Trastierra y oralidad en la ficción de los transculturadores

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Trastierra y oralidad en la ficcion de los transculturadores Author(s): Carlos Pacheco Reviewed work(s): Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 15, No. 29, Actas del Simposio: "Latinoamerica: Nuevas Direcciones en Teoria y Critica Literarias" (Dartmouth, abril de 1988) (1989), pp. 26-38 Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP Stable URL: http://www.jstor.org/stable/4530419 . Accessed: 28/02/2013 10:11 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. http://www.jstor.org This content downloaded on Thu, 28 Feb 2013 10:11:31 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Trastierra y oralidad en la ficcion de los transculturadoresAuthor(s): Carlos PachecoReviewed work(s):Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 15, No. 29, Actas del Simposio:"Latinoamerica: Nuevas Direcciones en Teoria y Critica Literarias" (Dartmouth, abril de 1988)(1989), pp. 26-38Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPStable URL: http://www.jstor.org/stable/4530419 .

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REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAEMERICANA Afto XV, N9 29, Lima, ler. semestre de 1989; pp. 25-38.

TRAS TIRRA Y ORALIDAD EN LA FICCION DE LOS TRANSCULTURADORES

CarlosPacheco Universidad Sim6n Bol(var

Eu conto. 0 senhor v6 ouvindo [...] O senhor escreva no caderno [...] O senhor com t6da leitura e suma doutoraVAo[...] O senhor nonada conhece de mim[...] O senhor encha uma caderneta... 0 senhor ve ahonde e o sertao? Beira dt1e, meio de1e?[...] Eu sei.

Grande SertAo: Veredasl

En el "Primer diario" de El zorro de arriba y el zorro de aba- jo 2, ese curioso texto, de ambiguo estatuto, Jos6 Maria Arguedas nos entrega un valioso indicio, al percibir y proponer un "nosotros" lite- rario. Alli reconoce una relacion y se pone a dialogar con un peque- fno grupo de escritores -Juan Rulfo, Joao Guimaraes Rosa y, con me- nos seguridad, Gabriel Garcia Matrquez- con quienes siente com- partir una similar comprension de la escritura. Simultaneamente, reconoce una distancia, una diferencia, respecto de otros: Cortazar,

1. Joao Guimaraes Rosa: Grande Sertao: Veredas. (Rfo de Janeiro: Jos6 Olympio Editora, 1963). (la. ed. 1956), pp. 141, 471, 18y 560.

2. Buenos Aires, Losada, 1971, pp. 11-29.

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sobre todo3, pero tambien Carpentier, Fuentes, Lezama Lima, Var- gas Llosa...

Los criterios manejados por Arguedas para dibujar el umbral entre "Rulfianos" y "Cortazares" (provincianos, vocacionales, del sentimiento y la intuici6n, los unos; urbanos o cosmopolitas, pro- fesionales, de la intelectualidad y la tecnica, los otros) pueden ser tildados de intuitivos, tal vez hasta de ingenuos, y seguramente de- batidos desde una racionalidad letrada y eurocentrica. Esto no los hace menos valiosos. En 1974, Angel Rama estima acertada la delimitaci6n arguediana, hecha en "ese modo oscuro, intuitivo, cer- tero, coloquial y hasta vecinal con que observa la realidad", ya que encuentra en el etnologo y narrador peruano "el mejor sismografo para registrar estas particularidades coloquiales"4. Martln Lien- hard, por su parte ve ma's lejos, al vincular la validez de la pro- puesta arguediana a esa legitima forma de "pensamiento mitico" sobre la que se funda5.

Este trabajo se propone explorar la vinculaci6n entre este grupo de escritores identificado en principio por Arguedas6, asi como per- cibir las articulaciones entre sus textos a partir: a) del concepto de transculturacion, b) de su construccion de las "trastierras" a re- giones interiores como referente narrativo y c) de su apropiaci6n ficcional de la oralidad popular; todo esto, con el objeto de com- prender mejor su funcionamiento estetico-ideol6gico en el sistema literario latinoamericano. La clasificacion hegem6nica occiden- tal, al poner de manifiesto, desde el primer momento, el caraicter

3. Recu6rdese la infortunada pol6mica surgida con la reacci6n de Cort6zar desde las piginas de Life en Espanol (7 de abril de 1969) entre estos dos valiosos intelectuales que no Ilegaron a entenderse. V6ase la respuesta de Arguedas: "Inevitable co- mentario a unas ideas de Julio Cortkzar", (El Comercio. Lima, 1 de marzo de 1969) recogida en C6sar Levano, Arguedas: un sentimiento trdgico de la vida. (Lima: GrAfica Labor, 1969), pp. 93-96.

4. "Los procesos de transculturaci6n en la narrativa latinoamericana." Revista de Literatura Iberoamericana. Universidad del Zulia, Maracaibo, N2 3, Abril, 1974. Recogido en La novela Latinoamericana. 1920-1980. (Bogota: Procultura/Colcul- tura, 1982), p.225.

5. ...una clasificaci6n literaria, dice, que, quizA por primera vez, Ileva el sello del pensamiento salvaje". Y aniade: "los criterios arguedianos cobran su plena vigencia s6lo cuando se los sittia en el lugar a partir del cual se han organizado: un pensamiento predominantemente mftico. Es por ello que la "precisi6n clasificatoria" que atribuimos a Jos6 Marfa Arguedas [es] un fen6meno perfec- tamente apreciable a condici6n de desplazarlo hacia un sistema de clasificaci6n construido sobre bases distintas de las de la racionalidad occidental." Martfn Lienhard: "Los diarios", Capftulo 1 de su Cultura popular andina y forma nove- lesca. Zorros y danzantes en la ultima novela de Arguedas (Lima: Lati- noamericana Editores/Tarea, 1981), p. 67.

6 Ver6A.

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culturalmente heterogeneo y conflictivo de nuestro objeto de estudio, resulta un idoneo punto de apertura para esta indagacion.

Y es que el hablar de Rulfo, de Arguedas6A, de Guimaraes Rosa, de Roa Bastos, significa, desde un primer momento, in- sertarse en la conflictiva cuestion de las relaciones interculturales. Evoca inmediatamente las discusiones sobre el sujeto del conocimiento y del discurso como entidades no indiferentes, no "transparentes" y protagonistas de una "violencia epistemica". No puede sino vincularse al legitimo y creciente reconocimiento actual de la multiplicidad y legitimidad de las racionalidades inter- pretadoras, sistematizadoras y valorizadoras de la realidad. Fi- nalmente, no puede dejar de injertarse esta lectura en la proble- m'tica abierta por la conciencia, cada vez mds aguda, de que el poder, desde los ejes o centros hegem6nicos hacia las margina- lidades o periferias, no se ejerce uinicamente a partir de una supremacia de caracter politico, social o etnico, no se funda solo en raz6n de sexo, edad o condicion profesional, sino que implica sobre todo y abarcando en alguna medida las variables apenas mencio- nadas, una soberania cultural, es decir epistemica, axiologica, lingii'stica, tecnol6gica, comunicacional, estetica, teorica... Se tra- ta de la progresiva emergencia, en la conciencia occidental y le- trada, del (jimprescindible!) fantasma del Otro, del subalterno (o sub/alterno), sobre cuya posibilidad de hablar (y de pensar, imaginar y organizar el mundo), en lugar de ser pasivo objeto de representaci6n, parece aun necesario interrogarse7.

Y es que la obra narrativa de estos autores, -y tambien el resto de su produccion intelectual y su existencia toda como veremos- se inscribe, en distintos sentidos, como un punto de friccion entre varios aspectos diferenciales en conflicto en la cultura latinoame- ricana. Entre las empresas de cultura desarrolladas en las uiltimas decadas en el continente, su obra aparece como uno de los ma's elocuentes puntos de engarce y tambien de colision entre lo que (con pecado de simplificaci6n) podria designarse como las concepciones y practicas de las culturas hegemonicas (de preferencia urbanas,

6A. Habrfa que incluir por supuesto al mismo Arguedas, a Guimaraes Rosa, Juan Rulfo y -con reservas- a Garcfa MArquez. Las dudas de Arguedas sobre este iltimo no dejan de ser significativas, puesto que el colombiano y su obra poseen caracterIsticas peculiares que hacen al menos relativa su pertinencia. Lo con- trario debe decirse de Augusto Roa Bastos, no mencionado por Arguedas, pero ciertamente asociable con el grupo, como se vera.

7. Vease, entre los m-dltiples materiales de la polemica, el sugestivo trabajo de Gayatri Chakravorty Spivak: "Can the Subaltern Speak?'. En Cary Nelson y Lawrence Grossberg (Ed.): Marxism and the Interpretation of Culture (Urbana y Chicago: The University of Illinois Press, 1988), pp. 271-313.

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letradas, hispano-cristianas, modernizadas y occidentalizadas) y las de culturas subordinadas (agrarias, orales, indigenas o mesti- zas, arcaicas, tradicionales, heterogeneas tambien en lo idiomatico o lo dialectal).

Estos narradores, relativamente coetafneos8 y contemporaineos en la publicacion de lo mas importante y significativo de su obra respectiva (principalmente entre 1953 -El llano en llamas- y 1967 - Cien anlos de soledad-)9, han mostrado, a lo largo de su vida, un pro- fundo interes por las culturas populares, indias o mestizas, de sus respectivos paises que dista mucho de ser una mera curiosidad intelectual. Cada uno de ellos, en diferentes momentos, ha atri- buido una importancia fundamental para su formacion humana y su practica literaria a la experiencia de contacto directo con esas culturas vivida durante la infancia. Esta experiencia -articulada y fortalecida posteriormente por su formacion intelectual letrada- parece haberlos impulsado a aproximarse a ellas con marcado respeto y aprecio por sus valores intrinsecos, a estudiarlas como etn6grafos o folkloristas, a difundir por varios medios sus carac- teristicas distintivas10; a centrar en ellas el asunto y la proble- matica de su producci6n ficcional, y a manifestar reiteradamente preocupacion por su destino.

Los vinculos "factuales" y las relaciones "directas" entre estos narradores son numerosos y pueden documentarse facilmente a traves de la observacion puntual de las semejanzas y referencias mutuas en sus obras. Hay sorprendentes parecidos entre algunas

8. Joao Guimaraes Rosa (1908-1967), Jos6 Marfa Arguedas (1911-1969), Juan Rulfo (1918-1986), Augusto Roa Bastos (1917) y Gabrial Garcfa M&rquez (1928).

9. Ademts de las dos obras apenas mencionadas, pensamos en Pedro Pdramo (1953), de Rulfo; Grande Sertdo: Yeredas (1956), de Guimaraes Rosa; Los Rfos profundos (1958) y Todas las sangres (1964), de Arguedas; Hijo de hombre (1961), de Roa Bastos; La hojarasca (1955) y Los funerales de la Mamd Grande (1962), de Garcfa MArquez. Como es sabido, la producci6n de los dos illtimos se proyecta hasta nuestros dfas con obras tan significativas como Yo el Supremo (1974), por parte del primero, o El otono del patriarca (1975) y El amor en los tiempos del c6lera (1985), entre otras, en el caso del colombiano.

10. Valgan como ejemplo los numerosos trabajos de investigaci6n y artfeulos de prensa publicados por Arguedas acerca de la cultura quechua. Vease la reco- pilaci6n Formaci6n de una cultura nacional indoamericana (M6xico: Siglo XXI, 1975), compilada y prologada por Angel Rama. 0 la recopilaci6n de estudios realizada e introducida por Augusto Roa Bastos, con el sugestivo tftulo de Las culturas condenadas (M6xico: Siglo XXI, 1978), donde se recogen estudios y tes- timonios culturales seculares de varias etnias del actual Paraguay, algunas de ellas en claro proceso de extinci6n. Recu6rdese finalmente la impresionante serie de fotograffas de Juan Rulfo sobre el paisaje y la gente de Jalisco, difundidas a trav6s de exposici6n itinerante y del volumen Inframundo: El Mefxico de Juan Rulfo (Hanover, New Hampshire: Ediciones del Norte, 1983), que incluye textos de Garcfa MIArquez, J. E. Pacheco, Elena Poniatowsca y otros.

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de sus estrategias narrativas, sus temas predominantes, sus mo- dalidades de construccion ficcional de personajes populares y de sus respectivos discursos, y hasta algunos de sus argumentos es- pecificosll. MJs aun, hasta podria rastrearse una red de inter- referencias explicitas mutuas, tanto en la obra critica y ensayistica, como en la intertextualidad de los relatos. Resulta interesante te- ner en cuenta, por ejemplo, los trabajos criticos de Roa Bastos sobre Arguedas y Rulfo12, o los de Arguedas sobre Rulfo y Guimaraes Rosa13. Igualmente, debe notarse la presencia intertextual del relato rosiano "La tercera orilla del rio" en Yo el Supremo, princi- pal novela del paraguayo14 y en el citado primer diario de El zorro de arriba y el zorro de abajo. Aunque de un valor relativo, estos vinculos explicitos evidencian, al menos, el conocimiento e interes mutuo que ha existido entre la mayoria de ellos y son un primer indicio para el critico.

Otra sefial de importancia es la atencion de algunos investi- gadores hacia la confluencia de los autores y obras mencionados y su propuesta de articulacion entre ellos. En un influyente artlculo de 197215, Antonio Candido abre -desde la critica- un espacio de relaci6n entre estos autores al postular al "Superregionalismo", cuyos paradigmas serian Rulfo y Guimaraes Rosa, como supera- ci6n de fases anteriores de regionalismo, tanto por su dominio tecnico, su validez y autoconciencia estetica, como por su equilibrio entre una proyeccion universalista y un apego a las fuentes re- gionales tradicionales16.

11. Comparense como ilustraci6n los cuentos ",No oyes ladrar los perros?", de Rulfo (El liano en llamas), y "El baldfo", de Roa Bastos (El baldto, Buenos Aires: Losada, 1966).

12. V6ase: "Todas las sangres la sangre" (Panorama. Buenos Aires, 1969) y "Los trasterrados de Comala" (Papel Literario de El Nacional. Caracas, 15 de noviem- bre y 5 de diciembre de 1981).

13. VWase: "Reflexiones peruanas sobre un narrador mexicano" (Suplemento Dominical de El Comercio. Lima, 8 de mayo de 1960, p. 3), sobre Rulfo, y 'Yo no le tengo miedo a nadie" (Suplemento Dominical de El Comercio. Lima, 3 de di- ciembre de 1967, p. 34), sobre Guimaraes Rosa.

14. Agradezco esta indicaci6n a mi amigo y profesor John Gledson, de la Universidad de Liverpool.

15. "Literatura y subdesarrollo". En C6sar Fernandez Moreno (Comp.): Am6rica Latina en su literatura (M6xico: Siglo XXI, 1972), pp. 335-353.

16. Candido esta posiblemente demasiado pr6ximo a sus manifestaciones mas recientes, como para ofrecer una caracterizaci6n terminada y deflnitiva de esta iltima etapa. Suponemos, por ejemplo, que es esta proximidad la que lo inclina a incluir en esta fase a un escritor como MarioVargas Llosa, cuya producci6n posterior se diferenciara nftidamente de la de los llamados "superregionalistas", no tanto o s6lo por la elecci6n tematica (l6ase, por ejemplo, su reciente novela El hablador -1987- cuyo centro de inter6s es precisamente el conflicto intercultural), sino por la porpuesta est6tico-idol6gica neoconservadora hacia la que deriva esa

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Angel Rama proseguira esta empresa en varios articulos de los anios 70 y sobre todo en su obra germinal Transculturacion narra- tiva en America Latina17. El concepto antropol6gico de transcul- turacion, propuesto en 1940 por Fernando Ortiz como alternativa necesaria a la imprecisa y etnocentrica voz alglosajona accultur- ation, es elaborado por Rama de manera productiva y aplicado a la literatura latinoamericana, en especial a la del grupo de narra- dores que nos ocupan. A pesar de que la transculturaci6n en tanto proceso de interaccion cultural (bi- o multi-direccional) estai pre- sente por supuesto en una serie variada y numerosa de manifes- taciones, no solo en el ambito literario o artistico, sino en todas las facetas de la practica cultural18, Rama se concentra en el estudio de este grupo de narradores interesados en las "trastierras", a quienes (tal vez por estimar su obra como la muestra ma's clara del fen6- meno en el espacio literario) designa paradigmaiticamente como narradores de la transculturacion, sintetizando su propuesta de la siguiente manera:

...la construccion de formas artisticas desarrolladas a partir de la tradici6n cultural interior de America Latina, esas forjadas por las comunidades enclaustradas en sus ricas regiones, al recibir el impacto de una ciivilizaci6n que tiende a cancelarlas y contra la cual se levanta el escritor, no para negarla vanamente, sino para utilizarla al servicio de un redescubrimiento y reanimaci6n del legado cultural que recibio desde la infancia y cuya superviven- cia quiere asegurar. En una epoca de cosmopolitismo algo pueril, se trata de demostrar que es posible una alta invenci6n artistica a partir de los humildes materiales de la propia tradicion y que esta

obra. El trabajo de Candido resulta sugestivo, ademas porque pone sobre el tapete el problema de la designaci6n del grupo o tendencia, asf como su relaci6n con la importante tradici6n regionalista en la narrativa del continente.

17. M6xico: Siglo XXI, 1982. Veanse tambi6n varios de sus trabajos en el citado volumen La novela latinoamericana. 1920-1980.

18. Ortiz lo plantea explfcitamente de esta forma en su texto "Del fen6meno social de la transculturaci6n y de su importancia en Cuba", Contrapunteo cubano del tabaco y del azucar (Caracas: Biblioteca Ayacucho, N2 42, 1978). Y en efecto, son hechos de transculturaci6n tanto las novelas urbanas que se apropian de manifestaciones culturales populares de los estratos Ilamados "marginales", como las fast food basadas en platos tradicionales mexicanos; tanto el rito del yawar fiesta, representado en la novela hom6nima de Arguedas, donde se evidencia la apropiaci6n de la actividad agropecuaria y sobre todo del valor ritual y simb6lico de la tauromaquia en un pueblo de la sierra sur peruana, como el long play Nothing but the Truth, lanzado recientemente en New York por Rub6n Blades, en el que la salsa caribeina y el rock se interpenetran nuevamente para producir un sofisticado producto artfstico que seguramente tendr.a gran difusi6n y repercusi6n, tanto en los Estados Unidos como en el Caribe.

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no provee de asuntos mis o menos pintorescos, sino de elabo- radas t6cnicas, sagaces estructuraciones artisticas que traducen cabalmente el imaginario de los pueblos latinoamericanos que a lo largo de los siglos han elaborado radiantes culturas. (pp. 122- 123).

Asi pues, estas "comunidades enclaustradas" del continente no son s6lo escenario privilegiado (aunque no exclusivo) de tal conflicto transculturador, sino tambi6n fuente documental ba'sica y repertorio de posibilidades procedimentales que permitirain a este equipo de narradores -en un ejercicio de intertextualidad, no ya literaria, sino cultural19- lograr en sus relatos ese efecto carac- ternstico de otredad, un recurso de desfamiliarizacion (especial, et- nica, lingii'stica, axiol6gica, gen6rico-narrativa... del contexto so- cio-cultural en general) de alto potencial estetico.

Se trata pues de un conjunto de textos que no s6lo ficcionalizan, sino que encarnan ellos mismos la interacci6n conflictiva entre universos geografica, social y culturalmente diversos y contra- puestos. Las tensiones entre regiones rurales aisladas y centros metropolitanos, entre economias agropecuarias e industriales, en- tre culturas orales tradicionales y letradas modernizadas, entre lenguas indigenas o formas dialectales populares y las normas can6nicas del espaniol y el portugu6s -tensiones estas caracte- rfsticas del proceso historico y cultural de America Latina- viven e interactuian tambi6n en muchos de los niveles estructurales de estas novelas. Tanto los autores, como los relatos (y dentro de ellos nu- merosos personajes, variantes linguisticas, simbolos, y estrategias constructivas) cumplen asi un papel de mediadores culturales - "mestizos de dos almas", diria Roa Bastos- entre ambitos geogra- ficos, grupos sociales y tradiciones culturales contrastantes.

La mayor parte de esta narrativa se propone ficcionalizar so- ciedades y culturas tradicionales de las regiones internas latino- americanas a trav6s de la exploraci6n, apropiacion y elaboracion est6tica de algunas de sus peculiaridades culturales, pero en el seno de formas narrativas como la novela y el cuento literario, propias de la modernidad occidental. En este sentido son tambi6n, por de- finici6n, obras de carActer heterogeneo, en el sentido que da Cornejo Polar a esta expresi6n20.

19. V6ase: A. Rama: "Los procesos de transculturaci6n..."Loc. cit., p. 227. 20. "...una producci6n literaria compleja cuyo caracter basico estA dado por la

convergencia, inclusive dentro de un solo espacio textual, de dos sistemas socioculturales diversos. A grandes rasgos, uno de estos sistemas que corresponde al lado occidentalizado de los pafses andinos, rige el proceso de producci6n, los

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Otro factor valioso de diferenciaci6n, esta vez en la diacoronia del proceso literario, es el contraste con la tradici6n regionalista anterior. En los relatos de los "transculturadores" se ha eliminado la distancia caracteristica que establecia el regionalismo tradi- cional entre la "correccion", el "buen tono" (gramatical, etico, ideolo6gico, cultural en general) del narrador interno y las pe- culiaridades del universo regional representado. Se acepta en ellos, como premisa tecnica, estetica -y tambien ideologica- el aban- dono del control autorial, para ceder la preeminencia -en la ficcion- al mundo otro de la "trastierra", a los personajes populares que lo encarnan, a su imaginario, a su discurso predominantemente oral.

No se trata, por supuesto, de un intento de expresion "directa" o "desde adentro" de voces y perspectivas populares, tareas im- posibles de hecho en la practica literaria. Tales funciones comuni- cacionales solo pueden ser ejercidas por los miembros de las co- munidades rurales respectivas y efectivamente lo son, a traves de sus propios recursos culturales: el discurso mitico, el relato oral tra- dicional, la cancion, los ritos comunitarios. El trabajo de los "transculturadores" se propone otro camino: el de explorar las po- tencialidades del idioma y de las estrcuturas y procedimientos narrativos -llegando en ocasiones a rupturas drasticas con normas y c6digos hegem6nicos- para ficcionalizar ese universo rural popu- lar. A partir de una honda vivencia personal de los valores de esas culturas otras, nutridos por una extensa documentaci6n antro- pol6gica y luego de un laborioso trabajo de concepcion y elaboraci6n literaria, ellos han logrado una rica ficcionalizacion de sus res- pectivas regiones, llegando a hacerlas asf mas asequibles, lite- ralmente mas legibles, para una comunidad lectora que -dentro o fuera de America Latina- les es ajena.

Ahora bien, si la definicion que intentamos impone un con- traste con el regionalismo precedente, ella no implica un rompi- miento dra'stico, sino, por el contrario, la insercion de los trans- culturadores como una manifestacion renovadora de la tradici6n regionalista. En efecto -asi lo plantean Candido y Rama- la ficci6n transculturadora de la trastierra puede ser concebida como una superacion o transfiguracion del regionalismo anterior21.

textos resultantes y el circuito de comunicaci6n de esta literatura; el otro, el indfgena, funciona como referente, aunque en determinadas circunstantias pueda observarse que 6ste refluye sobre el discurso literario que intenta revelarlo y lo transforma.": "Sobre el concepto de heterogeneidad" en: Sobre literatura y crttica latinoamericanas. (Caracas: Facultad de Humanidades y Educaci6n de la Universidad Central de Venezuela, 1982), p.88.

21. Candido se refiere a los "Superregionalistas" como superaci6n de las etapas

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Otro punto de referencia para la caracterizacion de esta tenden- cia narrativa reside en la importancia que tiene para ella no s6lo la realidad regional sino el concepto mismo de region. Para Cornejo Polar, la regi6n es capaz de funcionar como util parametro orde- nador de la literatura continental. Regiones, en este sentido, se- rian aquellos ambitos geosocioculturales que divergen de las delimitaciones nacionales ya sea por defecto (regiones intranacio- nales) ya por exceso (regiones trasnacionales). Pero tambien podra' admitirse una tercera posibilidad: la de regiones "Sui generis, sin contiguidad espacial", segun Cornejo22, es decir, aquellas dispersas en el continente, pero vinculadas por el parentesco de sus bases historicas, de sus estructuras sociales, econ6micas, politicas, de su tipo de composicon etnocultural o de su dintamica de relacion con otras regiones. Es el caso clarisimo de los grandes conglomerados urbanos, pero es tambien el de las regiones internas, las "tras- tierras", que aquf nos interesan. Y asf como parece legitimo hablar de "novela urbana", tambien podrfa serlo el referirse a una "na- rrativa de la trastierra", que aquf intentamos describir.

En efecto, la base geosociocultural de esta narrativa puede ubicarse en aquellas regiones relativamente aisladas de muchos de nuestros pafses designadas como hinterlands o trastierras:23 co-

anteriores. La periodizaci6n del regionalismo en tres generaciones aportada por Rama coincide en varios sentidos con la del crItico brasilefio, especialmente en esa tercera etapa, presentada como una "transmutaci6n del regionalismo": "Medio siglo de narrativa latinoamericana", loc. cit. p. 183. En otra parte del mismo trabajo, Rama es auin mas explfcito: "En Am6rica Latina, el regionalismo vino para quedarse, y adn se lo percibe en los j6venes narradores. Lo podemos comprobar si somos capaces de concebir al regionalismo como una fuerza creadora que se manifilesta al compAs del proceso cultural que se construye incesantemente en la regi6n y no como la f6rmula est6tica restricta que produjo en los 20 y los 30 [...] Si liberamos al regionalismo de una determinada formulaci6n est6tica, recuperando la significaci6n propia del t6rmino, tal como se la dieron los te6ricos, lo volveremos a encontrar en obras plenamente logradas de la nueva narrativa" Los rtos profundos, El Ilano en llamas, Sagarana. Las operaciones creadoras que sostienen estas obras particulares no buscan cancelar la expresividad regional ni sustituir la estructura alcanzada por el sistema literario latinoamericano, sino regenerarlas en el ritmo del tiempo, habida cuenta de nuevas exigencias est6ticas. "Medio siglo..." Loc. cit., p. 127. Desde esta perspectiva, y si no fuera por las connotaciones ya establecidas del termino en la historia literaria, podrfa hablarse de un neo-regionalismo.

22. A. Cornejo Polar: "Novela regional, nacional, latinoamericana". Ponencia in6dita lefda en el Centro de Estudios Latinoamericanos "R6mulo Gallegos", 1982, p. 3. Vease tambi6n, del mismo autor: "La literatura latinoamericana y sus literaturas regionales y nacionales como totalidades contradictorias" en: Ana Pizarro (Coord.): Hacia una historia de la literatura latinoamericana. ( M6xico: El Colegio de MexicofUniversidad Sim6n Bolfvar (Caracas), 1987), p. 130-131.

23. La expresi6n hinterland, de origen alemAn, y uso comuin en ingles, designa aquellos territorios alejados de las grandes ciudades y puertos, escasamente

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marcas interiores, "de tierra adentro", alejadas con frecuencia de los puertos y ciudades grandes, por lo comuin escasamente pobladas, ajenas durante largo tiempo y tardiamente afectadas por las innovaciones de la modernidad. Teniendo en consideraci6n los autores que proponemos como vanguardia del subsistema neo-re- gionalista, es posible poner como ejemplo sus respectivas aireas culturales de referencia: las zonas rurales de Jalisco y estados cir- cunvecinos, para Rulfo; la Sierra Sur de los Andes peruanos en el caso de Arguedas; el sert6n brasilefno para Guimaraes Rosa; para Roa Bastos, el campo paraguayo en general; la zona caribica co- lombiana, para Garcia Marquez.

La base poblacional de estas trastierras esta constituida por co- munidades indigenas o campesinas arcaicas relativamente pe- quefias, con variable grado de miscigenacion, secularmente aso- ciadas al ejercicio de la agricultura o la ganaderia, y sujetas por largo tiempo a la opresion economica, social y cultural de los sec- tores hegem6nicos. El aislamiento, garantizado en buena medida por las condiciones geograficas, fue capaz de preservar por siglos la integridad basica de sus respectivas culturas24. Desde la segunda y tercera d6cadas de este siglo, sin embargo, el acelerado desarrollo de las comunicaciones (terrestres, aereas, electronicas), el incre- mento de las migraciones hacia las ciudades y el empuje innovador de empresas mineras o agroindustriales, trajeron consigo una agudizacion del conflicto intercultural25. Es cierto que las culturas regionales tradicionales poseen y ejercitan constantemente meca- nismos de resistencia ante el influjo modernizador, sin embargo, la agresividad, el dinamismo, la potencia impregnadora de masas, el soporte oficial y el prestigio institucional de los instrumentos de expansi6n cultural modernizadora son tan enormes, que han colocado a aquellas culturas en situaci6n de fragilidad a veces extrema. Una conciencia aguda de tal precariedad cultural parece haber actuado como acicate del proyecto de los "transculturadores".

He dejado para el final la consideracion de un elemento que

poblados, poco productivos y culturalmente "atrasados" o "primitivos". A causa del perspectivismo coloniolista del t6rmino anglosaj6n, se ha comenzado a usar, como alternativa en castellano, la expresi6n "trastierra", que preferimos. V6ase el artfculo citado de Roa Bastos sobre Rulfo, titulado precisamente "Los trasterrados de Comala".

24. VWase, para el caso peruano: Jos6 Marfa Arguedas: "La sierra en el proceso de la cultura peruana", en su Formaci6n de una cultura nacional indoamericana. Loc. cit., pp. 9-27.

25. En el mismo volumen de Arguedas, v6anse los trabajos "Puquio, una cultura en proceso de cambio. La religi6n local", pp. 34-79 y "Evoluci6n de las comunidades indfgenas", pp. 80-147.

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considero nuclear para la comprensi6n de esta narrativa. Se trata de la oralidad popular en tanto factor fundamental de caracteriza- ci6n de las culturas tradicionales en las "trastierras", asi como de la apropiaci6n ficcional que de ella han realizado los narradores neo-regionalistas.

Desde nuestra condici6n de letrados, de herederos de una tra- dicion multisecular de internalizacion de la escritura como medio casi natural de comunicaci6n, nos es dificil comprender la con- textura cultural de sociedades completa o parcialmente ajenas a la letra, culturas impregnadas en todos sus niveles por la oralidad. Si bien la introduccion e internalizaci6n del alfabeto y la comunica- ci6n escrita representan en principio una innovaci6n de caraicter tecnol6gico, sus implicaciones en la economia cultural de una so- ciedad son mucho mayores. Asi lo han demostrado, a partir de la teoria de Milman Parry sobre el cardcter oral de la composicion ho- m6rica, formulada hacia 193026, diversas investigaciones en las disciplinas mas variadas.

En efecto, para investigadores como Albert Lord, Erick Ha- velock, Jack Goody y Walter Ong27, entre otros, el uso exclusivo o el predominio sustancial de la oralidad como instrumento de produc- ci6n, difusi6n y preservaci6n del conocimiento vital para la co- munidad tiene implicaciones psicol6gicas, sociales, politicas y eco- n6micas de considerable magnitud, al punto de incidir en la for- macion de sistemas culturales peculiares, diferenciables de aque- Ilos desarrollados bajo la influencia predominante de la escritura, la imprenta o la tecnologia electr6nica. Desde este punto de vista, la oralidad no puede concebirse s6lo como el mero predominio de una modalidad comunicacional ni, en t6rminos negativos, como pri- vacion o uso restringido de la escritura, sino como una aut6ntica economia cultural, relativamente aut6noma, que implica el desa- rrollo de peculiares procesos no6ticos, concepciones del mundo, sistemas de valores, formas de relaci6n con la comunidad, con la naturaleza, con lo sagrado, usos particulares del lenguaje y, por supuesto, productos culturales con caracteristicas especificas.

26. Milman Parry: The Making of the Homeric Verse. (Oxford: Clarendon Press, 1971), pp. 1-190. La versi6n original en franc6s fue publicada en 1928.

27. Albert Lord: The Singer of Tales (Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1960). Eric Havelock: Preface to Plato (Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1963); The Literate Revolution and its Cultural Consequences (Princeton, N.J. :Princeton University Press, 1982). Jack Goody: The domestication of the Savage Mind (Cambridge, England: Cambridge University Press, 1977). J. Goody (Ed.) Literacy in Tradictional Societies (Cambridge, England: Cambridge University Press, 1968). Walter Ong: Orality and Literacy (London: Methuen, 1982).

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Ahora bien, entre una situaci6n de oralidad absoluta y la completa internalizaci6n de la escritura, experimentada por las modernas sociedades occidentales, hay una amplia gama de situaciones intermedias Ilamadas de oralidad parcial, en las cuales la lectura y la escritura estain reducidas a la practica de ciertas actividades o a los miembros de profesiones o grupos so- ciales determinados, a menudo asociados con el ejercicio del poder politico, economico o cultural. Mientras tanto, el grueso de la po- blaci6n permanece, en gran medida, dentro de una economia cul- tural de oralidad que impregna toda 'area de actividad humana, desde los modos de pensamiento y expresion hasta el comercio y la toma de decisiones, desde las creencias y praicticas religiosas, hasta la educaci6n y la medicina tradicional.

Una situaci6n intermedia de esta clase es la que encontramos hoy en dia en muchas comunidades latinoamericanas. A pesar de que para el momento de la invasi6n europea, varias culturas nati- vas del continente hablan desarrollado sistemas originales de re- gistro visual, como las estelas mesoamericanas o los quipus in- caicos28, el codigo cultural predominante era sin duda el oral. Y en el momento presente, despues de siglos de hegemonia cultural euro- pea y de la constitucion de los Estados nacionales, procesos en los cuales la escritura ha sido ampliamente usada como instrumento de supremacia politica y sociocultural29, la mayoria de la poblacion latinoamericana permanece en esa situacion de oralidad parcial. Tal situaci6n resulta particularmente evidente en las comunidades aisladas del interior, las trastierras, donde la existencia de una escuela rural elemental o el eventual acceso de algunos de sus miembros al periodico o al catecismo no altera fundamentalmente el predominio de lo que se ha Ilamado matriz de oralidad30.

Desde este punto de vista, la oralidad puede ser considerada co- mo una especie de indicador o caracterizador cultural de gran im- portanica para la comprensi6n de tales sociedades. Y para los es- critores interesados en su ficcionalizaci6n este hecho resulta cen- tral, como ha hecho notar Augusto Roa Bastos31. En efecto, en las

28. V6ase: Gordon Brotherston, Image of the New World. The American Continent Portrayed in Native Texts. (London: Thames & Hudson, 1959).

29. V6ase: Angel Rama, La ciudad letrada. (Hanover, New Hampshire: Ediciones del Norte, 1984). Introducci6n de Mario Vargas Llosa. Pr6logo de Hugo Achugar.

30. La expresi6n, que va ganando aceptaci6n en la crftica literaria latinoamericana, es empleada por Augusto Roa Bastos en su "Nota del autor", donde presenta la segunda versi6n de Hijo de hombre, (Asunci6n: El Lector, 1983), pp. 7-9.

31. "En la literatura del Paraguay, las particularidades de su cultura biling(ie, iinica en su especie en Am6rica Latina, constrifie a los escritores paraguayos, en el momento de escribir en castellano, a oir los sonidos de un discurso oral

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obras consideradas, la ficcionalizaci6n de la oralidad popular, a travds de diversos recursos tematicos, lingiisticos y composicio- nales, seria -de acuerdo a la hip6tesis que conduce este trabajo- uno de los procedimientos artisticos fundamentales en su comuin es- fuerzo por ficcionalizar las sociedades y culturas de la trastierra.

Las formas de presencia en los textos de este fen6meno cultural complejo que designamos con el t6rmino "oralidad", son nume- rosas, variadas y, en ocasiones, bastante complejas. En primer lu- gar, estan presentes a menudo en el nivel tematico. Estan, por ejemplo, en esa confrontaci6n diametral observable en Hijo de hombre entre Miguel Vera, el poblano "ilustrado", que intenta rei- terada pero inu'tilmentemente comprender y registrar por escrito lo acontecido, sin dejar de sentir su propia escritura como traici6n, y, del otro lado, esa suerte de genealogia de personajes cristicos, que no escriben, sino que viven, relatan o cantan, -en guarani, por cierto- de acuerdo con las orientaciones de su propia cultura.

La oralidad aparece tambi6n en la entrania misma del len- guaje. Asi lo encontramos principalisimamente en los relatos rul- fianos, donde las palabras son trabajadas hasta Ilegar a ser -mas que signos convencionales, arbitrarios de determinados referentes -su representaci6n fonetica intraducible. Por otra parte, en la estra- tegia misma de la composicion narrativa, puede sentirse el peso de la oralidad. La modalidad monodial6gica del relato, por ejemplo, identificada por Roberto Schwarz y Angel Rama en Grande Sertdo Veredas32, y observable en textos de Rulfo y Roa con semejante proyeccion semantica33, es una clara muestra de ello.

Los ejemplos podrian multiplicarse, porque la oralidad cons-

informulado adn pero presente ya en la vertiente emocional y mftica del guaranf. Este discurso, este texto no escrito, subyace en el universo linguistico bivalente hispano/guarnf, escindido entre la escritura y la oralidad. Es un texto que el escritor no piensa pero que lo piensa a 61. Asf, esta presencia lingiifstica del gua- rani se impone desde la interioridad misma del mundo afectivo de los para- guayos, plasma su expresi6n coloquial cotidiana, asf como la expresi6n simb6lica de su noci6n de mundo, de sus mitos sociales, de sus experiencias de vida in- dividuales y colectivas. En su conjunto, mis obras de ficci6n estan compuestas en la matriz de este texto primero, de este texto oral guarani, que los signos de la escritura en castellano tienen tanta dificultad en captar y expresar, que las formas y las influencias culturales y literarias venidas de afuera no han conseguido borrar. "Ibid, p. 7. El 6nfasis es de C.P.

32. Roberto Schwarz: "Grande Sertdo: a fala" En su: A sereia e o desconfiado. (Rfo de Janeiro: CivilizaVao Brasileira, 1965), p. 38. A. Rama: Transculturac6n... Loc. cit. p. 46.

33. Vease mi trabajo "El monodialogo y la (in) comunicaci6n cultural en Guimaraes Rosa, Rulfo y Roa Bastos" TILALC (Boletfn del Taller de Investigaci6n literaria sobre Am6rica Latina y el Caribe. Universidad Sim6n Bolfvar. Caracas, 4. 1987), pp. 23-33.

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tituye realmente uno de los hilos maestros del tejido cultural de las trastierras. Y los neo-regionalistas, no solo se han apropiado de sus manifestaciones visibles o anecdoticas (la figura del cantor o del contador de historias, por ejemplo), sino que han logrado, aproxi- marse a su significacion profunda: a sus peculiares mecanismos de percepcion (predominantemente auditiva), de registro (a traves de la memoria), de interpretaci6n (por medio de una logica de lo concreto o de una hermen6utica mitica) y de expresion (en modos orales no equivalentes a los nuestros). En esta forma, son capaces de alcanzar en su narrativa un efecto de oralidad, fundamental pa- ra la proyecci6n de su propuesta estetico-ideol6gica34 .

Al final de este recorrido, estimamos la obra de los narradores considerados como el nutcleo de una tendencia narrativa cuyo desa- rrollo se extenderia hasta nuestros dias en la produccion -principal, aunque no exclusivamente narrativa- de escritores como Rosario Castellanos, Eraclio Zepeda y Carlo Antonio Castro (Mexico), Perez Huaranga, Huaman Cabrera, Zein Zorrilla, Lucio Colchado o Gre- gorio Martinez (Peru), Rub6n Bareiro Saguier (Paraguay), Ramon Palomares (Venezuela), Darcy Ribeiro (Brasil) o Patricio Manns (Chile), entre muchos otros. Por encima de sus peculiaridades, la produccion de estos autores se articula por el parentesco de su re- ferente construido (sociedades y culturas orales-tradicionales de trastierra en proceso acelerado de transculturaci6n), y de su en- foque (el descarte del control autorial, en favor de una impresion ficcional de inmediatez de la cultura ficcionalizada). Comparten el caracter de respuestas literarias transculturadas (capaces de reu- nir en un uinico producto ficcional recursos tradicionales y las ma's atrevidas tecnicas de la modernidad narrativa), su indole hete- rogenea, su papel mediador entre dos universos socioculturales di- versos y la parad6jica presencia de la oralidad popular en medio de elaboradisimos productos de la escritura literaria. Constituyen, pa- ra los investigadores de la cultura latinoamericana, un vasto hori- zonte de indagaciones.

34. Sobre la oralidad en Arguedas y su vinculaci6n a la discriminaci6n entre "rulfianos" y "cortdzares", v6ase, en el libro citado de Martin Lienhard, el subtf- tulo "La oralidad y el pueblo". pp. 64-66. No deja de ser significativo en este sentido, el hecho de que en la proposici6n misma de una "clasificaci6n" literaria, aquella que nos sirvi6 de pie al comienzo de este trabajo, Arguedas "oralice" su propio discurso, como nota el mismo Lienhard (p. 56), al elegir la forma dialogal como vehfculo de su argumentaci6n.

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