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    39Economa y Poltica1(2), 39-72DOI: 10.15691/07194714.2014.006

    Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    Carlos Hoevel *

    resumen

    Este artculo explora los orgenes, caractersticas, contradicciones y distintas fasesde aplicacin histrica del neoliberalismo, entendido como una estrategia discursi-va y prctica conformada por las distintas corrientes de pensamiento poltico y eco-nmico que han confluido en su conformacin. Tomando como punto de partidael programa de ideas y de accin diseado en la sociedad Mont Plerin por los pen-sadores provenientes de la Escuela austriaca, la Escuela de Chicago y el ordolibera-lismo alemn, este trabajo pasa revista a cuatro fases de su aplicacin histrica endiferentes formatos y en distintas partes del mundo, as como a las vicisitudes quedicha aplicacin ha trado aparejada en el plano de la praxis poltico-econmica. Ental sentido, se sostienen tres tesis principales: que el neoliberalismo no es una es-cuela de pensamiento homognea; que su aplicacin ha tenido diversas fases biendiferenciadas; y, finalmente, que en dicha aplicacin han quedado de manifiestodistintas contradicciones internas en el ncleo mismo del pensamiento y la praxis

    neoliberal. A partir de estos tres puntos, el artculo intenta tambin demostrarcmo, en las dificultades para mantener el complejo y frgil equilibrio que carac-teriz al proyecto neoliberal original, es posible hallar algunas de las causas prin-cipales de las crisis que enfrent el neoliberalismo en diferentes tiempos y pases.

    palabras clave: neoliberalismo, contradicciones, neoconservadurismo, TerceraVa, Amrica Latina

    The Cultural Contradictions of Neoliberalism

    abstract

    This art icle explores the origins, characteristics, contradictions and different stagesof historical application of neoliberalism, understood as a discursive strategy andpractice shaped by the various currents of political and economic thought that havecome together in its conformation. Taking as a starting point the program of ideasand action designed at the Mont Plerin society by thinkers from the AustrianSchool, the Chicago School and German Ordo-liberalism, the author reviews fourphases of neoliberalisms historical application in different formats and differentparts of the world, as well as the vicissitudes that such application has brought interms of political and economic praxis. In this regard, the author holds three keyarguments: that neoliberalism is not a homogeneous school of thought; that itsapplication has had several distinct phases; and finally that such application has

    shown various internal contradictions at the heart of its thought and praxis. Basedon these three points, the article also attempts to show how some of the main causes

    * Centro de Estudios de Economa y Cultura, Pontificia Universidad Catlica Argentina.u [email protected] abril 2014 / Aceptado junio 2014Disponible en: www.economiaypolitica.cl

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    of the crisis faced by neoliberalism in different times and countries can be found inthe difficulties to maintain the complex and fragile balance that characterized theoriginal neoliberal project.

    keywords: neoliberalism, contradictions, neoconservatism, third way, LatinAmerica

    1. Introduccin: el neoliberalismo y las causas de la crisis

    Este artculo se centra en los avatares de la ideologa neoliberal,

    entendida como el resultado de una serie de aproximaciones suce-sivas entre corrientes de pensamiento aparentemente dismiles, que

    result en una convergencia de relativamente larga duracin, en cuyo

    derrotero, colmado de contradicciones, pueden irse reconociendo los

    orgenes ltimamente intelectuales de la crisis econmica global ini-

    ciada en 2008. Cuando se repasa la profusa bibliografa acerca de esta

    ltima crisis, en general predominan los argumentos estructuralistas.

    Se atribuye la crisis a algunos de los desequilibrios estructurales tanto

    del sistema financiero en particular como de la globalizacin en gene-ral. En tal sentido, el neoliberalismo es visto por muchos intrpretes

    como una suerte de epifenmeno superestructural de un proceso in-

    fraestructural de la economa en relacin con la desregulacin de los

    mercados, fruto de la globalizacin productiva y tecnolgica gestada

    mucho antes del triunfo del neoliberalismo como ideologa. De all

    que tanto la gran expansin de la globalizacin como su gran contrac-

    cin de los ltimos aos no seran el resultado de la crisis de la ideolo-ga neoliberal, sino de una situacin estructural con respecto a la cual

    el neoliberalismo habra tenido tan slo una funcin expresiva y no

    una relacin realmente causal. Otra estrategia discursiva anloga para

    neutralizar el papel de las ideas y consagrar la inutilidad del esfuerzo

    de una verdadera investigacin intelectual sobre las causas de la crisis,

    es la de reducir el problema del neoliberalismo al de un cuerpo doc-

    trinal de carcter puramente ideolgico en el sentido estrictamente

    marxista de la palabra, sostenido nicamente por una convergenciade intereses de clase bien definidos y, por tanto, intelectualmente irre-

    levante (Dumenil y Levy 2011).

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    Si bien estos argumentos son en alguna medida plausibles, no

    parecen, sin embargo, ser suficientes para dar cuenta del fenmeno de

    la crisis en toda su complejidad. Aun cuando se admita que los facto-

    res estructurales son cruciales para explicar los fenmenos econmi-

    cos, la dimensin histrico-poltica e ideolgica sigue siendo tambin

    fundamental. Frente al argumento que sostiene un rol secundario y

    residual para las ideas en la historia econmica y en la historia en

    general slo cabe argir que ha sido refutado repetidas veces por la

    historia misma.1En el perodo que nos ocupa, es decir, el momento de

    la formacin y expansin de las corrientes de pensamiento que dieronorigen al boomdel capitalismo globalizado y financiero en el mundo

    entre los aos 1980 y 2008, hay muchos ejemplos que ilustran el

    importante margen de influencia que tuvieron las ideas neoliberales

    en los procesos de transformacin estructural de la sociedad y de la

    economa.2Cuando se lo estudia con algn detenimiento, el neolibe-

    ralismo demuestra estar lejos de haber sido tan slo el epifenmeno

    de un indefectible proceso estructural o una mera mscara ideolgica.

    Ms bien, una mirada atenta a las complejas volutas que exhibe en suintenso y precipitado recorrido histrico, muestra que el neoliberalis-

    mo fue en realidad el vehculo visible de una gran variedad de proce-

    sos intelectuales e histricos, los cuales, aunque preparados quizs1Como afirma John Keynes, las ideas de los economistas y de los filsofos polticos, tanto cuandoson verdaderas como cuando son falsas, son ms poderosas de lo que comnmente se cree. Dehecho, el mundo est regido por no mucho ms que esto. Los hombres prcticos, que creen estarlibres de influencias intelectuales, son generalmente esclavos de algn economista muerto (2007[1936]: 383).2Un ejemplo, aparentemente marginal pero ilustrativo de esta influencia del pensamiento, fueel de las polticas neoliberales implementadas por los socialdemcratas suecos. En tanto en loscasos de Reino Unido o Estados Unidos podra argumentarse que las condiciones estructuralesde la crisis del modelo keynesiano favorecan la direccin de los cambios, en el caso de Suecialas condiciones estructurales del modelo de economa de bienestar no parecan de ningn modollevar a las reformas de orientacin neoliberal que los socialdemcratas finalmente implementaronall. Estos factores estructurales escribe J. Magnus Ryner son de importancia crucial en lacomprensin de la evolucin de la crisis del modelo sueco, pero no son suficientes para obteneruna explicacin de la hegemona neoliberal. Ellos tienen que combinarse con una explicacinpoltico-ideolgica con el fin de llegar a una explicacin ms convincente y completa del desarrollode la crisis. En efecto, sostiene Ryner, una explicacin estructural por s sola sera suficiente sise pudiera demostrar que las elites socialdemcratas persiguieron algn tipo de estrategia ptimapara promover fines socialdemcratas, dentro de estas limitaciones estructurales. Entonces uno dehecho podra concluir: no haba alternativa. Contra esto, sin duda, con la perspectiva del tiempo,el registro muestra claramente que una estrategia ptima tal no fue nunca perseguida (2002: 163).Ms an, el sueco Gosta Espin Andersen, quien dise gran parte del argumento para sostenerla crisis general del modelo socialdemcrata keynesiano, habra influido a su vez, segn Ryner,sobre Anthony Giddens, uno de los padres de la Tercera Va que examinaremos ms adelante eneste artculo.

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    de antemano, encontraron en l su gran catalizador. La penetracin

    del neoliberalismo en prcticamente todo el espectro de las ideologas

    polticas revela su intensa plasticidad y, al mismo tiempo, el engao

    que podra representar desdear la complejidad de su contenido e in-

    fluencia.

    La tesis que intentaremos delinear aqu es, en primer lugar, que

    el neoliberalismo no debera ser entendido como una corriente de pen-

    samiento simple, homognea y aislada, sino como una estrategia dis-

    cursiva y prctica que surge como resultado de una compleja alianza

    formada entre representantes de distintas corrientes de pensamiento,en buena medida contradictorias entre s, cuyo objetivo fundamental

    fue convertirse en una fuerza ideolgica con capacidad real de influen-

    cia sobre el proceso histrico-social y poltico, especialmente a partir

    de la Segunda Guerra Mundial. En segundo lugar, trataremos de mos-

    trar la serie sucesiva de etapas de aplicacin prctica del neolibera-

    lismo en la dinmica real de la historia que representan verdaderas

    fases bien diferenciadas en su evolucin, hechas posibles debido a la

    mencionada plasticidad ideolgica. Finalmente, intentaremos eviden-

    ciar cmo en cada una de sus etapas de aplicacin histrica el neoli-

    beralismo comienza tambin a exhibir sus profundas contradicciones

    internas, que se revelan ya sea por medio de la eliminacin de alguna

    de sus vertientes contrapuestas, ya sea por la radicalizacin de otras

    una vez desaparecidas las ideas que oficiaban de contrapeso, lo cual

    acabar derivando en crisis en los pases en los que esta descomposi-

    cin se manifieste con ms fuerza, en tanto que en otros se mantendrun cierto estado de equilibrio en la medida en que las contradicciones

    no se expliciten totalmente.

    2. Los orgenes del neoliberalismo: novedad, alianzas,

    convergencias y fisuras

    2.1 Una novedad histrica

    En su Breve historia del neoliberalismo, David Harvey (2007) transcribe

    la siguiente declaracin fundacional de la Sociedad Mont Plerin re-

    unida por primera vez en 1947 en esa localidad suiza, que agrupaba

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    en ese momento a los pensadores liberales ms importantes de la po-

    ca como Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, Karl Popper, Wilhelm

    Rpke y Milton Friedman, quienes slo mucho despus se volveran

    clebres:

    Los valores centrales de la civilizacin rezaba dicha declaracinestn en peligro. Sobre grandes extensiones de la superficie del pla-neta las condiciones esenciales de la dignidad y de la libertad hu-manas ya han desaparecido. En otras estn bajo constante amenazaante el desarrollo de las tendencias polticas actuales. La posicin delos individuos y los grupos de adscripcin voluntaria se ve progresi-vamente socavada por extensiones de poder arbitrario. Hasta la mspreciada posesin del hombre occidental, su libertad de pensamien-to y de expresin, est amenazada por el despliegue de credos quereclamando el privilegio de la tolerancia cuando estn en situacinde minora, procuran solamente establecer una posicin de poderdesde la cual suprimir y obliterar todas las perspectivas que no seanla suya. (Harvey 2007: 27)

    Tanto el tono como el contenido de esta declaracin no parece-

    ran, a primera vista, dar lugar a pensar en la existencia de una ver-dadera novedad histrica en el seno del naciente neoliberalismo. Por

    el contrario, sta da ms bien la impresin de que el propsito de los

    miembros fundadores de la Mont Plerin no era sino el de reunir de

    nuevo a los liberales con el fin de formar un frente comn ante la

    amenaza del totalitarismo. No obstante, si se considera con atencin

    la fecha de la declaracin, es decir, justo al fin de la Segunda Guerra

    Mundial, cuando el mundo celebraba la paz y el fin de los totalitaris-mos nazi y fascista en Europa, la declaracin trasluce en realidad una

    preocupacin novedosa de los miembros del grupo que les impeda

    celebrar como un triunfo propio la cada de los regmenes apenas de-

    rrotados. Ciertamente, estaba todava el peligro del comunismo, re-

    surgido como uno de los grandes triunfadores de la contienda. Por

    otra parte, estaban tambin las diversas formas hbridas de liberalis-

    mo socialdemcrata que confluan en la, para ellos, principal y ms

    riesgosa componenda pragmtica de la posguerra: el keynesianismo.3Sin embargo, todas estas preocupaciones de los miembros de la Mont

    3 De algn modo, esta nueva sociedad internacional de acadmicos desafiaba con su programala clebre admonicin de Keynes en su artculo El fin del laissez-faire (1926). Por lo dems, lahistoria le terminara por dar la razn a los primeros en detrimento del segundo.

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    Plerin sern relativamente poca cosa frente a un nuevo y mucho ms

    profundo problema que vislumbran, y que constituir el centro de to-

    dos sus desvelos.

    En realidad, esta preocupacin haba surgido ya ms de diez aos

    atrs en el llamado Coloquio Walter Lippmann de 1938, al cual haban

    asistido varios de los miembros de la futura Mont Plerin. Tal como

    muy acertadamente lo describe Michel Foucault (2007), ser en dicho

    coloquio anterior a la guerra cuando los convocados tomarn la deci-

    sin de autodenominarse neoliberales,4precisamente porque toman

    conciencia de un hecho fundamentalmente nuevo que marcar suprograma de accin desde aquel entonces y an con mayor intensidad

    luego de la segunda conflagracin mundial: la muerte o al menos la

    fuerte decadencia de la sociedad liberal.5En efecto, desde haca ya d-

    cadas que distintas voces como las de Max Weber, Oswald Spengler,

    Jos Ortega y Gasset, Edmund Husserl, Max Horkheimer o Theodor

    Adorno venan anunciando la decadencia de la llamada sociedad libe-

    ral tal como se la haba conocido por lo menos desde la segunda mitad

    del siglo XIX, cuya descripcin simplificada podra resumirse en la

    idea de una sociedad formada por un nmero importante de indivi-

    duos econmica y espiritualmente independientes que organizaban

    su vida bajo el principio de la competencia. Segn la mayora de esas

    opiniones autorizadas, dicha sociedad liberal o burguesa haba sufrido

    un golpe mortal con las movilizaciones y disrupciones masivas de la

    Primera Guerra Mundial, la creciente burocratizacin, estatizacin y

    proletarizacin de la vida civil despus de dicha guerra y el surgimien-to del Estado de Bienestar a partir de la gran depresin. La transfor-

    macin de la sociedad haba sido tan grande que era imposible volver

    a pensar en un resurgir del liberalismo como fruto espontneo de un

    mero cambio poltico o econmico coyuntural. La derrota del nazismo

    y el fascismo o aun una eventual cada del comunismo no podran

    atenuar en nada la magnitud de esta novedad histrica. Incluso sin un

    poder poltico activo en su contra, el liberalismo no podra recuperarse

    por s mismo porque era la trama misma de la sociedad, su base y su4Aparentemente, el trmino neoliberalismofue acuado precisamente en este coloquio para luegoser utilizado por los miembros de la Escuela de Friburgo y ms tarde incluso por Friedman.5Esta conciencia se ve reflejada en la aparentemente insignificante frase de la citada declaracin, enla que se seala que sobre grandes extensiones de la superficie del planeta las condiciones esencia-les de la dignidad y de la libertad humanas ya han desaparecido (Harvey 2007: 26).

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    suelo nutricio, los que no proporcionaban las condiciones suficientes

    para su renacimiento poltico o econmico. Esto significaba para los

    miembros de la Mont Plerin la toma de conciencia de que ellos ya no

    podran ser liberales en el sentido clsico y decimonnico de la pala-

    bra, y estaban obligados a serlo de un modo radicalmente nuevo. En

    tal sentido, ninguno de sus miembros era, en realidad, ya ms un par-

    tidario del liberalismo poltico o econmico clsico al modo de John

    Locke, Adam Smith, Immanuel Kant o incluso de Benjamin Constant,

    Alexis de Tocqueville o John Stuart Mill. Todos haban absorbido, de

    una forma u otra, las crticas que el historicismo, el utilitarismo o elpositivismo haban asestado a todos estos tipos de liberalismo. Pero,

    principalmente, todos haban captado que aquellas formas de libera-

    lismo tenan como supuesto la existencia de una sociedad liberal con

    la cual ya ellos no podran contar.

    De este modo, tal como argumenta Philip Miroswski,

    el punto de partida del neoliberalismo es la admisin, contraria al

    liberalismo clsico, de que su programa poltico triunfar slo si re-conoce que las condiciones para su xito deben ser construidas, y queno surgirn naturalmente en la ausencia de un esfuerzo concerta-do. (Mirowski y Plehwe 2009: 161)

    En efecto, la condicin de posibilidad para reinstalar tanto el

    liberalismo poltico como el econmico requera para los miembros

    de la Mont Plerin de un trabajo de ingeniera social que las ante-

    riores formas de liberalismo no haban conocido. En tanto el viejo

    liberalismo supona ms bien una accin que limitara el avance delEstado sobre una vida civil libre que se supona preexistente, reser-

    vando para esta ltima una esfera de independencia, de lo que aho-

    ra se trataba era no slo de proteger la sociedad libre, sino de crearla

    o al menos de devolverle la vitalidad perdida. Este ltimo hecho

    colocaba a los neoliberales en una posicin no slo radicalmente

    nueva en relacin a su antecesores, sino tambin fundamentalmen-

    te paradjica, consistente en el hecho de que, al mismo tiempo enque se proponan reivindicar la libertad frente al creciente inter-

    vencionismo estatal, admitan implcita o explcitamente que esa

    libertad no podra surgir ni sostenerse en forma natural, sino que

    requera de una fuerte intervencin o ingeniera social del Estado

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    para ser posible.6 En tal sentido, las dificultades para confrontarse

    con esta novedad histrica sobre la que se bas todo el programa del

    neoliberalismo se vern reflejadas tanto en cada uno de los protago-

    nistas que conformarn su grupo inicial de convergencia como en sus

    relaciones entre s, lo cual a la larga tendr importantes consecuencias

    en las distintas etapas subsiguientes de su aplicacin.

    2.2 Una alianza compleja: austriacos, neoclsicos y ordoliberales

    El carcter esencialmente paradjico del neoliberalismo naciente pue-

    de ya encontrarse en el mismo Hayek, su gran inspirador y organi-zador. De hecho, el argumento principal de Hayek parta de lo que

    l consideraba el error fundamental de la mentalidad constructivista

    de los ingenieros sociales, surgida especialmente en Francia, que los

    llevaba a creer en la posibilidad de organizar la sociedad de acuerdo

    a un plan (Hayek (2008 [1952]). Hayek crea que si se analizaba el

    modo en que realmente surge el orden social era posible ver que

    se trataba ms de un proceso de crecimiento que de una construc-cin. As, soaba con revivir un liberalismo gradualista siguiendo

    la tradicin de los viejos whigs, encarnada por Edmund Burke. No

    obstante, tanto muchos elementos tericos en Hayek como su pro-

    grama de accin a nivel poltico muestran que estaba lejos de ser

    coherente con el corazn de su teora. Por un lado, a pesar de que no

    deseaba en el fondo sino la resurreccin de la poltica liberal-conser-

    vadora, era consciente de que esta ltima era una pieza de museo en

    el siglo XX. De este modo, si bien centr su crtica en la planificacinestatal, aceptaba que ciertas regulaciones del Estado eran, en las nue-

    vas condiciones de la sociedad de masas, el marco necesario para el

    6Esta nocin contina escribiendo Mirowski tuvo directas implicancias en la actitud neoliberalhacia el Estado, en las lneas generales de lo que pensaban que era una teora econmica correcta ytambin en la posicin que adoptaron hacia los partidos polticos y otras entidades corporativas queeran el resultado de una organizacin consciente, y no simplemente de crecimientos orgnicos.En una palabra, El Mercado no conjurara naturalmente las condiciones para su continuoflorecimiento, por lo cual el neoliberalismo es primero y ante todo una teora acerca de cmorealizar una reingeniera del Estado con el objetivo de garantizar el xito del mercado y de susms importantes participantes, las corporaciones modernas. Los neoliberales aceptan el precepto(leninista?) de que deben organizarse polticamente para tomar el control de un gobierno fuertey no simplemente predecir que se marchitar (Mirowski y Plehwe 2009: 161). En este sentido, elneoliberalismo dar la razn a Karl Polanyi, quien en La gran transformacin, obra escrita en 1944,sostena que el mercado no era un fenmeno natural, como haba sostenido Adam Smith, sino elresultado de una amplia ingeniera social llevada adelante por los Estados nacionales modernos.

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    funcionamiento del mercado.7Por otra parte, a la par que desarrollaba

    a nivel acadmico su teora del orden espontneo como reedicin re-

    mozada de las teoras evolutivas de la Ilustracin escocesa, desarrolla-

    r en el nivel prctico una estrategia de alianzas con representantes de

    corrientes de pensamiento con los que no siempre coincide, pero que

    considera indispensables para hacer aceptable su viejo whigismoen

    medio de una nueva e indita situacin histrica.

    Una alianza muy notoria es la que entablar Hayek quien, junto

    con Mises representaban en Mont Plerin a la llamada economa aus-

    triaca con los economistas de Chicago, representados primero porHenry Simons y Aaron Director, y luego por Milton Friedman y Geor-

    ge Stigler. Si bien, como demuestra Philip Mirowski, Hayek no slo

    fue el inspirador y fundador de la Mont Plerin, sino incluso tambin

    de la propia Escuela de Chicago (Mirowski y Plehwe 2009: Cap. 4),

    su visin de la economa y de la sociedad, basada en su tesis del orden

    espontneo, no era de ningn modo compartida por los representan-

    tes de dicha escuela. De hecho, en tanto Hayek crea que el uso estatal

    de la ciencia especialmente la estadstica y la econometra haba

    sido una de las causas principales de la decadencia de la libertad, tanto

    Friedman como Stigler entendan que la principal misin del naciente

    grupo deba ser la de realizar una completa reingeniera del Estado

    con el fin de orientarlo hacia la desregulacin del mercado, utilizando

    precisamente los nuevos instrumentos economtricos y estadsticos

    que proporcionaba la ciencia econmica neoclsica.8 No obstante, a

    7De hecho, como argumenta Angus Burgin, Hayek consideraba que probablemente nada habahecho tanto dao a la causa liberal como la insistencia frrea en el laissez-faire, y por ello defenda amenudo la regulacin: l informaba a sus lectores que los gobiernos responsables podan limitarlas fluctuaciones de los ciclos econmicos por medio de polticas monetarias e incluso fiscales.Podan proveer tambin tems tales como la infraestructura de transporte, que el sistema de preciosfallaba en asignar eficientemente. Podan mantener estrictas regulaciones contra ciertas prcticasde negocios limitando las horas de trabajo, requiriendo medidas sanitarias, proscribiendo el usode substancias venenosas, prohibiendo la deforestacin, previniendo mtodos agrcolas dainos,restringiendo el ruido y el humo producido por las fbricas e imponiendo estrictos controlessobre los monopolios para restringir ganancias extraordinarias [...]. No es difcil de entender porqu se senta frustrado con aquellos que confundan esta visin con lo que l describa como un

    dogmtico laissez-faire (Burgin 2012: 90-1).8Segn Angus Burgin (2012: 171), si bien en los inicios de la Mont Plerin Friedman y Stigleradhirieron a la idea de un neoliberalismo basado en un mercado construido por medio deregulaciones, en la dcada de 1950 influidos por las ideas de Ronald Coase y Aaron Director sevolvieron completamente escpticos en torno a la capacidad del Estado para superar los interesesindividuales y actuar de acuerdo al bien comn. De all que propiciaran la extensin de la lgica delmercado a su plan de reforma estatal, que luego derivar en la llamada teora delpublic choice, queno es otra cosa sino la aplicacin de la teora econmica neoclsica a todas las polticas pblicas.

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    pesar de estas notables diferencias, Hayek acepta a Friedman en la

    Mont Plerin, claramente opuesto a l desde el punto de vista me-

    todolgico, pero intuyendo correctamente que ser capaz de propor-

    cionar un aura cientfica y un impulso pragmtico al movimiento.9

    A esta convergencia pragmtica entre los austriacos y los neo-

    clsicos de Chicago, se le sumaba la que ambos realizaron con un

    tercer grupo menos conocido, pero de un rol no menos fundamental

    tanto en el surgimiento como en la evolucin posterior del neolibera-

    lismo: los ordoliberales alemanes.10Aun cuando cierta literatura suele

    identificarlos sin ms con los austriacos, en realidad los miembros deesta escuela se diferenciaban claramente de ellos. A pesar de que Ha-

    yek siempre apreci especialmente a Rpke, tanto este ltimo como

    Alexander Rstow se hallaban en muchas cuestiones en las antpodas

    tanto de los austriacos como de la Escuela de Chicago. Si bien la coin-

    cidencia con los otros dos grupos era fuerte en torno a la necesidad de

    refundar las libertades especialmente la de mercado por medio de

    una nueva poltica estatal, el modo en que los ordoliberales entendan

    esta intervencin era muy diferente de las regulaciones sobre la base

    de normas generales surgidas de la evolucin social planteada por los

    austriacos o a la ingeniera de mercado pensada por los economistas

    de Chicago.11La experiencia que haba marcado a los ordoliberales era

    9No obstante, el impulso que dan los economistas de Chicago al neoliberalismo ser finalmentecapitalizado sobre todo por stos, dejando atrs a los austriacos y ordoliberales. La relativa eficaciadel enfoque de Friedman escribe Burgin fue demostrada por las trayectorias divergentesde los seguidores de Mises y de los suyos propios: en tanto los economistas de la tradicin

    austriaca quedaron encerrados en guetos de pequeas instituciones y departamentos acadmicossimpatizantes, los economistas de Chicago penetraron la profesin entera y llegaron a posicionesde amplia influencia poltica (Burgin 2012: 162).10Surgidos durante el perodo de la Repblica del Weimar, los denominados ordoliberales alemanesse haban organizado en dos grupos: uno alrededor del economista de Friburgo, Walter Eucken,acompaado por Francis Bohm y Walter Mller-Arnack, entre otros, y un segundo en Colonia queagrupaba principalmente a Rpke y Rstow, estos ltimos exiliados en Turqua y Suiza durante elnazismo. Todos ellos fueron miembros destacados de la Mont Plerin (Oliver 1960, Hartwell 1995,Commun 2003, Resico 2008).11Ser especialmente Rstow quien expresar con mayor crudeza las marcadas diferencias de losordoliberales con los dems miembros de la sociedad. No todos los neoliberales escribe AnthonyNicholls fueron tan lejos en esta direccin como Rstow, que haba conservado algo de la fogosaradicalidad de su juventud y tena poca simpata por lo que l consideraba los prejuicios sociales dealgunos entusiastas del laissez-faire, con su odio a los sindicatos y su disposicin a tomar decisioneseconmicas difciles, a expensas de la poblacin trabajadora. A menudo empleaba el trminopaleo-liberal para describir este tipo de actitudes. Escribiendo a Rpke el 13 de julio de 1946,describa a von Mises como un viejo liberal ultra [...] quien parece estar detrs de un vidrio de unmuseo. Hayek tambin [...] nunca ha sido bastante transparente para m (Rstow to Rpke, 13 july1943, No. 7, p. 52) (Nicholls 1994: 102).

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    la del desorden econmico de la Repblica de Weimar, en la que ha-

    ban visto que el principal problema era la apropiacin del Estado por

    parte de los grupos de inters. As, declarndose partidarios de un

    Estado fuerte, promovan una poltica econmica que denominaron

    mediante un oxmoron en extremo significativo que provocara in-

    numerables debates dentro y fuera de la Mont Plerin intervencio-

    nismo liberal, basado especialmente en una regulacin antimonop-

    lica que favoreciera la competencia.12Por otra parte, promovan tam-

    bin una legislacin social protectora, aunque no redistributiva, de la

    estabilidad de las clases medias, de los artesanos y de los agricultores.Todo esto sera llevado a la prctica en la exitosa experiencia econmi-

    co-poltica de la Alemania de la posguerra denominada economa so-

    cial de mercado.13Finalmente, los ordoliberales apoyaban, junto con

    algunas figuras asaz exticas de la Mont Plerin, tales como el conser-

    vador norteamericano Russell Kirk o el aristcrata catlico y heredero

    de la corona austriaca Otto von Habsburg, el restablecimiento de una

    cultura y una moral conservadora cristiana como trasfondo de la re-

    forma neoliberal planeada. Esto estaba en sintona con el atlantismocarolingio de Konrad Adenauer, Robert Schumann y Alcide De Gas-

    peri, pero evidentemente lejano de las ideas evolucionistas de Hayek y

    directamente en las antpodas del utilitarismo y las ideas libertarias de

    Mises, Friedman y Stigler.14Aunque, especialmente los neoclsicos de

    Chicago, diferirn completamente en estos puntos centrales de los or-

    doliberales, estos ltimos les proporcionarn tanto a ellos como a los

    austriacos la nica experiencia de aplicacin exitosa del neoliberalismoluego de la gran depresin y en medio del auge del keynesianismo. 15

    12Como ya hemos sealado, los miembros de la Escuela de Chicago adhirieron brevemente a estaidea, pero finalmente adoptaron una frrea oposicin a las regulaciones antimonopolio.13Por lo dems, la expresin economa social de mercado suscit siempre fuertes sospechas enHayek.14Tanto Rpke como Rstow crean que tanto la Repblica de Weimar como el liberalismo de lossiglos XVIII y XIX haban fracasado por haber rechazado los fundamentos ticos y religiosos deorigen clsico y cristiano, y por haberlos reemplazado por una filosofa utilitarista, racionalista yrelativista. As, se ve en ambos un rechazo tajante a lo que habra de ser treinta aos despus unade las caractersticas ms salientes del neoliberalismo: la idea de la completa neutralidad valorativade la poltica econmica.15Nos referimos, claro est, al llamado milagro alemn, producto de las polticas aplicadas luegode la Segunda Guerra Mundial por Ludwig Erhard.

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    Carlos Hoevel50

    2.3 Convergencias y fisuras detrs de un acuerdo pragmtico

    Austriacos, economistas de Chicago y ordoliberales intentarn unirsesoslayando las divergencias o, incluso, aprovechndolas para superar

    las falencias propias mediante el uso puramente instrumental de las

    teoras opuestas. En tal sentido, su alianza comprender un acuerdo

    ms o menos pragmtico acerca de por lo menos cuatro puntos b-

    sicos que en principio todos apoyan, aunque detrs de ellos pueden

    reconocerse tambin profundas fisuras.

    En primer lugar, la idea de restablecer el mercado como base dela organizacin social. ste fue tal vez el punto ms importante de la

    convergencia, ya que todos crean que la intervencin estatal excesiva

    en el mercado haba sido la causa fundamental de la decadencia de la

    sociedad liberal. Sin el mercado, que permita volver a poner las deci-

    siones econmicas en manos de los individuos, era imposible recons-

    truir la sociedad liberal, ya fuera en trminos polticos, sociales o mo-

    rales. De todos modos, subsistan por debajo de este acuerdo tres di-

    ferentes concepciones del mercado. Los austriacos lo entendan comoorden espontneo, es decir, como un orden surgido de una compleja

    evolucin en el tiempo sobre la cual era desaconsejable intervenir,

    aunque aceptaban algo pragmticamente importantes regulacio-

    nes. Los economistas de Chicago lo conceban como un mecanismo

    de precios ms o menos simple que poda recibir estmulos desde el

    exterior e incluso ser reproducido en distintos contextos con relati-

    va facilidad. Finalmente, los ordoliberales lo vean como un producto

    institucional, por lo cual consideraban que requera un conjunto de

    complejas y muy elaboradas regulaciones estatales constantemente

    renovadas para lograr su correcto funcionamiento competitivo.

    En segundo lugar, estaba la idea de que deba recurrirse al Es-

    tado para restablecer las reglas de juego de la sociedad liberal. En el

    caso de Hayek se trataba del rule of law, conformado por reglas muy

    generales y abstractas que impidieran la discrecionalidad de las auto-

    ridades. En lnea con los ordoliberales, Hayek crea en la necesidadde una constitucin para la economa, aunque el orden jurdico que

    imaginaba se detena antes en su dimensin intervencionista que el

    de los alemanes, para quienes toda la economa deba estar fuerte-

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    51Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    mente regulada para funcionar de modo competitivo especialmente

    en relacin a los monopolios, aunque sin distorsionar el mecanismo

    de precios. Por su parte, los economistas de Chicago pensaron este

    orden jurdico y regulatorio de modo radicalmente diferente: basados

    en la teora neoclsica de la eleccin racional, crean que las leyes y

    regulaciones deban ser analizadas y adaptadas al punto de vista eco-

    nmico, lo cual derivar ms tarde en las corrientes del public choice,

    que desarrollaron Friedman y Stigler, pero sobre todo James Bucha-

    nan y otros miembros de la llamada Escuela de Virginia, y en la del

    law and economics, cuyos representantes como Richard Posner o GaryBecker terminarn tambin incorporndose e incluso dominando la

    Mont Plerin. Si bien todos convergan en la idea de un set institu-

    cional favorable al mercado, las diversas concepciones que austriacos,

    neoclsicos y ordoliberales tenan de las leyes y las regulaciones con-

    tenan evidentemente un alto potencial de contradicciones.

    El tercer punto de convergencia estaba alrededor de algunas

    ideas ticas, sociales y culturales. Como se ve en la declaracin inicial,

    la idea tica central de todo el grupo era la de la libertad. A sta se le

    agregaban otros valores centrales de la civilizacin como la respon-

    sabilidad individual, la propiedad privada, el respeto de los contratos,

    la subordinacin a la ley, etctera. Sin embargo, aun cuando todos

    sostenan pblicamente que las desviaciones de Occidente hacia el

    estatismo o el socialismo se haban nutrido de la propagacin de una

    visin de la historia que rechazaba toda pauta moral absoluta (Harvey

    2007: 27), esta retrica presentada hacia afuera ocultaba profundasdiferencias acerca del estatus y del modo de fundamentacin de estos

    valores. Para los austriacos, la libertad y los derechos eran un pro-

    ducto histrico, un fruto de la evolucin espontnea de la sociedad y,

    en definitiva, algo endgeno tambin a los mercados. Para los econo-

    mistas de Chicago, las cuestiones morales eran en principio de orden

    subjetivo y exgeno a los modelos, de modo que no eran relevantes

    para que sus propuestas de mercado funcionaran. En cambio, para los

    ordoliberales los valores morales no provenan del mercado: eran deorigen cultural, religioso o trascendente. Adems, en opinin de estos

    ltimos la tica era necesaria no slo para expandir los mercados, sino

    tambin para limitar su extensin excesiva hacia otros campos de la

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    Carlos Hoevel52

    vida social en donde la competencia no deba reinar. Por otra parte,

    a la lista de principios ticos individualistas los ordoliberales crean

    que haba que agregar otros de carcter social, entre los que estaba,

    por ejemplo, el de justicia social, rechazado por Hayek e ignorado por

    irrelevante por los economistas de Chicago, pero que ellos vean como

    una idea reguladora fundamental de la nueva sociedad liberal con la

    que soaban.

    Finalmente, exista tambin en la Mont Plerin un acuerdo en

    torno a la idea de las relaciones entre economa de mercado y demo-

    cracia. Tanto los austriacos, como los ordoliberales y los economistasde Chicago compartan en general el rechazo absoluto a los totalita-

    rismos y hasta cierto punto tambin rechazaban la separacin de las

    libertades econmicas de las polticas. Sin embargo, esto no signifi-

    caba que no existieran distintas opiniones acerca del punto en donde

    democracia y mercado entraban en conflicto. Aunque todos crean en

    la imposibilidad de hacer converger la economa de mercado con el

    totalitarismo, no todos pensaban que una convergencia entre econo-

    ma de mercado y un rgimen autoritario de carcter temporario fuera

    algo necesariamente repudiable. En realidad, el riesgo mayor para la

    sociedad liberal lo vean luego de la guerra, no tanto en las dictaduras,

    sino en las democracias que poco a poco a travs de las intervenciones

    del Estado, avaladas por la mayora popular, iban destruyendo el rule of

    lawy las libertades en general. De ese modo, algunos de los austriacos,

    ordoliberales y neoclsicos de Chicago coincidirn en la posibilidad de

    una rectificacin autoritaria en el camino de una democracia hacia larecuperacin de las libertades perdidas.

    Si bien estas convergencias y fisuras parecen tener slo la forma

    de meras disputas de escuela, se manifestarn luego con especial dra-

    matismo en el plano de la praxis, especialmente en dcadas posterio-

    res, cuando el programa y los protagonistas de la Mont Plerin se in-

    troduzcan como una fuerza actuante en el escenario de la historia. El

    proyecto original de Hayek, opuesto en gran medida al cientificismo

    de la Escuela de Chicago y al Estado fuerte y paternalista de los ordo-

    liberales (y tambin, como veremos luego, al de los neoconservadores

    que se incorporarn a la Mont Plerin en su reemplazo), apuntaba sin

    embargo a incorporar a ambos con el fin de formar una gran alianza

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    53Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    detrs del discurso y la prctica neoliberales. En cuanto a los ordoli-

    berales especialmente Rpke y Rstow prestarn su nombre y su

    prestigio a Hayek y a Friedman, probablemente con el fin de ampliar

    la esfera de influencia de un programa que en Alemania haba tenido

    un formidable peso propio, aunque no tardarn en darse cuenta de

    que en el nuevo proyecto su rol terminara siendo prcticamente cos-

    mtico. Por lo dems, Friedman y los dems miembros de la Escuela

    de Chicago dependern durante un tiempo del auspicio acadmico

    de Hayek y del prestigio de la llamada economa social de mercado

    alemana para hacer digerible, especialmente en los ambientes con-servadores, el pragmatismo y utilitarismo ocultos detrs de sus ecua-

    ciones matemticas. Pero luego, cuando los tiempos de la historia se

    aceleren y consigan independizarse de sus aliados originales, como

    quien pierde un lastre, desarrollarn en plenitud su agenda propia,

    que terminar por identificarlos como los representantes casi exclusi-

    vos tanto del triunfo como del fracaso del neoliberalismo.

    3. Cuatro fases de aplicacin histrica

    Este complejo proceso de conformacin ideolgica del neoliberalismo

    que observamos en sus orgenes, especialmente a partir de los ini-

    cios de la sociedad Mont Plerin, tendr una proyeccin concreta en

    el plano de la praxis poltico-econmica, especialmente a partir de la

    dcada de 1970. En las cuatro fases o momentos histricos que a con-tinuacin recorreremos de modo muy breve, es posible ver la manera

    en que la estructuracin original del programa neoliberal establecido

    en Mont Plerin fue reproducindose en versiones nuevas y en un

    formato de polticas pblicas concretas en las que se manifestaron los

    distintos puntos de convergencia, as como las fisuras existentes en el

    proyecto original.

    3.1 El experimento completo llamado Chile

    Aun cuando algunos sitan la primera experiencia de aplicacin prctica

    del neoliberalismo en la Alemania de posguerra, a travs de la implan-

    tacin de las polticas pro mercado de Ludwig Erhard (Foucault 2007),

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    Carlos Hoevel54

    estas ltimas fueron en verdad un producto puro del ordoliberalismo

    alemn. De este modo, el primer caso de aplicacin del neoliberalismo,

    entendido como la compleja y hasta cierto punto contradictoria amal-

    gama estratgica discursiva y prctica que intentaron formar princi-

    palmente los austriacos, los economistas de Chicago y los ordolibera-

    les alemanes en el foro de Mont Plerin, tendr lugar recin en Chile

    durante el rgimen militar pinochetista. Como es ya muy conocido,

    tanto Hayek16como Friedman fueron figuras clave en el desarrollo de

    las reformas institucionales y econmicas realizadas especialmente a

    partir de 1975 por parte de los economistas chilenos formados en Chi-cago.17Tanto en la primera etapa monetarista como en la segunda eta-

    pa, llamada de las 7 reformas (Edwards 1991, De Castro 1992, Valds

    2008, Bchi 2008), se ven aplicadas tanto las ideas austriacas como

    las friedmanianas y algunas procedentes de la denominada Escuela

    de Virginia. A pesar de la aparente facilidad de su aplicacin, dado

    el carcter autoritario del rgimen y la ausencia completa de debate

    poltico, las reformas neoliberales en Chile se realizaron, no obstan-

    te, haciendo uso de una estrategia discursiva y prctica de una grancomplejidad que permite comprender, ahora en el plano de la praxis

    histrica, las distintos elementos ideolgicos del neoliberalismo que

    hemos analizado anteriormente.

    Por lo pronto, Hayek presenta a Augusto Pinochet su interpre-

    tacin del modelo chileno como una aplicacin del modelo alemn,

    lo cual proporcionaba una va de entrada muy adecuada al horizonte

    de ideas y de argumentos justificativos en que se fundaba el rgimen,16Friedrich Hayek, el filsofo ms influyente de esta nueva economa, visita Chile por primeravez en 1978 imprimiendo un aura de legitimidad intelectual al modelo social y econmico (Cristi2000: 161-2).17El propio Friedman describe con admiracin el modo en que sus ideas fueron aplicadas en estepas sudamericano: Chile es un milagro econmico. La inflacin se ha reducido de un 700%anual a mediados de 1974 a menos del 10% al ao. Despus de una transicin difcil, la economaentr en auge, creciendo a un promedio de alrededor del 8% al ao desde 1976 hasta 1980. Lossalarios reales y el empleo aumentaron rpidamente y cay el desempleo. Las importaciones ylas exportaciones aumentaron despus que las subvenciones a la exportacin fueron eliminadas ylos aranceles se redujeron a un 10% (con excepcin de las tasas ms altas temporalmente para la

    mayora de los automviles). Muchas empresas estatales se han desnacionalizado y el transportey otras reas se han desregulado. Un sistema de vouchersse ha puesto en prctica en la educacinprimaria y secundaria. Lo ms notable de todo, se ha adoptado una reforma de la seguridad socialque permite a los individuos elegir entre participar en el sistema de gobierno o proveer para supropio retiro privado [...]. Los militares se basaron en un plan integral para una economa de libremercado que haba sido preparado por un grupo de jvenes economistas chilenos, la mayora delos cuales, aunque no todos, haban estudiado en la Universidad de Chicago (Friedman 1982: 59).

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    55Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    en especial el proporcionado por el intelectual gremialista Jaime Guz-

    mn. Tal como demuestra Renato Cristi, Guzmn sera un interme-

    diario clave para introducir las ideas neoliberales en el gobierno mili-

    tar, realizando una hbil transicin de un corporativismo catlico, que

    comparta la mayora de los uniformados, hacia un tipo de liberalismo

    nuevo que no defenda el puro laissez-faire, sino que lo combinaba

    con un Estado fuerte y en buena medida paternalista como el que pro-

    piciaban los ordoliberales alemanes.18Incluso Hayek probablemente

    tambin junto con el ordoliberal Rstow ser el inspirador de las

    ideas neoschmidtianas de Guzmn, al defender la posibilidad del au-toritarismo como un rgimen excepcional pero necesario para fundar

    una sociedad libre.19

    A pesar de que el propio Guzmn, en aos posteriores, abjurar

    de la expresin economa social de mercado, considerndola un eu-

    femismo innecesario para ocultar el liberalismo hayekiano o friedma-

    niano que segn l deba ser aplicado en Chile, no cabe duda de que

    la estrategia que reuni, aparentemente sin contradicciones autorita-

    rismo, reformas de mercado (tanto en el campo econmico como en

    otras reas como la educacin, la salud y la poltica) y algunas medidas

    redistributivas presentadas bajo la idea catlica y ordoliberal de la jus-

    ticia social (concepto que, como sabemos, Hayek rechazaba totalmen-18 Durante el rgimen militar de Pinochet escribe Cristi Guzmn es el principal artfice delsistema constitucional y poltico que reemplaza al rgimen definido por la Constitucin de [19]25.Este sistema permite la expansin del funcionamiento de una economa de mercado a la vez quesienta las bases para la formacin de una sociedad de mercado. La contribucin de Guzmn en esesentido es decisiva. Bajo la influencia del pensamiento de Friedrich Hayek y la Escuela de Chicago,

    Guzmn consagra constitucionalmente los principios del liberalismo econmico (Cristi 2000:161). Debo a Carlos Torrendell mi primer contacto con esta obra de Cristi.19En efecto, escribe Hayek, respondiendo a una carta del lector William Wallace que lo acusabade apoyar gobiernos autoritarios: Nunca he afirmado, sin duda, que los gobiernos autoritariosen general sean ms propensos a asegurar la libertad individual que los democrticos, sinotodo lo contrario. Esto no significa, sin embargo, que en algunas circunstancias histricas, lalibertad personal no pueda haber sido mejor protegida bajo un gobierno autoritario que bajo unodemocrtico [...]. Ms recientemente no he podido encontrar una sola persona incluso en el tandifamado Chile que no haya estado de acuerdo en que la libertad personal es mucho mayor bajoPinochet de lo que ha sido bajo Allende (Hayek 1978). Con muchos ms rpidos reflejos queHayek, Friedman escriba en 1982: La adopcin de polticas de libre mercado de Chile con labendicin y el apoyo de la junta militar encabezada por el general Pinochet ha dado origen al mitode que slo un rgimen autoritario puede aplicar con xito una poltica de libre mercado. Loshechos son muy diferentes. Chile es una excepcin, no la regla [...]. He sostenido durante muchotiempo que la libertad econmica es una condicin necesaria pero no suficiente para la libertadpoltica. Me he convencido de que esta generalizacin, aunque es verdadera, es engaosa si no vaacompaada por la proposicin de que la libertad poltica a su vez es una condicin necesaria parael mantenimiento a largo plazo de la libertad econmica (Friedman 1982: 59).

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    te), desempe un papel fundamental tanto para el establecimiento

    del neoliberalismo en Chile durante el perodo de la dictadura como

    posteriormente para lograr su continuidad durante la transicin de-

    mocrtica (Garretn 2012, Gmez Leyton 2007). El caso chileno es

    especialmente significativo en la historia del neoliberalismo, ya que

    se trata, al mismo tiempo, de la primera aplicacin concreta de su

    eclctica praxis econmico-institucional, que incluye la lista prc-

    ticamente completa de los cuatro grandes puntos de convergencia

    entre las tres dismiles escuelas neoliberales (polticas macroecon-

    micas pro mercado, marco institucional, regulaciones e ingenierasocial para la competencia, discurso tico justificatorio y enforcement

    autoritario), y tambin es el nico caso en que esta praxis no expe-

    riment una crisis extrema. De hecho, la crisis de 1982 demostr

    la capacidad de autosuperacin del neoliberalismo chileno, el cual,

    aun conteniendo dentro de s importantes contradicciones, tuvo la

    flexibilidad, plasticidad y capacidad de compensacin de sus distin-

    tas corrientes internas para sobrevivir y consolidarse en el tiempo

    (Ffrench-Davis 2010). Por lo dems, el futuro del programa neoliberalen Chile, puesto en cuestin ltimamente por los levantamientos es-

    tudiantiles y el surgimiento de un movimiento por una reforma cons-

    titucional, abre una interrogante acerca de la posibilidad de que se

    muestren en ese pas las contradicciones internas del neoliberalismo.

    3.2 La alianza por la virtud: neoliberalismo y neoconservaduris-

    mo de los ochenta en Gran Bretaa y Estados Unidos

    Del mismo modo en que ejerci su influencia en Chile, el neolibera-

    lismo surgido de la Mont Plerin probar suerte en Gran Bretaa por

    mediacin de Antony Fisher, miembro de dicha sociedad desde 1954,

    quien, mucho ms tarde, fundar el Institute of Economic Affairs

    (IEA) en Londres, y a quien se unir pronto Ralph Harris, presidente

    de la Mont Plerin entre 1982 y 1984. Por medio del poltico conser-

    vador Keith Joseph, fundador del Centre for Policy Studies y asistente

    asiduo del IEA, llegarn los escritos de Hayek y de otros neoliberales

    a manos de una dirigente poltica que habra de cambiar la historia:

    Margaret Thatcher (Yergin y Stanislaw 1999: 152). De modo anlo-

    go, Edwin Feulner, presidente de la Mont Plerin entre 1996 y 1998,

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    57Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    emul a Fisher del otro lado del Atlntico como cofundador de la He-

    ritage Foundation en 1973. El impacto intelectual de la ola neolibe-

    ral por medio de ste y otros think-tanksfue igualmente poderoso en

    Estados Unidos: de los 76 consejeros econmicos de la campaa de

    Ronald Reagan en 1980, 22 pertenecan a la sociedad Mont Plerin.

    En esta segunda fase que elegimos llamar neoconservadora, y

    que abarc especialmente los aos ochenta, aunque se prolonga luego

    de modo intermitente en el tiempo, el neoliberalismo deja de lado su

    fase autoritaria probada con xito en Chile pero impracticable en

    los pases desarrollados y ostenta como rasgo especialmente distin-tivo un discurso tico fuerte que lo coloca por primera vez en ventaja

    frente al keynesianismo y el comunismo decadentes. Acostumbrados

    a escuchar el discurso predominantemente economicista del neolibe-

    ralismo devenido vulgata de la dcada de 1990 y del 2000, se olvida

    frecuentemente que en los principios de las grandes reformas, si bien

    se esgriman argumentos econmicos sobre la mayor eficiencia de los

    mercados, la fuerza del neoliberalismo y su aceptacin por parte de la

    sociedad residi en buena medida en su justificacin tica. El primer

    neoliberalismo de Thatcher y Reagan se present as en alianza con

    dos tendencias polticas y culturales de fuerte contenido tico como

    eran el conservadurismo ingls y el neoconservadurismo estadouni-

    dense.

    En cuanto al primero, Shirley Letwin, un experto en esta tem-

    tica, distingue el thatcherismo del conservadurismo de la va de en

    medio de los Tories, pero tambin de las opiniones de los verdaderospartidarios del laissez-faire (Giddens 1994: 47). Ciertamente,

    existen ciertas semejanzas superficiales [acepta Letwin] entre esteperfil y las opiniones de los liberales del laissez-faire. Ambos sientendesagrado por los diversos intereses personales que han alimentadola dependencia y ponen una gran fe en la influencia liberadora dela empresa capitalista. Pero el liberal est a favor del mercado libreen todas partes; como lamenta Bell, el liberalismo se convierte en

    libertinismo moral, y desprecia cualquier forma de autoridad. Losthatcheristas rechazan esta relacin: lo que desean ver es la rege-neracin moral del individuo, las familias y la comunidad nacional.(Giddens 1994: 47)

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    En tal sentido, escribe Anthony Giddens, segn Letwin,

    las consideraciones econmicas son secundarias frente al programade regeneracin moral. Por ejemplo, la privatizacin de las indus-trias de propiedad estatal ayuda a aumentar la eficacia econmica;pero es ms importante el hecho de que fomenta virtudes enrgi-cas, al hacer que sea posible para millones poseer acciones en unaempresa. La difusin de la propiedad favorece la energa y el carc-ter aventurero de la persona, elementos crticos de las virtudes enr-gicas [...]. La propiedad y su transmisin de una generacin a otra daa la familia su continuidad. (Giddens 1994: 47)

    En una palabra, el neoliberalismo entra en Reino Unido bajo la ms-

    cara tica de una regeneracin conservadora y no tanto como un proyecto

    de ingeniera social de mercado.

    Algo parecido sucede en Estados Unidos, donde el neoconservadu-

    rismo, teniendo orgenes ideolgicos muy distintos y en muchos sentidos

    opuestos, posibilita en gran medida al neoliberalismo introducirse en el

    centro del escenario. En efecto, tal como lo describe Francis Fukuyama, la

    idea central del neoconservadurismo radicaba en el logro de un cambiode rgimen. Por rgimen los neoconservadores entienden no slo las

    instituciones formales y las estructuras de autoridad, sino tambin las

    reglas no escritas por las cuales la gente opera, basadas en la religin, el

    parentesco y la experiencia histrica compartida (Fukuyama 2006: 30).

    Precisamente a mediados de los aos 1970, cuando llega a su punto mxi-

    mo la percepcin de la decadencia de Estados Unidos, el neoconservadu-

    rismo propona una regeneracin moral para ese pas no ciertamente a

    travs del mercado, sino a travs de un Estado renovado por una fuerte

    impronta tica. Como afirma Fukuyama,

    es seguro afirmar que no haba afinidad natural entre las visiones ori-ginales de la gente del CCNY y de la revista Public Interest [los cualeshaban sido socialistas en su juventud] y el liberalismo conservador deRonald Reagan. Sin embargo, para los aos 80 la mayora de los neo-conservadores haban hecho las paces con el capitalismo norteamerica-

    no: no eran verdaderos creyentes como los seguidores de Ludwig vonMises o Friedrich Hayek, pero no pusieron la crtica al capitalismo demercado en el tope de su agenda. Para los aos 90, esta convergencia seextendera a la cultura y la religin. (2006: 39)20

    20 Sin duda, otro apoyo fundamental para dar impulso y en cierto modo una cierta mstica alneoliberalismo fue su alianza con ciertos sectores del cristianismo protestante (derecha religiosa),y tambin con pequeos pero influyentes sectores del catolicismo.

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    59Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    Pero, cmo se logr esta unin encarnada en gran medida por

    Reagan y continuada ms tarde especialmente por George W. Bush?21

    En realidad, se trat de una concordancia no muy diferente a la

    que haban ensayado en el plano acadmico los austriacos y neoclsi-

    cos con las ideas de un Estado tico regenerador de la sociedad liberal

    de los ordoliberales. De hecho, el mbito cerrado de la Mont Plerin

    fue el laboratorio donde se ensay esta amalgama sin la cual el neo-

    liberalismo probablemente no hubiera tenido ninguna posibilidad de

    xito. Tal como seala Angus Burgin, esta particular sntesis ideol-

    gica que propici Hayek, encarnada sobre todo por Milton Friedmanpor medio de una poderosa retrica emprico-econmica combinada

    con el sentido comn conservador del hombre medio estadouniden-

    se, se convertira en el modelo que tomara luego Reagan para llevar

    al neoliberalismo al centro del escenario global. En ese sentido, como

    afirma John Gray, la convergencia con el neoconservadurismo posi-

    bilit al neoliberalismo proyectarse como una doctrina de regenera-

    cin tico-econmica, de tono utpico y de carcter mundial.22Por lo

    dems, esta alianza entre el neoconservadurismo y el neoliberalismo

    termin mostrando sus profundas contradicciones internas. Del mis-

    mo modo que en la Mont Plerin, los propulsores de la moral burgue-

    sa-conservadora (ordoliberales primero y neoconservadores despus)

    terminaron enfrentados con el ala neoclsica de Chicago que en el

    fondo propiciaba un subjetivismo moral,23los programas conservador

    21Wendy Brown se hace esta misma pregunta pero en un tono mucho ms dramtico y crtico: Cmo

    una racionalidad que es expresamente amoral en el nivel de los fines y los medios (neoliberalismo)se combina con otra que es expresamente moral y normativa (neoconservadurismo)? Cmo unproyecto que vaca el mundo de significado, que abarata y desenraiza la vida y explota abiertamenteel deseo, puede combinarse con otro centrado en la fijacin y el cumplimiento de significados, laconservacin de ciertos modos de vida, y la represin y la regulacin del deseo? De qu manerala defensa de la gobernanza basada en el modelo de la empresa y en el tejido social normativodel inters propio se entrecruza con la defensa de una gobernanza modelada sobre la autoridadde la iglesia y un tejido social normativo basado en la abnegacin y la lealtad filial a largo plazo,tejido que al mismo tiempo es despedazado por el capitalismo salvaje? Y cul podra ser elpapel del cristianismo evanglico, por un lado, y los enemigos hiper-demonizados del Estadonorteamericano, por el otro, en la facilitacin de este matrimonio? Una vez ms, la bsqueda aquno es de una lgica simple o coherente, sino de una comprensin de los efectos de dos corrientes de

    racionalidad dispares en la produccin del paisaje contemporneo de inteligibilidad y posibilidadpoltica (Brown 2006: 692-3).22 El actual proyecto de un nico mercado mundial es la misin de los Estados Unidos cooptadapor su ascendente neoconservador. El utopismo de mercado ha tenido xito en apropiarse de la fenorteamericana de que es un pas nico, el modelo para una civilizacin universal que todas lassociedades estn llamadas a emular (Gray 1998: 104). Cf. Bienkowski, Brada y Mariusz (2006).23Recordemos que los ordoliberales Wilhelm Rpke y Alexander Rstow se retiraron finalmentede la Mont Plerin por sus diferencias con las posturas utilitaristas y libertarias que comenzaron

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    Carlos Hoevel60

    y neoconservador britnico y estadounidense sufrieron una fuerte ca-

    da al ponerse en evidencia que las polticas pro mercado que aplicaron

    no haban fortalecido la moral conservadora, sino que haban promo-

    vido exactamente lo contrario.24

    3.3 La Tercera Va o el neoliberalismo como ingeniera social de

    mercado a gran escala

    Aunque en general se asocian las polticas de desregulacin neoliberal

    al Partido Republicano, en realidad stas fueron impulsadas en Esta-

    dos Unidos primeramente por el Partido Demcrata (Salam 2013). Porotra parte, a partir de los aos 1990 la llamada Tercera Va, propiciada

    especialmente por Bill Clinton y Tony Blair, la cual se present a s

    misma como una alternativa al neoliberalismo y al neoconservaduris-

    mo, fue en verdad una fuerza poderosa que colabor en la expansin

    del primero. En este caso, como lo haba sido en la Mont Plerin y

    luego en Chile el uso de la expresin economa social de mercado y

    la idea ordoliberal de justicia social, el instrumento central fue la uti-lizacin retrica del lenguaje socialdemcrata, centrado en la transfor-

    macin del Estado, la poltica, la sociedad civil y la cultura, con el su-

    puesto objetivo de moderar los efectos del neoliberalismo. Uno de los

    argumentos para diferenciar a la Tercera Va del neoliberalismo era el

    sostener que su fundamento econmico estaba basado en un tercer

    camino o nuevo centro por el cual se aceptaban algunos pocos ele-

    mentos del programa neoliberal, pero se lo combinaba con una polti-

    ca de regulaciones, inversin en infraestructura y programas socialesa predominar en el grupo. De modo similar, tiempo despus el neoconservador Irving Kristol(1973) realizara en la Mont Plerin una presentacin fuertemente crtica a un tipo de concepcindel mercado que propiciaba el relativismo moral, adelantando los problemas que finalmentesobrevendran aos ms tarde entre neoconservadores y neoliberales.24 En efecto, refirindose a Thatcher, uno de los conos de la revolucin neoliberal en su etapaconservadora, Gray sostiene que ella propiciaba un ethos individualista de la responsabilidadpersonal, pero en el tipo de sociedad que se necesita para servir al mercado libre las virtudesanticuadas del ahorro y la previsin para el futuro no son ya ms lucrativas. Por el contrario, unestilo de vida improvisado est muy bien adaptado a la incesante movilidad del capitalismo tardo.El endeudamiento crnico ha probado ser una medida de prudencia y la disposicin a especulares mucho ms til que la diligente aplicacin al trabajo concreto. Aunque una generacinprevia de tericos sociales haba anticipado que la evolucin del capitalismo traera un nuevoembourgeoisement, la expansin de un ethos de clase media a travs de toda la sociedad habaproducido lo contrario. La mayora de la poblacin perteneca ahora a un nuevo proletariado, conaltos niveles de ingreso pero nada que se pareciera a una carrera de largo aliento. La decadencia dela sociedad burguesa haba sobrevenido no por medio de la abolicin del capitalismo sino comoresultado del capitalismo operando sin restricciones (Gray 2011: 207-8).

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    61Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    que moderaran su impacto. Sin embargo, en realidad la Tercera Va

    no slo no detuvo la expansin de las polticas pro mercado, sino que,

    con su estilo ms intervencionista, profundiz dichas polticas en la

    direccin de un economicismo radical extendido a todos los aspectos

    de la sociedad. En palabras de Paul Cammack,

    Giddens resiste fuertemente la etiqueta neoliberal, argumentandobuscar un camino entre la socialdemocracia clsica, por un lado, y elneoliberalismo thatcherista por otro. l puede hacer esto, sin embar-go, solo porque hace equivaler al neoliberalismo a una dependencia

    en las fuerzas no reguladas del mercado [en otras palabras al libera-lismo de estilo laissez-faire]. Sin embargo, si se entiende por social-democracia la bsqueda de un Estado activo que apunta a bloquear oa moderar la dinmica de la reproduccin capitalista, y al neolibera-lismo como la bsqueda de un Estado que intenta restaurar y mante-ner las condiciones dentro de las cuales la lgica de la reproduccincapitalista puede funcionar a pleno, su posicin es neoliberal sinambigedades. (2004: 152)

    En tal sentido, lo que propusieron y en parte lograron los repre-

    sentantes de la Tercera Va fue mucho ms afn al programa neolibe-

    ral original, el cual con su estilo fuertemente constructivista, tal como

    lo hemos venido analizando, poco tena que ver con el liberalismo

    clsico. En efecto, de acuerdo a Cammack, refirindose al programa

    de Giddens,

    tema tras tema, trata de hacer que el comportamiento de los indivi-duos, corporaciones, organizaciones del tercer sector y del Estado

    sea consistente y apoye un sistema social permeado y gobernadocompletamente por el capital. En otras palabras, es un activo neoli-beral y no un liberal estilolaissez-faire. (2004: 152)

    As, en la visin de la Tercera Va, el Estado tiene por objeto re-

    gular el capitalismo no con el fin de suavizar su impacto, sino con el

    fin de llevar su lgica a todos los aspectos de la existencia (Cammack

    2004: 152).25

    25De este modo, como demuestra con exhaustividad Flavio Romano (2006), las polticas de laTercera Va no estuvieron en realidad basadas en un tercer camino, sino que profundizaronla aplicacin sistemtica de la teora econmica neoclsica ms ortodoxa de los economistasneoliberales de Chicago. La proliferacin de regulaciones que haca parecer a la Tercera Vacomo la alternativa al economicismo neoliberal, en realidad no hizo ms que profundizar hastael extremo una ingeniera social de mercado soada por los miembros de la Mont Plerin, peroque ni siquiera los neoliberales neoconservadores haban logrado. En efecto, segn Jordan, esta

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    Carlos Hoevel62

    Un ejemplo concreto de este constructivismo de mercado de la

    Tercera Va se ve en su relacin con la economa financiera. En efecto,

    el discurso retrico de la Tercera Va sirvi tambin para encubrir la

    operacin de profundizacin del sistema financiero neoliberal comen-

    zado en la dcada de 1980 por los neoliberales neoconservadores. Tal

    como seala Bill Jordan,

    en particular, su objetivo era aprovechar el rgimen neoliberal de losrecursos libremente mviles, establecidos bajo la ex primer minis-tro britnica Margaret Thatcher, el ex presidente de EE.UU. Ronald

    Reagan y el Consenso de Washington del Fondo Monetario Inter-nacional (FMI) / Banco Mundial. Con Wall Street y la City de Lon-dres como centros de comercio financiero, promovi stos como laspiezas centrales de las prsperas economas anglfonas, mientrassimultneamente se defendan la igualdad de oportunidades y la jus-ticia social para los ciudadanos. (2010: 1-2)

    Esta audaz ingeniera de mercado termin de romper las vallas de

    contencin que an ponan algn lmite al sistema financiero:

    En el Reino Unido bajo el New Labourescribe Jordan la pruden-cia del gobierno en materia de finanzas pblicas se transform enun endeudamiento masivo en los mercados monetarios mundialesdespus de su segunda eleccin; los bancos fueron autorizados apedir prestado sumas an mayores, para financiar prstamos paraadquisicin de vivienda y de crdito al consumo. La habilidad casimgica para hacer dinero del dinero fue aclamada como la clave parala estabilidad con crecimiento (Stiglitz y otros, 2006), y tambin fuedemandada para permitir el desarrollo econmico en los pases msdesfavorecidos del mundo [...] [As,] a pesar de su slogans de unatica elevada, la Tercera Va se erigi en un rgimen basado casi ex-clusivamente en la regulacin contractual, en el supuesto de que lamaximizacin de la utilidad global (en trminos de anlisis econmi-co ortodoxo) es la nica meta fundamental de una sociedad exitosa.(2010: 2, 4)

    mentalidad ayuda a explicar la enorme proliferacin de legislacin, regulacin y orientacin en losregmenes de la Tercera Va, y en particular bajo el Nuevo Laborismo en el Reino Unido. Era comosi al clasificar, codificar, supervisar, incentivar y fijar objetivos en casi todas las esferas posibles dela interaccin humana, el gobierno pudiera lograr el conjunto completo de resultados beneficiososy positivos. Si ese notoriamente obsesivo codificador y monitor panptico de la actividad social,Jeremy Bentham, hubiera sido el principal asesor del proyecto de la Tercera Va, apenas podrahaber mejorado su diseo (Jordan 2010: 3).

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    63Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    No obstante, las contradicciones internas de la Tercera Va no

    tardaron en salir a la luz. Su problema central haba sido el querer

    compatibilizar una agenda de fines que se presentaban como valores

    ticos y sociales con un conjunto de polticas basadas en la expansin

    casi sin lmites de los mecanismos de mercado. En tanto el neolibe-

    ralismo estuvo todava adherido al neoconservadurismo, tuvo algn

    lmite en su afn de llevar la lgica del mercado a todos las dimensio-

    nes de la sociedad. En cambio, el reformismo y antitradicionalismo de

    los miembros de la Tercera Va algunos de ellos ex socialistas les

    permiti llevar sin prejuicios las reformas de mercado hasta lugaresdonde los neoliberales ms conservadores no se haban atrevido a lle-

    gar. Sin embargo, esta deriva fue al mismo tiempo la raz de su auto-

    liquidacin. Precisa Jordan,

    en retrospectiva, siempre fue poco probable que un rgimen queexaltaba la abundancia ostentosa, la negociacin feroz, la celebridadde los medios y la gratificacin instantnea, tambin fomentara laequidad distributiva, el bienestar social y estilos de vida sostenibles.

    A pesar de su uso frecuente de palabras como responsabilidad ycomunidad, los documentos de poltica de la Tercera Va no hicie-ron ningn intento serio de explicar cmo un autoproclamado credoindividualista (que pona la eleccin, la autonoma y la propiedadprivada en el corazn de su aproximacin a cada tema) podra darlugar a resultados ticamente defendibles. (2010: 2)

    De hecho, se pregunta finalmente Jordan,

    por qu estos individuos auto-desarrollados que acumulaban port-folios de habilidades y activos se ocuparan de los proyectos de losdems? Cmo podran los banqueros, instalados como los toma-dores de decisiones clave en el centro del modelo de sociedad de laTercera Va, lograr objetivos moralmente deseables? (2010: 2)

    Esta contradiccin interna de la Tercera Va, manifestada en ple-

    nitud con el estallido de la crisis financiera de 2008, sera, de acuerdo

    a Jordan, el factor ms importante en la explicacin de su fracaso

    (2010: 4).

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    3.4 El Consenso de Washington y el neoliberalismo economicista

    latinoamericano

    Fuera de Chile, en el resto de Amrica Latina el neoliberalismo no

    tuvo necesidad de presentarse ya bajo el ropaje moral neoconservador

    ni utilizando el lxico social de la Tercera Va: slo le bast el lenguaje

    neutral-positivista de la economa neoclsica. El programa neoliberal

    latinoamericano se bas en polticas econmicas de carcter puramen-

    te tcnico ya completamente despojadas de cualquier justificacin ins-

    titucional, social o moral. En los programas de reformas boliviano,

    mexicano, brasileo o argentino de los aos ochenta y principios de

    los noventa, la justificacin estaba dada simplemente por el argumen-

    to pragmtico de las situaciones lmites que enfrentaban los distintos

    pases, en especial las crisis de la hiperinflacin y de la deuda.26Ase-

    sorados por economistas chilenos y estadounidenses ya no de las di-

    mensiones intelectuales y retricas de un Hayek o un Friedman, sino

    de un perfil netamente tcnico como Jeffrey Sachs y por funcionarios

    de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacio-nal (FMI) o el Banco Mundial, los economistas latinoamericanos no

    tuvieron que esforzarse demasiado para convencer a los lderes polti-

    cos de cada pas de que los modelos econmicos estructuralistas y de

    sustitucin de importaciones vigentes desde los aos cuarenta en toda

    la regin estaban agotados y que era preciso cambiar de modo drs-

    tico y rpido las reglas de juego de la economa en general. Tal como

    argument con eficacia Naomi Klein (2010), los desastres econmicos

    de los aos 1970 y 1980 fueron en Amrica Latina argumentos sufi-

    cientes para aplicar terapias econmicas neoliberales de shockcasi sin

    ningn contexto poltico, social o retrico como apoyatura. En gene-

    ral, los programas fueron lanzados presuponiendo la idea de que su

    dinmica, una vez echada a andar, funcionara como un mecanismo

    automtico sin necesidad de sostenerla mediante una retrica tica

    justificadora, un set de instituciones o una ingeniera social integral.

    26 Aunque en Mxico el programa de reformas realizado por Carlos Salinas de Gortari se llamPacto de Solidaridad, en realidad careca de cualquier contenido social, ya que estaba centrado eninstrumentalizar la salida de ese pas de su pavorosa crisis de deuda. En Brasil, el neoliberalismose present con el eufemismo del llamado neoestructuralismo. En otros casos, la influencia dela Tercera Va sirvi tambin para encubrir las reformas. Esto posibilitaba que muchos polticospudieran aplicar polticas neoliberales bajo la imagen polticamente correcta de la socialdemocracia.La figura de Felipe Gonzlez fue clave para oficiar esta mediacin.

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    65Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    Ciertamente, el llamado Consenso de Washington estableci

    una suerte de marco de reglas del juego como la estabilidad mo-

    netaria, las privatizaciones, la desregulacin y la libre circulacin del

    capital que sirvi de orientacin para la aplicacin de las reformas.

    No obstante, este Consenso fue en realidad un escueto recetario ela-

    borado por un economista de perfil tcnico que careca de cualquier

    trasfondo ideolgico, poltico, social e institucional, como reconoci

    en repetidas ocasiones su propio autor (Williamson 2004-5). Lo real-

    mente inslito fue la ausencia completa de un proyecto de fondo en el

    neoliberalismo latinoamericano. Esto facilit su aplicacin veloz y conpocos obstculos, pero al mismo tiempo lo conden desde el principio

    a una extrema debilidad. En comparacin con la robustez militar, ins-

    titucional, retrica, social y tcnica del neoliberalismo chileno de Pi-

    nochet, la potencia tico-discursiva y nacionalista del neoliberalismo

    neoconservador de Thatcher y Reagan, y la elaborada ingeniera social

    de la Tercera Va de Clinton y Blair, el neoliberalismo latinoamerica-

    no goz de una aplicacin rpida y extendida, pero fue un proyecto

    esquemtico,27poco flexible y esculido en otras dimensiones que nofueran las estrictamente tcnico-macroeconmicas.28En este sentido,

    el neoliberalismo latinoamericano con la excepcin de Chile, a pe-

    sar de haberse desarrollado en el tiempo incluso antes de la irrupcin

    de la Tercera Va, representa la ltima fase en el proceso de descompo-

    sicin del complejo programa neoliberal original elaborado en Mont

    Plerin. Las sucesivas crisis mexicana, brasilea y argentina adems

    de la rusa, la cual constituye un ejemplo similar al latinoamericano en27 Thomas Friedman, uno de los propagandistas ms conocidos del neoliberalismo durante losnoventa, describa de manera un poco cnica el conjunto de reglas del Consenso de Washingtoncomo una camisa de fuerza dorada que proporcionaba una receta uniforme para cualquierpas: La camisa de fuerza dorada escriba por lo general promueve un mayor crecimientoLamentablemente, esta camisa de fuerza dorada tiene una sola talla para todos. Por eso aprieta aciertos grupos, ajusta a otros y mantiene la sociedad bajo presin para modernizar sus institucioneseconmicas y mejorar su desempeo. Deja atrs a la gente mucho ms rpido, aunque la ayuda arecuperarse tambin ms rpidamente si la usa bien. No siempre es bonita ni suave ni cmoda.Pero aqu est, y es el nico modelo en la percha esta temporada histrica (Friedman 1999: 124-5).28Joseph Stiglitz sealaba ya en 1998 la excesiva fe en los mecanismos de mercado, la ausencia

    de una estrategia de desarrollo, la carencia de una poltica social y de distribucin del ingreso y latotal falta de atencin al marco institucional como las caractersticas salientes de los programasde reformas latinoamericanos (Stiglitz 2001). El mismo Domingo Cavallo, artfice de la reformaneoliberal en Argentina, admite el economicismo del programa neoliberal latinoamericano y supobreza desde el punto de vista institucional. En efecto, escribe Cavallo, el principal dficit delConsenso Latinoamericano de los aos noventa se origina en su casi exclusivo enfoque econmicocuando las democracias de Amrica Latina eran todava muy imperfectas y necesitaban por lomenos tanta reforma como las economas de la regin (Cavallo 2011: 54).

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    Carlos Hoevel66

    el continente euroasitico29 fueron, de este modo, la manifestacin

    final de dicha descomposicin.

    4. Conclusin: el neoliberalismo contra el neoliberalismo

    Pero por qu, en definitiva, el neoliberalismo fracas en tantos luga-

    res y produjo una crisis global cuyas consecuencias an hoy, despus

    de varios aos escribimos en 2014 continan? Como venimos sos-

    teniendo, el neoliberalismo fue el intento de reflotar la idea de libertadeconmica, pero en un contexto histrico y cultural completamente

    nuevo, frente al cual se elabor un programa constructivista combi-

    nando de manera eclctica distintas y muchas veces contradictorias

    tradiciones de pensamiento. Si bien en su momento fundacional,

    terico y programtico, el neoliberalismo logr mantener hasta cier-

    to punto fusionadas estas tendencias opuestas, en su fase poltica, y

    de generalizacin a nivel mundial, fue perdiendo la unidad de esta

    configuracin y develando as sus profundas contradicciones inter-nas. Ciertamente, en Mont Plerin exista un acuerdo en torno al valor

    positivo de la libertad de mercado como la forma central por la cual

    deba organizarse la economa. Pero el acuerdo mostraba sus lmites

    al analizar el muy diverso modo en que sus protagonistas concibie-

    ron el mercado tanto en s mismo como en su relacin con el Estado,

    las instituciones, la sociedad y la cultura. Una cosa era entender el

    mercado como un orden espontneo cuya autorregulacin estaba ase-gurada (Hayek) y otra muy distinta entenderlo como un mecanismo

    o una institucin que habra que configurar en gran medida desde el

    Estado mediante un amplio y complejo enforcement institucional tal

    como crean los neoclsicos de Chicago, los ordoliberales e incluso

    el mismo Hayek. Por otra parte, tambin era algo muy distinto creer

    que las polticas institucionales tan slo deban adaptarse a la forma

    del mercado e incluso imitarlo construyendo una suerte de mercado

    institucional, a considerar que en muchos casos las instituciones eranalgo independiente y superior al mercado y deban servir para poner29Siguiendo la lnea argumentativa de Klein (2010), al igual que en Amrica Latina, el colapsofinal de los regmenes comunistas indujo en varios pases a realizar reformas rpidas basadas enmedidas puramente macroeconmicas sin ningn contexto institucional. En los pases donde estose dio, los programas neoliberales se desplomaron luego con facilidad.

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    67Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    lmites claros a una eventual mercantilizacin de la sociedad. Todas

    stas y otras contradicciones permanecieron en suspenso mientras el

    neoliberalismo fue slo un proyecto; sin embargo, cuando comenz

    a ser aplicado se manifestaron o simplemente se suprimieron por el

    predominio de una de las opciones contrapuestas. En tanto la fuerza

    del componente conservador y normativo ordoliberal fue disminu-

    yendo, predomin y finalmente se impuso el componente libertario

    y positivista neoclsico. No obstante, el elemento moral, institucio-

    nal y en especial el constructivista, originalmente aportado por los

    ordoliberales, fue aprovechado por largo tiempo por los neoclsicosde Chicago como vehculo para sus reformas, al mismo tiempo que

    quedaba vaciado de contenido. La sucesin de las distintas etapas fue

    mostrando esta evolucin que supuso el triunfo del neoliberalismo

    en su versin neoclsica, pero que tambin lo llev a un fracaso que

    quizs no hubiera tenido lugar si hubiera mantenido su alianza con

    el ordoliberalismo. Habra sido posible mantener esta alianza pura-

    mente pragmtica?

    Como sostiene John Gray (2011), las reformas neoliberales pro-

    piciadas por los conservadores y neoconservadores en Gran Bretaa

    y en Estados Unidos desataron fuerzas que tendran finalmente pro-

    fundas consecuencias anticonservadoras. En la medida en que se apli-

    can polticas pro mercado, entendidas como una extensin a todos

    los rdenes de la sociedad de los mecanismos de precios e incentivos

    monetarios (Becker 1976), todo intento por realizar esto dentro de un

    marco institucional y cultural que a la vez ponga unos lmites al pro-pio mercado (como pensaban los ordoliberales y neoconservadores),

    resulta una contradiccin insalvable que terminar por resolverse en

    alguno de estos dos sentidos: o se limitar la aplicacin de los meca-

    nismos de mercado reemplazndolos en ciertas reas de la vida social

    por normas y regulaciones sociales o estatales, o se licuarn cada vez

    ms estas ltimas, generalizndose el uso de incentivos monetarios

    en todas las reas de la sociedad. En ese sentido, la direccin que

    marcaron los acontecimientos parece mostrar que el camino tomadofue el segundo y no el primero. La deriva de la realidad dej al descu-

    bierto y a la vez fue suprimiendo las contradicciones contenidas en

    el neoliberalismo conservador, neoconservador y neolaborista, despo-

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    Carlos Hoevel68

    jando al programa neoliberal de su complejidad y equilibrio origina-

    les. Basado en alianzas de compromiso entre filosofas incompati-

    bles, el neoliberalismo de Mont Plerin termin, tanto en la teora

    como en la prctica, derivando en el predominio casi absoluto de una

    de sus versiones: la de una concepcin mecnica y economicista del

    mercado y de la sociedad imbuida de un subjetivismo tico radical.

    Esta vertiente neoclsica del neoliberalismo terminara por ser mu-

    cho ms compatible con el posmodernismo y el libertinismo indivi-

    dualista de finales de los aos 1990 en gran medida heredero del

    pensamiento liberacionista de 196830

    que con el ordoliberalismo,el conservadurismo, el neoconservadurismo o la socialdemocracia de

    la que provena la Tercera Va. Fue precisamente esta ltima versin

    libertaria y rupturista del neoliberalismo, que exaltaba sin lmites al

    sujeto maximizador de utilidad,31la que provoc la aceleracin de la

    crisis, especialmente cuando domin por completo el mercado finan-

    ciero global, terminando por romper el equilibrio existente entre la

    economa y el resto de la dinmica social, y destruyendo al mismo

    tiempo al propio mercado.

    La crisis del neoliberalismo en el hemisferio noratlntico, tanto

    en su versin conservadora y neoconservadora como en su versin

    socialdemcrata de la Tercera Va (britnica y continental), as como

    el colapso final del neoliberalismo financiero, parecen haber dejado

    un nico pas en pie: Alemania. Si bien evidentemente el robusto

    sistema financiero e institucional alemn actual es en realidad un re-

    manente del ordoliberalismo alemn original, esta estabilidad da quepensar. La pregunta obvia es qu hubiera ocurrido si, adems de con-

    servar la disciplina financiera y fiscal que ahora pretende mantener

    casi a la fuerza sobre todo el continente, Alemania hubiera logrado

    difundir gradualmente en Europa el programa ordoliberal original, lo

    30 Como sostiene David Harvey, para la mayor parte de las personas comprometidas con elmovimiento del 68, el enemigo era un Estado intrusivo que tena que ser reformado. Y en estepunto los neoliberales no tenan mucho que objetar (2007: 50).31Probablemente, una de las claves de la aceptacin generalizada del neoliberalismo como filosofade vida fue su extraa fusin con muchos elementos de la posmodernidad, tanto ideolgica comoreal. Esto fue posible, en primer trmino, debido a una transformacin profunda del concepto desujeto dentro del neoliberalismo, introducida por su versin neoclsica. Esta ltima ya contena innucelas caractersticas que la haran extremadamente afn al sujeto posmoderno. Sin embargo, porotra parte, esta transformacin antropolgica significara tambin la cada de la imagen del sujetoticamente responsable que el programa de Mont Plerin pretenda originalmente reivindicar(Hilgers 2011; Hoffman, DeHart y Collier 2006).

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    69Las contradicciones culturales del neoliberalismo

    cual, como hemos visto, intentaron infructuosamente sus represen-

    tantes en la sociedad Mont Plerin.

    En cuanto a Amrica Latina, las reformas terminaron en crisis

    debido a que en la mayora de los pases adems de los defectos de la

    corrupcin, la debilidad institucional y la desigualdad social, endge-

    nos e histricos en la regin se adopt un neoliberalismo economi-

    cista carente de suficiente espesor, calidad y flexibilidad institucional

    para poder hacer frente a los shocks estructurales de la globalizacin.

    Por ello, la evolucin posterior hacia el neomercantilismo o el neopo-

    pulismo no es casualidad: un neoliberalismo desinstitucionalizador yvaciado de todo contenido normativo les abri fcilmente el camino

    (Weyland 2003). Por otra parte, una pregunta que surge naturalmente

    es: cul ser la evolucin del neoliberalismo chileno? Como hemos

    visto, quizs haya sido slo en Chile donde se mantuvo buena parte

    del equilibrio del proyecto neoliberal original de la Mont Plerin. En

    tanto en las dems experiencias histricas algunas de las vertientes

    parciales se extremaron al perder el contrapeso de las otras tenden-

    cias compensatorias, en ese pas parece haberse dado una evolucin

    sorprendentemente estable y equilibrada. No obstante, es casi seguro

    que all se acentuarn cada vez ms las interrogantes acerca del futuro

    de un modelo neoliberal, el cual, a pesar de sus indudables virtudes,

    deber tambin superar complejas contradicciones internas.

    Por lo dems, el neoliberalismo, considerado como programa in-

    tegral de reforma de la economa y de la sociedad, parece hoy estar

    dando claras seales de haber agotado sus posibilidades.32No obstan-te, uno de los errores interpretativos que no debera traer esta crisis

    es el de identificar un probable final del neoliberalismo con el fin del

    liberalismo en general. Esta interpretacin est haciendo reflotar en

    muchos lugares ideas antiliberales, autoritarias o neorromnticas que

    la dura experiencia de la Segunda Guerra Mundial haba descartado.

    En realidad, el neolibera