Teresa Andes

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    P. NGEL PEA O.A.R.

    SANTA TERESA DE LOS ANDES

    LIMA PER

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    SANTA TERESA DE LOS ANDES

    Nihil Obstat Padre Ricardo Rebolleda Vicario Provincial del Per

    Agustino Recoleto

    Imprimatur Mons. Jos Carmelo Martnez Obispo de Cajamarca (Per)

    LIMA PER

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    NDICE GENERAL INTRODUCCIN PRIMERA PARTE: VIDA FAMILIAR Sus padres Sus primeros aos. Primera comunin. Despus de su primera comunin. Al colegio. Excursiones. Los pobres. Ansias de santidad. Vctima de amor. Sueos de infinito. Su vocacin. Dudas sobre su vocacin de carmelita. Visita al monasterio. Pide permiso a su padre. Despedida familiar. SEGUNDA PARTE: VIDA RELIGIOSA Entrada al convento. Sus primeros aos en el convento. Toma de hbito. Noviciado. Feliz de ser carmelita. Su oracin. Amor a Jess. Amor a Mara. Sus devociones. El demonio. Dones sobrenaturales. Su muerte. Su Diario. TERCERA PARTE: SU GLORIFICACIN Milagros despus de su muerte. Monasterio de Los Andes. Beatificacin y canonizacin. CRONOLOGA CONCLUSIN BIBLIOGRAFA

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    INTRODUCCIN

    La vida de santa Teresa de los Andes es una vida fresca y hermosa como ella, que muri a los 19 aos en plena juventud. Ella desde nia sinti un deseo muy grande de amar a Dios. Despus de su primera comunin este deseo se fue aumentando, ya que Jess le hablaba y le enseaba a vivir una vida de entrega total.

    Juanita, como la llamaban en casa, era de familia rica y tuvo todas las

    comodidades deseables, pero ella desde nia no quiso lucirse con vestidos o joyas, sino ms bien se preocupaba de ayudar a los dems, especialmente dando catecismo a los nios pobres y curando a los enfermos. En su casa era el ngel de la familia, que alegraba a todos con su amor y sonrisa. Tambin tena sus defectos que, poco a poco, fue superando con la gracia de Dios.

    Su vida es una vida de superacin y santificacin personal. Dios la escogi

    como una bella flor de su jardn y Jess se enamor de ella desde nia, concedindole gracias y carismas extraordinarios. A los 18 aos entr de religiosa en el Carmelo de Los Andes y Dios la prepar en pocos meses para llevrsela al cielo. Muri como una santa y la Iglesia la ha reconocido como tal.

    Que esta santa chilena, hermana y amiga de todos, especialmente de los

    jvenes, nos seale el camino para llegar a Dios por medio de una entrega total al servicio de Dios y de los dems. Y que su luz nos gue por los senderos de la vida para ser santos y felices de corazn.

    Nota.- Al citar Diario nos referiremos al Diario y cartas, Ed. Carmelo teresiano,

    Santiago de Chile, 1993. Sum hace referencia al Summarium (Sumario) del Proceso canonizationis servae Dei Teresiae a Jesu (de los Andes). Positio super virtutibus, Roma, 1985. Las notas de Lirio son del libro Un lirio del Carmelo, escrito por sor Gabriela del Nio Jess, 1926, tercera edicin corregida de 1940.

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    PRIMERA PARTE VIDA FAMILIAR

    SUS PADRES

    Su padre se llamaba Miguel Fernndez Jaraquemada y su madre Luca Solar Armstrong de Fernndez. Tuvieron siete hijos: Luca (1894-1968), Miguel (1895-1953), Luis (1898-1984), Juana, que muri a las pocas horas de nacer en 1899; Juanita, nuestra santa (1900-1920), Rebeca (1902-1942) e Ignacio (1910-1976).

    Eran de familia rica. El abuelo materno Eulogio Solar posea la gran

    hacienda de Chacabuco, que distaba unos 60 kilmetros de Santiago de Chile y que en parte le toc en herencia a su madre. Eran muy cristianos y en su casa de Santiago tenan un capelln que era Monseor Anbal Carvajal. Iban con frecuencia a misa, no slo los domingos, sino tambin en das ordinarios. Y rezaban el rosario en casa todos los das, guiados por el abuelo Eulogio, a quien nuestra Juanita lo consideraba un santo. Su padre estaba ausente con frecuencia por atender a los empleados de las haciendas y se fue enfriando un poco en la fe, pero en la casa de Santiago se viva con mucho fervor.

    El padre Artemino Colom era confesor de su madre y visitaba con frecuencia a la familia para animarla en la fe. SUS PRIMEROS AOS

    Juanita, nuestra santa, se llamaba Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones. Naci en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900 y fue bautizada el da 15 en la parroquia de Santa Ana por don Baldomero Grossi. Fueron sus padrinos sus tos Salvador Ruiz Tagle y Rosa Fernndez de Ruiz Tagle. A la edad de tres aos, cuando la llevaban a misa y llegaba el momento de la comunin, se encenda en deseos de recibir a su Dios; y a los seis aos, segn sus recuerdos, nuestro Seor tom posesin entera de su corazn, manifestndole que su camino haba de ser el mismo que l am y recorri: el amar y padecer, ensendole a sufrir en silencio y desahogar slo en l su corazn Al llegar a los siete aos sinti como que le cambiaba el carcter, que de suyo era suave y tmido, experimentando de vez en cuando fuertes mpetus de ira, lo que venci con ayuda de nuestro Seor y de la santsima Virgen, que, como ella deca, la tomaron de su mano, sostenindola en estos trances. Consigui

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    pacificar de tal manera su corazn que ya nadie pudo impacientarla, a pesar de que sus hermanos y primos, de propsito, lo procuraban, permaneciendo ella impasible, como si no oyera lo que decan 1. Con sus cuatro aos ya era un alma hermosa, llena de Dios. Un padre joven asuncionista, llegado de Francia, declar: La conoc en 1904 1905, cuando Juana tena cuatro aos ms o menos. Pronto me llam la atencin la precocidad de su espritu, admirando yo cmo raciocinaba sobre las cosas y cmo manifestaba ya, en esa edad tan tierna, amor y culto hacia ellas. Confieso que entonces comprend cmo pudiera la santsima Virgen, a los cuatro aos tan slo, consagrarse a Dios en el templo. Si, por ejemplo, yo lavaba los purificadores en el patio adyacente a la capilla, la nia no me dejaba, dirigindome encantadoras preguntas sobre el para qu de esos liencecitos, pronta a ofrecerme sus diminutos servicios, como traerme agua caliente, etc. Tambin era admirable ya su deseo del cielo. Recuerdo que un da tomndome de la mano, la niita me dijo: Padrecito, vmonos al cielo. Bien, hijita, vmonos al cielo. Y habiendo salido ambos de la casa, le pregunt: Bueno, Juanita, y por dnde vamos al cielo?. Por all, contest sealando con su dedito la andina cordillera que se ergua con su mole gigantesca a nuestro lado por el este. Est bien, hijita, repuse yo, pero fjate, cuando hayamos trepado estos altos montes, todava faltar mucho, muchsimo para alcanzar el cielo. No, hijita, ste no es el camino del cielo. Jess en el sagrario, es el verdadero camino del cielo.

    Llevbala a la iglesia a veces y gustbame rezar frente al altar, junto a esta niita angelical; dictbale yo palabras de oracin a Jess sacramentado, que iba repitiendo ingenuamente y que eran como de una ardiente splica para que el Seor conservara en su exquisita fragancia a esta florecita de inocencia y de amor y que, al mismo tiempo, derramara copiosas bendiciones sobre las primicias de mi ministerio sacerdotal 2.

    Ofelia, la empleada que la atendi apenas nacida hasta que entr al convento, la encontr un da arrodillada en su cama cuando an no tena cinco aos y Juanita le dijo que haba estado con ella el Sagrado Corazn y le haba dicho que tena que ser carmelita y que morira a los 20 aos 3.

    Ya desde muy pequeita senta ansias de amar a Dios. Su nana, Ofelia

    Miranda, a quien ella llamaba mamita, nos dice: Cuando era muy pequeita no

    1 Carta circular que la Madre Anglica Teresa del Sacramento envi a otras comunidades de carmelitas descalzas despus de su muerte.

    2 Lirio, pp. 11-13. 3 Sum pp. 315-316.

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    poda dormirse si no la hacan rezar y lloraba hasta que no la ayudaban a rezar4.

    Cuando tena 7 aos, en 1907, muri su abuelito y la misma Ofelia

    refiere: Cuando muri su abuelo Eulogio Solar en Santiago, ella estaba en (la hacienda de) Chacabuco y se despert llorando y diciendo: Mi abuelito Tatacito se ha muerto 5.

    Su hermano Luis Fernndez refiere: Juanita dorma con Rebeca en la pieza contigua a la ma. En la maana temprano lleg Juanita muy azorada y me despierta, diciendo: l ya se fue. Cmo lo sabes?, le dije yo. Juanita, levantando el ndice de la mano, me responde: No s, pero alguien me lo ha dicho, dando a entender que del cielo recibi la noticia 6.

    Su madre declar: Una vez cuando tena unos siete aos, necesitaba tomar una medicina amarga y mi hermana Juana Solar, para que la tomase, le prometi darle una imagen de la santsima Virgen. Juanita la tom y esa imagen fue su compaera inseparable hasta su ingreso al monasterio. En los viajes la tena entre las manos 7. A los siete aos hizo su primera confesin con el padre Artemio Colom, que era el confesor de su madre y se preocupaba tambin de la formacin religiosa de los nios. PRIMERA COMUNIN

    Tena tantos deseos de comulgar que deseaba con ansia recibir a Jess cuanto antes. Sus padres decidieron ante tantas insistencias, que la hiciera en 1910 y comenz a prepararse con tanto esmero durante un ao que lloraba de ganas de recibir a su Seor, pensando que tardaba mucho. Ella deca que la santsima Virgen le ayudaba a limpiar su alma de toda imperfeccin. Y haca sacrificios, que iba anotando en un cuaderno, que ahora se encuentra en el convento de Los Andes.

    En el retiro de su primera comunin pidi permiso a su madre para no ir al

    comedor con todos para estar ms recogida. La vigilia de su primera comunin el padre Mateo Crawley (famoso misionero de la entronizacin del Sagrado Corazn de Jess en las familias) consagr la casa al Sagrado Corazn. Ella no 4 Sum p. 21. 5 Sum p. 22. 6 Sum pp. 325-326. 7 Sum p. 6.

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    estaba, porque se preparaba en el colegio para su primera comunin y su madre le pidi el padre Mateo que la consagrara a ella al Corazn de Jess.

    En la tarde precedente a su primera comunin pidi perdn a todos en

    casa. No se preocup de las cosas referentes a su persona, dejando a los dems las cosas exteriores, preocupada solamente de su primera comunin, que recibi de Monseor Ramn ngel Jara, obispo de La Serena. Vio llegar el da feliz, en que deba unirse a su Dios: da, como ella deca, sin nubes, y en el que tuvo la inmensa dicha de or, por vez primera, la voz de Jess, que inund su alma de amor, de paz y de dulzura que no son para expresar. Le pidi una y mil veces a Jess que se la llevara El da de su primera comunin fue el del Dulce nombre de Mara, 11 de septiembre de 1910 Su devocin a la santsima Virgen iba en aumento. Con gran confianza le contaba sus penas y sus goces, y en una ocasin en que le peda la conversin de un pecador, Ella le contest, dejndole or su voz; desde entonces hablaba con la santsima Virgen como una hija con su madre, contestndole Ella todas sus preguntas, confirmando los sucesos la veracidad de esta gracia 8.

    A partir de su primera comunin quera comulgar todos los das y siempre que poda se acercaba a comulgar sin dejar un solo da, tanto era su amor a Jess Eucarista. A los pocos meses, con sus diez aos, despus de estar dos meses de preparacin como externa en el colegio del Sagrado Corazn, recibi el sacramento de la confirmacin. DESPUS DE SU PRIMERA COMUNIN Hubo un cambio manifiesto en la vida de Juanita despus de su primera comunin. Desde pequea era muy susceptible e irascible, pero despus se corrigi mucho y sola vencerse 9. Por supuesto que no era perfecta, pero consegua muchas victorias sobre su genio, porque lo haca por amor a Jess. Ella misma escribi: Quiero dejar escrito un acontecimiento que me sucedi, que aunque pequeo, me sirvi para humillarme. Estbamos en instruccin cuando una abeja u otro bicho ms grande se acerc a m. Sin saber cmo di un salto y arranqu para afuera de la sala; pero despus me dio vergenza de no haberme sabido vencer, pero en fin ofrec la humillacin a Dios y entr. Entonces la M. Izquierdo me mir tan fija y profundamente que hubiera querido que me tragara la tierra, como recordndome mi poca vigilancia sobre

    8 Carta circular de la Madre priora despus de su muerte. 9 Sum p. 31.

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    mis inclinaciones. Oh, cun pequea y miserable me vi. Estaba sola. Jess me dej y yo, sin Jess, qu soy sino miseria? Despus le fui a pedir perdn a la Madre. Confieso que me cost; pero me dirig a mi Madre y Ella, como siempre, me ayud. La M. Izquierdo me dijo: Bueno, inmediatamente. Creo que hubiera preferido que me hubiera reprendido. Entonces me acord de Jess, y de su misericordia cuando mir a Pedro y lo enterneci con su mirada. Doy gracias a Dios de este acontecimiento, pues no lo ofend, mas sirvi para humillarme 10.

    Nos vinimos del pensionado y al poco tiempo nos fuimos a Chacabuco, que mi pap haba arrendado. Pero yo no poda subir a caballo, lo que me causaba un sacrificio muy grande; pues no hay nada que me guste ms que el caballo. Lo pasamos muy bien. Hubo misiones. Tuvimos misa seguido y me senta muy feliz.

    Para mayor humillacin contar una rabieta que tuve, que fue tan grande que pareca que estaba loca. La causa de ella fue que mi hermana y mi prima que estaba con nosotros no se quisieron baar juntas con nosotras, porque ramos muy chicas. Me disgust que me dijeran chica y no quera irme a baar, pero me obligaron. Cuando ya nos estbamos vistiendo, llegaron las chiquillas a apurarnos, pero les contest que no me vesta hasta que se fueran. Pero ellas no quisieron irse, y mi mam me dijo que me vistiera. Yo, taimada, no quise. Me peg mi mam y fue todo intil. Yo lloraba y era tanta la rabia que tena, que quera tirarme al bao. Mi mamita me principi a vestir, pero yo segua rabiando. Cuando estuve lista, me arrepent de lo que haba hecho y le fui a pedir perdn a mi mam, que tena mucha pena de verme as y deca que se vena a Santiago para no estar con una chiquilla tan rabiosa; pero ella no me quiso perdonar, con lo que yo lloraba inconsolable. Me ech de su pieza y yo me fui a esconder para llorar libremente. Lleg la hora de tomar onces y no quera ir hasta que me obligaron; pero yo estaba avergonzada y no quera mirar a nadie, pues haba dado muy mal ejemplo. No s cuntas veces ped perdn, hasta que en la noche, mi mam me dijo que vera cmo era mi conducta en adelante.

    Yo creo que de este pecado he tenido contricin perfecta, pues lo he

    llorado no s cuntas veces. Y cada vez que me acuerdo, me apeno de haber sido tan ingrata con nuestro Seor 11.

    Trat siempre de evitar al mximo cualquier pecado pequeo, pero especialmente los pecados ms grandes. Dice al respecto su amiga Josefina

    10 Diario, p. 68. 11 Diario, pp. 37-38.

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    Salas: Me invitaba a rezar y lo hacamos juntas todos los das con esta breve oracin: Seor, envame la muerte antes que cometer un pecado mortal 12.

    Su hermano Luis Fernndez nos dice: Despus de su primera comunin,

    se not un cambio en la conducta de Juanita que hasta entonces haba dejado entrever algunos defectillos: carcter un tanto iracundo y le costaba obedecer. El contacto diario con el Seor en la comunin la transform. Su carcter se torn suave y servicial. Fue obediente y dcil de tal modo que nos llamaba la atencin a todos sus hermanos y nos serva de ejemplo 13.

    Y aade: En las maanas tocaba el armonium en sordina y cantaba con

    voz profunda: Me gusta saludarlo, cantando, me deca 14. Cada puntada de la aguja es un acto de amor a Dios 15. Quiero que mis acciones, mis deseos y mis pensamientos lleven el sello: Soy de Jess 16.

    Ella era la alegra de la familia. Dice su hermano Luis: Cuidaba de

    nosotros cuando estbamos enfermos: lo primero que se nos ocurra al enfermarnos era llamar a la Juanita para que nos atendiera. Se iba al tercer patio a cuidar a la empleada que estuviera mal de salud. Era dcil y sumisa con la mam, exigente y autoritaria; obedeca a las empleadas antiguas, especialmente a la mam Ofelia. Por ltimo, la laboriosidad de Juanita era ejemplar, nunca la vi ociosa. Era el ngel del hogar con su gracia y alegra 17.

    Francisco Javier Domnguez, su primo, refiere: Nosotros, parientes y

    consanguneos de Juanita, tenamos la opinin en forma unnime que constitua la joya ms valiosa del hogar 18. Para dirigir su alma tuvo varios confesores en Santiago, dos jesuitas (Artemio Colom y Antonio Falgueras), dos claretianos (Julin Cea y Jos Blanch) y ms tarde del padre Avertano, carmelita descalzo.

    12 Sum p. 183. 13 Sum p. 327. 14 Sum p. 339. 15 Sum p. 182. 16 Diario, p. 73. 17 Sum p. 328. 18 Sum p. 166.

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    AL COLEGIO Ofelia Miranda, su mamita, la empleada mayor de la casa, manifiesta: No tena ni siete aos y su madre la puso en el colegio de las religiosas teresianas. Juanita not que alguna nia iba poco modestamente vestida y se lo cont a su madre. La seora Luca se lo dijo a la directora para que tuviera cuidado, pero la directora castig a Juanita por decrselo a su madre. Y la madre la sac del colegio donde slo estuvo tres o cuatro meses y la puso de externa en el colegio del Sagrado Corazn 19.

    En el colegio del Sagrado Corazn estuvo de externa junto con su hermana Rebeca de 1907 a 1915; y como interna solamente ocho meses antes de entrar en el Carmelo de Los Andes. El colegio lo llevaban las Madres del Sagrado Corazn, fundadas en 1800 por santa Magdalena Sofa Barat. Haban llegado a Santiago en 1854. Las religiosas inculcaban mucho a las alumnas la devocin al Corazn de Jess y a la Virgen Mara, bajo el ttulo de Mater admirabilis (Madre admirable). El da ms grande del colegio era el 20 de octubre, fiesta de Mara Mater admirabilis. Ese da haba largos recreos y Juanita se complaca en arreglar las flores de la imagen de la patrona de las alumnas 20.

    Sor Ana Rcker, una de sus compaeras de entonces, dice que el mes de mayo lo celebraba con gran fervor en honor de la Virgen Mara. Las compaeras la llambamos mater admirabilis por la perfeccin con que haca todas sus cosas 21.

    Fsicamente era de porte distinguido, ms bien alta. De gran belleza fsica, muy amable y muy fina de modales 22. Su hermano Luis recalca: Era extremadamente atrayente. Su modo de expresarse muy dulce. Era castao oscura, cabeza pequea y bastante bien conformada. Voz muy agradable y en su mirada pareca que vea algo y en lo interior de su mirada haba mucha firmeza... Era alegre y pareca estar siempre contenta 23.

    Como colegiala, recuerda sor Ana Rcker, era maravillosa en el cumplimiento del deber. Yo la vea en los recreos la primera en jugar, alegre y amable. En las horas de silencio nadie le sacaba una palabra. Esto lo presenci en los dos aos que estuve con ella en el externado. En la capilla llamaba la

    19 Sum p. 22. 20 Sum p. 251. 21 Sum p. 91. 22 Sum p. 127. 23 Sum p. 19.

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    atencin por su piedad, pareca un ngel, estaba perdida en Dios, siempre arrodillada 24.

    Y aade: Era de inteligencia comn, nada de sobresaliente. Los premios que se sacaba eran debido a sus esfuerzos ms que a su cabeza. Premio de conducta se sacaba todos los aos. Tambin obtuvo distinciones en literatura y redaccin 25.

    En el colegio supo ganarse la confianza de las profesoras. Gan la banda azul, premio de distincin a las mejores alumnas. En lo intelectual y en los estudios era una alumna corriente y normal 26.

    Sor Carmen Teresa del nio Jess aseguraba haberle odo: El estudio de la

    qumica lo aborrezco, pero aprendo las lecciones por amor de Dios y por cumplir con mi deber. Le he prometido al Seor sacarme el primer puesto. Y obtuvo el premio 27.

    No le gustaba perder tiempo. Sor Mara Josefina Salas cuenta: Un da

    fuimos al cine juntas, pero despus me dijo: No ir nunca ms. Y lo cumpli, porque ir al cine era perder el tiempo Nunca la vi leer una novela. Yo le deca por qu no lea las novelas rosas de aquel tiempo, de un autor Delly, muy en boga. Me responda que era perder el tiempo 28.

    Sor Elena Salas refiere: Segn el reglamento interno del colegio, las

    alumnas debamos comer todo lo que nos daban y, en caso contrario, seramos castigadas. En cierta ocasin dieron un postre de arroz, desabrido y gelatinoso. Las internas que formbamos nuestra mesa, lo dejbamos despus de haberlo probado, arriesgando un castigo. Juanita, para que no fusemos castigadas, mostrando su espritu de sacrificio, se comi cerca de diez platillos de postre 29.

    El padre Francisco Lyon recuerda: No usaba joyas, ni siquiera se pona polvos para el cutis. Sus amigas le decan: Arrglate un poquito, pero iba siempre sencilla y pobre en su vestimenta .No gastaba dinero en salir, en paseos, en lujos del mundo, a pesar de ser de familia distinguida y considerada como tal en la sociedad 30.

    24 Sum p. 194. 25 Sum p. 196. 26 Sum p. 181. 27 Sum p. 135. 28 Sum p. 179. 29 Sum p. 208. 30 Sum p. 104.

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    Sor Elena Salas dice que las religiosas le encomendaron ser vigilante en los recreos, al cuidado de las ms pequeas. Desempe bien su oficio, ayudaba a las niitas, las consolaba cuando lloraban o se ponan tristes, echando de menos a sus familias. Las chicas la queran mucho y la obedecan. Tambin tom parte, con abnegacin y constancia, en la enseanza del catecismo a los nios que estudiaban en la escuela para gente de escasos recursos, escuela que funcionaba al lado del colegio, internado de seoritas 31. EXCURSIONES En su infancia y adolescencia pasaba sus vacaciones en la hacienda de Chacabuco. Era propiedad de su abuelo Eulogio y tena miles de hectreas colindantes con Argentina a unos 60 kilmetros al norte de Santiago. All haba una linda capilla. A la muerte del abuelo, a la mam de Juanita le toc una parte del fundo Chacabuco. Con el tiempo la economa familiar fue en declive hasta llegar a vender la parte de este fundo que les perteneca, y el fundo de Melipillo, herencia del padre. El ao 1917 fue un ao calamitoso econmicamente para la familia que perdi ambos fundos por malos manejos de su padre. La hacienda de Chacabuco fue vendida y el nuevo dueo, Pascual Balburizza, envi el armnium a Juanita, porque tena deseo de conservarlo. Todas las maanas tocaba en sordina melodas para alabar a Dios. Deca: Necesito alabar a Dios de la maana a la noche 32. Aprovechaba sus dotes de pianista, bastante diestra, para tocar en las raras fiestas a las que asista y as se libraba de aceptar bailes. Tema que su madre la obligara a salir a paseos o reuniones de sociedad. Slo le agradaban las excursiones por el campo o playa, durante las vacaciones 33. El padre Lyon dice: Una manifestacin de su piedad fue la preocupacin por el decoro del culto de la capilla, al formar un coro con otras seoritas veraneantes, lo que report a Juanita muchos sacrificios para reunir jvenes un tanto inconstantes. Ella misma tocaba el armnium de la capilla. Su actitud fervorosa no se opona a ser buena compaera, alegre y expansiva 34. Juanita pasaba las vacaciones en casa de familias amigas que tenan casas en el campo o junto al mar. La familia Lyon Subercaseaux posea una casa muy grande con una hacienda, llamada Algarrobo, en una localidad junto al mar a 80 31 Sum p. 210. 32 Sum p. 171. 33 Sum pp. 104-105. 34 Sum p. 95.

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    kilmetros de Santiago. All pas algunas vacaciones. Tambin pas alguna temporada en el balneario de Via del Mar; y en la hacienda de la familia Valds, llamada Cunaco, a 400 kilmetros de Santiago; y en la hacienda Bucalemu, propiedad de unos primos suyos, a 140 kilmetros de Santiago. Tambin algn tiempo lo pas en la hacienda de San Pablo en San Javier de Loncomilla, comprada por su padre en 1918 y distante 400 kilmetros de Santiago.

    Juanita, por estar mucho tiempo en el campo, hablaba como los campesinos. Su compaera Elena Salas anota: Le hacamos bromas y la imitbamos: La Juana se jue. Ella al principio, sufra, pero despus se rea con nosotras 35. Sobre sus correras por las tierras de las haciendas, afirma el padre Francisco Lyon: Tuve ocasin de salir de paseo a caballo con Juanita, integrando el grupo de sus hermanos y amigos. Particip en la alegra espontnea de Juanita, siendo el alma de estas correras por playas y quebradas del Algarrobo. Era notable amazona. Al caer la tarde iban todos a la bendicin del Santsimo y al rezo del santo rosario. Su recogimiento era ejemplar... Gozaba de la belleza de la creacin, del ocano y de las frescas playas, circundadas del silencio de voces humanas. Estaban llenas del rumor de las olas. Ella elevaba su espritu a Dios y era muy recatada, sobre todo en los baos de playa que tomaba en el Algarrobo. Su modestia alcanzaba su vida privada, aun ante sus hermanas 36.

    En una carta a su hermana Rebeca del 20 de noviembre de 1918, le cuenta sus paseos por la hacienda Cunaco.

    Estoy muy yankee. Con la Herminita salimos a hacer largas excursiones de a pie las dos solas. A veces llegamos embarradas hasta los tobillos, pues nos lanzamos por cualquier parte. Nada nos detiene. Vencemos todos los obstculos; en una palabra, somos muy varoniles. El otro da goc a caballo. Galopamos con la gordita desde las dos de la tarde hasta las cuatro y media. Como llova, salimos ambas con grandes mantas, con las que nos veamos en unas fachas cmicas. Qu rernos ms! Y pensaba entretanto en ti, mi pichita querida, que estaras estudiando o cosiendo apuradsima. Estoy eximia para manejar. El otro da hicimos un paseo al fundo vecino. Salimos como a las 9 y volvimos a las 12. No te imaginas lo que embromo a la Herminia. Pasamos con ataques de risa perennemente.

    35 Sum p. 219. 36 Sum pp. 94-96.

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    Ayer pas un susto colosal. Salimos a andar por los potreros y nuestro

    punto preferido es un ro rodeado de mucha vegetacin. Despus de pasar una gran acequia haciendo puentes de piedras (las cuales hunda la gordita) llegamos a la orilla donde descansamos un rato. Nos inspiramos con la belleza de la naturaleza, y enseguida nos volvimos, cuando de repente siento un ruido entre el pasto. Miro y veo que he pisado una culebra que estaba con sus culebritas. Grito igual al mo no creo haya salido de la boca de ningn mortal. Yo corra desesperada gritando, hasta que me encontr con don Pepe, que se haba asustado muchsimo con los gritos de nosotras, y nos hizo pasar al camino. Me acord de ti, que seguramente habras tomado la culebra para enrollrtela en el brazo. Puede ser que te lleve, cuando me vaya, lagartijas, pues aqu las pisamos a cada instante. No te gustara?

    Gracias a Dios, hemos tenido constantemente misa y hemos tenido al Santsimo; y como nosotras con la Eli y Gorda somos las sacristanas, hemos pasado ratitos de cielo al lado de N. Seor. Entonces, siempre te tena muy cerquita y le peda muchas cosas buenas para ti. Ahora, desgraciadamente se fueron los padres; as es que maana no podremos comulgar, lo que siento en el alma; pero te ruego lo hagas t por m todos estos das 37. LOS POBRES

    Desde muy nia Juanita tena preocupacin por los pobres. En las haciendas donde iba de vacaciones se esforzaba por dar catecismo a los nios y entronizar la imagen del Corazn de Jess en sus casas. Pero eso lo haca tambin en Santiago. Los domingos daba catecismo a los nios pobres.

    Graciela Espinoza manifiesta: S que para los catecismos dominicales ella

    ahorraba, de los pocos pesos que le daba su madre para sus gastos personales, una pequea suma para comprar caramelos y drselos a los nios del catecismo. Esto lo s porque nosotras no llevbamos esos caramelos y nos contentbamos con ofrecer a los nios las estampitas que nos daban las religiosas para este fin38.

    Sor Carmen Teresa del Nio Jess cuenta que, cuando Juanita tena unos

    13 aos, le trajeron una maana un chico quemado. Juanita lo ba en

    37 Diario, pp. 166-167. 38 Sum p. 259.

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    bicarbonato y aceite. En la tarde ya estaba muy mejorado de sus llagas gracias a sus desvelos 39.

    Ayudaba a curar a los enfermos hasta el punto de que los pobres crean

    que Juanita era la nica indicada para ayudarles en todo. A una pobre le daba personalmente el desayuno y, si faltaba leche, se privaba de la suya para drselo40.

    Sor Mara Josefina Salas declara: Tena amor a los pobres e hizo muchas

    obras de caridad con los que golpeaban la puerta de su casa. En una ocasin lleg un nio de unos 10 aos, sucio, andrajoso y hurfano a pedir limosna. Juanita lo lav, le dio de comer con sus propias manos, le hizo ropas de los trajes que ya no usaban sus hermanos. Le ense el catecismo, a rezar y lo llev a la parroquia de San Lzaro para ser bautizado bajo condicin, siendo madrina la Juanita; y le pusieron el nombre de Juan. Lo llev donde una seora que conoca la familia de Juanita para que le diera alojamiento. Todos los das el nio protegido iba a almorzar a casa de Juanita y ella se privaba del postre para drselo 41.

    En una ocasin rif su reloj entre sus tos y personas de la casa para socorrer a un pobrecito. Con sus manos le cosa la ropa y al mismo tiempo le enseaba todo lo que estaba a su alcance. Este nio cost a Juanita algunos sinsabores que fueron parte para que con ms empeo trabajara por l.

    Habiendo ste sustrado una pieza de gnero de una tienda en que serva,

    al ser descubierto, temi perder para siempre el favor de su bienhechora. Tal idea le apen y ofusc tanto que resolvi estrangularse, y ya estaba con la lengua fuera cuando fue sorprendido en su horrible atentado, que afortunadamente pudo remediarse.

    Fcil es imaginar cul sera la pena de Juanita al tener conocimiento de

    los desvos de su protegido. Con el celo y bondad que la caracterizaban, le hizo comprender sus faltas y, despus de disponerlo para una buena confesin, lo acompa a restituir lo hurtado y pedir perdn de su mala conducta. Ms tarde, se hizo protectora de toda la familia, y, sabiendo, que el padre del nio era aficionado al licor en demasa, lo mand llamar y, con sus amonestaciones y buenas palabras, consigui que se confesara y, para coronamiento de estos beneficios, le consagr la casa al Sagrado Corazn 42.

    39 Sum p. 140. 40 Sum pp. 4-5. 41 Sum p. 178. 42 Lirio pp. 26-27.

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    Isabel Espinoza, compaera del colegio, refiere: En la hacienda atenda a los hijos de los inquilinos y contribua a su sano esparcimiento. Organizaba carreras de sacos y carreras en burro, dando golosinas o un objeto de piedad, como premio a los triunfadores. Quedaba Juanita llena de tierra por los juegos y era la ms alegre y entusiasta 43.

    La misma Isabel aade: Tena devocin especial al Sagrado Corazn y se

    preocupaba de consagrar las casas de los inquilinos del fundo San Pablo al Sagrado Corazn de Jess. Llevaba las imgenes y se las regalaba. Les hablaba del santo rosario y les enseaba a rezarlo. Les suplicaba que la encomendaran al Seor, antes de irse al convento. Todos la obedecan y rezaban tres avemaras por ella 44. Al despedirse les deca: Aqu les dejo al nuevo dueo de la casa 45.

    En todas sus vacaciones aprovechaba para ensear el catecismo y parece

    que sentan (los nios) una atraccin hacia ella y ella los quera 46. El padre Francisco Lyon expresa: Daba gusto escucharla cmo explicaba

    el catecismo y hablaba de Dios a los nios pobres de Algarrobo, cuando los preparaba para la primera comunin o en las misiones de la hacienda Chacabuco. De esto soy testigo ocular 47.

    Los preparaba con abnegacin para la primera comunin que se

    celebraba alrededor de la fiesta de la Candelaria, patrona de la regin 48. Antes de entrar en el convento, en el fundo San Pablo de Loncomilla, se

    despidi de todos los inquilinos. Fue de casa en casa y les pidi que rezaran cada da tres padrenuestros y tres avemaras por ella, y les pidi perdn a todos hincndose de rodillas 49.

    43 Sum p. 227. 44 Sum p. 230. 45 Sum p. 182. 46 Sum pp. 4-5. 47 Sum p. 101. 48 Sum p. 94. 49 Sum p. 360.

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    ANSIAS DE SANTIDAD

    Jess y la Virgen le hablaban con frecuencia y le enseaban a vivir con pureza y santidad.

    Como era tan amada de Jess, no pudo faltarle la cruz de las

    enfermedades. Tuvo varias que la llevaron a las puertas de la muerte, que ella tanto deseaba, de las que se salv como por milagro. En 1914, estando gravsima, nuestro Seor le manifest claramente su vocacin para el Carmelo, en las circunstancias siguientes que refiere, escribiendo a una religiosa en quien tena entera confianza: Estando al mismo tiempo que yo enferma otra de mis hermanas, la sirvienta antigua que nos atenda me dej sola por ir a acompaarla, lo que sent mucho y me puse a llorar; entonces mis ojos, llenos de lgrimas, se fijaron en el cuadro del Sagrado Corazn y sent una voz muy dulce que me deca: Cmo! Yo estoy solo en el altar por tu amor, y t no puedes sufrir un momento de soledad?. Desde ese da comenc a gustar de estar sola y pasaba horas enteras conversando con Jess, que me enseaba cmo deba sufrir y no quejarme; me mostraba como fin la santidad, y que la alcanzara hacindolo todo lo mejor posible. Me hablaba de la unin ntima que deba tener con l, y me manifest que me quera para l y que sera carmelita. Ay, Madre, no puede imaginarse lo que Jess obraba en mi alma! Yo en ese tiempo no viva en m...

    En cierta ocasin le dijo nuestro Seor que l haba subido al Calvario y

    se haba acostado en la cruz con alegra por la salvacin de los hombres, agregndole: Acaso no eres t la que me buscas y quieres parecerte a m?. Ven conmigo, toma la cruz con amor y alegra. Con este motivo escribi ella despus estas reflexiones: Me gusta el sufrimiento por dos razones: porque Jess lo prefiri desde su nacimiento hasta morir en la cruz. Por tanto ha de ser algo muy grande para que el todopoderoso busque el padecer en todo. Y me gusta, porque en el yunque del dolor se labran las almas y, porque Jess a las almas que ms quiere enva este regalo.

    El ocho de diciembre de 1915, teniendo 15 aos de edad, hizo voto de virginidad (por nueve das) para seguir renovndolo. Para su corazn fue por toda una eternidad y pudo exclamar despus: Oh, soy feliz, porque puedo decir con verdad, que el nico amor de mi corazn ha sido Jess

    El divino Maestro se ha compadecido de m Yo puedo decir que soy su

    prometida y que muy luego celebraremos nuestros desposorios en el Carmen. Voy a ser carmelita! Me he entregado a l y el ocho de diciembre me compromet. Todo lo que lo quiero, me es imposible decirlo: mi pensamiento no se ocupa sino en l; es mi ideal: un ideal infinito. Suspiro por el da de irme al

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    Carmen para no ocuparme sino de l, para confundirme en l y para no vivir sino la vida de l; Amar y sufrir para salvar las almas. S, sedienta estoy de ellas, porque s que es lo que ms quiere Jess. Oh, le amo tanto!...

    Ayudada por la gracia tuvo aliento para ofrecer al Seor el voto que hizo el 21 de junio de 1917 de no cometer pecado venial con advertencia. E1 religioso que oy su ltima confesin general (pocos meses antes de su muerte) afirma que nuestra hermanita no cometi en su vida falta venial advertida 50.

    La nana Ofelia Miranda cont que haca mortificaciones y sorprendi en varias ocasiones que Juanita pona tablas debajo de las sbanas para mortificarse. Cuando estaba enferma, lloraba si la empleada la dejaba sola, pero en una ocasin, mirando el cuadro del Sagrado Corazn, el Seor le hizo entender que no estaba sola, sino que l la acompaaba. Desde entonces le dijo a su mam que no importaba que la dejara sola, porque el Seor estaba con ella51.

    El padre Francisco Lyon afirma: En cuanto a la mortificacin, usaba

    cilicio y colocaba piedrecillas en su calzado. En una ocasin se le vio cojeando ligeramente. Le preguntaron si le dola la pierna y, ocultando su confusin, se retir aparte para sacar las piedrecillas, con el fin de no ser sorprendida haciendo penitencia. Le pareci al testigo que a los 12 13 aos comenz a usar cilicio con permiso de sus directores espirituales 52.

    Sor Mara Josefina Salas comenta: Un da la sorprend con un cilicio, se

    lo toqu con la mano, presionndolo, y le doli. Entonces ella me dijo: Hay que hacer penitencia por los pecadores 53. Isabel Espinoza nos dice: Juanita sufra en los inviernos esa molestia tan odiosa de los sabaones. Juanita los soportaba con inalterable serenidad, a pesar de la insoportable comezn. La mam le enviaba guantes especiales de lana y no los usaba por espritu de mortificacin 54.

    El padre Avertano en carta del 11 de febrero de l926 afirma: En cierta ocasin me pidi permiso para pedir al Seor toda clase de sufrimientos por los pecadores. Yo le contest, despus de haberme manifestado ella sus vehementes ansias de padecer, que se pusiera ms bien en manos de Dios para lo que l

    50 Carta circular de la M. Anglica despus de su muerte. 51 Sum p. 227. 52 Sum p. 104. 53 Sum p. 178. 54 Sum p. 261.

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    quisiera hacer de ella y que nada pidiera. Tambin recuerdo que tena el voto de hacer lo ms perfecto y el ofrecimiento de vctima por los pecadores.

    Ya carmelita le escribe al padre Artemio Colom el 20 de julio de 1919:

    Ofrezca a su carmelita (ella) siquiera una vez en la santa misa como hostia. Quiero ser hostia. Introdzcame en el cliz para que, baada en la sangre de Jess, sea aceptada por la Santsima Trinidad.

    Nada le he dicho del Oficio divino, oficio de ngeles. Me creo en el cielo,

    cuando estoy en el coro recitando las alabanzas de la Santsima Trinidad 55. VCTIMA DE AMOR

    Juanita fue escogida por Dios desde toda la eternidad para ser una de las ms bellas flores de su jardn celestial. Y la fue guiando hacia la santidad. Pero no hay santidad sin amor y sin dolor. El amor tiene sus races en forma de cruz y a ella no le faltaron las cruces, que eran las alas para crecer en el amor. Sin embargo, como humana, tuvo que esforzarse mucho, con la ayuda de la gracia divina, para ir superando el miedo al dolor y sufrir con alegra por la salvacin de las almas.

    Sor Elena Salas cuenta: Un da en el dormitorio, estando en el colegio la

    sentimos sollozar. Nos dijo que haba tenido una visin de Cristo coronado de espinas, sufriendo. Juanita estaba emocionada por los sufrimientos del Salvador56.

    Sor Ana Rcker, tambin compaera de colegio, aade: Un Viernes Santo

    tenamos que estar tres horas de silencio y Juanita deca despus: Tuve el gozo de hablar largo con el Seor, que sufre en la cruz 57.

    Hoy desde que me levant estoy muy triste. Parece que de repente se me

    parte el corazn. Jess me dijo que quera que sufriese con alegra. Esto cuesta mucho, pero basta que l lo pida para que yo procure hacerlo 58.

    Al padre Julin Cea le escribi en abril de 1919: Hace un ao, creo,

    nuestro Seor se me revel un da, cuando estaba expuesto, con una caridad infinita. Entonces me hizo comprender su amor no correspondido por los hombres. Me pidi que me ofreciera como vctima de amor y expiacin y me 55 Diario p. 301. 56 Sum p. 219. 57 Sum p. 200. 58 Diario p. 44.

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    asegur que iba a sufrir mucho en mi vida. Despus de esto, yo no quise, sin consultarlo al confesor, ofrecerme como vctima y me dio permiso, pero por cierto tiempo. Tuve varios meses muchos sufrimientos interiores, pero cesaron despus.

    Le ruego que el Viernes Santo a las tres, si no es mucho pedirle, me

    ofrezca a nuestro Seor para siempre por sus manos de sacerdote. Dios no rehusar esta ofrenda completa de todo mi ser para ser despedazada y martirizada por su amor. Que yo sea toda de l y para siempre 59.

    Me he ofrecido a l como vctima. Quiero ser crucificada. Hoy me dijo Jess que sufriera, que porque l me amaba me haca sufrir, que me olvidara de m misma. Que cumpliera con mi deber. Gracias a esos consejos y a su gracia, he sido mejor. Jess mo, te amo. Soy toda tuya. Me entrego por completo a tu divina voluntad. Jess, dame la cruz, pero dame fortaleza para llevarla. No importa que me des el abandono del Calvario como el gozo de Nazaret. Quiero solo verte contento a Ti. Nada me importa no sentir, estar insensible como una piedra, porque s, Jesusito mo, que T sabes que yo te amo. Dame la cruz. Quiero sufrir por ti, pero ensame a sufrir amando, con alegra, con humildad60. SUEOS DE INFINITO

    El alma humana est hecha por Dios por amor y para amar. El material de

    que est hecha podemos decir que es amor divino y, por eso, tiene ansias de infinito. No puede saciarse con nada de este mundo limitado y material. El alma tiene sed de mares sin orillas, de horizontes sin lmites, en una palabra, de infinito y por ello slo Dios la puede saciar y nos ha proporcionado un alimento nico, el pan del cielo, el mismo Dios hecho hombre en persona, es decir, la Eucarista, un alimento divino, el nico que puede saciar el corazn humano, sediento de eternidad y de infinito.

    Sor Carmen Teresa del Nio Jess afirma: Un da me pregunt: No sientes verdadero tormento por lo infinito?. Uno siente una soledad en el alma que slo Dios puede llenar, todo lo dems parece muy pequeo 61.

    Su hermano Luis escribi: Acercarse a ella era como sentir una realidad

    superior. Cuando no hablaba, daba la impresin de que estaba escuchando lo

    59 Diario p. 243. 60 Diario p. 74. 61 Sum p. 136.

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    que los otros no oan, y orla despus era sentir ms cerca a Cristo. Muchas veces me dijo: Por qu dudas de Dios? Es que no lo sientes cuando ests conmigo? Nunca estoy sola, y es cuando se retira la gente cuando escucho ms cerca y clara su voz... A menudo en el campo, nos bamos (junto con Rebeca) en las noches a las parvas de paja de alguna era cercana y all de cara al cielo inmenso, con su voz suave y profunda, entonaba sus canciones favoritas. Fueron dilogos inolvidables. Una vez le pregunt si no senta como Pascal pavor ante los espacios infinitos, pero ella respondi: Lejos de asustarme, me acompaan y conmueven, porque vuela por ellos mi alma con la confianza de una criatura de Dios 62.

    En carta a la Madre Anglica, Priora de los Andes, le escribe el 1 de febrero de 1918: Todo lo que veo me lleva a Dios. El mar en su inmensidad me hace pensar en Dios, en su infinita grandeza. Siento entonces sed de lo infinito. Cuando pienso que cuando sea carmelita, si Dios quiere, tengo que abandonar todo esto, le digo a nuestro Seor que toda la belleza, lo grande, lo encuentro en l. En cambio en el mundo todo es chico, pasajero y nada quiero sino a Jess 63.

    A veces me figuro estar sumergida en l como en un inmenso abismo, en

    el cual me pierdo y otras, como atrada por su inmensidad. Entonces, siento grandes deseos de unirme a l. Oh, qu bueno es nuestro Seor. A cada instante me parece que lo palpo y lo estrecho contra mi corazn. Tan cerca lo siento que, a veces, estando con los ojos cerrados, se me figura que, abrindolos, lo ver 64.

    En otra carta del 10 de noviembre de 1919 le dice: Una vez senta un

    deseo horrible de morirme por ver a nuestro Seor y, siendo hora de dormirme, no poda hacerlo, porque lloraba sin poderme contener. De repente, senta a nuestro Seor a mi lado, llenndome de suavidad y de paz, e inmediatamente me sent consolada. Estuve un rato con l y despus como que se fue y dej de sentir esa suavidad 65.

    62 Ana Mara Risopatrn, Teresa de los Andes, Ed. Paula, Santiago de Chile, 1989, p. 197. 63 Diario p. 133. 64 Carta al padre Jos Blanch del 13 de diciembre de 1918; Diario p. 171. 65 Diario pp. 349-350.

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    SU VOCACIN

    Tendra unos 13 14 aos, cuando despus de una misa celebrada en casa por el padre Blanch, cordimariano, en la comida habl de las carmelitas de Los Andes, que estaban extinguindose. Ella lo pens y despus dijo que quera sustituirlas. Cuando fue al colegio, se acerc a hablar con el padre Colom y l dijo a su madre que tena el encargo de Juanita de decirle que quera ser carmelita.

    Ya con esa edad tena deseos de ser religiosa carmelita y se lo manifest a

    su madre. Recordemos que segn testimonio de su mamita Ofelia, cuando tena cinco aos, se le haba aparecido el Sagrado Corazn y le haba dicho que tena que ser carmelita y morira a los 20 aos 66.

    Estos deseos no se haban extinguido en su corazn. Jess y Mara, desde

    su primera comunin, la iban preparando para una vida de santidad en la vida religiosa. Sor Josefina Salas declar: Me dijo el motivo para ser religiosa: Me voy al Carmelo, porque Dios me llama y yo puedo hacer mucho ms en el Carmen que en casa. Rogar por los mos, por los pecadores y por los sacerdotes 67.

    Con sus 15 aos le escribe a su hermana Rebeca el 15 de abril de 1916:

    Creme, Rebeca, que a los catorce y quince aos uno comprende su vocacin. Se siente una voz y una luz que le muestra la ruta de su vida. Ese faro alumbr para m a los catorce aos. Cambi de rumbo y me propuse el camino que deba seguir y hoy vengo a hacerte confidencias de los proyectos ideales que me he forjado.

    Hasta hoy nos ha alumbrado la misma estrella. Pero maana no estaremos quizs juntas bajo su sombra protectora. Esta estrella es el hogar, es la familia. Es preciso separarnos y nuestros corazones, que haban formado uno slo, maana quizs se separarn. Ayer me parece que no entenderas mi lenguaje; pero hoy tienes catorce aos, edad en que puedes comprenderme. As pues, creo que te inclinars hacia m y me dars la razn.

    En pocas palabras te confiar el secreto de mi vida. Muy luego nos separaremos y ese deseo que siempre abrigamos en nuestra niez de vivir siempre unidas, va a ser muy luego fracasado por otro ideal ms alto de nuestra juventud. Tenemos que seguir distintos caminos en la vida. A m me ha tocado la mejor parte, lo mismo que a la Magdalena. El divino Maestro se ha

    66 Sum pp. 315-316. 67 Sum p. 183.

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    compadecido de m. Acercndose, me ha dicho muy por lo bajo: Deja a tu padre y madre y todo cuanto tienes y sgueme.

    Quin podr rehusar la mano del Todopoderoso que se abaja a la ms indigna de sus criaturas? Qu feliz soy, hermanita querida! He sido cautivada en las redes amorosas del divino Pescador. Quisiera hacerte comprender esta felicidad. Yo puedo decir con certeza que soy su prometida y que muy luego celebraremos nuestros desposorios en el Carmen. Voy a ser carmelita, qu te parece? No quisiera tener en mi alma ningn pliegue escondido para ti. Pero t sabes que no puedo decirte de palabra todo lo que siento y por eso he resuelto hacerlo por escrito.

    Me he entregado a l. El ocho de diciembre me compromet. Todo lo que lo quiero me es imposible decirlo. Mi pensamiento no se ocupa sino en l. Es mi ideal. Es un ideal infinito. Suspiro por el da de irme al Carmen para no ocuparme sino de l, para confundirme en l y para no vivir sino la vida de l: Amar y sufrir para salvar las almas. S, sedienta estoy de ellas porque s que es lo que ms quiere mi Jess. Oh, le amo tanto!

    Quisiera inflamarte en ese amor. Qu dicha la ma si pudiera darte a l! Oh, nunca tengo necesidad de nada, porque en Jess encuentro todo lo que busco! l jams me abandona. Jams disminuye su amor. Es tan puro. Es tan bello. Es la bondad misma. Pdele por m, Rebequita. Necesito oraciones. Veo que mi vocacin es muy grande: salvar almas, dar obreros a la via de Cristo. Todos los sacrificios que hagamos es poco en comparacin del valor de un alma. Dios entreg su vida por ellas y nosotros cunto descuidamos su salvacin. Yo, como prometida, tengo que tener sed de almas, ofrecerle a mi Novio la sangre que por cada una de ellas ha derramado. Y cul es el medio de ganar almas? La oracin, la mortificacin y el sufrimiento.

    l viene con una cruz, y sobre ella est escrita una sola palabra que conmueve mi corazn hasta sus ms ntimas fibras: Amor. Oh, qu bello se ve con su tnica de sangre! Esa sangre vale para m ms que las joyas y los diamantes de toda la tierra.

    Los que se aman en la tierra, mi querida Rebeca, como t lo ves en la Luca y Chiro, no tratan sino de tener una sola alma y un solo ideal. Mas son vanos sus esfuerzos pues las criaturas son tan impotentes. No pasa eso en nuestra unin. Jess vive ya en mi corazn. Yo trato de unirme, asemejarme y confundirme en l. Yo soy la gota de agua que he de perderme en el ocano infinito. Pero hay un abismo que la gota no puede traspasar; el ocano se desborda con tal que la gota de agua permanezca en el ms completo abandono de s misma; que viva en un susurro continuo llamando al ocano divino.

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    Yo no soy, sino un pobre pajarito sin alas. Y quin me las dar para irme

    a anidar para siempre junto a l? Oh, s, le amo y quisiera morir por l. Es tanto lo que lo quiero que quisiera ser martirizada para demostrarle que lo amo68. DUDAS SOBRE SU VOCACIN DE CARMELITA

    Escribi en su Diario: Este ao (1918) he tenido muchas dudas respecto a mi vocacin de carmelita. Dudas tambin respecto a la fe; de tal manera que a veces me preguntaba si exista Dios, pues me senta completamente abandonada de l. Miraba el crucifijo y todo me pareca una quimera. Lloraba e imploraba auxilio de la Virgen y ella tampoco me socorra. Hasta que nuestro Seor se compadeci y dej or su voz interiormente, e inmediatamente ces todo y qued inundada de paz 69.

    En carta al padre Jos Blanch del 13 de diciembre de 1918 le escribe: No

    crea, padre que todo es gozo. Estoy en un perodo de dudas tan atroz, que no s decidirme si ser carmelita o ser del Sagrado Corazn. Por eso vengo en busca de luz. Ud., reverendo padre que me conoce bien pues le he dejado leer todo en mi alma me podr aconsejar. Slo deseo hacer la voluntad de Dios. Por una parte me siento atrada al Carmen por vivir completamente una vida de oracin y de unin con Dios, separada por completo del mundo. Tambin me atrae por su austeridad y por su fin, que es rogar por los pecadores y sacerdotes. Lo que me encanta es que la carmelita se sacrifica en el silencio, sin que vea los frutos de su oracin y sacrificio. Adems la vida de familia y la sencillez en sus costumbres y la alegra que debe reinar siempre en su corazn, me gustan mucho y se avienen a mi carcter.

    Por otra parte, me gustara ser del Sagrado Corazn, porque es una vida

    de perpetuo sacrificio. Es tambin vida de oracin, ya que se dedican a ella contando el Oficio y los exmenes, cinco horas. Adems, cuando en la educacin de las nias encuentran dificultades, a quin recurren sino a Dios, para que les allane el camino para llevar a esas almas a Dios? Si tienen que tratar con personas del mundo deben esforzarse para tener el verdadero espritu religioso; y para esto se necesita de oracin, de unin con Dios. Viven viendo constantemente en las nias el espritu del mundo ese amor a la comodidad y sin embargo, ellas deben sacrificarse constantemente viviendo en la mayor pobreza todo el da y muchas veces la noche consagradas a las almas, sin tener

    68 Diario, pp. 46-48. 69 Diario p. 145.

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    ni aun una pobre celda, pues duermen cuatro en cada dormitorio, aunque stos son siempre grandes y ventilados. No tienen un convento para vivir siempre all. A cualquier parte del mundo las pueden enviar, encontrndose ms solas que una carmelita, en un pas extranjero, sin ver ni una cara conocida, y muchas veces sin saber la lengua que se habla.

    La carmelita renunci una vez a las comodidades de la vida y a todo lo

    del mundo; vive en su convento sin salir ya ms de l. Pero la religiosa del Sagrado Corazn hace el sacrificio a cada instante de todo lo de la tierra.

    La carmelita necesita unirse a Dios y llenarse de l por completo, pero lo

    guarda; mientras que la del Sagrado Corazn debe llenarse de Dios y darlo a las almas. Luego necesita mucha unin, pues si no, se quedar ella sin Dios y entonces no podr dar nada a las almas.

    Pero lo que me atemoriza, reverendo padre, es que no me mantenga unida

    a Dios, tratando mucho con las criaturas. Pues lo he experimentado: que tratando un poco ms con ellas, yo me enfro ms en el amor de Dios. Tambin pienso que nuestro Seor me ha manifestado muy claramente que sea carmelita sin conocer yo a las carmelitas; pero creo que haba ledo ya la Vida de sor Teresa del Nio Jess. Lo que s perfectamente es que siempre, desde muy chica, he deseado ser de una comunidad muy austera, sin trato con el mundo.

    Adems, nuestro Seor me ha probado repetidas veces que es l el que me

    habla en lo ntimo de mi corazn. Y siempre me ha dicho que sea carmelita. Ms an: ahora le pregunto y me dice que l me ha manifestado su voluntad. Otra vez que tuve estas dudas, escrib unos papelitos con varios nombres de conventos y los puse a los pies de la santsima Virgen, y tres veces saqu el papel que contena el nombre del Carmen.

    Lo que yo deseo saber es, reverendo padre, dnde usted cree me

    santificar ms pronto; pues, como se lo he manifestado varias veces, nuestro Seor me ha dado a entender que vivira muy poco. Lo esencial ha de ser la unin con Dios. Dnde llegar ms pronto a unirme con Dios? Rezo mucho para que nuestro Seor me d a conocer su divina voluntad, pues es lo nico que busco. Tambin veo que tengo inclinacin a ensear y me encantan los nios. Esto puede ser que Dios quiere que me dedique a educar. Me han dicho que de cien religiosas del Sagrado Corazn, habr dos que no hayan tenido vocacin para carmelita.

    Sin embargo, siento en mi corazn atractivo por el Carmen. Siento amor a

    la soledad, al silencio, al aislamiento de todo lo del mundo y, sobre todo, a la oracin. Dgame, le suplico, qu har. Usted reverendo padre, que conoce ms

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    que nadie mi pobre alma, dme luz y encomindeme en la santa misa. Ofrzcame, junto con esa hostia inmaculada, a Dios para que l disponga de esta sierva suya como le plazca. Pdale mucho a la santsima Virgen. Ella, que es mi madre, no me abandonar, porque siempre me ha protegido.

    El demonio quiso perturbar la paz de su alma en vsperas de su primera

    visita al monasterio, ponindole en la imaginacin dudas sobre su vocacin de carmelita, en cuya vocacin nuestro Seor tantas veces la haba confirmado. Sus dudas crecan turbando su espritu. En este estado se hallaba cuando realiz su viaje a Los Andes el 11 de enero de 1919. Al llegar al monasterio y ver la casa antigua y pobre, se sinti atrada, hablndole su pobreza al corazn. Luego habl con la comunidad y visit la capilla. Aqu el Seor la esperaba, favorecindola con una nueva gracia que la hizo comprender que este monasterio era donde l la quera. Desaparecieron todas sus dudas y temores, sintindose feliz, con fuerza para vencer todos los obstculos que pudieran presentarse en adelante. Se fij el da del patrocinio de San Jos para su entrada70.

    VISITA AL MONASTERIO

    Ella misma escribe en su Diario sobre esta visita, tan emocionante para ella: 11 de enero de 1919. La ida a Los Andes que me pareca imposible se la haba confiado a nuestro Seor. Si l quera, bueno; y si no, tambin. Cada da crecan ms mis dudas. Estaba en una turbacin tan grande que ya no saba qu me pasaba, cuando he aqu que todos los chiquillos se fueron al campo con mi pap, arreglndose todo para podernos ir con mi mam, que tuvo la bondad de llevarme.

    Nos fuimos en el expreso de la maana para tomar la combinacin; pero result que sta se atras y tuvimos que esperar una hora y no nos pudimos volver en el tren de la tarde, sino en el de la noche. Dios lo permiti para que pasara ms tiempo en mi conventito. Cuando llegamos all me encontr con una casa pobre y vieja. Ese iba a ser mi convento. Su pobreza me habl al corazn. Me sent atrada hacia l. Despus sali a abrir una nia que nos dijo que Madre Anglica nos esperaba despus de almorzar. A las once y media volvimos. Entr al locutorio y sali la Teresita Montes al torno. Hablamos con ella. Yo no saba lo que me pasaba. Fue a llamar a Madre Anglica. O por vez primera su voz. Me senta feliz. Me qued sola con ella. Nos pusimos a hablar de la vida de la carmelita. Me la explic entera. Me habl del Oficio divino, cmo la religiosa reemplaza a los ngeles cantando las alabanzas de Dios. Despus tocaron a

    70 Carta circular de la Madre Anglica despus de la muerte de sor Teresa.

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    vsperas y me dijo que podamos ir a la iglesia. Esta era oscura. En el fondo estaba la reja y se oa rezar el Oficio con una devocin tan grande que verdaderamente crea estar en los cielos. Yo no rezaba. Estaba anonadada delante de mi Dios. Mi alma lloraba de agradecimiento. Me senta feliz, satisfecha. Vea a nuestro Seor con el rostro sonriente y parece que me deca que estaba feliz all, oyendo las alabanzas de sus esposas. Yo pensaba que tambin me unira algn da a ese coro; yo, tan pecadora, tan miserable, unirme a esos ngeles. Lloraba porque no saba lo que me pasaba. Despus rezaron las letanas y tuve la felicidad entonces de unirme a ellas. Fue mi primera oracin unida a ellas para mi Madre Santsima.

    Despus fui al locutorio. Me senta en una paz y felicidad tan grande

    como me es imposible explicar. Vea claramente que Dios me quera all y me senta con fuerza para vencer todos los obstculos para poder ser carmelita y encerrarme all para siempre. Hablamos del amor de Dios. Madre Anglica lo haca con una elocuencia que pareca le sala de lo ntimo del alma. Me hizo ver la gran bondad de Dios al llamarme y cmo todo lo que tena era de Dios. Despus me habl de la humildad: cmo era tan necesaria esta virtud; que siempre me considerara la ltima; que me humillara lo ms posible; que cuando me reprendieran dijera interiormente: Esto y mucho ms merezco. Me habl de mis hermanitas, de lo buenas que eran. Habl con ella hasta las cuatro y media, sola. Entonces mand a mi mam a tomar onces. Vino la Teresita Montes a preguntar si quera hacer la visita de vistas. La Madre Anglica dio permiso y entonces Teresita fue a buscarlas a todas.

    Entre tanto sac la cortina de las rejas y principiaron todas a entrar y a acercarse a la reja. Yo estaba hincada. Me consideraba indigna de estar de pie delante de tantas santas. Todas con el velo subido me fueron a saludar con tanto cario que me confunda. Al principio era tanta mi emocin que apenas poda hablar, pero ya despus hablamos con una confianza suma.

    Ellas demostraban una alegra y al mismo tiempo una familiaridad entre ellas que me encant. Me preguntaron cundo me iba. Yo les dije hasta mayo. Entonces una fue a ver que si era San Jos o el Espritu Santo el primero que tocaba. Entonces result el siete el da de San Jos, y a l me encomendaron. Despus de un buen rato, todas se fueron despidiendo y me qued con Madre Anglica, quien me mand a tomar onces. Obedeca aunque no tena ganas, pues me senta llena. Al cabo de media hora volv; pero entonces habl mi mam con ella y yo me puse en oracin.

    Despus me llam para darme unos libros y otras cosas que le ped. Me

    desped con pena, al mismo tiempo que llevaba mi alma henchida de felicidad.

  • 29

    Cmo Dios haba trocado la tempestad en bonanza; la turbacin, en una santa paz! 71.

    Sobre esta visita al convento le escribe a su amiga Elena Salas: Estuve all hasta las dos y media, hora en que la Madre fue a rezar vsperas, a las que yo asist. Me figuraba or el canto de los ngeles en el cielo y tuve el gusto de rezar por vez primera con mis hermanitas las letanas de la Virgen. Me pareca que nuestro Seor estaba contento. Vea su rostro lleno de alegra por las alabanzas de sus esposas; y siempre en las iglesias me parece verlo muy triste

    Eran 18 con dos hermanas conversas, y embromamos como si siempre nos hubiramos conocido. Es una sencillez, una confianza e intimidad... Entre ellas se embromaban, se rean. Y esto desde la postulante hasta la Madre Anglica. Me cant una bien desentonada por rerse y todas la embromaban. Despus me hicieron pararme. Me encontraron muy alta. Slo dos haba de mi porte. Estuvimos media hora conversando, y despus cada una se retir y se fueron a despedir. Son encantadoras: tan alegres, tan sin etiqueta. Yo al principio estaba con una emocin intensa y un poco avergonzada, pero despus nada; era una cotorra.

    Fjate que me dijeron las novicias que todos los das rezaban una Salve a

    la Virgen para que fuera. Y Dios las oy 72. PIDE PERMISO A SU PADRE

    Para poder entrar al monasterio de Los Andes Juanita necesitaba el permiso de su padre. Como no estaba en Santiago, le escribi una carta el 25 de marzo de 1919 en la que le dice: Papacito, hace mucho tiempo deseaba confiarle un secreto, que he guardado toda mi vida en lo ms ntimo del alma. Sin embargo, no s qu temor se apoderaba de mi nimo al querrselo confiar. Por eso, siempre me he mostrado muy reservada para todos. Mas ahora quiero confirselo con la plena confianza que me guardar la ms completa reserva.

    He tenido ansias de ser feliz y he buscado la felicidad por todas partes.

    He soado con ser muy rica, mas he visto que los ricos, de la noche a la maana, se tornan pobres. Y aunque a veces esto no sucede, se ve que por un lado reinan las riquezas, y que por otro reina la pobreza de la afeccin y de la unin. La he buscado en la posesin del cario de un joven cumplido, pero la idea sola de que algn da pudiera no quererme con el mismo entusiasmo o que pudiera morirse

    71 Diario pp. 93-95. 72 Carta a Elena Salas de enero de 1919; Diario pp. 183-185.

  • 30

    dejndome sola en las luchas de la vida, me hace rechazar el pensamiento de que casndome ser feliz. No. Esto no me satisface. Para m no est all la felicidad. Pues dnde me preguntaba se halla? Entonces comprend que no he nacido para las cosas de la tierra, sino para las de la eternidad. Para qu negarlo por ms tiempo? Slo en Dios mi corazn ha descansado. Con l mi alma se ha sentido plenamente satisfecha, y de tal manera, que no deseo otra cosa en este mundo que el pertenecerle por completo.

    Mi queridsimo pap: no se me oculta el gran favor que Dios me ha

    dispensado. Yo que soy la ms indigna de sus hijas, sin embargo, el amor infinito de Dios ha salvado el inmenso abismo que media entre l y su pobre criatura. l ha descendido hasta m para elevarme a la dignidad de esposa. Quin soy yo sino una pobre criatura? Mas l no ha mirado mi miseria. En su infinita bondad y a pesar de mi bajeza, me ha amado con infinito amor. S, papacito. Slo en DIOS he encontrado un amor eterno. Con qu agradecerle? Cmo pagarle sino con amor? Quin puede amarme ms que nuestro Seor, siendo infinito e inmutable? Usted, papacito, me preguntar desde cundo pienso todo esto. Y le voy a referir todo para que vea que nadie me ha influenciado.

    Desde chica am mucho a la santsima Virgen, a quien confiaba todos mis

    asuntos. Con slo Ella me desahogaba y jams dejaba ninguna pena ni alegra sin confirsela. Ella correspondi a ese cario. Me protega y escuchaba lo que le peda siempre. Y ella me ense a amar a nuestro Seor. Ella puso en mi alma el germen de la vocacin. Sin embargo, sin comprender la gracia que me dispensaba, y sin siquiera preocuparme de ella, yo pololeaba y me diverta lo ms posible. Pero cuando estuve con apendicitis y me vi muy enferma, entonces pens lo que era la vida, y un da que me encontraba sola en mi cuarto, aburrida de estar en cama, o la voz del Sagrado Corazn que me peda fuera toda de l. No crea que esto fue ilusin, porque en ese instante me vi transformada. La que buscaba el amor de las criaturas, no dese sino el de Dios. Iluminada con la gracia de lo alto, comprend que el mundo era demasiado pequeo para mi alma inmortal; que slo con lo infinito podra saciarme, porque el mundo y todo cuanto l encierra es limitado; mientras que, siendo para Dios mi alma, no se cansara de amarlo y contemplarlo, porque en l los horizontes son infinitos.

    Cmo dudar, pues, de mi vocacin cuando, aunque estuve tan grave y a

    punto de morirme, no dud ni dese otra cosa? Como puede ver, papacito, nadie me ha influenciado, pues nunca lo dije a persona alguna y trat siempre con empeo de ocultarlo.

    No s cmo puedo agradecerle como debo a nuestro Seor este favor tan grande, pues siendo l todopoderoso, omnipotente, que no necesita de nadie, se preocupa de amarme y de elegirme para hacerme su esposa. Fjese a qu

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    dignidad me eleva: a ser esposa del Rey del cielo y tierra, del Seor de los Seores. Ay, pap, cmo pagarle! Adems me saca del mundo, donde hay tantos peligros para las almas, donde las aguas de la corrupcin todo lo aniegan, para llevarme a morar junto al tabernculo donde l habita. Si para concederme tan gran bien un enemigo me llamara, no era razn para que inmediatamente lo siguiera? Ahora no es enemigo, sino nuestro mejor amigo y mayor bienhechor. Es Dios mismo quien se digna llamarme para que me entregue a l. Cmo no apresurarme a hacer la total ofrenda para no hacerlo esperar? Papacito, yo ya me he entregado y estoy dispuesta a seguirlo donde l quiera. Puedo desconfiar y temer cuando es l el camino, la verdad y la vida?

    Con todo, yo dependo de usted, mi pap querido. Es preciso, pues, que

    usted tambin me d permiso. S perfectamente que si no neg la Luca a Chiro, pues su corazn es demasiado generoso, cmo he de dudar que me dar su consentimiento para ser de Dios, cuando de ese s de su corazn de padre ha de brotar la fuente de felicidad para su pobre hija? No. Lo conozco. Usted es incapaz de negrmelo, porque s que nunca ha desechado ningn sacrificio por la felicidad de sus hijos. Comprendo que le va a costar. Para un padre no hay nada ms querido sobre la tierra que sus hijos. Sin embargo, papacito, es nuestro Seor, quien me reclama. Podr negarme, cuando l no supo negarle desde la cruz ni una gota de su divina sangre? Es la Virgen, su Perpetuo Socorro, quien le pide, una hija para hacerla esposa de su adorado Hijo. Y podr rehusarme?

    No crea, papacito, que todo lo que le digo no desgarra mi corazn. Usted

    bien me conoce y sabe que soy incapaz de ocasionarle voluntariamente un sufrimiento. Pero, aunque el corazn mane sangre, es preciso seguir la voz de Dios; es preciso abandonar aquellos seres a quienes el alma se halla ntimamente ligada para ir a morar con el Dios de amor, que sabe recompensar el ms leve sacrificio. Con cunta mayor razn premiar los grandes?

    Es necesario que su hija los deje. Pero tngalo presente: que no es por un

    hombre sino por Dios. Que por nadie lo habra hecho sino por l que tiene derecho absoluto sobre nosotros. Eso ha de servirle de consuelo: que no fue por un hombre y que despus de Dios, ser usted y mi mam los seres que ms he querido sobre la tierra.

    Tambin piense que la vida es tan corta, que despus de esta existencia

    tan penosa nos encontraremos reunidos por una eternidad. Pues a eso ir al Carmen: a asegurar mi salvacin y la de todos los mos. Su hija carmelita es la que velar siempre al pie de los altares por los suyos, que se entregan a mil preocupaciones que se necesitan para vivir en el mundo. La santsima Virgen ha querido perteneciera a esa Orden del Carmelo, pues fue la primera comunidad

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    que le rindi homenaje y la honr. Ella nunca deja de favorecer a sus hijas carmelitas. De manera, papacito, que su hija ha escogido la mejor parte. Ser toda para Dios y l ser todo para m. No habr separacin posible entre usted y su hija. Los seres que se aman jams se separan. Por eso, cuando usted, papacito, se entregue al trabajo rudo del campo; cuando, cansado de tanto sacrificio, se sienta fatigado y solo sin tener en quin descansar, entonces le bastar trasladarse al pie del altar. All encontrar a su hija, que tambin sola, ante el divino prisionero, alza suplicante su voz para pedirle que acepte el sacrificio suyo y tambin el de ella, y que, en retorno, le d nimo, valor en los trabajos y consuelo en su dolor. Cmo podr hacerse sordo a la splica de aquella que todo lo ha abandonado y que no tiene en su pobreza otro ser a quin recurrir? No, papacito. Dios es generoso, la constancia de mi oracin no interrumpida ha de moverle a coronar sus sacrificios. Mi mam y mis hermanos tendrn un ser que constantemente eleve por ellos ardientes splicas; un ser que los ama entraablemente y que perpetuamente se inmola y sacrifica por los intereses de sus almas y de sus cuerpos. S. Yo quisiera ser desde el convento el ngel tutelar de la familia. Aunque s lo indigna que soy, lo espero ser, pues siempre estar junto al Todopoderoso.

    Papacito, no me negar el permiso. La santsima Virgen ser mi abogada.

    Ella sabr mejor que yo hacerle comprender que la vida de oracin y penitencia que deseo abrazar encierra para m todo el ideal de felicidad en esta vida, y la que me asegurar la de la eternidad.

    Comprendo que la sociedad entera reprobar mi resolucin, pero es

    porque sus ojos estn cerrados a la luz de la fe. Las almas que ella llama desgraciadas son las nicas que se precian de ser felices, porque en Dios lo encuentran todo. Siempre en el mundo hay sufrimientos horribles. Nadie puede decir sinceramente: Yo soy feliz. Mas al penetrar en los claustros, desde cada celda brotan estas palabras que son sinceras; pues ellas (las monjas) su soledad y el gnero de vida que abrazaron no la trocaran por nada en la vida. Prueba de ello es que permanecen para siempre en los conventos. Y esto se comprende, ya que en el mundo todo es egosmo, inconstancia e hipocresa. De esto usted, papacito, tiene experiencia. Y qu cosa mejor se puede esperar de criaturas tan miserables?

    Dme su consentimiento luego, papacito querido. Quien da luego, da dos veces. Sea generoso con Dios, que lo ha de premiar en esta vida y en la otra, y no me obligue a salir a sociedad. Muy bien conozco esa vida que deja en el alma un vaco que nadie puede llenar, si no es Dios. Deja muchas veces el remordimiento. No me exponga en medio de tanta corrupcin como es la que reina actualmente. Mi resolucin est tomada. Aunque se me presente el partido ms ventajoso, lo rechazar. Con Dios quin hay que pueda compararse? No.

  • 33

    Es preciso que pronto me consagre a Dios, antes que el mundo pueda mancharme. Papacito, me negar el permiso para mayo? Es verdad que falta poco, pero rogar a Dios y a la santsima Virgen le den fuerzas para decirme el s que ha de hacerme feliz. Usted ha dicho en repetidas ocasiones que no negara su permiso, pues le dara mucho consuelo tener una hija monja.

    El convento que he elegido est en Los Andes. Es el que Dios me ha

    designado, pues nunca haba conocido ninguna carmelita; lo que le asegurar a usted que nadie me ha metido la idea y que no obro por impresiones. Dios lo ha querido. Que se cumpla su adorable voluntad.

    Espero su contestacin con ansiedad. Entre tanto pido a nuestro Seor y a

    la santsima Virgen le presten su socorro para hacer el sacrificio; ya que sin ellos yo no habra tenido el suficiente valor para separarme de usted. Reciba muchos besos y abrazos de su hija que ms lo quiere 73.

    En carta al padre Colom del 25 de abril de 1919 le manifiesta: Pas una semana entera sin recibir contestacin de mi pap; semana para mi alma de indecible angustia, pero llena de confianza en Dios. Como naci mi sobrinita Luz, tuvo que venir a Santiago. Entonces obtuve la respuesta de un padre verdaderamente cristiano: Si es esa la voluntad de Dios, yo no me opongo a ella, pues sa ha de hacer tu felicidad. Y despus me pregunt llorando cundo quera irme. Y como le dijese yo que en mayo, me respondi: Hazlo como t quieras. Qu momentos aquellos, reverendo padre! Qu accin de gracias brot de mi alma en ese instante para con mi Dios y con mi papacito! Jams tendr cmo pagarles como debo. Todo este tiempo es terrible, pues no veo sino lgrimas donde quiera que mire. Mas siento una energa y valor tan grande dentro de mi alma, como me es imposible describirle. Dios pone insensible mi corazn ante esas lgrimas cuando estoy delante de los mos. Mas, una vez sola, siento que mi alma se despedaza de dolor y la lucha ms horrible se apodera de ella. Qu dudas e incertidumbres, qu cobardas! En fin, las miserias que hay en el fondo de este pobre corazn parece que subieran en oleaje aterrador. Entonces gimo, clamo a nuestro Seor que acuda a socorrerme porque perezco, y l siempre me tiende su mano divina para que no sucumba.

    No quiero llorar, porque encuentro que el sacrificio regado con lgrimas no es sacrificio. Es necesario que slo Dios sepa que el cliz que apuro es muy amargo. En fin, me parece que yo nada hago porque la gracia de Dios es inmensa. l es el que obra todo 74.

    73 Carta a su padre del 25 de marzo de 1919; Diario pp. 223-226. 74 Carta al padre Colom del 25 de abril de 1919; Diario pp. 250-251.

  • 34

    El 7 de abril le escribe a su padre para agradecerle por darle su consentimiento: Mi papacito tan querido: Ayer me parece que no le agradec lo bastante su generoso consentimiento; pero es por la pena intensa que senta, la cual me impidi manifestarle todo lo que por mi alma pas en ese instante.

    Mi papacito lindo, que Dios mil veces se lo pague. Es lo nico que puedo decirle, porque me faltan las palabras para agradecerle tal como lo siento. Senta en ese momento la pena ms grande de mi vida al ver que, por vez primera era yo la causa de sus lgrimas. Y, sin embargo, tuve la fuerza necesaria para soportarlo. Dios, papacito mo, es el que da la energa a nuestros corazones para hacer el sacrificio ms costoso en esta vida. Tal es el que usted le va a ofrecer.

    A pesar de la inmensa pena que lo agobia, estoy segura que sentir en lo ntimo de su alma la satisfaccin ms grande, al pensar que ya me ha dado a Dios y que ha asegurado para siempre la felicidad de su hija. S; no se inquiete porque cree que no ser feliz. En todo caso, si no lo soy, las puertas del convento se abrirn de nuevo para m, pero tendra que cambiar enteramente, pues desde chica he deseado abrazar ese gnero de vida que, aunque es austero, considero que todo es poco para lo mucho que le debemos a Dios. Adems, papacito, no considera usted que por mucho que uno se sacrifique en esta vida, es nada en comparacin con la felicidad que disfrutaremos en la eternidad? Cun poco sacrificio, y una eternidad de gozo.

    Ya se acercan los ltimos das que pasaremos juntos en la tierra. Pero seguir viviendo en medio de todos por el pensamiento, rogando porque todos nos encontremos reunidos en el cielo. Entonces qu pequeo nos parecer todo lo de esta existencia pasajera.

    Adis, papacito. Que la santsima Virgen lo consuele. Que ella me

    reemplace cerca de usted. Cunto no dara por verlo feliz. Eso es lo que le voy a pedir a nuestro Seor. Que l lo bendiga y le d su recompensa. Lo abrazo y beso mil veces, y le repito de nuevo Dios se lo pague 75.

    75 Carta a su padre del 7 de abril de 1919; Diario p. 231.

  • 35

    DESPEDIDA FAMILIAR

    Su hermana Luca Fernndez Solar declar: Juanita no quera despedirse de m (para ir al convento), porque no quera impresionarme, ya que yo estaba enferma. Pero, sabiendo el da de su partida, la obligu por medio de mi esposo a venir a misa. Y porque yo lloraba desconsoladamente, me abraz y me dijo: No llores, la vida es muy breve y en el cielo nos veremos. Efectivamente no la vi ms, porque me fue imposible ir a visitarla al convento... El doctor Eugenio Daz Lira fue a visitarla desde Santiago cuando estaba ya muy grave y a su regreso me cont: No olvidar el cuadro de sufrimiento en el que estaba. Cuando la examin tena un cilicio en el brazo y una cadena en la cintura. Se los hice quitar de inmediato 76.

    Su madre recuerda: El da anterior a su partida hacia el Carmelo, reuni

    en su habitacin a todo el personal y, de rodillas, pidi perdn a todos y les regal a cada uno, as como a sus hermanos y primos, un crucifijo como recuerdo 77.

    Su hermano Lucho refiere: El da antes de ingresar al Carmelo me llam

    a su pieza y me mostr una virgencita de Lourdes, que le haba regalado nuestra ta Juana Solar cuando era muy chiquita, y me dijo: Te la dejo, es lo que ms quiero. Esta virgencita ha recibido todos mis sufrimientos y confidencias. No te separes nunca de ella. He cumplido su deseo y la tengo hasta hoy en mi velador78.

    Sor Carmen Teresa del nio Jess manifiesta. Me dijo: Carmen enamrate de Dios. Eso es lo nico que vale. Sus ltimas palabras, al despedirme, fueron: Carmen, te voy a querer en el cielo, lo mismo que te quiero en la tierra 79.

    Se despidi de sus hermanos Luis y Miguel por carta. A su hermano Luis,

    el 14 de abril de 1919, le escribi: Creo que t, ms que nadie, podrs comprender que existe en el alma una sed insaciable de felicidad. No s por qu, pero en m la encuentro duplicada. Desde muy chica la he buscado, mas en vano, porque en todas partes slo veo su sombra; y sa puede satisfacerme? No. Jams me parece me he dejado seducir. Anhelo amar, pero algo infinito (y que) ese ser que yo ame no vare y sea el juguete de sus pasiones, de las circunstancias del tiempo y de la vida. Amar, s; pero al ser inmutable, a Dios quien me ha amado infinitamente desde una eternidad. Qu abismo media entre 76 Sum p. 14. 77 Sum p. 7. 78 Sum p. 339. 79 Sum p. 137.

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    ese amor puro, desinteresado e inmutable, y el que me puede ofrecer un hombre! Cmo amar a un ser tan lleno de miserias y de flaquezas? Qu seguridad puedo encontrar en ese corazn? Unir mi alma a otro ser que no me perfeccione con su amor, encuentras que puede serme de nobles perspectivas? No. En Dios encuentro todo lo que en las criaturas no encuentro, porque son demasiado pequeas para que puedan saciar las aspiraciones casi infinitas de mi alma. Me dirs: pero puedes amar a Dios viviendo en medio de los tuyos. No, mi Lucho querido. Nuestro Seor nada suyo reserv para s al amarme desde el madero de la cruz. Dej su cielo y yo me he de entregar a medias? Encontraras generoso de mi parte reservarme aquellos a quienes estoy ms ligada? Qu le ofrecera entonces? No. El amor que le tengo, Lucho querido, est por encima de todo lo creado; y aun pisoteando mi propio corazn, despedazado por el dolor, no dejar de decirles adis, porque lo amo y con locura. Si un hombre es capaz de enamorar a una mujer hasta el punto de dejarlo todo por l, no crees, acaso, que Dios es capaz de hacer irresistible su llamamiento? Cuando a Dios se conoce; cuando en el silencio de la oracin alumbra al alma con un rayo de su hermosura infinita, cuando alumbra al entendimiento con su sabidura y podero; cuando inflama la voluntad con su bondad y misericordia, se mira todo lo de la tierra con tristeza. Y el alma, encadenada por las exigencias de su cuerpo, por las exigencias del ambiente social en que vive, se encuentra desterrada y suspira con ardientes mpetus por contemplar sin cesar ese horizonte infinito que, a medida que se mira, se ensancha sin encontrar en Dios lmites jams 80.

    Y a su hermano Miguel el 7 de mayo, el da de su partida: Antes de partir

    he querido dejarte estas lneas que te han de manifestar el inmenso cario que te he profesado toda mi vida. He sentido por ti, al mismo tiempo que mucho cario, mucha compasin.

    Comprendo, aunque t nunca me lo has manifestado, que sufres; que

    llevas el alma destrozada. Sin embargo, muchas veces he querido penetrar hasta esa herida, pero tu carcter reservado me la ha ocultado. Qu hacer sino callar y rezar por ti? Si t pudieras comprender lo mucho que he llorado yo por ti, me oiras todo lo que mi alma te querra decir. Pero quizs no querrs or los consejos de una monja. S, monja ser, pero siempre tendr corazn de hermana para ti. Siempre velar desde el convento y te acompaar a todas partes con mis pobres oraciones.

    Que jams, Miguel querido, pierdas la fe. Antes prefiero morir y ofrecer

    mi vida que tu alma sea extraviada. Promteme que todos los das vas a rezar una Ave Mara a la santsima Virgen para que te d la salvacin, y que ese

    80 Diario pp. 234-235.

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    crucifijo lo conservars y llevars siempre contigo hasta la muerte, como recuerdo de tu hermana. Siempre lo he llevado yo conmigo.

    Siento la pena ms inmensa al separarme, pero Dios me sostiene y me da

    fuerzas para romper los lazos ms estrechos que existen sobre la tierra. Creme que mi vida entera ser una continua inmolacin por ti, para que seas buen cristiano. Acurdate de tu hermana carmelita. Cuando las pasiones, los amigos te quieran sumergir en el abismo, ella al pie del santo altar estar pidiendo para ti la fuerza. Acurdate que, mientras t te entregas a los placeres, ella tras las rejas de su claustro someter su cuerpo a las ms rudas penitencias. S, Miguel. Te quiero con locura y, si es necesario que yo pierda mi vida porque t vuelvas sobre tus pasos y comiences la verdadera vida cristiana, aqu la tiene Dios. Aun el martirio, con tal que, cuando pasen estos cuatro das del destierro, nos encontremos reunidos para siempre en Dios.

    Adis, hermanito querido. Perdname todo lo que te he hecho sufrir. No

    ha sido con intencin. No te olvides de tu hermana que tanto te quiere 81.

    81 Diario p. 260.

  • 38

    SEGUNDA PARTE VIDA RELIGIOSA

    ENTRADA AL CONVENTO

    Lleg el da sealado del Seor, e1 7 de mayo, en el que deba consumarse el sacrificio de la futura carmelita y de su querida familia En el momento en que se present en la puerta reglar para entrar, la acompaaban su mam, sus hermanos, parientes y amigas, que haban venido con ella. Al abrirse la puerta, abraz a sus hermanas y recibi la ltima bendicin de su mam y del padre Superior de los carmelitas de Santiago. Entr y, arrodillndose, bes la tierra y despus el crucifijo que se le presentaba, abrazndose a l. En ese instante caa desmayada su hermanita; pero esto, ni los sollozos ni el llanto de los que fuera quedaban, la hizo detenerse un instante, ni derramar una lgrima: absorta en Dios: l la sostena. La llevamos en procesin al coro, cantando el himno O gloriosa. Acabadas las oraciones, salimos del coro, y pudimos verla serena y tranquila, sobre manera hermosa; tena de ngel y de reina. Abraz de rodillas a su nueva familia, con sumo amor, y agradeci a la Comunidad el que la hubieran admitido, confesndose indigna de esta gracia, y dijo: Estoy feliz, lo que no necesitaba expresar, porque se la vea radiante de gozo y alegra...

    Se la llev a la celda que se le haba destinado; goz con su pobreza,

    mirando la cruz de madera, se hall con la divisa: Solo Dios basta, que constitua para ella el programa de su vida. Ocho das ms tarde escriba: Estoy en el cielo, siento de tal manera el amor divino en mi corazn que hay momentos en que creo que no voy a resistir. Y a su virtuosa madre: No se figura el cambio que ya percibo en m: l me ha transformado; va descorriendo los velos que lo ocultaban y que estando en el mundo, entre tinieblas, no me lo dejaban percibir. Cada vez me parece ms hermoso, ms tierno. Nuestro Seor le enseaba, reprochndole las ms mnimas imperfecciones y exigiendo de ella hasta los ms pequeos sacrificios... Le inspir tambin que hiciera el voto de obrar lo ms perfecto, el que hizo con autorizacin y cumpli fielmente como todas pudimos notar 82.

    Su hermana Rebeca refiere en una carta enviada a su padre el 8 de mayo

    de 1919: El viaje se hizo sin contratiempos y llegamos a Los Andes a las 11. Como a eso de las tres de la tarde empez a vestirse y, como ella deca, se puso el vestido de novia. Enseguida se despidi de cada uno de nosotros con toda tranquilidad y fortaleza, propia de las almas grandes. Despus de llamar al torno empezaron todas las Madres a cantar, abriendo la puerta de par en par y entonces aparecieron monjas en dos filas con el velo bajo y con una vela en la 82 Carta circular enviada despus de su muerte.

  • 39

    mano. Una de las novicias se adelant con un gran crucifijo y en ese momento, empez la gran ceremonia. Juanita, despus de despedirse de cada uno de nosotros, se arrodill a los pies de un padre carmelita para recibir su bendicin y, enseguida, se arroj a los pies de mi mamacita, pidindole perdn y su bendicin, y le suplic que tambin se la diera en su nombre. S, papacito, su ltimo pensamiento fue para usted. Despus atraves el umbral de la puerta hincndose, bes aquel suelo bendito y levantndose se arroj a los pies del crucifijo. Papacito, creo que, en ese momento, su alma estaba muy lejos de este suelo; no era duea de s misma, estaba absorta, estrechando a su nico bien. Ay, nunca jams olvidar esa entrada! En ese instante se revel tal cual era: fuerte, grande, santa.

    Sus movimientos no eran naturales, pareca que estaban impulsados por

    algo divino, sobrenatural. Se arranc de los brazos de los suyos para arrojarse en los de Dios.

    SUS PRIMEROS PASOS EN EL CONVENTO Ella misma escribe a su padre al da siguiente de su entrada: Gracias, mil veces gracias por su generoso consentimiento. No se imagina la felicidad de que disfruto. He encontrado, por fin, el cielo en la tierra.

    Si es verdad que ayer me apart de los mos con el corazn desgarrado, hoy gozo de una paz inalterable. No se imagina, mi papacito, el cario y solicitud verdaderamente maternal de nuestra Madre; lo mismo el cario de cada hermanita. No tengo cmo agradecrselo bastante. Ahora le escribo desde mi celdita que, aunque bastante pobre, no la cambiara por ningn aposento de los ms ricos del mundo. Me siento feliz en medio de tanta pobreza, porque tengo a Dios, y El slo me basta. He principiado ya mi misin de rogar constantemente por los mos. No los olvido un momento en mis oraciones. Quiera nuestro Seor recibrmelas y darles cuanto necesitan.

    Estoy tan feliz que, a pesar de que no conoca a mis hermanitas, me parece que siempre hubiera vivido en medio de ellas. Adis, papachito lindo. Consulese de la separacin, porque siempre tendr un ser que ruegue a nuestro Seor por usted, ya que le ha proporcionado el objeto de su felicidad. Nunca tendr cmo pagrselo. Adis, papacito. A los pies de nuestro Seor le queda muy unida su hija carmelita, que ms lo quiere 83.

    83 Carta a su padre del 8 de mayo de 1919; Diario p. 261.

  • 40

    Ese mismo da, 8 de mayo, le escribe a su madre: Estoy en mi celdita sola con solo Dios. Esta maana mi Madrecita me hizo levantarme ms tarde. Me cuida tanto que me confunde. No se imagina todas las chambonadas que hago a cada paso, y mi hermanita novicia tiene la gran caridad de guiarme. Paso unos apuros colosales para andar con zuecos. Me tiento de la risa al ver mi torpeza. En fin, soy feliz, porque, aunque nada tengo, todo lo encuentro en Dios. Anoche, dorm regiamente en mi cama de carmelita. Me senta ms dichosa que un rey en su mullido lecho 84. Y sigue dicindole en otras cartas: Pdale al Seor que mi vida sea un cntico de amor y alabanza. Quiero ser hostia por los sacerdotes 85.

    Tengo el oficio de despertadora. Me levanto un cuarto de hora antes para despertar a mis hermanitas. Es lo ms delicioso, pues est oscuro todava, con luna. Y soy la primera que me voy al coro. All, delante de nuestro Seor, sola, cuntas cosas no le digo, mamachita linda, por todos; pues a esa hora tiene que estar muy generoso, pues toda la noche acopia las gracias para las almas. Me encanta este oficio, pues tengo que llamar a mis hermanas a la oracin, y ya que mis alabanzas son tan pobres, al menos llamo a otras almas que saben amar y alabar mejor al divino prisionero 86.

    Ahora le contar algunos detalles. Tengo el oficio de capellana. Arreglo

    el oratorio del noviciado y tengo que atender todo el noviciado, que, aunque es muy pequeo, no deja de tomarme tiempo, porque soy tan calmosa. Ahora nos estamos levantando diez minutos antes de las cinco a.m., porque rezamos en estos 15 das antes de la Asuncin los quince misterios del rosario. Le aseguro que llena el alma de felicidad esa devocin a la santa Virgen. Dicen que concede todo lo que se pide. As es que ya comprender cmo rogar por los mos.

    El martes, por ser el da de santa Marta