Shifting Aims (Traducción del texto de Geertz)
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Transcript of Shifting Aims (Traducción del texto de Geertz)
Geertz, C. (2005), SHIFTING AIMS, MOVING TARGETS: ON THE
ANTHROPOLOGY OF RELIGION. Journal of the Royal Anthropological Institute,
11: 1–15. doi: 10.1111/j.1467-9655.2005.00223.x
“Cambio de objetivos, blancos móviles: en la antropología de la religión”
En el período de la inmediata guerra mundial II, y la inminente guerra fría de los años
1950, es claro que hubo un cambio de dirección tanto en los objetivos como en los
objetos del estudio antropológico de la religión, aquello que se miraba y aquello que se
buscaba. Las incursiones anteriores se habían dedicado a las creencias y ceremonias
arcaicas con la suposición que los rudimentos y los presagios del Judaísmo, Cristiandad,
Hinduismo, Islam y otras denominadas “altas religiones” podrían ser vistas allí y así las
formas elementares de la vida religiosa, del famoso slogan de Durkheim, podrían ser
definidas, clasificadas y reducidas a reglas.
Los esfuerzos entonces se dirigieron a abordar las “grandes religiones” directamente, en
su inmediatez y contemporaneidad. En sus formas emocionales, menos en descubrir sus
puntos en común que colocarlas dentro del contexto social e histórico dentro del cual
habían emergido y sobre el que incidían. Lo que había sido una comparación folklórica
que buscaba paralelos (shamanes como sacerdotes, lucha de gallos como sacramentos),
se transformó en una etnografía comparativa que buscaba la importancia:
importaciones, impacto, significados, peso.
Estos cambios de rumbo o de paradigma, fueron parte de un cambio de dirección
general prestada por la antropología de desiertos, junglas, desechos árticos, a lo que se
conocieron como “New Nations”, los “países en desarrollo”, el “tercer mundo”, el
“poder emergente” o “los estados no alienados”. Quien quiera clasificar los estudios de
la India, Irán, Nigeria, Egipto, China o Brasil, o como yo hice, Indonesia, no se
encuentra frente a una maraña de mitos, espíritus y prácticas psíquicas que etiquetar y
clasificar, sino a formaciones sociales y culturales masivas, profundamente históricas y
conceptualmente elaboradas, completas con oficiales, textos, economías y nombres
ratificados. Complejos sociales,”civilizaciones” si lo desean, algunas tan largas como
subcontinentes, con población multicultural, manojos de lenguajes, y conexiones
espirituales a través de medio mundo que implicó no sólo un nuevo objeto de estudio,
sino también una concepción revisitada sobre cómo estudiarlo.
En lo que respecta a Java, el aparato conceptual “pluralismo”, “sincretismo”,
comunalismo”, “denominacionalismo”, “sectarismo”, se mostraba inadecuado para las
volteretas intrincadas y la intensidad de las cosas. No fueron los ingredientes de la
tradición como tal los que desafiaron la descripción y la explicación. Fue la forma en la
que tradiciones, y mentalidades y las mentalidades que generaban, fueron tensadas por
la profundidad de la fisura de la vida social, política y económica, y de hecho definieron
esas fisuras, lo que demando un cambio en el plan metodológico.
Explica la situación de la isla. Las causas de todo lo que ocurre (se refiere a los
movimientos políticos) y de la reintegración forzada y artificial que le siguió y tomó el
país en el estado de suspensión política e intelectual, un tipo de túnel del tiempo por
treinta y cinco años fueron, por supuesto, varios. Pero que el rompimiento y estrépito de
las disposiciones religiosas fueron prominentes es bastante claro. Esta suerte de
dificultad intrínseca, el interjuego de las tradiciones locales y las religiones mundiales,
no solo me confrontaron a mí y a mis colegas del proyecto Java arrojados en el medio
de un país en formación; esta confrontación de la totalidad de la generación de
antropólogos que cambiaron, en las décadas 1950 y 1960, del estudio de las viejas
sociedades a los nuevos (o, de alguna manera, los más nuevos) estados. India, con la
división comunalista de estos movimientos nacionalistas y la agonía de la Partición, fue
tal vez el caso más espectacular. Nigeria con el seccionalismo islámico-cristiano y la
guerra civil etno-evangélica; Sri Lanka con la violencia Cingalesa-Budista versus
Tamil-Hindu; discordancia, suspicacia y distancia moral en landin-indian (¿) de Meso-
América, el sectarismo de pequeñas diferencias entre Sunnita-Shiita en Irak, Pakistán,
algunos Romano-ortodoxos en Serbia-Croacia; musulmanes, cristianos y judíos cayeron
juntos en el Medio Este y África del Norte; las tierras bajas budistas y los países del
interior Cristiano ciñeron uno al otro en Birmania; el Catolicismo español, el
Evangelismo Americano, y el Revivalismo Islámico estuvieron juntos y separados en
las Islas Filipinas –nadie se preocupó en explorar su constitución espiritual con un tipo
de tarea diferente de aquella a la que hicieron frente Reo Fortune y sus hechiceros en
Dobu, Max Gluckman y sus jefes en Swazilandia, o Lévi-Strauss y sus historias de
jaguares entre los Bororo. Todas estas cuestiones se presentan a cualquiera que se
interese en explorar la constitución espiritual en un forma bastante diferente de la que
enfrentaron Maz Gluckman y sus jefes en Suazilandia, o Levi-Strauss y sus historias de
jaguares entre los Bororo.
Lo más productivo del debate abstracto fue que no se dieron respuestas irreflexivas
sobre la variabilidad, multiplicidad, rivalidad y clamor con el simple objetivo de
comparar cultos y costumbres como análogas a las consideradas en nuestras sociedades,
para responder “¿qué es la Religión?”, “¿Cuáles son sus bordes?”, ¿qué se incluye bajo
esa etiqueta?”, que al llegar a ella es “creencia”, “fe”, “observancia”, “culto”.
2
El asunto de cómo nombraremos y clasificaremos formaciones culturales en otras
sociedades con algunos límites similares a la nuestra y raramente sui generis, extrañas y
diferentes, es bastante general en antropología. (…)Ya se trate de “la familia”, “el
mercado”, “la ley”, “el arte”, “la política” o “el estatus”, decidir que entra en la
categoría, como decimos, transculturalmente. Lo usual es comenzar por nuestro propio
más o menos sin examinar sentido común sobre lo que es “la familia”, “el Estado” o
“religión”, lo que entendemos por parentesco, gobierno, fe, y que tiene una resemblanza
familiar para nosotros.
Para realizar un análisis de lo que podemos llamar “sistema de significados” o como
llegué a preferir “sistemas culturales” Tres líneas de pensamiento muestran valor en
conexión con el enfoque y el orden con nuestro entendimiento comparativo de la
religión.
1) La primera es la tesis llamada “la autonomía del significado”. El significado no
es un asunto privado, subjetivo, personal, “en la cabeza”. Es un asunto público y social,
algo construido en el fluir de la vida social. Traficamos signos en pleno aire, fuera del
mundo donde se produce la acción; y es en ese traficar que el significado se construye.
2) La segunda línea de pensamiento, implicada en la primera, es que el significado está
materialmente corporizado, que son los signos transmitidos, realizados,
emblematizados, expresados, comunicados, perceptibles. Dispositivos simbólicos como
ritos de pasaje o juegos de pasión que son su vehículo. (lo que hace el equipo
“religioso” no es esta estructura, sino su uso) La cultura (lenguaje, arte, ciencia, ley,
religión, matrimonio, políticas, júbilo, sentido común) consiste no en ideas sin cuerpo
suspendidas en estados mentales impalpables, delicado movimiento del alma y el
espíritu, sino en lo que el teórico americano de la acción social, crítico sociales y todo
hombre de letras Kenneth Burke (1941) ha llamado “equipamientos para vivir”,
equipamientos sustanciales, a la mano, usables y usados.
3) Y finalmente, conectado más directamente con la religión y el culto tenemos el
desarrollo de la concepción de “límite”, “último”, o problema “existencial” del
significado: el punto en que nuestros recursos de significados comienzan a fallar. donde
nuestro equipo para vivir cruje y amenaza con romper en la cara de la radicalmente
inexplicable, lo radicalmente insoportable, o el radical injustificable.
Equipado, entonces, con estas tres nociones generales, que el significado es autónomo,
que es conducido en signos o símbolos, y que los significados religiosos así conducidos
son dirigidos hacia puntos en los cuales se cierne un impasse, Hace cuarenta años
intenté una breve reseña, general de "la religión como Bien de Interés Cultural [o, de
nuevo," que significa "] del sistema’.
Como Java (o Indonesia) Marruecos es, por supuesto, nominalmente, públicamente y al
menos oficialmente “Islámico”, ha sido así para la totalidad de los escritos históricos, y
parece muy poco probable que cambie pronto. Pero, a diferencia de Java, es Arabo-
Bereber, más que Malayo-Polinesio, en su base infra-cultural; y, a diferencia de Java, ha
sido ampliamente –no enteramente, pero ampliamente- libre de implicaciones y de
influencias intensivas de otras religiones “altas”, “mundiales”, “organizadas”,
“doctrinales”, “bíblicas” (Hubo, por un largo tiempo, la presencia de un enclave judío y,
por un período mucho más corto, un superviviente cristiano, pero ninguno tuvo mucho
efecto en la deriva total y tenor de las cosas). Como resultado, en lugar de la vaguedad y
conglomeración, el sentido de eclecticismo, dispersión, y continua toma de posición que
marca Java, Marruecos presenta una mucha más severa, centrada y concentrada imagen
espiritual: “Islam” sans phrase (sin condena, sin sentencia). Contra el delicado balance
entrecruzado de Java entre “les frictions de la concurrente (competencia)” y “la
voluntad de armonía”, Marruecos se muestra (en su temperamento, al menos –en su
estructura social es otra cuestión) directa, ordenada, libre y monofónica.
Para llevar a cabo este contraste, para descomprimirlo, y demostrar la utilidad del
enfoque de sistema de significado, di una serie de conferencias breves, esquemáticas, y
en cierto modo reductivas después de regresar de África del Norte a finales de 1960, en
el que, en lugar de ofrecer un estudio enciclopédico de lo parecía tener una u otra cosa
que hacer localmente con la 'religión', que tuve para Java, traté de rastrear cómo una
sola, de larga data, altamente codificado, extraordinariamente consciente de sí mismo ,
por no decir de auto-absorción "religión mundial, el Islam, había trabajado a sí misma
de maneras muy diferentes con efectos muy diferentes en muy diferentes entornos: el
Magreb más lejano, las Indias más distantes.
Publicado más tarde como Islam Observed (Geertz 1968) (lo que supuso un juego de
palabras, aunque no conozco nadie que se haya dado cuenta), mi discusión estuvo
organizada alrededor de la construcción en cada una de esas sociedades que llamé
“estilos clásicos” de expresión religiosa: in Java, una jerárquica, sincrética y más bien
difusa, experiencia de búsqueda de intuicionismo; en Marruecos, la extenuante
confrontación, y más bien purista, mundo de corrección moralista.
La validez de estas caracterizaciones aparte (que no es posible en estos asuntos para
describir sin descritas erróneamente; excepción y la contradicción son tan
profundamente incorporados), mi preocupación era mostrar cómo ideas integrales,
generales del orden, algunas de ellos derivadas de islámico textos y tradiciones, algunas
de ellos no, y otras particulares desarrolladas localmente, prácticas sociales, acentuadas
localmente jugaron unos con otros, dialécticamente o recíprocamente para producir
concretas particulares vías de Vie - distintivas formas-de ser-en-el-mundo.
Pero una cosa graciosa sucedió. En ambos países, la cercanía de los lazos entre las
grandes visiones y las circunstancias locales creció y atenuó, transformándose en el
plano abstracto en defensividad y pánico de identidad. Lo que había sido un interjuego
bastante directo e inmediato entre las experiencias de vida de todos los días y las
nociones de significado profundamente establecidas y propósitos colectivos se
convirtieron, al menos para amplios y crecientes segmentos de las dos poblaciones,
aunque de nuevo en formas característicamente contrastivas, mucho menos elusivas,
intrincadas, inentendibles, materia inestable.
Para nombrar este fenómeno acuñe el término “mentalidad religiosa”.
En el curso de sus historias sociales separadas, los marroquíes y los javaneses crearon
en parte por las tradiciones islámicas, en parte por otros, imágenes de la realidad última
en términos en los cuales ellos veían y trataban de vivir. Como todas las concepciones
religiosas, estas imágenes cargan en ellas sus propias justificaciones; los símbolos (ritos,
doctrinas, objetos, eventos) a través de los cuales se expresaron fueron, para aquellos
sensibles a ellos, intrínsecamente coercitivos, inmediatamente persuasivos –brillaron
por su propia autoridad. Es esta cualidad la que parecen estar perdiendo gradualmente,
al menos para una pequeña pero creciente minoría. Lo que es creído como verdad no
cambia para esta gente, o no lo hace mucho. Lo que ha cambiado es la forma en la cual
esto es creído (Geertz 1963)
Se llame como se quiera, se observa en ambos países un cambio, aunque aún limitado
pero de rápido crecimiento, en la forma en que las convicciones religiosas se
relacionaron con el funcionamiento de la vida diaria. Las relaciones entre los dos fueron
menos simples, menos inmediatas, y menos directas –más necesitadas de apoyo
explícito, conciente, organizado. Las formas que tomaron en ambos países –los
movimientos reformistas de la vuelta al Corán, la organización política partidaria de los
intereses religiosos, el florecimiento de la propaganda, la apología, y argumentos
3
Muchas cosas han sucedido, tanto en Indonesia como en Marruecos particularmente y
en el mundo Islámico en general, después del año 1967. Indonesia tuvo 5 presidentes,
dos de ellos fuertemente musulmanes, tres de ellos con perspectiva más sincrética.
Marruecos tuvo dos reyes, uno de ellos enfático y mano dura, el otro dubitativo, elusivo
y difícil de descifrar. La guerra fría explotada en el extranjero, había exacerbado
pasiones ideológicas internas haciendo crecer tensiones sociales, había terminado.
El Partido Comunista en vez del indigenista de Indonesia, una vez que el más grande
fuera del bloque chino-soviético y preparada para la revolución, ha sido completamente
destruido después de un fallido golpe de Estado y una masacre popular, sus líderes
asesinados, encarcelados, deshonrado, o exiliados. Y, quizás lo más importante desde el
punto de vista de nuestro tema, la "mentalidad religiosa" como vs “religiosidad como tal
"- consciente de sí mismo, la creencia doctrinaria en oposición a la fe reflexiva
cotidiana- que vi como comienza a ser prominente en los dos países como "salafismo",
"escrituralismo", "reformismo", "purismo" y "doble ánimo", ya se ha convertido en
omnipresente en el conjunto del mundo musulmán en esas rúbricas generalizadoras
como "islamismo", "Islam político" , “neo-fundamentalismo”, y “yihadista Islam”.
Jomeini, el Frente Islámico de Salvación, los talibanes y Osama se han producido desde
entonces. Así que tener la Intifada Al Aksa, el ataque a las Torres Gemelas, las
invasiones estadounidenses de Afganistán e Irak, los atentados de Bali y Casablanca, la
de-sovietización de Asia Central, y la migración masiva, cada vez más permanente,
cada vez más controvertida, de Cercano Oriente y los musulmanes de Asia a Europa
occidental y los Estados Unidos.
Tal es, en efecto, los peligros de tratar de escribir la historia como es el caso, como yo
era, en parte, tratando de hacer. El mundo no se detiene hasta que complete su párrafo, y
lo máximo que puede hacer con el futuro es sentir su inminencia. Lo que viene, viene:
lo importante es si, cuando se trata, tiene algún sentido como una consecuencia de la
Directiva procesa usted piensa que ha visto. Historia, se ha dicho, no puede repetirse
pero sí rima. Y desde ese punto de vista, mirando hacia atrás por lo que veo ahora a lo
que vi entonces, aunque me siento a la vez preocupado y desalentado (yo esperaba
mejor), no me siento particularmente avergonzado, escarmentado, a la defensiva, o de
disculpa. Sensor de lluvia, podría haber conseguido una inundación; pero fue, al menos,
uno de corroboración.
Sin embargo no formada y la recolección de las nubes donde entonces, y sin embargo
yo era incierto sobre qué hacer con ellos, que eran reales. Y así, ahora resulta que fue la
tormenta que presagiaba.
En la segunda parte del siglo XX, la larga post-guerra, el estudio de la religión en las
ciencias sociales fue, con algunas pocas excepciones prominentes, Peter Berger y
Thomas Luckman (1967) y Robert Bellah (1970) en sociología, Victor Turner (1968) y
Mary Douglas (1966) en antropología, siendo un pequeño remanso y una versión
reducida de la denominada “tesis de la secularización”, que el racionalismo de la vida
moderna fue colocando a la religión fuera del espacio público, reduciéndolo a las
dimensiones de lo privado, lo interior, lo personal, y lo oculto, estaba en pleno clamor.
Aunque espíritus y duendes, e incluso dioses altos, todavía tenían ascendencia entre los
pueblos periféricos y clases sumergidas, y las iglesias permanecieron abiertas, la ilusión
no tenía futuro como una fuerza social ampliamente consecuente. Podría, de hecho
probablemente habría de persistir durante un tiempo como una resaca primitivista y un
lastre para el progreso; pero jamás volverá a tener el poder directivo, por la fuerza
transformadora en los asuntos sociales, políticos y económicos que una vez había
tenido, en la Reforma, la Edad Media, o la Era Axial. La pesadilla de Weber -
'especialistas sin espíritu, sensualistas sin corazón' - puede aún llegar a pasar [Weber
1958: 284]. Pero no parecía así ni a mí ni a mis compañeros de viaje en 1967. Y
ciertamente no parece que a nadie ahora. Hindutva, Neo-Evangelismo, comprometidos
budismo, Eretz Israel, Teología de la Liberación, sufismo Universal, cristianismo
carismático, wahabíes, chiísmo, Qtub, y 'El retorno del Islam: religión firme, viva,
expansiva, empeñado en el dominio, no es sólo un regreso; la noción de que se retiraba,
su significancia contrayéndose, parece haber sido, por decirlo suavemente, al menos
prematura.
En resumen, en un puñado de frases lo que ha sucedido a la "religión", aquí, allá y en
todo el mundo, en las últimas décadas del siglo pasado y la apertura a uno de esto es,
por supuesto, un juego de tontos del todo imposible (o de un ideólogo [Geertz 2003a]).
Pero es posible sugerir algunas características de la escena contemporánea, dentro de
Marruecos e Indonesia, así como fuera, dentro del Islam, así como las otras "religiones
del mundo", que parecen ser a la vez algo bastante nuevo bajo el sol y extenciones de
las lógicas de las tendencias ya asentadas.
De estos, voy a mencionar aquí sólo dos, a pesar de que no son más que parte de un
panorama social mucho más grande y que más bien se reducen a dos formas de decir lo
mismo: (1) el “desenredo progresivo”, el desanudarse (the progressive
disentanglement), de las grandes religiones (y algunas de las menores- de la Soka
Gakkai, mormonismo, Cao Dai, Bahai) de los lugares, pueblos, y las formaciones
sociales, los sitios y las civilizaciones, dentro de los cuales y en función del cual se
formaron históricamente: el hinduismo y el budismo de las particularidades profundas
de Asia meridional y oriental, el cristianismo de Europa y los Estados Unidos, el Islam
de los de Oriente Medio y África del Norte; y (2) el surgimiento de la persuasión
religiosa, la heredada o auto-ascripta, debilitada o reforzada, como ampliamente
negociable, móvil y fungible, instrumento de identidad pública - un personaje portátil,
una posición de sujeto móvil.
La propagación de las llamadas y textuales “religiones del mundo” desde sus puntos de
origen de relación más inmediata a climas y contextos ajenos es, por supuesto, de muy
larga data; es por eso que se llaman "religiones del mundo". Las expediciones
misioneras del protestantismo en Asia y África, la migración de la religión católica,
junto con la cultura de conquista ibérica en América Latina, explosivo empuje hacia el
este y el oeste del Islam desde su remanso en el corazón de Arabia, incluso el más
esquivo, el más difícil de irradiar, el budismo desde la India hacia china, Japón y el
sudeste asiático o el de judaísmo rabínico del Oriente hacia al Europa española, eslava,
germánica - todos demuestran que las creencias, credos, religiones, Weltanschauungen,
"religiones", los viajes, las modificaciones que sufren en los traslados, los diferentes
grados de éxito y permanencia en tramas de las historias locales.
Lo que es nuevo en la situación inmediata, o en todo caso lo suficientemente diferentes
como para representar algo de un cambio radical, es que mientras el movimiento
anterior de las concepciones religiosas, compromisos consiguiente, prácticas y
autoidentificaciones fue en gran medida una cuestión de difusión centrífuga de una
forma u otra - misiones, conquista, proselitismo comercial, la intrusión colonial;
clérigos itinerantes, instalación de academias, conversiones situ - el movimiento actual
es más grandes y variado, una dispersión general más que una serie de flujos dirigidos;
la migración, temporal, semipermanente y permanente, de los creyentes de todos los
días en todo el mundo. Se supone hay un estimado de 20 millones de indios viviendo
fuera de India, 5 millones de musulmanes viviendo en Francia. Hay budistas (Thai,
Burman, Sri Lanka,) en Londres y Los Angeles, Cristianos en Tokio, Riad y Bangkok,
trabajadores temporales en el Golfo, Australia y Hong Kong. Etc.
Esta dispersión, poco a poco, precipitada, vacilante y, excepto cierto número de lazos de
parentesco y vecinales, sin organizar, de individuos (o familias) localmente enraizadas,
altera todos los espacios, los nuevos, aquellos por cuyo seno se mueven y aquellos que
dejan atrás.
La formación de comunidades de diáspora, eventualmente marcadas por la religión,
difícilmente puede pensarse como un fenómeno nuevo en la historia del mundo, judíos
en Nueva York, Maronitas en Africa Occidenta, Hadramautis en Sudeste Asiático. Pero,
la escala en la cual en la actualidad se presentan (50,000 marroquíes en Amsterdam,
100,000 Mali en Paris, 150,000 Banglades en Londres, 250,000 turcos en Berlín, y lo
más extraordinario de todo, 10,000 Tamiles en Suiza) seguramente lo es.
La transformación de los más o menos rutinariamente transmitido,
El movimiento desde la “religiosidad” a la “mentalidad religiosa” de varios tipos de
grados e intensidad, que había sido observado poniéndose en marcha en el Islam de
Marruecos e Indonesia a mediados de los ’60, que comenzaron a reconsiderar
seriamente su historia religiosa es ahora un fenómeno en el mundo donde más y más
gente y los mismos que habían heredado, por decirlo de algún modo, fuera de contexto:
lanzado en asentamientos ambiguos, irregulares, de múltiples tipos de fe. No son solo
musulmanes, ni africanos del Norte y asiáticos del Sudoeste sobre la que se da esta
reorientación espiritual. No sólo ocurre con la población migrante. El revoltijo de
catálogo del mundo está alterando la forma y el contenido de la expresión religiosa,
cambiando a la vez las tonalidades de convicción, su alcance y sus usos públicos.
Ser musulmán en el extranjero (o un hindú, un cristiano, un Judío, un budista ... pero
debo volver a mis ovejas), fuera de la Dar Al-Islam, es decir, como un creciente número
de marroquíes e indonesios que trabajan, estudian, viajan, o se casan en otros lugares,
presenta un panorama muy diferente del ser musulmán en sus lugares de origen. Estar
entre los no musulmanes induce en muchos, probablemente en casi todos, una cierta
cantidad de reflexión consciente, sobre lo que significa ser un musulmán en un ambiente
no históricamente predispuesto a facilitarlo. Puede haber, y hay una serie de resultados:
un 'diluir' de creencia ecuménica; una “doble mentalidad" del yo, y la vida propia,
dividida entre el ser y el ser de la vida, entre una comunicación interior y exterior; un
giro hacia un islamismo mucho más firme y autoconsciente en respuesta a la falta de fe
percibido en el nuevo escenario. Y casi todas las posibilidades en el medio, incluyendo,
por supuesto, la ceguera, las no limitaciones y masacres.
Debe quedar claro que “estudiar religión”, no es y nunca ha sido, una cosa simples,
confinada, aprensible, enseñable y resumible. Es, y siempre ha sido, una cuestión de
clasificación de varios acontecimientos encontrados: algunos amplios y públicos, como
las elecciones nacionales o las inmigraciones internacionales; otros pequeños y más
íntimos como las celebraciones domésticas o las recitaciones del Corán; incidentales,
entre paréntesis algunas, como un funeral interrumpido, una pelea de gallos hallanada.
Todo en el intento de determinar cómo las concepciones generales de lo que la realidad
realmente es y las formas particulares juegan uno con otro para mantener el sentido de
que, más o menos de todos modos y a fin de cuentas, las cosas tienen sentido. (It should
be clear by now that, at least so far as I am concerned (others may do as others wish),
‘studying religion’ is not, and never has been, a single, bordered, learnable and
teachable, sum-up-able thing. It is, and has always been, a matter of sorting through
various happenings variously encountered – large, public ones, like national elections or
international migrations; small, intimate ones, like household feasts or Quran chants;
merely incidental, parenthetical ones, like a broken funeral, a raided cockfight, or a
painted-over house façade – all in an effort to determine how overall conceptions of
what reality really is and particular ways of going about in it play into one another to
sustain the sense that, more or less anyway and on balance, things make sense.)