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    Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels,por y para fans. Nadie que participó en la elaboración de este

    proyecto ha sido recompensando económicamente. Por lo tanto sudistribución no debe ser comercializada.

     Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos

     relacionados con alguna editorial u otros ajenos.

    Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por partede los staffs, tanto de traducción como de corrección, y de revisión ydiseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores queestán adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura.

    Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro encuanto llegue a tu localidad.

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    Staff: Moderadora de Traducción:Hanna Marl Pily

    Coordinadora de Traducción:Pily

      Traducción:Aiskel

    AlDaRa

    Ale Rose

    Breen_Pueente

    Hanna Marl

    Ilsemm741

    Jess16

    Julieta

    Kate Angels

    Katiliz94

    Maddy

    Melusanti

    Nanami27

    Pily

    Princesa de la Luna

     Moderadora de CorrecciónAle Rose

    Corrección:Ale Rose

    AriannysGEniesaKath

    Lucero

    LutteIsane33

    Pilar Wesc

    PilyVicsibet

      Revisión:Ale Rose

      Diseño:Paula Mayfair

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     ÍndiceStaff: 

     Índice 

    Sinopsis 

     Parte I Capítulo 1 

    Capítulo 1 

    Capítulo 2 

    Capítulo 3 

    Capítulo 4 

    Capítulo 5 

    Capítulo 6 

    Capítulo 7  

    Capítulo 8 

    Capítulo 9 

    Capítulo 10 

    Capítulo 11

    Capítulo 12 

     Parte II

    Capítulo 13 

    Capítulo 14 

    Capítulo 15 

    Capítulo 16 

    Capítulo 17  Capítulo 18 

    Capítulo 19 

    Capítulo 20

    Capítulo 21 

    Capítulo 22 

    Capítulo 23

    Capítulo 24

    Capítulo 25

    Capítulo 26 

     Parte III 

    Capítulo 27  

    Capítulo 28

    Capítulo 29 

    Capítulo 30 

    Capítulo 31 

    Capítulo 32 

    Capítulo 33 

    Capítulo 34 

    Capítulo 35 Capítulo 36 

    Capítulo 37  

    Capítulo 38 

    Capítulo 39 

    Capítulo 40 

    Capítulo 41 

    Capítulo 42

    Capítulo 43 

    Capítulo 44 

    Capítulo 45 

    Capítulo 46 

    Capítulo 47  

    Capítulo 48 

    Capítulo 49 

    Capítulo 50 

    Capítulo 51

    Capítulo 52 

    Capítulo 53 

     Parte IV  Capítulo 54 

    Capítulo 55 

    Capítulo 56 

    Capítulo 57

    Capítulo 58 

    Capítulo 59 

    Capítulo 60 

    Capítulo 61

    Capítulo 62 

    Capítulo 63 

    Adelanto

    Capítulo 1 

    (Evolution #3)

    Sobre el autor

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    SinopsisEl novio de Taylor, el Ángel Gabriel, ha sido capturado culpable deTraición, por el cual, el castigo es la muerte. El destino del mundo enteroestá en el filo de la navaja con Taylor siendo la clave de todo. El aura deTaylor se está volviendo más fuerte, pero ¿Será suficiente para salvar a

    Gabriel y derrotar al concilio de Arcángeles? 

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     Parte I  Traducido por Hanna Marl“Dices que tienes que irte y encontrarte a ti misma

    Dices que te estás convirtiendo en alguien diferenteQue no reconoces el rostro de quien te mira en el espejo

    Dices que te vas mientras miras a otro ladoSé que no hay nada más que decir

    Simplemente ten presente que estoy aquí cuando me necesites, teesperaré

    Y así te dejaré ir, te liberaréY cuando hayas visto lo que tengas que ver

    Cuando te encuentres a ti misma, regresa a mí

    Tomate tu tiempo, no iré a ningún lugarTe imagino con el viento entre tu pelo

     Mantendré tus cosas donde las dejaste Aquí estaré para ti” 

    David Cook. “Come Back to Me” 

    Del album David Cook (2010)

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    Capítulo 

    Traducido por Hanna MarlCorregido por Pily

    eencontrarse con él era el sentimiento más dulce queTaylor nunca había experimentado, pero estaba reacia a

    admitirlo. Él le había hecho daño. Profundamente,emocionalmente. Pero eso no importa ahora. Cuando

    Gabriel la sostuvo en sus brazos, la electricidad de su abrazo fluía através de ella como una droga de acción rápida. En el momento enque llegó a sus piernas, se sentía como si estuviera flotando. Tal vez loestaba. Taylor miró hacia abajo para ver el suelo alejándose de ellarápidamente, cuando las alas blancas como la nieve de Gabriel lesimpulsó hacia arriba.

     — ¿Pero dónde hiciste... Cómo has? — comenzó a preguntar Taylor.Aún agarrándola firmemente con un brazo, Gabriel utilizó el otro

    para levantar el dedo índice a sus labios y hacerla callar. Quitando sudedo, la besó apasionadamente en los labios, cuando se cernieron amiles de kilómetros de la tierra distante abajo.

    Momentáneamente embriagada por de la emoción del beso,Taylor tuvo problemas para recordar dónde estaban, cómo llegaron allí,¿qué pregunta estaba tratando de hacerle segundos antes? La

    intoxicación temporal disminuyó y la claridad volvió a su mente. Esperaun momento, pensó. Algo no estaba bien.

    En un acto común de buscar la verdad, Taylor se pellizcó confuerza en el brazo. Nada. No sentía nada. Como no quería queterminara, se aferró a Gabriel y lo abrazó con fuerza. A pesar de susesfuerzos, su cuerpo perfecto empezó a desvanecerse, primero susbrazos y sus piernas fuertes, y luego su torso esculpido, hasta que loúnico que quedaba era su hermoso rostro sonriente, enmarcado por su

    ondulado cabello rubio y su fuerte barbilla. Sin nada más a que

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    aferrarse, Taylor cayó del cielo, cayendo en picado hacia la tierra

    abajo. Apenas era capaz de leer sus labios mientras caía.

     — Aún te amo — articuló la cabeza sin cuerpo de Gabriel.

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    Capítulo 2Traducido por Ale RoseCorregido por Pilye mala gana, Taylor despertó del sueño y se sentó,frotándose los ojos lentamente.

     — Sigo amándote, también  — se encontró

    susurrando — . No, no lo hago  — se recordó. No era queno fuera una persona que perdona. Lo era. Pero Gabriel le habíamarcado en más de un sentido. Sus mentiras eran imperdonables, peroen realidad lo había perdonado. Después de todo, él haría el últimosacrificio por ella: morir como un traidor.

    Lo que no podía llegar a conciliar era la forma en que la habíacambiado. Al final, ella no era más que un trofeo en su brazo, unaherramienta para ser utilizada sin piedad, una mera sombra de la chica

    independiente que su madre le había enseñado a ser. La última vez queestuvo con Gabriel casi muere a causa de él.

    Su mente vagaba de nuevo al sueño de cuatro meses antes, en elque había visto a Gabriel había por primera vez. La explicación deGabriel cayó en su cabeza tan vívidamente como si fuera ayer: «Una demis habilidades es alterar el sueño de cualquier ser humano que elijo»  había dicho.

    Taylor se preguntó si su propio subconsciente había creado este

    sueño, esperaba que no, o si Gabriel estaba tratando de comunicarsecon ella. Se preguntó dónde estaba, qué estaba pensando. No lo habíavisto en casi dos semanas, y, a pesar de las garantías de Christopher,temía que estuviera muerto. La prisión ángel no es un lugar en quequerías estar, sobre todo después de haber sido acusado de traición,por lo que la pena era la muerte.

    Mientras que su cabeza le advirtió mantenerse alejada de él, sucorazón no había abandonado la lucha todavía. Corazones,  pensó,

    qué molestia. No importa lo mucho que intentara escuchar su cerebro,su corazón se defendía como un animal acorralado, anhelando el

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    contacto de Gabriel. Sabía que le daría una segunda oportunidad, o tal

    vez se trataba de una tercera, si primero no estaba muerto.

    Si Gabriel había forzado en su sueño, entonces eso significaba queestaba vivo, pero por alguna razón, Taylor no podía sacar ningunaesperanza de este pensamiento. El sueño sólo le hizo extrañarlo más.Necesitaba volver la Guarida, o se volvería loca. Sólo había unproblema: su padre.

     — ¡Taylor! ¡Baja, creo que has dormido lo suficiente ya, es lamañana de Navidad por amor de Dios! ―La voz de su padre sonó desde

    las escaleras, el pasillo, y directamente a través de la puerta de sudormitorio. Taylor se encogió.

     — ¡Está bien, Eddie! ¡Estaré abajo!  — gritó. ¿Cómo se le habíaolvidado que era Navidad? Teniendo en cuenta todo lo que le habíaocurrido en las últimas dos semanas, estaba en el derecho eninteresarse menos de lo usual en las festividades, pero ¿olvidarlas porcompleto? Era sin precedentes.

    Sin embargo, se obligaría a poner una cara feliz y participar en lasfiestas con su familia, a fin de no levantar sospechas innecesarias.Necesitaba a su papá en un buen estado de ánimo antes de golpearlo

    con la pregunta que había estado postergando preguntarle.Dada su historia de ser muy sobreprotector, Taylor dudaba que su

    padre estuviera de acuerdo con facilidad con sus planes de ir en unasvacaciones de playa con su mejor amiga y compañera de launiversidad, Samantha. Por supuesto, si supiera el verdadero plan, pasarlas vacaciones de la universidad en una oscura cueva apodada "laGuarida" con un montón de demonios, mientras trataba de ayudar a sunovio, quien resultó ser un ángel, a escapar de la prisión ángel, nohabría ninguna posibilidad de obtener su aprobación.

    Conociendo a su padre, tendría que inventar una mentirarazonable y creíble, y lanzarla en el momento adecuado y de lamanera correcta. Más fácil decirlo que hacerlo.

    Antes de que pudiera hacer un movimiento para levantarse de lacama, el teléfono celular que estaba en la mesita de noche sonó Alivede Pearl Jam, en respuesta a una llamada entrante. Cogió su teléfono ycomprobó el autor de la llamada, era Samantha. Sam era el único ser

    humano que sabía de su difícil situación. De hecho, dadas la relaciónseria de Sam con Christopher Lyon, un demonio sorprendentemente

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    bien educado, había llegado a estar profundamente involucrada con

    la situación de Taylor.

    Sam había sido una roca a lo largo de la prueba, proporcionandocomodidad, risas, un hombro sobre el que llorar, y todo lo que Taylornecesitaba. Era reconfortante para Taylor no tener que mantenerningún secreto a su amiga de la infancia.

     — Hola, Sam — dijo Taylor.

     — ¡Feliz Navidad!  — respondió Sam con entusiasmo — . ¿Por quéestás tan triste, Tay? ¡Es el día más feliz del año!  — Taylor no pudo evitarsonreír ante la energía de su amiga. Desde que eran niñas, Sam siemprehabía creído en la magia de la Navidad y parecía creer de verdad que

    las festividades de alguna manera traían suerte a Taylor.

     — Oh, no lo sé, Sam. Tal vez el hecho de que mi novio ha sidosecuestrado por unos ángeles muy desagradables que quieren cortarloen pequeños trozos, los cuales luego los quemarán sólo para estarseguros de que él no se junte de nuevo.

    Unos segundos de silencio pasaron como si pareciera que Sam nosabía cómo responder.

     —Mira, Tay… — comenzó Sam.

    Taylor la interrumpió:

     — Lo siento, no debí haber dicho eso. Sé que estás tratando dehacerme sentir mejor. Es que tuve un sueño con él la noche anterior, yme puso de mal humor. Se sentía tan real, como si nunca se hubiera ido.Realmente echo de menos ese mentiroso e idiota volador, Sam .

    Sam se echó a reír.

     — Es curioso cómo cambian las cosas. Siempre era yo quien salíacon idiotas, pero ahora estoy con un caballero.

     — Él es un demonio, Sam.

     — Son los buenos, ¿recuerdas?

    Es cierto que Taylor estaba teniendo problemas para conseguir quesu cabeza acepte el hecho de que los demonios estaban tratando deayudar a salvar a la humanidad, mientras que los ángeles buscabandestruirla.

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     — Lo sé — dijo Taylor.

    Sam dijo:

     — Pero Gabriel demostró que quiere ser bueno, también. Cuando

    trató de salvarte. Nos pondremos en contacto con Gabriel de nuevo,primero, tenemos que volver a la Guarida, sin embargo. Lo que pasa esque tengo algunas buenas noticias al respecto. Mi papá compró lahistoria a cerca de Florida y me deja ir, como recompensa por miscalificaciones de este semestre. También dijo algo así como: «Taylor esuna chica muy responsable».

    Taylor se echó a reír.

     ―Si supiera con el tipo de chicos que hemos estado pasado el rato,

    él podría cambiar su manera de pensar — dijo Taylor.

     — ¿Qué dijo tu papá?

     — Umm ... bueno, aún no lo he dicho exactamente.

     — ¡Tay! Se supone que debemos irnos en tres días, tienes quedecirle.

     — Lo sé, lo sé, sólo no he encontrado el momento adecuado

    todavía. Lo voy a hacer mientras estamos abriendo los regalos deNavidad esta mañana, así que espero que esté de buen humor. Y mediste una gran idea: utilizar las buenas calificaciones que obtuve estesemestre como ventaja.

    Una molesta voz llegó desde el pasillo.

     — Taylor, en serio, tienes que colgar el teléfono y venir abajo, tehemos estado esperando durante horas.

    James, el hermano mayor de Taylor, la miró desde la puerta. Teníaun pie en su habitación en un intento de molestarla. Funcionó.

     — Sal de mi habitación — demandó, poniéndose de pie.

     — Inténtalo — se burló James.

     — Sam, me tengo que ir, tengo que llamar al control de plagas.

     — Está bien, cariño. Llámame tan pronto como hables con tu

    padre.

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     — Lo haré. Adiós. Apretó el botón TERMINAR y regresó su teléfono a

    la mesita de noche.

    Volviendo la atención a su exasperante hermano, consideró darleuna verdadera pelea, diciéndole cuán arrogante era y cómo su vozsonaba como uñas en una pizarra. En cambio, Taylor cambió su ánimo ydecidió que no era el momento de comenzar una pelea con James.Sólo pondría a su padre en un mal estado de ánimo y reduciría susposibilidades de conseguir su aprobación para su viaje.

    Con gran sarcasmo, dijo Taylor:

     — Vaya, gracias, James, por recordarme que debo estar abajo con

    mi familia en esta hermosa mañana de Navidad.

    James no se inmutó por el intento de civilidad de Taylor. Derepente se precipitó al cuarto, luchando contra Taylor en la cama.Antes de que pudiera maldecirle, James se había soltado y fue hacia lapuerta corriendo por las escaleras riendo.

    Taylor tomó dos respiraciones profundas y esperó a que su iradisminuyera. Puedo conseguir mi venganza más tarde, pensó. Antes dehacer su camino a la planta baja, se miró al espejo. Agh. Su cabellocastaño estaba enmarañado y lleno de estática. Su rostro estaba

    cansado, con los ojos ligeramente hundidos y un cansancio inquietanteen su piel. Hizo contacto visual, con los ojos marrones suaves indagandoen su conciencia a través del espejo, buscando algo. Volteando suhombro, fue capaz de distinguir una parte del tatuaje oscuro que sedeslizaba en la parte superior izquierda de su espalda. La serpiente deojos rojos había sido grabada en su piel cuando tenía dieciséis años,como un símbolo del miedo infantil conquistado. Hacía mucho tiempo,cuando era niña, había tenido miedo de cerrar sus ojos. Plagada conuna pesadilla recurrente sobre una serpiente negra mortal que tratabade poner fin a su existencia, Taylor finalmente, sólo después de que sumadre murió, echó a un lado su miedo. Las pesadillas no se detuvieron,pero no les temía más.

    Entonces Gabriel llegó y mató a la bestia. Literalmente. Entró en supesadilla y metió su espada a través del corazón del monstruo de suinfancia. No había tenido una pesadilla sobre la serpiente desdeentonces. Así que se hizo otro tatuaje en su tobillo. Mucho máspequeño, el segundo tatuaje nuevamente era una serpiente, pero esta

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    vez la serpiente estaba colgada de una hoja de acero, débil y sin vida.

    Derrotada y muerta.

    Librándose del recuerdo, Taylor se centró en cepillar los nudos de sucabello desordenado. Luego fue a su armario y se puso cada uno de losnueve anillos que llevaba a diario. Cuando había conocido a Gabriel,sólo llevaba ocho. Tres días antes, había añadido el noveno, con un parde alas de ángel. En la tienda de joyas, había dudado antes decomprar el anillo de plata, estaba preocupada de que fuera un signode debilidad, de dependencia de Gabriel. Pero entonces lo compró detodos modos. Para ella era más bien un recordatorio a confiar en susinstintos, lo que su madre solía referirse a ella como "una buena tripa".

    Sin molestarse en cambiarse el pijama, Taylor bajó las escaleras

    hasta la cocina. Entrando en el área de la cocina, tomó un momentopara respirar el aroma delicioso de salchichas, huevos y tocino. A pesarde todas sus quejas sobre Eddie, tenía que darle crédito: era uncocinero increíble.

     — ¡Vaya, papá, algo huele delicioso! — exclamó con entusiasmo.

     —Buenos días, princesa ―respondió, besándole en la frente— , yFeliz Navidad.

     — Feliz Navidad, papá  — dijo, su voz atrapada en su garganta. Eltoque de emoción que sintió la tomó por sorpresa.

    Con su habitual radar de papá, Ed notó el cambio en su voz, y dioa su hija un gran abrazo.

     — Lo sé. Yo también la echo de menos, Taylor.

    Taylor le devolvió el abrazo con fuerza y trató de no llorar. A pesarde que su madre había muerto hacía más de cinco años, el dolor

    persistía, especialmente durante las fiestas.

    Había muerto en un accidente automovilístico, cuando unconductor ebrio se pasó una luz roja y chocó contra la puerta del ladodel conductor del auto de su mamá. El médico forense dijo queprobablemente había muerto al instante.

    Nancy Kingston murió mientras regresaba de uno de sus viajes denegocios. Su vuelo se había retrasado casi dos horas y no aterrizó hasta

    las diez de la noche. Estaba volando en primera clase y eraprobablemente una de las primeras personas que salió del avión.

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    Teniendo solo un equipaje de mano, habría hecho su caminodirectamente a su coche y habría estado en la carretera a las diez yveinte.

    Había llamado a casa por el camino para que su familia supieraque había una construcción en la I-5, y que usaría su GPS para desviarsea través del condado de Dixon, una zona con la que no estabaespecialmente familiarizada. Después de haber navegado con éxito pormedio Dixon, su madre estaba a sólo dos kilómetros de su casa cuandocruzó la normalmente ocupada intersección entre la calle Commandery la avenida Apache. A horas avanzadas, la zona estaba desierta y elsemáforo mostraba una luz verde a su favor.

    Sin pensarlo dos veces, Nancy cruzó la intersección, pensando en

    ver a su familia, tener una ducha caliente y llegar a la cama.Evidentemente, no se dio cuenta del camión negro, con los farosapagados, dirigiéndose hacia su lado izquierdo, hasta que fuedemasiado tarde.

    Un testigo en una bicicleta confirmó que el accidente fue culpadel conductor del camión negro y, dado que su nivel de alcohol en lasangre, era muy por encima del límite legal, fue condenado porhomicidio, lo que lleva a una pena de prisión de cinco a siete años. Pero

    nada de eso compensaba la pérdida innecesaria de vidas que habíaocurrido.

    La madre de Taylor había sido una experta muy respetada porhablar en público y había viajado por todo el país dando seminariospara ayudar a las personas a superar su miedo a hablar en público, asícomo para ayudar a los oradores experimentados a afinar yperfeccionar sus habilidades. Había trabajado con muchos políticos ydirectores generales, y a su entierro asistieron los personajes importantes

    del gobierno de la nación y líderes empresariales.

    Taylor a menudo pensaba en que si un pequeño detalle del día desu madre hubiera cambiado, no habría llegado a esa intersecciónexacta, a la hora exacta. ¿Qué hubiera pasado si el avión no se hubieraretrasado? ¿O se hubiera retrasado menos? ¿O retrasado más? ¿Y si ellase hubiera quedado atascada en la parte posterior del avión y tardabaunos minutos más para escapar de la terminal? ¿Qué habría pasado sino hubiera obras en la carretera o si hubiera decido esperar? Al

    principio, Taylor se volvió loca pensando en los que tal si, pero con el

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    tiempo pensó menos y menos, y trató de seguir adelante con su vida,

    como a su madre le gustaría que hiciera.

    La mamá de Taylor había sido su héroe, su confidente, y lo másimportante, su amiga. Buenos recuerdos de su madre se arremolinaronen su mente, pero rápidamente los bloqueó ya que sabía que sólo laconducirían a llorar.

    Liberando a su padre del abrazo, dijo:

     — Vamos a comer.

    Su padre sonrió y preparó tres porciones de alimentos. Jamesapareció cuando su plato tocó la mesa, como un sabueso que habíaseguido un olor penetrante. Sonrió a su hermana, pero Taylor consiguióignorarlo cuando tomó su primer bocado de comida.

     — Mmmm, esto es genial, papá. Si fuera por mí, nos saltamos losregalos y comemos toda la mañana.  — Mientras se sentía como unalisiada al halagarlo antes de hacer la pregunta, Taylor realmente quisodecir lo que dijo. Los presentes en realidad no eran lo suyo. La comida loera.

    James tuvo la oportunidad de molestarla:

     — Podemos decir, Taylor. Al parecer, la comida te está alcanzandoya. Te das cuenta de que tienes un año para subir quince libras, ¡notienes que hacerlo todo en un semestre!

    Taylor estaba en una misión y no podría desviarse por las travesurasde James. Impresionándose a sí misma y a su padre por su dominiopropio, no le hizo caso y le dijo a Eddie:

     — Las salchichas están especialmente buenas, ¿hiciste algo

    diferente con ellas?

    Siguiendo su ejemplo, y haciendo caso omiso de James, Edrespondió:

     — Gracias, Taylor, me alegro de que te gusten. He creado unamezcla de especias y lo usé para sazonar el chorizo antes de freírlo.

     — Bueno, sea lo que sea que hiciste, funcionó. — Taylor sonrió. En unsegundo decisivo, espetó:

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      — Papá, he querido preguntarte. Sam y yo queremos aprovecharlas vacaciones para irnos con un par de amigo de la universidad. ¿Estásbien que vaya?

    Al parecer sorprendido por la pregunta, Ed hizo una pausa antes

    de responder. Taylor añadió:

     — El padre de Sam ya dijo que podía ir como recompensa por susbuenas notas, tal vez podrías pensar que es lo mismo para mí.

    Taylor observó con atención, mientras su padre levantaba losbrazos y los puso detrás de su cabeza, y luego inclinó la cabeza haciaatrás para mirar el techo. Oh mierda, pensó, esto no es bueno. Era rarala ocasión en la que Eddie actuaba de esta manera y luego hacía

    preguntas a uno de sus descendientes. Por lo general, significaba quepensaba que la idea estaba completamente fuera de la cuestión y sólonecesitaba unos minutos para pensar en las muchas razones por las que

    lo rechazaría.

    La cara de James se rompió en esa sonrisa molesta que hizo queTaylor quisiera darle una bofetada, mientras esperaba que su padrerechazara la idea de su hermana.

    Impactante para ambos, el rostro de Ed de repente se iluminó con

    una sonrisa y le dijo:

     — Feliz Navidad, Taylor, tienes mi permiso para ir.

    La mandíbula de James se abrió y él protestó:

     — Papá, no puedes estar hablando en serio, sólo tiene dieciochoaños y no es tan inteligente.

    Taylor estaba muy contenta para contradecir el insulto de su

    hermano. Se levantó y puso sus brazos alrededor del cuello de Eddie, dela forma en que solía hacerlo cuando era una niña.

     — Gracias, papá. Este es el mejor regalo de Navidad.  — Noqueriendo ser mala agradecida, pero curiosa en cuanto a cómo fuecapaz de obtener su aprobación, le preguntó―: ¿Esto es una

    recompensa por algo?

     — Más o menos. El padre de Sam y yo hemos estado hablando dedarles a ti y Sam algo para felicitarlas en su primer semestre en la

    universidad, especialmente teniendo en cuenta lo bien de suscalificaciones. Me llamó esta mañana y me dijo lo que Sam le había

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    pedido, y me convenció de que confíe en ti y su juicio, y te dejaré ir a

    este viaje. Hay, por supuesto, un par de requisitos.

     — Por supuesto, todo lo que quieras, papá.

     — Uno: No se permiten chicos. Dos: me llamarás todos los días sinfalta. Y tres: diviértete y no hagas nada estúpido.

     — Creo que puedo manejarlo, no te voy a defraudar.

     — Bueno, ahora vamos a abrir algunos regalos.

    Sin querer interrumpir la energía positiva, Taylor envió un textorápido a Sam para decirle las buenas noticias, y se comprometió enllamar más tarde. El resto de la mañana se dedicó a dar y recibir

    regalos. Taylor había comprado para su padre un nuevo reloj del quehabía estado hablando durante semanas. Para James, le dio un par deguantes para levantar pesas, ya que se había estado quejando de quelas pesas más pesadas "hirieron sus hermosas manos."

    Su respuesta al regalo era de esperar:

     — Gracias, hermana, tal vez no eres una idiota después de todo.

     —Voy a tomar eso como un cumplido ―respondió. Los dos se rieron,

    un raro momento de unión de hermano-hermana que estaba segura deque sería de corta duración.

    Además del permiso para ir en su viaje, Eddie le dio a Taylor trescartas de regalo, cada una de sus tiendas favoritas, un iPad, y unpuñado de CDs y DVDs que ella le había dicho que quería. James le dioun candado para la puerta de su dormitorio como una broma y un librorecién publicado por su autor favorito. Feliz con el éxito de la mañana,Taylor se dirigió al piso de arriba para llamar a Sam

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    Capítulo 3Traducido por JulietaCorregido SOS por Pilyhristopher colgó su teléfono celular y sonrió. Sam habíallamado para decirle que tenía noticias, ella y Taylorestaban regresando a la guarida.

    En un principio, había pensado que algún momento

    lejos de Samantha les daría a ambos la oportunidad de hacer algunascosas por su propia cuenta. Habían estado pasando mucho tiempo conlos demás, tal vez un poco de espacio ayudaría a fortalecer aún más surelación.

    En cambio, cada hora que pasaba sin ella estaba llena de vacío ynostalgia. Chris estaba físicamente lastimado por dentro cuando estabaseparado de ella. Tratando de llenar sus días con actividades paraalejar su mente de Sam, Chris pasaba doce horas diarias coordinando

    las dos principales prioridades según el mandato de los Ancianosdemonios.

    En primer lugar, estaba la protección de Taylor, Sam, y sus familias.Alrededor de las veinticuatro horas, los detalles de seguridad manteníanuna estrecha vigilancia sobre ellos, pero hasta el momento no habíahabido intentos de los ángeles por recuperar a Taylor. Tal vez el ConsejoArcángel se dio cuenta de que habían actuado demasiadoprecipitadamente, y ahora estaban tratando de ser más pacientes en

    sus planes. No había duda de que vendrían por ella. La única preguntaera cuándo.

    La segunda prioridad era ayudar a Gabriel a escapar de la prisiónde los ángeles. Le había costado una cantidad significativa de esfuerzoa Chris convencer a los ancianos demonios de que Gabriel era dignode su ayuda. ¿Por qué deberían ayudar al ángel que habíaproporcionado al ejército de los ángeles el arma más poderosa que elmundo había visto en su vida?

    Sin embargo, un testigo ocular de Chris contaba del intento fallidode Gabriel para rescatar a Taylor, y su posterior batalla con Dionisio, el

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    Jefe del Consejo Arcángel, lo que era una prueba altamenteconvincente de que Gabriel podría convertirse en un importante aliadoen la guerra. No le dolía que Gabriel hubiera sido acusado de traición ala causa de los ángeles. "Cualquier enemigo de los ángeles era un

    amigo de los demonios," eso era lo que a Clifford, el jefe de los Ancianosdemonio, le gustaba decir.

    El resultado final fue que Chris había sido provisto de lo que parecíaser un sinfín de recursos para lograr los objetivos de los demonios. Se lepermitió también el acceso a la información top-secret que le daría laoportunidad de lograr la tarea aparentemente imposible de infiltrarseen la prisión subterránea de los ángeles.

    Había sido un shock para Chris saber que en realidad había

    ángeles que actuaban como espías en nombre de los demonios. Enretrospectiva, debería haberlo esperado. A lo largo de la historia, hayejemplos de personas traicionando su propia especie por varias razones.El amor, el dinero, la fama, para hacer lo correcto: todos ellos eranposibles razones de deslealtad.

    Independientemente de sus motivos, estos ángeles espías sehabían convertido en un valor incalculable debido a su capacidad deproporcionar información interna a Chris, y transmitir instrucciones a

    Gabriel. Esperaba que todo el trabajo duro estuviera a punto de dar susfrutos.

    Recogiendo su teléfono celular y abriéndolo, presionó el marcadorápido 9. Cuando una voz respondió:

     — Sí, señor.

    Chris gritó:

     — La operación Traidor comienza.Cerró su teléfono y se alejó hacia un transportador abierto que lo

    estaba esperando, listo para llevarlo a donde los ancianos estaban

    reunidos.

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    Capítulo 4 

    Traducido por PilyCorregido por Lutte

    a semana pasada había sido una carrera para Gabriel.Bueno, lo más de prisa que la vida en prisión podría ser. Apesar de sus humildes condiciones  — estar atrapado en unafría y sombría, caja de piedra, de 12 pies por 12 pies —  había

    sentido una emoción cada vez que veía un trozo de papel doblado

    revoloteando a través del orificio del aire en la puerta de su celda.Después de no escuchar nada durante casi una semana, lascomunicaciones estaban ahora llegando todos los días, evidencia deque los planes estaban siendo incrementados y finalizados. En base a lanota que había recibido el día anterior, parecía que su rescate podríavenir en cualquier momento. La nota, impresa en habituales letras de

    molde, decía lo siguiente:

    PREPÁRATE PARA MOVERTE

    ESTA ES LA ÚLTIMA COMUNICACIÓN

    BUENA SUERTE

    Al leer la nota más reciente, Gabriel había esperado conanticipación, combatiendo el sueño hasta altas horas de la noche.Finalmente, había sucumbido a la necesidad de su cuerpo endescansar y se quedó dormido durante casi diez horas, con sus alasblandas como una cama. Estaba despierto de nuevo ahora, sintiéndose

    lleno de energía y esperando desesperadamente que hoy fuera el día.

    Gabriel asumió que el intento se haría de noche y, dado que habíarecibido su ración de comida magra más de tres horas antes, esperabade pie cualquier señal de que la ayuda estaba llegando. Una hora mástarde, todavía estaba esperando y empezando a considerar volver asentarse para descansar sus piernas rígidas, cuando un ruido le llamó laatención. Por lo general, estas horas de la noche de la prisión carecíande sonido, como el puñado de presos dormían en silencio. No había

    roncadores en este grupo.

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    El sonido era tan suave que al principio Gabriel pensó que podríahaberlo imaginado. Pero entonces lo oyó de nuevo. Un golpeteo suavede un paso, un roce de un zapato en el suelo rocoso: alguien estabacaminando de puntillas por el pasillo, tratando de ocultar su presencia.

    Gabriel miró fijamente la puerta, listo para entrar en acción si eranecesario. Por lo que sabía podría ser su verdugo, y si era así, lucharíacomo el infierno para protegerse. Pero el instinto le dijo que se tratabade un amigo, en vez de un enemigo, y por lo tanto, se preparó paraejecutar y seguir las instrucciones que le dieron.

    Las pisadas terminaron abruptamente y volvió el silencio. Gabriel seesforzó por discernir si el visitante se había detenido fuera de su celda. Eltintineo de metal contra metal: una llave fue insertada en un ojo de la

    cerradura, estaba muy cerca, tenía que ser su puerta. Muy lentamente,sin mucho más que un crujido, la puerta se abrió. Gracias por ladesfasada ingeniería de los ángeles, pensó Gabriel.

    Cuando la puerta estaba entreabierta, un rostro familiar coronadopor un choque de pelo completamente blanco apareció por laabertura y susurró:

     — ¡Hey, vaquero, es el momento de irse de aquí!

    Gabriel miró a su amigo con sorpresa.

     — ¿Sampson? Yo nunca habría... Pensé que eras un ángel lealhasta el final.

     — Si quieres estar aquí y discutir los pros y los contras de la traición ala patria, me encantaría, pero vamos a tener que compartir una celdacuando nos jodamos, y realmente no nos veo como muy buenoscompañeros de celda.

     — Bien, lo siento, ¡vamos!  — Corrió Gabriel por la puerta y por elpasillo.

    Sampson cerró la puerta sin hacer ruido y le susurró instrucciones aGabriel cuando él se coló hacia la salida.

     — Solo los guardias de servicio en este momento son nuestros. Nosvan a pasar por alto como si no existiéramos. Sígueme en todomomento, sólo hay una manera de que esto funcione.

     — ¿Los guardias no serán acusados de traición cuando el Consejose entere de que he escapado? — preguntó Gabriel.

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     — Tal vez. Ese es un riesgo que han estado dispuestos a tomar, pero

    es probable que no haya pruebas suficientes para acusarlos de nada.

    Llegaron a las puertas de la prisión y, sin vacilar, Sampson abrió yempujó para abrirlas. Giraron a la derecha, por un pasillo.

     — ¡Espera, Sampson! ¿A dónde vamos? ¡La salida es en la otradirección!

     — ¿No te acabo de decir que me siguieras? Confía en mí, esta esuna ruta mucho mejor, ¿a menos que quieras pasar a través de lasáreas de mayor tráfico sólo para hacer de este un desafío?  — bromeóSampson.

     — Tal vez la próxima vez. Sólo voy a seguirte, ¿está bien?

    Sampson aceleró el ritmo y rápidamente alcanzaroncompletamente la velocidad de ángeles, acelerando por el túnelmucho más de lo que lo harían un par de humanos. Gabriel estabapisándole los talones mientras seguían el camino profundamente en lamontaña. Fácilmente podría seguir a su amigo, que fue construidocomo un tanque, más bajo que él, pero mucho más denso. En elcamino, se encontraron con varios ángeles guardianes, cada uno de loscuales pretendió que no vieron a la pareja de ángeles que huían por el

    túnel. Pasaron muchas puertas selladas que contenían advertencias de"personal autorizado" o "acceso restringido", hasta que el caminofinalmente llegó a un callejón sin salida: una pared de roca bloqueabasu salida.

     — ¡Te lo dije, Sampson, no hay manera de salir aquí abajo!  — 

    exclamó Gabriel.

     — Mira y aprende, mi amigo — respondió tranquilamente.

    Sampson dio algunos grandes pasos hacia atrás, y luego cargódirectamente contra la pared de roca sólida. Gabriel pensó que suamigo se había vuelto loco, pero luego, cuando su hombro perforó enla roca, Sampson se estrelló directamente a través de la misma, en lugarde ser arrojado de vuelta al igual que Gabriel había esperado. Lamontaña se estremeció por el impacto y los sensores de ataque de losalrededores fueron disparados, provocando fuertes sirenas de alarmaque sonaron a todo volumen en todo el complejo subterráneo. Su huidaya no era un secreto. 

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    Gabriel siguió a su amigo a través de la roca, donde un pasadizo

    oculto había sido revelado.

    Sampson dijo:

     — ¡Lo hemos cavado para ti, amigo, ahora no debemos perderlopor pillarnos los dedos!

    La pareja voló por el túnel, con los pies apenas tocando el suelo.

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    Capítulo 5Traducido por PilyCorregido SOS por vicsibetaylor oyó a su padre abrir la puerta. Ella estaba en suhabitación empacando, pero su voz de trueno llegabafácilmente por la escalera.

     — Hola, Sam — dijo él.

     — Hola, señor Kingston  — respondió Sam — . ¿Cómo estuvo suNavidad?

     — Estuvo genial, Sam, aunque creo que me he pasado cerca dediez horas en los últimos dos días tratando de instalar el nuevo sistemade sonido que James me compró.

    Sam se echó a reír.

     — La electrónica nunca fue su punto fuerte — dijo. — No, supongo que no  — respondió — . Taylor está en su habitación

    terminando de empacar. Puedes dejar tu equipaje aquí hasta que ellatermine.

     — Gracias, señor K  — dijo Sam. Taylor oyó los pasos de su amigasubiendo por las escaleras.

    Sam entró en su habitación y le dedicó una sonrisa perfecta de

    modelo en una ráfaga de brillante pelo rubio y largas piernas,destacadas por lo que Taylor podría considerar una falda demasiadocorta. Taylor dijo en voz alta:

     — Estoy a punto de terminar el equipaje, pero primero necesito tuconsejo sobre cual bikini llevar.

     — Taylor, realmente no vamos a necesitarlos  — Sam empezó aresponder.

    Taylor le dio a su amiga una mirada helada y preguntó en voz alta: — ¿Éste o éste? — Levantó un traje de baño negro y otro rojo.

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    Atrapándolos, Samantha levantó la voz y respondió:

     — ¿Por qué no llevas los dos, Tay?

     — Buena idea — dijo Taylor, lanzando los dos en su maleta. Cerró la

    cremallera, cerró la maleta y dijo — : Entonces, vámonos.

    Taylor arrastró su maleta por las escaleras hasta la puerta, dondeEddie estaba esperando. Antes de que pudiera abrir la boca, Taylor dijo:

     — No te preocupes, papá. Ambas seremos muy cuidadosas y tellamaré todos los días como te prometí que haría.

    El papá de Taylor le dedicó una sonrisa irónica y dijo:

     — Y nada de chicos, ¿verdad? — Por supuesto, papá, te veo en un par de semanas.

    Sintiéndose un poco mal por tener que mentir, ella le dio un besorápido en la mejilla.

    Siguiendo a las chicas afuera, el señor Kingston, dijo:

     — Maneja con cuidado, Sam.

     — Lo haré. Adiós, señor Kingston. — Adiós, chicas.

    Una vez que estuvieron en la carretera y en dirección alaeropuerto, Taylor sintió que era seguro hablar por fin abiertamente.

     — ¿Hay noticias de la misión de Chris? — preguntó.

     — ¿Por qué no se lo preguntas tú misma? — respondió Sam.

     —¿Qué? ―preguntó Taylor, perpleja. Entonces gritó, cuando un parde manos le taparon sus ojos por detrás, oscureciendo de maneratemporal su visión.

     — ¿Adivina quién soy?  — preguntó una voz profunda desde elasiento trasero.

    Quitando sus manos de la cara, Taylor giró la cabeza. Un ejemplarde pelo negro con rastros de dos días de descuidada barba la estabamirando.

     — Caray, Chris, casi me dio un ataque al corazón.

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     — Lo siento. Sólo pensé que debía venir personalmente a

    transportarte de regreso a la guarida.

     — Gracias, pero eso era realmente innecesario. Cualquiera de losotros demonios podría haberlo hecho. Lo que realmente deberías estarhaciendo es ayudando con la otra misión. Ya sabes, ¿la másimportante?

     — Tenemos que decirle, Chris  — interrumpió Sam.

     — ¿Decirme qué? ―preguntó Taylor lentamente. 

     — Bueno, no es nada serio. Tu seguridad ha pasado a ser un riesgomás grande, así que quería ver si podrías regresar sin ningún tipo deproblemas — dijo Chris crípticamente.

     — No hemos visto ni a un solo ángel malo desde que hemos llegadoa casa, ¿por qué habríamos de estar en peligro?

     — Recibí un informe de uno de los guardias de seguridad de Samhace diez minutos. Parece que un ángel explorador siguió a Sam a tucasa. Tan pronto como recibí el informe, me teletransporté a su auto.

    Sam dijo:

     — Sí, pienso que estabas asustada cuando él puso sus manos sobretus ojos, ¿Tay? Imagínate solo conduciendo, cuando una forma oscurade repente aparece a tu lado. Yo prácticamente salí del camino haciaun árbol.

     — ¿Qué vamos a hacer con el maldito ángel vigilador?  — dijoTaylor.

     — Nada todavía. Mientras mantenga su distancia, nos limitaremos aseguir con el plan original: Desmontar a Sam en el aeropuerto y luegoteletransportarla a partir de ahí.

    Una voz áspera de pronto habló desde el asiento trasero. Venía dela radio de Chris.

     — Chris, tenemos un problema aquí. Dos ángeles se han unido alexplorador y están volando por encima de ti, siguiendo tu coche.¿Cómo debemos manejar la situación?

    Chris dijo con firmeza:

     — Hazlos bajar.

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     — Dalo por hecho — confirmó la voz.

     —Dispara ―dijo Chris. 

     — Esa era nuestra retaguardia. Están siguiéndonos detrás de

    nosotros en un coche, pero tendrá que dejarnos para deshacerse de losángeles. El coche de delante de nosotros también está lleno deguardias demoníacos, por lo que todavía permaneces protegida.

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    Capítulo 6Traducido por Kate AngelsCorregido SOS por vicsibetabriel y Sampson entraron por el final del túnel, enconjunto, sus hombros bajaron para absorber elimpacto de la pared de roca fina que había sido

    promulgada para ocultar la entrada.

    Una vez fuera, Gabriel hizo una pausa para tomar respiraciones

    profundas de aire fresco.

     — Ahhh — suspiró.

     — No es el momento de parar y oler las rosas  — dijo Sampson — .¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo!  — En sincronización casiperfecta, las alas de los dos ángeles salieron de la base del cuello y seextendieron majestuosamente en una V. Ellos saltaron en el aire y

    salieron fuera de la tierra en un estallido de luz, aprovechando de laenergía de la luna llena.

    Pero ya era demasiado tarde.

    El ataque se produjo desde arriba y el impacto fue de adormecerla mente, como un martillo en la cabeza. Un ángel chocó con Gabriel yotro se estrelló contra Sampson. Tres o cuatro más atacantes ángelesapilados en cada uno de ellos, rápidamente ataron sus alas concuerdas brillantes, haciéndolos inútiles. Sus brazos también estabanatados a la espalda antes de que el escuadrón de ángeles se los llevarade vuelta a la tierra.

    Sabiendo que ambos serían condenados a muerte, Gabriel ySampson lucharon como animales acorralados, pero sólo con el uso desus piernas, no podían competir con los ángeles fuertes, y se peleabanrápidamente al suelo y sometidos.

     — Vas a pagar por esto  — se burló el líder del grupo. Era joven,

    probablemente no más que Gabriel y de aspecto atlético, Gabriel pudo

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    ver sus magros y vigorosos músculos tensos sobre su camisa. Su boca

    formó una mueca.

    Sampson apretó los dientes y dijo:

     — Vas a conseguir lo que te mereces, Lucas.

    De alguna manera la boca de Lucas se amplió en una sonrisamientras mantenía el gruñido. Se echó a reír, profundo y gutural.

     — Eso sí que es lo más gracioso que he oído en toda mi vida. Voy aconstruir mi carrera aprendiendo de tus errores, Sampson y los errores deGabby — Se volvió hacia Gabriel — . Has sido una estrella, ahora solo eresun hombre muerto, y yo soy la estrella en ascenso.

    Gabriel lo miró fijamente, sin hablar.

    Lucas estaba a punto de decir una nueva amenaza cuandoGabriel vio un destello de fuego que vino desde el lado, apenas dentrodel espectro de su visión periférica. Los reflejos de Lucas estaban a laaltura, en menos de un segundo, blandía una espadadeslumbrantemente brillante, elevándola con rapidez para impedir elataque entrante. A pesar de la velocidad de su defensa, Lucas cayóhacia atrás por el impacto ensordecedor del metal sobre metal de la

    espada de fuego en contra de la suya propia.

    Momentos más tarde, había una docena de explosiones de fuegode todo el grupo, ya que el demonio atacaba con una fuerza especialrodeándolos, blandiendo espadas de fuego y escudos. Los ángeles setrasladaron a la formación para evitar que los cautivos sean rescatados,sus espadas brillantes iluminaron en respuesta al ataque. Con un grito de¡Ataque! de uno de los demonios, probablemente el jefe de la misión, labatalla comenzó. El choque de las espadas sonó como un trueno en la

    noche y, para alguien que mira desde la distancia, se hubiera vistocomo un pequeño castillo de fuegos artificiales.

    Los ángeles fueron despiadadamente superados en número y en elcombate cuerpo a cuerpo, uno de los demonios era capaz dedeslizarse a través de sus defensas y reducir las cuerdas lejos de Gabriely Sampson. Eran libres, una vez más.

    Sampson inmediatamente sacó su espada, pero el demonio quelos había liberado, dijo:

     — Ésta no es tu pelea, voy a sacarte de aquí.

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    Al ver la sabiduría en esto, Sampson respondió:

     — Está bien. Gabriel, ven aquí.

    Gabriel estaba observando la batalla, debatiendo la posibilidad de

    saltar al combate, a pesar de no tener un arma que sus manosdesnudas.

     — Dame tu espada, Sampson — ordenó.

     — Gabriel, habrá un tiempo y un lugar para conseguir su venganza.Pero ahora tenemos que escapar.

    Gabriel vio cómo Lucas golpeó al demonio con quien estabaluchando. Metió la espada directamente en el corazón de su víctima

    que luchaba. Con una mirada de puro odio, miró a Gabriel y apuntócon su espada a él. Para Gabriel, retirarse de una pelea con Lucas fuelo más difícil que había tenido que hacer en su vida. El instinto le decíaque tenía que destruir el ángel rival, pero en vez de eso escuchó a suamigo, que había arriesgado su vida para ayudarlo a escapar.

    Justo antes de que Gabriel fuera teletransportado de la batalla, vioa Lucas levantar su brazo y rozar el pulgar por el cuello. Gabrielentendió el mensaje: «Voy a matarte». No le molestaba, sin embargo,

    debido a que él estaba pensando lo mismo.

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    Capítulo 7Traducido por Ilsemm741 Corregido por EniesaKath aylor vio cómo Sam se agarró del volante más fuerte, susnudillos se volvieron blancos por la presión. Al aplicar másfuerza al acelerador, había logrado mantenerse cerca delcarro cuando aceleró en respuesta a las noticias sobre

    ángeles persiguiéndolos. Taylor nunca había visto a su amiga tannerviosa… normalmente era sumamente confiada, cercana a la

    arrogancia a veces.

    La carretera por la que transitaban era tranquila… nadie estaba

    fuera, y sus coches eran los únicos. Ahí fue cuando perdieron su últimalínea de defensa.

    En un momento el coche en marcha estaba a aproximadamente

    delante de ellos, y al momento siguiente les lanzaron una bola de fuegodel tamaño de una pelota de basquetbol que golpeó como un misil enbusca de calor encontrando su objetivo. El coche voló treinta pies en elaire antes de aterrizar en un montón en uno de los céspedes biencuidados frente a los que estaban están pasando.

    Samantha gritó y trató de virar, pero no pudo evitar conducirdirectamente a través de la pared de fuego que se elevaba desde lacarretera. Por suerte, el carro se movía lo suficientemente rápido paraatravesar las llamas y salir ileso al otro lado, pero debido a la falta devisibilidad y el repentino viraje de Sam, el carro saltó el bordillorecortando en un hidrante de incendios. Se detuvieron en la acera y, enmedio de una lluvia de explosión h, Chris saltó y tiró del coche a unaaturdida Samantha. Él le puso el cinturón en el asiento trasero y se hizocargo de manejar.

    Chris aceleró el motor, se hecho de reversa y después acelerorápidamente, pulverizando goma del caucho en la acera, mientrasarrancaba de nuevo a la carretera.

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     — ¿Están muertos? — preguntó Taylor, refiriéndose a los demonios en

    el carro de plomo.

     — No, deberían de estar bien  — respondió Chris — , tendránpequeñas quemaduras tal vez, pero un pequeño fuego no llega a

    dañar a los de nuestra especie.

     — ¿Qué demonios fue eso? — dijo Taylor.

    Chris respondió con una palabra:

     — Ángeles.

     — Eso lo sé, ¿pero no significa que ellos vencieron al demonioguardián?

     — No lo sé, déjalos encontrarlo — contestó Chris.

    Llevando la radio hacia su boca, dijo:

     — Guardia posterior, ¿cuál es tu estatus?

    La radio crepitó y escucharon:

     — Misión completa, reportamos desde las espaldas de los ángeles,y los estamos forzando a bajar a tierra. Pero uno de nuestros hombres los

    agarró y teletransportó a quien sabe dónde. Adrian es un traidor, señor.

     — Está bien, no hay nada que podamos hacer sobre eso ahora.Hemos sido atacados por un segundo grupo de ángeles. ¿Puede unmiembro de tu escuadrón y tú teletransportarse a nuestro vehículo?Estamos dos cuadras debajo de la calle Crown.

    Segundos después, escucharon un sonido sordo en el techo delcarro.

     — Sam, muévete al asiento de en medio  — ordenó Chris.Obedientemente su novia desabrochó su cinturón y se deslizó. Despuésde rodar debajo de su ventana, Chris gritó — : ¡Entrad!

    Incluso aunque había estado esperándolo, Sam temblóvisiblemente cuando los demonios aparecieron de repente a cada ladode ella.

     — Hola, Sam — dijo uno de ellos.

     — Hola, Chuck  — replicó ella. Charles Booth era un amigo cercanode Chris, y ambas, Samantha y Taylor hablaron con él un par de veces

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    antes. Charles, o Chuck como la mayoría de los demonios lo llamaba,era un demonio inteligente, pero en forma, con oscuros ojos negros yafiladas cejas que lo hacían parecer intensamente concentrado.También era un apuesto hombre alto… le r ecordó a Taylor, al inteligente

    pero sexy doctor Karev, de Anatomía de Gray.

    Taylor no conocía a la otra demonia que había aparecido, perolucía extrañamente familiar. Su pelo era de un tono verde brillante, elcual contrastaba bruscamente con su oscura aura.

     — Hola, soy Kiren. No creo que hayamos sido formalmentepresentadas antes — dijo extendiendo la mano.

    Taylor sacudió su mano mientras la miraba curiosamente.

     — Taylor. ¿Te conozco de algún lugar?

    Kiren rió.

     — Algo así. Voy también a la Universidad de Triton con ustedes. Enrealidad vivo en el mismo piso que tú, en Shyloh Hall. Mi compañera decuarto es tu amiga… Marla. 

     — ¿En serio? Perdón, debería haberlo sabido — dijo Taylor.

     — No, no te preocupes. Vine a UT para mantener un ojo en ti y enChris, y fui instruida para golpear. Espero no haber espantado mucho aMarla, parece una chica adorable.

    Era el turno de Sam de reír.

     — Bueno, pienso que a ella le gustaría una compañera de cuartoque le hable y que no solo salga en la noche, pero aparte de eso, creoque te ama como su compañera de cuarto.

    Los ojos de Kiren se arrugaron en un ceño fruncido.

     — Creo que tal vez exageré un poco el extraño y misteriosoambiente. Trataré de ser más sociable el siguiente semestre,especialmente ahora que mi tapadera esta descubierta de cualquiermanera.

    Taylor estaba contenta por la agradable conversación que alejó sumente de la experiencia cercana a la muerte que habían tenido. Sudistracción fue de corta duración, sin embargo, al ser sacudida a larealidad cuando Chris Chilló:

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      — ¡Esperen, Tenemos compañía!  — Tirando del volante hacia laizquierda, colocando el carro a un lado de la autopista, justo cuandouna bola de fuego golpeó la carretera frente a ellos.

    Los pasajeros se voltearon boquiabiertos a la ventana trasera. Trescarros blancos hacían la misma vuelta detrás de ellos, en lapersecución.

     — Uh, Chris — dijo Chuck  — , tienen mejores autos que nosotros.

     — Sí, gracias por decirlo  — replicó Chris. Estaba conduciendo elhibrido Honda Civic de Sam. No era malo el pequeño carro, y genialpara el ahorro de gasolina, pero no era rival para los carros trucadosque los seguían. En efecto, Taylor no estaba segura que un Jet no sería

    ninguna competencia para las conducciones de los ángeles: unPorsche, Ferrari, y Lamborgini cruzaron carretera abajo detrás de ellos,en una rara exhibición de belleza y poder que seguramente captaría la

    mirada de cualquiera. Necesitaban llegar a la carretera pública.

    Kiren abrió su ventana y pasó su estrecho cuerpo por ahí. Miróatrás, hacia sus perseguidores.

     — ¡Ahí vienen! — gritó en voz baja. Taylor vio como otro orbe de luzvino del Porsche blanco. El tope estaba bajo, haciendo más fácil para

    los ángeles disparar.

    Chris pisó con fuerza el acelerador, tratando de esquivar losdisparos. Empujando su mano afuera, Kiren apenas podía mantener subalance agarrándose al costado del carro, mientras que colgabaprecariamente de la ventana. Al mismo tiempo, disparaba su propiaarma: tres granadas rebotaron carretera abajo. La primera colisionó conel orbe, en una explosión de luz y fuego. El humo y el fuego de laexplosión, bloquearon su visión trasera temporalmente. Pero incluso

    permitió que dos granadas cargaran contra sus perseguidores que no seveían.

    En el momento exacto en que el Porsche cortó a través de lacortina de humo, la ardiente granada golpeó su parachoques. Comouna palanca, el carro voló en el aire hacia atrás y después, se arqueócamino abajo. Aterrizando en el techo del siguiente carro en el camino,el Ferrari, parándolo en seco. El último perseguidor maniobró hábilmenteel destrozado metal blanco de sus dos predecesores. Pero conoció un

    destino similar cuando la tercera granada se precipitó a un lado suyo,dejando al Lamborgini incapacitado.

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     —Tres de tres… nada mal — dijo Kiren, mientras metía su cuerpo a

    través de la ventana.

     — Eso fue increíble — dijo Sam, claramente con admiración.

    Kiren sonrió ampliamente de oreja a oreja.

     — Buen trabajo Kiren — dijo Chris.

     — No hay problema — respondió.

    Taylor miró por el espejo retrovisor al demonio femenino sentado allado de Sam. Realmente no prestó mucha atención a su apariencia laprimera vez que se conocieron, pero ahora, después de ver lo quepodía hacer, Taylor no podía dejar de mirar. Era de altura promedio, de

    músculos tonificados, pero no muy voluminosa. Mientras que su verdecabello estaba corto, como un chico, tenía estilo, puntiagudo en todaslas direcciones, dándole una clase del estilo punk de una estrella delrock. Su sonrisa era linda, incluso contagiosa. Taylor volvió su atención ala carretera, agradecida de que por el momento ya no fueran

    perseguidos.

    Dos calles después, estuvieron en la carretera, dirigiéndose alaeropuerto. Mientras que no sería sencillo simplemente teletransportarse

    desde donde estaban, necesitaban mantener la farsa de que tomaronel viaje a Florida, por si acaso. Diez minutos después, entraron alestacionamiento del aeropuerto y rápidamente encontraron un lugar lomás lejos posible de todos de los otros carros.

     — Está bien Chuck, teletransporta a Sam, y yo teletransportaré aTaylor. Kiren tu hazlo tú misma. — Chris dio órdenes como si estuvieran enel ejército… todavía estaba en modo de misión. 

    Se tomaron de manos con sus compañeros de teletransportación,

    después de unos segundos de sentimiento de vuelta-giro, aparecieronen una oscura habitación con muchas sillas apiladas en una forma de Ua tres lados de ellos. Hombres negros y mujeres se detuvieron en mediode la conversación para inspeccionar a los recién llegados. Taylornunca había visto el lugar antes, pero el resto sí.

     — Hola, Cliff — dijo Sam enérgicamente.

    Su saludo fue dirigido a un viejo demonio, que estaba en un

    elevado pódium, resaltando de otras sillas. Mientras que mostraba clarossignos de envejecimiento, todavía era un hombre muy atractivo, como

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    Sean Connery, o Bob Barker, con una cabeza llena de cabello negro yuna barba bien cuidada. Le sonrió a Samantha — . Ah, mi querida, queagradable es que regresaras a nosotros. Y veo que has traído a tusamigos.

     — Ella es Taylor — dijo ella, señalando con la mano.

    Taylor saludó casualmente.

     — Bienvenida al Ancianato de los demonios  — dijo Cliffordgratamente.

     — Gracias — dijo Taylor. Había estado en una situación similar antes,pero en una habitación llena de ángeles líderes. Eso no fue muy bien, asíque no se fiaba de la actual situación.

     —Ahora… — comenzó a decir Clifford.

    Taylor lo interrumpió:

     — ¿Todavía tienen a salvo a Gabriel?

    Clifford miró a Taylor con pánico en sus ojos.

     — La misión fue programada acorde al plan, pero luego recibimos

    noticias de que, mientras que ellos hacían su escape, Gabriel y suescolta fueron capturados por un repugnante grupo de ángeles. Unosminutos antes de que llegaras, enviamos a nuestro equipo de ataqueespecial para tratar de salvarlos, pero todavía no hemos oído de ellos.Estamos comenzando a temer lo peor.

     — ¡No!  — gritó Taylor  — . Envíen otro esquipo, no puedes dejarlostenerlo. Lo mataran.  — Sintió sus músculos tensarse debajo de su ropa.Sudor en su frente, aunque no tenía calor. Como un torbellino, imágenesde Gabriel capturado cruzaron por su mente: Gabriel en una oscuracelda, Gabriel burlándose de los ángeles guardianes, y finalmenteasesinado, su cuerpo quemado para prevenir que se recupere y vuelvaotra vez.

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    Capítulo 8 

    Traducido por AnaSmith_Corregido por EniesaKath 

    uerpos se estrellaron entre sí, como en un juego deTwister que hubiera salido terriblemente mal. Alguiengritó. Y entonces, como en un efecto dominó,colapsaron en un montón de piel.

    Cuando un gran cuerpo cayó encima de ella, Taylor perdió elaliento. Jadeando en busca de aire graznó:

     — ¡Quítate de encima!  — ahí fue cuando vio la sangre, negra y

    encharcándose: sangre de demonio.

     — ¡Ayuda! — gritó tan alto como pudo.

    En respuesta a su llamado, el cuerpo sin vida fue levantado de su

    pequeño cuerpo por un par de manos. Un par de manos fuertes. Y dealguna manera, familiares. Las manos dijeron:

     — Llévatelo. — Esa voz, pensó. El cuerpo pasó a un segundo par demanos y un rostro apareció en su campo de visión.

     — Taylor  — dijo el rostro. Es solo otro sueño. La hermosa cara deGabriel estaba agachada hacia ella y él alcanzó su mano.

     — No puedo seguir haciéndome esto  — dijo Taylor  — . Tengo que

    aprender a dejarte ir.

    Gabriel se veía confundido.

     — ¿De qué hablas?  — preguntó. La tomó de la mano paralevantarla. Su tacto se sentía tan bien, tan real. Taylor vio a su alrededor.Seguía en el cuarto con las sillas que se levantaban. Vio a Chrisayudando a Sam a levantarse, y ahora una docena de demoniostambién estaban en el cuarto. Había algo distinto en este sueño. Taylortenía miedo de darse esperanzas pero aun así… Se pinchó el brazo

    fuertemente.

    C

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     — Ouch — exclamó. Gabriel se veía divertido. Taylor fue y lo pellizcó

    a él igual de fuerte.

     — Ouch — chilló — , ¿y eso para qué lo hiciste?

    Los músculos de Taylor se tensaron de nuevo, pero no de enojo ode frustración, más bien de anticipación.

    Envolviendo sus brazos alrededor de él, lo abrazó con fuerza, comosi al aflojar su agarre fuera a hacerlo desaparecer.

     — Pensé que te había perdido  — susurró ella. Gabriel alejó su

    cabeza para mirarla a los ojos y dijo:

     — Pensé que había perdido tu amor.

     — Debías de haberlo perdido  — dijo ella, con un borde que searrastraba en su voz.

     — ¿Por qué no fue así? — preguntó Gabriel.

     — No lo sé  — respondió Taylor con honestidad. Repentinamente larabia se apoderó de ella. Deseaba golpearlo, patearlo, maldecirlo. Lahabía lastimado tanto…que también merecía que lo lastimaran. Ya lohabían lastimado, ser recordó a sí misma. Su castigo había sido

    suficiente.

    De pronto, Taylor notó que todos en el cuarto estaban viéndolosahora, pero siguió abrazando fuertemente a Gabriel, temiendo dejarloir. Vio a Sampson y sus ojos se agrandaron.

     — ¿Pero qué...? ¿Qué estás haciendo aquí?

    Su rostro cambió a una enorme sonrisa.

     — Oh, vamos. No pensaste que me quedaría con Gabriel todo paramí, ¿o sí? — dijo Sampson.

    Taylor le devolvió la sonrisa.

     — No, supongo que no — dijo.

    Clifford se les acercó y le dijo a Gabriel:

     — Tenemos mucho que discutir, joven ángel, pero primero deberíascomer algo…y descansar. 

     — Gracias — dijo Gabriel — . Gracias por todo. 

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         P    á   g     i   n    a   4   0

    Capítulo 9Traducido por Julieta Corregido por Ale Rose e quién era el cuerpo?  — preguntó Taylor.Ella, Gabriel, Sam, Chris, y Sampsonestaban en la cafetería de los demonios,viendo a Gabriel comer un enorme plato

    de comida. Ellos ya habían comido. Gabriel estaba trabajando en sutercer plato.

    Gabriel levantó la vista de su alimento, como un cerdo mirando porencima de una cubeta con agua sucia.

     — No lo sé. ¿Y tú Chris?

    Manteniendo su voz baja, Chris dijo:

     — Era Dom. Estaba muerto antes de que incluso lo llevaran al centromédico. Él era un amigo mío. — Samantha puso su brazo alrededor de laespalda de su novio y lo atrajo hacia ella.

     —Oh, Chris, lo siento mucho ―dijo. 

     — ¿Quién lo mató? — preguntó Chris.

    Gabriel terminó de masticar el bocado que estaba comiendo y lerespondió:

     — Un inmundo ángel llamado Lucas. Es el nuevo juguete delConsejo Arcángel. Van a tratar de usarlo para matarme y secuestrar a

    Taylor. Pero voy a matarlo primero.

    Taylor frunció el ceño.

     — Eso sería estúpido, teniendo en cuenta que acabas de serrescatado.

    Chris interrumpió:

     — ¿D

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      — No te preocupes, no vamos a hacer nada de inmediato. LosAncianos tendrán que analizar la situación y decidir qué hacer acontinuación. Por ahora, nadie va a ninguna parte.

    El ceño fruncido que se había formado en la cara de Gabrielcuando él estaba hablando de Lucas se demoró por un momento, yluego se disipó, ya que al parecer, se resignó al hecho que élnecesitaba involucrarse con los demonios en cualquiera de los planesdel futuro.

     — Muy bien — dijo — . Además, tengo todo lo que necesito aquí.  — Élsonrió a Taylor, que seguía frunciéndole el ceño.

    Samantha le preguntó:

     — ¿Qué pasó en la habitación del Anciano, de todos modos?

    Chris se echó a reír.

     — ¿Recuerda cuando te dije que todo teletransporte dentro yfuera de la Guarida se controla cuidadosamente?  — Ella asintió con lacabeza — . Bueno, ése es el por qué tenemos que controlarlo. Ensituaciones de emergencia, los Ancianos permiten teletransportarsehacia las zonas restringidas, como la habitación del Anciano. En este

    caso, nos teletransportamos justo antes de que Gabriel y sus rescatistaslo hicieran. Era casi como una concurrida intersección con semáforoverde.

     — Eso ciertamente no mejoró mi primera experiencia deteletransportarse  — bromeó Sampson — . Creo que me quedo con elvuelo.

    Todos rieron, incluso Taylor, pero Gabriel se puso serio.

     — Sampson, yo.... te debo mi vida, hombre — dijo.

    Sampson se mantuvo sonriendo.

     — Tienes toda la razón. Ya he empezado a hacer una lista de lo quepuedes hacer para compensarme. ¡Puedes comenzar con no contarmás cuentos acerca de todas las cosas estúpidas que he hechodurante todos estos años!

    Gabriel bromeó de vuelta:

     — ¡Cualquier cosa menos eso, por favor!

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     — Debería haberte dejado atrás en prisión  — dijo Sampson — .Entonces, ¿estás reactivado después de la merienda? No creo querealmente hayas masticado algo.

     — Sí, seguro que es mejor que la comida de la cárcel, esa mierda

    era horrible. Creo que estoy listo para hablar con los Ancianos ahora.

     — Olvídalo  — dijo Chris — . Tienes que descansar por un tiempo ydejar que los que son más viejos y más sabios que nosotros se ocupen

    de eso. Ellos te convocarán cuando estén listos para hablar.

    Gabriel bostezó.

     —Supongo que podría tratar de recuperar un poco de sueño. ―Se

    levantó de su silla.

    Taylor se puso de pie, sintiéndose incómoda.

     — Yo, eh, te acompaño a tu cuarto.

    Sam, Chris, y Sampson se echaron a reír.

     — ¿Alguno de ustedes saben realmente a dónde van?  — preguntóSam.

    Taylor y Gabriel se miraron entre sí y luego sacudieron sus cabezasal mismo tiempo.

     — Se los mostraré — dijo Chris, sin dejar de sonreír  — . Nos tomamos la

    libertad de asignarlos en habitaciones contiguas.

    Después de guiarlos a sus habitaciones, Chris les dijo quepresionaran tres veces 1 en sus teléfonos si necesitaban algo. Gabriel le

    dio las gracias y cerró la puerta.

     —Taylor, yo… — empezó a decir. — Shhhh, no necesitamos hablar de eso ahora. Yo estaba enojada,

    pero ahora no lo estoy. Te dije en el sueño que aún te amo y lo hago. Encierto modo, entiendo por qué hiciste lo que hiciste y sé que intentastesalvarme al final. Has hecho un montón de cosas estúpidas, pero teperdono por ellas, lo que podría ser un error, pero es mío paracometerlo.

     — Gracias, pero.... ¿qué sueño? — preguntó Gabriel.

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     — ¿Quieres decir que no...? Tuve un sueño hace unos días dondeme dijiste que me amabas. Pensé que habías entrado en mi sueño paradecirme que estabas bien.

    Gabriel se encogió de hombros.

     — Eso hubiera sido una buena idea, pero no lo pensé y dudo quehubiera suficiente luz en mi celda para permitirlo. Debes habérteloimaginado por tu cuenta — dijo con picardía.

     — No seas cabezota.

     — Con toda honestidad, Tay, pensé en ti cada segundo queestuvimos separados.  — En un solo movimiento, Gabriel la cogió enbrazos y la llevó a la cama, colocándola hacia abajo suavemente.

    Se abrazaron durante horas, y aunque Gabriel se quedó dormidocasi inmediatamente, Taylor se quedó despierta para verlo dormir. Susueño era tranquilo, su pecho subía y bajaba con cada respiraciónlenta y profunda. Era probablemente el primer sueño de un buendescanso que había tenido desde su captura. Taylor se sintió tontamirándolo, pero no podía parar. Sabía que todavía no le habíaperdonado, no debería haberlo hecho, pero su sexto sentido, al que lehabía hecho caso omiso al principio de su relación cuando le advirtió

    acerca de Gabriel, había cambiado su opinión y le instó a que loperdonara.

    Finalmente, hubo un golpe fuerte en la puerta. Taylor se levantólentamente, tratando de no molestar a Gabriel, pero él se agitó modos.

     — ¿Qué es? — preguntó.

     — Hay alguien en la puerta, creo que es hora de irse.

    Confirmando su conjetura, Taylor se encontró con Chris, Sam, Kireny Sampson en la puerta.

     — Es el momento — dijo Chris.

    El extraño grupo de ángeles, demonios y humanos en silenciopartieron de la habitación de Gabriel. Con Chris liderándolos en elcamino a través de la red oscura de túneles y pasadizos. Las linternaseran la única luz y el resplandor misterioso de ellas los hacía sentir comosi estuvieran asistiendo a una sesión de espiritismo. Nadie habló mientras

    caminaban, ni siquiera Sam o Sampson, los más ruidosos que habían enel pelotón.

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    Chris y Kiren asintieron a un par de demonios que pasaron por elcamino, pero no rompieron el paso para hablar con ellos. La mano deTaylor apretó la de Gabriel con fuerza mientras seguían al grupo, en laretaguardia. Se dio cuenta de que Sam no estaba sosteniendo la mano

    de Chris. Parecía que cada vez que Chris estaba en modo de trabajo,sabía que no debía distraerse con sus sentimientos.

    Con el tiempo, el camino terminó en una pequeña alcoba. Untransportador les esperaba en silencio. La cápsula de cristal parecíafuturista, como algo que ves en una película o en un paseo enDisneyworld.

    Entraron en la cápsula.

     — Esperad — dijo Chris.

    Taylor recordó a Sam decirle sobre la última vez que estuvo en untransportador similar con Chris, él dijo exactamente lo mismo. Ese fue unviaje mágico para su amiga, ella y Chris acababan de confesar su amora los demás.

    Las puertas se cerraron y el vehículo empujó hacia adelante sinhacer ruido, ganando velocidad a cada segundo que pasaba.Sampson parecía impresionado por la máquina, Probablemente

    comparándolo con los híbridos ascensores/transportadores en la sededel ángel.

     — ¡Yuju! — gritó, al llegar a máxima velocidad. Las paredes rocosasazotadas por todos los lados. Así como habían acelerado, el transportedesaceleró y se redujo y paró en una cavidad solitaria en el túnel.

    Salieron y pasaron a través de un amplio vestíbulo abierto queestaba iluminado por docenas de chimeneas a cada lado. Ignorando

    el demonio en el mostrador de seguridad, Chris les condujo a la Cámarade los Ancianos, donde los esperaban. Más de 150 pares de ojos sevolvieron para verlos entrar. Una mesa y seis sillas se habían situado paraellos.

    Clifford hizo un gesto hacia la mesa y se sentó en una línea,enfrentando a los Ancianos. Taylor se sentía como si estuviera sentadaen la mesa de la novia y del novio en una boda. Casualmente, ella yGabriel fueron colocados directo al centro de la mesa, donde la novia yel novio normalmente se sentaban, flanqueados por Chris y Sam a laizquierda, y Sampson y Kiren a la derecha.

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    Con un carraspeo, Clifford comenzó:

     — Gracias a todos por venir. Tenemos mucho que agradecer. Hoyhemos completado con éxito dos misiones peligrosas y desafiantes. Sinembargo, en el proceso hemos perdido un soldado valiente, DominiqueRodas. Comencemos con un minuto de silencio por nuestro hermanocaído.  — Todas las cabezas se inclinaron y se produjo un silenciorespetuoso.

    Continuando, Clifford dijo:

     — Obviamente tenemos que tomar algunas decisiones respecto anuestras estrategias futuras de guerra, pero en primer lugar, me gustaríaque cada uno de los líderes de la misión nos informen sobre su misión

    respectiva.  — Él asintió con la cabeza a Sampson — . ¿Por qué noempezamos con la misión de rescate, Operación Traidor. Sampson?  — Taylor se animó, mientras esperaba ansiosamente escuchar la historia

    de la huida de su novio.

    Permaneciendo sentado, Sampson, dijo:

     — Me gustaría comenzar con un breve relato de mi participación.Hace dos años, llegué a los demonios con la esperanza de que me ibana asumir como un guerrero en su ejército. Había escuchado una serie

    de cosas con respecto a los últimos deseos del Consejo Arcángel,apodado El Plan, que eran estrictamente confidenciales. No tengo quedecir, que no me gustó lo que escuché. Los Ancianos de inmediato mecontrataron como espía y yo he estado alimentando esa informacióndesde entonces.

     — Cuando surgió la oportunidad de ayudar a la causa demoníacamientras al mismo tiempo ayudar a mi viejo amigo Gabriel, estaba muydispuesto a hacer mi parte. ―Taylor vio los ojos de Gabriel que no

    habían dejado la cara de su amigo mientras él hablaba. Era evidenteque estaba sorprendido al oír cuánto tiempo Sampson había estadoespiando a los ángeles.

    Sampson luego dijo el proceso de planificación de la misión.

     — Una misión de esta complejidad no podría haber sido llevada acabo sin recursos significativos en el interior. Mientras que, de formadeliberada, ninguno de los espías se conoce entre sí, creo que hay unostreinta en total  — Miró a Clifford para la confirmación. El viejo demonioasintió. Sampson continuó — : Y lo más importante, tenemos un espía en

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    el más alto de los niveles, que se arregló para nosotros a acceder a

    áreas de alta seguridad, tales como la prisión.

    Al oír esto, Gabriel interrumpió:

     — ¿Me estás diciendo que alguien en el Consejo Arcángel estátrabajando para los demonios?  — Lo miró incrédulo ante la merasugerencia de tal insurrección.

    Sampson dijo:

     — Sí.  — Gabriel se cruzó de brazos y se reclinó en su silla, con lascejas arqueadas y la boca llena con una burbuja de aire. Lo queacababa de saber claramente embobaba su mente. Dejó escapar elaliento almacenado en una larga y lenta explosión.

    Sampson contó la historia de su huida. Cuando llegó a la partesobre el asesinato de Lucas del joven demonio, Chris y Gabriel cerraronsus puños, como si estuvieran listos para saltar de su silla de inmediato ybuscar venganza. Cuando terminó su relato, el silencio cayó sobre la

    sala.

    Clifford dejó que la información se asimilara un minuto antes decontinuar.

     — Christopher, mientras que eras el Líder de Operaciones de ambasmisiones, Kiren fue la Jefa de Misión para la recuperación de Taylor ySamantha: Operación Humanidad. Kiren, ¿por qué no nos cuentas?

    Con un muy alto nivel de detalle, Kiren contó la historia de lapersecución de coches. Al final de su monólogo, todo el mundo estabaal borde de sus asientos, y cuando ella describió el ataque de fuegopesado y la destrucción resultante de coches de alta gama de losángeles, hubo algunos gritos y aplausos entre el público. Kiren sonrió en

    respuesta.

    Un demonio que no estaba sonriendo era Clifford. Una arruga cruzósu rostro.

     — Eso fue un rápido pensamiento y te felicito por tus acciones en elfragor de la batalla, jovencita, pero estoy preocupado por algunos delos principales hechos de tu historia. En primer lugar, tuvimos un espíaentre nosotros. Adrian fue asignado a la misión especialmente porque

    pensamos que se podía confiar en él, pero es evidente que nos hemos

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    equivocado. La información con que debió alimentar a los ángeles casi

    hace caer toda la misión.

    »En segundo lugar, la voluntad de los ángeles para atacar a plenaluz del día es especialmente preocupante. Nuestra experiencia con elloses que en general son muy cautelosos, pero sus acciones limitan con loimprudente. ¿Qué piensas de eso?  — Clifford dirigió la pregunta a losancianos, pero fue Gabriel quien respondió.

     — Ellos harán lo que sea para recuperar a Taylor. — Todos los ojos seposaron en Gabriel. Hizo una pausa y luego dijo — : Tan arrogantes comolos ángeles son, se han dado cuenta de que no pueden derrotar a loschicos sin la ayuda de Taylor. Y la dejaron deslizarse de sus dedos, lo querealmente debe haber cabreado a Dionisio. Él va a estar dispuesto a

    tomar riesgos enormes para recuperarla. Nuestra única opción esvencerlos primero  — dijo la última frase con tanta confianza, que aunTaylor pensó que sonaba como lo correcto en hacer, es decir, hastaque se dio cuenta de que él era voluntario para ayudar.

     — ¡No! — dijo ella bruscamente.

    Gabriel se volvió hacia Taylor, observando su cara con una miradade sorpresa, como si, en el calor del momento se hubiera olvidado de

    que estaba allí. — Tengo que hacer esto — respiró.

     — Harás que te maten  — dijo con total naturalidad. Continuandocon calma, dijo — : De la forma en que lo veo, yo soy la clave de todo. — Ella sonrió, disfrutando de su propia broma. Al menos, hubiera sidouna broma si no hubiera sido cierto. Un par de los Ancianos se rieronentre dientes. Sam sonrió, evidentemente orgullosa de la valentía de suamiga.

    Taylor continuó:

     — Así que... si yo soy la llave, entonces en realidad sólo hay dosopciones aquí. Una de ellas, me matas o me mato....  — Gabriel secongeló ante su sugerencia. Se apresuró a añadir  — : Pero preferiría notener que morir, si es posible. Eso deja la segunda opción: escondermehasta que los ángeles puedan ser derrotados.

    Por el rabillo del ojo, vio a Gabriel mirándola fijamente, su cara

    estaba orgullosa. Le tocó la pierna debajo de la mesa, pero ella loignoró.

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    Uno de mujer los Ancianos rompió el breve silencio:

     — Creo que la segunda opción suena bastante bien. Protegeremosa Taylor aquí, hasta que seamos capaces de ganar la guerra. Comodijo Gabriel, los ángeles se verán obligados a asumir riesgos para

    recuperarla y los estaremos esperando para explotarlos.

    Clifford asintió lentamente.

     — Suena razonable para mí, si Taylor está dispuesta.

     — Lo estoy — dijo Taylor.

    Una interrupción sorprendente vino del extremo de la mesa.

     — ¿Qué pasa con la universidad?  — preguntó Sam — . ¿Y el padrede Taylor?

     — Fácil  — dijo Chris — . Nos podemos teletransportar a la oficina deregistro de los estudiantes en la noche, hackear algunos sistemas,asegurarnos de que sus calificaciones son buenas y utilizar su plan decomidas. Para que su padre crea que todavía va a la universidad.Cada vez que tenga que hacer acto de presencia, podemos

    teletransportarla allá donde tiene que estar. — Lo tenía todo planeado.

     — ¿Y qué hay de mí? — preguntó Sam.

    Chris se miró las manos. Clifford dijo:

     — Debes seguir en la universidad para ayudar a cubrir a Taylor.Pero puedes volver tan a menudo como quieras: después de las clases,los fines de semana, cuando quieras. Enviaremos a Kiren contgo, juntocon algún otro guardia, para protegerte.

    Chris se inclinó hacia ella y Taylor lo oyó susurrar:

     — Te voy a traer de vuelta todas las noches. — Samantha sonrió.

    Clifford escaneó el panel de Ancianos.

     — ¿Alguien tiene reservas con respecto a este plan de ataque?

    Gabriel se retorció en su asiento, cuando el silencio llenó la

    habitación. Cuando nadie ofreció una opinión, se puso de pie y dijo:

     — No estoy tratando de ser grosero, pero la única decisión que

    hemos tomado es mantener a Taylor aquí para protegerla. Te refieres aeso como nuestro “plan de ataque”. Se parece más a un plan de

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    defensa. ¿Qué pasa con nuestra estrategia para atacar a los ángeles, y

    poner fin a la guerra?

    Clifford suspiró.

     — Ángel joven. Ves, hay una diferencia fundamental entre las dosrazas. A veces la mejor acción es no actuar en absoluto. El ConsejoArcángel podría haber logrado ya destruirnos si no estuvieran tanansiosos por usar el poder de Taylor. En este caso, vamos a esperar ydejar que Dionisio dé el primer paso. Entonces, cuando se presente laoportunidad, vamos a atacar.

    Gabriel miró a su alrededor y sólo vio asentir cabezas. Parecía quenadie más en la habitación compartió su deseo de actuar con rapidez.

    Se resignó a la decisión que se había hecho y, a regañadientes, sesentó.

     — Si nadie tiene nada que discutir, levantare la sesión y dejaré aChris, y al Líder de Operaciones, hacer los arreglos necesarios.  — Coneso, Clifford y los otros ancianos comenzaron a desaparecer en racimosde la habitación, aparentemente teletransportándose, ya que las reglasno se aplicaban a ellos.

    Los seis de la larga mesa se levantaron lentamente y sin decir una

    palabra. Al pasar por el vestíbulo y de nuevo al transportador, Sampreguntó:

     — ¿Qué debemos hacer ahora?

     — Vamos a disfrutar de los feriados — dijo Chris con una sonrisa.

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    Capítulo 10Traducido por Julieta Corregido por Ale Rose aylor se despertó y lanzó un suspiro de satisfacción. Se sentíacaliente. Se sentía amada. Completa incluso. Su brazoestaba envuelto en el pecho desnudo de Gabriel. Podíasentir sus músculos pectorales flexionándose suavemente

    cada vez que sus pulmones se llenaban de aire.

    Gradualmente, levantó su brazo, haciendo un esfuerzo conscientepara no despertar a su novio. Justo cuando pensaba que tuvo éxito, losojos de Gabriel se abrieron, sus fuertes brazos tirando de ella hacia él.Taylor se echó a reír, sorprendida, mientras besaba su cara y su cuello.Cuando llegó a sus labios, se demoró por lo que podría haber sido unaeternidad, o sólo unos pocos segundos, Taylor no podía decir cuál.

    Taylor había perdonado a Gabriel por todas sus mentiras, por sutraición, incluso por poner su propia vida en peligro. Había pagado porsus pecados en la cárcel, a punto de perder su propia vida. Pero ellatenía un condición para él, que Gabriel había acordado con facilidad.

     — Vamos — dijo Taylor, tirando de sus labios — . Es el día de la historia.

    Gabriel se encogió.

     — Tal vez deberíamos esperar hasta después de las vacaciones,

    entonces te diré todo. — Me lo prometiste — dijo Taylor  — . Me lo debes.

     — Está bien, tienes razón. Hoy es el día d