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1. LAS DOS CULTURAS N OS ENCONTRAMOS en un momento en el que en muchos países se está empezando a discutir de manera radical la orienta- ción de la formación que se debe dar a los nuevos ciuda- danos, a los nuevos profesio- nales. Un momento de refle- xión que debería ser más am- plio, más radical y audaz en su sustancia, y más calmado y se- reno en sus modos, sin caer en la polémica periodística, en el debate populista o demagó- gico. La época en la que estamos —y que quizá está a punto de concluir— será quizá recor- dada como la época de la espe- cialización y de las grandes contraposiciones. No es éste el momento de indagar los mo- tivos que han llevado a esta si- LA APORTACIÓN DE LA LITERATURA A LA VALORACIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL Y A LA EFICACIA DE LA ACCIÓN EMPRESARIAL a ARMANDO FUMAGALLI* El autor de este artículo demuestra la utilidad que la formación humanís- tica tiene para desarrollar cualquier tipo de trabajo, especialmente en el ám- bito de la empresa. En un mundo profesional en el que los servicios y las rela- ciones humanas tienen cada vez mayor relevancia, las personas con un perfil humanístico cuentan con ventaja a la hora de dirigir e innovar, sobre todo en aquellos sectores donde se requiere intuición, flexibilidad, comprensión de las situaciones y del contexto cultural. En este sentido, no es casualidad que en las escuelas de negocios se utilicen películas y textos literarios para el análisis de casos y estrategias. Palabras clave: literatura, empresa, formación. * Armando Fumagalli es Investigador de Semiótica en la Facultad de Lengua y Literatura Ex- tranjera en la Universidad Católica de Milán. For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor

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1. LAS DOS CULTURAS

NOS ENCONTRAMOS enun momento en elque en muchos países

se está empezando a discutirde manera radical la orienta-ción de la formación que sedebe dar a los nuevos ciuda-danos, a los nuevos profesio-nales. Un momento de refle-xión que debería ser más am-plio, más radical y audaz en su

sustancia, y más calmado y se-reno en sus modos, sin caer enla polémica periodística, en eldebate populista o demagó-gico.

La época en la que estamos—y que quizá está a punto deconcluir— será quizá recor-dada como la época de la espe-cialización y de las grandescontraposiciones. No es éste elmomento de indagar los mo-tivos que han llevado a esta si-

LA APORTACIÓN DELA LITERATURA A LAVALORACIÓN DE LAREALIDAD SOCIAL Y ALA EFICACIA DE LAACCIÓN EMPRESARIAL

a

ARMANDO FUMAGALLI*

El autor de este artículo demuestra la utilidad que la formación humanís-tica tiene para desarrollar cualquier tipo de trabajo, especialmente en el ám-bito de la empresa. En un mundo profesional en el que los servicios y las rela-ciones humanas tienen cada vez mayor relevancia, las personas con un perfilhumanístico cuentan con ventaja a la hora de dirigir e innovar, sobre todo enaquellos sectores donde se requiere intuición, flexibilidad, comprensión de lassituaciones y del contexto cultural. En este sentido, no es casualidad que en lasescuelas de negocios se utilicen películas y textos literarios para el análisis decasos y estrategias.

Palabras clave: literatura, empresa, formación.

* Armando Fumagalli es Investigador de Semiótica en la Facultad de Lengua y Literatura Ex-tranjera en la Universidad Católica de Milán.

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tuación, que son muy com-plejos1, ni siquiera de intentaruna mínima articulación de losmismos. Queremos solamenterecordar aquí que la oposiciónentre cultura humanística ycultura científico-tecnológicaha tenido un papel muy im-portante en estos grandes en-frentamientos. No hace mu-chos años se utilizaba precisa-mente la expresión “las dosculturas” para señalar esta al-ternativa, esta oposición.

Sin embargo, si se mira hoysin muchos prejuicios hacia elmundo del trabajo, la situaciónparece bastante diferente. Laagricultura y la industria ab-sorben hoy solamente alre-dedor de un cuarto de la acti-vidad económica de una na-ción desarrollada. El resto sonservicios. En un mundo queamplía cada vez más el papeldel sector terciario, todo tipode trabajo se va convirtiendomás en una cuestión de inte-gración, de colaboración, derelaciones humanas, y menosen una cuestión “técnica”, es-pecializada. Hace pocas se-manas participé en un con-greso en el que intervino unode los responsables en Italia deuna gran asesoría interna-cional2, que este año iba a con-tratar alrededor de 800 licen-

ciados en Italia. Afirmó el po-nente que, hoy en día, losprincipales requisitos para laspersonas que entran en el mer-cado de trabajo son la aptitudpara desarrollar ideas, para co-municarlas y realizarlas, lasdotes para leer, escribir y ha-blar, así como la capacidad derelación, de colaborar con losdemás, de trabajar en equipo,en sintonía con los talentos ylas exigencias de colaboradoresy clientes.

En un mundo profesionalen el que tienen cada vez máscabida el servicio y las rela-ciones humanas, los licen-ciados con un curriculum hu-manístico, al menos en mipaís, en Italia, tienen muybuena aceptación, y se encuen-tran muy a menudo entre losdirectivos importantes. Haymuchas señales que nos hacenpensar que cuanto más alto,más creativo, innovador y es-tratégico es el papel que sedebe realizar, tanto más sepremia una fuerte base huma-nística.

Además, hoy en día, el tra-bajo ha perdido parte de sufunción ejecutiva y burocráticay se ha convertido en una tareacompleja, de ponderación delvalor que se debe atribuir a

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bienes diversos que puedenconcurrir entre sí3. La mora-lidad no es ya una especie de“pensamiento piadoso” que seañade a una serie de tareas ex-clusivamente técnicas: lamoral, la ética están cada vezmás en el corazón mismo demuchas actividades profesio-nales. Pensamos, por dar sóloun ejemplo, en todos los pro-blemas acerca del empleo delos recursos económicos en lossectores público y privado; enla investigación, en la sanidad,en una escuela, hasta en unclub, en una familia. La proli-feración de cursos de “éticaaplicada” en muchas universi-dades americanas y europeasno se puede entender como elflorecimiento de una moda,sino como la respuesta a pre-guntas que emergen cada vezmás imperiosamente del co-razón mismo de muchas acti-vidades profesionales4. Proba-blemente, cuando hoy pen-samos instintivamente en untrabajo profesional estándar,tenemos una imagen mentalmuy anticuada -el trabajadortradicional, el empleado buró-crata-, que no corresponde mí-nimamente a la situación realde la gran mayoría de los tra-bajadores de hoy.

La creciente internacionali-zación reclama, además, capa-cidades de flexibilidad, decomprensión, de adaptación,que la formación técnica difí-cilmente consigue propor-cionar: en estos aspectos, unaformación humanística bienconducida puede acabar ga-nando5. Pero, ¿qué formaciónhumanística?

Las consideraciones quequiero ofrecer aquí se ins-criben también en la línea detomar conciencia del ghetto yde las barreras en las que se harecluido en los últimos dos otres siglos a cierta formaciónhumanística. Quisiera ofreceralgunas reflexiones sobre cómouna buena formación huma-nística puede servir paraformar hombres ricos yabiertos, estables en los puntosde referencia fundamentales yflexibles en lo opinable, per-sonas que estén enraizadas enel bien -que es siempre, inelu-diblemente, personal y social-;en una palabra, verdaderos“expertos en humanidad”.Estos profesionales son los quereclama la sociedad de hoy,con sus exigencias más pro-fundas, y que reclamará aúnmás la de mañana.

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También la literatura y la fi-losofía han quedado ence-rradas con bastante frecuenciaen una especialización estéril,de la cual está llegando el mo-mento de salir; es necesario re-novar las orientaciones deestas disciplinas para volver aabrirlas a una consideracióndel hombre en su integridad.

La idea misma de distanciaentre literatura y vida civil,entre expresión artística yverdad humana, es relativa-mente reciente y tiene raíceshistóricas y teóricas bien pre-cisas, con un momento decambio en el siglo XVIII.Charles Taylor, entre otros, hamostrado recientemente la di-námica que ha llevado a la au-tonomía de lo estético, a unacerrazón radical de las expre-siones artísticas y culturalesfrente a cualquier horizonte designificado humano integral6.Hoy debemos hacer el caminoinverso; por ello, trataré de se-ñalar algunos rasgos de esterecorrido. En mi exposición—aunque hablaré más de lite-ratura (y de cine)— haré refe-rencia implícita a la filosofía.La división disciplinar, enparte real, no puede quedarabsolutizada tampoco aquí. Apesar de que hay autores comoPlatón, San Agustín, Pascal,

Kierkegaard o Dostoievski,para los que es muy evidente lareducción de una clasificacióna uno u otro sector, el mismoAristóteles, en la Poética, diceque la tarea de la literatura (ensu caso, de la tragedia), es decircómo podrían suceder las cosas.Se trata de proporcionar unconocimiento real del mundo:un conocimiento que no esparcial, episódico, sino quetiene universalidad y valor filo-sófico7.

2. LITERATURA, VIDA CIVIL,ACCIÓN ECONÓMICA

UNA DE LAS principalesfiguras que animan eldebate sobre los di-

versos componentes de la for-mación, y, en particular, sobrela importancia de la formaciónhumanística para profesionesconsideradas preeminente-mente técnicas, es la ameri-cana Martha Nussbaum. Ex-ponente de la izquierda liberaldel pensamiento americano,Martha Nussbaum ha desta-cado en el ámbito filosóficocomo atenta estudiosa deAristóteles y el helenismo. De1986 a 1993 ha sido consul-tora del World Institute for De-velopment Economics Research,de Helsinki (un instituto de

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investigación de las NacionesUnidas), en calidad de codi-rectora —junto con el econo-mista-filósofo de origen indioAmartya Sen— de un pro-yecto sobre la valoración de lacalidad de vida en los países envías de desarrollo. “Nuestroproyecto —afirman— eramostrar cómo los debates filo-sóficos —sobre el relativismo yel antirrelativismo cultural,sobre el utilitarismo y suspuntos débiles y fuertes— sonrelevantes para el trabajo delos políticos, desde el mo-mento en que éstos se dedicana la investigación de criteriosde medida y comparación deese elemento inasible que es“la calidad de vida” de una na-ción. Sen y yo usamos Tiemposdifíciles, de Dickens, para desa-rrollar nuestra crítica a los pa-radigmas económicos estándarde valoración de la calidad devida, que nos parecían reduc-tivos y carentes de comple-jidad humana, y para ilustrar lainformación necesaria paraque tales valoraciones fuerantotalmente racionales y pu-dieran ofrecer una buena guía,tanto de tipo predictivo comonormativo”. Son palabras deuna de sus últimas obras8, en laque ofrece varias considera-ciones igualmente interesantes

—junto a alguna otra menosconvincente— sobre cómo laliteratura ayuda a comprenderla realidad en la que estamosllamados a actuar, no sólocomo hombres, sino tambiéncomo profesionales.

Una de las principales tesisde Nussbaum es la siguiente:“La literatura expresa, me-diante su estructura y su len-guaje, un sentido de la vidaque es incompatible con laimagen del mundo que ofrecenlos textos de economía polí-tica, y cultivarla forma la ima-ginación y los deseos de unamanera que subvierte aquelmodelo científico de raciona-lidad” (p. 19). Las novelas9 ex-presan un sentido normativode la vida y llevan a asumirunas posturas mentales y nootras. En buena parte de sulibro, Nussbaum comentaTiempos difíciles10 de Dickens:en esta obra uno de los perso-najes principales, Mr. Grad-grind, es una encarnación delmodo de razonar riguroso dela ciencia económica oficial. Alo largo de toda la novela, Dic-kens muestra a qué aberra-ciones humanas conduce esterazonamiento puramente eco-nómico, que es exactamente elque los economistas estudian yaplican en sus decisiones em-

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presariales o de gobierno deuna comunidad. La posiciónde Dickens está expresada enlas palabras de la ingenua SissyJupe quien, en sus primerosdías en la escuela regida porlos inflexibles principios deGradgrind, queda en ridículoen numerosas ocasiones. Era laúltima de la clase porque “des-pués de ocho semanas de lec-ciones sobre elementos deEconomía Política, desde elprimer día se había cubierto devergüenza dando a la pregunta‘¿cuál es el principio de estaciencia?’ la absurda respuesta:‘hacer por los demás aquelloque quieres que los demáshagan por ti’” 11. Otro de los“graves errores” de Sissy fuedecir que no se puede juzgar laprosperidad de la nación sólocon el Producto Nacional, sino se sabe también si los re-cursos económicos están divi-didos equitativamente y si acada cual le llega una parte. Alfinal de la novela, Gradgrindno consigue salvar a su hijo delarresto, porque uno de sus ex-alumnos, Bitzer, permaneceinsensible a su afecto paterno yaplica el tipo de razonamientoque el propio Gradgrind lehabía enseñado años antes:“Perdonad si os interrumpo,señores —replicó Bitzer—

pero estoy seguro de que sabéisque todo el sistema social esuna cuestión de intereses per-sonales. Siempre hace faltaapelar a un interés personal. Esel único medio que existe. No-sotros, los hombres, estamoshechos así. He sido educadoen este credo desde que era jo-vencísimo, como vosotros biensabéis, señores […]. Era unprincipio fundamental de la fi-losofía de Gradgrind quehabía que pagar por todo.Nadie debía, bajo ningún pre-texto, dar nada sin que le fuerapagado. La gratitud debía serabolida, y las virtudes que de-rivaban de ella no tenían razónde ser. Cada centímetro de laexistencia humana, del naci-miento a la muerte, debía serun contrato de pago inme-diato”.

Nos encontramos entoncesfrente a un modo distinto dever la realidad y de juzgarla.Nussbaum afirma: “[…] comomuestra la novela, en su deter-minación de ver sólo lo queentra en los cálculos utilitarios,la mente económica es ciega;ciega respecto a la riqueza cua-litativa del mundo perceptible,respecto a la individualidad delas personas, a su mundo inte-rior, a sus esperanzas, a sus pa-siones y sus temores; ciega res-

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pecto a lo que quiere decirvivir una vida humana e in-tentar conferirle un significadohumano. Ciega, sobre todo,respecto al hecho de que lavida humana es algo miste-rioso y extremadamente com-plejo, algo a lo que hay queacercarse con las facultades dela mente y los recursos del len-guaje adecuados a tal comple-jidad. En nombre de la cienciase ha renunciado al estuporque esclarece y solicita la másprofunda de las ciencias. Ennombre de un interés genuinopor el sufrimiento de cada per-sona [de esta noble motivaciónparece nacer el utilitarismo12],hemos adquirido un modo devivir en el que no puede son-dearse adecuadamente el sufri-miento en su contexto social opersonal. Si la tarea de laciencia es registrar y penetraren todos los hechos relevantes,la teoría de Gradgrind es unaciencia inadecuada, ya que lamayoría de los hechos hu-manos relevantes, simple-mente no quedan recogidos”(p. 46).

Según Nussbaum, el tér-mino racionalidad en eco-nomía es tanto descriptivocomo sutilmente normativo yvalorativo. La asunción de estetipo de racionalidad para de-

terminar políticas de desa-rrollo es peligrosa. El modo derazonar de Gradgrind, carica-turizado y representado porDickens “en estado puro”, pa-rece desgraciadamente deplena actualidad: hay múltiplesestudiosos que sostienen que laeconomía tiene capacidad paradescribir la actividad humanadeliberativa13. Sin embargo, lalectura de novelas reclama elsentido humano del valor ymantiene en ejercicio unas ca-pacidades valorativas bastantemás profundas (cfr. pp. 67-69).Se estima así una serie debienes a los que la mejor so-ciología empieza a prestarmayor atención14; bienes detipo no económico sino hu-mano; la concordia civil, la ca-lidad de las relaciones inter-personales, la equidad en ladistribución de la riqueza, o lavida familiar como lugar pri-mario e insustituible de creci-miento humano y de madura-ción. Por el contrario, un acer-camiento que tenga en cuentatan sólo las variables cuantita-tivas, es decir, exclusivamenteel dinero, “no nos dice en quémodo el ser humano obra res-pecto a diversas actividadesimportantes independientesdel Producto Nacional Bruto.No nos informa ni siquiera

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sobre las expectativas de vida yla mortalidad infantil —porno hablar de la salud, de losderechos políticos, de la ca-lidad de las relaciones étnicas,raciales y de género” (pp. 69-70). Una novela como la deDickens “proporciona el gé-nero de información necesariopara valorar la calidad de viday envuelve a su lector en latarea de elaborar tal valora-ción. Así pues, ilustra el es-quema imaginativo de la acti-vidad pública en una esfera enla cual no debería proponersenunca más ningún modelocuantitativo y simplificado. Almismo tiempo, ejemplifica yfavorece capacidades de laimaginación que son esen-ciales para la elaboración inte-ligente de tales valoraciones,tanto en la vida pública comoen la privada” (p. 72).

En realidad, no se tratatanto de imaginación contraracionalidad pura, como pa-rece afirmar Nussbaum, sinode recurrir a formas de racio-nalidad que sean más com-prensivas, y sobre todo, que nose apoyen en presuposicionesfalsas o por lo menos, muy dis-cutibles, como el hecho de quetodos los hombres se muevanpor afán de maximizar la uti-lidad personal. Es esta una

presuposición falsa15 —o almenos peligrosamente reduc-tiva y aproximativa—, que noexplica fenómenos de rele-vante impacto socio-econó-mico como el desarrollo delvoluntariado y el “tercersector”, o las dinámicas másclásicas del mercado. Es unaposición que tiene raícessocio-culturales bien precisas16

y que está todavía en la base demuchas ciencias sociales. Enefecto, comienzan a escucharsevoces que ponen en tela dejuicio estos presupuestos17. Elproblema radica en precisar elsignificado del término “racio-nalidad” en economía y en unaparte relevante de la socio-logía. Dando por descontadoque el sujeto se mueve por lamaximización de la utilidad,son “racionales” las eleccionesy los comportamientos instru-mentales respecto a este fin.Más aún, aunque la imagenclásica de homo oeconomicuspudo ser en algún momentouna ficción útil, es incapaz deexplicar muchos comporta-mientos humanos. Resultaigualmente curioso que mien-tras la economía clásica seconcentraba en esta cuestióndel comportamiento racional,otras ciencias humanas ha-blaban de una casi total irra-

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cionalidad del comporta-miento humano18: “Ningunade las grandes teorías de la ac-ción desarrolladas por las cien-cias humanas permite com-prender por completo un fe-nómeno tan común como elde la indignación del obser-vador frente a un acto tur-bador que no tiene nada quever con él”19. Llevando elejemplo al campo empresarial,me parece que estos modelostienen dificultades para ex-plicar también por qué losconsumidores compran pro-ductos ecológicos aunquecuesten más. Pienso que, engeneral, es difícil explicar porqué se prefieren unos bienes aotros20. Los modelos econó-micos de racionalidad y su ver-sión ética, el utilitarismo, semanifiestan carentes de unapsicología y de una política:explican tautológicamente losvalores sobre la base de laspreferencias, y las preferenciassobre la base de los valores,pero no tienen una verdaderacomprensión ni de las unas nide los otros. Para el utilita-rismo, las personas son sólo elsoporte de sus intereses: nocuentan como individuos “másque cuanto podrían interesarlos bidones individuales de ga-

solina en el análisis del con-sumo nacional de petróleo”21.

Frente a estos límites teó-ricos y explicativos, una formaliteraria como la novela, sobretodo la realista tal y como seha desarrollado a partir de1800, ofrece una comprensiónde la realidad mucho más ade-cuada y comprensiva que mu-chas de las ciencias sociales.

El mensaje del libro de Dic-kens, además de ser realista, estambién esencialmente moral,en el sentido de que refuerzaun punto de vista axiológicosobre la realidad, incluso siprescindimos de las inten-ciones del autor, que en al-gunos casos también puedenser explícitamente morales.Esta obra, como muchas otras,está escrita con la intenciónexplícita de mejorar el mundotal y como recuerda una notafinal de Tiempos difíciles. Perola novela, según Nussbaum,explica igualmente que “laimaginación literaria es unaparte esencial de la teoría y dela práctica de la ciudadanía” (p.72).

Una posición sobre el valorde la literatura como la queacabamos de exponer com-porta algunas presuposicionesque querríamos aclarar, acu-

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diendo al punto de vista deotros estudiosos que han pro-fundizado en el tema reciente-mente. Como en una novelapolicíaca, ha llegado el mo-mento de dar una especie de“paso atrás”.

3. LA LECTURA COMO

EXPERIENCIA ÉTICA

LA PRIMERA presuposi-ción es que, contraria-mente a las corrientes

todavía hoy mayoritarias en lacrítica literaria, la narrativa noes primariamente una cuestiónde lenguaje, sino que consisteesencialmente en la creaciónde un mundo, de unos perso-najes que el lector odia o ama,aprueba o desaprueba, sobre labase —no determinante, perosí convincente— de las expec-tativas y los argumentos pro-puestos por el autor22. Según latradición aristotélica, lo esen-cial en las obras narrativas es laesperanza y el temor humanos,la participación en las viven-cias de los personajes, por lasque —aunque se sepa que soninventados— surge un verda-dero interés humano. En estepunto, Nussbaum se refiere amenudo a Wayne Booth, autorque ha sido desde sus co-mienzos23 pieza clave en el de-

sarrollo de la semiótica lite-raria24, aunque los comenta-ristas de sus obras hayan omi-tido muchas veces algunas di-mensiones importantes.

La más importante de ellases la que se refiere al tipo deimplicación del lector en unaobra narrativa, que es siempre,aunque no exclusivamente,moral. “Si observamos atenta-mente nuestra respuesta a lamayor parte de los grandes re-latos, descubrimos que nossentimos fuertemente impli-cados en lo que les ocurre a lospersonajes, entendidos comopersonas; nos preocupamos desu buena o mala suerte. Lamayor parte de las obras signi-ficativas nos lleva a admirar oa detestar, a amar u odiar, osimplemente a aprobar o desa-probar cuanto concierne almenos a uno de los personajesprincipales, y nuestro interés alleer una página tras otra, comonuestro juicio sobre el librodespués de haberlo conside-rado, es inseparable de estaimplicación emotiva”25.

Sin embargo, nuestra impli-cación en la historia de Ras-kolnikov, el protagonista deCrimen y castigo, no es esencial-mente distinta a la de otras no-velas más sentimentales. Ladiferencia estriba en que las

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grandes obras dan pie a emo-ciones por motivos de los queno nos arrepentimos una vezque la inmediatez del disfruteya ha pasado: “Son razones—observa Booth— frente a lascuales nos avergonzaríamos depermanecer indiferentes”.

La mejor de estas emo-ciones, observa Booth, ha sidosiempre la de un hombrebueno frente a elecciones mo-rales de importancia. Otra vezuna tesis aristotélica. Si se ana-liza la estructura narrativa debuena parte de las películas,incluso de las recientes, conmayor éxito entre todo tipo depúblico —es decir, sobre todopelículas americanas—, se veque está en marcha esta es-tructura26. El actual despreciopor términos como “bueno” o“malo” es verdaderamente in-feliz si lleva a pasar por alto elpeso que tienen los juicios mo-rales en gran parte de nuestraslecturas. “Se puede intentarevitar términos como “moral” y“bueno”, […] pero no po-demos evitar clasificar a lospersonajes que conocemoscomo moralmente admirableso despreciables, del mismomodo que no se pueden eludirjuicios sobre su capacidad in-telectual. Podemos creer queno condenamos la estupidez o

la depravación, aunque pen-semos que los hombres no de-berían ser estúpidos o viciosos”(p. 131).

Lo que ha sucedido en la li-teratura moderna es que sehan cambiado los términosbien y mal: “Buena parte de loque parece una cualidad pura-mente estética o intelectual enun personaje tiene una dimen-sión moral que está constante-mente actuando, aunque no sereconozca de hecho en las re-laciones entre autor y lector”(pp. 131-132). Por moral seentiende aquí el juicio del su-jeto que evalúa la acción acumplir como buena, es decir,como digna en sí misma de serrealizada, y que por ello con-tiene valores que están por en-cima de otros. Naturalmente,al considerar buena una acciónpodemos también equivo-carnos. Aunque algunos as-pectos de la “moral” de unautor, como por ejemplo Joyce,pueden ser discutibles, esto noimpide que, como lectores, nosimpliquemos tan sólo al juzgarsub specie moral, es decir, en lamedida en que consideramosque algo es en sí mismo unbien a conseguir.

Esta implicación es la másfuerte, la más universal entodo tipo de público, la más

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inmediata e intuitiva, pero nola única. Se unen y entrelazanotros tipos, que Booth reduceprincipalmente a dos27; uno detipo cognitivo28 y otro de per-fección cualitativa, “estética”,en el sentido sectorial del tér-mino29. Ambos se recogen ydesarrollan en una obra re-ciente de Booth, The CompanyWe Keep30, donde presenta lanoción de “coducción” (co-duc-tion)31.

Según Booth, toda narra-ción es implícitamente didác-tica porque no sólo guía el ra-zonamiento, sino también losdeseos del lector. La distinciónentre poesía “pura” y poesía di-dáctica (o retórica) es enga-ñosa si lo que quiere indicar esque hay obras que no dicen(enseñan) nada. “Todo chistesobre la estupidez refuerza ydepende del valor de ser inteli-gente32. Toda novela de detec-tives depende y refuerza mu-chos valores; la mayor parte deestas historias nos hace creerque los crímenes deberían ser—y normalmente son— casti-gados, que se deben llevar lasinvestigaciones hasta el final,sin preocuparse por las conse-cuencias, y que los males denuestra sociedad nacen decierto número de individuos

malvados que hay que eliminarde la circulación”33.

La opinión tan difundida deque una obra de arte si es “edi-ficante” o está al servicio deuna idea que la trasciende, nopuede ser de gran valor (ya quesu arte quedaría dañado por elfin “educativo”) se revela sinfundamento. Toda obra essiempre edificante de algúnmodo: el problema está encómo edifica (calidad estilística)y en qué edifica.

El criticismo ético de Boothpretende analizar, en la expe-riencia de la lectura y en eldiálogo con las experiencias deotros lectores que han disfru-tado del mismo texto, a dóndeestá siendo conducido el lector,qué valores se le están propo-niendo, qué percepción delmundo se le está ofreciendo, yqué ampliación de la expe-riencia humana hace posibleesa lectura34. Este tipo de aná-lisis es epistemológicamenteuna práctica y no una ciencia.El efecto más importante de lalectura es la orientación [con-centration] de sus deseos, te-mores y expectativas hacia unafutura satisfacción. Se le lleva aesperar algo que no tiene deun modo que muchas vecespuede ser contradictorio (The

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Company p. 201). El problemaahora es qué tipo de desirer, deser deseante, llega a ser ellector (p. 204).

Resulta, pues, totalmenteinfundado negar que la lectura—y, lo repetimos, cuando ha-blamos de lectura hablamostambién de ver una película—tenga alguna forma de in-fluencia sobre el comporta-miento: todo lector que hayatenido alguna experiencia alrespecto sabe que esto esverdad35; los únicos que se-guimos negándolo —observairónicamente Booth— somoslos críticos literarios (p. 227)36.Entre las preguntas princi-pales que debemos hacernossobre una ética de la narracióndestacan las siguientes:cuando leo ¿qué tipo de há-bitos adquiero o refuerzo?,¿qué “mejores deseos” me llevaa cultivar la lectura?37 El autorse concibe como alguien queofrece su amistad38 y su “modode ver y apreciar el mundo” allector. Otra pregunta clave es:“Lo que estos pretendidosamigos me ofrecen ¿es un tipode vida que unos amigos po-drían llevar a cabo juntos? ¿Oes la oferta de un sádico o unmasoquista? ¿O de un se-ductor o de alguien que vio-lenta a sus víctimas? […]” (p.

222). Las amistades másplenas, las amistades virtuosas,que la tradición exalta al má-ximo grado, son las que apa-recen en las obras clásicas.Cuando “recito para mímismo o asisto a una repre-sentación del Rey Lear o delMisántropo, […] cuando leoDon Quijote […] o Guerra yPaz, encuentro en sus autoresamigos que demuestran suamistad no sólo en la am-plitud, profundidad e inten-sidad del placer que ofrecen,no sólo en la promesa que sa-tisfacen de serme útiles, sinotambién en la invitación irre-sistible para que pueda viviren estos momentos una vidamás rica y más plena que lamía” (p. 223). La gran narra-tiva permite conocer unmundo más profundo, mássensible, más intenso: corrigenuestra insensibilidad, nuestraceguera, nos permite conocermejor, con mayor riqueza, conmás detalle, con más matices,el mundo en el que estamosllamados a vivir, y eleva nues-tros deseos hacia una vida másnoble y más plena.

Con esto no debemospensar que Booth propugneun moralismo cerrado y asfi-xiante39: antes bien, sostiene unpluralismo crítico40, que sim-

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plemente no acepta que todosea indiferente y radicalmentesubjetivo hasta el solipsismo;además, como hemos visto, elcrítico americano subraya laincidencia de la narrativa sobrenuestro comportamiento vitaly sobre nuestra relación con elmundo41.

4. EMOCIÓN Y RAZÓN

EL SEGUNDO gran temaque tratan quienes re-conocen este impor-

tante papel formativo de la li-teratura es el de las relacionesentre razón y emoción. En esteámbito, Nussbaum se en-cuentra en la mejor compañía.La referencia nos lleva denuevo al modelo aristotélico,modelo armonizado más tardeen un contexto cristiano—aunque la estudiosa ameri-cana no hable de eso42— porsanto Tomás, y que tiene tam-bién en cuenta la gracia y lasvirtudes sobrenaturales43. Esun tema que Robert Spae-mann44, entre los contemporá-neos, ha tratado con gran pro-fundidad y lucidez antropoló-gica.

A las críticas de la emoción,presentes desde Platón y losestoicos hasta el racionalismopositivista, los autores de tra-

dición aristotélica oponen elhecho de que las emociones noson ciegas: son, al menos enparte, maneras de percibir. Enellas hay una intencionalidadintrínseca. Además, las emo-ciones están relacionadas conlas convicciones: sin convic-ciones, ninguna emociónpuede echar raíces45.

Dicho de otra manera, laemoción ayuda a percibir lascualidades del mundo; sin em-bargo, no proporciona la me-dida del valor de los objetos yde las situaciones, dada por larazón, que a su vez se basa enlo que la emoción percibe. Poresta razón, Nussbaum afirmaque los jueces o los jurados querechazan a priori toda emo-ción46 por miedo a su in-fluencia, rechazan maneras dever el mundo que son esen-ciales para su plena compren-sión: “La visión abstracta de lamente calculadora es relativa-mente limitada e incapaz dediscriminar, a menos que leayude una imaginación vivaz yempatética de lo que se sen-tiría si se viviese cierto tipo devida. Puedo ahora añadir quelas emociones son parte inte-grante de esta visión másglobal.[...] El intelecto sinemociones es, podríamos decir,ciego delante del valor: sin la

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aportación de los juicios de lasemociones, es incapaz decaptar el significado y el valorde la muerte de una persona”47.

La descalificación de lasemociones como posiblesfuentes de distorsión del —entérminos de Heidegger— “ra-zonamiento calculador”, llevaa valoraciones basadas en cri-terios totalmente extrínsecos:los modelos económicospueden así suministrar infor-maciones, pero su uso debeestar guiado por la concienciadel valor humano de las situa-ciones en juego. En efecto, unrazonamiento puramente eco-nomicista podría llevar, porejemplo, a proponer organiza-ciones sociales más “racio-nales” que la división en nú-cleos familiares, donde se amasegún preferencias (a los pro-pios familiares más que aotros). Pero entramos conestos argumentos en el campode las utopías funcionalistas,que atraen hoy a una parte im-portante de la sociología:“Aristóteles afirma que lo quese conseguiría con la elimina-ción de la familia no sería unapreocupación imparcial e igualpara todos los ciudadanos, sinoque nadie se interesara a fondopor nada”48. Adam Smith, pio-nero de la economía moderna

y filósofo moral, enseña en suTeoría de los sentimientos mo-rales que la condición parajuzgar equitativamente es ladel “espectador imparcial”: im-parcial no en cuanto distante,sino porque mantiene una po-sición que se podría definir“equi-vecina”, es decir, “partí-cipe”, por su aproximación a lahistoria, aunque sin interesesdirectos. Una posición, en-tonces, que conlleva senti-mientos y emociones; Nuss-baum destaca el hecho de queSmith la modela sobre la posi-ción del lector de obras litera-rias. Se trata de una postura deinterés genuino, pero no vi-ciada por el egoísmo de algoque nos está pasando a noso-tros; por esta razón es tenden-cialmente ecuánime49.

Una aplicación de estemismo principio, pero en otrocampo, la encontramos enSpaemann, quien distingue laactitud del médico en tantoque científico, de la actitud delmédico en tanto que personaque cura a otra persona. Si enel primer caso (para la “cienciapura”) éxitos y fracasos, cono-cimientos y errores pueden serigualmente fructíferos, la si-tuación es totalmente dife-rente bajo la perspectiva delpaciente, perspectiva que po-

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dríamos denominar médica enel sentido más propio del ter-mino. Como pacientes, todosdeseamos que el médico no seasimplemente un instrumentoimparcial de la ciencia, sinoque nos ponemos en las manosde un hombre que esperamosnos cure como se curaría a símismo: el hecho de que paramí el otro sea un ser real es unfenómeno estrictamente per-sonal, que va inseparablementeunido, como dice Spaemann, ala activación de la identidadpropia y a la del otro (Selbste-sein: identidad en el sentidodel ser de sí mismo, del ser queposibilita el ser uno mismo)50.

A esto debemos añadir quela devaluación de las emo-ciones y de las pasiones es otrofruto cultural del iluminismo ydel racionalismo de los últimossiglos. Tanto en el pensa-miento aristotélico como en eltomista, la educación de laspasiones y de los deseos y suintegración en el orden de losbuenos habitus (que hacen po-sible alcanzar el fin de la vidaen el orden de la virtud), apa-recen como condición nece-saria para una vida ‘conse-guida’, para una vida buena51.Incluso aquellos individuos,comenta MacIntyre, que tu-viesen una predisposición na-

tural para actuar justamente,tal y como requiere una deter-minada situación, necesitan dela virtud; de lo contrario, se-rían presa y víctima de suspropios deseos: “Por un lado,no dispondrían de ningúnmedio para poner orden entresus deseos y sus emociones,para decidir racionalmentecuáles cultivar y fomentar ycuáles inhibir y reprimir; porotro lado, en algunas ocasionesparticulares, se encontraríanprivados de aquella disposiciónque les permite frenar su deseohacia algo que no es su verda-dero bien. Las virtudes se pre-sentan como una disposiciónno sólo para actuar, sino parasentir de una manera parti-cular. Actuar virtuosamente nosignifica, como más adelanteafirmará Kant, actuar contra lapropia inclinación: significaactuar tomando como puntode partida una inclinación quequeda plasmada mediante elcultivo de la virtud. La educa-ción moral es una ‘educationsentimentale’” 52.

Si las pasiones y las emo-ciones tienen un papel activoen la elección moral, el mo-mento en el que esta elecciónse lleva a cabo se convierte enalgo menos crucial, y pasa aasumir mayor importancia la

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continuidad de la vida moral.Vida que se construye a partirde la orientación de las pa-siones y por lo tanto a partirde la percepción o visión quese tiene del mundo, lo que en-camina las elecciones que unotoma en una dirección deter-minada. Ha sido precisamenteuna escritora, Iris Murdoch,quien en uno de sus ensayosteóricos ha sabido expresar demanera muy clara esteproceso53.

Para Murdoch, en la elec-ción moral es importantísima,esencial, la atención54 : la elec-ción moral es una cuestión devisión antes y más que de deci-sión55. Y esta visión está condi-cionada por nuestro esfuerzo,anterior a la elección, de ob-servar el mundo con una aten-ción al mismo tiempo amorosay atenta, que resulta del em-peño moral que hace posiblemirar a las personas y las cosasrespetando sus características yexigencias. La función de laatención es construir (reco-nocer) la estructura de valoresdel mundo que nos circunda,de tal manera que nos permitaalcanzar las decisiones ade-cuadas: la vida moral es uncontinuum que se construyepoco a poco, y en el cual lasconsecuencias de una elección

se hacen sentir en las elec-ciones sucesivas. No son deci-sivas sólo las elecciones explí-citamente morales, sino tam-bién lo que sucede en los ‘in-termedios’. Se ha convertidoen algo común entre los filó-sofos decir que el bien no tienenada que ver con el conoci-miento, y sin embargo laverdad es justamente la con-traria: “Lo que quiero decir esque bajo la perspectiva delsentido común, de una refle-xión no filosófica, es perfecta-mente evidente que la bondadtiene que ver con el conoci-miento; no con un conoci-miento cuasi-cientifico e im-personal del mundo, sino conuna percepción afinada y ho-nesta de aquello que está enjuego, con un discernimientopaciente y justo de lo que de-bemos afrontar y que no re-sulta simplemente del merohecho de abrir los ojos, sino deun tipo de disciplina moralque nos es perfectamente fa-miliar”56. Esto explica por quécuando están en juego valoresimportantes, el cambio morales lento, reclama una nuevaorientación de todo el ser, desu manera de ver el mundo yde juzgar las cosas. La visiónmoral tiene mucho que vercon la mirada paciente, con la

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obediencia a una realidad quese revela poco a poco al ojo delamor.

Podemos ahora pasar a verel papel que puede jugar la na-rrativa en una educaciónmoral; cómo puede influir sucapacidad de revelación sobrela orientación moral de la per-sona, que es guiada a ver elmundo de una cierta manera.El arte y la moral se conviertenen dos aspectos del mismo es-fuerzo de obediencia a lascosas, de activación de su rea-lidad en su relación con el yo.El arte revela la realidad e in-cita a reconocer el mundocomo realmente es, superandolos límites del encerramientoegocéntrico y rasgando losvelos que nos separan de losdemás y del mundo57. Por eso,“el goce del arte es un ejercicio(training) en el amor a lavirtud” 58. El buen arte muestrala dificultad de ser objetivo, ycómo se puede mirar al mundode una manera diferente, másatenta, más honesta. “El artetrasciende las limitacionesegoístas y obsesivas de la per-sonalidad, y es capaz de am-pliar y afinar la sensibilidad deaquel que goza (...). Pero sobretodo nos muestra la conexión,en los seres humanos, de unaclara visión realista con la

compasión. El realismo delgran arte no es un realismo fo-tográfico, sino esencialmente ya la vez, piedad y justicia”59. Deahí se deriva el papel profun-damente educativo de la obrade arte que muestra, enseña,indica un camino, propo-niendo órdenes y escalas devalores.

Naturalmente, tiene razónNussbaum cuando observa quelas obras literarias puedenofrecer también una visióndistorsionada del mundo y, porlo tanto, que las emociones(que “resultan una buena guía,mientras se basen en una vi-sión exacta del estado de loshechos y de la importancia delos diferentes tipos de goce yde sufrimiento que padecendistintos hombres”60) puedenser falsificadas. Así pues, notodas las novelas son una guíaadecuada: “Lo cual demuestraque necesitamos ejercer eljuicio crítico en la elección delas novelas, y continuar ejer-ciéndolo durante su lectura yen el diálogo con los otros lec-tores”61.

5. LOS DEMÁS COMO SUJETOS

LA NOVELA, entendidacomo forma, ayuda acomprender que existe

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una interdependencia recí-proca entre las personas, quetodos estamos involucrados enel bien y en el mal ajeno, quehay que respetar la vida “sepa-rada” de las personas y consi-derar a cada uno como uncentro “separado” de expe-riencia”62. Este aspecto es hoyespecialmente importante,porque constituye el antídotopara dos formas culturales, co-nectadas entre sí, que quizássean las amenazas más fuertespara una consideración verda-deramente ética y humana dela vida: el funcionalismo y suevolución en la teoría de lossistemas (en sociología y enotras ciencias humanas) poruna parte, y el utilitarismo (ensus varias formas) en la ética,por otra.

Es también Spaemannquien, en páginas magistralesde varias de sus obras, ha desa-rrollado una aguda crítica aestas corrientes63. El autor ob-serva que considerar una ac-ción y juzgarla sólo por susconsecuencias significa noconsiderarla en absoluto comoacción, sino como cualquierotro fenómeno natural64. Dehecho, actuar significa selec-cionar algunas consecuenciasentre las infinitas posibles: lasseleccionadas son determi-

nadas como “fines” y, frente aellas, las otras quedan redu-cidas al rango de efectos se-cundarios65. Si la acción fuesedefinida únicamente por susconsecuencias, se desvaneceríaen realidad el peso de lo indi-vidual. Sin embargo hoy, enmuchos análisis “científicos”de la sociedad y en algunaspropuestas de ética, las formasmás personales de la vida -elamor, los hijos, el trabajo, lareligión, la relación con lamuerte- se convierten no sóloen objeto de investigación es-tadística, sino también en in-terpretaciones sociológicasfuncional-sistémicas, que nocaptan la especificidad de lapropia acción, la existencia deun sujeto y el hecho de queéste ponga un objetivo a su ac-tuación. Parece que sóloexisten sistemas sin sujeto, enlos cuales el hombre aparecebajo diferentes aspectos, perosin la posibilidad de poder re-ferirse a la “realidad”.

Si se rechaza la perspectivadel sujeto —que se consideradesenmascarada por ilusoria—el único fin que queda es rea-lizar las funciones con lamenor dificultad posible, y eli-minar las eventuales tensionesentre ellas y los modos de ex-periencia subjetiva. Los obje-

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tivos de las personas desapa-recen, ya no hay crecimientoni maduración humana del in-dividuo y, por consiguiente, yano tiene sentido una defensade su dignidad y unicidad. Loúnico importante que quedaes sentirse bien. Spaemannpuede así afirmar que el hedo-nismo es la ética —situada be-yond freedom and dignity— quecorresponde al funcionalismo.

En cuanto hecho que sucedeen el mundo, actuar no se dis-tingue en principio de losacontecimientos naturales: seencuentra también dentro derelaciones causales y funcio-nales que lo determinan porcompleto. Sin embargo, estadeterminación no llega a laesencia de la acción: para en-tenderla es necesario mirarlabajo la perspectiva de la “pri-mera persona” y entender laacción como la persecución deun fin (que es el “objeto” de laacción) por parte de un sujetoconsciente66.

En el campo de las cienciassociales, las corrientes que in-tentan borrar lo “específica-mente humano” son el funcio-nalismo y la teoría de los sis-temas, cuyo principal maestroes Luhmann . En el campo dela ética, las corrientes utilita-ristas y sus varias especifica-

ciones (consecuencialismo,proporcionalismo, etc.67) pro-ponen una perspectiva éticaque, si se analiza bien, resultatotalmente extrínseca. Está to-talmente centrada en la exte-rioridad de los resultados de laacción, y lleva al final a borrartodo lo que hay en ella de es-pecíficamente humano, in-cluso la dimensión éticamisma: la elección del bien ydel mal por parte del sujeto, yel reflejo de sus eleccionessobre sí mismo como verda-dera y decisiva dimensión éticadel mundo, frente a la cualtodo lo restante queda conver-tido en secundario yaccidental68. La “exactitud” dela elección se calcularía en-tonces según las consecuenciasprevisibles de la acción: peroello, aunque por un lado de-jaría las elecciones éticas enmanos de los tecnócratas y delos científicos (los únicos quepodrían calcular todos losefectos de una acción, siempreque les fuera posible), tendríaconsecuencias aún peores,puesto que podría convertir enlícita cualquier acción, inclusolas más aberrantes, en vista deun bien futuro mayor69.

La única y verdadera alter-nativa a este razonamiento escolocarse en la perspectiva del

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sujeto: a ello nos ayudan lasobras narrativas, que se con-centran en la experiencia delsujeto frente a la acción y venlas cosas no según abstractoscálculos racionales, sino segúnla concreción de los valores ylas experiencias en juego. Esto,naturalmente, no significa queno haya una valoración ra-cional de las acciones y de losvalores70: el punto importantees, sin embargo, que para pro-ceder a dicha valoración nohay que empezar por las con-secuencias, sino por el análisisdel objeto (intencional)71 de laacción.

Hasta ahora hemos habladode las ventajas que ofrecen—para una aproximación éticaa los problemas de la vida— elencuentro y el disfrute de his-torias bien construidas y queilustran con profundidad laselecciones en juego. Sin em-bargo, es preciso observar tam-bién que hoy en día la multi-forme y numerosa presencia dehistorias con las que el espec-tador televisivo entra en con-tacto, presenta a veces seriosriesgos. El más importante esla incapacidad de estableceruna jerarquía de valores y dis-tinguir los auténticos de losfalsos. En las historias presen-tadas al espectador hay mu-

chos personajes diferentes quedefienden éticas distintas y amenudo contradictorias: cadauno propone su punto de vistae implícitamente lo defiende.La continua visión superficialde historias en la ficción au-diovisual activa el reconoci-miento del otro, pero a me-nudo no se dispone del tiempoo de la capacidad necesariapara sopesar las elecciones ylos valores propuestos por losdistintos personajes72. El resul-tado más probable es unaforma extrema de politeísmoético que tiene de positivo unapostura fuertemente simpaté-tica hacia las necesidades delotro en cuanto tal73, pero quese demuestra incapaz de pro-porcionar a la misma personaque lo vive una orientaciónexistencial hacia una vida“buena”74 que le permita su-perar los conflictos que nece-sariamente se presentan entodo camino vital. A todo estohay que añadir que a menudola ficción televisiva está muyestereotipada y presenta histo-rias que —aunque pretendenbasarse en la realidad— sonmás bien copias borrosas y ba-nales de otras historias máspremiadas (por ejemplo, depelículas de éxito). Se trata,pues, de una sólida construc-

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ción retórica que recurre al es-tereotipo, a oposiciones po-lares y extremas, como porejemplo, la dialéctica confor-mismo/rebelión, ricos/pobres,jóvenes/adultos. Son historiaspobres en contenido y profun-didad humana, que refuerzanestereotipos y certezas sim-plistas, en vez de abrirse a pre-guntas más profundas o deofrecer una visión más fina ysensible de la realidad.

6. ÉTICA Y ESTÉTICA

ESTA PERSPECTIVA en laque el arte, la literaturay el cine se enmarcan

en una dimensión antropoló-gica, ética, que constituye suprincipal horizonte de valor, vacontra corriente, pero piensoque, si se reflexiona bien, sepuede entender que resulteimprescindible. De hecho, nosmovemos dentro de una cul-tura que ha convertido la crea-tividad artística en un absolutoque se encuentra totalmentevaciado de cualquier sentido.Se repite la paradoja de la ab-solutización de la elección—característica de la visiónsartriana de la moral— quevacía la elección misma decualquier sentido y, por lotanto, de cualquier valor: si

todo es indiferente, no se en-tiende por qué la elecciónpuede tener un valor. Encajatambién en la elección lo queTaylor afirma a propósito delvalor de la autenticidad:“Puedo definir perfectamentemi identidad tomando comoreferencia sólamente cosas quesean importantes. Al dejar aun lado la historia, la natura-leza, la sociedad, las exigenciasde la solidaridad, es decir, todomenos lo que encuentro en mímismo, estaría eliminandotodos los candidatos a tenercierta importancia. Sólamentesi existe un mundo en el que lahistoria, las exigencias de lanaturaleza, las necesidades demis semejantes o los deberesde la ciudadanía, la llamada deDios, u otras cosas de este tipotienen una importancia esen-cial, puedo definir para mí unaidentidad que no sea banal. Laautenticidad no es un enemigode las instancias que vienendel exterior al yo; más bien, laautenticidad las presupone”75.

La autenticidad acaba en-tonces por caer fácilmente enformas de antropocentrismoque borran todo horizonte desentido. “Llega un momentoen el que nuestra situación senos presenta en términos desolemne tragedia: estamos

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solos en un universo mudo,vacío de cualquier significadoextrínseco, y condenados acrear valores. Pero he aquí queen un momento determinado,la misma doctrina, gracias a sulógica interna, nos entrega unmundo aplanado, donde nohay ninguna elección signifi-cativa que tomar por la sencillarazón que no hay ningunacuestión crucial”76.

Un camino opuesto es el queofrecen artistas como AndreiTarkovski —uno de los direc-tores más grandes de todos lostiempos— en las reflexionessobre sus propias experienciascreativas: “El arte existe, y seafirma allí donde existe aquellaeterna e insaciable nostalgia deespiritualidad y de ideales quereúne a los hombres alrededordel arte. El camino que ha to-mado el arte contemporáneo esequivocado, porque renuncia ala búsqueda del significado dela vida en nombre de la afirma-ción del valor autónomo de lapersona. La llamada ‘creación’empieza a parecer una especiede excéntrica ocupación a lacual se dedican personalidadessospechosas que defienden elvalor intrínseco de cualquieracto personalizado. Pero lapersonalidad no se afirma en lacreación, sino que está al ser-

vicio de otra idea general deorden superior. El artistasiempre es un servidor que seesfuerza por devolver un donque le fue concedido porgracia”77.

7. ALGUNAS CONSECUENCIAS:FORMACIÓN HUMANÍSTICA Y

ACCIÓN EMPRESARIAL

LO DICHO hasta aquí hadibujado, al menos enlíneas generales, una

situación que permite vercómo se puede dar cuenta yjustificar lo que muchos lite-ratos, poetas, narradores, guio-nistas o directores intuyenacerca del valor humano de sutrabajo, pero que no siempreconsiguen explicar adecuada-mente. Quizás hayamos vistoun poco mejor cómo la litera-tura (y el cine) de calidad78

juega un papel muy valiosopara comprenderse a unomismo, a los otros y al mundo.El hombre “es esencialmenteun animal que cuenta histo-rias”, “un narrador de historiasque aspira a la verdad”79. Unavez más, en palabras de Abbà:involucrando [al lector] en lasemociones apropiadas a lapráctica moral, la narración yel drama le revelan su caráctery el ajeno80, le enseñan qué se

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siente cuando se delibera y sedecide: la seriedad de lo queestá en juego, la duda entre al-ternativas inciertas, el posibleconflicto entre ethos social yconciencia personal, la irrevo-cabilidad de las consecuenciasde la acción o de la inacción;intensifican además lo atrac-tivo de una vida buena, de laamistad, de la búsqueda deDios y de la verdad, pero tam-bién el escándalo del agravio,de la miseria, la pena de laruina”81. Después de la lecturade un buen libro (o de la visiónde una película de gran valornarrativo) el mundo me resultamás claro, más nítido, más “co-loreado”: puedo apreciar mejorsu riqueza y su complejidad, ycomprender mejor sus matices.

De lo dicho anteriormentese desprenden de forma esque-mática las siguientes conse-cuencias:

a) Se ha puesto de mani-fiesto la utilidad que la forma-ción humanística tiene paracada persona en cuanto tal.Esta formación puede ser muyimportante si se hace bien y sedesarrolla mediante textosadecuados, también en el casode las disciplinas consideradas“técnicas” que, a primera vista,poco tienen que ver con la lite-ratura y la narración. Pen-

semos en el uso que se puedehacer de obras literarias bienescogidas para formar a ju-ristas82, economistas y direc-tivos de empresa83, médicos,etc. Hoy al médico, porejemplo, se le pide que tomedecisiones que tienen que vercon una visión global de lavida, del sufrimiento, de losbienes humanos en juego: seríamuy útil una formación basadaen los grandes temas filosó-ficos y antropológicos, utili-zando no sólo textos “teóricos”sino también obras literarias84

que encarnasen esos valores.Ver en la práctica de la narra-ción lo que se ha estudiado enabstracto puede ayudar a ilu-minar, a comprender, a acercarlo que se analiza tanto en elcampo de las ciencias físico-experimentales como en el delas ciencias filosóficas y antro-pológicas.

b) Lo dicho anteriormenteparece corroborar que en sec-tores profesionales muy com-plejos y articulados, dondehace falta afinar las estrategiasy tomar decisiones teniendo encuenta muchos valores y pará-metros, con el tiempo, saldránganando los curricula con unfuerte componente humanís-tico: licenciados en filosofía,en letras, en idiomas u otras

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disciplinas humanísticas que, amenudo, tienen ventaja a lahora de dirigir e innovar, sobretodo en aquellos sectoresdonde se requiere intuición,flexibilidad, comprensión delas situaciones, del contextocultural y de los bienes hu-manos en juego. No es casua-lidad que en las escuelas denegocios se esté difundiendo elanálisis de textos literarios ycinematográficos para el es-tudio de casos y de estrategias.

En este sentido pienso quepodría ser interesante un es-tudio epistemológico de estoscasos empresariales. Desdeuna perspectiva estrictamenteepistemológica, estos análisis,que parecen muy útiles en elplano formativo, ¿cuántotienen de ciencia en el sentidoriguroso y absoluto del tér-mino, y cuánto de historia na-rrativa? ¿En qué medida cons-tituyen discusión, transmisiónde experiencia en un sectorque no sólo es arte —es decir,una intervención que atañe ymodifica a lo contingente—sino también ciencia85?Cuando se soluciona un casoempresarial (tanto en un ejer-cicio de discusión en una es-cuela de negocios como en larealidad) no se está resol-viendo una ecuación con nu-

merosas variables: se está reali-zando una intervención de ars,una actividad que epistemoló-gicamente se acerca más a laeducación de un niño, a amue-blar un piso, a la pintura de uncuadro, que a la de una per-sona que resuelve una ecua-ción.

c) Me parece que la dimen-sión “humana” de la actividadeconómica es especialmenteevidente en el marketing. Aquítambién los instrumentoscientíficos, como la estadística,juegan un papel muy marginal.Lo que parece ser decisivo enel marketing son “los expertosen humanidad”: las personasque saben intuir los deseos queel consumidor todavía no haexpresado, y pueden encontrarlos “nichos” de mercado sin ex-plotar (que son “nichos dedeseo”, porque el mercado ensí es una abstracción, no tienerincones ni nichos). Son laspersonas quienes logran sinto-nizarse, anticipar la orienta-ción de las preferencias y delos valores de la sociedad en laque se mueven. Me parece quehoy, cuando todos los pro-ductos van pareciéndose cadavez más, el trabajo más impor-tante y más delicado del mar-keting se desarrolla en torno alos valores que se quieren aso-

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ciar al producto, que se con-vierten en símbolos de lamarca y de la corporación86. Amenudo se obtiene un signifi-cativo incremento de ventascambiando la filosofía sobre laque se apoya el mismo pro-ducto87.

d) Hay que volver a discutirla oportunidad de apuntarhacia una formación principal-mente técnica y estrictamenteprofesional, que da la sensa-ción de tener personas más“puestas al día” y más prepa-radas. Antes de nada, habríaque reconsiderar la subordina-ción de la formación de la per-sona a la función que tendrá quedesarrollar en el mercado laboral.Incluso desde una óptica tanfuertemente reductora, la for-mación tecnicista parece salirperdiendo: después de unprimer impacto que respondea las exigencias del mercado, laformación técnica se ve nece-sariamente superada, a me-nudo en muy poco tiempo, porlos avances científicos y tecno-lógicos. Además, una forma-ción exclusivamente técnica noenseña a valorar lo que es im-portante en la vida, a com-prender los propios deseos yemociones, a entender culturasdiferentes, a comprender a los

demás y a acercarse a ellos enlas relaciones interpersonales.

e) Utilizar, aunque no demanera exclusiva, el métododel caso presenta ciertas ven-tajas en la enseñanza de laética y de otras disciplinas,donde la simulación de una si-tuación concreta no sólo favo-rece la activación del razona-miento y la búsqueda de unasolución (frente al riesgo deuna actitud pasiva que se li-mita a recibir información),sino que permite a los alumnosmeterse de lleno en la comple-jidad del mundo real88.

f ) Al revalorizar el valor for-mativo de la literatura y delcine (y de las buenas narra-ciones televisivas), es necesarioprivilegiar los componentesnarrativos y éticos en el usoeducativo de estos medios. Asíse daría un vuelco a la actualpreeminencia que se otorga alos componentes técnicos o“estéticos”, en el sentido res-tringido del término, no sóloen las enseñanzas especiali-zadas (en las que esa primacíapodría estar en parte justifi-cada), sino también en con-textos sociales más amplios(usos educativos, cineforum,etc.) y en las recensiones enperiódicos y revistas culturalesno especializadas. Obvia-

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mente, tales valoracionesdeben conservar su espaciopropio y su importancia en de-terminados contextos y paraciertos fines: sin embargo, de-bemos ser conscientes de suparcialidad. Privilegiar un libropor su narrativa o una películapor su estructura, por la téc-nica de la cámara, por su di-rección, o por sus efectos espe-ciales, es hacer una elecciónque puede ser legítima y tenersus razones, pero que siemprees parcial y de alguna maneratecnicista. Sólo la dimensiónética asume la totalidad del serhumano89. Dimensión, que de-bería valorarse más cuando nosdirigimos a alguien para acon-sejarle o desaconsejarle unanovela o una película, ocuando se piensa en el uso quese puede hacer de una obra na-rrativa como guía para ilu-minar aspectos de la existencia(una obra narrativa cumplesiempre esta función, aunque suautor lo niegue o lo discuta,aunque el contexto de lecturasea de especialistas)90.

g) Hoy en día, muchos estu-diosos de la literatura noapuntan a un contacto vivo yprofundo con las grandesobras que iluminen la vida y lacomprensión del mundo desus lectores. Tampoco tratan

los puntos centrales de losgrandes clásicos de la literaturay de la filosofía; proponen, sinembargo, lecturas parciales ydemasiado técnicas, que sec-cionan (de un modo total-mente ilusorio) el objeto deestudio que, de ese modo, seescapa y se reduce hasta ha-cerse totalmente insignifi-cante. Como dice Ernst Gom-brich, no es tan importante in-vestigar sobre Shakespeare,como leerlo o conocerlo (y ha-cerlo conocer)91.

h) Las palabras que se re-producen a continuación per-tenecen a un autor muy re-nombrado entre los hombresde empresa, Peter F. Drucker;y quizá puedan, al término deesta exposición, cobrar nuevosmatices: “El management sedirige a los seres humanos. Sutarea es poner a los individuosen situación de colaborar,hacer eficaces sus puntosfuertes, e irrelevantes sus de-bilidades. […] Funda sus raí-ces en la cultura”. Aceptandoque el management no puedepertenecer a uno de los polosde las “dos culturas” , a los quese aludía al comienzo,Drucker observa que su con-frontación con los resultadoslo acerca a una tecnología.“Pero el management tiene

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también algo que ver con losindividuos, con sus valores,con su crecimiento y su desa-rrollo; todo esto hace de él unarte humanístico. Al igual quehacen de él un arte humanís-tico sus intereses, su impactosobre la estructura social y lacomunidad. Todos aquellosque, como el autor del pre-sente libro, han trabajado du-rante años con directivos detodo tipo de institucionesimaginables y posibles, hanaprendido nada menos que elmanagement lleva consigopreocupaciones de tipo espiri-tual […].

El management es por esolo que la tradición llamaba arteliberal: «liberal» porque se en-frenta con las bases del conoci-miento, del conocimiento de símismo, de la sabiduría y delleadership; «arte» porque es unhecho de práctica y aplicación.Al manager le conciernentodos los conocimientos ytodas las intuiciones de lasciencias humanísticas y so-ciales; la psicología y la filo-sofía, la economía y la historia,las ciencias físicas y la ética.[…] Por todos estos motivos elmanagement se va a ver cadavez más como la disciplina y lapráctica a través de la cual sepuede volver a atribuir a las

«ciencias humanísticas» sumerecido reconocimiento y sudebida importancia, por mediode la que podrán ejercer sujusta influencia sobre la so-ciedad”92.

i) Termino, sin embargo,con una observación generalde tipo cultural que me pareceimportante subrayar, porqueantes que profesionales, somoshombres. Como hemos visto,entre las formas que hoy endía amenazan el verdaderorespeto a la persona está, para-dójicamente, la ilusoria exalta-ción de su autocreación, queha absolutizado la dimensiónestética más allá de cualquierotro valor. Es una primacíaque contiene una forma deantropocentrismo ateo que,como todas las absolutiza-ciones de lo que es parcial,conduce a formas de autodes-trucción. Reafirmar hoy lajusta primacía de la dimensiónética sobre la estética (almenos tal y como la estética esreductivamente comprendidapor una parte de la moder-nidad occidental93) es uno delos desafíos más importantesque nos ofrece nuestra cultura:quizá pronto, para las civiliza-ciones occidentales avanzadas,será el más importante.

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a Una amplia parte de esta interven-ción retoma, desarrollándolas, al-gunas argumentaciones presentadaspor el autor en Bettetini , G. y Fuma-galli, A. (1998), Quel che resta deimedia. Idee per un’etica della comunica-zione, Franco Angeli, Milán. El autoragradece a Gianfranco Bettetini sussugerencias sobre la estructura de estetexto.

1 Además de los puntos de vista teó-ricos y de historia de las ideas, haycorrientes muy interesantes que sos-tienen que las mismas “tecnologías dela palabra” (en concreto, la imprenta,en los últimos cinco siglos) han te-nido un papel fundamental en el im-pulso que ha llevado a esta separa-ción. Los nuevos medios electrónicospodrían sin embargo ayudar de nuevoa la síntesis, a la unidad. Cfr. Ong,W. J. (1967), The Presence of the Word,Yale University Press, New Haven;(1982), Orality and Literacy. The Tech-nologizing of the Word, Methuen,Londres-Nueva York; McLuhan, M.(1964), Understanding Media, McGraw - Hill, Nueva York.

2 Marco Vigorelli, senior partner dela Andersen Consulting. La reunión,desarrollada el 27 de marzo enMilán, fue organizada por la asocia-ción Faes.

3 Hay interesantes consideracionesen este sentido en Bauman, Z.(1993), Postmodern Ethics, Blackwell,Oxford-Cambridge.

4 Cfr. la descripción de la situaciónen Estados Unidos y algunas intere-santes consideraciones en Nussbaum,M.C. (1997), Cultivating Humanity.

A classical defense of reform in liberaleducation, Harvard University Press,Cambridge-London, pp. 15-49. Uneficaz encuadramiento ético del sen-tido mismo del trabajo profesional sepuede encontrar en Chalmeta, G.(1996), Ética especial, Eunsa, Pam-plona.

5 Cfr. Nussbaum, M. (1997), ob. cit.,pp. 50-84.

6 Cfr. Taylor, C. (1991), The Malaiseof Modernity, especialmente los cap. 6y 8. Este libro sintetiza algunos as-pectos de Taylor, C. (1989), Sources ofthe Self. The making of modern identity,Harvard University Press, Cam-bridge. El momento de máximo flo-recimiento de la cultura griega es unejemplo paradigmático de la situa-ción opuesta; Cfr. MacIntyre, A.(1988), Dopo la virtù. Saggio di teoriamorale, Feltrinelli, Milán, p. 168.

7 Nos hemos ocupado de este temaen Bettetini, G. y Fumagalli, A.(1995), “Verità e comunicazioni dimassa”, Il nuovo areopago, nº 1, pp.15-42.

8 Nussbaum, M.C. (1996), Il giudiziodel poeta. Immaginazione letteraria evita civile, Feltrinelli, Milán, p. 15.

9 En su libro, la autora habla explíci-tamente de la novela como la formamás alta y —desde el punto de vistapsicológico y humano— más elabo-rada de literatura, pero advierte quecuanto dice para este género puedeservir también para otro tipo de lite-ratura y para el buen cine. Otro es-tudio de la misma autora sobre las re-laciones entre literatura y filosofíamoral es (1990), Love’s Knowledge,

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NOTAS

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Oxford University Press, NuevaYork-Oxford.

10 Dickens, C. (1995), Tempi difficili,Bur, Milán. La novela cuenta la his-toria de algunos componentes de lafamilia Gradgrind: el padre es unhombre que cree ciegamente en los“Hechos” y en los principios del utili-tarismo, y ha educado a sus hijossegún esta concepción; junto a él en-contramos a Mr. Bounderby, em-prendedor mentiroso y sin escrúpulosque se preocupa solamente por las ga-nancias; a la joven e indefensa SissyJupe, que es acogida en casa Grad-grind porque su padre, saltimbanqui,la ha abandonado; al rico y cínico Mr.Harthouse, un dandy vago, aburridode todo; al obrero Stephen Black-pool, sincero y generoso, que muereen un incidente causado por una pér-fida estratagema del mayor de loshijos de Gradgrind, Tom, que ha ro-bado un banco para pagar sus deudasde juego, organizando las cosas de talmodo que se culpe de ello a Black-pool. La otra hija, Louisa Gradgrind,a pesar de la educación recibida, se dacuenta de que cuanto su padre ha tra-tado de inculcarle (cálculo y utilidad,nada de sentimientos ni fantasía) hasido la causa del fallecimiento deStephen y se enfrenta con su padreechándole en cara todos sus errores;Mr. Gradgrind, que a pesar de sus rí-gidas teorías tenía corazón (lo de-mostraba en su comportamiento conla hija del saltimbanqui) se da cuentade su error. Tiempos difíciles es unanovela en la que los caracteres de lospersonajes son casi encarnaciones deideas puras. Por eso, hablando de estaobra, Chesterton dice que “Dickens[…] fue una especie de sociólogo[…]. Ha realizado, por ejemplo en laspáginas de Tiempos difíciles, pero

también en el resto de sus novelas, unanálisis nada banal de la vida y de loscambios sociales del primer períodovictoriano” (cit. en Dickens, C., ob.cit., p. 19).

11 Ibid., p. 78.

12 Una sintética reconstrucción his-tórica del nacimiento del utilitarismo,como versión social y secular de ladegeneración humanística de la ca-ritas cristiana, en el espléndido librode Abbà, G. (1996), Quale imposta-zione per la filosofia morale?, LAS,Roma, pp. 141-203.

13 La autora se refiere a distintasformas de utilitarismo y, en parti-cular, a un movimiento bastante ex-tendido hoy en Estados Unidos lla-mado law-and-economics-movement,con gran influencia en la formaciónde futuros abogados y jueces. Unasintética exposición del utilitarismo yde sus críticas en contra, en Sen, A. yWilliams, B. (eds.) (1984), Utilitaria-nism and beyond, Cambridge Univer-sity Press-Éditions de la Maison desSciences de l’homme, Cambridge-París, y también Nussbaum, M.C.(1995), Poetic Justice…, pp. 34-38.

14 Corresponden grosso modo a losbienes que el sociólogo PierpaoloDonati llama bienes relacionales. Cfr.Donati, P. (1991), Teoria relazionaledella società, Franco Angeli, Milán;(1993), La cittadinanza societaria, La-terza, Roma-Bari; (ed.) (1997), L’e-tica civile alla fine del XX secolo, Mon-dadori, Milán.

15 Giuseppe Abbà, en Quale imposta-zione..., pp. 308-309, pone en tela dejuicio este principio y hace referenciaa algunos estudios recientes queniegan la idea del sujeto utilitario:

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Kitwood, T. (1990), Concern for Ot-hers. A New Psicology of Conscience andMorality, Routledge, Londres-NuevaYork; Kohn, A. (1990), The Brighterside of Human Nature. Altruism andEmpathy in Everyday Life, BasicBooks, Nueva York; Mansbrigde, J.J.(ed) (1990), Beyond Self-Interest, Uni-versity of Chicago Press, Chicago;Wilson, J. Q. (1993), The MoralSense, Free Press, Nueva York; Sobreestos temas, véase también StefanoZamagni (ed.) (1995), The Economicof Altruism, Edward Elgar, Aldershot.

16 Alasdair MacIntyre aborda enAfter Virtue este tema, contrapo-niendo la posición humeana que ins-pira también a Adam Smith, con laantropología de tradición aristotélica.

17 Cfr. las críticas a estos modelos deracionalidad en Boudon, R. (1997), Ilvero e il giusto. Saggi sull’obiettività deivalori e della conoscenza, Il Mulino,Bolonia, pp. 188-214, 345-350.

18 “[...] la «racionalidad instru-mental» es el motor del homo oecono-micus, la «irracionalidad» es a menudola del homo sociologicus. Sólo algunascorrientes escapan a esta división”(Ibidem, p. 370).

19 Ibidem, p. 349.

20 No dan indicaciones sobre dis-tintas estrategias de marketing como,por ejemplo, la oportunidad deapuntar hacia una política de preciosen vez de maximizar la satisfaccióndel cliente, o la posibilidad de unir laventa de productos a una serie de va-lores sociales especialmente impor-tantes en un período determinado.

21 Sen, A. y Williams, B. (1984),“Introduction”, en Sen, A. y Wi-lliams, B. (eds.), Utilitarianism and

beyond, p. 4; cfr. en el mismo volumenel estudio de Taylor, C. “The diversityof goods”, pp. 129-144.

22 Una postura que estaba ya en laPoética de Aristóteles, y que entrenuestros contemporáneos ha sidosostenida por los así llamados Chicagocritics: cfr. Crane, R.S. (ed.) (1952),Critics and Criticism. Ancient and Mo-dern, The University of ChicagoPress, Chicago; (1953), The Lan-guages of Criticism and the Structure ofPoetry, University of Toronto Press,Toronto. Sobre este tema, cfr. tam-bién Pavel, T. G. (1986), FictionalWorlds, en donde se describen losprincipales trazos de una teoría de losmundos narrativos y se hacen algunascríticas muy acertadas a la posiciónestructuralista. Sobre argumentosanálogos hay también apuntes intere-santes en Ricoeur, P. (1983-1985),Temps et récit, 3 vols., Seuil, París;(1986), Du texte a l ’action, Seuil,París; Eco, U. (1994), Six Walks in theFictional Woods, Harvard University,Cambridge. Para una crítica a las po-siciones lingüísticas y estructuralistasde la comprensión del cine, cfr. Ca-rroll, N. (1988), Mystifying Movies:Fads and Fallacies in ContemporaryFilm Theory, Columbia UniversityPress, Nueva York; Bordwell, D.(1989), Making Meaning: Inferenceand Rhetoric in the Interpretation ofCinema, Harvard University Press,Cambridge; Bordwell, D. y Carroll,N. (eds.) (1996), Post-Theory. Recons-tructing Film Studies, University ofWisconsin Press, Madison.

23 Booth, W.C. (1987), The Rhetoricof Fiction, Penguin, Harmondsworth.

24 Su influencia ha sido evidente enautores como Gérard Genette, Wolf-

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gang Iser, Umberto Eco, SeymourChatman, Gianfranco Bettetini, oCesare Segre, entre otros. Para unareconstrucción de la teoría de la lec-tura cfr. Bertoni, F. (1996), Il testo aquattro mani, Nuova Italia, Florencia.

25 Booth, W. C., ob. cit., pp.129-130. Booth comenta que los de-seos de los personajes en la ficción notienen mucho que ver con la vida real.En la literatura es posible aceptar laexistencia de un placer que es frutode una combinación de esperanza ymiedo, que en la vida real sería im-pensable. Es, por ejemplo, el placerde las novelas policíacas o de los thri-ller.

26 Para dar algún ejemplo, entre losmiles posibles, basta pensar en pelí-culas como Qué bello es vivir deCapra, Algunos hombres buenos de RobReiner, Solo ante el peligro de Zinne-mann, El fugitivo de Andrew Davies,Raíces profundas de George Stevens oWall Street de Stone; podemos pensartambién en adaptaciones recientes denovelas de Clancy o de Grisham:Juego de patriotas, Peligro inminente,El informe pelícano, El cliente o La ta-padera.

27 Cfr. Booth, W.C., ob.cit, pp.125-129.

28 Es el interés por saber “cómo va aacabar” o por resolver todas las incóg-nitas de la acción.

29 El interés por un lenguaje rico y“revelador”, como en muchas metá-foras shakesperianas, o simplementepor los aspectos visuales del cine, poralgunas simetrías estéticamente agra-dables en el desarrollo de la acción oen su tratamiento narrativo, o por losexperimentos estilísticos.

30Booth, W.C. (1988), The CompanyWe Keep. An Ethics of Fiction, Univer-sity of California Press, Berkeley-LosAngeles- Londres.

31 Se opone así a posiciones radical-mente relativisistas de autores comoStanley Fish (que propone una teoríade la interpretación literaria muy cer-cana al relativismo radical de RichardRorty) y de algunos neomarsixtas,según los cuales todos los valores es-téticos son completamente subjetivos.Cfr. Fish, S. (1980), Is There a Text inThis Class? The Authority of Interpre-tative Communities, Harvard Univer-sity Press, Cambridge. A este propó-sito puede verse también el enfrenta-miento de Eco con Richard Rorty yJonathan Culler en Eco, U. (1992),Interpretation and Overinterpretation,Cambridge University Press, Cam-bridge.

32 Sobre las afirmaciones implícitasen todo elemento cómico, cfr. Ar-mando Fumagalli, Il comico nello spet-tacolo: meccanismi, significati, funzioni,en Simonelli, G. y Fumagalli A. (ed.)(1993), “Risate senza fine”, númeromonográfico de Comunicazioni sociali,nº 1.

33 Booth, W.C. (1988), The Com-pany..., p. 152. Sobre estos mismostemas véanse también las reflexionesde Caillois, R. (1983), Babele, Ma-rietti, Casale Monferrato, pp.123-127.

34 Sobre la lectura como ampliaciónde la experiencia humana, cfr. tam-bién Lewis, C.S. (1997), Lettori e let-ture. Un esperimento di critica, Vita epensiero, Milán, pp. 162-165. Sonafirmaciones aparentemente en con-traste con cuanto el propio Lewisafirmaba pocas páginas antes; esta

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obra se sitúa, sin embargo, en el con-texto de una polémica contra una tra-dición crítica fuertemente normativay “didáctica” en un sentido miope yreducido.

35 Naturalmente, no en los términosde una dinámica estímulo-respuesta,sino de un proceso más complejo yarticulado, que influye en el intelectoy en los deseos, y que depende enparte de la respuesta, y de la voluntadde respuesta del lector, es decir, de sucarácter, lecturas, situaciones existen-ciales, relaciones sociales, etc.

36 Es imposible pensar que ciertos li-bros violentos o pornográficos nohagan daño, aunque su entidad con-creta depende de las disposiciones dellector.

37 Naturalmente, la representacióndel mal puede resultar beneficiosapara el lector, si se hace de un modoadecuado; pensemos por ejemplo enRicardo lll de Shakespeare, donde lanarración de los hechos criminales yperversos de un hombre dominadopor una ambición desmesurada, sehace siguiendo un discurso que nopone en duda el hecho de que los crí-menes sean tales. Es el procedimientoopuesto al que sigue Oliver Stone enAsesinos Natos: sus protagonistas—que matan a sangre fría por elplacer de hacerlo— son tratadoscomo héroes que se enfrentan a unmundo hipócrita, y acaban libres yvencedores; el verdadero “malo” pa-rece ser el periodista, culpable única-mente de arribismo.

38 Cfr. en Booth, W.C. (1988), TheCompany…, pp. 170-174 algunas be-llas consideraciones sobre la injustadesaparición de la amistad del hori-zonte cultural actual. MacIntyre de-

muestra que la amistad en el mundoantiguo no se entendía de modo pri-vado, como algo separado u opuesto alas relaciones civiles y públicas, sinomás bien como su fundamento y má-xima realización: la amistad era indis-pensable para la formación de unacomunidad. (cfr. After Virtue, pp.188-192). Subraya también la impor-tancia de la dinámica amistosa en laconstrucción de relaciones socialesGabriel Chalmeta, ob. cit.

39 Para dar una idea de su postura,Booth hace una defensa (de un modosorprendente) de D.H. Lawrenceporque, a pesar de su ingenua con-fianza en la revolución sexual, pro-pugnada de modo ardiente y casi “me-siánico”, demuestra gran capacidad defundirse en las voces de los distintospersonajes: cfr. ob. cit., pp. 422 y ss.

40 Y además, en el fondo, defiendeuna (contradictoria) verdad simul-tánea de diferentes credos religiosos:cfr. p. 358. Sobre el pluralismo crí-tico, cfr. también Booth, W.C.(1979), Critical Understanding. ThePowers and Limits of Pluralism, Uni-versity of Chicago Press, Chicago-Londres.

41 Este planteamiento es compartidoen los Estados Unidos —con evi-dentes diferencias— por las críticasfeminista y afroamericana, que tienenentre sí posiciones muy variadas y di-versas, algunas más razonables, otrasmenos, aunque coinciden en poner derelieve las dimensiones éticas, socialesy civiles de las obras literarias segúnlos valores que ellas juzgan más im-portantes.

42 Nussbaum reconduce el modeloaristotélico hacia planteamientosrousseaunianos, que no compartimos.

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Robert A. Gahl, jr. señala algunas deestas lagunas en (1997), “From theVirtue of a Fragile Good to a Narra-tive Account of Natural Law”, Inter-national Philosophical Quarterly,XXXVII, nº 4, pp. 457-472.

43 Giuseppe Abbà, en Quale imposta-zione…., evidencia muy bien la conti-nuidad y la diferencia entre el modeloaristotélico y el tomista en las rela-ciones razón-pasión-virtud.

44 Cfr. en particular Spaemann, R.(1986), Moralische Grundbegriffe,H.C. Beck, Munich; (1989), Glückund Wohlwollen, Ernst Klett Verlage,Stuttgart.

45 Martha Nussbaum sostiene quereconocer el contenido cognitivo delas emociones es propio de la commonlaw cuando se acepta que puedenexistir razones objetivas que justifi-quen la cólera, por ejemplo, en el casode una agresión a un hijo (cfr. PoeticJustice…).

46 Robert Spaemann ilustra esta di-námica en Moralische..., p. 44-45.

47 Poetic Justice..., pp. 88-89.

48 Ibidem, p. 90.

49 Ibidem, pp. 93-96.

50 Cfr. Spaemann, R. (1989), Glückund..., en particular el capítulo sobrela noción de discurso que contieneuna crítica interesante a la “ética deldiscurso” de Habermas y Apel.

51 Por supuesto que siempre que uti-lizo el concepto de virtud me refieroal griego areté, que alude a la realiza-ción de actuaciones excelentes y alperfeccionamiento de la capacidad deobrar bien. Me encuentro muy lejosdel concepto estereotipado, “sexocén-

trico” y “feminizado” (según criteriosde feminidad que deberían resultarofensivos para las mujeres) que seemplea hoy en ámbitos no filosóficos.En el sentido que aquí se utiliza sontambién virtudes, por ejemplo, elvalor y la audacia.

52 MacIntyre A. (1984), After Virtue,p. 181; Abbà, G. (1996), Quale im-postazione..., p. 64.

53 Murdoch, I. (1985), The Sovereig-nity of Good, Ark, Londres-NuevaYork; cfr. sobre todo las páginas 35-42. Su interpretación del comporta-miento moral se opone al paradigmabehaviorista-existencialista-utilita-rista, centrado en el momento de laelección, interpretada a veces contotal racionalidad (kantismo), a vecescon total irracionalidad (surrealismo).Existe también una oscilación entreun determinismo total (ciertas formasde racionalismo) y un indetermi-nismo absoluto (el existencialismomás extremo de Sartre); es decir, en laelección tan sólo existe el yo que tieneque afirmarse de manera éticamenteindiferente y sin verdaderos signifi-cados. De ahí, que incluso se llegue aafirmar que esta “elección pura” es to-talmente racional o totalmente irra-cional, o sea, perfectamente determi-nada por las circunstancias o sobera-namente libre. En todos los casos sesubraya, sin embargo, la completa au-tosuficiencia de la voluntad.

54 La autora afirma haber tomadoeste concepto de Simone Weil.

55 Estoy de acuerdo con Murdoch enla necesidad de corregir el extre-mismo de las posiciones que exageranel aspecto puntual de las elecciones,aunque me parece que corre el riesgode extremar el matiz contrario. En

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estas líneas trato de orientar sus afir-maciones hacia un mayor equilibrioentre visión y decisión.

56 Murdoch, I., ob. cit., p. 38.

57 Ibidem, pp. 84-96.

58 Ibidem, p. 86.

59 Ibidem, p. 87.

60 Nussbaum, M. (1995), Poetic Jus-tice...., p. 96.

61 Ibidem, p. 97.

62 Por “separado” (en inglés, separate)entiendo algo parecido a lo que Spae-mann expresa con el término Selbst-sein, es decir, la identidad autónomadel ser consciente que, en sí mismo,no es reductible a ninguna otra fun-ción. Se trata, pues, de una expresiónque no es fácil de traducir en una solapalabra sin empobrecerla.

63 Sigo en este punto el capítulo “Ac-ción y función sistémica” de Glückund... y Spaemann, R. (1977), ZurKritik der Politischen Utopie, J.G.Cotta, Stuttgart.

64 Se trata del paradigma interpreta-tivo de la acción que empieza conHume: cfr. Abbà, G. (1996), Qualeimpostazione....

65 Tenemos un ejemplo clarificadoren MacIntyre, A. (1984), AfterVirtue…, pp. 246-247, y tesis pare-cidas en Boudon, R. (1995), Lejuste…, y en Bubner, R. (1976),Handlung, Sprache und Vernunft.Grundbegriffe praktischer Philosophie(Neuausgabe mit einem Anhang),Suhrkamp, Frankfurt.

66 Cfr. Rhonheimer, M. (1994), Laprospettiva della morale: fondamentidell’etica filosofica, Armando, Roma.

67 Abbà examina con lucidez las dis-tintas facetas del utilitarismo, asícomo las de las otras figuras funda-mentales de la ética en Quale imposta-zione...

68 Cfr. las críticas a la ética utilita-rista en los textos de Spaemann, deAbbà y de Rhonheimer antes citados.

69 En la ética utilitarista —según laque el valor moral de una acción sejuzga de acuerdo con la maximiza-ción de la utilidad para el mayor nú-mero posible de personas— un finque sea lo suficientemente bueno po-dría justificar, en teoría, el recurso acualquier medio: mentiras, comi-siones, homicidios etc. Una persona ala que se pide que mate a inocentes(rehenes o prisioneros, por ejemplo)bajo amenaza de muerte, no tendríarazones morales para oponerse. Pero,observa justamente Spaemann,aunque todos tarde o temprano te-nemos que morir, nunca hay razonessuficientes para convertirnos en ase-sinos (cfr. Spaemann, R. (1986), Mo-ralische..., pp. 73-86).

70 Nussbaum parece rechazar estavaloración en nombre de un radicalpluralismo de valores. Al final de sulibro llega a una justificación de lasrelaciones homosexuales basándoseen el principio de comprensión de lapersona. No es lo mismo, sin em-bargo, afirmar que la homosexualidadno puede ser objeto de políticas re-presivas, que decir que se trata de uncomportamiento sexual que corres-ponde a la naturaleza humana y quelleva al bien.

71 Para una definición del objeto in-tencional de la acción, cfr. Rhon-heimer, M. (1994), La prospettivadella moral..., que centra su análisis en

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la justificación de la primera personacomo única y verdadera “perspectivade la moral”. Para una síntesis de laslimitaciones de las éticas consecuen-cialistas y proporcionalistas, cfr. tam-bién la profunda encíclica Veritatissplendor (1993) de Juan Pablo II.

72 Es el caso de algunos episodios dela serie de ambientación hospitalariaUrgencias, de producción americana yexcelente acabado, y transmitida porla RAI con mucho éxito. En ella, sepresentan importantes dilemas éticossin que el ritmo y el desarrollo de lahistoria permitan desarrollarlos ade-cuadamente. Aunque el resultadosuscita sin duda el interés del espec-tador, muy probablemente lleguetambién a confundirlo.

73 Uno de los méritos de la culturaaudiovisual es la sensibilización soli-daria hacia los menos afortunados(pobres, minusválidos, emigrantes),que se aprecia en el notable incre-mento del voluntariado en los úl-timos años. Ello puede ser resultadode la labor de la televisión y del cineal acercarse a esas personas y presen-tarlas como seres humanos, con suhistoria y su dignidad.

74 Es decir, realizada, feliz, palabrasque son sinónimos de “buena”, qui-tándoles a esos dos primeros tér-minos la capa hedonista y egocéntricaque han adquirido como resultado dela evolución de la teoría moral de losúltimos tres o cuatro siglos, y devol-viéndoles su sentido originario.

75 Taylor, C. (1991), The Malaise ofModernity, p. 48.

76 Ibidem, p. 80.

77 Tarkovskij, A. (1988), Scolpire iltempo, Ubulibri, Milán, p. 39. Sobre

estos temas, cfr. también el ensayo “L’arte e l’autotrascendenza” en Gom-brich, E.H. (1979), Ideals and idols,Phaidon Press, Oxford, pp. 141-150.

76 En estas reflexiones, el discursoacerca de la calidad de las obras litera-rias y cinematográficas se presuponeen gran medida. Del mismo modoque hacen falta obras bien hechas,profundas y “verdaderas”, resultaninútiles o incluso perjudiciales aque-llas de escasa calidad o éticamentenegativas.

77 MacIntyre, A. (1984), AfterVirtue…, p. 258.

78 Esto significa, entre otras cosas,que la buena literatura es especial-mente útil para acompañar a un ado-lescente en la edad en la que más ne-cesita conocerse a sí mismo, así comopara quienes deben ocuparse de com-prender a fondo a los demás, porejemplo, para quien tiene responsabi-lidades educativas o formativas y, porello, necesita de esa “sutileza” psicoló-gica y de esa capacidad para ensimis-marse en las situaciones ajenas, queproviene no sólo de la ciencia, sinotambién de la práctica psicológicaque la buena literatura puede propor-cionar.

79 Abbà, G. (1996), Quale imposta-zione..., pp. 19-20.

80 Es este un aspecto sobre el que nohe hablado, del que Nussbaum —quedio cursos sobre Law and Literatureen la Universidad de Chicago— trataextensamente en Poetic Justice. Al-gunas obras de Grisham podrían serexcelentes instrumentos de trabajo yreflexión en la formación de profesio-nales de la judicatura, puesto que po-drían utilizarse como “casos” para dis-

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cutir en seminarios que complemen-tasen la preparación teórica de los li-bros y las sentencias.

81 Tanto quien se ocupa de la eco-nomía, como quien trabaja en admi-nistración de empresas o en camposmenos científicos como el marketing.

82 Un ejemplo que ilustra la cuestiónarriba mencionada es la película Elaceite de la vida, de George Miller(1992), donde se presenta un hechoreal que muestra de manera paradig-mática los mecanismos de la “cienciamédica” y su (relativa) impermeabi-lidad frente a las exigencias humanas,con la consiguiente discrepancia entre“progreso científico” y curación deuna persona. En este caso específico,sólo la insistencia de dos padres ex-cepcionales consiguió superar esa im-permeabilidad. Se trata de una obraque nos parece muy formativa y útilpara estudiantes de medicina.

83 Si la medicina es una ciencia(saber universal que, en cierta me-dida, ofrece certeza sobre un sectorde la realidad), cada curación de unenfermo es siempre un acto artístico yno científico, puesto que intervienesobre lo contingente a partir de locontingente. La ciencia es sólo uninstrumento auxiliar de la cura.

84 La marca es, cada vez más, la de-positaria de una serie de valores sim-bólicos que se reflejan en el productoy que influyen en la decisión decompra. La inversión sobre la marcaes de larga duración; en este sentido,el marketing ha comprendido la im-portancia de estrategias que apuntena la formación de una imagen ade-cuada y a la fidelización del cliente.Sobre estos temas, cfr., por ejemplo,Fabris, G. (1995), Consumatore e mer-

cato, Sperling & Kupfer, Milán, pp.210-216.

85 Es el caso, por ejemplo, de las ul-timas campañas de Nescafé, marcaque desde 1990 ha llevado a cabo unanueva estrategia: un producto mo-derno, suave y aromático, para sabo-rear con calma; un producto que tienesus propios símbolos: una tazagrande, un hervidor, y que se dirigeprincipalmente a jóvenes adultos(“momentos para degustar”). El re-sultado de esta nueva política ha sidoun crecimiento de sus ventas del 25%entre 1990 y 1993, frente a un incre-mento del 22% entre 1980 y 1990(cfr. Mele, G. (1986), “Riposiziona-mento del prodotto ed efficacia dellacomunicazione”, Comunicazioni so-ciali, XVIII, nº 3-4, pp. 603-632.

86 Es una estrategia seguida porLimburg, V. (1994), Electronic MediaEthics, Focal Press, Boston, con resul-tados interesantes, aunque el librotenga serias limitaciones en la funda-mentación ética. Además, en la valo-ración de los casos de ética, losalumnos se colocan en la posición delsujeto que tiene que elegir, y em-piezan a ejercitarse en la realización deun razonamiento moral, adquiriendode esta manera un habitus, más alládel mero aprendizaje de la cienciamoral. Esto es válido sobre todo en laenseñanza de deontologías profesio-nales. Naturalmente, el método delcaso requiere un profesorado muycapaz y preparado para enfrentarse atoda clase de argumentos y solu-ciones.

87 Cfr. Spaemann, R. (1986), Mora-lische Grundbegriffe, especialmente laspáginas 19-32 y 101-114, en las quedefine la perspectiva ética como

LA APORTACIÓN DE LA LITERATURA A LA VALORACIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL

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aquella del ‘todo considerado’: frentea las perspectivas que ofrecen un ‘bienpara’, la dimensión ética se da cuandose sale del particularismo y se llega aljuicio último del ‘todo considerado’.El punto de vista moral, por tanto, nose añade posteriormente a todos losdemás. No es más que el orden justo,adecuado a la realidad que conside-ramos. Una buena acción es aquellaque trata la realidad como debe sertratada (ibidem, p. 105).

88 Caillois, R. (1983), Babele, p. 58.

89 Cfr. Gombrich, E.H. (1979),Ideals and idols, p. 58.

90 Drucker, P.F. (1989), Economia,politica e management, Etas libri,Milán, pp. 187-190.

91 No me refiero a la primacía de laestética perfilada en otros horizontesculturales, como por ejemplo los deraíces greco-ortodoxas, en los que laconcepción teológica de la estéticalleva a una sustancial unidad entreética y estética. Esta es la concepciónque sostiene el ya citado Tarkovski.

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