Rutas 105

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Revista de Ecoturismo, Deportes de Aventura, Ecología, 4x4 y mucho más... Sentimos pasión por Venezuela. Síguenos en Tw e Ig: @rutas_4wd - Fb: Revista RUTA'S

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Issue 12 • June 2012

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EDITORIAL

Contenido

DIRECTOR GENERAL: Hugo Madriz Montes de Oca

Cel.: (0414) 437.83.32 [email protected] / @hugo_rutas

COMITÉ EJECUTIVO: Hugo Madriz Montes de Oca

Stephan Luis Nube Rojas

COORDINADORA DE MERCADEO Y VENTAS: María A. Carrizales

Telfs.: (0241) 825.35.07 - 825.99.30 826.36.80Fax Directo: (0241) 825.99.89

Cel.: (0414) 348.03.66 [email protected]

@mercadeoRutas

EDITOR: Stephan Luis Nube RojasTeléfono: (0414) 422.98.16

[email protected] / @luisnube

DPTO. DE PRENSA: [email protected] / @rutas_4wd

PRODUCCIÓN GRÁFICA : Charles Garay [email protected]

CORRECCIÓN Y ESTILO:Geraldo Meneses

([email protected])

DIRECCIÓN FISCAL:Calle 147, edificio Villa D’ Este, Piso 5,

Ofic. Única. Urb. Carabobo. Valencia, Edo. Carabobo.

Venezuela. Telf. (0241) 825.35.07

REDACCIÓN:Calle 147, edificio Villa D’ Este, Piso 5,

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INTERNET:www.rutas4wd.com

email: [email protected] @rutas_4wd / Revista Rutas

COLABORAN EN ESTE NÚMERO:Alfred Armas, Luis Gerardo González B.,

Equipo Baja SAE USB, Centro de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas

Les recordamos a nuestros lectores la imperiosa necesidad de contribuir a la preservación y conservación del medio ambiente, evitando realizar acciones que pongan en peligro el ecosistema (arrojar desperdicios, encender fogatas sin las respectivas medidas de seguridad, etc.) de toda región visitada y especialmente aquéllas reseñadas en esta publicación.

RUTA´S 4WD® es una marca registradaRUTA´S 4WD® no acepta publicidad re-daccional, no se hace necesariamente solidaria con las opiniones vertidas por sus colaboradores, ni sus secciones podrán ser compradas o influidas. Se prohíbe la reproducción total o parcial de cualquier artículo y/o fotografía apareci-da en esta revista, sin el consentimiento expreso de su editor.

Reportaje especialReserva Forestal TicoporoPágina VerdeLos Inquietos Colibríes TucusitosPlayas de VenezuelaCabo Negro, uno de los secretos mejor guardados de Margarita Ruta de AventutaAltos de la Sierra de La Culata

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10 Los venezolanos debemos estar cada vez más orgullosos de nuestra riqueza histórica, cultural y natu-ral de nuestro país, como punta de lanza para ayudarlo a crecer. Es necesario creer en nuestras fortalezas para entender que necesitamos un mejor futuro. Después de haber recorrido innumerables parajes, hoy reconocemos que todavía nos aguardan seductores tesoros en nuestra geografía nacional. ¡Venezuela es inagotable! Y en este número de RUTA’S, lo volvemos a demostrar. Prueba de ello es Cabo Negro, uno de los secretos mejor guardados de la Isla de Margarita, que man-tiene un estado original en sus playas y en el entorno montañoso que le rodea. Una excelente opción para practicar el senderismo, uno de los tantos deportes de aventura que podemos practicar en nuestra tierra. La Reserva Forestal de Ticoporo representaba para el estado Barinas y el país un centro boscoso con privilegiada ubicación geográfica. Hoy en día, luego de décadas de incontrolada explotación maderera, quedan vestigios de su riqueza en medio de grandes áreas devastadas. Al visitar sus extensos pastizales y ríos, imaginamos los densos bosques que cubrieron su territorio. Una gran variedad de vida silvestre convive entre terrenos dedicados a la actividad agroproductiva. Por eso, en este número reiteramos nues-tro llamado a la conciencia ecológica que tenemos que fomentar. El sur de la Península de Paria es un lugar que invita a recorrerlo y contemplar las lejanas costas desde la cima de su serranía. Un paisaje siempre acogedor; con su gente afable, que ofrece la mejor atención al visitante, un marco ideal para una aventura extrema e inolvidable. Mérida es un estado prodigioso. Un límpido cielo se extiende sobre las serpenteantes vías del eje carretero más elevado del país, de donde se puede contemplar sus altas cumbres, cristalinos ríos y sub-yugantes flores. En esta edición visitamos hermosas lagunas y apreciamos el cóndor, los monumentos y lugares emblemáticos de esta región. Pero, por otro lado, nuestra ventana no puede esconder la profunda preocupación que tenemos por la difícil situación que atraviesa la industria automotriz venezolana que afecta a muchos otros sectores del país. Por eso, aprovechamos éstas líneas para llamar la atención a las autoridades, pues, la Cámara Nacional de Comercio de Autopartes (Canidra) ha elaborado un balance donde resalta una capacidad instalada para producir cada año más de 250.000 automóviles frente a una sensible disminución durante los primeros 180 días del 2014. En respuesta a este hecho, abogamos porque los distintos protagonistas de la industria se aproximen a un sano y urgente diálogo en la búsqueda de soluciones coherentes y efec-tivas. Son muchos los sectores emprendedores los que apuestan por un mejor porvenir, redescubriendo la capacidad de crear riquezas, nuevos negocios y mejores servicios. Invitamos al lector a visitar nuestra página web, donde podrá revisar nuestra edición digital, conocer contenidos nuevos y noticias al día acerca del mundo automotriz, turismo, ecología y actividades al aire libre; así como encontrar información más amplia sobre los reportajes de nuestra edición impresa.

Stephan Luis Nube RojasEditor

@rutas_4wd

Nota EcológicaLos Tortuguillos de QuerepareNota EspecialEquipo Baja SAE USBDe ViajeSur de PariaNota EspecialLos petroglifos del Río AcequiasDe PaseoLa Cumaca. Tierra de Pozos

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REPORTAJE ESPECIAL

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Ticoporo

TEXTOS Y FOTOS: HUgO MADRIz MOnTES DE OCA

La Reserva Forestal de Ticoporo, lo-calizada en el estado Barinas, fue creada en 1955. Su superficie origi-nal era de 270.000 hectáreas, cubier-ta casi en su totalidad por bosques densos, poblada de gran variedad de especies y con un alto potencial para la producción de madera. Hoy día La Reserva se encuentra devastada por la destrucción de sus bosques natu-rales, como consecuencia de la tala indiscriminada.

reserva foresTal de

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REPORTAJE ESPECIAL

Siempre que revisaba los mapas, incluso digitales, y sate-litales de las sabanas noroccidentales del estado Barinas, me llamó la atención un espacio verde reseñado en ellos como la reserva forestal de Ticoporo; muchas veces intenté acercarme a este lugar, el cual imaginaba como un emporio impenetrable de densos bosques madereros, más aún, al buscar información sobre esta zona de nuestro territorio me entero que desde el año 1949 se califica como área bajo régimen especial (ABRAE) y por si fuera poco, en 1955 es convertida, nada más y nada menos, que en patrimonio universal de la humanidad y una de las pocas reservas forestales del mundo creadas por la mano del hombre en tiempos ancestrales, se afirma incluso que fue por los nativos Arawak; todo ello me motivó aún más a buscar la forma de cruzar las vías existentes de aquellos imaginarios parajes.

No fue hasta este año 2014 que llega la oportunidad de planificar un viaje para hurgar aquella región que tanto me emocionaba visitar, pues, siento una gran atracción por los intrincados bos-ques naturales del trópico de nuestro país. Planificar este viaje para llegar a Socopó, y desde allí comenzar a rodar por todos los caminos que permitan penetrar este territorio, resultaba muy emocionante sobre todo por la gran cantidad de veces que lo había intentado infructuosamente. Un día se hizo realidad el plan, al iniciar el recorrido, buscando el camino que en el GPS indica penetrar el centro de esta zona, saliendo desde la población de Socopó del estado Barinas, así comenzó todo. Una nublada mañana, al rodar, pensando en cualquier momento conseguirme con un impenetrable bosque; tomé la

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carretera que me lleva al sur, que según el GPS va justo al centro de Ticoporo, en su inicio es asfaltada y luego pasando un puesto de la GNB es una amplia carretera engranzonada. Continúo rodando por esta vía donde el GPS me indica que estamos en plena reserva forestal, en la cual comienza a impresionarme una notable deforestación, lo cual me hacía formularme la pregunta ¿Dónde está la reserva forestal de Ticoporo? Sigo transitando y consigo un lugareño que caminaba por las orillas de la carretera, muy concurrida por algunos motorizados y vehículos de doble tracción, al preguntarle a éste ¿Hacia dónde me queda la reserva forestal de Ticoporo, que según entiendo es un gran bosque maderero? Me dice, eso ya no existe, todo esto ha sido convertido en fundos de ganado, nosotros lo que hemos hecho es sembrar en las orillas de los linderos, árboles de teca,

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REPORTAJE ESPECIAL

con esta respuesta quedo perplejo y hasta incrédulo de que fuese cierto, así que decido continuar, pues indudablemente el lugar es llamativo. A partir de ese momento, me dispongo a transitar por todos los caminos que pueda, aunque por cierto, ya no aparecen estos ramales viales demarcados en el GPS. Continúo, quizás así en la infructuosa bús-queda de lo que realmente ya no existe y me niego a creerlo; sin embargo, no quedo arrepentido de esta incursión, verdaderamente estas tierras son de una exuberancia vegetal increíble, donde aún sobreviven bosques aislados entre extensos pastizales creados por las manos del hombre moderno, donde lo que más se observa es el ganado y una gran cantidad de avisos que a cada paso indican el nombre de un fundo, el recorrido de todos estos caminos termina indicando que estos terrenos están prácticamente parcelados en su totalidad, así lo demuestran los extensos linderos de alambre de púas que demarcan propiedades e impiden el paso incluso a las costas de ríos. Así terminaron las tierras de los Arawak que según los estudiosos se asentaron allí, y de alguna forma lograron multiplicar las plantaciones de: cedro, caoba, pardillo, jabillo, mijao y muchas otras especies madereras de incalculable valor, también se dice que proliferaban: dantas, tigres, cunaguaros, chigüires y gran variedad de peces, venados, arma-dillos, cachicamos, osos y otros animales. Todavía, en las condiciones actuales, es tanto el verdor, abundancia y belleza que me motiva a recorrer cada tramo de todos estos caminos que cua-driculan estas tierras entre los ríos Nacar y Mickay. Al día siguiente tomo la vía asfaltada que bordea el este del río Anaro, donde se observan grandes exten-siones de cultivos de arroz, que se prolongan hasta casi llegar a las márgenes del río Anaro, importante afluente del río Apure, un curso de agua portentoso en medio de estas verdes y fértiles planicies. Por otro lado, en el centro de la reserva, en los cuadri-culados caminos, extensos pastizales que sustentan una robusta ganadería para propósitos de engorde y leche, donde no faltan algunas hectáreas pastando los oscuros búfalos disfrutando de los húmedos pas-tizales, Me regreso afortunadamente con el atardecer, algo triste y pensativo, porque no pude observar todas las especies descritas anteriormente ante su inminente desaparición como nos lo explicó un hacendado que cultiva arroz en la zona, quien amablemente nos ofreció alojamiento en su fundo. La tarde nos regala bandadas de diversas aves que cruzan los cielos de aquellos parajes en raudo vuelo

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y en diferentes direcciones, proporcionándonos un panorama de indescriptible belleza y emo-ción, ante la evidencia que aún quedan huellas de lo que alguna vez debió haber sido la prolífera fauna de estos parajes. Conduciendo mi vehículo voy pensando que definitivamente nada quedará intacto en el futuro cercano, la intervención que se ve en los mapas satelitales es una realidad, me arrepiento no haberme acercado a estas tierras unos años antes, pues es de entender que el ser humano en su indetenible progreso demanda recursos que deben ser satisfechos de una u otra forma como es la producción de alimentos para su subsis-tencia, y así como en estas tierras, se diezman los recursos forestales, en otras no aptas para la producción agrícola o pecuaria yerguen frondo-sos los interminables pinares para la producción de madera, lo importante es que quienes estén asentados en estas tierras de Ticoporo ya interve-nidas, y quienes tienen a su cargo el control para hacer cumplir las leyes, entiendan que tienen un importante compromiso muy especial con la producción de alimentos del sustento básico, y al mismo tiempo, con la necesaria e impostergable preservación de los bosques y recursos hídricos, los cuales cumplen una función también vital; en resumidas cuentas, es importante lograr el equi-librio, la inteligencia está en ello. Ojalá quienes lean este reportaje, se entu-siasmen en visitar esa región, donde además sus moradores son muy hospitalarios y muchos brindarán la oportunidad de acampar y pernoctar en sus entrañas.

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coliBriesTUcUsiTos

TEXTOS Y FOTOS: LUIS gERARDO gOnzáLEz BRUzUAL.

LOS INQUIETOS

En las poblaciones de la geografía venezolana se les conoce con diversos nombres, así tenemos por ejemplo que en Margarita se le llama Tucusito, en otras partes de oriente se le dice Chirito, otros los designan con el nombre de Tocuchas. En fin, con una variedad de nombres vulgares, lo que nos da una idea de la diversidad de especies que existen en Venezuela. Estas aves pertenecen a la familia Trochilidae, son autóctonos y exclu-sivos de la región americana, siendo la zona tropical en donde alcanza su máxima presencia. Se estima hasta los momentos, que el número de especies descubiertas es cercana a las 330, y en el caso de nuestro país, hemos sido privilegiados por la naturaleza con la presencia de 104, teniendo 17 especies endémicas, las cuales solamente pueden

ser vistas en el territorio venezolano, tal como ocurre con el Colibrí Tijereta Hylonympha macrocerca, el cual habita en la Península de Paria, solamente, en los cerros: Azul, Terrón de Azúcar y Humo. Algunas especies pueden pesar tan sólo 5 gramos, y medir unos 5 o 6 cm

de longitud, pero el tamaño no es impe-dimento para que muestren un colorido plumaje, el cual tiene la particularidad, que la luz del sol, al incidir sobre éste, el efecto de refracción hace que las plumas actúen como si fuesen pequeños espejos y produzcan un brillante colorido, que puede tener diferentes tonos de bron-ce, dorados, azules, esmeraldas, rubíes y púrpura, mostrándonos prácticamente una joya alada. Muchas veces podríamos equivo-carnos ante el tamaño de esta pequeña avecilla, la cual es muy territorial y no se ve intimidada incluso por los seres humanos, a los que nos hace saber que estamos invadiendo su territorio, volan-do a nuestro alrededor, de manera rápida y veloz, e incluso suspendiéndose en el aire frente a nuestra cara, gracias a los poderosos músculos pectorales, los cua-

Colibrí Coliazul Esmeralda (Chlorostilbon mellisugus).

Los colibríes son las aves más pequeñas del planeta, tienen un hermosísimo plumaje y los podemos reconocer inmediatamente por la particularidad de ser la única ave que en vuelo puede retroceder, tal como lo hace un helicóptero; además de su increíble velocidad y movimiento al batir las alas.

Colibrí Amazilia

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coliBriesTUcUsiTos

les le permiten batir las alas hasta más de 80 veces por segundo, y este movimiento veloz de sus alas, es lo que genera ese sonido particular que es semejante a un zumbido. Los picos de estas aves van a depen-der en relación a su tamaño y forma, del tipo de flor de la cual se alimentan y puesto que son muy activos, necesi-tan consumir gran cantidad de néctar, que es lo que le provee la energía para poder batir las alas a esa velocidad, pero normalmente son picos delgados y finos, con una lengua muy sutil, la cual sacan rápidamente y repetidas veces, para absorber el néctar que liban de las flores, sin dejar a un lado, la oportunidad de alimentarse de pequeños insectos que atrapan cerca de las flores que les sirven de fuente de proteína. Tienen un papel importantísimo en la naturaleza, puesto que cuando se ali-mentan al introducir su pico en la flor, la parte superior de la cabeza o corona entra en contacto con los pistilos de las flores, quedando adherida a toda esa zona y al pico gran cantidad de granos de polen, los cuales serán transportados por estas aves y al posarse libar en otra flor, el ave indirectamente contribuye de manera eficaz al proceso de polinización en la naturaleza y de igual forma en la dispersión de los ácaros, pequeños insec-tos, los cuales podemos apreciar en el plumaje y cerca del pico de estas aves. El hábitat de los colibríes no está confinada a un sector de la naturaleza en especial, por eso podemos hallarlos desde el nivel del mar como el caso del Colibrí Anteado Leucippus fallax, tal vez el más común y más representativo de los colibríes en nuestro país, puesto que lo podemos hallar en casi toda la geografía y en diversas altitudes, aunque en honor a la verdad, prefiere las áreas xerofíticas, bosques secos y los manglares.

Los colibríes tienen sus depredadores naturales, pero en casi todo el país, uno de los principales elementos que afecta a estas hermosas aves, es la destrucción del hábitat donde las mismas se desen-vuelven. Así tenemos por ejemplo, que las aves pueden también resultar afecta-das, cuando se usan pesticidas en planta-ciones en las cuales habitan, puesto que el ave puede absorber restos del veneno cuando toma el néctar de la planta, no matándola a ella directamente, pero sí generando problemas en su pequeño cuerpo, en relación a la calcificación en la cáscara de los huevos, los cuales se hacen mucho más frágiles y, los mismos se rompen con facilidad y se pierden. Muchas de las especies poseen lo que denominamos dimorfismo y dicro-mismo sexual. El dimorfismo sexual es la diferencia de formas, por ejemplo el pico más largo, o las plumas de la cola larga, etc., mientras que dicromismo sexual, es referido a la diferencia de coloración entre los sexos, es decir entre el macho y la hembra. El corazón de un Tucusito, depen-diendo de la especie puede alcanzar más de 1200 latidos por minuto, eso significa 20 pulsaciones por segundos. Normalmente, los machos presentan un plumaje más hermoso y llamativo para atraer la atención de la hembra,

lo cual lo logra realizando un pequeño display, para posteriormente aparearse. Las hembras construyen pequeños nidos, en donde colocan dos pequeños huevos, los cuales son del tamaño aproximado de una moneda de 0,25 céntimos. Estos son empollados por un período de tiempo, que puede variar dependiendo también de la especie, entre los 14 y 22 días. Al eclosionar los huevos, los padres ali-mentan a sus crías durante casi un mes y muchas veces, cuando comienzan a crecer y a desarrollar su plumaje para iniciar su primer vuelo a la libertad, los dos pichones no caben dentro del nido. En la ciudad de Caracas, existen varios lugares especializados para que podamos observar en su ambiente, a estas pequeñas y hermosísimas aves, que son una de las satisfacciones más agrada-ble que podamos tener, y si quieres una experiencia más intensa, en el Cerro las Melenas, cercano a Cerro de Humo en la Península de Paria, con un vehículo 4x4, podrás subir hasta el puesto de guarda parques, a unos 800 m.s.n.m. y contem-plar las especies de esa zona. Allí quizás, hasta puedas ver el Colibrí Tijereta, algo único e irrepetible, para no olvidar jamás.

Colibrí Coliazul Esmeralda (Chlorostilbon mellisugus).

Colibri Anteado (Leucippus fallax)

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PLAYAS DE VENEZUELA

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TEXTOS Y FOTOS: STEPHAn LUIS nUBE ROJAS

Uno de los polos turísticos de mayor importancia y desarrollo de Venezuela, es la isla de Margarita,

que conjuntamente con Coche y Cubagua conforman el Estado Nueva Esparta.

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UNO DE LOS SEcrETOS mEJOr gUArDADOS DE mArgArITA

caBo Negro

TREK

KIN

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PLAYAS DE VENEZUELA

Este rincón venezolano conocido como “La Perla del Caribe”, está repleto de playas fantásticas y es uno de los destinos predilectos para quienes buscan el con-tacto con la naturaleza. Solamente basta llegar en avión o en ferry para apreciar los kilómetros de costas, muy apetecidos por lugareños y visitantes de otros estados del país, o de otras latitudes del mundo. Tuve el privilegio de vivir en Margarita hace mucho tiempo y, conozco –aun-que aún me hace falta descubrir varios sitios- muchas playas de la isla mayor neoespartana. Había oído de una playa que tenía dos caras, una más oceánica que la otra, por ende una de sus caras es más fría, cosa que me causaba cierto escepti-cismo. Gracias a una gentil invitación que me fue hecha en la isla, tuve la oportunidad de conocer esta maravilla. Ya en Margarita, el plan de una mañana era hacer un poco de trekking para realizar algo de ejercicio y conocer nuevos rincones, uno de ellos, la tan mencionada Punta de Cabo Negro. Esta parte de la geografía neoespartana está ubicada en el punto más septen-trional de la Isla de Margarita, y posee hermosas playas de oleaje marino. Está muy influenciada por los vientos alisios específicamente los del Noreste, y se halla en el Municipio Autónomo Antolín del Campo. Para mayores señas, cuando te encuentras en playa El Agua y volteas a la izquierda al final, podrás observar en la punta de la montaña un faro rojo y blanco, el cual corresponde al faro de Cabo Negro y su montaña.Sabía por comentarios de amigos, que había tres formas de llegarle, una por el mar con lanchas, otra con kayaks, pero que de igual manera se podría arribar caminando y disfrutando del hermoso paisaje, compuesto por diversas playas y una vegetación xerófita. Te puedo recomendar llegar al Hotel Portofino, en Manzanillo, y buscas una salida al mar, te sugiero dejar el vehículo a un costado de la Urbanización llamada Puerto Real, te bajas allí y caminas por la orilla de esta playa, pero no puedes sucumbir a la tentación de quedarte allí un rato, pues, es también muy hermosa, la cual dicho sea de paso está muy bien cuidada por los habitantes de esa comunidad.Sigues caminando en esa franja costera hasta que llegas al final, pudiendo ver dos espectaculares casas, subes por un cerro donde te quedará a mano derecha una de las casas, y vuelves a bajar siempre buscando el mar.

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PLAYAS DE VENEZUELA

Cuando llegues a la última playa y no tengas otra opción que subir el cerro, inicia su ascenso. Ten algo de cuidado porque su superficie al principio es algo empinada, con piedras y tierra suelta, si vas con zapatos de trekking será mejor, porque los mismos tienen mayor agarre; subidos unos 50 metros, empiezan a aparecer grandes cactus con los cuales deberás tener cuidado, pues los mismos tienen grandes espinas. Sigue una especie de trilla que ya ha sido creada por los visi-tantes que se aventuran a conocer este paraje, te recomendamos ampliamente voltear tu mirada hacia atrás y ver lo hermoso de la costa, el mar bravío y el Hotel Portofino al fondo. El ascenso a paso moderado dura unos 20 minutos si lo haces despacio, tómate tu tiempo, ¿para qué apurarse teniendo estos paisajes para el deleite de tus ojos? Quizás encuentres alguna langosta grande que pulula entre los matorrales. Cuando terminas el ascenso comienza una bajada que hay que realizar con precaución, y los sentidos vuelven a ser sorpren-didos por tanta hermosura, ves otra cara de la costa y empieza a despuntar el destino, empiezan a aparecer las montañas que conforman Cabo Negro. Párate en este punto, respira ese aire puro, llena tus pulmo-nes, siente en carne propia el orgullo y el privilegio de vivir en este hermoso país lleno de parajes con tan singular belleza, mira ese mágico sitio que merece ser cuidado y preservado. Una vez que empiezas a bajar, encontrarás una extraña escena, una especie de paisaje lunar en la ladera del cerro, con-

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formada por extrañas formaciones de cactus redondos, a los cuales denominan cactus melón, el cual da una famosa fruta roja conocida como “pitiguey”, que crece cuando hay lluvia según me informaban mis guías. Ya en este punto podrás ver el tesoro del cual me habían hablado, una playa con dos frentes, o dos playas –según lo quieras ver- frente a frente, celosamente escondidas por dos cerros que guardan su singular belleza. La playa de la izquierda es de tonalidad más verduzca, sus aguas son frías, no posee oleaje y tampoco casi piedras en la orilla, con una arena limpia; la de la derecha es azulada, posee un suave oleaje ¡y es más tibia! Dependiendo del mes del año podrías encontrar algo de algas pero nada que desme-rite el esplendor de esta cara del mar. En algunos puntos a estas dos playas las separan entre 5 y 10 metros, por lo que bien vale la pena bañarse ampliamente en ambas, permitiéndole al cuerpo disfrutar de las dos tem-peraturas del agua, aunque de seguro inicialmente, quizás por ser más intima, prefieras la de la izquierda al ser una especie de ensenada pequeña, es cuestión de gustos. Es bueno destacar que hay que llevar todo lo que se necesite; es decir, suficiente hidratación, alimentos, y lo que sea necesario al respecto, pues, no hay punto cercano para la compra de estas provisiones. Recomiendo de igual manera llevar un buen calzado para este tipo de expediciones; ropa ligera, algún tipo de sombrero, gorra o pañoleta que te pro-

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PLAYAS DE VENEZUELA

teja de los rayos del astro rey, así como bloqueadores para que repelan los efectos nocivos de los mismos. Arriésgate un poco a explorar los alrededores de esta punta de Margarita, tienes para escoger, y para donde miren tus ojos, quedarás extasiados. Siente la brisa limpia impregnada de sali-tre, mira el vuelo de las aves marinas, tómate tu tiempo.

Ese mágico sitio merece ser preservado, es por ello, que es necesario y moralmente obligatorio, retornar con la basura que generaste al punto de partida, cuando consideres que has disfrutado del lugar, si puedes, y ojalá que así sea, aprovecha la ocasión para limpiar un poco la playa de la derecha, a la cual llegan desperdicios arrastrados por la marea.

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EL EJE cArrETErO máS ELEvADO DEL pAíS

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ÑA

TEXTOS Y FOTOS: ALfRED ARMAS

alTos de la sierra de la cUlaTa

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Atrás, dejábamos Gavidia, y la alegría del recorrido de la ruta de los Andes. Ahora bajábamos a San Rafael de Mucuchíes, para dirigirnos a Llano del Hato, donde nos aguardaban en la Mucuposada Santa Bárbara, una antigua casona donde sería nuestro lugar de descanso y partida para conocer lo más alto de estos parajes. Al fondo de la colina, como escondida, divisamos la enorme casona, aquí reposa-ríamos ese día y compartiríamos buenos momentos con la familia Meza, quienes nos recibieron en su casa con mucha ale-gría. Pero luego, entre cuentos y recomen-daciones nos retiramos a dormir. En la mañana, después del típico desa-yuno con arepitas de trigo y cuajada; los amigos de “Andes Tropicales” nos llevaron a realizar un recorrido por los alrededores de la Sierra de la Culata, para descubrir varios de sus secretos. Pasamos al lado del Astrofísico con sus grandes cúpulas donde estudian el cielo nocturno del universo. Es importante decir que es uno de los más grandes del mundo, donde científicos internacionales se dan cita en sus instalaciones para hacer connotadas investigaciones en pro de la ciencia mundial. Seguimos a la Estación Biológica de Mifafí, donde se encuentra la base de estudios del Cóndor Andino. Ahí el personal de Inparques nos mostró un video y ofreció una interesante charla. Todo a

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nuestro alrededor era de altas cumbres. En algunos lugares, ni frailejones crecían debi-do a la altura. El inclemente clima del alto páramo dominaba el entorno. Continuamos nuestro rodar para llegar al Collado del Cóndor. Allí está el eje carretero más alto de Venezuela, a 4118 m.s.n.m. Se encuentra también el monumento al Libertador Simón Bolívar, como homenaje a su paso por estas cumbres durante la Campaña Admirable. Desde ahí

se divisa un paisaje infinito. Toda persona se siente como si estuviese flotando en las nubes, a un paso del cielo, mirando el infi-nito. El frío y la altura hacen de las suyas, y tomarse un chocolate caliente es casi una obligación mientras se disfruta la vista. Continuamos subiendo, en la vía hacia Piñango, para recorrer la carretera más alta del país en la zona llamada Alto de las Cruces, tuvimos que para disfrutar dl desér-tico paisaje, y contemplar la laguna.

Entre las distantes cumbres, sobresale glo-rioso, el Pico Bolívar, con su blanco manto. Observar la cumbre más alta de Venezuela, aun a lo lejos, da una sensación de orgullo y satisfacción. Paseamos largo rato hasta que decidimos remontar la cumbre de las Cruces, y así disfrutar aún más de las alturas de la Sierra de La Culata. El andar era muy pausado, la falta de oxígeno fatigaba y pasaba factura. Estábamos sobre los 4300 m.s.n.m. Era una

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Agradecemos a la Mucuposada Santa Bárbara, al personal de Ekkaia Tours, y al Programa Andes Tropicales por tan maravilloso recorrido.

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COnSEJOS PARA MAnEJAR En ALTURA: - Asegúrese de que el vehículo esté en per-fectas condiciones, en especial los frenos y las luces. -Nunca pise excesivamente los frenos para aminorar la marcha cuando baje, puede sacar el pie del acelerador o recortar el desplaza-miento con las velocidades de la caja. -Ponga atención a la temperatura del motor.-Tome las curvas más despacio manteniendo su canal. Evite los volantazos bruscos.-Adelante autos solo cuando esté permitido.

RUTAS DE AVENTURA

experiencia única observar todo a nuestro alrededor sin interrupciones. Con todo que estas elevadas montañas son desérticas no dejan de maravillarnos. Experimentar en pleno trópico el frío del páramo andino es algo único. Entre las frías piedras luchan diferentes plantas en busca del sol. Sus flo-res alegran la vista; uno que otro frailejón las acompaña, pero el frío es el amo y no deja que nada crezca por ahí. Lentamente descendimos para mon-tarnos en el vehículo y, retornar a la Mucuposada, para poner fin a nuestra gran aventura en los Andes, donde conocimos diferentes ecosistemas, fauna y vegeta-ción, característicos de cada lugar. Paisajes increíbles, y lo mejor, compartir directa-mente con su gente, disfrutando su genti-licio y amabilidad, para aprender más de nuestra maravillosa Venezuela.

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NOTA ECOLÓGICA

TEXTOS Y FOTOS: HUgO MADRIz MOnTES DE OCA

En esta ocasión, y motivado a una conversación sostenida con uno de los representantes del Centro de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas (CICTMAR), decidimos llegar hasta las playas de Querepare, en Sucre, para oír de boca de los propios ejecutores del proyecto de conservación, cómo se realiza ese trabajo, para muchos -incluso para nosotros- desconocido hasta ese momento. Arribamos avanzada la noche a las playas de Querepare. Después de pasar el pueblo, la carretera se corta justo frente a la playa, nuestro primer contacto fue con uno de los pobladores y sus pequeños hijos, quienes viven justo frente al mar, unos niños inquietos y conversadores

A lo largo de la historia de RUTA´S, hemos realizado varios reportajes sobre la preservación, no sólo de las tortugas marinas, sino también de la tortuga arrau (tortuga del Orinoco), y la reseña de algunos lugares donde este invalorable trabajo se lleva a cabo.

quienes nos dieron los primeros datos de cómo contactar a las personas que en ese momento trabajaban en el avistamiento de las tortugas en proceso de anidación; una hora después se acercaba uno de los patrulleros llamado, José Martínez, quien amablemente nos dio las indica-ciones sobre donde acampar esa noche. Él era un voluntario, pasa sus vacaciones brindando un importante apoyo a esta organización. José nos explicó que para el día siguiente nos pondría en contacto con Alexander Coba, que es la persona que teníamos como referencia como uno de los coordinadores del CICTMAR en dicha playa. La mañana siguiente, tuvimos la oportunidad de conversar con Alexander,

los TorTUgUillos de QUerepare

La Península de Paria es el área conti-nental más importante del país para el desove de tortugas marinas y la tortu-ga cardón es la especie anidadora con mayor presencia.En esta zona desovan cuatro de las cinco especies de tortugas marinas presentes en Venezuela: la tortuga cardón, tortuga blanca, tortuga carey o parape y la tor-tuga cabezona.Fuente: www.tortuadopcion.com

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quien nos explicaba que la historia de esta actividad comienza en el año 2002, cuando el señor Evelio Cedeño hace con-tacto con Hedelvy Guada, quien hacia un estudio en ese momento sobre las playas donde desovan las tortugas. Nadie del pueblo en ese momento sabía que las tortugas estaban en peligro de extinción; simplemente las comían o las atrapaban para venderlas, y sus nidos eran saquea-dos para comercializar los huevos. Al principio tuvieron muchos problemas para concienciar a los pobladores, quie-nes ahora colaboran en el proceso de protección, ya nunca más fue sacrificada una tortuga. El proceso de desove comienza el 15 de marzo hasta el mes de junio. El traba-

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NOTA ECOLÓGICA

jo de los cardoneros como así se le dice a quienes trabajan en esta actividad que se prolonga aproximadamente 5 meses. Abril y mayo son los de mayor actividad, la faena se realiza de 8 pm. a 5 am., es decir, deben pasar toda la noche despier-tos recorriendo constantemente la playa para así poder avistar cualquier tortuga que entre a desovar. Es un patrullaje noc-turno de la playa, una guardia agotadora, realmente extenuante, que sólo aquellos quienes realmente tienen pasión por la conservación de esta especie pueden aguantar. Más personal para dividir en grupos las patrullas sería un aliciente que alivia-ría el trabajo de los patrulleros (o cardo-neros), pero ello implica la demanda de nuevos recursos económicos, que por supuesto, es lo que siempre hace falta. El campamento se cierra el 30 de agosto, cuando ya todos los nidos de las últimas tortugas que han desovado ya han eclo-sionado. El trabajo no es solamente caminar y avistar las tortugas, sino también saber cómo manejar este proceso de desove para llevar los huevos a la zona protegida de nidos, medir las tortugas, marcarlas, y garantizar su regreso nuevamente al mar. Todos los cardoneros entrevistados al hacerle la pregunta de cómo es su tra-bajo, coincidieron en 2 cosas: agotador y difícil. A su vez, todos concluyeron en que es una experiencia gratificante, cuando ven salir de un nido decenas de tortuguillos en una rápida peregrinación directo al mar. Eso lo pudimos vivir cuando en la tarde de ese día eclosionó un nido; los visitantes y niños del pueblo se acercaron a vivir aquella grata expe-riencia. Para mí, igualmente significó algo similar, pero fue mayor mi emo-ción cuando vi la cara de satisfacción de los cardoneros que en ese momento se acercaron a presenciar y ayudar esta eclosión; el reflejo en sus ojos resaltaba algo así como la despedida y un hasta luego a un pequeño ser que gracias a ellos, lograba llegar al mar para ahora tener la posibilidad de ser, una de mil, que sólo sobrevive y regresa muchos

años después convertida en una tortuga a desovar nuevamente en estas playas de Querepare. He vivido 3 momentos impactantes en mi existencia, con respecto a esta interesante especie, la primera fue hace en muchos años en una playa occidental del estado Vargas, al llegar a ese sitio, me conseguí toda la población alborota-da porque los pescadores habían sacado una gran tortuga, la gente la alejó de la playa y en mi recuerdo yacen los ojos de aquel animal que me daba la impresión que lloraba. Estos pobladores la toma-ron con la finalidad de utilizar su carne.

Luego, apenas hace 5 años, en Sauca, en Falcón, una mañana los pescadores sacaron una gran tortuga pero en esta ocasión, los mismos pescadores y pobla-dores, principalmente niños, se encarga-ron de desenredarla y devolverla al agua. Un niño la acompañó mar adentro hasta que la tortuga desapareció de nuestra vista. Y ahora, hace pocos meses, tuve la agradable vivencia, ya comentada, de ver cientos de tortuguillos perderse una tarde rápidamente entre las olas de la playa de Querepare, gracias a la labor de los cardoneros y a organizaciones como CICTMAR (www.tortuadopcion.com).

Alexander Coba, coordinador del CICTMAR en la playa de Querepare, revisando un nido con huevos ya eclosionados en una zona protegida.

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SUr DE

paria

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La península de Paria presenta dos escenarios distintos, su cara norte mira al mar Caribe, y está confor-mada por serranías que mueren adentrándose al mar dejando aisla-das playas de espectacular belleza. Luego como contraste, la cara sur recibe la importante influencia de la desembocadura del gran río Ori-noco, que le confiere una especial particularidad con el influjo de las muy marcadas mareas que ocurren día a día en todo el golfo de Pa-ria, así como el aspecto lodoso a sus arenas. A estas playas les pude observar desde lejos, y en otro ángulo cuando se realizó la incur-sión por el Caño Ajíes para navegar por las aguas del Parque Nacional Turuépano (Edición 33 de Ruta’s).

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La carretera asfaltada entre Yagua-raparo, Irapa y Güiria, se asienta en el extremo sur de dicha península. Esta ca-rretera a su vez continúa pasando Güiria y prosigue más allá, hasta llegar a Puen-te de Hierro, donde comienza el camino de tierra que comunica precariamente hacia Macuro, y cuya terminación fue prometida para el año 2004. Tristemen-te colapsaron los 65 kilómetros de viali-dad que nunca pudieron ser concluidos por diversas razones, dejando sólo un la-mentable e importante impacto ambien-tal sin ningún provecho en estas zonas cercanas al Parque Nacional Península de Paria. En nuestra edición 15 y 16 del año 2001, reportamos la incursión que rea-lizó el Caracas Jeep Club desde Puente

de Hierro hasta Macuro, cuando apenas estaba abierta la trocha, convirtiéndose éstos en uno de los primeros expedicio-narios en llegar por tierra en vehículo a Macuro; poco tiempo después fue cerra-do su acceso indefinidamente. Estos pueblos del extremo oriental del sur de Paria tienen marcadas influen-cias de emigrantes antillanos-franceses, quienes principalmente explotaron las plantaciones de cacao con indígenas y esclavos. Es de particular interés his-tórico la aduana de Güiria, creada por decreto del propio Libertador en el año 1827, desarrollando el comercio entre Paria y las islas del Caribe, Europa y Es-tados Unidos Salimos a la búsqueda de los cami-nos que desde la carretera nacional se

dirigen al norte, buscando la serranía; de esta forma nos dirigimos a: Marabal, Río Chiquito, Caja de Agua, El Chispe-ro y Las Melenas, donde hay un camino que a pie se puede incursionar por el Par-que Nacional Península de Paria, atrave-sándolo hasta sus costas; iniciando en un módulo de Inparques. Para poder entrar al parque se requiere de una autoriza-ción, la cual se puede solicitar en Cuma-ná o en Caracas, según nos comentó el guardaparques de turno, quien amable-mente conversó con nosotros tomándose su tiempo para explicarnos las caracte-rísticas del parque que resalta sobre todo por poseer una gran diversidad en aves, incluso endémicas. En todos estos lugares visitados, la constante fue los extensos cultivos de

En este nuevo recorrido transitaremos entre Yaguaraparo y Güiria, por la carretera nacional, y a su vez buscaremos como principal fin de este recorrido, localizar y transitar por los caminos no asfalta-dos que se dirigen al norte de esta carretera, adentrándose en la serranía donde a pocos kilómetros, se asienta el Parque Nacional Península de Paria, el cual es posible visitar sólo a pie por esta región, o por agua en su cara norte.

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cacao que en ese momento, por cierto, corrían peligro de perecer por la inmi-sericorde sequía que les azotaba; no obstante estas tierras aún mantenían un atractivo verdor en sus partes altas. Por cualquier camino que incursioná-bamos siempre encontramos gente ama-ble, conversadora, y prestos a ofrecernos un lugar para quedarnos a acampar, tal como sucedió en el Chispero, con la Sra. Judith y su familia, espacio donde pu-dimos pernoctar en una amplia área al lado de un riachuelo, inmersos entre un tupido bosque, que conduce a pie, y en poco tiempo al perdido pueblo de Roma, que está fuera del parque, pero que es uno de los puntos principales de parti-da para las caminatas por el lugar. Por cierto, en este recorrido llegamos a una

caída de agua que nos permitió disfrutar de un agradable baño en las frías aguas que bajan de la montaña. La señora Judith y su familia nos brin-daron una increíble atención. Éramos unos desconocidos que de pronto llegamos al amplio terreno de su propiedad a preguntar si ese camino continuaba, y una hora des-pués estábamos disfrutando de un sucu-lento hervido de pollo pica tierra con ver-duras cultivadas por ellos, principalmente ocumo chino, que es muy especial en la zona, y luego la invitación de costumbre por esta región: a degustar un tabaco he-cho a mano en el momento por la familia con hojas cosechadas en la zona. Hay que recordar que el estado Sucre es la cuna de uno de los mejores y reconocidos tabacos a escala mundial, el tabaco cumanés.

Página opuesta: embarcaciones de los pescadores con su colorido típico, al fondo se aprecia el Puerto de Güiria. Arriba: Plaza Bolívar de Güiria. Abajo: Cascada en la vía hacia el pueblo de Roma. Casa colonial, Güiria. Elaboración del tabaco artesanal. Más abajo: el secado del cacao.

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Esa noche dormimos en las carpas de techo, fue una velada fresca y muy ame-na por la conversación con la familia, que ya a tempranas horas de la mañana nos estaban invitando a desayunar. Real-mente nos agradó mucho la amabilidad y hospitalidad de toda esa gente, que to-davía se dan el lujo de poder andar con tranquilidad. Una diferencia notable con quienes vivimos en las grandes urbes. Por estos lugares pasamos dos días de distracción total, paseando por uno y otro camino, que en época de lluvia debe ser un tanto complicado, pero al final transitable. Conocimos gente amable, disfrutando del exuberante paisaje de la montaña, y sobre todo respirando un aire de tranquilidad. Todo es apacible; aún se observa el uso de las bestias para trasla-darse de un sitio a otro (burros, caballos y mulas), muy distinto a otras regiones del país, donde las motos han sustituido el medio de transporte tradicional. Los caminos suben hacia las montañas, des-de estas alturas se observan las amplias y llanas sabanas que se esparcen hacia el mar del golfo de Paria.

1. Acampada (casa Sra Judith) N 104 00 8.1 W 623 75 0.3

2. Sr. OlegarioN 103 74 0.9 W 623 35 1.8

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NOTA ESPECIAL

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Situada en el valle de los ríos Acequias-Siniguis, pasan-do el Campamento Guamanchi, el área de petroglifos de la Acequia puede encontrarse a unos doce kilómetros desde el puente que atraviesa dicho río a su paso por la carrete-ra nacional vía al estado Táchira. Una decena de rocas que contienen petroglifos con figuras constituidas por formas

geométricas esquematizadas, no encontrándose grabados característicos en otras zonas de la región (con imágenes de personas o animales). La mayoría de estas superficies, han perdido la definición del grabado; sin embargo, gracias a la anchura y profundidad del surco original del petroglifo todavía se pueden apreciar hermosas figuras.

peTroglifos del

Los petroglifos del Río Acequias están situados al pie de la cordillera andina. El área de grabados rupestres cono-cida con el nombre de La Acequia se encuentra situada a ambas márgenes del río.

rÍo aceQUias

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rÍo aceQUias

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La Cumaca es uno de esos lugares prácticamente den-

tro de Valencia –por decirlo de algún modo- que mu-

chos habitantes de ésta pujante ciudad desconocen.

Ese rincón de la geografía carabobeña enclavado en

el corazón de la montaña, se encuentra ubicado en

la región noroccidental de la Cuenca del lago de Va-

lencia, al pie de la vertiente sur de la Cordillera de la

Costa, en la zona norte del municipio San Diego.

TIErrA DE pOzOS

ALTA

MO

NTA

ÑA

TEXTOS Y FOTOS: STEPHAn LUIS nUBE ROJAS

la cUMaca

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Cuando miramos hacia ese eje mon-tañoso del municipio, podemos apreciar una impactante y enorme montaña que se luce imponente con su presencia ma-jestuosa, desde donde brotan unas frías y cristalinas aguas del río que tiene el mis-mo nombre del sector, es decir: el río La Cumaca. Quienes usualmente disfrutan de sus aguas van para una especie de bal-neario que se ubica al pie de la montaña, allí la gente va y disfruta de las aguas que ya han recorrido parte del trayecto desde que bajaron de esta montaña.

La idea de esta pequeña expedición era subir río arriba y adentrarnos en zo-nas de poco acceso para disfrutar de otros pozos, sin tener tanta gente alrededor. Para subir hay que seguir por el camino de tierra que conduce a la parte de arriba de la montaña; hay un trozo del camino en el que se encuentra uno, con un por-tón, y es necesario pedirle permiso a una familia que allí vive, la cual es una es-pecie de vigilantes informales del sector, que velan por el correcto uso de dicho es-pacio natural y su preservación.

Cuando pasas esa instancia, encuen-tras unas ruinas donde funciona (o funcio-naba) una especie de estación de bombeo de agua, la cual imaginamos que surte principalmente con el vital líquido a las poblaciones cercanas. El grupo, mediante un acuerdo tácito, hizo silencio mientras ascendíamos con nuestra caminata, pu-diéndonos sentir engullidos por la exube-rante naturaleza y el sonido de las aguas en su transitar, amén del sonido propio de la fauna que allí habita; trinos de aves y el sol que no despuntaba del todo, pero

La zona fue originalmente habitada por grupos aborígenes que poblaron el territorio tacarigüense, desde antes de la llegada de los conquistadores europeos. Posteriormente en esta zona hubo varias haciendas, para luego dar paso a un poblado y modernas urbanizaciones.

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que ya nos mandaba los primeros rayos del día, los cuales eran aún contenidos por la tupida vegetación que conseguíamos a nuestro paso. Durante el recorrido pudimos ver como el transcurrir del agua ha “tallado” durante siglos la roca, hasta lograr una es-pecie de vía por donde desciende desde sus orígenes en lo alto de la montaña. Obser-vamos pequeñas cuevas usadas por algu-nos animales, recovecos del río usados por otras especies, todo un verdadero y frágil ecosistema se ha generado pacientemente

en torno a este río. Precisamente en una de esas grietas nos topamos con una variedad de serpiente no venenosa de colores hermosos, llamada llamada Reinita (Leimadophis melanotus), la cual al vernos se puso en guardia y en posición de ataque, inicialmente cuando la vi, al no saber si era de las especies peli-grosas para el hombre, la traté con el de-bido respeto, prudencia y distancia, limi-tándome a fotografiarla, para luego pedir asesoría e identificarla. En la medida que ascendíamos, evi-

denciábamos la accidentada topografía del lugar, grandes moles de piedra que nos dejaban boquiabiertos, esa sensación de ser tan pequeños ante esta obra magnífica de la naturaleza nos embargaba y captaba nuestros sentidos. Esta geografía es indudablemente idó-nea para el senderismo, la contemplación de aves y mucho más. Sientes que te des-pegas del mundanal ruido y el ritmo fre-nético de una ciudad como Valencia. Ese remanso de paz te brinda esa posibilidad de desconectarte y recargar tus pilas del

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estrés cotidiano. Hay grupos que practican descenso por una se-rie de cascadas mediante la utilización de cuerdas (canyoning o cañonismo). En alguna parte del recorrido nuestro guía nos dijo que estos caminos conectaban con el conocido “camino de los españoles” que nuestros conquistadores usaban para comunicarse con Puer-to Cabello en la época de la colonia, y pensaba en lo difícil que era hacer estos trayectos en aquella época, los días que se tarda-ban sólo para llegar al litoral carabobeño. Después de haber caminado como por una hora y haber te-

nido en dos oportunidades que usar una cuerda para que todos los integrantes de la expedición subieran por rocas resbaladizas, llegamos a una mole ubicada en el medio del paisaje, a la cual se le hacían tres pozos de diversos tamaños en su falda, idóneos para tomar un refrescante baño, uno de ellos era casi un jacuzzi individual, y los otros dos para más personas, el agua era senci-llamente helada, cosa que puede acobardar a más de uno. En la cima de esa roca disfrutamos de un suculento almuer-zo, lo cual servía para recuperar las energías que había deman-dado la excursión. Nuestro guía, al llegar, hizo algo que nos dejó perplejos: tomó los envases de las bebidas que llevábamos, los cuales por una cuestión de peso e incomodidad para transportar cavas, no pudimos llevarlos refrigerados o en hielo para mante-nerlos fríos, y los sumergió en uno de los pozos, al cabo de una media hora, los mismos estaban bastante fríos, lo cual es una muestra de cuan heladas pueden ser estas aguas. Recomendamos hacer este tipo de aventura en grupo y tomar las debidas precauciones en cuanto a seguridad y equipamien-to; hay pasos realmente complejos que requieren coordinación y trabajo en equipo para sortearlos, pero bien vale la pena estos cuidados cuando puedes observar parajes como los encontrados en ese “aparentemente” sencillo viaje. Viendo toda esta agua circular no podía dejar de pensar la urgente necesidad de cuidar ese tipo de escenario natural; nues-tro compromiso de no alterar ni contaminar estos cursos de agua que surten a los seres humanos, debe ser un compromiso de vida, pues, el no hacerlo pone en riesgo nuestra propia existencia. Cuando retornamos, lo hicimos con la basura que habíamos generado, este tipo de iniciativas, así como no dañar la fauna y flora, evitando su extracción, es una responsabilidad moral de quienes disfruten de estos parajes, tan lejos, pero a la vez tan cerca muchas veces de nuestras principales ciudades.

Recomendamos a los visitantes llegar hasta el portón que dice “Propiedad Privada” y solicitar permiso al Sr. González para aparcar su vehículo antes de continuar el trayecto a pie. Gustosamente él podrá indicarle el lugar. A partir de este punto hacia los pozos la zona está resguardada por ser surtidora de agua para la población de San Diego.

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