Problemas Eticos y Morales
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UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO
ESCUELA DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
ESTRUCTURA DEL SISTEMA EDUCATIVO PERUANO
PROBLEMAS ÉTICOS Y MORALES EN EL QUEHACER EDUCATIVO
DOCENTE-ASESORA:
DRA. MARILÚ ALANIA AMBROSIO
INTEGRANTES:
MARIELA DEL SOCORRO CASTILLO PAREJA
YOLANDA MARGOT MINÍ PIZARRO
CLARA EUGENIA MONTES ORDOÑEZ
FAUSTA ASUNCIÓN ZAVALA TAMAYO
2014
A nuestra querida familia, a nuestros hijos por su apoyo incondicional.
ÍNDICE
PRESENTACIÓN
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I...................................................................................................................................1
PROBLEMAS ÉTICOS Y MORALES EN EL QUEHACER EDUCATIVO.................................1
1. VOCACIÓN DOCENTE..................................................................................................1
2. VIRTUDES ETICAS DEL PROFESIONAL DE LA EDUCACION..................................4
3. LA DELIBERACIÓN MORAL.........................................................................................7
4. NECESIDAD DE UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO DEL PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN...............................................................................................................11
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
PRESENTACIÓN
Uno de los mayores retos de la sociedad del siglo XXI es la educación. La
formación de las nuevas generaciones hay que plantearla desde las necesidades
actuales, educándolas para vivir en la sociedad del conocimiento, en un mundo
global marcado por las relaciones internacionales y un mercado laboral que se
extiende más allá de las fronteras de los distintos países.
Este marco social, laboral y del conocimiento demanda sujetos
cualificados y competentes para desenvolverse en los distintos ámbitos
profesionales. La institución escolar debe adaptarse a esta realidad y ofrecer una
educación de calidad.
En el presente trabajo de Investigación está enfocado en reflexionar y
conocer sobre los problemas éticos y morales del quehacer educativo, en nuestra
sociedad actual, la misma que comprende:
En el I Capítulo, problemas éticos y morales del quehacer educativo,
enfocamos en primer lugar la Vocación Docente, puntualizando el alto grado de
motivación, dedicación y servicio que debe tener un docente para ejercer la
carrera.
En segundo lugar, las Virtudes Éticas, la actividad personal, puesta de una
manera estable y honrada al servicio de los demás y en beneficio propio, a
impulsos de la propia vocación y con la dignidad que corresponde a la persona
humana.
En tercer lugar, la Deliberación Moral, conocer cuáles son las mejores
decisiones en una acción o situación concreta.
En cuarto lugar, la necesidad de un Código Deontológico, los fundamentos
del deber y las normas morales rigen nuestro actuar.
Y por último las conclusiones.
Las autoras.
INTRODUCCIÓN
La educación es básica en la sociedad. Aún no se entiende que el
desarrollo de un país está en la educación. Los maestros tienen el futuro de los
jóvenes en sus manos por eso es importante tener las habilidades, actitudes y
habilidades para ser un educador. En momentos en que el Estado tiene puestos
sus ojos en los maestros, en su desarrollo y desempeño profesional, es
importante que reflexiones sobre la vocación docente, las virtudes éticas, la
deliberación moral, la toma de decisiones y el código deontológico.
En el presente trabajo, se habla sobre estos problemas, que en muchos
casos deterioran la imagen del maestro. Se debe tener en cuenta que la vocación
nos lleva a cumplir las metas propuestas en cualquier ámbito profesional, y de la
vida misma, puesto que ella conlleva gusto, dedicación, placer y amor por lo que
haces, por lo tanto, sin mirar a los lados, en muchos casos, un docente con
vocación tiende a seguir fiel a sus principios, más allá de los obstáculos que se le
puedan presentar. La ética es la humanización de la conducta del hombre, en
consecuencia, al desempeño en el campo educativo, lo caracterizará esta virtud.
Diariamente los docentes toman decisiones sin apenas percatarse de ellas
y sin darles importancia, pero si en esta se busca el verdadero bien de los
estudiantes y es una acción consciente, intencional y libremente asumida, se trata
de una acción moral. Debe regir en la carrera docente la deontología profesional,
que hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían
una actividad profesional, en este caso del docente.
CAPITULO I
PROBLEMAS ÉTICOS Y MORALES EN EL QUEHACER EDUCATIVO
1. VOCACIÓN DOCENTE
La palabra vocación proviene del vocablo latín vacare que significa
llamada. Por lo tanto se puede decir que una vocación es un llamamiento y de
acuerdo a diferentes diccionarios es tener inclinación o aptitud a cualquier estado,
profesión o carrera. En educación, este llamado, está referido a la persona y se
entiende como la invitación a ser y desarrollarse conforme al ser particular de
cada uno y a nuestro compromiso de respetar el ser y el desarrollo del ser
particular de los demás y en los demás.
A lo largo de la historia, en la medicina y en la enseñanza se ha hablado de
vocación para su desempeño, al entender que estas profesiones precisaban de
un alto grado de motivación, dedicación y servicio. Era muy normal escuchar que
para ser maestro había que tener vocación. Aún hoy, Victoria Camps piensa que
«la tarea del maestro exige vocación y oficio».
La tarea educativa es un proceso vivo de dedicación amorosa del educador a sus
estudiantes. Esta donación personal no es posible sin unas determinadas dosis
de vocación.
1
Sin embargo, en las dos últimas décadas el tema de la vocación se ha
convertido en uno de los puntos más debatidos por los especialistas en
educación. Los profesores de Magisterio comprueban, curso tras curso, lo que
afirman las estadísticas nacionales: «nueve de cada diez estudiantes que
estudian Magisterio no tienen vocación para enseñar». Esto es lo mismo que
afirmar que no todos los profesores incorporados al sistema educativo tienen
vocación docente.
Al hablar de vocación, más que hacer referencia al sentido etimológico del
término y a su relación con el concepto de profesiones, oficios y tareas, hemos de
intentar analizarlo y definirlo desde la experiencia personal intensa, satisfactoria y
vivida con verdadera pasión. Expresar nuestra dedicación a la educación porque
creemos en ella y porque estamos convencidos de que de esta manera
contribuimos eficazmente a un mundo mejor y más humano; es decir, la docencia
la vivimos como un compromiso personal y una experiencia subjetiva.
“Ortega distingue entre lo que uno «es», lo que «debe ser» y lo que «tiene
que ser». Para él, esto último es la «vocación». «Misión», en cambio, significa lo
que el ser humano «tiene que hacer» en su vida”. (Casado, 2001,pag. 385-402).
Ni la vocación ni la misión son impuestas, sino propuestas. Por lo tanto, en
nuestras manos está el realizarlas como experiencia vital y pasional o no.
.
Vivir la vocación es sacar de dentro lo mejor de nosotros mismos y dar vida
a eso que cada uno «tiene que ser». La vocación así comprendida no es un
destino, sino un punto de partida. Desde este inicio se construye toda una
experiencia de vida dedicada a la docencia. Es lo mismo que decir que «maestro
no se nace, sino que se hace». Solo cuando somos capaces de imprimir a
nuestro quehacer la singularidad que le es propia, podemos hablar de auténticos
educadores.
Sobre la docencia como vocación, puesto que creemos en ella, hemos de
seguir reflexionando seriamente y, desde luego, y volviendo a reconsiderar su
sentido en nuestra profesión. Si la idea de vocación a algunos colegas docentes
2
les parece obsoleta, les tendremos que recordar que las demandas sociales
permanecen inalterables en esta exigencia.
Sólo se es un verdadero profesional cuando se tiene vocación (Gichure, 1995,
pag. 210).
El docente de hoy si no tiene clara su identidad puede caer preso de las
tendencias en boga y ser especialista brillante, pero devaluado como educador
que se encuentra en el aula con niños, jóvenes y miembros de la comunidad que
ven la realidad desde la velocidad de lo cibernético y la necesidad de resolver
problemas reales. Un enorme potencial está en sus manos y es por ello que no
cualquiera elige ser docente.
Hay que ser veraces en afirmar también que existen docentes que no
tienen vocación de servicio ya que utilizaron ésta hermosa profesión como
recurso para obtener ingresos y mantener a sus familias, así como también los
hay que iniciaron su vida profesional como maestros y que en el camino se fueron
"Enamorando" de su misión y estilo de vida, convirtiéndose posteriormente en
connotados educadores.
Ahora bien, enseñar es un arte, y tener vocación por la docencia significa
como mínimo tener aspiración por dominar ese arte, de las habilidades y aptitudes
propias de la enseñanza. Además de acuerdo con Erich Fromm, hay por lo menos
cinco requisitos generales para la práctica de cualquier arte: se requiere
disciplina, concentración, paciencia, preocupación y un acercamiento gradual.
Son precisamente estos requisitos con los que debemos comprometernos a lo
largo de nuestra carrera como docentes, y no es solamente de un tiempo
determinado, es realizarlos constantemente pues para alcanzar el dominio de la
docencia no hay un tiempo límite, ya que la educación se trasforma a medida que
las necesidades de la sociedad cambian.
Hay un gran porcentajes de docentes que están en el sistema ya como
tradición familiar, son aquellos que entraron porque son hijos de docentes. Y al
tener una madre maestra esos docentes ya tenían desde chicos una cierta
familiaridad con el sistema educativo, y así entraron a él. Hasta comienzos de los
‘70 ni siquiera era necesario tener un título pedagógico, bastaba con haber
terminado la secundaria. Con respecto a los técnicos y profesionales recibidos en
3
los años ‘70 y ’80 instantáneamente se convertían en profesores, en matemática,
en física o en química.
Otro porcentaje de docentes entró a la docencia a fines de los ’80 como
consecuencia del huracán neoliberal. Muchos profesionales contadores,
arquitectos, médicos, y sobre todo abogados entraron para completar sus magros
ingresos o directamente porque no tenían trabajo. La docencia era en ese
contexto de crisis un trabajo relativamente estable.
El docente debe estar preparado para desenvolverse en una comunidad sin
importar la clase social, cultural, económica e interracial, etc.; durante el proceso
de formación de maestros se nos dan ciertas pautas para realizar esta labor y
lograr la función principal de un docente sin importar el área en la que maneje su
profundización (lenguaje, inglés, matemáticas, etc.) es la de lograr un impacto y
un cambio social, debido a que somos más que instructores de conocimiento; los
docentes somos las personas que pueden lograr una mejora en la sociedad y de
acuerdo a las capacidades que tengamos, pueden ser buenas o malas para éstas
personas que esperan de un docente , una persona que les dé su apoyo y gratitud
cuando lo requieran los estudiantes.
A pesar de todo hay muchos docentes que intentan día a día hacer su
trabajo lo más dignamente posible. A pesar del viento en contra que tienen, viento
que viene desde el poder político, desdelos sindicatos, desde la propia sociedad.
2. VIRTUDES ETICAS DEL PROFESIONAL DE LA EDUCACION
El educador necesariamente debe tener una formación ética firme para
poderla transmitir y formar personas que posean también una buena base moral
que les permita desempeñarse adecuadamente en el medio social en que están
inmersas, manteniendo una relación de respeto por sí mismo y por los demás. El
respeto debe ser el valor primordial para vivir en una sociedad justa y libre.
Los escenarios pedagógicos propicios para la formación de personas
felices deben estar enmarcados en un contexto de amor, de valores, de
conocimiento y de experiencias significativas. Estas cualidades sólo las ofrecen
docentes que las posean y las transmitan. Un docente de alto nivel debe
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capacitarse y actualizarse académicamente, estar inmerso en los avances
tecnológicos, saber de actualidad social pero preservar y practicar los valores
aprendidos desde la escuela tradicional. Es imperante no olvidar que el buen
ejemplo vale más que un gran discurso.
En tal sentido, resulta parte sustancial de esta formación ética que en el proceso
formativo se propicie un clima en el cual tanto docentes como alumnos aprendan
a escucharse el uno al otro, sin prejuicios y respetando sus diferencias.
Un profesor ético es, por consecuencia, una persona ética. Una persona
que miente y engaña para su beneficio personal, o que es insensible a los
sentimientos de otros, difícilmente pueda transformarse en un ser íntegro, con
principios que le permitan ser un docente ético. En cambio, un profesor que se
empeña en ser empático con sus alumnos y colegas, que aspira a ser justo,
amable, confiable, responsable y honesto, y que muestra coraje en su rol
profesional, probablemente comprende y aprecia la importancia de tales virtudes
en su vida diaria.
La formación ética de los alumnos demanda un compromiso del docente
consigo mismo para desarrollar un trabajo responsable. Ello le permite conocerse
mejor como ser humano, de manera tal que llega a manejar de forma consciente
sus ideas, afectos y emociones. Lamentablemente, existen profesores que
desarrollan el proceso de enseñanza-aprendizaje no siendo conscientes de lo que
sus acciones pueden provocar en sus alumnos.
Evidentemente, esto demanda que el profesor desarrolle una sólida
capacidad de mirarse a sí mismo, a las relaciones que establece con sus pares, y
a las interacciones que construye con sus alumnos. Esto último tiene una
importancia significativa, ya que los alumnos aprenden a ser éticos a través de
sus experiencias con los docentes.
En efecto, es necesaria una ética docente tanto por parte del profesor,
como por parte del alumno así como del marco institucional y social de la escuela
moderna. Aunque no siempre se vea la ética docente, o no se sepa con
conocimiento de causa sus conceptos o códigos, siempre ha estado allí. No es
cuestión de aplicar una ética a la enseñanza o no aplicarla. En mi opinión la ética
5
siempre ha estado en la docencia, sólo que ahora intentamos reconducirla y
explicitarla.
En el proceso educativo se establecen relaciones morales entre profesores
y alumnos que se manifiestan en un continuum de actividades y actitudes que
forjan la identidad de cada uno de ellos. En su actuar moral se exige un
acercamiento reflexivo entre profesores y alumnos. Lo que ocurre en este proceso
necesita ser revisado (por la ética docente) en un marco de acciones concretas y
cotidianas, y no basarnos en la experiencia o moralidad abstracta de los
imperativos de un deber moral plasmado en unos estatutos o actas. Desde el
punto de vista de la ética comunicativa apelar a la ética docente es apelar a la
razón del profesor/a para que revise su conciencia y ley moral y reconozca a los
estudiantes como interlocutores válidos y fines en sí mismos como alude Kant
(Navarro, 1995: 231-232) en una unidad de comunicación ideal como es el aula
(Martínez, 2005: 67-69)
La ética es la que compromete al docente con el ejercicio responsable de
su autoridad, hace que no caiga en un autoritarismo subjetivo y permite que
construya un espacio con sentido, donde se transmitan valores morales y
culturales que ayuden al alumno a enfrentarse a la sociedad actual a la vez que lo
hace salir de un mundo de apariencias y superficialidades para adquirir
compromiso con él mismo y los demás. La ética comunicativa tiene mucho que
dar a la ética docente, gracias a ella la educación actual ya no toma al alumno
como un elemento pasivo [1], sino que realiza un giro copernicano [2]para
considerarlo como algo activo, como un interlocutor.
El docente como persona adulta debe tener, al menos en teoría, conciencia
de sí mismo como característica fundamental, es decir una forma clara de auto
concepto sin sufrir los errores generales de atribución que pueden causarle los
alumnos (Ovejero, 1998). Al igual que Kant estipuló tres cuestiones
fundamentales en su “Crítica de la razón pura”: ¿Qué puedo conocer?, ¿qué debo
hacer?, ¿qué me cabe esperar?, el docente debe plantearse también tres
cuestiones fundamentales: ¿qué puedo conocer de mis alumnos? ¿Qué debo
hacer con mis alumnos? ¿Qué me cabe esperar de mis alumnos?
6
El docente es tal vez el profesional que mayor capital de virtudes debe
poseer, sobre todo por su influencia en la sociedad.
Entre las virtudes que un buen docente debe exhibir podemos enumerar
las siguientes:
Ser honesto en su labor.
Ser altamente responsable.
Demostrar solidaridad hacia quién necesita asistencia u orientación.
Innovador en sus estrategias.
Creativo para enseñar.
Facilitador para que quienes más dificultades tienen aprendan mucho
más fácilmente.
Amigo de sus alumnos.
Humilde al demostrar lo que sabe y posee.
Capaz de reconocer sus errores.
Capacidad para modificar el rumbo cuando verifica que una estrategia
no le funciona.
Proactivo para prever los resultantes de sus acciones.
Argumentativo más que confrontador al defender sus ideas.
Evaluador para tomar decisiones.
Visionario para utilizar nuevos procedimientos y conocimientos.
Amigable con todos.
3. LA DELIBERACIÓN MORAL
La deliberación surge en la antigüedad griega con la pretensión de dar
mayor consistencia a las decisiones humanas. El término griego para deliberación
es boúleusis, y tiene un origen político. Se trata de un sustantivo común,
directamente relacionado con otro nombre propio, Boulé, una institución muy
antigua en Grecia que en la época de Homero significaba el Consejo de los
Ancianos, y en la época de Pericles el Consejo de los Quinientos. La Boulé era,
por tanto, una instancia de ponderación y consejo de carácter público. Parece que
fue Aristóteles el primero en emplear en un sentido técnico la palabra boúleusis
7
para recordarnos por lo menos dos de sus características. La primera, que no hay
decisión sin previa deliberación.
La segunda, que la deliberación con uno mismo no es sino la forma
interiorizada de la deliberación en común tal como era practicada por el Consejo
de los Ancianos, por tanto, por los hombres de sabiduría ganada a base de
experiencia y tiempo, los llamados “prudentes” (phronimoi). Es pues a Aristóteles
a quien hemos de acudir para conocer el sentido inicial que tuvo la deliberación
en la antigüedad clásica.
Aristóteles es el gran introductor y sistematizador de la deliberación en la
toma de decisiones. Un buen estímulo quizá lo encontró esta vez, no en su
maestro Platón, sino en Sócrates. El élenkhos socrático es, muy probablemente,
no tanto la teoría cuanto la práctica de la deliberación. La deliberación aquí tiene
estructura de diálogo y consiste en un método de evaluación de ideas y creencias
aparentemente inamovibles. Lo que con la deliberación se consigue es que el
propio portador de esas ideas y creencias las haga conscientes y sobre ellas
perciba ciertas incoherencias si son sostenidas más allá de lo prudente y
razonable. El sentido de este procedimiento no es pues imponer desde fuera nada
(la llamada “refutación”), sino llegar por uno mismo, con la ayuda de otros, a
discurrir aquello que parece más sabio (la llamada “mayéutica”). La sabiduría, o
mejor, el descubrimiento de los límites de la sabiduría humana es el resultado
más llamativo de la deliberación. La vida moral ha de alzarse entonces sobre
ideas y creencias nunca demostradas del todo.
Por lo tanto, la deliberación es para Aristóteles un modo de conocimiento
práctico, no teórico, en el que se utilizan argumentos dialécticos y retóricos, dado
que la ética no es una ciencia exacta. Aquí no caben la apodicticidad ni la
universalidad, porque las decisiones morales siempre son individuales y
concretas, y eso priva de cientificidad (en el sentido expresado) a los argumentos
prácticos. Un argumento práctico nunca es ciencia, sino opinión. Y la opinión no
alcanza más que el grado de lo probable, no de lo cierto. De ahí que la
deliberación tenga por misión tomar decisiones, no verdaderas sino prudentes, en
situaciones de incertidumbre.
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3. 1. LA DELIBERACIÓN EN LA ACTUALIDAD
El modo de tomar decisiones ha cambiado de un tiempo a esta parte. Ya
no cabe demostrar, sino argumentar, como tampoco cabe imponer, sino exhortar.
La exhortación es un objetivo básico hoy de la deliberación, y ello porque ya no
sólo pueden deliberar algunos, los mejores, como sucedía en tiempos de Homero
o Aristóteles, sino todos. El otro objetivo es conocer más y mejor para actuar. El
Diccionario de la Real Academia Española define el verbo “deliberar” en estos
términos: “Considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de
una decisión, antes de adoptarla, y la razón o sinrazón de los votos antes de
emitirlos”. Esta definición es claramente insuficiente, pero es de la única que
podemos partir en la actualidad para enumerar algunas características
fundamentales de este concepto. Una primera, como ya nos dijera Aristóteles, es
que la deliberación siempre precede a la elección o decisión, o tiene como fin la
acción, o el juicio que lleva a la acción. Deliberamos para actuar; por tanto, la
deliberación se hace siempre en función de algo práctico que va a pasar o tiene
que pasar en el futuro. Además, la deliberación es un examen meditativo,
reflexivo, ponderativo, propio de la actividad pensante, acerca de un asunto
complejo. En este sentido la deliberación posee carácter cognoscitivo,
investigador; es una especie de segunda navegación o de reversión mental sobre
un problema más allá de su conocimiento inmediato o espontáneo. Por último, la
deliberación recae sobre algo que está inundado de opiniones contrapuestas,
cada una de las cuales posee ciertas ventajas, pero también sus inconvenientes.
La deliberación se aplica a aquello que no se rige totalmente por las leyes
de la necesidad, tampoco de la arbitrariedad o el azar, sino en gran parte de la
libertad.
Lo que se busca es entonces conocer el mayor número de posibilidades de
obrar para tomar decisiones prudentes. Como ya advirtió Aristóteles, la prudencia
es el criterio moral en las situaciones inciertas o no completamente previsibles.
Ahora bien, la deliberación como método práctico cumple todas estas
características a través de un proceso evaluativo, y este proceso se hace sobre
razones, pero se hace también sobre emociones, sentimientos, creencias,
valores, tradiciones, etc.
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En consecuencia, la deliberación se sitúa en el siglo XX más allá de la
búsqueda del conocimiento de las cosas para actuar. No tiene una dimensión
puramente intelectual, sino también emocional: es un método imprescindible para
encontrar la consistencia de todo ese mundo que ha descubierto la fenomenologia
como objetivo, es decir, emociones, creencias, sentimientos, valores, tradiciones,
etc. El mundo actual no por más democrático es menos conflictivo. Antes bien, la
conflictividad ha aumentado, pero se piensa que con ello crece de modo paralelo
la calidad de las decisiones. Después de todo, se trata de tomar decisiones
prudentes o responsables en situaciones de incertidumbre.
3.2. PRUEBAS DE CONSISTENCIA Y TOMA DE DECISIÓN
Pruebas (tiempo, publicidad, legalidad). Para asegurar que la decisión que
se va a tomar es prudente o responsable, resulta conveniente someterla a una
serie de criterios de contraste. La prueba del tiempo busca, en un ejercicio mental,
que la decisión no sea precipitada, que no está motivada por sentimientos
inconscientes e irracionales. La prueba de la publicidad tiene por objeto que la
decisión se pueda argumentar públicamente, dado el caso; es una especie de
prueba de universalización. La prueba de la legalidad sirve para no tomar
decisiones que queden fuera de la ley, ante todo, por desconocimiento de ésta, y
sobre todo por prudencia.
Decisión final. La decisión final, que suele ser la prudente, es aquella que
toma el responsable del caso.22
En definitiva, deliberar no es fácil. De hecho no es un método que se
practique mucho. Ni siquiera se enseña en los lugares en que se debería:
escuelas, colegios, universidades, etc. Tampoco a las edades tempranas como
correspondería. Se cree más en el olfato moral, ojo clínico, sentido común, etc.,
que en el propio proceso deliberativo, lo cual es un gran obstáculo a la hora de
tomar decisiones prudentes o responsables.
10
4. NECESIDAD DE UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO DEL PROFESIONAL
DE LA EDUCACIÓN
Un código deontológico es un documento que recoge un conjunto más o
menos amplio de correctamente una actividad profesional. Los códigos
deontológicos se ocupan de los aspectos éticos del ejercicio de la profesión que
regulan.
Muchos de esos principios pueden resumirse en los siguientes: guardar
fidelidad a la institución dirigirse a los colegas con respeto y consideración,
evitando la competencia desleal; actualizarse con los conocimientos propios de su
disciplina; guardar el secreto profesional; no sacar provecho de la superioridad del
puesto para manipular o chantajear a otros; etc.
PRIMERA CONSIDERACIÓN
FUNCION DEL PROFESOR
Art. 7°.- El profesor es el agente fundamental de la educación y contribuye
con la familia y la comunidad al logro de la personalidad del educando.
Art. 8°.- El profesor debe guardar incólume su dignidad personal y
profesional, su honor y sus méritos.
Art. 9°.- El profesor debe gozar de plena libertad magisterial para
desempeñar su función, disponiendo de los mejores métodos de enseñanza y
material educativo.
Art. 11°.- El profesor merece un trato digno en lo personal, profesional
además de tener derecho a una remuneración económica decorosa.
Art. 12°.- El profesor es responsable de coadyuvar al diseño del modelo
social basado en los principios éticos de la igualdad, la justicia, el trabajo y la
honestidad; en la Constitución Política y las leyes del Estado, así como en el
respeto a las leyes sociales de buenas relaciones humanas.
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Art. 13°.- El profesor debe considerar que el Perú es una estructura social
pluricultural y multilingüe; por tanto debe ser tenida como tal para la aplicación de
sus conocimientos profesionales, científicos y técnico-pedagógicos en el
desarrollo de su función docente.
Art. 14°.- El profesor tiene el deber moral de propender el desarrollo de
programas curriculares científica y tecnológicamente adecuados a las
necesidades de la comunidad e inspirados en los
Art. 16°.- El profesor es el agente social más importante para lograr la
preservación y conservación de la identidad cultural del país y actuar con energía
frente a los procesos de alienación cultural extranjerizante y de modelos ajenos
ala comunidad nacional.
Art. 18°.- El profesor tiene el deber de una permanente labor de
capacitación y actualización profesional, tendiente a su desarrollo personal,
profesional, familiar y social.
Art. 19°.- El profesor tiene el deber de mantener en permanente desarrollo
la teoría educativa acorde a las características y condiciones de la nación y del
país, basando su actuar en el desarrollo histórico y social con el propósito de
orientarlo a mejores condiciones de vida. .
Art. 21°.- El profesor tiene el deber de defender los derechos del
educando ante cualquier agresión personal o institucional, denunciando a los
culpables
SEGUNDA CONSIDERACIÓN
LA COMUNICACIÓN ENTRE PROFESORES Y ESTUDIANTES
Art. 24°.- Es un deber ineludible del profesor hacia el educando servirlo
con empeño y satisfacción, sin coartar ni su libertad ni su conciencia, cualquiera
fuera su condición social, económica, raza y religión.
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Art. 25°.- El es el sujeto espiritual y material, con libertad y libre albedrío,
con derechos de la ley natural y de las leyes internacionales, que merecen toda
atención del profesor y sus cuidados.
Art. 26°.- El estudiante tiene derecho a exigir a sus padres, a la comunidad
a los poderes públicos y al Estado, que se le brinden las mejores condiciones
para su educación, y formación integral. . .
Art. 29°.- El estudiante tiene derecho al respeto de sus padres, a su
idioma, su identidad cultural; respeto a los valores culturales de la comunidad de
la cual es parte integral.
Art. 30°.- Al estudiante se le debe proporcionar orientación sexual y
vocacional, sobre sus derechos y libertades fundamentales así como su derecho
de acceso al conocimiento de la ciencia, la tecnología y la cultura universal. .
Art. 32°.- Los profesores tienen el deber de denunciar ante las autoridades
competentes los casos de maltratos físicos, morales, o espirituales y todas las
faltas contra la dignidad y honor del educando.
Art. 33°.- El estudiante tiene derecho a libertad de expresión en sus
pensamiento, de creación y de culto religioso, aún si es distinto al de sus padres,
tutores y/o profesores.
Art. 35°.- Los estudiantes tienen derecho a ser matriculados en el sistema
regular de la enseñanza que sus padres determinen; debiendo ser respetados en
sus decisiones.
TERCERA CONSIDERACIÓN
OBJETIVOS COMUNES DE LOS PADRES DE FAMILIA Y PROFESORES
Art. 41°.- Todo niño o adolescente tiene derecho a vivir, crecer, y
desarrollarse en el seno de su familia. Si careciera de familia natural, tiene
derecho a una familia con el apoyo decidido del Estado y las instituciones
benéficas.
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Art. 42°.- Si el niño o adolescente educando es vejado por sus padres
naturales o adoptivos, el adolescente tiene el deber de denunciar tales hechos, y
solicitar su protección.
Art. 43°.- Todo padre o madre desea la mejor para sus hijos, y por tanto,
debe proporcionarles alimento, habitación, educación y bienestar corporal y
espiritual, dentro del ambiente de libertad
Art. 45°.- Los padres de familia deben recurrir al profesor de sus hijos para
informarles sobre su avance formativo. La coordinación entre padres y
educadores es fundamental.
Art. 48°.- Los profesores que se negaran a exhibir las pruebas de
evaluación de los educandos son posibles a las sanciones de la autoridad en el
Centro Educativo, y la reincidencia debe ser causal de suspensión.
Art. 49 .-Los ultrajes contra la dignidad de los educandos serán
severamente sancionados por las autoridades competentes.
Art. 50°.- Los profesores que hayan sufrido sentencia del fuero civil o
penal por ultrajes a menores, serán suspendidos de la función educativa y
separados de la Orden.
CUARTA CONSIDERACIÓN
RELACIÓN DE LOS PROFESORES CON LOS ORGANISMOS ESTATALES
DEL SECTOR EDUCACIÓN
Art. 51°.- Los profesores de los centros educativos estatales y particulares
tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones mientras desempeñan sus
funciones educativas.
Art. 53°.- Todos y cada uno de los profesores tienen el derecho a la
defensa gremial de la Orden cuando sus intereses profesionales, éticos, morales,
e inclusive económicos fueran mellados. Existe un deber moral de aceptar las
medidas que adopte la Orden, en defensa de los mismos.
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Art. 55°.- Todo reclamo de derecho de los profesores deberá conocer la
Orden haciéndolo la suya para mediar ante las autoridades competentes.
QUINTA CONSIDERACIÓN
LAS RELACIONES ENTRE PROFESORES
Art. 57°.- Los profesores entre sí se merecen respeto y reconocimiento
personal y profesional.
Art. 58°.- Las decisiones de un profesor son irrevocables en materia de su
responsabilidad y las modificaciones solamente serán a "motu proprio".
Art. 59°.- Los profesores que pertenezcan a la misma especialidad y
tengan la misma función y responsabilidad debe coordinar para realizar acciones
e intercambiar sus experiencias.
Art. 61°.- Los profesores gozan de estímulos en diferentes grados por sus
méritos, y sanciones al incumplimiento de sus deberes y obligaciones.
SEXTA CONSIDERACIÓN
RELACIÓN DE LOS PROFESORES CON LA COMUNIDAD, LAS
INSTITUCIONES Y EL ESTADO
Art. 63°.- Las relaciones entre los profesores con la comunidad y las
instituciones establecidas deben ser permanentes, francas, dialógicas y
constructivas.
Art. 64°.- La comunidad es una fuente inagotable y rica en iniciativas y
proyectos.
Art. 65°.- La conciencia comunitaria se manifiesta permanentemente en
sus reuniones, sesiones, asambleas y actividades. Esta conciencia necesita
orientación ideológico-doctrinaria y ordenamiento de sus anhelos hacia un modelo
social autónomo, comunitario, solidario, justo y libre.
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PROPUESTA DE CÓDIGO DE ÉTICA DOCENTE
A continuación se presentarán algunas propuestas que hacen referencia en
la elaboración de un código de ética docente:
1. El primer deber de los profesionales de la docencia es servir a su país
como líder crítico y reflexivo en el centro de trabajo y la comunidad donde esté
ubicado.
2 . Deberá ejercer con estricto apego y respeto a los valores morales,
individuales y sociales, tomando en cuenta las costumbres y tradiciones donde
labora.
3. Debe formar parte integral de la profesión pedagógica, el respeto, la
dignidad de todas las personas, el pluralismo y la tolerancia con las ideas
políticas, religiosas y filosóficas, la responsabilidad y la honradez.
4. Mantener una vida pública y privada ejemplar, que vaya en concordancia
con los valores impartidos. La conducta debe ajustarse a las reglas del honor y la
dignidad.
. 5. Respetar y cumplir cabalmente las leyes y reglamentos que rigen a la
profesión docente.
. 6 . Promover programas que impidan la discriminación sobre la base del sexo,
estado civil, raza, clase social.
7.- El docente debe ser investigador. Ser innovador. Actualizar sus
conocimientos en pro de sus educandos.
8. El docente debe ser humilde, expresivo, flexible, afectivo y colaborador.
9. Estar siempre atento a la conducta del estudiante para apoyarle en
cualquier situación que así lo requiera.
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CONCLUSIONES
La misión del docente, se encuentra el más amplio espíritu de la
vocación. En sus manos y bajo su responsabilidad se colocan los
destinos de la sociedad. Es por ello que ser educador requiere hoy día
un alto sentido de compromiso con la humanidad, los cambios en ella
son constantes y nos exige estar activos.
En primer lugar el profesor deber ser una persona abierta, serena y
tolerante, que asuma ante sus alumnos el papel de mediador y
consejero, que domine las nuevas tecnologías, que sea un buen
pedagogo, que tenga capacidad para el trabajo en equipo, que sea
capaz de orientar personalmente y profesionalmente a los alumnos, que
tenga un alto grado de adaptabilidad a las situaciones conflictivas y
cambiantes del aula y del contexto social; y, sobre todo, debe poseer
tres cualidades: la ejemplaridad, la autoridad moral y la madurez
afectiva
La deliberación es una técnica, un modo de conocer cuáles son los
mejores cursos de acción en una situación concreta, y su puesta en
marcha requiere seguir unos pasos y afinar la percepción de los valores,
además de la asumir algunas actitudes de carácter emocional.
El reto no está en crear una nueva ética, sino en reinventarla, ajustar y
redefinir los valores a las necesidades del ser humano actual y a la
sociedad en la que desarrolla su existencia, redescubrir nuevos
aspectos de valores.
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