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Iván VilIalobos Alpízar Perspectivas psicoanalíticas sobre el sujeto Abstraet: This paper deals with the problem o/ the subject, taking as an axis o/ discussion the contribution o/ psychoanalysis. This contribution is related with Freud's proposals as wel/ as with the theoretic developments o/ Jacques Lacan, through the importance he gives to language and itsprocesses; in accordance with this, the subject becomes a split and undetermined category. In this discussion the notion o/ the unconscious is capital, because according lo Lacan the uncon- scious is structured as a language. Resumen: Este ensayo gira en torno a la problemática del sujeto, tomando como eje de discusión el aporte del psicoanálisis. Este aporte está relacionado con los planteamientos de Freud, así como con los desarrollos teóricos de Jacques Lacan, mediante su énfasis en el lengua- je y sus procesos; de acuerdo con esto, el sujeto se convierte en una categoría escindida e inde- terminada. En esta discusión es capital la noción de inconsciente, inconsciente que está estructu- rado como un lenguaje, según Lacan. Que el psicoanálisis tiene mucho que decir en relación con la subjetividad parece evidente. Como práctica que se desarrolla en directo con- tacto con individuos (ya veremos que es una ilu- sión considerarles indivisos), que tiene como ob- jetivo el análisis del discurso del analizan te, sus equivocaciones, sus escansiones (es decir, la pun- tuación del discurso a través de los cortes y pau- sas), su entonación, etc., tiene mucho que aportar a las concepciones que se tengan sobre el sujeto. Ya podemos decir sin más rodeos que el sujeto psicoanalítico es un sujeto escindido entre su de- seo y su decir, decir que se queda corto para "ex- presar" ese deseo, puesto que el decir es posible por la represión misma. 1 Hablamos porque fui- mos escindidos por la barra de la represión, esto es, por la separación que todo ser humano ha su- frido y gracias a la cual llegó a ser parte del mun- do de la Cultura, superando la ilusión simbiótica en la que vivía, propiciada por el primer soporte del sujeto humano.? La ley de las sociedades, co- mo ya lo mostró Lévi-Strauss, es la ley de la pro- hibición del incesto, es decir, la prohibición de la reintegración con la madre; esta leyes la que es- tá en la base del lenguaje mismo en cuanto es- tructura simbólica, y que permite precisamente su movilidad. No obstante, a pesar de su aporte insoslaya- ble, el psicoanálisis no puede monopolizar el sa- ber sobre el sujeto, sino sólo aportar algunas perspectivas -fundamentales, no obstante-, pues no agota todas las aristas desde las cuales puede ser abordado, prescripción válida para cualquier disciplina que trate esta problemática. No obstan- te, la subjetividad no puede ser pensada sin el aporte psicoanalítico, tanto en su dimensión indi- vidual como histórico-colectiva. Más que un cor- pus doctrinal canónico y eterno, el psicoanálisis debe concebirse como una práctica constante y continuamente por hacerse, que si bien comporta una dimensión teórico-conceptual importante, no se coloca por encima de la práctica psicoanalíti- ea, que es el referente ineludible de cualquier construcción teórica. A este respecto baste recor- dar que no nace como especulación teórica sino como producto de la práctica clínica, que guía y determina los derroteros de la teoría. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXIX (98), 87-96, Julio-Diciembre 2001

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Iván VilIalobos Alpízar

Perspectivas psicoanalíticas sobre el sujeto

Abstraet: This paper deals with the problemo/ the subject, taking as an axis o/ discussion thecontribution o/ psychoanalysis. This contributionis related with Freud's proposals as wel/ as withthe theoretic developments o/ Jacques Lacan,through the importance he gives to language anditsprocesses; in accordance with this, the subjectbecomes a split and undetermined category. Inthis discussion the notion o/ the unconscious iscapital, because according lo Lacan the uncon-scious is structured as a language.

Resumen: Este ensayo gira en torno a laproblemática del sujeto, tomando como eje dediscusión el aporte del psicoanálisis. Este aporteestá relacionado con los planteamientos deFreud, así como con los desarrollos teóricos deJacques Lacan, mediante su énfasis en el lengua-je y sus procesos; de acuerdo con esto, el sujetose convierte en una categoría escindida e inde-terminada. En esta discusión es capital la nociónde inconsciente, inconsciente que está estructu-rado como un lenguaje, según Lacan.

Que el psicoanálisis tiene mucho que deciren relación con la subjetividad parece evidente.Como práctica que se desarrolla en directo con-tacto con individuos (ya veremos que es una ilu-sión considerarles indivisos), que tiene como ob-jetivo el análisis del discurso del analizan te, susequivocaciones, sus escansiones (es decir, la pun-tuación del discurso a través de los cortes y pau-sas), su entonación, etc., tiene mucho que aportara las concepciones que se tengan sobre el sujeto.Ya podemos decir sin más rodeos que el sujeto

psicoanalítico es un sujeto escindido entre su de-seo y su decir, decir que se queda corto para "ex-presar" ese deseo, puesto que el decir es posiblepor la represión misma. 1 Hablamos porque fui-mos escindidos por la barra de la represión, estoes, por la separación que todo ser humano ha su-frido y gracias a la cual llegó a ser parte del mun-do de la Cultura, superando la ilusión simbióticaen la que vivía, propiciada por el primer soportedel sujeto humano.? La ley de las sociedades, co-mo ya lo mostró Lévi-Strauss, es la ley de la pro-hibición del incesto, es decir, la prohibición de lareintegración con la madre; esta leyes la que es-tá en la base del lenguaje mismo en cuanto es-tructura simbólica, y que permite precisamentesu movilidad.

No obstante, a pesar de su aporte insoslaya-ble, el psicoanálisis no puede monopolizar el sa-ber sobre el sujeto, sino sólo aportar algunasperspectivas -fundamentales, no obstante-, puesno agota todas las aristas desde las cuales puedeser abordado, prescripción válida para cualquierdisciplina que trate esta problemática. No obstan-te, la subjetividad no puede ser pensada sin elaporte psicoanalítico, tanto en su dimensión indi-vidual como histórico-colectiva. Más que un cor-pus doctrinal canónico y eterno, el psicoanálisisdebe concebirse como una práctica constante ycontinuamente por hacerse, que si bien comportauna dimensión teórico-conceptual importante, nose coloca por encima de la práctica psicoanalíti-ea, que es el referente ineludible de cualquierconstrucción teórica. A este respecto baste recor-dar que no nace como especulación teórica sinocomo producto de la práctica clínica, que guía ydetermina los derroteros de la teoría.

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El descentramiento del sujeto es uno de losmotivos teóricos contemporáneos más relevan-tes, descentramiento respecto del campo gravita-cional de la conciencia, conciencia que implica elconocimiento y reconocimiento constantes de laidentidad del sujeto consigo mismo, al tiempoque el dominio sobre ese sí mismo y su actuar. Aesta problemática -la del sujeto escindido- arri-ban múltiples disciplinas. El tema del sujeto de-sarticulado no es punto de partida, sino más bienconsecuencia de la labor de disciplinas diversas,tales como la lingüística, la etnología o el mate-rialismo histórico, que convergen, al tiempo quese alejan, en ese sujeto/objeto de saber no deter-minable unilateralmente, ni reducible a la unidadde un objeto empírico o trascendental de la ra-zón. Recordemos que la filosofía moderna es unafilosofía del sujeto consciente, de la unidad y cer-teza del yo pienso cartesiano, pensamiento que sepliega sobre sí mismo para fundar una certezainamovible frente a las apariencias, certidumbreque a su vez depende de la existencia de un Diosque no engañe (res infinitae) y asegure la no exis-tencia de un genio maligno.' El error de Descar-tes, sin embargo, es hacer pasar una partícula lin-güística -el pronombre personal en primera per-sona- que es sólo un mecanismo de posiciona-miento y contextualización de discurso (deícti-co), a un ser sustancial sobre el cual sustentará laexistencia de todo lo demás; una de las conse-cuencias de este exceso metafísico es su pococonvincente superación del solipsismo.

Como dijimos ya, entre las disciplinas queconvergen en un tratamiento desarticulado sobreel sujeto contamos con el psicoanálisis que, des-de sus orígenes, representó una especie de "revo-lución copernicana" en tomo a la subjetividad,revolución que tiene que ver no sólo con la for-mulación de un residuo inconsciente de lo psíqui-co, sino, en un sentido radical, con el papel deter-minante de los procesos inconscientes en la vidapsíquica, y la disolución y destronamiento del yo,divinidad de las ego psychologies. Es lo queFreud señala en su ensayo de 1917, Una dificul-tad del psicoanálisis, cuando dice que la heridanarcisista más intolerable ha sido la que ha dicho

al hombre que él ya no es amo en su propia casa,en su fuero interno, sino que está gobernado y de-terminado por fuerzas que trascienden su con-ciencia.

Se minimiza, entonces, el ámbito del domi-nio y actuar conscientes del sujeto. No se trata yade un sujeto puramente consciente, en el cual seidentifica todo lo psíquico con la instancia de laconsciencia, sino que ésta viene a ser sólo unaparte de lo psíquico, especie de fachada externade una serie de procesos primarios de los cualesella depende, estando determinada en sus funcio-nes por la impronta de lo inconsciente. En El"Yo" y el "Ello" (1923), Freud nos informa delyo como una entidad psíquica formada por lasmodificaciones del mundo exterior, constituidapor el sistema Percepción-Consciencia, nódulodel yo4; aunque su origen tiene que ver con las re-laciones con el mundo exterior, pronto tendrá quelidiar con procesos anímicos internos, por lo quese verá atacado en varios frentes: las fuerzas delEllo, los peligros del mundo exterior y el impera-tivo de la conciencia moral, siempre tan implaca-ble. En la Introducción al narcisismo (1914), conrespecto a la relación entre el yo y las pulsionesautoeróticas, señala Freud que en el individuo noexiste, desde un principio, una unidad compara-ble al yo, sino que tiene que ser desarrollada: "Elyo tiene que ser desarrollado. En cambio, los ins-tintos autoeróticos son primordiales. Para consti-tuir el narcisismo ha de venir a agregarse al au-toerotismo algún otro elemento, un nuevo actopsfquíco'C

Freud nos entera del arduo trabajo de la en-tidad yoica, recalcando su carácter endeble, frá-gil y dependiente, instancia sin embargo funda-mental para el funcionamiento psíquico. Esta se-gunda tópica" es muy importante pues Freud se-ñala que existen porciones del yo que tambiénson inconscientes, paradoja de toda psicologíadel yo que pretende reforzar su "autonomía"."Notifica como uno de los principales escollos dela labor psicoanalítica el hecho de que si bienmuchas veces los pacientes se daban cuenta delas resistencias en el curso del análisis, muchasotras no lo hacían, lo que dificultaba y volvía ar-dua dicha labor. Caso similar sucede con el su-per-yo, instancia disociada del yo, que contiene

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la carga de las primeras identificaciones de obje-to, cuya censura moral es a veces tan clara -nosiendo esta su única función-, y que estanca elanálisis con un sentimiento de culpabilidad in-consciente, que producía lo que Freud denomina-ba una reacción terapéutica negativa por partedel analizan te, que representa una fuerte resisten-cia a la ,cura. No se trata de un conflicto dicotó-mico entre pasiones y razón, entre inconsciente yyo autónomo; se trata más bien de lo psíquico co-mo marcado cualitativamente por lo inconscien-te, cualidad que desborda cualquier comparti-mentalización de lo anímico y sus facultades. Deesta manera, lo inconsciente deviene la cualidadfundamental de la vida anímica.

Lacan, por su parte, limitará el yo a shifter(embrague) de la enunciación:

Puede intentarse aquí, por un prurito de método, partirde la definición estrictamente lingüística del Yo (Je)comosignificante en la que no es nada sino el shifter oindicativoque en el sujeto del enunciado designa al su-jeto en cuanto que habla actualmente."

Le designa en el momento que habla, comopuro significante, pero no le significa. En otraspalabras, el yo no está en dominio de lo que dice,pues la enunciación no parte de la unidad de laconciencia. El plano de la enunciación es la ac-tualización y singularización de la palabra porparte de cada sujeto"; el enunciado, en cambio,está ya dado, pretende ser cerrado pues represen-ta una abstracción de su contexto de enunciación.No obstante, el enunciado sólo tiene sentido tan-to a partir del significante anterior al inicio de lafrase como de la última palabra que la "cierra",pues está abierto, pues gracias a la linealidad delsigno lingüístico es imposible cerrar la significa-ción. En este sentido la lingüística se toma insu-ficiente ya que hace de la frase su unidad míni-ma, por lo que habría que pensar, para efecto delanálisis de los distintos discursos (incluido el psi-coanalítico), en una lingüística del discurso, queopere con unidades más amplias, El sentido delque hablamos no es cerrado y totalizan te, sinouno que depende de los vacíos de sentido (recor-demos la idea que nos transmite Saussure de queen la lengua sólo hay diferencias, lo que nos ha-bla del significante teniendo sentido sólo en rela-

ción con otros significantes). En relación con eltema de la enunciación, señala Frida Saal:

Si bien Freud no se sirve del término enunciación, to-das sus consideraciones para dar cuenta de los efectosdel decir parten del principio de que dos enunciadospueden ser idénticos y que, sin embargo, no podríamoscomprenderlos si nos desentendemos de las condicio-nes en que fueron proferidos, más aún, que estas con-diciones tienen una historicidad que debe ser recons-truída.!?

En otras palabras, el psicoanálisis trabaja so-bre la letra viva, sobre el discurso actual; está in-teresado por el sujeto que habla, cuyo discursoviviente da testimonio de esos mecanismos pri-marios que Freud llamó el inconsciente, y que enel sujeto del enunciado aparecen silenciados. Poreso en psicoanálisis es tan importante lo que sedice así como cómo se dice.

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De esta manera, asistimos a una relativiza-ción o rompimiento de la pretendida unidad delsujeto. El psicoanálisis postula un principio deno-dominio y nesciencia con respecto a su prác-tica, que le separa de toda psicología del yo y deaquella tradición filosófica que haya hecho de laconciencia el dato constitutivo de lo psíquico, ydel conocimiento el punto de encuentro entre su-jeto y objeto. Situar al sujeto exclusivamente ensu relación con el saber es una operación ambi-gua y desconfiable. Y no se trata simplemente dehacer un listado de los factores psicosociales,psicofisiológicos o histórico-culturales que inci-den en el conocimiento, sino de indagar el esta-tuto mismo del saber, es decir si se trata de un sa-ber plenamente accesible a una consciencia lúci-da, o de uno que va más allá del saber totalizan-te y unitario, es decir, del que pretendo hacermedueño, dominar y apropiarme progresivamente.La pregunta es, pues, si puede haber un saber queme sepa sin saberlo, un saber que no se sabe yque deviene lo inconsciente mismo.

Cuestionando la ubicación del sujeto conrespecto al saber, sujeto que si bien Kant deseen-tra en relación con el mundo no descentra con

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respecto a su conciencia y a la unidad consigomismo, ni renuncia a las pretensiones de un co-nocer universal y necesario, Lacan ofrece pala-bras esclarecedoras. Con respecto a la relaciónentre sujeto y objeto señala lo siguiente:

La experiencia analítica no define el objeto en su ge-neralidad como correlativo del sujeto, sino en sus sin-gularidades, como lo que soporta al sujeto en el mo-mento en que éste debe hacer frente a su existencia (enel sentido radical de ex-sistir en el lenguaje) en el mo-mento en que él, como sujeto, debe borrarse detrás delsignificante. En este momento pánico se prende detrásdel objeto del deseo.'!

Lacan cuestiona la posibilidad de un cono-cimiento generalizante sobre el objeto. Nos hablade las singularidades que sostienen al sujeto, queante todo es deseante, antes que sujeto del cono-cimiento, lo que vale también para el sujeto quehace ciencia. Así como no se puede hablar de un"objeto en su generalidad", tampoco podemoshacerla de un sujeto en su generalidad, en el sen-tido de un conocimiento previo sobre él. No setrata de que la ciencia no pueda establecer gene-ralidades, puesto que lo hace de hecho, sino derecalcar que ésta es una empresa también desean-te y como tal no puede ignorar que cada sujeto sesostiene sobre una singularidad, que es el objetoabsoluto del deseo del que nos notifica Lacan,propiamente perdido y fundante en la dialécticadel deseo. Es decir, la ciencia debe estar cons-ciente de toda su dimensión emotiva y valorativa,y más aún las llamadas ciencias humanas; antetodo deben recordar que son lenguajes, y que co-mo tales están sometidos constantemente a lapresencia lúdica del significante.

Esta existencia sustentada en el objeto perdi-do del deseo es una existencia en el lenguaje, a laluz de éste, que es la iluminación del Ser, el sermismo según Heidegger: "El lenguaje es la casadel ser. En su vivienda mora el hombre't.'? Estenuevo enfoque de lo lingüístico se aleja de la vi-sión del lenguaje como instrumento, del cual mesirvo y que es exterior al pensamiento. El len-guaje no es instrumento, sino más bien nas ha-bla; va más allá de nuestras intenciones cons-cientes y precede a una supuesta experienciadesnuda del mundo. Como tal, estructura todos

los fenómenos de la experiencia y es anterior ala percepción. 13

Resaltando la importancia del lenguaje en laexperiencia psicoanalítica, señala Frida Saal queel famoso caso de Ana O. (Berta Pappenheim) queBreuer analiza, tiene una importancia capital en lafundación del psicoanálisis en cuanto pone de re-lieve las siguientes líneas: a) el eje del psicoanáli-sis pasa por la palabra del paciente, tanto en la téc-nica como en la teoría; b) existe una relación cau-sal entre el síntoma y una palabra sofocada, repri-mida, y e) en la relación terapéutica lo que está enjuego es un decir y un modo de decir. 14

El giro lingüístico de la filosofía del que Ha-bermas'> -entre otros- nos habla permite abordarel problema de la individualidad que no tenía so-lución en el círculo de enfrentamiento entre lametafísica y la antimetafísica, enclavado en elpensamiento objetivante, esto es, cosificante yabstractivista en que se mantenía la filosofía de laconsciencia, introspectiva y autorreferencial. Se-gún él, este giro lingüístico permite insertar la fi-losofía en el mundo de la vida y hacerla despegarde aquí, trabajando sus enunciados a partir de lasestructuras del lenguaje, que son públicamenteaccesibles y no algo privado. Gadamer señalatambién al respecto:

El mito de la autocerteza, que en su forma apodícticapasó a ser el origen y la justificación de toda validez,yel ideal de fundamentación última que se disputan elapriorismo y el empirismo, pierde su credibilidad antela prioridad e ineludibilidad del sistema del lenguajeque articula toda conciencia y todo saber.16

El tema de la verdad requiere también unabordaje diferente desde el punto de vista psi-coanalítico; se tratará, siempre, no de una verdadde cuño universal, que recubra la cosa con elpensamiento, sino de una verdad singular. A par-tir de la falta constitutiva representada por lacastración, es decir, por la imposibilidad deabrazar al objeto perdido, el sujeto debe circuns-cribir una verdad que, no obstante, guardarásiempre un fondo de indeterminación, es decir,el sello de lo que Lacan llama lo real. 17 A travésdel lenguaje, de la cadena significan te, debe tra-tar de bordear una incompletitud que le es cons-titutiva. La nesciencia que el psicoanálisis pone

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en juego respecto a lo inconsciente posibilita és-te acercamiento a la verdad.

Para Lacan la enseñanza del psicoanálisis,antes que una transmisión de conceptos, es latransmisión de un estilo, y este es el sentido de sufamoso retorno a Freud. De ahí el retruécano y ellenguaje enrevesado en la exposición de su pen-samiento, pues se trata de hablar lo más parecidoa como lo hace el inconsciente. El tratamiento delos procesos psíquicos en términos estructuralesno es más que una herramienta teórica, es decir,no pretende agotar el sentido en la aprehensiónde unas estructuras universales, sino más bienposibilitar el acceso al sentido del decir de cadasujeto; en otros términos, escamotea ser un dis-curso de poder o una tecnología sobre el incons-ciente, ya que sobre éste no hay manipuleo posi-ble. Esta nesciencia socava las pretensiones de unsaber absoluto que pretenda la conjunción de losimbólico con lo real." y que configuraría un su-jeto acabado en la identidad consigo mismo, om-nisciente. El inconsciente es la instancia que con-fronta a la conciencia con un saber que no sabe yante el cual debe hacer profesión de ignorancia,lo cual impide un manejo totalizante de la yer-dad, puesto que la dimensión de lo simbólico es-tá siempre abierta por el orden del significanteque gobierna el lenguaje.

III

¿Existe paradoja en lo referido a las posibi-lidades del conocimiento (siempre relativo) delinconsciente? Si el psicoanálisis reclama la sin-gularidad frente a lo general, es decir la diferen-cia de cada individuo, y con esto rechaza toda ac-titud logicista frente a lo psíquico, ¿cómo es po-sible acceder a ese saber que no se sabe, al mitoindividual del neurótico?; o, más importante aún,¿cómo será entonces posible influir terapéutica-mente sobre cada sujeto?

"El inconsciente está estructurado como unlenguaje", afirma Lacan. Con esta afirmación seprotege el psicoanálisis contra el reproche de sa-ber esotérico o místico. Si el psicoanálisis pare-ció a algunos +O parece aún- una suerte de cien-cia esotérica, esto se aleja realmente de sus moti-

vaciones fundacionales. Freud pensaba el yo co-mo la instancia fundamental a través de la cual elindividuo expresaba sus afectos y se mantenía aflote en medio de las oscuridades del Ello, sinque esto significara una afirmación de su unidady autodominio. Lacan, por su parte, afirma la es-tructuración de lo inconsciente, es decir, un prin-cipio de inteligibilidad, inteligibilidad que tieneque ver con la estructura del lenguaje mismo. Es-to nos lleva a determinar que hay una estructurasubyacente al síntoma -síntoma que el psicoaná-lisis desplaza del campo de la visión al de la es-cucha, es decir al de la palabra- que permite suesclarecimiento; significa que el síntoma no espuro acto irracional, sino que expresa por sí mis-mo un sentido. No obstante, hay que aclarar lanaturaleza de este sentido, pues no se trata de unoya hecho, preexistente, sino por determinar a tra-vés del análisis. En psicoanálisis la significacióntiene un valor retroactivo (nachtriiglich), es decirque lo que significa, significa en un segundo mo-mento, pues no se supone una significación ocul-ta por descifrar; se trata, en todo caso, de alentarla significancia frente al significado como instan-cia pasiva y cerrada.

Aunque Freud tuvo la tentación de pensarlos símbolos del sueño como una estructura decódigos fijos, tal como una simbólica, es decir uncuadro de relaciones constantes entre el repre-sentante y lo representado, trata también de ate-nuar los efectos de esta concepción naturalistadel símbolo. Según Frida Saal, esta tentación dereducir el simbolismo a una simbólica, a un sim-bolismo restringido, puede subordinarse al inten-to de Freud de pensar los símbolos a través dejuegos de palabras, aforismos y giros verbales. Alrespecto señala Saal: "Podríamos decir, para con-cluir nuestras consideraciones sobre este tema,que la simbólica es al simbolismo como la ono-matopeya al sistema general de la lengua, quecrea esa impresión de naturalidad siempre ycuando no nos olvidemos por ejemplo, que losperros ladran diferente en alemán que en español(en español ladran con muchas más vocales)".'?Esto distancia al análisis de la diagnosis cosifi-cante, de la tabla de símbolos prefijada que en-marcaría las manifestaciones psíquicas, tales co-mo los sueños, dentro de significaciones previas

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y generales para todos. El psicoanálisis debe cui-darse de hacer metalenguaje (incluso en la teoríamisma), inquietud que expresa Lacan cuandoafirma que no hay un Otro del Otro, es decir queno es posible hablar sobre el lenguaje si no es conel lenguaje mismo. El Otro aparece como el lugardel tesoro de los significantes, como el lugar dela palabra, que representa también un límite, unno-más-allá que sujeta al individuo a la estructu-ra de la lengua. Ser sujeto es, pues, estar sujeta-do por el lenguaje.

El estudio de los actos fallidos, así como delos sueños y el chiste, puede ganarle al psicoaná-lisis el reproche de ser disciplina de lo nimio, deinteresarse por los fenómenos más prosaicos eirrelevantes, al igual como se le ha reprochadoser disciplina del detalle, y con ello el no sercientífico. No obstante, ya no se trata de estable-cer grandes metarrelatos explicativos que sacrifi-quen la praxis en favor de verdades y sistemas in-cólumes que satisfagan cierta vanidad metafísica;es precisamente por la atención prestada a esasformaciones del inconsciente por la que el analis-ta se da cuenta que hay un sentido que pugna porser construido y reconocido en esos "detalles" dela vida anímica. Ellos son manifestaciones de loinconsciente como cadena de significantes que serepite e insiste, interfiriendo en los cortes a travésdel discurso efectivo y de su cogitación; lo in-consciente, como ya lo sugerimos, representa elexcedente de sentido que se manifiesta en el dis-curso, esto es, eso que decimos sin querer decir-lo o bien sin entenderlo. ¿Qué es lo que sucede enla equivocación oral (lapsus linguae) sino que elsujeto dice una cosa por otra, más allá de su in-tención consciente? ¿Dónde queda entonces lapretendida unidad del yo, que se suponía que erael que hablaba? Aquí el yo es eclipsado por uncorte que la cadena significante hace irrumpir enel discurso del hablante, yo que, como ya había-mos dicho, no es más que el shifter de la enuncia-ción, es decir, lo que designa al sujeto en cuantohabla. Por eso no hay sentido previo a la enun-ciación, ni sujeto garante de sentido anterior aella.

Volvamos un momento a la cualidad de loinconsciente como saber que no se sabe. DiceLacan que en el sujeto pervive una demanda en

su sucesión articulada sin que una intenciónconsciente la sostenga, sucesión articulada que semanifiesta en cortes en el discurso efectivo, as-pecto que ya señalamos. Por eso no se trata queel inconsciente sea una tabla de contenidos pre-vios, o un saber acumulado oculto que va másallá de la consciencia del sujeto; se trata, sí, de al-go que éste desconoce, pero no de algo preexis-tente en un sentido ontológico. Este inconscienteno existe más allá del discurso, de la enunciaciónmisma, y dicha enunciación no remite a un senti-do primero, es decir, a una significación absolu-ta. Como ya lo hemos señalado, la significaciónen psicoanálisis es efecto de la cadena significan-te, de sujetos que hablan, cuya enunciación nun-ca deviene cerrada ni definitiva. En lo referente ala relación entre el yo y el sujeto de la enuncia-ción, citemos el siguiente comentario:

Cuando el hablante [traducción al español del neolo-gismo lacaniano parlétrei habla, cuando enuncia algobajo la bandera de un 'yo', sujeto del enunciado (de to-do enunciado según se vio en el párrafo anterior), sedesvanece (jading) como sujeto de la enunciación yqueda representado ante el otro y ante sí mismo por loque dice. Se disuelve y se rehace constantemente en sudecir, ante el Otro que debería ratificarlo ... pero quepuede no hacerlo como en la situación analítica.P

En otras palabras, existe una asimetría radical-como lo veníamos señalando- entre el sujeto delenunciado y el sujeto de la enunciación. El prime-ro adquiere características atemporales y universa-les, es una construcción de la lingüística y repre-senta su objeto de análisis; el segundo, en cambio,es cambiante, pues es contextual y particular. Esen este último donde asoma el inconsciente.

Sobre la naturaleza de lo inconsciente en lalabor analítica, apunta Shoshana Felman: "theunconscious is not, in effect, 'discovered': it isconstructed: it is not a given to be observed, asubstance out there that has finally come underthe microscope; it is a theoretical construction.The reading is, in other words, of such a naturethat it cannot be direct, intuitive; it is constituti-vely mediated by a hypothesis; it necessitates atheory"." La lectura a la que se refiere Felman esla lectura psicoanalítica, distintiva no por la bús-queda de un sentido creado, sino porque pone en

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escena una nueva manera de leer, relacionada conel énfasis puesto en el significan te, lo que exigeuna lectura abierta y fragmentaria.

Estas anotaciones sobre el sujeto apuntan auna consideración en devenir sobre él, cambian-te y no esencialista, puesto que de la subjetividadno hay esencia posible.P Es por eso que el pro-blema de la identidad se toma engañoso, ya queno existe una permanencia asignable al sujetoque habla, ni éste se puede dar esa identidad con-forme a una reflexión autorreferencial, salvo enlo imaginario y especular. Por eso no hay un mis-mo del sujeto al momento de la enunciación, porcuanto éste se borra detrás del significante, y eneste borrarse es siempre diferente. Es siempreotro en cuanto su discurso está determinado porese Otro que es la sede de todos los significantes,el lugar mismo del sentido porque es el lugar dellenguaje.

El sujeto no se revela, pues, como efecto deestructuras anteriores, en una relación de exterio-ridad, sino como instancia que "encarna" estasestructuras que sólo existen y se hacen posibles através de él. El sujeto se toma accesible solamen-te a través del sujeto-discurso, que se manifiestaen la enunciación; por eso todo discurrir sobre éltiene como único objeto la materialidad del len-guaje. Todo pensar sobre el sujeto tiene que serdesarticulado y no debe darse a la tarea de resti-tuir ningún universalismo. Parece entonces que elsujeto escapa a un afán objetivante, pues es pro-ducto de múltiples determinaciones que no loagotan en un saber unificado.

IV

Volviendo al tema de la estructuración de loinconsciente, que permite su acceso a través dellenguaje, haremos ahora un breve excursus en elcampo de la antropología. En el capítulo titulado"La eficacia simbólica", de su libro Antropologíaestructural, Lévi-Strauss pretende hacer unacomparación entre la cura chamanística y las te-rapias psicológicas, ubicando entre ellas al psi-coanálisis. Describe cómo el chamán influye so-bre los dolores de la parturienta con la simpleevocación de un mito, modificando esta perturba-

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ción orgánica. Señala que el neurótico acaba conun mito individual en el análisis, y la parturientade la cura chamanística se sobrepone a un desor-den orgánico a través de un mito, el mito que elchamán enuncia y del que es protagonista. Sibien en un caso lo que se trata de curar es de na-turaleza psíquica, y en el otro una perturbaciónorgánica, Lévi-Strauss afirma que lo que está enjuego en ambos casos es la evocación de un mi-to, en un caso individual, y en otro socialmenteconstruido. Más adelante, afirma que aún esta di-ferencia entre ambos métodos -el chamanístico yel psicoanalítico- desaparecería si se llegara a es-tablecer un substrato fisiológico de las neurosis,tal como Freud lo pudo haber sugerido en algu-nos textos (los textos de Freud que Lévi-Straussseñala son Más allá del principio del placer, yNuevas aportaciones). Más allá de esta creenciade Freud, que Lévi-Strauss retorna, que tomaríadifusa la distinción entre lo psíquico y lo fisioló-gico, lo que nos interesa es resaltar la inteligibi-lidad que hace posible acercarse a este mito indi-vidual sustentado sobre unas estructuras quepreexisten al sujeto. De esta manera, "el incons-ciente deja de ser el refugio inefable de particula-ridades individuales, el depositario de una histo-ria singular que hace de cada uno de nosotros unser irremplazable. El inconsciente se reduce a untérmino por el cual designamos una función: lafunción simbólica, específicamente humana, sinduda, pero que en todos los hombres se ejerce se-gún las mismas leyes".23 Según él, el psicoanáli-sis, como forma moderna de la técnica chamanís-tica, extrae sus particularidades de que en nuestracivilización sólo hay lugar para el tiempo míticoen el hombre mismo.

Para Lacan, por otro lado, el inconsciente esel discurso del Otro -que viene a ser el lenguajemismo, el Otro como sede previa del puro sujetodel significante-, discurso que conforma a cadasujeto. La labor del análisis es confrontarlo conla falta que lo constituye para afirmarlo en supropio deseo.é" Sobre esto, afirma Lacan:

El descubrimiento de que el otro no sabe nada de lospropios pensamientos -descubrimiento hecho sobre elfondo de que los conoce todos, puesto que no son, es-tructuralmente, sino el discurso del otro- es una adqui-sición decisiva para la constitución del sujeto. A través

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de esta vía el sujeto desarrollará la exigencia contra-dictoria del no dicho por donde encontrará el caminoque lo llevará a hacer efectivo ese no dicho en su ser:devenir un sujeto que posee la dimensión del incons-ciente. Ese es el paso que el psicoanálisis, con relacióna la tradición filosófica, nos hace dar en el conoci-miento del hombre. Para esa tradición el sujeto perma-nece esencialmente definido como correlativo del ob-jeto del conocimiento -sujeto-sombra, revestimientointerior del objeto- y, por supuesto, el sujeto que hablaes olvídado.P

Nos encontramos de nuevo aquí la referenciaa lo inconsciente como algo indeterminado, quetiene que ver con un no dicho. A través de este nodicho el sujeto pasa a ser sujeto del inconsciente,inconsciente que es el discurso del Otro, pero quea su vez marca la particularidad de cada sujeto,gracias a su dimensión hablante que lo singularizae introduce un principio de diferencia. Lo que La-can llama la lengua (lalangue) es el efecto simbó-lico concreto de las estructuras lingüísticas en ca-da sujeto; la lengua, como tal, es considerada unaconstrucción imaginaria y artificiosa del discursouniversitario, puesto que lo que existen son las ha-blas (los hablantes) particulares. No obstante, apesar de que este no dicho representa lo que distin-gue a un sujeto de otro, es decir su dimensión in-consciente, posee la estructura del lenguaje, puesde lo contrario no sería accesible.

Para finalizar este trabajo deseamos referir-nos brevemente a la famosa fórmula freudiana,tan traída y llevada, del Wo Es war, soll Ich wer-den, pues esta formulación, así como su incorrec-ta interpretación, tienen consecuencias muy im-portantes para la comprensión del sujeto psicoa-nalítico. Dicha proposición tiene un sentido noexhaustivo, es decir, no habla de un agotamientodel inconsciente que se convertiría paulatinamen-te en consciencia, por medio de una expansióncada vez mayor del yo, hasta un punto en el queéste dominaría la vida psíquica. No se trata de unfortalecimiento del yo, al estilo de la ego psycho-logy; hablar en estos términos sería minimizar elgiro copemicano del psicoanálisis con respecto ala subjetividad, al tiempo que emparentarlo conel proyecto de una psicología evolutiva y norma-lizante. No se trata de un yo que invada progresi-vamente los territorios del Ello hasta apropiarse

de él y erigirse en soberano; se trata, más bien, deque "donde estaba Ello he de advenir yo" ("Lá oúc'etait, je dois advenir", según Lacan). Pero esteyo estará determinado por el orden del significan-te, que posibilita la dimensión de lo no dicho, es-to es, de lo inconsciente como proceso abierto yencadenado. A la imagen especular del yo en elespejo siempre escapará el núcleo de las repre-sentaciones (mejor dicho de los significantes) delo inconsciente, núcleo que antecede cualquierrepresentación unitaria del individuo. Con razónLacan calificará al yo como "función de descono-cimiento".26

Llegados aquí deseamos hacer un corte en laexposición, corte justificado por el carácter mis-mo de la problemática que el trabajo ha recalca-do, es decir, la dimensión abierta y nunca agota-ble del discurso sobre la subjetividad, máxime to-mando en cuenta el aporte psicoanalítico en rela-ción con el inconsciente. Hicimos en este trabajohincapié en la contribución capital que hace elpsicoanálisis respecto a esta discusión y en losmúltiples elementos que aporta a la misma. Poreso cualquier reflexión seria sobre la subjetividadno puede eludir el aparato teórico que el psicoa-nálisis ha venido desarrollando desde hace un si-glo para tratar de comprender ese gran descono-cido que somos para nosotros mismos.

Notas

1. Este concepto debe ser entendido no como un he-cho accidental, que puede ser más o menos evita-ble, sino como una condición estructural, es decirnecesaria, de la subjetividad. No obstante, a par-tir de este dato, Marcuse hace una distinción im-portante entre la represión constitutiva y la repre-sión excedente (Surplus-Repression), ésta últimarepresentada por las restricciones provocadas porla dominación social de acuerdo al principio deactuación (Performance principie), que es la for-ma histórica prevaleciente del principio de reali-dad (Marcuse, Herbert. Eros y civilización. 2"edición. Barcelona: Ariel, 1989, p. 46). Freud, porsu parte, señala que la felicidad no es valor cultu-ral, es decir, que en el mundo de la cultura es ne-cesario la subordinación de los instintos humanosen aras de los beneficios de éste. Más allá de estaconvicción, señala aún lo siguiente: "A veces

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PERSPECTIVAS PSICOANALÍTICAS

creemos advertir que la presión de la cultura no esel único factor responsable, sino que habría algoinherente a la propia esencia de la función sexualque nos priva de satisfacción completa, impulsán-donos a seguir otros caminos." (Freud. ObrasCompletas. El malestar en la cultura. Tomo III.Madrid: Biblioteca Nueva, 1996, p. 3042-43)

2. No se trata de la madre biológica, es decir de unindividuo identificable por una legalidad positiva,sino de una función estructural que puede sercumplida por cualquier sujeto, ya sea hombre omujer. Se trata, en todo caso, del primer soporteen la historia de la subjetividad, soporte que lue-go debe perderse para poder acceder a la dialécti-ca del deseo. El deseo se manifestará como labúsqueda de la restitución de ese objeto absolutodel deseo, a través del objeto a que lo causan yvectorizan.

3. "No admito ahora nada que no sea necesariamentecierto; soy por lo tanto, en definitiva, una cosa quepiensa, esto es, una mente, un alma, un intelecto ouna razón, vocablos de un significado que antes meera desconocido. Soy en consecuencia, una cosacierta, y a ciencia cierta existente." (Descartes. Me-ditaciones metafísicas. Meditación segunda. SOedición. Buenos Aires: Aguilar, 1967, p. 56)

4. "Hemos visto ya que el yo se haya bajo la influen-cia especial de la percepción y que puede decirse,en general, que las percepciones tienen para el yola misma significación que los instintos para elEllo." (Freud, Sigmund. Obras Completas. El"Yo" y el "Ello". Tomo m. Madrid: BibliotecaNueva, 1996, p. 2716) No obstante, como ya he-mos señalado, el yo también queda sometido a lasinfluencias del Ello, pues no es más que una par-te modificada de éste.

5. Freud, Sigmund. Obras Completas. Introducciónal narcisismo. Tomo ll. Madrid: Biblioteca Nue-va, 1996, p. 2019.

6. La primera tópica era aquella que dividía el apa-rato anímico en las instancias de la conciencia, elinconsciente y el preconsciente.

7. A esto se ha referido Lacan como "ortopedia psi-cológica", es decir, la terapia tendiente a la adap-tación del individuo al destino que le reserva lasociedad. Esta tendencia se da principalmente enel psicoanálisis norteamericano del adjustemente.Cfr. Eugenio Trías et al. Estructuralismo y mar-xismo. "Psicoanálisis y estructuralismo". 3' edi-ción. Barcelona: Ediciones Martínez Roca, 1973,p. 215. También véase: Marcuse, Herbert. Eros ycivilizacián. 2' edición. Barcelona: Ariel, 1980, p.219 Y ss.

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8. Lacan, Jacques. Escritos. "Subversión del sujetoy dialéctica del deseo en el inconsciente freudia-no". Vol. Il. 6' edición. México: Siglo Veintiuno,1980, p. 311.

9. La enunciación es el "acto en cuyo transcursoesas frases [las del discurso] se actualizan, asumi-das por un locutor particular, en circunstanciasespaciales y temporales precisas." (Ducrot, O.;Todorov T. Diccionario enciclopédico de lasciencias del lenguaje. Buenos Aires: Siglo Vein-tiuno, 1974, p. 364) El estudio de la enunciaciónremite a las huellas del proceso de enunciación enel enunciado, como las deixis.

10. Braunstein, Néstor; Saal Frida et al. El lenguaje yel inconsciente freudiano. "El lenguaje en la obrade Freud". 3' edición. México: Siglo Veintiuno,1988, p. 41.

11. Lacan, Jacques. Las formaciones del inconscien-te. Buenos Aires: Nueva Visión, 1976, p. 146.

12. Heidegger, Martin. Carta sobre el humanismo. 3'edición. Madrid: Taurus, 1970, p. 7.

13. "El mundo intermedio del lenguaje aparece fren-te a las ilusiones de la autoconciencia y frente a laingenuidad de un concepto positivista de los he-chos como la verdadera dimensión de la realidad-"(Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método l/."Texto e interpretación". 2' edición. Salamanca:Ediciones Sígueme, 1994, p. 327).

14. Braunstein, Néstor; Saal, Frida et. al. El lenguajey el inconsciente freudiano. "El lenguaje en laobra de Freud". 3" edición. México: Siglo Vein-tiuno, 1988, p. 17.

15. Habermas, Jürgen. Pensamiento postmetafísico."Motivos del pensamiento postrnetafísico". Ma-drid: Taurus, 1990, p. 54 Y ss.

16. Gadamer, Hans-Georg. Idem.17. Los tres conceptos que conforman la tópica laca-

niana son lo real, lo simbólico y lo imaginario, re-gistros anudados por el nudo borromeano. Aun-que los desarrollos lacanianos sobre esta tópicason harto complejos, trataremos de mencionar al-gunos rasgos definitorios de cada uno de estos re-gistros. Lo real es el agujero o hiancia que marcacada una de estos registros; es lo que se resiste ala simbolización, lo que es irrepresentable. Losimbólico, por su parte, es el principio estructuraldel inconsciente, en lo que se sostiene éste encuanto instancia significan te. Finalmente, lo ima-ginario tiene que ver con el sentido y con el cuer-po en cuanto ilusión de unidad; es el efecto de es-critura en lo simbólico según Lacan. En tanto se re-laciona con la ilusión de unidad es el registro de laconsistencia y lo sustancial. La función del sentido

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se inscribe tanto en lo imaginario como en lo sim-bólico (El seminario de Jacques Lacan R.S./.Curso 1974-1975. Texto establecido por J.- A.Miller. En: Omicar? Publicación periódica delChamp Freudien, 1981, No. 3).

18. Lo simbólico, es decir la dimensión significantedel lenguaje, no recubre lo real, que funciona co-mo una suerte de punto ciego en lo simbólico. Loreal en cuanto no determinable, asimbolizable, seresiste a entrar en las redes significantes del len-guaje; tampoco es una cosa, sino un vacío que leimprime dinamismo, pues es gracias a que no po-demos decir todo -pues no existe tal todo- por loque podemos hablar. Al respecto Lacan señala losiguiente: "Yo digo siempre la verdad: no toda,porque de decirla toda, no somos capaces. Decir-la toda es materialmente imposible: faltan las pa-labras. Precisamente por este imposible, la verdadaspira a lo real." (Lacan, Jacques. Psicoanálisis.Radiofonía y televisión. Barcelona: Anagrama,1977, p. 83)

19. Braunstein, Néstor; Saal, Frida et al. O. c., p. 34.20. Braunstein, Néstor; Saal, Frida et al. O. c.. p.

206.21. "Lo inconsciente no es, en efecto, 'descubierto';

es construido: no es un dato para ser observado,una sustancia ahí afuera que finalmente se en-cuentra bajo el microscopio; es una construcciónteórica. La lectura es, en otras palabras, de unanaturaleza tal que no puede ser directa, intuitiva,es constitutivamente mediada por una hipótesis;necesita una teoría." (Felman, Shoshana. JacquesLacan and the adventure of insight. Massachu-setts: Harvard University Press, 1987, pp. 23-24)

22. "El sujeto queda como la función de concatena-ción entre ese decir que lo ha constituido comocriatura del lenguaje y ese decir que lo representaante el Otro de una manera que escapa al dominio

imaginario del fantasma yoico (en otras palabras,el discurso que es el inconsciente). Pues el sujeto,aunque crea lo contrario, no dice lo que piensa, yaque más allá de su pensar el inconsciente remue-ve y tritura sus pensamientos y palabras trasmi-tiendo lo que sabe sin que él sepa." (Braunstein,Néstor; Saal, Frida et al. O. c., p. 207)

23. Lévi-Strauss, Claude. Antropología estructural."La eficacia simbólica". 7" edición. Buenos Ai-res: EUDEBA, 1987, pp. 183-184.

24. Esta propiedad es, no obstante, relativa, pues noes posible escamotear las determinaciones de lasubjetividad apuntadas por el psicoanálisis. Nodebemos ignorar la imposibilidad radical que de-fine al deseo.

25. Lacan, Jacques. Las formaciones del inconscien-te. O. c., p. 146.

26. Lacan, Jacques. Escritos. "El estadio del espejocomo formador de la función del yo ["je"] tal co-mo se nos revela en la experiencia psicoanalíti-ea". Vol. 1. 6" edición. México: Siglo Veintiuno,1980, p. 11 Y ss.

Bibliografía adicional

Braunstein, Néstor. Psiquiatría, teoría del sujeto, psi-coanálisis (hacia Lacan). 7" edición. México: Si-glo Veintiuno, 1990.

Freud, Sigmund. Obras Completas. Lecciones intro-ductorias al psicoanálisis. Tomo ll. 4" edición.Madrid: Biblioteca Nueva, 1996.

___ Nuevas lecciones introductorias al psicoanáli-sis. Tomo III. 4" edición. Madrid: Biblioteca Nue-va, 1996.

Saussure, Ferdinand de. Curso de lingüística general.18' edición. Buenos Aires: Losada, 1979.

Iván Villalobos Alpízar

Escuela de Filosofía - [email protected]