Un episodio de dolor personal en la infancia

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UN EPISODIO DE DOLOR PERSONAL EN LA INFANCIA, QUE FUE EL COMIENZO DE CUATRO LARGOS AÑOS DE SUCESOS, QUE SIN DUDA MARCARON MI VIDA INFANTO-JUVENIL. Por Simón KATON ÁLVAREZ. Desde el Barrio de Almagro, uno de los tantos de la ciudad de Buenos Aires – este Barrio es parte del teórico Centro Geográfico de la Ciudad - , donde está radicada mi casa ( y a 450 metros de distancia la de mi Familia: Hijo, Nieta y Nuera), me pongo a recordar sin pluma en mano ( pues como dice un viejo texto castellano: ”Este cornerino vaso, ya no suministra el etiópico licor al ansarino cálamo”; que en términos actuales sería: “Este vaso de cuerno, ya no provee de tinta a la pluma de ganso”, que eran elementos de escritura por los siglos de tiempos ha), los que sustituyo por el teclado – en el caso también negro – de la PC de escritorio, que a golpe de dedos van presionando sobre las letras la traducción de las imágenes del pensamiento y la escritura de los recuerdos; en el caso, antiguos recuerdos, sucedidos casi en totalidad en el pueblo de Tolilla de Aliste ( mi Pueblo de origen), ayuntamiento de Gallegos del Río, partido judicial de Alcañices, provincia de Zamora – cuando nací el 28-10-1928 del Reino de León –, y hoy de la Comunidad de Castilla y León, con algunas de las provincias de Castilla la Vieja agregadas / añadidas: Burgos, Soria,

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Por Simón KATON ÁLVAREZ

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UN EPISODIO DE DOLOR PERSONAL EN LA INFANCIA, QUE FUE

EL COMIENZO DE CUATRO LARGOS AÑOS DE SUCESOS, QUE

SIN DUDA MARCARON MI VIDA INFANTO-JUVENIL.

Por Simón KATON ÁLVAREZ.

Desde el Barrio de Almagro, uno de los tantos de la ciudad de Buenos

Aires – este Barrio es parte del teórico Centro Geográfico de la Ciudad

- , donde está radicada mi casa ( y a 450 metros de distancia la de mi

Familia: Hijo, Nieta y Nuera), me pongo a recordar sin pluma en mano

( pues como dice un viejo texto castellano: ”Este cornerino vaso, ya no

suministra el etiópico licor al ansarino cálamo”; que en términos

actuales sería: “Este vaso de cuerno, ya no provee de tinta a la pluma

de ganso”, que eran elementos de escritura por los siglos de tiempos

ha), los que sustituyo por el teclado – en el caso también negro – de la

PC de escritorio, que a golpe de dedos van presionando sobre las

letras la traducción de las imágenes del pensamiento y la escritura de

los recuerdos; en el caso, antiguos recuerdos, sucedidos casi en

totalidad en el pueblo de Tolilla de Aliste ( mi Pueblo de origen),

ayuntamiento de Gallegos del Río, partido judicial de Alcañices,

provincia de Zamora – cuando nací el 28-10-1928 del Reino de León –,

y hoy de la Comunidad de Castilla y León, con algunas de las

provincias de Castilla la Vieja agregadas / añadidas: Burgos, Soria,

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Segovia y Ávila, de tal manera que hoy la Comunidad se forma con

estas nueve (9) provincias: León, Zamora, Salamanca, Valladolid,

Palencia, Burgos, Soria, Segovia y Ávila, siendo la comunidad de

España con más provincias, aunque despobladas en las áreas rurales,

y conservadoras de tradición. Tolilla de Aliste – mi Pueblo de origen

como queda dicho –, hoy virtualmente ha desaparecido – como otros

muchos de Aliste y de otras muchas comarcas – por el imparable

éxodo de sus vecinos hacia otras latitudes geográficas, que ofrecían

mejores condiciones de vida y desarrollos personales, rompiendo

definitivamente con la gleba tradicional del hombre esclavizado

voluntariamente por su propia Tierra, que aunque muy querida

emocionalmente, era tan pobre por imperio de Naturaleza, que

históricamente no podía ofrecer a sus hijos, copiando los dichos de W.

Churchill sobre los efectos de la Segunda Guerra Mundial, más que

sangre, sudor y lágrimas a cambio de la Libertad.

Un Pueblo / aldea, que nunca llegó a los 150 habitantes de residencia

permanente, que recién tuvo Escuela provisional allá por mediados de

1920 y definitiva (Escuela y Maestro) a principio de los 30, a la que yo

asistí de Septiembre de 1932 a diciembre de 1942 (derrumbada por

los años 80 por el desuso forzoso), y donde no conocí la luz eléctrica

de 1928 a 1951 (creo que llegó a mediados de los 60, como a la

mayoría de los pueblos de Aliste). Pues bien, de ese Pueblo soy yo, y

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me siento orgulloso de Él, de sus Familias, y especialmente de la Mía

troncal. Pues sin la misma, no sé si aquí y ahora, podría estar

escribiendo sobre mis recuerdos. De la misma manera, que si en

España me hubiera ido bien en mis años juveniles (sin causas

políticas), tampoco tendría la suerte y dicha de la Familia que formé en

Argentina. Pero claro, las cosas suceden como suceden, y los

presuntos sucesos que algún día fueran negativos, hay que digerirlos

y convertirlos en absorciones anímicas del optimismo regulador que

provee la experiencia de la vida. Pues la evolución y la adaptación de

las especies biológicas, incluido el mundo animal, son indispensables

en el Camino de la Vida, sobre la que el hombre tiene alguna ventaja

comparativa, dado que la del ser humano, está cartografiada por sus

recuerdos. El ser humano que pierde sus enlaces activos con los

sedimento de los recuerdos: “Queda vacío de contenido, y

despersonalizado”.

Y, ahora, paso al enlace de (alguno de) los recuerdos:

Era el 28 de Febrero de 1937(creo que día de semana Domingo),

mañana de niebla cerrada y de fría sensación invernal. Yo, por orden

de mi Padre, había subido hasta la casa de su primo Santiago, pues

ambos tenían que ir a las cuadras de las vacas de mi tío Simón

(CASAS), cuñado de mi padre y tío de Santiago (hijo de Catalina

CASAS), pues Domingo CASAS el hijo de mi tío Simón estaba en el

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frente de la Guerra de España en el Bando nacional (1936-1939)

desde Septiembre de 1936 por las Sierras del Guadarrama : San

Martín de Valdeiglesias y Robledo de Chavela en la provincia de

Madrid (de acuerdo a las cartas que nos enviaba), donde se estancó el

Frente; y mi tío Simón que era el Juez Municipal de Gallegos del Río,

fue retenido en Zamora por la Diputación provincial, por no sé qué

información unos 15 días. De manera que la hacienda de mi tío

(vacas, cerdos, gallinas, perra y burro) se la atendían en esos días mi

padre (Pablo), mi madre (Balbina), Santiago (sobrino) y Cristina

(sobrina). Había ido a lo de Santiago, para avisarle de parte de mi

padre que bajara, para ir ambos a casa de mi tío Simón (CASAS), de

manera que bajábamos los dos juntos (Santiago y yo) hacia nuestra

casa, calle abajo; y al pasar por la Plaza del Rincón, la vecina Paula

CASAS, sacaba de su portal el rebaño de ovejas de su familia

(Celestino su hermano, había sido convocado al Frente de Guerra),

para empezar el día de pastoreo con el rebaño, y sería a eso de las

07:00 horas. A Paula (CASAS) la secundaba en el cuidado del

rebaño, en cuanto a advertir la presencia o cercanía del lobo, una

perra tipo ovejero alemán, grande y fuerte por naturaleza.

En ese momento, en forma violenta e instantánea, sin previo aviso,

siento una enorme mordida en el muslo de la pierna izquierda por la

parte de atrás, que tapaba en parte el pantalón corto por encima de la

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rodilla, dado que la pierna se había estirado y el pantalón encogido ( a

los casi 87 años todavía conservo la marca de colmillos y dientes en el

muslo), dando yo gritos de enorme dolor, y la perra no aflojaba la

pierna y mordía con fuerza, sacudones y ahínco sin soltar, de manera

que Santiago debió clavarle con toda la fuerza la tornadera de acero

en el cuello de la perra para que la misma soltara mi muslo desgarrado

y ensangrentado, y yo aterrado de dolor y miedo. En la casa (nuestra

Casa) se juntó la gente, incluido el Maestro de la Escuela de Tolilla

don Maximino (de Jambrina del Vino, Zamora), que junto con mi

abuelo materno Simón (ÁLVAREZ) y mi madre me hicieron un lavado

con agua tibia y jabón de lavar la ropa, alcohol y un vendaje de lienzo

blanco limpio.

Mi abuelo Simón de inmediato salió en la búsqueda de la perra para

matarla y cortarle la cabeza, con uno de sus machetes grandes y

afilados, marca Stanley, de cortar caña de azúcar que él había traído

de sus varios viajes a Cuba, pues se suponía rabiosa en la forma en

que actuó – y aparte con la Guerra había muchos perros abandonados

y la rabia era una epidemia cíclica, dado que no había vacunación ni

obligatoria ni voluntaria –. Luego viajamos a Alcañices, y mi padre

consultó a varios médicos amigos, y le dijeron que la cabeza de la

perra muerta no tenía valor, que tenía que ir a Zamora, para ver si en

el Instituto de Higiene había la batería de vacunas antirrábicas para el

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tratamiento, pues caso contrario, había que cruzar a Madrid pasando

por el Frente de Guerra, con la intervención de la Cruz Roja

Internacional. De manera que el 1º de Marzo de 1937 (día Lunes)

viajamos de Alcañices a Zamora en el ómnibus de Alcañices-Zamora;

yendo de inmediato al Instituto de Higiene de Zamora, donde nos

atendió el Director Doctor Alfonso MARÍN MIGUEL, quien nos informó

que sí había vacunas, que tenía que aplicarme 21 , una cada mañana,

durante 21 días, que eran dolorosas, y que él mismo me las iba a

aplicar en inyecciones al costado de la columna vertebral, en la zona

renal, un día de un lado y al siguiente del otro. De manera que el

tratamiento duró del 02 al 22 de Marzo de 1937, a 08 meses de haber

empezado la Guerra de España.

Nos hospedamos en una casa de familia en Zamora, de la familia

Paramio (un hijo del dueño había sido el primer Maestro de la Escuela

provisional de Tolilla), en la calle Chimeneas Nº 7 ó 9 de Zamora, en

las cercanías del Puente de Piedra sobre el Duero. De manera que

cada mañana todas las mañanas, un largo recorrido hasta el Instituto

de Higiene: Calle Chimeneas, camino de la vieja Normal, Plaza Viriato,

Ramos Carrión, Plaza Mayor, Santa Clara, San Torcuato, Plaza

Alemania donde estaba el Instituto (sigue estando restaurado y como

Centro Sanitario). Pero al segundo o tercer día, yo no podía caminar

por la hinchazón de la pierna, de manera que mi padre tenía que

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cargar con el paquete de ida y vuelta todas las mañanas, más o

menos del 04-05 de Marzo al 11 -12 del mismo mes, que volví a poder

caminar por propios medios acompañado por mi padre (y unos días

por mi tío Teodoro, venido a Zamora y convocado a Zaragoza para el

Frente de Guerra).

Luego de la inyección de cada mañana, debíamos pasar a la cura de

las heridas al Hospital Provincial, el de la Plaza Viriato, con unas

largas esperas, que aparte de largas, eran bien traumáticas, habida

cuenta que estaba lleno de heridos de Guerra, con operaciones

urgentes y unos gritos espantosos por los pasillos de dolores,

curaciones, operaciones, camillas, rehabilitaciones, muertos y

etcéteras. Tan es así, que desde la pensión había una vista hacia el

Puente de Hierro, y todos los días se veían pasar 8-10 carrozas de

muertos hacia el Cementerio de Zamora, en gran mayoría, muertos de

Guerra, que yo me entretenía viendo pasar las carrozas negras

embanderadas con la Bandera de la España tradicional, tiradas por

caballos negros hacia el Cementerio de Zamora. Yo, a la sazón, con

ocho (8) años cumplidos, sin entender mucho ese espectáculo

macabro, que sobre el negro integral, sobresalían el rojo y amarillo de

la Bandera.

En esos días andaban por Zamora, reclutados para el Frente de

Guerra, mi tío Teodoro ÁLVAREZ RÍO, llamado por su quinta con

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destino a Zaragoza, como dije más arriba; y los vecinos de Tolilla, que

se habían alistado como falangistas en 1936 Celestino CASAS y

Teodoro MARTÍN RIVERA. Yo recuerdo que le pedía prestado el gorro

de falangista y me lo ponía de gracioso, lo que seguro a mi padre no

le causaría ninguna gracia, como veremos después.

A los pocos días del tratamiento con el suero antirrábico, en las

cadenas laterales de los vasos linfáticos de la espina dorsal, en la

zona renal y sus huecos, se me habían formado unas inflamaciones

fenomenales muy molestas y dolorosas, que el Dr. Marín le

comentaba a mi Padre, y que yo escuchaba con mucha atención,

aunque me hiciera el distraído. El Doctor, durante la larga y lenta

aplicación, me daba a leer unos dibujos de información pedagógica

elaborados en el primer bienio de la Segunda República de España, el

bienio progresista del Gobierno de AZAÑA, 1931-33, – que yo en

parte ya conocía de la Escuela de Tolilla, pues el Maestro Don Antonio

GONZÁLEZ de 1930-31 a 1936 , natural de Grisuela de Aliste, había

colgado de la pared Noroeste de la Escuela – y en términos sintéticos,

ilustrados con dibujos en color decía: ”LA SALUD ESTÁ EN

VUESTRAS MANOS (Lavado de manos).CON DENTÍFRICO Y

CEPILLO SACAS A LOS DIENTES BRILLO(Cepillado de dientes). SI

A LA MISMA HORA VAS, COMO UN RELOJ MARCHARÁS (Ir al baño

a la misma hora del día)…” Y así sucesivamente, yo le iba leyendo e

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interpretando lo leído al Dr. Marín, que en voz baja le comentaba a mi

padre al oído (pero que yo le prestaba atención a la escucha) que

tenía un aguante para el dolor extraordinario, lo que me daba

íntimamente satisfacción y más fuerza y resistencia al dolor, a pesar

de sólo mis 08 años de edad.

El Doctor (Marín), también me preguntaba qué estudiaba en la

Escuela. Y entre otras cosas le dije, que estaba en los ejercicios de

composición gramaticales, y en la interpretación de las poesías que

tenían sentido de fábulas o de mensajes de comportamientos morales,

en la parte de gramática de la Enciclopedia Dalmau Carles, Pla y Cía,

S.A, de Grado Medio. Y él me comprometió, que cada día (cada

mañana), tenía que recitarle una, y explicarle el contenido. Recuerdo

que se rió a carcajadas con dos de ellas, que fueron estas (que

todavía memorizo a pleno): 01)-De no sé qué enfermedad, cegó

de un ojo un avaro, / y al médico el caso raro, fue a contar

con ansiedad./ Cien ducados el galeno, por la cura le pidió./

¿Cien ducados? ¡Respondió! A ese precio os vendo el bueno.

Epigrama de autor desconocido

02)- Admiróse un portugués, al ver que en su tierna infancia, /

todos los niños en Francia, saben hablar el francés. / Arte

diabólico es, dijo torciendo el mostacho, /que para hablar un

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gabacho, un fidalgo en Portugal, / llega a viejo y lo habla mal,

y aquí lo parla un muchacho. Epigrama de Fernández de

Moratín

De la Zamora de esos días de 1937, recuerdo muchas cosas, entre

ellas: ”Que por primera vez en mi vida comí plátanos / bananas y

coliflor, que no me entusiasmaron mucho”. ”Los baños públicos de la

Plaza Mayor”. ”Las Calderas del Agua al comienzo de las Tres

Cruces”. ”El Nuevo Ayuntamiento en construcción, en la Plaza Mayor,

a la sazón paralizado”. ”La Nueva Escuela Normal en construcción,

también paralizada (en 1950-51 seguía en el mismo estado)”.”La

construcción de la Nueva Estación del Ferrocarril de Zamora, la

vigente, que estaba en sus comienzos, pero muy activa”.

Al Doctor Alfonso MARÍN, lo volví a ver en 1946 -47 y 48, en el

Instituto de Higiene y en el Instituto Claudio Moyano donde era

profesor del Bachillerato en Salud Pública o similar, y se acordaba

perfectamente del tratamiento que me aplicó, y de muchas de esas

particularidades relatadas. Era muy simpático y elegante, usando

corbata de moño, sombrero de paño azul oscuro o negro y una capa

azul oscuro con discretos ribetes rojos. Y tenía fama de buen médico

en la Ciudad. No sé si era natural de Zamora o de otro lugar, pues en

realidad tampoco se lo pregunté.

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Otra particularidad, era el viaje (mi primer viaje a Zamora) en el

ómnibus de línea de Zamora – Alcañices / Alcañices-Zamora. En plena

Guerra de España (1936-1939), en ese 28 de Febrero de 1937, en la

subida de la Cuesta de Valdeperdices hacia el Monte Concejo en el

término de Zamora, como no había gasolina, el ómnibus se movía con

la energía del llamado GASÓGENO, y como no podía subir la cuesta,

nos tuvimos que bajar los pasajeros hasta que el coche vacío pudiera

subir – unos 250 a 350 metros –. Además, como había más demanda

que oferta, en la baca del coche (encima del techo con unas barandas

laterales), además de los equipajes viajaban pasajeros, con el

consiguiente peligro de caída; pero los tiempos y las necesidades,

eran poco exigentes con la seguridad de las vidas, aunque a las

actuales generaciones – y no tan actuales – les parezca mentira.

El Domingo 21 de Marzo de 1937 – entrada de la Primavera en el Norte –, fuimos a casa del Dr.Marín, que vivía en la Calle San Torcuato de Zamora, en el edificio del Bazar J, Piso 1º, y le llevamos diez (10) docenas de hermosos cangrejos del Río Mena a su paso por Tolilla de Aliste, que había pescado con las cangrejeras mi tío Agustino ÁLVAREZ RÍO, el medio hermano menor de mi Madre, a la sazón con 14 años, que ese mes se había iniciado en el oficio de pastor del rebaño de ovejas familiar. El 22 de Marzo de 1937, día de la última inyección, en el coche de línea citado: Zamora-Alcañices, movido por el Gasógeno de turno, volvimos a Casa, desde Ceadea de Aliste, que era el Pueblo más cercano a Tolilla (unos 8-8,5 Km de

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distancia) por donde pasaba (sigue pasando) la carretera de Zamora-Bragança (Portugal). Recuerdo bien, que yo tenía muchas ganas de ver a mi Madre y a mi hermana Consuelo, que apenas tenía un año de edad. Y naturalmente ganas de volver a la Escuela, tanto por la Escuela en sí misma, cuanto por contarle a mis compañeros escolapios, todas las peripecias pasadas en esos 23 días de ausencia ¡ Era la primera experiencia de mi vida en un mundo desconocido, aunque traumática en extremo, que yo había tenido hasta entonces fuera del ámbito familiar y de mi Pueblo !

En realidad, en esta primera visita a Zamora forzada por las

circunstancias, la ciudad no me impresionó demasiado. Se palpaba en

el ambiente las preocupaciones de la gente, y se notaban ya las

escaseces de muchos elementos alimentarios, y complementos de

consumo hogareño, de limpieza y vestido, dado que los Frentes de

Guerra militares / militarizados, tenían una logística preferencial. Y

¿Quién no tenía algún pariente cercano en los frentes de combate

expuesto a la metralla? Además, mi estancia en Zamora, fue bien

traumática de dolores y sufrimientos, y tengo para rescatar como

novedades alegres, solamente tres circunstancias, de la mano de mi

tío Teodoro ÁLVAREZ RÍO, en los pocos días que estuvo en Zamora

antes de partir para Zaragoza. Dos de ellas en la Plaza del Cuartel

Viejo: a)-La invitación que me hizo de comer churros hechos en esos

momentos, bien calientes y azucarados. Y, b).La vuelta en la calesita /

tío vivo /carrusel en los caballos mecánicos en la misma plaza. La otra

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circunstancia, también de la mano y bolsillo de mi tío Teodoro, se dio

en un predio cercano al famoso chalet / jardín monumental del

abogado Ramos (desaparecidos –casa y jardín – muchos años

después, ya estando yo en Argentina), por donde pasaba en

profundidad el túnel de la vía ferroviaria de los trenes y similares que

unían Zamora con Salamanca y viceversas, desde la Estación de

Zamora, hasta las barrancas de las orillas del Duero, con Puente de

Hierro paralelo al clásico tradicional, que todavía cumple parte de sus

funciones; o por lo menos las cumplía todavía en el año 2004 de este

Siglo XXI en curso), y fue una vuelta en los autos eléctricos

chocadores, donde todos los años a la entrada de la primavera se

instalaban casetas de entretenimientos y juegos varios, simples,

sencillos y económicos.

Todo ese episodio completo de la mordida y el tratamiento, para mí

fue sumamente aterrador. Tan es así, que por mucho tiempo cuando

veía un perro a la distancia, me dominaba un miedo incontenible y

daba enormes rodeos para eludir su cercanía; y mucho más, cuando

era un perro extraño / desconocido, donde el alerta del temor me hacía

tomar precauciones exageradas, observadas muchos años después

de los sucesos. Pero en esos tiempos lo pasé muy mal, y todos los

perros me inspiraban mucho miedo, pues el instinto de conservación

no dialoga con el razonamiento en el momento de producirse. Es de

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destacar, que la perra que me mordió, sí estaba rabiosa, pues varias

de las ovejas del rebaño mordidas por ella, murieron por la

enfermedad, con lo cual desaparecieron las dudas.

Pero claro, en estas sacudidas violentas y tempestuosas, con el paso

del tiempo y las propias reflexiones que nos enseña la Universidad de

la Vida golpe a golpe, es bastante común recuperar los equilibrios

emocionales y las luchas sostenidas – no las peleas circunstanciales –

con los estados de ánimo para subir las empinadas cuestas, siempre

desafiantes en cualquier medio, geografía y / o circunstancia donde

desempeñemos nuestras actividades habituales. Y en esto también

nos ayuda ¡Y mucho! El tiempo pasado, que aunque sea ya un bien

gastado – y por tanto inexistente –, en términos de “conciencia de

aciertos y errores”, es un inventario ejemplar muy valioso a tener en

cuenta por uno mismo. Porque sigue siendo válido ese principio, que:

Nadie escarmienta en cabeza ajena.

En ese estado de cosas, pasó la primavera de 1937, y llegaría el

verano con otro enorme trompicón emocional, cuya caída ladera abajo

duró cuatro (4) largos años:

El 26 de Julio de 1937, a la noche, cuando yo llegué a casa del

cuidado de la Vacada como escudero del tío Santos CASAS, al ver a

mi madre llorando, me enteré que a mi padre (Pablo) lo habían llevado

detenido a la Cárcel de Alcañices, por haber sido Alcalde de la

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Segunda República, primero de Tolilla de Aliste y luego del

Ayuntamiento de Gallegos del Río, al que pertenecía también Tolilla,

con otros seis (6) pueblos más: Lober, Flores, Valer y Puercas (todos

de Aliste), más Gallegos del Río y Domez de Alba. En la Cárcel de

Alcañices estuvo retenido por cuatro (4) meses y algunos días, hasta

principios de Diciembre del 37 ( por razones de seguridad, por su

protector encubierto (1) , de lo que nos enteramos muchos años

después, para evitar las todavía SACAS con entrega a las hordas

falangistas, aunque ya mucho más espaciadas que las olas de terror

de los meses de Julio a Diciembre de 1936)), cuando fue trasladado a

la Cárcel Provincial de Zamora, hasta ser puesto en libertad

condicional, cuatro (4) largos años después, luego de haber sido

condenado a ocho (8) años, tres meses y algunos días, a principios

de 1938. En el momento de su detención, él tenía 37 años, mi madre

30, yo 8, mi hermano Paco 5, y mi hermana Consuelo 16 meses ¡ El

porvenir que nos esperaba…!

De manera que en plena Guerra, en pleno verano, en tiempos del

acarreo y trillado de las mieses (trigo, centeno, algarrobas y otros), su

recolección y la de sus subproductos, mi Madre se tuvo que hacer

cargo – con sus 30 años – de toda la responsabilidad patrimonial de

bienes y haciendas, más la función de Madre y Padre subsidiario de

sus tres hijos, de 8 -5 y 1 años cumplidos. Y tal contingencia, obligó a

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un reordenamiento familiar de colaboración recíproca con mi abuelo

materno Simón ( a quien le habían fusilado a su hijo Ángel ÁLVAREZ

RIO, en octubre de 1936, a los 21 años, por ser amigo del Maestro de

Tolilla Don Antonio GONZÁLEZ (de ideas socialistas), y haberle

alcanzado una botella de aceite para las ensaladas cuando el Maestro

perseguido de muerte tuvo que huir a los Montes donde fue ojeado

como el “Lobo” por los falangistas armados de los pueblos a la

redonda, para luego por Portugal pasar a la zona Republicana de

Valencia), que a la sazón – mi abuelo – contaba con 57 años de edad,

sufriendo de una artritis reumática de la rodilla izquierda, que lo tenía

bastante disminuido en su capacidad autónoma. Con el añadido de la

tía Victorina (soltera de 27 años), la hermana de mi Madre, y con el tío

Agustino, el pastor del rebaño de ovejas de la familia de 15 años. El tío

Teodoro ÁLVAREZ RÍO, estaba en el Frente de Guerra Nacional del

Río Ebro, por la zona de Teruel / Belchite / Mora de Rubielos, Rubielos

de Mora, Sagunto (Valencia), etc. ; prestando servicios en el

Regimiento Zapadores de Ceriñola Nº 20 (creo, si la memoria no me

falla). De manera que las vivencias zamoranas señaladas, se las debo

al querido tío Teodoro, que seguramente fue con el que menos trato

personal tuve (al ser el pastor de turno, primero, e ir a la Guerra

después), en relación con mi tío Ángel (el fusilado), que era el varón

mayor, y Agustino, el menor, el que sólo me llevaba escasos 06 años

de edad, y fue mi mentor en el inicio de las muchas prácticas

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artesanales, que él dominaba, y que en muchos casos yo perfeccioné,

como la pesca de cangrejos con las cangrejeras y sus cebos, y el

teñido con las hierbas verdes del entorno, de los lazos de hilo blanco

en la caza de las perdices con lazo corredizo, cuando entraban a los

nidos a poner sus huevos… ¡ Recuerdos, recuerdos y más recuerdos !

Ese año de 1937, no había sido muy lluvioso, de manera que el Río

Mena (el que pasa por Tolilla y descarga en el Aliste, cerca de

Gallegos del Río) sólo tenía agua en Julio a Septiembre en algunos de

sus pozos. El caso que por las noches, a la luz de la luna cuando

había, yo acompañaba a mi madre a lavar la ropa – como

acompañante – a los pozos del Río Mena de los Linares. Luego, ya a

partir de Septiembre, a la zona de los lavaderos tradicionales, unas

veces con luna y otras sin ella.

Una noche de los primeros días de agosto del 37, ya entrada la noche,

mi madre me mandó a buscar lechugas a la huerta de la Güera

(Huera). Yo como ella, era miedoso en la noche, y en vez de ir a

buscar las lechugas me escondí en la Bolsa del Carro del Tabernero

(Agustín CASADO) que estaba anclado / calzado en la puerta de la

Taberna. Pasaba el tiempo, y como yo no volvía, mi madre sospechó

que no había ido y empezó la búsqueda. Y como yo tampoco quería

pasar la noche en el carro, salí de él, y mi madre me empezó a correr

con un palo vociferando improperios (por supuesto no sentidos): Calle

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Real abajo, Calzada de Arriba camino del Molino, doblando por la

cuesta de las Cortinonas, Portilla de las Eras a la calle Real del ramal

de las Fontaninas, calle Real y Pueblo abajo hasta Casa, a la espera

de mi Madre, a la que le había sacado bastante distancia en ese

recorrido de maratón. Unos simples mojicones, con bendiciones de

palabras – tal como la burra que te parió y otras filípicas– y a la cama

sin cenar.

Y en ese mismo año 37, a partir del 15 de Diciembre, pero ya

cumplidos los nueve (9) años, empecé a escribirle las cartas a mi

Padre a la Cárcel Provincial de Zamora. Era por la noche, a la luz del

candil de petróleo (en Tolilla no había luz eléctrica y en la gran

mayoría de los pueblos de Aliste tampoco), en las noches del cernido

de la harina, para amasar el pan al día siguiente. Mi madre con las

piñeras o cedazos, una en cada mano, encima de las varas en

paralelo donde resbalaban los cedazos, arriba de la artesa de madera,

donde caía la harina cernida, me iba diciendo en voz alta los

pensamientos y comentarios que quería trasmitirle a mi Padre,

mezclados con la caída de la harina en la artesa; y, yo (cansado y con

sueño),con pluma, tintero y papel, dándole redacción, estilo, caligrafía,

ortografía y toda la claridad posible, a todos esos comentarios e ideas

a trasmitir. Teniendo presente, pues conocía bien a mi Padre, que él

tendría muy en cuenta todos esos detalles e iría calificando mi

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evolución al respecto a la distancia, de manera que me esmeraba todo

lo que podía con mis recién 09 años, imaginando la aprobación de mi

Padre. Esa rutina, era más o menos cada 15 días, que era lo que

duraba normalmente la hornada completa de pan ( todavía recuerdo

los hornazos, los pillados de prueba y la sopa en vino con azúcar de

alguna torta caliente); y así sucesivamente hasta su libertad

condicional en 1941, que casi – yo – con 13 años ya era un

especialista en el tema, o por lo menos así a mí me parecía. Aunque

ya era lector apasionado – desde años atrás – de las diversas cartas

tipo (personales, familiares, de negocios, de instancias, de

tratamientos y +) de los manuscritos de la Escuela 1 y 2, con distintos

tipos de letra y caligrafía. Y para mi Padre, la redacción, el estilo, la

ortografía, y en especial la caligrafía (tipo letra inglesa) era el

conocimiento más deseado. Para él, la caligrafía, era la carta de

presentación más importante ( en eso no llegué a conformarlo por

completo), aunque comprendo, que su generación, la del 1900, era ya

la última luchadora en retirada contra las máquinas de escribir. De

cualquier manera, la escritura siempre fue un arte maravilloso en la

historia, además de ser la herramienta más importante para la

transmisión del conocimiento.

En este estado de cosas, también alrededor del 12-15 de Diciembre

de 1937 – días fríos aunque todavía no hubiera entrado el invierno –,

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yo había llevado a nuestras vacas y a la burra Cardona, a beber agua

al arroyo del Carrascal a la caída de la tarde, que como venía soleada

en superficie desde lejos durante el día, era mucho más templada que

la del Río Mena, lo que beneficiaba a los animales, aparte de estirar

las patas y retozar un rato por el entorno de los arroyos. Yo estaba

frente a la Poza que el Arroyo Carrascal hacía en la caída del agua,

que pasaba por el prado de mi abuelo materno Simón (ÁLVAREZ+),

en el camino de rodera que comunica a Tolilla con Flores de Aliste,

que pasa ( o pasaba) por encima de ese camino, entre el prado de

nuestro primo Domingo CASAS(+) y el de mi Abuelo materno (el

último abuelo que falleció en 1957), y las vacas y burra entretenidas

en esos alrededores. Y de repente, me asaltó en torbellino este

pensamiento:” Con nuestro Padre en la cárcel, el abuelo Simón

enfermo de reuma ¡ Qué sería de nosotros tres: Paco,

Consuelo y Yo – los tres hermanos –, si a nuestra Madre le

pasara algo… !” Me invadió un temor tremendo, con un latido

cardíaco que zumbaba en los oídos en forma acelerada y de galope, y

un sudor frío y copioso que me paralizó por un rato. Hasta que

maltrecho y angustiado, arreé los animales hacia la casa. Tal situación

angustiosa la tuve en secreto por años, pues me hacía mal recordarla.

Y muchos años después (ya en Argentina), me di cuenta que había

tenido un ataque de “pánico agorafóbico”, ante ese espacio abierto

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ilimitado, y la situación angustiosa producida por la irrupción

tempestuosa del posible desamparo. Esto me ocurrió casi 78 años

atrás, y siempre he sido psicólogo / psiquiatra de mí mismo, tratando

de superar los estorbos al paso, con voluntad, dedicación, esfuerzo y

optimismo por la Vida, dándole entretenimiento a mis neuronas, para

que juntos aprendamos algo cada día todos los días, a sabiendas que

ya ahora esos saberes no son utilitarios, pero los placeres subjetivos,

y los equilibrios emocionales y armónicos que enriquecen el espíritu ¡

Son todo valor sin precio !

¡Buenas noches, parientes y amigos !

Un abrazo.

Simón.

Buenos Aires, 06-07 de Agosto de 2015.

[email protected]

NOTAS:

(1)-El que protegió a mi padre - nos enteramos a varios años vista -,

fuel el Administrador de Aduanas de Alcañices, un funcionario que

designó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas),

que gobernó el bienio 1933-1935 con Alejandro LERROUX como Jefe

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del Gobierno, pero mandatario obediente de esa fuerza de Derechas

tradicionales, católicas, clasistas y excluyentes de las evoluciones

sociales, que con ministros propios, ponían en marcha las políticas del

Partido (contra la República), como digo, monárquicas, católicas y

absolutistas. Dejando de lado, las conquistas sociales del bienio de

AZAÑA de 1931 a 1933. Uno de los fundadores principales de esa

CEDA, en Marzo de 1933, fue el salmantino José María GIL ROBLES,

que fue el que le introdujo la dinámica ejecutiva aplicada, con pactos

de cúpulas militares, civiles y eclesiásticos. Además de

nombramientos importantes en la función pública, se ocupó

especialmente de los “Servicios de Inteligencia”, entre ellos el

funcionario de Correos de Zamora, aragonés de origen, Martín

MARISCAL(Sargento veneno), llegado a Zamora a principios de 1935,

ya como falangista desafiante de “camisa vieja”, el gran represor en

Zamora, que encendía sus lámparas de orgías de sangre, leyendo con

fruición los crímenes del terror aplicados por las SS nazis en

Alemania, dueño y señor de las SACAS de Zamora de Julio a

Diciembre de 1936, aparte de haber asesinado por sí a la vecina

Amparo BARAYÓN, compañera de Ramón J.SENDER. Según parece,

fallecido de cáncer en 1951 por la zona de Madrid.

Este personaje nefasto, seguro que fue también mentor del llamado

Policía de Alcañices, que en cuanto a bestialidad no le iba a la zaga, y

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fue el encargado de llevarse detenido primero – a principios de Agosto

de 1936 – a mi padrino Rafael ÁLVAREZ, fusilado en los encinares de

Monte la Reina en Toro, y después, a principios del mes de

Septiembre de 1936 ( luego de haberlo llevado a la Escuela de Tolilla,

junto a mi Padre y al primo de mi madre Antolín ÁLVAREZ, que los

cosió a vergajazos a los tres ) a mi tío Ángel ÁLVAREZ RIO (ya

referido), fusilado en Octubre de ese año en los paredones del

Cementerio de Bermillo de Sayago. Además, fue el violador bajo

amenaza de muerte, de la Esposa del Maestro de Tolilla don Antonio

GONZÁLEZ, perseguido a muerte por los montes, como expreso en

otro lugar de esta nota. Por esta violación, y otras barbaries similares,

al final fue destituido y procesado, falleciendo de cáncer de estómago

en la Cárcel de Zamora, donde mi Padre, Jefe de Cocina del penal,

era el que regulaba su comida ¡Las vueltas de los caminos de la Vida!

También – por suerte –, la CEDA designó al Administrador de Aduanas

de Alcañices, Partido judicial de la provincia de Zamora, y capital de la

comarca zamorana de Aliste. Lamentablemente, no sabemos el

nombre, pues esa protección fue descubierta después de la muerte de

mi padre (Pablo), fallecido en 1956.Y ¿Cómo surgió esa protección

personal, pues ni siquiera eran amigos, al contrario, habían sido

adversarios defendiendo ambos los intereses de terceros: El

Administrador un impuesto o canon a recaudar por la Aduana, por

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supuesto contrabando con Portugal, y el Alcalde del Ayuntamiento, mi

Padre, el de los vecinos del Municipio, al entender que era un tributo

inconstitucional y discriminatorio? Vayan algunas pinceladas de

historia fiscal aproximada, francamente discriminatoria:

El gobierno de la CEDA en cabeza de Lerroux – deduzco que por

influjo de las Diputaciones provinciales --, estableció una tasa fiscal

equivalente a los Impuestos al Consumo tradicionales, sobre todas las

producciones-consumos agrícolas y ganaderas, de los Pueblos /

Ayuntamientos cercanos a la frontera con Portugal, ante la presunción

de que por lo menos había un contrabando hormiga. Como dije, en el

caso particular de la Comarca de Aliste, el cobro estaba a cargo de la

Aduana de Alcañices.

Naturalmente, el Administrador de aduanas exigía el pago a los

ayuntamientos encuadrados, y el Alcalde del ayuntamiento de

Gallegos del Río, mi Padre, decía que no correspondía, porque era

“discriminatorio y anticonstitucional”, dado que se basaba en una

presunción delictiva, y el Estado no podía ni debía establecer un

castigo a unos labradores, por el mero hecho de tener la mala suerte

de estar cerca de la frontera de Portugal. Que sí, que no, el litigio pasó

a manos de la Justicia. La que efectivamente dictaminó que era un

impuesto anticonstitucional y discriminatorio.

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Las partes se notificaron de la sentencia, Administrador y Alcalde se

saludaron como caballeros, creo que en la primera parte de 1935,

asunto concluido, y labradores del ayuntamiento beneficiados. Esta

leal y empeñosa tarea de mi Padre, de defender los intereses de los

vecinos de su Ayuntamiento, parece que caló hondo en el

Administrador, junto con la lealtad que con él – como funcionario

público – había demostrado. Y cuando llegó el turno de ser nombrado

Jefe de Falange del Partido judicial en Julio de 1936, reteniendo el

cargo de Administrador de Aduanas, salvó a mi Padre de SACA

segura, tanto en una detención en los primeros días de Agosto de

1936, como en otra de septiembre del mismo año, donde fue detenido

transitoriamente por carabineros, pero no entregado a las hordas

falangistas, por las propias instrucciones secretas del Administrador.

Luego vendría la detención del 26 de Julio de 1937, donde las olas de

terror y los asesinatos violentos habían cesado en gran medida. Había

un curso judicial militar e irregular de juicios sumarios, pero mucho

más institucionalizado en las formas.

Las denuncias calumniosas contra mi Padre, provenían del Secretario

rentado del Ayuntamiento de Gallegos del Río, de la Derecha

tradicional, afiliado a la CEDA, y a la Falange desde el primer

momento, con la connivencia de dos vecinos de Flores de Aliste. Uno

de ellos engañado por el secretario, el otro como contraprestación por

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haber nombrado a su hijo Juez del Ayuntamiento. El origen de las

denuncias calumniosas, simplemente que mi Padre – como Alcalde – ,

le marcó sus propias atribuciones, y le controló estrictamente los

presupuestos en cuanto a partidas de origen y aplicaciones,

eliminando el mangoneo tradicional de los secretarios, que en los

ámbitos rurales, subordinaban a su servicio a casi todos los Alcaldes,

al carecer – en mayoría – de una instrucción adecuada. Pero como

dice el refrán: ”La cabra tira al monte”. Y el Secretario, vecino de

Domez de Alba, tan pronto se le presentó la ocasión, se tomó la

venganza; y aunque no le salió lo bien que él quería, nosotros en

Familia, sí tuvimos muchísimos problemas por esas acusaciones

calumniosas. Entre ellos, en mi caso y los dos hermanos que me

siguen, perder la presencia del Padre por cuatro (4) largos años. Que

dicho así al paso, parece sencillo, como suposición; pero pasarlos y

vivirlos en carne propia, fue una realidad, que los ajenos sólo se

podrán imaginar muy remotamente. Vale.Simón//. Agosto de 2015.