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51 Revista Diseño Urbano & Paisaje - DU&P N°34 año 2018 VANGUARDIAS IMPORTADAS, CULTURAS LOCALES: EL CASO DEL BARRIO SUÁREZ MUJICA, SANTIAGO DE CHILE Imported vanguards, local cultures: e Case of Barrio Suarez Mujica, Santiago de Chile [ Palabras claves ] arquitectura, urbanización, migración, intercambio, comunidades, participación. [ Key Words ] architecture, urbanization, migration, trade, communities, participation. Hoy en día, la ciudad de Santiago de Chile vive un proceso de transformación acelerado. Las políticas públicas abiertas al libre mercado y la escasa planificación urbana por parte de las autoridades competentes han provocado, durante los últimos años, una desmedida destrucción de construcciones valiosas y, con ello, el quebrantamiento de las relaciones entre vecinos, el deterioro de la vida de barrio y el debilitamiento de la sensación de pertenencia de los vecinos respecto a su propio entorno. El Barrio Suárez Mujica no ha sido ajeno a este proceso. Su ubicación en un privilegiado sector del Municipio de Ñuñoa - a sólo 4 kilómetros del centro histórico de Santiago -, a lo que se suma la futura llegada de la red de metro a esta zona, ha provocado una fuerte especulación inmobiliaria que ha elevado los precios del suelo, impidiendo que familias de clases medias puedan optar por la compra de casas en el sector. El antiguo paisaje urbano, compuesto por construcciones bajas y amplios jardines, se encuentra hoy en día invadido de torres de apartamentos de hasta 25 pisos de altura, situación que ha degradado la calidad del espacio público y de las edificaciones que permanecen entre ellas. Las personas protegen aquello que conocen y valoran, por tanto, la falta de consciencia sobre los valores arquitectónicos, paisajísticos, históricos y sociales de un lugar, también contribuye al desmembramiento de su valor patrimonial. Esta es una realidad que se vive no sólo en este sector, sino también en muchas otras localidades a lo ancho y largo del territorio chileno. Así pues, en respuesta al hostigamiento constante sufrido por los habitantes del barrio de parte de las empresas inmobiliarias, los vecinos se han organizado para lograr la reconstrucción de su identidad y así protegerse de este acecho. En este sentido, los propios vecinos del barrio Suárez Mujica se han convertido en sus principales gestores culturales, trabajando pues, no sólo en la recopilación, reconstrucción y análisis de los atributos del barrio, sino también en la difusión de su valor patrimonial. Este caso ilustra cómo la organización vecinal y la participación ciudadana terminaron siendo herramientas clave para la protección patrimonial, en donde sus habitantes tomaron un rol activo, determinante en la toma de decisiones que hoy en día se toman en torno a este sector. Constanza Mora L. Arq. PUC de Chile (2013); Máster en Restauración de Monumentos de Arquitectura, Universidad Politécnica de Cataluña, España (2018); Diploma en Patrimonio Cultural PUC (2016); con experiencia tanto en el sector privado y público, participando en proyectos de rehabilitación de inmuebles, edificios de vivienda colectiva y diseño de espacios públicos. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile. Andrés Morales Z. Arq. PUC de Chile (2013); con experiencia en servicio público, investigación, participación ciudadana y proyectos de puesta en valor del patrimonio tangible e intangible. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile. Adriana Salas M. Arq. de la U. Central de Venezuela (2009); MSc. Gestión de Sitios Patrimoniales, University College Dublin (2013). Actualmente se desempeña en la ejecución de proyectos relacionados al rescate y puesta en valor de inmuebles de valor patrimonial. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile. Figura 1: Contraste entre las antiguas edificaciones del barrio y las nuevas construcciones de vivienda colectiva en altura. Elaboración Propia, 2015. RESUMEN Durante la primera mitad del Siglo XX, Chile, al igual que muchos países latinoamericanos, recibió una importante migración de ciudadanos europeos que escapaban de los conflictos bélicos en sus países de origen. Latinoamérica se transformó entonces en el territorio ideal para poner en práctica visiones vanguardistas sobre arquitectura y urbanismo, produciéndose de manera espontánea un intercambio cultural entre los inmigrantes y la cultura local. El Barrio Suárez Mujica, ubicado en el corazón del municipio de Ñuñoa, al oriente de la ciudad de Santiago de Chile, es tomado como caso de estudio para ilustrar esta influencia. Éste refleja con claridad en su arquitectura y trazado urbano cómo las culturas foráneas contribuyeron a generar nuevas formas de ocupación urbana. Sin embargo, hoy en día, estas cualidades se han visto afectadas por el crecimiento acelerado y la falta de instrumentos de planificación urbana, los cuales se han convertido en factores de gran presión para la integridad del barrio, dando cabida a la consolidación de proyectos e intervenciones urbanas que ejercen un fuerte impacto en su arquitectura y trazado urbano original. ABSTRACT During the first half of the twentieth century, Chile, like many Latin American countries received a significant migration of European citizens fleeing armed conflicts in their home countries. Latin America was then transformed into the ideal place to implement cutting-edge visions of architecture and urbanism, giving place to spontaneously produced a cultural exchange between immigrants and the local culture. Barrio Suarez Mujica, located in the heart of Ñuñoa municipality, east of the city of Santiago de Chile, is taken as a case study to illustrate this influence. The architecture and urban design of this neighbourhood presents with clarity how foreign cultures contributed to develop new forms of urban occupation. However, today, these qualities have been affected by the rapid growth and lack of urban planning instruments, which have become factors of high pressure to the integrity of the neighborhood, allowing for the consolidation of projects and urban interventions that have a strong impact in its original architecture and urban design.

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VANGUARDIAS IMPORTADAS, CULTURAS LOCALES:EL CASO DEL BARRIO SUÁREZ MUJICA, SANTIAGO DE CHILEImported vanguards, local cultures: The Case of Barrio Suarez Mujica, Santiago de Chile

[ Palabras claves ] arquitectura, urbanización, migración, intercambio, comunidades, participación.

[ Key Words ] architecture, urbanization, migration, trade, communities, participation.

Hoy en día, la ciudad de Santiago de Chile vive un proceso de transformación acelerado. Las políticas públicas abiertas al libre mercado y la escasa planificación urbana por parte de las autoridades competentes han provocado, durante los últimos años, una desmedida destrucción de construcciones valiosas y, con ello, el quebrantamiento de las relaciones entre vecinos, el deterioro de la vida de barrio y el debilitamiento de la sensación de pertenencia de los vecinos respecto a su propio entorno.

El Barrio Suárez Mujica no ha sido ajeno a este proceso. Su ubicación en un privilegiado sector del Municipio de Ñuñoa - a sólo 4 kilómetros del centro histórico de Santiago -, a lo que se suma la futura llegada de la red de metro a esta zona, ha provocado una fuerte especulación inmobiliaria que ha elevado los precios del suelo, impidiendo que familias de clases medias puedan optar por la compra de casas en el sector. El antiguo paisaje urbano, compuesto por construcciones bajas y amplios jardines, se encuentra hoy en día invadido de torres de apartamentos de hasta 25 pisos de altura, situación que ha degradado la calidad del espacio público y de las edificaciones que permanecen entre ellas.

Las personas protegen aquello que conocen y valoran, por tanto, la falta de consciencia sobre los valores arquitectónicos, paisajísticos, históricos y sociales de un lugar, también contribuye al desmembramiento de su valor patrimonial. Esta es una realidad que se vive no sólo en este sector, sino también en muchas otras localidades a lo ancho y largo del territorio chileno.

Así pues, en respuesta al hostigamiento constante sufrido por los habitantes del barrio de parte de las empresas inmobiliarias, los vecinos se han organizado para lograr la reconstrucción de su identidad y así protegerse de este acecho. En este sentido, los propios vecinos del barrio Suárez Mujica se han convertido en sus principales gestores culturales, trabajando pues, no sólo en la recopilación, reconstrucción y análisis de los atributos del barrio, sino también en la difusión de su valor patrimonial. Este caso ilustra cómo la organización vecinal y la participación ciudadana terminaron siendo herramientas clave para la protección patrimonial, en donde sus habitantes tomaron un rol activo, determinante en la toma de decisiones que hoy en día se toman en torno a este sector.

Constanza Mora L.Arq. PUC de Chile (2013); Máster en Restauración de Monumentos de Arquitectura, Universidad Politécnica de Cataluña, España (2018); Diploma en Patrimonio Cultural PUC (2016); con experiencia tanto en el sector privado y público, participando en proyectos de rehabilitación de inmuebles, edificios de vivienda colectiva y diseño de espacios públicos. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile.

Andrés Morales Z.Arq. PUC de Chile (2013); con experiencia en servicio público, investigación, participación ciudadana y proyectos de puesta en valor del patrimonio tangible e intangible. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile.

Adriana Salas M.Arq. de la U. Central de Venezuela (2009); MSc. Gestión de Sitios Patrimoniales, University College Dublin (2013). Actualmente se desempeña en la ejecución de proyectos relacionados al rescate y puesta en valor de inmuebles de valor patrimonial. Miembro de la Organización Funcional Centro para el desarrollo del patrimonio y la cultura Barrio Suárez Mujica. Santiago de Chile.

Figura 1: Contraste entre las antiguas edificaciones del barrio y las nuevas construcciones de vivienda colectiva en altura. Elaboración Propia, 2015.

RESUMENDurante la primera mitad del Siglo XX, Chile, al igual que muchos países latinoamericanos, recibió una importante migración de ciudadanos europeos que escapaban de los conflictos bélicos en sus países de origen. Latinoamérica se transformó entonces en el territorio ideal para poner en práctica visiones vanguardistas sobre arquitectura y urbanismo, produciéndose de manera espontánea un intercambio cultural entre los inmigrantes y la cultura local. El Barrio Suárez Mujica, ubicado en el corazón del municipio de Ñuñoa, al oriente de la ciudad de Santiago de Chile, es tomado como caso de estudio para ilustrar esta influencia. Éste refleja con claridad en su arquitectura y trazado urbano cómo las culturas foráneas contribuyeron a generar nuevas formas de ocupación urbana. Sin embargo, hoy en día, estas cualidades se han visto afectadas por el crecimiento acelerado y la falta de instrumentos de planificación urbana, los cuales se han convertido en factores de gran presión para la integridad del barrio, dando cabida a la consolidación de proyectos e intervenciones urbanas que ejercen un fuerte impacto en su arquitectura y trazado urbano original.

ABSTRACTDuring the first half of the twentieth century, Chile, like many Latin American countries received a significant migration of European citizens fleeing armed conflicts in their home countries. Latin America was then transformed into the ideal place to implement cutting-edge visions of architecture and urbanism, giving place to spontaneously produced a cultural exchange between immigrants and the local culture. Barrio Suarez Mujica, located in the heart of Ñuñoa municipality, east of the city of Santiago de Chile, is taken as a case study to illustrate this influence. The architecture and urban design of this neighbourhood presents with clarity how foreign cultures contributed to develop new forms of urban occupation. However, today, these qualities have been affected by the rapid growth and lack of urban planning instruments, which have become factors of high pressure to the integrity of the neighborhood, allowing for the consolidation of projects and urban interventions that have a strong impact in its original architecture and urban design.

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Al discutir y entender el patrimonio arquitectónico y social involucrado, es posible otorgarle valor y así conseguir su protección a nivel gubernamental. La protección oficial del patrimonio permite fortalecer la vida comunitaria y proyectar a futuro una ciudad que respete su pasado construido y las dinámicas sociales que se generan en torno a él.

El presente artículo contribuye al descubrimiento de los valores patrimoniales del Barrio Suárez Mujica, los cuales se identifican en distintas capas de análisis. Por un lado, las fuentes bibliográficas y teóricas permiten tener un acercamiento académico a la configuración arquitectónica y espacial del barrio. Esta información se complementa con levantamientos en terreno, donde se identifican en él los rastros actuales de antiguos procesos de urbanización y modernización del país. Por último, los relatos y memorias de antiguos y nuevos vecinos, así como también los testimonios de arquitectos ligados a la construcción de este sector de la ciudad, configuran la dimensión inmaterial del patrimonio barrial. Estas capas sumadas permiten dimensionar la magnitud del patrimonio cultural del barrio, apoyando la demanda vecinal para conservar la calidad de vida y el respeto de las tradiciones.

En este sentido, el artículo presenta, en primer lugar, el nacimiento del movimiento arquitectónico moderno en Europa y cómo éste se vio afectado por los procesos bélicos de la región; en segundo lugar, se expone el surgimiento de estas ideas en el contexto chileno, para más adelante enfatizar en el Barrio Suárez Mujica como caso de estudio. Finalmente, se completa el análisis con la actualidad, a través de la participación ciudadana que se ha gestado en torno al barrio, la cual ha permitido, entre otras cosas, a reconstruir su historia y sus valores, alimentando la necesidad de trabajar en pro de su conservación para futuras generaciones.

EL PROYECTO TRUNCADO DE LAS VANGUARDIAS EUROPEAS

La revolución de la Bauhaus

Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la enseñanza de la arquitectura en escuelas y universidades de occidente estaba marcada por una tendencia historicista, intentando recuperar formas y elementos ornamentales de la tradición clásica greco-latina para ser incorporados en las fachadas de los nuevos diseños. Sin embargo, con la aparición de nuevas técnicas constructivas y su incorporación a la industria de la construcción, los diseños antiguos y la ornamentación clásica entraron en conflicto con las posibilidades que los nuevos materiales otorgaban. Las Guerras Mundiales, a su vez, contribuyeron al cuestionamiento de las tradiciones europeas, por lo que numerosas escuelas e intelectuales de aquella época pusieron en entredicho los antiguos postulados de enseñanza y buscaron nuevas formas de relacionarse con su presente.

El desenlace de la Primera Guerra Mundial en 1918 desestabilizó a la cultura europea, fraccionando sus naciones y generando gran incertidumbre en los países vencidos. Alemania fue fuertemente castigada con altos impuestos por su participación en la guerra, situación que provocó una gran crisis política y social en ese país, el cual se encontraba devastado tras los enfrentamientos bélicos (Deutsche Welle, 2007). En este contexto de inestabilidad fue fundada en 1919 la Escuela Superior de Diseño Bauhaus (Hochschule für Gestaltung), cuya primera sede se estableció en la

ciudad de Weimar y cuyo primer director fue el arquitecto alemán Walter Gropius. La escuela contó con 3 periodos reconocibles: un primer periodo, dirigido por Gropius y con sede en Weimar, entre 1919 y 1925; un segundo periodo, bajo la tutela del arquitecto suizo Hannes Meyer, con sede en Dessau, entre 1925 y 1931; y un último periodo en Berlín entre 1931 y 1933, con el arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe a la cabeza (Maulén, 2013).

En ella se buscaba integrar, tanto de manera experimental como práctica, los distintos oficios relacionados a las artes creativas, congeniando la arquitectura y el diseño con el arte y la artesanía. Esta escuela estaba marcada por una fuerte misión social y uno de sus enfoques estuvo orientado en democratizar el acceso a las artes y al diseño.

Uno de los postulados que recoge la escuela de la Bauhaus es que “la forma sigue a la función”, concepto desarrollado por el arquitecto norteamericano Louis Sullivan algunos años antes (Mondragón, 2010). Bajo esta premisa, disciplinas como el diseño dejaban de ser asuntos exclusivos de las clases dominantes y de la burguesía, permitiendo que las clases populares tuviesen acceso a experiencias estéticas que antes les habían sido vetadas por su posición social. En el ámbito de la arquitectura también se desarrollaron nuevas visiones, pues las formas antiguas ya no respondían a las necesidades del presente.

La incorporación de nuevos materiales, la experimentación en cuanto a técnicas constructivas y la funcionalidad como eje central en el diseño de espacios, abrieron nuevos campos de exploración en el área de la construcción, modificando la estética urbana e incorporando una nueva visión de ciudad que contrastaba con la que hasta ese entonces era lo común para la población en general.

En síntesis, la Bauhaus estableció que la estética ya no era un fin en sí mismo, sino que se entiende como el resultado de un orden y racionalidad mayor. Esta afirmación era totalmente vanguardista para la época (Maulén, 2007).

Otras experiencias vanguardistas europeas

En la década de 1920, la arquitectura moderna no sólo se desarrollaba en Alemania. Por ejemplo, el arquitecto suizo-francés Charles-Édouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, presentó en 1927 un manifiesto titulado “Los Cinco Puntos de una Nueva Arquitectura”, donde indicaba sus apreciaciones personales de lo que los elementos y conceptos que la arquitectura de esa época debía incluir, ilustrados perfectamente en la Villa Savoye, una de sus grandes obras. Este texto fue clave para las nuevas generaciones de arquitectos, pues contenía sugerencias de innovaciones formales y tecnológicas que posteriormente serían aplicadas en numerosos diseños arquitectónicos.

En 1929 se organiza la Exposición Internacional de Barcelona, donde diferentes países participaron presentando sus adelantos tecnológicos. Especial consideración tuvo el Pabellón Alemán, diseñado por Mies van der Rohe y la diseñadora Lilly Reich, ambos profesores de la Bauhaus. Este pabellón, el cual rompía con la forma clásica de concebir el espacio entre cuatro paredes, fue uno de los íconos de la nueva arquitectura vanguardista europea, pues su diseño ofrecía nuevas formas de entender el espacio y la utilización de los materiales (Mondragón, 2010).

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Siguiendo este impulso renovador en el área de la arquitectura, en 1930 se conforma en España el “Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea” (GATEPAC). Este grupo, con equipos de trabajo en San Sebastián, Madrid y Barcelona, fue el principal impulsor de ideas modernas en cuanto a la construcción y al urbanismo español. El grupo de Barcelona, liderado por el arquitecto catalán José Luis Sert, fue el más activo de los tres y el último en desaparecer (Hernando de la Cuerda, 2016).

Si bien estos casos son sólo una pequeña muestra de las corrientes arquitectónicas vanguardistas de principios del siglo XX, es importante recalcar que en casi toda Europa se vivieron procesos locales de modernización, los cuales, lamentablemente, se vieron truncados por la desestabilidad política y los enfrentamientos armados entre naciones.

Conflictos bélicos y la disgregación de los movimientos vanguardistas

Durante las primeras décadas del siglo XX, Europa se ve sumergida en un contexto de inestabilidad política que finalmente provoca el término abrupto de numerosas vanguardias ligadas a la arquitectura.

La llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Alemán en 1933, la Guerra Civil Española (1936-1939) y la II Guerra Mundial (1939-1945), entre otros conflictos regionales, desestabilizaron la política local y contribuyeron a la disgregación de los movimientos vanguardistas de las distintas naciones europeas.

En 1933, la Bauhaus es clausurada por el Nacionalsocialismo y sus miembros son perseguidos (Maulén, 2015), por lo que muchos de ellos, buscando salvar sus vidas, deciden emigrar. El GATEPAC también se disuelve tras la llegada de Francisco Franco al poder en España (Hernando de la Cuerda, 2016), mientras que numerosos intelectuales rusos y de Europa del Este emigraron a otras tierras escapando de las persecuciones estalinistas.

Durante este proceso migratorio, reconocidos arquitectos ven en América un lugar para desarrollarse profesionalmente. Walter Gropius, por ejemplo, viajó a Inglaterra y posteriormente se estableció en Estados Unidos, donde comenzó a trabajar como profesor en la Universidad de Harvard, en Boston. Ludwig Mies Van der Rohe también se radicó en Estados Unidos, donde fue nombrado director de la facultad de arquitectura del Illinois Technology Institute de Chicago. Hannes Meyer, en cambio, luego de dirigir la escuela de la Bauhaus, se trasladó a Moscú con un grupo de estudiantes denominados “La Brigada de Meyer”, donde trabajó como docente. Luego, nuevamente en busca de estabilidad, decidió migrar a México, país donde residió hasta que la situación en Europa se estabiliza y decide volver. José Luis Sert, miembro fundador del GATEPAC, emigró a Chile en 1939 escapando del régimen de Franco, donde se dedicó principalmente al diseño de muebles y de interiores. El arquitecto nacionalizado brasileño Alexandre Altberg, exalumno de la Bauhaus, emigró a Brasil en 1932 debido a las persecuciones hacia los judíos en Europa y permanece ahí por el resto de su vida.

“Latinoamérica se transforma en una oportunidad para poner en práctica las visiones e ideales del movimiento moderno. Es así como llegan de visita miembros del influyente movimiento

Bauhaus, algunos de modo esporádico y otros con la intención de quedarse, produciéndose un interesante intercambio cultural entre dos continentes” (Mora et. al., 2016).

CONTEXTO EN CHILE

La enseñanza de arquitectura en Chile a principios del siglo XX

A fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, las dos Escuelas de Arquitectura de Chile, las cuales dependían de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile respectivamente, tenían un método de enseñanza bastante similar, donde los alumnos debían aprender a proyectar edificaciones siguiendo los cánones estéticos de la arquitectura clásica greco-latina. Los futuros arquitectos terminaron realizando una arquitectura “de catálogo”, donde los elementos formales, tales como columnas clásicas, frisos y capiteles, sumado a una composición de fachada simétrica y matemática, primaban por sobre la volumetría o la funcionalidad de los edificios. El reconocido arquitecto chileno Sergio Larraín García-Moreno recordaba que cuando él estudiaba arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile en la década de 1920, “nos criticaban si las proporciones no estaban correctas, nos medían con compás de punta seca para ver si la proporción era tal o cual, nos criticaban si las sombras estaban mal hechas, todo eso era muy importante. Era una cosa completamente estúpida” (Eliash, 2008). Larraín García-Moreno tuvo la oportunidad de viajar a Alemania en 1928 y tener una breve experiencia educativa en la Bauhaus dirigida por el arquitecto Hannes Meyer (Maulén, 2014). Consciente de esta revolución en cuanto a la forma de concebir la arquitectura, intentó replicar estas ideas en sus primeros proyectos en Chile. En 1929 construyó, junto a su socio de entonces, el arquitecto chileno Jorge Arteaga, el edificio “Oberpaur”. Ubicado en el centro histórico de Santiago, éste incorporó elementos formales y técnicos sumamente innovadores para la época, tales como muros curvados en sus esquinas, ventanas corridas (sin pilares o muros entre ellas) y ascensores eléctricos. Si bien este edificio fue recibido con críticas bastante negativas por la sociedad chilena de esos años, considerado por algunos como “una cosa espantosa” (Eliash, 2008), fue un edificio revolucionario en cuanto a la forma de construir y de proyectar arquitectura en Chile.

Otro arquitecto chileno que tuvo contacto directo con la Bauhaus fue Roberto Dávila Carson. Gracias a las gestiones de Mies van der Rohe, Dávila Carson pudo estudiar entre 1930 y 1932 con el arquitecto alemán Peter Behrens, siendo el único de sus alumnos que publicó en la revista alemana Moderne Bauformen (Diseños Modernos) (Maulén, 2013). En 1933, Dávila Carson, ya de vuelta en el país, participó de un intento de reforma de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, donde junto a los estudiantes Waldo Parraguez, Enrique Gebhard y José Dvoredsky, entre muchos otros, quisieron implantar ideales modernos de arquitectura en la malla curricular. Dvoredsky recordaba que antes de iniciar este proceso de reforma “en el primer año, se dibujaban los estilos clásicos a tinta china, y después se acuarelaban. [...] En mis primeros meses de estudio de Arquitectura, aprendí a conocer los estilos clásicos, dibujándolos” (Munita, 2006). Si bien esta reforma no fue del todo completa, gracias a ella varios arquitectos en formación de esa época recibieron las primeras influencias del movimiento moderno en Chile (Maulén, 2013).

Sin embargo, las grandes reformas a las Escuelas de Arquitectura chilenas no fueron sino hasta la década de 1940. En 1942, el

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joven arquitecto chileno Emilio Duhart ingresó a un curso de magíster en la Universidad de Harvard bajo la tutela de Walter Gropius, llegando incluso a trabajar con él en su estudio de arquitectura. Esta educación será clave en Duhart, quien en 1949 impulsará junto a Larraín García-Moreno la reforma a la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, instaurando la modernidad como fundamento básico de la enseñanza de arquitectura en dicha escuela (Maulén, 2013).

En 1939, el arquitecto húngaro-judío Tibor Weiner llegó a Chile en calidad de refugiado, escapando de la persecución nazi en Francia. Weiner estudió en la Bauhaus junto a Meyer, emigrando con él a Rusia luego de su abrupta salida en 1931. Allí trabajó como profesor y además realizó proyectos educacionales de carácter estatal, así como planes de desarrollo de nuevas ciudades. En 1937 se ve obligado a escapar, esta vez a Francia, debido a las “grandes purgas” lideradas por Stalin contra húngaros y personas de otras nacionalidades. En Chile establece relaciones con la comunidad judía local y gracias a su amigo, el ingeniero húngaro Carlos Sandor, conoce en 1945 al estudiante de arquitectura de la Universidad de Chile Abraham Schapira, hijo de un emigrante ruso-judío y de una hija de judíos nacida en Argentina. En 1946, Schapira y Weiner, junto a otros estudiantes, se embarcan en la reforma a la Escuela de Arquitectura de dicha universidad. En esta oportunidad la reforma resulta exitosa y logran modificar la malla curricular, incorporando nuevos cursos inspirados en los que se impartían en la Bauhaus, siguiendo las indicaciones de Weiner para su elaboración (Talesnik, 2006).

INTERCAMBIOS CULTURALES EN EL BARRIO SUÁREZ MUJICA

Primeras edificaciones en el Barrio Suárez Mujica

Se ha escogido el Barrio Suárez Mujica para ejemplificar la forma en que las vanguardias internacionales y las nuevas visiones de diseño arquitectónico confluyen y toman forma en este sector de la ciudad.

A fines del siglo XIX, el Barrio Suárez Mujica estaba compuesto por pequeñas haciendas y propiedades agrícolas, siendo parte de la periferia rural de la ciudad de Santiago. Las primeras edificaciones urbanas del barrio, construidas a comienzos del siglo XX, corresponden a grandes casas de estilos arquitectónicos importados, tales como el tudor o el victoriano norteamericano, las cuales contaban con frondosos antejardines y patios, y en algunas ocasiones, con huertos y gallineros. Este era un modelo de urbanización semi-rural, el cual incorporaba el trazado de nuevas calles al interior de las propiedades y la subdivisión de éstas en terrenos de menor tamaño. De este modo, la ciudad crecía lentamente hacia el oriente, pero conservando en los nuevos terrenos tradiciones y modos de vida propios del campo chileno. Los propietarios de estas grandes casas eran generalmente personas adineradas y pertenecientes a la clase alta de Chile, quienes buscaban en estas residencias espacios tranquilos y en contacto directo con la naturaleza, pero al mismo tiempo cercanos a la ciudad y a sus servicios. De esta época aún hoy se conservan algunas construcciones en pie, aunque muchas de ellas abandonadas o en muy mal estado de conservación.

Consolidación urbana

Los primeros conjuntos habitacionales con una impronta urbana construidos en el barrio datan del año 1928 y corresponden a grupos de viviendas para empleados públicos y particulares, cuya construcción fue gestionada a través de sendas cajas de ahorro. Estas residencias, orientadas a una nueva clase media emergente, fueron cambiando la composición social del sector pasando de ser un lugar exclusivo para el descanso de las elites a un espacio compartido con familias de profesionales trabajadores. El diseño mismo de las casas continuaba imitando pequeñas villas europeas, donde abundaban persianas, balcones de fierro forjado, detalles en estuco y techos inclinados de teja (Mora et. al., 2016).

Figura 2: Ejemplo de una de las primeras construcciones en el barrio. La casa está compuesta por elementos de diversos estilos arquitectónicos, los cuales fueron combinados según el gusto del propietario. Elaboración Propia, 2016.

Figura 3: . Detalle de una casa de la Población Elías de la Cruz, diseñada por los arquitectos chilenos Teobaldo Brugnoli y Wenceslao Cousiño en 1928. Elaboración Propia, 2015.

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La década de 1930 trajo las primeras innovaciones arquitectónicas y urbanas en un sector que parecía no diferenciarse mucho de otros sectores de Santiago. Uno de los hitos más relevantes, y que marcó la historia del barrio, fue la inauguración en 1938 del Estadio Nacional. Esta obra de arquitectura racionalista fue inspirada en el Estadio Olímpico de Berlín y diseñada por los arquitectos chilenos Ricardo Müller, Anibal Fuente-Alba, Alberto Cormatches y Homero Lois. Este diseño fue la pauta que muchas edificaciones del barrio siguieron para el diseño de fachadas, las cuales se acercaron a una estética asociada a la modernidad. La apertura del Estadio llevó consigo la urbanización y subdivisión de amplios terrenos frente a él, ayudando a conformar los límites actuales del barrio e influyendo en el trazado y orientación de grandes avenidas. El modelo de urbanización utilizado corresponde al tipo de “Ciudad Jardín”, donde se contemplaba el trazado de amplias calles arboladas y la construcción de viviendas aisladas rodeadas de vegetación, todas ellas incorporando una volumetría común en cuanto a alturas y proporciones. De esta forma, se resguardaba

la armonía entre las distintas construcciones, pero a su vez se respetaba la libertad de los distintos propietarios para efectuar el diseño arquitectónico de sus residencias (Palmer, 1985).

La emigración a causa de las guerras en Europa en la década de 1930 llevó a que varios de los inmigrantes que llegaban a Chile escogieran el Barrio Suárez Mujica como lugar de residencia, el cual era un barrio de incipiente clase media. Las clases altas seguían optando por estilos ornamentados para el diseño de sus viviendas, encargando a diferentes arquitectos de renombre casas provenzales francesas y de estilo georgian inglés. Las clases medias optaban por casas modernas porque “veían en esta falta de ornamentación una ventaja económica que inconscientemente buscaban compensar con buen diseño”, como recordaba el arquitecto chileno-judío José Dvoredsky (Munita, 2006).

En 1938 se construye en el barrio la que podría ser considerada la primera vivienda “moderna” del sector. Corresponde a la Casa Cifuentes, diseñada por el arquitecto de la Universidad de Chile Mauricio Despouy para el empresario Roberto Cifuentes. Esta casa, cuyo diseño es un intento de acercamiento a las formas y conceptos del movimiento moderno – tal como se aprecia en la Fig. 04 –, resulta totalmente atípica para su época, siendo un caso especial dentro de las casas de estilos históricos que se construían hace más de 30 años a su alrededor. Si bien Despouy se tituló como arquitecto el año 1934, mucho antes de la reforma de 1946, es probable que haya estado en contacto con los reformistas de 1933 y que parte de las ideas modernas que se trataron de implantar en esos años hayan repercutido en su obra posterior.

En 1940, el dentista catalán radicado en Chile, Francisco Casajuana, encarga al joven arquitecto de la Universidad de Chile Viterbo Castro la construcción de su residencia en la avenida que enfrentaba al Estadio Nacional, cuyo diseño se asemeja a algunas propuestas estéticas del GATEPAC. Por ejemplo, la torre cilíndrica que incorporó Castro en la fachada de la Casa Casajuana es similar a la fachada del Club Náutico de San Sebastián de 1929.

Figura 4: .Casa Cifuentes en la actualidad. Elaboración Propia, 2016. Figura 6: Casa Guendelman en la actualidad. Se aprovechó la esquina del terreno para ubicar el acceso a la vivienda, adecuando la forma a la función. Elaboración Propia, 2016.

Figura 5: Casa Casajuana en la actualidad. El deterioro de esta casa se debe a su abandono y a la especulación inmobiliaria respecto a su terreno. Elaboración Propia, 2016.

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Figura 7: Casa Lerner-Itzcovich en la actualidad. La ornamentación es sustituida por un diseño moderno que evidencia las ventajas constructivas de las nuevas tecnologías.Elaboración Propia, 2016.

La Casa Cifuentes y la Casa Casajuana fueron construidas antes de la reforma a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. En este contexto, se aprecia que la intención de acercarse a la modernidad en estos ejemplos no es más que un ejercicio estético, donde se toman elementos considerados “modernos”, tales como muros curvos, ventanas circulares tipo “ojo de buey” y barandas de fierro de corte naval, y se aplican a una arquitectura poco innovadora en cuanto a espacialidad, funcionalidad y nuevas tecnologías.

Uno de los gestores de la reforma de 1946, Abraham Schapira, junto a su esposa y socia, la arquitecta Raquel Eskenazi, diseñan en 1953 una casa en el barrio para el señor Felipe Guendelman Parnes, hijo de un matrimonio ruso-judío que emigró a Chile escapando de los pogroms (2) rusos de principios del siglo XX. Este proyecto, a diferencia de las casas Cifuentes y Casajuana, incorpora en su arquitectura no sólo elementos estéticos cercanos a los postulados modernos, sino que aplica en la distribución y organización de los recintos interiores conceptos propios de una arquitectura moderna reflexionada y profunda, conceptualizando el uso de los espacios y proponiendo formas “modernas” de habitar. En este sentido, se racionaliza la funcionalidad de la vivienda y del uso cotidiano, estableciendo zonas públicas, zonas privadas y zonas de servicio. Si bien todavía es posible encontrar reminiscencias de conceptos antiguos, como el pasillo hacia los dormitorios, esta casa claramente incorpora en su propuesta los temas surgidos en la reforma de 1946.

Por otra parte, el arquitecto José Dvoredsky desarrolló en el sector numerosos proyectos de vivienda con marcadas tendencias modernas. Dvoredsky, quien además era vecino del barrio y miembro de la comunidad judía local, fue parte del intento de reforma del año 1933 y alumno de Roberto Dávila Carson. Si bien él no estuvo en contacto directo con el movimiento reformista de 1946, pues comenzó a dictar clases en la Universidad de Chile recién en la década de 1960, su trabajo profesional incluyó desde sus inicios las ideas provenientes del movimiento moderno. En 1955 diseña la Casa Lerner-Itzcovich, donde es posible apreciar

cómo incorpora la estética moderna a una distribución funcional de los recintos interiores. La cocina de la casa, por ejemplo, es una larga habitación que se encarga de conectar distintas áreas de la vivienda, permitiendo una circulación fluida entre el vestíbulo, el subterráneo, el comedor, el lavadero y las habitaciones dedicadas al servicio doméstico. Esta forma de organizar el funcionamiento de la vivienda en torno a un espacio de servicio, como lo es la cocina, rompe con la tradición de organizar la vivienda en torno a vestíbulos y salones principales, privilegiando en el diseño de los espacios al uso cotidiano por sobre las convenciones sociales.

El Barrio Suárez Mujica, entonces, se desarrolla a mediados del siglo XX como un laboratorio urbano, donde se pasa de una arquitectura moderna superficial y estética a una reflexiva y conceptual. La reforma a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, sumada a la reforma de 1949 de la Pontificia Universidad Católica de Chile, fueron fundamentales para consolidar la arquitectura moderna como la nueva forma de construir en el país, situación que se refleja en este barrio de manera evidente en gran parte de sus edificaciones.

LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA COMO MECANISMO DE PROTECCIÓN

La vulnerabilidad de la arquitectura moderna

Si bien existen numerosos casos de arquitectura moderna que cuentan con protección y cuyo valor es reconocido por la sociedad, muchos otros no corren igual suerte. Como se menciona en la Carta de Cádiz en 2007, redactada por la organización do.co.mo.mo. Ibérico, “junto a las obras más conocidas de las grandes figuras del movimiento moderno, que, en general, no corren hoy peligro de desaparición, existe una gran cantidad de edificios que adaptaron su lenguaje a tradiciones locales diversas y son testimonio de su diseminación, de enorme valor para el estudioso y de gran significación cultural para la comunidad en que nacieron. Su menor conocimiento académico y su relativa proliferación las sitúan en mayor riesgo que las grandes obras”.

El patrimonio moderno, al ser parte de la historia reciente de las naciones, muchas veces no es reconocido como tal por parte de las comunidades y de las autoridades locales. Además, por tratarse en muchos casos de arquitectura doméstica o residencial, su destrucción pasa desapercibida por la sociedad. Por otro lado, al pertenecer en muchos casos a familias de clase media, por falta de recursos estas viviendas tienden a caer en el abandono y el deterioro. Recién a comienzos del siglo XXI se comienza a valorar este tipo de edificaciones como patrimonio, reconociendo la escala doméstica como una representación de la vida que en ella habita.

En Chile, la falta de planificación urbana, sumado a una economía de libre mercado, ha permitido que la especulación inmobiliaria en cuanto al suelo de zonas céntricas de las ciudades promueva la demolición del patrimonio moderno para dar paso a nuevos edificios de vivienda colectiva en altura, los cuales no se relacionan con su entorno y deterioran zonas completas de la ciudad. Debido a la escasa protección del patrimonio moderno, situación que se replica en diversos países, surge la organización internacional do.co.mo.mo., la cual se encarga de la documentación y conservación de los edificios y sitios pertenecientes al movimiento moderno, promoviendo su resguardo y puesta en valor.

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Lamentablemente, estas acciones no son suficientes. La falta de protección a nivel gubernamental ha provocado grandes pérdidas de patrimonio moderno, por lo que la acción de las comunidades locales es clave para proteger el patrimonio que aún se conserva.

RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA BARRIAL Y PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CONSTRUIDO

En respuesta a la fuerte amenaza a la arquitectura y la vida de barrio en Suárez Mujica, y bajo un contexto de desprotección y asedio inmobiliario, surgió la necesidad por parte de los vecinos de organizarse en favor de la protección y resguardo del patrimonio local. En el año 2013, un grupo de vecinos comenzó a reunirse para idear mecanismos de protección frente a la fuerte destrucción de su barrio y, como consecuencia, a la amenaza a su calidad de vida.

Durante este proceso se contó con múltiples talleres vecinales y actividades culturales cuyo fin era el mismo: conversar sobre el valor patrimonial del barrio y buscar salidas para mejorar su protección. Así pues, gracias a un intenso trabajo en conjunto, se logró consolidar un expediente para la conformación de este barrio como Monumento Nacional bajo la figura de Zona Típica. De ser aprobado, este instrumento de protección asegurará la conservación del barrio y, en una etapa posterior, dará lineamientos para que futuras intervenciones, bien sea arquitectónicas, urbanas o de paisaje, dialoguen con las características originales del barrio. Adicionalmente, este proceso de participación reunió también distintos relatos en torno al barrio, saliendo a la luz una serie de memorias y recuerdos que dieron a conocer su valor intangible único, logrando consolidar un análisis integral propio de la combinación de diferentes instrumentos metodológicos.

Así, a través de la yuxtaposición de múltiples historias privadas se configuró el patrimonio barrial intangible, el cual contribuye a determinar el origen y contexto cultural en que las edificaciones de interés patrimonial fueron construidas. En estas instancias de intercambio entre vecinos se reconocieron historias familiares de inmigración, la integración multicultural y poco a poco se fue reconstruyendo parte de la identidad de los habitantes

del barrio. Por ejemplo, la vecina Loreto Söhrens Pendola, descendiente de inmigrantes alemanes e italianos, señalaba que “en esos años [c .1957], Ñuñoa se estaba poblando por gran cantidad de inmigrantes, en su gran mayoría italianos, alemanes y franceses. También muchos descendientes de judíos y árabes. Cabe destacar que muchos de los descendientes de dichas familias aún viven y vivimos en el barrio” (L. Söhrens, comunicación personal, noviembre 2015). Jaime Guendelman Sperling, hijo de Felipe Guendelman Parnes y antiguo residente de la propiedad diseñada por Schapira y Eskenazi, indicaba que “la convivencia armónica entre diversas culturas es parte del patrimonio inmaterial y la riqueza multicultural del cual este sector de la ciudad tuvo la suerte de recibir (…) Yo soy segunda generación judía en Chile. Mis abuelos vinieron de Rusia y Rumania hacia 1916 y mis papás nacieron en Chile. En mi casa no había nada en contra los árabes. De hecho, vivíamos todos en una misma zona en Ñuñoa, que estaba llena de árabes y judíos” (Villa, V. (2014). Matrimonio Guendelman-Hales. Paz al interior de una familia Palestino Israelí. Periódico Encuentro, 7).Todos estos relatos prevalecen en la actualidad y se han ido transmitiendo de generación en generación a través del boca en boca. El Barrio Suárez Mujica ha sido su escenario, lleno de lugares cargados de historia, almacenes de traición, espacios de encuentro, en fin, lugares con significado dentro memoria de sus habitantes, los cuales, en conjunto, hilan parte de la historia urbana de la ciudad de Santiago.

CONCLUSIÓN

El reconocimiento del patrimonio intangible resulta fundamental como complemento a la puesta en valor del patrimonio tangible, ya que juntos generan el patrimonio cultural de un sector determinado. Para resguardar este patrimonio cultural es necesario registrar la memoria colectiva de sus habitantes y sumarla a los procesos de investigación teórica, pues a través de esta convergencia es posible entender la riqueza que se esconde detrás de sencillas construcciones.

El trabajo participativo resulta fundamental para generar esta visión integral donde confluyen valores tangibles e intangibles. Éste, no sólo contribuye a brindar diferentes fuentes para recabar información valiosa a la investigación, sino también promueve que el ciudadano se haga partícipe de su historia y, por tanto, responsable de las decisiones que se toman en torno a ella.

El caso de estudio previamente expuesto ilustra la importancia que tiene para el registro de los procesos urbanos la recolección de datos provenientes de diferentes capas de análisis. Es así como el haber reconstruido el proceso de formación del Barrio Suárez Mujica, tomando en cuenta no sólo los antecedentes bibliográficos, archivos y gráficas disponibles, sino también aquellos relatos e historias provenientes de sus habitantes, consolida, sin lugar a dudas, la elaboración de un análisis integral, el cual sirve de base para futuras aproximaciones.

La naturaleza de las ciudades es dinámica, por lo que resulta fundamental entender que éstas cambian constantemente. El reto se encuentra en cómo hacer que esta naturaleza dinámica dialogue con lo existente. Hoy en día, este barrio sigue nutriéndose de culturas extranjeras. Vemos cómo el Colegio Suizo sigue fomentando una fuerte presencia de la cultura europea en

Figura 8: Jornadas vecinales de reconstrucción de la memoria colectiva barrial, organizada por los autores en el año 2014. Elaboración Propia, 2014.

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el barrio. Sin embargo, bajo este mismo dinamismo, tanto este barrio como el resto del país se encuentran experimentando una fuerte ola migratoria, esta vez proveniente de sus países vecinos, lo cual sin duda genera un contexto cada vez más multicultural y de intercambio en la ciudad. Por ello, con vistas a una mejor compresión y efectivas prácticas en el futuro, se hace necesario una visión integral, que tome en cuenta todos los elementos tangibles e intangibles que interactúan entre sí.

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ÍNDICE DE FIGURAS

NOTA: Todas las fotografías fueron tomadas por los autores en los años indicados.

• Figura 1, Nuevas edificaciones en altura en el Barrio Suárez Mujica, 2015.

• Figura 2, Casa historicista en Barrio Suárez Mujica, 2016.

• Figura 3, Casa Población Elías de la Cruz, Barrio Suárez Mujica, 2015.

• Fig. 04, Casa Cifuentes, Barrio Suárez Mujica, 2016.

• Figura 5, Casa Casajuana, Barrio Suárez Mujica, 2016.

• Fig. 06, Casa Guendelman, Barrio Suárez Mujica, 2016.

• Figura 7, Casa Lerner-Itzcovich, Barrio Suárez Mujica, 2016.

• Figura 8, Taller de reconstrucción de memoria en el Barrio Suárez Mujica.