ORO, PERLAS, BROCADOS · resumen La historiografía ... and Queen had a great quantity of clothes...

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(*) Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación del ministerio de Ciencia e Innovación de España HAr2010-16474/ArTE Los tapices de los Reyes Católicos y Juana I. Las colecciones y su dispersión. resumen La historiografía se ha empeñado en mostrar la austeridad de la corte de los reyes Católicos. Con la mirada puesta en aspectos más espirituales que materiales se ha querido ver su corte teñida por una cierta pobreza en cuanto a la disponibilidad económica –la reina habría teni- do que empeñar sus joyas para que Colón pudiera realizar su primer viaje– y, en consecuen- cia, por lo que se refiere a su presentación en público. Testimonios como el de Antoine de Lalaing en 1502, que resalta que los reyes se ataviaban con simples paños, han sido interpre- tados erróneamente. Frente a esto, este ensayo demuestra cómo los monarcas se hicieron con innumerables paños confeccionados con oro y perlas sobre brocados y terciopelos, y procu- raron que sus hijas poseyeran magníficos ejemplares que llevaron consigo a las cortes de Borgoña, Inglaterra y Portugal. La ostentación fue la norma. Palabras clave: reyes Católicos, oro, perlas, lujo GOLD, PEARLS, BROCADE... OSTENTATION IN DRESS AT THE COURT OF THE CATHOLIC KINGS AbstrAct Historiography has endeavored to show the austerity of the court of Ferdinand and Isabella. taking into account spiritual more than material, aspects, the court has always been considered by a cer- tain poverty in terms of economic availability –the Queen would have had to pawn her jewels for columbus to make his first journey– and, consequently, in regard to her presentation to the public. testimonials like the one of Antoine de Lalaing in 1502, which highlights the catholic Kings were attired with simple clothes have been misinterpreted. Against this, this essay shows how the King and Queen had a great quantity of clothes made with innumerable pearls on gold and brocades and velvets, and also sought their daughters to possess magnificent ones which were brought to the courts of burgundy, England and Portugal by them the boastfulness and luxury were the rules. Key words: catholic Kings, gold, pearls, luxury ORO, PERLAS, BROCADOS... LA OSTENTACIÓN EN EL VESTIR EN LA CORTE DE LOS REYES CATÓLICOS * Miguel Á. ZalaMa Universidad de Valladolid Recibido: 22 de noviembre de 2011 Aceptado: 22 de febrero de 2012 [ [ Revista de Estudios Colombinos nº 8, junio de 2012 (pp. 13-22) [ [

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(*) Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación del ministerio de Ciencia e Innovación de EspañaHAr2010-16474/ArTE Los tapices de los Reyes Católicos y Juana I. Las colecciones y su dispersión.

resumenLa historiografía se ha empeñado en mostrar la austeridad de la corte de los reyes Católicos.Con la mirada puesta en aspectos más espirituales que materiales se ha querido ver su corteteñida por una cierta pobreza en cuanto a la disponibilidad económica –la reina habría teni-do que empeñar sus joyas para que Colón pudiera realizar su primer viaje– y, en consecuen-cia, por lo que se refiere a su presentación en público. Testimonios como el de Antoine deLalaing en 1502, que resalta que los reyes se ataviaban con simples paños, han sido interpre-tados erróneamente. Frente a esto, este ensayo demuestra cómo los monarcas se hicieron coninnumerables paños confeccionados con oro y perlas sobre brocados y terciopelos, y procu-raron que sus hijas poseyeran magníficos ejemplares que llevaron consigo a las cortes deBorgoña, Inglaterra y Portugal. La ostentación fue la norma.

Palabras clave: reyes Católicos, oro, perlas, lujo

GOLD, PEARLS, BROCADE... OSTENTATION IN DRESS AT THE COURT OF THE CATHOLIC KINGS

AbstrActHistoriography has endeavored to show the austerity of the court of Ferdinand and Isabella. takinginto account spiritual more than material, aspects, the court has always been considered by a cer-tain poverty in terms of economic availability –the Queen would have had to pawn her jewels forcolumbus to make his first journey– and, consequently, in regard to her presentation to the public.testimonials like the one of Antoine de Lalaing in 1502, which highlights the catholic Kings wereattired with simple clothes have been misinterpreted. Against this, this essay shows how the Kingand Queen had a great quantity of clothes made with innumerable pearls on gold and brocades andvelvets, and also sought their daughters to possess magnificent ones which were brought to thecourts of burgundy, England and Portugal by them the boastfulness and luxury were the rules.

Key words: catholic Kings, gold, pearls, luxury

ORO, PERLAS, BROCADOS... LA OSTENTACIÓN EN EL VESTIR EN LA CORTE DE LOSREYES CATÓLICOS*Miguel Á. ZalaMaUniversidad de Valladolid

Recibido: 22 de noviembre de 2011Aceptado: 22 de febrero de 2012[ [

Revista de Estudios Colombinos nº 8, junio de 2012 (pp. 13-22)[

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E N el mes de mayo de 1502, en Toledo, seprodujo el encuentro entre los reyesCatólicos y su hija y heredera, juana,

que junto a su esposo, el archiduque de Austriay duque de Borgoña, Felipe el Hermoso, habíanviajado desde los Países Bajos para ser recono-cidos por las Cortes de Castilla y Aragón. Elencuentro se detalla en la crónica del viaje querealizó Antoine de Lalaing, miembro del séquitodel archiduque. El relato, publicado ya en elsiglo XIX 1, es una fuente imprescindible paraconocer la vida cortesana en aquellos momen-tos, pues se recogen los pormenores sobre ellugar, la decoración, la indumentaria de los pre-sentes..., resaltando todos los aspectos. Esdecir, no solo importaba qué ocurría (la política)sino cómo se desarrollaban los acontecimientosen un entorno que el cronista juzga con la leja-nía de un extranjero y con la parcialidad propiadel que sirve a un señor al que quiere agradar.

Lalaing anotó lo que aparecía ante sus ojos yrespecto al atuendo de los monarcas españolessentenció: “No hablo de los vestidos del rey y lareina, porque no llevan más que paños delana”. Semejante parquedad en el vestir llamala atención, sobre todo al leer la siguiente frasereferida al ropaje de su señor: “Y el archiduquellevaba un traje de seda violeta brochada y suesposa un traje de terciopelo violeta adornadocon paño de oro” 2. Este escrito de un testigodirecto ha servido para considerar que losreyes Católicos mantuvieron una notoria aus-teridad, por no decir pobreza, en su corte, algoque cuadra perfectamente con el halo de san-tidad que incluso en nuestros días se quierecolocar a la reina. La defensa de la fe cristianaen su testamento –“pugnar por la fe contra losinfieles”3– o episodios como la enajenación desus joyas para financiar el viaje de Colón, quesi no se llevó a cabo fue porque al final Luis deSantángel prestó el dinero4, no hacen si redun-dar en esta idea de espiritualidad y de despre-cio por lo material. Tan austera habría sido la

reina que, es famosa la anécdota, se decía queno se mudaba de camisa.

Ideas tan queridas como la que pretende mos-trarnos a una mujer que en cierta medidaseguía en su proceder los pasos de su admira-do san Francisco de Asís, son historias queconviene matizar pues como mínimo tienden ala exageración, y con frecuencia son totalmen-te inconsistentes5. No obstante, es cierto quelos reyes Católicos quisieron poner límites aluso y abuso de riquezas en los actos públicosy para ello promulgaron sucesivas pragmáti-cas contra el lujo, que por lo que se refiere alas vestiduras prohibían lucir brocados–paños que podían alcanzar los 10.000 mara-vedís la vara6–, telas con hilos de oro, plata ypedrería, etc. Las órdenes fueron sistemática-mente incumplidas, de manera que a la pri-mera pragmática de 1494 siguieron otras enlos años sucesivos, que tampoco parece queacabaran con los excesos7.

Atendiendo a estas disposiciones, testimonioscomo el difundido por Lalaing se convierten enpilares en los que fundamentar la tesis de laausteridad de la corte de los reyes Católicos.Sin embargo, otros testigos de la época mues-tran aspectos totalmente opuestos. Hernandodel Pulgar retrata a la reina como “mujer muycerimoniosa en sus vestidos e arreos, e en susestrados e asientos, e en el seruicio de su per-sona”, tanto que “le era imputado algún vicio,diciendo tener pompa demasiada”8, o como elembajador veneciano que en 1498 decía que lareina “vestia molt richamente in habito quasia la francese cono giogie de non picol valuta”9.Fray Hernando de Talavera, el monje jerónimoconfesor de la reina a quien ésta promocionóhasta el arzobispado de granada, escribía asu señora en 1493 criticando abiertamente elsupuesto comportamiento de la soberana enla recepción dada a los franceses con motivode la devolución de los condados del rosellón

(1) El texto fue editado por gACHArD (1876), pp. 131-340. Ed. en español, por la que se cita, LALAINg, (1952), pp. 433-548.

(2) LALAINg, (1952), p. 460.(3) Archivo general de Simancas (AgS), Patronato real, leg. 30-2, fol. 6.(4) zALAmA (2006a), pp. 49-59; zALAmA (2006b), pp. 303-322.(5) AzCoNA (2004), p. 25.(6) LADEro QUESADA (2003), pp. 97-99.(7) SEmPErE Y gUArINoS (1788), pp. 3-22.(8) PULgAr (1943), I, p. 78.(9) Citado por LADEro QUESADA (1999), p. 134.

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y Cerdaña. El religioso, con oratoria ciceronia-na, se encargaba de dejar claro su disgustopor la manera de actuar, y en lo que respectaa las ropas mostradas sentencia: “No [repren-do] el gasto de las ropas y nueuas vestidurasaunque no carezca de culpa lo que ello ouodemasiado”10.

REALIDAD Y FICCIÓN SOBRE LA AUSTERIDAD DE LOS MONARCAS

Sabemos que con motivo del matrimonio de lainfanta Isabel con el príncipe Alfonso dePortugal en 1490 en Sevilla hubo grandesfaustos en los que, cuenta Pulgar, “la reynasalió a las justas e otras fiestas que se hicie-ron en aquellos quinze días vestida de paño deoro”11. Esta descripción ya no es general sinoprecisa: Isabel la Católica se mostraba antesus súbditos con tejidos en los que abundabael oro. A su vez la reina ordenó que se entre-gara a los embajadores del rey de Portugal quefueron a la boda de la princesa “çierto broca-do e seda e grana”, cuyo importe ascendió a615.118 maravedís 12. ¿Cómo explicar estofrente al testimonio de Lalaing apenas seisaños más tarde? ¿A quién debemos creer, omejor dicho, cuál era la realidad en el vestir delos reyes?

Por lo que se refiere a la crónica del borgoñón,lo primero que hay que tener presente es quela frase con la que sentencia que los monarcasllevaban simples paños de lana no puede seranalizada fuera de contexto, ni mucho menoscontraponiéndola a la descripción de los ricosvestidos del los archiduques. Lalaing tambiéndice que al entrar en Toledo “los burguesescubrieron a los tres con un paño” (los treseran Felipe el Hermoso, su esposa juana yFernando el Católico, que se había acercado aolías donde el archiduque había permanecidoconvaleciente de sarampión durante unos

días). Destaca el cronista que “las calles esta-ban por toda la ciudad tendidas”, es decir,mostraban tapices y telas, y que la primeraparada de la comitiva se hizo en la catedraldonde fue saludada por “el obispo y todos loscanónigos ricamente vestidos” 13. La ciudad ylos principales mostraban sus mejores galaspara dar la bienvenida a los herederos, algoque no sorprende al autor del relato pues eralo habitual en los Países Bajos y lo había sidodurante todo el viaje, tanto en tierras france-sas, pues el itinerario elegido supuso atrave-sar Francia, como en las diferentes localida-des españolas –Burgos, Valladolid...– quehabían recibido con gran boato a los que undía iban ser sus monarcas14.

Terminados los oficios religiosos, los archidu-ques se dirigieron a las casas del marqués demoya, lugar en el que les esperaba Isabel laCatólica y allí “encontraron a la reina en unsalón, sentada sobre una silla, con la queestaban la hija bastarda del rey, la marquesade moya y otras varias damas y damiselas,vestidas de terciopelo carmesí, algunas ador-nadas con pieles de armiño y otras con otraspieles, bien alhajadas con cadenas y otrasricas sortijas”15.

Si las autoridades municipales, las eclesiásti-cas y la nobleza se mostraban, a decir del cro-nista, ataviadas con sus mejores galas, no esposible asumir sin más que los paños de losreyes eran indignos. Esto no presupone queLalaing mintiese; supone que la explicación nopuede ser tan simple como la de extrema aus-teridad o pobreza. No tiene cabida la austeri-dad porque de ser así las damas que acompa-ñaban a la reina también se habrían mostra-do con parecidos atuendos, y no es admisiblela pobreza porque la monarquía no pasaba porpenurias económicas y mucho menos por res-tricción en el gasto del aparato cortesano,como bien detallan la cuentas. El análisis dela documentación se hace preceptivo para pre-cisar qué ocurrió en realidad.

(10) AgS, Estado, leg. 1-II, fol. 343.(11) PULgAr (1943), II, p. 438.(12) TorrE y ALSINA DE LA TorrE (1955), pp. 341-342.(13) LALAINg, (1952), p. 459.(14) zALAmA (2010), passim.(15) LALAINg, (1952), p. 459. La hija natural de Fernando el Católico era juana de Aragón, que días más tarde se desposó

con el condestable de Castilla y I duque de Frías, Bernardino Fernández de Velasco.

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(16) PULgAr (1943), I, p. 78.(17) CLEmENCíN (1821), pp. 352-383; zALAmA (2010), p. 25.(18) BAYErrI BErTomEU (1963-1965), p. 358; zALAmA (2010), p. 26.(19) LALAINg, (1952), passim.(20) CHECA (2004).

MAGNIFICENCIA EN EL VESTIR: EL MONARCA ANTE SUS SÚBDITOS

En el retrato que Pulgar hace de la reinaCatólica resalta que se rodeaba de gran apa-rato, pues era “muy cerimoniosa en los vesti-dos” y “quería ser seruida de omes grandes ynobles”. Esto era tan evidente que levantó crí-ticas que el cronista se sintió obligado derebatir justificando el proceder de su señora:“como quiera que por esta condiçión le erainputado algund viçio, diziendo ser pompademasiada, pero entendemos que ningunacerimonia en esta vida se puede hazer tan porestremo a los reyes, que mucho más norequiera el estado real, el qual así como es unoe superior en los reinos, así deve mucho estre-marse e resplandeçer sobre todos los otrosestados, pues tiene autoridad divina en las tie-rras” 16. Se justifica el dispendio en tanto quesu fin era mostrar la magnificencia real, y esque la reina no reparaba en gastos en estesentido, mientras que era muy poco dadivosacon sus súbditos según cuenta asimismoPulgar.

En cuanto a la recriminación que realizó frayHernando de Talavera a la soberana por lucircaros vestidos cuando se entrevistó con losfranceses en Perpignan, fue contestada por lamisma Isabel a su confesor, asegurando que“trajes nuebos no hubo ni en mi ni en misdamas ni aun vestidos nuebos, que todo loque allí vestí abía vestido des que estamos enAragón”17. No hay por qué dudar de las pala-bras de la reina y quizás no estrenase ningu-no, aunque sí parece que la riqueza que mos-tró era excepcional. El monje jerónimo teníanoticias de que así había sido y conservamosel relato de un testigo, Per Çavertes, que cons-tató que “la serenissima senyora reyna isquetan sumptuosamente abillada que se exti-maua lo que portaua valler cent miliaducats” 18. Treinta y siete millones y medio demaravedís se antojan excesivos para un vesti-do, aunque fuese de oro puro, pero inclusoasumiendo que sea una exageración, o un

error, lo que se hace patente es que la reinagastaba grandes cantidades en su vestuario, ysi lo hacía así era porque se consideraba queera lo apropiado a un monarca cuando apare-cía en público.

oro, plata, piedras preciosas, brocados, ter-ciopelos, tapices..., es decir, todos los objetosde valor, y en esta consideración lo que enton-ces importaba era el coste de los materiales,no los aspectos meramente estéticos, se dis-ponían junto al monarca como indicadores supoder. Los tapices tejidos con seda, en los quecon frecuencia había hilos de oro y plata, sedesplegaban en las estancias e incluso en lascalles, en aparadores se exponían las vajillasde metales preciosos y los soberanos lucíanlas más extraordinarias vestimentas, a las quetrataban de emular las de los cortesanos, eincluso en sus monturas. Esto era común atodos los príncipes como se puede ver en elrelato de Antoine de Lalaing; ciudades, insti-tuciones o reyes agasajaron a los archiduquesen su viaje, tanto en los Países Bajos como enFrancia y España, y siempre se repite lamisma escena: recepciones en salas cubiertasde paños, banquetes donde el anfitrión mues-tra sus vajillas públicamente y continuo cam-bio de vestiduras, en los encuentros y en lascelebraciones de juegos, torneos, o toros, yaen España, en un afán por mostrar cada vezmayor riqueza. Así ocurrió, y solo son algunosejemplos, en Blois, donde la comitiva fue reci-bida por Luis XII de Francia, pero también enBurgos, donde el condestable de Castilla dioun magnífico banquete al que respondió conotro el archiduque, o en Valladolid, lugardonde fueron agasajados por el almiranteEnríquez19.

Presentarse con las mejores galas no solo erauna preocupación de los gobernantes 20; todasu corte, y en especial sus hijos, tenían queactuar de modo acorde. Lalaing resalta lariqueza de los vestidos de las damas de Isabella Católica en Toledo y, como no podía ser deotra manera, su hijo y sus hijas no se queda-ban atrás en lucir esplendorosas vestimentas.

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(21) PULgAr (1943), II, p. 187-188.(22) LADEro QUESADA (2003), p. 96.(23) zALAmA (2010), pp. 74-81.(24) moLINET (1928), pp. 61-62.(25) PULgAr (1943), I, p. 76.(26) AgS, Estado, leg. 26, fol. 134.(27) YArzA LUACES (1992), pp. 100-109.(28) zALAmA (2005), pp. 331-353.(29) SÁNCHEz CANTóN (1950); TorrE (1974).

Así ocurrió en 1485 en Córdoba, cuandoFernando el Católico llegó a la ciudad y salie-ron a recibirle “las ynfantas doña Ysabel, edoña juana, e doña maría, sus fijas, e conellas las dueñas sus ayas; e todas las damas etodas las doncellas arreadas de paños, broca-dos e sedas, e de otros grandes arreos”21. Si elejemplo no se considera significativo pues elcronista real bien podría haber exagerado, lascuentas de los gastos realizados por los reyespara vestir a sus hijas en el momento de aban-donar la corte para contraer matrimonio noadmiten réplica.

En agosto de 1496 la infanta juana partió condestino a los Países Bajos donde se iba aencontrar con su esposo, el archiduque deAustria y duque de Borgoña Felipe elHermoso. En los seis meses anteriores Isabella Católica se se encargó de que su hija semostrase ante la esplendorosa corte deBorgoña con un lujo extraordinario, de mane-ra que no cupiese duda del poderío de lamonarquía hispana. oro, plata, piedras pre-ciosas y un importante número de objetossuntuarios formaban parte del tesoro de lainfanta, en el que destacaban las ricas telasprovenientes de diferentes países que en totalsumaban 7.595 varas 22. La partida superabalos tres millones y medio de maravedís, másque la del oro 23. Se quería impresionar y seconsiguió, y el primer impacto fue por lasriquísimas vestimentas que la archiduquesa ysu corte lucieron al entrar en Amberes el 19de septiembre; los detalles los transmite elrelato de jean molinet: “Icelle très illustredame et vertueuse [...] la plus richement aor-née que jamais fut paravent veue ès pays demonseigneur l’archiduc, estoit montée surune mule à la mode d’Espaigne, ayant le chiefdécouvert, estoit accompaignée de seizenobles dames et une matrone qui, vestues dedrap d’or...” 24. El cronista, acostumbrado alesplendor de la corte de Borgoña, considerada

la más fastuosa de su tiempo, se sorprendepor la riqueza que desplegaba la infanta espa-ñola en su atuendo y resalta que nunca sehabía visto algo parecido en aquellas tierras.

UNA REINA NADA AUSTERA

A partir de los ejemplos expuestos se hace difí-cil defender la parquedad de la reina Isabel.Parece que está fuera de toda duda su fruga-lidad en la mesa, al menos en cuanto a labebida, pues nunca tomaba vino según cuen-ta Pulgar 25, término que se constata en unarelación de lo oficios de su casa: “El coperotenía a su cargo la copa y el agua cozida y laotra agua y el cargo de tener buen recabdo quede la despensa probeyan lo que hera neçesa-rio y no solía tener bino porque su alteza no lobebía”26. Sin embargo, no fue ni mucho menosmoderada en cuanto a la magnificencia de supersona y corte 27. gastó grandes cantidadesen joyas28, en tapices29, y no menos en tejidosque llegaban de Italia o Francia. Todo aquelloque podía mostrar la importancia de su perso-na en tanto que reina parecía poco; algunosejemplos de sus vestidos lo evocan.

Luctuosos acontecimientos se sucedieron enlos últimos años de vida de Isabel la Católica.En 1497 falleció su hijo y heredero, y aunquesu esposa, margarita de Austria, estaba emba-razada y se esperó con ansiedad el nacimien-to, el parto fue prematuro e inviable. En esosmomentos la herencia recayó sobre su hijamayor, Isabel, casada con el rey manuel I dePortugal. En el verano de 1498, cuando éstospermanecían en zaragoza esperando ser reco-nocidos herederos de Aragón, la princesa dio aluz a un niño, pero como consecuencia ellafalleció. El recién nacido fue jurado comoheredero a los reinos de Castilla, Aragón y

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(30 zALAmA (2010), pp. 123-126.(31) AgS, CmC, 1.ª época, leg. 93, fol. 135v.(32) La cantidad que recibió Colón, prestada por Luis de Santángel, fue 1.140.000 maravedís. Cfr. AgS, CmC, 1.ª época, leg.

134, s. f.(33) AgS, CmC, 1.ª época, leg. 93, fol. 134.

Portugal, y permaneció junto a sus abuelosmaternos, aunque no sobrevivió ni dos años.Las sucesivas desgracias aun eran mayoresteniendo en cuenta que en aquel momento lasucesión recaía en la archiduquesa juana, dela que ya se sabía su escasa capacidad pararegirse a sí misma y nada bueno se preveíapara Castilla y Aragón30. El escenario era pre-ocupante en extremo, pero incluso así la reinaCatólica no descuidó el matrimonio de sus doshijas menores, maría, quien contrajo matri-monio con el rey de Portugal, viudo de su her-mana mayor, y Catalina, quien lo hizo conArturo, príncipe de gales.

Igual que había procedido cuando juana sedisponía a partir hacia los Países Bajos en1496, doña Isabel procuró que sus hijasmenores llegasen a sus nuevas tierras mos-trando toda la magnificencia de la coronaespañola, y los vestidos eran parte fundamen-tal en el aparato cortesano. Casada por pode-res en agosto de 1500 en granada, la infantamaría salió de la ciudad en octubre paraencontrarse el día 30 con el rey luso enAlcocer da Sal, cerca de Setúbal, donde secelebró la ceremonia nupcial. En los últimosdías junto a su madre, la reina le regaló dosvestidos que merecen ser destacados. Por unaparte, “un ábito de çebty carmesy de mangaslargas abiertas bordado de una chapería deoro de hechura de unas puntas de seis pieçasen cada punta e los pies de las dichas pieçasque van a manera de flor de lis, que son todaslas dichas pieças que están en el dicho ábitoochoçientas e veynte e una, que faltan algunospedaçicos a algunas dellas de las quales sepesaron diez dellas, que pesaron quatro ocha-vas e media de manera que a respecto deaquellas que se pesaron pesarían todas çincomarcos e seis onças e una ochava, es de ley deoro de castellanos”. En torno a 1,3 kg de orosobre el ya por sí caro tejido. El traje pertene-cía a la reina que ordenó se entregase a sucamarero, Sancho de Paredes, el 10 de octu-bre y ese mismo día se lo dio a AldonzaXuárez, camarera de doña maría, “para servi-cio de la señora reyna de Portugal por nóminade la reyna nuestra señora”31.

magnífico vestido el que regaló la reina a suhija, si bien queda oscurecido por otro quetambién pasó a poder de doña maría. El mismocamarero recibió por orden de la soberana “unábito de seda de terçiopelo carmesí con magaslargas abiertas, forrada la una en oro tiradoque dura el aforro fasta un xeme debaxo delabertura y la otra manga una tyra de oro tyra-do de quatro dedos en ancho que toma todo élabertura de la manga”. En el vestido había“çiento e sesenta e tres rosas de oro de martillo[...] en cada una de las dichas rosas ay unaperla gruesa asentada en su molinete de oro eel dicho molinete asentado sobre medio vollon-çico de oro esmaltado de negro”. Además deestas perlas, había otras “çincuenta e çinco queno tienen molinetes”. Por si fuera poco, tam-bién llevaba “en las abertuas de los costados encada uno una tira de oro tirado de quatro dedosen ancho, ay en las dichas averturas de lasmangas e costados sesenta e una lazadas deperlas cosydas e una trença de hilo de oro demartillo”. La tasación de las perlas la realizó elplatero jerónimo de Vigil, quien estimó el valortotal en 631.215 maravedís, apreciación que noincluía el oro ni el tejido. (Solo el valor de lasperlas de este vestido era más de la mitad de loentregado a Colón apenas ocho años antespara realizar el viaje del Descubrimiento 32). Elvestido debía ser tan extraordinario que se optópor aligerar parte del oro, “quitáronse destedicho ábito las treynta de las dichas lazadas deoro hilado con sus cabos de oro”, y realizada laoperación se entregó a la camarera de la “reynade Portugal el qual se le dio por nómina de lareyna nuestra señora” 33.

Solo son dos ejemplos, aunque de los másdestacados, de los trajes que la reina dio a suhija maría, pues el número de piezas que leentregó en aquel momento es considerableincluidos lobas, manguitos... Sin embargo,con ser extraordinarios se antojan poca cosacuando los comparamos con los que un añodespués regaló a su hija menor, Catalina.Casada por poderes con Arturo, príncipe degales, salió de España a mediados de agostode 1501. Como había hecho el año anteriorcon la reina de Portugal, Isabel la Católica

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(34) Ibidem, fol. 136.(35) Ibidem, fol. 136v.(36) Ibidem, fol. 138, y leg. 102, fol. 231.(37) Agradezco precision de la fecha al doctor jesús Varela marcos.(38) oTTE (1977), p. 100; rAmoS (1981), pp. 78-79.(39) AgS, CmC, 1.ª época, leg. 93, fols. 137-138 y leg. 102, fol. 230.

quiso que su hija llegase a Inglaterra mos-trando el esplendor de la corte española, demodo que poco antes de la partida dio aCatalina un importante número de vestidos,confeccionados con ricas telas y decoradoscon oro y pedrería. No hay duda de que perte-necían a la soberana, pues conservamos lasórdenes de entrega a su camarero, Sancho deParedes, entre el 20 y el 21 de junio de 1501,a quien a su vez se le mandaba pasarlos a“juan ortiz montero de su alteza para que lollevase a la señora princesa de galez”, lo querealizó solo siete después de recibirlos.

Entre estos vestidos llama la atención por suriqueza “un ábito” de terciopelo negro con“çiento e ochenta e ocho pieças de chapería deoro estanpadas algo bruñidas”, a las quehabía que sumar otras “çiento e noventa e unapieças de oro estanpadas” y “quatroçientas esesenta e nueve pieças de unas rosicas de oroestanpadas y esmaltadas”. En total cerca dekilo y medio de oro de gran pureza, puesvariaba de veintidós a veinticuatro quilates34.otros dos eran sayas francesas de terciopelo,una de color verde con más de mil aplicacio-nes de oro35, y otra negra con “dos tyras de orotirado que son tan anchas como dos dedos” yaplicaciones de seda, “treynta e nueve aguje-tas de seda negra anchas cortas cada una condos cabos de oro grandes”36.

ricos vestidos que se completan con el másextraordinario de todos: “un ábito de terciope-lo carmesí que tiene en el dicho ábito unamanga larga en dos tyras forradas en oro tyra-do e la otra corta con su buelta abierta e ungolpe en ella que tiene el dicho ábito tres tirasde oro tyrado por los costados e trasera deancho de tres dedos forradas çebty amarillo,que tiene el dicho ábito cosidas en él ochoçien-tas e catorze pieças de chapería de oro”. Elmetal pesó en torno a 700 gramos –“tres mar-cos e siete ochavas e seis granos”–, pero soloera una parte. Las piezas de oro estaban dis-puestas de manera que “entre quatro e quatrodellas van unas rosicas de oro con unasmedias abellanicas en medio esmaltadas denegro e ençima de las medias avellanas una

perla gruesas en cada una que son todas lasdichas rosicas çiento e ochenta e siete, quepesaron antes que se pusiesen las dichas per-las en ellas las çiento e setenta e çinco, dosmarcos e çinco ochavas e un tomín y diez gra-nos” (alrededor de 475 gramos). No menorriqueza alcanzaban las perlas, algunas de ellasprovenían de Indias, “çincuenta e siete gruesashoradadas por vaxo son de las que ellos ovie-ron reçibido por mandado de la reyna nuestraseñora de las de las Yndias, que pesaron antesque se pusiesen en las dichas rosicas una onçae quatro ochavas e un grano”. El primer granenvío de perlas fue el que llegó a Bayona,galicia, en junio de 1499 37 en la expedición dePeralonso Niño y Cristóbal guerra, que decla-raron traer 110 marcos de perlas, pero queparece fueron baste más pues Peralonso fueprocesado y acabó reconociendo que habíaocultado una cantidad difícil de precisar que adecir de Las Casas era de “más de ciento cin-cuenta libras o marcos, y entre ellas muchaseran grandes como avellanas” 38. Del carga-mento un quinto correspondía a la corona yuna vez en sus manos, las perlas en partepasaron directamente a la reina, que las man-tenía guardadas en un cofre, del que ella teníala llave, mientras que otras estaban a cargo delobispo juan rodríguez de Fonseca. Estas per-las se tasaron en función de su tamaño, entorno a dos ducados de media las más gran-des, aunque una “perla gruesa redonda e netafina que fue tasada en quinze ducados”.

Además de lo referido, se apunta que “tienemás el dicho ábito çincuenta lazadas de oro demartillo de veynte e dos quilates cada una,con dos cabos del dicho oro esmaltados derosicler e blanco e otros colores, que pesarontodas las dichas lazadas antes que se pusie-sen las dichas perlas en ellas dos marcos eseys onças e çinco ochavas e quatro granos,las quales dichas lazadas van cubiertas deperlas”. Éstas, que tenían la misma proceden-cia que las anteriores, hacían que el vestidoluciese la enorme cantidad de 1.167 perlas,pues la documentación precisa que “son todaslas perlas de las dichas lazadas nueveçientase ochenta perlas sin las dichas rosas”39. El ves-

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tido, como los anteriores, fue entregado ajuan ortiz “con todas sus perlas e chaperías”para “lo llevar a la señora princesa de gález”.

¿DÓNDE QUEDAN LOS PAÑOS DE LANA?

Un vestido con semejante cantidad de perlas ymás de dos kilos de oro se antoja exagerado,aunque solo algo más exagerado que los ante-riores que también merecen tal apelativo. Ytodos estos trajes eran, junto con muchosotros parecidos, propiedad de la reina Isabel,que los había comprado durante años y conlos que quiso obsequiar a su hijas cuandocontrajeron matrimonio. Según esto, hay queconcluir que la corte de los reyes Católicos noera nada austera y que la magnificencia entodos los actos era lo habitual. Los monarcasno reparaban en gastos y así lo corroboran lascuentas: a partir de 1480 el dispendio de lacasa de Isabel la Católica se multiplicó casipor tres, y esto no se puede justificar única-mente por el mayor número de oficiales, quesolo se incrementó en una cuarta parte 40; elaumento del gasto coincide con el desarrollode la ceremonialización de los actos de lamonarquía y los trajes que se lucían eranparte fundamental del aparato.

Determinado, los datos son meridianamenteclaros al respecto, que la corte de los reyesCatólicos no tuvo nada de austera en cuantoal aparato ceremonial, ¿cómo se debe enten-der entonces la sentencia de Antoine deLalaing en la que ni se para a comentar losvestidos de los reyes pues llevaban paños delana? Asumiendo que no se trata de de unaerrata –en el original en francés se lee: “Deshabillemens du roy et de royne je me tais, carilz ne portent que draps de laine”41– o de quemintiera en su apreciación, lo que refiere elcronista quizá tenga sentido. El encuentro delos archiduques con la reina en Toledo fue eldía 7 de mayo y en ese día Lalaing no hacereferencia a las vestiduras de los monarcas; aldía siguiente es cuando se fija en los pobres

atuendos, notica que se ha querido entenderen términos de sobriedad. Sin embargo, hayun acontecimiento que quizá lo pueda explicarde otra manera. En aquellos momentos lacorte tuvo conocimiento de la muerte del prín-cipe de gales, con el que estaba casado su hijamenor, Catalina. La luctuosa noticia llegó solounas horas después del recibimiento en lacasa de los marqueses de moya, aunque pare-ce que el archiduque ya conocía el fatal des-enlace. Desafortunadamente el cronista noprecisa en qué momento los reyes aparecieroncon “paños de lana”, pero sí aclara que “el reyy la reina llevaron luto”, y que se celebraronfunerales por el alma de Arturo el día 12 en elmonasterio de San juan de los reyes42.

Consecuencia más que probable de la tragediaes que los monarcas eliminaran todo el lujo dela corte durante los nueve días que duró elluto, tiempo en el que se dice que no salieronde sus aposentos. Decidieron retirarse trasrecibir la noticia, pero no podían dejar solos asus herederos recién llegados, por lo que opta-rían por mostrarse con la gravedad que impo-nía el luto; de hecho Felipe el Hermoso asumiósu papel y tampoco salió de su aposento en losdos días siguientes. Apenas diez días despuésse supo en la corte de otro fallecimiento, el dedon Enrique Enríquez, tío de Fernando elCatólico, y según Lalaing esta nueva desgraciahizo que el luto por el príncipe de gales sealargara “cinco o seis días”, de manera que eldomingo 22 de mayo los vestidos de los reyesaún “eran de paño de lana”43.

Si la explicación a la austeridad en el vestir delos monarcas se sustenta en el luto por susfamiliares, o si tal vez quisieron mostrarseante sus hijos y herederos despojados de cual-quier boato, lo que no es incompatible con elduelo, lo cierto es que fueron muchas las oca-siones en que los reyes Católicos desplegarontodo el aparato cortesano en el que ellos, comopieza fundamental, se mostraban luciendoriquísimos vestidos 44. Y es que la corte espa-ñola de los reyes Católicos no se caracteriza-ba por la austeridad.

(40) goNzÁLEz mArrEro (2005), pp. 40 y 58; zALAmA (2010), pp. 50-51.(41) gACHArD (1876), p. 176.(42) Ibidem, p. 460.(43) Ibidem, p. 462.(44) zALAmA (2010), p. 50.

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resumenen este estudio se analizan los veintiún mapas manuscritos de las relaciones geográficasde Indias de la real Academia de la Historia: méxico, Perú, Quito Venezuela y Colombia,que se pintaron durante el reinado de Felipe II, respondiendo a la Instrucción y memoria delas relaciones que se han de hazer para la descripción de las Indias, que su Magestad manda hazerpara el buen gobierno y ennoblecimiento dellas, impresa por real Cédula el 25 de mayo de 1577,a la que acompañaba un cuestionario de cincuenta preguntas. son unos mapas muy expre-sivos, que ilustran la forma de vida y las costumbres de los pueblos y proporcionan valio-sas fuentes de conocimiento de las regiones americanas del imperio de Felipe II: la organi-zación político-administrativa, la historia de la conquista, la economía, las costumbres ycreencias prehispánicas de los indígenas, entre otras.

Palabras clave: Cuestionario, Felipe II, Pinturas, relaciones Geográficas de Indias

MAPS OF THE GEOGRAPHICAL RELATIONS OF INDIES OF THE REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

AbstrActthis study analyzes twenty-one manuscripts maps of "relaciones geográficas de Indias" of the realAcademia de la Historia: México, Perú, Quito, Venezuela and colombia, painted during the reignof Felipe II, responding to the "Instrucción y memoria de las relaciones que se han de hazerpara la descripción de las Indias, que su magestad manda hazer para el buen gobierno yennoblecimiento dellas", printed by real cédula on May 25, 1577, and accompanied by a ques-tionnaire of fifty questions. they are very expressive maps that illustrate the lifestyle and customsof the peoples and provide valuable sources of knowledge of the American regions of the Empire ofFelipe II: the political and administrative organization, the history of the conquest, the economy, thecustoms and the pre-hispanics beliefs of the natives, among others.

Key words: Questionnaire, Felipe II, Paintings, relaciones Geográficas de Indias

LOS MAPAS DELAS RELACIONESGEOGRÁFICAS DEINDIAS DE LAREAL ACADEMIADE LA HISTORIACarmen Manso Portoreal Academia de la Historia

Recibido: 22 de noviembre de 2011Aceptado: 22 de febrero de 2012[ [

Revista de Estudios Colombinos nº 8, junio de 2012 (pp. 23-52)[

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A la memoria de mi padre