AGRICULTURA, DESARROLLO Y AUTONOMIA

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Charlie Blatz AGRICULTURA, DESARROLLO Y AUTONOMIA Summary: Agriculture is usually regarded as both an area of need and an arena of opportunity in the 7!conomic development of lesser developed countries. Dangers lurking in agriculture' s role in economic development are also well documen- ted. Still many contend that the benefits can out- weigb the problems by managing agriculture in such a way that it serves basic needs and distribu- tes economic oportunity and benefit in a wide and unbiased fashion. Thus agriculture can be seen as having a legitimate role in economic deve- lopment, if it is made to serve basic needs and what might be called economic autono- my. However, economic can be contrasted with ethi- cal autonomy, the latter being necessary to ac- countability and responsibility for one's own acts. If agriculture' s development served economic auto- nomy while curtailing ethical autonomy, this would pose a serious problem for its justification. Must there be a tension here so that economically justi- fied ag development will always be harmful to et- hical autonomy? Approaching ethical autonomy first through a critique of Alisdair MacIntyre' s discussion of se/f- hood and accountability in the context of practices, and then in a way departing from this view, 1con- trast economic and ethical autonomy and show the objectionable side of favaring the former at the expense of the latter. The contrast is carried out, in part, through contrasting product versus process approaches to agriculture and the disintegrated versus integrated lives that go witb these approa- ches. 1 conclude with an explanation of some of what should be done in ag development policies to ensure both economic and ethical autono- my. Resumen: Por lo común, la agricultura es con- siderada como área de necesidad y como campo de oportunidades en el proceso económico de los países en vías de desarrollo. Los peligros implica- dos en el papel desempeñado por la agricultura en el desarrollo de la economía están bien docu- mentados. No obstante, muchos arguyen que los beneficios pueden ser mayores que los problemas si la agricultura es dirigida de tal manera que sirva las necesidades básicas y, al mismo tiempo, distri- buya la oportunidad económica y el beneficio de un modo amplio e imparcial. Así, la agricultura puede verse como algo que tiene una legítima fun- ción en el desarrollo económico, si está conducida a procurar la satisfacción de necesidades básicas, y lo que podríamos llamar autonomía económi- ca. Sin embargo, este tipo de autonomía puede con- trastarse con la autonomía ética, siendo ésta esen- cial para asumir cualquier clase de responsabili- dad en los actos propios. Si el desarrollo de la agricultura estuviera supeditado a la independen- cia económica, con detrimento de la autonomía ética, resultaría problemático darle una adecuada justificación. ¿Tendrá que haber siempre en el jus- tificado desarrollo económico de la agricultura una tensión provocada por el daño a la autonomía ética que aquél conlleva? Considerando, en primer lugar, la autonomía ética mediante una crítica al tratamiento que Alis- dair MacIntyre hace de la individualidad y del sen- tido de responsabilidad en un contexto práctico, y apartándome después de ese enfoque, pongo en contraste la autonomía económica y la ética, y muestro lo cuestionable de una opción que favo- reciese la primera sin dar la debida atención a la segunda. El contraste es llevado a cabo Rev. Filosofta Univ. Costa Rica, XXVIl (66), 339-348, 1989

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Charlie Blatz

AGRICULTURA, DESARROLLO Y AUTONOMIA

Summary: Agriculture is usually regarded asboth an area of need and an arena of opportunityin the 7!conomic development of lesser developedcountries. Dangers lurking in agriculture' s rolein economic development are also well documen-ted. Still many contend that the benefits can out-weigb the problems by managing agriculture insuch a way that it serves basic needs and distribu-tes economic oportunity and benefit in a wideand unbiased fashion. Thus agriculture can beseen as having a legitimate role in economic deve-lopment, if it is made to serve basic needs andwhat might be called economic autono-my.

However, economic can be contrasted with ethi-cal autonomy, the latter being necessary to ac-countability and responsibility for one's own acts.If agriculture' s development served economic auto-nomy while curtailing ethical autonomy, this wouldpose a serious problem for its justification. Mustthere be a tension here so that economically justi-fied ag development will always be harmful to et-hical autonomy?

Approaching ethical autonomy first through acritique of Alisdair MacIntyre' s discussion of se/f-hood and accountability in the context of practices,and then in a way departing from this view, 1con-trast economic and ethical autonomy and show theobjectionable side of favaring the former at theexpense of the latter. The contrast is carried out,in part, through contrasting product versus processapproaches to agriculture and the disintegratedversus integrated lives that go witb these approa-ches. 1 conclude with an explanation of some ofwhat should be done in ag development policies toensure both economic and ethical autono-my.

Resumen: Por lo común, la agricultura es con-siderada como área de necesidad y como campode oportunidades en el proceso económico de lospaíses en vías de desarrollo. Los peligros implica-dos en el papel desempeñado por la agriculturaen el desarrollo de la economía están bien docu-mentados. No obstante, muchos arguyen que losbeneficios pueden ser mayores que los problemassi la agricultura es dirigida de tal manera que sirvalas necesidades básicas y, al mismo tiempo, distri-buya la oportunidad económica y el beneficio deun modo amplio e imparcial. Así, la agriculturapuede verse como algo que tiene una legítima fun-ción en el desarrollo económico, si está conducidaa procurar la satisfacción de necesidades básicas,y lo que podríamos llamar autonomía económi-ca.

Sin embargo, este tipo de autonomía puede con-trastarse con la autonomía ética, siendo ésta esen-cial para asumir cualquier clase de responsabili-dad en los actos propios. Si el desarrollo de laagricultura estuviera supeditado a la independen-cia económica, con detrimento de la autonomíaética, resultaría problemático darle una adecuadajustificación. ¿Tendrá que haber siempre en el jus-tificado desarrollo económico de la agricultura unatensión provocada por el daño a la autonomía éticaque aquél conlleva?

Considerando, en primer lugar, la autonomíaética mediante una crítica al tratamiento que Alis-dair MacIntyre hace de la individualidad y del sen-tido de responsabilidad en un contexto práctico,y apartándome después de ese enfoque, pongo encontraste la autonomía económica y la ética, ymuestro lo cuestionable de una opción que favo-reciese la primera sin dar la debida atención a lasegunda. El contraste es llevado a cabo

Rev. Filosofta Univ. Costa Rica, XXVIl (66), 339-348, 1989

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desarrollados. Permítaseme explorar brevementeesta línea de razonamiento antes de entrar en elargumento directo a favor del Principio de Autono-mía.

Por lo general, se necesita una producción queintensifique el desarrollo de la agricultura para su-ministrar la comida imprescindible a la fuerza detrabajo saludable fundamental a cualquier plan dedesarrollo. Además, con frecuencia es imperativoun aumento de los rendimientos de las cosechaspara producir alimentos de bajo costo que cubranlas necesidades básicas de nutrición de la poblacióndel país en desarrollo (2). Pero es claro que elaumento del vigor de la fuerza de trabajo o la co-bertura de las necesidades alimenticias básicas delos de un país en desarrollo los encaminan haciaun incremento de su autonomía. Cuando menos,la autonomía implica la capacidad física, la compe-tencia y el autocontrol necesarios para la acción,así como cualquier cosa que sea que nos hace inde-pendientes de los demás en forma tal que estemosseguros de que una acción está bajo nuestro control,en un sentido apropiado (3). La mejora de la dietade los miembros de la población en cuestión mejo-rará o sustentará su capacidad física de actuación,y asimismo aportará una condición necesaria parala acción competente y autocontrolada. Así pues,en la medida en que todo desarrollo defendibledebe procurar la nutrición de la gente de un país,debe también favorecer, o no debilitar, varios delos ingredientes de la autonomía.

El aumento de la producción agrícola prometetambién una rápida expansión del empleo y de lasoportunidades de ingresos. Esto ocurre indepen-dientemente de si las cosechas agrícolas incremen-tadas se dedican a la exportación o al consumodoméstico, y de si la renta generada queda para elconsumo personal de bienes domésticos e importa-dos o se emplea en planes de sustitución de impor-taciones. Con la expansión del empleo y de lasoportunidades de ingresos, sin embargo, la produc-ción agrícola incrementada también favorecerá loque podemos llamar la autonomía económica delos que viven en países menos desarrollados. Loconseguirá sólo con brindar a los individuos bene-ficiados las oportunidades de ejercitar su autonomíaa través de la búsqueda de preferencias para obtenerganancias. El ejercicio de tal autonomía económicarequiere ser (técnicamente) racional " ... en la elec-ción del acto disponible (A) que lleva al máximolas probabilidades de realizar el resultado (preferi-do)," y (económicamente) racional en la identifica-ción de cuál es, en una ocasión dada, el resultado

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comparando las aproximaciones a la agriculturaque son meramente productivas, y las que tambiéntiene en cuenta los procesos de actuación, y nosólo los resultados. La comparación se detiene asi-mismo en consideraciones acerca de la desintegra-ción vital que se deriva del primer planteamiento,frente a la integración que surge del segundo. Con-cluyo con la exposición de ciertas medidas quedeben tomarse para que la política de desarrolloagrícola garantice tanto la autonomía, como laautonomía moral.

Se ha considerado a la autonomía como unaimportante cuestión ética en la planificación y ges-tión del desarrollo. Algunos incluso parecen adop-tar lo que podemos llamar el Principio de Autono-mía:

1. Un plan o proyecto de desarrollo se justificaéticamente sólo si potencia de algún modo, o almenos no debilita, la autonomía de los del país endesarrollo (1).

A continuación quiero proponer una defensa ge-neral de este principio y un ejemplo específico decómo funciona. La defensa a la que aspiro es gene-ral en el sentido de que debería ser aceptable almargen de la posición ética que pueda adoptar unplanificador de desarrollo. El ejemplo que exploroconsiste en usar el principio para evaluar las polí-ticas de desarrollo agrícola de Sri Lanka.

Necesidades básicas, oportunidades económicasy Principio de Autonomía

Puede elaborarse un argumento general a favordel Principio de Autonomía directa o indirectamen-te. Procediendo de forma indirecta intentaríamosprimero identificar objetivos distintos de la autono-mía, pero constantes a un desarrollo justificado,resultados sin los cuales no se justificaría un plande desarrollo. Una vez identificados tales objetivos,se trataría de mostrar que los progresos alcanzadosen su realización también potenciarían la autonomíade los del país en desarrollo. Un argumento generaldirecto intentaría mostrar que la autonomía es ensí misma un objetivo constante de todo desarrollojustificado.

Pensar en el desarrollo agrícola trae a colaciónun argumento de tipo indirecto. Esto se debe a quela agricultura es simultáneamente un sector de co-bertura de las necesidades básicas y una esfera deoportunidades para la gente de los países menos

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particular que responderá a la descripción de suspreferencias en la obtención de beneficios (4). Elincremento de la producción agrícola en formasque hagan aumentar las oportuniddades de obten-ción de beneficios incrementará, de esta manera,las oportunidades de desarrollo y del ejercicio dela autonomía económica. Así pues, en la medidaen que el desarrollo defendible debe tener por metaproporcionar oportunidades de búsqueda de benefi-cios, también debe procurar la posibilidad de expre-sión de la autonomía en la actividad económica.

El desarrollo agrícola dirigido a la mejora derendimientos parece aportar, pues, un par de argu-mentos indirectos a favor del Principio de Autono-mía. Si atender a la salud de los trabajadores, a lasnecesidades básicas y a las oportunidades económi-cas de los habitantes del país en cuestión condicionala justificación de un plan de desarrollo, tambiénlo condicionan los ingredientes y las oportunidadesde autonomía de algunos de esos habitantes. AlPrincipio de Autonomía, pues, tal vez le quedaesperar alcanzar a la gestión y planificación deldesarrollo montado a lomos de la preocupación porel vigor, la nutrición básica y la oportunidad eco-nómica. No debemos, sin embargo, hacer dependeral Principio de Autonomía de montura tan pocosegura.

En primer lugar, al Principio de Autonomía leconcierne la autonomía de todos los que están enun país en desarrollo. El desarrollo agrícola parael incremento del rendimiento de las cosechas, porotra parte, puede beneficiar el bienestar de algunosde los habitantes de un país, a expensas de otros.

El rendimiento creciente de las cosechas de-pende muchas veces del uso de nueva tecnologíaagrícola, incluyendo, por ejemplo, el regadío y losproductos químicos relacionados con las nuevasvariedades de alto rendimiento (VAR) de cultivos,especialmente las VAR de cereales como el arroz.Desgraciadamente: 1) El acceso "adicha tecnologíay el uso apropiado de ella dependen muchas vecesdel crédito de bajo interés y de la educación, doscosas típicamente a disposicción sólo de los mayo-res propietarios, (5). Así el necesario desarrollo agrí-cola corre el riesgo de incluir sólo a los más pudien-tes como participantes de pleno derecho. Cuandoesto ocurre, para los menos pudientes el resultadoes, a menudo, menos ganancia, menos trabajo eincluso (en el caso de los más pobres) menos comi-da. 2) Las tierras en alquiler pueden hacerse másvaliosas para el dueño si son labradas por peonesen vez de arrendatarios, a no ser que los alquileressuban y el arrendamiento pierda seguridad (6).

3) La mecanización costosa no tiene por qué ir ala par con la tecnología de las VAR, ni tiene porqué costar puestos de trabajo, ya que reemplaza eltrabajo animal (7). Sin embargo, en otras aplicacio-nes sí es detrimental a los puestos de trabajo y ala competitividad de los pequeños productores. Undesarrollo agrícola que promete mayor productivi-dad corre, pues, el riesgo de favorecer a un grupode productores dentro del país en desarrollo (8).No hay, pues, garantía de que el desarrollo agrícolaque se justifica por atender al vigor, necesidadesbásicas y oportunidades económicas de algunos enun país atienda de la misma manera a la autonomíade todos los del país como quiere el Principio deAutonomía.

La posibilidad de que el desarrollo agrícola nopueda satisfacer las necesidades de bienestar econó-mico y alimenticio de muchos en el país en cuestiónha llevado a algunos a proponer reformas socialese institucionales que vayan a la par del planeadodesarrollo en la agricultura (9). Estas aseguraríanuna distribución equitativa de las coberturas a lasnecesidades básicas de nutrición, sumada a oportu-nidades de búsqueda de beneficios dentro del plande desarrollo. Con la adicción de tales previsionesde justicia, podríamos ampliar las perspectivas deun plan para que incluyeran la mejora de todoscuantos hay en el país. Y, al tiempo, facilitamosun argumento indirecto a favor del Principio deAutonomía y su preocupación por la autonomíauniversal.

No obstante, aunque se complemente la preocu-pación de un plan de desarrollo por las necesidadesy las oportunidades con medidas encaminadas a lajusta distribución de las mismas, no se podrá obte-ner un argumento fuerte a favor del Principio deAutonomía. El problema es que un plan de desarro-llo, a la vez que puede apoyar indirectamente a laautonomía gracias a la alimentación y las oportuni-dades, puede igualmente socavar la independenciade acción, haciendo a la gente de un país éticamentedependiente de la élite política y económica. Re-cuérdese que los esclavos pueden estar bien alimen-tados, pero subdesarrollados y éticamente en gravesdificultades. Y se nos dice a menudo que hasta loseconómicamente afortunados pueden esclavizarseen la rutina improductiva y alienante del afán deganar (lü). A los bien alimentados y económica-mente prósperos puede faltarles la independenciaen el control de sus actos, por ser incapaces dereflexionar debidamente sobre sus opciones, deci-dir cuáles de ellas se justifican según alguna norma,y finalmente actuar en consecuencia. Podrían

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agente de forma que pueda ser realizada en algunascircunstancias con cierta preparación, nunca tendrálugar, y la diferencia que habría sido causada porla conformidad a la regla nunca llegará a existir(13). En ese caso, la regla carecería totalmente desentido. Así pues, algunos agentes tendrán algúncontrol sobre si conformarse con las reglas quetienen sentido, o no.

C) ¿Quiénes son estos agentes? Las reglas seaplican sólo a los que poseen ciertas características- siendo válidas las reglas de promesa sólo paralos que hacen promesas, las reglas de no hacerdaño sólo para los dañinos en potencia, y así suce-sivamente. Así el que una regla tenga cierto sentidose apoyará en la posible conformidad de aquéllosa los que se dirige.

D) De este modo, si una regla es justificable,aquéllos a quienes se aplica tendrán bajo su controlindependiente, para una gama de circunstancias,la determinación de si actúan o no como la reglales indica. Son autónomos o auto-determinadoscon respecto a la regla. Por un lado, pueden actuarcomo agentes éticos al conformarse con la nonna,pero, por otro lado, son capaces de perseguir cual-quier otra meta y de rechazar la conformidad conla norma. Veamos un poco más los requisitos dela autonomía como ente ético.

La autonomía ética no ha de abandonar las de-cisiones al capricho o a cualesquiera reflexionesen que el agente pueda ocuparse. Eso no aseguraríael control como agente ético. Una regla ética seofrece para guiar la conducta mediante una llamadaa la razón sobre qué es justificable o no (14). Elcontrol en cuestión nace (por lo menos) de la refle-xión del agente sobre lo que la regla requiere ysobre lo que es o no es éticamente justificable, yde su consiguiente decisión de hacer o no hacer loque la regla exige. De esta manera, si una reglaética es justificada, requiere la autonomía de aqué-llos a quienes se aplica.

Permítaseme ser más específico. La autonomíaética es comparable con la autonomía económicaen ciertos puntos. Esta última implica ser auto-de-terminado por nuestras decisiones, así como inten-ción de aspirar a una meta, a saber, la obtenciónde beneficios, o rechazar esa aspiración. La auto-nomía ética implica ser auto-determinado por nues-tras decisiones e intenciones de poner por hecho uomitir lo que la reflexión identifica como el actojustificado (en oposición a injustificado). Además,lo que sitúa al acto bajo el control del agente econó-mico es que viene dirigido por su decisión debida-mente razonada (es decir, teórica y económicamente

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enredarse en la persecución de objetivos que lareflexión les llevaría a rechazar, haciendo cosasque no harían si hubieran reflexionado sobre lo quees razonable hacer o dejar de hacer. Les faltaría laindependencia o el autocontrol de un ser (mínima-mente) ético, y por lo tanto no serían autónomos.

Por consiguiente, hemos de pasar de las consi-deraciones indirectas a las directas en beneficio delPrincipio de Autonomía. Necesitamos un argu-mento directo que no pase por alto ese elementode independencia que sitúa la acción autónoma bajoel control de los individuos que participan comoentes éticos en un plan de desarrollo. Lo que usa-remos en lo que sigue para evaluar el desarrolloagrícola de Sri Lanka es el Principio de Autonomía,defendido sin perder de vista esta independenciade los participantes.

Tal argumento directo no está demasiado alejadosi recordamos lo siguiente. Los planes de desarrollocontienen declaraciones de metas, objetivos, proce-dimientos, etc., que dan instrucciones sobre lo quelas poblaciones en cuestión deben hacer para quese produzcan los beneficios de desarrollo previstos.De esta manera, el contenido de un plan de desarro-llo puede especificarse, en gran medida, como unconjunto de directrices éticas a varios grupos deindividuos (11). El plan se justificará sólo si esasdirectrices se justifican. Es más, creo yo; si losmiembros de estos grupos son incapaces de actuarbajo estas directrices como seres autónomos, inca-paces de actuar como entes éticos al seguidas, nosolamente fracasará el plan, sino que le habrá fal-tado desde el principio su razón de ser. Me expli-caré.

La autonomía como (directamente) necesaria aldesarrollo.

A) Si una pauta ética se puede justificar, en-tonces tiene algún sentido. Esto es, la conformidado falta de conformidad con la pauta causa algunadiferencia en la vida de quienes están sujetos a ella,o en la vida de otras personas. Si no, nada puededistinguir el caso en que hay conformidad del casoen que no hay. Y entonces la adopción de la pauta(o su rechazo) sería totalmente arbitraria, una sim-ple cuestión de completa indiferencia (12).

B) Sin embargo, si una nonnajustificada tienealgún sentido, entonces, dentro de unos límites uotros, la acción que requiere está bajo el controlde ciertos agentes. Después de todo, si la acciónno se encuentra en el posible repertorio de ningún

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racional) de cómo llevar al máximo la obtención debeneficios, o de no hacer tal cosa. En el ejercicio dela autonomía ética, lo que da el control al agente esque éste dirige la acción mediante su decisión (debi-damente razonada) sobre cuál de sus opciones resul-tará en lo que está justificado éticamente, o cuál no.

E) Así pues, si se quiere que un plan de desa-rrollo agrícola y económico sea justificado, y porlo tanto tenga algún sentido, aquéllos a los que sedirige tendrán que ser éticamente autónomos. Si lapolítica fuera incompatible con su autodetermina-ción ética, o le resultara dañina, entonces no tendríasentido o destruiría su sentido, y por ende seríainjustificable o destructora de su justificabilidad.

Considérese el caso de Sri Lanka (16). Supon-gamos que un plan de desarrollo agrícola requierela distribución de tierras del estado para la expan-sión del empleo en el sector agrícola. Y suponga-mos que la distribución está altamente politizada,pero en el nivel local. Esto es, que si los individuosquieren tener éxito al tratar de asegurarse para síuna parcela de las tierras del estado, tendrán queprocurarse el favor local. En tales circunstancias,como señala Mick Moore: "El tema a discutir (noserá) el nivel de conjunto de redistribución de tierraestatal, sino quién debe recibir un trozo de terrenoespecífico en una localidad dada (17).

Como resultado, los pequeños tenedores de tie-rra actuales, y los aspirantes a serlo, junto con losque no tienen tierra, gente toda que tiene voto yque podría usarlo para ejercer algún control sobreel plan de desarrollo en el nivel nacional, no lohace. Su revisión ética se limita al nivel local dondeestán más directamente a la merced del poderoso.La autonomía ética es así sacrificada por la mismaestructura de la administración del desarrollo agrí-cola. Tal sacrificio significa que no podrá cumpliruna necesaria condición de defendibilidad.

F) Pero ¿cuántas personas nos preocupan?Cuanto más se extienda un plan de desarrollo poruna sociedad, acarreando la participación de másy más miembros de la misma, más dependerá sujustificabilidad de la autonomía ética de toda lapoblación. Y cuanto más anónimo sea un plan dedesarrollo en no restringir claramente quiénes pue-den ser los participantes necesarios, mayor será ladependencia de su justificabilidad en la autonomíaética de cualquiera. Teniendo en cuenta que losplanes de desarrollo dependen de un orden civil almenos general, y que son generalmente anónimosen su propósito, no es aventurado decir que nece-sitarán la autonomía ética de toda la población delpaís.

Esta no necesita ser informada totalmente ni sercapaz de reflexionar sobre los detalles de toda ini-ciativa de desarrollo propuesta. Pero necesita sercapaz de revisar éticamente algunos de esos deta-lles, y de tomar una decisión sobre ellos. Y lasbases para esto, un conocimiento de los métodos(acaso sólo locales) de valoración ética y unos prin-cipios elementales de ética serán comunes a todoslos implicados.

Pero ¿y si los miembros de esa sociedad no sonéticamente autónomos con respecto a las directricespropuestas para un cierto plan de desarrollo P?Aún así puede haber otro plan, P, con respecto alcual la sociedad en líneas generales será autónoma,y que, si se siguiera, haría a esa gente igualmenteautónoma con respecto a las disposiciones de P.Por consiguiente, supongamos que un plan de de-sarrollo agrícola que requiere tecnología de la lla-mada revolución verde está totalmente fuera delalcance del nivel de complejidad tecnológica delos miembros de la sociedad. Con todo, otro planjustificado puede requerir, simultáneamente, el in-cremento de la agricultura intensiva local de caraa la cobertura de necesidades alimenticias y deempleo, y programas educativos dirigidos a la me-jora del nivel de complejidad tecnológica de lapoblación. Ir más despacio y no caer en el paterna-lismo podría ser el consejo.

Más allá de la autonomía económica en el desa-rrollo justificable

Hasta aquí el argumento general a favor delcondicionamiento del desarrollo a la autonomía delos miembros de la población estudiada. Ahora he-mos de ser más específicos al tratar el autocontrolo ingrediente de independencia de la autonomíaética y sus efectos en un plan de desarrollo real.Vayamos a un ulterior análisis de la auto!Wm!ªética y a las implicaciones de estos aspectos en elplan de desarrollo de Sri Lanka. Recuérdense lasdeliberaciones sobre la autonomía económica. Enésta, la autodeterminación proviene de las decisio-nes que se basan en una revisión de la mejor manerade aspirar a una obtención de beneficios sostenida.La reflexión se concentra en los mejores mediospara el fin económico (18). De este modo, elproductor agrícola económicamente autónomopuede representarse como alguien que no tiene másobjetivo que la persecución de beneficios, alguiendispuesto a adoptar cualquier tecnología, y a dar alos recursos, animales, obreros y vecinos

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prácticamente cualquier uso que sea necesario parala eficaz consecución de los fines económicos (20).

Poniéndolo de otra manera, el fin económico esseparable de los esfuerzos del productor agrícola.La agricultura no es el único medio (o ni siquieranecesariamente un medio) de llegar a la consecu-ción del beneficio como finalidad. Por lo tanto, laproducción agrícola y cualquiera de sus técnicasparticulares será valiosa sólo como medio promete-dor y conveniente de cara a un fin cuya consecuciónpuede proceder de un modo totalmente distinto. Elbien de la producción agrícola es separable o, comodiría Alisdair Maclntyre, externo a los procesos deesa producción. La vida del productor se fracturao se desintegra al ser la finalidad de sus actividadesuna cosa Y up objeto de valor en sí misma, y otracosa muy distinta y carente de importancia en sílas actividades o procesos de consecución de talfinalidad. Nada intrínseco a lo que Maclntyre lla-maría a esa actividad organizada -la práctica delcultivo-; nada de entre los bienes que los campe-sinos obtienen meramente a través de esa práctica;nada dentro del conjunto de reglas para el cultivoadecuado reconocidas, impuestas, perpetuadas yalteradas por quienes practican la actividad seráimportante en sí para el productor agrícola econó-micamente autónomo. Para tal productor no mere-cerán la pena lo que Maclntyre llama bienes inter-nos de la práctica del cultivo, esto es, los procesosmismos de cultivo llevados a cabo de manera talque resulten excelentes para los criterios aplicablesal campo (21). El individuo económicamente autó-nomo renunciará a las preocupaciones y recompen-sas de vivir una vida integrada en la que sus preten-siones se realizan en los procesos de sus esfuerzos.y esto tiene su precio.

Todos sabemos que la satisfacción que conllevala obtención de beneficios en sí misma tiene unlímite. No hay garantía de que cuando se persiguenlos beneficios en un área como la agricultura nose convierta el beneficio mismo en tan odioso ofalto de interés que sintamos como si el propiogusto por la vida se hubiera vuelto amargo. En unapuro semejante es posible que nos demos cuentade que hemos suscrito un compromiso que no estátotalmente bajo nuestro control. Con que hubiéra-mos pensado un poco más en nuestra fuerte prefe-rencia por el beneficio en sí y hubiéramos sometidoesto a un examen crítico que nos hubiera reveladomás claramente su naturaleza y su costo (algo quepresumiblemente podríamos haber hecho), podría-mos haber decidido de manera distinta y haber de-terminado nuestro camino de diferente forma. Por

tanto, nuestra decisión, tomada sin el beneficio dela reflexión sobre los procesos de vivirla, no fuetan autónoma éticamente como podría haberlo sido,

La lección inicial es esta. Si el desarrollo agrí-cola que incrementa producción y beneficio ejustificado y por tanto no limita la autonomía ética,la participación en él no se debe promover comoun medio de llegar a la zanahoria de oropel de laobtención de beneficios; por lo menos no de formaque .lleve a sus adoptadores potenciales a ignorarel carácter: del proceso y los bienes internos delesfuerzo. Esta lección es válida, por supuesto, tantopara los llamados países desarrollados como paralos menos desarrollados.

Maclntyre parece ofrecer una alternativa cuandoconsidera al cultivo una práctica y cuarido sugiereque se nos convierte en quienes somos gracias alos roles que desempeñamos, generalmente en lasociedad y más concretamente en las prácticas dela sociedad (22). Como practicantes del cultivo,guiaríamos nuestra conducta hacia la consecuciónde (los bienes internos o) las recompensas de laparticipación excelente en sí misma y restringiría-mos nuestras decisiones por medio de las tradicio-nes y normas del área de esfuerzo misma. No per-deríamos de vista tales consideraciones.

Sin embargo, sostengo que ser partícipe en unapráctica no es el camino hacia la consecución dela autonomía. Maclntyre hace notar dos cosas quedebemos tener presentes. En primer lugar, a me-nudo se nos "recluta" para los roles que desempe-ñamos en la sociedad, y, una vez ahí, para nuestropapel particular en las prácticas a las que nos dedi-camos (23). Las presiones sociales, el empleo o lasalud de los padres y nuestras oportunidades deeducación o empleo restringirán nuestras reflexio-nes. El resultado es que nuestra decisión de desem-peñar o consentir en un rol no reflejarán lo quehabríamos escogido basándonos en una revisióncrítica de nuestras opciones.

En segundo lugar, las normas o tradiciones deuna práctica no están sujetas a revisión por partede practicantes individuales. De alguna manera queMaclntyre no explica, estas tradiciones o normaspueden cambiar con el tiempo. Pero su autoridadno invita a la puesta en entredicho individual (24).Así pues, en la conducta cotidiana de la práctica,se esperará de los individuos que no reflexionenacerca de la justificabilidad de lo que están haciendomientras ello se atenga a las normas de la práctica.

No cerrará la agricultura de desarrollo, si eséticamente defendible, los ojos de los participantesa las recompensas y normas internas de la práctica

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agrícola. Ni, al mismo tiempo, les sepultará en lapráctica, ofreciéndola como una opción para seradoptada sin reflexión crítica y luego asumida sinpreocuparse por la corrección de sus procesos. Peroentonces, ¿qué?

Recuérdese que una decisión no puede estar to-talmente bajo control de una persona si, reflexio-nando, esa persona no la tomaría de la misma formapor querer tomar en consideración su impacto enotras preferencias o intereses que tiene. Una deci-sión será éticamente autónoma sólo si contribuyea una vida integrada. una vida ordenada por lapercepción de lo que se prefiere tras la revisión delprobable impacto mutuo de todos nuestros propues-tos objetivos y aspiraciones. Lo que queremos es-pecificares la forma que tal revisión tomaría inde-pendientemente de su incorporación a una búsque-da, e independientemente de su incapacidad paracriticar su fin y sus medios. Una revisión así pro-ducirá decisiones encaminadas a la consecución delo que yo llamo "interés alienable o revisable"mediante la selección de lo que asimismo es alie-nable (25). Esto es, nuestra selección de medios/fi-nes estará bajo nuestro control en virtud del hechode que cuando la revisamos en relación con otrosintereses nuestros, pensando en integrarla con ellos,muy bien podemos desviamos de un par medios/fi-nes y acercamos a otro.

Por lo tanto, la autonomía ética trasciende laslimitaciones de la fascinación que la autonomíaeconómica tiene por los bienes externos. Y tras-ciende la participación en prácticas. Los agenteséticos autónomos deben tomar decisiones encami-nados a la consecución de intereses bien integradosyalienables a través de (un compromiso alienablecon) ciertos medios.

La lección para la agricultura de desarrollo pa-rece ser clara. Los planes de desarrollo justificablesno impondrán el empleo o el uso de una tecnologíaen forma tal que lleven a los participantes a hacerselecciones de medios/fines inalienable s o mal in-tegradas, mientras deciden participar o no y cómohacerlo. Por lo que a esto se refiere, el desarrolloagrícola de Sri Lanka, por ejemplo, parecería quemerece un veredicto dividido. Me refiero a las dosgrandes dimensiones de ese desarrollo, la reformaagraria de 1972 y 1975, Y los proyectos de coloni-zación o repoblación de la Zona Seca.

Los informes hechos sobre la reforma agrariaindican que cambió muy pocas cosas en el uso yestructura de la tenencia de la tierra (28). Las par-celas se dejaron en manos de arrendatarios de lospueblos de mediano tamaño o fueron a parar a

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trabajadores de haciendas que no conocían sino lasprácticas cosechadoras tradicionales, y no teníangran interés en una significativa diversificación deluso de la tierra. Algunas propiedades venían enparcelas tan pequeñas que revirtieron al gobiernoy continuaron en uso tradicional. Por último, losarrozales labrados por arrendatarios fueron exclui-dos de la redistribución. En resumen, parece serque la reforma agraria sólo obtuvo un éxito parcialen revitalizar o al menos evitar la ruina de la auto-nomía ética. En su mayor parte atascó a los produc-tores en tradiciones de prácticas de cultivo que seaplicaban desde antiguo en las tierras en cuestión.Sus compromisos de medios/fines no eran aliena-bles, dadas las oportunidades de la reforma agraria.

Los proyectos de repoblación de la Zona Secafueron tentativas sumamente ambiciosas y caras decrear empleo, aumentar las cosechas y reducir laspresiones de población y pobreza en las sobreutili-zadas regiones agrarias de la Zona Húmeda. Ladisminución del tamaño de las parcelas y el deseode mayores cosechas requería tecnología VAR(27). Sin embargo, como antes se indicó, la gestióngubernativa en el nivel de aldea o más alto noaseguró la comprensión generalizada de la tecnolo-gía misma o del sistema gubernamental de créditoque la pudiera haber hecho ampliamente asequible(28). El problema de esta política mediatizada porel tamaño es que degradó la autonomía ética dealgunos productores incapacitándolos para com-prender y sopesar en tu totalidad los relativos mé- .ritos de las posibles tecnologías. De esta manera,los compromisos de medios/fines de los arrendata-rios no podían estar bien integrados, dadas las opor-tunidades que presentaban los proyectos de repobla-ción de la Zona Seca.

Hacer que los compromisos de medios/finessean alienables y bien integrados no es suficiente,sin embargo. Lo que hay que considerar ahora esla eliminación de mediatizaciones derivadas de nohaber dado la importancia debida a las pretensionesde otros. En otro lugar he mantenido que las preten-siones de otros tienen peso para la persona ética-mente autónoma. La racionalidad de acción, consi-derada como parte del ser ético, no se centra sola-mente en sí misma (29). Los méritos relativos delas pretensiones, y hasta su mera racionalidad, des-cansan en parte en cómo encajan con los esfuerzosde los demás. Cuánto peso exactamente hay quedar a -las aspiraciones de los demás y de acuerdoa qué principio hemos de ponderar a unas contraotras y contra los intereses personales en conflictoson preguntas de ética normativa que no nos atañen

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que nos indiquen hasta qué punto una persona ade-cuadamente reflexiva debe luchar por conseguirdebe tratar de usar la información que quepa a lahora de incluir los probables intereses futuros enla valoración de los planes y aspiraciones de desa-rrollo de hoy. No es ésta, sin embargo, una cuestiónde sí o no, sino de cómo y cuándo. En la medidaen que no se consideren, las decisiones subsiguien-tes pueden no ser del todo éticamente autónomas.

Perrnítaseme particularizar el concepto con unúltimo ejemplo del desarrollo agrícola de Sri Lanka.Según la evaluación final de la OIT de los proyectosde colonización de la Zona Seca, se dejó fuera alas siguientes generaciones en un evidente descuidode las necesidades de crecimiento, es decir, de lasnecesidades de los hijos y nietos de los primeroscolonos (35). Si esto es así, los planificadores yadministradores, e incluso los participantes a quie-nes se obligó a no tener en cuenta a las generacionesfuturas, no fueron completamente autónomos ética-mente. La OIT critica la agricultura de desarrollode Sri Lanka por hacer peligrar el crecimiento ennombre del bienestar. Tal vez la crítica sea mere-cida, pero esto es irrelevante al verdadero proble-ma. El razonamiento presentado en este trabajomuestra que dar prioridad al crecimiento frente albienestar, o incluso conseguir varias formas deequilibrio entre ellos puede todavía no ser suficientepara dar como resultado una agricultura de desarro-llo justificada. La razón de esto sería no haberpodido evitar la limitación de la completa autono-mía ética de los participantes en el desarrollo. Nodebemos permitir que nuestro celo por la mejoraeconómica, por el bienestar como-atención a lasnecesidades básicas, o incluso por el crecimientode las oportunidades de dedicarse a la búsqueda debeneficios o a la satisfacción de necesidades bási-cas, nos lleve a aprobar planes de desarrollo agrí-cola (o de otra clase) que resulten en perjuicio dela autonomía ética. Los participantes han de sercapaces de revisar el plan de desarrollo y de decidirsu participación a la luz no sólo del bienestar deotros participantes en ese momento, sino tambiéndel bienestar de las futuras generaciones. Es nece-sario que su participación esté bajo su control me-diante su sensibilidad a tales consideraciones. Estaes la lección.

CHARLIE BLA TZ

en este momento (30). Pero no podrá haber autono-mía ética completa en ausencia de deliberacionesinformadas por algunos de estos principios y pon-deraciones.

Sri Lanka nos ofrece una vez más un apropiadoejemplo. Considérese la composición y funciona-miento de los Comités de Cultivo locales que, desdela primera Ley de Arrozales que se aprobó en 1958hasta mediados de 1977, debían tener como finali-dades la de vigilar las reformas al sistema de tenen-cia y la de " ... dedicarse a la organización y desa-rrollo del cultivo de los arrozales" (31). Las refor-mas iban encaminadas a la normalización de alqui-leres asequibles y al incremento de la seguridad enla tenencia de la tierra. Asimismo, el sistema decomités pretendía acrecentar la seguridad laboralde los arrendatarios.

En su mayor parte, como sugiere su abandono,el proyecto de gestión fracasó, en parte porquenunca funcionó de manera que contase con el apoyoy la participación de los colonos (32). El funciona-miento del comité fomentó un sistema en que nilos dueños de la tierra ni los arrendatarios excluidossopesaban sus opciones en formas que concedieranel peso debido a las aspiraciones de todos los inte-resados. Toda reflexión racional que existiera enla base de la revisión de fines y medios se concentróen intereses personales -cualquiera que fuera suobjetivo-. De este modo la autonomía ética fuemermada (33).

Aun los compromisos de medios/fines que sonintegrados, alienables y, como se acaba de descri-bir, informados de modo interpersonal no reúnenlas condiciones para ser éticamente autónomos, em-pero. Ninguna de estas restricciones asegura queel agente no hubiera cambiado de opinión respectode una opción que no escogió, sólo con que hubierareflexionado acerca de la importancia de sus proba-bles aspiraciones futuras y acerca de las aspiracio-nes de cuantos pertenecieran con probabilidad aese futuro. De nuevo precisaremos de la ayuda dela ética normativa para saber con precisión cuálpodría ser un principio justificable que nos permi-tiera juzgar si una opción de fines/medios sopesao no indebidamente las probables aspiraciones fu-turas (34). Asimismo, el agente precisará de ciertoconocimiento más o menos detallado de la cabidaque hay en la sociedad y en la tierra para futurosintereses. Dicha información, por supuesto, ni seencuentra disponible o asequible fácilmente en elmomento, ni se puede reducir en seguida a juiciossobre lo que es justificado. Por lo tanto, nos vana hacer falta también unas directrices normativas

Autonomía, desarrollo y lucha contra el hambre

Así pues, el desarrollo agrícola en particular yel desarrollo económico, en general, no son

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éticamente defendible s si causan daño a la autono-mía ética o no la alimentan. La consideración dematerias de política con especial atención a la agri-cultura de desarrollo de Sri Lanka ha conducido auna especificación de parte de lo que podría aquíestar en cuestión. La discusión sólo se asoma a lasconsideraciones a que debe ser sensible una personaéticamente autónoma. Sin embargo, hemos apren-dido que tal actividad de agente requiere decisionesque reflejan la consideración debidamente sopesa-da: a) de lo que la participación en el proyecto dedesarrollo es probable que haga con los interesesintegrados 'y alienables del propio agente, b) de loque es probable que el proyecto haga a los demáspresentes en la actualidad, e) de lo que es probableque el proyecto haga a la capacidad de satisfacciónde las aspiraciones de los miembros de las genera-ciones futuras, dada la cabida en recursos e institu-ciones para la consecución de dichas aspiraciones.

Sin duda, aun esta limitada proposición pareceráentusiasta, ·cuando no desorbitada. A la mayoríade quienes vivimos en los llamados países desarro-llados nos resulta difícil llevar una vida de autono-mía ética que contenga la clase de independenciao de control de las acciones condicionante de undesarrollo defendible. ¿Qué sitio puede tener estaautonomía al hablar de los campesinos de Sri Lan-ka? ¿No hay una hubris obscena en recomendarque se limite el desarrollo de manera tan sofistica-da? ¿Es la autonomía ética un ideal tan sólo, y nouna inquietud ética seria? ¿No son las necesidadesbásicas los únicos objetivos constantes del desarro-llo justificado?

Dos réplicas para terminar: En primer lugar,hacemos flaco servicio a los que viven en paísesen desarrollo si asumimos que la total autonomíaética no está a su alcance (38). En segundo lugar,aun no siendo aSÍ, no debemos confundir desarrollodefendible con algo como la lucha cóntra el hambre.La implicación de esto último parece ser la de quela vida merece la pena en las condiciones que sean.He defendido que esta asunción no debe guiar lapolítica de desarrollo. El desarrollo defendible res-peta la autonomía ética de todos los participantes.Y, aun cuando esto requiere las necesidades bási-cas, va mucho más allá de ellas. Lo que las nacionesdesarrolladas adeudan a las que están en desarrollo,y lo que las naciones en desarrollo se adeudan a símismas es mucho más que meramente vida (37).

NOTAS

(1) Véase por ejemplo, Onora O'Neill, Faces of Hunger:An Essay on Poverty, Justice and Development (London:

Allen & Unwin, 1986). Considérese también Peter L. Berger,Pyramids of Sacrifice: Political Ethics and Social Change (NewYork: Basic Books, Inc. Publishers, 1974) pp. 168-169, YWendell Berry, "Living in the Future: The 'Modern' Agricultu-ral Ideal", en Wendell Berry, The Unsettling of America, Cultureand Agriculture (New York: Avon Books, 1977).

(2) El origen preciso de la prioridad de las necesidadesbásicas, ya sea un valor vital básico, ya sea un derecho de lavida humana, o cuestión de equidad o cualquier otra cosa, nonos concierne en este lugar.

(3) Véase Lawrence Haworth, Autonomy: An Essay in Phi-losophical Psychology and Ethics (New Haven: Yale Universitypress, 1986), Capítulo 1, entre otros.

(4) Haworth, Autonomy, pp. 30-35.(5) Véase Peter Richards y Wilbert Gooneratne, Basic

Needs, Poverty and Government Policies in Sri Lanka (Ginebra:Organización Internacional del Trabajo, 1980), pp. 118-127.

(6) Véase Richards y Gooneratne, Basic Needs, p. 109.No es sorprendente el resultado en vista del valor de las ayudasa los precios para arrozales relativo al costo de producción.Véase la p. 112 de Basic Needs.

(7) véase, por ejemplo, ibid., p. 109 Y Yujiro Hayami yVernon W. Ruttan, "The Green Revolution: Inducement andDistribution", The Pakistan Development Review, XXIII, Pri-mavera, 1984, passim,

(8) Véase, por ejemplo, Richards y Gooneratne, BasicNeeds, p. 123 Y Hayami y Ruttan, "The Green Revolution",pp. 56 Y ss.

(9) [bid.(10) Un punto de vista normalmente asociado a Mane

Véase también Wendell Berry, "Living in the Future".(11) Pienso en las directivas administrativas específicas

así como en las declaraciones de objetivos o metas más amplias.(12) Cf. Charlie Blatz, "Why (Most) Humans Are More

Important than Other Animals: Reflections on the Foundationsof Ethics", Between the Species, 1, Otoño, 1985,p. 10.

(13) Los detalles de la gama de circunstancias apropiadases materia compleja que incorpora problemas tanto normativoscomo psico-filosóficos. Por ejemplo, como nos enseñó Aristó-teles en La Etica a Nicámaco (1113b, 30 y ss.), podemos porerror sacar a nuestras propias acciones de nuestro control me-diante la ebriedad. Kant en Fundamentacián de la metafísicade las costumbres nos recuerda un problema similar cuando nosexhorta a no permitir que nuestras capacidades queden sin de-sarrollo. Por fortuna, no necesitamos los detalles de esta proble-mática para la presente discusión.

(14) De nuevo véase Blatz, "Why (Most) Humans", pp.10-11.

(15) Hasta aquí parece correcta la tesis de que "debería"implica "puede".

(16) Véase Mick Moore, The State and Peasant Politicsin Sri Lanka (Cambridge: Cambridge University Press. 1985),Capítulos 1. 7, 8, 10.

(17) nu., p. 9.(18) Moore en The State sugiere similares problemas de-

bidos a la división de la administración de la producción encuerpos y a la falta de organización dentro de las zonas deproducción. Véanse los Capítulos 1, 7, 8, 9 y 10.

(19) Esta forma de ver las cosas sigue en general a Ha-worth, Autonomy.

(20) Los mismos productores hablan así en los EstadosUnidos. Véase, por ejemplo, Samuel Edwards, "Farming's Re-wards at Risk", The Center Magazine, noviembre/diciembre,1980.

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ética. Hasta qué punto es la dependencia en sus tradiciones ymedios compatible con la autonomía ética de los que viven enun país en desarrollo (o en cualquier parte). Parte de la respuestaes "hasta el punto en que tal dependencia crea mediatización",pero cuándo ocurre eso y cómo se mide? No es este el lugarde solventar estas cuestiones. Véase, por ejemplo, Charlie Blatz,"Risk Taker's Stewardship and Transnational Ethics: Articula-ting without Bias the Means and Ends of Development", enLuis Garita (compilador y editor): Los futuros de la paz: Pers-pectivas culturales, Federación Mundial de Estudios del Futuro,vm Conferencia Mundial (San José, Costa Rica: Universidadde Costa Rica, 1986), un trabajo en el que propongo, en efecto,que la autonomía ética es suficiente para un desarrollo justifica-do.

(37) He presentado partes de este trabajo tanto en la pri-mera conferencia de la Asociación Internacional para la Eticadel Desarrollo, verano de 1987, celebrada en la Universidad deCosta Rica, como en la conferencia de otoño de 1987 de laSociedad para la Agricultura, Alimentación y Valores Humanoscelebrada en Orlando, Florida. Agradezco los comentarios ycríticas que surgieron en ambas presentaciones. Una versióndel trabajo está siendo considerada para su publicación eninglés.

CHARLIE BLATZ

(21) Alisdair MacIntyre, After Virtue (Notre Dame, India-na: University of Notre Dame Press, 1984, 2a. edición), pp.187 Y ss.

(22) [bid.(23) MacIntyre, After Virtue, p. 216.(24) MacIntyre, After Virtue, pp. 190 Y ss, Y 222 Y ss.(25) El tipo de revisión en cuestión ha sido examinado

por numerosas personas. Véase, por ejemplo, Paul Taylor, Nor-mative Discourse (Englewood Cliffs, New Jersey: Prentice-Hall, lnc., 1961), Capítulo 6, y Haworth, Autonomy, pp. 36Y ss.

(26) Richards y Gooneratne, Basic Needs, p. 98, Y Moore,The State, Capítulo 4.

(27) Sobreeltamaño de las parcelas, véaseibid., p.123.(28) . Ibid., p. 127, por ejemplo.(29) Véase Charlie Blatz, "Rationality, Incommensurabi-

litYand Impartiality", en manuscrito.(30) [bid.(31) Richards y Gooneratne, Basic Needs, p. 103.(32) Véase, por ejemplo, ibid., p. 108.(33) Véase Moore, The State, passim, para la identifica-

ción de problemas similares, como se indicó más arriba.(34) Véase Charlie Blatz, "Conflict Resolution and Agri- _

culture", en manuscrito.(35) Véase Richards y Gooneratne, Basic Need!-, p. 127.(36) Los antropólogos han tratado de enseñamos esta lec-

ción desde hace algún tiempo. Esto plantea una pregunta másde ética normativa referente a la naturaleza de la autonomía

Charlie BlatzUniversidad Wyoming

Estados Unidos