Historia de España - Oxford University Press España · cratas del Sexenio Democrático (Montero...

14
1 Historia de España

Transcript of Historia de España - Oxford University Press España · cratas del Sexenio Democrático (Montero...

1H i s t o r i a d e E s p a ñ a

2H i s t o r i a d e E s p a ñ a

3© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

S O L U C I Ó N D E L A P R U E B A D E A C C E S OAUTORA: Marta Monje Molina

� El texto es un fragmento del artículo «El Estado», perte-neciente al volumen II de la Enciclopedia de Historia deEspaña, dirigida por el historiador Miguel Artola. Se tra-ta, por tanto, de una fuente secundaria de carácter his-toriográfico. En el texto se analiza a grandes rasgos elsistema político de la Restauración (1875-1902), y seindican el factor que condicionó su establecimiento (laexperiencia isabelina), sus objetivos (la integración delas fuerzas políticas del país en dos grandes partidos) ysus rasgos fundamentales (forma monarquial de gobier-no, parlamentarismo dualista, sistema económico capi-talista y liberal), además de sus limitaciones (exclusiónde las fuerzas políticas emergentes, republicanos, socia-listas y nacionalistas, fraude electoral, desencanto de unsector importante de la opinión pública).

El pronunciamiento protagonizado por el general Martí-nez Campos en diciembre de 1874 acabó con el régi-men republicano, vigente en España desde febrero de1873, y permitió el regreso de la dinastía borbónica en lapersona de Alfonso XII. Con el nuevo monarca se instau-ró un sistema político cuyo artífice fue Antonio Cánovasdel Castillo (1828-1897). El objetivo de Cánovas fuedotar a la monarquía restaurada de un sistema liberalque permitiera la alternancia pacífica en el Gobierno dedos grandes partidos que no se marginaran entre sí nirecurriesen a la insurrección para acceder el poder. Lospartidos antimonárquicos, antiliberales y antinacionalesquedaron excluidos.

El sistema político de la Restauración

El edificio político canovista se sustentó en la Constitu-ción de 1876, en los partidos Conservador y Liberal, y enel papel arbitral del rey, quien decidía qué formacióndebía controlar el poder ejecutivo. Un elemento indis-pensable para el funcionamiento de este sistema fue elfraude electoral.

La Constitución de 1876 se mantuvo en vigor hasta1931 (con el paréntesis de la dictadura de Primo deRivera). Establecía un modelo de Estado centralista en elque el catolicismo era la religión oficial. El monarca erael mando supremo del Ejército, elegía el Gobierno ytenía autoridad para disolver las Cortes, de carácter bica-meral. Asimismo, podía vetar los proyectos de ley y ejer-cer la potestad legislativa.

El Congreso fue elegido por sufragio censitario hasta1890; a partir de ese año se instauró el sistema de sufra-gio general masculino. Parte de los miembros del Sena-do eran elegidos por el rey y el resto por las corporacio-nes y los mayores contribuyentes mediante un sistemaindirecto.

El juego de partidos de la Restauración se articuló entorno al Partido Liberal Conservador, situado en la dere-cha moderada, y el Partido Liberal, llamado inicialmentePartido Fusionista. El primero, dirigido por Cánovas,agrupó a liberales moderados, ex progresistas (RomeroRobledo) y algunos tradicionalistas (Pidal). PráxedesMateo Sagasta fue el líder del Partido Liberal, formaciónen la que se integraron antiguos progresistas y demó-cratas del Sexenio Democrático (Montero Ríos, Moret,Martos). No eran partidos de masas sino organizacionesde notables. Su fortaleza no dependía tanto de la cohe-sión interna de sus miembros como de la influencia desu líder y su capacidad de mantener unidas las distintasfacciones del partido.

Ambas fuerzas se alternaron en el poder, en lo que seconoció como el turno de partidos, mecanismo que eraactivado por el monarca, no por la voluntad popular. Elprocedimiento se inauguró en 1881, cuando Alfonso XIIencomendó la formación de Gobierno a Sagasta, enlugar de a Cánovas, y se oficializó tras la muerte del reyen 1885. Su esposa, María Cristina de Habsburgo, emba-razada de quien sería Alfonso XIII, asumió la regencia.Cánovas, presidente del Gobierno en ese momento,acordó con Sagasta cederle el poder durante los prime-ros años de la regencia. El acuerdo recibió la denomina-ción de Pacto del El Pardo.

El funcionamiento del sistema era el siguiente: el candi-dato a presidir el Gobierno debía ser designado por elrey y contar con una mayoría sólida en las Cortes. De noser así, obtenía del monarca el decreto de disolución delas Cortes y promovía la convocatoria de elecciones. Eneste momento, se ponían en marcha los mecanismos defalseamiento del voto a través de las redes de clientes o«amigos políticos» con que contaban los partidos delturno: compra del voto o presión a los electores y a lospoderes locales, falseamiento de las listas electorales ymanipulación de los resultados. Estas prácticas fraudu-lentas recibieron la denominación de «pucherazo». Elproceso se controlaba desde el Ministerio de Goberna-ción, que administraba el «encasillado», procedimientopor el que se decidía, antes de las elecciones, qué cargosdebían corresponder al partido del Gobierno y cuáles ala oposición. Este sistema, conocido como caciquismo,fue más eficaz en las zonas rurales que en las urbanas,donde la opinión pública y los votos eran más difícilesde controlar. Como dice Artola, con el paso del tiempo elsistema se «hizo extraño a un sector cada vez másamplio de la opinión pública» y una parte importantede las clases populares dejó de votar en las elecciones, alconsiderarlas una farsa inútil.

Opción A

4© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

Los elementos opositores

En sus primeros años, el sistema político de la Restaura-ción se benefició de la debilidad de la oposición, com-puesta por los seguidores del carlismo y un heterogé-neo grupo de formaciones republicanas. A lo largo delas décadas de 1880 y 1890 surgieron dos movimientospolíticos críticos con el régimen: el movimiento obrero ylos nacionalismos periféricos.

Los carlistas, derrotados en 1876, se dividieron entrequienes se oponían a participar en el juego político delrégimen y los que creyeron más conveniente formar unpartido político y luchar dentro de la legalidad. El primergrupo, conocido como corriente integrista, se enfrentóal pretendiente carlista (1888) y fue expulsado del parti-do; lo dirigió Ramón Nocedal y se caracterizó por suintransigencia con el liberalismo. En el otro extremo delespectro político, los republicanos ejercían una graninfluencia en los núcleos urbanos, pero mantuvieron ladivisión que les caracterizó durante el Sexenio Demo-crático entre los radicales de Ruiz Zorrilla, los unitariosde Salmerón y los federales de Pi i Margall. Los posibilis-tas de Castelar, por su parte, evolucionaron hacia posi-ciones próximas al régimen y colaboraron con el partidode Sagasta.

El movimiento obrero fue cobrando fuerza a medidaque se aproximaba el fin de siglo. Estaba dividido en dosgrandes bloques, el anarquismo y el socialismo. El pri-mero se oponía a la participación política y se escindióen varios grupos: los catalanes, los andaluces, los parti-darios de los sindicatos legales y los que practicaban elterrorismo individual. Las actividades de estos últimosprovocaron una durísima represión en Andalucía a raízde los atentados de la Mano Negra, y también en Catalu-ña (atentado en el Teatro del Liceo de Barcelona en1893). En 1897, el propio Cánovas fue asesinado por unanarquista italiano. En cuanto al socialismo, en 1879tuvo lugar el nacimiento del PSOE y en 1888 se constituyóla UGT. Débil inicialmente, el socialismo se fue implan-tando en las zonas en que se estaba produciendo unaindustrialización acelerada (País Vasco) y en los grandesnúcleos urbanos (Madrid).

En el caso de los nacionalismos periféricos, los dos prin-cipales focos fueron Cataluña y el País Vasco. Un factorque explica su aparición fue la existencia de movimien-tos culturales que impulsaron la recuperación de las len-guas vernáculas y las costumbres autóctonas (Renaixen-ça en Cataluña y Rexurdimento en Galicia). Otras causasfueron la impopularidad en algunas regiones del proce-so de centralización política y el nacionalismo españolimpulsados por los gobiernos liberales y la reacciónfrente a las transformaciones sociales y económicas pro-vocadas por la industrialización de finales del siglo XIX.Los contextos variaron de una región a otra. En Cataluña,que gozaba de un mayor desarrollo industrial, las élitesburguesas defendían el proteccionismo y sus interesescomo productoras frente a las medidas liberales adopta-das por los gobiernos de Madrid; además, exigían un

mayor peso de Cataluña en la gobernación del Estado.En el País Vasco, se produjo una rapidísima industrializa-ción en el último cuarto del siglo XIX y una llegada masi-va de inmigrantes; desde algunos sectores esto se viviócomo una amenaza a las costumbres e instituciones vas-cas, que se sumó al trauma provocado por la supresión delos Fueros tras la conclusión de la Tercera Guerra Carlista.

En Cataluña se produjo un largo proceso de formacióndel catalanismo político en el que tuvieron lugar acon-tecimientos importantes, como la formación del CentreCatalá de Valentí Almirall (1882) y de la Unión Catalanis-ta (1891), la publicación de las Bases de Manresa (1892)y la constitución de la Lliga Regionalista (1901). En elPaís Vasco, Sabino Arana fundó el Bizkai Buru Batzar en1895, origen del Partido Nacionalista Vasco (PNV). EnValencia y Galicia también se desarrollaron movimientosregionalistas.

A finales de siglo el sistema atravesó una crisis profunda,tanto por la presión creciente que ejercían estas fuerzasopositoras como por la pérdida de las últimas coloniasespañolas. El desastre del 98 provocó el surgimiento delregeneracionismo, un movimiento intelectual que recha-zaba el sistema de la Restauración por considerarlo unalacra para el progreso político de España. La oposición,sin embargo, no logró rentabilizar la derrota y los parti-dos dinásticos asumieron algunas de las reivindicacio-nes del movimiento en los primeros años del reinado deAlfonso XIII (1902-1931).

El sistema político canovista se mantuvo vigente hastael golpe de Estado de Primo de Rivera (1923), aunquelastrado por la división en el seno de los partidos dinás-ticos y la influencia creciente de nacionalistas, republica-nos y las fuerzas del movimiento obrero que o bien exi-gieron la atención de sus reivindicaciones para poderintegrarse en él (Lliga Regionalista, reformistas de Mel-quíades Álvarez) o bien lo cuestionaron de raíz (PartidoRadical de Lerroux, PSOE, CNT).

� a) La Guerra Civil española (1936-1939) cobró inmedia-tamente una dimensión internacional. Al apoyo quedesde el principio recibieron los sublevados porparte de la Alemania nazi y la Italia fascista, que sematerializó en la ayuda prestada en el traslado a laPenínsula del ejército de África, se sumaron las adhe-siones espontáneas a la causa republicana desdediferentes lugares del mundo. Ante esa situación,las potencias democráticas intentaron adoptar unapostura común, que se vio condicionada por losplanteamientos de cada una de ellas ante la expan-sión del fascismo en Europa, el estado de sus res-pectivas opiniones públicas, y el signo político desus gobiernos.

En principio, se acordó la no injerencia diplomática ymilitar en los asuntos españoles y se prohibieron lasexportaciones de armamento a España. En la prácti-ca, esta política provocó que el Gobierno de laSegunda República no pudiera aprovisionarse libre-mente de armas en el extranjero. Para que el acuerdo

5© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

de no intervención fuera efectivo, se encargó a uncomité (creado en Londres en septiembre de 1936)que velara por su cumplimiento. El principal valedorde esta política fue el Gobierno conservador británico,que temía las repercusiones de una posible revolu-ción social en España y era partidario de una políticade apaciguamiento frente a Alemania e Italia. EnFrancia se permitieron las adhesiones colectivas y losactos de apoyo al Gobierno republicano, pero secerró la frontera para evitar la entrada de armas enEspaña. En el país galo existía una fuerte polariza-ción, ya que en él gobernaba un Frente Popular desde1936; además, el Gobierno estaba condicionado porla postura británica de no provocar a Alemania. Esta-dos Unidos se mantuvo neutral para no favorecer alcomunismo europeo, aunque permitió a Francoabastecerse de gasolina estadounidense. Hasta ciertopunto, la política de no intervención tuvo éxito, ya queaisló el conflicto, pese a que tanto Alemania e Italiacomo la Unión Soviética apoyaron a uno u otro bandoignorando el pacto. Sin embargo, el pacto reforzó alfascismo y no impidió la Segunda Guerra Mundial.

La Italia fascista y la Alemania nazi apoyaron a losrebeldes desde el primer momento por motivos detipo político y estratégico: puesta a punto de susejércitos, simpatía ideológica con los sublevados,extensión de su ámbito de influencia en el suroestede Europa. Este apoyo se concretó en el envío de uni-dades militares y material bélico. La Corpo di TruppeVolontarie (CTV) italiana llegó a sumar 40 000 efecti-vos, y la Legión Cóndor alemana (unos 6 000 hom-bres) reunía aviación, artillería antiaérea y técnicosde primera clase. Además de alemanes e italianos, lossublevados contaron con el apoyo de Portugal,gobernado por Antonio de Oliveira Salazar. Este paísenvío una división de apoyo (los Viriatos), pero sucontribución más valiosa fue el control de la fronteraa favor de los rebeldes. Desde el punto de vistadiplomático, el apoyo más importante de los suble-vados procedió del Estado vaticano, que reconoció alrégimen franquista en el verano de 1937.

El Gobierno republicano solo contó con el apoyo dela Unión Soviética (a partir de septiembre de 1936 ytras muchas reticencias), empeñada en una políticade acercamiento a las democracias para hacer frenteal nazismo. También recibió una modesta ayuda deMéxico. El apoyo soviético se materializó a dos nive-les: entrega de armamento, que el Gobierno republi-cano hubo de pagar al contado con las reservas deoro del Banco de España, y reclutamiento de volun-tarios (el Gobierno soviético ordenó a la InternacionalComunista que organizara el reclutamiento de lasBrigadas Internacionales e impulsó movimientos desolidaridad antifascista en los países occidentales).

La situación en Europa, una referencia constantepara ambos bandos a lo largo del conflicto, jugó unimportante papel en la crisis que atravesó el Gobierno

republicano durante la primavera de 1938. Dicha cri-sis se prolongó en los meses siguientes debido alenfrentamiento entre quienes daban por perdidala guerra —con el presidente de la República, ManuelAzaña, y el socialista Indalecio Prieto al frente— y eltambién socialista Juan Negrín, presidente del ejecu-tivo y partidario de alargar el conflicto para enlazarlocon una guerra a escala europea que él considerabainminente. Los resultados de la Conferencia de Múnich(septiembre de 1938), en la que británicos y francesesaceptaron la invasión alemana de Checoslovaquia,dejaron claro que las potencias democráticas conde-naban a este país, e indirectamente también a España,a sufrir el expansionismo fascista. Pese a ello, Negrínmantuvo su postura hasta el final de la guerra.

Un último aspecto de la dimensión internacional dela Guerra Civil es su repercusión en la opinión pública.La causa republicana atrajo las simpatías de toda laizquierda mundial y de la mayoría de los intelectua-les (André Malraux, George Orwell, Ernest Hemingway,entre otros). En los países con regímenes fascistas,pese a que no existía una opinión pública favorablea los republicanos españoles, sí hubo voluntariosantifascistas, como los italianos de la Brigada Gari-baldi. La opinión de la derecha en los países demo-cráticos fue más variada, pues, aunque parte de loscatólicos se inclinaban hacia Franco, muchos erancontrarios a los nazis. Entre los escritores de la dere-cha católica destacó el francés George Bernanos, quedenunció el nuevo orden de cosas impuesto por losmilitares rebeldes en Los grandes cementerios bajo laluna (1938).

b) En general, la ideología del franquismo se identificócon el pensamiento de las derechas conservadoras yautoritarias de la Europa de entreguerras. Aunque elrégimen evolucionó del filofascismo inicial haciaposiciones más tibias durante los casi cuarenta añosen que se mantuvo vigente, permaneció siempre fiela sus principios básicos, que fueron los siguientes:

� Ensalzamiento de Francisco Franco —generalísi-mo, caudillo, jefe de Gobierno y del Estado y jefenacional del Movimiento, es decir, de FET y de lasJONS—, quien se mantuvo sólidamente instaladoen la cúspide del poder hasta su muerte.

� Rechazo de la sociedad burguesa y nostalgia deépocas pasadas en las que España triunfaba. Seañoraba la época de los Reyes Católicos y los Aus-trias mayores.

� Aversión hacia la ideología liberal y la democraciaparlamentaria, identificadas con la «masonería» yla «judeomasonería», a las que el franquismohacía responsables de la decadencia nacional. Apartir de los años sesenta, el lenguaje se moderóy se consideró que el liberalismo era simplementeinadecuado para España, dado el carácter bárbaroy anarquista que supuestamente distinguía a losespañoles.

6© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

� Durísima represión del marxismo y el comunismo,así como del movimiento obrero. Se considerabael responsable al comunismo, junto con la «judeo-masonería», de todas las conspiraciones que ace-chaban al Estado.

� Un intransigente catolicismo conservador, con-vertido en religión oficial del Estado y considera-do parte esencial del «alma» española.

� Un nacionalismo españolista exacerbado y exclu-yente, que implicó la represión de los nacionalis-mos periféricos.

El pragmatismo, sin ser propiamente un rasgo ideo-lógico, también caracterizó al franquismo. Le permi-tió evolucionar desde las posiciones próximas al fas-cismo hasta las propias de una dictadura de carácterpaternalista que alardeaba de haber traído la paz y eldesarrollo a España.

Las bases sociales del franquismo fueron la clasemedia, los obreros sin filiación política, el campesinadodel norte y centro del país, los grandes terratenientesy la mayor parte de la élite económica y política, ade-más de quienes pertenecían a las instituciones clavedel régimen: la Iglesia, el Ejército y el partido único(FET y de las JONS).

La Iglesia católica desempeñó un papel de primeraimportancia en la legitimación del franquismo. Lasaltas jerarquías eclesiásticas participaron activamenteen las instituciones franquistas. La influencia social dela Iglesia fue enorme, especialmente a través del con-trol de la educación y la vida cotidiana. Además, sevalió de dos organizaciones para extender su controla las élites políticas: la Asociación Católica Nacionalde Propagandistas (ACNP) y el Opus Dei. Ambas fueroncobrando poder a medida que el régimen comenzóa despojarse de su costra fascista cuando la derrotade las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundialse hizo evidente. La ACNP, fundada por el jesuita ÁngelAyala en 1909 e impulsada por el eclesiásticoÁngel Herrera Oria, preparó a numerosos políticos eintelectuales para que defendieran los puntos de vistacatólicos. El Opus Dei, creado en 1928 por José MaríaEscrivá de Balaguer, perseguía objetivos similares.Miembros de esta organización, los llamados tecnó-cratas, controlaron la política económica españoladurante la época de crecimiento de los años sesenta.

El Ejército era clave para el mantenimiento del orden(controlaba la Policía Armada y la Guardia Civil) ypara garantizar la pervivencia de los principios de lasublevación, encarnados en la figura del generalísi-mo, al que el Ejército mostró una adhesión total yprácticamente sin fisuras durante todo el franquis-mo. Los militares desempeñaron también durante elrégimen franquista un importante papel político, yaque fueron titulares de ministerios, gobernadoresciviles, altos cargos del Instituto Nacional de Indus-tria, etcétera.

En cuanto al partido único, de él dependían una seriede organizaciones con las que se pretendía mantenersu influencia en diferentes ámbitos de la sociedadespañola. El Frente de Juventudes organizaba activi-dades de ocio para muchachos de entre 15 y 18 añosen las que estos eran adoctrinados en la obedienciay el respeto a las jerarquías. La Sección Femeninapretendía relegar a la mujer española a la condiciónde buena esposa, madre y ama de casa. El SindicatoEspañol Universitario (SEU), al que debían afiliarselos estudiantes, difundía la ideología falangista en elámbito universitario.

Tuvieron gran importancia en el clima social reinanteen el franquismo, y especialmente durante sus pri-meros años, el trauma y la apatía política que provo-caron la Guerra Civil y la miseria de la posguerra enun amplio sector de la población española, dispues-to a aceptar el régimen a cambio de paz y estabili-dad. La expansión económica de los años sesenta y los cambios sociales y culturales que provocó —modernización de las mentalidades, aumento dela oposición al régimen, contacto con otras realida-des a través de la emigración y la llegada masiva deturistas extranjeros— diluyeron en buena medidalas bases sociales del franquismo, aunque este man-tuvo un apoyo amplio hasta 1975, año de la muertedel dictador.

� a) Al-Ándalus es la denominación que recibió el territo-rio hispano ocupado por los musulmanes desde suconquista a principios del siglo VIII hasta el siglo XIII.Desde este último siglo y hasta 1492 solo se mantuvobajo dominio musulmán el reino nazarí de Granada.Del término al-Ándalus tomó su nombre Andalucía,que se convirtió en el centro político de la Españamusulmana. Los ochocientos años de presencia islá-mica en la Península dejaron un notable legado enla agricultura, el urbanismo, el pensamiento, la litera-tura y el arte.

Evolución política

Tras la derrota de los visigodos en la batalla de Gua-dalete (711), la conquista musulmana de la Penínsulafue fácil y breve (711-715). Concluida esta, la historiapolítica de al-Ándalus atravesó diferentes etapas.Durante el emirato dependiente (711-756), el poderpolítico fue asumido por un valí (gobernador), sujetoa la autoridad del califato de Damasco. La capital seestableció en Córdoba y se ordenó el territorio encoras. Tras la caída de la dinastía omeya y el extermi-nio de sus miembros, un superviviente de la familia,Abd al-Rahman I, huyó a al-Ándalus y estableció unemirato independiente (756-929) en Córdoba, quemantuvo la hegemonía sobre la mayor parte de laPenínsula. Desde 879, el emirato se vio inmerso enuna crisis, pues estallaron revueltas locales y reivindi-caciones de independencia (como la de Umar ibnHafsun en Andalucía).

7© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

Abd al-Rahman III restauró la unidad del Estado islá-mico y estableció el Califato de Córdoba (929-1031),consolidando la hegemonía de al-Ándalus sobre laPenínsula Ibérica y abriendo una época de esplendorartístico e intelectual. Durante la minoría de edad delcalifa Hisham II (976-1013), el gobierno pasó a manosdel hayib, o valido, Almanzor. Él y sus dos hijos, que lesucedieron en el poder, son conocidos como los ami-ríes. Almanzor impuso una dictadura militar y dirigióexpediciones de castigo contra los reinos cristianosdel norte. A su muerte (1002), uno de sus hijos quisoser nombrado sucesor de Hisham II. En 1009 estallóuna revolución en Córdoba durante la cual los amiríesfueron asesinados. La crisis concluyó en 1031, cuan-do una asamblea de notables decretó el final delCalifato.

Al-Ándalus se disgregó entonces en pequeños reinosindependientes llamados taifas (1031-1090). Las taifasmás importantes fueron las de Badajoz, Toledo, Zara-goza, Valencia, Denia, Murcia y Sevilla. El desarrollocultural en estos reinos fue muy elevado, aunque sudebilidad militar y política también fueron conside-rables, por lo que tuvieron que pagar tributos(parias) a los reinos cristianos que los amenazaban;finalmente pidieron ayuda a los almorávides, quie-nes, en vez de colaborar con ellos, los conquistaronentre los años 1090 y 1110, abriendo un nuevo perío-do en la historia de al-Ándalus (1090-1145). Losalmorávides, sin embargo, no pudieron contener elavance cristiano y, tras el desmoronamiento de suImperio surgieron las segundas taifas (1145-1156), quese mantuvieron hasta la conquista de los almohades,procedentes del actual Marruecos. Hacia 1203 losalmohades ya habían sometido todas las taifas anda-lusíes; sin embargo, fueron derrotados por los cristia-nos en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén, 1212).Tras ellos surgieron las terceras taifas (1212-1236),conquistadas en el siglo XIII por Castilla y Aragón.

El único Estado heredero de al-Ándalus que perduróen la Península fue el reino nazarí de Granada. Fun-dado entre 1237 y 1238 por Muhammad I, se mantuvohasta 1492. Era un reino rico y en él se alcanzaronaltas cotas intelectuales y artísticas, en especial duran-te los reinados de Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V(1354-1391). A finales del siglo XV, debilitado por unacrisis dinástica que desembocó en una guerra civil,fue conquistado por Castilla en la Guerra de Granada(1482-1492).

Organización económica y social

La economía de al-Ándalus se basaba fundamental-mente en la agricultura; los musulmanes aportaronimportantes novedades para el aprovechamientodel agua (acequias, norias), que permitieron aumen-tar las superficies dedicadas a cultivos de regadío y la productividad. También se introdujeron nuevoscultivos (arroz, albaricoque, granada, zanahoria, beren-jena, azafrán, morera, etc.). Además, fue relevante la

cría del ganado ovino y la minería (hierro, cobre ymercurio). Las mejoras en agricultura permitieron unaumento de la densidad de población y el creci-miento de las ciudades. En el siglo XII, mientras nin-guna ciudad cristiana peninsular alcanzaba los cincomil habitantes, Córdoba y Sevilla superaban los cin-cuenta mil, y Toledo, Badajoz, Granada, Murcia oAlmería rebasaban los quince mil.

En lo que respecta a la sociedad andalusí, existió unagran diversidad étnica y religiosa. El grupo de losmusulmanes, dominante, estaba integrado por ára-bes procedentes de Oriente (que constituían la élitedirigente), bereberes del norte de África y muladíes(cristianos convertidos al Islam). Los cristianos quequedaron bajo dominación musulmana recibían elnombre de mozárabes. El Islam les permitía ciertaautonomía y libertad de culto, aunque debían pagarimpuestos, no podían acceder a los cargos públicos ytenían prohibido hacer proselitismo. Por su parte, losjudíos se integraron más plenamente que los cristia-nos en la vida y, sobre todo, en las actividadescomerciales de las ciudades andalusíes. También par-ticiparon de forma brillante en la vida cultural, alcontrario que los mozárabes, que terminaron siendouna minoría marginal y oprimida.

El legado cultural y artístico

La vida cultural y artística en al-Ándalus alcanzócotas muy altas. Su ciencia, su literatura y su arte seinspiraron en modelos árabes de Oriente, y su pensa-miento, reflejo de la cultura persa y grecorromana,alcanzó una gran originalidad. La cultura andalusíejerció una fuerte influencia en la Europa cristiana.En el campo de la literatura destacaron Ibn Hazm eIbn Zaydun, y entre los filósofos, Avempace, Averroesy Maimónides. En cuanto a las manifestaciones artís-ticas, alcanzaron un extraordinario esplendor lasartes decorativas (artesanía, azulejo, cerámica, orfe-brería, marfil) y, especialmente, la arquitectura (lamezquita de Córdoba y la ciudad palacio de Madinatal-Zahra, de época Omeya; la Giralda, de época almo-hade, y el palacio alcazaba de Granada o Alhambra,de época nazarí).

b) Los mudéjares («islámicos en tierra cristiana») fueronlos musulmanes que permanecieron en la Penínsulatras la caída del reino de Granada (1492), es decir, losantiguos habitantes de al-Ándalus. Aunque en unprincipio, su vida, posesiones y prácticas religiosasfueron respetadas, como había sucedido con lasminorías musulmanas residentes en los reinos cris-tianos peninsulares, la tolerancia hacia ellos durópoco. En primer lugar, se expulsó a aquellos quehabitaban el antiguo reino de Granada, que se habíansublevado (1499-1502); se les dio a elegir entre elbautismo o el destierro. En 1502 se amplió la medidaa toda Castilla. La mayoría se convirtió al cristianismo.En la Corona de Aragón, donde los mudéjares eranmás numerosos (unos cien mil), se adoptó la misma

8© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

medida en 1526, aunque, como en Castilla, la mayo-ría aceptó la fe cristiana.

Los musulmanes que decidieron bautizarse fueronllamados moriscos. Pese a su conversión, mantuvie-ron buena parte de sus costumbres y constituyeronuna minoría diferenciada, que se dedicó fundamen-talmente a la agricultura. A lo largo del siglo XVI, fue-ron objeto de una presión creciente por parte de lasautoridades y de la Inquisición. Esta presión provocóel estallido de la revuelta de los moriscos de Granada(Guerra de las Alpujarras, 1568-1570). Tras su derrota,la mayoría de los moriscos supervivientes (alrededorde 80 000) fueron deportados y repartidos por Castilla.La desconfianza hacia ellos se mantuvo en los añossiguientes —se les consideraba falsos conversos ydifícilmente adaptables a la sociedad cristiana— y, finalmente, el duque de Lerma, valido de Felipe III,decidió la expulsión de toda la población morisca(1609-1614). La medida afectó profundamente a laeconomía agraria, sobre todo en Valencia (los moris-cos constituían aquí un tercio de la población) y enAragón (donde sumaban el 20 % de sus habitantes).

c) El Consejo de la Suprema Inquisición fue constituidopor los Reyes Católicos en los primeros años de sureinado con el objetivo de que todos sus súbditosprofesaran la misma fe. Isabel y Fernando considera-ban una obligación restaurar la unidad religiosa de laépoca visigoda y tener por súbditos a buenos y sin-ceros cristianos. En ese sentido, la existencia deimportantes minorías de judíos y mudéjares consti-tuía un problema. Para solucionarlo crearon una ins-titución que persiguiese a los falsos conversos, esdecir, aquellos que pese a haber abrazado la fe cris-tiana, persistían en sus antiguos ritos y costumbresreligiosas. La Inquisición constituyó, además, unimportante instrumento político, ya que fue la únicainstitución que se impuso en todos sus reinos, inclu-yendo Canarias y, más tarde, las Indias.

En la Corona de Aragón existía un Tribunal de laInquisición desde el siglo XIII. Controlado por el papa-do y los dominicos, su misión original de perseguirherejes había quedado obsoleta. Isabel y Fernandodecidieron darle un nuevo sentido y crearlo en Castilla,donde no existía.

Autorizado por el Papa en 1478, el primer Tribunal dela Inquisición, a cargo de los dominicos, comenzó afuncionar en Sevilla en 1480. Más tarde, la Inquisiciónse implantó en el resto de Castilla y los demás reinos.En sus primeros años, se empleó con un rigor máximo,especialmente contra los judeoconversos. En los siglossiguientes, amplió su campo de acción a moriscos,protestantes y a todos aquellos cuyas conductas seconsideraban desviaciones morales (blasfemia, bru-jería, homosexualidad…). La Inquisición se mantuvovigente hasta el siglo XIX. Las Cortes de Cádiz abolie-ron la institución, aunque Fernando VII, a su regresodel cautiverio de Valençay en 1814, la reinstauró. La

Inquisición se abolió definitivamente en 1820, duranteel Trienio Liberal.

d) La promulgación de los Decretos de Nueva Plantafue consecuencia directa de la victoria del preten-diente francés, Felipe de Anjou, que accedió al tronoen 1701 con el nombre de Felipe V, sobre Carlos deHabsburgo en la Guerra de Sucesión española (1701-1715), que tuvo lugar tras la muerte sin descenden-cia de Carlos II el Hechizado (1700) y por la cual seestableció la dinastía de los Borbones en España.

Durante la Guerra de Sucesión, los reinos españolesorientales se habían alineado con el pretendienteaustriaco, por lo que Felipe V ordenó la supresión desus instituciones y privilegios, vigentes desde hacíasiglos y que los monarcas de la dinastía de los Aus-trias habían respetado. Se aplicaron para ello losDecretos de Nueva Planta en los reinos de Valencia yAragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716).Estos decretos eliminaban los fueros, las Cortes y susdiputaciones, incluida la Generalitat, los tradicionalesconcejos municipales, el cargo de Justicia Mayor, elsistema fiscal y monetario propio de cada reino y el Consejo de Aragón. En su lugar se impusieron, enlíneas generales, las leyes, instituciones y cargos deCastilla. Los virreyes fueron suprimidos y la lenguacatalana quedó recluida a la esfera privada. Además,se eliminaron las aduanas y puertos secos que obsta-culizaban el comercio interior.

Los Decretos respondían al deseo de Felipe V deemprender reformas que condujesen a la uniformi-dad administrativa de los diferentes territorios de lamonarquía y a una mayor centralización. Sin embargo,la igualdad entre los reinos no fue total. Los orienta-les conservaron buena parte de su derecho civil ycostumbres locales, y se renunció a imponerles el sis-tema fiscal castellano. Por su parte, en el País Vasco yNavarra se mantuvieron vigentes sus fueros y adua-nas. Navarra, además, conservó sus Cortes y su virrey.

e) Con el nombre de señorío se conoce el sistema dedominio de la tierra y de los campesinos que la tra-bajaban, nacido en la Edad Media. La sociedad feu-dal propia de esta época se basaba en las relacionesde dependencia entre distintos grupos. La generali-zación de este tipo de relaciones entre los campesi-nos y un grupo social privilegiado formado porseñores, tanto laicos (nobles) como eclesiásticos, diolugar al nacimiento de los señoríos. Según quién fue-se su titular, los señoríos se clasificaban en:

� Señoríos nobiliarios: estaban en manos de la noble-za. Inicialmente, eran donaciones reales que teníanun carácter vitalicio y quedaban sin efecto tras elfallecimiento del titular del señorío. No obstante, alo largo de la Edad Media se hicieron hereditarios.

� Señoríos eclesiásticos: estaban en manos del cle-ro. Además de las tierras otorgadas por los reyes,el clero recibía donaciones de particulares, que

9© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

aumentaban el poder económico y territorial dela diócesis u orden religiosa.

Los señoríos pueden dividirse, además, en otras doscategorías según cuáles sean las funciones ejercidaspor su titular:

� El señorío territorial: los señores administrabanuna gran extensión de tierras, que dividían para suexplotación. Una parte del señorío (reserva) eracontrolada directamente por el señor y trabajadapor siervos, que, además de cultivar las tierras delseñor, no eran libres de abandonarlas. Otra partedel señorío se dividía en parcelas o mansos quese arrendaban a campesinos libres, quienes debíanllevar a cabo algunos trabajos para el señor en lareserva durante ciertas épocas del año o realizarreparaciones.

� El señorío jurisdiccional: los señores tenían lapotestad de administrar justicia sobre los campe-sinos del señorío.

Era frecuente que una misma persona ejerciera elseñorío territorial y el jurisdiccional. Los señoríos seperpetuaron a través del mayorazgo, figura jurídicapor la que el varón primogénito recibía en herenciauna propiedad, que había permanecido en manosde la misma familia durante generaciones. Esta pro-piedad estaba vinculada a su persona: no podía divi-dirla ni venderla.

En las Cortes de Cádiz (1810-1813) se abolieron losderechos feudales (1811), es decir, la dependenciapersonal de los campesinos respecto de sus señoresy, por tanto, los señoríos jurisdiccionales: los seño-res dejaron de administrar justicia y de percibir rentaspor ejercer esa función. Se mantuvieron los señoríosterritoriales y los antiguos señores feudales se con-virtieron en propietarios de las tierras. Cuando Fer-nando VII regresó a España en 1814, restauró la juris-dicción señorial. En 1836-1837 (reinado de Isabel II)se decretó la supresión de señoríos y mayorazgos.

� El texto forma parte de la primera declaración delGobierno provisional, emitida un día después de la pro-clamación de la Segunda República en España el 14 deabril de 1931. Se trata de una fuente jurídico-políticade carácter primario. El Gobierno, compuesto casi ínte-gramente por miembros del Comité Revolucionario for-mado en 1930 a raíz del Pacto de San Sebastián, describesu naturaleza (democrático y responsable) y anuncia laconvocatoria de Cortes Constituyentes. A continuación,anuncia también la adopción de medidas contra los res-ponsables del golpe de Estado de 1923 y de los gobier-nos posteriores, además de referirse en términos desfa-vorables al reinado de Alfonso XIII. Este documento sepublicó en la Gaceta de Madrid, un diario cuyo origense remonta al siglo XVII y en el que, desde el siglo XVIII, sehacían públicas las decisiones del Gobierno. Es el ante-cedente del Boletín Oficial del Estado.

La Segunda República (1931-1939) fue el primer ensayode democracia de masas en la historia de España. Cons-tituyó un proyecto de modernización política con el quese intentó adecuar el marco legislativo e institucional alos cambios sociales y económicos que se habían pro-ducido entre 1910 y 1930. Nació como consecuencia delresultado de las elecciones municipales del 12 de abrilde 1931, favorable a la Conjunción Republicano-Socialis-ta en las capitales de provincia y las grandes ciudades, loque provocó la renuncia al trono de Alfonso XIII y la pro-clamación de la República dos días después. El contextointernacional no era favorable, debido a la crisis de 1929y el auge del fascismo y el comunismo; pese a ello, elnuevo régimen fue acogido con entusiasmo por amplios

sectores de la sociedad. El 14 de abril tomó posesión unGobierno provisional formado por antiguos monárqui-cos, entre ellos, el jefe de Gobierno, Niceto Alcalá-Zamo-ra, republicanos, nacionalistas moderados y socialistas.Inmediatamente, se convocaron elecciones constituyen-tes (junio de 1931). El 2 de mayo el cardenal Segura, pri-mado de España, publicó una carta pastoral en contradel nuevo régimen. Unos días después estalló un motínpopular en Madrid, que derivó en la quema de conven-tos y edificios religiosos en varias ciudades españolas(10-13 de mayo). La derecha hizo responsable al Gobiernode lo sucedido.

En las elecciones de junio vencieron los partidos de lacoalición gobernante. La fuerza mayoritaria fue el PSOE,seguida por los radicales de Lerroux, los radical-socialis-tas de Marcelino Domingo y Acción Republicana deManuel Azaña. La derecha no republicana constituíauna minoría simbólica. Las Cortes debatieron el texto dela Constitución entre agosto y diciembre de 1931. Lanueva norma configuraba un régimen democrático par-lamentario, laico y descentralizado, en el que se recono-cía la función social de la propiedad. Estos meses noestuvieron exentos de crisis, como la provocada por ladimisión de Alcalá-Zamora en octubre, debido a la apro-bación de los artículos 26 y 27 de la Constitución sobrela cuestión religiosa —Manuel Azaña ocupó la presiden-cia del ejecutivo (1931-1933)—, o la que tuvo lugar trasla salida del Gobierno de los radicales. Aprobada laConstitución, Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República (1931-1936). Estos primeros meses deexperiencia republicana forman parte del llamado

Opción B

10© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

Bienio Reformista (1931-1933), durante el cual el Gobiernodesarrolló un importante conjunto de reformas:

� Reforma agraria para redistribuir la propiedad agrariay así satisfacer la demanda de los jornaleros sin tierras.La Ley de Reforma Agraria (septiembre de 1932) seaplicó en todo el país en lugar de ceñirse a los lati-fundios del sur, molestando a muchos pequeños ymedianos propietarios.

� Reformas laborales, promovidas por el socialistaFrancisco Largo Caballero, ministro de Trabajo. Desta-can la Ley de Contratos de Trabajo y la Ley de JuradosMixtos. De aplicación exclusiva en el campo fueron laLey de Términos Municipales, la de Laboreo Forzosoo la de Accidentes de Trabajo en el Campo. Además,se impuso la jornada laboral de ocho horas en la agri-cultura.

� Fortalecimiento del Estado civil y laico. A este ámbitopertenecen las reformas impulsadas por Azaña comoministro de la Guerra y las leyes de Divorcio (1932) yde Congregaciones Religiosas (1933), además de lasecularización de los cementerios.

� Reforma educativa. El objetivo fue crear un sistemaeducativo público y laico. Se estableció la coeduca-ción y se prohibió a las asociaciones religiosas queejercieran la enseñanza. Además, se mejoró la forma-ción de los docentes y se construyeron nuevas escue-las primarias e institutos. Destacaron, asimismo, lasMisiones Pedagógicas y otros experimentos de socia-lización de la cultura en medios rurales y obreros.

� Autonomías regionales. La acción del Gobierno seconcentró en la aprobación de un Estatuto de Auto-nomía para Cataluña, aprobado en septiembre de 1932.En noviembre se celebraron las primeras elecciones alparlamento autónomo de Cataluña, que fueron gana-das por Esquerra Republicana. Francesc Macià se con-virtió en presidente de la Generalitat hasta su muerte.Le sucedió Lluís Companys.

El Gobierno Azaña se enfrentó además a numerosasdificultades. Las más importantes fueron el golpe militarfallido de agosto de 1932, conocido como la Sanjurjada,y las insurrecciones anarquistas de enero de 1932 y ene-ro de 1933. Durante la segunda se produjeron los inci-dentes de Casas Viejas (Cádiz), que provocaron un fuertedesgaste en el Gobierno y en el propio Azaña. En sep-tiembre de 1933, Alcalá-Zamora encomendó la forma-ción de un nuevo ejecutivo a Lerroux y tras ensayarsevarias fórmulas de gobiernos de coalición republicana(dirigidos por los radicales) se convocaron elecciones.Celebradas en noviembre, dieron el triunfo a las candi-daturas de centro y de derecha, con predominio de la CEDA (liderada por José María Gil Robles) y del Parti-do Radical. Se abría el Bienio Radical-cedista (1933-1936). Los rasgos de esta nueva etapa política fueron lossiguientes:

� Inestabilidad de los gobiernos. La ambigüedad de la CEDA hacia el régimen republicano complicó la

formación de los gobiernos (se constituyeron diez enmenos de dos años). Hasta octubre de 1934, hubo enellos un predominio claro de los radicales, que reci-bieron el apoyo de la CEDA.

� División interna entre los radicales y corrupción. Die-go Martínez Barrio, descontento con la derechizaciónde Lerroux, le retiró su confianza. Por su parte, lacorrupción (straperlo, asunto Nombela), provocó eldescrédito del Partido Radical.

� Parálisis legislativa. Se frenaron o anularon, según loscasos, las medidas adoptadas durante el bienio ante-rior y los intentos de reforma como los del democris-tiano Giménez Fernández sobre el campo o los delliberal Joaquín Chapaprieta en materia fiscal naufra-garon por falta de apoyo.

� Abandono del proceso autonómico. Dejaron de trans-ferirse competencias a Cataluña. Cuando la Generalitataprobó una Ley de Contratos de Cultivo (1934) parapermitir el acceso a la propiedad, previo pago, porparte de los arrendatarios (rabassaires), fue declaradainconstitucional. También se paralizaron los estatutosvasco y gallego.

La entrada en el Gobierno de tres ministros de la CEDA(octubre de 1934) fue interpretada por los socialistascomo una entrega de la República a manos de sus ene-migos. Este hecho fue, además, la señal para el estallidode una revolución que llevaba tiempo preparándose. Elmovimiento insurreccional contó con el apoyo de laGeneralitat y de sectores del PSOE, además del PCE y dela CNT (esta última solo en Asturias) y se redujo a unahuelga general política en las grandes ciudades. Enalgunos casos, el conflicto se prolongó hasta una sema-na y se produjeron conatos de insurrección armada delas milicias socialistas. Companys proclamó el «estadocatalán dentro de la República federal española», perono armó a los revolucionarios. Como consecuencia, sesuspendió la autonomía de Cataluña y Companys fueencarcelado junto con los miembros de su Gobierno. EnAsturias se produjo una revolución social, y la regióntuvo que ser conquistada por el Ejército, dirigido porFranco. La represión fue durísima. El episodio abrió unaprofunda fractura entre la derecha y las fuerzas de cen-tro-izquierda.

Tras el hundimiento del Partido Radical por los escánda-los de corrupción, se convocaron elecciones para febre-ro de 1936. Un mes antes se formó el Frente Popular,suscrito por un amplio abanico de fuerzas de izquierda:Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, UGT,PCE, POUM y los sindicalistas contrarios a la FAI. El FrentePopular constituyó una plataforma electoral cuyo pro-grama era mínimo y poco revolucionario: amnistía para losrepresaliados por los sucesos de la Revolución de octu-bre de 1934, restablecimiento de la Constitución de1931 y recuperación de la legislación del primer bienio.Los partidos de derecha se presentaron a las eleccionesdivididos, lo que facilitó la victoria a los candidatos delFrente Popular.

11© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

El traspaso de poderes se produjo en un clima de ten-sión —Gil Robles, Calvo Sotelo y Franco intentaron queel Gobierno invalidara los resultados y declarara el esta-do de guerra— y se hizo de forma precipitada. Azañaformó un Gobierno exclusivamente republicano; elPSOE, dividido entre la facción reformista, encabezadapor Prieto, y el ala revolucionaria de Largo Caballero,decidió no participar en él. En los meses siguientes elmovimiento sindical lanzó una ofensiva —ocupacionesde tierras, oleada de huelgas en Madrid durante mayo yjulio— y se desató una espiral de violencia protagoniza-da por los pistoleros falangistas y las milicias armadasizquierdistas. En mayo las Cortes destituyeron al presi-dente de la República, Alcalá-Zamora; le sustituyó Azaña,mientras Santiago Casares Quiroga asumía la jefaturadel Gobierno.

El 12 de julio fue asesinado el teniente de la Guardia deAsalto José Castillo. Al día siguiente, compañeros de Cas-tillo asesinaron a Calvo Sotelo, líder de la extrema dere-cha. El 17 de julio, un sector del ejército desencadenó ungolpe de Estado, que venía preparándose desde hacíameses. Casares Quiroga dimitió y Martínez Barrio inten-tó constituir, sin resultado, un Gobierno de conciliacióncon los rebeldes. Las instituciones republicanas se man-tuvieron vigentes hasta marzo de 1939, pero la GuerraCivil alteró por completo las condiciones en que sehabía desarrollado el régimen desde abril de 1931.

� a) La agricultura fue el sector predominante en la eco-nomía española a lo largo del siglo XIX, y solo al finali-zar el mismo comenzó a perder peso relativo a favorde la industria. En 1800 presentaba una serie decaracterísticas que dificultaban su transformación.Unas eran de origen geofísico (aridez, altitud ypobreza de los suelos) y otras de carácter sociocultu-ral (contrastes regionales, desigual distribución de lapropiedad). Resultado de todo ello era una agriculturaque empleaba técnicas ancestrales y tenía una pro-ductividad muy baja, lo que condenaba a una pobre-za extrema a los campesinos. Se hacía imprescindi-ble la transformación de la actividad agraria a travésde la reforma del régimen de propiedad y la intro-ducción de innovaciones técnicas, y de nuevos culti-vos y procedimientos de gestión. Sin embargo, laimplementación de estas reformas se vio lastrada enla primera mitad del siglo XIX por un contexto desfa-vorable (guerras de 1808-1814 y 1833-1839, pérdidade las colonias americanas, inestabilidad política).

La herramienta fundamental para la reforma agrariafue la desamortización, es decir, la venta en el merca-do libre de bienes raíces (edificios, tierras), tambiénllamados propiedades «de manos muertas», pertene-cientes a particulares y corporaciones que las teníanvinculadas, es decir, no podían comprarlas ni vender-las, aunque sí donarlas y heredarlas. En esta situaciónse encontraban los mayorazgos, casi todas las pose-siones de la Iglesia y muchas tierras de propiedadmunicipal. El proceso de desamortización fue iniciado

por Godoy y proseguido por Mendizábal (1836-1837)y Madoz (1855). Sin embargo, al finalizar este sehabía consolidado una estructura latifundista de lapropiedad agraria, no se había creado ninguna clasemedia en el ámbito rural, como teóricamente era suobjetivo, y, además, sus efectos fueron devastadorespara los campesinos pobres.

Pese a ello, la desamortización influyó en el aumentode la superficie cultivada, en la mejora de la produc-tividad y en el crecimiento de la producción agraria,que fue modesto, pero sostenido hasta finales desiglo. También aumentó la especialización regional:maíz y patata en el norte, viñedo y cultivos arbustivosy arbóreos en la costa mediterránea (cuyos produc-tos se exportaban a Europa) y cereal en el resto de laPenínsula. El aceite, el vino y los cítricos eran los pro-ductos más exportados.

A finales de siglo (1875-1900), y debido a la revolu-ción en los transportes, tuvo lugar una crisis provo-cada por la llegada al país de productos agrícolas,más baratos que los nacionales, procedentes de Esta-dos Unidos, Canadá, Argentina y Australia, y la exten-sión de la plaga de la filoxera. Como consecuencia deestos fenómenos, se produjo un aumento del protec-cionismo, se incrementó la emigración a las ciudadesy a ultramar, y se procedió a una progresiva recon-versión del sector que duró hasta 1910 y que puso elacento en la especialización, la reducción de costes,el incremento de la productividad y el fomento denuevos tipos de cultivos, como los hortícolas, los fru-tales o el alcornoque para la obtención de corcho.Estos productos se destinaron en gran parte a laexportación.

La estructura social en el campo era la siguiente:

� Propietarios. A este grupo pertenecen los latifun-distas, que se vieron favorecidos por las desamor-tizaciones y la crisis del último cuarto del siglo XIX,y los pequeños propietarios. Aunque estos erannumerosos, la mayoría poseían modestos minifun-dios, predominantes en el norte de España. Gene-ralmente, debían trabajar como arrendatarios oasalariados para completar sus ingresos.

� Arrendatarios y aparceros. Pagaban un alquilerpor cultivar tierras ajenas. Solían estar sujetos acontratos de corta duración, cuyo precio podíafijar libremente el propietario. Solo en los casos delos foros de Galicia o de la rabassa morta en Cata-luña pervivían contratos de rentas fijas.

� Jornaleros. Vendían su trabajo a cambio de unsalario y dependían de la periodicidad de las labo-res del campo. Eran el grupo más numeroso en elcampo español, especialmente en la mitad meri-dional de la Península y Andalucía occidental.

b) A finales del siglo XIX, España solo mantenía de susantiguas posesiones en ultramar Cuba y Puerto Rico

12© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

en América, Filipinas en Asia y algunas islas en Ocea-nía, sometidas a una presión creciente por parte deotras potencias coloniales. En Cuba se fraguó unaaguda división interna entre los sectores partidariosde las reformas sociales y de un mayor grado deindependencia con respecto a la metrópoli y losburócratas, comerciantes y azucareros españolesresidentes en la isla, que se oponían a cualquier tipode reforma política, social (como la abolición de laesclavitud) o económica, que liberase a Cuba delrégimen de monopolio del que se beneficiaba España.La primera guerra de Cuba (1868-1878) fue un primeraviso de la gravedad que había alcanzado la situa-ción. Concluyó con la Paz de El Zanjón (1878), que noresolvió los problemas de fondo planteados en elconflicto; consecuencia de ello fueron la Guerra Chi-quita de 1879 y las rebeliones de 1883 y 1885. Laacción de los gobiernos españoles fue tímida: la abo-lición de la esclavitud fue tardía (1880-1886) y un pro-yecto de autonomía para la isla no se llevó a cabo.

En esta época, Estados Unidos se había convertidoen un factor de primer orden en el contexto cubano.La isla exportaba a este país el 90% de su producciónde azúcar y tabaco y la presión estadounidense paradefender sus intereses fue aumentando progresiva-mente. En 1892, el Gobierno de Washington logró unarancel favorable para sus productos, y en años pos-teriores comenzó a financiar a los independentistas.

Finalmente, la guerra de la independencia cubanaestalló en febrero de 1895, con el Grito de Baire,nombre con el que se conoce el levantamiento quetuvo lugar en la zona oriental de la isla. Poco despuésse proclamó el Manifiesto de Montecristi, redactadopor José Martí y Máximo Gómez, líderes civil y militarde la rebelión, respectivamente. A la muerte de Mar-tí, al poco de iniciarse la guerra, Gómez y AntonioMaceo, un mulato muy popular, asumieron la direcciónmilitar de los rebeldes.

Un año después estalló la rebelión en Filipinas, enca-bezada por Emilio Aguinaldo. El general Polavieja, almando de las tropas españolas, actuó con extremadureza y ejecutó al principal líder independentistafilipino, José Rizal. La rebelión fue sofocada en 1897,pero rebrotó a principios de 1898.

España envió a Cuba un contingente cada vezmayor de tropas, cuya actuación se vio condiciona-da por la falta de medios y la alta incidencia deenfermedades tropicales. En febrero de 1898 se pro-dujo la voladura del Maine, un acorazado estadouni-dense que había fondeado en el puerto de La Habana;en la explosión murieron 250 marinos norteamerica-nos. La prensa y el Gobierno estadounidense culpa-ron a España del incidente y se ofrecieron a comprarla isla. El Gobierno español optó por una derrotahonrosa en lugar de una paz comprada, opción quefue mayoritariamente compartida por la opiniónpública española.

Estados Unidos declaró la guerra a España en abrilde 1898 y aplastó a las escuadras españolas en Cavi-te, frente a Manila (mayo de 1898), y en las proximi-dades de Santiago de Cuba (mayo-julio de 1898).España apenas pudo ofrecer resistencia y el 10 dediciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por elcual España reconocía la independencia de Cuba ycedía a Estados Unidos Puerto Rico, la isla de Guam,en las Marianas, y Filipinas. Un año después, vendió alImperio alemán el resto de sus posesiones en el Pací-fico: las islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam)y Palaos.

La pérdida de las últimas colonias fue conocida enEspaña como el desastre del 98, y tuvo importantesrepercusiones. Entre ellas destacan las siguientes:

� El resentimiento de los militares hacia la clasepolítica dirigente, causado por la derrota y el sen-timiento de haber sido utilizados.

� El crecimiento de un antimilitarismo popular,puesto que el reclutamiento para la Guerra deCuba afectó a los que no tenían recursos, ya que laincorporación a filas podía evitarse pagando unacantidad. Esto, unido a la repatriación de los solda-dos heridos y mutilados, incrementó el rechazo delas clases populares al Ejército. El movimiento obre-ro hizo campaña contra este reclutamiento injusto,lo que provocó la animadversión de los militareshacia el pueblo y las organizaciones obreras.

� La aparición del regeneracionismo, un importantemovimiento intelectual y crítico que rechazaba elsistema de la Restauración al considerarlo unalacra para el progreso de España o, en el caso delos regeneracionistas más extremos, un símbolode la decadencia moral del país. La oposición polí-tica, sin embargo, no rentabilizó la derrota.

� a) La repoblación es el proceso de ocupación y organi-zación administrativa por parte de nuevos poblado-res cristianos de las tierras conquistadas al islam enla Península Ibérica. Entre los siglos VIII y XI tuvo lugar larepoblación o colonización del norte de la Meseta ydel interior de Cataluña. Inicialmente, fue de carácterespontáneo; después, estuvo controlada por el rey,ayudado por los nobles y la Iglesia.

A partir del siglo XI, Castilla-León y Aragón iniciaron unproceso de expansión territorial que les llevó a triplicarsu extensión. Las tierras situadas al sur eran muy dife-rentes a las repobladas con anterioridad, ya que con-taban con numerosa población musulmana y judía,ciudades importantes y gran riqueza agrícola en algu-nas áreas. Como consecuencia, la repoblación de estasregiones tuvo un carácter menos espontáneo, y enella intervinieron muy activamente los monarcas. Losinstrumentos empleados para la colonización de estastierras fueron los siguientes:

� Capitulaciones. Eran acuerdos o pactos locales conlas poblaciones sometidas (musulmanes, judíos,

13© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

mozárabes) en los que se respetaban sus leyes,creencias, costumbres y casi todas sus propiedades;a cambio, se les imponían contribuciones especia-les. Con las capitulaciones también se fomentabala salida de los musulmanes o se les obligaba a viviren barrios propios (morerías) o a trabajar comosiervos. Este sistema se aplicó en los valles del Tajoy del Ebro y en Levante.

� Repartimientos. Consistían en la distribución delotes de bienes y tierras que efectuaba el monarcaentre los conquistadores. Se aplicaron durante elsiglo XIII en Baleares, el campo levantino, el valledel Guadalquivir y Murcia. En los repartimientos,las condiciones impuestas a los musulmanes fue-ron muy duras, lo que provocó numerosas suble-vaciones de mudéjares.

� Privilegios y fueros. Su objetivo era atraer a nue-vos colonos. Se otorgaron sobre todo en el áreasituada entre el Duero y Sierra Morena (La Man-cha, Extremadura…). Entre los privilegios y fuerosse encontraban las cartas puebla o de población(establecían las condiciones para el cultivo de lastierras), los fueros locales (determinaban los dere-chos de una ciudad) y las cartas de franquicia(concedían privilegios a los colonos).

b) La encomienda fue una institución castellana de ori-gen medieval que se trasplantó a las Indias para con-trolar su mayor «riqueza»: los nativos. Inicialmente, lamano de obra indígena se distribuyó de formaespontánea (repartimientos). A partir de las Leyes deBurgos (1512) se estableció el sistema de encomien-das: se asignaba un grupo de indígenas a un enco-mendero, quien, a cambio de su trabajo y del pagode tributos, se comprometía a alimentarlos, cristiani-zarlos y respetarlos. Este sistema, prácticamente feu-dal, convirtió a los colonos españoles en señores delos indios. A la encomienda siguió el reclutamientoforzado de mano de obra, por el que se obligaba alos indios a trabajar en obras, caminos, edificios yminas por un tiempo y una cantidad estipulados. EnMéxico se llamo régimen de tandas; en Perú, mita.

El régimen de encomiendas provocó tales abusosque desde ciertos sectores de la Iglesia se alzaronvoces de protesta. Entre las denuncias destacaron lasdel dominico andaluz y antiguo encomendero Bar-tolomé de las Casas. Como consecuencia de las que-jas contra la explotación de los indios, la Coronaaprobó las Leyes Nuevas (1542), que suprimían laencomienda e introducían reformas para evitar abu-sos. Estas normas fueron recibidas con hostilidadpor los encomenderos; en Perú incluso estalló unarevuelta armada. La Corona se vio obligada a cedery se llegó a una solución de compromiso reducien-do la encomienda a un tributo. La encomienda se abolió, en casi toda la América española, en elsiglo XVIII.

c) La Paz de Westfalia, firmada en 1648, marcó el finalde la hegemonía española en Europa. Hasta esemomento los objetivos de los Austrias menores en elcontinente europeo habían sido similares a los desus predecesores en el siglo anterior: defensa aultranza de su patrimonio y protección de la fe cató-lica frente a luteranos y calvinistas. Con Felipe III(1598-1621) se firmaron la paz con Inglaterra (1604)y la Tregua de los Doce Años (1609) con las Provin-cias Unidas. Felipe IV (1621-1665) y su valido, el con-de duque de Olivares, sin embargo, reanudaron lashostilidades con las Provincias Unidas (1621) e invo-lucraron a España en la Guerra de los Treinta Años(1618-1648), que enfrentó a los católicos Habsburgocon los príncipes alemanes y sus aliados (primeroDinamarca, después Suecia).

Pese a los deseos de Olivares de restaurar el presti-gio de España como gran potencia, su acción se violastrada por la escasez de recursos financieros, debi-do a la disminución de las remesas de oro y plataprocedentes de América, y por la crisis demográfica,que se hizo notar en la pérdida de efectivos militares.La entrada de Francia en la guerra de los TreintaAños (1635) fue el detonante de una grave crisisinterna en los dominios de la monarquía hispánica,provocada por la presión que ejercía la constantedemanda de armas y dinero para afrontar el conflic-to armado. Primero estalló la rebelión de Cataluña(1640), a la que siguieron las de Portugal (1640) y ladel duque de Medina Sidonia en Andalucía (1641).Además, holandeses e ingleses se mantenían al ace-cho sobre las Indias y las posesiones lusas en África,Asia y Brasil. España no pudo atender a tantos fren-tes al mismo tiempo y en 1643 los tercios españolessufrieron una derrota decisiva en Rocroi (Francia).

En 1648 se firmó la Paz de Westfalia, por la que losHabsburgo reconocían su derrota. España, además,aceptaba la independencia de las Provincias Unidaspor el Tratado de Münster. Los poderes del empera-dor de Alemania quedaron limitados y Francia seconsolidó como potencia hegemónica en Europa. Noobstante, España prosiguió la guerra con Francia ylas rebeldes Cataluña y Portugal. Pudo sofocar larebelión catalana (1652) pero la entrada en la guerra,primero de Inglaterra (1655) en apoyo de Portugal, ydespués de Francia, fue decisiva. Felipe IV se vio obli-gado a firmar con Francia la Paz de los Pirineos(1659), que establecía, entre otros acuerdos, queEspaña cedía al reino francés varias plazas de Flan-des, el Rosellón y la Cerdaña. La guerra con Portugalconcluyó con el Tratado de Lisboa (1668), por el queEspaña reconoció la independencia del país vecino yrecibió a cambio Ceuta.

d) La Ilustración es una corriente de pensamiento quese difundió por Europa en el siglo XVIII. En el caso deEspaña fue la base de las reformas llevadas a cabo

14© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

ARAGÓN CONVOCATORIA JUNIO 2009

por los primeros Borbones, especialmente Carlos III.Los rasgos más importantes del pensamiento ilustra-do fueron el empleo de la razón para el análisis y lamejora de la sociedad española, el fomento de la eco-nomía nacional (agricultura, industria y comercio), elimpulso del conocimiento científico y la educación yla creencia en el progreso y la posibilidad de lograr lafelicidad individual.

Los canales de difusión de las ideas ilustradas fueronlas academias —Real Academia Española, 1713-1714;de la Historia, 1735-1738, y de Bellas Artes de SanFernando, 1744—; las nuevas instituciones de ense-ñanza superior —Real Seminario de Nobles de Madrid,1725; Seminario Patriótico de Vergara, 1767—; losconsulados y las sociedades económicas de amigosdel país —cuyos objetivos eran la difusión de la cien-cia, en especial las consideradas útiles, y el fomentode la economía, y estaban integradas por noblesterratenientes, clérigos reformistas y funcionarioslocales— y las instituciones culturales y científicas—Librería Real, 1714-1716; Jardín Botánico de Madrid,1755; Observatorio Astronómico de la Marina en SanFernando, 1753—.

Al ámbito de la Ilustración perteneció también unimportante grupo de intelectuales —Gregorio Mayánsy Siscar, Benito Jerónimo Feijoo, Gaspar Melchor deJovellanos—, científicos —José Celestino Mutis— yliteratos —José Cadalso, Juan Meléndez Valdés,Leandro Fernández Moratín—.

La función social del arte era, según los preceptos de laIlustración, educar la moral pública y el buen gusto.Las manifestaciones artísticas debían atenerse aunas rígidas normas que dieran medida y orden a losexcesos formales del Barroco. Consecuente con estasideas fue el neoclasicismo, estilo artístico que predo-minó en las reformas urbanísticas llevadas a cabo enMadrid durante la segunda mitad del siglo XVIII por elrey Carlos III (fuentes de Neptuno, Apolo y Cibeles,el Museo del Prado, la Puerta de Alcalá). Menciónaparte merece el pintor Francisco de Goya, que deretratista ilustrado de aristócratas, intelectuales ymiembros de la familia real pasó a ser un pintorgenial, difícil de clasificar.

e) Con este nombre se designa el sistema político, eco-nómico y social existente en Europa y, por tanto, enEspaña, entre los siglos XV y XVIII. Si desde el punto devista político se caracterizaba por el poder absoluto

del rey, su sociedad estaba determinada por un tipo deorganización jerárquica, rígida y estática, llamadasociedad estamental. Esta estaba compuesta por tresgrupos sociales (también llamados brazos o estados)diferenciados jurídicamente: clero, nobleza o aristo-cracia y tercer estado o plebe. Su situación jurídicay función social eran distintas, pues cada uno teníauna serie de privilegios, es decir, de leyes privadas yatribuciones particulares, que solo a ellos afectaba,generalmente de acuerdo con su función. El clero y la aristocracia no pagaban tributos, sino que loscobraban, y estaban exentos de producir alimentosdebido a su función bélica y religiosa. El tercer esta-do (productores o pecheros) producía alimentos ypagaba impuestos.

La base económica del Antiguo Régimen era el tra-bajo de la tierra. Se practicaba una agricultura deautoconsumo, en la que se empleaban herramientasy técnicas rudimentarias y se obtenían escasos rendi-mientos. Esto provocaba continuas crisis de subsis-tencia, cuando las cosechas eran escasas, que desem-bocaban con frecuencia en hambrunas y motinespopulares.

La artesanía estaba en manos de los gremios, asocia-ciones de artesanos de un mismo oficio. El trabajo,manual y con herramientas muy sencillas, se realiza-ba en pequeños talleres, al frente de los cuales habíaun maestro, que contaba con uno o varios oficiales yaprendices. Los gremios regulaban todos los aspec-tos de la producción. No obstante, durante el siglo XVII,en Europa occidental empezó a extenderse en algu-nos lugares el trabajo a domicilio (el llamado domesticsystem): un empresario, generalmente un comercian-te, proporcionaba a los trabajadores las materias pri-mas y las herramientas necesarias para elaborar elproducto y una vez realizado se encargaba de sucomercialización. Los trabajadores que trabajabanen este sistema de producción solían ser campesinosque elaboraban el producto en su casa y, de estemodo, completaban sus ingresos. Este tipo de manu-factura se desarrolló especialmente en el sector tex-til. El comercio interior de las economías del AntiguoRégimen estaba limitado a mercados locales y feriasanuales, debido a la escasa capacidad de compra dela mayoría de la población. No obstante, se desarrollóel comercio internacional, preferentemente por víamarítima, especialmente con los territorios america-nos y asiáticos.