Holst, Spencer-El idioma de los gatos

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  • 8/7/2019 Holst, Spencer-El idioma de los gatos

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    SPENCER HOLST

    EL IDIOMA DE LOS GATOS

    Traduccin: Ernesto Scho

    EDICIONES DE LA FLOR

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    Ttulo del original ingls: The language of cats

    1971 by Spencer Holst

    Primera edicin: septiembre de 1972

    Segunda edicin: abril de 1995

    Tapa: Patricia Jastrzebski con ilustraciones de la tapa

    de la primera edicin realizada por Oscar Smoje

    1995 by Ediciones de la Flor S.R.L.

    Gorriti 3695 (1172) Buenos Aires

    Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723

    Impreso en Argentina

    Printed in Argentina

    ISBN 950-515-146-2

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    ndice

    ndice..............................................................................................................................................................3Prlogo: El idioma de Spencer Holst.............................................................................................................4La cebra cuentista.......................................................................................................................................... 9Mona Lisa encuentra a Buda........................................................................................................................10Otro impostor...............................................................................................................................................11El asesino de Pap Noel...............................................................................................................................13El murcilago rubio......................................................................................................................................16Ajedrez.........................................................................................................................................................18El monstruo de la calle Monroe...................................................................................................................20El idioma de los gatos..................................................................................................................................22

    10.000 reflejos..............................................................................................................................................29Miss Lady ....................................................................................................................................................31El hombre que siempre estaba deseando..................................................................................................... 33Una persecucin...........................................................................................................................................35Sobre la esperanza........................................................................................................................................36El que vino...................................................................................................................................................39La historia del espejo...................................................................................................................................41Uas............................................................................................................................................................. 45Historia de confesiones verdaderas..............................................................................................................46Pinzn & Duende.........................................................................................................................................50El copista de msica.....................................................................................................................................52El saln de baile escondido de Versalles.....................................................................................................56

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    Prlogo: El idioma de Spencer Holst

    Ahora que lo pienso, la perfecta introduccin a este pequeo gran libro no deberasobrepasar la longitud de las ms breves ficciones aqu contenidas. Aun as, cmolimitarse a una simple enumeracin de adjetivos entusiastas? cmo evitar la tentacinde escribir un poco ms acerca de El idioma de los gatos despus de haber conversadotanto acerca de El idioma de los gatos, despus de haber ledo tantas veces El idioma delos gatos?

    Pequeos prrafos entonces; ideas sueltas perseguidas y atrapadas. Para definir unpequeo gran libro llamado El idioma de los gatos y un escritor llamado Spencer Holst.

    * * *

    Por ejemplo, si Spencer Holst escribiera la historia de este libro, la historia de estelibro sera ms o menos as:

    Haba una vez casi todos los relatos de este libro empiezan con un Haba unavez... o un Hubo una vez...un libro llamado El idioma de los gatos que se public ensu idioma original, en Estados Unidos, en un ao que responda al nombre de 1971.

    Al ao siguiente un ao que responda al nombre 1972 en un raro yagradecible gesto de audacia, un editor llamado Daniel Divinsky lo hizo traducir por un

    escritor llamado Ernesto Scho para publicarlo en una editorial llamada De la Flor enun pas llamado Argentina.La primera edicin del libro tard ms de veinte aos en agotarse y sin embargo

    fue un xito fulminante. Se entiende por xito el hecho de que cada persona que leaese libro se converta en una persona ms feliz, ms creyente en los poderes mgicos yteraputicos de la literatura.

    El idioma de los gatos se convirti en uno de esos contados libros sobre los que sejura, un libro muy popular entre escritores o entre personas que queran ser escritorescuando fueran grandes. A veces, unos y otros se cruzaban en la calle, en una fiesta, ycon acento conspirador y modales de contrasea se preguntaban unos a otros sihaban ledo El idioma de los gatos. Si la respuesta era afirmativa, inmediatamente se

    enumeraban sus tramas como perlas en un collar: el gato cazador de cebras, la comedorade uas, el murcilago rubio, el desdichado monstruo de la calle Monroe, el hombre quesiempre estaba deseando...

    Se conversaba sobre El idioma de los gatos ms de lo que se demoraba en leerElidioma de los gatos. Se sonrean sus palabras y sus personajes. Se teorizaba sobre elparadero y la vida de Spencer Holst. Se fabulaba la idea de alquilar un avin, ir abuscarlo a Nueva York y organizar un desfile en su honor por la Quinta Avenida.Finalmente, cada uno volva a su casa, prenda las luces, iba hasta su biblioteca y sesentaba a leer una vez ms El idioma de los gatos.

    Un crtico norteamericano escribi que los cuentos de Spencer Holst estabandestinados a durar para siempre. Tena razn. Las historias contenidas en El idioma delos gatos son inmortales en su facultad de regenerarse una y otra vez, de parecersiempre diferentes, de cambiar con las estaciones y con la edad con que se las lee.

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    El idioma de los gatos es, s, un clsico.Y esta es la segunda edicin argentina ms de veinte aos despus de El

    idioma de los gatos.

    * * *

    Las ganas de volver a leerEl idioma de los gatos no demoran en traducirse en lasganas de seguir escribiendo sobre El idioma de los gatos.

    Le por primera vez El idioma de los gatos en otro pas, en Venezuela, lejos.Me lo regal Daniel Divinsky.Eso fue en 1976, creo.Y todos estbamos en Venezuela porque no estbamos en Argentina, claro.Desde entonces tengo ganas de escribir acerca de E/ idioma de los gatos. No pienso

    desaprovechar esta oportunidad. Voy a escribir todo lo que tengo para escribir almenos hasta que vuelva a leer el libro; maana, pasado sobre El idioma de los gatos ysobre Spencer Holst.

    * * *

    Hasta hace poco, Spencer Holst era un enigma para m. Algunas noches nada mecostaba imaginarlo como transparente seudnimo de J. D. Salinger.

    Pero no; Daniel Divinsky me jur que Spencer Holst exista y que posiblemente seencontrara con l en un prximo viaje a Nueva York.

    Como en un cuento de Spencer Holst, Daniel Divinsky y yo coincidimos en esaciudad el pasado octubre y la posibilidad de conocer a uno de mis hroes era, deimproviso, una posibilidad cierta.

    Algo ocurri, claro. Nos desencontramos.A la vuelta, Daniel Divinsky me ofreci un cassette con una conversacin con

    Spencer Holst para la escritura de este prefacio.Despus de pensarlo un poco, decid no aceptar la oferta para as preservar el

    enigma y el conocimiento puro de un autor tan slo a travs de sus textos.

    * * *

    An as, me hago sitio aqu para comentar las fotos del autor que acompaan laedicin de The Zebra Storyteller / Collected Stories by Spencer Holst (Station Hill,1993, 305 pginas).

    No fue fcil encontrar el libro de Spencer Holst.El libro de Spencer Holst no est en todas las libreras. No es un libro fcil deencontrar.

    Lo encontr cerca del final del viaje, cerca de la medianoche en una libreradel barrio universitario.

    81st Street, estoy casi seguro.$ 14.95 ms el impuesto.Superada esa inconfundible emocin que siempre nos asalta cuando se encuentra

    aquello que se busca, descubr que el libro vena con fotos del autor.Doce fotos.Fotos de un seor que desciende de celtas, escandinavos e indios.

    Un seor que debe tener setenta y tantos aos pero que si se lo observaatentamente parece no tener edad. Gorra de baseball. Libro en mano. Inequvoco

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    aspecto de gnomo que sabe contar historias y que en una breve noticia biogrficaprecisa que dentro de la geografa de la literatura siempre sent que mi obra estabaequidistante entre dos escritores, ambos nacidos en Ohio: Hart Crane y James Thurber.Pero mi mujer me dice que no sea tonto, que mis historias estn a mitad de camino entreHans Christian Andersen y Franz Kafka.

    La mujer de Spencer Holst es pintora, suele ilustrar los libros de su marido y sellama Beate Wheeler y aparece junto a Spencer Holst en algunas de las fotos de TheZebra Storyteller.

    * * *

    Spencer Holst pas varios aos contando sus historias de pie y en voz alta en loscafs literarios de Nueva York.

    Alguien que lo escuch entonces escribi que no cuesta demasiado imaginarlocontando historias en las calles de la antigua Roma.

    Despus enseguida Spencer Holst se hizo relativamente famoso y gan varios

    premios y el aprecio inquebrantable de muchas personas ms famosas que l.El ms hbil fabulador de nuestro tiempo, no vacil en informar The New York

    Times, por ejemplo.De ah lo que ya escrib al principio: en Nueva York como en Buenos Aires,

    como en Praga los escritores y las personas que quieren ser escritores cuando seangrandes se preguntan unos a otros si han ledo un libro llamado El idioma de los gatosde Spencer Holst.

    * * *

    Hay un saln de baile escondido en Versalles donde anidaron las lucirnagas. Unsaln de baile donde se encuentran a bailar los aforismos con los satoris y los haikuscon las epifanas. Ese saln de baile escondido se llama, s, El idioma de los gatos.

    Mucho antes de que trminos como minimalismo o ficcin sbita vinieran adesafinar la gracia de las partituras, Spencer Holst era la segunda viola de la orquestadel saln de baile escondido.

    Nadie lo explic mejor que John Cage cuando escribi que: Estas historias fueronescritas ejecutando la mquina de escribir. Su autor es un mago; lo que significa queuno puede leer una historia, puede saberla de memoria, puede haber visto cmo se laescriba... pero an as no comprender cmo se lo consigui. Y la mquina de escribirque el autor utiliza es una mquina de escribir comn y corriente.

    Es cierto.Pero el misterio de El idioma de los gatos a pesar del resplandor que encandilaes un misterio generoso.

    No creo no puedo recordar ahora que haya libros ms claros y didcticos a lahora de sealar los resortes que mueven a una historia, explicar los diferentes bloquesque construyen una trama, ofrecer las instrucciones precisas a la hora de ordenar elritmo cardaco y cerebral de una historia.

    Est todo aqu trucos, astucias, consejos en frases como Tal es la funcin delcuentista o La pornografa no tiene ningn lugar de ninguna clase en la literatura; oPero, como autor, tengo ciertos poderes o en los perfectos y emocionantes finales deEl asesino de Pap Noel y de El copista de msica; o sobre todo en la oracin

    que cierra la magistral Historia de confesiones verdaderas donde puede leerse aquellode Ah! Qu gran cosa es ser artista!.

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    Tiene razn.Exactamente.

    * * *

    Mi gratitud como lector y escritor hacia este libro y su autor es infinita.Todas y cada una de las veces que sostuve El idioma de los gatos en mis manos mesent privilegiado miembro de una secta y como todo poseedor de un secreto enms de una oportunidad me pregunt si no estaba bien que as fuera; que no fueranmuchos los que conocieran la existencia de Spencer Holst.

    El paso del tiempo me dicen nos vuelve ms generosos y por eso le ped aDaniel Divinsky primero la autorizacin para reproducir varios de estos cuentos ypredicar la Buena Nueva en las pginas veraniegas de un diario y cuando supe de lareedicin de El idioma de los gatos el honor de aportar estas lneas desordenadas porla felicidad y el entusiasmo.

    Podra seguir maullando varias pginas ms sobre El idioma de los gatos pero lo

    de antes, la necedad de no compartir las palabras mgicas estara cometiendo unainjusticia y pecando de egosta al postergar el encuentro de los lectores con lasmaravillas que aguardan al otro lado de esta puerta.

    Un ltimo comentario entonces, una intuicin final.Uno de los mejores relatos de El idioma de los gatos apuesta a un tan hipottico

    como impostergable encuentro entre Mona Lisa y Buda all arriba, en el cielo. MonaLisa entra por un extremo de una sala en la que cuelgan muchas cortinas ondulantes yBuda entra por el otro extremo de la sala en la que cuelgan muchas cortinas ondulantes.Se encuentran en el centro exacto del lugar y concluye Spencer Holst sesonrieron.

    Lo que Spencer Holst no aclara tal vez por humildad, tal vez por no saberlo esel verdadero motivo detrs de esas sonrisas.

    Yo como el narrador de El asesino de Pap Noel conozco a la perfeccin elmotivo detrs de las sonrisas de Mona Lisa y Buda.

    Oh, no tengo ninguna prueba, pero es precisamente por eso que estoy tan seguro deque lo s.

    Mona Lisa y Buda acaban de leer no hace falta aclarar que no es la primera vezque lo leen un libro llamado El idioma de los gatos escrito por alguien llamadoSpencer Holst.

    Por eso sonren.Por eso van a sonrer ustedes.

    Bienvenidos al cieloRodrigo Fresn

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    ... que, en general, de la violacin de unas pocas leyes simples de humanidad nace ladesdicha del hombre: que como especie tenemos en nuestro poder los todava no elaboradoselementos de gratificacin: y que, an hoy, en las presentes oscuridad y locura de todopensamiento acerca de la gran cuestin de la condicin social, no es imposible que el hombre,

    bajo ciertas condiciones inusuales y altamente fortuitas, pueda ser feliz.

    EDGARALLAN POEEl dominio de Arnheim

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    La cebra cuentista

    Hubo una vez un gato de Siam que pretenda ser un len y que chapurreaba elcebraico.

    Este idioma es relinchado por la raza de caballos africanos a rayas.He aqu lo que sucede: una cebra inocente est caminando por la jungla y por el

    otro lado se aproxima el gatito; ambos se encuentran.Hola! dice el gato siams en cebraico pronunciado a la perfeccin.

    Realmente es un lindo da, no? El sol brilla, los pjaros cantan, el mundo es hoy unhermoso lugar para vivir!

    La cebra se asombra tanto de escuchar a un gato siams que habla como una cebra,que queda en condiciones de ser maniatada.De modo que el gatito rpidamente la ata, la asesina y arrastra los despojos mejores

    a su guarida.El gato caz cebras con xito durante muchos meses de esta manera, saboreando

    filet mignon de cebra cada noche, y con los mejores cueros se hizo corbatas de moo ycinturones anchos, a la moda de los decadentes prncipes de la Antigua Corte de Siam.

    Empez a vanagloriarse ante sus amigos de ser un len y como prueba les ofrecael hecho de que cazaba cebras.

    Los delicados hocicos de las cebras les advirtieron que en realidad no haba lenalguno en las cercanas. Las muertes de cebras provocaron que muchas de stas

    soslayaran la regin. Supersticiosas, resolvieron que la selva estaba hechizada por elespritu de un len.Un da, la cebra cuentista deambulaba por ah, y en su mente se cruzaban

    argumentos de historias para divertir a las otras cebras, cuando repentinamente sus ojosse iluminaron y exclam: Eso es! Contar la historia de un gato siams que aprende ahablar en nuestro idioma! Qu historia! Esto las har rer!.

    En este preciso momento apareci ante ella el gato siams y le dijo: Hola! Qulindo da es hoy!; no es cierto?.

    La cebra cuentista no qued en condiciones de ser atrapada al escuchar un gato quehablaba su idioma, porque haba estado pensando justamente en eso.

    Mir fijamente al gato y, sin saber por qu, hubo algo en su aspecto que no le

    gust, de modo que le dio una coz y lo mat.Tal es la funcin del cuentista.

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    Mona Lisa encuentra a Buda

    All arriba, en el cielo, las cortinas ondularon, las cortinas ondularon, las cortinasondularon y Mona Lisa entr por un extremo de una pequea sala en la que colgabanmuchas cortinas.

    All arriba, en el cielo, las cortinas ondularon, ondularon, ondularon, y el Budaentr en la sala por el otro extremo.

    Se sonrieron.

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    Otro impostor

    Hubo una vez un playboy millonario que se quem la cara en un accidente deautomvil.

    Despus de lo cual se volvi un recluso, dej de ver a todos sus amigos y vivi ensu gran casa de piedra, en un vasto predio del que no sala nunca.

    Rumores extravagantes corran sobre l, sobre el esplendor de su vida, sobre losvinos raros que beba, y mujeres, all haba mujeres, se susurraba, y decan que tenagrandes colecciones de cosas como obras de arte y libros y tambores y dagas, y decanque mantena peces vivos en su piscina secreta, en algn lugar bien guardado por los

    muros de su casa impenetrable.Su teatro estaba en el techo, y sola contratar elencos enteros de Broadway para queactuaran all para l, y luminarias de la danza y el concierto iban a interpretar para l.

    Nunca hablaba con ninguna de las luminarias que iban a su casa, pero ellas solanverlo casualmente ms all de las candilejas, con una mscara negra cubrindole la cara,lnguidamente arrellanado en su cmoda butaca, la nica butaca del teatro, fumando uncigarro o, tal vez, con una bebida purprea.

    El millonario no hablaba con nadie.Su mensajero con el mundo era su mayordomo, que pagaba sus cuentas, preparaba

    sus diversiones y era entrevistado por la prensa, y que, de esta manera, a causa de suespecial relacin con el millonario, se hizo tambin famoso.

    Un da, un actor que se senta muy deprimido porque no tena trabajo, estabasentado en la cafetera del Waldorf, leyendo un diario.Ley un artculo sobre el millonario excntrico y se dio cuenta era casi de la

    misma altura y de la misma contextura que este millonario, tena casi la misma edady se dio cuenta de que si l pudiese, de alguna manera, matar al millonario y ocupar sulugar, sera fcil personificar a ese hombre que no hablaba con nadie y usaba unamscara negra sobre su rostro.

    Sin embargo, tuvo miedo del mayordomo.De modo que estudi, en archivos de diarios y otras fuentes, los hbitos y las

    caractersticas del mayordomo y del millonario.En una noche oscura se desliz dentro del predio y por suerte tropez con el

    millonario, quien estaba observando el interior de un viejo pozo en la parte trasera de lacasa.

    De modo que golpe al millonario en la cabeza y lo mat.Estaba oscuro junto al pozo. Apresuradamente se puso las ropas del millonario y la

    mscara negra en la cara, y arroj el cuerpo del millonario al pozo y advirti en esemomento que el cuerpo no produjo ningn sonido de agua.

    As vestido, el impostor se encamin hacia la casa y hacia una vida de comodidad ylujo.

    Y encontr que era jauja!Porque su mayordomo era: un perfecto mayordomo.l nunca tena que dar una orden. El mayordomo saba exactamente lo que deba

    hacer. El mayordomo le traa su desayuno, le preparaba el bao, le procuraba mujeres,lo provea de cigarrillos de hachisch, se ocupaba de la casa y le planeaba todas sus

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    fabulosas diversiones.Su vida transcurra sin esfuerzos.Y despus de un tiempo se dio cuenta: nadie descubrira jams su identidad. El plan

    era perfecto.Y tena razn.

    Nadie descubrira jams su identidad.Pero la flaqueza de este hombre estaba en su vanidad. Fjense, nunca se le ocurrique algn otro pudiera tener la misma idea que l. Nunca se le ocurri que el hombre alcual mat no hubiera sido el millonario, sino un impostor, como l mismo, y que en unpar de meses aparecera otro impostor y lo matara, y que en realidad durante losltimos aos haba habido varios impostores, cada uno con la misma flaqueza, la mismavanidad.

    No, no, nadie supo jams nada de esto. Excepto el mayordomo, claro, pero nuncalo ha contado porque le gusta su trabajo.

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    El asesino de Pap Noel

    Hubo una vez una persona que termin con las guerras para siempre, al asesinar a42 Paps Noel.

    Todo empez unos diez das antes de Navidad, cuando un Pap Noel del Ejrcitode Salvacin fue asesinado en un barrio.

    Un diario de la maana traa la noticia, pero al da siguiente otros cinco Paps Noelfueron asesinados y el hecho apareci en la primera plana de todos los diarios del pas.

    Cuatro de ellos fueron asesinados mientras recolectaban fondos para el Ejrcito deSalvacin, y el quinto fue apualado en la seccin Juguetera de Gimbels.

    La gente se sinti ultrajada! Cmo se indignaron! Pensaban qu monstruo, quengendro deba ser ese tipo, quiero decir, arruinarles la Navidad a los chicos asesinandoa Pap Noel.

    No se preocupaban por las vidas verdaderas de los hombres asesinados, tan slo erael efecto que causara a los chicos lo que molestaba a todos.

    De manera que al da siguiente la ciudad estaba llena de polica metropolitana yestadual, agentes del FBI y hasta algunos funcionarios de Inteligencia de la Marina,agentes del Tesoro y funcionarios del Departamento de Justicia, todos los cualesencontraron pretextos para intervenir en el caso: y otros diez Paps Noel fueron muertosy no se atrap al esquivo asesino.

    As que aquella noche todos los Paps Noel que estaban trabajando, convocaron a

    una reunin secreta para decidir qu hacer.Se daban cuenta de sus responsabilidades para con los chicos pero, por el otro lado,les pareca una especie de locura salir a la calle y ser atacados por este manaco.

    De modo que un hombre, que era valiente y no tena a nadie que dependiera de l,se ofreci para salir al otro da, disfrazado y con una fuerte guardia armada.

    Pero le cortaron la garganta en su cama, aquella noche.As que al otro da no haba Paps Noel en la ciudad.Y la gente estaba algo as como irritable y nerviosa, y los chicos lloraban, y no

    pareca Navidad sin los Paps Noel.Pero al da siguiente, una voltil mujercita de Hollywood, una actriz que buscaba

    publicidad, sali vestida de Mam Noel.

    Y la gente y sus chicos se agolparon en torno de ella, ya que era lo ms aproximadoa Pap Noel que andaba por la calle, y consigui un montn de publicidad, y no lamataron.

    De modo que al da siguiente varias otras mujeres prominentes salieron todasvestidas de Mam Noel, con el pelo empolvado de blanco y polleras coloradas yalmohadones en sus vientres y sombreros de Pap Noel, y tampoco a ellas las mataron.

    Decidieron que a lo mejor el manaco haba dejado de actuar, as que mandaron a lacalle a un Pap Noel como globo de ensayo, pero una hora despus su cuerpo eraconducido en una ambulancia al Bellevue Hospital, con tres balas alojadas en l.

    As que la Navidad de ese ao transcurri con Mams Noel.Y el ao siguiente empez a ocurrir otra vez lo mismo, de modo que de inmediato

    mandaron a las mujeres otra vez a la calle.Al ao siguiente pas la misma cosa; y el siguiente, y el siguiente: y ao tras ao,

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    este paciente y esquivo manaco mataba a cualquier varn vestido de Pap Noel, hastaque finalmente en los diarios, en la publicidad y en las mentes humanas, Pap Noelretrocedi hacia el fondo y Mam Noel se convirti en la figura principal.

    Quiero decir que Pap Noel todava estaba all. Haca los juguetes en el Polo Nortey se ocupaba de los elfos, pero era Mam Noel la que viajaba en el trinco tirado por los

    renos y se deslizaba por la chimenea y reparta los regalos y encabezaba el desfile deNavidad cada ao.Y lo divertido era que a las mujeres pareca gustarles realmente ser Mam Noel.

    Nadie tuvo que pagarles y se convirti en una moda tal que las calles, en poca deNavidad, estaban colmadas de Mams Noel. Y a medida que el tiempo pas, ellasempezaron a hacer pequeas alteraciones en el traje tradicional, cambiando primero elmatiz de rojo, y experimentando despus con colores completamente distintos, hastaque al fin cada traje fue nico y fantstico, hermosamente coloreado, bellsimo.

    Se convirti en un verdadero honor el encabezar el desfile de Navidad.Y a los chicos les encant!La Navidad nunca haba sido as antes, con todas estas Mams Noel y toda la

    excitacin!Pero estos chicos, esta nueva generacin de chicos que creci creyendo en Mam

    Noel, eran algo as como distintos.Porque, fjense, para los chicos muy pequeos Pap Noel es un dios.Y para la poca en que dejan de creer en Pap Noel, empiezan a ir a la Escuela

    Dominical y aprenden acerca de un nuevo Dios. Y este nuevo Dios no les hace regalos.Es un poco rudo.

    Pero toda la vida anhelan a su antiguo dios de la infancia, a su dios Pap Noel.Observen sus oraciones, lo que dicen: dame lo que deseo. Pero esta nueva

    generacin de chicos que crecieron creyendo en Mam Noel, pareca tener una actituddistinta hacia las mujeres.

    Empezaron a elegir mujeres para el Congreso y eligieron a una mujer presidente ymujeres alcaldes, hasta que muy pronto el pas entero estuvo gobernado por mujeres.

    A ellas les preocupaban sobre todo cosas como la comida, y hubo mucha discusinen el Congreso acerca de varios regmenes, y bien pronto hasta los ms pobres tuvieronmucho que comer; y estaban interesadas en las casas, y pronto ya no hubo escasez deviviendas.

    Pero haba una cosa que no apoyaran.No pensaban hacerlo.Quiero decir, qu posible razn poltica hara que estas mujeres mandaran a sus

    hombres a ser matados? Era ridculo!

    De modo que con su poder poltico y su poder financiero y el prestigio de losEstados Unidos, obligaron y animaron a otros pases a permitir que mandaran lasmujeres.

    As la guerra termin para siempre.Los hombres siguieron haciendo lo que siempre haban hecho. Trabajaban en

    fbricas, y estudiaban matemtica superior, y apostaban a caballos, y repartan el hielo,y discutan de filosofa.

    Pero estas discusiones sobre filosofa no ocasionaban que la gente se muriera dehambre y se matara entre s.

    Y muy pronto, en todo el mundo, nadie estaba hambriento, todos tenan lindascasas, ya no haba guerra, la gente empez a ser feliz.

    Saben, cuando uno se detiene a pensar en ello, haba ocurrido una revolucinmundial.

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    Y 42 Paps Noel no es mucha gente muerta para una revolucin mundial.Pero el asesino o, en realidad, el santo a quien la humanidad tanto le deba, el que

    plane y ejecut esta revolucin casi incruenta, nunca fue atrapado y crucificado.Sigui viviendo.No, nadie descubri nunca la identidad de este santo: es decir ah, salvo yo.

    Yo s quin es el santo.Oh, no tengo ninguna prueba, pero es precisamente por eso que estoy tan seguro deque lo s.

    Porque hay una sola persona capaz de esto, hay una sola persona con el genio, laosada, la imaginacin, el valor, el amor a la gente, la avidez por la sangre y la pacienciarequeridos para llevar a cabo esta, la mayor de todas las acciones.

    Esa persona es mi hermanita.

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    El murcilago rubio

    Hubo una vez un gran murcilago rubio que se sent junto a un barman.El murcilago tena los ojos azules ms lindos que el barman hubiera visto.Mientras volaban a cuarenta millas por hora en el Subterrneo Independiente, el

    barman se pregunt si esos cndidos ojos azules arderan en la penumbra comotranquilas llamas purpreas, como las lamparitas azules en los extremos de lasplataformas del subte.

    El vestido de ella estaba hecho de terciopelo negro con alas de seda negra y guantesde raso; llevaba una curiosa mscara que revelaba ms de su rostro de lo que ocultaba;

    sus zapatos eran de taco alto y afelpados, y l advirti que sus pies eran delicados, y sepregunt si ella estara descalza debajo de esos zapatos, o si llevara medias, y apost aque tena lindos dedos de los pies.

    Este barman se estaba enamorando.Era realmente algo raro: un barman enamorndose de una extraa chica rubia que

    llevaba un traje de murcilago, en un subterrneo.La mayora de los idilios en subterrneo se bajan en la calle 34 para ir a una

    estacin de ferrocarril de ah a Saskatchewan: pero no tiene por qu ser de esa manera.Por ejemplo, en esta historia el barman no slo tendr el valor de hablarle a esta

    chica: hasta se enamorarn los dos.Cmo!, dicen ustedes. Estn un poco indignados.

    Me acusan de sadismo. Permitir que mi personaje, el barman gordo, de caracolorada, se enamore de esta muchachita. Ella se cansar pronto de l, dicen ustedes, lodejar por un hombre ms joven, ms adecuado, pues a travs de la riqueza y el buengusto de su traje, y la dignidad y la gracia de sus rasgos, es obvio que proviene de unabuena familia. Cun infeliz hars al barman!, me dicen ustedes.

    Tonteras! Yo no voy a hacer infeliz al barman.Con seguridad, sin embargo, el barman tendr muchos meses horribles despus de

    esta noche de amor, y muchos aos de tristeza despus, pero esto no es la infelicidad,porque l har muchas buenas acciones en agradecimiento al mundo por permitirle estanoche mgica.

    No, la infelicidad es otra cosa; la infelicidad es no tener el valor.

    Pero volvamos a la historia: el tren entr rugiendo en la estacin de DelanceyStreet y los ojos del barman se le salieron de las rbitas porque montones de gentedisfrazada estaban bailando y cantando y soplando cornetas y corriendo y gritando yexaltndose en la plataforma del subte.

    La chica se levant.El barman se levant tambin, y con ojos ausentes y distrados la sigui hasta el

    andn y fue all donde habl con ella.Ella lo mir, asombrada; lo mir de arriba a abajo; despus se ri, pero no estaba

    rindose de l, de eso l estaba seguro: era una risa de alegra que l iba a recordar.Ella corri.El la persigui!Ella corri a travs de la muchedumbre, era escurridiza, pareca deslizarse entre

    estos locos parranderos gesticulantes, mientras l tena que luchar por cada pulgada y en

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    su apasionada persecucin le pis un dedo a Napolen, derrib a una bruja gorda ychillona, golpe a un payaso en el estmago, sent en el suelo a un sorprendido gorila,tropez con la reina de Inglaterra, y ella corra y corra, fuera del subte, por DelanceyStreet hacia el ro, hasta que l la atrap y ella se qued quieta en sus brazos mientrastomaba aliento, lanzando ocasionales risitas de alegra.

    Era tan suave que l la bes, y despus caminaron juntos, del brazo, mirando losfuegos artificiales y las multitudes, detenindose aqu y all para tomar una cerveza.Toda la ciudad estaba de fiesta!Todo el mundo estaba disfrazado, todo el mundo tena careta, y haba reflectores,

    papel picado y fuegos artificiales por todas partes, como si fuera un maravillosoCarnaval o algo as, y el barman se sinti un poco fuera de lugar con sus apagadas ropasde calle, sin una careta tan siquiera.

    Pero la chica le dijo que estaba muy bien vestido.Y l le pregunt qu era toda esta celebracin, no haba odo hablar de ninguna,

    pero ella simplemente se ri y lo bes, y eso fue todo.Y as bregaron felizmente a travs de las multitudes y de la noche, detenindose de

    vez en cuando para bailar, con una extraa msica lenta en las tabernas, o con el jazzsalvaje que se tocaba en casi todos los rincones.

    Ella seal un gran reloj en un edificio. Eran las once en punto.Ella lo hizo apurar hasta una larga fila que caminaba lentamente ante la plataforma

    de un jurado, y cuando les lleg el turno los jurados hicieron un gran alboroto sobreellos, y un jurado insista en sealar con admiracin la corbata brillante del barman, demodo que ganaron el concurso y ambos obtuvieron grandes copas de amor.

    Los jurados los condujeron hasta un gigantesco trono de amor, alzado muy porencima de la multitud que aclamaba, un tremendo almohadn, ms grande que uncolchn.

    Era el trono para ellos! Eran el rey y la reina de la noche! Haban ganado elconcurso de disfraces.

    Entonces el barman escuch un tremendo taido. La muchedumbre empez a gritary a aullar.

    l escuch una sirena, baja, mucho tiempo.La calle Delancey haba enloquecido.Su chica se sac la mscara y l contuvo el aliento, tan hermosa era mientras

    sealaba el gran reloj en el edificio; ella lo dijo en susurros, tierna de pasin,amorosamente; le dijo: Es medianoche! Qutate la careta!

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    Ajedrez

    Hubo una vez una demostracin de cortesa rusa. Hay en Rusia una ciudad bastantegrande, el centro, de una vasta zona rida.

    En esta ciudad hay un club de ajedrez y quienquiera, en toda esa zona, estseriamente interesado en el ajedrez, pertenece a este club.

    Durante varios aos hubo dos ancianos que estaban muy por encima de todos losdems miembros del club. No eran maestros, pero en esta zona eran los mejoresjugadores, y a lo largo de los aos los socios del club haban estado tratando de decidircul de ellos era el mejor; cada ao haba un concurso, y cada ao los dos hacan lo

    mismo: primero, uno de ellos ganaba, despus ganaba el otro, despus empataban odeclaraban tablas; el club estaba dividido, la mitad de los socios pensaba que el uno erasuperior, la otra mitad pensaba que el otro.

    Los socios del club queran tener un campen.De modo que decidieron que este ao haran un concurso distinto: decidieron traer

    un jugador inferior, una persona completamente desconocida, ajena a la zona, y cadacandidato jugara con l una partida; y entendieron que cada uno de los candidatos leganara al jugador mediocre, de modo que no era cuestin de ganar o perder, sino queresolvieron ms bien votar despus, tras estudiar y discutir el juego de cada uno de loscandidatos, y que le otorgaran el campeonato a aquel que jugara con mejor estilo.

    La noche del torneo lleg, y el primer candidato jug con el jugador inferior hasta

    que el jugador inferior finalmente se encogi de hombros y le dijo: Abandono. Ustedgana, obviamente. Momento en el cual el primer candidato se inclin e hizo girar eltablero en redondo, tomando l la posicin que el jugador inferior haba abandonado, ydijo: Contine. Jugaron hasta que por fin el jugador inferior recibi jaque mate.

    Despus el segundo candidato jug con el jugador inferior hasta que finalmente elextranjero alz sus manos y dijo: Abandono. Y el segundo candidato, exactamentecomo lo haba hecho el primero, hizo girar el tablero en redondo y dijo: Contine.

    Jugaron por un rato hasta que el vencido jugador inferior, con expresin vaca, seech hacia atrs y se encogi de hombros y dijo: No s qu hacer. No s a dndemover. Qu har?

    El segundo candidato torci la cabeza para entender mejor cmo vea su oponente

    el tablero, y despus dijo cautelosamente: Bueno, por qu no mueve esa pieza all?El forastero mir el tablero sin comprender, y finalmente se encogi de hombros comodiciendo: Bueno, no puede causar ningn dao, y despus de todo, qu importa, s quevoy a perder de todas maneras. Con ese gesto movi la pieza all.

    El maestro frunci el ceo y examin el tablero durante varios minutos antes demover.

    Su entrecejo se ahond.Las comisuras de su boca se cayeron.Sus ojos se endurecieron, devolvi una hosca, ptrea, desafiante mirada a su

    pblico por un momento, antes de decir con una voz ronca que todos pudieron escuchar:Abandono!

    Salt de su silla, alz rpidamente su bastn con puo de oro y lo descarg sobre eltablero de bano y marfil, partindolo por la mitad.

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    Sali corriendo de la habitacin, murmurando en voz alta una larga, vigorosaletana de blasfemias que fue maravilloso escuchar.

    Por supuesto le otorgaron el campeonato del club. Y de paso, pienso, demostr lamanera apropiada de perder una partida.

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    El monstruo de la calle Monroe

    Hubo una vez un monstruo que se mud al 91 de la calle Monroe.Es un monobloque lleno de puertorriqueos e italianos, judos y negros, irlandeses

    y algunos chinos, muchos inmigrantes de primera generacin, una cantidad de artistas ybohemios; toda esta gente usa disfraces.

    Pero este monstruo tena una apariencia muy extraa.Era bajo y feo, y tena pelo color zanahoria y cuarenta aos de edad. Usaba una

    larga capa verde que lo cubra por completo; la capa arrastraba un poquito por el suelocuando l caminaba, de modo que no se le vean las piernas.

    Esto le daba una apariencia extraa, pero lo que haca que la gente lo llamaramonstruo era su peculiar forma de caminar o, ms bien, de moverse.Porque l no caminaba como todo el mundo.Era como si se deslizara.Era como si alguien lo estuviera empujando sobre patines, o como si l anduviera

    en bicicleta de una sola rueda, y algunos decan que en realidad se sentaba con laspiernas cruzadas y flotaba en el aire.

    Algunos pensaban que era un ngel, otros que era un demonio, pero todos, viejas,gangsters, jvenes y chicos, todos sentan el mismo miedo cuando lo vean llegar,deslizndose.

    La gente corra adentro para mirarlo desde los zaguanes y por las ventanas,

    espindolo desde atrs de las cortinas, mientras l se deslizaba melanclicamente por lacalle vaca.Sigui as durante unas dos semanas.El monstruo era muy regular en sus horarios. Sala temprano por la maana y

    volva en el temprano atardecer, y nadie supo nunca adnde iba o qu haca cuando semeta en su departamento.

    Un anochecer, al tiempo que el monstruo daba vuelta a la esquina y la calle sevaciaba, un vagabundo se cay del bar de la otra esquina.

    El vagabundo empez a tambalearse calle arriba hacia el monstruo, y estaba tanborracho, blasfemando y eructando y hablndose a s mismo, que no advirti el silencio,o el vaco, o la cabeza colorada envuelta en una capa verde, que rpidamente se le

    acercaba.Pero toda la calle Monroe los estaba mirando.Se encontraron.El vagabundo mir, y vio al monstruo, y revis su bolsillo y extrajo un cigarrillo, y

    el cigarrillo estaba roto, y dijo: Eh, compaero! Tiene fuego?.El monstruo se agit debajo de su capa y sac un fsforo y encendi el cigarrillo

    del vagabundo.Fue en este punto en que el vagabundo, que estaba tan borracho, se derrumb, y al

    caer lo hizo encima del monstruo, hacindolo caer, caer en mitad de la calle, y en esteproceso se aferr a la capa del monstruo y se la arranc.

    El monstruo qued completamente a la vista!Y la gente corri afuera y form un gran crculo alrededor del monstruo y mir!Y entonces alguien dijo, con una especie de desengao en la voz: Bah, tiene nada

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    ms que tres piernas.Entonces, otro dijo: S, no es ningn diablo. No es ningn ngel. Ja! Tiene nada

    ms que tres piernas. Por eso es que camina as.Entonces empezaron a enfurecerse con el monstruo, gritndole en son de guerra por

    haberlos asustado.

    Y corran las lgrimas por las mejillas del pobre monstruo mientras intentabaexplicarles que l no haba querido realmente asustarlos, sino que estaba avergonzadode su deformidad y por eso usaba la larga capa.

    Finalmente, un tipo dio un paso fuera de la multitud y ayud al monstruo aincorporarse, y dijo: Sabe, amigo? Lo que usted necesita es un trago!

    As que el monstruo, con la capa enroscada en el brazo, se desliz hasta el bar de laesquina, y una multitud de hombres lo sigui.

    Sus manos temblaban mientras tomaba el trago, de modo que los otros hombreshicieron como que no se daban cuenta. Uno de ellos dijo: Usted cree que los Yanquisganarn maana?.

    Otro dijo: Bueno, apuesto dos dlares a que s!.

    El monstruo se dio vuelta, sealando al hombre con un dedo tieso, y grit: Tomoesa apuesta!.

    Porque, fjense, l era hincha de los Dodgers.Este es, en verdad, el final de la historia.Pero no puedo evitar darme cuenta de que el monstruo y la gente se han olvidado

    por completo del vagabundo.Mientras estn sentados, tomando y hablando de baseball, el vagabundo yace

    inconsciente en la alcantarilla, y nunca se enterar de la gran accin que ha hecho.Los chicos se cuidan de no pisarlo cuando corren persiguindose unos a otros, pero

    sa es la mxima atencin que se le dispensa.Pero, como autor, tengo ciertos poderes.As que me gustara expresar la gratitud que mis personajes no han demostrado.

    Fjense, este vagabundo va a morir, de todas maneras, de tuberculosis en un par demeses, pero yo voy a hacer que la polica lo detenga acusndolo de ebriedad y se lolleven al Hospital Bellevue, y descubran ah su tuberculosis y lo manden a un hospiciodel Estado, a morir.

    Ellos se ocuparn de l.

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    El idioma de los gatos

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    Hubo una vez un caballero.Era un cientfico. Despus de su nombre, venan letras.Hablaba cien idiomas, del iroqus al esperanto.Era autor de varios folletos sobre matemtica astral.Tena treinta y cinco aos, era autoritario y hablaba en voz baja.Su hobby era jugar al ajedrez en un tablero tridimensional.

    Su trabajo era el ms dramtico entre los eruditos, y el ms frentico. Las fuerzasarmadas lo contrataban para descifrar claves, y durante la guerra haba hecho un trabajobrillante, pasando das enteros sin dormir. Los generales se haban asombrado ante lporque varias veces decan haba salvado, literalmente, la guerra, al descifrar lasclaves maestras del enemigo. Y, en verdad, eso significaba que haba salvado al mundo.

    Pero en toda su vida no pudo acordarse de poner los cigarrillos en los ceniceros, asque todo el mobiliario estaba marcado con pequeas quemaduras pardas.

    Su mujer era rubia y menuda y delgada, y era un ama de casa muy prolija.l la arrastraba a la desesperacin.l estaba siempre haciendo desastres en toda la casa, comiendo en el living,

    dejando sus medias tiradas por el piso, sus zapatos en el alfizar de la ventana; y, de vez

    en cuando, un pucho tirado sin apagar en el cesto de papeles provocaba llamaradas;pero, afortunadamente, la casa estaba todava en pie.Lo que hizo de su mujer una rezongona.Ella le gritaba diez veces al da, hasta que l ya no lo pudo soportar; no poda ni

    quera discutir con ella semejantes tonteras; su mente estaba llena de frmulas y cifrasy extraas palabras de idiomas antiguos, y, adems, era un caballero.

    Un da, l la dej. Hizo sus valijas y se fue a una casa de campo, ah cerca, en WestVirginia, con un gato siams.

    2

    El gato lo hipnotizaba.Era un hermoso siams de cola azul que hablaba mucho; es decir, maullaba,

    maullaba, maullaba, maullaba todo el tiempo.El sabio se sentaba en su cama y se quedaba mirndolo durante horas, mientras el

    gato jugaba con pelotas de celofn y saltaba de la cama a la cmoda, despus allavatorio, al piso y luego de vuelta, una y otra vez, a la cama.

    De vez en cuando le daba un araazo al aire.De pronto se detena y se dorma.El sabio se sentaba y miraba esa pelota de piel gris plido que respiraba

    tranquilamente, y sus pensamientos divagaban por las insatisfacciones de su vida.Voltaire haba dicho una vez que despreciaba todas las profesiones que deban su

    existencia slo al resentimiento de los hombres. Y la suya era por cierto una de ellas.l haba perdido todo inters en sus amigos, y en las mujeres. Encontraba vaca y

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    vulgar a la mayora de la gente.Algunas noches haca la ronda de los bares, como buscando a alguien, sin tan

    siquiera el xito ocasional de emborracharse alguna vez. Los libros lo hacan dormir.Y finalmente el gato se convirti en el centro de su vida, su nica compaa.Una noche, mientras estaba sentado mirndolo, creci en l un peculiar deseo.

    Quiso comunicarse con l.Decidi hacer algunos experimentos.De modo que tapiz las paredes de su garaje con mil jaulitas y en cada una de ellas

    puso un gato. La mayora de los gatos los compr, a otros los recogi directamente de lacalle, y algunos hasta los rob a amigos casuales, tan imbuido estaba este hombre deciencia de su proyecto.

    En un magnetfono empez a recopilar todos los sonidos gatunos.Grab sus aullidos de hambre, distinguiendo entre los que queran atn y los que

    queran salmn. Algunos queran pulmn, hgado o pjaros. Y todos estos sonidos losarchiv sistemticamente en su creciente cintoteca.

    Cuidadosamente, compar el grito cuando era amputada una pata delanteraderecha, con el grito lanzado cuando se cortaba una pata delantera izquierda.

    Registr todos los sonidos que los gatos hacan al aparearse, pelear, morir y parir.Entonces abandon su trabajo gubernamental y comenz a estudiar ansiosamente

    los miles de gritos y ronroneos que haba grabado y, despus de un tiempo, los sonidosempezaron a adquirir significado.

    Despus empez a practicar, imitando sus registros hasta que domin elvocabulario bsico del idioma.

    Hacia el final, ensay ronronear.Nunca haba experimentado con su propio gato. Quera sorprenderlo.Una noche entr en su departamento, colg su saco en el placard, como siempre, se

    volvi hacia su gato y le dijo: MIAU!.

    3

    As era como los gatos decan, al encontrarse, Buenas noches.Pero el gato no se mostr sorprendido.Contest: Mrrrrouarroau, que quiere decir: Ya era hora.El gato le hizo entender que lo ayudara en las ms complejas sutilezas del idioma,

    que estaba bien al tanto de lodos sus experimentos, y que si el hombre no prestabaatencin a sus lecciones, sera mraur... perdn!

    Al deslizarse las semanas, el hombre descubri, para su continuo asombro, la

    fantstica inteligencia de su gato siams.Poco a poco, aprendi la historia de los gatos.Miles de aos atrs, los gatos tenan una tremenda civilizacin; tenan un gobierno

    mundial que funcionaba perfectamente; tenan naves espaciales y haban investigado eluniverso; tenan grandes plantas energticas que utilizaban una energa que no eraatmica; no necesitaban ni radios ni televisin, porque usaban una especie de telepata yalgunos otros portentos.

    Pero una cosa que los gatos descubrieron fue que la importancia de cualquierexperiencia dependa de la intensidad con la cual era vivida.

    Se dieron cuenta de que su civilizacin se haba vuelto demasiado compleja, demodo que decidieron simplificar sus vidas.

    Por supuesto, no pretendieron tan slo volver a la naturaleza eso habra sidodemasiado, as que crearon una raza de robots para que los cuidaran.

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    Estos robots eran un progreso, mecnicamente estaban por encima de cualquiercosa producida por la naturaleza.

    Un par de sus ms grandes inventos fueron el pulgar oponible y la posturaerguida.

    No quisieron molestarse en arreglar los robots cuando se rompan, de modo que les

    dieron una inteligencia elemental y la facultad de reproducirse.Por supuesto, nosotros somos los robots a los que el gato se refera.Y ahora el cientfico entendi por qu los gatos haban parecido siempre tan

    desdeosos de sus amos.El gato le explic que ellos no teman a la muerte; en verdad, vivan vidas

    constantemente apasionadas y heroicas, y cuando estaban bien preparados, cuando lesllegaba la hora, daban la bienvenida a la muerte.

    Pero no queran una muerte atmica.Y los robots haban desarrollado una mezquina e irracional actitud hacia los

    ratones.Se nos ocurri que bastara barrer con la raza, pero entonces tendramos que

    volver a tomarnos el trabajo de crear una nueva, dijo el gato (a su manera, porsupuesto), de modo que decidimos intentar algo que, francamente, muchos gatospensaron que sera imposible: ensearle a un robot cmo hablar el idioma de los gatos,para que pudiera transmitir nuestras rdenes al mundo!

    Te elegimos a ti, dijo el gato condescendientemente, acaso como le hablarannuestros cientficos a un mono al que hubieran enseado a hablar, porque de todos losrobots nos pareciste el ms promisorio y receptivo, y la mayor autoridad en tu pequeoterreno.

    El gato le dio al hombre una lista de reglas, que l copi en un pedazo de papel.Las reglas eran:

    NO PATEES A LOS GATOS.NADA DE GUERRAS ATMICAS.NADA DE TRAMPAS PARA RATONES.MATA A LOS PERROS.

    Si el mundo no obedece estas reglas, simplemente eliminaremos la raza, dijo elgato, y despus cerr sus ojos y bostez y se estir e inmediatamente se qued dormido.

    Espera un momento! Despirtate! Por favor!, rog el hombre, tocandotmidamente al gato en la frente.

    Djame dormir!, gru el gato. Tienes un trabajo que hacer. Hazlo!

    Pero yo no puedo llevarle estas reglas a la gente y decirle que un gato me las dio.Nadie me creera!El gato frunci el ceo y dijo: Y si te diramos una pequea demostracin de

    nuestro poder? Entonces la gente comprendera que esto no es una broma. En unasemana a partir de hoy, har que algunos gatos atraviesen Mosc y Washingtondesparramando un gas que enloquecer a todos durante veinticuatro horas. El gasdesatar todos sus impulsos destructivos. No se harn dao entre s, pero destruirn todoaquello a lo que puedan echar mano, todos los edificios, puentes, obras pblicas, todoslos documentos y hasta todas sus ropas.

    Entonces el gato bostez de nuevo y se volvi a dormir.El hombre, con la lista de reglas en la mano, sali a la calle para hacer lo que le

    haban indicado, pero primero, y apenas si saba lo que estaba haciendo, una extraamalicia ilumin sus ojos al pensar en sus vecinos. Abri las mil jaulas.

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    Una brisa de octubre lo golpe en la cara, hojas del color de la llama crujieron bajosus pies, el sol poniente enrojeci todo con sus ltimos, esplndidos rayos, los ruidoscallejeros invadieron sus odos como en un sueo, y una campana taa patticamente

    ante la proximidad de la negra noche de invierno, o as le pareci a l mientrascaminaba, marcado por la tremenda responsabilidad que le haban conferido, con sumente girando en grandes crculos, encontrando desesperadamente poesa y hermosuraen las grietas de la acera, en las rayas de las insignias de los barberos, en los fragmentosde conversaciones de muchachitas que oa al pasar junto a ellas, en los ofensivos oloresde las latas de basura, con la totalidad de la escena ciudadana que realmente l nuncahaba advertido antes y por la cual haba transitado a ciegas, con los ojos vueltos haciaadentro, en su trabajo, pero que ahora tragaba a grandes sorbos con regocijada ansiedad:pero si tan slo pudiera escapar! Para escapar de su fantstico deber para con el mundo,se perda en todas sus bellezas, pero este nuevo mundo que l vea era visto por otros,estoy seguro, que se hallaban en situaciones muy distintas, y como es este extrao

    mundo que l vea el que estoy tratando de describir, har un digresin momentnea:imagnense a un chico en Inglaterra, un par de siglos atrs, que hubiera robado unpedazo de pan o un pauelo o una media corona, y a quien algn juez severo y estpidohubiera mandado a prisin, para hacerse hombre en la crcel, sin conocer nunca lasuavidad de una mujer, sin conocer nunca una comida dada con amor, sin probar nuncauna golosina, sin ver nunca un espectculo, o cualquiera de nuestros placeres mscomunes; al ser liberado, podemos fcilmente imaginar su asombro, deleite y terror, sugran ansia de tocar a cuanta chica encuentra, su necesidad de un amor paciente y deinterminables explicaciones (pues l no entendera casi nada de nuestro mundo libre), yque, al no encontrar una persona con tal paciencia, pronto estara de vuelta en la prisin;pero todo eso est fuera de la cuestin, la cuestin es que el mundo de este cientficoque escapa de su responsabilidad y el mundo del muchacho que acaba de ser rudamentevomitado de una crcel, se veran igual; y as, para comprender cmo apareca estanoche de octubre a travs de su mareo y su confusin, imagnense cmo se le aparecerael mundo a una persona despus de terminar una condena tan ridculamente larga y sinsentido.

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    Las luces empezaron a titilar a medida que la oscuridad descenda.Un convertible color crema, dentro del cual cuatro estudiantes secundarios

    borrachos estaban cantando alegremente y gritndole profusamente a los transentes, depronto se sali de la calzada, arranc la tapa de una toma de agua, arroj a dos de losmuchachos a travs de la vidriera de una joyera, lanz a otro a veinte pies por el aire,hacindolo aterrizar sobre su espalda y encima del pavimento, y dej al otro, el nicosobreviviente, gimiendo miserablemente con costillas rotas contra el volante; las llamasbrotaron de abajo de esa ruina retorcida que abruptamente se detuvo sobre el hidranteroto; el agua empap la parte de atrs del automvil pero no toc la parte delantera enllamas.

    Una multitud excitada empez a congregarse alrededor de la catstrofe y a devorar,hambrienta, el espectculo.

    El cientfico, que estaba del otro lado de la calle, testigo de todo el accidente, lo vio

    como si fuera un accidente en el cine, y continu su deambular entre sueos y sin meta;y aferraba en su puo la lista de reglas, aunque ni se daba cuenta de ello, tan perdido

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    estaba en los hermosos movimientos, luces y ruidos de la ciudad.Aunque todava caminaba, su mente volvi a sumergirse en l mismo, y se

    pregunt a quin diablos le llevara esas reglas: no conoca al Presidente, y cualquierfuncionario al que le hablara se le reira, sin duda.

    Reflexion largamente sobre este problema.

    Volvi a asomarse al mundo de afuera y descubri con sorpresa que estaba frente asu antigua casa.Las luces estaban prendidas. Desde el da en que se fue, no se haba comunicado

    con su mujer. Enderez por el angosto sendero y entr en la casa sin llamar, por hbito,como lo haba hecho siempre.

    Su mujer tena el sombrero puesto.Vete de aqu!, le grit. Tengo una cita! No quiero volver a verte nunca!El cientfico ech una mirada a su antigua casa. Todo estaba igual. Hasta los

    muebles estaban colocados de la misma manera prolija, ntida.Los muebles! Estos muebles haban sido los causantes de la separacin. Ella

    amaba ms a sus muebles que a l.

    l agarr un florero. Ella amaba este florero ms que a l. l lo tir contra la pared.Smash!Su mujer grit.Enseguida, esta silla antigua que a ella le gustaba tanto.Smash!Se rompi en tres pedazos.l tir la lmpara por la ventana.Crash!Basta!, grit su mujer. Ests loco?l fue a la cocina y tom un cuchillo, tirando algunos ceniceros en el suelo y

    derribando la biblioteca que se le interpuso en el camino, y empez a destripar las sillastapizadas.

    Basta! Basta!, grit su mujer, ahora histrica y sollozante.Pero el cientfico apenas si la escuchaba. Estaba desgarrando, rompiendo,

    arrancando, destrozando, demoliendo, en verdad, en un frenes de rabia ms poderosoque las lgrimas de ella, todos los muebles de la casa.

    Despus se detuvo.Y ella dej de llorar.Sus ojos se encontraron y cayeron el uno contra el otro, ms enamorados que

    nunca.La violenta escena de alguna manera los haba cambiado a ambos. Los ojos del

    hombre estaban claros ahora, y su ceo haba perdido la gravedad. La voz de ella erasuave y clida.Despus el hombre se acord de los gatos y de lo que iban a hacer.Vmonos de Washington por un tiempo. Vmonos en una segunda luna de miel.

    Agarremos el auto y vmonos al oeste, a las montaas, alejmonos de todo y de todos.Encontraremos algn lugar salvaje y viviremos all. No me hagas preguntas. Haz lo quete digo.

    Ella hizo lo que l le deca, y una hora despus estaban saliendo de Washingtonrumbo al oeste.

    Querido!, le dijo su mujer sbitamente. Vamos a tener que volver!Por qu?

    No tienes un gato siams en tu casa de campo? Se morir de hambre. No puedesdejarlo encerrado ah. Y si volvemos, podrs recoger alguna ropa. Parece tonto comprar

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    ropa nueva cuando todo lo que tenemos que hacer es volver a la casa de campo.Mira!, le dijo su marido, apretando el acelerador, aumentando perceptiblemente

    la velocidad del coche. Ese gato puede cuidarse a s mismo!

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    Viajando en etapas, les llev tres das y medio llegar al linde de las montaas,donde compraron un rifle, mochilas, bolsas de dormir, utensilios de cocina y toda laparafernalia que necesitaran para vivir fuera de la civilizacin por un tiempo.Empezaron su viaje a pie, sudando y gruendo bajo el peso de sus mochilas.

    Por un par de meses no vieron a otro ser humano.Pero en una ocasin, mientras caminaban a corta distancia de su campamento, se

    encontraron con un gato monts.El gato monts gru amenazadoramente.El hombre haba dejado su rifle en el campamento.El gato monts estaba entre ellos y el campamento.

    As que el hombre de ciencia empuj a su esposa detrs de l y empez a gruir ymiaurra-miauuuu.

    Durante varios minutos hablaron, y luego el gato monts se dio vuelta y escap.Querido, qu estabas haciendo? Pareca como si realmente estuvieras hablando

    con ese gato monts.Y as el hombre le cont toda la historia de cmo haba aprendido a hablar el

    idioma de los gatos, y que ahora probablemente Washington y Mosc estaran en ruinas,y pronto toda la raza humana sera destruida.

    Explic que haba sido demasiado. La raza humana no vala la pena. Y as, l habaresuelto alejarse de todo y obtener la pequea felicidad que pudiera de esos pocos dasrestantes.

    No tengo idea de cmo o cundo los gatos nos destruirn, pero lo harn, porquetienen poderes que nunca podramos imaginar, y su voz se apag con tristeza. Ella lotom de la mano y volvieron lentamente a su campamento.

    Ahora ella entenda los ojos brillantes de l y esta nueva energa que tena, sunueva juventud su locura se le estaba volviendo aparente ante ella; y, encontr raroque, aun as, lo amara ms ahora que antes.

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    Un par de semanas ms tarde, estaban sentados junto al fuego de su campamento.

    La nieve los rodeaba, y mientras el cientfico miraba las estrellas en silencio, la mujertuvo fro y empez a temblar. Por fin se puso de pie y empez a caminar de arribaabajo.

    Qu da es hoy?No s, contest el hombre, ausente.Debemos de estar cerca de Navidad, dijo ella.El hombre la mir, penetrante, y despus se puso pensativo. Pocos minutos ms

    tarde salt sobre sus pies y grit: Qu fue eso? O ruidos.Su mujer escuch por un instante y respondi:Yo no o nada.Oye! Ah est otra vez! Son como cascos de caballos.

    Pero, querido, yo no oigo nada.Bueno, saldr a ver qu es!, dijo su marido con decisin.

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    Y sali a la oscuridad.Su mujer lo oy hablar en voz alta, como con alguien, pero no escuch otras voces.

    Lo llam: Querido! Quin est ah? Con quin ests hablando?l le contest a los gritos: Nada, est bien. Es Pap Noel, nada ms. Los que

    omos eran sus renos.

    Su mujer se dijo a s misma, tristemente: Para qu le voy a decir que no hay PapNoel.

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    l volvi con una planta verde, un cactus que obviamente haba arrancado de lanieve, y con una gran reverencia de viejo estilo se la entreg, dicindole: Pap Noel medio esto para que yo te lo diera a ti como regalo de Navidad. Se molest en venirexpresamente hasta ac, a fin de que no te quedaras sin tu regalo.

    Ella tom la planta en sus manos y se acerc ms al fuego. Estas rfagas de locurala aterraban, o era que l bromeaba, simplemente? O es que era galante? Lo mir; l

    miraba fijamente ms all de las montaas, hacia aquellas estrellas lejanas. Cun nobley loco pareca. Pero entonces el terror la toc nuevamente, y ella dijo, con bastantetimidez: Sabes, querido, cuando estbamos en casa, cuando te enfurecas tanto, fuistemuy bueno al no pegarme.

    l la mir un instante, un poco incmodo, pero guard silencio y volvi a mirar elhorizonte.

    Pero, claro agreg ella, no tena por qu preocuparme. Eres tan caballero.Poco despus de esto, volvieron a la civilizacin. Mosc y Washington no estaban

    en ruinas.Y, para gran asombro de su mujer, result que su marido no estaba loco: el loco era

    aquel gato siams. Descubrieron su cadver en la casa de campo: haba muerto dehambre.

    Porque hay un idioma de los gatos, pero todos los gatos siameses son locos:siempre estn hablando de telepata mental, poderes csmicos, tesoros fabulosos, navesespaciales y grandes civilizaciones del pasado, pero no son ms que maullidos; sonimpotentes: slo maullidos!

    Maullidos!Maullidos!Maullidos!Maullidos!Maullidos...

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    10.000 reflejos

    A cien pies de altura, en el aire, la gran araa de cristal se encenda con la luz dequinientas velas anidadas entre sus caireles.

    Quinientas llamas encendidas, reflejadas diez mil veces.Los rsticos asistentes estaban asombrados ante el gigante deslumbrador porque

    el saln, all abajo, estaba lleno de campesinos, es 1789, es el 14 de Julio, laRevolucin Francesa est en marcha!

    Este es el gran saln comedor del Duque, sus invitados a comer han sidoacuchillados en sus sillas y, mientras sus cadveres se sientan an a la mesa, los

    campesinos comen, arrancando puados de torta, atragantndose con ella.Mientras el saln comedor se llenaba con la gentuza, famlica, mientras se atorabade asesinos histricos todos agitando cuchillos y garrotes, y aullando de libertad ypasin, la gran araa empez a tintinear.

    Es cosa de miedo escuchar diez mil piezas de cristal, finamente talladas, queempiezan a frotarse entre s, y el saln tena muy buena acstica.

    Era como si alguien hubiese empezado a repicar un milln de campanas de cristal,todas a un tiempo.

    El tintineo atraves todos los gritos.La multitud sudorosa se qued quieta.Todos los ojos se aferraron, maravillados, al objeto, todas las caras se dirigieron

    arriba, temerosos del trmulo esplendor, y aterrados hasta el ltimo hombre.Fue casi imperceptible al principio: el sonido de profundos suspiros en el silencioen torno al tintineo; tambin imperceptiblemente la araa haba empezado de aqupara all, hacia adelante y hacia atrs, colgando de su cadena de hierro forjado, laaraa haba empezado a oscilar.

    El saln se llen con el ruido de los suspiros, mientras todos vean a la araa oscilarcomo un pndulo.

    Despus cesaron los suspiros.El pndulo oscil: oscilaba ms rpido ahora, cada vez su arco se ampliaba, sus

    quinientas llamas se aplastaban, primero para ac, luego para all, mientras surcaba elaire, aumentando su velocidad.

    La esencia del tintineo cambi: al ganar en mpetu, el tintineo se acalla mientras laaraa se hunde en su trayecto, pero al final de cada oscilacin el tintineo vuelve, uncrescendo de cristal, cien veces ms fuerte!

    Pero en el silencio del balanceo puede escucharse ahora una vocecita.Es el menudo sonido de sollozos, de llanto sin freno, es la vocecita de la pena.Es la voz de un ngel, y parece provenir del mismo centro del aire, encima de sus

    cabezas.Cada miembro de la muchedumbre es una estatua, la cabeza hacia arriba, los ojos

    cerrados, respirando profundamente en perfecto acuerdo con la luminosidad oscilante,hipnotizado.

    He aqu un ejemplo perfecto de hipnosis masiva. Todos estn inconscientes,profundamente dormidos.

    Todos se quedarn as hasta que la luz del sol los despierte a la maana, pero sus

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    recuerdos estarn muy confundidos, y nunca tendrn la menor idea de lo que ocurra esanoche; no escuchan lgrimas, ni cmo el infantil grito de pena se convierte en furiavengativa a cada oscilacin.

    El pndulo se mueve ms rpido.La habitacin se oscurece sbitamente, al apagarse la mayora de las velas, y a la

    prxima oscilacin el comedor se hundi en las tinieblas, por completo desprovistas deluz, y en ese momento la hija del Duque, de cinco aos de edad, solt la cadena dehierro forjado de la araa, a la que se aferraba y a la cual febrilmente haba estadoimpulsando, como lo haba hecho ayer con su hamaca, y su cuerpo tembloroso de terrorvol por el aire, fue despedido de la luz muerta, a travs de la oscuridad, lanzado porsobre sus cabezas.

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    Miss Lady

    Hubo una vez una chiquita triste que iba por un camino, en el verano.Tendra unos tres aos y estaba llorando porque su hermano caminaba tan rpido

    que ella no poda alcanzarlo, y despus se cay, en una nube de polvo.Su hermano la oy llorar, pero sigui caminando ms rpido, y ms rpido, y ms

    rpido.Ella se qued sola.Mir a su alrededor y vio una casa de campo, en la que estaba un hombre

    mirndola desde una ventana, espindola detrs de una espesa cortina, as que ella lo

    salud con la mano.El rostro desapareci.La chiquita camin hasta la parte de atrs de la casa, y ah estaba otra cara, en otra

    ventana, espiando. Ella volvi a saludar con la mano.Y esa cara desapareci.La chiquita subi hasta el porche trasero y golpe en la puerta de alambre tejido, y

    despus de unos minutos la puerta se abri un poquito. Ella entr.Haba algunos hombres, y le dieron una Coca-Cola, y ella les habl acerca de su

    tostado de sol, acerca de su hermano y algo de un viaje al Canad que iban a hacer suspadres, y los hombres la escucharon atentamente.

    Ella golpe a uno de ellos!

    l la alz y la hizo revolotear por el aire y ella grit! Despus, l la sent en unhombro y ella se aferr a su cabeza, por miedo de caerse, pero despus perdi el miedoy se qued sentada ah, y todos se rieron de ella.

    As que pidi otra Coca-Cola.Uno de los hombres se la trajo y ella insisti en tomarla de la botella; se sent en

    las rodillas de uno de los hombres y escuch mientras los hombres hablaban de otrascosas, tomando grandes tragos de Coca-Cola de vez en cuando.

    Entonces ella empez a conversar de nuevo y todos los hombres se callaron paraescucharla. Ella le pidi a uno de ellos que le arreglara su sucio moo del pelo.

    Ella se comportaba como una dama y los hombres le hablaban con exageradoacento ingls, y esto era lindsimo!

    Entonces ella empuj a uno de ellos al suelo y se trep en su espalda y jug con lal caballito, gritando hico! hico! hico!

    La chiquita les pregunt si poda vivir con ellos, y ellos le contestaron que claroque s.

    As que los hombres y la chiquita subieron a un automvil y enderezaron haciaFlorida.

    Fjense que estos hombres eran ladrones de bancos.A la chiquita le fascinaba! Vivi con ellos durante ocho meses. Jugaba con ellos

    en la playa, nadaba en el mar, coma en grandes restaurantes, viva en los mejoreshoteles, hasta tom champagne una vez! Y tena una linda mucama que no haca otracosa que atenderla y ayudarla a comprar vestidos blancos y trajes de bao anaranjados ytodos los juguetes que las chiquitas necesitan.

    Ellos estaban siempre comprndole regalos y la chiquita los quera muchsimo,

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    pero un da sinti nostalgia de su hogar y empez a llorar pidiendo por su hermano y sumam y su pap.

    Los gangsters lo sintieron muchsimo pero le compraron un boleto a su pequeaciudad y la despidieron en el tren. El maquinista les asegur que llegara sana y salva, yas fue.

    La polica investig en Florida en procura de los ladrones de bancos, pero se habanescapado a lugares distantes.La chiquita continu viviendo con su familia en la pequea ciudad. Fue a la escuela

    primaria. Mucho despus, fue a la secundaria: a decir verdad, fue alumna de Vassar.

    Ahora es prostituta en Buenos Aires...Yace en un divn y sus ojos estn enrojecidos por la marihuana. Sus ropas se

    amontonan en una silla. Un marinero abandona ruidosamente su pieza. Ella se sientetan triste! Fjense! Hay una lgrima en su mejilla. Hay humo en su ojo. Qu lgrimatan rara!

    Es una chica tan linda!

    No puedo evitar que me guste. Porque yo conozco su secreto, su bsqueda y porqu vive as.

    Yo s que ella los est buscando.

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    El hombre que siempre estaba deseando

    Haba una vez un hombre que siempre estaba deseando cosas.Deseaba cosas como que no hubiera ms guerras, o que la gente ya no se muriera

    de hambre, y despus a veces deseaba tener un milln de dlares o poderes mgicos,para poder cambiar toda la miseria que lo rodeaba.

    Pero no haca nada, excepto desear cosas.Era un vagabundo.Un da, un barman le pregunt: Esccheme, por qu vive insistiendo con esos

    deseos fantsticos? Quiero decir, si usted quiere terminar con las guerras, por qu no se

    mete en poltica y hace algo por su idea? O, si usted quiere un milln de dlares,bueno, hombre, por qu no va y lo gana! O, por lo menos, si tiene que desear cosas,por qu no desea algo que tenga posibilidad de conseguir? Sabe, esos deseosfantsticos no se van a concretar nunca.

    Y el vagabundo le explic: Mire, un hombre pasa por la vida deseando muchascosas, y algunos de sus deseos se concretan y otros no, pero ningn hombre vive toda suvida sin que nunca se le concrete un deseo. Quiero decir que Dios debe garantizarle acada hombre por lo menos un deseo en su vida. Pero ustedes, la gente vulgar! Deseancosas tan mezquinas. Querran tener cinco dlares para comprar esto o aquello, oquerran poseer a esta chica o a aquella; es fcil para Dios garantizarles uno de susdeseos. Pero mreme a m, por el otro lado. Nunca he tenido un deseo vulgar! Me

    entiende? Cuando Dios se disponga a satisfacer uno de mis deseos, va a tener algunosproblemas. Usted ver muchos cambios por ac cuando Dios se disponga a satisfaceruno de mis deseos, porque, me entiende?, nunca he tenido un deseo vulgar!

    Bien.El vagabundo envejeci, 40, 50 aos, y enfermo y flaco por su manera de vivir, y

    todava ninguno de sus fantsticos deseos se haba materializado.Un da se puso a vagar por el zoolgico.Y empez a mirar a las jirafas, que estaban aisladas en una gran jaula, cerca del

    linde del zoolgico, as que tenan mucho espacio.Las vio galopar por ah, haciendo oscilar sus grandes cuellos de arriba a abajo,

    como una danza.

    Se dio cuenta de que esto era la cosa ms bella que hubiera visto jams.Pero algo andaba mal.No poda imaginar qu era. Al principio pens que el hecho de que los animales

    estuvieran enjaulados era lo que de algn modo estropeaba esta escena casi perfecta,pero la jaula estaba decorada como un verdadero escenario de la selva, con rocas yarbolitos y cosas, de modo que eso no poda ser.

    Despus lo entendi!Era el hecho de que las jirafas fueran tan grandes, estaban desproporcionadas con

    todo lo dems.Parecan fuera de lugar.Advirti algunas flores que crecan en la jaula y pens: no sera sensacional que las

    flores fueran gigantescas. Dese que las flores fueran altas.Entonces se sinti mareado y se puso la mano sobre los ojos, y el mareo se le pas,

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    y entonces mir y...Ah estaban!Las flores eran inmensas! Dieciocho pies de altura, y las jirafas estaban corriendo

    entre ellas, azotando las grandes flores con sus cuellos, hundiendo sus narices en losdondiegos, y el perfume! el perfume llenaba el aire; y colores! los grandes tallos

    verdes, purpreos, colorados, y los azahares que surgan entre los gigantes manchados,marrones y amarillos, lo aturdieron; y despus todas las jirafas empezaron a lamer lasflores, de las cuales parecan extraer alguna sustancia, sus lenguas agitndose comopeces rosados, y l las observ caer al suelo una por una, los ojos cerrndoseles cadavez ms hasta que finalmente todas se quedaron dormidas.

    Era ms lindo de lo que l mismo haba imaginado.Su deseo haba sido satisfecho.Su deseo haba sido satisfecho!Y... quiero decir... bueno... las jirafas y las flores eran lindas, eran realmente muy

    bonitas, pero... esto no tena nada que ver con el fin de las guerras, o la gente que ya nomora de hambre, o, carajo! ni siquiera haba conseguido un milln de dlares.

    Y se pregunt qu hacer ahora. Nunca haba aprendido un oficio, ni hechoverdaderos amigos, y se dio cuenta de que no poda hacer nada. Su vida careca ahora desentido.

    Estaba tomando una botella de naranjn, y la rompi contra los barrotes de la jaula,como haba visto hacer en un film de Hollywood, y muy metdicamente se cort lasmuecas.

    Y despus por alguna razn, se arrodill y se cortaje los tobillos y se tendi en elsuelo con los brazos extendidos como un crucificado, para morir.

    Mientras yaca all, murindose, reflexion que Dios haba sido bastante mezquino.Aqu estaba l, tan fiel a su creencia, sin desear nunca comida cuando se mora dehambre, o una amante cuando se senta solo; y se haba sentido tan solo. Se sintiengaado, como si Dios se hubiese aprovechado de l. De alguna manera, sinti queDios no haba jugado limpio.

    Pero pocos minutos antes de morir mir casualmente al resto del zoolgico y alresto del mundo.

    Dio un salto, espantado por lo que vio.Porque vio que Dios no le haba acordado en modo alguno su deseo.Y se dio cuenta de que, de no haberse quitado la vida, Dios podra haberle

    acordado uno de sus grandes deseos, porque l no haba hecho gigantescas las flores. l,simplemente, haba hecho la jaula, las jirafas... y el hombre, muy pequeos.

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    Una persecucin

    Una muchachita camina detrs de su hermano, rumbo al colegio.Cuando pasan por una inmensa casa colorada, una chiquita hermosamente vestida,

    con moos azules almidonados, aparece de atrs de un arbusto y se une a ella, siempredetrs de l.

    De una casa de ladrillos amarillos junto al camino, viene corriendo otra mocosacuyo elegante vestido es tan gris como las nubes suspendidas esta maana sobre elcampo luminoso.

    Al extremo de la cuadra se les unen dos chicas ms, cada una brotando de atrs de

    una cerca o de un rbol despus que l pas, y como no se vuelve para mirar a suhermana ni una vez, cada una de ellas no es vista por l.Ahora salta otra y se les une.Cada una de ellas tiene siete aos. l tiene once.l saca de su bolsillo una pelota y empieza a hacerla rebotar mientras camina.Todas ellas hacen lo mismo.Estn calladas como lauchas. Cada una hace rebotar una pelota, cada una camina

    como l camina.Sin ninguna razn, l salta como si saltara por encima de un arroyo.Las seis muchachitas hacen lo mismo.Sin ser visto por ellos, pero jugando su juego, detrs de todos viene otro, un

    forastero, de 50 aos, haciendo rebotar una pelota de tenis, cuya cara es tan gris como lapelota de tenis, para quien el da no es luminoso sino chato, melanclico, hmedo yoscuro, quien no ve en sus casas nada sino una opulencia vulgar, quien ha visto guerra,hambre y el horror de los campos de concentracin, quien es buscado hasta ahora por lapolica secreta israel, quien cojea ligeramente... Oh, si se contara esa historia! Ahora,como el lder, sin razn alguna, salta. Es el excntrico, nuevo celador.

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    simplemente un invento de su propia imaginacin.2) El hombre es un gitano domador de animales.3) El tiburn es ahora el dueo del collar.

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    El que vino

    Incrustada de columnatas y brillantes agujas, la pequea ciudad del sudoestepareca, vista desde la montaa, como si fuera un grabado norteamericano primitivo.

    Relmpagos metlicos centelleaban en el ocaso.All abajo haba una chimenea de la cual brotaba humo rojo, y otra destilaba una

    larga lnea negra que se curvaba sobre el valle; la forja anaranjada brillaba en elcrepsculo.

    Pareca como si debiera sonar una campana de iglesia.

    Todos los pjaros estaban callados.El oscuro estanque mostraba un reflejo inmvil de quietas ramas y, ms tarde, deun milln de estrellas entre las negras, sombras masas de los rboles.

    Todas las lucirnagas estaban en calma.Este estanque era como si un suicida se demorara en su cieno, su crneo hecho nido

    de salamandras.Era como si un hechizo estuviera obrando.

    En la ciudad, haba un regocijo de luz en cada ventana y la luz sala a torrentes deellas, iluminando los arbustos y los silenciosos cuadrados de csped; a medida que unodescenda hacia los esculidos sectores donde los chicos todava estaban jugando en la

    calle, la luz cambiaba, las ventanas eran ms srdidas, ms angostas, las cortinasestaban ms frecuentemente bajas, y los faroles de la calle no tenan vidrios esmeriladossino que iluminaban con crudeza, arrojando espectralmente una sombra ms negra.

    A lo largo de un terreno sin iluminar, por ltimo, en el extremo ms lejano, nodemasiado lejos del basural de la ciudad (podra haber una profunda depresin a laderecha de uno), flotara en la oscuridad el olor de los tachos de basura entre los altospastos de margaritas salvajes, de dientes de len, y de hierbas maravillosas, y de grasa...

    Las viejas estrellas son la nica luz, y no ayudan demasiado. Las estrellas fueronestupendas como guas en viajes ms grandes, sobre los mares, para descubrircontinentes, pero cuando la preocupacin inmediata de uno es no caerse en las zanjas de

    caminos descuidados...

    Una nube gigantesca comienza a atravesar el cielo.Ahora no hay ninguna luz en ninguna parte.Una luz momentnea!Relmpagos.Haba un recodo ms adelante y si la imagen de esa luz momentnea era correcta,

    uno debera aqu mismo empezar a cambiar de rumbo, y el terreno debera aqumismo... ah, s, lo hace! subir cuando doy vuelta a la esquina.

    Rayo!El trueno arroj a mis sentidos en una pendiente ms honda, y recuerdos de una

    loca msica y del sol de aquella maana del lunes, y el recuerdo de su manera de ser, yla masa sanguinolenta de sus msculos agitndose en la pileta.

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    Crash!Un rbol se incendia detrs de m, y se siente el olor de ozono del fiero tridente que

    me esquiv por unas cien yardas a mis espaldas, pero el rspido CRACK! que pareciexplotar casi adentro de mi cabeza, me empuja ahora hacia adelante en una carrera msveloz, y todos los obstculos se desvanecen bajo mis pies, y no hay caso de cadas que

    hagan precavido mi andar porque me muevo con un equilibrio milagroso.

    Pestaeo como un duende agorero* en el golpe de agua, como el duende agorerosoy, en el gran aguacero hago una mueca, y en el momento en que la lluvia vertiginosaconvierte lo duro en blando, yo comienzo.

    Soy el que ha venido para vengar a los suicidas.

    * Banshee: el duende melanclico que, en las mitologas clticas, anuncia la muerte de alguien. (N.del T.)

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    La historia del espejo

    Haba una vez un poeta que quera convertir su talento en dinero.Era un buen poeta.Estaba dedicado a su profesin, al perfeccionamiento de su arte, con todo su ser.Era culto o, por lo menos, haba ledo mucho; y tena una aguda imaginacin y

    poda ser elocuente cuando escriba, pero no saba hablarle a la gente; era tmido ysiempre tena el sentimiento de que la gente relacionaba sus palabras con algo que l noentenda.

    Como era un verdadero poeta, esto quiere decir, por supuesto, que trabajaba en

    menesteres humildes: lavaplatos, oficinista, mensajero.No existe manera de que un autntico poeta se gane la vida con su obra.Un da mir en su torno, y vio a todos estos retardados, estas personas vulgares,

    criminales, inmorales, estpidas, todos estos idiotas, todos los cuales pueden ganarse lavida!

    Y se imagin que deba de haber algn modo de que una persona con suinteligencia se imaginara cmo no tener que trabajar en estos trabajos ridculos.

    As que le pidi prestada una malla negra a un bailarn amigo, y consigui unapesada pieza de gnero que se puso en la cabeza como una capucha de monje, yconsigui un trozo de cristal ovalado, apenas algo mayor que una cara, y lo puso frentea su propia cara, bajo la capucha, pero no era un cristal comn, era el llamado en una

    direccin; esto es, la clase de cristal que cuando uno mira a travs de l de un lado, esclaro, transparente, pero cuando se mira del otro lado es un espejo; puso este cristal antesu cara de modo que l poda mirar a travs de l, pero cualquiera que lo mirase slovea su propio reflejo.

    Fue a un club nocturno del Greenwich Village y consigui trabajo como orculo.De adivino.Tena una mesita en el club nocturno y se sentaba all, y la gente vena y le haca

    preguntas de las que uno le hace a un orculo, acerca del futuro, y l deca simplementelo primero que se le pasaba por la cabeza. Inventaba disparates, hablaba en jerigonza,citaba fragmentos de otros poetas, y tena una aguda imaginacin de modo queinventaba pequeas fantasas, cuentos, y a la gente pareca gustarle.

    Descubri que cuando tena puesto su espejo, perda la timidez.Poda hablar con la gente con facilidad.Algunas personas hasta lo tomaban en serio, pero l tan slo se rea de ellos y

    nunca pretendi ser otra cosa que un animador.Despus de un tiempo se encontr con que estaba ganando bien en el club

    nocturno.

    Haba una chica, una bailarina de striptease que tambin trabajaba en el clubnocturno.

    Trabajaba con luz negra.Luz ultravioleta.Pero nicamente su traje era luminoso, ella no, y como no haba otra luz, a medida

    que interpretaba su baile y una a una sus ropas caan, ella desapareca.

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    nicamente sus ropas eran luminosas, de modo que cuando caa el ltimo corpioo la ltima bombacha, ella era invisible y el escenario quedaba regado con luminososmontones de ropa.

    Ese era su nmero.

    Ambos se enamoraron.Pero cuando el poeta no tiene puesto su espejo, vuelve a ser el tmido de antes. Nosabe cmo abordar a la chica, y no sabe que ella tambin est interesada en l.

    Una noche (a mitad de semana, no hay mucho pblico) l ve a la chica que caminapor la vaca pista de baile en su direccin, y ella tiene algo escondido a sus espaldas, demanera que l no puede ver de qu se trata.

    As que ella se sienta a su mesa y...Aqu est!Y l tiene puesto su traje y su espejo, as que sbitamente puede hablar.Est a punto de expresarse, de expresar su amor cuando la chica le dice: Mire!

    Yo no quiero que me adivine nada, no quiero saber nada sobre m misma. Quiero saber

    algo de usted!Y en este momento, sac de atrs de su espalda un espejo ovalado de su mesa de

    tocador, apenas algo mayor que una cara, y lo puso frente a la cara-espejo de l, y ledijo: Qu ve?

    Perdname, lector, pero por un instante debo hacer una digresin para explicarte loque l vera. Sabes que cuando te paras entre dos espejos, o cuando te sientas en elsilln del peluquero, parece haber un corredor entre los espejos; pero si alguna vez tedetienes a observar vers que, aunque quiz puedas ver seis o siete niveles, nuncapuedes ver el final del corredor; siempre tu propio primer reflejo se interpone en elcamino, y si intentas hacerte a un lado, todo el corredor desaparece por un costado delmarco del espejo.

    Pero en este caso, l mirara a travs del vidrio y vera un espejo, pero el espejoslo vera, por as decirlo, un espejo, que a su vez vera un espejo, y etctera.

    No habra nada entre los dos espejos para obstaculizar la visin, de modo que lpodra ver el corredor estirndose en lnea recta hasta el infinito.

    As que, para recapitular la situacin: la chica de la cual est enamorado se sientafrente a l, y l tiene puesto su espejo, de modo que puede hablar, y est a punto deexpresar su amor cuando la bailarina de striptease le pregunta: Qu ve? Y en esemomento la chica desaparece, el club nocturno desaparece y el hombre ve un corredorhasta el infinito.

    No dice nada.

    La chica saca su espejo y le dice: Diga algo!Pero el hombre no dice una palabra.Ella le tira de la manga y le dice: No se quede sentado ah, diga algo...Pero l no se mueve.Y durante diecisiete aos no se ha movido.Todava est sentado, exactamente en la misma posicin, un catatnico en un

    hospicio... lo alimentan por un tubo, y es incontinente, y ha perdido por completo elcontacto con el mundo exterior.

    Pero los mdicos y las enfermeras pueden discernir a travs de cambios en suexpresin facial, y a travs de las palabras que masculla inaudiblemente, de modo quenunca pueden saber bien qu est diciendo, pueden discernir que en su mente lleva

    una vida muy activa, y que tiene experiencias en un mundo de sueos...Y en este mundo de sus sueos, en la vida que vive adentro de su cabeza, todo el

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  • 8/7/2019 Holst, Spencer-El idioma de los gatos

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    Spencer Holst El idioma de los gatos

    resto de la gente usa espejos sobre sus caras, y l es el nico que no lo tiene.A causa de esto se siente en gran medida como un extrao, y trata de averiguar,

    pregunta a la gente: por qu l no tiene un espejo sobre su cara como los dems?Pero la gente, o bien le da respuestas falsas y trata de burlarse de l, o bie