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    Jóvenes, espacio y tecnología

    La configuración de las relaciones sociales en la vida cotidiana,

    por Claus Tully y Claudio Alfaraz,

    Propuesta Educativa Número 38 – Año 21 – Nov. 2012 – Vol 2 – Págs 59 a 68

    Educación

    FLACSO ARGENTINA

    Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

    [email protected]

    ISSN 1995- 7785

    ARGENTINA   38

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    1. Presentación

    El proceso de crecimiento hacia laadultez está acompañado por el es-tablecimiento de relaciones compe-tentes con el entorno social. La so-

    cialización, así como la apropiacióndel espacio por parte de los jóvenes,pueden ser vistas como ampliacio-nes sucesivas de los entramadossociales. Las interrelaciones socialesen la vida cotidiana tienen lugar deuna manera diferente a como ocu-rrían quince o treinta años atrás, yello se hace evidente sobre todo enel caso de los jóvenes. Hasta ahora,la investigación social entendía quela apropiación juvenil del contextoocurría en forma concéntrica, desdeun círculo “interior” cercano al hogarfamiliar hacia círculos cada vez másalejados y “exteriores”. Sin embargo,en los hechos, hoy los espacios sonapropiados solamente de maneraparcial; se vive de manera simultá-nea en mundos paralelos, de los quese entra y se sale permanentemen-te (la literatura en inglés se refierea eso con el verbo switch, que aquí

    podríamos castellanizar como “swit-

    chear”, en el sentido de “cambiar deforma inmediata”).Cuanto menos se puede vivir elcontexto espacial como si estu-viese cerrado en sí mismo y fueseauto-contenido, menos éxito pue-

    de tener una apropiación integraldel espacio; de allí que crezca laimportancia de la gestión de las re-laciones con el entorno. La utiliza-ción de medios técnicos surge, eneste marco, como absolutamenteimprescindible. Ya no solamentese vive  en espacios determinados,sino que es posible observar unswitcheo entre lugares, cosas, per-sonas y situaciones. En vez de unacontextualización espacial clara, sepone en práctica un “tanto/como”entre distintos lugares.

    El presente artículo analiza las rela-ciones espaciales de los jóvenes enun mundo, como el actual, signadopor el desarrollo tecnológico. En talsentido, se proponen aquí los si-guientes aspectos centrales:

    Ser joven hoy implica utilizar diver-

    sas herramientas técnicas para la in-

    Artículos

        D    O    S    S    I    E    R    /    E    N    T    R

        E    V    I    S    T    A    /    A    R    T     Í    C    U    L    O    S    /    R    E    S    E     Ñ    A    S

    * Dr. en Sociología, Universidad Libre de Berlín, Alemania; Lic. enSociología, Universidad de Múnich, Alemania. Investigador del Ins-tituto Alemán de la Juventud (DJI - Deutsches Jugendinstitut), consede en Múnich; Prof. en la Universidad Libre de Berlín y la Univer-sidad Libre de Bolzano (Italia), Miembro profesoral del colegio doc-toral “TUM.Lab” de la Universidad Técnica de Múnich y Miembrodel equipo de investigación AID:A (“Crecer en Alemania en mundoscotidianos”). E-mail: [email protected]

    ** Diploma de Estudios Avanzados en Cultura y Sociedad, Institu-to de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín,Argentina); Lic. en Comunicación Social, Universidad Nacional deQuilmes, Argentina. E-mail: [email protected]

    CLAUS TULLY*

    CLAUDIO ALFARAZ**

    Jóvenes, espacio y tecnologíaLa configuración de las relacionessociales en la vida cotidiana1

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    teracción cotidiana. Esa interaccióntecnológicamente mediada permi-te vivir las relaciones espaciales demanera más flexible. En este senti-do, puede decirse que los artefactostecnológicos instauran “mundos de

    la vida”2.

    Vivir en la modernidad implicabalograr una progresiva ampliación delos espacios en los que se habitaba.En la modernidad reflexiva, en cam-bio, más que de ampliar los espaciosse trata de gestionarlos: se actúa pa-ralelamente en distintos mundos yse alterna entre ellos.

    Los jóvenes usan la tecnología de

    manera diferente a los adultos, ade-más de que pueden asumir más rá-pidamente el cambio técnico. Paraellos, la coexistencia de los mundosreales con los virtuales no represen-ta un problema, y la constituciónde redes es cosa de la cotidianidad.Lo propuesto por las teorías de lasredes ya es una realidad de hechopara los jóvenes.

    En consecuencia, el presente artículosostiene que las relaciones espacialesson cada vez menos una restricción,para volverse configurables graciasa los medios tecnológicos (esto es,aparatos como los teléfonos móviles,las computadoras, las plataformasonline, las redes sociales, etc.).

    2. La construcción de relaciones

    espaciales como parte de la coti-

    dianidad

    El tránsito hacia la vida adulta serelaciona con la sustitución de laspersonas referentes de la socializa-ción primaria y la necesidad de unanueva inclusión en la sociedad, através del trabajo, la profesión, lospares, etc. De manera correlativa aestos procesos, la vida cotidiana de

    los jóvenes comienza a “desespa-cializarse”, gracias a la oferta técnicadisponible; en lugar de relacionesgrupales de pertenencia territorial(referidas al barrio, el distrito, etc.)

    tienden a emerger vínculos supra-regionales, y un número cada vezmayor de personas jóvenes entra aformar parte de redes “densas”. Paraconfigurar su cotidianidad, los jóve-nes echan mano de los recursos téc-

    nicos disponibles en su medio so-cial. En el pasado más o menos cum-plían esa función artefactos como labicicleta, las motocicletas o scooters,la radio portátil, la casetera y, pos-teriormente, el walkman, el equipode música, etc. (Tully, 2007, pág. 12y ss.). Actualmente ese papel lo des-empeñan los teléfonos móviles, lasconsolas de juegos, Internet y losintercambios en espacios virtuales(por ejemplo, los juegos electróni-

    cos en red, el chat, la web 2.0, etc.)3.

    Por un lado, los jóvenes se apropiande ciertas tecnologías y hacen deellas herramientas para sus prácticasy relaciones cotidianas con sus pa-res y su entorno; por otro lado, esastecnologías abren y configuran posi-bilidades para esas relaciones y prác-ticas. Así, determinadas tecnologíasse han vuelto elementos centrales dela cotidianidad de los jóvenes -esténellos cercanos a la adolescencia o setrate más bien de jóvenes adultos-,ya que sirven de soporte al anclajeindividual y abren posibilidades paralos siguientes aspectos:

    1) el intercambio de bienes culturales valiosos para el mundo de los jóve-nes, tales como música, fotografíaso videos tomados por ellos mismos,mensajes de texto, etc.

    2) el anclaje comunicativo, posibi-litado por distintos medios inmó-viles (por ejemplo, el teléfono fijo)o móviles (por ejemplo, el teléfonocelular). El anclaje también puededarse a través de plataformas online(como por ejemplo Facebook, Twit-ter, etc.); los juegos en red, por suparte, posibilitan lograr una formade escapismo sin necesidad de cam-biar físicamente de lugar.

    3) la expresión personal : las moder-nas tecnologías de comunicación sevuelven un medio para expresarse, eincluso para publicar contenidos de

    creación propia. La web 2.0 brindauna serie de espacios orientados atal fin, entre los cuales en la actua-lidad se destacan YouTube y Face-book, por su cantidad de usuarios anivel mundial. Allí, los jóvenes tam-

    bién pueden jugar con la identidady mostrarse de formas alternativas.

    4) la negociación de la  proximidadsocial   (a través de vehículos detransporte, el teléfono móvil, losmensajes de texto, etc.): en las socie-dades modernas y diferenciadas, lapromesa de la proximidad inmedia-ta es difícil de realizar, en tanto quelas posibilidades técnicas facilitanel intercambio comunicativo y una

    preparación extensiva de los con-tactos cara a cara.

    3. El uso de Internet y de las tec-

    nologías de la información y la co-

    municación en Argentina

    En Argentina es creciente la cantidadde personas de diferentes clases so-ciales y edades que usan tecnologíasde la información y comunicación.En lo que hace específicamente a In-ternet, hacia fines del año 2010 casidos terceras partes de la poblacióndel país era usuaria de la red, mien-tras que las conexiones ascendíana 4,7 millones en todo el territorionacional (de ellas, 4,3 millones eranaccesos de banda ancha fija) (Princey Jolías, 2011, pág. 379). Estas cifrasubican a Argentina como el primerpaís de América Latina y el Caribe enlo referido a penetración de Internet(esto es, la cantidad de usuarios de lared como proporción de los habitan-tes totales), ya que la región muestraun promedio de penetración que lle-ga al 35,8% (ídem, pág. 380).

    El mayor índice de este uso de In-ternet en Argentina se ha venidodando entre los estratos medios

    y altos de la población, que por suposición socioeconómica han sidotradicionalmente el grueso de losconsumidores de la oferta provistapor las empresas prestadoras del

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    servicio. No obstante, recientemen-te el Estado ha implementado po-líticas activas tendientes a generarcondiciones más equitativas parapermitir el acceso a las tecnologíasde la información y la comunicación

    y a Internet por parte de los sectoressociales de menores recursos. En talsentido apuntan programas comoArgentina Conectada y ConectarIgualdad. Este último llevaba entre-gadas, a mediados de 2011, 927.000netbooks a alumnos de escuelas pú-blicas secundarias a lo largo de todoel país (ídem, pág. 381)4. Para laspoblaciones de las zonas rurales ysemi-rurales, esto representa un sal-to cuantitativo y cualitativo en tér-

    minos de la posibilidad que se abrepara lograr un acceso a contenidos ya bienes simbólicos de los que esta-ban generalmente excluidos.

    Desde el punto de vista del análisisde políticas, estamos ante lo que sehan denominado “políticas de se-gunda generación”: en Argentina,luego del deterioro sufrido durantela década de los noventa y la crisisde 2001, se impulsan políticas quehacen que el Estado recupere gra-dualmente su papel y se consolide,hacia mediados de la década pasa-da, ya no solo como regulador sinocomo un actor decisivo en la gene-ración e implementación de iniciati-vas de inclusión social. Siguiendo aPrince y Jolías (2011, pág. 383), “es-tas políticas de segunda generación

    tienen como público objetivo a aque-

    llos sectores excluidos digitalmente y

    a aquellas áreas geográficas que porsu distancia de las grandes capitales,

    no tienen acceso a los beneficios que

     provee el mercado”. Acciones comolas contempladas en los programasmencionados, junto con otras simi-lares implementadas por gobiernosprovinciales, permiten suponer queen algunos años más una ampliamayoría de la población argentinatendrá acceso al entorno digital,tanto en las zonas urbanas como en

    las rurales.

    A tono con estas transformacio-nes, los jóvenes se han convertidoen protagonistas centrales de los

    procesos de inclusión digital en elpaís. En la actualidad, las escue-las y universidades, la casa propiay las de los amigos son los lugaresprincipales en los que se utiliza lacomputadora (Prince y Jolías, 2011,

    pág. 386). Ello habla de la populari-zación del uso de las tecnologías dela información y la comunicación,de su apropiación por parte de ca-pas sociales cada vez más amplias yde su carácter cada vez más domés-tico y orientado a actividades deocio (y ya no predominantementelaborales). En lo referido al uso deInternet entre los jóvenes, un estu-dio reciente muestra que el 95% delos adolescentes accede a ella, y el

    75% de quienes tienen entre 13 y 17años cuenta con un perfil personalen alguna red social, especialmenteFacebook, la más popular del país(Morduchowicz, 2012, pág. 9)5.

    4. La apropiación del espacio

    El crecimiento puede ser visto comoun proceso de progresiva apropia-ción del espacio y del entorno, estoes, como un aprendizaje de la domi-nación del espacio como condiciónde una orientación autónoma dela vida. La sustitución se logra sola-mente si se da la pareja “autonomía-espacio”. Los clubes y centros de jóvenes, así como las asociaciones y,en algunos casos, los grupos de mili-tancia social y política proporcionanese espacio libre6.

    En cuanto a los espacios físicos de li-bertad en las ciudades, estos puedenser de carácter público, como porejemplo ciertas esquinas, parques,plazas, etc., o bien de carácter priva-do-comercial, tales como locales decomida rápida, estaciones de servi-cio y centros comerciales. Cualquierasea el caso, los jóvenes echan manode los espacios que encuentran y los

    configuran según sus necesidades;van al descubrimiento de la ciudad,en un proceso que, a la vez, corre ala par de su propio autodescubri-miento. La búsqueda de la identidad

    propia necesita el espacio para en-contrarse con los pares. Así, en susbúsquedas por la ciudad se alejan delos espacios habituales de la familia yestablecen lazos con pares y amigos.La deriva juvenil por la ciudad trans-

    curre en esos espacios públicos an-tes nombrados y también, cada vezmás, en los privados (Urresti, 2005,pág. 10). En ese sentido, los centroscomerciales poseen condiciones queatraen fuertemente a los más jóve-nes: contienen puntos de referenciauniversales (marcas, etiquetas, esló-ganes, etc.) que crean la posibilidadde errar en un mundo extraterritorialde significantes mercantiles y objetosdeseados, un espacio sin referencias

    urbanas y lleno de alusiones neocul-turales. Ese contexto mercantil daforma a saberes que son, por un lado,funcionales a su propia lógica y, porotro lado, adecuados para una deriva juvenil de libertad anti-institucional,exposición y circulación libre. Lasmarcas, etiquetas y eslóganes quepueblan el centro comercial pasana reemplazar a los antiguos y decli-nantes símbolos políticos y religiosos(Sarlo, 1994, pág. 14 y ss.). Estos pro-cesos relativos al espacio pueden serpensados desde la noción de los “nolugares”, desarrollada por Marc Augé(1992). Su perspectiva ayuda a en-tender lo que implica ese desacopleentre las personas y los espacios: losno lugares, espacios que carecen deidentidad propia, adscriben a las per-sonas ciertas funciones y las alienande sus otras disposiciones sociales.

    En el terreno de la pedagogía, dosparadigmas compiten a la hora dedar cuenta del espacio y su configu-ración: el modelo de las zonas y elmodelo de las islas. Según el modelode las zonas, los adolescentes y jóve-nes se abren paso poco a poco en elmundo espacial desde un centro (lafamilia) hacia círculos cada vez másamplios: más o menos confinadoa la casa y la calle en donde vive, elespacio vital se amplía desde ese

    núcleo de manera concéntrica. Loscírculos centrales se construyen prin-cipalmente en la forma de anillosdispuestos en una malla apretada entorno a los límites de la vivienda. En

     Jóvenes, es pacio y tecno logía. La configur ación de las re laciones so ciales en la vida cotidi ana

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    consecuencia, según el modelo delas zonas, los jóvenes “conquistan” es-pacios desde un núcleo hacia círcu-los cada vez más exteriores; esos es-pacios son ocupados, configurados,según sus propias representaciones

    y apropiados por ellos. A medida quecrecen en edad, aumentan los gradosde libertad, al igual que los espaciosdisponibles.

    Desde el modelo de las islas, entanto, se ha criticado la perspectivaanterior: la cotidianidad de los jóve-nes modernos, según su tesis, debeser entendida en forma de islas. Deacuerdo con esta mirada, el espaciovital de niños, adolescentes y jóve-

    nes no es ya un ámbito cerrado, sinoque se compone de numerosas “islas”de actividades cotidianas. El espacioentendido de manera concéntrica,en cambio, se reduce a lo inmediatodel barrio y la zona en que se habita;el viajar hacia otras zonas de activi-dades se hace posible a través de latécnica y con el acompañamientode los padres. El fundamento princi-pal para ello es la arquitectura de laciudad, la cual posibilita no tanto quelos trayectos sean cortos, sino másbien que se concentren funciones(por ejemplo, centros comerciales,escuelas, lugares de trabajo o zonasde viviendas) en lugares que se en-cuentran separados entre sí.

    En este trabajo abordamos la ges-tión de la movilidad desde el puntode vista del modelo de la cotidiani-dad “insular”, a partir de las miradas

    de la pedagogía y la sociología. Entérminos sociológicos, se trata de laseparación de círculos sociales, talcomo la describió Georg Simmel.A diferencia de lo que ocurría en lapremodernidad, la persona vive endiversas relaciones y lo que la in-dividualiza es la pertenencia a dis-tintos grupos (Simmel, 1986): unapersona es miembro de una familia,trabajadora, integrante de una aso-ciación y amiga de otras personas, y

    la participación en los distintos gru-pos le permite comportarse comomiembro tanto hacia dentro comohacia fuera de ellos (HARTMUT, etal., 2007, pág. 98-99). La individua-

    lización de la persona emerge dela suma de las membresías que seacumulan a lo largo de su historiavital (ver Figura 1). Paralelamente,desde la mirada de la literatura másactual se ha puesto el foco sobre el

    hecho de que, además de pertene-cer a distintos grupos que puedensuperponerse entre sí, las personascirculan cada vez más en redes, lascuales pueden estar espacialmentedispersas y no tener solapamientoscon las demás redes en las que par-ticipan (Urry, 2003, pág. 159).

    Asimismo, se puede aplicar aquíel concepto sociológico de la mo-dernización, así como las nocionessociológico-espaciales. Dada laidentificación de ciertos grupos condeterminados espacios específicos,

    estos se construyen como espaciossociales. Pero bajo la condición de lacreciente complejidad que se da enla modernidad, la apropiación delespacio -a diferencia de lo que ocu-rría con el espacio experimentablede forma inmediata-, es siempre in-completa. El sujeto, como miembrode diversos agrupamientos y redesexistentes, puede ser repensado através de su anclaje en contextosvirtuales de comunicación y en la

    comunicación a distancia entre per-sona y persona.

    Cuando en lo que sigue se discutanlas relaciones móviles cotidianas de

    los jóvenes bajo el punto de vista dela gestión del espacio, se pondrá demanifiesto que en la actualidad lasrelaciones espaciales se gestionan através de las tecnologías de la infor-mación y la comunicación, y quedará

    claro que al espacio no (solo) se loapropia, sino que más bien se lo ela-bora de acuerdo a cómo haya de serutilizado y, con ello, se lo funcionali-za. Así, según las situaciones concre-tas, el espacio se libera a veces de sucondición de estar socialmente cons-truido, y se hace posible la multiloca-

    lidad en la forma en que la conoce-mos. Donde esto ocurre de maneramás visible es en los medios de trans-porte público, en los que se crea unasituación que podríamos denominar“el uno sin el otro”: muchas personas

    de las que viajan en ellos, rodeadasde otros viajeros, están a la vez “ensu propio mundo”, ya sea escuchan-do música, la radio, viendo videoso usando ese tiempo, que antes seconsideraba perdido, para planificarvía teléfono móvil lo que harán ensu jornada de trabajo (para una am-pliación al respecto, véase Urry, 2003,pág. 167). Estudios recientes tambiénhan señalado el hecho de que estastecnologías, y particularmente los te-

    léfonos móviles, sirven para produciry modular distintos grados de pre-sencia y ausencia en el espacio social:quienes usan el móvil en el transpor-te público no desaparecen del lugar

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    Claus Tully y Claudio Alfaraz

    Figura 1. La separación de círculos sociales según Georg Simmel y su ampliación por parte de

    las tecnologías de la comunicación

    - - - - - -  p. ej. teléfono móvil, chat, contactos vía mail, etc.

    --------------  espacios virtuales, p. ej. comunidades de internet

    (Elaboración propia)

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    en el que están, sino que “modulansu presencia”, ya que escinden suatención entre ese lugar y la charlapor teléfono. Al mismo tiempo, esteuso del móvil hace más posible quelos otros tomen nota de la presencia

    de quien habla, ya que este transmiteinformación que podrá ser captada,al menos en parte, por los demás (La-sén Díaz, 2006, pág. 164 y ss.).

    5. La gestión del espacio

    Más allá de su dimensión referida alos medios técnicos de transporte

    usados para transitar un espacio,la movilidad existe como empresaindividual. En tal sentido hablamosaquí de la gestión de la movilidad. Setrata primordialmente de abordar lacuestión de la multilocalidad no yacomo un obstáculo para el modo devida personal sino, en cambio, comoun desafío que presenta patronesde solución individuales.5.1. Espacio y movilidad 

    Hasta la década de 1990, la investi-gación sobre el tema del transporteestuvo dominada por un énfasis encuestiones técnicas. Sin embargo, yadesde la segunda mitad de esa déca-da se inicia el desarrollo de un tipode investigación sobre la movilidadguiada por inquietudes sociológicas.Los interrogantes que orientaban esetipo de investigación abordaban laspreferencias en torno a la movilidad yla conformación de relaciones espa-

    ciales. De esta época datan los prime-ros estudios sobre la disponibilidad(en barrios, regiones, distritos, etc.)de jardines de infantes y guarderías,que constituyen análisis sobre losespacios en los que se desarrollan lasvidas de las familias y sobre cómo esvivida la multilocalidad. Algunas delas preguntas planteadas en dichosestudios son las siguientes: ¿cómo selidia en la práctica con la multilocali-dad? ¿Dónde comen los niños: con la

    familia o en la escuela? En el caso delos niños que comen en la escuela,¿se trata de los niños de familias convarios hijos o de los de familias mo-noparentales? ¿Cómo se manifiesta

    la multilocalidad en los niños? ¿Vansolamente a la escuela, o también aclubes o asociaciones? ¿Se reúnencon sus amigos, asumen compromi-sos, tienen trabajos de tiempo par-cial, hacen deportes? ¿Cómo se orga-

    niza su cotidianidad? ¿Quién ayuda ala familia, cómo funciona el cuidado?Cuando están involucrados abuelos,niñeras, “canguros”, etc., se hace pre-sente también la búsqueda de con-ciliaciones espaciales y socioespa-ciales, lo cual implica la necesidad decombinar el trabajo con la crianza delos niños, así como asumir arreglospara llevarlos a la guardería, al jardínde infantes, a la niñera, a la escuela,etc. A partir de estos ejemplos queda

    claro que, en los mundos modernos,la vida en familia y el crecimiento sonimposibles sin la movilidad; actual-mente el crecimiento es multilocal,y la gestión diferenciada de la mo-vilidad de uno mismo se ha vueltoun elemento constitutivo de la vidacotidiana moderna. A los estilos devida de la cultura juvenil les corres-ponden diversas variantes, como porejemplo el buscar y probar artículosde moda, salir de compras, reunirse,ir a eventos, etc. La especificidad dela movilidad de los jóvenes hace queeste sea un tema de investigaciónpor derecho propio, más allá de sutratamiento desde miradas que privi-legian lo técnico y distintos aspectosdel tema del transporte.

    5.2. La gestión de las relaciones es-

     paciales mediante las tecnologías

    de la comunicación

    La percepción de espacios y luga-res está mediada primordialmentepor la técnica (Harvey, 1991). En laactual etapa histórica de globaliza-ción, las tecnologías de la comuni-cación posibilitan la emergencia deterritorios que son a la vez simultá-neos y heterogéneos; en este mar-co, el espacio se ha visto sometido aprocesos de diferenciación que handifuminado las diferencias tradicio-nales entre zonas, barrios, regiones,

    y las ha reemplazado por una nuevaheterogeneidad funcional (Bronca-no, 2009, pág. 41). Son esas tecno-logías las que hacen que ahora seaposible desplazarse en los espacios,

    entre distintos sitios y entre sitios yespacios virtuales. Las sociedadesmodernas reclaman seres humanosmóviles y flexibles. Las personas mó-viles utilizan recursos sociales paraafrontar en la práctica las diferencias

    (entre el trabajo y la vivienda, en-tre la familia y los amigos, etc.) queimplica la multilocalidad. La perso-na flexible, en el sentido en el quela define Richard Sennett (1998),gestiona a costa de la “corrosión delcarácter ” (de allí el título de su libro)su propio anclaje social, aun en con-diciones difíciles como los cambiosde lugar de vivienda y de trabajo, obien la pérdida del empleo. En talescircunstancias, las relaciones socia-

    les de pareja, familiares, con los hi- jos, también deben ser flexibilizadasen la misma medida.

    Una sociedad de este tipo privilegiapsicológica y éticamente a las per-sonas dotadas de la capacidad deadaptarse a ese ritmo veloz, hastavertiginoso, de situaciones siemprecambiantes, y demanda al individuoflexibilidad en el contexto de estruc-turas variables de oportunidades yaltas tasas de contingencia. Sin em-bargo, cabe plantearse la preguntaacerca de cuáles son los límites dela velocidad en lo que hace a la ex-periencia individual y colectiva; enotras palabras: cuánto cambio y fle-xibilidad podemos integrar en nues-tras vidas sin perder un mínimo e in-dispensable sentido de coherencia,historia y narrativa compartida. Porotro lado, aún no está claro si es posi-

    ble cuidar la coexistencia a la distan-cia, ya sea a través del chat, el correoelectrónico o el teléfono; existen se-rias dudas sobre si las herramientastécnicas de comunicación tienen lacapacidad de asegurar la amistad yla confianza, la emocionalidad y laproximidad. En cambio, los momen-tos de copresencia física sí permitena las personas ver la gestualidad delotro, oír su voz, sopesar sus tonos,mirarse a los ojos, entre otros aspec-

    tos. Hay una labor emocional querequiere de ese cara a cara y que esfundamental para el establecimien-to de relaciones de confianza (Urry,2003, pág. 163).

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     Jóvenes, es pacio y tecno logía. La configur ación de las re laciones so ciales en la vida cotidi ana

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    Para aquellos que eligen no cambiarsu lugar de vivienda y, por lo tan-to, deben trasladarse diariamenteadonde realizan sus actividades, losvehículos y diversos artefactos pue-den hacer más agradable el hecho

    de recorrer la distancia, y prometenun viaje más confortable y ameno(por ejemplo, gracias a la disponibi-lidad de video y música). Las distan-cias pierden sentido cuando lo pri-mordial es poner en conexión doslugares. En el lenguaje de las teoríasde las redes los llamados “nodos” tie-nen una importancia crucial, ya quede lo que se trata es de potenciarla conectividad. La movilización delas relaciones vitales se puede ob-

    servar no solo en los vehículos quese utilizan (bicicletas, automóviles,aviones, etc.), sino también inclusoen lo que constituye un apoyo dedichas relaciones, las tecnologíasde la comunicación: estas no reem-plazan al movimiento, sino que lopreparan7. Por su parte, vehículos dela modernidad tales como las mo-tos, los automóviles, los aviones, lostrenes interurbanos satisfacen la ne-cesidad individual de viajar, inclusocon cierto estilo. Lo mismo vale paralos artefactos que acompañan a lacotidianidad móvil: computadorasportátiles, reproductores de mp3 ymp4, teléfonos móviles, agendasdigitales y memorias USB son expre-siones de una vida movilizada, querecurre a diversos artefactos comoparte cada vez más integral de loque es la propia definición de la per-sona y su capacidad de desempe-ñase en el mundo. La presencia deestos artefactos vendría a mostrar,además, que las relaciones espa-ciales son configurables de maneracómoda y eficaz. Con todo, ese au-mento de la eficacia y la comodidadtiene su contracara en el correlativoincremento del caudal y la compleji-dad de los flujos de informaciones,actividades y relaciones que el usua-rio debe gestionar. Si es cierto quelas nuevas tecnologías ayudan a or-

    ganizarse, a responder a imprevistosy a gestionar los vínculos sociales,no menos cierto es que hacen queel usuario esté disponible y al alcan-ce para responder a demandas de

    las que antes podía estar más a res-guardo (Lasén Díaz, 2006, pág. 159).

    5.3. Jóvenes, espacio y tecnología

    La vida actual de los jóvenes está

    marcada por la combinación demundos paralelos -por ejemplo, lacasa y el ciberespacio, o el aula y losamigos con quienes se intercambianmensajes vía teléfono móvil- y la par-ticipación simultánea en distintosmundos parciales (la escuela, la fami-lia, grupos de pares, trabajos), entrelos cuales switchean permanente-mente. Cuando se conectan estántanto en un mundo como en el otro.Ello, por un lado, da cuenta de una

    vida que se desarrolla en el marco dela modernidad reflexiva, en socieda-des del “tanto/como” en las cuales lapresencia física no necesariamenteimplica que se esté por entero ahí,porque el desdoblamiento que po-sibilita la tecnología permite estaren más de un lugar a la vez. Por otrolado, esa posibilidad habla de que lacotidianidad de los jóvenes se con-figura de acuerdo con nuevos pará-metros. Las sociedades individualiza-das dejan la integración en la socie-dad en manos del propio sujeto. Los jóvenes deben intentar insertarse enmundos multicontextuales (escuela,grupos de pares, trabajos, perspec-tivas profesionales, identidades acu-ñadas en la red, familia) y lograr su“anclaje exitoso” (Giddens, 1991). Laamplitud de las exigencias es corre-lativa a la extensión de la oferta deherramientas técnicas.

    Para describir la cotidianidad juve-nil cambiante y apoyada en objetostécnicos vale replantearse la pre-gunta sobre las relaciones espacia-les que se dan en ella. En concreto,a partir de ese punto cabe investigarqué diferencias es posible recons-truir, con una mirada retrospectiva,en la configuración de las relacionesespaciales en la cotidianidad de los jóvenes. Del mismo modo, tomando

    estos parámetros se puede indagarcómo se promueve e impulsa laidentidad. En particular: ¿qué prác-ticas de escenificación y comunica-ción se pueden observar? ¿En qué

    medida repercuten las herramientasusadas en la vida cotidiana? Más es-pecíficamente: ¿de qué manera es-tas herramientas configuran la vidacotidiana de los jóvenes?

    En primer lugar señalemos que ensus búsquedas de pertenencia yrealización, muchos jóvenes handirigido su atención hacia el consu-mo (Hodkinson, 2007, pág. 15). Sinembargo, en la actualidad, utilizarartefactos técnicos -teléfonos mó-viles, computadoras, etc.- no es sim-plemente seguir una moda: estarequipado con teléfono móvil y co-rreo electrónico (así como disponerde un apodo o nickname para poder

    chatear) es indispensable para “estarahí”. Y no basta con solo tener   unacomputadora, un teléfono móvil oconexión rápida a Internet, sino quela sensación es que lo principal esestar   conectado permanentemente,para evitar perderse oportunidadesque pudieran surgir o no enterar-se de algo interesante que pudieraaparecer en el flujo de la (supues-tamente) constante actualizaciónde la información. En tal sentido,las tecnologías de la comunicaciónfuncionan hoy como un vehículode inclusión social, y no poseerlaso no tenerlas disponibles suponeun riesgo creciente de exclusión.Por lo tanto, no se trata de que laposesión y uso de estos artefactostécnicos posicionan al usuario enun sitio comparativamente privile-giado, sino más bien de que quienno dispone de ellos se encuentra

    en una situación de desventaja, yaun de marginación social (véaseGordo López, 2006, pág. 94). De ahíla importancia de las iniciativas queprocuran suplir esta desigualdadmediante la provisión de los mediospara un acceso más equitativo, másallá de las diferencias de clase y delos entornos geográficos, ya queapuntan precisamente a evitar quea las desventajas generadas por es-tos factores desiguales se añada una

    nueva, de carácter tecno-social, ypretenden garantizar derechos deinclusión para las capas de la pobla-ción que han estado históricamenteexcluidas del acceso a los avances

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    culturales y técnicos (véase la sec-ción 3 de este trabajo).

    Los jóvenes y adolescentes usan In-ternet principalmente para comuni-carse, sobre todo a través del chat, el

    correo electrónico, las redes socialesy los blogs; otros usos relevantesson buscar información, escuchar odescargar música, ver videos online y jugar (Morduchowicz, 2012, pág.9-10). Quienes utilizan las redes so-ciales, y fundamentalmente Facebo-ok, ingresan diariamente. Un aspec-to destacado de este fenómeno esque permite a los jóvenes y adoles-centes dejar de ser sujetos pasivosde la comunicación, para volverse

    potencialmente emisores:

    “Internet les ha dado a los ado-lescentes la oportunidad de con-

    vertirse en productores de con-

    tenidos. Les permite expresarse

    con su propia voz y representar

    sus experiencias con sus propias

     palabras. Ser autor de un blog o

    de un perfil en una red social les

    da la posibilidad de ejercer el de-

    recho a participar y a hacerse oír ”,(Morduchowicz, 2012, pág. 11).

    Parte de esa posición activa en lacomunicación se da, a veces, en laforma de una exposición de la pro-pia identidad y una exploración delas alternativas disponibles. Face-book, por caso, posee una interfazconstruida para que lo autorreferen-cial quede en un espacio privilegia-do, lo cual facilita la posibilidad de

    mostrarse ante los otros de manerafácil, pública y masiva (Sued, 2010,pág. 62); agreguemos que lo que semuestra no tiene por qué ser la vidareal, sino que pueden -y suelen- sersimplemente aquellos aspectos quese quieren destacar ante los demás.

    Pero además, la adolescencia es elinicio de una etapa de vida (que lue-go se consolidará en la juventud) enla que habrán de producirse separa-

    ciones -de los padres, de la escuela,etc.- y en la que se deben buscarnuevos anclajes -con compañeros,amigos, etc.- En este marco, los en-tornos virtuales proveen el espacio

    en el que armar nuevos lugares alos que acudir en la marcha hacialo nuevo. Asimismo, y de manerafuncional a esa búsqueda, posibili-tan descubrir qué novedades exis-ten en materia de estilos, lenguajes,

    gustos, modos de ver el mundo, enlos que puedan reconocerse consus pares y diferenciarse de las ge-neraciones anteriores. En este sen-tido, redes sociales como Facebooky Twitter brindan un escenario idealpara explorar en tiempo real las ten-dencias de lo que está ocurriendo,dónde está ocurriendo y testear losposicionamientos y preferencias delpropio sujeto con respecto a los desus pares. En este “tribunal” virtual en

    el que cada uno es potencialmente juzgado por otras personas, se vanmoldeando las preferencias y se abrepaso al desarrollo y la formación dela propia identidad. Aún más: dadoque en la etapa de la adolescencia laidentidad todavía está en formación,la búsqueda suele abarcar una zonaamplia, en la que el sujeto “picotea”aquí y allá hasta dar con las cosasque le resultan atractivas e intere-santes, comparar y discutir con otrosy así, en un largo proceso, construirsu propia identidad.

    Las relaciones espaciales de adoles-centes y jóvenes son, en la actua-lidad, distintas a como eran hacecuarenta, treinta, veinte o inclusodiez años atrás. A fin de cuentas, esel mundo mismo el que tambiénha cambiado. Con la diferenciaciónsocial aumenta el esfuerzo comu-

    nicativo que debe realizar el indi-viduo (Luhmann, 1997, pág. 249 yss.), quien vive en condiciones quele plantean demandas ambiguas eincluso contradictorias8. Dichas de-mandas tienden a ser gestionadasfundamentalmente por la vía comu-nicativa, y son expresión directa de lacontingencia del espacio menciona-da anteriormente, que se multiplicapor el crecimiento de las opcionestécnicas. Las sociedades modernas

    crean sus propios mecanismos paraafrontar esta contingencia, basadosno tanto en el movimiento físico sinosobre todo en formas que incluyen eluso de tecnologías de la comunica-

    ción. Niklas Luhmann (1987, pág. 193y ss.) y Jürgen Habermas (1987, pág.148 y ss.) han señalado hace tiempoel fundamento comunicativo de laacción social. Hoy es posible obser-var la progresiva transformación de

    problemas en cuestiones resolublesmediante las tecnologías de la comu-nicación, y cada vez más ámbitos dela cotidianidad recurren a las solucio-nes que brindan las tecnologías de lacomunicación (por ejemplo, en sec-tores como la banca y los serviciostécnicos y de atención al cliente).

    6. Los contextos de la vida coti-diana de los jóvenes y su combi-

    nación

    En condiciones en las que las relacio-nes vitales se hacen más fluidas cre-ce la importancia de lo contextual.Sobre un trasfondo de crecientesobstáculos para su integración en lasociedad, los jóvenes experimentany prueban su contexto social con vis-tas a su desarrollo personal, a la bús-queda de oportunidades para desa-rrollar sus capacidades individuales.Para ello, necesariamente se orientande acuerdo con las situaciones queencuentran. A la luz de las teorías dela modernización, para los jóvenesde hoy no existen hojas de ruta cla-ras. Ello quiere decir que, en funciónde las circunstancias que afrontan,ponen en práctica sus propios esti-los de vida, para negociar consigo

    mismos y con su entorno social. Ental sentido, los jóvenes desarrollanportfolios eclécticos e individualesde gustos, intereses y redes sociales(Hodkinson, 2007, pág. 9). En un se-gundo plano quedan los valores, laspertenencias grupales, los esquemasclaros de vida y los modelos sociales.

    La disolución de las referencias pre-fijadas y la búsqueda del propio an-claje significan para los jóvenes, en

    términos sociológicos, una enormeflexibilización de la persona (Sennett,1998, pág. 57 y ss.; véase tambiénUrry, 2000). El profundo cambio es-tructural trae consigo reformula-

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    ciones espaciales y sociales. La ero-sión de los entramados vincularestradicionales permite la apariciónde otros contextos vitales (que tam-bién pueden ser colectivos) y, por lotanto, la posibilidad de configurar la

    identidad en relación con diferentesámbitos. La ruptura de la confianzaabre la puerta a nuevas fuerzas deconfiguración y nuevas oportunida-des para que ellas se realicen. Los jó-venes se orientan pragmáticamentesegún las condiciones con las que seencuentran, más allá y por fuera delas normas establecidas, los valoresconsolidados o las pertenencias fir-mes a ciertos ámbitos. Necesitan unaalta flexibilidad y la capacidad de au-

    todirigirse, para lidiar con la variedadde demandas e interpretar las alter-nativas de acción en relación con supropia situación vital.

    Desde la perspectiva de la teoría dela socialización, esta necesidad esllamada “autosocialización”, o bien“autoorganización”. Los jóvenesbuscan para sí mismos arreglos queles resulten convenientes, y realizansus elecciones entre el conjunto delas ofertas disponibles socialmente,ya sea de actividades (empleos atiempo parcial, deportes, clubes, ac-tividades de voluntariado, etc.) o de

    consumos (intercambio y propiedadde gadgets, moda, música, etc.). Antela multiplicidad de opciones dispo-nibles se hace necesario un procesode contextualización; en ese senti-do, los jóvenes hacen lo que les sirve

    y no se orientan ni por reglas fijas ovalores sociales tradicionales (Tully,2008). De ese modo dan forma a susituación y su contextualización enla sociedad y, por lo tanto, a su an-claje en ella. La existencia de rela-ciones claras sería de ayuda para labúsqueda y la formación de la iden-tidad. Sin embargo, en la sociedadmoderna no existe tal claridad; encambio, coexisten lugares concretosy comunidades virtuales. Se trata de

    una coexistencia que, por lo demás,añade dinamismo a las relacionessociales gracias al uso de tecnolo-gías de la comunicación y de la mo-vilidad. Los modernos artefactos decomunicación difuminan las huellaspropias de cada lugar específico; laspersonas, en tanto, pueden actuardesacopladas respecto del lugar enel que se encuentren.

    En la modernidad, la vida estaba or-ganizada en torno al espacio. Actual-mente, el uso de las tecnologías dela información y la comunicación hatrastocado ese esquema: el espacio

    ya no es una restricción, y dichas tec-nologías son herramientas potentesque permiten a los individuos libe-rarse de las constricciones que impo-nían los lugares. Se ha abierto, así, unescenario en el que las posibilidades

    se multiplican y todo parece gestio-nable técnicamente. No obstante,ello plantea nuevas exigencias al in-dividuo, que ahora debe buscar y es-coger por sí mismo su orientación enesa multiplicidad, tironeado por con-diciones contradictorias. Por un lado,las relaciones espaciales son, comosiempre lo han sido, importantes parala contextualización individual y, porello, para configurar por uno mismola vida cotidiana. Por otro lado, sin

    embargo, las relaciones espaciales sehan vuelto actualmente menos cla-ras y más ambiguas, lo cual hace máscomplicada esa contextualización.

    Recibido 19 de diciembre de 2011

     Aceptado 14 de junio de 2012

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    Notas

    1  El presente artículo se basa en investigaciones referidas a juventud y tecnología desarrolladas en el Instituto de la Juventud

    de Alemania (DJI, sede Munich), así como en la colaboración de los dos autores para ampliar sus alcances al caso de Argentina

    e Iberoamérica. Los autores agradecen a Susana Finquelievich y, especialmente, a Alejandro Prince por la orientación y ayuda

    brindadas para acceder a información referida al uso de Internet y de las tecnologías de la información y la comunicación enArgentina. Asimismo, los autores desean agradecer al evaluador anónimo que con sus sugerencias y comentarios ha permitido

    mejorar aspectos del texto. Cualquier falla que pueda observarse en el desarrollo del artículo es de exclusiva responsabilidad

    de los autores.

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    Resumen

    La socialización de las nuevas generaciones se da en laactualidad de modo diferente a como ocurría hasta hacepocas décadas. La tecnología brinda a quienes se hallanen proceso de crecimiento hacia la adultez los mediospara insertarse en diversas redes y participar simultá-neamente en distintos mundos, reales y virtuales. Conello, el espacio real pierde relevancia como aspecto con-figurador de lo social. Las nuevas generaciones poseenuna especial destreza para gestionar tecnológicamentesus relaciones con sus pares y su entorno: ya no es nece-sario apropiarse totalmente del espacio, sino que bastacon saber gestionarlo técnicamente de acuerdo con lospropios intereses y conveniencias. Así, los jóvenes sedesplazan de manera flexible por espacios tanto realescomo virtuales, saltando de forma permanente e inme-diata entre uno y otro (lo que en la literatura en inglés sedescribe con el verbo switch).

    Palabras clave

    Juventud - Nuevas tecnologías – Espacio – Socialización- Contextualización

     Abstract 

    The socialization of new generations occurs at present

    differently than was the case until a few decades ago.

    Technology provides to those who are still growing into

    adulthood means to attach to various networks and

     participate simultaneously in dif ferent worlds, both real

    and virtual. Thus, the real space becomes irrelevant as an

    aspect that shapes the social. The new generations have

    a special skill to manage technically their relationships

    with their peers and their environment: it is no longer

    necessary to appropriate the space completely, but it is

    enough to know how to manage it technically accor-

    ding to their own interests and convenience. Thus, young

     people move flexibly for both real and virtual spaces,

    “switching” permanently and immediately between the

    two.

    Key words

    Youth - New technologies - Space - Socialization - Con-

    textualization

    2  La noción de “mundos de la vida” como la entendemos aquí deriva de la obra de Alfred Schütz, quien al hablar del Lebenswelt  lo

    definía en términos de la cotidianidad vivida por las personas y la intersección entre el tiempo personal y los flujos temporales

    de la sociedad. Es allí donde las personas actúan en la construcción de la realidad social y, a la vez, se ven constreñidas por las

    estructuras socioculturales heredadas de las generaciones anteriores. El mundo de la vida es un mundo compartido, pero en él

    también tienen lugar aspectos privados referidos a las biografías personales de cada individuo.

    3  Al respecto pueden consultarse los proyectos de Claus Tully en el DJI (Instituto Alemán de la Juventud) sobre el tema tecnolo-

    gía y espacio en la vida de los jóvenes, así como sus trabajos actuales en el marco del proyecto AID:A (“Crecer en Alemania enmundos cotidianos”), el cual ha llevado adelante un total de 26.000 encuestas sobre el tema de la vida cotidiana de los jóvenes.

    4  Prince y Jolías (2011, pág. 381) remarcan lo que implican estas cifras en términos de inclusión social: “Recordemos que el parque

    de PC en uso es de 11,8 millones y que las ventas anuales es de 2,8 millones, sin embargo estos números son agregados, de manera

    que existen realidades diversas según cada provincia. Por ejemplo, en la provincia de Catamarca, en donde el parque de PC en uso se

    calcula en 48 mil computadoras, el programa Conectar Igualdad tiene como objetivo entregar 24 mil netbooks, lo que llevaría a un

    incremento del 50% del parque producto de políticas estatales. Algo similar sucederá en provincias con baja penetración de PC como

    Formosa o Santiago del Estero”.

    5  Casi tres cuartas partes de quienes utilizan redes sociales en Argentina se declaran usuarios de Facebook. (Comunicación per-

    sonal de Alejandro Prince con los autores).

    6  En contextos marcados por el deterioro social y económico, como los que se han dado en algunos países de América Latina

    desde la década de 1990, cada vez más jóvenes comenzaron a participar en movimientos que reivindicaban derechos so-

    cioeconómicos. Para un estudio de este tema en el caso de Argentina, véase Vommaro y Vázquez (2008).

    7  En efecto, a la vez que se multiplica la cantidad de tecnologías tales como los teléfonos móviles, el correo electrónico, las cáma-

    ras web, etc., que se pensaba que podrían ir sustituyendo al viaje físico, la movilidad espacial aumenta. Una de las claves para

    entender esa aparente contradicción podría ser que la sociedad funciona cada vez más bajo la forma de redes, las cuales, si

    bien se construyen, sostienen y expanden gracias a las tecnologías de la comunicación, dependen para su funcionamiento de

    que regularmente se establezcan contactos cara a cara y momentos de copresencia física. Al respecto, véase Urry (2003, pág.

    155-156).

    8  Varios autores han tratado las diversas implicancias sociales que ello supone para los sujetos. Véase, por caso, Castells (1997),

    Urry (2000), Beck (1998), Giddens (1991), Sennett (1998), entre otros.

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