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    Histria Unisinos

    16(1):5-14, Janeiro/Abril 2012 2012 by Unisinos doi: 10.4013/htu.2012.161.01

    Qu es lo nuevo de la nueva derecha en Chile?Anticomunismo, corporativismo y neoliberalismo, 1964-1973

    What is new in the new Chilean right-wing? Anti-communism,Corporatism and Neoliberalism, 1964-1973

    Ernesto Bohoslavsky1

    [email protected]

    Resumen.Este artculo intenta mostrar algunas de las prcticas y proyectos polticosdesplegados por distintos actores polticos de derecha y de extrema derecha en Chile entre1964 y el golpe de Estado de 1973. Estos actores maniestaban dierencias ideolgicas ensus diagnsticos, estrategias y proyectos polticos. A pesar de ello, las diversas amiliasderechistas consiguieron consolidar un rente social y poltico anticomunista opositor ala Unidad Popular, que termin por impugnar al rgimen poltico chileno.

    Palabras clave: Chile, anticomunismo, derechas.

    Abstract.Tis article discusses some o the political practices and projects implementedby dierent right-wing and extreme right-wing actors in Chile between 1964 and the 1973coupdtat. Tese actors showed some ideological dierences in their political diagnoses,strategies and projects. In spite o this, the various rightist amilies were able to builda strong political and social Anti-communist bloc in opposition to the Unidad Populargovernment that ended up challenging the Chilean political regime.

    Key words: Chile, anti-communism, right wing.

    1 Investigador-docente de la Universi-

    dad Nacional de General Sarmiento.

    Investigador del CONICET.

    La poltica chilena en las dcadas de 1960 y 1970 concit mucha aten-cin de sus contemporneos en diversas partes del mundo, por diversas razones.Para los catlicos que haban vivido y disrutado de los cambios discursivos ylitrgicos producidos por el Concilio Vaticano II, y para quienes compartan laesperanza de la Alianza para el Progreso de que se pudieran promover cambiosradicales sin caer en los brazos de Mosc, el gobierno demcrata-cristiano deEduardo Frei (1964-1970) gener mucha curiosidad y simpata. Lo propio pascon la social-democracia europea, que vio en el gobierno de la Unidad Popular(1970-1973) una deseable -o al menos sostenible- experiencia de combinacinde reormas de base y mantenimiento de la democracia multipartidaria. Perotambin los que tenan ms miedos que esperanzas en esos posibles cambiossiguieron con atencin lo ocurrido en Chile en esos aos, convencidos de que

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    all se desarrollaba una de las batallas ms calientes de laguerra ra. Es por ello que el golpe de Estado liderado porel general Augusto Pinochet Ugarte el 11 de septiembre de1973 se convirti en un episodio de repercusin mundial.

    En eecto, los testimonios de los contemporneosy la historiograa coinciden en sealar que en 1973 se

    produjo un giro en la vida de Chile. No slo porque porprimera vez en casi medio siglo un golpe de Estado des-aloj a un presidente democrticamente electo y acabcon la vigencia de la constitucin de 1925 y el sistema departidos que de ella emanaba (Moulian, 2003; Scully, 1992;Yocelevzky, 2002). ambin porque se puso en marchauna economa poltica radicalmente distinta a la que sevena llevando adelante desde la salida de la Depresin:ya a inicios de la dcada de 1980 se haca evidente queesa etapa histrica haba quedado atrs (Ramos, 1986;Vergara, 1982). Estos cambios en la estructura polticay en la economa de Chile signicaron un quiebre his-trico en el pas. Los actores involucrados en la puestaen marcha de las nuevas reglas de juego (neoliberal en loeconmico; autoritario en lo poltico; conservador en loconstitucional) ueron las Fuerzas Armadas y distintosgrupos o amilias ideolgicas que apoyaron al rgimen yle dieron insumos ideolgicos e interpretativos para llevaradelante y justicar esos cambios. Algunos historiadoreshan hablado de una nueva derecha chilena (ValdiviaOrtiz de Zrate, 2009), surgida a mediados de la dcadade 1960, y que sera la autora intelectual y promotora delos cambios violentamente introducidos a partir de 1973.

    En este artculo intentar mostrar algunos de losrasgos de esa nueva derecha (muchos de cuyos insumosideolgicos tenan dcadas de vida), oreciendo un marcoque permita analizar mejor las relaciones entre las jvenesy las viejas amilias ideolgicas chilenas entre el triuno deFrei en 1964 y el golpe de Estado que derroc a Allendeen 1973. Este artculo deende la idea de que estamosrente a varios actores (las derechas) y no rente a unactor unicado (la derecha) dotado de homogeneidadideolgica y coordinacin organizativa. En este sentido,no se trata de una nueva derecha con tres caras (el gre-mialismo corporativo, el Partido Nacional y los Chicago

    boys) sino de distintas amilias polticas. Muchas vecesesas derechas se encontraron unidas por las ideas y losactores a los que se opusieron (el reormismo demcrata-cristiano, la Unidad Popular) ms que por tener las mismaspercepciones sobre la realidad. Es por eso que el trminoanticomunismo permite englobar a distintos actores,provenientes de diversas tradiciones, pero convencidosde compartir un mismo enemigo. El hecho de compartirese mismo enemigo result lo sucientemente uerte entrminos ideolgicos y simblicos como para que dejarande lado las dierencias que tenan entre ellos. Seguimos

    aqu a Motta (2002), quien entiende que el anticomunismotiene como mnimo comn denominador al conjunto denociones y prcticas destinadas principalmente a erradicaro debilitar al comunismo, los comunistas y/o sus ideas, sinque ello signique que se trata de un actor homogneo.

    Siguiendo a Gonzlez Cuevas (2000, p. 37), po-

    demos encontrar que las amilias polticas derechistasse pueden ordenar no slo por su contenido ideolgicosino por su capacidad para generar hegemona entre s.Pueden identicarse, en consecuencia, tres derechas segnsu poder relativo: por un lado, las derechas dominantes,que controlan el grueso del electorado y/o de los recursospolticos e ideolgicos, por otro lado las emergentes, quesuelen ser minoritarias, ms radicalizadas, novedosas y de-saantes del statu quo dentro de las derechas y, por ltimo,se encuentran las derechas residuales, aquellas que ya hanvivido el esplendor de su infuencia y que se encuentranen ranca retirada o descomposicin, sea hacia las amiliasdominantes o las emergentes.

    Las derechas chilenas anteel desafo del comunitarismoy el socialismo

    Al interior de las derechas chilenas predominaronhasta la dcada de 1960 los dos viejos partidos nacidosen el siglo XIX: liberales y conservadores. Distintas in-terpretaciones han mostrado la capacidad de adaptacin

    y de iniciativa que tuvieron liberales y conservadores a lolargo de los primeros sesenta aos del siglo XX, expre-sada tanto en sus muy buenas perormances electoralescomo en su poder para detener o ralentizar la marcha dereormas potencialmente dainas para los sectores socialy econmicamente ms poderosos (Correa Sutil, 1989,2005). Cuando la derecha no controlaba el gobierno, semostr dotada de las herramientas retricas, polticas eideolgicas para reducir el margen de maniobra de susrivales en el Ejecutivo (como en el caso de las presidenciasde Frente Popular, entre 1938 y 1952, o con la presidenciade Ibez, entre 1952 y 1958).

    La derecha tradicional retuvo hasta la dcadade 1960 uertes posiciones en ambas cmaras gracias alcontrol electoral de sectores importantes de la poblacinrural. Junto con ello, hay que recordar que en 1958 elcandidato de la alianza liberal-conservadora, Jorge Ales-sandri, obtuvo 31,5% de los votos, que le permitieronconvertirse en presidente rente al 28,9% del candidato dela izquierda y el 20,7% de la democracia cristiana (PDC).Por entonces, el partido radical, con el 15% de los votos,segua siendo una pieza clave del juego poltico-partidariochileno. Despus de ello el centro termin ocupado por el

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    PDC, con un tono notoriamente ms ideolgico y reacioa los acuerdos electorales, lo cual termin por complicarla ormacin de mayoras en el parlamento chileno, talcomo han mostrado ya numerosas tesis sobre el particular(Moulian, 2003; Scully, 1992).

    Esa derecha dominante no echaba mano a las

    Fuerzas Armadas para llegar al poder: su postura civilista,institucionalista y republicana ue mantenida al menoshasta 1970. No se vean estimulados a derribar un sis-tema democrtico -con el cual se sentan identicados-ni a asumir posturas ideolgicas antiparlamentarias yestatistas, demasiado alejadas de sus consuetudinariospragmatismo, liberalismo econmico y conservadurismocatlico (Bohoslavsky, 2009, cap. 6; Buchrucker, 2003,p. 7; Correa Sutil, 2005, p. 52; McGee Deutsch, 1999,p. 25; Zuleta lvarez, 1975, p. 50). De hecho, cuandoen 1964 los dirigentes del Partido Conservador y delPartido Liberal temieron el triuno de la izquierda, nose lanzaron a buscar alianzas con la derecha ms radi-calizada, sino que le brindaron su apoyo al candidatodemcrata-cristiano a la presidencia.

    Ese ao los dos partidos tradicionales de derecha seenrentaron a un cuadro poltico complicado, y sumamenteadverso. El gobierno de Alessandri, que los haba repre-sentado, llegaba agotado al nal de su mandato y sin haberresuelto los problemas econmicos que haba enrentado.Y para colmo, sin capacidad para tener un candidato elec-toralmente atractivo. Es por ello que decidieron apoyaral candidato del Partido Demcrata Cristiano, Eduardo

    Frei Montalva, en las elecciones. Actualmente hay unadiscusin historiogrca centrada en las razones por lascuales las derechas desistieron en 1964 de presentar uncandidato propio y, en cambio, respaldaron sin concesionesuna candidatura ajena, y que inclua una plataorma conreorma agraria, nacionalizacin de las minas de cobre ysindicalizacin de los trabajadores rurales. Frei tena unprograma electoral que inclua muchas reormas sociales yeconmicas de base, lo que normalmente quedaba lejos deltalante conservador de la derecha. Sin embargo, el apoyode liberales y conservadores se dio sin condiciones y sinser resultado de negociaciones abiertas o de transaccio-

    nes: Frei no modic su programa ni les oreci espaciosen el uturo gabinete a cambio de ese respaldo. Algunosautores ven all un suicidio poltico, otros entienden queel anticomunismo era mucho ms intenso que cualquierotra lectura de la realidad: en eecto, a ojos de los liberalesy conservadores Frei pareca el nico capaz de detener eltriuno del candidato de la izquierda, Salvador Allende.Igual clculo hizo el gobierno estadounidense, que ali-ment nancieramente la campaa electoral demcrata-cristiana. Hay quien especula que con ese gesto de apoyoa Frei la derecha estaba convencida de que iba a lograr

    que se moderara o se hiciera ms tibio el mpetu reormistadel uturo gobierno (Correa Sutil, 2005; Valdivia Ortiz deZrate, 2009).

    Sin embargo, pronto se mostr cun inundada eraesa conviccin liberal-conservadora de que era mejor estardentro que uera del gobierno para reducir o morigerar el

    tipo y el nivel de intervencin del Estado en la sociedad yla economa. El programa de reormas de Eduardo Frei (lallamada Revolucin en libertad) implicaba transitar uncamino de desarrollo tericamente alejado y equidistantedel capitalismo individualista y del socialismo estatista. Lava comunitarista apuntaba a estimular a las organizacio-nes de la sociedad civil (vecinos, clubes juveniles, centros demadres, gremios) que seran promovidos para enrentarde la mejor manera posible los problemas evidentes desub-desarrollo y pobreza en Chile: sera la comunidad-y no el Estado- el responsable de incrementar el bien-estar de la poblacin y el desarrollo de la economa. Unacombinacin de Alianza para el Progreso, humanismo yConcilio Vaticano II pareca orientar el programa de Frei.

    Con guios de la Iglesia y ondos provenientesde Washington, la presidencia de Frei impuls una seriede reormas de base, entre las que se contaba en primerlugar la chilenizacin del cobre, el inicio de la reormaagraria y la ampliacin de las polticas pblicas de salud,vivienda y educacin. La chilenizacin del cobre per-miti pasar buena parte de las acciones de las compaasmineras al Estado, pero no aect a la clase dominantechilena ni a sus representantes polticos. Fue con la re-

    orma agraria que la

    Revolucin en libertad les genera liberales y conservadores la conviccin de que se habanequivocado. No slo porque la reorma implic la abiertasindicalizacin de los trabajadores rurales y campesinospor primera vez en la historia de Chile, sino porque trajoconsigo la expropiacin de ms de mil latiundios (unas3.500.000 hectreas), beneciando a decenas de miles depobladores rurales.

    La aceptacin incondicional de la Revolucin enlibertad signic, en la prctica, el nal de la derecha deci-monnica, esa institucin bicala asentada en los partidosConservador y Liberal y en un tipo de prctica poltica

    que tena mucho de tradicional y de notabiliario. Su ocasodio lugar a la emergencia de nuevas uerzas polticas dederecha. Por un lado, se encontraban las agrupaciones deestudiantes universitarios denominados gremialistas,apadrinados por Jaime Guzmn, que propugnaban porel reemplazo de la democracia por un orden inspirado enel rgimen ranquista, esto es, corporativista, autoritarioy tutelado por la Iglesia. Junto a ellos se encontraba elPartido Nacional, de tono reaccionario y nacionalista,que result de la usin de liberales y conservadores. Aesas dos uerzas se le sumabanla capacidad de presin y

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    las propuestas provenientes de un grupo de economistasy periodistas inspirados por el neoliberalismo: sin serexplcitamente una uerza partidaria, los economistasormados en la Universidad Catlica de Chile, al amparodel acuerdo con la Chicago University, tendan a asimilarcon el rgimen comunista a cualquier modelo econmico

    que implicara una intervencin relevante del Estado enla economa (Rosende, 2007; Valds, 1995). Estas uerzasse encontraban vinculadas por un miedo comn en 1970,que provena de la posibilidad de que el candidato de laUnidad Popular triunara en las elecciones presidenciales.De all que el anticomunismo se convirti en el punto deconvergencia de distintos grupos polticos, empresariales,religiosos y universitarios por entonces.

    En las elecciones de 1970 liberales y conservadoresdecidieron concurrir solos, abandonando la decisin de1964 de apoyar a la democracia cristiana. Sin embargo,su candidato ue derrotado por Salvador Allende por unmargen estrecho. ste de la izquierda asumi con el apoyode los parlamentarios de la democracia cristiana, que loobligaron a rmar un compromiso de que llevara adelantelas reormas prometidas sin vulnerar el texto constitu-cional. El programa de reormas de base de la UnidadPopular, la va chilena al socialismo, tena varias eserasde intervencin, entre las que se contaban la transerencia ala propiedad del Estado de reas consideradas claves (comola minera del cobre y los cordones industriales) as comola aceleracin de la reorma agraria iniciada en el gobiernode Frei. El programa econmico inclua una mejora de los

    salarios reales que uera capaz de estimular un mercadointerno deprimido y con capacidad ociosa instalada. As,el gobierno avanz en la estatizacin de empresas sirvin-dose de legislacin que no haba sido usada en dcadas,comprando acciones o con la expropiacin directa y sincompensaciones, como ue el caso de la minera del cobre.Las compaas mineras Anaconda y Kennecott, de origennorteamericano, ueron respaldadas por Washington, quepuso en marcha iniciativas tendientes a desplazar al pre-sidente Allende. La reorma agraria se torn ms rpida,ms prounda y ms descontrolada. Los campesinos noesperaban a la resolucin ocial para ocupar las tierras, y

    los terratenientes (y no slo ellos) resolvieron deender supropiedad echando mano a las armas.El proceso desat un espiral infacionario en buena

    medida a causa de la emisin y de la expansin del con-sumo de los sectores ms pobres de la sociedad. Mercadonegro, crecimiento de la deuda externa, control de preciosy racionamiento de los productos bsicos son algunas de laspostales de la segunda mitad del gobierno de la Unidad Po-pular. Las audaces reormas sociales y econmicas encaradaspor la presidencia de Salvador Allende conrmaron muchasde las anticipaciones y miedos de las uerzas de derecha. No

    alt quien denunciara que se vivan los prolegmenos dela instalacin de un rgimen de estilo sovitico o cubano(Buchrucker, 2003, p. 7), idea que pareca conrmarse porlos dichos y prcticas de grupos de extrema izquierda a losque el gobierno no quera (y quizs no poda) controlar. Endiciembre de 1971 Fidel Castro se qued en Chile durante

    tres semanas, lo cual gener en muchos hombres de la de-recha la conviccin de que la va chilena al socialismo noera algo distinto a la va cubana al socialismo.

    El marco poltico general se ue deteriorando alo largo de 1972, en que arreciaron actos de violencia dePatria y Libertad, as como ocupaciones de tierras y plantasabriles por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.Aparecieron las actividades de terrorismo anticomunista,que nunca haban tenido un desarrollo relevante en lapoltica nacional. El accionar de las bandas de Patriay Libertad, as como los atentados (primero al generalSchneider en 1970), dan cuenta de la intensidad de esasprcticas paramilitares. En octubre de 1972 un lockoutdepropietarios de camiones, al que no ue ajeno dinero dela CIA, complic an ms la situacin, de proundo en-rentamiento poltico y social. Power (2009) ha mostradocmo mujeres de distintos sectores sociales se movilizaron,militaron y participaron en deensa de representacionesconservadoras sobre los gneros.

    La polarizacin socio-poltica se proundiz en1973. El proyecto de creacin de la Escuela NacionalUnicada ue denunciado como un mecanismo tendientea imponer el totalitarismo a los nios, y devino en en-

    rentamientos callejeros entre estudiantes izquierdistas yderechistas a lo largo del ao. Diversos grupos de civilescomenzaron a presionar sobre las Fuerzas Armadas paraque intervinieran en la vida poltica, cosa que ocurri enjunio. Las charlas y sondeos de opinin entre el presidentey la democracia cristiana en 1973 no prosperaron, entreotras razones por oposicin de Frei y de los sectores msradicalizados de la Unidad Popular. En agosto de ese aola Cmara de Diputados lanz ormalmente la acusacin algobierno de haber violado reiteradamente la Constitucina eectos de conducir al pas hacia un rgimen totalitario.El 11 de septiembre un golpe de Estado con presencia

    del Ejrcito, la Armada, la Fuerza Area y Carabinerosdesplaz al gobierno de la Unidad Popular e instal unadictadura que se mantuvo por casi dos dcadas.

    El Partido Nacional: una derechapara salvar a la democraciadel marxismo?

    Segn ha sealado Cuadra (1992, p. 43), la pues-ta en marcha del plan de Revolucin en libertad del

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    presidente Frei primero, y posteriormente de la va chilenaal socialismo del presidente Allende constituyeron unactor aglutinador, decantador y precipitador de lo queser el resurgimiento ya no slo cultural sino poltico ysocial de la derecha. Pero, se trat realmente de un re-surgimiento?, ue una resurreccin de la misma derecha

    o apareci algo nuevo? Segn Valdivia Ortiz de Zrate(2009, p. 32), debe hablarse de una nueva derecha, quepas a la oensiva, que recuper el valor de la poltica, quetuvo nuevas estrategias de accin para obtener el poder delEstado, y que oreci proyectos de sociedad y de Estadoradicalmente dierenciados de los que impulsaban tantoel comunitarismo demcrata-cristiano como el marxismo.

    En las elecciones parlamentarias de 1961, con-servadores y liberales seguan sumando cerca del 30% delos votos, pero en 1965, la ltima vez que ambos partidosconcurrieron por separado a las urnas, no llegaron ni al13%. En ese contexto es que dirigentes del conservadu-rismo y del liberalismo decidieron usionar sus uerzasen un nuevo partido, al que dieron en llamar Nacional.En el nuevo partido, creado en 1966, se podan reconocerdistintas amilias polticas: no slo los liberales y con-servadores sino tambin grupos nacionalistas y de ciertatonalidad antiliberal, como ue el caso de Sergio OnoreJarpa, proveniente del Partido Accin Nacional. Variosde ellos terminaron constituyendo parte de los gabinetesde la dictadura a partir de 1973, momento en el que sedieron a la tarea de legitimar la existencia de una tradicinnacionalista chilena (Campos Menndez, 1974).

    Fue en esos primeros aos de la dcada de 1970que dirigentes polticos del conservadurismo chilenoestablecieron dilogos y coincidencias con aquellos otrosprovenientes de corrientes nacionalistas: su encuentrohaba sido dicultoso en las dcadas anteriores (Faria Vi-cua, 1990; Valdivia Ortiz de Zrate, 1995b, 1995a). Hastaentonces, el xito electoral de la derecha tradicional habadejado muy poco espacio para el accionar de ideologasanti-liberales y en general de corrientes de ultraderecha(Burnett, 1970, p. 8; Etchepare y Stewart, 1995, p. 590;Ramrez Necochea, 1978, p. 8; Valdivia Ortiz de Zrate,1995b, p. 47-48). Es por eso que la extrema derecha

    se mantuvo como una tradicin residual y testimonial,puesto que le altaron apoyos que resultaban decisivospara lograr su ascenso al poder: no encontraron guios deuerzas conservadoras atemorizadas, del Ejrcito, de losgobiernos (salvo el de Ibez en la dcada de 1950), de lasclases altas y menos de los sectores populares (ArriagadaHerrera, 1986; Etchepare y Stewart, 1995, p. 589). Esasituacin slo se modic a nales de la dcada de 1960y durante el gobierno de la Unidad Popular, momentoen el que guras y agrupaciones de tono abiertamenteanti-liberal, nacionalista y autoritario ueron copando el

    espacio poltico de la derecha, desplazando o unindose alos sectores conservadores. El disparador de este cambioue la merma electoral de la dcada de 1960 y sobre todola posibilidad de que Salvador Allende accediera a lapresidencia, tal como ocurri en 1970.

    En el Partido Nacional convergieron las amilias

    conservadoras con aquellas otras de tradicin nacionalista,con sensibilidad ibaista, ms acostumbradas a la conspi-racin y al coqueteo con militares que a la accin polticapartidaria. Lejos de ser un manotazo de ahogado para de-tener su merma electoral, algunos analistas han planteadoque la creacin del Partido Nacional ue un esuerzo serioy de largo aliento tendiente a modernizar y adecuar las es-tructuras partidarias a un contexto de ampliacin explosivadel padrn electoral, movilizacin poltica intensicada yprdida del liderazgo social (Collier y Sater, 1998, p. 276;Valdivia Ortiz de Zrate, 2009). Su tono no era pesimistasino que expresaba una conviccin de que el juego polticoelectoral le iba a permitir retomar el control del poderejecutivo o al menos impedir que la izquierda impusiese suagenda ms radical. En 1971 el senador Francisco Bulnesexpresaba su certeza de que esa derecha parlamentariacontaba todava con un uerte respaldo electoral.

    En todas las naciones del mundo libre, y especialmenteen las ms progresistas, existen partidos grandes,generalmente victoriosos, que encarnan, con las moda-lidades propias de cada pueblo, los mismos principiosbsicos, las mismas aspiraciones undamentales, el

    mismo concepto del Estado y de la persona humana,que sustenta el Partido Nacional [...] Se han buscadomuchas explicaciones para negar al Partido Nacionallo que en verdad es una uerza vital que perdurarmientras perdura la democracia en Chile. Una delas explicaciones ue que nuestros votos provendransolamente del podero de los latiundistas y de lallamada derecha econmica. Pero los latiundioshan desaparecido o estn en trance de desaparecer, susdueos estn empobrecidos y perseguidos, y nuestrosvotos permanecen, con tendencia a aumentar en lasciudades y en las zonas ms azotadas por la Reorma

    Agraria (Bulnes, 1971, p. 14-15).

    En trminos de capacidad electoral el Partido Na-cional ocup un lugar relevante, con un pico en la campaapresidencial de 1970, cuando ara el triuno. Fuera de esaeleccin, reciba entre 1/6 y 1/5 del total de votos emitidos,un porcentaje superior a los que recibieron los candidatosliberales y conservadores en las elecciones de 1965, peroalejado a los que se haban registrado dcadas atrs.

    El Partido Nacional encontr en 1971 un inter-locutor inesperado en la democracia cristiana. sta haba

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    maniestado inicialmente sus coincidencias con el pro-grama de la Unidad Popular, y haba apoyado a Allendeen la votacin parlamentaria para nombrarlo presidente.Sin embargo, cuando en junio de ese ao ue asesinadoEdmundo Prez Zujovic, exministro demcrata-cristianopor un grupo de izquierda extrema, opt por dejar de ladolas conversaciones con el gobierno y las retom con laderecha. Con el Partido Nacional realizaron acusacionescontra los ministros del gobierno y establecieron acuerdoselectorales para apoyarse mutuamente en 1972. En laselecciones legislativas de marzo de 1973 la DC y el PNse cobijaron en la Conederacin de la Democracia, quereuni 54% de los suragios. Un nmero impactante, peroalejado de los 2/3 que se necesitaban para vehiculizar ladestitucin del presidente por acusacin del Congre-

    so. Parlamentarios demcrata-cristianos y nacionalesimpulsaron una reorma constitucional que nalmenteue aprobada en junio de 1973, que estableca garantaspara los propietarios de hasta 40 hectreas de tierra, ascomo para la propiedad privada en general. El desao deAllende a esta medida le dio a la derecha el argumentopara sostener que el presidente estaba actuando uera dela legalidad y que haba incumplido con su compromisoal momento de asumir.

    Si el Partido Nacional ue el ms relevante electo-ralmente entre las amilias derechistas, su hegemona en elcampo de las ideas se mostr mucho ms discutida y puesta

    en tela de juicio. En eecto, no altaron promotores desalidas extra-democrticas al conjunto de desaos sociales,polticos y constitucionales generados por la puesta enmarcha de la agenda de la Unidad Popular (Bohoslavsky,2011). Exaltacin del autoritarismo, repudio a la demo-cracia como rgimen de gobierno, elitismo y catolicismose conjugaban en una serie de ideas tendientes a convencera los hombres de la derecha tradicional y sobre todo de lasFuerzas Armadas de que era necesario dar por terminadala experiencia de la Unidad Popular. A continuacin seexponen algunas de esas expresiones.

    Gremialismo y autoritarismo:una derecha para salvara Chile de la democraciay del marxismo?

    Entre los que lanzaron abiertamente esa convoca-toria a derrumbar el orden poltico se encontraban varioshombres y grupos inspirados por un catolicismo reaccio-nario y anti-conciliar, como el sacerdote Osvaldo Lira o lasrevistas Fiducia, Portadayizona. Fiduciaestaba vinculadaa la Sociedad Chilena de Deensa de la radicin, la Fa-milia y la Propiedad, lial local de la undada por PlinioCorra de Oliveira en Brasil (Moncada Durruti, 2006, p.36). Editada en Valparaso,izonadespleg a inicios de la

    dcada de 1970 argumentaciones loscas e ideolgicaspara legitimar la intervencin de las Fuerzas Armadas enla poltica. Alrededor de esa publicacin se concentraronproesionales, universitarios, pequeos y medianos em-presarios y sobre todo hombres de la Armada (RamrezNecochea, 1978, p. 27). Mientras que en el Partido Na-cional se postulaba la necesidad de unir uerzas con lademocracia cristiana para impedir la proundizacin de lava chilena al socialismo, el editorial de izonasostena:

    Un error atal sera que en estos momentos se confasetoda la deensa de la patria contra el comunismo a los

    partidos democrticos. Cualquiera puede comprobarque la oposicin parlamentaria llevada a cabo por ellostranscurre paralela a las medidas de gobierno que noshan llevado al desastre econmico y que constituyen elprincipal medio para llevarnos a la tirana socialista[...] Son los gremios, ya lo hemos dicho muchsimas veces,y no los partidos democrticos las autnticas ortalezasde la resistencia al marxismo (Editorial, 1972, p. 3).

    La diatriba anti-partidos de izonase resuma enla idea de que una mejor combinacin de agrupaciones

    Tabla 1. Elecciones en Chile (1967-1973).

    Table 1. Elections in Chile (1967-1973).

    1967 (M) 1969 (S) 1969 (D) 1970 (P) 1971 (M) 1973 (S) 1973 (D)

    Partido Nacional 14,3% 16,43% 20,60% 34.9% 18,41% 11,13% 20,83%

    Democracia Cristiana 35,6% 32,71% 30,72% 27.8% 26,15% 36,18% 28,13%Partido Radical 16,1% 17,48% 13,44%

    36,6%

    8,16% 5,96% 7,10%

    Partido Socialista 13,9% 11,43% 12,62% 22,67% 19,74% 18,26%

    Partido Comunista 14,7% 15,24% 16,42% 17,11% 18,87% 16,22%

    Nota: Tipo de eleccin: (M) Municipio - (S) Senadores - (D) Diputados - (P) Presidente

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    Qu es lo nuevo de la nueva derecha en Chile? Anticomunismo, corporativismo y neoliberalismo, 1964-1973

    polticas no orecera ninguna salida a la crisis chilena.Segn expresaba el editorial, izona

    no se identifca con absolutamente ningn partidopoltico, y en cierto modo, los ataca a todos. Por supuestoque unos merecen ms que otros, pero es el principio

    mismo de la poltica en base a partidos, es decir, la po-ltica liberal, la que est errada. odo partido poltico,por la dialctica del sistema, es ms o menos totalitario(Editorial, 1972, p. 2).

    Ni los partidos polticos resultaban necesarios nisu ausencia conduca a la tirana, de lo cual era ejemplosuciente el orden portaliano del siglo XIX. Cada partidotiene su verdad, sostena izona, lo cual constituaper seun grosero error teolgico, puesto que

    existe la verdad objetiva, inteligible para todo el quequiere descubrirla y que no depende, para ser lo quees, de lo que nosotros pensemos de ella [] Por eso, aljuzgar los hechos polticos no nos undamos slo en elderecho a emitir una opinin, sino en la objetividadde la ley natural y de la historia, que es lo nico sobrelo cual puede establecerse un criterio poltico veraz ymoralmente legtimo (Editorial, 1972, p. 2).

    Uno de los articulistas de la revista expuso abier-tamente la necesidad de instaurar una dictadura, queno slo trajera alivio temporario sino que uera capaz

    de instaurar un nuevo orden permanente, depurado deanteriores males morales, culturales y polticos que seentendan surgidos con la Constitucin de 1925, con laguerra civil de 1891 o con el ingreso de las masas a lapoltica. Segn Widow,

    [l]a autoridad debe ser necesariamente uerte [...] nopuede excluir, a riesgo de negar el deber moral quesupone su ejercicio, los medios violentos para prevalecercuando se le resiste sin razn undada en el bien comn.La restauracin de la autoridad poltica exige, para losprimeros tiempos en que no se hayan trazado las lneas

    constitutivas de un autntico Estado de derecho, una dic-tadura. [...] Una dictadura que se dedique a remediar lourgente, s, pero con la vista puesta en una fnalidad queva ms all de lo urgente [...] Debe tener un horizontepoltico y unas intenciones que impliquen la superacinde s misma como situacin concreta poltica pues de locontrario puede transormarse en causa del mal que porella se quiere eliminar (Widow, 1972, p. 5).

    Aquello a lo que claramente podemos rotular comouna derecha emergente en este perodo es el Movimiento

    Gremialista. Con ese nombre se conoci primero a unacorriente estudiantil en la Facultad de Derecho de laUniversidad Catlica de Chile, pero que despus de 1967se ue extendiendo a diversas corporaciones y agrupacio-nes como comerciantes, proesionales, camioneros, etc.(Moncada Durruti, 2006, p. 49). El gremialismo consi-

    gui en 1968 el control de la Federacin de Estudiantesde la Universidad Catlica al arrebatrselo a los jvenesdemcrata-cristianos (Collier y Sater, 1998, p. 277).

    La gura clave del gremialismo ue Jaime Guz-mn Errzuriz. Proveniente de encumbrados crculossociales, Guzmn ue un jurista y docente universitarioque se inici a la vida poltica mientras era estudiante enla Universidad Catlica: su ormacin poltica le debemucho a la teologa del ya mencionado Osvaldo Lira ya su ascinacin con Espaa y el orden tardo-ranquista.En l encontraba alguna inspiracin para su propuesta deinstaurar un orden social y poltico de naturaleza corpo-rativa, compatible con la promocin del individualismode mercado. Guzmn ingres a la vida poltica en la uni-versidad, oponindose a la va comunitarista lanzada porel gobierno de la democracia cristiana, especialmente asu proyecto de reorma agraria. Durante el gobierno de laUnidad Popular, Guzmn ue un incansable opositor, quese vincul con Patria y Libertad para brindar capacitacinpoltica a sus miembros, y se sirvi del espacio disponibleen la televisin y en la prensa para orecer argumentoscontra las reormas del presidente Allende. ras el golpede Estado de 1973 asesor a la Junta Militar y ue uno

    de los redactores de la Declaracin de Principios quelas Fuerzas Armadas brindaron al ao siguiente para le-gitimar el camino tomado y las vas a desarrollar a uturo.Posteriormente, Guzmn orm parte del grupo de juristasa los que la Junta Militar les solicit que elaboraranunnuevo proyecto de constitucin poltica para Chile, quebrindara las bases para la utura democracia. Ese proyec-to se transorm en la Constitucin aprobada en 1980,que expresa buena parte de las ideas de Guzmn sobreautoridad, Estado y participacin poltica (Cristi, 2000;Moncada Durruti, 2006; Correa Sutil, 2008, p. 477 ss.).

    Segn ha analizado Moncada Durruti (2006, p.

    36-38), la postura de Guzmn sobre la propiedad privadatermin coincidiendo con la del liberalismo, pero partien-do de premisas bien distintas. En la mirada de Guzmnel hombre es ontolgicamente previo a la sociedad y alEstado, entendido ste como un ser relacional, segundo ehistrico. La nalidad del Estado es, entonces, promoverel bien individual. El concepto con el que neoliberales ygremialistas van a encontrar un rea de mutuos intereseses subsidiarismo estatal. Esa idea innovadora de la nuevaderecha en realidad tena bastante tiempo de vida. Habasido adelantada en la dcada de 1930 por el intelectual

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    catlico reaccionario Jaime Eyzaguirre, director de larevista Estudios(Cataln, 1985). Segn esta concepcin,el Estado deba alentar las ormas naturales de asocia-cin (la amilia, el gremio, la ciudad, etc.) en lugar de lasentidades representativas organizadas segn criteriosideolgicos, esto es, los partidos. En la dcada de 1950 la

    rama anticomunista del Partido Conservador (llamadoradicionalista) haba expresado nociones similares. En elprograma de gobierno que llev como plataorma electoralplante como ejes de su utura gestin la subsidiariedad,diversicacin, privatizacin y descentralizacin del sis-tema educativo:

    La accin del Estado ha de dirigirse de preerencia: a)a amparar y proteger a la Iglesia, la Familia y a losestablecimientos particulares de educacin, en el libreejercicio de su respectivas misiones docentes, y slo ha dereemplazar a la labor educativa de la amilia cuandosta se encuentre imposibilitada para realizar sus fnes;b) a estimular y alentar la iniciativa privada, asegu-rando la mayor diusin de la cultura elemental y laexistencia de establecimientos de educacin industrial,agrcola, de artes y ofcios y de comercio, de acuerdo conlas necesidades nacionales y las circunstancias regiona-les, c) a la descentralizacin de los servicios educacionesya que as se acilita la adaptacin de la enseanza alas circunstancias regionales (Partido Conservadorradicionalista, 1950, p. 26).

    De acuerdo a esta nocin, el Estado debe limi-tarse a suplir la iniciativa individual y comunitaria: nodebe asumir unciones que por su propia naturalezapueden ser llevadas adelante por organismos interme-dios (en la lectura gremialista) o por el mercado (en lalectura neoliberal). Como el mercado y las asociacionesintermedias tienen unciones consideradas naturales, elEstado est llamado a intervenir slo cuando sea evidenteque esas actividades deben ser subsidiadas (Ruiz, 1992,p. 32). El corporativismo aparece como una deensa de laautonoma de las instituciones y los cuerpos intermedios(amilias, mercado, universidad, etc.) rente a las exigencias

    y relatos totalizantes (principal, mas no exclusivamenteel marxismo).Portada se encarg de promover la nocin de

    subsidiarismo estatal. En 1969 un analista planteaba queen el mundo existan dos doctrinas rente a las que loshombres tenan que elegir: una era el estatismo, votadapor los chilenos desde 1920, que sostiene que la autoridadpblica es el nico sujeto de derechos en la nacin, siendola comunidad o los particulares solamente sujetos de de-beres rente a l. De esta manera, comunistas, socialistas,radicales, demcrata-cristianos y conservadores parecan

    compartir ms de lo que suponan y estaban dispuestosa aceptar. Frente a esta deicacin del Estado, haba otradoctrina, intuida y sentida por muchos, antes que inte-lectualmente perlada y undamentada entre nosotros,el subsidiarismo estatal. ste consiste en que

    el Estado tiene el principal deber de proteger y omentarlas actividades de la comunidad y de los particularespara lograr el bien comn, abstenindose de realizardichas actividades, salvo cuando aquella o estos nopuedan o no quieran realizarla (agle Martnez,1969, p. 15).

    Segn se postulaba, un Estado mnimo permitiramaximizar el libre accionar de los hombres y de los grupossociales. La idea de subsidiariedad combina, por un lado,el respeto al ordenamiento social espontneo (como loentenda von Hayek) con el reclamo corporativo de re-duccin de la intervencin estatal en la economa y en lasinstituciones (Ruiz, 1992, p. 34). El debate poltico debamantenerse acotado, de baja intensidad, y no deba aectarel uncionamiento natural de las amilias, el mercado,las regiones y las asociaciones libres. Una vida polticamonopolizada por partidos y una vida social opacada yasxiada por la poltica y el Estado generaran miedo adisentir, expresaba el propio Jaime Guzmn (1969), conun argumento que tena tanto de liberal como de catlico.El subsidiarismo permitira quitarles a los polticos engeneral -y al parlamento en particular- el monopolio dela vida poltica. Eso le devolvera protagonismo histricoa las uerzas vivas de la nacin y sacara al pas de unasituacin ridcula e irreal, que es uente de constanteviolencia (Editorial, 1970, p. 4). Por ello el tono marcada-mente conservador que tiene la poltica en el MovimientoGremial y en la posterior constitucin de 1980, en la cual elmiedo a un desborde de la participacin, a un incrementode la poltica a expensas de otras eseras, parece moldearmucho de su espritu.

    Conclusiones

    Qu compartan los dirigentes conservadores ynacionalistas del Partido Nacional con los gremialistasde la Universidad Catlica y los sectores de las FuerzasArmadas que nalmente dieron el golpe de Estado? Nopor conocida la respuesta debe dejar de ser dicha: el anti-comunismo. De hecho, el anticomunismo ue una uerzapoltica central del siglo XX en Chile. Su carcter reactivoy deensivo no necesariamente conduce a negar su uerzay capacidad movilizadora en general y menos en ese pas.Pero junto con reconocer su peso en la poltica de Chileentre 1919 y 1989, tambin hay que hacer notar su gran

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    heterogeneidad y su notable dinamismo a lo largo deltiempo. El anticomunismo tuvo diversas olas en Chile,momentos en los cuales se convirti en una notable he-rramienta de movilizacin y de interpretacin poltica: loue en 1919 y 1920 (Bohoslavsky, 2009, cap. 2; GuzmnConcha, 2001; orres-Dujisin, 1985, p. 70-94), a me-

    diados de la dcada de 1930 (Moulian y orres Dujisin,1986, 1988), en 1946 (Bohoslavsky, 2009; Huneeus,2009), en 1964 y as se mantuvo durante el gobierno dela Unidad Popular (Pealoza Palma, 2001) y a lo largode la dictadura (Rojas-Mix, 2007).

    Haba mucha diversidad entre los argumentosusados para desprestigiar al comunismo, as como entre lasestrategias utilizadas para cumplir con ese propsito. As,por ejemplo, las voces del anticomunismo liberal ponanel acento en que el Estado sovitico ahogaba la iniciativay la libertad de los individuos, produca empresas pblicasinecientes y burocrticas, promova el control de lospensamientos e impeda el uncionamiento de la demo-cracia multipartidaria. Los anticomunistas de inspiracincatlica, en cambio, no criticaban esa presencia del Estadoen la economa, pero sponan el acento en el vaco moralal que supuestamente conduca el atesmo comunista yel atropello que sura la Iglesia en los pases del Esteeuropeo. El anticomunismo orientado por la Doctrinade la Seguridad Nacional postulaba que el propsito dela izquierda era promover la lucha de clases para debilitarla concordia nacional, y de esa manera acilitar la penetra-cin ideolgica y luego militar de la Unin Sovitica o de

    guerrillas amparadas, inspiradas o nanciadas por Mosc,Pekn o La Habana: en su perspectiva, el problema de lademocracia apareca subsumido a la lgica de la guerrara. Mltiples e incluso enrentados argumentos que enalgunos casos produjeron algunos choques y tensionesentre las derechas, pero que en lneas generales no im-pidieron la conormacin de bloques unicados por sucomn aversin a lo que daban en llamar comunismo.

    El anticomunismo, pero sobre todo la anti-poltica,eran las ideas-uerza de la nueva Junta de Gobierno, diri-gida por el general Pinochet. Para entonces no se tratabade salvar a la democracia de sus enemigos, como se haba

    sealado en 1946 cuando se ilegaliz al Partido Comu-nista con una ley llamada, precisamente, de deensa de lademocracia (Huneeus, 2009). En 1973 el objetivo abiertoera abandonar a la democracia (al menos temporalmente)como rgimen poltico. En eecto, la crtica anticomunistadesarrollada en las revistas de extrema derecha como Fidu-cia, Portadao izonadurante las dcadas de 1960 y 1970ormaba parte de una impugnacin mayor a la democra-cia multipartidaria. En este sentido, ese anticomunismopuede ser entendido ms como reclamo anti-poltico oanti-partidos, lo cual constitua un evidente punto de

    interseccin entre el neoliberalismo, el corporativismo y elnacionalismo. El primero por entender que la democraciaconduca a la demagogia y gastos pblicos innecesarios,improductivos y deormantes de la economa. El segun-do por partir de la idea de que los partidos pugnan porcontrolar la totalidad de la vida social y son renuentes a

    aceptar la existencia de lgicas, tradiciones y prcticasque son pre-estatales o al menos para-estatales. El terceroporque concibe a los partidos polticos como uerzas quedisgregan la unidad que debera regir entre los chilenosy que, por lo tanto, debilitan peligrosamente el principiode autoridad y la deensa rente a los enemigos externos.

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    Submetido: 08/03/2012

    Aceito: 03/04/2012

    Ernesto BohoslavskyCampus de la Universidad Nacional de General SarmientoOicina 5111, J. M. Gutirrez 1150(1613) Los PolvorinesProvincia de Buenos Aires, Argentina