Revista Letras N 60

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  • INSTITUTO PEDAGGICODEPARTAMENTO DE CASTELLANO,

    L I T E R A T U R A Y LATN

  • DIRECTORA:

    MARA MERCEDES OJEDA

    JEFE DE REDACCIN:PEDRO DAZ SEIJAS

    CONSEJO DE REDACCIN:MARCO ANTONIO MARTNEZSCAR SAMBRANO URDENETAMARIO TORREALBA LOSSIERNESTINA SALCEDO PIZANI

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    Ezequiel CamacchoSERVICIO DE INVESTIGACIN Y PLANEAMIENTO

    Jefe del Servicio:Alejandro Togores Perera

    Seccin de Investigacinrea de Educacin:

    Laura Moreno G.rea de Psicologa:

    Rosa Clotilde Garcarea de Sociologa:

    Dolly A. de LargoSeccin de Planeamiento

    Jos R. AlmeaCentro de Documentacin e Informacin

    Jos Rafael MarreroSecretara de Servicio

    Elizabeth R. de Maldonado

    SUMARIO

    Lazo Mart y el mexicano Manuel Jos OthnPor: Mario Torrealba Lossi 9

    Transmutacin de valores:El encuentro de Hornero y de Virgilio en las "Gergicas"

    Por: Edoardo Crema 24

    Andrs Eloy BlancoPor: Bacon Duarte Prado 32

    Las palabras duendes en CantaclaroPor: Marco Antonio Martnez 41

    Examen de concienciaPor: Pedro Emilio Coll 49

    El loco y la VenusPor: Charles Baudelaire 52

    La llaneraPor: Rafael Esteves Buroz 53

    El vestido blancoPor: Manuel Gutirrez Njera 55

    MelancolaPor: Pedro Csar Dominici 57

    El canto del cisnePor: Gabriel E. Muoz 59

    Los ultra-pudibundosPor: Ramn de Campoamor 62

    TornasolPor: Santiago Key-Ayala . 64

    MAYO, 1970

  • Pag-Una travesa

    Por: Ivn Turgueneff 66Estival

    Por: Luis Manuel Urbaneja Achelphol 67

    El mejor cantoPor: Ismael Enrique Arciniegas 69

    Tartarn de TarascnPor: Alfonso Daudet 70

    El acercamiento al fenmeno culturalPor: Sal Sibirsky 72

    Resea Cultural 85

    Gua de colaboradores 93

    NOTA:

    Como una verdadera primicia publicamos uncaptulo del libro indito del Profesor Mario To-rrealba Lossi sobre el gran poeta llanero Francis-co Lazo Mart. La revista "Letras" se enorgullecede poder ofrecer a sus lectores esta primicia,porque conocemos el contenido general del libroy sabemos que es una de las contribuciones msserias que se han realizado al cumplirse el cente-nario del nacimiento del ms grande poeta nati-vista que ha dado Venezuela. El trabajo realizadopor el profesor Torrealba Lossi responde a los msexigentes postulados de la crtica literaria moder-na y est centrado en el anlisis de toda la obrapotica de Lazo Mart.

  • LAZO MARTIY EL MEXICANO

    MANUEL JOS OTHONpor MARIO TORREALBA LOSSI

    INTRODUCCIN

    Hemos revisado ltimamente tanto la obra de Ma-nuel Jos Othn como la literatura crtica con quecuenta este mexicano, y nos han llegado a la mente, enasociacin por semejanza, muchos de los caracterespredominantes en la poesa de Lazo Mart. "PorqueOthn ha dicho Henrquez Urea en rpida lnea deexgesis fue el poeta de las soledades rsticas, delos bosques selvticos, de la montaa abrupta, delcampo agreste..." "Se prosternaba agrega antela naturaleza como ante un ara. Es el sentimiento dela naturaleza el que predomina, a la vez profundo ymisterioso en su poesa". (1) y Julio Jimnez Rueda, alexaltar, en sus Letras Mejicanas'21 los aportes que lacorriente modernista dejara en el pas de Jurez, mar-gina un poco la contribucin que a ese movimientodieran Gutirrez Njera y Daz Mirn, y destaca, comocontrapartida, el magnfico concurso de Othn. "Poeta

    (1) MAX HENRQUEZ UREA: Breve Historia del Modernismo, Fondo de Cultura Eco-nmica, Mxico, 1962, Pag. 487.

    (2) JULIO JIMNEZ RUEDA: Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Mexicana, Mxico.1944, Pag. 171.

  • del campo asienta vive en contacto con las sie-rras, los bosques; mstico y sensual a la vez, la natu-raleza influye en su poesa a travs de su temperamen-to, haciendo que la cante con un mpetu religioso, conuna pasin que pocos poetas de su gnero han puestoen ello".

    GENIO Y FIGURA DE OTHON

    La vida de Manuel Jos Othn, aunque distante en el es-pacio, tiene algo de paralela con la de Francisco Lazo Mart.Nace aqul en San Luis Potos, el 14 de junio de 1858, y mue-re en la misma ciudad el 28 de noviembre de 1906. Haba he-redado de sus ascendientes un culto, casi pagano, por la pintu-ra y por la msica. Los Othn venan de la vieja Germania.As como iban, al par de Heine, de visita a Colonia, haca dondeperidicamente se dirigan en peregrinaje los alemanes de to-das las regiones, as tambin mostraban su vehemencia porlas fugas de Juan Sebastin Bach, por las sinfonas de Mzarty por las pastorales que pusiera de moda el primer romanti-cismo. La formacin del potosino haba de contar, no slo conla profunda veta cultural que le legaran sus padres, sino que enl iba a reflejarse, como no ocurriera en ninguno de sus con-temparneos, toda la variedad, fuerza y vitalidad del paisajemejicano. De nio, Othn estudia a Virgilio y a Horacio. Dejoven y en el ejercicio de su profesin de abogado, hubode recorrer, a lomos de bestia, los estados de Coahuila y Du-rango, tierras en las cuales los pequeos caudillos de pueblosaban de las mismas ambiciones que Lazo denunciara en losnuestros. Cultivador de la sencillez, del cario por los anima-les y de la soledad, sinti una como manaca aversin por elbullicio de las urbes y por la fastuosidad e hipocresa citadinas."Othn escribe Manuel Pedro Gonzlez, su mejor analistaamaba la naturaleza con una extraa pasin de poseso espe-cialmente en sus formas ms grandiosas y seeras, y en susversos logr aprisionarla con un fervor y plasticidad que nin-gn otro poeta de nuestra lengua ha podido superar. Hombrepara quien el mundo exterior exista, copila, segn la vea,maternal y hermosa, pero sin recurrir jams a pautas ni a mo-delos convencionales.. ."(3).

    (3) MANUEL PEDRO GONZLEZ: Algunas Influencias Perceptibles en la Obra de Ma-nuel Jos Othn (ensayo Incluido en Estudios Sobre Escritores Hispanoamericanos,Ediciones Cuadernos Americanos, Mxico, 1951, Pag. 15).

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    El crtico Genaro Estrada expresa en su libro Poetas Nue-vos de Mxico14' que nadie igual, entre sus compatriotas, aManuel Jos Othn. Mientras sus contemporneos desvivan-se por lo extico y por el regusto formal en toda Hispanoa-mrica batan palmas los rubenistas, el mexicano de SanLuis acendraba, sin atenerse a ms normas que la propia visine intuicin de las cosas, su culto por la naturaleza. No eraOthn como Villaespesa, quien hablaba de las anmonas sinconocerlas, ni como algunos parnasianos criollos que se exta-siaban en la Venus de Milo slo por haber ledo las peripeciasque experimentara esa diosa desde que fuera descubierta enuna gruta de su isla de origen hasta el momento cuando lallevaran al Museo Real de Pars en 1821. Manuel Jos Othnamaba de tal modo el paisaje de donde brotaron sus versosque bien podra hablarse de una como identificacin anmicasuya con el medio natural que nutriera a su espritu, ms quede interpretacin y explicacin del mismo. "No pinta de me-moria opina Estrada en su gabinete, sino al aire libre ydel natural; paisajista de amplia y verdadera paleta, todo pue-de copiarlo, pero siente ms las rocas abruptas y los rbolesaosos y retorcidos que los paisajes esfumados en mediastintas crepusculares; describe admirablemente, pero su ver-dadero mrito no consiste en describir, sino en comprender lanaturaleza y hacerla amar y sentir.. ."1 5 ) .

    En 1902 aparecieron Poemas Rsticos, composiciones alas cuales Don Alfonso Reyes les diera celebridad medianteun ensayo crtico escrito en 1910(6). La fecha de esos Poemases intermedia entre Regional y la primera versin de SilvaCriolla. Se supone que Othn, poco amigo de las estridencias,fuese alejando de aquellos dejos sentimentaloides de sus dra-mas Despus de la Muerte (1884) y Lo que hay detrs de laDicha (1886), lo mismo que de sus Poesas (1880). Decidi,despus de un perodo de bsquedas, enfrentarse resuelta-mente al mundo circundante para comprenderlo, amarlo y uni-versal izarlo. En el Prlogo de los nombrados Poemas Rsticos,l afirma que escriba desde muy pequeo, que estaba "habi-tuado a la soledad de los campos, en las montaas, en los bos-ques, en las llanuras" y que haba pasado das y noches ente-

    (4) GENARO ESTRADA: Poetas Nuevos de Mxico, Editorial Porra, Mxico, 1916(consltese el captulo introductorio).

    (5) GENARO ESTRADA: Ob. Cit., Pgs. 212-112.(6) ALFONSO REYES: Los Poemas Rsticos de Manuel Jos Othn (conferencia leida

    en el Ateneo de la Juventud, Mxico).

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  • ros en una choza, "debajo de un rbol, de un peasco o a laintemperie absolutamente", yendo a sus pensamientos o vol-viendo de ellos. "Desde mi adolescencia deca compon-go versos; pero hace ms de veinte aos he sacudido, o almenos he procurado sacudir todo ajeno influjo. Manuel PedroGonzlez, al comentar estas palabras lase el trabajoAlgunas Influencias Perceptibles en la obra de Manuel JosOthnm afirmaba que el poeta estaba parcialmente en locierto, pues un examen riguroso de Poemas Rsticos pruebacmo hay ciertos influjos que predominan ms all de la ma-durez de los grandes escritores y artistas.

    LOS AOS DE LAS INFLUENCIAS

    Nada sabemos, en rigor, de un conocimiento directo, porparte de Lazo Mart, acerca de la personalidad y la obra poti-ca de Othn. Pero como durante el romanticismo y el moder-nismo estuvo de moda y era de buen gusto el que la poesacirculara y expandiera por todas partes su humano mensaje,es probable que al calaboceo haya llegado la primera versinde los Poemas Rsticos 1.890 y, tal vez, El Himno de los Bos-ques, que fuese publicado, por partes, desde 1901. Los pocosperidicos y revistas que circularon en la Amrica Hispanadurante los finales del siglo XIX y principios del XX se dife-renciaban de los actuales en que preferan la literatura y laciencia y se preocupaban muy poco por la informacin sensa-cionalista, frivola y de ndole mercantil. Muchos de los gran-des poemas de Daro fueron insertos en las primeras pginasde los rotativos de Buenos Aires, de Santiago y Mxico y deall eran reproducidos, en igual forma, por los voceros de otrasciudades del continente.

    Tal recordaba Don Fernando Paz Castillo, al hablar en cier-ta ocasin sobre los poetas venezolanos del dieciocho'81, habauno como sentido cooperativista entre poetas y artistas delas ms diversas latitudes. Es probable, por tanto, que, dadasestas condiciones, Lazo conociera, ab initio, quiz, s no todala produccin del potosino, por lo menos la ms importantede ste, puesto que las aproximaciones cuanto a los temaspoticos cultivados por el venezolano y el mexicano, as como

    (7) MANUEL PEDRO GONZLEZ: Ob. Cit., Pgs. 15-75.(8) FERNANDO PAZ CASTILLO: Palabras pronunciadas en el Instituto Pedaggico de

    Caracas, en el foro sobre la personalidad de Andrs Eloy Blanco, 22 de abril de 1969.

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    la actitud en ambos de encontrar una como alma en el paisaje,que no es ms que la propia del poeta, demuestran cmo entreellos haba nexos ms firmes y profundos que los determi-nados por la simple coincidencia o por las afinidades propiasde la poca.

    Los primeros aos de Othn, los de los ecos de otras vo-ces, estuvieron, como los de Lazo Mart, signados por lasinfluencias. Aqul no hubo de Incorporar en sus versos dejuventud la experiencia de la guerra que Lazo tuvo desde losdas de la Revolucin Legalista y la cual se patentiza en suOda a los Patriotas del 92. La mocedad del mexicano sintiseestremecida cosa normal en todos los intelectuales de His-panoamrica por el apremio de la poltica, pero canalizadoste hacia el periodismo y hacia las pequeas inquietudes lo-cales. Desde 1.876, cuando slo contaba 18 aos, Othn lee eimita a Espronceda y a Bcquer. Los vibrantes endecaslabosde El Diablo Mundo llenan de borrascas y espasmos su esp-ritu. Se siente como el Adn que el poeta de Almendralejorevive en ese canto inconcluso y altisonante. Quiere redimiral mundo amparndose, ya en las truculencias y lances delpersonaje bblico, ahora fuera del Paraso; ya en el sentimen-tal y dulcsimo Canto a Teresa; o ya en el acto de fe que elautor de las Rimas hiciera al escribir un prlogo para AugustoFerrn, exquisito lrico andaluz que muriera en Chile en 1880.

    AIRE DE LAS RIMAS

    En esos aos iniciales de Manuel Jos Othn no existetodava un verdadero sentimiento naturalista como no lo habrtampoco en el Lazo Mart que se inspira, an en la juventud,en unos ojos de muchacha pueblerina o en los orores que pre-ludian a los de Silva Criolla, formados en mil estuches de en-cendidos granates. Mientras en el potosino apunta la influen-cia musical del sevillano, en el guariqueo de los primerospoemas, Bcquer asoma por una rendija de pesimismo. Ma-nuel Pedro Gonzlez, a quien ya hemos citado, opina que en lafeliz imitacin titulada Jams, en donde se halla una rima es-crita por Othn en 1877, lo nico que falta es la firma del ro-mntico de Sevilla, pues hasta el pausado ritmo que caracte-riza a aquel

    . . . Volvern las oscuras golondrinasen m balcn sus nidos a colgar,

    ts

  • casi se confunde, en elementos y recursos de estilo, con elmodelo juvenil del potosino. Veamos:

    . . .Vendr la aurora por el limpio Orienteel cielo a iluminar

    y un rayo mandar sobre tu frentey de amor sonreirs.

    Pero aquellas auroras que llenaronde suave claridad

    nuestros dos corazones cuando amaronya nunca volvern!9)

    En el poema El Lago de los Muertos mencionado, asi-mismo, por Gonzlez, como reminiscencia de Bcquer ob-servarse, ya, no solamente la adquisicin, por parte del mexi-cano, del clima que habr en los Poemas Rsticos. Es decir,el vuelco inspirativo hacia el paisaje circundante y la incor-poracin de ste a su personalidad lrica, sino tambin ciertoparentesco con algunas piezas de Lazo antecesoras de SilvaCriolla, en las cuales lo romntico se auna a lo cadencioso dellenguaje y al uso de palabras y giros muy comunes en nuestropoeta, sobre todo el "perfume vago" que la flor silvestre exha-la, y la luz que palidece cuando los arreboles ya se han extin-guido. Manuel Jos Othn se siente, de idntico modo, erran-te en medio de la vida y de las cosas. Observamos cmo en laestancia que sigue hay algunas expresiones que recuerdan alal Lazo de la Cancin de las Olas:

    Yo soy un alma errante que vive entre la sombra;que tiembla y que palpita cuando tu voz me nombra.Soy un sollozo inmenso perdido entre la noche;soy el perfume vago que exhala de su brochede triste camposanto la misteriosa flor.Soy el suspiro dbil del cfiro que mecelas hojas de los bosques; soy luz que palidececuando la tarde oculta su frente agonizante;soy la perdida huella de la corneja errante;yo soy el gran latido del alma del amor(10).

    (9) MANUEL JOS OTHON: Obras, Mxico, 1928, Vol. I, Pag. 50.(10) MANUEL JOS OTHON: Ob. Cit., Pag. 47.

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    POESA DE EMBELESO Y POESA DE DUDAEs cierto cmo el mbito natural en donde Othn se ins-

    pira no posee todos los elementos ni los contornos del querodeara a Lazo. Tanto en San Luis Potos como en Coahuilay Durango hay predominio de tierras abruptas, de accidenta-das colinas, pobladas de riscos, de peascos. El paisaje queel potosino ve y ama desde la infancia tiene ms variedad queel dilatado y uniforme de nuestro llanero. Nos parece, sinembargo, que Lazo Mart supo recoger en el suyo mayor can-tidad de sensaciones y percepciones que las que aparecen enPoesas y en los Poemas Rsticos. Esto se debe, tal vez, aque la lrica de Manuel Jos Othn es ms contemplativa ytranquila que la del guariqueo. El mejicano se coloca frentea la naturaleza y de una vez entra en uno como sueo, tanquieto y lmpido, que el poeta no puede captar los innumera-bles detalles externos. Desde el comienzo se produce ciertacomunin entre l y la totalidad de ese mundo, que le resultacasi imposible plasmar o sentir las mltiples formas como lasmontaas, los valles, los ros, los animales, los rboles y loscielos se presentan ante los sentidos del artista. Lazo Martno se entrega, en xtasis, sino que escudria, indaga, pregun-ta, duda. El llano participa del misterio celeste. Y l, imbuidoen parte en el racionalismo de los positivistas los que loformaron en la Universidad de Caracas, procura penetrar enla hondura de las cosas a travs de los detalles. En el fondo,uno y otro poetas se juntan en ese propsito comn de pintar,con verdadero sentido humano, aquel universo que tanto hasensibilizado sus almas.

    DOS SONETOS CREPUSCULARES

    Muchos fueron los poemas en los cuales Othn se com-portara ante la naturaleza del modo como ya lo hemos apun-tado. La crtica mexicana de principios de siglo y alguna de laactual sistienen que, entre las fuentes nacionales en dondese inspirara el potosino, la de Joaqun Arcadio Pagaza, el atil-dado clasicista, fue muy predominante, especialmente en loque respecta a las piezas que bajo los ttulos Crepsculos yngelus Domini escribiera el autor de Poemas Rsticos calca-das ciertamente de los sonetos Al Caer la Tarde y Al Terminarel Da, de Pagaza. Este no esconde el placer, casi majestuoso,que le produce el encontrarse, a la luz del vspero, ante una

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  • de las muchas montaas de su pas. Mas Othn llega ms allde ese sentimiento casi primario de Don Joaqun y logra unossonetos cuyo parecido con El Poeta, Ideal e Invierno, de Lazo,resulta bastante visible, particularmente respecto a lo que alu-damos en otra parte, sobre la presencia, en las horas vesper-tinas, de ese filo - riqusimo en sensaciones, percepciones yestados anmicos - que va del da a la noche.

    Hemos escogido, como ejemplos, los ya mencionados so-netos Crepsculos y ngelus Domini, porque nos sugieren latcnica versificadora del calaboceo: el uso de los ritmos; lasonoridad del endecaslabo; la tendencia al encabalgamiento;el gusto por las imgenes auditivas, olfativas y motrices; elcontraste entre lo real y tangible que llega por los sentidos yel insondable enigma que anima a la vida. En la primera pieza,Othn recurre al procedimiento propio de Lazo que con-siste en poner al sol ms all de su cnit, en vas de tendersesobre el horizonte, y cubierto aparentemente en una capa deneblina, cosa propia de las regiones altas. Ms adelante seinsina la presencia de la noche que, paso a paso, como loshambrientos gavilanes de la Silva, se acercan por el punto car-dinal opuesto. La luz que huye y las tinieblas que avanzan pro-ducen una sensacin de placer y de misterio a la vez. El pjarocanta sobre los olmos; el ro susurra undoso; el humo sale delas casas; y el alma de poeta se enrumba a los cielos:

    Tramonta el Sol. Esmalta la colinade su postrera luz en el escasofulgor, que va envolviendo en el Ocasocon su tnica blanca la neblina.Desbartase la hmeda calinaen la llana extensin del campo raso,y ya por el oriente, paso a paso,la silenciosa noche se avecina.Todo es misterio y paz. El tordo cantasobre los olmos del undoso ro;el hato a los apriscos se adelantaflota el humo en el pardo casero,y mi espritu al cielo se levantahasta perderse en T . . . Gracias Dios moH1".

    En ngelus Domini se repite la escena de la tarde que setorna en noche. El sol se hace occiduo, mientras a lo lejos se

    (11) MANUEL JOS OTHN: Ibid. Pag. 187.

    pierde entre brumas y misterios la montaa "profundamenteazul". En la cerlea lejana del cielo, la claridad va menguandosu brillo. Las espumas tiemblan sobre la honda de zafir, mien-tras una vieja chimenea ensucia, con sus negruzcas volutas,el rostro de la luz que agoniza. No exclama Othn, como en elsoneto anterior, que su alma quiere hundirse en lo infinito. Secontenta, en el xtasis vespertino, con el trazado de cuatro ocinco lneas copiadas directamente de la naturaleza endonde los cantos del labriego alternan con la tarda yunta, conlos lmites del potrero y la media voz de una golondrina degrrulo trinar:

    Suenan los cantos del labriego; cavala tarda yunta el surco postrimero.Los ltimos reflejos de luz flavaen el lmite brillan del protero,y, a media voz, la golondrina acabasu grrulo trinar, bajo el alero'121.

    POEMAS DE IDNTICA FACTURA

    Entre los numerosos poemas de Lazo Mart concebidos entorno a la hora crepuscular, hemos encontrado uno que llevaprecisamente el ttulo Crepsculo, cuyo parecido con el delmexicano el arriba transcrito totalmente es muy ostensi-ble, sobre todo cuanto a la intencin mstica de ambos. SiManuel Jos Othn ha utilizado el paisaje, en el suyo, comova expresiva de sus sentimientos religiosos, Lazo se coloca,de manera directa, ante un templo. Ve salir de ste la blancanube de humo que como "liviano plumaje de niebla" se alejaen espirales del interior de la nave principal en el momentosupremo del rito. Simultneamente, las notas de un afnicoorganillo se esparcen por las paredes y columnas del sagradoedificio. Un dbil rayo crepuscular asoma por los rotos vitra-les gticos. Mas luego, las tinieblas se van adueando delambiente y el poeta experimenta cierto recogimiento. Piensaen la noche del alma la misma de Othn y de Prez Bonal-de, aqulla que se identifica con la de la muerte y, al final,no da las gracias como el mexicano, sino que se asusta, puestoque l siempre vivi en medio de la duda:

    (12) MANUEL JOS OTHN: Ibid. Pag. 202.

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  • .. . cuando muera gimiendo en el arpael ltimo y tiernode los cantos que rime el poeta,oscuro y enfermo:qu fulgor reflejado, qu lumbrevendr por consuelohasta el fondo del alma, en que flotael ltimo ensueo,y se mueran las ansias, y surjaterrible lo negro?.. .(13).

    En el ensayo ya citado de Icaza, Letras Mexicanas041, seincluye un soneto, extrado del mejor libro de Othn, en elcual la tendencia soledosa se hace muy patente. An cuandoslo algunas expresiones de dicho poema se identifican conLazo Mart sabana pensativa, atmsfera candente, lobreguez,pavor tremendo, sierra altiva, senda, atajo, creemos que elcorte formal y la intencin esttica de esa pequea pieza sonel trasunto de la creacin lazomartiana. Comienza el potosinocomo todos los premodernistas y modernistas: Entra al pai-saje, lo otea en su totalidad y de una sola mirada une lo sen-sorial y artstico con lo filosfico, religioso o tico. Los dosprimeros versos del cuarteto inicial se parecen, aunque sin lamisma belleza, a la expresin

    "el llano es una ola que ha cadoy el cielo es una ola que no cae".

    Lo inmenso de abajo contrasta con lo inmenso de arriba.Esta ltima idea de lo grande se hace inconmensurable y ar-cana con la simple repeticin del sustantivo inmensidad:

    Mira el paisaje: inmensidad abajo;Inmensidad, inmensidad arriba;en el hondo perfil la sierra altivaal pie minada por horrendo tajo(15).

    Obsrvese cmo el autor experimenta, al par que Lazo,orgullo al cantar y exaltar su terruo. La altivez de la cordi-llera no slo tiene un alcance real. Conlleva una fuerte cargaafectiva que se humaniza con lo de "hondo perfil". El segundo

    (13) LAZO MARTI: Ob. Cit., Pg. 63.14) Consltese, de Max Henrquez Drena, su mencionada obra Breve Historia del

    Modernismo, Pag. 488.(15) JIMNEZ RUEDA: Ob. Cit., Pag. 174.

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    cuarteto pobre, estticamente constituye una variante dela imagen de la montaa y una como vieta de parajes adus-tos, desolados, sin caminos:

    Bloques gigantes que arranc de cuajoel terremoto de la roca viva;y en aquella sabana pensativay adusta, ni una senda, ni un atajo.

    Los tercetos establecen ms claramente que Manuel JosOthn vivi ligado, de manera fatal y entraable, a ese sumundo telrico que alternaba entre riscos, valles, hondonadas,cielos ardorosos y gentes humildes. El poeta respira, al final,si no un aire de satisfaccin y plenitud, por lo menos de iden-tidad entre su espritu y aquello que le circundaba. Otro tantoocurri con Lazo Mart y la naturaleza hostigante de Calabozoy sus alrededores. Ambos escenarios se aferraron tanto ensus bondades como en sus asperezas a la obra de uno yotro. En medio de las guilas smbolo el ms alto de losaborgenes de Mxico, destacan lobregueces, pavores y ga-lopes:

    Asoladora atmsfera candente,do se incrustan las guilas serenas,como clavos que se hunden lentamente.

    Silencio, lobreguez, pavor tremendosque viene solo a interrumpir apenasel galope triunfal de los berrendos"6'.

    POETA AMOR PAISAJE

    Pero hay otra pieza de Othn del grupo inspirado en losatardeceres, en la cual la afinidad con las Crepusculares esmuy marcada. Podra decirse que, tanto el estilo como lasideas y sentimientos que all se hallan estn dentro del climade sublimacin y sensualidad que caracteriza a las varias com-posiciones recogidas por Lazo Mart dentro de ese ttulo ge-nrico. No se trata, ya, como en el caso del soneto arriba glo-sado, del binomio poeta - paisaje. Hay ahora un nuevo factorque antes no habamos visto en el potosino y sobre el quegiran preferentemente todas las joyas que de este tipo produ-

    (16) JIMNEZ RUEDA: Ibid. Pag. 175.

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  • jera el venezolano. Nos referimos a la trade poeta - amor -paisaje, tan ostensible en la mayor parte de la casi cincuen-tena de piececillas admirables que Lazo recogiera dentro delmbito de lo crepuscular.

    Jimnez Rueda afirma que la presencia de la naturalezase hace ms csmica y ahonda en las entraas del mexicanoal participar ste de un sentimiento terreno, de una pasincarnal, que en otras ocasiones no lo apremiaba. Despus deque Othn elogia la belleza aborigen y agreste de la amante,no puede resistir el impulso de sus instintos y el hombre luchapor domear al poeta. Mientras los ojos de la muchacha seiluminan con el color rosa de la tarde, l comprende que lapaz que brinda el paisaje se trueca en inquietudes, ardores, ydesvelos, a la presencia de la mujer:

    . . . Vibran en el crepsculo tus ojos,un dardo negro de pasin y enojosque en mi carne y mi espritu se clavay, destacada contra el sol muriente,como un airn flotando inmensamentetu bruma cabellera de india brava(17).

    En el mismo tono, y utilizando matices e imgenes visua-les parecidos, Lazo Mart insina a la joven de la Crepuscu-lar IV(18) que el amor tiene muy poco de ideal y que los rojos,de sangre y de instinto, siempre acaban con el platonismo delos azules. Las palabras "enojos" y "pasin" indican el tanvisible parecido entre uno y otro poemas:

    En amar un color cifras tu anhelo,y por amar lo azul tienen tus ojosLa dulce y vaga majestad del cielo.

    A tu casta pasin casale enojosque en eso de querer a los coloresTenga yo preferencia por los rojos.

    El amor es as: cuando traidoresA herir tu corazn vengan los males,

    (17) JIMNEZ RUEDA: Ibid. Pag. 175.(18) LAZO MARTI: Ob. Cit., Pfl. 10.

    20

    Yo vestir de rojo mis doloresY con clmide azul tus ideales'19'.

    EL TEMA DE PAOLO Y FRANCESCA

    Aunque tanto la obra de Othn como la de Lazo Mart des-tacan por ser en ambas el mundo naturalista lo geogrfico ytopogrfico el centro inspirativo, no puede pasarse por altocmo en uno y otro lricos lo amatorio juega un papel impor-tantsimo. En la interpretacin que el Profesor Edoardo Cremahace de Silva Criolla coloca ese elemento entre los princi-pales contextos de la potica del guariqueo. La vida paraLazo es lucha, amor, deber y agona frente al misterio de lamuerte. No podra decirse que el venezolano ama, comoDante, a Beatriz, "con un colorido plido", casi igual al indefi-nible de las perlas; ni tampoco como Bocaccio, con la exage-racin y deformidad propias de su psique. Sin embargo, aso-ma en Lazo un dejo de sensualidad y de insatisfaccin en losmomentos en que cruza por sus versos este viejo tema de lamujer y de lo amoroso. Lo mismo puede afirmarse de Othn.Manuel Pedro Gonzlez, al hablar de las influencias que ejer-cieran algunos renacentistas en el Jos Echegaray de El GranGaleote, detinese en el Canto V del Infierno, de Alighieri,cuyo conocido episodio de Paolo y Francesca tambin sirvide motivo, no muy platnico que se diga, al potosino. Estapareja de enamorados del Averno que el toscano antepone alromanticismo llnase de intenciones carnales y hasta lasci-vas en Othn. Aunque el ejemplo pertenece ms a la juven-tud que a la poca de Poemas Rsticos y de El Himno de losBosques, no deja, sin embargo, de indicar cmo pensaba elmexicano respecto al amor. El pequeo boceto nos presentaa Paolo, engarzado su brazo con el de la hermosa pecadora deRmini. Al saber la pena que se les impone, se contenta, por-que estar eternamente unido a Francesca en el ms placen-tero de los castigos, el del beso:

    Paolo llevando a su inmortal amantede Dios lleg delante,que por su negro crimen le condena

    (19) El Profesor Crema seala en el Volumen Poesas, de Lazo Mart, Colec-cin Clsicos Venezolanos, que esta Crespuscular tiene una variante en el segundoy tercer versos, as:

    Tienen tus ojosla tristeza ideal que tiene el cielo

    21

  • a padecer la penade que nos habla en su poema el Dante.

    Y cuando l sabe su castigo eterno,dice con voz satnica y vehemente:Qu me importan las penas del infiernosi all puedo besarla eternamente!(20).

    LA FRANCESCA DE LAZO

    Los nombres de Paolo Malatesta, Francesca de Rmini ydel Prncipe Lanciotto no figuran, a la manera del potosino, enningn poema de Lazo. Ello no esconde, sin embargo, ciertapropensin del llanero hacia el amor como vehemente pasin.Si se habla de Silva Criolla, sta obra encuentra una de suscolumnas de sostn, segn sealbamos, dentro del cultivode ese contexto. Mas Lazo Mart cant tambin lo amoroso,con el arrebato propio de su personalidad, en creaciones me-nores cuyo anlisis haremos en otra parte de este libro.

    Las Crepusculares estn invadidas, por todos lados, detal sentimiento. Consuelo revela otro tanto de la experienciaque ese extrao virus dejera en el poeta. Y Margarita, AmorSorprendido, Fidelidad, Hojas de Hiedra y Pasin Eterna po-dran citarse como modelos del amor pasin, que en el gua-riqueo fuera ms rico y ostentoso que el amor - sentimiento.

    Aunque sera un poco cuesta arriba asentar que en Hojasde Hiedra hay algunas coincidencias con el Othn que imitaa Dante a travs de Echegaray, nos ha movido a curiosidadesel hecho de que en ese pequeo poema se describe a una fi-gura cuya belleza posee todo el contorno clsico de la joventrgica del ya citado Canto V del Infierno. Francisco LazoMart pinta en dicho poema un pequeo parque de pueblo endonde algunas plantas trepadoras de la familia de las arali-ceas constituyen, junto con la imagen, mujer o estatua lapieza se presta al equvoco, todo el centro de inspiracindel lrico. En medio de la segunda y a la vez ltima estancia,surge el nombre de Francesca, quien, cosa rara!, est henchi-da de castidad y no soporta ninguna pena infernal. Tendrque ver esta Francesca con la de Paolo Malatesta? A simplevista s. Pero, vindola ms a fondo, pareciera ser un elemen-

    sin nexo con su homnima de lato puramente decorativo,Comedia:

    En el terso cristal que atesoraOh! dulce FrancescaLa penumbra ideal en que viveTu casta belleza...Ah mis versos, mis tmidos versosTemblando se estrechan,Y se duermen plegando en su senoLas alas abiertas,Cual se duerme en el parque olvidadoLa tmida hiedraQue verdoso festn, y por siempre,Por siempre descuelgaSobre truncas estatuas de mrmolDe vrgenes griegas (21).

    OJO AVIZOR

    La figura de Lazo Mart, no obstante su aislamiento, debirecoger las influencias que los poetas del premodernismo, delmodernismo y hasta de la reaccin neoclsica esparcieran portodos los caminos de Hispanoamrica. Tal dijsemos al co-mienzo de este captulo, la obra lrica de Manuel Jos Othnasocia por semejanza a la de nuestro venezolano. Se lo hayapropuesto o no cuestin sta que escapa de lo interpretati-vo y crtico, cierto es cmo Lazo estuvo al tanto, si no delas modalidades que en su tiempo se ensayaban en Francia,s de las que en Mxico, Chile y Argentina ocuparan, duranteese mismo perodo, el primer plano de la poesa y del arte.La soledad del calaboceo no fue tanta para desarraigarlo delas vertientes y rumbos en donde debe abrevar siempre todagran poesa.

    (20) OTHN: Ob. Cit., Pag. 79. (21) LAZO MARTI: Ob. Cit., Fg. 48-49.

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  • TRASMUTACIN DE VALORESEL ENCUENTRO DE

    HOMEROY DE

    VIRGILIOEN LAS

    "GERGICAS"por EDGARDO CREMA

    El hbito de comparar a Hornero con Virgilio slo a travsde los respectivos poemas picos, remonta a la misma pocade Virgilio, o sin ms, al perodo en el cual Virgilio estabacreando su poema: "Nescio quid maius nascitur lliade", con-taba Propercio: y desde entonces la comparacin rod por elmundo, casi siempre desfavorable a Virgilio, quien habra imi-tado a la Ilada en los ltimos 6 cantos, y a la Odisea en losprimeros 6. Contra este juicio, y su superficialidad asom-brosa, casi no hubo rebeliones en el pasado: y a las voces quetrataron de probar como la Eneida no tenga, con los poemashomricos, sino unas relaciones aparentes y sustancialmentenulas, tambin un la ma, cuando, con motivo del Bimilenariovirgiliano, demostr que lo caracterstico de la Eneida residaen un contraste entre el rito y el espritu, y por lo tanto re-presentaba su poca, y nada tena que hacer con los poemashomricos. Y con todo, era verdad que Virgilio tena algo encomn con Hornero; pero no estaba, con gran asombro mo y,

    cierto de los lectores, en la Eneida: estaba en donde nadiepodra ir a buscarlo, por ser el poema sustancialmente contra-rio a toda creacin pica: hablo de las "Gergicas": que tieneen comn con la "Miada" un complejo anmico heroico-pacfico,que se refleja en todas las creaciones moleculares.

    No hay duda de que en la vivencia ntima que animaba aHornero a crear a "Miada", haba algo, o mucho, de una inge-nua admiracin por lo heroico: y es precisamente esta fasede su vivencia, la que forj la parte aparente del poema, la queconstituye lo pico; y se desarrolla a travs de un enredo deodios y rencores, de batallas y duelos, que vendran a cons-tituir, por lo tanto, el primer trmino del inmenso polptico.Pero, por debajo de las batallas y de los odios, como en un pa-limpsesto igualmente inmenso, porque se extiende a lo largode todo el poema, existen tambin unos innumerables cua-dritos que parecen inspirarse en las faenas y en los fenme-nos de la vida ms pacfica: y es, a no dudarlo, la omnipresen-cia, en el poema heroico, de estos oasis pacficos, la que meimpulsa a modificar el concepto crtico que desde tres mile-nios se tena de Hornero, y a llamarlo, no el poeta de loshroes, sino el poeta de una crisis profundamente humana:por la cual l, mientras admiraba lo heroico, aoraba al mismotiempo todo lo que de bello y bueno tiene la vida, en una natu-raleza de aspectos mltiples, igualmente bella y atractiva.

    Es a lo largo de las descripciones heroicas, y su forma decomparaciones y similitudes, dnde y cmo el poeta ha can-tado ese amor suyo a la vida pacfica y a la naturaleza: y, porsupuesto, no podan ahondar en el substrato anmico del poe-ma, y encontrar all, en lo subconsciente, la contradictoria vi-vencia integral del poeta, los crticos que consideran las simi-litudes y comparaciones como simples adornos de la crea-cin potica. Para encontrar, en las comparaciones y simili-tudes, un reflejo de la personalidad emotiva del poeta, erapreciso considerarlas tambin ellas, y al lado de las descrip-ciones de primer trmino, como imgenes que formaban par-te del complejo anmico del poeta mismo, y, en cierto modo,podan expresarlo. Naturalmente, para llegar a sto, haba quedespojar las comparaciones y similitudes de su valor esttico,y considerarlas tan slo como elementos del complejo anmi-

    : que es, precisamente, lo que he hecho; no olvidando, sinibargo, que, si su valor anmico consiste en sus relaciones

    con el complejo, sus valores estticos consisten en la armo-

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  • na con la cual ellas han enlazado, una a otra, la imagen deprimer trmino, de carcter heroico, y la de segundo trmino,de carcter pacfico o idlico: con lo cual se sobrepasa, irre-futablemente, todas las teoras, antiguas y nuevas, por las cua-les lo esttico no es sino la expresin de algo psicolgico.

    El amor de Hornero a la vida pacfica y a la naturaleza, sepone de manifiesto a cada paso, no slo por el carcter de lasimgenes que l emplea en sus comparaciones, sino tambinpor la frecuencia con la cual l interrumpe las descripcionesheroicas para injertar esas imgenes, y por el modo con elcual l olvida el campo de batalla, para sumirse en la contem-placin de aquellas imgenes. Y respecto al carcter, es ne-cesario recordar que las imgenes comparativas estn sacadasde todos los fenmenos y objetos de la naturaleza, de todaslas costumbres y faenas de la vida pacfica. Mares y ros,montes y llanuras, selvas y campos, aparecen en las imgenescomparativas en todos sus aspectos, a travs de todas lasestaciones, con todas las variaciones que ellos deben a lashoras del da, a los fenmenos meteorolgicos, a las faenashumanas: y hay todas las profesiones pacficas del hombre, lacarpintera y herrera, la albailera y agricultura, el pastoreoy la caza, la tejedura y los juegos; hay todos los variadosaspectos de la vida familiar, las comidas y el descanso, elamor entre esposos y el amor entre padres e hijos, y hastalos cuidados con que los padres tratan de espantar a los nios,o vigilan sus sueos. Y todo esto interrumpe a cada paso lasdescripciones de las hazaas heroicas, de las pasiones he-roicas: en lo ms reido de un duelo o de una batalla, el poetaevade (trasciende, dira un diltheyano) del campo de batalla,con sus gritos y sus ruidos, con sus armas y sus heridos ymuertos, para llevarnos, en ala de la imaginacin creadora, enun paisaje risueo, en una forma agradable, en una escena fa-miliar, y all sumirnos en una contemplacin de la vida pac-fica, que es, a la vez, fin en s misma, y momentneo olvido delas pasiones heroicas. Vase, por ejemplo, el final del CantoXVII: hay cinco smiles en el espacio de 37 versos, todos in-herentes al esfuerzo heroico hecho por los Ayantes a fin dellevar consigo el cadver de Patroclo: los teucros acometen"como los perros que, adelantndose a los jvenes cazadores,persiguen el jabal herido"; detrs de los Ayantes arde labatalla, "como el fuego que prende en una ciudad se levantade pronto, y resplandece, y las casas se arruinan entre grandesllamas que el viento, enfurecido, mueve": los Ayantes arras-

    traban el cadver de Patroclo, "como los mulos vigorosossacan del monte y arrastran por speros caminos una viga oun tronco destinado a mstil de navio, y apresuran el paso,aunque su nimo est abatido por el cansancio y el sudor";los Ayantes detenan a los Teucros, "como valladar selvosoextendido por gran parte de la llanura refrena las corrientesperjudiciales de los ros de curso arrebatado, les hace torcerel camino y les seala el cauce por donde todos han de correr,y jams los ros pueden romperlo con las fuerzas de susaguas"; y alrededor de los Ayantes los aqueos huan, perse-guidos por Eneas y Hctor, "como vuela una bandada de estor-ninos o grajos, dando horribles chillidos, cuando ven a ungaviln". De las cinco comparaciones, por lo menos tres estnsacadas de las faenas propias de la vida pacfica: la de la caza,la del arrastre del tronco, la del valladar extendido a lo largodel ro peligroso; y a estas podramos agregar una cuarta, in-cluida en la comparacin del arrastre, y que es la del mstilde navio. Por supuesto, aun la imagen del incendio en la ciu-dad, podra ser considerada como un recuerdo de la vida pa-cfica; y en cuanto a la imagen de las aves perseguidas porel gaviln, si en s misma tiene algo que recuerda la guerra,tiene tambin, indirectamente, algo de la naturaleza, en cuyacontemplacin se sume a cada paso el poeta. Lo que hacenlos hroes en la Ilada, parece a menudo un pretexto para queel poeta describa escenas de bien distinta inspiracin: las treso cuatro columnas del templo heroico, desaparecen as, casipor completo, bajo esta vigorosa ascensin de enredaderasnaturales: y las escenas de la vida en la naturaleza, o en lavida pacfica, ocultan as, tras de s, las escenas de guerra.

    Y si, en lugar de analizar el carcter y la frecuencia delas similitudes de contenido naturalstico o pacfico, analiz-ramos el modo como el poeta las anima, encontraramos acada paso la prueba ms irrefutable de ese amor a la natu-raleza y a la paz, que en Hornero constituan el aspecto anti-heroico de su contradictoria vivencia. Vanse en el CantoXII, los versos de 278 a 289: en el campo de batalla, vuelanlas piedras de un ejrcito a otro, y el poeta ve que son espe-sas: es esta, la imagen blica que impresiona su retina; perosu imaginacin evade, trasciende de la realidad del primertrmino, para ver otra cada igualmente espesa, la de la nieve;y en seguida abandona el campo de batalla, y se pierde en laontemplacin de una nevada alpina. Habra podido decir,

    Hornero, que las piedras caan "tan espesas como los copos

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  • de nieve"; pero al entrever, en la imaginacin, una nevada,insensiblemente ve surgir con ellas todos los detalles inhe-rentes al fenmeno, y hasta los detalles innecesarios de lospaisajes, en donde l lo haba visto: "Cuan espesos caen loscopos de nieve en un da de invierno.. .: y adormeciendo losvientos, nieva incesantemente, hasta que cubre las cimas ylos riscos de los montes ms altos, las praderas cubiertas deloto, y los frtiles campos cultivados por los hombres; y lanieve se extiende por los puertos y las playas del espumosomar, y nicamente la detienen las olas, pues todo lo demsqueda cubierto cuando arrecia la nevada..." No hay dudas:a Hornero le atraa el fenmeno: lo haba contemplado congusto, en el monte, en las praderas, en los puertos, en el mar;y al comps de la nevada, surgen tambin las imgenes rela-cionadas con la vida pacfica, de los trabajos humanos, losfrtiles campos cultivados por los hombres, y los puertos.Y todo rebosa el cario con que se mira un fenmeno o unobjeto querido: poeta y lector, delante de la nevada, olvidanpor un momento la batalla: y lo natural y pacfico, ha elimina-do lo heroico.

    Ahora bien, si con esta imagen de Hornero nos acerca-mos a Virgilio, podemos darnos cuenta de que es verdadque, ms que con la Eneida, la Ilada podra ser comparadacon las Gergicas. Hay que dominar el asombro, y ver lasobras artsticas con los ojos limpiados de todos los prejui-cios o preconceptos impuestos por una tradicin secular omilenaria, aunque sean impuestos por pensadores de peso.El ipse dixit, el magister dixit, debe desaparecer de la crtica,a no ser que se tenga una mentalidad escolstica. S: las"Gergicas" son el poema que canta la agricultura y la cra,las varias faenas del agricultor y del criador, el paisaje id-lico y las estaciones circulares: pero todo esto brilla en pri-mer trmino: pues una mirada introspectiva nos permite verque en Virgilio haba amor, exista un mundo distinto al delas faenas agrcolas y del paisaje idlico: nos permite verque en el Virgilio idlico, gergico, pacfico, lata ya, preco-rriendo al Virgilio heroico de la Eneida, un Virgilio empapadode emociones e imgenes de guerra, y ensalzando la luchacomo uno de los factores del progreso humano.

    En realidad, Virgilio acostumbra armonizar entre s, cons-tantemente, las faenas de los agricultores y criadores, y unasimgenes sacadas de la vida de las legiones romanas y de

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    las hazaas blicas. A veces, el enlace entre la imagen agr-cola y la imagen blica se realiza a travs de una expresinsinttica, que engendra una metfora: en la cual el verbo o| nombre son del mas puro temple legionario o heroico.

    As, Virgilio dice que el campesino "ejercita la tierra" y "man-da los campos": y saca el exercet y el imperat de la fra-seologa militar de la poca. Pero Virgilio emplea el mismoverbo militar, destinado a dar el nombre a las formacionesmilitares de los estados modernos, aun a proposito de lostoros: "ejercitad, varones, los toros"; o sin ms mezcla lasimgenes del ejercitar, del mandar y del gobernar, con las deldomar y dirigir, (que viene de reg, es decir, de rex, rey);y as el campesino vergiliano aparece como "ejercitando elsuelo bajo la oprimida reja, y dirigiendo los laboriosos bueyes",o como domando un olmo para forjar una cama; o todavams, ejercitando, sobre las ramas de los olmos un duro im-perio". El arador, as, es iratus y acer, como lo podra ser unsoldado en la pelea; y lanza sus instrumentos, como el legio-nario jactabat pilum, porque sus instrumentos son tambinarmas: "se ha de decir tambin cules sean para los duroscampesinos las armas". No hay dudas: Virgilio vea las fae-nas del campo a travs de imgenes guerreras: y se compren-de como el trabajo pudiera dar una victoria: "Labor omniavicit". Se comprende cmo, en la parte central del poema,Virgilio saludara con el mismo entusiasmo, y ponindolasextraamente en el mismo nivel social, tanto las mieses comolas hazaas heroicas: "Salve, magna parens frugum, Saturniatellus, - magna virom": "salve, gan madre de mieses, Satur-nia tierra, - madre de hroes". Porque Italia abundaba no sloen espigas grvidas y vinos, en olivos y ganados: abundabatambin en caballos guerreros y en toros, destinados a me-nudo a conducir los triunfos romanos a los templos de losdioses; y si abundaba en arroyos de plata y minas de cobrey oro, tambin abundaba en hombres de fuerte linaje, de dondehan salido los Decios y Marios, los Camilos y Escipiones,duros para la guerra.

    No hay dudas: al describir el campo y sus pacficas fae-Virgilio acude a imgenes heroicas: y las citas seran

    ermmables. Toda lucha en las "Gergicas": desde losque dispersan las mieses, hasta las sombras quelas vides; desde los animales que alternan muchos

    es con muchas heridas, hasta las hierbas y malezas

  • que rodean de densas zarzas al plantado. Y hay, de la guerra,todo: la victoria y la derrota, el ataque y la defensa, el aisla-miento y la fuga, el empleo de la fuerza brutal y el de la in-teligencia, la derrota resignada y la que prepara una revan-cha. Pero en donde la presencia de lo heroico y guerrero sepone de manifiesto, en las "Gergicas", con mayor relieve,"casi ocultando la imagen de la paz campesina bajo una des-cripcin puramente guerrera, es en la famosa descripcinde la vida de las abejas.

    En el mundo de las abejas, "frecuentemente se ha susci-tado la discordia entre dos reyes con gran mpetu"; entonces,"los corazones son solcitos para la guerra": "Como un acen-to marcial de ronco bronce increpa a las morosas, y se oyeuna voz imitada a los quebrantados sonidos de las trompetas;entonces se juntan entre s, apresuradas, y brillan con susalas, y aguzan los aguijones en sus hocicos, y preparan laspatas, y se renen espesas alrededor del rey, y junto a losmismos reales (praetoria eran las tiendas de los generalesen los campamentos romanos); y luego provocan al enemigocon grandes clamores: y se viene al encuentro..." Ms tar-de, cuando la batalla ha terminado, el campesino debe "sacardel campo de batalla a ambos conductores, y dar la muerte aaquel que haya parecido peor, para que no sirva, por intil,de prejuicio". Pero cuando la colmena est en paz, es enton-ces cuando su ordenamiento recuerda el de una legin roma-na: las abejas son las que tienen "techos de una ciudad suje-tos a la misma suerte, y soldados que se ejercitan en los cam-pos; tienen centinelas que custodian las puertas, y alterna-tivamente observan las aguas y las nubes del cielo, o . . . for-mados un escuadrn, echan de los pesebres a los znganos,ganado perezoso"; tienen obreras, a quienes incumbe forta-lecer los panales; y todas dan la impresin de una legin ro-mana, con aquella actividad ordenada durante el da, "conaquel volver por la noche y guardar silencio", con aquel ir enbusca de agua, "seguras bajo los muros de la ciudad". Noson abejas: son "Quintes", que obedecen a su rey (los an-tiguos llamaban rey a la abeja que reinaba) "y le acompaan!. . . y a menudo le levantan en hombros, y presentan sus cuer-pos a la guerra, o buscan una hermosa muerte". Las abejastienen una organizacin y una tendencia esencialmente legio-narias: y saben luchar y defenderse, hasta "perder las almasen las heridas".

    Pero la constante equivalencia, en las "Gergicas", delas imgenes campesinas y de las imgenes blicas, si en elcampo de la filosofa de la historia puede aparecer como unasuperacin de los ciclos, y en el campo sociolgico tiene elvalor de haber dignificado el trabajo, en el campo esttico sepresta para el sorpresivo acercamiento de las "Gergicas"a la "Ilada". Hornero canta, en primer trmino, los hroes ylas batallas, mientras que, desde el subterrneo de su viven-cia, saca a la luz, para enlazarlas alrededor de las hazaasheroicas, imgenes de la vida pacfica y gergica; y Virgilio,por el contrario, en primer trmino canta a la naturaleza ylas pacficas faenas del campo, mientras evoca de su subcons-ciente imgenes de guerreros y de lucha. Poemas tan dife-rentes entre s, por el tema de inspiracin y el contenidoaparente, aparecen ahora, por este anlisis, profundamentesemejantes: Hornero y Virgilio se sentan igualmente atra-dos a admirar; tanto a las hazaas de la guerra como a lasfaenas y aspectos de la paz; y ambos realizan su creacin ar-tstica, desde el venero fecundo de su complejo anmico conel mismo recurso esttico: es decir, armonizando entre simgenes de guerra e imgenes de paz.

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  • ANDRS ELOY BLANCO

    por BACON DUARTE PRADO

    Nos dice Anderson Imbert al referirse a nuestro poetaque "fue capaz de clasicismos pero romntico en sus zumosnativos y folklricos". Aade que fue popular, y que tena "asus espaldas el modernismo, y al frente, las ganas de uncambio". Y habremos de aadir nosotros que ese romanti-cismo no fue en el poeta la proyeccin de una escuela, ten-dencia o modalidad, sino una perentoria imposicin de su di-mensin humana humansima, un cauce necesario y na-tural a la manifestacin de sus urgencias interiores, efugiohacia regiones slo accesibles a la idealidad pura.

    Pensamos que al afirmar Andersom Imbert que "fuecapaz de clasicismos" lo hizo en la inteligencia de que AndrsEloy Blanco en todo momento supo mantener una lnea deequilibrio en la expresin de sus efusiones lricas as comola noble enjundia de sus materiales literarios, a lo que habraque agregar su maestra en forjar smbolos y cincelar versosadmirables. Clsico en este sentido sera la aptitud dela obra para erigirse en paradigna y mdulo universal, y lasuprema dignidad esttica que ella ostenta.

    Si bien perteneci nuestro poeta a la generacin venezo-lana del 18, es de verse que ella careci en rigor de lo que elcitado crtico expresa como "unidad de estilo". Por nuestraparte nosotros otribuimos la independencia de estilo de que

    qala el noble hijo de Cumana, ese mc.sivo afn de libe-rinn de los factores exgenos que fijan una pauta o sealan

    un camino a la explosiva fuerza de su genio, inconteniblefluio de un pathos canalizado en la primaria emocin que rom-ne valladares buscando la expresin propia y personal. Auncuando los que pertenecieron a esa misma promocin poti-ca tuvieron ms o menos el mismo marco circunstancial ehistrico en que desenvolverse, la experiencia de cada quiense tino de ingredientes oriundos de la propia singularidad quedetermin a la postre la direccin que asumi su mpetucreador.

    Ciertos juegos preciosistas en el lenguaje y el ingeniosomanejo del ritmo y el sentido del color en parte de su produc-cin, tal vez sea lo nico que revela un vestigio del moder-nismo: en cambio otros elementos lo sitan ya dentro de losmovimientos de vanguardia. Lo que importa verdaderamenteno es la clasificacin o encasillamiento en tal o cual corriente,sino el valor absoluto de la materia potica, el ndice de supoder de comunicacin y la aptitud de constituir un universoesttico.

    En Andrs Eloy Blanco confluyen dos poderosas vertien-tes para configurar un destino potico sellado por la auten-ticidad. Hemos de entender por autenticidad aquella identidadde nuestra vocacin con los rasgos de nuestra biografa. Laecuacin de vida y obras en el nclito venezolano se cumpleen el vrtice del amor, la dignidad y el sacrificio. Amor a lafamilia, a la patria y a la humanidad; dignidad en la conductapblica y privada; sacrificio en la insomne persecucin de unideal de bien y de justicia.

    Crceles, destierros y persecuciones jalonaron su vidacon los hitos sembrados por los reprobos. Como todos losluchadores vivi en constante interinidad, lejos de la paz ysosiego tan necesarios para que el hombre se produzca entodo su potencial creador. Amando la paz vivi siempre a sussspaldas; prohijando la justicia como mdulo de la humana

    mvivencia, la vio siempre esquiva; prodigndose en el amororno un credo existencial, cosech odios e intemperancias.

    Lo que maravilla es que este hombre, juguete de la ad-sidad blanco de las injusticias y destinatario inocente

    la arbitrariedad, jams perdi su fe en los ideales, no su-

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  • cumbi en el resentimiento social, ni vio ensombrecerse sumusa ante la asechanza de la humana protervia. Fue msfuerte que su ambiente social y poltico. Toda la amarguraque conoci la trasmut en belleza, en frvida emocin, entotal entrega a un destino inmerecido.

    En su vasta sinfona interior el amor form un acordeperfecto que se percibe a lo largo de toda su obra. Hiperes-tesia del sentimiento, floracin del espritu que da sentido ybelleza a esta vida transente. Vivir en el amor y para elamor fue su divisa. Y el amor fue su cruz y su epifana jubi-losa. Amor que desciende en un haz de luz de Dios a suscriaturas, desde lo perfecto del Arquetipo hasta el hombreque flota en su agona y arde en su pasin.

    Temperamento impregnado de sentimientos alquitaradosen el metal del ms puro altruismo, y aunque la vida le brindsobrada ocasin para madurar desquites, jams su verbo seinflam de ira ni acogi sus amarguras para rumiar enconosy malquerencias. Es por eso que como nombre su latitud seencancha tanto hasta abarcar la misma magnitud del poeta.

    Sinti el dolor intrmino por su amada Venezuela, afa-nosa por alcanzar niveles de paz y de justicia en la conviven-cia democrtica. Am asimismo su hogar con afecto entra-able y superlativo. La voz de la sangre se transfundi enpasin al derramarse torrencial en la carne de su carne, en laprospeccin ontolgica de su propia vida; los hijos, redomade esperanzas, anticipacin de lo porvenir.

    Familia, Patria, Humanidad, smbolos concntricos de unmismo afn de entrega, triloga en que se encarna su numende poeta. A pesar de que otras motivaciones solicitaron suestro, es en aquellos temas cuando su talento alcanza su m-xima potenciacin, cuando las cuerdas emocionales se tensanhasta su lmite en sus manos sagitarias.

    Acentos de radical sinceridad dominan toda su obra, lacual no le exige, por consiguiente, laboriosos empeos esti-lsticos ni la habilidad de orfebre para estar a la altura de suintencin. La forma externa adapta su permetro a la materiaque le sirve de sustentculo sin demasas verbales ni artilu-gios efectistas. Nos dice a este respecto Carlos Pellicer:"El encuentro de las imgenes con las palabras se realiza en

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    ron la ms sorprendente neutralidad". Es por' oTan fd egarJ hombre alavs de. caamazo del verso.En cierto modo su arte viene a ser su propia biografa.

    a hay que transparentan en su obra a cabalidad losatrib ?os Seminales de quienes la realizan; Garca Lorca Ru-bn Daro, Guillermo Valencia as se producen, con la diafa-nidad plena del espritu. En cambio hay otros que defender,tozudamente su ncanjeable intimidad, abroquelndose en unestilo brumoso que disuelve conceptos y disipa imgenes,como en el caso de Vicente Aleixandre y tantos otros de losque cultivan la nueva poesa para quienes parece ya no contarel determinismo semntico ni la verdad esttica y recurrena la palabra ms con intencin elusiva que alusiva. De todosmodos creemos que la poesa ha de ser una cordial invitacina descubrirnos a nosotros mismos y a los dems, ya que enltimo anlisis poesa ha de ser introspeccin, buceo y pere-grinaje, y vuelo triunfal por derroteros siderales o un arras-trar de alas rotas en pramos de angustia y desolacin.

    En Andrs Eioy Blanco los versos son la puerta ancha queconduce a lo entraable de su pulso vital, rebosante de trridahumanidad y de caridad cristiana. Tras la ufana del amorpercibimos como un eco atenuado por la balumba de la vidaque pasa, un hlito reverencial de la Fe que camina sende-ros de eternidad.

    La trayectoria personal del poeta le ha servido de oca-sin para enhebrar una esttica de peculiar aliento: el "co-lombismo". No sera esta, en puridad, una escuela sino unestado de gracia que escancia el espritu. Aspira "al regresodel poeta a la Humanidad y a la incorporacin de lo lrico a lasfuerzas tiles del mundo". Con miras a "situar al artista enla proa de la Humanidad; reivindicarle su funcin creadora,anunciadora, descubridora de mundos". Lo pragmtico ha deestar entonces en la misma mdula del poeta como un reque-rimiento esencial de su singular destino. Y ha de ser por esomismo, vate, es decir, el adivino, el profeta, el que intuye yabarca la realidad que avanza y a la vez la propicia como un

    cursor. Y esta voz futural ha de ser optimista y afirma-tiva como nuncio de mejores das, sobre todo para los quesufren.

    35

  • Segn esta propedutica la poesa busca un hueco pro-picio a la evasin para crear su propio mundo, lo que no equi-vale ciertamente a un renunciamiento o una desercin. Peroel poeta no est solo en el mundo que ha creado con su donde profeca; "embarcados con l, almas de hombres y almasde pueblos, emproan la ruta de la superacin". Este mundocreado o por mejor decir, recreado por el poeta, es una ata-laya, una perspectiva ideal, desde donde se columbra una rea-lidad punzante que seorea nuestra vida.

    Gotas de eternidad fijan una impronta en el alma delpoeta; ste viene a ser un urgido del regreso cintnuo, unaperemne actualidad, la fijacin de un instante plenisolar delmundo:

    "El cirujano sembr en m la astilla de la eternidad".La eternidad que se desgaja del cielo y que se incorpora

    como un mpetu misional en las carnes y en el espritu dellirida.

    La voz del poeta, siembra de amor, modula todo un ca-tecismo civil al filo de una visin proteica, y en vez del acentoyugulado por la desesperacin del que clama en el desierto,fluye la melodiosa oda a la esperanza nunca proscrita, actua-lizando su radical confianza en el Hombre, rescatado de susmiserias, iluminado por la razn y la caridad.

    En su libro "Canto a los Hijos" es donde nuestro poetagana las mayores alturas, inflamado de amor y de pasin. Co-mo autorizado personero de todos los padres que han sido,son y sern, formula su mensaje a la posteridad. Y no ha dehaber padre si lo es de verdad que no sienta al leerlo elramalazo de la exaltacin hasta el lmite de lo humano. Elamor filial sostiene con altiva dignidad el estilo, la forma,la profusin de imgenes y giros. Canto que es clamor, sofla-ma, lumen del espritu; epistolario lrico a sus hijos: uno"hecho de chispa" y otro hecho "de pensamiento". El cantodesarraiga ternuras, exhuma lo que llamaramos "la aoranzadel ser", percute el nimo con el plectro de los mejores sueos.

    Contemplando a sus retoos, con la vista o el recuerdo,se sumerge en honduras abismales para inquirir con perpleji-dad radical:

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    ,.v flntes que ellos fueran qu era lo que eray qu adems de lgrimas, los ojos de mi cara?"

    ntP de esta epstola familiar y premonitoria,Abruptame ,te, de es P

    deprecacn acerba contraAgencia o .. ponen a, servicio de,

    dolor:"y digo que es infame y es vil y es proditorioque en el jacal invente vidas el aldeanoy el sabio asesinatos en el laboratorio .

    En este itinerario lrico no est ausente la nota optimistacomo corolario del amor humilde que es flama del corazny cauteloso regocijo del sabio. Tampoco la critica ^ de la p ro-lla vida con la plenaria asuncin de la responsabilidad a el amherente, a la que no es ajena un eco de evanglico tributohacia la inocencia de la niez:

    Quin besar sin manchas la frente de la aurora?Quin mirar de frente los ojos de los nios?

    La vida, esta vida nuestra, la de aqu y ahora, se defineen la alegra del verso como:

    "una balandra que so un gran viajey envejeci lavndose las velas".

    A cada paso el poeta nos da la certera frase con quequisiramos arropar nuestra emocin caldeada y estremecidaal soplo vagoroso del recuerdo. A cada paso nos hace sentirun impulso genital desde la lejana de los mejores ensueos.

    Rico en imgenes, acaudalado en rimas, como testador espoco y es mucho lo que puede dejar a su descendencia para eltiempo de la eterna ausencia. Su testamento es bien escuetoaunque elocuente:

    "Al bien que les deseose reducen los bienes todos de la heredad".

    Nombra como albacea de la magra herencia al mundo delos justos para administrar ese acervo que se reduce a losbuenos deseos, capital que ciertamente no redita ni oro falazni oropel de feria, sino algo que nombr un excelso bardoparaguayo en estos versos insignes:

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  • ''Yo tengo un potos de oro vivienteque pesa como un mundo: el corazn"

    (Manuel Ortiz Guerrero)Todo el libro es un himno a la fecundidad del amor que

    besa las playas de la vida y rebulle en el sideral connubio conel sueo. El poeta es el taedor de los sueos imposibles; lasurgente viva del amor que imanta. O, como lo dice l mismo:"un hombre que nombra y que camina, sin camino y sin nom-bre,.con un ala hacia el cielo y otra hacia la esperanza".

    En el "Coloquio bajo la Acacia" el amor singular que pro-fesa a sus hijos se pluraliza hasta alcanzar a todos los niosde la tierra, por un prodigio de transubstanciacin mltipleque identifica lo uno con lo infinito:

    "Y cuando se tienen todos los hijos de la tierrase tiene un hijo, un solo hijo, la plenitud del hijo".

    En "Coloquios bajo el Laurel" declara a sus hijos, a aqu-llos de su carne y de su espritu, que estamos viviendo "losaos ms sucios de la Historia", y sin embargo cree paladina-mente en la virtud restauradora del verbo y en la catarsis atravs del arte para purgar la Historia con un bao lustral debelleza y emocin, de fe y de esperanza.

    Rumiando su pan de proscripto avizora su Venezuelaamada, que se agranda en sus recuerdos y se le acerca enuna visin perspicua:

    "Ayer la geografa era presente y viva,ayer solo la historia era pretrita.Hoy, ya para nosotros, geografa es historia".

    Es en este libro luminoso cuando la calidad del poetacobra inusitada dimensin y donde exprime los mejores zumosde su patetismo militante. La palabra detiene al tiempo parasolidificarse en un presente supratemporal. Es que, comodice Aurelio Espinosa Polit: "Los genios no tienen edad; sonde todas las edades. Son la voz de la humanidad perenne,que en todas partes y en todos los tiempos se repite idnticaa s misma".

    Este libro nos dice el poeta al referirse a "Baedeker2.000" fue escrito en las bvedas del presidio de PuertoCabello. De ese mundo "indeseable, irresponsable, insopor-

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    intent la evasin hacia un orbe construido por su fan-tasa,' ms all de la miseria humana.

    En la crcel, donde el ms bravo siente amainar el pulsov el justo encabritarse el nimo, produjo estos poemas queparecen fluir de un alma recluida en el sosiego y no en lavil mazmorra como una alimaa cualquiera.

    Comienza este libro prometedor en ms de un respectocon el esbozo de una autobiografa. Con un contrapunto felizcastiga la protervia de sus verdugos con la vara del ingenio:

    "Ayer fueron los lobos a comer a mi puertay el lobo es el hombre del lobo".

    Pergea una imagen del poeta integral y autntico, elvate ecumnico premonitor de futuros:

    "Creo en el poeta til,soberanamente altruista,y aladamente extraterritorial".

    En "Las palabras de harina" contrapone con sano humorlos filosofemas del pensador con los requerimientos y sa-tisfacciones de nuestra porcin biolgica, y as rescata losfueros de la vida simple:

    "Al sentarse a comer el filsofo,una mujer con delantal de nievey con una bandeja de palabras de harina,sobre la mesa, junto a dos silencios,puso el tratado de la vida simple".

    Menudean en este libro las visiones, itinerarios; sagacesobservaciones sobre gentes, lugares y circunstancias. Astambin algunas divagaciones en tono festivo sobre diversostemas que dan ocasin a mostrarnos su vena de humorista yrepentista de alto coturno. Aqu sale a relucir su ingenio, unpoco al desgaire, para trazar alguna caricatura o poner de mani-fiesto algn rasgo calificador. Un poco calembur con aliocriollo.

    Veamos algunas pruebas de su facundia: "La trituradoradras es la nica estacin de radio que habla en vas-

    Un obrero en sbado pincha una nube y la hace'Linotipo. Un fongrafo mudo que se expresa porAl minero de gruta lo siembran por la maana y lo

    i por la tarde"; "Caaveral. Orquesta de flautas";

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  • "Los surcos paralelos saben que van a juntarse en el manteldel almuerza"; "Los campesinos esperan la hora de sembrarnios"; y as otras tantas.

    Ms luego canta al Orinoco, poderosa estra de la patriaque madura en los recuerdos; canta a las Artes, y siembra los"Poemas del tiempo de la quinta esposa"; siempre atildadoy pulcro, siempre veraz y lcido.

    En "El Barco de papel" figuran poemas escritos tambinen la crcel, que pudieron salvarse de la ominosa quema per-petrada por los reprobos; la pira se trag buena parte de sulabor. "Quemar un poema es tan desalmado, tan intil y tanmezquino, como matar un nio".

    Con azoramiento esencial nos preguntamos nosotros adnde irn, a qu regin del Cosmos, los poemas incineradose insepultos?. Dnde irn a florecer? Qu castigo merecenlos que as ciegan una fuente de luz?.

    Aqu revistan entre otras, la parbola "El guila y elBagre", con esencias y presencias del alma popular; "Roman-cillo Carcelero". En el "Canto del Prometido", con sus versosmusicales aplomados en la serenidad que sostiene a los es-pritus recios, el poeta musita su endecha a "la desnuda Li-bertad con pie de azogue". "Las Hermanas de Luto" es para-digna de los afectos familiares y luminiscentes presencia dela Madre en la constelacin del grito liberado.

    Llama a Jess con sus voces encandiladas ante el sumomisterio, en un Padre Nuestro propiciador y msculo:

    "Jess, mi comandante,suprema frmula de hombra,flor de Varn en la perfeccin ltima".

    Otros poemas se afirman tambin en las vastas experien-cias de la prisin: el mar abierto a la ilusin del vuelo; msrecuerdos y aoranzas; la montaa dscola, de alta piedra encomunin de alas; Cuman con su regazo de madre civil; yotros tantos que actualizan la peremne inquietud del bardotrashumante.

    Mxico D. F. marzo de 1968.

    LAS PALABRASDUENDES ENCANTACLARO

    por MARCO ANTONIO MARTNEZ

    En la novela Cantaclaro(1) las palabras pronunciadas porlos caminantes en la sabana desierta, inmensa, son duendes,espantos, que se quedan en suspenso, en el aire, en el som-bro rumor de las matas, en el solitario silencio de los rboles,vagando como sombras, nimas en pena.

    En la contemplacin de la sabana solitaria, la realidadtiene dos formas, una verdadera y otra fantasmal. Las dosperspectivas no se oponen en la imaginacin como la de Can-taclaro, de naturaleza fantaseadora, o la de aquellos hombresque, como el Caraqueo, forjan una peregrina teora sobre lascosas que se ven, se oyen o se sienten, en el inmenso, desier-to y tenebroso llano, a pleno da o en las oscuras, desoladasnoches.

    Florentino cabalga sin rumbo cierto, al azar, entre los es-pejismos de la sabana, las sombras misteriosas, con la coplaerrante y sus palabras duendes.

    Un da, Florentino, al abrigo de las matas, "ya al caer

    Gallegos, Pmulo. Cantaclaro. En Obras Completas, Editorial Aguilar, Madrid, 1958,tomo I, pg. 805- 1086.

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  • de la tarde, rompe el hondo silencio del paraje con su cantosolitario". Era un bosque de samanes centenarios, "por entrecuyos troncos se extendan umbrosas naves de soledad y si-lencio, propicias a la conseja del nimo en pena que por allvagara". En aquel lugar, Florentino se encontr con dos des-conocidos, uno de los cuales lo salud, y como no acertase adescubrir quien era, "ya se entregaba a pensar que aquelsaludante invisible fuese el propio duende que le daba nombreal sitio", el de Mata del Anima Sola. Y all durmi Cantaclaro.Uno de los compaeros era el Caraqueo, enfermo de calen-tura, que no estaba acostumbrado a aquellas tierras inhs-pitas. En medio de la soledad del bosque sin luna conversandel Diablo, que, segn decan, andaba por all, por los llanosde Barinas, hacindose famoso como un cantador nuevo, yde los espantos de la sabana y de las consejas llaneras. ElCaraqueo forja entonces una peregrina teora acerca de larealidad, la cual admite una explicacin natural y otra absurda,"sin que una y otra se excluyan ni se estorben". El Caraque-o contaba que no haba ningn inconveniente para que elbaquiano supiera "que el murmullo que se oye en esta mataal anochecer es producido por los innumerables enjambres dearicas que en estos rboles forman sus colmenas, y crea, almismo tiempo, que lo produce el nima en pena que recorreeste paraje rezando". Florentino ve, oye y siente las cosas,ya en su apariencia real, o las transforma en misteriosos fan-tasmas, aunque se las explique al mismo tiempo en su ver-dad natural, espantos que lo siguen en aquellas ttricas sole-dades. El mismo con su sombra por delante, la del ala de susombrero, es como un solitario duende que camina sin rum-bo cierto por aquellas soledades.

    En la Mata del Anima Sola Florentino miraba un boquetede la mata sobre la hermosa lejana de la sabana, "dondeacaba de suceder una sencilla cosa extraordinaria, como loes toda aparicin viviente en el desierto". Vio acercarse unperro, un perro vulgar, triste y manso, sarnoso y hambriento.Florentino lo anuncia con una "entonacin agorera" en laspalabras: "Umj! Ah viene el perro...". No era un perro,sino el perro, como si fuese un espanto de la sabana. De esemodo, en una misteriosa porcin del pensamiento, el llanerorefleja la tendencia a deformar la realidad, empleando las pa-labras en un sentido determinado, agorero, pleno de misterio,de cierto embrujamiento de las cosas, los animales, las per-sonas. Las mismas palabras se transforman en espantos.

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    Al Caraqueo le intrigaba "el sentido enigmtico" de expre-siones como "Ah viene el perro"... "Anoche me sali eltigre". El perro! El tigre! Y no simplemente un perro o untigre".

    Florentino, quien sonrea mientras escuchaba al compa-ero con la extraeza que le causaba sus preguntas para re-ferirse a las cosas que lo rodeaban, crea que el Caraqueo seespantaba de las palabras pronunciadas por los llaneros, enesa forma agorera, misteriosa. El Caraqueo entonces respon-di: "Porque las palabras son los espantos de la sabana. Us-ted lo ha dicho y ya se me vena ocurriendo. No slo por elsentido enigmtico que adquieren de la manera con que, alemplearlas como lo hacen deforman ustedes la realidad, sinoporque ellas mismas y cualesquiera que sean, resultan in-quietantes por estas soledades".

    Y no solamente las palabras comunes, sino tambin elnombre propio se convierten en fantasmas. Si el nombreforma parte de la personalidad advierte el Caraqueo"quien lo pronuncia intilmente, se convierte en otros fantas-mas de s mismo". Cantaclaro, quien iba regando su nombrepor los innumerables caminos de la sabana, se transforma enun espanto de s mismo, con su sombra por delante, uno ymuchos, uno de los duendes de su propio nombre, de los tan-tos Cantaclaros que se estaran apareciendo por todos aque-llos llanos solitarios.

    Todas las palabras concluy el Caraqueo se con-vierten en fantasmas, en las almas en pena: "Pero no sola-mente el nombre propio, sino todas las palabras que se pro-nuncian estando a solas, que es como generalmente se halla

    hombre por estas tierras, se convierten en fantasmas. Enestos sitios callados y desiertos estn suspendidas en el aire,

    mejor dicho en el silencio, a orillas del camino, todas lasabras frustradas, por no haber sido recogidas por el inter-

    cutor necesario en toda conversacin, que se pronunciaron[travesarlos pensando en alta voz. Estn mudas, pero sen-

    que nos hablan, porque son palabras y necesitan seras por odos inteligentes. Esas son las almas en pena

    egn ustedes, se aparecen por estos lugares pidiendoes que las saquen del purgatorio. Por estas tierrasn e! limbo del silencio todas las palabras que van de-

    o Por el camino los que viajan hablando a solas".

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  • Tal vez, la ms suave brisa en la sombra del bosque, elsusurro de las hojas en los rboles centenarios, el ruido delviento que mueve los palmares, la gota de agua que gime enla hierba sabanera, el canto desolado de un pjaro nocturno,de una soisola o un aguaitacaminos, el zumbido de las aricasen las matas, las mismas palabras pronunciadas en un tonoagorero, las exclamaciones, que el caminante solitario profierepara darse nimo o matar el fastidio de las interminables jor-nadas, no son solamente sonidos, susurros, cantos o palabras,gritos, sino tambin gemidos, expresiones misteriosas, duen-des, alaridos de nimas en pena, sombras ttricas que sequedaron vagando en el limbo silencioso de aquellas soleda-des. nicamente los que tienen "odos inteligentes" son ca-paces de escuchar el rezo del Anima sola en el zumbido delas aricas, de or las voces misteriosas de la sabana desierta,de distinguir el bongo del Diablo en el vaivn de las aguas delro, de percibir las palabras misteriosas que se oyen en lasramas sombras de los rboles solitarios.

    En las naves silenciosas de la Mata del Anima Sola, Flo-rentino, el baquiano y el Caraqueo son como fantasmas quehablan a solas, que dejan sus palabras duendes en el aire.A Florentino, quien pensaba entre burlas y veras que todoesto suceda "sino cuando se habla a solas", le respondi elCaraqueo: "Maana, cuando usted vuelva a pasar por aqu,oir estas que estamos pronunciando y dir que es el AnimaSola que recorre esta mata gimiendo y rezando". Y agreg:"Aqu estamos solos, cada cual oyendo una conversacin mis-teriosa que sostienen unos fantasmas en el silencio de lamata".

    Aquella vez, la peregrina teora del Caraqueo "ya le es-carabajeaba por dentro a Florentino". Ahora se explicabaciertas cosas que le haban sucedido "por estas soledades".Y cuenta las que le pasaron a punto de medioda, cuando ibahablando solo consigo mismo, segn era su costumbre, cuandose escuchaba el bongo del Diablo remontando el Arauca yrefiere tambin algunos pasajes de un blanco que se aparecapor all, en las fundaciones de Hato Viejo Payareo. Despustodos se durmieron. "Luego, el silencio, el profundo silenciode las noches del desierto, al abrigo de las matas, posadasde la sabana", en donde las palabras pronunciadas por cadauno de aquellos hombres que eran como fantasmas que ha-blaban a solas, quedan suspendidas en la sombra del aire,convertidas en duendes solitarios, en nimas en pena.

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    Despus de haber dormido aquella noche en la Mata delAnima Sola como un fantasma junto a otros, en el silencioezandero de las aricas, en que las palabras caan como las

    sombras de los duendes en las ramas de los rboles cente-arios Florentino sigui su camino solo por la inmensa llanura.

    Hablaba consigo mismo y se responda "desdoblndose en elhabitual interlocutor de sus monlogos dialogados". Aquellamadrugada, cuando se despidi de la sombra de Juan, el ve-guero, otro duende de la sabana, su saludo no obtuvo res-puesta. Pens que aquella sombra que se desvaneca en labruma era una palabra que se haba quedado suspendida en elaire, como nima en pena. Florentino se dijo: "Alguna palabraque se ha quedada penando por aqu, segn la teora del Ca-raqueo. ..". Y cuando se quit el sombrero para aliviarse eldolor de cabeza que traa, la sombra, sombra de una palabraduende, volvi a desaparecer. Decidi entonces callarse "por-que esto de ir regando espantos no es muy cristiano, quedigamos".

    La palabra no es slo espanto de la sabana, sino tambininstrumento que mata las cosas que con ella se nombra. Lasoledad, la ingrima soledad, sin la palabra pronunciada, esapenas concepto. Pero una vez que se nombra, muere. Payara,acostumbrado a su soledad, cuando iba con Rosngela rumboa las fundaciones de Hato Viejo, le dijo: "Para los que forma-mos parte de ella, la soledad no es sino un concepto, una pa-labra que podemos emplear. Una palabra muerta, por decirloas. Algo semejante sucede con todas las palabras cuandonos habituamos a las cosas que denotan, de donde podra de-cirse que al nombrar una cosa le vamos dando muerte. Parael nio que an no sabe hablar, el mundo debe ser algo total-mente vivo, y por consiguiente espantoso, que hay que matarnombrndolo. Como en cierto modo lo es todava para elsalvaje que an no posee sino un lenguaje rudimentario".

    En los dilogos consigo mismo, el caminante solitario seobla en su propio interlocutor. Las palabras duendes len compaa por aquellas soledades. Una vez, Florentino,

    andonado a la modorra del ardiente medioda, en su habitualogo dialogado, cree que alguien lo acompaaba- Oye

    s que estn como en el aire- Florentino habla con Can-) y Cantaclaro con Florentino. Conversa solo como siera acompaado. En aquel dilogo solitario se le haban

    sito los nombres y haba odo una risa socarrona, la voz

    4

  • de alguien que le haba sealado el camino, arrear por l sinaflijirse. Entonces se dijo: "Ahora s que estoy de cuidado.Se me han revuelto los nombres y no s cundo habla Flo-rentino y cundo Cantaclaro. Quin fue el que mand y aquin se lo dijo?". Y decidi seguir callado su camino. "Susombra haba desaparecido bajo las patas del retinto. En sucrneo se hunda vertical el barreno de la insolacin".

    Y no slo las palabras duendes vagan en los parajes de-siertos de la sabana, sino tambin en Hato Viejo, en la CasaGrande, donde el doctor Payara era el fantasma legendariode aquellas solitarias fundaciones. Rosngela oa a travs delos muros de su cuarto las murmuraciones que se referan aella, el cuchicheo de las sirvientas, aquellas "palabras duendesque le hacan quitar la vista de la labor que haca para adornode su cuarto y volverla una y otra vez en torno suyo, como sibuscara dnde se produjesen, inquieta, cual de invisible pre-sencia acechante, asqueada como la inmunda vecindad". Todoel mbito fantasmal del Hato, lleno de consejas y murmura-ciones entre las gentes recelosas, de palabras duendes quequedaban vagando en las sombras de los cuartos abandona-dos, de los corredores sombros, presagiaba grandes e ins-litos acontecimientos-

    Las palabras duendes tambin despiertan las voluntadesdormidas- Un da por esos llanos se apareci el profeta. Lospeones abandonaban los hatos para seguirlo. La nebulosidadde la sabana desolada le daba a aquella muchedumbre el "as-pecto irreal de procesin de fantasmas". El profeta, aisladode la gente fanatizada, no contestaba al saludo, levantaba lamirada, la clavaba en el horizonte, y rompa a hablar como siestuviera solo. La voz de aquel profeta, que segn afirmaba,era como "un resucitado entre los muertos", era una voz an-tigua, oportuna, "a cuyo encuentro sala el alma del llanero:la voz de la sabana, del vasto horizonte abierto invitando alnomadismo...". El profeta deca: "Ha llegado la hora de laapocalisi. Llanero, no comas carne, abandona el trabajo quete esclaviza al hombre, ensilla tu caballo y sigeme". Y"quiz tambin la gran voz que arrebata el corazn de todoel pueblo mesinico, cuando alguien se le aparece y le dice,como deca aquel visionario:

    Slo yo conozco el camino y el que me siga sersalvo...".

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    sma voz, esas palabras duendes que vagaban enAn HP las qentes fanatizadas, tienen "una repercu-

    6 '

    Coerada en los laberintos del alma de Juan Crissto-

    monpLyara" En su soledad, en medio de sus abismales cavi-les le revelaron anchos caminos que an le reservaba

    a vida- '"Y desde el fondo de ellos una voz deca:Ensilla tu caballo y sigeme-

    Una voz llanera, de gran horizonte abierto... .Y esa misma voz tambin haba llamado a Juan Parao,

    quien en el fondo de su corazn generoso, tena un ideal dehacer algo grande en su vida, de "cambiar el menudo por lamorocota" como sola decir- Esa voz la traa Juan Parao "enla sordina del corazn". Cuando el profeta se fue^de aquelloslugares, Juan Parao no amaneci en Hato Viejo. "Se lo llevla sabana, que haca das estaba llamndolo".

    Las palabras del profeta iban cubriendo de sombras fan-tasmales los inmensos caminos de los llanos.

    Despus, rumbo a la leyenda, Florentino se va por uno deesos tantos caminos de la sabana que lo llevaran a cualquierparte, libre y escotero otra vez, al azar, tal vez sin rumbo, has-ta ms all, donde la sabana no termina nunca. "Porque enla sabana por dondequiera se va a todas partes. Pero era lahistoria de su vagar sin rumbo ni objeto, al azar de una aven-tura fcil, dejando por el trayecto sus cantares y sus fantas-mas, cada vez que a solas se nombraba, desintegrndose afuerza de andar seero bastndose a s mismo, y ahora lasvoces de los caminos parecanle que le contaran, no la his-toria vivida, sino su leyenda soada". Y entre sombras, consus coplas y sus palabras duendes, se perdi en la leyenda."A Florentino se lo llev el Diablo...".

  • SEMINARIO SOBRE "COSMOPOLIS" COSMOPOLIS 2 15 de Mayo de 1894.FICHA N 1 (A)

    Publicamos como adelanto, parte del seminarioque un grupo de alumnos del tercer ao B estrealizando sobre la ms importante revista delmodernismo venezolano- El equipo, cuyos inte-grantes sern mencionados al concluir el trabajo,est dirigido por el alumno Roanes. Hasta la fe-cha han sido fichados ya varios nmeros de la fa-mosa revista en la forma que hoy publicamos ennuestra revista "Letras", rgano del Departamen-to de Castellano, Literatura y Latn.. El seminariocomo se ha sealado en nota aparte corre a cargodel profesor Pedro Daz Seijas.

    EXAMEN DE CONCIENCIA

    por PEDRO EMILIO COU

    A ENRIQUE GMEZ CARRILLO

    NOTA BIBLIOGRFICA: Ocupa las pginas 33 a 39. El n? 2 de"Cosmpolis" comienza en la pgina 33, por seguir unorden de continuacin con la paginacin del n 1, cuyaltima numeracin era la pgina 32.

    SNTESIS DEL CONTENIDO.persona):

    (El autor habla en primera

    Tengo la costumbre de hacer examen de conciencia, loque los laicos y modernistas llaman espritu de anlisis: fa-cultad de duplicarse al verse el interior, facultad de pensarsobre lo que se siente, que hipertrofia los rganos cerebrales,paraliza la voluntad y conduce al pesimismo: porque hay des-proporcin entre el Ideal y la realidad.

    Por eso, el autor se pregunta, al escribir, qu obligacine con los lectores, si debe o no infiltrarles sus dudas y

    ilaciones. Vio en s el mismo problema que se plante elDiscpulo" (la responsabilidad del escritor) y con

    iones "con que vemos las cosas los tarasconeses

    48 49

  • de ac". En su conciencia slo hall sombras, confusin yvanidad.

    Se vio vacilando entre la idea amplificada de la responsa-bilidad y su gran sinceridad intelectual.

    Decidi primero abandonar la pluma; pero record uncuento de Anatole France: Un hombre, despus de conocertodas las filosofas, crey que slo el profeta tuvo razn aldecir que ciencia e inteligencia son origen de los males dela humanidad. Se retir del mundo, a un monasterio, y prac-ticaba la inactividad. Lo visit un amigo, con quien discuti lainutilidad de las ciencias, la perversidad de las orgas y ellujo, y que se abstena de obrar, para no tener fatales conse-cuencias. El amigo le responde que la vida es accin, queun hecho insignificante puede traer consecuencias incalcu-lables, y cita un cuento de Las Mil y Una Noches (el pere-grino que arroja el hueso de un dtil a un pozo, y mata a ungenio). No ejecutar una accin es ya hacer una accin, ypodra igualmente traerle consecuencias. Aun el morir eshacer algo.

    Esto hizo al autor cambiar de idea, y, sometido a la Eter-na Causa, decidi ser sincero, con la divisa del "gran locoVerlaine": "Sinceridad y seguir al pie de la letra la impresindel momento".

    El Impresionismo ha sido muy criticado y discutido. Elautor reconoce que no sabe lo que es, y quiere que se le ex-plique. Desde el principio del mundo, los hombres han reci-bido "impresiones", que varan o evolucionan en el hombre,pues, como dijo Montaigne, no son inmutables las cosas o lasinteligencias, y slo podemos responder a la impresin delmomento, como agrega Julio Lematre.

    Por no reconocer esto, el Naturalismo ha sido socavado.Zola se contradice al definir el arte como "la natureleza vistaa travs de un temperamento". El observador no percibe larealidad "real", sino la parte que aprehende su temperamen-to. No hay literatura impersonal; al querer suprimir la perso-nalidad y rebelarse contra la naturaleza, los artistas, comoLecont de L'lsle, han grabado ms su temperamento.

    No cree el autor que el Impresionismo sea decadente,pues ha sido algo de siempre, lo tuvieron los griegos y lotienen los hombres del siglo XIX. Los griegos adoraron la na-turaleza; los del siglo XIX tienen aversin hacia ella.

    so

    FICHA N 1 (B)

    Quiz el mayor pecado de los impresionistas ha sido de-nunciar un hecho, "pero el caso es el mismo del personajede Moliere, que haba estado hablando en prosa toda su vidasin saberlo".

    Simpatiza con el Impresionismo por su sinceridad humil-de y deliciosa, el subjetivismo, su intensa personalidad. So-bre todo en la crtica, que "cuenta las aventuras del alma atravs de las obras de arte", sin trabas.

    Y eso por poder comprender las obras ajenas a travsdel "diletantismo", la flexibilidad de espritu que permite sen-tir lo que siente el mismo autor de una obra, y esto no es vo-lubilidad de espritu o superficialidad de ideas.

    La crtica debe slo reflejar sinceramente el "efecto"que las obras producen en un momento dado (se habla de im-presin segn la circunstancia).

    As podr saborearse la "estrofa marmrea" de Lecontede L'lsle, el verso sentimental de Federico Balart, las japone-ras y bizantinismo de Rubn Daro, la poesa nacional y ame-ricana, el ymbico apasionado de Daz Miran, el verso a loCellini de Julin del Casal, el severo Stendhal, el irnico PrezCaldos, Pierre Loti, Tolstoy "el Apstol, mi maestro querido",el simbolismo vago, rafaelino de Pal Verlaine, los cantoslnguidos del Llano, la serenidad olmpica de Goethe y el li-rismo desbordado de Hugo el Grande.

    Recomienda a los poetas que sean sinceros. "S de mu-chos de vosotros que no han escrito sus dolores porque loshan sentido, sino que los han sentido porque los han escrito".

    "El mejor remedio contra el dolor es negarlo hasta dondesea posible". Que comparen sus penas con "el inmenso la-mento de la universal miseria". Para estar bien de conciencia,emplead todos los tesoros de vuestro corazn y todas las

    energas de vuestra inteligencia en el triunfo de la Justicia yI bien de la Humanidad".

    Caracas: mayo de 1894,

  • COSMOPOLIS N? 2 15 de Mayo de 1894.FICHA N? 2

    EL LOCO Y LA VENUS

    por CHARLES BAUDELAIRE

    COSMOPOLIS 2 - 15 de

    (Francs)

    NOTA BIBLIOGRFICA: Ocupa la pgina 40.

    SNTESIS DEL CONTENIDO. Alabanza a un bello da, "or-ga silenciosa". Alabanza al color, al perfume de las flores.

    Pero hay un ser afligido: un loco artificial, o bufn volun-tario, portador de vestido escandaloso, quien levanta los ojos,llenos de lgrimas, a una estatua colosal de Venus.

    Se confiesa ser el ltimo de los humanos, y protesta por-que l tambin naci para comprender la belleza. Pide a ladiosa, piedad de su tristeza y delirio.

    "Pero la implacable Venus mira a lo lejos no s qu consus ojos de mrmol".

    FICHA N" 3

    52

    LA LLANERA(CROMO VENEZOLANO)

    por RAFAEL ESTEVES BUROZ

    (Venezolano)

    A GONZALO PICN PEBRES

    NOTA BIBLIOGRFICA, Ocupa la pgina 41 y dos tercios dela pgina 42.

    TRANSCRIPCIN:Airosas y sencillas son sus maneras;

    su acento melodioso, su trato ameno;al andar se le marcan pierna y caderasy le tiemblan los pechos del fresco seno.

    En sus labios las tintas hay de la rosa;su dentadura, de perlas cordn lucientey a su piel de canela siempre lustrosa,no le ofenden los rayos del sol ardiente.

    En el pecho se prenden flores de Pascuas,por lucirle al llanero que la enamora,y sus ojos relucen como unas ascuas,y su rostro es alegre, como la aurora.

    53

  • Cuando hay toros da gusto ver la llanera,con su blanca camisa toda bordada;hecha roscas y crespos la cabelleraque conserva el aroma de la pomada.

    Viste fustn "planchao" de alegres pintas,que se pliega ondulante, que cruje y ruedaadornado con lazos de azules cintasy en el cuello, un pauelo de fina seda.

    Lleva argollas o piochas con esmeraldas;en los dedos, sortijas de coco y oro,y la maciza carne de sus espaldases lo que ms provoca de ese tesoro.

    Nunca falta a las fiestas de la Patrona,ni a joropos, velorios ni nacimientos;del valor de su novio siempre blasonay echa cachos, hist