Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

112
)avid A. Brading Los ,N isenes del ^rigenes nadonalismo mexicano. Traducci6n de SOLEDAD LOAEZA GRAVE faplBIKimiHi 82

description

Revisión del nacionalismo mexicano

Transcript of Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Page 1: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

)avid A. Brading

Los ,N isenes del ^rigenes

nadonalismo mexicano.

Traducci6n de

SOLEDAD LOAEZA GRAVE

faplBIKimiHi 82

Page 2: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Secretan'a de Educacidn Publica

Secretario Victor Bravo Ahuja

Subsecretaria de Culture Popular y Educacidn Extraescolar Gonzalo Aguirre Beltran

Direccion General de Educacidn Audiovisual y Dibulgacidn Maria del Carmen MilMn

Subdireccidn de Divulgacidn Roberto Su^rez Arguello

SA 3 i3S , /

/TIARVARD\ U N I V E R S I T Y

L I B R A R Y NGV 3 1975 V J

Primera ediddn: 1973 © Secretaria de Educacidn Pdblica Direccidn General de Educacidn Audiovisual y Divulgacidn SEPSETENTAS; Sur 124, ndm. 3006. Mexico 13, D. F. Impreso y hecho en Mdxico / Printed and made in Mexico

Para GEUA WU

Page 3: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

i PREFACIO

AUNQUE en los Altimos tiempos quienes se han dedicado ^ al estudio de Mexico han comentado las fuertes corrien- i

J tes nacionalistas que surgierpn > durante la Revolucion, i ' pocos han intentado investigar el fendmeno de manera j I ordenada, menos aiin definir su contenido con cierta . precisidn. ,Sin embargo, el tdrmino pierde su significado

SI no es cuidadosamente delimitado, y se convierte en j una etiqueta que se utiliza para designar cualquier cosa *

que parezca especialmente mexicana, ya sea el gusto por los mariachis o la nacionalizacidn de la industria petrolera. P^_empezar debe distinguirse del natrio-fismo, es decir, del orgullo que uno ^ente_p5gTu' pue-

q ^e" tirgey6'cife~jque a uno Je inspira su propio Ijais. En general, el nacionalismo constituye un tipo s especi'fico de teoiia polltica; con frecuencia es la expre-sidn de una reaccidn frente a up desaffo extranjero, sea, ^ste cultural, econdmico' o politico, que se consider^ una amenaza para la integridad o la identidad nativas. Comunmente su contenido implica la biisqueda de una autodefinicidn, una biisqueda que tiende a abondar en

pasado nacional en pos de ensenanzas e inspiracidn que sean una guia para el presente. En Europa la fuen-

mayoria de las teorfas nacionalistas fue la re­accidn alemana contra la filosofia universalista y racio-nalista de la Ilustracidn y la Revolucidn francesas. Des-ue entonces el nacionalismo se ba visto asociado con ®1 pensamiento bistoricista y conservador.

9

Page 4: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

En el presente siglo en Mexico el nadonalismo se convirti6 en el vehiculo de un doble ataque contra los intelectuales positivistas que denigraban la tradiddn nadonal, y contra el dominio del capitalisrao liberal d^ '

' Estados Unidos. En su intento por definir y defender la esenda de lo mexicano, idedlogos como Jos6 Vascon-celos, Manuel Gamio y Andres Molina Enrlquez, pro-

, pusieron diferentes teorlas. No obstante, a un nivel mds ^popular, los nadonalistas de la Revolucidn recurrieron a la tradiddn y a los mitos e ideas que fueron formu-lados durante las guerras de Independenda. Este fue el origen del extendido indigenismo y de la exaltacidn de los heroes de la Insurgencia. En este caso, como en el del ejido, la Revolucidn representd una revivificacion y una revaloraddn de las tradidones que empezaban a desvanecerse, asl como un repudio a la ^poca liberal-positivista.

Este estudio trata de indagar la formacidn de los principales temas del patriotismo criollo y su brillante transformacidn en la retdrica del nadonalismo. mexi­cano, en gran parte producto de fray Servando Teresa de Mier y de Carlos Maria de Bustamante. Para expli-car el relativo fracaso de este protonadonalismo en 'en-contrar un amplio apoyo despuds de la Independencia,

1 propongQ_jja-anAlisis-de-la^4deolQgia—y-composiddn del I liberal jsmo mexicano. Ademds, induyo numerosas dtas ^de los escritos de los dos hombres arriba mencionados, para ofrecer una imagen mds dara de ellos. Como ob-servador europeo que explora un terreno casi descono-cido, me he basado en la orientacidn de autores mexi-canos y de algunos otros. Me siento profundamente agradecido en espedal con la obra de Edmundo O'Cor-man. Ademas de las grandes ventajas que obtuve de los escritos de Luis Villoro, Frandsco de la Maza, John

10

Leddy Phelan y Antonello Cerbi. Sobra dedr que es totalmente mia la responsabilidad.por las opiniones que expreso en este trabajo, dado que no he discutido el tema con ninguna de las personas mencionadaj. Por ultimo quisiera agradecer a los grupos de estudiantes de Berkeley que pacientemente escucharon con tanto interns las disquisidones referentes a fray Servando Te­resa de Mier y a otros pensadores mexicanos.-

D. A. B. Yale, New Haven, 1972

II

Page 5: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

i. PATRIOTISMO CRIOLLO

Muchas veces el hombre vive y muere Entre sus dos eternidades, La de la raza y la del alma, Y la antigya Irlanda lo sabia muy bien.

W. B. YEATS, Under Ben Bulben

EL TEMPRANO nacionalismo mexicano heredd gran par-/ te del vocabulario ideoldgico del patriotismo criollo. Los principales temas —la exaltacidn del pasado azte-ca, la denigracidn de la Conquista, el resentimiento xenofobico en contra de los gachupines y la devocidn por la Guadalupana— todo ello surgid a- partir de ese lento, sutil y con frecuencia contradictorio cambio que se opero, en las simpatias a trav^s de las cuales los des-cendientes de los conquistadores y los hijos de poste-riores inmigrantes, crearon una conciencia distintiva-^ mente mexicana, basada en gran medida en el repudio a sus on'genes espanOles, y alimentada por la identifi-cacidn con el pasado indigena. Las raices mds profun-das del esfuerzo por negar el valor de la Conquista se hallan en el pensamiento criollo que se remonta hasta el siglo XVI. El poderoso atractivo politico de estos te-nias y sus repercusiones populares fueron lo que distin-guid a la ideologfa insurgente mexicana del cuerpo mds convencional de ideas que utilizaron los movimientos libertarios de America del Sur. Mds adn, la revivifica-cidn del indigenismo durante la Revolucidn del pre-

13

Page 6: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

So SiiSf -Hasta ahora todavia no se han podido definir las eta

pas a trav^s da las cuales los espanoles americanos fue

Jista transicidn, aparentemente sendlla, se vie obstacu-hzada per las senaladas diferendas dtnicas y sodales que los separaban de la gran masa de indi'genas. mu-latos y mestizos, quienes para fines del siglo xvin re-presentaban cast las cuatro quintas partes de la pobla-a6n mexicana. El vinculo que unla esta variada rnS-<da de razas y dases era mas el catolidsmo que una con-ciencia de nacionalidad. Los espanoles. tar^to euroZs como amencanos. disfrutaban de un virtual monopS de todas las posiciones de prestigio. poder y riqueza.

1 hder natural de esta sodedad colonial era el dero criollo. La mvocacidn de temas histdricos y relimosos coino parte de la retdrica patridtica servla pLa reSr la distanaa que separaba a la dlite de l£ masas. los unfa bajo un estandarte mexicano comiin contra Esna-na sin despertar ningdn conflicto dtnico o sodal L ultima instancia. el pataotismo criollo expresaba los sentimientos e intereses de una dase alta. a la que se le negaba un derecho de nacimiento. el gobierno del

El pasado indigena y los primeros criollos

No es sino hacia fines del siglo xvi que encontramos una gran canndad de li.eratura criolla, caracteSTS

14

X

per una amarga nostalgia y un profundo sentimiento de desplazamiento. El antiguo sueno conquistador de fundar una sodedad senorial en el Nuevo Mundo La­bia quedado reduddo a cenizas. La paulatina desapa-ricidn de la poblacidn indigena disminuyd drdstica-mente el valor de las encomiendas. La hostil reserva de la Corona y de sus funcionarios desvanecid cualquier esperanza de recompensa polltica. Todos los cronistas de la dpoca coindden en senalar que muy pocas fami-lias de conquistadores pudieron mantener sus propie-dades o posiddn social hasta la tercera generacidn. AI mismo tiempo. la emergente economla de exportaddn, basada en la minerla de la plata y en el comercio ul-tramarino. enriquecla a una nueva ola- de inmigrantes espanoles. La primera caracterizaddn de la condiddn criolla nacid de la angustia de estos encomenderos en decadenda. Gonzalo Gdmez de Cervantes exclamaba:

Los que ayer estaban en tiendas y tabernas y en otros ejerdcios viles, estdn hoy puestos y constituidos en los mejores y mis calificados oficios de la tierra, y los caba-lleros y descendientes de aquellas gentes que la conquis-taron y ganaron, pobres. abatidos. desfavorecidos y arrin-conados.2

Baltasar Dorantes de Carranza se hizo eco de estas amargas palabras:

[Oh Indias!, madre de extranos. abrigo de forajidos y de-lincuentes, patria comun a los innaturales. dulce beso y de paz a los redin venidos.... madrastra de vuestros hijos y destierro de vuestros naturales, azote de los pro-pios...®

2 Gonzalo Gimez de Cervantes, La vida econdmica y social de Nueva Espana al finalizar el siglo xvi, Mixico, 1944, p. 194.

3 Baltasar Dorantes de Cananza, Sumaria relacidn de las co-

15

Page 7: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

ara remediar la crisis por la que atravesaba su da-se, estos criticos criollos sugen'an un nuevo repartimien-to permanente de indi'genas. Luego del fracaso de esta demanda, algunos propusieron que todos los puestos admmistrativos del Nuevo Mundo estuvieran reserva-do_s para los nacidos en America. Un virrey mexicano S6I13l^DH*

corra yoz conuin por forzosos han de ser corregidores y administradores de justida sdlo los descendientes de con- I quistadores. j

Pero ya su predecesor, Martin Enriquez (1568-1580), advertia a, la Corona acerca de la irresponsabilidad de muchos criollos:

1 no les fiard una vara de almotacen.*

En los anos posteriores se profundizarfan las sospe-chas y los prejuicios de la administracion a este res-pecto.

Para pnncipios del siglo xvii el espanol americano ^ liabia creado una imagen de si mismo que gozo de di-

versos grados de aceptacion a trav^s del tiempo. El crio- ( lo era el heredero desposeido. Una generacidn despuds /

el cronista peruano Antonio de la Calancha, originario de Chuquisaca, ofrecia una fdrraula extraordinariamen-te concisa que expresaba este sentimiento:

Espana, Mexico, 1902, pp. 113-114. Ver tambien- f Joige A. Manrique, "La epoca cn'tica de la Nueva Espana a tra- i vds de sns historiadores", Tercera Reunion de Historiadores Me- [ xtcanos y Norteamericanos, Oaxtepec, 1969. >

4 Instrucciones que los virreyes de Nueva Espana deiaron a 1 sus sucesores, Mexico, 1867, pp. 249, 255. I

16

los nacidos en ella [Peni] son peregrinos en su patria; los advenedizos son los herederos de sus honras.®

Muchos criollos buscaron en "Bartolome de Las Casas una explicacidn mas profunda de su desahucio. Las se-veras denuncitis que este autor pronunciaba contra las crueldades espanolas y la destrucdon que provocd la | Conquista, fueron cada vez mas ampliamente acepta-1 das. Entonces empez6 a pensarse que la sodedad colo­nial carecia de fundamentos morales firmes. Los crime-, nes de los conquistadores habian sido castigados con la pobreza y la miseria de sus descendientes. En 1597,' el arzobispo mexicano de Santo Domingo, Agustin Da-vila Padilla, elogiaba la obra del gran dominico y vir-tualmente lo canopizaba, al llamarlo "el Apdstol de las Indias". Poco despu& otro cronista dominico, Antonio de Remesal, publicd otra apologia todavia mds apasio-nada. El efecto de la BTevisima relacion de la destruc­don de las Indias alejaria de Espana a algunos de los lectores simpatizantes y difundiria un sentimiento de culpabilidad provocado por los origenes sangrientos de la America espanola. Davila Padilla manifesto este sen­timiento cuando atribuyd directamente la devastacidn I producida por los piratas ingleses a un castigo divinoj por las injusticias de la Conquista.®

No obstante, en general, la aceptacion total de la obra de Las Casas fue posterior. El sentimiento criollo

5 Antonio de la Calancha, Crdnica moralizada del orden de San Agustin en el Perii, Barcelona, 1639, p. 72.

« La Brevisima relacion tambien aparece en Bartolome de Casas; Traiados, 2 vols., Mexico, 1965, I, pp. 3-199. Ver tambien Antonio de Remesal, Historia de la provincia de San Vicente de Chyapa y Guatemala. Madrid, 1619, pp. 666-670. Agustin Padilla, Historia de la fundacion y discurso de la provincia de Santiago de Mexico, M&tico, 1955, pp. 303-341.

17

Page 8: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

h« „„d„a> al d» periodo se caracterizaron n puf^licadones de este inspirada por los heroicos lo^oTde mihtares como espirituales Ta, L t^nto que aparederon a prindnios dp? ^^istorias ddsicai tarios reales y la Monaranin • comen-\ medida anacrdnicas nnJt ^'^diana, ya eran en derta I reflejaban las impres?ones°dl"^ mclulan materiales que Aun asf. el pes^r sT generaddn anterior, un rechazo demasiado apresurado dT^f impedir, ambiguo tratamiento de la reladdn J^°"qursta. Su crones indigenas rnidaH ^aadn entre lis dviliza-dad coloniaf OM '' anos la vision caracterfstiVa • i durante muchos no. La mayon'a de los intplpT° pasado america-patras historicas S doVr ^nantenian sus sim-»s ».en.aba„\" SiS''"""""" P"'

Hgdedtrda'Su'Sr^ ci r''" la am-ilegitimo de uno de los nrinrJ r tago de una ilustre famiL^?^^~ i .vis-

exiho. Educado en la . a ^ cammo del aus feudi ^e tSotao

persistehte pasado inca Paf^-i • hispinico y su Espana. Resentido v '"^durei en humildad exS P^Pel de la antoico" r-erin'™ "^r " Mo

y inca .7 Esta actitud puede interpre-

Obras Complet^^Vai^s", •> Autores Espanoles, C X X X I I M ^ r i d ® ' ' ' ' ' 0 ' e c a d e Gner Vamer, T/ie Life nT/ T - . PP- 'SSl-glO... Tohn tin, Texas, 1968. Garalaso de la Eega, Aus-

• • ' • • i

f " (

tarse como su deseo de defender al indio y denunciar las injusticias de la Conquisti. Seguramente muchos lectores interpretaron desde esta perspectiva su obra. Pero un estudio cuidadoso demuestra que sus simpa-tfas estaban divididas equitativamente entre una y otra parte. Sus comentarios acerca de Bartolome de las Ca-sas son notables por su frialdad. La vision de Garcilaso oculta una dicotomia cuidadosamente mantenida, que —suponemos— era el fruto de una genuina indecisidn que s61o permitia una reconciliacibn superficial entre las dos fuentes de su herencia.

En su Florida Garcilaso celebraba la valentia y el he-roismo de los conquistadores y de sus adversarios. De-seoso de refutar a los autores europeos que sostenian que la vida del indio era muy similar a la condicidn de los animales, los describia como nobles birbaros, avidos de honor militar, amantes de la libertad y ora-dores excepcionales, cuya adoracion del sol y de la luna exclufa formas mis groseras de supersticidn. Seguramen­te eran mis que capaces de destruir las expediciones espanolas que los atacaban:

Era imposible domar gente tan belicosa ni sujetar hom-bres tan fibres.

En esta "Araucana en prosa", como ha dado en 11a-trrarse a su libro, Garcilaso enfrentaba a los espanoles contra los indios y demostraba que en la guerra y el Valor los indios igualaban a los invasores.®

^ En su magnum opus Los comentarios^ reales y su coH-tinuaddn. La historia general del Peril, Garcilaso nos ofrece una obra de arte literaria, con la ayuda de pro-

8 Inca Garcilaso de la Vega, La flotida del Inca. Mexico, 1956, p. 271.

Page 9: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

fusas y acertadas citas de historiadores anteriores. El contraste entre la descripdon del estado y la dviliza-cion mcas y las guerras dviles y de Conquista es sor-prendente. Es la misma diferenda que existe entre una tabula clasica y una cronica medieval, entre una Uto­pia y El Cid. Una tiene la calidad est^tica del relate de un sueno, la otra esta dominada por la pasidn y la crueldad de sus recuerdos infantiles.

En su descripddn .del imperio Inca, Gardlaso senala-ba dos puntos. En primer lugar demostraba, con una ^an profusion de ilustradones, que estos indios ha-bian alcanzado el nivel de la dvilizadon; no eran bdr-baros y menos aiin salvajes. En segundo lugar argumen-taba que su gobierno y su cddigo moral segui'an los dictados de la ley natural. La exclusiva adoradon del sol y del creador Pachacamac comprobaba lo alejados que estaban de la idolatri'a y de los sacrifidos cruentos ^ de los mexicanos.

Rastrearon con lumbre natural al verdadero Sumo Dios y Senor Nuestro. >

Conclufa que los indios nunca olvidari'an a sus anti-guos gobernantes, puesto que:

los saraban de la vida ferina y los pasaban a la humana, dejandoles todo lo que no fuese contra ley natural, que era lo que estos incas mas desearon guardar.^

En una palabra, como los misioneros jesuitas en Chi­na, Garcilaso describi'a una civilizacidn naturalmente moral que solo necesitaba de la gracia de la revelacion

9 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los Incas Ed. Angel Rosenblat, 2 vols. Buenos Aires, 1943. I, p. 66; II, p. 31'

20

cristiana para alcanzar la perfeccion humana. Si recor-damos que aun los misioneros de la Ilustraddn, como Jose de Acosta, denunciaron la religidn y la moralidad indigenas como una inspiracion directa del demonio, entonces aplaudiremos la callada habilidad con que Gardlaso separaba la esfera de la naturaleza de la es-fera de la grada.^® Por esta raz6n, durante la Ilustra-ci6n los incas fueron tan populares como los chinos.

En La historia general del Peril Gardlaso hada una narracion de la Conquista y de las subsecuentes gue­rras dviles. Aunque en dertos lugares sugeria que la intervencion del demonio promovia la discordia e im-pedia la evangelizacidn padfica, en general manifesta-ba muy poco interns por los indios o por la Iglesia. En contraste con su cuidadosa descripcidn de las institu-dones incas, en este caso exclusivamente se referla a acontecimientos y personalidades. Este aparente olvido del indio aparece con mas claridad en sus criticas a Las Casas y a las nuevas leyes de 1542. Hijo de un en-comendero, "un senor de vasallos", defendfa los intere; ses de su clase.^^ Fue precisamente la rebelidn contra las nuevas leyes, encabezada por Gonzalo Pizarro y su lugarteniente Frandsco de Carbajal, la que desperto sus simpatias. En esta misma epoca llego a la edad adulta. En su narradon el anciano Carbajal, un incansable ve-terano de las guerras italianas, sabio en el consejo, as-tuto en el combate e implacable en la venganza, apa­rece como una figura diabolica, propia de una epica primitiva. Carbajal fue quien escribid la famosa carta

10 Jose de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Ed. Edmundo O'Gorman, Mexico, 1962, pp. 217-218, 237.

11 Inca Garcilaso de la Vega, Historia general del Perti, 3 vols. Buenos Aires, 1944. I, pp. 302-304; II, pp. 12-16.

21

Page 10: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

a Gonzalo Pizarro en la que le aconsejaba casarse con una pnncesa inca y proclamarse rey de Peni.12

El fracaso de la revuelta redujo al pals peruano al status de una simple colonia gobernada no per sus con-quistadores y sus descendientes, sino por virreyes y ad-mimstradores especialmente enviados desde Madrid. Su propio padre fue reemplazado por un abogado como cone^dor del Guzco. Garcilaso tenia pocas paiabras amables para el rdgimen virreinal. Los comentarios mis

Francisco de Toledo GoDy-1581) y para los acontecimientos que condujeron

a la ejecucion de Tupac Amaru. Muchos de sus parien-tes y amigos, incas y mestizos, fueron exiliados por sos-pecha de subversidn. El veneno que destila su relato denota el verdadero niicleo de sus simpatias. iSi tan solo ese breve momento de independencia del encomen-dero, en el que vivid su adolescencia, hubiera evolucio-nado haaa una autonomia permanentel jSi tan sdlo los conquistadores se hubieran casado con sus consortes in-casl Aunque posteriormente sus obras apoyaban la cau-sa de un patriotismo inca revivido, Garcilaso no pre-tendia pertenecer a un imperio Inca. sino precisamente at liderazgo de una sociedad postconquista.

EI peso de esta condicidn de mestizo impulsd a Gar­cilaso a d^arrollar argumentos que despuds se halla-rian entre los principales temas del nadonalismo mexi-cano, pero que difialmente pudieron atraer a sus com-patriotas peruanos. Sin duda expresaba sus propios sen-timientos en la queja que atribuia a sus hermanos los mestizos de Cuzco: '

.. -siendo hijos de conquistadores de aquel Imperio v de madres naturales del que algunas de ellas eran de san

12 Ibid., II, pp. 133-134, 260-275.

22

greireal y otras muchas eran mujeres nobles... ni por los mdiitos; de sus padres, ni por la naturaleza y legitima de la hacienda de sus madres y abuelos, no les habia ca-bida. nada... porque los gobernadores habian dado a sus parientes y amigos lo que sus padres ganaron y habia sido de sus abuelos maternos y que a ellos los dejaron desamparados, necesitados a pedir limosna para poder c^ mer o forzados a saltear por los caminos para poder vivir y morir ahorcados.i®

El equivalente mexicano de Los comentarios reales fue Ih Monarquia indiana, escrita por el franciscano Juan de Totquemada. Publicados en la misma d^cada,-los dos textos fueron reimpresos conjuntamente a prin-cipios dd siglo xviii. A partir de ese momento su dev tino fue diferente. La habilidad literaria de Garcilaso ha capturado hasta la actualidad el entusiasmo de in-numerables lectores; se le considera un cldsico. En com-paracidn, la densa masa de material mal compendiado y el prolijo estilo de la gigantesca compiladdn de Tor-quemada; ha disuadido a muchos estudiosos de abrir sus pdginas. No obstante, se puede afirmar con cierta plausibilidad que tanto para el estudioso de las anti-^edadcS indigenas como para el historiador de la men-talidad colonial, la Monarquia indiana posee mayor in­terns que su contraparte peruana. Aqui no nos toca comprobar esta aseveracidn; hacerlo exigiria otro estu-dio; nuestro propdsito consiste en senalar su efecto so bre el desarrollo de la condenda criolla.

En esenda la Monarquia indiana divulgd y transmi-tid a las posteriores generadones la visidn frandscana de la historia mexicana. Resume y contimia una^ tradi-ddn misionera de investigaddn dedicada a la dviliza-

13 Ibid., Ill, pp. 244-245.

23

Page 11: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

iS Sia^ predjesores, tambi^ franciscanos: MX bnia, Sahagun y Mendieta. Siendo mismo un nenin

'sdS'

al obra ^ '» -"orifad

:S?5?Es=S""i=it cliico,, demcMba que S"fadS°»rao°S'r;

aalvajismoTrdvtliadt" Tdr"'; '™ame„.e del en ui delenido

dLe"°r' "a'a^'eza polemica de su obra puelTme dirse a traves de su exclamacidn acerca del nnW tezuma (a quien comparaba con Alejandro): I

Te "dVbtirjTr "rdeT'f • de IDS mds sabios del mundo.is ' hombre

4«i°Ma'po?2~oi. rSrVhTja™"""" •"

iS v=«™-aH grandes momentos del indieenhL I' Ifl'-pp. 43-77. maigemsmo en Mixxco. Mdxico, 1950,

24

A1 mismo tiempo, siguiendo a Sahagun y a Mendieta, interpretaba la religidn indigena como el resultado de una intervencidn directa del demonio. Como dltimo re-curso la sociedad indigena pettenecia al reino de las tinieblas, y aun sus lideres y pensadores mas sabios es-taban destinados al infierno. Por eso la Conquista era considerada como un castigo divino y como una reden-ci6n liberadora. El franciscano percibia una lucha abierta entre las fuerzas de Cristo y el demonio, mis que cualquier secuenda de Garcilaso de revelacidn que perfeccionaba la naturaleza moral indigena.

El \iltimo volumen de la Monarquia indiana esta de-dicado a la fundaddn de la Iglesia mexicana. Conserva la nota triunfante que caracteriza a los primeros fran-dscanos como Motolinia, y excluye por completo el apatico pesimismo del anciano Mendieta. Cortes es li-bremente comparado con Moists, que librd a los hijos de Israel del paganismo y los condujo a la tierra pro-metida de la reveladdn cristiana. Mexico estaba desti-nado a desempenar un papel muy importante en la di-vulgacidn espiritual del catolidsmo. La conversidn de los indios compensaba la perdida de la Alemania de Lutero y representaba el renacimiento de la Iglesia pri-uiitiva de la era apostdlica. Toda la descripddn esta coloreada con una vision milenaria y providencialista de la realidad colonial:

el descubrimiento de las Indias no fue carnal, sino mis-terioso.i®

i« Torquemada, Monarquia indiana, I, pp. 340-342; III, p. 130. John Leddy Phelan, The Millenial Kingdom of the Franciscans in the New World, Berkeley y Los Angeles, 1970, pp. 17.39 v 111-117. '

25

Page 12: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Esta visi6n franciscana tuvo un doble efecto sobre el d e s a r r o l l o d e l a c o n c i e n c i a c r i o l l a . L a c o m p i l a d d n d e ' Torquemada constituyd un permanente arsenal de in- ^ formacidn e ideas relacionadas con la civilizaddn y la ^ historia indi'genas. Promovia directamente la imagen | del imperio azteca como la antigiiedad mexicana ana- j loga a la romana. A1 mismo tiempo, su dualismo agus- i tiniano, unido a la insistenda en la intervenddn demo- { niaca en la religidn indigena, impedia la aceptaddn | —menos aiin la identificaddn— inmediata de ese pasa- I do. En segundo lugar, la exuberante interpretaddn pro- [ videndalista de la Conquista y la subsecuente conver- | sidn neutralizaron la critica de Las Casas. Las cruelda-des de los espanoles actuaron como puente, como un .camino desierto, por as! decirlo, que conducfa a la tie-rra prometida. Los verdaderos fundadores de la Nueva Espana fueron los frailes que llegaron en 1524 y no los f conquistadores de 1519. En esenda, por lo mismo, la I nueva sociedad colonial se definid en una virtual aso-dacidn con la Iglesia. Ck)mo la mayorfa de los intelec-tuales criollos eran sacerdotes, esta interpretacidn ejer-da sobre ellos un fuerte atractivo; y desde luego que fue una gran ayuda en la btisqueda de orlgenes mas honorables que el derramamiento de sangre que habia significado la Conquista. Sin embargo, en dltima ins- r tanda, la sintesis de Torquemada de un pasado cldsico | aunque diabdlico, seguido de un presente cristiano mi-lenario, resultaba anacrdnica en el momento de sd pu-blicacidn, y era cada vez mas desagradable para los pa-triotas mexicanos que buscaban raices indfgenas autd-nomas. No obstante, serfa necesario mds de un siglo H

para exorcisar al demonio del pasado azteca. Mientras tanto buscaron remplazar el triunfo misionero con su propio mito espiritual, el de la Virgen de Guadalupe.

Quetzalcoatl y la Guadalupjana

A lo largo del siglo xvii se intensified la envidia entre las familias de los conquistadores y los advenedizos, ta convertirse en una verdadera animosidad entre crio-los y peninsulares. Los dos tipos de espanoles residentes en el Nuevo Mundo desarrollaron aparentemente iden-tidades sociales distintas, expresadas en estereotipos ca-racteroldgicos sumamente prejuiciados. Tanto el viney marquds de Mancera (1603-1673) como el virrey du-que de Linares (1710-1716) comentaron la mutua an-tipatla que manifestaban los dos grupos. _La5_causas_de esta^jcnefliistad- son oscuras, mis aun si consideramos que en la Amdrica del norte britinicii lbs ifl^i^'3lites prdvenientes d3 Vigo Mundb eran asimiladbs con gran faWirdadTVa 'hemos sugerido que a este res^cto el ras-go~distintivo de la sociedad colonial espanola era el mantenimiento de una pronunciada conciencia de gru-po, similar a la de una casta, entre los peninsulares. Como en ese momento la inmigracibn era casi total-— mente masculina, y se veia por lo tanto obligada a btis-^ car esposas criollas, la animosidad entre las dos mita-des de la nacibn espanola adquiria con frecuencia las formas de una reyerta familiar.^'^ Los principales expo-nentes del patriotismo criollo —Calancha, Eguiara, Cla-vijero y Bustamante— eran todos ellos hijos de penin sulares.

La sistemitica degradacibn del caricter criollo, com-binada con su exclusibn de los niveles mis elevados de

IT Instrucciones que los virreyes de Nueva Espana dejaron a sus sucesores. 2 vols. Mfocico. 1873. I. p. 103. D. A. Blading, Mi­ners and Merchants in Bourbon Mexico 1763-1810, Cambndge, 1971, pp. 109-113 y 209-215.

26 27

Page 13: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

a

Aquf norSmSmSTir" 5"'™';''''' ' '» <lispma. el analisis de textos de la frontera que separa I En general, a Sndofo. ! caracter del espanol ampr" xvinda debilidad de lugar comiin. Con frecuenda juventud sus poderes intelectualp brillante mente para desembocar de mrnera^a^®"-^''^" el vicio y la holgaranen'a. Ya de'de lelp'Ti ' Juan de la Puente escribia: dommico

£ ' L i r ; i y — pica de ,„,

cr<to7paS°Btr ° "

de brilla„«a y "udWdn 7lf ' ^ <=.sos representada por Sor Tuana In^'n^r estaba peruana Pedr^ P?aI.l7B™t£ 77 »noc.da defensa, tenemos 7777 7'"» «» espanol, Frandsco de Ajofn'S, quien en 17^ tensamente per M^xirn rrave. ^ ^ ex-dad del pref„id„'!'gS„C 777a7i' r"""'' te era la opinidn mds generalizada esSbld:

Los entendimientos de Jos n3t,„-,ia. prensivos, y consiguientemente ant ^ claros y com-des y ciendas/ adelantdndose en adm^" faculta-~,e P, ,„e

Btthftffca Mexicans. Versldn'^esMfiX''anafa""^"' a Is Hares Carlo. Mexico, 1944, dta iS^p. 2"^

28 -

mucho tiempo y a costa de gran trabajo; pero a derta edad, como de treinta anos, van. en decadenda, ya por su cklicada complexidn y falta de salud, como tambi^n por felta de fomento y plazas en que acomodarse, lo que da motivo a que, faltando el incentivo, se introduzca fa-cilmente el ocio y abandonen los Iibros.i9

Pero pronto los criollos respondieron a estas calum-nias. En su representaddn piiblica a Felipe V. el abo-gado mexicano Juan Antonio de Ahumada, modified el argumento. Si algunos criollos caian en la holganza era porque no tenian el incentivo de la recompensa, el estimulo del puesto publico. Atacando la malicia'de qutenes dudaban de

su idoneidad, tenidndolos apenas por dignos del nombre racionales,

elogiaba su noble cuna y su talento. La causa del pro-blema residfa en la exclusidn de que eran objeto por parte de la administracidn; y se preguntaba:

ipor qu^ a los americanos no se dardn los [puestos] de Indias, a donde fueron sus mayores a servir a VM .? iQud delitos ban coihetido para dejar de obtener los car-gos que en toda la cristiandad, dice la ley, tienen los propros?

Haadndose eco de las quejas del siglo xvi, denunciaba a preferencia de que eran objeto los espanoles euro-

peos, hombres que solo venian a America para enrique-

Montenegro, Teatro critico universal, 9 vols. Madrid, 1753. IV, pp. 110-125. Francisco de Ajofrin, DMo del 1964 rip 81-82 2 vols. Mexico,

29

Page 14: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

fSa senalar que gran parte de su de-staba basada en los derechos ancestrales:

£? r.o:SoT;:; '°'

Sbai lofSchos de k prirn' rTabrza

- Lrt.s

pubrJ®a\TetT;a£Sj?,,rdl7„ y logma intelectuales delTlrioIw 'j'"'"''®'

K™»T " f "efio'amente a la nL™ Es^a oomo un desierto literario sin intelectu^« nf b.bho,ec», Eg„ia,a p^oyectaba una Bib/iotea Maa J

"citTeS n i tt S £; '"•-dTSeJ dfai'? »«•» P-e": sS sa HPI ^ • ?i educaadn mexicana. Su defen-?ue larFef6o°'b lineamienS duales TTn^? indivi-ra 7r 1 importante en la defensa de Eeuia-ra era la referenda a los logros culturales indigenS

noj..., Madrid, 1725. Consult^ la moL ma '^^""oles am^ica-tera Nadonal de Mexico, manuscrito 1187 "otos'^l 62 V bifo Francisco Ldpez Cimara TN „A • j , Ver tam-cn Mexico. Mexico, 1954, pp.' WAl conciencia liberal

67'y ^ a la Biblioteca Mexicana, pp.- M-

SO

tambien subrayaba la larga tradiddn de la erudicidn oiolla en materia de antigiiedades indias, que partia desde Torquemada hasta su ^pqta. Describia a los az-tecas como iguales en sabiduria a'los antiguos egipcios.

Las escasas repercusiones politicas que produdan es-tos antagonismos sodales se debian a que eran muchos los criollos que redblan promoddn ju^dal, mas de lo que sugieren sus quejas. Este era el caso espedalmente en la primera mitad del siglo xviii. Mds aiin, la mayo-ria de los intelectuales criollos optaban por el sacerdo-do, donde en las multiples fundones de su ministerio —prdiicas, escritos, docenda y direcddn de condendas— hallaban un campo muy amplio para el ejerddo de sus habilidades. La Iglesia mexicana, salvo en los nive-les mds elevados,~estaba cast"to'talmente en inanos de los ^spanoles americanos. El mismo Eguiara, por ejem-plb, fue priinero'candnigo y luego diicono de la cate-dral metropolitana, y de hecho rechazd el nombramien; to de obispo de Yucatin. Dada esta situaddn, tal vez era de esperarse que el fervor patridtico se expresara en tdrminos histdricos y religiosos.

En Mdxico persistian los obstaculos en el camino ha-da la asimiladdn del pasado aztecai. A fines del siglo XVII, el cronista frandscano criollo Agustin de Betan-court reafirmd sin modificacidn alguna la teoria tradi-donal de la direccidn demoniaca de la religidn indf-gena. Mas aiin, de acuerdo con Torquemada, de quien tomd el grueso de su material, terminaba el Teatro me-xicano con una prolongada historia de la orden fran-dscana en la Nueva Espana.22 La pobreza imaginativa de los mexicanos contrasta con la elocuenda exuberan-

22 Agustin de Betancourt, Teatro mexicano. Crdnica de la pro-vincia del Santo Evangelio de Mexico. Menologio franciscano. Me­xico, 1971. Facsimll de la primera edicidn, pp. 86-88.

31

Page 15: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

te y barroca del cronista agustino peruano, Antonio de la Galancha, qnien en su Cronica moralizada, publica-da en 1639, cantaba las alabanzas del Nuevo Mundo, sugiriendo que probablemente ahf habia estado locali-zado el Parai'so. De acuerdo con Gardlaso describia la monarquia inca con los mds brillantes colores. Afirma-ba que sus leyes: ,

fueron de las mas llegadas a la razdn: mds confonnes a la ley natural de cuantas ban ordenado todas las nadones politicas.

Y al referirse a la Conquista recomendaba exph'cita-mente a Las Casas.

No contento con explicaciones filosoficas acerca de la excelenaa de los incas, galancha tambi^n proponfa una premisa teoldgica. Eli^stol.Santo Tomds tam-b n habia predicado en el Nuevo Mundo. Des u s de todo, Cristo habia ordenado que el Evangelio fuera di-fundido a todas las nadones: ^Por qu^ se le iba a ne-gar a Ameripa este derecho natural? ^De qu^ otra ma-nera podrian explicarse las leyendas indigenas que ha-blaban de un dios bianco barbado o la sorprendente similitud entre los ritos y las creendas indigenas y el cristianismo? Cakncha afinnaba que los. incas^conser-vafean.noxiones jJe ladl>inid.ad, la cruz y los sacramen-tos. El atractivo de este mito es evidente.^s pues intro-ucia a un apdstol en una dpoca y regidn que muchos

todavia consideraban el dominio de Satanas, y socavaba /Cl valor unico de la evangelizacion espanola.

En Mexico el gran sabio criollo Carlos de Siguenza y Gongora. contemporaneo y amigo de Betancourt. acep-taba la teoria e identificaba a Santo Tomas con el hd

' 23 Calancha, Crdnica moralizada, pp. 95 y 309-340.

roe y dios indigena Ouet/alrdatl Una serie de coinci-dencias fundamentaban esta posibilidad. El dios indio siempre fue descrito como un hdroe bianco barbado quien, antes de atravesar el mar occidental con la pro-mesa de que algdn dia volveria, habia ensehado el arte de la agricultura y de la paz a los pobladores de Tula. Cortes llegd a Mexico por lo que aparentemente habia sido un mandato providencial, en el mismo ano dedi-cado por el calendario mexicano a Quetzalcdatl, una coincidencia que le asegurd la bienvenida de Moctezu-ma. Esta identificaci<^n fue tan convincente que, en el siglo posterior, dos de los principales historiadores del Mexico antiguo, Mariano Veytia y Lorenzo Botuiini, apoyaron la teoria con nuevos argumentos.-^

No obstante, durante el siglo xvii, el clero mexicano encontrd un vehiculo mas poderoso para su celo patrid-tico que la mera contemplacidn de la civilizacidn indi-

' gena o la especnladdn acerca de Santo Tomds. Descu-brieron a^uesg-a SenorT^T GuadaIu^?)Una vez que fue publicai3o~ef~primer relato en TB^87 el significado mistico de la aparicidn de la Virgen Maria en el Tepe-yac al indio Juan Diego y la milagrosa impresidn de su imagen en el sayal, pronto se convirtid en tema de extasiados sermones y disquisiciones. Bien pronto se encendid la devocidn publica y por toda la Colonia se construyeron altares on honor al nuevo culto. A fin

24 Mariano Femdndez de Edievem'a y Veytia, Historia anti-gua de Mexico, 2 vols. Mexico, 1944, I, pp. 115-144. Para un tra-tamiehto exhaustivo de este tema ver Nicolds Lcdn, Bibliografia inexicana del siglo xviii, 5 vols. Mdxico, 1902-1908, III, pp. 354-360.

25 Ver el sugerente estudio de Francisco de la Maza, El gua-dalupanismo mexicano. Mdxico, 1953. Ver tambidn Joaquin Gar­cia Icazbalceta, Investigacidn histdrica y documental sabre la apa­ricidn de la Virgen de Guadalupe de Mdxico. Mdxico, 1952.

32 33

Page 16: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

del siglo quedd terminado un mag^ifico templo "en .el Tepeyac. La Virgen de Guadalupe fue con gran cpre-monia y regoajo popular, reconodda oficialmente, por el papado y la monarqui'a espanola como la patrona de la Nueva Espana.

El significado del culto resulta obvio. La aparicidn de la Virgen Maria en 1532 propordond un fundamen to espiritual autdnomo para la Iglesia mexicana. Soca-vd por completo la exuberanda frandscana de Torque-

^mada. La cijstiandad americana se origind no a partir esfuerzos delormisioner^_esj>anoleZpOTaaini-

1 t^lgs que dstos~"fueran, sino gradas a la intervenddn jdiiectaY aT~patrocinio de la Madre de Dios'^ETque hubiera ele^aDr-a-wiiitHd-Tom^ su apari­cidn magnified su calidad-jgativa v amerirana CT^oIlos como in?igenas se unieron en la veneraddn de la^iiuacS^lppana. Habfa surgido'W^gatrnTiTrrn??!^^ .4 mu^o mas poderoso, porque tras dlseTiallaba~ij[~de^ I vocidn natural de las masas indlgenas y la exaltacidn teoldgica del dero criollo. La imagen misma era invo-cada y expuesta como un remedio contra la seq.ula y las epidemias. Algdn dla sei-virla como estapdarte poli­tico. Lps siguientes versos revelan el peso mlstico del culto:

El mundo se admire el cielo, las aves, los angeles y hombres suspendan los ecos, repriman las voces: i que en la Nueva Espana de otro Juan se oye nuevo Apocalipsis aunque son distintas las revelacfones. . .26

26 Citado en De la Maza, El guadalupanismo mexicano, p. 76.

34

Curiosamente, fue el historiador italiano Lorenzo Bo-turini Benadud quien reunid las ideas que hablan flo-tado en la mente criolla durapte casi un siglo. En su Idea de una nueva America septentrional, publicada \ en 1746, afirmaba que podia demostrar la identifica-cidn de Santo Tomas con Quetzalcdatl. Mas aun, re­unid una gran cantidad de material reladonado con la apariddn de la Guadalupana. No obstante, su princi­pal propdsito era escribir una historic del Mdxico an-tiguo. Su obra inclula un amplio catalogo de manus-critos coloniales y qddices indlgenas. Alababa esp^dal-mente la riqueza de la documentaddn que permitirla, segdn dl, la reconstruccidn de una cronologia exacta de los acontecimientos que se hablan desarrollado des-de el Diluvio Universal hasta la Conquista. Ademas es-quematizaba una interpretacidn naturalista de la reli-gidn indlgena, tomando, sin mendonarla, la teorla de Vico de las tres edades del hombre. En la primera epo-ca los indlgenas adoraban las fuerzas de la naturaleza.^'^ En la segunda, hablan elevado a sus hdroes y reyes al nivel de la divinidad. En la tercera dpoca -iniciada en 660— los indlgenas hablan formado el primer impe-rio y tambidn hablan empezado a guardar los primeros registros de su historia.

El breve esquema de Boturini y su influencia perso­nal en Mexico y Madrid marcaron el inicio de una ver-tiente en el desarrollo del pensamiento criollo. Su entu-siasmo por la Guadalupana, asl como la exclusidn del demonio del pasado indlgena, liberd de manera efecti-va a muchos intelectuales mexicanos de la obra de Tor-

27 Lorenzo Boturini Benaduci, Idea de una historia general de la America septentrional. Madrid, 1746, pp. 4-7, 104 y 156-158. Benjamin Keen, The Aztec Image in Western Thought, New Brunswick, N-. J., 1971, pp. 227-238.

35

Page 17: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

quem'ada. En ello tambi^n fue muy importante la apro-baabn exterior de los nuevos temas. Mariano Veytia, que lo conocia bien, escribid una historia del Mdxico antiguo y un panfleto elogioso en honor de la Guada-lupana De manera similar, Eguiara se bas6 en su inter-pretacidn cuando polemizd con Marti; y decia acerca de los aztecas:

Tan conforme a la razdn encontramos las concernientes al gobierno politico y domtfstico que de haber ido uni-f-TlLa la verdadera religidn, nada hubiera taltado para la consecucidn de una duradera y completa felicidad de imperio tan extenso.28

la vida intelec-tual mexicana se caracterizd por una confianza renova-? y mds intenso. El vigor de la respues-

Egui^a a Marti y la ambiciosa naturaleza de su proyectada Btbhoteca Mexicana indican que para seTurMadT'"' "^^xicano ya poseia sufidLte segundad en sus logros intelectuales como para desechar desdenosamente los continuos insultos de los metropo-litanos. Una parte esendal de su confianza residi en la creencia de que los estudiosos mexicanos conserva-ban la clave de las antiguedades indigenas. M^ aiin Boturini abrio el camino a una aceptaddn total del pasado indio como parte de la antigiiedad. mexicana Al mismo tiempo, la pdblica aclamacion de la GuadL lupana senalaba que la realidad colonial se definia to-davia en terminos esencialmente religioso^. Por el mo-mento, entonces, los elementos de ula LeVa sintesl habian aparecido: un pasado cldsico regido por la reli-

28 Mariano Femdndez de Echeverria y Veytia BaUmrt^t w j Mdxico, 1967, ed. facsimil, pp. 1-62

36

gi6n natural, seguido de un presente cristiano inspira-do en la Guadalupana. La fuerza de estos mitos residia en que liberab.an-^1 rriaUo-de—sns, origqg^ esoanoiesT pin embargo, en los mismos anqs en que el patriotismo triollo alcanzd su apogeo, movimientos politicos e inte-jiectuales en Europa conspiraban para recordarle al 'espanol americano su condicidn dependiente. Se cerra-ron las ventanas al mundo exterior solo para que los criollos vieran que, para los europeos, eran simples co-lonizadores despreciables. Lo que los espaholes habian murmurado en privado, los fildsofos franceses lo grita-ron piiblicamente. Una vez mds el crioliq__volvi6 a la historia indigena en^busca'cTe una respuesta..efcctivar""

La Ilustracion y Amdrica

En XISLL la orden de los suitasj^e expulsada de los dominios de la monarquia^spSnola. Como resultado de este decreto perentorio, casi cuatrocientos cldrigos mexi­canos de nacimiento tuvieron que embarcarse hacia Ita­lia, donde pasarian el resto de sus vidas. De un solo golpe la Nueva Espana perdid el niicleo de su dlite in-telectual. Un ano despuds, para castigar su oposicidn a Josd de Gdlvez, el visitador general Francisco Javier de Gamboa, el jurista mas importante de la Colonia, y el doctor Antonio Ldpez Portillo, lo mejor de la inte-lectualidad mexicana, fueron "promovidos" a nombra-niientos en la Peninsula. Estos acontecimientos sdlo pueden explicarse por un cambio profundo que se ope-r6 en la politica colonial de la monarquia despuds de la firma de la Paz de Paris en 1763. Los ministros ilus-trados de Carlos III se propusieron la virtual recon-quista de las Indias: mandaron regimientos de vetera-

37

Page 18: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

nos permanentemente acuartelados; introdujeron nue-vos impuestos y establederon nuevos monopolios reales, e instalaron un ej^rcito completo de funcionarios fisca-les. Mds aiin, siendo Galvez ministro de las Indias

A (1778-1787), la norma era la discriminadon contra los cnollos para los puestos piiblicos mas elevados.^®

La causa inmediata de^esta revolucion en el Kobierno fue la derrota de Espana en la Guerra de Siete Anos y l^a amenaza de un ataque ingles al imperio ultramarine. La causa de largo plazo reside en la reducddn de la

^ monarquia a potencia europea de segundo orden. Con la llegada de Carlos III al trono se lanzo un vigoroso programa orientado hada la movilizacidn del poder es-tatal con el objeto de revitalizar la aparatosa economia y eliminar los obstaculos al cambio. La Peninsula expe-rimento su propia Ilustraddn, conservadora y esencial-mente catolica, bajo los auspicios de la Corona y con-centrada en las dencias prdcticas. Sin embargo, la cla­ve de la recuperacidn de Espana se hallaba en America. El texto que guio a los reformadores en la serie de cambios drasticos que se introdujeron fue",el Nuevo sis-tema de gobierno economico para la America, escrito ^r Jose del Campillo y Cosio. Se trata de una tipica declaracion politica de la epoca, que empezaba per se-nalar el contraste que existia entre los grandes benefi-cios que obtenian Francia e Inglatera de sus tierras azu-careras, comparados con las mediocres ganandas que reportaba a Espana el vasto imperio continental Mexi­co y Peru eran comparados con Jamaica y Santo Do­mingo y demostraban ser defiqientes.®" Se habia ini-ciado la edad de las comparaciones.

—. trading. Miners and Merchants, pp. 25-26 y 34-43 ^ 30 Jose del Campillo y Coslo, Nuevo sistema de gobierno eco-_ nomico para la America. Madrid, 1789, pp. 3-19.

38

La elite criolla protesto de inmediato contra esta re-novada insistencia en su status colonial. En 1771 el Ayuntamiento de "la imperial,, nobilisima y muy leal ciudad de Mexico" present© ante' la Corona una Repre-sentacion humilde en favor de sus naturales. Su autor, el regidor Josd Gonzilez de Castaneda, un talentoso abogado a quien despues se le negaria la promodon ju­dicial, utilizaba un lenguaje franco y vigoroso.®^ Ha-d^ndose eco de las quejas del siglo xvi y de la instan-cia de Ahumada, pedia el nombramiento de espanoles americanos a los puestos piiblicos m4s importantes,

no s61o con preferencia sino con exclusidn de los extranos.

Las Leyes de Castilla y los canones del Concilio de Trento estipulaban- la misma norma:

la provisidn de los naturales con exdusidn de los extranos es una mdxima apoyada por las leyes de todos los veci-nos, diaada por sencillos principios, que forma la raz6n natural, e impera en los corazones de los hombres. Es un defecho que si no podemos graduar de natural, es sin duda comiin de todas las gentes.

Su segund^ premisa consistia en afirmar que los euro-peos son extranos, simples viajeros de paso por las In­dias, adonde venian en pes de riquezas y cuyo fin lil-

31 Ver para esta identificacidn a Mariano Berist^in de Sousa, Biblioteca hispano-americana septentrional, 3! ed., 5 vols. Mexi­co, 1947, II, p. 73: Carlos Maria de Bustamante escribid su epi-tafio Uiciendo: "imitd a su predecesor el Sr. Ahumada en la miWa santa causa que defendid aquel vardn benemerito". Diario de Mexico, XII, pp. 133-134, 3 de febrero de 1810; el virrey Bu-careli lo recomendd para un nombramiento judicial; ver Archivo de Indias, Audiencia de Mdxico, legajo 1373, De Bucareli a Arria-ga, 26 de abril de 1775.

39

Page 19: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

timo era volver a la Peninsula. Lo que habla conduci-do a la ineficienaa, corrupdon e injustida en la admi-nistraddn colonial habla sido predsamente la inclusidn de europeos en los puestos gubernamentales de Ame­rica.

Viene a gobenlar a unos que no conoce, a mandar unos deremos que no ha estudiado, a imponerse en unas cos-tumbres que no ha sabido, a tratar con unas gentes que nunca ha visto. ^

En sus argumentos se nbta claramente que Ca^taneda negaba el status colonial de Mdxico. Admitfa que el problema de la unidn: ^

serla este querer mantener dos cuerpos separados e inde-pendientes bajo una cabeza, en que es preciso confesar aerta monstruosidad polltica.

Y lo evadia haciendo referenda a la notable lealtad que los cnollos hablan desplegado durante la insurrec-cxon popular que siguid a la expulsidn de los jesuitas

Junto con estas demandas de autonomla local encon-tramos una veta distinta de aseveraciones. La causa es-pedfica que justificaba la Representacidn era un su-puesto reporte secreto de un ex ministro o de uh pre-lado (Gdlvez o el arzobispo Lorenzana) que afirmaba:

EI espiritu de las Americas es sumiso y rendido, porque se hermana bien con el abatimiento; pero si se elevan

32 EI homenaje aparece en Juan E. Herndndez y Ddvalos Co-leccion de documentos para la historia de la guerra de Ind'epen-

® Mdxico, I877-I882 I

40

con facultades o empleos, estan muy expuestos a los ma-yores yerros; por eso conviene muclio el tenerlos sujetos, aunque con empleos medianos...

Con una manera que recordaba loS 'elogios hechos por Calancha en el siglo xvii, Castgneda recalcaba el no­ble origen de los criollos, su ostensible educaddn, su alejamiento de cualquier "oficio mecdnicp" y sus gran-des cualidades de educaddn y talentos naturales. Se es-meraba en negar la acusaddn europiea de que la mayo-ria de los espanoles americanos tenia una mezcla de sangre India y por lo .tanto la herencia de "sus bajos es-plritus". Afirmaba que, de hecho, las alianzas entre los grupos eran muy escasas, puesto que para ese momento los indios hablan descendido al nivel de parias:

Estos generalmente hablando... lejos de ser hermosos, son positivamente de un aspecto desagradable, malisimo color, toscas facciones, notable desalino, cuando no es desnudez, ninguna limpieza, menos cultivo y racionalidad, en su trato, gran aversidn a los espanoles. .., el espanol, que hubiera de mezclarse con indias, verfa sus hijos ca-recidos de los honores de espanoles y aun excluidos del goce de los privilegios concedidos a los indios.

La Representacidn de 1771 constitula una sobresalien-te y franca defensa de la autonomla mexicana dentro del marco imperial de la monarqula absolutista, una mordaz negacidn del status colonial que no menciona-ba los derechos ancestrales de autogobierno que hablan heredado los conquistadores. La aguda defensa del ca-racter criollo senalaba el grado de resentimiento que podia conducir a un abierto desconocimiento de los peninsulares, al ser dstos considerados como extranje-ros. Al mismo tiempo subrayaba la distancia que sepa-

41

Page 20: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

raba a la ^Iite de las masas indi'genas. La Representa-cwn expresaba los intereses de una clase alta a la que se le negaba su prerrogativa natural: el derecho a go-bernar su propio pais. Era la manifestadon de una da-se y no de una naddn.

Si los abogados ambidosos vei'an frustradas sus expec-tativas de ocupar puestos publicos, los jesuitas mexica-nos expenmentaron la amargura del exilio en la po-breza. Ademas se encontraron 'con que el dima intelec-tual de la Ilustraddn europea era profundamente des-esperante. Antes de la expulsion, un punado de jdve-nes sacerdotes se habia empenado en la renovaddn de la ensenanza de la filosofi'a escoldstica. Postulaban la vuelta a los textos originales de Aristdteles en combi-nacion con la discusion de los progresos cienti'ficos y ilosoficos del siglo xvii. Sin embargo, tuvieron que en-

trentarse a 1^ corrientes libertinas y escdpticas que se inamfestaH2r-«n la Ilustracidn europea. Francisco Ta-vieHClavipo ^presd la repulsidn que todo ello le ins-piraba m defhur el periodo como

un siglo en que se ban publicado mds errores que en todos los siglos pasados, en que se escribe con libertad se miente con desverguenza y no es apredado el que no es fildsofo, m se reputa tal el que no se burla de la re­ligion y toma el lenguaje de la impiedad.33

Se encontraron ademas con que la misma Espana era a victima predilecta de los filosofos del norte de Euro-

33 BemaW Navarro B., Cultura mexicana moderna en el si­glo xvnt, MOxico, 1964. pp. 109-134. Miguel Batllori, J bjjpano-jlaliana de los jesuitas expulsos Madrid, 1966, pp 437-m y 575-590 Francisco Javier Clavijero, Hisioria anfSua de

EdiciOn y pr61ogo de Mariano Cuevas. Mexico, 1964,

42

pa. El prejuicio protestante y la escOptica intolerancia se conjugaban para condenar a la Espana catolica como una prueba casi patologica de los jlcsastrosos efectos del despotismo politico y del faiiati^mo religioso. En 1783 el intelectual francos Nicolds l^asson de Morvillers de-finia prdcticamente a la Peninsula como una extensibn de Africa, dominada por la ignorancia morisca, la su-perstiddn y la tirania, en un articulo aparecido en la Enciclopedie Methodique de Panckoucke que fue edi-tada como libro de referencia.®^

En virtud del clima hostil de la opinion no es dificil entender por qud los jesuitas americanos, con una sola excepcidn, no pudieron desarrollar argumentos en fa­vor de la independencia. Con la decadencia de la gran tradicion escoMstica espafiola en la Peninsula y en Ame­rica, los mas inteligentes de ellos no habian superado los libros de texto de su juventud. Pero la acelerada radi-calizacidn del pensamiento politico de Europa del nor­te fue un obstdculo para que lo asimilaran. Su idolo era Montescjuieu y no Rousseau. Su intenso patriotis-mo se expresd a traves de los escritos de historia nacio-nal. Desde este punto de vista contribuyeron a la evo-lucidn del pensamiento criollo.

La ira que provoco en ellos una de las corrientes de la Ilustracidn teorica, tanto cientifica como histdrica, inspird su actividad, puesto que denigraba la naturale-za del Nuevo Mundo y de sus habitantes. Todavia que-da por explorar la variada gama de influencias intelec-tuales que despertd esta desdenosa apreciacidn. Buffon des^rolld una clara linea de pensamiento. Despuds de observar que las especies de los animales americanos

34 Richard Herr, Espana y la revolucidn del siglo xviii. Ma­drid, 1964, pp. 182-184.

43

Page 21: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

"""lerosas y mds pequenas que sus contra-p^tes europeas y que el hemisferio era mds rico en NuevoSZ cultivadas, calificaba al iNuevo Mundo como un continente joven, inmaduro y excesivamente hiimedo. mis apto para las vi'boras y

pajaros que para los mami'feros. Sus hombres per maneaan mn6s durante toda su vida. Esta teon'a go/d de ampha aceptacidn y fue publicada y modificada per un sabxo holandds, Cornelius de Paui quien en u a confusa mezcla de detalles absurdos y lascivos, descri-b a a los nativos americanos ya no s61o como simples

^alvajes degfne-

cleterminismo climdtico con-nental residio en su mfluencia e inclusidn en los es-

mtos del abate Raynal y de William Robertson, los dos principales historiadores de Amdrica. Ambos con-

referenda detallada de ellas.- Ambos recurrieron a la ca hteratura que proporcionaban viajeros y misione-

ros, especialmente los relatos Franceses acerca de los in-

'I"' SL norte To^ P^^^P^ctiva de la r crRicot J reconocidos historiado­res cnticos se creyeron con el derecho de. desechar la mayor parte de las fuentes espanolas, por considerarlas mentirosas, alegando que eran« el producto del fraude de los rehgiosos o de la impudencia de los conSa-dores._ Cualquiera que fuera la razdn, combinaron sus materiales heterogdneos y formularon un veredicto con-

44

denatorio en contra de los nativos americanos, tanto es-panoles como indios.

Siguiendo a Robertson, el m^s ecudnime de los dos, encontramos de inmediato citas.fie Buffon y de Pauw en su nota introductoria:

La naturaleza no solo fue menos prddiga en el Nuevo Mundo, sino que tambidn parece haber sido menos vi-gorosa en sus resultados.

Comdntaba la condicidn infantil de los indios, anadien-do: "la debilidad de la constitucidn era universal". Ro­bertson compartia el profundo interds de la Ilustracidn escocesa por el progreso de la sociedad humana. Sena-laba: "En Amdrica el hombre aparece bajo la forma mds primitiva en la que podemos concebir que pueda subsistir." Y anadia: "Ese estado de simplicidad origi­nal, que en nuestro continente s61o era conocido en las fantasiosas descripciones de los poetas, realmente exis-tla en el otro." Como ahora Claude Ldvi-Strauss, Ro­bertson esperaba hallar en el estudio del indio ameri-cano material para completar "la historia de la mente humana". La reiteracidn del determinismo climdtico de Buffon" simplemente servia para fortalecer sus presu-puestos y confirmar su uso critico y selectivo de las fuentes.®®

Tanto dl como Raynal, por ejemplo, encontraron en los reportes de los espanoles y de distintos viajeros agu-dos comentarios acerca de los vicios y la holgazaneria de los espanoles americanos. Estos relatos fueron ace{> tados como una prueba mds de la teoria de que todas

38 William Robertson, The History of America, 3*vols. Lon-dres, 1788, II, pp. 19, 50-51, 62. Ver: J. W. Burrow, Evolutiort and Society, Cambridge, 1970, pp. 10-16.

45.

Page 22: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

NL AT jncluida la humana, se degeneraban en el obstante, en ese caso en particular

plemente repetian lo que dedan sus fuentes. Robert­son escribid de los criollos:

el enervante de un clima sofocante, pot e rigor de un gobierno celoso y per la desesperaddn de huTanTdaT aspira naturalmente la humanidad, el vigor de su mente estd tan totalmente des-tmido que gran parte de ellos pasa la vida en satisfac-aones lujunosas mezdadas dentro de una superstiddn vul­gar todavia mds degradante.sr

• mismo enfoque puede observarse en la apre-ciacidn de las culturas inca y azteca. En general, Ray- ,

y Robertson tomaron sus descripciones de los in- f

Lafitai?rrr°? franceses ' ranad^ y Charlevoix, que se refen'an a los salvajes del

confirmadas sus ideas en el tra-bajo de Antonio de Ulloa, un sabio espanol que des-pu^s de pasar va^ios anos en America, primero agente vS'^vTu-""'' ^ gobernador de Huanca-

ica y Luisiana, concluyo que en el norte y en el sur salvaje o c.v.Iiaado, el indio era el mhj,:

ZIT"" ' "O « sue Robenaon considero desde una perspectiva norteamericana a los

cas y a los aztecas, esforzdndose por "indagar su lo-

p r e - s T S ' ' . V " " 1. viea d.

46

calizacidn en la escala politica, y colocarlos en el lugar que les es propio entre las tribus primitivas del Nuevo M u n d o y l o s b r i l l a n t e s E s t a d o S d e l A n t i g u o . . , C o n -cluia que ninguna nacion "merece el nombre de civi-lizada" y de los dos preferia con mucho a los peruanos cuyo Estado, sin embargo, "sugiere la idea de una sd-ciedad que se halla todavia en la primera etapa de la transicion de la barbaric a la civilizacion".®®

Raynal y Robertson facilitaron su labor histdrica por el desden critico que les inspiraba la mayoria de las fuentes espanolas, especialmente aquellas que habian sido escritas por misioneros o conquistadores. Raynal declaraba con insistencia que nada derto podia saberse acerca del pasado mexicano hasta que los fildsofos hu-bieran podido examinar los restos histdricos, afirmando "que estos hombres tan sabios no podrdn ser monjes o espanoles, sino ingleses o franceses..." Menos extre-mista, Robertson halagaba explicitamente a Herrera y

sAcosta, pero desechaba "la improbable narrativa y las fantasiosas conjeturas de Torquemada y Boturini".'*® Cuando Raynal se basaba en Las Casas, el escocds cri-ticaba al obispo de Chiapas por exagerado y poco fiable.

La sobria continenda con la que Robertson trataba la Conquista atrajo favorables comentarios por parte de autores espanoles; la Academia de Historia de Espana propuso una traduccidn al castellano de su History of America. Pocos espanoles se sentian inclinados a defen­der al Nuevo Mundo o a los indios de los ataques de los europeos del norte. La cruda caracterizaddn de Ulloa revelaba el grado de alienaddn de sus siibditos

39 Robertson, History of America, III, pp. 152, 154 y 223. 40 Raynal, History of the Settlements and Trade, 11, p. 369;

para este abate Las Casas era "m5s un hombre que un sacer-dote", p. 404. Robertson, History of America, 1, xviii, p. 485.

47

Page 23: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

coloniales. Sin embargo, todavia resulta sorprendente encontrar en la seccidn introductoria de la Historia del Nuevo Mundo, escrita per Juan Bautista Munoz a pe-tiddn de la Corona, una recapituladdn de Robertson y Pauw. Reconoddo fildsofo historiador, Munoz descri-bia al indio precortesiano con los mds negros colores, sumido en la ignorancia y la corrupddn; y negaba que los indios o aztecas hubieran siquiera alcanzado "ver-dadera dvilidad"." Para la tradiddn imperial historic-grdfica las glorias de la Conquista ya no tenfan que ser magnificadas con una apreciacidn de la cultura indi-gena.

No obstante, del otro lado del Atldntico, los ameri-canos, tanto espanoles como ingleses, reaccionaron con indignaddn contra lo que consideraban calumnias euro-peas. En sus Notes on the State of ViTginia, Thomas Jefferson recopild listas de las espedes americanas y daba medidas de las mismas con el fin de responder a las afirmadones de Buffon. La pikce de resistance de su argumento era el redente descubrimiento de huesos de mamut. De manera similar describia al indio como un noble bdrbaro, valiente, amante de la libertad y gran orador. En Paris, Benjamin Franklin ideo una respues-ta mds eficaz: cenando con Raynal demostrd que todos los americanos presentes eran mis altos que sus interlo-cutores franceses.*^ por lo mismo, en general, los anglo-

<1 Juan Bautista Munoz, Historia del Nuevo Mundo. tinica-mente el .vol. 1. Madrid, 1793, pp. 10-16. Gerbi, Disbuta del Nue­vo Mundo, pp. 267-271. Para una demostracidn detallada de la deuda con Robertson ver Francisco Iturri, Carta critica sobre la historia de America del sehor don Juan Bautista Muhoz. Buenos Aires, 1818, pp. 34-39.

42 Thomas Jefferson, Notes on the State of Virginia. Boston, 1801, pp. 60-101. Gerbi, Disputa del Nuevo Mundo, pp. 223-224.

48

ericanos desechaban la controversia en tanto que cu-sidad dentifica y la consideraban el producto irre-

tevante de los prejuicios europeo's. Crelan que la nue-?a republica se mantenfa a la cabeza de la dvilizadbn ocddental.

En comparacidn, la reacddn de los espanoles america- -nos, especiilmente de los jesuitas e'kiliados, fue vehe-mente y sus contribudones al debate marcaron una eta-pa importante en el desarollo del patriotismo criollo. Las razones de su enojo eran muchas. Seguramente la teorfa de Buffon ofendia el orgullo que sentian por las excelencias naturales del Nuevo Mundo. Pero po-demos imaginarnos que lo que mds les molestaba era la desdefiosa descripcidn del caracter criollo, tomada directamente de los reportes de viajeros o de fuentes espanolas. Constitufa una representacidn humillante en el escenario mundial de lo que antes habia sido una reyerta familiar entre criollos y peninsulares. De ma­nera simjlar, lo que los desesperaba no era tanto la caracterizacidn 4^^ indio como un salvaje, sino la ne-gadon espedfica de que ni los incas ni los aztecas habian alcanzado el nivel de la civilizacidn. MAs to­davia, las dudas acerca de la validez de las fuentes coloniales y la preferencia por los historiadores im-periales como Herrera, debilitaba su posicidn de he-rederos de una tradicidn nativa de ensenanza y su insistencia en que ellos eran los mejores interpretes del pasado indlgena. Las teorias climaticas de Buffon y los absurdos que Pauw dedujo de ellas eran una ofensa para los criollos, puesto que despectivamente eliminaban las bases mismas de un patriotismo celo-samente construido; lo mismo en lo que se refiere a las interpretaciones de Raynal y Robertson.

49

Page 24: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

' "riff ^ontribucidn americana mas importante a esta ^ controversia del Mundo Nuevo" fue la Historia anti

Cuando icribid la. pSliSs: "" abierlamente

para servir del mejor modo posible a mi patria, para res-atuir a su esplendor la verdad ofuscada por uia fur^ I increi'ble de escritores modernos. ?

"mosS"^.S? If !f contra'el ataque , ' dci^ivaba de su propio modernismo. En

Stka u de la filosofia irsu mil-r ^ Fontenelle y Quieu^ if "f-r con.frecuencia a Mont J quieu. Su estilo sobno y elegante, asi como la rom-prension cn'tica de los argumentos, lo distinguen como un tapico htstoriador del siglo xvni. A pesar de la Z-stadn de la censura oficial a la publicaSdn en espal^l de su obra. ^sta fue aceptada de inmediato como cli­ff ^ Independenda hasta la fecha sus nu-da En if f-T " disfrutado de una ampUa audien-aa. En la Histona anttgtm Mexico, al menos. encon-tr6 una lectura equivalente a Los comentarios reales.

La comparacidn con Gardlaso conduce a una mejor apreaacidn de las mtendones de Clavijero. A pesar de

pol^mica que entabid con Pauw y Robertson, su

60

principal logro fue librar al pasado mexicano del peso de la influencia de Torquemada. La estructura barroca de la Monarquia indiana estaba sostenida apenas por dos alfileres ideoldgicos: la interpretacidn demoniaca de la religidn indigena combinada con la exaltaddn milenaria de la Iglesia misionera. Fue Clavijero, el es-tudioso de Fontenelle y Boturini. quien rescatd al pa­sado azteca de la oscuridad. Criticaba explicitamente la teorla de la intervencidn diabdlica y describia la reli­gion indigena de manera ecuanime y naturalista.^^ En segundo lugar. terminaba su narracidn abruptamente con el sitio y la caida de Tenochtitlan; asi la civiliza-ci6n indigena quedaba desprendida de su sucesora colo­nial. Despuds de haber eliminado al cielo y al infierno del cuadro. nos ofrece una moderada imagen del hom-bre en un escenario neoclisico.

Las premisas bisicas que inspiran la Historia antigaa son totalmente neoclisicas: la uniformidad de la natu-raleza humana combinada con la aceptacidn de la an-tigiiedad europea como norma de civilizacidn. Esta perspectiva hizo de los aztecas nobles romanos. Mien-tras que Torquemada habia hecho multiples compara-cignes con pasajes tomados de la Biblia. los Padres de la Iglesia. los escolisticos y los clisicos de la Jiteratura. Clavijero se limitaba a una comparacidn bisica con la Antigiiedad. El siguiente parrafo ilustra con mayor exac-titud su intencidn poldmica;

Sus almas son en lo radical como las de los demis hom-bres y estan dotadas de las mismas facultades. Jamds ban 44 Para ver la importancia de esta paso decisive consultar Vi-

lloro, Los grandes momentos del indigenismo, pp. 91-128. Botu­rini, Idea de una nueva historia, pp. 7-12 y 104. Frank E. Ma­nuel, The Eighteenth Century Confronts the Gods, Harvard, 1959. pp. 42-46 y 103-108. Clavijero, Historia antigua, pp. 66 y 148.

Page 25: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

honor a su razon los europeos, que cuando 1/" ^ I racionahdad xJe los americanos. La polida

que vieron los espanoles en Mdxico, muy superior a la d cartagineses en nuestra Espa-

duda'en dn Jamis se exdtare semejante ?ribuido rnrl'o T'"-" hubieran con. humamVl.d «ertos intereses injuriosos a la deS capaces de todas las ciencias, como lo ha demostrado la experienda.

Insistfa en la comparaci6n con el Viejo Mundo;

Texcoco era, por dedrle asi, la Atenas de Andhuac v

St izrAnTr-

QuetzalcoatI al. de Saturno para railifar! equiparaba su notable heroicidad

t ^ «>berano. que cele-branan justamente los historiadores v ooetas si hf » en vez de americano fuese romano o^^L^s"

Cuando se refiere al espinoso problema de la relio-idn ^eca, Clavxjero emplea la comparaddn 2n el f f S

SrSb^r r°' |.r -r St

»0deda/ful„ y

y PP- 45-46, 78, 82, 115, 147, 151

52

- El resto de la Conquista se- caracterizaba por su so-bna continencia; Clavijero se negd a seguir a Las Ca-SM. jueliecho, aceptaba la destruccidn de Tendchtitlan como castigo divino, y por lo tdnto su conclusidn era por demds sombria:

Los mexicanos, con todas las demds nadones que ayuda-ron a su ruina quedaron, a pesar de las cristianas y pru-dentes leyes de los monarcas catdlicos, abandonados a la miseria, la opresidn y el despredo, no solamente de los espanoles sino aun de los mds viles esclavos africanos y de sus infames desccndientes, vengando Dios a la mise­rable posteridad de aquellas nadones la crueldad, la in-justida y la suf>erstici6n de sus mayores.

j' Implfcito en esta conclusidn estaba el rechazo a los ex-cesos de Torquemada. Tambi^n hacia la comparacion entre la actual degradaddn de los indios y la condiddn de los griegos bajo la dominaddn otomana, reafirman-do con ello la imagen de la Conquista como un desas-tre irremediable.^®

En la liltima parte de su obra, Clavijero introducia la controversia del Nuevo Mundo atacando con gran vigor a Buffon, Pauw, Robertson y Raynal. Hdbil po-lemista, la omisidn de algunos temas resulta tan impor-tante como la inclusidn de otros. Sus argumentos esta-ban principalmente dirigidos contra Pauw, el mds ab-surdo de sus contrincantes.^z gu defensa se centraba en el clima y la fauna del Nuevo Mundo y en la bistoria, cultura y naturaleza de los indios mexicanos. Se basaba en observaciones prdcticas tanto como c'n la herenda de la tradicion que iba de Torquemada a Boturini. Si

46 Ibid., pp. 47, 305, 344 y 418. 47 Ibid., pp. 422-423.

53

Page 26: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

^ los temas que no discutio T termSSff su R^ynal y Robertson 1 terminaban sus respectivos libros con una despectiva ^ StelT ®o^^edad colonial. No obstante la li-bertad de que gozaba en su exilio italiano, Claviiero

la qTe haWa s"?' exaltar la sociedad en

revetador Se sabe que ademds publicd una oeauena ^ obra en honor de la Guadalupana y que p ecS dJ versos e&tudios sobre Ta r- - o di-iesuita^ Mlp.^ /<—™ Sus compafieros

S ZL J' >• ™ 1» Colouia. M todos estos manuscritos hubieran sido publicados

SS mlrb Prfesentruna " ^ del pasado mexicano. Pero el

^xito pnmCTo de la Historia antigua condujo a su ais-

teTL •' cuya'n.ayor par-V fL a anos despuls de la

mclusidn de otros temas, Clavijero provocd una^sura entre el pasado azteca ddsico y su sucesor colonial- una

I ranf/ad de Guadalil^e.'^ErLo cmifiadoj^ poldmico que de la antigiiedad indige"^rhS:

papel aem aetensor y como tal expro^d su historia

54

La comparacion con Perd revela de inmediato la sin-gularidad del caso mexicano. En el virreinato andino la supervivencia de una numerosa clase de caciques in-dios, poderosa y educada, a veces hqrederos directos de los incas, frustraba cualquier pretensidn dp liderazgo del clero criollo sobre las masas indigenas. Dado que durante el siglo xvni las tensiones se fueron agudizan-do, la clase caciquil, con base en el texto de Garcilaso, empezd a sentirse orgullosa del pasado inca y a desafiar de manera efectiva la estructura colonial de domina-cion. Este movimiento nacionalista, como ha sido con- — sidefado, culmind con la rebelidn de Tupac Amaru, descendiente del dltimo principe inca, ejecutado por el virrey Toledo. Autonombrdndose "Josd I Inca Rey", Tupac Amaru encabezo un movimiento que pronto se vio dominado por un conflicto racial abierto y salvaje. La dlite criolla, ante la amenaza de extincion, se alio a la Corona y dirigid a las fuerzas que por fin some-tieron la revuelta. Las autoridades virreinales prohibie-ron la circulacidn de Los comentarios reales^^

Como el pasado inca representaba mas un desafio la-tente que un motive de orgullo, la dlite peruana respon-did manifestando poco interds por el estudio de las an-tigiiedades indigenas. Su principal contribucion a la controversia del Nuevo Mundo fue una disertacidn en tomo al clima de Lima, cuyo autor fue Hipdlito Und-nue. Hasta donde hemos podido investigar, ningdn je-suita peruano escribio jamas algo a favor de la obra de los incas o para defender el movimiento de Tupac Amaru. El examen de la famosa Carta dirigida a los

<8 John Howland Rowe, "The Incas Under Spanish Colonial Institutions". Hispanic American Historical Review, XXXVII. 1957,-pp. 155-199. Daniel Valcircel, La rebelion de Tupac Ama­ru. M&dco, 1965, pp. 42-47, 144 y 167.

55

Page 27: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

espanoles americanos demuestra que su silencio ilo era mda mds el resultado de un cierto torpor intelectual. Esta obra fue preparada a fines de la d^cada de- los anos 1780 per Juan Pablo Viscardo y Guzmdn, un ie-suita patriota, residente en Londres.^^ que dirigfa su argumento al ]3%_de la poblacion peruana ^ue gozaba del status de espanol americano. Escribiendo a la som-bra de la rebelidn de Tupac Amaru (1780-1781), ape-nas si la menciona, y encontramos todavia menos refe-rencias al Imperio. En una palabra, se trata de un ar­gumento puramente ctiollo sin ninguna nota de indi-genismo.

Para Viscardo y Guzman el desculirimiento europeo del Nuevo Mundo constituye el principio de la historia americana. En ultima instancia basaba su argumento a favor de la independenda en los derechos que confi-ri6 la Conquista y que fueron transmitidos a los here-deros criollos de los primeros conquistadores, quienes sm la proteccidn real habian ganado y se habian esta-blecido en el Nuevo Mundo, a su propio costo y ries-go. Por lo demas, la justificacidn de la rebelion era la tirania de la Corona espanola. Atribuia las extorsiones de los corregidores y la negacidn de los derechos inalie-nables de libertad personal y gai-antias a la propiedad, al monopoho comerdal. Despuds de 1519, con la dero-pciOn de las Cortes, la monarqufa espanola se habfa hecho cada vez mds represiva y habi'a empobrecido al punto de que como "aquel genio sublime" de Montes­quieu, dependfa de las colonias para su mantenimiento

<9 La obra de Miguel Batllori incluye un facsimil de la nri-mera edicidn, £1 abate Viscardo. Caracas, 1953. Vcr tambicn Ma-no Gdngora, Pacta de los conquistadores con la corona y la anti-gua constituctdn Indiana; dos temas ideoldgicos de la ipoca de la independencia. Buenos Aires, 1966.

56

como potencia europea. Pero lo que'mds desesperaba a Viscardo era la exclusidn de los criollos de la adminis-tracidn, de "unos empleos que en rigor nos pertenecen exclusivamente"; asi como el arbitrario despotismo que habfa ordenado la expulsidn de los jesuitas, un acto que comparaba con la expulsidn de los mestizos del Cuzco luego de la ejecuddn 'del primer Tupac Amaru. Con una actitud mds positiva, probablemente siguien-do a Tom Paine, afirmaba que la misma distancia oced-1 nica impom'a una separacidn hatural entre los dos con-' tinentes; que ahora los americanos formaban un pue­blo muy distinto a sus ancestros espafioles; y que el Ntievo Mundo pertenecfa a toda la humanidad y no s61o a unos cuantos "pfcaros imbeciles".®® Tambidn se-l nalaba que las reformas borbonas habfan acentuado la tiranfa espanola e invitaba a sus compatriotas a seguiij/' el ejemplo de Estados Unidos, que se habfa librado del la dominacion colonial. Y terminaba con una cita de Las Casas, con la tipica ambigiiedad criolla, que hacfJ referenda a la injusticia de la primera Conquista. fj

En conclusidn, nos vemos obligados a volver sobre laJ^ realidades sociales que subyacen en todas estas obras. Los principales temas del patriotismo criollo surgian a partir de la busqueda de derechos autonomos. F.I e.spa-figLammcano hall6 en la historia v en la religidn los medios simbSlicos _aui&JLe--Dermitfan rechazar el statuT colonial. La Historia antigua de Clavijero debe ser con-siderada conjuntamente con la Humilde representacion de Gonzdlez de Castaneda y la Carta de Viscardo y Guzman. Tanto el abogado mexicano como el jesuita

50 Viscardo, Carta, pp. 20 y 35. Ver tambidn: Common Sense de Thomas Paine en sus Political Writings, 2 vols. Nueva Jersey, 1839, I, pp. 39-41.

57

Page 28: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

escribieron manifiestos en apoyo de su propia clase so­cial. Pero mientras que el primero admitia abiertamen-te la distancia social que separaba a la ^lite criolla de las masas indi'genas, el segundo, que escribid a la som-^ra de la revuelta de Tupac Amaru, simplemente igno-r6 el problema y se dirigid exclusivamente a la dlite. En contraste, Clavijero asumid el papel de abogado del indio. Como tal, su dltima obra pudo ser despuds per-fectamente adecuada a los propdsitos del iTacionalismo mexicano.. El que fuera utilizada con esos fines no debe hacernos olvidar que tambidn era un maniflesto. Su ori-gen se halla en la toma de condencia del clero mexica-

, no, que confiaba en su capacidad de liderazgo sobre las T masas indigenas, profundamente patridtico, conocedor

de las nuevas tendencias intdlectuales y cada vez mds s, I resentido contra el dominio espanol y los insultos euro-

/peos. Mientras que en Peril la via hacia el pasado indi-/ gena estaba bloqueada por la supervivencia de la no-

/i bleza inca, en Mdxico, los intelectuales criollos, espe-V cialmente el clero, expropiaron ese pasado para ellos Npismos librarse de Espana. Los temas que caracteriza-ton dl patriotismo criollo —neuazteuUlsiiio. truadglirpa-nisipo y erVgpridio--a-4aI5cinfpiista—•fktyetgn-dh'geta-mentg. Kada el narinnalismn mevirano La fuerza de esta tradiadn distinguirfa la ideologia de la insurgen-cia mexicana de- los dehids movlmientos contempori-

- neos que se registraron en Amdrica del Sur.

58

II. FRAY SERVANDO TERESA DE MIER

mi genio es festivo, el asunto trdgico.

EI PADRE MIER al doctor Mufioz

LA INVASION napolednica a Espana y la imposicidn del rey Josd destruyeron la unidad del mundo hispdnico. En apenas dos anos las colonias americanas se vieron encendidas por la rebelidn y la guerra civil, cuando un siglo antes las posesiones de ultramar habian permane-cido como simples espectadores ante la guerra de suce-si6n en Espana.- iQud provocd esta reaccidn tan dife-rente ante lo que era con mucho el mismo aconteci-miento? Erimero,Jia^Hdencia^Ju£:-aJ;ufeuir_eLcambiQ_a la.infliiencia de_las ideas de la Ilustracion y al ejemplo de las RevniucionerirancgsrYm-aataiia^ te.—SCL inicid la biisqueda de razones internas. dxita_del rdoimen~hnrbdri generq~s"u~de(adencia. La ex-^ pulsidn de los jesuitas, la siiTlguarHicieiKia de la explotacidn fiscal de las colonias, la tendencia a d^pla-zar a la dlite criolla del poder, el ataque a los privile-gios del clero, la nueva ola de inmigracion proveniente de la Peninsula, la revigorizadon de la economfa y la administracidn: todos estos factores y mis todavia se consideran como suficientes para haber creado un resen-timiento entre los criollos, que los condujo a aprove-char la oportunidad que ofrecieron los acontecimien-tos de 1808-1810 para obtener Ja autonomia. De mane-ra similar, en el campo de las ideas se ha descartado-la noddn de que la propiedad o la lectura del Contrato

69

Page 29: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

poh'ticas dp sugerenaa de que las teorias CKferor,f„ >; •' Bcolistico, des-crisff de Tsor/d'^! •mportanle en los momentos de

«te case ineocaban laa iTyel'm^lSSJTSia,^:

ZTSrZT"""?'"""''- •' S> XVII f T conservadores del si-g XVII. No fue sino despu^s, a trav^s de la presidn de hs acontecimientos y del ejemplo de las Cones de Cd diz, que estas respetables demandas fueron reemplaza

adopcidn de ideas tales como la soS-

tur^es y na-

Nuestro propdsito no consiste en examinar la

e Id J o"la reladd""^" que existe entre acontedmiento e laea, o la relaadn entre ideologia y sodedad

rXZdTZTr y PaSnte"

=.ipi«L=tir3 la gran lucha por la Independenda Kn i proponemos concentrarnos en la vida v lac ef solo hombre, fray

n>«icona-yin&5i5

t;nss-

s.. .0«. ba

60

iogia nadonalista que atribuia las causas de la Indepen­denda a los acontedmientos del siglo xvi. Cuando Ma­riano Moreno, secretario de la primera junta patridtica de Buenos Aires, publicd una ediddn espanola del Contrato social de Rousseau, el padre Mier patrodnd tres edidones de la Brevisima relacion de la destruccion de las Indias de Bartolomd de las Casas. Con una sobre-saliente destreza pudo combinar el indigenismo histd-rico con una versidn refinada de los derechos ances-trales criollos heredados de la Conquista. Mientras que la mayoria de los que difundian la insurgenda toma-ban su vocabulario politico del forniulado en Europa o en Estados Unidos, Mier recurrid a la larga tradicidn del patriotismo cnollo, transformando sus prindpales temas en argumentos que justificaran la separaddn de Espana. Hostil a Rousseau y a sus radicales seguidores, optd por el enfoque histdrico y constitudonal de Jove-llanos y Joseph Blanco White, volviendo a travds de ellos al conservadurismo de Edmund Burke y Monies-quieu. A pesar de su prolongado exilio en Europa, don-de conodd a hombres como Henri Gregoire, Blanco White y otros intelectuales, Mier deddid politizar las viejas obsesidnes criollas, y de alii disenar un cuerpo" autdctono de ideas, algunas de las cuales posteriormen-te fueron elementos integrantes del nadonalismo mexi-canq. En las siguientes pdginas presentaremps su vida y las influencias que conformaron su pensamidnto. El enfoque biografico ilustra la lenta transforipaddn de un patriota clerical, preocupado por Quetzalidatl y la Guadalupana, en un idedlogo nadonalista. Nos permite situarlo en las divisiones politicas que surgieron des-

estudios histdricos de tema mexicano, Xalapa, 1960. Ver tambi^n John V. Lombardi, The Political Ideology of Fray Servanda Te­resa de Mier. Cuernavaca, 1968.

61

Page 30: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

h^ J K Nuestro interns bdsico. de-bemos subrayarlo, reside en sus ideas mds que en el hombre mismo: la fasdnacidn de su cardcter picaresco V pf tendido a oscurecer la originalidad y el significado de su obra intelectual.

Sanio Tomds y el Tepeyac

Aunque posteriormente adquirid renombre por sus nre-WTT' de hecho, Josd Servando de Santa Teresa Mier, Guerra, Buentello e Mesias meior

de una dase que podna describirse como la alta bur-v"NodP paterno, Frandsco de Mier ) Nonega, nativo de Buelna del Consejo de Llanes de

Unas, se, establedd en Monterrey, en 1710 donde

Sra" nL r J""!"'" y N? doTv i rald" matronimico) fue regi-interLo Por algiin tiempo gobemador A T u \ P^^naa del Nuevo Reino de Le6n deTcendientes'de'l aparentemente escendientes de IDS primeros colonizadores de la re-^6n La famiha mantuvo su influenda sodal en la si-^lente generaadn; el hermano del padre Mier fue £o-bemador de la provinda; dos de sus hermana^ sf unll ron a los directores locales del monopolio real del ta-baco y de la ofiana de impuestos sobre el consumo A1 mismo tiempo, los Mier y Noriega tenian pa^S" im fluyentes en la capital, miembros de la familia Mier de Alles, situado en el distrito de Llanes: « don Juan de

2 Para este pasado familiar ver Tuan Pablo Garr/a ii,™ ^ compleja personalidad del padre Mier. Mexico, 1964 pp 2T' 23, Rycardo Ortega y Pte Gallardo, Historia genealdgi'ca de L"

62

Mier y Vilar, candnigo de la catedral metropolitana y rector de la Inquisicion mexicana, y don Cosme Mier y Trespalacios, primero oidor- y luego regente de la Audienda mexicana. Este liltim'o estuvo relacionado con la gran aristocracia de la 'Nueva Espana, a travds de su breve matrimonio con la hija del conde de San­tiago.®

Nacido el 18 de octubre de 1763, el padre Mier aban-dond Monterrey a los diecisdis anos para ingresar en el seminario d^inico de la dudad de Mdxico. No dejd ningun relato de su infanda y aunque despuds afirma-ra que se habia visto atraido a la orden con enganos, no existe ninguna razdn en particular para creerlo.^ Poco puede decirse de la calidad o sustancia de su edu-cacidn. Aparte de algunos comentarios despectivos acer-ca de la inutilidad de la escolastica, se muestra sorpren-dentemente reticente a hablar de sus primeros estudios.

t Probablemente, como buen dominico, leyd a Tomas de Aquino y otros autores escoMsticos, pero como despuds rara vez citaba al Doctor Angelico, todavia menos a Cajetan o a Sudrez, podemos inferir que tuvieron poca influenda sobre dl. De manera similar, la redente in-

familias mds antiguas de Mexico, 3 vols. Mexico, 1908-1910, III, paginacibn separada, 'Tamilia de Mier Almendaro". Alberto y Arturo Garcia Caraffa, Enciclopedia herdldica y genealdgica his-pano-americana. Madrid, 1919, LVII, 48-51.

3 Ver: Solemnes exequias celebradas... en 6 de noviembre de 1805... .par don Cosme Mier y Trespalacios, Mdxico, 1806. Cosme Mier y Trespalacios ftje el mecenas de fray Servando con ocasidn de su doctorado. Ver Guillermo S. Fernindez de Recas, Grados de licenciados nuestros y doctores en artes, leyes, teologia, y todas facultades de la Real y Pontificia Universidad de Mixico. Mexico, 1965, p. 153.

4 Fray Servando Teresa de Mier, Escritos iniditos, J. M. Mi-quiel i Verges y Hugo Dfaz Thome, ed. Mexico, 1944; p. 39.

63

Page 31: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Eio ™ „o parecen habSSluMo

=H"=^=S=S

sfelo ™ LT,a32™° ""f •' 'i'"""'-^ « prtaTO Sa, i f r '^•^'^° '"""S'"" y »•» •"»

PO'"™"

1794 Skndo fL'" "•'• ''%^''' oport ™ S deMpT'r"'^ P"» P'onundar^l ser-»» de ,a ap^LSn^ df

d i c a d o r a d q u i r i d o r e p u t a c i d n c o m o p r e -p Sfand i T"' dispuesw Z Lm™a v i pn <»nP-a de la Revoluddn rancesa y de Rousseau, subrayando oue la dnrfrin-a •

tiana exigfa la obediencia al reyo 86^ 1. T °r' en noyiembre de 1794. pronuncid las exeqSaf en la

JTefSdoTT"'? conmemo-irasiaao ae los huesos de Corf<^c de7esdr"'°^'° construido en la iglesia del LspiU

f

t

IM.Tp.'!™""' •""" """d.,, 2 v„„ I « /fcid., I, 218. ^ ^

64

El muy reverendo padre doctor fray Servando de Mier, de la Orden de Predicadores..., dijo una doctisima ora-ddn fiinebre en elogio de las virludes morales y pollticas del Exmo. don Fernando Cortds^ajue durd mAs de tres cuartos de hora.i

Cuando Mier empezd a escribir su sermdn, aparente- — mente se halld frente a una serie de dudas con respecto a la aparicidn. En 1790 Jose Ignacio Bartolache, un co-nocido intelectual mexicano, publicd su Opiiisculo gua-dalupano, una obra que, aunque estaba destinada a defender la versidn tradicional, tendid a reafirmar a los -K escdpticos. Abiertamente admitia que el primer relato del milagro aparecid hasta 1648; pero lo mas impor-tante era que aceptaba que la tela en la que se habia impreso la imagen era ayate de pita de iczotl, un mate­rial que diffcilmente se utilizaba para los sayales de los trabaj adores indigenas.®

El mismo Mier leyd el libro y quedd impresionado por las dificultades que presentaba. El problema se agravaba por la naturaleza de la ocasidn. La fiesta de la Guadalupana era una gran celebracidn nacional. A las ceremonias en el Tepeyac asistfan el virrey, el arzo-bispo, la Audiencia y la mayoria de los grandes digna-tarios de la capital. La costumbre era que los predica­dores criollos se refirieran a la espedal gracia de Mdxi-co, que habia sido elegido por la Virgen Maria espe-dalmente para su protecddn. No obstante los gustos de los anos 1790 —al menos entre la elite oficial— se mos-traban cada vez mas desdenosos hacia la florida retd-

7 Gaceta de Mixico, VI, pp. 647-648. Luis Gonzdiez Obreg6n, Mixico viejo y anecddtico. M&ico, 1909, pp. 274-275.

8 Jose Ignacio Bartolache, Opusculo guadalupana. Mexico, 1790, pp. 160-161.

Page 32: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

ocS6S"ri """toado apmpiad, para esa ocasion. Igualmente, muchos miembros de la

SSado L t ^ T habn'an aesechado los esplendores churriguerescos del Tenevac por anticuados y aun bdrbaros." En una palabra se res

SeriaMierVr'^''' de-ticoS los esc^p-

nfer conoSrJT' una gula, ahno-ad • ^oenaado Ignacio Borunda, un vieio abogado que siempre se habi'a interesado mucho POT las antiguedades indias y que se considerabrcaoaz de

TomS Esta feo^'f oI apostoI^Santo r omis Esta teoria fue ampbamente aceptada en M^xi-

y por BotSni T"' Siguenza y Gdngora r JSa 2 "-• - argumento de Borunda 1790 duranl l descubrimientos de lirl u-u- construccidn del Zdcalo, cuando se ha-

Piedra derr'l''^^^"-^",^^ Universidad la P a del Calendano, la famosa imagen de Ckjatlicne diosa de la guerra, y otras muchas pi^ezas importante?

dp la pedra rcdla en que revelaba el prof3„~°„™

pp' 'lot MPalco, ,959.

Mexico, 1792, p. 94. "'aza Principal de Mexico.

66

cimiento astrondmico que poselan los aztecas. Con base en Torquemada, Boturini y Clavijero, Le6n y Gama aventuraba una descripcidn del, Calendario Azteca. La motivacidn patriotica que inspifaba este estudio es-trictamente cientifico se insinuaba en las notas preli-minares del censor, Jose Rafael Olmedo, quien decla-raba que el libro disiparla los prejuidos que Raynal, Robertson, Pauw y Buffon hablan desarrollado en cuan-to a la calidad de la dvilizaddn indi'gena. "Este solo rasgo de la cultura Indiana desvanece del todo errores tan groseros." Aqui donde otros velan pruebas de sa­ber astrondmico, el licendado Borunda hallaba jero-gllficos que expresaban "la arcana filosofla". Afirmaba que .a travds de slmbolos el calendario describia la fun-dacidn de Mdxico por Santo Tomas-Quetzalcdatl.

Es dificil saber cuanto tiempo tomd a Borunda con-vencer a Mier de la validez de su teoria, porque aparte de Unas cuantas etimologias no aportd nada nuevo a este viejo argumento, salvo sus afirmaciones sin funda-mento con respecto al significado de las inscripciones en la piedra del calendario.^^ Gnicamente podemos su-poner que el mismo Mier habia estado pensando de acuerdo con lineamientos similares, y que los argumen-tos de Borunda sdlo sirvieron para fortalecer sus pro-pias ideas. Ni siquiera se molestd en leer el manuscrito del abogado. Siguio trabajando en la elaboracidn de su sermon y uno se pregunta £qud sonaba Mier? La con-juncidn de Santo Tomas y Quetzalcoatl con Nuestra

11 Ver tambife: Benito Maria de Moxo, Cartas mejicanas. Ge­neva, 1839, pp. 231-235.

12 El manuscrito de Borunda titulado "Clave general de jero-glificos americanos" esta impreso en Nicolas 'Ledn, Bibliografia mexicana del siglo xviii, 5 vols. Mexico, 1902-1908, III, pp. 195-347.

67

Page 33: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

material para un analisis J npano conforme a los arquetipos del viejo sabio y de la diosa virgen.i3 sin embargo, cualquiera que hayl sido el contenido de sus suenos. Mier logrd conjugar o dos pnnapales mitos del Mexico colSdal ei un

solo ap:umento coherente, destinado, segtin mismo afirmaba despu^s, a defender el culto d! la GuadaTu pana contra sus criticos. '-uauaiu

El 12 de didembre de 1794 Mier se dirigid a la con-gregaadn en el Tepeyac. Empezd con una nota con-

ncional que invocaba la gracia espedal de la que ha-

la na ^ P"^blo escogido, la nacidn privilegiada y la tierna prole de Marif se-nalada en todo el mundo con la insignia gloriosa de su esi^cial proteccidn?" Maria habia sido el prindpal conquistador de America; la Guadalupana era^la Te-

1. Ahanza entre Maria y los americanos. Comparaba la reunidn con la asamblea de Israel y sus Srat£ f"''"Nueva Eapafla, Nuava jJ„,a-Madi" ff, T'- Dio> en ,n ^ f is P^ra il»strar el tono eleva-do y la cahdad patriotica de estas celebraciopes."

embargo, en la sustanda de su sermdn Mier se separaba de la tradidon. Declaraba que el descubri-miento de la piedra del Calendario -para la que "el

tan valiosa - habia dado nueva luz sobre la historia

IQfiS Emories, Dreams and Reflections. Nueva York 1963. Cerca de la abrupta ladera de una roca vi a dorLuras

blanca y una bella joven", p. 181 '

68

cristiana e india de Mexico. Y resumia sus coridusiones en cuatro proposiciones. Prirnero: la imagen de la Vir-gen de Guadalupe aparecia en la capa de Santo Tomas, "el apdstol de este reino". Segundo: "los indios ya cris-tianos" habian adorado la imagen durante 1750 anos en el Tepeyac donde el ap6stol habia construido la iglesia. Xercero: cuando los indios cometieron aposta-sia, la imagen habia sido escondida; la Virgep aparecid a Juan Diego para revelarle su localizadon. Cuarto: la imagen misma era una tela del siglo i don­de milagrosamente se habia impreso la figura de la Virgen Maria. Luego afirmaba que Santo Tomas era Quetzalcdatl y que los indios conocian los dogmas fun-damentales del cristianismo. Recalcaba el hecho de que, aun antes de la Conquista, los indios adoraban a Maria en el Tepeyac, como la madre de Dios. Y con-cluia con una peticion a la Virgen a quien se dirigia como a "Teotenanzin enteramente virgen, fidedigna to-nacayona", para que protegiera al pais contra los ata-ques de los franceses. "Ahora espedalmente, area pre-ciosa, que los filisteos de Francia ban atacado a Israel, no permitas que triunfen como alia por los pecados de los hijos de Heli." »

Como era de esperarse, el sermdn provoco una reac-don inmediata y se elev6 una protesta popular. El arzo-

iDispo Nunez de Haro ordend que Mier permaneciera recluido en su celda. Se le confiscaron sus escritos, asi como los de Borunda, para que los examinaran dos ca-nonigos criollos, Jose Patricio de Uribe y Manuel de Omana. Su reporte ridiculizaba a Borunda como "un don Quijote historico mexicano", cuyas interpretacio-nes alegoricas eran arbitrarias e irrisorias. Senalaban la

15 Ibid., Ill, p. 17.

69

Page 34: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

£icad6n de Smo H gena habfa vivido al meLs 7?n -apbstol. Con respecto a Mier la actkud nonigos fue mds severa- "ha J, de los dos ca-falsos documentos y ficdones" Pu^blo con la mayor li^ereza una r^o ^ ui ^ desechado con Por la Mesfa oL a« ^^dicidn, sandonada Ma in.;S Man'a ha-Juan Diego. Su ZTTf"" rios y absurdos"; sus teorlas "son r ^ caballerescos y novelistas historiaS^es"

SirL St" ' Mier a minico de Caldas shuada. eonvento do Este castigo tenia' por obie?" <^Minas de Santander. gulloso y proSnL^ la iS ciosas"." Pero Mier ya se hahf ^ ^ "ovedades perni-fin leido el manusiiS 7. n habif por trado absurdo. Pero su 7 abandonado por sus amig^ y ^i^su fLnkf

da por su tio, Juan de Mi>r "v V? ^nquisiadn, dirigi-tral. En marzo de 7 7QK r P^anecio neu-das las didcesis de la Nueva^SS^^'^^ Leon, donde el obispo era nn • •^' Nuevo

-e„.„ «a

18 Ibid.. Ill, pp. 81.111. " Ibid.. Ill, p. 117

70

4

te." 18 Salid del pais en junio de 1795, a la edad de 31 anos, para volver hasta despuds de 21 anos.

Durante el exilio europeo, ^ier adquirid un conoci-miento teoldgico mds profundoj asi como de teoria po-litica y de liistoria mexicana. Se relaciond con hombres como Joseph Blanco White, Simdn Rodriguez el tutor de Simdn Bolivar, y el obispo francds Henri Gregoire. £1 mismo se convirtid en uno de los principales idedlo-gos de la Independencia mexicana. No obstante, a pe- — sar de estos intereses y actividades nuevas, nunca olvi-dd la teoria de la evangelizaddn apostdlica del Nuevo Mundo; y sus argumentos adquirieron los tonos de la obsesidn. Anadid a su principal obra, la Historia de la Revolucidn de Nueva Espana, una prolongada diserta-cidn acerca de Santo Tomds y Mdxico. En los anos 1817-1820, que pasd en las prisiones de la Inquisicidn, repitid los argumentos y acontecimientos que habian rodeado a su famoso sermdn. Por fin, en julio de 1822, cuando se dirigid por primera vez al Congreso Nacional Mexicano, aclamd una vez mds a Santo Tomas como apdstol del Nuevo Mundo.

La America no mis pecadora que el resto del mundo, en-trd tambi^n en el plan de la redenddn del ginero hu­mane; y que habiendo Jesucristo mandado a sus apdstoles a anundarles a toda criatura que estuviese bajo el de­le... predsamente debid venir une siquiera a la mitad del glebe... la Virgen Santfsima ne aguardd para ser Nuestra Senera y Madre a que pasaran 1600 anos sine que le fue desde que le cemenzd a ser para tedes les cris-tianes.18

18 Memorias. I, pp. 108 y 113. 19 Carlos Maria de Bustamante, Continuacidn del cuadro his-

tdrico de la Revolucidn mexicana. 4 vols. Mexico, 1953-1963, I, pp. 92-93.

71

Page 35: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

^?"ErpH4 S43; que Mier habia dejado de cree/S Poco despu^s de su llegadaT F^n^- 1531. estudio del culto a la Virgen de Gua^r"''"'^ Por Juan Bautista Munoz en J publicado yor de Indias deseXba la an ^ ma-una mera leyenda.20 paricidn, considerdndola

La mejor evidenda de elln i, j culto como una continnan;,^ condenaadn del de la diosa azteca Tenant " ^ diatra de la adoraddn Sahagto, eI™ Bernardmo de del siglo XVI. Mier a auien T frandscanos lacheV habia beVo ^n tela, aceptd de inmediato la. i ^^Pecto a la En una serie de cartas esrrit '^°"'^|".®tuues de Munoz. nundaba una y otra vez la an^ ^ -, ®'°"^tlor real de-piadosa , a,gu^e„,aba que J^Sda'Z?- T hasta el famoso indin Va7» • P^dia detectarse de Santiago Tlatelolco y gobinldor'de"! '''' •ndtgena de la dudad di MMco """midad

X S"=°iir «» S.Vnd': 1 acostumbraban representar en T ®'' Pampo Q

- Ilamaban a'SmSeS '"®°' <!"

Este ensayo fue lefdo ante la f Mexico. Madrid, 1817 el 18 de abril de 1794. en Madrid,

21 HemSndez incluve las rarfde , -y cartas a Munoz en su Coleccidu de

n

a

Su disposidon para negar la aparicion no era iguala-da por escepticismo alguno en cuanto a la visitacion de Santo Tomas; de hecho, su continua devodon por la Virgen de Guadalupe exigia la prueba de que bajo el disfraz de Tonantzin habia si do venerada en Mexico desde tiempos inmemoriales. Por lo tanto, en Europa amplid sus investigadones y extrajo informacion de la monumental compiladdn del dominico Gregorio Gar-da, Origen de los indios de el Nuevo Mundo.^^ Encon-tro mayor corroboradon en la obra del jesuita Athana-sius Kircher acerca de Santo Tomas en la India y en la crdnica agustiniana de Antonio de la Calancha que se refiere a la visita del apdstol a Peni.^s Mientras mas in­formacion reunia mds ecldctico era. Halld en el ndhuatl palabras chinas y clara evidencia de liturgia y vestimen-tas sirias en los hdbitos de los aztecas. Para resolver los problemas cronoldgicos, ahora postulaba por lo menos dos misiones separadas. Ademas de Santo Tomds otro evangelista habia llegado a Mdxico en el siglo vi: este tiltimo personaje, fuera dste un segundo Santo Tomds de Siria o el obispo irland^s San Brendano, era mis adecuado para la identificacion con Quetzalcdatl.^-i Des-

documentos, III, pp. 151-222: ver p. 217. Ver tambien Mier, Me­mories, I, p. 43.

22 Gregorio Garcia, Origen de los indios de el Nuevo Mundo. Madrid, 1729, pp. 261-267.

23 Athanasius Kircher, La Chine, Amsterdam, 1670, pp. 72-77. Antonio de la Calancha, Crdnica moralizada del orden de, Satt Agustin en el Peril. Barcelona, 1639, pp. 312-340. Aparentemente Mier leyd las obras manuscritas de Mariano Veytia en Madrid. Ver Carlos Maria de Bustamante, Mahanas de la Alameda de Mexico, 2 vols. Mexico, 1835-1836, I, p. 108.

24 Jose Guerra (pseudOnimo del padre Mier), Historia de la Revolucion de Nueva Espaha antiguamente Andhuac, 2 vols. Me­xico, 1922, II, apfedice, pp. i-xliii. La primera edicidn fue pu-blicada en Londres en 1813.

73

Page 36: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

defWS 1^/?= ~n Garda, ,as i„.

ficos?" 25 Ann iL equfvoca de los jerogli-

eSiHnd ImS"' ° " '° P"^» »= »

r.'°d? .rif?'"" i Sa™ pr rd2dt''r„;i la "r fd""!™; liipanola de remplazar la "X" S„

eapedalmenS 1a"S V"

i'S"qS '^™'"=j''^>?"p»SSaX la-

dudad hasta la llegada® de ToiSjuZlcti"

dZuTSlffrr coSt'i expilTe enrirar'""" ' "

25' Mier, £ycrz7oj hj^ciitos, p. Ml 26 Fray Servando Teresa de Mier E^m'tn

mundo O'Gorman, ed. M&ico 194^' memorias, Ed-texto de la Carta de destedida a ; sekcadn incluye el Castillo de San Juan de Ulua pp 33 desde el

74

ii

La teorfa de Mier no deben'a ser desechada como una simple fantasia personal, el tipico producto de una men-te enfermiza. Muchos de los grahdes sabios de la Colo-nia habian aceptado la identificadon del dios indio con Santo Tomas. Mis aiin, todavia en el siglo xix los in-telectuales mexicanos se mostraron fasdnados p>or el tema. Jose Fernando Ramirez formd una vasta colec-don de manuscritos al respecto. Todavia en 1880 Ma­nuel Orozco y Berra sugeria la posibilidad de que Quet-zalcdatl hubiera sido un misionero de las expedidones vikingas del siglo x.®'' Su discusidn repetia todos los ar-gumentos de Calancha, Veytia y Mier.

La atracddn que este mito ejerda sobre el cl^rigo pa-triota es obvia. Torquemada, el historiador ddsico de Mexico, describia el imperio azteca como el reino de Satands. Aun Clavijero, a pesar de su enfoque natura-lista, justificaba la Conquista como una retribuddn di-vina y la via necesaria hacia la redenddn. La teoria de la evangelizaddn apostdlica, no obstante, ahora confe-ria lo que constituia un bautismo retrospectivo del pa-sado indigena. Abrid el camino a la completa acepta-cidn de los aztecas como los representantes de la anti-giiedad mexicana. Mds aun, debilitd el derecho funda­mental de la monarquia espanola a la dominacidn del Nuevo Mundo: su misidn de cristianizar a los indios. Pero lejos de servir como instrumento de la providencia divina, la Conquista era considerada como una mali-ciosa destrucddn del cristianismo nativo. Aunque los es-panoles fueron bienvenidos como emisarios de Quetzal-cdatl, en lugar de tratar de reformar esta religidn apos-tdlica reconocidamente pervertida, lo atacaban brutal-mente como una blasfemia que parodiaba al demonio, y

27 Manuel Orozco y Berra, Historia antigua y de la Conquista de Mexico, 4 vols. Mexico, 1960, I, pp. 53-88.

75

Page 37: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

\ / ca; con eiio le dio a URSJS^uft ^"^^-^Eaenciajjollti-/ toria criStianos al m,qmnT-r "" 7 una his-A de la Conquista y los dereSS i"sdcia \ 8Pl>ernar. ' la^mQparquia para

Jansenismo

to :r„?yXaitdirt" "<>»»cai. «a tembinS^^a I"™"™ clutados entre los camplsinos espanoles, re-ta. En 1796, desnu^s dl^ar. •' P^'"®^Suian al aristdcra-ladado a un convento en H trade Frandsco cXra jo nuevo ministro de Tustida Pa ? -cuidado del nos. En el aho J-vella-sentenda. Llevd su caso anf^ f ^ su que, con el consejo de Juan BautS Historia, autentiddad historica de la P .f Munoz, negd la Guadalupe y con dL e.rt de erron^s Desgradadamente uter L udo 'oht consideradon del edicto ri^ w P u^tener la re-cios de la reaccfdn conse^aST'/ .uc^^ de Jovebanos de. Mi„ia.S.Te°dev'u\.tn

miembro o ""«="«» en

jansLtt at t iSren ktipa S

1 5i

28 Mier, Memorias, I, pp. 231-238 y 271-273.

76

dos los hombres sdlidamente instruidos en la religion y amigos de la antigua y legitima disdplina de la Igle-sia".29 Se vio libre del confinamiento gradas a Jovella-nos, el lider del partido en Es'phna, y despu^s, cuando estuvo en peligro de ser arrestado una vez mds, se refu-gio en Madrid en la casa del inquisidor Josd Yeregui "mi amigo y bienhechor", quien despuds £ue acusado de jansenismo.8®

En 1801 huyd a Franda y luego de algunas picares-cas aventuras fue a Paris donde, aunque tomo a su car­go durante un corto tiempo una parroquia ortodoxa, fue recibido por el famoso obispo Gregoire, lider del clero jansenista francos que ajxiyaba la constitucion ci­vil. Tambi^n se alojd con Simon Rodriguez, el antiguo tutor de Simdn Bolivar. Cuando en 1802 Mier viajd a Roma para obtener su secularizaddn de la Orden de los Dominicos, Gregoire le dio algunas cartas de reco-mendacion para Sdppione de Ricd, obispo de Pistoya, para Benito Solari, obispo de Noli, y para Vicente Pal-mieri, todos ellos jansenistas italianos bien conoddos.®* Posteriormente fray Servando afirmo que en Roma ha-bia obtenido su secularizacidn junto con una licenda para seguir oficiando segiin el rito dominico, y la pro-moddn al rango de pronotario apostolico, un puesto-honorario que implicaba el titulo de monsenor. Sii> embargo, de todas estas transacdones nada puede en-contrarse en los registros de la ^poca.82 En 1804 Mier

29 Ibid., II, p. 17. .30 Ibid., I, p. 266. Joaquin Lorenzo Villanueva, Vida literaria,.

2 vols. Londres, 1825, I, p. 89. 31 Mier, Memorias, II, pp. 126 y 130. Villanueva, Vida litera­

ria, I, p. 59. 32 Ver Bedford Keith Hadley, The Enigmatic Padre Mier (te­

sts de doctorado). Universidad de Texas, Austin, 1955, pp. 76-77.

Page 38: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

SX°ado ta prisi6n clerical de Seville esta vez en la te reu„i6 o» reliS"'.."™f» Toribios. Ahf ^ mente, despuds de un intemo frr"" Final-tugal, donde permaneceria ~ ^ lio. De este periodo data cn oscuro exi-lado domdstico del papado Jue™f°" 1" recibid per haber

iPero cudles de los prindpios del , ^ s que atrajeron a Mier? P^a fJnp fueron

movimiento tenia poco en el , la hostilidad hacia los jesuitas Z , la distribuddn de la autoridad HP f^^j'^^P^ba mds por f por las doctrinas de laTadl v

cia apoyaba una extenddi?dJl tsalvaddn. En esen-era Bossuet y no Amauld.33 £1 jaSe'Ssm'' 1 era fuertemente regalista- ar^^rlV^ r xviii Consejos "Generalef"ffSte al autoridad de los tual independenda de las ip-Tosf ^P^^aba la vir-™a de la lesia a tTavJ S del movimiento fue en la d<5 ^ secular. El apogeo en toda Europa Z los ddsJo? ^bmentado el emperador Josd cred nue^s dM Austria cacidn en los seminarios y nombrT^'v'' sin la menor reladdn con Roma t gran duque de Toscana. coLo^d af"' Leopoldo. <1-. bajo ,a pedCncia del obhpo Scippfon.VRS!

Z Cofo„w; Mexico fmlJoZ r Cmtun 38 y 89-108. Mario G6ngora "fS 1968, pp 28^ nustrad6n catolica en ISricf f y la

istOTia y Geograjta, niim. 125? Chile J de

78

declard que el Consejo General de Obispos constitula la dnica autoridad soberana de la Iglesia y no el pa­pado.®^ El jansenisma fue un.'fendmeno esencialmente ^ histdrico. Recurria a la Iglesig.' primitiva para minarn las demandas del papado y del derecho candnigo, pro-¥ mulgado durante la Edad Media para apoyarlcis. Mu-chos de sus argumentos provenian de las controversias conciliares del siglo xv y las declaraciones galicanas del xviT. For encima de todo, sus principales blancos de ataque eran la monarquia papal y su auto-elegido regi-miento de defensores, los jesuitas.

En Espana, Carlos III promovid una combinacidn de jansenistas y librepensadores a los principales ministe-rios. Casi su primera decisidn fue asegurar la expulsidn de los jesuitas. El ministro de Justicia que dirigid la expulsidn, Manuel de Roda, posteriormente fue des-crito en los siguientes terminos: "un severo jansenista, elegia a sus asociados y partidarios indiscriminadamen-te *entre jansenistas, fildsofos y librepensadores".3s En la siguiente generacidn, el estadista asturiano Caspar ^ Melclior de Jovellanos surgid como lider del grupo. Aristdcrata liberal, Jovellanos idealizd la cbnstituddn visigoda y medieval de Espana. Se lamentaba del abso-lutismo mondrquico impuesto durante el siglo xvi y de la primera intrusidn de los principios ultramontanos fundados en los decretos de San Isidoro y del candnigo Graciano. Alababa en especial la prdctica visigoda de asambleas conjuntas de obispos y nobles "cortes y con-cilios" al mismo tiempo, que "dictaban leyes que eran una explicacidn de la voluntad general, declarada por

34 Richard R. Palmer, The Age of the Democratic Revolution, Princeton, 1959, pp. 373-397.

35 Leucadio Doblado Qoseph Blanco White), Letters from Spain. Londres, 1822, p. 449.

79

Page 39: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

1"= la Igtoia

Clones de la rur-iQ aonesion a las usurpa-

debe ser ellSnrLT 7 Bossuet y ser el reiormador de nuestra Sorbona"37 pi ^

Le,a i? f "'adsla forj,

s7£HsSiSe?HS

pp. 337-350. evolucwn del siglo xviit. Madrid, 1964,

3« 7S°P;%S.367'' ""''

80

ti, luego papa Plo VIII, dirigio a su grey la famosa ho-milia en la que citaba a Rousseau y a Montesquieu, afiririando que el catolicismo y la democracia podian convivir armoniosamente.

Dentro del movimiento jansenista Henri Gregoire, el obispo francos, fue el que parece haber ejercido mayor influencia sobre el padre Mier. En los liltimos escritos encontramos constantes referendas a Gregoire como "mi amigo" o como "un gran obispo". La estima de Mier era correspondida y los dos hombres mantuvieron sii correspondencia hasta la decada de 1820.*® Las razo-nes de esta simpatia son muy comprensibles. Gregoire actuaba como pun to de union en la alianza catblica li­beral internacional, de la cual Mier era apenas un os-curo afiliado americano. Se escribia regularmente coil los principales jansenistas espanoles como Jovellanos, Corbrera, Mel^ndez Vald^s y la condesa de Montijo. AdemAs era el abogado universal de los oprimidos. No contento con sus primeras campanas en apoyo de los judios franceses, fund6 una sodedad antiesclavista en Paris y mantuvo relaciones muy estrechas con el movi­miento abolicionista ingles. Era un ardiente partidario del nuevo Estado haitiano.^^ Con esa amplia gama de buenas causas, no resulta sorprendente su admiracion por Las Casas; edito una versidn francesa de la Brevi-sirha relacion de la destruccion de las Indies. En la in-troduccidn se defendia vigorosamente de los insultos de Pauw, Robertson y Raynal, quienes habian acusado al gran domihico de iniciar el trdfico de esdavos america-

40 Mier, Escritos ineditos, pp. 503-518. 41 Henri Gregoire, Memoire de Gregoire Ancien Eveque de

Blois, 2 vols. Paris, 1837, I, pp. 360-361 y 390-397. Ver tambi^n Ruth F. Necheles, The Abbe Gregoire. Westport, Conn., 1971, pp. 174 y 246.

81

Page 40: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

nos, cuando en realidad los culpables eran los Portu­gueses. En un sorprendente paralelo, Gregoire afirma-ba que el cristianismo ya no era mds responsable de las crueldades de la Conquista que la filosofi'a de los, exce-SOS de la Revolucidn francesa.^^

Gregoire aproveclid su introduccion para agradecer a un sabio doctor americano de la Universidad de Mexi­

co , que habla leldo los tres voliimenes manuscritos de las obras m^ditas de Las Casas sin haber encontrado una sola referenda al trdfico de esclavos africanos Este I^rsonaje era el padre Mier. De hecho en la ultima edi-a6n francesa de las obras de Las Casas. hallamos una

carta escrita en 1806 por el doctor don Servando Mier e MEXICO a Henri Gregoire", Por sir contenido es muy

claro que Gregoire siguid de cerca los argumentos de Mier. El dominico mexicano atribuia las acusaciones contra Las Casas a las invendones del "fabulista Pauw y de su acdlito Robertson".<«3 Admitia que Las Casas aceptaba la esclavitud negra, pero lo exculpaba con base en el argumento de que en el siglo xvi nadie pro-testaba contra ese trafico. La misidn del dominico con-sistia en defender al indio americano; era un anacro-msmo espei'ar que condenara la esclavitud, "cada siglo tiene sus prejuidos". - Mier adopto cada vez mds las ideas del obispo fran­cos en la mayoria de las cuestiones polfticas y eclesids-ticas, y por lo tanto exigen un andlisis mds detallado. Gregoire inicid su carrera como un ti'pico jansenista , francos del bajo dero. Aceptaba las teorlas de Edmond Richer, un tedlogo del siglo xvii, que postulaban que los sacerdotes eran los herederos de los 72 discipulos a

i2 CEuvres de Don Bartholeme de las Casas, J. A. Llorente ed., 2 vols. Pads, 1822, II, pp. 345 y 398-428. i-wrente,

« Ibid., II, pp. 345 y 398-428. 4

82

los que Gristo habia mandado a predicar. La Iglesia debia estar gobernada por todos los sacerdotes y no lini-camente por los obispos, herederos de los doce aposto-les.*^ En 1789 Gregoire realizd una campana con esta idea entre el clero parroquial para obtener un puesto en la Asamblea Nadonal. Una vez elegido, se convirtid pronto en un ferviente republicano; voto por el fin de la monarquia, aunque se opuso a la ejecucion de Luis XVI, y deda con palabras de las que luego Mier se haria eco: "la historia de los reyes es el martirologio de las nadones".^® Con su fe en las libertades galica-nas y en la unidn de la Iglesia y el Estado le fue fdcil aceptar la Constitucidn Civil de 1791 que decretaba la eleccidn de los obispos no unicamente por los sacerdo­tes, como lo proponlan los richeristas, sino por todo el electorado. Gregoire, nombrado obispo de Blois, surgio como el lider virtual del dero constitucional. Pastor di-ligente, viajd por su didcesis con frecuencia y afirmaba haber confirmado a mds de 40 mil personas. En 1804 se vio forzado a renundar, conforme al concordato napo-lednico con el papado.

Aunque los ultramontanos denunciaban a Gregoire como hereje, dl se consideraba a si mismo un cristiano ortodoxo. Era un liberal, por no dedr radical, catdlico que ocupaba una situaddn intermedia cada vez mds insostenible. Mientras que despuds de la Revolucidn el grueso de la opinidn catdlica vird decisivamente a fa­vor de la monarquia absolutista, Gregoire se esforzd

** McManners, French Ecclesiastical Society, pp. 176-177. Gre­goire, Memoires, I, pp. 377-378.

45 Henri Gregoire, Histoire Patriotique des Arbres de la Li­berie, precedida de un "Essai sur sa -vie et ses ouvrages" de M. Charles Dugast. Paris, 1833, p. 38.

83

Page 41: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Juan Jacobo Rousseau pretende nii*» *.1 i- • irrecondliable con el desJotismo%^

V mismos principios a la Iglesia

minTos ^'"bos do-

En la Convenddn, Gregoire aparecio vestido con el severos ataqueTpor

parte de los jacpbinos, quienes le exigfan que renun-aara al cnstianismo. En sus Mmorm/afin^a 00^"-

icamente se opuso al delsmo estatal de Robespierre v que defcndid a la Iglesia de las antenaL de losTJ

esta°secu''de^mr^''^' P^^^ simpati'a por "VoltaTre no n ^ ^"^^s conoda. su lasdvl" n ^anidad y su lascivia. Despreciaba "el dnismo corruptor de las

prop^Z de klTy «"">« »

r rp&T "-p-' - <»ndder.ba „„ ho„b^ in.e™ga„^7"„f SeSoT"

esc^S'^de^i'os el radicalismo ta3 d. 7 Jaeobinos y el monarquismo ultramon-tano de los conservadores. Sin emhamn c« firmementp en «, • •' emoargo, se mantuvo

imemente en su posicion; nunca renuncio a su ver-

Gregoire, Memoires, 11, p. 51 Ibid., I, p. 321; II, p. 4 •

48 Las Casas, CEuvres, II, p. 350.

84

sion del catolidsmo y en su lecho de muerte recibio la extremaunddn.

El padre Mier tenia buenas razones para adoptar los prindpios del jansenismo, primerok como victima de la persecuddn episcopal y posteriormente como insurgen-te en un pais donde la jerarquia catolica denunciaba la rebelidn contra la Corona como herejia. Ataco insis-tentemente las pretensiones episcopales, afirmando que' todos los sacerdotes y no solo los obispos eran berede-ros de los apdstoles. Proponia una vuelta a la constitu-d6n primitiva de la Iglesia que prevaleda antes de que los falsos decretos de Isidoro y los cdnones gracianos crearan la monarquia papal. Y se apoyaba en Gregoire al escribir:

La plebe cristiana que compone la Iglesia definida... eli-giria sus obispos en compafiia del dero y no tendria, a pesar suyo, obispo alguno.

Cada diocesis debia poseer su propio consejo dotado con una autoridad superior a la del obispo.

Los curas, pues, con el obispo, componen de derecho di-vino el tribunal de la Iglesia; y de ahi es que, segiin los antiguos y verdaderos cAnones, nada podia el obispo sin consulta y consentimiento de su Presbiterio, que eran los curas de la ciudad.49

Una vez que Mexico obtuvo su independencia, Mier, temeroso del apoyo del papado a la Santa Alianza, in-voco una accion independiente para resolver los pro-

49 Mier, Memorias, I, pp. 206-207. Ver Mier, Cartas de un americano a El Espanol, publicado en Londres, 1811-1812, reim-presc en el vol. IV de las Obras Completas de Jos6 Eleuterio Gon­zalez, 4 vols. Monterrey, 1888. Ver, vol. IV, pp. 137 y 343-345.

85

Page 42: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

< ': <»n 'a

ar» rrK

«.aS.pi r Si iiir'SirSars

e cuestiona en la Iglesia.BO ^ opini6n, todo eso

Presentaba el Smnd^ ^ r,. Prancesa de 1791 como ^ Constitudon CO. Cada sede metJZli^nf MdS f f obispos sin tener que recSr ^ rt?' !fy^«blemente imph JbaTl. •^P'' concor-recho del pueblo a elegir sus nrnn" "!P^P^ci6n del de-cada iglesia tiene a 2^ divino C P P®®" Conduia;

deres necesarios para mnccr- '"odador, todos los po-cesidad de ir a Roma". En un^pa^ P™pagarse sin ne-I^ropoma el establedmiento Tnnt f?' «onal en la que los obi^^s e,na~ na-ausentes de Mexico fuerarreemnr j ''^""antemente copado elegido por p1 vr.f ™pJazados por un eoi"!

Juan A. Mateos w* j II vols Trl parlamentaria de in ^

"•• M», «. PP. n-m.iszz

86

vuelta del arzobispo, el espanol Pedro de Fonte, quien habi'a abandonado el pais despu^s de la caida de Itur-bide.

El espinoso problema que .^usdtaba el tipo de rela-dones que debian establecerse entre la Iglesia y el nue-vo Estado mexicano se resolveria hasta despu^s de la sangrienta guerra de Reforma. El padre Mier- se preo-'" cupaba menos por la reforma interna, afirmando que los cambios eclesidsticos que introdujeron las Cortes de 1820 no eran necesarios en Mdxico y linicamente servi-rian para antagonizar a la gente.

En Nueva Espana todo el clero no pasa de cuatro mil, — y en dl estdn la nobleza y las luces. Por eso es 61 el que ha estado siempre al frente de la insurreccidn como que co-noda mejor los derechos del pueblo de quien siempre A ha sido el padre y protector. No tiene posesiones, todos sus bienes son patrimoniales y consisten en 44 millones de ddlares, que al dnco por dento estin en poder del comerdo. Este es el verdadero y unico banco nacional p' de Mdxico.si

Los temores del padre Mier con respecto al papado se vieron confirmados cuando en septiembre de 1824 — Leon XII emitio una enciclica en la que aconsejabay insistentemente a los americanos espanoles que mantu-vieran y renovaran su alianza con el rey catdlico. Esta — inoportuna misiva despertd una ola de resentimiento y Mier escribid un mordaz panfleto, reproduddo en el principal periddico mexicano. El Sol, en el que, con-forme a la habitual linea jansenista, rechazaba firme-mente las pretensiones del papa de intervenir en los asuntos temporales. Se burlaba de la famosa homilia

®1 Mier, Escritos ineditos, p. 376.

87

Page 43: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

laba des^ 'hadT^al? espanol circu-

Sedt; fn de 189fi "f" u ultimas cartas, escrita en ag-osto ae 18^6, criticaba severamenf^^ u , dgosto Vdzquez en Roma, que tenia DorThvr I

- "Z"" parfM^Sa

J mentor. nSfa Sdadr tu' ^^da que atacaba la Revoluddn francos" y^'a R'' tiltimo tambif^n ^ "^ancesa y a Rousseau, y el les y de los iacobinos filbsofos radica-

- votacM^ r ' •» Re.

La desmoralizad6n del onphin j , atacaban el dogma y con dl cavrT i'"" bldsofos..., gidn, sin k cud dedS rJ I Immoral, faltd k reli-

-J J - z r i i t : s r t

EnlScaTe! pfpfuZ tu '7-^° 7""" la la homiha de Chiarimonte fue tradudda ®'^;',.'®25. En Mexico ^ ques de Apartado, p. 45. ^ publicada per el mar-

tolario. Mexico, 1959, pp"77l77au^""'"'^''' 5" «/>«-

!olar7r adelalir crjo"~ mS ^

Mier. Cartas de „„ arrtericarro. p. 142.

88

Hizo ver el desprecio en que estdn en Europa los que citan a los Rousseau, Voltaire y otros autores de igual calana que se ban merecido la general execracidn.BS

Pero Mier, por ser jansenista, no*era menos un sacer-dote catblico; como Gregoire, tratb de mantener una postura media entre los radicales y los ultramontanos.

Por ultimo, debe senalarse que el repudio de Mier a la autoridad temporal del papa le proporcionaba mds de un argumento en contra de la dominacion espanola en el Nuevo Mundo. Su heroe Las Casas habia afir-mado que el papado poseia el derecho de nombrar al rey de Espana soberano de los principes indios a con-dicibn de promover su conversibn al cristianismo.®® Mier ya habia destruido —para su propia satisfaccibn— la mitad de este derecho fundamental con su teoria de que los indios eran casi cristianos antes de la Conqtiis-ta. Ahora utilizaba los principios del jansenismo para negar el valor de la donacibn alejandrina. Asi pues, no quedaba nada que justificara convencionalmente la pre-sencia espanola en el Nuevo Mundo. En este caso, como en otros, Mier invocaba a lo que era prdcticamente un pasado mitico para minar la autoridad tradicional.

Nuestra Magna Carta

Probablemente la huella del padre Mier en el mundo hubiera sido imperceptible si en 1808 Napolebn no bu­

ss Mateos, Historia parlamentaria, I, pp. 760 y 774; II, ap^n-dice, p. 85.

56 Bartolom^ de las Casas, "Tratado comprobatorio del im-perio soberano y principado universal que los reyes de Castilla y Le6n tienen sobre las Indias", Tratados, 2 vols. Mdxico, 1965, pp. 915-1234.

89

Page 44: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

biera obligado a Carlos IV a abdicar el trono espanol Jos^ Bonaparte. Cuando esto

sucedid^ Mier abandond de inmediato su refugio por-tuguds para enhsurse en el ejdrcito como capellan del batalldn voluntario de Valencia. En la mayor parte de

levantd en masa, frecuente- ' mente dingido ^r sacerdotes, para expulsar al rey fran- I sefiaJaba-" poliglota. Un observador extranjero '

sacerdotes, encabezados por un obispo y varies digna-tanos eclesidsticos, habian entablado una especie de cru-zada en Extremadura en contra de los franceses. Los ini-aados Uevaban una cruz sobre el pecho, igual a la que se » usaba en la Guerra Santa contra los infieles.67 '

Fay SCTvando acompand la divisidn dirigida nor el

te, donde fue capturado temporalmente v casi muerto. Escnbid una exuberante carta a sus amigos en f

Validme la perida del idioma francos cuando aquella chusma de bdrbaros de todas nadones me oyeron hablar en todas sus lenguas (pues s^ nueve), me rnmLn tal

salvd la vida a quince soldados y dos ofiaales, en el acto de irios a fusilar.ss

Actud como interprete, cuidd a los heridos y luego enando foe maadado a Francia, escapd para re^»rta?je

Irr.rSrTi.n'jS, SUTf -• B8 Dzario de Mexico, XII. 10 de febrero de 1810 un I6].lfi<! p 44^ VCT compleja personalidad del padre Mier p. 44. Ver tambi^n: Escritos indditos, pp. 523-528.

90

ante el general Blake, quien, segiin el mismo Mier, lo recomendd con la Regencia para una canonjia en la ca-tedral de Mdxico.s" En 1810 Mier fue a Cadiz para co-laborar con los diputados americaiips en las prdximas ^ Cortes. Se unid a una sociedad secreta llamada Los Ca-j balleros Racionales, dedicada a la causa de la indepen-^ dencia y de la que naceria la famosa Logia de Lautaro.i,ij En el ano siguiente Mier se embarcd para Inglaterra^ posiblemente en compania de Carlos Alvear, el futuro lider argentine.®® Fuera de una breve visita a Paris per-maneceria en Londres hasta mayo de 1816. Aparente-mente fue recibido por un pequeno circulo de emigra-dos politicos espanoles y sudamericanos. Redbid la ayu-da del venezolano Andrds Bello y del sevillano Josd Blanco White, a quien despuds llamaria "mi amigo"; ademds la casa comercial Gordon y Murphy le propor-cionaba una pequena subvenddn por parte del gobier-no inglds.®! La viuda de Josd de Iturrigaray le pagaba 500 j)esos mas para que reivindicara la reputaddn del antiguo virrey.

En un momento en el que sus contempordneos mexi-cailos se enfrentaban a la tremenda alternativa de unir-se a los insurgentes del j>adre Hidalgo o aliarse a las fuerzas realistas, Mier permanecid en un exilio euro-peo. Fue en Inglaterra donde surgid como una figura politica, conoddo como el autor de las dos Cartas de un americano, que aparederon en la revista El Espa­nol, y lo que fue mds importante, de la Historia de la

69 Hemdndez, Coleccion de documentos, VI, pp. 757 y 877-878. 60 Hadley, The Enigmatic Padre Mier, pp. 102-103. Bartolom^-

Mitre, Historia de San Martin, 2 vols. Buenos Aires, 1950, 1, pp. 65 y 68.

61 Hernandez, Coleccidn de documentos, VI, pp. 806, 822 y 826.

91

Page 45: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Revolucidn de Nuevn ~ en 1813. Mds que una simtlTw en Londres presentaba una serie de

\ hear la mdependenda tie los pen a justi-obstante, el libro solo puede americanos. No contexto de las Cortes de CidiV*^ entendido dentro del

I'tuaonales de estos anos y d^ it El Espanol, editado en Londr« criticos de

en esta etapa, pta Xe' la causa- emancipadora, el sabio ^ ciememente de anglidz^r Lste.s

era eltado't -tSad^Et t la forzada abdicaddn d? rl 1 ^e^t«na provocado

Junta Central y Ine o T nar la India popular en contra H 5^'^*"°" ^e coordi-para 1810 se creyd necesarin ® franceses. Pero Cddiz para elaborar una nuevatf^-^^ ^ ^e narqufa. Excluidos los abs^Iuti,^r P^^® ™o-

__ ^^'e estuvo ampliamente dnm- ^ estrictos, el de-de pensamiento; constitucifnSism H^X eorrientes mo convendonal. La primCT? et X Uberalis-

^ vellanos, buscaba en cS-anBL '^ ' P°^ J°-o su inspiradon; MontesouiV ^ pasado visi-

Sm embargo, la mayorla tS?I gufa abstractas de gobierno- la r • P°^ teorias mds

Un prohlPm, X- • P subrepticio.ea rior era el status eon lo ante-eclard que los territorios ultram ^ Junta Central

mtegral de k monarqui'a Parte

- c„„„c„™da, a i Cor,e, .St"„Tpaif

americanos. Ahi, mientras que la rebelion armada esta-llaba a travds de la America espanola, estos diputados complotaban y discutlan en Cadiz en .un vano intento por asegurar concesiones constitudonales y reconoci-miento a los insurgentes. Sin embargb.'la mayoria libe­ral se negd a considerar cualquier medida que pudiera

' debilitar al Imperio. Dentro del mismo Nuevo Mundo la nueva Constituddn seria instrumentada a medias y de manera poco efectiva: muchas de sus clausulas como la libertad de prensa fueron canceladas y, en general, las antiguas autoridades coloniales, espedalmente en Nueva Espana, mantuvieron las riendas del poder. En — este contexto, la mayoria de los diputados americanos -Miguel Ramos Arizpe, el delegado de Saltillo, era uh caso tipico— pertenecia al campo liberal. En contraste * el padre Mier se afilid a los constitudonalistas histdri- ^ COS. Para entender los argumentos de su Historia y de su posicidn en los debates constitudonales mexicanos de 1823, debemos considerar- las ideas de Jovellanos y, mds espedalmente, discutir la contribucidn de Blanco White, cuya influencia sobre el pensamiento de Mier_ solo fue superada por la de Gregoire.

Tanto Jovellanos como su asodado Frandsco Marti- — nez Marina, el erudito historiador legista, se hallaban en el punto decisivo entre la Ilustracidn y el Romanti-cismo. Recurrieron al pasado visigodo no tanto en bus-ca de ensenanzas directas sino en busca de una prueba de que Espana, como otros paises europeos, habia te-nido antes una constituddn que limitaba los poderes de la monarquia a traves de instituciones representati-vas. Entusiastas estudiosos de Montesquieu, aunque re-celosos de sus criticas a Espana, • aceptaban su idea de que la libertad empezo en un bosque germanico, y an-siaban demostrar la superioridad de la legisladdn visi-

93

Page 46: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

goda sobre las leyes de In^ r ' nes. Jovellanos subrayaba el anglosaio-vales "en ellas se reuSa la Cortes Wi de IDS representantes de cada ^ general per medio bra, recurrlan a la historirSra h! ' ma absolutista de los Hahcbf demostrar que el siste-una abaradin LS 2 ^ '« Eorbone, ™ S.n e„.ba^, loalrboJSIS, medio. Martinez Marina el m=5 ?•" al re-pretendla revivxr la ami de los dos no daban ejemplo "y paJ°«Sua consamdbn; »ua SS "ff. a ^ « Paaado. da ,T dad histdrica de ia retoiS^ de la legidmi-tigios del antiguo edifirio u escombros y yes-

, Juvellanoa, u„ esladk y un

__a.'t.r377"jSf-S del poder.es ' 1 como depositarias efectivas

^ Obras esLgUlJs" P'

£ l \ r ^ •

94

En su correspondenda cxin el politico liberal ingles Lord Holland, sobrino del famoso Charles James Fox-, Jovellanos expresaba su consternadon ante el trabajo de los radicales en palabras que 'recuerdan a Edmund Burke, el gran conservador enemigo de la Revolucion francesa.

Desconflo mucho de las teorias politicas y mds de laS abs-^ tractas. Creo que cada naddn tiene su caracter; que ^ste es el resultado de sus antiguas instituciones; que si con ellas se altera, con ellas se repara; que otros tiempos no piden predsamente otras instituciones, sino una modili-cad6n de las antiguas; que lo que importa es perfeccio-nar la educaddn y mejorar la instrucddn piiblica... una nadon nada necesita, sino el derecho de juntarse y ha-^ hlar.®®

En respuesta, Holland le aconsejaba leer a Blacksto-ne, el famoso jurista ingMs en el que hallarla "un modo muy sabio y no francos de tratar asuntos de libertad y constitucion". Expulsado del poder con la creacidn de la Regencia, Jovellanos criticaba agudamente la nueva Constitucidn preparada por los radicales. Abogaba por la preservacidn de un ejecutivo fuerte y por la creacidn de una segunda cdmara legislativa que frenara cual-quier exceso democratico. Como tal "En lo primero (articulo) que declara la soberani'a de la nacidn, sin

explicacidn alguna, destruye nuestra antigua Constitu-ci6n". "El ejecutivo, ya ddbil por la ausencia del apo-yo popular —afirmaba— se hallaba en absoluta subordi-nacidn con respecto a las Cortes." Y se lamentaba; "Mi deseo era preparar por medio de nuestro plan una

the Rev. Joseph Blanco White, John Hamilton Thorn, ed.. 3 vols, Londres, 1845, I, p. 150.

06 Obras de Jovellanos, BAE, LXXXVI, p. 377.

95

Page 47: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

cuanto se puSest/'^^ inglesa, y mejorada en

n'a Blanco y Cres;!,Sa"o He" '"'T' desa, conocido en Ingkterra comn t irlan-te, era un hombre extranamemr^f transcurrio en la esoe^T^ atormentado cuya vida giosa. Cuando Sa reli-Femando en Sevilla perdfd la f ^^al de San entregd al atelsmo. Ai^nque muv^fe^t^i catolidsmo y se muchos amigos afrancesadne '^"^ado a unirse a sus se alid a Joill^os erSe ® ^aron al rey Jose. estaban por llegar huyd a Tnp-i franceses Richard Wellesley, hermano dd?^' J ^^^^ado por y ayudado por el ^obi^T ,1 Wellingt^, te los cuatro'ThS det^xisSda d™' 1810-junio de 1814) En 1823 182(i con la ediddn de Farieda/fc ni periodismo

nuevas corrientes del Pnrr* • difusi6n de las ban en el mundo de ha^r^n °T ciones de Sir Walter Scow shT traduc-almaba el studio ,rlt„rif"rr '' J ias de la Edad Media ss ^ literatura espaho-

<" bw e„ le abrieron las puertas de Ins ^ personalidad •atebales. C.£erSl VSZn,! T'^' -• ~o, se c„„„i.dd errc

"• EoVSe'llL'?"""• p. 2J8

terra (1823.m4). Mexico, 1954. pp.Tafse?"

96

- !5i

tal fue invitado a Oriel, el Colegio de Oxford que en-tonces albergaba a los famosos neodticos —radonalis-tas—.' Uderes de una renovacidn filosdfica dentro de la Iglesia Anglicana.ss Conocio a John. Henry Newman y durante algiin tiempo fue hudsped de Richard Whate-ly. el arzobispo anglicano de Dublin. Pero el desagrado que sentia por la religidn organizada. mismo que lo ha-bla llevado a abandonar el catolicismo. volvid con ma­yor fuerza y se separo del anglicanismo para conver-tirse en unitario. Sus dramdticas conversiones. su con-troversia piiblica con los apologistas del catolicismo ro-mano y su amistad con sobresalientes anglicanos lo hi-'cieron una figura conocida de la literatura eclesiastica de la dpoca. A los 35 anos llegd a Inglaterra y resolvid renunciar a todo lo espanol. aun al uso de su lengua madre; no obstante nunca se sentiria a gusto ni en la sociedad inglesa ni con el clima inglds y constantemen-te sufrla de dolores de cabeza y resfrlos. Murio en el hhmedo puerto industrial de Liverpool, aparentemente herido por una conviccion casi mistica de que "toda mi vida con su desamparo. su miseria. su angustia, sus as-piradones. fue una oracion".''® Y seguramente pocos hombres han pagado un precio tan amargo en la biis-queda de su salvacidn.

En_£Z_E£^onol Blanco White luch6_jwr_dos objetivos principales: una "constitucion del tipo que reivindicaba

«9 Blanco White, ii/e. /, pp. 436-438 y 480-489. W. Tuckwell, Pre-Tractarian Oxford. A Reminiscence of the Oriel "Neotics", Londres, 1909, pp. 226-257. John Henry Newman, Autobiographi­cal Writings. Nueva York, 1957. "Blanco White se ha unido a nuestras tertulias. Es un hombre muy leido, ardiente, ingenioso, de corazdn tierno, mente clara y piadoso. Me agrada sobrema-nera", p. 210.

to Blanco White, Life, II, p. 245 y III, p. 278.

97

Page 48: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

7''

Jovelknos reco^li^d^ con Jos_insurgentes sud. ^eriQYiQs^Si lo~pnmero le gano pocos lectoresTloTe-gundo hizo que su periodico fuera anatema para la ma-yoria liberal. Un diputado llamado Amdr pidi6 su pros-

-f cripadn: Yo reconozco en El Espa^ol un enemigo de su patria, |^or que el mismo Napoledn." Blanco Whi-te era considerado un agente de los ingleses, que bus-caba destruir el imperio espanol. En mayo de 1811

— las Cortes prohibieron la circulacidn de su periddico.^i En lo que se refiere a la constitucidn Blancd White

siempre msistid en el modelo inglds, y alardeaba con imprudenaa de sus contactos:

...en medio de la nacidn mis cilebre eh conodmientos de pohtica, tengo la fortuna de ofr a los hombres mis sabios, y de mis experienda en esta denda diffdl, que no se puede aprender bien sino en la prictica... El ta­ller de la libertad esti abierto en Inglaterra a los oios de todo el mundo.'^^

Senalaba a la constitucidn de Aragon como el mejor modelo local, dado que preservaba el sistema medieval, y que era la que mis se asemejaba a la inglesa. Cuando las Cortes desoyeron su consejo y se inspiraron en Fran-cia, sus cri'ticas se hicieron muy severas. Como Tovella-nos, il tambiin favoreda un ejecutivo fuerte y una se-gunda cimara legislativa: Advertia que el pueblo espa-nol, que todavia deseaba una monarquia efectiva, re-pudiana la noddn de que la soberania residi'a en las Cortes. ConclUia que absortas istas en teorias abstrac-tas habian escrito un libro al que llamaban cofisti-tucion, mientras que lo que el pais necesitab'a eran unas

.8.4, ® ® •^2 El Espanol, II, p. 86.

98

cuantas leyes fundamentales que la monarquia, y que garantizaran la l^bmad de los sub ditos y la independenaa del poder J^diaal. p vela Que tal y como habia sido fonnulada, el rey bus I^Ltose'de un sistema queimpedia el gobierno

Fueron los intentos de Blanco White de reconcilia-ci6n con los insurgentes sudamencanos lo que F®' "oSTteVio'i espaaoles. Previendo la W-Mulad de una euerra dvil que desembocara en la uidependen Ja TpriSiS de^julio de 1810 pidid el teconoc.-mi;nto de las nuevas Junt^ mo" de todos los virreyes y g®bernadores y el fm del ino noDolio comercial. Atribuia la actual lucha al furor del partido mercantil de Cadiz" liberXs ak-la mavoria liberal de las Cortes, como los liberales ale manes de 1848, estaba radicalmente ^ disminucidn de los territonos naaonales. Postenorm te los llamaria

el partido patridtico espanol, francis por sus castdkno por la hueUa de la tradiddn en su pclitica ah-Sntba u™ violenu envidi. a Inglawn y c«n..dera-ba las colonias americanas su propiedad.

Cuando se vieron destruidas sus es^ranzas de rmkn libre y autdnoma, Blanco White no dudo en ^ ambas^artes imparcialmente. Atacd .^g^^amente la de-claracidn venezolana de independenaa ^dvirtiendo a la junta de Caracas que "el golfo borrascoso de la demo

74 SS: ni, W. ?47. Lewis Namier, 1848. The Revolu­tion of the Intellectuals, Nueva York, 1964, pp. 104-110.

76 Blanco White, Life, I, pp. 187-188.

99

Page 49: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

. nes ae igualdad, los conduciria bien pronto a la anar-quia y luego al despotismo militar. Afirmaba que re-lativamente unos cuantos habitantes de America desea

conVui'a:' in<i=P™S„S ,

^ Todos daman libertad: mas el eco de esta voz en los co-_ razones es poder, riqueza, mandoJ®

a u S e i e r ^ ' l n ^ d e r e c h o s d e l o s c o l o n o s a l a autodeterminacidn como su advertenda contra el iaco-bmiamo attajeron „„a amplia audiencia AmdS

Romsea?'SSttn- »^g»aore» espanoles de nacion el suenos imperialistas de domi-

converse a Burke tenia la sufidente flexibi-hdad para demandar la autonomia colonial

ill padre Mier entro a la arena politica con dos car tas dingidas a El Espanol en las que postulaba una run-

TinT^'T y '^^g^ba ^ue e moSieX T™" "'•""•'•' V.ta prindpr

ST/"'"' S

.8^?; la Jas&rdi'™feo™

cidn americana en las ConLloTl^TlX-Xm^^^

77 IV, pp. 26, 409-425.

Espanol. IV, pp^^ 409-425,^^,^275^284"!^^

100

ben la rebelidn del padre Hidalgo y su represidn. La ultima seccion y la mas original, el libro XIV, que ocu-pa un tercio de toda la obra, presentk una elaborada serie de argumentos destinados a jqstificar la indepen-denda.

La continuidad entre el Mdxico de 1808 y Cadiz en 1810 se vio destacada por la actividad de un enemigo comiin, el egregio periodista espanol Juan Ldpez de Cancelada, empleadillo de un partido comercial, influ-yente en los drculos gubernamentales de ambas duda-des. Primero como editor de la Gaccta de Mexico y lue­go de El Telegrafo Americano en Cadiz, Cancelada lo-gro a travds de la delacion y de la poldmica abierta, como algunos cuantos, desf>ertar la ira de la dlite crio-11a, Explicable entonces que Mier empiece su libro con un malicioso ataque contra este "buhdnero quebrado".'® El problema mas debatido en 1808 era el de la legiti-midad politica. Poco despuds llegaron a Mdxico las no-ticias de la abdicadon de' Carlos IV, y arribaron a la Nueva Espana delegados de las juntas provinaales de Sevilla y de Asturias para pedir el reconodmiento como nuevo poder soberano. Al mismo tiempo el Ayunta-miento de la dudad de Mdxico, un bastion criollo, aconsejd al virrey que, con la derrota de la soberania, su autoridad carecia de fundamentos legitimes. Suge-rian que se convocara una Junta General representati-va del reino para "llenar en lo pronto el hueco inmen-so que hay entre las autoridades que mandan y la so­berania". La'demanda del Ayuntamiento no estaba formulada conforme a los principios de Rousseau o de Suarez; sus abogados simplemente aplicaban. la teoria conservadora del derecho natural de Puffendorf y Hei-

78 Mier, Historia de la Revoluddn, I, pp. vi-xxviii.

101

Page 50: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

versidad de Madrid ^9 Est/f- f citedra en la Uni-toridad mondrqX dSva£ el que el pueblo habla cedidn^ "" original en berania a la monaraufa P5 irrevocablemente su so-1808, la soberam'a seldn el A° abdicadon de pueblo,, o mas bienTsus devolvfa al locales. Mds adn el Avunfam^ Concejos

bia convocarse a las Corfec j regencia de-Saban el dereo^o ?' ««" nfnsula de reclamar TQ K ® provinaales de la Pe-

Sevilla era una provincia tan Sli" "'"a americanos; Frente a ea Jal°L?„"

de las fuentes mds respetables i tornados les s61o podlan pedrSSw' e' ^olonia-la Junta de Sevilla. En efeSr idar^°"°"®'^"'° era una colonia y de ahi nii<a* i lue Mexico metrdpoli pudiera^obernaria VOCO a varias reuniones inform l Iturrigaray con-problemas, y aparentemente e "Si la necesidad de reunir a NR,A T convenado de tiva de todo el reino. En eff ^neral representa-1808, respaldados por el arzobf"^^' septiembre de Audiencia, los Mem de T. Z P°" ^e la dos inmigrantes originarios de ,™"p mercantil, to-al virrey, lo obligaron a renim " arrestaron

^—ota Sctisr^gi,;:

tdeologtco de la Revolucill'^ r J' Villoro, £/ proceso pp. 33-59. ^^oluc,6n de Independencia. M&ico, 1967°

102

de estado conservador fue evidenciada por la proclama-ci6n que emitieron al dia siguiente:

Habitantes de Mexico, de todas dases y condiciones: la necesidad no estd sujeta a las leyes comunes. El pueblo se ha apoderado de la persona del excelentisimo scnor virrey: ha pedido imperiosamente la separacidn, por ra-zones de utilidad y conveniencia general.so

Pero, ique pueblo y la necesidad de qui6n? En las Cortes de 1810 los diputados americanos, siem-

pre en minoria, se hallaron frente a las mismas fuerzas opositoras que existian en Mexico. Los intereses mer-cantiles de Cddiz trataban de influir sobre el patriotis-mo de la mayoria peninsular para negarles cualquier concesidn importante. Con el Nuevo Mundo destroza-do por la sediddn y las revueltas, los diputados crio-llos.se hallaban en una situacibn muy precaria; si eran demasiado atrevidos arriesgaban la prisidn. El debate se centrd en tres problemas prindpales. Los americanos eiigian que por lo menos la mitad de los puestos pii-blicos en el Nuevo Mundo, a todos los niveles de la administraddn, estuvieran reservados para los natives del bemisferio. Se formularian listas para demostrar su exclusion anterior de los puestos mas impwrtantes; y, en general, aqui encontramos una representacidn final a los temas de la literatura criolla desde el siglo xvi. Exigian el fin del monopolio comercial de Espana y la apertura de los puertos coloniales a otros paises, de-mandas que amenazaban los intereses locales. Como era de esperarse, estos problemas no fueron resueltos. La discusidn se hizo mas acalorada en torno al problema

80 Lucas Alamftn, Historia de Mejico, 5 vols. M&cico, 1969, I, p. 164.

103

Page 51: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

^gumentaba que

®?jf^F°"ociera que los indios, definidn f subditos libres de la Corona tpn' como OS espanoles a la represent^Mn'^Ut"^'' como

las Cortes se negaron resueltampnf° obstante, gio a cualquiera que tuviera a^ ? otorgar el sufra-P.as6 con el ampl?o yZ 1 . ^fricana.sx Asi' cuales eran clasificaSs^eomo mulatr* manera bastante ofensiva FI separados de anugo de Gregoire, se senS ? • ^buen Por esta discriminaddn- afSah insultado we en la misma Esp^^tab?' producto de las invasione? ?raK c mulatos, esto es una iniquidrd TL "^odo bia de la raza blanca del C' ^ ^ober-estas discusiones electorales fu^uns't ^^^"bado de taadn que condenaba a los amf. • ^e represen-superioridad numerica. a S Z ™' ^

La contribucidn mas somr '"'"ona en las Cortes. Siva, a la controversia fue Za P°^ ofen-do de Mdxico, cabeza ^e ircoZ^-/'."" Consula-atacaba la concesidn del voto a losTiS" que Este documento, mezcla de lac ^"dios y a las castas, pulveda y Pauw, histdrico e • caluntnias de Se Cortes a pesar de las indignSas ^®^do en las ados americanos. El Con^ rj P^otestas de los dipu-

"S'o «, acerca de a S S"""""" 3, . ""toaaon mdlgena y a&maba

SrAutt.'S Zt "" St"""

i-

104

que los natives del Nuevo Mundo se hallaban "en la primitiva infancia de las naciones originales, demasiado inmediatas al estado animal... asi no debe extranarse que los europeos encontrasen a su arribo a este hemis-ferio tan pocos habitantes, tan dscasa labranza, tanta abundancia de hambre, desnudez, borrachera, sensua-lidad, embrutecimiento e indolencia". S61o el benevo-lente cuidado de los espanoles era capaz de domar y civilizar a "los orangutanes pobladores de las Amdri-cas". Si la Nueva Espana presentaba ante el mundo una imagen de riqueza e industriosidad, ello se debia linica-mente a los 70 mil peninsulares residentes en el pais, que formaban "el alma de la prosperidad y de la opu-lencia del reino". Los indios seguian siendo brutales, las castas estaban sumergidas en el vido y los criollos, indolentes y envidiosos de los peninsulares, buscaban la independencia para enriquecerse con el monopolio de_ los puestos piiblicos. En estas circunstandas la con-cesion de la representacion equitativa conduciria a la destruccidn de la Nuev^i Espana, la que por liltimo quedaba definida como "una provincia mansidn de cin-co millones de autdmatas, de un milldn^de vasallos dis-colos y de den mil dudadanos adictos al orden".®® Aqui hallamos la ultima expresion del prejuicio colonial equivalente al de cualquier pied noir argelino.

Las teorias de Pauw, Robertson y Raynal, aceptadas por autores ilustrados tales como Ulloa y Munoz, eran aplicadas con fines politicos por la liltima generacidn de inmigrantes peninsulares en el Nuevo Mundo. So-

83 Este homenaje se halla impreso en: Andris Cavo, Los tres siglos de Mdxico durante el gobierno espanol hasta la entrada del Ejercito Trigarante. Publicado con notas y suplempnto por Carlos Maria de Bustamante, 3 vols. Xalapa, 1870, III, pp. 345-376.

105

Page 52: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

bra dear que el padre Mier desechd con desprecio este ataque, citando una larga lista de autores (Carll, Mo­lina. Jefferson y Clavijero) que se habfan solidarizado en este debate clave. £1 mismo tenia poco nuevo con que contribuir; la controversia simplemente aumentd su indi^addri con respecto a los prejuidos europeos, y su adhesidn al pasado indlgena. En ese momento lo rea&nno en su convicddn de que los comerdantes de

)<. la Coloma constitulan el prindpal obstdculo para la mdependenda; y se indignaba contra "este ejerdto de a opresidn ultramarina, cuya vanguardia estd en CA-

diz, el centro en los puertos de Americai y la retaguar-dia en sus capitales".8i Los mismos hombres que se ha-blan apoderado de Iturrigaray, finandaban ahora la re-

f presidn de la revuelta del padre Hidalgo e insultaban en las Cortes a los americanos: todo ello con el fin de

^ perpetuar el imperio y su propio monopolio comerdal. I El padre Mier elabord en este contexto su teorla

||acerca de la contribucidn histdrica de Mexico. Su prin-Ijcipal fuente, aunque no reconodda, fue la Carta diri-if « u/ americanos del jesuita peyuano (ljuan Pablo Vizcardo y Guzmdn. La idea central que

c^mpartlan era la base de las demTndas de Momla que habfa conferidq la Conquista; como

descendientes de los conquistadores, los criollos hereda-bfsMV Tr ! Sin embargo, si hacemos justicia a Mier debemos admitir que ^ste era un anti-

84 Mier, Cartas de un americano, pp. 38, 47 y 232 Historin de la revolucUn, I, pp. 241-242 v IT 94f; <>iR J -f DO 2qfi9q7 r,-j 1 Escntos ineditos, 2 8 ' ^aevo Mundo, pp. 270-271 y 285-

85 Mario Giingora. Pacta de los conquistadores con la Corona iJn Indiana: dos temas ideoldgicos de la epoca de la Independencia. Buenos Aires, 1965.

106

guo argumento aiollo, que se remontaba via Ahumada al siglo XVI y a Gardlaso de la Vega. Pero Mier fue muy cuidadoso en dar cr^dito a Blanco^ White, alaban- | do "la daridad de su juido, por la'rectitud e imparcia-lidad de su corazdn y por la reunidn mds completa de ^ las luces y el saber politico" .86 La estrategia del libro XVI de la Historia justificaria la independenda sin re-— currir a las ideas jacobinas.

Mier iniciaba su defensa con la crisis de 1808. Con el arresto de Iturrigaray y la negativa a permitir la forma-d6n de Juntas Americanas representativas, los espano-les americanos destruyeron de manera efectiva el pacto social establecido entre los reyes espanoles y los ameri­canos. iPero a qu^ pacto se referia Mier? Desde luego que no al "contrato anti-sodal" de Rousseau, al que denundaba como "aquel tejido de sofismas, dorados con el brillo de la elocuenda encantada del fildsofo de Ginebra". Esa teoria habia conduddo a la Revolucidn francesa y a los disturbios por toda Europa. Mas que aprovechar los atractivos de las teorias francesas, Mier recurria a la historia;

Al pacto solemne y explicito que celebraron los america-nos con los reyes de Espana... y estd autenticado en el ?\ mismo cddigo de sus leyes. £sta es nuestra magna carta.sr —

Las Indias fueron conquistadas por expediciones pri-vadas, cuyos lideres aearon encomiendas, ayuntamien-tos y actuaban como tdcaldes y adelantados. Hasta des-pues habian sido incorporados al Reino de Castilla. Asi — pues, existia un pacto muy claro entre los conquistado-

86 Mier, Historia de la Revolucion, II, p. 163. 87 Ibid., II, pp. 166-167 y 178.

107

Page 53: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

a caLbio jurisdicddn

conferido ^rk SSjSsta. Con"'^ nin^n deredio a los criollos como los heredemc ,^abilidad definfa meros mfsioneros quVhSTf P"" las crueldades deTos conalf'^'' ^^ios de que tenia en mente era el sicif Constituddn valeda despu^s de que las N„ e™^T que pre-Puesto fin^a los ab^usos de k eT 1542habkn obra de Las Casas, qTe tbfa n la cialmente en el famoso debate ron ie?i Durante este periodo se emiti^r ^^51.

sus leyes fundamentales o su vprrt^a tonces se zanjarin los dmienl^ ^ ^n-cuyas leyes en lo favorable LmiLro

Ssi'" Casas, cZo Te murbt"

de sreZSL a' CoSt''''''''"" en los puestos piiblicos en k jJ preferenda preferenda que dl definfa comn ^ Estado, una anexas al pacto sodal T remuneratorias

!<>» «yes-. S, 4S?^i±o laS"""'". f"""' "" mdios pactos equivalentes-^e senorfos y tambi^n garantizab^ " antiguos Iibr.es. garantizaba su statiis de stibditos

IS'a™„le de esla an.

CO., JanTlX a%SV7n'rSL

108

pies coloifias. Posefan toda una gama de institudones, cada una con sus virreyes, audiendas, tesorerias, jerar-qufas y universidades. Aunqiie tedricamente parte de Castilk, las Indias posefan su propio Consejo y depen-dfan directamente del rey. Su status *era comparable al de Aragon, Portugal y Fkndes, "con igual principado soberano y conservando sus leyes, fueros y pactos".®® Sin embargo, Mier aceptd de inmediato que estos dere-chos histdricos habfan sido descuidados por el despotis-mo real. Los criollos vieron obstaculizadas sus posibili-dades de progreso en la administraddn piiblica; los in-dios cayeron en un tutekje perpetuo; los virreyes y las

oaudiencias eran tiranicos; y el monopolio comercial de la Peninsula impedfa el credmiento econdmico de las colonias. Las reformas borbonas habfan constituido pe­sos adicionales. La Constituddn raramente habfa sido observada o siquiera recordada.

El propdsito de la teorfa de Mier era similar a la de la idealizacidn del pasado visigodo de Jovellanos y Mar­tinez Marina. Demostraba que aunque Mdxico podia haber sido tratado como una colonia, en esencia era una entidad politica autdnoma fundada en un pacto histdrico con el rey de Espana. La abdicaddn de Car­los IV los habfa liberado para optar por su propio des-tino soberano. Las Cortes de Cadiz no posefan ninguna autoridad legftima sobre el Nuevo Mundo, puesto que negaban a los americanos justa representacidn y se opo-nfan a reconocer o a permitir las Juntas Americanas. Al mismo tiempo, de acuerdo con sus mentores Blanco White y Jovellanos, Mier sefiakba con gran desddn las muchas deficiencias de la nueva Constituddn, induyen-do la ausencia de un cuerpo judicial independiente y de una segunda camara legisktiva.

89 Mier, Historia de la Revolucion, II, pp. 197-199.

109

Page 54: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Resultado esendalmente del frahp;f^

it SaTxo™ ssrs V'"d

toS«. 3: ;* "pp"» »«-«"•''

Este ^nfasis geogrdfico estaba fortaleddo nor sn fe

al pals mas opulento del mundo " si n-esponde

r=:i~-i~'55S«

aa6n de prmcipios metaflsicos" de igualdad a la ma-

2 vols.^Nueva'jere^.^^Sg!^ Writings,

tructiva enviada desde FiladelUa a (' PoUtico-Ins-

110

nera francesa, condudrla a la anarqula, y al despotis-mo militar. En lugar de alio proponla el modelo inglds y escribla, con el lenguaje burkiano que habla adquk x, ride de Blanco White: "Los pueblos'nunca se ban go-bemado sino por usos, prescripciones y leyes." ss No*-obstante, como esta recomendacibn iba acompanada de un abierto llamado a la intervencidn inglesa para apo-yar la emancipacidn, su posicidn podrla resultar sospe-chosa. De hecho un estudio cuidadoso del texto mues-tra que su recomendacion se limitaba a una forma de gobierno unitario fuerte con una legislatura bicamaral: evitaba cualquier menddn de la monarqula. El padre Mier era mucho mas consistente y tenaz en sus opinio-nes de lo que algunos comentaristas ban sugerido.

Indigenismo historico

A partir del momento en que Miguel Hidalgo, cura de Dolores, asumid el liderazgo de la insui^encia mexiica-nST'el movirmento adqiiifid las caracterlsticas que lo disfinguiCTon c[eIinilivain€ifite"aS" las revoludones sud-anfericanas—contanpordneas. Sus exitosos comandantes en jcle, "Hi'dalgo^y* Mafia Morelos, y mucbos de sus lugartenientes eran sacerdotes. Un bistoriador mo-derno ba calculado que en cierto momento 400 cldigos y frailes estaban comprometidos en la conspiraddn o en la sedicidn abierta contra la Corona espanola; para 1815, de acuerdo con una estimacion, 125, eclesiasticos bablan sido ejecutados por traidon.ss Es importante re-— calcar que mientras que en America del Sur los sacer­dotes patriotas actuaron en su mayorla como conseje-

92 Mier, Historia de la Revolucidn, II, pp. 317-318. 93 Farriss, Crown and Clergy, pp. 219 y 254-263.

I l l

Page 55: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

ros o como capellanes, en la Nueva T7»T^o~ como h'deres militares v murhn. surgieron zaron a sus propios paL^nfr Como era de es^rarse rn rebeldes. un sabor peculiSmente mo"''" dirigian. El nadrp , niovimiento que

atraer al populacho v su hr>T-^ a Guadalupe para al grito de "tViva FernanH ^^°^ganizada marcho -aS Nueslo^do. ® bjeS riSf- llvSiS el ^^nfcife^oreliaT v ^ episcSpSIenie procesiones SgS J

— dral.»4 pai-a protestar ronfra 1 ^ate-X ni'a fin al fuero clerical dp ' virreinal que po-- dicddn civil, el tnSl Man^rif ^

cura de Tautelelco: Matamoros, que fue

cZ semejame' i"]?"'" ^°n sena del" mi^rcoles santo mn^ candnigos en la

-^letrero que deda... Morir nor^ ^ - tica.®5 P°^ la inmunidad eclesias-

. aofa™ 1 ' efa m«S' P"'"*-

Cdando ., padae Hidalgo K^de'

2 0 7 ^ 2 0 ? b P - 2 9 7 ; I I , p . 7 2 y m , p p .

Alamdn, Hniana d. I, p. 306 y IV,'460-462.

112

Mdxico, su ej&cito formaba una gran horda, apenas or-ganizada, de indios, peones y rancheros, que con^ fre-cuencia iban acompanados por sus ,es^sas y familias, destruyendo a su paso los campoj; avida de pillaje y destruccidn. En sus liltimas etapas, el movimiento de-generd en un bandidaje social semejante al de los es-tudiantes de los Balcanes. En todo momento la masa de insurgentes mostrd un profundo antiespanolismo; pocos gachupines, sin importar sus actitudes politicas' o ac-cidn, eran los que escapaban con vida. Estas caracteris-ticas: el liderazgo clerical, la conformacidn popular y la au§encia de principios liberales explicitos fueron los que condujeron a un historiador mexicano iconoclasta a comparar la rebelidn de 1810 con la rebelidn encabe-zada por el Mahdi en el Sudan.®^

Los observadores sudamericanos reconoderon explici-tamente la calidad distintiva del movimiento mexicano. Desde 1812 Manuel Moreno, en la biografia de su her-mano Mariano, secretario de la primera junta de Bue­nos Aires, escribid a propdsito de Mdxico:

Esta insurreccidn tiene un cardcter particular que la dis­tingue de las demds de la Amdrica Espanola, a saber, que es obra exclusiva del descontento del bajo pueblo... Las revoluciones de Caracas, Buenos Aires, Santa Fe y Chile, nos muestran una solidez de ideas, una condensacidn del los planes, y una elevacidn de sentimientos que contrasta con la fluctuacidn, inepda y pequenez de los insurgentes de Mdxico.®®

De manera similar, en terminos mas halagiienos, Si-mdn Bolivar, hacia un contraste implicito:

97 Francisco Biilnes, La guerra de Independencia. Hidalgo-ltur-bide. Mexico, 1965, pp. 172-175.

98 Manuel Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno. Bue­nos Aires, 1918, p. 126.

113 %

Page 56: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Felizmente los directores de la Independenda de M&ico e ban aprovechado del fanatismo con el mejor acierto l

proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe per reina de los patnotas, mvocdndola en todos los ca^s arduos y

evindo a en sus banderas. Con esto el entusiasmo polt ducido^ una mezda con la religidn, que ha pro-Iibettad.99 vehemente por la sagrada causa de la

En algunos respectos el movimiento mexicano puede compararse con la lucha espanola contempordnea con-ra e rey Jos^ En ella tambi^n el cnrato, inspirado por

el fervor patridtico y religioso, dirigla las guerrillas po-pul^es contra nn opresor extranjero e implo. Mds to-davia, es posible imaginar que muchos funcionarios co-lomales de alto nivel burdcratas ilustrados, si hubieran ivtdo en la Peninsula, se hubieran unido a los afran-

^ cesados, como el virrey Miguel de Azanza, apoyando al rey francos. Sm embargo, a diferencia de Espana, no dno l"" funcionarios publicos ilustrados,

no la inayorla de la dlite social mexicana se adhirid a Ja causa del gobierno. Por lo menos la mitad de los ofi-dSotd rL% ^j^rcito realista que

hasta 1812 llegaron de la Peninsula los primeros rem - mientos expedicionarios. P"meros regi-

P El amargo encarnizamiento de la primera guerra civil PeTZ: Z ^ se-defaiofld S!

levantamiento indige-casof el s?r' En ambos casos el sector de la dlite colonial tradidonal, caciques

I en Peru y curas en la Nueva Espana, que ejercia Jan

p. Bolivar, Obras completas, 3 vols. Caracas," 1964, I,

114

Influencia sobre las masas, dirigid una salvaje revuelta social contra el nuevo rdgimen borbdn, cuyas medidas amenazaban su posicidn privilegiada.n>o Ambas rebelip: nes fueron tipicas de la sociedad tradicional mas que jagjoluciones en el sehfido_moden^NotahId0eiit^ lOT tos en prdclamar como su objetivo la independencia, caredan de una ideologia consdente que diera a su ac-cidn una direccidn coherente. Hasta 1813, mucho des-puds de la eiecuddn de Hidalgo, los insurgentes mexi-canos emitieron por fin la declaracidn de independen­cia. En ambos paises la salvaje calidad populista de la revuelta condujo a la atemorizada dlite cnolla a las fuerzas realistas, para reprimir la amenaza a su prospe^ ridad y status. .

La distintiva composicidn sodal de la revuelta mexi^ j dictd SU elecddu en cuanto a su retdrica political

Sus lideres resultan poco familiarizados o, mds bien 'yC. muy sospechosos de los prindpios liberales que sirvie, ron para justificar la independencia en otros paises de Amdrica. Esforzandose con derta dificultad por contro-i-lar a sus seguidores sansculotte, sentian poca inclina-cidn por encender la imaginacidn popular con declara-clones de igualdad. En_lug^ de ello, completaban su invocaddn patridtica de-la-Guadalupana con un llama- j do a" la historia. Recurrian a las profundas emoaones , antiespanolas de la dlite-y-de .las inasas,a travds~de unad resurrecddn de la Leyen^.^Jegra JLa l^tesis de la supervLvenda. de.Ja nacidn mexicana subyacia en e^El llamado, el mismo que exisTia-imaiMtrtOs-gspanoles U gardnT^iora que esub^a puntp'^reaip^ su Jiber-tad. El viejo patriqtismo criollo ,s_e_habia Jransform^do en~ fetonca" fiaciohalista.

100 Daniel Valcarcel, La rebelidn de Tupac Amaru. Mexico,

1963, pp. 20-33 y 66-81.

115

Page 57: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

de este imadnativo

En los libros IX-XII de su Hr^tona^diS^smBiS^una apasionada descripcidn de la revuelta de 1810 y de la cxueldad con la que fue reprimida. En ella empleo de manera brillantemente poldmica a Las Casas y su condenaddn de la Conquis-ta De la misma manera que Alvarado masacro a los nobles aztecas en Tenochtitlan, tambi^n Calleia, el ee-

asesind a sus prisioneros en Guanajuato. En Michoacan y Jalisco, donde una vez Nuno de Guz­man torturd y saqued, ahora el general Cruz mataba y quemaba. La promoddn de Calleja a virrey evocaba

administraddn del duque de Alba en los Parses Bajos. En resumen, Mier afirmaba que una desmpadn de las acdones militares espanolas, extrafda de las gacetas ofidales, podrla ser la segunda fZLii % destruccion de las

Indias.^oi Para presentar la comparaddn en Mdxico Mxer promovid al menos tres edidones separadas de este famoso tratado en Londres, Filadelfia y Mdxico y en el prefaao de la dltima ediddn prevenia a los espa^ noles. tampoco faltardn ahora nuevos Casas que reve-len sus crimenes y los entreguen de nuevo a ll execra-cion del umverso".i'>2

Mientras que el padre Mier trataba prindpalmente el identidad que existia entre el crimen del conquistador y el del realista, a diferencia

Revolucidn, I, pp. 298-299; II, 3-4 y

fafe^MSc!)°T822^ v' de las Indias Occiden-st^nrSesf SJdT 'TT Enigmatic Padre Mier, pp. 114 y 210. '

116

de d Carlos Maria de Bustamante parecid interesarse

mas por el pasado indigena, y por lo tanto se veia mas

impresionado por la similitud moc y Moctezuma con el de Hidalgoj Morelos. Como editor del Diario de Mexico (1805-1808) , habia publ cado muchas cosas acerca de la historia india y de las antiguedades, incluyendo extractos muy densos de un manuscrito cuyo autor era supuestammte Franasco de San Antdn Mundn Chimalpalim.io^ Miembro clave de

la dite intelectual de la capital, Bustamante se umO a la revuelta hasta 1812, cuando fue amenazado de arres-

to despuds de que denundd piiblicamente las masacres

fealistas y el fin de la inmunidad edesidstica ra el riddico que editaba, Juguetillo^^ Una vez en la lucha,

, pronto asumid un papel muy importante entre los in-surgentes y fue de los prindpales responsables de la

formulacidn de la primera Acta Independence, m tida en nombre del Congreso de Chilpanango. Despuds

de la captura de Morelos, cayd presa de las rivalidades que prevalecian entre los lideres rebeldes menores y luego de muchas aventuras y escapatorm tuvo que ren-dirse a las autoridades realistas en 1817. Su desastrosa experiencia nunca disminuyd su entusiasmo por More­los o por la causa patridtica; su Cuadro histonco de la Revolucidn Mexicana, la fuente clave de la historia de la insurgenda en estos afios, esta cubierta de ^rdor p -tridtico. Cuidadoso de referirse al padre Mier como su mentor, siguid con mucho la misma linea histdrica m-digenista. Los insurgentes, herederos de Cuauhtdmoc, lu^aban para liberar a la nacidn mexicana de las ca-

103 Diario de Mexico, VI, pp. 418-419 y 438-439; VII, pp. 296-

wi Cariot^ Marla de Bustamante, Hay tiempos de hablar y tiempos de callar. Mexico, 1833, pp. 12-20.

117

Page 58: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

y Conquista le habia impuesto. Asi queda-£ bylaramente identificado el pasado indlgena comH -

n T'™- ^^Jidad de la imaSrddn ca observarse en sus reflexiones acer-ca de la calda de Guanajuato a las fuerzas de Hidalgo.

meditando sobre ella, y se me fi-fant,^ , entre aqueUos cadaveres y miembros palpi-tantes a los genios de Cortds, Alvarado y de Pizarro QL se medan despavoridos observdndolos, y que lanzdndose

7 -a a ? horronzdis a vista de estas victimas? jHab^is

en tabasco Cholula. en el temple mayor de M&ico en Cuernavaca?... ^Han desapareddo de vuestra memoria S aTes' "°H Chaupopoca, a quien quemasteis vivo? EI arresto de Montezuma... y la tortura que pusisteis a Cuauhtemoc, ditimo monarca de este imperio, para que

descubnera el tesoro de su predecesor? i05

Sba" insurgentes, Bustamante excla­

ve con Dios, hijo mimado de la victoria: el dngel tutelar de America te gufe: la sombra de Montezuma tf reaufera sin cesar en el silendo de la noche por la velrma de sus manos, y de aquellas inocentes victimas quf inmol6 Alvarado en el templo de Huizolopuchtli.ioe

^^.te.SiLdifusi6n y tJS^P^bapTiTr^ conformacion y que funciones desempenaba? En la mayor parte de la literatura insur-

105 Bustamante, Cuadro histdrico, I p 39 106 Ibid., I, p. 336. P"

gente podemos hallar alguna referenaa al pasado m-digena. En Chile, poir ejemplo, se recurna a la he-roica lucha de los araucanos para ejemplificar la va-lentia chilena. El uso de la palabra dmencano servia para unir a los criollos y a los mdios bajo la inis-ma bandera, permitiendo a los primeros apropiarse del pasado indlgena, y a veces su presente, para entablar una poiemica antiespanola. Lo que le era peculiar a Bustamante era la pura fuerza emodonal de su iden-tificadon con el pasado indigena y su insistencia en este argumento historico para justificar la Indepeiiden-da hasta la virtual exclusidn de otras bases mas fi-

' losdficas. iPero a cudnta gente impresionaba esta re-tdrica? Uno de los puntos a discusidn es el discurso preparado, aunque no pronundado, por Morelt^ p^a inaugurar el Congreso de Chilpancingo. En su Cuadro histdrico Bustamante insertd el texto que se hallaba en­tre los papeles que le fueron confiscados a Morelos sm ninguna indicaddn de que d mismo fuera el autor. No obstante, comporta todos los signos de su estilo, y Lucas AlamAn posteriormente lo atribuyd a Bustamante. Si dte fue el caso, ^estaba Morelos de acuerdo con esos sentimientos? ^Era aceptado para los demds insurgen­tes? Porque el discurso evitaba prdcticamente cualquier discusion de principio excepto por una ligera admisiOn de que "la soberania reside esenaalmente en los pue­blos . Que transmitida a los monarcas, por ausencia, muerte o cautividad de dtos, refluye hada aquellos , una admision que no era una posiadn mds avanzada que la del Ayuntamiento de la dudad de Mexico. Apar-te de esto, el discurso se distingue linicamente por su asombrosa invocacidn a los heroes ancestrales.

107 Ibid., I. p. 622. Ver tambi^n: Lucas Alaman, Documentos diversos, 5 vols. Mexico, 1946, III, p. 297.

118 119

Page 59: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

i^TmcowSTde'? <1= Cnauhtimot

sssr ir ?

er.r,f 1 de Chilpanainga ••" ™ '' ™"""»» pueWo

fiaba ellita tSrS V' d^pd-en la primera Arr/X t j "a elaramente observada por el We» 1 t/hlTen I" extrano documento TSnstam Chilpanango. En este dado cnalqnS "SicMn Hor" ?" S''" meramente "el Congreso de Iiberales. Fue mexicano el que rerobrd "en u ^ pueblo adn, esta fell? ocS uL-f usurpada". Mis lares, sine mas bien de "las' ^ ^xigencias popu-la Europa", eLto se 'u^e J H tables de la Divina Providenda El tener el catolidsmo T ^ prometfa man-servar la pureza de sus dosnn rebgidn legal, pre-religiosas. Era nues una y conservar siis ordenes mente conservadora' De catdlica eminente-manle, Morelo, oS„v"%'e ISnJee^'ST

-a-bien. «.

120

/ da Acta de Independencia, firmada en 1821 por Iturbi- ^ de y algunos miembros de la aristocrada y del alto cle-ro. El objeto fue evitar la fraseologia- jacobina.i"® ~

• * La naddn mexicana, que por tresdentos anos ni ha te-nido voluntad propia ni libra use de la voz, sale hoy de la opresidn en que ha vivido... Restituida, pues, cada parte de Septentridn al ejerdcio de cuantos derechos le concedio 'Cl autor de la naturaleza y reconocen por inaje-nables y sagrados las nadones cultas de la tierra. ..

Aqui el derecho a la Independenda dependla de la existenda de una Naddn Mexicana, ya existente antes de la llegada de los espanoles, y desde ese dia injusta-mente conquistada y gobernada. Sus derechos pollticos, como se vera, provienen de Dios; y otros paises simple-mente los feconocfan como inalienables.

En este punto, es necesario volver al padre Mier. ^Eran contradictorios su indigenismo histdrico, ampliamente basado en una renovadon vitridlica de la Leyenda Ne-gra, y su teorla constitudonal doceanista de un pacto/ social celebrado entre la Corona y los conquistadores?^ A^i encontramos el antiguo dilema de^ intdgctual • crioiro~impulsado por su odio hacia Espana a ideritifi- /\ carse con "Si ihdio, auhque td^davia reticente a perder

lbs' "derechos pricticos conferidOA poc sus. aiLcestros.""— "PercTse rbcbfdara que en la Nueya :&p?na Ja conquista espiritual, tan exahustivamente descrita por Torquema-da' constituia el micleo de esa etaga historica. Por lo fahto, el' padre Mier resolvia la contradiccidn afirrnan-do que los criollos eran los herederos, no tanto de los conquistadores, sino de los primeros misioneros, espe-

109 AlamSn, Historia de Mejico, V, pp. 220-221. 110 Villoro, El proceso idebldgico..., p. 153.

121

Page 60: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

it's defendido a histdrica que oansaeraba In?" La «institud<Sn go de la sVroX fettrSd^r''" bio de preferenria Pn encomiendas perpetuas a cam-por asi SirTue unfa independenda era T 5,. r, , .^^gumentos per la

denaWiaTl Conouf.?'"'', fuentecqn-histdrica. Por esta razdn ^ autor de la constituddn mando a Las Ssas ricas. el padre de LTLs-^ff^ mitirse que en un nivpi t i dibargo, debe ad-padre Mier, ,amo como Ga?Sa™ 11 " pudo ofrerer unr. ,.1 de la Vega antes, no

1SL " ? S"'""' >1 amflico. iasi-lies anteriores'a dl, parere^hahp patriotas crio-xiones histdricas en dne • sus refle-dero mexicanr. H-f separados. El nas, emergid come efIfder det «^°n.d-apartes perua-vivientes. Exp l contra de J poldmicos en mo debe seiialarse one pequeno. Por dlti-siglo xvx para inverSr last^diSTdTxtx""""

iS535£fe'Sl' Xdl de ,°„a„T"°' d » '» "" '"osa su lader" uaUrSe aS^ ™ tf' ^ exclamd; dmcamente los indios,

"1 Mier, Historia de la Revolucidn, II, pp. 320-321.

122

lAmericanosl, tenemos sobre Amdica el derecho mismo que tenian los indios originarios de la Asia... el de ha-ber nacido en ella, cultivado la tierra, edificado y defen­dido sus pueblos.

« En su segunda CartUj desechaba cualquier posibilidad

de que los pueblos indlgenas sobrevivientes repfesen-taran una amenaza para los criollos:

Los indios no pueden jamas prevalecer contra el resto de los americanos, porque dstos son mudio mas en ndmero, en riqueza y en instrucddn.n^

Sin embargo, lo mas importante era la elaborada teo-ria de Mier acerca del mestizaje. Tom Paine ya habla afirmado que Gran Betana no era la madre patria de Estados Unidos, puesto que el continente atraia inmi-grantes de toda Europa. Mier argumentaba que con la inmigracidn espafiola eminentemente masculina que ha4 bia venido al Nuevo Mundo, muchos colonizadores se\ habian casado con mujeres indias, de manera que Es-A pana no podia ser considerada la madre patria de M6- | xico.

Todos los criollos somos mestizos... corre en sus venas la sangre pura de los senores del pais.ii®

Sin embago, hasta su Memoria politica instructiva^ escrita en 1821, reunio todas estas afirmaciones en un solo argumento coherente. Con respecto a recientes tra-tados territoriales espafioles firmados con Estados Uni­dos escribid: "Todas estas cesiones son agravios nues-

112 Mier, Cartas de un americano, pp. 84, 324. 113 Mier, Historia de la Revolucidn, II, p. 301. Paine, Politicat

Writings, I, p. 36.

125

Page 61: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

--as .adres que ^ cires los conquistadores (qSe todo^r^°' P®"

ta y riesgo) con los reyes de Espaija r!" recuerdan a las de Gardla^n palabras que hmento de te meedzos de Cmco JSu/a: "

"» » pata ello>Tubo'nr7e™dIlS'.™ '"•

srii,T?: ';r~ " --s Te nes. Dios nos ha separado mn ^spectivas regio-Europa, y nuestro, imereses Jon "d" la fuvo acd ningiin derecho.ii4 iversos. Espana jamas

breve compaj^cS^coJi ifideoS^f^ mexicana con una lucidn norteamericana Ames df t ^ trece colonias Poselan asamhTp i iPdependenda las upa reladva lib^erfad de f ?^ban de tural y de la base contrLtual'dJ t '^bo na-gobierno eran Ino-arpc sociedades y el glgriosa revoluddn bberalismo desde la ciente de la UteraVnr7 n est«dio re-demostrado que, desde mmhoTme^rl ba rada la IndepeAdenda iJfjoT f"era.decla-vorederon la oposiddn radivJ °d°i '"^bntivamente fa-Corte y al partido del gobierno "5 E campo inglds a la los herederos, de pensamiento v dJ" Palabra, eran de una tradidon politica conrim, d actitudes practicas,

a ei„d ^ g,e SdTfe er,z~4•]?

"S SnarfTaynn ^ne°iT'T' '7' ^ ^23. Revolution, Cambridg; Mass., T^rpp.^'gs'

124

la constitudon, como verdaderos hijos de la IlusPradbn, no recurrieron a ninguna tradicion o ancestro ingles espedfico, sino que invocaban los derechos natinrales de toda la humanidad. Su constituddn seria el fundamen-

l to de un nuevo orden social; marcaba mt nuevo princi-pio en la historia del mundo; como Tom Paine es-cribid:

Estd en nuestro poder volver a empezar el mundo... la causa de America es en gran medida la causa de toda la humanidad.118

El nadonalismo americano siempre se ha expresado en tdrminos predominantemente universalistas, accesi-bles a toda sociedad humana; rechazaba las causas lo­cales y con el Destino Manifiesto como su grito de ba-talla la nueva nacidn conquistd un continente.^^'' . Pero iqud diferente era Mexico! Mier y Bustamante eran tan herederos como los colonos norteamericanos de una larga tradicidn de pensamiento y literatura pa-tridticos, que se remontaba a Garcilaso y a Torquema-da. Pero sus modos predominantes de expresidn eran •— histdricos, religiosos y todos intensamente particularis- )<, tas. Ofrecla unas cuantas- lecciones de teoria politica, menos todavia de practica politica. De sus reflexiones nacid la imagen de una Nacidn Mexicana. La mente — criolla volvia una y otra vez a los dramdticos aconteci-mientos de la Conquista, a las figuras de Cortds v Moc- j

~tezuma. Como los irland^es o los griegos, nunca po-' drian olvidar el pasado. Ideoldgicamente deficientes, las

demandas de autonomia pronto degeneraron en un

116 Paine, Political Writings, I, pp. 33 y 56. lit Yehoshua Arieli, Individualism and Nationalism in Ame­

rican Ideology, Baltimore, 1966, pp. 20-28.

125

Page 62: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

pleito familiar entre criollos y peninsulares alimentado |fx)r la^ calumnia dtnica y el prejuicio social. Para unir a tos_ criollo&_con las_c3sfas v los indios contra Espana, P^icr —BustajRaRtc--.px!QcIaniaron lo c[U6 era, cscnci^-

'Eente una ficcidn, el mito~9e.ama nao'on, "T^x'CTria^ he-redera^^ffec^ deJos_aztgcaSrtrSin embargo, en Iq pr;irti-lgarjei4nsm:gnil£&_luchabaR~baip el estandarte de Nues-tig:_Sefioia_d&-C[}iadalnpe^Ambos slmbolos surgieron a

\tra^s del desarrollo del patriorismTT'aioIlbT'Tyigfa'pti-li^oT-pafa" justificarlaindepen3Siaa,. confluyeron para fomar una ideologi'a nacionalista que evocaba una mezcla idiosincrdsica de la devocidn mariana, de anti-espanolismo y neo-aztequismo. Con un arma tan pode-rosa no habfa necesidad de preocuparse por los princi-pios hberales. El clero mexicano era de los principales responsables de la formulacidn de estos temas; eran ellos mismos quienes los hablan convertido en-manifies-tos revolucionarios. De muchas maneras tanto el padre Hidalgo como el padre Mier7"erg5ierar y"el idedlogo, mararatr-no~el princTpio-sincr>el~fin--de-unsrg^ca. Su

P^aniestrui]>lar"Ntr57aTSpana, "poco tenia que jotrecer a la consl;7ucci6n'~aernu^ Mexico independiente. ™ ,

Generales y jacobinos

Por fin, en mayo de 1816 el padre Mier dej6 Inglaterra y atraveso el Atlantico en companfa de Javier Mina, un audaz soldado espanol que deseaba derrocar a Fernan­do VII alimentando la revuelta en Nueva Espana" Para entonces las perspectivas, tanto para liberales como para msurgentes, se hablan reducido. En 1815 Fernando VII abolid la Constitucidn de Cadiz para erigirse como mo-

126

narca absoluto. En Mexico, luego de la derrota y eje-cucion de Hidalgo y Morelos. los ron a las montanas y a los bosques, quenas bandas rebeldes aisladas i^^ue Sus enemigos eran principalmente mexicanos Aunque

bedidonarios a Nueva Espana, gran parte del Ejdrcito Lalista era redutado localmente y la mayona de sus Ses eran jdvenes criollos. Era a este ejdrcUo en gran parte mexicano, creado a imagen de su ^ontrapar £ espanola, mds que a los insurgentes Mina buscaba atraer a la causa liberal, cuando en 1817, despuds de desembarcar una pequena ^ el costa norocddental, luchd yendo haaa Baiio Pero ahl la loca aventura enfrento un tragico fin con la muerte de Mina y de la mayorla de sus com-

^X°queda muy daro qud fue lo que indujo al padre Mier a adherirse a este atolondrado esqueina. iFue^-guna profunda angustia patriotica la que lo h-o vol-ver a Mexico, pasara lo que pasara? iO habia ido per Sndo e! contacto con la realidad? Cualquiera que sea

la respuesta, el hecho es que se \os^raSeles como su vicario general. Permanecia en ^f de pero pronto fue capturado y enviado a la ciudad ae •Mdxico donde pasaria cuatro anos en las celdas de la Inquisiddn. Escapd a la ejecucidn sum^ia porque el cZaSdante realika informd al virrey: "por desgraaa este perverso es de una dilatada familia 7 esta enteado con las mds prindpales de estas ^ ^e amigos Mier contaba a la marquesa de San Miguel de

118 Ver William Davis Robinson, Memoirs of the Mexican Re-volution. Filadelfia. 1820.

127

Page 63: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

p A rsrs'st''' fletis^a realista?» ' ^bogado y%an-

vofvLTpoTi a'lHL"", J"®'"™'' de. dujeron T. Le ?e "J"™' Cones !„„„. de'lo, ie..il.r;: alfSrS

t~ f ~ Iglesia mexicana. La liberS de pren"slTTa™°

una'atn.6ra"S un oJafSX ouelr™"'"-

. do per la r4° a^°; STZ' " Tt- """"8"'' contra los insure-entps p k i i, habia ludiado

sieXis - -americanos Arttmtpc unidn de europeos y al clero la'vuelta a suTlnp"^^^' P^ometi'an ban sus empleos a todos ]n<°^ ^^diaonales y asegura-adhifieran al Plan EI ^xito de° 1 h cido cuando en agosto de 182^ p7 . •recono-O'Donoju, firmd los Tratados de C(^d^^° prrey, Juan a Mexico como un imnerio inHp i- definian gobernado nor uJ que estan'a

^ da per alsdn miemhS,^ ?"!?• '^°°®t""aonaI encabeza-

'' AS !l£2AmLrica

128

gidos por S^Martin-jUBollTO-.^btenian la indepen-derrciansireT^ampo de batalla, en Nueva"!Espanala ad-minis!rddtfnrT«aHSfr"IlCTlBaTraEo unjCorip n-sel^aM^~comfOrquFlFlaE^convert;do en una me-"trS^oniibSSn^o lostiGrbones se rSgaron a aceptar H trono mexicano, el siguiente ano, en mayo de 1822,-Iturbide se proclamd a si mismo Agustin I, emperador de Mdxico. Con la independencia, la Iglesia mantuvo todos sus fueros, diezmos y propiedades, y ademas se libero de cualquier interferencia secular, puesto que el nuevo Estado no heredd el patronato de la Corona. De manera similar el ejdrcito, a pesar de la incorporacidn de algunos antiguos instirgentes, se mantuvo virtual-mente intacto y habria de mantener, en los anos pm venir, una autonomia fundamental con respecto a las autoridades civiles. Mdxico tardaria mas de una gene-^ racidn en revocar la obra de Iturbide.

Confinado durante casi cinco anos (abril 1816-febre-ro 1821) primero en la Inquisiddn y luego en el fuerte , de San Juan de Uliia, el padre Mier fue una vez mds [ un impotente observador de los acontedmientos.i^i Sen- [ tendado a un nuevo exilio espanol, escapd del barco en La Habana y de ahi huyd a Filadelfia. Durante este f>eriodo escribid una Apologia, un recuento de las cir-cunstandas que rodearon su sermdn de 1794; sus Me-morias, una exuberante narracidn de su vida en Europa (1795-1805); y un Manifesto apologetico, una defensa sumaria de su carrera y sus ideas. Esta fase ampliamente .autobiogrdfica (estas obras fueron publicadas hasta des-puds de su muerte) termind en Filadelfia, donde publi-cd una Memoria politica-instYuctiva, escrita para preve-nir a sus compatriotas contra los peligros inherentes a

121 Archive General de la Nacidn, Mexico. Boletin, III, 1932, p. 343.

129

Page 64: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

cualquier forma de monarqui'a en M^xiro 122 r.„

cononaao. ..a ^0-0^

aaadimdo unaa caanas his JS aIS dt '°™f?° en Franda escribM; "d ser de un ™?. , a-™'®' Z° ' T "*? aSdd r" ddn tSS"?' """T <•" ">i tatrnd

sr! ™

»V=nd1f; KSl"!,"'" ""•• e. ae ••JZlJruS:""Z£ 7.,?™ »" '»«<" cristiana. No estd en m; ® picardfa contanden L ek u eatST,'"•" '' '<» 9°=

"d'r— Vo dessL ?7;S

"" contra el -3 Mier, S: ':L!u, "P*

130

Verfa que la acrimonia misma de mis discursos proviene de la ingenuidad con que no acierto a disfrazar la verdad y aun me sorprendo de haber ofendido'con ella.

Para ese memento, despu^s de tantos anos de prisidn, « Mier tambi^n se veia a si mismo como el simbolo del | patriota mexicano, un mestizo como Garcilaso de la | Vega, perseguido tanto por su ascendencia como por sus escritos. En Filadelfia se presentd como "el doctor don Servando de Mier, escritor cdlebre descendiente del liltimo emperador de Mdxico, Quatenloczin". "fista es la verdadera causa por que se me desterrd a Espana hace 25 anos, y no se me dej6 volver..." En Mexi­co un ano despu^s se promovid a si mismo arzobispo de Baltimore, un capricho pasajero, una excusa mds para vestir los hdbitos episcopalesd^s Sin embargo, estas fantasias perdieron su efecto politico. La Inquisicidn lo describia en los siguientes tdrminos:

Fray Servando es el hombre mis perjudidal y temible en este reino de cuantos se ban conoddo. Es de un caricter altivo, soberbio y presuntuoso. Posee una instrucddn muy vasta en la mala literatura. Es de un genio duro, vivo y audaz... Arin conserva un inimo inflexivo, y un espiritu tranquilo, y superior a sus desgradas.i^r

Lucas Alamin nos brinda la mejor evaluacidn de su caracter y del papel que desempenaba en la politica, al describir su primer discurso ante el Congreso:

124 Mier, Escritos iniditos, p. 123. 125 Ibid., p. 382. Memoria politico-instructiva, p. 72. 126 Mier, Epistolario, pp. 96 y 135. 127 Hernindez, Coleccidn de documentos, VI, p. 839. 128 Alamin, Historia de Mijico, V, p. 408.

131

Page 65: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

tas caIiLdes:^epUM™M^dedd-d^"^^"^ narcas. era por Sa pTte S supom'a descendiente de OuauhTemof^'' Y con todas las familias ^ Y emparentado redamado al leersTel aaa de l""'" •/' en el Congresa poiJueTn % " 'J'^n don Servando Mier y no "don ^ ^nmaba simplemente por ser el "de" amepuesto aTa de la nobleza: censor austeri ! ' ^^dcter distintivo de Roma, deda ZTZeZ '7 ! ^one empleo y por habdrsele hecho^'CTee^quthab^^' brado obispo de Balfimrtvo i, ^ babia sido nom-el que llaSbfla aSn- -gero y aun extravaime ,o "" partes, y habidndose dedarado com bide, el nuevo monarca rm f - nnperio de Itur-ni que mayores dano^e cLsa^ Veracruz, cuando se desatd en •' P desembarcd en narqula, en tdrminos ^e des^e instruir secretamente sumaria- Pecomenzd a presentarse a Iturbide, que se hallSa''en% ''1"'' ^ las Cuevas, y sin dark el trit • Agustfn de aprobd a Jdaras sf p^CcTr'; l'^ tba a hacerse. En boca de M* i coronacidn que

que la apliSddn del f d ' «« era nombre de "vinS^e de L el -onia de la inau^ddn de a" 0?d '"'r^ los caballeros con sus mantos v i Guadalupe con de las danzas usadas por los 7 .? ™®ie®' una comparsa puesta de persSes Wd' T Vestas, com-buehuenches, apodi qu™d?^"T "^m^n 11a orden. individuos de aque-"

eiiaSS^o. A. parecer

132

habian dejado muy pocas impresiones favorables. En sus Memorias pintaba un cuadro triste y desdenoso de la Espana de Godoy. El pals era pobre, su tierra drida, su clima mallsimo y su pueblo viVla acosado por la en-fermedad. "En Castilla hay pan y'vino nada mas." Las diferencias entre las provincias eran muy grandest "Solo convienen en ser todos fieros y soberbios, mds y menos, en ser ignorantes y supersticiosos." El gobierno le pa-redd despdtico y corrupto, dominado por una nobleza ignorante y vidosa: "Gasi todos los empleados de las ofidnas son criados y lacayos de los grandes o parientes de sus concubinas." Despuds de su estanda en Paris, encontro que Espana era provindana; "Los espanoles son el mono perpetuo en sus vestidos y costumbres de los otros europeos, prindpalmente los franceses."

Pero la madre patria no fue la unica que lo disgusto. Al llegar a Italia dedaro: "Ya estamos en el pals de la perfidia y el engcino, del veneno; el del asesinato y el robo." Roma estaba tan corrupta como Madrid. Las estatuas de la Venus desnuda lo escandalizaron. Napo-les le recordd: "Un pueblo de indios, porque tiene el pueblo el mismo color. Espedalmente son morenas y feas las mujeres."

Su opinidn de los franceses presenta calumnias simi-lares: "Nunca vi uno [pueblo] mas ligero, mudable y fdtil que el de Francia... alia los hombres son como mujeres, y las mujeres como ninas." Describla con des-ddn "el genio ligero y c6mico de los franceses que ban rematado en ser esclavos de un ddspota". Aun las muje­res le resultaban poco atractivas; aparte de las vascas francesas —son blancas y bonitas— la mayon'a "eran mal

129 Mier, Memorias, II, pp. 52, 138, 143 y 166. 130 Ibid., II, pp. 62 y 74.

133

Page 66: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

hechas, chatas, boconas y con los ojos rasgados". Lo que impresiond a Mier de Francia no fue ni la cultura po-Iftica ni las glorias militares, sino precisamente la Igle-sia francesa, con su rito galicano y su clero jansenista. Retrataba los ritos de la primera comunidn: "este todo as una de las fundones mds tiernas y patdticas que he visto en mi vida"d®^ Los meses que pas6 en ese pais le sirvieron para confinnar sus sospechas acerca de los fi-Idsofos: aparentemente fue entonces cuando adquirid su amplio conodmiento de teologia jansenista.

El americanismo de Mier culmind durante su estan-da en Filadelfia. En su Msmoria escribia:

Cuando uno deja nuestros climas abundantes, templados y deliciosos para ir a la Europa, siente la misma desven-taja que sentirfa Addn saliendo del paraiso a la tierra llena de abrojos y espinas, que debfa regar con el sudor de sus rostros para tener un pan. Naturalmente siente uno del otro lado del ocdano la idea de un pecado original.

Describia a los europeos como "los pueblos decr^pitos y corrompidos del lujo, la ambicidn, la inmoralidad y el libertinaje".i32

Mezclado con este repudio emodonal hacia Europa ^estaba el debate politico que sostenia con el abate de Pradt, un influyente predicador francos, que fue en su ^poca el tedrico mas importante del colonialismo. Des-de 1802, el que fuera arzobispo de Malines, habia pre-visto la futura revoludon de la Amdrica espanola. Aho-ra, en 1817, publicaba su De las colonias y de la revo-lucidn actual de la AmMca, en la que presentaba una extrana mezcla de la teoria mercantilista y la metifora bioldgica, que tenia por objeto demostrar la importan-

131 Ibid., H, pp. 21, 38 y 50. Historia de la revolucidn, 11, p. 317.

132 Mier, Memoria politico-instructiva, p. 89.

134

da de las colonias y la inevitabilidad de su dencia.133 Liicido pensador, y c?mo

las manufacturas europeas. me-

iTC paoce,,

toda independenaa, lo es de ^ g^^d iss es mis que la declaraadn de su mayor ed .

Este argumento naturalista gozaba aceptacidn entre los insurgentes ^^^1-

templaban el rompmaien o c P ^ ^ derechos quier mencidn a familia de nacio-naturales, sugena.la inmedia-

-Sirt^Spsitraria emancipac.6n americana.

B««" A,™,.

la AmMca. 2 vols. Bf^^os 1817, I, PP- 7 136 Ibid., I, PP- 174 y 1®

135

Page 67: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

mavlf declarad6n de su que la m^drp ° •™^'- ''"f 'enemos mayor poblacidn q a madre patria, iguales luces y mayor riqueza cree-

Z:ZeTT.r eman^iparnr Liaml

p^dreflSe menester a sus

Pero Pradt tambien alarmo a los insurgentes A1 ana-

espanola, sostenia que en realidad solo quedaba una

STa/m d" industrial Gran Bretana con-trolaba al mundo extraeuropeo, la unica amenaza DO tencial eran los Estados Unidos: ^

El pueblo superior en navegaddn, industria y capitales

?e S,T:Sn 1 '"'r ^ e su posesidn, smo solamente de comerdar con ellas T os

mares la hacen duena de todas las nadones, y reducen a

ISS ' ™ »"•' * dT„

Esta vlvida descripdon del poden'o ingles aumentd as sospechas que los insurgentes alimentaban respecto a

un pais cuyo gobiemo se habfa negado riueSente a proporcionar ayuda material para la cauS patS deJL^^r'^ humillante, si se considera especialmente Jntro del contexto de la Santa Alianza, era la pr^pues-

que hizo Pradt de convocar un Congreso Colonial que salvaguardara el papel de la monaSSa y de Ta

igion catolica en la America espanola.iss Temeroso

136 Mier, Escritos ineditos, p. 158.

138 colonias, I, pp. 188 y 322 y II pp 59 y 78 138 Ibid., I, pp. 192-195 y pip 224-226. ^

136

del republicanismo y de la credente influenda de los Estados Unidos, Pradt proponia la formacion de tres monarquias espanolas, similares sin duda en constitu- ^ ci6n al Imperio de Brasil. Este proye'cto abrigaba la se-milla de un tema que perseguiria al pensamiento geopo-litico francos de anos posteriores. Los conservadores ame-ricanos se hideron eco de esta sugerenda. ^

Mier escribid su Memoria poUtica-instructiva de 1821 para refutar a Pradt y prevenir al pais contra este arre- ^ glo que habia sido propuesto por Iturbide. Recurrien- — do a su teoria de la constituddn histdrica, negaba que la Nueva Espana hubiera sido alguna vez una verda-dera colonia, segdn la definidon que Pradt daba del termino. Cualquiera que fuera el caso, ahora el pais era perfectamente libre para elegir su propia constitu-cidn. Aqui, el padre Mier aparecid por primera yez como un ardiente republicano. Ya sea que su posicidn naciera de una conversidn producto del aire bendfico de los Estados Unidos, o que fuera meramente la pu-Blica expresidn de convicdones mantenidas secretamen-te durante mucho tiempo, es tema de amplia discusidn. Una cuidadosa lectura de sii Historia no revela ningu-na defensa espedfica de la monarquia como distinta de una forma de gobiemo fuertemente centralizado. Mas adn, sus argumentos en apoyo de la repiiblica los tomd de autores que conocia desde antes de 1813. Sus principales mentores republicanos fueron Gregoire y Tom Paine "Son incompatibles por largo tiempo liber-tad y rey... iQud es la historia de los reyes, deda un gran obispo [Gregoire], sino el martirologio de las na­dones? ... Los reyes son verdaderamente unos idolos manufacturados por el orgullo y la aduladdn. ^3® To-

139 O'Gorman, Seis estudios histdricos, pp. 7^76 y 81. Mier, Memoria politico-instructivaf p. 56. Escritos indditos, p. 408.

137

Page 68: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

mando un argumento biblico de Tor« u • citaba en su Historia senalaba- "n* ^ pueblo escogido un eob£^ uf.® ^ donaba la «publica,.„.,... y

"L"' r?'° I--'

dmbVerrilSSS"™ crarfa a Mexico en las guen^Z' ?" ria un obstaculo para que el na' y se-dera Independenci ^ obtuviera su verda-

Las dinasti'as de Eumna r>,„a Amdrica que los de los l^rnn^° Uenen mis derecho en que por L enlaces d^fe^r J '" "n rey tereses de Europa nos enred^ ei°'la^ '"• nables de esa prostituta vieia codriH mtermi-uesterosa como Ilaxnaba Na^oleS^f ^

la esperanza dl"obtenCT^d'^xf^ Blanco White y con anglidzd consdentemente sus E Ab

- vertido-TxjfTitr^TT-^^ en 1821, ad-Unidos, reconsideraba^us'^^^^^^-'^^^" Estados bertad inglesa, ganada por un?T'°b La li-la Corona, era unicamem^^ " f constante contra verdadera. Mds aiin, las bbertad nos monopolizaban el poder- IrWa S' si6n muy similar a la ri« i . °a vivia una opre-espaflola' ASfula li rictSfr*' "f '» monarquia a la posicidn In , • Pa^^amento sobre la r i c e . J a d o b a l C S u S S V a , ^ = > « " -Ida p^o, ren^,,, T^n™ T™'

Utico-inttnicliva, Memoria pp. "1 Mier, Escritos ineditos. pp. 333 y 405.

138

gobierno una oposiddn tan obstinada como incesante." Y prevenia a su vez a Mdxico contra, la' politica inglesa, temeroso de la imposiddn de una monarquia en el pais. "Yo he oido dear a sus ministroS^.-que nadie excedia el saber practico de Maquiavelo. Este es su Biblia... La politica de Albidn tan oscura como su dima, estd en oposicidn con la libertad y prosperidad del mun-do." "2 Y aqui encontramos la influenda de Pradt.

Mier en general apoyaba a la repiiblica porque: "el gobierno republicano es el linico, en que el interns par­ticular siempre activo es el mismo inters general del gobierno y del Estado".i^3 Y ahora presentaba a los Esta­dos Unidos, "nuestros compatriotas", como modelo de progreso, mismo al que debian aspirar los mexicanos. Los excesos de la Revolucidn francesa no naderon del republicanismo; habia que atribuirlos a la prevalecien-te irreligidn que habian provocado los fildsofos, a las intrigas de las potendas extranjeras, y al cardcter na-donal de los franceses que siempre anhelaban tener un amo.n^ Siguiendo mds o menos la misma linea de and-lisis, Mier apoyaba a la repiiblica porque la considera-ba la forma de gobierno mas adecuada a "nuestro genio y caracter dddl, ligero, vivo, tan duke y benigno como el dima". Temia que el rey atrajera bien pronto

un ejdrcito de aduladores, empleados, soldados, misione-ros serviles, tedlogos, monarcdmanos e inquisidores... es-toy convenddo de que no conviene a nuestra dulzura reyes. El de las ovejas como somos los mexicanos no pue-de ser sino el lobo. El espiritu general es republicano.^^®

142 Mier, Memoria poUtico-instructiva, pp. 83 y 90-91. 143 Ibid., p. 53. 144 Ibid., p. 81. 146 Mier, Escritos indditos, pp. 382 y 411.

139

Page 69: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

o'po de explSj6™que ®

LS'l mar parte del Con!?Te<in T^T•;r^^ icurome. AI for-trar a los diputados^mn P7 ° contentd con ilus-la realidad iE "En de Inglaten-a sieSTe hrhl «bres como en gobiemo para oponerse" Pero^S^h deadido per el mexicano pudiera soportar ese sisteSa-^ ^ t zamos, como los franceses, los extre os' o d.' •' les o de liberales muy exaltadn«"T ^ tabledd las cortes militarps ' ^"^"do Iturbide es-ridad pdblica, denuncid S dSeto ,Nos recuerda esta medida inmediataSnte

desastrosos de Robesnierrp 7 ^'^vnte los tiempos Pronto pa.6 I" ba un pmHeto gubernamental: ™'cSmo al ""i Mier; todos los datos r^a„n,'or, cuanto al padre director principal de la empresKi meses de confinamiento, Mier huvd , ®P"^® de seis a los antiguos generales Inci P^^^ unirse Vicente GuerrLf e^s' 7

Cuando el Sng^eso"e 'I ^^Perador. ^ peno en las posteriores ma "V ^ reunir, Mier desem-muy importante. aunque p o Sito^o ' ^^P^^

Vo es.o, en e.aa al S

m AZTldT'T'", I, pp. 732 y 797 fmperio Mexicano. LxicrS" del

140

mi patria libre." En muchos aspectos las discusiones constitucionales de 1823 se hacian eco o repetian los te-mas que antes se hablan discutido en Cadiz en 1810-1812. Varios diputados, entre ellos Miguel Ramos Ariz-pe, el lider radical, fueron miembros' de ambas asam-bleas y en esta dpoca seguian una linea espedfica de partido. Lx)s problemas bdsicos sometidos a discusidn eran el centralismo contra el federalismo y los poderes relativos del ejecutivo y del legislative. En abril de 1823 Mier concluia que la mayoria deseaba una repdblica: "Solo nos diferendamos en que algunos la quieren con-federada, y yo con la mayoria la quiero central a lo jmenos durante 10 o 12 anos." De hecho, como el Congreso existente estaba dominado por el partido con-servador borbdn encabezado por Josd Maria de Fagoa-' ga, primero era necesario maniobrar para obten'fer un nuevo Congreso Constitucional. Sin embargo, en las subsecuentes elecciones, los federalistas obtuvieron la victoria; Mier senalaba consternado que, para los nue-vos diputados, "no hay mds que saber sino a Montes­quieu, Rousseau y Raynal". El mismo, imitando sin duda a Gregoire durante la Convencidn, asistia a las sesiones "vestido episcopalmente".^®®

Antes de la disolucion del primer Congreso Consti­tucional, Mier suscribid un plan constitucional disena-do jx)r un grupo que se reunia en su casa. El preim-bulo, mas que las sugerencias especificas, presentaba al-gunas consideraciones importantes, tipicas del pensa-miento de Mier. Empezaba por afirmar que en el des-

148 Mateos, Historia parlamentaria, II, p. 173. 149 Mier, Epistolario, p. 97. 150 Jhid., pp. 164-166. Su vestimenta despert6 comentarios sa-

tfricos. Ver: Satisfaccidn del Payo del Rosario al senor obispo Mier. Mexico, 1826.

141

Page 70: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Tun,al,

M Jrrir -"is verTpiado posibilidad de vol-

un pueblo d. '''S^spl^'itSZnMoZZZ o adorar u„ Cor.&" » Preva'a do, graces So.

E-=S5SHi?;5 an una federaadn, pero una forma federalista abso-

luta provocarfa en breve una euerra rfvil nil M ° mo «„dudrla a una invasMnSS El pSta'

SSr —-"iss-s

=;s'3,t"dttupfdi •= cuarto de ella se forma de irifer donde otro

4 tpuit i'SdoTueS: p ntu de cuerpo as danoso a la sodedad" v ^

^encia fayoreda un legislative unicamaral El padre' ™ -nadxd su propio Fo o partfcKlar, en el le p pugnaba la mstauraddn de una setnm^, que pro-.a«va, confute a. modelo'dMoSfeSiir

151 El Pensamiento politico del •badre Mi... plan; ver p. 89. paare Mier, reproduce este 152 Ibid., p. 101.

142

Temeroso de la preponderancia numdrica de Puebla y Mexico, abogaba per una representacibn equitativa de todas las provincias. En su intentb per dominar la im-petuosidad de la mayorla polltica, liallamos los mismos objetivos de Jovellanos y Blanco White traducidos en tdminos americanos.

En diciembre de 1823, frente al fait accompli de la Constitucion que posteriormente describiria como "un injerto monstruoso de la de los Estados Unidos sobre la de Cadiz de 1812", i.e. una republica federal con un ejecutivo central d^bil, el padre Mier pronuncib en el Congreso su famosa Profecia poUtica.^^^ En esencia, su argumento descansaba sobre la premisa de que una constitucibn jxilftica, lejos de ser en si misma un ins-trumento de reforma, debla delinearse en consonancia con el caricter national y la realidad social. A pesar de que aceptaba que una federacibn era la mejor forma d^ gobierno, sugerla que para Mexico "debe ser muy compacta, p)or ser asl mis analoga a nuestra educacidn y costumbres". Crela, como los radicales, que los Es­tados Unidos ya hablah alcanzado "al colmo de la per-feccidn social". Diferla de sus oponentes al sostener que la sociedad mexicana tenia que cambiar antes de que pudiera adoptar un gobierno de tipo angloamericano. Cualquier copia mecanica de modelos extranjeros con-duciria a Mexico al desastre. Para subrayar este punto contrastaba la historia y el cardcter de los mexicanos con los de sus vecinos del norte.^®^

La prosperidad de esta repdblica vecina ha side, y estd siendo, el disparador de nuestra America porque no se

163 Alamdn, Historia de MSjico, V, p. 489. 154 EI Pensamiento politico del padre. Mier reproduce esta

Profecia polilica, ver p. 127.

143

Page 71: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

ha ponderado bastante la inmensa distanda que media entre ellos y nosotros. EIlos eran ya Estados separados e independientes unos de otros, y se federaron para unirse contra la opresidn de la Inglaterra; federarnos nosotros estando unidos es dividirnos y atraernos los males que ellos procuraron remediar con esa federacidn. Ellos habian vivido bajo una constitudon que con s61o suprimir el nombre de rey es la de una repiiblica: nosotros, encorva-dos 300 anos bajo el yugo de un monarca absolute, ape-nas acertamos a dar un paso sin tropiezo en el estudio desconocido de la libertad. Somos como ninos a quienes poco ha se han quitado las fajas, o como esclavos que acabamos de largar cadenas inveteradas. Aqudl era un pueblo nuevo, homogdneo, industrioso,' laborioso, ilustra-do y lleno de virtudes sociales, como educado por una nacion libre; nosotros somos un pueblo viejo, heterogd-neo, sin industria, enemigo del trabajo y queriendo vivir de empleos como los espanoles, tan ignorante en la masa general como nuestros padres, y carcomido de los vicios anexos a la esclavitud de tres centurias. Aqudl es un pue­blo pesado, sesudo, tenaz; nosotros una nacidn de vele-tas, SI se me permite esta expresidn; tan vivos como el azogue y tan movibles como dl. Aquellos Estados forman a la orilla del mar una faja literal, y cada uno tiene los puertos necesarios a su comercio; entre nosotros s61o en algunas provincias hay algunos puertos o fondeaderos, y la naturaleza misma, por decirlo asi, nos ha centralizado.

Conforme a esta inflexible evaluacibn, procedia a atacar a los radicales en su principio mas importante: la fe en la soberania de la voluntad general. Para fray Servando el gobierno de la mayoria significaba el go-bierno de los pobres y de los ignorantes: "La voluntad de hombres groseros e ignorantes, cual es la masa ge­neral del pueblo". Y prevenia al pais contra este "sofis-ma" que podia conducir a la demagogia y a la tirania

144

de la chusma: "Tan tirano puede ser el pueblo como el monarca... El pueblo siempre ha. sido victima de la seduccidn de los demagogos turjbulentos." Este mismo principio, tomado de Rousseau,' Gbndujo al terror jaco-bino de la Revolucidn francesa. "Principios si se quie-re, metafisicamente verdaderos, pero inaplicables en la prdctica, porque consideran al hombre en abstracto y tal hombre no existe en la sociedad." En Europa solo Inglaterra habia escapado al contagio de la anarquia. Durante su estancia en Londres el mismo habia final-mente renunciado al jacobinismo. Persuadido por "mi cdlebre amigo, el espanol Blanco White... estudid en aquelia vieja escuela de politica practica, lei sus Burjes [Burkes], sus Paleis, sus Bentham".i5® lqs ingleses se apoyaban en unas cuantas leyes fundamentales que pro-tegian las libertades individuales y preferian no escri-bir una constitudon. Pensaba que Mdxico todavia no estaba preptirado para una Constituddn y citaba el ejemplo de los franceses: "Es propio del genio c6mico de los franceses fabricar constituciones dispuestas como comedias por escenas."

Mier simplemente reiteraba su apoyo a una federa-" ddnTnoderada coirufr-EjectrtiVD~central fuerte. La so­berania" residia "gh"^'lar voluntad legal" de los cuerpos coji^fuidorY"W"r(5§'-reprEsentailtes-del electorado mas

-cme CtL eT mismo''pueb]^~S'ils.cribiendo "el clasico anali-sis burkiano. preveia"que Mexico atravesaria un perib-do de anarctuia-demagogia, seguido"^! ef~HespSTismo militar y un3...po_sterior mvasiSh exfranfergT y^condtria:

Protestar6 que no he tenido parte en los males que van a Hover sobre los pueblos de Andhuac. Los han seducido para que pidan lo que no saben ni entienden, y preveo

Ix

165 Ibid., pp. 130-132.

145

Page 72: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

la divisidn, las emuladones, el desorden, la ruina y el trastorno de nuestra tierra hasta sus cimientos.^®®

Despu^s de que fue promulgada la Constitudon de 1824, el padre Mier se retird de la politica. Redbid una pensidn de 3 mil pesos y alojamiento permanente en el Palado Nadonal; el andano patriota, muclias veces en-fermo, vela cada vez con mayor consternaddn la for-maddn de las facdones masdnicas. En su corresponden-da denunciaba es^dalmente a los yorkinos, una unidn de antiguos iturbidistas y anaxquistas redutados entre "toda la escoria y los mds inmorales plcaros".i®7 En con-traste, halagaba a los escoceses, la faccidn conservadora encabezada por Nicolas Bravo. Sintiendo prdxima la muerte, envid numerosas invitaciones para que sus ami-gos presenciaran el acto en el que recibiria los liltimos sacramentos, que le fueron administrados por su viejo amigo y oponente politico, Miguel Ramos Arizpe, que en ese momento ocupaba el puesto de ministro de Jus-tida y Asuntos Eclesidsticos. En esta ceremonia piibli-ca, Mier aprovechd la oportunidad para insistir en que era un catdlico leal y prevenir a su pals contra la ma-soneria y el federalismo. Murid el 3 de didembre de 1827. El vicepresidente Nicolas Bravo, viejo insurgente y aliado politico, presidid el funeral. Pero hasta en la tumba le fue negado el descanso, y en 1861 su esqueleto fue exhumado y vendido al propietario de un circo para que lo exhibiera piiblicamente.

En. los alios posteriores a 1812 el padre Mier modified poco su pensamiento. Un doceanista de la escuela de Jovellanos y Blanco White, luchd y perdid la misTna

156 Ibid., p. 140. 167 Mier, Epistolario, p. 191.

batalla contra la mayorla radical. En el mundo hispa nico, Rousseau tendrla siempre mas lectures qiie Burke. Mier era lo que los ingleses de la dpoca hubieran 11a-tnadr> iin rtihi^ (liberal). Era iin aristdcrgta, republica-

I no. un ratdbyn liberal y un nacionalista mexicano. Veia \ coruigual-despjedo a monffgu^oriqTO^t^^ f apoyaba-en jabsoluto el (Jespotismo_militar;_^en_lengvmje

comun no era ni un servil ni un exaftado. Sostenla una ( posicidn intermedia entre el conservadurismo ultramon-I tano, mon4rquico e hispanista de un Lucas Alamdn y ! el federalismo jacobino, antiderical y pronorteamerica-

no de un Lorenzo de Zavala o de un Valentin Gdmez Farias. Syi_enAargo, el elemento mds

° pensamiento era"^easamente el tema ;que^pat;eda na-cer-deLnivel'm4s""prolEundo de sus emodones, su instin-tirn narjonalismo mexicano. Su insistencia en la misidn de Santo Tomis en el Nuevo Mundo derivaba del anti-guo deseo criollo de liberar al pasado azteca del domi-

is nio del demonio. Revivid junto con Bustamante la Le-yenda Negra y exaltd el pasado indigena para rechazar la conquista espanola y su legado colonial. Asi ayudo a dar a la naddn mexicana un linaje patridtico en el

ique Moctezuma y Guauhtdmoc aparedan como los an-cestros de Hidalgo y Morelos. Falto de la ayuda del romantidsmo alemdn, Mier fue un protorromAntico,

_que_se sentia emocionalmSffe" atraido por los mismos ,j. acenips~dert:arActer-y-eh pasado nadonales, perojinca-[ paz de articular sus ideas "mas allA "de unos cuahms _ar-

gumentos histdricos. Ignalmente problemAtkoj—Mier I -nui^aje'librd"'de la profimda ambigiiedad inherente al 1 patriotisinb criollo, con su ddble ihsistenCia~Tsn—la as-L—ceodend^conquistaddfa y en la antigiiedad ihdia. MAs T aiiii, "n'upcrintegrlfliusrprcmestas-;^

^ nistas jara el Mdxico republicano con su„ii^genismo

146 147

Page 73: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

"jgtga£0-0-S30nskt^^^ la constitucion r.olonial. El padre Mier jamds fue un pensador sistematico, y en sus mismas contradicdones incorpord las ambigiiedades y complejidades de la primera fase del nadonalismo mexicano.

III. NACIONALISMO CRIOLLO Y LIBERALISMO MEXICANO

148

La monarquia absoluta, la dictadura mili-tar, las bases organicas, la agregadon a los Estados Unidos, el comunismo, la prepon-deranda de la raza indlgena: todos estos ex-travios tienen sus apdstoles, sus escritores, sus conspiradores; mientras que el gobierno sin plan, sin apoyo polidco, sin luerza, se reduce a conservar el statu quo y vivir de la inerda general.

—MARIANO OTERO AL DOCTOR MORA

AUNQUE un redente libro cuyo texto es de gran influen-da en America Latina ha caracterizado las d^cadas in-mediatamente posteriores a la Independencia como "una larga espera", en Mdxico, al menos, estos anos es-tuvieron marcados por un intense conflicto politico e ideologico que definid la orientadon de su futuro.i El — estudioso mas perceptivo de la dpoca, Edmundo O'Gor-man, rastrea dentro de este confuso tumulto de pronun-damientos y manifiestos dos grandes fuerzas: la bds-queda de un lider providendal y el deseo de alguna forma de populismo democrdtico.^ Un analisis ideold-'

1 Tulio Halperin Donghi, Historia contempordnea de America Latina. Madrid, 1969, pp. 134-206.

2 Edmundo O'Gorman, "Precedentes y sentidos de la revolu-ci6n de Ayutla", en Seis estudios hist&ricos de tema mexicano. Xalapa, 1960, pp. 101-143.

149

Page 74: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

gico no puede separarse de una consideraddn social El poder presidendal, creado por Benito Judrez y perpe-tuado por Porfirio Diaz, opero al margen de los limites estrictamente legales de la Constituddri. Al misTT^o nVjm. P-24_^i..,S2£3^-'J^l"-liberaIisHia^asico para"expresar as-P5!92"Sl^"lares-mrasdr-i»^orma sod^Sjof mds

Sin una sanddn tedn'ca pbcas-deman-das podian ser traduddas a leyes.

Nuestro proposito es discutir aqui el ^estino e in-*iii£Sa£deI_jiiacionali^ esendalmente la ^aoA^d^iygJectuaJ^s criQjUaSj._ci2aS~ra:fces"^^

esta ideologia fue h^&ilmenfe utilizada por eTpadre Mier y por Carlos Maria de Bustamante. para ^jificar la Independenda mexicana. Pero, des-pues dge^breye y posiblemente jrematurS-irofecf-, v ^ ?' se locahza su tipo de indigenismo histdrico en el gran debate entre liberales Tc^riservado-res? Espeaalmente ^cuales fueron las reladoneT ran la tuerza politica dominante del momento, el liberalismo mexicano? Las interacdones son complejas y a veces inesperadas. IiisMtiemos en que el nadonalismo mexi-'^^-SP.iHP^^ii^lspJesarrollo po^que iTgrncTilSido mds criollo que mexicano^ atado al pasado, colpidal e indi-gena, que los idedlogos liberales y sus adherents popu-"stjs rejchaza_ban instintivamente. Nuestra investigaddn es exploratona; su novedad reside en considerar el pai-saje convencional desde la perspectiva de Carlos Maria de Bustamante.

Los generates 1

La manera en la que cada pais en la America espanola obtuvo la Independenda -en la mayoria de los casos

150

resultado de mds de diez anos de guerras intertniten-tes- determind con mucho la historia de la siguiente generacidn. En Amdrica del Sur, log ejdrcitos patridti-cos encabezados por San Martin y Bolivar derrotaron a las fuerzas realistas en el cairlpo de batalla. Con la Independenda, estos ejdrcitos pronto se desintegraron o fueron deliberadamente destruidos; a los ofiaales que habian elegido una carrera mill tar profesional se les nee6 la oportunidad de llegar al poder. En cambio, Ve-nezuela y Buenos Aires cayeron bajo la influencia de caudillos, agentes politicos de la clase propietaria que contaban con milidas reclutadas en sus propios distri-tos. Los regimientos gauchos de Rosas estaban en ma-nos de sus propios trabajadores.3 En Chile y Colombia tambidn predominaba la autoridad dvil. Dmcamente en el irea andina los soldados profesionales captaron el^ poder politico durante este periodo.

En cambio, en Mexico, los insurgentes perdieron la guerra. Luego de la captura y ejecucidn de Hidalgo, Morelos y otros lideres, el movimiento se retiro a,las montanas y al campo, para seguir adelante ran la lu-cha en bandas aisladas de rebeldes, apenas diferencia-bles de los bandidos sodales. Sus conquistadores ^an desde luego compatriotas mexicanos. Aunque por ulti­mo la Corona despachd varies regimientos expediao-narios.de la Peninsula (el primero llegd en 1812), el grueso del ej^rcito realista era reclutado localmeiite en Nueva Espana. MAs aiin, la mayoria de sus oficiales, al menos los niveles inferiores, eran jovenes criollos de

8 Horacio C. E. Giberti. Historia econdmica de la argentina. Buenos Aires, 1954. PP"

di v su tiempo, Buenos Aires, 1963, pp. 71-76. Robert L. Gilmore. Caldillism and Militarism in Venezuela (1810-1910). Athens, Ohio, 1964, pp. 122-146.

151

Page 75: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

buena familia que pronto adoptaron el ethos y la carre-. r profesionales. gstos mismos oficiales

que apoyaron la d^SaSTirin. mismoTKmbJes

< ?nn n ^ Guerrero, goberna-ron MEXICO hasta la Reforma. Los presidentel Busta-mante, Barragan, Herrera. Paredes, Arista y Santa-Anna,

- madurez en combate contra la insur-?aS ^q^^alente en SudamMca no fueron los t^T-p Rosas y Paez, sino los presidentes mili-V ™ ^ Bolivia -Gamarra, Castilla, Santa Cruz

H^ta ahora carecemos de clasificaciones del ei^rcito mexicano; se pbe relativamente poco de su estructura, comando y sistema de promocidn; y todavia menos acerca de la composicidn social de su niicleo veterano. Una Clara distincidn, sin embargo, podn'a hacerse entre los hoMljres de carrera y el punado de antiguos insur-gentes ,que aunque se alistaron como soldados, rara vez abandon^ban sus cuarteles. Asi Juan Alvarez se convir-ti6 por fm en general de divisidn y comandante gene-ral, pero aparte de la campana americana y del asalto

nal a Santa-Anna rara vez aparentemente, abandond Guerrero. En cambio, generales como Herrera o Pare-

y anteponian la cualquier tipo de compromise pro-

--^T Biografias de generales retoublicanos F^lix Denegn Luna, ed. Lima, 1963. ® yuaiicanos.

19S9.^pp.'1-47."'^°^ ^ y""" Mexico, •' Ver, por ejemplo: Thomas Ewing Cotner, The Military and

152

EI ejercito mexicano constituia esencialmente una estructura autdnoma de poder, no sdlo paralela sino con frecuencia superior a la autoridad civil. Una vez que fue extirpado el siempre dreciente cancer de los intereses de la deuda nacional, e? ejercito consumia re-gularmente el 80% dej presupuesto federal.® Sujeto uni-camente al presidente en su capacidad de comandante en jefe y al ministro de Guerra (en esta dpoca ambos hombres eran por lo general militares) el ejdrdto esta-ba dirigido por 17 (posteriormente 21) comandantes generales, cada uno a cargo de un territorio limitrofe con un Estado de la federacidn. Con frecuencia estos generales tenian a su disposicidn un presupuesto supe­rior al que recolectaba el gobernador del Estado.® Como agentes pagados por el gobierno nacional, su mera pre-sencia servia para disuadir movimientos separatistas. Durante los anos de centralismo ellos mismos actuaban frecuentemente como gobernadores. Benito Judrez se-nalaba:

En efecto un comandante general con el mando exclusi-vo de la fuerza e independiente de la autoridad local, era una entidad que nulificaba completamente la soberania del Estado, porque a sus gobernadores no les era posible tener una fuerza suficiente para hacer cumplir sus reso-luciones.19

El continuado predominio de este ejdrdto profesional es responsable de muchos de los rasgos del sistema polf-

Political Career of Jose Joaquin de Herrera (1792-1854). Austin, Tcxcis 1949»

8 Ver las Memorias de Hacienda. Francisco Bulnes, Las gran-des mentiras de nuestra historia. Mexico, 1966, pp. 210-215.

9 Jos6 Maria Luis Mora, Mejico y sus revoluciones, 3 vols. Me-C xico, 1950, I, pp. 355-377.

10 Benito Judrez, Apuntes para mis hijos. Mexico, 1955, p. 05.

153

Page 76: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

enL lT H Argenuna. Mexico sufri<4 la hostilidad SS nor y tan elocuentemente des-ZZJ su Facundo. La periferia mon-xZl I P'"°'^Sida por caciques virtuales, algunos como hidfnf insurgentes, otros como Lozada. jefes

provindales alber-S" ^biaosos, respaldados por ingresos es-tatales considerables y por una milida civica, muy ca-nrheS • hegemonla de la ciudad de Mdxico. noH; 1 ^tderes ejerda mds que el poder local A travds de este periodo el ejdrdto logrd

stringir el drea que dominaban caciques mds bdrba-ros a las montanas y la periferia. Tambidn impidieron d„S?°^ Pobticamente autdnomos en las audades de la regidn central. El comando del eidrdto jndependiente del control dvil. se mantuvo como d raSr S m^ depositario final de la sobe-si tnayona de los presidentes gobemaban como SI fueran virreyes o regentes de un trono vado.

^ todavi'a menos planes de acddn, los gobernadores militares de Mdxico confiaban en los pohticos civiles p^a ayudarlos a administrar el pals. Tmorfo ^"P° ideoldgicamLte

y santanistas el que mas contribuyd a perpetuar el es-tancamiento politico de los anos 1824-1853. A pesar de bios'dr ^ Pff^ttndamientos, los interminables cam-bios de gabinete, y los muchos virajes hacia la derecha y la izquidrda pollticas, el equilibrio de fuerzas que sub-faS S -Perf-iales no se vio afectal sTno hasta la guerra mexicano-norteamericana.. Era un siste-ma de desorden institudonalizado que prevent cue partido o dictador alguno tomara el poder de manera permanente. Ni la mano fuerte del coServaduri^mni

154

el radicalismo se pudieron establecef; Santa-Anna iba y venla. Siempre habla un general, listo para pronun-ciarse contra el gobierno existente. Siempre habia poli-ticos dispuestos a ingresar en la .nueva administradon. Los presidentes tlpicos de esta "ad'ministraddn" militar centralista eran Bustamante y Herrera, el primero un antiguo iturbidista, el otro un liberal moderado.^^

Frente a esta inclinacidn perpetua hada un statu insatisfactono'"muchoiSrmexicanos-buscaron un llder, un j hombre 'elegido por la Providencia, que rescatara a^/ pals de su malestar. Un observador escribla en 1847 ex-clamando con desesperacidn: "despu6s de veintisds anos de discordia dvil, y no hallandose en nuestra sociedad ni un solo hombre capaz de comprender y dominar la situaddn..." 12 Mientras que los conservadores busca-ban una monarqula europea, otros abogaban por una dictadura. Josd Mariano Tornel proponla esta solucidn: "el linico medio posible: vamos, monarqula y monarca sin nombre".^^ A juzgar por su carrera politica, Tor­nel, como muchos otros, buscaba al general Antonio Lopez de Santa-Anna para que salvara al pals. En-tre los generales de la ^poca, dnicamente Santa-Anna era el linico que posela un genuine electorado po­litico. Maniobrando incesantemente para lograr el po­

ll Para una valioslsima lista de los ministros de los gabinetes y de los periodos presidendales, ver el artlculo: "Gobiernos de Mexico", en Diccionario Porriia: Suplemento. Mexico, 1966, pp. 138-161.

12 Papeles iniditos y obras selectas del Doctor Mora en Docu-mentos iniditos o muy raros para la historia de Mexico. Genaro Garcia y Carlos Pereyra, eds., 36 vols. M&dco, 1906-1911, VI. p. 84. Alejandro Arango y Escanddn al Doctor Mora, 25 de agosto de 1847.

13 Ibid., p. 38, Jos6 Maria Gutiirrez de Estrada al Doctor Mora, 3 de junio de 1843.

155

Page 77: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

der permanente, primero aliado a los radicales v lue

fetivo malogrado su ob-SreriSL tl ° d rrota nor-teamencana. £1 pareda ser el dnico capaz de una ar-c on decisiva, ya sea levantar un ejdrdto de la noche a la manana, derrotar al enemigo Ltranjero LToSr al gobierno o subastar a los predos mds baios los ele mentos mas deseables del patrimonio nacional A ' d ededor se apmaba una siniestra combinaddn de ado

^ I^peros." Santa-Anna fue el que es-troped el sistema politico existente y no el que "o re

«rre; sTronT" «WX

^ci6„ de Henjr. , de\ris;KSSS„? it,'"?; r«0lv.r lo, problema, nacionales o de crear Squi

PP"36OS667°525-SS?' M&cico, 1964,

deVuTa f 1968, p. 423. ' ^^^7. Mexico,

w/xl^lfob 3 vols.

156

niicleo permanente de poder. Resulta ironico que la re-forma misma del ejdrcito —la reducddn en mimero, el reemplazo de la leva por voluntarios y la promoddn de los jdvenes ofidales entrenadoS ,en el colegio militar— efectivamente recreo una organizaddn muy capaz de desafiar la autoridad civil.^'' Cuando los jdvenes coro-neles, Osollo y Miramdn, optaron por la rebelidn para reafirmar su predominio politico, los liberales tuvieron que pagar tres anos de dolorosa guerra dvil para des-truir los ultimos remanentes de una institucion que desde los dias de Calleja habia representado la sobera-nia nacional. Dos generaciones de lideres militares, am-bos bautimdqs en la guSfia cml, g^ernaron el pals durante gran parte del sl^o^ xix: los ofidales realistas d^r8T0-1820 y los^enerales liberales de 1861-1867. Des-

"dF'esfa perspd;tiva, el intermedio civil de Benito Jua­rez resulta mas importante y esclarecedor.

La ideologia liberal

Durante los anos 1824-1855, el credo dominante de la naddn polltica era el liberalismo. Si todo el pals segula siendo conservador y catdlico, los reacdonarios de la d^cada de 1849 —el dnico "partido" conservador— for-maban apenas algo mas que una camarilla clerical. La verdadera divisidn de la polltica mexicana residla en-tfe lasjiferenteg faccjbnes deT'Ii^ralismo; su unico competidor .fuerte era el cesarismo de^anfa~Ann£'Xa mayorla de los liberales suscribla mas o menos d* mis-mo cuerpo de abstracciones; crelan en la libertad y en la soberanla de la voluntad general, en la educacibn, la reforma, el progreso y el futuro. Hasta ahora se sabe

n Cotner, Herrera, pp. 305-310.

157

Page 78: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

tos 'imas. El '"'" "•

€l apoyo de un ampl'io erupo ^ obtuvo confuso y aun trdgico, el est^dio dH "ta de un historiador caoa/ d<= f ™ovimiento nece-de la ideologfa y conformacidn intersecddn todas sus coVejiSderv ^ de trazar proponemos examinar j /.^""^^dicaones.is Aquf nos

I ;ian en los escri Jde Loito J I de Mora y Mariano Oipr " Jos^Maria 1 ros autorer eran "consIderadoT ^d- dos prime-I derado, sus posiZes ^ul "^ ^ Ultimo mo-

milares. diferencSs sCe,^^" «" de los objetivos finales sino a ° i desacuerdo acerca dcos a utilizar y de su' distrih. medioT^c-los moderados (a qSe^es dempo. ?ara conservadores) "nunca es tiem^Z damaba

, Tr:::

ban DM «ipdbliMled^j''j^^® "ntempla-instituciones representativa.! gobemada por de la influenda^ Sa una""' «bre Pietarios. campesinos y maestrosZrteZ^ P^quenos pro-juego del interns individual Hb.r d """' "^^e

•na^va. , e, a,«lcia,.1itSleLLrin"S:

luciones de Bulnes, Judrez y las revo roles. El ^ Mexican Libe" Charts Haven, 1968. " "'® o/ Mora 1821-1853. New

19 Ocampo, Ohras, 11, p. 35.

158

^yidualistas, asumlan la doctrina econdmica disica de la tnano invisible que armonizaba los intereses del indivi-duo con los de la sodedad. Una vez que hubieran des-apareddo los obstaculos que impedian el desarrollo de la libre empresa, la actividad del Estddo quedaba redu-dda a la defensa nadonal, la educaddn y la seguridad interna. Pensaban que la libertad traeria el progreso y la prosperidad.

Tan arcadiano como utdpico aceptaban el sueno jef-fersoniano de la democrada agraria. Despuds de atacar los intereses mercantiles e industrials del centro, Mi­guel Ramos Arizpe exdamaba con alabanzas:

El precioso ramo de agricultura, digna ocupaddn del hombre, seminario de mil virtudes dvicas, la principal base de la mis s61ida feliddad del dudadano, y la mis segura riqueza del Estado.20

Con esos sentimientos en boga no resulta sorprenden-te oir a Mariano Otero dtar con evidente aprobaddn: "El espiritu humano sopla en todas las venas del cuer-po social la corrupcidn y egoismo." 21 El Doctor Mora afirmaba que Mexico debia importar manufacturas ex-tranjeras y concentrarse en la naturaleza y habilidades de su pobladdn, mis adecuadas para la agricultura y la mineria.92

Aplicando todos estos prindpios a un caso espedfico, Zavala, Mora y Otero atacaron las protecdones tarifa-rias de la industria mexicana y la creacidn del Banco

20 Miguel Ramos Arizpe, Memoria sabre el estado de las pro-vincias intemas de oriente. Vito Alessio Robles, ed. Mixico, 1932, p. 83.

21 Mariano Otero, Obras, Jesiis Reyes Heroics, ed., 2 vols. Mfi-xico, 1967, I, p. 51, nota al pie de la pigina 16.

22 Mora, Mejico y sus revoluciones, I, pp. 45-46.

159

Page 79: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

•'i

I'M li !t' j! 'i,

k h

jii ,1 if

' y J i i I I ' l l g i f " ){

tatal en e] mercado e impedian li 7 k es-to de las leyes econdmicas S, f^ncionamien. pricnco, el proyecto rnpaS'^ 'f,"" ••"= -"i' q eao a un punado de emnrp • ^ Alaxndn solo enri-

puJsto que e] cST? ' con. turados localmente era el dnhi manufac-valentes importados.23 Otem ^ equi-ma .exti] ianizada como """» '"Is-

una instituddn violenfa la sombra de las prohibidones T «uo a consiguiente contra todas P"vilegios, y creada per convenienda pitblica.2< ® "2<^n y de la

proyecto°i°S?n para^ ^'aque al de Fomento: de un Minlterio

veS "°'^p4udiquTi'tn"''te vendna por si solo.25 ^ "" tercero, y el fomento

Consciente de nue la eia>

a& 'VSeafjeVr" '-»U.a,ye„,al„dttrSa„rSrLl.-

^ Robert A. Potash F/ » Hale,' Mexica"n°Lfh r"'" Mexico

2« 76r^' P "09 PP- 269-271. II, p. J08.

parte de las audades y los lugares de la repiiblica, sera dar fuerza a esas pobladones, y extender per todas partes a vida y la ilustraddn: independientes estas clases de

todos los yugos que imponen la necesidad y el error v duefias de los recursos materiales y morales que dan' la influencia, ellas vendrdn a ser el verdadero prindpio cons-titutivo de la reptiblica... 26

Desdenosos del populacho, muchos liberales buscaban restrin^r el sufragio electoral a los propietarios. Zava­la escribio:

La cla^e de audadanos proletarios no tiene siquiera la rapaadad necesana para discernir entre la gente que debe nombrarse.2t "

Mora estaba de acuerdo con esta limitacion. De aqui a la afirmacion de Otero habla un solo paso: "la dase media que constitula el verdadero caracter de la pobla-abn... debi'a naturalmente venir a ser el principal ele-m e n t o d e l a s o c i e d a d . . 2 8 p P

La mayoria de los liberales consideraban la hacienda como el pnnapal obstaculo a sus deseos de reformar la sociedad mexicana. La existencia de grandes latifun-

los representaha un egregio monopolio que obstaculi-zaba la aeaabn de una dase numerosa de pequenos propietarios. 9 Desde fines del siglo xvm Melchor Gas-par de Jovellanos, en su famoso Informe sabre la Ley Agraria, habia abogado por la abolidbn de los mayoraz-

26 Otero, Obras, I, pp. 57-58.

27 Lorenzo de Zavala, Ensayo politico de las revoluciones de MEXICO desde 1808 hasta 1830, 2 vols. M&ico, 1918, I, 277 Mora Mejico y sus revoluciones, I, pp. 280-285 '

28 Otero, Obras, I, p. 35.

PolWco,T'pS.'' PP- 444-456. Zavala, Ensayo

161

Page 80: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

gos y la venta de toda la tierra en manos de la Iglesia a trav^s de las municipalidades locales o mantenida como baldfos.®® En Zacatecas el gobernador liberal Fran­cisco Garcia utilizd los fondos del Estado para, comprar varias haciendas y subdividirlas. Luis de la Rosa pre-sentd una estridente acusacidn en contra de los lati-fundios en ese Estado, describi^ndolos como;

esas pobladones desordenadas e indefinibles, sin escuelas, sin cdrceles, sin polida, sin regularidad en sus caserios que conocemos con el nombre de hadendas.si

A pesar de la condena universal de las grandes pro-piedades resulta sorprendente que los liberales intro-dujeran cambios tan pequenos en la estructura de pro-piedad de la tierra. ^Cudl fue la causa de este fracaso? En primer lugar, la filosofia de John Locke prohibia a cualquier gobierno inmiscuirse con la propiedad pri-vada. El individuo gozkba de derechos naturales a la propiedad que eran anteriores a la formacidn de la, so-dedad y por consiguiente superiores al derecho positi-vo. Mora declard categdricamente:

El legislador no puede dar leyes directas que afecten a la propiedad particular.®^

En otra parte se referia a estos derechos del indivi­duo como sagrados e inalienables. Cuando mucho el gobierno podia seguir el ejemplo de Garcia y comprar

so Caspar Melchor de Jovellanos, Infarme... de ley agraria... Madrid, 1820.

31 Luis de la Rosa, Observaciones sobre varios puntos concer-nientes a la administracidn pMlica del Estado de Zacatecas. Bal­timore, 1851, p. 9.

32 Mora, Mijico y sus revoluciones, I, p. 452.

162

propiedades para dividirlas. En segundo lugar, suponian que con el fin de los mayorazgos y de las manos muer-tas, impuesto por la propiedad derical directa o por el peso de las hipotecas eclesiasticasj la mayoria de los latifundios pronto se desintegraria. Esta suposiddn era fundada, puesto que de hecho existia una perceptible tendencia hada la subdivisidn de las hadendas desde los anos anteriores a la Reforma. Luis de la Rosa escri-bia acerca de Zacatecas:

Las tierras del Estado se dividen y subdividen rada dia, aunque lentamente, por el resultado de las sucesiones he-reditarias, de las rentas, de las adjudicaciones por embar­go y de otras transacciones dviles.®®

Sin embargo, la paradoja persiste: la misma filoso-fia que postulaba el ideal del pequeno propietario, iie- ^ gaba a sus partidarios los medios para lograr sus obje-tivos; la reforma agraria efectiva s61o era posible a tra-_ ves de la negadon del liberalismo.

Como verdaderos herederos de la lustraddn, los libe--rales mexicanos juzgaban que la Iglesia Catdlica repre-sentaba el prindpal obstaculo al progreso y al desarrollo de una sodedad moderna. En tres dreas vitales en la acumuladdn de propiedades, en los privilegios legales y en el control de la educaddn— la Iglesia bloqueaba las aspiradones liberales. Bajo la influenda de Jovella­nos, se concentraron en los bienes de manos^ muertas como el principal impedimento a la circulacidn y di-visidn de la propiedad agricola. Mora propordonaba el razonamiento ideologico de los planes de expropiacidn

33 Luis de la Rosa, Observaciones sobre... de Zacatecas, p. SS. Ver tambi^n: Jan Bazant, Los bienes de la Iglesia en Mexico (1856-1875). M&ico, 1971, pp. 340-348.

163

Page 81: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

de los bienes de la Iglesia cuando comparaba los dife-rentes derechos de un individuo y de una institucidn:

El derecho de adquirir que tiene el particular, es natu­ral, anterior a la sodedad, le corresponde como hombre y la sodedad no hace mis que asegurirselo; por el con-trario, el derecho de adquirir de una comunidad es pu-ramente civil, posterior a la sodedad, creado por ella mis-ma, y de consiguiente sujeto a las limitaciones que por 6sta quieran pon^rsele.®^

En consecuencia, segtin dl, otorgado por la sodedad, tambi^n le podia ser retirado si la ocasidn asi lo exigia. fista era la teoria que subyada en la Ley Lerdo de 1856.

Igualmente perjudidal para la sodedad era el con­trol de la Iglesia sobre la educadon. Los liberales del siglo XIX vefan en ultima instanda, tanto como sus su-cesores modernos, el saldn de clases como el prindpal vehfculo de la transformacidn social. Zavala propom'a:

La primera ensenanza, linico camino sdlido cer un gobierno libre y estable.ss

para

3* Jose Maria Luis Mora, Obras sueltas. 35 Zavala, Ensayo politico, II, p. 140. 36 Mora, Obras sueltas, p. 122.

estable-

Mora sugeria la aboliddn de los antiguos colegios cle-ricales y sustituirlos con institudones seculares. Criti-caba el sistema existente en los siguientes tdrminos:

En lugar de crear en los jovenes el espfritu de investiga-"'Nadn y de duda que conduce siempre y aproxima mis o

menos el entendimiento humano a la verdad, se les ins-—™pira el hdbito de dogmatismo y disputa...®®

Mexico, 1963, p. 305.

164

La tercera drea de las afrentas de la Iglesia era el pnn-cipio de la inmunidad eclesidstica con jespecto a la ]u-risdiccidn dvil que consagraba la Constitucidn de 1824. La materializaddn del privilegm de dase, ^on^adecia la esencia misma de una sociedad liberal, la igualdad legal de todos los dudadanos sujetos a una misma vo-luntad comun. . . , ,

El otro obstdculo d progreso eraJ^supCTvivencia del un f torbo que un desa-

fiCdlKdm manifes'tdba muchos de los defectos de 1 Iglesia. El indio, objeto de toda una nial destinada a protegerlo. poseia to que lo separaban del resto de los ciudadanos. Peor to Lvia, los pueblos de indios, gobernados por sus pro-pios magistrados, preservaban a la luz del siglo xix el principio retrogi-ado de la tenencia comunal de la tie-rra. Despu^s de la independencia todas destinadas a proteger exclusivamente ^ ° gradualmente abolidas. De manera truidos sus privilegios legales. Mora describid la politica de la administracidn de Gdmez Farias;

La existencia de diferentes razas era y debia ser un prin­cipio eterno de discordia, no solo desconocid estas distin-ciones proscritas de anos atrds en lo constitucional sino

apLd todos sus esfuerzos a apresurar la fusi6n de ?a"mza"a7teca^ en la masa general: asi es ci6 en los actos de gobierno la distincidn de indios y no r„dio" sino q.e po, I. de p.b„, , r.co., extendiendo a todos los benefiaos de la sociedad.

Esta politica culmino con la Reforina, cuando los pueblos de indios, asi como las insUtuaones eclesias -

37 Ibid., p. 153. Hale, Mexican Liberalism, pp. 218-242.

165

Page 82: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

cas y los ayuntamientos, fueron clasificados como cor-poraciones, y legalmente descalificados como sujetos de propiedad de la tierra. Obligados a distribuir sus bie-nes entre individuos habitantes de los pueblos, en una generacion muchas comunidades perdieron su tierra y su identidad indfgena.^s La Ley Lerdo linicamente ins-trumentaba las proposiciones de Jovellanos, posterior-mente elaboradas por Mora. La tenencia comunal de la tierra contravenia las premisas liberales mds fundamen-tales: actuaba como freno al cambio agricola; evitaba la cirdulacion de la propiedad; era anti-individual; y su perpetuacidn a traves de la ley la hacia discrimina-toria de los indios con respecto a ciudadanos comunes.

Para los liberales el progreso era sindnimo de la imi-I tacion. Educados segun las ideas francesas, veian en los

\ Estados Unidos su modelo. De la misma manera que \ ffllanco White habi'a exhortado a los doceanistas a es-Utudiar la constitucidn inglesa, Zavala declaraba:

la escuela polltica de los Estados Unidos es un sistema completo, obra clasica, dnica... es ejemplo vivo y perse-verante de Utopia social...

Aconsejaba a sus compatriotas:

refundar la sociedad sobre los moldes de una sociedad ve-cina cuyo orden de cosas ha sido nuestro modelo. Con esta imagen en mente, confiado en que ya habia sido superada la etapa de la agresidn en Estados Unidos, fo-mentd la colonizacidn anglo-americana de Texas, espe-

38 Andr& Molina Enriquez, Los grandes problemas nacionales. . Mexico, 1908, pp. 57-58. Donald J. Eraser, "La politica de des-^ amortizacidn en las comunidades Indigenas (1856d872) Historia

Mexicana, XXI, 1972, pp. 615-652.

166

rando con ella crear en Mdxico "una escuela de Ubertad y dvilizaddn..

Con los ojos puestos firmemente en el futuro y en los " Estados Unidos, los liberales despredaroA el pasado me-xicano, colonial o indigena. Esencialmen^e parecian ha-ber internalizado la crltica dasica de la llustr^on ha­cia Espana y la Amdica india. Mientras que Clavijero defendla la calidad de la dvilizacidn azteca contta 1^ infamias de Robertson y Raynal, ahora Mora y Zavala los dtaban con aprobadbn y adoptaban muchas de sus opiniones. Zavala se burlaba de los testimonies de la X Conquista considerandolos el producto fraudulento de aventureros y sacerdotes cr^dulos; para d los aztecas eran simples salvajes.^" Mora tambito critico expliata-mente la nodon de que el Mexico precortesiano habia contado con una gran pobladdn, mayor de la que po-seia actualmente." Para estos liberales, tanto como para Alaman, la historia de Mexico empezaba con la Con-_ quista. ,

En su apreciacidn de Espana, los radicales mexicanos simplemente se hideron eco de la tipica visidn protes-

• tante y filosbfica que identificaba a la Peninsula con el baluarte del despotismo y del fanatismo religiose. Za­vala exclamaba:

jQu^ es el pueblo espanol en el dia delante de los pue­blos dvilizados? Un pais de anatema y de maldiddn; un pais en que no es permitido pensar ni mucho menos dear lo que se siente..

39 Lorenzo de Zavala, Viaje a los Estados Unidos del Norte de Amirica. M^rida, Yucatdn, 1846, p. 371. Ensa-jo politico. II. pp. 119 y 247.

40 Zavala, Ensayo politico, I, p. xxviii. 41 Mora, Mejico y sus revoluciones, II, pp. 7-9. 42 Zavala, Ensayo politico, I, p. xxv.

167

Page 83: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Espana en Am^ri-Absolutista en el gobierno. intolerable en la iJb-

dida' Sr erj. educaddn, con una sodedad divi-era la nerson^r T I la desigualdad, Nueva Espana S AntS^^ virtualmente todos los males Sxfco oueri??'"'" destruidos si Mexico queria formar parte del siglo xix.

trabSrS-de b encon-traoan poco de bueno y muSKTm^ainaitar eiTT^ in

isurgenaa de 1810. Ambos^.Mbra T~i2f^7air;isf^ ment^ios mvariablemente dddos en torno a la retiS: ^ mdigenista y patridtica de CTarlos Maria de Busta-

"" en.u,ia„a i„«.. Ton " estnctos en su apreciaddn de Hidalgo Penimuk'^df" ^ afrancesados de^a Peninsula, despreaaban un movimiento dirigido por los curas, caractenzado-por el fanatismo religio!o el salva-

^ pillaje'a la pro-

G^cia los dos politicos que mas admiraban, hicie-ron intento alguno por unirse a la rebelidn: "Hidalgo

ViS la Se"nom'd 'r ^ determinado. raciLi irr Guadalupe era su linica base de ope-imag^^ su rS" pintada su imagen, su cddigo y sus institudones." De manera simi-!Sio i-onrgend. como u„ S SZ-

• •' ^ desmbia como perniciosa y destructora del

Hidalgo y por otra parte alababa al intendente ilustra-Sn ."'Kde Riano. quien. st gun €[, hubiera aceptado y ordenado un plan constitu-

P O M S ^ T ' P - 9 . Zavala, Eusayo

168

Clonal para la Independencia.'''' En su opinion, el mo­vimiento de Hidalgo y Morelos constituyd la agonia de la Colonia mas que el nacimiento de algo nuevo. La

1 verdadera lucha por un Mexico progresista no se habia iniciado sino hasta despu^s de 182 k

^1 elemento mAs desconcertante^del liberalismo mexi-, cano era"su ostensiva aceptacion dela t'eofia <kJa di-/^ vtsithTTle-poderes.^PariiEffdo'de la'base de que desea-bair"3est5uir los principales remanentes del sistema co­lonial y rehacer Mexico a imagen de los Estados Uni-dos y de Francia, es posible suponer que los radicales hubieran aceptado una doctrina nacionalista o algiin plan de gobierno que diera cierta fuerza unificadora en una ^poca de trastornos. Es daro que reconodan el problema. Zavala esquematizo este escenario:

Las pasiones en movimiento, agitando los partidos y los hombres, en una nacidn nueva donde ban desapareddq a fuerza de sacudimientos continuados, juntamente con las cadenas que la oprimian, los vinculos de subordina-cidn, mucha parte de los hdbitos de orden, y hasta derto punto, la conveniencia sodal de que se mantengan, no pueden dejar de ofrecer por algun tiempo el especticu-lo de un caos de escenas sucesivas de libertad y esda-vitud. ..''®

Sin embargo, a pesar de este agudo anilisis, a travds de este periodo los liberales reiteraron una y otra vez sus demandas para el establedmiento He un sistema fe-(I^ri5e~Estados soberanos. coronado j)or un gobierno nadonal domu:wdp_poiijelXioBgi;esQ_-Compaiada con la CdiistifuciSn de 1824, la de 1857 debilitaba mds toda-

44 Zavala, Ensayo politico, I, pp. 36-37. Mora, Mijico y sus revoluciones. III, pp. 15 y 45-46.

45 Zavala, Ensayo politico, II, p. 301.

169

Page 84: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

via la autoridad del presidente v HP O U -eran las razones de ^ gabinete.^s Dos dasico enfatizaba el nanpl HT^ ^ctitud. El liberalismo dad; no tenia 7 de la soda-davla mas importSe era el herhn !f gobierno. To-los pollticos dviles v los onhp h Mexico, que tratar con el e-obiVrn estatales tenlan los presidentes 7 centralista de les. tendencTaT SmL es deT'f

^""fi^aron sus sospechas^ ddrS^|--ebntramus la-paraaofa-de4ue^onpiip una transformaddn mSsiva^e Hoponlan dad, se negaban a sal^ar do- con suficiente ondpr r.^,: - i .1 t-"ttJo central dola-para resistir la re^dbn n ^ objetivos, o n'an. Los liberalefse HP" tnevitablemente provoca-los medios apropiados Mra°^ resueltamente a conceder ban. Frente a las persnfctiva^^H'^^ desea-la fdrmula de medidarraH" T inherente a derados como Comonfort renegSon de la F°f rez por el contrario canifaT;,H ^ , Reforma. Jud-llder, un sentimiento que hastrenton centrado en torno a Santa-Anna v ^ creando un poder nreslHpnp- i ^ ^ fue nes constitucionales « No obTtantp^ rebasaba los mdrge-

Ha poIitica^'Smo^S®''"""^ """" '"mo-M&cico, han sido duran. ' °Pa tanto como en

cUn^ y la dict^dur^'M&dX^me^ La Constitu-

toria Mexicana, WM972,''pp^y7.572'°"dad juarista". His-

170

nar-una ideologla menos apropiada para el Mexico post-colonial. un pals azotado por el bandiHaje^ "los levan-tamientos militares, con una" economla deprimida y atra-sada y una sociedad desgarrada jk)r un pronunciado an-tagonismo de clase y ^tnico. El ipdividualismo posesivo ofrecid pocos remedios para sus muchos males. Pero la importanda del liberalismo mexicano reside no tanto en Jas teorlas Tus'l^eres inteIectualFs"sinb mis iKen ^ en acdones de su composiddn popular. XJn movimieh-to mis que un paffido, el liberalismo formaba una amplia coaliddn, tan populista como progresista, en el que flulan demandas e intereses bastante ajenos a las daras ideas de un Mora o de un Otero. Antes de inten-tar un breve esquema de su composicidn sodal es ne-cesario discutir el fracaso de la teoria politica conserva- ^ dora y nacionalista para ofrecer una alternativa efec-tiva al radicalismo. ^

La reaceion

En una antigua colonia el conservadurismo politico suena siempre a traiddn. Una preferenda natural por las practicas del pasado es mejor expresada en hechos que en cualquier afirmaddn directa. Es cierto que en el Mdxico *postcolonial, el conservadurismo era mas un estado mental, una serie de actitudes que un movimien-to politico. Instintivamente el ejdrcito dio su apoyo a las institudones y pricticas existentes; los liberales mo-derados se mostraban reticentes a apoyar un cambio ra­dical. En la politica mexicana eran muy pocos los reac-cionarios confesos. Los mismos borbonistas de los pri-meros anos de la ddcada de 1820 aplaudieron las refor-mas religiosas de las Cortes y postulaban una monar-

171

Page 85: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

quia limitada por institudones representativas. Las lo-gias masdnicas escocesas inclui'an a muchos hombres que posteriormente fueron descritos como liberales rao-derados. NojEue sino Iiasta fines de la ddcada de 1840

altar:3r7^^dSJSrrle. ^e%--Eormaro£aiertaWnte un Jartido conser'^idor.

ACon pocos votos en el electorado su In-lluencia prmcipalmente del apoyo de la Iglesia, este ^upo fue redimido de la oscuridad por el liderazgo de Lucas Alamdn, el mas talentoso estadista mexicano de la dpoca. Dada la mediocridad intelectual de sus se?ui-

^ dores, concentraremos nuestra discusidn en la carrera v ia5 convicaones de Alamdn.

Hijo de un coraeram^ espanol enriquecido per sus mversiones en la mmerla, por parte de su madre mexi-cana Lucas Alaman podia rastrear sus origenes hasta los marqneses de San Clemente. una de las principales tanuhas mineras de Guanajuato, establecida en la Nue-ya Espana desde fines del siglo xvi.«8 Su primera juven-tud la pas6 en Guanajuato sujeto a la influencia del

I airancesado mtendente Riano, posteriormente asistid al 1 <-QleaQ^de_Mmerfa en la ciudad de Mdxico. A diferen-

cia de la mayoria de los polfticos mexicanos, que estu-diaban derecho, fue^a Europa a completar sus estudios en mingralogia e idiomas. Nacido~enerfeno de la an-^^Sq2:_^l,ii?,.SJSPJfiSaiaadesfaba unido por amistad y por interds a la admerada familia Fagoaga, lideres de los

^^^Sido como'.diEUtado a las Cortes de io4l)-lo21 pronto adquirio una buena reputacion y a su regreso a Mdxico independiente fue nombrado a un puesto ministerial. Primer ministro de hecho aunque no

^iadista e historiador. Mexico, 38. Lucas Alaman, Z)ocumentoj diversos, 5 vols. Mexico, 1947,

i v , p p . 1 1 A u t o b i o g r a f l a " .

172

de nombre durante el primer periodo presidencial de Bustamante, 1830-1832; su rigida administracidn se re-cuerda por la ejecucion de Vicente-Guerrero, el hdroe insurgente. Sumido virtualmente dn el ostracismo con respecto a la politica, Alamdn volvio a atraer la aten-don piiblica durante los liltimos anos de la ddcada de 1840 cuando publicd sus Disertaciones y sus cinco volii-menes de Historia de Mdjico. Para entonces era ya ana-tema para los liberales, e ingresd en la liltima adminis-tracidn de Santa-Anna en 1853 para morir menos de dos meses despuds de haber aceptado el puesto.

Durante gran parte de su vida se le neg6 la carrera piiblica que le hada esperar su evidente conciencia de que posela un gran talento y Alamdn se encerrd en un amargo conservadurismo. Ademas, al parecer nunca ol-vidd los terribles dias de 1810, cuando siendo un joven de dieciocho anos, presendd c6mo el populacho de Guanajuato se uni6 a las fuerzas rebeldes de Hidalgo para correr las calles en busca de botin y gachupines. El mismo, tomado por espanol, apenas pudo salvar su vida, y en el sitio de la Alhdndiga y en las subsecuen-tes masacres perdid a muchos amigos y parientes.'*^ j)es-tinado por sus dotes y visidn a ser el Metternich de Mexico, su fracaso politico lo convirtid en su De Mais-tre. Consistente en su representacidn del presente y del pasado, Alamdn alimentaba la imagen de un Mdxico fundado por Cortds y conducido a la independencia por Iturbide. Su Mdxico era un Mdxico espanol, catd-lico V aristocratizanre_j:i:a.dambidn..uiI Mdxico bqrbd-nico, su jpro.spendad seria el fruto de la colaboraadJ* enTfS'irna "administraddn jiustrada intervencionista. y la"~drite minera y mercantil. El suyo era ahora un pais

*9 Lucas AlamAn, Historia de Mijico, 5 vols. Mexico, 1969, I, p. 282.

17S

Page 86: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

amenazado en sus fundamentos por. insurgentes y libe-rales, que mataban a las masas a atacar la propiedad y las institudones estableddas. Para combatir la amena-za de disoluadn social y restablecer la prosperidad, abo-gaba, y siendo fundonario se empeno en ello, por crear

por no dedr autdcrata. dedicado como su pfi^esor borbdn al desarrollo industrial. Ala-manjue^j dmco de_lqs jRoli^tko_s_mexicanos^ que lo^6 formular un programa de acddn polftica a

x/partxr de unTandlisi§^ Tar"bist5?^?r^5£^e su reahdad. ' ^

que los liberales invocaban prindpios abs-fractos y buscaban en el futuro la soluddn de los pro-blemas naaonales, Alamdn recurrfa al pasado para de-mir la esencia nadonal. Su^Dis^t^iones fueron escri-

Cortds, la CFnquista y la fundacxdn Je la soaed^ colonial: T)eseoio~(ir no difa-mar a los aztecas. simplemente ignord sus logros. Su Propo?ito_ma^ bign^ra.^ontradedr a los indigpnicf^c hxstdrxcos. como .Mier y^ustapiante, que habx'an iden-txixcado a los aztecas con los ancestros nad"(JnaTe's"^aFlos mexxcanos modernos. Escribid:

• ••la conquista... ha venido a crear una nueva nacidn eii la ™al no queda rastro alguno de lo que antes exis-tx6. rehgidn lengua, costumbres, leyes, habitantes, todo es el resultado de la conquista..,

Luego de una larga lista de productos animales y ve-getales que se habx'an traido de Europa al Nuevo Mun-do, anadfa:

Los que ban querido fundar la justida de la Independen-aa en la xnjustida de la conquista, sin pararse a consi-derar todos los efectos que dsta ha producido, no Ran

174

echado de ver de esta manera que dejan sin patria a las dos terceras partes de los habitantes actuales de la re-piiblica y a 6sta sin derechos sobre todos aquellos inmen-sos territorios que no dependieron del iniperio rnexi-cano. .. ^

En el primero y en el xiltimo volumen de su Historia de Mejico, Alaman completaba su reivindicacidn de la Colonia con una evaluacion magisterial, nostalgica de la era borbona. Hacia una comparacidn explidta con el Mexico derrotado, empobrecido y andrquico de la .ddcada de 1840. Asi ignoraba por rompleto la historia azteca como un fendmeno iireleva'nte' y buscaba hacer deJa-€otoTlta7-tvItim:"ESpana, el verdadero y linico pa­sado mexicano aceptable. Esta interpretacidn resultd no-vedosa y sorprendente. Despuds de todo, los antiguos intelectuales criollos habian hecho de la civilizacidn in-digena su drea preferida de estudio; instintivamente apoyaban a Moctezuma contra Cortds. Desde entonces los historxadores insurgentes y los idedlogos liberales se unieron para condenar a Espana y su extensidn colo­nial en Amdrica. El hispanismo no era una tradicidn. mexicana; surgia de una nueva reaccidn en contra del indigenismo presente; sei^^ia como un aima en contra! ^ d e l p r e s e n t e . A l a m d n e s t a b a m d s p r d x i m o e n e s t i l o y \ -visidn a Mora que a Bustamante. I

A este hispanismo provocativo Alamdn sumaba un devoto catolicismo clerical. Medio hermano de uno de los candnigos de la catedral, padre de otro, en una dpo-ca en la que muchos intelectuales eran francmasones, ingresd en la Tercera Orden de Franciscanos.®i En po-

50 Lucas Alamdn, Disertaciones, 3 vols. Mdxico, 1969, I, pp. 103

,y 109. 6X Moises Gonzdlez Navarro, El pensamiento politico de Lucas

Alamdn. Mdxico, 1952, pp. 47-63.

175

Page 87: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

li'tica trato de mantener la independencia de la Iglesia con respecto a cualquier interfarencia secular y prote-ger su propiedad y privilegios contra los ataques radi-cales. Abiertamente devoto, aunque lejos de ser un en-tusiasta, no s61o hallo en el catolicismo un mero solaz privado, sino un obstaculo institucional contra las fuer-zas que amenazaban con destruir el pals. Hacia el fin de su vida escribid: "En medio de un trastorno de to-dos los elementos de la sociedad, lo ilnico que ha per-manecido inmutable es la Iglesia." Profundamente te-meroso de mas expropiaciones anglo-americanas, juzga> ba que la Iglesia formaba la esencia misma de la uni-dad nacional; era

el dnico lazo comun que liga a todos los mejicanos, cuan-do todos los demds ban sido rotos, y como lo dnico capaz de sostener a la raza hispanoamericana y que puede li-brarla de todos los grandes peligros a que estd expuesta.®

Lector de Burke y de De Maistre, Alaman era un re-accionario consciente mas que un simple conservador. Ohspsion adn por 1 a ^^jngnai za de la revolucion, interpre-taba los acontecimientos de su vida como una"prolongada lucha entre la civilizacidn y la anarqula. Mientras que otros historiadores contemporaneos, por ejemplo Mora

/y Bustamante, se esforzaban por distinguir y contrastar \ja insurgencia y el liberalismo, Alaman interpretaba

ambos movimientos complejos simplemente como dos fases de la misma fuerza revoludonaria que se cernla sobre la sociedad para su destruccion. Acerca de la in­surgencia afirmaba:

52 Alaman, Historia de Mejico, V, p. 568. 53 Arrangoiz, Mdxico desde 1808, p. 422.

176

^ Estos anos de guerra no fueron otra cosa que el esfueno que la parte ilustrada y los propietarios, unidos al gobier-no espanol, bicieron para repriiriir una revplucidn van-daUca que bubiera acabado con la civibzaddn y la pros-peridad del pais... fue, si, un levantamiento de la clase proletaria contra la prosperidad y la civdizacion.

Definia a los yorkinos como "hpmbres que no depen-den de la sociedad por ningun lazo, y que no poseyendo nada, por esto mismo propenden a todo".®® El Congresq radical de 1833 emitid esta brusca condenacion; "Todo cqanto el ddspota oriental mas absoluto en estado de demencia pudiera imaginar mas arbitrario e injusto, es lo que forma la coleccion de decretos de aquel cuerpo legislative..." Contra esta atroz alianza entre la chus-ma y el demagogo, Alamdn invocaba a la dlite: el con-junto de todas las personas respetables por su fortiina, educacion y conocimientos". Tambidn confiaba en los propietarios, que mds tarde fueron la principal fuerza del partido escoces".®^ En 1853 describia el apoyo del partido conservador en mas o menos los mismos ter-minos:

Contamos con la fuerza moral que da la uniformidad del dero, de los propietarios y de toda la gente sensata que esta en el mismo sentido.®®

Este tipo de anilisis necesariamente despierta perple-jidad. Su vaga generalidad seflala un rechazo por exa-minai- las fuerzas que intervenian en la sociedad mexi-

54 Alamdn, Historia de Mejico, IV, p. 461. 55 Alamdn, Documentos diversos. III, p. 185. 66 Alamin, Historia de Mdjico, V, p. 538. 57 Alam4n, Documentos diversos. III, pp. 40-41. 58 Arrangoiz, Mdxico desde 1808, p. 422.

177

Page 88: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

cana, que se agitaban tras los trastornos polifticos del periodo. Muchas veces exacto y perceptivo en el exa-men de los individuos y los acontedmientos particu-lares, Alaman se lamentaba de la direcddn que el pais habia tornado y por consiguiente se convirtid en un mero Laudator acti temporis. Su incapaddad para com-prender a la sodedad mexicana condend al fracaso sus ambidones politicas. Para senalar un punto obvio, su "dase propietaria" nunca podria ser movilizada como una fuerza polltica unificada: algunos terratenientes eran liberales, muchos permanedan indiferentes. iPor qud habrian de enrolarse eri una facddn reacdonaria cuando los liberales no representaban una amenaza para la propiedad? El niismo Alaman admitia su impotenda polltica cuando sugeria que debian disponer de un lu-gar en el Congreso al lado de los abogados y de los ins-truidos.®^ Aqui tambidn podemos dudar de que el drcu-lo relativamente pequeno de familias adineradas e ilus-

' tradas en el seno de las cuales se desenvolvia Alamdn, ' hubiera apoyado la totalidad de su polltica reacdona­

ria. La linica piedra verdadera en la que descansaba la alianza de los conservadores era la Iglesia; aqui se ata-

' caba la propiedad y el privilegio, aqui se desafiaba la (influencia moral. La, partido especi-fico durante la ddcada de* 184ff*se explica por el nota-

!ble resurgimiento del poder del clero, con la ayuda de lla "posiddn 7* actMdkirae un epr^opado mexicano de-seoso de protegerse contra las amenazas y los decretos de los radicales.«o El clero era el pagador y el predica-

—dor de la reaccidn. El fracaso de Alaman, en 1831-1832, en crear una

alianza permanente entre la Iglesia y el Ejdrcito, respal-

59 Alaman, Documentos diversos. III, pp. 264-265. 60 Jan Bazant, Los bienes de la Iglesia, pp. 34-43.

dada por su hipotdtica clase de propietarios, lo conven- \ ' ci6 de que la linica solucidn a la inestabilidad de Mdxi- |

CO era la fundacidn de la monarquia. Comentaba:

Nuestra constitucidn deja al gobierno entepamente aisla-do, sin tener a quidn consultar sus providehcias, ni quidn

ile informe en los puntos de hecho y derecho en los ne-gocios graves.®^

Aprovechando el creciente descontento de la ddcada de 1840, pidid una vuelta al sistema contemplado por Iturbide en el Plan de Iguala y en los Tratados de Cdr-doba. El Tiempo, el periddico que patrocinaba, decla-raba: "Queremos la monarquia representativa, quere-

^ mos la unidad de la nacidn; queremos el orden junto con la libertad politica y civil." ®2 Estas maniobras mo-

I narquicas, sin embargo, sdlo le ganaron la antipatia del populacho de la ciudad de Mdxico y de "la mayoria li-

i" beraTlh 1853 Alaman al fin recurrid a su antiguo ene-I migo, Santa-Anna, y en un tono sorprendentemente des-

pectivo, lo invitd a gobernar con el apoyo de los con­servadores. Algunos miembros de su circulo posterior-

jt mente se unieron al gobierno de Zuloaga y sirvieron al j Imperio de Maximiliano. Mezclado en estos aconteci-l mientos por asociacidn, la reputacidn de Alaman se I vio empanada por la acusacidn de deslealtad. En ulti--pma instancia, la monarquia implicaba un principe eu-j ropeo respaldado por mercenarios europeos. I En politica econdmica Alaman perpetuaba los mdto-

dos de la intervencid'n me'rcantilista del Estado borbd-nico. Este rechazo de Adam Smith y del laissez-faire era

^ 61 Alamdn, Documentos diversos, III, p. 253. •"" 62 Jorge Gurrla Lacroix, Las ideas mondrquicas de don Lucas

dlamdn, Mexico, 1951, pp. 35-38.

Page 89: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

muy comiin en Alemania y en Rusia, donde el gobierno no titubeaba en complementar y promover la empresa individual con diversos incentivos. Mientras que los li-berales mexicanos esperaban que el progreso fuera el fruto de la divisidn de las grandes haciendas, Alamin prdcticamente ignoraba la agricultura y el problema de la propiedad de la tierra, concentxando, en cambio, la atendon piiblica en la mineri'a y en la industria. Du-

•rante la d^cada de 1820 con el objeto de revivir la in­dustria minera, en gran parte arruinada por las guerras de Independencia, patrodnd una inversidn extensiva de las companias inglesas para que actuaran como "aviadores", con derechos sobre la mitad de los benefi-dos mineros.63 Posteriormente, durante su gestidn como ministro en 1830-1832, se esforzd por restablecer la in­dustria textil, en este caso arruinada por la importa-ci6n de vestidos baratos provenientes de Gran Bretana. Revocando la anterior- prohibicidn total que se votd para res ponder a las quejas de los artesanos, impuso una tarifa restrictiva sobre algunas fabricadones de bajo precio y atribuyd los ingresos derivados de esta proteccion arancelaria al Banco de Avio, creado para financiar el establecimiento de una industria textil me-canizada en Mexico. Con un costo de casi un milldn de pesos, el banco importaba maquinaria moderna, intro-ducida por trabaj adores extranjeros, distribui'a litera-tura tdcnica y respaldaba a los empresarios con genero-sos creditos de capital.®^ Debido en gran parte a esta iniciativa estatal, Mexico adquirid una industria textil mecanizada mucho antes que los demds pafses hispano-americanos. En 1842 aceptd el puesto de director ge-

83 Valadis, Alamdn, p. 170. 84 Potash, Banco de Avio, pp. 72-73.

neral de las juntas industriales nadonales encargadas ' de promover la industria. Casi su liltimo acto piiblico

fue estipular como condicidn para su ingreso en la ul­tima administracidn de Santa-Anna la creacidn de un Ministerio de Fomento.

7 Un liltimo punto merece mencioriat-se. En la carrera 1 de Alaman la accidn politica, la produccidn intelectual I y el beneficio privado estuvieron inextrincable y con-

sistentemente ligados. El bidgrafo de Cortes era un agen-te mexicano de los duques de Monteleone, herederos

r de las propiedades de Cortds. Utilizd su influencia po-i, litica para defender sus bienes contra la confiscacidn de

los radicales; a cambio recibia un pago considerable^ por sus servicios.®® Como los insurgentes arruinaron la

^mina de Guanajuato que era propiedad de su familia, tenia poderosas razones personales para rechazar el mo-

I vimiento. Igualmente las tenia para alentar las inversio-[ nes inglesas en esa industria. Luego, despuds de aban-^ donar el ministerio, se beneficid de la politica de su I administracidn invirtiendo su fortuna —sin dxito— en

la industria textil. Por liltimo, la recuperacidn de su reputaddn databa de la publicaddn de sus Disertacio-

' nes y de la Historia de Mejico. Lejos de ser obras de simple erudicidn, estos libros sirvieron para apoyar su

i visidn de la historia y la politica mexicanas y, lo que 1 es igualmente importante, para dar contenido a sus b proposiciones. Lo llevaron directamente a aceptar el I ministerio con Santa-Anna. J En muchos respectos, Lucas Alaman antidpd la qud

habla de ser la formula bdsica mexica.na para juna |o4 dedad estable y prospera: gobierno autocrdtico en com-^

I 65 Jan Bazant, "Los bienes de la familia de Hemin Cortes y ^ su venta por Lucas Alamdn", Historia Mexicana, XIX, 1969-1970, \ pp. 228-247.

180 181

Page 90: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

K

binacion cpn desarrollo econdmico. Pero asodaba su pro^ama a una rama de la politica abiertamente de-deal hispanista .-jupor. dltimo^niipnarqjiiaa^E^ta relacidn no era ni logica ni inevitable. Esteban de Antunano, per ejemplo, el prindpal propagandista industrial de la protecddn y la ayuda estatal, consistentemente ada-maba a Santa-Anna como la dave de la soluddn al pro-blema politico.®® En ello era mds agudo que Alamdn, quien deseaba perpetuar el sistema borbonico de su ju-ventud. De cualquier manera resulta evidente que la alianza ponsjgryadora_jjue_deseaba construir careda de ajjoyo; su ^xito hubiera cerrado la pi3Sta~al" avance so-aar"j^r mas de una generaddn. Paraddjicamente, fue-ron los herederos de los liberales, los generales del por-firiato y sus consejeros positivistas, quienes realmente aplicaron las politicas impulsadas por Alaman.

Nacionalismo

Josd Maria Luis Mora y Lucas Alamdn compartian la misma interpretacidn dualista de, la politica mexicana, coii Tina parte que representaba el progreso o la anar-quia y la otra la reacddn o la dvilizaddn. Como lo in-dica su preferencia por la forma MSjico (como distinta de Mexico), coincidian en la condenacidn de la retdri-ca del indigenismo histdrico y del nacionalismo insur-gente. Sobra decir que esta Irurda dicotomia, todavia consagrada en muchos libros de texto, simplificaba lo que era de hecho un complejo espectro de facciones e ideologias rivales. Tal vez su prind|^l victima fue-Gar-los Maria-de—Bustamante, cuya mezcla de conservadu-

66 Miguel A. Quintana, Esteban de Antunano, 2 vols. Mexico, 1957, I, pp. 41 y 265.

rismo catdlico y de republicanismo patridtico escapaba a su clasificacidn. Se sabe que en politica intervnno mas como observador que como actor y, por consiguiente, no puede ser comparado ni con un TUaman ni con un Zavala quienes tuvieron una influencia,directa sobre ei curso de los acontecimientos. Heredero de la tradiadn intelectual de la Colonia, personificaba la posibilidad de una tercera alternativa en la politica mexicana. En eran parte gracias a sus esfuerzos. el indigenismo his­tdrico del periodo insurgente sobrevivid para conver-tirse en parte integral de la mitologia nacional.

Hiio de un funcionario peninsular, educado hasta los veinte anos en "Oaxaca, Bustamante se ^adud en

-derddfo y" fue eP primerxditor del 'Diario de Mexico. Ya t^nia treinta y cinco anos cuando en 1812 huyd de la ciudad de Mdxico para unirse a Morelos, y sobrevi­vid para presenciar la ocupacidn anglo-americana de la capital del pais. Asistid a la promulgacidn de la prime-ra Acta de Independencia de 1813 y partiapd en los debates constitucionales de 1823, ajwyando al padre Mier para oponerse al sistema federalista que fiimlmen-te gand la partida. Diputado en el Congreso de Oaxaca a travds de la mayor parte de este periodo, p^tici^ en la elaboracidn de la Constitucidn Centralista de 1836 y fue miembro de su Poder Conservador en 1837-1841. Pensionado por el gobierno por sus servicios como in­surgente, dedicd su energia e ingresos a la piiblicaaon de una gran cantidad de documentos histdricos, pan-fletos politicos, revistas periddicas y comentarios de la 6poca. El principal historiador de la insurgencia nunca renegd su entusiasmo primero, y hasta su muerte, en 1848, siguid exaltando el pasado indigena, el ™"0 la Guadalupana y de los hdroes de la patria. Catdlico devoto y firme republicano, fue severamente criticado

182

Page 91: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

por Zavala y por Alaman.o^ Su principal, j tal vez uni-co aliado, fue el padre Mier, a quien en alguna oca-si6n describid como "mi honorable y muy caro amigo y companero". Conocedor de sus propias limitacio-nes, introdujo El Gabinete Mexicano con el reconoci-miento:

Esta no es la historia de nuestros tiempos, son Memorias para que una pluma bien cortada la escriba de un modo que baga honor a los mexicanos.®®

En una palabra, Bustamante se considerd a si mismo cronista nacional. En espiritu un anacronismo, se pare-cia mas a sus predecesores coloniales, a Bartolomd Ar-7ans de Orsiia y Vela por ejemplo, que a un historia-dor filosdfico contempordneo. Era mas bien como si un arquitecto provinciano, ciego o enemigo del gusto pre-valeciente por lo neo-clasico, hubiera insistido en cons-truir iglesias al estilo churrigueresco.

Mas tradicionalista que reacdonario, Bustamante di-fundid el conocimiento de la antigiiedad indigena al punto tal en que aparece como el lazo principal entre Clavijero y Orozco y Berra. Sin embargo, su contribu-

y;idn fue ampliamente editorial. En el Diario de Mexico publicd numerosos articulos acerca de la historia indi­gena, incluso una pieza fuerte contra Pauw y Robert­son. Recomendaba especialmente a Boturini y la "obra preciosisima" de Clavijero y ademas insertaba tra-

Para estos detalles personales ver; Carlos Maria de Busta­mante, Hay tiempos de hablar y tiempos de callar. M&dco, 18S3. Lucas Alamin, "Noticias biogrdficas del Lie. don Carlos Maria de Bustamante", Documentos diversos, III, pp. 281-333.

68 Carlos Maria de Bustamante, El Gabinete mexicano, 2 vols. M&ico, 1842, I, Prefacio no numerado.

69 Diario de Mexico, VI, pp. 438-439 y VIII, pp. 506-507 y 510-512.

184

ducciones de las resenas de las investigaciones de Anto­nio Ledn y Gama y Pedro Marquez que antes habia^ aparecido en los periddicos de Roma.^® Despu^s de la Independencia se anotd un dxito con su primera edicion de la monumental obra de Bernardino d&Sahagun que durante mucho tiempo habia permanecido oculta hasta que fue redescubierta a fines del siglo xvin. Ademas publicd una descripcidn de Texcoco Maria­no Veytia, el analisis de la piedra del Calendano de Ledn y Gama, y la narraadn de la Conquista de Per nando Alba Ixtlixdchitl. En los diferentes penddicos que editd aparecieron selecciones de otros manuscritos. L su Marianas de la Alameda, Bustamante compuso, en forma de dialogo, un relato popular del pasado in­digena destinado a instruir a jdvenes senontas acerca de las glorias de su historia nacional, eii el que veran-se nuestras antiguas naciones como sociedades cult^ y politicas"." Periodista politico mds que estudiq^ Bm-tamante pubfi^ estas pbra^ para convencer^jbliTO mttocano de dos grandes verdades: fa grandeza de la Szacfdn Tndlge~5i,f el To-rrorae;ia„conquista espa-nola. "Execrable editor, cambiaba titulos, cortaba el t^ ttre interpolaba sus propios comentarms. En su edicidn de 1840 del decimosegundo libro de Saha^n todavia era la linica copia impresa de la versibn de 1585- su insistentes comentarios absorben tanto espacio como el texto mismo.^3 El bajo nivel intelectual de su enfoque

70 Ibid IX pp. 105-106 y X, pp. 157-159. 71 Para'una Usta completa de sus publicaciones ver: Edmundo

O'Gorman, ed.. Guia bibliogrdfica de Carlos Maria de Bustaman-

Maria de Bustamante, Mananas de la Alameda en Mdxico 2 vols. Mexico, I835-I836, II, p. L . .j

73 Vublicado con el equivoco titulo de La ap^tcrdn de- Nues-tra Senora de Guadalupe de Mdxico. Mexico, 1840.

185

Page 92: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

fue el que ayud6 a desacreditar su propia reputadon y el indigenismo historico. Para Bustamante los motivos patrioticos que hablan inspirado a Clavijero o a Veytia a estudiar la antigiiedad India ocupaban el primer pia­no de su empeno, con una violencia tal como para des-truir cualquier pretensidn de imparcialidad critica o in-tento de academicismo. Sin embargo, un examen re-ciente de la Historia patria, concluye que Bustamante fue el prindpal autor de los mitos nadonales que toda-via dominan los libros de texto de los escolares.'^^

Como la mayoria de los patriotas criollos de la gene-raddh anterior, Bustamante creia fervientemente en la apariddn de la Virgen Maria en el Tepeyac y en el milagroso origen de la imagen de la Guadalupana. Asis-ti6 a las celebradones del tricentenario de 1831, escri-biendo panfletos que halagaban a la patrona de Mexi­co. Para dl, la Virgen de Guadalupe se parecia a "una indita amable, morena, llena de dulzura".^® Un examen de la manera como enfrento el gran escollo a la creen-da que presentd Sahagdn, muestra que su guadalupa-nismo nunca estuvo separado del patriotismo. Como el historiador espanol Juan Bautista Munoz ya lo habia indicado, el frandscano no s61o no mencionaba la apa-ricidn, sino que explidtamente condenaba como paga-no el culto que se desarrollaba en el Tepeyac. Este tex­to fue el que confirmd las dudas del padre Mier acer-ca de la historia tradicional. Sin embargo, Bustamante, que no habia sido disuadido, construyd una vigorosa e ingeniosa defensa.''® Publicd la segunda versidn de 1585

74 Josefina Vdzquez de Knauth, Nacionalismo y educacion en Mdxico. Mexico, 1970, pp. 32-34 y 38-39.

75 Carlos Maria de Bustamante, La aparicidn guadalupana de Mdxico. Mexico, 1843, p. 61.

76 Juan Bautista Munoz, Memoria sobre las apariciones y el

186

del libro XII de Sahagiin bajo el titulo La apartcton d Nuestra Senora de Mexico. En su introducadn subraya-ba la admisidn que hacia Sahagiin de que en su primer relato errdneamente habia guardado silencio respecto a ciertos acontedmientos. Esta era la clave. El temor a la represion espanola habia impedido ^ue los contempo-rAneos dieran testimonio de la apancion. Despuds de la Conquista: "Por-todas partes y por espacio de no pocos anos, se respira en esta America, muerte, odio, devasta-ddn y esclavitud." " Pensemos en qud hubiera sucedi-do, preguntaba en tono retdrico, si cualquier patriota hubiera afirmado que habia visto a la Virgen en el riodo 1810-1821. Los espanoles lo hubieran ejecutadO' de inmediato; asi tambidn en los anos posteriores a la Conquista. En cuanto al manuscrito de Sahagiin, argu-mentaba que habia sido pervertido; terceros, enemigos de Mdxico, habian alterado el texto.

Intimamente ligada a su veneracidn por la Virgen de Guadalupe estaba su aceptaddn de la identificacidn de Ouetzalcdatl con el apdstol Santo Tomas, una twria mie habian sostenido Boturini y Veytia, asi como el pa­dre Mier En el Diario de Mexico ya habia hecho una descripcidn del hdroe indigena a partir de la pregunta: "iCuriosos lectures, seria este Santo Tomas Apdstol de estos dominios segiin la tradicidn?" Admiraba tanto

culto de Nuestra Senora de Guadalupe de Mexico. Madrid, 1817. (El ensavo fue escrito en 1794.)

77 Carlos Maria de Bustamante, La aparicidn de Nuestra Se­nora de Guadalupe de Mdxico. Mdxico, 1840, p. ^ discusidn de las diferentes versiones de Sahagiin ver. Howard K Cline "Notas sobre la historia de la Conquista de Sahagiin , e Bernardo Garcia Martinez, ed., Historia y sociedad m f' dThabla espanola. Homenaje a Josd Miranda. Mdxico, 1970. pp. 121-140.

78 Diario de Mdxico, VIII, p. 378.

187

Page 93: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

la famosa disertacion escrita en torno al tema por el padre Mier que de hecho insertd toda la obra en la pri-mera edicidn de Sahagiin.'''® En sus Marianas de la Ala­meda dl mismo revisaba los argumentos que por lo ge­neral se habian utilizado para apoyar esta hipdtesis -las similitudes rituales y ^ticas entre la religidn indi-gena y el cristianismo, la presencia de cruces, etc Su tratado de 1843 La aparicidn guadalupana defendia la autenticidad del milagro de la guadalupana y la misidn de Santo Tomas-Quetzalc6atl. Y concluia: "Ya hoy esti fuera de duda que el Evangelio se anuncid en esta Ame­rica a los antiguos indios." Esa era la manera como los antiguos indios y la Colonia adquirian un funda-mento cristiano sin ninguna ingerencia espanola.

/•"NEn alguna dpoca, siendo dl mismo un insurgente que ( escapd con vida, Bustamante se convirtid en el princi-l pal apologista de los hdroes nacionales. Ejie dl con el

. Vadre Mier quienes originaron. la retdrica nacioiialista que justificaBa" la "ffiJEipendencia con base en "Ia~presu-pOsicidn de la existencia de una nacidn inexicana que existia antes de la Conquista, ahorg. liBerada despuds de trescientos anos de despotismo espanol. Fueron los dos mismos hombres que persuadieron al Congreso para que adoptara el aniversario del grito de Dolores como la fecha de conmemoracidn nacional de la Independen-cia. No obstante, no lograron cambiar el nombre del pais por el de Anahuac ni reemplazar la bandera de

79 Bernardino de Sahagdn, Historia general de las cosas de Nueva Espana, 3 vols. M&ico, 1829-1830. Incluye la disertacidn del padre Mier en el primer volumen sin numeracidn entre las

pp. 277 y 279. 80 Bustamante, Maiianas de la Alameda, I, pp. 108-120. La apa­

ricidn guadalupana, p. 69.

188

Iguala con los colores de Moctezuma.s^ En los anos pos-teriores fue principalmente Bustamante quien siguio afirmando que la Independencia se debia a Hidalgo y a Morelos y no a Iturbide. Tambidn dl fue en gran par­te responsable de la intima asociacidn con e| pasado indigena y por ello cre6 un panteon nacional de hdroes en el que Moctezuma y Cuauhtdmoc yacian junto a Hidalgo y Morelos. Aunque dstos son ya destie hace mu-cho tiempo lugares comunes en su generacidn, la ten-dencia era todavia de aceptar a Iturbide como el P^dre de la Independencia; ni Alamdn ni los idedlogos hbe-rales sentian mucha simpatia o respeto por los hombres

de 1810.82 El lazo, por asi decirlo, que unid a los ipsurgentes ,

con'losll.teca.rera"el antiespanolismq. Como tipico crio-actitud de Bustamante era decididamente ambi-

gua. Recordaba las escenas de la Conquista o de la Re-volucidn, y llenaba una pagina con las mas arrebatadas denuncias de la crueldad y la opresidn espafiolas. Coin-cidia con Mier en la revivificaciori de la Leyenda Ne-gra. En ocasiones, especialmente en comentarios inci-dentales, reconoda lo que Mdxico debia a los espa-

noles.

Los espanoles nos ban dejado a par que motives de odio, motives de recuerdos continues; por doquier que levan-temos la vista encontramos objetos que nos renuevan su memoria; nuestro idioma, nuestra religidn, nuestras leyes, uses, costumbres y aun las mismas preocupaciones de que estamos plagados son de ellos.ss

81 Tuan A. Mateos. Historia parlamentaria de los Congresos mexicanos de 1821 a 1857, 11 vols. Mexico, 1877-1886, I, p. 711

V 11, pp. 254, 432 y 678. 82 V^quez de Knauth, Nacionalismo y educacion, pp. 17-43. 83 Carlos Maria de Bustamante, Continuacidn del cuadro tits-

189

Page 94: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

De manera similar, cuando se dirigia a su supuesta audiencia de senoritas, admitia las buenas intenciones de los espanoles; dtaba la teorfa del padre Mier acer-ca de la constitucidn colonial; se lamentaba de las cruel-dades del movimiento de Hidalgo; y adoptaba la ana-logia pradtiana de que la Colonia obtenia la indepen-dencia de la misma manera que un hijo llegaba a la mayoria de edad.^^ Sin embargo, en estos mismos anos, incluyd en su suplemento de la historia de Andres Cavo, el inflamado documento que el consulado mexi-cano envid en 1811 a las Cortes de CAdiz, mismo que buscaba despertar la ira de los mexicanos mds pacifi-cos.®® Hacia el fin de su vida siguid atacando la pre-sencia espanola en el Nuevo Mundo. Sus muchas con-fesiones representaban mas un cambio de dnfasis que de opinidn. La antigua disputa entre el criollo y el ga-chupin, uno de los rasgos tradicionales mas definitivos del patriotismo criollo, se transformd en un elemento esencial del nuevo nacionalismo mexicano. For lo tanto \resulta fdcil entender por qud Alamdn se empenaba en destruir la reputacidn de Bustamante.

Bustamante, como_mudlQS-XltT.QS-Jia£i^ en la prlctica politica era tii^ firme.. jCQiis.eryador. Los super-vivientes de los se^idores de Morelos se dividieron en dos facciones. Vicente Guerrero y Andrds Quintana Roo se unieron a los radicales, Nicolas Bravo y Bustamante se orientaron hacia la derecha. Critico severo de los

tdrico de la Revolucidn mexicana, 4 vols. Mdxico, 1953-1963, III, p. 241.

84 Bustamante, Marianas de la Alameda, I, pp. 286-287. 85 Andrds Cavo, Los tres siglos de Mexico durante el gobierno

espanol hasta la entrada del Ejercito Trigarante... Publicada con notas y suplemento por Carlos Maria de Bustamante, 3 vols. Xa-lapa, 1870, 111, pp. 346-376.

190

federalistas de 1824, temporalmente ° tancias del panfletista yorkino El Payo del ' Bustamante reserv6 su ma, ddda cnndena ,ma h a nistradin de G6mez Farias de I8SS.1834. tscrlDia.

La memoda del gobiemo de di rnraz6n de todo mexicano como el de Robespierre

aqud no era un congreso, era un dub de jacobinos feroces...®®

Miembro por status, si no por riqueza, de la dlue mo-11a ^iltamaiite alimentaba prejuicios oJe lo llevaron a desgprobar la partiapacidn pSgulto

reSista que Alam se lamen ^ de'oue'en Mexico no existiera una clase de p p rios suficientemente numerosa y educada que goberna-ra el pais. Despuds de hacer un comentario despectiv respecto al comportamiento de algunos artesanos elegt-te'^omo fundonarios munidpales, hlzo esta reveladora

confesidn: Podrd haber uno que otro de oscuro nadmiento y de

Ttaf ta'n'IrivileA "Sie" atf J" pero dste es rara avis en tierra... Yo pre! g wero del tiempo de las cruzadas o del siglo del Cid, a Sento de los llamados dudadanos democrdticos de est^ dlas Dios ha puesto cierta aristocracia en todas las Sdades ; nueLos antiguos aztecas... siempre ^nf a-

cutlis o caballeros.®'' Por lo general siempre calificaba a los partidmios de

los radicate como Up«os, una etiqueta que abarcaba

86 Bustamante. Continuacidn del cuadro histdrico, IV. pp. -157 y 247.

87 Ibid., 11, p. 161-191

Page 95: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

todo y que para 61 incluia a todos los habitantes de las ciudades que no eran gente decente. En una ocasion se refirid a los radicales de Veracruz como a "unos zapa-tilleros, sastres, muchachos y gente ruin y beoda". De los masones escribia: "en aquellos dlas se multiplicaron las logias de Idperos, casas de juego de loteria..."®® Esta nota de aversidn clasista aparecia claramente en la con-trastada evaluacidn de los diputados del Congreso con-servador de 1831-1832 y de sus sucesores radicales. El primero estaba: "compuesto en su mayoria de sabios, hidalgos y hombres pundonorescos: nos tratamos como amigos, nos chanceamos como jovenes y nos conduci-mos como caballeros". En el segundo habla: "algunos tan zafios y groseros que a tiro de ballesta se conoda el fruto que podrlan dar, y aun se columbraba por su gesto y vestido su procedencia ruin". Como Mier, nun-ca aceptd la idea de la soberanla popular segun la in-terpretaba Rousseau, puesto que para el:

el pueblo es una bestia feroz e ingrata, que perdido una vez el tine y respeto a la autoridad que lo manda no es fddl sujetarlo.'S®

Su prmdpal objed6n_ _al radicalismo, -sin eml^argo, nada de los""ata'^ei a la,.. Jglesia. Ferviente catdlico, mis drtodoxo que*iu amigo el padre Mier, en alguna ocasidn protestaba: "no soy jansenista, sino muy cato-lico, apostdlico, romano". Buscando ensenanzas en. el pasado, apoyaba el derecho de la-autoridad civil a ejer-cer el patronato sobre los nombramientos clericales, considerindolo un atributo de la soberanla nacional.

88 Ibid., HI, p. 340 y IV, p. 42. 89 Ibid., XV, pp. 126, 133 y 151.

192

Debemos regirnos por la disciplina y prictica de la naddn espanola, y puesto que sus reyes habian cuidado de sos-tener la regalia del patronato, yo tambiin la reconoda en la Naddn Mexicana.^o

Culpaba a los yorkinos de desperdiciar la oportuni-dad de obtener el reconocimiento papal del- patronato. Comparando su ataque a la propiedad eclesiastica con las confiscadones de Enrique VIII de Inglaterra, se-halaba:

creyeron los yorkinos que muy en breve bl clero mexica-no se haria de su opinidn, se convertiria eii dsmiti<», desconoceria la autoridad del papa, y en Mixico tendria-mos una Iglesia Anglicana.»i

Profundamente conmovido por los acontecimientos de 1832-1833, Bustamante publicd diversos panfletos en defensa de las drdenes religiosas y de la propiedad ecle-siistica. Todavla en 1847 lanz6 un furioso ataque con­tra el segundo intento de G6mez Farias de expropiar los bienes de la Iglesia. En una ocasidn, al senalar que los liberales exigian la extincidn de esas institudones gdticas", que eran contrarias al "espiritu filosdfico del siglo", explicaba a sus lectores:

Esas institudones gdticas son la prosperidad de los bienes de las comunidades religiosas, la intolerancia de los cul-tos, las contribudones edesiasticas para sostener el verdar

90 Ibid., IV, pp. 14 y 30. 91 Ibid., IV, p. 242. Ver tambi^n sus panfletos: Abajo gente

baldia gritan los reformadores o sea defensa de las irdenes reli­giosas. M&cico, 1833. Respuesta al papel intitulado: Alld van esai verdades y tope en lo que topare y defensa de los bienes eclesids-ticos. M&cico, 1837.

193

Page 96: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

dero, la perpetuidad de los votos religiosos, los. fueros, edesiastico y militar y otras cosas piadosas.®^

mismo consideraba la libertad de cultos como una amenaza para la unidad nacional:

la toleranda en un pals todo de catdlicos,. • es un desati-no en lo moral como lo fue en lo politico el establea-miento de un gobierno federal...®®

Conforme con estos sentimientos insistentemente im-taba al Congreso a que permitiera el regreso de los je-suitas; publicd la monumental historia de Alegre de la provinda mexicana como respuesta a la ediddn liberal de las Cartas provinciales de Pascal, y en 1843 se acercd personalmente a Santa-Anna y obtuvo el restablecimien-to, aunque limitado, de la Compaiila en las misiones del norte del pals.®*

Firme republicano, Bustamante tenia pocas palabras amables para esa otra gran fuerza disruptiva de la po-lltica mexicana, el general Antonio L6pez de Santa-Anna, a quien alguna vez describiera como "un mons-truo cuya deformidad no puede trazar mi pobre plu-ma". En 1833 despu^s de asistir a una magnifica recep don ofredda en honor de Santa-Anna, confesd: "De-dame a mi mismo... £Si Hidalgo se hubiera figurado esta farsa habria dado el Grito de Dolores? En una ocasidn similar en 1835, exclamd; "El^vase majesfuosa-

92 Bustamante, Andlisis critico de la constitucidn de 1836. Me­

xico, 1842, p. 30. 93 Bustamante, Continuacidn del cuadro historico, IV, p. 18. 94 Bustamante, Gabipete mexicana, II, pp. 122-125. Bustaman­

te, Apuntes para la historia del gobierno del general don Antonio Ldpez de Santa-Anna. Mexico, 1945, pp. 80-154.

194

mente y sube sobre las ruinas de su patria." ®® En 1843 fue nombrado por el general miembro del Consejo de Gobierno, Bustamante renuncio de inmediato: "acep-tar6 cualesquier nombramiento por servir a mi patria como me venga de un origen popular".®® Su historia del gobierno de Santa-Anna de 1841-1844 *pintaba un cpadro negro de venalidad, irresponsabilidad y repre-sidn. Expresaba su pesadumbre por el hecho de que el dictador no hubiera sido ejecutado por todos sus cri-menes. Tras la aversidn hada el hombre, subyacia el temor al prindpio cesarista que representaba. Las lilti-mas paginas que publicd contenian un violento ataque contra Santa-Anna, a quien hada responsable de la de-rrota mexicana en la guera de 1846-1847 y de toda la tendenda hada la dictadura militar.®^

Entonces, ^cudle^eran las personas o la faccidn m4s cercanas. a Bustamante? La respuesta no permite dada ad^na. Con excepcidn de Nicolis Bravo, para quien reservaba los mas calurosos elogios, favorecia el ala re-accionaria de la dpoca: "Verdaderamente don Lucas Alaman es el gran hombre de Estado que tiene la repii-blica." Y escribia acerca del primer periodo de gobier­no del general Anastasio Bustamante (cuando Alamdn desempend las funciones de primer ministro): "su pri-mera administradon habia sido inmejorable".®® Despuds de la destitudon de Alamdn, lo defendid en la corte

95 Bustamante, Continuacidn del cuadro histdrico, IV, pp. 53,

233 y 372. 96 Bustamante, Gobierno de Santa-Anna, p. 206. 97 Carlos Maria de Bustamante, El nuevo Bernal Diaz del Cas­

tillo o sea historia de la invasidn de los anglo-americanos en Mexico. M&ico, 1949, pp. 310-323.

98 Continuacidn del cuadro histdrico. III, p. 443. Gabinete me­xicana, I, p. 1.

195

Page 97: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

contra la persecucion de los radicales. En general, las razones de este apoyo eran obvias; el gobierno de 1830-1832 propugnaba per una accidn fuerte y centralizada del ejecutivo; era catdlica y nacionalista en orientaaon y los hombres que participaban en ^1 eran de buena familia y educacidn.

Bustamante defendia tanto una politica estatal que / promoviera la industrializaddn como Esteban de Antu-

/ nano y Lucas Alaman. Bajo la infuencia de los escritos ^ del abate de Pradt, temia que la dominacion extran-

jera de la economla condujera a la subyugacidn poli­tica y por lo tanto apoyaba firmemente la creaddn del Banco de Avlo y de tarifas protecdonistas. Denuncid repetidamente a "los falsos economistas", es dedr, la politica librecambista de los liberales basada en Adam Smith y J. B. Say. La apertura de los puertos al comer-do con el exterior habla arruinado a la industria me-xicana:

vemos a los artesanos sin destine en qu6 ocuparse y sus familias gimen de necesidad; en vano buscan aquellos an-tiguos talleres que les propordonaban su alimento preci­se, perque tede viene del extranjero; asl es que estan con-denades a fermar gavillas de salteaderes e a buscar su fertuna en las reveludenes intestinas.®®

Aunque Bustamante frente a Francia preferla a In-glaterra, puesto que consideraba que la primera era la fuente de "la lastimosa inmoralidad que ya plaga a nuestro pueblo", sospechaba profundamente del poder econdmico inglds. "Quiere que seamos meros colonos, consumidores de sus efectos y mas esclavos que lo fui-

99 Bustamante, No tiene la razdn la Francia. Mexico, 1838, pp. 1-2. Ver tambien: Marianas de la Alameda, II, pp. 135-138.

196

mos de los espanoles". Temla que las dificultades_ que representaba el pago de los intereses de la aedente deuda externa provocaran una situacidn en la que tal vez dara por resultado una intervencidn armada que nos ponga en un estado casi de colonos siiyos .^®® Co-nocedor de las tendencias mundiales, alabal^a al general Rosas de Argentina por su resistencia ante las exigen-das francesas, y vela en el triunfo de Inglaterra en la Guerra del Opio contra China la confirmaddn de la amenaza que para Mdxico constituia el imperialismo europeo. Sobra dedr que detestaba a "esos hipdmtas , los angloamericanos, los esclavistas del norte, y nunca , dejd de lamentarse de la locura que habfa sido permitir | la colonizacion de Texas.^®^

Ardiente partidario de la politica econdmica del jo-ven Alamin, Bustamante se convirtio tanibidi_en.un_ ardiente enemigo 3^os_pTOyectos monarquicos del ^a- _ man maduro. Cuando en 1846 el penodico conservador El Tiempo, apoyado por el presidente Paredes, defen-did abiertamente la monarquia mexicana, Bustamante lanzd un furioso ataque contra ese esquema, invocando las figuras de Hidalgo y Morelos y la sangre de los dos-cientos mil mexicanos que murieron luchando por li-berar al pais del rey de Espana. Recordaba las barba-ries de la Conquista y la salvaje represidn de la insur-gencia. Citd una vez mds la vieja advertencia biblica contra los reyes, primero formulada por el profeta Sa­muel al pueblo de Israel. En una palabra, Bustamaiite interpretaba_^<hi^as j>rQpuestas monarquicas como vela-das amenazas contra la ind.ependencia, mexxc&iiaL para

100 Bustamante, Continuacion del cuadro histdrico, II, p. 228

y I.V, p. 446. 101 Ibid., IV, p. 35. Gabinete mexicana, I, p. 175. Gobierno de

Santa-Anna, p. 126.

197

Page 98: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

dl un rey era sinonimo de despotismo europeo. Excla-maba: "Treinta y cinco anos cuento en servir a mi pa-tria y puedo decir que he rifado mi vida en varias cla-ses de combates por no ser gobernado per un rey." Probablemente esta campana fue la que le valid la nota critica e injusta que encontramos en la biografia p6s-tuma que escribio Alamin.

En la practica politica, Bustamai|m_pia„un hpnibre de centrq, miembro integral del'drculo amorfo de los* conservadores liberales, liberales inoderados„y,_sa^^ftris-tas que componian los gabinetes y el Congreso durante los anos 1824-1853. A pesar de pasadas criticas el tipo de presidente que merecid su apoyo fueron los genera-les Anastasio Bustamante y Josd Joaquin de Herrera, el primero un antiguo iturbidista. el segundo un liberal moderado. Bustamante describe con desesperada inten-sidad las fuerzas politicas que mas detestaba en su dlti-ma obra. El nuevo Bernal Diaz del Castillo o sea Histo-ria de la invasidn de los anglo-americanos en Mexico. En el terrible ano de 1846, con los invasores extranje-ros adentrdndose cada vez mds en territorio nacional, el gobierno reaccionario y monarquista de Paredes fue reemplazado primero por el radical y anticlerical de Gdmez Farias y luego con la dictadura militar de Santa-Anna. El titulo mismo del libro revela la desesperacidn de este viejo insurgente frente a la destruccidn y humi-llacidn de su pais. En 1848, con la muerte de Busta­mante tambidn murid para siempre su tipo de naciona-lismo mexicano, compuesto de indigenismo histdrico, guadalupanismo y republicanismo conservador. En mu-chos respectos fue el liltimo florecimiento del antiguo patriotismo criollo.

102 Bustamante, El nuevo Bernal Diaz, p. 117.

198

A1 parecer, en el momento de su muerte, a los 74 anos, Bustamante era considerado un venerable anacro-nismo mds bien excdntrico, alguien cuyo corazdn esta-ba bien puesto aunque su mente desvariara.io3 Su inca-pacidad para atraef discipulos, hombres ihteligentes, aptos para desarrollar toda esa confusa gan^ de entu-siasmos e intimaciones en un sistema coherente de pen-samiento politico, fue mds que un fracaso personal. Eli-mind la posibilidad de que Mdxico produjera al fin una escuela de conservadores nadonalistas y romdnti-cos que estuvieran dispuestos a iniciar un debate fruc-tifero con el liberalismo. En lugar de eso el conserva-durismo cayd bajo la estdril influencia 3e TaTfeacddn hispanistac IPara inda^ 1^" causas de su fracaso (si asi ha"^e"juzgarse) eVuecesario* examinar la composiddn politica del liberalismo. Sin embargo, una primera com-pafaddh-con el extrdhj^ro nos permitira esclarecer la naturaleza del problema. Aqui nuestra innovaddn con-siste en inspecdonar el paisaje convendonal desde una nueva perspectiva.

Nacionalismo y liberalismo

El misterio central de la pplidca mexicana durante los\w anos interaedi^ del siglo Jqx « "er'p^eddWhricrdel li-"7^ bemlismo. ^Cdmo podemos, explicar su dxTtb? ^Cdmo fu^ posible que una ideologia desarroHada'pafa^sdtisfa-^ cer las ambiciones y aspiradones de la *l)tirguesfe~e(Ir(J^ pea se convirtiera en el credo politico de la coalicidn progresista en Mdxico, un pais con estfiicturas sodalfes tan distintas ~a 'las de Europa del norte? Para explicar

103 Ver, por ejemplo, Prieto, Memorias, pp. 478-479.

199

Page 99: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

este fen6nieno debemos primero explorar el del nacionalismo en cuanto a ;SS£'una cuestidn indmpente Lsenda de cualquier forma escenario politico.. Luego finabzaremos nuestra discu Sn con el examen de la composiddn. en comparaadn con la ideologd'aenibTraffsmo mexicano.

La comparaddn mas ilusttativa ta-Anna la proporciona la Rusia del Zar 0825-1855). En ella, a pesar del absolutismo autocr -tico del rdgimen, durante los anos 1830 y 1840, el mun-do intelectual se hallaba dividido en dps y pos, llamados respectivamente los J £ eslavofilos-io" Como lo indi^ su nombre grupo proponia introducir cambios ^ ^^a do ran los que existian en Europa ocadental. Deseaba el establedmiento de una democracia que garantizara las libertades individuals, poner fin a Tse^vidumbre y distribuir la tierra al -m^^^nada En una palabra, eran los radicales f racionalistas e individualistas, herederos de la Ilustra don y de la Revolucidn francesas. Su posicidn era efec tivamente desafiada por los eslavdfilos, quienes defem dian el valor de la herencia ortodoxa, y denunciaban a Sentl como la fuente del ateismo y el desorden so-dal Recurrian al pasado ruso, al siglo xvii, cuando, se-gun ellos, la sociedad, la religidn y el L sus relacions una armonia orgamca natural. Pesa rosos de la politica occidentalizadora de Pedro el Gra

104 Psta descripcidn de Rusia estd basada en Martin Malia,

fU^opturi. Roots of Re­volution. Nueva York, 1966, pp. 1-35 y 63-89.

200

de Y de la vision afrancsada de la clase alta, yeian en J clmpesinado al verdadero reprsentante de la nacio nalidad (narodnost) rusa. Hostiles al indmdualismo li­beral, por considerarlo un concepto no , uSa reforma agraria que otorgara la propiedad a la

co™ campsTna .J-^rStn\Te?vi^ nalistas, atacaban el programa liberal como una servil imitacidn de occidente, de paises decadetits, destig dos por los conflictos de clase y la ^ En lugar de ello ofredan la imagen de la Santa Rusia ™ profundas ralces en el pasado eran la verdadera promesa de un futuro armonioso.

Como resultado de ste debate aparecio el socialismo ruso Antiguo occidentalizante, Alexander Herzen ds-arSilo^unl interpretacidn radical de las ideas eslavofi-las Cada vez mas critico del occidente liberal e indus trial renegd del individualismo y atribuyd a la comiina campesina la calidad de 1° popular. Asi Rusia se veia liberada de ^nalqmer nece sidad de atravesar la etapa del capitalismo urg , supervivencia de la obshchina le tamente de la edad media al comunismo agrario. Todos los miembros radicales de la generacidn taron esta visidn populista. Dada la ausencia de un pro SSado industriSnumeroso puede abrmarse que u^

critica conservadora efectiva del liberahsmo cUsico eia el prerrequisito necesario para la formulacidn de una

repudio romdntico de los conseryadores al iuduf lalis mo con su idealizacidn de una "Inglaterra Feliz de la Edad Media, condujo directamente al socialismo inglds

"^^YlSdoTS&ico, aparece de los^ibe^eTTueron las contrapartes mexica

201

Page 100: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

H i

ill

occidentalizantes rusos. Deseaban convertir a su pais en uflrsimr3e~IcTS"EsEabs Unidos. A un pais dominado por los latifundios y los pueblos de indios, le ofrecian el ideal del agricultor propietario; un idral que, sin embarso, dada su insistenda en la santidad de la pro-piedad privada y las leyes del mercado, postergaban cada vez mas. iPero qui^nes eran las contrap^tes mcM-canas de los eslavdfilos? Desde luego que no Lucas Ala-mdn, con su recetTcte^utocraaa e industrializaadn. Su politica puede ser y fue acomodada dentro de los limi-tes del Estado porfiriano. Su hispanismo contradecia toda creenda en el populismo. En lugar de ello, si pre^ cindimos de todo problema de personalidad e mteli-genda individual, nos vemos directamente conducidos a Carlos Maria de Bustamante j_al j)a^e Mier. Existe unal5^H35HteTitonilua entre gran parte de su ^si-d6n intelectual y la de los eslavofilos. EIIOT tambi^n alimentaban un cierto mesianismo patridtico, la creen­da ffe"que Mexico, bajo el patronato de la Virg^tle Gp^^iupe, habia sido bendecido por la Providjncia con un destino religioso singular. Tanto como surton trapartes'rusas, detestaban a la Ilustraadn francesa y a sus herederos politicos. los radicales qiie deseaba^s-tr^HFTa TieFenda relTgrosa' de su pais en nomK^el proKreso. NadonMi'stas instintivos recurrian a la his-ioria, a la experiencia pasada y al cardcter de la naadn

Si las similitudes son notables, las diferencias entre rusos y mexicanos son particularmente instructivas.

Mpdstoles de una supuesta nacidn mexicana, Busta-/ mante y Mier nunca desarrollaron ninguna teoria JMSI-

tiva de nacionalidad -de mexicanidad. En su nacion, \ no distinguian ni valores inherentes -como diferentes 'de las virtudes- ni un papel en el mundo; el lo^o y

jl mantenimiento de la independencia eran sufiaentes

n(

por si mismos. Todavia mas, caredan por ^ompleto d una teoria de la sodedad, una omisidn que resultd en su fracaso para inspirar el presente con lecciones toma-das de la Ldedad azteca. Para ellos, la histona indi-gena de Mdxico seguia siendo una histona antigtw, com­parable a la de la Roma o la Atenas de los clasicos, no LTun pasado gotico o medieval, todavia present j muchas instituciones y prdctxcas modernas, con P™" pios y elementos sociales merecedores de emulaadn o re surreccidn. Bustamante consideraba el imperio azteca con la misma perspectiva que un nacionalista S^iego, -cendiente de Bizando y de la ortc^oxia, ^

; gullecia del antecedente que hallaba en Atems J los cUsicos. Cuando mucho exploraba fuentes histdricas de moralidad, inadentes de valentia y des TeaStad, comparables, digamos, a los de los esp^tan^ en las Termdpilas. A pesar de su entusiasmo, que era profundamente anticuado; el pasado formaba In sistema cerrado completamente separado de la expe-rienda. del Mexico moderno, . j.

Y sin embargo, asi de olvidado Ppr los mdigemst^ hist^cos, el .pasado indigena sobrevivid. El pueb o c^

* nectaba con su principio de tenenaa comunal de 1 rra las instituciones sociales de los aztecas con l^s " munidades rurales del Mdxico contemporaneo. A dife-rencia de los eslavdfilos, no obstante, los primeros na-cionalistas mexicanos sentian P°ca simpatia por las ma-sas indigenas de la dpoca. De hecho en los hacendados de Chilapa y los mante apoyo a los propietarios elevando el gntp guerra de castas.w^ Mier y ^1 mismo siguieron siendo

106 Retrresentacidn que los vecinos emigrados de Chdapa han heZ ThTsZ I sefior diputado Carlos Maria Bustamante. Mexico, 1845.

203 202

Page 101: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

cnollos de corazdn, hijos y descendientes de espanoles, que habfan expropiado la antigiiedad indfgena con el linico propdsito de liberarse de Espana. Lo que aquf queremos subrayar es el desicterds de cualquier joven

anadir contenido social a su f>o5ici6n. Si aceptambs la analogia con Rusia, entonces el~lracaso de los conservadores indigenistas en cuanto a proponer un desafio convincente a los liberales, pospuso el surgi-miento de un socialismo nzexicano agrario al menos en dos generaciones. S61o hasta la decada de 1920 el prin-cipio de la tierra comunal fue ampliamente aceptado como elemento esencial de la reforma agraria.

Sobra decir que nuestra teon'a exige una cuidadosa modificacidn. Diferentes pafses habitan diferentes series en el tiempo. Desde el punto de vista cultural el Mexi­co jwstcolonial estaba muy atrasado con respecto a la Rusia del zar NicoMs. Igualmente importante es el pro-blema de la inHuencia filosdfica. En muchos respectos el mundo hispdnico diferia, tanto como la misma Ru-

^ sia. de un ocddente liberal e industrializado -por ejem-plo Francia, Gran Bretana, Estados Unidos. Pero mien-tras qiie^ los intelectuales eslavos recurrieron a la cri-tica del idealismo alemdn de la Ilustracidn y de la Re-voluc idn francesa y a sus teor ias h is tor ic i s tas de l Volk , para crear sus propios conceptos rusos de nacionalidad, los intelectuales hispdnicos en la Peninsula y en Ame­rica carecian de armas filosdficas para liberarse ellos mismos del dominio de las ideas liberales.io« Poco fa-miliarizados con el concepto de Ocddente como la per-sonificacidn de un radicalismo ajeno y destructivo, no sabfan como contrarrestar sus efectos con una teon'a na-cionalista positiva; en lugar de eso se vieron obligados

106 Malia, Alexander Herzen, pp. 289-296.

204

a invocar el conservadurismo reaccionario de Burke y De Maistre. No, fue sino hasta fines del siglo xix que el mundo hispdnico, para entonces ya familiarizado con el ideaIismo~aIem¥n, 06835011^^ p'r"o^y'f5fmir*de' na-cion^ismo ^ulturarjISi iMidxico, la fundaoSn del 'Ate-neo de la Juventud marca el momento en el que los intelectuales rechazaron el positivismo (la segunda fase del liberalismo); el "Ocddente" contra el que reaccio-naron eran desde luego los Estados Unidos.^OT

La segunda modificacidn bdsica a nuestra hipdtesis tiene implicadones mas importantes. La relacion del pasado indigena con el presente mexicano era muy dis-tinta de la reladdn del Sacro Imperio Romano con la Alemania dedmondnica, o a la de la Rusia antes de Pedro el Grande con la Rusia del zar Nicolas. Para 1850 era ampliamente aceptado que s61o la mi tad de la poblacidn de Mdxico era India. El resto, dasificado durante la Colonia como espanoles americanos, mesti­zos y mulatos, compartian una cultura radicalmente di-ferente, que, espanola de origen, habia adquirido sufi-cientes caracteristicas locales como para ser mejor defi-nida como siinplemente mexicana. Mds aiin, durante la ddc^da de los anos 1840 estas dos grandes comunidades se ballaban corf frecuenda en guerra.^®® En Yucatan los mayas intentaron expulsar a' Yodos Ids mexicanos de la Peninsula. En el norte, tribus inddmitas lucharon con­tra los mexicanos con la misma feroddad que habian mostrado contra los anglo-americanos. En las montanas

lor Juan Hernandez Luna, ed., Conferencias del Ateneo de la Juventud. Medco, 1962. Aquf la obra clave fu6 Ariel del urugua-yo Jos6 Enrique Rod6.

108 Moists Gonzdlez Navarro, Rata y tierra. La Guerra de Castas y el henequin. M&tico, 1970. Jean Meyer, "El ocaso de Manuel Lozada", Historia Mexicana, XVIII, 1968-1969, pp. 535-568.

205

Page 102: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

de Chiapas, Guerrero y Sierra Gorda, los levantamien-tos indi'genas condujeron a una sangrienta lucha racial. En Nayarit y Sonera los coras y los yaquis lograron conservar durante muchos ahos su independencia. Has-ta entonces la nacidn mexicana estaba todavia en for-macidn. Nuestra analogla con Rusia sugeria que un desafio indigenista conservador al individualismo libe­ral muy bien bubiera podido llevar, dialdcticamente, a la formulacidn de un indigenismo radical basado en una teon'a de socialismo agrario. Despuds de todo dsta seria la politica de los anos treinta. Entonces £por qud es tan diflcil encontrar en el siglo xix siquiera una insi-nuacidn de ese programa? Al parecer la respuesta se balla en los disturbios de los anos 1840. Para la clase alta y los liberales el indigenismo radical significaba guerra de castas. For lo tanto, resulta ironico que la via bacia el socialismo agrario mexicano estaba blo-queada precisamente porque su base —tenencia comu-nal de la tierra— estaba asociada con los indios, de abi que fuera considerada como un legado retrdgrada de un pasado salvaje y como la causa de la inquietud agra-ria y de la falta de unidad nacional.

Queda un liltimo problema. ,iQud fue lo que bizo que eljiberalismo cMsico ganara tanto apoyo en Mdxico? En Argentina, en comparadon, aparentemente las ma-sas siguieron a los caudillos al campo conservador del federalismo. Los unitarios liberales formaron una pe-quena camarilla intelectual que carecia de apoyo po­pular. Mis aiin, los pensadores clave de la generacion posterior, Sarmiento y Alberdi, siempre mostraron una profunda aversidn bacia las masas indigenas y buscaron modernizar su pais a travds de la promocidn de la in-migracion en gran escala proveniente de Europa occi­

206

dental. Sin embargo en Mdxico, si creemos a las denun-das conservadoras, el liber^ismo coman^^gbajiiia^alian-za dejjopulacbo. ^C6mo podemos explicarnos este raro espectaculo de los ilustrados dirigiendo a la cbusma?

Luggo de considerarlo, resulta obvio que la fase clave en d nacimiento' del liberalismo mexicano fue el mo--vimiento yorkino de los anos 1820. Fue entonces cuan-do-se for jo la alianza entre los ideologos radicalbs y el ala" populista de los insurgentes sobrevivientes, una unidn simbolizada por el liderazgo conjunto de Lo­renzo de Zavala y Vicente Guerrero. El predo del apo­yo popular era la prosecuddn de objetivos sociales bas-tante ajenos a los teoremas del liberalismo cMsico. Pero en, adelante el radicalismo babrfa de convertirse en el

^ partido del pueblo o, mejor dicbo, de sus miembros po-Hticamente activos. Aunque Mora y el mismo Zavala posteriormente escribieron criticas condenatorias con­tra el movimiento yorkino, su importancia reside pre­cisamente en la creacidn de una coaliddn progresista. Esta masa ignorante fue para los liberales moderados un obstaculo tan grande para la aceptacidn del lideraz­go radical como la insistenda en el despojo inmediato de los bienes de la Iglesia.

Opuestos a los principios de libre comercio de un Mora, los yorkinos abogaban por la mas absoluta pro-

-I tecddn. Representaban los intereses de los trabajadores ( textiles de algoddn, artesanos autoempleados, privados I de su medio de vida por la importacidn masiva de ves-f tidos extranjeros baratos. Como los tejedores mexicanos f" solo disponian de telares manuales simplemente no po-i dian producir vestidos a predos tan bajos como los de f los talleres mecanizados de Lancashire. La Revolucidn 5 Industrial de la Gran Bretana llegd a Mexico para

arruinar las industrias artesanales de Puebla y Querd-

207

Page 103: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

taro.i®® Estos mismos ti-abajadores fueron los que insu-flaron al movimiento yorkino su aire de protesta social. Carlos Maria de Bustamante mencionaba una marclia de 1 400 Idperos desempleados de Quer^taro que habian atravesado El Bajio encabezados por un viejo insurgen-te, el general Codallos.^^® Cuando Guerrero era presi-dente, accedid al clamor popular y en 1829 decreto la prohibicidn total de la importaddn de todos los vesti-dos de mediano y bajo precio. La decisidn de Lucas Alaman de establecer el Banco de Avio para financiar una industria textil mecanizada era una manera de re-solver este problema del desempleo.

Igualmente importante resulta senalar que los yorjd nos representaban el primer intento por destruir la'^per-petuaciui^ dtS~^sT;?mcr'coIc)niar"^e enrerraba el Plan de IguaTa. Mu^os espanoles peninsulares mantuvieron sus posidones influyentes en el ejdrcito y la burocra-da; los comerciantes gachupines eran numerosos y muy importantes. iQud era la independenda si no liberarse de la presenda de los espanoles? Doblegdndose al ex-presivo antiespanolismo de antiguos insurgentes y de la gran mayoria del populacho, los lideres yorkinos vota-ron sucesivamente dos leyes, en 1827 y 1829, que estipu-laban la expulsidn de casi todosJosxspaoQks del pais.^" Las anrlJiciSnes person ales de los aspirantes a empleos burocrdticos, tambi^n intervinieron en la agitaddn. Fue Zavala el que indicd la ambigua motivacidn que habia inspirado estas medidas:

109 Potash, Banco de Avio, pp. 51-56.

110 Bustamante, Continuacidn del cuadro histdrico. III, pp. 219-222.

111 Romeo Flores Caballero, La contrarrevolucidn en la Inde­pendenda. M6xico, 1969, pp. 108-15S.

208

No es facil deslindar hasta qu6 punto puede llamarse na-donal un sentimiento que con mucha facilidad se con-funde con el deseo de obtener empleos que otros tienen.n^

Junto con estas demandas espedficas de accion legis-lativT~exi5tiaimna~<Hfirndidq,^ aunque apena's articulada, ola d^^ l^tilidad dtnica y social. Como mdchos^insur-genFes, el mismo Guerrero era miembro de una casta, prebabfemente de clasificaddn colonial, un mulato, aparentemente receloso de la clase alta, en su mayoria blanca, de la capital:

Su amor propio se sentia humillado delante de las per-sonas que podian advertir los defectos de su educaddn, los errores de su lenguaje y algunos modales nisticos.n^

Si creemos a un horrorizado Carlos Maria de Busta­mante, muchos lidetfs. yorkinos presentaban una derta forma de^inSigratismo radical, ponieqdp, en. cuestidn tedosTos derechos de propiedad establecidos por la Conquista. El Congreso del Estado de M&ico debatid la validez de los titulos de propiedad de las haciendas:

Algunos diputados solidtaron que todos los hacendados cesaren en el uso y dominio de estas propiedades, que-dando 6stas a beneficio del Estado que los distribuiria a quien gustase, por cuanto [decian] no hay propiedad cuya primitiva adquisicidn no se haya hecho por los tira-nos conquistadores. ..

Todavia mds alarmante era el ominoso general Lo-bato, quien incitaba a los indios

112 Zavala, Ensayo politico, 1, p. 199. 113 Ibid., 11, p. 51.

209

Page 104: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

haciendoles creer que alios eran senores de toda la Ame­rica y que los blancos deblan restituirles sus tierras ocu-padas. Guerrero ha seguido esta maxima, haddndose pa-sar por descendiente de los reyes de Texcoco... mucho se temid que los indios exdtados por Guerrero formasen un partido cuyo resultado serla una guerra de castas y colores..

Este tipo de agitacion, comtin a lo largo de este pe-riodo, no fue muy aceptada, porque desde luego s61o los indios se beneficiaban de cualquier inyalidaddn de los titulos bacendarios en virtud de la injusticia de la ConquistaAi® Estas propuestas eran directamente con-trarias a la habitual insistenda liberal en la santidad de la propieidad privada. Por lo tanto, cuando mucho su efecto fue el de provocar levantamientos indigenas espo-rddicos y localizados; nunca fueron sujetos de legisla-d6n nadonal.

En las d^cadas que siguieron al eclipse de los yorki-nos, pudieron distinguirse tres elementos en la compo-siddn de la coalici^n progresista^En primer lugar, mu-chos antiguos insurgentes, por To general seguidores de Morelos y Guerrero, mantuvieron su hostilidad contra e! poder centralizador del ejdcito mexicano. Hasta aho-ra poco sabemos acerca de las carreras o las motivacio-nes de estos lideres rurales; hombres, por ejemplo, como Gordiano Guzmdn, un cadque menor de Michoacdn, partidario de Guerrero en la insurgenda y en los yor-kinos, que se rebeld contra Santa-Anna en los anos 1840,

114 Bustamante, Continuacidn del cuadro histdrico. III, pp. 225-229. Hale, Mexican Liberalism, p. 224.

115 Ver, por ejemplo, Respuesta de algunos propietarios^ de fincas riisticas a la manifestacion... del senor licenciado Mariano Ariscorreta. Mexico, 1849.

210

linicamente para encontrar la muerte en la lucha por el Plan de Ayutla."® El hombre mis poderoso y mis interesante de este grupo era Juan Alvarez, el cacique del sur que heredd el manto politico de su hder y ami-go, Vicente Guerrero. En un tiempo partidario de Mo­relos, sobrevivid para ser presidente de Mdxico en 1855, despuds de que sus famosos "pintos" habian ayudado a derrocar el liltimo gobierno de Santa-Anna. Siendo ya el primer gobernador del recientemente CTcado Esta-do de Guerrero, fue promovido a la posiddn de gene­ral de divisidn y comandante general del sur; Alvarez representaba el clisico caso del cacique rural a quien cotno el eidrcito no podia desalojarlo de su fortaleza en las montanas, fue cooptado por el sistema politico ri^cioix^l 117

A pesar de este reconocimiento, Alvarez siguid siendo la bete noire de la prensa conservadora de la ciudad de Mdxico. Durante los anos 1840 defendid a los indios que habian atacado el pueblo de Chilapa, afirmando que los propietarios locales los habian estafado con sus tierras. Opuesto a los exdtados alegatos de guerra ra­cial (en parte iniciados por Carlos Maria de Bustaman-tel la disputa se centrd en torno a los derechos de pro-piedad.ii® Hijo de un hacendado espanol, Alvarez, sin

116 En general ver: Bulnes, Judrex y las tla DD 389-393. Para Guzmin ver: Bustamante, Gabmete Mext-caJ^l PP 68 y 80-84. Anselmo de la Portilla, Histor^a de la Revoluddn contra la dictadura del general Santa-Anna (1853-1855). Mexico, 1856, p. 115. A „ iq Pnr

117 Bustamante. Gobierno del general Santa-Anna, p. 18. Por

tilla, Historia de la Revoluddn, pp. 38-39. lis Ver: Manifiesto que dirige a la naci6n el senor J"an Al

varez reproducido en Daniel Munoz y P6rez, El general don Juan Alvarez. M&ico, 1959, pp. 255-393. Bustamante, Gobterno del ge­neral Santa-Anna, pp. 58-59, 236 y 303.

211

Page 105: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

embargo, mantuvo los sentimientos populistas de un viejoi yorkino. Acusado en 1856 de proteger los asesina-tos de los capataces espanoles de la hacienda de San Vicente, situada cerca de Cuernavaca, denuncid con gran msistencia a los propietarios de este distrito azu-carero de tratar de introducir un sistema feudal, de maltratar a los trabajadores y de apoderarse de tierras:

los enganchan como esdavos y deudas hay que pasan has-ta a octava generacidn... lentamente se posesionan ya de los terrenos de los particulares, ya de los eiidos o de Jos de comunidad cuando existfan dstos.

Retomando el grito de los anos 1820 afirmaba:

los espanoles, de may pocas excepciones, sirven de ele-mento perpetuo de agitadones y de discordia en el pals."*

signifkab??a ejjiberalismo

habCT reprimido la^pri-mera reyueltaT segula en el poder y en actividad de ma-nera intermitente contra ellos hasta su destruccidn final durante las guerras de Reforma.

Un segundo J^stion del radicalismo etan aparente-ciert^o^lementos del. pppulacho'iaa.capital. La

mayona deTSTpbservadores estaban de acuerdo en que Gdinez Farias gozaba de amplio apoyo entre los leperos. Queda abierto a discusidn el si esta clase o grupo estaba orma o por artesanos ricos o por el lumpenproletariat;

a pesar de su interns carecemos de un estudio a este

ciudadano Juan Alvarez a ios pueblos cul-«6-4y reproduddo en Mufioz y P^rez, Alva-

212

respecto.12® Fue precisamente este apoyo popular lo que alejd a los moderados, hombres de clase e inteligencia, de cualquier asociacion estrecha con los puros. Mora y Melchor Ocampo k empenaron en mencionar que su circulo social era escocds o moderado mds que yorkino o puro.121 Guillermo Prieto comentaba, recordando los aconteciihientos de 1846;

las masas instintivamente proclamaban y seguian a Farias, que tenia un verdadero ej6rdto de descamisados que es­taba a sus drdenes. Entre ^stos habian pensadores profun-dos y hombres eminentes en las letras... pero ^stos en su mayoria no eran hombres de accidn, y dstos se hacian presentar por matones, por hombres sin educacidn algu-na, analfab^ticos, turbulentos y daninos..

Sobra decir'que estos partidarios urbanos, litiles para escaramuzas callejeras, desempefiaron un papel, por pe-queno que fuera, en la victoria liberal final.

El tercer elemento de la coalicidn progresista era la alianza de Ips^gobernadpres^de los Estadbs, mbdefados yTai^cales, que Jucharonjx)r_establecer'cTerto"^aao" de autonomla local y de control civil. Francisco Garcia, goEernador de Zacatecas (1828-1834), ilustra bien este tipo; como su asociado Gdmez Farias, cuidadosamente se habia abstenido de unirse a la insurgencia; tinica-mente hasta despues de la Independencia figura como radical. Como gobemador utilizaba los grandes ingre-sos del Estado (derivados de la bonanza minera local) para comprar —como se ha visto— haciendas y subdivi-

120 Bustamante, Gabinete Mexicano, I, p. 56. 121 Hale, Mexican Liberalism, pp. 294-295. Ocampo, Obras, 11,

p. 83. 122 Prieto, Memorias, p. 298.

213

Page 106: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

dirlas; invirtio en el desarrollo de nuevas minas en Fresnillo; y organizd una numerosa milicia para preser-var la libertad del Estado en cuanto a una posible in-tervencion militard^® Pero su ambicioso programa se vino abajo cuando, primero el general Bustamante y luego Santa-Anna, derrotaron sus fuerzas. Para castigar al Estado, el ultimo nacionalizd las inversiones de Fres­nillo y posteriormente vendid las acciones a Cayetano Rubio, un conocido agiotista. En la ddcada siguiente los intereses locales se vieron todavia mas afectados por la subasta de la Casa de Moneda de Zacatecas a un gru-po de empresarios inglesesd^^ De ahi que durante la Reforma el Estado surgiera como un pilar de la^alian-za liberal.

btuestro breve esquema de los elementos heterogdneos ^ in^rvjnieron'. en el IliBeiSlisnBa mexicapo__indica \ / que el movimiento —no era partido— formaba una co-•"^^alicidn ampliamente movil, una peculiar unidn de caci­

ques rurales y gobernadores estatales pro^esista^ de antiguos insurgentes y nuevos radicaTes, de'iHedlogos y la 'chusma. Lo que unia a estos incongru&fes aliMos era un enemigo cqmun, un objetivo compartido. Todos ellos Gu^aban borrar^ resultado de las Guerras de In-dependencia, destruir la perpetuacidn efectiva de un sistema colonial consagrado por las tres garantias del Plan de Iguala. Sus.. pvintos-.de ataque eran precisamente la Iglesi^ el Ej^rc^ ^ Por encima de todoT'enEjerato tenia que ser desplazado del poder si el pais queria encontrar su constitucion natural. Du­rante este periodo, en cada distrito y regidn, una gran

123 Mora, Mejico y sus revoluciones, I, p. 453. 124 Bustamante, Continuacidn del cuadro histdrico, IV, pp. 361

y 380-382. Gobierno del general Santa-Anna, pp. 81, 144 y 268.

214

intimamente hgados con 1

pira levamar U populacho »n.

pitid y reasumid en el mvel natural la mston^ TaL localidad mexicana durante laa dos o tres d&a

das anteriores.

Sin embargo, esa conclusidn hace poca justicia a

eourplejidaL de la erchnr?—it

215

Page 107: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

leperos de la dudad de Mexico apoyaron la investidura de Iturbide como emperador con notable entusiasmod^® ^Era 6ste el mismo grupo de hombres que posterior-men te se convirtieron en IDS seguidores de G6mez Fa­rias, o nos hallamos aqui ante dos estratos sociales di-ferentes clasificados con el mismo nombre? Aqui otra vez se nos dice que, con un campo dominado por los latifundios y los pueblos de indios, icuales fueron los ele-mentos que se vieron atraidos por el liberalismo? iTen-dremos que imaginamos la situadon argentina en la que los peones residentes o vaqueros de las haciendas lucharon por sus patrones contra el ejdrcito? U, optan-do por la posibilidad contraria, ^por qud ese liberalis­mo popular descuidd a los indios, el grupo en todos sentidos mds agraviado del sistema agrario, el mas de-seoso de recuperar las tierras que habian sido absorbi-das por los latifundios? Por liltimo, para terminar con nuestras preguntas, ^en qud clase o grupo social reclu-taban sus ejdrdtos los cadques rurales y los gobernado-res estatales? Nada es mds sorprendente (al menos para un observador europeo) que la aparente fadlidad con la que bandas de cincuenta a quinientos hombres po-dian ser reunidas y conduddas a escaramuzas.

La disposiddn para la guerra es tal vez la mejor me-dida de la convicddn politica. Un examen de la Guerra de Tres Anos (1858-1860) sugiere que no se trataba simplemente de una lucha de la Iglesia y el ejdrdto contra los liberales; era tambi^n una guerra entre dos regiones.^2® Contra los principales Estados conservado-

125 Bustamante, Continuacidn del cuadro histdrico, II, pp. 26, 112 y 145.

120 Manuel Cambre, La Guerra de Tres Anos. Guadalajara, 1949. Porfirio Parra, Sociologla de la Reforma. M&ico, 1948, p. 153.

216

res de Mexico y Puebla, la cuna del Imperio Azteca y de la Nueva Espana; alii se hallaba la media luna libe­ral, un amplio arco de territorio que iba de Guerrero, atravesaba Michoacdn, Jalisco, parte de Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosi y llegaba hasta Veracruz. Con excepcidn de Juarez los liberalds'mds importantes tambi^n provenian de esos Estados: Alvarez, Degollado, Ocampo, Ogazdn, Doblado, Gdnzalez Ortega, Lerdo de Tejada y Gutierrez Zamora. ^Era un mero accidente esta divisidn regional, producto de exigencias militates, o estaba basada en diferencias de estructura social? Se-guramente el bloque central del irea liberal se hallaba historicamente al margen de los imperios azteca y ta-rasco y efectivamente fue establecido fuera de esa zona despues de la Conquista. Mas aiin, es probable que, con la obvia excepcidn de los tarascos y de los indios de la Fluasteca, el proceso de mestizaje estuviera m&s avan-zado en estos territorios que en los valles centrales. El efecto politico de estos contrastes, sin embargo, no es muy claro.

Esto es todo lo que puede decirse. Estudios recientes, mas detallados de distritos particulates y haciendas en San Luis Potosi, en El Bajio y en Los Altos de Jalisco y Michoacin, han revelado estructuras notablemente complejas de produccidn agricola.^^r En primer lugar, dispersados por las rejas de los latifundios se hallarian muchos ranchos de propiedad independiente, algunos de ellos constituian prdsperas pequenas propiedades y

127 Luis Gonzilez, Pueblo en vilo. M&ico, 1968, pp. 85-86 y 94-97. Jan Bazant, Peones, arrendatarios y medieros. La hacienda de bocas hasta 1867. D. A. Blading, The Structure of Agricultural Production in the Mexican Bajio in the Eighteenth Century; am-bas ponencias fueron presentadas ante el XL Congreso Intema-cional de Americanistas. Roma, 1972.

217

Page 108: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

otros incluian densos radmos de minifundios. Y mu-dias, si no la mayoria, de las hadendas en las dreas que se estudiaban, rentaban una propordon considera­ble de su tierra a una amplia gama de agricultores y recolectores; linicamente la propiedad alrededor de la casa del hacendado era directamente cultivada por peo-nes residences o por gananes. Por liltimo, ambos ranche-ros, propietarios o arrendatarios, y los hacendados, em-pleaban trabajadores estadonales, jornaleros, para ayu-darlos a sembrar y recolectar las cosechas. Asi, en lugar del sistema familiar de los valles centrales, con la dico-tomia de los peones de la hacienda, atados de por vida por perpetuo endeudamiento, y los indios de los pu^ bios, independientes pero sin tierra, y por lo tanto obli-gados a ofrecer trabajo estacionario y a rentar pequenas porciones de las propiedades adyacentes -encontramos una estructtuTa de produccidn que incluia a peones y arrendatarios, cuyo trabajo estaba complementado por empleados estacionales. En esta sociedad agraria existia un amplio segmento medio formado por pequefios pro­pietarios y agricultores arrendatarios acomodados. De-bajo de ellos se situaba un estrato amorfo muy grande de arrendatarios anuales, jornaleros, medieros, y sim^ pies arrimados, muchos de ellos vivian al margen de la sociedad sin seguridad de trabajo o residencia perma­nence. Aqul se hallaba un abundance potencial huma-no para todo tipo de revolucidn.

Desperdigados por Coda esta area, esf>ecialmente en El Bajio, existian muchos centros urbanos, desde capi-tales estatales hasta pueblos ^andes. Todos alberga-ban numerosos artesanos, trabajadores textiles, mineros, arrieros y pequehos comerciantes. En su mayoria, los pueblos de indios sobrevivieron como enclaves, algunos

218

altamente consciences de sus tradiciones, otros en rapi-do proceso de aculturacidn. Por lo tanto, en general, este Mexico del nuevo norte, que empieza en Jalisco y en El Bajio pero que tambi^n ^traviesa' las montanas para llegar a Guerrero y Veracruz, albergaba una com-pleja sociedad, urbana y rural, en la que varios elemen-tos o estratos hallaron en el liberalismo un vehiculo apropiado para la expresidn de sus ambiciones, aspira-ciones y resentimientos. Ademds de los ricos hacenda­dos mineros y comerciantes, existia una clase muy nu-merosa de pequenos agricultores y artesanos, menu peu-ple, la composicion tipica del radicalismo euro^o. Pro­pietarios, sea de tierra, ganado o taller, instintivamente se sentian agraviados por la superioridad social de los ricos.^2® En los lemas abstractos del radicalismo, halla­ron la expresidn de su deseo de igualdad social y su odio hacia el Antiguo Regimen que los habia condenado a un status social inferior, frecuentemente basado en un degradante sistema de clasificacidn ^tnica. En el campo esperaron impacientemente la destruccidn de los latifundios; unicamente a craves de la subdivisidn de las propiedades podria el agricultor arrendatario ad-quirir su propia tierra o el pequeno ranchero extender su propiedad. Estaban animados por la perceptible co-rriente que, orientada en ese sentido, ya se habia hecho presence durante el periodo en cuestidn. Mas adn, este segmento intermedio de la sociedad agraria, por lo general bendecida por relaciones de familia y amistad, poseia con frecuencia una influencia mds efectiva que la dase de los terratenientes ausentistas. Lbs ambiciosos

128 Ver: J. R. Vincent, Pollbooks. How the Victorians Voted^ Cambridge, 1967, pp. 23-33.

21»

Page 109: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

Aequenos propietarios de los arrendatarios ricos eran /quienes podian contar con partidarios en las dases mar-ginadas de jornaleros, arrimados y arrendatarios meno-res para luchar por la causa liberal contra los espanoles, los ricos y el ej^rdto.

Si esta hipotesis —y la presentamos dnicaniente como hip(ftesis— se ve confirmada por futuras investigadones, entonces poiT" fiff "ertffiWlfS.fHSol'Tos inicips d^uiia" in-vterprelaSdn satTsTactorTa deiUberalismo me^ano. Tam-biin sirve para expiicar el_ fracasq del nadonalismo o dd socialismo en obtener apoyo yxjpular o*Tn!electual. Guidadosamentfe mbdificVJas," las sifgerenaas de"AnHr6s Molina Enriqu'ez senalan en la misma direccidn. El pa-sado, indigena o colonial, era detestable para el inievo Mdxico "mestizo" que se esforzaba por definirse a si mismo. Ni las glorias de los aztecas ni el principio de la tenenda comunal de la tierra atrajeron al ranchero, al minero o al artesano de Jalisco, Guanajuato y Za-catecas. Deseaban un mayor JS^de jgualdad, una distribucidn mds amplia ^ la propiedad^«~enyidiaban^ eLs^taius "soaar"su^nSF^ esp^ql^y_del_ CTIOIIO. En una palSra,"emn^nnaT^drencia^ide^l j)ara_el radica-l^smd liaHIvrdualista. La ironia que corond el movimien-to que apoyabtn fue que sus lideres intelectuales -des-de Zavala y Mora hasta Ocampo y Lerdo de Tejada-no lograron delinear un cuerpo de conceptos politicos y sociales que pudiera haber articulado y legitimado las ambiciones con frecuenda andrquicas e incoherentes y las necesidades de una composiddn populista. Ciegos ante la realidad local, obedientes partidarios de ideas extranjeras, su insistenda en la teoria de la division de poderes y la economia individualista del luisscz-fciiTS ayudaron a posponer la causa de cambio social por lo

220

menos dos generaciones. Considerada desde uri punto de vista dialdcUco, la formula porfiriana de dictadura

^ militar, reclutada en el ejdcito liberal, respaldada^ por ' la inversion extranjera y los intelectuales positivistas,

fue el resultado directo de la fuerza popular y de la debilidad intelectual del liberalismo mexicano. ^

221

Page 110: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

fNDICE

Prefacio 9

I. PATRIOTISMO CRIOLLO 13

El pasado indigena y los primeros criollos 14 Quetzalcdatl y la Guadalupana 27 La Ilustracidn y America 37

II. FRAY SERVANDO TERESA DE MIER 59

Santo Tomis y el Tepeyac 62 Jansenismo 76 Nuestra Magna Carta 89 Indigenismo histdrico HI Generales y jacobinos 126

III. NACIONALISMO CRIOLLO Y LIBERALISMO MEXICANO .. 149

Los generales 150 La ideologla liberal 157 La reacddn 171 Nacionalismo 182 Nacionalismo y liberalismo 199

223

Page 111: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

La edid6n estuvo al cuidado de Marco Antonio Pulido y de Huberto Balis

Portada de Equipo Creativo

FUENTES IMPRESORES, S. A. Centeno, 4-B; Ermita-Ixtapalapa Mexico 13, D. F.

28-V-1973

Edicion de 10 mil ejemplares

Page 112: Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

I Para David A. Grading, el nacionalismo consti-II tuye una reaccion frente a una amenaza extran-'' jera de car^cter cultural, econdmico o politico, ij considerada un peligro para la integridad e iden-

"|| tidad de un pals En este libro analiza la for macidn de los temas principales del patriotis-

,t mo criollo, surgido antes y despues de la Guerra » de Independencia, y su transformacion en la

retorica del nacionalismo mexicano, producto en gran parte de la labor de Carlos Maria de iBustamante y Fray Servando Teresa de Mier, quienes reivindicaron el pasado prehispanico para negar a los pemnsulares el derecho de gobernar Mexico.