claro que no se puede hablar solamente de regulaciones, sino que sedebe pensar en alternativas. Estas ltimas no son reexiones puramente tericas,sino que deben desembocar necesariamente en polticas concretas a largo, perotambin a corto y mediano plazo.

    Hablar de alternativas al modelo econmico capitalista, hoy prevalente por suglobalizacin, y sus dimensiones sociales, polticas, culturales y de gnero,signica revisar el paradigma mismo (la orientacin de base) del vivir colectivo dela humanidad en el planeta, tal como fue denido por la lgica del capitalismo, queahora se ha globalizado. El vivir colectivo se compone de cuatro elementos a los quepodemos llamar sus fundamentos, porque son parte de las exigencias de la vida decada sociedad, desde la ms antigua, hasta la ms contempornea. Estos son (1)la relacin con la naturaleza, (2) la produccin de la base material de la vida, fsica,cultural y espiritual, (3) la organizacin colectiva social y poltica y (4) la lectura delo real y la auto-implicacin de los actores en su construccin, es decir la cultura.Cada sociedad tiene que realizar esta tarea.

    El paradigma actual que orienta la construccin del mundo contemporneo seresume en una palabra: modernidad. Es el fruto de la trasformacin profunda dela sociedad y la cultura europeas (deni sus propios paradigmas), que signic

    un avance que no se puede negar (Bolvar Echeverria, 2001). Sin embargo, lamodernidad no es una abstraccin social, nacida del azar o de la nada. Se tratade un modo de vida colectivo en la tierra, con sus bases materiales y sociales ysu produccin de ideas, bien establecido en la historia y siguiendo un procesodialctico de contradicciones internas. La emancipacin de la persona, los derechoshumanos, la idea de democracia, el progreso de la ciencia y de sus aplicacionestcnicas, son algunos de sus frutos. Sin embargo, la hegemona del mercadocapitalista y sus leyes, redujo la mayor parte de estos avances a privilegios de clase

    y relaciones coloniales, brutalmente mantenidas durante cinco siglos. Numerosasluchas sociales incluyeron a una parte de los grupos subalternos en las ventajasde la modernidad, pero no trasformaron el paradigma. Ahora bien, este paradigma,con sus contradicciones, ha puesto en peligro los cuatro elementos fundamentales

    de la vida colectiva de la humanidad en la tierra. Con la distancia entre lo humano ylo natural, el paradigma de la modernidad desemboc en la sobre-explotacin de lanaturaleza, es decir en la devastacin de la fuente de la vida (la madre-tierra). Esteparadigma ha dado nacimiento a la economa de mercado capitalista que invadicon su lgica todos los sectores de la vida. En lo poltico, el Estado jacobino nace deesta visin. En la cultura, la exacerbacin del individualismo se estableci como unimperativo tico, junto con la concepcin del progreso indenido de la humanidad,viviendo en un planeta inagotable y capaz de resolver las contradicciones a travs

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    del uso de la ciencia y la tecnologa, orient el modelo de desarrollo, hasta lassociedades socialistas del siglo XX.

    La hegemona global de este proyecto se manifest muy temprano, en la destruccin,la absorcin o la sumisin de todos los modos de produccin pre-capitalistas, en las

    varias empresas coloniales, en el establecimiento del intercambio desigual entre loscentros y las periferias y nalmente en lo que se llam recientemente la globalizacin,que nalmente identic los conceptos de crecimiento y de occidentalizacin, es decirla universalizacin de la ltimas formas de hegemona del capital.

    Una reaccin contra este modelo se expres en el posmodernismo. Sin embargo,este pensamiento, que se desarroll desde la segunda mitad del siglo XX, conllevtambin una crtica de la modernidad particularmente ambigua, que se limitabageneralmente a la esfera cultural y poltica (M.Maffesoli, 1990). La visin de lahistoria como construida en lo inmediato por actores individuales, el rechazo areconocer la existencia de estructuras, la negacin de la realidad de los sistemas,denidos exclusivamente por sus caractersticas verticales, la voluntad explcita deno aceptar teoras en ciencias humanas, han hecho de esta corriente un hijo ilegtimode la modernidad misma, conduciendo a la despolitizacin. El posmodernismose ha convertido en una ideologa muy funcional para el neo-liberalismo. En unmomento en el que el capitalismo haba edicado las nuevas bases materiales desu existencia como sistema-mundo, segn la expresin de Immanuel Wallerstein,negar la existencia misma de sistemas era muy til para los promotores delConsenso de Washington. Es importante criticar la modernidad, pero con unenfoque histrico y dialctico (actores en interaccin, con varios grados de poder)

    y tratando de recuperar el carcter emancipador que signic en una fase de lahistoria humana. No se puede identicar a la modernidad con el capitalismo, perotampoco se puede hablar de modernidad sin incluir al capitalismo.

    Por esta razn, reconstruir un cuadro terico coherente es un imperativo,aprovechando el aporte de las diversas corrientes del pensamiento humano, tantoen el orden losco como en las ciencias, fsicas, biolgicas y sociales. No partimosen este dominio de un vaco, sin embargo, las nuevas circunstancias exigen unarenovacin de las perspectivas y una redenicin de los paradigmas de la vidacolectiva de la humanidad en el planeta. De la misma manera, toda accin social

    y poltica tiene que inscribirse dentro de este cuadro general para contribuir a laelaboracin de alternativas. Es importante denir el lugar de cada una de ellas enel conjunto, dando as una coherencia a lo que podra parecer una serie de accionesseparadas sin mucha relacin entre ellas (el empirismo). Esto vale tambin para laspolticas internacionales.

    Como ya lo hemos dicho, los fundamentos de la vida colectiva de la humanidad enel planeta son cuatro: la relacin con la naturaleza; la produccin de la base de lavida (economa); la organizacin colectiva, social y poltica y la lectura y la expresinsimblica de lo real. Es al cumplimiento de un nuevo paradigma en estos cuatroelementos, en (las) circunstancias dadas, a lo que llamamos la realizacin del BienComn de la Humanidad, (como se ha dicho antes,) es decir la posibilidad dereproduccin de la vida. Se trata de un objetivo a perseguir de manera permanente

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    y que no se dene de una vez por todas, porque las circunstancias histricascambian el contexto. La crisis actual requiere sin embargo de una reexin radical(que va a la raz) (Istvn Mszars, 2008, 86) y que signica una reorientacinprofunda frente al paradigma originario del capitalismo. El concepto de Bien Comnde la Humanidad ha tenido muchas expresiones diferentes segn las tradiciones

    de pensamiento y las experiencias colectivas de los pueblos, por ejemplo en laslosofas y religiones orientales y de los pueblos indgenas de las Amricas (elSumak Kwasay o el buen vivir), como tambin en la tradicin marxista del sistemade necesidades y capacidades universales (Antonio Salamanca Serrano, 2011, 46 ySolange Mercier-Jesa, 1982)

    Un nuevo paradigma y sus aplicaciones

    En resumen, podemos decir que el paradigma de desarrollo humano expresadoen la modernidad es un progreso material y cientco indenido, en un planetainagotable, a disposicin exclusiva de los seres humanos, para aprovechar siemprecon ms libertad, de bienes y servicios. Este modo de vida est sustentado en laecacia de una economa de competencia (elemento particularmente masculino)

    y est llegando a su agotamiento, por el peso de sus contradicciones sociales yecolgicas. De ah la necesidad de un cambio radical para asegurar a largo plazo lacontinuidad de la vida de la tierra y de la humanidad. No se trata de retornar a lascavernas, sino de redenir los fundamentos de la vida colectiva de la humanidaden la tierra.

    El nuevo paradigma plantea como opcin fundamental, una dinmica socialequilibrada entre personas, gneros y grupos sociales, en armona con la naturaleza,para promover la vida y asegurar su reproduccin. Se trata de vivir bien, de cumplircon el Bien Comn de la Humanidad, lo que implica, como primer paso, el respeto

    de la integridad de la naturaleza, como fuente de vida (la madre-tierra).

    Su construccin y sus aplicaciones en los fundamentos de la vida colectiva en elplaneta, son un proceso. No se trata solamente de un ejercicio acadmico, sino deuna elaboracin social, donde el pensamiento tiene un lugar esencial, pero tambinla experiencia concreta, en particular las luchas sociales, que corresponden cadauna a una falla de cumplimiento del Bien Comn de la Humanidad y que buscansoluciones. Dado que la globalizacin destructiva del capitalismo ha hegemonizadolas economas, las sociedades y las culturas del mundo entero, pero no las haeliminado completamente, la tarea es de todos, hombres y mujeres, segn suscaractersticas y sus experiencias histricas. Nadie puede ser excluido de esteesfuerzo comn de reelaboracin de las condiciones de la vida. Sin embargo, este

    paradigma no es tan nuevo. En las sociedades pre-capitalistas del mundo enterohemos conocido referencias de este tipo, es decir una visin completa (holstica) deldestino humano sobre la tierra. Muchas veces ella se expreso en trminos religiosos,tanto en las tradiciones de base losca (taosmo, confucianismo, hinduismo,budismo, judasmo, cristianismo, islam) como en las religiones tradicionales. Setrata de redescubrir, en trminos contemporneos, para el mundo de hoy, lasperspectivas adecuadas y de traducirlas a algo concreto.

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    Redefnir las relaciones con la naturaleza: de la explotacin al respeto comofuente de vida

    La civilizacin moderna con su control importante de la naturaleza, su alta gradode urbanizacin, ha hecho olvidar a los seres humanos que, en ltima instancia,

    ellos dependen totalmente de la naturaleza para vivir. Los cambios climticos lesrecuerdan, a veces con gran brutalidad, esta realidad. Entonces, se trata de denir larelacin, no como la explotacin de la tierra, en tanto que fuente de recursos naturalescapaces de ser reducidos al estatuto de mercanca, sino como la fuente de toda vida,en una actitud de respeto a su capacidad de regeneracin fsica y biolgica. Esoevidentemente signica un cambio losco radical. Se trata de criticar el carcterpuramente utilitario de la relacin, que en el capitalismo llega a considerar los daosecolgicos como colaterales (eventualmente a reducirlos en la medida de lo posible),pero inevitables, o an peor, como externalidades, porque no entran en los clculosdel mercado y por consiguiente, en la acumulacin del capital.

    Algunos autores van ms lejos y ponen en tela de juicio el enfoque antropocntricode tales perspectivas (E. Gudymas, 2009, 68), proponiendo nuevos conceptos comoel derecho de la naturaleza, lo que el telogo brasileo Leonardo Boff (2000) hadefendido en varios de sus escritos. Es sobre esta base que el Presidente de laAsamblea general de las Naciones Unidas, Miguel DEscoto propuso en 2009, ensu discurso de despedida, una Declaracin Universal de los Derechos de la Madre

    Tierra y de la Humanidad. Un da de la Madre Tierra fue aprobado por esta mismaAsamblea por unanimidad, por los 192 pases representados. Se recordaba conrazn, que el ser humano es parte de la naturaleza y que no se trata de estableceruna dicotoma entre los dos, sino una simbiosis. Varios defensores de esta posicinestiman que solamente una actitud antropocentrista puede considerar el serhumano como el centro del mundo, sin tener en cuenta a los otros seres vivientes

    y hasta al planeta mismo, lo que provoca los efectos ecolgicos negativos queempezamos a conocer, de manera dramtica.

    Sin embargo, lo que llamamos el Bien comn de la Tierra solamente puede serabordado por la mediacin del gnero humano. En efecto, es solamente a travssuyo que se plantea el problema de la posibilidad de que la Tierra se regenere ono, frente a la actividad humana predatoria y destructiva. Es por eso que el BienComn de la Humanidad pasa por la supervivencia de la naturaleza, es decir (de)la biodiversidad. Si se habla de los derechos de la naturaleza (Eduardo Gudynas,2009) es en un sentido derivado o secundario, porque es solamente el gnero humanoel que puede expresarlo en estos trminos, es decir infringirlos o respetarlos. Ni latierra, ni los animales, pueden reivindicar el respeto de sus derechos. Son los seres

    humanos los responsables de la destruccin de los ecosistemas. En este sentidose puede utilizar, segn el jurista Antonio Salamanca, las categoras de derechotitular o de derecho vicario, que la comunidad humana ejerce en nombre de los no-capaces (animales, nios no-nacidos, incapacitados) quienes para la reproduccinde su vida necesitan la mediacin humana. Esta posicin no es antropocentrista,sino antropo-responsabilizante. De esta manera, en un proceso de ampliacin delsujeto jurdico, se puede hablar de Justicia climtica, sin pasar necesariamentepor una personalizacin de la tierra y sus elementos. Al mismo tiempo, no se puede

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    274 AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    ignorar que existe un vnculo entre la relacin que los seres humanos tienen conla naturaleza y las relaciones de clase. No todas las clases sociales se comportande la misma manera frente a la tierra. Se trata de una relacin de poder, puesta enprctica por la lgica del capitalismo.

    De todas maneras, el principio es la posibilidad de que planeta sea sustentable,es decir conserve la integridad de su biodiversidad y pueda renovarse frente alas actividades humanas. El ser humano puede tambin embellecer la naturaleza,utilizando sus riquezas vegetales para crear nuevos paisajes o jardines, utilizandosus elementos para producir belleza. La Tierra es tambin generosa y puedecontribuir, an con elementos no renovables, a la produccin y a la reproduccinde la vida. Sin embargo, eso es totalmente diferente de la explotacin para produciruna tasa de ganancia.

    En las grandes tradiciones loscas del Oriente, la unin profunda entre el serhumano y la naturaleza es una caracterstica del pensamiento. El respeto a todavida, que se encuentra en el hinduismo o en el budismo traduce esta conviccin, lomismo que la creencia en la reencarnacin como expresin de la unidad de la vida

    y de su continuidad. El hombre creado a partir del barro (la tierra), de la tradicinjudeo-cristiana y retomada por el islam, expresan la misma idea. La Biblia presentaal hombre como cuidador de la naturaleza (Gen. 1, 26-28). An si se arma que ellaest a su servicio, eso excluye evidentemente su destruccin. En muchos mitos dela creacin se puede encontrar concepciones similares en varias culturas de frica

    y de las Amricas.

    En los pueblos indgenas del continente americano, el concepto de la Madre Tierra(Pacha Mama) es central. Fuente de la vida, la Pacha Mama est personalizada ysu representacin incluye caractersticas antropomrcas, los elementos de la

    naturaleza tambin viven con su personalidad y son objeto de ritos shamnicos. Enla Cumbre sobre el Clima que tuvo lugar en Cochabamba en 2010, varios textos (eldocumento preparatorio y varias intervenciones de grupos o personas) superaronel carcter metafrico de la expresin Madre Tierra, para atribuir a esta ltimalas caractersticas de una persona viviente, capaz de escuchar, de reaccionar, deser amada, y por estas razones de ser un sujeto de derechos. La declaracin nalpeda la revalorizacin de la sabidura y de los saberes ancestrales y de reconocera la Madre Tierra como un ente vivo, con el cual tenemos una relacin indivisible,interdependiente, complementaria y espiritual. Fue una rearmacin fuerte delvnculo entre la naturaleza y la humanidad, dentro de la cosmovisin de los pueblosindgenas, que por otra parte subraya el carcter maternal (femenino) de la relacin.

    Se debe reconocer, al mismo tiempo, que frente a la lgica del capitalismo, aldesarrollo de la urbanizacin y a la atraccin del consumo irracional, tanto lasgrandes losofas orientales, como las tradiciones de los pueblos originales noresisten, se transforman rpidamente o an desaparecen del panorama cultural,como es el caso en los Tigres asiticos, en China y Vietnam y tambin entrelos pueblos indgenas del continente americano y los pueblos africanos. Elneoliberalismo acentu este fenmeno en el mundo entero. Participar de los valoresde la cultura dominante ha sido una aspiracin individual y colectiva de muchos.

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    275AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    Lo que pas con las clases subalternas europeas y con el cristianismo -el primersistema religioso a ser confrontado con el capitalismo-, se repite en otros lugares:la contaminacin ideolgica es un hecho real.

    Sin embargo, hoy en da se reutilizan conceptos tradicionales como instrumentos

    de memoria histrica, de reconstruccin cultural y de armacin de identidad,lo que puede ser muy til a la crtica de la lgica del capitalismo. Hay un ciertoorgullo en poder referirse a culturas histricas y en emplear sus conceptos paracontribuir a un proceso de reconstruccin social. Sin embargo, el peligro de caeren un fundamentalismo paralizante, ms orientado al pasado que al presente, noest totalmente ausente.

    Las referencias a la Pacha Mama(Tierra Madre) o al Sumak Kawsay (Buen Vivir), de lospueblos Kichwas o Suma Qamaa (Convivir Bien) de los pueblos Aymara. (Xavier Alb,2010, 54-55) pertenecen a estas categoras. Son conceptos fundadores de los pueblosindgenas, signicando en sus condiciones histricas concretas, cosmovisiones yprcticas de respecto a la naturaleza y de vida colectiva compartida. Pueden inspirar elpensamiento y la organizacin social contempornea y devolver su fuerza al smbolo.Sin embargo, el xito depende de las adaptaciones necesarias, de tal forma, comolo escribe Diana Quirola Surez, que la transformacin tendr la oportunidad decombinar lo mejor del conocimiento ancestral y moderno, con saberes y tecnologassincronizados con el funcionamiento de la naturaleza (2009, 107).

    No se trata evidentemente, de cuestionar la necesaria armona entre la naturalezay el gnero humano, ni de avalar el concepto capitalista de explotacin de lanaturaleza en funcin de un desarrollo concebido como simple crecimiento materialsin n. No se trata tampoco de negar la necesidad de revisar la losofa de estarelacin que ignora las otras especies vivientes y la capacidad de reproduccin del

    equilibrio de la naturaleza. No se puede nalmente despreciar ni marginalizar alas culturas que pueden hoy aportar a la humanidad una crtica saludable, tantode la relacin de explotacin, trasmitida por la lgica del capitalismo, como delindividualismo exacerbado del modelo de consumo y de los otros comportamientosque caracterizan esta ltima. Sin embargo, se debe reconocer que existen culturasdiferentes. Querer expresar el cambio necesario nicamente en trminos de unpensamiento simblico, que identica el smbolo con la realidad, signica chocarcon culturas caracterizadas por un pensamiento analtico que sita la causalidadde los fenmenos en sus campos respectivos, fsico o social.

    Los dos tipos de culturas coexisten hoy. La primera con una riqueza de expresinrecordando la fuerza del smbolo y la importancia del campo de los ideales,

    particularmente en el dominio de las relaciones con la naturaleza, implicando deverdad parmetros prcticos que se pueden perfectamente traducir en saberes,comportamientos y polticas , pero con una cosmovisin difcilmente asimilable poruna cultura urbana en cualquier parte del mundo. La segunda, que ciertamente hareducido la cultura a una racionalidad instrumental o a una pura superestructura(la cereza sobre el pastel, como dice el antroplogo francs Maurice Godelier),reforzando as la lgica del capitalismo y contribuyendo a su reproduccin, tambinpermiti un desarrollo importante del conocimiento, til para solucionar problemas

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    276 AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    prcticos y polticos. No sera sabio, en una lucha contra el capitalismo globalizadoque conduce la humanidad y el planeta al desastre, expresarse en un solo lenguajecultural. Al contrario, es el momento de aplicar el principio de la interculturalidaden todas sus dimensiones.

    Hemos hecho alusin previamente al aporte de Carlos Marx. Para l, el capitalismoprovoc una separacin articial y mecnica entre la naturaleza y el ser humano.La ruptura de equilibrio en el metabolismo, es decir el intercambio material entrela tierra y la satisfaccin de las necesidades de los seres humanos, tal como hasido denido por el proceso de acumulacin del capital, desemboc en esquemasirracionales, despilfarros y destrucciones (El Capital, Vol. 1, 637-38, citado porGian Delgado, 2011). Por eso se deben reducir los ujos energtico-naturales, demanera socialmente justa, para incrementar la calidad de la vida. Segn Marx,solamente el socialismo podr restablecer el equilibrio del metabolismo y poner na la devastacin de la naturaleza.

    La armacin de una nueva concepcin de las relaciones con la naturaleza, conllevamuchas consecuencias prcticas. Citaremos algunas de ellas a ttulo de ejemplos,reagrupndolas en tres partes: las prohibiciones o limitaciones, las iniciativaspositivas y lo que eso implica para una poltica de relaciones exteriores.

    - En la primera perspectiva, la aplicacin consiste en no aceptar la propiedad privadade lo que se llama los recursos naturales, es decir los minerales, las energasfsiles, las selvas. Se trata de un patrimonio comn de la humanidad que no puedeser apropiado por individuos y corporaciones, siguiendo la lgica de la economade mercado capitalista, es decir en funcin de intereses privados ignorando lasexternalidades y orientados por la maximizacin de la ganancia. Un primer paso enuna transicin consiste en la recuperacin de la soberana de los Estados sobre sus

    riquezas naturales, pero an eso no asegura el resultado esperado de una buenarelacin con la naturaleza. Empresas nacionales actan a menudo dentro de lamisma lgica y en este sentido, la soberana estatal tendra que integrar la losofadel respeto en vez de la explotacin. La internacionalizacin de este sector serael paso ulterior, condicionado sin embargo por una real democratizacin de lasinstituciones de esta ndole (las Naciones Unidas y sus rganos), que en muchoscasos estn bajo la inuencia de los poderes hegemnicos polticos y econmicos.Dentro de esta misma perspectiva la exigencia de introducir los costos ecolgicos detoda actividad humana en los clculos econmicos permitira reducir estos ltimos

    y contrariar la racionalidad instrumental excluyendo las externalidades, que fueuna de las bases del carcter destructivo del capitalismo.

    Otro aspecto es el rechazo a la mercantilizacin de los elementos necesarios parala reproduccin de la vida, como el agua y las semillas. Son bienes comunes quedeben salir de la lgica de la mercanca y entrar en una perspectiva de gestincomn segn varias modalidades, que no implican necesariamente la estatizacin,sino el control colectivo. De manera todava ms concreta, este principio implicaraponer n a los monocultivos que preparan las regiones inhabitables del futuro,en particular en materias de alimentos para el ganado y de agro-combustibles.Una tasa sobre los kilmetros recorridos por productos industriales o agrcolas

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    permitira reducir tanto el uso de energa como la contaminacin de los mares.Otras medidas similares podran ser tambin pensadas.

    2- De manera positiva, las reservas de biodiversidad tendran que ser extendidasa ms territorios. La promocin de la agricultura orgnica hara parte de este

    proyecto, como el mejoramiento de la agricultura campesina, ms ecaz a largoplazo que la agricultura productivista capitalista (Oliver De Schutter, 2011). Exigiruna prolongacin de la esperanza de vida de todos los productos industrialespermitira un ahorro de materias primas, de energa y una disminucin de laproduccin de gases a efecto invernadero (Wim Dierckxsens, 2011).

    3- Finalmente en el orden de la poltica internacional, la lucha contra lasorientaciones de base de las instituciones nancieras que contradicen el principiodel respeto a la naturaleza comporta un gran nmero de captulos. Se trata delBanco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, de los Bancos regionales ytambin de la regulacin de la Banca privada, tan poderosa en este tiempo denanciarizacin de la economa mundial. Las orientaciones de la OMC a favor dela liberalizacin del comercio mundial, tambin tienen sus vertientes ecolgicas,porque ella se realiza en mayor parte ignorando las externalidades. Los pasesmiembros de esta organizacin internacional tienen una gran responsabilidad eneste sector y las alianzas entre naciones ecolgicamente conscientes podran inuiren las decisiones.

    La promocin de convenciones internacionales es otro sector de gran importancia.Se puede citar a ttulo de ejemplos, las convenciones sobre el clima (Conferenciade Cancn), la biodiversidad (Conferencias de Bonn y Nagoya), sobre la proteccinde las aguas (ros y mares), sobre la pesca, sobre los deshechos (en particularnucleares) y varias otras. Un alto grado de sensibilidad al nuevo paradigma sera

    primordial en la ecacia internacional de los Estados progresistas y podra guraren la agenda de su poltica exterior.

    La redenicin del Bien Comn de la Humanidad en funcin de la relacin con lanaturaleza es una tarea esencial frente a los daos ecolgicos y a sus consecuenciasen la capacidad regeneradora del planeta as como en el equilibrio climtico. Esoes un hecho nuevo en la consciencia colectiva, pero est lejos de haber ya sidocompartido por todos los grupos humanos. Las sociedades socialistas no integraronrealmente esta dimensin en sus perspectivas y eso se comprueba todava hoy enel espectacular desarrollo econmico de un pas como China que se realiza sin darmucha atencin, por lo menos inmediata, a las externalidades. Un socialismo delsiglo XXI tendr que integrar este elemento como central.

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    278 AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    Reorientar la produccin de la base de la vida, privilegiando el valor de usosobre el valor de cambio

    El cambio de paradigma en su relacin con la economa consiste en privilegiar elvalor de uso en vez del valor de cambio, como lo hace el capitalismo. Se habla de

    valor de uso cuando un bien o un servicio adquiere una utilidad para satisfacer lasnecesidades de la vida de uno. Los bienes adquieren un valor de cambio cuandoson objeto de una transaccin. La caracterstica de una economa mercantil esprivilegiar el valor de cambio. Para el capitalismo, la forma ms desarrollada de laproduccin mercantil, este ltimo es el nico valor. Un bien o un servicio que nose convierte en mercanca, no tiene valor, porque no contribuye a la acumulacindel capital, n y motor de la economa (M. Godelier, 1982). En esta perspectiva, elvalor de uso es secundario y, como lo escribe Istvn Mszars, puede adquirir elderecho a la existencia si se amolda a los imperativos del valor de cambio (2008,49). Incluso se puede producir bienes sin ninguna utilidad a condicin de quesean pagados (la explosin de los gastos militares, por ejemplo, o los elefantesblancos de la cooperacin internacional). Se crean necesidades articiales (por lapublicidad) (Wim Dierckxsens, 2011) o tambin se amplan los servicios nancierosen burbujas especulativas. Al contrario, dar mayor importancia al valor de usohace del mercado un servidor de las necesidades humanas.

    De verdad, el concepto de necesidades es relativo. Cambia con las circunstanciashistricas y el desarrollo de las fuerzas productivas. El principio es que todos losseres humanos tienen el derecho a satisfacer sus necesidades vitales. Es lo quela declaracin Universal de los Derechos Humanos arma de manera enftica. Sinembargo, eso no se realiza en abstracto, sino en circunstancias econmicas, sociales

    y polticas bien determinadas. La relatividad no puede signicar desigualdadesinjustas, los unos teniendo ms necesidades que otros en funcin de su situacin de

    clase, de gnero o de etnicidad. La satisfaccin de las necesidades bsicas tiene queser denida por la comunidad a diversos niveles, dentro de un proceso democrtico ypor organismos competentes (parlamentos nacionales e internacionales, asambleasrepresentativas); es lo que se podra llamar el establecimiento de una economamoral, es decir sometida a imperativos ticos que contradicen el predominio del valorde cambio en tanto fuente de acumulacin del capital y n ltimo de la economa.

    Esto no es posible sin cuestionar la propiedad privada de los principales mediosde produccin, lo que precisamente permite el ejercicio de un poder de decisin afavor de los detentores de los bienes de capital y una subordinacin del trabajo alcapital, real (directamente a travs del salario) o formal (indirectamente por mediode otros mecanismos, como polticas monetarias, dcits y deudas de los Estados,

    especulacin en los precios de los alimentos y de la energa, privatizaciones de losservicios pblicos, etc.)4. El control exclusivo del capital sobre el proceso de produccintambin origina la degradacin del trabajo mismo (Jorge Benstein, 2009, 21) y la novaloracin del trabajo de las mujeres, esencial, sin embargo, para la reproduccinde la vida en todas sus dimensiones. Es evidente que la estatizacin completa comocontrapeso al mercado total no es una solucin satisfactoria, como las experienciassocialistas del pasado lo comprobaron. Existe una multitud de formas de controlcolectivo, desde las cooperativas hasta las asociaciones de ciudadanos.

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    De ah una denicin totalmente diferente de la economa. No se trata ms de producirun valor agregado en benecio de los propietarios de los bienes de produccin odel capital nanciero, sino de la actividad colectiva destinada a asegurar las basesde la vida fsica, cultural y espiritual de todos los seres humanos en el planeta. Nose puede aceptar una economa mundial y nacional basada en la explotacin del

    trabajo para maximizar la tasa de ganancia, ni una produccin de bienes y serviciosdestinados al 20 % de la poblacin mundial que tiene un poder de compra bastanteelevado, dejando a los dems excluidos de la reparticin, porque no producenun valor agregado y no disponen de ingresos sucientes. Redenir la economasignica (as) un cambio fundamental. Evidentemente privilegiar el valor de uso,lo que implica un desarrollo de las fuerzas productivas, debe realizarse de acuerdocon el primer fundamento, el respeto a la naturaleza y tambin con los dos otrosque abordaremos ms adelante, la democracia generalizada y la interculturalidad.No excluye los intercambios, necesarios tambin para satisfacer nuevos valores deuso, pero a condicin de no crear desequilibrios en el acceso (a) local a valores deuso y de incluir las externalidades en el proceso.

    Crecimiento y desarrollo no son conceptos equivalentes. Es lo que los economistasneo-clsicos y an los neo-keynesianos parecen olvidar. Como lo dice Jean-PhilippePeemans, profesor de la Universidad Catlica de Lovaina, se impuso la lgica dela acumulacin como la nica lgica del desarrollo (Jean-Philippe Peemans, 2010,33). Una nueva reexin ha tenido lugar con varias formas de expresin. Una deella fue la de retomar el concepto de los pueblos indgenas de Amrica Latina elbuen vivir (Sumak kawsay)nocin mucho ms amplia y que implica no solamentelo contrario de un crecimiento como un n en s mismo, sino tambin la armonacon la naturaleza (Diana Quiroga, 2009, 105). Ya en los aos sesenta, el Club deRoma haba propuesto el crecimiento cero, como solucin, a lo que ya se percibacomo una va no sostenible. En la Unin Sovitica de los aos cincuenta, Wolfgan

    Harsch public un libro muy original, titulado Comunismo sin Crecimiento. Laidea fue retomada de manera todava ms radical por Serge Latouche, en Francia,quien lanz, en los noventa, el concepto de Decrecimiento, lo que inspir a variosmovimientos, principalmente en las clases medias de Europa, para reducirel consumo y respetar el entorno natural. Si bien el contenido es positivo y esimportante denunciar el mito pretendido de que el crecimiento resolver todos losproblemas (Serge Latouche, 2010), la nocin es bastante eurocntrica y limitada alas clases del consumo.

    Parece bastante indecente predicar el decrecimiento a poblaciones africanas o ana los empobrecidos de las sociedades industrializadas. Un concepto como el delBuen vivir tiene una connotacin positiva y ms amplia. En Buthan, bajo la

    inuencia del budismo, es la nocin de felicidad la que fue adoptada ocialmentecomo meta poltica y social. Estos casos son tal vez pequeas islas dentro delocano del mercado mundial, pero anuncian el desarrollo de una visin crtica delmodelo contemporneo, con una perspectiva netamente holstica.

    Privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio signica tambin redescubrir elterritorio. La globalizacin hizo olvidar la proximidad para favorecer los intercambiosglobales, ignorando las externalidades y dando prioridad al capital nanciero, el

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    ms globalizado de los elementos de la economa por su carcter virtual. El territoriocomo espacio de actividad econmica, pero tambin de responsabilidad poltica yde intercambio cultural es el lugar de otra racionalidad. No se trata de reducirlo auna dimensin menor, sino de reexionar en trminos de multi-dimensionalidad,donde cada elemento, desde la unidad local hasta el mundo, tiene su funcin, sin

    hundir la una en la otra.

    De all los conceptos de soberana alimentaria o de soberana energtica, quesignican que los intercambios estn sometidos a un principio superior, lasatisfaccin de las necesidades a la dimensin del territorio (Jean-PhilippePeemans, 2010). En la perspectiva del capitalismo, la ley del valor impone laprioridad de la mercantilizacin y por eso se privilegia, por ejemplo, los cultivos deexportacin a la produccin de alimentos para el consumo local. El concepto deseguridad alimentaria no basta, porque puede estar asegurado por intercambiosbasados en la destruccin de las economas locales, (de) la sobre-especializacinde ciertos territorios y la globalizacin del transporte, gran consumidor de energa

    y contaminador del entorno.

    En la misma lnea la regionalizacin de las economas en todo el mundo es un pasotransicional favorable, para desvincularse de un centro capitalista que transforma alresto del mundo en periferias (an emergentes). Esto vale tanto para los intercambios,como para el sistema monetario, redibujando as un modelo globalizador.

    Esto nos lleva a las medidas concretas, que son numerosas y de las cuales daremossolamente algunos ejemplos. Desde un punto de vista negativo, no se puede aceptarla prioridad del capital nanciero y por eso se debe abolir los parasos scales en todassus modalidades, tanto como el secreto bancario, dos instrumentos poderosos de lalucha de clases. Tambin establecer una tasa a los ujos nancieros internacionales

    (tasa Tobin) podra reducir el poder del capital nanciero. Las deudas odiosasdeben ser denunciadas despus de auditoras, como se hizo en el Ecuador. Nose puede admitir la especulacin sobre los alimentos y la energa. Una tasa a loskilmetros recorridos por los bienes industriales o agrcolas permitira reducir losgastos ecolgicos de transporte y el abuso de las ventajas comparativas. Alargarla esperanza de vida de los productos industrializados permitira un gran ahorrode materias primas y de energa y disminuira la ganancia articial del capitalgenerada solamente por la rapidez de su rotacin (Wim Dierckxsens, 2011).

    Desde un punto de vista positivo, se puede dar muchos ejemplos tambin. Laeconoma social se construye sobre otras bases lgicas que las del capitalismo.Es cierto que es todava marginal frente a la inmensa concentracin del capital

    oligoplico, pero es posible incentivar varias de sus formas. Lo mismo vale paralas cooperativas y el crdito popular. Deben ser protegidas de la destruccin, o desu absorcin por el el sistema dominante. Por su parte, las iniciativas econmicasregionales son medios favorables a una trasformacin de la lgica econmica acondicin de no ser simplemente una adaptacin del sistema a nuevas tcnicas deproduccin y as servir de instrumento de integracin de las economas nacionalesa un conjunto capitalista de nivel superior. La restauracin de los bienes comunesprivatizados por el neo-liberalismo es una va fundamental en muchos dominios:

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    servicios pblicos como el agua, la energa, le trasporte, las comunicaciones, la salud,la educacin, la cultura, todo lo que ahora entra en el sistema de necesidades/capacidades). Eso no signica necesariamente la estatizacin (necesaria en varioscasos) sino el establecimiento de muchas formas de control pblico y ciudadanosobre estas producciones y distribuciones.

    Redenir el Bien Comn de la Humanidad en funcin de otra denicin de laeconoma es entonces una tarea necesaria frente a la destruccin del patrimoniocomn, como resultado del olvido de la dimensin colectiva de la produccin de lavida y de la exclusividad del individualismo.

    Reorganizar la vida colectiva a travs de la generalizacin de la democracia enlas relaciones socialesy las instituciones

    Un tercer eje en la revisin de los fundamentos de la vida colectiva, en funcindel nuevo paradigma del Bien Comn de la Humanidad est constituido por unageneralizacin de la democracia, no solamente aplicada al sector poltico, sinotambin al sistema econmico, en las relaciones entre hombres y mujeres, yen todas las instituciones. En otras palabras, la democracia formal, a menudoutilizada como una manera de establecer una igualdad articial, reproduciendo dehecho desequilibrios sociales no reconocidos, debe transformarse en la formulacinpoltica de la solidaridad. Eso implica, en particular, una revisin del concepto delEstado y una reivindicacin de los derechos humanos en todas sus dimensiones,individuales y colectivas. Se trata de hacer de cada ser humano, sin distincinde raza, sexo, o clase, un sujeto de la construccin social y as de revalorizar lasubjetividad (Franz Hinkelammert, 2005).

    La concepcin del Estado es bastante central en este mbito. El modelo de Estado

    jacobino, borrando todas las diferencias para construir ciudadanos en principioiguales, no basta para llegar a una verdadera democracia. Sin duda fue un pasoadelante frente a las estructuras polticas del Antiguo rgimen europeo. Hoy dano solamente se debe tener en cuenta las oposiciones de clase que permiten a unade ellas o a una coalicin de estas, apoderarse de los aparatos del Estado paraestablecer la dominacin de sus intereses, sino tambin las varias nacionalidadesque constituyen un territorio y que tienen el derecho de reivindicar sus culturas,sus referencias territoriales, sus instituciones sociales. No se trata de caer enun comunitarismo debilitando al Estado, como en ciertos pases europeos de laera neo-liberal, ni de regresar a un pasado romntico, como ciertos movimientospoltico-religiosos, ni de aceptar sin crtica el neo-anarquismo de ciertas protestaslegitimas y masivas, ni de caer en la trampa de los poderes econmicos (empresas

    transnacionales o instituciones nancieras internacionales) que preeren negociarcon entidades locales de pequea dimensin. El objetivo es llegar a un equilibrioentre estas diversas dimensiones de la vida colectiva, internacionales, regionales,locales, reconociendo su existencia e instaurando mecanismos de participacin.El papel del Estado no puede ser concebido sin tener en cuenta la situacin de losgrupos sociales ms marginalizados, los campesinos sin tierra, las castas inferiores

    y los dalits (fuera de castas) ignorados desde hace milenios, los pueblos indgenas deAmrica y los afro-descendientes excluidos desde hace ms de 500 aos y en estos

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    grupos, las mujeres a menudo doblemente marginalizadas. Procesos jurdicos, anconstitucionales, no bastan para cambiar la situacin, an si son tiles. El racismo

    y los prejuicios no desaparecen rpidamente en ninguna sociedad. En este sectorel factor cultural tiene una importancia grande y puede ser el objeto de iniciativasespeccas. Las polticas sociales, de proteccin contra las agresiones del mercado

    total y que permiten la satisfaccin de las necesidades de base, constituyen unpaso importante de la transicin, a condicin de no ser solamente asistencialistas

    y desvinculadas de reformas estructurales.

    Es tambin importante sealar que ha habido una utilizacin de un vocabulariodesviado de su sentido original. Las prcticas discursivas de la derecha son notablesen esta materia. Se habla hoy, por ejemplo, de un capitalismo verde. Pero an en lospases que quieren un cambio, el uso de conceptos tradicionales, a titulo de losofade base de las nuevas orientaciones, como el Sumak Kawsay,por ejemplo,debe sermedido en su sentido real, que puede ser elemento de una real transicin a otromodo de existencia colectiva, pero puede tambin transformarse en una adaptacindel sistema existente. El contexto poltico general permitir entenderlo y evaluarlo.

    La generalizacin de la democracia vale tambin para el dilogo entre las instanciaspolticas y los movimientos sociales. La organizacin de instancias de consulta yde dilogo pertenecen a la misma concepcin, respetando la autonoma mutua. Elproyecto de un Consejo de movimientos sociales en la arquitectura general del ALBAes una tentativa original en este sentido. El concepto de sociedad civil a menudoutilizado para expresar esta democracia generalizda, no deja de ser ambiguo, porquees tambin el lugar de las luchas de clase: existen en realidad una sociedad civilde abajo y una de arriba y la utilizacin no calicada del trmino, permite muchasveces crear la confusin y presentar soluciones sociales que ignoran las diferenciasde clase5. Por otra parte, algunas formas de democracia participativa, como se

    encuentran en varios pases latino-americanos, entran tambin en la misma lgicade democracia generalizada. Una independencia real de los diversos poderesejecutivo, legislativo y judicial es una garanta de funcionamiento democrticonormal. Un Estado democrtico debe ser tambin laico, es decir sin la intervencinde instituciones religiosas mayoritarias o no, en los rganos de poder del Estado. Almismo tiempo es la base de la libertad religiosa. Eso no signica un Estado laicista,que no reconoce la dimensin pblica del factor religioso (la dimensin tica socialde la Teologa de la Liberacin, por ejemplo) ni tampoco, como fue el caso en pasesdel socialismo real, estableciendo el atesmo como casi-religin de Estado.

    Hay otras instituciones concernidas por el mismo principio. Nada menosdemocrtico que el sistema econmico capitalista, con la concentracin del poder

    de decisin en pocas manos. Lo mismo vale para los medios de comunicacinsocial y se aplica tambin a todas las instituciones sociales, sindicales, culturales,deportivas, religiosas.

    Asociada con la democracia generalizada, est evidentemente la nocin de no-violencia. Los conictos tienen que resolverse en las comunidades humanas, desdela familia hasta el orden internacional, va mecanismos no-violentos adecuados,formales o informales. Se debe distinguir entre ejercer la fuerza y utilizar la

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    283AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    violencia. El concepto de violencia legtima utilizado por el socilogo alemn MaxWeber, es peligroso, porque llega a una justicacin fcil, por ejemplo, de guerrasrecientes, como en Irak, en Afganistan o en Libia. Sin embargo, si la no-violenciaes el principio, lo deseable y deseado, la situacin real es la de un mundo violento.Las razones son casi siempre, la bsqueda de una hegemona econmica o poltica.

    En la historia moderna, la reproduccin del capitalismo como sistema ha sido unfactor preponderante, para la acumulacin del capital interno (el complejo militaro-industrial), para asegurar el predominio de una nacin sobre otra, nalmente para elcontrol de los recursos naturales (petrleo y metales estratgicos). Los argumentosculturales y religiosos han sido, de manera consciente o no, legitimaciones ideolgicascapaces de motivar pueblos y muchedumbres, a conictos de naturaleza econmicao poltica. Fueron tambin armas inmateriales de grupos oprimidos buscando la

    justicia. As, como las dictaduras, las guerras son el fracaso de la democracia ysignican una ruptura con la bsqueda del Bien Comn de la Humanidad. Hoyen da, con las tecnologas de muerte disponibles, no existen ms guerras justas,sino las resistencias populares de los pueblos que se levantan, cuando toda salidademocrtica ha sido excluida. Solamente un anlisis socio-poltico e histricocompleto (holstico) puede dar cuenta de estas situaciones.

    Polticas concretas tanto negativas como positivas resultan de estos principios.Dispositivos para luchar contra el racismo o la discriminacin de sexo en variasmaterias entran en esta orientacin. Lo mismo vale para los medios de comunicacinmasiva, prohibiendo, por ejemplo, su propiedad al capital nanciero. Reglas defuncionamiento democrtico (igualdad de los sexos, alternabilidad en los cargos,etc.) podran constituir condiciones de reconocimiento pblico (y eventualmentede subsidio) de instituciones no estatales, como partidos polticos, organizacionessociales, ONGs e instituciones culturales y religiosas.

    Para la poltica internacional, las aplicaciones son mltiples. Se piensaevidentemente en la ONU, donde varios componentes, para empezar, el Consejode Seguridad, son muy poco democrticos. Igualmente sucede con los rganos deBretton Woods, en particular el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.Apoyar los esfuerzos en este sentido puede ser una prioridad para los gobiernosde la periferia. El funcionamiento informal, pero con grandes poderes reales, delG8 o an del G20, deben ser cuestionados. Las Cortes de Justicia para el respetode los Derechos humanos, que son rganos deseables, tienen que ser sometidosa las mismas normas de democracia y nuevos campos de aplicacin, como loscrimines econmicos, las deudas odiosas y los daos a la naturaleza tendrn de serpromovidos. Todas las nuevas instituciones regionales latinoamericanas, como elBanco del Sur, (la moneda) la unidad de valor para el intercambio regional SUCRE,

    el Alba, sern objeto de una atencin particular en el sentido de generalizacin dela democracia y lo mismo vale para los otros continentes.

    La destruccin de la democracia por el capitalismo, especialmente en su faseneo-liberal, ha sido tal, que las sociedades, a todos los niveles, se organizan enfuncin de las ventajas de una minora, provocando un grado de desigualdad en elmundo, nunca antes visto en la historia humana. Restablecer un funcionamiento

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    284 AGO.USB Medelln-Colombia V. 14 No 1 PP. 1- 325 Enero - Junio 2014 ISSN: 1657-8031

    democrtico como paradigma universal constituye entonces un pilar del BienComn de la Humanidad.

    Instaurar la interculturalidad en la construccin del Bien Comn universal.

    Dar a todos los saberes, todas las culturas, las losofas, las religiones, la posibilidadde contribuir al Bien Comn de la Humanidad, es el objetivo de la revisin de estefundamento cultural. ste no puede ser papel exclusivo de la cultura occidentalque en realidad est actualmente identicada con la concepcin de desarrollo,eliminando o marginalizando todas las otras perspectivas. Se debe descolonizarel imaginario6. Eso implica una lectura de la realidad, su interpretacin o suanticipacin como la tica necesaria para la elaboracin del Bien Comn de laHumanidad, la dimensin afectiva necesaria para la auto-implicacin de los actores

    y las expresiones estticas y prcticas. La pluricultu