TESIS Fernando Azpiroz Ana Arendt El Mal y El Hombre

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Introduccin.

Indice Del Olvido a la Rehabilitacin de la Poltica - 2

Abreviaturas de los textos utilizados

HC : La Condicin Humana

LF : The Life of Mind

PF : Between Past and Future

SR : Sobre la Revolucin

OV : On Violence

MDT: Men in Dark Times

Introduccin

1. Presentacin del ttulo de este trabajo

En el presente trabajo intentaremos abordar el pensamiento poltico de Hannah Arendt. Un pensamiento que se caracteriza por llevar adelante una doble tarea. En primer lugar, analizar las causas que llevaron al hombre contemporneo a olvidar su condicin poltica. En segundo lugar, fundamentar antropolgicamente la necesidad de una rehabilitacin de lo poltico y especificar las condiciones en las que dicha rehabilitacin pueda materializarse. A esta doble tarea responde el ttulo de nuestro trabajo "Del olvido a la rehabilitacin de la poltica", al que hemos agregado el ttulo de las dos partes en que el mismo se divide, vale decir, aquella que desarrolla la antropologa arendtiana y aquella que desarrolla el concepto arendtiano de lo poltico como un espacio en el que se realiza la libertad humana. En lo que hace a la primera parte, a la que hemos titulado "antropologa fenomenolgica prctica de Hannah Arendt", los adjetivos fenomenolgica y prctica no hacen referencia a una limitacin del campo antropolgico en el que se interesa Arendt, sino a la manera mediante la cual la autora quiere aproximarse a la comprensin de la totalidad de lo humano. En este sentido, Arendt priorizar la vida humana que se manifiesta -es decir, la vida prctica- por sobre aquella vida que permanece oculta -es decir, la vida interior del hombre. La perspectiva desde la cual Arendt justificar esta prioridad ser la fenomenolgica. Como veremos a lo largo de esta primera parte, esta prioridad de la vita activa no pretender conducirnos a ninguna nueva definicin del hombre, ni mucho menos significar un degradamiento de la vida interior. En la segunda parte, a la que hemos titulado "la concepcin poltica de Hannah Arendt", analizaremos la concepcin que la autora tiene de lo poltico como un espacio en el que es posible hacer realidad una libertad alcanzada en pluralidad. Este espacio se presenta como la condicin necesaria por la que los hombres pueden realizarse qua hombres, lo que hace que esta segunda parte se encuentre en ntima relacin con la primera.

2. El acontecimiento totalitario y la condicin contempornea

La pregunta que se encuentra de teln de fondo en este trabajo ser la misma que de alguna manera interpela a toda la obra de Hannah Arendt: Qu significado tiene y qu significado tendra que tener la poltica en el mundo de hoy? Para Arendt, la correcta ponderacin de la cuestin poltica adquiere un significado ms que esencial. El futuro del Hombre depende de la manera cmo los hombres respondan a ella, porque los hombres, no el hombre viven en la Tierra y habitan en el mundo. Pero De dnde surge la urgencia de responder a esta pregunta? Para Arendt lo esencial es comprender los acontecimientos, es decir, reconciliar la accin con el pensamiento sin subordinar el uno al otro. De todos los acontecimientos vividos por el mundo contemporneo, el del Totalitarismo ha sido el que ha constituido un punto de partida para todo el pensar arendtiano. Tanto su ocurrencia como su actualidad revelan para Hannah Arendt el debilitamiento de una condicin poltica que no puede ser nunca comprendida ni desde la filosofa poltica ni desde la moral tradicional.

El fin de una tradicin no significa de manera necesaria que los conceptos tradicionales hayan perdido su poder sobre la mente de los hombres; por el contrario... incluso puede (la tradicin) desvelar su plena fuerza coercitiva tan slo despus de que haya llegado su fin y los hombres ya ni siquiera se rebelen contra ella... Ni esa secuela (de pensamiento formalista y compulsivo que tuvo lugar en el siglo XX) ni la rebelin decimonnica contra la tradicin ocasionaron realmente la ruptura en nuestra historia. Tal ruptura naci de un caos de incertidumbres masivas en la escena poltica y de opiniones masivas en la esfera espiritual, que los movimientos totalitarios, merced al terror y a la ideologa, hicieron cristalizar en una nueva forma de gobierno y dominacin. La dominacin totalitaria como un hecho establecido que en su carcter sin precedentes no se puede aprehender mediante las categoras habituales de pensamiento poltico y cuyos crmenes no se pueden juzgar segn las normas de la moral tradicional... rompi la continuidad de la historia de Occidente... El carcter no deliberado de la ruptura le otorga esa irrevocabilidad que slo los hechos, nunca los pensamientos pueden tener.

El acontecimiento totalitario quiere ser comprendido, y esto plantea en Hannah Arendt la necesidad de nuevas categoras polticas, o quizs de viejas categoras renovadas en su sentido. Este replanteo revelar la raz netamente fenomenolgica del pensamiento de la autora. Su sistema se construye desde el fenmeno histrico, y sus categoras se enuncian en la medida que se procede al intento de comprenderlo. El acontecimiento totalitario es para Arendt, un fenmeno poltico cuya comprensin revela el precio pagado por la condicin contempornea de un hombre que ha olvidado la que ser para ella, la ms importante de las condiciones humanas: la condicin poltica. En La Condicin Humana, Arendt se dedica a plantear y resolver fundamentalmente dos cuestiones que van de la mano: una de orden histrico y otra de orden especulativo. En la primera, rastrea en la historia del pensamiento y de los acontecimientos humanos las razones que llevaron a este olvido de la condicin poltica del hombre, que se resumen en el concepto de alienacin del mundo . En la segunda plantea su propia filosofa prctica, en la cual, tomando como punto de partida a la polis griega y al pensamiento poltico aristotlico, busca demostrar el por qu de la primaca de la accin poltica dentro del conjunto del actuar humano.

No discuto este Mundo Moderno, contra cuya condicin contempornea he escrito el presente libro. Me limito... al anlisis de esas generales capacidades humanas que surgen de la condicin del hombre y que son permanentes, es decir, que irremediablemente no pueden perderse mientras no sea cambiada la condicin humana... El propsito del anlisis histrico es rastrear en el tiempo la alienacin del Mundo Moderno, su doble huida de la Tierra al universo y del mundo al yo, hasta sus orgenes, con el fin de llegar a una comprensin de la naturaleza de la sociedad tal como se desarroll y present en el preciso momento en que fue vencida por el advenimiento de una nueva y edad an desconocida.

La primera cuestin, la alienacin del mundo, es mostrada como un proceso desarrollado a lo largo de la historia, en el que ha cumplido un papel fundamental el sometimiento que la tradicin filosfica y cristiana ha hecho de la accin respecto de la contemplacin. Dicho sometimiento comienza en Platn y alcanza para Arendt su punto culminante en la filosofa poltica de Carlos Marx, en el que la poltica pasa a convertirse en una aplicacin directa de una filosofa. El pensamiento de Marx se convierte entonces en una referencia permanente de la que Arendt pretende diferenciarse. La revalorizacin que ella busca de lo poltico debe necesariamente pasar por una revalorizacin de toda la vida activa respecto a la contemplativa, movimiento que las categoras manejadas por la tradicin no le permitiran dar. Se opera entonces en Arendt una verdadera inversin en la que la vita activa alcanza una situacin de privilegio respecto a la vita contemplativa. Esto le permitir establecer articulaciones y diferencias entre las mismas capacidades de la vita activa que constituirn el fundamento de su sistema de pensamiento. De la misma manera que Hobbes es consciente en el Leviatn de que una determinada concepcin de lo poltico debe ser respuesta a una determinada concepcin de la naturaleza del hombre, a cuyo estudio exhaustivo este autor dedica la primera parte de su obra, la teora poltica arendtiana quiere fundamentarse tambin en un estudio del hombre. Pero a diferencia de Hobbes, Arendt renuncia a cualquier intento de bsqueda de una definicin del hombre y de su naturaleza.

Nada nos da derecho a dar por sentado que el hombre tiene una naturaleza o esencia en el mismo sentido que otras cosas... si tenemos una naturaleza o esencia, slo un dios puede conocerla y definirla, y el primer requisito sera que hablara sobre un quin como si fuera un qu... Los intentos de definir la naturaleza humana terminan casi invariablemente en la creacin de una deidad... que... desde Platn, se ha revelado... como una especie de idea platnica del hombre... Desenmascarar tales conceptos filosficos de lo divino como conceptualizaciones de las capacidades y cualidades humanas no supone una demostracin... de la no existencia de Dios: pero el hecho de que los intentos de definir la naturaleza del hombre lleven tan fcilmente a una idea que de manera definitiva nos suena como superhumana... arroja sospechas sobre el mismo concepto de naturaleza humana

El punto de partida de Arendt es ms existencial que esencial. Tal como se lea en la anteltima cita, ella habla de esas generales capacidades humanas que surgen de la condicin del hombre y que son permanentes. La antropologa fenomenolgica prctica de nuestra autora deja de lado la clsica pregunta por la esencia Qu es el Hombre?", para transformarse en una antropologa que se preguntar por las condiciones en las que se da y determina la vida y el actuar del hombre en la Tierra. De estas condiciones, relacionadas con la condicin ms general de la existencia humana -es decir, el nacimiento y la muerte-, surgirn aquellos modos o capacidades humanas que el hombre desarrolla en respuesta a estas condiciones y que Arendt englobar dentro del concepto de vita activa . Estas capacidades se juegan en aquel mbito que tiene para Arendt la primaca absoluta : el mbito de la apariencia. La propuesta de nuestra autora ser la de establecer las articulaciones que se dan entre estas capacidades que constituyen la vita activa -labor, trabajo y accin-, en primer lugar describindolas y en segundo lugar valorndolas. Ambos movimientos se dan de manera simultnea.

En efecto,lo que hacemos es el tema del presente libro. Se refiere slo a las ms elementales articulaciones de la condicin humana, con esas actividades que... se encuentran al alcance de todo ser humano... El libro se limita a una discusin sobre labor, trabajo y accin, que constituyen sus tres captulos centrales.

Desde este segundo movimiento de valoracin, Hannah Arendt establecer un orden de jerarqua para estos tres modos de actuar de los hombres, en el cual la accin, actividad poltica por excelencia, ocupar el lugar privilegiado. Queda preguntarnos respecto a esto, cul es el criterio de valoracin que Arendt utiliza al momento de describir estas capacidades humanas y ordenarlas. Para nuestra autora cualquier actividad debe ser analizada desde el punto de vista de su capacidad de distinguir el objeto actuante de la pluralidad de objetos que aparecen. La accin y la palabra permiten al ser humano, no solamente distinguirse, sino expresar por s mismo esta distincin. Para Arendt esto slo puede darse en un mbito de libertad alcanzado dentro de la pluralidad de los seres humanos, que es el mbito poltico. Es en este mbito y gracias a su capacidad de palabra y de accin como los seres humanos pueden revelarse como seres nicos. La prdida o el olvido del privilegio de esta condicin poltica determinara el olvido de esta unicidad del ser humano -su carcter nico e irrepetible ya manifestado en el mbito de la apariencia- que es de alguna manera, lo que Arendt denuncia como el precio a pagar por la condicin contempornea. El modelo de la vida pblica de la polis es tomado entonces como un modelo histrico que ha cumplido perfectamente estas condiciones ideales para la realizacin de la humanidad del hombre , que no es otra cosa para Arendt que su revelacin poltica.

La humanidad no se adquiere nunca en la soledad y no resulta nunca de un mostrar la propia obra en pblico. Slo puede ser alcanzada por quin expone su vida y su persona a la aventura de la la vida pblica.

De esta manera, la antropologa arendtiana -desde cuya perspectiva desarrollaremos la primer parte de este trabajo- encuentra sus condiciones de realizacin en lo poltico. Estas condiciones polticas de realizacin sern las que trataremos en la segunda parte de este trabajo.

1. Introduccin

El objetivo del presente captulo ser el de mostrar cmo Hannah Arendt fundamenta el privilegio que le concede a la accin poltica dentro del campo de la accin humana. El texto de base sobre el que trabajaremos dicha fundamentacin ser La Condicin Humana La misma se har, a nuestro entender, desde una perspectiva a partir de la cual la autora describe y valoriza los distintos elementos que conforman la existencia humana. Esta perspectiva ser la de identidad entre apariencia y ser, perspectiva que se halla implcita en La Condicin Humana, pero que Hannah Arendt se aboca a fundamentar explcitamente en su obra pstuma The Life of Mind.El mundo en el que los hombres nacen contiene muchas cosas, naturales y artificiales, transitorias y eternas, todas ellas tienen en comn el hecho de que aparecen y por lo tanto estn pensadas para ser vistas, odas, tocadas, y olidas, para ser percibidas por criaturas que sienten, dotadas con apropiados rganos de sentido...En este mundo... Ser y Apariencia coinciden.

Las cosas en tanto son se manifiestan. Este punto de partida pone de por s a Arendt en discusin con gran parte de una tradicin filosfica occidental que desde Parmnides, se ha construdo desde lo que ella considera la mayor de las falacias metafsicas: La falacia de los dos mundos que establece una dicotoma entre Ser y Aparecer. Desde esta primaca de la apariencia, a cuyo desarrollo dedicaremos el punto 2, el mundo es visto como el gran escenario donde la totalidad de los entes se manifiestan a criaturas que son espectadores, pero al mismo tiempo, tambin actores, en tanto entes que tambin tienen la capacidad de manifestarse unos a otros. En este mbito mundano de la apariencia, la temporalidad constituye la condicin fundamental, definindose la mundanidad como esa capacidad de permanencia que tienen los entes en su exposicin al mundo.

El mismo concepto de mundo de apariencias habla de la imposibilidad de definir cualquier manifestacin en s misma, fuera de la condicin mundo-escenario en el cual se manifiesta. El intento de definir los entes desde un fundamento causal es para Arendt simple efecto de la falacia metafsica de los dos mundos, que concede supremaca ontolgica a lo que no se manifiesta (el fundamento causal) frente a lo que se manifiesta (la apariencia). Es por esta consideracin que el discurso arendtiano, renunciando a hablar de esencia, abraza la categora de condicin, entendida como condiciones en las que los entes aparecen a otros entes. Dijimos ms arriba que la condicin mundana por excelencia es para Arendt la de la temporalidad, condicin de la cual los seres humanos, en tanto entes mundanos, no pueden escaparse. En el caso del hombre, la temporalidad toma la forma de una historia que irrumpe en el mundo-escenario enmarcada entre los acontecimientos del nacimiento y la muerte. Cualquier intento de definicin del hombre que no tome en cuenta su condicin mundana y temporal, es decir, su carcter de ente que se manifiesta en el tiempo ante otros entes en este escenario-mundo, resultar para Hannah Arendt carente de todo fundamento real. Desde esta condicin fundamental de nacimiento y de muerte se derivan para los hombres tres condiciones que determinan al mismo tiempo, tres mbitos de apariencia de los seres humanos en el mundo, a saber:

1. La vida biolgica: aparecemos como seres vivientes

2. La mundanidad: nos manifestamos en obras que forman parte del mundo y que perduran independientemente o ms all de nuestra vida biolgica.

3. La pluralidad: aparecemos y vivimos entre otros seres igualmente humanos y por lo tanto nicos como nosotros.

Estos tres escenarios, son en el fondo, un mismo escenario pero con tres niveles distintos de exposicin. Dicho de otra manera: no se puede acceder a uno, sin pasar por el otro. En la historia del pensamiento occidental, para Arendt se han dado huidas de estos mbitos de exposicin, en donde mucho ha tenido que ver el peso de la falacia metafsica -particularmente en la versin moderna cartesiana- recreada a partir de los sorprendentes resultados que arrojaban las ciencias naturales de los siglos XVI y XVII. La misma se resume en la desconfianza general del hombre en su capacidad de sentido comn, es decir, en el supuesto de que ni la naturaleza ni el Ser se revelan a los sentidos. Es esta desconfianza la que ha llevado al hombre a lo que Hannah Arendt llama el proceso de alienacin de la tierra. Esta alienacin en definitiva puede entenderse como el olvido de la condicin de mundanidad del hombre, que necesariamente derivar tambin en el olvido de la condicin de pluralidad, dada la aludida continuidad existente entre los tres mbitos de aparicin.

Al estudio de esta condicin humana y de este proceso de alienacin que Hannah Arendt observa en el mundo en que vivimos -cuya importancia dentro del planteo arendtiano hemos brevemente bosquejado en las lneas precedentes -, dedicaremos el captulo 3 de esta primera parte del trabajo.

El nfasis en el carcter manifestativo que tiene todo lo que es, lleva a Arendt necesariamente a un privilegio de la accin que no comparte con la tradicin filosfica occidental, en la que vita activa ocupa una posicin secundaria respecto de la vita contemplativa.

La expresin vita activa toma su significado de la vita contemplativa; su muy limitada dignidad se le concede debido a que sirve a las necesidades y exigencias de la contemplacin en un cuerpo vivo. El cristianismo, con su creencia en el ms all, cuya gloria se anuncia en... la contemplacin, confiere sancin religiosa al degradamiento de la vita activa a una posicin derivada... La determinacin del orden coincidi con el descubrimiento de la theoria como facultad humana, claramente distinta del pensamiento y del razonamiento, que se dio en la escuela socrtica y que desde entonces ha gobernado el pensamiento metafsico y poltico a lo largo de nuestra tradicin.

Este privilegio obedece fundamentalmente al desconocimiento a nivel poltico, de la condicin humana de temporalidad, que se da a partir de Platn y se consolida con el cristianismo. Para Arendt se deja de lado el anhelo de inmortalidad -que alude al tiempo y a las condiciones de mundanidad y pluralidad como mbitos de manifestacin- por la bsqueda de la eternidad. La diferenciacin y articulacin de las actividades humanas -en necesaria relacin, como veremos ms adelante, con la articulacin de los tres escenarios de manifestacin de la vida humana- pide para la vita activa un privilegio que la tradicin se niega a concederle.

Mi empleo de la expresin vita activa presupone que el inters que sostiene todas estas actividades no es el mismo y que no es superior ni inferior al inters fundamental de la vita contemplativa.

El carcter espontneo que Arendt concede a todo acontecimiento histrico, que adquiere el matiz de una revelacin de algo que slo puede empezar a ser comprendido una vez que ocurre, est en esta lnea de privilegiar la accin humana, independizndola de su histrico sometimiento respecto de la contemplacin. En su versin moderna, este sometimiento se ha manifestado segn Hannah Arendt en una filosofa de la historia que entiende los acontecimientos y los hombres que los generan como partes integrantes de un proceso de carcter superhumano. Contrariamente a esto, Arendt propone una historia que sea relato de los acontecimientos. En ella, debe respetarse el carcter que tienen los mismos de ser verdades factuales que ya son parte del mundo, y que por lo tanto los hombres necesitan comprender para pronunciarse en su actuar poltico.

A la luz de esta nueva relacin entre accin y contemplacin, Hannah Arendt analizar el papel fundamental que le toca jugar al pensamiento en el mbito del actuar humano, teniendo en cuenta su paradjica caracterstica de ser, junto al juicio y a la voluntad, actividades que se realizan fuera del mbito de la apariencia mundana. De esta manera, Arendt pretende completar y reordenar en forma sistemtica y desde su perspectiva fenomenolgica, el juego de capacidades humanas que desmont respecto de una tradicin que privilegiaba la contemplacin respecto de la accin. Al estudio que Hannah Arendt hace de esta relacin entre contemplacin y accin, su visin de la historia y su manera de entender el pensamiento, dedicaremos el captulo 4.

Todo esto nos permitir llegar al ncleo de esta primera parte. El mismo ocupar los restantes dos puntos.

En efecto,lo que hacemos es el tema del presente libro. Se refiere slo a las ms elementales articulaciones de la condicin humana, con esas actividades que... se encuentran al alcance de todo ser humano... El libro se limita a una discusin sobre labor, trabajo y accin, que constituyen sus tres captulos centrales.

Hannah Arendt distinguir para la manifestacin de estas actividades humanas dos escenarios: la esfera privada y la esfera pblica. El primero est ligado a todo aquello que hace el hombre necesariamente para mantenerse con vida y el segundo est ligado al mbito de la libertad. Dichos escenarios corresponden al mismo tiempo a dos niveles de realidad, es decir, de apariencia o exposicin segn la perspectiva fenomenolgica arendtiana.

La palabra pblico significa dos fenmenos estrechamente relacionados... En primer lugar significa que todo lo que aparece en pblico... tiene la ms amplia publicidad posible... Para nosotros, la apariencia -algo que ven y oyen otros al igual que nosotros- constituye la realidad... La presencia de otros que ven lo que vemos y oyen lo que omos nos asegura de la realidad del mundo y de nosotros mismos, y puesto que la intimidad de una vida privada plenamente desarrollada... y la concomitante decadencia de la esfera pblica, siempre intensifica y enriquece grandemente toda la escala de emociones subjetivas y sentimientos privados, esta intensificacin se produce a expensas de la seguridad en la realidad del mundo y de los hombres.

Ambas esferas se complementan una a la otra, constituyendo dos escenarios contiguos de exposicin de la actividad humana. No obstante, la esfera pblica guarda respecto de la esfera privada un lugar de absoluto privilegio, en tanto ella constituye para Arendt el lugar en donde se forja la humanidad de la persona, el lugar donde el hombre puede exponer lo ms humano que tiene: la libertad de comenzar algo en el mundo en el que habita junto con sus semejantes. La prdida a lo largo de la historia de esta jerarqua entre ambas esferas constituir uno de los ms importantes objetos de estudio de la teora poltica de nuestra autora. El proceso de retraimiento de la esfera pblica en la privada desembocar, en la sociedad de masas, en la constitucin de una esfera nica de manifestacin de la vida humana: la esfera social. En ella, la conducta previsible del individuo social reemplazar a la espontaneidad de la accin que caracteriza a la libertad humana.

Al estudio que hace Hannah Arendt de la articulacin y jerarquizacin de las esferas pblica y privada, y del negativo proceso de socializacin que se ha ido dando a lo largo de la modernidad dedicaremos el captulo 5.

Llegamos entonces a la parte principal de este trabajo que es el captulo 6, dedicado al anlisis de la vita activa, es decir, a la discusin sobre labor, trabajo y accin. De la ubicacin y estructura de dicho punto respecto del resto del trabajo, pueden observarse dos cambios respecto de la obra que lo ha inspirado. En The Human Condition, labor, trabajo y accin constituyen tres captulos centrales e independientes a los que Arendt agrega un captulo de sntesis histrica al final, que a modo de un lapsus metodolgico, termina incorporando a ltimo momento elementos de fundamental importancia que no haban sido desarrollados en los captulos precedentes. Frente a este esquema, hemos preferido desarrollar esta discusin a modo de un punto nico que cierra la totalidad del trabajo. En l, cada una de las tres actividades est desarrollada a modo de tres contenidos distintos de un slo punto integrador. La razn de este cambio es que hemos credo que el mismo permite resaltar y entender ms claramente el juego que para Hannah Arendt realiza la vita activa respecto del resto de la materia desarrollada. Este captulo, colocado al final, opera as a manera de una sntesis -tanto de crtica histrica como puramente especulativa- de todo el aparato conceptual de la autora, ampliamente tratado en los captulos precedentes. Siguiendo el principio arendtiano de dar mayor valor a lo que aparece que aquello que est oculto detrs, la articulacin entre labor, trabajo y accin es colocada como la verdadera coronacin de un desarrollo y no como la simple manifestacin de un ncleo crptico fundamental. Una vez definidas las condiciones y los escenarios en los que se da la vida humana en la tierra, procuraremos desarrollar cmo Arendt procede a caracterizar y valorizar lo que hacemos... esas actividades que... se encuentran al alcance de todo ser humano. Estas actividades -la labor, el trabajo y la accin-, son capacidades directamente vinculadas a cada una de las tres condiciones bsicas bajo las que se ha dado al hombre la vida en la tierra. Las tres aluden a tres manifestaciones con las que el hombre se sostiene e irrumpe en el mbito de la apariencia: la vida biolgica, la creacin artificial de mundo y la vida poltica. Las tres tambin estn ntimamente relacionadas con la condicin ms general de la existencia humana: nacimiento y muerte, natalidad y mortalidad. La temporalidad es su caracterstica esencial y su capacidad de permanencia temporal, es decir, de permanencia en el escenario-mundo, ser el criterio que usar Hannah Arendt para valorarlas y describirlas. De esta valoracin surgir el privilegio que Arendt le conceder a la accin poltica, precisamente porque el hecho poltico tiene un comienzo temporal en el mundo, pero su fin es impredecible. Las tres capacidades se dan de manera articulada, es decir, se debe dar una para que pueda darse la otra. Pero las tres guardan tambin un orden de jerarqua que la tradicin filosfica y poltica ha ido borrando. Para Hannah Arendt, el privilegio que la modernidad le ha ido dando a una u otra capacidad, ha llevado a caracterizar al hombre en primer lugar como homo faber, y finalmente como animal laborans, dejando de lado su carcter fundamental de homo politicus. El anlisis crtico de la victoria del animal laborans como modo de caracterizacin de la vida, constituye uno de los objetivos fundamentales que la autora se ha impuesto: el rastrear en el tiempo la alienacin del mundo moderno, su doble huida de la tierra al universo y del mundo al yo. Doble huida que tendr inevitables consecuencias en la manera que tiene el hombre contemporneo de entenderse y de entender lo poltico. Pensar lo que hacemos significar para Arendt comprender y as valorar la articulacin de estas tres actividades en el nico contexto en el que se da la vida humana en la tierra: la temporalidad.2. Aparecer y Ser: La primaca de la apariencia

En el presente punto, pretendemos desarrollar los conceptos fundamentales que constituyen la perspectiva fenomenolgica desde la que Hannah Arendt describe y valoriza los distintos elementos que conforman la existencia humana. Esta perspectiva ser la de la coincidencia entre ser y aparecer. Como ya dijimos en la introduccin de este captulo, este punto de vista fenomenolgico se encuentra presente implcitamente en The Human Condition, pero la autora se dedica a desarrollarlo explcitamente en The Life of Mind.

2.1. La naturaleza fenomnica del mundo

Para Hannah Arendt, el aparecer constituye la condicin comn de todo ente mundano, la experiencia mundana por excelencia. Presencia en el mundo significa aparecer a otros entes mundanos que tienen la capacidad de percibir. De alguna manera se plantea una dependencia entre los entes, que necesitan de un espectador para aparecer, o lo que es equivalente en Arendt, para ser.En este mundo... ser y apariencia coinciden. La materia muerta, natural y artificial, cambiante o no, depende en su ser, es decir, en su apariencia, de la presencia de creaturas vivientes. Nada ni nadie existe en este mundo cuyo ser no presuponga un espectador... nada... en tanto aparece, existe en singular.

La mundanidad de las creaturas vivientes adquiere entonces caractersticas especiales, en tanto no son simples objetos de apariencia sino que tambin son sujetos de percepcin de este aparecer, es decir, al mismo tiempo que perciben son percibidos. Su carcter de sujeto hace que ellas vivan en un mundo propio, pero su carcter de objeto las remite a un mundo comn en el que ellas aparecen ante otros sujetos. Por otra parte, este mundo comn, siempre preexiste a su aparicin y siempre permanece luego de su extincin, a manera de un verdadero escenario que posibilita tal exposicin de la vida ante los dems.

En contraste con la inorgnica presencia de la materia muerta, los seres vivientes no son slo apariencias. Estar vivos significa estar posedos de una urgencia hacia un auto-exponerse que responde al hecho de la propia apariencia de uno. Los seres vivos hacen su apariencia como los actores en un escenario armado para ellos... La urgencia de auto-exposicin, el responder mostrndose al sobrecogedor efecto de ser mostrado- parece ser comn a animales y hombres... Todo objeto viviente depende de un mundo que slidamente aparece como el lugar de la propia apariencia, de criaturas compaeras, para actuar con ellas, y de espectadores para conocer y reconocer su existencia.

Comienza Hannah Arendt a presentar una jerarquizacin de los distintos entes que conforman la pluralidad mundana, en donde la primera caracterstica saliente respecto del mero hecho de aparecer -que de por s muestra todo ente material-, es la de aparecer auto-exponindose (self-display) propia del mundo animal. Esta auto-exposicin habla de un actuar, provocado por una urgencia que nace del mismo hecho de estar vivos. El cuadro arendtiano del aparecer tanto humano como animal se completa con el mundo como escenario del aparecer, la presencia de criaturas compaeras que se presentan en este actuar animal o humano (que nace y termina en referencia a una relacin con otro) y la existencia de espectadores que reconozcan este aparecer; de la misma manera que el actor depende de un escenario, de actores compaeros y de espectadores para poder interpretar su papel. A qu obedece esta urgencia de auto-exponerse? La palabra urgencia hace referencia a la clave temporal con la que Arendt entiende la existencia de las cosas.

Cada vida individual, su crecimiento y declive, su proceso de desarrollo en el cual una entidad se despliega a s misma en un movimiento ascendente hasta que todas sus propiedades estn completamente expuestas, esta fase es seguida por un perodo de permanencia -como si fuera su florecimiento o su epifana- que a la vez es sucedido por un movimiento descendente de desintegracin que es terminado por la completa desaparicin. Hay muchas perspectivas desde donde puede ser visto este proceso... pero nuestro criterio acerca de lo que una cosa viviente esencialmente es permanece el mismo:...est determinado por el relativamente corto tiempo de su plena aparicin o epifana. La eleccin, guiada por el solo criterio de la plenitud y perfeccin de la apariencia, sera enteramente arbitraria si la realidad no fuera ante todo de naturaleza fenomnica.

Esta perspectiva, que Arendt hace explcita en The Human Condition para el caso del ser humano, es generalizada en The Life of Mind para todo el mundo viviente. La plenitud o perfeccin en el caso del ser humano, esta epifana o florecimiento, estn dados por la produccin de historias signadas por la realizacin de grandes hechos y la articulacin de grandes palabras, que revelan el quin de su autor y que son producidas a lo largo de una vida humana. Estas historias slo pueden perdurar en tanto exista un espacio mundano - poltico que las albergue protegindolas de su futilidad. En el caso griego, este espacio fue la polis.

Esta incambiable identidad de la persona, aunque revelndose intangible en el acto y el discurso, slo se hace tangible en la historia de la vida del actor y del orador; pero como tal nicamente puede conocerse, es decir, agarrarse como palpable entidad, despus de que haya terminado... la esencia humana no la naturaleza humana en general (que no existe) ni la suma total de cualidades y defectos de un individuo, sino la esencia de quien es alguien nace cuando la vida parte, no dejando tras de s ms que una historia.

2.2. El reverso de la jerarqua metafsica: la falacia metafsica y el valor de la superficie

2.2.1. La falacia metafsica

En base a este punto de vista fenomenolgico, Arendt rastrea dentro de la tradicin filosfica occidental, la presencia y los efectos de lo que ella llama la falacia metafsica, esa obsesin del filsofo y del cientfico de encontrar lo que verdaderamente es debajo de lo que aparece, de la que, entre otros pensadores, Kant tambin se ha hecho eco: Las apariencias deben tener ellas mismas fundamentos que no sean apariencias . La bsqueda de esta verdad requiere que el filsofo abandone el mundo de las apariencias y de los sentidos en medio del cual l est natural y originariamente en casa hacindo una periagog (navegacin platnica). En el fondo, se espera una nueva revelacin, otro fenmeno originariamente oculto pero de un supuesto orden superior al primero, lo que implica nuevamente el predominio ltimo de la apariencia. Nuestro aparato mental - dice Hannah Arendt - aunque puede retirarse de las presentes apariencias, permanece engranado con la apariencia. En su bsqueda, la mente al igual que los sentidos, esperan que algo se les aparezca. La primaca de la apariencia es algo a lo que tanto los cientficos como los filsofos no pueden escapar y a la que deben retornar siempre de sus laboratorios o estudios.

El cientfico pertenece l mismo al mundo de las apariencias, no obstante su perspectiva en este mundo puede diferir de la perspectiva del sentido-comn. La primera nocin enteramente surgida de la nueva era - la idea del siglo XVII de un progreso ilimitado, que despus de unos pocos siglos se transform en el ms querido dogma de todo hombre que vive en un mundo cientficamente orientado - parece intentada para cuidar de este predicamento: no obstante, uno espera progresar ms y ms, nadie parece haber credo alguna vez alcanzar la meta absoluta de la verdad.

La creencia en que una causa debera tener un rango superior al del efecto, de manera que el efecto puede ser reducido a la causa, es la explicitacin que Arendt hace de la que considera la ms antigua y terca de las falacias metafsicas. La vida del hombre en un medio de causas es para Hannah Arendt imposible porque nadie podra dar cuenta en el normal lenguaje humano de un Ser cuya verdad puede ser cientficamente descubierta en el laboratorio y testeada en el mundo real a travs de la tecnologa.

Si las conclusiones kantianas de que las apariencias deben ellas mismas tener fundamentos que no son apariencias y por lo tanto descansar sobre objetos trascendentales que las determinan como meras representaciones, parecen extradas por medio de una analoga de los fenmenos mundanos que observamos en el mbito de la vida, -en el que ciertas apariencias interiores contienen el aparato del proceso de la vida que parece causar las apariencias exteriores que se manifiestan, el establecimiento de la jerarqua que existe entre el objeto trascendental y la mera representacin no proviene para Arendt de esta misma observacin o experiencia. A este respecto explica nuestra autora:

Que la jerarquia tradicional surge no de nuestras experiencias ordinarias con el mundo de las apariencias, sino ms bien, de nuestra no del todo ordinaria experiencia del ego-pensante... Kant mismo explcitamente identifica el fenmeno que le dio la base actual de su creencia en una cosa en s detrs de las meras apariencias. Era el hecho de que en el estar consciente de m mismo en la pura actividad del pensar (beim blossen Denken), yo soy la cosa en s (das Wesen selbst,.. das Ding an sich) no obstante nada de m mismo es dado para pensar... parece... como si mis pensamientos fueran meras representaciones o manifestaciones de un ego que en s permanece para siempre oculto... El ego-pensante es de hecho la kantiana cosa en s: no aparece a otros, y a diferencia del Yo o de la conciencia del Yo, no aparece a s mismo y por otro lado es no nada.

Lo que parecen ser errores de lgica son atribuidos por Arendt a semejanzas que son insalvables para seres cuya existencia est determinada por la apariencia. Lo nico que queda por determinar es si estas semejanzas son autnticas o inautnticas, es decir, si son causadas por creencias dogmticas o asunciones arbitrarias que a manera de espejismos, desaparecen bajo una ms cercana inspeccin, o si son inherentes a la condicin de un ser viviente que adems de ser parte de un mundo de apariencias, tiene en s la habilidad de pensar, que permite a la mente escaparse de este mundo sin ser capaz de dejarlo o trascenderlo.

Alineada en la fenomenologa husserliana, Hannah Arendt plantea su manera de entender la objetividad en un mundo de apariencias, como construida en la propia subjetividad de la conciencia por virtud de la intencionalidad. Al mismo tiempo y con la misma exactitud dice ella: uno puede hablar de la intencionalidad de la apariencia y de su construida subjetividad. As como cada acto subjetivo tiene su objeto intencional, cada objeto que aparece tiene su sujeto intencional, o dicho de otra manera, cada apariencia es una conveniencia con respecto de alguien que hace de receptor. Esta doble relacin aleja de la fenomenologa arendtiana todo matiz idealista.

Con independencia respecto del propio acto de percibir, tres elementos constituyen para Arendt el fundamento de la que ella llamar sensacin de realidad y que Merleu-Ponty caracteriz como fe perceptual: La existencia de un objeto comn a mis cinco sentidos, la existencia de un mundo comn que me permite entrar en contacto con ese objeto y la posibilidad que me da ese mismo mundo comn de entrar en contacto con otros seres como yo con los que puedo compartir mis percepciones.

Al sentido que nos permite percibir esta sensacin de realidad, Hannah Arendt lo llamar al igual que Toms, el sentido comn. Tanto el sentido comn como los tres fundamentos sobre los que se erige la sensacin de realidad, tendrn significativa importancia en la teora poltica arendtiana. Para Hannah Arendt, tanto la prdida del mundo comn, como la prdida del sentido comn -por ser la capacidad humana desde la que ella entiende, se forman los juicios y se comprende la realidad-, trae inevitables consecuencias en el actuar poltico. El fuerte nfasis en la mundanidad y en la intersubjetividad, que en un mundo de apariencias constituyen los fundamentos de la realidad, pone a Arendt en fuerte polmica con el solipsismo de la conciencia teortica cartesiana, signado por la auto-suficiencia y la no-mundanidad y cuyo principal error ha sido el confundir el pensar con el sentido comn.

2.2.2. El valor de la superficie

La comprobada primaca de la apariencia en el mundo en el que habitamos, lleva a Arendt a dar el siguiente y fundamental paso: Ya que vivimos en un mundo que aparece, no es mucho ms posible que lo relevante y lo lleno de sentido en este mundo nuestro est colocado precisamente en la superficie?

Inspirada en los estudios del zologo y bilogo suizo Adolf Portmann, para Arendt, las apariencias externas no pueden ser ms interpretadas como funciones dentro del proceso de la vida, como cualidades secundarias de un proceso ms fundamental de la vida que se da en lo interior de los organismos. Las apariencias pasan a ser ahora entendidas como condiciones necesarias para procesos esenciales que se dan en el interior del organismo vivo.

El zologo y bilogo suizo Adolfo Portmann ha mostrado que los hechos por s mismos hablan un lenguaje muy diferente de la simplista hiptesis funcionalista... Desde un diferente y... ms inocente punto de vista, parece ms bien como si, los rganos interiores que no aparecen, existen slo en orden a hacer visibles y mantener las apariencias.

Desvalorizar y no tomar en cuenta a la superficie es lo propio de las teoras funcionalistas comunes, que ven en la figura exterior de los seres vivientes (particularmente los animales), una mera funcin que tiende a conservar lo esencial, es decir, la vida que se da en un aparato interior. Contra esto Portmann propone un giro morfolgico que trae grandes consecuencias: las apariencias muestran un mximo poder de expresin comparadas con lo interno, cuyas funciones son de un orden ms primitivo. La expresividad de una apariencia -agregar Arendt- no expresa nada sino a s misma. La credibilidad que le da Arendt al giro morfolgico se basa en la siguiente evidencia: desde el punto de vista del proceso de la vida, el exterior slo tendra la funcin de cubrir al interior y protegerlo de su exposicin. Sin embargo, aparece en los animales superiores lo que Portmann llama una urgencia a la auto-exposicin (Selbstdarstellung), una urgencia por aparecer, por ponerse a s mismo en el mundo de las apariencias desplegndose y mostrndose, un instinto enteramente gratuito en trminos de preservacin de la vida. Mientras las formas externas son infinitamente variadas y altamente diferenciadas, de manera que en el caso de los animales superiores, podemos generalmente hasta diferenciar un individuo de otro, en el interior de los mismos se da una gran uniformidad.

Un propio interior, si es que existe, nunca aparece ni a un sentido exterior, ni a uno interior, ya que ningn dato interior posee estabilidad, caractersiticas permanentes que siendo reconocibles e identificables caracterizan una apariencia individual.

Estabilidad o permanencia, expresin de s mismo, diferenciacin o individuacin que da paso a la pluralidad; conforman todas ellas, las piezas clave de esta perspectiva fenomenolgica arendtiana, cuyo mayor objetivo es el permitir dar razn y expresin a la diferencia que constituye el fundamento de la pluralidad.

2.3. Los tres niveles de diferenciacin de los entes mundanos en el mbito del aparecer: alteridad, distincin, unicidad.

En el punto 2.1 se describa a la apariencia como la condicin comn de todo ente mundano. Por otro lado, decamos que esta condicin corresponde tambin a la existencia no slo de objetos que aparecen, sino de ciertos objetos que adems de aparecer,dada su condicin mundana, son sujetos que perciben esa apariencia desde una cierta perspectiva. En resumen, mientras poda hablarse de perspectivas o inclusive de mundos particulares para cada sujeto -que pueden sintetizarse en la expresin me-parece-a-m-, tambin debemos hablar de un mundo-escenario comn que hace posible la existencia de estas perspectivas y en el cual la condicin comn es la de aparecer a otros observadores.

El escenario es comn a todos los que viven, pero parece distinto para cada especie, diferente tambin para cada espcimen individual. Parecer, el me-parece-a-m, dokei moi, es el modo, quizs el nico posible, en el cual el mundo que aparece es conocido y percibido... El aparecer siempre significa parecer a otros, y este parecer vara de acuerdo a la posicin y perspectiva de los espectadores. En otras palabras, cada cosa que aparece adquiere, por virtud de su aparecer, una suerte de disfrz que puede -aunque no necesariamente- esconder o desfigurarla. Aparecer corresponde al hecho de que cada apariencia, no obstante su identidad, es percibida por una pluralidad de espectadores.

En segundo lugar, hablbamos por primera vez de la presencia de una jerarquizacin de los entes que conforman la pluralidad mundana, tomando en cuenta la existencia de entes que slo aparecen o que estn presentes, y entes dotados de vida que se auto-exponen, que responden mostrndose al sobrecogedor efecto de ser mostrado ; auto-exposicin que siendo importante en las formas superiores de vida animal, alcanza su climax en la especie humana. Finalmente se aada a esta auto-exposicin el calificativo de urgencia con que Arendt introduca la clave temporal dentro de este aparecer, que nos permite leer en la apariencia, la presencia de algo dinmico que arriba para alcanzar su epifana -la vida humana o animal-, en algo permanente que preexiste y perdura a esta vida y que es el mundo.

En el punto 2.2, vimos cmo Hannah Arendt, establecida la preeminencia de la apariencia como la condicin mundana por excelencia, se dedica a desarmar la falacia metafsica como una perspectiva errnea para un mundo que revela esta condicin fundamental. Por otra parte, inspirada en el giro morfolgico que propone el zologo Adolf Portmann, nuestra autora encuentra y pasa a afirmar el hecho de que hay mayor sentido en darle ms relevancia y valor a lo que se nos muestra en la superficie de los entes, que a aquello que permanece oculto a nuestros sentidos. En un mundo que se muestra altamente diferenciado y rico en una diversidad de formas externas, la permanencia de la distincin que da razn a esta pluralidad se encuentra en la superficie y no en el velado interior de los entes en el que se da el proceso de la vida, que segn el giro morfolgico de Portmann, estara all por causa de las apariencias y no al revs.

Nuestra intencin es ahora, retomando y enriqueciendo algunas de las consideraciones ya hechas en los puntos anteriores, presentar el panorama de lo que podramos llamar una fenomenologa de la diferencia en Hannah Arendt, en la que la autora busca expresar, es decir, hacer logos, tres niveles de pluralidad (algunos de ellos ya presentes en la tradicin filosfica occidental) y de revelacin que son observables en el mundo (y gracias al mundo) desde la perspectiva humana y que hacen referencia a la vez a tres niveles de diferencia. Estos tres niveles son:

1. La pluralidad de entes, que se da en el mbito de la mera existencia, en donde la diferencia es expresada por la alteridad (otherness), ya que todo lo que es, debemos decirlo distinguindolo de otra cosa a travs de la diferencia especfica. Este es el nivel ms general de pluralidad. Es en este nivel, donde el hombre es definido como animal rationale.La curiosa calidad de alteritas que posee todo lo que es y, en la filosofa medieval, una de las cuatro caractersticas universales del Ser, trascendentes a toda cualidad particular. La alteridad es un aspecto importante de la pluralidad, la razn por la que todas nuestras definiciones son distinciones, por la que somos incapaces de decir que algo es sin distinguirlo de alguna otra cosa.

La pluralidad que encontramos en el mbito de los seres vivientes superiores, que toma en cuenta su capacidad de distincin (distinctness), de expresar y comunicar algo (deseos, afectos, hostilidad, temor etc.) distinguindose, que Arendt denomina auto-exposicin. Dice nuestra autora, continuando el prrafo anterior de La condicin humana: mientras que toda la vida orgnica muestra variaciones y distinciones, incluso entre especmenes de la misma especie. A este nivel corresponderan definiciones para el hombre como la de homo faber, propias de la filosofa utilitaria, en las que l se distingue por su capacidad instrumental y de ser fabricante de productos; o en filosofas de la vida al estilo de Nietsche o especficamente la de Marx, como animal laborans, en las que el hombre se distingue del resto de las especies por su alta productividad, conferida por su capacidad de laborar juntos. Dentro de la misma especie humana, la diferenciacin se dara por el mero hecho de tener cualidades o capacidades distintas para la fabricacin o la productividad. Se descubre el qu del hombre (qu hace, qu sabe, qu ha hecho etc...), pero aun queda velado el quin

3. Finalmente llegamos al tercer nivel, que corresponde al mbito de la pluralidad humana. En este nivel, los seres humanos expresan unos a otros no solamente algo, sino que expresan su propia alteridad, es decir, no solamente se auto-exponen (self-display) sino que se auto-presentan (present themselves), escogiendo ellos mismos la manera cmo quieren presentarse delante de sus semejantes. Completando el prrafo anterior, dice Hannah Arendt:

Slo el hombre puede expresar esta distincin y distinguirse, y slo l puede comunicar su propio yo y no simplemente algo: sed o hambre, afecto, hostilidad o temor. En el hombre, la alteridad (otherness) que comparte con todo lo que es, y la distincin (distinctness), que comparte con todo lo vivo, se convierte en unicidad (uniqueness), y la pluralidad humana es la paradjica pluralidad de los seres nicos... El discurso y la accn revelan esta nica cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian en vez de ser meramente distintos; son los modos en que los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos fsicos, sino en cuanto hombres. A dicha insercin no nos obliga la necesidad, como lo hace la labor, ni nos impulsa la utilidad, como es el caso del trabajo. Puede estimularse por la presencia de otros... pero nunca est condicionada por ellos.

En este mbito de la pluralidad humana, el hombre se descubre ante otros hombres, mostrando su unicidad ante iguales mediante la accin y el discurso. Mediante ellos, los hombres muestran quines son, revelan activamente su nica y personal identidad. Ms adelante, Hannah Arendt dir:

El descubrimiento de quin en contradistincin al qu es alguien -sus cualidades, dotes, talentos y defectos que exhibe u oculta- est implcito en todo lo que ese alguien dice y hace.

Paradjicamente, en este nivel de auto-presentacin humana, la revelacin del quin casi nunca puede realizarse como un fin voluntario, como si uno poseyera y dispusiese de este quin de la misma manera como puede hacerlo con sus cualidades. Es ms que probable que este quin que se presenta claro e inconfundible a los dems, permanezca oculto para la propia persona como el daimon de la religin griega... slo visible a los que ste encontraba de frente. Es en este nivel de contigidad humana, que ms adelante llamaremos esfera poltica, donde el hombre alcanza a travs de la accin su epifana o plena aparicin como homo politicus en el mundo propiamente humano, donde se da una pluralidad de quines y no de qus.

Con palabra y acto nos insertamos en el mundo humano, y esta insercin es como un segundo nacimiento, en el que confirmamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original apariencia fsica.

Si en los seres humanos podemos hablar de una capacidad de auto-presentacin que nos diferencia de la simple auto-exposicin animal, tambin debemos hablar -para Hannah Arendt- de una auto-conciencia (self-awareness) que trasciende el mero estar concientes que compartimos con el mundo animal. Dicha auto-conciencia es definida por Arendt como una capacidad inherente al carcter reflexivo que tienen nuestras actividades mentales. De esta manera la auto-presentacin se abre tambin, a diferencia de la mera presentacin animal, a la hipocresa y al fingimiento como posibles conductas dentro del universo del actuar humano. Es por eso que Arendt caracterizar a la virtud como una promesa al mundo, a aquellos a quienes yo aparezco, de actuar de acuerdo a mi querer y a la hipocresa como un rompimiento de esta implcita promesa. La opcin personal de guardar esta promesa o de quebrantarla toma el carcter de una decisin, que de ninguna manera se alcanza como reaccin a cualesquiera de las cualidades que podran habrsele dado al individuo, sino que corresponde a un acto de eleccin deliberado en medio de varias conductas potenciales que el mundo me ha presentado.

La auto-presentacin arendtiana, se desliza por un equilibrado punto medio entre un puro determinismo de la conducta y una exagerada confianza en la capacidad de auto-creacin que tiene el ser humano, dejando perfectamente determinado cual sea el espacio y significado de la libertad humana. Sobre este punto, volveremos ms adelante.

A manera de sntesis de lo expresado en este captulo, ofrecemos el siguiente cuadro explicativo de los distintos niveles de pluralidad explicitados en este punto, representados a manera de valos concntricos.

3. La condicin humana

En el captulo anterior, en nuestro inters por comprender la prioridad que Hannah Arendt le concede a la accin poltica, hemos procurado ahondar en la que hemos definido como la perspectiva fenomenolgica de Arendt, perspectiva desde la cual la autora describe y valoriza los distintos elementos que conforman la existencia humana. Tambin hemos dicho que esta perspectiva puede ser descrita como la de la coincidencia (no la identidad) entre ser y apariencia, o mejor aun, en la afirmacin de que las cosas de este mundo, en tanto son, irremediablemente se manifiestan. Para Hannah Arendt, habitamos en un mundo que tiene la caracterstica de aparecer, de manifestarse; punto de partida que hemos dicho, pone a Arendt en discusin con gran parte de la tradicin filosfica occidental.

Es desde este carcter manifestativo que tiene el ser de todo aquello que conforma el mundo, donde Hannah Arendt, renunciando a hablar de naturaleza o esencia como fundamento, nos presenta la categora de condicin, entendida como condiciones en las que los entes aparecen ante otros entes en este mundo-escenario. Si la manera como se manifiesta este aparecer de los seres humanos se vincula con lo que Hannah Arendt denomina vita activa, las condiciones en las que dicha manifestacin se produce determinarn lo que ella denomina como la condicin humana. Condicin humana y vita activa se encuentran entonces, ntimamente articuladas en la antropologa prctica arendtiana.

En efecto, lo que hacemos es el tema del presente libro. Se refiere slo a las ms elementales articulaciones de la condicin humana, con esas actividades que... se encuentran al alcance de todo ser humano.

En este punto procuraremos desarrollar, en un primer lugar, lo que Hannah Arendt entiende como condicin humana; para luego desarrollar la caracterizacin que ella hace de la condicin contempornea con el concepto de alienacin mundana, como el del olvido de esta condicin humana en la historia y sus consecuencias para la vita activa. Condicin humana y condicin contempornea constituirn de esta manera, los dos polos de atencin y comparacin permanentes del pensamiento de la autora.

No discuto este Mundo Moderno, contra cuya condicin contempornea he escrito el presente libro. Me limito... al anlisis de esas generales capacidades humanas que surgen de la condicin del hombre y que son permanentes, es decir, que irremediablemente no pueden perderse mientras no sea cambiada la condicin humana... El propsito del anlisis histrico es rastrear en el tiempo la alienacin del Mundo Moderno, su doble huida de la Tierra al universo y del mundo al yo, hasta sus orgenes, con el fin de llegar a una comprensin de la naturaleza de la sociedad tal como se desarroll y present en el preciso momento en que fue vencida por el advenimiento de una nueva y aun desconocida edad.

3.1. La alienacin de la Tierra y la alienacin del mundo

Hannah Arendt comienza La condicin humana a la luz de una pregunta, que se comporta ms bien como una seal de alerta que intenta encuadrar la situacin en la que vive el hombre contemporneo.

Nadie en la historia de la humanidad ha concebido a la tierra como crcel del cuerpo humano ni ha mostrado tal ansia para ir literalmente de aqu a la Luna. La emancipacin y secularizacin de la Edad Moderna, que comenz con un desvo, no necesariamente de Dios, sino de dios que era el Padre de los hombres en el Cielo, ha de terminar con un repudio todava ms ominoso de una Tierra que fue la Madre de todas las criaturas vivientes bajo el firmamento?

Cuando la autora habla en el prlogo de la obra de alienacin del mundo moderno, explica el concepto como su doble huida de la Tierra al universo y del mundo al yo. Esta doble huida es entendida como la consecuencia de una rebelin del hombre contra la doble condicin de mundanidad y temporalidad, tal como se dan en la existencia humana. Esta rebelin, que nos lleva a actuar como habitantes del universo siendo creaturas atadas a la Tierra... incapaces de... pensar y hablar sobre las cosas que... podemos hacer , es vista por Arendt como el producto final de un proceso que se ha ido dando en la historia del pensamiento poltico occidental, que tiene un comienzo definido en Platn y una coronacin y final en la filosofa poltica de Carlos Marx.

Nuestra tradicin de pensamiento poltico tuvo su comienzo definido en las enseanzas de Platn y Aristteles. Creo que lleg a un fin no menos definido en las teoras de Karl Marx. El comienzo se produjo cuando, con la alegora de la caverna, Platn describi en La Repblica la esfera de los asuntos humanos - todo lo que pertenece a la coexistencia de los hombres en un mundo comn - en trminos de oscuridad, confusin y decepcin, de las que quienes aspiran al ser verdadero deben apartarse y dejarlas atrs... El fin lleg cuando Marx declar que la filosofa y la verdad estn situadas no fuera de los asuntos de los hombres y de su mundo comn, sino precisamente en ellos, y slo se pueden llevar adelante en la esfera de la coexistencia, llamada por l sociedad, a travs del surgimiento de los hombres socializados .

El hilo conductor de esta tradicin filosfica es ubicado por Arendt en los distintos ensayos que el hombre ha hecho por alcanzar su inmortalidad, prescindiendo de su mundanidad. En este esfuerzo la autora reconoce dos actitudes, extremas en el tiempo, pero pertenecientes a este mismo proceso de bsqueda.

Para explicar la novedad que signific la solucin propuesta por la tradicin filosfica socrtica ante el problema que implicaba este anhelo de inmortalidad, en hombres que son a la vez mortales, Hannah Arendt toma primero como referencia la solucin que ante este mismo dilema (los hombres mortales que anhelan inmortalidad) ensay la polis griega. En la polis, la inmortalidad es entendida como aquello que la naturaleza posee sin esfuerzo y que el hombre debe esforzarse por obtener. La inmortalidad es entonces entendida a partir de la ntima conexin entre la naturaleza y la historia. El hombre se hace inmortal a partir de hechos y palabras dignos de ser recordados para siempre, que se manifiestan a partir de historias que pueden transformarse en parte del mundo y acompaar la perdurabilidad de la naturaleza. Tomando como referencia a la polis griega, Hannah Arendt reconoce en la tradicin filosfica socrtica, confirmada en la tradicin cristiana, una primera ruptura de esta conexin entre naturaleza e historia. La inmortalidad es buscada con independencia de la vida biolgica y poltica, es decir, con independencia de la relacin temporal del hombre con la naturaleza y con sus semejantes. El hombre alcanza su inmortalidad en su relacin con lo eterno y no con la inmortalidad o permanencia del mundo.

En el otro extremo, est el secularismo moderno que tuvo lugar a comienzos de la modernidad y que surge de manera coincidente a la huida del hombre hacia s mismo, producto de una prdida de confianza en su natural relacin con el mundo que lo rodea y. Entendiendo al secularismo como la ruptura y el reemplazo de la antigua dicotoma tierra-cielo en la que la tradicin grecocristiana fundaba su esperanza de inmortalidad, por la dicotoma hombre-universo-, el mismo funde la historia y la naturaleza hacindolas desaparecer dentro del moderno concepto de proceso. Concepto comn tanto a las ciencias sociales como a las naturales y que slo encuentra fundamento y explicacin dentro del hombre mismo, como su creador y constructor. En dicho concepto se abandona la inmortalidad individual abrazndose a la misma historia como un proceso de inmortalizacin que abarca a toda la humanidad.

En el curso de su bsqueda de un estricto reino secular de permanencia duradera, la poca moderna descubri la inmortalidad potencial del hombre. Esto es,... lo que constituye el verdadero contenido de nuestro concepto de la historia... La historia puede garantizar la inmortalidad sobre la tierra as como la polis griega o la repblica romana garantizaron que la vida y las acciones humanas... tendran una permanencia estrictamente humana y terrena en este mundo.

Observndose tanto rupturas como continuidades en este proceso que va desde la filosofa socrtica hasta el secularismo moderno, ambos extremos de una misma tradicin derivaron en una seria consecuencia: la prdida de confianza en la objetividad y durabilidad del mundo; prdida de la que como veremos, resultaron tambin inevitables consecuencias polticas.

3.2. La condicin humana

Dos elementos constituyen, para Arendt, la qumica elemental de toda condicin del aparecer de los seres vivientes superiores ante el mundo: su mundanidad y su temporalidad. La primera hace alusin al escenario, fijo o permanente, que preexiste y subsiste a la aparicin y desaparicin que sobre l hacen dichos seres. La segunda, al carcter esencialmente temporal de la permanencia de estos seres sobre este mundo-escenario. Si bien mundanidad y temporalidad constituyen condiciones generales de todo aparecer -cualquiera sea el ser del que se trate-, para el caso de los seres humanos estas dos condiciones toman caractersticas particulares respecto del resto de las especies vivientes. Es al desarrollo de estas caractersticas al que dedicaremos este punto.

En primer lugar, al abordar el mismo concepto de condicin, Hannah Arendt nos previene acerca de la prudencia con la que debe manejarse esta categora cuando la misma se aplica al caso de los seres humanos. Lejos de llevarnos a algo parecido a una definicin del hombre, la condicin humana hace referencia slo a la manera cmo entendemos y conocemos las actividades que realizamos como seres que habitan la Tierra junto a otros seres, es decir, a la manera como nos manifestamos en la Tierra. Dicho de otra manera: la condicin humana -tal como la percibimos-, alude a lo existencial del ser humano, y slo parcialmente a su naturaleza.

La condicin humana no constituye nada semejante a la naturaleza humana El cambio ms radical que cabe imaginar en la condicin humana sera la emigracin de los hombres desde la Tierra hasta otro planeta Ni labor, ni trabajo, ni accin, ni pensamiento tendran sentido tal como los conocemos. No obstante el nico juicio que podemos hacer con respecto de su naturaleza es que continuaran siendo seres condicionados, si bien su condicin sera autofabricada.

Si por un lado, Arendt aceptar el carcter condicionado de la existencia humana, por otro lado afirmar ms adelante que las condiciones de la existencia humana en la Tierra nunca pueden explicar lo que somos por la sencilla razn de que jams nos condicionan absolutamente, opinin que siempre defendi la filosofa y que para la ciencia natural moderna se ha constituido en el fundamento de su progreso, en tanto se ha atrevido triunfalmente a considerar y tratar a la naturaleza sujeta a la Tierra desde un punto de vista verdaderamente universal... voluntaria y explcitamente considerado fuera de la Tierra.. La misma ciencia ha sido la responsable de provocar dos movimientos que han afectado la manera de entender nuestro carcter de seres condicionados: en lo referente a nuestra condicin mundana, ha podido enviar al hombre a la Luna haciendo sentir como nunca antes a la Tierra como crcel del cuerpo humano; mientras que en lo referente a nuestro carcter temporal ha avanzado en su intento de crear y de modificar la especie humana, con la esperanza de prolongar la vida humana ms all del lmite de los cien aos. La misma dinmica de este movimiento, aunque pudiera ser discutiblemente vlida para la propia ciencia, de no ser considerada y ponderada crticamente, llevara a una situacin paradjica a la propia existencia humana en la Tierra.

Pudiera ser que nosotros, criaturas atadas a la Tierra que hemos comenzado a actuar como si furamos habitantes del universo, seamos incapaces de entender, esto es, de pensar y hablar sobre las cosas que, no obstante, podemos hacer.

Para Hannah Arendt le corresponde a la poltica, como actividad propia que atae a todo ser humano en tanto se refiere a la capacidad de hablar, de pensar y de actuar sobre aquello que nos es comn, la funcin de considerar y decidir acerca de los alcances de esta rebelin contra la existencia humana, tal como se nos ha dado . Es por esto mismo que para Hannah Arendt ser la poltica, aquello que primero deba ser salvado de este dinamismo alienador.

La nica cuestin que se plantea es si queremos o no emplear nuestros conocimientos cientficos y tcnicos en este sentido (de una rebelin contra la condicin humana), y tal cuestin no puede decidirse por medios cientficos; se trata de un problema poltico de primer orden, y por lo tanto, no cabe dejarlo a la decisin de los cientficos o polticos profesionales.

Este salvar la poltica o volver a la poltica con el que podramos rotular al esfuerzo y al objetivo de todo el pensamiento de Hannah Arendt, comienza para ella con una reconsideracin y un respeto por la condicin humana, tal como se nos es dada en nuestra vida aqu en la Tierra. Pasar por alto nuestro carcter condicionado y la manera como el mismo se articula con nuestro actuar, nos llevara -para Arendt-, a una prdida irremediable del sentido de todo lo que hacemos.

Con qu particularidad se manifiestan para los hombres las condiciones generales de mundanidad y temporalidad? La primera condicin, que le es dada al hombre por la misma naturaleza, es la propia vida biolgica; en tanto aparecemos ante nosotros y los dems en este escenario-mundo como seres portadores de vida. La conservacin de esta vida es la primera y ms bsica condicin humana, en tanto su no conservacin equivaldra a nuestra desaparicin del mbito mundano. La actividad que los seres humanos desarrollamos para ello es la labor.Labor es la actividad correspondiente al proceso biolgico del cuerpo humano ligados a las necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La condicin de la labor es la misma vida.

Una segunda condicin que le es dada al hombre, es la de habitar en un mundo de cosas auto-construidas por el mismo hombre, pero que al mismo tiempo lo condicionan. Esta condicin es la de mundanidad.El mundo en el que la vita activa se consume est formado de cosas producidas por las actividades humanas; pero las cosas que deben su existencia exclusivamente a los hombres condicionan de manera constante a sus productores humanos Los hombres crean de continuo sus propias y autoproducidas condiciones que, no obstante su origen humano poseen el mismo poder condicionante que las cosas naturales.

Cualquier cosa que el hombre toca o entra en contacto mantenido con la vida humana, pasa a ser parte de la misma condicin en que se da esta vida. De la misma manera que la naturaleza forma parte de su condicin de vida, as tambin todo lo que el hombre hace y construye. Esta caracterstica de ser auto-constructor de un mundo que es al mismo tiempo su condicin, es propia de los seres humanos. Es el trabajo la actividad que le proporciona al hombre un artificial mundo de cosas, absolutamente distintas de las naturales. Cada una de las vidas individuales se alberga dentro de los lmites de ese mundo que las sobrevive y las trasciende. La condicin humana del trabajo es la mundanidad. La misma existencia humana sera imposible fuera de esta condicin de mundanidad, es decir, sera imposible sin cosas, y estas a su vez perderan todo su poder condicionante -su carcter de condicin humana-, si se presentaran ante los hombres como un conjunto de objetos no relacionados a manera de un no-mundo. La objetividad del mundo -su carcter de objeto o cosa- y la condicin humana se complementan mutuamente.

Una tercera condicin es aquella de aparecer y vivir entre otros seres igualmente humanos y por lo tanto nicos como nosotros.

La pluralidad es la condicin de la accin humana debida a que todos somos lo mismo, es decir, humanos, y por tanto nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivir.

Explicando esta condicin de pluralidad, Arendt remarca el hecho de que en el mismo relato de una de las versiones de la creacin del hombre presente en el Gnesis,y los cre macho y hembra, Dios crea seres nicos y personales a diferencia de la creacin por especies que l practica para el resto de los seres vivientes. La condicin de pluralidad se define por el hecho de que los hombres, no el hombre, vivan en la Tierra y habiten el mundo. Todos los aspectos de la condicin humana se encuentran vinculados con la poltica, pero es la pluralidad -no slo la conditio sine qua non, sino la conditio per quam-, la condicin especfica de nuestra vida poltica. La accin -nica actividad que se da entre los hombres sin mediacin de cosas o materia-, corresponde a la condicin humana de pluralidad.

Cmo se da el entronque temporal de estas tres condiciones y actividades? A esto responde Arendt:

Estas tres actividades y sus correspondientes condiciones estn intimamente relacionadas con la condicin ms general de la existencia humana: nacimiento y muerte, natalidad y mortalidad.

Esta condicin general permea al resto de las condiciones, es decir, tanto las actividades como las condiciones se manifiestan en la temporalidad humana vinculadas con los dos acontecimientos que la definen: el nacimiento y la muerte.

Por el lado de la condicin de mortalidad, vemos que la labor asegura la permanencia tanto individual como de la especie; el trabajo permite al hombre perdurar en el tiempo a travs de sus obras durante un perodo ms prolongado que el de su vida mortal, incorporando mundo al mundo que recibir a los futuros seres humanos; finalmente la accin, en tanto se comprometa en establecer y preservar cuerpos polticos, crea la condicin para el recuerdo, es decir, para la permanencia de historias.

Por el lado de la condicin de natalidad, labor y trabajo tienen la misin de proporcionar y preservar -prever y contar con- el constante afluir de nuevos llegados que nacen en el mundo como extraos . Sin embargo ser la accin la que mantenga, para Arendt, ms estrecho contacto con esta condicin de natalidad. La pluralidad -preservada en aquellos cuerpos polticos en donde la libertad se da como un hecho de la vida diaria, y no como un mero problema especulativo- abre paso como su condicin a la accin, en la que el nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo slo porque el recin llegado posee la capacidad de empezar algo nuevo, es decir, de actuar. Por su fuerza innovadora, un contenido de accin (y por lo tanto de natalidad) estar presente en toda actividad humana. Pero ser la accin poltica la que permitir al hombre insertarse y nacer en la trama del mundo humano a manera de un segundo nacimiento, con el que confirmamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original apariencia fsica, expresando as de manera qumicamente pura esta condicin de natalidad. Esta facultad de empezar algo nuevo no podra manifestarse fuera de este escenario de la pluralidad humana.

Las tres condiciones estn articuladas temporalmente, y por decirlo en sentido figurado, tambin espacialmente. Temporalmente, en tanto cada una condiciona un tipo de actividad que produce cosas con distinto grado de permanencia. La vida biolgica demanda de la labor productos de breve permanencia temporal para ser consumidos (que casi nunca tendrn una duracin superior al perodo de una vida humana). La mundanidad abre la posibilidad al hombre, mediante el trabajo, de crear cosas y objetos que integren parte de un mundo en el que l y sus habitantes puedan habitar y que al mismo tiempo lo sobrevivir y trascender. Finalmente, la pluralidad ser el mbito de manifestacin en el que los hombres puedan diferenciarse unos de otros manifestndose como seres nicos en historias que irrumpen en el mundo irreversiblemente, en tanto tienen un comienzo pero no tienen un final predictible.

Espacialmente, en tanto no se pueden ni eliminar las condiciones, ni pasar por encima de una sin afectar la otra. En la introduccin (pg. 10) hablbamos de estas tres condiciones como de tres mbitos de apariencia; un escenario con tres niveles distintos de exposicin. Esto significa que no se puede acceder a un nivel, sin haber pasado antes por el anterior. La condicin de aparecer como seres que siempre debern esforzarse por mantenerse con vida, es la condicin previa a cumplir para poder luego manifestarnos tambin como constructores y habitantes de un mundo comn; al mismo tiempo, la mundanidad ser la condicin previa indispensable para que nos descubramos como seres que viven y actan, en medio de una pluralidad de seres nicos que habitan ese mundo comn y permanente que nos rene.

Este carcter duradero da a las cosas del mundo su relativa independencia con respecto de los hombres que las producen y las usan, su objetividad que las hace soportar, resistir y perdurar, al menos por un tiempo, a las voraces necesidades y exigencias de sus fabricantes y usuarios. Desde este punto de vista, las cosas del mundo tienen la funcin de estabilizar la vida humana... los hombres, a pesar de su siempre cambiante naturaleza, pueden recuperar su unicidad, es decir, su identidad, al relacionarla con la misma silla y con la misma mesa. Dicho con otras palabras, contra la subjetividad de los hombres se levanta la objetividad del mundo hecho por el hombre ms bien que la sublime indiferencia de una naturaleza intocada.

3.2.1. La solucin de los filsofos socrticos al problema de la mortalidad humana

Ubicada en uno de los extremos de este proceso de alienacin, la filosofa poltica que va desde Platn hasta el cristianismo marca un quiebre importante respecto de la manera como los hombres de la polis griega procuraban alcanzar inmortalidad.

Los habitantes de la polis entendan que metidos en un cosmos en que todo era inmortal, la mortalidad pasaba a ser la marca de contraste de la existencia humana. Siendo la vida humana dependiente de la biolgica y por ende limitada en el tiempo, Arendt agrega tratando de caracterizar el ncleo de inters de la vida en la polis:

La tarea y potencial grandeza de los mortales radica en su habilidad en producir cosas -trabajos, actos y palabras- que merezcan ser, y al menos en cierto grado lo sean, imperecederos con el fin de que, a travs de dichas cosas, los mortales encuentren su lugar en un cosmos donde todo es inmortal a excepcin de ellos mismos. Por su capacidad en realizar actos inmortales, por su habilidad en dejar huellas imborrables, los hombres, a pesar de su mortalidad individual, alcanzan su propia inmortalidad y demuestran ser de naturaleza divina.

Los hombres ganan as inmortalidad a travs de las cosas que hacen dentro de la polis, un mbito mundano que les asegura esa inmortalidad. En su actuar, el hombre se meda a s mismo y a sus hazaas con respecto de la grandeza perdurable del cosmos, buscando igualar la inmortalidad de la naturaleza y los dioses (olmpicos) con una grandeza inmortal propia ganada a travs de grandes hechos y grandes palabras.

La primer rebelda contra la idea de inmortalidad terrena que acunaba la polis griega, result ser aquella que por motivos netamente polticos iniciaron los filsofos socrticos. La misma coincide con el descubrimiento de lo eterno como algo superior a lo permanente o inmortal en el tiempo. Inmortalizarse signific para el filsofo estar en las cercanas de las cosas que persisten para siempre. Este mismo descubrimiento nace probablemente para Arendt, de la duda que muy justificadamente los filsofos tenan respecto de la capacidad de la polis de conferir inmortalidad y permanencia a las ms ftiles y menos duraderas actividades humanas como son la palabra y la accin. El privilegio que los filsofos concedieron a la contemplacin, respecto de cualquier otro tipo de actividad (privilegio que analizaremos ms detenidamente en el prximo punto) nace como respuesta a esta misma realidad paradjica: que la grandeza se entendiera en trminos de permanencia, en tanto que la grandeza humana se vea precisamente en las actividades ms futiles de los hombres. Para los filsofos, ninguna cosa salida de manos humanas podra igualar la grandeza del cosmos. Ellos no negaron al hombre la capacidad de inmortalizarse, sino su capacidad de medirse respecto de la inmortalidad de la naturaleza a travs de la historia. Mientras los poetas e historiadores aceptaban el concepto corriente entre los griegos de grandeza e inmortalidad, equivalente a la fama duradera que se le concediera a cosas, hechos y palabras con cualidades visibles, que se distinguan del comn haciendo posible la gloria de su autor; los filsofos socrticos rebajaron a la gloria como vanidad y vanagloria, y entendieron al inmortalizarse como el estar en las cercanas de esas cosas que persisten para siempre. Esta cercana con lo eterno promueve el cese de toda actividad poltica, considerada como un compromiso con las cosas de este mundo, que distraa al hombre del nico modo de vida verdaderamente libre: la contemplacin. Esta contemplacin -entendida como la experiencia que el filsofo tiene de lo eterno-, equivale no slo a una verdadera muerte poltica -en tanto slo se da al margen de los asuntos humanos y de la pluralidad de hombres-, sino tambin a un verdadero abandono de la condicin mundana por excelencia que es la de la temporalidad. Lo eterno es distinto a lo inmortal, en tanto se da fuera del mundo. Para Arendt no puede existir actividad alguna fuera del tiempo, en tanto una actividad para ser considerada como tal, debe manifestarse en el mundo y por lo tanto en el tiempo: resulta decisivo que la experiencia de lo eterno, en contradiccin con la de lo inmortal, carece de correspondencia y no puede transformarse en una actividad

Llegado a este punto, resulta obvio preguntarnos junto con Hannah Arendt qu fue lo que determin que se impusiera en nuestra tradicin este incipiente abandono de la temporalidad sugerido por los filsofos socrticos. La respuesta a esta pregunta se encuentra en la llegada y el truinfo del cristianismo.

La cada del Imperio Romano demostr visiblemente que ninguna obra salida de manos mortales puede ser inmortal, y dicha cada fue acompaada del crecimiento del evangelio cristiano... Ambos hicieron ftil e innecesaria toda lucha por una inmortalidad terrena.

El apoliticismo de la filosofa antigua prefigur la actitud mucho ms antipoltica de los primeros cristianos. La buena nueva cristiana sobre la inmortalidad de la vida individual, invirti la relacin entre el hombre y el mundo y elev la cosa ms mortal, la vida humana, a la posicin de la inmortalidad hasta entonces ocupada por el cosmos. El mundo se transform en algo mucho ms perecedero que el hombre, y por lo tanto, todo esfuerzo por alcanzar la inmortalidad mundana careca de significado, ya que la propia vida era inmortal. Aquello que los antiguos buscaban al amparo de la polis, o lo que los filsofos socrticos buscaban en la contemplacin de aquellos cosas que eran eternas, lo encontr la fe cristiana en la inmortalidad de toda vida humana. Fue precisamente la vida individual la que pas a ocupar el puesto que tena en otro tiempo la vida del cuerpo poltico.

La diferencia fundamental que se opera con la llegada del cristianismo respecto de lo que ocurra con los filsofos socrticos, es que si para estos ltimos la contemplacin de las cosas eternas y simples mediante el nous y su consiguiente acceso a la inmortalidad, era cuestin de unos pocos, la fe cristiana extiende la posibilidad de esta inmortalidad a todo ser humano. No obstante y al margen de esta diferencia, tanto la filosofa socrtica como el cristianismo coincidieron en el hecho de encontrar el fundamento de la inmortalidad fuera del mundo de los asuntos humanos, es decir, fuera del mbito temporal y mundano en el que se desarrolla la vita activa. El resultado de esto fue por un lado el privilegio de la vita contemplativa como nico medio de acceso a lo eterno y por el otro, el rebajamiento de la vita activa,y por ende de la actividad poltica, al mbito de lo meramente necesario para la vida.

3.2.2. La solucin del secularismo moderno a la bsqueda de la inmortalidad: alienacin de la tierra y alienacin del mundo.

La lectura que los filsofos y los cientficos modernos hicieron de los descubrimientos que la ciencia produjo a partir de comienzos del siglo XVII, fundamentalmente a partir de la comprobacin emprica que Galileo hace con su telescopio de la teora heliocntrica de Coprnico (quitndole as a la Tierra su situacin de privilegio), que opera una suerte de unificacin entre el cielo y la Tierra, determin y consolid el doble proceso que a juicio de Hannah Arendt, recorre toda la modernidad: mientras la alienacin del mundo determin el curso y desarrollo de la sociedad moderna, la alienacin de la tierra pas a ser, y sigue sindolo, la marca de contraste de la ciencia moderna. Este doble proceso de alienacin encuentra continuidades y discontinuidades respecto de aquella huida del mundo, que desde el plano de la mera especulacin se haba operado en el crculo de los filsofos socrticos y que se consolid desde la fe en el mbito ms universal del mundo cristiano. Para Hannah Arendt, los descubrimientos que la ciencia hizo -y sigue haciendo en la actualidad-, proveen de fundamento real a una manera de entender al hombre al margen de las condiciones en las que le es dada su vida en la Tierra.

Slo ahora nos hemos establecido como seres universales, como criaturas que son terrenas no por naturaleza y esencia sino nicamente por la condicin de estar vivas y que por consiguiente en virtud del razonamiento pueden superar esta condicin no de manera especulativa sino real.

Sin encontrarnos viviendo realmente en un hbitat universal, es decir, aun sujetos a la Tierra por nuestra condicin humana; los hombres hemos hallado a travs de la aplicacin tecnolgica de la ciencia, la manera de actuar sobre la naturaleza terrestre como si dispusiramos de ella desde un punto exterior a ella: incluso a riesgo de poner en peligro el proceso de la vida natural, exponemos la Tierra a fuerzas universales y csmicas extraas al entorno de la naturaleza.

Los resultados de las experiencias de Galileo se constituyeron, para el mbito cientfico, en el comienzo de una bsqueda confiada de los secretos de un universo a travs de instrumentos que ponan al alcance de criaturas atadas a la Tierra, aquello que siempre haba parecido estar ms all de sus posibilidades. Sin embargo, la lectura que los filsofos hicieron sobre la manera como el hombre deba posicionarse ante estos resultados fue muy distinta.

Al confirmar a sus predecesores, Galileo estableci un hecho demostrable donde antes de l hubo inspiradas especulaciones. La inmediata reaccin filosfica a esta realidad no fue la exultacin, sino la duda cartesiana en la que se fundaba la moderna filosofa, esa escuela de sospecha, como la calific en cierta ocasin Nietzsche, y que termin en la conviccin de que slo en el firme fundamento de la inexorable desesperacin puede en adelante construirse con seguridad la morada del alma .

Ambos movimientos de alienacin de la tierra y alienacin mundana se encuentran ntimamente relacionados y ambos se constituyen en reacciones producidas a partir de un mismo acontecimiento. En el mbito cientfico, la marca de contraste ha sido la en un principio optimista alienacin de la tierra, dada en forma de una doble huida del hombre de la tierra al universo: en un sentido, un movimiento de escape del hombre respecto del planeta, considerado como crcel del cuerpo humano, y en otro sentido un movimiento de aplicacin tecnolgica de fuerzas universales al hbitat natural humano. En el mbito del curso y desarrollo de la sociedad humana, la alienacin del mundo se fund tempranamente en la huida del mundo al yo, propuesta en el moderno subjetivismo que ejercitaron los filsofos modernos a partir de Descartes, y encontr -para Hannah Arendt-, su punto de culminacin real en la sociedad laborizada que profetizara Carlos Marx.

Para Hannah Arendt, si bien la huida moderna que impuls la duda cartesiana guarda ciertas continuidades respecto de la tradicin greco-cristiana, ella est revestida de caractersticas esencialmente diferentes respecto de la antigua alienacin griega y cristiana que se dio en su bsqueda de la inmortalidad. El punto neurlgico de este quiebre est dado para nuestra autora, en la radical o universal prdida de confianza que se impuso en el subjetivismo moderno respecto de la coincidencia entre ser y apariencia, es decir, respecto de la creencia fundamental de que la verdad y la realidad se le dan al hombre y que por otro lado el hombre est interiormente capacitado para recibirla. Para la modernidad, ser y apariencia se separan definitivamente.

La caracterstica sobresaliente de la duda cartesiana es su universalidad, el hecho de que nada, ni pensamiento ni experiencia, puede escapar a ella... no slo dud de que el entendimiento humano puede no abrirse a toda verdad o que la visin humana puede no ser capaz de verlo todo, sino tambin de que para el entendimiento humano la inteligibilidad no constituye en absoluto una demostracin de verdad, de la misma manera que la visibilidad no constituye en modo alguno prueba de realidad. Esta duda pone en cuestin que exista la verdad, y descubre de este modo que el concepto tradicional de verdad, basado en la percepcin sensorial o en la razn o en la creencia en la revelacin divina, se haba basado en el doble supuesto de que lo que verdaderamente existe aparece espontneamente y que las capacidades humanas son adecuadas para captarlo. Que la verdad se revela a s misma fue credo comn de la antigedad pagana y hebrea.

La duda cartesiana fue la natural respuesta ante las evidencias que arrojaban las observaciones de Galileo. Ya no era la razn sino el telescopio, un aparato construido por el hombre, el que cambiaba nuestro punto de vista sobre el mundo fsico; no eran la contemplacin, la observacin y la especulacin las que llevaban al nuevo conocimiento, sino la intervencin activa del homo faber, su capacidad de fabricar. En su huida del mundo al yo, producto de la muy moderna sospecha sobre el aparato cognitivo y sensitivo del hombre, Descartes fund una teora del conocimiento independiente de toda relacin con el mundo, que le adjudicaba a la res-cogitans una serie de caractersticas particulares que la hicieran carente de toda sospecha de irrealidad o de ilusin de los sentidos.

Sobresaliendo entre ellas est la auto-suficiencia, es decir, que este ego no tiene necesidad de lugar, ni depende de ninguna cosa material y luego, la no-mundanidad, es decir, que en la auto-inspeccin, examinando con atencin lo que yo sea, l pudo fcilmente fingir que yo no tenga ningn cuerpo, y que no exista mundo o lugar donde yo estuviese... Su mayor objetivo era encontrar algo - el ego-pensante o, en palabras suyas, la chose pensante, que l igual al alma - cuya realidad estuviera ms all de sospecha, ms all de la ilusin de la la percepcin sensible.

Para Hannah Arendt el precio pagado por esta certeza cartesiana fue alto, en tanto le cost al hombre la prdida del ah est del mundo. Por otro lado, paradjicamente no arroj como resultado ms que una falacia, en tanto el yo-pienso puede a lo sumo presuponer el yo-soy pero nunca comprobar su existencia. Lo que le qued al hombre moderno por delante, luego de sacrificar su certeza en la sensacin de realidad (sentido comn) -precio a pagar por el ejercicio de la duda cartesiana-, fue la tarea de construirse un mundo desde la singularidad del yo. En este mundo, hecho por el hombre al margen de las condiciones en las que se le dio la vida en la tierra, el hombre slo se encontr con las estructuras que l haba concebido desde su mente; es decir termin encontrndose consigo mismo.

Una vez ms, cabe que nos recreemos en una reencontrada unidad del universo para caer luego en la sospecha de que tal vez lo que hemos encontrado nada tiene que ver con el macrocosmos o el microcosmos, que slo tratamos con modelos de nuestra mente, la que dise los aparatos y puso a la naturaleza bajo sus condiciones en el experimento -que prescribi sus leyes a la naturaleza, segn la frase de Kant, en cuyo caso es como si nos hallramos en manos de un espritu maligno que se burla de nosotros y frustra nuestra sed de conocimiento, de tal modo que al buscar lo que no somos, encontramos solamente los modelos de nuestra propia mente.

A partir de lo que Arendt llama, el traslado cartesiano del punto de Arqumedes a la mente del hombre, el ideal ms elevado del conocimiento fue para la razn cartesiana el conocimiento matemtico, pero no entendido en el sentido de la tradicin griega como el conocimiento de formas ideales dadas fuera de la mente, sino de formas producidas por la misma mente que ni siquiera necesitan del estmulo de los sentidos por parte de objetos distintos a ella misma. La con