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Política y Sociedad, 2010, Vol. 47 Núm. 3: 13-36 13 Elecciones municipales en España. dimensiones analíticas y aspectos distintivos de ocho procesos electorales (1979-2007) Local Elections in Spain. Analytical Dimensions and Features Of Eight Electoral Processes (1979-2007) Irene dElgado Universidad Nacional de Educación a Distancia [email protected] Recibido: 25.5.10 Aprobado definitivamente: 6.7.10 RESUMEN Los estudios electorales han denotado tradicionalmente un interés específico en analizar el comporta- miento de los electores a nivel nacional y a nivel local. Éste último no ha despertado tanto aliciente y ha venido ocupando una posición secundaria entre las investigaciones. Únicamente cuando se ha contem- plado la posibilidad de que los resultados de las elecciones municipales tengan capacidad para influir en el comportamiento de los electores a nivel nacional es cuando han sido objeto de una interpretación espe- cífica. Sin tener los rasgos de las elecciones de primer orden, las elecciones municipales parecen com- partir algunos comportamientos similares con aquellas. Este trabajo se centra en abordar las dimensiones del comportamiento de los votantes en las elecciones municipales celebradas en España tomando en con- sideración la interrelación que se establece con otros procesos electorales, fundamentalmente con las elecciones generales y con aquellas que se celebran simultáneamente con ellas. PalabRaS clavE: Elecciones municipales. Comportamiento electoral. Partidos políticos. abStRact The literature on electoral politics has shown a long standing interest in measuring and explaining national and local patters of electoral behaviour over the time but in different degree. National elections have been the main theme of study leaving local elections in a second place. Only when they appear as influential events local elections are taken into account. Conventional wisdom has it that elections other than national ones are “second order elections” driven by political conditions in the first-order national arena. It has not yet been shown that sub-national elections can exhibit qualities similar to those of first- order elections but recently they share some common features linked with political cycles. This paper examines the main dimensions of the municipal elections held in Spain focusing on the subnational shift in electoral support across parties and elections, parliamentary and those simultaneously convoked. KEywoRdS: Local elections. Electoral behaviour. Party politics. Spanish elections. SUMaRIo 1. Introducción. 2. La idiosincrasia de las elecciones municipales en perspectiva comparada. 2.1. La movilización electoral en la arena multinivel. 2.2. Comportamiento diferencial y escisión del voto.2.3. La influencia de factores de contexto nacional y su repercusión sobre los apoyos del partido en el gobierno. 2.4. Los principales partidos políticos del escenario municipal. 3. Conclusiones. 4. Bibliografía.

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Elecciones municipales en España. dimensiones analíticas y aspectos distintivos

de ocho procesos electorales (1979-2007)

Local Elections in Spain. Analytical Dimensions and Features Of Eight Electoral Processes (1979-2007)

Irene dElgado

Universidad Nacional de Educación a [email protected]

Recibido: 25.5.10Aprobado definitivamente: 6.7.10

RESUMEN

Los estudios electorales han denotado tradicionalmente un interés específico en analizar el comporta-miento de los electores a nivel nacional y a nivel local. Éste último no ha despertado tanto aliciente y havenido ocupando una posición secundaria entre las investigaciones. Únicamente cuando se ha contem-plado la posibilidad de que los resultados de las elecciones municipales tengan capacidad para influir enel comportamiento de los electores a nivel nacional es cuando han sido objeto de una interpretación espe-cífica. Sin tener los rasgos de las elecciones de primer orden, las elecciones municipales parecen com-partir algunos comportamientos similares con aquellas. Este trabajo se centra en abordar las dimensionesdel comportamiento de los votantes en las elecciones municipales celebradas en España tomando en con-sideración la interrelación que se establece con otros procesos electorales, fundamentalmente con laselecciones generales y con aquellas que se celebran simultáneamente con ellas.

PalabRaS clavE: Elecciones municipales. Comportamiento electoral. Partidos políticos.

abStRact

The literature on electoral politics has shown a long standing interest in measuring and explainingnational and local patters of electoral behaviour over the time but in different degree. National electionshave been the main theme of study leaving local elections in a second place. Only when they appear asinfluential events local elections are taken into account. Conventional wisdom has it that elections otherthan national ones are “second order elections” driven by political conditions in the first-order nationalarena. It has not yet been shown that sub-national elections can exhibit qualities similar to those of first-order elections but recently they share some common features linked with political cycles. This paperexamines the main dimensions of the municipal elections held in Spain focusing on the subnational shiftin electoral support across parties and elections, parliamentary and those simultaneously convoked.

KEywoRdS: Local elections. Electoral behaviour. Party politics. Spanish elections.

SUMaRIo

1. Introducción. 2. La idiosincrasia de las elecciones municipales en perspectiva comparada. 2.1. Lamovilización electoral en la arena multinivel. 2.2. Comportamiento diferencial y escisión del voto.2.3. Lainfluencia de factores de contexto nacional y su repercusión sobre los apoyos del partido en el gobierno.2.4. Los principales partidos políticos del escenario municipal. 3. Conclusiones. 4. Bibliografía.

1. INtRodUccIóN

El estudio de las elecciones está dominadopor el escenario nacional. Las razones pudieranser obvias si consideramos que los resultados deestas elecciones configuran la distribución defuerzas políticas de una asamblea nacional de laque emanan decisiones que afectan a toda la ciu-dadanía. Pero también es cierto que la descen-tralización política y administrativa de la mayo-ría de los estados ha generado un complejoentramado de instituciones políticas que vincu-lan privilegiadamente a la ciudadanía con el sis-tema político y diseñan un sistema policéntricode gobierno multinivel. En su base se encuen-tran las instituciones locales que son elegidasdemocráticamente por los ciudadanos con el finde producir la gobernabilidad en un entramadopolítico complejo.

En España después de más de treinta años dedemocracia el número de convocatorias electo-rales celebradas en este período y que han veni-do a nutrir el calendario electoral supera la trein-tena (diez elecciones legislativas, ochoelecciones municipales, seis al ParlamentoEuropeo, y siete elecciones en las CC.AA delartículo 143, más las propias de las CC.AA quese rigen por el art. 151). De entre ellas, sin teneren cuenta las elecciones legislativas, las eleccio-nes municipales significan acontecimientos degran importancia: si lo consideramos desde unpunto de vista cuantitativo –en cada convocato-ria se celebran más de ocho mil eleccionessimultáneas1– pero indudablemente, desde unpunto de vista cualitativo, significan la elecciónde un importante número de cargos representa-tivos de las asambleas municipales. Esta es unade las razones, entre otras muchas, que justificala necesidad de plantearse algunas reflexionesgenerales y otras más específicas relativas a losaspectos distintivos de las elecciones municipa-

les celebradas en España. El análisis convienehacerlo con una perspectiva del ciclo político enque se producen a la vez que cada elección hayque interpretarla en clave de la arena de compe-tición en la que se convoca. Lo complicado delanálisis de unas elecciones no es tanto la lecturade los datos como la obtención de unas conclu-siones en términos políticos y así sucede con laselecciones municipales. Lo que acontece en elescenario político municipal tiene consecuen-cias directas sobre la dinámica política de nues-tra democracia.

Igualmente debemos situar las eleccionesmunicipales en un marco electoral general multi-nivel, y sería deseable estudiar las pautas de com-portamiento de los electores en una perspectivacomparada no sólo con las elecciones generalessino también con las elecciones autonómicas cele-bradas y, respecto a otros comicios coincidentes.2Todo ello constituiría un banco de información deindudable interés. Nuestro propósito en estaspáginas es analizar la homogeneidad y/o diversi-dad municipal de las convocatorias electoralesconsiderando que sus resultados electorales refle-jan las tendencias ideológicas de los ciudadanos,partiendo del hecho de que constituyen, a su vez,patrones electorales que escapan a la delimitaciónde fronteras geográficas. Tomando en considera-ción este eje, articulamos el análisis contrastandoalgunas de las hipótesis más relevantes planteadasen el estudio de las elecciones municipales; exa-minamos para ello los resultados de las ocho elec-ciones municipales celebradas en España, identi-ficamos las formaciones políticas que compitenen el escenario político municipal y, evaluamos elalcance de la interdependencia entre los niveleselectorales dentro del complejo sistema de arenasmultinivel. Para proceder al análisis describire-mos los valores alcanzados por los indicadorescomúnmente utilizados en este tipo de estudios,como son la participación electoral, los niveles de

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1 La realidad municipal española ofrece una gran diversidad asociada con la distribución de su población y de sus munici-pios. La proporcionalidad inversa que se establece entre los habitantes y el tamaño del municipio en el que habitan va a deter-minar significativamente esta complejidad a la que aludimos. De los más de 8 mil municipios el 57% de ellos concentra tan sóloal 15% de los electores frente al 1,5% de los municipios urbanos, con más de 50 mil habitantes, en los que habita el 51,7% delelectorado español. De forma similar, el grueso de la representación política se concentra en los municipios de menos de 5.000habitantes, irregularmente distribuida en el territorio entre Comunidades Autónomas y provincias.

2 Recordemos que desde 1983 se institucionaliza un calendario electoral municipal con elecciones en las 13 CC.AA que serigen por el artículo 143 de la CE.

competitividad resultantes y el voto diferencialentre elecciones para descubrir si existe unadimensión multinivel imbricada en el marco de laevolución de la arena política nacional, que validela hipótesis del comportamiento diferencial segúnel tipo de elección y relacionado con el ámbitoparticular de la misma. En el apartado de conclu-siones sintetizaremos los aspectos más relevantesde los resultados señalando las peculiaridades quedistinguen a las elecciones municipales respectode otros procesos electorales, con el objetivo finalde intentar dibujar un bosquejo de mapa electorallocal español.

2. la IdIoSINcRaSIa dE laSElEccIoNES MUNIcIPalES ENPERSPEctIva coMPaRada

La finalidad de conocer aspectos distintivosde las elecciones municipales se apoya en unaperspectiva integradora de dos aproximacionesteóricas que han tratado de explicar el compor-tamiento de los votantes: el análisis centrado enla “nacionalización” del voto y el análisis basa-do en el “orden” electoral. El concepto naciona-lización se introdujo en la literatura americanaen los años sesenta (Jones y Mainwaring,2003:141) y ha sido utilizado bajo dos acepcio-nes: una que remite a las similitudes de apoyoelectoral de los partidos entre distritos de unaelección a otra; y otra referida a la homogenei-dad del voto en una misma elección (Cox, 1997y 1999; Chhibber y Kollman, 1998 y 2004;Kasuya y Moenius, 2007). Cualquier de estasdos dimensiones permite establecer de formamás precisa ciertas distinciones entre los siste-mas de partidos y determinar las repercusionesque los resultados generan sobre la gobernabili-dad y la representación política en contextosdiferenciados (Stokes, 1967; Rose y Urwin,1975; Bawn et al., 1999; Jones y Mainwaring,2003; Caramani, 2004; Chhibber y Kollman,2004; Morgenstern y Potthoff, 2005; Alemán yKellam, 2007)3. Su aplicación sobre las eleccio-nes municipales ha generado múltiples estudios

como consecuencia de que en la gran mayoríade países occidentales, las elecciones municipa-les tienen un marcado carácter nacional tanto ensu contenido como en sus resultados, fenómenoque viene siendo cada vez más acusado con eldevenir del tiempo (Caramani, 1996:206). Estanacionalización del voto en comicios electoralesmunicipales remite a que progresivamente susresultados vayan adquiriendo una mayor dosisde politización y de esta forma puedan parecer-se más a las elecciones políticas parlamentarias.Fruto de ello, el comportamiento electoral quese deriva del análisis de sus resultados agrega-dos viene mostrando cada vez con más claridadla existencia de un cierto grado de “contagio”del ambiente político nacional sobre el munici-pal (Rallings y Thrasher, 1993: 374). Incluso,por su ubicación en el calendario electoral gene-ral, las elecciones municipales se convierten eninstrumentos que miden la popularidad delgobierno (Campbell, 1960; Beck, 1979; Reif,1985; Bürklin, 1987), y han llegado a ser califi-cadas como elecciones intermedias por cuantoson acontecimientos políticos cuyos resultadosadvertirían del estado de la competición parti-dista a nivel político nacional y con efectossobre la siguiente elección legislativa (Tufte,1975:545; Mughan 1986; Rallings y Thrasher,1999: 157).

Otro enfoque metodológico quizás el másconocido, remite al orden electoral (Reif, 1997;Reif y Schmitt, 1980). La teoría de las eleccio-nes de segundo orden, si bien no se planteó ini-cialmente para las elecciones locales, ha servidode marco referencial para su análisis y clasificaa las elecciones en dos niveles u ordenes dife-renciados. Uno primero que incluye a las elec-ciones presidenciales y generales, primer orden(first order election) y otro, segundo orden, enel que se engloban el resto de procesos electora-les (second order election), con el común deno-minador de que son convocatorias que despier-tan un menor interés entre los ciudadanos y enlas que las opciones electorales vienen determi-nadas en gran medida por temas políticos pro-pios del escenario electoral de primer orden.

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3 Somos conscientes de la complejidad de definir con exactitud el término nacionalización y más aún determinar el grado denacionalización de un sistema de partidos.

Ciertos indicadores permiten calificar a las elec-ciones municipales como acontecimientos polí-ticos en los que predominan elementos de ámbi-to nacional y con acusada dependencia delsistema político en el que se insertan, lo que lasconvierte en elecciones de segundo orden. Losniveles de movilización electoral respecto a otrotipo de procesos electorales calificados de pri-mer orden son menores. En estas convocatoriaslos ciudadanos emiten un voto de descontento alpartido del gobierno, lo que en definitiva, justi-ficaría la menor importancia que despiertan losasuntos que conciernen (Reif y Schmitt,1980:23; Reif, 1997:117; Marsh, 1998:592). Noobstante, cumplida ya una década del nuevomilenio, los comportamientos de los votantes ylos resultados electorales han puesto de mani-fiesto que las diferencias entre escenarios políti-cos se diluyen progresivamente (Irwin,1995:185). Este cambio en el comportamientode los votantes es quizás consecuencia de lamayor influencia que, en términos políticos,adquieren las instituciones de segundo orden o,incluso en términos más generales, pudiera estarmotivado por la creciente permeabilidad entreesferas políticas favorecida por una mayor glo-balización de las relaciones. Esto lleva a replan-tearse los paradigmas que sustentan estos postu-lados teóricos (Marsh, 1998:598; Rallings yThrasher, 2005:592; Schmitt, 2006:199; Delga-do, 2010) y cuestiona si estas elecciones se hanconvertido en elecciones de primer orden, aldenotar caracteres propios de elecciones genera-les; o si la decisión del elector en estas ocasio-nes está compuesta por una mezcla de factorespropios del primer orden junto con otros especí-ficos de segundo orden (McLean et al., 1996;Heath et al., 1999:409).

En España las elecciones municipales, laselecciones autonómicas y las elecciones europe-as encajarían dentro de los rasgos específicosdel segundo orden, mientras que las eleccionesgenerales se corresponderían con el primerorden electoral. Bajo esta premisa, han sido ana-lizadas las elecciones municipales en España en

los distintos procesos (Delgado, 2006 y 2010),pero quizás sea ahora conveniente contextuali-zar los procesos electorales y evaluar la interre-lación entre ellos utilizando indicadores propiosdel comportamiento electoral que permitan des-cubrir la existencia de cierta idiosincrasia deestos fenómenos políticos.

2.1. LA MOVILIzACIóN ELECTORAL EN LA ARENA MULTINIVEL

Respecto a la participación, los niveles demovilización en las elecciones municipales enEspaña han seguido una evolución irregular–ligada al clima más o menos participativoderivado de la coyuntura política que se cons-truye alrededor de las elecciones generales–,pero en todo caso, siempre ha sido menor lamovilización en estas elecciones que en elec-ciones generales. No obstante, también es cier-to que algunas elecciones municipales han pre-sentado niveles de participación prácticamenteidénticos a sus más cercanas consultas genera-les. Buscando realizar una clasificación, encon-tramos elecciones municipales claramente par-ticipativas frente a otras claramentedesmovilizadoras. En éste último grupo se ubi-can las elecciones municipales convocadas enmayo de 1991 (62,8% de participación) en lasque la abstención fue una primera reacción delelectorado a los escándalos políticos quecomenzaron a fluir a la opinión pública durante1990. La escasa participación, especialmente,en las zonas urbanas fue el principal refugiopara el descontento con los socialistas4. Conuna participación similar, las primeras eleccio-nes municipales de 1979 (62,6%) fueron unacontecimiento político que no despertó enaquel momento el entusiasmo esperado por lasfuerzas políticas, quizás por haberse convocadoel mes previo a esta consulta las segundas elec-ciones legislativas de la etapa democrática5.También movilizaron poco al electorado laselecciones municipales de 2007 (63,3%). Con-

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4 Afectó especialmente a los socialistas dado que la “refundación” del PP era todavía cercana y no se percibía esta fuerzacomo alternativa de gobierno.

5 Se celebran en un marco de gran excitación política y electoral, pero era la 5ª consulta electoral que se convocaba en ape-nas 28 meses.

vocadas tres años después de la victoria enelecciones generales de Rodríguez zapateroestas elecciones municipales asentaron definiti-vamente el realineamiento electoral que se ini-cia a fines de los años noventa en el escenariomunicipal. Se celebraron en un clima de inten-sa política de adversarios y de fuerte tensióncompetitiva entre las dos grandes fuerzas polí-ticas pero, como veremos más adelante, congrandes diferencias de participación por la geo-grafía española. Y, por último, siguiendo pororden, las elecciones municipales de 1999(64%) que fueron testimonio del proceso dedesmovilización general que afectó a los elec-tores de todos los partidos, como consecuenciade escasos incentivos ante unas elecciones fun-damentalmente “de continuidad” y de menortensión electoral entre actores políticos.

Por el contrario el mayor índice de partici-pación se presenta en las elecciones municipa-les de 1995 (69,9%), celebradas en un escena-rio en el que parecía posible el cambio, lo quepropició una fuerte movilización de los electo-res6. Sus resultados fueron claramente favora-bles al PP pues el contexto político ofrecía a susseguidores incentivos a la participación, mien-tras que no los ofrecía a sectores de votantessocialistas testigos de una erosión continuadade la imagen del PSOE (Delgado y LópezNieto, 1997: 251). La convocatoria electoralmúltiple de 1987 –elecciones municipales,elecciones autonómicas y elecciones europe-as7–, generó un efecto “arrastre” a las urnasque se tradujo también en un índice de partici-pación cercano al 70 por ciento. Un nivel algomenor se percibe en los resultados de las elec-ciones municipales de 1983 (67,7%), celebra-das simultáneamente con las primeras eleccio-nes autonómicas en 13 Comunidades yprecedidas por el eco de la fuerte movilizaciónque conllevó al “cambio” socialista en las elec-ciones generales de 1982. Con estas mismascifras, la coyuntura política nacional pudo ser eldetonante movilizador de las elecciones muni-

cipales de 2003. Convocadas en un clima polí-tico marcado por movilizaciones y presenciamasiva de ciudadanos en la calle en protestapor decisiones tomadas por el gobierno de lanación respecto a cuestiones de ámbito interna-cional y nacional, este escenario parecía augu-rar un incremento de los niveles de participa-ción electoral, que finalmente no fue tanelevado. Sus índices se sitúan cercanos a lamedia de todo el período –66,2 por ciento–, sibien es cierto que estas elecciones mantuvieronniveles de participación cercanos a los quearrojaron las elecciones legislativas preceden-tes, las celebradas en el año 2000.

El significado de la alta dosis de moviliza-ción en las dos convocatorias con mayor nivelde participación –1987 y 1995– tiene interpreta-ciones diferentes. Las elecciones de 1987 por elcontrario, supusieron un “premio” y dieron con-tinuidad a la labor municipal socialista llevada acabo en la mayoría de los municipios españoles.Quizás la agregación de resultados hace másvisibles ciertos efectos coyunturales por encimade los meramente estructurales pero en cual-quier caso, el análisis comparado de los nivelesde movilización electoral en España confirmaclaramente la hipótesis de elecciones de primery segundo orden respectivamente: los índices dedesmovilización electoral son más altos en laselecciones municipales que en las legislativas.No obstante ello no sucede de manera sistemáti-ca en la comparación entre todo par consecutivode elecciones generales y municipales. Algunaselecciones municipales han presentado nivelesde participación similares a elecciones genera-les cercanas, como fue el caso de las municipa-les de 1987. La movilización de 1995 parecíacontener una dosis de “castigo” al partido delgobierno imputado en casos de corrupción yfinanciación ilegal. Este argumento se sustentaen variables exógenas al propio proceso querige a unas elecciones de segundo orden y tantosus índices de movilización como sus resultadoselectorales ofrecen rasgos de un barómetro que

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6 Se reconoce por primera vez en estas elecciones municipales el derecho de sufragio activo a ciudadanos no españoles resi-dentes en España. Y en virtud de los tratados de reciprocidad con Suecia, Holanda, Noruega y Dinamarca se incluye en el censoelectoral a un porcentaje nuevo de electores.

7 Si bien las elecciones europeas, no presentan en general alicientes a la movilización, el “estreno” de la plena participacióndemocrática en la largamente deseada Europa pudo actuar como incentivo para sectores de electores.

mide la situación política nacional (Game,1981: 63; Corbetta y Parissi, 1985: 73; Curticey Payne, 1991: 6).

En todo caso, la interpretación de estos flu-jos participativos en las elecciones municipalesrequiere de un análisis vinculado a la coyuntu-ra general en la arena de primer orden. Bajoesta premisa, los momentos de mayor moviliza-ción se han expresado siempre en la políticanacional y vinculados a la expectativa de cam-bio político. Las elecciones generales de 1993,que el PSOE se ve obligado a adelantar, ya pro-yectan la posibilidad de una victoria del PP y deforma similar, las elecciones generales de 1996se configuran en un escenario de estrecha com-petitividad que indujo a un fuerte incrementode la movilización electoral. Por el contrario laselecciones legislativas de 2000 supusieron unaumento de los niveles de abstención respecto alas elecciones generales precedentes y conti-nuaron la dinámica electoral iniciada en laselecciones municipales de 1999. Si bien las del2000 pueden ser calificadas como “eleccionesde continuidad”, también es cierto que se cele-bran en un clima de campaña electoral con

constantes llamadas a las urnas por parte de losactores políticos. El partido del gobierno pre-tendía con ello mantener a su electorado fiel ycompetir por el centro ideológico; mientras quelos partidos de la oposición intentaban “borrar”los efectos que pudieran desencadenarse de lacrisis interna que les venían afectando y que,finalmente, debilitó los anclajes ideológicoscon un resultado final de castigo a todos lospartidos competidores, aunque con desigualdistribución8. Con este mismo argumento lacoyuntura política nacional pudo también ser eldetonante para incentivar la movilización en laselecciones municipales de 2003: se recupera enmás de tres puntos los niveles en las eleccionesmunicipales de 1999, pero no se superan losobtenidos en las elecciones generales de 2000.Esta pauta refleja de nuevo que la arena de pri-mer orden genera un efecto de “atracción polí-tica” de mayor envergadura respecto a las elec-ciones municipales que se manifiesta con lascifras de movilización de las últimas eleccionesmunicipales de 2007 (más de doce puntos dediferencia respecto a las elecciones legislativasde 2004).

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tabla 1variación de los niveles de participación entre elecciones legislativas y elecciones municipales

Elecciones legislativas (l) Elecciones municipales (M) variación

año Participación (%) año Participación (%) (l-M)

1977 78,8 —1979 68,1 1979 62,6 +5,51982 80,0 1983 67,7 +12,31986 70,1 1987 69,4 +0,71989 69,7 1991 62,8 +6,91993 76,4 1995 69,9 +6,51996 77,4 1999 64,0 +13,42000 68,7 2003 67,7 +1,02004 75,7 2007 63,3 +12,42008 73,8

Fuente: Delgado, 1997: 33. Para el período 1996-2008, actualización con datos de la Junta Electoral Central y del Ministerio delInterior.

8 Las crisis internas que atravesaban los partidos de la izquierda propiciaron que los índices de volatilidad entre bloquesaumentaran significativamente alcanzando el 70%. Se consolidaba definitivamente este fenómeno que se percibió en las dos elec-ciones generales celebradas en los años noventa.

Bajo el lógico reflejo de la influencia deestos factores de ámbito general, el aumento dela participación 1995 –máxima de toda la serieelectoral y muy notable respecto de las elec-ciones municipales de 1991– tuvo lugar en elconjunto de los municipios del país, destacan-do las principales ciudades y los municipios demayor tamaño9. Esta “removilización urbana”se inicia en las elecciones generales de 1993,en el marco de la emergencia y crecimiento delPP como alternativa, de desgaste socialista y,por tanto, de proceso de cambio político. Esconocida la mayor sensibilidad a los fenóme-nos coyunturales que presentan en general loselectorados urbanos, en contraste con el ancla-je del comportamiento en los municipios rura-les. El motivo pudiera ser la mayor dependen-cia mediática en las áreas más pobladaspredominando factores coyunturales en elcomportamiento electoral urbano, frente a unafuerte dependencia de redes de relaciones per-sonales, directas y estables en las zonas másrurales. Una percepción más directa del nivelmunicipal y contacto estrecho con la adminis-tración, factores que actúan como incentivo ala participación. A pesar del fuerte aumento dela participación en las ciudades a mediados delos años noventa, está se convierte desdeentonces en una característica “estructural”:las ciudades continúan presentando los nivelesmás altos de abstención, descendiendo ésta amedida que se reduce el tamaño demográficodel municipio.

Desde una perspectiva territorial comple-mentaria, los avances y retrocesos en el nivel departicipación durante los años 90 se han venidomanifestando de forma bastante homogénea portodas las CCAA, indicando el carácter predomi-nante de los factores de ámbito general, noincompatible con algunas diferencias derivadasde las peculiaridades coyunturales y contextua-les. En contraste con lo que sucede según eltamaño de los municipios y las desigualdades departicipación entre ciudades y pueblos, no exis-

te un mapa autonómico de la participación espe-cífico de las elecciones municipales. Tomandoen consideración las elecciones de 1999, la dis-tribución territorial de la participación porCCAA mantiene las pautas de anteriores elec-ciones, aunque con algunos cambios. Siguiendouna tendencia longitudinal, los niveles de parti-cipación electoral son elevados en Castilla-LaMancha y Extremadura (se sitúan en la horqui-lla del 75-74%) continuadas de Cantabria, LaRioja, la Comunidad Valenciana, Murcia y Cas-tilla-León (69-68%). En el otro extremo, Cata-luña es la Comunidad Autónoma más abstencio-nista en elecciones municipales, como ya sepercibió en 1991. Baleares, seguida de Canariasy Madrid, completan este cuadro de abstencio-nismo territorial que se detecta en 1999. La evo-lutiva respecto a los resultados de 1995 consta-tan que el descenso de la participación ha sidogeneral en todas las regiones en las eleccionesde finales de los años noventa, localizándosecomo ya hemos señalado la mayor desmoviliza-ción en Cataluña –especialmente en Barcelona–y en Madrid, también por otra parte, las dosCCAA más urbanas. La única excepción alincremento generalizado de la abstención a fina-les de los años noventa y comienzos de siglo fueel País Vasco, donde la participación aumentóen casi 1 punto en 1999 respecto a la convoca-toria de 1995. Factores específicos de la situa-ción política vasca en el marco de las expectati-vas propiciadas por la tregua de ETA, generaronincentivos a la participación que contrarrestaronlos de signo contrario, o en otros términos, dereflujo participativo a nivel general10. En defi-nitiva, son factores exógenos a la naturalezalocal de la elección, factores coyunturales deámbito general, los que parecen venir marcandoel ritmo de evolución de la participación electo-ral en las elecciones municipales.

El contexto autonómico, tan sólo en casosexcepcionales, muestra influencia sobre la evo-lución del nivel de participación en las eleccio-nes municipales, casos por otra parte, circuns-

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9 De la misma manera que en las elecciones municipales de 1991 se produjo en estos municipios de gran tamaño de pobla-ción el mayor índice de desmovilización electoral.

10 En las elecciones de 2003 también la especial situación que vive el País Vasco culmina en los mayores niveles de partici-pación en elecciones municipales de toda la serie democrática: se sitúa más de dos puntos y medio por encima de la media nacio-nal y supera significativamente las cifras de los comicios más participativos, los de 1995.

critos a las CC.AA que se rigen por un calenda-rio electoral autonómico diferenciado11. Laselecciones de 2007 permiten constatar ese claropatrón desmovilizador en aquellas Comunida-des en las que no ha habido coincidencia electo-ral, como es en el País Vasco (–10,0%), Catalu-ña (–7,6%), Andalucía (–3,9%) y Galicia(–2,7%). Este fenómeno ha estado presente tam-bién en el resto de las regiones, destacando enintensidad Aragón (–4,1%) Baleares (–3,0%),Canarias y Madrid (ambas –2,4). Este mapa departicipación constata la existencia de modelosy arenas de competición diferenciadas. Cataluñapresenta los índices más elevados de abstencio-nismo, cuya participación media apenas superael 61 por ciento. En el otro extremo se localizala meseta participativa formada por la C.A deCastilla la Mancha y se extiende al norte, haciala Comunidad cántabra y al este hacia la Comu-nidad Valenciana.

Para valorar más ampliamente el grado decomportamiento diferenciado entre eleccionessimultáneas sería preciso completar este panora-ma con un estudio basado en datos de encuestasque nos permitiera analizar mejor esta pautaelectoral. De esta forma, se lograría identificarno sólo hacia dónde se han dirigido las prefe-rencias, sino también el grado de escisión queha afectado a los partidos. Respecto de estasúltimas cuestiones, analizaremos a continuaciónlos efectos que, sobre las orientaciones partidis-tas, tiene la coincidencia de procesos electoralesy la coyuntura política en que se celebran.

2.2. COMPORTAMIENTO DIFERENCIAL Y ESCISIóN DEL VOTO

En mayo de 1983 se inicia un ciclo electoralde segundo orden en España y la simultaneidad

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11 En cambio una característica del contexto local de la elección, el tamaño de municipio, se muestra relevante tanto en rela-ción al nivel de participación como a su ritmo de oscilación (Delgado, 2006:166).

tabla 2diferencial de la participación por ccaa en elecciones municipales en España, 1983-2007

cc.aa 1983-1987 1987-1991 1991-1995 1995-1999 1999-2003 2003-2007

Andalucía –0,1 –5,0 +7,8 –4,2 +0,9 –3,9Aragón +1,5 –5,1 +6,7 –6,1 +5,7 –4,1Asturias +1,8 –8,4 +10,6 –5,2 –1,2 –1,8Baleares +2,5 –7,6 +4,0 –6,8 +5,4 –3,0Canarias +5,4 –6,0 +2,8 –3,4 +2,5 –2,4Cantabria +2,3 –4,7 +2,5 –3,6 +2,2 –1,3Castilla La Mancha 0 –1,5 +6,2 –3,9 0 –1,8Castilla León +1,1 –4,7 +6,2 –5,8 +4,3 –2,0Cataluña +0,4 –11,0 +7,0 –9,0 +5,7 –7,6Extremadura +0,5 –2,5 +7,0 –4,0 +1,1 –0,9Galicia +3,9 +0,2 +5,8 –4,0 +2,3 –2,7Madrid –0,6 –10,1 +11,2 –9,3 +8,1 –2,4Murcia +3,1 –4,7 +8,2 –7,3 +1,6 –2,0Navarra +1,3 –6,3 +3.,3 –2,6 +4,3 +1,8País Vasco +3,6 –8,2 +4,9 +0,8 +5,3 –10,0Rioja –1,0 –1,4 +8,1 –6,9 +5,9 –2,1Valencia +1,9 –5,6 +6,7 –7,8 +3,2 –1,7

Fuente: Elaboración propia a partir de datos oficiales de la Junta Electoral Central y datos publicados por el Ministerio del Interior.

de las convocatorias electorales homogeneiza elpanorama electoral. Desde entonces son convo-cadas dos elecciones el mismo día: eleccionesmunicipales y elecciones a trece Parlamentosregionales. Se instaura una dinámica que se ins-titucionaliza en la reforma electoral de 1991cuya finalidad no es otra que la de racionalizarlos períodos electorales. Pero además, en elcalendario electoral encontramos convocatorias“triples” como fueron la de 1987 y posterior-mente la de 1999 en las que también se celebra-ron ese mismo día elecciones al ParlamentoEuropeo.

En los procesos electorales simultáneos lapauta mayoritaria es un comportamiento homo-géneo en todos ellos que se constata a partir delanálisis de los resultados electorales de los prin-cipales partidos políticos así como también esextensible a sus índices de participación. Sepodrían esperar diferencias dado que el escena-rio competitivo en las diversas elecciones no esel mismo, las opciones de voto difieren, sectoresde electores no las perciben de la misma mane-ra, etc.... En realidad, nos referimos a que laspequeñas diferencias en los resultados de elec-ciones celebradas simultáneamente indican laexistencia de escisión del voto, esto es, un tipode comportamiento que se expresa votando ados opciones diferentes en elecciones coinci-dentes12. A pesar de su relativamente escasamagnitud, en términos generales, el estudio dela escisión de voto puede aportar elementosmuy útiles sobre el papel que desempeñan losfactores contextuales en la decisión de voto, asícomo para determinar los aspectos específicosde comportamientos propios del ámbito local dela elección.

En esta línea de análisis podemos plantearsólo unas grandes pautas a nivel de datos agre-gados. Analizando comparativamente los nive-les de participación electoral de todos los comi-cios de segundo orden de la serie electoraldemocrática, se observa a simple vista una esca-sa diferencia entre los resultados de todas ellas.La hipótesis de una mayor movilización cuandolas convocatorias son conjuntas sí se confirmaplenamente, de forma que el elector que acude a

votar emite su opción para los dos o tres comi-cios que están convocados. A la vista de losdatos, la simultaneidad favorece la participaciónelectoral.

De la evolución de los niveles de participa-ción entre elecciones simultáneas municipales yautonómicas en las 13 CC.AA entre finales delos años ochenta hasta la actualidad se despren-de un cambio en el comportamiento de los elec-tores. Esto pone de manifiesto que los votanteshan acudido en mayor medida a elegir a losrepresentantes de las respectivas asambleasregionales que a seleccionar a los cargos políti-cos municipales. Y este fenómeno ha sido másacusado en los comicios celebrados más recien-temente: las elecciones autonómicas de 2003 y2007 han movilizado más a los votantes que laselecciones municipales convocadas esa mismajornada; mientras que, por el contrario, en laselecciones de 1999 predominó una mayor parti-cipación en elecciones municipales. Por otrolado, las elecciones municipales de 2007 son lasque la distancia entre la Comunidad Autónomamás participativa y la menos participativa alcan-za un índice mayor (5.9), y éste viene calculadopor los datos de Asturias –menos participativa–y Madrid –más participativa; y, esta misma com-parativa en las elecciones municipales de 1987es de 3.7, distancia cifrada entre las CC.AA deNavarra y Rioja frente a la insular de Canarias.

El análisis longitudinal de los resultados per-mite identificar tres tipos de situaciones: a) lavivida por aquellas CC.AA que han manifestadocontinuadamente una menor participación enelecciones municipales: Asturias, Castilla laMancha, Castilla-León, Extremadura, Navarra yla Comunidad Valenciana; b) por el contrario,otras CC.AA que han experimentado variacio-nes pero con escasas oscilaciones y registranuna participación superior en las eleccionesmunicipales, como es el caso de Baleares, Can-tabria y Canarias; y c), la de aquellas CC.AA enlas que el rasgo dominante ha sido la fluctuacióncontinuada a lo largo del tiempo: Aragón,Madrid, Murcia y Rioja.

Existen algunas pautas diferenciales entreconvocatorias municipales y autonómicas: a

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12 Consideramos la abstención como una opción más, incluida entre las posibilidades de escisión.

saber, en 2007 la diferencia en términos porcen-tuales entre la Comunidad Autónoma que más haparticipado en elecciones municipales y la quemás lo ha hecho en elecciones autonómicas es lamás elevada (7.3). Por el contrario, este recorri-do es menor en las elecciones de 1995, convoca-toria que supone un punto de inflexión impor-tante en el comportamiento electoral. PorCC.AA, aquellas en las que las elecciones muni-cipales movilizaban en mayor medida a los elec-tores que las autonómicas tenían todas ellascomo rasgo común su carácter insular (Canariasen 1987 y 1991; y Baleares en 1995). El índicede participación ha predominado en eleccionesautonómicas frente a las elecciones municipalesen Asturias en 1999, 2003 y 2007. Otro dato adestacar, en la convocatoria de 2003 los votantesde todas las CC.AA han sido más participativosen comicios autonómicos que en eleccionesmunicipales. En todo caso, parecería necesarioconsiderar que estos comportamientos respon-den en muchos casos a lógicas políticas propias

derivadas de la relación entre los partidos políti-cos y los electores de cada Comunidad Autóno-ma y exigen profundizar en el marco político decada una de ellas13, sin olvidar tampoco el efec-to que pudiese generar la creciente autonomía delas CCAA en el desempeño de sus competenciasy en el ejercicio del quehacer político.

Complementariamente el análisis comparadoentre elecciones municipales y europeas arrojaun saldo favorable en los niveles de participa-ción hacia las primeras en ambas ocasiones enque ha habido coincidencia de convocatoriaselectorales. Y ello a pesar del carácter “funda-cional” de las elecciones de 1987 en las que losniveles de participación fueron los más altos detodas las elecciones europeas convocadas, y encuya convocatoria pesaba como factor movili-zador la incorporación a un proyecto europeo14.Aún y con eso, los votantes depositaron unmayor número de papeletas en las urnas desti-nadas a la elección de sus representantes muni-cipales que en las urnas destinadas a la elección

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13 La expectativa de cambio en el gobierno autonómico es, sin duda, un factor movilizador de la ciudadanía a las urnas. 14 Esta actitud, no obstante, no se ha proyectado en el caso de las elecciones europeas de 2004 en los ocho de los diez países

que integrados al proyecto europeo el 1 de mayo convocaban por vez primera elecciones europeas.

tabla 3diferencias de participación en elecciones simultáneas en las 13 cc.aa

cc.aa EM-Ea EM-EE EM-Ea EM-Ea EM-Ea EM-EE EM-Ea EM-Ea 1987 1987 1991 1995 1999 1999 2003 2007

Aragón 0 –0,8 –0,2 0 +0,4 +0,7 –0,6 –2,7Asturias +0,2 +0,3 0 –0,1 –0,7 +0,7 –2,7 –3,2Baleares +0,6 +0,4 0 +0,6 0 +0,4 –0,5 +0,3Canarias +1,8 +6,1 +1,1 –0,3 +0,3 +1,2 –2,6 +0,2Cantabria +0,6 +0,5 0 +0,3 +1,9 +2,8 –2,4 +0,4Castilla La Mancha –0,2 –0,8 –0,1 +0,2 +0,3 +0,6 –1,8 –0,6Castilla León –1,0 –0,6 +0,2 –0,7 –1,0 +1,1 –2,2 –1,5Extremadura 0 0 –0,8 –0,2 +1,2 +0,5 –2,0 –1,1Madrid –0,2 –0,8 +0,2 –0,2 0 +0,1 –2,3 +4,1Murcia –0,7 0 0 +0,2 +0,5 +0,6 –1,0 +0,2Navarra –1,9 –0,5 –0,9 –0,2 +0,3 +1,3 –1,5 –0,5Rioja –1,9 –3,0 +0,3 –0,6 +0,6 +1,0 –1,4 +0,6Valencia +0,5 +0,5 0 –0,5 –0,3 +0,3 –0,7 –1,2

EM: elecciones municipales; EA: elecciones autonómicas; EE: elecciones europeas.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos oficiales diversos.

de los 64 representantes que componían enton-ces la aportación española al Parlamento Euro-peo. En 1999 en un contexto en que las eleccio-nes y las preferencias de los votantes estuvieronmarcados por factores coyunturales de políticanacional y en el que, en términos comparadoscon el resto de los países de la UE, España pasóa ser el país con el porcentaje más elevado departicipación15, pues bien, incluso a pesar deestos factores las elecciones municipales obtu-vieron un punto porcentual por encima de losniveles de participación de las mencionadaselecciones europeas. De este panorama se puedeextraer que aunar en el mismo día la convocato-ria electoral municipal y al Parlamento Europeoes un factor que eleva el nivel propio de loscomicios europeos e incide en la movilizacióndado que, si lo comparamos con las convocato-rias únicas de 1989, 1994, 2004 y más reciente-mente de 2009, en todos estos casos los nivelesde abstención han sido más elevados.

En este contexto, también la simultaneidadde comicios ha favorecido la homogeneidad delos apoyos recibidos por los partidos, y ello apesar de que en las elecciones municipales laoferta política está más diversificada en térmi-nos de candidatos, programas, campañas, valo-ración de gestión... El comportamiento diferen-ciado afecta a las fuerzas mayoritarias a nivelnacional, pero este fenómeno de escisión devoto, no parece incidir significativamente enellas, ya que las diferencias en términos de por-centaje de voto son escasamente relevantes,aunque, debemos matizar que estas existen. Enlas elecciones europeas el planteamiento de lacampaña y de las candidaturas es, territorial-mente hablando, más homogénea, y está enmayor medida vinculada a la imagen global delpartido, expresándose por tanto de forma másigualitaria por todo el territorio electoral. Así,comparativamente hablando, las fuerzas deámbito nacional tienen una ligera mayor capaci-dad de atracción en las elecciones al Parlamen-to Europeo que en las elecciones municipalesdebido fundamentalmente a la propia naturaleza

del escenario local, más heterogéneo, fruto de lapresencia de un número superior de actorespolíticos compitiendo en la escena electoral.Los flujos más importantes de movilidad entrepartidos en convocatorias conjuntas se produje-ron en 1999. El PSOE tuvo mayor capacidad deatracción en las elecciones europeas, que en lasmunicipales, pues más de 123 mil votantessocialistas en elecciones europeas cambiaron suvoto en aquellas elecciones municipales. Sinembargo, en términos porcentuales las diferen-cias son reducidas, apenas un 1 por ciento. Laescisión que sufrió el PP alcanzó valores brutosde más de un millón de votos, y un 5 por cientoen términos porcentuales. La presencia de unelevado número de actores políticos en el esce-nario municipal parece afectar en este sentido alPP, junto con el menor arraigo organizativolocal de este partido. A nivel de CC.AA tambiénes el PP en 1999 el partido más débil en la granmayoría de ellas, de manera que reduce el gradode fidelidad, y su electorado es más volátil. Setrata de una característica fruto, como ya se haseñalado de su debilidad organizativa local. Laimplantación de partidos regionalistas fuertesincide significativamente en esta escisión delvoto. En aquellas Comunidades en las que estánmás arraigados, los índices de volatilidad sonmayores y traducen un comportamiento diferen-ciado entre elecciones municipales y autonómi-cas. En estas últimas logran captar a un flujo deelectores mayor que en las municipales y portanto se confirma que los factores locales estánmenos arraigados que los regionales16. Una ten-dencia diferente ha caracterizado al electoradode IU. Este partido político mantiene la dinámi-ca de conservar a sus votantes en las eleccionesmunicipales. Así en 1999, las pérdidas queexperimenta en el ámbito europeo, alcanzan unsaldo de 174.646 votantes, a pesar de que estosvalores en términos porcentuales son escasa-mente relevantes. Estos valores señalados fue-ron más débiles aún en la convocatoria de 1987,en la que la escisión de voto alcanzó cotas del 2por ciento tanto en el PP como en el PSOE. Los

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15 Excluimos del cómputo a los países que tienen voto obligatorio.16 De todas formas, se deberían tomar ciertas precauciones al analizar estos resultados agregados y sería conveniente realizar

este análisis teniendo en consideración el tamaño de los municipios, para de esta forma ajustarnos un poco más a diversidad dela realidad municipal.

electores de estos partidos modificaron susopciones entre elecciones municipales y europe-as, con un saldo, lógicamente, favorable para lassegundas.

Es complejo realizar este tipo de compara-ciones puesto que la oferta política local es dife-rente y la agregación de resultados induce a con-sideraciones que ensombrecen el “factor local”frente al “factor partido”. Sin embargo, no sepone en duda que un cierto número de electorespresenta un comportamiento diferenciado enelecciones simultáneas. Las diferencias sondebidas a aspectos contextuales específicos delas elecciones en cuestión, aunque en todo casotambién deberían considerarse los elementos decarácter coyuntural.

2.3. LA INFLUENCIA DE FACTORES DE CONTExTO NACIONAL Y SUREPERCUSIóN SOBRE LOS APOYOSDEL PARTIDO EN EL GOBIERNO

Las elecciones municipales son un escenariopolítico en el que el partido del gobierno obtienemenores apoyos electorales que en eleccionesgenerales. Una razón estriba en que el número departidos que compiten electoralmente es mayory la heterogeneidad partidista supone cierta difi-cultad para asentar los anclajes electorales propi-ciando una mayor volatilidad electoral. Otracausa remite al partido en el poder, voto de cas-tigo que se permite el elector en este tipo de con-vocatorias. Sea cuál sea la razón es cierto que hahabido a lo largo del tiempo ciertas inflexionesque permiten identificar los procesos electoralesmunicipales como: a) aquellas elecciones en las

que la pérdida de apoyos del partido en elgobierno ha sido significativa: 11 puntos el PPen 2003, y más de 7 puntos el PSOE en 1995,1987 y 2007; y b) con pérdidas de más de cuatropuntos sobre el voto válido emitido, el PSOE enlas elecciones municipales de 1983, y el PP enlas elecciones municipales de 1999; y c) las elec-ciones en las que las pérdidas son menores y portanto sus apoyos electorales se mantienen tam-bién más estables en la arena municipal, comofue el caso de las elecciones municipales de1991, donde el PSOE pierde un 1,3 por cientodel voto obtenido en las elecciones generales de1989. Si trasladamos el análisis a la oposicióncabe pensar que las formaciones políticas pue-den rentabilizar estas pérdidas de votos del par-tido gubernamental. Ello no ha sido así en nin-guna de las ocasiones, independientemente deque el partido que gobernase en la arena nacio-nal fuese el PSOE o el PP. Por un lado el PPcomo partido de la oposición durante el período1983-1993 y 2004-2007, no se beneficia de laspérdidas del PSOE en elecciones municipales.Sufre, incluso, un desgaste en el escenario localque se reduce progresivamente: en 1987 es decerca de cuatro puntos y en 1991 y 1995 de ape-nas medio punto. Aunque el retroceso electoraldel PSOE no le va a suponer importantes proble-mas para gobernar a nivel nacional en las elec-ciones generales de 1993, este comportamientoexpresaba los síntomas del desgaste socialista enel marco de su enfrentamiento con los sindica-tos, de la aparición de casos de falta de ética (trá-fico de influencias, abuso de poder), y de disen-siones internas en el partido, lo que fuedeterminante para la captación de votos por elPP. El principal beneficiario electoral del retro-

tabla 4voto en elecciones simultáneas: elecciones municipales y europeas

1987 1999

Partidos Elecciones municipales Elecciones europeas Elecciones municipales Elecciones europeas

votos % votos % votos % votos %

PSOE 7.229.782 36,74 7.522.706 39,06 7.296.749 34,25 7.420.035 35,26PP 4.398.756 22,35 4.747.283 24,65 7.334.135 34,43 8.364.767 39,75IU 1.526.806 7,75 1.011.830 5,25 1.387.900 6,52 1.213.254 5,77

Fuente: Elaboración propia. Datos publicados por el Ministerio del Interior.

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ceso socialista en elecciones municipales duran-te los años ochenta fue el otro partido de la opo-sición, Izquierda Unida que consigue así conso-lidarse como opción importante aunquesecundaria en los gobiernos locales, salvo en dosocasiones en las que los apoyos recibidos poreste partido en elecciones generales no son supe-rados en las siguientes convocatorias municipa-les: con un ligero descenso en las eleccionesmunicipales de 1991 (un 0,7 por ciento de votoválido emitido), que es más acentuado en 1999(un 4,1 por ciento de pérdidas de voto). Estoindica que durante los años noventa se comienzaa vislumbrar una acentuación de la reciprocidad“nacional-local” entre las elecciones municipa-les y las generales, hasta que consolida sus apo-yos alcanzando votos en las elecciones munici-pales de 1995 que posteriormente consolida enlas elecciones generales de 1996.

Estos cambios de comportamiento electoralde mediados de los años noventa preanunciabanciertos movimientos electorales que acontecie-ron en los comicios municipales de 1995 y se

hicieron más patentes en 1996 conllevandoentonces un cambio en el gobierno nacional. Sesiguen pautas similares a las de principios de losaños noventa en que el adelanto electoral de1993 se produce en un marco de devaluacionesde la peseta, de fuerte tasa de paro, de crecientedesgaste socialista, de aparición de nuevos casosde financiación ilegal y de corrupción, ademásde graves problemas internos en el PSOE, lo quepor otra parte suponía el escenario idóneo para laconsolidación del PP como alternativa al PSOE.La nueva victoria del PSOE en un clima de altacompetitividad electoral –4 puntos de diferenciaen porcentaje de voto y no más de un millón devotos– bajo un gran equilibrio de fuerzas y conun fuerte avance del PP configuró un nuevoescenario en el nivel político nacional que tuvorepercusiones a nivel municipal dos años mástarde: en las elecciones municipales de 1995 elPSOE tiene las mayores pérdidas de votos detodo el período electoral mientras que el PP equi-libra y consolida definitivamente los anclajeselectorales logrados en las generales de 199317.

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tabla 5diferencia ente apoyos electorales de los partidos de ámbito nacional

en elecciones municipales y elecciones generales (1979-2007)

Elecciones diferencia % votos válidos PSoE PP* IU**

Municipales 1979- Generales 1979 –2,6 –3,0 +1,9Municipales 1983- Generales 1982 –4,6 0,0 +4,0Municipales 1987- Generales 1986 –7,4 –3,8 +1,7Municipales 1991- Generales 1989 –1,3 –0,5 –0,7Municipales 1995- Generales 1993 –7,9 –0,5 +2,1Municipales 1999- Generales 1996 –3,3 –4,5 –4,1Municipales 2003- Generales 2000 0,0 –11,4 +0,3Municipales 2007- Generales 2004 –7,3 –1,6 +0,6

* En 1979 se presenta como Coalición Democrática (CD); en 1982 como Alianza Popular-Partido Demócrata Popular(AP-PDP); y en 1986 como Coalición Popular (AP-PDP-PL).** En 1979 y 1982 se presenta bajo las siglas de PCE.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos oficiales de la Junta Electoral Central y datos publicados por el Ministerio del Interior.

17 Estos resultados estuvieron precedidos de resultados en las elecciones municipales de 1991 en las grandes poblaciones urba-nas en el que influyeron acontecimientos de política nacional que modificaron la hasta entonces líneas que sustentaban la orienta-ción del voto. Con repercusiones en la esfera nacional, estas elecciones se celebraron con una nueva normativa que modificaba algu-no de los aspectos de la ley electoral con el fin de asegurar una mayor gobernabilidad en el ámbito municipal. A pesar de que elPSOE consigue revalidar su victoria y el PP mantiene los índices de apoyo electoral de las elecciones precedentes, este partido obtu-vo un mayor número de ayuntamientos de capitales de provincia, alguna de ellas de gran peso político (Madrid, Valencia, Sevilla).

Estas elecciones municipales de mitad de losaños noventa suponen, como ya hemos mencio-nado en otras ocasiones, una inflexión profundaen el comportamiento electoral. Quizás en aquelmomento la particularidad de aquellas eleccio-nes viene conferida por estar convocadas en uncontexto dominado por la crisis política a nivelnacional que se reflejó en la campaña electoral,en cuyos discursos prevalecieron con intensidadlos temas nacionales sobre los asuntos más loca-les. Se celebraban en un contexto de lucha por elcontrol del poder nacional entre el PP y el PSOE,de ahí que el significado nacional que pudierantener los resultados de esta convocatoria subna-cional las convirtieron en un acontecimientopolítico con escasos componentes municipa-les18. Así, a pesar de su carácter local, en laselecciones municipales de 1995 el contenido“nacional” gravitó fuertemente sobre la orienta-ción del voto de los electores, y sus resultadossignificaron un vuelco en el mapa político muni-cipal que permitió al PP acceder a una ampliacuota de poder en este nivel de gobierno: obtuvocasi tres millones de votos más que en las elec-ciones municipales precedentes de 1991 y supe-ró al PSOE en más de un millón de votos. Estascifras suponían gobernar en cerca de 3.500 ayun-tamientos, entre los cuales obtuvo la alcaldía en41 de las 50 capitales de provincia19. Estosresultados ponían fin al claro predominio de lossocialistas en las instituciones locales desde elinicio de la democracia.

Consecuencia de esta variación en la arenamunicipal y con un compás de espera en el tiem-po político, un año más tarde se opera también uncambio en la política nacional. En un marco decontinuada aparición de escándalos políticos queimplicaban a cargos del PSOE, en el gobierno oen el partido, en marzo de 1996 el PP ganaba laselecciones generales y accedía por primera vez algobierno nacional. En su conjunto este período degobierno del PP hasta las siguientes eleccionesmunicipales de 1999 estuvo marcado por una evo-lución positiva de los indicadores económicos yde reducción del paro y en el marco del logro delos objetivos de convergencia europea para la

implantación de la moneda única. En este escena-rio político, las elecciones municipales de 1999supusieron la renovación de la victoria del PPaunque de forma más ajustada que en 1995 –espe-cialmente en el porcentaje de votos a nivel glo-bal– pareciendo sufrir los efectos de ser ya parti-do de gobierno a nivel nacional, pues la pérdidade votos se computa en esta ocasión en un 4,5 porciento. Pero no ha de ser hasta 2003 cuando lacuantía de deslizamientos electorales alcanza lasmayores cifras. Estando en el gobierno, el PPtenía todas las posibilidades de erosionar sus apo-yos, pero los resultados fueron más allá de la esti-mación de pérdidas gubernamentales hasta enton-ces conocida. 2003 era la segunda ocasión en laque el PP se sometía a elecciones en las urnasmunicipales y lo hacía desde una posición privile-giada por cuanto tenía una mayoría absoluta en elParlamento nacional. No estaba sujeto a pactoalguno, como sí lo estuvo con CiU, PNV y Coali-ción Canaria para asegurar la gobernabilidad en elescenario nacional resultante de las eleccioneslegislativas de 1996, y por ende con efectos sobrelas elecciones municipales de 1999. Así entonces,disponía en aquella convocatoria de un margen demaniobra similar al que había disfrutado el PSOEdurante los años ochenta. Además el PP se pre-sentaba para revalidar su labor de gobierno en ungran número de ayuntamientos en los que habíaobtenido la alcaldía y especialmente en muchascapitales de provincia y otras grandes ciudades.Este fue quizás el factor de mayor peso en lasdecisiones electorales. Aún a pesar de las pérdi-das de voto con respecto a las elecciones de marzode 2000, las elecciones de 2003 apenas mueven elmapa electoral de 1999. Bien es cierto que acon-tecimientos puntuales como el caso del Prestigepodrían estar tras el retroceso del PP en Galicia, alperder más de un 4 por ciento de su voto; o lasmovilizaciones ciudadanas contrarias al trasvasedel Ebro, responderían a la disminución de cercadel 9 por ciento de los apoyos populares en Ara-gón. El PP consolida sin embargo su presencia enlas Comunidades de Asturias, Murcia y Navarra.Marcado por una mayor racionalidad, el votantemunicipal de 2007 se ha hecho más fluido y las

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18 Esta dosis de “nacionalización municipal” quedó aun más asegurada por el triunfo del PP a nivel nacional en las eleccio-nes europeas de 1994.

19 Para un análisis más detallado de las elecciones municipales de 1995 ver I. Delgado (1999).

consideraciones ideológicas para orientar su votono son freno, como tampoco lo fue en 2003, a lahora de decidir su opción política en las eleccio-nes municipales. El partido gubernamental vuelvea ser severamente castigado, como lo fue en 1987,pero de nuevo sin que el partido de la oposiciónrentabilice el desgaste. Los elementos más estruc-turales dejan paso a elementos coyunturales delcontexto político en que se celebran los procesoselectorales. De ahí que esta racionalidad se sus-tente en el hecho de que el escenario municipal esuna arena electoral fértil caracterizada por unamayor presencia de actores políticos con posibili-dades de éxito electoral, bien por el hecho de quelo que subyace en el escenario político municipaltiene un menor calado político; o incluso, por losefectos políticos que genera la combinación de loselementos propios del sistema electoral.

2.4. LOS PRINCIPALES PARTIDOSPOLíTICOS DEL ESCENARIOMUNICIPAL

El dominio de los partidos políticos naciona-les en la escena política local en España está yafuera de duda. Las fuerzas políticas nacionalesse convierten en los principales agentes denacionalización de la política local como resulta-do del apoyo que reciben de los electores muni-cipales, un respaldo superior al que tienen otrosactores locales o regionales. Pero la respuesta alos elementos nacionales es desigual de unaszonas geográficas a otras, y es diferente segúnlos tamaños de los distritos y la influencia quetengan los rasgos locales, que son finalmente losneutralizadores de esa reacción nacional. Endefinitiva, los contrastes se aprecian según sea elarraigo de los partidos nacionales y locales en laarena municipal. Es fácil constatar que los dospartidos mayoritarios en el ámbito nacional–PSOE y PP– también han dominado el ámbitopolítico municipal, aunque con diferente intensi-dad electoral. La competencia entre ambos porcaptar el mayor número de votantes en eleccio-nes municipales ha oscilado entre el 16,8 porciento de 1983 y el 0,2 por ciento de 1999, una

dispersión menor que la percibida en eleccionesgenerales, y situada entre el 21,4 por ciento y el1,4, de las elecciones 1982 y 1996 respectiva-mente. Los índices de competitividad podríandibujar una campana que arranca desde los pro-cesos electorales democráticos en los que lalucha por captar al votante es fuerte entre ambospartidos (tanto en elecciones municipales comogenerales); alcanza su cota máxima en los añosochenta anclando las preferencias electorales ypredomina claramente el primer partido sobre elsegundo: en las elecciones municipales de 1983el PSOE está a una distancia de más de 16 pun-tos respecto del entonces AP, y algo menor en1987; y, a mediados de los años noventa se acusauna mayor competencia por el electorado entrelos dos partidos políticos mayoritarios, similar ala del inicio de la democracia para finalmenteacentuarse a comienzos del año 2000 con nivelesde competitividad muy estrechos20. Es un efectoen el que se combina la tendencia reductora dedistancias entre los dos partidos con mayornúmero de votos, junto con el aumento de losapoyos electorales del segundo partido a la vezque se concentra el voto en un menor número defuerzas políticas, lo que configura escenarioselectorales de fuerte tensión competitiva.

Las elecciones municipales en España hansido tradicionalmente comicios en los que lasexpectativas de apoyo electoral a “otros partidos”–además de los mayoritarios a nivel nacional–eran mayores para esas fuerzas políticas regiona-listas, y listas de independientes que, por su con-centración geográfica en zonas delimitadas, yfavorecidas por un elemento tan determinantecomo son los distritos electorales, obtenían éxitoen las elecciones municipales. Los distritos elec-torales –con importantes efectos sobre la propor-cionalidad del sistema– son multiplicadores de losresultados electorales en el sentido de que en cadadistrito conforma una unidad en sí con resultadossobre un sistema de partidos específico. En Espa-ña son más de 8.000 los distritos electorales muni-cipales que resultan en similar número de consis-torios, y todos ellos con tamaños diversos queoscilan desde municipios con menos de 250 habi-tantes en los que se aplica un sistema mayoritario

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20 Las elecciones generales de 2000 escapan de esta tendencia y manifiestan la “excepcionalidad” en el comportamiento, taly como se constata por el posterior reacomodo de los índices en convocatorias posteriores.

de voto limitado y de listas abiertas (en munici-pios menores de 100 habitantes se mantiene elrégimen de “concejo abierto”, con elección direc-ta del alcalde por los ciudadanos) hasta munici-pios urbanos con poblaciones que superan losmillares21. Este amplio rango de poblacionescomparte similar procedimiento de reparto deescaños, pero es cierto que sobre el número totalde representantes políticos, la dispersión geográfi-ca produce sobrerrepresentación de las zonasrurales en detrimento de las zonas más pobladas.La corrección se alcanza incluyendo un compo-nente poblacional, que implica el cómputo de laproporción de representantes atribuible a la cir-cunscripción electoral con base en el número total

de habitantes. Este método genera variaciones enel número de escaños por estar intrínsecamenteligado a cambios demográficos que apenas reper-cuten en la distribución al nivel nacional.

En todo caso los partidos políticos se consa-gran como protagonistas del proceso local. Ladiversidad del tamaño de los distritos (de 7 con-cejales a más de 50, en función de la población),junto con una barrera electoral ligeramente supe-rior a la de las elecciones legislativas constatanlas diferencias en el número de partidos quecompiten en las distintas circunscripciones. Sonmayores las dificultades que encuentran lasgrandes formaciones políticas para confeccionarlistas de candidatos en municipios de tamaño

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21 El sistema electoral establece que el número de concejales se distribuye entre estas listas mediante la aplicación de una fór-mula proporcional de la media más elevada, método d’Hondt, que es el mismo que se utiliza para la elección de diputados al Con-greso así como la que se aplica también para la elección de la inmensa mayoría de los parlamentos autonómicos. Para poder par-ticipar en la distribución se requiere haber obtenido al menos el 5% de los votos válidos emitidos en el municipio (en laselecciones generales la barrera se estableció en el 3%).

tabla 6competitividad electoral agregada de los partidos mayoritarios

en elecciones generales y elecciones municipales (1979-2008)

Elecciones competitividad electoral distancia nº de votos distancia % de votos Partidos

Generales 1979 798.780 4,4 UCD-PSOEMunicipales 1979 575.080 3,4 UCD-PSOEGenerales 1982 4.579.285 21,4 PSOE-AP-PDP*

Municipales 1983 3.140.954 16,8 PSOE-APGenerales 1986 3.654.041 18,0 PSOE-CPMunicipales 1987 3.257.423 14,4 PSOE-PPGenerales 1989 2.829.596 13,8 PSOE-PPMunicipales 1991 2.449.191 13,0 PSOE-PPGenerales 1993 948.620 4,0 PSOE-PPMunicipales 1995 981.785 4,4 PP-PSOEGenerales 1996 290.328 1,4 PP-PSOEMunicipales 1999 37.651 0,2 PP-PSOEGenerales 2000 3.302.426 10,5 PP-PSOEMunicipales 2003 123.416 0,9 PP-PSOEGenerales 2004 1.263.019 5,0 PSOE-PPMunicipales 2007 155.210 0,7 PP-PSOEGenerales 2008 894.551 3,5 PSOE-PP

* En 1982 se presenta como Alianza Popular-Partido Demócrata Popular (AP-PDP); y en 1986 como Coalición Popular(AP-PDP-PL).

Fuente: Elaboración propia a partir de datos oficiales de la Junta Electoral Central y datos publicados por el Ministerio del Interior.

pequeño, en los que se imponen con mayor fuer-za candidaturas de independientes y listas loca-les, quienes por otra parte no tienen presencia encircunscripciones de mayor tamaño. Ya hemosmanifestado que el ámbito electoral municipal esfértil para promover la presencia de candidaturasde pequeñas formaciones políticas y de partidosregionales. Por otra parte, en los sistemas conlistas cerradas y bloqueadas, es el partido quiendetermina los candidatos que van a componer laslistas que se presentan a la competición, por locual el reclutamiento de los representantesdepende únicamente del partido. En este sentidose detectan cuotas de candidaturas de mujeres,en algunos casos de ciertas minorías, que lospartidos sitúan en los puestos de las listas dondetienen posibilidad de salir elegidos22. Pero tam-bién los candidatos van a racionalizar sus pers-pectivas tendiendo a formar coaliciones conobjeto de maximizar su representación. Asimis-mo los propios actores políticos suelen en ciertamedida tomar decisiones que se sitúan ligera-mente fuera del ámbito estrictamente electoralpara poner en marcha determinadas políticas. Elescenario municipal es sin duda una arena muypropia para este tipo de cuestiones, es un labora-torio de experimentación de nuevas formas depráctica política en las que, en numerosas oca-siones, la etiqueta partidista deja paso a temasespecíficos y propios de interés del municipio.

Los años noventa supusieron en el comporta-miento de los electores un cambio significativoque se constata cuando se analizan los tamañosde los distritos. Esta variable es especialmenteútil e indicativa de las dinámicas electoralesdadas la fragmentación y la heterogeneidad delos municipios españoles. La distribución de lasprincipales fuerzas políticas en los diferentesestratos de población en este período de tiempopermite apreciar en mayor medida la capacidadde captación y las transferencias de votos entrelos principales partidos políticos. La segmenta-ción poblacional va a determinar comportamien-tos específicos en las zonas rurales frente a otras

actitudes específicas de los municipios urbanos,clarificando el origen de las orientaciones devoto que se produjeron en los años noventa.

En los municipios mayores de 250 habitan-tes, los dos principales partidos muestran unnivel de implantación relativamente equilibra-do, aunque sólo en el tramo de municipios entre251 y 5.000 habitantes el equilibrio es total. Sien 1995 la penetración electoral del PSOEdibujaba una tendencia inversa al tamaño depoblación, en 1999 presenta un cambio muy sig-nificativo. La correlación en esta ocasión espositiva, alcanzando las mayores proporcionesde captación de votos en las grandes ciudades ycapitales de provincia, donde pasa del 29% al34,5%, una progresión electoral de cerca de un5%. En el caso del PP se reproducen los mismospatrones que en las elecciones anteriores, siendoésta algo mayor en los municipios de menortamaño; se alcanza niveles similares en laspoblaciones entre 5.000 y 20.000 habitantes ysufre una ligera disminución en las poblacionesurbanas. En definitiva, el PSOE logra una ciertaventaja en los dos tramos intermedios, mientrasel PP mantiene en 1999 su posición de partidomás votado en el conjunto de ciudades de másde 50.000 habitantes. Así pues, con la excepciónde la clara ventaja del PP en los municipios con250 habitantes o menos, los apoyos electoralesse concentran de forma relativamente equilibra-da en PP y PSOE en los demás tramos de muni-cipios. Dadas las mayores diferencias que exis-ten entre ambos partidos a nivel de CCAA,puede decirse que en este caso, el contexto auto-nómico es más influyente en la orientación delvoto que el tipo de municipio en función de sunúmero de habitantes. Por el contrario, IU sufresu mayor quiebra en las poblaciones urbanas. Sibien su penetración electoral había experimen-tado en 1995 una correlación directa al tamañode población, y la mantiene con cierta dificultaden 1999, en las poblaciones de más de 50.000habitantes se concentran las mayores pérdidaselectorales de la coalición, esto es, más de la

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22 La presencia de mujeres en el ámbito político municipal se ha incrementado progresivamente y se consolida definitiva-mente con medidas legislativas adoptadas en 2007. Si bien, el número de alcaldesas sigue siendo reducido respecto al número deconcejalas, ambos índices han aumentado progresivamente con el paso del tiempo. En las grandes ciudades es donde se puedenencontrar los mayores porcentajes de presencia femenina. Así en los Ayuntamientos de ciudades de más de 200.000 habitanteslas concejales pasan de representar en 1983 el 10,3% al 20,7% en 1991. Es significativo además que si bien no existían en 1983ninguna alcaldesa en estas grandes urbes, en 1991 representan el 4,7% (Delgado y López, 1994).

mitad del porcentaje de voto. En todos los estra-tos los resultados disminuyen respecto a 1995de forma significativa, logrando mantener tansólo la misma cuota de votos en los municipiosde 250 a 5.000 habitantes. Pero haciendo unavaloración conjunta de estos resultados, sepuede observar una relación de simetría entrelas pérdidas de IU en las grandes poblaciones ylas ganancias del PSOE en estas mismas, por loque las transferencias de votos entre ambas for-maciones de la izquierda han experimentado uncamino de ida, incrementando la volatilidadintrabloques en estos estratos (Delgado, 2010).

Las principales variaciones en los comicioscelebrados en los años noventa se producen enlos grandes municipios y ciudades, que alberganal 50% de los electores, y donde el PSOE logramejorar significativamente su correlación defuerzas en el marco de las grandes pérdidas deIU y el fuerte incremento de la abstención. Sinembargo, la situación es muy distinta de losresultados de las elecciones municipales ante-riores a 1995, en los cuales el PSOE encabeza-ba los resultados en municipios de cualquiertamaño a una cómoda distancia del PP. Ello nose producía sin embargo en el tramo de munici-pios inferiores a los 250 habitantes, que siempreha estado claramente dominados por el PP, sinembargo este grupo de municipios representauna parte muy pequeña dentro del conjuntoespañol. Como dato señalaremos que las candi-daturas independientes, mantienen su caráctereminentemente rural. Aunque iniciaron un des-

censo en todos los municipios donde se presen-taban, el ligero incremento registrado en 1995en las circunscripciones más pequeñas es unfenómeno extraordinario. En términos cuantita-tivos en las elecciones de 1995 todavía hay, anivel nacional, 806.403 votantes (3,64%) queconfía su voto a listas de independientes y 4.296concejales independientes (6,54%) tiene repre-sentación en ayuntamientos de pequeñas pobla-ciones. No obstante este panorama, el total de suvoto se reduce claramente según aumenta eltamaño del municipio por encima de los 20 milhabitantes. De hecho, en las elecciones de 2003el porcentaje de votos a listas de Independientesrepresenta un 3,4 por ciento del total nacional.Su trayectoria descendente contribuye a aumen-tar la homogeneidad entre los actores políticosentre los niveles de gobierno y reduce la diver-sidad del juego político (Gyford et al. 1989:22).

También los efectos reductivos que genera elsistema electoral se vinculan al tamaño de lascircunscripciones, y dependen del número departidos políticos que compiten en el escenarioelectoral. Si bien en términos generales el núme-ro efectivo de partidos electoral y municipaloscila entre valores mínimos correspondientes amunicipios rurales hasta los máximos de las cir-cunscripciones urbanas, la constricción que rea-liza el sistema electoral en cada uno de los muni-cipios sigue una pauta creciente, es decir, esmenor en los municipios menores y mayor en laspoblaciones más urbanas. Esta tendencia se aso-cia con el carácter proporcional del sistema elec-

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tabla 7Resultados electorales de las principales fuerzas políticas en las elecciones

municipales de la década de los noventa por tramos de municipios*

PP PSoE IU 1991 1995 1999 1991 1995 1999 1991 1995 1999

T1 23,4 44,4 43,6 18,0 24,4 26,2 0,2 0,4 1,0T2 26,7 33,9 33,7 37,7 33,3 33,8 4,6 4,8 4,6T3 22,4 29,9 29,5 38,6 30,0 33,7 8,0 8,5 6,8T4 19,9 30,7 29,9 41,8 32,2 34,1 9,5 10,6 7,9T5 27,2 38,6 37,2 37,8 28,9 34,2 10,0 11,8 6,8

* % de voto válidoT1. Hasta 250 habitantes; T2. 251-5 mil habitantes; T3. 5.001-20 mil habitantes; T4. 20.001 a 50 mil habitantes; T5. Másde 50 mil habitantes.

Fuente: I. Delgado (2000).

toral y como vemos, correlaciona positivamentecon el tamaño de la población y confirma que endistritos de tamaño reducido salen beneficiadoslos principales actores políticos en detrimento defuerzas políticas menores. Cifrando los partidosen el ámbito municipal, el número efectivo departidos políticos electorales es de 4.23 y lareducción del sistema electoral data en 3.95, elnúmero de partidos parlamentarios, lo que arrojauna diferencia media entre ambos indicadores de0.28 puntos. Esto permite constatar por un ladoque, en los procesos electorales municipales hayuna presencia importante de fuerzas políticasque compiten por el electorado; y, que estenúmero se reduce una vez que se convierten losvotos en representación. Las elecciones munici-pales de 1979 y las de 1987, por diferentes razo-nes, han sido procesos electorales donde la ofer-ta partidista ha rentabilizado con éxito suscandidaturas. En ambos casos, el número efecti-vo de partidos electorales se sitúa cercano al 5.

Pero el valor del índice tras las elecciones muni-cipales de 1991 comienza una etapa de descensopaulatino hasta alcanzar cifras muy bajas tras laselecciones de 2007. Esto hace comprender que elpoder político, si estuvo algo más disperso al ini-cio del período democrático sufre una concentra-ción progresiva con el transcurso del tiempo, demanera que el espacio electoral que dejan los dosgrandes partidos es, cada vez, más estrecho. Laconcentración de votos entre los dos partidosmayoritarios sufre un incremento gradual con elpaso del tiempo, a imagen, por otra parte, de loque acontece en las elecciones legislativas. Aligual que en otras democracias occidentales, lalucha de los dos partidos mayoritarios por obte-ner representación es inversamente proporcionala sus resultados reales. En este escenario la pre-sencia de pequeños partidos consigue aglutinaralrededor de una cuarta parte del voto municipal,eso sí, con una distribución geográfica y electo-ral muy heterogénea23.

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23 Nos referimos con ello a que en este porcentaje están incluidos los votos obtenidos por partidos como CiU, PNV, PAR yotros que tienen también una significativa presencia dentro del panorama electoral nacional.

24 El número efectivo de partidos políticos, muestra la fragmentación de los votos y de los escaños. Es el número de partidoshipotéticos de igual tamaño que tendrían el mismo efecto en la fragmentación del sistema que el que tienen los partidos de dis-tintos tamaño en realidad existentes. Suele estar dentro del rango +/– 1 del número real de partidos que obtengan más del 10%de los votos. El número efectivo de partidos se aplica tanto al campo electoral como al parlamentario y coincide con el númerode los realmente existentes sólo si cumple que todos cuenten con apoyos electorales iguales o muy similares. Este índice será másbajo que el real cuando no todos los partidos políticos tengan la misma importancia, y permite apreciar más claramente, cuántospartidos compiten electoralmente y cuántos existen parlamentariamente, con lo que se aprecian las diferencias y similitudes queen la arena de competición electoral se deben a los efectos mecánicos de las leyes electorales.

gráfico 1distribución del número efectivo de partidos en elecciones municipales*

* El número efectivo de partidos electorales y parlamentarios se calcula como sigue24: Ne = 1/ ∑v2i ; y, Np = 1/ ∑e2

i.

Fuente: Elaboración propia. Datos publicados por el Ministerio del Interior.

Las elecciones de 2007 no han hecho sinoconfirmar una tendencia percibida desde media-dos de los años ochenta y es el predominio en lagran mayoría de las CC.AA de dos partidos, queacaparan más del tercio del total de los votos,dejando escaso margen de presencia a otrasfuerzas menores o regionalistas (excepto el casode Cataluña). Aquellas CC.AA en las que en2003 había una presencia menor de otras peque-ñas formaciones políticas sufren un cambiodrástico en 2007; incluso en aquellas en las queel anclaje de fuerzas nacionalistas es un hechosingular, la debilidad de los apoyos electoralesobtenidos por estos partidos se constata al verreducidos los porcentajes de voto alcanzados. A

modo de ejemplo, PNV pierde un 10 por cientode su voto en el País Vasco, cediendo espacio aANV; CC pierde un 7 por ciento del voto obte-nido en 2003, y de forma similar en Aragón laChunta Aragonesista pierde un 4 por ciento delos votos algunos de los cuáles pasan al PSOEque ve incrementados sus resultados, mientrasque posiblemente el voto de opciones de la dere-cha se trasladan al PAR, dado que el PP tambiénreduce sus porcentaje de votos en esta región.En todo caso, cabe resaltar que en la mayoría delas CC.AA tanto el PSOE como el PP han incre-mentado las cifras de votos obtenidas en la con-vocatoria anterior y algunas fuerzas regionalesse han visto debilitadas por este hecho.

3. coNclUSIoNES

En este trabajo hemos abordado algunosaspectos de las elecciones municipales desdeuna perspectiva comparada con elecciones legis-lativas y con elecciones simultáneas. La comple-jidad es, en todo caso, un factor intrínseco de laarena electoral municipal que obliga a enfrentar-se a los datos y a hacer generalizaciones de unamultitud de resultados, lo que por otra parte esarriesgado dado que enmascaran realidades polí-

ticas diferentes. La aproximación con la quehemos analizado los datos combinaba una pers-pectiva diacrónica junto con una perspectiva sin-crónica. Pretendía en todo caso aportar una seriede datos sobre los procesos políticos en relacióna otras arenas políticas diferentes, para constatarla evolución y concentración de los apoyos delos principales actores políticos, a la vez queabordaba los resultados de las elecciones muni-cipales a través de las ocho consultas electoralescelebradas. Con ello hemos apreciado cómo las

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gráfico 2Evolución de los apoyos electorales de los principales partidos

políticos en elecciones municipales (1979-2007)

Fuente: Elaboración propia. Datos publicados por el Ministerio del Interior.

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pautas de comportamiento en elecciones munici-pales han sufrido contagios tanto de procesossimultáneos convocados en la misma jornadaelectoral como del marco político de las eleccio-nes generales. Del análisis se ha derivado quelos resultados de las elecciones municipales seincardinan en los períodos o ciclos electorales,de ahí que significativamente los cambios en losapoyos partidistas, los niveles de acentuadacompetitividad entre partidos mayoritarios y lamovilización electoral hayan de interpretarsebajo unas coordenadas, si nuestras interpretacio-nes son correctas, menos fragmentadas de lo quesignificarían más de ocho mil resultados en unasola convocatoria.

Las elecciones municipales se constituyencomo una etapa previa de reforzamiento del sis-tema de partidos de ámbito nacional, pero de lamisma forma –aunque con diferente intensi-dad– de lo que suponen los resultados de laselecciones municipales para la política nacio-nal. No podemos por ello negar la existencia dearenas territoriales diferenciadas, porque losactores que conviven en ellas son diversos;pero tampoco hemos de caer en un análisisexhaustivo por municipios, que nos ofreceríaresultados útiles pero de una extensa magnitud.Recurrir al análisis comparado y multinivel esla estrategia sobre la que se fundamenta elhecho de que las pautas de comportamiento seestablecen bajo coordenadas diacrónicas y conreferentes nacionales. Cierto es que los despla-zamientos electorales se pueden originar en unescenario y se consolidan en la interrelaciónentre elecciones generales y municipales. Laselecciones municipales aunque respondan a unalógica particular circunscrita a un ámbito geo-gráfico determinado, tomadas en su conjuntotienen un carácter menos específico. La partici-pación se explica por su interdependencia conlas elecciones generales. Los apoyos de los par-tidos políticos de ámbito nacional, actores prin-cipales en el escenario municipal, son predomi-nantes frente a otras fuerzas de menor tamaño.Los cambios en el sistema de partidos nacionalafectan a los resultados electorales municipalescomo también han influido los resultados de laselecciones municipales en la arena políticanacional. Con todo ello, la reflexión final debeapoyarse en explicaciones basadas en los cicloselectorales en vez de en fenómenos que liguen

con la nacionalización del voto o basadas en lacreencia de dos tipos de elecciones que respon-den a lógicas diversas.

A la vista de los datos parece más acertadoconsiderar el momento en que se celebran laselecciones municipales dentro del calendarioelectoral general para poder enfocar el análisisde sus resultados bajo la óptica de un ajuste enrelación a las elecciones generales. La aplica-ción de este esquema a nuestro caso permiteexplicar cómo las tres primeras eleccionesmunicipales se produjeron a escasa distanciade las elecciones generales bajo un clima pro-picio para la modelación de preferencias elec-torales. No es, hasta llegados los años noventa,cuando los cambios comienzan a percibirse, yson principalmente las grandes ciudades ycapitales de provincia los entornos en los quese circunscriben orientaciones diferenciadas.También en este período las convocatoriaselectorales municipales se distancian más delas elecciones generales, lo que permite a loselectores emitir un juicio de valor y adquiriruna autonomía propia que denotase rasgos máslocales. Entonces es cuando se convierten enuna suerte de elecciones primarias con la para-doja de poner en tela de juicio la gestión muni-cipal junto con una valoración de la políticanacional. Este argumento se justifica con elanálisis de las elecciones municipales de 1995que supusieron el cambio en la dinámica elec-toral y que afectaron a los resultados de lasposteriores elecciones generales y culmina conla desmovilización de las elecciones municipa-les de 1999. Desde entonces los esfuerzos delos partidos de ámbito nacional por anclar susvotos también en el terreno municipal han sidofundamentales.

Como señalábamos al iniciar este trabajo,en los estudios electorales se ha venido distin-guiendo también entre elecciones de primerorden y de segundo orden. Se caracterizancomo de primer orden las elecciones referidasa las instituciones en que el elector percibe quese toman las decisiones más importantes, lasque tienen la capacidad de fijar la percepciónde la competencia electoral entre opcionespolíticas, al mismo tiempo que fomentanmayor participación. El resto de elecciones,entre ellas las municipales, son consideradascomo elecciones de segundo orden, con menor

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nivel de participación y menor capacidad paraser punto de referencia principal en la determi-nación de las percepciones –de los ciudada-nos– y las estrategias –de los partidos– sobre lacompetencia electoral. En este marco, en laselecciones municipales siempre ha intervenidola dimensión nacional, bien sea por la percep-ción de los electores como por el planteamien-to de los partidos, aún en grado diverso segúnlos contextos y los electores, y se ha acentuadoa partir de los años noventa. La similitud deresultados entre las elecciones generales y lasmunicipales en nuestro país y en los países denuestro entorno es un buen indicador de estaimbricación. En este marco de influencia deter-minante de los factores de ámbito general, elavance del PP y el descenso del PSOE se ins-criben en un proceso de cambio político que seinició en 1991, continuó en las generales de1993 y en las europeas de 1994, sigue en lasmunicipales y autonómicas de 1995, en lasgenerales de 1996 y 2000 con el triunfo del PPy su acceso al gobierno central; continúa en laselecciones municipales de 1999 y 2003 concierta inflexión en 2007. En todas estas elec-ciones los cambios han sido mucho más noto-rios en las ciudades que en los pequeños muni-cipios. La expresión diferencial del cambio enciudades y en pueblos es una pauta general, nouna característica exclusiva de las eleccionesmunicipales derivada del mayor papel del can-didato en las elecciones locales en pequeñosmunicipios. La diferencia reside en que la per-cepción de la política se realiza a través de unaestructura de intermediarios con diferentejerarquía en uno y otro contexto: más depen-diente de los medios de comunicación de

masas en las ciudades y mayor relevancia delas redes personales de relación en los munici-pios medios y pequeños. En la perspectiva deeste trabajo ello enfatiza la dependencia delmapa del poder local en las ciudades respectode la evolución de la coyuntura general. Conello se ha generado una dinámica de competi-ción muy similar a la que se expresa en el esce-nario nacional, de forma que si bien hastaahora el ámbito municipal se pretendía subor-dinado al resto de las arenas electorales, o deorden menor, quizás comience a significarsecomo un escenario de competición clave desdeel que proyectarse a la esfera política nacionaly que se impulsa desde los municipios máspoblados. Quizás desde la perspectiva del“nuevo localismo” que resalta la importanciaque vienen adquiriendo las instituciones localesen el escenario político (Chandler, 1991; Ste-wart y Stocker, 1995; Elcock, 1994), bien comoreacción a una crisis de legitimación del siste-ma político o bien por la aparición de nivelessupranacionales de toma decisiones políticas,lo cierto es que aún existe cierta ambivalenciarespecto al nivel local, pues es percibido comola unidad básica de democracia, pero por otrolado se entremezclan sus propios particularis-mos locales unos elementos específicos queestán subordinados a un nivel político superior(Pérez y Navarro, 2000:462). Sea cuál sea laperspectiva que se adopte para analizar el esce-nario municipal, lo cierto es que a buen seguro,futuros estudios que analicen el comportamien-to electoral municipal con coordenadas com-plementarias a las aquí propuestas avanzarán ennuevas claves analíticas para la comprensión dela compleja realidad local española.

Irene Delgado Elecciones municipales en España

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