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    PRESENTA

    CIN

    En los ltimos decenios, la Historia en el cine se volvi una fuer-za, as como pudo serlo en el teatro con las obras de Shakespeare,

    o en la novela con Dumas o Tolstoi. Bajo esas formas, era como

    una compaa paralela, al lado de la exigente disciplina que se

    apoyaba en fuentes y documentos que citaba como referencia.

    Esa Historia de los historiadores se deca cientfica cuando no pa-

    saba de ser erudita, sabia; no demostraba: contaba lo que haba

    pasado. Resulta que podan existir varias versiones del relato: la

    Revolucin francesa de Pierre Gaxotte, un realista, difera de la

    del republicano Mathiez. Cuando Montesquieu intentaba eluci-

    dar El espritu de las leyes, cuando Marx identificaba la lucha de

    clases como motor de la Historia, quedaban ambos definidos como

    filsofos, no como historiadores. Lo son, sin embargo, puesto queel estudio del pasado, de sus relaciones con el presente, la locali-

    zacin de continuidades y rupturas oscilan entre estos diversos

    modos: buscar el sentido de la evolucin de las sociedades, el co-

    nocimiento de los acontecimientos, de las situaciones pasadas

    gracia a los archivos, a los testimonios, a la demostracin propia-

    mente cientfica que pretende menos reconstituir el pasado que

    analizarlo, la bsqueda del origen de los problemas.

    Hoy, la fuerza de la imagen, de la pelcula, llevada luego a la

    televisin, toma el relevo de las formas escritas y tiende a despla-

    zarlas con todo el poder de la mediatizacin. Es cierto que ima-

    gen y escrito pueden sumar sus efectos, como a principios de los

    aos setenta, cuando Marcel Ophls produceLe chagrin et la piti

    y Robert Paxton publicaLa France de Vichy, poniendo ambas en

    La Historia en el cine

    Marc Ferro*

    * Traduccin deIstor.

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    duda la versin comn de la historia heroica de Francia bajo el yugo alemn.

    Pero hay pocos ejemplos semejantes y la fuerza de la imagen tiende a susti-

    tuir las otras manifestaciones suscitadas por el estudio del pasado. As, la hege-mona de las producciones estadounidenses hace que conozcamos mejor la

    conquista del Oeste que las guerras de Luis XIV o de Napolen; para las nue-

    vas generaciones, las imgenes marcan ms la memoria y el entendimiento

    que los escritos. Ya en 1916, el futurista italiano Marinetti escriba: El libro,

    medio totalmente paseista de conservar y comunicar el pensamiento, hace

    tiempo que est destinado a desaparecer, como las catedrales, las torres, los

    museos, el ideal pacifista. El libro, esttico compaero de los sedentarios, nos-

    tlgicos, neutrales, no puede divertir ni exaltar a las nuevas generaciones,

    ebrias de dinamismo revolucionario o belicoso. El cinematgrafo, alegre defor-

    macin del universo, ser la mejor escuela para los nios Acelerar la imagi-

    nacin creadora, desarrollar la sensibilidad, dar el sentido de la simultanei-

    dad y de la omnipresencia. Sustituir a la siempre aburrida revista.

    Es cierto que, en diversos momentos, la pelcula ha creado el evento, sea

    como anlisis del presente o del pasado, sea marcando con fuerza e influencia

    a la sociedad, y no se trata slo de propaganda. Ya se mencionLe chagrin et lapiti(1969), pero hay otros casos, como elMein Kampf(1962), de Leiser, que

    sacudi a las familias alemanas y llev a los jvenes a preguntar a sus padres

    que hacan a la hora del genocidio. De la misma manera, en Estados Unidos,

    El salvaje (1954), de Lazlo Benedek, con Marlo Brando, revel el surgimien-

    to de un grupo social violentamente inconforme: la juventud. Rusia sufri un

    choque terrible en 1984 conEl arrepentimiento, de Abuladze, que presentaba

    a la sociedad sovitica su cobarda, sus vergenzas. En el pasado algunos he-

    chos literarios pudieron agitar la opinin, como la llamadaBataille dHernanio

    el Yo acuso, de Emilio Zola, si bien hoy en da son la pelcula o la televisin

    las que actan sobre la sociedad, tratando tanto el pasado como el presente,

    es decir, la Historia.

    Hay diferencias regionales: en la URSS, luego en Rusia, las revistas, la pren-

    sa y la televisin han tenido ms influencia que el cine, por ms que el cine

    sovitico haya tenido un lugar importante en la cinematografa mundial. Siem-

    pre quedan esas preguntas: Cul es la mirada del cine sobre la Historia? Cmo

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    la representa? En qu se distingue de las otras formas que puede tomar el

    discurso histrico (historia general, memoria, historia-problema)? A veces re-

    constituye un acontecimiento o una vida:La batalla de las Ardenas (1965), deKenn Annakin,La batalla de Argel(1966), de Gil Pontecorvo, o Gandhi(1982),

    de Richard Attenborough, pero es poco frecuente y, generalmente, la Historia

    sirve de marco a una intriga. Aunque hay cineastas que, sin decir que la hacen

    de historiador, utilizan su arte para encontrar en el pasado eventos o situacio-

    nes que les permiten servir a su causa. Toda la obra de Stanley Kubrick, de

    Senderos de gloria aEspartaco, as como la de Bernard Tavernier en Francia, es

    una crtica del funcionamiento social. Otros cineastas pueden tener proyectos

    diferentes, pero no faltan los que expresan, tambin de manera constante, su

    propia visin de la Historia, libre de las ideologas dominantes: Visconti de-

    muestra su desencanto frente al progreso mientras que Tarkovski es ms pesi-

    mista, aun en cuanto al porvenir de las libertades humanas.

    Para ellos, el objeto tratado tiene menos importancia que su estatuto: es la

    Historia misma, aunque no sea totalmente histrico. Pasa lo mismo con esos

    grandes directores cuyo proyecto es buscar un sentido y que por lo mismo no

    tienen una doctrina hecha: de Fritz Lang a Jean-Luc Godard, de Ren Clairy Luis Buuel a Werner Fassbinder. Forman una vanguardia que no permite

    que las iglesias, los partidos ni las ideologas ejerzan un monopolio sobre el

    anlisis de las sociedades. Puede ser que la Historia en el cine reproduzca a

    menudo las corrientes de pensamiento dominantes o, a la inversa, su puesta

    en duda. En la primera categora encontramos, vistos desde arriba, desde el

    discurso oficial, lo mismo Alejandro Nevski, de Eisenstein, que Napolen, de

    Abel Gance; vistos desde abajo,Rescatando al soldado Ryan, epopeya en confor-

    midad perfecta con el discurso americano comunitario y democrtico, y tam-

    bin el anlisis y la reconstruccin, ms que la reconstitucion, enLa huelga, de

    Eisenstein, aplicacin de la ideologa marxista a Rusia antes de 1917.

    A la inversa, Ceddo, de Usman, y Tupac Amaru, de Federico Garca, ponen

    en duda la historia oficial de la colonizacin en Africa y en Amrica, mientras

    que la mayora de las pelculas polacas histricas, en especial las de Andrei

    Wajda, critican o cuestionan el rgimen comunista, as se siten en el siglo

    XVIII Cenizas (1965), en el XIX La Tierra de la Gran Promesa (1975) o en la

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    Revolucin francesa Danton, obra concebida y percibida como una denuncia

    del totalitarismo.

    Las pelculas de memoria tienen una voluntad y una determinacin histri-cas y el testimonio de los vivos ayuda a salvar los acontecimientos pasados.La

    sal de la tierra (1953), de Biberman, ha sido su prototipo y la historia-memoria

    se desarroll mientras la sospecha afectaba el discurso histrico, acusado de

    parcialidad o de servilismo. As,Shoah, de Claude Lanzmann fue filmada tan

    slo con el testimonio de las vctimas y los verdugos, as comoBabatu y los tres

    consejos (1976), de Jean Rouch, sobre la memoria de la lucha contra la conquista

    colonial. En las pelculas de memoria, el testimonio es el documento central

    y la manera de preguntar es el secreto de la obra. Podemos considerar las pe-

    lculas armadas a base de noticieros como pelculas de memoria? De alguna

    memoria histrica, ciertamente, pero de la cual uno no controla todos los fac-

    tores de produccin; adems, el corpus mismo se puede discutir, como lo puede

    ser la presencia y ausencia de testigos en las pelculas de memoria. Por ejem-

    plo, son pocas las imgenes inglesas sobre los movimientos polticos en India,

    entre 1940 y 1944, y tenemos slo imgenes estadounidenses favorables a la

    independencia; son pocas las imgenes de De Gaulle en los noticieros france-ses de 1946 y, sin embargo, cuan importante era el hombre en esa fecha! Las

    imgenes americanas de la guerra civil en China y de la invasin japonesa son

    parcialmente manipuladas, como lo son en la URSS aqullas sobre el Komin-

    tern, con la eliminacin sucesiva de Zinoviev, Bujrin, Radek, etctera.

    De modo que la historia-relato construida con los noticieros es dudosa, por

    ms que sea la nica capaz de intentar un relato coherente sobre un proble-

    ma, una fase de la historia del siglo XX: Morir en Madrid, de Frdric Rossif

    es una crnica de la guerra de Espaa, aunque omita las divisiones republica-

    nas;Le Grand Tournant, de Henri de Turenne, evoca la poltica comunista en

    Europa antes y, despus, del Frente Popular, yMein Kampf, de Leiser, es la

    primera pelcula en tratar la realidad del genocidio judo. Esa categora de pe-

    lculas, con pancartas en el cine mudo el prototipo fueLa cada del tsarismo,

    de Ester Shub, luego con comentario en off, sufre un primer cambio con la

    introduccin de testigos enLa batalla de Mosc y enLa batalla del Pacfico, de

    Costelle y Turenne, respectivamente, pero esLe chagrin et la pitila que ofre-

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    ce una forma nueva, mezclando noticieros y testimonios, sin que ningn co-

    mentario se aada a lo que aparece como la confrontacin entre mltiples ver-

    dades del pasado. La vulnerabilidad de ese tipo de anlisis se debe al princi-pio de seleccin de los testigos o de las imgenes eso es responsabilidad del

    director, pero tambin del acopio de documentos filmados disponibles, de su

    naturaleza, lo que es aleatorio. Tenemos imgenes de soldados muertos en la

    primera guerra mundial; nunca los vemos morir, si no es en reconstrucciones.

    La reconstruccin, como la mandaba hacer el general MacArthur en la guerra

    del Pacfico, reproduca inmediatamente una accin exitosa.

    Todo lo anterior debe tomarse en cuenta cuando uno quiere evaluar la his-

    toricidad de ese tipo de pelculas. En cuanto a las pelculas de ficcin, el asun-

    to es otro, ya que no pretenden apoyarse en testimonios externos o en imge-

    nes antiguas, tomadas por otros. La especificidad de la Historia en el cine de

    ficcin es la forma que toma la inventiva del director. Su genio consiste, creo,

    en lo que imagina para devolverle al pasado su autenticidad, ya sea una idea

    motriz que d cuenta de una situacin que la rebasa, ya sea un marco de accin

    que funcione como microcosmos revelador, ya sea un pequeo hecho de la

    vida cotidiana que permita extraer lo que no se dice ni se ve en una sociedad.Una idea: Jean Renoir confronta el ideal patritico y la realidad de los con-

    flictos clasistas, en el marco de la primera guerra mundial La gran ilusin

    (1937) ; Carol Reed y Graham Greene , a travs del mito de Antgona, plantean

    el problema de nuestro deber cuando un conflicto opone la moral ciudadana

    al amor por los nuestros El tercer hombre,1951. O bien, el dilema entre la de-

    nuncia de un crmen y la delacin del culpable, tema que permea toda la obra

    de Elia Kazan, Pudovkin o Losey. EnLa madreyPor el ejemplo, las instituciones

    funcionan para que el ciudadano comn y corriente no las pueda entender.

    Un marco: la familia le permite a Visconti , enLes damns, y a Mijalkov, en

    Quemados por el sol, mostrar cmo el totalitarismo puede gangrenar una socie-

    dad. Otros directores escogen la sociedad cerrada de la pequea ciudad: Losey

    para analizar el racismo en California, en Odios, o Benedek en El salvaje y

    Abuladze enArrepentimiento.

    Un hecho: sntoma y revelador del funcionamiento social, es la clave de oro

    del anlisis histrico en el cine. El padre fundador fue Fritz Lang, quien en

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    M(1931) da a entender las debilidades de la repblica de Weimar. Jean Renoir,

    antes de 1940, Vittorio de Sica y Claude Chabrol supieron de la misma mane-

    ra, y en gran parte de su obra, ayudar a entender la Historia, la pluralidad delos comportamientos en una misma sociedad.

    La investigacin: Ciudadano Kane, de Orson Welles (1940), utiliza los pro-

    cedimientos cinematogrficos cruzados flash-back, uso de noticieros, etctera

    para llevar a cabo una investigacin a partir de un enigma buscando entender

    el sentido de una vida, bajo la mirada confrontada de varios contemporneos.

    Esto plantea una pregunta de mtodo: cmo se construye un hecho, social o

    histrico, en funcin de la escala de observacin y anlisis? Es lo que hace An-

    tonioni enBlow Up (1967), como bien lo anot el historiador Jacques Revel.

    Hoy, casi todas las ideologas han muerto y nos interrogamos sobre el senti-

    do de la Historia. Podra el cine, libre de inspiracin, informarnos sobre el

    pasado y el presente de nuestras sociedades? No, si el director se vuelve histo-

    riador en esas grandes reconstrucciones y tiene que realizar hermosas escenas

    con una dramatizacin despampanante. En tales condiciones, es imposible ex-

    plicar el por qu y el cmo de los acontecimientos, la manera en que los hechos

    histricos arraigan y explotan. Si es de izquierda, el director nos cuenta lascausas de las revoluciones; si es de derecha, analiza sus perversas conse-

    cuencias. Trabaja para su bando. Cuando mucho, esos directores pueden recor-

    darnos que la Historia ha conocido momentos memorables. Pero que un tema

    sea histrico o poltico no es suficiente para que sea tratado de manera obje-

    tiva. Adems, el barullo que acompaa a las grandes producciones hace que

    los hechos tratados se vuelvan importantes S, cuando el director recurre a

    su arte para observar la sociedad y discernir lo que los polticos, las iglesias y

    los tribunales que rigen la sociedad no quieren saber. Por su conocimiento del

    presente, ayuda a entender lo que pudo ser el pasado, puesto que la Historia

    es tambin la relacin entre pasado y presente y, tambin, lo que, en el pre-

    sente, es herencia del pasado.

    Los mejores autores del cine le dan un sentido a la Historia, analizan sus

    mecanismos, pintan los trabajos y los das de las sociedades. El saldo es pro-

    digioso, pero hay que sealar las debilidades, las ausencias. Se sabe que el cine

    de Hollywood ejerce un tab sobre la revolucin americana; pas lo mismo,

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    durante muchos aos, en cuanto a los negros en Estados Unidos. En el cine

    francs, la clase obrera est presente antes de 1940, pero no se va nunca la

    huelga, como lo demostr el historiador Michel Cad. Las pelculas filmadasentre 1940 y 1944 ignoran la guerra, la resistencia, la ocupacin alemana (Jean-

    Pierre Bertin-Maghit). Con la excepcin de dos cortometrajes de 1899 y 1907,

    filmados por Melis y por Nonguet y Zecca y aqu la dimensin antisemita

    desaparece, no hay pelcula francesa sobre el caso Dreyfus sino hasta 1973,

    conDreyfus, lintolrable vrit, de Jean Charasse.

    Se podra alargar el inventario y hacer las mismas preguntas y observacio-

    nes a las formas no cinematogrficas de escribir la Historia. Y viceversa. As,

    se vera que no son los historiadores sino los cineastas los que han ofrecido una

    matriz histrica de los tabs que las sociedades han erigido. Jean-Luc Drouin

    propone un inventario crtico de las pelculas escandalosas. De la misma man-

    era, el cine, de modo ms efectivo que los escritos, ha establecido el recorri-

    do de la culpabilidad alemana despus de la guerra (Beatrice Fleury-Villate).

    La Historia de los historiadores cumple con su contrato de objetividad o

    de anlisis? Toma en cuenta la historia annima de la gente ordinaria, atrapa-

    da como individuos por los crmenes y por las guerras? No cambia seguido debando, utilizando su ciencia para defender su fe? La pelcula (o la novela), ms

    que la Historia de los historiadores, revela los lapsus y silencios sociales, el

    imaginario de la sociedad y el impacto de la Historia sobre cada uno de noso-

    tros Como hacen Marguerite Duras y Alain Resnais enHiroshima, mi amor.

    La representacin del pasado, del presente, del porvenir depende de la

    poca y del contexto de la realizacin. El pasado evocado debe leerse muchas

    veces como una transcripcipn de los problemas del presente. El caso de la

    Edad Media rusa en el cine sovitico es ejemplar: cuando viene la amenaza

    nazi, el enemigo es el caballero teutonico derrotado por Alejandro Nevski

    (1938); en medio de la crisis sino-sovitica, es el tatar, el mongol, enAndrei

    Rubliov (1966), de Tarkovski. Lo mismo vale para el futuro en ciertas pelcu-

    las de ciencia-ficcin, comoLa guerra de las galaxias (1977), de George Lucas,

    que coincide con la poca de Reagan y el aspecto defensivo del podero esta-

    dounidense. No queremos ver la dimensin propagandstica de esas pelculas

    porque es la sociedad, no las autoridades, la que las dota de xito Poco a

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    poco se instala la idea de que los estadounidenses salvaguardan el planeta,

    como sucede enArmaggedon (1988), de Michael Bay, y enEl da de la indepen-

    dencia (2000).Los cineastas no son los nicos que inscriben el pasado o el futuro en la

    problemtica del presente, pero, para tener un pblico, deben contestar a su

    espera. El cine ayuda a entender la Historia, es cierto, siempre y cuando no le

    haga pantalla.

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