QQuuéé ttee ooffrreeccee eessttee - Fundación...

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Sosiego e intriga. Ambas se entrecruzarán enel camino si te animas a recorrerlo sin pronti-tud. Cada vez se hace más difícil pasear poruna ribera que goce de la frondosidad y lasonoridad que caracteriza a sus bosques.Éste es el primer atractivo del sendero: sunaturalidad. Para mantener esta armonía, elcamino está señalizado por piedras hinca-das, sobre cuya superficie están esbozadaslas hojas del árbol, arbusto o hierba al quealuden. Este folleto te guiará a la vez que tecontará algunos detalles sugestivos de laexuberante vegetación de ribera.La intriga reside en las historias que acumu-lan estas verdes especies. Su presencia en lacultura del hombre se hace patente en todasy cada una de ellas, reflejando la dependen-cia que toda población ha tenido del río y suspobladores. En poco más de 40 minutos ten-drás una visión diferente de las riberas, nopresentando el camino ninguna dificultad.Aprovecha la intimidad del lugar para obser-var y escuchar a las aves, que sin duda apa-recerán o trinarán en el recorrido. Disfrútalasy si deseas conocer más sobre ellas, no lodudes y pregunta en nuestro Centro.Recuerda que tu silencio estará ocupado porlos sonidos de los aguazales.

¡Que disfrutes!

¿¿QQuuéé ttee ooffrreeccee eesstteeppaasseeoo ppoorr llaa rriibbeerraa??

¿¿PPoorr ddóónnddee vvaa eell rreeccoorrrriiddoo??

ZarzasSaucesSaúcosAlisosChopos

CarrizosEspadañasOlmosFresnosRosales

12345

1 2 34

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Esta sencilla planta de aspecto esquelé-tico da hogar a un grupo de aves quellevan su nombre: los carriceros. Sonaves de pequeño porte que entre lostallos de la planta elaboran sus nidos,atando pequeños palos con algunas

hierbas hasta dejar una construcción sóliday escondida donde poner sus huevos. Losmurmullos y movimientos que se escuchanen las orillas responden a la vida inquieta deestos emplumados. Pero no son los únicos seres vivos que le danusos en sus “viviendas”. Los humanos tam-bién hemos echado mano de este material,con cuyas cañas se han levantado empali-zadas y han formado parte de los techa-dos de las antiguas casas, dando nombreal llamado cielo raso. En estos techos semezclaba el armazón de carrizo conescayola hasta generar una estructurasólida y a la vez aislante.Y al igual que cantan los carriceros entreestos altos herbazales, nuestra planta haparticipado de estos momentos musi-cales siendo el palo utilizado parahacer sonar las zambombas; eincluso parte de las notas queen el pasado se esbozaban

sobre los pentagramas de papel, eran escritascon plumas hechas de sus cañas. Prueba ahacer una, es bien sencillo…

EEll CCaarrrriizzoo::nidos, hogares y notas musicales

Según cuentan las abuelas de lalocalidad de Torresmenudas, por estafecha salía el pueblo a las orillas delCañedo, afluente del Tormes, a reco-ger el bayón, como también se le diceen la comarca a la espadaña. Estaespontánea cosecha surtía dematerial al sillero de la localidad,quien con estas hojas, y una vezsecas, confeccionaba los asientosde las sillas de enea. Estas y otras celebraciones iban acom-pañas de lanzamientos de cohetes, tal ycomo en la actualidad sigue sucediendoen toda España. Los listones que guíanestos festivos explosivos, se hacían con lavara que sujeta el puro de esta planta. Y lla-mamos puro a las flores que se agrupandando esta forma, y que llegado en inviernose empiezan a despeluchar, dando una lluviade semillas pilosas. Una vez más las aves son las tra-peras que todo lo aprove-chan, y con estas pelusas,las ramas del sauce y unabuena dosis de maña, lospájaros moscones llegan atejer unos impresionantesnidos colgantes conforma de bolsa. Si quie-res ver uno, acércatehasta nuestro museo delrío y observarás cómoeste pájaro sabe hacerbuenos nudos.

Por San Juan tocaban las campanasaa ppoorr EEssppaaddaaññaass

Éstos son los supervivientes de uno delos linajes más singulares de nuestra tie-rra. Son olmos, que desde tiempos inme-moriales el hombre utiliza para fines muyvariados, aunque actualmente ha vistodiezmada su población por la enfermedad,causada por un hongo, llamada grafiosis.

Ya los romanos se servían de él para quesus ramas sujetaran los vástagos de lasvides, y tal era el privilegio de poseer olmosen los jardines, que los grandes monarcas,como Felipe II, solían cartearse e intercambiarsemillas. Incluso Carlos III, promulgó una ordende recomendación para la plantación de olmosen caminos, carreteras y plazas públicas.

LLooss OOllmmoossárboles del concejo

En los pueblos y aldeas de Castilla, bajo la som-bra de algún centenario olmo solían reunirse losancianos para tomar decisiones importantes oimpartir justicia. Hoy en día aún es fácil encon-trar los vetustos tocones a la puerta de ermitas eiglesias, pues según la creencia cristiana, sobrela copa de los olmos podían ocurrir apariciones devírgenes.

El poeta Antonio Machado quiso inmortalizar la trascendencia de este árbol en su poema “A un olmo seco”.

Según cuentan los

mayores de estas t

ierras, el fresno

ahuyenta los rayos

durante las torme

ntas y está tan

ligado a nuestra de

fensa que su nomb

re proviene del

griego prhagma, qu

e significa valla o e

mpalizada.

Su amplia distribuci

ón actual se debe

en parte a que

en la Edad Media s

e potenció la plantac

ión de fresnos

para fabricar arco

s, jabalinas y pica

s de caza. Si

resistentes debían

ser las armas, no m

enos lo serí-

an los carros, y la m

adera de nuestro h

omenajea-

do, que soporta bie

n los golpes, estab

a reserva-

da para la construcc

ión del cubo, la piez

a maciza

donde se insertaba

n los radios de las

ruedas.

EEll FFrreessnnooun fiel protector del hombre

Los ejemplares que ahora estás viendo están poda-dos en “cabeza de gato”, así llamados por el engro-samiento del que salen las ramas. Una vez cortadasse usaban como forraje para el ganado, que curiosa-mente aumentaba la producción de leche.

Hoy en día es fácil encontrar fresnos alinea-dos en los vallados de piedra dispersos por laprovincia. Su frondosidad será un certero indi-cador de que el agua está cerca, sea ésta visi-ble o subterránea, ya que están necesitados de

su constante presencia. Acércate yobserva su entorno…

PPrriimmaavveerraa ddee rroossaassinviernos de perlas rojiz

as

Este arbusto te será familiar. Míralo. Sus espinassemejantes a dientes de carnívoros, conceden unapellido científico al rosal silvestre. Es la rosa canina,antepasado vivo de nuestros rosales cultivados.Sus frutos, los escaramujos, son un preciado y sucu-lento regalo comestible cuando el alimento escaseapor el frío invernal. A sus colores rojizos acuden mir-los, palomas torcaces, petirrojos y verderones, quedegustan estos frutos carnosos, como los zorros yratones, esparciendo sus semillas por el bosque.Los tonos pastel de sus flores primaverales, llamaronla atención del ser humano, que probó, en invierno,los curiosos frutos imitando a los animales. Descubrióentonces el gran potencial curativo de las rojizas per-las. Curaban catarros al tomarlas en infusión, debidoa su alto contenido en vitamina C, y las diarreas cesa-ban por ser astringentes, confiriéndole el sobrenom-bre de tapaculos. Sus formas inverosímiles, caprichonatural, inspiraron sus usos ornamentales y ciertasmanualidades. Con hilos y frutos, los collares adorna-ban cuellos en los juegos improvisados de la niñez,mientras se comían como golosina las carnichuchas,o sea, brotes jóvenes, tiernos y rojos.

Cuando veas un rosal, cierra los ojos, y recuerdaque su antepasado recorre nuestros

paisajes hace siglos.

La zarzamora es una de las plan-tas más conocidas, y con mejordespensa de la ribera. Granparte de la fauna saca buen pro-vecho de este sabroso manjar,como los tejones, que acumulanreservas frente a los primeros fríos delotoño. Las aves migratorias dan buenacuenta de ellas antes de partir en sulargo viaje hacia climas más benignos.Esta espinosa tiene un crecimiento descomunal, y llega atapizar grandes superficies en muy poco tiempo, puespuede crecer hasta 4 centímetros al día. Por eso resistecualquier acción humana orientada a su eliminación, inclui-da la quema. De ahí el dicho “si me cortas me podas, si mequemas me abonas”.El hombre aprovechaba este recurso tan abundante, yusaba las cortezas de sus tallos para elaborar cuerdas conlas que se unir los haces de centeno que daban forma a loscestos llamados escriños. Pero en los Arribes del Duero seempleaban para confeccionar los butrinos, unas nasas otrampas que servían para la pesca de la sarda y la angui-la, especies antaño abundantes. Ambas han desaparecido,la primera por la competencia con las espe-cies exóticas introducidas artificialmentey la segunda, por la barrera que lessuponen los embalses en susmigraciones para criar.

si me quemas me abonas

SSii mmee ccoorrttaass mmee ppooddaass

MMiimmbbrreess ppaarraa ttrreennzzaarrcortezas para sanar

Las tempranas flores del sauce,cuando aún no ha marchado elinvierno, anuncian la pronta llega-da de la primavera, siendo aprove-chadas metódicamente por los pri-meros insectos de la temporada.

Sus prolongados rebrotes, flexiblespero consistentes, reciben el nom-bre de mimbre, y la planta entera,

mimbrero.

Conocida es su importancia y funcionalidad en nuestrahistoria, al permitir a nuestros antepasados transportartodo tipo de mercancías desde frutas hasta agua, yaque eran un excelente material para la fabricación decantimploras.

Junto al agua, donde crece, sirve de percha o posaderode los martines pescadores, que desde sus ramas, andanal acecho tras alevines de carpas, de los que pueden darbuena cuenta lanceándolos con su arponado pico.

Y en lances guerreros, de nuevo ha servido al hombre.Te parecerá curioso saber, que en la batalla contra losfranceses en Ciudad Rodrigo, nuestros soldados se pro-tegían del asalto enemigo tras parapetos de mimbre,grandes banastos rellenos de arena y piedras alineadosen las trincheras.

Dobla cuidadosamente una rama con tus manos, e ima-gina, a la vez, las escenas que acabamos de contar.Quizás no vuelvas a mirar con los mismos ojos un sauce.

Si nos remontáramos a las oscuras noches del sigloXVII, podríamos observar a grupos de mujeres queextendían sobre una rectilínea rama de saúco, una mez-cla de belladona y estramonio. Son sustancias alucinó-genas, que al sentarse desnudas sobre el varal delsaúco les provocaba sensaciones de vuelo, escribiendolas primeras leyendas de brujas en sus escobas.

UUnn eessccoonnddrriijjoo ddee sseerreess mmáággiiccooss que oculta remedios prácticos

La magia adherida a este notable arbusto esabundante en distintas culturas, y mágica es lasensación que deja en el paladar el probar sus flo-res rebozadas en harina y azúcar. Este postre escomún en Europa de donde provienen las leyendasque nos cuentan cómo elfos y hadas se ocultan entresu follaje para lanzar maleficios a quien lo daña sin

solicitarle: “Danos tu madera saúco” y escupir tres vecespara completar el ritual. Pero siempre hay remedios con-tra estos males y basta colocar sus ramas en la puerta dela casa o guardarlas en el bolsillo para protegernos.

En nuestro territorio los hortelanos clavaban estacasde su tronco en los huertos, junto a los caminos detopos y ratones, para ahuyentarlos y conservar sus

cosechas. Mito o realidad, lo que noes falsa es la belleza con que orna-menta los paseos ribereños desdesu escaso porte.

No pienses que esta presentación

supone el protagonismo del aliso en a

lgún

ancestral rito mortuorio, sino que respon

de a su ligazón

permanente al medio acuático: bien cua

ndo sus raíces

abrevan de manera constante en las li

ndes del agua,

bien cuando ya es madera cortada y el m

olinero le da

forma en los rodeznos de su molino.

EEll AAlliissoo un árbol unido al agua vivo y muerto

Claro está que dicha condición de resistencia a la putre-facción lo ha trasformado en diversos útiles, como ya lohicieron los romanos por estos pagos cuando sus tablo-nes formaban los canales que abastecían pueblos y ciu-dades. Y en el trasiego de ir y venir con los maderos, lostrabajadores descansarían sus pies agotados deslizan-do algunas hojas del aliso dentro del calzado, a modo deterapéuticas plantillas. Esto les aliviaría su dolencia, taly como lo ha hecho con muchas generaciones de pas-tores hasta nuestros días.

El humeiro, otro de sus nombres, no pasa desapercibi-do en un paseo ribereño, sus pictóricas hojas de nerviosmarcados van a dejarnos entrever, según la estación,las diminutas piñas, que año tras año producen lasnumerosas semillas que engendrarán el futuro bosque.

Busca alguna de estas piñas, te sorprenderán…

Mediada la primavera parques, ciudades yriberas aparecen vestidas de una capa depelusas blancuzcas. El responsable es elchopo, pues se alía con el viento a la horade dispersar las semillas, por ello se rode-an de una algodonosa capa que les permi-te volar lejos del árbol progenitor. Al ser laschoperas abundantes en gran cantidad deambientes, tanto naturales como ajardina-dos, la nevada es impresionante, blan-queando los escenarios que las rodean.

EEll CChhooppoonevadas primaverales de algodón

Es la especie arbóreaque domina en las riberasal ser plantado como cultivoforestal, ya que lo empleamospara hacer el papel sobre el quese imprimen las noticias diarias,o la literatura más sugerente. Su alto númeropermite a las abejas disponer de las materias primasnecesarias para construir sus geométricas colmenas.Y es que estos laboriosos insectos recolectan la resinapegajosa de sus ramillas y yemas para hacer los adhe-sivos de los panales.

Como ves, el río está lleno de pasajes de la historiagracias a sus provechosas orillas, que la paciencia yla necesidad de los hombres y mujeres de estos pue-blos ha sabido fructificar para hacer menos difícil lavida diaria.

Habla con sus habitantes, ysiempre aprenderás algonuevo…