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    SEGN el autor la funcin de la sociologa no escensurar o corregir las historias que contamossobre nuestras vidas sino mostrar que existenotros modos de contarlas. Analizando las numerosasdependencias a las que estamos sujetos y que soninvisibles desde el punto de vista de la experienciapersonal la sociologa puede ayudarnos a relacionarnuestras acciones y decisiones individuales con losorgenes ms profundos de nuestros problemas y te-mores. Y tambin puede ayudarnos a comprenderque si queremos superar nuestras inquietudes indi-viduales y aun as compartidas deberemos hacerlocolectivamente de acuerdo con su naturaleza no in-dividual sino social.

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    ISBN 84-376-1936-X1 1 11

    1 1 1Coleccin T 8:0REJ\/IAserie mayor 9 7884 7 619361

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    Ttulo original de la obra:hc flldidllalizcd Soti)

    Reservados todns los derechos. El contenido ele esta obra esd protegidopor i< Ley. que establece penas de prisin multas, adems de lascorrespondientes indemniz

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    no es la cerrazn sino la apertura, no la seleccin de posibilidades hu-manas que vale la pena intentar sino evitar que sean excluidas o con-fiscadas o simplemente se pierdan de vista. La vocacin de la sociolo-ga es actualmente ampliar y conservar la anchura de la parte del mun-do humano que est sometida a un incesante escrutinio terico y portanto, mantenerlo a salvo de osificarse en una situacin de no elec-cinLa articulacin de narraciones de la vida es la actividad a travs dela cual se insertan en la vida el sentido y la finalidad. En el tipo de so-ciedad en que vivimos la articulacin es y tiene que seguir siendo, una ta-rea individual y un derecho individuaL Es no obstante, una tarea terri-blemente dificil y un derecho no fcil de reivindicar. Para llevar a caboesta tarea y ejercitar este derecho plenamente todos necesitamos todala ayuda que podamos conseguir; los socilogos pueden ofrecer mu-cha si se desenvuelven tan bien como puedan y deban en la labor deregistrar y traza r las partes esenciales de la red de interconexiones y de-pendencias que quedan ocultas o son invisibles desde el punto de vis-ta de la experiencia individual. La sociologa es tambin una narracin,pero el mensaje de esta peculiar narracin es que hay ms maneras decontar una historia de las que nos imaginamos en nuestra narracincotidiana de historias; y que hay ms maneras de vivir de que hacenpensar cada una de las narraciones que conta mos en las que creemos,aun cuando cada una de ellas parezca la nica posible.Hay otro hilo comn en las conferencias y trabajos que contieneeste volumen: el efecto crucial de la lucha por expandir las fronterasde la articulacin volviendo a poner a la vista las zonas desterradasal segundo plano excluidas sin examen por las narraciones de la vidaconsistir en la radical ampli acin del programa poltico. En tanto quela esfera pblica ha sido furtiva pero ininterrumpidamente colonizadapor intereses privados podados, despojados y limpiados de sus cone-xiones pblicas y listos para el consumo (privado), pero no precisa-mente para la produccin de lazos (sociales), este efecto se puede des-cribir tambin como una descolonizacin de l esfera pblica. Como hetratado de argumentar en Liquid Modemity el camino a una ecclesia ver-daderamente autnoma pasa por un gora populosa y vibrante, en laque las personas se encuentran diariamente para llevar adelante su es-fuerzo de traducir en ambos sentidos los idiomas de los intereses pri-vados y el bien pblico.

    Septiembre de 999

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    mo somos

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    Surgimiento y cad del trabajo

    Segn el O:iford English Dictionmy la primera vez que se utiliz lapalabra , y poco despus tambin englobaba a los sindicatos y aotros organismos que establecieron el vnculo entre los dos significadosy, al final, volvieron a forjarlo constituyendo una cuestin poltica. Eluso ingls es notable porque pone ntidamente en primer plano la estre-cha relacin que es ms, la convergencia y una identidad de desti- o entre la importancia que se atribuye al trabajo ese

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    sus poderes: los ricos de Roma en el siglo 1, de China en el XI y de India en el XVII no eran muy distintos de los de Europa en el umbrald; la revolucin industriaL Segn algunas estimaciones, la renta percapzta en Europa Occidental en el siglo xvm no era ms de un 30 porCiento n;s alta que la de India, frica o China en la poca. Bastpoco mas de un sg]o para transformar la proporcin hasta hacerlameconoob]e_ En 1870, la renta per cpita en l Europa industrializa-da era once veces ms alta que en los pases ms pobres del mundo.En el transcurso del siglo siguiente ms o menos el factor se quintu-plic; en 1995 lleg a cincuenta. Como seala el economista de laSorbona Daniel Cohen, Creo que el fenmeno de la "desigualdad"entre las nacwnes es de "origen reciente"; es un producto de los dosltimos sigloS>>2. Y lo mismo ocurre con la idea del trabajo comofuente de riqueza y con la poltica nacida de esta suposicin y guia-da por ella.

    La nueva desigualdad mundial la nueva seguridad en uno mismo, adems del nuevo sentimiento de superioridad que la siguieron,fueron tan espectaculares como inauditos: se necesitaron nuevos con-ceptos, nuevos marcos cognitivos para entenderlos y asimilarlos inte-lectualmente. Estos nuevos conceptos los proporcionaron las ideas fisiocrticas y mercantilistas que haban acompaado a Europa en sucammo a la etapa moderna de su historia, hasta el umbral de la revolucin industriaL No fue, por as decirlo,

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    sus propios caminos. El antiguo y autorreproducto r modo de vida tra-dicional, desarraigado o sencillamente ya no viable, del cual formabaparte el trabajo antes de su emancipacin, hubo de ser reemplazadopor otro orden, esta vez prediseado, ; ya no un sedimento contingente de los ciegos menadros del destino y de las metedurasde pata de la historia, sino un producto del pensamiento y la accinracionales. Una vez que se descubri que el trabajo era la fuente de lariqueza, comp eti a l razn minar, drenar y explotar esa fuente de ma-nera eficaz como jams se haba hecho antes.

    Algunos comentadores, como Karl Marx, partcipes del bulliciosonuevo espritu de la edad moderna, vieron la defuncin del viejo or-den bsicmente como la consecuencia de una deliberada voladura:una explosin causada por una bomba puesta por el capital con intencin de . Otros como Tocqueville, ms escpticos y menos entusiastas, vieron esa desaparicincomo un caso de implosin ms que de explosin: investigaron las se-millas de la fatalidad en el corazn del (siempre msfciles de revelar e imaginar en una visin retrospectiva) consideraronque el ajetreo de los nuevos maestros era esencialmente pegar una pa-tada a uncadaver y no mucho ms que dar unas dimensiones nuevasy mayores a curas milagrosas que el viejo orden haba probado en undespesperado pero vano esfuerzo por conjurar su muerte. Hubo pocadiscusin, sin embargo, en cuanto a las posibilidades del nuevo rgi-men y a las intenciones de sus maestros: el viejo y ahora muerto ordeniba a ser reemplazado por otro nuevo, menos vulnerable y ms viableque su predecesor; se iban a concebir y a c onstmir nuevos slidos parallenar el vaco dejado por los que se haban fundido. Las cosas que sehaban puesto a flote iban a ser ancladas de nuevo, con ms seguridadque antes. Para expresar lo mismo con el modismo actual: las cosas quese estaban tenan que ser ms tarde o ms tempranorencrustadas.

    Ruptura de los viejos lazos locales/comunales, declaracin de gue-rra a los. modos de vida habituales y a las leyes consuetudinarias, trituracin de l s pouvoirs intermdiaire5 [los pod eres intermediarios]: la consecuencia general de todo aquello fue el delirio embriagador del Imevo comienzo>>. La realiciad licuada pareca estar preparada para sernuevamente canalizada y vertida en nuevos moldes, para recibir unaforma que nunca habra adquirido de babrsele permitido fluir en le-chos que ella misma se hubiera excavado. Ninguna finalidad, por am-biciosa que fuera, pareca superar la capacidad humana de pensar, des-cubnr, inventar, planificar y actuar. Si bien la sooedad feliz ---la socie30

    dad de los felices no estaba exactamente a la vuelta de la esquina, suinminente llegada se anunciaba ya en los tableros de dibujo de loshombres que pensaban, mientras se rellenaban de carne los perfilesque se esbozaban en las oficinas de los hombres que actuaban. Y la fi-nalidad a la cual los hombres de pensamien to y los hombres de accindedicaron sus actividades fue la construccin de un orden nuevo. Larecin descubierta libertad haba de ser utilizada al servicio de la futura rutina ordenada. Nada haba de dejarse a su propio curso, caprichoso e impredecible, al accidente y a la contingencia; nada en absolutohaba de dejarse en su forma actual si esa forma se poda mejorar, si sepoda hacer ms til y eficaz.Ese nuevo orden en el cual todos los cabos momentneamente sueltos haban de volver a atarse, y los nufragos ahora perdidos,abandonados o a la deriva, haban de ser llevados a tierra, reinstaladosy fijados en sus lugares adecuados tena que ser slido, macizo y destinado a durar. Lo grande era bello, lo grande era racional, grande>> sig-nificaba poder, ambicin y valenta. La zona de obras del nuevo ordenindustrial estaba altivamente salpicada de monumentos a ese po-der y a esa ambicin, fundidos en hierro y tallados en cemento; monumentos que no eran indestructibles, pero que sin dud a estaban he-chos para parecerlo, como gigantescas fbricas llenas hasta los bordesde voluminosa maquinaria y multitudes de operarios mecnicos, oenormes y tupidas redes de canales, puentes y ferrocarriles con las estaciones intercaladas emulando los templos de antao de adoracin ala eternidad.Henry Ford es famoso por declarar que la historia es una bobada>>y que no queremos tradicin>>.

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    boral de sus empleados. Y para conseguir este efecto Ford tena qu e inmovilizar a su personal. Tena que hacer que fueran tan dependientesde sus empleos en _su fbrica como lo era l de emplearlos para tenersu nqueza y su poder.. Ford dijo_ en voz alta lo que otros se limitaban a susurrar, o, mejordJCho, preciso lo que otros que se hallaban en un apuro similar sentan,pero eran mcapaces de expresar con palabras. El adoptar el nombrede Ford para el modelo universal de intenciones y prcticas tpico dela modermdad pesada o capitalismo ortodoxo>> se basa en buenasrazones. El modelo de Hel1ly Ford de un orden nuevo y racional establece el honzonte para la tendencia universal de su poca: ste era unIdeal que todos o la mayora de los dems empresarios de aquella poca luchaban por alcanzar, unas veces con xito y otras sin l. El idealera ligar capital Y trabajo en una unin que, como el matrimonio queune D10s, mngun poder humano pueda deshacer.La modernidad pesada>> fue indudablemente la poca del compromiso entre capital y trabajo fortalecido por el carcter mutuo de sudependencia. Los trabajadores dependan, para su subsistencia, de sercontratados; el capital dependa, para su reproduccin y crecimiento,de c?ntratarlos. Su reumn tena un domicilio fijo; ninguno de los dospod1a trasladarse a otra parte con facilidad; los muros de la enorme f-bnca encerraban a los dos socios en una prisin comn. Capital y trabaadores se umeron, podramos decir, en la riqueza y en la pobreza,la salud y en la enfermedad y hasta que la muerte los separara. Lafabnca fue su morada comn y simultneamente el campo de batallapara una guerra de tnncheras y el hogar natural de esperanzas y sueos. As pues, ambos -capital y trabajo- pudieron seguir. vivos, ha-biendo de mantener a uno y a otro en la modalidad de una mercanca:los propietarios del c a p i ~ a l tenan que poder seguir comprando trabajo,y los prop1etanos del trabao tenan que estar aleit

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    talismo temprano y tan grficamente descritos por E. P. Thompson,as como sus posteriores versiones nuevas y mejoradas en la formade los infames cmputos de tiempo de Frederick Taylor -esos actosde represin y dominacin practicados por la direccin empresarialen aras del crecimiento de la gigantesca organizacin industrial>>se haba convertido en un escenario en el que los trabajadores podanreivindicar sus propias exigencias, un escenario de dotacin depoder. Sennett concluye: La rutina puede degradar, pero tambinprotege; la rutina puede descomponer el trabajo, pero tambin puede componer una vida. Mientras se dio por hecho que la permanencia en una empresa durara, la reglas de esa unin fueron el centro de atencin de intensas negociaciones, unas veces de confrontaciones y agarradas, otras de tregua y compromiso. Los sindicatosfortalecieron la impotencia de los trabajadores por separado dandoorigen a un poder colectivo de regateo y lucharon por rehacer las re-gulaciones inhabilitadoras para convertirlas en derechos de los tra-bajadores y en limitaciones impuestas a la libertad de maniobra delos empleadores.La situacin ha cambiado ahora; el ingrediente fundamental delcambio es la nueva mentalidad de a corto plazo que vino a reemplazar a la de a largo plazo>>. Los matrimonios son ahora una rareza: los miembros de la pareja ya no esperanestar mucho tiempo en compali:a del otro. Segnel ltimo clculo,unjoven americano con un nivel educativo moderado supone que cam-biar de empleo al menos once veces durante su vida laboral; esa ex-pectativa de cambio de empleo seguir sin duda aumentando antesde que concluya la vida laboral de la generacin actual. Flexibilidad>>es el lema del da, y cuando se aplica al mercado del trabajo significa elfinal del empleo tal como lo conocemos y l trabajo con contratos acorto plazo, contratos renovables o sin contr ato, puestos sin seguridadincorporada pero con la clusula de hasta nuevo aviso>>. En su pre-

    sentacin de los resultados de una investigacin integral sobre los cambios en el significado del trabajo llevada a caboen Holanda, Geert vander Laan observa que el trabajo se ha convertido en un deporte de cla-se alta o de alto rendimiento, ms all de la capacidad y del alcanceprctico de la mayora de los que buscan trabajo; y el deporte, comotodos sabemos, tieLde ahora a ser menos un pasatiempo popular yms una actividad elitista y altamente competitiva que arrastra enormes apuestas monetaria:;. La pequei1a parte de la poblacin que tra-baJa lo hace de manera muy intensa y eficaz, mientras que la otra par-te se queda al margen porque no puede mantener el rpido ritmo de la34

    produccin y, podemos ali:adir, porque la manera en que se realiza el- trabajo deja poco espacio, y cada vez menos para sus habilidades. Lavida laboral est saturada de incertidumbre.Se puede decu, por supuesto, que no hay nada especialmente nue

    vo en esa situacin, que la vida laboral ha estado llena de incertidumbre desde tiempo mmemorial, pero la incertidumbre de la actualidades de un gnero sorprendentemente nuevo. Los temidos desastres quepueden desbaratarle a uno su subsistencia y las posibilidades de sta noson del tipo que se pueda evitar o al menos resistir y suavizar uniendofuerzas, adoptando una postura comn debatiendo conjuntamente,llegando a acuerdos y ejecutando medidas. Los desastres ms terriblesgolpean ahora al azar, eligiendo a sus vctimas con una lgica extravagante o sin lgica ninguna, repartiendo caprichosamente sus golpes,as que no hay manera de anticipar quin se va a condenar y quin seva a salvar. La incertidumbre del presente es una poderosa fuerza Znd-vidualzadora Divide en vez de unir, y dado que no se puede decirquin podra despertarse en qu divisin, la idea de unos intereses comunes se toma cada vez ms nebulosa y al final se hace incomprensible. Temores, ansiedades y quejas nacen de una manera tal que se padecen en soledad. No se suman, no se acumulan en una causa comn, no tienen un domicilio natural_ Esto despoja a la posturasolidaria de su rango en l pasado, como tctica racional, e indica unaestrategia vital totalmente diferente de la que condujo al establecimiento de la defensiva de la clase trabajadora y las organizaciones militantes.

    Cuando l empleo ha pasado a ser a corto plazo una vez despojado de perspectivas slidas y mucho menos garantizadas) y, portanto, convertido en episdico, y cuanto casi todas las reglas queataiien al juego de promociones y despidos se han abolido o tiendena ser alteradas mucho antes de que el juego haya terminado, haypoca oportunidad para que surjan y echen races la lealtad mutua yl compromiso. A diferencia de los tiempos deJa dependencia mutua a largo plazo, apenas hay estmulo para prestar un inters serio ymucho menos crtico a la sabidura de un acuerdo que de todas for

    mas va a ser transitorio. El lugar de empleo se percibe como un lugar deacampada que se visita durante unos pocos das que tal vez se aban-

    ' Geer1 van der Loan, Social work and social policy in the Netherlands , texto deuna conferencia pronuncic:da en el dilogo Oriente-Occidente sobre el trabajo social ce-lebrado en Drcsde, l 998.

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    done en cualquier momento si no se suministran las comodidadesofrecidas o se hallan defectuosas, en vez de un domicilio comn en elque uno se siente inclinado a molestarse en idear unas normas de interaccin aceptables. Mark Granovetter ha indicado que la nuestra esuna poca de lazos dbiles, mientras que Sennett propone que lasformas fugaces de asociacin son ms tiles a las personas que las relacwnes a largo plazo 7La actual versin licuada>>, fluyt.ute>>, dispersa, disemi nada y des

    r ~ g u l a d a de la modermdad no presagia el divorcio ni una mptura defimtlva en la comunicacin pero s que augura una desconexin entrecapital y trabao. Podernos decir que esta fatdica separacin es una rphca del paso del matrimonio a vivir juntos con todos sus corolariosentre ellos ocupan un lugar ms preponderante que la mayora el da;por sentados la temporalidad y el derecho a romper la asociacin cuando la neces1dad o el deseo se agoten. Si el unirse y permanecer juntosera una cuestin e dependencia recproca, la desconexin es unilateral: un lado de la configuracin ha adquirido una autonoma nuncaanunciada en serio con a n t ~ r i o r i d a d En un grado al que nunca llegaron los prop1etanos absent1stas del pasado, el capital se ha soltado desu dependencia del trabajo merced a una nueva libertad de movimiento inimaginable en el pasado. Su reproduccin y desarrollo se hahecho en buena medida independiente de la duracin de cualquiercompromisO local concreto con el trabajo.

    indepen?encia no es: desde luego, completa, y el c p i t ~ l no estodav1a tan volat1l como qms1er.a y corno se esfuerza por ser. An hayq ~ e contar con factores. terntonal es loc les en la mayora de loscalculas; el de los gobiemos locales sigue, quiz, impomendo untantes hm1tac10nes a su libertad de movimiento. Pero elcapital se ha hecho extraterritorial, ligero, sin estorbos y desincrustadohasta un extremo sm precedentes, y el nivel de movilidad espacial queya ha a l c a n ~ a d o es perfectam ente suficiente para chantaj ear a los orgamsmos poht1cos vmculados con el territorio para que se sometan a susexgenCJas. La amenaza (incluso tcita y meramente sospechada) de

    cortar los lazos locaJ :s y trasladarse a otra parte es algo que todo gobierno responsable t1ene que tratar con toda seriedad, tratando de determmar sus propias acciones en consecuencia. La poltica se ha convertido hoy en un tu-a y ailoa entre la velocidad con que el capital puede moverse y las capacidades ele ralcntizacin de las instituciones

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    locales, y son stas las que tienen la sensacin de estar librando una batalla imposible de ganar. Un gobierno ded1cado al b1enestar de suselectores no tiene otra opcin que implorar y engatusar, en vez de obhgar, al capital para que acuda all y una vez dentro constmya rascaoelos de oficinas en vez de alquilar habitaciones de hotel. Y esto se puede hacer o intentar creando condiciones mejores para la libre empresa, es decir, ajustando el juego poltico a las

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    dommacin; pero las existencias del arma y las capacidades para utilizarla estn hoy menos igualmente repartidas que en ningn momentoanterior de la histona moderna. La velocidad de movimiento se haconvertido actualmente en un factor importante, quiz el principal, dela estratificacin social y de la jerarqua del dominio.La principal fuente de beneficios en especial de los grandes beneficios y por tanto tambin del capital de maana tiende a ser demanera creciente ideas en vez de objetos materiales. Una idea se produceslo una vez y despus sigue aportando riqueza dependiendo del nmero de personas que participan en la repeticin del modelo. Cuandose trata de hacer provechosas las.ideas, los objetos de la competenciason los consumidores, no los productores. No es sorprendente que elcompromiso actual del capital sea pnmordialmente con los consumidores, no con los productores. Slo en este mbito se puede hablarcon sensatez de dependencia mutua. El capital es dependiente, encuanto a su competitividad, eficacia y rentabilidad,de los consumidores, y sus itinerarios estn guiados por la presencia o ausencia de con

    sumidores o de las oportunidades de

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    na] esperara pasar toda su vida laboral, ni siquiera una gran parte deella, en una sola empresa. Las personas ms racionales preferiran con~ a r los ahorros de su vida a fondos de inversin y compaas de seguIOs que Jugasen a la bolsa estuviesen vtstblemente llenos de riesgos an-tes que contar con la VIeJa pensin de jubilacin que la empresa parala que trabaan actualmente pudiera proporcionarles. Como resumareoentemente Nigel Timft, es muy difcil crear confianza en organi;aciOnesque a , mismo tiempo estn siendo rebajadas , reducidas yreorgamzadas ,10.Pierre Bourdieu establece el vnculo entre l humdimiento de la con

    f i a n ~ a y la decadente voluntad de compromiso poltico y accin colectiva'::Ia capaCidad para hacer proyecciones hacia el futuro, indica, es lac_ondztw sme qua non de todo pensamiento transformativo>> y de todo es-tuerzo por reexammar y reformar la situacin actual, pero es improbable que haya una proyecc10n haCia el futuro en personas que no tienendommio sobresu presente. Los Imembros de la cuarta categmia de Reichcarecen muyvisiblemente de dicho dominio. Atados como estn al te-rreno, Imposibihtados para moverse o, si se mueven, detenidos en lospuesto.s fronterizos ms cercanos, estrechamente vigilados, estn en unaposicion mfenor prwn a la del capital, que se mueve libremente porto-das partes. El capital es cada vez ms mundial; ellos, sin embargo, siguenSiendo locales. Por esta razn estn expuestos, sin armas, a los inescrutables. cap;IChos de unos misteriosos

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    ~ : ; ; ~ :

    2rdenes locales caos mundi l

    Las cosas estn ordenadas si se comportan corno uno espera que lohagan; es decir uno puede dejarlas a un lado cuan do planifica sus acciones. sta es la principal atraccin del orden: la seguridad que acompaa a la capacidad de predecir con escaso o ningn error cules sern las consecuencias de nuestras acciones. Podernos seguir intentandolo que estarnos intentando concentrndo nos en lo que tenernos quehacer y sin temer ninguna sorpresa: ningn obstculo que uno no pudiera con un mnimo de esfuerzo anticipar e incluir en sus clculos.Por decirlo en pocas palabras: las cosas estn en orden si no tenemosque preocuparnos por l orden de las cosas; las cosas estn ordenadas. si pensarnos o no tenernos la necesidad de pensar en l orden corno ::'' un problema y mucho-menos corno una tarea. Y una vez que uno em

    pieza a pensar en l orden esto es un signo seguro de que algo en alguna parte est desordenado: que las cosas se estn escapando de nuestras manos y por tanto tenernos que hacer algo para volverlas a meteren vereda.Una vez que uno empiece a pensar en l orden averiguar que lo quele falta es una distribucin clara y legible de las probabilidades. Habraorden si no fuera posible que sucediera cualquier cosa al menos no coniguales probabilidades; si unos acontecimientos tuvieran que sucedercasi con toda seguridad otros tuvieran muchas probabilidades otrosfi;eran extremadamente improbables y otros estuvieran totalmente fuera de consideracin. uando no es as y por el contrario ~ h s t donde uno puede decr---- una probabilidad del cincuenta por ciento

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    de que. suceda cualquier acontecimiento, diramos que hay caos. Si laposibihdad de predecir, y por tanto, de tener un dominio sobre las consecuencias de as acciones propias es el principal atractivo del orden, laaparente mexistencia de todo vnculo entre lo que uno hace y lo quele sucede, entre hacep; y padecer>>, es lo que hace que el caos seaodioso, repugnante y atemorizador.

    Cuanto menos iguales sean las oportunidades de reaccin a nuestras acoones menos aleatorios son sus efectos: ms orden -podramos decir- hay en el mundo. Cualquier intento de poner las cosasen orden se reduce a manipular as probabzlidades de acontecimientos.Esto es lo que ~ a c e cualquier cultura, o al menos se supone que hace.P1erre Bmllez diJo del arte que transforma lo improbable en inevitable.Lo que diJO del arte es aplicable a todos los sectores de la cultura. EncondiCiones , si no lo hubiera completado la ocultacin de la viscosidad, es decir, de todas las cosas de origen incierto, rango mixto de-nominacin poco clara: de la ambigedad. .Ya que no es probable que se haga ningn intento de aJustar lacomplejidad del mundo a unas divisiones netas y generales, es Improbable que la ambigedad sea derrotada y deje de acosar a quienes buscan seguridad. Lo que se ve venir es lo contrario: cuanto ms mtensosea el deseo de orden y ms frenticos sean los esfuerzos por establecerlo, mayor ser el volumen de restos ambiguos y ms p r o f u n d ~ la ansiedad que generen. Hay pocas probabilidades de que la creaCIn deorden llegue nunca a su conclusin, al ser una preocupacin autopropulsora y autointensil:l.cadora que rebota en una actividad que va contra s misma.A causa de sus desagradables y con todo ntimas relaciones con elestado de incertidumbre, la impureza, de las clasificaciones, la vaguedad de los lmites y la porosidad de las fronteras son fuente constante de temor y agresividad, inseparables de los esfuerzos de creacin ysalvaguarda del orden. No son la nica fuente de conflicto, sin embargo. Michel Crozier puso de manifiesto otra en su revelador estud io elfenmeno burocrtico: esta otra fuente es eluso de la ausencza de orden,del caos, como importante arma de poder en su intento de hacerse con el om-nio. La estrategia de a lucha por el poder es convertme en la vanabledesconocida en los clculos de los dems, al tiempo que se les niega unpapel similar en sus propios clculos. En trminos ms sencillos, esto

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    significa que el dominio se consigue eliminando las reglas que lim itanla libertad de eleccin de uno, a la vez que se imponen otras reglas imitadoras posibles a la conducta de todos los dems. Cuanto ms amplio sea mi margen de maniobra, mayor ser mi poder. Cuanta menoslibertad de eleccin tenga, ms dbiles sern mis probabilidades en lalucha por el poder.

    l orden surge de este anlisis como un concepto agonista yesencialmente impugnado. Dentro del mismo escenario social lasconcepciones del orden varan marcadamente. Lo que constituye orden>> para quienes estn en el poder se parece inquietantemente al caospara aquellos a quienes gobiernan. En la lucha por el poder es siempreel otro lado el que uno querra hacer ms , ms previsible;son siempre las medidas tomadas por el otro lado las que uno querravolver mtinarias, despojar de todos los elementos de contingencia y sor-presa, reservndose para uno mismo el derecho a dejar de lado la m tina y moverse errticamente. Dada la lucha por el poder, la constmc-cin del orden tiene que ser un proceso lleno de conflictos.

    El descubrimiento de Crozier, hecho en el contexto de lo que sepuede de nominar

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    . , Gracias-alasxmevas tcnicas de desconexin, no-compromiso, eva-S l ( ) l } S . e : s c a l : l ~ ~ o n a que hay ahora_a disposicin de las elites, se p u e a e r e ~ -ner al rest()_ on.tro.Jado; lncapacJtdo y por tanto despojado. ~ = ~ ~ poder de restncnon s;mpl;:;nel1te merced a la extrema v-ulnerabilidacf yprecanedad.de su SJtuacJOn, sm necesidad de

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    hecha en casa, que se valga de los recursos que estn bajo el dominioautnomo de la comunidad, son vagas o nulas.La transmisin electrnica de informacin es ahora instantnea yno requiere ms que una clavija en un enchufe; la relacin comunitaria que tratara de hacer caso omiso a Jos medios de comu nicaci n electrnicos tendra que apoyarse, como hizo siempre, en los medios or

    todoxos de las reuniones y conversaciones, cuya velocidad tiene ; en estas condiciones,

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    de modo que en toda circunstancia similarse nos ahorran la vacilaciny la indecisin>>. La mdecisin no es un estado de nimo agradable ypor eso la imposicin del orden posee unos beneficios tangibles. Noobstante, como es compulsivo y en consecuencia limitala libertad humana, el orden no puede sino verse zarandeado y, por tanto, amenazado por la rebelin de las necesidades reprimidas. El se 1 es decir, contra l sacrificio de una parte de libertad por una parte de seguridad, o contra el

    1mismo principio de sacrificar una cosa por otra. Ese orden que llamamos civilizacin es vulnerable y precario y est destinado a seguir sindolo.Obsrvese que el toma y daca de libe1iad por seguridad no es unaeleccin entre el bien y el mal. Si hay algo en la descripcin de Freudque se muestre inequvocamente repulsivo e inhumano es el toma ydaca mismo. Los valores entre los cuales se realiza la eleccin son deseables los dos; en todo toma y daca, por tanto, las ganancias se mezclan con las prdidas. Todo acto es ambiguo en sus motivos al igual queen sus consecuencias. No cabe duda de que l libertad sin seguridad nocausa menos infelicidad que la seguridad sin libe1iad. El compromisoentre ellas, sin embargo, puesto que inevitablemente supone un sacrificio parcial, no es tampoco garanta de felicidad. Los seres humanos neces.itan tanto libertad como seguridad; el sacrificio de una de ellas esuna causa de sufrimiento. Con todo, el sacrificio no puede evitarse ypor tanto el apremio a la felicidad se ve fi-ustrado sin remedio. La felicidad, 1nsiste Freud,

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    no suscitan preguntas, Janet ve que la realidad social se desmorona enmanos ele los individuos y escapa a su comprensin; se presenta incoherente, fluida, escasamente acusada y elusiva. El diagnstico de Janet,en opinin de Ehrenberg, ha adquirido ahora su plena importancia ydebe ser objeto de un tardo y merecido reconocimiento. No es lapresin abrumadora ele un ideal a cuya altura no puede estar lo queatormenta a los hombres y mujeres contemporneos, sino lafolta eleficleales: la escasez de recetas eindeutig [claras] para una vida decorosa,ele puntos ele orientacin fijos y constantes, de un destino previsiblepara el itinerario de la vida. La depresin mental un sentimiento depropia impotencia, de incapacidad de actuar y, en especial, de incapacidad de actuar racionalmmte, de inadecuacin a las tareas de la vida- seconvierte en la malaise [malestar] emblemtica de nuestra poca mo,derna tarda o postmoclerna., mpotencia, inadecuacin: stos son los nombres del malestar tarclomoderno, postmoderno : das Unbebagen der Postmodeme. No el miedoa la no conformidad, sino la imposibilidad de conformarse. No el horror a la transgresin, sino el terror a lo ilimitado No unas exigenciasde transcender nuestra capacidad de actuar, sino unos desordenadosactos en una vana bsqueda de un itinerario permanente y continuo.Solemos llamar libertad a la inexistencia de r e s t r i c c i o ~ e s y lmitesobstaculizadores e insidiosos. La mayora de nosotros, habitantes delmundo tardomoderno o postmoderno, somos en este sentido tan libres como nuestros antepasados que slo podan soar. Y s, lo soaban; la milagrosa desaparicin de normas y lmites era una seductoravisin cuando la vida se viva en un cotidiano miedo a la transgresin.Las pesadillas ele nuestros antepasados o de hace cincuenta o cien aoseran poderes sobrehumanos con exigencias sobrehumanas. La figura temida y od1ada era el Gran Hermano vigilando da y noche todo movimientoy castigando de inmediato a todo el que se sala de la fila, y losclemomos eran esos vecinos en comparacin con los cuales uno

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    configurando la individualidad de sus miembros los individuos for-mando la sociedad a partir de sus acciones al tiempo que continanestrategias plausibles viables dentro de la red de sus dependencias,socialmente tejida.

    Presentar a los miembros como individuos es el sello caractersticode la sociedad modema; no se trata, sin embargo, de un acto excepcionalcomo la creacin divina; es una actividad que se vuelve a realizar cadada. La sociedad moderna existe en su actividad de individualizacin>>,al igual que las actividades de los individuos consisten en la reconfiguracin renegociacn cotidianas de la red de sus enredos mutuos lla-mada sociedad. Ninguno de los dos socios se queda mucho tiempo.De este modo el significado de individualizacin no cesa de cambiar, adoptando constantemente nuevas formas, confonne las consecuencias aC1:1muladas de su historia pasada establecen reglas siemprenuevas estn en juego cosas siempr e nuevas. La individualizacin>>significa ahora algo muy distinto de lo que significaba hace cien aosde lo que supona en los primeros tiempos de la era moderna, la poca en la que la ensalzada emancipacin de los seres humanos de laapretada red de la dependencia, la vigilancia la imposicin comunitarias.

    }enseits ?JOn Klasse und Stand?, de Ulrich Beck, seguido a los pocosa1os de su Risk Society: To7vards a ew o e m i ~ v abrieron un nuevocaptulo de nuestro entendimiento del proceso individualizador. Lasdos obras presentaron este proceso como una historia permanente einacabada, con sus diferentes etapas, aunque sin un telas [finalidad] niun destino preordenado sino con una lgica errtica de vueltas girosbruscos. Se puede decir que al igual que Elias historiz>> la teora deSigmund Freud del individuo civilizado explorando la civilizacincomo un acontecimie nto en la historia moderna), Beck historiz laversin de Elias del nacimiento del indivi duo re-presentando dicho na-cimiento como un aspecto de una modernizacin continua y continuada, compuls iva obse;iva. Beck despoj a tambin la imagen de la individualizacin de sus accesorios transitorios ligados al tiempo, queahora nublan la comprensin mcs que aclaran la imagen antes quenada, de la visin de un desarrollo lineal, un progreso que se traza si-guiendo los ejes de la emancipacin, l creciente autonoma y la libcr-

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    To?f rnrls rr Vne1 . ~ . - f o d a n i r v , tr2d. JVIark Ritter Londres,Jrrprf lh,-Jwff. ,-ur(don t f t ~ f , tiJ c tmdcrr ll' orlrrne Francfort

    ~ a c r l Wh11l t{"iJfl modernidad Barcelo-

    tad de autoafirmacin), abriendo con ello al escrutinio la variedad delas tendencias histricas de la individua lizacin sus productos haciendo posible una mejor comprensin de los rasgos distintivos de sufase actual.Podemos decir, en una visin retrospectiva, que la divisin de clase o la de gnero, si a eso vamos) fue un subproducto del desigualacceso a los recursos necesarios para hacer eficaz la autoafirmacin.Las clases diferan en la gama de identidades disponibles en la facilidad de eleccin entre ellas. Las personas dotadas de menos recursos,y, por tanto, de menos. elecciones, tena n que compen sar sus debilidades individuales con el poder del nmero: cerrando filas y participando en una accin colectiva. Como ha sealado Claus Offe, la ac-cin colectiva, orientada a la clase, les vino a los que estaban en lazona ms baja de la escala social de una forma tan

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    bien de una entrevista o porque no se esforzaron lo suficiente en buscar empleo o porque pura y simplemente tienen poca inclinacin altrabajo. Si no estn seguros de sus perspectivas lab;rales y les angustiael futuro, es porque no son lo bastante hbiles para hacer amigos e inflmr en la gente y no han aprendido como debieran las artes de autoexpresarse e impresionar a los dems. Esto es, al menos, lo que se lesdJCe ... Y lo que han llegado a creer, de manera que se comportan el trmino elegido por Beck paradist_mgmr al mdividuo que se sostiene y se propulsa a s mismo delmdividuo meramente individualizado, es decir, un ser humano queno tiene otra opcin que actuar como si la individuacin se hubiese logrado); y, lo que es ms cmcial, salvar este abismo no forma parte deesa capacidad.

    pUEDE HABER POLTICA EN LA SOCIEDAD INDIVIDUALIZADA?La capacidad de autoafirmacin de los hombres y mujeres individualizados }lega por regla general a lo que requerira una autnticaautoconstltucwn. Como ha observado Leo Strauss la otra cara de la -bertad sin r e s ~ r i c c i o n e s es la insignificancia de la e l ~ c c i n pues las doscaras se condicionan entre s: por qu molestarse en prohibir lo quede todos modos es de escasa transcendencia? Un observador cnico dira que la libertad Uega cuando ya no importa. Hay una desagradable

    mosca de ImpotenCia en, la dulce mermelada del tipo de libertad quese ha configurado atraves de las presiOnes de la individualizacin; dicha I m ~ o t e n c a se siente como mucho ms repugnante y ofensiva enVJSta de poder que se esperaba que la hbertad suministrara y garantizara., Tal vez,como en l pasado, estar hombro con hombro y marchara pas? pudiera ofrecer un remedio. Tal vez si los poderes individuales,por pahd,os y ex1guos que sean, fueran condensados en una posturauna ~ C C i o n colectivas se podran h ccr conjuntamente cosas cnie ninmgun hombre muier creera posi ble ni en sueos. La pega sin

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    embargo, que en estos tiempos los problemas ms habituales de los individuos"por-destino no son aditivos No se suman en una causa comn. Estn formados desde un principio de tal manera que carecende los bordes o interconexiones, que haran posible encaJarlos conlos de los dems. Puede que los problemas sean similares (y los programasde entrevistas, cada vez ms populares, se salen de su cammo para demostrar su similitud y remachar el mensaje de que su semeJanza masimportante radica en l hecho de que c d ~ person.a que l?s sufre se ~ a sarregla con ellos sola), pero a diferenoa del Interes comun de antanono forman una totalidad que sea mayor que la suma de sus partes, madquieren ninguna cualidad nueva, fcil de maneJar, por el hecho deenfrentarse a ellos y abordarlos juntos. _, ,La nica ventaja que p uede acarrear la compama de los demas afectados es tranquilizar a cada uno al hacerle ver que e_l luchar solo ,con losproblemas es lo que hacen cada da todos los ciernas, dando asi nuevovigor a la decisin, cada vez ms dbll, de seguir baCJ;ndo preosamente eso: luchar solo. Qiz se pueda aprender tamb1en de la experiencia de los dems cmo sobrevivir a la siguiente ronda de reducciones", cmo aparselas con los ni os que creen que son ~ d o l e s c e n -tes y con los adolescentes que se niegan a hacerse aultos, como sacardel sistema de uno>> la grasa otros cuerpo s extranos:> mal recibidos,cmo liberarse de adicciones que ya no son satlsfuctonas o de una pa-reja que ya no es placentera. .Y hay otra pega adems: como Tocquevllle sospechaba h e m ~ -cho tiempo, liberar a las personas puede t o r ~ a ; l a s m d i f e r e n t e s ~ El mdividuo es el peor enemigo del cmdadano, md1co Tocqueville; Elmdm-duo suele ser tibio, escptico o receloso con el bien comum>, la sociedad buena o la sociedad justa". Q sentido tienen los mteresescomunes a menos que dejen que cada individuo satisfaga los suyos?Cualquier otra cosa que los individuos pueden hacer cuando se unenconlleva una limitacin de su libertad para tratar de hacer lo que venadecuado para s mismos y no quieren contribuir en modo alguno aello. Las dos nicas cosas tiles que se puede esperar y desear que elpoder pblico suministre son que respete los derechos humanos,es decir, que deje que cada cual siga su cammo y hacer pos1ble que lohaaa en paz, cuidando de la seguridad fsica de las personas y sus posesiones, encerrando a los delincuentes en crceles y conservando l ~ scalles libres de atracade res, mendi gos y extrailos detestables malcvolos.

    Con su habitual e inimitable ingenio, Woody Allen capta certeramente las ncai1as y las flaquezas de los individuos-por-decreto tardo-61

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    modernos, hojeando unos imaginarios folletos publicitarios de cursosde verano para adultos a los que los americanos estaran ansiosos porasistir: el curso de teora econmica incluye el apartado Inflacin ydepresin: cmo vestirse para cada una; el curso de tica contiene e impulsa a las personas a buscar que ahora brilla sobre todo por suausencia.Si el individuo es el peor enemigo del ciudadano y si la civilizacinsignifica problemas para la ciudadana y para la poltica basada en sta,

    es porgue los intereses y preocupaciones de los indi viduos llenan el espacio pblico, afirmando ser sus 'nicos ocupantes legtimos, y echandel discurso pblico a empujones todo lo dems. Lo pblico es colonizado por lo privado>>; el inters pblico>> es reducido a una curiosidad por la vida privada de las figuras pblicas, rebajando el arte dela vida pblica a una exposicin pblica de asuntos privados y a unasconfesiones pblicas de sentimientos privados (cuanto ms ntimos,mejor). Las que se resisten a dicha reduccin setornan casi incomprensibles.Las posibilidades de que los actores individualizados sean en el cuerpo republicano de la ciudadana no son nada prometedoras. Lo que los apremia a aventurarse en la escena pblica no estanto la bsqueda de causas comunes y modos de negociar el significado del bien comn y los principios de la vida en comn, como la desesperada necesidad de > lo que surge de las normassociales agonizantes es el ego desnudo, agresivo, en busca de amor yayuda. En la bsqueda de s mismo y de una socialidad afectuosa, sepierde con facilidad en la jungla del yo .. Alguien que se dedique a hurgar en la niebla de su propio yo ya no es capaz de darse cuenta de queese aislamiento, este solitario confin amient o del ego es una senten-cia en masa9.LA UNIN Y EL ESTILO INDIVIDUAL

    Tenemos individualizacin para rato; todos aquellos que reflexionan acerca de los medios de hacer frente a su influencia en la maneraen que todos conducimos nuestra vida deben empezar por reconocereste hecho. La individualizacin aporta a un nmero cada vez mayorde hombres y mujeres una libertad sin precedentes para experimentar,pero (timeo Danaos et dona forentes . .) tambin una tarea sin precedentesde enfrentarse a sus consecuencias. El abismo que se abre entre el derecho a la autoafirmacin y la capacidad de tener dominio sobre los es-l'cenarios sociales que hacen viable o poco realista esa autoafirmacin esal parecer la principal contradiccin de la segunda modernidad, unacontradiccin que mediante el mtodo de ensayo y error, la reflexincrtica y la experimentacin atrevida aprenderamos colectivamente aabordar colectivamente.En Das Zetalter der Nebenfolgen d die Politiesimmg der Industriege-sellschaft, Ulrich Beck indica que se necesita nada menos que otra Reforma>> hace un llamamiento por la radicalizacin de la modernidad>>. Afirma que para aadir inmediatamente que loque supone son unas inclinaciones y cualidades que no se encuentranprecisamente con fiecuencia, que tal vez ya no son capaces de cose-

    Ritter (Atlanticla criar rfd riesgo

    Enlgh/Cinnmi: E < . ~ < I J - on 1/x Polilirs o(R1sli Sorcl)', trad. Me1rk' ' ' ' 'o J995). 40. [ ,,//mseroMgws ende Llobrcgat,

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    char una mayora'' Sin embargo, aqu estamos: o tenemos otras condiciones en las que actuar, y en ellas actuaremos, nos guste o no, cargando con las consecuencias de nuestras acciones o de nuestra falta deactuacin, o ambas cosas.Pasar errticamente de un riesgo a otro es una experiencia que acaba con los nervios de cualqmera, generando gran cantidad de ansiedady temor sin alivio ni atenuacin y no permitiendo descanso alguno enla vglanoa; desde luego una enorme mosca en la dulce mermeladade la libertad. No es aqu, sin embargo, donde acaba el dao.Pierre Bourdieu nos ha recordado recientemente una regla vieja yuniversalmente vinculante:

    La capacidad de hacer previsiones para el fiJturo es la condicinde toda conducta considerada racional... Para concebir un proyectorevolucionario, es decir, para tener una intencin bien meditada detransformar el presente en un futuro previsto, se necesita un mnimode domimo sobre el presente1El gran problema es que, a causa de la endmica Unsidxr Jeit, un

    dominio sobre el presente es un rasgo notoriamente ausente de la situacin de los hombres y mujeres contemporneos. Ninguna de las palancas y salvaguardas ms importantes de su situacin actual quedabajo su jurisdiccin, mucho menos bajo su dominio, ejercido por separado o colectivamente. Muchas personas han sido golpeadas ya directamente por la.s misterosas f u e r z ~ s divers.amente apodadas competitJvJdad, recesiOIP, raCionahzacion>>, cada en la demanda del mercado o reduccin?>; cada uno de nosotros puede nombrar fcilmenteunos cuantos conocidos que de repente se quedaron sin el suelo bajosus pies .. Pero los golpes reverberan mucho ms all de. sus blancos inmediatos; no son slo stos los que de la noche a la maana quedaronrebajados, degradados, privados de su dignidad o de su medio de vidao ambas cosas quienes han suf -ido el golpe. Cada impacto lleva unmensaJe a todos los que se han librado (de momento y les apremia a

    e v l u ~ su futuro por la severidad de la probJble sentencia, no por laduraCion (desconoCida) de su suspensin temporal. El mensaje es simple: todo el mundo es potmcirr mmle i n n c c c s ~ u i o o sustituible y, por tanto, todo el mundo es vulner

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    sobre todo con los gobiernos de los Estados, y muy a menudo con sucolaboracin activa a travs de las polticas de desregulacin y privatizacin. La consecuencia general de este proceso es, como dijo ManuelCastells12, un mundo en el que el poder fluye mientras que la polticasigue vinculada al sitio, el poder es cada vez ms mundial y extraterritorial mientras que la poltica sigue siendo territorial y encuentra dificil, si no imposible, elevarse por encima del nivel local. Tras dos siglosde esfuerzo moderno por domar y domesticar las fuerzas ciegas y errticas de la naturaleza y reemplazarlas por un orden humano racionalmente diseado, previsible y manejable, son ahora las consecuenciasde las actividades humanas las que se enfientan con los actores presentndose como unas fuerzas naturales>> excntricas y arbitrarias, caprichosas e impenetrables, pero, sobre todo. desenfrenadas e incontrolables. Las sociedades que una vez lucharon por hacer que su mundofuera transparente, a prueba de peligro y al abrigo de sorpresas se encuentran ahora con que su capacidad de actuar depende del humorcambiante e unprevisible de fuerzas misteriosas como las finanzas

    mundiales y las bolsas, o contemplan impotentes, sin poder hacer grancosa, la continua reduccin de los mercados de trabajo, el aumento dela pobreza y la imparable erosin de la tierra cultivable, la desaparicinde los bosques, el creciente volumen de dixido de carbono en el airey el calentamiento del planeta humano. Las cosas -:-Y sobre todo lascosas ms importantes- se estn yendo de las manos>>, Conformecrece la capacidad humana de hacer fiente a los problemas que se presentan, tambin lo hacen los riesgos y los nuevos peligros que trae opuede traer tras de s cada nuevo paso./ La abrumadora sensacin de perder el control del presente, quep su vez conduce a un languidecimientode la voluntad poltica, a la increduhdad en que se pueda hacer nada sensato colectivamente o enque la accin solidaria pueda ocasionar ning n c ambio radical en la situacin de los asuntos humanos. Dicho Estado se ve cada vez mscomo algo imprescindible, como una suprema necesidad en la que losseres humanos slo pueden interferir por su cu-enta y riesgo. Omos decir, una y otra vez, que la nica medicina que sirve para los morbososefectos secundarios de la competitividad desregulada es ms desregulacin, flexibilidad y una negativa an miis resuelta a entrometerse. porsi uno sigue sin estar convencido, el argumento contundente contra la

    12 Vease Manuel C> 13.ASEGURAR LA SOCIEDAD INDIVIDUALIZADAPARA LA DEMOCRJ>,CIA

    Muchos historiadores y filsofos polticos, con buenas razones, hacen remontarse los comienzos de la democracia moderna a la rotundanegativa a pagar impuestos sin el consentimiento de los gravados. Loque aquello implic no fue slo la preocupacin por el bolsillo; estaba en juego un pn'nci.pio (aunque slo de manera oblicua y embrionaria : la idea del sbdito como ciudadano y del ciudadano como miembro de la comunidad poltica que tiene algo que decir, junto con losdems miembros, en todos los asuntos que tienen _que ver con sus derechos y deberes, sus cualificaciones y sus obligaciones. Fue aquellaidea la que se situ en los cimientos de la democracia moderna y de lavisin moderna de la repblica -rrspublica-- como comunidad poltica cuyos miembros deliberan colectivamente sobre cmo configurarlas condiciones de su convivencia, cooperacin y solidaridad.

    ' 3 Cornelius Castoriad.s, La Montc de (Pars, Seuil, 1996), pag. 99.[Trad. esp.: El mcemo de la inszgnifcanoa (Madrid, 1999).]p

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    Este modelo de democracia moderna nunca se llev plenamente a la prctica. Hay razones para creer que no puede serlo, que sufuerza radica preClsamente en su permanente e incurable

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    es lo que Claus Offe y sus socios 15 han denominado renta bsica, odesconectar del empleo el derecho a una renta,: hacer que los fundamentos de la subsistencia individual sean independientes de los caprichos del mercado y asegurarlos contra los meandros, infestados de peligros, del cambio guiado por la tecnologa.

    La segunda cuestin, todava ms alucinante que la primera, es lade quin tiene que hacer lo que hay que hacer .. El camino a un agente capaz de satisfacer los requisitos se parece sospechosamente a uncrculo vicioso, o a un callejn sin salida. Se necesita una fuerza polti-

    i ca de capacidad verdaderamente mundial para d etener y limitar los po-1?9deres mundiales, actualmente incontrolados, pero es precisamente elhecho de que los poderes mundiales estn sin control lo que impide elsurguniento de instituciones polticas eficaces a nivel mundial...

    De nuestra habilidad para desatar o cortar este nudo gordiano de-pender el destino de la repblica, la ciudadana, la democracia y laautonoma humana en el futuro inmediato.

    15 Vnse Ciaus Offe, Ulnch Mckenbngcr Ilon

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    est perturbado; parecera absurdo tratar de lograr la imperturba bilidada travs de las perturbaciones3.Para los escpticos antiguos, enfientarse con la incognoscibilidadltima del mundo y negarse a dejarse llevar por las rutinas diarias (sinfundamento, meramente habituales) era una muestra de distincin,

    un signo de la elevacin y la serenidad de los filsofos, que se levantan por su propio esfuerzo mental del barullo trivial de hoi polloi a unmundo platnico de contemplacin y reflexin. Pero los primeros filsofos modernos vieron (o tuvieron que ver) su papel y su deber demanera diferente. Haban de participar en el gran esfuerzo modernode la construccin del orden en un mundo doliente entre las ruinasdel antiguo rgimen. El nuevo orden haba de ser obra de la razn, lanica arma digna de confianza de sus constructores humanos; traducir el es>> de la razn al debes>> de la accin humana era la vocacin delos filsofos. Los filsofos modernos estuvieron obsesionad os desde el principio por el apremio a construir los puentes con la vidamundana, no a quemarlos. Las premoniciones de los escpticos eran,en consecuencia, una pesadilla, los argumentos escpticos un fastidio,la falta de claridad del mundo una irritacin, la vacilacin, un signode la ignorancia que peda a gritos ser reemplazada por una certezabasada en el conocimiento.Haba una Vilablverwandtschafi [afinidad electiva], una especie deparentesco electivo entre la vocacin asumida por los filsofos modernos y las preocupaciones de los poderes modernos, enfrentados a laformidable tarea de un nuevo comienzo: erigir un orden artificial enmedio de los restos del orden natural>>, intemporal, autorreproductory que cuida de s mismo, pero ya no viable. El vnculo entre las dos tareas lo ofreca la razn, gobernada por la ley de la no contradiccin ydel medio excluido; la razn era el enemigo jmado, y se supone que invencible, de la ambigedad y de la indecisin. y los filsofos eran, pord car cter de sus habilidades y ocupaciones, portavoces de la razn. .Los idelogos, los doctos miembros de I.:Institut National, fundado en 1795 con el encargo de explorar los modos y maneras de formar el tipo adecuado de hombre-ciudadano y reglamentar sus deseos

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    que los hombres y mujeres corrientes (ignorantes) estn desprovistosde facultad crtica, la tarea de distinguir el bien y el mal est totalmente en manos de los legisladores, capaces de seguir los consejos de la ra-zn y dar al entorno humano una forma que promueva el bien y di-suada del mal. Como resume Eric Voegelin:La funcin de la regeneracin es transformar al analista e n el papel del legislador que crear externamente la situacin social que asu vez inducir el conformismo externo de la conducta a las normasmorales mediante el juego del mecanismo psicolgico del hombredesordenado ..Lo que sucede, en pocas palabras, es que el analista legislador searroga la posesin de la sustancia del bien en la sociedad al tiempoque lo niega al resto de la humanidad. La humanidad se divide entre la masa de los mecanismos de placer-dolor y el Uno que manipula los mecanismos por el bien de la sociedad. La naturaleza delhombre, mediante una especie de divisin del trabajo, es distribuidaentre masas y lderes de manera que slo la sociedad en su conjuntoes el hombre ntegro7 .

    Uno no debera quejarse de la maldad de los hombres sino de laignorancia de los legisladores, resumi el propio Helvecio. AunqueCabanis seal que medicina y moral, ramas de la misma ciencia, laciencia del hombre, se fundan en la misma base. La estructura del entorno determina y modifica la y a travs de ella lasideas, sentimientos, pasiones, virtudes y vicios>>. Es mediante el estudio de las constantes relaciones entre los estados morales y fsicoscorno se puede guiar a los seres humanos hacia la felicidad y convertiren hbito el buen sentido y en necesidad la moraP. Destutt de Tracyelogiaba a Pinel, uno de los pioneros de la psiquiatra y de la educacinmodernas, por probar que el arte de curar a los dementes no es diferente del arte de manejar las pasiones y dirigir las opiniones de las personas normales; las dos cosas consisten en la formacin de hbitos>> y mostrando del mismo modo que la educacin moral de las masasdebe fundarse en la detenida observacin de salvajes, c ampesinos quehabitan en aldeas apartadas, nios y animales Bien, incluso Kant, basando su esperanza de reforma moral de la humanidad en las faculta-

    7 Eric Voegelin, From En,li"h.lrm;'lfi1i lo Rr:vo/ution, tracL John H. Hallowell Durham,N.C.. Duke University Press, 51, 61.

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    8 Vase Picavet, Les ldologurs,9 Destut t de T racy. iNmen s vol. 1 (Pars,]. Vrin, 1970), pgs. 299-300.

    des racionales del hombre comn, lamentaba la actitud desconfiadaadoptada por los gobernantes con respecto a los ilustrados>> sealando que stos no se dirigen en trmmos fam1hares al pueblo (que prestaba escasa o ninguna atencin a ellos y a sus escntos) smo en termlnos respetuosos al Estado; era tarea del Estado, insista Kant, el crearcondiciones en las cuales el juicio moral, guiado por la razn, puedeprosperar y gobernar como poder supremo; el progreso slo podra se-guir el camino de arriba abajo>> 1La armona entre los filsofos modernos y los gobernantes modernos nunca fue completa; la disonancia, que estallaba una y otra vezconvirtindose en abierto conflicto, era tan prominente como el aparente consenso entre el b squed a filosfica de una verdad inequvocay la bsqueda poltica de un_orden carente de amb,igedad. Kant, qmz el ms perceptiVO de los Ilustrados y el mas acernmo defensor delconcepto del hombre como agente hbre>> 1magmaba otro tanto, ad-virtiendo que nosotros>> (los filsofos) podemos dzctar al pueblo ant:cipadamente lo que debe hacer, pero no podemos predem lo que hara.Los gobernantes, naturalmente queran ms; para ellos eran los res ul-tados lo que contaba, no los principios que llevaban a su obtenoon.De aqu la acusacin de abstraccin, falta de sentido prctico o vivir enlas nubes que co n dema siada frecu enoa, e mdeper:denten:_ente de sussimpatas o estilos polticos, dirigan contra los m-telectuales. Y sin embargo, haba una unidad de propsitO que a pesarde tdo ese rencot recproco y esa friccin haca que los s f u ~ z o s delos portavoces modernos de la razn legislativa y de los profesiOnalespolticos de la legislacin se respondieran y complementaran mutuamente. sta fue la guerra que se declar a los peligros gemelos de laambigedad del pensamiento y la contingencia de la accin. En resu-men, la guerra a la ambiged ad. . .El enfrentami-ento con lo poco claro, lo Impenetrable, lo mespera-do no era en modo alguno una novedad moderna. Una cosa e_ra nueva no obstante: la inaccesibilidad de los probados mediOs antiguos ymedievales de evitar e n vez de hacerles frente- las duras consecuencias psicolgicas y pragmticas de la resultante incertidumbre deldestino y las posibilidades humanas. La modernidad rechazaba la so-lucin antigua tanto en su versin radical, escptico/crnco/estOica deresignacin altanera como en su versin aristotlica del compromiSO

    w Vase l:-bns Reiss ed., Kant's Politcal Wri ngs, trad. H. B. Nisbet (Cambridge,Cambridge lJJ1Jversity Press, 1970), pgs. 186, 88.77

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    basado en la fi-nesis; rechazaba asimismo la solucin cristiana de confiar incondicionalmente en Dios y resignarse al misterio fundamentalde la Providencia. La primera solucin era inaceptable porque, a diferncia de la Antigedad clsica, la modernidad tena u n trabajo que hacer: crear un orden que de otro modo no se producira, configurandoel futuro, que de otro modo asumira una fonna inaceptable. Para estafinalidad necesitaba un conocimiento exacto de las relaciones y secuencias de las causas y efectos con u n grado de precisin semejante aldel arquitecto o el mdico. La segunda solucin, la cristiana, no valatampoco en un mundo moderno en el que quiz no todo estuvieradentro de la capacidad humana, pero slo las cosas que eran o pod anser sometidas al dominio humano eran proclamadas dignas de refleXJn e inters. La modernidad no negaba el misterio fundamental dela existencia, no con tantas palabras por lo menos; se limitaba a sacarlo del programa racional y a dejarlo en manos de unas personas reconocidamente poco prcticas, los poetas, despus de declarar que nomereca la pena dedicar tie mpo a resolverlo y de centrarse, en lugar deello, en aclarar y ordenar los confusos y distorsionados testimoniosde la situacin que estaba a su alcance y dentro de sus ambiciones dedominio.

    Pero la instalacin y conservacin del orden l a estructuracin dela condicin humana- era ahora, tras el derrumbamiento de la rutinaautorreproductora moderna, uno de los asuntos que pedan a gritos eldominio humano. La idea de estructura se refiere a la manipulacinde probabilidades; un escenario est

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    contra la ambigedad._ El contexto de la vida humana ya no puede deJarse a merced del acodente, permitir que sea consecuencia del juegode unas fuerzas d1scordantes y descoordinadas. El escenario en el quelos seres humanos toman sus decisiones tiene que estar esmeradamente d1seado y claramente marcado con signos legibles e inequvocos.Tanto la penuna como el exceso de sentido, tanto la escasez como laabundancia de posibles Auslegungen [interpretaciones, explicaciones]son trastornos que una orgamzacin racional del mundo humano nopuede a largo plazo tolerar y que slo puede considerar como irritantes temporales. La modernidad iba en busca de un ajuste perfecto, y deuno a uno; de nombre y cosas, palabras y significados, de una seriede reglas sm puntos muertos y de casos sobrecargados de instrucciones, de una taxonoma en la que haba una carpeta para cada fenme

    no pero no ms de una para cada uno de ellos; en busca de un mundo, en fin, en el ,que haya una receta inequvoca (algortmica ms quemeramente heunstica) para cada Situaon y no hay ninguna situacinsm una receta umda a ella. Pero para crear un mundo que se ajuste atan eXJgentes cntenos era preciso primero despejar la zona de obras delos sedmentos dispersos de pasadas acciones, que daba la casualidadde que no estaban a la altura del ideal. La modernidad fue, por tanto,la era e la destruccin creativa, del perpetuo desmantelamiento y demohcwn; el COmienzo absoluto>> era la otra cara de la inmediata obsolescencia de todas las sucesivas situaciones, y por tanto unas intermmables tentativas de librarse de la historia de ayer., En otras palabras, la mentalidad moderna ha abrigado el proyectode reemplazar la h1stona por la legislacin, de sustituir por unas normaslegales dotad as de coherencia lgica las incontroladas, quiz incontrolables, :leyes de la historia (la mentalidad moderna slo poda caneebu la h1stona como un refleJo de su propia pragmtica: como un orga- msmo fundador de li:yes aunque tal vez imperfecto, zarandeado por las

    lleadas entrecruzadas de la pasin y el prejuicio). La mentalidad moderna ;s la razn legislativa; la prctica moderna es la prctica de la legslaoon. S1 volvemos ahora a la intrnseca antinomia de la voluntadhumana , parecer posible sugerir que la esencia de los esfuerzos legslatvos modernos (o los esfuerzos por combatir la ambigedad conunas.normas legales mequvocas) era la intencin de garantizar la ar-moma entre los aspectos

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    de un poder legislativo concentrado, unas regulaciones ubicuas y ge-nerales y una deslegalzacin y despojamiento de poder y al final eli-minacin) de todas las autoridades compensatorias (colectivas ademsde las que tienen sus races en los ignorantes abismos de la individualidad no-totalmente-domada).En nuestra propia poca hay cosas cada vez ms claras: que esta es-trategia no logr su propsito y que ha sido en buena medida abandonada, tal vez incluso invertida. Fue abandonada, quisiera aadir, noa causa de su fracaso; el abandono vino primero y slo despus, retrospectivamente, se pudo ver plena y ciaramente la inevitabilidad delfracaso.La estrategia moderna de combatir la ambigedad fracas principalmente a causa de su influencia conservadora y restrictiva, que choc con otros aspectos de la modernidad intrnsecamente dinmicos: elnuevo comienzo>> continuo y la destruccin creativa>> como modode vida. El estado permanente>>, el estado equilibrado>>, el estado deequilibrio>>, el estado de plena satisfaccin de la suma total (supuestamente invariable) de las necesidades humanas, ese estado que los economistas modernos presentan como la condicin definitiva de humanidad a la cual conduca la

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    tendemos llevar a cabo, y de aqu que toda decisin sea ambigua ytodo deseo de actuar sea ambiguo; en otras palabras, l riesgo representa la memedable clandad de la situacin. La falta de claridad delpresente es un producto del impulso a aclarar; la mayor parte de la amblguedad profundamente sentida brota hoy de los esfuerzos dispares yd1fusos por ehmmar la ambiValencia de unos lugares selectos, separados y s1empre confinados. Pero, como de manera convincente argumenta Beck la amb1gedad con tinua, creciente e imponente, que gobiernaesta soczedad del nesgo nuestra tiene su utilidad. Lubrica las ruedas de laciencia y la tecnologa, los dos vehculos principales del desarrollo cont e m p o ~ n e o Se ha convertido, por utilizar otro desacreditado concepto modernista, en un formidable agente de progresoPodemos con;Iuir que la ~ m b i g e d a d est per-diendo ahora rpidamente su agm]On sooalls1stem Co, deJando de ser un . Esto no s1gmfica, sm embargo, que deje ni que sea probableque _deJe de ser un enemigo privado, un adversario, quiz ms ate-monzador que muchos, del individuo humano en su imparable es-fuerzo por formar su 1dent1dad. Como muchos otros aspectos de la so-mdad contempornea, los peligros de la ambigedad han sufrido unproceso de desregulacin; la tarea de hacer frente a los resultados (aunque no necesanamente los recursos que aqulla requiere) han sido privatizados. Puede que la ambivalencia sea, como antes, un fenmenosooal, pero cada uno de nosotros se enfrenta solo, como un problemapersonal y, como indicaran con entusiasmo muchos consejeros de

    /

    ;nuestro

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    5Soy acaso el guardin de mi hermano? :-

    El profesor Van der Laan me envi amablemente unos cuantos reflexivos y perspicaces estudios que trataban, segn seal, de cuestiones importantes sobre el trabajo social en Holanda. Le estoy agradecido; aprend mucho de l acerca de los problemas que acaparan laatencin de los trabajadores scicia:les en este pas. Pero lo estoy sobretodo por la confirmacin que obtuve de mis lecturas: que las preocupaciones de los trabajadores sociales holandeses no son diferentes delas que sienten los de otros pases europeos. En su propio artculo, lprofesor Van der Laan recoga acertadamente ese extendido sentimiento de inquietud cuando indicaba qucel Estado de bienestar est siendo atacado, acusado de proporcionar a sus pupilos una hamaca mientras que una autntica red de seguridad debera actuar ms bien comoun trampoln. En otras palabras, l Estado de bienestar es acusado deno estar cumpliendo adecuadame nte con su tarea.

    La tarea propia del trabajo social debera ser se nos dice, quitarnosde encima a los desempleados, los discapacitados, mvlidos y otras personas indolentes que, por una u otra razn, no pueden ganarse mal quebien la vida y por tanto, dependen de la ayuda y la asistencia social parasu supcrviviencia; esto, evidentemente, no est sucediendo. omo eltrabajo social, se nos dice, debe juzgarse al igual que cualquier otra ac-

    Este captulo se public con anteriorid3d en European }ounza/ o Social \\7ork 3.1(marzo de 2000).

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    a identid d en un mun o glob liz dorHa habido una verdadera explosin terica en los aos recientes

    en torno al concepto de "identidad",,, observaba Stuart Hall en la introduccin a un volumen de estudios publicado en 19961. Desde entonces han pasado pocos aos, en los que la explosin ha desencadenado una avalancha. Actualmente no hay al parecer ningn otro aspecto de la vida contempornea que atraiga en la misma medida laatencin de filsofos, cientficos sociales y psiclogos. No es slo queestos

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    la vida (es decir, de la construccin, negacin y afirmacin de la identidad).Yo sostengo que el espectacular ascenso del discurso de la identidad puede revelarnos ms acerca de la situacin actual de la humanidad de lo que sus resultados analticos y conceptuales nos han revelado hasta ahora. Y de este modo, en vez de componer otro

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    leza humaru antao considerada como un legado permanente y norevocabl de la creacin divina nica, fue arrojada al crisol junto conel resto de esa creacin. Ya no se la vio ms, ni poda ser as, como algodado>>. Antes bien se convirti en una tarea, y en una tarea que todohombre y mujer no tena otra opcin que hacer frente y llevar a cabolo mejor que pudiera. La predestinacin fue reemplazada por el proyecto de vida, el destino por la vncacin, y la naturaleza humanacon la que uno naca por la identic>c,d, que uno tiene que cortar yajustar.Los filsofos del Renacimiento alabaron los nuevos e impresionantes panoramas que abri lo inacabado de la naturaleza humanaante los ingeniosos y los osados. Los hombres pueden hacerlo todo siquieren, declar Leon Battista Alberti con orgullo.

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    Lo que contiene la idea de individualizacin es la emancipacindel individuo respecto de la determinacin adscrita, heredada e innatade su carcter social: un alejamiento que se considera correctamentecomo el rasgo ms conspicuo e influyente de la condicin moderna.Por decirlo en pocas palabras, la individualizacin>> consiste en convertir la identidad humana de algo en una y cargar alos actores con la responsabilidad de realizar esta tarea y con las consecuencias (tambin con los efectos secundarios) de su realizacin; enotras palabras, consiste en establecer una autonoma de iure (aunque no. necesariamente defacto). El lugar de uno en la sociedad, su definicinsocial, ha dejado de ser zuhanden para ser 7Jorbandcn. Ya no llega comoun regalo (deseado o no deseado). (En frase famosa de Jean-Paul Sar-tre, no basta haber nacido burgus; hay que vivir como un burgus.No hizo falta decir lo mismo, ni se pudo decir, sobre los prncipes, ca-balleros, siervos habitantes urbanos de la era premodema . Necesitarconvertirse en lo que uno es es el rasgo de la vida moderna (no de la

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    en el ranscurso de la vida de un individuo, ya que hay pocos para_ la remcrustacin>>, si es que hay alguno, que parezcan lo bastante slidos para augurar la estabilidad de una ocupacin prolongada.Los huecos que se vislumbran ms bien parecen formar patie de unJuego de las sdlas>> en el que stas tienen diversos tamaos y estilos ascomo nmeros cambiantes y posiciones mviles, que obligan a hombres y muJeres a estar constantemente a la carrera, no prometen descanso alguno 111 nada de la satisfaccin de llegar>>, nada de la comodidad de llegar al destino en el que uno puede dejar caer los brazos,relaprse y depr de preocuparse. No hay perspectiva alguna de reincrustaon final>> al trmino del camino; estar de camino se ha convertido en el modo de vida permanente de los individuos ahora crnicamente desincrustados., A principi os del siglo xx Max Weber indic que la racionalidadmstmmentah> es el principal factor regulador de la conducta humanaen la poca de la modernidad, tal vez el nico que tiene probablida-. des de sabr mdemne de la batalla de las fuerzas motivadoras. La cues

    , tin de los fines pareca haber sido resuelta entonces; la tarea que que\ daba a hombr;s y mueres era seleccionar los mejores medios para esos\fines. Se podna decu que la mcerttdumbre en cuanto a la relativa eficacia de l?s medos y su disponibilidad sera, s se tiene por cierta lapropos CI.On de Weber, la fuente principal de la inseouridad v la ansied ad caractersticas de la ~ i d a moderna. Yo sostengo, pero: que, fuera o no correc,ta la opm10n de Weber a comtenzos del siglo xx, su ver-1dad se evaporo gradual pero unplacablemente conforme el siglo se acerlcaba a su fin. Hoy en da no son los_ medios los que constituyen la)fuente pnmordtal de msegundad y ansiedad.siglo XX destac en la produccin de medios; se han producidomedtos a una veioodad en constante aceleracin, alcanzando a las necestdades conoCidas, mucho menos agudamente sentidas. Unos abundantes medios acudieron en busca de los fines a los que pudieran servr; les, tocaba a las soluCiones buscar desesperadamente unos problemas aun no planteados que pud1eran resolver. Por otra parte, sina embargo, los fi:1es se han vuelto an ms difusos, dispersos e inciertos:es la fuente mas profusa de ansiedad, en los grandes desconocidos delas v1das de los hombres y mujeres. Si uno busca una expresin, brevey persp1caz y, sm embargo; afortunada y conmovedora, del apuro enque las personas suelen encontrarse en estos tiempos, no hara mal enrecordar un breve anuncio recientemente publicado en la columna dedemanda de empleo de un diario ingls: ' 'Coche propio, posibilidadde VIaJar; se esperan o ertas.>>168

    , Y as el problema de la identidad>>, acos ando a los h ombres y muJeres desde el inicio de la poca moderna, ha cambiado de forma ycontenido. Era el tipo de problema con que se encontraban y tratabande resolver los peregrinos: l problema de > La tarea yano es reunir la suficiente fuerza y determinacin para avanzar, a travsde pruebas y errores, triunfos y derrotas, por el camino trillado que seextiende ante nosotros. La tarea es escoger el menos arriesgado en la siguiente encmcijada, cambiar de direccin antes de que el camino sevuelva impracticable o l plan de carreteras se baya replanificado, o an-

    t ~ s de que el destino codiciado sea trasladado a otra parie o haya perdido su antenor atractivo. En otras palabras, el dilema que atormentaa hombres y mujeres en el cambio de siglo no es tanto cmo conseguirlas identidades de su eleccin y cmo hacer que las reconozcan los queestn alrededor, cuanto qu identidad elegir y cmo mantenerse alerta '-..y vigilante para que sea posible hacer otra eleccin si la identidad anteriormente elegida es retirada del mercado o despojada de su capacidadde seduccin. La preocupacin principal y que ms destroza los nervios no es cmo encontrar un lugar dentro del slido marco de unaclase o categora social, ni una vez encontrado- cmo conservarloy evitar i desalojo; lo que causa preoc.upacin es la sospecha de queese marco, ardu amente conquistado, pronto se romper o se fundir.En su declaracin, ahora clsica, formulada hace unos cuari'Bf'aos, Erik Erikson diagnosticaba la confu sin que sufran loslescentes de aquella poca como una crisis de identidad>> (un trminoacuado durante la guerra para describir el estado de algunos enfermosmentales que perdan el sentido de mismidad personal y de conti

    nuidad histrica), La crisis de identidad>> en los adultos, como dijoErikson, es un estado patolgico que requiere atencin mdica; es tambin una etapa habitual pero transitoria en el desarrollo personal normal, la cual con toda probabilidad llegar a su trmino natural cuando el adolescente madure. A la cuestin de lo que debera ser el estadode salud de una person::., de cmo se percibe la identidad cuando unollega a ser consciente del hecho de que indudablemente tiene una identidad, Erikson contestaba: hace que se perciba como un sentido subje-tivo de una "mismidad"); continuidad cstimulantes 8,

    8 Erik H. Erikson, Jdml h outh and Cnsis (Londres, Faber and Faber, 1974), peigrnas 17-19.169

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    O la opinin de Erikson ha envejecido, como les pasa por lo ge-neral a ias opiniones, o la crisis de identidad se ha convertido hoy enalgo ms que un estado mfiecuente de los enfermos mentales o un es-tado pasajero de la adolescencia: esa [precariedad] que est aujourd'huipartout>> [est hoy en todaspartes] y hante les consciences et les inronsrimts>> [acosa a las conciencias y

    a los inconscientes]. La fiagilidad de todos los puntos de referencia yla incertidumbre endmica acerca del futuro afectan profundamente aquienes han sido ya golpeados y todos los dems, q ue no podemos es-. tar seguros de que los futuros golpes nos pasen largo. [Al hacer incierto todo el porvenir, la precaredad impide toda previsin racional y en especial, ese mnim o de creen

    cia y de esperanza en el porvenir que hay que tener para rebelarse, so-bre todo colectivamente, contra el presente, incluso contra el msintolerableJ. Pour conccvoir un proJct tvolutiozmaire, c'cst-lr.-dire uneambition raisonne de transfozmer ie prsczztpar rrffrezzce a n avenirprojet, ilfaut avoir un minimum de prise sur le prsent [Para concebirun proyectorevolucionario, es decir, una ambicin razonada de transformar el' presente en referencia a un provenir futuro proyectado, hay que tener unmnimo de asidero en el presente 1; este asidero en el presente, la se-guridad de tener dominio sobre el destino de uno, es lo que ms visi-blemente falta a los hombres y mujeres de nuestro tipo de sociedad.Cada vez tenemos menos esperanzas d que uniendo fuerzas y cogindonos del brazo podamos forzar un cambio en las reglas del juego; quiz los riesgos i1os hacen temer y las catstrofes que nos hacensufrir tengan orgenes colectivos, sociales, pero pare cen que caen sobrecada uno de nosotros al azar, como problemas individuales de gnerode los que slo se puede n abordar y arreglar s i es que se puede- mediante el esfuerzo individuaL

    No parece que tenga mucho sentido disear modos alternativosde unin, hacer un esfuerzo de. imaginacin para visualizar una so-ciedad que sirva mejor a la causa de )a libertad y la seguridad, trazarmodelos de justicia socialmente administrada, si no se ve por ninguna parte una actuacin colectiva capaz de lograr que el verbo sehaga carne. Nuestras dependencias son ahora verdaderamente mundiales; nuestras acciones, con todo, son locales, como antes. Los poderes que determinan las condiciones en las que hacemos frente anuestros problemas estn fuera del .alcance de todos los agentes inventados por la democracia moderna en sus dos siglos de historia:como dice Manuel Castells, el podn real, el poder mundial extraterritorial, fluye, pero la poltica, confinada ahora como en el pasadoal marco de los estados-nacin, sigue estando como antes unido alsuelo.

    Un crculo vicioso, en verdad. La rpida globalizacin de la red delpoder parece conspirar y colaborar con una poltica de la vida privatizada; se estimulan, sostienen y refuerzan la una a la otra. Si 18 globa-

    1 i erre Bourdieu LaRaisons d'Agir, 1998), pgs.

    est ~ m i o u r h u i partout>>. n Crmfn -ft u\[Trad. esp.: Conlra/irrgo Barcelom. Lber-] 999 .]171

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    lizacin sorbe la capacidad de actuar con eficacia que tienen las instituciones polticas, la retirada masiva de la comunidad poltica>> a losestrechos intereses de la poltica de la vida impide la cristalizacin deunos modos alternativos de accin colectiva que estn al mismo nivelque la mundialidad de la red de dependencias. Todo parece estar en ellugar de hacer que tanto la globalizacin de las condiciones de vidacomo el morcellement la atomizacin y la privatizacin de las luchas dela vida, se impulsen y se perpeten a s mismos. Es ante este fondodonde hay que examinar y entender la lgica y la endmica ilgica delas preocupaciones contemporneas por la identidad y las accionesque desencadenan.

    Como ha destacado Ulrich Beck no hay soluciones biogrficas a lacontradiccin sistmica, si bien son estas soluciones las que se nosapremia o engatusa a descubrir o inventar. No puede haber ningunarespuesta racional a la creciente prcarit de las condiciones humanasmientras dicha respuesta haya de limitarse a la accin del individuo; lamacionalidad de las posibles respuestas es inevitable, dado que el mbito de la poltica de la vida y el de la red de fuerzas que determinansus condiciones son, pura y simplemente, incomparables y extremadamente desproporcionados.

    Si uno no puede o no cree que pueda hacer lo que es verdaderamente importante, se vuelve a unas cosas que lo son menos o quiznada en absoluto; al dirigir la atencin y la energa a esas cosas, puedeser que hasta las vuelva importantes, al menos durante un tiempo .. . Inocuas en s mismas estasocupaciones, elevadas a programa y envueltas en la retrica de la au-tenticidad y la consciencia significan una retirada de la poltica .. l2.

    . H a ~ un amplio y creciente espectro de pasatiempos suplentes,,smtomat1cos del paso de las cosas que son importantes, pero con lasque no se puede hacer nada, a las que tienen menos o ninguna impor-12 Christoph er Lasch. Cultureginas 29-30. [Trad. esp.: l wffn

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    (Nueva York, Warner Books, 979), p-(Barcelona, Andrs Beilo, 1999).]

    T1tancia, pero que se pueden manejar y controlar. Los carnavales de Mijal Bajtn se celebraban dentro del territorio del hogar, donde en otrotiempo se desarrollaba la

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    ya no est a nuestro alcance en un mundo rpidamente privatizado eindividualizado, velozmente globalizador, y que, por esa razn, puedeser imaginado de manera segura como un refugio acogedor de seguridad y confianza y como tal se desea ardientemente. La paradoja, noobstante, es que para ofrecer siquiera un mnimo de seguridad y de esemodo cumplir con su funcin curativa, la identidad tiene que desmentir su origen, tiene que negar que no es ms que un sustituto y ms quenada evocar a un fantasma de la mismsima comunidad que ha venidoa sustituir. La identidad brota en el cementerio de las comunidades,pero florece gracias a su promesa de resucitar a Jos muertos.La era de la identidad est llena de mido furia. La bsqueda dela identidad divide y separa; sin embargo, la precariedad de la constmccin solitaria de la identidad imoulsa a los constructores a buscarperchas e n las que colgar juntos los, temores y ansiedades que experimentan individualmente y a realizar los ritos de exorcismo en compa a de otros individuos igualmente atemorizados y ansiosos. Si estascomunidades de percha proporcionan lo que se espera de ellas unseguro colectivo contra unos riesgos a los que cada uno se enfi-enta individualmente- es una cuestin controvertida, pero montar una ba-rricada con otros s proporciona un momentneo alivio de la soledad.Algo hay que hacer, sea o no eficaz; al menos uno puede consolarse deque los golpes no le pillen con los brazos cados. Cor1o dijo Jonath anFriedman, en nuestro mundo globalizador una cosa que no est ocurriendo es que estn desapareciendo las fi-onteras. Por el contrario, sedira que se estn levantando en todos los nuevos rincones de las callesde todos los barnos en decadencia de nuestro mundo, 6Las fronteras no se trazan para aislar proteger identidades ya existentes. Como explico el gran antroplogo noruego Frederick Barth, esexactamente al revs: las identidades , aparentementecompartidas, son subproductos de un febril trazado de fronteras. Noes hasta despus de que los puestos fronterizos se han atrincheradocuando se tejen los mitos de su antigedad se tapan cuidadosamen te los recientes orgenes poltico-culturales de la identi dad con los relatos de su gnesis. Esta estratagema trata de desmentir el hecho de que(por citar de nuevo a :)ruart Hall) lo que no seala la idea de identidades un ncleo estable del yo, que se despliega del principio al fin a tra-vs de todas las vicisitudes de la historia sin cambios 17 .

    16 Jonathan Fricdn1an, The hybridizc tion ofroots the abhorrence ofth buslPen Mike e ~ t h e r s t o n c Scott Lash, eck, Swcs of Ciilliirc (Londres, S01ge, 1999), pg. 241.17 Who needs identI ; ?,, pg. 3.

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    Qtliz en vez de habl ar de identidades, hereda das o adquiridas, Irams acorde con las realidades de un mundo globalizador hablar deidentificacin una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada abierta en la cual participamos todos, por necesidad o por eleccin. Hay pocas probabilidades de que cedan las tensiones, enfrentamientos conflictos que genera esa actividad. La fi-entica bsquedade identidad no es un residuo de los tiempos de la preglobalizacinan no totalmente extirpado, pero destinado a extinguirse conformeprogrese la globalizacin; es, bien al contrario, l efecto secundario yel subproducto de la combinacin de las presiones globalizadoras e individualizadoras que producen. Las guerras de la identificacin no soncontrarias a la tendenci a glob;;lizadora ni se interponen en su camino:son un vstago legtimo un compa'ero natural de la globalizacin y,lejos de detenerla, le engrasan las medas.

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    cambiado es el nmero de personas que experimentan directamente ladesdicha de viv1r en un tiempo aplanado y cortado en rodajas. Lo quea Sneca le pareca nada ms que un signo de lamentable desviacindel camino recto u n signo de haber perdido el camino y desperdiciado la v ida se ha convertido en la norma. Lo que era eleccin depocos se ha tornado destino de muchos. Con el fin de entender porqu ba sucedido esto, no estara mal que nos dejramos llevar por lasintuiciones de Sneca.

    El ttulo de una ponencia presentada en diciembre de 1997 poruno de los analistas sociales ms perceptivos de nuestra poca, PierreBourdieu, era La prraritcst mrourd lmiparlolft. El ttulo lo deca todo:la precariedad l a inestabilidad, la vulnerabilidad- es un rasgo extendido (adems del que se siente ms dolorosamente) de las condiciones de vida contempol'pos para cualquier fe, sagrada o secular, para la fe en laProvidencia, en una Cadena Divina de los Seres, tanto como para lafe en una utopa mundana, en una sociedad perfecta del futuro. Nuestra poca no es hospitalaria con la confianza ni, ms en general, conlos objetivos y esfuerzos a largo plazo, a causa de la evidente transitoriedad y vulnerabilidad de wdo (o de casi todo) lo que cuenta en lavida terrena.

    Empecemos por la condicin preliminar de todo lo dems: la subsistencia de una persona. Se ha v'1.1elto extraordinariamente figil. Loseconomistas alemanes escriben sobre la Zioei-Drittel Gcsel scbafi [sociedad de los dos tercios] y prevn que pronto llegar la de cin-Drittcf,[un tercio], lo que significa que todo lo que hace falta para satisfacer lademanda del mercado puede ser producido ahora por dos tercios de lpoblacin y pronto bastar con un tercio, dejando a los dems hombres y mujeres sin empleo, hacindolos econmiwmcnte intiles y socialmmte superfluos. Por buena cara que pongan al mal tiempo los polticos y por audaces que sean sus promesas, el desempleo en los pasesricos se ha hecho estmctural: es sencillamente que no hay bastantetrabajo para todos . .Es fcil imaginar lo precaria e insegura qe es la vida de quienes,Ocorn,o consecuencia, se ven directamente afectados. La cosa es, sin embargo, que todos los dems tambin se ven afectados, de momento indirectamente. En un mundo caracterizado por el desempeo estructuralnadie puede sentirse seguro. Ya no existe el empleo seguro en una empresa segura; tampoco hay muchas habilidades y tipos de experienciaque una vez se adquieran garanticen la oferta de un empleo y, una vezofrecido ste, sea duradero. Nadie puede suponer razonablemente queestn asegurados contra la siguiente ronda de reduccin, reorganizacin o racionalizacin>>, contra los errticos cambios de la demanda del mercado y las caprichosas, pero poderosas, presiones de lacompetitividad y la eficacia. Flexibilidad>> es la palabra clave delmomento. Augura empleos sin seguridad de derechos incorporada:contratos a plazo fijo o renovables, despedida sin previo aviso l1l compensaCIn.

    Nadie puede pensar que es verdaderamente msustituible; hasta laposicin ms privilegiada puede resultar no ser ms que temporal parece s eductora y una estrategw razonable. Sea

    ] q

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    lo que fuere lo que ofrece la vida, que lo ofrezca hic et nunc aqu y ahora. Qlin sabe lo que puede traer el