Download - Max Ernst, Collages

Transcript
  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    1/44

    cuaderno[ 38FUNDACIÓN MAPFRE   2009

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    2/44

    Presidente del Patronato

    José Manuel Martínez Martínez

    Presidente de la Comisión Directiva

    Filomeno Mira Candel

    Director

    José Luis Catalinas Calleja

    INSTITUTO DE ULTUR

    Presidente

    Alberto Manzano Martos

    Director General

    Pablo Jiménez Burillo

    Director General Adjunto

    Daniel Restrepo Manrique

    CONSEJO ASESOR

    Presidente

    Alberto Manzano Martos

    Vocales

    Manuel Alcántara

    Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón

    Venancio Blanco Martín

    Valeriano Bozal Fernández

    Eugenio Carmona Mato

    Estrella de Diego Otero

    Juan Fernández-Layos Rubio

    Julián Grau Santos

    Pablo Jiménez Burillo

    Carlos Malamud Rikles

    Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba

    Antonio Mingote Barrachina

    Leandro Navarro Ungría

    Daniel Restrepo Manrique

    (Secretario no vocal)

    Miembros de Honor

    Matías Díaz Padrón

    Luis García Berlanga

    Marcial Loncán Alonso

    Antonio López García

    Rafael de Penagos

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    3/44

    2 5

    6 25

    26 28

    30

    31

    32 33

    34 37

    38 39

    Vanguardia y tradición

    Max Ernst: na semana de bondad

    Cronología

    Sobre el catálogo

    Un acercamiento bibliográfico

    Max Ernst en la red

    Glosario

    Pieza de toque

    Pablo Jiménez Burillo

    Mercedes Rivas

    Paula Susaeta Cucalón

    cuaderno[ 38FundaciónMAPFRE 2009

    1 cuaderno[ 38

    Con la presentación en Madrid de los collages originales de Une semaine de bonté realizados por Max

    Ernst , la FUNDACIÓN MAPFRE profundiza en su interés por las obras en papel.

    Se trata de obras que permiten niveles muy diferentes de lectura. Como espectadores, podemos com-

    partir la labor de seleccionar, cortar y pegar imágenes, ajustando fragmentos de la realidad impresa, y

    adentrarnos de la mano del artista en su universo onírico. Cada detalle de cualquiera de los collages contiene

    tal cantidad de información que, cada vez que nos acercamos a uno de ellos, descubrimos un nuevo aspec-

    to que nos permite redefinir las obsesiones y el discurso del artista.

    Max Ernst realizó estos collages en 1933 con la intención de publicarlos en forma de novela –Une semainede bonté–, justo en un momento en que, con la subida de Hitler al poder, Europa afrontaba el desafío del

    totalitarismo. Algunos de sus sueños, pero, sobre todo, sus peores pesadillas se plasmaron en estas obras, de

    las que no estuvo ausente el sentimiento oscuro y premonitorio que invadía el continente. Como Shakespeare,

    trabajó en el ámbito de los instintos y las emociones primarias. Un ímpetu violento e intenso recorre su obra,

    con la intención de sembrar el desasosiego en el observador. Une semaine de bonté supone la culminación de

    la novela-collage; con ella se establece el canon; es, desde el momento de su publicación, un referente inelu-

    dible para cualquier artista que se acerque al género. En los collages de Max Ernst, inocuas ilustraciones de folle-

    tín dan lugar a composiciones vibrantes, plenas de tensión; en las manos del artista, el gusto decorativo de lasilustraciones decimonónicas genera un discurso propio y totalmente ajeno a su contexto original.

    Hasta el año 2008, la serie de collages de Une semaine de bonté sólo fue mostrada en su totalidad en la

    exposición que tuvo lugar en 1936, y precisamente en Madrid, en el Museo Nacional de Arte Moderno. Desde

    entonces ha sido conservada por su propietario, el coleccionista Daniel Filipacchi, al que agradecemos de mane-

    ra muy especial que haya incluido a la FUNDACIÓN MAPFRE en un periplo expositivo que abarca algunas de las

    instituciones museísticas más importantes de Europa: empezó en el Albertina de Viena, continuó en el Max

    Ernst Museum de Brühl y la Kunsthalle de Hamburgo, y concluirá este verano en el Musée d’Orsay, en París.

    También queremos hacer extensivo nuestro agradecimiento a Werner Spies, comisario de la muestra.

    Para la FUNDACIÓN MAPFRE es un honor volver a exponer en Madrid esta serie de collages con los que Max

    Ernst logra una de las obras más importantes del surrealismo, plasmando el complejo y delirante imagina-

    rio de un movimiento que lideró y al que nutrió con su presencia, desbordante creatividad y talento.

    Alberto Manzano Martos. Presidente del Instituto de Cultura - FUNDACIÓN MAPFRE

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    4/44

    2 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    5/44

    3 cuaderno[ 38

    Vanguardia y tradiciónPablo Jiménez Burillo

    Sin embargo, cada vez abundan más las exposiciones y los plan-

    teamientos que intentan una lectura de la vanguardia desde la

    tradición. La idea del clasicismo de la vanguardia y de lo simultá-

    neamente clásico y moderno no nos es en absoluto extraña.

    En esta exposición presentamos los collages originales de Une

     semaine de bonté, que Max Ernst realizó durante el verano de 1933

    y que hasta el año pasado se expusieron por primera y única vez

    en Madrid en 1936, justo en los albores de la Guerra Civil españo-

    la. Desde aquella fecha habían permanecido ocultos al público has-

    ta que en 2008 el Albertina de Viena los volvió a mostrar.

    Si hay una forma de hacer arte que realmente se identifica con

    el siglo XX y con el mundo en el que vivimos, seguramente es la

    del collage. Nos transmite el sentimiento y la evidencia del fragmento:

    la idea de vivir, de ser un fragmento en un mundo de fragmen-

    tos. Frente a las visiones armónicas y globalizadoras del pasado, la

    visión fragmentaria del mundo moderno. No es sólo que el colla-

    ge encarne la absoluta emancipación del arte respecto a su papel

    de reproductor de las imágenes de la realidad, sino que también

    expresa el carácter, la sustancia de su momento.

    Entre la irreverencia, el sentido del humor y la voluntad de jugar

    con elementos cargados de trascendencia, Max Ernst estructuró su

    En nuestra apreciación del arte contemporáneo tal vez haya pesado demasiadotodo aquello que tiene que ver con los aspectos que marcan la ruptura con elpasado y con el afán de novedad. La historia del arte de vanguardia, entendidacomo una sucesión de movimientos en una dirección de progreso, no sólo ha sidosiempre tremendamente sugerente, sino que también ha servido para estructurarlas manifestaciones artísticas.

    Max Ernst en 1933

    Anna Riwkin / Moderna Museet Stockholm.

    Moderna Museet, Estocolmo

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    6/44

     semaine de bonté siguiendo el orden de los días de la semana, de

    domingo a sábado, y estableciendo una liturgia de colores que, rela-

    cionados con un tema determinado, desafiaban a todo tipo de poder

    y a las convenciones sociales de la época.

    Este juego de libertades empieza al elegir el universo gráfico

    con el que expresarse, las imágenes con las que construir su obra.

    Max Ernst no juega con las del día, con las que definían su actuali-

    dad; no utiliza, por ejemplo, periódicos o revistas, como tampoco

    recurre a las prestigiosas imágenes del pasado. Trabaja, en cam-

    bio, con humildes grabados pensados para ilustrar novelas de gran

    consumo.

    Grabados que se mueven y utilizan los clichés y los estereotipos

    de la representación decimonónica. Son imágenes que se inscriben

    en un momento concreto de la ilustración gráfica, sintetizando los

    lugares comunes y los puntos de vista de la pintura del siglo XIX. Una

    manera de representar la realidad, o un tipo de realidad, que, por

    natural, Max Ernst emplea como un lenguaje básico con el que com-

    poner su nuevo imaginario.

    Y es que no es una mala idea la de pensar en la vanguardia del

    siglo XX, en general, como en una reutilización de las bases, de los

    principios y de los tópicos del siglo XIX . ¿Qué sería, por ejemplo,

    del surrealismo sin la tradición simbolista?

    4 cuaderno[ 38

    Collage de Una semana de bondad , “El agua”, 1933

    collage, lápiz, gouache

    22 x 15,2 cm

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    7/44

    5 cuaderno[ 38

    Collage de Una semana de

    bondad, “El agua”, 1933

    15,5 x 12,1 cm

    collage, lápiz, gouache

    de convicción aún mayor, y que otorga a las imágenes mayor fuerza

    y trascendencia: algo que las sitúa en las antípodas de una ocurrencia

    casual.

    No es el azar lo que guía la mano del artista, o no sólo el azar;

    no sólo la voluntad creadora o el afán de cierta trascendencia; suimpulso es como el de la vida, ese otro gran collage en el que todo

    se une y se superpone.

    Y es que, seguramente, una de las cosas más emocionantes de

    estas obras es que, con su iconografía tan propia del siglo XIX, con esa

    mezcla de candidez y perversidad, tan de los primeros años del siglo

    XX, conservan intacto un soplo de vida que todavía hoy nos conmueve.

    Pablo Jiménez Burillo. Director general del Institutode Cultura - FUNDACIÓN MAPFRE

    Los collages que hoy presentamos tienen mucho de toda esta

    relectura y tienen también toda la fuerza, toda la intensidad y toda

    la vibración de las obras mayores del arte del siglo XX.

    Une semaine de bonté no es en modo alguno un ejercicio más

    de la vanguardia, ni un desarrollo de los principios sobre los que seasienta el surrealismo. Es, por el contrario, una obra determinante

    en sí misma, una de las obras más importantes del siglo, que se vale

     por sí y que en sí tiene todo lo que necesita para su grandeza.

    Pero Une semaine de bonté también nos sorprende hoy por su

    belleza formal. Para empezar, por la delicadeza de su ejecución;

    Max Ernst se esforzó para que realmente el resultado del collage

    fuera la creación de una obra nueva y que, para ello, quedaran pocas

    huellas visibles del proceso. Hay, efectivamente, una minuciosidaden la elaboración, un empeño, que confiere al conjunto un poder

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    8/44

    6 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    9/44

    Después de recorrer los museos de otras ciudades europeas –el

    Albertina de Viena y el Kunsthalle de Hamburgo–, llega a Madrid,

    gracias a la FUNDACIÓN MAPFRE, una muestra excepcional procedente de

    la colección de Daniel Filipacchi y la Fundación Isidore Ducasse de

    Nueva York: la serie completa de collages originales de Une semaine

    de bonté ou les septs éléments capitaux , realizados por Max Ernst

    en 1933, un año antes de que fuera publicada en París como la ter-

    cera y última de sus novelas-collage.

    La presencia de estas piezas en el Madrid del siglo XXI nos permi-

    te, por otro lado, rememorar la primera exhibición de estas obras a

    nivel mundial en el ambiente prebélico de marzo y abril de 1936. El

    Museo Nacional de Arte Moderno, situado en el edificio de la Biblio-

    teca Nacional, mostró los 184 collages originales, de los que dos eran

    inéditos; se censuraron cinco láminas por “razones especiales”, se anun-

    ció, y es que todas atentaban contra la ortodoxia católica, como la que

    presenta a una mujer crucificada –se excluyeron las numeradas 11, 12,

    7 cuaderno[ 38

    Max Ernst:Una semana de bondad 

    Mercedes Rivas

    Hay que servirse de lo banal para crear lo fantástico.Max Ernst

    Recorrido

    Collage de Una semana de bondad ,

    “Primer poema visible”, 1933

    17,5 x 11,8 cm

    collage, lápiz, gouache

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    10/44

    26 y 35 del primer cuaderno y la 16 del ter-

    cer cuaderno–. La exposición adquiría pleno

    sentido dentro de los objetivos del director

    del museo, Juan de la Encina, de marcar la

    visibilidad de España en el circuito interna-

    cional como emisora y receptora de las nue-

    vas tendencias artísticas. El crítico Manuel

    Abril firmó el folleto que acompañó a la

    exposición. La recepción de crítica y público

    ante estas estampas rebosantes de surrea-

    lismo hace más de setenta años fue dispar

    pero no indiferente, y causaba un gran

    impacto la visita a la que sería para muchos

    su primer contacto con una obra surrealis-

    ta. La crónica de  ABC  los calificaba de edi-

    ción superrealista de disparates, jugando con

    el título de la obra de Goya: “El ‘arte’ de Max

    Ernst es distinto; más que arte, es simple

    ingenio  pour épater . Pero bueno es con-

    templar este nuevo artículo de exportación,

    que el ingenio gordo alemán lanza al

    ambiente internacional de los  snobs”. En

    cambio, sedujeron a Dionisio Ridruejo,

    como recrea en sus memorias, que coinci-

    dió con Pablo Neruda en la muestra: “Res-

    baló la atención de todos por todos, ante

    los interesantes e imantadores objetos

    surrealistas del pintor, que Neruda conocía

    ya sin que parecieran interesarle mucho.

    A mí me fascinaron. Era la primera expo-

    sición surrealista que veía en vivo”.

    De dadamax al surrealismo

    La formación pictórica de Ernst fue vario-

    pinta y poco dada a ser encauzada por nin-

    guna disciplina, se puede decir que desarrolló

    su talento de una forma natural, espontá-

    nea, y gracias a los sucesivos hallazgos que

    realiza a lo largo de su vida, la mayoría

    casuales, para poder expresar su impulso

    creador. Los primeros pasos artísticos los

    daría dentro de la familia, junto a su padre,

    pintor vocacional que le enseñó nociones

    básicas y algo más. Cuenta en sus Notas para

    una biografía que Philip Ernst ejercitaba sus

    dotes pintando “con mucha aplicación y algu-

    na ingenuidad” y que solía copiar obras clá-

    sicas de tema religioso tomándose algunas

    libertades: “Daba a los paganos y los répro-

    bos las facciones de filósofos ateos, como

    Nietzsche o Schopenhauer, o protestantes

    8 cuaderno[ 38

    La recepción de crítica y público ante estas

    estampas rebosantes de surrealismo hace másde setenta años fue dispar pero no

    indiferente

    Collage de Una semana de bondad 

    “El león de Belfort” , 1933

    14,3 x 11,2 cm. collage, lápiz, gouache

    Collage de Una semana de bondad,

    “El león de Belfort, 1933”

    20 x 14 cm. collage, lápiz, gouache

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    11/44

    notorios, como Lutero y Calvino, y el ros-

    tro de los miembros de su familia o de sus

    amigos personales a los santos y a los ánge-

    les”. Es decir, el artista sin pretensiones que

    era su padre iba más allá del calco fiel al sus-

    tituir los rostros de los originales de forma

    simbólica o anecdótica por personajes cono-

    cidos o familiares, y creaba una suerte de

    pastiche que, sin proponérselo, auguraba

    procedimientos que serían habituales a par-

    tir del surrealismo o de la trayectoria artís-

    tica de su propio hijo. En una entrevista de

    1969 todavía recordaba la libertad que le

    brindó este aprendizaje paterno: “Proba-

    blemente el alegre lápiz salido del bolsillo

    de mi padre se ha animado a tomar la deci-

    sión de evadirme de los conventos del surrea-

    lismo ortodoxo”.

    Esta libertad para manipular realidades

    –objetos y materiales– previas para confe-

    rirles un sentido y una nueva identidad

    –siempre frágil y oscilante– y la euforia que

    siente en el trance de la creación están

    en la base de toda su obra, y su paso por

    los distintos movimientos de vanguardia

    –expresionismo, dadaísmo o surrealismo–

    los realiza con ese bagaje y ese principio cre-

    ador que no se dejaría dominar por ningu-

    na disciplina, contrario, como solía afirmar,

    a someterse a ninguna.

    Tras su paso por la Facultad de Letras de

    la Universidad de Bonn, donde estudió las

    asignaturas que le atraían sin propósito de

    obtener un título o capacitarse para una

    profesión –Filología Clásica, Filosofía, Psico-

    logía e Historia del Arte–, Ernst comienza su

    acercamiento al mundo del arte a través

    de Auguste Macke (1887-1914) y su círculo de

    amigos de “la joven Renania”, unidos por

    el ansia de saber, de libertad y de absolu-

    to. En estos primeros años Jean (Hans) Arp

    (1886-1966) sería una de las presencias más

    influyentes en su carrera; movidos por una

    agitación común en busca de un concepto

    nuevo de arte que no habría de llegar del

    expresionismo que representaba Macke y el

    Jinete Azul. Juntos recorrerían el estallido

    dadaísta en Alemania y la transgresión

    surrealista en Francia. Pero antes tendrían

    que afrontar la catástrofe de la Primera Gue-

    rra Mundial, que les llevó por caminos total-

    mente separados: mientras Arp escapó a

    9 cuaderno[ 38

    La formación pictórica de Ernst fue variopinta

    y poco dada a ser encauzada por ninguna

    disciplina: desarrolló su talento de una forma

    natural, espontánea

    collage de Una semana de bondad ,

    “El león de Belfort”, 1933

    17,9 x 14,3 cm. collage, lápiz, gouache

    collage de Una semana de bondad ,

    “El león de Belfort”

    15,9 x 12,9 cm. collage, lápiz, gouache

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    12/44

    Francia, Max Ernst fue llamado a filas al prin-cipio de la contienda. Tiempo después con-

    fesaba que fueron cuatro años sin vida, de

    los que volvería “como un joven decidido

    a descubrir el mito de su época”.

    Su fuerte sentimiento antibelicista hizo

    que se uniera a otros jóvenes que, como él,

    compartían su pacifismo y percibían la estu-

    pidez del nacionalismo, su necesidad de un

    cambio radical, de hacer tabla rasa con todo

    y romper todas las reglas y no someterse a

    las leyes, de acabar con los prejuicios y las

    censuras, de empezar de nuevo, desde el

    principio. Son estos los motivos que hacen

    surgir, hacia 1916, el movimiento Dadá en

    Zúrich con el impulso del poeta y ensayista

    rumano Tristan Tzara (1896-1963) y otros

    artistas que se habían refugiado en la ciu-

    dad suiza huyendo de la guerra, como el pro-

    pio Arp, y que se reunían en torno al Caba-

    ret Voltaire. Acabada la guerra,el dadaísmo

    llega a Colonia gracias a la amistad de Arp

    y Ernst, instalado entonces en la ciudad

    renana, y del malogrado artista Johannes-

    Theodor Baargeld. Los tres fueron los pro-

    motores de una de las muestras más des-

    afiantes y revolucionarias del grupo en 1920:

    Dada Ausstellung. Dada Vorfrühling (Expo-

     sic ión Dadá. Temprana primavera Dadá),

    toda una performance precursora en la que

    nuestro autor firmaba como “dadatex maxi-

    mus” y “dadamax ernst” y a la que califica

    como “un relámpago en un cielo despeja-

    do”. Es en esta época cuando Max Ernst creasus primeros collages, son obras que parten

    de catálogos y enciclopedias, manuales de

    ciencia popular, escenas de viajes, láminas

    de anatomía o paleontológicas; separadas

    las piezas del conjunto, se decía que halla-

    ba un “placer maligno” en eliminar de su

    memoria el conjunto para armar uno nuevo

    con las piezas pegadas: “Lo absurdo de suacumulación confundía la mirada y todos los

    sentidos, provocaba alucinaciones, daba a

    los objetos representados significaciones

    nuevas y en rápida metamorfosis”. Es tam-

    bién entonces cuando realiza su primera

    exposición en París, Exposición Dadá. Max 

    Ernst (1921); en su presentación André Bre-

    ton comentaba que en los collages del artis-ta el objeto exterior rompía con su campo

    habitual, sus partes constituyentes se eman-

    cipaban de él mismo, a fin de establecer

    relaciones totalmente nuevas con otros ele-

    mentos, escapando del principio de reali-

    dad. Sacado de contexto, el objeto recibe

    una carga semántica inédita que lo sitúa

    ante una nueva vida o, como se ha dicho,

    “se sirve del mundo circundante para minar

    el mundo circundante”.

    Como presagiando su propia realidad,

    Ernst comprende que debe salir de su con-

    texto para emprender esa tarea de socavar

    lo establecido, de disolver los lenguajes

    monológicos, y se marcha a París, donde

    vivirá con una identidad falsa –Jean Paris–

    durante el periodo de entreguerras. Con

    pocos medios de subsistencia, sin embargo

    pudo presenciar con asiento preferente elnacimiento del surrealismo –el Manifiesto

    del surrealismo de Breton se publica en

    1924– e ir fraguando su personalísima obra

    con criterios originales que terminarían sien-

    do asumidos como surrealistas por la pro-

    ximidad de sus planteamientos. Su situación

    cambia en 1925: un contrato temporal con

    el coleccionista y escritor Jacques Viot le per-mite centrarse en su carrera. Ese año hace

    un hallazgo que cambiará por completo su

    forma de trabajo: el frottage –grattage des-

    pués, cuando lo aplica a la pintura–, una téc-

    nica casi escolar (frotar un papel con un lápiz

    blando o carboncillo contra una superficie

    con relieve) que el autor había entrevisto

    en su infancia, y que sería el medio para

    explorar sus facultades visionarias y conju-

    rar ese complejo de virginidad ante el lien-

    zo en blanco, que reconocía haber sentido

    durante toda su vida. Desde siempre había

    intentado evitar ese vértigo por dibujar el

    primer trazo trabajando con un material

    10 cuaderno[ 38

    “Rome”, collage para el capítulo 9

    de La femme 100 têtes, París,

    Éditions du Carrefour, 1929

    Cuando Max Ernst crea sus

    primeros collages, son

    obras que parten de

    catálogos y

    enciclopedias, manualesde ciencia popular,

    escenas de viajes,

    láminas de anatomía o

    paleontológicas

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    13/44

    preexistente, como los collages sobre pin-

    tura, pero con el frottage daría con una fór-

    mula propia.

    De este descubrimiento habla larga-

    mente en Más allá de la pintura (1936), unode sus textos teóricos más intensos y reve-

    ladores: “El procedimiento del frottage, al

    no basarse sino en la intensificación de la

    excitabilidad de las facultades del espíritu

    a través de medios técnicos apropiados,

    excluir toda guía mental consciente (de

    razón, de gusto o de moral) y reducir al míni-

    mo la participación activa de quien ante-riormente era llamado ‘el autor’ de la obra,

    no tardó en revelarse como el verdadero

    equivalente de lo que conocía ya con la

    denominación de escritura automática.

    Como un espectador, el autor asiste, indi-

    ferente o apasionado, al nacimiento de su

    obra”. Es decir, el frottage supondría su con-

    tribución formal al movimiento liderado por

    André Breton, quien había proclamado al

    automatismo la esencia de todo surrealis-

    mo: “Automatismo psíquico puro por cuyo

    medio se intenta expresar verbalmente, por

    escrito o de cualquier otro modo el funcio-

    namiento real del pensamiento”, donde la

    imagen más potente era la que poseía el más

    alto grado de arbitrariedad. El método exi-

    gía rapidez, Ernst se dejaba llevar por las

    imágenes que quedaban grabadas, super-

    poniéndose entre sí, al frotar el lápiz sobremaderas y otras materias en distintas posi-

    ciones. Las figuras que veía eran “cabezas

    humanas, animales diversos, una batalla que

    termina en amor [...], rocas, el mar y la noche,

    terremotos...”; compone de esta forma una

    serie de piezas que reúne en Histoire natu-

    relle, cuya publicación en 1926 le pone por

    primera vez en contacto con la galerista yeditora Jeanne Bucher.

    Si las plumas hacen el plumaje,la cola no hace el collage

    Su obra va llenándose de motivos, como

    las flores y los pájaros, mientras sigue inda-

    gando en los lenguajes artísticos. Entre 1929

    y 1933 produce óleos de gran formato pin-

    tados con las técnicas del frottage, del grat-

    tage y del collage, pero éstos ahora van a con-

    cretarse en un formato diferente. Aunque

    la creación de collages se encuentra desde su

    paso por el dadaísmo, a finales de la década

    del veinte los aborda con nuevos plantea-mientos, más encaminados a una producción

    a mayor escala. Llega el momento de las nove-

    las-collage, un género absolutamente origi-

    nal de Max Ernst con el que sistematiza su

    actividad creativa al darle continuidad a los

    collages, y que se presta a desarrollar la narra-

    tividad visual y textual de una historia, ade-

    más de poder ofrecer su obra a un sector de

    público más amplio.

    En varios de sus textos teóricos el propio

    autor atribuye al collage varias interpreta-

    ciones: “Es algo parecido a la alquimia de

    la imagen visual. EL MILAGRO DE LA TRANSFIGU-

    RACIÓN TOTAL DE LOS SERES Y OBJETOS CON O SIN CODI-

    FICACIÓN DE SU ASPECTO FÍSICOO ANATÓMICO”, dice

    en Más allá de la pintura. Y más adelante

    insiste en la misma idea: “Podría definirse

    como un compuesto alquímico de dos o más

    elementos heterogéneos, resultantes de su

    aproximación inesperada, debida a una

    voluntad orientada –por amor a la clarivi-

    dencia– hacia la confusión sistemática y la

    alteración de todos los sentidos o al azar,

    una voluntad que favorezca el azar”. Para

    adornar su visión del collage, Ernst recurre

    a la repetida cita de Lautréamont que tan-

    to se ha asociado al surrealismo y a los cadá-

    veres exquisitos; dice ser “hermoso como el

    encuentro fortuito en una mesa de disección

    de una máquina de coser y un paraguas”.

    Efectivamente, el collage de Ernst guarda

    una íntima relación con las tesis de André

    Breton y así los mecanismos del collage pro-ducirían un “extrañamiento sistemático”

    que podrían profetizar el fin del principio

    de identidad o su disolución.

    11 cuaderno[ 38

    Aunque la creación de

    collages se encuentra

    desde su paso por el

    dadaísmo, a finales de la

    década del veinte losaborda con nuevos

    planteamientos, más

    encaminados a una

    producción a mayor escala

    Entwurf für ein

    Ausstellungsplakat, 1921

    Galleria Civica d'Arte Moderna

    e Contemporanea, Turín

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    14/44

    Según comenta Werner Spies, amigo del

    artista y gran especialista en su obra, el autor

    trabajaba con tijeras pequeñas para perfilar

    con precisión los contornos de los fragmen-

    tos recortados, que a veces eran de tamañodiminuto, porque una de las cosas que más le

    importaba era lograr la uniformidad de los

    elementos; por eso a veces introducía peque-

    ñas correcciones a lápiz o pluma o añadía

    líneas y algunas vistas en perspectiva para

    aumentar la sensación de profundidad. Cuen-

    ta Spies que Max Ernst le invitaba a tocar los

    collages con la punta de los dedos, para des-cifrarlos, como si fuera escritura braille, pues

    sólo de esa forma podían notarse los desni-

    veles y superposiciones del material. Le inte-

    resaba obtener una imagen acabada en sí

    misma e inteligible: “Comparable al crimen

    perfecto, el collage intenta dificultar el

    hallazgo de indicios y hasta pretende que

    se descarte la idea de la actuación de tije-

    ras y cuchillas. Para alcanzar este objetivo, se

    borran todas las huellas que permitan inferir

    la conclusión de que se trata realmente de un

    collage”. De esta forma, gracias a un traba-

     jo meticuloso, artesanal y profundamente

    selectivo, la ilusión óptica final es un tram-

    pantojo visual de una nueva realidad, se ha

    forjado un mundo paralelo y enigmático.

    Las novelas-collage de Max Ernst

    La unión de texto y collage para una

    publicación tenía en su trayectoria prece-

    dentes en las dos colaboraciones de 1922

    con su amigo Paul Éluard: Répétitions y Les

    malheurs des immortels. En Répétitions ,

    Éluard había elegido diez collages de Ernstpara un libro de poemas; en el segundo,

    en cambio, los veinte textos habían sido

    compuestos por ambos inspirándose en sen-

    dos collages del artista. Estos libros gozaron

    de una gran aceptación en el grupo surrea-

    lista como, entre otros, Luis Buñuel y Sal-

    vador Dalí. Max Ernst retoma esta idea en

    1929 y concibe su elaboración como un todo

    donde texto e imagen se integran en la mis-

    ma dimensión; existe ahora un propósito de

    ficción a través de secuencias de viñetas y

    una idea motriz que va articulando palabras

    e imágenes. Nos encontraríamos ante colla-

    ges narrativos.

    En los tres trabajos editados entre 1929

    y 1934 el material gráfico de partida es

    siempre el mismo: láminas procedentes de

    novelas ilustradas, en distintos formatos, que

    utilizaban el grabado en madera o xilogra-

    fía para reproducir las imágenes. Este anti-

    guo procedimiento se había recuperado en

    el siglo XIX y mejorado gracias a la elección

    de maderas más duras que permitían una

    mejor definición de las líneas del dibujo.Se convirtió en una herramienta funda-

    mental para la impresión en un momento de

    efervescencia de publicaciones periódicas

    de todo tipo: literarias, científicas, revistas

    de moda y variedades, enciclopedias, folle-

    tos políticos, o novelas por entregas y nove-

    las ilustradas. La xilografía fue el medio de

    acercar al gran público imágenes elocuen-

    tes de hábiles dibujantes, como Gustave

    Doré, en ediciones de grandes tiradas. Pero

    cuando Ernst compone sus novelas-collage,

    el grabado en madera era una técnica en

    desuso que había sido desplazada por nue-

    vas formas de impresión, como el offset , acti-

    vidad en la que el propio autor había tra-

    bajado al acabar la Primera Guerra Mundial.

    12 cuaderno[ 38

    Comparable al crimen perfecto, el collage

    intenta dificultar el hallazgo de indicios y

    hasta pretende que se descarte la idea de la

    actuación de tijeras y cuchillas

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    15/44

    Frente al proceso compositivo de la

    novela ilustrada, en la que el dibujante se

    inspira en el texto para dar una idea gene-

    ralizada de lo que se lee, Ernst nos enfren-

    ta ante una asociación incoherente entre

    imágenes y texto –reducido a lemas y leyen-

    das ilustrativas–, cuando no a una ausencia

    total de palabras depositando la respon-sabilidad narrativa en el collage. La semán-

    tica de los collages está determinada por la

    lámina que utiliza como base y los frag-

    mentos superpuestos. El sentido de cada

    elemento, al ser aislado, se conserva sólo

    parcialmente y se suma o amalgama a los

    otros elementos añadidos. El parecido físi-

    co entre los diversos recortes era un requi-

    sito básico para dar una idea de fusión; por

    eso, el número de novelas ilustradas que

    surten de grabados a Max Ernst no es muy

    elevado, en su mayoría datan de finales del

    siglo XIX . La sintaxis visual consigue ofre-

    cer un significado simultáneo –sea o no

    comprensible bajo la lógica de la razón– y

    salva así una de las barreras del lenguaje

    verbal que sólo podemos descifrar de una

    forma consecutiva.

    La primera novela-collage de Max Ernst

    en ser publicada fue La femme 100 têtes (La

    mujer 100 cabezas) a cargo de Éditions du

    Carrefour en 1929; contenía 148 collages con

    leyendas de ilustraciones y un aviso al lector

    de André Breton que hablaba de “un ale-gato romántico a favor del sueño y la sobre-

    rrealidad”. Refería el milagroso nacimiento

    de un hombre completo que atraviesa dis-

    tintas etapas –la infancia, el descubrimien-

    to del sexo– y afronta aventuras funestas

    –motines, naufragios– hasta que en el últi-

    mo capítulo se reproduce el nacimiento.

    Dicho así podría tratarse de una novela de

    aventuras o una novela bizantina donde el

    protagonista es sometido a infinitud de

    pruebas, pero los saltos de escenas, las imá-

    genes chocantes o las elipsis exigen de un

    lector activo que pueda suplir lo que no ve.

    A finales de 1930 aparecía en la misma edi-

    torial Rêve d’une petite fille qui voulut entrer 

    au Carmel (Sueño de una niña que quiso

    entrar en el Carmelo); se trataba de 79 colla-

    ges con sus leyendas y una introducción que

    resume la historia de una muchacha de die-

    ciséis años, violada en la infancia, que acep-

    ta sufrir toda clase de humillaciones en sudeseo de entregarse a Dios.

    Mediante estas obras Ernst desafía al

    lector-observador del momento, habitua-

    do a narraciones trilladas y convencionales,

    por medio de unas historias que acaecen en

    entornos semejantes pero alterados y con

    un ritmo sincopado que incumple las reglas

    del relato tradicional. En un estudio recien-te, Juan Antonio Ramírez indica que el

    autor utiliza críticamente el material de par-

    tida: sus novelas visuales “son un eco de

    cosas aparentemente muy conocidas que

    parecen escucharse en un espacio donde

    sólo cabe la subversión”. Pero al presenciar

    estas obras, se siente también un desaso-

    siego y una inquietud por el proceso de

    extrañamiento que está bajo las costuras

    invisibles del collage. La crítica, la subver-

    sión o la parodia, que han sido determi-

    nantes en tantas revoluciones artísticas,

    están y van más allá, como un arco que

    apuntara en dos direcciones hacia el arte

    y hacia la misma sociedad de la que mana

    para desestabilizarla.

    13 cuaderno[ 3813 cuaderno[ 39

    Las novelas-collage de Max Ernst gozaron

    de una gran aceptación en el grupo

    surrealista como, entre otros, Luis Buñuel

    y Salvador Dalí

    Frontispicio y portada de Les malheurs

    des immortels, de Paul Éluard y Max Ernst,

    París, Librairie Six, 1922

    Cubierta de Répétitions, de Paul Éluard,

    París, Au Sans Pareil, 1922,

    con la reproducción de un collage

    de Max Ernst

    “Les moutons”, 1921, collage para

    Répétitions, de Paul Éluard, París,

    Au Sans Pareil, 1922

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    16/44

    Una semana de bondado los siete elementos capitales

    La publicación de Une semaine de bon-

    té (Una semana de bondad) se realiza gra-

    cias al interés de la galerista Jeanne Bucher

    y a la mediación de Roland Penrose, pin-

    tor y amigo de Max Ernst que contribuyó

    económicamente en la última fase de la edi-ción. Bucher había publicado en 1926 las 34

    fototipias de Histoire naturelle, una carpe-

    ta de dibujos realizados con la técnica del

    frottage y firmados por el artista; era un

    tipo de edición especial, propio de galeris-

    ta, mientras que con Una semana de bon-

    dad se pretendía llegar a un sector de públi-

    co más amplio.

    Fueron 182 las láminas publicadas en

    1934 y existían dos collages originales más

    para llegar a los 184 que componen esta

    muestra. El formato de los collages , comose puede observar, era variable pero fue uni-

    ficado para la edición, por lo que desapa-

    recían las firmas del grabador que sí se ven

    en los originales. Las láminas no llevaban

    leyendas de ilustraciones y se reproduje-

    ron a doble página. Se imprimieron 800

    ejemplares –más dieciséis ediciones de lujo

    en papel especial para grabado–, en tamaño

    holandesa (280 x 225 mm), entre el 15 de abril

    y el 1 de diciembre. Estaba previsto que apa-

    recieran siete cuadernos, pero ante el esca-

    so número de ventas de los cuatro prime-ros, Bucher le propone al autor reunir en un

    quinto volumen los cuadernos restantes y

    Ernst acepta. Cada entrega se encuadernó en

    14 cuaderno[ 38

    Collage de Una semana de bondad ,

    “El león de Belfort”, 1933

    19,8 x 14,8 cm

    collage, lápiz, gouache

    15 d o[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    17/44

    un color diferente –púrpura, verde, rojo,

    azul y amarillo–, que se guardaban en un

    estuche de cartoné gris. La portada conte-

    nía el título general de la obra y el de cada

    cuaderno, que se organiza en torno a un

    modelo fijo con leves alteraciones en la

    entrega final: el día de la semana, un ele-

    mento esencial y un ejemplo.

    Primer cuaderno. Púrpura. Domingo. Ele-mento: El barro. Ejemplo: El león de Belfort.

    Segundo cuaderno. Verde. Lunes. Ele-

    mento: El agua. Ejemplo: El agua.

    Tercer cuaderno. Rojo. Martes. Elemen-

    to: El fuego. Ejemplo: La corte del dragón.

    Cuarto cuaderno. Azul. Miércoles. Ele-

    mento: La sangre. Ejemplo: Edipo.

    Quinto cuaderno. Amarillo. Jueves. Ele-

    mento: El negro. Ejemplos: La risa del gallo

    y la isla de Pascua.

    Quinto cuaderno. Amarillo. Viernes. Ele-

    mento: La vista. Ejemplo: El interior de la vista.Quinto cuaderno. Amarillo. Sábado. Ele-

    mento: Desconocido. Ejemplo: La llave de

    los cantos.

    Esta distribución en siete secciones es la

    que orienta el recorrido de nuestra exposición.

    El nivel referencial de la novela es percepti-

    ble ya en el título: Una semana de bondad o

    los siete elementos capitales induce a pensar

    en los siete días de la Creación y en los siete

    pecados capitales, una identificación altamente

    irónica que excluiría el paraíso por la presen-

    cia inicial del pecado. Aun antes, la organiza-ción de la novela en cuadernos con portadas

    de diferentes colores está inspirada en el famo-

    so poema de las vocales de Rimbaud: “¡Yo

    15 cuaderno[ 38

    Collage de Una semana de bondad,

    “El león de Belfort”, 1933

    22,8 x 15,4 cm

    collage, lápiz, gouache

    16 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    18/44

    inventé el color de las vocales! A negro, E blan-

    co, I rojo, O azul, U verde”. Las alusiones lite-

    rarias, a diferenciar de la base gráfica sobre

    la que trabaja, son constantes y una mirada

    fugaz a las imágenes nos llevaría a recordara autores de novelas góticas como Maturin y

    su personaje de Melmoth el errabundo, a escri-

    tores románticos como Eugène Sue o Edgar

    Allan Poe, a postrománticos y decadentistas

    como el marqués de Sade y Octave Mirbeau,

    entre otros. Esto convierte a Una semana de

    bondad en una red de intertextos, pese al

    limitado uso que hace de las palabras, de

    sentido paródico, por cuanto desvía el senti-

    do original para expresar algo distinto, cali-

    ficable incluso de pastiche satírico.

    El número de libros que utilizó Max

    Ernst para los collages se reduce a unoscuantos títulos, se conjetura que tenía ejem-

    plares únicos hallados de manera fortuita

    en librerías de viejo, como sucedió con el

    Paradise Lost de Milton en la versión ilus-

    trada por Gustave Doré, que compró en

    Milán, cerca del castillo medieval de Vigo-

    leno, adonde había sido invitado a veranear

    y donde compuso el cuaderno tercero de

    Una semana de bondad . Se trataba de nove-

    las que se habían publicado como libros ilus-

    trados en las últimas décadas del siglo XIX:

    Martyre de Alphonse D’Ennery; Mam’zelle

    Misère de Pierre Decourcelles; Les troismajors de Lucien Huard; La femme du mort ,

    La grande Iza, Iza, Lolotte et compagnie

    de Alexis Bouvier; Drácula de Bram Stoker;

    Les damnées de Paris de Jules Mary; tam-

    bién usó algunos folletines publicados en

    Le Petit Journal o en el semanario L’Ouvrier ;

    y recabó muchas tramas de las Mémoires de

    Monsieur Claude, redactadas por Antoine

    16 cuaderno[ 38

    Collage de Una semana de bondad ,

    “La risa del gallo”, 1933

    15,8 x 13 cm

    collage, lápiz, gouache

    17 cuaderno[ 3817 cuaderno[ 39

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    19/44

    Claude, jefe de policía de la Sureté a media-

    dos del XIX , mezcla de historia policíaca y

    novela de aventuras. Puede decirse que esta

    clase de libros eran materiales raros, de esca-

    sa distribución, en contraste con la enormepopularidad de la que gozaron en el momen-

    to de salir al mercado por haber sido impre-

    sos con una técnica anticuada. Ernst efectúa

    una nueva selección al preferir relatos folle-

    tinescos de naturaleza truculenta y rocam-

    bolesca, novelas góticas y de misterio llenas

    de crímenes y asesinos, mujeres fatales, ajus-

    ticiamientos, autopsias, dramas pasionales,

    imágenes de torturas, apariciones fantas-

    males, textos que son, como menciona Spies,

    compilaciones de atrocidades: “Algunas

    novelas recapitulaban el repertorio com-

    pleto del espanto. Los lugares comunes dra-máticos se correspondían con expresiones

    faciales codificadas, una fisonomía estable-

    cida de la maldad y de lo repulsivo, y la cons-

    tante repetición de gestos estereotipados.

    Se podría hablar de un itinerario temático

    del horror”.

    La existencia de un mundo objetivo es

    uno de los principales nexos de unión entre

    las series de collages. El espacio físico se lo

    proporcionan sobre todo los grabados pro-

    cedentes de los dibujantes con menos pre-

    tensiones artísticas; funcionan como el esce-

    nario y el decorado para que Max Ernstejecute sobre ellos su teatro de variedades.

    A veces su intervención en la lámina se limi-

    ta a la inclusión de figuras que suspende en

    la escena, los hace rotar o los coloca del

    revés e incluso modifica la posición de los

    brazos; hay piezas que revisten a los per-

    sonajes de una nueva personalidad, como

    cabezas de animales –sobre todo pájaros–,

    cuadern [ 38cuadern [ 39

    Collage de Una semana de bondad ,

    “La risa del gallo”, 1933

    14,5 x 11,5 cm

    collage, lápiz, gouache

    18 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    20/44

    moluscos, plumajes o alas, insectos; otras veces

    son fuego, nubes de humo o agua en forma

    de olas o cascadas; en otras ocasiones, su labor

    quirúrgica se expande y llega a infiltrar recor-

    tes en los elementos que constituyen el deco-

    rado, como cuadros o ventanas, llegando a

    perfilar los marcos o unos barrotes para enca- jar a una figura en ese encuadre. En realidad,

    el número de elementos originales inserta-

    dos en cada collage varía entre dos y cinco

    piezas, prefiriendo los de tres y cuatro frag-

    mentos, y sólo en dos ocasiones llega a

    emplear quince y dieciséis elementos.

    Esta unidad de conjunto es palpable en el

    tercer cuaderno, correspondiente al martes,

    donde el ejemplo es “La corte del dragón”.

    Max Ernst compuso esta parte durante el vera-neo de 1933 en Vigoleno. Se pasaba horas

    recluido en su habitación donde recorta-

    ba la novela que llevaba en su equipaje

    –Martyre, de Alphonse d’Ennery– y partes de

    la encontrada en Milán; Valentine Hugo, pre-

    sente aquel verano, recordaba el ruido ince-

    sante que procedía de la habitación del

    autor: “A través de la puerta cerrada sona-

    ba un duro clic metálico. No comprendí lo que

    ocurría hasta el día en que tomé un libro gran-de y deteriorado de la estantería, y lo hojeé.

    Se trataba de un Paradis perdu con grandes

    ilustraciones de Gustave Doré. Observé que

    [

    Collage de Una semana de bondad ,

    “El león de Belfort”, 1933

    19,8 x 14,7 cm

    collage, lápiz, gouache

    19 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    21/44

    todos los grabados habían sido arrancados

    y cortados en grandes trozos. Así que Max

    recortaba todo lo que le gustaba de las ilus-

    traciones para componer con ellas sus colla-

    ges. Y, por supuesto, el ruido lo había pro-

    ducido Max con sus tijeras, cada vez que las

    dejaba sobre la mesa”. El resultado final fueque Martyre es la base de cuarenta y dos de

    los cuarenta y cuatro collages de “La corte

    del dragón”, distribuidos en una sucesión

    aleatoria respecto a la novela de Ennery. Las

    láminas de este cuaderno muestran un inte-

    rior burgués profusamente decorado con

    papeles tapizados, cortinas, alfombras y

    almohadones, toda clase de muebles, cua-

    dros y espejos. Son habitaciones domina-

    das por el barroquismo exacerbado delhorror vacui que favorece la actividad inva-

    sora de Max Ernst para difuminar sus injer-

    tos. Así, por ejemplo, sustituye los cuadros

    originales por nuevas imágenes (collages 23

    y 42) o aprovecha los recargados vestidos de

    las protagonistas para añadirles alas toma-

    das de Doré.

    Seguidas una a una, la capacidad evo-

    cadora de las láminas y las pistas que se des-

    lizan en los títulos de los cuadernos nospodría guiar a través de una posible histo-

    ria, aunque no existe tal concepto y más

    bien se diría que muchos de los collages

    Collage de Una semana de bondad ,

    “El león de Belfort”, 1933

    20,1 x 14,1 cm

    collage, lápiz, gouache

    20 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    22/44

    constituyen unidades de sentido autónomo

    que tienen como nexos el elemento y el

    ejemplo. No obstante, se podría intentar

    captar algunos de los temas que guían las

    secuencias. El primer cuaderno es uno de los

    más atroces, su protagonista es el león de

    Belfort, alusión a una estatua gigantescaesculpida sobre las rocas en Belfort que con-

    memoraba la resistencia de la ciudad en la

    guerra franco-prusiana; existía una versión

    de bronce más pequeña en París, que era

    uno de los lugares de referencia del grupo

    surrealista. En el cuaderno púrpura, color

    de la jerarquía eclesiástica católica, y del

    domingo, el día del señor, el león de Belfort

    encarna un símbolo de poder político y reli-

    gioso, es el hombre con cabeza de león queejerce la autoridad con violencia y lujuria.

    Ernst muestra escenas de persecuciones,

    robos, asesinatos y ejecuciones junto a otras

    llenas de tensión textual entre el león y los

    personajes femeninos, que suelen estar

    semidesnudos, amordazados o atados; las

    mujeres son torturadas y apaleadas o fri-

    volizan con el ente leonino. La serie con-

    cluye con el collage de unos leones sobre un

    pedestal con la inscripción “Laudate pueridominum”, pieza de música sacra de ala-

    banza al Señor. La sección primera viene a

    ser una revelación de la cara oculta de los

    Collage de Una semana de bondad,

    “La corte del dragón”, 1933

    20,3 x 14,1 cm

    collage, lápiz, gouache

    21 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    23/44

    poderes establecidos, la suya es una postu-

    ra política, como considera Juan Antonio

    Ramírez, “con una gran carga satírica anti-

    burguesa y una visión muy lacerante de la

    Iglesia y de su sistema de valores”, que cabría

    relacionar con la deriva de Europa hacia una

    época de violencia que ya se percibía en laretórica agresiva de Hitler, cuyo ascenso al

    poder se produce en 1933, el mismo año de

    elaboración de Una semana de bondad .

    En el cuaderno del lunes, el agua predo-

    mina las escenas en distintas manifestaciones:

    como inundación, en las calles y en el interior

    de las casas, haceque los puentes se rompan,

    hay personajes que se ahogan o que flotan.

    En algunas de las láminas hay mujeres como

    náyades que dominan las aguas y otras queduermen ajenas a la película acuática que

    sucede a su alrededor, como si se tratara de

    una pesadilla onírica con sueños de agua.

    El tercero es el cuaderno de escenarios

    más equilibrados debido a su gran depen-

    dencia de una misma fuente, Martyre, para

    la mayoría de los collages. La secuencia se ini-

    cia con la aparición de un gran dragón que

    va a introducirse en hogares y espacios urba-

    nos; sus emblemas son alas, reptiles y cria-turas; se manifiesta a través de seres híbridos

    y se inmiscuye en la vida de personas ala-

    das, sean alas de ángel o de murciélagos.

    Collage de Una semana de bondad ,

    “La corte del dragón”, 1933

    15,5 x 12,3 cm

    collage, lápiz, gouache

    22 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    24/44

    Todo parece apuntar que el ámbito domés-

    tico que prevalece está subyugado por la tra-

    gedia. A su vez, Ernst da una nueva vida a

    los cuadros y a los biombos de las estancias

    para evidenciar los miedos y pesadillas de laburguesía, como en las láminas 38, con un

    desprendimiento de rocas, o en la 42, don-

    de las llamas atacan a una de las mujeres.

    El miércoles, cuaderno cuarto, está pro-

    tagonizado por los hombres-pájaro que

    suplantan la figura mítica de Edipo para

    evocar los hitos de la tragedia griega: su

    peregrinar, el parricidio, incluso aparece la

    esfinge del acertijo en forma de pirámide

    de Gizeh; en su busca de la amada la encuen-tra encerrada tras unas rejas, la seduce y la

    secuestra con distintos resultados: la mal-

    trata, la apuñala en un pie o la asesina para

    concluir en un paraje lleno de calaveras en

    su primera versión. Pero la lámina que se

    añade muestra al hombre-pájaro transpor-

    tando un fardo que parece un cadáver, del

    que empezara a desprenderse el alma de

    la mujer.

    En el quinto cuaderno, el amarillo, “Larisa del gallo” y “La isla de Pascua” se agru-

    pan en el jueves. El gallo nos devuelve al rei-

    no de violencia del león de Belfort, con nuevos

    raptos, torturas, duelos entre mujeres y ase-

    sinatos que llegan a una apoteosis en la

    Collage de Una semana de bondad ,

    “La risa del gallo”, 1933

    14,2 x 11,1 cm

    collage, lápiz, gouache

    23 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    25/44

    lámina 11 e incluso se podría hablar de un

    suicidio en las láminas 14 y 15. Antecede a

    “La isla de Pascua” una frase de Jean Arp:

    “Las piedras se llenan de entrañas. Bravo,

    bravo”; así se inicia con el interior de uncuerpo humano invadido por otros seres,

    como si anunciara la duplicidad que vivi-

    rán los personajes movidos por máscaras tri-

    bales, como en la lámina 4, donde una mujer

    abraza a un hombre escindido entre su yo y

    el de la máscara, cuyo cuerpo está rodea-

    do por una serpiente.

    Las atmósferas densas y abigarradas de

    los anteriores cuadernos se tranquilizan el

    viernes en “El interior de la vista”, dividi-do en tres poemas visibles. Ernst retoma el

    estilo del collage emblemático del periodo

    dadaísta con una economía y claridad de

    recursos que ofrecen imágenes netas pero

    mucho más enigmáticas, como en el “Tercer

    poema visible 1”, con la imaginería de sie-

    te de las catorce manos que se estrechan,

    quizá llegando a un acuerdo, y los hue-

    vos que evocaban la actividad del artista,

    de lo que se burlaba en  ¿Qué es el surrea-lismo? : “Se acabó, naturalmente, la vieja

    concepción del ‘talento’, se acabó la glo-

    rificación de los héroes y con la leyenda,

    tan cara a los que codician la admiración,

    de la ‘fertilidad’ del artista, que hoy pone

    Collage de Una semana de bondad ,

    “La isla de Pascua”, 1933

    20 x 14,2 cm

    collage, lápiz, gouache

    24 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    26/44

    tres huevos, y mañana uno, y ninguno el

    domingo”.

    Pone fin a la obra una procesión de

    mujeres que gravitan en “La llave de los

    cantos” del cuaderno del sábado. Son figu-ras que flotan en las habitaciones y en el

    espacio interior, tal vez dejando fluir sus

    instintos o viviendo un momento de éxta-

    sis o de extravío, con troncos que se ar-

    quean como llevados por una fuerza irre-

    primible. Abre la portada del cuaderno una

    cita llena de puntos suspensivos de PetrusBorel y la frase, en alemán, “Qué es esto”;

    llamado el Lycanthrope, el escritor fue uno

    de los poetas románticos malditos recu-

    perado por los surrealistas. Es posible que

    el vacío de palabras sea el anticipo del vacío

    que envuelve a estas mujeres, que proce-

    den de publicaciones sobre la histeria delneurólogo Jean Martin Charcot. Recorde-

    mos que para el surrealismo la histeria no

    Collage de Una semana de bondad , “Tercer poema visible”, 1933

    22,7 x 16,7 cm collage, lápiz, gouache

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    27/44

    26 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    28/44

    1891. Max Ernst nace en Brühl,

    cerca de Colonia. De familia

    católica, su padre, Philipp, es

    maestro de sordomudos y pintor

    aficionado.

    1910. Se matricula en la Univer-

    sidad de Bonn, estudia Filología

    Clásica, Filosofía, Psicología e His-

    toria del Arte.

    1912. Comienza su acercamiento

    al pintor expresionista August

    Macke y al grupo de la Joven

    Renania.

    1913. Conoce a Robert Delaunay

    y a Guillaume Apollinaire. Parti-

    cipa en las exposiciones de expre-

    sionistas renanos y en el Primer 

    Salón de Otoño alemán, organi-

    zado por Macke y Kandinsky para

    Der Sturm (La tormenta) en Ber-

    lín. Sus trabajos acusan influen-

    cias del cubismo, futurismo y

    expresionismo.

    1914. Conoce a Jean (Hans) Arp.

    Es alistado para el ejército al ini-

    ciarse la Primera Guerra Mundial.

    Sufrió una herida en la cabeza yfue condecorado con la Cruz de

    Hierro.

    1916. Expone en la Galería Der

    Sturm junto a Georg Muche.

    1918. Contrae matrimonio con

    Luise Straus, compañera de estu-

    dios e historiadora del Arte. Se

    instalan en Colonia. Tristan Tza-ra publica Dadá manifiesto.

    1919. Durante un viaje de la

    pareja a Múnich con Johannes-

    Theodor Baargeld visita a Paul

    Klee. Gracias a la revista Valori 

    Plastici queda fascinado con la

    obra de Giorgio de Chirico. Empie-

    za a trabajar en impresión offset 

    en Colonia. Se cartea con Tzara.

    Produce sus primeros collages.

    1920. Presenta el álbum de lito-

    grafías Fiat modes pereat ars

    (Hágase la moda, muera el arte).Max Ernst y Theodor Baargeld

    editan Die Schammade (El colmo

    de la vergüenza) y organizan la

    primera exposición Dadá de

    Colonia. Nace Jimmy Ernst.

    1921. Invitado por André Breton

    inaugura su primera exposición

    en París en la librería Au SansPareil. Veranea en el Tirol con

    Tzara y Breton; Gala y Paul Éluard

    le visitan en Colonia. Se estrecha

    su relación con Gala, que se man-

    tiene, con altibajos, hasta 1927.

    1922. Se publica Répétitions ,

    poemas de Éluard con una selec-

    ción de collages de Ernst y vuel-

    ven a colaborar en Les malheurs

    des immortels. Llega a París con

    el pasaporte de Éluard. Trabaja

    en una fábrica de artículos de

     souvenirs.

    1924. Éluard hace un viaje alre-

    dedor del mundo, Gala y Ernst se

    reúnen con él en Saigón (actual

    Ho Chi Minh). André Breton publi-

    ca el Manifeste du Surréalisme.

    1925. Su situación ilegal le obliga

    a refugiarse en Bretaña, donde

    concibe la técnica del frottage.

    Firma un contrato con Jacques

    Viot –promotor de Joan Miró y de

    Hans Arp– que le permite insta-

    larse en Montmartre y trabajar

    con sosiego. Aunque el contrato

    duró poco tiempo –Viot se va de

    Francia inesperadamente–, su

    dedicación al arte es plena desde

    entonces. Conoce a Roland Pen-

    rose, pintor surrealista influido

    por Ernst, que sería un gran apo-

    yo para su carrera.

    1926. La galerista Jeanne Bucher

    edita Histoire naturelle: 34 foto-

    tipias realizadas a partir de frot-

    tages con prólogo de Hans Arp.

    Cronología

    Max Ernst [1891-1976]

    Œdipus Rex, 1922. Colección particular

    La puberté proche..., 1921

    Colección particular

    27 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    29/44

    L’ange du foyer, 1937 Colección particular

    Junto a Miró diseñan el escenario

    y vestuario para los ballets rusos

    de Diaghilev. La difícil relación con

    Luise Straus termina en divorcio.

    1927. Se casa con Marie-Berthe

    Aurenche y se instalan en Meu-

    don. Conoce a Yves Tanguy. Su

    gran amigo Baargeld fallece en

    los Alpes.

    1928. Expone en la Galería Bern-

    heim de París.

    1929. Éditions du Carrefour

    publica su primera novela-colla-

    ge, La mujer de 100 cabezas.

    1930. Actúa en La edad de oro de

    Luis Buñuel. Se publica en Zúrich

    Weisst du schwarzt du (Blanco tú

    negro tú) con diez poemas de

    Hans Arp y cinco collages de

    Ernst. A final de año aparece Sue-

    ño de una niña que quiso entrar 

    en el Carmelo, segunda de las

    novelas-collage.

    1931. Reúne 39 collages para el

    libro A l’intérieur de la vue, publi-

    cado en 1947 junto a ocho poemas

    de Éluard. Comienza la serie de

    collages en torno a Loplop, una

    suerte de alter ego de Ernst que ya

    aparecía en La mujer 100 cabezas.

    1933. Compone Una semana de

    bondad .

    1934. Jeanne Bucher publica en

    París la tercera novela-collage,

    Une semaine de bonté ou les septs

    éléments capitaux . Escribe el tex-

    to del catálogo de la exposición

     ¿Qué es el surrealismo? , celebra-

    da en Zúrich.

    1936. La exposición de los colla-

    ges originales de Una semana de

    bondad se inaugura en el MuseoNacional de Arte Moderno de

    Madrid. Participa con 48 obras en

    la exposición itinerante Fantastic 

     Art, Dada, Surrealism, iniciada en

    el MoMA de Nueva York. Se sepa-

    ra de su segunda esposa.

    1937. Publica uno de sus textos

    teóricos fundamentales, “Au-delà de la peinture” (“Más allá

    de la pintura”). Se celebra en

    Londres su segunda exposición

    individual. Conoce a Leonora

    Carrington y se van a vivir a Saint-

    Martin d’Ardèche en 1938.

    1939. Al estallar la Segunda Gue-

    rra Mundial es recluido comoextranjero enemigo por las auto-

    ridades francesas. Éluard logra

    liberarlo en esta ocasión.

    1940. Carrington huye a España

    y Ernst sale del campo de Les

    Milles, donde había vuelto a ser

    recluido. Espera permiso cerca de

    Marsella para viajar a Estados Uni-

    dos. Conoce a Peggy Guggen-

    heim. Primeras decalcomanías.

    1941. Desde Lisboa, vuela conPeggy Guggenheim y su familia

    a Nueva York. Se casan el año

    siguiente. Se reúne con su hijo,

    que había llegado en 1938 huyen-

    do del nazismo.

    1942. Participa en la exhibición

    First Papers of Surrealism, orga-

    nizada por Breton, con una ins-talación de Duchamp. Conoce a

    la pintora Dorothea Tanning.

    1943. Tras un nuevo divorcio,

    empieza a vivir con Dorothea

    Tanning.

    1945. Colabora como guionista y

    actor en la película Dreams That 

    Money Can Buy(Sueños que pue-de comprar el dinero) de Hans

    Richter, inspirándose en Una

     semana de bondad.

    Über den Wolken wandert die Mitternacht..., 1920

    Colección particular

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    30/44

    29 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    31/44

    Collage de Una semana de bondad , “Tercer poema visible”, 1933. 22,7 x 16,7 cm collage, lápiz, gouache

    30 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    32/44

    Las referencias que encon-

    tramos en estudios especializados

    y catálogos de exposiciones a esta

    novela-collage y a las dos que le

    preceden –La femme 100 têtes

    (1929) y Rêve d’une petite fille qui 

    voulut entrer au Carmel (1930)–

    son frecuentes y acertadas, pero

    carecíamos hasta ahora de estu-

    dios tan completos y específicos

    como los trabajos de Werner

    Spies y Jürgen Pech que incluimos

    en nuestro catálogo. Spies, lamayor autoridad mundial en Max

    Ernst, aporta testimonios directos

    del autor y toda una vida dedi-

    cado a investigar su obra para

    abordar el análisis de la novela en

    un trabajo extenso en el que no

    olvida tratar ningún aspecto que

    pueda estar relacionado con eluniverso artístico, incluso afec-

    tivo de Una semana de bondad .

    En “Los desastres del siglo”, títu-

    lo de su estudio, va urdiendo las

    numerosas ramificaciones que se

    desprenden de la obra, la emo-

    ción, por ejemplo, que sintió Ernst

    porque los collages le fuerandevueltos intactos tras la exposi-

    ción de Madrid, a pesar de la

    situación creada por la Guerra

    Civil; la inspiración que insufló en

    artistas como Buñuel, Chaplin,

    Jacques Tourner, Hans Richter, e

    incluso el ex Monty Phyton Terry

    Gilliam; la variedad de las fuen-

    tes utilizadas y la importancia del

    grabado en madera, el papel del

    subconsciente, el proceso com-

    positivo de Una semana de bon-

    dad y los trámites posteriores de

    la edición de Jeanne Bucher. A

    resaltar, en especial, el rastreo de

    novelas ilustradas utilizadas porErnst para componer los collages

    y su mundo de referencias lite-

    rarias, así como el estudio deta-

    llado de los cuadernos en que se

    divide la novela; Spies reconoce

    en Ernst “al pionero de una crí-

    tica gráfica radical y al creador de

    un mundo en el que las imágenesse contagian recíprocamente”

    Jürgen Pech, director cientí-

    fico del Max Ernst Museum de

    Brühl, estudia la proyección de la

    novela en el cine contemporáneo

    en “Enfocar la fantasía. Secuen-

    cias de la imaginación, la novela-

    collage Une semaine de bonté yel lenguaje cinematográfico”.

    Parte del análisis de los prime-

    ros acercamientos de Ernst al

    collage durante su etapa Dadá

    como una práctica que posibilita

    reinterpretar el material de par-

    tida después de trasplantado; lle-

    vado por su capacidad visionaria

    y los procedimientos oníricos

    familiares al surrealismo, la ico-

    nografía que fundan los collages

    del autor va a permear el lenguaje

    cinematográfico de sus contem-

    poráneos, influyendo en cineas-

    tas como Luis Buñuel en Un perro

    andaluz (1929) o Jean Cocteau enLa sangre de un poeta (1930). La

    fragmentariedad del cuerpo gra-

    ta al surrealismo y a nuestro autor

    –la mano, la oreja, un ojo autó-

    nomos– se traslada también a pelí-

    culas de vanguardia y al cine fan-

    tásticos; un director como David

    Lynch, por ejemplo, se dejaba lle-var por la fantasía de una oreja

    amputada, que es la clave para

    descifrar la trama de su film Blue

    velvet (1986).

    En “Madrid 1936. En torno a

    la exposición de Max Ernst”, el crí-

    tico Juan Pérez de Ayala recuer-

    da la repercusión que tuvo en lasociedad española en un momen-

    to tan agitado e incierto la exhi-

    bición de los collages originales

    de Una semana de bondad en el

    Museo Nacional de Arte Moder-

    no, situado en el edificio de la

    Biblioteca Nacional. A través de

    la prensa madrileña, Pérez de

    Ayala va repasando la impresión

    que causó la presencia de estos

    collages que parecían aquilatar la

    importancia de la capital espa-

    ñola en las corrientes artísticas

    internacionales del momento,

    aunque no todos validaran la cali-

    dad de Max Ernst. Si el periódi-co El Socialista aplaudía “este des-

    file de las obras más discutidas de

    nuestro tiempo por nuestro ador-

    mecido Madrid”, en ABC se veía

    como “nuevo artículo de expor-

    tación que el ingenio gordo ale-

    mán lanza al ambiente interna-

    cional de los  snobs”, arte pour épater . El público madrileño aco-

    gió esta muestra con entusiasmo.

    Una cronología de Max Ernst,

    asimismo de Jürgen Pech, y una

    bibliografía selecta, elaborada

    por Mercedes Rivas, complemen-

    tan un catálogo que pretende

    situarse como una imprescindi-ble herramienta de consulta para

    cualquier lectura futura de Une

     semaine de bonté.

    Sobre el catálogo

    Con el catálogo Max Ernst: Une semaine de bonté. Los collages originales, la FUNDACIÓN MAPFREpone a disposición del lector español una de las obras más ambiciosas que se han publicadohasta el momento sobre esta novela-collage de Max Ernst. Hemos querido recuperar, aunque enun solo volumen, el diseño inicial que se ideó para la publicación de la novela, con su separaciónpor cuadernos y colores, incluyendo los dos collages que Ernst añadió tras la edición de 1934.

    Acompañan a la novela estudios centrados en Une semaine de bonté ou les septs éléments capitaux y enla exposición de 1936 del Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid.

    31 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    33/44

    ABRIL, Manuel. Exposición de

    composiciones supra-realistas

    de Max Ernst, marzo-abril 

    1936 . Madrid, Museo Nacional

    de Arte Moderno, 1936.

    ADES, Dawn. El Dadá y el surrea-

    lismo. Barcelona, Labor, 1991.

    ARAGON, Louis. Los collages.

    Madrid, Síntesis, 2001.

    BISCHOFF, Ulrich. Max Ernst,

    1891-1976: Más allá de la pin-

    tura. Colonia, Taschen, 1993.

    BRETON, André. Manifiestos del  surrealismo. Madrid, Visor, 2002.

    — y Paul Éluard. Diccionario

    abreviado del surrealismo.

    Madrid, Siruela, 2003.

    DROST, Julia, Ursula Moureau-

    Martini y Nicolas Devigne

    (dirs.). Max Ernst, l'imagier 

    des poètes. París, Presses del'Université Paris-Sorbonne,

    2008.

    DUROZOI, Gérard. History of the

    Surrealist Movement . Chicago,

    University of Chicago Press,

    2002.

    ERNST, Max. Escrituras. Barcelo-

    na, Polígrafa, 1982.

    —. Tres novelas en imágenes [edi-

    ción de La mujer 100 cabezas,

    Sueño de una niña que quiso

    entrar en el Carmelo y Una

     semana de bondad , estudio de

    Juan Antonio Ramírez]. Madrid,

    Atalanta, 2008.

    —. Una semana de bondad o los

     siete elementos capitales, edi-

    ción de Josep Elías. Barcelona,Gustavo Gili, 1982.

    GIMFERRER, Pere. Max Ernst o la

    disolución de la identidad . Bar-

    celona, Polígrafa, 1976.

    HUGNET, Georges. La aventura

    Dadá: ensayo, diccionario y tex-

    tos escogidos. Gijón, Júcar, 1973.

    Max Ernst . Cat. exp. Madrid, Fun-

    dación Juan March, 1986.

    Max Ernst. Obra gráfica y libros

    ilustrados. Cat. exp. Colección

    Lufthansa. Sttutgart, Hatje,

    1996.

    Max Ernst. Invisible a primera vis-

    ta: gravats, llibres il·lustrats.

    Cat. exp. Barcelona, Fundació

    La Caixa, 2005.

    Max Ernst. Dream and Revolu-

    tion. Cat. exp. Moderna Mus-

    set, Suecia, y Lousiana Museum

    of Modern Art. Ostfildern, Hat-

     je Cantz Verlag, 2008.

    METKEN, Günter, Patrizia Nitti y

    Roberto Perazzone. Le surréa-lisme, une révolution, 1922-

    1944: hommage á Max Ernst.

    Cat. exp. Aosta, Centro Saint-

    Benin, 2000.

    RAINWATER, Robert, Evan Mau-

    rer y Anne Hyde Greet. Max 

    Ernst: Beyond Surrealism. A

    Retrospective of the Artist'sBooks and Prints. Cat. exp. New

    York, New York Public Library,

    Oxford University Press, 1986.

    SCHWARZ, Arturo (ed.). Surrea-

    lismo: Max Ernst y sus amigos

     surreal istas . Cat. exp. Milán,

    Mazzotta, 2004.

    SPIES, Werner. Max Ernst. Colla-

    ges: the Invention of the

    Surrealist Universe. London,

    Thames & Hudson, 1991.

    — (ed.). Max Ernst: Life and 

    Work. An Autobiographical 

    Collage. New York Thames &

    Hudson, 2006.

    — y Julia Drost. Más allá de la

     pintura. Max Ernst en la Colec-

    ción Würth. Cat. exp. Mála-

    ga, Museo Picasso de Málaga,

    2008.

    — (ed.). Max Ernst. Une semai-

    ne de bonté: die Originalcolla-

    gen. Cat. exp. Albertina, Vie-

    na, y Hamburger Kunsthalle,Hamburgo. Colonia, DuMont,

    2008.

    WALDBERG, Patrick. Dadá: la

    función del rechazo. El surrea-

    lismo: la búsqueda del punto

     supremo. México, Fondo de

    Cultura Económica, 2005.

    WALDMAN, Diane. Max Ernst: ARetrospective. Cat. exp. New

    York, The Solomon R. Guggen-

    heim Museum, 1975.

    WARLICK, M. E. Max Ernst and 

     Alchemy. A Magician in Search

    of Myth. Austin, University of

    Texas Press, 2001.

    WESCHER, Herta. La historia del 

    collage. Del cubismo a la actua-

    lidad . Barcelona, Gustavo Gili,

    1976.

    La publicación de libros de y sobre Max Ernst se ha reforzado en los últimos años gracias a la aparición denuevos estudios sobre el artista y a la celebración de diversas exposiciones que han revisado una obra tanrica como la suya. Algunos trabajos han optado por acercarse al Ernst dadaísta y surrealista, o se trata decatálogos de exposiciones retrospectivas, y hay un notable interés en analizar su concepción del collage y,en particular, su aportación al libro ilustrado Una semana de bondad . Para un mejor conocimiento del

    artista, es útil también acercarse a estudios generales sobre Dadá, el surrealismo y el universo del collageque siempre se refieren a Max Ernst como uno de sus principales exponentes.

    Para saber más

    Un acercamiento bibliográfico

    Portada del cuaderno

    segundo. “El agua”, 1934

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    34/44

    visualización de las obras y sus documentación del documento

    33 cuaderno[ 38

    La FUNDACIÓN MAPFRE pone a disposición

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    35/44

    características. Posee piezas de

    Max Ernst desde el periodo

    dadaísta, como el collage Le

    Chanson de la chair (1920), La

    grand roue orthochromatique

    qui fait l’amour sur mesure

    (1920) o Ubu imperator (1923).

    www.tate.org.uk [inglés]

    A través de su servicio de

    búsqueda, proporciona acceso

    directo al autor o las obras

    consultados de los que luego

    estudia sus características

    principales. Pertenecen a la

    colección Tate algunas piezas

    señaladas de Max Ernst,

    partiendo del dadaísmo hasta

    los años cuarenta; comenta la

    obra La ville entiere (1934)

    elaborada con el

    procedimiento del grattage.

    www.nga.gov/exhibitions/2006/ 

    dada/cities [inglés]

    Página de la National Gallery of

    Art de Washington dedicada la

    exposición Dadá celebrada en

    2006, una de las más completas

    exhibiciones de artistas y obras

    dadaístas. Junto a la visitavirtual a las obras presentadas,

    incluidos los más famosos

    ready-mades de Duchamp, se

    facilitan biografías de los

    autores, un repaso al

    movimiento Dadá en las

    distintas ciudades donde

    triunfó, un glosario de lastécnicas habituales y una casa

    de citas de lemas Dadá.

    sdrc.lib.uiowa.edu/dada [inglés]

    Página de International Dada

    Archive, recurso académico

    establecido en 1979 como

    complemento de Dada Archive

    and Research Center de la

    Universidad de Iowa, Estados

    Unidos. Es una de las

    principales fuentes de

    dadaísta que posee libros y

    folletos originales, revistas,

    manuscritos en microfilms y

    archivos sonoros. Permite la

    consulta de la Digital Dada

    Library, que ofrece imágenes

    digitales de las publicaciones

    Dadá originales, como

    panfletos, folletos o catálogos

    de exposiciones e incluso

    fuentes manuscritas que

    pueden verse por Internet.

    www.dada-companion.com

    [inglés]

    Página dedicada al dadaísmo

    y a las artes radicales

    contemporáneas que

    constituirían un legado Dadá,

    como el movimiento Fluxus.

    Contiene un diccionario Dadá

    que recoge información sobre

    los artistas principales y de las

    exposiciones que se han

    celebrado en torno al tema con

    numerosos links a páginas

    relacionadas con el dadaísmo

    y sus integrantes.

    www.surrealist.com [inglés]

    Promovida por un aficionado alarte, esta página proporciona

    una cuantiosa información

    sobre el movimiento

    surrealista, su historia, artistas,

    el manifiesto de Breton y

    enlaces a páginas de galerías

    de artistas actuales que se

    consideran herederos delsurrealismo.

    www.collageart.org [inglés]

    Lugar de encuentro para

    numerosas páginas

    relacionadas con la práctica del

    collage, donde se facilitan

    enlaces a los artistas, libros

    y talleres sobre collages,

    fotomontajes, ensamblajes,

    información técnica y

    exposiciones.

    Matisse o Picasso, y después

    la expandieron hacia

    movimientos como la

    abstracción, el pop art o el

    minimalismo, que terminarían

    expuestos en un museo de su

    propiedad inaugurado en

    Houston en 1987. Da

    información muy breve sobre

    los maestros de su colección,

    organizada por periodos

    artísticos.

    www.cnac-gp.fr [español,

    inglés y francés]

    El Centre Georges Pompidou

    ofrece la consulta de su

    colección a través del enlace

    “recursos on line”. Permite la

    p p

    del internauta una página web

    en la que se incluye un recorrido

    virtual por la exposición

    y la cronología del autor

    Collage de Una semana de bondad , “Segundo poema visible”, 1933

    27,1 x 20,4 cm collage, lápiz, gouache

    34 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    36/44

    suizos y alemanes, el mismo que le conduciría

    hasta París en un esfuerzo por dinamitar el

    corazón de la vanguardia literaria y artística.

    Su Manifiesto Dadá, de 1918, clamaba por la

    abolición de la lógica, de las jerarquías, dela memoria y hasta del futuro: “Libertad: DADÁ,

    DADÁ, DADÁ, aullido de colores encrespados,

    encuentro de todos los contrarios y de todas

    las contradicciones, de todo motivo grotesco,

    de toda incoherencia: LA VIDA”. Para el dadaís-

    mo el objeto liberado pasaba a adquirir un

    nuevo significado, según Arp: “Nosotros

    rechazábamos todo lo que fuera copia o des-cripción para dejar que lo elemental y lo

    espontáneo actuaran en plena libertad”. Jean

    (Hans) Arp (1886-1966) era de origen franco-

    alemán, fue uno de los fundadores del grupo

    dadaísta de Zúrich y del de Colonia, junto a

    Max Ernst; su obra se vinculó también por un

    tiempo al surrealismo, pero ya en los años

    treinta se acercó a la abstracción; desarrolló

    su obra fundamentalmente como escultor y

    escritor de poesía y ensayos. Protagonista de

    esta etapa fundamental es Johannes Theodor

    Glosario

    folletos y catálogos de impresión que oscu-

    recía y transformaba encubriendo la fun-

    ción a la que iban destinados. Su base favo-

    rita era un catálogo de instrucciones de

    materiales sanitarios de 1873.

    Dadá, dadaísmo

    En una apretada síntesis, el crítico Patrick

    Waldberg resume las líneas esenciales del

    dadaísmo: “Dadá registraba una voluntad

    generalizada de ruptura, por medio de la cual

    cada uno, de acuerdo con su temperamen-

    to, retomaba sus orígenes verdaderos y pro-fundos”. Era una suerte de vértigo iconoclas-

    ta que llevaba al artista a desterrar prejuicios

    establecidos y a salirse de sí mismo sin mie-

    do a volcar deseos y miedos, sueños y rabias.

    Por eso no tenía freno: nada podía limitar a

    Dadá, como proclamaba su gran propagan-

    dista, Tristan Tzara (1896-1963). Llegado a

    Zúrich para estudiar en su universidad, este

    poeta rumano reinaba en las noches del Caba-

    ret Voltaire con sus lecturas de poemas que

    fueron instigando el espíritu Dadá en jóvenes

    Collage

    Es una técnica de composición que, sobre una

    superficie, fija papeles y materiales hetero-

    géneos de la vida cotidiana, buscados o

    encontrados, después de haber sido tratados

    por el autor –cortados, rasgados, rotos–; se

    logra así superar la distancia entre vida y arte,

    y se plasman momentos determinados de una

    biografía a través de fragmentos. El papel

    procede de textos impresos –periódicos, libros,

    grabados– o de ilustraciones y fotografías.

    Habitualmente se utilizan elementos planos,

    como cartón o tejidos, pero pueden obtenerse

    también efectos de bajorrelieve con chapas,

    cajas de cerillas, cuerdas, botones, etc. Pro-

    cede del francés coller , que significa pegar.

    Comienza a ser utilizado durante el cubismo,

    artistas como Georges Braque o Pablo Picasso

    creaban los primeros papier collés –pape-

    les encolados– hacia 1912, pero es a partirde dadaístas como Arp o Kurt Schwitters

    cuando adquiere la condición de una técnica

    autónoma. Desde entonces el arte del colla-

    ge y del objet trouvé –objeto encontrado– ha

    guiado a numerosos artistas como Remedios

    Varo, Robert Rauschenberg, Antoni Tàpies,

    Miquel Barceló, etc. El valor que añade Max

    Ernst a esta técnica es el collage de ilustra-ciones, con el que logra la fusión de los ele-

    mentos conjugados en la obra transmután-

    dolos en una nueva realidad.

    Collage sobre pintura

    (Overpainting)

    En su periodo dadaísta, Max Ernst utilizó

    como material de partida páginas ya impre-

    sas de diversas procedencias: creó varias obras

    a partir de materiales como papeles pintados,

    patrones de costura o de labores de ganchillo,

    Anuncio de Une semaine de bonté en la revista Minotaure, núm. 5, mayo de 1934

    35 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    37/44

    Baargeld (1891-1927), nombre artístico de

    Alfred Ferdinand Gruenwald; contribuyó al

    arranque del movimiento Dadá en Colonia

    con textos políticos, poesías, collages, foto-

    montajes o ensamblajes, muchas de ellas obras

    de carácter efímero que no han podido con-

    servarse; editaba con Ernst la revista Die

    Schammade (El colmo de la vergüenza). Los

    tres, Arp, Baargeld y Ernst, organizaron la

    polémica Dada Ausstellung. Dada Vorfrühling

    (Exposición Dadá. Temprana primavera Dadá)

    a la que el público accedía por un urinario yera invitado a destruir a hachazos una talla de

    Ernst. En Alemania el movimiento tuvo tam-

    bién implantación en Berlín, dominado por

    un sentimiento más politizado, en Hanóver

    –con el artista de collages Kurt Schwitters– y

    en Nueva York contó con Marcel Duchamp

    (1887-1968) que, huyendo del horror de un

    París en guerra,quedó fascinado por los obje-tos industriales que le inspiraron sus ready-

    mades. París congregó a dadaístas europeos

    y contó con Francis Picabia (1879-1953) que,

    tras una experiencia en la vanguardia, con-

    tribuyó a Dadá con sus pinturas mecano-

    mórficas y sus ataques virulentos al arte, la

    sociedad y la religión.

    Decalcomanía

    Técnica de transferencia que comenzó a ser uti-

    lizada en Inglaterra en el siglo XVIII. El pintor

    canario Óscar Domínguez (1906-1957) la recu-

    pera para el surrealismo y la convierte en una

    de sus técnicas creativas favoritas. Breton y

    Éluard la describen así en su Diccionario abre-

    viado del surrealismo: “Extiendan con un pin-

    cel grueso gouachede color negro, más o menos

    diluido por zonas, sobre una hoja de papel blan-

    co satinada que recubrirán enseguida con una

    sus “capacidades de visionario y de la aluci-

    natoria sucesión de imágenes contrapuestas

    o sobrepuestas en distintas capas”.

    Grattage

    Técnica que Max Ernst desarrolla desde el

    frottage en 1927 para ser aplicada la pintura.

    Consiste en extender varias capas de pintura

    sobre un lienzo que se presiona contra super-

    ficies con mucha textura o efectos de relieve

    –maderas, mallas de alambre, cristales rotos

    o cordones– y se raspa después con un cuchi-

    llo o una espátula. Ernst trabajaba el resul-tado con pinceles que transformaban por

    completo las formas que se habían grabado

    en el lienzo y que convertía en bosques, pája-

    ros, nenúfares o ciudades petrificadas. Tanto

    el frottage como el grattage guardan relación

    con las manipulaciones formales y cognitivas

    del surrealismo y equivaldrían en la plástica

    al mecanismo de la escritura automática pro-

    puesto desde la literatura. Como explica en

    “ ¿Qué es el surrealismo? ” (1934), la satisfac-

    ción que produce cualquier metamorfosis

    hoja similar sobre la que ejercerán una pre-

    sión moderada. Levanten sin prisa esta segun-

    da hoja”. Ernst presionaba la pintura también

    con cristales con los que formaba burbujas,

    surcos o ramificaciones, y trabajaba con elpincel para conseguir superficies coralinas o

    musgosas.

    Frottage

    Procedimiento creado por Max Ernst hacia

    1925 que podría considerarse una especie

    de grabado a mano. Consiste en apoyar una

    hoja de papel sobre una superficie desigualy frotarlo con un lápiz blando para que que-

    de impresa la materia del soporte. El hallaz-

    go se produjo al observar el entarimado de

    una habitación: Ernst quedó fascinado por las

    vetas y la textura de la madera y sintió el

    deseo de fijar las figuras que aislaba en su

    mente; además de la madera, utilizaba otros

    elementos tales como hojas, fibras vegetales,

    rabos de cereza, pan duro o paja trenzada

    que reproducía en los frottages como fan-

    tasmagorías pictóricas dejándose llevar por

    Un peu malade le cheval patte pelu..., 1920

    Galleria Civica d'Arte Moderna e Contemporanea, Turín

    l i d bié

    36 cuaderno[ 38

  • 8/20/2019 Max Ernst, Collages

    38/44

    lograda “no responde a un miserable deseo

    artístico de distracción, sino a la necesidadsecular del intelecto de liberarse del paraíso

    ilusorio y tedioso de los recuerdos petrifica-

    dos y buscar un nuevo dominio de experien-

    cia incomparablemente más vasto en el que

    las fronteras entre lo que se ha convenido en

    llamar mundo interior y lo que la concepción

    clásico-filosófica considera el mundo exterior

    se difuminarán cada vez más y, con toda pro-babilidad, terminarían por desaparecer com-

    pletamente cuando se hallen métodos más

    precisos que la escritura automática”.

    Max Ernst y las mujeres

    Varias son las mujeres que se asocian a la bio-

    grafía de Max Ernst y con las que mantuvo

    relaciones tensas o furtivas hasta que cono-

    ce a Dorothea Tanning, la pintora surrea-

    lista estadounidense con quien comparte

    toda su vida desde 1943. La historiadora

    de arte Luise Straus (1893-1944), su prime-

    ra esposa y madre de su único hijo, noencontró un lugar en las búsquedas de Ernst

    en los momentos iniciales de su carrera ni en

    la relación con Paul Éluard y Gala; a pesar

    de los esfuerzos de su hijo desde Estados

    Unidos, fue deportada a Auschwitz en el últi-

    mo tren que saldría de Francia para el cam-

    po de concentración. El triángulo amoroso

    con Gala duró, aproximadamente, entre1921 y 1927, aunque la influencia de Gala

    sobre Ernst se mantuvo unos años más. Su

    segundo matrimonio, con Marie-Berthe

    Aurenche (entre 1927 y 1936), coincide con

    uno de los periodos más fructíferos en su

    carrera, años en los que publica las tres

    novelas-collage; al parecer, ella le inspiró

    alguna de sus obras eróticas como El beso

    (1929) o Loplop paradise (1931) y su edu-

    cación católica podría haberle sugerido la

    trama del Rêve d’une petite fille qui voulut 

    entrer au Carmel . En este periodo también

    mantuvo relaciones con otras mujeres: la

    artista Meret Oppenheim (1933), la cantan-

    te y actriz Lotte Lenya (1934) y Leonor Fini

    (1935), pintora, decoradora y escritora.

    Conoció a Leonora Carrington durante la

    exposición del pintor en Londres en 1937,

    comenzaron a vivir juntos un año después;

    tras el arresto de Ernst como enemigo del

    pueblo francés, Carrington huyó a España

    y se reencontraron en Nueva York, cuando

    el pintor ya vivía con Peggy Guggenheim.

    Ernst compuso c