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    Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

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    Pedro I. San MiguelReseña de"La República de Haití y la República Dominicana: Diversos aspectos de un problema histórico,

    geográfico y etnológico" de Jean Price-Mars

    Revista Mexicana del Caribe, vol. V, núm. 9, 2000

    Universidad de Quintana Roo

    México

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    Revista Mexicana del Caribe,

    ISSN (Versión impresa): 1405-2962

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    México

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     Jean Price-Mars, La República de Haití y la República Dominicana: diversos aspectosde un problema histórico, geográfico y etnológico, traducción de Martín Aldao y JoséLuis Muñoz Azpiri. 3a. ed., facsímil. Santo Domingo, Sociedad Dominicana deBibliófilos, 1995. Pp. xxxi, 879.

    on La República de Haití y la República Dominicana, de Jean Price-Mars, la Sociedad Dominicana de Bibliófilos continúa su tradición

    de dar a conocer en español obras sobre Haití, publicadas originalmenteen otras lenguas. Clásicos como La nación haitiana (1984), de Dantès Be-llegarde, y El pueblo haitiano (1986), de James Leyburn, se encuentran

    entre los títulos publicados previamente por los bibliófilos. La actual edi-ción de la obra de Price-Mars —un facsímil de la edición en español en tresvolúmenes, de 1958— posibilita que las nuevas generaciones de investiga-dores tengan a su disposición una obra de importancia capital, pero co-nocida por muchos sólo a través de referencias.

    Publicada originalmente en francés en 1953, esta voluminosa obrarepresenta un verdadero hito en el estudio de las espinosas relacionesentre Haití y la República Dominicana. Sin embargo, durante la dictadurade Rafael L. Trujillo (1930-1961) era virtualmente desconocida en la Repú- blica Dominicana; sólo unos pocos intelectuales privilegiados (trujillistas,obviamente) tuvieron acceso a ella. Luego de la caída de Trujillo, tantola edición en francés como su traducción en español continuaron siendopiezas de coleccionista. Así que, para todos los efectos, esta tercera ediciónde La República de Haití y la República Dominicana constituye la primeraen circular libremente en la República Dominicana. El estudio introduc-torio de Juan Daniel Balcácer, un investigador del pensamiento políticodominicano, le confiere un valor adicional. Al ubicar a Price-Mars en elcontexto de la historia política e intelectual de Haití, Balcácer enfatiza su

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    contribución al surgimiento de una “escuela haitiana de etnosociología”.Además, sintetiza las principales polémicas suscitadas por Price-Marsentre los intelectuales dominicanos, especialmente entre los trujillistas olos filotrujillistas.

    La inclusión, como apéndices, de dos comentarios en torno a la obrade Price-Mars escritos por los historiadores Emilio Rodríguez Demoriziy Sócrates Nolasco, le brinda un valor extra a la presente edición. Durantelos años cincuenta, Rodríguez Demorizi y Nolasco, junto con Ángel delRosario Pérez (autor de La exterminación añorada [1957], libro de más de400 páginas dedicado exclusivamente a rebatir en un tono usualmenteofensivo a Price-Mars), fueron de los más acerbos críticos del escritorhaitiano. Así que, en sus respectivos textos, ambos de 1955, cuestionanlos argumentos fundamentales y los puntos de vista de Price-Mars entorno a los rasgos distintivos de las colonizaciones española y francesade la Isla Española; a la formación étnica y cultural de los dos países quela comparten, y a los orígenes de la Revolución Haitiana y sus consecuen-cias sobre la parte española de la Isla. Asimismo, contradicen a Price-Marsrespecto de las causas de la ocupación de Santo Domingo por los ejércitoshaitianos en 1822, de las implicaciones que tuvo a largo plazo la domina-ción haitiana (1822-1844), y de las intenciones de Haití de recuperar sudominio sobre la República Dominicana luego de que ésta se convirtió

    en una nación independiente. Al adentrarse en el siglo XX, RodríguezDemorizi y Nolasco debaten sobre el “problema fronterizo” y la masivainmigración de haitianos hacia la República Dominicana, la que consi-deran, esta vez en coincidencia con Price-Mars, como una amenaza a lasrelaciones pacíficas entre los dos países.

    El corazón de estas polémicas se encuentra en las concepciones preva-lecientes en Haití y en la República Dominicana en torno a la identidadnacional. Concebida esta obra en el espectro ideológico de la negritud,de la que Price-Mars fue uno de sus precursores, su fundamento es quelas relaciones y las percepciones raciales han jugado un papel determi-nante en el desarrollo de las animosidades políticas entre las dos naciones.Sólo diferencias “de grado no de substancia”, arguye Price-Mars, dis-tinguen la composición étnica de Haití y la República Dominicana. Noobstante, los dominicanos se consideran como descendientes de los espa-ñoles (por lo tanto, blancos) y, en consecuencia, repudian cualquier nexocon Haití, cuya composición étnica conciben como “africana” (es decir,negra). Como Madame Bovary, reclama Price-Mars, el pueblo domini-cano trata de pasar por lo que no es. Al adscribirse a un origen español,

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    los dominicanos reniegan de su ascendencia africana que, según él,constituye su verdadera esencia.

    Este “bovarismo colectivo”, como cataloga Price-Mars al comporta-miento de los dominicanos, ha tenido implicaciones históricas para losdos pueblos. En primer lugar, durante la Revolución y las guerras deindependencia, los dominicanos se aliaron con los europeos —france-ses, españoles o de cualquier otro origen—, dándole la espalda a la épica“lucha por la libertad” que protagonizaron los esclavos de Haití. Ensegundo lugar, a lo largo del siglo XIX, los dominicanos rechazaron todoslos intentos de los haitianos por crear una sola nación de los dos paísesque comparten la Isla Española. Más aún, los dominicanos interpretaronesos esfuerzos como puro “imperialismo haitiano”, no obstante la exis-tencia de grupos en Santo Domingo que apoyaron a los haitianos, espe-cialmente en los años veinte. En tercer lugar, luego de la Independenciade Santo Domingo en 1844, los gobiernos dominicanos vieron a Haitícomo una amenaza permanente y, por ende, buscaron amparo en contrasuya entre las grandes potencias. Originalmente solicitaron un “protecto-rado” a cambio de concesiones territoriales, especialmente en la Bahíade Samaná; eventualmente buscaron la “anexión” a alguna de ellas. Así,en 1861, el entonces presidente de la República Dominicana, PedroSantana, negoció la anexión a España, su antigua metrópoli, la que fue

    derrotada en 1865 en una guerra popular en la que los haitianos colabora-ron de buen grado con sus vecinos. La amenaza de la anexión resurgió afinales de la década de los sesenta durante la presidencia de Buenaven-tura Báez, esta vez mediante negociaciones con los Estados Unidos. Todosestos intentos, argumenta Price-Mars, atentaron contra la soberanía hai-tiana y pusieron en peligro la libertad de las masas de su país, obtenidaduramente gracias a sus luchas en contra de la esclavitud. Tales tentativas,que ponen de manifiesto la preferencia de los dominicanos por anexarsea una potencia colonial en vez de unificarse con Haití, demuestran, porotro lado, la repulsión de los primeros hacia los haitianos. De igual mane-ra considera que, en el fondo, en tales actitudes subyace la percepción deque los haitianos son inferiores a los dominicanos.

    Price-Mars alega que, al término de los años sesenta del siglo XIX, losgobiernos haitianos habían abandonado totalmente el objetivo de inte-grar a los dos países. Sin embargo, los dominicanos continuaron actuandocomo si Haití constituyese un peligro perenne. Esto es evidente, según él,a lo largo de las prolongadas negociaciones para dilucidar el “problemafronterizo”, irresoluto desde el periodo colonial. Esta cuestión resucitó

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    una vez más en los años treinta del siglo XX, durante la dictadura deTrujillo, cuando quedó enmarañada con la inmigración de los haitianosa la República Dominicana.

    Dicha inmigración se manifestó de dos formas: mediante el estableci-miento de haitianos en territorio dominicano a lo largo de la línea fronte-riza entre los dos países, y a través de la migración estacional de bracerosque iban a trabajar en las plantaciones azucareras. Forzados a emigrardebido a las pésimas condiciones de vida en su país, este flujo de haitianosfue concebido por los nacionalistas conservadores como una influenciaperniciosa, ya que corrompía la “esencia” nacional de la República Domi-nicana. (Ello quería decir que los haitianos contribuían al oscurecimien-to y a la “africanización” del pueblo dominicano, interpretaciones quefueron tenazmente defendidas por intelectuales/políticos como ManuelA. Peña Batlle y Joaquín Balaguer.) Por lo tanto, concluye Price-Mars,debido a la extrema pobreza en Haití, ningún tratado fronterizo —y, enefecto, uno fue firmado en los años treinta— podría impedir que susciudadanos cruzaran la frontera en busca de una mejor vida.

    En los años cincuenta, a la luz de sucesos no muy lejanos al momentoen que escribía (tales como la ominosa masacre de miles de haitianos enla región fronteriza en 1937, matanza que fue ordenada por el mismoTrujillo), y de las relaciones previas entre los dos países, Price-Mars ter-

    minó su obra con una visión pesimista sobre el futuro. Después de todo,continuaba interpretando la historia de la Isla Española en términos dela confrontación entre las “razas” (o al menos entre concepciones racialesopuestas), y los dominicanos parecían aferrarse con tesón a su “bovaris-mo colectivo”. En los años cincuenta, el presente de Price-Mars sugeríaque se podía repetir el baño de sangre ocurrido a finales del siglo XVIII en laantigua colonia francesa de Santo Domingo y, luego, durante las guerrasde independencia. Para él, el futuro no era sino una reedición del pasado.

    En el ocaso del siglo XX no tenemos por qué suscribir el pronósticodesolador de Price-Mars, aunque la creciente oleada de xenofobia quese levanta en el planeta nos debe poner en alerta en nuestro propio ladodel mundo. Hoy en día en la República Dominicana hay voces que cues-tionan las interpretaciones racistas y antihaitianas que campeabanlibremente durante la dictadura de Trujillo, si bien todavía pululan portodas partes. Además, existen organizaciones sociales, políticas y cultu-rales que repudian tales discursos y cuyas agendas incluyen la reevalua-ción, en todas sus complejas manifestaciones, de las presencias africanay haitiana en la República Dominicana. Tampoco tenemos que creer en

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    la existencia de una esencia nacional pura, sea haitiana o dominicana, talcomo creían tanto Price-Mars como sus detractores. Pero, por otro lado,la campaña electoral de 1996 en la República Dominicana, en la que unode los principales candidatos presidenciales fue ferozmente atacado de- bido a su ascendencia afrodominicana y haitiana, demuestra que las preo-cupaciones de Price-Mars están lejos de ser obsoletas. Al menos por estarazón, la publicación de su obra La República de Haití y la República Domi-

    nicana constituye un acontecimiento realmente oportuno, de importanciatanto cultural como política.

    PEDRO L. SAN MIGUELDepartamento de Historia

    Universidad de Puerto Rico

     José Alfredo Uribe Salas, María Teresa Cortés y Consuelo Naranjo Orovio (coords.), México frente al desenlace del 98. La Guerra Hispanoamericana, Morelia, Mich., Uni-versidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de InvestigacionesHistóricas, Universidad de Puerto Rico/Recinto de Río Piedras, Instituto Michoa-cano de Cultura/Gobierno del Estado de Michoacán, 1999, 194 p.

    los importantes trabajos que han aparecido en los últimos años so- bre la guerra hispanoamericana de 1898 se suma el volumen tituladoA

     México frente al desenlace del 98. Tema central de los diez artículos quecomponen el texto es la perspectiva mexicana del conflicto, de la Indepen-dencia de Cuba, de la pérdida de las últimas colonias en América porparte de España y del expansionismo estadounidense en la región Golfo-Caribe.

     México frente al desenlace del 98 tiene muchos atractivos, uno de elloses el hecho de que los diferentes trabajos se complementan, dialoganentre sí, comparten fuentes, se nutren mutuamente. Prácticamente todoscuentan con un aparato crítico cuidadosamente elaborado, que despliegaante el lector la riqueza documental y bibliográfica que da sustento aldesarrollo de las ideas, la formulación de hipótesis y propuestas inter-pretativas.

    El libro abre con un trabajo, a cargo de María Teresa Cortés y José Al-fredo Uribe, que discute el desarrollo de la idea de nación en los paíseslatinoamericanos postindependentistas. Con el apoyo de una bibliogra-