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. / • La conex1on americana Sáenz de Oíza: De la apasionada persecución de una integridad orgánica y de las vicisitudes de una torre a través del espíritu de una década.
Torre de los Caballeros, de K. ROCHE.
e UANDO Oíza empezó el Concur- ra, aún la de una torre, puede muy so del Banco de Bilbao miraba bien consistir en una retícula de pila-tres torres: la CBS de Saari- res suficientemente arriostrada.
nen, la Kline de J ohnson y la de los Aunque pa rece que O íza piensa de Caballeros de K. Roche ¿Qué es lo que otra manera. Podría hacerse la analo-le interesaba en estas torres? Ahora lo gía del diplodocus: el hueso de un di-sé muy bien. Era la correspondencia plodocus no se sopor ta por el apilado entre la escala de la estructura portan- de huesos de conejo, pongamos por ca-te - real o aparente- y la del edificio. so. De ahí que Oíza se interesa tanto
En una torre, pa ra Oíza, el proble- por el Centro Pompidou y por esas ma de la estructura portante es el fac- dramá ticas y gigantescas rótulas. tor más determinante de su forma. No Viendo el centro Pompidou, o los hay más que recordar T orres Blancas. Concursos de Oíza pa ra Mónaco, para Pero todos sabemos que una estructu- Altos H ornos y para el Centro Islámi:
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Alfonso Valdés
co, comprendemos cómo la justificación de una megaestructura como soporte a viento para una torre no se sostiene como ta l en estos edificios de no demasiada altura;, aunque también de gran escala. De ahí mi convicción de que Oíza plantea la estructura con la escala del edificio y no únicamente con su a ltura.
Más que ninguna otra, a Oíza le seducía la Torre de los Caballeros de K. Roche. Existía más de una razón. La primera era esa mega-estructura - por otro lado presente en Louis Kahn o en
Planta de la torre de los Caballeros, de K. ROCHE
K enzo Tange y tantos metabolistasque en el caso del Banco de Bilbao no sólo resolvía un problema de escala, sino que también resolvía muy razonablemente el apoyo de la torre en el terreno, salvando el túnel del ferrocarril que ,atravesaba en diagonal el solar, con 1as pilas que forman la mcgaestructura.
Otro motivo de la Torre de los Caballeros que seducía a Oíza era la coincidencia entre estructura portante y «espacios servidores», tan del afecto de Louis Kahn. En el caso de K. Roche las cuatro pilas portantes albergaban las escaleras, los aseos, los conductos de instalaciones y los implementos mecánicos.
Una última razón era esa presentación de «apilado de plantas». En la Torre de los Caballeros se distingen perfectamente las plantas lanzadas entre los pilonos. Incluso las vigas que soportan las plantas arrojan sombra sobre la fachada, subrayando esa intención de mostrar las plantas como apila.das.
Para Oíza, és te es un principio que siempre mantiene como leit-motif en su discurso sobre la arquitectura. De cómo la arquitectura puede expresar esa condición de modernidad del hombre de la era industrial como horno Jaber y que, como tal, se mueve en el plano de máxima economía, que es el plano perpendicular a la dirección d e la gravedad, y cuánto un edificio de oficinas es un edificio en el que predominantemente se expresa esa condición de edificio para trabajar, de edificio industrial. Esta concepción del edificio que aparece como apilado de plataformas donde se enfatiza tan íntensamente el plano horizontal.
Pero existían problemas que hacían que la Torre de los Caballeros no resultase exactamente adecuada. El pri-
Oíza. Concurso de J\1ónaco.
mero era fun cional. Las pilas de servicios y comunicaciones no estaban en un lugar óptimo respecto de la planta. Al estar en las esquinas, las circulaciones ocupaban gran cantidad de espacio, las dos diagonales, espacio prohibitivo a no ser que se concibiesen las plantas como oficinas-paisaje, donde el espacio entre mesas y el circula torio coinciden. Las propias pilas en las esquinas ocupaban lugares idóneos para el uso de oficinas.
El segundo problema era estructural. En K . Roche las pilas estructurales se disponen lo más distantes entre sí que la planta permite y la estructura resultante tiene fuertes luces que salvar, luces que se salvan de modo isostático: con un enorme coste estructural tanto económico como en cantos y pesos de forjados.
Por último, en la Torre de los Caballeros existía un problema de escala. Allí estaban los pilonos a la escala del edificio y estaban también las vigas horizontales que constituían la escala de la planta y, por lo tanto, la del ser humano. Pero faltaba una escala intermedia que relacionase una con la otra.
Ya en Torres Blancas, donde rigen los mismos principios estructurales y de escala, tales como las pantallas de borde de toda la altura de la torre y las bandejas de terrazas que significaban la altura de .una planta, Oíza establece un nuevo principio clarificador al alternar dos tipos de vivienda -en una planta y en duplex- lo que hace que se puedan contar los pisos de la torre, pues dicha alternancia de tipos marca sectores de torre como escala intermedia, que relacionan la escala del edificio con la escala de la planta.
· En los croquis que siguen la evolución de anteproyecto del B. B. , se ve el esfuerzo «oiziano» por solucionar los problemas manteniendo los principios
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Oíza. Concurso del centro islámico de Madrid, 1980.
Oíza. T orres Blancas, l 962.
comentados. En la fase inicial se apunta una pri
mera solución con acceso perimetral, ensayada más tarde para el Concurso del Colegio de Arquitectos de Sevilla y del que Oíza nos dará un día un proyecto espléndido. Este acceso tipo corrala, solucionado en Sevilla a distinto nivel que el de las oficinas, no sólo resuelve un problema de comunicación sino también un problema de fachada, creándose un «hiperespacio» entre exterior e interior con ese «umbral» tan anhelado por Oíza ta ntas veces y del que Aldo Van Eyck nos ha hablado tan poéticamente a través del T eam-x. U mbral que se convertirá en leit-motif del B. B.' y que se consolidará en una exquisita fachada.
En croquis posteriores vemos cómo se mueven las pilas de la fachada al interior, liberándose la esquina para espacio de oficinas. Y también vemos
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Torre de ST. MARK, F. LL. WR!GTH.
cómo se desdoblan las circulaciones: por un lado se mantienen las pilas para escaleras de escape y ascensores privados y por otro aparece un nuevo elemento, un espacio lineal con las baterías de ascensores más públicos y vestíbulos definiendo un eje en el edificio.
Finalmente se vuelven a mover las pilas, coincidiendo nuevamente con las baterías de ascensores y conducciones técnicas y acercándose éstas de una forma no homogénea en torno a dicho eje lineal.
Esta solución definitiva pasaba por acercar las pilas estructurales todo lo posible en una dirección, de modo q ue, reduciendo luces a l máximo, salvarán el túnel del tren. En la otra dirección las pilas se juntan prácticamrntr, formándose dos núcleos compuestos por dos pilas y un descansillo cada uno, constituyéndose así los dos polos de un eje lineal.
Entiendo que se dibuja así una solución ejemplar. Por un lado, se logra una confluencia de los aspectos funciona les, estructurales, de servicios y de
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Torre Jolmson, sección. F. LL. WRIGTH.
escala, en un a rtefacto integrador, diríamos que orgánico, que da respuesta a todos los aspectos arquitectónicos. Por otro lado se logra un tipo, un sistema abierto, que permitirá sucesivas respuestas a los distintos cambios y exigencias que el desarrollo d e la torre irá planteando.
Si por un lado se constituye un organismo Wrightiano que satisface todos los principios arquitectónicos y su integración en un todo edilicio, por otro lado este organismo plantea un tipo que permitirá una apertura para el desarrollo de un proyecto cuya complejidad imprevisible -y éste es el caso de todos estos edificios de gran escala y sofisticación tecnológica- implicará sucesivos cambios y modificaciones que el tipo, y no el organismo como tal, logrará salvar.
Funcionalmente, la ausencia de un núcleo evita la j erarquización de espacios. El acceso a estos espacios d e oficinas no se hace desde un punto, sino desde un eje con múltiples entradas. Por tanto, el edificio resultante es di-
Torre Johnson. F. LL. IVRIGTH.
reccional, implicando dos cruJias de oficinas que dan a las fachadas y otra de servicios en el interior que atiende a éstas de la forma más económica. El eje de servicios no queda colmatado, permitiendo su propia ocupación en función de las sucesivas exigencias técnicas que irá planteando la torre. Véanse las diferencias del anteproyecto al proyecto con la aparición de nuevos ascensores, más escaleras y mayores aseos.
El problema estructural queda simultáneamente resuelto con el fu ncional. En este aspecto se destruye la caja estática de K. Roche, con apoyos en las cuatro esquinas, en favor de un concepto de organismo más dinámico donde se suprima la d iscontinuidad isostática en favor de una continuidad hiperestática y donde los apoyos se acercan a su punto más económico, reduciendo luces y compensando el momento de dichas luces con el de los vuelos.
El edificio sufre, en un solo proyecto, la evolución que experimenta
Daily Express. Londres, O. Willians.
Wright desde el Larkin, con núcleos en las cuatro esquinas, pasando por el Hotel Imperial, donde ya ensaya una estructura hiperestática, a la torre de St. Mark y a la torre de laboratorios de la J ohnson, que devienen finalmente en modelos para el B. B.
Pues, ¿cómo no?: habiendo empleado Oíza los mismos principios que Wright en su torre, se acercará cada vez más a las del maestro americano.
El siguiente paso en el proceso estructural p lan teará que, dadas las enormes luces que existen entre las pilas, el problema de saltarlas no se solucionará planta a planta, pero tampoco de una sola vez. Tanto el apoyar el edificio en una sola base o el colgarlo de una sola cabeza parece aberrante, pues no se habrá cambiado la escala de actuación, y la megaestructura no proporcionará las ventajas que importaría dicho cambio de escala. Si, por ej emplo, colgáramos el edificio de una sola cabeza, la suma de descensos o de elevaciones de las distintas plantas en su a lternancia de edificio cargado o descargado provocaría tales problemas constructivos que habría que precompriniir los pilares sometidos a tracción, no obteniéndose ninguna de las ventajas que proporciona la esbeltez, en función de eludir el pandeo al ser el edificio colgado.
Oíza, que conoce muy bien los edificios de oficinas de Amancio Williams o Louis Kahn, ya se ha planteado este tema en el Concurso de Mónaco. Propone varias plataformas hiperestáticas de hormigón en las que apoyar o colgar bandejas muy esbeltas de acero. La torre se constituirá en sectores de cinco plantas colgadas o apoyadas en d ichas plataformas de hormigón. De esta manera, una d e cada cinco plan-
Torre en Fi/adeljia. L. Ka/111.
tas, un veinte por ciento del edificio, puede quedar sin pilares, diáfana. Frente a la enorme tentación de colgar las bandejas de las pla taformas, Oíza d ecide apoyarlas, constituyéndose en planta libre la inmediata inferior a la plataforma, y ganando así todo el espacio de su entrevigado. Otro principio «oiz:,iano» de a rquitectura quedará establecido y será que la altura de una planta es función de la superficie libre d e ésta (principio expresado por los clásicos, tales como Alberti o Palla dio) .
O íza, en un principio, se propondrá alojar en el canto de dichas plataformas los complejos de instalaciones, de modo que cada sector sea autónomo no sólo estructural o funcionalmente ( el B. B. proponía distintos sectores de oficinas, incluso algunas para a lquilar), sino tecnológicamente. Y aquí otra idea «oiz:,iana», la de que el avance tecnológico consiste en la diversificación más que en la masificación, y recordamos su elogio del j eep luna r con un motor a cada una de las cuatro ruedas, o su defensa del Girasol de Coderch, con un ascensor por vivienda, como expresión de modernidad tecnológica. Finalmente, y por compromisos con los ingenieros de estructuras, se sacaron las plantas de instalaciones del entrevigado de las plataformas; pero el tipo, el sistema que resulta, subsistirá más allá del contexto orgánico que lo propone, y en vez de establecerse una sola planta tecnológica en cabeza, permanecerán tres plantas dispuestas sectoria lmente.
Es ta idea de megaestructura horizontal y concepción sectorial de la torre apunta también a l problema de la escala, con las plataformas horizontales como elemento intermedio entre la
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To,re de oficinas. Amancio Willia11.,.
escala de la megaestructura de las pilas que abarca todo el edificio y la de las bandejas apiladas que expresan estratificadamente la escala h umana.
Planteado así el edificio, en su proceso generativo, nos damos cuenta de la cantidad enorme de principios y normas, la cantidad de ideas que concurren para configurarlo. Y de cómo el proyecto resulta d e la invención de una forma donde convergen y confluyen todos esos aspectos, tanto espaciales y funcionales como estructurales y tecnológicos, e incluso constructivos, dando lugar así a un organismo integral. Al final ningún aspecto es consecuencia de otro de una manera mecanicista, sino que todas las variables confluyen en ese esfuerzo integrador de invención que supone el proyecto.
Donde Oíza tiene más dudas es en la formalización exterior de la torre. Si en la concepción del organismo se aprecia una lucha intensa y continua hasta consegir un resultado deseado, en la fachada de la torre se aprecia una irresolución llevada hasta el final.
Ya en la memoria del anteproyecto se entiende un aparente desprecio por el resultado formal, que queda patente en los párrafos que entresacamos a continuación. «Queremos huir de toda argumentación retórica y de todo fachadismo.» «Si tuviéramos que proponer un modelo, pensaríamos en una formulación matemática o en un cerebro electrónico.» «Suscribimos las palabras de H annes Mayer: Este edificio no es hermoso ni horroroso. Demanda ser evaluado como una invención estructural.» «Nuestro problema es el problema de un contenedor homogéneo sin calidad de "obj eto visual" .» «La respuesta a la movilidad de la organización interior y el confort fisioló-
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Almacenes Sclwcken. Mendelsoh11.
gico construyen y fundamentan nuestra forma. Es suficiente problema arquitectónico poner treinta plantas una sobre otra, ponerlas con juicio, como para relegar al olvido ridículas intenciones u operaciones decorativas.»
En un primer intento, y sugestionado por Paco Alonso, Oíza se propone una fachada doble, constructivista, con yuxtaposición de elementos y colapso constructivo. Fachada autón,oma que se concibe como autoportante. De ella mostramos unos dibuj os y una antigua maqueta d e un aeroplano realizada por Sáenz de Oíza en su juventud, en que se sugiere esa posible fachada; fachada donde se hacen patentes las infl uencias de la Torre de Tatlin.
Más tarde el desdoblamiento de la fachada será más jerárquico, planteándose una primera, fachada a bsolutamente tersa con los maineles enrasados, eludiendo toda apariencia estructural, incluso aumentando su condición tersa por la curvatura de las esquinas, y volando desde dicha fachada una segunda, protectora del sol.
Desde el principio, esta segunda fachada estuvo separad a por un vacío de la primera; un vacío en el que, en algún momento, se propusieron escaleras de escape, en clara analogía con las escaleras de incendios de los edificios norteamericanos. Si en muchos momentos este parasol tuvo rejillas o elementos d e vidrio verticales, siempre estuvo constituido por un complejo plano horizontal, que sirve para proteger del sol y para efectuar la limpieza del edificio. Este plano horizontal subrayó siempre ese concepto de apilado de la torre que Oíza tenía en mente. Es dificil no recordar aquel sentido de
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Edificio J olm Deere. Eero Saari11e11.
la expansión horizontal de Wright, y el canto de Walt Wittmann a las vas tas praderas. Igual que aquella viga horizontal autónoma a rrojando sombra sobre la fachada de la Torre de los Caballeros. Del mismo modo que es preciso volver a mirar el Daily Express de Owen Williams, con su fachada tan tersa y esa viga de cuelgue de la barquilla de limpieza. Claro que, en este caso, el parasol horizontal es mucho más potente y está más cerca de la John Deere de Saarinen, aunque con mucha mayor sutileza constructiva, aproximándose a la ligereza del Edificio para la Exposición de Estocolmo de Asplund y con una redundancia que sólo encontraremos en Mendel.sohn.
Lo que hace más intensamente poético al parasol es esa su clara separación de la fachada proponiéndose co-
Exposición de Estocolmo. E. C. Asplund.
mo elemento autónomo, y no mera prolonganción del interior, y arroj ando una sombra que se distingue del propio parasol por una franja de luz correspondiente al vacío de separación; una sombra que se constituye en una banda oscura e intensa según se arroja sobre la tersa superficie de acero, difuminándose al alcanzar el vidrio.
El parasol se convierte en el signo que representa al forjado y la sombra que arroja sobre la fachada, en la imagen virtual del propio forjado. Por otro lado, el parasol conlleva en alguna manera la condición de forjado a l estar constituido por una tensa cinta horizontal, siendo a la vez indicación y relación con un objeto ( el forjado) y también manifestación de sí (como parasol) , construyendo una representación duplicada. Así lo dice la Logique de Port-Royal: «El signo encierra dos
Laboratorios en Leicesler. J. Stirling.
ideas, una la de la cosa q ue representa (un plano horizontal que protege del sol) y otra la de la cosa representada (la bandeja horizontal interior como plano de trabajo) y su naturaleza consiste en excitar la· primera por medio de la segunda.» Como una moneda de oro (y no como en el caso de un billete de papel) , que no sólo representa un precio marcado por ella sino que constituye en sí misma un valor precioso.
Duplicar el signo en la propia sombra que a rroja el parasol, y que casi coincide con el forjado que ind ica, y ocultar ad emás el forj ado median te una tersa y hermética envoltura constituye la culminación de esa exploración lingüística q ue realiza Sáenz de O íza en una asombrosa y exquisita fachada.
Exploración en la que Oíza no se limita a este juego de las referencias «circula res» sino que, lo mismo que en la estructura hace estallar la caja isostática, en el juego del parasol destruye el terso monolito del Banco de Bilbao haciéndolo de una manera no real sino conceptua l y virtual.
Oíza continúa el d iscurso q ue Stirling efectúa en la Torre de Laboratorios de la U niversidad de Leicester sobre el movimiento moderno. Remitimos a l a rtículo de Peter Eissemann publicado en esta misma revista: «Genuinamente inglés. La destrucción de la caj a».
Stirling da un paso más en el proceso de la destrucción d e la caj a clásica. Sobre la dislocación por yuxtaposición en múltiples elementos en la caj a hecha por constructivistas y sobre la desmaterialización fenoménica de la caj a realizada por los cubistas, Stirling es-
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1Hagriue.
ta?lece la erosión conceptual de la CaJa, lo que en O íza se convierte en la destrucción de la caja tanto de un modo conceptua l como virtual.
En la Torre de Laboratorios de Leicester, Stirling llega a tras tocar la , -cntana de vidrio rn volumen sólido por la triangula ridad que establece en la misma. Stirling tras toca asimismo el paño horizon.tal de ladrillo en elemento cr istalino, que de a lgún modo se entiende pasante por detrás del vidrio. Pero aquí, en el B. B., Sáenz de O íza torna las franjas de vidrio horizontales en monoli to acerado y torna el acero del parasol en membrana sutil, casi orgánica, como un a la de mosca o de mariposa, que dialoga con el acero de la fachada de u n modo tr ia ngular, arrojando sobre ella esa increíble som-
bra que sólo podríamos expresar acudiendo a la imagen de un cuadro, favorito pa ra nosotros, de Magritte.
En algún modo el edificio de Sáenz de Oíza quiere ser orgánico en su concepción. Sáenz de O íza rechaza la racionalidad ana lítica, la del operador cinematográfico de Benjamín, que originó el movimiento moderno, pero q ue, degradada , ha dado lugar al Loop de Azca. Del mismo modo que Wright, que rechazó la racionalidad natura l d el Loop de Chicago que dio lugar a aquella degradada Exposición, Sáenz de Oíza aspira a una síntesis no clásica, sino funciona l. Y funciona l en el sentido biológico del término: a una síntesis orgánica.
Pero Sáenz de Oíza acaba pasando de una estructura integral a una estructura abierta, tipológica , en profunda dialéctica con los problemas que le van surgiendo, y también, por q ué no decirlo, con el espíritu de la década que va transcurriendo.
Por las mismas razones la fachada va pasando de ser un elemen to biológico, esa «fachada-esponja d e piel sensible» que reclama en la memoria el anteproyecto, a ser un organismo lingüístico. Va pasando de ser un organismo fu ncional , plena respuesta a solicitaciones de toda índole, a ser un sistema de significaciones.
Sáenz de Oíza y la evolución del B. B. son para nosotros una caj a de sorpresas. Pero él podría con testarnos lo mismo que Walt Wittmann:
«¿Me contradigo quizás? bien, entonces me contradigo. (Soy vasto, contengo multitudes.)»
Alfonso Valdés
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